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C!oruta1.ac.lÓ11 a:r.c¡u.eoÍÓ:Jic.a. dE aÍ9w10.1 tcu90.1 Je[ al lapa de. Ía ~tta

C!htcom.ozt~ - .'2.ua.uhll11.cÍ;aJ1

DIANA ZARAGOZA OCAÑA

T E s s
QUE PRESENTA PARA OPTAR AL TITULO
DE ARQUEOLOGO EN LA ESCUELA
NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA
Y EL GRADO ACADEMICO DE MAESTRO
EN CIENCIAS ANTROPOLOGICAS EN
LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA
DE ME X 1 C O.

}féxjco 1977
......-a..........------------~-

A fa meJT1lJ U:a de.


l'aul KiA:c'1110 ~ ~
a ni i rm111c1 y lt w11ru10 ó

a Pa.tMcu.1
A GR A o E z e o a:

Angel García Cook, no solo por la direcci6n de esta


tesis, sino por las importantes enseñanzas y
apoyo en mi formación profesional.

Luis Reyes García, por el constante interés que manifestó


a través de la realización de este trabajo.

A la Fundación Alemana para la Invest igación Científica ,


especialmente al Prof. Bodo Spranz, por haber
apoyado la continuidad de este proyecto y al
Prof. Wilhelm Lauer, por su preocupación en
resolver los problema~ y mantener en funciona-
miento lnterdlsclpllnarlamente el Proyecto
México.

Al Instituto Nacional de Antropología e Historia, por haber


concedido la autorización para estos cinco a~os

de Investigación.

V a todos mis compañeros de trabajo, por su contribución


crítica, a través del avance en este trabajo.
1 N D l C E

INTRODUCCION Y PROPOSITOS l

CAPITULO ANTECEDENTES 6

CAPITULO 11 SITUACION DEL AREA

AMBIENTAL Y CULTURAL 12

CAPITULO III ARQUEOLDGlA DEL AREA

METODOS, TECNICAS Y PERIODIFICACION 18

CAPITULO IV EL MAPA DE LA 'RUTA CHICOMOZTOC - QUAUltTINCHAN

Y LA HISTORIA TOLTECA CH[CHIMECA 27

CAP ITIJLO V DESARROLLO CULTURAL

SINTESIS DEL DESARROLLO PREVIO DEL AREA

PERIODO DE DOMINIO OLMECA - XICALLANCA

PERIODO DE DOMINIO TOLTECA - CHICHIMECA

PERIODO DE DOMINIO MEXICA

PERIODO OE DOMINIO ESPAROL 70

CAPITULO VJ CONCLUSlOtlES 101

BIBLIOGRAFIA

HIDI CE DE FOTOGRAFIAS

IHDI CE DE MAPAS

INDICE DE LAMINAS
1 NT R oouee 1 o N y p R o p os 1 T os
1
Este trabajo se debe, sobre todo al interés que tuvo el Or.
Paul Kirchhoff en la integración de las ciencias anLropológ1cas, para cono-
cer el mundo prehispánico, en este caso arqueologfa y etnohistoria , reunidas
o través de la constatación arqueol6gica de la parte nuclear de uno de los
!'.lapas de Cuauhtinchan, lo que efectuamos bajo la dirección del Arqueólogo
An9el Garcfa Cook, patrocinados por la Fundación Alemana para la Investiga-
ción Cientffica, de donde nace el Proyecto Arqueológico Cuauht1nchan, con
dos planteamientos fundamentales, por un lado la investigación del desarro-
llo cultural del área, desde su poblamiento hasta el inicio d~l proceso de
aculturación europea y por otro el de esta tesis, que se propone Integrar
los resultados de la arqueologfa y de la etnohistoria, a través de la in-
vestigación arqueológica de las representaciones de este mapa, para su
constatación, correlación e interpretación y aunque ambos objetivos han
durado durante los cinco años de vida del proyecto, estos no se han des-
1ado.

Hemos preferido uti lizar para el documento que estamos tratan-


• el nanbre acu~ado por Reyes (1974b, pp. 34-37) Mapa de la Ruta
.;moztoc-Ouauhlin~ha~ , por un lado para distinguirlo entre la serie de
pas de este lugar y por otro, por que el tftulo corresponde a su con te-
do, ya que este narra el trayecto de los grupos chichimeca hasta Cholula
una mftad , ~fentras que la otra presenta el territorio ocupado por el
po Cuauhtinchantlaca , o sea que contiene gran parte de los hechos narra-
oor la Historia Tolteca-Chichimeca.
Del interés que mantuvo el Dr. Kirchhoff, a través precisa-
e de la H1stor1a Tolteca-Chichimeca hacia esta ~rea , se han derivado
serie de Investigaciones, que a través de la riqueza de sus documentos,
cacen ser, una de las mejor conocidas del Altiplano, sin que para ello
medi ado su papel - bastante modesto - en la época preh1spAnica, en com-
2
paraci6n a la trascendencia de otros lugares.
En el primer capftulo, nos dedicamos a hacer una síntesis de
los antecedentes , tanto de este trabajo, como de otras investigaciones efec-
tuadas en el área y sus referencias en las fuentes históricas, con el ooje-
to de situarnos dentro de la serie de investigaciones que hacia ahí se nan
rE-álizado y se realizan; el segundo tratará de presentar el contexto - ambien
ta 1 y cultural - en el que se desenvuelve el área , para dar una visión gene-
,.ª 1 de su situación y relaciones; e 1 tercero trata los métodos y técni cas
empleados en la elaboración de este proyecto, enfatizando la transfonnación
Que de la concepción de su desarrollo cultural hemos venido madurando; en el
coarto capitulo tratamos detalladamente los aspectos de constatación geo9rá-
fica e interpretación cultural de los rasgos del Mapa de la Ruta Chicomoztoc-
Quauhl1nchan , apoyados en sus correspondencias con la Historia Tolteca-
Cnichfmeca; y a partir del quinto , en el que al plantear el desarrollo cul-
tural del área entre los siglos Vil y XVII , hacemos la integración de los
d3to~ obtenidos; en el sexto capftulo, para concluir, haremos resaltar sus
rin~ipales aportes.
Los propósitos de este proyecto , como hemos dicho, abarcan
todos los aspectos de la arqueologfa del área , pero ya que
tema de esta tesis, esta circunscrito a las relaciones arqueológico-
et históricas, de la representación de esta área en el Mapa de la Ruta
omoztoc-Quauhtinchan, podemos concretarlos en cinco aspectos:
En primer lugar, llevar a cabo la idea or1g1nal del Dr.
hhoff , de constatar arqueológicamente las representaciones del Mapa de
ta Chicanoztoc-Ouauhtinchan, específicamente en relac16n a la situación
o los poblados proh1spánicos que fueron cabecera dal seftorfo de Cuauh-
3
tinchan y su papel dentro de la región de Puebla-Tlaxcala.*
En segundo lugar, el acercarse a la realidad, a través de
la confrontación de los resultados etnohist6ricos del estudio de las fuen-
tes, con los resultados obtenidos a través de los métodos arqueológicos, que
en este caso es en base a la importancia, exlensi6n y relaciones del grupo
Cuauhtinchantlaca, pero con miras a buscar técnicas y métodos de trabajo
funcional para los múltiples casos en que este tipo de problema se presen-
ta.

El tercero es establecer, a través de los resultados de la


clasificación del material , las relaciones que ya sean tipos , conjuntos o
•a.~ilias de materiales, pueden tener hacia ciertos grupos o subgrupos étni-
tos etnohistóricamente definidos , con miras a su caracterización material.
fl cuarto intenta abarcar el desarrollo de la cultura Meso-
tmericana en esta área , dentro de los márgenes tempora l es que nos marcan las
referencias documentales, pero partiendo desde su fonnaclón en las etapas
recedentes.
El quinto y último propósito, es el tratar de exponer sistemá-
ente los datos e interpretaciones, como punto de comparación para otros
~t dios, cuando menos en áreas circunvecinas , dando al mismo Liernpo las
ses a las hipótesis de desarrollo que aquí planteamos.
Como se verá a través de este trabajo, no hemos hecho uso de
• términos comunes de la per1odlficación Mesoamericana (Preclásico, Clási-
¡ Postcl~sico ** ), ya que no participamos de los contenidos de interpreta-


slderando a esta , la que ocuparon los grupos chichimeca, que abarca ade-
s de la cuenca de Puebl1-Tl1xc1l1, por el Norte, el bloque Tlaxcala y el
de la cuenca de Oriental , y por el Sur desde el vallo de Nexapa, casi
mismo territorio que ª'tualmente ocupa esta parce del Estado de Puebla.
que en nueslra particular concepción, fueron utilizados en el desarrollo
proyecto, hast1 llegar a los que planteamos en el capítulo 111.
4
c1ó11 cultural que han venido adquiriendo, de la misma manera que tratamos
de ílbS traernos de las secuencias de "fases cultura 1es" vecinas (Tehuacán,
Tlñxcala, Huejotzingo , Cholula, Cacaxtla, etc.) para ver el desarrollo cul-
ral de esta área por ella misma. Por ello es que aquf planteamos el desarro-
llo mediante bases comparativas especificas hacia los datos ar·queológicos,
tratando de eludir (o en su defecto citando con precisión) las referencias
interpretativas de otras áreas.
Es básico adelantar algunos aspectos de los planteamientos
que trataremos en el capflulo tercero, con objeto de explicar la tenninolo-
gfa utilizada, ya que como dijimos, nos hemos propuesto exponer en formd sen-
cil la los elementos culturales de desarrollo , que desde nuestro punto de
vista deben ser particularmente desglosados, tomando con cierta independen-
eta la evolución de cada uno de ellos, para que en conjunto reflejen con
s precisión la heterogeneidad de su desarrollo.
Para jerarquizarlos, hemos tomado como factor básico su cuali-
dad explicativa, por lo que iniciamos con el proceso del sedentarismo a la
rb~nización * , ya que es este el que denota los alcances socio-económicos
agrados en su trayecto, distinguiendo sucesivamente el período p1te.uJtba110,

e abarca desde los primeros asentamientos hasta el 1n1cio o primeras evi-


tas de organización y sistematización interna (de los cimientos), les•-
el que llamamos p1totou.11.ba1to, en el que el desarrollo del sistema y rela -

e~cmos como urbe, al asentamiento que posee las sfgulon t os cua l ldadcs:
ro el no ser autosuf lclente, o sea que dependa de su control y explo-
n sobre un territorio, mis 11 lá del que sus moradores negan producir;
~o. que la complejidad de su gobierno se haga manifiesta en aspectos
como: mercado, servicios pQbl leos y sectores especializados; tercero
plia poblacl6n, que aunque sin límltes cuantitativo~. la distinga
o de su ámbito. Para ello, las evidencias arqucol6glcas fundamentales
dadas por la extensión de sus Influencias, la complojldad y disparidad
s construcciones y la magnitud del área ocupada por sus viviendas, res-
!;

cfon1~s internas tienden a lo urbano , el cual hemos dividido en 1r1111ogt"11<!0 y


<6~Jt1•11c.ial, y por último el u1tba110, que se inicia con la realización , o el
!canee pleno de la urbe , a par tir de lo cual , podemos hablar en términos de
n1ldr de civilización, con todas sus fmplicacfones sociales "y tecnológicas
exceoto la metalurgia, que es más tardfa), el que a su vez podemos di vid ir
r e 1 origen de su desarro 11 o en .l!uoan1e..U:cru10 y EWtopw.

La siguiente categorfa , por el campo de este trabajo, la refe-


l:lOS al proceso historiográfico, en el que de la mf sma manera planteamos las
visiones que después del p11.e.hüt611.-<.co, llamanos p11.oto/1i.At61(tco (que
su inicio coincide con el urbano), considerando a la escritura inherente
us caracterfsticas (aunque nos sea desconocida), e l1~~C611..ic o , a partir
los ddtos existentes, en que se reunen las caracterfst1cas de sujetos, fe-
s y sucesos , lo que le dá flexibilidad de acuerdo a las fuentes de cada re-
n.
Este esquema, puede ser generalizado para dividir el desarro-
He~oamericano , ya que se basa en ca racterfsticas materiales directas, más
en la interpretación generalizante del nivel cultural, lo que pennlte la
s1ción independiente de otras características (o incluso particularidades
ras mismas) , de acuerdo al lugar de su aplicación , como lo hemos hecho en
rabajo, de acuerdo al cuadro que se presenta, cuya explicación más ade-
•e veremos.
Desgraciadamente no han sido aún publicados los dos tomos en que
onen los resultados del proyecto , por lo que nos hemos visto en la nece-
e hacer aquf algunas explicaciones que quizá parecen apartarse un poco
tema.
A NT E C E OE NT E S
6
Empezaremos por hacer una sfntes1s de los trabajos de carác-
te1· anLropológico, que por diversos especialistas han sido realizados en es-
ta área:
Tenernos en el campo de la arqueologfa, los trabajos del Prof.
qu~ra en la barranca del Agufla, en las inmediaciones de los µobl adas de
epeaca y Oxtotipan, principalmente sobre formaciones tronco-cón1cas y etapas
..uy tempranas para conectarse a este trabajo (1945), sin embargo en diversas
blicaciones sobre Cholula (1937, 1941, 1954 y 1960), expone su conocimiento
sobre materiales tardíos, fundamentalmente polícromos de la zona de Tepeaca.
x1sten también las fnvesttgactones realizadas por el Dr. Walter en al sitio
NPgrete (1971), donde también se trató con un sitio bastante temprano, aún
uando entre los materiales colectados por nosotros se encuentran algunos ele-
- tos tardfos. Así mismo existen referencias de excavaciones efectuadas por
el Sr. Armenta (en Tschohl y N1ckel , 1972 , pg. 221) en la antigua hacienda de
zures, cuyos resultados y materiales desgraciadamente nos son desconocidos.
Se tf ene también para esta área , algunos sitios registrados por miembros de di-
rsa~ especialidades de la rundaci6n Alemana, que aparecen en el Catálogo
rqueológico-Etnohistórico publicado por los Ores. Tschohl y Nickel (1972) y
que desafortunadamente varían demasiado en cuanto a la sistematización de
;S datos, cuentan con útiles referencias etnohist6rfcas y bibliográficas.
Por otro lado , tenemos además que Gorenste1n dentro de sus tra-
...
o~ en Tepexi el Viejo, hizo una colección de superficie en Tepeaca y LMol-
.uc? (1973, pg.11). De la rnfsma manera que Gogg1n (1968) dentro de su estudio
cerámica Mayólica contó con materiales provenientes de Acatzingo , Tecama-
leo y Te pea ca .

lo que incluso parte para el nombre de uno de sus iubgrupo~ c~rámlcos.


7
Para el campo de la etnohlstoria, contamos básicamente con el
rabaJO realizado por luis Reyes (1972,1973, 1974a y 1974b), cuyo primordial
n:.en~s, fué lo referente a 1a historia de Cua uh t 1nchan, de un va 1or especial
a 1a este trabajo, no solo por estar respaldado por un amplio trabajo en el
u , sino por la comunicación y en cierta fonua asesorfa en es te tema. Tenemos
ién los trabajos de Mercedes Olivera en Tecali (1973, 1975 y 1976) y los
Pedro Carrasco sobre Tepeaca (1973), quien fundamentalmente t rata la época
lon1al " . Desde luego están los trabajos del Dr. Kirchhoff que se refieren al
ea en un contexto más amplio, en su estudio histórico-sociológ ico en la edi-
6- de Berlín de la Hisloria Tolteca-Chichimeca"* (1947b) y otros art1culos
ase la bibliografta).
Sin embargo el área carece de estudios etnológicos, linguisticos,
antropología física y antropologfa social, mientras que los de arqueología
sfdo bastante parciales, teniendo una desproporción, en conjunto, con el
de la etnohistorla, que ampliamente estudiada en los lugares antes men-
nados, es aún insuficiente , para la riqueza de documentos que se tienen en
ros importantes lugares como Tecamachalco, Acatzingo, Acozac, Molcaxac, etc.,
ue no es impedimento como hemos dicho, para ser una de las áreas, después
~cuenca de México, más ampliamente trabajada, seguramente más que por su
ancia ffsica dentro del desarrollo Mesoamericano, por la riqueza y call-
su documentación.
Para el área, además de la H. T. CH., es fundamental la docu-
16n, tanto del Archivo Municipal de Cuauhtinchan, COll10 la del Archivo
l de la Nación y los Arch1vos de Puebla, de los cuales luis Reyes ha

rmlnar este trabajo, recibimos la tesis de Hlldeberto Martrne2 sobre


-ªen el siglo XVI.
rzaremos las iniciales de H. T. CH. para referirnos a la Historia Tolteca-
1meca, así como Hapa para el Mapa de la Rula Chlcomoztoc-Quauhtinchan.
8
Ido ocupándose (1974a, pp. 31-51), entre cuyos pr;ncipales documentos se
uentra el Manuscrito de 1553, que s1rvió - entre otros - de complemento
rd la preparaci6n de la edici6n de 1976 de la H. T. CH., el cual siendo un
!J iento de l i tigi6 de tierras, tiene en sus testimonios referencias hasta
379 anos atrás, así como listas de irvnigrantes y genealogías (Reyes, 1974b ,
• ~0-42), también el llamado Libro de los Guardianes, que aunque abarca un
o más del primer siglo de la colonia , es fundamental para entender el sis-
de gob;erno en esta área (Reyes, 1974b, pp. 48- 50) , además de una serie de
:estamentos y otros docll!lentos , que hacen posible una complementac;ón de la
storia de Cua uhtinchan.
Otra serie de documentos de la misma procedencia, son los ma-
s de Cuauhti nchan * , cuatro de ellos sumamente conocidos y dos más propuestos
orecientémente por Reyes (1974b, pg. 28) , uno se encuentra en el Archivo General
la llaci ón y el otro fué anexado por Preuss y Mengi n a la H. T. CH. (como lá-
nl! XX) que en la edición de 1976 se encuentra en las pág1nas 1-2 y seguramen-
s1r\'ió de base para la elaboración de algunas partes de ella (Reyes, 1974b,

.20).
El análisis primario de los mapas, nos muestra que mientras que
y una unidad en su propósito de legitimar posesiones, existe una heterogenei-
rr.1y marcada en cuanto al contenido y lógicamente al tratamiento , calida~ y
· 110 de las representaciones , mientras que cuatro de ellos:

Hapa de las ~nquistas Chlch;meca (6 Mapa No. 1)


Mapa de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan (6 Mapa No. 2)
Mapa de las Migraciones Uexotzingo-Tepeaca (6 Mapa No. 3)

lccali, Alpatlahuac , Tecamachalco y otros muchos poblados de la reglón, se


u ntran mapas que también lo abarcan, sin ambargo, como su tema principal
oca otro ~itio, las referencias a Cuauhcinchan, no están lo suflcien temen-
delal ladas como para Incluirlos aquí.
9
Mapa de los linderos de Cuauhtinchan y Totomiuacan (6 l ámi-
na en las páginas l-2 de la H. T CH. 1976)
dcninados por el estilo prehispán ico, los otros dos:
Mapa colonial de los linderos de Cuauhtinchan, año 1563 (6
Mapa No. 4)
Mapa del pueblo de Cuauhtinchao. Año 1705
tan en mayor parte características europeas, aunque seguramente todos
tuvieron como base mapas prehfspánfcos.
A excepción del más tardfo, en todos se aprecia la región com-
~ entre Tlaxcala y la sierra del Tentzon, dándole mayor importancia al
rendida al Sur de la sferra de Tepeaca, o sea la de este trabajo.
Como hemos visto hay y se hacen bastantes trabajos de etnohis -
ampl iarnos con las abundantes referencias que hacia estos lugares
cronistas, por lo que trataremos solo de hacer la cita correspondien-
:a caso .
Como antecedentes de este proyecto arqueológico, podemos decir
J venido trabaJando en los últimos cinco a~os el territorio de Cuauh-
tendi do este como el -area nuclear de la ocupación o dominación del
t nchantlaca , en la región comprendida entre la sierra de Amozoc o
el Norte y las de Tochtepec y Tentzon por el Sur, desde la boquilla
ce Valsequi ll o por el Oeste hasta los cerros de Tecamachalco por
S!!a la parte central Sur del estado de Puebla.
Dentro del programa de trabajo seguido por el prcyecto, meto-
;,e el aspecto arqueológico tuvo como planteamientos básicos el reco-
' r:egfstro y muestreo de los sitios arqueológicos en esta área y el
sistemático de los datos, para la interpretación de su desarrollo
s situación o participación en el desarrollo global del Altirlano
?W, mientras que el arqueológico-etnohistórico, además de basarse
10
en los resultados arqueológicos, en los que íncluímos el conocimiento del
terreno, la colección de toponímicos y algunos rasgos conservados por la
tradición oral, se integra con los resultados etnohistórícos, producto del
•rabajo de especialistas en esta área , que ya hemos mencionado, asf CClllO con
o que nos proporcionan directamente las fuentes.
A continuación haremos un resumen de como se desarrolló este
oyecto en varias etapas, en las cuales fueron modificándose sus campos de
ce ón, más no así sus objetivos.
La idea de este trabajo, fué planteada por el Dr. Kirchhoff
luis Reyes en t972, al ver tas grandes semejanzas entre tas referencias geo-
ffcas plasmadas en el Mapa, con la realidad, y su duda por saoer hasta don-
11egdba ésta en la representación de los elementos culturales, por lo que
le pidió al Arqueólogo Angel García Cook, que realizara un reconocimiento
e del sitio que se suponía (según el Mapa) , habfa sido la cabecera del
;pe uauhtinchantlaca, para ello García Cook, nos llamó a colaborar con él ,
1~1ndo 8 semanas de campo, 1nt.1estreando además de este sitio, otros 31, en
3 comprendida entre los poblados de Cuauhtinchan y Tepeaca, presentando
·onne al Dr. K1rchhoff y a través de él a la Fundación Alemana, en el que
resaban ciertas dudas acerca de la cronología de ese sitio, en cuanto a
ese o no la cabecera del grupo Cuauhtinchantlaca i1111ediata anterior a su
ión actual, y planteando un proyecto arqueológico-etnohistórico a más lar-
zo, para esclarecer esas dudas.
Sin embargo, no fué hasta después de la sentida muerte del Dr.
que obtuvimos de la Fundación Alemana el apoyo económico para la
temporada de trabajo, en la cual básicamente se cubrió en 6 meses de
gabinete, el área comprendida entre la cresta de la sierra
-~~y el poblado de Tecali, aproximadamente 140 kilómetros cuadrados,
definidos los dos campos de trabajo antes mencionados como objeti-
¡o 1:! r.....:::
13_ _

ll
vos d~ este. Al iniciarse el proyecto en Noviembre de 1972, tuvimos que se-
pardlílOS del Proyecto Arqueológico Puebla-Tlaxcala, dirigido por el Arque61o-
o Am¡el Garcfa Cook , iniciando asf formalmente los trabajos, de los cuales se
tiene - para esta temporada - como resultado de la parte arqueológica, la te-
is, Cuauhtinchan: Estudio arqueológico de un área (Oávila, 1974), mientras
ue esta , por la contfnua aparición e integración de hallazgos y nuevas inter-
pretaciones , se ha venido ampliando , integrándose los resultados de las tempo-
adas tercera y cuarta, en las cuales ya se abarcó el área total de 1 200 ki16-
tros cuadrados y los 162 sitios registrados en ella, con lo cyal las bases
esta han podido ser más ampliamente fundamentadas.
S I T UA C 1 O N DE L AREA

A MB 1 E N T A L y CULTURAL
12
Es necesario hacer una sfntesis de la situación ffsica y cul-
tural del área, ya que como vimos antes, prácticamente no hay trabajos arqueo-
l691cos previos a este proyecto , que precisen o traten su desarrollo cultural,
en el contexto general del desarrollo de Puebla-Tiaxcala , mientras que sus as-
ect~s ecológico-geográficos, han sido ampliamente cubiertos por especialistas.
Ambiental
Se encuentra situada entre las coordenadas 19°00', 18°45' y
97 45', 98°05', con alturas que van de los 1 750 m.s.n.m. en la parte baja del
a lle del rfo Atoyac, hasta pasar los 2500 m.s.n.m. en las cimas de las sierras
Je Tepeaca (o Jlmozoc) y Tentzon, abarcando la mayor parte, las comprendidas en-
tre 1os l 000 y los 2 250 m.s.n.m. Globalmente el área, abarca unos 1200 lci16me-
tros cuadrados, que en general podemos decir se limitan al Norte por la sierra
e Tepeaca y al Sur por las laderas sureñas de las sierras del Tentzon y Toch-
epec \también llamada de Xochitlán), hacia el Oeste por una lioea arbitraria
rte-Sur) que hemos hecho pasar por la boquilla de la presa de Valsequillo y
Est~ por una linea similar a través del poblado de Tecamachal co , que coincf-
cor. los lfmites del área estudiada por la Fundación Alemana.
Este drenada por el rfo Atoyac, hacia el cual confluyen todos
arroyos y barrancas, entre los que debemos citar al llamado rfo Pinal o ba-
anca del Aguila, que posee una corriente permanente a partir de su paso a tra-
de la zona de travertlno de los poblados de Oxtotipan y Xochiltenango, has-
su confluencia con el rfo Atoyac , hacia este también confluye a la altura de
poblados de Atoyaternpan y Tepeyahualco, un arroyo con agua permanente a
ttr de los manantiales de Mfxtla , en el poblado del mismo norr.bre, aunque
cauce parte (como barranca) desde la sierra de Tepeaca. Otros aportes impor-
tes del río Atoyac , son el llamado Los Chorros con un corto pero caudaloso
tto, al Sur del poblado de Tzicatlacoyan, que drena (por barrancas y manan-
13
tiales) una parte de la sierra del T~ntzon y por último relativamente cerca
de la boquilla de la presa de Valsequillo, confluye un arroyo, p1oducto del
drene de la ladera Sur de la sierra de Tepeaca, con agua permane•1te a partir
de lo~ manantiales que lo alimentan desde las llamadas barrancas de Alpatla-
huac y Arneyale. Artificialmente ha sido afectada en este sentido por las obras
del distrito de riego de Valsequillo, que mediante la construcción del canal
de r iego que atraviesa el área de Oeste a Este (en su primer tercio subterrá-
neo hasta el Sur de Tecali), ha cambiado las condiciones ecológico-hidrográ_
fícas anteriores (mapa Ho. 1).
Ya hemos mencionado las principales sierras que se encuentran
en el área, y el resto de la topograffa, podemos remitirla al mapa de regiones
naturales (No. 2), ya que serfa poco útil enumerar individualmente cada uno de
los "cerros" existentes, sin embargo, en el transcurso de los siguientes capf-
tulos, se hará particular referencia a cada uno, cuya importancia dentro del
desarrollo de nuestro tema lo requiera.
En el aspecto geológico , nos hemos basado en los trabajos de
6utierrez (1971) que abarca una parte del área y principalmente en los de
Erffd y Hilger (1974) y Erffa, Hilger, Knoblich y Weyl (1976), en los que se
ede ampliamente ver la confonnaci6n del área, que principalmente consiste en
as furmaciones Maltrata , Mexcala, Orizaba y Morelos que globalmente son cali-
zas con pequeños afloramientos volcánicos , además del grupo Balsas, constituido
un conglomerado rojo.
En cuanto a los suelos no se tiene un estudio completo de la
a por lo que se pueden ver solamente algunas referencias en Aeppli y Schon-
Js (1975).
.. .
El clima es según los mapas de CETENAL , Ca, Cb; C (Wl) X' 6


CCHNAL, carta V~racruz 14 Q-Vl, Cl lmas.
14
C (Wl), lo que representa en el sistema de Koppen modificado por E. García,
un cl ima templado, con temperatura media anual entre los 12ºy l os 18y centí-
crados, con lluvias en verano , con una precipitación anual de 797 .8 nm, es-
tando dentro de los estudios de la Fundación Alemana en un tipo de clima VI
6 C. que representa fresco , sem1árido, semilluvioso (Lauer y Stiehl, 1973). la
egr. tación corresponde según Klink (1973) a bosque de encinos y bosque tro-
plcal caducifolio de montaña semiárido.
El área es esencialmente agrícola en la actualidad, tenien-
do como cultivo principal al maíz, con cierta importancia de alfalfa y horta-
l12as, se cuenta con escasa ganadería, siendo principalmente de bovinos.
En la zona de Tecamachalco, se cuenta con grandes recursos aví-
colas, y en algunas localidades se cuenta con la apicultura. El comercio es
na fuente muy importante, destacándose el mercado de Tepeaca, al que con-
fluyen gentes de varios estados , a vender productos de todas clases.

Se explota, ahora ya industrializado, el on1x, pr i ncipalmente


en Tereaca y Tecali y en este último empieza a ser importante el turismo.
Cultural
Pensamos necesario, en este trabajo, que para s1tuar el área
sntro del desarrollo cultural de la región de Puebla-Tlaxcala, debemos dar
~ v1sión general de los sucesos pr incipales, entre el siglo séptimo de nues-
ra era y el inicio de la colonia, basándonos en los trabajos que tanto ar-
6l ogos como etnohfstoriadores han desar1ollado, además por su,uesto de los
ter11dos por este proyecto.
A partir de la desintegración del control ejercido por Teo-
• huacán, existe claramente un reajuste que provoca cambios, tanlo en la si-
2c16n etnolingüística, como en la organización social y política, los cuales
15
son claramente reflejados en las manifestaciones materiales - tanto cerífmicas,
arquitectónicas como de patrón de asentamiento-, que han permitido definir la
1ntru~ión de tradiciones ajenas al Altiplano* , cuyos aportes son fundamentales
para determinar los elementos materiales que posteriormente carac terizan a es-
UJ región. Observamos que esta "intrusión" , es claramente atribuible al grupo
ue las fuentes documentales llama Olmeca y Xicallanca, cuyo control hac ia la
eg ión de Puebla-Tlaxcala, a través de una serie de sitios con caracceriscicas
efensivas o militares",**aportan una serie de elementos materi ales, y desde
ego importantes cambios en la tecnologfa y organización de la producci ón.
de los principales materiales arqueológicos originados en esta época, como
remos, son las cerámicas polfcromas, que han sido utilizadas como "marcador"
l horizonte "Postclásico" en esta región.
Posteriormente, a la llegada de los grupos chichimeca (apo-
o a los Tolteca-Chichimeca*** ) , puede verse claramente en los doct.1T1entos que
s Ol::eca-Xicallanca solo sdn el grupo dominante de la región, dentro de la
1 ~ e encuentran ya (o mejor dicho siempre habfan estado) los Tolteca-Chichi
mera. o sea que la llamada conquista chichimeca, puede verse como una "libera-
para expulsar o destruir a ese grupo "extraño".
Puede reflejarse este fenómeno, atribuyendo a estos sucesos la ya
al dispersión de los asentamientos, asf como la popularización de cerámi-

expuesto algunos aspectos de este tema, en colaboración con otros proyec-


e la región, en la publ lcacíón sobre el Suroeste de Tlaxcala (Abascal, et.
976).
existió cierta división desde su arribo. entre Olmeca y XI-
anca, ya que no solo aparecen diferencias en los restos arqueo lógicos de
enea de Puebla-Tlaxcala c011 las reg lones Este y Sureste - como la presen
-. sino que en las mismas fuentes se hace referencia a su división (como -
se~alaban Kirchhoff, 1940 pg. 97; Jlménez Koreno, 1942 p9 126 y Armillas,
pg. 137) a la conquista de los chichimeca, pues mientras los Olmeca se
aen hacia el Norte, los Xicallanca lo hacen hacia el Sureste.
filiación segura~ente corresponde a la poblacl6n local, parllclpante
as antiguas tradiciones Teorlhuacanas.
16
cas. que como el policromo, parecen haber sido originalmente exc1us1Vas de un
ctor de la población y , por otro lado, en los movimientos de población dentro
fuera del área - causados por esa "conquista" - que se aprecian por ejemplo
el arribo de tradiciones propias del Norte de Oaxaca, Costa del Golfo (nue-
nte) y Huasteca.
Al parecer, hubo un largo periodo, dentro del cual continúa
ula, siendo el sitio central de la región de Puebla-Tlaxcala , y va sea que
ante ~ste persista el reacomodo y reorganización, mientras se extiende y can-
da su territorio , el caso es que tenemos muy pocas referencias documentales
a esta época (Kirchhoff , 1947b, pgs. LV y LXIII).
Vuelven a aparecer datos abundantes en las fuentes, coincidien-
con ~1 inicio de la expansión desde la cuenca de M ~xico , o sea al iniciarse
'conquistas de Tlatelolco y Tenochtitlan . Mientras tanto se suceden entre
diferentes grupos chichimeca , una serie de alianzas y rival idades , que se
d f1niendo, al perder gran parte de la región su autonomía, quedando bajo
inio Mexica , permanentemente en pugna con los señoríos independientes de
1a.

A nuestro modo de ver , la situación polftica de la región de


a-Tlaxcala (incluso con los señoríos independientes) bajo el imper10 Me-
' guarda un cierto paralelismo con la efec tuada por Teotihuacán en otrt
a, aún cuando aparentemente existen diferencias, sobre todo en el renglón
1al, que le dán un diferente matiz, puesto que en uno de los casos no
s las referencias documentales de su funcionamiento, lo que la hace con-
r exageradamente.
Para la conquista española , es esta la situación dominante, o
serie de señoríos, aliados pero recelosos , bajo el dominio tributario
Mexica, frente a otros aparentemente tolerados en su independencia, con
17
el fin de mantener una válvula polft1ca de escape (como las guerras floridas),
pero que a la postre fueron, mediante su alianza con los españoles, la clave de
1a conqu1sta de México, ya que su conociltnento del sisLema de organizac•ón mi-
tar Mex lca , determinó en Cortés los procedimientos más adecuados para esta ,
lo fueron las conquistas de Cholula y Tepeaca, prevfas a la de Tenochti-
an y poster1ormente su ayuda en el proceso de colonización-evangelización de
a 1 egión"' .
Después de la conquista , el siglo XVl se caracteriza por la
eorganización y restructuraci6n, a la manera europea, que va danoo las carac-
erfstlcas de colonia a la región, lo coal puede verse de dos maneras diferen-
tes pero con el mismo ffn. En el área de los señorfos de Tlaxcala {principal-
11ente) Jos mecanismos de reconocimiento y jerarqulzación de algunos puntos de
a estructura Indígena, toman caracterfst1cas particulares en su explotación ,
•entras que en casi todos los lugares del resto de la región, esto se lleva
a cabo a través de mecanismos de fuerza, rfgido control y desconfianza, que se
n culminados en la centralización de Puebla de los Angeles (de y para espa-
les). cuyo intento de "industrialización" para el siglo XVII puede definir
~ste 1specto de la colonia , recuérdese que entre 1557 y 1623, solamente en
- a,c~la, desaparecieron casi el 70 de los poblados (Trautmann, 1973 pg.102).

•Ido costumbre en la mayoría de los Investigadores, terminar los Lrabajos


Queológlcos a la 1 legada o conquista Je los españole~, sin enhargo es evi-
l~ que no fué suficiente el siglo XVI, para borrar no solo las tradiciones
teriales, sino también muchos elementos ideológicos y escruclurales, de los
hasta la aclual idad pueden encontrarse cantidad de ejemplo. Si bien es
to que a partir de ese momento cont.imos con una "historia" de tipo europeo
os acontecimientos subsecuentes, pensamos que es básico el tra tar de supri-
e~a costU111bre, pues desde cualquier punto de vista es iló~ico que estan-
nvesliqdndo la evolución o desarrollo de la sociedad y tradiciones pre-
-nlcas, quede esa invesclgaci6n trunca al no abarcar su proceso de desa-
ción con los métodos y técnicas arqueológicos .
íl DD

ARQUE Ol OG l A OEl AREA


M E T o D o s. T E e N 1 e A s y
PERIODIF"ICACION
18
Este capftulo está dedicado, a presentar el desarrollo del
proye~lo, tanto técnico como metodológico, a partir de la tercera temporada
de trabajo , ya que básicamente los resultados de las primeras Lemporadas se
ncuf'nlran publicados (véase bibl1ogra ffa) , y también , porque a partir de esa
templlrada hicimos un replanteamiento general del mismo , en base a los resulta-
dos obtenidos. Entre las causas técn1cas de este replanteamienLo, figura prin-
c1pdlmente, que al ampliar el área en casi diez veces su extens16n, cons1dera-
mos, más positivo el intentar, de acuerdo a la experiencia, ya no una cobertu-
ra intensiva, sino un muestreo, en lo que llamamos una cobertura cronológico-
geográfica , que se basa en el registro de sitios de todas las épocas (posibles)
en tqdas las zonas del área , preocupándonos por registrar también de todos los
tama~os o patrones, pero sin intentar hacer una cobertura total . Ya que la co-
rtura intensiva , de las primeras temporadas, nos habfa mostraao que es sufi-
ente, dentro de los propósitos de nuestro proyecto , tomar una buena muestra,
emás de que ya teníamos esa primer cobertura (intensiva) como referencia para
mlh·s treo.

Previo a la temporada de campo de 1975, dedicamos cuatro meses


a 1oto interpretación arqueológica del vuelo 156 de Aereocartograffa de
co, escala l: 20 000 del distrito de riego de Valsequillo, en cuya caber-
.e localizaron todos los sitios que poseían complejos arquitectónicos,
==:::entraciones de casas habitación (cimientos) o algún elemento causado por
dad humana, además de los lugares , que aunque en foto aér~a no se apre-
construcciones, su posición y relaciones topográficas, insinuaban algún
ae ocupación. Este trabajo, además de las ventajas que representó el fa-
1zarse con la topograffa, poblados y vfas de comunicación, redujo subs-
almente el trabajo de reconocimiento "azaroso" que representa el record-
é. También en este lapso. obtuvimos la documentación cartográfica del
19
área, el través de CETENAL , Secretaria de la Defensa t~acional, Recursos Hidráu-
licos y Fundación Alemana, seleccionando las hojas correspondientes de la S.D.N.
como base de altimetría y las hojas 11 , 12, 15 y 16 de la Fundación Alemana ela-
boradas por Tichy y Schreck (1970) en base al vuelo 033, escala 1:50 000 de
Aereocartogra fia de México (por ser la reconstitución fotoqramétrica que repre-
cnt<J vegetación y geografía humana), de todas ellas elaboramos la carta base
je nuestro proyecto, en escala 1:50 000, que utilizamos para la cobertura
cronológico-geográfica, independientemente de usar los anteriores y el juego
d foto aérea, para delimitar y localizar con precisión cada uno de los si tios
registrados. Simultáneamente estudiamos la bibliograffa de las áreas circunve-
cinas, documentándonos con amplitud acerca de los posibles datos y relac1ones
e pudiese tener esta área con aquellas, con el objeto de que al realizar el
reconocimiento tuviesemos, hasta donde fuese posible, la mayor can tidad de
formación complementaria que relacionar a la cédula de registro.
También fué básico, para el muestreo, el contar con una tipolo-
a bdse previamente establecida, para los materiales cerámicos, e indispensa-
e rara situar cronológicamente cada uno de los asentamientos dentro de lfmi-
~ reducidos, lo que fué complementado por el análisis (preliminar) particular
rll!ediato de cada uno de los sitios localizados y registrados en el campamen-
1smo, para situarlo mejor cultural y cronológicamente, además de avanzar en
lns1ficación previa a gabinete, definiendo desde entonces algunas posibles
antes o tipos nuevos.
Entre los cambios en el registro de cada sitio, se encuentra
entalmente, el de la selección de material, tratando hasta donde fué po-
el obtener más variedad que cantidad, intentando no colectar fragmentos
les para su clasificaci6n.
20
Los siete meses de campo, se efectuaron estableciendo el cam-
parntnto l!Il la ciudad de Tepeaca , recorriendo el área en base a las vfas de co-
municación, hacia los sitios previamente localizados , fncluyendo además los
sitios encontrados en el trayecto , registrando 101 sitios, que con los de las
te11poradas anteriores, elevan nuestra muestra global a 162 sitios (mapa Ho. 4).
Aunq:Je consideramos iwy satisfaclorio el reconocimiento arqueologico, por di-
vers~s razones el programa de excavaciones en base a pozos estratigráficos, fué
reductdo, y por consiguiente no logramos obtener, pese a contar con 11 fechas
e Cl4, una serie válida para el fechamiento de los materiales.
El trabajo de gabinete, o sea el proceso definitivo de los ma-
ter1ales colectados, se realizó en la ciudad de México , durante ~oco mA's de un
• consistiendo en la seriación de los ~lementos cerámicos, a partir de agru-
1entos, diferenciaciones o variantes cuya significancia, fué conformando la
pologfa de los materiales caracterfsticos del área y su relación con los lla-
s rr~rcadores o elementos, sino totalmente diagnósticos, cuando menos con
pos1c16n plenamente conocida en otros lugares, o sea el método de compara-
, para fechar d1recta o indirectamente la posición y apogeo de nuestros ma-
ales * , para establecer la tfpologfa definitiva **
Durante los últimos dos años, también fué una labor importante
tar la documentación y bibliograffa con respecto al Mapa, asf como su Jo-
c16n fotográfica, de la que obtuvimos algunas en blanco y negro, existen-
el archivo fotográfico del 1 .N.A.H. , gracias a la colaboración del Licen-
Mariano Monterroso, posteriormente aunque con ciertas dificultades, pudi-

entaron global y parcialmente las Lécnicas de seriación de Ford (1962)


so sus aplicaciones por Heggers y Evans (1969), ~esultando Inoperantes
e tipo de muestreo.
e encuentra a punto de publicar (en la serle de Suplementos a Comunica-
s de la Fundación Alemana) de la que ya hemos publicado entre otras
la secuencia de fases cerámicas (Dávila y de Dávila, 1976).
21
mos fotografiar el original en manos de particulares, con lo CUdl se ilustra
este trabajo.
Además de todo esto, el avance de los trabajos etnohis tóricos
dP.l Jrea , principalmente la tesis de Reyes (1974) y la de 01 ivera (1975), nos
hicieron ver la necesidad de trabajar las relaciones arqueológicas del Mapa,
no directamente , sino a través de la H. T. CH., ya que la elaboración de los
datos de las temporadas anteriores, nos habían demostrado, entre otras cosas,
la posibilidad de relacionar mejor, tanto materiales como formas de asentamien-
to y construcción, hacia algunos de los grupos ahf mencionados, además, claro
está , de que el compenetrarnos en la relación escrita de los hechos de la H.
T. CH., nos ayudaría fundamentalmente en la interpretación arqueológica del
$Capa.
~s que de cambios metodológicos, debemos decir que este re-
lanteamiento del proyecto maduró en sus objetivos, haciéndonos una crítica
cuanto a como deben efectuarse las relaciones o aportes etnohist6r1cos den-
ro del trabajo arqueológico, o sea que el tratamiento de las interpretacio-

tanto etnohistóricas como arqueológicas, que aparentemente dis tan mucho,


debe a los campos de trabajo y no debe ser definitivo en cuanto a la con-
16n, lo que quiere decir que debemos integrar equilibradamenLe los aportes
discipl1nas para hacer una más completa interpretación de la socie~ad,

referimos en particular al defecto en que hemos caido muchos arqueólogos,


nto a tomar las referencias no solo de la s fuentes, sino las mismas in-
.,_.._,taciones etnohi stóri cas como un complemento , en 1a mayoría de los casos
nuestra interpretación arqueológica, lo mismo que ha venido su-
ª los datos arqueológicos, han venido dando muchos et-
tori adores .
22
Sabemos muy bien que la arqueologfa Mexicana , está pasando
ya su etapa de la glorificación de las técnicas , hacia darle el contenido
reol de la antropología , o sea el aspecto de interpretación social, pero pen-
samos que debido a esto, han venido relegándose, injustificadamente la valo-
ración clara y objetiva de la interpretación de los materiales, lo que noso-
tros consideramos un paso previo e indispensable par-a sostener (con firmes
bases) cualquier tipo de hipótesis o teorfa de desarrollo soc1al. Y puesto
que en Mesoamérlca, en general, de~conocemos ~ucho rn.is de lo que conocemos,
estamos lejos aGn, de las posibilidades, perfectamente permisibles en otras
partes del mundo, de sentarnos a teorizar sobre los datos existentes, sino
Que debemos avanzar en ambos campos de una manera consciente.
En nuestro esquema metodológico de trabajo, habíamos utiliza-
do la periodificaclón "clásica" de Mesoamérica , con las modificaciones de Ji-
IÉnez Moreno (1959), los horizontes Preclásico (dividido en 1nferior, Medio
Supe.-ior) Protoclásico, Clásico (subdividido por nosotros) , Ep1c1Ss1co y
ostclásico* , lo cual - exclusivamente para cronologfa - nos sirvió perfecta-
nte en las temporadas de campo, sin embargo, a medida que avanzamos en la
f iguración de las fases cerámicas, de asentamiento, etc., nos hemos visto
Ja necesidad de abandonar este tipo de periodificaciones , el cual aunque
generalizado, no es coherente metodológicamente , ya que sus conceptos s~n

demás variados de acuerdo a cada investigador, tanto que C()uu hemos visto
los trabajos más recientes, los investigadores se inclinan por utilizar el
ei1to de secuendas de fases regionales, como una salida de la generaliza-
tradicional. Ya en otras publicaciones (Dáv1la, 1974 y DAvila y de Oávila,
, hemos mencionado nuestro recelo hacia el encajonamiento, de diversos
tos de las manifestaciones culturales dentro de fijos lfmit~s cronológi-

ue Jiménez Moreno dlvidl6 a este horizonte el dos, nosotros lo utiliza-


23
cos, puesto que el desarrollo de cada una de las manifestaciones (cerámicas,
lfticas, arquitectónicas y sociales) no es simétrico ni paralelo, y si b1en
es voílido metodológicamente dividir un proceso de desarrollo en fonllél abstrac-
ta, la conceplualización y terminología utilizadas en las secuenc1as de fases
Jeben - nominalmente - aportar algo concreto hacia la descr1pc1ón o caracteri-
zación del contenido en la etapa cultural de cada una de ellas. No negamos su
validez en lo más mínimo, como base del trabajo comparativo, pafte de la meto-
dologfa arqueológica, sino que hacemos notar que existen otras posibilidades,
entre las cuales hemos desarrollado en este proyecto la que a continuación pre-
sentamos, en la que nos basamos en la independencia y caracterización abstracta
e~ cada una de las partes, con el objeto de que la fragmentación, de un proce-
so del desarrollo, pueda verse simultáneamente en campos cronológicos y cultu -
rales de diferentes magnitudes, lo cual no es nada nuevo, ya que todos los
conceplos y términos que utilizamos, existen en la bibliografía arqueológica ,
tratando aquf, solo de ordenarlos coherente!l'ente.
Dentro de los conceptos de periodificacfón usados en Mesoamé-
ca, se han mezclado una serie de criterios diferentes, de acurrdo a la expe-
enc1a y campo de Interés de los investigadores, baste referirnos a los tra-
os de Olive (1958) y Bartra (1964), que resll1!en en forma crítica todos los
fectos existentes, y posteriormente pueden verse, entre otros, las proposi-
s de Piña Chán (1976) o Sanders y Price (1968) y Price (1976), con las
tampoco estamos de acuerdo. Como nosotros vemos, las categor ias de la pe-
f ficación Mesoamericana, deben ser en parte lo suficientemente amplias

~u generalización y lo suficientemente definidas~ por otra parte, para


:aracterizaci6n regional (o inclusive zonal), por lo que no debemos partir
solo esquema rígido, sino de una conceptualización en base a abstraccio-
temporales, a partir de datos concretos y materiales, seguros, como lo es
alfdad, por ejemplo, entre precerámico y cerámico, cano periodos tangibles
24
y de ahf efectuar sucesivas subdivisiones , que claro está 1rán particularizando
o restringiéndose hacia cada una de las diferentes partes de Mesoamérica , a
medida que se reduzca su espacio temporal, y no necesariamente planteadas
con~ secuencia , sino que podrfan ser diferentes e Independientes, aunque en
realidad en este trabajo nos hemos inclinado por plantearlas sucesivamente,
Qracias a los datos particulares del área.
Como ya planteamos en la introducción, nuestra periodif1caci6n
utiliza en primer término el proceso de urbanización, va que este es el que
mejor refleja los estadios de desarrollo.
Como es claro , la articulación entre cada uno de estos per fo -
dos comprende un lapso de transición , que mientras el de la conquista española,
podemo~ fijar con una precisión si se quiere de meses, el anterior, aún ~Lili -

zando solo como ejemplo a Teotihuacán, no podemos ir más allá de situarlo


- como transición - dentro de las llamadas fases IT-111.
Esta "transición" es semejante , o mejor dicho puede definirse
con los ténninos de Childe
.. (1965 , pp. 132-220) como una revolución urbana (con
exc~ ción de la metalurgia, sus consecuencias como instrumento y la rueda).
Como el tema de nuestro trabaJo, comprende los úlLimos siglos
antes de la conquista , y los primeros de la época colonia l, expondremos solo
la p¿riod1ficac1ón que le concierne , considerando poco práct1ca aquí la exoo-
sic16n de las subdivisiones más tempranas ** ,que aparecen en el cuadro.
Aún con estas categorfas, todavfa tenemos divisiones, que crono-
69icamente son demasiado amplias, por lo que en diferente nivel, y ya restrin-
1rndonos a la región de Puebla-Tlaxcala, hemos considerado , como ya dijimos,
•COl!IO se habrá visto, es su criterio, el que utilizamos •

... Globalmente esta perlodlflcaclón, será expuesta en la XV Hesa Redonda de


la Sociedad Mexicana de Antropología, a ~ ealizarse en Guanajuato.
25
a las relaciones escritas como base de la sigu1ente división. Debemos hacer cons-
tar que la escritura, en nuestra opinión, es un elemento fundamental y carac-
terfstico de lo urbano, o sea que de hecho, todo este periodo aeo16 contar con
este elemento, sin embargo actualmente la profundidad temporal de los datos es-
critos difícilmente alcanzan - en el Altiplano- . a los siglos VII u Vlll de
nuestra era, lo cual nos penni te considerar el periodo histórico , a aquel en
ue contamos con referencias escritas directas, de tradición u origen indígena
y protohistórico, al anterior, del cual actualmente fuera de algunas represen-
actones, no tenemos evidencias claras di? su escritura, por lo que usamos como
imite en el caso de este trabajo - para Puebla-Tlaxcala - a las referencias de
u H. T. CH., que aunquecomo anales se remiten cuando m~s al siglo XI, si nos
:!án un panorama (aunque limitado), de ta situación precedente, to que indirec-
--ente puede verse complementado por Ja obra de Muñoz Camargo , para alcanzar
a con evidencias arqueológicas los siglos IX y X.
A continuación, seguimos subdividiendo, a partir de las fuentes
con tiaras relaciones arqueológicas, en base al grupo que tiene el poder, que
tro de esta área, se sucede a través de los Otmec.a-Xic.atltJric.a •a los
... lt1tc.a-Chic.htme.c.a. , a los Mex.c.ca (Tlatelolcas y Tenochcas sucesivamen-
Y posteriormente a los E6pañote.6 (véase cuadro), como veremos en el ca-
Jo No. 5.

Ahora bien , dejando establecida ta base de periodificación su-


a. que para este trabajo estamos aplicando, tenelll)s la periodificación de
culturales, que en forma no sucesiva, sino seriada, muestran
portamiento del desarrollo del ~rea, en base a nuestra metodologfa. como
verse en el cuadro.
,6
La primera , está constituida por lo que hemos llamado fases
cerJm1cas (Oávila y de Oávila, 1976) , cuya "secuencia" se basa ni.ls en la apa-
11c 1ó11 de ciertos tipos, que en su desarrollo y desaparición pa1ticular, ya que,
como cada una de estas fases esU constituida por el desarrollo de una tradi-
c1~n . f~nilia o complejo definido , dentro del cual aparecen , se desarrollan e
incluso desaparecen ciertos tipos o variantes, no puede representarse global-
n~nte en una sucesión, sino que hay que tomarlas como la representación - de
las evidencias materiales - de diversas tradiciones culturales , entrelazadas
geográfica y cronológicamente, dentro de las que tenemos diferenciadas, tanto
a las que tienen un amplio desarrollo local , como a las que intruyen - obviamente
i1•fluyendo - dentro del desarrollo general. De la misma manera, hemos hecho
subdivisiones en base a otros rasgos o elementos, como la fonna del asenlünien-
to y los cambios en los sistemas de cultivo , véase en el cuadro.
E L HA p A oE L A RuT A e H 1 e o H o z T o e - Q u A u H T 1 N e HA N
y LA H[ s ToR1A T o LT E e A- e H 1 e H 1 ME e A
27
Este capítulo , trata el anális1s del Mapa, principalmente
la pa1·te que representa el área de reconocimiento de este proyecto. Ya ante-
1 ionnente mencionamos que hemos apoyado gran parte de la interpretaci6n ar-
q11eoló9ica en los datos que contiene la H. T. CH. , por lo que también presen-
tamos el pun to de vista que como arque6logos hemos ob tenido de ella , ya que su
onálísis en el cmapo de la elnohistoria, se encuentra sumamente avanzado, como
lo demuestran el trabajo de Reyes (1974) y la última edición (1976) de la
11. T. CH. misma.
Debemos enfatizar, que nos hemos basado en el ~lapa original,
y no en la copia (que más adelant e veremos) conservada en l a biblioteca del
Museo Nacional de Antropologfa , ya que adolece de algunos defectos, casi siem-
pre omisiones, ya que en el original cl aramente se aprecian tanto parches,
como lrozos en ca rbonci ll o - usados en la composición - que resultan impor-
tantes para su análisis. No obstante la antfguedad de la copia, en contraste
a la pé;101a conservación del original , preserva algunos elementos ya perdidos
en est1• 111 timo.
De la misma manera , aún cuando nos hemos basado en la última
edició11 de la H. T. CH .• hemos también consul t ado la versión de Ber11n (1947,
~on la que iniciamos el proyecto), no obstante ser indirecta , por causa de la
discor1ancfa en varias interpretaciones de los tér'lllnos t raducidos, aunque por
lo genP.ral, estos vienen ya anotados al pié de la nueva traducción.
28
Descripción del Mapa de la Ruta Chicomoztoc-Quauht1nchan (foto 1)
Datos físicos
Tamaño· 2.03 metros de largo por 1.10 metros de ancho, con un espesor de 1 a
l.á nm.
M.1lrwrnl: Papel amate , en hojas unidas por golpeo desde 35 por 45 centfmetros
hdsta 105 por 66 centímetros (empalmadas por 5 ó 6 centfmetros), además de
gran cantidad de "parches" del mismo mat.erial (incluso algunos de estos cu-
bren parte del dibujo).
nlor: Sobre el fondo claro del amate, tenemos la totalidad de los elementos
delimitados por lineas negras, excepto algunas huellas o caminos, matorra-
les y linderos en rojo y algunos "sombreados" (como prolongación de otros
elementos, principalmente cerros) en verde, el resto de los colores ut1li -
zados son: blanco , café obscuro , café rojizo, "carne claro", "carne obscu-
ro", azul claro, azul obscuro, anaranjado, rosa, amarillo y gris.
Const'rvación: Se encuent.ra cosido a un lienzo de manta, presentando fuerte des-
trucción por antiguos dobleces (tres longitudinales y tres transversales)
y El ataque de la polilla es notable en casi toda su extensión. Sin embar-
go, la gran mayoria de los datos, se encuentran en exelente estado, pese a
que en la actualidad se conserva aún doblado sobre si mismo , s1n protección
algJna por la familia Obregón Santacilia (véase la foto 1) .
s1ción: A nuestro modo de ver, la posición del Mapa, no obstante a que las
renresentaciones aparecen en los cuatro sentidos, la hemos tomado con Chi-
comoztoc en la parte superior izquierda * , ya que de esta manera es más sen-
cll lo comprender su distribución geográfica, al compararlo con un mapa mo-
derno, ya que el Mapa en sí, cuando menos en la mitad derecha, mantiene

la publlcac16n del Prof. Hartfnez Harín (1963) se encuentra Invertido.


29
h<1slll cierto punto el Norte hacia arriba, con una desviación de unos 35º
al O~ste, como podemos ver fácilmente en el cauce del rfo Atoyac.
Co11teni do: Hi s t6ri co-Cartográfi co.
Extensión representada: Los datos contenidos en el Mapa , abarcan una extensión
de más de6000 kilómetros cuadrados, tomando como lfm1tes solo los lugares
identificados (de Colhuacatepec-Chicomoztoc =Cerro Culiacán 1 Kirchho ff,
1961' a Coixtlahuaca, Oaxaca, hay más de 450 kilómetros), abar~ando partes,
por lo menos de 8 de los actuales estados y el distrito federal (mapa No. 5).
Pl!rspectiva: Fué pintado en la zona de Cuauhtinchan, y hacia este lugar se refie-
ren tanto Chicomoztoc como Coixtlahuaca, todas las fonnaciones volcánicas,
etc., y en particular la parte central de la mitad derecha, tuvo como punto
de per~pectiva la mitad de la ladera de la sierra de Tepeaca, entre los cerros
Tzique y Tola y para ésta, su perfil o perspectiva, coincide con su visión
desde la cima del n~s alto de los cerros Totolquetzale.
iseños: Aunque hace mucha falta un estudio iconográfico y estilístico, pueden
apreciarse en él varias fonnas de representación que pensamos atribuibles a
adendas y correcciones hechas a través del tiempo * .
ron o l og fa : "Loó ac.011.te.eimie.n.tob IU!.g~.tlt.adob e.11 ute. mapa oc.wt.ILi.e.11.011 e.11.tlte. e.l b.i.-
glo XT1 1U egadá de. loó c.h.icJL(J?leca) 1J e.l 6-lgto XV 1conqu.U.ta de Tepe.yaca c. J ,

pott M:to pll.Opongo vtt:e11deJtl..o c.omo wia copia cotott.úJJ de. W10 rn46 an.Uguo qU2.

p.'lolinbte.mente. 6ul luz.cito wando toó niex.lca dü.WbwjeA011 ta .tie."l.Jla vttlte. ci.11-

c.o ix1e.btoó de. ta 11.eg.i.611 IH.T.CH. p41VtD.6oó .380-312)." (Reyes, 1974b, pp. 36-37).
Por lo que existe la posibil ldad de que este Mapa tenga un origen prehispáni-
co, aOn cuando él se haya ido incrementando con sucesivos acontecimientos
hasta la colonia. De cualquier manera, a excepción de los caracteres latinos•

• as m.i~ claras son las tres - únicas - glosas; Quauhtlnchan, Tepeyacac y Tecalli.
30
todas las referencias pfc~ográficas que contiene, son anteriores a la
conquista española.
Copi a: Existente en la biblioteca del Museo Nacional de Antrorologfa, de la
que podemos decir que se apega bastante, aunque no totalmente al original,
y hasta antes de este trabajo , habfa sido pr§cticamente la única manera de
consultar este documento.
Hi~toria del Mape
En Agosto de 1891, Enrique Orozco, haciendo un reconocimien-
to en los alrededores de Cuauhtinchan, buscando fósiles de megafauna , encon-
lró en Cuauhtinchan " ... tlru bdUAimo.> geJt.Ogll6.{c.o6 ..• VllU.t! 11.ep1tue.11tado1.
mag11.l 6(co6 templo6 , 41ll!ILi Mc..i.oo humano6, tuclta.6 de. Wbw. I} l!.lte.l c.onoc.l!.JI

e.t. C'f.lt•te PM.ti.do en CLtlJa pa.;¡.túlwut 4e. hn.Uo. wta tfguila cott (.46 at.iu pte.-

gacfM. Po1 e.40 CJteo que Cuauhti.nc.l1a11 qu.ie.1te. dec..Ut 'Cua de.l Agu.ila' •.. "

(Orozco, 1892 pg. 4). Además de otros documentos, siendo esta la primera no-
ticia de la existencia del Mapa.
Francisco del Paso y Troncoso, vuelve a tratar el Mapa, lla-
mándole Peregrinación de los Totomihuacas, infonnando que se lleva a la ex-
posición Histór1co-Jlmerfcana de Madrid, una "HeJunOoa. c.op,i..a llY)d~AM liecha a
l a acuaula po11. e.t. hdbll dibuJthtte Pon Ecú.uvtdo Be.Uo ..• " (del Paso y Tron-

coso, 1893 pg. 255), haciendo una ligera descri pción de su cor1tenido, basc\n-
dose en la Identificación de Chicomoztoc, los volcanes Popocatepetl e Iztac-
cihu~tl, Cholula, Tepeaca y Cuauhti nchan, y como en la representación de
Chi<.omoztoc , aparece sa 11 endo el representante del grupo Totonn huaque, ex ti en-
de f"> to al nombre del Mapa. La copia de Bello (Mapa No. 2 de Cuauhtinchan) al
reyresar de la exposición His tórico-Americana de Madrid, quedó en el Museo
Nacional y a partir de entonces se encuentra con el número de catá logo 35-24
de la colección de Códices de la OiblloLeca del Museo Nacional de Antropolo-
gía.
31
La siguiente referencia aparece hasta 1927, cuando en una se-
sión de la Sociedad Antonio Alzate , Carlos Mlyar (1928) habla sobre el mismo
map~. repitiendo la interpretacl6n de Francisco del Paso y Troncoso, lamentan-
do la desaparici6n del Mapa or iginal y diciendo que solo se conserva la co-
11ia de Bello , llamada Lienzo de Cuauhtinchan tlo. 2.
Jorge Tamayo y Ramón Alcorta (1941) se refierer¡ al Mapa, ha-
ci<·ndo una descripción muy parecida a la de Francisco del Paso y Troncoso, el
estudio es sobre la copia de Bello, ya que se menciona también la pérdida del
original * .
Salvador Mateos lifguera (1946) , hace una descripción de la
~op1a de Bello, muy semejante a la de Francisco del Paso y Troncoso , en la
que menciona. el paradero del Mapa original, en poder del Arqu1tecco carlos
Obre9ón Santacilia.
José Miguel Quintana (1960) hace referencia al Mapa , confir-
mando que se encuentra en poder del Arquitecto Obregón Santacilla, sin dar de-
talles acerca de su contenido.
Carlos Martfnez Marfn (1963) describe el Mapa, al cua l llama
C6di(e Obregón Santacilia, destacando su importancia en todos aspectos y noti-
ficc1ndo que fué declarado Monumento Histórico e l 24 de Junio de 1963.
John B. Glass (1964 ) en el cat61 ogo de la colección de Códi-
ces. al hablar sobre el Mapa de Cúauhtfnchan No. 2, se refiere a que el ori-
gindl está en poder de la viuda del Arq. Obregón Santacilfa y nace una breve
descripción en base a los principales rasgos iden tifi cables , clasificándolo
como un códice de tipo cartogr6f1co-histórico, y en un articulo posterior,
presenta los 4 mapas de Cuauhtlnchan, haciendo una descripción de ellos (1975,
pp. 118-120).

Sin embargo Spinden (1933. pg. 236) menciona haber consultado el origina l
en el Museo Regional de Puebla.
n
Bente Bittmann Simons (1968) prueba las relaciones existen-
tes entre los cuatro mapas de la colección del Museo y la H. T. CH. •
La más reciente interpretación del Mapa es la que hace Luis
Reyes (1974, pg. 36) en su tesis, también basándose en la copla de Bello,
p<:ro habiendo visto el Mapa original.
Partes del Mapa
De acuerdo a su temática hemos distinguido nueve secciones,
que tratan, tanto elementos geográficos como datos históricos, después de la
descripción breve de cada una de ellas, nos dedicaremos a la que corresponde
a este trabajo, dándole asf una relación más clara dentro del resto del Mapa.
C'luc.omoztoc. 1J ce1L01101i.úz del. 6ue.go nuevo, es la esquina superior izquierda
(foto 2) , en la que aparecen , además del cerro de las siete cuevas con
el representante de cada uno de los grupos chichimeca que llegan a la re-
gión , una ceremonia del fuego nuevo, que indica el inicio de la peregrina-
ción, esta representación (Chicomoztoc), es muy similar a las que se apre-
ci an en las fojas Sr, {pg.11) y 16r (pg.28) de la H. T. CH. (1976) sobre
todo a es ta 01 tima , donde a excepci 6n de la cima "en fornia de gancho",
aparecen prácticamente los mismos elementos.
Desde 1961, el Dr. Kirchhoff , postuló la localización de Chicomoztoc
a través de varias fuentes, principalmente la H. T. CH. en la región 1e
Yuriria, Guanajuato, precisamente en el cerro Culiacán (Colhuacat~pec en
las fuentes), dasafortunadamente no se cuenca, hasta el momento , contra-

lt
Co11 motivo del S_lmposio del Proyecto México de la Fundación Alemana , publica-
fl10'> un artículo (Oávi la Pacrlclo y Diana, 1973) sobre los resultados prel lml-
nóres del reconocimiento arqueológi co (primera temporada), en el que se pre-
st•ntaron los primeros da tos de 1dent i f J cae Ión entre 1as represen tac iones de
sitios del l~pa y los sitios arqueol6glcos existentes en el ~rea. En ~sa ~po-
<.:.1 con tabamos solo con fotografías de la copia de Bel lo , pero nos percatamos
d~ la necesidad de trabajar en base al Mapa original, debido a las dlscrepan-
c J,,~ observadas, como se menciona en la publlcación de la Mesa Redonda de la
So~l~dad ~xlcana de Antropología, efectuada en Jalapa en 1973 (de Dávila, 1975).
33
~djos arqueológicos en la región, que pud ieran servir de base para esta-
blecer el tipo de conexiones, con los materiales que se presentan en los
sitios de Puebla-Tlaxcala , afectados por los grupos chichimi:ca. Reciente-
mente hicimos una visita a ese lugar, en la que pudimos apreciar que tanto
la conformación dei terreno, como la flora presentan grandes semejanzas,
principalmente con las representadas en la H. T. CH. , además de Abundar
- en las faldas del cerro - ocupaciones prehispánicas.
Ruta~ 6tf1u.ida4 po1t toó cltich<mtca liac<.a Cholula.,* representadas como un camino

trazado y con huellas, a lo largo del cual, se van distribuyendo una abru-
madora cantidad de elementos geográficos (como cerros con qlifo y dos),
sitios y hechos históricos (foto 3), entre los cuales destacan Tula, Te-
nochtitlan, Chapultepec, lz tapalapa , Xochitecatl, Cacaxtla, Nealtican, Te-
nayuca , etc., también cambios de bulto sagrado, temblores, ventarrones,
sacrificios, flechamientos, juegos de pelota y fechas en varios sistemas
calendáricos (Reyes, 1974b pg. 150).
S1 observamos las rutas y linderos identi ficadas por Kirchhoff , Odena
y Reyes en l a H. T. CH. (1976, pp. 254-255), podemos rápidamente compren-
ller que entre ambos - Mapa e H. T. CH. - se encuentra un potencial enorme
para la investigación arqueológica, ya que de estos pueden desprenderse,
además de las vfas de comunicación , en la última época prehispánica, lo
clase de contactos y relaciones entre los pueblos de esta zona del Alti-
nlano , por lo menos desde el pun to de vista de uno de estos grupos. Al in-
tenta r correlaciones y comparaciones , en el sentido arqueológico, que nos
hemos propuesto en este trabajo, nos damos cuenta de la pobreza en el

En esta parre también aparece un dato básico, que es el camino - con lo~ días -
que siguen los Tolteca-Chichimeca de Cholula a Chicomozcoc, para traer a los
9rupos chichimeca , dando origen a los principales >ucesos del período h istó-
rico, en esta región.
34
~delanto de las inves ti gaciones , no solo arqueológicas sino de otros gé-
neros, ya que es prácticamente imposible encontrar referencfas directas
de los lugares que se van tocando en esa ruta (exceptuando los sit ~ os an-
tes mencionados) y aún en los casos en que estas existen , sus resultados
no abarcan de una manera explícita referencias útiles , ya que no hay
- tenninados - estudios arqueológicos de área, o de otras disciplinas an-
tropológ1cas • . En concreto (a excepción del Proyecto Arqueológico Puebla-
Tlaxcala , Garcfa Cook, 1976a), solo podemos citar a los proyectos de la
cuenca de México y Proyecto Tula (Matos , 1974 y 1976), como una de las
vfas para aclarar los movimientos étnicos en esas regiones, ya que ante-
riores trabajos - de sitio-, se han preocupado por el contexto interno,
de~cuidando quizá demasiado su papel regional.
rt.uca.la, esta parte del Mapa (foto 4) representa la cabecera del señorío de
TPpeticpac , con su situación geográfica , sobre los cerros Cuautzi , Coyo-
tcpec y Blanco, de donde parte el rfo Totolac a su confluencia con el río
iilhuapan y este a su vez con el rfo Atoyac (Garcfa Cook y Mora, 1974; fi-
•iuras l y 4). En este caso , la representación parece ser solo de referen-
ri a, ya que no abunda en detalles, y dadas las caracterfsticas generales
.le la mitad derecha de 1 Mapa, podfa esperar se encontrar a1 menos represen-
taciones de las principales cabeceras •• , así como gran cant1dad de fechas
y nombres .

.. Dehrmos mencionar ,
que el Prof. Jlm!nez Moreno es el único que ha lntencado
hacer este Lipo de correlaciones (arqueo16gico-etnohlst6rlcas) cuya impor tan-
cia lo demuestra Tula mismo.
ec •
Ho nos referimos solo a Qulaulztlan, Ocotelulco y Tlzatlán, sino a otros de
iqual o mayor Importancia arqueológica como Tlacocalpan, Atlihuetzlan, Hueyo-
tl !pan, etc. (véase García Cook en la blb l logra fía ).
35
Chcluta, se encuentra ocupando la parte centra l del Mapa, en mayor tama;,o,
(foto 5), a la cual confl uyen todas las ramificaciones de la ruta prove-
niente de Chicomoztoc y de la cual parte , la que tras rodear la m1lad
derecha del Mapa , llegará a Cuauhtinchan , la importancia del complejo
iconográfico aquf presente , es fundamental para la explicación del con-
trol Tolteca- Chichimeca de Puebla , ya que como vemos , no solo los cami-
nos que entran y salen de ella , acompa;,ados de fechas hacia las distin-
tas partes, están reflejando su expansión y contactos - p-0r lo menos
para sucesos especfficos - , sino que las escenas y representaciones de
lo~ diversos templos, seguramente van en relación a su func1ón - como
puede verse en varios párrafos de la H. T. CH. - y nos dan una idea de
las caracterfsticas y funciones de esa ciudad. Al confrontar, estas re-
presentaciones con los resultados publicados por los proyectos Cholula
(Messmacher , 1967 ; Marqui na , 1970 y Múl l er , 1973) , vemos que es poco lo
que puede relacionar se , ya que a excepción de la identificación plena ,
entre el Tlachiualtepetl • (desg raciadamente bastante destruido) del Mapa
y la gran pirámide de Cholul a (Tlamachihualtepetl, Olivera y Reyes , 1969
pg. 250), el resto de las excavaciones , han puesto al descubierto infi-
nidad de complejos arquitectónicos , con igual confusión de épocas, de lo
cual solo es interesante remar car el estado ya "arqueológico" de la pirá-
mide representada.

- Uno de los nombres de Cholula (klrchhoff, et. al. 1976 pq. 2~0, cuadro~),
qu• específicamente se refiere al enorme basamento, ;obre el que actual-
mente se encuentra el santuario de los Remedios, y puede verse en el Mapa
lno~dlatamente al Sureste del complejo que represenla a Cholula.
36
U¿~ tiente. 01ti.e.n,tal de lo1; votc.a11u Pupoca..tepe.tt e Tztacc.iltuati, se encuentra

dividiendo las dos partes del Mapa - las rutas, de la región de Puebla-
Tlaxcala - mediante los volcanes, abarca el área hacia el Sur de Cholula
llamada valle de Nexapa o Atlixco, incluyendo el área natural de entrada
desde el valle de México a Puebla, por el Sur del Popocatepetl o bien des-
de el valle de Morelos (foto 6). fn el trabajo arqueológico, contamos con
los resultados preliminares del Proyecto Huejotzingo * , que desgraciadamen-
te cubre solo una peque~a parte del Norte de esa importante 4rea; hacia
el centro existen los reportes de la Pedrera de Nealtican (Seele, 1973a;
pp, 77-86), de San Nicolás de los Ranchos (Kern, 1973; pp. 73-76) que
corresponden a épocas más tempranas, aunque representado en el Mapa; al
Sur las excavaciones de Tepapayeca (García Mol 1, et. al. 1975; pp. 247-256);
' ª que, los proyectos efectuados en esta parte de Morelos aún no presen-
tan sus resultados. Por lo que las representaciones en el Mapa (juego de
pelota, estructuras piramidales de varios cuerpos y demás gl1fos) no han
podido ser correlacionadas con las investigaciones existentes, salvo cier-
Los toponimi cos.
Tot11111<liuac1111, aunque pequeño en su representación (foto 7), hemos preferido

considerarlo por separado - corro a Tlaxcala -, dada la l~por tancia que


tiene siempre este grupo, ligado en la peregrinación a los Cuauhtinchan-
tiaca, su pennanente vecindad y conflictos , además que su posición con
respecto a Cholula y a el área por nosotros trabajada, co11esponde clara-
mente. Arqueológicamente, conocemos los trabajos en el Tepalcayo, Totime-
huacan (Miyar, 1928; Landa Abrego, 1962; Noguera, 1965; Matos, 1965 y
Spranz, 1966), que solo han dado infonnación del "Preclási co", ya que

No solo la parte arqueolcScJlca (SclYnldt, 1975 a y b y Wheaton, 1976) sino tam-
bién etnohl s tórica (Dyckerhoff, 1973; Prem, 1973 y Oyckerhoff y Prem, 1976) .
37
la parte - importante - ocupada en el período histórico, se encuentra en
~l cerro del Chiquihuite al lado opuesto del poblado, aún inexplorado.
Ruta - lirtrlvr.o, esta parte está representada como una ruta, siendo en realidad
un lindero que abarca 1a periferia de 1a mitad derecha y franja centra 1
- a orillas del río Aloyac - que va de Cholula a Cuauntinchan (fotos 1 y
JO). Parecería ser, confonne al resto del Mapa , el it1nerari o del grupo
Cuauhtinchantlaca desde Cholula (curiosamente part1endo del Tlachiualtepetl)
hasta Cuauhtinchan, lo cual difiere radicalmente de la exposición en la
H. T. Cll. y los demás mapas, ya que las referencias que aparecen en este
extenso recorrido (no menos de 600 kilómetros) deben corresponder, con los
linderos que aparecen mencionados en los párrafos 287, 298 y 311 de la
H. T. CH., no obstante tener hasta el momento muy pocos de los toponímicos
identificados (son casi 100). Podemos mencionar sobre este perímetro a Tell-
pantlan, Tehuitzingo, Acatlán, Totoltepec, Huehuetlán el Grande y Chila en
el Suroeste y Sur; Pico de Orizaba, Cofre de Perote ( foto 9), Maltrata,
T~patlaxco y Huatusco hacia el Este, Huamantla y el volcán de la Malinche
hacia el Norte y Capulac, Chachapa, Amalucan y Tepoxuchil hacia el Oeste,
o sea que parte de Cholula hacia el Sur , paralelo al río llexapa, doblan-
do hacia el Este cerca del limite Sur del estado de Puebla, en dirección
al valle de Tehuacán, llegando de Sur a Norte cerca de la vertiente del
Golfo , regresando al Oeste a través quizá de la cuenca de Oriental, para
después de hacer algunos rodeos en el estado de Tlaxcala - librando el á-
rea de las cabeceras de los Tlaxcalteca - , arribar al 1ugar donde actual-
mente se encuentra el poblado de Cuauhtfnchan, cruzando la sierra de Amo-
zoc (o de Tepeaca) muy cerca de la ciudad de Puebla.
38
Cot'xtftúwaca IJ otlr.o4 dot. lugMu, en Oa.xaca. ocupan la esquina inferior de-

recha (foto 8) donde llegan y parten varios caminos, es importante tra-


tarlos aparte, ya que como se ver~ más adelante, jugaron un papel pr epon-
derante en la historia del señorfo de Cuauhtinchan, ad~s de ser el área
identificada más meridional de las representadas. Del otro par de sitios,
en uno aparecen dos personajes , uno con máscara y otro únicamente vesti-
do con maxtlatl - portando un escudo y un collar -, a los lados de un
cerro cuyo glifo es un caracol cortado {como trompeta) y el otro con-
siste en dos personas con un elemento que como se ve está bastante des-
turido por encontrarse casi en la esquina del Mapa *. Los únicos datos
arqueológicos que se refieren a esta zona son los que nos presenta Bernal
(1949), como resultado de la excavación del sflio Inguiter1a en Coixtla-
huaca.
A1te.a cent'tnl de la merad de.Jr.e..cl1a, se encuentra e11111arcada por 1d ruta -1 i ndero ,
q1.1e representa conjuntamente las áreas de los señorfos de Totomiuacan y

Cuauhtinchan, parte de la cual es la de este proyecto, a la que a conti -


nuación nos dedicamos (foto 11) .

•LaH. T. CH., menciona tres sitios en el párrafo 322, que son Tlacpacalco,
Aztacalco y desde luego Couayxtlahuacan , en el Diccionario de Geografía,
Hl~toria y Biografía Mexicanas (1910, pg. 182) ~e menciona dentro del dis-
trito un poblado 1 lamado Astatla.
39
Area del Proyecto en el Mapa de la Rula Chicomoztoc-Quauhtinchan (foto 11)
Dentro del área, enmarcada por la ruta-lindero de la mitad
derecha del Mapa, como ya hemos dicho, se encuentran indiferenc1adas las áreas
de los señorfos de Cuauhtinchan y Totomiuacan, el área abarcada por este pro-
yecto, sin embargo , solo cubrió una parte de ellas, o sea un poco más de la
mildd Sur y Este , sin embargo la parte Norte que abarca las llanuras de Amozoc,
Tepeaca y Acatzingo hasta la serranfa de Huamantla, han sido cubiertas por el
Proyecto Arqueológico Puebla-Tlaxcala (tercera temporada, Garcfa Cook, 1976a;
fig. 2) , mientras que la reg1ón desde Val sequillo hasta los cerros de Tochi-
miltzingo, se encuentra prácticamente inexp lorada * , por lo menos para el pe-
ríodo que ahora tratamos {mapa No. 3).
Debemos también señalar , que el proyecto, en es te sentido fué
partic11lannente enfocado hacia el área conquistada por los Cuauhtinchantlaca,
y aunque en alguna época , más de la tercera parte del área (del proyecto) fue-
ron dominios de los Totornihuaque, no podemos postular hipótesis válidas hacia
ellos, desde esta zona más o menos marginal , con respecto a su cabecera, no
obsta11te las referencias - tanto del Mapa como de la H. T. CH. - aparecen con-
tinuarente ligadas.
El área del proyecto, ocupa casi la cuarta parte de la super-
f1c1e del Mapa , diferenciándose del resto principalmente por su carác ter car-
tográfico, o sea que en esta parte se presenta una marcada preocupación por
representar correctamente situado , cada uno de los luqares ahf comprendidos,
desde elementos rituales - como la fundación de Cuauhtinchan - , hasta acci-
dentrs topográficos - como los detalles de las cimas y barrancas en la sierra
de Tcpeaca -, conteniendo glifos calendáricos , caminos, rfos, linderos, etc. ,
•A excepción de los ya mencionados trabajos en el Tepalcayo, Totlmehuacan y
algunos otros del perfodo precerámlco.
40
y las palabras de Quauhtinchan, Tepeyacac y Tecalli, cerca de la posición
Que ocupan actualmente esos poblados.
A continuación intentaremos desglosar cada uno de ellos, que
básicamente se pueden enmarcar en tres categorfas: topográficos, glfficos
y/o toponfmicos y descriptivos como; linderos, construcciones. caminos.
Elementos topogrlí ficos:
Sierra de Tcpeaca, también llamada sierra de Amozoc *• La representación en el
Mapa corresponde a una vista de Sur a Norte de su perfil , con detal les
- al centro y Es le - que la hacer parecer una vista oblicua (foto 12,
mapas 6 y 7), como las barrancas de Calcahualco, San Andrés y San Miguel;
aparecen asf mismo identificables, las cimas del Tzfque - lz<uhquene - ,
Tola , Chiquilichi , Teuhtli y cerro partido - Te.µe..tlcotottc a11 l?I -¡ todos
los atributos est~n referidos a la ladera Sur , faltando casi totalmente
los de la Norte; en las faldas se aprecian el nacimiento y arroyo de
Ameyale y Tzecueye - en la parle rn.Ss destruida por la intersección de
los dobleces - al pié de la escena en la que se encuentran varios perso-
najes, fechas y gl i íos - muy destruidos - ; inmediato al Este aparecen las
barrancas de Xocoa y Tlatlauhqui (o Infiernillo), esta última asociada a
un g11fo de un ~rbol y la cabeza de un guajolote; a continuación, apare-
;e la barranca de San Lorenzo Calcahualco, cortando canpletamente la sie-
ITa; más adelante aparece una saliente curveada de la sierra que fonna a
la cañada de la barranca de San Andrés; después se encuentru la barranca
de Teopanzola - Ocotoclta.tl.twJLtli. - y por último, la sierra misma le da
forma a la cañada conocida como barranca de San Miguel y en su prolonga-

E incluso en bastanles mapas, se le ha 1 lamado lncorrectamenle s ierra de


Teapa.
41
r.1ón al Sur, se encuentra una cueva * Al r~orte de la barranca de Teopanzo-
la está un cerro con una flecha, en el lugar donde hoy se encuentra el po-
blado de Acatlán (mapa No. 1).
CP.rro Xonaca - Xo11a.catepec -, se encuentra justo al Norte del artual poblado
de Cuauhtinchan (fotos 12 y 16, mapas 6 y 7), su fol"TTlación es de origen
volcánico (tezontle), y aunque lo conocimos completo, en la actualidad
por el camino de mano de obra, se encuentra a punto de desaparecer, ya
que el material fué utilizado en su construcción.
Barranca del Aguila, es la representación de la falla en travertino *• , que se
encuentra al Este del poblado de Tepeaca, donde ciuza esta barranca tal
como aparece en el Mapa (foto 13, mapa 7), es importante señalar que es
en este punto, donde se convierte en río, ya que del travert1no mana gran
ca11tidad de agua, utilizada en la época colonial - y hasta ahora - por
~dio del más compleJo sistema de galerfas f11trantes de la región (Seele,
1973, pp. 141-144), donde se encuentran los poblados de Xochiltenango y
Oxtotipan*** - Oztot<epac - (mapa No. 1).
Aco1ac, corresponde a la prolongación del desnivel de lravertino que se en-
cuentra hacia el Noreste de la barranca del Agufla - cerca de donde actual
mente atraviesa la autopista Amozoc-Acatzingo - encontrándose varias cue-
vas , en su mayor parte saqueadas y destruidas al construirse por aht el
dueto de PEMEX, no solo llls tres representadas en el Mapa (foto 14, mapa
1). Actualmente ahí se encuentran los ~obladas dP San Juan y Santiago Aco-

* Aunque no encontramos en las cámaras exploradas evidencias de su uti 1Iza-


ci.in, fué registrada ccwno "sitio" P-317. NOTA : Clave - letra P (de Puebla)
y número - que Indica su numeración definitiva en el catálogo del re9lstro
d~ sitios, que hemos venido utilizando, Iniciado en 1972 por el Proyecto
Arqueológico Puebla-Tlaxcala.
tt
hcalones Je Tepeaca-Acatzlngo (mapa 'lo. 2).

*"" (n la representación del Mapa, además se encuentra un cerro con un venado,


que no hemos podido idenciflcar, Reyes (1974b, pg. 119), lo asocia a Ozto-
licpac.
42
dueto de PEMEX, no solo las tres representadas en el Mapa (foto 14, mapa
7). Actualmente ahf se encuentran los poblados de San Juan y Sant1ago
Acozac (mapa No. 1).
Cen·o de Tecamachalco, indicado incluso con sus farallones, con un glifo de
águila y cuatro flechas (foto 15, mapa 7), se encuentra en el limite
Este de esta parte del Mapa, que coincide con el de nuestra ~rea de re-
conocimiento, al Sur de este hay otro cerro del que solo se pueden apre-
ciar algunas piedras y parte de un glifo, ya que está destruido por la
rotura del doblez, y hacia el Norte, existe una escena asociada a una
corriente de agua y un ave (que extrañamente aparenta ser de rapiña)
que corresponde a Quecholac (foto 11, mapa 7).
AlpatlJhuac - A.ttpo.Un..u.aean - , es la representación del arroyo, que al Sur
del cerro Xonaca corre - de Noroeste a Suroeste - hasta confluir con el
de Ameyale, justo donde actualmente se encuentra el poblado del mismo
nombre (fo to 16, mapa 7).
Cerro Tlanamacone, indicado por la representación de un brasero bicónico, se
1rncuenlra en la margen izquierda de la intersección de los arroyos de Ame-
1ale y Alpatlahuac, interesante es el hecho de que es la Gnfca represen-
tación que nos presenta, un abatimiento hacia el centro, o sea en senti-
do contrar10 al ángulo de visión tomado para esa zona (foto 11, mapa 7).
C~rro La Lagunilla, se encuentra representado por un circulo de color verde,
pero sin algún glifo para su plena identificación, situado a la margen
derecha del arroyo de Alpatlahuac , cerca de su confluencia, Junto al tér-
mino de la ruta-lindero (foto 16 , mapa 7). En su cima t1ene un gran jaguey.
Cerros Totolquetzale - Tototquetza.lte - , es la representación de dos cerros
parcialmente sobrepuestos , que se encuentran entre los poblados de Cuauh-
43
linchan y Tecali, con un glifo - cabeza y plumas - de un ave, que pre-
sentan esa forma si se les observa desde la parte central de la ladera
Sur de la sierra de Tepeaca (fotos 17 , 18 y 21, mapa 7).
Cerro Coatepec, su representación se indica con una serpiente. encontrándose
al Sur de la barranca del Aguila, inmediatamente al Este del poblado del
mismo nombre (foto 19, mapa 7).
Manantial de Hixtla, representado por un heptágono de "agua", que correspon-
de al manantial que convierte en arroyo a las barrancas que drenan el
Este de la sierra de Tepeaca y posterionnente confluyen con el río Ato-
yac (foto 19, mapa 7).
Meseta de Tech.<JnalJ.i, está representada con un disco de piedra en el farallón
situado al Este de la misma (fotos 20 y 21, mapa 7) , se encuentra en la
parte central del área de reconocimiento y sobre ella actualmente está
el poblado de Tetlananca.
Cerro de Ahuatepec, su representación se encuentra sumamente destruida, (foto
21 , mapa 7), por lo que la identificación es más bien geográfica, por su
posición entre la meseta de Techln~llf y el rfo Atoyac.
Cerro de Tochtepec - Tochtepe.tl - , es un cerro con glifo de cabeza de coneJo
(foto 22 , mapas 7 y 8), fonnando parte de una serie de glifos abatidos
desde una linea * que divide esta parte del área. Se encuentra inmediato
al poblado del mismo nombre, situado al Sureste de la meseta de Techimalli.
Cerro de Tepeyahualco - ¿Te11a.ua.!otco? - , es un cerro con un gl1fo de piedras
amontonadas (foto 22 , mapa 7), también abatido sobre la linea mencionada,
se encuentra al Sureste de la meseta de Techimalll, inmediato al pobla-
do así llamado.
*Sobreesta línea se encuenLran 10 u 11 gl lfos, de los cuales ~olo hemos po-
dido correlacionar - con seguridad - los dos a r riba mencionados, más adelan-
1e (en los linderos) traLaremos la función de esta 1 fnea.
44
Cerro de Tecotzin - Teca.tU.n - , presenta sobre él a un "ch1chir1eca" c1ue acaba
de arroJar una flecha , y está "hablando" al mismo tiempo, aunque no es ple-
na su 1dentificac1ón, parece corrrsponder a la cima asf llom ida de los ce-
rros conocidos como Zapotecas entre los poblados de Ometepec y Tepeya-
hua lco (foto 22 , mapas l y 14).
Cen·o ltuitziltepec - UiU11.tep~c - , es la representación de un cerro con un
pájaro (foto 22, mapa 7) , que se encuentra - tras una escera en que se
flecha a un hombre el un árbo l - , ~ue se localiza en el extremo 1nfer1or
- Sureste - de esta área , entre los poblados de - Santa Clara y Santa
Cruz - del mismo nombre.
Sierra del Tentzon, al igual que la sierra de Tepeaca, aparece en su perfil,
solo que visto de Norte a Sur , con una cueva en el lado Este y una ~scena

al cen tro (fotos 23 y 24, mapa 7) , es el Hmite inferior, en general, de


esta área en el Mapa - Sur de la del reconocimiento-.
Cerros Texcal y Tecaltzi , en el lfm1te Oeste , o sea hacia el lado izquierdo
del Mapa, aparece el risco que corresponde a los hoy llamados cerros Tex-
ca l y Tecaltzi. que se encuentran hacia la confluencia del arroyQ prove-
niente de los de Alpatlahuac y Ameyale, con el río Atoyac, tal como apa-
rece en el Mapa (foto 25, mapa 7). Sobre este "texcalº, entre otras cosas,
se encuentra un cerro con una cueva y un malacate.
Barranca de Xal atlaco , se encuantra repr esentada entre las de Xocoa y Ameyale,
Jbajo de la representación de Techachaltic, sin embargo en e l terreno, es-
ta corre de Este a Oeste , desde los cerros de Totolquetzale hasta confluir
- al Sur del cerro Tlanamacone - con el arroyo formado por los de Alpalla-
huac y Ameyale, frente a los cerros de Texcal y Tecaltzi.
io Atoyac , penetra al área desde la esquina inferior izquierda (viniendo de
Totomlhuacan y Chol ula) , forma dos meandros y corre al pié de la sierra
45
del Tentzon, dando vuelta hacia abajo - Sur - representándose el ll amado
Puente de Dios (pun te natural fonnado por la erosi6n), donde aproximada-
mente limitillllos nuestra área de reconocimiento y continúa hacia la orílla
inferior del Mdpa (foto 11 , mapa 7).
Mo.Uactzútco y Cul huacan, están sobre los únicos meandros representados del
rio Atoyac, aunque no presentan di rectamente algún glifo para su inter-
pretación nominal (foto 26 , mapa 7) . puede el primero, plenamente identi-
ficarse a través de la H. T. CH. , con e 1 Ma tl actzin , nombre que 11 eva un
cerro en las inmediaciones del poblado de Tzicatlacoyan, y Junto a él,
pudimos identificar a , Culhuacan , por el nombre del luqar , anexo al otro
meandro - en fo rma de gancho - al pié de la sierra del Tenlzon. No obstan -
te el eviden te parecido de la representación al terreno , exi~tP una gran
discrepancia , ya que el meandro mismo eslá más bien formado por un µeque-
ño pero cauda 1oso afluente 11 amado "los Chorros".
Flemento~ glificos vio tooonfmicos:
Sobr e la sierra de Tepeaca, a la margen Oeste del arroyo de
Ameyale •, justo donde está el manantial, encontramos la representación tfpi-
ca de Cuauhtinchan (foto 27). similar en varios aspectos, tanto en la H. T CH.
(1976, lámina 19v) . como en otros mapas de Cuauhtinchan e incluso a la que se
encuentra - como ornamento - en el convento de Cuauhtinchan (Reves . 1976;
pp. 1-6 ; Merlo y Vallin, 1975; pg. 152) . que consiste en un áquila frente a
un ocelote , dentro de una cueva y asociados a ellos la fecha 9 tecpatl. A la
margen Este, aparece una escena . en la que dos personas chichimeca, se encuen-
tran a ambos lado~ de una pequeña prominencia de arena y piedras, rodeada de
<ltr.os gli fos y personaJes , y sobre todos ellos las fechas 3 quauhtli y 6
tochtli (este último flechado) y bajo ellos, una serie de personajes identifi -
cados por Reyes (l974b, pg. 104) como Tepexoch, Teuhtlecozauhqul y Xiuhtlatzin .
• Que para Reyes (197~b) es el cerro pa rt ido - Tepetlcotoncan -
46
En la zona identificada como Tepeaca, sitio P-8, aparecen
cuatro hileras de personajes , to~os ellos con su nombre, los de la parte su-
1>erior, pintados en otro estilo, son una de las adiciones, mientras que en
las tres hileras inferiores , se encuentran según Reyes {1974b, pp. 114-117)
Uexolzincas y población nativa, estando asociados a ellos , las fechas 4 ca lli.
4 tecpatl y 13 tochtli. En la prolongación Sur de la sierra, se encuentra ·1a

cueva - de ta que ya hemos hecho mención- , de ta cual se asoma un animal;


ddemás se encuentra la glosa Tepeyacac, casi en la posición que ocupa actual-
mente esta ciudad , hoy llamada Tepeaca de la Rosa; hacia el otro lado - Oeste -
de la sierra , se encuentra la fecha 1 acatl , asociada a la representación de
un basamento, sitio P-9, y una barranca, con et glifo que Reyes {1974b) ha
Identificado como Ocotochatlauhtli , asociado a la fecha 2 tecpatl {foto 28 ,
maJía 7).
En el lugar identificado como la barranca del Aguila, a su
paso por el poblado Oztotfcpac, sitio P-272 , aparecen dos personas, un hombre
f una mujer, Identificados por Reyes (1974b , pp. 118-119) como XIII Quiyauitl
y Cepaxochtzin, situados entre dos plantas, un izote - yuca - y una flor,
socia 10 a el los la fecha 3 acatl * y bajo ellos , otra pareja, semiocul ta por
¡¡n parche y roturas, sin ident1 ficación alguna (foto 13 , mapa 7) .
En el lugar donde actualmente se encuentran los poblados de
cozac, sitio P-308, aparece la rl!'j)resentación de dos personas (foto 14, mapa
7). hlenlificadas como Jtztlapoca y Apanecatl (Kirchhoff, et. al 1976; pg.
18, nota cuatro) , ligados a la representación de los que Reyes (comunicación
..,onal) ha llamado cambio de bulto sagrado.
Sobre el cerro de Tecamachalco , sitio P-295, se encuentra la


De esta hacia arriba (Norte) aparece una linea unida a dos gllfos de cerro
otalmente ajenos al estilo del Mapa, y sobre ~lla o tro - gllfo - cornpues-
Por tres elementos (foto 11).
47
1e11resentación de una persona identificada como Quetzpaltzin (Kirchhoff et.
¡¡l. 1976; pg. 206 , nota 6) y cuatro flechas clavadas en el cerro, a ambos
lados se encuentra n las fechas 2 tecpatl y 1 calli, esta última flechaña.
Entre los arroyos de Alpatl ahuac y Ameyale, se encuentran
tre~ escen•s (foto 16), en la primera de ellas, al pié del cerro Xonaca,
apurece la representación de dos personas - con bastones y rodelas - identi-
ficadas como Icxicouatl y Quetzalteueyac (Reyes , 1974b~ pg. 107), otra con-
siste en una persona - sin nombre - cerca de la representación de un templo ,
sitio P-36 , y la tercera, cerca del arroyo de Ameyale , se encuentra tan des-
truida que solo puede decirse que en ella aparecen dos personas - encendiendo
t.iego -
Al lado inmediato Este del arroyo de Ameyale, al pié de la
representación de un templo, sitio P- 6 , aparecen dos personas (foto 16).
En la parte inferior de las barrancas , Tlatlauhqui y Xocoa,
que h~s visto en la sierra de Tepeaca, se encuentra la continuación de esta
última , en la que aparece un personaje alado, junto al glf fo de Xocoa y a la
Izquierda, se encuentra otra, en la que el personaje está asociado a un gli-
fo que podría interpretarse como Xal.U (foto 29, mapa 7) . que en el terreno,
cC1110 hemos visto, corresponde a la barranca de Xalatlaco, aunque en realidad
su curso no es el mismo , Luis Reyes (1974b, pg. 103¡ fig. 14) llama a esta
mism~ representación - en conjunto - Chimalpaneca Xalcomolca,
Al pié del cerro identificado como Coatepec , sitio P-270 , se
encuentran representadas dos personas , en su mayor parte destruidas por la
po 1i 11 a * ( fo to 19 , mapa 7 ) .

En la copla que se encuentra en la Biblioteca del Museo Nacional de Antro-
pología, aparece completa la escena, por lo que esta destrucci ón es ba~tan­
te rccl en le.
48
En el lugar identificado como la meseta de Techimall1, sitio
P-265, cerca del pueblo hay llamado Tetlananca, se encuentran dos mujeres
- con nombres de flor - , asociadas a una fecha 7 acatl, y entre lds piedras
que fornian la ladera , como hemos dicho, se encuentra una ci rcular a la que
corresponde su nombre (foto 20, mapa 7).
En el lugar donde aparece la glosa de Tecalli, que sitúa
ese poblado, al pié de la representación de un basamento, sitio P-57, apare-
cen dos personas - una de ellas aparentemente un anciano, lo que podria con-
fl1111arse por el glifo de su nombre- , asociados a otro elemento, del que más
tarde nos ocuparemos (foto 21 , mapa 7).
Dentro del ya mencionado meandro del río Atoya c, identifica-
do como Mallactzinco, se encuentran también dos personas - una de ellas conserva
su nomore y de la otra posiblemente se haya perdido -, al pié de la represen-
tación de un templo, sitio P-62; de ahf hacia la parte superior del Mapa , se
encuentra un parche, en ese preciso lugar, se interrumpe el cauce del río
Atoyac , entre ese meandro y el "gancho" que forma al otro - Culhuacan - sitio
P-26'' , esta interrupción aunque casi coincide, no se debe al mencionado par-
che. ya que ella se encuentra ligeramente sobre él, además de que más adelan-
te el río lo cruza (foto 26, mapa 7). Entre esta parte del rfo Atoyac, y ya
en ld ladera de la sierra del Tentzon , se encuentran abajo de la representa-
ción de un templo , sitio P-262, tres grupos de personas y asociados a ellos
- sobre el templo - aparecen las fechas 6 acatl, 10 acatl y 6 tochtli (foto
26).
Al Poniente del arroyo - que proveniente de Alpatlahuac y
lur.eyale -, que desemboca al río Atoyac, en el lugar identificado como Tecal-
tzi. sitio P-89, aparecen sobre el acantilado, dos grupos de personas , aso-
iailos a la representación de un templo, con una fecha ... tecpatl (foto 25 ,
mapa 7).
49
Al pi~ del cerro que hemos identificado como Huitziltepec,
sitio P-279, aparece una escena - en la cual , dos ''chichimecah flechan a una
persona sobre un árbol -, asociada a la fecha 1 calli (foto 22, mapa 7).
En la ladera de la sierra del Tentzon, entre las representa-
10nes ident1f1cadas como Culhuacan y una cueva , a la orilla del rfo, se en-
uentra una escena - en la que aparece un maguey, un glifo con una cara en -
vuelta por cuatro serpientes de cascabel y una persona sosteniendo una vara -
(foto 23).
Elementos descriptivos:

-Linderos-
Otra de las caracterfstfcas, que diferencfan a la mitad dere-
cha , del resto del Mapa, y precisamente el área que estamos tratando, es la
presencia de lineas que claramen te representan l lnderos (foto 11, mapa 8) , las
cuales se presentan en colores negro o rojo, se encuentran referidas a fechas,
cerros, otros linderos y grupos de gente; partiendo de un lugar a otro , o sim-
lemente enmarcando, parcialmente , una escena. Su distribución es l ineas marca-
ament~ rectas y ángulos de 90~ asf como la manera en que atraviesan otros di-
seños. denota que la mayor parte - de estos trazos - son posteriores a la com-
posición general del Mapa (fotos 10 y 11).
Tenemos al Este del área, en dirección Norte-Sur, dividien-
o la~ escenas que hemos identificado como Oztoticpac y Acozac, de la del ce-
lrl'O de Tecamachalco, una linea negra que cruza casi todo el Mapa, a lo largo
la cual, se encuentran abatidos - hacia el Este - una serie de representa-
ones , principalmente cerros , entre los cuales ya hemos mencionado a el cerro
Tochtepec, sitio P-95, y al de Tepeyahualco, sitio P-73. En este caso, po-
a ser , tanto el lindero, como simplemente el "horizonte" que divide, la 20-

d Cuauhtinchan-Tepeaca-Tecali , de la sierra que empieza justamente en


50
Tecamachalco, o sea a través de las l lanuras de Tochtepec-Tecamachalco (ma -
pa 2), este serfa el único "lindero" acorde a la composición general del Mapa
( 1o to 11 , mapa 8 No . 1) .

Del que acabamos de describir, corre - cerca de la represen-


tación de un maguey - , hacia el Oeste, una linea negra , que cruza entre las
representaciones del cerro Coatepec y del manantial de Mixtla, sitio P-271,
hasta unirse con una linea roja, que más adelante veremos, sin que en su tra-
yecto este asociada , a algún elemento (mapa 8, No. 2). C;tbe hacer notar que
es el trazo m~s burdo de los que aquí aparecen.
De los cerros de Tochtepec y Tepeyahualco, que se encuentran
~obre la primera linea descrita , parte y arriba una linea roja en encierra una
pequeña zona, dentro de la cual, solo atraviesa un camino , abarca hasta la
011lla del cerro identificado como Ahuatepec, sitio P-278, con dos prolonga-
ciones rectangulares hacia el Norte (mapa 8, No. 3).
Desde la llanura de Amozoc - al parecer desde el dibujo de un
tejabJn - , parte una linea roja que; tras enmarcar la fecha 13 tecpatl; atra-
viesn escalonadamente la sierra de Tepeaca, justo por la barranca de San An-
drés. sitio P-48, pasando cerca del final de la barranca de Teopanzola , envuel-
ve el complejo de casas y rectángulos - aquí se le une la linea negra que ya
trat.Jmos -; pasa al pié de los cerros Totolquetzale, sitio P-34, y al Norte
del cerro Tlanamacone, sitio P-98; cruzando los arroyos de Alpatlahuac y Ame-
yale; tenninando, después de cruzar el final de la ruta-lindero, en el cerro
a lagunilla, sitio P-83, (mapa 8, No. 4).
Entre el grupo de personas de la escena de Tepeaca, se aprecia
luadrado en linea roja , que envuelve a las dos hileras centrales, asf co-
a:> las representaciones de la cueva y el templo (foto 28; mapa 8, No. 5).
De la misma manera que el anterior, hay un cuadrado en linea
Jft, que envuelve la parte rocosa de la representación de la meseta de Te-
51
chimalli, incluyendo parte de una de l as mujeres que ahi aparecen , asf como
de la fecha 7 acatl (fo to 20; mapa 8, No. 5).
De la fecha 3 acatl que se encuentra en la escena ident1f1ca-
1111 como Oztoticpac , parte una 1 lnea hacia el Norte , en color negro, un:da a
tres glifos , que podria representar también un lindero (entre Tepeaca y Aco-
zac), pero ya que sus glifos toponímicos parecen encontrarse fuera del área ,
y ~u dlffcil interpretacfón, no los trataremos.
- Construcciones -
En esta parte del Mapa, como hemos venido señalando , existe
una proporción geográ.fica bastante aceptable , lo mismo sucede . con la represen-
ación de las principales construcciones, cuya posición correspondiente en el
te1 reno y la interpretación arqueológica de sus materiales nos plantea impor-
tantes ~ipótesis que más adelante veremos. Como primer paso , haremos una des-
cripción de todos los elementos , los cual es consisten en representaciones de:
61tl, siempre en su aspecto frontal , lo que las diferencia perfectamente de
las ft'chas u nominales calli - que aparecen en "perfil"-, y aunque tienen al-
unas diferencias entre e-las , corresponden en el terreno , a asentamientos sin
escr11cturas elevadas , todas ellas se encuentran inmediaLamente al Sur de la
sfe11J de Tepeaca; b114amvLtoo , que poseen solo dos cuerpos, en vista lateral;
too de pe11.6tl, asf les llamaremos, ya que presentan el basamento, el rec1n-
- templo mismo - y techumbre , aparentemente cónica - es el tipo más comun-
nt1• representado en el Mapa -; temr.iloo de 611.enttt , con similares caracteristi-
:as que los anteriores, especialment e importantes porque cor resp~nden a estruc-
ras "antiguas" de diferentes períodos, ya en "ru i nas" en el momento de hacer
Hipa; tempfoA 11eclo11rlo<ll , que de igual manera "arqueológicos", como los ante-
ores , constan de basamento y recinto con estas características - pero s1n
..ch J111bre -
Otros importantes elementos arquitectónicos están constituidos
e tenas lineas paralelas con el interior azul , que se encuentran en el com-
52
olejn de la par te central de esta zona del Mapa , convergiendo en la represen-
tación compuesta por tres rec t ángulos , ~ue m.is adelante describiremos, y la
representación en colo café , que aparece cerrando el meandro del río Atoyac.
La situación de cada uno de ellos puede verse en el mapa 9* .
l.- Al pié de la sierra de Tepeaca y al Oeste del cerro Xona-

estado nos es imposible describi r


...
ca, aparecen restos de la representación de una casa (foto 27), que por su
, pero que hemos identificado arqueológi-
camente, como el sitio P-38 , conocido como "Monte del Ay11ntamiento" (D.ivila ,
1974; pp. 119-120 , mapa 7).
2.- Entre la falda de la sierra de Tepeaca y la barranca de
Yalatlaco, se encuentra bastante deteriorada la representación de un "texcal" ,
sobre el cual aparece, parte de un basamento de perfil •••(foto 29), por su des-
trucción no podemos saber si tenía templo sobr e él o alguna otra asociación,
corresponde al sitio P-33 , llamado "Anzures" (Ohila, 1974; pp. 116-117. mapa
1; Tschohl y Nickel, 1972; pg. 221).
3. - Es la representación de un basamento de perfil, que se
encu••ntra en las faldas de 1a sierra de Tepeaca, entre 1a barranca de Teopan-
zola y la cueva junto a Tepeaca (foto 28), identificado como el sitio P-9,
la11Jdo "Tlapa lero" (Oáv1la, 1974;pp. 101-102 , mapa 7). Es la única estruc-
ara de este tipo, ya que en lugar del recinto presenta la fecha 1 acatl.

Los números y letras del texto corresponden di rectamente a los utilizados


ccimo clave .

... lsta es una de las partes del Hapa , que al ver el original, nos dá la lmpre-
16n de que pueden rescatarse todavía algunos elementos, ya que el amate
e encuentra semi desfibrado, :;>ero se conservan las partes, que un restau-
d11r podr ia ubicar .

... En la copia de Bello, aparece dibujado un rectángulo muy diferente a cano


53
4.- En la barranca de San Miguel , aparece representado un
templo de perfil (foto 28) que corresponde al sitio P-8 "Tepeaca Viejo" (Oá-
v1 la, 1974; pp. 100-101, mapa 7), su representación está asociada a una fe-
cha 4 lecpatl.
5.- En las faldas del cerro Xonaca , entre los arroyos de Al-
patlahuac y Ameyale, aparece un templo de perfil - similar al de Tepeaca -
que exceptuando una persona frente a él, no oresenta alguna asociación a fe-
cha o nomina 1 (foto 16). en e1 terreno corresponde a1 sitio P-36 "Tzacua 1co"
(Dc1vi la. 1974 ; pp. 118-119, mapa 7).
6.- En la margen izquierda del arroyo de Ameyale se encuentra ,
- cubriendo en parte a este-, un templo de fre nte (Fotos 16 y 29) , reg istrado
como P-6 "Los Teteles de San Mi guel M(Dávila , 1974; pp. 98-99, mapa 7 ;
Tschohl y Nickel, 1972; pg. 510) , encontrándose al pié de este dos personas.
7.- En el centro , al Sur de la sierra de Tepeaca, se encuen-
tra un complejo de construcciones ligadas entre si, por lo que a primera vis-
ta parecen ser caminos, que van de las puertas de cada una de las casas - uno
de ellos pasa anexo a la base de un templo, sitio P-2 -, hasta la representa-
ción que parece un "atrio" , en la parte central, pero sin embargo, el conoci-
miento del terreno y su topograffa, la disposición de los sitios y la canti-
ad de elementos, localizados por la erosión del suelo , nos llevan a propo-
er. que lo que realmente se est6 tratando aquí de representar, es un comple-
jo ~islema de canales para el área central - de producción lntPnsiva que ahf
existió - como más adelante trataremos de demostrar, ahora solo desc ribire-
llOS sus componentes (foto 30).
a) Pa-tte c.vl.t1tal , que está compuesta por un rec tá ngu 1o de
nb1e linea relleno en azul , abierto en el centro de los lados Oeste y Sur
s de suponerse que también el tlorte, pero está destruí do), a cada uno de
54
lo~ cuales confluyen las franjas azules, hacia el Este se encuentran adosados,
otros dos rectángulos, también de doble linea, cada uno de menor tamaño, estos
en e.olor blanco y con medio óvalo negro. El sitio en el terreno, corresponde
al sitio P- 32 "La 1aguna", que fué has ta hace pocas décadas una pequeña laguna,
incluso con peces (Oávila, 1974; pp. 115-116, mapa 7, foto 4).
b) Ca4a má4 ce.-tcana. a ta 4Ú!N1.a de. Tepe.ac.a, la cual presenta,
como diferencias particulares, la mitad inferior d'e las jambas en color negro.
y es la única, que lleva unas lineas que dividen la par~d. casi a la altura
del dintel, corresponde al sitio P-3 "La Popotera" (Oávila, 1974; pp. 95-96,
mapa 7), se distingue también porque la franja azul parte en diagonal desde
su puerta hasta la base del templo.

c) Teinpto de. 61ten.te, se encuentra abatido haci a el Oeste, por


lo que la parte superior de su techllllbre, se extiende hasta la barranca de
Tlatlauhqui, al pié del primer cuerpo para la franja azul, que proviene de
la casa anterior, y en la parte derecha (Norte) se ramifican l as lineas ne-
gras que la bordean (véase foto 30), dirigiéndose - sin el color azul - ha-
cia los rectángulos, mientras que en el otro lado del basamento , la franja
azul vira en la misma dirección. Esta representación corresponde al sitio P-2
"Las Topoyas" -y P-13 "fl Zapote"- (Oáv1la , 1974, pp . 94-95y104, mapa 7), ·
en los terrenos de la hacienda de San Lorenzo Calcahualco.
d) Ciua e.11 el. doúte.z * , se encuentra justo bajo - Sur de - la
techúmbre del templo anterionnente descrito y un camino que pasa entre ambos,
y cerca ya, de las barrancas de Tlatlauhqut y el Riego, en el terreno ha
sido registrado como el sitio.P-22 "Palo Huérfano" (Oávila, 1974, pp. 109-
110, mapa 7). De esta casa , por su destrucción, no podemos saber si partía


r~ Importante notar, que la otra casa, que aparece semldestruida por el
dobl~~ (se diferencia por el talud al lado de las jambas) por su forma,
corresponde a parte de una fecha o nominal - calll - y no a una conscruc-
¡ 611.
55
1mct di' las franjas azules que todo el resto de este conjunto posee•
e) Cil4a m1f4 ce1tca11a a ta bal11tanca de. Xucoa, se di t erenc fa,
por no presentar, la franja inferior de las jambas en negro y por la ondula-
ción, de la linea central, de las que compoAen el dintel, de ella parte una
franJa azul, que arriba en d1agona l a la entrada Oeste de los rectángulos, en
el terreno corresponde al sitio P-4 (Oávila, 1974; pp. 96-97, mapa 7).
f) Ca.6a m.ú ce.J1c.ana a lot. te.ct4ngul0.6 ct11C.1tale.6 , no presen-

ta alguna d1ferencia significativa con respecto al resto, está conectada a


estos por un "ramal" de las franjas azules, 'JUe aparecen al Sur de ellos, en
el terreno existe un área de habitación que le corresponde, la que fué regis -
Lrada - por motivos de muestreo - como los sitios P-16 "El Tetel de Tiochocho-
le", P-18 y P-28 "La Arborera" (Oávila , 1974; pp. 106-107 y 113, mapa 7).

g) Ciuia. al. e.memo Sw1, 1a par te 1nferi or de las jambas de es-


ta, también son negras, de ella parte una franJa recta azul, hasta la entra-
da Sur de los rectángulos, con el afluente de la casa - anteriormente descrita -
y otto más próximo , en diagonal, sin el col'or azul , cuyas lineas se desvane-
cen ~n un trazo - de carboncillo - muy ligero (que conecta con los rectángu-
los de Tecali, que después veremos. En el terreno corresponde a los sitios
P-5 y P-17 "La Mesa del Tecalero" (O!vila, 1974; pp. 97-98 y 106-107, mapa 7).
En este conjunto podemos apreciar, que el abatimiento de cada
una de las representaciones , muestra una total relación hacia el centro, lo
cual puede deberse: porque se trazaron vistas desde ahf o porque su relación
al centro, por las franjas azules , asf lo requirió.
ltac1a arriba - Norte - de los recUngulos, después de la par-
te destruida por el doblez, se encuentran representados , solo que en carbon-
.. E~la casa es otro de los elementos que no aparecen en la copia de Bel lo.
56
cilio muy ligero (por lo que son dificiles de apreciar), un compleJo de estruc-
turas, cuando menos un basamento de perfil y un templo de frente; no obst.ante
que prácticamente en todo el Mapa aparecen esos lrazos en carboncillo, en es-
te caso , y el que mencionamos, que conecta este complejo con los rectángulos
d Tecali, dan la impresión de no haberse tenninado por alguna razón, ya que
al resto de este tfpo de trazos, le corresponde - por lo general - una pintu-
ra ya terminada; en la copia de Bello, aparece en este lugar una casa pintada
- terminada - de la que definitivamente no encontramos huella en el original.
De cualquier manera en nuestro reconocimiento , iniciamos el registro con el
sit10 P-1 "Los Teteles de Ajajalpan" (Dhila, 1974; pp. 93-94, mapa 7) , que
1 ;see un par de estructuras piramidales y se encuentran Justamente en ese lu-
gar, lo cual nos crea el problema del porqué no se terminó esta representa-
ción , a lo que nosotros nos inclinamos a pensar, que deb16 haber existido su
representación terminada, encontrándose más cerca de los rectángulos centra-
les, en la parte que ahora falta.
8.- En el grupo de representaciones asociadas a la glosa Te-
ca 1i 1 (foto 21). tenemos un templo vis to de frente, que en e1 campo corres-
ndP a los sitios P-57 "Tecali Viejo" y P-58 "Cuacoyonco" (Oávlla, 1974;
. 131, mapa 7), que se encuentran bajo y al Suroeste del actual poblado de
Tecali.
9.- Cerca de esta glosa - Tecalli -, se encuentra también,
n diseno de rectángulos (foto 21), similares a los que hemos descr ito ante-
1omente , que como hemos dicho, tienen algún significado en relación al agua
por ende a la producción agrfcola. El sitio en el campo está compuesto por
rea de habitación, registrado como P- 35 "Los Alamos" (Oávila, 1974; pg. 118,
pa 7), en torno a una especie de jaguey, que en realidad es un manantial ,
57
ílrtiffcialmente convertido en depósito pennanente de agua (Dávila, 1g74,
pg. 148, mapa 6).
10.- Al Oeste de la confluencia del arroyo que viene de los
de Alpatlahuac y Ameyale hasta el rfo Atoyac, se extiende el "texcal", sobre
rl cual registramos varios sitios, en el Mapa entre otras cosas aparece un
templo de frente, semides truido, asociado a una fecha tecpatl (no se aprecia
totalmente su numeral debido a la destrucción, foto 25). Sin embargo este
coojunlo le corresponde al sitio P-89 "Tecal tzi ", por el basamento.
11.- La representación de"Matlactzinco'; sitio P-62 , que ocupa
el interior del meandro del río Atoyac, en el Mapa , presenta a dos individuos
~1 pié de un basamento - descuadrado - cuyo templo es redondo y carece de
techumbre (foto 26). Es importante que el meandro , está cerrado por una re-
presentación en color café, compuesta por dos lineas negras que la limitan y
lineas muy finas diagonales, también negras, ya que existe ahí una estructura
que puede corresponderle, se trata de una especie de ''muralla", que aún aho-
ra impide que en época de lluvias, se unan el río Atoyac y su afluente Los
Chorros, sirviendo además como paso entre los diferentes conjuntos construi-
dos.
12.- En la ladera de la sierra del Tentzon, muy cerca de la
representación anterior, aparece, rodeado por un conjunto de personas, un tem-
plo también redondo y sobre él, las fechas 10 acatl, 6 acatl y 6 tochtli (fo-
to 26) , en el terreno este conjunto representa a otra parte del sitio de
Katlactzinco", llamada "El Castillo" , que ocupa ffsicamente el "gancho" de
•i erra, entre las curvas del rio Atoyac, ligándose al sitio P-262 llamado ''Cul-
uacdn", que se extiende desde ahf, hac1a arriba de la ladera baja , de la sie-
d del Tentzon.
58
Con respecto a las construcciones que aparecen en esta parte
del ~~pa, en relación a las que se encuentran en el resto de él, podemos ha-
cer las siguientes observaciones:
- No aparecen en esta , representaciones de juego de pelota,
no obstanle haberlos, - por lo menos cuatro confirmados - .
- El tamaño de las construcciones , es por lo general más re-
ducido que en otras partes.
- No aparecen dentro de los recintos esc2nas, que son una par-
licularidad de la representación de Cholula.
- Las construcciones rnismas , en muchos casos funcionan como
referencia , sin depender - como el resto - necesariamente
de un glifo que las Identifique por su nombre.
- Es ésta la única parte, donde aparecen representadas casas
de frente.
- Todos los basamentos de ésta presentan dos cuerpos.
- No aparecen dentro de ésta, templos con techurnbre plana y
almenada como los representados en Cholula y Totomihuaca~.

- Y por último, solo en esta parte , aparecen las franjas azu-


les y las representaciones de rectángulos.
- Caminos -
Además de las rutas que ya tratamos , o sea las lineas parale-
as con huellas - de piés - en fondo amarillo , en esta par te del Mapa, encon-
amos , una complicada red de caminos (foto 11), reconstruida en el mapa 10 ,
los que podemos hacer previamente a su localizac1ón , esta clasificación: Ca-
no bo1tdeado po1t tú1iuu pallate.la.6 - como las rutas - pero sin el fondo amari-
o; c.cunüto4 que. 6e. p>i.ue.1itat1 4olo como Unea.t. co11 wttt.4 c.uanta.6 ltue.Ua.6 al pun-
o 1J al 6ú1al; camúto4 de. l1ue.Utu 6ob1le. Une.a en c.oloit 11.0jo; c.am.ino4 a11ula-
59
d ; , t ubri endo 1as hue 11 as con r> 1n tura bl anca ; c11111u111.1 de lrueUcu 6obu li11ea

Jl'HcUla; Cf1111i1111J de lwett'a.1 JucrJ <va.b Hu linea. A continuación, descr1 bire-

llX>S cada uno de los 29 caminos que aparecen en esta parte del Mapa :
Oe "Tepeaca Viejo" sitio P-8 a Cholula vá * uno , a través de la llanura de
Amozoc (como actualmente lo hace la carretera íederal , que siguió el tra-
zo del "cami no real"), cruzandó los cerros hoy llamados de lds Vegas y San
Mateo, es el único de los bordeados por lineas paralelas (foto 10).
Entre "Tepeaca Viejo" sitio P-8 y la escena junto al Tlaciliual tepetl -de
Cholula - se encuentra uno de fda y vuelta, que presenta un par de hue-
1 las a la sa lida y entrada de Tepeaca (foto 10) y ~tras - huellas - tue-

ra del área, entre la intersección de la ruta-lindero, con este camino y


la escena refer1da , entre los cerros de Amalucan-Tepoxuchil y la sierra de
Amozoc (o de Tepeaca).
Oel cerro Tepoxuchil - que esU sobre la ruta-lindero anterionnente mencionado -
vi ene . desde el Oeste del área, hasta la escena en donde están prendiendo
fuego, el único camino pintado con las huellas y linea en color rojo (fo-
to 10).

De loo; "Te teles de San Miguel" sitio P- 6, a el si tlo P-89 "Tecal tzi" , pasando
al Oriente y Sur del cerro Tlanamacone, se encuentra uno de los caminos
Que han sido anulados con pintura blanca (foto 11).
Igualmente representado , está uno que parte de la barranca de Xalatlaco hacia
el sitio "Techimalli" P-265, solo que se interrumpe totalmente a las fal-
das del cerro Totolquetzale , en la intersección con otros caminos (foto 11).
Los siguientes 18 caminos , están representados por huellas sobre una linea:
El primero de ellos - de ida y vuelta - , parte de la escena
de la fundación de Cuauhtrnchan hasta Tiaxcala (Tepeticpac), bordeando los
cerros de l a Malinche y el Pinal - al Or iente y Nor te - pasando por Huaman-

r~n ~>CO Indicaremos el sentido y dirección de las pisadas.
60
tlíl, regresando por el Oeste y Sur de la Malinche (foto 10)
Otro se encuentra entre la fundación de Cuauhtinchan y el
cdmino bordeado por lineas paralelas, justo donde aparece el glifo de un
cerro cubierto al parecer con tiestos, ligado a un animal (?),asociados
a la fecha 4 tecpatl (podrfa tratarse del lugar conocido como Tepalcayu-
ca* , en la hacienda de los Pilares), el camino es de 1da y vuelta; va
cruzando la cima del cerro Chiquilichi y regresa entre este y el cerro
Teuhtli (foto 12).
Este cannno , va también de la fundación de Cuauhtinchan. al
sitio P-1 llamado "Los Teteles de Ajajalpan", atravesando las barrancas
de Xocoa y Tlatlauhqui (foto 12).
De la ex-hacienda de Anzures sitio P-33, a la barranca de

Xalaclaco , pasa otro (foto 11), que al parecer se conecta con los que van
de esta - barranca hasta "Culhuacan" sitio P-262 y por "Techimall i" si-
tio P-265.
Otro va de "Los Teteles de San Miguel" sitio P-6, a la cueva
qye se encuentra en el cerro con el malacate sitio lP-91 ?, pasando al Nor-
tP del cerro flan amacone , perdiéndose en parte, bajo el cauce del arroyo

de Ameyale y su confluencia con el de Alpatlahuac (foto 11).


De la barranca de Xalatlaco, al sitio P-262 "Culhuacan", par-
te otro, que llega al pié del basamento representado en este último (foto
10), atravesando el rfo Atoyac, pasando al Poniente de los cerros Totolquet-
7.tle.
Del basamento del sitio P-9 "Tlapa1ero", se dlrige otro, has-
ta donde debió estar , el ahora llamado "Los Teteles de Ajajalpan" sitio P-1 ,
..
El lugar se encuentra ya en el área de reconocimiento del Proyecto Amalucan
del Dr. Melvin Fowler.
61
cruzando por la barranca de Teopanzola (fotos 12 y 28).
Otro de estos caminos , vá desde ''Culhuacan" sitio P-262, has-
ta el sitio P-9 "Tlapalero'', pasando entre la representación de Tecali y
los cerros Totolquetzale (foto 10).
Del sitio P-8 "Tepeaca Viejo" , justo desde la "nM.iz de.l.
C' tM.c>", vá otro (foto 10) hasta el sitio P-308 "Acozac", es curioso que la
fecha 4 calli esté pintada sobre la primera huella (foto 28).
Partiendo posiblemenle del lugar del sitio P-1 "Los Teteles
de Ajajalpan" vá otro al s1 tlo P-271 "Mixtla" (fotos 10 y 12).
De "Mixtla" sitio P-271, se encuentra uno - en su mayor parte
destruido - que 1lega al sitio P-69 "Xochil tenango" (foto 12).
Otro, parte del sitio P-272 "Oztoticpac" (fotos 11, 13 y 14)
y llega al sitio P-308 "Acozac . inicUndose en la base del izote y bordean-
do - a su arribo - el pié de las cuevas.
Del sitio P-272 "Oztoticpac" , parte otro (fotos 11, 13 y 15)
aue llega al sitio P-295 "Tecamachalco•.
También de "Tecamachalco" sitio P-295, parte un camino que
l lega a la representación de Quecholac (foto 10).
Otro más, vá del sitio P- 295 "Tecamachalco" , al cerro que se
encuentra inmediato al Sur - casi destruido - (foto 15).
Del sitio P-265 "Techimalli", parte otro que llega hasta la
representación de Coixtlahuaca - Oaxaca -, bifurcándose a atravesar la
ruta-lindero , antes de su arribo (fotos 8 y 10).
Otro viene del sitio representado al lado de Coixtlahuaca (fo-
to 8) , hasta los piés del personaje , de la escena que está, en la laóera
tlorte, de la sierra del Tentzon (foto 23), cruzando la ruta-1 indero y pa-
62
sando entre la escena al pié de "Huitziltepec'' sitio P-279 y el cerro
identificado como Ahuatepec, sitio P-278, cruzando el rio Atoyac sobre
el Puente de Oios y continuando por la ladera baja de esta sierra {foto 10).
Por último, está uno que vá del cerro de Ahuatepec - ligando
con otro - a la escena al pié del cerro de Huitziltepec, que después de
pasar a Lravpes del Puente de Dios, y por la cueva que está en la sierra
del Tentzon, termina en la escena, que hemos descrito en esa ladera (foto
10).
Los siguientes 6 caminos, están trazados con huellas sucesivas, sin linea:
El primero de ellos, parece ser la continuación de la ruta-
lindero que circunda a esta parte del Mapa, desde su ínterrupci6n, en el
arroyo de Alpatlahuac, hasta la escena en que se está prendiendo fuego
(foto 16), pasando al pié del basamento de "Tzacualco", sit10 P-36.
Otro va de la escena de fundación de Cuauhtincnan, al basa-
mento de"Tepeaca Viejo", sitio P-8, corriendo por la ladera media de la
s ierra de Tepeaca (foto 12).
De la barranca de Xalatlaco, al sitio P-265 "Techimalli ''
e< iste otro (foto 11).
Del arroyo de Xocoa, al cerro de Ahuatepec, pasando por "Te-
caliw, sitio P-35 y "Techimalli" sitio P-265, hay otro (foto 11), quepo-
siblemente es el que continúa hacia "Huitzil tepec" sitio P-279.
Parte otro (foto 11), del sitio P-265 •rechimalli" y llega
"Tepeaca Viejo", sitio P-8.
Por último - aunque fuera del área de nuestro reconocimiento-.
l1ay uno que viene de Cholula, sobre el camino - de Tepeaca a Cholula - ya
mencionado de lineas paralelas, y a partir de la intersección de la ruta-
63
lindero continúa sobre la linea inferior, hasta el lugar que pensamos pue-
d P. ser Tepalcayuca (foto 10).
La situaci6n y conexiones en el terreno de cada uno de ellos,
aparece en el mapa 10.
64
La Historia Tolteca-Chichimeca
La Historia Tolteca-Chichimeca , como es sabido, es cons idera-
da como la fuente documental b4sica de la historia prehispánica , para la re-
gión de Puebla-Tlaxcala. El manuscrito de 52 fojas * , narra por medio de tex-
ros, gl 1 íos, toponfmicos y "mapas", los sucesos relacionados a la historia
del grupo Cuauhcinchantlaca, - a manera de anales - desde cuando menos cuatro
o cinco siglos antes de la conquista espa~ola, hasta el año de 1544, está es-
crita en nahuatl, con caracteres latinos del siglo XVI, aunque tiene algunas
anotaciones posteriores, como los primeros ocho párrafos - en chocho-popoloca
y nahuatl - buena parte del documento se compone de; "mapas", glifos toponi-
micos y nominales, que, independientemente de las fechas , fonnan parte de la
composición para dar una "especia l comprensión" al lector . Se ha demostrado
que el mapa que se encuentra , en la edición de 1976, en las páginas 1-2, es
una de las bases a partir de las cuales se elaboró (Reyes, 1974b; pp. 28-30),
ya que quien la realizó, tuvo además a la mano , otros documentos y mapas com-
plementarios, aparte de sus conocimientos - personales-.
El primer análisis de la obra, deja ver claramente que su fun -
ción o motivación, está encaminada a realzar la importancia y extensión del
grupo Cuauhti nchantlaca , fundamentándola desde sus raices, incluso antes de
la conquista y colonización de su territorio , hasta su "despojo o usurpación"
prev1os a la conquista españo la. No es nuestra intención, hacer una nueva ex-
pl1 cación del contenido y análisis de esta obra , lo que puede verse en la edi-
ción de 1976 y en los trabajos de los autores antes mencionados (Kirchhoff,

Su paradero, conservacl6n, etc. pudden consultarse en la edi ción misma de


la H. T. CH . (1976) y en Reyes (1974b) asT corno sus anteriores versiones.
65
l!eye'>. Olivera, Slmons , etc.} , que exponen tanto la riqueza de datos, como el
avance de sus Interpretaciones , hacia varios aspectos y desde muy diversos
puntos de vista, por lo que a ellos nos referiremos en cada caso, cuando tra-
tt>mos la correlac16n con los datos arqueológicos, que en función del Mapa
roemos podido establecer, para exponer el desarrollo cultural.
El contenido de la H. T. CH., ha sido detallado por diversos
autores, desde la época de Boturini (Berlin, 1947; pg. VII) y ya en la edic ión
publicada en 1947, podemos ver que Berlin resume su contenido , cuando dice:" .•. 6~

~n<.eta c.on w1a .úitltoducc.üfn b.il.ulgue. (Chocho-popoloca pott un.a pa.1t te. fJ me.-

u.cano po11. la o.tJt.al. Mcú adelante. 1te.6iVte. la 6aU.da de. lo6 no11au.a.lca-
cl1icltime.c.a.ó de. Tallan lla ac.o.tdl c.i.u.dad de. Tula., Hl.d4lgol µ011. w1 co116lie-
to habido co11 lo6 Totte.ea.-c/Uehime.co.6 a cmu11 de. Ulmac. E4 ta6 11onoualca-
cl1icllime.caJ¡ 1 tvrminada.6 AL~ 111.i91U1c~o11u, llegan 4 utablecM.4e de6útili.-
v.:rmen ce. e.n la 11.e.g.i6n l<m(tlto 6e. de. lv6 ac.tu.o.leA U.t4du6 me Hca1104 de Oa xa-
cn, Pue.bta t/ Ve11ac11..Uz.

Hab.,e11do aba11do1tttdo ToUan lo4 11011oua.lca-clú.cli.ime.c04 , t..imb.iln lo6

C1•lteca-cl11clume.CJU to abandonMon paJta po1.~..C:o11M6e. de Chctu.la duµuú

le liabeJt ve.nci do phimllllo a lo6 na.t.wta.le.ó de. ua 1te.g.l611. a 6t1be..it: lo~


otmeca- u clllanca.6 . Po11. Wta nue.va gueJVta. c.on:t.ita lo6 icoch.unH'.c.04 IJ ay.ipa.n-
'•U , (04 tat,tua-chi.chimec.tu. plde.n a11uda a otJ1.06 clUcltime.caJ> que. cuút v-l-

vla~t vi Cli..ieom6z.toc., de. donde .ta.iua lo4 1tonou.alea-ch.ich.ói1e.c..a.4 como to4


tot te.ca-c.lucliimUIL6 Vtan .tamb.ili! o~inall.i.o4. Ve. u.t.a maneJlll v.itnl!.11 7

Ur<bu.6 m4.6 que. ve.ne.en a lo1i icocltim<lc.tu. 1J ayapa11CJU ' IJ 1ie. utabtece.11 en

fo~ tl!Jt'teltOJ que lo6 totteca.-clLicJ1~)11eC46 le.6 hab.ian Ae.iialado en pll('Jlt.i.o

dt .;u 11yuda, at o!Lie.n.tl! de.l Jt.lo Ato11ac , e.11 el u.tado de. Pue.bt.a.
Fúnd46e. /11; ( e.l pueblo de. Qwwhti11aha11 1J e.l 11.uto de nuutlto rnanU6-
66
c't Lto tAa.ta plleCA'..óame11re. de. f.o4 ulrvuo11.u va.ive.t1u que upe.1timenta uta
peque.i1a '11.!µública: p'tcme1to ~u 4e.11o.IL(o au.t6nomo, dupuü 4u co11quiA.t.a. po'I.

fo4 tlatetolea.4 1/ nwuctU IJ 6.<nalme11te. to4 p.iW!1eA04 aiio4 ba10 et dC1mt1ao

.Upt!ñol, acompa1iadu todo po1t con tlluuu. gul!.llJ\46 con.tila lo4 pue.blo4 c..utcwi-
veeo106." {Berlin , 1947; pp. VIII-IX).

Y en la misma edición, para rnlroducir la obra, Salvador Tos-


11
cano hace 1o propio de es ta manera: la 11.<AtollA.a Tolte.ca-Clt.ichime.ca u un

nutt11L6cll..ito que 4e 1tedac.t6 en lengua mex..lcana l1ac.i.a 1!j44, e.n pape.t WJLOpe.o,
u~ .te. utndo pictoq>ta6 w pllelti.4 pfn.(cao 1teta.tiva.6 al. pueblo de Qµ.a.uliti.l1cJ1a11,

en el Valle del Atutjac, Puebla. Pllllece. 6ue.ita de duda, e.n e6ecto,qu.e ta


Hl4.tt1/l.i11 6ul UCll<.ta ten<endu a la vi6.t.a. w1 c6di.c.e., to que eu po.'t.te C(/111-

P'!Lle.ba la.6 µlcto91ta.6-fa.6 colo1teadcu, que aco111pa1ü111 al texto !J et que uCJt.i-


ba btdlge11a vaya 11.elata11do 6u h.ú..tolt.ia como o i. Jit ltueb.C:ue ten.ido a la

vil.ta una pictogJta 6la: Aqu.{ u.t:4. la g11.a.n ToUan •• . , aho11.a 4ale.tt lo4
c.11.i.clt.iml?ca.4 , e.te. ou p1time11. plllJpie.ta.JLi.o 6ué Co.Ua.tz.01 Te.zc.ac6ua.tl, Ju.jo
dt XW.l1c.6zca tl Apa11éca.U, t¡uie.11 4egún Mengút 6ué quizd wt 9vbtJtna.do11.

-<111pe1u·at de M~úco en ta aldea de. QUlll.lhUnc.han, ya que po4úa el 1ta11go de.


1e.zcac.6uact ' el de ta 4Mpie.n.te. del u.pe.10' ; mue.it.to en 1509, e.ti la pllo-

pia. H.<4taltla 4e da el nurnb11.e de '1'011 Ato1140 Ca.o.truieda, lqu.u11I te.Junrn6

owe..o tita C1tonolo9 (a.' • Comu toda.6 laó ~ue.ntu de. e.~c.c.i6n rnd(g e.na, 4u
cante.nido apllll.e.c.e. ac.ompa.llado 61te.eueJU:e111ente. de. p&t1ta604 ob6C.UAO~ 1J co11tlu.t-
tlic.tolt.4~0, b.ien po1t. la blteveda.d lal)l d.aJt.i.a. de.l lenguaje., b.i"-'1 poll la. <.11-
.r.1tt1.duc..t.i.bW.dad ch a.lgUJ104 vocablo4 .imi4¡e.11a.4 4JtC4ú!04 o pOJt. ta .úttllomt-

>i6u de. 'ca1ttallu ' e.n to4 que. 4 e. 1?J1 t'ltveJta. ta pou.la. tJ la magia; pvr.o

ei1 lo4 42 & año6 que. 1teg..i6.t1tan lo.A a11ttlu de. Q.ua.u.lr.Unc.l1an ( I 1I6- 1544),

&e COM<g1ta11 110Uc.la.4 U .11gu.l6Uc.a.4, de. 0119a11üa&1fo 40CÚU., t .<..te/UVl.{a.4


67
t: f t ,avh d1• i 116 e'"''ª" n, 'W4q"~ .,,. 1 HC<• l c•y ta i11df!1C>11a , c 'leCitcia.6 'te-
'• .!l Í" )·O r/, ,f,·~1/ • 1111'!)•• , 1111 CÚllMHO di' d<Ltut> l1i4tcf'liCt1):

1. li' f¡>¡¡,11rl.11 iu aba11do1111 de fo g11a11 T0Ua11 111161 pM. t.o~ 11011ouatca-

d1icltimeca - tll.<bu 01t.igina11ia de ta co4Ca a.tl.fnt.<.ca, al pattec.M, cu.yo

«•íl'lu 1frht6 H'll l'f tig11r IJ de. tcu tolteca-clu.cl1<.1111'ca mi~ ta1tde, t,ubu

¡J'toc.erll! 11 re de.l No11. te de. Mh.ic.o t.I cuyo totem debi6 M!ll el. t!gu.<.ta.

2. - La Uegada de. t.06 tolte.ca..6 al pa,l¿ de lo./i otmec.a- XLcttlanc.a,


Tlaclulruat.t(pec IClw.tu.t.aJ , en donde ./ion llomw..do4 a u.c..tav-i.tud luu.t.a. que.

mú ttc.ame11te condu.c..ido4 polt llu. cúoll, Ipa.lneniourut.i ITezca.tl<pocal , uc11cv1

a .t'>.& O(mee.a 1J loó expu.l6a11 de 41.L 4a 11tua11A o ( 116 BI .

3. - Fu11daci611 de Quat1h.tú1clrcut ( 1227) 11 6u pe1tfodo de. CittdJ.d-Ebtado

6obe1ta110: 4u.6 gueMa.6 IJ victOllÁa.4 c.011 lA6 t.Ubu.4 cúc.unve.c..i11a.L •


4. - PeJLiodo de JJujec.i.6n a Tla..telolc.o (14501 IJ a Mlx.lco ( /466) como
ciudad tltibu;taMa. Luc.lia de Q.uaul1tú1ch.an contiui la c.e.JLc.ana c<udad IL<.val
dr Tepe.y4cac. ITe.peac.al 11 6u le.11.ta .1u.Lúta 611.e.i1te. a út.a.

S.- Quaul1U11cl1a11 bajo la hegemon.Ca. upo.1lola (1511-15441. " (en Berlin.


1947, solapas).Pero sin embargo, es el Dr. Kirchhoff, quien en esa misma eJi-

ción - en su estudio histórico-sociológico - trata de ver, no solo el aspecto


histcirico - puro - de este documento, sino su análisis cdtico, pdrd ld ex-

truc~ión de los datos antropológicos de esta obra, que plantea ~uando dice ol

n:s• cto: " ... ta HUto!Úa. ToUec.a-CliicJt.ime.c.a ut.4 .ttut Ue.tta de ¡Jdgüuu. 06cu-
11tU y de vvc.dade.IUJ.6 o apa11e.11i:u c.011.tll.ad.i.ce<o11u, que. .1tUulta ímpo4ible.
i'e.W.O. como !e.emo4 WU1 hill to.1t.ia uell..i.ta polt Wt a.uto1t mode.1111:1 o aún g11...ie.-
~o o 11.oma110. Sl.L4 6eCJi.eto4 mcú .i.ntMuantu 4e .1t.eve.t'a11 40lo al. .tnvuüga-

do11 que puufc. de.ci caJi. a 6u utt.Ld.{o a rio4 e11te11.o4 de antfL<A t.) IJ eompo.Mc.i611

de llu..\ dittDll, l!Dll t.o4 que o:tJuui 6ue.i.tu aµo1t.ta11. 11


(en Berlln, 1947; pg.
IX). Hace ver que es fundamenLal. efectuar comparaciones y constataciones
68
sucesivas de los datos que ahf aparecen, para poder desentrañar con claridad
el valor de sus relaciones internas , como lo es, concretamente en este caso ,
enlr(• el Mapa de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan y los datos del reconoci-
miento arqueológico.
Debemos volver a mencionar, que la relación existente entre
el ~lapa y la H. T. CH., está basada en que ambos tratan en general los mismos

sucesos, que , aunque con ciertas diferencias , coinciden en sus aspectos bási-
cos; y uno u otro , muestran 1nnumerables coincidencias hacia lo relatado en
otras fuentes, como la Ht6to~út de Tlaxcat.a de Mu~oz Camargo (1947) y los
A11alu de TtatetC1tco(Barlow, 1948), entre otros; y de la misma manera, es
µasible hacer entre ellos una amplia complementación. Sin embargo, hay que
hacer ~nfasis en algunos aspectos importantes de ambas fuentes - Mapa y H.T.
CH. -, como lo son, la estrecha relación entre Cuauhtinchantlaca y Totomi-
huaque a través de su historia, frente a un cierto distanciamiento, no solo
hacia los otros grupos chichimeca, como los Texcalteca y Acol-chichimeca (que
partr-n juntos de Chicomoztoc hasta Cholula) , sino también hacia sus "supues-
tos parientes" Nonoualca-chich ·1meca, vecinos e incluso comprendidos dentro
de su territorio (en Huehue t lan), en contraste a los Tolteca-ch1thimeca, que
nativos de la región , son los que aglutinan a todos estos - por su trad1ci6n
común - desde Cholula.
Después de analizar estas fuentes, la Historia Tolteca-
chlthimeca y el Mapa de la Ruta Chicomoztoc- Quauhtinchan, se hace aún más
evld1mte su extensión geográfica , cronológica y cultural, y aunque nos res-
tringimos a sus relaciones con el área - arqueológica - en estudio, y nos li-
m1 tanios a las relaciones puramente arqueológicas que nos manitlestan, estamos
participando , a través de los resultados de la etnohistoria, en las 1nterpre-
taciones y relaciones hacia esta área, haciéndo lo desde el campo de la arqueo-
69
logia. para tratar de integrar finalmente, los resultados. Ya anteriormente,
al desglosar geográficamente el Mapa, hemos fijado el campo de este trabaJo,
que en la H. T. CH. es similar, solo que con su calidad de anales. nos enri-
quece la profundidad temporal y clarifica - un poco - la diversidad étnica ,
lo que hace posible , la identi ficación nominal y adscripción .étnica, de los
si ti os y regiones del Mapa, asf como su locali zaci 6n geográfica en el terreno,
con lo que hemos podido relacionar directamente, algunas fonnas de asenta-
miento y materiales específicos, hacia los grupos mencionados.
En el siguiente capf tulo, veremos desarrolladas esta serie
de relaciones entre la H. T. CH., el Mapa y los datos del área de reconoci-
1íento, ya que hemos preferido exponer, primer-0 integralmente , el desarrollo
cultural del periodo que tratamos , para posteri onnente concretar, las princi-
ptles aportaciones de nuestro trabajo.
OE S AR ROL LO CULTURAL

P E R 1 O OO OE ooH1N 1o o LHE e A- X1 e AL LANe A


P ER OOO OE ooH 1 u 1 o T o LT E e A- e H1 e H1HE e A
P E R 1 OOE OE OO H 1 N 1 O HE X 1 CA
P ER OOO OE OOH 1 N1 O E S P A AO L
70
Como introducción a los periodos que nos ocupan, empezaremos
presentando una síntesis , del desarrollo previo del área, con el objeto de
explicar, cual era la situación cultural anterior , y después de tratarlos
terminaremos exponiendo , algunos elementos de la cultura prehispánica, que
siendo de fundamental importancia , por su continuidad a través de la época
colonial, deben ser tomados en cuenta y trabajados , con la técnica y metodo-
logfa arqueológica, oara redondear la visión del proceso de la aclturación
europea, en cuanto a la interrelación o integración cultural. que ha fonna-
do a nuestra sociedad. Para facilitar la exposición, dentro de este esquema
de trabajo, hemos subdividido este capítulo, en base a las etapas de domi-
nio (véase cuadro), incluyendo, dentro de cada una de ellas, la interpreta-
fón global de nuestros datos.
Síntesis del desarrollo previo del área
La evidencia arqueológica más temprana, está presente en el
s1tio P-251, que aún cuando no se encuentra exactamente dentro de nuestra
área de trabajo, fué localizado en la temporada de muestreo - al Sur del
área - consiste en un campamento-taller para el trabaJO del silex. cuyos ar-
tefactos presentan caracterfsticas de una etapa precerámica, que pudiese ser
anterior a 8000 años antes de nuestra era (García Cook , comunicación perso-
nal); los artefactos que ahí aparecen, consisten en "tajadores" en forma de
hacha de mano y algunas lascas , cuyas huellas de utilización corresponden a
las de un "raspador marginal", aún cuando no parece ser evidente su intención
en la manufactura, el resto del material ahí colectado, consiste solo en
esechos de talla , no encontrándose puntas de proyectil ó cuchillos , ni frag-
ntos o desechos de ellos ; o algún tiesto que evidenciara una ocupación o
so en las etapas posteriores.
71
Solo es por este sitio, a partir del cual pudimos comprobar
la temprana presencia del hombre en esta área, ya que al comparar las tipolo-
gfas lfticas, precerámicas de áreas vecinas como Tehuacán y Valsequillo con
nuestros materiales, encontramos que muchos de los artefactos líticos, sobre
todo en sflex, que aparecen en los sitios protourbanos, corresponden a los
tipificados en etapas "pre-agrícolas" , postulándose su desaparición anterior
a la aparición de la cerámica, lo que es contrario al contexto que encontra-
mos y de lo que de ninguna manera podfamos , -haber derivado el - Postular,
una amplfsima ocupación precerámica.
El perfodo protourbano, por su amplia representación, además
de dividirlo en homogéneo y diferencial , hemos podido subdividirlo en algunos
aspectos tipológicos (véase cuadro), ya que es a partir de este momento cuan-
do podemos utilizar fundamentalmente las fases cerámicas (Oávila y de Oávila,
1976), como base de establecimiento para la periodificación y distribución

de 1os si ti os .
Podemos describir como , la colonización del área fué por me-
dio de asentamientos en las laderas bajas de prácticamente todas las sierras
cerros mayores, principalmente cerca de lugares cuyos suelos poseen c1erto
rado de humedad a causa del nivel freático, e incluso de manantiales, pre-
tándose contrariamente a lo supuesto, alejados del valle del río Atoyac,
a 1 • uras que van generalmente de 1os 2 000 a los 2 300 m. s. n.m. En sitios que
antes del siglo Vil antes de nuestra era, presentan materiales correspon-
entes a 1as fases cerámicas HtU.zc.otctla o .\lltue.U.ca típicas de 1 protourbano
éneo.
Podemos considerar , que unos tres o cuatro siglos antes de
tra era, al aparecer elementos tales como basamentos piramidales, terra-
72
zas y canales, es cuando constatamos arqueol6gicamente, la existencia de es-
tratos sociales , solo insinuada, en épocas anteriores, por la~calidad'' dife-
rencial de los materiales que aparecían asociados a una u otra casa (cimien-
to). O sea que podemos , económicamente, caracterizar a este periodo por una
producción regional autosuficiente, con ciertos rasgos de comercio no clara-
mente sis tema ti zado, cuyo desarro 11 o con respecto al res to de Mesoaméri ca
sigue la misma linea.
Hacia el inicio de nuestra era, esos asentamientos llegan a
ser aldeas o poblados - de hasta más de 200 casas -, presentando los materia-
les de 1as fases cerámicas Tocl1te.pec., Xoc.hllteJtrutgo y Apapct6c.o, dándose ya,
plenamente las características del protourbano diferencial, de lo que se in-
fiere directamente el éxito en la explotación de la tierra, incrementado
notablemente por la existencia de canales y terrazas, que hacen posible, no
solo el incremento demográfico, sino la construcción de basamentos piramida-
les, que hacen evidente una desigua ldad no solo interna, sino de un poblado a
otro. Es este fenómeno , el que nos ha servido para caracterizar el protourba-
no, puesto que de esta manera se ve como se va gestando la forma de los si-
tios, que a partir de ser prácticamente autosuficientes, llegan a tener ca-
racterísticas de verdaderos centros de control subregional, lo que les per-
fte poder relacionarse , participando o comerciando, con centros de áreas ale-
adas, como ejemplo de esto, podríamos considerar, las caracterist1cas mismas
e los sitios donde aparece representada la fase cerámica Apa pasco, que mues-
•ra nexos evidentes hacia los centros de la cuenca de México.
En el área que hemos trabajado , en parle esta situación se
ontinúa en los primeros siglos de nuestra era, por un fenómeno de marginación,
e podemos observar en los sitios que corresponden a las tradiciones peculia-
73
res del área - fases cerámicas Oco.t.c..tldn y Motc.axac -, frente a la irrupci6n ,
hacia el tercer siglo de nuestra era , de las caracterfsticas que podemos con-
siderar urbanas - por su origen - . presentándose en una cadena de sitios que
aparecen al centro Este del área - con ma teriales de la fase cerámica Hucyo_
tU.pa11 - , "apropiándose" de las zonas de mayor potencial agrfcola, con un pa-
tr6n de asentamiento y , como ya hemos dicho (Dávila, 1977) características
muy diferentes, las cuales son indudablemente Teotihuacanas.
Aunado a esto , se observa el inicio de una ligera, aunque ca-
racterística penetración de las tradiciones - fase cerámica Hu..¿tz.<.ttepec -.
que aunque inmediatamente al Sur, poseen diferentes rasgos, más ligados a las
del Noroeste de Oaxaca.
De esta manera, lo que hemos llamado urbano , no se desarrolla
localmente, sino que penetra al área - principalmente desde Teotihuacán -, ma-
nifestado precisamente en los sitios (sub-urbanos) que mejor representan a la
fase cerámica Hueyotlipan , por lo que queda implícito, que el "comercio" sis-
tematizado - en este caso de la cerámica-, va aparejado a los mecanismos de
explotación (cuya forma específica desconocemos) que alimentan a la urbe, no
obstante lo que esta ofrezca, como podría ser la obsidiana, o como tradicio-
nalmente se han tomado , 1os val ores rel 1giosos. De es ta manera, podemos ver
omo los sitios marginados , en donde 169icamcnte se oncucntra la contiuuldi\11
evolutiva del área, tanto en lo étnico como en lo cultural, nos muestran a
través de los materiales, de las fases cerámicas Ocotitlán y Molcaxac, su tran-
formación y/o adaptación participante de los valores urbanos, claramente re-
flejada, en la adaptación de las formas de asentamiento y la adopción de las
técnicas de cultivo intensivo; a la par que los sitios, que presentan la fase
erámica Huitziltepec, observan diferentes adaptaciones de lo urbano, mismas
74
que se habfan venido desarrollando hacia el Sur de esta área. Las condiciones
en que hacia el séptimo siglo de nuestra era, se desintegra la tnnuencia-
control ejercida por Teotihuacán en el área, queda fuera de esle trabajo, va
que - ese estado - al verlo en su con texto puramente rural hace que - automá
t1camente - cualquier interpretación carezca de validez.
Se nos presenta can este fenómeno, la ruplura total con las
tradiciones propias del desarrollo local . no solo en los materiales mismos,
sino en la concepción y particularidades del asentamiento * • la cual coincide
Justamente, con el principia, de lo que llamamos el período de dominio
Oln11'ca- XicaUanca, tomando, coma más adelante veremos , a los si Lios que paseen
e 1ementos de 1a fase cerámica Tecamaclutlco, como de 1os grupas que aparecen
en las fuentes.
Con esto hemos visto una síntesis del desarrollo cultural del
área, el que globalmente está expuesto en los dos tomos, que contienen, los
resultadas finales de este proyecto y serán próximamente publicados (Oávila
y de Dávila, en preparación), cuyas caracterfst1cas en nuestra opinión no dis-
tan mucha de ser similares al resto del altiplano central, pero que hemos que-
ido en particular, exponerlas como antecedente, de lo que consideramos el
perfado histórico, dentro del cual está enmarcado fundamentalmente este tra-
Dajo, y al que dedicaremos atención detallada más adelante.
El perfodo de control más temprano que podemos definir (intru-
enda a esta área), es el Teotihuacano , que comprende la transición tanto al
_ríoda urbano coma al protohistóri co y que temporalmente abarca el período


Que soto, en cierta forma puede , derfvar ~ e rjel que aparecía en algunos si-
tio~ que presentan la fase cerámica Huit7il lepec.
75
de expansión (claramente de fi nido por los ~lamados corredores Teotihuacanos},
el cual cae fuera de este t rabajo , si n embargo, debemos aclarar algunos pun-
tos acerca de su desintegraci ón, ya que lo consideramos clave, par a explicar,
el origen del siguiente perfodo de control.
Sabemos perfectamente que hac1a el siglo VII de nuestra era,
se manifiesta un fuerte cambio en todos los órdenes del altiplano Mesoameri-
cano, relacionado a la caida de Teotihuacán (Millon , 1974; Sanders y Price,
1968;" Ber nal , 1965; Jiménez Moreno , 1959; etc.) y por consiguiente a la desin-
tegración de su red de control. Sabemos también, que la región Puebla-Tlaxcala,
asf como la que abarca el Noreste de Oaxaca (llamada ~uiñe, Paddock, 1974a ,
by c) no son - tan - gravemente afectadas, por contar cada una de ellas ,
con áreas de producción y recursos congruentes a su densidad de población. Sin
ellbargo, al verse descargadas del control Teotihuacano , estas regiones, en
ugar de continuar en forma independiente , como al parecer lo hacen otros an-
·iguos centros de control regional , son rápidamente invadidas y controladas ,
a través de las mismas rutas que Teotihuacán empleaba , o sea que hay una do-
1~ penetración en esta área , una desde el Noreste de Oaxaca y Sur de Puebla
os antiguos proveedores de la cerámica anaranjado delgado) y otra desde la
sta del Golfo (los antiguos proveedores de productos tropicales, García
k (1976a, pg. 75) , encuentra también - para la región de Puebla-Tlaxcala -
penetración Huasteca desde el Norte.
76
Periodo de dom1n10 Olmeca-Xicallanca
Está perfectilllente claro que en la región de Puebla-Tlaxcala.
fueron los grupos Olmeca y Xicallanca quienes tomaron el poder, a partir de
los siglos Vil ú VIII, pero debemos tomar en cuenta , la existencia de otros
grupos similares, menos documentados , uno de los cuales es el que se mani-
fiesta desde el Noreste de Oaxaca y Sur de Puebla. Ya Kirchhoff (1940) y Ar-
m1 llas (1946) - como antes hemos dicho - han hecho notar que; el grupo Olme-
ca. que parece ser el más importante, controla directamente las áreas del Sur
de Tlaxcala y Huejotzingo, primero desde la ciudad de Cacaxtla y posterior-
mente desde la de Cholula (Abascal , et. al. 1976); mientras que los Xicallan-
ca abarcaron esta parte de la región, hasta - por lo menos - la vertiente
del Golfo, desde Xaltepec • (Reyes , 1974b; Kirchhoff, et. al., 1976).
El área nos presenta un panorama claro, en el sentido que dos
grupos culturales , con ciertas afinidades, aunque con diversos materiales ,
se imponen - desde el Oriente y Sur - sobre los grupos autóctonos. influyen-
do definitivamente en todos los aspectos cul turales de tradición local. En
nuestra opinión, los materiales refl ejan, que es bastante reducido, cuantita-
tivamente, el grupo que controla, y tiene un origen muy ligado a las tradicio-
nes del Golfo Sur , sin embargo. cualitativamente aporta importantes cambios,
denLro de los grupos locales, herederos en mayor o menor grado de la cultura

El sitio está a unos IS kilómetros al Este de Tecamachalco, en el valle de
Xaltepec o Cañada de Morelos . en torno al cerro del poblado del mismo nom-
bre, ahí mismo existe una ocupación anterior, es uno de los sitios de los
corredores Teotihuacanos , y aunque lu de este periodo, identificada por Jo.;
elementos de la fase cerámica Tecamachalco , es considerable, formalmente
el 5ltio no presenta restos de construcci ones mayores y/o fortificaciones
que nos hiciesen confirmarlo como la "capital Xlcallanca"; máo; aún que ha:
cla el Este a unos 20 kl16metros, se encuentra un sitio (cercano al pobla-
do de lxtapa), con importantes elementos arquitectónicos, y pese a tener una
fuerte ocupación temprana (del período protourbano diferencial), se presen-
tan también con abundancia, los elementos de la fase cerámica Tecamachal-
co, así corno otros elementos característicos del período como el juego de
pelota y la plaza cerrada.
77
Teotihuacana. Esto es lo que nos hace suponer, como más adelante veremos, que
la filiación local, no solo étnica , sino cultural, hacia los grupos chichime-
ca que posteriormente arriban al área, más que una invasión o conquista , tie-
ne caracterfsticas de una revolución.
Este perfodo que llamamos de Dominio Olmeca-Xicallanca, es
en este aspecto una unidad, aün cuando podemos - a otro nivel - dividirlo,
por las tradiciones culturales, que manifiestan sus materiales cerámicos , en-
globados hacia su inicio por las fases cerámicas Huitziltepec y Tecamachalco,
y los cambios tan fuertes en los tipos de asentamiento. que en su primera mi-
tad, son claramente a base de posiciones estratégicas "defensivas", mientras
que posteriormente, al consolidar su dominio, tienden a retornar a las lade-
ras - e incluso a la planicie*- , coincidiendo bastante los inicios de las
fases cerámicas Qua.u.,tincha.tt y Hue.lwe.U.CÍll (véase cuadro) .
Veamos ahora los datos arqueológicos que sostienen estas hi-
o5tesis; en primer lugar , ya hemos hecho notar el rompimiento de las tradi-
ciones que se manifiestan directamente, por un lado en el cambio del patrón
~ asentamiento, desde laderas y planicies hacia las cimas de cerros y mese-
'taS, cuyos elementos arquitectónicos se basan en construcciones residenciales
ac:ltafnistrativas, teniendo como caracterfstica fundamental en los si tíos ma-
res, el estar construidos con adobes; y por otro lado, en la penetración
finida, de los grupos que al Sur de esta área , se caracterizan por poseer
sus asentamientos, nuevos - en el área - elementos arquitectónicos (véa-
e el croquis del sitio P-73, Tepeyahualco) como juego de pelota, un muro
-rcando el área de estructuras elevadas v la utilización de piedra trabaJa-


ejemplo claro de esto en la reglón, lo cnnstltuye el translado del po-
de Cacaxlla a Cholula, en el área de doninlo Olmeca .


78
da - abundantemente - en sus recubrimientos * (una de las características que
- posteriormente - resaltan en Tepexi el Viejo ). Y en segundo lugar, aunado
a la importación de cerámicas sureñas, como el pl1.111bate y anaranJado fino,
penetra toda una serie de tipos sumamente diferentes a las concepciones pre-
cedentes en el área.
la clasificación de los materiales, ha hecho posible definir
en ambos casos, las cerámicas que caracterizan a estos grupos; por un lado
los de inmediatamente al Sur del área, ct1110 diJimos están comprendidos por
Ja fase cerámica Huitziltepec (de Oávila, 1977) , se distingue fácilmente por
poseer una pasta sumamente gruesa, amarillo-naranja, dentro de la cual hemos
definido, por forma y acabado , principalmente los tipos Hu.itzlt.tepec., Ma.tlttc.-
.tzú1c.o ( que se continúa) y Me.ettlte.pe.c.; mientras que para el grupo que a tra-
vés de Tecamachalco penetra o controla desde el valle donde está Xaltepec
- que suponemos Xicallanca -, una de sus características es la fase cerámi-
ca Tecamachalco, que incluye, en diferentes pastas a los tipos Acozac., Cua11.
u ~oul!.4 y Coa.te.pe.e. ( 1ámi na 1) , además de 1 tipo de 1 mismo nombre ( 1ámi na 2). Aún
cuando en gran parte existen todavía, las Oltimas manifestaciones, de algu-
nos tipos de las fases Ocotitlán y Molcaxac, desarrolladas en el órea (Oá-
v1la y de Dávila, 1976).
En su segunda mitad, la característica arqueológica primor-
tal es la aparición de los tipos polícromos ** , que mayormente, en forma de


Jacklein (1972, 1975) reporta algunos sllios de estas c~r~r.lerístlcas en el
¡rea popoloca, que además de estos elem2ntos , poseen "eslela!io" .

•• Lo cual ya había señalado el Prof. Jlmémez Moreno, al relacionar los male-


rlales cerámicos de este grupo, con los de la fase Cholulteca 1 (19~2, pg.
128).
79
platos trípodes de soporte almenado, tipo Quaull.nc./11111, junto con los cajetes
polfcromos de base anular, tipo Ttapall,i (lámina 3) , son aparentemente reser-
vados al uso del grupo dominante, no asf, las variantes del tipo At.tly11r con
decoración negra o roja (lámina 4 ), en las que su pasta, de color cre111a , casi
sin desgrasante y su excelente cocción, permiten fácilmente su distinción. Es-
tos tipos son los que definen la fase cerámica Quautinchan; y por otro lado,
se inicia ahora, la generalización del uso - en el área - de las cerámicas de
pasta gruesa que caracteri zan a la fase cerámica Huehuetlán, principalmente
con los ti pos 0.tzoto.t.epe.c. y Huelw.e.tldlt (de Dávil a, 1977).
En esta segunda parte también es notoria, la integración cul-
tural del área, antes claramente diferenciada, en todos los aspectos , ya que
sr abandonan casi totalmente los si ti os 11 defensivos", retornando las cabece-
ras a ocupar si no las planicies, por lo menos laderas, lo que evidencfa la
estabilidad en el control alcanzado , a lo que paralelamente , se manifiesta el
nicio de la dispersión de la población, elevándose simultáneamente la calidad
e los cimientos. Siendo notorio un importante cambio en la economia, que de
spr, en el período anterior fundamentalmente ln.te.iu,iv11 , a través de la explo-

~ción de las zonas de humedad - al parecer por la técnica de camellones -

Oávila, 1974; pp. 147-151), se ve complementada, cada vez en mayor grado por
a ~xten.6~v11 * , consistente en la construcción de terrazas, con redes de cana-

es, que mantienen controlada su humedad ** . Esto denota así mismo un conside-
able aumento de la población, que, ya no en sitios mayores, sino dispPrsa,


Entendfda ~así, por las característic~· con~ truidas, en relación a la su-
perficie de producción (y su cantidad).

o es conveniente ver, en todos los casos, a los canales como elementos de


riego - en la concepcíón acostumbrada-, ya que la utilización de estos, de
oor si, permite controlar un grado mayor de humedad en una terraza, con solo
el agua de lluvia, además de ser el elemento más Importante para combatir la
ero$1Ón.
80
ocupa prácticamente toda el área de nuestro trabajo.
Tenemos en este perfodo , pocos cambios en lo que a la lftica
se refiere, consistiendo en un ligero incremento en la utilización del silex,
y en la obsidiana, Ja clara presencia de núcleos, de plataforma pulida, para
navajas prisrnciticas; sin embargo, globalmente, se continúa el mismo utillaje,
apareciendo solo los artefactos llamados azadas (Tesch y Abascal, ¡g]4), que
relacionamos a las innovaciones en el patrón de asentamiento* . En cuanto a
las figurillas, lo importante al parecer (ya que no está totalmente tennina-
da la tipologfa de estas), es que durante este periodo, dejan prácticamente
de manufacturarse, ya que las pocas con las que contamos, son a16ctonas y muy
diferentes entre sf.
Los principales sitios de este período, a través de los cua-
les es controlada esta área son; Aztepec P-41, Ocotitlán P-66, La Lagun illa
P-83, Texcal P-91, Techimalli P-265, Coatepec P-270, Tecamachalco P-295 y
Zazala P-302, aunque ya se inician claramente las ocupaciones en Los Teteles
de Ajajalpan - la primera cabecera de Cuauhtinchan - P-1, El Gazope P-54, Te-
peaca P-8 y Cuacoyonco P-58 - muy ligado posteriormente a Tecali - . Mienlras
que de la influencia o penetración Sur , solo son claros en la primera mitad,
Matlactzinco P-62, Tepeyahualco P-73 y Huitziltepec P-279 ** , los que a dí-
ferencia de los anteriores, ya para la segunda parte están abandonados, pasan-
do, el grueso de esas poblaciones a fonnar sitios como Cuatla P-78, Juárez
P-79, Culhuacan P-262, Tianguismanalco P-281, Tepeyahualco P-286 y Tepetla-

Hás que relacionar eslos artefactos co~ la cons1ruccíón, o desazolve de


los cana le~ de las lerrazas, debemos tomar lo~ en cuenta en cuanlo a su
función, en la explotaclón del maguey (principalmente desfibre), cuya siem-
bra - como aclualmenLe se ve - en la orilla de las terrazas. conLrlbuye
de una manera impartante, en su mantenimle~to.

••I ndicados con diferente clave (redonda) en el mapa 11.


81
cal techo P-303 , estos dos úl timos en la región de Tochtepec (mapa 11 • ).
En resumen , el panor ama que se presenta, hacia la llamada
conquista chichimeca, es que el área está controlada por los Olmeca-Xicallanca,
a los que nosotros atribuimos un origen en el Golfo Sur (Abascal, et. al. 1976),
pero este grupo es solo la clase dominante , mientras que el sustrato mayor es
local, participante de la cultura Teotihuacana a través de Cholula, la q~e des-
de Xaltepec, controla esta área, además, tenemos una importante participación
desde lo que fué el área llamada Ñu1ñe , y posteriormente chocho-popoloca.

• Por la dispersión general de los asentamienlos, en estos mapas so lo consig-


namos los sitios que presentan cierta co ~centraci6n, o sea que pudieron de-
l imitarse como tales, en el reconocimiento
82
Período de dominio Tolteca-Chichimeca
Es en este período, a partir del cual ya es imprescindible
que la interpretación del desarrollo del área , esté basado tanto en la arqueo-
logía como en la etnohistori a, por ello iniciaremos la exposición con algunas
referencias - históricas - del grupo Cuauhtinchantlaca, en base a las fuentes
que estamos trabajando.
La H. T. CH. y el Mapa, como muchas otras fuentes, coinciden
en señalar como lugar de origen de los grupos chichimeca - en este caso los
Cuauhtinchantlaca - al l lamado Chicomo2toc, que siendo para muchos investiga-
dores solamente un lugar mftico , para otros, su localización es asignada a lu-
gares desde el estado de Sinaloa hasta Teotihuacán y Culhuacan en la cuenca de
México. Sin embargo - como hemos dicho- , para el Dr. Kirchhoff (1g61) este se
localiza en el cerro Culiacán , en el estado de Guanajuato.
Los acontecimientos en el área reconocida, ocurren de esta ma-
nera; después del arribo de las siete tribus chichimeca a Cholula, corresponde
a los Cuauhtinchantlaca la "conquista" del territorio al Sureste y Este de Cho-
lula * , como hemos visto la parte controlada por los Xicallanaca, iniciando sus
conquistas" por: l a cabecera situada, en ambos lados de la sierra de Tepeaca,
en las faldas del llamado cerro Tzique , ocupada por ungrupo llamado citec.a (H.
T. CH. párrafo 313), en los sitios• P-21, P-29 y P-66; continuando hacia el Esle
de la sierra de Tepeaca, ocupada por un grupo llamado cozotec.a , (Reyes , 1974b;
1>9. 139), en los sitios P-64 y P-65; siguiendo sus "conquistas" - sucesivamente -

O~be notarse, que aunque la H. T. CH. , trata tambfén bastante al grupo Toto-
lhuaque, estas conquistas solo son de los Cuauhtinchantlaca, onf tiendo la
eKpansión de los primeros, por lo que nos queda en este sentido un poco ca-
rente de datos históricos la par t e Suroeste del área (que no debió ser, como
ntes vimos Xicallanca), a excepción de unas cuantas referencias Indirectas
hacia Matlactzlnco y Huehue tl án.
83
con los grupos gobernados por el poc.teca.tl y el .ctacu.lt.ol.teca.tl , asentados en
Ch.<.qc.umol.te.pec y en Ctu!.zcmm.tl yyacal! (H. T. CH. párrafos 314 y 315 respectiva-
s:?ente) . que Reyes (1974b , pp. 140-141) sitúa fuera de nuestra área de r econoci -
lento* ; posteriormente destruyen a los Xlcall.ru1ca-OCmeco. en Xal tepec (H. T. CH.
párrafo 316) que hemos mencionado , también fuera del área - estrechamente liga_
'arqueol&Jicamente a Tecamachal co, sftio P-295 - ; y después a los tochtepe.u.a.
H. T. CH. párrafo 317) al Sur del poblado de Tochtepec , sitios P- 286 y P-302;
finalmente al grupo del aya.uht~ (H. T. CH. párrafo 318) en Techimalli, si-
tio P- 265 (véase mapa 11 ).
Inmediatamente después de obtener el con trol, de esla área,
empiezan las inmigraciones , primero desde la de Cholula, la H. T. Cll. en los
párrafos 319 y 320 , nombra los grupos Cotluutque y a los Tlama.i1oco. Uuot;:ú1c.a
Teotla.tepan.t.laca, asentándose ** en Tepeaca sitio P-8, los que aparecen en el
'lapa, como puede verse en la foto 28 (ident1ffca·ci6n de Reyes, 1974b; pg. 117);
s siguen los de la Mix teca , mencionando la H. T. CH. a los nu.xteca-popoltoc.a
- en el párrafo 322 - , que venfan de CouaylCtta110ca11 - Coix tlahuaca - Tta.cpa.cal.co
y Aztac.al.co , luga res que aparecen también en el Mapa (foto 8), recibiéndolos en
Zac.aullottan, silio P-296 y posteriormente asenUndose y fonnando a Oztoticpac,

itio P- 272, y a la cabecera de Couayoc.411 Q.u.auli.tepe.c - Tecamachalco -. sitio


-295 (H. T. CH. párrafos 326 y 327 respectivamente: como puede verse en las fo-
• ~ 13 y 15) *** y por último al haber ''hambre florida '' en Cholula (H . T. CH. ,
•Sin embargo hay dos si ti os en el área, que arqueológicamente pre~entan car~c-
eríslicas que los liga a esta época, pese a no estar mencionados en la H.T .CH .

• lrchhoff (1947b,pg. LXI) , en base a Mu~ oz Camargo, plantea que esLo no fué
del todo pacífico.

u
Es de esta fil !ación de donde salen los llamados colanochca hacia Cholula
(H. T. CH. párrafo 328) y al parecer posteriormente a Texcoco, a loe; cua-
les lxtlllxóchl LT le5 1 loma tlallotlaques y chlmalpanecas (1965 , l omo 11;
pp. 69-70) y tienen un papel impor tante en ese señor ío del valle de Méxi-
co.
84
párrafos 337 y 338* ) , arriban al área los llamados Cal.polleque que según
el Manuscrito de 1553, párrafo 52 (Kirchhoff, et. al., 1976; pg. 209, nota
1) se asientan en ToUan Cw:w.li.Urut Tt.a.te.npan, o sea en la ladera del cerro
Tola, sitios P-33, P- 38, P-42 y P-45 (Oc1vila, 1974; p9. 156).
En el transcurso de este perfodo ocurre la "decadencia" de
Cuauhtinchan como centro de control del área, lo cual se produce por el rá-
pido e importante crecimiento de Tepeaca, sitio P-8, favorecido por su si-
tuación geográfica en relación al comercio y áreas de producción.
Debido a esto , el aspecto histórico no es tan claro, pues
la H. T. CH., nos presenta un vacio entre los párrafos 339 hasta 354 ** (de
1254 a 1397), los cuales se concretan casi exclusivamente a las fechas. la
sucesión de tlatoanis y solamente menciona conflictos o hechos globales de
los grupos chichimeca - y específicamente Totomihuaques - después de lo
cual, como veremos adelante , es ya el señorfo ••• de Tepeaca (aunque la H.
T. CH. y el Mapa lo traten de disimu l ar) quien tiene mayor fuerza.
La arqueologfa nos muestra, como principal característica de
este período, la popularización en el uso de las cerámicas polícromas, ante-
riormente restringida, a un pequeño sector de la población, y mienLras que
los tipos de las fases cerámicas Quautinchan y Huehuetlán continúan plena-
mente en uso (ya los de las fases cerámicas Tecamachalco y Huitziltepec han

• En este párrafo aparece la única mención referible a la organización de


calpulli en el área .

.... Klrchhoffanota, en su estudio hlst6r lcl · sociológico (19~7b,P9- LV), la


pobreza de datos de los párrafos 313 a 35~ (22~ años).

-· El término se~orío, aplicado desde el siglo XVI - a los sitios que íun
clonan como cabecera - , es quizá ya apl icablc en un amplio sentido des-=
de este momento, al referirnos a los principales centros de control del
área.
85
desaparecido completamente) , aparecen bien caracter izados, los de la fase
cerámica Calpolteque , que corresponden a los de las áreas de Cholula y
Huejotzingo (véanse para este último el grupo Tepepa, tipo Tepepa, tipo
San Pablo y tfpo Paxtepec; y al tipo Atexcac , tipo Arenas; Schmidt, 1975b,
pp. 45-46, figs. llb , 13 a, by e; y comunicación personal ) , teniendo como
principales representantes en el área , a los defi nidos como tipo polfcro-
mo Calpotlequt (lámina 5 a , by c) y a la variante negro sobre guinda in-
ciso del tipo Zac.au.ilo.tla.n. La fase cerámica que corresponde a este perio-
do en el área, es la repe.JJllCAC., la que se compone primordialmente de 1os
tipos policromos Oz.totic.po.c.• {lámina 6a) y Tec.h.ima.lli (lámi na 6b) y de los
tipos Te.peac.a (lámina 7 a y b) y Zac.au.ilo.t.la11 - negro sobre quinda - (lá-
mina 7 e y d), este último semejante y al parecer antecesor del que Tol s-
toy (1958 , pp. 45-47 ) llama tipo Texcoco•• y Noguera (1965, pg. 118) negro
sobre rojo br il lante pul ido; apareciendo ahora - aunque en la fase cerá
mica Quauti nchan - dentro del tipo A.tovac, las variantes trícromas (lámi-
na 4 e y d). También aparecen - aunque aún escasos - algunos tipos de la
regi6n Tepexi-Acatlán, que posterionnente veremos.
Los asentamientos no tienen grandes cambios , si bien, es ya
muy marcada la dispersión en todas partes del área, e incl usive gran parte

*Lo que nos ha llevado a separar ll pológicamente a varios tipos polícranos


(en esle caso al Quauti nchan y al Oztoticpac), en luga r de considerarlos
solo cano variantes, es el hecho de que su di ferencia cronológica (en cuan-
to a aparición}, ya que tanto técnica como formalmente muchos de ellos
son iguales, distinguiéndose solo, como puede verse en l os i l ustraciones.
estilisticamente , pero fundamentalment e, porque son claras su5 diferencias
culturales.

*"'Sonmuy parecidos. pero no Idénticos, ya que el tipo Texcoco presenta


claras diferenc ias, principal men te en su acabado brlll~ntemente pulido
lo que no permite l a oxidación del núcleo, adem5s de muchas vece s pre-
sentar decoración (pos tcocc lón) blanca , características que rl tipo
Zacaullotlan no compa r te .
86
de las nuevas cabeceras y sitios mayores * , ocupan lugares abiertos, en la-
deras y planicies, sin mostrar tendencia alguna a la fortificación o posi-
ción estratégica (militar) , solamente cabeceras como Tepeaca, sitio P-8 y
Techimalli, sitio P-265 , entre otros , ooseen estas caracterfsticas. pero se
debe a su ant~rior establecimiento, tendiendo en este perfodo a salir de
él (mapa 12).
También se ve claramente , que es en este perfodo en el cual,
se elevan al mhimo , en el 6rea , las posibilidades de producción agrfcola,
ya que manteniéndose las obras anteriores de este carácter, se construyen
extensas zonas de terraceado , y es importante el que (aunque no sabemos si
empieza anteriormente) se utilizan con abundancia, las represas con canales,
en las barrancas, para el mejor control del agua de lluvia, la cual en al-
gunos casos se utili za para el consumo humano , en otras para impedir el ex-
ceso de agua en algunas partes, y también - ya que no son la mayoría - para
irrigar las zonas de producción intensiva.
Son modestas - comparativamente - las construcciones de este
periodo , pero hay algunos elementos arquitectónicos, principalmente materia-
l es de construcción, importantes porque aparecen ahora , como 1os "ladrillos"
(o adobes semi-cocidos) de di versos tamaños , e 1 uso de "e 1avos 11 de barro
cocido y una especie de"almenas" , también de cer6mica.
En cuanto a otros materi~les , es importante señalar la apar1-
ción - en el área - de piezas de metal (seguramente importada ya elaborada)

como:
la Mesa del Tecalero P-5 y P17 Tlacuazlngo P-76 y P-77
TI apa tero P-9 Tlanamacone P-98
Palo Huérfano P-22 El Calvario P-100
Anzures P-33 El Mirador P-260
Los Alamos P-35 Hixtla P-269 y P-271
Monte del Ayuntamiento P-38 Oztotlcpac P-272
Ojo de Agua P-'12 Tlanepantla P-292
lnflernl 1 lo P-45 Zacaul lo tlan (?) P-296
Ajajalpan P-'47 Tetlananca P-30'4, P-305 y P-306
San Andrés P-l+a Act lpan P-313
Acatlán P-64
87
como cascabeles y pequeñas "hachas o cinceles" ; en 1ft1ca la única innova-
ción consiste en las puntas de muesca lateral - antes inexistentes en el
área - como los tipos Harrell • y Texcoco , y en la divulgación o generali-
zación, del uso de los bezotes de obsidiana; las figurillas de barro que
encontramos a partir de este manento , - aunque no hay una tipologfa esta
blecida -. corresponden perfectamente a las tard fas del resto de la región
y del valle de México, existiendo también las llamadas "de asa'', sumamente
abundantes en Tlaxcala (Trejo, 1975; pg. 149, lámina II-9 y Noguera, 1954;
figura en página 207). Podrfamos asumir también, aunque sin poderlo corro-
borar, que esta área es enriquecida con respecto a los conocimientos de es-
critura - pictográfica - por la llegada de los grupos del Noroeste de Oaxa-
ca ••
En resumen, este perfodo, se inicia con el establecimiento
de los chichimeca Cuauhtinchantlaca en el área, que al ir ampliando su te-
rritorio y aceptando simultánea o inmediatamente después, el asentamiento
- muy cercano - de grupos "amigos" , pero a fín de cuenta diferentes - Col

•la punta Harrell, pertenece a una tradición, cuya penerrac1on hacia el


área, puede corresponder al bagaje de los grupos chichimeca, ya que an-
teriormente no está presente. Por otro lado es interesante señalar que
la única representación "indígena" de escas puntas está en el Mapa, jus-
to frente a la cabeza de serpiente, del leño que están encendiendo en
la ceremonia del fuego , al pié de Ch icomoztoc, sostenida por uno de los
chichimeca que está de cabeza.

"'"' Col'
respecto a eHe punto, sobre todo en relación a l;is tradic iont•s de
cerámicas poi icromas (pr incipalmente t!I 1 lamado t Jpo ctdice.) atribuidas
a la Mlxteca Oaxaqueña, queremos aclarar que hasta el momento, no cono-
cemos en la reglón central de Oaxaca, algún sitio arqueológico que pre-
sente, en super f lcíe, la cantidad de 'llillcriales polícromos que aparecen
en cualquiera de sus contemporáneos en Puebla-Tlaxcala; y en cuanto a
las piezas, procedentes de tumbas y ofrendas. la mayor parte de el'ª'
corresponden a tipos bien claros de la r~qlón de Puebl;i-Tlaxcala, Inclu-
sive del área que estamos trabajando, dl~tinguiéndose solo alqunas de
ellas, principalmente las que presentan tonalidades de azul en su acaba-
do.
88
huaque, Uexotzinca , Mixteco-pcpoloca y Calpolleque -, provoca el rápido
surgimiento de divisiones y rivalidades (Reyes , 1974b; pg. 117 y Olivera
1975; pg. 223), ya equivalentes a las de los grupos anteriores , principal-
mente causadas por los mixteco-popolloca (emparentados con el subgrupo
- Cuauhtinchantlaca - de los chima1paneca , Reyes, l974b; og. 38), que a
través de las cabeceras de Techimalli , Tecamachalco y principalmente Tepea-
ca, cercan al''senorfo'' de Cuauhtinchan y forzan incluso a mudar su cabece-
ra del lugar que ahora se llama Los Teteles de Ajajalpan, a la ladera del
cerro Tola, en la zona que actualmente se conoce como Anzures - por una an_
tigua hacienda - justo donde en el Mapa, aparece la escena de su fundación,
en el manantial de Ameyale.
Es muy importante ver como , en este perfodo, el movimiento
de la cabecera de Cuauhtinchan, se debe al aumento del poder de Tepeaca,
que empezando a absorber para el final del periodo , los sitios en su derre-
dor, lo mismo que está pasando con Techimalli , en la parte central Sur y
con Tecamachalco hacia el Este * , polariza dos formas claras de asentamien-
to en cada unidad - cabecera y población dispersa -, dejando de existir ca-
tegorfas intermedias . salvo escasas excepciones (como Acozac, sitio P-308,
Cuatla, sitio P-78 y Tianguismanalco , sitio P- 281), y aunque deben variar
los grados de dispersión, podemos inferir que para esta época, es esa la
forma que prevalece en Puebla-Tlaxcala.
A través de los materiales arqueológicos y apoyados con los
datos de la H. T. CH., podemos observa~ que hay estrechos lazos - pese a
buenas o malas relaciones - entre todos los señoríos de Puebla-Tlaxcala,

Al parecer hacia, el Oeste, Totomihuacan inicia lo mismo .


89
mostrándonos una serie de intercambios , que revelan que aún , siendo Cholu-
la todavfa el punto centralizador , ya se están definiendo - a nivel subre_
gional - marcadas diferencias entre las áreas de Tlaxcala, HueJotzingo.
valle de Atlixco y en este caso Tepeaca , que con un amplia área bajo su
control y su estratégica - no necesar iamente militar - posición comercial,
con respecto a las tierras bajas del Golfo de México, tiene un incremento
•n población e importancia sumamente marcado, situación que encuentran los
Mexica, al conquistar el área a fines del siglo XV, como a conlinuación
exponemos.
90
Perfodo de dominio Mex1 ca
Es te es el Oltimo período prehispánico, definido por la con-
quista y dominio Mexica del ~rea. Por obvias razones, no hablaremos aquí
del origen y desarrollo de la expansión Mexica desde la cuenca de México.
limit~ndonos a recordar que su origen es - por lo menos tradicionalmente-.
igual al de los Tolteca-Chichimeca, y que sus conquistas, aunque alcanzaron
lugares remotos, "permitieron" 1a independencia de los señoríos de T1 axca la,
y basaron su dominio o mejor dicho el control de su territorio, en la ex-
plotación tributaria, a través de estratégicas guarniciones.
Para entender mejor el mecanismo - o la forma - de la conquis-
ta Mexica en la r egión , sinteticemos lo que la H. T. CH. narra, a partir
del párrafo 355:
En el ano 1398, los Tlatelolca bajo el mando de Quauhtlatoua,
destruyen al Teuhtlecozauhqui - tlatoani de Cuauhtinchan -, posteriormente
parece ser que Tepeaca trata de recuperar o apropiarse de esa zona, por lo
que los Cuauhtinchantlaca delatan a los de Tepeaca, llegando "refuerzos"
Mexica bajo las órdenes de Axayacatzin, conquistan el resto del área, toman-
do Tepeaca en el año 1466. Después se inicia el conflicto entre el resto de
los señorfos Tolteca-Chichimeca - Cholula , lfuejotzingo, Tlaxcala y los To-
tomlhuaque•- contra los Mexica, a través de las principales cabeceras de
esta región - Tepeaca, Cuauh tinchan, Tecali, Tecamachalco, Quecholac, Hua-
quechula y Teopantlan -.
Esta situación de conflicto interno, en la que el gobierno ,
en el área. no está claramente definido - por encontrarse bajo el dominio
Mexica -, es aprovechado por los de Teoeaca, que hacen una visita a Tenoch-
títlan, tratando así de obtener el poder , sin embargo - estratégicamente -
* Estos últimos ya habfan perdido la mayor parte - Sur - de su tcrriwrlo,
convirtiéndose en vasallos de Cliolula (Klrchhoff, 19~7b; pg . LIX) .
91
los Mexica dividen (como de hecho ya lo estaba) en cinco partes, con el
objeto de restarles fuerza , separando - y conservando las antiguas divi_
siones - los territorios de Tepeaca, de Tecamachalco, de Quacholac, de Teca-
¡; (cuya cabecera anteriormente era Techimalli) y de Cuauhtinchan, fiján-

doles linderos, que (únicamente con respecto a este último) se citan en


varios párrafos (380, 387, 442) de la H. T. CH. (véase mapa 14).
Sin embargo, debido a sus propias caracterfsticas, Tepeaca do-
mina en muy poco tiempo al resto del área, por lo menos económicamente, así
vemos que - aunque con muchas libertades -, se mantiene bajo el dominio Me -
xka, concentrando el tributo de toda el área hasta la conquista española,
en la que a su fundación como Segura de la Frontera, solo cambia de desti-
no el tributo.
Los datos arqueológicos, corresponden a la presencia de este
grupo, pues a las fases cercmiicas - locales - mencionadas, Quautinchan y
Tepeyacac se integra la fase cercmiica recalen
.. (véase cuadro), compuesta
en l re otros, por tres t i pos de probada fil iación , los 11 amados "Azteca 111"
y "Azteca IV" (Noguera , 1965; pp. 112-114).abundando las llamadas ''miniatu-
ras'' (lámina 8). y el conocido Texcoco negro sobre rojo (Tolsloy, 1958;
pp. 45-47), por otro lado , solo aumenta la presencia de materiales de la fa-
se cerámica Teµexi (lámina 5d), sitio que ya se ha consolidado, como la
principal cabecera del seílorfo que al Sur de esta área debe controlar , tan-
to a Molcaxac - anteriormente más ligado al área - y Huehuetlán - anterior_
mente ligado a Totomihuacan - , encontrando ahora ya todos sus tipos y va-
riantes .
. Hemos considerado como local a esta fase cerámica, por qu~ muchos de los
tipos que la íorman, debieron haber sido manufacturado~ en el áreJ, e In-
cluso platos trípodes como el Azteca IV y "miniaturas" (copa'> y platos).
92
La disposición de los asentamientos (mapa 13), no se ve tan
afectada, en este perfodo como su función, los cambios más fuertes son cla-
ros, ya que pierde importancia la cabecera de Techimalli, sitio P-265, en
la proporción que va creciendo Tecali, sitio P-57, el cual parece también
absorber los sitios: Cul huacan, P-262; Mi xtla P-271; Coatepec , P-270; Cua-
tla, P-78 y P-283; Ahuatepec, P-278; Tlanepantla, P-292; Tianguismanalco,
P-281; etc. * Mientras que Cuauhtinchan , sitios P-33, P-38, P-42 y P-45, ha-
ce lo mlsmo con los sitios: Tlanamacone , P-98; San Andrés, P-48; Tecalero ,
P-5 y P-17; Totolquetzale, P-34; etc. Por otro lado Acozac, sitio P-308 - en
lugar de integrarse a Tepeaca , sitios P-8 y P-71 - dá origen, o por lo me-
nos incrementa en fonna importante , a Acatzingo, sitio P-307. En Tecama-
chalco, lo que sucede es que se abandona totalmente la meseta, sitio P-295,
incrementándose la población en las laderas a su derredor, seguramente ya
ocupando su lugar actual, absorbiendo los sitios; Lomas de Santa Cruz , P- 311
y (Los Teteles de la Compania) Tlaixpan, P-312. Al Noroeste y Sur, tanto
hacia Totomihuacan como hacia Mol caxac sucede lo mismo respectivamente. Tam-
bién es notorio, que partes definidas - dentro de los asentamientos - tanto
de Tepeaca como de Tecali, muestran gran proporción de los materiales de la
fase cerámica Tecalco, lo que no sucede tan claramente, en el resto , lo que
confirma que precisamente en esos sitios se mantiene , una "guarnición" Me-
xica, o por lo menos a algunas gentes de este grupo, encargadas del control
de este terr itorio , con fines tributarios.

Fuera de los citados materiales cerámicos, no existe algún otro

* En el mapa 13, los perímetros de punlos Indican la integrac ión de la po-


blación, hacia cada cabecera (sin que net:esariamente desaparezcan), aun-
que la mayor parte parece Incrementar a Tepeaca, no solo sus sitios in-
mediatos.
93
elemento arqueológico diferente , incluso en la arquitectura, quizá solo
pueda verse alguna innovación en la posición de las cabeceras, que a excep-
ción de Acatzingo, tienden nuevamente a una posición menos vulnerable: de
la misma manera, no aparecen cambios en cuanto a las técnicas de oroducción
agrfcola , de la que seguramente se dedicaron los recursos necesarios, para
la obtención de las materias de tribulo, que según Clavijero consistían en:
". . • 4 , 000 caltgM de. cal, 4 , ooo de o ttl tu g1U1Jidu o caiía.6 1;6li rúu µa.,'la

lo6 e.di. M,ci.06 1J o.tli.a.6 taJt.ta.6 de. o.ta.tu 111e1101tu pM.a daJt.do6; 6, 000 caJt-

giu. de. acaye.U o ca.iiu.to6 de. oto11.u , 91 upacúu. IJ otJr.cu. t.a.1i.ta6 1wde.tiu.,
una polt cada 4 dlaJ>." (Clavijero, 1964; pg. 215); Borah y Coo~ (1963,
pg. 137) reconstruyen la cuantfa de los tributos, mencionando también que
entre ellos habfa; pieles de venado y "cacaxtles", además claro de mafz ,
frijol, chfa y "huautl i". La cal sigue siendo explotada en toda la sierra
de Tepeaca y muchos de los sitios de estos últimos periodos presentan hor-
nos, que debieron tener ese fin , mientras que la caña u otate, fué explota-
da hasta muy recientemente en las planicies de Tepeaca, Tochtepec, Tecama-
chalco y Acatzingo , a lo cual seguramente este último debe su nombre.
Hay un elemento cultural importante, que no hemos mencionado,
pero al que pensamos ahora conveniente referirnos , o sea el mercado de Te-
peaca, por ser aún en la actualidad, el foco de atracción no solo del área,
sino de gran parte de Puebla-Tlaxcala (Longmate, 1973; pp. 29-32); según la
H. T. CH., se establece en el año 1468 {párrafo 396) y esa fué la causa de
que gran parte del grupo Calpolleque , sali~ra de Cuauhtinchan, hacia Tepea-
ca, creemos que es precisamente el mercado. lo que le pennite controlar
- económicamente -, durante este perfodo a el área, por lo que los Mexica,
poco antes de la conquista española , impulsan el mercado en Acatzingo (aún
94
ahora muy importante) para que rivalice con este , tratando con ello , de
restar le fuerza a Tepeaca.
En relación al perfodo de dominación Mexica, en general par·a
la región de Puebla-Tlaxcala , es importante señalar, que a través de él se
manifiesta el último impulso , en la difusión de las cer~micas polfcromas,
hacia distintas partes de Mesoamérica, especialmente hacia la cuenca de
México , donde aparece en tal cantidad, que muchos investigadores presllllen
el translado de artesanos para su manufactura.
Volviendo a este tema, la situación que se presenta hacia la
época de la conquista española , es definitiva en cuanto a que Tepeaca tiene
ya una importancia relevante sobre un amplio territorio. recuérdese que Mu-
ñoz Camargo, menciona que cuando Cortés planea la estrategia de la conquis-
ta de Tenochtitlan , los señores de Tlaxcala le recomiendan: " ... ante torlaA
w co61W lle. conqu..i.h.t.a.6e la p'l.Dv.tnc.ia. de. Tepeyaca.c y toda. 6u ccma11ca 1(

laJ. dl!m4Ji pMv.C:.itc.úi.6 1>uje.w a .t.01> Me.ucartol> , l. que l1ac.ie.11do uto, 1>e.-
'Lia dume.mb11.1l.Jt IJ c.oll-taA w "Uticu de.t 1hbt'l, y que. qu.e.cúu1do de.1>.t1wJ1-

cado 11.<11 6ue.1tza. 11.utgutttt, con 6m:.<.tA.dad 6<' de.JVl..(ba11(a pM. et 1>ue.lo, po11-

que. gcuu!ndote. to1> huj e.toó que. u taba.ir me.1101> 6ue 't.tU, que.da.'lút la crnrla.rl
de. Ml~i.co 1>ola, 11.i n que te. pucti.e1>e. eiWta11. tu.11gúrt 6oc.t11t1to de 1.xvi.te. 11in-
gw1a, 110 11e. podll.Úl 61!6.te.n.tall mucho lie.mpo , •.. " (Muñoz Camargo, 1947,
pg. 252); y también los problemas que tuvo Cortés con los Tepeyacactlaca,
hasta conseguir su alianza , en contra de los Mexica, con lo cual se confir-
ma, nuevamente como posición estratégica, al fundarla como Segura de la
Frontera en 1520 (Cortés, 1973; pp. 88-89), manteniéndose como guarnición
hasta posteriormente ser elevada a rango de ciudad española, en el siguien-
te perfodo, trataremos ~s ampliamente esta situación.
95
Periodo de dom1nio Español
Esta parte está dedicada a tratar de presentar, lo que sucede
con la "cultura" prehispánica , en el - principio del - proceso de acul Lura-
ción europea * , ya que como hemos dicho , no consider amos válido el suspen-
der las investigaciones arqueológicas por este motivo , por lo que tratare-
mos de senalar la validez de los métodos y técnicas arqueológicos en la co-
lonia , que sin competir con la historia, son indispensable complemento pa-
ra conocer - materialmente - el desarrollo social de este proceso, señalan-
do simultáneamente, algunas manifestaciones de rasgos prehispánicos vigen-
tes hasta la actualidad.
La interrupción del desarrollo socio-cultural Mesoamericano,
que marca la conquista de México, en su forma y sucesos es ampliamenle co-
noc1do, narrándolo infinidad de veces, desde sus oropios actores. En esta
área, sin embargo - las fuentes que estamos tratando-, por un lado el Mapa
de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan , como hemos visto , termina con la in-
formación de 1466 , mientras que la Historia Tolteca-Chichimeca, a partir del
párrafo 422 en que arriban los españoles, menciona muy de paso los aconteci-
mienLos de la conquista , por preocuparse en establecer la continuidad de
sus linajes y - a partir del párrafo 426 - relatar la cantidad y clase de
tributo hacia Cortés (?) y a su encomendero Orduña **y posteriormente a Alon-
so Valencia y Juan Pérez de Arteaga, mencionando la llegada de los doc;e
frailes - entre los que se encontraba Motolinia -, estableciéndose uno de
ellos, Fray Juan de Rivas en Tepeaca, terminando, en el último párrafo con-

*Este tema está desarrollado, lndcpendlcnle'TM'!nle a este trabajo. en la ponen-


cia A11.ea ce11t1111 Sull cfo PuPbta del "Po6t•lhtr1 " a (n C'ofonÚI, c¡u•· se presen-
tará en la XV Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de AntropQl ogía.

"*SegGn el Códice Franciscano ( 1941, pp. 24-25) Ordu"a tenía en encomienda


la zona de Tecal J y Pérez de Arleaga tenía a la de Cuauhtinchan, cuyo
producto iba a mitad con el Rey, mientras que el de Tcpeaca er~ totalmente
para el Rey.
96
servado - 442 - . con los problemas de tierras, llevados ante el virrey Don
Antonio de Mendoza, por los ya establecidos "tlatoque" Cuauhtinchantlaca. Por
lo que la versión - contemporánea - a estos sucesos, puede verse un poco más
ampliamente , en Bernal Diaz (1933 , tomo I; capitulo CXXX , pp. 285-288) y en
la segunda carta de relación de Hernán Cortés (1973).
Las formas de gobierno , estructura social, etc., se encuentran
ampliamente desarrolladas en los trabajos de Reyes (1972, ¡g73 y 1974b) y Oli-
vera (1973 , 1975 y 1976), por lo que nos concretaremos a presenlar una rela-
ción de los principales sucesos que , al dejar evidencias materiales, automá-
ticamente se engloban en nuestro campo.
Al fundarse Segura de la Frontera, no parece haber cambios en
los patrones geopolflicos - internos - del área, continuándose prácticamente
la situación expuesta en el mapa 13 (como puede verse en el Códice Francisca-
no, Chávez Hayhoe (ed.) l94lb; pp. 24-26) , sin embargo es claro, que los pa-
trones urbanísticos de Tepeaca son i1111edíatamente transformados por el tra-
zo de damero europeo (Borah, 1974; pg. 75). al mudar el "centro" de la ciu-
dad, desde la canada de San Miguel hasta la planicie (unos dos ki1Ól11etros al
Sureste), aún dentro del área poblada, definiéndose desde entonces la loca-
lización del templo y edificio de gobierno , a ambos lados de la plaza, otro
tanto se inicia en las denás cabeceras - al otorgarse en encomienda-, inau-
gurándose sucesivamente el convento de Cuauhtinchan en 1534 (H. T. CH. párra-
fo 435) y un año después el de Tepeaca, simultáneamente al translado del mer-
cado (H. T. CH. párrafo 436) a la plaza central. Para esto, fué determinan-
te, que el principio de la penetración de la cultura europea - como es sabido -
se haya basado en la evangelización, aunado a que el trato , de una parte de
la población, en esta área, sea básicamente en fonlla de esclavitud, con lo
97
que se logró rápidamente la edificación de los ya mencionados conventos-
fortaleza y no es sino hasta la segunda mitad del siglo XVI, cuando con las
llamadas congregaciones * empieza a desaparecer el oatrón disperso vigente
durante los 6ltirnos siglos, transformando radicalmente la economía de la
región, con la introducción de otras técnicas agrfcolas y nuevos cultíge-
nos. Así mismo los problemas del área, para su evangelización, no solo basa-
dos en la dificultad del lenguaje , ya que un buen número de habitantes eran
aún popoloca, sino también en que formaban un complejo étnico y cultural no
muy relacionado al Mexica, lo que forzó - aún más - la situación de los mi-
sioneros en cuanto al rechazo e intento de extinción de costumbres ''paganas",
con lo que seguramente se perdieron los documentos prehispánicos, que sir-
vieron de base a nuestras fuentes. Quizá en parte fué esto lo que sirvió a
los Cuauhtinchantlaca para tomar ventaja, al conservar tan ricamente mani-
fiestas sus versiones de la h1storia.
Pese a esta forzada y ráp ida aculturación. a la que debemos
agregar el importante factor del mestizaje, las tradiciones cerámicas - que
consideramos como arqueólogos el principal elemento de trabajo-, no se ven
básicamente transfonnadas ** durante casi un siglo, sin embargo, trascienden
algunos elementos decorativos europeos en el polfcromo, que seguramente pa-
san a substituir a los glificos, pero siendo en una muy pequeña proporción,
puesto que la población española y por consiguiente sus utensilios son mf-
nimos, lo que hace sumamente dificil su detección en este tipo de trabajo ,

* Específicamente para Cuauhrlnchan , Reyes (197~b. pg. 171) cita la fecha de


1555. que se menciona en el Libro de los Guardianes.

**A excepción en el área, de la rápida dism inución y desaparición de los


tipos de filiación Azteca.
98
por estar asentados - por lo general - bajo lo que hoy son poblados bastan-
te más grandes.
La fase cerámica Puebld, dentro de la que hemos comprendido
principalmente los tipos de loza vidriada, se inicia por consiguiente desde
la llegada de los primeros españoles, pero no es hasta fines del siqlo XVl,
cuando la manufactura de la llamada loza o talavera de Puebla empieza, de-
jando ya cuantitativamente clara su presencia, a partir de la primera mitad
del s1glo XVII. Se han definido bastantes tipos - principalmente por decora
ci6n - como los: Abó Polícromo , San Luis Polícromo , San Luis azul sobre blan-
co, Puebla Policromo , Castillo Policromo , Puaray Polfcromo y "íig Springs"
Polfcromo (Goggin , 1968), siendo sin embargo los más abundantes en el área
los tipos Sru1 Lu.c.4 azu.t ~ob11e blanco y San LIJ.U> PoUC1to11n (lámina 9), los
cuales encontramos ampliamente representados. No tratamos ahora otras pie-
zas cerámicas como las ollas llamadas aceiteras, la loza blanca y la cerá-
mica simplemente vidriada , la primera por su escasísima representación fue-
ra de los centros mayores de población y las otras por no variar - lo sufi
ciente - para su clara distinción en var ios siglos.
Con otros materiales , como el hierro y vidrio , la situac ión
es semejante, aunque pensamos que es to se debe más , a 1a fa 1ta de i nves ti-
gación tipológica ampl1a y sistematizada, que a sus propias caracterfsticas;
lo cual sucede de igual manera en el campo de la arquitectura, ya que se
han venido valorando las construcciones, más desde el punto de vista artís-
tico y técnico que en cuanto a su funció~. perdiéndose en los monumentales
edificios religiosos, e incluso solo en al~¡unos de los elementos de su de-
coración, haciendo caso omiso no solo de las construcciones rurales de ha-
bi tac1ón (o de las casas de los encomenderos que dieron origen a las hacien-
99
das), sfno también de los edificios administrativos o residenciales, y por
consiguiente de las casas populares anexas , lo cual es contrario al senti-
do de la arqueologfa.
Como vemos, para fines del siglo XVI, la aculturación euro-
pea, ha modificado definitivamente, los patrones tanto urbánisticos como
económicos, al revolucionar los medios de transporte, las técnicas de cul-
tivo e introducir la ganadería.
En Puebla concretamente, el impulso semi-industrial que se le
dá, torna importantes formas de explotación para la obtención no solo de tra-
bajadores (recuérdese la construcción de la catedral de Puebla), sino de
la cochinilla, madera y leña para alimentar los obrajes, fábricas de loza y
construcciones. Pero por otro lado, esto permile también la rápida expansión
de las enfermedades infecciosas europeas, que diezman la población, redu-
ciéndola para mediados del siglo XVII en un 75i (Vollmer, 1973; pp. 37-38).
Siendo a partir de la segunda mitad, cuando el tráfico entre México y Vera-
cruz , cambia a las nuevas rutas que pasan por el área, que empieza.nuevamen-
te, su recuoeración hasta la actualidad
Podemos ver en el área, que dentro de las manufacturas pro-
ducidas actualmente , se encuentran aún vigentes ciertos rasgos de tradición
prehispánica , que van desapareciendo con forme los pueblos donde se realizan
van siendo integrados por las vfas de comunicación, pues mientras que por
ejemplo pueblos como Amozoc y Ocotitlán, producen cerámica vidriada, prác-
ticamente igual a la de cualquier otro pueblo alfarero contemporáneo, en
el poblado de Otzolotepec - lejos de cualquier carretera - se produce aún
cerám1ca con las mismas características morfológicas, desde la época pre-
hispánica (de Dávila, 1977); de la misma manera Tzicatlacoyan, conserva su
100
antigua tradición de cestería, utilizando tanto la palma como el carrizo,
en la manufactura de innunerables utensilios - incluyendo las casas-, co-
mo último reducto de lo que, por las fuentes sabemos, fué una de las más
importantes aportaciones tributarias del área, esta misma tradición, se ha
perdido en gran parte en la zona de los poblados de Huitz1ltepec, muy re-
cientemente.
El carácter material , de estos ejemplos muestra c la ramente la
necesidad de estudios etnográficos, con miras a servir de referencia en la
interpretación arqueológica, que pueden aún rescatar valiosos datos, lo
mismo puede decirse, de la vigencia que tienen aún, muchos patrones Meso-
americanos que se reflejan en las festividades religiosas, sociales y co-
merciales como los mercados.
\Y! íl

eo N e L us I o NE s
101
Para concluir esta tesis, que ha estado encaminada, además de
la .constatac16n arqueológica del Mapa, a obtener una visión general de los
grupos Mesoamericanos ahf presentes, haremos aquf una relación desglosada
de los principales aportes, que aunque se encuentran en anteriores capítu-
los, debemos enfatizar, ya que quizá por su contexto en la trama, pudieran
perder la importancia que nosotros les damos.
Trataremos primero el Mapa , ya que este fué el que motivó
nuestro trabajo, para continuar con algunos puntos de la H. T. CH., cuyo
esclarecimiento en combinación con este y los datos arqueológicos, son - en
conjunto - un aporte a su conocimiento, para final1zar con los aspectos es-
pecfficos del desarrollo cultural del área, cuya relevancia, de alguna ma-
nera trasciende en el ámbito Mesoamericano.
Junto a todo esto , iremos exponiendo los planteamientos que ,
como parte básica de la Investigación, han ido surqiendo a través del pro-
ceso de trabajo, o sea las formas y caminos que pensamos importantes, para
su consideración , en futuras investigaciones de esta índole.
Empezaremos por afirmar, que esta investigación nos ha con-
vencido, de la existencia de una elaborada técnica topográfico-cartográfica
prehispánica, pues aún cuando este Mapa en particular, está p1ntado al lni-
cio de la época colonial, su composición y representación, de ninguna mane-
ra corresponde a ese momento, sino que se remonta - o intenta hacerlo *-
hasta 300 6 400 años atrás o sea a la situación prevaleciente durante el
período Tolteca-Chichimeca (aunque son c laras, las adendas correspondientes
a sucesos del perfodo Mexica), siendo evidente que, mientras que la mitad

• Va hemos expuesto, que su reallzaci6n está encaminada a demostrar su


gran Importancia - territorial -, pretendiendo haber sido "due"os" de
una amp l ia región, a cos ta de sus vecinos.
102
izquierda está arbitrariamente resuelta, en cuanto a la posición - geográ_
fica - de los toponfmicos de las rutas (a excepción de la situación de
Chicomoztoc en cuanto a su orientación con Cuauhtlnchan), la derecha, o
sea a partir de la región Poblano-Tlaxcalteca, guarda sistemáticamente
una aceptable relación, que aunque solo en la parte central presenta cier-
ta proporción , en cuanto a las distancias, en la periferia y ruta-lindero,
mantiene constante su orientación, para lo cual debieron servir, como im-
portantes puntos de referencia, las formaciones volcánicas del Popocatepetl-
lztaccihuatl, Malinche y Pico de Orizaba, visibles desde este lugar y, aun-
que hacia el Sur y Sureste no las hay (lo que causa algunas discrepancias),
la representación de Coixtlahuaca se encuentra en el rumbo correcto. De
esta manera podemos definir a la mitad izquierda como una ruta, elaborada
solo en base al conocimiento, de la sucesión de lugares - en los lrayectos -
hasta bordear los volcanes, mientras que la mitad derecha, es claramente
cartográfica, y en su elaboración tuvo - forzosamente - que intervenir,
tanto el "conocimiento" del terreno, como sus relaciones, lo cual resulta
imposible de atribuir a que una , o inclusive varias personas, recopilaran
esa imnensa cantidad de datos despues de ,la conquista española, aun sin
tornar en cuenta, como dijimos , el que la mayor parle de ellos, se relacio-
nana sucesos muy anteriores.
Ya hemos mencionado, que en la conformación de la H. T. Cll.,
intervinieron una serie de documentos prehispánicos, lo mismo sucede con
este Mapa, puesto que desde la distribución original de sus elementos ,
aparecen rasgos que denotan diversas "fuentes", sobresaliendo por ejemplo ,
el que se encuentren de cuando en cuando , algunos glifos de cerro a lama-
nera prehisp6nica ( como al Noreste de Tepeaca) y el que algunos detalles
103
se encuentren repetidos (como la confluencia de los ríos Atoyac y Zahuapan)
entre otros, sin embargo los "mapas", como el que aparece al principio de
la última edición de la H. T. CH., cuya apariencia - de no ser por estar
pintado sobre papel europeo- , lo haría tomar como prehispánico, muestran
un marcado sentido del orden, más no de dirección y distancia, que el que
tratamos si contiene * , por lo cual pensamos, que debieron existir formas
diferentes, para consignar los sucesos o para reflejar el terreno, y en el
Mapa encontramos una combinación de ambos.
En la parte del Mapa que corresponde a el área de este tra-
bajo, aparecen rasgos específicos para diferenciar elementos, tanto en su
situación geográfica corno cronológica, por ejemplo hemos comprobado que,
en todos los casos en que se representó a un templo de frente, este corres-
pondió a una estructura piramidal ya arqueológica para el período de dom1nio
Tolteca-Chichimeca; concretamente tenernos que en la representación de los
templos de frente que se abalen sobre las barrancas de Ameyale y Tlatlauhqui
corresponden a sitios (P-6 y P-2, respectivamente) sumamente importantes
- sobre todo el primero - en el período protourbano diferencial, cuyos ba-
samentos aún en la actualidad funcionan como puntos de referencia, al igual
que el que se encuentra representado cerca de la glosa Tecalli, que indica
un complejo de estructuras piramidales de un sitio (P-58) que corresponde
a una clara ocupación del perfodo de dominio Olmeca-Xicallanca, el mismo
caso ocurre con el sitio Tecaltzi (P-91) que aparece al Oeste del arroyo
que confluye con el río Atoyac y también en las representaciones de los ba-

* A esto se debe, el que la mitad derec~a nolorlamente se mueslra desba-


lanceada en cuanto a su c001poslclón, ya que el lraLar de seguir esc as
normas, lógicamente se "desperdicia" mucho espacio.
104
samentos con recinto redondo sin techumbre, que aparecen junto al río Ato-
yac, que en el caso de Matlactzinco {P-62), como ya hemos expuesto se trata
de la misma época - Olmeca-Xicallanca -, mientras que en la escena que re-
presenta a Culhuacan (P-262) - cuya ocupaci6n es más tardfa - el edificio
con esas mismas caracterfsticas debe corresponder al 11 amado "El Castillo",
que aunque forma parte del C0111plejo arquitectónico de Matlactzinco, se en-
cuentra en la misma ribera, directamente ligado a la ocupación de Culhua-
can, que nos parece representado nominalmente por el gancho que fonna el
río en ese meandro.
Un caso diferente es la representación de la primera cabe-
cera del señorío de Cuauht1nchan, formada por el complejo de estructuras
un1das a los rectángulos centrales, el que como ya dijimos indica, por me-
dio de cada una de las casas, un sitio o área de ocupación, todos ellos, a
excepción del basamento anteriormente mencionado (P-2), ocupados en el pe-
ríodo de dominio Tolteca-Chichimeca, los cuales se encuentran unidos hacia
el centro por medio de franjas (azules con márgenes negros) que representan
canales - que hemos localizado en el terreno-. mientras que los rectángulos
en que confluyen corresponden a terrenos de cultivo intensivo, cuya fonna
- física - es semejante, ya que al igual que en la representación, el cua-
drángulo al que arriban - al Oeste - es una gran represa, que h1111edece - hacia
el Este - de acuerdo a la topografía de esa pequeña cuenca. O sea que no ca-
be la menor duda de que todo este complejo representa en planta, un área de

15 kilómetros cuadrados, dentro de la que la posición y relación de seis si-


tios, hacia un área de producción, está lndicada tanto en sus proporciones,
OltWJ en su rlll1bo y en su función, cartográficamente. Lo anterior nos hace
gar esta representación a la mención del asentamiento chichimeca - Cuauh
105
tinchan tlaca - en el lugar llamado At-itl.a.n tlaJt,,ltzi.nco que se relata en el
párrafo 309 de la H. T. CH.
En general toda el área reconocida está en el 11.lpa resuelta
en planta , como lo demuestra no solo la posición y rumbos entre cada sitio,
sino que al reconstruir en mapas modernos , tanto los caminos como los lin-
deros, nos encontramos con que estos corresponden bastante bien a sus repre-
sentaciones. y estas a su vez , se encuentran m,js detalladas, que en su des-
cripción correspondiente, en el texto de la H. T. CH., los que hemos recon-
truido en el mapa 14 (compárese con el que contiene los datos del Mapa
- mapa 8 - y con la foto 11).
Hemos visto como la ruta-lindero, delimita los territorios
conquistados originalmente , tanto por los Cuauhticha ntlaca, como por los
Totomihuaque , apareciendo dentro de esta parte, los linderos - que acabamos
de mencionar - hacia Tepeaca y Tecali , como las más cla ras adiciones poste-
riores a su composición , que junto con el grupo de personas de la parte su-
perior de la escena de Tepeaca, corresponden al perfodo de dominio Mexica,
tal como lo narra la H. T. CH. , o sea que en ambos casos - Mapa e H. T. CH.-
existe una clara concordancia en tratar de demostrar, que en ese momento
anterior "todo .!le decú.t Cuau.h.tútclU11t", no solo en el sentido, que de la M.
T. CH. podrfa desprenderse , en cuanto al interés de ensalzar el pasado de
un grupo, sino que por el Mapa se aprecia , m,js claramente, la pretensión
territorial hacia lo que quizá nunca tuvieron , mostrando como parte central
la cabecera inmediata a la "conquista" chichimeca , formada por el compleJo
de construcciones y canales , en su ~ximo apogeo, y su siguiente cabecera ,
al pié de la escena de la fundación de Cuauhtinchan, mientras que su situa-
106
c16n a partir de la época colonial - obviamente - no aparece. ya que ni
la glosa - Quauhtinchan - se encuentra como las de Tecalli y Tepeyacac en
la posición que hasta actualmente ocupa.
Concretamente podemos señalar, que el Mapa es elaborado en
la colonia , con el objeto de demostrar - exageradamente - el poderfo y con-
trol de Cuauhtinchan, antes de su sumisión por parte de los Mexica, para lo
cual forzosamente tuvo que haberse recurrido a información documental bas-
tante detallada y contemporánea a aquella época, la cual nos es totalmente
desconocida , pero que debió incluir infonnaci6n gráfica (glífica y cartográ-
fica). O sea que este Mapa forma parte de una serie de documentos , entre los
cuales pueden considerarse el resto de los Mapas de Cuauhtinchan, e incluso
la Historia Tolteca-Chichimeca , cuya existencia (o conservación) básicamen-
te de debe a el haber sido presentados ante las autoridades españolas jus-

tificando sus pretensiones, recuérdese que el último párrafo - conservado -


de la H. T. CH. (442), este asunto ha llegado ya hasta el virrey Don Antonio
de Mendoza, gracias a lo cual Cuauhtinchan ha logrado perpetuar, posiblemen-
te. l a más grande y variada riqueza de datos históricos del Altiplano cen-
tral.
Como ya hemos venido repitiendo , fueron pdrte básica de las
investigación, las diferentes investigaciones sobre la H. T. CH. - así como
ella misma -, pues el contar con las relaciones y filiación de los grupos
que ocuparon los sitios que aparecen en el Mapa, nos han permitido conoc~r,

e incluso definir, las características particulares materiales de cada uno


de ellos, cuyas evidentes aunque ligeras diferencias, principaln~nte en el
caso de la cerámica , de otra manera nos hubieran hecho tomarlas como varían-
107
tes regionales de un tipo y no como tipos mismos, lo mismo que pasó con
la clasificación de las formas de asentamiento.
De esta manera, sabernos ahora que los materiales de la fase
cerámica Tecamachalco (láminas l y 2), corresponden a las tradiciones Xfca-
llanca, que arriban a esta región, y que es posteriormente este mismo grupo
el que inicia - en el área - como lo demuestra la fase cerámica Quautinchan,
la tradición en el uso y manufactura de las cerámicas polfcromas (lámina 3)
y distribuye - en una amplia región - el tipo Atoyac (lámina 4), tipos que
se encuentran , ya bastante arraigados y difundidos, al arribo de los chi-
chimeca - Cuauhtinchantlaca - pudiendo incluso reconocer con cierla preci-
sión las variantes correspondientes a los subgrupos mencionados en la H. T.
CH. (citecas , cozotecas, tochtepeuas, ayauhtecas, etc.), y junto a esto es
importante que aunque en la H. T. CH. (y el Mapa) se omite, que hay una gran
diferencia cultural, hacia el Sur de la sierra del Ten tzon (a excepción de
las menciones nonoualca-chichimeca para Huehuetlán) , que hemos definido por
sus materiales , como fase cerámi ca Huitziltepec, directamente relacionada
a fonnas poco comunes (véase croquis) de asentamiento, por lo que podemos
complementar con arqueología esta carencia en los datos históricos, atri-
buyendo {como posterionnente parecen confirmar los linderos señalados en el
mapa 14) estas diferencias culturales a los grupos conquistados por los To-
tomfhuaque, de dificil nominación en este perfodo, ya que son los que algu-
nos han llamado Rui~e. en la región chocho- popoloca y que finalmente dan
origen a la cabecera de Tepexi.
A continuación , las fases cerámicas Tepeyacac y Calpolleque
nos comprueban indirectamente el arribo chichimeca, ya que este grupo cla-
ramente no aporta, en cuanto a cerámica, nuevas tradiciones al área, no asi
en cuanto a las formas de asentamiento y producción, y decimos ind1rectamen-
108
te, ya que los cambios tipol6gicos consisten por un lado, en la intrusión
del tipo Zacauilotlan (lámina 7 c y d) , junto al estilo de decoración de
los tipos Oztoticpac y Tech1malli (lámina 6) y por otro, en la intrusión
de polícromos de otras zonas Poblano-Tlaxcaltecas (lámina S); en el pri-
mer caso su filiación es mixleco-popolloca y en el segundo Uexolzinca y
Calpolleque (de Cholula), como la misma H. T. CH. lo dice.
La misma si luac i ón es eví den te con respec lo a 1a fase ce-
rámica Tecalco, en relación a los grupos Mexica y la Puebla hacia los con-
quistadores europeos.
Todo lo anterior hace evidente la necesidad, de maneJar
hasta donde es posible , los datos etnohistóricos de un área o región ar-
queológica en estudio, o sea que lo ideal es , diseñar la invesl19aci6n,
en forma interdisciplinaria, buscando enfocar una problemática semeJante
o complementaria , desde ambas disciplinas (arqueolog1a-etnohistoria), lo
que - aunque en este caso - no sucedió así , fué parcialmente subsanado por
la abundancia de referencias de carácter etnohistórico que redunde , no so-
lo en el enriquecimiento de las interpretaciones, sino en la humanización
del trabajo, al darle un más amplio significado, al reconocimiento de su-
perficie y manejo de materiales, al conocer de inmediato que gente fué la
que manufacturó, utilizó y vivió con ellos.
Debemos remarcar, que la participación de Cuauhtinchan, en
el desarrollo de Mesoamérica, resulta prácticamente intrascendente , pero
en esto está quizá su mayor importancia, ya que al haberse perpetuado pre-
cisamente ahí - en esa cabecera - tal cantidad de infonnación prehispánica,
podemos conocer mejor, o por lo menos con menor parcialidad la fonna de vi-
109
da , relaciones soci ales y muchos otros aspectos cu l tura l es, datos que en
un lugar de importancia posiblemente hubiesen pasado desapercibidos o fal-
seados. 1Por lo mismo , estos datos, son mas suceptibles de generalizar hacia
áreas vecinas .
Hemos visto como hacia la conquista española, el área pre-
senta una composición étnica sumamente compleja, pues s1 consideramos,
que sobre la población local, i ntruye sucesivamente, gente procedente del
valle de México - Teotihuacán -, posteriormente algunas del Golfo Sur,
- Xical lanca -, seguidos por grupos del Noroeste - chichimeca -, que a su
vez se ven integrados con grupos del Noroeste de Oaxaca - mixteco-popoll oca -
y por último, nuevamente desde el valle de México - Mexica -, además de los
vecinos inmediatos - Calpolleque , Uexotzinca y chocho-popoloca -, nos damos
cuenta de la dinámica mezcla de los grupos Mesoamericanos, ya que esto de-
bió ser similar en otras muchas regiones, lo que nos hace dudar, el que
existan tradiciones di r ectas, a través de largos periodos, sin que sufran
en laces significativos, lo mismo que se observa en el panorama lingÜfstico.
Otro aspecto importante, que hemos definido plenamente en
esta área, y por su posible generalización, por lo menos en el Altiplano
Mesoamericano, ya que puede ser un importante elemento de periodificació11.
lo constituye la marcada transfonnac ión , de una economía basada en técnicas
d~ cultivo intensivo , que se desarrolla, difunde y en cierto sentido carac-
teriza la etapa de Lransici6n y el perfodo urbano, distinguiéndose por ob-
tener la mayor producción en menor terreno. transformando para ello lugares
so menos aptos, manteniendo un control , tanto de su humedad c01110 de su
~ertilización, hacia una economfa , que sin desechar estas técnicas se ve am-
110
plamente complementada, por lo que aquí hemos llamado técnicas de cultivo
eytensivo, o sea la adaptación y construcción de terrazas abarcando gran-
<les áreas, lo que por cierto pensamos debe ser la principal causa de la dis-
persión de los asentamientos; y tan efectiva en su funcionamiento (si son
válidas las cifras de población que registran las fuentes), que al Inicio
de la colonia , antes de las epidemias, el área sostiene una población por
lo menos igual a la actual, a pesar de tributar gran parte de su producción.
Con esto finalizamos este trabajo, que trató de integrar
- interpretando - los principales datos de esta área, correlacionables en
ambas disciplinas. No tratamos de dejar concluida la interpretación cultu-
ral del área , sino que este trabajo buscó abrir el camino hacia el tratamien-
to interdiscipllnarío de la investigación de nuestro pasado.
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INDICE OE F O T O G R A F 1 A S

FOTO 1 Mapa. de. t.a. Ru.ta CIU.ccmoztoc.-Q.uauliti.nclta.1t


FOTO 2 Representación de Clú.comoz.toc y ceremonia del fuego nuevo
FOTO 3 Rutas de Cli.icomoztoc a ChDtula..
FOTO 4 Representación de Tta.~c:al4. confluencias de los ríos
Atoyac y Zahuapan
FOTO 5 Representación de Cltotula..
FOTO 6 Representación de los volcanes Popocatepetl e lztaccihuatl
y valle de Nexapa
FOTO 7 Representación de To.tbmi..hua.CJ111
FOTO 8 Representación de Co.ix..tt.altu.a.ca
FOTO 9 Representación del Pico de Orizaba y Cofre de Perote
FOTO 10 Mitad derecha del Mapa.
FOTO 11 Area trabajada por el Proyecto Arqueológico Cuauhtinchan
FOTO 12 Representación de la sierra de Tepeaca.
FOTO 13 Si ti os de Oz.to.Ucpa.c. y X< cltU.te.nru1go
1

FOTO 14 Sitio de Acoza.c


FOTO 15 Sitio de Tec.anncha.lco
FOTO 16 Representación de los arroyos de Ame.ya.le. y At.pa..tltthua.c, sitios de
Tza.cu.a.C.C.o , Loó Tetetu. de San Miguel. y La La.gwlilla.
FOTO 17 Representación de los cerros Tototque..tza.1.e.
~OTO 18 Cerros Totolquetzale (en el terreno)
FOTO 19 Si ti os de Cciatepec y Mu.tlA
POTO 20 Siti o de Te.e lt.ima.1.U
FOTO 21 Sitio de Teca.U
FOTO 22 Sitios de Tocltte~1e.c , Tepe.l)ahu.a.t.co y HultZ<t.tl!pec
FOTO 23 Representación de la sierra del TVt.tzon
FOTO 24 Sierra del Tentzon (en el terreno )
FOTO 25 Sitios de Tuca.1. y Tec.a.UU:
FOTO 26 Sitios de i1a..tt.a.c.tz.c.nco y Cuilma.ca.>1
FOTO 27 Representación de la Fundación de Cuauhtinchan
FOTO 28 Sitio de Tepe.a.ca.
FOTO 29 Representación de las barrancas de Xocoa y Xa.1.att.aco
FOTO 30 Representación de los cu.a.dll4n911lo6 de la nrimera cabecera
de Cuauhtinchan
Foto 2 Representación de C/1.Ú!iJmoztoc y ceremonia del fuego nuevo.
Foto 3 Rutas de Cki.c.omoz.toc a Cltotul.a.
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oto 6 Representación
os volcanes Popocatepell
e lztaccihuatl y
Val le de Nexapa.

Foto 7 Representación de Totomihuaeai1.


Foto 8 Representación de Coixtt.altua.CJl..
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Foto 9 Representación del Pico de Orizaba y Cofre de Perote.


Foto 10 Mitad derecha del Mapa de la ~utn. Clucomc::t(•C. - Qun.ulttrndrru•.
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Foto 14

Foto 15 Reoresentaci6n de T~c.a.rrrrrhnlrr ~i t in P-?O~


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Foto 16 Representación de los arroyos de AmelJ.:tf.c y Alp1t.ttalw11.c., tambien se


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representan T:aruafco sitio P-36, Lo~ TctP.fr-1¡ de San Mif!uC( sitio
P-6 y La. La!1111i.i.l.C.a .s itio P-83.
Foto 17 Represen tación del cerro Totot4ur.rz~le sitio P-34.

Foto 18 Vista de Norte a Sur de los cerros Totolquetzale.


Foto 19

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Foto 20 Representaci6n de Tc.cJwna(t{ sitio P- 265.


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to 21 Representaciones de Tecalt sitios P-35 v P-57.

22 Representación de foc/ite.pec sitio P-95 , de Te.pe.mtlrua.tc.o sitio P-73


y de Huitz<ltepe.c sitio P-279.
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Foto 23 Representación de la Si ·v.a dt>l T<!n..twn.

Foto 24 Vista de Nor te a Sur de la Sierra del Tenlzon.


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Foto 26 RepreSC'ntación dC" lla.t.r11('::(1


Foto 25 Representación de T't'~
sitio P-62 y de C'ufliuacru1 st'lio P-262.
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roto 28 RepresenLac16n de la
c.inada y si ti o, P- 8, de T11 pMCH.

Foto 29 Rep.-esentac:i 6n de 1as barrancas de ,1;,


I UO1 CE OE HAPA S

MAPA 1 Area del Proyecto Arqueológico Cuauhtinchan

MAPA 2 Regiones Naturales

MAPA J Cobertura de los Proyectos Arqueológicos de


Superficie en el área de la Fundación Alemana
para la Investigación Cientffica

MAPA 4 Silio registrados por el Proyecto Arqueológico


Cuauhtinchan

MAPA 5 Cobertura del Mapa de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan

MAPA 6 Toponímicos del área del Proyecto Arqueológico


Cuauhtinchan (primeras temporadas )

MAPA 7 Toponfmicos en el Mapa de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan

MAPA 8 Linderos en el Mapa de la Ruta Chicomoztoc-Quauhtinchan

MAPA 9 Construcciones en el Mapa de la Ruta Chicomoztoc-


Quauhtinchan

MAPA 10 Caminos en el Mapa de la Ruta Ch1comoztoc-Quauhtinchan

MAPA 11 Sitios del perfodo de dominio Dlmeca-Xicallanca

MAPA 12 Sitios del periodo de dominio Tolteca-Chichimeca

MAPA 13 Sitios del perfodo de dominio Mexi ca

14 Linderos en la Historia Tolteca-Chichimeca


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MAPA No. 2



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B La La9unl1 la p.93
e Teeal u1 P-89
o Tlan~.111~conc P·98
E lotolquetzale p.34
F i~hfr.a 111 P-265
li Coa ll!P« P-270
H Tec11111cti.lco P-295
1 AhuUepr.c P·278
J locht~pec p.95
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MaLlactttnqo P-62
l Tepeyahua leo p. 73
H Hu l tri 1 ter te p.279

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a Acoz4c P-308
b Ollot fCPIC P-272
e Cul hu•c•n P-262
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r Tecal 1 P-57

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e Tepeyahualco P-73

f Coa te pee P-270

g H1x tla P-271

h Ahua t1ptc P-278

t Totolqu1tzel1 P-34

J Tlanallk!cono P-98
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g Hlxtla P-211

h Techi1111111 P-265

Ahuatepec P-278

LOS Tl!t!!les de P-1


AjaJe lpao

2 Anzu rl!s P-33

3 Tzacualco P-36

4
Los Tl'teles d• P·6
San 111guel

~ Tlapalf'ro p.g

6 Tepeau P-8

CAKIHOS DI EL M PA DE LA RUTA CHICOl«lZTOC - QUAUHT IHCHAH


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3 Zozocol P-90
4 Acatz1ngo P-307
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7 Tzlcatlacoyan P-63
8 Tecotztn P-273
9 Moxca 1tepel1 P-81
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·' . ...·. e Acozac P-308
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. d Tldnamacone
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P-98
P-69
·' ·"' r Tecal lZ I P-89
9 MiUl a P- 271
h Cooteoec P-270
Ahuatepec P-278
Culhuacan P- 262

A Cerro Part1 dO
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e hlquo P-29
o Los Teteles de P-1
Ajajalpan
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E Thpalero P-9
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r Oztotlcpac
G Alpatlahuac P-87
11 Totolquetzall! P-34
1 Techtmnlh P-265
LlllO[ROS [ rj LA ll!STORIA r· J Teurnacha 1co P-295
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-· -·-· L Tochlepec P-95
........... M Tentzon P-79
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H Hui tzi ltepec P-279
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MAPA No 14
INDICE D E l AMl NAS

Lámina 1 Fase cerámica Tecamadutlco


a plato trfpode tipo Acozac
b copa tipo Acozae
e plato tripode tipo Cua't.tC?11.011v..6
d copa tipo Coa.tepe.e
lámina 2 Fase cerámica Te.camac.haLco
a cajete tipo Tecama.chalco
b cue11 o de o11 a tipo Te.canuclmtcv
LAmina 3 Fase cerámica Q.ua.u.tU1cluv1
a-b platos trfpodes polícromos t1po Q.uau.t<.1tcl1tut
c cajete con base anular policromo tipo Tlapall..i
lámina Fase cerámica Quau.Unclum
Tipo Atol}ac
a cajete con decoración roja exterior
b cajete con decoración negra interior
c plato trfpode con decoración negra y roja
d copa con decoración negra y roja exterior
Lámina 5 a-b platos trípodes polícromos de la fase cerámica C'alpotfPq11P
c cajete pol icrorno de la rase cl!rámica Clll'i•t•Ut>q111•
d plato lrfpode polícromo de la fase cerámica Tepex~
Lámina 6 Fase cerámica Tepeqa.CJU!
a plato trfpode polícromo tipo chtoticpnc
b copa policroma tipo Tec.h. w1al.U.
Lámina 7 Fa se cerámica
a cajete con decoración negra exterior tipo Te.peac.a
b cajete con decoración negra interior tipo Tepeac.a
c cajete con decoración negro sobre guinda exterior tipo
ZacaUA· t.o t.ta11
d cajete con decoración negro sobre guinda interior tipo
Zacau.lto.t.lan
lámfna 8 Fase cerámica Tec.atco
a plato trfpode "Azteca Hl"
b "Ui1Lla.twla Azteca"

Lámina 9 Fase cerámica Puebla


a plato de base anular tipo San L«i& azul •ob'c blanco
b plato de base anular tipo 51111 luo rnur11nnw
Lámina

Fas e cerámica Tec.-"111iaclt,1t ca

a plato trípode tipo Ac zac


b copa lipo /\c~za~

e plato trípode tipo Ciiattc11.011I!~

d copa tipo Co.i tepe c.


Lámina 2 Fase cerámica Tecamaclta.lcv
a cajete tipo Tl'.wmcluú'.cc
b cuello de olla tipo TecruMCltaCc.u
a-b

Lámina 3 Fase cerámica 1uautúic/rru1

a-b platos tripodes polícromos tipo nuautú1clta;1

e cajete con base anular policromo tipo T(a,xtit.i.


a b

Lámina 4 Fase cerámica Qu'w t.i11clw11

Tipo A(t 'l{lll!

11 cajete con decoración roja exterior

b cajete con decordción negra interior

c. plato tripode con decoración negra y


d copa con decoración ne9rd y roja extel'i OI'
CI
a

b platos tripod~s policromos a


ca ete policromo de ln f~5

dto lrfpod polfcromo d


a-b

Lá11 i na 6 rase ccrá111i ca T


a plato trípode policromo t po -t.ot-<.c.pa.c
b copa policro a tipo T
lJmrna 7 Fase CerJmiCd
Te~yc1c.tc

o decorac ór negra exterior tipo T ~


l1 cajel n
ora ft'in negra i ter1or lfpo ~ p11nc
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caJete ccrn decoración ri"Qro r;obr ou1naa exter or o


CaJtHe con <Jecorac1611 negro sohrQ ()uinda interior tipo 2
'.,.-/

Lámina 8 rase ceram1ca Te.cateo


a plato tripode tipo "A-teca 111"

b "All 1ua turn A;:tl•ca"


q

Lámina 9 Fase cernrni ca ruebt a


a plato de base anular tiµo Sa11 Luo Awl Solae Blanco

b plato de base anular tipo San Luu, P lic'Ulrno

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