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El OSCURO SILENCIO NO SE COME

MIS COLORES
Vivía con mi familia en la isla de Mallorca, al oriente de España; mi hermana, mi padre y mi
madre me hacían la vida imposible, o al menos eso pensaba en ese entonces; a mis 19
años de edad lo único que necesitaba era un poco de atención de mis padres, o si quiera de
mi insoportable hermana, Alba, que a su edad solo le importaban las fiestas con sus
amigas. Yo era un dibujante empírico, realmente era lo que más me apasionaba en el
mundo, nadie me había educado en la materia, no porque no tuviera el dinero para pagar,
pues a mis padres no les gusta la idea.

Debo resaltar que cada dia al llegar a casa solía hacer pinturas y bocetos, algunas veces
pintaba a las personas que recordaba haber visto en el transporte público, ancianos,
jóvenes o simplemente personas adultas que reflejaban historias profundas en su mirada;
siempre me apoye en mis pinturas y lápices para no sentir la soledad que impregnaba la
casa, ya que en su mayoría de tiempo estaba vacía.

Un día al llegar a casa, después de dibujar un buen rato en la playa, no sentí la misma
soledad de siempre, había alguien en casa y eso me asombró bastante, eran mis padres.
Ellos habían llegado mas temprano por un problema que no lograba comprender; resultó ser
que en uno de mis dibujos estaba el retrato de un anciano el cual había estafado a mis
padres en distintas ocasiones, yo tan solo pintaba a personas que decían mucho con su
mirada.

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