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HISTORIA

DE
LA INCLUSA
DE
MADRID

Sala del “torno” en la Inclusa de Madrid, 1861.

Vista a través
de los
ARTÍCULOS Y TRABAJOS HISTÓRICOS
años 1400-2000
PEDRO ESPINA PÉREZ

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Ilustración de Cubierta: Francisco Ortego.


Sala del torno de la Inclusa de Madrid, 1861

Edita: Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid


C/ Ventura Rodríguez, 7, 6.a planta. 28008 Madrid
Teléfono: 91 563 44 11

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HISTORIA
DE
LA INCLUSA
DE
MADRID

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ARTÍCULOS Y TRABAJOS HISTÓRICOS
recopilación de textos y notas

años 1400-2000

PEDRO ESPINA PÉREZ

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Con mi amor para
mi —esposa— por
la paciencia que ha
tenido, y para todas
mis personas más
queridas

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El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia,
el amor no es jactancioso, no se envanece;

No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no


guarda rencor.

No se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.

1.° CORINTIOS. 13-4, 5, 6,

Será como árbol plantado junto a corrientes de agüas,


que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo
lo que hace prosperará.

SALMO I-3,

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INDICE GENERAL

Págs.

Presentación ............................................................................................................. 17
Prólogo ..................................................................................................................... 19
Preludio .................................................................................................................... 23
Los Primeros Celos, por A. Castillo Lastruci .......................................................... 27
Hermanitos de leche, por Aniceto Marinas.............................................................. 28
Primeros tiempos de la recogida de niños abandonados .......................................... 29
Fundaciones de Hospitales y Conventos. Crónica de Madrid, año 1400 hasta 1781.... 33

Siglo XVI

Hospital del Hospicio 1543-1890. Inclusa y Colegio de las niñas de la Paz. Años, 1546-
1885.......................................................................................................................... 39
Nodriza del Rey Don. Fernando. Año 1452 ............................................................. 45
Siempre amar y Amor seguir. “ Pregunta 43 y Esperanza 30”, de Jorge Manrique.... 46
Informe sobre el Archivo de la Antigua Inclusa de Madrid. Hoy Instituto Provincial
de Puericultura. Año 1572 hasta 1853 ..................................................................... 47
“A La Mujer” de Lope de Vega ................................................................................ 58
Trabajo emitido por el Dr. Fermosell Díaz Jesús. Año —1572 hasta 1860— .......... 59
Incluseros, Hospicianos y Bastardos. 1572-1982 y unos relatos de D. Miguel de
Unamuno, “La Tía Tula”. Víctor Hugo, “Los Miserables”, D.a Carmen Posadas, La
Bella Otero” y las Poesías de Rosalia de Castro, “Los Tristes” y Los Robles......... 65
Historias del niño. “La Inclusa de Madrid”. Año 1572-1974................................... 79
Niños ingresados en la Inclusa, por años, desde 1583 hasta 1605 ........................... 82

Siglo XVII

Libro del “Rector”. (Hospital de niños expósitos de esta Villa de Madrid. Año 1614) .. 83

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10 HISTORIA DE “LA INCLUSA” DE MADRID

Págs.

Plano de la Villa de Madrid, hacia el año 1635. Ubicación de la “Inclusa” en el n.°


14 de la calle Preciado.............................................................................................. 84
“Cita” que narra el pensamiento de León Carlos ÁLVAREZ SANTALO............ 85
Duerme mi niño de Lope de Vega (1562-1635) ....................................................... 85
Cuadro general del número de bautizos que hubo en San Ginés de 1650 hasta el año
1700. Parroquia de San Ginés y la Real Inclusa de Madrid ..................................... 86
La Antigua Inclusa y Bartolomé Hurtado, año 1654................................................ 89
La crianza de los niños madrileños abandonados en el siglo —XVII— ................. 97

Siglo XVIII

Médicos que prestaron servicios en la Institución, a partir del año 1706 ................ 115
Informe del administrador del Hospital de niños expósitos. Sobre el comportamiento
de los médicos, año 1706 ......................................................................................... 119
Hospicio: Terminada la portada del Hospicio, año 1726 ......................................... 120
Hospital de Parturientas de “Dublín” 1757 —Registro desde 8 de diciembre de 1757
hasta 31 de diciembre de 1816, especificando cada año— ...................................... 122
La Pobreza en España. Siglo XVIII. Año 1764-1787 .............................................. 125
Criados, Nodrizas y Amas. Las “Nodrizas”. Construcción y destrucción social de una
actividad como trabajo, año 1786-1859 ................................................................... 127
Estadillo que demuestra las criaturas que han entrado en ella, y las que han salido
en los años 1787-1802.............................................................................................. 140
Nota que manifiesta el número de niños expósitos entrados en la “Inclusa” del Real
Hospital de Santiago, en los 16 años corridos, desde 1791 hasta 1806, y de los que
han fallecido en el mismo tiempo. Nota 4/6............................................................. 141
Nota 4/7, adjunta a la nota 4/6 de 1971, en que figuran los niños entrados en la In-
clusa por quinquenios de las Provincias que se indican........................................... 142
Real Cedula de S. M. año 1794 ................................................................................ 143
Extracto del Decreto de S. M. expedido el 11 de diciembre de 1796. Y un resumen
del tercero y las “Tablas de las Casas de Misericordia del cuarto”.......................... 147
Como se efectuaban los traslados de los niños abandonados a las Inclusas. Año 1797... 155
Pequeña pincelada. Con respecto a los “Estatutos de la Junta de Damas”. 1799 .... 163
El niño expósito: Cifras de mortalidad de una Inclusa del siglo XVIII ................... 165
Dirección de las nodrizas que sacaban niños de la Inclusa en Madrid. Siglo XVIII... 177
La Real Inclusa de Madrid a finales del siglo XVIII ............................................... 179

Siglo XIX

Estructura y evolución de la población de Madrid, desde 1800............................... 189

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PEDRO ESPINA PÉREZ 11

Págs.

Historias curiosas de la medicina. “Vacuna viene de vaca”. Año —1803— ........... 199
Estadillo de los niños que han entrado, y salido por años en la Inclusa, desde 1.° de
enero 1803 hasta 1823.............................................................................................. 203
Estadillo de los niños que han entrado y salido por años en la Inclusa desde 1.° de ene-
ro 1806 hasta 1820. Solicitado por el Excmo. Ayuntamiento de esta Heroica Villa..... 204
Minuta; “Obligaciones médicas”. 1807 ................................................................... 207
Fundaciones, censos y otros datos relacionados con el tema. Años 1808 hasta 1934. 209
Fotografía del “edificio de la Inclusa”. C/ Embajadores, año 1808 ......................... 211
Relación de meritos, Presentados por D. Pascual Moral, para optar a la plaza de me-
dico, 8 de noviembre de 1814 .................................................................................. 213
Quinquenio que comprende los años 1817 a 1821................................................... 217
“La Cuna Vacía”, José Selgas (1824-1882)............................................................. 218
Estadillo que demuestra las criaturas que han “entrado y salido”, en los años 1819-
1842.......................................................................................................................... 219
Normas médicas: Que recogen las “obligaciones” para los pediatras 1.° y 2.° y las
del cirujano de la Inclusa y colegio de la Paz, años 1827-1829............................... 221
Estado que manifiesta el número de niños de ambos sexos que constaban en las listas
que dieron a la Condesa de la Vega del Pozo, en crianza externa año 1825-1830 ...... 223
Memoria expositiva de la situación de la Inclusa y Colegio de las niñas de la Paz,
el 22 de diciembre de 1830 ...................................................................................... 224
Parte que emitían diariamente de la situación de niños y amas que había en el Cen-
tro, año 1835............................................................................................................. 237
Parte de los fallecidos por meses, en los años 1834 hasta 1838............................... 237
Niños extraviados fuera. Datos copiados de un cuadernillo correspondiente a los
años 1835-1845 ........................................................................................................ 239
Parte a las señoras Curadoras del Establecimiento. Año 1836................................. 240
“Informe 32”. Que le instruya inmediatamente de la exposición y se pase con ofi-
cio a la Junta de Beneficencia, Madrid, 9 de enero de 1838 .................................... 240
“Informe 32”. Visto por la Junta Municipal de Beneficencia. Madrid, 16 de marzo
de 1838 ..................................................................................................................... 240
Normas dictadas para las “Emergencias”. 19 de noviembre de 1841 ...................... 241
Estadillo de “niños entrados y salidos” por años, enero de 1843-1862 ................... 242
Reglas que deberán observarse en la Inclusa de esta Corte, referentes a los pagos de
las nodrizas y el cobro de la pensión a los niños que ingresen a partir del 1.° de mar-
zo, año 1848 ............................................................................................................. 243
Reglamento de la Inclusa de Madrid. Año 1849 ...................................................... 247
Ingresos y defunciones, tomados de los libros de registro diarios de “entradas y sa-
lidas de niños”, por meses, años y décadas, desde 1850 hasta 1935........................ 265
Se acompaña un gráfico ........................................................................................... 266

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12 HISTORIA DE “LA INCLUSA” DE MADRID

Págs.

Primera quincena de junio, año 1852, Estado demostrativo de los géneros y artícu-
los que han ingresado en estos establecimientos...................................................... 267
NÓMINAS: Estado demostrativo de los pagos hechos a las nodrizas que tienen ni-
ños de la Inclusa en esta Corte y provincias, 30 de junio de 1852........................... 267
Nota de los niños recibidos en la Inclusa, procedentes de los “tornos” instalados en
los hospitales referenciados. Meses de octubre y noviembre de 1854 y 1857......... 268
“Niños en crianza externa”, devueltos por las nodrizas, por meses, años 1855-1860
1865-1870 y 1995..................................................................................................... 268
Relación de las “casas” que no se ha tomado razón en la Contaduría General de Hi-
potecas, año 1855 ..................................................................................................... 269
Relación de las rentas que han poseído estos Establecimientos y que en la actuali-
dad no se cobran por diferentes causas. Año 1855................................................... 269
Breves consideraciones sobre la mortalidad de los niños expósitos, año 1858 ....... 271
Dirección General de Beneficencia y Sanidad: Estudio de los Hospicios y casas de
Huérfanos y Desamparados, de Madrid, al 31 de diciembre de 1859...................... 288
“Madrid en sus diarios”, Habla de la Inclusa. Años 1862-1866 y 1873 .................. 289
Estadillo de los “niños entrados y salidos” por años, enero de 1863-1882.............. 290
Iglesia de Santa Cruz, protagonista de la historia madrileña. Demolida en el año 1868.. 291
Fotografía de “Eloy Gonzalo”. (Héroe de Cascorro) —1897— .............................. 292
Eloy Gonzalo García. Ingresó en la Inclusa el día uno de diciembre de 1868. Salió
prohijado el día 12 de febrero de 1877 .................................................................... 293
Eloy Gonzalo García: (“Cascorro”) Cuba, 1897. Militares, Héroes y Conquistadores.. 294
El Expediente personal de Eloy Gonzalo. Noviembre de 1892-1895...................... 295
“Preámbulo” y Reglamento del Colegio de la Paz, año 1877 ................................. 301
Fundación “José Zorrilla Monroy”, Fundada el 12 de julio de 1881. (Un resumen)... 313
Estadillo de los “niños entrados y salidos” por años, desde 1.° de enero de 1883-1902.. 314
Dr. D. Mariano Benavente y González. Bosquejo Biográfico. Año 1818-1885 ...... 315
La vida en Madrid, “1887”, Número 7. Para los niños de la Inclusa (coro de seño-
ras) El jueves Santo, se juntan en asamblea por distritos para repartirse las mesas pe-
titotias ....................................................................................................................... 321
Niños expósitos y medicina infantil en España a principios del siglo XIX ............. 326

Siglo XX

Sucinta referencia a la “Inclusa”, años 1900-1925 .................................................. 341


Estadillo de los “niños entrados y salidos” por años, desde 1.° de enero 1903-1922 . 344
Memoria presentada por el Cuerpo médico de la Beneficencia Provincial a la Exc-
ma. Diputación, 17 de junio de 1918. La Mortalidad de los niños de la Inclusa. Sus
causas y sus remedios............................................................................................... 345

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PEDRO ESPINA PÉREZ 13

Págs.

Instituto Provincial de Puericultura. (Antigua Inclusa). Niños ingresados años 1920-


1976.......................................................................................................................... 357
Causas de la mortalidad de los niños en la Inclusa. Sus remedios. Año 1921 ......... 359
Protección a la Infancia. La transformación de las Inclusas. Septiembre 1923 ....... 362
Estadillo de “niños entrados y salidos” por años, desde enero de 1923 hasta 1942 .... 378
La Inclusa de Madrid y los niños abandonados, año 1925....................................... 379
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS: El consejo Superior de
Protección a Infancia, frente al problema, (desde el artículo 84 hasta el 100 inclu-
sive). Año 1927 ........................................................................................................ 383
Leyes de Protección que no se han cumplido. Año 1927......................................... 385
La Medicina y la Salud. Problemas de la Infancia. Año 1927................................. 387
Una vibrante condenación del régimen de Inclusas. Año 1927 ............................... 391
En torno a las Inclusas. Una conferencia técnica. 14-2-1927.................................. 393
¿Es cierto que en las Inclusas, la mortalidad es aterradora? 16-2-1927................... 397
El Dr. Bravo contesta a la Diputación. Y declara como médico director de la Inclu-
sa, que ésta debe cerrarse por ser fatal para la vida del niño. 17-2-1927 ................. 401
“Los hijos” de Emilio Carrere (1881-1947) ............................................................ 403
Entran 6.000 niños en las Inclusas y mueren 3.000. 17-2-1927............................... 404
Los niños de la Inclusa, año ¿1927?......................................................................... 406
La mortalidad en la Inclusa de Madrid, año ¿1927? ................................................ 406
El Dr. Muñoyerro dice: Que los niños de las Inclusas resuelven el aspecto econó-
mico del problema muriéndose. 3-3-1927................................................................ 409
La campaña del “Heraldo”, hace que la Junta de Protección a la Infancia se reúna
para buscar soluciones. 7-3-1927 ............................................................................. 412
El Éxito rotundo de una campaña del “Heraldo”, año ¿1927?................................. 412
Las Casas de Maternidad de provincias tienen resuelto el problema que la Inclusa
de Madrid no sabe resolver. 8-3-1927 ...................................................................... 413
Los resultados de nuestra campaña. (Heraldo de Madrid.) 9-3-1927 ...................... 415
Vayamos a lo que importa. El problema de las Inclusas y su posible y lógica solu-
ción. ¿10-3-1927?..................................................................................................... 418
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS: Esta mañana visitó la In-
clusa el ministro de la Gobernación, día 11-3-1927................................................. 420
La Suerte de los niños abandonados. Contra la Diputación, no. Contra la Inclusa,
sí. Día 8-4-1927........................................................................................................ 422
Una Visita a la Inclusa: La tragedia del niño expósito. 15-4-1927 .......................... 424
El Madrid que se transforma. Los niños abandonados que recoge la Caridad Ofi-
cial. 21-1-1929 ......................................................................................................... 431
Los barrios de Madrid. Paseos de un hombre estadístico y sentimental. 1-6-1929 .... 437

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14 HISTORIA DE “LA INCLUSA” DE MADRID

Págs.

Los barrios de Madrid. Paseos de un hombre estadístico y sentimental. 6-6-1929 ....... 441
Relación de la agrupación de solares que constituyen el Asilo de San José (hoy Cole-
gio de la Paz) Puericultura ( en construcción) y Maternidad (en proyecto). Año 1930. 446
Diputación Provincial. De la inauguración de la nueva Inclusa. Olvidados injustos,
¿año 1931?............................................................................................................... 447
Fotografía del “Solarium”. Niños tomando su baño diario de Sol. Año ¿1932? .... 449
Visitando las grandes obras de la República. “La nueva Inclusa madrileña es algo
maravilloso y excepcional. Año ¿1931-1932? ......................................................... 451
Una visita a la Inclusa. Cómo viven los niños abandonados de sus padres. Año 1932.. 457
Instituto Provincial de Puericultura. 11 de marzo 1933 ........................................... 461
Fotografía de la Inauguración del Instituto de Puericultura. ¿1933? ....................... 466
Reportajes del “Radical”. La Casa de los niños. Octubre 1933............................... 467
“En la Inclusa“. La pura alegría y el dulce vivir de unos cientos de chiquitines —hijos
de nadie y de todos— de almas abiertas a infinitos horizontes. Año 24-10-1933...... 475
La Ira parricida. 14-12-1933 .................................................................................... 481
Seis niños que no conocerán a sus padres, fueron entregados al amor de las Hermanas
de la Caridad, en la Inclusa madrileña, durante la madrugada de la Nochebuena.
Año 1933 .................................................................................................................. 485
Epifanía. Lo que los niños de la Inclusa desean que les traigan los Reyes Magos.
Años ¿1934 -1935?................................................................................................... 489
La Casa de los niños. La “Inclusa“. El más hermoso monumento de Madrid: 6 de
enero de 1935 ........................................................................................................... 493
¿Que hacemos en favor de los niños necesitados?. El Instituto Provincial de Pueri-
cultura, organización perfecta, honra de, Madrid, 28 de diciembre de 1935.......... 507
Evacuación de los niños del Instituto Provincial de Puericultura, Colegio de la Paz
y de las Mercedes. A las Colonias valencianas. Año 1936 ...................................... 511
“Colonias valencianas”, dependientes de la Diputación de Madrid. años —1936—
1939—...................................................................................................................... 514
Fotografías de “Enfermeras y nodrizas” en el pueblo de Navajas. Año 1937 y del Dr.
D. Enrique Jaso Roldán. (Sin fecha) ........................................................................ 519
Fotografía de las “Madres Internas”, año 1940........................................................ 520
Fotografía de la “Medalla de Identificación”, año 1940 .......................................... 521
Un esbozo haciendo referencia a los años 1940-1964 ............................................. 523
Estadillo de los “niños entrados y salidos” por años, enero de 1943 hasta 1962..... 525
“Romance del hijo II”, José María Pemán (N. 1897) .............................................. 526
Fotografía del Dr. D. Juan Antonio Alonso Muñoyerro. 21-1-1961 ........................ 527
La transformación de las Inclusas en España. La realidad de la transformación de
la de Madrid, año 1944............................................................................................. 528
Reglamento del Instituto Provincial de Puericultura, o Inclusa Transformada de Ma-
drid, año 1944........................................................................................................... 541

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PEDRO ESPINA PÉREZ 15

Págs.

El Instituto Provincial de Puericultura de Madrid, y su morbimortalidad en el decenio


1944-1953................................................................................................................. 565
Fotografía de unas Madres Internas con sus niños en brazos en el Instituto de Pue-
ricultura. 1948 .......................................................................................................... 576
Un grupo de “niñas” en el patio de Puericultura, con dos monitoras. 1948............. 577
“Las Inclusas en España“, y una reseña de los servicios prestados por el Dr. D. José
Antonio de Paz Garnelo, año 1951-1960 ................................................................. 579
X Congreso Nacional de Pediatría, Madrid, año 1960. Hospitalización —del niño
abandonado—........................................................................................................... 587
Estadillo de los “niños entrados y salidos” por años, enero 1963 hasta 1982.......... 601
Instituto Provincial de Puericultura, año 1965. (Bibliografía médica) .................... 603
Datos más significativos. Años 1965 - 1982. Instituto Provincial de Puericultura.... 605
Fotografías: Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”. y las “Autoridades en
la inauguración el día 18 de julio 1968 .................................................................... 610
Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”. Inaugurada el 18 de julio de 1968 ... 611
La Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”, —1968— ................................ 617
Fotografía de una “Sala de cunas de lactantes”, año 1969....................................... 623
Niños acogidos, años 1969-1978 ............................................................................. 625
Niños dados de alta, años 1969-1978....................................................................... 625
Procedencia y edades de los niños, años 1969-1978................................................ 626
Madres Internas, años 1969-1978. Por Edades, Profesiones y Estado civil............. 626
Procedencia de las “Madres Internas”, periodo 1969-1978 ..................................... 628
Los cuarenta mil hijos de la Inclusa, año 1969 ........................................................ 631
Consecuencia de la última Ley de adopción, en la denominada transformación de
las “Inclusas”, año 1970 ........................................................................................... 635
Madrid, Miles de peticiones en espera de la nueva Ley. No hay niños para adoptar,
año 1970 ................................................................................................................... 637
Fotografía de la fachada principal del Instituto Provincial de Puericultura, año 1970..... 640
La Adopción: Un tema importante, entrañable, actual. Año 1972 ........................... 643
La Adopción: Un problema de nuestro tiempo. Año 1972....................................... 649
Niño abandonado el día trece de enero de 1973. (Foto Carvajal) ............................ 655
La Adopción en España (3): El niño adoptado debe conocer cuanto antes antes su
situación, año 1973................................................................................................... 657
Datos y hechos que pueden tener interés, referentes a la inauguración del actual
Hospital Infantil. día 20 de julio de 1973................................................................. 661
Los hijos de nadie, (1) “No hay niños”, año 1973 ................................................... 663
Los hijos de nadie, (2) “Muchas dificultades”, año 1973 ........................................ 666
Los hijos de nadie, (3) “El problema de las madres naturales”, año 1973............... 670
Los hijos de nadie, (4) “Todos quieren la Adopción”, año 1973.............................. 672

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16 HISTORIA DE “LA INCLUSA” DE MADRID

Págs.

INCLUSA DE MADRID. Por este portal se entregan los niños. “Adiós, Inclusa,
Adiós“, año 1973...................................................................................................... 677
Niños ingresados y sus procedencias. Y madres acogidas, sus profesiones y edades,
año 1973, en el Instituto Provincial de Puericultura ................................................ 685
Año 1975, mes de octubre, niños ingresados por procedencias y edades. Estado de
las madres: solteras, casadas y sin datos .................................................................. 685
II. SIMPOSIO ESPAÑOL DE PEDIATRÍA SOCIAL. Año 1974 .......................... 687
Los niños abandonados, “han encontrado un hogar”, año 1974 .............................. 695
Fotografías de las tareas de puericultoras. Año 1975............................................... 702
Festividad de los “Reyes Magos”, año 1974. En el Instituto Provincial de Puericul-
tura............................................................................................................................ 703
Tres mil peticiones de adopción están pendientes de resolución en la Diputación
Madrileña. Año 1975................................................................................................ 707
En el Instituto Provincial de Puericultura: Hay muchas solicitudes de adopción y po-
cos niños para adoptar. Año 1976............................................................................. 709
A través de la vida. (II) El niño y sus primeras sensaciones. Año 1976 .................. 711
¿Hijos de quien? Los niños abandonados. Año 1976............................................... 717
“Madres solteras”. La sociedad justiciera, año 1976 ............................................... 725
“Por encima de todo, queremos la felicidad del niño”. Año 1977 ........................... 727
Fotografía del Dr. D. Javier Matos Aguilar. 1976 .................................................... 728
En España se maltrata a cuatro mil “niños” cada año. 1977 .................................... 733
Ciento cuarenta niños acogidos en la Inclusa de Madrid, año 1977 ........................ 737
Con la crisis económica aumentará el número de niños abandonados. Año 1977... 743
Nadie quiere saber nada de ellos. “Los hijos malditos”, año 1978 .......................... 745
Los hospicios de 1978. “Los niños malditos” .......................................................... 751
“Este año aumentarán los abandonos de niños”. Año 1978 ..................................... 757
La vieja imagen de la Inclusa quedo atrás: Veranean en Madrid. Año 1978 ........... 761
De los niños que nadie quería... a los niños que no hay. Año 1979 ......................... 765
Como adoptar un hijo. 1981..................................................................................... 774
“Cuando el mundo calla” y “Tu vientre vacío”. Años 1993 y 2002......................... 781
Comunidad de Madrid. Consejería de Hacienda. Establecimientos más reconocidos
de la antigua Beneficencia Pública de Madrid. Año 2000 ....................................... 783
Doy por terminada la “HISTORIA” con esta Miscelánea ........................................ 789

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PRESENTACIÓN

Mi entrañable amigo Pedro Espina Pérez nació allá por el año 1934, en el pueblo pa-
lentino de Valle de Cerrato, donde trascurrió su niñez y adolescencia. En el año 1957 se
trasladó a Madrid. Eran años difíciles, no exentos de incertidumbres y había que abrirse
camino cuando determinados senderos en el mundo rural parecían cegados. Así lo hizo,
trabajando en diferentes empresas hasta el año 1968 en que recaló en la Ciudad Sanitaria
Provincial “Francisco Franco” (hoy Hospital General Universitario “Gregorio Marañón”)
donde, tras un corto periodo de un año destinado en Admisión, fue nombrado Administrador
Delegado del Instituto Provincial de Pediatría y Puericultura, puesto éste que ejercerá has-
ta 1981 en que será encargado sucesivamente de la gestión de otros Institutos: Psiquiatría,
Medico-Quirúrgico, Infantil y Maternidad y Pediatría y Puericultura, donde permaneció
hasta su jubilación.
No obstante, como suele reconocer siempre, fue sin duda este último su periodo pro-
fesional más significativo, el que marcó de forma más relevante su personalidad inquieta
e investigadora. El trato con los niños de la Inclusa fue pergeñando en su carácter, sensi-
ble y solidario, un cariño especial por la Institución y sus pequeños “habitantes”, a la vez
que un creciente interés por su recorrido histórico.
Fruto de todo ello, de su ilusionada vida, es este documentado y fructífero trabajo. Una
muy loable labor de investigación diligente y perspicaz que conducirá al lector por un apa-
sionado viaje, no solo por la historia de la Inclusa de Madrid, sino también por parte de la
historia de España misma acotada entre las paredes de esta Institución.

Pedro NÚÑEZ MORGADES


Defensor del menor

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PRÓLOGO

De las cuatro definiciones de la palabra prólogo que da el Diccionario de la Lengua de


la Real Academia Española, yo creo que la que encaja perfectamente en nuestro propósi-
to es la primera: “Escrito antepuesto al cuerpo de la obra en un libro de cualquier clase”.
Quiero que este “escrito” se componga de tres partes, la primera referente a mi perso-
na, la segunda al autor y la tercera al libro en sí. Alguien puede pensar que este orden es
algo atípico, dejando para el final el libro, que al fin y al cabo es el más importante.
Aun en contra de mí costumbre, tengo que hablar en primera persona para justifi-
car, él haber sido el escogido para esta función. Vaya por delante mi agradecimiento a
Pedro Espina por habérmelo pedido. En esta libre elección que él ha hecho se juntan
dos factores fundamentalmente: por uno el papel que ha jugado en mí vida “La Inclu-
sa”, y porque no decirlo, el papel que yo he jugado en la vida de ella; y por otro la re-
lación que durante veinticinco años me ha unido al autor, esto lo dejaré para cuando en-
seguida hable de él.
Les diré de forma muy resumida, pues la más extensa quizás sea motivo de un li-
bro. Que yo llegué a la Inclusa que ya había pasado a llamarse Instituto Provincial de
Puericultura en el año 1945, cuando estudiaba 5.° Curso de la Carrera de medicina, como
asistente voluntario. Desde entonces, mi vida ha estado fundamentalmente unida a
esta Institución; desde la Oposición de Alumno Interno que gané al poco tiempo has-
ta la de Profesor Jefe de Servicio de la Beneficencia Provincial, en mi especialidad,
que llevaba como destino la Dirección Facultativa de ella, he recorrido todos los es-
calones, reconociéndome cuando me llegó la jubilación y con ello el final de mi vida
activa en este destino, la antigüedad oficial de —40— años de Servicio, aunque en re-
alidad han sido los -50- años trabajados en el Centro, cifra nada despreciable. Lo que
yo he vivido en este tiempo, no se puede resumir ni mucho menos en un prólogo, pero
lo que quiero destacar en este momento y con ello pasamos a la segunda parte, es que
de estos —40— años, 27 han transcurrido en muy estrecha colaboración con el autor
de este trabajo, Pedro Espina Pérez. En el año —1968— concretamente el día 18 de
Julio, el entonces Jefe del Estado, Generalísimo Franco inauguró el Hospital que se de-
nominó = Ciudad Sanitaria Provincial “Francisco Franco”= y hoy se llama = Hospi-
tal General Universitario “Gregorio Marañón”= englobando dentro de su Organización
u Organigrama a las tantas veces mencionado “Instituto Provincial de Puericultura”,
antigua INCLUSA de Madrid. Esta magna obra, este magnifico Hospital de nueva

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20 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

planta, equiparable entonces y hoy a los mejores Hospitales de Madrid, sin desmere-
cer ni un ápice y quizás mejorándolos; tanto en dotación material como humana, fue
el producto de la desaparición del viejo Hospital Provincial, que también en tiempos
se llamó = Hospital General =, que cumplió su misión durante casi dos siglos, extra-
ordinario edificio en todos los sentidos, pero ya inapropiado en esa época para la mi-
sión que desempeñaba y hoy con gran acierto ha sido transformado en el “Museo Rei-
na Sofía”.
No quiero pormenorizar como se hizo, ni lo que ello supuso para la Sanidad Madrileña;
pero no puedo pasar por alto al responsable de la idea, y de la planificación y realiza-
ción de tan magna obra; me estoy refiriendo al Dr., D. Carlos González Bueno, a la sa-
zón Presidente de la Diputación Provincial, que con anterioridad había sido Profesor Jefe
del Servicio de Cirugía de Aparato Digestivo y Decano del Cuerpo Médico de la Bene-
ficencia Provincial: al cual no se le ha rendido el homenaje que se merece y que desde
estas líneas yo le dedico. El Dr., González Bueno, como extraordinario cirujano de su
especialidad, mantenía estrecha colaboración con D. Carlos Jiménez Díaz, fundador y
artífice de la Clínica de la Concepción.
Para llevar a buen puerto su obra, escogió con gran visión lo más granado, en perso-
nal médico y administrativo que había en la referida Clínica de la Concepción. No voy a
citar a todos los que vinieron, para no cometer omisiones, ni las motivaciones que tuvie-
ron; sólo quiero referirme a los tres hermanos Espina Pérez (Adriano, Antonino y Pedro),
El mayor, Adriano, hombre extraordinario, a mi modo de ver fue el alma ejecutiva de la
creación de este nuevo Hospital! Y quiero insistir sin él no hubiera sido posible.
En el año 1969, fue destinado al Instituto Provincial de Puericultura, (antigua Inclusa)
y al Hospital Infantil que en una parte se edificó, Pedro Espina, y desde entonces has-
ta mi jubilación en 1990, navegamos juntos para llevar a buen puerto esta compleja
nave. Muchas ¡son las virtudes que le adornan! Yo sobre todas destacaría su amor y de-
dicación al trabajo, su educación, su disciplina y su lealtad como más significativas.
En los años que colaboramos no tuvimos ni un roce; él ejecutaba con prontitud y efi-
cacia las órdenes que se le transmitían; y con gran lealtad y máximo respeto exponía
su opinión, cuando no estaba de acuerdo, razonando los motivos que defendía siempre
en bien de la Institución.
El Instituto Provincial de Puericultura disponía de un Archivo, yo diría que muy
bueno, tanto por su contenido, como por su continente, me refiero a la encuadernación
de todos sus libros, y perfectamente ordenados; con frecuencia comentábamos el poco
partido o aprovechamiento que de él se obtenía, ya que en él se conservaban datos de
extraordinario valor unas veces históricas, como las vicisitudes del niño “Eloy Gonza-
lo”, también conocido como el héroe de Cascorro, otras veces cultural, estadístico o
sociológico.
Son excepción el “Informe sobre la antigua Inclusa de Madrid” realizado por Va-
lentina Fernández Vargas, recogido íntegramente en este libro que prologamos y el li-
bro que tras muchos meses de estudio titulado. Poverty in Eigliteen Century Spain, es-
cribió la canadiense Aune Sheridan.
Pues bien yo echaba de menos una publicación, que agrupara tantos artículos periodís-
ticos, reglamentos, fotografías etc., que sirvieran para completar esa historia incompleta de
la INCLUSA; esto es lo que ha hecho con tesón, pulcritud y trabajo Pedro Espina; creo que
PEDRO ESPINA PÉREZ 21

es un libro que era necesario y que en cierto modo abre las puertas de la Institución a los
estudiosos de estos problemas.
Más, y a los amantes de los niños; quizás no se hizo antes por que era una “casa”
cerrada, a la que no había acceso por el carácter en cierto modo secreto de la misma;
pero los tiempos han cambiado, la Inclusa ya prácticamente no existe y la libertad nos
permite tener entre las manos este magnifico trabajo.

Profesor D. Javier MATOS AGUILAR


Yo me había dedicado, entre otras, a dos actividades principales en mi vida: la forma-
ción de la juventud y la dirección de la Confederación Independiente de la Pequeña y Me-
diana Empresa (COPYME).
Cuando el Consejero del Poder Judicial Fernando Ledesma me ofreció dirigir la Obra
de Protección de Menores al nombrarle ministro de Justicia, lo acepté porque era una la-
bor más técnica que política dedicada a la reforma de la juventud. Y en Diciembre de 1982
me encontré presidiendo el Organismo Autónomo de Protección de Menores, que luego
pasó a ser una Dirección General en ese ministerio de Justicia, situación adoptada ya en
tiempo de la II República española. De acuerdo con mis experiencias lo primero que in-
tenté es hacerme con la estructura que tenía esa Obra, y procurar mejorarla por un lado, y
hacer que el trato con el Menor correspondiera a las nuevas ideas educativas que se habí-
an desarrollado fuera de nuestras fronteras. La Inclusa sólo se ocupaba de la infancia aban-
donada desde la época del emperador romano de origen español Trajano. Era un Asilo
para expósitos, que se les llamaba “niños alimentarios”, pues esa era la principal misión
que tenían esos Centros con tales niños sin familia aparente.
Y en nuestro país las primeras medidas legislativas se plasmaron en el Fuero Juzgo, y
luego en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, uno de los mejores y mas abiertos go-
bernantes que hemos tenido; buen literato también, que supo acoger en nuestra Edad Me-
dia a las tres culturas y religiones de la Península nuestra, judía, cristiana y musulmana.
Existen después múltiples iniciativas religiosas para ocuparse de este problema infantil, pero
con evidente falta de apoyo institucional. Solución que más pretendía lavar la cara de este
problema que ir al fondo de la cuestión y resolverlo.
Se ha estudiado la figura en Navarra del “Padre de los huérfanos”. Y este cargo se ex-
tendió por los Reinos de Aragón y Valencia; cargo que aparecía institucionalizado en los
Libros de los Concejos. Particularmente en Andalucía, y en el siglo XVI se cita la venta
del oficio de “Padre de Menores”.
Durante los siglos XVII y XVIII hay una creciente preocupación por la educación de
los niños expósitos, y se intentaba ver cómo podían ser utilizados socialmente en época de
Felipe IV, enseñándoles determinados oficios para ser útiles a la sociedad y a si mismos.
Pero el monarca que mas se interesó fue Carlos IV, ocupándose de las “Casas de recogi-
miento de niños desamparados”. Organización creada por Carlos III, con cargo al “Fon-
do Pío Beneficial”, nombrando para ejercer esa labor a las “Juntas de Señoras”. En el XIX
aparecen las “Guarderías infantiles”, y luego los “Jardines de Infancia”.
Las dos figuras mas destacadas en ese siglo fueron Concepción Arenal, que hizo la ca-
rrera de abogada disfrazada de varón, pues estaba prohibida la universidad a las mujeres.
Y el doctor Tolosa Latour.
HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Y en 1887 se convoca el I Congreso de Protección de la Infancia. Que se ocupa sobre


todo de las Casas de expósitos y de la explotación de los Menores en el trabajo. Se crean
Colonias Agrícolas, y en 1904 la ley de Protección de la Infancia y represión de la men-
dicidad con niños. Y se crea también el Consejo Superior de Protección de la Infancia,
dependiente del ministerio de Gobernación hasta la llegada de la II República que pasa a
Justicia. Votándose entonces una nueva ley del Menor llamada de Sanidad Infantil y Ma-
ternal, conservando lo fundamental de la ley del Dr. Tolosa Latour.
En 1918 se piensa ya en los Reformatorios para el niño delincuente. Y el juez de Me-
nores Ramón Albó crea “La escuela de Reforma”, con colonias agrícolas, propiciando la
libertad vigilada y los Tribunales para niños. Después de diversas modificaciones se crea
en 1948 la ley de los Tribunales Tutelares de Menores y el Consejo Superior que gobier-
na los problemas de los Menores. Unos Tribunales para menores delincuentes, y otras Jun-
tas de Protección para inadaptados en la sociedad o la escuela y la familia.
Yo me encontré con todo esto embarullado y mezclado, y con el desmedido afán de crear
celdas de castigo en los Centros de Menores, que tuve que suprimir nada mas ocupar-
me de mi nuevo cargo. Tuve así que dar instrucciones para el buen trato educativo de los
Menores, y del problema de las niñas embarazadas expulsadas de sus casas por los padres,
y encerradas en centros de monjas dedicadas a ellas, pero que muchas veces no sabían tra-
tar y a veces me encontré con el problema de los suicidios de estas chicas.
Y llegó el año 1984 en el que una Comisión de expertos españoles y extranjeros me ase-
soraron para hacer un nuevo Estatuto y ley modernos, y con la experiencia de otros paí-
ses de nuestro entorno, para lo que me ayudó el jesuita Catedrático de Derecho Penal en
San Sebastián Antonio Beristain, y otras personas, jueces o sociólogos. Aunque con mi di-
misión en 1986 quedó todo pendiente y no se ha sabido acertar, y está pendiente una re-
forma de la ley del Menor adecuada a la difícil realidad presente con la violencia en la ca-
lle y escuela, y la existencia creciente de las tribus urbanas. Yo también me dediqué entonces
a desarrollar una Revista con las nuevas experiencias educativas de los Menores fuera de
España, y publiqué diversos libros escritos por especialistas con experiencia en España y
fuera de ella, que han quedado en el estante de libros viejos, sin haber sido usados después.
Son muchas las cosas a mejorar en nuestro país, independientemente de partidos polí-
ticos y sólo pensando en una nueva educación eficaz para resolver los problemas de la
violencia juvenil y abandono de niños inadaptados y niños de la calle.
Es ejemplar que en Madrid exista hace años el Defensor del Menor, figura que hace una
labor inapreciable. Aprecio asimismo de forma señalada el presente texto, por su rigor,
exhaustividad y valor documental. Y felicito a su autor, Pedro Espina, por la calidad de tra-
to y calor con la que ha afrontado un reto tan interesante como traer al momento actual la
historia de la Inclusa en nuestro país.
E. MIRET MAGDALENA
PRELUDIO

COMO NACIÓ EN MÍ LA IDEA DE RECOPILAR LA HISTORIA DE


LA “REAL INCLUSA”

Conservo un fervoroso recuerdo de lo vivido en el Instituto, desde el año 1969 hasta


1981, en que estuve llevando la administración. Aquel trabajo, efectuado con alegría, en-
tusiasmo y eficientemente por parte de todas las personas que integrábamos los niveles asis-
tenciales para bien de aquellos niños acogidos en el “Centro”. Hizo que despertase en mí
el entusiasmo y la ilusión de leer los artículos que se iban publicándose en la prensa, re-
vistas, etc, relativos a la historia pasada de la Institución, así como lo referente a los cua-
trocientos niños internados en esa época: entre lactantes, destetados y preescolares el año
1970.
Consideré aquellas publicaciones apasionantes, de gran importancia y trascendencia de
lo que fue y era la vida humana y social de Madrid y provincias, reflejada en la “Inclusa”,
por cuyo motivo fui acumulando en un solo volumen los trabajos editados por médicos,
historiadores, periodistas, etc, además de los datos aportados por mis investigaciones efec-
tuadas posteriormente a través del testimonio que dan los documentos consultados en los
archivos, bibliotecas, hemerotecas, etc, referentes a los cinco siglos de existencia de la
“Inclusa”, en cuyos siglos recibió y acogió a más de seiscientos cincuenta mil niños, en-
tre los abandonados y los que ingresaron los padres o familiares.
También abrió las puertas a principios del siglo XX, a las madres para que ingresasen
con sus hijos, y así podían continuar lactando unos meses más a su niño,. o bien hasta ter-
minar la lactancia del pequeño. Posteriormente lo regularon y podían permanecer en la
Inclusa con su hijo hasta que éste cumpliera los cinco años. Esto se consiguió después de
muchos años, y mucha presión que venían haciendo los médicos desde hacia muchos años
ante las autoridades responsables del Centro, a fin de conseguir con la lactancia y el amor
de la madre, la disminución de la mortalidad tan elevada que se producía, llegando en al-
gunas de las secciones hasta el 100 por 100 de los lactados artificialmente.
Estos estudios y trabajos, recogen exhaustivamente las penurias que pasaron en su cor-
ta vida aquellas criaturas acogidas en la “Real Inclusa de Madrid”, Como reflejan los da-
tos estadísticos, que ponen de relieve el alto movimiento que hubo de entrada de niños, y
asimismo el elevado número de los que fallecieron, estas cifras frías y elocuentes, nos po-
nen de manifiesto lo que fue la vida en las inclusas españolas.
24 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Estos años pasados en el centro, me llevaron a consultar en el archivo los libros de


“Entras y Salidas de niños”, en dicho archivo se encontraba el famoso libro de registro de
niños que había encima de la mesa principal del archivo referente al año 1505, con la ins-
cripción en su primera página, del niño “Manuel” y que el Dr. Matos, Dr. Jardón y Sor Ire-
ne, cuidaban con esmero y por supuesto lo enseñaban a todas las personas que visitaban
el archivo, (en la actualidad no se encuentra en el archivo), se continuaba el recorido por
el del año 1582, que correspondía al primero de la estantería, posteriormente con el del año
1848, por ser el primero de los libros “secretos”, creado en abril de ese año, en cuyo li-
bro constan las “Reglas” que deberán observarse en la Inclusa de esta Corte, para la cla-
sificación económica de los niños que llegasen a partir de aquella fecha en: pensionistas,
medio pensionistas y benéficos. Seguíamos con la visita por el recinto, llegábamos al li-
bro registro del año 1868, en el que esta registrado “Eloy Gonzalo” (Cascorro), a conti-
nuación estaban ordenados por orden riguroso los libros de gastos..., ingresos, actas, Co-
fradías, legajos, etc. Hablando del archivo, hay que hacer referencia obligada a “Sor Irene”,
porque a ella se debe que haya llegado tan ordenado hasta nosotros, ya que cuando lo tras-
ladaron de la C/ Embajadores a la C/ O’Donnell, nos contaba, que lo dejaron en el sótano
sin orden ni concierto, y ella, que era una monja dotada de grandes virtudes, cauta y pru-
dente, profesional y trabajadora incansable, con su paciencia y mucha perseverancia lo
fue ordenando por riguroso orden cronológico de materias, para que podamos seguir hoy
disfrutando de este auténtico tesoro, fruto a su vez de los que lo hicieron posible archivando
a lo largo de los años, los hechos ocurridos en la historia de la “Inclusa”.
También hay que referir, que “Sor Irene” nos comentaba algunas de las historias y
anécdotas que había vivido en la “Casa” con las madres y familiares de las criaturas que
la dejaron en sus brazos. Por otra parte, no hay que olvidar lo bien que llevaba la parte ad-
ministrativa de la recepción de los niños, sus madres y amas, registrando primero a estos
en unas diminutas fichas, por nombre y folio, ya que según su experiencia, las madres
siempre se acordaban del nombre que habían puesto al niño y no así de los apellidos, pues-
to que la mayoría de ellas, los cambiaban y pasado el tiempo no les recordaban, esta era
la razón de llevar el registro por nombres, y por supuesto, anotando en el folio del libro
oficial más detalladamente las prendas, medallas y cuantos datos aportaban los familiares,
recomendando el nombre que se les debía de poner y si estaban o no bautizados. En las
notas que solían acompañar ponían las razones por las que lo dejaban en la Institución, etc.
Ahora con el debido respeto que merecen, debo dar las gracias a “todos” los que han
contribuido con sus autorizaciones, para que se puedan incluir sus trabajos. Así como
aquellos otros, que después de hacer las gestiones oportunas para solicitarles su autoriza-
ción, no me fue posible por las vías normales de teléfono, carta, etc así que tuve que re-
currir a los Organismos Oficiale; Asociación de la Prensa, Sociedad General de Autores,
Registro Central de la Propiedad Intelectual, a las agencias que se dedican al “registro de
autores”, no me fue factible ponerme en contacto con ellos por ningún medio. Sin embargo,
quedo a su disposición para cualquier observación o modificación que me puedan hacer
o sugerir al respecto de sus artículos incluidos en este “Compendio”, cuyos artículos o
trabajos fueron insertados en revistas, diarios, libros, etc. Con este valioso material, logrado
con denuedo y mucha constancia, escudriñando bibliotecas, hemerotecas, etc, ha sido po-
sible que dispongamos de este amplio y magno equipaje, que aglomera los hechos suce-
didos durante los cinco siglos. Estos trabajos aparecen hoy compendiados en una sola
“obra” dedicada esencialmente al conocimiento de la poderosa y humanitaria labor de
acogimiento de las criaturas abandonadas por sus progenitores, así como a los niños con
sus madres desde primeros del siglo XX, y a otros niños por razones de caridad desde
PEDRO ESPINA PÉREZ 25

siempre. Poniendo al alcance de las personas estudiosas de la “sociedad del pasado” la re-
copilación más completa, con su amplia realidad expositiva, para que puedan consultarla
y encontrar en ella material suficiente para saber como se desarrollo la vida de la “Inclu-
sa” de la Villa y Corte de Madrid.
También considero un deber, hacer oportuna mención en esta introducción a los que
aportaron su trabajo y bien hacer en favor de aquellos niños y a los que con sus donativos
económicos ayudaron al sostenimiento de la “Casa”.
1) A las personas caritativas, que desinteresadamente recogieron a las criaturas aban-
donadas por sus progenitores, las evitaron de una muerte segura.
2) A las Hermanas Religiosas de la Caridad, por su entrega de amor y desvelos, cui-
dando y acariciando entre sus brazos aquellas tiernas criaturitas acogidas.
3) A SS. MM, los Reyes, por sus aportaciones económicas para el sostenimiento de
la “Casa”, Decretos, Reglamentos, Cédulas, así como las normas de construcción de los
edificios, indicando las dependencias o salas a que deben destinarse los niños que llega-
ban con toda minuciosidad. Por otra parte, señalaba el número de las tomas diarias, pro-
porción y el alimento de acuerdo con la edad de los niños.
4) A las personas de la nobleza, Junta de Damas de Honor y Mérito, Junta de Protección
a la Infancia, etc, por el “cuidado, atención, vigilancia y funcionamiento de la Inclusa“.
5) A las autoridades oficiales de la Diputación y Ayuntamiento, editando Reglamen-
tos y normas de funcionamiento para beneficio de los niños acogidos en la Institución.
6) A los médicos; por su labor asistencial, dedicación y entrega para salvar la vida de
los niños por un lado, y por otra parte, manifestaron sus quejas y denuncias a las autori-
dades, de la gran escasez de recursos que carecían; materiales, económicos y de personal
para el sostenimiento del “centro”, añadido a la mala ubicación del mismo y su precaria
salubridad, perjudicaba notablemente la salud de aquellas desamparadas criaturas, lo que
producía una alta mortalidad. También lo expusieron en sus estudios, trabajos científicos,
conferencias y congresos, etc.
7) A los periodistas, por sus artículos publicados en la prensa, etc, exponiendo su pro-
pósito bueno, regular y malo de la “Casa”, y a los que a su vez hicieron las campañas en
la “prensa” con motivo de “la tragedia que vivían los niños en las Inclusas” en los pri-
meros años del siglo XX, lo que consiguieron con aquellas quejas, fue hacer llegar a las
autoridades responsables la mala situación que venía padeciendo la inclusa, y que toma-
sen parte en el problema, aportando los recursos necesarios para que se edificara el nue-
vo edificio con miras a su transformación en un centro de Puericultura.
8) A Rectores, Directores, Administradores y a todas las personas que trabajaron en
beneficio de las muchas criaturas que llegaron “abandonadas por sus padres”, en los cin-
co siglos a la “Inclusa”.
9) No obstante, para dar por terminada la introducción, me place hacerlo, dando las
gracias a los bibliotecarios y archiveros, que con su profesionalidad, sabiduría y cordiali-
dad me aconsejaron y orientaron, muy especialmente, al equipo del archivo de la “Comu-
nidad de Madrid”, por las facilidades que me dieron en la ardua tarea que conlleva el
complicado sendero que conduce a los investigadores a escudriñar en las bibliotecas, he-
merotecas, etc. Al Dr. Matos Aguilar, por la confianza que puso en mi persona para llevar
26 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

a buen puerto la pesada labor de conseguir “compendiar” la vida histórica de lo que paso
y representó para muchas personas su acogida a lo largo del tiempo en la “Real Inclusa de
Madrid”. Así como al Dr. J. Ignacio de Arana por la ayuda prestada, y a todos cuantos me
han favorecido con sus conocimientos y amistad.
Los trabajos son los originales, publicados por los autores. Sin embargo, los artículos
de los periódicos, por su mal estado de conservación, estaban borrosos y con los artículos
microfilmados pasaba lo mismo, dada su baja calidad de color, así que los unos y los otros
se leían con mucha dificultad las copias. Lo que produjo que la tarea fuese ardua y muy
laboriosa, primero por el mucho trabajo que conllevaba la confección de cada artículo en
su adaptación al formato del folio para ser incluido en la “Obra“, ya que cada periódico
tiene distinto formato y en medio los anuncios, después hubo que copiarlos cuidadosa-
mente con paciencia y mucho trabajo. También hay otras publicaciones que no figura el
“autor, ni la fecha de su publicación en los diarios, periódicos, revistas u otros medios de
difusión, pero que se insertan por su contenido histórico y estimo que se han puesto en el
año que se escribieron. Las referencias de estos artículos son: A. R. C. M. Signatura
de la Inclusa.
Con respecto a la articulación de la obra, he juzgado necesario hacerlo por orden
cronológico de sus publicaciones, no obstante, hay algunas excepciones efectuadas en los
primeros trabajos, por resultar un tanto aleatorios, ya que no tienen fecha de aparición,
y todos los trabajos hacen referencia en sus comienzos a cuando dio comienzo la Inclu-
sa. Coincidiendo los autores en sus indicaciones que fue constituida la Cofradía de Nues-
tra Señora de la Soledad en el año 1567 y la “Inclusa” fundada en el año 1572.

NOTA:
Es obvio señalar, que debemos hacer referencia obligada en esta historia tan significativa,
al origen de la palabra “Inclusa”, símbolo de lo mucho que ha representado en los quinientos
año años de existencia.
Consecuentemente, después de leer lo mucho que hay escrito por unos y otros, consultar
los archivos y bibliotecas, no encontré nada al respecto del origen de la palabra “Inclusa”,
por lo que consideré indispensable acudir a la fuente y ver lo que recogía el “Diccionario
de la R. A. de la Lengua”, y la define como sigue:
INCLUSA: 1.° (De Nuestra Señora de la Inclusa, imagen de la Virgen traída en el
siglo XVI, de la isla L’Ecluse, en Holanda, y colocada en la casa de expósitos de Ma-
drid.) F. Casa en donde se recogen y crían a los niños expósitos.
INCLUSA: 2.a (Etiología) Del Lat., Inclusa, cerrada, F, ant. Esclusa de un canal de
navegación.
“LOS PRIMEROS CELOS”

A. Castillo Lastruci. (Sevilla-1957).


“HERMANITOS DE LECHE”
Biblioteca Nacional, Madrid

Aniceto Marinas. (Segovia, 1866. I Madrid, 1953).


PRIMEROS TIEMPOS DE RECOGIDA
DE NIÑOS ABANDONADOS

Actualmente hacemos un paseo imaginario por el tiempo y nos encontramos con las
“Obras completas”, tomo IV, de JAIME BALMES. CAPÍTULO XXXIII, “Beneficen-
cia Pública”, en su página 327, dice así: “Las costumbres no serán jamas, suaves si no exis-
te la beneficencia pública. De suerte que esta suavidad y esta beneficencia, si bien no se
confunden, no obstante, se hermanan. La beneficencia pública propiamente tal era des-
conocida entre los antiguos. Así es que la fundación de establecimientos públicos de be-
neficencia no entró jamás en su sistema de administración. ¿Qué hacían, pues, de los des-
graciados?... se nos dirá, y nosotros responderemos a esta pregunta con el autor del Genio
del Cristianismo: = Tenían dos conductos para deshacerse de ellos, el infanticidio y la es-
clavitud. = No obstante lo dicho, en los primeros tiempos del cristianismo, las personas
caritativas empezaron a recoger a los niños abandonados, para librarlos de la muerte se-
gura, convirtiéndose esto en el siglo IV, en un autentico problema por el exceso de cria-
turas desamparadas. Estos hechos, por su importancia, fueron tratados en los concilios ce-
lebrados por los cristianos. En ellos se daba prioridad a poder resolver el abandono de
aquellos niños, creando normas al respecto, y dominaba ya el cristianismo en todas par-
tes cuando vemos que los rastros de costumbres atroces daban mucho que entender a la au-
toridad eclesiástica.
Así en el “Concilio de Vación”, (Francia) celebrado en el año 442, se indica, que se
estableció un reglamento sobre pertenencia legitima de los expósitos, en el que se orde-
naba castigar con “censura eclesiástica” a los que perturbasen con reclamaciones impor-
tunas a las personas caritativas que hubieren recogido un niño. Lo que hacia el concilio con
esta finalidad, no apartar de esta costumbre benéfica, porque en el caso contrario, según
añade, estaban expuestos a ser comidos por los perros.
Y en el “Concilio de Lérida”, celebrado en el año 546, cien años después del de “Va-
cion”, seguían percibiendo que había padres desnaturalizados que mataban a sus hijos, por
este motivo, impusieron siete años de “penitencia” a los que cometieran semejante crimen.
Son conocidas también de los eruditos, las antiguas “diaconías”, lugares de beneficencia,
donde recogían a las viudas pobres, huérfanos,, viejos y otras personas miserables.
El concilio de Orleans, celebrado en el año 549, prohibe en su canon 13 el apoderarse
de los bienes de hospitales, y en el canon 15, confirmando la fundación de un hospital he-
30 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

cho en Lyón por el rey Childeberto y la reina Ultragotha, encargando la seguridad y la


buena administración de sus bienes, impone a los contraventores la pena de anatema como
reos de “homicidio de pobres”.
Y el “Concilio celebrado en Toledo el año 589”, dispone en su canon 17, que se im-
pida a los padres y madres que quiten la vida a sus hijos.
Acercándonos en el tiempo, llegamos a lo que indica el Dr. Muñoyerro en su trabajo
“La transformación de las Inclusas en España”, refiere que las Inclusas se crearon en el
siglo VIII. Y el Dr. Paz Garnelo, recoge en “Las Inclusas en España”, que la primera
“casa-cuna” fue establecida en Roma en el (siglo XII) por el Papa Inocencio III, “En vis-
ta de los muchos niños que eran arrojados al Tiber, se resuelve poner remedio a tanto
mal, y para ello destinaría inmediatamente en el hospital del “Espíritu Santo” un local
en que cupiesen 600 niños, hermoso rasgo de caridad, digno del mayor elogio. Pero para
la higiene, un hospital no deja de ser un foco de emanaciones nocivas y por lo mismo el
lugar menos a propósito para el objeto que se le destina. Cuyo Papa, también instituyó el
“torno”, para salvar la vida de los niños abandonados. “En Florencia”: Halla por los años
de 1321 a 1330, los expósitos eran recogidos en otro hospital titulado de los “Inocentes”.
Tras esta breve y resumida información, relativa a los primeros antecedentes que apare-
cen en la historia, relacionados con el motivo que expone “Ana Mercader”, en su libro “El
despertar del feminismo en España” 1976, págs. 19, 38 y 39, en que dice lo siguiente: “De
hecho, en el patriarcado,la monogamia existía ya para la mujer, mientras que el apareamiento
del padre esta santificado no sólo con la esposa, sino también con las esclavas, familiares
propias de este periodo. Este es el caso del patriarca Abraham que nos narra la Biblia”.
Ya, desde muy antiguo, esta idea arraiga fuertemente en la conciencia social y es pre-
sentada como algo incuestionable por los poetas y filósofos. “Cada uno por separado go-
bierna como señor a su mujer y a sus hijos”, afirma el poeta Homero: y Aristóteles; “La
relación de los sexos es análoga (a la del señor y el esclavo); el uno (masculino) es supe-
rior al otro (femenino); el primero está echo para mandar y el segundo para obedecer.
Pero para el señor feudal la familia tenía un significado muy diferente. Era un instru-
mento para mantener su riqueza y su poder y la garantía de la transmisión de la herencia
a sus descendientes. A las mujeres se les impone la monogamia estricta, pero sólo a ellas,
pues los señores feudales practicaban una poligamia más o menos abierta. Si el esclavis-
ta tenía la propiedad sexual de las esclavas, el señor feudal la tenía sobre las mujeres de
los siervos de la gleba. No sólo sobre las doncellas que elegía a discreción, sino sobre las
“recién casadas” tenía el derecho de “posesión sexual” antes que el marido (el denomi-
nado) “derecho de pernada”.
Estas premisas nos permite saber que desde los primeros tiempos del cristianismo, ya
se interesaron en sus concilios, por los temas que planteaban los niños abandonados, y
por otra parte el problema que suponía la recogida de los niños dejados en las calles a
merced de las personas caritativas y las ordenes religiosas que lo venían haciendo desde
los primeros cristianos, para evitar su muerte segura. Emitiendo normas, reglamentos y or-
denando castigos para los padres que los desamparasen arrojándolos en cualquier lugar. Así
como creando un gran número de establecimientos de beneficencia religiosa y pública,
para recoger en sus “Instituciones” a estas criaturas.
Dando un salto de un lugar a otro y pasados los periodos correspondientes, llegamos
a Madrid, año 1400, “Crónicas de Madrid”, Editado por Plaza y Janes, año 1990”. En esta
PEDRO ESPINA PÉREZ 31

crónica, Vemos las muchas fundaciones de Conventos, Iglesias y Hospitales, creados en


este siglo. Como también nos informan de la gran prostitución de la época. “Disponiendo
en el año 1478, que las mujeres de partido, sólo puedan ejercer en la casa que está en la
Puerta del Sol”.
Con estos antecedentes entramos en el siglo XVI, en que descubrimos en el “Archivo
de la Real Inclusa de Madrid”, un libro registro de “Entradas y Salidas de niños”, fechada
en el año 1505 en el que aparece inscrito en su primera página el niño, llamado MA-
NUEL. Si bien a partir de esa fecha desaparecieron los libros y no se han encontrado da-
tos escritos al respecto de la “Institución”, Presumo que continuaron la recogida de los ni-
ños, ya que pasados unos años, hallamos en el archivo histórico de la “Villa” de Madrid,
año 1543, tomo 10 de su registro, en la página 403 “EL HOSPITAL DEL HOSPICIO”, año
1543 y en la página 431, del mismo registro, figura anotado “INCLUSA Y COLEGIO DE
LAS NIÑAS DE LA PAZ.” Año 1546.
FUNDACIONES DE HOSPITALES Y CONVENTOS

Aportamos estas reseñas, de las muchas “fundaciones” que hubo, al considerarlas de


interés importante para la obra, por aquel amplio número, vemos el comienzo de su ex-
pansión futura.
AÑOS SIGLO —XV—
1400. El Hospital de Agonizantes, creado en tiempos de D. Juan –I—, es trasladado a la
calle de Hortaleza, año 1418.
1418. En agradecimiento por el Hospital del Campo del Moro, la Villa regala a D. Juan
—II— un“oso”, que se escapo días antes.
1438. Una epidemia de peste que asola Casilla, también afecta a la Villa. Se calcula que
mueren 5.000 de los 20.000 habitantes de Madrid. Para atender a los apestados se crea
un Hospital cerca de la Puerta del Sol. 20 de abril, 1438.
1465. Cuatro piadosos varones fundan el Hospital de la Pasión, sólo para mujeres, junto
a la Ermita de San Millán.
1475. D. Alvar Graci, funda el Convento de Ntra Sra de la Piedad, de monjas bernardas.
1455. D.a Ana Rodrigo funda el Hospital de Peregrinos, más tarde será llamado del Ca-
tarro, Porque en él fueron tratados muchos enfermos con ocasión de la epidemia de 1580.
1450. Fundaron por bula de Alejandro VI, el Hospital de la Concepción Francisca.
1460. D. Pedro Fernández de Lorca funda el Hospital de Santa Catalina de los Donados,
para “doce pobres honrados menestrales.
La viuda del tesorero de D. Enrique IV, funda el Monasterio de Santa Clara, de mon-
jas Franciscanas.
D. Enrique IV, funda el Monasterio de Nuestra Señora del Paso, en conmemoración de
torneo.
1465. Cuatro piadosos varones fundan el Hospital de la Pasión, sólo para mujeres, junto
a la Ermita de San Millán.
1475. D. Albar Garcí, funda el Convento de Nuestra Sra de la Piedad, de monjas bernar-
dinas.
34 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

1478. Se dispone que las mujeres de “partido”, sólo puedan ejercer en la casa que está en
la Puerta del Sol.
1479. Se alza en la calle Mayor el Convento de Nuestra Señora de las Franciscanas, co-
nocido más tarde como de Nuestra Señora de Constantinopla.
1499. El General Francisco Ramírez y su mujer, Beatriz Galindo, camarera mayor de la
Reina, y Con Bula del Papa Alejandro VI, han decidido, y de hecho han comenzado,
la fundación de un Hospital que llevará por nombre de la Concepción.
Tendrá cabida para doce enfermos seglares además de seis sacerdotes. Asistirán a los
enfermos cinco beatas.
Tendrá rector, capellán, mayordomo, médico, barbero, boticario y otros sirvientes para
una correcta atención.
Ya desde el primer momento, el Hospital es llamado por los madrileños “de la Lati-
na”, que es como se conoce a su fundadora, profesora de latín de S. M. La Reina.
(F.L.N.)
1500. Corre por todo Madrid una frase de D.a “Isabel la Católica”. Alusiva a la belleza de
los Hijos del cardenal “Pedro González de Mendoza”, arzobispo de Toledo, La reina
dijo —“¡Que bellos pecados los del Cardenal!”—.

SIGLO XVI

1501. Al quedar viuda D.a Beatriz Galindo, funda el Hospital de la Latina.


1504. D.a Beatriz Galindo, la Latina, funda el convento de la Concepción Jerónima, don-
de habrá de ser enterrados ella y su esposo.
1505. Finaliza la construcción del nuevo Monasterio de San Jerónimo el Real.
1506. D.a María de Miranda, funda el Convento de la Real Orden de la Merced.
1520. LAS DONCELLAS Y LOS COMUNEROS: Llega a Madrid la rebelión de los co-
muneros, que había estallado en Toledo, al socaire del motín o rebelión, cunde el pi-
llaje y el bandolerísmo abiertamente por las calles de la villa.
Ante tal estado de cosas, y la enorme inseguridad pública, la priora del Monasterio de
Santo Domingo recoge a las doncellas (que corrían en realidad serio peligro). Así, las
guarda, mantiene y da cobijo hasta que pasen las luchas armadas y los instantes de tur-
bación. (F. L. M. )
1529. La Villa cuenta con 30.000 habitantes y unas 5.000 casas.Está dividida en siete pa-
rroquias Santa Cruz, San Ginés, San Martín, San Justo, San Sebastián, San Salvador
y San Miguel.
1534. Se promulga una Real Orden por la que el segundo piso de cada casa ha de pasar a
disposición del mundo oficial, pues el problema del alojamiento es enorme por la per-
manencia de la Corte en la Villa, los madrileños se dan maña para eludir la obligación.
1552. Llega a la Villa, Antón Martín y a petición de los madrileños, funda en la calle de
Atocha, el Hospital de San Juan de Dios, donde se hacen tratamientos con mercurio.
PEDRO ESPINA PÉREZ 35

1555. En la Cofradía del Convento de San Francisco se construye el Hospital de los pe-
regrinos.
1559. D.a Juana de Austria funda el Real Hospital de la Misericordia, en el arrabal de San
Ginés.
También crea, en el mismo año, el convento de las Descalzas Reales, en la casa don-
de había nacido.
Se funda la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria.
1561. Fundación de un Convento de padres mínimos de San Francisco de Paula.
1561. Cuando Felipe —II—, decide trasladar la Corte desde Toledo a Madrid e instalar-
se definitivamente en la Villa, surge un problema de espacio para acomodar a las 13.000
ó 14.000 personas que lo acompañan.
1565. Sólo cuatro años después de la capitalidad de facto, Madrid, todavía dentro de su
cerca, con ocho puertas, tenía ya más de 2.500 casas, 14 iglesias parroquiales, veinte
conventos, humilladeros y fundaciones y Hospitales.
1568. Se alquila el corral de Isabel Pacheco, por las Cofradías de la Soledad y de la Pasión.
1569. Madrid alcanza los 35.000 habitantes.
Durante unas obras en la Puerta Cerrada, aparece una piedra con una serpiente grabada,
según López de Hoyos, esta serpiente seria el origen del dragón del escudo de la Villa.
1570. Se funda, extramuros de la Ciudad, el convento de los padres gilitos de San Fran-
cisco.
1572. 8 de mayo. El Cabildo de Madrid, acuerda que se puedan repartir por la comarca
los niños recogidos. Ya la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, favorecida por
las sustanciosas limosnas, había pensado en recoger a los muchos niños que amanecí-
an por algunas de las puertas, pozos o estanques del Prado.
Como algunos de esos niños aparecían aún vivos, se decidió recogerlos y criarlos.
Se alquiló para ello una casa cerca de la Iglesia de San Luis, y ahora se trasladan a una
casa comprada en la calle de Preciados, que se instala en forma de Hospital.
En esta casa se recibe a cualquier niño para su crianza, con estos requisitos; cédula del
Padre Corrector, certificado de alguno de los religiosos de la soledad y aportar cuatro
ducados de limosna. Se nombra Rector de la Casa al licenciado Pascual. (F.L.N.)
1575. CORNUDOS Y MUJERES PÚBLICAS: 22 febrero de 1575. Entre las normas de la
autoridad hechas públicas, cabe destacar; a) una contra los consentidores de que sus mu-
jeres sean malas; b), contra el juego. Se prohíbe a las mujeres públicas tener escude-
ros, así como criados menores de cuarenta años. Se les prohíbe asimismo, llevar a la
Iglesia almohadas, cojines o alfombras, tampoco usar escapularios o hábitos.
1580. CRECE LA CASA DE LOS NIÑOS EXPÓSITOS. Crece con éxito la casa de los ni-
ños recogidos o expósitos, con una crianza ordinaria de alrededor de quinientos niños.
Son criados por amas de cría, con unos gastos de veintiocho mil ducados y un presu-
puesto de dieciséis mil. La diferencia se compensa con limosnas y con las aportacio-
nes que llevan algunos de los niños ingresados. (F.L.N.)
36 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

1581. Se funda un colegio para niñas huérfanas.


1581. 25 de marzo. A LA QUE SE CASA; DIEZ MIL MARAVEDÍES:
Se dice la primera misa en la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto, por la fundación de
un colegio para niñas huérfanas. Una Cofradía nombrada al efecto se propone “casar”
cada año a un cierto número de internas; las desposadas recibirán “diez mil marave-
díes” y un regalo de ropas. El colegio de huérfanas, está situado en la calle de Atocha,
esquina a la Plazoleta de Matute. (F.L.N.)
1586. 8 de febrero de. Se Funda el Hospital General de Madrid.
1587. REDENCIÓN DE PROSTITUTAS: Las religiosas de Santa Magdalena fundan el
primer establecimiento previsto para la redención de prostitutas.
Oficialmente se ha ido pasando de una tolerancia hacia la prostitución que hasta se
consideraba un negocio que contribuía en los ingresos de la Corona y de los munici-
pios, a un rigorismo que pretende que el apartamiento de su carrera debe pasar por un
establecimiento religioso, una muy dura penitencia y servicio final como criadas.
El régimen de estos establecimientos será en extremo riguroso y servirá de ejemplo a
las cárceles de mujeres que reciben el nombre de “galeras”, pues sus sufrimientos no
desmerecen de los padecidos por los galeotes, aunque las mujeres no eran sentencia-
das a esta pena.
En contraposición, en el siglo XV, estaba bien visto entre el pueblo contraer matrimo-
nio con una prostituta redimida, mientras que ahora ya no se prevé un final tan feliz.
(L.C.T.)
1587. El Rey nombra al hermano Bernardino de Obregón gobernador de los hospitales,
tras entrar en vigor una reducción en su numero.
1598. ALBERGUE EN LA CUESTA DE LOS COJOS: Cada día son más los pobres y más
penosa realmente su pobreza, muchos de ellos duermen, vacío el estómago, y arrebu-
jados en míseros harapos, en las plazas y calles de la Villa. Un buen vecino, don Pe-
dro de Cuenca, conmovido por tan triste suerte, ha fundado un albergue, el primero de
estas características, en la cuesta de los Cojos.
Lo ha puesto bajo la protección celestial de San Lorenzo y bajo el terrenal de los re-
gistradores que se hallan en la Puerta de Toledo.
Por voluntad del fundador, el director del refugio que ya ha comenzado a dar cobijo noc-
turno a desvalidos será siempre un sacerdote pobre natural de la Villa de Madrid.
De este modo se alivia un tanto la miseria. (R.G.)
1598. Se estima la población de Madrid, en 60.000 habitantes.

SIGLO XVII

1615. RONDA DE PAN Y HUEVOS: Enero de 1615. El jesuita Bernardino de Anteque-


ra, Pedro Laso de la Vega y Juan Jerónimo Serrá han fundado la Santa Pontificia y
Real Hermandad del Refugio y Piedad de esta Corte, en los primeros días del año.Pron-
to se les agregaron otras personas caritativas y la hermandad compró algunas casas

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PEDRO ESPINA PÉREZ 37

donde se dispuso de refugio nocturno para los pobres. Esta hermandad alcanzó gran fama
por su ronda de Pan y Huevo. Formada por un sacerdote, dos caballeros y algunos cria-
dos portadores de camillas, la ronda recorría en la noche las calles y plazas de Madrid;
a los hambrientos entregaba un panecillo y un huevo duro; llevaba al refugio a los que
no tenían donde dormir; administraba el sacerdote los últimos sacramentos a los mo-
ribundo y enterraba a los muertos. (R.G.)
1633. Pedro Sánchez y Francisco Seseña dan fin a la Obra del Hospital de San Antonio
de los Portugueses, que tiene pinturas de Ricci y Carreño de Miranda.
1635. Se traslada el Hospital de San Patricio de los Irlandeses, fundado en 1629, en la ca-
lle del Humilladero.
1619. Uno de julio. Se celebra la primera corrida de toros en la “Plaza Mayor”, a punto
de ser acabada.
1661. INUTILES PRAGMÁTICAS CONTRA LA PROSTITUCIÓN: 11-7-1661. Se lamenta
el rey don Felipe IV de la inutilidad de los decretos represores de la prostitución. Exa-
gera Bonnecase al decir que son 30.000, las mujeres públicas en la Corte; pero nadie
niega que cada día aumentan en número y en descaro y desvergüenza. Por ello el rey
a dictado, a sabiendas de su inutilidad, una nueva pragmática en la que ordena a los al-
caldes que las prendan y las envíen a la “casa-galera”. Los que no cumplan el manda-
to real perderán el puesto y serán multados con 50.000 maravedíes. Son tres las prag-
máticas sobre el mismo asunto: por la primera se reducían los burdeles de Madrid a uno,
situado al comienzo de la Calle Mayor; por decreto de 1603 se prohibían las mance-
bías en todos los reinos y se castigaba a las justicias que las toleraran, con la misma pena:
pérdida de empleo y multa de 50.000 maravedies, y finalmente, en la pragmática de uno
de enero de 1632, se reiteraba con mayor dureza la misma prohibición. (R.G.)

SIGLO XVIII

1723. Madrid cuenta con 24.344 vecinos y 95.473 personas de comunión, alojadas en
8.082 casas.
1743. 22-7 de: Se inaugura la primera plaza de toros estable, junto a la Puerta de Alcalá.
1781. Terminada la construcción del Hospital General, con capacidad para 800 ca-
mas, según Proyecto de José de Hermosilla y Francisco Sabatini.

Datos tomados de la:


“Crónica de Madrid”.
Editada por PLAZA Y JANES EDITORES. S. A. 1990
HOSPITAL DEL HOSPICIO. Años 1543-1890
INCLUSA Y COLEGIO DE LAS NIÑAS DE LA PAZ.
Años 1546 - 1885.

En este fondo del “Archivo de la Villa” Ayuntamiento de Madrid. Los legajos consul-
tados, son breves, pero importantes por su contenido documental y precisa que justifica la
existencia de estos “centros”, a partir de la fecha reseñada, por sus memorias expositivas y
razonadas de las muchas necesidades de las criaturas abandonadas; unas memorias solici-
tando recursos económicos al Consejo del Reino de la época, otros expedientes que con-
tienen escrituras, hijuelas, oficios y acuerdos del Consejo. etc. Así encontramos lo siguiente:
HOSPICIO, año 1543. Petición de D. Diego de Pesquera, para el recogimiento de ni-
ños perdidos, y hay una “nota” de lo que sé esta ejecutando en Valladolid, para la funda-
ción de una Casa destinada al efecto. A.V. M. Secc. 2.a Leg. 399 y n.° 14.
Año 1546. Provisión para que Madrid, diese de limosna de los propios 50 fanegas de
trigo a los niños pobres. A.V. Madrid. Secc. 4 - Leg. 62. n.° 12.
MUY MAGNICO, Año 1543. “D. Gregorio Pesquera besa las manos de V. M. y dice
que ya les es notorio el gran beneficio que resulta del recogimiento de los niños perdidos,
para que aprendan la doctrina cristiana y sean enseñados en cosas de futuro y de allí to-
men como cada cual les convenga, a quien servir, y sé que tendremos caminos que den buen
ejemplo a los niños de que. V. S. será muy servido y porque la costa que en esta obra se
ha de hacer. Se ha de sacar y sustentar de las limosnas, y en ninguna cosa pueden emple-
arse mejor para su Majestad, que de los propios de esta Villa, sean servidos y que den cada
año hasta cien fanegas de trigo a las personas que tuvieren a su cargo el sustento de los Hos-
picios de niños perdidos, y que ellos supliquen a su Majestad, por su petición, lo tenga así
por bien y dé licencia para ello. Porque una obra tan Santa y necesaria como es esta, no
deje de permanecer y continuase por falta de recursos. Que lo que en esto se gastare, Dios
lo multiplicará por todos los -falta la terminación del escrito. A. V. M. Secc. 2.a Leg. 399
- núm. 73.
Año 1563. Felipe II. Decide trasladar la Corte desde Toledo a Madrid, e instalarse de-
finitivamente en la Villa. Por estas causas, surgen problemas de espacio para acomodar a
las 13.000 ó 14.000 personas que le acompañan. Para resolverlo, obligó a los vecinos a co-
ger en la planta primera a estas familias. Este hecho acarrea gran atracción de personal de
40 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

provincias a venir a la Corte en busca de trabajo; nobles, artesanos, labriegos, criados / as,
etc. Todo este aumento de profesionales y las costumbres de entonces, generaron muchas
relaciones sexuales extramatrimoniales y en consecuencia la llegada al mundo de muchos
niños no deseados, lo que llevó a muchas mujeres al abandono de las criaturas. Acrecenta-
do por la ignorancia de aquellas mujeres, alejadas de sus familias, sin recursos económicos,
etc. añadido a los derechos de “pernada” que tenían los “amos”, sobre estas criadas.
Año 1615. Copia de un traslado de una provisión de S. M. para que se den a los Hos-
pitales: Generales y de la Pasión y a los niños expósitos y desamparados, 54.000 ducados
cada año de las sisas de los 250.000 ducados con que la Villa sirve a S. M. en lugar de la
sexta parte de los alquileres de las Casas, descontando el aprovechamiento que tienen en
las comedias.
Año 1616. Traslado de una provisión de S. M. para que se dé a los niños Expósitos -
543- ducados, descontando el aprovisionamiento que tienen en las comidas.
Año 1621. En la Villa de Madrid, doce de marzo de mil seiscientos veintiuno. Los se-
ñores del Consejo de su Majestad; mandaron que los tres mil ducados que por acuerdo de
la Junta. Han consignado en las sisas, den la sexta parte, para redimir este año otra tanta
cantidad del Principal de los centros, que de estos impuestos sobre las otras sisas, se den
y paguen a los Hospitales de los niños expósitos de esta villa. Por cuenta de los cuatro mil
ducados que por la Junta le están mandados dar y los mil ducados restantes se les libren
en las otras sisas, que sobrando de ellas este año. Sacadas de las consignaciones y la cuen-
ta del año.
Oficio ordenando que se pague a los niños expósitos de esta villa por cuenta de los
cuatro mil ducados que por la otra Junta le están mandados dar y los mil ducados restan-
tes se les libren en las otras sisas de los doscientos cincuenta mil doscientos diez. A.V.
Madrid. Secc. 2. Leg. 159. N.° 9.
Año 1636. Hospital de los Expósitos. Dos años hace que le presento a V.S. la necesi-
dad en que se halla el hospital de los expósitos, para que le acudiese con alguna limosna ex-
traordinaria y le mande dar dos mil ducados, con los cuales y otros que se juntaron, se pudo
satisfacer gran parte de lo que debía, hallándose en la misma situación en el presente, por-
que su caudal no alcanza cada año con más de cuatro mil ducados de gastos que tiene, de
manera que son doce mil los que ahora debe = para su paga y hacerla general, y no de los
días de Pascua, de Espiritusanto en que habrá una procesión general de los niños que hay.
Se han hecho muchas Juntas y reconocido el estado de su hacienda, parece no tener con
que dar satisfacción a las “Amas” de mil doscientos cincuenta niños que hay entre los de
pecho y destete. Son pobres, instan por lo que se les debe, auque entretenidas con la es-
peranza de la breve paga que se les ofreció, por cuya causa no han dejado a las criaturas,
y porque es necesario conservar el crédito para que supla lo que no puede el Caudal, se ha
determinado suplicar a su Majestad, haga donación al Hospital de dos mil ducados de li-
mosna, que se tomen por cuenta de los demás Hospitales otros cuatro mil ducados, de lo
que se les debe de comedias y de lo más pronto que tuvieren otros seiscientos más = que
se cobren dos años adelantados de la celosía que tenia el Sr. Duque de Medina de las To-
rres = Que se pida al Reino algún socorro y a V. S. dos mil ducados de limosna. Sin otras
particulares que se procurarán. A ninguno toca tanto acudir en esta ocasión como a V. S.
Así por ser suya la protección de estos huérfanos, como por suplicárselo yo que espero que
con toda brevedad que el caso requiere, le hará la moral que siempre acostumbra y a mí,
de avisarme de lo que acordare, cuya vida guarde Dios, como deseo de la ¿posada?. 21 de
PEDRO ESPINA PÉREZ 41

abril de 1636. Inclusa, Firmado; D. Antonio. Archivo de la Villa, Ayuntamiento de Ma-


drid, A. V. Madrid., Secc. 2.a Legado 421. n.° 10.
Año 1640. A la muy noble Villa de Madrid, “Niños expósitos”.
DICE: Los niños expósitos crecen estos años, como otras veces hemos comunicado a V.
M, y de manera que la renta que el hospital tiene, no llega a sus sustentos y ha faltado cada
año, de algunos a esta parte de seis a siete mil ducados y si bien se han pensado medidas para
fijar el socorro, como cosa de tanta importancia con las necesidades presentes, no se halla
cuanto quiera que con el celo cristiano de V. M. nos prometemos, se ha de poner esta canti-
dad corriente, a la que esperamos ayudará su Majestad. Dios la guarde y el Consejo.
Ahora llega el tiempo de hacer la paga general a las “amas” y la procesión que cada
dos en dos años se ha hecho el segundo día de Pascua, de Espiritusanto, en que se da sa-
tisfacción a todas como es de costumbre en otros años, que en este no se “minora” la ne-
cesidad, porque se ha hecho cuenta y se hallan “mil trescientos cuarenta y ocho niños”.
Que habiendo consumido la hacienda que el Hospital tiene, en las pagas ordinarias en el
año, se hiciese esta con la prontitud como otras veces se ha hecho, de no hacerlo, se “de-
sacreditaría” el “Hospital”. Con riesgo de que las “amas” no viniesen a sacar a los niños
y “pereciesen“, se van previniendo estos efectos, para dar esta satisfacción, y con lo que
se halla y cuatro mil ducados que su Majestad Dios guarde, será servido dar de limosna,
tocan a V. M. otras cuatro mil, que sirviéndose de señalarlos, se buscará medios como
sean efectivos y quedará socorrida la necesidad presente. La obra efectuada, la primera en-
tre todas las de piedad que V. M. hace y muy de su obligación como acostumbra con ejem-
plo de todos, amparar a estos niños que no tienen otro remedio, sino el de los fieles que
con caridad cristiana atiendan su inocencia, cubra su desnudez y enjuguen sus tiernas la-
grimas y socorran el silencio de estos desamparados que debe de dar voces en los corazones
de todos. D. G. a V M. como deseamos. Madrid 12-5-1640. Secc. 2 Leg. 421. núm. 10.
Continúan en este año manifestando que aumentan los niños expósitos, y que con las ren-
tas que tiene el Hospital no llegan para hacer frente al sustento y ha faltado del orden de seis
a siete mil ducados, si bien han pensado en medios para fijar este socorro, como cosa de tan-
ta importancia. Madrid, 12 mayo de 1640. A. V. de Madrid. Secc. 2.a Legado 421 n.° 10.
Año 1665. Hijuela adjudicada al Hospital de niños expósitos y desamparados, por herencia
de D. Juan Martínez Espinosa, en todo el legajo se habla del Hospital de Desamparados.
También mencionan al Hospital de los niños Expósitos, que llaman de la Inclusa. Y de la par-
te que les toca a los expósitos y desamparados. A. V. M. Secc. 2.a Leg. 421. núm. 11.
Año 1680. “Niños Expósitos”. Decreto de S. M. A consulta del Consejo de 21 de este
mes, se ha servido resolver que la paga general, que esta próxima, de las “Amas” que crí-
an los niños de la Inclusa, por hallarse sin caudales V. S. dé seis mil ducados de vellón, sa-
cándolos del hueco de las sisas desde primero de enero de este año, hasta el día 14 de
abril, en que aquella parte que los intereses sean mandados reducir a cinco por ciento. De
lo que doy aviso a V. S. de muy noble y honrada Villa de Madrid, 29 de mayo de 1680.
Año 1680. Decreto de S. M. para que Madrid, diese —6.000— ducados de vellón,
para la paga de las “Amas” que criaban a los niños de la Inclusa. Junio de 1680. A.V. M.
Secc. 2.a Leg. 159 n.° 116.
Año 1711. Orden de su Majestad: Acuerdos de Madrid. Autos del Consejo y demás
papales tocante a la alarma que habrá para recoger a los muchos niños que están abando-
nados por el desamparo y necesidad de sus padres.
42 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Acuerdo: por el que señalan para su asistencia, educación y manutención, ocho mil duca-
dos de vellón, sobre las rentas de la vacante del arzobispado de Toledo, encargando al conse-
jo que tomando las noticias individuales, discurra la providencia que se podrá aplicar a este fin.
Aquí la Orden: Venerado Madrid, como debe tan apreciable resolución de su Majes-
tad y del Consejo por las circunstancias tan loables, que contiene del servicio de Dios
Nuestro Señor y beneficio común, por lo que de su ejecución y providencias reconoce, ha
de producir, llegando a ponerse en planta y tener efecto lo que su majestad se ha servido
mandar y su real piedad manifiesta y para que tenga pronto efectivo cumplimiento y se eje-
cute con la autoridad que conviene.
Tratado y conferido sobre su contenido: Se acordó, de conformidad se suplique al
Consejo, se sirva diputar uno, dos o más señores ministros que pareciere de él para que con
los comisarios que Madrid nombrase se discurra, trate y reconozca a este fin lo más con-
veniente. Concuerda con su original.
Reconociéndose en esta Corte los innumerables “niños” que hay sin padre, ni madre,
y que aunque le tengan, no cuidan de ellos y estos desde su niñez se instan en robar y
aprender otros vicios, que siendo mayores crecen y se llena todo de delincuentes, siendo
conveniente poner remedio a tan gran daño y que se discurra de alguna manera proporcionar
remedio para que estos muchachos se recojan y eduquen, sea en una fábrica y si no las hu-
biera en las fortificaciones de las plazas.
Acordado el Consejo, que V. M. informe sobre los medios que le pareciese conve-
niente para recoger a estos muchachos. De que asimismo V. M. dé orden al Consejo para
su cumplimiento, esperando su resultado para darle cuenta. Dios Guarde. A.V. de Madrid.
Secc. 12 Leg. 399. Núm. 69.
Año 1750. Real Orden, nombrando Director Privativo de la Casa-Hospicio, al Maris-
cal de Campo. D. Pedro Cevallos. AV. M. Secc. 2 Legajo 399. núm. 79.
Año 1799. La Inclusa y los Colegios de expósitos son obligados a vender parte del pa-
trimonio e invertir en vales reales.
Año 1812. Hay un Oficio del Jefe Político, sobre el lastimoso estado en que se en-
cuentran en la Inclusa los acogidos. A. V. de Madrid. Secc. 2.a Leg. 371. Núm. 73.
Año 1813. El Administrador de las fincas de la “Real Inclusa” pidiendo medio año de
alquileres de la Casa C/ del Soldado, ocupado para la Casa Galera.
Año 1818. Ante una mayor afluencia de niños a la Inclusa, se mandan más a criar fue-
ra: como consecuencia desciende progresivamente la mortalidad absoluta.
Año 1831. Hay un escrito del Administrador de las fincas de la “Real Inclusa”, pidien-
do medio año de alquiler de la Casa de la C/ del Soldado, ocupada por la Casa Galera.
Año 1832. Licencia concedida a la Junta de Damas de Honor y Mérito, para tener seis
conciertos en la cuaresma a beneficio de la Inclusa.
Año 1832. El Administrador de bienes de la Inclusa, pidiendo los alquileres vencidos
de la Casa C/ del Soldado, ocupado para la Casa Galera.
Año 1834. Real Orden, para que se atienda al pago de lo que se adeuda a la Inclusa.
Real Orden para que los palcos de teatros que servían para la Presidencia de los “al-
caldes” de esta Corte, queden el uso a beneficio de la Inclusa.
PEDRO ESPINA PÉREZ 43

Año 1836. La Inclusa y Colegio se vieron afectados indirectamente en las asignacio-


nes de rentas eclesiásticas.
La Junta Municipal de Beneficencia de Madrid se hace cargo de nuevo de la Inclusa y
de los Colegios: La Junta de Damas sigue dirigiendo la Inclusa y el Colegio de la Paz.
Año 1838. Disposición para remediar el estado de la Inclusa, a causa del fallecimien-
to crecido de párvulos.
Real Orden: por la que se da permiso para celebrar seis corridas de “toros” con desti-
no a la Inclusa.
Expediente sobre las plazas de Rector y Vice-Rector de la Inclusa, nombradas por el
“Gobierno”, no correspondía a éste, sino al Ayuntamiento, por lo que quedan suspendidas.
Año 1840. Provisión de la plaza de Rector de la Inclusa en D. José Fontana. Y supre-
sión de la de Vice Rector.
Año 1841. Concedido permiso para establecer un torno para recibir niños expósitos en
Nuestra Señora del Puerto.
Los apuntes que anteceden, se han sacado del “Libro registro número 10 del Archivo
Histórico de la Villa, Ayuntamiento de Madrid”, lo que da testimonio de la existencia del
“Hospital del Hospicio” el año 1543. Y de la “Inclusa”. En el año 1546. Por otra parte, es-
tán los memoriales, expedientes, escritos y oficios en donde exponen con todo rigor la
justificación detalladamente de las necesidades y penurias que vivían en aquellos esta-
blecimientos los acogidos por la falta de “recursos económicos”.

Fuente: Archivo Histórico de la Villa de Madrid


Por P. ESPINA PÉREZ
EL ESCAPULARIO DEL REY DON FERNANDO
NODRIZA DEL REY DON FERNANDO. AÑO 1452

En un parador me obsequiaron con un ejemplar del libro “PARADORES” =RELATOS=


“COLECCIÓN DE MESILLA DE NOCHE” AÑO 2000. Como es de rigor cuando te regalan un li-
bro, y es de costumbre general abrirle con inquietud e ir a consultar el índice, para saber de
que tema trata. No obstante, fui leyendo con gran interés los nombres de los autores que in-
tegraban aquellos “relatos”, narrados con sencillez por los valiosos escritores, los cuales, cuan-
do los vas leyendo con pasión, parece que te van llevando a vivir con ellos la historia que es-
tán contando. Sin embargo, hubo uno, que por su singular contenido; merece resaltar el hecho,
y adecuado para que figure como nota sobresaliente, en lo relativo a las “nodrizas” para que
quede insertado en la historia de la “Inclusa”, también hay que decir lo mucho que supusie-
ron desde los primeros tiempos de la sociedad, para el bien de la humanidad, y en el caso que
nos ocupa, por tratarse excepcionalmente de la “nodriza” que lactó con su pecho y crió con
ternura después hasta que cumplio los seis años al “Rey Don Fernando el Católico”.
Así lo cuenta en su “RELATO” - Emilia Barceló Esteban.
Que en la excursión que realizó por España, llegó caminando al pueblo de “SOS DEL
REY CATÓLICO”, acomodándose en el “Parador de Sos”.
Estaba en paz cuando me metí en la cama y quizá por eso la sorpresa no fue, de mo-
mento, paralizante, porque yo aún creía estar soñando.
No fue una luz sobrenatural lo que me anunció su presencia, ni el arrastrar de cade-
nas, ni alaridos fantasmales; fue sólo una voz cuidada, más bien grave, hablando en la
penumbra de mi cuarto una lengua que tardé unos minutos en comprender.
“Señora —decía la voz femenina, apremiante—, señora, por Dios nuestro Padre San-
to, por Santa María, la Virgen y por todos los Santos de nuestra devoción, por vuestros
hijos, si os cabe la fortuna de tenerlos, os pido que me escuchéis, que escuchéis mi súpli-
ca. Llevo mucho tiempo intentando que alguien me escuche, que alguien se apiade de mí.
Oídme, señora, por amor de Dios.
Mi nombre es Méncia dijo por fin, cuando sintió que yo estaba dispuesta a escuchar
su historia. Soy hija primogénita del Marqués de la Torre y esposa de don García Rodrí-
guez, caballero al servicio de mi Señor, el rey don Juan de Aragón. Tuve la desgracia de
46 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

perder a mi tercera hija, Guiomar, dos días después de su nacimiento, y la fortuna de ser
elegida como “Nodriza” del pequeño Fernando, nacido el 10 de mayo de 1452, hijo de mi
señor, porque su madre, la reina doña Juana, no tenía leche que dar a la criatura.
Yo crié a mis pechos al que había de ser el rey más generoso y magnífico de las tie-
rras de España y hasta sus seis años de edad estuvo a mi cargo. Yo le enseñé las prime-
ras oraciones, le canté las primeras nanas, le amé y le protegí como una madre, como una
loba, con todo el amor y la entrega debidos a un niño que es hijo de rey.
Muy cerca de donde estamos ahora se alzaba la casa que fue mía, la que fue testigo
de sus primeros pasos, de sus primeras palabras, la casa donde, al volver de sus solem-
ne bautizo en la Iglesia de San Esteban, yo colgué de su cuello el “Escapulario” bendito
traído de Jerusalén por mi bisabuelo, para que lo protegiera de todo mal, oí un largo sus-
piro y, después de una pausa, la voz continuó diciendo. Aquél día juré que el escapulario,
trenzado con un cabo del divino cordón que ceñía la túnica de Nuestro Señor el día de su
martirio en el Gólgota, pasaría de Fernando a su primer hijo varón y de este al siguien-
te hasta el fin de los tiempos.

JORGE MANRIQUE.
NACIO POR EL AÑO 1400.

43
PREGUNTA

Porque me hiere un dolor


quiero saber de vos, cierto,
cuando matastes Amor
si lo dexastes bien muerto;
O si había más amores
para dar pena y cuidado,
o si ha resucitado,
porque, según mis dolores,
Amor me los ha causado.

30
ESPERANZA

Yo calle males sufriendo


y sufrí penas callando,
padecí no mereciendo
y merecí padeciendo
los bienes que no demando:
Si el esfuerzo que he tenido
para callar y sufrir
tuviera para decir,
no sintiera mi vivir
los dolores que ha sentido.
INFORME SOBRE EL ARCHIVO DE LA ANTIGUA
INCLUSA DE MADRID
HOY INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA

Por Valentina Fernández Vargas


El Archivo de la antigua Inclusa de Madrid, aunque no muy frecuentado, es de fácil ac-
ceso, dato muy importante, pues con frecuencia se encuentran todo tipo de dificultades para
trabajar en Archivos no Nacionales. Por otra parte, aunque su documentación no ha sido
clasificada por ningún archivero profesional, se encuentra en perfecto orden cronológico,
pues sor Irene siguió este criterio al enfrentarse con la tarea de ordenar los libros en el
nuevo edificio con motivo del traslado efectuado (1) desde la calle de Embajadores a la
de O’donnell, 50, su actual emplazamiento.
Este trabajo no pretende ser más que un informe, bastante rápido, de las característi-
cas del material contenido en el Archivo. No se me oculta que al fichar los documentos pue-
den aparecer algunos nuevos, bien porque a mí se me hayan pasado por alto —los libros,
guardados en doble y triple fila, se encuentran en grandes armarios—, bien porque con la
lectura necesaria para su clasificación se descubran noticias o datos interpolados. Así pues,
se impone un trabajo más sistemático sobre este Archivo, trabajo que quizás más adelan-
te yo misma pueda llevar a cabo.
En principio creo que para una clasificación por materias podemos distinguir los do-
cumentos siguientes: Libros de entradas de criaturas, Libros de salidas de criaturas, Li-
bros de cuentas (del gasto ordinario y extraordinario.), Papeles sueltos, Libros sueltos Y
como los libros de entradas de criaturas forman, naturalmente, la base del Archivo, empezaré
mi informe por la serie menos numerosa: la que yo llamo de Libros sueltos.

LIBROS SUELTOS

El más antiguo que he encontrado es uno en cuya primera hoja se dice: “Libro de Ntra.
Señora de la Soledad donde están asentados los nombres de los cofrades que en dicha co-
fradía hay desde que se fundó hasta… (ilegible)… que… (roto)… a veinte e tres días del
mes de septiembre del año del señor de mil e quinientos y sesenta y siete años los cuales
hermanos y cofrades están en este libro… hasta 1572… que están al final de este libro las
personas de título que no sabe su propio nombre”.
48 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La primera persona que aparece es la Reina, recibida como cofrade en el Monasterio


de Nuestra Señora de la Victoria.
A continuación se encuentran las listas de los cofrades; los hay de tres categorías; co-
frades de luz, cofrades de disciplina y cofrades mujeres. En todos los casos se especifica
el nombre, apellido, oficio, residencia y, en su caso, difunto.
Por lo tanto, en este libro se proporcionan importantes datos; el primero que se nos
aparece es el del peso de los títulos nobiliarios, pues el individuo concreto desaparece,
importando tan sólo a la casa a que pertenece. Una segunda consideración, también de ca-
rácter social, es la discriminación de las mujeres, que constituyen un capítulo aparte. Pero
seguramente los datos más importantes los proporcionarán las lista de cofrades de luz,
disciplina y mujeres, que permitirán establecer sistemas de parentesco y profesión, cate-
goría social de los cofrades, relaciones entre zonas urbanas y profesiones. Etc.

LEPE, Don Pedro de

Constituciones sinodales antiguas y modernas del Obispado de Calahorra y la Calza-


da, reconocidas y aumentadas novísimamente por el ilustrísimo… Madrid 1700.
En este libro, impreso, se pueden encontrar interesantes datos, tanto para la historia ecle-
siástica como para la historia local de Calahorra y la Calzada, y es sabido cómo las histo-
rias locales van adquiriendo cada día más importancia, ya que permiten comprobar la re-
percusión de los grandes acontecimientos históricos en las capas más profundas y numerosas
de la nación.
“Libro de las Misas rezadas y cantadas con aniversario y responsos que ay que cum-
plir anualmente en esta casa de Ntra. Señora de la Inclusa y del Patriarca San José de ni-
ños expósitos de esta Corte” 1735.
Un ejemplo de las partidas de este libro le tenemos en la siguiente:
“… por el ánima de Juan de Sosa una misa rezada todos los jueves del año y en las nue-
ve festividades de Ntra. Señora que en todo son 61 misas: dejó para el cumplimiento un
juro de 13.125 maravedís de renta en el almojarifazgo de Sevilla”.
Es evidente que el sentimiento religioso es algo muy importante en la vida de un pue-
blo; lo que en él hay de sincero o de motivación social es imposible de medir, y más
aún documentalmente y a siglos de distancia. Pero sus manifestaciones externas sí son
mensurables, a través de limosnas, disposiciones testamentarias, donaciones para su-
fragios, etc. Una de las consecuencias más importantes de estas donaciones es el po-
der económico que proporcionan al clero o a institutos religiosos, poder que abarca
múltiples manifestaciones económicas, pues, por ejemplo, en el caso anterior vemos una
donación a nombre de la Inclusa en la Aduana Sevillana. El análisis de las partidas si-
guientes podrá permitir el cálculo de parte del capital con que contaba esta Institución,
procedencia social de los donantes, cuantía media de las donaciones, tipo de la inver-
sión. etc.
El hecho de que sólo se conserve este libro es evidente que hace disminuir su valor como
fuente para la historia; ahora bien, si el cuadro de las limosnas de la Inclusa no puede tra-
zarse con este único libro, no debemos desecharlo, ya que en primer lugar sirve como ín-
dice de una tendencia y además puede ser comparado con libros de este tipo procedentes
PEDRO ESPINA PÉREZ 49

de otros archivos, superando así los límites de la Inclusa para extenderse por campos cuya
amplitud vendría determinada por la de los libros con los que se comparara.
Directamente relacionado con lo que acabo de decir sobre la utilidad de los legados a
la Iglesia para el conocimiento del valor del sentimiento religioso, en una sociedad deter-
minada y para la historia del poder temporal de la Iglesia, aparece el apartado que he de-
nominado Papeles sueltos, y que además sirve para ver las implicaciones familiares con
un organismo determinado. El criterio de clasificación que he seguido en el cronológico,
pero explicando el contenido y naturaleza de los distintos documentos.
1610. Cláusula del testamento de Don Juan Miranda sobre el juro de los pescados que le
toca como capellán de una capellanía fundada por Doña Magdalena de las Cuevas.
1620. Carta de venta de una tierra de almendral en Casarrubios del Monte.
1626 Documento del escribano del número de Toledo sobre el despoblado de La Cabeza,
entre la catedral de Toledo y los vecinos de La Cabeza, sobre si pertenece a la Iglesia
de La Cabeza.
1653. Inventario de los bienes de Don Gabriel de Espinosa (faltan las primeras hojas.)
1657. Certificación del desposorio y velaciones del Contador Don Francisco de Urrutia
Mendieta, y doña María Magdalena Bispe de Lando y Osáriz.
1669. Testamento de Don Francisco de Urrutía contador de Su Majestad. Madrid.
— Testimonio de cómo era curadora de las personas y bienes de Don Francisco de Urru-
tía, Doña María Magdalena de la Nao, su madre.
— Escritura sobre el testamento de Don Francisco de Urrutia presentada por Don Eu-
genio de Miranda.
— Hacienda que llevó de dote Doña Isabel María de Mendieta al matrimonio con Don
Juan de Miranda que constan en la adjudicación y partición hecha de los que que-
daron por muerte de Don Francisco de Urrutia, su primer marido, con Don Fran-
cisco Javier de Urrutia Mendieta, su hijo.
1671. Relación de cotos otorgados en la villa de La Cabeza.
— Informe sobre derechos de la Congregación de Ntra. Señora de la Natividad de la
casa profesa S. J. De ciertas cantidades prestadas a la villa de Madrid con interés
del 10% sobre sisas y otros impuestos.
1674. Escritura sobre la administración de los bienes de don Francisco de Urrutia Men-
dieta por su viuda Doña María Magdalena de la Nao Oscáriz.
1676. Carta de Doña María Magdalena de la Nao y Oscáriz viuda de Don Francisco de
Urrutia sobre el testamento del mismo.
1676 Escritura sobre un censo de 230 ducados fundado por Francisco Enríquez de de Vi-
llacorta sobre las escribanías.
1677. Escritura sobre las capitulaciones matrimoniales de Don Francisco de Urrutia Men-
dieta.
1681. Testimonio sobre el testamento de Don Juan Bautista del Corral: heredera Doña
Magdalena Ugarte de las Cuevas.
50 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

— Testimonio sobre el testamento de Doña Magdalena Ugarte de las Cuevas; herederos


Don Juan de Miranda, Doña Sebastiana María Méndez.
— Escritura sobre el testamento de Doña Sebastiana Méndez y Testa (sobre la sisa y
arbitrio de palacio).
— Escritura sobre el testamento de Doña Sebastiana Méndez.
1683. Testamento de don Bartolomé Pereña, presbítero.
1684. Testamento de doña María Magdalena de la Nao.
1685. Escritura sobre el testamento de Doña Sebastiana María Méndez, y la propiedad de
la capilla de Ntra. Señora de la Esperanza en el convento de san Felipe el Real de Ma-
drid.
1686/87. Relación del testamento de Doña María Magdalena de la Nao y Ostáriz, sobre
los derechos de entierro y misas tocantes a la Parroquia de San Sebastián (1850 reales
de bellón).
— En los Trinitarios (misas y rezos, 1284 reales).
— En los Trinitarios (limosnas para misas: 1676 reales).
— Misas en los Recoletos (1500 reales).
— Misas en Ntra. Señora de Loreto (25 misas: 75 reales).
— San Gerónimo (25 misas, 75 reales).
— Venerable orden Tercera (27 reales y 13 velas).
— Niños desamparados (24 reales “por el acompañamiento que dichos niños hicieron
en su entierro con velas y cerillas”).
— Religiosos de San Francisco (27 reales).
— Legado a la Venerable orden Tercera: 100 reales.
— Cartas de pago de limosnas en San Sebastián.
— Recibos de diferentes legados.
— Cristo de la fe: Varias limosnas.
— A la Congregación de las Animas.
— Otro legado.
— Otro legado.
— Cuentas de misas cantadas en los Trinitarios.
— Lista de los gastos ocasionados por el cumplimiento del testamento (854 reales).
— Todos estos papeles están cosidos.
1687. Cuenta y razón de la administración de unos bienes.
— Escritura sobre la partición y bienes que quedaron por muerte de Doña María Mag-
dalena de la Nao.
PEDRO ESPINA PÉREZ 51

1689. Traslado de los Autos que se hicieron sobre la venta de la villa de La Cabeza.
1692. Traslado sacado de la vista general y amojonamiento de los cotos de la villa de la
Cabeza, hecho por Fernando León Dávila y Pedro de Cecas.
1693. Cuenta de las deudas de la villa de la Cabeza con Don Pedro de Axados Balmase-
da.
1696. Tanto de la posesión que se me mandó dar y dio en los propios de la Villa de la Ca-
beza.
1702. Capitulaciones matrimoniales entre Don Diego Ignacio de la Moneda (caballero
de la Orden de Santiago) y Doña Teresa Miranda, de la Cámara de la Reina. Toledo.
— Testimonio sobre que en las capitulaciones matrimoniales de Engracia de Miran-
da y Mendieta, hija de Don Juan de Miranda y Testa, se da un “efecto contra esta
villa de Madrid sobre las sisas de tocino y aceite de 26.000 reales… renta 1.600 re-
ales cada un año”.
1711. Copia del testamento de don Juan de Miranda.
1723. Auto autorizando a Don Sebastián de Espinosa a plantar viñas en la villa de la Ca-
beza; lo autoriza el conde de Miranda, procurador de la Mesta.
1723. Informe sobre carnicerías, y aceites y tercera blanca del carbón de Madrid.
— Informe sobre la herencia de Don Juan de Miranda recibida por Doña Engracia de
Miranda, mujer de Sebastián de Espinosa.
1741. Escritura sobre la partición de los bienes de Doña Sebastiana María Méndez Testa
y la hijuela de Don Jerónimo de Miranda Testa, su hijo (comprende una tasación de
los bienes).
— Testimonio sobre la Escribanía del Consejo de Guerra, otorgada a Don Juan de Mi-
randa Testa, su hijo (comprende una tasación de los bienes).
— Testimonio sobre la Escribanía del Consejo de Guerra, otorgada a don Juan de Mi-
randa en partición de Don Gerónimo de Miranda al fallecer Doña Sebastiana Tes-
ta, madre de ambos.
(Este papel se encuentra dentro de la escritura anterior.)
1746. Cuenta de lo que deben los señores de Miranda en un Censo de la Escribanía del
Consejo de Guerra que se redimió.
1779. Cuerpo de la hacienda que Don Juan de Miranda y Testa llevó de capital al matri-
monio con Doña Isabel María de Mendieta.
— Hacienda que heredó don Juan de Miranda por fin y muerte de Doña Sebastiana Tes-
ta, su madre.
— Memoria de los bienes y efectos que sean consumido y vendido durante el matrimo-
nio de Don Juan de Miranda y Doña Isabel de Mendieta, tocantes al capital de don Juan.
(Todos estos documentos están dentro de una carpetilla con la fecha marcada a lápiz.)
1785. Forma de nombramientos de alcaldes para ciertas jurisdicciones que son comunes
a La Cabeza y Serranillos.
52 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

1790. Testamento de Bautista del Corral copiado en un poder del Obispo de Salamanca.
Madrid.

Sin fecha:

— Autorización para cobrar una deuda.


— Escritura sobre la partición de bienes de Doña Magdalena de la Nao.
— Una hojilla en la que se autoriza la entrada por los “vezinos de los inmediatos lu-
gares”.
— En el despoblado de La Cabeza con perjuicio de Don Sebastián de Espinosa (in-
completa y sin fecha).
— Cuatro hojas de cuentas (incompletas).
— Hacienda que heredó Doña Isabel María de Mendieta por muerte de Doña Maga-
dalena de la Nao sucesora en el derecho y renuncia hecha por Dona Josefa de Ba-
rea por la persona de Don Francisco Javier de Urrutia, su hijo.
— Escritura sobre la partición de bienes de Doña Magdalena de la Nao.
— Bienes de Don Nicolás de Espinosa.
— Apeo de los bienes del Señor de La Cabeza (2).
— (Está en una carpetilla en la que pone “Borradores”, a lápiz.)
— Bienes muebles entregados a Don Sebastián de Espinosa.
— Caudal de Don Juan de Miranda: Gananciales; bienes adquiridos durante el matri-
monio;
— Cuerpo de Hacienda: Cuerpo de Hacienda (bis): Cuerpo de Hacienda (bis).
— Cuenta de los derechos que ha importado la venta de la villa de La Cabeza.
— Una hoja suelta con un inventario.
La simple enumeración del contenido de esta Sección basta, en mi opinión, para ha-
cerse una idea de su interés; se trata, básicamente, de los bienes de dos familias con algu-
nas ramificaciones debidas a disposiciones testamentarias. Como, por ejemplo, las refe-
rentes a D. Nicolás de Espinosa; pero, aun en estos casos, habría que ver también si no se
trata de alguien ligado familiarmente, aunque de forma más remota. Por lo tanto, todos es-
tos documentos parece que permiten el estudio socio-económico de un grupo familiar du-
rante dos siglos. Al mismo tiempo proporcionan datos de valoración de bienes de distin-
tas clases, por lo que enlazan directamente con los de la Sección anterior y los Libros de
cuentas que veré a continuación.
El hecho de que todos estos documentos se encuentren en un Instituto religioso - be-
néfico sirve también como indicativo de la influencia e importancia de la Religión de la
que ya he hablado. En este caso, además de los bienes que pasaron al Clero, como conse-
cuencia de donaciones, creo que se podrían estudiar aquellos que poseían algunos reli-
giosos como bienes patrimoniales…
PEDRO ESPINA PÉREZ 53

Libros de cuentas:
Es evidente que nadie puede dudar hoy de la importancia adquirida por los Libros de
cuentas para la historia económica y social, pues, como dice Soboul (3): “En la obra de E.
Labrousse, la historia de los precios, basada en un número limitado de series elegidas en fun-
ción de su valor estadístico y contenido social, sirve de soporte a la historia en su sentido
más profundo: el de las clases sociales en la dinámica de su antagonismo. Tomando las
fluctuaciones económicas como punto de partida, se desemboca en movimientos sociales,
en la evolución, tanto del pensamiento como de las instituciones, en lo acontecional”.
Los Libros de cuentas del Archivo de la Inclusa, al corresponder a una Institución be-
néfica, reflejarán, ciertamente, un mundo muy cerrado y complejo; Pero precisamente ahí
radica su máximo interés, pues los ingresos proceden de limosnas, entradas de comedias,
rentas de donaciones, etc.; Mientras que los gastos que registran son de alimentación y pago
de salarios a funcionarios y amas. Por lo tanto, se podría reconstruir, además de la dife-
rencia e importancia para el mantenimiento de la Institución de ingresos tan dispares como
los enumerados, las fluctuaciones reflejadas en una serie y las de las distintas series entre
sí; las oscilaciones de los precios, el número de personas al servicio de la Inclusa, su pro-
porción con el número de niños, los gastos ocasionados por su mantenimiento y salarios,
etc. Un capítulo muy interesante será el de la alimentación, tanto del personal de la Inclusa
como de los niños, aspecto este último que, relacionado con las noticias de los Libros de
entradas y salidas de criaturas, permitirá reconstruir un capítulo de la mortalidad infantil
y algunas de sus causas.
Los Libros de cuentas no siguen un criterio unitario, por lo que habida cuenta de que
no son muy numerosas, puedo dar un breve informe de los distintos tipos.
Las características de estos libros son las habituales: dos partidas, una del cargo y otra
del descargo, ambas por meses e indicando en el primer caso la procedencia de la canti-
dad, en el segundo el concepto en que se ha empleado. Para la clasificación siguiente sigo,
en lo posible, la denominación de cada libro.
Libros de cuentas de la Cofradía de Niños expósitos de Nuestra Señora de la Soledad:
1583 (julio a diciembre).
1588-89 (enero a diciembre).
1590-91 (enero a junio).
1597-1604 (septiembre a diciembre).
Los asientos están formulados de la forma siguiente:
“Recibí… dos reales que dio de limosna la boticaria de la Reina por un niño que lle-
vó por billete del señor Diego Pallá”.
Y “siete reales y veinte y cuatro maravedis a la lavandera”.

Paga del gasto de amas:

1587-1599 (julio a septiembre)


“Ana Sebastiana de desteto: cría a la susodicha Ana Díaz mujer de Alonso Rodríguez,
vezinos de Valmojado, de desteto, a la qual se le deben hasta fin de marzo deste año de 1587
54 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

sesenta y nueve reales como aparece por el Libro de amas… como se le paga. Lunes 16
de marco 1587 se hizo paga general a las amas forasteras y havido de tornado hazer quen-
ta de la criança desta niña con la dicha Ana Díaz, se alló devérsela sesenta y seis reales asta
este día de los quales perdonó la dicha Ana Díaz quatro reales… destos (de los que que-
daron) pagó dona María Sarmiento que trajo a la niña 22 reales; por ante Pedro de Men-
doza escribano…”
Entre la multitud de datos de estos libros sería muy interesante ver la proporción de ni-
ños muertos entre las amas de pago y las de devoción; es decir, aquellas que recogían ni-
ños sin remuneración a cambio. Y esta proporción puede establecerse porque cuando un
niño muere se especifica al pie de la partida, añadiendo el tiempo que estuvo al cuidado
del ama.
Libro de cargo general de los Tesoros de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad.

1587-1597 (enero-julio)
Libro de la cuenta general del rector; salidas de criaturas, socorros, vueltos (es decir,
niños que vuelven a la Inclusa) y muertos, salarios de amas, etc.:

1669-1680 (diciembre a diciembre)


Razón de amas y criaturas; Lista de amas con el número de criaturas que tienen a su
cargo y dinero que se las paga, por días:
“Ración de 2 amas con 4 criaturas, 136; de carbón, 16; de aceite y miel, 16.” 1610-1611.

Libro del gasto ordinario

Lista de amas con indicación de sí son o no forasteras. Al final van los salarios de los
ministros de la casa:
1597-1602 (septiembre a junio).
1655-1662 (enero a noviembre).
“Al administrador. 8.364 reales;
A María la priosta por Manuel Enríquez 12 reales”.

Libro del gasto ordinario y extraordinario

Especifican todos los gastos y, por su continuidad, constituyen una serie muy impor-
tante:
“El aceite a 40 maravedís la libra”.
1663-1669 (enero a noviembre).
1669-1676 (diciembre a enero).
1676-1681 (mayo-octubre 1682 en realidad).
1682-1689 (noviembre-agosto).
1689-1694 (septiembre-enero).
PEDRO ESPINA PÉREZ 55

1694-1698 (marzo-diciembre).
1699-1708 (enero-diciembre).
1709-1718 (enero-diciembre).
1719-1728 (enero-diciembre).
1729-1738 (enero-diciembre).
1739-1746 (enero-sic—enero).
1747-1758 (enero-diciembre).
1759-1773 (enero-diciembre).
1774-1790 (enero-diciembre).
1791-1807 (enero -diciembre).
En resumen, los Libros de cuentas de este Archivo son series que, indudablemente, se
prestan a ser tratadas estadísticamente, pero que, además, por los muchos datos que pres-
tan, permiten, como dice A. Soboul (4),”… humanizar lo que puede haber de frío en los
cuadros estadísticos y en los porcentajes. La historia social es, indudablemente, la de los
grupos, pero los individuos no pueden reducirse a “signos” anónimos… De esta forma, pre-
cisión numérica y análisis descriptivo se coordinan para reconstruir no un hombre abs-
tracto, sino el hombre simplemente”.
Queda ahora la última sección de este Archivo: la formada por los Libros de entradas
y Libros de salida de criaturas, los cuales constituyen, como es lógico, el apartado más nu-
meroso.
El Libro de entradas más antiguo es un “Libro del Rector desta casa y hospital de Ntra.
Señora de la Soledad y Angustias donde se tiene la quenta de los niños que se echan en el
dicho ospital desde el mes de enero de 1588 hasta el fin de marzo de 1589”.
Las primeras hojas de este libro constan de un alfabeto marginal, en el que se inclu-
yen los niños; el criterio seguido es el orden alfabético de nombre, y no el de apellido; a
continuación hay una referencia al folio en el que se encuentra su historial. Por ejemplo:
“Agustín de los Reyes, folio 6. Ana de Torres, folio 13”.
Y si vamos al folio indicado encontramos: Fol. 6 (al margen). “Agustín de los Reyes”.
En seis de enero 88 se recibió un niño del hospital general con un villete del hermano
Obregón, que por él certifica habérsele muerto su madre en el dicho hospital, que benía
bautizado y se dezía Agustín de los Reyes, no traxo cosa ninguna.
En 9 de enero del dicho año llebó a cría Ygualada a diez reales al mes al dicho niño
Juana Rodríguez, mujer de Francisco de Arze, zapatero que bibe en casa de Moreno, de-
baxo los portales de santa cruz, dióle el retor diez reales adelantados del mes.
Pasada al libro de amas de la villa al folio 60”.
Este criterio unitario se conserva todo a lo largo del siglo XVI, pues aunque en el li-
bro de 1582-83 se dice Libro de salidas de criaturas, año 1582-83, empieza en 23 de di-
ciembre del 82 y acaba en agosto del 83, las partidas son semejantes a la anterior:
“En 23 de diciembre de 1582 años dos frailes de la vitoria, que era el uno frai Cristó-
bal, traxeron un niño a esta casa que se hechó en la Bitoria para baptizar, baptizóle y llá-
mase Diego de la Vitoria;
Diego de la Vitoria (al margen); Ana María Alonso (al margen).
56 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En XI de enero de 1583 años llevó este niño a criar a diez reales al mes María Alon-
so, mujer de Francisco Prieto, vezino de Valdemoro, lleva sus envolturas viejas”.
Este sistema de historiales completos en un solo folio se rompe en el siglo XVII, fe-
cha en las que aparecen los Libros de entradas de criaturas independientes de los Libros
de salidas. Vemos un ejemplo sacado al azar de un Libro de entradas de 1638:
“En primero de julio de 1638 se recibió en este hospital un niño enviado de la Pasión,
con papel de quedar allí enferma su madre María Alvarez y llamarse el niño Juan. Entré-
gase a Peña. Falleció en casa en 18 de julio de 1638”.
En cuanto a los Libros de salidas, su estructura es semejante a la de los de entradas, con-
tando con un índice alfabético previo:
“Alonso Sánchez, folio 14.” Folio 14.
“Alonso Sánchez, María Gutiérrez. En el diez y siete de abril de 1603 llevó por diez
reales al mes al dicho, María Gutiérrez, mujer de Lorenzo Gutiérrez, albañil, que vive en
la plaçuela de la Zebada, parroquia de San Tiustte (5), como parece por el libro del Rec-
tor fol. 446, dióle cinco relaes en primero de julio, cinco reales hasta 17 de mayo (sic), fe-
cho a 28 de mayo de 1603”.
Este Libro no reserva un folio a cada criatura, sino que puede aparecer otra partida a
continuación.
El criterio de libros independientes se abandona definitivamente en el siglo XVIII, y
aunque por puro criterio personal yo suspendo esta información en el siglo XIX, el Archivo
continúa, como es natural, hasta la fecha.
Veamos, para acabar, unos ejemplos del siglo pasado. Libro 219, parte 3 —julio- agos-
to-septiembre—, año 1851, paginado:
Página 832. “Joaquina, n.° 6624.
En 1.° de julio de 1851 se recibió en esta Inclusa una niña recién nacida llamada Joa-
quina, Murió en casa el 3 de septiembre de 1851, Inconservable”.
“Domingo, n.° 6626.
En 1.° de julio de 1851 se recibió en esta Inclusa un niño recién nacido llamado Do-
mingo.
En 2 de julio de 1851 salió con Marcela Benito y Juan Alonso, vecino de Matilla, pro-
vincia de Segovia.
En 25 de septiembre de 1851 le dejó y en 20 cobró 136 (¿reales?) hasta el 25 de sep-
tiembre que le dejó.
El 26 de septiembre de 1851 se entregó a su madre, Tiburcia Pérez, y Juan González;
viben, en Carabaca, núm. 10... por acuerdo de la Ecxma. Junta de Damas de Honor y Mé-
rito. Fecha 14 de agosto de 1951. Entregado.”
Algunas veces, entre las hojas de los libros del siglo XIX, aparecen unas fichas como
la que sigue:
“Inclusa de Madrid. Libro (214) (6), parte (2.a), folio. (269).
PEDRO ESPINA PÉREZ 57

Los infrascritos alcalde y cura párroco de (Talamanca) certificamos que el expósito


(Luis), procedente de la Inclusa de Madrid, a cargo de (Manuela) –el apellido borroso-, de
esta vecindad, vive en el día de la fecha, está bien y bien cuidado (sic) y conservando su
respectivo collar.
Y por ser verdad firmamos la presente en (el ¿lugar? Borroso- de Talamanca) a (17 de
abril de 1853).
El Alcalde, Manuel Duarte (rubricado).” El Párroco, Benito de las Torres (rubricado).
Hago aquí punto final al informe sobre este Archivo, pensando que todo lo anterior ava-
la mi afirmación inicial sobre la importancia de sus fondos, dignos de ser clasificados y
estudiados sistemáticamente, pues si no dudamos de la importancia de la historia econó-
mica, también la fuerza de la psicología colectiva cuenta mucho en la vida de una nación,
y este aspecto es mensurable por datos, como la asistencia de los niños a determinados en-
tierros, menos frecuentes en otros archivos y menos estudiados hasta ahora, pero funda-
mentales para la comprensión de la Historia. Y el período histórico al que pertenece este
Archivo, es, precisamente, la España Moderna y contemporánea: el Imperio, la grandeza
y la decadencia.

NOTAS

(1) El traslado de los niños y personal se efectuó en noviembre de 1928 y en enero de 1929 el
de las oficinas.
(2) La importancia de los libros de apeos, “auténticos catastros señoriales”, queda ejemplarizada
en el Artículo de A. SOBOUL, “De la pratique des terriers as brulement des titres feodaux”, en Pay-
sans, sans culottes et Jacobins. En este libro, cuya traducción está en curso, A. SOBOUL no se li-
mita a un análisis de problemas previos y de la Revolución Francesa, sino que expone y critica las
fuentes, por lo que su trabajo adquiere un indudable valor metodológico mucho más importante
cuanto que este aspecto de la problemática histórica no suele estar incorporado a la obra del histo-
riador.
(3) A. SOBOUL. Op. Cit., pág. 10.
(4) El dato sobre la jurisdicción de la Iglesia de San Tiusto sobre la plazuela de la Cebada es im-
portante para la Historia de Madrid, pues una de las dificultades que tropiezo en un trabajo en curso
sobre las características sociales de la Parroquia de San Ginés es la de no poder precisar sus límites.
(5) Como la ficha está impresa, incluyo entre paréntesis lo que ha sido rellenado a mano.
(6) Este collar contaba con una placa de plomo impresa con el número de orden que le corres-
pondía a la criatura por su ingreso en la inclusa. Se trataba de algo semejante a las chapas que lle-
van algunos embutidos, conservándose aún el aparato de imprimir en el Archivo. Este sistema dejó
de emplearse sobre 1918. Cuando Sor Irene ingresó en la Institución, 1920, ya no se utilizaba.
58 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LOPE DE VEGA
(1562-1635)

A LA MUJER
Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo;
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.
Cielo a los ojos cándido y sereno,
que muchas veces al infierno igualó;
por bueno, al mundo, su valor señaló,
por malo, al hombre, su rigor condeno.
Ella nos da su sangre, ella nos cría;
no ha hecho el Cielo cosa más ingrata;
es un ángel y a veces una harpía.
Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer, en fin, como sangría,
que a veces da salud y a veces mata.

LAS MIL MEJORES POESIAS DE LA LENGUA CASTELLA.


Año 1972. Página 204
DOCTOR D. JESÚS FERMOSELL DÍAZ

Nuestro Hospital Infantil, como todos, comenzó siendo un Asilo-Inclusa, dedicado a la


recogida de niños, expósitos o abandonados. Es fundado en 1572, por la Cofradía de Ntra.
Señora de la soledad y de las angustias (fue constituida en 1563 por un grupo de personas
devotas y frailes Mínimos, para atender en el convento de la Victoria a los convalecientes que
salían de los Asilos-Hosptales), para recoger a los recién nacidos abandonados en las calles
de Madrid, e intentar evitar su muerte por frío, inanición y principalmente, acristianarlos, pues
un porcentaje muy alto de ellos, morían en los primeros días dentro de la Institución.
Al primer Hospicio de Expósitos, sito en la Puerta del Sol, entre las calles Preciados
y Carmen, se le atribuyó el nombre de Inclusa por degeneración popular del de la ciudad
holandesa de Enkuissen, de donde procedía la imagen que representa a Ntra. Señora de la
Paz, con un niño a sus pies. Dicha imagen traída por las tropas españolas y donada a la co-
fradía por Felipe II fue llamada Virgen de la Inclusa, identificándose posteriormente como
Inclusa, al edificio que guardaba la imagen y por extensión a cualquier casa y hospicio de
niños expósitos.
Es el mismo Felipe II (16 de febrero de 1615 a marzo de 1616), el que dota a la Inclusa
de un capital de 10.000 ducados, permitiendo una organización de la misma, contando a
partir de entonces de un cuadro directivo y gobierno compuesto por: Un Administrador,
un Rector, un Colector, Contados, Tesorero y un Oficial de libros, manteniéndose dicho
cuadro directivo incluso después de la extinción de la cofradía de Ntra. Señora de la So-
ledad y de las angustias, en 1651.
Durante los años siguientes, permaneció la Inclusa en la Puerta del Sol, dependiendo
por tanto, de la parroquia de San Ginés, donde se bautizaban y enterraban los expósitos,
con graves deficiencias económicas y algunos fraudes que junto con las malísimas condi-
ciones en que llegaban los niños y la escasez y la mala calidad de las nodrizas y alimen-
tos, e irracional destete de las criaturas, hicieron que los índices de mortalidad alcanzaran
en nuestra Inclusa, cifras tan terribles como el 80% e incluso superiores, cifra por otra
parte similar, salvo periodos excepcionales (Guerra de la Independencia), a las de otras in-
clusas; españolas o europeas.
Durante este tiempo, los niños que ingresaban en la Inclusa procedían:
(1) Recién nacidos abandonados en la calle, o en los tornos habilitados para ello en la
propia Inclusa, otro en el Puente de Segovia y otro situado en el lugar que ocupa
60 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

actualmente la Plaza de toros, (1) que siempre eran de padres desconocidos, in-
gresaban en las peores condiciones físicas, deshidratados, hambrientos y por tan-
to con un índice de mortalidad, casi del 100%.
(2) Desde el Hospital de Desamparados, donde existía una Sección de camas para
“paridas clandestinas”, niños generalmente ilegítimos, pero en mejores condicio-
nes físicas que los anteriores, pues son trasladados de dicho hospital a la Inclusa,
nada más nacer.
(3) Desde el Hospital de la Pasión (para mujeres) de la sección dedicada al cuidado
de pobres. Los niños siempre tienen padres conocidos, son mayores, no nece-
sariamente recién nacidos y generalmente reclamados por los padres al ser
dada de alta la madre, o por algún familiar si fallecieran uno, o ambos proge-
nitores. En cierta forma, eran pensionistas en la Inclusa a cargo del Hospital
de la Pasión.
(4) En no raras ocasiones, también se dejaban en nuestra Inclusa, niños mayores de pa-
dres conocidos, cuando las situaciones económicas eran tan desastrosas que “una
boca más”, sé convertía en “una boca de mas”.
Con la unificación de los Hospitales y Asilos realizada por Felipe II, como refiere D.
Gregorio: “… los hombres se trasladaron el 9 de junio de 1603 colocándose en la Iglesia
del albergue el cadáver del venerable Obregón. Las mujeres se llevaron allí, desde el Hos-
pital de la Pasión en 1. 636. Los dos reunidos se llamaron Hospital General y de la Pasión
y fueron pues, el origen de nuestro actual Hospital General”.
Es por lo tanto, el año 1.636, donde se inicia la conexión y relación de la Inclusa-Hos-
pital Infantil, con la otra parte de NUESTRO HOSPITAL el General. Más de 300 años (¿y
todavía olvidado?)
En cuanto a la dotación de los médicos de la Inclusa, sabemos que en 1762 había un
médico que cobraba 21 escudos por año, dotación que fue aumentada a los 8 años a 100
escudos.
El primer médico que me consta en la actualidad, es D. Juan Ramiro que entra en la
Inclusa el 6 de septiembre del año 1780 con la misma remuneración que en el año 1770,
es decir, 100 escudos.
Dicha dotación, no fue aumentada hasta 1787 a la cuantía de 200 escudos, dotación que
sabemos se mantuvo hasta el año 1789, en que entra al servicio de la Institución D. San-
tiago García, quien solicita aumento de sueldo (viejo problema) o la gratuidad de su alo-
jamiento en la Inclusa (¿médico interno?) que al parecer, y según él, se llevaba la mitad
de su salario.
De D. Santiago, sabemos su opinión sobre las amas: “… más aptas para matar, que para
cuidar niños, opinión que no compartimos, pues en su descargo está, que tenían que ama-
mantar hasta 3 y 4 niños, y muchas de ellas contrajeron la sífilis de que eran portadores
los mamones, además del escaso sueldo que se les pagaba y de ser reclutadas de los mis-
mos estamentos sociales de donde procedían los niños “… pobres, descuidadas, sucias y
alguna con poca salud”.
En 1816, “Pascual Mora del Real Colegio de Medicina de Madrid y miembro de nú-
mero de la Academia Médica Matritense; tras una brillante labor médico-militar cumpli-
PEDRO ESPINA PÉREZ 61

da entre 1794 y 1815, es nombrado médico de la Real Inclusa y Colegio de la Paz, publi-
cando en 1827 su obra “El hombre en la primera edad de la vida, o reflexiones y obser-
vaciones acerca de la pubertad, generación, preñez, parto, crianza física, educación moral
y enfermedades de los niños”.
En 1855, Mariano Benavente (1818-1885); escolar en Madrid, obtuvo el título de
cirujano en 1845 y en 1848 el de médico y finalmente el de doctor en 1.857; inicia el ejer-
cicio profesional en Villarejo de Salvañés (1849) lo prosigue en la Corte a partir de
1856, fecha en que obtiene por oposición la plaza de médico de la Inclusa y Colegio de
la Paz. De él escribió Antonio Espina y Carpio: “De memoria prodigiosa con reflexión
y talento, era uno de los cerebros más equilibrados que hemos conocido. Gran médico
y ático talento, improvisaba con facilidad y jamás corrigió lo que escribía…” Le cabe
el honor de ser el primer médico español a quién puede darse con justicia el título de pe-
diatra, pues como es sabido, la enseñanza de la patología infantil, confiada a los tocó-
logos, adolecía de grandes deficiencias hasta 1.886 en que se constituye en disciplina uni-
versitaria independiente. El pueblo de Madrid recuerda el nombre del que fue llamado
“el médico de los niños” en un monumento donde figura grabado este texto: «Medica-
ción sencilla y amor materno devuelven la salud al niño enfermo”. Conducta que ca-
racterizó la actuación profesional del Dr. Benavente y desgraciadamente olvidada en las
últimas generaciones de pediatras.
En 1928, fueron trasladados los niños del edificio de la C/ Embajadores al que ocupa
actualmente la Consejería de Salud,, fue inaugurado por Alfonso XIII, (2) y fue su primer
Director el Dr. Muñoyerro, posteriormente el Dr. Jaso, (3) el Dr. Valls. Siendo el último
Director de la Inclusa en dicha ubicación el Dr. Matos. Nuestro moderno Hospital Infan-
til ocupa el sitio del antiguo pabellón de la Inclusa, llamado “Zorrilla” y fue inaugurado
el “El día 20 de julio de 1973, por la Excma. Señora. Doña. Carmen Polo de Franco, es-
posa de S. E. El Jefe del Estado.
Desde 1794 se puede seguir perfectamente la organización, financiación y estudio
detallado de la Inclusa, pues contamos con los Libros de Sesiones de las Juntas Direc-
tivas y posteriormente de las Actas de las Juntas de Damas. En dicho año, preside la Jun-
ta D. Gonzalo de Vilches, de la Orden de Carlos III y miembro del Consejo Supremo
de Castilla, y le ayudaban 3 sacerdotes, que ocupaban respectivamente los cargos de ad-
ministrador, Capellán y Colector, y además un Contador y 2 Tesoreros. Dicha Junta se
reunía el domingo 1.° de cada mes en la posada del Protector, y como primera medida
ordenó:
— Que se haga partes mensuales de ingresos entregados a las amas de la casa, en-
tregados a las amas de fuera, entregados a sus padres, remitidos al colegio, prohijados
y muertos.
— Aumentar la contratación de amas, para que cada ama, amamantase a uno y medio
de niños, en lugar de los 3 que amamantaban.
— Aumentar los ingresos de la inclusa, para lo que pidió y consiguió, el derecho al que
tenía la Comunidad de San Antonio Abad, a rifar 2 cerdos, sorteo que se celebraba en la
calle de Toledo el día de San Blas, y el domingo siguiente, llegándose a recaudar. hasta 20.000
reales, y muchas veces el cerdo se quedaba en el Convento.
También consiguió parte de los dineros de la bula de Cuaresma, cuyo fin estaba desti-
nado a obras benéficas.
62 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Pero a pesar de estos nuevos ingresos y de la racionalización de las finanzas, la Inclu-


sa siempre tuvo dificultades económicas (viejo problema también) y muchas veces fueron
donaciones particulares las que pagaron en último extremo los sueldos de amas y emple-
ados y en alguna ocasión, la caridad pública.
En 1787, la Junta de Damas de Honor y Mérito, intervienen para intentar aliviar la
suerte de los niños de la Inclusa, siendo su principal impulsora, D.a M.a Francisca de Sa-
les Portocarrero y Palafox, VI Condesa de Montijo (la figura femenina más importante de
la Ilustración en nuestro país). Nueve años después, en 1796, consigue del Rey Carlos IV,
el beneplácito para el estudio de la reforma de la Inclusa, y por Real Orden de 16 de ene-
ro de 1797, se les otorga poderes para investigar la situación de la Inclusa, y tras un informe
emitido por dicha Junta con fecha 19 de julio de 1799 en el que se informa de una morta-
lidad del 96%, muy superior a las Inclusas y Hospicios del resto del país, el Rey Carlos
IV, decide por un Real Decreto, firmado en San Ildefonso por D. Mariano Luis de Urqui-
jo, entregando a la Junta de Damas, no solo el cuidado de la salud y educación de los ni-
ños, sino también la gestión económica de la Inclusa, “tomando posesión” el 2 de octu-
bre de 1799.
La Junta de Damas, toma tres decisiones fundamentales, que influyeron notablemen-
te en la mortalidad de los niños:
1.° Consiguen que las Hermanas de las Hijas de la Caridad, se instalen en la Inclusa
para cuidar a los niños (año 1800) “al quedar reunidos en septiembre de 1807. la Inclusa
y el Colegio de la Paz en el edificio de la calle de Embajadores, en él, se juntaron las 15
Hermanas de las Hijas de la Caridad, que dependían de la Junta de Damas y fue conside-
rada como la casa principal del Instituto”.
2.° Trasladar la Inclusa a otro edificio “mas conveniente y espacioso”, efectuándose
el primer traslado en 1801, a la calle del Soldado (hoy Barbieri), en un antiguo edificio,
llamado ”Galera Vieja”, en el barrio del Barquillo, y mas tarde, el 18 de octubre de 1804,
a la calle de la Libertad, donde permaneció 3 años, hasta 1807 que se trasladó a la calle de
Embajadores, permaneciendo en dicha calle hasta el año 1929, por lo que todavía hoy, te-
nemos un valioso testimonio oral de su funcionamiento en dicha calle, procedente de al-
guna de nuestras muy ancianas “niñas”.
3.° Dar a cada expósito un ama, que lo criara hasta la edad de 6 años pasando después
a un Orfanato u Hospicio (Zorrilla, Colegio de la Paz), para su educación.
Uno de los pocos informes favorables ( ¿ ) de la Inclusa, es el emitido por José Bonaparte
I el 25 de febrero de 1809 que tras una visita manifestó: “…que estaba muy complacido del
Aseo, limpieza y asistencia a los niños y niñas de los dos establecimientos, a los cuales ofre-
ció su soberana protección”. Recibiendo la Vicepresidenta de la Inclusa,, el 9 de marzo un
oficio de palacio que decía: “…entre tanto que su Majestad realiza los medios de beneficencia
ilustrada a favor de un establecimiento tan recomendable como el de niños expósitos y ni-
ñas del Colegio de la Paz, no quiere diferir un instante el acreditar con un corto y pronto ras-
go el gran interés que le merecen y lo sumamente satisfecho que ha quedado al ver el orden
y aseo que, gracias a V.E. Y sus dignas compañeras, reinan en aquellas casas. Me ha encar-
gado de los reales almacenes de la Fábrica de Guadalajara tenga a disposición de V.E. Las
sargas que necesitan para vestir completamente las niñas, maestras y amas”.
Pero a pesar de esta imagen “agradable”, la realidad era otra muy distinta debido,
entre otras causas a la Guerra de la Independencia y al aumento, casi constante, de cria-
PEDRO ESPINA PÉREZ 63

turas, llegando la situación a tal extremo, que el mismo año fue menester vender los
vasos sagrados, y la Junta de Damas comunicó “orden al Colector para que:, ¸Reser-
vando tres cálices, dos copones, y la custodia, pasen la demás plata a la Casa de la
Moneda, lo que habiéndose ejecutado, resultó el peso de 106 marcos, que a razón de
ciento cuarenta y ocho reales cada uno, importa quince mil setenta y tres reales, que
satisfarían en metálico a la mayor brevedad”. En medio de tales apuros, las autori-
dades los acrecentaron mandando a la Inclusa los niños del Hospicio por lo que con
fecha 9 de abril de 1812, la Junta contesta “que era imposible y que no había camas
ni espacio, además de falta de medios de sustento para acogerlos”, pidiendo los lo-
cales de la Escuela Pía de Arapiles, para trasladar algún tiempo los niños en benefi-
cio de su salud.
En 1812, “… al evacuar las tropas francesas y abandonar la Corte, se vio la casa pri-
vada del socorro de pan y carne, que diariamente le daba el Gobierno francés de las pro-
visiones del ejército, sin cuyo socorro hubieran perecido y, tan apurada era la situación de
la casa, que en diciembre se acudió a la caridad pública por medio de la prensa”.

En 1813 “…Cuando la penuria se extremó de tal manera que las Señoras pensaron te-
ner que abandonar a los niños. En la sesión de la Junta del día 19 de diciembre de 1813,
se dejó en acta: “La Junta, angustiada de la grandísima escasez que hay en la Inclusa y Co-
legio, como la enorme deuda de sus dependientes a quienes se está debiendo cuatro años
de salario, más de quinientos mil reales a las amas de afuera, sin contar las deudas a los
abastecedores, desnudos y hambrientos los niños y niñas de ambos establecimientos, que
por falta de subsistencia fallecieron el año pasado mil ochocientos sesenta y cuatro y has-
ta fin de abril del presente han muerto doscientos cuatro…”.
Después de estas vicisitudes, la Junta de Damas regenta la Inclusa hasta el año 1840
con evidente mejora de la asistencia y gestión económica, disminuyendo notablemente
los índices de mortalidad de los expósitos.
En ese año de 1840, se hace cargo de la gestión de la Inclusa la Junta Municipal has-
ta el año 1849, en que reconoce en cierta forma la mejor gestión de la junta de Damas, mo-
tivo por el que este año son llamadas de nuevo para dirigir la Inclusa, perdurando, aunque
con competencias distintas hasta la actualidad.
No menos problemas tenía la Junta Provincial de Beneficencia para atender al Hospi-
cio y a la otra parte de “nuestro Hospital”, el Hospital General, por lo que merece la pena,
por lo menos en parte leer la Memoria de la Junta Provincial del Beneficencia sobre las
mejoras obtenidas en sus establecimientos en el año de 1860.
Trabajo publicado por el “Dr. D. Jesús Fermosell Díaz. Como replica a otra inves-
tigación publicada por el Dr. García Barreno, “Sobre el tema del Hospital General”. En
cuyo estudio no relacionaba en su origen “La Inclusa- Hospital Infantil” con el “Hos-
pital General..

NOTAS

(1) En aquella época la primera plaza de toros que se conoce como tal en Madrid, estaba situa-
da entre la plaza de la Independencia y la Parroquia que hay en la entrada de la C/ Lagasca. Y se-
gún los historiadores en la materia fue la primera “Plaza de Toros” que hubo en la capital, ya que
64 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

los mismos relatan que hasta entonces las corridas de toros las celebraban en la Plaza Mayor. Lla-
mando la atención o la curiosidad de cómo las celebrabán, ya que en algunas ocasiones eran de doce
toros y toreaban dos corridas a la vez en la “Plaza Mayor”.
(2) El traslado de los niños lo hicieron al Colegio de la Paz, no al “Instituto Provincial de Pue-
ricultura”, como se dice en el texto. Ya que no estaba edificado dicho Centro. Puesto que puso la pri-
mera piedra S. M. Alfonso XIII, en enero de 1929, Cuya construcción se termino el año 1931. Por
consiguiente su inauguración tuvo lugar en la Republica. Según indican los documentos que se
acompañan.
(3) El Dr. Enrique Jaso. Se hizo cargo de la Dirección del Centro,. Como consecuencia del ex-
pediente y expulsión del Instituto de Puericultura de los Dres. Bravo Frías y Muñoyerro. el año
1936, ocupando dicho cargo hasta el año 1939, en que volvió el Dr. Muñoyerro, ya que el Dr. Bra-
vo Frías falleció el año 1938.
P. ESPINA PÉREZ
INCLUSEROS, HOSPICIANOS Y BASTARDOS
Años 1572-1982

Al hilo conductor de dar los primeros pasos que nos lleva a compendiar la historia de la
“Real Inclusa de Madrid”. No podía faltar en la misma, una referencia, haciendo alusión a los
niños que salieron en crianza externa o prohijados a familias, en edades comprendidas desde
los primeros días de su vida hasta los seis u ocho años y más. En los cinco siglos de su exis-
tencia. Esta crianza en un hogar, efectuada por una sola “nodriza”, fue muy recomendada des-
de siempre por los médicos que prestaron sus servicios en la Institución. Considerada en prin-
cipio más favorable para evitar contagios y otras enfermedades que se producían en los
“centros” y conseguir el mejor desarrollo del niño en un domicilio, que por supuesto resulta-
ba mejor que internados en la “Inclusa”, Aquella crianza dependía de la Institución hasta los
6 u 8 años. A partir de esa edad pasaban a depender del matrimonio que los había sacado.

EDIFICIOS O CASAS DE EXPÓSITOS:

Hacemos un breve comentario de lo que fueron aquellos edificios, como base para la
formación de aquellas criaturas, diciendo que los médicos y los directores de la institución,
ya manifestaban en sus descripciones escritas, que eran lúgubres, fúnebres, faltos de luz
solar, caracterizados por su mala habitabilidad, poca higiene, porque las ventanas eran pe-
queñas y dificultaban su ventilación, agravado todo lo anterior por la escasez de espacios
físicos para la estancia y desenvolvimiento funcional de las áreas asistenciales: “dormito-
rios de los niños, de nodrizas, salas para lactar, comedores, salas de recreo y los otros ser-
vicios de cocina, lavadero, patios, etc”. Lo que producía un hacinamiento de los niños, así
como para el resto del personal. Por otra parte, aquella escasez económica afectaba al
mantenimiento de las instalaciones y del propio edificio... lo que redundaba en los malos
cuidados que recibían las criaturas por parte de las “nodrizas”.
Esta deplorable situación de los “centros para el cuidado de los niños expósitos, fue una
preocupación constante y sucesiva a lo largo de los 500 años de existencia para muchos
médicos, recogido ampliamente en sus tratados de “patologías del niño”, cuidados, ali-
mentación, higiene e infecciones, etc.
Así lo vemos en las págs. 56 y 57 de la obra escrita por las hermanas Florentina y Be-
nicia Vidal, en que comentan lo siguiente: Se puso de relieve la necesidad de la formación
66 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de los adultos y los problemas sobre la infancia: su salud, su desarrollo y su indefensión,


adquirieron un significado que hasta el momento no habían tenido y se hicieron muchas
publicaciones sobre el niño, su cuidado, y alimentación. “El sentimiento de la infancia”,
fue un descubrimiento moderno: los niños, que hasta entonces habían tenido una presen-
cia difusa y marginal dentro del mundo del adulto, van a representar un papel más importante
en el seno de la familia y de la sociedad. La nueva consideración del infante dio lugar a
un cambio en la relación entre progenitores y prole, y también entre educadores y educandos.
La pedagogía, la higiene y el desarrollo de la pediatría, crearon las bases para la supe-
ración de actitudes violentas hacia los niños, tradicionalmente aceptadas, como el infan-
ticidio y el abandono.

LAS NODRIZAS

Citaré sucintamente o de pasada el asunto de las “nodrizas o amas”, que por los dos nom-
bres se las conocía, por entender que ya lo trataron ampliamente otros autores de gran re-
lieve que obran en el compendio, Así que me limitaré a decir lo siguiente. Que la pobre-
za y la falta de recursos económicos fue lo que caracterizó a la “Inclusa”. Y después al
Instituto de Puericultura. Por aquellas causas básicas: de deficiencias y estrechez de recursos
para el sustento del “centro”: lo que causaba los tres problemas agudos que se ponen de
manifiesto:
1.° Pagar el mínimo de sueldo a las “nodrizas”, y con frecuencia con meses de de-
mora, al igual que con las de fuera, puesto de relieve en varios informes que se acompa-
ñan.
2.° No podía hacerse la selección y el examen médico como era de rigor, según seña-
laban los reglamentos de la “Institución”, y los médicos así le aconsejaban que se hiciese
con cada una de las que llegaba, sin embargo no se practicaba en muchas ocasiones el co-
rrespondiente reconocimiento de su estado de salud, etc. Con lo que se hubieran evitado
males mayores, (ya reiterados). No obstante, como las abonaban el mínimo sueldo esti-
pulado por entonces en el “mercado de las nodrizas”. La dirección del “centro”, no podía
tener en cuenta las mínimas recomendaciones médicas, porque se hubieran quedado sin “no-
drizas”. Así que por aquellas razones tan poderosas, la dirección se veía obligada a reci-
bir a las que se presentaban, viniesen de Madrid, de los pueblos, o de otras provincias. No
importaba para nada su origen, lo fundamental o necesario era que llegasen para ama-
mantar a las hambrientas criaturas. Como era de suponer, las pocas que se presentaban, pro-
cedían de las clases sociales más bajas, por consiguiente, algunas carecían de los conoci-
mientos elementales que precisaban para efectuar los cuidados y lactación de aquellos
niños. Ya que había periodos y estaciones del año en que escaseaban las nodrizas, así que
las pocas que aceptaban las condiciones de la “casa”, eran admitían sin más, y seguidamente
las asignaban 2 ó 3 lactantes, sin tener en cuenta que por su estado físico, sólo tenían para
amamantar a uno y no bien.
3.° También hay que decir, que además de los 2 ó 3 lactantes, tenían que cuidar a otros
dos o tres destetados más. A estos últimos les hacían comer la papilla y otros alimentos que
tomarán, de cualquier manera, y en un tiempo record. Deshumanizadas, como se puede apre-
ciar en la fotografía, año 1932-1933.
Además de las atenciones propias de los niños, las “nodrizas” tenían la obligación de
realizar las tareas domésticas; como era la limpieza general del “centro“, la cocina y la-
PEDRO ESPINA PÉREZ 67

vadero, etc., excuso decir que la limpieza que se hacía en los servicios asistenciales y ge-
nerales era deficiente.
Cuando acostaban a los destetados, las “veladoras de las salas de estos niños”, para ha-
cerlos dormir en el menor tiempo posible, usaban el “truco” de quedarlos a media luz los
dormitorios, y les asustaban, diciendo que venía la “bruja”, para ello, efectivamente apa-
recía una de las “amas” con la cabeza cubierta por un pañuelo y una escoba en la mano,
paseándose por el dormitorio, así que los niños asustados de miedo, se tapaban la cabeza,
y entre sollozos se quedaban dormidos.
En honor a la verdad, hay que referir que la convivencia en los centros resultaba pe-
nosa por el hacinamiento de los niños y del resto del personal, agravado por la pobreza de
medios para la atención de los niños, evidentemente a las nodrizas las producía angustia
y malestar para desarrollar su trabajo, lo que aprovechaba el estamento, para que muchas
veces, lo usarán como pretexto para organizar conflictos,. pues para que querían más com-
ponentes, si con aquellos ingredientes tenían activada la llama de la discordia constante,
así que, dada la idiosincrasia que integraba el grupo de mujeres, de varias provincias, con
niveles sociales bajos, de costumbres diferentes y dispares, apiñadas en los dormitorios,
en las salas de lactar, etc, más la gama de problemas que acarreaba cada una: principalmente
el de trabajo, familiares, sociales, económicos y otros; lo que originaba diariamente roces
de todo tipo, que luego terminaban en disputas desagradables entre ellas, lo que incidía di-
rectamente en los malos cuidados de las criaturas, y un trato deshumanizado que recibían
los desventurados inocentes de aquellas “nodrizas”.
Por último, subrayar los mínimos necesarios para la subsistencia de los acogidos (pe-
nurias en alimentos, ropas, calefacción, agua, higiene, etc,) así como la soledad humana
que arrastraban, sólo por la maldición que pesaba sobre ellos como una losa; único delito
cometido, “ser hijos del pecado. Todo esto originaba una gran mortalidad de los acogidos.
Debe de quedar constancia: Que los “directores”, amantes de la Inclusa, se veían obli-
gados muchas veces a favorecer en lo posible a las nodrizas, para que no se marcharán del
“centro”, y las retenían como fuese, a sabiendas de que las formas que usaban con los niños
no eran muy ortodoxas, pero ante la contrariedad de que los. dejasen de amamantar a los des-
graciados niños y estos muriesen de inanición, por lo que ellos hacían la vista gorda.
La cosa era sería, puesto que había meses, que no las abonaban el sueldo, y ellas a
duras penas si podían comer.
CON RESPECTO AL GREMIO DE LAS “NODRIZAS”, Así dice el:
El Profesor Staltz, médico de una casa de Maternidad, ha notado por espacio de 40 años,
entre otros datos estadísticos, los resultados de la lactancia materna y de la mercenaria en los
niños nacidos del establecimiento que se halla a su cargo, Resulta de su registro que han
muerto antes de los 13 meses el 20% de las criaturas conservadas por sus madres, y el 87%
de las confiadas a nodrizas de los arrabales de Strasburgo. Diario de avisos, 12 de abril 1868.

LOS NIÑOS ACOGIDOS

Los padres que deseaban que sus hijos no fallecieran al ser abandonados, los dejaban
en tornos instalados al efecto, o bien en la recepción de la “Inclusa”. Donde perdían todos
los lazos o vínculos con sus progenitores. Los cuales, una vez recogidos, pasaban a depender
68 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de la Institución, donde quedaban registrados en el libro. Con sus limitados datos de iden-
tidad: consistentes en la asignación de un folio, donde se ponía el número, el nombre y los
atuendos que llevaban puestos, así como la medalla, crucifijo, etc. Cumplimentada la ad-
misión, el niño cambiaba de los brazos de la persona que los llevaba a la hermana recep-
cionista, esta a su vez continuaba el proceso y los llevaba a la protección de la monja en-
cargada de la sala, la cual, examinaba el estado de salud del niño, y de acuerdo con su
estado, lo pasaba al lazareto para que fuese visto por el médico, o bien se los entregaban
a las “nodrizas”, las cuales se hacían cargo de los pequeños para lactarlos, alimentarlos y
cuidarlos en todas las necesidades que precisaban para su desarrollo físico y mental.
Por consiguiente, para ellos, a partir de su llegada a dicha sección, acababan los am-
paros, los besos y abrazos entrañables de su “madre y familiares”, Los cuales, eran cam-
biados por los de las “nodrizas”, consistentes en desairados y bruscos tratos; sin mira-
mientos, sin cariño ni afecto, y por supuesto sin un beso de agrado en todas sus atenciones,
realizándolas con desprecio, frialdad y desprecio, sólo por “ser Inclusero”, Así que con aque-
llos malos comportamientos cotidianos, que recibían por parte de las “nodrizas”, les pro-
ducían miedo, humillaciones, y los amedrentaban, con lo cual, las tenían temor ante el
castigo, que les producían rabietas de impotencia. Lo que les hizo huraños, ariscos y asus-
tadizos ante las personas mayores que no llevasen bata blanca... Todo propio de aquella
conducta y proceder de aquel “personal” que los cuidaba, como quedó dicho.
AZORÍN en “Visión de España”, (año 1941): he de decirlo, aunque no he pasado por
este mal: ¿ sabéis lo que es maltratar a un niño? Yo quiero que huyáis de estos actos como
de una tentación ominosa. Cuando hacéis con la violencia derramar las primeras lágri-
mas a un niño ya habéis puesto en su espíritu la ira, la tristezaza, la envidia, la vengan-
za, la hipocresía... Y entonces, con estos llantos, con estas explosiones dolorosas de so-
llozos y de gemidos, desaparece para siempre la visión riente e ingenua de la vida, y se
disuelve poco a poco, inexorablemente, aquella secreta e inefable comunidad espiritual
que debe haber entre los que nos han puesto en el mundo y nosotros, los que venimos a
continuar, amorosamente, sus personas y sus ideas.
Así pues, pasada esta etapa, comprendida entre los primeros días de su vida hasta los
seis, siete años, en aquel ambiente de falta de recurso para su mantenimiento, y las malas
condiciones, en muchos casos infrahumanas, debidas al lamentable estado de habitabili-
dad de los edificios que los albergo. Así que a tenor de la formación recibida, les queda-
ba marcado para el resto de sus vidas el “Carácter”, la “Personalidad”, su forma de pen-
sar”, y por supuesto el “Comportamiento” particular de “ adaptación a la sociedad”.
Las normas de régimen interior que regían en las Inclusas eran rígidas, necesarias de
todos modos para mantener el orden y la disciplina, menester para con las “nodrizas”, si
bien, esta misma severidad se la imponían a los pobres niños a partir de ser destetados, con
horarios para todo: acostarse, levantarse, recreos, comidas, hasta para los cambios de la ropa
de vestir en el verano, —que lo hacían sistemáticamente el uno de junio y la de invierno,
el uno de noviembre— aunque se helarán de frío los niños en el mes de octubre.
También contenían las reglas, que a partir de cumplir los niños los tres años, los sepa-
raban por sexos; Así que las aplicaban sin miramientos humanos hacía aquellas criaturas
inocentes, sin hacer ninguna excepción; -Así que había muchas parejas de hermanitos aco-
gidos; (“niños y niñas”), que los separaban sin más, creándoles un gran trauma y la co-
rrespondiente angustia y tristeza: lo que para ellos, como niños no lo entendían y les re-
sultaba desgarradora aquella separación forzosa; ya que suponía desunir entre ambos el único
PEDRO ESPINA PÉREZ 69

lazo de sangre que tenían como hermanos, no hay palabras que describan aquellas cari-
tas de pena que se les ponía, ante el desamparo y ausencia de su querido hermano.
Con las actitudes tan severas de proceder que tenían para la crianza de los “incluseros”,
que los lesionaban en lo más profundo de su ser, como son los sentimientos hacia los demás
de los mortales... Con aquellas arbitrariedades tan injustas a todas luces. De aquellas normas,
hoy diríamos que estaban programadas por ordenador. Así que los internados, abandona-
dos por los suyos, obligatoriamente tenían que cumplir cotidianamente con acatamiento y pa-
ciencia lo que les imponían, si no querían verse castigados por sus cuidadoras.
Como consecuencia de aquella norma, sufrieron muchos hermanitos:
Así tenemos el ejemplo siguiente: De una madre que falleció. El padre ante la perdida
de su mujer y madre de sus dos hijos; no disponía de medios para tenerlos en casa, por ello,
los llevó a la “Inclusa”, en donde fueron acogidos ambos; “niño y niña” de 3 y 4 años res-
pectivamente. Los cuales, al verse solos y sin el amparo y cariño de sus padres y familia-
res, por la falta de su madre, como era natural, ellos dos se amparaban y se abrazaban
constantemente entre sí, para mitigar su soledad. En el “centro” siguiendo la norma esta-
blecida, de tiempos atrás, la niña fue llevada a la sección femenina y el niño a la sección
masculina. Lo que vino a truncar más aquel dolor y la pena que llevaban entre los dos her-
manitos. Fue la separación forzosa que hicieron de ellos, dentro de la propia “Institución”,
aquella desunión les produjo tal sentimiento que se apodero de ellos una ansiedad que les
hizo que dejasen de comer, de jugar y de relacionarse con los otros niños. (Tristeza) llo-
raban constantemente y en sus sollozos pedían insistentemente ver a su otro hermano /a,
Aquel estado de los pequeños fue apreciado por las puericultoras que los cuidaban, y ellas,
acertadamente, pusieron el caso al Director médico, éste, de inmediato aplicó la excepción
de la norma, y ordenó que los juntaran sin más, con lo cual, aquellos dos corazoncitos ino-
centes se volvieron a ver, y en aquel encuentro donde se dieron abrazos y besos, se podría
decir que se fundieron entre sí. Y nadie sabrá nunca lo que pudo pasar por aquellas dos al-
mas en su queridísimo encuentro. Que los dos hermanos poco a poco volvieron a comer,
cambiaron su comportamiento con las cuidadoras-puericultoras, y comenzaron a jugar con
los otros niños, y a reírse con esa dulzura que lo hacen los pequeños.
Lo que dijo el Dr. Enrique Suñer de una visita efectuada a la “Inclusa”: “Ahora, en
cuanto al funcionamiento y al régimen interior nada puedo decir, porque nada sé, o no pue-
de uno enterarse de ello en una visita de una hora. Para eso aria falta que estuviese allí
por lo menos dos meses. De como trabaja el personal, si este es bueno y suficiente, y lo
que se hace con los niños, no se puede uno enterar, repito, en una simple visita.”
Para complementar el trabajo, debemos reseñar lo que decía al respecto del “carácter”
y otros temas, el Profesor, Gordón W. Allpot. en su tratado de “PERSONALIDAD”.

Carácter:

— Características: grabadas en su mente, que significaban su señal única, de su crian-


za en un “centro”, sufrida solamente en aquellos individuos, que carecieron de la ternura
y los abrazos cariñosos de su madre, Como dijo un pensador: “por más que se haga, nun-
ca se podrá borrar del corazón del hombre, =el amor=”.
— Los cuatro temperamentos de Hipócrates. “El padre de la medicina” afirma que
esta formula de la naturaliza en su totalidad (en los macrocosmos), se refleja en la cons-
70 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

titución del hombre (los microcosmos), mucho antes de que se conociera la endocrinolo-
gía, afirmo que los elementos del mundo están representados en el cuerpo humano en for-
ma de los cuatro “humores”, (Cf., las hormonas) si uno de estos humores predomina en
el cuerpo, es de esperar que observemos el predominio de un temperamento. Esta doctri-
na fue más tarde desarrollada por el médico romano Galeno, en el siglo II, d.C. Galeno veía
en los humores la raíz, no sólo del temperamento, sino de las enfermedades.
— Siguiendo el punto de vista “freudiano”, algunos psicólogos dirían que para la for-
mación de una personalidad adulta segura, no neurótica. Debe tener el niño en la primera
infancia: a) lactancia natural: b) un prolongado período de amamantamiento: c) destete
gradual: d) mamadas cuando el niño las desea: e) control de las micciones y las deposi-
ciones tardío y fácil, sin coacción: f) ausencia de cohibiciones: g) ausencia de castigos: h)
sueño en condiciones de seguridad, es decir durmiendo con la madre.
— Motivos y rasgos que alteran el producto. Por otra parte, podemos dar por se-
guro que la acción del ambiente familiar, “En este caso la Institución”, la estimulación del
medio, los premios y los castigos, contribuyen a dar al niño un determinado nivel de fun-
cionamiento mental.
No nos cansaremos de repetirlo: Pensar ante todo en la multitud desheredada y do-
lorida, consolarla, darle aire y luz, amarla, ensanchar magníficamente su horizonte.
AMOR: Si no hubiese quien amase, se apagaría el “Sol”, (dijo un autor).
Ahondando más profundamente en la materia, encuentro lo que decía al respecto de
los niños inadaptados:
M. PRUDHOMMENAU: En su libro de “Educación de la Infancia anormal”
Dentro de la denominación de “inadaptados” cabe tanto el niño inteligente, huérfano
o victima de la guerra, como el idiota o el demente que requieren el asilo, pasando por ca-
tegorías muy diversas: niños en peligro moral, delincuentes, caracterízales, enfermos, de-
ficientes mentales, deficientes físicos.
En todo momento, debemos considerar a que se halla inadaptado el niño y que lo hace
inadaptado, La perpetua dualidad del medio y de la personalidad del niño, si hay discor-
dancia, desarmonía, es lo que crea la inadaptación, el conflicto, Págs. 23 y 25.
Continuando con el tema, dice: Más aún: en enero de 1947 (1) nos enteramos de que entre
los “centros para niños inadaptados” existen unos orfelinatos religiosos donde se encuentran,
en mayoría “huérfanos espirituales”, categoría ésta que desconocíamos hasta el momento.
“¿Quiénes son estos niños que ingresan en número cada vez mayor en esas instituciones? No
son hijos de padre y madre fallecidos, sino niños abandonados por sus progenitores. Pueden lla-
marse huérfanos espirituales, ya que toda madre que se niega a ejercer su misión de madre,
hace de su hijo un verdadero huérfano. Hay por consiguiente, huérfanos que viven con su ma-
dre, ya que ésta no se interesa lo suficiente por ellos”. Folleto “Travaux d’Action catholique”,
núm., 4, enero de 1947. “Un problema angustioso: la infancia inadaptada, por S. de LESTAPIS”.
Así vemos a través de la historia que hubo y hay muchos autores que estudiaron el
comportamiento de los niños abandonados en las Inclusas, a tenor del tema decían de
esta manera:
FREUD mostró que las raíces de una neurosis se hallan a menudo en los primeros años
de la vida.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 71

HUME declaró que el hombre estaba constituido por fragmentos discretos de experiencia,
WILLIAM James esforzándose en resolver este problema, concluye que no existe un principio
único fundamental y que la unidad reside en una superposición de estados y actos sucesivos.
LAS VIDAS desordenadas presentan inevitablemente una cognición deformada. Su es-
tilo se caracteriza por un modo de ver la vida rígida, que no quiere aventurarse a la nove-
dad, que trata de hallar seguridad y ausencia de riesgo en un mundo que no fijó, sino fluen-
te. Se ha comprobado que la forma en que un niño es educado en el hogar. (En el caso que
nos ocupa fueron criados en la Inclusa). A través de la vida, refleja la “personalidad” pro-
pia de su cultura y su subcultura. En términos generales, podemos decir que la vida em-
pieza en la primera infancia con una dependencia total.

NIÑOS QUE INGRESABAN CON SUS MADRES EN EL “CENTRO”

Después de muchos años de insistir los médicos en la necesidad de ingresar la madre con
el niño en la “Inclusa”, para continuar amamantándolo al menos unos meses, y evitar con su
lactancia el posible fallecimiento por la falta de la leche materna. Aquella reiterada petición,
llegó con la aprobación por parte de la dirección, a finales del siglo XIX, principios del XX.
Conseguida aquella autorización tanto tiempo esperada y deseada por el estamento médico y
la dirección del “centro” desde siglos, por fin se hizo realidad, y pudieron ser acogidas las ma-
dres con sus hijos en la “Real Inclusa”. Permaneciendo con ellos, en la primera época de su
aprobación unos meses y pasados unos años. Analizaron los resultados obtenidos, y vieron que
con aquel consentimiento había disminuido la mortalidad de aquellos niños considerable-
mente, por lo que ampliaron el tiempo de la permanencia de las madres con sus hijos hasta
los cinco años. Sin embargo, muchas de las madres antes de llegar a cumplir los cinco años
dejaban la “casa”: unas, llevándose a sus hijos, por ser admitidas en sus familias, otras; por-
que las salía trabajo y se veían obligadas a dejar el niño internado hasta que resolvían su pro-
blema, si bien continuaban como “madres” visitándoles y sacándoles los fines de semana o
bien cuando se lo permitía su trabajo. Si bien hubo otras madres que por razones de noviaz-
go, se encontraron con el dilema de tener que elegir entre el novio o el hijo, —cuando el niño
era rechazado por el novio—, ellas ante aquella alternativa, solían optar por dejar al hijo tran-
sitoriamente en el “centro”, produciéndole la separación un trauma, que a su vez le sumía en
llantos, pidiendo insistentemente que viniese su madre a sacarle, así iban pasando los días
meses y años sin que aquella volviese por él, apoderándose el sufrimiento y la consabida tris-
teza, ante la ausencia de su querida “madre”.Lo que les iba marcando su nuevo comportamiento
con las personas que los cuidaban. No obstante, si su madre no renunciaba por escrito de su
hijo, no se les podía dar en adopción, así que cuando cumplían los cinco años, o iban con sus
madres o pasaban a los Colegios de la Paz, Desamparados y San Fernando.
¿NO TENÉIS, PUES, NI PADRE NI MADRE? Preguntó majestuosamente GA-
RROCHE. Señor, tenemos papá y mamá, pero no sabemos dónde están. A veces es mejor
eso que saberlo —dijo GARROCHE—, que era todo un pensador.

LOS NIÑOS QUE SALIERON A CRIANZA EXTERNA Y PROHIJADOS

Continuando con el tema tan importante, de los niños que salieron a crianza externa,
hay que decir, en honor a la verdad, que los médicos de todas las épocas velaron por el bien
de los niños, reflejado en las numerosas obras que publicaron, en las que pusieron de ma-
72 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

nifiesto la crianza de los niños y sus posibles tratamientos; todos ellos consideraron como
el sistema más favorable para la crianza y el desarrollo del niño en familia, al ser ama-
mantados por una sola “nodriza”, evitando con ello los contagios y enfermedades produ-
cidas en las criaturas internadas en las “Inclusas”. Por estas razones tan evidentes, éticas
y profesionales, de preservar ante todo la salud de las indefensas criaturas a toda costa.
Desde siempre, las direcciones que administraron los “centros”, establecieron normas
reguladoras para que los niños recién nacidos o de meses que llegasen a la Inclusa, pudiesen
salir a crianza externa, así que cuando eran solicitados por matrimonios para ser criados
en sus domicilios, por haber perdido recientemente al hijo de meses que criaba la mujer.
Lo que previamente certificaban por escrito a la “Institución” los Sres. Jueces de Paz, o
bien los Sres. Curas de los pueblos: Diciendo: que eran familias de buena conducta, hon-
radas, y de costumbres bondadosas; merecedoras para que la “Real Inclusa” las diese una
criatura, asegurando que sería bien tratada cual correspondía. De inmediato se autorizaba
su salida. Si bien las autoridades remitían cada cierto tiempo un escrito a la Inclusa, jus-
tificando que vivían y que su estado era bueno. Por esta crianza la “Casa” las abonaba un
mínimo sueldo hasta que terminaba el plazo, entre los seis y los diez años como máximo,
o bien cuando la criatura era devuelta al “centro”, etc.
Otros niños, comprendidos entre los primeros días de vida y los seis años, eran saca-
dos por familias de jornaleros, para obtener una pequeña ayuda económica, que abonaba
la “Casa” por la crianza del niño, lo que suponía mejorar los escasos ingresos que entra-
ban en el hogar.
También hubo otros matrimonios más pudientes, que los llevaron y los criaron favo-
rablemente bien hasta los seis u ocho años, independientemente de la asignación econó-
mica que percibían de la Institución.
No obstante, ahí estribaba o daba comienzo el problema para las pobres criaturas que
no eran devueltas y por consiguiente, continuaban con las familias, que de alguna mane-
ra, a partir de aquella fecha quedaban bajo su custodia y a merced de ellas a todos los efec-
tos oficiales, sin que por esta razón tan humana y poderosa, el matrimonio los adoptasen.
Por cuyo motivo, a partir de dicha fecha, aquellos matrimonios empezaban a cambiar su
trato y comportamiento hacia aquellos niños… Todo aquello que se consideraba como
una buena obra para la vida y progreso del niño, se convertía para muchos en todo lo con-
trario; empezando por darlos una alimentación baja y de escasa calidad. Les vestían con
la peor ropa que había en la casa.
Así que desde sus primeros meses de vida; una parte de ellos ya eran explotados y los
otros a partir de los 6 u 8 años, que los ponían a prestar sus servicios; consistentes en re-
alizar las labores más fuertes y desagradables que había por entonces en las fincas agrí-
colas, granjas, labores domésticas y oficios en general, etc., tanto en los pueblos como en
las ciudades de España, al igual como ocurrió en otros países europeos. , Fueron despre-
ciados de mala manera, ignorados y humillados deliberadamente por la maldición que pe-
saba sobre ellos, por aquella simple causa, tuvieron que ocupar el último peldaño en la es-
cala social de los hijos. “Sólo por ser hijos del pecado”.
En España hay muchos episodios narrados por historiadores en los libros y otros me-
dios de comunicación a lo largo de su existencia, señaladas por todos de las labores y tra-
bajos tan costosos que tuvieron que realizar, así como lo mucho que sufrieron a lo largo
de su vida para ganarse el sustento.
PEDRO ESPINA PÉREZ 73

También hay que decir, que la Inclusa por la falta de medios económicos, las pagaban
el mínimo “salario” que se abonaban por entonces en el mercado por la manutención del
niño. A su vez, con frecuencia lo hacía con muchos meses de demora, lo que perjudicaba
directamente a estos seres humanos, marcándolos en la familia y su entorno social como
“incluseros” para toda la vida.
Ante aquella situación tan desafortunada, que sólo por el mero hecho de no estar “adop-
tados“, no eran considerados como hijos por la familia, así que el matrimonio no les in-
cluían en los “testamentos”, por esta razón, cuando fallecía el matrimonio, quedaban exen-
tos o excluidos de los bienes familiares que poseían aquellos. Quedándoles desamparados
del único amparo económico que por derecho honradamente habían ganado, trabajando du-
rante los 30-40 y más años los desgraciados Incluseros...
No obstante, hubo personas buenas honradas y bondadosas, entendidas en la materia,
que en algunos casos, les aconsejaron los pasos que tenían que dar, para llegar a tener op-
ción a la parte de la herencia que en derecho les correspondía de aquellos malvados. In-
dicándoles que para ello, tenían que dirigirse a la “Inclusa”, y solicitar el correspondien-
te “oficio o certificado”,Cuyo documento oficial; emitido por escrito con los datos que
obraban en el libro de registro de la “Inclusa”, por el que se daba testimonio de su salida
con el referido matrimonio. Estos “certificados” los presentaban al Sr. Juez. a los efectos
oportunos. Estimamos sin lugar a error, que fueron pocos los afortunados que llegaron a
heredar lo ganado con su trabajado.
También hubo otras muchas criaturas que encontraron en las indulgentes familias, hon-
radas y cariñosas que les dieron el calor humano que los suyos les quitaron, llenándoles
de amor, alegría y bienestar, que les colmaron de economía y felicidad a lo largo de su vida,
así como de la participación sin límites de los bienes que poseían aquellas personas bon-
dadosas que les sacaron, al igual que como hicieron con sus hijos legítimos.
Desde los tiempos del año 1546, ya decía Diego Pesquera, que había que cuidarlos bien
a estos niños abandonados, para evitar que en la adolescencia fuesen delincuentes y ter-
minaran en la “Cárcel”.
Otro autor dice: Si nuestro ambiente no es estable e integrado, ¿como podemos noso-
tros ser estables e integrados?
JORGE ES UN DELINCUENTE juvenil. Ha cometido hurtos y atracos, ha provocado
incendios, ha realizado agresiones contra la autoridad. Fácilmente se comprueba en su
caso que la causa es la clase de vida en el hogar que había tenido que sufrir. La madre, a
la que amaba el niño, murió cuando tenía éste cinco años. Después. vivió solo con el pa-
dre, hombre borracho y cruel, que rechazaba al niño o lo maltrataba. Gordón W. Allport.
DELINCUENCIA: Consideramos el caso de la delincuencia. En los muchachos que tie-
nen una historia de mala conducta, una vida familiar anormal y otras deficiencias o malas
circunstancias, como los internados en La Inclusa y Orfelinatos, puede asegurarse que el
85% de ellos entrarán en conflictos con la policía.
PERSONALIDAD: Es el conjunto de todas las disposiciones, impulsos, tendencias, ape-
tencias e instintos biológicos innatos del individuo, unidos a las disposiciones y tenden-
cias adquiridas por experiencias. A esto añade el autor, Personalidad básica, según el mal,
si sabemos a que grupo racial, nacional, religioso y profesional pertenece una persona,
adquirimos un cierto conocimiento probable de sus características. Incluseros, bastardos,
bordes y hospicianos.
74 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CINE: Lo que inspiró a los guionistas de cine a llevar algunas de las historias de estos
niños a la pantalla, tanto en España como en otras naciones. por su importancia y conte-
nido humano que tenían las historias singulares y significativas vividas por aquellos niños,
adolescentes y mayores, ya que se convirtieron en esclavos de los que les adoptaron, otros
porque no los adoptaron y los dejaron sin nada. en héroes otros, también en victimas de la
soledad. etc. como ejemplo en España, tenemos la película “Sor Citroën”. No obstante,
se podrían poner muchos más ejemplos, conocidos de todos.

INSPECCIONES MÉDICAS

La dirección de la Inclusa, desde muy antiguo, plasmo en sus Reglamentos la necesi-


dad de efectuar periódicamente inspecciones médicas a los niños en crianza externa en
los pueblos, a fin de comprobar con aquellas visitas el estado de salud y el ambiente en que
se criaban aquellas criaturas. Sin embargo no se realizaban con la asiduidad que requerí-
an por la escasez de recursos económicos para abonar a los médicos los desplazamientos
a los lugares en que estaban los acogidos y realizar el correspondiente reconocimiento.
Así que los niños, desprovistos de las inspecciones médicas de rigor que los amparaba por
parte de los responsables de la “Casa”. Al no hacerlas habitualmente como se debiera, los
pobres niños seguían viviendo en familias sin escrúpulos, y domicilios deplorables, entre
ganado y faltos de los cuidados mínimos necesarios para el sano desarrollo del niño. etc.
Por aquellas malas condiciones de subsistencia muchos de ellos fallecieron prematura-
mente. No obstante, en las inspecciones que llevaban a cabo encontraban niños en estado
lamentable de salud, por cuyo estado de salud eran remitidos a la “casa”, sin embargo mu-
chos de estos cuando llegaban ya no tenían remedio.
Por lo que apreciamos en los libros de registro; los controles por parte de la “Inclusa”
eran difíciles, ya que algunos fallecían y tardaban meses en comunicarlo a la “casa”, por con-
siguiente les seguían abonando el pequeño estipendio hasta que se enteraban de la defun-
ción por el “certificado médico, del Sr. Juez o bien del Sr. Cura. remitido a la “Inclusa”.
Otros eran cambiados de nodriza, o bien les llevaban a otro pueblo con otro matrimo-
nio y no avisaban el cambio a la “casa. (y digo la Casa”) porque así era conocida por los
funcionarios y hermanas religiosas de la época, por ese motivo o norma, todos los regis-
tros que hacían en los libros auxiliares de “fallecidos” ponían “en la casa y fuera de la
casa“. etc.

D. MIGUEL DE UNAMUNO: Cuenta así en su obra: “La Tía Tula”.


Lo que narró sobre la vida de Manuela la hospiciana, en el “Capítulo XIII“ y sucesivos,
de la que extraemos la siguiente reseña de la obra:
Y de pronto observó Gertrudis que su cuñado era otro hombre, que celaba algún se-
creto, que andaba caviloso y desconfiado, que salía mucho de casa. Pero aquellas más lar-
gas ausencias del hogar no le engañaron. El secreto estaba en qué, en el hogar. Y a fuerza
de paciente astucia logró sorprender miradas de conocimiento íntimo entre Ramiro y la
criada de servicio.
Era Manuela una hospiciana de diecinueve años, enfermiza y pálida, de un brillo febril
en los ojos, de maneras sumisas y mansas, de muy pocas palabras, triste casi siempre. A ella,
a Gertrudis, ante quien sin saber por qué temblaba, le llamaba “señora”. Ramiro quiso ha-
cer que le llamase “señorita”.
PEDRO ESPINA PÉREZ 75

— No, llámeme así, señora; nada de señorita.


En el Capítulo XIV dice que: Una profunda tristeza henchía aquel hogar después del ma-
trimonio de Ramiro con la hospiciana. Y ésta parecía aun más que antes la criada, la sirvien-
ta, y más que nunca Gertrudis el ama de la casa. Y esforzándose ésta más que nunca por man-
tener el nuevo matrimonio apartado de los niños y que éstos se percataran lo menos posible de
aquella convivencia íntimo. Mas hubo que tomar otra criada y explicar a los pequeños el caso.
Y del capítulo XV, tomamos: que de nuevo la pobre Manuela, la hospiciana, la esclava,
se hallaba preñada. Y Ramiro muy malhumorado con ello.
—Como si uno no tuviese bastante con los otros... —decía—,
—¡Y yo qué quieres que haga! —exclamaba la víctima—.

VÍCTOR HUGO: Cuenta en “Los Miserables”.

Que Fantina era uno de esos seres que salen del fondo del pueblo. Había salido de las
regiones más insondables de la sombra social, y tenía en su frente la señal de lo anónimo y
de lo desconocido. Había nacido en M. —a orillas del M.— ¿Quiénes eran sus padre? ¿Quién
podría decirlo? Nadie había conocido a su padre ni a su madre. Se llamaba Fantina. ¿Y por
qué se llamaba Fantina? Nadie sabía otro nombre. Cuando nació existía aún el Directorio.
No tenía nombre de familia, no tenía familia; no tenía nombre de bautismo, la Iglesia no
existía para ella. Se llamó como quiso el primer transeúnte que la encontró con los pies des-
calzos en la calle. Recibió un nombre, lo mismo que recibía en su frente el agua de las nubes
los días de lluvia. Se la llamó Fantinita, y nadie sabía más. Así vino a la vida esta criatura
humana. A los diez años Fantina abandonó la ciudad y se puso a servir en las quintas de los
alrededores. A los quince años fue a París a “buscar fortuna”. Fantina era hermosa, y per-
maneció pura todo el mayor tiempo que pudo. Era una bonita rubia con bellísimos dientes:
tenía por dote el oro y las perlas; pero el oro estaba en su cabeza, y las perlas de su boca.
Trabajó para vivir, y después amó también para vivir, porque el corazón tiene su ham-
bre. Y amó a Tholomyes. Amor pasajero para él; pasión para ella.
En cuanto a Fantina, era la misma alegría, Sus blancos dientes habían recibido evi-
dentemente de Dios una misión: reír. Sus espesos cabellos rubios, acostumbrados a flotar
y a desatarse fácilmente, siendo preciso componerlos a cada momento, parecían hechos
para representar la fuga de Galetea entre los sauces. Sus labios rosados charlaban encan-
tadoramente. Los extremos de la boca voluptuosamente levantados como en los antiguos mas-
carones de Erigone, parecían animar los atrevidos; pero sus largas pestañas cubiertas de
sombra, se bajaban discretamente contra este atractivo de la parte inferior del rostro, como
imponiéndose silencio. Su traje tenía un no sé qué de encantador y de flotante. Llevaba un
vestido de bares color de malva; zapatos de color de canela, con cintas que subían trazan-
do X por su blanquísima media; y una especie de spencer de muselina, invención marselle-
sa, cuyo nombre canesú, corrupción de las palabras quince aout (quince de agosto), pro-
nunciadas en la Cannebière, significan buen tiempo, calor y mediodía.
Bajo aquellas trenzas y aquellas cintas se adivinaba una estatua, y en la estatua un alma.
Fantina era bella sin saberlo. Fantina era la alegría; pero era también el pudor.

D.a CARMEN POSADAS: Así relata en “La bella Otero”, Páginas, 29-30.

LOS FANTASMAS DE LA NIÑA AGUSTINA OTERO.


Existe en el ser humano un mecanismo que le hace huir de la Atrocidad, así con ma-
yúsculas, como si en ella hubiera algo de castigo divino. Como si pensara que quien la
76 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ha padecido es responsable de su suerte y deudor de sus desdichas. Por eso, jamás con-
té la verdad sobre mis orígenes. Se ha llegado a saber a través de testimonios indiscre-
tos, pero o no dije a nadie que, en realidad, la Bella Otero, o mejor dicho Agustina Ote-
ro Iglesias, era la hija natural de un remendón de paraguas vecino del pueblo pontevedrés
de Cordeira y de una mendiga de Valga, madre también de otros cinco hijos tan bastar-
dos y desdichados como yo. Mucho menos aún se me ocurrió confesar que vivíamos en-
tre basuras, que dormíamos con los animales y que siendo muy niña, ocurrió un suceso
que iba a marcar mi vida entera.

ROSALIA DE CASTRO:
LOS TRISTES LOS ROBLES.
El sol calentaba su lóbrega cueva. Y al amor del hogar calentándose
piadosa velaba su sueño la luna, en invierno, la pobre familia
el árbol salvaje le daba sus frutos. campesina olvidaba la dura
la fuente sus aguas de grata frescura. condición de su suerte enemiga.
y el anciano y el niño contentos
Era niño y ya perdiera en su lecho de paja dormían,
la costumbre de llorar; como duerme el polluelo en su nido
la miseria seca el alma cuando el ala materna le abriga.
y los ojos además;
era niño y parecía,
por sus hechos, viejo ya. EN LAS ORILLAS DEL SAR. 1997.

GUADALUPE

Ejemplo de una niña que salió a crianza externa. Permaneció con el matrimo-
nio hasta los 10 años, si bien continuó dependiendo a efectos económicos de la Real
Inclusa hasta cumplir la fecha indicada, en que se hicieron cargo a efectos oficiales de
la tutela y protección de la menor la familia que la sacó. Sin embargo, no llegaron a
efectuar su adopción, como pasaba con la mayoría de los niños que sacaban a criar-
los en las familias. Y así fue pasando el tiempo, ella continuó trabajando para la fa-
milia como era de rigor, y el matrimonio aprovechándose del servicio prestado por
aquella joven sin pagarla nada. Por esta —sin razón— de no estar adoptada, ellos no
la pusieron en el testamento como hija y futura heredera de sus bienes. Por consi-
guiente, cuando ellos fallecieron, no la correspondió nada del patrimonio que poseía
el matrimonio. Un caso más, de los muchos niños que pasaron a la historia sin recibir
nada por su trabajo,
GUADALUPE: En 1.° de marzo de 1886 se recibió en esta Inclusa una niña, al pare-
cer recién nacida, llamada “Guadalupe”.
En 6 de marzo de 1886, salió a crianza con Lucía, mujer de Escolástico.
A partir de esta fecha, la familia fue recibiendo las pagas trimestrales que abonaba la
Inclusa por su crianza hasta llegados los diez años de la niña. Como justifican los regis-
tros de los pagos que hicieron durante ese periodo en el folio de la pequeña.
PEDRO ESPINA PÉREZ 77

Una muestra de dos justificantes extendidos por los jueces de Paz y Sr. Cura.
HISTORIAS DEL NIÑO:
LA INCLUSA DE MADRID

Alergólogo. Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid.


Historiador de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.
Miembro de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas.
R. Pelta Fernández

RESUMEN
Breve historia de los centros de acogida de los niños abandonados en Madrid.
Palabras clave: Pediatría social, Historia, mal trato, INCLUSA.
Fue en el año 1567 cuando se constituyo en el convento de la Victoria, sito al comienzo
de la madrileña Carrera de San Jerónimo, una agrupación de nobles y religiosos, llamada
“Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y las Angustias”, instalándose la imagen de la
Virgen en una capilla del recinto. Inicialmente dicha institución proporcionó acogida a
pobres convalecientes que habían sido dados de alta en los hospitales, aunque también
alojó a clérigos extranjeros enfermos y carentes de medios económicos. Pero el 8 de mayo
de 1572, su Junta General acordó dar asilo a los niños recién nacidos que eran expuestos
en los portales de las casas, en las escaleras de los edificios o en cualquier otro lugar, des-
tinándose a su manutención las limosnas de los cofrades y feligreses. Desde ese momen-
to se colocó una mesa en la capilla de la Virgen, al objeto de pedir una contribución es-
pecífica para los “niños expósitos”. El día primero de marzo de 1586 el rey Felipe II decretó
la fusión de los hospitales menores madrileños en el “Hospital General”, a petición de las
Cortes Castellanas, contando con la anuencia de Pío V; su objetivo era llevar a cabo dicha
“reunión de hospitales” en todo el Reino, para aprovechar mejor los recursos sanitarios,
pues desde los tiempos medievales aquellos estaban generalmente en manos de fundacio-
nes privadas o religiosas. Pero el monarca tuvo que recurrir al Papa, pues el Concilio de
Toledo se opuso enérgicamente al proyecto real. A partir de entonces el primitivo Asilo-
Inclusa pasó a formar parte del “Hospital de la Encarnación de San Roque” u “Hospital
General”, ubicado en la calle de Santa Catalina, entre la Carrera de San Jerónimo y la ca-
lle del Prado, que resultaba de la agrupación de los hospitales de hombres. Con posterio-
ridad se efectuó la anexión del “Hospital de la Pasión”, que prestaba asistencia sólo a mu-
jeres y había sido fundado en 1465 por unos varones piadosos que pidiendo limosna por
80 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

las casas obtuvieron la suma necesaria; más tarde, por falta de espacio y quizás también
otros motivos no bien aclarados, el referido hospital de féminas se segregó del “General”.
Este último estaba dividido a su vez en dos casas: una primera destinada a los pacientes
contagiosos e incurables, así como una segunda para poblres y mendigos. Pero la convi-
vencia de pacientes de diferentes clases se tornó pronto difícil, por lo que el 25 de abril de
1587 fueron trasladados los “expósitos” y las nodrizas que los amamantaban a la emble-
mática puerta del Sol. Se constituyó allí, entre las actuales calles de Preciados y Carmen,
el primer “Hospicio de Expósitos”, más conocido por “Inclusa”, que en opinión del pediatra
Jesús Fermosell era una voz resultante de la degeneración popular de un establecimiento
similar existente en la ciudad holandesa de Enkuissen: de allí procedía también un cuadro
que representaba a Nuestra Señora de la Paz con un niño colocado a sus pies, el cual fue
traído a España por las tropas españolas tras derrotar a los tercios flamencos rebeldes y do-
nada posteriormente a la ya mencionada cofradía por Felipe II, pasando a denominarse la
imagen “Virgen de la Inclusa”. Con el paso de los años aquella Institución tuvo importantes
problemas económicos, debido al crecimiento de la población infantil que era abandona-
da, dotándola Felipe II con un capitual de 10.000 ducados. El 26 de febrero de 1616 y or-
ganizándose una Junta Rectora para su buena administración. En la Parroquia de San Gi-
nés eran bautizados y si fallecían también enterrados los niños incluseros, pero las condiciones
económicas y sanitarias llegaron a ser tan penosas, que la mortalidad infantil alcanzó co-
tas del 80%. Los niños de la “Inclusa” procedían generalmente del abandono callejero,
por un padre o una madre poco escrupulosos, aunque en otras ocasiones eran entregados
en los “tornos” (una ventana provista de un molinete, que daba vueltas sobre un eje verti-
cal), disponiendo aquella de uno en el propio edificio y también los había en el “Hospital
de Incurables”, en el “Refugio” y en puntos estratégicos de las afueras de Madrid. A ve-
ces los moradores de la “Inclusa” eran hijos de “paridas clandestinas” que habían venido
al mundo en el “Hospital de Desamparados” o en el “Hospital de la Pasión”.
La “Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias” se extinguió en
1615, confiándose el manejo de la “Inclusa” a una Junta de damas de honor y mérito el
13 de septiembre de 1799. En el año 1800 se trasladó el establecimiento a la calle del
Soldado (hoy conocida por Barbieri), pasando posteriormente a su ubicación en Mesón
de Paredes. La “Junta de señoras” cesó en sus funciones el año 1840, al quedar la “In-
clusa sujeta a la llamada ‘Junta Superior de Beneficiencia’”. En 1928 los niños fueron
trasladados nuevamente al edificio que actualmente ocupa la “Consejería de Salud y
Bienestar Social”, en la madrileña calle de O’Donnell, siendo inaugurado en su día por
el rey Alfonso XIII. Años después, en 1974, se inauguró el “Instituto Provincial de Pue-
ricultura”, denominado en nuestros días “Hospital Infantil” y que pertenece al comple-
jo del “Hospital General Universitario Gregorio Marañón”, ocupando las dependencias
de un antiguo pabellón de la vieja “Inclusa”, llamado “Zorrilla”. Franqueando la entra-
da principal de la referida “Consejería de Salud y Bienestar Social”, podemos aún con-
templar en nuestros días dos bellas imágenes de “niño-expósitos” envueltos en pañales,
que han resistido el Paso del tiempo. Otro edificio madrileño que nos evoca el pasado
de los hospicios es el que da cabida actualmente a las dependencias del Museo Munici-
pal, situado en la calle de Fuencarral. Su bella portada, de estilo churrigueresco, es una
joya del barroco madrileño y fue fundado en 1673 a instancias de la reina Mariana de
Austria para “amparo de los pobres mendicantes”, con la denominación de “Real Hos-
picio del Ave María y Santo Rey Don Fernando”.
R. PELTA FERNÁNDEZ

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PEDRO ESPINA PÉREZ 81

El actual Museo Municipal de Madrid se halla instalado en el antiguo Hospicio, entre cuyos acogidos
hubo hombres tan ilustres como el de Pablo Iglesias, que era huérfano y aprendió allí el oficio de cajista
tipógrafo.

Vol. 29, n.° 268. 1999 / Ped Rur Ext - 33.,


P. ESPINA PÉREZ
Para D. Pedro Espina, que seguro resultará un interesantísimo libro sobre la historia de la In-
clusa Madrileña. Con todo mi afecto. Firmado. Dr. R. Pelta Fernández.
Madrid, 14 - II - 2002
82 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“INCLUSA DE MADRID”
Niños que “Ingresaron” en la Inclusa por años, 1583-1605
Cifras recogidas de la “Memoria de licenciatura de D. José Luis de los Reyes Leoz, año
1987, Universidad Autónoma de Madrid, Departamento de Historia Moderna y Contem-
poránea.

Años Niños Años Niños Años Niños


1583 74 1606 197 1629 503
1584 150 1607 342 1630 607
1585 52 (1) 1608 435 1631 501
1586 106 1609 343 1632 457
1587 257 1610 367 1633 453
1588 309 1611 322 1634 533
1589 279 1612 322 1635 492
1590 267 1613 348 1636 505
1591 259 1614 602 1637 535
1592 257 1615 455 1638 524
1593 267 1616 407 1639 528
1594 299 1617 438 1640 553
1595 308 1618 465 1641 570
1596 357 1619 461 1642 604
1597 333 1620 541 1643 607
1598 345 1621 509 1644 619
1599 376 1622 508 1645 567
1600 267 1623 530 1646 567
1601 292 1624 538 1647 592
1602 124 1625 485 1648 536
1603 105 1626 561 1649 563
1604 127 1627 468 1650 540
1605 95 1628 493 — —

(1) Sólo figuran los niños ingresados en los meses de “enero hasta abril”.
Por Pedro ESPINA PÉREZ
LIBRO DEL RECTOR

Año 1614. Por aquellos años, los libros dedicados al registro de las criaturas que en-
traban, tenían grabado en la cubierta, “Libro del Rector” del HOSPITAL DE NIÑOS
EXPÓSITOS DE ESTA CORTE Y VILLA DE MADRID. Y continuaban con “Los
asientos de las criaturas que han entrado desde 18 de octubre de 1613 hasta fin de
marzo de 1614. Llama la atención, que ponían “Hospital”, en el encabezamiento y al
final del escrito “Inclusa”.
De aquella inscripción, puesta en la cubierta, debe destacarse, 1.°) Que imprimieron en
la cubierta de los libros la palabra “Rector”, y 2.°) Que a su vez lo aprovechaban para ha-
cer el registro de los donativos o limosnas que recibían con cada niño que llegaba a la Ins-
titución, y a final de mes hacían un estadillo, poniendo todas las recibidas en el último fo-
lio del mes. Así llevaban el control de los ingresos económicos de los niños. Cuyas
cantidades oscilaban entre los –900– y –1300– reales mensuales.
Y se deja entrever, que transcurridos los años, nombraron nuevo “Consejo Administrativo
de la Institución”. La nueva dirección cambió el nombre de la cubierta, poniendo en su lugar,
“Libro de Entradas de Expósitos”. No obstante, pasados unos años, consideraron oportuno y
colocaron un nuevo título en la cubierta. “Libro de Entradas y Salidas de Expósitos. Extos su-
cesivos cambios de nombre, debieron estar relacionados (como sucede siempre) con los nue-
vos consejos de Gobierno que llegaban a la “Real Inclusa”. Por su puesto que suprimieron el
antiguo título de “Hospital de los niños Expósitos”. También aparecen documentos con el en-
cabezamiento “Inclusa de esta Corte”, otras veces aparece el de “Real Inclusa de esta Villa y
Corte”, y en otros expedientes usan el de “Real Inclusa de Madrid”, nombre de la Institución.
Ya que después suprimieron o cambiaron al del “Hospital” por la de “Real Inclusa”.
El año 1848, la nueva dirección, creo los nuevos libros, llamados “Secretos”, con la
grabación en la cubierta del “Director”. Inscribieron en las primeras páginas las “Reglas
que deberán observarse en la Inclusa de esta Corte”. En cuyas reglas exponían las condi-
ciones económicas de la admisión de niños en la Inclusa: pensionistas, medio pensionistas
y benéficos. Así como y cuando se tenían que hacer los pagos a las “nodrizas”. El libro se-
creto era llevado en el despacho del director, y los datos registrados eran más completos que
los anotados en el de “Entradas y Salida de Expósitos”, llevado en la oficina de admisión.

A. R. C. M. Fondo de la Inclusa, Signatura. 8921


P. ESPINA PÉREZ
84 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LA VILLA DE MADRID, CORTE DE LOS REYES CATÓLICOS DE ESPAÑA


HACIA 1635

REAL INCLUSA DE MADRID Por P. ESPINA PÉREZ

Copiado del plano efectuado Por F. de Wit Encudit Amstlodami el año 1635, en que ubicó el edi-
ficio de “Nuestra Señora de la Inclusa” en la calle de Preciados, parte izquierda, vista desde la puer-
ta del Sol. En la relación numérica que hizo de los “monumentos” más significativos de la época.
1. La Santa Cruz 8. Colegio de Atocha
2. Cárcel de la Corte 9. La Trinidad
3. Concepción Geronima 10. Calle de la Cruz
4. El Colegio de la Compañía de I. el S. 11. Calle de las Carretas
5. Concepción Franc. 12. Nuestra Señora de Buen Suceso.
6. S. Millán R. 13. Monasterio de la Victoria
7. La pasión 14. NUESTRA SEÑORA DE LA INCLUSA

Reproducción de los talleres del Instituto Geográfico y Catastral. Año 1960


PEDRO ESPINA PÉREZ 85

CITA QUE NARRA EL PENSAMIENTO DE SU OBRA:


León Carlos ÁLVAREZ SANTALO
Así nos dice con palabras estremecedoras, después de analizar una de las tablas rela-
tivas a la evolución de la Mortalidad de la “Casa-Cuna de Sevilla 1615-1895.
“Es un testimonio agobiante de contradicción, sociedades católicas… moralizadoras
hasta la nausea “matan” con absoluta impunidad cientos de niños cada año, no importa aho-
ra si todo expósito es legitimo o no, lo que importa es que prácticamente todo expósito es
un niño muerto”.

LOPE DE VEGA (1562–1635 )


Pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.

¡DUERME, MI NIÑO!
Pues andáis en las palmas de llorar en la tierra.
Angeles santos, Por su descanso,
Que se duerme mi niño, sosegar quiere un poco
¡tened los ramos! del tierno llanto,
Palmas de Belén que se duerme mi niño,
que mueven airados ¡tened los ramos!
los furiosos vientos Rigurosos hielos
que suenan tanto, le están cercando,
no le hagáis ruido, ya veis que no tengo
corred más paso, con qué guardarlo:
que se duerme mi niño, Angeles divinos
¡tened los ramos! que vais volando,
El niño divino, que se duerme mi niño
que está cansado ¡tened los ramos!
86 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

PARROQUIA DE SAN GINÉS


Cuadro general del número de bautizos que hubo en “San Ginés, de 1650 hasta 1700
NÚMERO DE BAUTIZOS DE

La parroquia Niños legítimos Pariente desconocidos Niños de la “Inclusa’


Años Mas. Fem. Total Mas. Fem. Total Mas. Fem. Total Mas. Fem. Total
1650 175 192 367 3 3 6 5 5 10 129 155 284
1651 172 179 351 27 25 52 1 3 4 122 133 255
1652 183 182 365 30 22 52 2 2 4 113 115 228
1653 194 181 375 34 20 54 1 2 3 113 113 226
1654 180 165 345 13 11 24 1 4 5 133 123 256
1655 196 175 371 18 13 31 4 3 7 149 157 306
1656 166 165 331 18 14 32 1 4 5 138 158 296
1657 170 175 345 22 24 46 6 2 8 129 134 263
1658 180 180 360 11 14 25 5 4 9 133 139 272
1659 181 157 338 18 9 27 1 6 7 136 127 263
1660 184 175 359 8 10 18 4 5 9 132 137 269
1661 165 188 353 8 9 17 5 3 8 150 152 302
1662 170 155 325 3 1 4 5 4 9 151 152 303
1663 199 170 369 4 7 11 3 3 6 138 160 298
1664 177 174 351 5 7 12 3 2 5 160 167 327
1665 159 153 312 23 14 37 3 2 5 142 142 284
1666 168 170 338 18 12 30 1 – 1 161 172 333
1667 166 141 307 13 8 21 4 3 7 149 118 267
1668 149 163 312 14 11 25 3 1 4 183 141 324
1669 130 133 263 14 15 29 2 3 5 156 146 302
1670 164 156 320 24 22 46 2 4 6 139 133 272
1671 177 182 350 19 15 34 4 3 7 152 127 279
1672 166 188 354 18 21 39 2 1 3 171 177 348
1673 177 180 357 18 17 35 – 4 4 141 157 298
1674 198 160 358 4 5 9 5 2 7 138 159 297
1675 186 189 375 7 9 16 – 5 5 160 156 316
1676 167 179 346 2 7 9 – 2 2 136 147 283
1677 182 181 363 7 5 12 2 1 3 136 115 251
1678 183 186 369 11 5 16 1 1 2 145 166 311
1679 177 163 340 12 12 24 2 – 2 149 139 288
1680 169 194 363 5 7 12 – 3 3 152 174 326
1681 188 159 347 9 3 12 2 1 3 151 160 311
1682 201 198 399 6 4 10 4 5 9 172 162 334
1683 176 173 349 6 5 11 2 – 2 163 164 327
1684 179 173 352 3 10 13 5 2 7 187 184 371
1685 190 174 364 10 6 16 5 5 10 175 160 335
1686 182 190 372 6 8 14 2 3 5 182 182 372
1687 162 157 319 4 5 9 3 2 5 181 191 372
1688 182 143 325 9 9 18 2 2 4 223 222 445
1689 180 156 336 7 10 17 2 – 2 221 210 431
1690 171 170 341 9 9 18 1 4 5 214 254 468
1691 201 139 340 11 7 18 2 2 4 216 250 466
1692 173 168 341 28 21 49 2 5 7 239 258 497
1693 148 161 309 19/ 22 41 3 8 11 237 265 502
1694 164 138 302 12 14 26 8 2 10 231 237 468
1695 149 172 321 7 9 16 4 6 10 268 234 502
PEDRO ESPINA PÉREZ 87

NÚMERO DE BAUTIZOS DE

La parroquia Niños legítimos Parientes desconocidos Niños de la “Inclusa’


Años Mas. Fem. Total Mas. Fem. Total Mas. Fem. Total Mas. Fem. Total
1696 144 145 289 5 8 13 5 3 8 262 228 490
1697 131 126 257 1 3 4 1 1 2 194 169 363
1698 137 160 297 2 5 7 3 5 8 248 268 516
1699 154 125 279 2 3 5 3 4 7 283 264 547
1700 138 133 271 5 4 9 5 5 10 204 188 392
Total parcial: 17.242 1.131 294 17.428
Bautizados por%47,0% 3,0% 0,8% 48,0%
Total de niños bautizados en la Iglesia de San Ginés, desde 1650 a 1700 = 36.095 niños

PARROQUIA DE SAN GINÉS Y LA “REAL INCLUSA DE MADRID”

La historia nos dice, que es una de las más antiguas de Madrid. Se remonta original-
mente a la época mozárabe. (A. Velasco Zazo). Recintos Sagrados de Madrid, 1954.
Teniendo en cuenta esta premisa como cierta, ni que decir tiene que la parroquia de
San Ginés, estuviera relacionada desde sus principios con la recogida de niños abando-
nados, puesto que ya el “Cabildo de madrid” acuerda que los niños que tiene acogidos
se pudieran repartir por la comarca de Madrid, año 1572, y que la Cofradía de Nuestra
Señora de la Soledad, viendo las muchas donaciones y limosnas que aportaban por la re-
cogida de las criaturas, acuerdan comenzar a recogerlas. Por aquellas afirmaciones y
los datos registrados en el archivo de la parroquia, se da por seguro que la Cofradía,
“fundadora de la Inclusa”, estuvo conexionada desde el primer día que recibieron a los
primeros niños en la “casa” con la parroquia, a fin de celebrar en ella, las obligaciones
religiosas que conllevaban los acogidos: como era de bautizarlos y del enterramiento
de los fallecidos, así como decirles las misas correspondientes, tan prodigas por aque-
llos tiempos.
Sin embargo de aquellas correspondencias mutuas, fueron pasando a demandas y plei-
tos que después mantuvieron entre ambas “Instituciones”, originados según la documen-
tación que obra en los legajos del archivo de la parroquia, por razones económicas, debi-
das a donaciones de fincas rústicas y urbanas, así como otros bienes que otorgaban los
feligreses y otros para los niños acogidos en la “Inclusa”.
Examinados los libros destinados a realizar el registro de los niños bautizados y de los
fallecidos correspondientes a los siglos XVI y XVII, vemos que ponen en unos apartados,
“procedentes de la Iglesia y sin datos”.
Perseverando en la investigación de más testimonios, encontramos los trabajos publica-
dos por “CLAUDIÉ LAQUIE, en Etude de Demographie Medrileñe: La Proisse de San Ginés
de 1650 hasta 1700. En cuyo libro inserta una tabla (que acompaño) con el número a que hubo
en San Ginés, años 1650-1700, así como las procedencias y la cantidad de cada una.
Por otra parte, destaca: “Que a partir del primero de julio de 1661 abren un libro es-
pecial para anotar los niños bautizados de padres desconocidos, procedentes del “Hos-
88 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

pital de la Inclusa”. Este Hospital..., de los expósitos dedicado a Nuestra Señora de la Ca-
ridad y San José.
Al igual que otros autores o historiadores, reseña que la imagen de la “Virgen de la In-
clusa” procedía de la “Villa de Enkhisen, de los Países Bajos, traída por dos soldados por
el año 1580, en el reinado de Felipe II.
Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ
LA ANTIGUA INCLUSA Y BARTOLOMÉ HURTADO
(1654)

La discutida decisión de Felipe II de trasladar la Corte desde Toledo a Madrid en 1561,


planteó a la nueva capital una gran cantidad de problemas de todo tipo. Madrid, aunque
había sido una villa de cierta importancia durante la Edad Media, no podía compararse con
otras ciudades castellanas, como Toledo, Burgos y Segovia, que habían desarrollado una
importante infraestructura urbana motivada por su destacado papel político y económico.
Con la llegada de la Corte a Madrid llegaron también la nobleza, las órdenes religiosas,
los embajadores, los Consejos y la burocracia. La población aumentó de manera especta-
cular y surgieron problemas de abastecimiento y de vivienda, que tardaron mucho tiem-
po en solucionarse. Madrid se convirtió en una ciudad bulliciosa y abigarrada, en la que
pululaba un ejército de pícaros y menesterosos. La falta de hospitales para atender a los
enfermos hizo que la Iglesia fundara algunos centros asistenciaes que junto a los que exis-
tían de antiguo, como el desaparecido Hospital de la Latina, pudieran atender al cada vez
mayor número de pobres y necesitados.
El origen de la Inclusa madrileña hay que buscarlo en una pequeña cofradía que bajo
la advocación de Nuestra Señora de la Sociedad y de las Angustias se estableció, en el
año 1567, en el convento de Mínimos de la Victoria, cuya comunidad cedió, generalmen-
te una capilla de su iglesia para tal fin. Esta cofradía estuvo formada, en su principio, por
un grupo de nobles y algunos frailes, y su primera acción fue la fundación de un pequeño
Asilo donde pudieran recogerse aquellos enfermos convalencientes que al salir de los hos-
pitales no tenían donde refugiarse, y “a los clérigos extranjeros que siendo pobres, y es-
tando enfermos no tenían donde curarse” (1).
El día 23 de septiembre de 1567 la cofradía celebró su primera junta general en la que
se aprobaron los estatutos por los que se regiría la fundación. El Asilo y los gastos que oca-
sionaban eran sufragados por las cuotas de los cofrades y por algunas limosnas del rey y
del ayuntamiento.
Felipe II regaló a la cofradía una imagen de la Virgen de la Paz rodeada de ángeles y
con un niño a sus pies, que un soldado había traído de la ciudad holandesa de Enkhuiseen.
La imagen muy pronto fue objeto de una especial veneración por parte del pueblo de Ma-
drid, que castellanizó su nombre en Inclusa. La devoción popular a la Virgen de la Inclusa
hizo que la cofradía recibiera muchas limosnas de los feligreses, lo que aumentó extraor-
90 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

dinariamente los recursos de la misma. Decidieron los cofrades ampliar su acción benéfi-
ca en la junta de mayo de 1572, aprobaron como nueva misión el recoger y cuidar a los nu-
merosos niños recién nacidos que se abandonaban en calles, portales, escaleras, ventanas
y pórticos de iglesias. Para ello el 1 de marzo de 1586, el Hospital de Niños Expósitos de
la Inclusa, nombre por el que fue conocida la cofradía, quedó incorporada al Hospital Ge-
neral. Tal decisión fue negativa para la Inclusa, ya que las dificultades para asistir a enfer-
mos tan diferentes en una misma casa fueron muchas. Ante tan confusa situación, el 23 de
abril de 1587 los niños expósitos fueron trasladados a una casa sita en la Puerta del Sol, en-
tre las calles de Preciados y Carmen. Allí se recogía no sólo a los niños abandonados en las
calles, sino también a los recién nacidos en los hospitales de la Pasión y los Desamparados,
así como los depositados en el Refugio. Fue tan grande el número de niños que diariamente
entraban en la Inclusa que pronto la casa se quedó pequeña y hubo necesidad de ampliar-
la, adquiriendo la cofradía varias edificaciones contiguas. Los nuevos y numerosos gastos
motivaron que la Inclusa quedara sin fondos, por lo que tuvo que dirigir un memorial al rey
Felipe III, en febrero de 1615, dándole a conocer la precaria situación por la que pasaba el
Hospital. El rey por una cédula de marzo de 1616, concedió una renta anual de 10.000 du-
cados sobre la sexta parte de las casas de Madrid. Con la ayuda mejoró la situación econó-
mica, aunque no se resolvió totalmente el problema, ya que en 1620 había mil trescientos
niños, y se gastaban cada año 18.000 y más ducados, y es milagroso que no teniendo de ren-
tas más de diez mil, la caridad de los buenos suple lo que falta al gasto” (2).
En 1651 la primitiva cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias se
extinguió, tras haber sostenido un complicado pleito con el Hospital de la Inclusa, que re-
sulto favorable a este último. A partir de entonces el Hospital se colocó bajo la advocación
de Nuestra Señora de la Caridad y de San José, y con este título figura en el plano de Te-
xeira de 1656, aunque simpre fue conocida por “la Inclusa”. La desaparición de la cofra-
día hizo que el Hospital tuviera que crear una administración propia que estuvo formada
por “un Administrador, un Rector, un Contador, un Tesorero y un Oficial de Libros” (3).
La nueva administración tuvo que hacer frente de inmediato al acuciante problema de la
falta de espacio para acoger al cada vez mayor número de niños abandonados. Las casas
que formaban el conjunto de la Inclusa eran pequeñas y carecían de las condiciones ne-
cesarias para cumplir con su misión. Para resolver esta dificultad de una vez para siempre
los administradores decidieron levantar un hospital de nueva planta en el mismo lugar de
la Puerta del Sol, y recurrieron a un joven arquitecto que ya debía gozar de un cierto re-
nombre: Bartolomé Hurtado. Este dato fue ya dado a conocer por Virginia Tovar de ma-
nera muy escueta, en su libro sobre los arquitectos madrileños de la segunda mitad del si-
glo XVII, donde dice simplemente que Bartolomé Hurtado “declara haber hecho la obra
de la Inclusa” (4). Hoy, sin embargo, podemos ofrecer la documentación completa sobre
la obra, con sus condiciones y detalles.
El contrato para la nueva edificación se hizo ante el escribano Alonso González de
Coca en los términos siguientes:
“En la villa de Madrid a primer día del mes de abril de mil y sescientos y cincuenta y
cuatro años ante mí el escribano y testigos parecieron presentes el licenciado D. Andrés
de la Gándara presbítero administrativo del hospital Real de niños espositos de N.a Sr.a
de la Inclusa de esta corte de la una parte y de la otra Bartolomé Hurtado maestro de obras
Vecino de esta dcha. villa y el susodicho. = dijo que por cuanto por mandado y de orden
de los Sres. de la Junta de hospitales Reales y en especial de los Sres. Don Antonio de Con-
treras caballero de la orden de Calatrava del cons.° de Cámara de Su Majestad. protec-
PEDRO ESPINA PÉREZ 91

tor de ellos, D. Miguel de Salamanca caballero de la orden de Santiago del cons.° de Ha-
cienda y D. Francisco Sardeneta y Mendoza de la misma orden Regidor. de esta villa ajus-
to los precios y Condiciones con que se a de Hacer la obra de dicho. Hospital y de ellos
dio memoria a los dos. Sres. y habiéndola visto mandaron que el suso dcho. Otorgase es-
critura en la conformidad abajo y por declarado y poniéndolo en efeto desde luego se
obligo Hacer la cha. Obra con las condiciones y en la forma sigte.
— Cada pie cúbico de mampostería de piedra de Caramanchel y la haz de afuera en
lo que se ve de la fachada de pedernal con buena mezcla de cal y arena a precio de trein-
ta y ocho mrs.
— Cada pie cúbico de albañilería con buena mezcla de cal y ladrillo colorado con la
parte de afuera y Rosado por la de dentro a precio de cincuenta mres. dándole el ladrillo
al do. Bartolomé Hurtado en la obra mitad colorado a precio cada millar de diez ducados
y que sea conforme tiene echa escript.a de contento con la persona que se lo de.
— Cada pie cúbico de ventana donde se Ofrecieren en la obra pagándose por los mar-
cos de los círculos o espejos del postrer cuerpo de la fachada.
— Por el engorro que tiene para fabricarlos aprecio de sesenta mrs.
— Cada pie de vigas de tercia y cuarta puesta en obra de carreras y de pie derechos
encapotados y labrados como mejor convenga para buena obra a precio de once Rs. Y
dándole la madera en la obra a sesenta y ocho mas.
— Cada pie de carrera o pies derechos de cuarta y sesma como se ofreciera labrarla
para buena obra por precio de dos reales y catorce mrs. y que se le diese la madera en la
obra por precio de treinta y seis mrs. y ande ser las dhas. Carreras de tercia y cuarta y ses-
ma de larga de veintiséis pies y de altura delante cuanto largas se pidieren.
— Que asentare cada biga de cuarta y sesma al largo y como combiniese al ancho que
esta la obra comenzada labrándola de bovedilla y forjándola de yeso negro dada de llana
raspada rematándola de yeso negro a precio de cuarenta y seis reales y dándole la biga en
la obra haciendo todo lo nezess.° para que quede en perfección de yeso negro a precio de
Diez y ocho reales cada una.
— Cada pie de biga de cuarta y sesma (que su largo a de ser veinticuatro a veinticin-
co pies) puesto en armadura de los tejados hechos sucarrete y picadera y como mejor con-
venga para su buena obra perdidos los ¿avos¿ y todo lo necees.° asta ponerla en perfec-
ción para el efecto que sierviere al precio de sesenta y sesis mrs. y así se le diere la viga
en la obra a precio de veinte mrs.
— Cada pie de tabique que llaman de Madrid donde cargan los suelos cuadrados y ar-
maduras del grueso y conforme a los que están en la obra nueva de forma a precio de cin-
cuenta y un mrs.
— Cada pie de tabique de madera de a ocho o de a diez doblado en forja a precio de
treinta y dos mrs.
— Cada pie de ventana o postigo mezclado de obra de Madrid con tableros de nogal
y fijado por precio de siete reales y quartillo.
— Que asentara cascos de puerta o ventana chica o grande por precio de seis Rs. y tres
quartillos perdidos los clavos y los nezess.° para asentarlo.

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92 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

— Cada tapia de cincuenta pies cuadrados de blanqueo de buen yeso blanco tendido
con llana y lavado con paño delgado a precio de quatro Rs.
— Cada ladrillo o mocexon raspado y cortado y asentado con buena mezcla de cal por
precio de diecisiete mrs.
— A los cuales dhos. precios el dho. Bartolomé Hurtado se obliga a hacer la dcha.
Obra del dcho. hospital y no reclamar contra ellos por ninguna causa ni razón que aya y
con las dhas. condiciones que el suso dcho. dio en la dcha. Memoria las cuales habiéndo-
las visto se ajustasen en la manera siguiente.
— Es condición que a de dar toda la dcha. Obra acabada sin que falte cosa alguna de
ella en toda forma para el dia ocho del mes de diciembre que viene deste presente año de
“seiscientos y cincuenta y cuatro” y no haziendolo pagara todos los daños Costes y gas-
tos que se siguiesen al dho. Hospital por lo cual consiente y sele pueda apremiar a la paga
y para la liquidación de todo lo que montase a de ser bastante la declaración simple del dho.
Administrador y le releva al dho. Hospital de otra prueba ni justificación aunque de dere-
cho se requiere.
— Es condición que se le han de dar al dho. Bartolomé Hurtado los despojos que se
quitasen de los aposentos y casas donde se hubiere de fabricar por la costa y en recompensa
por lo que el susu dcho. a de gastar en derribarlo y despejarlo de tierra y brozas y abrir ca-
jas y despexar la tierra.
— Es condición que para que el dcho. Bartolomé Hurtado pueda empezar a prevenir
materiales se le han de dar y pagar por cuenta de lo que montare la dha. Obra “cien mil y
quinientos reales en moneda de vellón” y toda la madera y ladrillo que fuese pidiendo.
— Que las demás cantidades que montare toda la dha. Obra de manos y materiales en
la manera referidas se le a de yr pagando al dho. Bartolomé Hurtado conforme lo que tu-
viere hecho y fabricado en dia haciendo tanteo de ello y de los materiales que hubiere
puestos que han de pasar de cien ducados sin que la paga se le pueda poner otro ningún
impedimento.
— Que la dcha. Obra a de corresponder a la firma y traza de la planta que esta echa
para diferentes divisiones y en anchos altos y gruesos también a de corresponder a la nue-
va obra empezada y en lo que toca a la fachada a de ser conforme al papel de arzado que
para ello esta echo que siendolos de presentes se podrá afirmar para que el dho. Bartolo-
mé Hurtado se gobierne por las dhas. Trazas” (5).
El contrato arriba citado comprometía a Bartolomé Hurtado a terminar la obra en el
plazo previsto del 8 de diciembre de 1654, y para así cumplirlo se obligaba con “una casa
que tiene en esta villa en que al presente vive en la calle de don Phelipe de Acuña junto a
la iglesia de San Ildefonso”.
La edificación de la Inclusa debió avanzar rápidamente como se ve en la tasación de
lo construido que, por orden del administrador del Hospital, hizo fraile Lorenzo de San
Nicolás el 24 de julio de 1654, “desde la pared medianera en el dho. Hospital de don
Gaspar Tello hasta veinte y tres pies y tres cuartas de largo y por la parte del patio has-
ta un trazo que queda señalado en el tabique medianero desde el cual se a de conocer la
obra que al presente se esta haciendo en el dcho, Hospital que comenzó este presente
año” (6).
PEDRO ESPINA PÉREZ 93

El largo informe del fraile arquitecto da una detallada relación de lo construido en tan
poco espacio de tiempo y constituye una muestra expresiva del interés que se tenía por dar
fin a la obra y que, sin prueba documental podemos afirmar que se terminó en la fecha
establecida en el contrato.
Una vez finalizada la construcción se pensó en dotar a la capilla del Hospital de un
retablo y así “en la villa de Madrid a catorce de mayo de mil y seiscientos y sesenta y tres
años ante el escribano y testigos parecieron presentes de la una parte Joan de Ocaña, Ma-
estro ensamblador, y la otra Pedro de Bargas sn.° De su Magd. Y perpetuo de la provisión
y bureo de sus Reales casas y ambos vecinos de esta dha. villa” = Y Dieron sean conbe-
nidos y Concertaron en que el dho. Joan de Ocaña a de hacer Un Retablo para la Imagen
de nuestra señora de la soledad que esta en el hospital Real de niños expósitos de San Jo-
seph desta Corte en la conformidad del Dibujo y traza echo por el dho. Joan de Ocaña y
firmado de su nombre y el dho. Pedro de Bargas Y en la manera siguiente = que a de ser
todo de madera y dorado y con dos imágenes de bulto la una de san Antonio abad y la otra
de San Blas obispo de escultura Y con sus peanas y de mano de Correas, escultor de esta
Corte, encarnadas y pintadas sin oro esceto en las cenefas de los mantos (entre líneas con
otra letra tachado: “que han de ser de oro”) y vestiduras que han de ser con guarnición de
oro molido = que los pedestales del alto de la mesa del altar han de ser fingidos sobre ma-
dera de Mármol de San Pablo y todos los vaciados fingidos de Mármol de Seguí e que los
vaciados del Pedestal del dho. Retablo han de ir pintados sobre la tabla de mano de Fran.°
xines Los santos que se pidieran Por el dho. Pedro de bargas = que la parte donde esta en
el dho. dibujo el espíritu santo a de ser lo mismo que el de la traza (tachado “a de estar un
Padre Eterno de escultura las pinturas y santos de escultura y todo lo que fuere Pintado a
de estar dado de barniz de forma que no se tome con la humedad de la calle = Y en la dha.
conformidad y conforme a la dha. traza el dho. Joan de Ocaña se obliga de dar y entregar
el dho. Retablo sentado y acabado en toda forma y a satisfacción de personas peritas para
el dia fin de septiembre que viene de este presente año y por precio de “cuatro mill y cua-
trocientos Reales de Vellón que el dho. Pedro de Bargas se obliga de dar y pagar” (7).
Los artistas que intervinieron en la realización de retablo, debieron ser importantes en
la época, aunque en la actualidad no se conozcan obras de su mano. Gracias a las in-
vestigaciones de Mercedes de Agulló, sabemos que Juan de Ocaña fue un conocido reta-
blista autor, entre otros, de los de la iglesia de Santa Isabel de Madrid del de la iglesia del
Hospital de Afuera en Toledo; en cuanto a Manuel Correa o Correas, fue el autor de las
estatuas orantes en alabastro de don Juan de Solórzano y de su esposa, Doña Clara Pa-
niagua, en el convento del Caballero de Gracia en Madrid.
El edificio del Hospital de la Inclusa fue un destartalado caserón, de apariencia vul-
gar. Construido con materiales pobres; ladrillo, madera, yeso, y pedernal para la facha-
da, tenía un aire funcional apropiado para la misión que tenía que cumplir, y así se ve en
la maqueta de Madrid, de León Gil Palacio que se conserva en el Museo Municipal y en
grabados del siglo XIX anteriores a su derribo, donde se puede apreciar una sobria edi-
ficación con planta baja y cuatro pisos de balcones, cuya única ornamentación eran unos
frontones triangulares sobre los balcones del segundo piso. La capilla tampoco debía ser
una gran cosa, como testimonia Ponz (9), aunque era la parte más artística del Hospital.
Se encontraba empotrada en el bloque de edificio y carecía de fachada a la calle. Su Plan-
ta era rectangular, como se ve en el plano de Espinosa de los Monteros de 1769, y se ha-
llaba en la fachada del Hospital correspondiente a la calle de Preciados, la Inclusa se man-
tuvo en la Puerta del Sol hasta el año 1800, fecha en que se trasladó a un edificio conocido
94 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

con el nombre de “Galera Vieja”, sito en la calle del Soldado, para pasar después a la ca-
lle de Mesón de Paredes. Los viejos edificios de la Puerta del Sol se convirtieron, tras el
abandono de los niños expósitos y sus cuidadores, en casas particulares y en tiendas, y la
capilla en almacén. Este abigarrado conjunto de casas estrechaban las importantes ca-
lles de Preciados, del Carmen, de Alcalá y de la Montera, por lo que en 1854 y años si-
guientes se derribaron para el ensanche de la Puerta del Sol” (10). Del retablo y demás
obras de arte de la capilla se ignora su paradero.
A pesar de la falta de méritos artísticos, la conservación del Hospital de la Inclusa nos
hubiera dado alguna luz sobre los comienzos como arquitecto de Bartolomé Hurtado,
cuya personalidad como tal se ha acrecentado enormemente al conocer su intervención
en el convento del Sacramento de Madrid (11). Nacido en Parla en 1628, fue tal vez la In-
clusa la primera obra importante que realizó cuando sólo contaba 26 años de edad. Este
trabajo le sirvió, sin duda, de experiencia para obras de mayor envergadura que le die-
ron renombre para afianzarse en la Corte y le valieron el ser nombrado aparejador de las
obras reales el 22 de junio de 1662 (12). (1654).

NOTAS

(1) Pascual MADOZ: “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España”. Tomo X. Ma-


drid. 1847. 875.
(2) Gil GONZÁLEZ DÁVILA: “Teatro de las grandezas de la villa de Madrid”. 1623, 47.
(3) Paula DE DEMERSON: “La Real inclusa de Madrid a finales del siglo XVIII”. Anales del
Instituto de Estudios Madrileños. Tomo VIII. Madrid, 1972. 262.
(4) Virginia TOVAR MARTÍN: “Arquitectos madrileños de la segunda mitad del siglo XVII”.
Madrid. 1975. 264.
(5) A.H.P. Prof. 9574. fol. 25-27.
(6) A.H.P. Prof. 9574. fol. 65-66.
(7) A.H.P. Prof. 9574. fol. 50-51.
(8) Mercedes AGULLO Y COBO: “Documentos sobre escultores, entalladores y ensamblado-
res de los siglos XVI al XVIII”. Valladolid. 1978.
(9) Antonio PONZ: “Viaje de España”. Tomo V. Madrid. 1793, 240.
(10) Ramón DE MESONERO ROMANOS: “El antiguo Madrid”. Madrid, 1861. 107.
(11) Virginia TOVAR MARTÍN: “Bartolomé Hurtado, aparejador mayor de Obras Reales, en
el monasterio del Sacramento de Madrid”. Villa de Madrid. XII. Madrid, 1975, 25.
(12) José María DE AZCARATE: “Datos para las biografías de los arquitectos de la corte de Fe-
lipe IV”. Revista de la Universidad de Madrid. 542.

Datos tomados de la Revista “Villa de Madrid”, núm. 371, páginas 57-60. B.R. “Leguina”.
P. ESPINA PÉREZ Por José Luis BARRIO MAYO
PEDRO ESPINA PÉREZ 95

La célebre “Sala del torno”.

La Puerta del Sol en el siglo XVII, según el Plano de De Wit.


LA CRIANZA DE LOS NIÑOS MADRILEÑOS
ABANDONADOS EN EL SIGLO XVII

Por Claude LARQUIE


Universidad de Amiens
Francia

En España la demografía histórica es una disciplina todavía joven. Sin embargo, con
los actuales progresos está superando el retraso que llevaba con respecto a Francia y a
otros países europeos. A pesar de ello, algunos sectores de esta disciplina siguen siendo poco
conocidos; en particular el de la crianza de los niños abandonados. No es que falten los do-
cumentos, pero están desatendidos sencillamente (1).
En Madrid los registros del hospital de los niños abandonados, la Inclusa, ofrecen se-
ries perfectamente llevadas al día desde finales del siglo XVI. Esta notable precocidad
permite un estudio del problema tanto desde el punto de vista cuantitativo como desde el
punto de vista social y profesional. En el trabajo que sigue, quisiera presentar el conjunto
del expediente entre finales del siglo XVI y principios del XVIII, centrando la reflexión
en tres temas: el abandono del niño, el medio social de las nodrizas, y la suerte de los ni-
ños durante (y después de) su educación mercenaria.

I. PADRES Y NIÑOS: DEL ABANDONO A LA PROTECCIÓN

A) Las estructuras de acogida: el papel de la Inclusa

En 1567, la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias fundaba en


el interior del convento de la Victoria de Madrid un hospital para acoger a los sacerdotes
necesitados y a los pobres. En 1572, extendió sus actividades a los niños abandonados, lo
que le obligó a adquirir una vivienda en la calle Preciados. Situada en el interior del pe-
rímetro de la parroquia de San Ginés. A esta fundación se la llamó la Inclusa, nombre que
le venía de un cuadro de la Virgen y el Niño, traído por un soldado de la ciudad flamenca
de “Enkhuisen, y que había heredado la tal institución; por corrupción del lenguaje, lla-
maban a este cuadro Virgen de la Inclusa y el hospital acabó siendo el de la Inclusa. In-
corporando a los hospitales reales de la Capital cuando la reforma de los establecimientos
caritativos del primado de Toledo. Quiroga, en 1606, para asegurarle los recursos necesa-
98 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

rios de los que carecía la cofradía, en 1651 acabó por sustraerse totalmente a la beneficiencia
privada y por depender exclusivamente de la administración real.
La organización de la Inclusa era sencilla: un administrador ayudaba al rector, que di-
rigía el establecimiento y llevaba al día los registros de entradas y salidas de los niños, el
contador aseguraba la gestión material, vigilaba el movimeinto de los fondos y pagaba los
salarios. El mayordomo hacía también de sacristán. Un aguador y una lavandera comple-
taban el personal de encuadramiento (2). A su lado había un personal como quien dice téc-
nico: las madres de salas tenían autoridad sobre las nodrizas empleadas en el establecimiento,
éstas podían ser hasta treinta según las necesidades. Por último se utilizaban ocasionalmente
los servicios de un médico y de un cirujano.
Los recursos financieros provenían de distintas fuentes: siendo hospital real, desde 1615
la Inclusa disponía de 1/2 de las tasas atribuidas a los hospitales de la Capital. Esas tasas se
percibían sobre los productos de consumo, carne de vaca o vino. Percibía rentas proceden-
tes de dos fundaciones hospitalarias de la ciudad: La Sagrada Pasión y los Desamparados
que servían de refugio para los pobres cuyos hijos eran colocados en la Inclusa mediante unas
mensualidades en efectivo que le abonaban para su educación: en el siglo XVIII, 22 reales
al mes. La Cofradía de los Hermanos del Refugio que recogía por las calles a los niños ex-
pósitos se encargaba de su mantenimiento a razón de 18 reales al mes por niño lactante. Es-
tos mismos Hermanos colectaban ofrendas y donativos que entregaban a la Inclusa. Además,
este hospital disponía de recursos propios: algunos censos y algunos juros. Estas sumas de
dinero, a las que se añadían las sumas de que eran portadores a veces los niños cuando eran
abandonados, se complementaban con ventajas en especie como la compra exenta de tasas
del carbón y del textil necesario al mantenimiento del personal y de los lactantes. En resu-
midas cuentas, una gran diversidad de recursos, insuficientes sin embargo con respecto a las
cargas: la gestión de la Inclusa nunca dejó de ser problemática o deficitaria.
Los Archivos del establecimiento son de gran calidad, y de esmerada presentación: ade-
más de los documentos referentes a la gestión diaria, a los gastos de sustento y a los sala-
rios del personal, incluyen los expedientes de entradas y salidas de los niños. El primer li-
bro de entradas empieza el 20 de julio de 1586. Le sigue una serie ininterrumpidamente de
registros que alcanzan el siglo XX. Dan a conocer el nombre de pila y el apellido del niño,
la fecha de su llegada, la de su bautizo, su procedencia y las cantidades de dinero que trae
(o no) consigo cuando lo acogen. Los libros de salida ofrecen series completas desde el
mes de diciembre de 1582 hasta la época contemporánea: al mismo tiempo que el apellido
y nombre de pila de los lactantes, revelan la identidad de las nodrizas, su estado (soltera,
viuda, casada) el oficio del marido, el lugar de residencia, el salario que perciben y las fe-
chas en que lo reciben. Señalan todo lo que se refiere al historial de los niños, el cambio de
nodriza, llegado el caso, la fecha de su muerte cuando acaece durante su educación mercenaria,
y su destino cuando se acaba el período completo de la crianza (en general a los siete años).
No era posible utilizar esta enorme pila de documentos: sólo un equipo de investigado-
res conseguiría agotarla. Me he resignado a utilizar el método del sondeo analizando las en-
tradas y las salidas de los meses de febrero y septiembre, cada cinco años, a partir de los años
1580. He escogido la lectura del mes de febrero, porque al situarse en pleno invierno puede
influir en los abandonos e incrementarlos; en esa época los medios familiares son particu-
larmente sensibles a las durezas de la coyuntura climática y, a menudo, de las circunstancias
económicas. También he escogido la lectura del mes de septiembre: al acabar el verano, las
dificultades frumentarias y el penoso período del enlace, por sus incidencias en los precios
pueden agobiar a gentes mal pagadas, con empleos poco seguros y existencia inestable.
PEDRO ESPINA PÉREZ 99

Esta primera búsqueda la he completado con un sencillo recuento del número total de
entradas y salidas de los niños lactantes de 1582 a 1700, gracias a la existencia de libros-
resumen cuyos datos son esencialmente cuantitativos. En total existe una masa de cifras
e informaciones que tratan a la vez de las cantidades, los movimientos, los medios fami-
liares, los de las nodrizas, los precios de la crianza, los lugares de acogida, la mortalidad,
la supervivencia, toda una documentación que permite hacer una pintura casi exhaustiva
del fenómeno de este tipo de crianza.

B) Los niños expósitos

Los libros-resumen permiten apreciar la cantidad de niños encomendados a la Inclusa


entre 1586 y 1700: en total 55.420 lactantes han sido recogidos, habida cuenta de diez
años en que señalan las entradas de manera incompleta (1586, 1611, 1617, 1626, 1648, 1649,
1650, 1652, 1689, y 1691) y de cuatro años sin indicación alguna (1612, 1613, 1651 y
1690). Si se eliminan estos cuatro últimos años, son 111 los años observados para un con-
tingente de 55.420 criaturas, o sea una media de alguno más de 499 niños cada año. La cur-
va de evolución de las entradas a lo largo del siglo XVII es particularmente elocuente:

CURVA DE LAS ENTRADAS EN LA INCLUSA ENTRE 1587 Y 1700

El análisis detallado de esta curva revela que la media del siglo es rebasada a partir
de 1619. De 1586 a 1619 las entradas son aún de poca intensidad, a menudo son infe-
riores a 100 unidades, pero de una progresión regular. A partir de 1645 vienen los años
más agudos con tres tiempos fuertes: 1655, con sus 822 entradas, 1684, con sus 808 ni-
ños, 1699 que alcanza el récord del siglo con sus 827 lactantes. Numerosos elementos
explican las oscilaciones de la curva: su subida regular hasta 1619 se explica por el he-
cho que la Inclusa, convertida en hospital real, dispone de mayores recursos y tiene más
amplias posibilidades de acogida: pero su papel también es tributario de la historia de
Madrid. Si de 1586 a 1600, la curva inicia una ascensión regular, y se quiebra brutal y
espectacularmente de 1600 a 1606, el motivo es obvio: durante esos años Madrid ya no
es capital. Por voluntad de Felipe III, la Corte se ha instalado en Valladolid, llevándose
100 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

consigo sus clientelas y los oficios tributarios de sus servicios. su salida incide inme-
diatamente en los abandonos: sin duda, los criados, los oficiales subalternos, los artesanos
vinculados a la aristocracia burocrática o nobiliaria eran de los primeros en utilizar los
servicios de la Inclusa.
Las crisis demográficas, las de la economía peninsular y madrileña son igualmente
factores explicativos: España y su Capital conocieron épocas de carestía en 1628, 1634,
1651, 1652 y 1699, que se leen con toda claridad en la curva. En la época en que se dis-
paran los precios progresan las entradas en el hospital.
Durante el año 1699, en que los motines populares asolan las calles de la población, el
número de Incluseros alcanza la cifra récord de 827, como lo hemos señalado ya. La cur-
va de 1694-1695, durante los cuales la peste devasta la península y penetra en la Corte a
pesar de los cordones sanitarios, influyen en el volumen de entradas; el número de aban-
donados disminuye. Es lo que ocurre en 1630-31, 1647-52, 1694-95. Los niños son arre-
batados por la muerte antes de ser entregados a la Inclusa.
En total, no cabe duda de que el movimiento del abandono en Madrid se inscribe sin
discordancias en la crisis general de España en el siglo XVII. Un indicio suplementario lo
atestigua: se asiste a una relativa estabilidad de las entradas entre 1650 y 1700. La demo-
grafía del conjunto de la Capital es entonces, durante este medio siglo, más igual que en
el resto de los reinos ibéricos. Madrid se mantiene gracias a la aportación de la inmigra-
ción provincial. La Inclusa lo pone de manifiesto.

C) Las condiciones del abandono

Se pueden apreciar por la lectura sistemática de los libros de entradas. Las actas, en efec-
to, informan no sólo del sexo de los niños, de su procedencia, de su bautizo, a veces de su
edad, sino también del lugar donde fueron recogidos e intermitentemente de los medios so-
ciales de que proceden.
Los lugares de abandono son numerosos: ante todo, claro está, la Inclusa y su zaguán
luego las calles, los soportales de la Plaza Mayor, el pórtico de las iglesias y de los con-
ventos, pero también, en ocasiones, una escalera, la puerta de una vivienda particular. Al
niño lo lleva a veces al hospital un familiar, un tío, una tía, el abuelo o la abuela, o tam-
bién un vecino compasivo: pero las más veces lo manda uno de los hospitales de la ciu-
dad, los Desamparados, la Sagrada Pasión, la Comadre, donde se cuida y alberga provi-
sionalmente a los padres indigentes y enfermos.
La noche es la cómplice privilegiada del abandono; las primeras horas del crepúscu-
lo, las que preceden al alba favorecen el fenómeno, pues mitigan las angustias, aplacan los
remordimientos y escrúpulos y moderan las tristezas y los desgarramientos. La noche ocul-
ta la vergüenza.
En general, todos estos niños se recogen en las calles de Madrid. Es poco frecuente
que vengan directamente de los pueblos de alrededor de la Capital. Pocas menciones
sobre este particular: se citan Lupiana, Chinchón, Carabanchel, Canillejas, Guadalaja-
ra, Pastrana, Almonacíd de Zurita o Esquivias... Pero es puramente ocasional y fortui-
to, lo que hace pensar que los hombres y las mujeres que venían de la provincia de Ma-
drid preferían abandonar a las criaturas en las calles de la ciudad antes que conducirlas
directamente al hospital. Los niños abandonados son recogidos por los sacerdotes y por
PEDRO ESPINA PÉREZ 101

las cofradías en particular los de los Hermanos del Refugio, de la Soledad o de la Vic-
toria pero también por los alguaciles del Ayuntamiento o por almas compasivas que se
encargan de llevar su triste carga a la Inclusa: En la mayoría de los casos, en el mo-
mento de ser abandonados, los niños van en mantillas, y llevan sobre sí una cédula la-
cónica que indica su nombre de pila, si están (o no) bautizados, a veces su origen fami-
liar, información rápida y muy insuficiente.
En cuanto llegan los niños a la inclusa se les inscribe en los registros de las entradas
donde se les atribuye un número de orden, que se repite en una placa que les cuelga al-
rededor del cuello. Luego se entregan a una de las nodrizas empleadas en el estableci-
miento. Sería útil conocer su edad en el momento de la acogida, pero en general se des-
conoce o se señala de manera muy aproximativa. Sin embago, cabe intentar una
aproximación cuantiativa a partir de 949 entradas referentes a los meses de febrero 1600-
1700, examinados de cinco en cinco años: de este contingente sólo se conoce (o se co-
noce de manera relativa) la edad de 110 niños, o sea el 11,59 por 100 del total. Se re-
parte de la manera siguiente:

Unos días 1 a 2 meses 2 a 3 meses 3 a 4 meses


3 casos 6 casos 12 casos 14 casos
4 a 5 meses 5 a 6 meses 6 a 7 meses 7 a 8 meses
12 casos 4 casos 9 casos 4 casos
8 a 9 meses 9 a 10 meses 10 a 11 meses 12 meses y más
6 casos 3 casos 3 casos 34 casos

En 76 casos los niños tienen menos de un año, o sea, el 70,9 por 100, y en 34 casos los
niños tienen más de un año, o sea el 29,1 por 100.
En realidad, todo hace pensar (y la ausencia de indicaciones de edad es una prueba de
ello al contrario) que la mayor parte de los incluseros son recién nacidos de tan sólo unos
días. Pocos niños están destetados, en cuanto a los que tienen ya una edad avanzada se tra-
ta esencialmente de inválidos y lisiados.
En lo que al sexo de las criaturas se refiere, las niñas les llevan ventaja (pero muy
poca) a los niños. Las 949 criaturas citadas anteriormente se reparten entre 451 niños, o
sea, el 45,72 por 100 y 498 niñas, o sea, el 52,47 por 100. Nada muy significativo. Los ma-
drileños abandonan tanto a los niños de sexo masculino como a los de sexo femenino. A
veces prenden de los pañales de las criaturas una bolsita en la que va cierta cantidad de di-
nero. Las más veces este peculio es entregado directamente a los jefes de la Inclusa por
las personas que hospitalizan a los recién nacidos. Su finalidad es la de asegurar los pri-
meros gastos de la crianza. De 949 niños, 387 (40,77 por 100) estaban en este caso. En to-
tal, para el conjunto del siglo XVII, estos donativos representan 17.222,5 reales, o sea,
44,5 reales por niño; lo que equivale a dos meses de salario de una nodriza. Pero, en rea-
lidad, prevalece la gratuidad: 562 niños han sido aceptados sin aportación financiera, es
decir, el 59,22 por 100. Para el hospital la carga era enorme y no dejaba de poner en peli-
gro sus recursos. Su gestión era milagrosa.
Los medios sociales que abandonan a los niños son de estudio difícil. Pocos son los pa-
dres que se dan a conocer. El anonimato es la práctica general. Así pues, ¿cómo separar,
entre los incluseros los que son legítimos de los que no lo son? A pesar de todo existen al-
102 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

gunos elementos de apreciación. En el contingente de los 949 niños, 40 tienen padres co-
nocidos: apenas el 4,21 por 100 del total. Este porcentaje es realmente insignificante, no
implica que los 95 por 100 que quedan sean todos hijos de uniones extra-coyunturales: en
realidad, en la mayor parte de los casos, las familias ocultan sus miserias tanto materiales
como morales.
Los padres conocidos son toda gente pobre (o que se califican así). A menudo, son en-
fermos a los que están cuidando en uno de los hospitales de la ciudad. No dicen su oficio:
¿Tendrán alguno en una aglomeración donde la cifra de parados podía alcanzar, en los
años peores, más de la mitad de la población activa? (3).
Antes de ser entregados a una nodriza fuera de la Inclusa, las criaturas pasan unos
días en el hospital, el tiempo necesario para recobrar fuerzas, recibir el bautismo cuan-
do no están bautizados y encontrar a una madre mercenaria que quiera criarlos en su
hogar. Al llegar están muchas veces malas de salud. Muchos son viables y caen en flor
en la misma Inclusa. Durante su estancia en ésta, les da el pecho una de las nodrizas re-
sidentes en el hospital. Las dirigen Madres de Sala (0 Madres vigilantes) que tienen au-
toridad sobre las nodrizas en ejercicios (0 amas de sala). Cada una de ellas estaba en-
cargadas de un grupo de criaturas que podía alcanzar hasta tres unidades. En la literatura
(esencialmente en la del siglo XVIII) tienen mala fama. El caso es que están sobrecar-
gadas, a menudo enfermas, a veces atacadas por la sífilis que han podido contraer de las
mismas criaturas cuando les daban el pecho. El fraude y los abusos de los que volvere-
mos a tratar más adelante con cosa corriente: ocurre que mujeres abandonen a su hijo,
y se contraten luego de nodriza para recuperar su progenitura y cobrar un salario que les
permita criarla mejor. Una manera como otra cualquiera de hacer frente a la miseria
agobiante de la época. Sin embargo, no conviene pintarlo todo negro: las autoridades hos-
pitalarias, a pesar de todo, procuran encontrar a mujeres sanas física y moralmente. Son
menos descuidadas de lo que se complacen en escribirlo, muy pronto ya en el siglo
XVIII. Trataremos este tema en la última parte de este informe. Por ahora basta con
evocarlo superficialmente.
Durante su hospitalización se instala al niño en la habitación principal del estable-
cimiento, en una especie de cuna donde está inscrito su número y de sus compañeros
de infortunio que comparten el mismo lecho. Después de los cuidados de urgencia, el
primer acto solemne que le concierne es el bautizo que se verifica en la iglesia parro-
quial de San Ginés, de la que depende el hospital. En esta parroquia se les han dedica-
do libros de bautismo especiales. Entre 1650 y 1700, 17.428 incluseros recibieron allí
las aguas bautismales, esto es un poco más de 341 niños por año (4). El porcentaje de
niños sin bautizar en el momento del abandono sigue siendo durante todo el siglo li-
geramente superior al de los bautizos u ondeados. Por último al cabo de una estancia
que nunca sobrepasa las tres semanas, se entregan los niños de pecho a una nodriza del
exterior. Desde ese momento empieza la época de su crianza en un medio exterior y mer-
cenario.

II. LOS MEDIOS SOCIALES DE LAS NODRIZAS DE LOS NIÑOS


EXPÓSITOS EN EL SIGLO XVII

Lo esencial de este estudio se funda en el análisis de los libros de salida (o de coloca-


ción) de los niños que abarcan el período 1582-1700. Para nuestro sondeo hemos elegido
PEDRO ESPINA PÉREZ 103

los meses de febrero y septiembre, examinando uno de cada cinco años. Estos libros per-
miten percibir qué nodrizas fueron elegidas, cuál era su procedencia geográfica y socio-
profesional y por fin cuales eran los salarios que cobraban (5).

A) La elección de las nodrizas

La colocación de los niños dependía del “mercado de las nodrizas”. Las mujeres in-
teresadas por este trabajo venían por sí mismas cada mañana a llamar a la puerta de la In-
clusa. Proceden todas del campo, de los pueblos o de las ciudades de Castilla la Nueva.
En la mayoría de los casos se presentan solas, pero a veces en grupos: en efecto, en oca-
siones se las ve llegar por grupos de dos o tres del mismo pueblo, el mismo día, después
de emprender juntas el viaje hacia la Capital. De un contingente de 1.534 nodrizas, 122 lle-
garon dos a dos, 18 tres a tres.
El rector del hospital las recibe, las oye, elige las que más le convienen, y ya hecha
la presentación, les designa una criatura. ¿Habrán enseñado a su propio churumbel, que
a menudo llevan en brazos, para garantizar que tienen leche? ¿Llevarán un certificado
del sacerdote del pueblo dando fe de su moralidad y de que es buen ama de casa? Es muy
probable, aunque las formalidades de la contrata no parecen ser muy exigentes. Lo co-
rriente es darle a un niño una sola madre mercenaria. Pero ocurre con frecuencia que una
nodriza se ponga enferma, muera o, por cualquier razón, desee abandonar a su niño de
pecho. Entonces ya tenemos al niño zarandeando otra vez en Madrid, y entregado a otra
madre. De 1.207 casos, 959 niños han sido criados por una sola nodriza (o sea, el 79,45
por 100) 187 por dos mujeres (15,49 por 100), 49 por tres madres (4,05 por 100), 7 por
cuatro mujeres (0,57 por 100), 4 por otras cinco (0,33 por 100), y uno por siete nodri-
zas sucesivas: un verdadero record (6).

B) El origen geográfico de las nodrizas

Al analizar 1.897 casos, aparecen 194 pueblos de colocación, se pueden agrupar de la


manera siguiente:
El área espacial de la crianza de los expósitos en el siglo XVII se inscribe en Castilla
la Nueva y sus tres provincias Madrid, Toledo, Guadalajara. La Sierra de Guadalajara es
una barrera que rechaza el fenómeno hacia el sur, éste se extiende en los campos toleda-
nos gracias a la existencia de puentes sobre el Tajo. A las razones geográficas se añaden
razones técnicas: las nodrizas que vienen a la Capital a que las contraten, no pueden em-
prender viajes de más de cien kilómetros, lo que significa dos días de marcha (7), además
la Inclusa prefiere la proximidad para poder ejercer mejor control.
La colocación tiene un rasgo particularmente original: no es únicamente rural, las ciu-
dades también entran a la parte: el 29,52 de las nodrizas viven en Madrid; si se añaden ade-
más las de Alcalá de Henares, Guadalajara y las de los pueblos importantes (Chinchón, Ge-
tafe...) cerca de la mitad residen en aglomeraciones urbanas. En el campo los pueblos de
acogida tienen generalmente más de cien hogares. Aquí y allá las mismas razones expli-
can la exitencia de nodrizas de los expósitos: la falta de trabajo (o su insuficiencia) impo-
ne a las familias sin recursos buscar un complemento que encuentran criando a los niños
abandonados.
104 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Número total de Número de niños Porcentaje de


Provincias ciudades y pueblos Colocados niños colocados
Madrid ...................................... 79 1.245 65,6
Guadalajara .............................. 65 405 21,34
Toledo....................................... 30 220 11,59
Cuenca...................................... 7 10 0,52
Ciudad Real.............................. 2 2 0,10
Salamanca ................................ 2 2 0,10
Albacete ................................... 1 2 0,10
Sin localizar.............................. 8 11 0,57

C) Los medios socio-profesionales

Las actas han permitido poner de manifiesto 1.295 menciones de profesión, que se re-
fieren preferentemente a los maridos de las nodrizas, y 133 oficios. Estos agrupados se pre-
sentan de la siguiente manera.

Grupos Número de oficios Número de casos Porcentajes


Artesanía......................................... 64 409 31,58
Comercio y servicios...................... 50 191 14,74
Agricultura ..................................... 7 678 52,35
Ejército y asimilados ...................... 6 11 0,84
Administración y oficios de arte .... 6 6 0,46

El mundo rural es por sí sólo mayoritario con 52,35 por 100, lo cual no contradice la
importancia del fenómeno urbano pues en Castilla algunos obreros agrícolas viven aún
en los pueblos y las ciudades. Los pequeños campesinos propietarios (labradores) son
646. Frente a ellos, el número de hortelanos, pastores y ayudantes en las granjas es casi
nulo. En cuanto a los jornaleros no son más que 7. Estos últimos viven en condicones tan
miserables que les repugna acoger una boca más. Ellos son los que abandonan; las auto-
ridades hospitalarias no colocan en estas familias a sus pupilos.
Los labradores no son campesinos ricos, sino muy pequeños pudientes, a la mane-
ra castellana, disponen de poca tierra y pocos recursos, son representativos de una re-
gión donde las tierras están sumamente divididas, la puericultura es mediocre y la pro-
piedad noble o burguesa domina en las mejores tierras. Por ello, necesitan acoger a
niños de pecho para conseguir un salario que hace entrar en sus hogares un poco de di-
nero fresco.
En las ciudades, los oficios de artesanía sobrepasan poco a los del comercio, de los
servicios, del ejército y de la Administración. Su situación en Castilla la Nueva es más
precaria que la de las actividades vinculadas a las funciones de distribución. Sin em-
bargo, en estas profesiones los más desprovistos, los trabajadores, obreros sin califica-
ción, como antes los jornales, tampoco solicitan el cargo. Ellos también se ven obliga-
dos a abandonar y no pueden alimentar a nadie más. Sin embargo, las profesiones que
acogen a los incluseros están en la parte baja de la escala de los oficios: los albañiles vie-
nen en cabeza (65 casos), luego los zapateros (58 casos) y los sastres (45 casos), o sea,

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PEDRO ESPINA PÉREZ 105

más de la mitad de los efectivos. Los siguen los carpinteros de armas (20 casos), los te-
jedores (17 casos). En cambio, sólo 14,74 por 100 de los cabezas de familia están em-
pleados en el comercio y los servicios. Son cocheros (36 casos), muleros (18 casos), la-
cayos (19 casos), criados (13 casos) y panaderos. Hay que añadir marginales, 48 viudas
y 3 solteras que volveremos a encontrar más adelante desempeñando el papel de auxi-
liares de la muerte.

D) El sueldo de las nodrizas

De 1587 a 1700 pasó por las siguientes etapas: De 1587 a 1606 las nodrizas cobraban
4.896 maravedíes anuales, 5.712 maravedíes, de 1607 a 1613; 8.160, de 1614 a 1636;
7.344, de 1637; 8.160, de 1671 a 1690, y 7.344, de 1696 a 1700. Estos sueldos se refieren
al período de amamantamiento, pues a partir del destete (entre los dieciséis y dieciocho me-
ses) bajaban una tercera parte. El movimiento salarial sigue desde bastante cerca las fluc-
tuaciones coyunturales; está deprimido durante la crisis de los años 1598-1600, 1608-
1609, y de la mitad del siglo (1647-1650. Desde el comienzo del reinado de Carlos II se
restablece para alcanzar su más alto nivel en 1682, habida cuenta de los momentos difíci-
les entre 1675 y 1679, 1698 y 1699 (8).
¿Qué representaba tal retribución? Consideremos el año 1600: una nodriza percibía
entonces 4.896 maravedíes anuales. La fanega de trigo se cotizaba a 684,4 maravedíes. Por
consiguiente, podría haber comprado 7,15 fanegas, o sea, 396 kilos de trigo. En 1592, en
París, según Pierre de L’Estoile, una nodriza percibía seis libras al mes, y el sextario de tri-
go valía veinte libras anuales. Podría haber adquirido pues 3,6 sextarios, o sea, 561 kilos.
En París el consumo de trigo de un adulto se estima en 3,5 sextarios al año. Por consiguiente,
el sueldo de una nodriza le permitía alimentar en trígo a un poco más de una persona du-
rante un año. En Madrid, según estimaciones de la época dadas por Osorio y Redin, el
consumo mínimo de trigo de un adulto era de 8 fanegas. Con su sueldo la nodriza espa-
ñola no podía pues alimentar a un adulto durante todo el año 1600. En 1650, año particu-
larmente difícil, sólo podría haber comprado 6,42 fanegas. Durante el siglo XVII, 46 ve-
ces las nodrizas pudieron asegurar el consumo de trigo de una persona adulta, 33 veces sólo
la mitad del consumo anual, y 22 veces tuvieron con qué comprar trigo para dos personas.
En resumidas cuentas, las indemnizaciones salariales se calculan estrechamente, no son más
que una ayuda y un complemento. El desahogo de los hogares que acogen a los niños de
pecho, lo aseguran sólo de manera episódica.

III. EL DESTINO DE LOS NIÑOS

Para seguir mejor al niño después de que sale de la Inclusa es necesario partir de un
cuadro sintético, que los libros de salida, muy explícitos en este particular, permiten dibujar
de manera detallada.

A) Visión de Conjunto

Considerando sólo a los niños recogidos cada cinco años en febrero y septiembre, a par-
tir de 1595 se observan las siguientes posibilidades.
106 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

TOTAL Destino Muerte Regreso al Crianzas TOTAL DE


de los casos desconocidos durante la hospital o a completas los casos
crianza las familias seguidos
1.197 202 731 77 187 995
niños 16,87% 61,06% 6,43% 15,62% 83,12%

En realidad estos porcentajes son ligeramente más altos cuando, para afinar el análi-
sis, se calculan respecto a la totalidad de los casos perfectamente conocidos, o sea, 995.
La mortalidad durante la crianza fuera del hospital pasa entonces a 73,46 por 100, los re-
gresos de los niños a la Inclusa o a las familias a 7,33 por 100, y las crianzas que se lle-
varon a cabo a 18,79 por 100.
Estos primeros resultados se ven confirmados por el sondeo rápido y menos detallado
que se ha realizado para los años 1650-1700, entresacando los mismos casos durante to-
dos los meses del año, por grupos quinquenales.

TOTAL Destino Muerte Regreso al Crianzas TOTAL DE


de los casos desconocidos durante la hospital o a completas los casos
crianza las familias seguidos
5.209 703 3.165 292 1.049 4.506
niños 13,49% 60,76% 5,6% 20,13% 86,5%

Respecto al número de casos conocidos (4.506) los porcentajes suben en el caso de mor-
talidad a 70,23 por 100, en el de regreso a 6,48 por 100 y en el de las crianzas completas
a 23,28 por 100.
Los dos cuadros ofrecen, poco más o menos, las mismas proporciones.
Fijémonos desde ahora, antes de emprender un comentario exhaustivo, en la falta de
información acerca de cierto número de niños (entre 13 y 16 por 100), en la importancia
de las muertes durante la educación mercenaria (un poco más del 70 por 100), en la esca-
sez de los regresos a la Inclusa o a las familias (entre 6,5 y 7 por 100) y en la oscilación
de las “crianzas completas” alrededor del 20 por 100. Hechas estas observaciones, volva-
mos a considerar los diferentes elementos del informe.

B) Las crianzas interrumpidas: las muertes

La evidencia es agobiante: los 2/3 de los niños que se entregan a nodrizas, los siega en
flor la muerte. Los campos y las ciudades de Castilla la Nueva son verdaderos morideros,
como en Francia. Sería interesante conocer la edad del fallecimiento; pero los informes so-
bre este particular son fragmentarios y, a menudo, poco precisos. Sin embargo, se puede
uno arriesgar a adelantar algunas cifras, a partir de 722 casos, observados durante los me-
ses de febrero y septiembre.
PEDRO ESPINA PÉREZ 107

EDAD EN EL MOMENTO DEL FALLECIMIENTO

TOTAL Menos 1 a 12 1a2 2a3 3a4


de los casos de un mes meses años años años
39 477 116 35 23
4,40% 66,06% 16,20% 4,84% 3,18%
722 4 a 5 años 5 a 6 años 6 a 7 años 7 años y más
10 8 5 8
1,38% 1,1% 0,69% 1,10%

La mortalidad neo-natal no parece tener mucha extensión: 5,4 por 100. La razón es
muy sencilla. Se contabilizaba sólo a los niños que se han entregado efectivamente a las
nodrizas. Ahora bien, durante su breve estancia en el hospital los recién nacidos ya son víc-
timas de la muerte. Gracias a los libros de las entradas (sigue tratándose de los meses de
febrero y septiembre), pude contar que de un contingente de 343 niños cuya edad es co-
nocida, 181, o sea, el 52,76 por 100 mueren antes de cumplir el mes. Por consiguiente, el
60 por 100 por lo menos de los incluseros fallecen antes de cumplir el año. Esta cifra con-
cuerda perfectamente con lo que sabemos para la misma época de algunos pueblos de Cas-
tilla la Nueva, tales Mocejón y Chiloeches, donde la mortalidad Noe-natal alcanzaba el 61
por 100 en el primero de estos pueblos, y el 58 por 100 en el segundo (9).
Si volvemos a considerar la situación de los niños que están en los hogares de las nodri-
zas, es evidente que la mortalidad es muy importante: entre un mes y cuatro años desapare-
cen 652 niños, o sea, el 90,28 por 100. En la misma época, en la Inclusa de San José de Va-
lladolid, el coeficiente es aproximadamente el mismo: el 87,5 por 100. En cambio, la mortalidad
juvenil (4 años y más) es mucho menos frecuente: 31 casos, o sea, el 4,27 por 100.
No se puede negar que la crianza fuera de casa, tanto en España como en Francia, fa-
vorecen la muerte.
Estas mortalidades tan numerosas en el campo como en la ciudad se diferencian, sin
embargo, según los medios profesionales en que se han colocado a los niños de pecho. La
estadística de las defunciones en el interior de cada grupo de oficios con respecto al nú-
mero de niños que se les confían, dan los siguientes resultados.
De los 409 críos colocados en los oficios de artesanía mueren 202, o sea, el 49,38 por
100. De los 191 que se han entregado a los oficios del comercio y servicios fallecen 81, o
sea, el 42,4 por 100. De los 678 que se han confiado a campesinos, parecen 350, o sea, el
51,62 por 100. Por último, 33 niños de pecho de 48 terminan su triste vida en los brazos
de mujeres solteras o viudas, o sea, el 68,75 por 100.
Los oficios vinculados al comercio y los servicios ofrecen un refugio más seguro que
los dedicados a la artesanía y a las labores del campo. En cuanto a las viudas y las solte-
ras, cuyas condiciones de vida suelen ser lamentables incluso horrorosas son las ardien-
tes y probablemente involuntarias cómplices de la muerte.

C) Las crianzas completas

Oscilan alrededor del 20 por 100. ¿Modesta proporción? Cada una de esas crianzas
completas está señalada de manera expresa en los libros de salida con la mención “ha
108 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

cumplido la edad”. la duración media de la crianza es de 7 años. Más exactamente, 7 años


y 4 meses, a juzgar por el análisis de 187 casos de los que he calculado el tiempo modal.
Pero no es una regla estrictamente imperativa. Algunos niños se separan de sus nodrizas
un poco antes, otros, unos meses después. Más allá de este límite que, tanto en España como
en Francia, se separa al niño del adolescente, los casos de crianza prolongada obedecen a
situaciones excepcionales: la dificultad de encontrar un medio profesional y familiar don-
de colocar al huérfano para iniciarlo a un oficio, la protección de los marginados (inváli-
dos, cojos, ciego, minusválidos) para quienes queda totalmente excluida la posibilidad de
retirarlos brutalmente de sus medios de crianza donde prolongan su estancia hasta muy avan-
zada la adolescencia.
Las crianzas completas son una carga pasada para la Inclusa, a pesar de que el salario
de la nodriza, como ya lo hemos dicho, es modesto, y de que en el momento del destete
los sueldos caen a los 2/3 de la suma abonada en período de lactancia. Los sueldos no se
pagaban nunca por adelantado, excepto los del primer mes. El pago se efectuaba siempre
una vez vencido el plazo, dos veces al año en mayo (o junio) y en diciembre. Este meca-
nismo complicaba la vida de las nodrizas que se veían obligadas, entre dos pagas, a venir
a llamar a la puerta del hospital para pedir socorros y ayudas, que se les contabilizaban con
cuidado y se deducían de los sueldos al depurar las cuentas.
Además el salario de la nodriza, la costumbre exigían que se dotara al niño con una ca-
nastilla, que les daban en especie o metálico. Este vestuario dependía del estado de la ropa
que llevaban puesta los niños de pecho cuando los abandonaban. Los más desprovistos eran
los mejor tratados: no se tomaban en consideración las sumas de dinero que llevaban los
chicos cuando eran acogidos, sino sólo el estado en que se les encontraba. Lógica natural
del espíruto de caridad y de justicia.
Contabilizando el vestuario, la crianza completa representa una media de 1.100 reales,
según los cálculos hechos para los niños colocados en el año 1650; lo que viene a ser el
consumo en trigo, durante tres años y cuatro meses de una persona adulta. Carga pesada
para la Inclusa escaso beneficio para la nodriza. Este sistema de asistencia, necesario y efi-
caz socialmente, acababa por no satisfacer a nadie; no dejaba de alimentar decepciones,
rencores y falsas ilusiones.

D) La vigilancia de los niños

El análisis de las condiciones de vida del inclusero, en el hogar de la nodriza ha dado


lugar a comentarios pesimistas que se refieren esencialmente al siglo XVIII (10). Muchos
de ellos se pueden aplicar al siglo XVII, pero no es seguro que se pueda hacer sin mati-
zar, consultemos de nuevo las páginas de esta parte del dossier sobre la que los libros de
salida echan luces sugestivas.
Los medios de control existían: los registros llevados al día con sumo cuidado permi-
tían no perder de vista, en la mayoría de los casos a los casos a los niños de pecho. La re-
gularidad de los pagos aseguraba una vigilancia periódica; las nodrizas tenían que pre-
sentar en dicha ocasión, sea el niño con el pergamino, documento del que iba provisto a
la salida, sea testimonios en los que los párrocos daban testimonio del estado de las cria-
turas. Cuando se devolvían los pupilos al hospital en el transcurso de su educación o cuan-
do morían, había que devolver el pergamino al rector, para no pagar indebidamente el
sueldo. Escasas veces se sigue pagando por sombras. A veces (en 1690, en 1696) se em-
PEDRO ESPINA PÉREZ 109

prendían comprobaciones generales y se hacían amplios censos de todos los niños colo-
cados en casa de nodrizas.
Ocurría también que se organizasen visitas en los pueblos y las ciudades en que resi-
dían los niños de pecho. ¿Eran periódicas? ¿Quién las dirigía? Los textos que las mencionan
no contestan a estas preguntas y dejan insatisfecha nuestra curiosidad (11). Sin embargo,
hay que llevar acta de su existencia; confirma la idea de que el hospital no deja de preo-
cuparse por el estado de sus protegidos. Por último, también aprovechan el medio social,
las relaciones de vecindad, para indagar la situación real de las criaturas de la Inclulsa. En
ocasiones, gente del pueblo venía a Madrid a denunciar los malos tratos sufridos por al-
guno, o a declarar la muerte de otro.
Pero este sistema no era totalmente eficaz: no descartaba por completo los fraudes y
los abusos: éstos eran posibles ya desde la entrada del niño en el hospital. He señalado ya
el caso de las madres que abandonan su progenitura, haciéndose contratar como nodriza
para recuperarla mediante un salario. Otras venden sus servicios entregando a su hijo le-
gítimo a otra madre mercenaria. Algunas tienen poca leche y disponen de ella preferente-
mente para su propio retoño. Muchas descuidan la vigilancia de los niños, y les hacen su-
frir malos tratos o los tienen en un estado de higiene lastimoso. Incluso ocurre que cuando
ya son mayorcitos, estos niños escapen a su vigilancia y se pierdan en los alrededores de
los pueblos donde residen, y en las calles de las ciudades. Falsos testimonios dan fe de la
excelente salud de una criatura que en realidad ha fallecido, y la madre sigue cobrando su
sueldo; en 1696 una nodriza había recurrido a este fraude para ocultar que había fallecido
su niño de pecho, que además era ciego. Las autoridaes no se dejaron engañar. ¿Era siem-
pre posible?
Los niños son portadores de enfermedades, a veces, las nodrizas están contaminadas
o a punto de estarlo. Algunas (poco numerosas, por cierto) proceden del mundo de la pros-
titución. En general, pertenecen a medios modestos, moralmente frágiles, culturalmente des-
validos, que favorecen los comportamientos engañosos y los abusos. ¿Pero son casos par-
ticulares o casos generales?
Lo cierto es que la misma Inclusa da mal ejemplo. En el siglo XVII, cerca del 16 por
100 de los niños escapan a los controles administrativos de los libros de salida sin que
ningún indicio esclarezca la suerte de estos chicos. Lo único que acerca de ellos se anota
es que hay que avisar al tesorero, sin duda para que no siga pagando los salarios. ¿Han muer-
to estos niños? ¿Han sido adoptados o han desaparecido pura y simplemente? ¿Por qué no
se va en busca de ellos? Así pues no es de extrañar que algunas familias reclamen su pro-
genitura sin éxito.
Las distancias hacían difícil la difusión de las informaciones y favorecían las malver-
saciones. A veces, algunas nodrizas esperan seis meses para señalar el fallecimiento de su
protegido, o, al contrario, descuidan el venir a cobrar cuando el niño de pecho está aún a
su cargo. Una de ellas esperó pacientemente hasta el año 1704 para cobrar su retribución
cuando había sido contratada en septiembre de 1695. No parece que al hospital le haya pre-
ocupado lo más mínimo.
Así pues, todos los acomodamientos eran posibles, pero los libros señalan muchos me-
nos de los que uno esperaba. Lo cual significa que a menudo se descubren y se denuncian.
A pesar de sus defectos, habida cuenta de porcentaje de niños que desparecen de los con-
troles, parece que el sistema no ha sido ineficaz.
110 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La vigilancia, incluso esporádica y con descuidos, aseguraba al inclusero una protec-


ción suficiente. Las autoridades de tutela, las nodrizas manifiestan así que no son nada in-
diferentes a la infancia.
Para acabar, la suerte del niño al término de su crianza es una clara confirmación de ello.

E) Emergencia del amor

En efecto, algunos elementos permiten esbozar una reflexión matizada acera de la si-
tuación psicológica y material reservada a los niños de pecho y encontrarse con una so-
ciedad en la que los sentimientos hacia el recién nacido son menos duros, más calurosos
de lo que se escribe hoy día rápidamente bajo la presión de imágenes esquemáticas y con-
vencionales y de teorías muy rápidamente propuestas.
La primera serie de estos elementos se puede deducir del análisis de la interrupción de la
educación mercenaria, interrupción debida a los regresos de los niños a los medios hospitala-
rios o a las adopciones: 292 niños, con respecto a los 4.506 que están colocados en casa de una
nodriza, corresponden a esta situación en el sondeo quinquenal realizado entre 1650 y 1700,
y 77 con respectos a los 995 en el de los meses de febrero y septiembre de 1595-1700. Evi-
dentemente pueden parecer pocos, pero su presencia da testimonio de atenciones específicas.
En efecto, en el contingente de los 292 incluseros, el 58,65 por 100 (o sea, 171) se reintegran
en sus familias antes de que se termine la crianza, 22,89 por 100 los adoptan o bien su nodri-
za (14 niños) o bien otras familias (53 niños). El 24,54 por 100 (54 casos) es devuelto a la In-
clusa o a los hospitales (Desamparados, Pasión...) que se los habían encomendado. En este caso,
cabe pensar que regresan a sus hogares naturales y no que se marcha hacia nuevas estancias
mercenarias, pues de ser así lo hubieran anotado en las actas de salida. Afinemos el análisis para
dejar bien asentada la demostración: de los 5.209 niños de pecho colocados entre 1650 y 1700,
1.049 han recibido una educación completa en medios extraños, y 292 han vuelto a sus casas
o han sido adoptados. Así pues, 1.341 han sobrevivido y han fallecido 3.165: 171 han sido re-
cobrados por sus familias: o sea, el 12,75 por 100, porcentaje que asciende al 16,77 por 100 si
se admite que los regresos a los hospitales significan una puerta abierta a los reencuentros con
las familias; por último, el 5 por 100 es adoptado. En total, la quinta parte de los niños que so-
breviven vuelve a encontrar un hogar, preferentemente su propio hogar: La proporción puede
parecer pequeña. Yo leo en ella, al contrario, la esperanza y la voluntad de los padres de vol-
ver a recobrar su progenitura, a pesar de su infortunio. Nunca se resignan a un abandono defi-
nitivo, la mayor parte de ellos por lo menos. Sólo cuando sus condiciones materiales o físicas
siguen siendo lastimosas aceptan perder definitivamente a su hijo. Las sociedades de antaño
son menos duras e indiferentes de lo que se afirma de costumbre. Los 67 casos de adopción
no son menos significativos: personas movidas por la caridad y privadas de descendencia co-
gen a su cargo jóvenes incluseros antes de vencer el plazo de su educación: 14 nodrizas lo ha-
cen entre 1650 y 1700, 28 entre 1595 y 1700: su mérito es grande, pues no cobran el sueldo
desde el momento en que hacen la adopción; en adelante el hijo adoptivo está “a su cuenta”
(es la expresión empleada en los textos). Su cariño, su amor, su afecto no tienen en cuenta el
interés material que hubiera consistido en no adoptarlo hasta vencer el plazo de la crianza, para
así beneficiarse de los recursos del hospital. Podían más el cariño y la generosidad.
La segunda serie de elementos que confirman la existencia de esta atención privilegiada ha-
cia los niños proviene del análisis de su suerte cuando termina el plazo de la crianza: se les abren
cinco salidas, las cuales se reparten de la manera siguiente en el grupo de años 1650-1700.
PEDRO ESPINA PÉREZ 111

Adopción Regreso Adopción Regresos


NÚMERO por a los por a las DESTINO
de casos nodrizas hospitales particulares ciudades familiares desconocido
1.049 392 291 156 100 10 160
crianzas
completas 37,36% 27,74% 14,87% 9,53% 0,9% 15,25%

Si sólo se tiene en cuenta los casos cuyo destino es conocido, o sea, 889 niños, las
adopciones por nodrizas pasan a ser el 44,09 por 100, las adopciones por particulares, el
17,54 por 100, los regresos a los hospitales, el 32,73 por 100; la adopción por las ciuda-
des, el 11,24 por 100, y los regresos a las familias, el 1,12 por 100.
En total, una vez termina la educación mercenaria, entre 37 y 44 por 100 de los in-
cluseros se quedan en los hogares de las nodrizas, y son adoptados. En el acta jurídica
de adopción toma parte el marido y mujer pero de manera desigual: Si el esposo es
hostil a la adopción la esposa tiene que ceder. Se señala un caso de este tipo en 1670.
Se concluía el acuerdo ante las autoridades hospitalarias que asumían la tutela de sus
pupilos y daban su consentimiento. Las negativas eran rarísimas. En todo caso, este
comportamiento suponía una decisión largamente pesada y sopesada, y voluntariamente
tomada.
Estas adopciones completadas por las que se realizan durante la estancia no son nada
de desdeñar. Desde luego, a veces, obedecen a intereses materiales, a la preocupación e
utilizar brazos jóvenes para tareas domésticas y las labores del campo, o el trabajo de
los talleres. Sirven también de sustituto: el recién adoptado reemplaza al hijo legítimo
fallecido. Pero también se puede ver en ellas la emergencia de cariño, ternura y afecto.
Los medios de las nodrizas en Castilla la Nueva no son todos ámbitos de tristeza: car-
gados de hijos legítimos ¿por qué acrecentarían sus familias con nuevos adolescentes si
no les repugnara separarse de seres con los que se han encariñado? El corazón tiene sus
motivaciones que no son reprimidas por el puro interés o el egoísmo sórdido. Durante
la crianza puede nacer el amor. Y si la familia se arrepiente a veces de lo hecho, si de-
vuelve a su hijo a la Inclusa es porque la castigan nuevas desgracias: Se degradan bru-
talmente las condiciones materiales o la muerte arrebata a uno de los padres (a veces in-
cluso a los dos).
El porcentaje de adopciones por particulares (entre el 15 y el 17 por 100) confirma
este análisis: los mismos motivos materiales, pero también los mismos psicológicos, ex-
plican su relativa importancia. Un acta de 1673 comenta de manera muy reveladora los mó-
viles que animan a estas personas caritativas: María García, que es esposa del herrero Juan
Fernández, se lleva consigo a un niño para educarlo por devoción y cariño. No tenía des-
cendencia. Es representativa de cierto número de parejas que no vacilan en buscar en la
Inclusa al hijo que la vida les ha negado. En definitiva, los actos de caridad son cosa co-
rriente.
La adopción por las ciudades (un centenar de casos, o sea, un 9,53 por 100) pertenece
a otras preocupaciones ya que esta práctica aparece sólo durante el decenio 1690-1700, y
que respondería a inquietudes locales muy particulares. Se trata de 21 ciudades, todas o
casi todas de Andalucía. He aquí su relación pormenorizada:
112 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Adopciones Adopciones
Jaén .......................................................... 21 Cañete ......................................................... 2
Bujalance ................................................. 20 Ajuna .......................................................... 2
Lucena ..................................................... 11 Torrijo ......................................................... 1
Montilla ................................................... 10 Linares ........................................................ 1
Granada.................................................... 8 Antequera ................................................... 1
Córdoba ................................................... 5 Estepa ......................................................... 1
Úbeda....................................................... 3 Castro del Río ............................................. 1
Aragona ................................................... 3 Belitres........................................................ 1
Porcena .................................................... 2 Torrejemeño................................................ 1
Baeza ....................................................... 2 Llerena........................................................ 1

Estas adopciones se realizaron por mediación de notarios madrileños o locales que sir-
vieron de intermediarios entre la Inclusa y los distintos. Ayuntameintos a los que condu-
jeron a los niños. Estos últimos se colocarían luego en instituciones conventuales o en
casa de particulares a través de las municipalidades. Es difícil explicarse las razones de tal
movimiento. ¿Por qué haber ido a buscar incluseros a Madrid y no a Sevilla, Granda o Má-
laga? ¿Acaso era tan importante la demanda de servicio que había que completarla con mano
de obra de Castilla? ¿Serviría de relevo a la esclavitud doméstica mucho tiempo vigente
en las provincias meridionales de España?
El regreso de los niños a los hospitales de donde a menudo procedían antes de ir a pa-
rar a la Inclusa es el segundo en importancia numérica: 291 casos, o sea, el 27,14 por 100.
Cuando es posible estos establecimientos los entregan de nuevo a sus familias de origen.
No es frecuente. Generalmente, los colocan como criados o aprendices en centros de aco-
gida que los sacerdotes de las parroquias y las hermandades les han ayudado a encontrar.
El regreso a sus propias familias interviene en último lugar y únicamente para diez ca-
sos. ¡Ínfima proporción! En realidad, los padres reclaman a sus hijos el primer año de su
colocación. Después se va resignando, ya que sus condiciones materiales no mejoran. Así
ocurre con esta madre que después de reunirse con su hija (estamos en 1700) se vio obli-
gada a devolverla, por encontrarse en la imposibilidad de criarla. Los regresos son suma-
mente escasos también porque las familias pueden desaparecer, cambiar de población, o es-
tar envueltas en el silencio de la muerte. Por último, ciertos incluseros eran hijos ilegítimos,
a menudo sin padres declarados ¿cómo acompañarlos entonces otra vez a sus hogares?
Los 160 adolescentes (15,25 por 100) del contingente, cuyo destino después de la crian-
za se desconoce, plantean un problema irritante. Son demasiados para que los hayan adop-
tado sin que los señalen en los registros, o para que se hayan desperdigado sin que las au-
toridades de la Inclusa se hayan conmovido por ello. ¿Por qué se ha omitido señalar su
recorrido? ¿Puede explicarlo todo la negligencia para poner al día los registros? Se puede
pensar con toda probabilidad que, en la mayoría de los casos, contribuyeron a aumentar
los efectivos de aprendices y criados. No tenían otra puerta de salida y eran demasiado jó-
venes para reunirse ya con los marginados.
* **
La crianza de los niños expósitos en Castilla la Nueva no difiere totalmente de la que se ha
descrito para la Francia de los siglos XVII y XVIII: nos encontramos con las mismas tristezas,
los mismos morideros. Pero tiene rasgos específicos; los medios sociales más desposeídos no
PEDRO ESPINA PÉREZ 113

acogen a los expósitos, las nodrizas no proceden de las capas profesionales más humildes, la
colocación no es únicamente campesina, las ciudades pueden ser también lugares de coloca-
ción. Por último (y sobre todo), las adopciones muestran que las actitudes hacia la infancia son
a menudo calurosas y atentas. En una sociedad en la que la enseñanza religiosa exalta siempre
las virtudes de compasión, piedad y caridad, el niño de Madrid, a pesar de los desgarramiet-
nos causados por el abandono, y la dureza de su destiño, no siempre era un mal querido.

NOTAS

(1) Sin embargo, en este campo existen para España algunos trabajos pioneros: L.C. Álvarez San-
talo. Marginación social y mentalidad en Andalucía occidental: expósitos en Sevilla (1613.1910, Se-
villa, 1980: A. MARCOS MARTÍN, Auge y declive de un núcleo mercantil y financiero de Castilla la
Vieja, Evolución demográfica de Medina del Campo durante los siglos XVI y XVII, Valladolid, 1978,
Pág. 129 y sigs.; J. SOUBEYROUX, Pauperismo et Rapports sociaux a Madrid au XVIII siecle, Li-
lle, 1978; T. EGIDO, “Aportaciones al estudio de la demografía española, los niños expósitos de Va-
lladolid (siglos XVI-XVIII)” en Acta de la I Jornada de Metodología, Santiago de Compostela, 1975,
Pág. 333 y sigs., y J. SHERWOOD. Abandonned and illegitimate infant in eighteenth century Spain:
A history o the foundling hospital of the Inclusa, ex dacto. Queen’s University, Kingston, 1978.
(2) El personal del hospital está minuciosamente descrito en los libros de cuentas: por ejemplo,
los de los años 1666-1669 me han permitido hacer este cuadro, que tiene la ventaja de ser más com-
pleto y preciso que los que se ven de costumbre en los estudios referentes a la Inclusa.
(3) Sobre este tema ver lo que he escrito en “Un estudio cuantitativo de la pobreza: los madri-
leños y la muerte en el siglo XVII”, Hispanía XI, Págs. 577-602.
(4) C. LARQUIE, “Estudio demográfico madrileño: la parroquia de San Ginés, de 1650 a
1700”. Mélanges de la Casa de Velázquez Tomo II, París, pág. 225 y sigs.
(5) Los comentarios sobre los distintos aspectos de este dossier serán breves, ya que he publi-
cado lo esencial de su contenido en los Mélanges de la Casa de Velázquez, 1983, en un artículo ti-
tulado “Les milieux nourriciers des enfants madrileñas au XVII° siecle” en el que se presenta el
mapa del origen geográfico de las nodrizas y se detallan los cuadros socio-profesionales.
(6) Se trata del joven llamado Juan, cuya crianza empieza el 8 de febrero de 1630.
(7) En la distnacia recorrida cada día por los Hermanos de Merced, que en 1600 van a Marrue-
cos a rescatar a los cristianos. Se la puede considerar como una media. Sobre este tema ver C. LAR-
QUIE, “El rescate de los cristianos en tierras islámicas en el siglo XVII”. AWRAQ, 1981, núm. 4,
Págs. 191-221.
(8) En el artículo ya citado de Les Mélanges de la Casa de Velázquez propongo un cuadro del
poder adquisitivo E. J. HAMILTON estableció un cuadro para Castilla la Nueva. Aquí sólo doy la
evolución del conjunto y el resumen de las principales conclusiones que he sacado.
(9) Ver V. PÉREZ MOREDA, La crisis de mortalidad en la España interior, siglos XVI-XIX,
Madrid, 1980, Pág. 146 y sigs.
(10) En particular, J. SHERWOOD, Abandonned and illegitimate infant in eighteenth century
Spain: A History o the Foundiling Hospital of The Inclusa, ex dact., Queens University, Kingston, 1978.
También se puede leer un artículo suyo. “El niño expósito: cifras de mortalidad de una Inclusa del siglo
XVIII”, ANALES DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS MADRILEÑOS, Madrid, 1981, pág. 299 y sigs.
(11) En el libro de las salidas de febrero de 1648 se pueden leer las siguientes observaciones en
el folio 20, respectivo a la nodriza Quiteria González, esposa de Ceferino Caballero, labrador: “en
la visita a avril del 1 año de 51 se halló que esta ama se avia ido a Siguenza a vivir, que se llevó la
criatura”. Estas observaciones que se encuentran a veces en otras actas confirman indiscutiblemen-
te la efectividad de las visitas de vigilancia.

Anales del Instituto de estudios madrileños, tomo XXIII, páginas, 363-382.


Por Claude LARQUIE. Universidad de Amiens (Francia) P. ESPINA PÉREZ
MÉDICOS QUE PRESTARON SUS SERVICIOS
EN LA INSTITUCIÓN

Año 1706. D. Antonio de Vargas. Pediatra primero.


Año 1706. D. Miguel Martín. Cirujano primero.
Año 1706. D. Pascual González del Mazo. Cirujano primero. (Nombrado este año).
Año 1777. D. Antonio Lucas Mendal y Villalba. (Nombrado el día 3 de marzo de 1777,
y le asignan de sueldo anual 50 ducados.
Año 1780. D. Juan Ramiro. Entró en la Inclusa el día 6 de septiembre de 1780.
Año 1786. D. Pedro Miguel Martínez. Cirujano de la Corte. Le nombran médico del Colegio
de la Paz, el 23 de septiembre, 1786. Signatura 8349. A.R.C.M. Fondo de la In-
clusa.
Año 1800. D. Pedro Más. La Junta acuerda el 30 de junio de 1800 la exoneración del
mismo, disponiendo por acuerdo de 2 de junio al tesorero satisfaga su consignación.
Año 1800. D. Agustín Frutos. La Junta, acuerda el nombramiento de cirujano el día 10 de
julio de 1800.
Año 1800. D. José Calderón. fue nombrado por la Junta, segundo médico de la Inclusa y
Colegio de la Paz, el día 30 de agosto de 1800.
Año 1802. D. Salustiano Robledo. Cirujano practicante de la Inclusa, solicita varias gra-
cias por medio de algunas gracias representaciones y dice; que a pesar de ocuparle casi
todas las horas del día dicha asistencia, haya gozado más sueldo, estipendio, o gratifi-
cación alguna que la de —2— reales diarios con que voluntariamente y de su propio
sueldo le ha contribuido. D. Salustiano Frutos.
Año 1805. D. Tomás García. Fue nombrado cirujano “segundo”, y según referencias, le
cesaron ese año.
Año 1805. D. Salustiano Robledo. Falleció y la viuda solicitó se la socorriese según las
posibilidades del Establecimiento, 22 de marzo de 1805.
Año 1806. D. Manuel Malo. Fue nombrado médico de la “Inclusa”, porque venía ha-
ciendo este interesado sus curas y vendajes en igual precio que D. Félix Pérez Arroyo,
se prefiere por su buen desempeño y antigüedad en la Casa.
116 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Año 1807. D. Francisco Azañedo. La Junta le nombró médico de la Inclusa y Colegio de


la Paz, el día 14 de noviembre de 1807.
Año 1807. D. Agustín Frutos. Solicitó la dimisión en abril, por no haber cumplido lo que
se le prometió para que admitiese otra plaza más, para poder atender todo el trabajo de
los centros.
Año 1807. D. Pedro Laplana. La Junta le nombró cirujano “primero” de la Inclusa, el 14-
9-1807.
Año 1807. D. Mauricio Palla. La Junta le nombró cirujano “segundo” de la Inclusa el 31-
11-1807. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura 8476.
Año 1813. D. Antonio Aventó. y D. Pedro Laplana, médicos de la Institución, solicitaron
a la Junta, que mande se dé a la Inclusa, al Colegio de la Paz y penitenciarios, una ra-
ción de pan y de carne diaria, así como se les suministre al Colegio y Penitenciarios.
Madrid, 16 de agosto 1813.
Año 1816. D. Antonio Aventó. Se jubiló en la Inclusa, el día 12 de julio de 1816.
Año 1816. D. Pascual Mora. La Junta acordó el 30 de agosto de 1816 el nombramiento
de médico de la Inclusa, bajo las obligaciones que se le impongan. (Se acompaña re-
lación de méritos).
Año 1827. Por fallecimiento de D. Pascual Mora. La viuda, Doña Tomasa, solicitó soco-
rro a la Junta, por su mala situación económica. La Junta acuerda hacer una suscrip-
ción a favor de la viuda, día 6 de marzo-1827.
Año 1833. D. Francisco de Paula Laplana. La Junta le concede la futura plaza de cirugía
de la “Real-Inclusa y Colegio de la Paz, que desempeñará su padre, D. Pedro Laplana.
Año 1834. D. Juan Gualberto Avilés. La Junta ha tenido ha bien exonerar del empleo de
médico de la Inclusa y Colegio de la Paz, y nombrar para este destino a D. Francisco
de Paula Laplana 22 de agosto de 1834.
Año 1844. D. Pedro Fernández Trelles. Hay un expediente que dice: Granada la oposi-
ción, es nombrado por la Junta Municipal de Beneficiencia, médico cirujano de la In-
clusa y colegio de la Paz, Dotada con seiscientos ducados anuales.
Año 1855. D. Mariano Benavente González, Gran pediatra, médico de los niños. En el mo-
numento levantado en el parque del Retiro de Madrid: figura grabado este texto: “Medi-
cación sencilla y amor materno devuelven la salud al niño enfermo”.
Año 1855. Médicos que estuvieron trabajando en la Inclusa, en los años 1855-1866, se-
gún una nota escueta que obra en el archivo: D. Eduardo Escalado. D. Joaquín Pine-
do y D. Francisco Ocaña.
Año 1858. D. Francisco Méndez Álvaro. Escribió entre otros trabajos: “Breves Conside-
raciones sobre la mortalidad DE LOS NIÑOS EXPÓSITOS” (Se acompaña el trabajo).
Año ¿1860? Licenciado Dr. Arévalo de la Inclusa. La dirección le solicitó un informe clí-
nico de la situación de la Inclusa. El Dr. Arévalo informó ampliamente y expuso en
su escrito los hechos pormenorizados que acontecían y del mal estado en que se en-
contraban los niños acogidos en el centro, y que por su interés insertamos el párrafo
primero del comunicado en que manifestaba:
PEDRO ESPINA PÉREZ 117

Principalmente digo, que es necesario, que de ninguna manera se reciba a las “amas”
en el Hospital, sin que primero se vean los pechos, la leche y la disposición que tie-
ne la dicha “ama”, porque siendo como es cierto que algunas vienen con llagas en
los pechos, llenas de “bubas”, como estos días se vio en la visita a dos llagadas, e
infectadas de manera que cualquier criatura que las mamara, les podía producir la
muerte o una enfermedad como se vio en la boca de una criatura que se quedo llena
de llagas... ¿cancerosas? y malignas.
Continua narrando en el documento, las penurias que vivían los niños, originadas:
unas por las enfermedades de las “nodrizas”, y otras por la escasez de recursos eco-
nómicos para el sostenimiento de las criaturas acogidas en la Inclusa.
Año 1889. D. Santiago García Tejerizo. Este médico, opinaba sobre las “amas”... más
aptas para matar que para cuidar niños” Este dicho tiene razón en parte, como jus-
tifican los escritos que se incluyen en el trabajo, emitidos en las distintas épocas por
las direcciones del centro, en los que solicitaban mayores sueldos para las “amas”, por-
que consideraban que con el mísero sueldo que las pagaban, y muchas veces con me-
ses de demora, poco las podían exigir a la hora de contratarlas y en el periodo que es-
taban lactando a dos o tres niños a la vez, así que perjudicaba directamente las atenciones
dietéticas y de cuidados de los internos, generando por estas razones un mayor número
de fallecidos. También decía que “la vida de un infante no valía nada”.
Año 1889. D. Baldomero González Álvarez. Médico nacido en Salientes (León), el año
1850, leyendo un discurso sobre “Higiene del niño abandonado durante su infancia”,
le causó tanto efecto en él, que le llevó a renunciar a otros cargos para dedicarse de
lleno a la “Inclusa”.
Año 1900. D. Baltasar Hernández Briz. (Se acompaña un trabajo publicado sobre el tema
el año 1920).
Año 1915. D. Juan Bravo Frías. Nació en Madrid el año 1893, y el año 1915, fue destina-
do a la Inclusa donde prestó sus servicios con gran celo y profesionalidad médica. No
obstante, a partir del año 1918, inició una gran campaña en la prensa, así como en las
conferencias que daba, denunciando la mala situación por la que estaban pasando en las
Inclusas los niños acogidos. Estas campañas dieron su fruto y unos años después, las au-
toridades tomaron conciencia del problema y fue posible la transformación, con la cons-
trucción del nuevo “Instituto Provincial de Puericultura”. “Inaugurado, año 1931-1932”.
Año 1920. D. Juan Antonio Alonso Muñoyero. Prestó sus servicios, primero como mé-
dico y después como director del “centro” hasta el año 1936, en que le cesaron. Ter-
minada la contienda el año 1939, de nuevo se hizo cargo de la Institución como di-
rector, hasta su jubilación. Por el año 1960. Al igual que el Dr. Bravo Frías, participó
en las campañas de la transformación de las Inclusas. (Se acompañan trabajos).
Año 1930. D. Enrique Jaso Roldán. Estuvo como médico ayudante hasta el año 1936, en
que se hizo cargo de la dirección del Instituto de Puericultura hasta el año 1939.
Año 1933. Dr. Sánchez Gómez. Como pediatra.
Año 1936. D. Pedro Tomás Linares. Destinado en las “Colonias Valencianas” hasta 1939.
Año 1936. D. Pedro José Moreno Álvarez. Prestó sus servicios en las “Colonias Valen-
cianas” hasta 1939, en que terminó la contienda.
118 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Año 1945. D. Eduardo Jardón Ron. Prestó sus servicios hasta su jubilación.
Año 1945. D. Mariano Domínguez Recio. Trabajó en el Instituto de Puericultura hasta
su jubilación.
Año 1945. D. Javier Martos Aguilar. Entró como alumno interno primero, después apro-
bó la oposición de Pediatra, y cuando cesó el Director D.A. Valls. año 1965, lo susti-
tuyó como Director hasta el año 1982, fecha en que fue clausurada la actividad en el
“Instituto Provincial de Puericultura”.
Año 1950. D. Luis Gómez Comes. Estuvo como Estomatólogo de niños hasta el año
1974.
Año 1950. D. Blas Taracena del Piñal. Estuvo unos años como pediatra.
Año 1950. D. Carlos Sainz de los Terreros Amezaga.
Año 1955. D. A. Valls. Pediatra, Cuando se jubiló el Dr. Muñoyerro, pasó a ocupar la Di-
rección del Instituto de Puericultura hasta el año 1965.
Año 1955. Dra. López Cantón Manuela, Estuvo ejerciendo como pediatra hasta que se
inauguró el Hospital Infantil, el año 1969.
Año 1951. D. José Antonio de Paz Garnelo, Médico de Guardia “full-time”, años 1951
hasta 1961. (Se acompaña un trabajo suyo).
Año 1960. Dr. D. Ignacio Martín Pérez. Ejerció como pediatra hasta el año 1969 en que
pasó al Infantil.
Año 1960. Dra. Méndez Aparicio María Fé. Ejerció como pediatra hasta que se inaugu-
ró el Hospital Infantil, el año 1969.

El año que aparece anotado, en algunos casos corresponde a la fecha de cuando co-
menzaron a prestar sus servicios en la “Inclusa”, no obstante, en otros médicos es alea-
torio, ya que no se han encontrado sus expedientes de cuando iniciaron sus trabajos en
la “casa”. Lo que si sabemos, es que los relacionados trabajaron en ella. Si bien hubo otros
médicos anteriores al año 1706, como el Dr. D. Antonio de Vargas y el Dr. D. Manuel Ma-
rín, y otros desde que dio comienzo el Hospital de Expósitos” y la “Inclusa y Colegio de
las Niñas de la Paz”. También podemos asegurara que desde el año 1707 hasta que ter-
mino la acogida de niños el año 1982. Hubo más médicos, de los cuales no se tienen los
nombres de ellos.
Datos elaborados por P. ESPINA
INFORME DEL ADMINISTRADOR DEL HOSPITAL
DE NIÑOS EXPÓSITOS:
Sobre el comportamiento de los médicos

M.a Y Septiembre, 26 de 1706.


¿C––––irtuo? de la Relardon? zienta de ste memorial he Resuelto El nombrar para ciru-
jano de la Casa, a Pascual González del Mazo. Que se tomara razón en la contaduría. Y
que se acuda por los medicamentos a la botica del Hospital de la Corte, y en que se haga
campana nueva con la mayor conveniencia y brevedad.
Rubricado ilegible
A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signatura. 8353.
120 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Ilmo. Sr.
A.D. Francisco Ruiz. Administrador del Hospital de niños expósitos; dice que el mé-
dico que hay D. Antonio de Bargas no lo ha visto en la sala, hace más de un año y el ci-
rujano que es Manuel Marín, a este tampoco, que teniendo en cura a una niña de la sala
no la ha visto en tres días y otra criatura ha muerto de unas llagas, asimismo va la botica
y los en la Plazuela de Santo Domingo, tan distante que es de grande embarazo y gran
perjuicio por ¿hanox¿ de dejar las criaturas de la sala para ¿hatu? los medicamentos y por-
que todo lo referido y en gran perjuicio de los pobres a V.S. Ilmo. suplico por se sirva de-
mandar se ponga remedio en parte mas cerca.
Asimismo pone en la noticia del Ilmo., que la Campana de la Iglesia esta quebrada y
ser necesario fundirla ¿chocarla? por otra del mismo peso, como sea mas conveniente y
del agrado de V.S. Ilmo.
Ilmo. Sr. D. Francisco Ruiz. Administrador.

TERMINADA LA PORTADA DEL HOSPICIO

Fachada del Hospicio de Madrid, con la portada de Pedro de Ribera.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 121

1 de junio de 1726. Con gran solemnidad se ha procedido a la colocación del grupo


escultórico en piedra formado por las estatutas de san Fernando y de un ángel genuflecto,
en la portada del Hospicio, recientemente terminada. Las estatuas, obra de Juan Ron, po-
nen digno remate a la singular portada barroca del gran arquitecto don Pedro de Ribera,
autor también del nuevo edificio del antiguo Hospicio de San Fernando.
Aunque fundado en 1668 por la Congregación del Santo Nombre de María, el hospi-
cio tiene sus orígenes en los días del beato Simón de Rojas, el cual comenzó en 1624 a re-
coger pobres para darles asilo en una casa donada por el conde del Puerto.
En 1624, la reina gobernadora doña Margarita de Austria trasladó el hospicio a unas
casas de su propiedad en la calle de Fuencarral y que ocupaban el lugar donde Pedro de
Ribera ha levantado el nuevo hogar.
R.G.

Vista de conjunto de la misma edificación del Hospicio. En la actualidad alberga la Biblioteca


y el Museo Municipal.
122 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

HOSPITAL DE PARTURIENTAS DE “DUBLÍN” 1757.


Extracto del Registro que se conserva en el Hospital de Parturientas de Dublín, desde
8 de diciembre de 1757 (día en que se franqueó la primera vez) hasta 31 de diciembre de
1816, especificado cada año.

Núm. Salid. Parid. Niños Niñas Núm. Mujer Cria- Cria- Mujeres
Año enfer- sin en el nacidos nacidas total Parid. turas turas muertas
mas parir. Hosp. de niños Geme. muertas vivas
admit.

1757 55 (1) 55 30 25 55 — 6 3 1
1758 455 1 454 255 207 462 8 56 21 8
1759 413 7 406 226 192 420 13 95 22 5
1760 571 15 556 300 260 560 4 116 35 4
1761 537 16 521 283 249 532 11 104 29 9
1762 550 17 533 279 266 545 12 106 33 6
1763 519 31 488 274 224 408 10 94 29 9
1764 610 22 588 287 308 595 7 83 28 12
1765 559 26 533 288 251 539 6 94 25 6
1766 611 30 581 324 261 585 4 111 18 3
1767 695 31 664 373 301 674 10 125 29 11
1768 689 34 655 362 302 664 9 154 47 16
1769 675 33 642 350 301 657 9 152 38 8
1770 705 35 670 372 305 677 7 107 37 8
1771 724 29 695 370 341 711 16 102 44 5
1772 725 21 704 368 344 712 8 116 32 4
1773 727 33 694 367 344 711 17 136 31 13
1774 709 28 681 357 334 691 10 134 29 21
1775 752 24 728 364 378 742 14 122 27 5
1776 833 31 802 418 407 825 22 132 39 7
1777 872 37 835 452 395 847 12 145 35 7
1778 961 34 927 476 460 936 9 127 39 10
1779 1.064 53 1.011 550 476 1.026 15 140 59 8
1780 967 48 919 499 441 940 21 115 41 5
1781 1.079 52 1.027 598 447 1.045 18 121 38 6
1782 1.021 31 990 549 458 1.007 17 127 57 6
1783 1.230 63 1.167 632 553 1.185 17 91 72 15
PEDRO ESPINA PÉREZ 123

HOSPITAL DE PARTURIENTAS DE “DUBLÍN” 1757. (Continuación)


Núm. Salid. Parid. Niños Niñas Núm. Mujer Cria- Cria- Mujeres
Año enfer- sin en el nacidos nacidas total Parid. turas turas muertas
mas parir. Hosp. de niños Geme. muertas vivas
admit.

1784 1.317 56 1.261 643 641 1.284 23 76 68 11


1785 1.349 57 1.292 711 610 1.321 28 87 75 8
1786 1.396 42 1.351 716 656 1.372 21 51 101 8
1787 1.418 71 1.347 705 670 1.375 28 59 95 10
1788 1.533 64 1.469 725 771 1.496 25 55 72 23
1789 1.497 62 1.435 745 707 1.452 17 38 84 25
1790 1.610 64 1.546 813 766 1.579 32 61 88 12
1791 1.671 69 1.602 842 782 1.624 22 75 87 25
1792 1.792 70 1.631 858 806 1.664 31 65 83 10
1793 1.811 64 1.747 941 845 1.786 38 68 71 19
1794 1.505 52 1.543 835 744 1.579 34 70 60 20
1795 1.795 82 1.503 827 719 1.546 42 72 57 7
1796 1.684 63 1.621 857 788 1.645 23 67 83 10
1797 1.768 56 1.712 908 840 1.748 35 41 97 13
1798 1.674 70 1.604 845 789 1.634 29 47 103 8
1799 1.620 83 1.537 829 748 1.577 58 53 84 10
1800 1.907 70 1.837 965 899 1.864 27 51 116 18
1801 1.804 79 1.725 864 894 1.758 3 37 111 30
1802 2.018 33 1.985 1.055 957 2.012 2 27 124 26
1803 2.065 37 2.028 1.065 1.000 2.065 35 74 116 44
1804 1.980 65 1.915 1.013 936 1.949 34 54 119 16
1805 2.277 57 2.220 1.239 1.031 2.270 50 51 138 12
1806 2.519 113 2.406 1.247 1.204 2.451 45 43 151 23
1807 2.603 92 2.511 1.306 1.249 2.555 44 50 145 12
1808 2.763 96 2.665 1.375 1.334 2.707 42 49 149 13
1809 2.966 77 2.889 1.493 1.442 2.935 45 45 165 21
1810 3.016 162 2.854 1.546 1.350 2.896 42 54 179 29
1811 2.720 159 2.561 1.363 1.250 2.615 52 50 169 24
1812 2.822 146 2.676 1.498 1.316 2.814 48 45 137 43
1813 2.568 84 2.484 1.366 1.178 2.544 59 74 125 62
124 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

HOSPITAL DE PARTURIENTAS DE “DUBLÍN” 1757. (Continuación)


Núm. Salid. Parid. Niños Niñas Núm. Mujer Cria- Cria- Mujeres
Año enfer- sin en el nacidos nacidas total Parid. turas turas muertas
mas parir. Hosp. de niños Geme. muertas vivas
admit.

1814 2.601 93 2.508 1.313 1.230 2.543 35 86 139 25


1815 3.200 125 3.075 1.586 1.524 3.110 35 56 172 18
1816 3.465 157 3.314 1.736 1.616 3.352 38 56 145 19
Total 84.376 3.300 81.076 43.038 39.445 82.483 1.407 4864 4.504 856

(1) Desde 8 a 31 de diciembre. Aunque la observación se ha puesto en una casilla, corresponde a todas del
año.
La proporción de varones a las hembras nacidas fue de 11 ó 10.
Las criaturas muertas en el Hospital casi de 1 a 17.
Las criaturas vivas como de 1 a 19.
Mujeres que parieron gemelos (2 más) como de 1 a 57.
Mujeres muertas de parto como de 1 a 94.
Mujeres que parieron 3 y 4 criaturas como de 1 a 3.685.

Datos tomados de la Obras sobre las Inclusas, Manuscrita, 5 volúmenes, Por el Dr. D. Ignacio M.a
RUIZ DE LUZURIAGA. 1817. (Real Academia Nacional de la Medicina).

Por P. ESPINA PÉREZ


PEDRO ESPINA PÉREZ 125

LA POBREZA EN ESPAÑA, SIGLO XVIII


Tabla 6.4
Fallecidos dentro de la Inclusa. 1764-1787

Muertos en la Inclusa
Años Admisiones. Fallecidos.
Porcentaje
1764 747 238
1765 708 266
1766 710 342
1767 658 255
1768 656 203
1769 573 178
1770 680 237 El 36’52% (1764 - 1700)
1771 728 263
1772 667 242
1773 666 200
1774 724 312
1775 675 220 El 35’75% (1771 - 1775)
1776 599 235
1777 614 210
1778 606 247
1779 663 224
1780 760 225 El 35’21% (1776 - 1780)
1781 843 244
1782 711 300
1783 713 290
1784 725 320
1785 788 337 El 39’44% (1781 - 1785)
1786 764 383
1787 723 345 El 49’64% (1786 - 1787)
TOTALES 16.701 6.316 El 37’81. %

Niños ingresados, fallecidos, años 1764 - 1787. Datos tomados del Libro de Joan Sherwood. (Po-
verty in Eighteenth. Century Spain) Queen’s University - Kingston.

Al analizar las cifras de fallecidos, hay que tener en cuenta que no indica el número de
niños que había en la “Inclusa”. Si hacemos una estimación de que hubiera en crianza ex-
terna del orden del 50% del total de los niños acogidos, y que las cifras de defunciones que
ocurrian en los pueblos eran del orden más o menos del 50% del total de los fallecidos. Por
consiguiente, tendríamos entre los fallecidos en la “casa” y las defunciones de “fuera”,
del orden del 75 al 78% sobre las admisiones anuales.

Por P. ESPINA PÉREZ

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CRIADOS, NODRIZAS Y AMAS
Año 1786

5) LAS NODRIZAS: CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE UNA ACTIVIDAD COMO


TRABAJO
17) Las demandas de empleo como “Nodrizas”, independientes de las de “Sirvien-
tes”, desde 1786, son siempre las más numerosas. Diario de Avisos de 20 de mayo
de 1859.

LAS NODRIZAS CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN SOCIAL DE


UNA ACTIVIDAD

El trabajo de las nodrizas ha comenzado a ser reconocido en los últimos años como una
actividad fundamental de las economías campesinas y urbanas en la Europa de los siglos
XVIII y XIX. El de las nodrizas que trabajaban para las inclusas es de momento el mejor
conocido por tratarse de instituciones públicas, que han sobrevivido a crisis y guerras, y
constituir sus registros una fuente fiable y accesible para el investigador (1).
En la Inclusa de Oporto, que comenzó a funcionar en 1689, había “amas de dentro”, que
se ocupaban de los niños desde que se les recogía en el torno, “amas de empréstito”, que eran
contratadas cuando el Hospicio estaba saturado (amamantaban a los niños allí o se los lle-
vaban a sus casas), y “amas de fora” (0 “amas de assento”), que criaban en sus pueblos a los
niños hasta los 7 años. Durante el siglo XVIII, las nodrizas urbanas eran en su mayoría (73%)
mujeres de artesanos, seguidas de las casadas con trabajadores de los servicios (un 14%), y
con soldados (un 5’3%). Sus sueldos eran equiparables a los de los obreros cualificados.
En la Inclusa de Londres, el London Foundling Hospital, fundado en 1739, residía un
pequeño grupo de nodrizas que trabajaban en él, pero en su mayoría los niños eran entre-
gados a jornaleras agrícolas de los condados cercanos a Londres, y a veces también leja-
nos, como Yorkshire, Staffordshire y Somerset, casadas con jornaleros, criados agrícolas
o artesanos (herreros, zapateros, sastres, etc.). La nodriza tipo de la Inclusa de Londres te-
nía entre 21 y 44 años, de 1 a 8 hijos y tomaba a su cargo, unos 10 meses después de ha-
ber bautizado su último hijo, hasta dos o tres incluseros consecutivos, que permanecían con
la familia una media de 33 meses, a veces con otros partos intermedios. Era analfabeta, con
128 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

una alta probabilidad de depender en su vejez de los recursos de la parroquia. Estaba bien
pagada por la Inclusa: criando varios expósitos durante unos años doblaba los ingresos
que pudiera aportar un jornalero varón (2).
El funcionamiento de la Inclusa de Madrid se ha comenzado a conocer con detalle gra-
cias a los trabajos de Larquié para el siglo XVII y de Sherwood para el siglo XVIII. Uti-
lizando datos de los “libros de salidas”, donde consta la residencia de las nodrizas. Sher-
wood ha establecido la evolución en el XVIII. De la lactancia asalariada, que pasa de ser
una actividad de las campesinas a ser una actividad del proletariado femenino urbano (3).
Las inclusas no sólo son el lugar de trabajo de algunas nodrizas (normalmente, las que
no consiguen emplearse con familias) (4), sino el medio que permite a muchas otras em-
plearse. Los expósitos eran en su mayoría hijos de mujeres muy pobres que sólo abando-
nándolos pueden emplearse, muchas precisamente como sirvientas. “Se reciben también
otros niños nacidos de viudas pobres, que por quedar expeditas para servir, o proporcio-
nar de otros modos su subsistencia, exponen sus hijos en esta casa”, exponía un antiguo
rector y administrador de la Inclusa, don Pedro de la Vega (6). Escribía la junta de Refor-
mación de Madrid hacia 1620:
Muchas amas que crían en casas particulares (trato de las que no son casadas) porque és-
tas o son aventureras o están amancebadas y en pariendo echan a la puerta de la iglesia lo que
paren (y aún no sé si lo dejan morir de desamparo) y luego ellas se entran a criar y ganar co-
mida y todo lo necesario y cuatro ducados cada mes por lo menos, y esto hacen muchos años
hasta que la edad las estorba el parir y éste es el modo de vivir ordinario de muchísimas. (5).

EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX SE MANTIENE LA SITUACIÓN

Probablemente esta tendencia se agudizaba en Madrid, donde la mayoría de las muje-


res no encuentran trabajo sino en el servicio doméstico, que les impide mantener a sus hi-
jos consigo.
El abandono del hijo en la Inclusa es por ello para muchas un paso en el proceso de in-
tegración en el mercado de trabajo. Los mismos funcionarios y los comercios junto a la In-
clusa actúan como intermediarios en la contratación: “Una Mujer, natural de Móstoles,
solicita criar una criatura en su mismo lugar; darán razón en casa del Señor Don Henrique
Stellinguerf, Director del Hospicio, que está en la calle de San Bartolomé” (28 de octubre,
1760); “El maestro de prensa del Real Hospicio dará razón de una ama” (25 de abril,
1795); Gervasia Barroso, de 18 años, quiere una cría para su casa, y “dará razón el coma-
drón de la Inclusa” (11 de diciembre, 1809); darán razón en “una tienda enfrente del tor-
no de la Inclusa” (4 de mayo, 1810).
Las fuentes para estudiar el mercado de nodrizas y sus condiciones de trabajo son, en
primer lugar, los registros de las inclusas, que proporcionan información valiosa sobre el
número de nodrizas, las variaciones de su oferta por meses y años, estado civil, profesión
del marido, edad, domicilio, evolución de los jornales, capacidad de firmar y otras noti-
cias, como protestas por retrasos en los pagos, etc. Se encuentran también referencias a las
nodrizas de las inclusas en los textos médicos, por el papel que jugaba la lactancia asala-
riada en la transmisión de enfermedades (6).
Los libros de defunciones de las parroquias son fundamentales para estudiar el traba-
jo de las nodrizas que crían en los pueblos: los niños que mueren mientras están al cuida-
PEDRO ESPINA PÉREZ 129

do de una nodriza constan como tales en los libros parroquiales, junto a su lugar de pro-
cedencia, nombre y edad.
En Francia, único país europeo que contó con un organismo específico para regular la con-
tratación de nodrizas, el “Bureau Général des Nourrices et Recommandaresses pour la Vi-
lle de París,” fundado en 1769 y suprimido en 1876, sus registros han resultado una fuente
muy valiosa para el estudio de la lactancia asalariada. Sussmann calcula que en París, a co-
mienzos del siglo XIX, eran dados anualmente a nodrizas unos 10.000 niños, la mitad de los
nacidos cada año en la ciudad, y que el Bureau tramitaba un 50 & de estas colocaciones (7).
La fuente utilizada para este trabajo han sido los anuncios del Diario de Avisos de
Madrid. Se han contabilizado los anuncios de las mujeres que se ofrecen como nodri-
zas desde 1758 a 1815 y en 1858, 1863 y 1868. Como en el caso de los criados, el ries-
go de este método es contabilizar como diferentes nodrizas lo que no son sino repetidos
anuncios de la misma, puesto que los anuncios sólo permiten la identificación de quie-
nes incluyen su nombre. Para evitar una sobrevaloración se ha desechado una media de
entre el 10 y el 15 5 de los anuncios de cada mes, por suponerse o saberse repetidos. Se
han recogido además los anuncios en los que se piden nodrizas para establecer los sa-
larios y las características exigidas.

II. LA OFERTA DE NODRIZAS EN MADRID, 1758-1868

En la oferta de nodrizas a través del Diario se distinguen tres períodos (gráfico 6). Un
primer periodo, de 1758 a 1782, coincide con la primera época del Diario, 24 años desde
que comienza a publicarse hasta que desaparece. La fuerte depresión de la oferta, que pasa
de 261 anuncios en 1758 a 18 en 1768 y a sólo 2 un año después, refleja la grave crisis po-
lítica y económica que se inicia en 1766 con el Motín de Esquilache. La reacción del mer-
cado de trabajo es extrema. tras una leve recuperación en 1767 y 1768, cae en 1769 en una
casi total contracción en la demanda, con dos, tres y seis mujeres ofreciéndose anualmen-
te como nodrizas, situación que se prolonga hasta al menos 1781. Es posible que la pobla-
ción flotante se viese más afectada por la crisis económica que atraviesa Madrid en la dé-
cada de los setenta (8), y que esto explique que la oferta de nodrizas, en gran parte de los
pueblos cercanos, casi desaparezca.

CUADRO 7. OFERTA DE NODRIZAS A TRAVÉS DEL DIARIO DE AVISOS


DE MADRID (1758-1868)

1758 261 1770 3 1780 nd 1790 218 1800 123 1810 243 1858 1 135
1759 218 1771 6 1781 2 1791 258 1801 108 1811 309 1863 1 924
1760 162 1772 6 1782 nd 1792 166 1802 95 1812 209 1868 1 338
1761 128 1773 8 1783 nd 1793 157 1803 156 1813 103
1762 128 1774 6 1784 nd 1794 186 1804 195 1814 nd
1763 92 1775 2 1785 nd 1795 178 1805 246 1815 211
1764 71 1776 3 1786 56 1796 184 1806 135
1765 47 1777 3 1787 185 1797 139 1807 283
1766 13 1778 nd 1788 nd 1798 139 1808 145
1767 18 1779 4 1789 215 1799 114 1809 251
1768 18
1769 2
130 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La atonía del mercado de trabajo refleja la de la economía madrileña (que ilustra la pro-
pia desaparición del periódico, en diciembre de 1781) y refleja de manera inmediata la
crisis que la estructura demográfica de la ciudad reflejará años después. El censo de 1804
muestra los grupos de edad 16-24 y 25-49 muy afectados por una crisis que coincide con
las décadas en las que la oferta de trabajadores había disminuido. (9).

LAS NODRIZAS EN SUS CASAS: LA CRÍTICA MÉDICA DE SUS


CONDICIONES DE VIDA

Es posible distinguir tres grandes grupos entre las mujeres que buscan trabajo en Madrid
como nodrizas; las procedentes de largas distancias, generalmente cantábricas, cuyo número
se incrementa durante el siglo XIX; las de la región que circunda la capital, incluyendo pue-
blos de las actuales provincias de Madrid, Guadalajara y Toledo, y las que viven en la ciudad.
Estos tres grupos se articulan a su vez en dos mercados distintos: el de las nodrizas que
trabajan en casa de los padres y el de las nodrizas que buscan una cría para su casa. La per-
tenencia a uno u otro grupo vendrá condicionada, sobre todo, por la procedencia y estado
civil de la nodriza.
A comienzos del período aquí estudiado, en 1758, la mayoría de las nodrizas crían en
sus casas, en pueblos cercanos a Madrid. “El crecido número de Amas que se emplean en
la Corte y demás Ciudades principales, es motivo de que tantas mujeres de los lugares cir-
cunvecinos miren su leche como un ramo de comercio más lucrativo que la de sus gana-
dos. Apenas llegan a los últimos meses de su preñado, cuando todo su afán es buscar un
niño ajeno que les compre su leche”, escribe el médico Jaime Bonells en 1786. Ello se ex-
plicaba porque “prefieren algunos padres enviar desde luego sus hijos a casa de las Amas,
mayormente si éstas viven en el campo, o en lugares tenidos por sanos (10).
Las nodrizas que se anuncian en el Diario residen en una zona que sobrepasa los 200 kiló-
metros de distancia de Madrid e incluye las provincias de Madrid, Toledo Cuenca y Guadalaja-
ra, aunque la mayoría se concentra en un radio de 30 kilómetros alrededor de la ciudad, donde
prácticamente en todos los pueblos había mujeres criando niños (mapa 1) (11). Unas dos leguas
(11 kilómetros), se consideraba una distancia que facilitaba las visitas de los padres: “una casa
que necesitan una Ama para criar un niño, ya sea de esta Corte u de algún lugar de dos leguas en
contorno” (29 de mayo, 1759); “hasta 2 leguas de Madrid” (28 de julio, 1758). En la segunda mi-
tad del siglo XIX, el ferrocarril articula este mercado: “Se necesita una nodriza que habite en Cham-
berí, Carabanchel o en algún pueblo por donde pase el ferrocarril”. (11 de diciembre, 1863).
Si comparamos las localidades de las nodrizas que se anuncian en el Diario con las lo-
calidades donde vivían las nodrizas que trabajaban para la Inclusa en los siglos XVII y XVIII,
veremos que 27 no aparecen entre las 194 que enumera Larquié y 43 entre las 61 locali-
dades de Sherwood. Por su parte, 26 de los pueblos que aparecen en el Diario, es decir,
donde vivían nodrizas que trabajaban para familias de Madrid, nunca aparecen en los re-
gistro de la Inclusa (12).
Esto puede indicar un diferente padrón de empleo (la Inclusa abasteciéndose de nodrizas
en un área relativamente distinta al área en la que se abastecían las familias de Madrid),
que estaría relacionado con las zonas de pobreza (las nodrizas de la Inclusa eran las peor
pagadas), o con una evolución temporal: el estudio de Larquié cubre el período 1585-
1700, el de Sherwood, 1700-1800, el nuestro 1758-1868. Los pueblos de los que proce-
PEDRO ESPINA PÉREZ 131

den las nodrizas en el siglo XIX corresponden en su mayoría a la sierra norte de Madrid
y a las provincias de Segovia, Guadalajara y Burgos, lo que indicaría un cambio en las re-
giones campesinas que se incorporan a esta actividad para la ciudad (13).
A mediados del siglo XIX, una gran parte de las nodrizas que crían en sus propias
casas no vivían ya en los pueblos alrededor de Madrid, sino en los barrios obreros de la
ciudad:
La persona que tenga un niño y quiera darle a criar, puede llevarlo a la C. De la Con-
chas n.° 4, 4.° principal interior de la izq. Será cuidado conforme es debido, pues es en
casa de un matrimonio solo, y se llevará a vistas a sus padres cuando le quieran ver, ya
sea cada 8 y 15 días, y se dará gusto en todo cuanto quieran. Tiene leche de 5 meses y
se llama Eugenia Mtz. (14 de marzo, 1858).
Las que trabajaban para la Inclusas se concentraban en el centro sur de la ciudad, entre
las calles de Toledo y Atocha, parroquias de Santa Cruz, San Justo y Pastor, San Sebastián
y San Pedro, es decir, el barrio de Lavapiés (14). De las residentes en Madrid que se anun-
cian en el Diario, una parte importante son mujeres de soldados y viven en cuarteles.
La urbanización de la lactancia asalariada se debe a una confluencia de cambios en la
demanda y en la oferta: por un lado, la crítica médica de las condiciones en las que se crí-
an los niños en casa de las nodrizas lleva a las clases adineradas y, por imitación, a las cla-
ses medias, a preferir a la nodriza que cría en casa de los padres (15). Por otro, el deterio-
ro de las condiciones de los labradores de los pueblos cercanos a Madrid hace que éstos dejen
de ver la lactancia de niños de la ciudad como una actividad interesante para su economía.
Criar niños de la ciudad había sido una actividad complementaria de las agrícolas o arte-
sanales que realizaba la familia. Las crisis de subsistencia, la inflación y las guerras provocan,
sobre todo a partir de la década de los noventa, la pauperización de los pequeños labrado-
res, que dejan sus pueblos para buscar trabajos en Madrid, o entran directamente a formar
parte de los mendigos que pululan por la Corte. Sherwood encuentra en este hecho la ex-
plicación del peso relativamente pequeño de las nodrizas de pueblos entre las que trabaja-
ban para la Inclusa de Madrid, un caso único entre las inclusas europeas.
Las nodrizas que crían en sus casas son objeto de críticas por su alimentación, sus cua-
lidades morales (ínfima educación, falta de sentimientos) y por las condiciones de sus ca-
sas y su escaso tiempo para criar. A pesar de su evidente exageración (los textos médicos
son abiertamente beligerantes contra la práctica de la lactancia asalariada), estas críticas
nos permiten conocer las condiciones de vida de las familias campesinas de las que pro-
cedían las nodrizas y la visión que las familias burguesas urbanas tenían de ellas.
Las nodrizas viven en lugares insanos: “no hay Ama que en su casa no se ponga el
niño en la cama, donde respira los hálitos y vapores de dos cuerpos mugrientos dentro de
un lecho puerco, y en un cuarto sucio, y mal ventilado”. Los accidentes que sufren los ni-
ños en este ambiente son múltiples: asfixia por proximidad al humo del hogar, mordedu-
ras de animales que viven mezclados con la familia, especialmente cerdos: “En el centro
de Madrid mismo tenemos una Señora a quien le falta un ojo, por habérselo comido un ma-
rrano estando en ama en Ciempozuelos; y un amigo mío me ha contado que vio en San Fer-
nando un mozo, al cual cuando niño le comió otro marrano ambas manos en la cuna”.
Además, “las más de las Amas son gente pobre, y de baja suerte, cuya miseria les reduce
a un alimento escaso, grosero, indigesto, más vegetariano que animal, y que sólo su vida
activa y laboriosa puede soportar y digerir”. Se critica “el uso del vino, y más si es malo,
cual suele beberle la pobre gente”, así como los alimentos picantes, rancios, salados, vis-
cosos e indigestos, de que usan por costumbre o necesidad” (16).
132 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

A finales del siglo XVIII comienza a dejar de verse la posición social de los individuos
como expresión de un orden natural que se materializa en la sociedad estamental y co-
mienza a creerse que depende más bien de las realizaciones del propio individuo, que se
construye. Y se construye a través de la educación, que prepara a los individuos para de-
sempeñar un papel u otro en la sociedad. La pertenencia a la clase dominante requiere un
cuidadoso proceso de transmisión, desde la infancia, de los valores y signos que identifi-
can a sus miembros. Esta tarea esencial no puede dejarse en manos de sirvientes analfa-
betos y campesinos, de nodrizas que han sido:

Criadas con entera libertad entre la plebe, sin instrucción, sin principios morales,
sin decoro, sin urbanidad, no conocen más razón que los caprichos de su alvedrío; ni
se gobiernan por otras reglas, que sus preocupaciones y apetitos; por lo cual no poniendo
freno a sus pasiones, tan presto las arrebata la ira como las acoquina un terror pánico
(…) la moderación obra rara vez en ellas; todo son violentos extremos, y su último cui-
dado es el daño que pueden causar a los niños que tienen en sus pechos. (17).

LAS NODRIZAS: CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN SOCIAL DE


UNA ACTIVIDAD

Entre un 25 y un 30% de las nodrizas que se anuncian en el Diario a mediados del si-
glo XIX mencionan su procedencia. Podemos pensar que la mayoría de las procedentes de
regiones cantábricas mencionarán este hecho en su anuncio, al tratarse de una caracterís-
tica apreciada. Pero, por otro lado, al tratarse del segmento más valorado del mercado de
nodrizas, es probable que la importancia del Diario como medio de contratación sea me-
nor ante formas como la recomendación personal.

CUADRO 9. PROCEDENCIA DE LAS NODRIZAS EN LOS ANUNCIOS DEL DIARIO

1858 (%) 1863 (%) 1868 (%)


Galicia ................................. 37 3’2 65 3’4 35 3’1
Santander............................. 37 3’2 28 1’4 41 3’6
País Vasco............................ 18 1’6 9 0’5 21 1’8
Asturia ................................. 152 13’4 282 14’6 185 16’2
Castilla-León ....................... 94 8’3 100 5’2 78 6’8
Total nodrizas ...................... 1.135 29’7 1.924 25’2 1.138 31’6

La pretensión de emplearse como nodrizas es lo que trae a estas campesinas a Madrid,


a las pocas semanas, o incluso días, de haber dado a luz.

“Con pan y vino se anda el camino”, dice un vulgar adagio español, y ese adagio
le cumplen las pasiegas en su viaje a Madrid, teniéndose por muy dichosa la que pue-
de agregar a estos alimentos alguna otra sustancia nutritiva que ni su erario, ni el sur-
tido de las posadas en la carretera permiten que sea muy selecta. Con esto y un semi-
vestido y un semicalzado, que apenas logra el fin del viaje conservar el semi, andando
de día a pie, y durmiendo de noche sobre el duro suelo, hacen estas infelices su expedi-
ción. Pero todo lo resiste su sanidad, su robustez y naturaleza fuerte y llegar a Madrid
tan coloradas y frescachonas como si ninguna privación hubieran pasado (18).
PEDRO ESPINA PÉREZ 133

VI. LOS INTERMEDIARIOS: COMADRONES Y CIRUJANOS


Entre las ventajas que el editor del Diario Curioso - Erudito ve en la existencia de una
sección de anuncios de “Nutrices, o Amas de criar niños”, destaca el que “A las Amas las
escusará den aquel premio, que es forzoso, a aquellas mujeres a quienes encargan las bus-
quen este género de acomodo, y será motivo de que se coloquen con más presteza, sin que
se les siga perjuicio en la tardanza, ni descreces, o peoría en la leche”.
Los comadrones y comadronas, que frecuentaban tanto a las potenciales trabajadoras
como a sus potenciales empleadores, eran los intermediarios naturales en la colocación de
nodrizas: “Dña. María Francisca, comadre aprobada, dará razón” (24 de julio, 1802) Al-
gunas actúan profesionalmente, anunciando a sus clientas: “María Gómez, comadre, que
vive en la calle de los Jardines, ofrece un ama de cría de toda satisfacción, para la casa de
los Padres” (5 de septiembre, 1797). Una de ellas, que se define como “acomodadora de
amas de criar”, trabaja además como intermediaria para otros sirvientes: “En la calle de
la Sartén, casa de una Acomodadora de Amas de criar, darán razón de un joven” que bus-
ca colocación como criado (19 de agosto, 1761). Estos son los tres únicos casos en que apa-
recen mujeres como intermediarias en la contratación de nodrizas (19).
Todos los demás anuncios, que incluyen referencias a comadrones, cirujanos y médicos,
son de hombres: “en casa de D. Félix Arroyo, cirujano y comadrón” (28 de septiembre,
1795; “informará de su conducta el comadrón Arroyo, en la calle de la Visitación” (21 de
junio, 1799); “El Cirujano de la Corredera alta de S. Pablo, dará razón de una ama de cría”
(15 de septiembre, 1794); “Quien necesite de una ama de cría montañesa (…) acuda a la
calle de la Cabeza en casa del cirujano llamado D. Carlos” (18 de abril, 1794); “en la tien-
da del cirujano de la calle del Arenal” (29 de junio, 1799); “En la tienda de cirujano que está
en la calle de Atocha darán razón de una ama” (27 de febrero 1800); “dará razón de ella el
comadrón D. Carlos Sanz” (8 de julio, 1801); “informará el cirujano D. Francisco Caballero,
que vive en la calle de Silva” (4 de enero, 1895); “dará razón el cirujano y comadrón D. Fran-
cisco Redondo” (12 de octubre 1807); “D. Froilán Paniagüa, cirujano del hospital de las mu-
jeres, informará de las cualidades de la leche y de la robustez” (11 de marzo, 1811); “Dará
razón el cirujano que vive en la plazuela de la Cebada” (12 de agosto, 1812) (20).
Los médicos participarán cada vez más en el sistema de colocación de nodrizas. Los propios
textos médicos alertando contra las malas condiciones en que se llevaba a cabo la lactancia asa-
lariada recomendaban la intervención del médico en el proceso de selección (el examen médi-
co de la nodriza) (21). Su entrada en el negocio de la intermediación parece haberse producido
por cuenta de las familias que buscaban nodrizas, que podían pagar sus servicios, por lo que sue-
len aparecer en las demandas: “Dará razón el facultativo de Medicina y Cirugía, D. Ramón de
Sarraiz” (9 de septiembre, 1792), “el cirujano de la calle de las Carretas” dará razón (5 de julio,
1795) y el 5 de septiembre de ese mismo año “en casa del comadrón de la calle de las Carre-
tas”. Sólo raramente aparecen como referencia de las nodrizas: “Quien quiera una ama de cría
acuda a casa de D. Antonio Soldevilla, médico, calle de los Tintes” (21 de agosto, 1794) (22).
Las boticas tuvieron también un papel en la contratación de nodrizas: en la “botica de
Puerta Cerrada”, que aparece mencionada por primera vez en febrero de 1791. Dan razón
“de una Montañesa” el 26 y 28 de abril de 1794 y de una “de las Montañas de Burgos” el
25 de mayo de 1795.
No faltan, entre los mecanismos utilizados por las nodrizas para buscar empleo, los ven-
dedores ambulantes y cualquier persona que desempeñara su trabajo en lugares públicos y
concurridos: “La persona que necesitase de una ama de criar (...) acuda a la Plazuela del ras-
134 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tro, junto a la Cruz, en donde Catalina Sacristán, que vende verduras, dará razón” (21 de oc-
tubre de 1763): de “una joven Vizcaína, recién venida a esta Corte” dará razón “el Listador
de los operarios de la Obra de los Correos de la Puerta del Sol” (10 de noviembre de 1763).

LA TRANSFORMACIÓN DEL SECTOR


1. La nodriza en casa como signo de ostentación

Las calamidades que había de traer al Género Humano y al Estado ese notable trastorno
del orden natural y civil, no pudieron ocultarse a la perspicacia de los sabios, los cuales
para atajar con tiempo sus progresos no han cesado desde el principio de declamar contra
las madres que quebrantan tan expreso precepto de la naturaleza (…). Mas no por eso han
desistido las mujeres de su empeño, antes bien, a pesar de la razón, de la conciencia y de
su salud, han hecho gran moda el no criar (23) (71).
Los críticos de las condiciones de las nodrizas no propugnan la mejora del mercado de
nodrizas sino su desaparición, que la lactancia sea desempeñada por las madres Pero para
ver este ideal hecho realidad habrá que esperar hasta el siglo XX. A medio plazo los crí-
ticos más realistas insisten en que debe mejorarse la calidad de las nodrizas, y aceptan la
nodriza en casa como mal menor.
Habiéndose hecho este abuso, política que sostiene la moda, o la razón de estado, y no
pudiéndose evitar este desaire con que se mortifica a la naturaleza, a lo menos deben pro-
curarse medios discretos para tenerla menos resentida: esto parece es muy fácil, entre-
gando los Niños a unas Amas, que ya que no suplan el afectuosísimo amor de sus propias
Madres, no inspiren para lo sucesivo infestadas costumbres.
Escribe el Diario en su primer número para justificar su sección de “Nodrizas”. Las
numerosas exigencias físicas y morales dan a los médicos un creciente protagonismo en
el proceso de selección (24). El propio Bonells pregunta, después de enumerarlas:
“Dígannos ahora los padres, que tan fácilmente confían a sus hijos a una Ama;
¿cuántas veces la han encontrado con todos estos requisitos?”.
La preocupación por el control de la alimentación y los cuidados que el niño recibía
favoreció sin duda el empleo creciente de nodrizas que vivían en casa de los padres. Pero
el hecho decisivo que explica este cambio en la demanda es el mayor coste de la nodriza.
Tener una nodriza en casa significaba no sólo pagar un sueldo más, y más alto que el de
muchos sirvientes, sino alojarla, alimentarla y vestirla. La nodriza en casa pasó pronto a
ser vista como un signo de la posición social de la familia.
Para cumplir esta función de ostentación, una gran parte de su jornada de trabajo la desa-
rrollaba la nodriza en la calle, apareciendo en paseos, parques y cafés con el niño, y a veces
una ayudanta que lo transporta (25). La nodriza “doméstica”, que trabaja en casa de los pa-
dres, se convirtió en una figura característica del escenario social urbano de los siglos XVIII
y XIX (26), y en ello desempeñarán un papel fundamental los uniformes, versiones mistifi-
cadas de los trajes de las campesinas cántabras, que proclamaban la procedencia de la nodri-
za y su coste: “Son las seis. Encaminémonos hacia la Puerta del Sol, pero no sin antes dete-
nernos en los jardines que hay en la entrada de la calle de Alcalá. Están repletos de niños que
se divierten, de criadas, nodrizas con vestidos de franjas azules y rojas, que llevan a la espal-
da, en una canasta de mimbre, recubierta con un vistoso pañuelo, a un pequeñín acostado en-
tre sus pañales” (27), escribe un viajero de paso por Madrid.
PEDRO ESPINA PÉREZ 135

Como epílogo al gran trabajo efectuado por D.a Carmen Sarasúa, sobre las “nodrizas”,
hay que seguir aportando lo que dice en el apartado VIII-3.
La lactancia como obligación impuesta por la Naturaleza a las madres: fin de la
lactancia asalariada.
La apología de la lactancia materna se inicia en España con la obra de Juan Gutiérrez
Godoy, médico de Jaén, que en 1629, pública: Tres discursos para probar que están obli-
gadas a criar sus hijos a sus pechos todas las mujeres, cuando tienen buena salud, fuerzas,
buen temperamento, buena leche y suficiente para alimentarles. Dentro de esta tradición,
el texto típicamente ilustrado es el de Jaime Bonells, médico de Cámara de los Duques de
Alba. Perjuicios que acarrean al género humano y al Estado las madres que rehúsan criar
a sus hijos, y medios para contener el abuso de ponerlos en amas. Publicado en Madrid
en 1786.
¿Por ventura se ha de graduar la maldad y el delito digno del odio público el que se abor-
te por medio de hierbas dañosas, u otro cualquier medicamento, y se ha de sufrir impune a
aquella que después de haber dado a luz a su hijo lo separa de si sin necesidad? ¿qué distancia
hay entre arrojar del útero al feto cabalmente cuando empieza a formarse por la mano del cria-
dor y entre privarle de su consanguíneo alimento después de dado a luz llamando a una “No-
driza”. Artículo sin firma publicado en el Diario de Madrid el 20 de abril de 1799.

NOTAS

(1) Sobre las inclusas europeas puede verse Enfance abandonnée et société en Europe, XIVe-Xxe
siécle, L’Ecole Francaise de Rome, núm. 140, 1991. Sobre las nodrizas de las inclusas, en especial la
de Londres, V. Fides, ob. Cit. La Inclusa de Oporto y las nodrizas que trabajaban en ella, en Isabel do
Guimaraes Sá, “The Circulatión of Children in Eighteenth Century Southerrn Europe: the Case of the
Foundling Hospital of Porto”, tesis de doctorado, Instituto Universitario Europeo, 1992, Las nodrizas
de las inclusas de Pamplona y San Sebastián, en Lola Valverde. Sociedad, mentalidades e infancia
abandonada en Guipúzcoa Navarra. Siglos XVIII y XIX, Universidad del País Vasco, 1992.
(2) V. FILDES. ob. cit, cap. 11, “The London Foundling Hospital”.
(3) Claudie LARQUIÉ, “Les milieux nourriciers des enfants madrilenes au XVIIe siécle”, Mé-
langes de la Casa de Velázquez, XIX, 1983, págs. 221-241, y “La mise en nourrice des enfants ma-
drilenes au XVIIe Siécle”, Revue d’Histoire Moderne et Contemporaine, XXXII, 1985, págs. 125-
144. Joan Sherwood. Poverty in Eighteenth. Century Spain. The Women and Children of the Inclusa.
University of Toronto Press, 1988.
(4) “Las nodrizas de la última clase son las que se dedican a criar los niños abandonados a la
caridad por la miseria, a la maldad de sus padres (…). Cada nodriza tiene la obligación de alimen-
tar a dos de estas criaturas por un mezquino salario”, “Las nodrizas”, artículo en El Cascabel, pe-
riódico para hacer reír, enero de 1864.
(5) Cit.. en M. Carbajo Isla, La población de la villa de Madrid, pág. 25.
(6) Cit. en M. Carbajo Isla, ob. cit, pág. 113.
(7) J. BONELLS. Perjuicios que acarrean al género humano y al estado las madres que rehu-
san criar a sus hijos y medios para contener el abuso de ponerlos en Ama, Madrid, 1786. Pág. 355.
(8) La Sífilis, importada y extendida por el mecanismo de la crianza mercenaria de las Inclusas
de Salamanca, Cáceres y Ciudad Rodrigo, que las pobres mujeres húrdanas ejercían sin el menor con-
trol médico”. J. MARAÑÓN, El bocio y el cretinismo, cit. en A. García Lomas, Los pasiegos, es-
tudio crítico, etnográfico y pintoresco (años 1011 a 1960), pág. 172..
(9) Sussman ha trabajado con el Registro del Bureau, que contiene datos sobre 1648 entregas
de niños a nodrizas durante los años 1814-1825, “about 3 percent of the total number of placements
by the Direction of Wet Nurses during these twelve years” G. Sussman, “Parisian Infants and Nor-
136 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

man Wet Nurses in the Early Nineteenth Century: A. Statistical Study”. Journal of Interdisciplinary
History, VII, núm. R. Pág. 638.
(10) D. RINGROSE ha encontrado una fuerte caída en los ingresos del peso, mayor en el inicio
de la década. “By 1770 the trend of peso revenue was falling behind that of population. Rising food
prices, static money wages, and declining real income for the bulk of the population produced anot-
her decline in per-capita ability to purchase nonessenctial goods. This is reflected in the rising num-
ber of urban deaths and the declining volume of birhs and marriages” D. Ringrose. ob. cit. pág. 31.
(11) “The census of 1804 illustrates a city in decline. The relative sizes of the 16-24 and 25-49
age grops declined, while the aged and young became relatively more numerous, despite bah eco-
nomic conditions. The population structure thus indictes a decline of immigrants as economic op-
portunity fadel in the capital (...) The city contracted bu reducign the marginal “envelop” while the
core society continued relatively unaffected. D. Ringrose. Ob. cit. p. 44.
(12) J. BONELLS. Ob. cit., pp. 353 y 114.
(13) En el área alrededor de Evfreux, en Normandía, se concentraban nodrizas colocadas por
el Bureau, por agencias privadas y por la Inclusa de París. El bureau tenía coldados 826 niños entre
1814 y 1824, dispersos en 172 pueblos y aldeas, con nodrizas que pertenecían a la población jorna-
lera agrícola. Antes del ferrocarril, una carretera nacional unía Evreux con París, que los coches más
rápidos cubrían en 17 horas. J.D. Sussman, art. Cit. p. 640. En el Beauvaisis, a unos 60 kms. de Pa-
rís, las muertes de niños de París se remontan a 1660. Se han calculado entre 12.000 y 14.000 los
niños parisinos que se criaban en la zona durante el siglo XVIII, que registraba unos 17.000 naci-
mientos. Jean Ganiage, “Nourrissons parisiens en Beauvaisis”. Sur la population Francaise aun
XVIIIe et au XIXe siecles. Hommage a Marcel Rinhard, p. 273. La escala del mapa no permite in-
cluir las localidades más lejanas para las que se solicitan niños; Burgos Sepúlveda, Tarazona, Ciu-
dad Real, Cuenca y Zamora.
(14) Se trata de Aravaca, Villaviciosa, Las rozas, Huerta del Bayo, Fuencarral, El pardo, Gua-
dalix, Cubas, Tamajón, Galapagar, Aranjuez, Mirafloresde la Sierra, Ciempozuelos, Navas de San
Antonio, San Ildefonso, Navalmanzano, Colmenar de Arroyo, en Madrid: Mondejar, Tarazona y
Guadalajara, en la Provincia de Guadalajara; Riaza, Sepúlveda, Robledo de Chavela y Segovia en
Segovia; Urda y Talavera en Toledo; Burgo de Osma en Burgos.
(15) En E. MONTAGUT, “Nodrizas rurales en el siglo XIX”, Historia 16, XVIII, núm. 209, sep-
tiembre de 1933, se recoge el informe que el inspector facultativo de los niños expósitos remite a la
Junta de Damas de la Real sociedad Económica Matritense, tras su visita las nodrizas de la provin-
cia de Guadalajara en 1862 y 1863.
(16) En el barrio de Lavapiés vivían 174 nodrizas que trabajaban para la Inclusa, el 33’9% del
total; en Maravillas, 89 nodrizas (17’1%); en Morería, 64 (12’5%); en la zona de Barquillo, 52
(10’3%); en San Bernardo, 38 (7’2%); y en la zona centro, 32 (6’3%). Sherwood, ob, cit., pp. 85-87
y el capítulo 4, “Urban Poverty and the Inclusa”.
(17) Ya en el siglo XVIII, entre los padres de niños parisinos que mueren en los pueblos del Be-
auvaisis no hay ningún noble u sólo un niño de la alta burguesía, “Le fait n’a pas lieu de nous sur-
prende, puisque toutes ces familles faisaient habituellement venir des nourrices a domicile”. J. Ga-
niage, “Nourrisons parisiens en Beauvaisis”, art. Cit., pág. 283.
(18) J. BONELLS. bo. cit, págs. 110. 154 y 115. Sobre la idea de que las cualidades de la no-
driza se transmiten al niño que cría, especialmente en textos médicos ingleses y franceses, véase V.
Filies, Breasts, Bottles and Babies, cap. 7, “The Wet Nurse as the Cause of Infantile Diseases and
Death” y S. Matthews: Grieco, “Breasfeeding Wet Nursing and Infant Mortality in Europe (1400-
1800)”, en C. Corsini y S. Matthews Grieco (1991).
(19) J. BONELLS, ob. cit. P. 132. Basándose en un análisis de 31 autores médicos y religiosos
de los siglos XVI, V. Fides concluye: “The wure four waus in whiche it was believed thar the wet nur-
se transmiteed herself and her good and bad qualities tothe child: i) torough her diet (and then th-
rough her milk) i) by direct contact, such as by touching her skin and inhaling her breath; iv) by imi-
tation. V. Fides, Breasts, Bottles and Babies. A. History of Infant Feeding. P. 189.
(20) Citado en A. GARCÍA LOMAS, ob. cit. pág. 168. “Emprenden con varonil resolución el
camino de la Corte, bien solas y en clase de agregadas a la embajada de una galera o un carromato,
o bien reunidas varias de ellas y en caravana. Lo primero que procuran es proveerse de un perrillo
PEDRO ESPINA PÉREZ 137

recién nacido, que durante la expedición y hasta hallar, como ellas dicen, “acomodo”, haga las ve-
ces de párvulo, y aplicándole al pecho le conserve y mantenga el jugo nutricio, objeto de su espe-
culación. Teatro social del siglo XIX, tomo II, Madrid, 1846.
(21) Ninguna de ellas aparece en el censo de comadronas mandado realizar por el Consejo de
Castilla a la Sala de alcaldes de Casa y Corte en 1790, que incluye a unas 29. E. Montagut, “Comadronas
en el Madrid de fines del Antiguo régimen”, Torre de los Lujanes, núm. 18, 1991, págs. 173-189.
(22) Las dificultades para que las mujeres continuaran ejerciendo esta actividad crecen con su
progresivo control por parte de los Colegios de Médicos, que desde finales del siglo XVIII exigen
a las que desean acceder a ella la autorización de sus maridos. “Don Agustín Ginesta, Catedrático
de Partos del Real colegio de Cirugía de San Carlos, dará principio a la enseñanza de las matronas”,
a la que “no se admitirá a mujer alguna que no sea casada o viudad (…) con la licencia de su mari-
do si fuere casada y no lo tuviere ausente”. Diario, 1 de enero de 1796.
(23) “El inconveniente principal que el interrogatorio de las nodrizas tiene es que, en la ma-
yoría de los casos, cuando se presentan al médico van instruidas ya de las respuestas que deben dar,
y a la mayor parte de las preguntas contestan de modo negativo”. Dr. D. Recasens, Tratado de obs-
tetricia, 1916.
(24) En Francia la participación de los médicos en el negocio de la intermediación fue muy ac-
tiva a partir de 1821, cuando se legalizó la competencia privada con el Grand Bureau para la colo-
cación de nodrizas. Son médicos los que en 1829 fundan la maison Centrale de Nourrices, una so-
ciedad de 240 accionistas. Se trata de un establecimiento de nodrizas de alta calidad, seleccionadas
y garantizadas por ellos, donde las clases acomodadas de París pudiesen abastecerse. F. Faÿ.Sallois.
ob. cit, págs. 108 ss.
(25) J. Bonells, ob. cit., pág. 1.
(26) Han de tener la piel “fresca y de buen color, los ojos vivos, el mirar agradable, la boca
sana sin mal aliento, las encías sólidas y coloradas, el pelo negro o castaño o rubio claro (“las Amas
de pelo rojo o bermejo... tienen los humores más alcalescentes y están más sujetas a enfermedades
cutáneas de mala calidad, lo que basta para no admitirlas por Amas”), la garganta algo levantada y
ancha, los pechos medianos, consistentes y elásticos sin durezas, ni cicatrices, dispuestos a llenar-
se fácilmente de leche, y cuyas venas sean gruesas y patentes, los pezones encarnados, firmes, ele-
vados, de proporcionado tamaño, y que moderadamente comprimidos despidan luego la leche a
modo de regadera, las carnes fuertes, y el pellejo liso sin granos, postillas, ni cicatrices sospecho-
sas. Debe a más de esto hacer bien todas sus funciones naturales, sin que huela mal su transpiración;
no ha de padecer flores blancas, ni tener indicio alguno de enfermedad habitual; no ha de ser primeriza,
ni su edad menos de veinte ni mayor de treinta y cinco años. En fin debe ser aseada y cuidadosa, de
genio dócil y afable, y de temperamento alegre y pacifico”. J. BONELLS, ob. Cit., págs. 88-89. El
Libro de Bonells se anuncia en la Gaceta de Madrid el 27 de octubre de 1786 y el Diario de Avidos
le dedica el 9 de noviembre un artículo donde recomienda su lectura vivamente.
(27) A principios del siglo XX, la alta burguesía de Barcelona las llevaba a los palcos del Li-
ceo: “The juridical condition of the (Liceo) boxes as private property had repercusions on the au-
dienc”. Children invaded them on Saturday with governesses and retainers, and even wet-nurses. Is
there anything more extraordinary than a wet-nurse at the opera?, cit. EnWray Mcdonogh, Good
Families of Barcelona. A Social History of Power in the Industrial Era. 1986. Pág. 196.
(28) En el bando que publica el ayuntamiento con motivo de la proclamación de Carlos IV en
1789 se lee: “IV. Conviene (…) que los padres de familias cuiden de que no anden por la carrera ni-
ños de corta edad, ni las Madres o Amas con los de pecho” (14 de enero).
(29) Luis TESTE, Viaje por España (1872), del artículo titulado: “Paseo por madrid”. El Dia-
rio anuncia el 19 de agosto de 1795: “Se vende un vestido de pasiega, de paño fino, guarnecido de
galones de oro fino”.
138 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LAS NODRIZAS: CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE UNA ACTIVIDAD.


PEDRO ESPINA PÉREZ 139

LAS NODRIZAS: CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE UNA ACTIVIDAD

NODRIZA CON EL TRAJE “PASIEGO”: Chaqueta de terciopelo oscuro adornada con botones de oro,
falda de paño con peto que se bajaba par amamantar al niño, pendientes y collaresde coral y una larga
trenza. “La infanta María de las Mercedes en brazos de su nodriza”. Grabado publicado en
La ilustración española y americana en 1881 a partir de una fotografía de Débas. Instituto de Conservación
y Restauración de Bienes Culturales.

Escrito por: D.a Carmen SARASÚA. “CRIADOS, NODRIZAS Y AMAS”.


Editado por: SIGLO XXI DE ESPAÑA EDITORES. S. A.
Madrid, 1994. Copiado por: P. ESPINA PÉREZ.

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140 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA DE MADRID”


Años 1787-1802

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres, prohijado y las que se han remitido a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, desde 1.° de enero de 1787.

Años Niños Niños TOTAL Fallecidos Entrega- Remitid. Quedan


que recibidos niños a en el año a padres a los total
había en en el fin de (1) y su y Prohi- Colegios de
31-12 año año porcentaje jados Paz y niños
por % Desamp.
1787 526 722 1.248 614 - 85 95 32 507
1788 507 784 1.291 647 - 82 91 43 510
1789 510 807 1.317 707 - 87 89 44 477
1790 477 847 1.324 633 - 74 98 47 546
1791 546 851 1.397 622 - 73 101 38 636
1792 636 832 1.468 660 - 79 92 28 688
1793 688 928 1.616 703 - 75 94 36 783
1794 783 962 1.745 733 - 76 111 41 860
1795 860 954 1.814 783 - 82 99 30 920
1796 902 1.044 1.946 854 - 81 99 37 956
1797 956 1.122 2.078 924 - 82 108 79 967
1798 967 1.333 2.300 1.038 - 178 78 113 1.089
1799 1.089 1.110 2.199 972 - 87 100 67 1.060
1800 1.060 1.202 2.262 1.042 - 86 127 73 1.020
1801 1.020 1.138 2.158 926 - 96 108 96 1.055
1802 1.055 1.202 2.257 855 - 71 120 87 1.195
Sumas Porcent 15.838 — 12.713 - 80 1.645 838-5,9

(1) El porcentaje de las defunciones se ha sacado por el número anual de niños ingresados.
(2) Las cifras detalladas, han sido copiadas de los estadillos resúmenes registrados anualmente de “Entradas y
Salida de niños” por los conceptos que se indican.
(3) También se ha estimado oportuno, añadir el tanto por % de los fallecidos.
(4) En el numero de defunciones, hay que tener en cuenta que los fallecidos en los pueblos tardaban hasta me-
ses en comunicarlo a la “Inclusa”, por lo que los administrativos les ponían en el mes que recibían la co-
municación del Sr. Juez, Cura, Médico, etc. También hay notas en que incluían los fetos de Maternidad. Por
este motivo pueden variar las cifras, de acuerdo con el registro de donde se hayan tomado.

A. R. C. M. Fondo de la Inclusa. Signatura 8545.


Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ.
PEDRO ESPINA PÉREZ 141

“REAL INCLUSA DE MADRID”


Años 1787-1806

Nota que manifiesta el número de niños expósitos entrados en la Inclusa del “Real
Hospital de Santiago”, en los 16 años corridos desde el de 1791 al de 1806, y de los que
han fallecido en el mismo tiempo.

AÑO N.° de Resulta Niños Niños TOTAL Muertos Ingresos Ingresos Porcen-
niños por muertos muertos de por que por taje de
entrados quin- de los de años muertos quin- resulta quin- fallecidos
quenios entrad. anteriores año quenios por año quenios año

1791 734 514 140 654 80 89’1


1792 746 586 100 686 60 91’9
1793 763 528 117 645 118 84’5
1794 663 390 108 498 165 65’2
1795 745 492 147 639 106 85’7
Quinq. 3.651 730 2.510 612 3.122 624 529 105 72’4
1796 773 533 107 640 133 82’8
1797 791 557 120 677 114 85’5
1798 879 628 143 771 108 87’7
1799 858 576 173 749 109 87’2
1800 815 604 157 761 54 93’3
Quinq. 4.116 823 2.898 700 3.598 719 518 103 87’3
1801 850 648 203 851 –1 (1) 100’1
1802 799 585 219 804 –5 (1) 100’6
1803 733 558 183 741 –8 (1) 101’0
1804 732 517 115 632 100 86’3
1805 699 459 87 546 153 78’1
1806 713 417 126 543 170 76’1
Sexen. 4.526 754 3.184 933 4.117 686 423

(1) Exceso de muertos sobre los vivos .................................................... 14


Total quedan..................................................................................... 409 70 90’9

A LA JUNTA
Datos considerados importantes para que figuren en la obra. Demostrativos de la alta
mortalidad que se producía en la Inclusa. Por cuya razón he puesto el tanto por ciento de
los fallecidos.
142 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA DE MADRID”


Años 1787-1802

Nota 4/7, adjunta a la nota 4/6, de 1791. En la que figuran los niños entrados en la In-
clusa por quinquenios, de las provincias siguientes:

PROVINCIAS Niños entrados Y los muertos en El tanto por % Los que les corres-
en un quinquenio igual tiempo de los fallecidos de por ciento
Zamora 528 172 32’5 360/528
Toledo 1.769 1.133 64’0 84/1.769
Valladolid 1.234 1.005 81’4 546/1.234
Jaén 387 229 59’1 57/387
Baeza 264 222 84’0 24/264
Andujar 134 108 80’0 80/134
Úbeda 304 263 86’5 156/304
Mondoñedo 640 292 45’6 400/640
Valencia 2.819 (1)
Santander 679 505 74’3 254/679
Osma 93 61 65’5 55/93
Huesca 189 145 76’7 136/189
Lérida 255 209 80’0 300/255
TOTALES 9.295 4.342 (2)

Entrados el último quinquenio

Años: 1811 .......................... 608 niños.


1812 .......................... 620
1813 .......................... 607 Resultan por quinquenio, 632 niños
1814 .......................... 698
1815 .......................... 629
Años: TOTALES................. 3.162 Niños.

No se da nota de los muertos por las razones que particularmente se escriben al Amº, que hizo el encargo.

(1) Valencia no dice los muertos. Por esta razón no se ha puesto el tanto % de los fallecidos.
(2) Los niños de Tarragona se remiten a Barcelona.
(3) Solsona los manda a Barcelona.
(4) De Lugo no hay datos.
(5) Los datos de “Ciudad Rodrigo” se perdieron.

A. R. C. M. Fondo de la Inclusa. Signatura 8657 - ¿8353?


Datos elaborados: P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 143

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144 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

DON CARLOS

Por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Je-
rusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca de Me-
norca, de Sevilla de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algar-
bes, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales,
Islas y Tierra firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Bra-
bante, y de Milán, Conde de Abspurg, de Flandes, Tirol y Barcelona, Señor de Vizcaya y
de Molina, etc. A los del mi Consejo, Presidente y Oidores de mis Audiencias y Chanci-
llerías, alcaldes, Alguaciles de mi Casa y Corte, y a todos los Corregidores, Asistente, Go-
bernadores, Alcaldes mayores y ordinarios, y otros qualesquier Jueces y Justicias de estos
mis Reynos, así de Realengo, como de Señorío, Abadengo y Ordenes, tanto a los que aho-
ra son, como a los que serán de aqui adelante, SABED: Que con papel de siete de este mes
remitió el Duque de la Alcudia al mi Consejo por medio de su Gobernador Conde de la Ca-
ñada, afín de que dispusiese se publicase y comunicase en la forma acostumbrada, una
copia auténtica del Decreto que le dirigí en cinco del mismo, cuyo tenor es como se sigue:
REAL DECRETO: Me hallo bien informado de la miserable situación en que están
los Niños Expósitos de casi todos mis dominios, muriendo anualmente de necesidad no
pocos millares por las dilatadas distancias desde los Pueblos donde se exponen, hasta las
casas de Caridad, o Inclusas, en que son recibidos, y por el modo inhumano con que
son tratados en los caminos, y después por muchas de las amas; procediendo esto del poco
cuidado que se tiene en celar su conducta, y del corto estipendio que generalmente se las
dé en el tiempo que lactan, siendo este mucho menor en algunos años en que acostum-
braran retenerlos, hasta la edad de seis o siete, en la cual quedan sin auxilio, y pueden
reputarse por perdidos para el Estado; llegando a tanto el desorden, que en dilatados te-
rritorios se compele a las mujeres que están lactando a sus propios hijos, a que reciban
para lo mismo a los Expósitos, de que resultan continuos infanticidios; todo con horror
de la naturaleza, agravio de la caridad christiana, y grave perjuicio del Estado por el de-
trimento de la población.
Estas noticias han conmovido en gran manera mi Real ánimo para poner el debido re-
medio a tantos males en favor de unas personas las más inocentes, y las más miserables,
pues su necesidad es entre todas la más extrema en lo temporal, y como carecen del co-
nocimiento y cuidado de sus padres naturales, corresponde a mi dignidad y autoridad Real
mirarlos como a hijos, y solicitar su conservación y todos los bienes posibles. Por esto, en
medio de los cuidados y dispendios de la presente Guerra, he dado y daré las providencias
más oportunas y eficaces a favor de los Expósitos, cuidando de sus vidas, y de su decen-
te y honesto destino, como hijos que son de la caridad christiana y civil; desatendidos con
todo eso hasta tal grado en algunas Provincias, que han sido y son tratados con el mayor
vilipendio, y tenidos por bastardos, expureos, incestuosos o adulterinos, siendo tan al con-
trario que no pueden sin injuria ser llamados ilegítimos; porque los legítimos padres mu-
chas veces suelen exponerles y los exponen, mayormente cuando ven que de otro modo
no pueden conservarles sus vidas.
Habiendo tan repetidas experiencias de esta verdad que acreditan las “Casas de Expó-
sitos o Inclusas”; toda buena razón y justa política dictan, que ya que generalmente no se
PEDRO ESPINA PÉREZ 145

les declare por hijos legítimos, según la naturaleza, porque no consta esta cualidad, se les
dé la legitimidad civil por mi autoridad soberana, como lo dispuse en el año de mil sete-
cientos noventa y uno a consulta de mi Consejo de las Indias para con los Expósitos de la
casa de Cartagena, fundada modernamente por su celoso y piadoso Obispo. En conse-
cuencia de todo ordeno y mando por el presidente mi Real Decreto, (el cual se ha de in-
sertar en los cuerpos de las leyes de España e Indias) que todos los Expósitos de ambos
sexos, existentes y futuros, así los que hayan sido expuestos en las Inclusas o Casas de Ca-
ridad, como los que lo hayan sido o fueren en cualquier otro paraje, y no tengan padres co-
nocidos, sean tenidos por legitimados por mi Real autoridad, y por legítimos para todos
los efectos civiles, generalmente, y sin excepción, no obstante que en alguna o algunas Re-
ales disposiciones se hayan exceptuado algunos casos, o excluido de la legitimación civil
para algunos efectos. Y declarando, como declaró, que no debe servir de nota, de infamia,
o menos valer la cualidad de Expósitos, no ha podido, ni puede tampoco servir de óbice
para efecto alguno civil a los que la hubieren tenido o tuvieren, todos los expósitos actua-
les y futuros quedan y han de quedar, mientras no consten sus verdaderos padres, en la cla-
se de hombres buenos del estado llano general, gozando los propios honores, y llevando
las cargas sin diferencia de los demás vasallos honrados de la misma clase.
Cumplida la edad en que otros niños son admitidos en los Colegios de pobres, Con-
victorios, Casas de huérfanos y demás de misericordia, también han de ser recibidos los
Expósitos sin diferencia alguna, y han de entrar a optar en las dotes y consignaciones de-
jadas y que se dejaren para casar jóvenes de uno y otro sexo, o para otros destino funda-
dos en favor de los pobres huérfanos, siempre que las Constituciones de los tales Colegios
o fundaciones piadosas no pidan literalmente que sus Individuos sean hijos legítimos, ha-
bidos y procreados en legítimo y verdadero matrimonio; y mando que las Justicias de es-
tos mis Reynos y los de Indias castiguen como injurias y ofensa a cualquiera persona que
intitulare y llamare a Expósitos alguno de los nombres de bordes, ilegítimo, bastardo, es-
purio, incestuoso o adulterino, y que además de hacerle retractar judicialmente, le im-
pongan la multa pecuniaria que fuere proporcionada a las circunstancias, dándole la ordi-
naria aplicación. Finalmente mando, que en lo sucesivo no se impongan a los Expósitos
las penas de vergüenza pública, ni la de azotes, ni la de horca, sino aquellas que en igua-
les delitos se impondrían a personas privilegiadas, incluyendo el último suplicio (como se
ha practicado con los Expósitos de la Inclusa de Madrid) pues pudiendo suceder que el Ex-
pósito castigado sea de familia ilustre; es mi Real voluntad, que en la duda se esté por la
parte más benigna, cuando no se varía la sustancia de las cosas, sino solo el modo, y no
se sigue perjuicio a persona alguna. Lo tendréis entendido y remitiréis copias firmadas de
este mi Real Decreto a los Gobernadores de mis Consejos de Castilla, y de las Indias, para
que lo publiquen desde luego en ellos, y la comuniquen a los Tribunales correspondien-
tes, y éstos a las respectivas Justicias, y también los referidos mis Consejos enviarán co-
pia a los Prelados Eclesiásticos, para que se enteren y puedan con su ejemplo y exhorta-
ciones a sus Diocesanos, inclinar su piedad al auxilio de unos pobres tan dignos de la
caridad christiana, como son los Expósitos:
Rubricado de la Real mano en Palacio a cinco de enero de mil setecientos noventa y
cuatro; Al Duqe de la Alcudia:
Publicado en el mi Consejo pleno referido mi Real Decreto, se acordó su cumplimiento,
y con su inserción librara esta mi Cédula. Por la cual os mando a todos, y a cada uno de
vos en vuestos lugares, distritos y jurisdicciones, veáis lo contenido en el expresado mi Real
Decreto inserto, y lo guardéis, cumpláis y ejecutéis, sin contravenirle, ni permitir se con-
146 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

travenga a su literal contexto, antes bien para que tenga su más puntual y debida observancia
daréis las órdenes y providencias que convengan: Y encargo a los MM. RR. Arzobispos,
RR. Obispos, y demás Prelados Eclesiásticos de estos mis Reynos con jurisdicción vere-
nullius, observen igualmente el mismo Real Decreto, y le hagan guardar y cumplir en la
parte que les toca, sin permitir su contravención en manera alguna.
Que así es mi voluntad, y que al traslado impreso de esta mi Cédula, firmado de Don
Pedro Escolano de Arrieta, mi Secretario, Escribano de Cámara más antiguo, y de Go-
bierno de mi Consejo, se le dé la misma fe y crédito que a su original.
Dada en Aranjuez a veinte de Enero de mil setecientos noventa y cuatro:
YO EL REY: Yo Don Juan Francisco de Lastiri, Secretario del Rey nuestro Señor, lo
hice escribir por su mandado: El Marqués de Roda; Don Gonzalo Josef de Vílches: Don
Pedro Flores; Don Francisco Mesía: Don Josef Antonio Fita: Registrada:
Don Leonardo Marques: Por el Canciller mayor: Don Leonardo Marques:

Es copia de su original, de que certifico:


Don Pedro Escolano de Arrieta.
En Madrid: En la Imprenta de la Viuda e hijo de Marín
A.R.C. Madrid, Fondo de la Inclusa.
Copiado por P. ESPINA PÉREZ
“EXTRACTO” del Decreto de S.M. expedido
en 11 de diciembre de 1796

APÉNDICE TERCERO

Decreto de S.M. expedido en 11 de diciembre de 1796, que contiene el Reglamento de


la Policía de los Expósitos, el cual manda S.M. se observe en todos sus Dominios.
Cabe decir que por este “Decreto”, puso de manifiesto el interés y preocupación que
suponía para el Rey el abandono de las criaturas en todos sus reinos, lo que le llevó a va-
lorar el desamparo de una clase tan numerosa como digna por su inocencia, cuya manu-
tención y educación podían aportar grandes beneficios al Estado. Esto movió su concien-
cia, por lo que el 5 de enero de 1794 expidió el Decreto, en que declaró y mandó que los
expósitos de todos sus reinos, fuesen tenidos y considerados como los demás hombres
buenos, sin diferencia con los demás vasallos.
No obstante, el 11 de diciembre de 1796: Añadió, que debido posteriormente, al cor-
to número de niños que llegaban a disfrutar de las ventajas que su expresada providencia
les proporcionaba, y considerando excesivo los que fallecían en su corta infancia, consi-
deró necesario consultar a todas las representaciones eclesiásticas y administradores de las
“casas”, contestándole al respecto, algunos prelados celosos, que las principales causas
de su temprana muerte, abandono y miseria que padecían, se debía al poco estipendio que
daban a las “amas”, tanto en la lactancia como después de ella, estimando que por esta ra-
zón económica, no tenían la calidad necesaria para estos menesteres, acrecentado por el
gran número de expósitos que hay en las “Casas Generales de Caridad” ya que en ellas re-
cogen a todos los que llegan, dificultando que haya “amas” suficientes en las “Comarcas”
para lactar el aumento constante de niños.
“Como no son suficientes las providencias parciales, que según las necesidades más
urgentes, que han ocurrido, he ido tomando en cuanto me lo han permitido las circuns-
tancias de la Corona, deseando con ansia el pronto, y total remedio de tan grave perjui-
cio en obsequio de la Religión, y beneficio del Estado, he mandado formar la presente ins-
trucción, la cual se observará en todos mis Dominios enla forma, que se previene en los
capítulos siguientes”:
1. Recomendó que los expósitos se dieran a criar pronto a las “amas” residentes en pue-
blos cercanos, para que los lactasen y criaran, por considerarlo ventajoso para los niños.
148 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Corriendo el cura o persona eclesiástica con los gastos de los cuidados asistenciales, y pa-
gando además los del “ama” o nodriza, llevando cuenta justificada de los consumos pro-
ducidos, presentándolos en los dos meses primeros del siguiente año, a la “Casa General
de expósitos de la Diócesis, abadía o territorio, por la cual se le suministrarán las cantidades
correspondientes.
2. Ordenó, que se dejasen de hacer los traslados tan largos como hasta ahora se habí-
an hecho a las Casas Generales de expósitos, con pérdidas y muertes de tantos niños, por
la poca piedad y humanidad que tenían con ellos, ya que unos llegaban muertos y otros sin
esperanza de recuperación, para ello, dispuso que las autoridades eclesiásticas en sus terri-
torios, los dividieran de doce a catorce leguas unas de otras, para evitar en lo posible los fa-
llecimientos en los viajes.
3. El Monarca y sus consejeros, pusieron de manifiesto por aquellas reglas. Que tení-
an que poner todo cuidado en que las “amas”, que los lactaren y criaran en sus casas a los
niños, gozarán de buena salud, de honestas costumbres y que si fuera posible, poseyeran
algo de que subsistir ellas y sus familias para que después de los “seis años” pudieran
quedarse con los expósitos, mediante algún moderado sueldo, que siempre debiera de ser
mucho menor que en el tiempo de ella, y sí tenerlos y cuidarlos los años de la infancia, si
antes no fuesen prohijados por persona decente y honesta, que pudiese darles buena edu-
cación y destino.
4. Indicaba, que las “amas” se presentarán a cobrar el salario, ante el Ecónomo del par-
tido, en los tiempos que señalaran, con un certificado extendido por el párroco y otro del
alcalde del pueblo donde se lactaran y criaran los niños, en cuyos certificados tenían que
expresar el nombre del “ama” y el nombre del niño, justificando que vívia y que lactaba
dicha “ama”.
5. El tiempo de lactancia, no debía de estar limitado a un año, sino a lo que necesita-
ra, atendiendo a su complexión y mayor o menor robustez, y la buena asistencia y con-
servación del niño. Valorado por el criterio del médico, cuando tenía que dejar de lactar.
6. Los Administradores, Párrocos y Ecónomos de las demarcaciones, tenían que ve-
lar con todo cuidado y caridad sobre el modo con que eran tratados y educados los niños
por las “amas”. “Pues se tiene acreditada experienia, que por el “ínfimo” sueldo que se
ha dado y se da a las “amas”, no se han hallado las convenientes, y han perecido y pe-
recen muchas criaturas”.
7. Para evitar los muchos infanticidios que se venían produciendo por el temor de ser
descubiertas y perseguidas por la Justicia de los pueblos y sufrir después el suplicio, se-
ñaló que las Justicias que encontrasen alguna madre con la criatura, de ningún modo la de-
tuviesen ni la examinasen, y si la Justicia lo juzgare necesario, le acompañará para verifi-
car su entrega del niño en la Casa.
8. Por último, los padres, perdían la patria potestad y todos los derechos sobre los hi-
jos, por el hecho de exponerlos; y no tenían derecho a reclamarlos, ni pedirlos en lo suce-
sivo, aunque ofreciesen pagar los gastos ocasionados a la casa. Si bien podían pedirlo ante
la Justicia Real del pueblo, y probada su legitimidad, mandarla al Administrador de la
Casa general, lo que resultaba favorable para el niño en lo sucesivo.
No por esta confirmación de la Justicia Real, había que entregárselo a los padres, ni es-
tos adquirían sobre el hijo poder alguno. Aunque los padres quedaban sujetos a las obli-
gaciones naturales y civiles para el hijo. Se exceptuaba el caso, de que hubiera sido, “ex-
PEDRO ESPINA PÉREZ 149

puesto” por extrema necesidad. Haciendo una exposición de las necesidades ante la “Real
Justicia”, la que analizaba las causas y por sentencia podían entregarle el hijo, resarcien-
do o no los gastos, según las circunstancias de cada caso.

APÉNDICE CUARTO

Idea general de las Casas de Misericordia, su Instituto, y modo, con que deben ser cons-
truidos sus Edificios.
En este apéndice, adicional, podemos leer en su contenido general, de como tenían
que ser construidos los edificios destinados para “Casas de Misericordia” en todos sus rei-
nados, indicando el número de salas que tenían que integrarlas, y su disposición para po-
der acoger a todos los niños sanos y enfermos que llegaran a ellas.
En segundo lugar y como era de rigor, dedicó una parte a tratar el tema tan importante
como era la “Dietética” para aquellos “Centros”, con una claridad meridiana, detallando
cada paso; precisando la edad de los niños por días, alimentación, cantidades y horarios.
Como era de suponer, en aquel tratado, no podía faltar el propósito por parte de los mé-
dicos de establecer las normas y su obligación de poner “el régimen dietético mas conve-
niente a los sanos y el método curativo apropiado a los enfermos”.
No podía faltar en tan importantes reglas de funcionamiento. Las normas de “higie-
ne”, fundamentales para mantener la vida de aquellos niños en las Inclusas, También
recomendaba que hubiera mucha ventilación en las habitaciones, y abundante agua en
las casas, para añadir lo que sigue: “Así es como se podrá precaver el uso, indistinto de
las ropas, y eludir las permiciosas consecuencias, que de lo contrario deben resultar, so-
bre todo si los males con que pueden llegar los niños, o ser invadidos en la casa, fue-
sen de naturaleza contagiosa. Estas y otras consideraciones me hicieron decir cuando
traté del sitio y construcción de Inclusas grandes, que estas casas no deben carecer del
suficiente número de salas; que se tengan marcadas las ropas, cunas y demás utensilios
de cada una de ellas; y que el reconocimiento de los niños, cuando entran, sea hecho
por facultativo. El número pues de salas, que a lo menos debe tener una Inclusa como
la de Madrid, para llenar los objetos indicados”. No obstante, después de estas buenas
intenciones, dejaban lo esencial, como era dotarlos de recursos económicos anuales,
para el sostenimiento del establecimiento por un lado, y por el otro, poder atender la
manutención y sostenimiento de las necesidades de los niños acogidos en el “Centro”.

Por P. ESPINA
150 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

APÉNDICE CUARTO
TABLAS
De las especies de niños que entran en una Inclusa grande, estado en que
llegan a ella, y salas a que deben destinarse. Año 1796

1.° Recién nacidos hasta dos días ............................ 1-a


2.° De dos días hasta ocho ....................................... 2-a
3.° De ocho días hasta un mes ................................. 3-a
Lactantes 4.° De un mes hasta dos ........................................... 4-a
5.° De dos meses hasta la dentición-inclusive ......... 5-a
6.° Desde la dentición exclusive hasta el destete
exclusive............................................................. 6-a
Sanos 1.° Desde el destete inclusive hasta tres años ........... 7-a
Destetes
Niños 2.° Desde tres años hasta su entrega ........................ 8-a
conservables Enfermos Arrecidos o pasmados de frío ..................................................... 9-a
Con males regulares ........................................................... 10-a
Con males contagiosos Gálicos............................................... 11-a
Sarna .................................................. 12-a
Herpes................................................ 13-a
Con males contagiosos Ojos purulentos.................................. 14-a
Aphtas................................................ 15-a
Viruelas.............................................. 16-a
Sarampión.......................................... 17-a
No conservables ........................................................................................................... 18-a

NORMAS Y HORARIOS ALIMENTICIOS

Tabla I Tabla II
Niños Lactantes Niños Lactantes
Especie Alimentos y HORAS Especie Alimentos y HORAS
Primera cantidades M. M. T. N. Segunda cantidades M. M. T. N.
Recien nacidos Dos mamadas de Recien nacidos Tres mamadas al día
hasta dos días. calostros de mujer al de dos días hasta de leche fresca ......... 6 2 10
día ............................ 8 4 ocho.
o dos jicaras de los A dos de los
mismos recien cuatro que de
ordeñados................. 8 4 esta edad puede Lo mismo................. 10 6 2
o dos jícaras de tener; una nutriz
suero con manná ...... recién parida.
8 4
o media onza de A los otros dos
jarabe de achicoria
con ruibarbo por la
mañana, y otra, si es
menester, por la
tarde ......................... 8 4
PEDRO ESPINA PÉREZ 151

Tabla I Tabla II
Niños Lactantes Niños Lactantes
Lo demás que en los intermedios se ha de hacer con Sobrantes que Tres jicaras día de
estos niños, y con los de las restantes especies, queda toman Leche. leche de burra recién
dicho en la obra. ordeñada o de
cabras con tres
partes de agua
caliente azucarada.... 6 2 10
Que no la toman Tres tacitas de un
caldo tenue o de
substancia de pan,
arroz, etc. Tenue y
azucarada ................. 6 2 10

Tabla III Tabla IV


Niños Lactantes Niños Lactantes
Especie Alimentos y HORAS Especie Alimentos y HORAS
Primera cantidades M. M. T. N. Cuarta cantidades M. M. T. N.
Recien nacidos Cuatro mamadas de Niños de un mes Seis mamadas al día
de ocho días leche fresca .............. 6 12 6 12 hasta dos con de leche
hasta un mes, ama proporcionada .......... 6 y 9 12-3 y
con ama ............. 6-9
Sobrantes Que Cuatro mamadas de Sobrantes que Seis mamadas al día
cabras al día o cua-
toman Leche ...... toman leche de leche de cabra ..... 6 y 9 12-3 y
tro jicaras de la mis- Que no la toman 6-9
ma leche recién or- Sesis jicaras de la
deñada, mezclada misma leche de
por mitad con un cabras....................... 6 y 9 12-3 y
caldo tenue, con
agua caliente azuca- 6-9
rada .......................... 6 12 6 12 O cuatro tacitas día
de caldo regualar y
Que no la toman Cuatro tacitas de dos substancias de
caldo o de substan- pan azucaradas......... 9
cias de pan, no tan 6
tenues como las an-
teriroes y azucaradas 6 12 6 12
152 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

APÉNDICE CUARTO

Tabla V Tabla VI
Niños Lactantes Niños Lactantes
Especie Alimentos y HORAS Especie Alimentos y HORAS
Quinta cantidades M. M. T. N. Sexta cantidades M. M. T. N.
Niños de dos Cuatro mamadas al Niños desde la
Dos mamadas al día
meses hasta la día de leche dentición
de leche
dentición proporcionada .......... 6 12 3 9 exclusiva hasta el
proporcionada .......... 6 9
Inclusive, con Y dos tacitas de destete exclusiva
Y cuatro tacitas de
ama sopa de pan de con ama.sopa, y encima una
puchero o de aceite .. 9 6 Sobrantes que
mamadita ................. 9 12 3 y 6
Sobrantes que Cuatro mamadas al maman. Dos mamadas al día
maman día de leche de de cabras .................. 6
6 12 3 9
cabras....................... Y cuatro tacitas de
Y dos tacitas de las sopa.......................... 9 12 3 y 6
9
sopas dichas ............. 6 Que no maman Dos tacitas al día de
Que no maman Seis jicaras día de pero toman leche de cabra sola .... 6 9
pero toman leche de cabras leche Y en sopa otras
6 y 9 12 y 6
leche .................. recien ordeñadas ...... cuatro tacitas.............. 9 12 3 y 6
9
Que no la toman Dos tacitas de caldo
Que no la toman Tres tacitas al día bueno ......................... 6 9
del caldo dicho más
grueso ...................... 6 12 6 Y cuatro tacitas de
sopas .......................... 9 12 3 y 6
Y otras tres de sopas . 9 3 9
PEDRO ESPINA PÉREZ 153

“APÉNDICE CUARTO”. En que recoge la “Idea general de las Casas de Misericor-


dia, su Instituto, y modo con que deben ser construidos sus Edificios”.

Sacado del “Decreto de S.M. Carlos IV,


expedido en 11 de diciembre de 1796, que
contiene el Reglamento de la Policía de los
Expósitos, el cual manda S.M. se observe
en todos sus Dominios”.

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COMO SE EFECTUABAN LOS TRASLADOS
DE LOS NIÑOS ABANDONADOS A LAS INCLUSAS
Año 1797

Continuando con el proceso de la construcción narrativa de la historia de los niños


expósitos en España y Madrid. Expuestas por D. Pedro Joaquín Murcia, en el “Discurso
político sobre la importancia y necesidad de los Hospicios”. Casas de Expósitos que tie-
nen todos los Estados y particularmente España. Año 1798. Imprenta Ibarra. Que por su
importancia y contenido cierto de lo que ocurría en el traslado y crianza de estas criatu-
ras en las Inclusas. De aquel libro escrito por una autoridad en la materia, trascribo lo
recogido en las páginas 68 hasta la 91, y dicen así:
Parecía, que esta necesidad había debido socorrerse de los caudales públicos en todos
tiempos con absoluta preferencia; pero no ha sido así, porque no se ha practicado en la pre-
cisa y bastante forma. Hay en algunas capitales, como Zaragoza, Barcelona, Valencia,
Santiago y otras ciudades Casas generales de Expósitos. En algunas de ellas ciertamente
están mal asistidos, no obstante el celo de sus Administradores. Esto se entiende durante
la lactancia; porque después de ella, por lo común, quedan abandonados. Y aunque los
caudales públicos hayan costeado la conducción desde el Pueblo, donde se han hallado las
criaturas, hasta la Capital; ésta ordinariamente ha sido de un modo inhumano, llevándo-
las a sus espaldas algún hombre en alforjas, o en un corvo o cesto, sin lactarse en el ca-
mino, sino por alguna casualidad, y muy poco; yendo sumergidas en sus inmundicias, y
en sus lágrimas, de modo, que casi todas han muerto, y era preciso que muriesen.
Tan infelices peregrinaciones no han sido, ni son de unas cortas distancias, sino de
treinta y mas leguas, y aun de cincuenta, y sesenta: bastando sólo esto para quitar la
vida a los Expósitos, aun cuando por el camino fuesen mejor tratados, y aseados: nada
de lo cual se ha verificado, ni verifica. El Autor de las “Ideas de un Ciudadano”, dice
sobre este particular lo siguiente (1) “Un célebre Magistrado,” colocado en el Ministe-
rio con aplauso de todos los Ciudadanos, habiendo hecho, que se le diese cuenta pun-
tual de la suerte de estos niños, confiados desde su nacimiento a los cuidados de la ca-
ridad pública, le pareció prodigioso, según se dice, el número de los que habían muerto.
No es menester buscar otra causa, que la necesidad de las largas, y ocultas transporta-
ciones, el ahorro mal entendido del salario de las “Amas” y el defecto de celadores, que
cuiden de su conservación.
156 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Si hubiese de expresar lo que resulta de los informes dados al Consejo, y de los que yo
anteriormente había pedido, y recibido, haría un Escrito sumamente difuso; pero es pre-
ciso decir algo, para que se pueda formar idea.
En todo el Reino de Aragón no hay más Casa de Expósitos, que la de Zaragoza; pues
únicamente en Calatayud se mantienen hasta la Primavera las criaturas, que se exponen,
y luego son trasladadas a la Capital de dicho Reino. El Consejo me remitió por Decreto
de 26 de septiembre de 1792 el Expediente, respectivo a los Expósitos de Zaragoza, for-
mando en consecuencia de la citada Carta circular del mismo con fecha de 6 de marzo de
1790. Y en dicho Expediente se hallan originales los informes, dados al Consejo por los
Regidores de aquel Hospital General, a que está unida la Casa de Expósitos. Horroriza
leer lo que contienen. Entre otras cosas dicen así:
“El modo de conducirlos, a excepción de los que vienen de Calatayud, es el más a pro-
pósito, para que perezcan.
De las provincias de Guipúzcoa, y Vizcaya los acostumbran a enviar en cualquier es-
tación, y tiempo del año, sin preceder ningún aviso, embanastadas cuatro o seis criaturas
en una caballería, como si fueran lechoncillos, con sola una mujer por carga, que los ali-
mente: y de esta manera ha habido ocasiones en que nos han llegado cuatro o cinco car-
gas de chiquillos.
De los lugares del Reino, apenas los recogen las Justicias y los bautizan los Curas, sin
examinar, si han arrojado o no el “meconio”, si está bien o mal atado el ombligo, si está
bien o no configurada, fortificada la cabeza: buscando una mujer, que les dé de tetar; y lue-
go un hombre, que por lo regular en cada lugar hay uno, conduciendo para ello, a quien
entregan la criatura con una carta para las demás Justicias; el conductor la mete con sus
malos paños en unas alforjas, y así la lleva al lugar más inmediato: y como apenas le que-
dan veinte y cuatro maravedíes por cada viaje, hace la diligencia, cuando más le acomo-
da, y si por tardar padece hambre este nuevo viviente, lo acostumbra acallar con vino.
Así sucio, a trapajoso lo presenta la Justicia del Pueblo, donde lo traslada, la cual hace
la misma diligencia; y de este modo de lugar en lugar lo conducen, mientras tiene vida;
para lo cual en la misma carta dan fé los Alcaldes, o Curas.
Llegan pues estos infelices, renuevos de nuestra especie, a nuestro Hospital, después
de haber rodeado muchas leguas más de las que hay por caminos rectos; después de ha-
ber catado mil leches diferentes, vino, y agua; después de haber sufrido las intemperies del
clima, la humedad de la noche, el ardor del Sol, la porquería de sus excrementos, recogi-
da en los mismos paños, que los rodean, y el traqueo de tan largo camino con el movimiento,
e inhumanidad de tan bárbaros conductores, roto quizá el ombligo, o aplastada la cabeza.
Considérese pues a un niño, recién nacido, sufriendo tales crueldades por más de sesenta
leguas: ¿como pueden vivir estas tiernas plantas del género humano? ¿Como han de ser
capaces de resistir tamaña incomodidad, y desarreglo?.
Y por otra parte, remitiendo los niños de parajes remotos, muy mal cuidados por el ca-
mino, y en los temporales más rigurosos de calores, y fríos, o llegaban muertos, o con
muy corta esperanza de vida, como lo acreditaba la certificación adjunta; por la que apa-
rece, que de “trescientos noventa y cuatro niños”,que han entrado desde primero de ene-
ro de este año, hasta primero del corriente mes de septiembre, han fallecido “trescientos
dos”, incluso los que llegan muertos o moribundos, como se verificó en dicho día prime-
ro de este mes, que trajeron siete de la Ciudad de Calahorra, y de ellos “tres muertos“;
PEDRO ESPINA PÉREZ 157

otros tres sin esperanza de vida por mal tratados, y extenuados; y sólo uno con confianza
de que pueda escapar.
Por lo respectivo a los de Galicia, tampoco ha existido más Casa de Expósitos, que la
de Santiago, unida al Hospital General. A ella han sido llevados los de las Diócesis de
Lugo, Tuy, Mondoñedo y Orense; aunque algún señor Obispo, advirtiendo la extrema mi-
seria, y pérdida de los Expósitos de su Obispado, ha preferido el socorro de ellos a otras
necesidades, y alimenta a los que se le expone; pero no hay establecimiento permanente.
Llegan al número de mil y trescientos los que se reciben anualmente en el Hospital de
Santiago; y de estos apenas la tercera parte deja de morir.
Se compele a las mujeres, que están lactando a sus propios hijos en Pueblos hasta la
distancia de diez leguas de la Capital, a que hayan de lactar también a los Expósitos con
un cortísimo “estipendio”, lo cual es causa de no pequeño número de infanticidios: esto
no sólo por la violencia, que se hace a las “Amas”, sino porque si el Expósito llega con al-
guna pupa, o postilla en la boca, lo que es muy frecuente, por haberlo ido alimentando
con “manteca o miel”, las “amas” los dejan morir, sin darles el pecho, por temor de la in-
fección de ellas, y de sus hijos. La inhumanidad, con que son llevados al Hospital, y des-
de éste a los pueblos de las “Nutrices” es bastante para privar de la vida a casi todos. A los
siete años quedan enteramente desamparados.
Sobre lo que va expuesto, a fin de manifestar, a que extremo llega el abandono, se co-
pia parte del informe, que en el año de 1787, me hizo un Eclesiástico autorizado, muy fi-
dedigno, residente en Santiago, a quien lo pedí, enviándole el interrogatorio correspondiente.
dice así:

Muy Señor mío: con fecha de 20 de febrero del presente año me comunicó V. S. la or-
den siguiente. Conviene al servicio de Dios, y del Rey que Vmd, con la brevedad posible y
con todo secreto me informe individualmente sobre los siguientes particulares:
“Primero: Dónde se lactan y crían los niños Expósitos que se llevan a ese Hospital.
“Segundo: Si es cierto, que se llevan a ese dicho Hospital los Expósitos de todos los
Obispados de Galicia.
“Tercero: Quien costea su conducción a ese Hospital.
“Cuarto: Que estipendio se da por cada Expósito al ”ama” o “Nutriza” a quien el
Hospital lo envía a criar fuera de la Ciudad de Santiago; y cuanto, si el
“ama” reside en la misma Ciudad.
“Quinto: Cuantas “amas” de leche residen y habitan en el Hospital para lactar a
los Expósitos, entre tanto que son llevados a otros pueblos para su lacta-
ción.
“Sexto: Por cuanto tiempo paga el Hospital la lactancia de los Expósitos; y que
se hace después con ellos, o que destino se les dá.
“Séptimo: Si es cierto, que se obliga, y compele por Justicia a las mujeres, que están
lactando a sus propios hijos, a que reciban, y lacten a los Expósitos, pa-
gándoles el “estipendio” acostumbrado.

En desempeño pues de lo referido, y con arreglo a las preguntas, respondo “A la pri-


mera”. Que los niños Expósitos, que se traen al Hospital Real de esta Ciudad, que por un
cálculo prudente, y por un quinquenio podrán ascender al número de mil trescientos en cada
año, son conducidos para su lactancia a todos aquellos pueblos, o lugares, que están situados
a la circunferencia de esta Ciudad dentro de la distancia de diez leguas, quedando exen-
tos de esta penosa carga todos los demás pueblos que exceden.
158 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

A la segunda: No sólo se traen a este dicho Hospital los Expósitos de todos los Obis-
pados del Reino de Galicia, sino también del Principado de Asturias, Reino de León y has-
ta de Portugal, particularmente de todos aquellos lugares, que rayan y confinan con el de
Galicia.
A la tercera: Que estos niños son conducidos desde el lugar de su nacimiento, por dis-
tante que se halle de esta Ciudad, por cualquier hombre o mujer, que con los interesados
o Justicia ajusta su transporte; y si el Expósito ha sido hallado en la calle, o en otro lugar
público, sin saberse quienes sean sus padres , lo que sucede frecuentemente, es conduci-
do por orden de la respectiva Justicia a cuenta de los propios, o Arbitrios, o de los veci-
nos, si no hay fondos público. Deben los conductores a la vuelta presentar una certifica-
ción, que acredite haber entregado el Expósito en este dicho Hospital y un dependiente suyo
firma, y autoriza dicha certificación con la tiranía y robo manifiesto de exigir por esta ra-
zón cuatro reales de vellón del infeliz conductor, que suele ser el “hombre más miserable,
o mujer más pobre” de los respectivos lugares. Esta tirana exacción ciertamente pide re-
medio, cuando se hallan suficientemente dotados todos los empleados de dicho Hospital.
Están bien claras las calamidades, que sufren estos desgraciados inocentes desde el día
que salen del lugar de su nacimiento, hasta el en que llegan a esta Cuna, cuidados por un
rústico o una mujer mal premiados, y que sólo se interesan, en que llegue aquí, aunque se
muera a la hora siguiente de su entrega, como así se verifica, por llegar exánimes, y ali-
mentados por el camino con un poquito de “manteca o miel” y no mejoran su suerte, aun
cuando vengan conducidos por mujeres, que se portan del mismo modo.
A la cuarta: Lo que percibe del hospital la Nutriz, a quien se encarga el Expósito, es
igual, tanto la que vive en esta Ciudad, como la que está fuera de ella. En los tres prime-
ros años, y en cada uno de ellos, paga este Hospital a cada Nutriz, y por cada expósito, la
cantidad de setenta y cinco reales y seis maravedíes. Al cuarto año sesenta reales, y diez
y ocho maravedíes. En el quinto cincuenta y cuatro reales, y seis maravedíes. y en el sex-
to treinta reales, y ocho maravedíes, sin que se den ropas, ni otra cosa alguna al “ama” y
al Expósito.
A la quinta: Residen y habitan continuamente en el Hospital dos “amas” de leche,
que cuidan de la lactancia, limpieza de los niños, mientras no salen a los lugares de su
destino que regularmente se verifica al siguiente día de su llega: y son conducidos a
cuatro en una cesta cuadrilonga, cubierta con un simple encerado, y sin darles el Hos-
pital otros pañales, que unos pocos andrajos de sábanas viejas, en que van envueltos, o
modificados. Acompáñalos una “ama” de leche de las dos, que hay con “salario” para
este efecto, y son cuatro con las dos de arriba, y un Ministro del Hospital, que según el
orden del Administrador los entrega en las Parroquias, adonde van destinados, y a su Ma-
yordomo pedáneo o Juez Merino, para que los distribuya, y reparta entre las mujeres
más abundantes de leche, más sanas, y abonadas; y todo lo contrario se verifica, eli-
giendo las más infelices, pobres y miserables; y exonerándose de esta obligación las
más ricas, ya por representaciones al Administrador con certificaciones fingidas, ya tam-
bién por la poca rectitud del Juez Merino, que es un labrador, vecino de la misma Pa-
rroquia. De este principio viene, que, una vez distribuidos estos inocentes entre las mu-
jeres más miserables, se les compele, y obliga a que los alimenten; solicitan todo recurso
para justamente eximirse de su admisión; hacen y repiten representaciones a dicho Ad-
ministrador, y mientras se practican estas diligencias, niegan el pecho, cuando no todo
el alimento, al niño y así parece de haber esta desgraciada criatura; pero cuando toda su
solicitud no les permite arbitrio para lograr toda exención, las madres juzgan, que no de-
PEDRO ESPINA PÉREZ 159

ben privar a sus tiernos hijos del bien, que la misma naturaleza les concedió, por repar-
tirlo con un extraño. Agregarse a esto, que el vulgo a la menor postilla, que vean en es-
tos infelices, facilisimamente los declara por infectos de algún mal contagioso. Por eso
luego le niegan el pecho, y si no solicitan a lo menos se alegran de que perezcan. ¿Pero
que puede esperarse de una madre, que recibe forzada en su casa a otro niño, que quita
contra el derecho natural el sustento y abrigo al que salió de sus entrañas, sin esperar por
este trabajo premio que le satisfaga?
A la sexta: Repartidos los Expósitos, como queda dicho en el capítulo antecedente, la
persona a quien se entrega cualquiera de estos niños, viene personalmente a este Real Hos-
pital, ha hacerse cargo del que recibió. Debe criarlo hasta la edad de siete años sin que el
Hospital le contribuya con otra cosa, que el estipendio, que va dicho en la respuesta a la
pregunta cuarta. No tiene otra obligación la Nutriz, que la de enseñar la Doctrina Cristia-
na al Expósito; y esto, si conoce la obligación, que como a padre de familias le incumbe;
pues ningún cuidado pone el Hospital en este punto. Completados los siete años, quedan
libres estos Niños, e igualmente las personas que cuidaron de su crianza. Unos se quedan
en la misma casa, y se emplean en algún ejercicio proporcionado, según la voluntad de sus
padres putativos; y otros se hacen vagantes y mendigos, sin que el Hospital tenga más co-
nocimiento de ellos. Si estos niños, durante la lactancia, enferman, son traídos a dicho
Hospital para curarse, admitiéndolos; pero me costa, que ningún cuidado tienen de ellos
los médicos y cirujanos, y que ellos regularmente “mueren victimas” de la poca pacien-
cia; y lo que no se puede pronunciar sin llanto, del malicioso intento de unas inhumanas
mujeres, a quienes este Hospital encarga su cuidado.
A la Séptima: Y última, se ha dado razón en la respuesta de la pregunta quinta; y se
repite, que hecha la distribución de los Expósitos en los pueblos, adonde van destinados,
y por el Juez Merino respectivo, este compele, y obliga a que los alimente, críen las Nu-
trices, a quienes los entregó, añadiendo, que no solo se ejecuta esto, sino que el mismo
Mayordomo, o Merino impone, y comparte un tributo entre todas las mujeres de leche:
precisalas a contribuir con él a las que quedaron con el cuidado de lactar, y criar dichos
Expósitos y siguen pagándolas anualmente hasta los seis años, en que también paga el
Hospital.
No me permite la compasión alarmante más por extenso sobre lo mucho que siento en
este punto; pero juzgo, que lo dicho será suficiente para formar V. S. juicio de lo que pasa,
y solo añado para confirmación, que de los mil trescientos Expósitos, que en cada año en-
tran en esta Cuna, solamente una tercera parte escasa conservará la vida, pereciendo las
otras dos por malicia, o descuido de las personas encargadas de su crianza, y es cuanto en
el asunto puedo decir, después de unos informes secretos los más exactos y verídicos.
Nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. Santiago 11 de agosto de 1787.
Conforme a lo expuesto por dicha persona, el Excelentísimo Señor Arzobispo, que fue
de Santiago Don Fr. Sebastián Malvar, tratando de la construcción y dotación de Hospi-
cios en su Capital, me escribió, entre otras particularidades, lo siguiente:
Establecida esta Casa, no solamente se puede girar por ella todo lo perteneciente a
Hospicio, sino también a niños Expósitos, cuyo abandono, y la pérdida de tantas almas y
cuerpos claman por su remedio a la piedad del Rey y de V. S. Es increíble la infelicidad
de estas criaturas; pues además de su desgracia, las que no han tenido la de ser víctimas
en las crueles manos de sus padres o en el profundo de pozos, ríos o en el pasto de animales,
como poco ha se experimento, se han transportado de todo el Reino de Galicia al Hospi-
160 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tal general de es Ciudad, en que hay un género de Inclusa y donde, si no llegan muertos,
vienen en estado muy deplorable; y aun en caso que lleguen robustos, adquieren precisa-
mente muchas enfermedades con el transporte al Hospital, y de este a la lactancia, que
suele no proporcionarse, sino a una distancia “larga y penosa”... El dolor que penetra mi
corazón con la pérdida de tantas almas, me impele a representarla a V. S. para que su re-
medio sea parte de la Casa de piedad que “se piensa establecer”.
En el glorioso Reinado de S. M. y presente Gobierno han conseguido los Expósitos la
particular atención, que merecen. Expedido el Real decreto de 5 de enero de 1794, que se
pone entre los Apéndices, lograron borrar la nota de infamia, con que eran afligidos toda
la vida “por delito que no cometieron ellos”, ni tal vez sus padres, y dejaron de ser excluidos
de las Casas de huérfanos.
Además de esto se ha establecido su policía con las reglas que dictan los derechos, y
la equidad en otro Real decreto de 11 de diciembre del año próximo de 1796, que también
se pone entre los Apéndices, con cuya Real providencia han quedado atendidos y defen-
didos por todos medios los intereses de la conservación de sus vidas y de sus legítimos de-
rechos.
Y finalmente se han hecho varias consignaciones perpetuas para su alimento. Tales
son, las que se ha servido S. M. de conceder a las Casas de Expósitos de Madrid, de Se-
villa, Málaga, Ecija, Osuna, Plasencia, Cáceres, Lucena, Jaén, Úbeda, Baeza, Andujar,
Calahorra, Santander, Jaca, Aguilar de la Frontera y la Coruña. Tengo entendido, que des-
pués de la publicación de los dos expresados reales Decretos, se han movido algunas per-
sonas piadosas a dejar en sus testamentos crecidos legados a las Casas de Expósitos por-
que han considerado el grado, que deben tener en el orden de la caridad, lo que antes no
se ofrecía a su reflexión, porque no se presentaba la necesidad a sus ojos.
En Calahorra y su dilatada Diócesis no había Casa alguna de Expósitos, y eran lleva-
dos al Hospital general de Zaragoza con las consecuencias, que informaron sus Regido-
res al Consejo, y queda expresado. El Rey nuestro Señor insinuó a la notoria piedad del
Ilustrísimo Señor Obispo, que convendría se erigiese una en la Capital. Respondió este Ilus-
trísimo Prelado, que atendida la extensión, y variedad de climas del Obispado, no basta uno,
y era necesario el establecimiento de cinco Casas. S. M. dió providencia, dotando a los Ex-
pósitos de aquella Diócesis con gruesas cantidades, y según las noticias, que he podido ad-
quirir, se está trabajando en la construcción del edificio.
El ilustrísimo Señor Obispo de Segorbe, en carta, que me escribió con fecha de 25 del
mes de noviembre de este año de 1797, me dice, que desde que se publicó el citado Real
Decreto de 11 de diciembre del año pasado, para que los Expósitos se lactasen, y criasen
dentro de la diócesis, en que se exponen, ninguno había muerto; cuando antes, llevados al
Hospital general de Valencia eran muy pocos, los que dejaban de perecer.
La importancia y necesidad de que los Expósitos no sean trasladados a largas distan-
cias y de que para ello se establezcan las demarcaciones y partidos, que previene el expresado
Real Decreto, se ve con toda claridad y energía, que con fecha de 24 de julio de 1790, res-
pondiendo a la citada carta circular de 6 de marzo del mismo año que hizo al Consejo el
Ilustrísimo Señor actual Arzobispado de Tarragona, Prelado tan recomendable por su celo
y sabiduría. En él expresa, que en su Diócesis no había Casa de Expósito, y se conducían
a Barcelona, que era voz común, que muchos de los conducidos morían antes de llegar, y
otros llegaban muy débiles y estropeados; cuyo perjuicio no se remediaría, aunque se mul-
tiplicasen las Casas de Expósitos, porque siempre seria necesario el tránsito de muchos lu-
PEDRO ESPINA PÉREZ 161

gares algo distantes y se verificarían los tristes efectos de la conducción. Añade, que no le
ocurrían medios suficientes para el socorro de los Expósitos, cuyo objeto no había cesa-
do de meditar desde su ingreso al Arzobispado, y que se consolaba con mantener a sus ex-
pensas todos los Expósitos, que se le presentaban, o se le avisaba haberse hallado, cuyo
número era entonces el de diez y seis, habiendo muerto solo tres de diez y nueve, que de
su orden, y cuenta se habían recogido desde que pasó a servir aquella Mitra.
No puedo omitir la reflexión, de que dicho Ilustrísimo Señor Arzobispo pasó a la Mi-
tra de Tarragona en el año de 1785, desde el cual hasta julio de 1790, van más de cinco años
y en ellos, habiendo cuidado de 19 Expósitos, “solo habían muerto tres”, que es menos
de una sexta parte. Este corto número debe compararse con el enorme de las Casas gene-
rales de Expósitos de Zaragoza, Santiago, Valencia y Barcelona. No ignoro el cómputo, que
hacen algunos Políticos de las criaturas, que mueren en la edad infantil, cuyos cálculos trae
el moderno escritor “Hervas en su Historia de la Vida del Hombre”. Pero debe examinarse
para tales cómputos, si las criaturas han estado bien o mal asistidas, circunstancia, que se
omite en ellos. El hecho que refiero de Tarragona, convence, que no son tantos los niños
que mueren en la referida edad, aun siendo verosímil, que algunos de ellos hayan padeci-
do opresiones en los vientres maternos y que sean de padres, de quienes puede sospe-
charse no estar sanos, siempre que estén bien asistidos, como lo han estado los de Tarra-
gona por el celo de su Ilustrísimo Prelado.
A la verdad, la materia es muy delicada, y todos los que debemos contribuir al reme-
dio de tantos males, podemos temer comparecer en el juicio de Dios, con las manos man-
chadas de sangre de inocentes, si no cuidamos de la conservación de sus vidas, cada uno
según sus facultades.

Pedro Joaquín Murcia


Discurso Político. Año 1798
Por P. ESPINA PÉREZ
PEQUEÑA PINCELADA; CON RESPECTO
A LOS “ESTATUTOS DE LA JUNTA DE DAMAS”
Año 1799

Cabe destacar las funciones tan encomiables conferidas por S. M. el 13 de septiem-


bre de 1799, a la Junta de Damas, y sin entrar en mayores análisis del tema, hay que con-
siderarlas de gran trascendencia, ya que por esta concesión, asumían la responsabilidad de
llevar la dirección de los “centros” tan emblemáticos ante la sociedad. Así como desarro-
llar las tareas que conllevaba tan loable administración, como resultaba las atenciones
asistenciales a los niños acogidos: unos por la carencia de recursos de sus padres para
mantenerlos y los más abandonados por sus progenitores.
Lo que pretendió el Monarca con esta disposición, fue, el “cuidado, atención y vi-
gilancia de la Inclusa, la Casa de Maternidad, (fundada el año 1859), el Asilo de Huér-
fanos de la Caridad (vulgo San Blas) y Colegio de la Paz, de esta Corte y de cuanto con
esas Instituciones y otras análogas tenga relación o se derive”. Y puso las bases en sus
“decretos”, a fin de hacer posible los objetivos deseados por S. M. como era por enton-
ces, mejorar la eficacia en la gestión, tan deteriorada en aquellos “centros”, encomen-
dándosela a la “Junta”. La cual, primero tuvo que hacer frente a la parte económica, de-
mandada por el sustento inminente de los niños. Después para llevar a cabo estas
exigencias, contaron, con lo plasmado a continuación en su reglamento.
“Capítulo II. De los fondos que constituían el capital de la Junta”.- Desarrollados
en el:
Artículo 9.° El capital con que la Junta debe satisfacer las obligaciones que la misma
desempeña, se halla formado:
A) De las sumas que anualmente deben satisfacer por obligación cada una de las se-
ñoras que componen la Junta y a que se alude en el artículo —3.°— del Título —1.°—,
B) De las cantidades que voluntariamente quieran entregar además de la cuata obli-
gatoria, cada una de las señoras de la Junta.
C) De las cantidades que para los fines benéficos, instructivos a ella encomendados o
que en lo sucesivo se encomienden, entreguen obligatoria o libremente al Estado, la Pro-
vincia o el Municipio, sean cuales fueren sin excepción alguna.
164 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

D) El producto de las mandas o legados particulares o de entidades de todos órdenes


que entreguen o manden entregar con destino a la Junta en General o destino especifico
para cualquiera de los establecimientos puestos acuidado de la misma.
E) El producto de limosnas, ya provengan de entregas extraordinarias, de particulares,
o sean resultado de postulaciones en los templos o de suscripciones periódicas.
F) De las cantidades que se recauden en rifas, funciones de todos órdenes, o de cual-
quier otro arbitrio en favor de la Junta o de los establecimientos que a su cargo corran.
G) De los bienes de todas clases, ya sean muebles o inmuebles que por la voluntad ofi-
cial o iniciativa de particulares, deban contribuir por sí o por su valor en venta, a levantar
las cargas y a cumplir los fines que a la Junta estén encomendados, o puedan encomendarse.
H) Del producto de las labores del Colegio de la Paz, menos la cuarta parte que per-
cibirán las colegialas, según se expresa en el artículo —28— del Reglamento del Colegio
de la Paz.
I) Del producto líquido de las estancias de las acogidas distinguidas a la Casa de Ma-
ternidad, según acuerdo de la Comisión Provincial de Madrid, de 3 de agosto de 1872,
aprobado por la Diputación Provincial con fecha 24 de enero de 1873.
J) De las cantidades que obligatoriamente ha de entregar a la Junta, la Diputación Pro-
vincial de Madrid, para atender al pago de las “amas” externas, residentes en esta Corte y
cuantas sean precisas para desarrollar los fines a dicha Junta encomendados.
Artículo 10.° Los fondos que antes se mencionan taxativamente y cualesquiera otros
que no se hubiesen mencionado y que constituyan el capital de la Junta, son totalmente co-
munes a todos los establecimientos que se hallan bajo la dirección de la misma.
Estas condiciones o normas de financiación, resultaron en muchos casos infructuosos,
porque de alguna manera dependían de las actitudes de los miembros que tenían que ha-
cer las aportaciones a la Junta. Así que se quedaban estas contribuciones a merced de la
buena voluntad de las personas que estaban en cada época al frente de estos organismos;
Ayuda de la Corona, Ayuntamientos, Mitras, rentas de los edificios, Diputaciones, y otros
impuestos. Redundando todas estas aportaciones en el único fin, allegar los fondos sufi-
cientes para alimentar a las criaturas desamparadas, pagar a las “nodrizas de la casa”, y a
las nodrizas de fuera, así como al resto del personal y los otros gastos de los “Centros”.
Desgraciadamente para estos niños abandonados, las buenas intenciones se cumplían ra-
ras veces, como demuestran los hechos registrados en los escritos de la administración de
la “Inclusa”, en donde narran las penurias, falta de recursos, miserias, etc. (ver nota del 6
de julio de 1820). Y otros que se acompañan en este trabajo.
Por P. ESPINA PÉREZ
EL NIÑO EXPÓSITO: CIFRAS DE MORTALIDAD
DE UNA INCLUSA DEL SIGLO XVIII

El niño abandonado no era un problema nuevo en el siglo XVIII. Pero la manera en


que el problema se abordó en distintos períodos puede proporcionar interesantes per-
cepciones dentro de la naturaleza de una determinada sociedad. El propósito de este ar-
tículo es mostrar cómo las cifras de mortalidad del hospital para expósitos, la Inclusa,
reflejaban la condición de los pobres, y especialmente la condición de los niños de los
pobres en el siglo XVIII en Madrid.
En una sociedad pre-anticoncepcional, el aborto y el abandono eran métodos de con-
trol de nacimiento rutinarios. En la cuna de la civilización occidental, en la antigua Gre-
cia y Roma, era admitido que cualquier niño deformado, débil, o hembra recién nacida
podía ser abandonado impunemente. Hubo un libro escrito por un tocólogo romano eru-
dito, titulado Cómo reconocer a un recién nacido que valga la pena educar. Tribus me-
nos civilizadas, como los vikingos, solían tirar a sus niños al mar para ahorrarse los gas-
tos de educarlos. Mantener el ideal que consiste en considerar como una bendición
cualquier elemento berreante y desvalido recién nacido requiere una economía muy de-
sarrollada y un sistema de moral bastante sofisticado.
El cristianismo fue el primero en imponer una norma tan rigurosa en la totalidad
de la sociedad. La iconografía de la Edad Media fue testigo de la manera en que el niño,
y en particular la relación madre-hijo, estaba en la médula de la cultura cristiana. El
nacimiento de María, el nacimiento de Cristo-niño, el niño en las rodillas de su ma-
dre, o jugando con una pelota o con un pájaro o el pecho de su madre, o incluso el acto
de alimentarlo era un cliché en la escultura, pintura, vidrieras y madera del cristia-
nismo medieval. Aunque la teología y la predicación de la iglesia se centraban en el
sufrimiento y la muerte de Cristo, el arte de las catedrales medievales glorificaba la
vida (1).
Pero en la práctica, no todos los niños deseados. Se les abandonaba regularmente en
los escalones de la iglesia, o en la puerta de un monasterio o en el portal de algún hom-
bre rico, conocido por su generosidad. O, bastante a menudo, cuando la madre estaba asus-
tada o era simplemente irresponsable, se abandonaba al niño en una zanja o en un cam-
po, víctima de perros y animales salvajes. Si el fruto del pecado mortal no podía esconderse,
la alternativa era abandonarlo.
166 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Uno de los primeros proyectos para proteger a estos niños fue el Hospital Real de Nues-
tra Señora de la Soledad y Angustias, fundado en 1572. Su nombre más común, la In-
clusa, llegó a ser un sinónimo para estas instituciones en toda la Península, hasta inclu-
so en todo el mundo de habla española. Como parte de una tradición de caridad mantenida
por el Estado, que debía su primera expresión a los escritos de un humanista del siglo
XVI, Luis Vives, el hospital funcionaba como una alternativa importante y viable entre
el infanticidio. Se deba al “expósito” un ama hasta la edad de 6 años, luego se le colo-
caba en un orfanato o uno de los hospicios que se había convertido en el orgullo del sis-
tema del estado de bienestar del régimen de los Borbones. Porque hacia el siglo XVIII,
la Inclusa era tan sólo una de ellas dentro de una cadena elaborada de instituciones ca-
ritativas. Estas se incorporaban al tradicional ideal cristiano de caridad, y al ideal ilus-
trada de un estado laico centralizado capaz de mantener a todos sus ciudadanos, inclu-
so a los pobres. Los cojos, los enfermos y los lisiados, en ambos sentidos, literal y
figurado, se reunían en edificios de un esplendor arquitectónico extraordinario. Los hos-
picios servían para “reciclar” el deshecho de la sociedad en ciudadanos productivos y
útiles. De esta manera, hasta los miembros más débiles del cuerpo político podían sal-
varse y emerger para cultivar la tierra, luchar en las batallas reales por tierra y mar, para
colonizar el nuevo mundo o por lo menos para casarse y producir más españoles com-
pitiendo en fuerza y número con el enemigo en Inglaterra y Francia.
Hacia fines del siglo XVIII, este sueño se convirtió en una pesadilla. Richard Herr
ha descrito cómo el sistema del estado de bienestar, elaborado con tanto entusiasmo por
reformadores ilustrados, se estaba convirtiendo en víctima de los problemas financieros
que acosaban al Gobierno y pueblo español (2). Las guerras con Inglaterra y Francia y
el bloqueo de los puertos, que cortaban el comercio con América se juntaron provocan-
do una recesión. Madrid con su corte y séquito de ricos siempre había atraído cohortes
de desvalidos o casi, pero no siempre podía proporcionarles trabajos. Además la infla-
ción desenfrenada hizo subir los precios de los artículos en la última mitad del siglo en
un 100 por 100, mientras los sueldos subieron sólo en un 20 por 100. Esto obligó a mu-
chos de los pobres trabajadores entrar en las filas de los desesperados. Para muchas fa-
milias que vivían con lo imprescindible para sobrevivir, una boca más que alimentar se
había convertido en una boca de más. Los apuros de la Inclusa se podían predecir. Una
gran parte de sus rentas consistían en bienes raíces, o rentas de propiedades sometidas
a los desastres de la inflación. Lo mismo que el Gobierno y pueblo de Madrid, la insti-
tución pasaba por dificultades. Había escasez de enfermeras, por causa de los sueldos
tan bajos. El resultado era un “amontonamiento” de criaturas apiñándose en las cunas
donde las enfermedades se contagiaban de los niños enfermos a los sanos, donde no ha-
bía bastante leche para todos y donde nadie tenía tiempo de ocuparse de sus más ele-
mentales necesidades. La Inclusa, de ser un asunto de desesperación privada pasó a ser
una situación de desesperación institucionalizada. En vez de ser un sitio de paso donde
los niños esperaban que una ama los sacara de allí, la Inclusa se estaba convirtiendo
para la mayoría de estos niños en el final del trayecto. Los registros de entrada y de
mortalidad para la Inclusa han permitido demostrar cómo los niños de los pobres fue-
ron los primeros en sufrir de los problemas económicos del Estado y sociedad españo-
la. Como el sistema de entrada era una rutina normalizada, tenemos datos disponbiles
sobre estos niños sobrantes. En vez de la imagen estereotipada de la silueta oscura que
surge de la sombra para depositar un paquete vivo en una especie de nicho y que toca
el timbre para avisar a los que estaban dentro para desaparecer luego, ahora, generalmente
alguna persona dejaba simplemente al niño en la oficina de la Inclusa. La persona era a
PEDRO ESPINA PÉREZ 167

menudo de uno de los hospitales o de alguna otra organización caritativa, o el sacristán


de una parroquia, o quizás el sirviente de uno de los monasterios o conventos o casas ri-
cas de la ciudad.
El empleado procedía a escribir en el “Libro Rector” o de “Entradas” todos los de-
talles que el portador quería proporcionar. En la parte superior de la página estaba el
nombre, subrayado. Los niños venían casi siempre con su nombre, aunque sólo fuera de
pila, atado al manto que les envolvía. En el margen de la derecha se anotaba toda suma,
por muy insuficiente que fuera, que se hubiera ofrecido a pagar el ama. Venían luego to-
dos los detalles que más tarde pudieran hacer posible la identificación: la edad, el sexo,
el origen, el parentesco (cuando era disponible), así como el nombre, señas y profesión
del portador. El rasgo más importante de esta inscripción eran los datos del bautismo.
Si por casualidad el cura de una parroquia había dado un certificado, se anotaba. Si no
se había bautizado al niño, la frase “no tener agua” era la que se anotaba. En circuns-
tancias dudosas se llevaba al niño a la pila baustimal en San Ginés y se le bautizaba
“sub-conditione”. Por fin añadía el destino del niño —o la fecha de su muerte, o de su
adopción su traslado a otra institución—. Finalmente, estaba el nombre del ama per-
mantente, y cuando el niño tenía suerte, el sitio a donde había ido con su madre adopti-
va. Pero demasiado a menudo el breve epitafio “muerte en sala” cerraba los libros para
el inclusero.
Estos detalles personales se acompañaban de un resumen mensual y anual. Infor-
maban de la manera en que mes tras mes, año tras año, las entradas y la mortalidad apa-
recían uno tras otro. Antes de 1750, aproximadamente la mitad de los niños admitidos
en el hospital morían en su ámbito, unos incluso antes de salir, otros devueltos por su
ama cuando estaban a punto de morir. Ocasionalmente había años desastrosos como los
de 1709-10 y 1740 en que las muertes subían hasta un 80 por 100, pero la media gene-
ral permaneció estable a lo largo de los 50 primeros años del siglo. En 1760 esta norma
dio paso a una norma de crecimiento gradual y constante, tanto para las entradas como
para la mortalidad. (Ver figs. 1 y 2).
En el período 1767-87, el índice de mortalidad fue 76,4 por 100. En la década siguiente
fue 81,51 por 100 y en 1800, de 1.205 entradas, 1.012 murieron. En los primeros años
del siglo XIX el índice de mortalidad fue un 80 por 100 y más. No es de extrañar que
los críticos sugieran que se debieran blasonar las puertas de tales instituciones con la si-
guiente divisa. “Aquí mueren los niños a expensas del Estado”. Los más jóvenes morí-
an primero. Quizá porque fueran los menos resistentes. Entre el grupo analizado du-
rante el período 1700-1790 el grado de mortalidad era 74 por 100 entre los de menos de
un mes, 69 por 100 entre los de uno a seis meses, 51,5 por 100 para los de siete a doce
meses y 35 por 100 para los mayores de dos años. Claro está que en un 95 por 100 los
niños que entraban tenían menos de un año. En este proceso de eliminación, era más pro-
bable que los recién nacidos murieran, y la mayoría eran recién nacidos.
Los documentos de estrada muestran que otro factor de gran significado en las po-
sibilidades de supervivencia del niño era su origen. Este podía afectar su destino tanto
directa como indirectamente. Directamente, porque un niño abandonado en un campo os-
curo o en un rincón desierto puede llegar ya medio muerto. Indirectamente, porque se
suponía que el niño traído por un hospital o una organización caritativa, o incluso por
padres tan involuntarios como un convento de monjas, o un noble, traería consigo una
limosna para pagar al ama. Esto podía suponer una diferencia considerable en las ren-
tas del hospital. Por ejemplo, en 1700, había muy pocos niños abandonados en la Inclusa
168
FIGURA N.° 1
NÚMERO DE ENTRADAS A LA INCLUSA 1700-1800
HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID
FIGURA N.° 2
NÚMERO DE MUERTES EN LA INCLUSA 1700-1800
PEDRO ESPINA PÉREZ
169
170 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

sin limosna de ninguna clase. Aquel año como la mitad de las entradas fueron llevadas
por el cura de una de las parroquias. Hacia el final del siglo, el intermediario de la igle-
sia se evitaba, con consecuencias ruinosas para las finanzas de la Inclusa. En 1790 so-
lamente 2 de los 106 niños admitidos en junio y diciembre habían sido mandados de las
parroquias. Una baja de 48,6 por 100 en 1700 a solamente 1,9 por 100. En cambio co-
madronas, cirujanos, abuelas y hasta los 1800, de un total de 1.212 entradas en la Inl-
cusa, solamente 39 ofrecieron limosna para su mantenimiento. Como recurso, el niño era
llevado a la Inclusa o enviado por padres demasiado pobres para poder dar una suma in-
cluso simbólica para su sostenimiento. Esta relación inversa entre las cifras de limosna
y de mortalidad es por sí misma suficiente para dar cuenta de los problemas de la Inclusa
a finales de siglo. (Ver fig. 3).
La ilegitimidad también afectaba el índice de mortalidad. Incluso hoy en día una
madre soltera en Nueva York tiene más probabilidad de dar a luz prematuramente o de
tener un niño muerto al nacer; en cuanto al recién nacido corre mayor riesgo de morir
en el primer año que el hijo legítimo. Las chicas solteras que se preocupaban de escon-
der su condición o intentaban acabar con un embarazo no deseado, ponían en peligro sus
propias vidas y la del feto. En Madrid, era probable que fueran sirvientas que habían per-
dido su trabajo como resultado de esta aventura, o mujeres desamparadas. Algunas sin
ser realmente prostitutas, llegaron a entregarse a esta profesión que si no les ofrecía una
solución definitiva, sí resolvía su problema a corto plazo. Sólo raras veces se da única-
mente el nombre de la madre, lo cual significa que era soltera. Aunque ocasionalmente
la frase verdadera afirmaba en los registros que los padres eran solteros, es difícil que
parezca una información específica de esta clase. Es más probable que la mayoría de los
niños que inundaban la Inclusa al final del siglo fuesen niños de parentesco pobre, pero
legítimo. Sin embargo no sería sorprendente sí, en unos tiempos angustiosos, hubiese tam-
bién un número creciente de niños ilegítimos entre aquellos. Esporádicamente se en-
cuentran pistas sobre esta cuestión delicada. Por ejemplo la cofradía de la Esperanza y
Santo celo de salvación de almas, o, como se conocía popularmente “La Hermandad del
Pecado Mortal”, se dedicaba a rescatar chicas solteras de una vida de prostitución. El
grupo iba por las calles del peor barrio de Madrid por la noche, cantando: Almas en pe-
cado mortal, si vinierais a morir esta noche, pensad donde iríais a parar”. Los niños
llevados a la Inclusa por este grupo eran pocos, pero fácilmente identificables: 100 por
100 eran ilegítimos y 100 por 100 morían.
Era más difícil estar seguro del estado legal de los niños amparados por el hospital
de Nuestra Señora del Carmen o “Desamparados” ya que éste era conocido por su fun-
ción de orfanato. El hospital tenía un número de camas para “paridas clandestinas”, y
los niños llevados a la Inclusa desde allí también era probable que fueran ilegítimos. El
índice de mortalidad para estos niños, aunque no tan devastador como las cifras del gru-
po Esperanza, también era alto: 77,8 por 100.
La legítima contrapartida de estos casos era el niño admitido y que venía de la Pa-
sión. Esto era la sección del Hospital General dedicada al cuidado de pobres mujeres.
Estos niños eran excepcionales en muchos aspectos, empezando porque tienen padres.
Los nombres y señas de ambos, padre y madre, se daban siempre, excepto en un 3 por
100 de casos, lo cual indica que probablemente eran legítimos. Eran también mayores
al promedio, así que partían más favorecidos. Aunque un 93 por 100 tenían menos de
un año, también, solamente en una tercera parte eran recién nacidos. Lo más probable
es que su estancia fuera breve; no porque morían, sino porque casi la mitad de ellos les
FIGURA N.° 3
LIMOSNAS RECIBIDAS CON LOS NIÑOS ADMITIDOS EN LA INCLUSA 1700-1800
PEDRO ESPINA PÉREZ
171
172 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

reclamaban los padres cuando la madre se recuperaba, o algún pariente cuando la ma-
dre no se recuperaba. Como consecuencia directa, las cifras de mortalidad para este gru-
po sólo eran de un 45,6 por 100. Para este miembro afortunado de un conjunto infortu-
nado, todas las circunstancias eran ventajosas. Cuanto mayor era el niño, más
probabilidades tenía de vivir, y más probabilidades de ser reclamado por sus padres. Sin
embargo, el niño de la Pasión no era en absoluto un auténtico niño expósito. Era más bien
un pensionista a cargo del Hospital General.
El prototipo del niño expósito, por otra parte, se podía encontrar en la fuente del pa-
tio de la Inclusa, o medio escondido en un portal oscuro en las gradas de una iglesia
para ser recogido por la hermandad del Refugio en sus rondas nocturnas por las viejas
calles y las oscuras plazuelas de los barrios pobres madrileños. De estos niños se pue-
de saber muy poco, excepto que su número iba aumentando como también el de los que
traían directamente las comadronas o algún miembro de la familia. A veces se daba una
explicación. “La madre de este niño está enferma y no puede criarlo”. A menudo la
frase “padres pobres” hablaba por sí sola. Es posible que estos padres creyeran honra-
damente que la Inclusa podría proporcionar a su hijo lo que necesitaba, cuando ellos no
podían. El índice de mortalidad en la Inclusa lo refuta claramente. Incluso las pequeñas
ventajas de edad o estado legal acababan por ser inconsiguientes ya que la muerte re-
colectaba indiscriminadamente cada vez más y más niños de la Inclusa. Pero quizás la
familia pobre de Madrid no tenía alternativa. Aunque supieran o solamente medio su-
pieran lo que el abandonarlo significaba para su hijo, ¿es posible que fuera más fácil de
sopotar el hambre institucionalizada que el ver languidecer a un hijo ante sus ojos?
Por las notas que iban atadas a los mantos es evidente que muchos padres tenían inten-
ción de volver a recoger a su hijo cuando los tiempos mejoraran. Pero los tiempos no me-
joraban o rara vez las buenas intenciones hacían que volvieran los padres. El niño aban-
donado como el niño muerto, pronto se podía reemplazar. Es obvio que los pobres de
Madrid empezaban a considerar sobrantes muchos de sus recién nacidos, y a ver en la
Inclusa una nueva forma de triste consuelo. La Institución les aliviaba del peso y de la
preocupación de un niño que no podían permitirse el lujo de guardar.
La relación íntima entre las entradas, la mortalidad y los problemas económicos de los
pobres puede testificarse fácilmente. La larga lista de cifras de mortalidad y de entradas
en el siglo XVIII demuestra lo estrechamente conectados que estaban estos factores. Uti-
lizando los precios de los cereales como índice de coste de vida se puede demostrar que
había una correlación de 77 entre las entradas, las muertes y el precio de la comida. Esta
correspondencia había existido a lo largo de períodos de crisis relativamente cortos como
los de 1738-40, 1750-51 y 1760-66. Sin embargo, el año 1780 marca el principio de un cam-
bio en la norma de admisiones y mortalidad..., un cambio que afectaba eventualmente toda
la estructura de la Inclusa. En vez de crisis períodicas seguidas de respiros, los números
de admisiones subían constantemente año tras año, sin dejar tregua al personal, la admi-
nistración y las finanzas para recuperar fuerzas. Las crisis habían llegado a ser una carac-
terística permantente de la Inclusa. Eran olas y olas de números que iban creciendo siem-
pre más y que acababan por minar los cimientos del hospital, frustrando sus objetivos e
ideales, y burlándose de su pretensión de ser una protección para el niño abandonado.
Mensualmente las cifras de mortalidad demuestran cómo las muertes fluctuaban estacio-
nalmente tanto como a largo plazo. Al hacer el promedio de las cifras mensuales y al com-
pararlas con las medias por décadas, aparecen ciertas normas. En el período 1700-1740,
los meses de canícula y de principios de otoño eran los peligrosos para el niño. Esto era
cierto a pesar de que estos meses fueran también los que menos entradas tenían. Ello no

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PEDRO ESPINA PÉREZ 173

nos debe sorprender. En efecto en los meses de verano, y muy especialmente en el mes de
agosto, era cuando hacían su aparición las enfermedades de malaria incubadas en las aguas
estancadas. La gastroenteritis era otra plaga mortífera del verano para los niños que se de-
testaban, o cuyas nodrizas no podían dar leche suficiente para alimentar a un recién naci-
do. Se les daban cocciones mezcladas con leche de animales. Estos últimos estaban expuestos
a la contaminación originada por el verano o por las moscas e insectos. El final del vera-
no y principio del otoño siempre habían sido peligrosos períodos para un recién nacido.
Pero después de 1740, el número de muertes fue creciendo de forma evidente incluso en
los primeros meses de primavera. Quizás las enfermedades de bronquios y pulmones exi-
gían un tributo más importante. Luego a principios de 1760, la curva de las cifras de mor-
talidad empieza a ser muy semejante al de las entradas mensuales. El alto promedio de las
cifras de agosto desaparece y las muertes se concentran en los meses de primavera e in-
vierno. Por fin, después de 1780, aparentemente los niños mueren independientemente del
mes en que entran a la Inclusa. Es difícil saber si se debía a que entraban en el hospital
mayor cantidad de niños en malas condiciones o si, lo cual parece probable, se debía al
deterioro muy de lamentar de las condiciones de la Inclusa. Sea lo que fuere, la norma
ya no la marcaban las estaciones. Las muertes se extendían de una manera más o menos
igual a lo largo de todo el año. (Ver fig. 4). La mayor esperanza de supervivencia para el
niño era salir del hospital lo antes posible con una nodriza. Pero incluso esto no era una
garantía. Se reclutaba a las nodrizas en el mismo estamento de la sociedad que el del
niño. Pobres, descuidadas, sucias y con poca salud, se les acusaba de ser ellas mismas
motivo para que murieran tantos niños. El médico de la Inclusa, Santiago García, pro-
clamaba que eran más aptas para matar que para cuidar al niño. Además de las cuali-
dades personales de las nodrizas otros factores podían tener también un sentido. Que las
nodrizas fueran de Madrid o de una ciudad cercana, que la ciudad fuera rica o no, que el
niño mantuviera un vínculo permanente, o que lo llevaran de casa de una nodriza a otra,
que el marido de la nodriza tuviera una profesión u otra, todo ello podía afectar al por-
venir del niño. Las salidas o registros que se refieren a las nodrizas contienen esta clase
de información, e ilustran la relación entre estos factores y el índice de mortalidad; pero
de momento nos concentraremos en el material a recoger en los resúmenes estadísticos
y en los archivos de entradas.
Esta información confirma dos conclusiones ineludibles. Primero el índice de mor-
talidad de los niños de la Inclusa, refleja el número de entradas y los problemas finan-
cieros consecuentes del hospital. En segundo lugar, estos problemas eran parte inte-
grante de las crecientes dificultades experimentadas por los pobres a fines del siglo
XVIII. La correlación entre los precios de los cereales y las entradas y el que se lleva-
ra directamente a la Inclusa un número de niños cada vez mayor en vez de abandonar-
los como antes, sugiere que los pobres de Madrid veían a sus hijos y a la Institución
desde distinto ángulo. en vez de ver en la Inclusa un hosptial cuya función primordial
era la social, preservando así la vida del niño y la fama de la madre, esperaban de la In-
clusa que cumpliera una función económica. La Inclusa había llegado a ser un depósi-
to para los niños que los padres no podían permitirse el lujo de guardar. Los pobres de
Madrid prescindían de las parroquias, de las hermandades caritativas o incluso del ciu-
dadano rico, y se dirigían a la Inclusa como organización pública conveniente que ac-
tuaba para ayudarlos en tiempos difíciles. Esta se había convertido en el lugar que re-
cogía todos los niños sobrantes de los pobres.
Por un sin fin de razones, la Inclusa era incapaz de cumplir con ambos servicios, tra-
dicional y social, con sus nuevas tareas económicas. El Hospital, el Gobierno de Espa-
174 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

FIGURA N.° 4 (a)


MUERTES MENSUALES POR ENCIMA Y POR DEBAJO
DE LA MEDIA 1700-1799
PEDRO ESPINA PÉREZ 175

FIGURA N.° 4 (b)


MUERTES MENSUALES POR ENCIMA Y POR DEBAJO
DE LA MEDIA 1700-1799
176 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ña y los pobres de Madrid estaban en circunstancias críticas a fines del siglo XVIII. La
situación sólo podía empeorar con las guerras y el hambre que eran una plaga en los
primeros años del siglo XIX. Los primeros en sufrir los tiempos difíciles por venir eran
los niños de la Inclusa. Aunque no había infanticidio intencionado por parte de los pa-
dres, o de la administración del hospital, el resultado en claro era el mismo. Como lo mues-
tran las cifras de mortalidad de la Inclusa, los niños de los pobres eran las primeras víc-
timas de un sistema que ya no podía cuidar de ellos.
Los niños de los pobres se habían convertido en niños sobrantes.

NOTAS

(1) George DUBY, Le Temps des cathédrales. L’Art et la société; 980-1420, Editions Galli-
mard, Paris, 1975.
(2) Richard HERR, “Hacia el derrumbe del Antiguo Régimen: crisis fiscal y desamortización
bajo Carlos IV, Moneda y Crédito, n.° 118 (sept. 18-).

Por Joan Sherwood Queen’s University. Kingston


Biblioteca Histórica, Ayuntamiento de Madrid. F. M. 3622
P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 177

“Direcciones de las nodrizas que sacaban niños de la Inclusa”


Tabla 4.3 Páginas 15 y 16. Siglo XVIII

Fre- Fre- Fre- Fre-


CALLES cuen- cuen- CALLES cuen- cuen-
cia cia cia cia
Sección I - Noroeste Sección III - Noreste
Ancha de Conv. de San Bernardo 8 1,5
Almirante ..................................... 2 0,4 Agustinos Recoletos..................... 1 0,2
Beatas ........................................... 1 Barquillo....................................... 3 0,6
Leganitos ...................................... 3 0,6 Belén ............................................ 2 0,4
Limón (Alta) ................................ 1 0,2 Clavel ........................................... 1 0,2
Norte............................................. 4 0,8 Caballero de Gracia...................... 2 0,4
Palma............................................ 4 0,8 Duque de Alba.............................. 1 0,2
San Dimas .................................... 1 0,2 Florida .......................................... 3 0,6
Santo Domingo ............................ 4 0,8 Hortaleza ...................................... 4 0,8
San Marcos................................... 2 0,4 Infantas......................................... 1 0,2
San Vicente................................... 7 1,3 Jardines......................................... 1 0,2
Total ............................................. 37 17,2 Plaza de Armas............................. 2 0,4
Requeros....................................... 5 1,0
Sección II - Norcentral Maravillas Reynas.......................................... 1 0,2
Buena Vista .................................. 6 1,1 San Antón..................................... 17 3,3
Conchas........................................ 1 0,2 San José........................................ 1 0,2
Cruz Verde.................................... 8 1,5 Santa María del Arco.................... 2 0,4
Desengaño .................................... 1 0,2 San Juan ....................................... 1 0,2
Escorial......................................... 1 0,2 Total ............................................. 48 10,3
Estrella ......................................... 2 0,4
Espíritu Santo............................... 1 0,2
Sección IV - Centro
Fuencarral..................................... 3 0,6
Jesús del Valle .............................. 7 1,3 Capellanes .................................... 1 0,2
Minas Altas .................................. 1 0,2 Carmen ......................................... 1 0,2
Panaderos ..................................... 5 1,0 Conchas........................................ 1 0,2
Pez................................................ 4 0,8 Espejo........................................... 2 0,4
Pozas ............................................ 2 0,4 Fuente........................................... 2 0,4
Maravillas..................................... 8 1,5 Herradores .................................... 1 0,2
Rubios .......................................... 3 0,6 Negras .......................................... 2 0,4
Tudescos....................................... 5 1,0 Pelegrinos..................................... 4 0,8
Santa Bárbara ............................... 1 0,2 Plaza Mayor ................................. 2 0,4
San Dámaso.................................. 1 0,2 Santiago........................................ 3 0,6
San Ildefonso................................ 3 0,6 San Ginés ..................................... 1 0,2
San Gregorio ................................ 3 0,6 San Luis........................................ 4 0,8
San Miguel ................................... 2 0,4 San Martín.................................... 1 0,2
Turco ............................................ 1 0,2 Jacometrezo.................................. 6 1,1
San Pablo...................................... 1 0,2 Zarza............................................. 1 0,2
Santa Verónica.............................. 1 0,2 Total ............................................. 32 6,3
Tesoro........................................... 8 1,5
Silva ............................................. 1 0,2
Valverde ....................................... 1 0,4 Sección V - Sureste (Morería)
Leones .......................................... 1 0,4 Aguas ........................................... 1 0,2
La Ballesta.................................... 1 0,2 Águila........................................... 5 1,0
Barco ............................................ 4 0,8 Almendro ..................................... 1 0,2
Total ............................................. 89 17,1 Calatrava ...................................... 5 1,0
178 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“Direcciones de las nodrizas que sacaban niños de la Inclusa”


Tabla 4.3 Páginas 15 y 16. Siglo XVIII

Fre- Fre- Fre- Fre-


CALLES cuen- cuen- CALLES cuen- cuen-
cia cia cia cia
Cava Baja ..................................... 2 0,4 Compañía ..................................... 3 0,6
Cuchilleros ................................... 1 0,2 Carnero......................................... 2 0,34
Conde de Barajas ......................... 1 0,2 Embajadores................................. 8 1,5
Estudios........................................ 2 0,4 Espino........................................... 1 0,2
Escalerita de Piedra ...................... 1 0,2 Dos Hermanas .............................. 1 0,2
Morería......................................... 11 2,1 Fé.................................................. 1 0,2
Oma de Amato ............................. 1 0,2 Imperial ........................................ 1 0,2
Paloma.......................................... 17 3,3 Jesús y María................................ 12 2,3
San Bernabé ................................. 3 0,6 Juanello ........................................ 1 0,2
Santa Isidra................................... 3 9,6 Magdalena .................................... 4 0,8
San Francisco ............................... 3 0,6 Mesón de Paredes......................... 6 1,1
Toledo........................................... 7 1,3 Ministrales.................................... 2 0,4
Total ............................................. 64 12,5 Olivar ........................................... 9 1,7
Olmo............................................. 1 0,2
Sección VI Surcentro (Lavapies) Oso ............................................... 3 0,6
San Cosme y San Damián ............ 3 0,6
Abades.......................................... 3 0,6 San Lorenzo ................................. 4 0,8
Arganzuela ................................... 9 1,7 San Pedro ..................................... 10 1,9
Ave María..................................... 5 1,0 Santa Ana ..................................... 1 0,2
Ancha de Lavapies ....................... 11 2,1 Santa Isabel .................................. 7 1,3
Barrio Nueva ................................ 1 0,8 Rodas............................................ 6 1,1
Bastara del Rey ............................ 4 Tenerías ........................................ 2 0,4
Buena vista ................................... 6 1,1 Torrecilla Leal .............................. 2 0,4
Cabestreros................................... 6 1,1 Zurita ............................................ 4 0,8
Cobos ........................................... 3 0,6 Rastro ........................................... 4 0,8
Comache....................................... 25 4,8 Totales.......................................... 174 33,9
Curtidores..................................... 1 0,2
Cayetano....................................... 2 0,4 TOTALES NODRIZAS ............. 449

Cifras sacadas del libro: La Pobreza en España. Siglo XVIII


Poverty in Eighteenth - Century Spain: Por Joan Sherwood. Queen’s University Kingston

Datos elaborados por P. ESPINA

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LA REAL INCLUSA DE MADRID A FINALES
DEL SIGLO XVIII
Por Paula DE DEMERSON

Los orígenes de la Inclusa de Madrid son bien conocidos. A la Cofradía de Nuestra Se-
ñora de la Soledad y de las Angustias se debe aquella creación a favor de la infancia desva-
lida. Constituida en 1567 por un grupo de personas devotas y de frailes Mínimos, dicha co-
fradía había fundado un modesto Asilo en el que acogía a sus expensas y mediante la ayuda
de limosnas dispensadas por el Rey y distintos organismos municipales, a unos convale-
cientes necesitados que salían de los Hospitales. Sus ordenanzas le asignaban también el de-
ber de albergar y mantener hasta su completa curación a doce eclesiásticos extranjeros fal-
tos de recursos. Su acción benéfica se extendió en 1572 a los recién nacidos abandonados
en la vía pública, en los pórticos de las iglesias, bajo los portales, en las rejas de las venta-
nas, hasta en medio de la basura, y de los que nadie hasta entonces se preocupaba.
El nombre de Inclusa que se atribuyó al primer Hospicio de Expósitos, sito en la Puer-
ta del Sol, entre las calles Preciados y del Carmen, proviene, según dicen, de la corrupción
popular de Enkuissen, nombre de una ciudad holandesa de donde un soldado español tra-
jo en el siglo XVI una imagen que representaba a Nuestra Señora de la Paz rodeada de án-
geles, con un niño a sus pies. Aquella imagen fue cedida por Felipe II a la referida cofra-
día. Por deformaciones sucesivas, se hizo familiar a la piedad popular bajo el nombre de
Virgen de la Inclusa y el vocablo de Inclusa vino a designar el edificio donde se conser-
vaba la devota talla y por extensión cualquier casa y hospicio de Niños Expósitos.
El 16 de febrero de 1615, nueve años después de la reunión de Hospitales realizada por
el Cardenal arzobispo de Toledo, Quíroga, la Inclusa, desprovista de caudales, dio a co-
nocer al Rey su indigencia y logró del Erario. En marzo de 1616, una dotación anual de
10.000 ducados. Aquella asignación de rentas fijas permitió una mejor organización. De
aquí en adelante, un Administrador, un Rector, un Colector, un Contador, un Tesorero y un
Oficial de Libros constituyeron los cuadros directivos y gubernativos de la Casa y tal re-
parto de cometidos se mantuvo largo tiempo después de 1651, fecha en que se extinguió
la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias.
A finales del siglo XVIII, seguía instalada la Inclusa en la Puerta del Sol y dependía
por lo tanto de la parroquia de San Ginés. Allí se bautizaban y enterraban los Incluseros.
Poquísimos de entre ellos alcanzaban la edad de tres años y el ritmo de las defunciones era
180 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

aterrador. La Inclusa de Madrid así como las de provincias, con muy contadas excepcio-
nes, revelaba graves deficiencias. La tasa de mortalidad oscilaba entre el 80 por 100 y el
90 por 100. Numerosos fraudes y abusos se practicaban en perjuicio de los niños que, por
otra parte, llegaban a la Casa en pésimas condiciones de salud. La escasez y mala calidad
de las nodrizas, los mezquinos resultados que daban los ensayos —todavía balbucientes—
de lactancia artificial, la falta de higiene, las epidemias de toda índole, la alimentación
poco racional que administraban a los niños de destete las Amas de fuera, todo, incluso el
despilfarro y la incuria, concurría a hacer del infeliz Inclusero una víctima.
La Junta de Socias (debe de decir (de Damas) de Honor y Mérito, cuerpo unido a la
Real Sociedad Económica Matritense, creado en 1787, (1) quiso intervenir para aliviar la
suerte de aquellos niños abandonados. Fue su Secretaria, la Condesa de Montijo, la que dio
la voz de alarma en 1789 y propuso a sus compañeras que la Junta tomase a su cargo la
educación física de los expósitos. Este proyecto recibió aplauso unánime de la Junta, pero
costó mucho trabajo hacerlo triunfar en la Corte. La Condesa de Montijo, su instigadora,
dirigió varias representaciones al Rey, que fracasaron sucesivamente. Pero no por eso se
desanimó y al cabo de siete años de lucha vio su perseverancia y empeño recompensados.
En efecto, en diciembre de 1796 dio el Rey su beneplácito al Plan de reforma de la Inclu-
sa que le había sometido la Condesa, y por orden de 16 de enero de 1797 otorgó plenos
poderes a la Junta de Damas para llevar unas indagaciones en la misma Casa y comuni-
carle luego sus observaciones.
No sin dificultad lograron las Damas delegadas reunir los datos necesarios a su minu-
ciosa pesquisa. No pudieron consultar directamente los libros de aquel recinto bien guar-
dado y tuvieron que contentarse con los estados que se dignó comunicarles el Protector.
El informe que a principios de 1799 dirigieron al Rey las cuatro inspectoras fue sin duda
alguna poco halagüeño para los caballeros que dirigían el establecimiento, puesto que una
orden real de 13 de septiembre de 1799 (2) decidió cambiar por completo la organización
existente y concedió a la Junta de Damas no sólo la misión de velar por la salud de los Ex-
pósitos —único fin de sus aspiraciones—, sino que también les confió la gestión financiera
de la Real Casa. El Juez Protector vio su papel limitado a la defensa de las causas o de los
derechos relativos a la Inclusa. La real orden insistía en el hecho de que todos los ramos
de la Inclusa, sin excepción, serían en delante de la incumbencia de la Junta.
El miércoles 2 de octubre de 1799, las Comisionadas de la Junta, entre las cuales se en-
contraba la Condesa de Montijo que iba a ser primera curadora de la Inclusa, tomaron po-
sesión de la Casa y de sus archivos, después de extendido el inventario de todos los efec-
tos y caudales que contenía (3).
***
¿En qué estado encontraron las Damas la Inclusa de Madrid? ¿Con qué problemas ma-
yores iban a tener que enfrentarse en la primera etapa de su administración? ¿Cuál era el
régimen interior y cuáles las particularidades de aquella casa de beneficencia tan desa-
creditada? Para responder a estas preguntas, disponemos hoy de una parte de los mismos
documentos que la Condesa de Montijo y sus compañeras pudieron examinar a su llega-
da. En efecto, en los archivos de la Diputación de Madrid se conserva el libro de sesiones
de la junta directiva correspondiente a los cinco años de gobierno de la Inclusa (4), ante-
riores a la salida a escena de las Damas. La presencia de este libro capital, hasta ahora ig-
norado e inutilizado, echa por tierra la afirmación contenida en la Memoria de la Excma.
Diputación Provincial de Madrid (5) en estos términos: “Nada se sabe de la administra-
PEDRO ESPINA PÉREZ 181

ción y régimen de la Inclusa hasta el año 1799, en que la Junta de Damas…” Desde 1794
puede formarse el historial pormenorizado de la Inclusa de Madrid.
En aquel año de 1794, el Protector del establecimiento es don Gonzalo José Vílches,
de la orden de Carlos III y miembro del Consejo Supremo de Castilla. Se halla asistido por
tres sacerdotes que ocupan respectivamente los cargos de Administrador, Capellán y Co-
lector (6). Un Contador y dos Tesoreros, uno de los cuales es mujer (7), completan los
cuadros de la organización. Acuerdan que el primer domingo de cada mes se celebrará
una Junta en la posada del Protector, en la que se estudiarán los principales problemas de
la Casa. Se trata de una innovación debida al mismo Vilches que considera necesarias es-
tas reuniones. La primera se verifica efectivamente el 2 de febrero de 1794. Pero si durante
este año se respeta el ritmo previsto (nueve sesiones de febrero a diciembre), decrece sen-
siblemente el entusiasmo en los años siguientes. Hasta tal punto que durante esos cinco años
de administración sólo se cuentan veintiocho juntas de trabajo, mientras que el total, ha-
bida cuenta de dos meses de interrupción normal al año, tendría que sumar cincuenta (8).
Ya a partir de la sesión inicial de febrero de 1794 se hace patente el desorden que rei-
na en toda la Casa. El libro de gastos corrientes no se ha llevado desde hace cuarenta años
(9). Los ingresos de caudales tampoco se han registrado al día. Quedan todavía deudas sin
pagar (l0). Los edificios son malsanos y carecen de ventilación. Se necesitaría una casa más
espaciosa con agua de pie y amplio patio para que las nodrizas pudiesen tomar el aire, lo
que redundaría en provecho de sus mamones. Las finanzas son deplorables. Las repercu-
siones de semejante estado de cosas son funestas a no poder más. Las nodrizas, mezqui-
namente dotadas y expuestas al peligro del contagio sifilítico que la mayoría de las cria-
turas trae en su sangre, escasean (11). Cada una de ellas tiene que amamantar a tres niños,
con lo que éstos, faltos de alimento, se debilitan y mueren.
Durante el primer año de su administración, don Gonzalo José de Vilches adopta una
serie de medidas útiles. La que se imponía con la mayor urgencia era el equilibrio finan-
ciero. El 21 de mayo de 1794, el Protector solicita el privilegio de rifar dos cerdos, que po-
see la Comunidad de San Antonio Abad: como ésta no lo aprovecha, se podría adjudicar
a la Inclusa, que se beneficiaría mucho con él, Por otra parte, sugiere el Protector, a la In-
clusa le podría tocar parte del producto de la Bula cuaresmal, ya que dichos fondos tienen
que aplicarse en su totalidad a obras pías. Ambas solicitudes dirigidas al Rey por media-
ción del Duque de Alcudia obtienen inmediatamente una respuesta favorable. (12). El so-
berano se muestra deseoso de tener informaciones más concretas sobre la falta de como-
didades de la Casa. y los inconvenientes que acarrea. En cuanto al problema de las nodrizas,
se recomienda que nunca se les exija más que la lactancia “de una criatura y media”, igual
que se viene practicando en las demás casas de Expósitos del reino recién reformadas por
el Estado. Poco después (13), el Rey concederá a la Inclusa 15.000 reales anuales consig-
nados al indulto cuaresmal.
Vilches estudia también la posibilidad de aumentar los réditos de los capitales (28.000
ducados) colocados en los cinco Gremios. Como al mismo tiempo amenaza con retirarlos
si no se le da satisfacción, los Gremios aceptan sus condiciones y a partir del 24 de julio
elevan la renta del 2,5 por 100 al 3 por 100. Por fin, en 1796, se sacará este dinero para
convertirlo en acciones de 10.000 reales del empréstito real que producirán un 5 por 100
anual (14).
Aquella reordenación de los recursos económicos suscita toda una retahíla de reivin-
dicaciones. Médicos y dependientes de la Inclusa, desatendidos desde hace muchos años,
182 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

reclaman subida de sueldo. El doctor don Santiago García, entrado al servicio del Asilo en
1789 con los 200 ducados anuales que cobraba ya su predecesor, no ha percibido desde la
fecha ningún aumento (15). Su tarea, subraya el interesado, es de suma importancia en la
Casa y además acaba de publicar una instrucción sobre la manera de conservar a los Ni-
ños Expósitos, obra que ha sido aprobada por el Tribunal del Proto–Medicato y por la Real
Academia de Medicina de Madrid (16). El maestro oficial de libros, don Juan González,
se queja también. Hace 18 años que viene cobrando los mismos honorarios (17). Pero a la
vista de las catastróficas condiciones económicas de la Casa, ambas reclamaciones, aun-
que muy justificadas, serán rechazadas
En septiembre de 1794, el nuevo Protector exige del Administrador y del Capellán que
se forme cada mes una noticia puntual de los ingresos de expósitos, número de incluseros
entregados a las Amas de Casa y forasteras, de los niños devueltos a sus padres, remitidos
al Colegio de los Desamparados o prohijados; mientras que otra lista dará cuenta de los
niños muertos, con indicación de su edad. Será preciso un año de tanteos y ensayos diversos
para que Vilches se considere satisfecho de los estados que se le presentan. En adelante,
la formación de estas listas cualitativas y cuantitativas se convertirá en una costumbre de
la Casa.
A finales de aquel año de 1794, varios curas emigrados de Francia, incapaces de sub-
venir a sus necesidades, solicitaron la licencia de celebrar las misas “sobrantes” de la In-
clusa por una limosna de tres reales. Siendo esta cuota tan ínfima, en opinión de los sacerdotes
españoles (18), no se encontraban clérigos que aceptasen tales condiciones y quedaban
atrasadas efectivamente en la Colecturía de la inclusa 1.265 misas. El cura emigrado de
Revel, Joseph Roquis, destinado a San Felipe Neri, solicitó esta gracia para su teniente cura
Pierre de Niol que residía en Manresa y otros dos sacerdotes franceses. El Colector les con-
testó afirmativamente en 21 de septiembre de 1794 (19). Poco después, intercedió el mis-
mo párrafo a favor de tres curas más, compatriotas suyos, hospedados en Huesca y en
Burgo de Osma, ellos también en suma estrechez. En 20 de febrero de 1795, abogó nue-
vamente por dos hermanos que “habiendo sido desposeídos de las pocas ropas con que abri-
gaban sus carnes, en la entrada de los Franceses en el valle de “Arán”, se encontraban re-
plegados en Santa María de la Meya. El auxilio de la limosna del Santo Sacrificio se
extendió a todos estos eclesiásticos. Es decir, que ocho curas emigrados de Francia, entre
ellos el arcipreste Semmensar, que había sido diputado de los Estados Generales, se re-
partieron las 1.265 misas sobrantes de la Real Casa de la Inclusa a lo largo del año 1795.
En abril de 1796, la Inclusa ofrece un angustioso panorama. La paga de Pentecostés que
han de cobrar las Amas forasteras asciende a 120.000 reales. Ahora bien, la Casa sólo dis-
pone de 40.000. Vilches dirige una súplica al Rey (20) y será don Pedro Joaquín de Mur-
cia, Colector de Expolios y Vacantes, espíritu ilustrado interesado muy particularmente
en el doloroso problema de los niños expósitos, quien tapone la brecha. Se logra, pues, en-
derezar la situación in extremis. Pero cada año se plantea el mismo problema y es preciso
encontrar arbitrios para salir de estos constantes apuros. Las rentas de la Inclusa no sobrepasan
los 370.000 reales, cuando el total de gastos arroja la cifra de 420.000. Por lo tanto hay por
lo menos un déficit regular de 50.000 reales. ¿De dónde sacarlos? Los responsables pro-
yectan solicitar, sin la menor garantía de éxito, un aumento de la dotación sobre el indul-
to. La compra de vales reales llevada a cabo en 1796 permite ingresar en las cajas unos 9.500
reales en enero de 1797. Pero apenas caen algunos dineros en aquellas infortunadas arcas
tantas veces vacías, cuando ya están en parte absorbidos por necesidades urgentes, como
por ejemplo el aumento concedido por esas mismas fechas a las nodrizas que lactan en la
PEDRO ESPINA PÉREZ 183

Casa, y que a partir de febrero de 1797 elevará su sueldo diario a seis reales. Hasta entonces
muy mal pagadas (21), las Amas amenazan continuamente con abandonar el estableci-
miento, del cual son el mismo fundamento. En aquel año, sólo hay 23. Su tarea es abru-
madora. El número de expósitos crece sin cesar, tanto que desde 1790 hasta 1796 ha ex-
cedido en más de 300 a los años anteriores. Cada Ama tiene que amamantar a tres o cuatro
criaturas día y noche. Juzgándose indispensables, se toman libertades reprensibles, co-
meten excesos, desobedecen los reglamentos. Salen a su antojo de la Casa, burlando la vi-
gilancia de la Madre de la Sala. Por otra parte, cuando se licencia a una, resulta muy tra-
bajoso reemplazarla. A veces transcurren quince días hasta que se presente una nueva
pretendiente que, por la premura, se admite sin discusión ni examen, al mismo tiempo que
es forzoso criar por cuenta de la Casa a los niños que la nueva recluta trae colgados de sus
faldas. El aumento de estipendio que tendrá efecto a partir de febrero de 1797 permitirá,
piensan los Directivos, mejorar aquel estado deplorable, establecer una selección e impo-
ner una disciplina más estricta dentro de la Casa.
Pero el año 1797 transcurre malamente. La segunda paga de las Amas de fuera, o sea
130.000 reales, que debe serles distribuida por Pentecostés, según costumbre, se halla
muy comprometida. Las Arcas de la Inclusa están apuradas, peor aún, acusan un des-
cubierto de cerca de 25.000 reales (22), El Administrador y el Capellán unen sus voces
desoladas a las del Tesorero, La afluencia de niños, particularmente extraordinaria des-
de enero, ha puesto la Casa en gran aprieto. En cuatro meses y medio que van vencidos
se han registrado 452 ingresos. Si no se pudiera pagar lo que se les debe a las Amas de
los contornos de Madrid, “sería la mayor consternación jamás vista en esta Casa, y sólo
la consideración de que sucediese, nos sobresalta”, afirman aquellos caballeros (23). El
Protector dirige una representación a don Joaquín de Murcia, con la relación adjunta de
niños admitidos de enero a mayo, en la que pide un auxilio de 130.000 reales, “que sea
del fondo de que sacó el año pasado, o de aquellos que V. E. Sabe mejor que ninguno”
(24), Murcia exige algunas aclaraciones sobre la gestión general antes de entregar nue-
vos fondos (25), Vilches subraya que para su buen funcionamiento debería el Hospicio
disponer de 500.000 reales anuales y que además se necesitarían otros 60.000 para me-
jorar el sueldo de las Amas forasteras. Cediendo una vez más a los ruegos del Protec-
tor, don Joaquín pondrá a disposición del Tesorero la cantidad de 100.000 reales. Ya era
tiempo. La fiesta de Pentecostés cae aquel año el 4 de junio y la Casa estará en posesión
de estos caudales la víspera. Esta última concesión viene acompañada esta vez de una
advertencia: por real orden de 7 de junio se da a entender a Vilches que en adelante ten-
drá que apañarse para encontrar arbitrios por su lado, ya que los haberes de Expolios y
Vacantes se hallan destinados a otros fines (26).
Momentáneamente aliviado, Vilches no se preocupa demasiado. En abril del año si-
guiente, nada se ha intentado para resolver aquel punto capital (27). En mayo surgen, pues,
las mismas dificultades. Ya no queda dinero para la paga de Pentecostés. Esta vez será
preciso sonsacarlo de los fondos impuestos en banca para salir del atolladero”. (28).
En el momento menos pensado, vino una espléndida y muy oportuna limosna a poner
a flote la Casa. En nombre de la difunda infanta doña María Amalia, la Reina María Lui-
sa hizo entregar a la Inclusa la considerable cantidad de 352.000 reales en vales reales
(29) . Completaban el donativo dos baúles llenos de la ropa blanca o “canastilla” del hijo
de la princesa, fallecido también. Después de tasadas por un experto, fueron vendidas las
prendas y sacó la Inclusa de la operación 17.918 reales, más 800 de los baúles. También
llegaron en buena hora algunos legados y auxilios de consideración (30) que restablecie-
184 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ron el siempre tan precario equilibrio presupuestario de la Casa. Otros ingresos se espe-
raban todavía; por ejemplo los provenientes de la venta de dos casas puestas a pública su-
basta en cumplimiento del real decreto sobre amortización (31). En junio de 1799, la In-
clusa, siempre escasa de metálico, poseía unos caudales no despreciables en forma de
acciones y bonos del Tesoro (32),
Durante el verano de 1799, los responsables proyectaron la restauración de algunos
inmuebles, en particular de una casa muy ruinosa sita en la calle de San Bernardo. Pero
no tuvieron tiempo de llevar adelante su propósito. Dos meses más tarde, el gobierno de
la Inclusa pasó en manos de la Junta de Damas.
***
El estudio de este quinquenio de administración de la Inclusa anterior a la llegada de
las Damas es muy revelador de las deficiencias que entorpecían la buena marcha de aquel
centro de beneficencia.
Mezquinamente dotado por el Estado, el Hospicio, que dispone de pocas rentas pro-
pias, vive en parte de la caridad pública. Año tras año tiene que enfrentarse con una si-
tuación azarosa, empeorada por la afluencia creciente de los expósitos y el alza general
de la vida que le impone gastos siempre mayores para el suministro de sus departa-
mentos, aumento de sueldos de sus empleados y Amas y conservación de sus locales. Cuan-
do no puede recurrir a las limosnas reales —que solicita a menudo— o contar con la ge-
nerosidad de sus bienhechores, tiene que echar mano de su capital, que va mermando de
modo inquietante. El sistema de financiación según el cual se rige es incompatible con
sus necesidades vitales.
Si nos atenemos a la información que nos trae el libro de sesiones que hemos maneja-
do, vemos que hasta el nombramiento de Vilches reinaba en la Inclusa la mayor confusión.
El nuevo protector impuso unas sabias providencias, tales como la reunión de juntas men-
suales y la formación de estados regulares. Consiguió aumentar las rentas fijas de la Casa
con la cesión del privilegio de rifar dos cerdos y la adjudicación de 15.000 reales anuales
del indulto cuaresmal. Medidas y mejoras de las que se beneficiará la Casa durante largos
años. Pero los Administradores no parecían dispuestos a encararse con las reformas drás-
ticas que requerían la salud y seguridad de los niños y se dejaban arrastrar por la corrien-
te ya existente. Ningún problema de gobierno interior —menos el angustioso de la esca-
sez de Amas— se evoca en las sesiones de trabajo que se celebran en aquel período de cinco
años. Sí, públicamente, tampoco se alude al porcentaje de mortalidad, sabemos por el in-
forme de las Damas que oficialmente se calculaba en un 77 por 100, pero que en realidad
alcanzaba a veces el 96 por 100. Cifra aterradora que subraya la casi inutilidad de aquel
Asilo, escandalosamente incapaz por razones múltiples —y no todas de fácil solución—
de salvar más vidas inocentes.
Las Damas, después de convencer al Rey de la necesidad urgente de una reforma,
emprendieron minuciosamente una revisión rigurosa del sistema. No lograron eliminar
todas las trabas y ellas también chocaron con el obstáculo mayor de la falta de rentas fi-
jas. Pero instauraron orden y método donde imperaba el caos, se afanaron por incremen-
tar las rentas eventuales y realizaron desde los primeros meses de su gobierno, al precio
de muchos desvelos y de una vigilancia médica acrecentada y constante, el milagro de “con-
servar” la mitad de sus incluseros. Hazaña nunca vista hasta entonces en el reino y que,
al mismo tiempo que evidenció sus dotes de organización y de caridad abnegada, les me-
reció la admiración y los elogios del Rey y de los espíritus ilustrados de su tiempo. La
PEDRO ESPINA PÉREZ 185

prueba más tangible de su esmero y eficacia en la Inclusa nos la proporcionan los mis-
mos hechos históricos. Cuando en 1840 pasó la Institución bajo el mando de la Junta mu-
nicipal de Beneficencia, empezó a decaer tan notablemente y quedó por fin reducida a tan
doloroso estado que fue preciso en 1849 recurrir nuevamente a la valiosa dirección de las
Damas.

NOTAS

(1) V. Catálogo de las Socias de Honor y mérito de la Real Sociedad Matritense en Anales del
Instituto de Estudios Madrileños, t. VII, Madrid, 1971.
(2) En la Junta del 22 de septiembre de 1792 se comunicó esta Real Orden del 14 de septiem-
bre, transmitida por don Bartolomé MUÑOZ.
(3) Para más información sobre estos episodios y sobre las reformas emprendidas por las Da-
mas en la Inclusa de Madrid, véase el estudio que hemos dedicado a estos temas en Una egregia fi-
gura de la ilustración femenina: María Francisca de Sales Portocarrero y Palafox, VI condesa de
Montijo (1754-1808), Editorial Taurus, en prensa, cap. XI-XII.
(4) Cf. Archivo Diputación, leg. 48, n. 2, Libro de Juntas de la Real Casa de la Inclusa (1794-
1799), 103 folios.
(5) (1924-1929), Talleres Voluntad, Serrano, 48 (119 páginas), la frase aludida se halla a la p.
41. Como puede verse, los redactores de esta memoria no habían consultado este documento, a pe-
sar de conservarse en los Archivos de la Diputación.
(6) Se llamaban don Pedro Alonso de la Vega, que hacía también de secretario; don Leandro Ro-
dríguez Sotillo, abogado de los Reales Consejos, y don Pedro Antonio Vergés, sacristán Mayor y ma-
yordomo de vestuario.
(7) El contador, don José Zavala de Terástegui pertenecía a la orden de Carlos III y se ocupaba
también de la tesorería de la Villa. El Tesorero, don Francisco Santiago Azuela, oficial de la Presidencia
de Castilla, había sido nombrado a estas funciones con el fin de ayudar a doña Lorenza Sarmiento,
quien a su vez había sustituido en el cargo a su marido difunto, don Francisco Xavier Bustos.
(8) En 1796 se celebraron 8 juntas; en 1797 sólo hubo 4, con una larga interrupción de febrero
a mayo, otra de junio a agosto y una tercera de septiembre a noviembre; en 1798, la primera sesión
tuvo lugar en abril, de mayo a julio, nuevo eclipse, y de agosto a diciembre, silencio total, lo que re-
dujo las juntas de aquel año a dos solamente. En 1799, la primera junta se celebró el 16 de junio, des-
pués no hubo más que tres.
(9) El responsable don Manuel Muñoz, viejo y achacoso, que se había quedado casi imposibi-
litado por más de ocho años, ya no firmaba nada.
(10) Por ejemplo, tres censos impuestos sobre dos casas compradas por la Real Inclusa en 1776,
números 2 y 26 de la calle de la Manzana y parte de la calle ancha de S. Bernardo que quedaban por
deber desde hacía 18 años. Los reclamará el Padre procurador del Convento de Monjas de Santo Do-
mingo el Real (junta de 15 de mayo de 1795).
(11) Ya en 1790, el Protector don José García Herreros, persuadido de que un aumento de sa-
lario podría ser un estímulo y aliciente para que concurriesen más Amas, se sirvió mandar por un
decreto de 30 de abril de 1790 que a todas las que criaban de pecho se les diese mensualmente 30
reales de vellón en lugar de los 20 que gozaban y a las que criaban de destete hasta 20 en lugar de
los 12 que disfrutaban.
(12) La Real Orden concediendo la rifa de los cerdos fue comunicada al Consejo el 27 de mayo
de 1794. La venta se verificaba el día de San Blas y el domingo siguiente, en la calle de Toledo y
junto a la iglesia de la comunidad de San Antón. Alcanzaba el beneficio hasta unos 20.000 reales, a
veces más.
(13) Solicitud de 21 de mayo de 1794. Vilches subrayaba que en 1792 y 1793 todas las rentas
fijas y eventuales de la Casa habían sido utilizadas, además de 30.000 reales sacados del fondo de
Vales Reales. (Respuesta del Duque de Alcudia a Vilches, Aranjuez, 27 de mayo de 1794. R. O. de
concesión, Aranjuez, 2 en junio de 1794.)
186 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

(14) Junta de 20 de noviembre de 1796.


(15) Además, tiene que pagar su alojamiento en la Inclusa, lo que representa 960 reales, o sea
casi la mitad de su sueldo. Solicita que cuando menos se le conceda la gratuidad del alquiler.
(16) El informe que sigue a esta solicitud revela que en 1762 la plaza de médico de la Inclusa
era dotada con 21 ducados. A consecuencia de varias representaciones, ascendió en 1770 a 100 du-
cados. Con esta dotación la entró a servir en 6 de septiembre de 1779 don Juan Ramiro, y a fines de
diciembre de 1787, el Protector Herreros le concedió 100 ducados más. En aquel año, los demás em-
pleados, aunque necesitándolo también, no reclamaron subida de sueldo “por no interrumpir y lle-
var adelante la medida de mayor necesidad y rigurosa justicia que fue la de aumentar el estipendio
de las Nodrizas que sacaban expósitos”.
(17) En 1789 se le atribuyó una arroba de aceite y un carro de carbón en atención a que tiene
que dejar encendida la luz toda la noche para asentar en los libros a los recién llegados y estar dis-
puesto a levantarse a cualquier hora. Su tarea en la Contaduría y Rectoría es ingrata y agotadora. Es
también él quien despacha los asuntos de arbitrios y aduanas. Por todos estos cometidos sólo perci-
be ocho reales y medio al día. Los sueldos de los demás empleados de la Casa han sido revaloriza-
dos en 1792, pero su propia solicitud quedó olvidada, por estar ausente en aquel momento el Pro-
tector don Mariano Colón.
(18) Recordemos que el estipendio de una maestra o monitora de las Escuelas Patrióticas no pa-
saba de seis reales al día, en estas mismas fechas.
(19) Los padres de San Felipe Neri informaron de la “buena conducta y virtud nada equívoca”
del cura párroco de Revel. (Junta de 2 de noviembre de 1794).
(20) Representación de Vilches al Príncipe de la Paz, de 22 de abril: contestación de Gutiérrez
Baca de Guzmán a Vilches (11 de julio de 1796) prometiéndole ayuda pecuniaria de Joaquín de
Murcia. Véase junta de 26 de julio de 26 de julio que expone todos estos pasos.
(21) Hasta entonces, sólo cobraban 40 cuartos al día, para su manutención. Por lo menos 37 de
ellos se gastaban en alimentos en la siguiente forma: pan: 14 cuartos; media libra de carne, 9: cuar-
terón de tocino, 5,5; cuarterón de garbanzos, 3 y los 6 restantes para verdura y almuerzo, “quedán-
doles para la decencia sólo tres cuartos”. (Véase junta de 15 de mayo, donde se incluye la copia de
la representación del Administrador al señor Protector sobre aumento de salario de nodrizas, con fe-
cha de 25 de enero de 1797).
(22) El Tesorero, don Santiago Azuela, que abonó el déficit de su propio bolsillo, como lo hizo
en otras “ocasiones de necesidad”, sin otro interés que el de conservar intacto el buen nombre del
establecimiento, no posee una fortuna personal suficiente para conjurar la inminente quiebra. (V.
Representación del Tesorero al Protector, 20 de abril de 1797, junta de 15 de mayo).
(23) Ya había sido preciso enajenar varios bonos reales por las urgencias ocurrridas en la paga
de la Natividad de 1793 y del Espíritu Santo de 1794. (Relación de 16 de mayo de 1797).
(24) Representación de 17 de mayo de 1797, recordada en la vigésima sesión de la Junta (6 de
agosto de 1797).
(25) El Protector contesta a las diez preguntas del Colector, basándose en la relación formada
por el Administrador. Este expediente completísimo precisa toda la organización interior de la casa:
número de oficinas y de dependientes, entradas y salidas de niños, métodos de lactancia, duración
de la estancia de los niños en la Casa. calidad de los expósitos, pueblos de origen (distando a veces
20 y 30 leguas de Madrid), condiciones que tienen que cumplir las nodrizas, salarios en vigor, etc.
El Protector justifica las malas finanzas de la Inclusa por el pago de ciertos atrasos (la Casa ya no
tiene más que 6.000 reales de deudas); la carestía creciente de la vida y el aumento de sueldo otor-
gado a las nodrizas. Confiesa que los meses de diciembre y enero han sido particularmente trágicos;
se volvió imposible encontrar nodrizas tanto en las afueras de Madrid como para la misma Casa; fal-
tó la leche de mujer; fue preciso recurrir a la de cabra y a las papillas, a pesar de todo lo cual hubo
que deplorar gran mortandad de niños.
(26) R.O., Aranjuez, 7 de junio “…Pero quiere S. M. Que V. S. Con toda la brevedad posible
proponga arbitrios para aumentar la dotación de esta Inclusa…” “porque los caudales de expolios y
vacantes tienen su propio destino…” (Citado en la vigésima junta de 6 de agosto de 1797.)
(27) Contaba con entrevistarse con el Ministro de Estado en el Sitio y tratar de obtener una
asignación anual de fondos. ¿Realizó efectivamente estas gestiones? No se sabe.
PEDRO ESPINA PÉREZ 187

(28) Sin alarmarse demasiado y contando sin duda con la acostumbrada generosidad de Joaquín
de Murcia. Vilches dirige al Colector un nuevo recurso con fecha de 20 de mayo (sesión de 26 de ju-
lio de 1798), pidiéndole 50.000 reales en metálico. Los 50.000 reales se libraron al día siguiente. Pero
ello no bastó, ya que la Casa había contraído importantes deudas para la ropa de los niños. Hubo en-
tonces que retirar 88.000 reales que se hallaban depositados en los cinco Gremios Mayores.
(29) Exactamente 452.050 reales. Además se regalaron a la Casa 886 reales y 9 maravedíes en
metálico. La infanta doña María Amalia, segunda hija de la reina María Luisa, se había casado en
1795, a la edad de 16 años, con su tío don Antonio Pascual Hermano de Carlos IV. Murió de parto
el 27 de julio de 1798.
(30) Tal es, por ejemplo, la limosna del marqués de Villalópez, que asignó a la Inclusa cuatro
acciones de la Real Compañía de Filipinas, o el legado de don Manuel de Oyarbide, que dejó here-
deros de sus bienes libres, además de los pobres vergonzosos y enfermos necesitados de la parro-
quia de San Ginés, a los niños de la Inclusa. Sus albaceas se remitieron el 1.° de agosto de 1796 la
cantidad de 59.620 reales. (Sesión de 6 de noviembre de 1796, en la que se trató de esta herencia, y
sesión de 28 de agosto de 1798).
En 1799 hubo otro legado muy importante valorado en 325.963 reales (integrado por acciones
bancarias, plata labrada, diamantes, relojes, muebles y dinero efectivo), cedido a la Inclusa en su tes-
tamento por don Francisco Xavier Castaño, oficial jubilado de Rentas Provinciales. (Junta de 16 de
junio de 1799).
(31) Sitas en las calles de San Bernardo (n.° 2) y de la manzana (n.° 26).
(32) La Junta de 16 de junio de 1799 precisa este capital como sigue:
— 30 acciones de a 10.000 reales cada una del empréstito de 160 millones.
— 2 vales reales de a 300 pesos de la creación de 1.° de julio.
— 25 vales reales de a 600 pesos de la creación de 15 de marzo.
— 8 vales de a 600 pesos cada uno del Real Canal de Tauste, acción de 15 de julio.
— 21 vales de a 150 pesos de 15 de septiembre.
— 79 acciones del Banco nacional de San Carlos de a 2.000 reales cada una.
— 10 acciones de la Compañía de Filipinas de a 250 pesos cada una.
Estos caudales, guardados en un arca de tres llaves, se hallaban depositados en La habitación del
Tesorero. Sólo este último, el Administrador y el Contador tenía acceso a ellos.

Anales del Instituto de estudios madrileños, tomo VIII, páginas —261 hasta 272—
P. ESPINA PÉREZ
ESTRUCTURA Y EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN
DE MADRID DESDE 1800
La capital de estado en 1800 Por Javier RUIZ ALMANSA

A) COMPOSICIÓN DEMOGRÁFICA

En 1797, por orden de Carlos IV, y según las normas establecidos diez años antes para
el censo llamado de Floridablanca, se hizo un recuento general de la población de España.
Los resultados se publicaron englobados por provincias, pero los de la villa de Ma-
drid y los correspondientes a los Sitios Reales se publicaron separadamente de las pro-
vincias en que estaban enclavados. Con este censo, y con algunos datos complementa-
rios que tomamos del Itinerario descriptivo de España, publicado en París en 1809 por
el escritor francés Alejandro Laborde, podemos formarnos idea bastante aproximada de
cómo era Madrid antes de verificarse las grandes transformaciones políticas-sociales
del siglo XIX.
La villa seguía rodeada por una cerca (que hizo construir en 1672 Felipe IV con fines
fiscales), la cual tenía un perímetro aproximado de 11 kilómetros; la superficie limitada por
la misma era de 5.073.850. metros cuadrados, excluyendo algunas zonas de parques y jar-
dines pertenecientes a la Real Casa.
Daban entrada al caserío cinco puertas y doce portillos: las primeras correspondientes
a las grandes carreteras que comunicaban con las ciudades y regiones extremas de la Pe-
nínsula; los segundos, que daban acceso a la villa desde caminos secundarios.
La población censada sumaba 167.609 habitantes; pero como en este número no figu-
raban las que llamamos hoy poblaciones colectivas, es decir, las que vivían en conventos,
cuarteles, cárceles, hospitales, etc., las cuales, según el mismo censo, sumaban 22.696
personas, resultaba con ello elevada la masa de población a 190.305 habitantes. No cree-
mos que en esa cifra estuviera tampoco incluida la población flotante, ni los extranjeros,
ni los que se alojaban fuera de puertas, y como, además, la ocultación en las bajas edades
debió ser muy crecida, podemos concluir que el volumen global de la población rebasa-
ría en algunos millares los 200.000 habitantes. Para nuestro propósito aceptaremos esta ci-
fra así redondeada.
190 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Las 167.609 personas que vivían, según el censo, en régimen familiar, constituían
39.096 familias, lo cual da para cada una el volumen medio de 4,29 individuos. Las 39.096
familias se repartían en 7.080 edificios destinados a vivienda; es decir que cada edificio
resultaba con un promedio de 5,5 familias y 23,7 individuo.
En 1766 había 32.745 vecinos, que ocupaban 7.398 casas; es decir, que en treinta años
había disminuido en 318 el número de edificios destinados a vivienda, sin duda por haber
desaparecido las casuchas miserables edificadas en el siglo XVII. Y como había al final
del siglo 6.351 familias más que en 1.766,resulta que el número medio de familias por
edificio destinado a vivienda había pasado de 4,4 a 5,5. Había, pues un problema agudo
de hacinamiento, tan sensible, que Carlos III se decidió en 1788 a nombrar una Junta que
le informara sobre la escasez y carestía de casas en Madrid y sobre las posibilidades de re-
mediar el mal.
Las 22.696 personas que vivían en régimen colectivo se distribuían así:
Guarnición .............................................................. 10.268 hombres en 17 cuarteles.
Clero secular y sirvientes del culto......................... 1.697 en 52 edificios religiosos.
Clero regular y sirviente ......................................... 2.418 en 36 conventos.
Religiosas y sirvientes ............................................ 1.065 en 32 conventos.
Reclusos y personal de cárceles ............................. 376 en siete cárceles.
Enfermos y personal de hospitales ......................... 2.261 en 13 hospitales.
Acogidos y personal de beneficencia ..................... 3.768 en cinco establecimientos.
Estudiantes y personal docente,.............................. 843 en 12 colegios de internado.
________________________________________
TOTAL ....................................... 22.696 personas en 174 edificios.
Por último. Los 200.000 habitantes, aglomerados sobre una superficie de 507 hectáreas,
daban la elevada densidad de 394 habitantes por hectárea.
Laborde y todos los escritores nacionales y extranjeros que visitaron por primera vez
Madrid en esa época, hacen constar el asombro que producía en los viajeros el rudo con-
traste entre la aridez y soledad de los campos circundantes y el movimiento y la anima-
ción que se advertían apenas traspuesto el muro de cerca: eran dos mundos distintos, se-
parados apenas por una valla de mampostería, y entre los cuales la transición era brusca,
sin ninguna gradación ni término intermedio.
Continuemos el análisis demográfico. Los habitantes en régimen de familia se distri-
buían, por sexo y edad, de esta manera:
Varones Mujeres Total
Menores de dieciséis año........................................ 20.740 19.430 40.170
De dieciséis a cincuenta años ................................. 50.971 49.940 100.911
De cincuenta y más años ........................................ 13.333 13.193 26.526
_____________________________
TOTALES................................... 85.044 82.563 167.607
Dos cosas llaman la atención en este cuadro. La primera es el exceso de varones en to-
das las edades. La cifra bruta de exceso de varones sube a 2.481; la cifra relativa es de 103
varones por 100 mujeres. Para los matrimoniales las cifras eran:
PEDRO ESPINA PÉREZ 191

Varones solteros de dieciséis-veinticinco años ....................................... 12.832


Mujeres solteras de ídem id. .................................................................. 11.447
____________
Exceso de varones................................................................................... 1.385
____________
Varones matrimoniables por cien mujeres de igual edad y estado ......... 112,1

Las majas madrileñas, que tan del agrado eran de don Francisco de Goya, tenían, cierta-
mente, dónde escoger. Para nosotros, ahora lo que nos interesa destacar es que esa afluencia
de varones jóvenes y solteros, era en cierto modo la medida del poder de atracción que la na-
ciente urbe y antigua capital ejercía ya sobre la mayor parte del territorio español.
La deducción se confirma estableciendo el peso relativo en el conjunto de cada grupo
de población.
Menores de dieciséis años (ambos sexos) ... 24,0%
De dieciséis-cincuenta años......................... 60,2%
De cincuenta y más años ............................. 15,8%
El grupo dieciséis-cincuenta aparece considerablemente recargado. Según la distribu-
ción de Sundbärg, el grupo quince-cincuenta debe constituir aproximadamente el 50 por
100 de la población total; hay que advertir que el grupo en este censo empieza a los die-
ciséis años, y no a los quince, aunque se suponga en las edades más bajas una ocultación
considerable, siempre aparecerá el grupo central (dieciséis-cincuenta años). Considera-
blemente recargado a costa de los otros dos, y especialmente del primero. (En el esquema
de Sundbärg, los menores de quince años entran en proporción de 33 por 100: en este cen-
so constituyen el 24 por 100.
He aquí, pues, que en el Madrid de 1800 hay pocos viejos y menos niños; predomina
la gente joven y los hombres solteros; la población se aglomera en pocas casas y en superficies
públicas reducidas. ¿No están aquí expresadas las condiciones demográficas indispensa-
bles para mantener aquel ambiente de animación y alegría del que hablan los viajeros y es-
critores, y que nos entra por los ojos a raudales a través de los cuadros y dibujos, de los
grabados y tapices, del gran pintor madrileño nacido en Aragón?
Antes de entrar en la estructura profesional y social de aquella población digamos algo
sobre su capacidad reproductora. Las únicas cifras que hemos encontrado sobre ello las da
el citado Laborde, y se refieren precisamente al año 1797:
Nacimientos................................................. 4.911
Defunciones................................................. 4.491
_______
EXCESO DE NACIMIENTOS .................... 470
De dos maneras podemos considerar la natalidad de Madrid en esa fecha: relacionan-
do la cifra de nacimientos (4.911) con la de habitantes censados en régimen familiar
(167.609), o estableciendo la relación con el número total de habitantes (200.000). En el
primer caso nos da un coeficiente de natalidad por 1.000 de 29,3; en el segundo caso, de
24,6. De cualquier modo que se obtenga el coeficiente, la natalidad resulta baja para lo que
constituía su nivel normal en aquella época (35-40 0/00).
El coeficiente de fecundidad nos manifiesta que cada mil mujeres de dieciséis-cincuenta
años (solteras, casadas o viudas) tenían escasamente 100 hijos. Y si suponemos que los
192 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

4.911 nacimientos registrados eran todos legítimos, y ponemos esa cifra en relación con las
mujeres casadas de edad maternal, encontramos para cada 1.000 de éstas 188 hijos.
A pesar de la imprecisión de las cifras primarias, puede deducirse que la fecundidad
de las mujeres casadas alcanzaban en general, un nivel satisfactorio, pero que la propor-
ción de mujeres casadas en edad maternal era muy reducido (un ¿—? por 100) en aquella
sociedad, siendo considerable la proporción de solteras, aun de aquellas censadas en ré-
gimen de familia. Por consiguiente, habiendo pocas madres casadas, la natalidad legítima
total tenía que ser poco considerable.
La mortalidad era reducida. Téngase en cuenta que en las 4.491 defunciones registradas
en 1797, no se incluían las ocurridas en hospitales ni conventos ni las de recién nacidos; así
pues, en relación con los 168.000 habitantes en régimen de familia, dan un coeficiente de mor-
talidad de 26,4 por 1.000. Según Laborde, en aquel tiempo reinaba la mayor limpieza en las
calles de Madrid: “Hay muy pocas ciudades en que se preste mayor atención a este punto”.
La preocupación urbanista y madrileñista de los ministros de Carlos III debió tener una re-
percusión favorable sobre la salud pública. Y el sistema de alumbrado, elogiado también por
Laborde, y las medidas de policía harían, sin duda, disminuir considerablemente las muer-
tes violentas. Aun con todas las correcciones y reservas que se apliquen a las cifras de mor-
talidad, traducen una situación favorable en los aspectos sanitarios y de seguridad personal.

B) COMPOSICIÓN PROFESIONAL Y SOCIAL

En el cuadro siguiente extractamos los datos estadísticos de esta clase que trae el cen-
so de 1797:
Población de Madrid según su profesión y estado social
Miles
de censados
I. Titulados (es decir, alta nobleza)......................................................... 289
II. Nobles (es decir, nobleza mediana o secundaría................................. 4.781
III. Empleados del Rey y personal de Tribunales ..................................... 9.071
IV. Facultativos (médicos, cirujanos, boticarios, albeitares) .................... 983
V. Artistas (arquitectos, pintores, escultores, grabadores)....................... 1.041
VI. Labradores y ganaderos (propietarios y arrendatarios ........................ 513
VII. Comerciantes y mercaderes ................................................................ 1.442
VIII. Industriales (es decir, grandes fabricantes) ......................................... 976
IX. Artesanos (es decir, pequeños industriales) ........................................ 4.720
X. Conductores (0 sea personal transportes)............................................ 469
XI. Menestrales (o sea obreros especializados) ........................................ 8.726
XII. Aguadores y mozos de carga............................................................... 1.531
XIII. Jornaleros ............................................................................................ 6.186
XIV. Criados (el censo distingue “de escaleras arriba”, “de Escaleras
abajo” y “domésticos”) ....................................................................... 11.200
Los ocho primeros grupos corresponden a las que pudiéramos llamar “clases altas y me-
dias” de la sociedad; Los grupos 9 a 14 lo forman las “clases modestas o populares”; las
cifras profesionales en el primer grupo parecen expresar o referirse a familias mientras en
el segundo grupo parecen referirse a trabajadores individuales.
PEDRO ESPINA PÉREZ 193

Con arreglo a esta distinción, las “clases altas y medias” formaban una masa de
19.096 familias, en tanto que las “clases populares” sumaban en conjunto 20.003 fami-
lias. Había, por consiguiente, equilibrio bastante marcado entre los dos grupos, lo cual
daba a aquella sociedad una estructura de considerable solidez.
Las que podemos denominar “clases altas” (para valernos de una expresión rápida y
gráfica) estaban representadas, indudablemente, por las 5.070 familias nobles que habían
sido censadas como tales, y por una tercera parte, aproximadamente, de los que figura-
ban en el grupo de “empleados del rey” y “personal de Tribunales”; éstos constituían la
llamada “nobleza de toga”, ennoblecida por el rey con carácter personal, como la otra
traía su nobleza por herencia. Al grupo se unía el que pudiéramos llamar de “aristocra-
cia del dinero”, formado por el pequeño núcleo de ganaderos y labradores (propietarios
y arrendatarios), que serían grandes terratenientes residentes en Madrid o apoderados de
nobles o de instituciones religiosas o benéficas; en cualquier caso, familias de buena
posición; y unas 1.000 familias más de comerciantes al por mayor y negociantes, fi-
nancieros o especuladores en vasta escala.
Resulta de la anterior evaluación, naturalmente, aproximada e imprecisa, que las
“clases altas” formaban una masa de 9.000 y 10.000 familias (la cuarta parte del núme-
ro total de familias avecindadas en la villa-capital). Añádase el personal de jefes y ofi-
ciales militares de la guarnición, el alto clero y los embajadores y diplomáticos de otros
Gobiernos, y se comprenderá que lo que hemos denominado “clases altas” comprendía
entre el 25-30 por 100 del número de casas y familias y entre el 30-35 por 100 de habi-
tantes (ya que cada familia aristocrática contaba con abundante servidumbre y depen-
dencia asalariada). Las “clases altas” constituían entonces, tanto por su número como por
su riqueza y por su posición, el elemento rector y la clase dirigente de la sociedad y de
la vida madrileña.
Nos hemos detenido un poco en este análisis porque al examinar las estadísticas ma-
drileñas de 1850 encontraremos, con poca sorpresa, que no son ya las “clases altas”,
sino las “clases medias”, las que tienen el predominio numérico y cualitativo de la ca-
pital de España, y en momentos sucesivos (1900-10 y 1930-40) veremos nuevos des-
plazamientos de unas clases por otras, con el consiguiente cambio intrínseco de la es-
tructura demográfica local.
Examinemos ahora la composición de las “clases populares” sobre la base de las ci-
fras de este censo.
Encontramos primeramente un grupo numeroso de trabajadores independientes: son
los que figuran como “artesanos”, es decir, pequeños patronos; el censo los denomina
“maestros de artes y oficios” (herreros, carpinteros, zapateros, sastres, encuadernado-
res, etc.); fabrican por sí y con ayuda de sus familiares, y venden directamente a un nú-
cleo reducido de consumidores. Son 4.720 los censados de esta categoría. A ella in-
corporamos 469 que figuran con la denominación de “conductores”, y que servían de
transportistas, es decir, alquiladores de caballos y carruajes, postillones, servidores y
guías de los viajeros, trabajando sobre honorarios concertados para cada viaje y con cada
cliente.
Luego encontramos el grupo que según nuestra terminología actual, podemos cali-
ficar de “personal obrero”; está representado por 8.726 menestrales (es decir, obreros es-
pecializados o de oficio) y 6.185 jornaleros y obreros indiferenciados; en total, 14.911
individuos. Otro grupo de cierto volumen era el de “aguadores y mozos de carga”, en nú-
194 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

mero de 1.531, y últimamente los “criados” (clasificados en tres grupos: de “escaleras


arriba”, de “escaleras abajo” y “domésticos”), sumando en total 11.200.
Es lástima que este censo, en el aspecto profesional, no haga distinción de sexos; no
sabemos, por consiguiente, si en los grupos de “criados” y de “jornaleros” están incluidos
hombres y mujeres o se referían solamente a hombres; nos inclinamos a lo segundo, pero
carecemos de datos para justificar nuestra sospecha.
En conjunto, las clases populares sumaban 32.831 individuos censados, correspon-
dientes a 20.003 familias. Y si excluimos los 5.189 artesanos y conductores que podemos
considerar como pequeños patronos (y, por tanto, contarlos no como individuos, sino como
familias), tendremos para los demás 27.642 individuos en 14.814 familias, es decir. 1,87
individuos por familia, en cuya proporción van incluidos no sólo los jóvenes y mujeres ca-
sadas que trabajaban además del cabeza de familia, sino también los inmigrados solteros,
que constituían proporción no despreciable de la población trabajadora.
Una relación interesante queda aún por establecer entre los que daban y los que reci-
bían trabajo; las cifras son de este orden:
Maestros (es decir, patronos) ................................. 7.227
Oficiales (es decir, asalariados) ............................. 8.726
Aprendices ............................................................. 2.716
Jornaleros............................................................... 6.185
Y en términos relativos aparece:
Número de oficiales por maestro................................. 1,21
Aprendices por cien oficiales ...................................... 31,1
Asalariados por patrono (es decir, oficiales y jornaleros
por maestro)................................................................. 2,06
Jornaleros por cien oficiales ........................................ 70,9
La mano de obra indiferenciada constituía el 41,5 por 100 de la mano de obra total; de
especializados había seis por cada cinco patronos, y los aprendices eran casi un tercio de
los oficiales y el 17 por 100 de todos los productores adultos (maestros y oficiales).
En el terreno que consideramos hoy propiamente económico, o sea el de producción
y circulación de mercancías o de bienes materiales de uso y consumo, los grupos de po-
blación se establecían así:
Industriales y comerciantes (patronos)........................ 4.723
Artesanos independientes ............................................ 4.415
Menestrales (obreros especializados).......................... 8.726
Jornaleros..................................................................... 6.185
________
TOTAL ....................................... 34.049
Y esta masa de productores representaba respecto a la población censada con más de
dieciséis años (127.000.) el 26,8 por 100, y con respecto a los 64.000 varones, de dieci-
séis y más años, el 53,1 por 100.
Debemos insistir, antes de seguir adelante, en que las cifras absolutas y relativas que hemos
utilizado tienen solamente un valor indicativo, y no hay que tomarlas en su sentido estrictamente
aritmético. El censo de población que manejamos es simplemente un ensayo censal, y, por
PEDRO ESPINA PÉREZ 195

consiguiente, sus datos no pueden utilizarse como medida de los grupos censados, sino como
indicación de su masa probable y de su proporcionalidad respecto a los otros grupos.
A pesar de todo, las cifras censales nos han manifestado que en el Madrid de 1800 las
clases altas constituían más de un tercio de la población total, y, por consiguiente, por ra-
zón de volumen cuanto por razones cualitativas, daban la tónica de aquel pequeño mundo.
Las clases económicamente productoras (patronos, independientes y asalariados). Forma-
ban la mitad del conjunto si sólo se tiene en cuenta a los varones, y la cuarta parte si se to-
man también en consideración las mujeres. Los asalariados (en sus tres grandes grupos de
menestrales, jornaleros y criados). Sumaban 26.000, o sea la quinta parte de los hombres y
mujeres mayores de dieciséis años. Y los asalariados productores (menestrales y jornaleros).
Doblaban el número de maestros, representando un 7-8 por 100 de la población total.
C/ Ritmo de crecimiento
Veamos ahora la fuerza de crecimiento de este núcleo humano así constituido. Para
ello nos puede servir el censo ordenado por Floridablanca diez años antes, y realizado,
por tanto, con referencia al año 1787.
Las poblaciones censadas en ambos censos en régimen de familia eran de este orden:
1787 ....................................................... 147.500
1797 ....................................................... 167.600
_________
AUMENTO BRUTO............................. 20.100
_________
Aumento relativo en el decenio............. 13,6%
Esto en cuanto al número de individuos; en cuanto al número de familias, aparece:
1787 ....................................................... 35.155
1797 ....................................................... 39.096
_________
AUMENTO BRUTO............................. 3.941
_________
Aumento relativo en el decenio............. 11,2%
El aumento del número de familias es bastante menor que el de individuos; ello es fá-
cilmente justificable si se tiene en cuenta que entre los elementos inmigrados suelen abun-
dar los solteros. Como consecuencia, el promedio de individuos por familia era en el pri-
mer censo de 4,20 y en el segundo, de 4,29, no porque las familias tuvieran mayor fecundidad
o mayor volumen medio, sino porque había un número mayor de solteros inmigrados a pro-
rratear entre el número total de familias.
¿En qué proporción ha contribuido al aumento el juego combinado de nacimientos y
defunciones, por una parte, y el de llegadas y salidas de viajeros por otro lado? Podemos
intentar la evaluación con las reservas consiguientes.
Vimos en párrafos anteriores que el exceso de nacimientos sobre defunciones había
sido de 470 en el año 1797. Tal vez esa cifra sea demasiado favorable, porque lo fuera
el año citado en el aspecto sanitario o porque no se incluyeran entre las funciones las de
párvulos; operando con prudencia, no creo posible fijar en más de 400 al año el plus de
nacimientos; en diez años serían 4.000. Hasta 20.000, que es el plus de los censados en
1797 sobre los censados en 1787, quedarán 16.000 individuos procedentes de inmigra-
ción. En una palabra: la balanza vital (nacimientos menos defunciones), en el Madrid de
196 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

fines del XVIII, dejaba anualmente un saldo favorable de 400 individuos. La balanza mi-
gratoria (entradas menos salidas de viajeros). Dejaba un saldo favorable al año de 1.600
personas.
No todas las zonas de Madrid participaban en la misma proporción del incremento
global. La distribución del vecindario en cuarteles, vigente a la sazón, era como sigue:

Miles de habitantes Aumentos


1787 1797 Bruto Indice
(Miles) 1787=100
Zona Norte:
Afligidos (barrio de Leganitos) ................... 10,0 12,1 +2,1 121,0
Maravillas .................................................... 22,9 28,4 +5,5 124,0
Zona Este:
Barquillo ...................................................... 16,1 17,8 +1,7 110,6
San Jerónimo ............................................... 18,1 22,5 +4,4 124,3
Zona Sur:
Avapiés ........................................................ 27,3 30,6 +3,3 112,1
San Francisco............................................... 22,2 24,2 +2,0 109,0
Zona Oeste:
Palacio ......................................................... 7,6 8,7 +1,1 114,4
Plaza Mayor................................................. 23,3 23,3 0 100.0
Resumen por zonas.
Zona Norte................................................... 32,9 40,5 7,6 123,1
Zona Este ..................................................... 34,2 40,3 6,1 117,8
Zona Su........................................................ 49,5 54,8 5,3 110,7
Zona Oeste................................................... 30,9 32,0 1,1 106,6
________ _______ _______ _______
Totales.................... 147,5 167,6 20,1 113,6

La zona Oeste, comprimida por el Palacio Real con sus dependencias y obstaculizada
por los desniveles y pendientes del suelo en aquel sitio, tiene un crecimiento mínimo e in-
significante. Por otra parte, las zonas Oeste y Sur eran las del Madrid primitivo, y por ello
acaso en aquella fecha se encontraban más próximas al límite de saturación; en cambio,
las zonas Norte y Este disponían aún de espacios abiertos susceptibles de edificarse, y de
edificaciones susceptibles de ampliación y elevación; lo cierto es que el sector Nordeste
es el que en aquella fecha absorbe los mayores aumentos de población y da origen a los
ensanches urbanos de la época.
Es curioso que desde el siglo XVII la población de Madrid propenda a crecer y exten-
derse más por el Norte que por el Sur, y que esta tendencia se exagere en los períodos de
gran migración; a tal fenómeno cuantitativo se une otro de difícil expresión numérica, y
es la tendencia de las clases medias a domiciliarse en el sector Norte, dejando el sector Sur
entregado casi exclusivamente a las clases populares. Esa tendencia llegará a su punto cul-
minante en el final del XIX. En la actualidad acaso empiece a corregirse. Lo que no pue-
de negarse que el hecho ha tenido y tiene repercusiones de índole económico-social y aun
demográfica.
PEDRO ESPINA PÉREZ 197

No tenemos material estadístico para determinar en que proporción entraban los habi-
tantes de cada región y provincia de España en el conjunto de la población madrileña de
esa época; por ello hemos de contentarnos con las referencias del nombrado Laborde el cual
dice así:
“Madrid es una agrupación de personas procedentes de todas las provincias: todos con-
servan allí las costumbres y estilo de su país de origen, y al mezclarse con los de otras re-
giones forman una mezcla confusa y extraña. Debido a eso, la población donde hay me-
nos prejuicios, donde menos se ¿—tican.? la conducta y los actos ajenos, y donde más
pronto se ¿—culpan.? las faltas, los errores o los defectos de los demás”.

Revista Internacional de Sociología número 10 (1945). Pág. desde 400 hasta 413.
Transcrito por P. ESPINA PÉREZ
“HISTORIAS CURIOSAS DE LA MEDICINA”
Año 1803
VACUNA VIENE DE VACA Por D. J. Ignacio DE ARANA

Desde los más remotos tiempos los hombres tenían la experiencia de que muchas en-
fermedades sólo se padecían una vez en la vida; también de que durante las epidemias que
han asolado a la humanidad a lo largo de los siglos había algunos individuos que habien-
do padecido la plaga de forma leve quedaban a salvo de contagiarse otra vez, aunque es-
tuvieran en íntimo contacto con enfermos. Todos estos sujetos eran afortunados, pero ne-
cesariamente había tenido que estar amenazados de muerte o de graves secuelas para
alcanzar tal fortuna.
A finales del siglo XVIII la viruela hacía estragos en toda Europa. Ya en la primera mi-
tad del siglo había causado millares de muertes en nuestro continente. Entre sus víctimas
se contaban incluso reyes como Luis XIV de Francia, el rey Sol, y su bisnieto Luis I de Es-
paña. Era raro encontrar a alguna persona que no mostrara en su rostro las cicatrices de ha-
ber padecido la enfermedad. Un autor británico, Thomas Macaulay, había descrito la vi-
ruela “como algo que cambia al bebé en otro distinto ante el cual su madre se estremece,
y transforma los ojos y las mejillas de las doncellas prometidas en objetos de horror para
su amante”. Era, pues, una enfermedad temida tanto por su elevada mortalidad como por
los severos estigmas que dejaba tras de sí. Muchos de aquellos empelucados hombres y mu-
jeres del siglo XVIII utilizaban el aderezo par ocultar sus cráneos medio calvos y cruza-
dos de cicatrices a consecuencia de la viruela; los productos cosméticos para disimular
las marcas en el rostro proliferaron también por entonces y se usaron ampliamente por
ambos sexos: cremas, polvos, coloretes; aunque sólo estaban al alcance de unos pocos in-
dividuos y la mayoría de la población tenía que convivir con sus pieles afeadas a la vista
de los demás.
En las comarcas rurales donde se criaba ganado vacuno, la sabia experiencia popular
conocía, sin entenderlo, un hecho común entre los cuidadores de esos animales. Las va-
cas padecen en la piel de sus ubres una enfermedad caracterizada por unas pequeñas am-
pollas llenas de un líquido casi transparente. Los ordeñadores se contagiaban en su traba-
jo y durante unos días padecían una enfermedad similar en sus manos, acompañada de
fiebre ligera y un malestar generalizado fácilmente soportable, todo lo cual desaparecía pron-
to y sin ninguna complicación. Esta enfermedad se llamaba “viruela vacuna.” Lo curio-
200 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

so era que aquellos ganaderos que habían sufrido la enfermedad de las vacas no padecían
luego nunca la auténtica viruela humana cuando una ola epidémica de ésta alcanzaba sus
pueblos, mientras que sí afectaba a sus familias o a otros vecinos dedicados a actividades
distintas del ordeño.
El hecho estaba ahí desde hacía siglos, pero faltaba la mente humana capaz de inter-
pretarlo y darle una utilidad. Esta gloria le iba a corresponder a un médico inglés que ejer-
cía en un pueblo de la campiña británica, Berkeley en el Gloucestershire, que era también
su localidad natal.
Edward Jenner (1749-1823) había estudiado en Londres en los mejores hospitales y con
algunos de los más renombrados médicos de aquel siglo como el celebérrimo sir John
Hunter, cirujano de la realeza y uno de los principales anatomistas de Inglaterra. Jenner des-
tacó siempre por su interés hacia las ciencias de la naturaleza y, sobre todo, a la ornitolo-
gía, su gran afición durante toda su vida. Precisamente uno de sus últimos trabajos, cuan-
do ya era célebre en el mundo por su descubrimiento de la vacuna, fue un estudio sobre
las migraciones estacionales de ciertas aves, concepto hasta entonces desconocido, pues
se pensaba que esos pájaros, alondras y petirrojos pasaban el invierno escondidos en los
fondos de los pantanos en fase de hibernación.
Cuando terminados sus estudios universitarios decidió ejercerlos en Berkeley, mantuvo
una permanente correspondencia con Hunter en la que refería a su maestro y amigo cuan-
tas inquietudes le iban surgiendo en el que hacer diario con sus pacientes. Entre lo que allí
pudo observar no le pasó desapercibido, naturalmente, el caso de los ordeñadores enfermos
de “vacuna”, la mayoría de los cuales ni siquiera requerían sus servicios médicos para tra-
tar algo tan corriente y tan banal. Comenzó a pensar que debía existir una relación muy di-
recta entre esa enfermedad y la viruela humana, aunque todo podía deberse también a una
simple casualidad. Pero para un hombre con el pensamiento científico del Siglo de las Lu-
ces la casualidad no existe en el mundo natural. Y entonces se decidió a aplicar una de las
máximas que le había escrito sir John Hunter: “¿Por qué teorizar”, ¿por qué no intentar el
experimento?”. En cualquier trabajo experimental es de suma importancia establecer ade-
cuadamente el procedimiento que se va a seguir tanto para su realización como para valo-
rar correctamente los resultados obtenidos. Este paso previo le ocupó a Jenner varios años
durante los cuales cosechó varios fracasos que, sin embargo, no consiguieron hacerle de-
sistir, para bien de la humanidad.
Por fin, en el mes de mayo de 1796 lo tiene todo dispuesto. Con una lanceta toma un
poco del contenido de una ampolla de viruela vacuna que padece una joven del pueblo. In-
mediatamente procede a inocular ese líquido infeccioso en el brazo desnudo de un niño lla-
mado James Phipps, que se ha prestado a la prueba y que colocará su nombre en los ana-
les de la medicina. El pequeño, al cabo de unos días, presenta signos inequívocos de estar
padeciendo la infección vacuna: un poco de fiebre y algún escalofrío mientras en el pun-
to de la inyección, y sólo allí, se le forma una pequeña pústula que se recubre enseguida
de costra; nada más. Ahora viene la parte más importante y, sin duda, peligrosa del expe-
rimento. A las seis semanas Jenner dispone de un enfermo de auténtica viruela humana;
recoge con cuidado el contenido de una de sus pústulas y se lo pone a James Phipps so-
bre el otro brazo haciendo simultáneamente unas escarificaciones lineales para que el pro-
ducto penetre con seguridad. Y luego es necesario esperar; en cualquier otra persona aque-
lla pequeña cantidad de líquido entrando en la sangre a través de la piel herida le habría
de provocar una viruela: pero ¿qué sucedería con este niño?; ¡pobre James!, Jenner estu-
vo desazonado los días siguientes con un sentimiento de culpabilidad corroyéndole las
PEDRO ESPINA PÉREZ 201

entrañas. Pero transcurrieron no días sino varias semanas y el pequeño Phipps no mani-
festaba ni el más mínimo signo de ir a padecer la terrible viruela. ¡Ahí estaba el resulta-
do!, una de las plagas de todos los tiempos podía ser vencida. Más tarde, en memoria de
este primer descubrimiento, Pasteur denominará vacunas a todos los métodos de prevenir
una enfermedad mediante el uso de gérmenes o virus, aunque ya no procedan de la vaca
ni tengan nada que ver con el procedimiento descrito por Jenner.
Sin embargo, para Edward Jenner empezaba entonces un verdadero calvario de in-
comprensiones y desprecios. La comunidad científica británica se mostró remisa a admi-
tir los resultados que el médico rural presentó ante ella. Se sucedieron las discusiones en-
tre los críticos y los entusiastas que superaron los ámbitos puramente científicos para
extenderse a la opinión pública. No faltó tampoco quien discutiese a Jenner la primacía del
descubrimiento reclamándola para él Cuando la noticia cruza el Canal de la Mancha, en
el continente se plantean los mismos debates con similar acritud, pasando asimismo a las
páginas de los periódicos y a las tertulias callejeras.
España tuvo en la aceptación y difusión de la vacuna un protagonismo que, como es
habitual, se nos escamotea por el resto de los países mediante el acreditado sistema de ig-
norar por completo nuestra participación en el progreso científico. En el año 1803 parte
de las costas españolas una expedición naval al mando de los doctores Francisco Javier
de Balmis y Francisco Salvany con el exclusivo propósito de llevar a nuestras posesiones
de ultramar la preciada vacuna. Es curioso cómo se achaca a los españoles dentro de la Le-
yenda Negra el haber llevado a América la viruela que causó una gran mortandad entre las
poblaciones aborígenes, sin que en ello interviniera la voluntad de los colonizadores que
portaban sin saberlo esta enfermedad como otras muchas que se padecían de forma habi-
tual en Europa. Pero luego se silencia esta expedición organizada para luchar contra la vi-
ruela con un método que en esos años iniciales del siglo XIX no estaba aún ni mucho me-
nos aceptada en todos los países considerados como de alto nivel científico.
Los doctores Balmis y Salvany se encontraron con un doble problema a la hora de pla-
nificar su viaje. Dada la larga duración del mismo era necesario contar con un número su-
ficiente de individuos a los que ir inoculando la linfa vacuna durante la singladura, pues-
to que no se conocía otro sistema de conservación que el pase directo de persona a persona;
pero además esos individuos tendrían que haber estado libres de cualquier contagio de vi-
ruela humana, lo cual era muy difícil de conseguir entre gente marinera e incluso entre la
población general dispuesta a iniciar esa aventura transatlántica. La solución se encontró
en los niños de la Inclusa de Madrid y de otras ciudades españolas. Se embarcaron vein-
tidós niños y cuando a uno de ellos estaba a punto de curársele la inoculación se tomaba
un poco del material de su pústula para inoculárselo al siguiente. De este modo, haciendo
una escala en Canarias, arribaron a Puerto Rico y luego a Caracas; allí se comenzó la va-
cunación masiva de la población indígena y criolla.
Enseguida la expedición se dividió en dos partes: una, al mando del doctor Salvany, re-
corrió toda Centroamérica vacunando en el virreinato de Nueva España; la otra , con el doc-
tor Balmis a la cabeza y otro grupo de niños americanos a bordo, dio la vuelta al continente
y atravesó el Pacífico hasta llegar con su precioso cargamento médico a Filipinas, las is-
las Visayas, Macao y Cantón, ya en plena China.
Sin duda esta expedición de nuestros médicos constituye una de las misiones sanita-
rias más importantes de la historia. Muy pronto se pudo apreciar su éxito cuando dismi-
nuyó abruptamente en toda España y en sus provincias y virreinatos alrededor del mundo

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202 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

la cifra de muertes por la viruela. En el resto de Europa aún tardaría varios años en gene-
ralizarse el descubrimiento de Jenner.
En el año 1980 la organización Mundial de la Salud proclamó oficialmente a la virue-
la como una enfermedad erradicada en todo el mundo. Se trata de la primera enfermedad
infecciosa, epidémica, que se consigue vencer de modo absoluto y todo gracias a la vacu-
nación sistemática de la población humana. Han transcurrido casi doscientos años desde
que Edward Jenner transmitía la enfermedad de una vaca a James Phipps, pero ha mere-
cido la pena.
Trabajo publicado en ESPASA CALPE. S. A.
3.a EDICIÓN. 1995. Páginas 55 hasta 162
Transcrito por P. ESPINA PÉREZ

REAL CEDULA
DE S.M.
FERNANANDO VII
Y SEÑORES DEL CONSEJO

Por la cual se manda que en todos los Hospitales de las Capitales de España se des-
tine una sala para conservar el fluido vacuno, y comunicarlo a cuantos concurran a
disfrutar de este beneficio, y gratuitamente a los pobres, bajo la inspección y reglas
que se expresan.
Unas observaciones al preámbulo de la Real Cédula: Comentando el contenido tan fa-
vorable e importante para todos los niños de España, amparándonos en lo que indica el “pre-
ámbulo” de la Real Cédula, apostillando con este apunte que las normas que recogían en
aquellos “documentos oficiales”, estaban llenos de las mejores intenciones por parte de aque-
llos hombres de gran espíritu bondadoso con aquellas criaturas desamparadas por los su-
yos y necesitadas del amparo y protección de las autoridades de cada época. Publicando
las reglas de obligado cumplimiento en todos los hospitales del Reino. No obstante, a la
hora de ponerlas en práctica en los centros, se hacia de forma deficiente y precaria con los
niños.
AÑO 1805
PEDRO ESPINA PÉREZ 203

“REAL INCLUSA”

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres y prohijado y las que se han remitido a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, desde 1.° de enero de 1803 en adelante.

AÑOS Niños Niños TOTAL Fallecid. El tanto Entrega. Remitid. TOTAL


que recibido fin de en el por 100 a Padres Colegio. Quedan
había en el año año año del total Prohija. Desamp. en el
31-12 del año y Paz centro
1803 1.195 1.362 2.557 1.068 41,76 176 79 1.234
1804 1.234 1.782 3.016 1.794 59,48 221 75 926
1805 926 1.252 2.178 1.173 53,85 127 61 817
1806 817 1.181 1.998 1.065 53,30 91 45 797
1807 797 1.195 2.032 1.091 53,69 88 39 814
1808 814 1.223 2.037 1.096 53,80 86 33 822
1809 822 898 1.720 889 51,68 63 35 733
1810 733 940 1.673 890 53,19 53 28 702
1811 702 1.069 1.771 985 55,61 57 41 688
1812 688 1.832 2.520 1.864 73,96 106 41 509
1813 509 594 1.103 562 50,95 33 17 491
1814 491 941 1.435 882 61,46 31 24 498
1815 498 1.159 1.657 967 58,35 38 57 595
1816 595 1.219 1.814 998 55,01 39 30 747
1817 747 1.186 1.933 996 51,52 57 35 845
1818 845 1.025 1.870 825 44,11 55 10 980
1819 980 1.142 2.122 876 41,28 40 8 1.198
1820 1.198 1.080 2.278 854 37,48 44 14 1.366
1821 1.366 1.128 2.494 793 31,79 52 26 1.623
1822 1.623 1.121 2.744 960 34,98 45 50 1.689
1823 1.689 SIN DATOS DEL AÑO... …

(1) El tanto por 100 de los niños fallecidos, se ha tomado de la cifra “total de los niños que había a final del año”.
No obstante, si nos atenemos a las tablas que se llevaban, según el estudio de los años 1817 hasta 1821, di-
cen que se conservaba un “23” por ciento, con corta diferencia. Por consiguiente, el tanto por ciento de los
fallecidos era del orden del 75 por ciento de los que ingresaban en el año.
(2) Las cifras han sido copiadas de los estadillos que efectuaban anualmente. “Entradas y Salida de niños” por
los conceptos indicados. A estos indicadores se ha añadido el porcentaje de los fallecidos. Por entender que
hay muchas controversias de “cifras” en los estudios con respecto al tanto por ciento de los niños que falle-
cían en el primer año de su ingreso. Dependiendo de donde se tomasen los datos, así se obtenían los resul-
tados, si del total de los acogidos que había al finalizar el año, o bien por el contrario, de los internados en
los doce meses.
(3) Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ.
(4) Archivo R.C. Madrid. Fondo de la Inclusa. Signatura 8545.
204 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA DE MADRID”

Estado que manifiestan las Criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a su Padres ó Parientes, las que se han prohijado y las que se han re-
mitido a los Colegios de Desamparados y Niñas de la Paz , desde 1.° de enero de 1806 has-
ta 31 de diciembre de 1820, que forman los tres últimos quinquenios que se piden en la
Nota 2.a del modelo remitido por el Excmo. Ayuntamiento de esta Heroica Villa.

AÑOS Existen Entrad. Total Salidas Por Por Por Quedan


del año en cada Ingresa- por entrega. Prohija- Remiti. acogido
anterior año dos muertos a Padre miento Colegio fin año
1806 817 1.181 1.998 1.065 84 7 45 797
1807 797 1.295 2.032 1.091 86 2 39 814
1808 814 1.223 2.037 1.096 86 0 33 822
1809 822 898 1.-720 889 63 0 35 733
1810 733 940 1.673 890 53 0 28 702
TOTAL 5.537 9.460 5.031 372 9 180
1811 702 1.069 1.771 985 57 0 41 688
1812 688 1.832 2.520 1.864 106 0 41 509
1813 509 594 1.103 562 33 0 17 491
1814 491 944 1.435 882 31 0 24 498
1815 498 1.159 1.657 967 36 2 57 595
TOTAL 5.598 8.486 5.260 263 2 180
1816 595 1.219 1.814 998 39 0 30 747
1817 747 1.186 1.933 996 57 0 35 845
1818 845 1.025 1.870 825 54 1 10 980
1819 980 1.142 2.122 876 39 1 8 1.198
1820 1.198 1.080 2.278 854 42 2 14 1.366
TOTAL 5.652 10.017 4.549 231 4 97

Según el estudio: En un año deben entrar 1.130 niños. En cada año deben morir 909 niños. En
cada año deben entregarse a sus padres, 46 niños. En cada año deben prohijarse 5 niños,. En cada
año deben remitirse a los colegios. 20 niños.
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Madrid, 6 de julio de 1820.


A.R.C. Madrid, Fondo de la Inclusa. Signatura, 8470.
PEDRO ESPINA PÉREZ 205

(2)

“REAL INCLUSA DE MADRID”

Nota 1.a Los dos primeros quinquenios que comprende este estado no deben servir de
comparación para nada, pues ambos participaron de la “calamidad” general que atrajo la
guerra de invasión; en cuya época, se hallo la casa por la perdida de sus mejores rentas,
sin medios para pagar a las Amas el corto estipendio de 35 reales al mes que tenían asig-
nado las del Establecimiento, y 45 reales las de los lugares, el tiempo de lactancia y 24 por
los destetes, y devolvieron a la casa las criaturas la mayor parte de las que las criaban,
siendo muy pocas las que se presentaban a sacarlas, con lo cual y los muchos niños que
entraban de padres conocidos enfermos y extenuados por la miseria que había siempre un
gran número en la sala que no podían ser alimentados por las nodrizas que había en ella,
ni alcanzaban los alimentos artificiales de que se pudo hacer uso, y morían casi todos de
necesidad y de varias enfermedades que se complicaban por la mucha reunión.
Nota 2.a El último quinquenio da idea de las mejoras que ha tenido el Establecimien-
to, y de lo que se ha disminuido la mortandad en estos últimos años, por el número de
criaturas que tiene existentes, y aunque en él son mucho menos las remitidas a los Cole-
gios, consiste en las pocas que se salvaron en los anteriores, lo que no sucederá así en el
quinquenio corriente.
Las mejoras de la Inclusa, han resultado de que habiendo vuelto la “Casa” a poner co-
rrientes sus rentas y adquirido algunas mas, ha podido pagar con puntualidad a las Amas,
aumentándolas —15— reales al mes durante la lactancia, y si en esa proporción hubiera
podido aumentar a los destetes serían más felices los resultados. El aumento de salarios a
las Amas y pagarlas con puntualidad es el único medio de salvar los expósitos. Penetrada
de esta verdad la Junta de Señoras lo ha representado en muchas ocasiones al Gobierno,
pidiendo asignación de rentas, que si bien ha conseguido alguna, la desgracia ha hecho que
no sean efectivas.

Madrid, 6 de julio de 1820


A. R. C. de Madrid, Fondo de la Inclusa. Signatura. 8470. P. ESPINA PÉREZ
MINUTA
OBLIGACIONES MÉDICAS
Se nombra cirujano 1.° A.D. Pedro Laplana Madrid, octubre 1807

Atendiendo la Junta de Señoras encargadas por S.M. de los establecimientos de la In-


clusa y Colegio de la Paz de esta Corte, al mérito de D. Pedro, y de las circunstancias de
caridad y celo que le acompañan, ha servido a bien nombrarle cirujano de estos dos esta-
blecimientos reunidos, señalándole la dotación de cuatrocientos ducados anuales bajo las
obligaciones que se expresarán, sin establecimientos, y por lo que hace a la asistencia del
de la Paz, que ha desempeñado Adjunto hasta aquí, le ha señalado la misma Junta doscientos
ducados de Vellón por todo el tiempo que ha corrido en el establecimiento, bajo su direc-
ción, y el tenor de las obligaciones es el siguiente.
1.a Hará una visita diaria por la mañana acompañado del segundo cirujano, y en ella
reconocerá todos los males quirúrgicos que padezcan los niños, o las amas, y aplicará por
si o por el 2.° cirujano a presencia suya los remedios convenientes.
2.° Aunque en los males de cirugía en general es bastante una visita diaria, sin embargo
será de su obligación repetirla cuando lo exija el caso, y a parte de eso el 2.° cirujano de-
berá concurrir todas las tardes a hacer las curaciones que haya dispuesto, como también
para ver si ha entrado algún niño necesidado de algún auxilio; en cuyo caso, y en el de no
poder recibirlo por sí, pasará a llamar a Ud.
3.° Teniendo acreditado la experiencia que muchas amas, por no avisar a tiempo, te-
merosas sin duda de que las despidan, suelen incurrir males de pechos, tan perjudiciales
a ellas, como a los niños tendrá Ad, la obligación de reconocerlas de quince en quince
días, o más a menudo, evitando de esta suerta sus malas resultas.
4.° En ningún caso, como se ha dicho, dejará Ad, de hacer por sí la aplicación de los
remedios dedicados, sin fiarlo al 2.° que no sea haciéndolo a su presencia, y después de
constarle su destreza en la aplicación.
5.a Siempre que se considere necesaria alguna operación quirúrgica de importania de-
berá hacerlo saber a los Médicos, por si estos quisiesen presenciarla, o tuviese que hacer
algunas reflexiones sobre ella y esto mismo deberá practicar en todos los casos en que
haya de innovar algún remedio que no conste en el formulario.
208 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La junta pues, por la confianza que tiene de Ud. espera desempeñará este encargo con
la eficaia y esmero que se merecen los individuos de estos establecimientos, entendiéndose
igualmente con los dependientes que vivan dentro de la casa, como lo practicarán también
los Médicos. Lo que participo a Ad. De acuerdo de la Junta para su inteligencia y satisfacción.

Dios que a Ad, guarde. Madrid, 24 de octubre de 1807.


María del Rosario Cepeda de Gorostiza. Por el Dr. Pedro Laplana
A.R.C. Madrid. Fondo de la Inclusa. Signatura 8476

Acompaño esta Minuta. Considerada corta, precisa, y de suma importancia por su con-
tenido, ya que recoge en síntesis las “obligaciones médicas”, que tenía que cumplir el ciru-
jano, nombrado al efecto, para prestar la asistencia a los niños acogidos en los Centros: In-
clusa y Cólegio de la Paz. Sin embargo, a estas buenas normas asistenciales, las faltaba lo
más esencial, como era menester, cubrir las otras necesidades económicas que requerían los
centros: como eran las contribuciones oficiales, eclesiásticas, asociaciones, rentas de los al-
quileres, más los donativos de los particulares que llevaban los niños a la Institución. Cuan-
do estas ayudas no llegaban, o llegaban en parte, se agravaba la situación, y como pasa siem-
pre las criaturas lo pasaban muy mal, como mencionan otros informes de la obra.
Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ
FUNDACIONES, CENSOS, Y OTROS DATOS
RELACIONADOS CON EL TEMA
Años 1808-1934

Año 1808. Procedencia. “Real Asociación de Caridad”. La protectora del Departamento


de Reservadas remite a la “Real Inclusa” los niños. Con cargo de la Junta de Damas
de Honor y Merito.
Año 1812. Hay un oficio del Jefe Político, sobre el lastimoso estado en que se encuentran
los niños acogidos en la Inclusa.
Año 1831. Censo. Proporciona los siguientes datos en torno a la capital; cuenta entonces,
49,400 vecinos y 11.127 habitantes; las 8.000 casas que constituyen la urbe se agru-
pan en 540 manzanas.
Año 1831. El Administrador de las fincas de la “Real Inclusa”, pidiendo medio año de al-
quiler de la Casa de la C/ del Soldado, ocupada por la “Casa Galera”.
Año 1832. Licencia concedida a la Junta de Damas de Honor y Mérito, para tener seis con-
ciertos en la cuaresma a beneficio de la “Inclusa”.
Año 1832. El Administrador de bienes de la “Inclusa”, solicita los alquileres vencidos de
la Casa de la C/ del Soldado, ocupada por la “Casa Galera”.
Año 1838. Una vez más hay disposiciones para remediar el estado de la mala situación
de la “Inclusa”. A causa del fallecimiento crecido de párvulos.
Año 1852. La reina Isabel II. el día 18 de febrero de 1852, sale de Palacio y se dirige a la
basílica de Atocha para dar gracias por sólo haber recibido una ligera herida en el aten-
tado. En el mismo día propone al presidente del consejo la fundación de un hospital,
que llevará el nombre de “Hospital de la Princesa.
Nace así el Hospital que se llamará de la “Princesa”, en el paseo de los areneros, cer-
ca de la Puerta de Fuencarral. J. M. A.
Año 1858. La villa esta dividida en dos cuarteles. Norte y Sur, 10 distritos y 89 barrios.
Cuenta con 153 edificios públicos, 7.000 casas particulares, 510 calles, 69 plazas y
plazuelas y 280.000 vecinos.
210 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Año 1859. El Sacerdote José Tenorio, crea la Maternidad Provincial, para asistencia de mu-
jeres embarazadas.
Año 1871. Abril. La Reina dedica la Casita de los príncipes a guardar niños. (Asilo de las
Lavanderas).
Año 1873. El día 1 de diciembre de 1873. Ha contado el último censo de Madrid, —
333.550— habitantes.
Año 1874. Se celebra el día 19 de julio de 1874, la última corrida de toros en la plaza
vieja de la puerta de Alcalá. Construida en 1749. estuvo ubicada entre las calles de
Claudio Coello y Lagasca.
Año 1874. Se inaugura el día 4 de Septiembre 1874, la nueva plaza de toros. En lo que
hoy es palacio de los deportes, gracias o por mediación de un diputado, de esa época.
Año 1900. Aparece por primera vez como, Inclusa, Colegio de la Paz, Maternidad y Asi-
lo de las Cigarreras.
Año 1900. En 27 de noviembre, aparece el “Sello”, puesto en algunos de los niños regis-
trados, “Fundación-Zorrilla”.
Año 1911. Se inaugura la Fundación “Caldeiro para niños Huérfanos”. Ubicado en la
Avda. de los Toreros.
Año 1931. Se inaugura la nueva plaza “Monumental, con una corrida a beneficio, en esta
ocasión, de los obreros parados.
Año 1934. Inauguración oficial de la plaza de Toros “Monumental”, de la Ventas, con ca-
pacidad para 23.000 Espectadores.

Datos tomados de “Cronica de Madrid”, Editada por Plaza y Janes. 19900. y del Archivo de
la Villa de Madrid.
Datos relacionados con la vida de la Real Inclusa
Por P. ESPINA PÉREZ
“EDIFICIO DE LA REAL INCLUSA”

Ubicada en la calle de “Embajadores”, desde el año 1808 hasta el año 1927-1929, en


que se trasladaron todos los niños al Colegio de la Paz. En donde estuvo hasta el año 1931,
que se inauguró el “Instituto Provincial de Puericultura”, en cuyo edificio permaneció has-
ta el año 1982, que pasaron los pocos niños que había a la nueva “Ciudad Escolar”.

Año 1879, 17 de mayo: Ayer tarde se verificó la inauguración de las obras de ensanche que se
han hecho en el edificio de la Inclusa de esta capital, a fin de poder dar albergue en aquel asilo be-
néfico a mayor número de niños y niñas que hasta aquí.
Asistieron al acto la Princesa de Asturias, acompañada de la condesa de Superunda y de los mar-
queses de Nájera, la Junta de damas, el ministro de la Gobernación, el obispo auxiliar de Madrid, el
gobernador de la provincia, el director de Beneficencia, los presidentes de la Diputación Provincial
y del Ayuntamiento y otras muchas personas.
Después de la bendición, el señor obispo pronunció un discurso, y terminada la ceremonia reli-
giosa, visitó S. A. las dependencias de la Casa.
Imparcial, diario Liberal
RELACIÓN DE MERITÓS; QUE EXPRESA LOS QUE
EN SERVICIO DEL REY, y de la Patria ha contraido el
Consultor honorario de Medicina Don PASCUAL MORAL,
desde la penúltima Guerra con Francia de 1793, hasta la
época actual. (1814)

Por Real orden de quince de abril de mil setecientos noventa y quatro fue nombrado Médi-
co de número con destino a los hospitales del exército del Rosellón con el sueldo de ochenta es-
cudos mensuales. A consequencia en principió a servir en los de Gerona, donde fue destinado a
la asistencia de distintos de la Nación, y en el General de las tropas de S. M. Fidelísima, que de-
sempeño con acierto. De esta hospitalidad fue trasladado a la villa de Bañolas, de donde ha-
biendo cumplido con iguales ventajas, y asistiendo a los Caballeros Oficiales, de quienes por
sus conocidos aciertos fue singularmente estimado, ya llenando en ausencias y enfermedades la
ocupación de Médico consultor; pasó a la villa de Santa Coloma de Farnés, y allí exhibió igua-
les pruebas de honor y aplicación. De este destino tuvo que pasar a la Ciudad de Mataró donde
a toda satisfacción de sus xefes desempeñó las penibles comisiones de su cargo. Ultimamente fue
trasladado a la villa de Malgrat, en cuyos hospitales sirvió hasta la conclusión de la campaña.
En doce de Febrero de mil setecientos noventa y siete se sirvió S. M. Concederle el fue-
ro Militar, y uso de uniforme de su referida clase por el mérito que contraxo en la campa-
ña de Francia.
En veinte y dos de Agosto de mil ochocientos fue nuevamente nombrado Médico de nú-
mero con el mismo sueldo y destino al Exercito de Extremadura, y en su virtud se presentó en
Trujillo. Desde esta Ciudad pasó en compañía del Médico de Cámara e inspector de epide-
mias de la Provincia de Extremadura Don Josef Alvarez de Soto, Pro- Médico del dicho Exér-
cito, al reconocimiento de la dicha, con motivo de la epidemia de Andalucía, y establecimien-
to de hospitales de campaña, y finalizada esta Comisión se trasladó a Badajoz. En esta Plaza
fue destinado en el hospital Real y Militar del Castillo, en el que visitó distintas de las salas de
soldados enfermos, y la de Caballeros Oficiales. De este hospital pasó al del hospicio, en el que
igualmente visitó a los Caballeros Oficiales, y varias salas de soldados hasta su extinción. Ul-
timamente volvió a ser destinado en el hospital del Castillo, en el que sirvió hasta último de Di-
ciembre de mil ochocientos uno, en el que concluyeron los hospitales de campaña.
Por Real orden de veinte de Octubre de mil ochocientos siete volvió de nuevo a ser nom-
brado Médico de número con el mismo sueldo y destino al Exército de Castilla la Vieja;
214 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

y habiéndose presentado en Valladolid, como se le prevenía, pasó a Valencia de Alcánta-


ra en Extremadura, punto de reunión de todos los Empleados del referido Exército, por or-
den del General en Xefe el Excmo. Señor Don Juan Carrafa. Desde esta Plaza paso a la
de Badajoz en compañía del Pro, Médico Don Simon de Artaxo, con el objeto de pedir so-
corros para los de su ramo, y habiendo acordado con el Intendente interino del Exército y
Provincia Don Agustín Gutiérrez de Tovar quedase en dicha Plaza para el expresado fin,
fue nombrado habilitado por los de su Cuerpo.
En treinta de Agosto de mil ochocientos ocho, la Junta Suprema de Extremadura en con-
sideración a sus dilatados méritos y servicios le condecoró con los honores de Consultor, y op-
ción a la primer vacante, y habiéndose verificado ésta por dimisión del Consultor efectivo
Don Domingo de Tapia, precedido el correspondiente informe del Intendente del Exército, fue
nombrado Consultor efectivo por la referida Junta en trece de Octubre del propio año, con solo
el sueldo que gozaba de Médico de número, en atención a las circunstancias y falta de numerario
que en aquella época afligían a la nación. S. M. la Junta Central aprobó los honores de Con-
sultor, y no la propiedad por no haber sido hecha la gracia en tiempo oportuno.
Por una orden del Excmo Señor Capitán General del Exército de Extremadura, de
acuerdo con el Intendente del mismo, quedó en Badajoz en razón de su comisión, y para
asistir en el hospital con el primer Médico Don Domingo de Tapia, quando el Exercito sa-
lió a primeros de Octubre de mil ochocientos ocho para Burgos, y fue destinado en la sala
de San Fernando del hospital del Castillo.
En quatro de Enero de mil ochocientos nueve se encargó igualmente del hospital de Ca-
balleros Oficiales de San Francisco, y de la primera sala del Castillo, por indisposición del
referido Tapia; y poco después de la segunda por indisposición el Médico de número Don
Manuel Navarro. En veinte y nueve de Enero se encargó igualmente de otra sala del Mé-
dico de número Don Bernardo Beltrán del Rey, que pasó al Exército de Operaciones, de-
sempeñando con la mayor puntualidad la asistencia de las referidas, a excepción del hos-
pital de Caballeros Oficiales que estuvo un poco de tiempo al cargo del consultor Don
Tadeo Lafuente. En veinte y ocho de Marzo fue nombrado nuevamente para la asistencia
de Caballeros Oficiales, por haber pasado al Exército de Operaciones el referido Lafuen-
te. En nueve de Abril se encargó de la sala de unciones, sin perjuicio de las que estaba asis-
tiendo. En diez y seis de Abril se le comisionó para la asistencia y curación de los enfer-
mos de las Reales Cárceles por temerse de sus resultas algún contagio en la Ciudad. En
diez y site del mismo se le dio el cargo interino en xefe de los hospitales del Exército, por
ausencia en comisión del Proto-Médico Don Franciso de Paula Piñuela.
Por Real orden de cinco de Diciembre de mil ochocientos nueve pasó del Exército de
observación, en el que estaba destinado, al quartel general del de operaciones, por haberse
trasladado el consultor Lafuente al Exército de la Mancha. En cinco de Enero de mil ocho-
cientos diez, pasó por orden superior a la hosptalidad de Llerena, la primera del Exército,
a relevar al consultor Don Andrés Vila. En seis de Febrero salió con la hospitalidad (que tomó
el nombre de ambulante) con dirección al partido de la Serena, por haber invadido los fran-
ceses las Andalucías, y ocupado el paso para Badajoz. Aislado desde esta época continuó
el servicio en dicha hospitalidad dividida en varios puntos, por providencia de la Junta de
armamento y defensa del expresado Partido, recorriéndolos incesantemente, careciendo de
todos medios y socorros. En veinte y ocho de Abril pasó a recibir órdenes a Badajoz; y en
quince de Mayo regresó en comisión por el Excmo. Señor Marqués de la Romana y Junta
Superior de la Provincia, a reunir las reliquias de la dicha hospitalidad, y trasladarlas a Lle-
rena, en donde debía formar un estado general de todo lo ocurrido para remitir a la supe-

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PEDRO ESPINA PÉREZ 215

rioridad, y estando en esta operación entraron los enemigos de sorpresa el veinte y nueve
de Junio al anochecer, quedando todos sus individuos prisioneros. El dos de Julio salió en
compañía del Médico de número Don Rafael Villanueva, y el practicante de Farmacia Don
Francisco Montero para Badajoz, haciendo un rodeo de treinta y tres leguas a pie, con los
mayores trabajos, y en medio de infinitos peligros; y el diez y seis se presentaron en dicha
Plaza. En últimos de dicho mes fue destinado a la plaza de Olivenza, en la que asistió la sala
de caballeros oficiales, y la de soldados enfermos hasta diez y siete de Septiembre, que de
orden del Excmo. Señor Marqués de la Romana pasó con toda la hospitalidad a Badajoz En
veinte y seis del mismo volvió a continuar sus servicios a dicha plaza en clase de primer Mé-
dico por oficio del Proto-Médico Don Ildefonso Dionisio de Berastegui.
En el mes de Enero de mil ochocientos once sufrió el sitio en dicha Plaza y ocupación
por los enemigos, y permaneció en ella asistiendo a los prisioneros españoles, hasta que
sufrió el segundo sitio por los ingleses.
En treinta y uno de Mayo fue declarado individuo del quinto Exército por la Junta su-
perior de Extremadura, con anuencia del Excmo. Señor Don Francisco Xavier de Casta-
ños. En el mes de Junio salió con el quartel general para Portugal; y en cuatro de Julio le
nombró dicho Excmo. Señor, Médico de su quartel general, cuyo cargo desempeñó en la
asistencia de los Generales y demás personas que le componían, hasta el mes de Enero de
mil ochocientos doce, que de orden superior se le mandó pasar al tercer Exército, y ha-
biéndose presentado en su quartel general, que estaba en Murcia, se le encargo la direc-
ción del hospital de San Agustín, que desempeñó hasta mitad de Junio, en el que con mo-
tivo de padecer unas calenturas intermitentes, obtuvo un mes de licencia para pasar a la villa
de Ayora, en donde estaba su familia, y convalecido regresó al quartel general.
En cinco de Septiembre pasó a encargarse de la hospitalidad de Lietor, en la que ha-
biendo encontrado algunos enfermos de calentura amarilla, a beneficio de sus disposicio-
nes, aisló el mal, y precavió el contagio, tanto en los militares enfermos y asistentes, como
en la población.
En Octubre recibió orden para pasar a la hospitalidad de Ocaña, a cuyo establecimiento
no llegó a tiempo por la nueva entrada de las tropas francesas en Madrid.
En diez y ocho de Noviembre fue destinado para la dirección del hospital general que
se estableció en Alcaraz, en el que sirvió hasta mitad de Diciembre que volvió a encargarse
del de Lietor; y a últimos del mismo salió para el quartel general de Murcia, extinguien-
do al paso los hospitales de transito de Hellín, Cíezar y Molina.
En Enero de mil ochocientos trece llegó al quartel general de Murcia, y en dos de Fe-
brero se encargó de la dirección del hospital de San Agustín, que sirvió hasta últimos del
mismo, que pasó a encargarse de la de Orihuela. La Junta de Sanidad de esta Ciudad le nom-
bró su Vocal en dos de Abril, habiendo desempeñado quantas comisiones pusieron a su car-
go durante su permanencia en aquel destino.
A mitad de Junio pasó nuevamente al quartel general que se estableció en Valencia, en
donde fue destinado a la dirección de su hospital militar.
A últimos de Septiembre de mil ochocientos trece pasó en Comisión al Quartel Gene-
ral, y Divisiones del Exército por las muchas enfermedades que padecían las tropas, y
concluida ésta regresó a Valencia en donde continuó en su destino hasta últimos de Octu-
bre que volvió a encargarse de la asistencia del Quartel General en Vinaroz, y habiéndo-
se trasladado a principios de Mayo de mil ochocientos catorce dicho Quartel General a Va-
216 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

lencia, regresó a la referida Ciudad, y fue destinado a mediados de este mes a la dirección
de la hospitalidad de Castellón de la Plana.
En este destino continuó hasta el último de Julio, en el que se extinguió su hospital Militar.
En treinta y uno de Agosto fue destinado a la primer visita del hospital Militar de Va-
lencia, que estaba a la dirección del primer Médico Don Antonio Hernandez , y habiendo
éste pasado a primeros de Octubre a la Corte quedó encargado de la dirección del hospi-
tal, y de Xefe interino del Exército, con cuyos cargos continuará probablemente hasta la
total extinción de los hospitales de campaña.
La relación de méritos precedente está conforme con los documentos originales que
se me han presentado, y ha recogido el interesado; lo que certifico como Comisario de Gue-
rra de los Reales Exércitos, e Inspector General de hospitales del segundo, Valencia diez
y ocho de Noviembre de mil ochocientos, y catorce.
José DE URETA
Este Profesor, concluida la carrera de su Facultad en la Universidad de Valencia, fue
Comisionado en la epidemia de calenturas perniciosas de mil setecientos ochenta y qua-
tro. Después de graduado fue Académico en la Universidad de Zaragoza. Revalidado ya
se le Comisionó en otra epidemia en mil setecientos noventa, en las riberas del Río Jalón,
en el Reyno de Aragón.
En mil setecientos noventa y ocho tuvo otra Comisión a reconocimientos de historia
natural en los Pirineos de Aragón, para la formación del nuevo Diccionario de geografía
de la Academia de la historia. Con cuyo motivo escribió una Flora de las plantas de aque-
llos puntos, fructificaciones, aguas minerales, mineralizaciones, petrificaciones, industria,
usos y costumbres del país, que con otro manuscrito del uso y abuso de la sangría, remi-
tió al P. Fr. Mateo de Summan, de la orden de Mínimos, Comisionado principal por la re-
ferida Academia, por cuyas obras mereció un lugar en la Enciclopedia de Escritores Ara-
goneses. Después de la guerra de Portugal fue Médico supernumerario del Real Sitio de
Aranjuez, y en algunos tiempos intermedios de las campañas y antes de principiar su ca-
rrera Militar, Médico titular de varios Pueblos de los Reynos de Aragón y Navarra.
Hallándose desempeñando el destino de primer médico en el Cantón de Valencia, pro-
cedente del ex segundo ejercito fue nombrado en 19 de agosto de 1815, consultor efecti-
vo con destino al de Observación de la Izquierda, en el que ha permanecido haciendo su
servicio hasta dos meses después de su disolución. Madrid, 22 de junio de 1816.
Pascual MORAL

El antecedente extracto de servicios del Consultor de Medicina D. Pascual Mora, esta


¿con arreglo? A los documentos que me ha presentado de que Certifico.
Madrid, veinte y dos de junio de mil ochocientos diez y seis.
Josef DE URETA

Transcrito de la memoria presentada por el Dr. D. Pascual Mora,


como méritos para optar a la plaza de médico de la Real Inclusa de Madrid.
A.R. C. Madrid. Fondo de la Inclusa. Signatura.
Por P. ESPINA PÉREZ.
QUINQUENIO QUE COMPRENDE
LOS AÑOS 1817-1821

Por el último quinquenio, que comprende los años desde 1817 hasta 1821 inclusive, que
los niños y niñas / mitad de cada sexo poco más o menos / que entran en este Estableci-
miento, los que mueren y los que se conservan en cada año, son los siguientes.
Entran............................................................. 1.112, 1/5
Mueren........................................................... 858
Se conservan .................................................. 254, 1/5
Corresponde la conservación a un 23 por ciento, con corta diferencia
La edad en que mueren, según las tablas que se llevan es

Hasta un año....................................... 735, 2/5 En los que mueren hasta un año,


De un año a 2 años ............................. 86, 1/2 se encuentran los inconservables,
y otros que vienen de fuera de
De 2 a 3 años ...................................... 22, 1/5 estado. Reducidos al mismo
De 3 a 4 años ...................................... 9, 3/5 estado por el poco cuidado de los
De 4 a 5 años ...................................... 3, 2/5 conductores de cuyas clases se
De 5 a 7 años, en que cumplen ........... 1, 1/5 regula el 10 por ciento.
Totales ................................................ 858 fallecimientos

Los niños que hay dentro del establecimiento son de lactancia por lo común, y cuan-
do hay algunos grandecitos, que es por poco tiempo, comen lo que necesitan según su
edad y situación, sin que haya regla fija en la ración.
Las nodrizas que hay dentro del establecimiento ganan 2 reales cada día y tienen se-
ñalada la ración siguiente, que se les da guisada en la casa.
24 onzas de pan, sin contar lo de la sopa.
12 onzas de carne para comida y cena.
2 onzas de tocino
3 onzas de garbannzos y alguna verdura
Y almuerzo diferente todos los días de la semana, alternando con sopas, migas, pata-
tas, huevos, asaduras de carnero, bacalao y arroz.
218 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los niños se dan a criar fuera del establecimiento a nodrizas de Madrid, y de los lu-
gares inmediatos, y se las paga 50 reales al mes a las primeras y 60 a las segundas has-
ta la edad de 18 meses que maman, y el tiempo restante a 24 reales al mes a unas y otras,
y no se las dan ropas, de forma que un expósito criado en Madrid, hasta la edad de 7
años, en que cumplen y se remiten a los Colegios destinados para su educación, cuesta a
la Inclusa, 2.512 reales, con inclusión de 4 reales que se dan al “ama” de propina cada
año, y criado en los lugares cuesta 2.692 reales.
El gasto anual de este establecimiento, bajo el pié que está al presente, puede regu-
larse en Ochocientos mil reales, poco más o menos.

Datos elaborados por P. Espina


Tomados del legajo de la A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura número 8545

JOSÉ SELGAS
(1824-1882)

LA CUNA VACIA
Bajaron los ángeles, Batieron los ángeles
besaron su rostro, sus alas de oro,
y cantando a su oído, dijeron: suspendieron al niño en sus
“Vente con nosotros” y se fueron todos (brazos,
Vio el niño a los ángeles, De la aurora pálida
de su cuna en torno, la luz fugitiva,
y agitando los brazos, les dijo: alumbró a la mañana si-
“Me voy con vosotros”. la cuna vacía. (guiente

LAS MIL MEJORES POESIAS DE LA LENGUA CASTELLANA

Año 1972, Página 408. P. ESPINA PÉREZ.


PEDRO ESPINA PÉREZ 219

“REAL INCLUSA”

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres y prohijado y las que se han remitido a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, desde 1.° de enero de 1819. Hasta 1833.

Años Niños que Niños Totales Fallecid. % Entregad. Remitidos TOTAL


había en recibidos fin de año en el año a padres y Colegios quedan
en el año Prohija. Desam-Paz Centro
1819 980 1.142 2.122 876 - 76,7 40 8 1.198
1820 1.198 1.080 2.278 854 - 79,0 44 14 1.366
1821 1.366 1.128 2.494 793 - 70,3 52 26 1.623
1822 1.623 1.121 2.744 960 - 85,6 45 50 1.689
1823 1.689 1.050 2.739 1.036 - 98,6 48 52 1.603
1824 1.603 1.141 2.744 1.050 - 92,0 58 102 1.534
1825 1.534 1.014 2.548 746 - 73,5 58 126 1.618
1826 1.618 1.088 2.706 811 - 74,5 65 149 1.681
1827 1.681 1.068 2.749 677 - 63,3 44 110 1.918
1828 1.918 1.110 3.028 755 - 68,0 46 107 2.120
1829 2.120 1.082 3.202 915 - 84,5 50 125 2.112
1830 2.112 1.200 3.312 908 - 75,6 31 92 2.281
1831 2.281 1.179 3.460 936 - 79,3 45 101 2.378
1832 2.378 1.179 3.557 1.065 - 90,3 44 138 2.310
1833 2.310 1.208 3.518 1.093 - 90,4 54 144 2.227

(1) El tanto por ciento de los niños fallecidos, se ha tomado en virtud de los niños recibidos en el año.
(2) Las cifras que aparecen, han sido copiadas literalmente de los estadillos de los registros anuales de “Entra-
das y Salida de niños” por los conceptos indicados.
(3) A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signatura, número 8545.

Datos elaborados por P. ESPINA


220 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA”

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres y prohijado y las que se han remitido a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, desde 1.° dfe enero de 1834 hasta 1842.

Años Niños que Niños Totales Fallecid. % Entregad. Remitidos TOTAL


había en recibidos fin de año en el año a padres y Colegios quedan
en el año Prohija. Desam-Paz Centro
1834 2.227 1.281 3.508 1.288 - 100,5 31 162 2.026
1835 2.026 1.260 3.286 1.093 - 86,7 31 160 2.002
1836 2.002 1.378 3.380 1.085 - 78,7 33 154 2.108
1837 2.108 1.448 3.556 1.449 - 100,0 35 102 1.970
1838 1.970 1.550 3.520 1.635 - 105,8 32 133 1.720
1839 1.720 1.350 3.070 1.184 - 87,7 25 93 1.768
1840 1.768 1.294 3.062 1.202 - 92,8 20 67 1.773
1841 1.773 1.337 3.110 868 - 64,9 31 52 2.159
1842 2.159 1.345 3.504 840 - 62,4 31 93 2.540

(1) El tanto por ciento de los niños fallecidos, se ha tomado en virtud de los niños recibidos en el año.
(2) Las cifras que aparecen, han sido copiadas literalmente de los estadillos de los registros anuales de “Entra-
das y Salida de niños” por los conceptos indicados.
(3) El porcentaje de niños fallecidos, lo he añadido, por estimar este dato importante y demostrativo de la gran
mortalidad que había en la “Inclusa”. No siempre achacable a ella, ya que un número elevado de niños lle-
gaba en muy mal estado de salud y fallecian en los primeros días de su estancia.
(4) Se acompaña la primera hoja como ejemplo. No obstante, como se lee con dificultades, he preferido co-
piarlo para facilitar su lectura.
(5) A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura, número 8545.

Madrid, junio de 2001 Pedro ESPINA PÉREZ


“NORMAS MEDICAS”
Año 1827-1829

OBLIGACIONES PARA EL MEDICO 1.° Y 2.° DE LA INCLUSA, Y


LAS DEL CIRUJANO

1.a ) Deben estar sujetos a la voluntad de la Junta en cualquier empresa y resolución


indicando a las Curadoras lo que les parezca deberse innovar o corregir.
2.a ) Tendrán obligación de hacer dos visitas al día: esto es, por la mañana y tarde. La
1.a será una visita general de sanos y enfermos, en la que quedará anotado todo lo que
haya de practicarse con unos y otros en las 24 horas siguientes. La 2.a se reducirá a los en-
fermos y curados.
3.a ) Sin su reconocimiento no se ha de admitir ninguna “ama”, para dentro ni para fue-
ra de la casa, a no ser por su ausencia, o enfermedad, en todo caso, o de alguna ocupación,
suplirá el segundo médico.
4.a ) En todo caso en que haya de hacerse alguna operación de cirugía importante, de-
berá presenciarla el médico o a lo menos conferenciar con el cirujano.
5.a ) Siempre que se note morir varios niños de un mismo mal, que no sea bien cono-
cida la enfermedad, propondrán a las “Enfermeras-Curadoras que se examine, sí conven-
drá hacer alguna disección anatómica para preservar a otros.
6.a ) En el caso que se resuelva por la Junta, la disección deberá hacerse en el carro ana-
tómico del Hospital, y presenciarla los facultativos de la Casa.
7.a ) Estará a su cargo, reconocer los alimentos y medicinas que se administran a los ni-
ños y ordenar los que convengan a las “amas”, previniendo a las -Enfermeras-Curadoras.
8.a ) Será de su obligación, el ir a reconocer la leche de las recién paridas que están en
cama, según se lo permitan sus ocupaciones.
9.a ) Asimismo deberá firmar todas las recetas que se dispongan para los niños de la
Casa, sin la cual no se abonarán al Boticario hasta que se determine el medio de que los
niños de fuera sean visitados por algún facultativo.
222 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

10.a ) Siempre que haya de hacerse uso de algún remedio delicado deberá uno de los
facultativos administrarlo por sí o a lo menos a su presencia para evitar los malos resulta-
dos que el uso indiscreto seguramente ocasionaría.

Será de su cuenta, en caso de ausencia o enfermedad poner un sustituto con ausen-


cia de la firma.

OBLIGACIONES DEL CIRUJANO

1.a ) Hará una visita diaria por la mañana acompañado de un Practicante, que elegirá
por sí y con anuencia de la Junta, y en ella reconocerá a todos los malos de cirugía, niños
y las “amas” y aplicará por sí o por su Practicante a presencia suya los remedios conve-
nientes.
2.a ) Aunque en los malos de Cirugía, en general basta una visita diaria, sin embargo
será de su obligación repetirla cuando lo exija el caso, y el Practicante deberá concurrir to-
das las tardes y hacer las curaciones que haya dispuesto el cirujano, como también para ver
si ha curado algún necesitado de algún auxilio; en todo caso y de no poderlo remediar por
si pasará a llamar al cirujano.
3.a ) En ningún caso dejará de hacer por si la aplicación de los remedios delicados, sin
fiarlo ni aún a su Practicante, que no ira haciéndolo a su presencia, y después de contarle
su destreza en la aplicación.
4.a ) Siempre que considere necesaria una operación, deberá tratarlo con el médico, y
lo mismo los casos en que haya de innovar algún remedio.
5.a ) Teniendo acreditada la experiencia, que muchas “amas”, por no airear a tiempo
el tema, temerosas (sin hacer ruido) de que las despidan, suelen contraer males en los pe-
chos que se hacen muy graves, tendrá el cirujano la obligación de reconocerlas de cuan-
do en cuando para evitar este inconveniente.
6.a ) Finalmente se procurará que los facultativos estén estrechamente unidos entre sí
para controvertir y discurrir a cerca de los medios más propios para conseguir el objetivo
que se propone la Junta.
NOTA: Estas son las obligaciones que por ahora parece pueden imponerse a los fa-
cultativos; pero si la Casa llegara a estar en el pie que se desearía, deberían extenderse
más, y por si algún día se verifica, se añadan aquí algunas ideas que se podrían rectificar
cuando convengan.
1.a ) Primeramente el médico deberá entender las lenguas vivas en que se ha escrito
modernamente en la facultad.
2.a ) Deberá conectar con los nuevos descubrimientos, o adelantamientos que se ha-
llan en tales obras.
3.a ) La Inclusa deberá tener una colección de los Actos en que hayan tratado mejor
de la crianza física de los niños y sus enfermedades, cuya llave debería estar a cargo de un
médico, que no podría permitir sacar ninguno, si no es por la fuerza.
PEDRO ESPINA PÉREZ 223

4.a ) Igualmente se le podría imponer la obligación de dar al público, anualmente al-


gún extracto o disertación acerca de la curación de algunas enfermedades, o de alguna
otra materia puramente relativa a los niños.
5.a ) Si tendrá ¿infinito? el número de expósitos que se desgracian en toda la Europa
por varias causas, trabajará el médico sobre su investigación y sobre los medios más con-
venientes para destruirles, haciendo cuantos ensayos considere oportunos para su logro.
6.a ) Compondrá un formulario en que con la mayor simplicidad se comprendan las re-
cetas más acreditadas, incluyendo las que con el cirujano considere más oportunas para los
males de cirugía.
7.a ) Se supone que el cirujano debe ser un buen anatómico, lo que no será fácil, sino
ha manejado el bisturí algunos años en los teatros de los Hospitales.

Madrid, años 1827-1829 A. R. C. M. Fondo de la Inclusa. Signatura 8470.


P. ESPINA PÉREZ

“REAL INCLUSA DE ESTA CORTE”

Estado que manifiesta el número de Niños de ambos sexos que constaban en las listas
que me dieron en la Inclusa, y los que constan en las que presento a la Junta, con la debi-
da clasificación:

Niños que constaban Niños que consta Niños que consta TOTAL Exced.
en las listas que existen en los Pueblos existen en los Pueblos
dieron en la Inclusa. que no son de la que son de la Provincia
Provincia de Guadalaja, de Guadalajara, que la
que devuelvo a la Junta. Junta puso a mi cargo.
497 En los que En los que En los que En los que
contestaron no han contestaron no han 754 257
los Párrocos. contestad. los Párrocos. contestad.
— 68 59 539 88 — —
PUEBLOS Han fallecido Perdidos Sin collar En edad Pasan de Devuel.
o extraviados ni perga- de destete 7 años a la
mino.
De la Provincia de 25 17 7 266 12 11
Guadalajara
De otra Provincia 5 6 1 20 17 —
TOTALES 30 23 8 286 29 11

Madrid, 25 de octubre de 1830. La Condesa de la Vega del Pozo.-

Visto. Madrid, 26 de octubre de 1830. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura 8476.

P. ESPINA PÉREZ.
224 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

EXCELENTÍSIMAS SEÑORAS
Para presentar a VV.EE. El cuadro de sus trabajos en este año he procurado no ocuparme
de formar un discurso sublime, que si bien no está a mi alcance, temí encomendarlo a
quien tal vez empeñado en su lucimiento prescindiera de la utilidad que me prometo: sí,
reducirá a la simplicidad de una narración sencilla y breve, presento de bulto a la Junta el
estado de la Real Inclusa y Colegio de la Paz, sus progresos, caudal, deudas y obligacio-
nes. Así, pues, cada individuo tendrá en su casa ideas exactas, y de una ojeada estará al co-
rriente para deliberar y hacer las proposiciones conducentes a su felicidad. En una pala-
bra, una Memoria, un resumen conciso de sus acuerdos en la parte gubernativa, recaudación
de caudales, vigilancia en el buen servicio de ambos Establecimientos, orden y economía.
Muy grandes son; Señoras, nuestras obligaciones, pero no desmayemos. La mano Om-
nipotente bendice nuestros designios. Los desvalidos tienen en nuestros augustos “SO-
BERANOS” unos padres sensibles a su desventura. Recuerden VV.EE, el día 21 de ene-
ro en que dignaron visitar esta Casa de Beneficencia con que ternura y complacencia
recorrieron individualmente todas sus dependencias, llenándonos de jubilo su agrado y
aprobación del orden y régimen que se sigue. En iguales términos, repitiéndonos muestras
de aprecio, recibieron SS.MM, la Diputación que a nombre de VV.EE. les rindió gracias,
y presentó un ejemplar de los Estatutos a la REINA nuestra Señora: S. M. se dignó admi-
tirlos, y mandó dar de limosna 43 reales, que se invirtieron en unas estufas con una ins-
cripción para perpetua memoria suya.
El REY nuestro Señor nos ha favorecido con tres Reales órdenes de 8 de Febrero, 6 de Agos-
to y 14 de Septiembre. En la primera nos dispensa de pagar el atraso de 26.820 reales de la
carga Real de aposento que tienen las casas: en la de 6 de Agosto nos exime de la contribu-
ción de la cuarta parte del valor de las fincas; que adquieran estos Establecimientos, y en la
de 14 Septiembre autoriza la rifa de alhajas, que ha producido 28.908 reales. Igualmente S.
M. se digno acceder a mi petición dando su Real permiso para que Don Pedro Albeniz y Don
Pedro Escudero diesen un concierto, a que generosamente se habían ofrecido para beneficio
de los “miserables Expósitos” y se verifico el día 23 de Junio haciéndolo más estimable la con-
currencia de las Señoras y Señores aficionados de esta Corte, que noblemente se decidieron
por mi insinuación a contribuir con sus habilidades. Produjo 12.168 reales.
La REINA nuestra Señora mandó varias ropas de envoltura usadas, que siendo dema-
siado finas para el servicio de los Niños, acordaron VV.EE. que se rifaran poco a poco. Has-
ta ahora han producido 33 reales, mas 320 que dio de limosna Don Francisco Javier, de Bur-
gos por mano de la Señora Secretaria, y por haberle caído una falda de encaje. Más adelante
se rifarán otras prendas, tanto de esta misma donación, como de otras muchas que conti-
nuamente se están recibiendo de la edificante caridad de este pueblo. Vean VV.EE. la ad-
junta nota, y lean luego para su consuelo las inscripciones que en este año mandó poner
en la puerta y torno de la Inclusa, y se complacerán en la realidad de sus palabras.
226 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La Junta tuvo presente los deberes a su augusta protectora, y acordó hacer un novena-
rio de rogativa en la Iglesia del Colegio por su feliz alumbramiento, de hacer que dio gra-
cias a Dios el día 12 de Octubre cantando el “Té Deum”, anunciándolo en el Diario para
convocar al pueblo a tan solemne acto. Las Colegialas bordaron una falda de tul imitan-
do a encaje para ofrecer este débil homenaje de sus labores a la Serma. Señora Infanta
DOÑA MARÍA ISABEL LUISA, y tuvimos el honor de presentarlo a nombre de estas
“inocentes criaturas” la Excma. Señora Curadora Duquesa de Alagón, Condesa de Casasarria
y yo. S.M. se dignó admitirlo con el agrado y bondad que le son característicos.
Esta beneficencia es el sello de la felicidad de un número sin número de criaturas “con-
denadas sin culpa a perecer en la miseria”. Bajo sus auspicios reciben la gracia santifi-
cante y educación para ser útiles al Estado y a su posteridad los que sin estos principios
serían “monstruos devoradores suyos”.
Por un quinquenio desde el año de 1817 a 1821 se regula que entran al año 1.112: mue-
ren 858: quedan existentes 254’60.
Edad de que mueren según las tablas que se llevan: hasta un año 735’6: de uno a dos
86’5: de dos a tres 22’4: de tres a cuatro 9’5: de cuatro a cinco 3’3: de cinco a siete 1’3:
Las siete octavas partes fallecen antes de cumplir un año, lo que demuestra que consiste
en sus malas constituciones, y en lo que sufren antes de venir al Establecimiento, que mu-
chos llegan helados y casi exánimes. Para comprobar este cálculo he hecho otro quinque-
nio desde el año 1826 hasta el presente, y resultan iguales las partidas, con la corta dife-
rencia de no estar cumplido este año; lo que nos debe convencer de que es irreparable esta
pérdida, cuando resulta la misma en diferentes épocas, y por otras nodrizas. Así, pues, te-
nemos a fin de noviembre doscientas ocho criaturas mas que el año anterior, y a una suma
dos mil seiscientas ochenta y seis, de las cuales veintiséis han ido a los “Desamparados”;
treinta y cuatro se han entregado a sus padres, y nueve se han casado. Quedan a expensas
del Establecimiento dos mil seiscientas veintitrés, “cincuenta y ocho amas”, y veintitrés
Hermanas de la Caridad. Total dos mil setecientas cuatro personas. Mas, el gasto que ha-
cen los que se mueren, proporcionalmente al tiempo de su existencia, y los sueldos de los
empleados, que asciende a 94.898 reales anuales.
Tengo el gusto de haber manifestado a VV. EE. con la posible exactitud el punto más
interesante de nuestras obligaciones. Veamos ahora el balance de las deudas.

A favor del Establecimiento.

Atrasos de las pensiones y consignaciones sobre el fondo pío


beneficial y Expolios, e intereses de capitales, ....................... 1.271.943’20
En contra ................................................................................. 778.131’00
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Resulta a su favor ...................................................... 493.811’22

Lo notable de esta diferencia es la necesidad de pagar, y la imposibilidad de cobrar un


caudal casi nominal; pero nos hostigan los acreedores, a pesar de ser sus derechos tan pri-
vilegiados, contentándose con lo que a cuenta se les va dando, cuya consideración es dig-
na de elogio.
PEDRO ESPINA PÉREZ 227

No se intimiden VV. EE. No les arredre la empresa por más grande que sea cuando ve-
mos que marcha en brazos de la Providencia. Reanímese a su paso nuestro espíritu y oi-
gan VV. EE sus acuerdos.

Caudales

Adjunto es el estado de cargo y data, por lo que solo hablaré de las providencias tomadas
para la recaudación.

Pensión sobre la mitra de Málaga

En la vacante se han cobrado 15.631 reales, y se ha oficiado al Ilmo. Señor Colector


general de Expolios, quien ha contestado dará las ordenes competentes a los Señores sub.-
Colectores de aquel obispado para que continúen pagando ínterin hay nuevo Prelado.
De los atrasos que quedaron en Orihuela se han cobrado a cuenta 50 reales.
La de Toledo está pagada con el atraso de un año.

Granada

En fin de enero se dirigió al Ilmo. Señor Arzobispo la bula de S. S. prorrogando por


catorce años la pensión de 400 reales, sin haber costado nada ni el pase por la Real Cámara,
ni el de la interpretación de lenguas, ni en la Contaduría general de Valores. Solo en la Se-
cretaría general de Expolios se pagaron 1.600 reales por el derecho de expedición.
Se han cobrado 27.760 reales; y 28, sobre cuya exacción se le ha escrito al Tesorero
de su Ilma. recordándole la Real orden que le comunicó la Cámara para que las pensiones
de Establecimientos piadosos se paguen sin descuento alguno.
En poder del referido Tesorero hay 9.944 reales y 437 fanegas de trigo, según aviso suyo.
Igualmente hay cobrado de esta pensión 38.297, reales que debe Don Rafael Bernar-
do Almerá, Apoderado que fue de la Junta. Se le han hecho repetidas reclamaciones, y no
teniendo efecto se acordó proceder judicialmente con la aprobación y dirección del Ilmo.
Señor Juez protector Don Francisco Marín.
Se acordó llevar a efecto la redención del censo sobre la casa calle del Soldado, en-
tregando la tercera parte en Vales Reales consolidados, y lo restante en metálico; y se au-
torizó al Tesorero Don Felipe Arroyo para que practique las diligencias al efecto, lo que
aun no se ha verificado.
Se ha dado la administración de fincas con el 2 por 100 a Don Miguel Beltrán de Cai-
cedo, quien la desempeña con actividad y exactitud, presentando mensualmente un esta-
do, según se le tiene prevenido.
Igualmente para mejorar los arrendamientos se le ha mandado presente una minuta, ano-
tando los que hace diez años que no han tenido alteración, para que a justa tasación se su-
ban con arreglo a Reales ordenes y se repita contra los que tienen atrasos, sin apremiar ju-
dicialmente sino a los rebeldes.
228 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Economía

Se suprimió el maestro de primeras letras, que se le daban tres reales diarios y las Her-
manas desempeñan bien este encargo.
Al portero de la Inclusa se le daban cinco reales, y ahora hace este servicio un inváli-
do solo por dos.
Los dos cuartos que vivían gratis el médico y el cirujano se han arrendado en 21 rea-
les diarios.
Se le encargo la mayordomía a Don Felipe Arroyo con retención de la “tesorería” y ocho
reales más diarios en lo que se ahorran dos: mas el cuarto que vivía aquel, incorporándo-
lo al Colegio.
Estas nimias disposiciones han producido un ahorro de 10.585 reales al año.
Sigue el plan de subastar varios artículos de consumo.
Bajo estos mismos principios se han hecho las obras de las casas; reduciéndose a lo mas
preciso para su conservación, y asciende el total 26.560 reales 25 maravedíes, habiéndo-
se hecho nueva la cocina del Colegio de losas de piedra berroqueña, hornillas de fierro y
friso de azulejos.

Medidas gubernativas

Para el servicio del Colegio fue preciso recibir tres Hermanas mas, de cuya ocasión se
prevalió su Director para pedir que se renovase la contrata por el aumento de trabajo, y se
le contestó que también se había duplicado el número de las Hermanas que había cuando
se hizo la que rige.
Después tuvo por conveniente promover la Superiora, y ofició a la Junta para su con-
sentimiento, y accedió después de tomarse tiempo para deliberar en lo que tanto podía in-
fluir en el buen orden de los Establecimientos: pero inopinadamente se encontraron las Se-
ñoras Curadoras con una Superiora interina, lo que agravió su autoridad, y obligó a la
Junta a hacer una exposición al REY nuestro Señor con las condiciones de la referida con-
trata. S. M. se dignó dejarla en su fuerza y vigor, siendo su soberana resolución que así como
la elección de Superiora debe hacerse de común acuerdo entre la Junta y el Director, así
también su separación cuando lo exige el bien del instituto.
Se aprobaron las cuentas de tesorería y administración correspondientes al año de 1828,
y la viuda del difunto Armentia las ha presentado hasta el día de su fallecimiento.

Providencias de vigilancia

En 18 de Mayo se administró el Santo Sacramento de la Confirmación a las Niñas de


la Paz.
Las Señoras empezaron a hacer la guardia en la Inclusa el día 1º de septiembre a las
horas señaladas. De diez a doce para presenciar la visita del médico, y el examen de las
nodrizas que se hace precisamente a esta hora. Se deja entender cuan importante es este
servicio, que exige la mayor escrupulosidad.
PEDRO ESPINA PÉREZ 229

A propuesta mía acordó la Junta nombrar Con-Socias en los pueblos donde hay Ex-
pósitos, y que al efecto se pase una circular a los Señores Curas Párrocos para que pro-
pongan aquella que por su conducta cristina y buenas cualidades consideren a propósito
para vigilar el trato que dan las nodrizas a los niños, por ser mas propio del sexo, sin que
por esto se queden exceptuados del cuidado de los que están en su feligresía, según la Real
cédula del Consejo.
A las Con-Socias se les pasará la instrucción siguiente.

1.a Se les autoriza para que varíen de nodriza cuando vean que no lactan bien las criaturas.
2ª .a Que cuiden de vacunarlos a su debido tiempo.
3ª.a Que lleven siempre el collar y si se les rompe obligarles a venir a ponerlo.
4ª .a Que den parte cada dos meses de lo que ocurra.

La Señora Condesa de la Vega del Pozo, Vice-Presidenta y la Señora Dona Simona


Calzada de Embite quedan encargadas del partido de Guadalajara y de la ciudad de Alca-
lá de Henares; siguiendo la correspondencia, y teniendo Con-Socias o no, como lo tengan
por más conveniente.

Colegio

La grande obra que se hizo el año pasado nos ha proporcionado buenas escuelas y
grandes dormitorios, los que ya no son suficientes, habiéndose aumentado el número has-
ta doscientas dieciocho Colegialas.
El día 25 de agosto tuvieron exámenes por primera vez de costura, bordados de dife-
rentes clases en tul, cañamazo, seda y muselina, pantallas y abanicos para las chimeneas
bordados en papel a dos caras, flores de felpilla y tapetes para los quinqués. Más como es
un cortísimo número las que trabajan, su ingreso está reducido a 5.644 reales a pesar de
los esfuerzos de las Señoras Curadoras, enseñándolas y buscándolas buenos modelos para
que los imiten. Las Hermanas de la Caridad se prestan en todo y para todo, teniendo sin-
gular esmero en el aseo, lo que contribuye tanto a la salud, que en el día no hay mas que
tres Colegialas enfermas.
La escuela establecida en la calle de Preciados, que dirige la Señora Doña Margarita
Elisa Norigat Hurta de Mendosa, sigue sus adelantos, habiendo salido este año veintitrés
enteramente instruidas, y veinticinco medianamente, y quedan en la enseñanza ciento
treinta y cuatro.
Esta Señora, además de ser exactísima, llevando con el mayor rigor el régimen de la
escuela, ha suplido de su bolsillo las pagas de los empleados cuatro y cinco meses cuan-
do ha habido atrasos en las consignaciones.
No es menos digno de elogio el Reverendísimo Padre Maestro Canal, que a pesar de
sus grandes ocupaciones tiene la caridad de ir tres veces a la semana a enseñarles la Doc-
trina Cristiana; lo que recomiendo a la Junta, pidiéndole tenga la atención de pasarle un
oficio de gracias.
La maestra es igualmente juiciosa que aplicada, y asistente a su obligación.
230 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Disimulen V.V.EE. si he sido demasiado difusa, persuadidas de que mi deseo es dar-


les ideas fijas para que procedan con conocimiento, y no se malogre el buen espíritu que
las anima. Doy a VV. EE. gracias por el buen desempeño en las comisiones que se les ha
confiado, reiterándolas igualmente de mi gratitud a las honras que me han dispensado.

Madrid, 22 de diciembre de 1830.


N. la Duquesa Viuda de GOR. Presidenta.

NOTA: Se han recibido de Socias de honor y mérito la Señora Marquesa de Valdejema;


la Señora Doña María del Patrocinio, Chacón Manrique de Lara y Carrillo de Albornoz; la
Excma. Señora Duquesa de Villahermosa, y la Excma. Señora Marquesa de Malpica.
Han muerto las Excma.: Señoras Condesa de Miranda, Duquesa de Osuna y Duquesa
de Frías, Socias de mérito, por quienes se han celebrado honras en la Iglesia del Estable-
cimiento, costeadas por la Corporación.

LEGADOS Y LIMOSNAS

La Serma, Señora Infanta Doña María Luisa Carlota tres piezas de lienzo fino para ca-
misas para los Niños.
El Real Cuerpo de Artillería 40 piezas de coco negro, usado solamente en las honras
que celebró por el alma del Excmo. Señor Don Carlos O’Donnell.
Los testamentarios de Doña María Antonia Navarro un censo de 250 reales de capital
al rédito de 2’5 por 100. Una caja de oro con algunos diamantes. Otra de piedra ágata en-
gastada en oro con ramitos de brillantes y rubíes. Un cofrecito de plata afiligranada.
Varias alhajas de aderezos falsos y ropas usadas, valuadas en 11.680 reales, de los cua-
les nada se ha vendido.
El Excmo. Señor Comisario general de Cruzada seis dotes de 300 ducados en celebri-
dad de los años de la REINA nuestra Señora.
Don Blas de Lamota en su disposición testamentaria dotó cuatro Niñas a 30 reales
cada una.

LEGADOS
Rs. vn. Ms.
De Don Francisco Pérez .......................................................................... 500’00
De Don José Zafra en intereses de Vales Reales dejó 200 reales, y entre-
garon 19.945 reales 8 maravedíes en dichos intereses, y para el completo
en dinero................................................................................................ 54’26
De Don Alfonso Rubio............................................................................ 300’00
De Don Gregorio Castillo ....................................................................... 60’00
De la Excma. Señora Duquesa viuda de Osuna ...................................... 2.000’00
De Don Manuel Segundo Martínez......................................................... 1.500’00
De Don Francisco de la Azuela ............................................................... 4.000’00
PEDRO ESPINA PÉREZ 231

Rs. vn. Ms.


De Don Baltasar Doncel .................................................................... 1.000’00
Aplicado de la testamentaría de Don Ignacio López Sosoaga........... 500’00
De la de Don Francisco Nestares....................................................... 1.000’00
De Doña Manuela Ibarrola ................................................................ 2.000’00
De Don Juan Asan ............................................................................. 2.000’00
Aplicado de la testamentaría de Don Eugenio Luzón ....................... 1.000’00
De Don Blas de Lamota..................................................................... 2.000’00
De Don Andrés Cantero..................................................................... 10.000’00
De Doña María Mercado ................................................................... 4.000’00

LIMOSNAS

De diferentes bienhechores desde 1.° de enero hasta 7 de diciembre ... 41.444’31


Jueves y viernes Santo recogieron las Señoras en las Iglesias .......... 25.438’00
Las Excma.. Señoras Curadoras y el Señor Rector han entrado de di-
ferentes limosnas ............................................................................... 3.170’00
Por mano de la Excma. Señora Duquesa de Alagón en diferentes par-
tidas.................................................................................................... 504’00
Del producto líquido de los retratos que se vendieron de la REINA
nuestra Señora, dibujados por el Señor Don Isidoro Montenegro,
entregó Don Agustín Alcalá por donación que hizo aquel ................ 7.000’00
Por las entradas a ver los modelos del camino de hierro de vapor, que
expuso al público Don Marcelino Calero y Portocarrero a beneficio
de los Niños Expósitos en los 23-24 y 25 de septiembre .................. 2.469’00
Por mano de la Excma. Señora Marquesa de Zambrano ................... 1.231’00
Las cinco arañas que donaron el año pasado se han vendido en ....... 7.100’00
El gremio de botilleros en celebridad del feliz alumbramiento de la
REINA nuestra Señora, y con aprobación del Excmo. Ayuntamiento ... 1.500’00
El de zapateros de viejo ..................................................................... 100’00
El de peineros .................................................................................... 50’00
La función dada por la Compañía de los Reales sitios con igual mo-
tivo produjo........................................................................................ 1.006’00
El concierto vocal e instrumental que la piedad de los Señores afi-
cionados a música, estimulados por los profesores Don Pedro Albe-
niz y Don Pedro Escudero dieron a beneficio de estos Establecimientos,
produjo, deducidos los gastos............................................................ 12.168’00
Dos que dió Don Francisco Pellizari por mitad del producto líquido..... 1.108’00
______________________________________________________________________
Suma total ........................................ 136.203’23

ESTADO

Que manifiesta los ingresos de caudal y pagos que se han verificado en los Reales Es-
tablecimientos reunidos de la Inclusa y Colegio de la Paz de esta Corte, bajo la Diputación
de la Junta de Damas de honor y mérito, por lo respectivo al año de —1829—
232 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CARGO
rs. vn. ms.

Existencia que resultó en la tesorería de estos Establecimientos en él es-


tado de Diciembre de 1828................................................................ 76’30
Cobrado por la asignación de 10 @ ducados anuales sobre la sisa de sex-
ta parte de Madrid, correspondiente al año de 1829.......................... 110.194’04
Idem por otra de 10 @ rs. mensuales sobre los productos de consumos
de esta villa respectiva al mismo año ................................................ 120.000’00
Idem por intereses de varios efectos de la villa sobre diferentes sisas mu-
nicipales ............................................................................................. 32.188’17
Idem por la consignación de 10 @ rs. sobre cada una de las extraccio-
nes de la Real Lotería primitiva, y por lo respectivo a las 14 cele-
bradas en dicho año ........................................................................... 140.000’00
Idem por 22 premios de a 500 rs. cada uno, que han correspondido a los
números de dicha Real Lotería, en que están incluidas las Colegia-
las de la Paz, en el expresado año...................................................... 11.000’00
Ídem por una anualidad de la asignación que el Rey nuestro Señor tie-
ne hecha para gastos de botica de estos Establecimientos, y se cobra
en la tesorería del Real Patrimonio.................................................... 7.000’00
Ídem por otra anualidad de la que también tiene concedida S. M. para gas-
tos de leña .......................................................................................... 3.000’00
Ídem por la consignación sobre el fondo del indulto de carnes del Arzo-
bispado de Toledo, correspondiente al año de 1828 .......................... 15.000’00
Ídem a buena cuenta de la asignación de 20 @ Hrs. anuales sobre el fon-
do pió beneficial de dicho Arzobispado, a consecuencia de tres li-
branzas del Illmo. Señor Colector general de Expolios..................... 4.600’00
Ídem por la parte que correspondió a la asignación de 22 @ rs, anuales
sobre el producto de entradas de los dos teatros de comedias, a jus-
ta prorrata, deducido el tiempo que estuvieron suspensos................. 14.600’17
Ídem de la pensión de 160 @ rs. anuales sobre la mitra de Toledo, por
lo correspondiente a la anualidad de 1828, deducido el subsidio ecle-
siástico de dicho año, y otros anteriores que no se había rebajado ... 142.167’28
Ídem por cuenta de la pensión de 40 @ rs. sobre la mitra de Granada ... 25.849’09
Ídem por cuenta de la de 38.500 rs, que estuvo impuesta sobre la mitra
de Orihuela, y se trasladó a la de Málaga .......................................... 20.631’15
De la pensión de 31.500 rs. anuales sobre la de Segorbe no se ha cobrado
nada por continuar suspensa por ahora.............................................. 20.631’15
Producto líquido de los alquileres de casas y otras fincas pertenecientes
a estos Establecimientos, rebajados los gastos de administración, y
de las obras y reparos que han ocurrido para su conservación y fo-
mento ................................................................................................. 156.971’00
Cobrado por réditos de censos en favor .................................................. 3.310’01
Ídem por un semestre de intereses de Vales Reales consolidados de la cre-
ación de 1º de Septiembre, vencido en 27 de Febrero de 1827 ......... 6.619’14
Ídem por una anualidad de la viudedad militar de la Excma. Señora Con-
desa de Benavente, cedida por S. E. a estos Establecimientos .......... 10.000’00
Producto líquido de la rifa de cerdos....................................................... 13.571’14
PEDRO ESPINA PÉREZ 233

rs. vn. ms.

Ídem de una rifa de alhajas ejecutada con Real permiso desde 4 de Abril
hasta 2 de Junio de este año de 1829 ................................................. 36.648’09
Ídem de otra rifa de alhajas y dinero ejecutada en igual forma desde 26
de Septiembre hasta 25 de Noviembre de dicho año......................... 26.630’18
Ídem de varias labores de punto, cosido y bordado que han trabajado
para fuera las Niñas Colegialas ......................................................... 5.869’00
Recogido de limosna el jueves y viernes santo en varias Iglesias donde
pidieron las Señoras de la Junta con los Expósitos ........................... 15.998’10
Donativos aplicados para socorro de estos Establecimientos por once
corporaciones de gremios menores de esta Corte en celebridad del fe-
liz enlace del Rey nuestro Señor con la Reina nuestra Señora Doña
maría Cristina de Borbón................................................................... 3.142’00
Aplicado por el Señor Juez Asesor de la Real Casa y Patrimonio de las
multas en que S. M. se dignó conmutar las condenas de varios indi-
viduos comprendidos en la causa sobre mala versación de caudal en
la obra del nuevo Coliseo de la plaza del Oriente en perjuicio de los
Reales intereses y otras cosas ............................................................ 4.320’00
Entregado por los interesados de algunas criaturas que han estado en la
Inclusa, por indemnización de los gastos que causaron .................... 694’00
Importe de diferentes legados y aplicaciones de testamentarias en favor
de estos Establecimientos en dinero metálico ................................... 57.540’00
Ídem por igual concepto se han recibido 150 pesos en Vales Reales con-
solidados, 400 pesos en Vales no consolidados, y 9.025 rs. en reci-
bos de intereses atrasados de los mismos Vales, todo lo cual queda
existente ............................................................................................. 57.540’00
Ídem de las suscripciones voluntarias de varios señores bienhechores, que
se recaudan por meses, medios años y años enteros.......................... 5.706’00
Ídem de otras diferentes limosnas particulares, entregadas en dinero por
personas caritativas, con inclusión de las recogidas en los cepillos y
en los días que sé manifiesta la Casa al público ................................ 10.565’06

INGRESO EXTRAORDINARIO
Rs. vn. Ms.

En el presente año han percibido estos Establecimientos 210 @ rs. vn. en


efectivo por redención de un censo al quitar el que tenían a su favor
con réditosa dos por ciento, cuyo capital, aunque por ahora se ha em-
pleado en acabar de pagar al Banco el préstamo de 300 @ rs. que hizo
para la construcción de una casa calle de Santiago, con interés de seis
por ciento, y en adelantar un plazo al asentista que hizo la obra, con el
objeto de minorar el recargo de intereses, se ha de emplear cuando haya
proporción en otra finca productiva para no disminuir las rentas de los
Establecimientos, a cuyo fin se irán reservando los fondos que estaban
destinados al pago del citado préstamo ya extinguido ........................... 210.000’00
234 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LIMOSNAS EN ESPECIE

rs. vn. ms.

Por diferentes personas caritativas y por aplicaciones de las autoridades


civiles se han entregado los efectos y géneros siguientes: 7 arañas
de cristal completas, las 4 grandes y las 3 medianas: 3 juegos de mo-
rillos para chimenea, de bronce dorado con sus tenazas y varillas: 12
pañuelos de algodón de colores: 351 panes y 40 panecillos largos: 608
huevos: 8 cántaros de leche: un barril de escabeche de arroba: 8 li-
bras de sardinas y varias porciones de verduras y frutas ...................
____________________________________________________________
TOTAL CARGO EN EFECTIVO ............................... 1.213.993’22
____________________________________________________________

DATA
rs. vn. ms.

Importe de lo pagado a las mas que crían Expósitos fuera de la Casa, así
en Madrid como en los pueblos, en todo el año de 1829................... 549.955’00
Ídem a las de dentro de la Casa por sus salarios ..................................... 37.842’00
Del importe del gasto causado en la manutención de las amas de dentro
de la Casa, los Niños que existen en las salas, las Colegialas que
igualmente existen en el Colegio, y de las Hijas de la Caridad que es-
tán para el cuidado de ambos Establecimientos, se ha satisfecho: Por
atrasos del año de 1828, 101.460 rs. y 12 MS. y por cuenta de los del
de 1829, 94.726 rs. y 16 mrs.: en todo............................................... 196.186’28
Importe del carbón consumido en las cocinas y braseros ....................... 7.846’00
Ídem de la leña para las estufas de la sala de Niños de lactancia y pieza
de resecar las ropas, y para los hornillos de las lejías........................ 1.232’00
Ídem del jabón para el lavado de ropas de los dos Establecimientos...... 4.360’00
Ídem de vidriado, loza, artesones de madera, y otros utensilios ............. 683’00
Ídem de algunas piezas de cobre nuevas, y de las composturas y estañado
de las marmitas, peroles, cazos, jarros y cacerolas de las cocinas y re-
fectorios ............................................................................................. 2.043’00
Ídem de las obras de cerrajería ejecutadas en lo interior de los Estable-
cimientos............................................................................................ 1.781’00
Ídem de carpintería, en composturas de mesas, bancos, tablados de ca-
mas, puertas, ventanas, y algunas cosas nuevas que han ocurrido .... 2.748’00
Ídem de la renovación de pintado de cunas, camas, armarios, y puertas .... 2.115’17
Importe de terliz, lana, paja y mantas para aumentar camas y las com-
posturas y hechuras de los colchones y jergones del uso de los dos Es-
tablecimientos.................................................................................... 15.284’22
Ídem de lavar en el río las telas usadas de colchones y jergones y otras
ropas de las enfermerías .................................................................... 793’02
Ídem de los lienzos para camisas y sábanas de las Colegialas, pañales de
los Niños, y sábanas para camas de las amas .................................... 8.922’00
PEDRO ESPINA PÉREZ 235

rs. vn. ms.

Ídem de cotón y otros géneros de algodón para vestidos y delantales,


pañuelos, hilos, cordones, cintas, agujas, alfileres, y otros géneros
del uso de las Colegialas.................................................................... 4.590’02
Ídem de un vestuario completo de estameña color del Carmen para dichas . 8.127’31
Ídem de bayetas para mantillas de los Niños .......................................... 977’17
Ídem de los zapatos y zapatillas para calzado de las Colegialas ............. 13.063’00
Pagado a las 19 Hijas de la Caridad que se hallan en estos Estableci-
mientos por su asignación de 40 reales al mes cada una para sus gas-
tos de ropas y otros menores, en doce mesadas vencidas en fin de
Septiembre de 1829 ........................................................................... 9.120’00
Ídem a los empleados y sirvientes por sus sueldos devengados, en igual
número de mesadas vencidas en fin de Octubre de 1828 .................. 62.894’00
Gastos causados en la escuela de primeras letras de las Colegialas, y sa-
lario del maestro ................................................................................ 2.629’22
Importe del gasto de Iglesia y culto Divino, funciones y Misas por las me-
morias del cargo de la Casa, y otras celebradas en sufragio de las al-
mas de los bienhechores que han dejado legados a su favor, y gasto
de cera................................................................................................ 4.088’00
Ídem del gasto de botica causado en estos Establecimientos en el año de
1828, con inclusión de varias drogas y medicamentos simples que se
tienen en el botiquín de la Casa ......................................................... 7.472’00
Entregado a ocho Colegialas casadas por haber salido premiados los nú-
meros de la Real Lotería primitiva, en que estaban inscritas, a 500 rs.
cada una ............................................................................................. 4.000’00
Pagado por la carga de faroles y serenos que tienen las Casas de estos Es-
tablecimientos, respectiva al año de 1828 ......................................... 4.248’11
Ídem por la de aposento con que están gravadas, y por lo correspon-
diente a dicho año .............................................................................. 6.729’23
Ídem por cuenta de lo devengado por réditos de censos sobre las mismas .... 6.850’06
Pagado al Banco por resto y completo pago de los 300 @ rs. que dió a
préstamo con interés para la reedificación de una casa, calle de San-
tiago y del Espejo .............................................................................. 181.966’27
Ídem al asentista que construyo la mencionada casa por el segundo y
tercer plazo de los estipulados para pagarle 100 @ rs. que se le que-
daron a deber, y lo correspondiente a sus intereses ........................... 55.000’00
Ídem al mismo asentista por cuenta del importe de varias obras que se
aumentaron para mejora del edificio, y no estaban contratadas ........ 3.750’00
Pagado en la Colecturía general de Expolios por los Reales derechos de
espedición de la bula de prorroga de la pensión sobre la mitra de Gra-
nada.................................................................................................... 1.600’00
Ídem por derechos de las cartas de pago para la cobranza de los efectos
de villa, y otros gastos judiciales ....................................................... 409’12
Importe del quebranto sufrido en el comercio para realizar las cobran-
zas de varias rentas fuera de esta Capital .......................................... 656’33
Ídem de los libros para las entradas y salidas de criaturas, impresión de
recibos y otros gastos de escritorio.................................................... 635’00
236 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

rs. vn. ms.

Ídem de la conducción de las criaturas que se han expuesto en los tor-


nos establecidos con Real aprobación en el Hospital general y en el
de Incurables...................................................................................... 120’00
Ídem de la conducción al campo de los cadáveres de los Niños y cole-
gialas que han fallecido dentro de los Establecimientos ................... 619’00
Y últimamente, por el esterado de la Casa. ruedos, escobas, espuertas, lías
para tender la ropa, cordón y plomos para los collares de los Niños,
anuncios en él Diario, y otros gastos menores eventuales................. 2.489’03
_________________________________________________________________
TOTAL DE PAGOS VERIFICADOS 1.213.829’02
_________________________________________________________________

RESUMEN

Importa el cargo............................................. 1.213.993’22


Idem la data.................................................... 1.213.829’02
_________________________________________________
EXISTENCIA EN TESORERÍA.................. 164’20
============================================

RESUMEN DEL ESTADO GENERAL DE CRIATURAS DE AMBOS


ESTABLECIMIENTOS EN FIN DE DICIEMBRE DEL ESPRESADO
AÑO DE —1829—
INCLUSA

Niños existentes de ambos sexos que había en la casa, en Madrid y fue-


ra en fin de Diciembre de 1828 ......................................................... 2.100’00
Entrados desde 1.° de enero hasta 31 de diciembre de 1829................... 1.082’00
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Total niños .............................................. 3.182’00
=========================================

Han muerto en dicho tiempo en Madrid y fuera ..................................... 915’00


Se han entregado a sus padres ................................................................. 50’00
Se han remitido a los Desamparados 64 Niños, y a la Paz 61 niñas ....... 125’00
Se han prohijado...................................................................................... " "
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Total niños salidos ................................. 1.090
========================================
Quedan existentes en fin de Diciembre criándose por cuenta de la casa 2.092
==============================================================

Margarita Elisa Norigat Hurtado de Mendoza. (Secretaria)


Madrid 31 de Diciembre de 1829. P. ESPINA PÉREZ.
PEDRO ESPINA PÉREZ 237

REAL INCLUSA DE MADRID. 29 de diciembre de 1835

Escudriñando en los legajos del archivo, encontramos documentos administrativos de


la actividad cotidiana del “Centro”, entre ellos este fragmento
“Parte emitido diariamente de la situación de niños y amas en el Centro”
— Han entrado en el día ................................................................. 5 niños
— Han salido en el día.................................................................... 0 niños
— Han devuelto las amas ............................................................... 0 niños
— Han muerto ................................................................................ 3 niños
— Quedan existentes en casa.......................................................... 174 niños
Las Entradas: Uno de los Incurables, uno de Perales, con 44 reales y tres expuestos en
“Casa”.
— Amas en la “Casa” ..................................................................... 60
— Destetes en “Casa”..................................................................... 4

FALLECIDOS EN ESTOS AÑOS POR MESES.


AÑOS 1834-1838.

Continuando con los hallazgos, descubrimos este documento de los fallecidos esos
años.

Meses/años 1834 1835 1836 1837 1838


Enero 111 89 142 99 167
Febrero 100 121 109 103 162
Marzo 91 104 114 100 186
Abril 75 66 74 100 107
Mayo 69 75 77 117 137
Junio 90 70 71 139 154
Julio 130 58 85 132 137
Agosto 149 105 97 132 92
Septiembre 123 105 124 119 116
Octubre 112 106 71 120 109
Noviem. 126 83 32 147 122
Diciem. 112 111 89 141 146
Total fallec. 1.286 1.093 1.085 1.449 1.635
Porcen. por % 100’4 86’7 78’7 100’1 105’4
Niños recib. por años 1.281 1.260 1.378 1.448 1.550
Salidos a Colole… 162 160 154 102 133
Salidos a padres… 29
Prohijados… 31 31 33 35 32

Datos para mejorar la historia de la “Casa” A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura 8545
Por P. ESPINA PÉREZ
NIÑOS EXTRAVIADOS FUERA
Década 1835-1845

Existe en el archivo un cuaderno, bastante deteriorado, sin cubiertas y se aprecia en él,


que le faltan algunas hojas, si bien pone en la cabecera de la primera hoja, libro de los “Ni-
ños extraviados fuera“, en cuyas hojas o cuaderno aparecen anotados los niños extravia-
dos, y que se puede estimar que corresponde al menos a la década de los años 1835-1845.
Las criaturas figuran con todos sus datos de identidad, Así como la fecha en que salieron
en crianza externa, más los datos de la familia que los saco de la “Inclusa”, pueblo, o capi-
tal, según los apuntes que obran en el mismo. Estos niños extraviados, se producía entre otras
cosas por: cambio de nodriza, dentro del pueblo, otros porque la familia se iba a otro pue-
blo a vivir, las contiendas de la época, las dificultades en las comunicaciones, más los que
fallecían; todos ellos, por unas causas o por otras, tardaban hasta años en comunicar la in-
cidencias habidas con aquellos niños a la Institución. Unas veces por parte de las familias,
otras veces por las autoridades oficiales: jueces alcaldes, curas. etc. y dicen que a otros les
perdieron la pista, porque no llegaron noticias de las criaturas al “Centro”.
He tomado estas notas del cuaderno, para que cuando se analicen las cifras de los fa-
llecidos por años, se vea que no son coincidentes las de unos historiadores con las de otros,
ya que depende de donde se hayan tomado; si de los libros de registro de “Entradas y Sa-
lidas”, de resumenes anuales, o bien de los libros que llevaban al efecto. Este valioso le-
gajo, permite explicar y poner en claro, las razones de las diferencias de cifras que se dan
por años de los fallecidos en la “Inclusa”. Como ponen de manifiesto estas referencias:

Libro Parte Folio Nombre Pueblo Nombre de los Observaciones


del niño que le sacaron
12 4º 1.003 Basilio Albendiego Juana Murió el 14-12-1844
9 1º 169 Petra Escopete Nicolasa Murió el 30-10-1841
208 1º 224 Julián Valdemorillo Juliana Desde mayo de 1840 no se sabe
nada de él.
212 3º 883 Luisa Arcilla Sinforosa Desde antes de 1844 que le sacó,
no se sabe nada de él.
11 2º 570 Isidra Robledo Mariana Desde septiembre de 1843 no se
sabe nada de él.

A. R. C. M. Fondo de la Inclusa, signatura 8445.-


240 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Buceando en el “Archivo”, encontré este parte sencillo como documento administra-


tivo, pero de gran contenido, que emitía diariamente el “Rector”, a las Curadoras, de la si-
tuación de la “Casa”. Y que estimo que debe figurar en la “Obra”.

REAL INCLUSA DE MADRID


PARTE A LAS SEÑORAS CURADORAS DEL ESTABLECIMIENTO, DEL ESTA-
DO DE LOS NIÑOS DE LA LACTANCIA Y DESTETE: Y DE LAS AMAS QUE EXIS-
TEN EN LA CASA EN EL DÍA DE LA FECHA.

Niños Niños Devueltos Niños Niños Amas


que entraron que salieron por las amas que han muerto existentes
Lactanc. Destete Lactanc. Destete Lactanc. Destete Lactanc. Destete Lactanc. Destete
4 0 0 0 3 0 3 0 174 7 60

OBSERVACIONES.
Los entrados: Dos expuestos en Casa y Dos de Guadalajara, con 14 maravedíes uno.
Madrid, 4 de julio de 1836. EL RECTOR.
P. ESPINA PÉREZ.

(32) Que le informe inmediatamente la exposición y se pase con oficio a la Junta


de Beneficencia. Madrid, 9 de enero de 1838. Visto Bueno.
“He dado cuenta a la Junta Municipal de Beneficencia, del oficio que recoge el acuer-
do de la Junta de Damas, que me dirigió V. S. con fecha 31 de diciembre anterior, reduci-
do a expresar el estado de penuria en que se halla la Inclusa y Colegio de la Paz. Por fal-
ta de percibo de sus rentas particularmente las pensiones sobre las Mitras de Toldo, Granada
y Málaga, y del producto de las rentas del Arcedianato de Jerez, indicando el medio de es-
tablecer un petitorio diario en las Plazuelas de esta Villa, distribuyendo a los bienhecho-
res ejemplares de las laminas litografiadas, según el diseño que acompañaba; y en su in-
teligencia ha acordado se diga a V. S. para que lo haga presente a esa Junta de Señoras, que
desde luego se sirva extender la oportuna exposición para el Gobierno de S. Majestad,
que esta Junta Municipal remitirá con su apoyo, en inteligencia y que con respecto a las
pensiones de dichas Mitras, elevará esta Corporación al Sr. Ministro de Gracia y Justicia,
la oportuna reclamación para que las Juntas Diocesanas al distribuir los diezmos, tengan
presente el debito que aparece a favor de ese pío Establecimiento”.

Dios guarde a V. S. muchos años Madrid, 14 de enero de 1838.

- Señora, (Señoría) de la Junta de Damas de Honor y Mérito Luis de Mata i Araujo.

(32) VISTO; Madrid, 16 de marzo de 1838. Visto Bueno.

“La Junta Municipal de Beneficencia, en vista de lo que V.S. le manifiesta en su ofi-


cio de 4 de este mes, acordó en la celebrada en 9 del mismo, manifestar al Excmo. Ayun-
tamiento la angustiosa situación en que se halla la -Inclusa y Colegio de la Paz, por falta

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PEDRO ESPINA PÉREZ 241

de fondos, a fin de que hecho cargo S. E. de esta necesidad indispensable que haya de
acudir al remedio de los apuros en que se encuentran, tenga a bien de dispensarles los ma-
yores auxilios posibles, para evitar perezcan a manos de la indigencia los infelices expó-
sitos existentes en estos —Establecimientos—.
Y lo notifico a V. S. para conocimiento de la Junta de Señoras.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Señora. (Señoría) de la Junta de Damas de Honor y Mérito.
Firmado: D. Manuel de Arrasola, Secretario Interino. Madrid, 10 de marzo de 1838.
A. R. C. M. Fondo de la Inclusa, signatura 8353.

NORMAS DICTADAS PARA LAS “EMERGENCIAS“. AÑO 1841

“INCLUSA NACIONAL Y COLEGIO REUNIDO DE NIÑAS DE LA PAZ DE


MADRID”

— La Junta Municipal de Beneficencia, con fecha 17 del corriente mes dice lo si-
guientes:

Esta Junta ha estimado resolver en sesión de 6 del corriente que en caso de alarma o co-
misión pública concurran precisamente todos los facultativos y demás dependientes y em-
pleados de los Establecimientos de Beneficencia que no sean milicianos nacionales, al res-
pectivo Establecimiento a que pertenezcan, con lo que habrá la debida prevención para un
caso extraordinario, y se evitará en mucho que dejen las filas los que acaso pudieran pres-
tar en ellas mayores servicios, y que los “Señores Jefes locales de dichos Establecimientos”
remitan bajo su más estrecha responsabilidad una noticia de los que absolutamente fueren
indispensables, después de haber visto con toda detención el número de los que no son na-
cionales, y los servicios que puedan desempeñar de los que tengan a su cargo los que lo sean.

Lo que traslado a V. S. para su inteligencia y debido cumplimiento.


Señor Contador de la Inclusa y Colegio de la Paz.
Dios que a Vd. guarde muchos años. Madrid, 19 de noviembre de 1841

A. R. C. M. Fondo de la Inclusa, signatura 8445. P. ESPINA PÉREZ.


242 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA”

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a padres, las que se han prohijado y las remitidas a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, desde 1º de enero de 1843 hasta 1862.

Número Niños Fallecidos Entregados Prohijados Remitido


Observa-
Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los
ciones
entrados en el año ingresados padres año Colegios
1843 1.373 805 59,0 30 5 102
1844 1.378 1.177 85,0 39 1 63
1845 1.351 1.008 74,0 51 – 67 (2)
1846 1.406 962 68,0 63 7 74
1847 1.543 1.049 68,0 58 – 89
1848 1.519 1.331 88,0 59 1 86 (1)
1849 1.497 1.235 82,0 (3)
1850 1.506 1.039 69,0 (4)
1851 1.661 1.027 62,0
1852 1.781 1.159 65,0
1853 1.847 1.423 77,0
1854 1.849 1.636 77,0
1855 1.848 1.347 73,0
1856 1.864 1.347 72,0
1857 1.877 1.468 78,0
1858 1.752 1.479 84,0
1859 1.722 1.674 97,0
1860 1.619 1.354 84,0
1861 1.619 1.354 91,0 53 9 125
1862 1.680 1.733 103,0 42 9 95

(1) Falta el mes de diciembre en la “salida de niños a padres, prohijados y a los Colegios”.
(2) Año 1845, Hay una nota que dice: Para descargar de la fuerza de los niños extraviados y muertos que no han
dado parte suyo de defunción ocurrida, con mucha antelación a este estudio y que no se puedan cargar en él
por ser muy chocante se rebajan como entregados a padres 25 niños.
(3) En el número de fallecidos, algunos meses incluyen los “fetos de Maternidad”.
(4) No se han encontrado datos de los niños salidos a Padres, Prohijados y Remitidos a los Colegios.

A.R.C. de Madrid. Fondo de la Inclusa. Signatura, 10268


Por P. Espina Pérez
REGLAS QUE DEBERÁN OBSERVARSE
EN LA INCLUSA DE ESTA CORTE
AÑO 1848
En 28 de febrero de 1848, el Señor Director de la Inclusa y Colegio de la Paz, D. Ma-
riano José Fontana, recibió de la Secretaría de la Junta Municipal de Beneficencia la co-
municación siguiente:
“SECRETARÍA”. A propuesta del Sr. Teniente de Alcalde encargado de la Beneficen-
cia Pública, se ha servido aprobar el Iltmo. Sr. Alcalde Corregidor de esta Corte y Jefe Polí-
tico de la Provincia. “Las reglas que acompaño y que deberán tener ejecución inmediatamente”.
Lo que comunico a V.S. de orden de Ilmo. Sr. Teniente de Alcalde, advirtiéndole que
ha dispuesto autorizar a V. S. y Contador central para que realice del modo que se previe-
ra, la inspección de los libros y dispongan lo conveniente para la inspección de recibos y
papeletas y a la Secretaría para que proceda a imprimir las reglas y lo circule a todos los
Sres. Alcaldes de los pueblos donde haya niños lactándose y que nombre las señoras, ha-
ciendo publicar en los periódicos y poniendo los anuncios oficiales.
“Dios que a V. S. guarde muchos años, Madrid, 1.° de marzo de 1848.-
J. José de Avostegui. (no se lee bien).

SEÑOR DIRECTOR DE LA INCLUSA Y COLEGIO DE LA PAZ


REGLAS QUE DEBERÁN OBSERVARSE EN LA INCLUSA DE ESTA CORTE

1.° El pago de nodrizas externas de la Inclusa se verificará por trimestres vencidos.


2.° Los meses se computarán desde el primer mes.
3.° Durante los meses de paga se procurará no hacer más pagos que a las nodrizas.
4.° Los meses de paga serán Enero, Abril, Julio y Octubre.
5.° Antes de hacer el pago se reconocerán escrupulosamente los libros por el Director, el In-
terventor y un oficial de Contaduría, a quien designe el contador para ver cuales existen y a que
cantidad asciende la que deba abonarse y se harán del resultado tres estados, los que se reparti-
rán entre los tres que hagan la liquidación o examen y el que reciba el Oficial de Contaduría se
considerará como la matriz, para la cuenta sucesiva por lo que radicará en la Contaduría.
6.° Los pagos de las nodrizas se verificará por la Depositaría Central en vista de la pa-
peleta expedida por la oficina de la Inclusa y sellada por el oficial de la Contaduría.
244 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

7.° Las papeletas las extenderá bajo su responsabilidad el oficial de la Dirección de la


Inclusa, con conocimiento del Interventor y con el V.°. B.°. Del Director, ambos respon-
sables de la exactitud y así la papeleta será sellada por el oficial encargado de la Conta-
duría.
8.° El Director dará parte diario a la Contaduría de los niños que entren en el Esta-
blecimiento, los que renuevan, y a los de fuera, de los cambios de nodriza y salida de ni-
ños del Establecimiento con expresión de la nodriza que lo lleve.
9.° Cuando el Inspector vuelva de alguna visita dará parte en el mismo día que llegue
o al siguiente al Director y Contaduría del resultado que haya producido.
10.° Las funciones de Director, Interventor, Inspector, oficial de la Dirección y oficial
de la Contaduría, no podrán estar nunca ¿necesitados?
11.° Las papeletas que traigan los interesados de las nodrizas para hacer constar la
existencia de los niños con objeto de que se les expida la papeleta de pago serán extendi-
das y firmadas por el Alcalde y una Señora.
12.° Como no será fácil que en todos los pueblos haya Señoras, que puedan encar-
garse de esta comisión, tendrá cada una el número de pueblos que sea preciso.
13.° Las Señoras son las encargadas de inspeccionar el aseo y cuidado con que se asis-
te a los niños y de mudarlos de nodriza si fuera necesario dando parte a la Dirección del
Establecimiento.
14.° Tanto los Señores Curas como los Alcaldes y las Señoras darán a la Dirección de
cuanto noten que perjudica a los niños.
15.° Los Alcaldes darán parte mensual a la Secretaría de Beneficencia de cuantas no-
vedades hayan ocurrido en el mes anterior en el que comprenderán los niños que hayan sido
dados a criar a los pueblos de su jurisdicción, los cambios que se hayan hecho de nodri-
zas y con todo esmero los que hayan fallecido con expresión del día.
16.° Habrá en la Inclusa dos clases de libros de entradas; unos llevados por el Direc-
tor mismo, que serán los de ingreso y otro por la oficina que serán donde conste la histo-
ria de los niños y la contabilidad.
17.° Los libros que lleve el Director por si mismo contendrán la entrada de los niños
con todos los requisitos y apuntes que sean necesarios para acreditar su identidad cuando
fueren reclamados y se anotará también el nombre que se le ponga y número que tenga la
hora de entrada y señas. Esta partida será firmada por el Director y la hermana de la Ca-
ridad que esté encargada de recibirlos.
18.° Hasta que estén bautizados los niños nadie los podrá ver más que el Director, las
hermanas encargadas y el Capellán.
19.° El Director podrá delegar sus facultades en uno de los Capellanes.
20.° Los libros que lleve el Director, los tendrá en archivo cerrado y secreto.
21.° Los collares que se usan poner a los niños con expresión del número que tengan
serán colocados por la hermana encargada.
22.° Para la historia de los niños y su contabilidad, se llevarán en la oficina los libros
necesarios, sirviendo solamente de guía el nombre que se le ponga y el número.
PEDRO ESPINA PÉREZ 245

23.° Para lograr la mayor reserva el Director hará que se anoten en el libro de la ofi-
cina los ingresos en el mismo día o al siguiente o dos días después. Y con objeto de que
no pueda olvidarse extenderá una papeleta con las circunstancias y que se anotan en la
oficina y como el número no es más que un signo para distinguir al niño, hará que algu-
nas veces no sea correlativa la numeración.

SE ADMITIRÁN NIÑOS “PENSIONISTAS”.


BAJO LAS REGLAS SIGUIENTES:

1.° La persona que quiera reservar el nacimiento y asistencia de algún niño y no quie-
ra desprenderse de él, lo presentará al Director del Establecimiento, el que cuidará de bau-
tizarle, anotar su enterada en el libro particular para esta clase y de darle a lactar a nodri-
za conocida, reputada y por buena.
2.° Al entregar el niño entregará la persona que lo presente el valor de un trimestre de
lactancia que en lo sucesivo pagará, “siempre por trimestres adelantados”.
3.° El precio de lactancia será el que fijen los interesados, no pudiendo bajar de ochen-
ta “reales” mensuales.
4.° Los interesados podrán visitar al niño cuando gusten, exigir que se le varíe de no-
driza y fijar si la residencia ha de ser en Madrid, o en pueblo.
5.° Es de cuenta de los interesados la ropa que use pero también se les facilitará por
la casa de la clase que marquen, abonando previamente su importe.
6.° De la paga de todo niño pensionado se reservará la “tercera parte para el sosteni-
miento de la casa”, pero nunca se dará a las nodrizas menos de sesenta reales.

MEDIO PENSIONISTAS

7.° Se considerarán medios pensionistas los que al entregar el niño o en cualquier épo-
ca den alguna cantidad y los derechos serán según lo que entreguen.
8.° El que abone la cantidad que paga la Inclusa a las nodrizas, podrá saber donde está
el niño y verle, pero no puede exigir que se le mude de ama ni fijar la residencia.
9.° El que pague la mitad podrá saber cada dos meses como se halla y verle trimes-
tralmente en el Establecimiento para lo cual se procurará dar estos niños a amas de Ma-
drid, pero no sabrá donde se cría.
10.° El que da tan solo una cantidad alzada que no baje de trescientos reales, según la
que esta sea podrá saber solamente del niño por meses o trimestres.

Madrid, 1.° de marzo de 1848. Es copia Avastegui.


Mariano J. Fontana
Copiado del libro del año 1848, En el tomo 1848 (de abril a junio) Nota pegada en el lomo con-
tiene “en el año 1848, parte 3.°, empiezan los llamados libros secretos”. Contiene índice.-

A. R. C. Madrid, Fondo de la Inclusa, Signatura P. ESPINA PÉREZ


REGLAMENTO DE LA “INCLUSA” DE MADRID
1849

TÍTULO I
CAPÍTULO I
Del objeto de este establecimiento

Artículo 1.° Siendo el objeto de este establecimiento evitar los infanticidios y salvar
el honor de las madres, pertenecen a él todas las criaturas que han nacido de ilegítimo
concepto hasta la edad de siete años, salvas las formalidades que se dirán en los artículos
sucesivos.
Art. 2.° También serán admitidos en este establecimiento los niños nacidos de legíti-
mo matrimonio siempre que vengan por conducto de las autoridades y que no pasen de la
edad marcada en el artículo anterior, porque se supone que o son extremadamente pobres
o huérfanos que no tienen otro amparo que la beneficencia.
Art. 3.° Serán recibidos en el establecimiento todos los niños que sean expuestos en
los tornos, los que sean entregados en la Dirección, y los que se remitan por las autorida-
des de Madrid y las de los pueblos de la provincia.
Art. 4.° Los expósitos que remitan las autoridades de Madrid deberán acompañar in-
dispensablemente la partida de su bautismo, si están bautizados; y si no estuvieren, un do-
cumento que lo acredite, con las demás contraseñas que quieran acompañar los interesa-
dos para su reclamación.
Art. 5.° Los niños que vengan de los pueblos por conducto de las justicias no se
recibirán en el establecimiento sin que entreguen cuatro ducados según está mandado
en repetidas reales órdenes, de cuya cantidad la Dirección les dará el correspondien-
te recibo. Los que sean remitidos de Alcalá de Henares traerán seis ducados según
está mandado por dichas reales órdenes; unos y otros acompañarán su partida de bau-
tismo.
Art. 6.° También se recibirán todos los expósitos que vengan del hospital general,
acompañados de una certificación de aquella comisaría; los que remita la hermandad de
la Esperanza y los de la hermandad del Refugio, los de las cárceles de esta corte y todos
los que sean expuestos en los tornos del hospital de Incurables, Virgen del Puerto, plaza
de Toros, y los demás que pudieran establecerse.
248 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CAPÍTULO II
Del modo de recibir los expósitos

Art. 7.° Habrá una hermana de la Caridad destinada para recibir los expósitos, la que
por ningún pretexto ni motivo deberá moverse de la pieza inmediata al torno y acudirá
prontamente al sonido de la campanilla y otra señal para recoger criatura.
Art. 8.° Ni el director, ni la hermana, ni dependiente alguno del establecimiento po-
drán hacer pregunta ni demanda de ninguna especie bajo ningún pretexto a los que lleven
los expósitos bien sean entregados o expuestos: si alguno manifestare querer decir algu-
na cosa reservada con respecto a la criatura expuesta o entregada, se le dirigirá al director
del establecimiento encargándoles que sea antes de abrir la oficina de la Dirección por si
conviniese notar algo en la partida del expósito. Si alguno quisiere entregar voluntariamente
dinero o ropa para la criatura expuesta o entregada, lo recibirá la persona que reciba al ex-
pósito, y se anotará en su partida dándole recibo al interesado además, si así es su volun-
tad, y el dinero o los efectos se entregarán al Director para que cumpla la voluntad del que
los donó. Inmediatamente que se reciba a un expósito, la hermana tornera cuidará de ano-
tar la hora en que se recibe con la mayor exactitud posible para lo que habrá un reloj en la
pieza del torno, en seguida lo llevará a la pieza destinada para los bautizos; y después de
limpiarlo y envolverlo lo colocará en la cuna que le corresponda, empezando desde el nú-
mero uno, y así sucesivamente hasta completar el número de camas. Si sucediese que ha-
bía más número de niños colocará dos en cada cuna, guardando el mismo orden sucesivo,
poniendo los segundos a la izquierda de los primeros, y procurando que cada uno conser-
ve su papel o documento con la nota de la hora en que ha sido recibido dentro de la faja
para que estos documentos no puedan cambiarse ni extraviarse.
Art. 9.° Si ocurriese que algún expósito necesitase alimento en el intermedio que hay
desde que fue expuesto hasta que haya sido bautizado, la hermana tornera cuidará de dar-
le jarabe o proporcionar una ama que le dé de mamar según sus circunstancias, pero cui-
dando siempre de volverlo al sitio que le corresponde.
Art. 10. Inmediatamente que se abra la Dirección pasará el Director o la persona que el
mismo designe a la sala de bautizos y por el mismo orden que están colocados pondrá a cada
expósito el collar que les corresponde y anotará en los documentos el folio correspondiente,
dejando a cada expósito, un papel que diga solo su primer nombre sin apellido, y su folio; es-
pecificando si debe bautizarse absolutamente o bajo condición, según los documentos.
Art. 11. El collar de que se hace mención en el artículo anterior, consiste en un cor-
dón de seda negra cuyos dos extremos entran de arriba abajo por el centro de un plomo re-
dondo y del grueso suficiente para que atraviese sin que se vea por ninguna de ambas su-
perficies; este collar con el plomo debe estar suficientemente holgado para que no oprima
el cuello del expósito, y corto en términos que no pueda sacarse por la cabeza. En el plo-
mo se lee por un lado; “Inclusa de Madrid”, y por otro dos numeraciones una en la parte
superior que denota el año de la entrada del expósito y otra en la parte inferior que deno-
ta el folio de su partida en esta forma.

INCLUSA 1848
ANVERSO >> de REVERSO >>> de
MADRID 1.114
PEDRO ESPINA PÉREZ 249

Art. 12. Inmediatamente después de puestos los collares se pasarán todos los documentos
originales foliados a la Dirección en donde se sentarán las partidas con la mayor exacti-
tud sin omitir la más pequeña circunstancia que pueda conducir al reconocimiento del ex-
pósito algún día.
Art. 13. Para el mejor orden del establecimiento y conseguir la mayor reserva posi-
ble habrá en la Inclusa “dos clases de libros”, unos llevados por el Director mismo que
serán los de ingreso, y otros por la oficina que serán donde coste la historia de los niños y
la contabilidad.
Art. 14. Los libros que lleve el Director por sí mismo, contendrán la entrada de los ni-
ños con todos los requisitos y apuntes que sean necesarios para acreditar la identidad cuan-
do fueren reclamados, y se anotará también el nombre que se le ponga y el número que ten-
ga, la hora de entrada y señas. Esta partida será firmada por el Director y la hermana de la
Caridad que esté encargada de recibirlos.
Art. 15. Hasta que estén bautizados los niños nadie los podrá ver mas que el Direc-
tor, las hermanas encargadas y el capellán.
Art. 16. El Director podrá delegar sus atribuciones en uno de los capellanes.
Art. 17. Los libros que lleve el Director los tendrá en archivo cerrado y secreto.
Art. 18. Los collares que se usan poner a los niños con expresión del número que ten-
gan serán colocados por la hermana encargada.
Art. 19. Para la historia de los niños y su contabilidad se llevará en la oficina los li-
bros necesarios, sirviendo solamente de guía el nombre que se le ponga y el número.
Art. 20. Para lograr la mayor reserva, el Director hará que se anoten en el libro de la
oficina los ingresados en el mismo día o al siguiente o dos días después. Y con objeto de
que no puedan olvidarse, extenderá una papeleta con las circunstancias que se anotan en
la oficina y como el número no es más que un signo para distinguir el niño, hará que al-
gunas veces no sea correlativa la numeración.
Art. 21. Los documentos se custodiarán por el Director con sus correspondientes car-
petas y concluido cada trimestre se formará un legajo, y se trasladará al archivo con el
mayor cuidado por si algún día fuese necesario consultarlos.
Art. 22. Luego que los niños se hallan bautizados, la hermana encargada de la sala los
distribuirá a las amas según el orden que se dirá, y el capellán que haya bautizado pasará
a la Dirección a poner de su puño y letra las partidas de bautismo.
Art. 23. Se tendrá especial cuidado que los bautismos sean las hermanas las que lle-
ven los expósitos y de ninguna manera las amas, por convenir así al sigilo tan necesario a
estas criaturas.

CAPÍTULO III
Del modo de recibir las amas de leche y sus obligaciones
dentro del establecimiento

Art. 24. El Director procurará siempre tener el menor número de amas posible den-
tro del establecimiento para lo que adoptará el medio de sacar los expósitos a criar ya a Ma-
250 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

drid, ya a los pueblos de la provincia, y en caso de necesidad a los de las limítrofes, pro-
curando que sea lo más cerca posible.
Art. 25. No se recibirá ninguna ama en el establecimiento que no sea antes reconoci-
da y aprobada por uno de los facultativos y sin que traiga el padrón correspondiente.
Art. 26. Reconocida y aprobada en esta forma el ama, estará a prueba cuatro días, co-
mida por salario, al cabo de los cuales si se ve que no son aptas para criar dos niños se les
despedirá , y si lo son quedarán admitidas, desde cuyo día ganarán dos reales diarios.
Art. 27. Para evitar en esta parte el perjuicio que de otro modo podrá irrogarse al es-
tablecimiento o a las nodrizas, se tendrá en la Dirección, un libro titulado de nóminas de
amas en el cual se inscribirán estas con sus nombres y apellidos, expresando el día en que
quedan admitidas en el margen de la izquierda, y el día de su salida en el de la derecha,
por cuyo libro se formará todos los meses la nómina de las amas.
Art. 28. Estas amas tendrán la hermana encargada de ellas que siempre será con igual-
dad, sacando los más viejos, y procurando que cada ama no tenga más que dos.
Art. 29. Si alguna vez sucediese que por la mucha entrada o porque no vengan amas
de fuera, o por otra causa cualquiera hubiera que distribuir tres niños a cada ama, estas no
tendrán derecho a quejarse ni menos exigir mayor estipendio; así como el establecimien-
to no podrá rebajarles nada de su salario cuando no tengan más que un expósito.
Art. 30. Será también obligación de las amas el barrer, limpiar y asear la sala de los
niños, la enfermería la pieza de vestir y el dormitorio, en lo que la hermana tendrá suma
vigilancia y cuidado, así como de que se abran oportunamente las ventanas para que se re-
nueve el aire.
Art. 31. Todos los días, sin excepción de los festivos, lavarán la ropa de los niños cua-
tro amas y una hermana, por ser necesario este servicio tanto para mantener el aseo como
para tener siempre ropa limpia.
Art. 32. A cada una de estas amas se les dará un real por cada día de lavado y alter-
narán todas en este trabajo.
Art. 33. El jabón que se necesita para lavar estará a cargo de la hermana encargada del
lavadero, la que distribuirá el necesario y recogerá el sobrante, procurando en esta parte
la mayor economía posible para no gravar los fondos sagrados del establecimiento.
Art. 34. A igual número de amas se les permitirá salir todos los días después que ha-
yan vestido los niños y cumplido las obligaciones que les corresponda, desde las nueve has-
ta las doce, y si dan algún motivo de queja se las impondrá el castigo de no salir una o mas
veces según la gravedad de la falta.
Art. 35. La hermana de la Caridad encargada en la sala de los niños tendrá el mayor
cuidado de evitar toda riña y discusión entre las amas, pero si alguna fuese tan díscola en
insultar a las demás a pesar de las represiones que le haga la hermana, siendo causa de que
se den malas leches a los niños, la hermana lo pondrá en conocimiento del Director para
que este disponga su salida.
Art. 36. A cada una de las amas, se le dará de salario dos reales diarios desde el día
que sea aprobada y recibida, la cama, y la ración que consistirá en tres cuarterones de
carne, un cuarterón de garbanzos, dos onzas de tocino, dos libras de pan, dos copas de
PEDRO ESPINA PÉREZ 251

vino cuando están con uno o dos niños y si alguna vez tienen tres, se les dará tres co-
pas, y para los almuerzos se les dará jueves y domingos un cuarterón de bacalao a cada
una, otros dos días un par de huevos y los tres días restantes se alternará con asaduras,
patatas y arroz.
Art. 37. Todos los días en el verano se levantarán a las cinco de la mañana y en el
invierno a las seis, e inmediatamente darán de mamar a los niños, arreglarán los dormi-
torios, y pasarán al comedor a tomar el almuerzo; a las ocho volverán a vestir a los ni-
ños y se les dará de mamar segunda vez. La tercera mamada será a las once y media y
cuidarán de entretenerlos. En todos estos actos presidirá la hermana encargada de los ni-
ños y tendrá el mayor cuidado de evitar toda discusión entre las amas que suele ser más
frecuente en estas horas que están reunidas; observará al mismo tiempo si hay alguna que
no cumpla bien con estas sagradas obligaciones en lo que no podrá disimular la más pe-
queña falta o descuido.
Las amas comerán a las doce y media y a las tres envolverán los niños y les darán de
mamar; a las cinco y media otra mamada general, cenarán a las siete, y a las ocho volve-
rán a vestir y dar de mamar a los niños y después de dejarlos a cada uno en su respectiva
cuna, se marcharán a dormir a su dormitorio. A media noche las hermanas de vela lleva-
rán todos los niños a sus respectivas amas para que les den de mamar, y después los vol-
verán a sus respectivas cunas cuidando mucho no cambiar las localidades, o bien harán que
se levanten las amas a sus respectivas cunas.
Art. 38. Si alguna criatura llorase mucho fuera de las horas prescritas tanto de noche
como de día, la hermana de la sala cuidará de que su ama respectiva le dé de mamar, y de
ningún modo otra alguna, a no ser en el caso único de que esté fuera su ama respectiva por
ser perjudicial para los niños el cambio de leches.
Art. 39. También tendrá mucho cuidado la misma hermana en que las amas tomen
algunos ratos en brazos a los niños, que los paseen, y que estén siempre limpios.
Art. 40. Si sucediere que algún niño enfermare, la ama lo pondrá inmediatamente en
conocimiento de la hermana para que esta haga que sea visitado por alguno de los facul-
tativos, y se le apliquen los remedios convenientes a su curación.
Art. 41. Si la enfermedad fuere de contagio o gravedad, se dispondrá que el expósito
pase a la enfermería, pero siempre con conocimiento de los facultativos.
Art. 42. Ninguna hermana de la Caridad ni otro empleado del establecimiento podrán
usar remedios o secretos particulares, ni aun de los que parezcan más sencillos e indife-
rentes, sin aprobación de los facultativos; y en este particular el Director no podrá disimular
la más pequeña falta siendo responsable de cualquiera que se cometa.
Art. 43. La hermana encargada de la sala de los niños tendrá la mayor vigilancia so-
bre cada una de las amas en particular, observando si con alguna desmejoran los niños, y
en el momento que tenga alguna sospecha, lo dirá a alguno de los facultativos para que la
reconozca; y si se encontrase que se le había concluido la leche, o que no era nutritiva, lo
pondrá inmediatamente en conocimiento del Director para que disponga su salida.
Art. 44. Cada quince días el profesor de cirugía acompañado de la hermana de la sala
reconocerán detenidamente a cada una de las amas que lactan dentro del establecimiento,
y si encontrasen alguna con los defectos marcados en el artículo anterior lo dirán al Director
así como cualquier otro defecto que notasen perjudicial a los niños.
252 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Art. 45. Estas visitas no deberán ser exactamente periódicas, sino mas bien estudia-
damente variadas, y de manera que no sospechen cuando será la visita para que no se pre-
paren antes.
Art. 46. Si alguna ama cayese enferma de gravedad de manera que los facultativos cal-
culen que en cuatro días no podrá dar de mamar a los niños, lo dirán inmediatamente al
Director para que este disponga sea trasladada al hospital general.
Art. 47. Si la enfermedad no fuese grave, como constipado u otra que se pueda corregir
con leves medicamentos, entonces se quedará en su cama donde será asistida con caridad
y esmero.
Art. 48. Mientras las amas estén indispuestas no podrán dar de mamar a los niños sin
el competente permiso de los facultativos y mientras para su indisposición la hermana cui-
dará de distribuirlos a otras amas sin que por esto haya de recibir mayor estipendio ni gra-
tificación alguna.

CAPÍTULO IV
De la Enfermería

Art. 49. Con arreglo a lo prevenido en el artículo 41 habrá una pieza destinada para
la enfermería de los niños donde pasarán todos los que preceptúen los facultativos inme-
diatamente.
Art. 50. Esta sala estará al cuidado de una hermana de la Caridad la que será respon-
sable no solo del buen orden interior, sino también de dar las medicinas a su tiempo, y del
aseo y limpieza de la sala.
Art. 51. Para el buen orden y arreglo interior de esta sala, la hermana enfermera ten-
drá un libro donde la misma al tiempo de pasar la visita los facultativos sentará las dietas,
recetas, medicinas, y orden administrativo y dará cuenta a los mismo de los efectos que
hayan producido los remedios y las novedades que ha observado en las criaturas.
Art. 52. Además del referido libro, tendrá otro donde sentará las entradas, salida,
muertos, las enfermedades de que han fallecido y hora en que murieron, dando parte de
todo inmediatamente a la Dirección para que se hagan los correspondientes asientos.
Art. 53. A fin de evitar todo motivo de contagio, la ropa de los niños enfermos se la-
vará fuera del establecimiento, y se tendrá separada en un armario en la misma enferme-
ría de que llevará cuenta exacta en otro libro la misma hermana enfermera.
Art. 54. También tendrá a su cargo el botiquín procurando instruirse en la composi-
ción de las medicinas que puedan hacerse en casa, sin necesidad de practicante ni otra per-
sona extraña.

CAPÍTULO V
De la ropería

Art. 55. Una hermana de la Caridad tendrá a su cargo todas las ropas del establecimiento
tanto de vestir, como camas y mesas, la que se le entregará por inventario.
PEDRO ESPINA PÉREZ 253

Art. 56. Para el buen gobierno de este ramo la hermana tendrá un libro donde anota-
rá las clases y calidad de las ropas; también anotará las que se vayan adquiriendo por do-
nación u otro concepto, así como las que se hayan perdido o hecho inservibles.
Art. 57. Cada tres meses el Director tendrá el cuidado de renovar el inventario y des-
pués de anotar variaciones que hayan ocurrido lo rubricará.
Art. 58. La referida hermana entregará a las lavanderas todos los días la ropa sucia y
la recogerá después de lavada, para lo que tendrá una tabla.
Art. 59. Del mismo modo entregará la ropa sucia de la enfermería a la lavandera, y
tendrá cuidado de recogerla, dando recibo de su importe, especificando las piezas y pre-
cios para que el Director disponga su pago.
Art. 60. La misma hermana tendrá cuidado de recoser todas las ropas, para lo que
tendrán las colegialas que necesite.

CAPÍTULO VI
De la cocina y despensa

Art. 61. Una hermana de la Caridad tendrá a su cargo la cocina procurando que las co-
midas estén bien sazonadas. Dos amas del establecimiento, alternando por semanas, asis-
tirán a la misma para la limpieza y aseo, y tendrán el cargo de servir a las demás en el co-
medor.
Art. 62. La despensa también estará a cargo de una hermana de la Caridad, la que ten-
drá un libro donde irá anotando todos los comestibles que reciba con intervención del co-
misario de entradas, que dará los recibos mensuales a los contratistas y proveedores para
presentarlos en contaduría.
Art. 63. La misma hermana después de anotar las cantidades de pan, carne, etc. que
se reciben diariamente dará un vale al contratista, quien los representará reunidos en la quin-
cena o el mes para después comprobarlos con el libro y extenderle el correspondiente re-
cibo.
Art. 64. Además de este libro de entradas llevará otro la hermana provisora anotan-
do en él con la mayor escrupulosidad, los comestibles o efectos que entregue cada día para
el gasto, especificando el número de raciones y su clase, cada cosa con la debida separa-
ción.
Art. 65. Esta hermana provisora responderá inmediatamente al Director de la buena
o mala inversión de fondo tan sagrados, y es de esperar que siendo una persona religiosa
no abusará de tan grave cargo ni dando de más a los acogidos, ni de menos a los criados
ni dependientes, ni a sus familias aunque sean muy pobres, por ser el primer pobre el es-
tablecimiento.

CAPITULO VII
De la salida de los niños a criarse con amas de fuera y a los pueblos

Art. 66. Habiendo acreditado la experiencia que para la conservación de los expósi-
tos no hay otro medio más seguro que criarlos fuera del establecimiento, se procurará dar-
254 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

los a lactar con preferencia a pueblos sanos de la provincia, pudiéndose extender a los de
otras si no fuesen bastantes, bajo las reglas siguientes.
1.a En todos los pueblos donde se lacten expósitos, se críen destetes, o estén educán-
dose colegialas, habrá una o a lo más dos señoras que con el carácter de celadoras o co-
misionadas de la junta ejerzan los cargos que se expresan a continuación.
2.a Será obligación de la señora celadora poner el enterado y firmar en la certificación
que de a las nodrizas el señor cura párroco para sacar algún expósito; siendo de su deber
cuidar que haya exactitud y verdad en el tiempo que tiene la leche, si tienen criatura pro-
pia o ajena a quien lactar, o si saca el expósito con el objeto de darlo a otra nodriza; dando
cuenta al señor Director de cualquier duda que tenga por los medios verbal o por escrito.
También cuidará de que las certificaciones y “fees” de vida, se expidan gratuitamente.
3.a Cuidará la señora celadora de hacer reconocer las amas, por los señores facultati-
vos, una vez al mes o cuando tengan alguna sospecha, pudiendo variar de nodriza al ex-
pósito si lo creyese conveniente, de acuerdo con el señor cura y facultativos, dando parte
al señor Director para formalizar los asientos.
4.a Será también de su obligación visitar todos los días a los niños procedentes del es-
tablecimiento cuando lo tenga por conveniente, cuidando de que las visitas sean estudio-
samente variadas y no periódicas, a fin de sorprender a las mas y ver si los crían con el mis-
mo esmero que a sus propios hijos.
En el caso de no tenerlos aseados y limpios o que no estuviesen esmeradamente asis-
tidos en sus enfermedades, dando inmediatamente parte al señor Director para la resolu-
ción que estime, siendo la menor pena que imponga dicho señor a la nodriza la de perder
quince días de paga.
5.a Obligará a las amas a que conserven los collares al cuello de las criaturas, cuya in-
fracción será bastante para recoger la criatura, o perder la paga de aquel mes.
6.a Para que nunca la envidia, el interés, u otra causa semejante, sean las que quiera
las denuncias que se hagan a las señoras celadoras; en ningún caso se dará a lactar a la que
haya hecho la denuncia.
7.a Siempre que su celo y discreción se lo dicte por ver que se mejora la criatura, po-
drá mudarla de nodriza avisando después a la Dirección, copiando el pergamino y el co-
llar, haciéndolo con la debida intervención del señor cura y facultativo.
Si hubiese algún inconveniente dará parte reservadamente al señor Director.
8.a Cuidará también de que se vacunen los niños en las estaciones de primavera y oto-
ño, poniéndose de acuerdo, si no hubiese buena vacuna en los pueblos, con las señoras de
los inmediatos, o pidiéndola a la junta, dando parte al Director de las nodrizas que se hu-
biesen negado.
9.a Además de las visitas que se han indicado en el artículo 7.a harán que se presenten
en su domicilio las nodrizas con sus expósitos; todos los meses, y los encuentran buenos
y bien cuidados les podrán el V.°. B.° en la fé de vida dada por el señor cura párroco, sin
cuyo requisito no se pagará la mensualidad.
10. También cuidarán de que a los destetados y colegiales, se les dé buena educación
religiosa y moral, y la instrucción que sea compatible con la fortuna de la nodriza.
PEDRO ESPINA PÉREZ 255

Para lo que obligarán a las nodrizas que manden a los niños a la escuela en teniendo cin-
co años o antes si es posible, interponiendo su influjo con el ayuntamiento a fin de que la en-
señanza sea gratuita, dando parte si negaran para que la junta tome la resolución oportuna.
11. Si observase que alguna colegiala recibía mala educación o era peligroso que es-
tuviera a cargo de la persona que la tenga podrá dar aviso al Director para que la recoja.
12. La junta nombrará para celadoras a las señoras de las clases más distinguidas que
haya en cada pueblo, prefiriendo las madres de familia y que tengan una fortuna inde-
pendiente que las constituya en una clase superior de la generalidad del pueblo.
13. Con objeto de ejercer mejor la vigilancia, se nombrará un oficial o más de la Direc-
ción que además del Director, que deberá visitar todos los pueblos donde existan o resulten
abusos en los casos que crea necesario, los visite y examine haciendo cuanto crea conveniente
para la mayor utilidad de los expósitos, reconociendo los domicilios de las amas y exami-
nando los libros parroquiales, para lo cual se le facilitará la debida autorización; tomando en
el acto las providencias que crea oportunas avisando de todo al Director para que acuerde lo
conveniente, poniéndolo este en conocimiento de la junta si fuese de gravedad.
14. Las señoras celadoras podrán ejercer su cargo en los pueblos comprendidos den-
tro del radio de dos leguas y en los que no hubiese señoras a quien poder nombrar, dis-
pensándoseles en esto de las visitas domiciliarias que se previenen en el artículo 12.
15. Que al Sr. Director se le abonen los gastos de viaje, según las cuentas que pre-
sente.
16. Que al encargado de visitar los pueblos se le dé el título de inspector y tenga diez
y ocho reales diarios, esté a las órdenes del Director asista a la oficina de la Inclusa cuan-
do esté en Madrid.
Art. 67. Siendo sumamente peligroso para la salud de los niños y a veces causa de su
muerte, el descargar los pechos a las paridas, el Director no permitirá sacar ninguno con
este objeto, y si llegase a saber que sin su conocimiento se hubiera dado alguno, suspen-
derá inmediatamente al empleado que lo hubiese hecho, dando parte a la junta antes de las
veinte y cuatro horas.
Art. 68. Tampoco se darán los niños con el objeto de entretener la leche a las amas sin
ser antes reconocidas y aprobadas por el facultativo, y aun en este caso ha de ser renun-
ciando el estipendio que la casa tiene señalado a las amas.
Art. 69. Como sucedería muchas veces, que por no perder el estipendio, ocultarían mu-
chos el motivo por el que sacaban los niños, no se les pagará nada a las que los vuelvan
antes de cumplir diez días en su poder, a no ser en el caso de enfermedad del ama o del
expósito, u otra causa justa a juicio del Director y los facultativos.
Art. 70. Debiendo observarse la mayor reserva en todo lo respectivo a la procedencia
de los expósitos, no se entregará criatura alguna designada a las personas que lo soliciten,
ya sea de lactancia o de destete, ni aun en el caso de renunciar el expendio que se satisface.
Art. 71. Como hay casos sumamente especiales, en que ni peligra la vida de la criatu-
ra, ni el honor de las familias, el Director, después de un escrupuloso examen y completa-
mente cerciorado de no haber ningún peligro, podrá dar los expósitos bien a personas cari-
tativas o parientes que lo soliciten por devoción, sin pagarles nada por la lactancia, y con la
precisa obligación de presentarlos al Director en uno de los seis primeros días de cada mes.
256 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Art. 72. Si sucediese que los interesados de un expósito manifestasen deseos de pa-
gar los gastos que hubiese de causar algún expósito determinado, se le remitirá al Direc-
tor, para que arregle el negocio de la manera más conveniente al expósito con arreglo a las
reglas siguientes:
El contenido de los artículos 73 y 74, esta recogido en las reglas que deberán ob-
servarse en la Inclusa de esta Corte, año 1848.
Art. 75. Todos los días a las diez de la mañana se reconocerán las amas tanto de Ma-
drid como de los pueblos que vengan a sacar criaturas, y si son aprobadas por el faculta-
tivo, tanto en su constitución física como en el estado de su leche, comparándola con la
edad y circunstancias existentes, pasarán a la Dirección a presentar las certificaciones y de-
más documentos.
Art. 76. Las amas de Madrid presentarán un certificado del alcalde de su respecti-
vo barrio abonando su conducta moral, y expresando que se le puede confiar un expó-
sito para su lactancia; si son casadas ha de comprender esta circunstancia con el nom-
bre y apellido del marido, de que oficio es y el nombre de la calle, número de la casa
y cuarto donde viven. Además deberá hacer constar la muerte de su hijo o el haberle
destetado; con estos requisitos se la entregará la criatura señalada por el facultativo, ad-
virtiéndole que si se muda de casa tiene obligación de avisar a la Dirección y acredi-
tarlo con un papel del mismo alcalde, y también si enfermase la criatura, para que pa-
sen los facultativos a verla.
Art. 77. Si ocurriese que el ama estaba recién parida, y presentasen el papel del alcalde
en la Dirección, se le entregará a uno de los facultativos para que vaya a reconocer la pa-
rida, y si se encuentra a propósito pone al mismo certificado el visto bueno con cuyo re-
quisito se entregará el expósito.
Art. 78. Las amas de fuera de Madrid presentarán una certificación del párroco de su
pueblo que acredite su honradez y circunstancias, mediante las que puede entregársele
una criatura para su lactancia, con el nombre y apellido y oficio de su marido, advirtien-
do si ha muerto su hijo, o de que tiempo es, si le vive; deberá traer además a continuación
el dictamen del facultativo de su pueblo y el visto bueno del alcalde y de la persona en-
cargada de los expósitos, con cuyas formalidades y el dictamen del facultativo del esta-
blecimiento se les podrá dar la criatura.
Art. 79. Inmediatamente después de darles la criatura pasarán con ella a la Di-
rección, y el oficial o escribiente verán en el plomo el folio que corresponde y harán
el asiento de salida debajo de la partida de entrada, expresando el día que se verifica,
nombre y apellido del ama y del marido, el oficio de este, casa y número de su habi-
tación, etc. con la advertencia que se ha de contribuir con cincuenta reales mensuales,
y cuando se le pague se hará el asiento a continuación, expresando la cantidad y el día
en que ha sido entregada y sacando al margen el correspondiente guarismo. También
se les dará un pergamino en el que se expresará el folio del expósito, su primer nom-
bre y el del ama.
Art. 80. Además de estos asientos para el mejor orden y gobierno de la Dirección, se
notarán las salidas en una libreta, especificando en una línea la foliatura del expósito, el
nombre y pueblo del ama, y si es varón o hembra.
Art. 81. Si al tiempo de la paga o en otro fuera de ella se observase que el expósi-
to lejos de ganar con el ama había desmejorado por culpa suya, o lo que es lo mismo
PEDRO ESPINA PÉREZ 257

por falta de cuidado o alimento. El Director hará reconocer la criatura por los faculta-
tivos y estos después de un detenido examen dirán si es o no acreedora a recibir el sa-
lario, puesto que ha acreditado la experiencia que a pesar de las precauciones que se to-
man para entregar los expósitos, y la continua vigilancia que sobre ellos se tiene, algunas
amas dan de mamar a sus propios hijos o a otros particulares dejando morir al del es-
tablecimiento.
Art. 82. En el mismo caso se encuentran algunas amas que vuelven por sí las criatu-
ras al establecimiento en mal estado de salud por temor de que llegue a noticia de la Di-
rección el mal trato, y se les recoja y castigue, estas quedarán sujetas al mismo juicio de
los facultativos.
Art. 83. También sucede algunas veces por el contrario que por motivos particulares
y resentimientos entre las amas dan quejas infundadas en la Dirección con el objeto de ven-
garse y sorprender, con cuyo motivo el Director tendrá mucha cuenta para no tomar pro-
videncia ninguna hasta enterarse muy a fondo, pues las quejas siempre vienen fundadas
al parecer en motivos de caridad.
Art. 84. Todos los días por la mañana la “Hija de la Caridad” a cuyo cuidado esté la
enfermería de los niños, presentará en la Dirección los respectivos collares de los que
hubiesen muerto con una noticia de la hora y enfermedad de que hubiese sucumbido, los
oficiales de la Dirección harán el asiento inmediatamente en su respectivo lugar en esta
forma.
Murió en casa en tal día, a tal hora y de tal enfermedad.
Art. 85. Si mueren en los pueblos de fuera de Madrid, la amas lo tienen que acreditar
con certificación de su cura párroco y el asiento se hará en la forma siguiente:
“Murió en tal pueblo, el día tal de tal mes, de tal enfermedad, en poder del ama y
constó por certificación del señor cura párroco, fecha etc.”
Art. 86. Cuando los padres cuyos hijos legítimos han sido expuestos en los tornos re-
claman su entrega, presentarán una solicitud al señor teniente alcalde encargado de la Be-
neficencia Pública, y decretándola este, se anotará en el libro en esta forma:
“Entregado a sus padre N. N. Vecinos de Madrid, que viven en tal calle, etc., en tal día
y año en virtud de decreto del señor teniente alcalde encargado de la Beneficencia Pública,
fecha, etc.”
Art. 87. Las prohijaciones se harán igualmente por autoridad del mismo señor te-
niente alcalde, y su acuerdo lo trasladará el Director al escribano para que otorgue la es-
critura de adopción legal de la que los interesados entregarán un tanto en la Dirección que
se archivará.
Art. 88. Cuando los expósitos de ambos sexos hayan cumplido siete años se remiti-
rán los varones al colegio de Desamparados y las hembras al de la Paz, anotándolo deba-
jo de su partida.
Art. 89. Además de la libreta de las salidas habrá otras dos para los muertos, una de
los de la casa y otra para los expósitos vueltos por las amas al establecimiento, y otra para
anotar los entregados a padres, remitidos a los colegios, y prohijados. Estas libretas ser-
virán para formar los estados, pues sería un trabajo ímprobo el examinar los expósitos
folio por folio.
258 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

TITULO II

CAPÍTULO VIII
Departamento de Conservación

Art. 90. Pertenecen a este departamento todos los niños expuestos que hayan cumplido
quince meses, a no ser que se le haya prolongado la leche por los facultativos, en cuyo caso
permanecerán en el de lactancia hasta que sean destetados.
Art. 91. También pertenecen todos los que sean expuestos en los tornos y sean entre-
gados a mano, siempre que estén destetados y no hayan cumplido los siete años.
Art. 92. También pertenecen a este departamento los niños que pasen de quince meses,
de legítimo matrimonio, pero que hayan tenido la desgracia de haberse quedado huérfanos de
padre y madre y no tengan algún pariente que quiera encargarse de su crianza y educación.
Art. 93. Para la recepción de estos niños se observarán las mismas formalidades que
para los del departamento de lactancia.
Art. 94. Este departamento estará al inmediato cuidado de las hijas de la Caridad, las
que procurarán el mayor esmero con los niños, tratándolos con mucha paciencia y cariño,
por ser en esta edad más necesario el cuidado de estas criaturas.
Art. 95. En el departamento habrá suficiente número de camas chicas y de cunas para
poner a los expósitos con la conveniente separación según las edades.
Art. 96. A los muy jóvenes se les dará leche de cabras, por haber acreditado la expe-
riencia ser la mejor, pero como si se les diera de continuo se les indigestaría, para evitar
este mal se alternará con sustancias de pan. A los demás que están más robustos se les
dará el alimento general de familia con la debida moderación.
Art. 97. Las hermanas encargadas de este departamento tendrán sumo cuidado en la-
var y peinar todos los días a los niños puestos a su cuidado, porque nada conserva más la
salud de los niños que el aseo y limpieza.
Art. 98. La salida de estas criaturas a criarse, se hará en los mismos términos y bajo
las mismas formalidades que se observarán en los de leche.
Art. 99. También en este departamento habrá una ropería particular con las ropas ne-
cesarias para estos niños a cargo de la hermana más antigua.

TÍTULO III
DE LOS EMPLEADOS Y SUS OBLIGACIONES

CAPÍTULO IX

Art. 100. El Director es el jefe superior del establecimiento y todos los demás empleados
y dependientes estarán subordinados a él, obedeciéndole en cuanto disponga y dándole
parte de cuantas novedades ocurran, para que ponga remedio
Art. 101. Como se deja de conocer y haya acreditado la experiencia que casi todos los
negocios que ocurren en el establecimiento, son por su naturaleza exentos, y las personas
PEDRO ESPINA PÉREZ 259

que tienen que descubrirlos no lo harían a ninguna persona seglar por temor de ser des-
cubiertas; el Director deberá ser siempre un sacerdote en quien concurra la ciencia, la me-
jor probidad, conducta irreprensible y modales suaves por ser muchas y distintas las per-
sonas con quien tiene que tratar.
Art. 102. En el despacho de la Dirección que estará a su inmediato cargo, tendrá sumo
cuidado en que todos cumplan bien con sus respectivas obligaciones; examinando los li-
bros de entradas y salidas de criaturas, corrigiendo las partidas que no estén bien redacta-
das, y vigilando mucho para que se observe el secreto tan necesario en esta casa.
Art. 103. Será de su obligación seguir la correspondencia con los curas y las perso-
nas encargadas de los expósitos, exigir de los mismos las certificaciones de los muertos,
darlas a los interesados que las pidan, reclamar las criaturas para entregar a sus padres o
remitirlas a las casas de socorro, pedir informes e instruir todos los expedientes que la jun-
ta tenga a bien encargarle.
Art. 104. Hará cumplir a todos los empleados sus respectivas obligaciones, y tendrá
suficiente autoridad para reprenderle, y aun suspenderlos en el acto, si la clase de falta lo
exige, dando parte inmediatamente a la junta.
Art. 105. Hará cumplir el reglamento en todas sus partes lo mismo que las órdenes de
la junta que vengan por su conducto.
Art. 106. Como que el Director debe vigilar más inmediatamente que nadie en la suer-
te de los expósitos, cuando tenga noticias ciertas de que en algún pueblo por falta de celo
el párroco y la persona encargada, los expósitos estén mal cuidados, o los encargados de
la cobranza traen certificaciones de vida falsas y otros negocios graves en perjuicio de los
expósitos o del establecimiento, podrá a costa del mismo (si el caso lo exigiese) trasladarse
al pueblo de donde se reciba la queja o mandar al inspector para que reuniendo todos los
expósitos se examine por si mismo a cada uno y corrija los males que haya, dando parte
al Director cuando vuelva.

CAPÍTULO X
De los empleados en la Dirección

Art. 107. Para auxiliar en los trabajos al Director tendrá este una oficina a su inme-
diato cargo que deberá estar abierta todos los días del año, sin exceptuar ninguno, desde
las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde en los meses, desde abril hasta septiembre
inclusive, y desde las nueve hasta las dos en los meses restantes.
Art. 108. En esta oficina habrá un oficial y un escribiente, y además el inspector de
los niños siempre que no esté empleado en servicio de los expósitos, bien sea en Madrid,
o en los pueblos.
Art. 109. Como que tienen a su inmediato cuidado los libros de salidas de criaturas y
han de extender las libranzas a las nodrizas, deberán ser siempre personas de mucha pro-
bidad para no defraudar los sagrados fondos del Establecimiento no solo por malicia sino
ni aun por descuido o negligencia, y también deberán tener mucho juicio para que guar-
den cuidadosamente los secretos del Establecimiento, pues con una palabra imprudente po-
drían causar males incalculables.
Art. 110. Todos los días extenderán las partidas de buena letra, harán los demás asien-
tos de salidas de criaturas, etc., y cuanto en esta materia les mande el Director cuidando
260 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de hacer los asientos con la debida separación y claridad, no solo en los libros sino tam-
bién en las libretas, en la paga examinarán muy detenidamente los documentos con que vie-
nen a cobrar las amas, por si fueran falsos, enmendados o sospechosos por cualquier otro
concepto, en cuyo caso los retendrán hasta averiguar la verdad.
Art. 111. No hará pregunta ni demanda alguna de ninguna especie a las personas que
vengan a entregar criaturas.

CAPÍTULO XI
Del pagador de gastos menores

Art. 112. El pagador de gastos menores pasará todos los meses a la tesorería general,
a hacerse cargo de la cantidad que el señor teniente alcalde encargado de la Beneficencia
Pública haya acordado para este objeto.
Art. 113. Será de su cargo pagar todas las cantidades que no excedan de doscientos
reales, pero por medio de recibo del interesado y el páguese o V.a B.a Del Director, sin cu-
yos requisitos no se le abonarán.
Art. 114. También abonará todos los salarios de los dependientes cuyo haber diario no
exceda de un real, pero con las mismas circunstancias.
Art. 115. A fin de cada mes dará cuenta de estos caudales al Director, con los docu-
mentos justificativos, y este después de puesto el V.° B.°. La remitirá al señor secretario
de la Junta municipal.

CAPÍTULO XII
Del comisario de entradas y raciones

Art. 116. El comisario de entradas tendrá la obligación de presenciar la entrega de to-


dos los efectos, tanto de comer como de vestir y otros, los que anotará en un libro.
Art. 117. Cuando los contratistas tengan que ir a cobrar a la tesorería central les dará
una certificación de los efectos que hayan entregado, especificando si es contrata o si de
convenio con el Director, en cuyo caso pondrá el precio.
Art. 118. Será también de su cargo hacer observar religiosamente las contratas a los
contratistas, rechazándoles el genero cuando no sea de recibo y dando parte al Director, si
no lo verifican.
Art. 119. Presenciará el acto de la distribución de las raciones y verá si está confor-
me con el número y clase de los acogidos.

CAPÍTULO XIII
De los Capellanes

Art. 120. Para el mejor servicio espiritual del Establecimiento habrá además del Di-
rector, que es el jefe de la Iglesia, dos capellanes uno mayor con el titulo de Vice . Direc-
tor, que deberá sustituir al Director, en sus ausencias y enfermedades.
PEDRO ESPINA PÉREZ 261

Art. 121. El capellán mayor será siempre colector y tendrá el cargo de llevar la cuen-
ta del gasto de la sacristía y de hacer que se cumplan las memorias y fundaciones, etc., de
todo lo que presentará a fin de mes su cuenta al Director, para que éste la mande al Sr. Se-
cretario de la Junta Municipal en la misma forma que la de gastos menores.
Art. 122. Los dos capellanes tendrán obligación de decir misa todos los días en la ca-
pilla del Establecimiento, debiéndola decir siempre a las nueve de la mañana el que no esté
de guardia, para que puedan oírla las hermanas de vela y las acogidas enfermas; el que esté
de semana, la dirá más temprano a la hora que señale el Director.
Art. 123. Será obligación de los dos indistintamente confesar a las acogidas siempre
que lo pidan determinadamente; pero si no, la oblación será del que esté de semana, me-
nos en el cumplimiento de Iglesia que lo harán los dos hasta que se concluya, y en los días
que señale el Director que nunca excederá de dos meses de una a otra confesión. Será tam-
bién obligación de los dos el confesar a las amas para el cumplimiento de la Iglesia, y los
demás días que lo pidan, y examinarlas de doctrina cristiana.
Art. 124. También tendrán obligación de explicar el Evangelio a las colegialas en los
domingos de adviento y cuaresma, y en las principales festividades del año, y a las amas
los viernes de cuaresma, y administrar los sacramentos por semana tanto en la Inclusa
como en el colegio y en las enfermerías.
Art. 125. Todos los días a las once de la mañana, el Capellán de semana tendrá obli-
gación de bautizar a los niños que vengan sin este requisito y averiguar y comprobar los
que digan estarlo, suponiendo siempre la presteza con que a cualquier hora del día o de la
noche que sea menester, deberá acudir a administrar, para lo que deberá dejar dicho don-
de se le encontrará, y siempre cerca de del Establecimiento.
Art. 126. El sacerdote de semana tendrá obligación también de poner por si mismo las
partidas de bautismo y firmarlas.
Art. 127. También será obligación de los capellanes, asistir al Sr. Director en el altar,
siempre que este disponga que haya misa cantada.

CAPÍTULO XIV
Del Inspector de los niños expósitos

Art. 128. El Inspector tendrá obligación de visitar todos los niños expósitos que se es-
tán criando en Madrid y en los pueblos.
Art. 129. La Junta le proveerá de las correspondientes autorizaciones de los jefes po-
líticos y prelados eclesiásticos, para examinar los libros parroquiales, y tomar las provi-
dencias que juzgue convenientes para el mejor servicio de los expósitos.
Art. 130. Será de su obligación salir a la visita siempre que el Director se lo mande,
y a los puntos que le designe, cuidando este de que en el año se haga la visita a todos los
niños.
Art. 131. Si encontrase fraudes en los cobradores, en las amas, o en alguna otra per-
sona, procurará reintegrar a la casa de la mejor manera posible, procurando hacerlo siem-
pre por los medios más suaves, y acudiendo solo a los tribunales después de apurar los de-
más medios que le sugiera su prudencia.
262 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Art. 132. Cada vez que vuelva de la visita dará cuenta de su resultado al Director, y
si ha habido reintegros, los remitirá este a la Tesorería central, y remitirá la cuenta a la Con-
taduría debiendo recoger el Inspector su correspondiente carta de pago para su completo
descargo.
Art. 133. Después de concluida esta operación, se dedicará a cubrir todos los asien-
tos en sus correspondientes partidas, no solo de los reintegros que haya verificado sino de
los cambios de nodrizas que hayan hecho, y las novedades que haya encontrado.

CAPÍTULO XV
De las hijas de la Caridad

Art. 134. Las hijas de la Caridad continuarán dependientes del Ordinario de las su-
periores de su orden en lo espiritual; pero en cuanto a lo temporal lo estarán sola-
mente al señor teniente alcalde encargado de la Beneficencia Pública, a la Junta Mu-
nicipal de Beneficencia y al Director del Establecimiento que la representa, como
todos los demás empleados, sin que en esta parte puedan tener los superiores la me-
nor intervención.
Art. 135. El Director les comunicará siempre las órdenes de la Junta y las que él mis-
mo crea necesarias para el mejor orden de la casa, y tendrán obligación de cumplirlas pun-
tualmente interrumpiendo sus ejercicios espirituales, anticipándolos, difiriéndolos y omi-
tiéndolos cuando lo exija la necesidad, y el servicio del Establecimiento, cuya asistencia
debe ser preferida a todos.
Art. 136. La superiora de la comunidad enterada de las obligaciones que se ponen
a su cuidado nombrará con arreglo a sus constituciones, las hermanas que juzgue más
aptas para los diversos oficios de la casa; pero antes, tanto para la elección de estas,
como para la superación de los oficios respectivos, se entenderá y procederá de acuer-
do con el Director.
Art. 137. La superiora de la comunidad lo mismo que los superiores de su instituto no
tendrá autoridad sobre las hermanas, sino en lo que pertenece a las prácticas, devociones,
y deberes de la congregación, pero en todo lo perteneciente a la economía y gobierno de
la casa, se ha de considerar como mera ejecutora de la Junta, y sujeta al Director como los
demás empleados.
Art. 138. Tampoco podrá admitir novicias ni aumentar el número de las hermanas sin
expresa licencia del señor teniente Alcalde encargado de la Beneficencia Pública o de la
Junta, que la concederá o negará según lo crea necesario; tampoco podrá cambiar, ni des-
pedir ninguna hermana sin la misma expresa licencia, y el Director será responsable de la
contravención de estos artículos.
Art. 139. La superiora y hermanas de la Caridad tendrán la suficiente autoridad sobre
las amas para reprenderlas en todas las faltas que adviertan, cortando con palabras y aun
con amenazas las riñas, ruidos, y conversaciones indecentes que noten, pero no podrán
dar niños a criar sin conocimiento del mismo, y acuerdo del facultativo.
Art. 140. El Establecimiento dará a las hermanas una habitación independiente con ca-
mas, muebles y ropas, etc., la ración y cuarenta reales mensuales a cada una para su ves-
tuario y calzado, y cobrarán por nómina particular.
PEDRO ESPINA PÉREZ 263

CAPÍTULO XVI
Obligaciones del profesor de medicina

Art. 141. El profesor de medicina hará una visita general todas las mañanas acompañado
del cirujano y la hermana enfermera, y reconocerá el estado de los niños y demás enfermos
que haya en el establecimiento. A las diez de la mañana, reconocerá a todas nodrizas que ven-
gan a sacar criaturas, y dará su dictamen de cada una, designando el niño que debe dársele.
Art. 142. Cada quince días, poco más o menos, tendrá obligación de reconocer cada
una de las nodrizas que lactan dentro del Establecimiento sin que sea en día fijo para que
no se preparen de antemano, cuyo reconocimiento no excluye el que debe hacer particu-
larmente cuando lo disponga el Director.
Art. 143. Visitará las paridas que haya en la población y quieran sacar criaturas; dán-
doles un certificado de su aptitud, para criar.
Art. 144. Visitará todos los expósitos que se crían en Madrid cuantas veces sea nece-
sario, tanto de noche como de día; yendo a las casas de las amas cuando le llamen.
Art. 145. Tendrá sumo cuidado en unión con el cirujano de tener siempre vacuna per-
manente en el Establecimiento.
Art. 146. Por la tarde si no hay novedad particular en algún acogido, alternará en la vi-
sita con el profesor de cirugía.
Art. 147. La visita será extensiva a todos los departamentos y a todos los empleados
y dependientes.
Art. 148. Mientras dure la paga de las amas de Madrid, será de su obligación estar en
la dirección para el reconocimiento de los niños que se presentan; pero en este servicio al-
ternarán diariamente con el profesor de cirugía.

CAPÍTULO XVII
Obligaciones del profesor de cirugía

Art. 149. Hará una visita diaria y en ella reconocerá todos los males quirúrgicos que
padezcan los niños y demás del establecimiento, aplicando por si los remedios conve-
nientes.
Art. 150. Aunque en los males de cirugía en lo general es bastante una visita, sin em-
bargo, será de su obligación repetirla cuando lo exija el caso , y alternará además por la
tarde con el médico.
Art. 151. Será también de su obligación reconocer a las amas del Establecimiento
cada quince días poco más o menos examinándolas escrupulosamente la leche.
Art. 152. En ningún caso dejará de hacer por si la aplicación de los remedios sin fiar-
los a otra persona que no sea de su profesión y le constase su destreza en esta parte.
Art. 153. Siempre que considere necesaria alguna operación quirúrgica, la consulta-
rá antes con el profesor de medicina y de común acuerdo dispondrán lo necesario para
efectuarla.
264 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Art. 154. Será también de su obligación visitar todos los expósitos de la población, ya
en el Establecimiento cuando puedan venir, ya en sus propias casas cuando no le verifi-
quen, aplicándoles los remedios que juzgue necesarios.
Art. 155. Alternarán con el profesor de medicina en la visita de las recién paridas que
soliciten sacar criaturas para criar, poniendo el V.°. B.°. en la papeleta del celador del ba-
rrio, si la encuentra apta para el objeto.

CAPÍTULO XVIII
Del sacristán

Art. 156. El sacristán deberá tener siempre aseada la iglesia y la sacristía, y será res-
ponsable de los efectos que se pongan a su cuidado.
Art. 157. Será de su obligación ayudar a todas las misas que se celebren en la iglesia,
y preparar los ornamentos necesarios para los sacerdotes antes de la primera. Asistir a los
bautismos todos los días, a los viáticos y unciones que ocurran en la enfermería y asistir
a todas las demás funciones que se celebren.
Art. 158. Deberá estar siempre pronto a cualquier novedad que ocurra en la casa perte-
neciente a la iglesia y con este objeto se le da el cuarto inmediato a la portería del colegio.

CAPÍTULO XIX
Del portero de la Inclusa

Art. 159. El portero deberá ser siempre un sujeto de mucho juicio y honradez para no
dejarse sorprender de las gentes que puedan venir a saber noticias de los expósitos.
Art. 160. A nadie hará pregunta ni demanda alguna de las muchas personas que vie-
nen a depositar criaturas, y será de su obligación conducirlas a la oficina en las horas que
este abierta y a la hermana encargada de los niños, en las que este cerrada.
Art. 161. Deberá estar constantemente en la portería y no permitirá pasar a nadie a la
oficina sin avisar a los oficiales.
Art. 162. Será de su obligación cumplir todas las órdenes verbales o por escrito que
le comunique el Director.

CAPÍTULO XX
Del criado y demandadero de las hermanas

Art. 163. Para el mejor servicio del Establecimiento habrá un criado que tendrá las obli-
gaciones propias de su clase, y además hará todos los recados que le mande el Director y
las hermanas de la Caridad.
Madrid, 2 de febrero de 1849.
El Director: Ldo. Mariano J. Fontana.
Salón del Prado, número 8 .
Archivo de la Caja de Ahorros. Madrid
Copiado por P. ESPINA PÉREZ.
PEDRO ESPINA PÉREZ 265

REAL INCLUSA

INGRESOS Y FALLECIDOS: Datos sacados de los libros de registro de “Entradas y


salida de niños”, en los meses y las décadas que se mencionan, por los que podemos ver
y observar en que meses del año ingresaban y fallecían más niños.

Años En. Feb. Mar. Abr. May. Jun. Jul. Ago. Sept. Oct. Nov. Dic. Total
1850-I 132 134 158 106 103 95 100 113 113 150 157 145 1.506
1850-F 149 113 43 54 66 48 70 120 40 81 166 83 1.033
1860-I 172 194 139 143 157 103 100 114 117 138 106 136 1.619
1860-F 138 175 92 74 61 51 137 115 159 116 100 136 1.354
1870-I 156 130 178 147 144 112 136 141 132 132 194 175 1.777
1870-F 294 127 87 93 92 89 115 101 148 223 73 116 1.558
1880-I 158 153 163 144 159 141 139 120 102 140 142 161 1.722
1880-F 49 117 143 83 80 33 81 239 309 101 69 73 1.367
1890-I 152 129 143 126 125 121 128 99 83 100 121 130 1.457
1890-F 55 98 49 77 37 116 60 110 35 197 35 33 902
1900-I 122 117 117 110 108 101 116 120 107 100 98 124 1.340
1900-F 104 151 35 60 114 154 103 172 49 47 60 88 1.147
1910-I 110 115 127 109 106 112 106 122 109 92 88 124 1.320
1910-F 33 30 94 141 33 32 83 62 39 40 18 26 631
1920-I 125 97 116 86 100 61 81 84 76 136 79 97 1.138
1920-F 72 68 56 42 119 77 105 113 73 50 87 71 933
1930-I 103 97 111 103 111 106 90 104 110 105 105 120 1.265
1930-F 19 43 35 29 27 38 85 52 48 47 36 54 513
1935-I 175 141 139 122 137 117 121 109 134 117 108 129 1.549
1935-F 38 49 30 43 35 40 106 92 60 34 25 29 581
Total 1.405 1.307 1.391 1.196 1.250 1.069 1.117 1.126 1083 1210 1198 1341 14.693
Total 951 971 664 696 664 678 945 1.176 960 936 669 709 10.019

(I) - INGRESOS. (F) - FALLECIDOS

Año 1910, faltan los fallecidos fuera de la casa, correspondientes a los meses de mayo a di-
ciembre inclusive.
Al hacer el análisis y la valoración de las cifras de los niños fallecidos, hay que tener en cuen-
ta, que no siempre corresponde la cantidad de defunciones anotadas en los libros, con las ocurridas
en el mes, por los problemas de demora que tenían en la comunicación por parte de las autoridades
de los pueblos para hacer llegar la documentación del fallecido a la “Inclusa”. en muchos casos pa-
saban meses.
La media de los fallecidos en los 10 años analizados, es del 68’18% del total de los ingresados
en el mismo periodo, y por meses, el de “agosto” que alcanza más del 100 por 100 de los que lle-
garon, le siguen septiembre y julio.

A.R. C. M. Fondo de la Inclusa, signaturas de varias de ingresos y defunciones


P. ESPINA PÉREZ.
266 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

1800

1600

1400

1200

1000

800

600

400

200

0
1850 1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920 1930 1935

Ingresos Fallecidos
GRAFICO: Que representa los ingresos y fallecimientos que hubo por año y a su vez
por décadas, en el cual, puede observarse como fueron descendiendo las defunciones, si
bien fluctuaban tanto los ingresos y las defunciones, de acuerdo con la situación econó-
mica que vivía la sociedad en cada etapa de la historia, ya que cuando faltaban los recur-
sos para la población, a las “Instituciones” las llegaba mucho menos, originando la esca-
sez de medios para la subsistencia de los acogidos, les creaba miseria y esta penuria hacía
aumentar las “defunciones” en la “Inclusa”.
Año 1910, faltan los fallecidos fuera de la “Casa” correspondientes a los meses de mayo
a diciembre inclusive.
PEDRO ESPINA PÉREZ 267

“REAL INCLUSA Y COLEGIO DE LA PAZ”


Primera quincena de junio, año 1852. Documento de contabilidad.

Escrito que demuestra los géneros y artículos que entraron en el establecimiento en la


época expresada.

Día Mes Proveedores Quien lo recibió Cantidad Artículo Precio


1 junio José Pérez La Despensa 1.390 Pan A 30 Ms. el
10 junio Antonio Cano — 53 arrobas y Tocino A 59 reales
24 libras de.. la arroba
10 junio Antonio Cano — 3 arrobas y Manteca A 69 reales
11 libras de... la arroba
15 junio Manuel Paz — 91 arrobas y Aceite A 68 reales
3 libras de... la arroba
15 junio Isidoro Moreno — 9 arrobas de.. Vino A 26 reales
la arroba
12 junio Pedro Blas — 20 docenas Platos A 7 reales
de... la docena.
Ene-febre. Gregorio La Enfermería 99 cuartillas de Leche de A 22 reales
Abri-May. … Burra

Conforme Recibí Intervención


El Interventor. Despensa. V. B. El Director. El Comisario.

“NOMINAS DE LOS PAGOS EFECTUADOS A LAS NODRIZAS. Año 1852

Estado demostrativo de los pagos hechos a las nodrizas que tenían niños de la Inclusa en
esta Corte y Provincia, correspondientes a la paga del mes de mayo, verificada en junio, sa-
cado por las listas hechas al hacer el —AÑO DE PAGO— (Documento de Contabilidad).

AMAS DE FUERA AMAS DE MADRID.

Provincia Nóminas Pagas Totales reales Nóminas Pagas Totales reales


Madrid 8 573 25.212 2 210 6.762
Segovia 3 423 16.920 — — —
Guadalajara 5 831 36.348 — — —
Burgos 1 4 586 — — —
Toledo 3 58 2.972 Madrid 30 de junio de 1852
Ávila 3 2 98 — — —
TOTAL 22 1.891 82.136 El Director — —

Estos apuntes nos ayudan a conocer los controles administrativos que hacían. Los alimentos que
consumían. Y por supuesto, los costes de los géneros hace 150 años. Así como los sueldos de las
“amas”, y la gran demora en pagarlas el pequeño estipendio.

A. R. C. M. Fondo de la Inclusa, signatura 8445 P. ESPINA PÉREZ


268 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA” Año 1854


Niños recibidos en la “Inclusa” procedentes de los “tornos” instalados en los Hospita-
les referenciados, copiado del escrito original, como sigue:

HOSPITAL DE MUJERES INCURABLES


Relación de los niños que han si do expuestos en el “torno” del Hospital de Mujeres
incurables de esta Corte, en los meses de octubre y el de la fecha, a saber:
16 niños conducidos de día a dos reales cada uno ..........= 32 reales
8 niños conducidos de noche a cuatro reales cada uno ..= 32 reales = 64 reales
Madrid 30 de noviembre de 1854

HOSPITAL DE JESÚS NAZARENO


Relación de niños expuestos en el “torno” del Hospital de Jesús Nazareno, de esta Cor-
te, en todo el presente mes, a saber.
9 niños conducidos de noche a cuatro reales cada uno ...= 36 reales
4 niños conducidos de día a dos reales cada uno ............= 8 reales = 44 reales

Madrid, 31 de agosto de 1857 A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, asignatura 8445

“NIÑOS EN CRIANZA EXTERNA” DEVUELTOS POR LAS NODRIZAS


Año 1855
Meses AÑOS
1855 1860 1865 1870 1885
Enero................................................ 16 19 24 51 12
Febrero............................................. 24 17 24 45 26
Marzo............................................... 28 40 29 48 25
Abril................................................. 24 37 27 52 32
Mayo ................................................ 24 39 29 52 38
Junio................................................. 34 54 37 51 18
Julio.................................................. 21 32 33 47 22
Agosto.............................................. 36 35 43 50 8
Septiembre ....................................... 26 42 34 = 21
Octubre ............................................ 27 40 22 = 31
Noviembre ....................................... 31 26 26 = 44
Diciembre ........................................ 19 20 32 = 26
Totales por años ......................... 310 401 360 396 303

Con aquel numeroso movimiento de entradas y salida de niños mensuales, y con los po-
cos medios de comunicación que contaban por parte de los pueblos para hacer llegar lo aca-
PEDRO ESPINA PÉREZ 269

ecido con las criaturas, que no tenían razón de su situación en la “Institución”, buscaron y ob-
tuvieron el apoyo, en la colaboración que les prestaron las autoridades: médicos, sacerdotes,
jueces, etc. para conseguir los justificantes, en los que indicasen la situaicón en que se encontraba
el niño. Por esta escasez de medios, era difícil saber con exactitud el número de niños que te-
nían en crianza externa. Así que llevaban un libro con los perdidos.
A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, asignatura 10307. Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ

Relación de las casas que no se ha tomado razón en la Contaduría General


de Hipotecas. (Año 1855)

“Habiendo sido declaradas de libre disposición las fincas que pertenecientes a estos Es-
tablecimientos y tomado posesión de ellas los nuevos propietarios, en virtud de la Ley de
Desamortización, excepto las que se expresan al margen, lo pongo en conocimiento de V,
a fin de que no sean recargados estos Establecimientos, en más contribución que la que les
corresponde, quedando en avisar a V, con la debida oportunidad de las que en lo sucesivo
se enajenen.
Por lo que se servirá V, hacer presente al recaudador que es indispensable se presente
en esta Dirección, a recoger el libramiento con las correspondientes cartas de pago sin
cuyo requisito no podrá ser satisfecho su importe.

1) C/ Barco ................................................................ 29
2) C/ Carmen ............................................................. 3y5
3) C/ San Geronimo................................................... 14
4) C/ Cruz .................................................................. 19
5) C/ Iden (Ruinosa).................................................. 37
6) C) Herradores........................................................ 23
7) C/ Embajadores..................................................... 39
8) C/ Mesón de Paredes .............................................. Números, 72 - 76 - 78 - 80 - 82
9) C/ Preciados .......................................................... 4 y 6.
Sr. Administrador de Contaduría. C/ San Miguel, n.° 21 - 3 - principal. (Hora de 1 a 2)
==============================================================

Existe otra “Relación de las rentas que han poseído estos Establecimientos y que en
la actualidad no se cobran por diferentes causas.” (Año-1855)

1) Indulto cuadragesimal........................................ 15.000.- reales.


2) Tesorería de Rentas ............................................ 27.437.- =
3) Sobre el Fondo Pío Beneficial ........................... 20.000.- =
4) Por la Encomienda de Almazán ......................... 17.000.- =
5) Arcediano de Jerez............................................. 100.000.- =
6) Sobre la Mitra de Granda................................... 40.000.- =
7) Sobre la Mitra de Málaga................................... 38.500.- =
8) Sobre la Mitra de Toledo.................................... 160.000.- =
9) Sobre la Mitra de Segorbe.................................. 31.500.- =
10) Arbitrios Municipales ........................................ 39.357.- =
270 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

11) Arbitrios Piadosos ............................................... 4.411.- =


12) Sobre la sisa “quinta parte” de ora villa, no se co-
bra desde hace muchos años ............................... 11.029- =
13) Sobre los productos de los teatros, nada se cobra,
sin saber las causas.............................................. 22.000- =

Analizados estos escritos; Hay que resaltar, que, en los archivos, obra mucha docu-
mentación sobre las propiedades de casas y fincas que tenía la “Real Inclusa”. Proceden-
tes de las donaciones efectuadas por las personas caritativas, así como otras por herencia
dejadas por algunos Sres. más las rentas que recoge esta y otras relaciones que hay al res-
pecto. No obstante, como decían los Directores de cada tiempo, que por un motivo o por
otro, dejaban de pagar los alquileres de las casas y las rentas que tenían concertadas. como
manifiestan en sus escritos, En consecuencia de esta falta de financiación, se agravaba la
situación, originando escasez de alimentos y miseria en los niños, aumentando con ello los
fallecimientos.
A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signatura, 8458.-
BREVES CONSIDERACIONES
SOBRE LA MORTALIDAD

DE LOS NIÑOS EXPÓSITOS


Y EXAMEN
DE ALGUNOS MEDIOS PROPUESTOS PARA REMEDIARLA

Fragmentos de un informe leído a la Real Academia de Medicina de Madrid, so-


bre el discurso relativo a las reformas higiénicas y administrativas necesarias en las
Inclusas y Hospicios, que a la misma presentó D. José AMETLLER Y VIÑAS, optando
a una de las plazas vacantes de socio de número.

POR EL DOCTOR

D. FRANCISCO MÉNDEZ ÁLVARO


Secretario del Consejo de Sanidad del reino y socio de número de la
Real Academia de Medicina de Madrid

MADRID
IMPRENTA DE MANUEL ROJAS
Pretil de los Consejos, 2, pral.
1858

La preocupación de Méndez Álvaro se extendió a las condiciones higiénicas de


Hospicios e Inclusas de la época
272 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

AL LECTOR

Designado por la Real Academia de medicina de Madrid para informar, conforme su


Reglamento previene, acerca del Discurso presentado por el joven y estudioso médico
D. José Ametller y Viñas. Al optar a una de las plazas de socio de número últimamente
provistas, advertí desde luego que la importancia del asunto sobre que versaba el escri-
to, y aun el ventajoso concepto que tengo formado, creo que con razón, de tan ilustra-
do compañero, requerían una crítica medianamente detenida, en la cual se juzgaran las
opiniones profesadas por el candidato sobre las difíciles y trascendentales cuestiones
que ventila.
Este es el motivo principal de haber dado mayor extensión de la ordinaria a mi infor-
me, y este también el que ahora me mueve a imprimirle casi en totalidad, después de pu-
blicado en el periódico oficial de la Academia.
¿No es razonable además que los médicos tomemos la parte activa y distinguida que
nos corresponde en este género de investigaciones y de estudios.? ¿No es conveniente que
hagamos notar toda la extensión que abraza el ancho círculo de las aplicaciones de la hi-
giene y de la medicina al gobierno y administración de las naciones? ¿Ha de quedar ignorante
la generalidad de lo que es esa ciencia magnífica, de creación moderna o a lo menos de
reciente desenvolvimiento, que abrazando el conjunto de un pueblo como un solo indivi-
duo, dirige su desarrollo, cuida de su salud, acrecienta sus fuerzas físicas e intelectuales,
robustece su moral, aumenta la población y con ella el poderío del Estado y la riqueza pú-
blica, y labra, en una palabra, más directamente sin duda que cualquiera otra institución,
el bienestar y la terrenal ventura de los hombres?
La misma idea, la propia elevada mira que movió al Sr. Ametller para elegir el tema
de su Discurso, me impulsa a publicar mi dictamen, y determinó en la Academia la bue-
na acogida y favorable voto que abrió sus puertas a tan digno candidato.
Reconocíamos todos como muy importante que la beneficencia pública llegue a to-
mar un carácter científico y elevado; advertíamos que es en realidad una rama tronchada
del árbol gigantesco y fructífero de la higiene pública, y a un tiempo concebimos el noble
designio de unirle íntimamente con su tronco, encomendando con especialidad su cultivo
al médico higienista.
Ventilando estas cuestiones en nuestro terreno especial, que es el terreno de la huma-
nidad y de la ciencia, irá formándose paulatinamente una opinión muy favorable hacia
esta medicina que podremos llamar del Estado; y los gobiernos estimarán por fin en lo
que valen, como sucede en Prusia y en otros países, las inteligentes aplicaciones de los co-
nocimientos higiénico-médicos a la administración.
Explicados al lector los motivos que me han impedido a dar publicidad a estos frag-
mentos, solamente me resta advertir, que la diversidad de opiniones entre mi dictamen y
el discurso a que se refiere, de ninguna manera suponen escasez de méritos en este. En ma-
terias tan opinables, fuera milagro que nos hallásemos en todo conformes, y muy difícil
señalar de que parte está la equivocación. Es el discurso censurado, una obra de indispu-
table mérito, y me felicito de que la Academia haya estimado mi favorable dictamen, otor-
gando al Sr. D. José ametller la plaza de número que solicitaba, y que desempeñará de se-
guro muy dignamente.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 273

BREVES CONSIDERACIONES

Sobre la mortalidad de los niños expósitos

Respondiendo el Licenciado en medicina y cirugía D. José Ametller y Viñas al llama-


miento de esta Real Academia para proveer dos plazas de socio de número que hay vacantes,
ha sometido a su aprobación un Discurso, cuyo examen y censura me han sido encomen-
dados en cumplimiento de lo que preceptúa el artículo 13 del capítulo II del Reglamento
por que se rige y gobierna tan ilustrada y respetable corporación.
Es su título “DISCURSO ACERCA DE LAS REFORMAS TOCANTES A LA HI-
GIENE Y ADMINISTRACIÓN DE LAS INCLUSAS Y HOSPICIOS”, y consta de vein-
tinueve hojas en folio, escritas en letra de regular tamaño y mediana forma…
Como, según el orden establecido en el Reglamento y observado por la Academia,
cuando se vota el informe en que se censura una Memoria, autorizando o no su lectura, se
vota implícitamente la aprobación de ella, tengo por muy oportuno que encierre el infor-
me una crítica más o menos razonada y severa, pero siempre bastante para formar juicio
tal cual exacto de escrito censurado.
Para llenar, en este concepto, lo mejor que pueda comisión tan delicada, voy a pre-
sentar primeramente un ligero bosquejo del discurso que motiva la censura; haré luego de
él un examen crítico, y expondré a la postre, con sinceridad y llaneza, el concepto que me
merece…

I. Breve idea del discurso

Comienza el Discurso por un exordio, en que se encarece la extensión y la importan-


cia de la higiene pública; se hace ver la falta de linderos que la aparten de la ciencia ad-
ministrativa, y se demuestra el interés que ofrecen a la sociedad cuantas reformas con-
duzcan a la conservación de los niños expósitos que constituyen, dice, entre los pobres y
desvalidos la clase más justamente privilegiada en el ánimo del higienista.
A este preámbulo, sigue una sucinta reseña histórica de los niños expósitos y de las re-
formas propuestas a fin de mejorar su condición; y, encareciendo la institución de los al-
bergues en que recogen, nota el autor que no ha sido bastante fecunda en resultados por
escasa intervención que se ha permitido a la higiene, según lo acredita con aterradora elo-
cuencia la fúnebre estadística de las Inclusas y Hospicios en que se albergan. De la con-
siderable mortandad observada en esta clase de establecimientos benéficos, deduce la ne-
cesidad de un pronto y eficaz remedio que contenga mal tan deplorable.
Pero, ¿qué medidas aconsejará con este objeto el higienista? Para resolver tan difícil
problema empieza advirtiendo que sería de utilidad grandísima una estadística patológica
de las Inclusas, que revelara las causas verdaderas de la mortalidad. Como naturalmente
disminuiría ésta si consiguiese rebajar el número de las exposiciones, y como no podría
menos de reducirse igualmente si por algún medio se lograra conservar la vida de los ex-
pósitos, fijase en tan importantes cuestiones, y las trata con alguna extensión, dándolas
toda la importancia que de treinta años a esta parte han adquirido, principalmente en Fran-
cia, de paso que combate con razones fundadas lo que en su higiene pública sienta sobre
el asunto el Dr. Monlau.
274 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

A penas hay necesidad de decir que se ventilan aquí, con más o menos extensión y
acierto, las cuestiones eternas entre nuestros vecino los franceses sobre la disminución de
los tornos, la traslación y cambio de los expósitos de un departamento a otros, y las res-
tricciones que hayan de oponerse para dificultar la exposición. Conformándose esta vez
con el dictamen del Dr. Monlau, opone a la lactancia artificial las conocidas razones que
han labrado su irrevocable descrédito en todos los países, siquiera la estime conveniente
en algunas circunstancias, si se la dirige con inteligencia.
Después de haber examinado, a veces con extensión, las principales reformas propues-
tas por los infinitos escritores franceses de economía, beneficencia, higiene y administra-
ción, que han tratado el asunto durante el presente siglo, pasa a plantear la cuestión si-
guiente: “Hallar una institución que, mejorando la salud de los expósitos y reparando los
resultados del mal régimen de las Inclusas, asegure su porvenir, les forme una familia adop-
tiva y les haga útiles, en cuanto cabe, a la nación y a la sociedad humana”. A renglón casi
seguido la resuelve proponiendo la fundación de colonias agrícolas de expósitos; y he aquí
el pensamiento cardinal que el Discurso encierra, la parte en que ofrece mayor originalidad.
Veremos luego el mérito que a este pensamiento final debe concederse.

II. Examen crítico del discurso

Como el objeto del Discurso es esencialmente científico, reputamos ociosa en gran


manera, y poco menos que importuna, toda critica literaria; muy del caso en verdad, si se
tratara de proveer una vacante en la Academia española. Así es, que vamos a proceder sin
dilación a examinarle bajo su aspecto científico…
Tampoco juzgo conveniente extender mi dictamen a ciertas ideas emitidas como de paso
o incidentalmente, y que no tienen relación esencial y directa con el asunto sobre que versa.
La crisis que voy a hacer recaerá sobre los tres siguientes puntos, ventilados con más
o menos amplitud y mejor o peor fortuna, en el escrito que la motiva:
¿Es tan considerable la mortalidad en las Inclusas y demás albergues de los niños ex-
pósitos y abandonados por sus padres, que reclama pronto remedio de parte de los go-
biernos, esclarecidos por la higiene pública?
¿Cómo podrá reducirse el número de niños expósitos y abandonados, y de qué suerte
se lograría minorar su mortandad?
¿Son conducentes a este fin los medios que el señor Ametller propone en su discurso?

PRIMERA CUESTIÓN

¿Es tan considerable la mortandad en las Inclusas que reclame de los gobiernos
pronto y eficaz remedio?

Copiando literalmente algunos escasos datos que el doctor Monlau ha reunido en su obra
de Higiene pública; apoyándose en lo que dijeron a este propósito D. Antonio Bilbao y D.
Joaquín Javier de Uriz, e intercalando por último alguna otra noticia estadística de la In-
clusa de esta corte y de la casa provincial de maternidad y expósitos de Barcelona, inten-
ta probar el candidato cuyo escrito censuro, la mortandad asombrosa de niños que se ad-
PEDRO ESPINA PÉREZ 275

vierte en las casas de expósitos; todo para poner seguidamente en relieve la importancia
de tan grave y doloroso mal, y la necesidad de ocurrir cuanto antes con el oportuno remedio.
¿Quién podrá, en efecto, negar que es alarmante para la sociedad el mal que se deplo-
ra, y que la alta administración de los Estados debe apresurarse a contenerle?
En la certidumbre del hecho, y en la apremiante necesidad de un remedio seguro, há-
llanse conformes todas las opiniones, y hacia ese punto convergen unánimes todos los de-
seos; pero ¿cómo deberá resolverse el problema tan complejo y difícil?
Aquí aparece formidable la dificultad, y si no se califica desde luego como invencible,
débese esto por fortuna a que muy pocas cosas de las nocivas al hombre resisten al poder
asombroso de la higiene pública, último término del deseo humano a cuya consecución co-
operan la inteligencia del hombre, su poderosa voluntad, y todas las ciencias e institucio-
nes que forman su saber y constituyen la administración de los pueblos.
Primeramente, el ánimo imparcial, firme y sereno, que recorre entera la historia de los
infelices seres abandonados por sus padres al nacer o en el dintel de la vida; quien examina
lo que acontece en los pueblos católicos, donde la caridad parece favorable a la exposición
de las criaturas como favorece la mendicidad; que advierte el resultado de ciertas refor-
mas hechas poco ha en esta institución benéfica, así en Francia como en otras naciones,
nota que no hay proporción entre el aumento de las exposiciones y las dificultades con que
procuran los gobiernos contenerlas; el ánimo, decimos que se consagra fríamente a estu-
dio tan importante; duda muchísimo de la conveniencia de los tornos y de los estableci-
mientos especiales para recoger y albergar esas delicadas criaturas, que nunca deberían de-
jar impunemente en el abandono sus desnaturalizados progenitores. No se debe, por lo
tanto, extrañar que Frand, Malthus y otros varios autores más modernos, se hayan decla-
rado abiertamente contra las inclusas y hospicios de expósitos.
Y después de esto, cuando el fuego ardiente de la caridad cristiana domina al cabo la
razón y la subyuga, antes que pensar en descubrir el remedio, cuya necesidad hay que re-
conocer al fin, y precisamente para hallarle, fuerza es investigar de un modo prolijo y se-
vero las causas a que se debe mortandad tan lamentable.
Procediendo muy rápidamente a un tanteo analítico, descubrimos los siguientes datos:
Es en primer lugar un hecho reconocido desde la antigüedad más remota, y confir-
mado en tiempos cercanos por Duvillard, Deparcieux, Villermé, Quetelet y muchos otros
estadistas, que en los cuatro primeros años de la vida sucumbe próximamente la terce-
ra parte de los nacidos, aun cuando no concurran en ellos las desventajosas circunstan-
cias que rodean a los expósitos. Desde 0 a 5 años se calcula, con datos seguros, que
muere un niño por cada 2, 77 individuos, lo que es más de la tercera parte. Benoiston
de Chateauneuf sienta que de 1.000 personas no quedan a los 30 años mas que 448 y 8
décimos; y que desde el nacimiento a los 10 años sólo quedan de 1.000 varones 534, y
de 1.000 niñas 576, 6.
Agréguese a la mortandad general y constante, aun cuando concurran las condiciones
más ventajosas, la que emana en los expósitos de causas especiales, y podrá deducirse en
último análisis la parte que cabe en ella a la institución de las Inclusas y demás estableci-
mientos destinados a recogerlos y criarlos.
Según Casper, de 5.989 niños recogidos en el Hòtel-Dieu de Paris, sólo 884 llegaron
a la edad de cinco años. El mismo autor dice que en el hospicio de expósitos y huérfanos
276 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de un principado de Alemania, entre los niños recogidos en 20 años, solamente uno pudo
conseguirse que llegara a la edad adulta.
En el informe elevado al rey de Francia por Mr. Lainé, ministro del Interior, aparece
que en los años de 1787, 88 y 89, fue la proporción de expósitos muertos de 90 a 91 por
100, y desde 1815 a 1818 la de 75. Dice sir John Baquare que desde 1789 a 1805 entra-
ron en la casa de Dublin 12.786 expósitos, y cinco años después solo quedaban 135.
No hay, pues, forma de negar la mortandad horrible que arrebata casi por completo a
los expósitos; pero tampoco puede engañarse que el buen o mal régimen de los estableci-
mientos piadosos, sus condiciones de salubridad, la mayor o menor acumulación de pár-
vulos, la manera de proporcionarles la lactancia, etc. influyen poderosamente en su salud
y conservación, circunstancias que acreditan la benéfica influencia de la higiene. Así lo re-
vela la estadística, ofreciendo resultados tan diversos como vamos a ver.
En los hospitales de París entraron 31.951 niños desde 1773 a 1778, y murieron 27.240,
es decir, 1, 17; de forma que en los cinco años quedaron tan solo 2.399. Y merece notar-
se que el primer mes sucumbió el 68 por 100, el primer año el 81 por 100, el segundo el
19, el tercero el 7, y el cuarto y quinto el 2; con lo que se acredita la proporción horrible
de la mortalidad en los dos años primeros de la vida.
A fines de 1815 había en Francia 85.808 niños expósitos, y hasta 1841 llegaron al to-
tal de 880.030: de ellos murieron 475.127, que forman el 54 por 100. Véase qué disminución
tan considerable se obtuvo en la mortalidad en el breve espacio de 37 años. A principios
de 1843 (y debo advertir que en todo esto me atengo a Moreau de Jonnés, Elements de sta-
tistique, pág. 235 y sig.) había 97.719, que con 25.492 entrados aquel año componen el to-
tal de 123.472: pues bien, solo fallecieron 13.138 o sea 12’50 por 100. No se olvide, para
evitar errores, que se calcula aquí la mortalidad en un solo año, y que sucumbiendo en los
dos primeros de la vida, según poco hace manifestamos, un considerable número de cria-
turas, saldrían las víctimas casi por completo de esos dos años primeros.
Para comprobar mejor la variedad suma que ofrece la mortalidad en cada país y hasta
en cada establecimiento, permítaseme tomar de la citada obra los datos siguientes:
Murieron en Turín en 1827, de 3.449 niños expósitos 595, o sea uno entre 5 y 5 décimos:
en Dublín, el año 1797, de 1922, 1.457, o sea 5 a 7: en Mantua, año de 1830, de 1.100, 213,
es decir, 1 entre 5: en Nápoles, año de 1828, de 9.460, 1.503, o sea el 1 entre 5: en Lisboa,
año 1798, de 1595, 741, que equivale a 1 entre 2 y un décimo: en —San Petersburgo, año
1830, de 4.825, 573, que viene a ser 1 entre 8 y 4 décimos. ¡Que resultado tan diverso.1
Notable es en Francia y algunas otras naciones que va disminuyendo considerable-
mente la mortalidad de los expósitos, suceso que Terme y Montfalcon atribuyen, a mi jui-
cio con alguna verdad, al mayor esmero con que se les asiste en los primeros días. Según
dice Benoiston de Chateauneuf (en un interesante artículo inserto en el tomo XXI de los
Anales d’hygiene publique, p. 101), sólo mueren en París 66 por 100 en vez de 80 que
morían no ha mucho, y en Lyon 7 en lugar de 20. Pero no es la ley general esta relación
tan favorable: desde 1824 a 1834, entre 452.752 niños, han muerto 198.500, esto es, el 43
por 100, pérdida todavía enorme, que elevan algunos entre ellos Mr. Reclame, a 55. Se-
gún Mr. Gaillard, de 153 niños recogidos en Parthenay durante 5 años, murieron desde un
día a un año 54, o sea 35 por 100; mientras que en X. (población que designa con esta in-
cógnita por no nombrarla) de 244 recién nacidos, murieron 197, o sea un 80 por 100 en el
primer año.
PEDRO ESPINA PÉREZ 277

Pero quizás no resalte tanto en parte alguna la distinta mortalidad de cada establecimiento
como en un recomendable escrito de Mr. Villermé, en que presenta la estadística mortuo-
ria de los establecimientos de Reims, París y Lyon. Aparece en los estados referidos que
durante los diez primeros años de la vida murieron en Reims 674 niños de 916, o sea 736
por cada 1000; en París 11.358 de 15.104, o sea 751 por cada 1.000; y en Lyon 132.287
de 22.731, o sea 585 por 1000.
Sobre los datos estadísticos relativos a nuestro país a que se refiere en su discurso el
Sr. Ametller, con ser tan escasos como son, puedo añadir muy pocos. Al comenzar el año
de 1847 había dentro y fuera de la Inclusa de Madrid 3.724; entraron durante el mencio-
nado año 1.547; murieron 1.043; salieron para casa de sus padres y otros establecimien-
tos benéficos 147, y quedaron 481 existentes para 1848. He aquí un estado del movimiento
de la referida Inclusa que comprende el último quinquenio, y por el cual se acredita que
este asilo de la desvalida infancia sigue siendo tan fatal para ella como siempre lo fue.
Siendo la existencia de criaturas el día 1.° de enero de 1853, 4.715, y quedando exis-
tentes 5.476 el día 1.° de enero de 1858 corriente, resulta que en cinco años se ha aumen-
tado la población de la Inclusa en 761, mientras que de 9.297 entrados han muerto 7.847;
de suerte que la mortalidad pasa del 86 por 100.

MOVIMIENTO DE LA INCLUSA DE MADRID EN EL ÚLTIMO QUINQUENIO

Años Existencias Entrados Total Muertos Entregados Remitidos Remitidos Prohijados Total
en 1.° de altas a padres Colegio Colegio
año Desamparados Paz
1853 4.715 1.849 6.564 1.506 21 37 33 10 1.607
1854 4.957 1.860 6.817 1.596 32 40 30 2 1.700
1855 5.117 1.847 6.964 1.930 44 30 46 7 2.057
1856 4.907 1.864 6.774 1.347 45 50 99 5 1.546
1857 5.225 1.877 7.102 1.468 38 52 63 5 1.626

RESUMEN
Altas Bajas Diferencia
6.564 4.607 4.957
6.817 1.700 5.117
6.964 2.057 4.907
6.771 1.546 5.225
7.102 1.626 5.476

Existencia que resultó en 31 de diciembre de 1852..................................... 4.715 niños


Entrados desde 1.° de enero de 1853 a 31 de diciembre de 1857............... 9.297 niños
TOTAL ......................................................................................................... 14.012 niños

Han sido baja en el referido quinquenio ..................................................... 8.536 niños


Existencia que resultó en 1.° de enero.......................................................... 5.476 niños
278 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En vista del precedente ligero estudio analítico de la mortalidad de las Inclusas, pue-
de muy bien deducirse.
Que depende en gran manera de la mortalidad general, propia de la edad primera de la
vida; que ayudan también a producirla ciertas causas peculiares de los expósitos, y en fin,
que la completan algunas malas condiciones de los establecimientos, el régimen inconve-
niente, la falta de buenas nodrizas, el uso de la lactancia artificial y el poco cuidado con
que suele tratarse en los primeros días a los débiles y desgraciados seres que en dichos asi-
los se albergan. Atendiendo al conjunto, al resultado general, no es por cierto extraño que
haya habido quien diga que debiera ponerse la siguiente inscripción en la puerta de las In-
clusas: “Aquí se matan los niños a costa del público”; ni menos debe causar extrañeza que
Malthus considerara un buen medio para contener el excesivo aumento de la población el
multiplicar tales establecimientos.
Más conviene advertir que la mortalidad general y propia de la primera infancia podrá
rebajarse muy bien por medio de una esmerada higiene, fundada en el conocimiento pa-
togénico de las enfermedades que afligen a esa tierna edad; que la debida a ciertas condi-
ciones propias de los expósitos, puede corregirse por la higiene con el auxilio eficaz de la
moral; y en fin, que la dependiente de los establecimientos y de régimen (Objeto verda-
dero del discurso que analizo) no es imposible de corregir, cuando una administración in-
teligente y activa cumple con celo y tino los preceptos de la higiene pública.
Resulta, pues, que el intento del autor del discurso que censuro es un intento digno. Lue-
go veremos que medios se proponen para realizarle, y hasta qué punto puede esperarse de
ellos la realización.
Queda consignado por de pronto, que si bien no es tanta en las Inclusas la mortalidad
debida a las faltas que se atribuyen a estos establecimientos, como aparece examinando con
ligereza o prevención su fúnebre estadística, y si en alguno ha resultado aun menor que en
el seno de las familias, es, sin embargo, bastante crecida generalmente para que los gobiernos,
dejándose alumbrar por la antorcha de la higiene, procuren siquiera introducir las mejo-
ras precisas para lograr que esta caritativa institución sea realmente más humanitaria que
el opuesto régimen, aun cuando se agreguen a este como partidas de cargo los abortos y
los infanticidios que una vez establecido pudieran ocurrir.

SEGUNDA CUESTIÓN

¿Cómo podría reducirse el número de niños expósitos y abandonados, y de qué


suerte se lograría minorar la mortalidad?

Nada conduciría mejor a menguar la mortalidad de los recién nacidos que entran en las
Inclusas, que la disminución del número de exposiciones. Por eso el Sr. Ametller, siguiendo
el orden establecido en su obra por el doctor Monlau, se ocupa primeramente del lugar de
los medios ensayados en el vecino Imperio para disminuir el número crecido de expósi-
tos que ingresan en los establecimientos destinados a recogerlos.. Supresión de cierto nú-
mero de tornos; restricciones opuestas a las madres para dificultar el abandono de sus hi-
jos; traslación de los expósitos desde unos departamentos a otros: tales son los principales
medios que se han empleado para oponer algún dique al creciente mal que en distintos
sentidos amenaza a la sociedad de una manera muy grave, sobre evitar al Estado considerables
sumas, que exceden ya en Francia de once millones de francos al año.
PEDRO ESPINA PÉREZ 279

¡Un poco más de ensanche en materia tan delicada, y pronto veremos desaparecer la
familia; y la mezcla accidental, fortuita y pasajera de los dos sexos, y la crianza de los hi-
jos en común, y su educación por el Estado, formarán las más sólidas bases del temido co-
munismo¡
Según viene dicho, donde se han hecho sentir más el aumento progresivo de los expósi-
tos y necesidad de reformas para contenerle, ha sido en Francia. Por necesidad había de su-
ceder así, en vista de los datos que ofrece una estadística exacta. Desde 1640, en que se fun-
dó el hospicio de expósitos de París, ha ido creciendo el número de criaturas en la proporción
que voy a manifestar, tomando estos datos de la excelente obra del varón de Gerando.
En los 30 años primeros, desde 1640 a 1670, entraron tan sólo 375 criaturas.
En los 15 que median desde 1725 a 1740, llegaron ya los admitidos en el hospicio a
2.555 niños.
Desde 1760 a 1770, es decir, en 10 años, ascendieron a 5.700 niños.
Finalmente, en los 5 años comprendidos desde 1832 a 1837, entraron 4.879.
Las exposiciones han llegado en toda la Francia (según dice el Sr. Magnitor en su obra
De l’extintion de la Mendicite, p, 259) hasta el número próximamente de 35.000 al año,
reuniéndose en los hospicios 128.000 niños, Por la traslación hecha en 60 departamentos
y la supresión de 185 tornos han disminuido cosa de 10.000 expósitos, reduciéndose a
95.000 el número de los existentes.
Con intención he significado antes que si en Francia, por el celo de su administración,
es donde con mayor empeño se ha procurado y procura rebajar el número de las exposi-
ciones, no es aquel probablemente el país en que llegan estas a mayor número. En los cin-
co años que comprende el estado de la Inclusa de Madrid, transcrito hace poco, aparece
que entraron nada menos que 9.297 expósitos, ¿Cuál será el total que se recibe cada año
en las 95 mal repartidas Inclusas que hay en España, según la estadística de beneficencia
publicada recientemente por el Gobierno?
Sensible es decirlo; pero todo inclina a creer que en nuestra Península ni es más redu-
cido el número de exposiciones, ni más escasa la mortalidad de los expósitos, ni más te-
nue el sacrificio que hace el país para satisfacer, escasa y malamente, esta necesidad so-
cial. Lo que hay es que la beneficencia pública, este importantísimo ramo de la
administración, se halla dirigido empíricamente y como confiado al azar, sin que nadie
fije en él la consideración tanto como merece, sin que se reúnan datos, sin que se estudie
de una manera formal y profunda, y sin que se realicen por lo tanto las reformas impor-
tantísimas que reclama.
Una vez reconocido el creciente número de las exposiciones aquí como en Francia y
en otros países católicos, y una vez acreditado, como vaticinó Necker en 1784, que el abu-
so toma día por día incremento, causando ya a los gobiernos un terrible embarazo, veamos
qué valor debe darse a los medios propuestos y ensayados en el vecino imperio, y cómo
discurre acerca de ellos el Sr. Ametller.
Se detiene primeramente a examinar los que señala el Dr. Monlay como más eficaces
para disminuir el número de exposiciones (propagar la buena educación, cohibir el lujo,
la lujuria, la prostitución y el celibato; fomentar el matrimonio, etc.), y advierte, con ra-
zón fundada, que si bien no pueden menos de ser eficaces, pues que tienden a moralizar
280 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

la sociedad actual, son en cambio ilusorios por lo mismo que son indirectos, constituyen-
do solamente una laudabilísima aspiración. En efecto, si todos fuéramos buenos, si fieles
observáramos siempre los preceptos del decálogo, estarían demás las Inclusas, porque no
habría niños expósitos que acoger en ellas. Pero ni la moral, ni la religión, ni las leyes, como
significa muy bien el citado candidato, han logrado alcanzar tan venturoso suceso, ni aun
en los tiempos de su más rígida observancia; así es que fuera vana la higiene si careciese
de otros recursos más practicables y eficaces.
La prostitución es, como advierte el Sr. Ametller, la única, entre las causas enumeradas por
el Dr. Monlau, que pudiera combatirse con algún fruto por la administración pública; pero ni
uno ni otro han parado su consideración en un hecho bien comprobado que todos los higie-
nistas de nuestros días admiten: las prostitutas, sobre ser justamente muy poco fecundas, por
lo que suministran reducidísimo contingente a las Inclusas, como tienen perdido el pudor, sin
que por eso se hayan extinguido en ellas los sentimientos afectuosos de la maternidad, con-
servan los hijos muy a menudo en su compañía, con poco provecho por cierto de la sociedad,
pues que es casi segura su corrupción y llegan rara vez a constituir miembros sanos y útiles.
Más ayudan que las prostitutas a poblar las Inclusas las jóvenes de sencilla, aunque no muy
cristiana ni culta educación, de las aldeas y de las clases poco favorecidas por la fortuna, so-
bre las cuales ejerce con fruto su seducción el libertinaje y obran las pasiones libremente,
como que faltan a un tiempo los frenos saludables de la moral y de una razón cultivada.
No aconsejaría yo por tanto a la administración, con la mira de reducir el número de
expósitos ni por otro motivo, esa persecución encarnizada que el Sr. Ametller propone
contra las prostitutas, cierto como lo estoy, pues que la historia lo acredita en todos los si-
glos y países, de que resultaría vana tal diligencia; la aconsejaría en cambio que organi-
zara, que reglamentara la prostitución pública en la mayor conformidad posible con la
moral y con la higiene, persiguiendo después (porque esta persecución es posible) la pros-
titución clandestina, primera forma de aquella y sin duda alguna más desmoralizadora al
paso que más funesta para la salud.
He creído oportuno señalar esta discordancia entre nuestros pareceres.
Tocante a la reducción del número de los tornos, aunque toma el señor Ametller algu-
nos datos favorables del celebrado informe del varón Wateville, impreso en 1840, se de-
clara, no obstante, en su contra, sin apoyarse para ello en más razón que la siguiente:
“La supresión de los tornos, dice, implica desde luego la necesidad en que deben ver-
se las mujeres que paren en pueblos de donde han sido quitados, de trasladar a sus hijos a
las Inclusas más inmediatas, y da asimismo lugar a que estos tiernos infantes deban sufrir
los resultados de un viaje más o menos largo”.
Paréceme que punto tan importante se ha tratado muy a la ligera, y más bien bajo el do-
minio del sentimiento que bajo el poder invencible de la razón. Las dificultades que la es-
casez de tornos opone a las madres para la exposición de sus hijos, debieran revelarse de una
de estas dos suertes; o aumentado el número de los abortos e infanticidios, o determinando
una mortalidad superior en las Inclusas y hospicios. Es así que la estadística demuestra lo con-
trario; luego ni las madres atentan contra la vida de sus hijos por causa de la dificultad que
hallan para exponerlos, ni estos sufren notablemente por la traslación. Lo último se comprende
muy bien considerando que la supresión, por ejemplo en Francia, de 185 tornos sólo podía
afectar a los expósitos de 185 poblaciones, puesto que las restantes siempre habían tenido que
sufrir los inconvenientes anexos a las traslaciones: ¿Qué falta hacen, por ejemplo, 13 tornos
en nuestra provincia de Cáceres, 9 en la de Cádiz y 11 en la de Córdoba.
PEDRO ESPINA PÉREZ 281

No quiero apoyar en gran copia de datos lo que acabo de decir: únicamente presenta-
ré algunos en abono de la escasez de tornos, para que vaya formándose en este punto la
opinión de las personas que en España puedan llegar a tener parte en la reforma de las ins-
tituciones benéficas que me ocupan.
Los numerosos autores que han ventilado esta cuestión desde 1838 hasta el día, con-
vienen en que la supresión de los tornos efectuada en Francia no ha dado creces al infan-
ticidio, hallándose fundado este dictamen en los hechos que encierra el primer informe de
Wateville y en otros datos anteriores.
En su informe último, de 1854, dice este respetable autor (fundado en los datos que ha
reunido como inspector general de beneficencia) que desde 1826, en que empozó a llevarse
la estadística, hasta 1853 inclusive, han ocurrido en Francia 3, 671 infanticidios, es decir,
131 y un décimo cada año. Y aparece el fenómeno de que los departamentos en que más
han ocurrido aquellos, son donde se ha cerrado tan sólo uno o dos tornos; mientras que re-
sultan menos donde se han cerrado cuatro o cinco, y menos aún en aquellos donde se han
cerrado seis. De forma que, si bien se nota algún aumento en los infanticidios desde 1848,
no puede atribuirse esto a la supresión de los tornos, puesto que ha sucedido lo propio en
los departamentos donde no ha tenido efecto tal supresión.
Tomemos en cuenta sobre el asunto el dictamen del varón de Gerando: “La experien-
cia, dice, ha probado que no hay relación ninguna entre la existencia de los tornos y el nú-
mero de infanticidios. Así es que en Inglaterra, por ejemplo, y en el país de Gales, donde
no hay tornos, ha sido tan sólo en 20 años, desde 1810 á 1830, el término medio de acu-
saciones de infanticidio, 1 entre más de 1.000.000 de habitantes, y después ha ido decre-
ciendo; mientras que en Irlanda, donde hay tornos, ha sido la proporción 1 entre 287.000
habitantes.
“En Alemania, donde no hay tornos, son muy raros los infanticidios, fuera de un cor-
to número de ciudades.
“En Bélgica, cuya población es 4.200.000 habitantes, no había en 1834 más que 18 tor-
nos, y ocurría una acusación de infanticidio por cada 326.000 habitantes; de suerte que coin-
cidía en Francia doble número de acusaciones de infanticidio con doble número de tornos.
Además, atendida la triste suerte que a los expósitos aguarda, ¿es otra cosa el abandono
de un recién nacido, como dice Moreau de Jonnes, que una sentencia de muerte casi tan
segura como la de arrojarle a un precipicio, según se hacia en Exparta para desembara-
zarse de las criaturas enfermizas? Así es, que varios autores de los que mejor han medita-
do el asunto, han llegado a decir que el aborto, el infanticidio y la exposición en las calles
ocasionarían muchas menos víctimas que las medidas adoptadas por la sociedad para im-
pedir tales crímenes. El ilustre M. Brougham ha exclamado: “¿Qué se diría de un hospi-
cio destinado a socorrer a los borrachos? Porque le hubiera ¿dejarían las tabernas de ha-
llarse concurridas?”.
Por otra parte es sabido que ni en los países protestantes, aunque no hay tornos, es más
común el infanticidio que en las naciones católicas, ni lo era tampoco en estas, más que
en el día, antes de fundarse los piadosos establecimientos en que los niños expósitos se re-
cogen; fundación que, sea dicho de paso, y para reivindicar la gloria que a nuestro país cabe
en ello, se debe a Santo Tomás de Villanueva, que a principios del siglo X, esto es más de
600 años antes que San Vicente de Paúl, convirtió su palacio arzobispal de Valencia en asi-
lo para las tiernas criaturas abandonadas por sus padres. Por más que en ello alcanzaran
eterna gloria San Vicente el año de 1640, no he querido dejar sentado, como lo hace el se-
282 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ñor Ametller, que su voz fuese la primera que se levantó a favor de los expósitos, ni sus
cuidados los primeros que les fueron prodigados. En 1572, casi un siglo antes que San Vi-
cente de Paúl, acordó la cofradía de N. S. De la soledad y de las Angustias, establecida en
el convento de la Victoria de Madrid, recoger en un edificio destinado a este fin los recién
nacidos expuestos en los portales y las escaleras, resultando instalada nuestra Inclusa, que
sufrió después diversas vicisitudes hasta llegar al estado en que hoy se encuentra. Y mu-
cho antes de esto debieron crearse las casas de los niños de la doctrina, donde eran reci-
bidos los que carecían de favor ni amparo (ante los que habrían de contarse los abando-
nados por sus padres), puesto que Cristóbal Pérez de Herrera, en sus Discursos del Amparo
de los legítimos pobres, folio 50 vuelto, ruega al rey que remedie ciertos abusos que en ellas
se han introducido.
Muchos escritores pudiera citar y muchos datos aducir, para probar con la irresistible elo-
cuencia de los guarismos que en los países protestantes son muy pocas las exposiciones, sin
crecer por eso el número de infanticidios. Pero esos autores y sus datos son demasiado co-
nocidos de cuantos se han ocupado alguna cosa en este género de estudios, y por lo tanto
es ya este un conocimiento vulgar. Citaré tan solo al Sr. Gouroff, consejero de Estado en Ru-
sia, y rector de la Universidad de San Petersburgo. En una obra que ha publicado reciente-
mente ventila con detenimiento esta cuestión: ¿son útiles los establecimientos de niños ex-
pósitos?, y la resuelve negativamente, no sin establecer antes un paralelo entre los dos
sistemas que están en pugna: el de las naciones católicas y el de las protestantes. De su exa-
men resulta probado con toda evidencia, que entre los católicos es mucho mayor el núme-
ro de expósitos, efecto, dice, de que los establecimientos especiales ofrecen el inconve-
niente de multiplicar las inocentes víctimas que están destinados a socorrer. En Londres, cuya
población es de 1.250.000 habitantes, no hubo en cinco años, desde 1819 a 1823, más que
150 niños expósitos, ni pasan de 4.668 los ilegítimos recibidos en 44 hospicios, de los cua-
les una quinta parte eran sostenidos por sus padres. Entretanto, en París, que tiene las dos
terceras partes de población que Londres, hubo en los mismo años 25.277 expósitos que sos-
tuvo el Estado. Otra prueba: no había en Mayence establecimiento para recoger los expó-
sitos, y desde 1799 a 1811 sólo se expusieron 30; ocúrrele a Napoleón establecer un torno,
que se abrió en 1811 y siguió hasta 1815, y en los tres años y cuatro meses que subsistió,
se recibieron 516 niños. Hecha su supresión, pronto se restableció el orden normal.
Ocurrió en Londres una cosa análoga, cuando en el anterior siglo se estableció una In-
clusa como por vía de ensayo. No pasaban a la sazón de 400 los niños expósitos; pero
muy pronto (en 1760.) llegaron a 6.000: se suprimió la Inclusa, y volvió el abandono de
los niños a lo que antes había sido.
Cuando fue Génova reunida a Francia se fundó un hospicio de niños expósitos, y en los
15 años que se mantuvo entraron de 70 a 77 por año: volvió Génova a quedar indepen-
diente, se suprimió el hospicio, y apenas ocurren allí cinco o seis exposiciones anuales.
¿A qué más pruebas de hechos conocidos y no disputados?
El sistema protestante desecha las Inclusas y Hospicios de niños expósitos, pero los abre
para los huérfanos; atiende por diversos medios a la conservación de los pocos expósitos
cuyos padres no pueden descubrirse, y obliga a la madre soltera, no solamente a criar su
hijo, sino a declarar quién es el padre, para que ocurra a su sostenimiento.
Alguna dureza hay tal vez en el sistema de los países protestantes; pero ¿no es, al con-
trario, nuestra caridad con exceso indulgente? ¿No se preocupa más bien de los padecimientos
individuales, que de los intereses generales de la sociedad? ¿No aumenta después de todo
PEDRO ESPINA PÉREZ 283

las víctimas, aun cuando sea su intento arrancarlas a la muerte? ¿No da creces de esta for-
ma al libertinaje, imprevisor y ciego casi siempre?
Preguntándose a sí mismo De Gerando ¿qué es un torno? Dio esta respuesta: “Es un car-
tel que dice: se ruega a quien quiera librarse del cuidado de criar un hijo que le ponga aquí,
echando esta carga sobre la sociedad, sin justificación alguna”. Facilidad semejante condu-
jo a una mujer de quien habla Wateville a exponer siete hijos, y dio motivo en 1848 para que
la población casi entera de un departamento de Francia llevase los suyos al hospicio.
Demostrado queda contra el dictamen del Sr. Ametller, que ni hay que temer, por la re-
ducción y aun por la supresión de los tornos, un aumento de abortos e infanticidios, ni
tampoco ningún otro inconveniente serio y trascendental. Minorando mucho tal medida el
número de expósitos, ayuda, sin duda, a preservarlos de una muerte casi segura. El senti-
miento religioso, cuando se exagera (no se olvide esto), origina falsas ideas que no puede
ni debe admitir una razón profunda y severa; porque, bien examinadas, resultan opuestas
a aquel espíritu mismo.
Invocando la caridad como razón suprema precisamente cuando los cambios de los
tiempos inducen a los gobiernos a estimar en menos de lo que antes se estimaba ese ele-
mento movedizo e inseguro, reprueba el Sr. Ametller casi todos los medios propuestos y
empleados en otros países para oponer a la exposición de los niños dificultades y trabas
más o menos eficaces.
Ni las precauciones para admitir las mujeres en las casas de maternidad; ni las adop-
tadas para conocer cual sea el estado civil de los niños; ni, en fin, otras varias, ofrecen va-
lor digno de estima para el autor cuyo escrito analiza. ¡A todo debe dominar la caridad mo-
numental, como la llama un ilustrado escritor¡.
Yo tengo la desgracia de confiar menos que el Sr. Ametller en la caridad cristiana para
cicatrizar las acerbas llagas de que está cubierto el cuerpo de la actual sociedad. Arde el
fuego de la caridad en el día con menos vehemencia que en los anteriores siglos, y se ha-
lla reducido a un número infinitamente más escaso de personas: además de esto, cuando
se mezclan y confunden todas las sectas; cuando individuos de todas las creencias, y mu-
chísimos que no tienen ninguna, ayudan a la producción de los expósitos, parece que en-
vuelve un fondo de injusticia el declinar la carga entera sobre los buenos católicos. Tiene
que ser la beneficencia en su mayor parte pública, oficial; tiene que constituir un ramo de
la administración, y tiene, en fin, que sacar del presupuesto sus principales recursos, sin
que por eso embarace las buenas obras de las personas caritativas.
Y como la administración ha de cubrir los gastos, debe también ordenar la beneficen-
cia y reducir cuanto sea posible los que origina. La caridad individual tiene sus naturales
límites: la voluntad y las facultades del hombre caritativo; pero la caridad del Estado, que
hace caer los gastos sobre todos los ciudadanos, conduciría al empobrecimiento general,
al caos, que forma el término del comunismo.
Las acertadas disposiciones para descubrir los padres legítimos, a fin de que no echen
sobre el Estado una carga que es deber suyo llevar; las que conduzcan a conseguir que
sólo se expongan los hijos de solteras completamente imposibilitadas de criarlos a sus ex-
pensas; las relativas a favorecer, mediante socorros domiciliarios; que las madres críen a
sus hijos; las que tienen por objeto proveer de nodrizas cuando no pueden las madres criar;
las conducentes a establecer cunas (creches) y salas de asilo donde estén recogidos los
tiernos infantes mientras van las madres a su trabajo; las dirigidas a favorecer que los ex-
284 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

pósitos se críen en las aldeas y a desterrar el biberón; las que reformen cuantas relaciones
tienen con la tutela de los expósitos; mal entendida y enteramente ilusoria hasta el día; las
grandes mejoras que pueden introducirse en la salubridad y régimen de las Inclusas; y
otras varias, en fin, que por su número e importancia muy bien pudieran servir de objeto
para una extensa memoria, además de la reducción de tornos, es indudable que darían este
doble y felicísimo resultado: rebajar mucho el número de exposiciones, y disminuir nota-
blemente, más cada vez, la mortalidad de los expósitos. Mucho siento que el Sr. Ametller,
por perseguir una idea necesariamente ilusoria en la tierna edad, poco acreditada desde los
10 a 12 años en adelante, y que por otra parte no ofrece ni novedad ni originalidad algu-
na, haya estimado en menos de lo que debieran estimarse todos estos preciosos medios;
cuyo resultado, reducido a una suma, creo que llegaría a disminuir grandemente el mal que
en mi concepto llevan consigo los tornos y los establecimientos especiales de expósitos.
En lo concerniente a la traslación de estos niños desde unos a otros departamentos,
por más que haya ofrecido en Francia resultados apreciables en el concepto económico,
presenta sin duda graves inconvenientes, que tengo por muy fácil evitar, si se emplean los
medios apuntados antes.
Vengamos ya, por fin, a la cuestión postrera.

TERCERA CUESTIÓN

¿Son conducentes, y pueden ser eficaces para conservar la vida de los niños
expósitos, los medios que el Sr. Ametller propone en su Discurso?

Examinando las causas de mortalidad que enumera el Dr. Monlau (peligros que corren
las criaturas en las entrañas de su madre por querer disimular la preñez, por la miseria. El
libertinaje o por atentar contra sus hijos: peligros de la exposición, los que originan la
aglomeración, la lactancia artificial y ciertas enfermedades comunes entre los expósitos)
y los medios de apartarlas, conviene el Sr. Ametller en el aumento de las Inclusas; en que
se castigue la exposición como un delito grave (¿entonces, para qué fomentarla con nu-
merosas Inclusas y casas de maternidad, y por qué oponerse a las pesquisas para descu-
brir los progenitores de los expósitos?) en que se fomenten los socorros domiciliarios, y
en que se de la preferencia a la lactancia natural sobre la artificial, si bien no condena a
esta con el rigor que lo hacen muchos higienistas. Dice Levy, a propósito de ella, y esti-
mo muy acertado su juicio: “Desastrosa en los hospicios destinados a los recién nacidos,
y” funesta en las grandes ciudades, se halla proscrita por la mayor parte de los médicos y
condenada por los resultados de la estadística; de manera que sólo puede dar buen resul-
tado en lo interior de las familias, cuando se la dirige con esmero y concurren buenas con-
diciones higiénicas”.
Lo que no creo, por más que en abono de tan extraña idea figure la autoridad de Des-
curet, algo dispuesto siempre a soltar el vuelo a su fantasía, es que la lactancia artificial
ofrezca el inconveniente de obtundir las facultades intelectuales del niño, asimilándole, con
degradación suya, a la condición de la bestia que le suministró el alimento. Tal doctrina,
que parece dispuesto a admitir el autor del Discurso que examino, si fuera fundada, habría
de ser por fuerza extensiva a todas las edades de la vida, y no habrá, en verdad, quien sos-
tenga que es el hombre, moral e intelectualmente considerado, lo que es el alimento de que
hace uso.
PEDRO ESPINA PÉREZ 285

Algunos otros enumera el Sr. Ametller, más o menos dignos de tenerse en considera-
ción, aunque conocidísimos y de escasa eficacia.
Después de esa enumeración, en que se echa de menos la originalidad, como desde
luego podía inferirse, y después de emitir al paso opiniones tan aventuradas como lo es la
de que no pueden las criaturas comunicar a sus nodrizas las enfermedades venéreas de
que se hallen afectadas, prescindiendo ya de los expósitos de tierna edad, se ocupa en par-
ticular de los que habiendo salvado los escollos de la infancia pasan al hospicio para su edu-
cación.
Hace ver con tal motivo las condiciones insalubres de estos albergues y varios otros in-
convenientes a ellos anexos, y acaba proponiendo a España de una manera formal, como
institución que mejoraría la salud de los expósitos, reparando los resultados del mal régi-
men de las Inclusas, el establecimiento de colonias agrícolas. En apoyo de su pensamien-
to aduce las conocidas razones higiénicas que abogan por la vida campestre, deteniéndo-
se luego a manifestar cómo tales colonias deberían organizarse. Por fin, prueba que es
realizable su pensamiento, haciendo ver que se ha realizado ya en otros países.
No quiero presentar más amplia noticia respecto a él, porque siendo esta parte del Dis-
curso la que ofrece más novedad e interés. Juzgó inconveniente anticipar el extracto a su
lectura.
Diré solamente que el Sr. Ametller, lleno de entusiasmo por el resultado magnífico que
en Holanda ofreció al principio el proyecto de colonización llevado a efecto por el gene-
ral Vandenbosch; excitado por la pintura que de las colonias de Ven-huisen hizo el vizconde
Villeneuve en su Economía política cristiana, y lleno de fe y de esperanza en vista del
ejemplo que ofrecen las colonias análogas que hay en Suiza, aboga ardorosamente porque
sigamos en España el propio ejemplo.
Siento mucho desvanecer estas lisonjeras ilusiones de la juventud y del buen deseo; pero
oficio es reservado a la edad provecta y a la ancianidad, aleccionadas por la experiencia y
por amargas decepciones, el de presentar desnudas las secas y punzantes espinas que ro-
dean a las rosas que parecen más galanas y perfumadas.
Si el Sr. Ametller, obrando con mayor cautela, hubiera examinado cual es el estado
verdadero de esas maravillosas colonias, acaso habría tardado poco en advertir que su pro-
yecto de colonización benéfica en España esta rodeado de dificultades y rendiría si se en-
sayase el mismo fruto que ha dado en los Países Bajos, en Bélgica y Argelia. Es la colo-
nización cosa demasiado difícil, sobre todo cuando son los colonos niños procedentes de
establecimientos piadosos, débiles y enfermizos en su mayor parte, y endebles mendigos
como los que las poblaron, principalmente en los referidos países.
Las cuatro famosas colonias fundadas en 1818 por Vandenbosch, y sostenidas a fuerza de
increíbles esfuerzos, estaban pobladas a fines de 1847 por 11.793 habitantes, es a saber: 3.465
colonos libres, 649 colonos militares 1.511 huérfanos y niños abandonados, 5.145 mendigos,
y 645 empleados con sus familias; y consumían una suma crecidísima que ni la sociedad fun-
dadora podía suministrar, ni alcanzaba a cubrir los productos de la colonización, aun cuando
no dejaban de agregarse a los puramente agrícolas los procedentes del hilado del algodón y
de la fabricación de los sacos destinados a transportar el café a la isla de Java, cuyo monopo-
lio hacía el gobierno, y aun cuando los colonos se veían forzados a surtirse de los almacenes
de la sociedad, único punto donde tenía valor la moneda de plomo en que se les pagaba. Así
es, que en 1848 no pasaba ya su activo de 3.000.000. “Si el gobierno holandés (dice a este pro-
286 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

pósito un economista moderno) hubiera dejado a cargo de los ayuntamientos el atender de un


modo u otro al sostenimiento de los indigentes, hubiera costado muchísimo menos.” Desde
1848 ha seguido empeorando la situación de las cuatro colonias, y desde luego puede ya con-
siderarse como fracasado el pensamiento.
La propia mala fortuna cupo a la colonia establecida en Vortel (Bélgica) el año 1832, y al
depósito agrícola de mendigos fundado en la provincia de Amberes. En 1845 había quedado
reducido el activo de estos establecimientos a 420.000 francos, llegando el pasivo a cerca de
dos millones y medio. No pudiendo sostenerlos más tiempo el gobierno, sucumbieron por
fin, sin quedar de ellos mas que la memoria como testimonio de laudables deseos.
Y ¿qué diremos de las colonias agrícolas establecidas en la Argelia el año 1848.? ¿Han
correspondido a las esperanzas que hicieran concebir con sus escritos los Sres. Villeneu-
ve de Bragemont y Huerne de la Pommeuse?
He aquí los resultados de esta obra filantrópica.
A fines de 1850 se habían construido (o estaban en construcción) cuarenta y dos alde-
as, que habitaban 10.376 personas; y sucedía que cada una de las 3.230. familias que com-
ponían los habitantes, costaba al año 8.374 francos y 61 céntimos, y cada individuo 2.597
francos y 34 céntimos. Después de presentar estos datos, exclama un economista: “¿No es
evidente que si se hubieran dado esta suma a cada familia importada en Argelia, hubiera
salido para siempre de apuros creándose una renta anual de 700 a 800 francos, con la cual
podría vivir no importa en que aldea de Francia?”.
Ya tiene dado su fallo la experiencia, así respecto a las colonias de Argelia como a las
de Bélgica y Holanda, acreditando que, si a primera vista ofrece un aspecto muy hala-
güeño la filantrópica idea de convertir a los mendigos y a los niños expósitos en labrado-
res entendidos y a la par útiles para la sociedad y para sí mismo, en la práctica es todo esto
más utópico que realizable.
Yo ignoro cuál sea el estado presente de la escuela rural que el Sr. Fellember y su hija
fundaron en Hofwyl, cantón de Berna, en Suiza; de la de Carrara, en el cantón de Géno-
va, y de varias otras establecidas en los cantones suizos, en Alemania, Dinamarca y Esta-
dos Unidos; pero temo fundadamente que hayan corrido o corran la propia mala suerte que
las mencionadas antes, no obstante el entusiasmo que excitaron a poco de su fundación en
los Sres. Saint-Genez y Rollet.
Podrá argüirse que contra las razones favorables a la salud, opongo tan solo guarismos
destinados, cuando mucho, a probar el coste a que se logra tan inestimable bien; Pero no
se olvide que es ocupación vana la de proponer irrealizables proyectos; y que no es posi-
ble fijar los ojos en el optimismo, sin apartarlos de cosas que al cabo son mejores por
cuanto son practicables. Para sostener en Holanda las colonias que ideara el general Van-
denbosch, daba el gobierno anualmente a la sociedad la suma crecida de 332.000 florines…..
¿Es de presumir que nuestro gobierno destinase a la colonización propuesta las cantida-
des enormes que en ella habría necesidad de invertir.? Y si pudiera en efecto hacer este sa-
crificio, ¿cómo se reportarían mayores ventajas, destinando aquellas cantidades a enseñar
la agricultura a los niños expósitos de más de 10 años y a mejorar sus condiciones higié-
nicas, o invirtiéndolas en remunerar generosamente a las aldeanas que se encarguen de
criar los recién nacidos? Basta notar que la gran mortalidad de los expósitos ocurre en los
dos años primero de la vida, para deducir que era muy preferible atender a la conservación
de los recién nacidos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 287

Otras poderosas consideraciones concurren a valorar en menos de lo que el Sr. Amet-


ller la estima, esa idea de fundar en España colonias o escuelas agrícolas para los expósi-
tos. Si por una parte hubiera de ser libérrima la exposición de las criaturas; si después de
esto se lograse rebajar la mortalidad de los expósitos hasta el nivel que alcanza en las fa-
milias la de los tiernos infantes; y si, por último, mediante las colonias agrícolas alcanza-
ran los niños que pasan de 10 años más sana, larga y buena vida que los hijos de los arte-
sanos y menestrales, ¿hasta que punto llegaría el crecimiento de las exposiciones? ¿No
habría fundado motivo para temer que fuesen a parar al torno los hijos de cuantos se ha-
llaran escasamente favorecidos por la fortuna?
No porque la vida del campo sea la mas sana, ha de otorgarse esta ventaja a los expó-
sitos, dándoles una preferencia injustificada sobre los otros acogidos en los estableci-
mientos benéficos, y aun sobre aquellos cuyos padres no son ricos. Los talleres, las fábri-
cas, el ejército, la marina, el comercio, etc., pueden ofrecerles asimismo utilísima ocupación.
Esto no es abogar por la vida del hospicio, y menos del hospicio mal organizado y esca-
so de recursos. Puede haber sanas, ventajosas y económicas ocupaciones para los expósi-
tos que llegan a los 10 años en el mundo actual, sin tener que levantar poblaciones, cre-
ando para ellos un mundo nuevo.
El pensamiento, pues, más importante que encierra la obra que analizo no pasa de una
bella y laudable aspiración, ensayada con medianísimo éxito en otros países, y que debe
quedar reservado para cuando se acabe de completar su estudio y sea tan altamente lison-
jero el estado de la beneficencia pública, que no haya donde invertir más provechosamente
las crecidas sumas que exigiría el proyecto de colonización.

Madrid, 24 de junio de 1858. F. Méndez ÁLVARO.


Transcrito por P. ESPINA PÉREZ
288 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

DIRECCIÓN GENERAL DE BENEFICENCIA Y SANIDAD


AÑO 1859
ESTUDIO DE LOS HOSPICIOS Y CASAS DE HUÉRFANOS Y DESAMPARADO
DE MADRID
AL 31 DE DICIEMBRE DE 1859

Acogidos al 31-12-1858 Varones, 1.196 Hembras, 550 = Total 1.746


Entrados en el año. 1859 Varones, 307 Hembras, 106 = “ 413
Salidas en el año Varones, 230 Hembras, 108 = “ 228
Muertos en el año Varones, 180 Hembras, 77 = “ 257
Existentes, 31-12-1.859 Varones 1.093 Hembras, 471 = “ 1.564

ESTADO DE LAS INCLUSAS E HIJUELAS DE EXPÓSITOS DE MADRID,


AL 31-12-1859
POBLACIÓN AÑO 1859. 475.785 HABITANTES

Acogidos al 31-12-1858 Varones, 2.930 Hembras, 2.691 = Total 5.621


Entrados en el año. 1859 Varones, 884 Hembras, 838 = “ 1.722
Salidos a otros Centros Varones, 102 Hembras, 57 = “ 159
Fallecidos Varones, 875 Hembras, 801 = “ 1.676
Restos Establecimiento “ “ 139
En poder de las “amas Varones y Hembras 5.369
Existentes al 31-12-1859 Varones, 2.607 Hembras, 2.901 = “ 5.508
Gastos Establecimiento: Personal, 1.600.128’78.– Reales
Material, 332.661’30.– Reales
TOTAL 1.932.790’08.– Reales

Datos extraídos de un amplio “estudio” analítico y extensamente documentado con gran


contenido de cifras sobre la situación en aquella época de la Sanidad, de los Hospicios y
de las Casas de Huérfanos y Desamparados, así como de las Inclusas e Hijuelas de Ex-
pósitos del Reino, al 31 de diciembre de 1859. Todos estos meritorios análisis, se en-
cuentran recopilados en “Miscelánea Médica”.

Miscelánea Médica. Signaturas: 1024792-1024870


Elaborados por P. ESPINA PÉREZ
MADRID EN SUS DIARIOS (Inclusa de Madrid)

Año 1862, 25 de enero: El número de niños existentes en la Inclusa de Madrid, en el mes


de diciembre último era de 5.659 y el de niñas en el Colegio de la Paz ascendía a 468. (E. P.)
Año 1866, 16 de enero: A fin del mes de diciembre último había en la Inclusa de esta
Corte 6.151 acogidos. Dentro del propio mes ingresaron en el mismo 151 y fallecieron 115,
En el Colegio de la Paz quedaban a fin de diciembre 210 niñas acogidas, no habiendo fa-
llecido más que dos en el mes. (C. E.).
Año 1866, 22 de mayo: En la Inclusa existían en fin de marzo 6.178 niños expósitos,
de los cuales sólo 42 lactantes dentro del establecimiento, Durante el mes de abril entra-
ron 144 y ocurrieron 108 bajas, de las que 98 fueron defunciones, quedando una existen-
cia el 1.° de mayo de 6.214 niños (C. E.).
Año 1866, 18 de junio: En el fin de abril último quedaron en la Inclusa 6.252 niños ex-
pósitos, de los cuales sólo 38 se hallaban dentro del establecimiento. Durante el mes de mayo
entraron 118 niños (C. E.).
Año 1873, 8 de octubre: En la Inclusa de esta Capital, existían en fin de agosto 6.335
niños fuera del establecimiento y 44 dentro del mismo. Entraron en septiembre 125. Fue-
ron remitidos a Desamparados 5, al Colegio de la Paz 6, entregados a padres 16, prohija-
dos 1, murieron fuera del establecimiento 78 y dentro del mismo 32 (P. E.).

Publicado en los diarios: Heraldo de Madrid, Imparcial Liberal y


La Discusión Democrático.

Año 1862: “Cotejados los datos en los libros de registro de “Entradas y salidas de ni-
ños” en la Inclusa, Entraron —1.680— niños y fallecieron 1.733, entregados a padres 42,
prohijados 9, remitidos a los colegios de la Paz y Desamparados 95 niños”.
Año 1866: “Examinados los libros de registro de “Entradas y salidas de niños” apare-
cen las siguientes cifras, entraron 1.670, fallecieron 1.264, entregados a padres 75, prohi-
jados 15 remitidos a los colegios de la Paz y Desamparados 94 niños”.
Año 1873: Revisados los libros de “Entradas y salida de niños” del año, obtenemos que
entraron 1.633 niños. Salieron por fallecimiento 1.404, a padres 152, prohijados 9, envia-
dos a los colegios de la Paz y Desamparados 121 niños.
290 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Nota informativa: Las cifras de niños acogidos en la Inclusa, que aparecen publicados
en los diarios de Madrid, deben referirse a los de la Institución, más lo que dependían de
las “Hijuelas”, estos niños eran mayores de seis años, ya que según se observa en todos los
informes y documentos que hacen mención al número de acogidos en la “Casa”, no llega-
ban ni mucho menos a esta cantidad, porque a partir de los seis años pasaban a los colegios.
Así podemos ver en el “estudio” de la D. Gral de B. y Sanidad, de 31-12-1859, en que
entraron 1.722 niños y salieron por fallecimiento 1676, y en los resúmenes anuales que se
incluyen, oscilaban entre los 700 y 2.000 niños como máximo, los acogidos al finalizar el
año en la “Inclusa”. Con los tres ejemplos verificados en el archivo y los que se acompa-
ñan, se ve claro que no se llegó nunca a esas cantidades.
Datos elaborados por P. ESPINA

“REAL INCLUSA”
Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a padres, las que se han prohijado y las remitidas a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, desde 1.° de enero —1862 hasta 1881—

Número Niños Fallecid. Entregados Prohijados Remitidos Quedan


Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los a final
entrados en el año ingresados Padres. año Colegios del año
1863 1.742 1.431 82,0 56 10 103 142
1864 1.704 1.373 80,0 52 13 74 192
1865 1.680 1.359 81,0 63 16 107 135
1866 1.670 1.264 76,0 75 15 94 222
1867 1.698 1.214 71,0 71 11 123 279
1868 1.853 1.386 75,0 79 4 199 185
1869 1.828 178 2 138
1870 1.754 1.558 89,0 127 3 136 -70
1871 1.777 1.657 93,0 122 1 127 -130
1872 1.787 1.469 82,0 146 8 135 29
1873 1.633 1.404 86,0 152 9 121 -44
1874 1.700 1.380 81,0 127 9 100 84
1875 1.645 1.336 81,0 121 11 101 76
1876 1.667 1.247 75,0 130 10 95 185
1877 1.698 1.553 91,0 137 12 110 -114
1878 1.645 1.360 87,0 135 14 98 38
1879 1.702 1.179 69,0 139 10 118 256
1880 1.722 1.369 79,0 161 8 101 83
1881 1.555 1556 100,0 153 11 114 -279
1882 1.523 1.075 76,0 145 11 99 193

En los fallecidos he tomado los niños ingresados en el año, para sacar los porcentajes,
en virtud del “estudio efectuado en el quinquenio de 1817 a 1821, el que da una media de
los entrados del orden de 1.112 niños, de los cuales fallecieron el 77%, y se conservaron
254 niños = 23%, de los entrados.
Datos elaborados por P. ESPINA
DEMOLIDA LA ANTIGUA IGLESIA DE SANTA CRUZ,
PROTAGONISTA DE LA HISTORIA MADRILEÑA

La iglesia de Santa Cruz, situada en la Puerta del Sol y que es demolida en este año de 1868.

1868. Con el derribo del viejo y ruinoso templo de la Santa Cruz, ha desaparecido un testigo y,
en parte, protagonista de la historia madrileña.
Tenía sus más remotos orígenes en una ermita del tiempo de los sarracenos, que estaba rodeada
de una laguna. Era uno de los templos citados en el Fuero de Madrid (1202). Su airosa torre, enno-
blecida con las armas de la Villa, era conocida como la atalaya de la Corte, pues cumplía la función
de vigía, avisando sus campanas en caso de incendio; se dice que su reloj marcó las horas de las fies-
tas que con frecuencia se celebraban en la cercana Plaza Mayor.
Buena parroquia por la cantidad y calidad de sus feligreses; en 1547 contaba 710 casas y 1.297
familias.
En 1620, la torre-atalaya quedó tan maltrecha a causa de un incendio que fue necesario derri-
barla y reconstruirla.
Otro incendio, en el año 1783, provocó el desplome de la cúpula; pero la iglesia pudo ser ree-
dificada gracias a Francisco Estevan, respetándose el trazado anterior.
Contaba la vieja iglesia de Santa Cruz con imágenes de mucho mérito artístico y popular devo-
ción y dio acogida a numerosas congregaciones como las del Ave María, Paz y Caridad y la de San
Antonio el Guindero. En Santa Cruz casó también en segundas nupcias Lope de Vega con Juana de
Guardo, la hija del conocido abastecedor de carne, pescado y tocino, Antonio de Guardo.
Buena prueba de la enorme importancia de este templo en la vida de la Villa son las frecuentes
citas que podemos encontrar en las obras de los más esclarecidos escritores. R. G.
292 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“ELOY GONZALO” —HÉROE DE CASCORRO—


El primero de diciembre de 1868, se recibió en esta Inclusa un niño, al parecer recién
nacido, llamado ELOY.

Biografía; Héroe español, Madrid, 1868, Matanzas, 1897, Tomó parte en la última gue-
rra de Cuba, donde realizó el acto heróico que le dio fama mundial con el nombre de hé-
roe de “Cascorro”, Eloy Gonzalo se brindó a incendiar una posición enemiga, y con unas
latas de petróleo que llevaba consigo prendió fuego al fortín y pereció en él.
ELOY GONZALO GARCÍA
1868

“En primero de diciembre de 1868 se recibió en esta Inclusa un niño a las 11 de la no-
che, con un papel que decía: “Este niño nació el primero de diciembre a las seis de la ma-
ñana, el que esta sin bautizar y rogamos se le ponga por nombre, Eloy Gonzalo García,
hijo legitimo de Pepa, soltera, natural de Peñafiel, Provincia de Valladolid”.

CERTIFICADO:

“Del señor Cura párroco de esta Villa de San Bartolomé de Pinares, en el que manifies-
ta que; Balbina y Francisco, mis feligreses, son de buena conducta y de costumbres cristia-
nas: y como se halle en actitud de lactar con leche de cuatro meses y habérsela muerto su hijo
que criaba la mujer, y por considerarla acreedora a que de la casa “Inclusa de Madrid”, se la
dé una criatura para el indicado objeto, seguro que la tratará cual corresponde.”
Por bondad firmo y sello la presente con el de esta parroquia de mi cargo.
San Bartolomé de Pinares, seis de diciembre de 1868.
El diez de diciembre de 1868, salió a criarse con dicha familia, en virtud del “Certi-
ficado”, emitido por el Sr. Cura párroco de esta Villa de San Bartolomé de Pinares.
. Desde allí fue a Robledo de Chavela y Chapinería, hasta el día 12 de febrero de 1877,
que fue devuelto oficialmente de la crianza externa. Si bien el matrimonio había solicita-
do anteriormente el prohijamiento del niño a la “Inclusa”.
Estudiada la solicitud de prohijamiento por la Excelentísima Junta de Damas de Ho-
nor y Mérito en su sesión de 22 de octubre de 1876, La Junta acuerda la autorización de
la adopción de “Eloy” a dicho matrimonio, así que el día doce de diciembre del mismo
año se lo llevaron al pueblo de Chapinería, donde residían por entonces por pertenecer
a la cuarta Compañía del primer tercio de la Guardia Civil.
A. R. C. M. Fondo de la Inclusa, signatura 9493.
Buceando por las bibliotecas en busca de libros publicados por los historiadores sobre
la vida y hechos de Madrid, encuentro los datos que hacen referencia a la historia de “Cas-
294 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

corro”, relatando concisamente en los diccionarios siguientes, una parte de su historia, y


dicen así:

RESEÑA, recogida en el:


Diccionario Enciclopédico; LABOR, VOLUMEN 4, página 185.

Biografía: Héroe español, Madrid 1876, Matanzas 1897, Tomó parte en la última gue-
rra de Cuba, donde realizó el acto heroico que le dio fama mundial con el nombre de hé-
roe de “Cascorro”, Eloy Gonzalo se brindó a incendiar una posición enemiga, y con unas
latas de petróleo que llevaba consigo prendió fuego al fortín y pereció en él” (1).

—————————————————

Ángel del Río en “DICCIONARIO BIOGRÁFICO DE MADRID”. Militares, Héroes


y Conquistadores. Página 244, Dice al respecto del héroe militar que:
“Su estatua preside el Rastro en lo alto de la Ribera de Curtidores. en la plaza que lle-
va su nombre. Eloy Gonzalo —Cascorro— es uno de los personajes más populares de la
historia madrileña.
Pasó los primeros días de su vida en el Hospicio (2) y después los primeros años de su
infancia en la madrileña localidad de Chapinería. Cuando apenas tiene veinte años le toca
intervenir en la guerra de Cuba. Es uno de los 170 soldados que forman el Regimiento
María Cristina, al mando del capitán Neila. La guarnición del fuerte está situada en las pro-
ximidades de un pequeño pueblo llamado Cascorro.
Los rebeldes atacan la guarnición, la cercan, causando importantes bajas entre los sol-
dados españoles. Los rebeldes se han hecho fuertes en una casona cercana a la guarnición,
y el capitán Neila no ve otra solución para acabar con los insurrectos que incendiar el edi-
ficio en el que se cobijan y desde el cual han cercado el fuerte español. La empresa no es
fácil porque es necesario cruzar un terreno batido por los fusiles contrarios. El capitán
Neila no se siente con fuerzas para obligar a ninguno de sus hombres a esta misión suici-
da, pero varios de ellos se ofrecen como voluntarios, y entre todos es elegido Eloy Gon-
zalo García, porque él mismo ha dado razones suficientes: = Soy inclusero y no dejo a na-
die que me llore o me precise.=.
Parte con una lata de petróleo y una cuerda a la cintura para que sus compañeros puedan
tirar de su cuerpo si es abatido en el intento. La oscuridad de la noche favorece la operación
y Eloy llega hasta el caserón de los rebeldes, lo rocía con su lata de petróleo y después lo
prende fuego. La luz del incendio le delata y decenas de fusiles descargan contra él. Eloy ha
caído herido de gravedad, aunque el objetivo se ha cumplido. Su gesta es recogida rápidamente
por todos los periódicos. No puede recuperarse de sus heridas y muere a comienzos del año
1897. El 5 de junio de 1903 el rey Alfonso XIII inaugura el monumento a Eloy Gonzalo “Cas-
corro” Obra del escultor “Aniceto Marinas”. y aquel se sitúa en la Cabecera del Rastro (3).

NOTAS

(1) Nota aclaratoria a la fecha de nacimiento: Nació el 1 de diciembre de 1868. Salió adoptado
el día 12 de diciembre de 1876.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 295

(2) No estuvo en el Hospicio, sino en la “Real Inclusa”.


(3) Unas observaciones a las fechas: Ingresó en el Ejército el 14 de diciembre de 1889, cum-
plidos los 21 años, se filio para servir al Ejército por 12 años, Se incorporó el 5 de abril de 1890. Se
incorporó voluntariamente al Ejército de Cuba el año 1895. Según consta en el expediente que se
acompaña.
En Eloy Gonzalo podemos ver plasmado fielmente el comportamiento de los niños que se crí-
an sin padres ni familiares, los cuales en muchos casos dieron la vida por los demás, al considerar
que ellos no dejaban a nadie ni nada de tras de sus vidas, Así que hay muchos héroes, que dieron lo
máximo que tenían, “la vida” por los demás.

EL EXPEDIENTE PERSONAL DE ELOY GONZALO. 1889-1895

Al estudiar hace años la figura histórica de Eloy Gonzalo, el popular héroe de Casco-
rro, pude consultar —gracias a la extremada benevolencia de D. Ramón Borbolla Norie-
ga. Coronel Jefe por entonces, del Servicio de Publicaciones de la Dirección General de
la Guardia Civil (1), el expediente personal de quien perteneció durante menos de un trie-
nio (2) al extinguido Cuerpo de Carabineros del Reino. (3)
Publicada la conferencia dedicada al tema (4) parece conveniente dar cuenta en estas pá-
ginas del contenido de la valiosa documentación manejada, reveladora de curiosos detalles
biográficos del titular, poco antes de que el destino, dando un quiebro inesperado a la tra-
yectoria de su vida, le reclamara, con cita insoslayable, para su ingreso en la Inmortalidad.
Cumple al citado expediente la prolija consignación de extremos relativos a la activi-
dad administrativa que le es propia, con indicación puntual de órdenes, traslados, entera-
dos, extractos y referencias, no estimando necesario, por ello mismo reproducir el texto en
su integridad, pero sí recoger en detenido resumen aquellos datos de mayor interés.
El tiempo que comprende abarca un período concreto de seis años, desde su alista-
miento en el Ejército en 1889 hasta 1895, cuando después de la condena impuesta por el
Consejero de Guerra y del ingreso en la Penitenciaría de Valladolid, se incorporó volun-
tariamente al Ejército de Cuba, corriendo las conocidas vicisitudes posteriores con el sen-
sible epílogo de su prematuro fallecimiento en Matanzas en junio de 1897.

I. Filiación

Varias son las filiaciones personales conservadas en el expediente de Eloy Gonzalo. Una,
correspondiente a su alistamiento en 1889. Otra, a su ingreso en carabineros en 1892 y una
media filiación de ese mismo año al incorporarse a su primer destino en la Comandancia de
Estepona recogiendo abreviadamente los datos consignados en la primera. De ahí que demos
cabida en este lugar a dichos datos dejando para otros epígrafes cuanto se refiera, primero,
a su servicio en el Ejército y después a su ingreso y permanencia en Carabineros.
En consecuencia, los datos que figuran son los siguientes: Eloy Gonzalo García, hijo
de expósitos, natural de Madrid, (bautizado en la) parroquia de San Lorenzo, avecindado
en Chapinería, juzgado de Navalcarnero, (1) nacido en 2 de diciembre de 1868 (5).
De religión católica apostólica romana, de estado soltero y jornalero de oficio.
Cuando se filió tenía de estatura 1.685 M., pasando a 1.700 en 1889 y a 1.705 en 1892.
296 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Según el somero reconocimiento de costumbre, tenía el pelo castaño, así como las ce-
jas, los ojos azules, la nariz, la boca y la frente regular, poca la barba y el color sano; de
aire marcial, producción buena, sin ninguna seña particular, habiendo acreditado que sa-
bía leer y escribir.

II. Servicio en el Ejército

Dado de alta en Caja el 14 de diciembre de 1889 como “soldado sorteable”, quedó fi-
liado para servir en el Ejército por tiempo de doce años; al ser sorteado obtuvo el núme-
ro 281. Incorporado en 5 de abril de 1890 al Regimiento de Dragones de Lusitania núme-
ro 12 de Caballería, 2.° escuadrón, “fue revacunado, se le leyeron las leyes penales y el día
10 del mismo prestó juramento de obediencia y fidelidad a los Estandartes”. Trasladado
con el Regimiento, en 2 de julio, al cantón de Alcalá de Henares. Ascendido en 1 de mar-
zo de 1891 a soldado de 1.a por elección y en 1 de octubre del mismo a cabo, igualmente
por elección. En 21 de ese mes marchó con el Regimiento a Móstoles asistiendo a las ma-
niobras realizadas en la Dehesa de Carabanchel, regresando el 4 de noviembre. Traslada-
do en 12 de octubre de 1892 con el Regimiento a Madrid, de guarnición, en donde conti-
nuó hasta fin de dicho mes en que causó baja por pasar al Instituto de Carabineros del
Reino. Hasta el momento se le reconocieron 2 años, 10 meses y 17 días de servicio.

III. Ingreso, permanencia y baja en el Cuerpo de Carabineros

Encontrándose Eloy Gonzalo prestando el servicio militar y siendo cabo del Regi-
miento de Dragones de Lusitania núm 12 de Caballería —como ya se ha apuntado— so-
licitó en octubre de 1892 el ingreso en el Cuerpo de Carabineros. Accediendo el Inspec-
tor General a dicha petición, se le concedió el ingreso en el mismo con fecha 1 de noviembre
del propio año. Presentado en la Inspección General el día 4 de noviembre “acredito reu-
nir las condiciones reglamentarias alcanzando la talla de 1.695 M (sic) sabiendo leer y es-
cribir y resultando útil del reconocimiento facultativo”.
Destinado a la Comandancia de Estepona hay constancia de que en 11 de noviembre
se presentó en dicha dependencia, junto con otros dos Carabineros, procedentes del Ejér-
cito, Luciano Crespo Plaza y Jerónimo Iguacel Gracia, cubriendo este último plaza de cor-
neta dadas las vacantes existentes y haber servido como tal anteriormente.
En 31 de diciembre se le expidió el nombramiento de Carabinero de Infantería, fir-
mado por el Inspector Jefe del Cuerpo, D. Pedro Rico.
En abril de 1893 se le impuso un día de arresto “por haberse presentado a la hora del
servicio sin cortarse el pelo, después de habérselo advertido con anterioridad”, en otro lu-
gar consta simplemente: por “desaseo”.
En 4 de agosto se le concedió “anotación en el registro de pases a la fuerza de caba-
llería del cuerpo”, ordenándose en 22 de noviembre siguiente su baja en la Compañía de
Infantería por pasar a la de Caballería de la misma Comandancia.
Dentro ya de 1894 y del 21 al 28 de febrero figura con baja de enfermo por padecer
estenocardios e igualmente del 12 al 24 de mayo, por gripe, habiendo ingresado en el Hos-
pital el día 18.
PEDRO ESPINA PÉREZ 297

En junio, sin fijar día, se le impuso un día de arresto “por descuido en el servicio.
En 17 de julio se le expidió a petición propia “certificado de soltería para contraer ma-
trimonio según instancia que corre unida a esta certificación”, pero ni una ni otra aparecen
en el expediente, sin que tampoco haya noticia alguna de que llegara a celebrarse el pro-
yectado enlace. Sin precisar día de ese mes, fue arrestado veinticuatro horas por no presentarse
en el cuartel a la hora establecida “después de haber desempeñado una comisión de servi-
cio, sin causa ni motivo justificado”. Y por orden del 26, era dado de baja en la Comandancia
de Estepona por traslado a la de Algeciras en la que se incorporó el 1 de agosto y en don-
de permaneció prestando servicio durante el resto del año y comienzos del siguiente, no sin
sufrir los nuevos arrestos —“correcciones”— que se detallan: veinticuatro horas en 13 de
octubre, “por poca exactitud en el servicio”; tres días “por las inexactitudes en que incurrió
respecto al origen de una deuda que se le reclamaba” (8 de noviembre) y otro arresto, de
veinticuatro horas, en 19 de noviembre, “por poca vigilancia en el servicio”.
De singular transcendencia en la vida de Eloy Gonzalo resultaría el año 1895 como re-
fleja su expediente personal a través de las anotaciones que comprende.
En 19 de enero se le impuso un arresto de tres días por poca vigilancia en el servicio.
En 19 de febrero, el Jefe de la Comandancia de Algeciras comunicaba que se le ins-
truía sumaria a Eloy Gonzalo “por desobediencia y embriaguez cometida en la tarde de di-
cho día”.
A tan desgraciado suceso ha de referirse la siguiente comunicación: “El Capitán Ayu-
dante de esta Comandancia Don Eduardo Zaldívar y González, Juez Instructor en escrito
núm. 254 de 20 de febrero de este año participa haber ordenado la traslación a esta Ciu-
dad y a su disposición del individuo comprendido en esta filiación, donde ha de quedar en
prisión preventiva, hasta tanto se conozca el resultado de la causa que por el delito de in-
subordinación se encuentra instruyendo contra el mismo; cuyo individuo se encontraba ya
arrestado en la Caseta de Palmones desde el día 19 del citado Febrero fecha de la comi-
sión del delito. El Jefe del Detall Enrique Ojeda”.
El 25 de abril inmediato se celebró en Algeciras Consejo de Guerra contra Eloy Gon-
zalo, siendo condenado a 12 años de prisión militar mayor y accesorias; aprobada por el
Capitán General de la Región la sentencia recaída en 6 de mayo, se le comunicó al inte-
resado el día 13, como consta en la certificación reproducida ahora íntegramente dada su
importancia.:
“Don Eduardo Zaldivar y González Capitán Ayudante de la Comandancia de Cara-
bineros de Algeciras y Juez Instructor de la causa seguida contra el Carabinero Eloy Gon-
zalo García por el delito de insubordinación pasando mano a arma ofensiva con tenden-
cia de ofender a superior cometido el 19 de Febrero último.
Certifico: Que a los folios que respectivamente se indican se encuentran una Senten-
cia, un Dictamen del Excmo. Señor Auditor General de Guerra. Decreto de su aprobación
del Excmo. Señor Capitán General de esta Región. Notificación (y Liquidación) que co-
piados a la letra dicen así.
Sentencia folio 68: En Algeciras a veinticinco de Abril de mil ochocientos noventa y cin-
co, reunido el Consejo de Guerra llamado a faltar el proceso formado contra el Carabi-
nero Eloy Gonzalo García, acusado de delito de insubordinación poniendo mano a una
arma ofensiva con tendencia de ofender de obra a superior, habiéndose hecho relación por
298 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

el Juez Instructor del resultado de autos, presente el acusado, oída la acusación fiscal y la
defensa, el Consejo declara, que los hechos perseguidos constituyen el delito de insubor-
dinación con actos a demostraciones, con tendencia de ofender de obra a superior, de cuyo
delito es único responsable en concepto de autor el Carabinero de Caballería Eloy Gon-
zalo García, y en su virtud le condena a la pena de doce años (y un día) de prisión militar
mayor y accesorias de cumplir en Cuerpo de Disciplina el tiempo que después de haber ser-
vido en filas, descontándose para todos los efectos el de la condena, decomisándose el pa-
quete de tabaco que figura en las actuaciones, todo ello con arreglo al artículo 262 en re-
lación con el 260 y a los 219, 171, 176, 177, 180, 185 y además de general aplicación del
Código de Justicia Militar. =Enrique de las Cuevas = Tomás Rivero = Severino Pérez
Estanislao Rodríguez = Gaspar Holgin = Gonzalo Ceballos Escalera = Hay siete rú-
bricas.
Dictamen del Excmo. Señor Auditor General de Guerra folio 69. Excmo. Señor = El Con-
sejo de Guerra que ha fallado la presente causa seguida contra el Carabinero Eloy Gonza-
lo García por el delito de insubordinación le ha condenado a la pena de doce años de pri-
sión militar mayor, y accesorias de cumplir en cuerpo de disciplina el tiempo que después de
haber servido en filas descontándose para todos los efectos el de la condena, decomisándo-
se el paquete de tabaco que figura en las actuaciones, todo ello con arreglo al artículo 262
en relación con el 260 y a los 219, 171, 176, 177, 180 y 185 y demás de general aplicación
del Código de Justicia Militar. =He examinado nuevamente la causa y por lo que en ella
aparece entiendo que la sentencia consultada, se ajusta a lo que de aquella resulta y a los pre-
ceptos generales que se invocan. =en tal concepto es mi dictamen que V. E. puede servirse
prestar su aprobación al fallo consultado, devolviendo la causa al Juez Instructor para no-
tificación, cumplimiento, deducción de testimonios y efectos de estadística = V. E. no obstante
resolverá = Sevilla 3 de mayo de 1895 = Excmo. Señor = Auditor General = Carlos Arrie-
va = Hay un sello que dice = Auditor General del 2.° Cuerpo de Ejército.
Decreto de su aprobación del Excmo. Señor Capitán General de esta Región folio
70. Hay un sello que dice = 2.° Cuerpo de Ejército = Estado Mayor = Sevilla 6 de Mayo
de 1895 = De acuerdo con el anterior dictamen apruebo la sentencia dictada por el Con-
sejo de Guerra que ha fallado esta causa imponiendo al Carabinero de la Comandancia
de Algeciras Eloy Gonzalo García autor del delito de insubordinación la pena de doce años
de prisión militar mayor y accesoria de cumplir en Cuerpo de Disciplina el tiempo que des-
pués deba servir en filas descontándose para todos los efectos el de la condena decomi-
sándose el paquete de tabaco que figura en las actuaciones. = Para su cumplimiento y de-
más que se propone vuelva lo actuado a su Instructor Capitán de la citada Comandancia
de Carabineros Don Eduardo Zaldívar = José Chinchilla = Rubricado.
Notificación folio 74. En Algeciras a trece de Mayo de mil ochocientos noventa y cin-
co, compareció ante el Señor Juez y presente el Secretario el Carabinero Eloy Gonzalo Gar-
cía el cual dicho Señor después que por mí el Secretario se le notificase la sentencia re-
caída contra el mismo en la presente causa, dándole lectura íntegra del respetable decreto
auditado y de su aprobación del Excelentísimo Señor Capitán General de esta Región por
el cual se le condena a la pena de doce años de prisión militar mayor por el delito de in-
subordinación y accesorias de cumplir en Cuerpo de Disciplina el tiempo que le reste de
servicio activo con arreglo a la Ley de Reclutamiento y reemplazo del Ejército descontándose
para todos los efectos el de la condena = De quedar enterado y notificado firma la pre-
sente diligencia con el Señor Juez de que certifico = Eduardo Zaldívar = Eloy Gonzalo
= Restituto Santiago = Hay tres rúbricas.
PEDRO ESPINA PÉREZ 299

Y para que surta efectos en el expediente personal del mismo expido este testimonio
en Algeciras a catorce de Mayo de mil ochocientos noventa y cinco = Lo entre parénte-
sis = y Liquidación y un día = no vale.
Eduardo Zaldívar
(rubricado)
(Hay un sello ovalado que dice el Cuerpo de Carabineros,
Comandancia de Algeciras (A mano:)
Juzgado de Instrucción.

A consecuencia de la sentencia recaída. Eloy Gonzalo era dado de baja definitivamente


en la Comandancia de Algeciras en 31 de mayo según consta en la comunicación de esa
fecha firmada por el comandante Jefe del Detall Enrique Ojeda, en la que se añade lo si-
guiente: “Va ajustado y satisfecho de cuantos haberes gr(atificaci)ones le han correspon-
dido en el Instituto y durante su permanencia en él observó (¡atención!) Mala conducta”,
palabras estas dos últimas que parecen de otra letra y añadidas posteriormente.
No podemos ciertamente precisar el alcance de esa desfavorable calificación del com-
portamiento de Eloy Gonzalo durante su permanencia en Carabineros, dejando aparte, por
supuesto, la comisión del delito que determinaría la celebración del Consejo de Guerra ya
conocido, pero no cabe desentenderse de que por los motivos que fueran su paso por el ci-
tado Cuerpo no debió de estimarse ejemplar. Así lo confirman la anotación anterior y más
aún la resolución adoptada en 27 de junio por el Director General y recogida en el expe-
diente con fecha 13 de julio, cuando “con motivo de averiguar la conducta observada por
la fuerza del puerto del cachou de Jimena distrito de la 2.a compañía de infantería de esta
Comandancia durante los días 1.° al 8 de febrero del año actual se digno ordenar entre
otras cosas se hiciese constar en este expediente que de no haber sido baja este individuo
en virtud de sentencia a prisión militar mayor por el delito de insubordinación sería obje-
to de expulsión del Instituto sin opción a nuevo ingreso, expresando por medio de la pre-
sente nota para la debida constancia en todo tiempo”.
Item más. En 3 de julio el Jefe de la Comandancia de Algeciras solicitaba de la Ins-
pección General el expediente personal de baja de Eloy Gonzalo para “hacer constar la
resolución de un expediente gubernativo recaído contra el mismo”; en consecuencia,
remitido el 9, se devolvió, ya despachado —aunque sin esclarecimiento alguno—, el
día 13 de ese mes.
Todavía el referido expediente de Eloy Gonzalo, pudiérase decir que seguiría dando jue-
go. El propio Jefe de la Comandancia de Algeciras, en 31 de julio de 1896 volvía a soli-
citarlo. Esta vez para sacar copia de su filiación y remitirla al Regimiento de Infantería de
María Cristina Núm. 63, del Ejército de Cuba que, desde matanzas la reclamaba y en don-
de servía el futuro héroe de Cascorro. Remitido el expediente en 7 de agosto, el 12 se de-
volvía, ya despachado y el 14 de septiembre se enviaba al Capitán General de Cuba la co-
pia solicitada..
¡Cosas del Destino! Pocos días después —exactamente el día 22— se cerraba el cer-
co del pequeño poblado, pronto famoso, en el que Eloy Gonzalo —el antiguo inclusero ma-
drileño y condenado a presidio por un Consejo de Guerra— se cubriría de gloria para
siempre.
300 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

NOTAS

(1) Dirección General de la Guardia Civil, calle de Guzmán el Bueno, 110, Madrid, 3.
(2) Del 1 de noviembre de 1892 al 31 de mayo de 1895 en que fue dado de baja definitiva-
mente.
(3) Dirección General de Carabineros. Archivo, Tropa, legajo 107. Expediente núm. 5252, Ca-
rabinero Gonzalo García. Baja en fin de mayo de 1895. Dirección General de la Guardia Civil. Ar-
chivo General.
(4) Eloy Gonzalo García, héroe de Cascorro, Aula de Cultura. Ciclo de conferencias sobre Ma-
drid en el siglo XIX, 22, Madrid, 1983.
(5) En realidad fue el día 1, festividad de San Eloy. Véase conferencia citada en la nota 4.

Por Enrique Pardo Canalís. Anales del Instituto de Estudios Madrileños


Volumen, XXI, Páginas 161 hasta 167
P. ESPINA PÉREZ
A LA EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL
PREÁMBULO
MADRID. 20 de febrero de 1877, Aprobado por la Diputación
Provincial;
En sesión de 23 de febrero de 1877

Uno de los primeros asuntos que llamaron la atención de los Diputados que suscri-
ben al ser honrados por la Corporación con el cargo de Visitadores de la Inclusa, Co-
legio de la Paz, Casa de Maternidad y Asilo para los hijos de las Cigarreras, fue la for-
mación de un reglamento que hiciera fáciles y desembarazados el régimen y la marcha
de los establecimientos expresados, armonizando la índole especial de su instituto con
las reformas que el progreso de los tiempos hacía inevitables y necesarias. De íntimo
enlace con esta cuestión, es la de establecer también reglas fijas e invariables a que ha-
yan de ajustarse las relaciones que deben existir entre la Corporación o Autoridad ad-
ministrativa a quien competa la gestión, gobierno y administración de estos asilos, y la
ilustre Junta de Damas de Honor y Mérito, que desde fines del siglo pasado viene pres-
tando con el más exquisito celo servicios eminentes y nunca bastante encomiados, en
provecho y mayor suma de bienestar de los infelices acogidos encomendados a su cui-
dado y vigilancia, y tan acreedora por estos títulos al respecto y aprecio de la Diputa-
ción Provincial de Madrid.
Muchas son las vicisitudes por que la administración de estos asilos ha pasado: constitu-
yen una larga serie de disposiciones encaminadas a procurar su buen régimen, las dictadas en
distintas fechas con muy diverso criterio; circunstancias que, unidas al desarrollo e importancia
que aquellos han adquirido, en consonancia con el crecimiento de población y con las refor-
mas recientemente introducidas por las leyes generales, permiten a los que suscriben califi-
carlas de deficientes al objeto propuesto, y patentizan la necesidad de su reforma.
Con efecto, no satisfacen por completo las necesidades que el curso del tiempo ha tra-
ído consigo, ni el reglamento de 1.° de Marzo de 1849, aprobado en 1.° del siguiente Abril
por la Junta Municipal de Beneficencia y aplicable a los dos primeros Establecimientos,
ni el de 27 de Abril de 1860, dictado para la Casa de Maternidad por el Presidente de la
Junta provincial de Beneficencia, ni mucho menos unos artículos manuscritos que existen
302 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

para formar un reglamento para el último de los asilos expresados y que lo colocaban a su
creación bajo la inmediata dependencia de la Casa Real. Estas consideraciones justifica-
rán el trabajo que se han propuesto llevar a cabo los que suscriben, con la eficaz coopera-
ción de los Sres. Directores de dichos Establecimientos e Interventor en Comisión y Di-
rector que también ha sido de los mismos, y las ilustradas indicaciones de las dignísimas
Señoras de la Junta de Damas; trabajo que tienen la honra de presentar a la Diputación, no
con la pretensión de que su obra sea perfecta, sino con el fin de que la ilustren y mejoren
sus dignos compañeros.
Entre las modificaciones que los que suscriben han creído necesario introducir en los
reglamentos, figura el capítulo titulado Intervención de la Junta de Damas de Honor y
Mérito en estos Establecimientos; en el cual se reglamenta la que tan distinguida Asocia-
ción viene ejerciendo en ellos, según el reglamento dado por el Jefe político D. José de Za-
ragoza en 20 de Mayo de 1850 y aprobado por la Junta en 30 de octubre de 1851.
Sin entrar en este lugar en otros detalles de las disposiciones de dicho capítulo,
como novedad establecida en él, mencionan únicamente la que se refiere a las forma-
lidades que deben observarse para llevar a debido efecto en armonía con la ley de
Contabilidad, los legados y limosnas a favor de los establecimientos, de que se trata
en su art. 7.°, y con el fin de que pueda cumplirse la voluntad de los donantes. Suce-
de en efecto que muchas veces no puede llevarse a cabo la voluntad de personas bien-
hechoras, que hacen donativos en metálico a los establecimientos, desde el momento
que ingresan en la Depositaría de fondos provinciales y no hay en presupuesto parti-
da objeto del legado. Para obviar este inconveniente existe el medio de incluir en el
presupuesto de gastos un crédito que no exceda del que figure en ingresos por lega-
dos y limosnas, siempre que sea para algún servicio o atención que no tenga partida
autorizada. Con este fin está redactado el artículo 7.°, del capítulo expresado, en sus
párrafos 2.°, 3.° y 4.°.
También se establece en el mismo que sean entregadas a la Junta de Señoras todas las
limosnas que sin marcado objeto sean hechas a estos establecimientos y que no pasen de
la cantidad de 500 pesetas, suma que hasta hoy venía fijada en la de 50 y que se ha consi-
derado deber ampliarse, en atención al considerable aumento de gastos que dicha Junta tie-
ne en ellos y a la disminución que han experimentado algunos de los recursos con que
contaba, debiendo también en el caso de otorgarse por ellas carta de pago, observar aná-
logas formalidades a las expresadas.
Creada esta Junta por Real orden expedida en Aranjuez el 10 de Abril de 1794, se le
confió por otra de 13 de Septiembre de 1799 el cuidado de la Inclusa, con amplísimas
facultades y sin otra intervención que la de un Juez protector que conociese de los plei-
tos o derechos que pudieren pertenecer al establecimiento. Por Real orden de 22 de Ene-
ro de 1806, se encargó también la referida Junta de la dirección del Colegio de la Paz,
en los mismos términos en que se le había conferido la de la Inclusa, y superiores son a
todo elogio los beneficios de que aquellos establecimientos son deudores a la Junta de
Damas, que ya en 1827 dio un reglamento, aunque con carácter provisional, para la In-
clusa y Colegio de la Paz, establecimientos que vienen unidos desde que las Señoras se
hicieron cargo del último.
A pesar de haberse promulgado la ley de Beneficencia de 6 de Febrero de 1822, la
Junta de Damas siguió cuidando de los establecimientos de acuerdo con la municipal de
Beneficencia y su Visitador, y aunque poco después, abolido el régimen constitucional, fue
PEDRO ESPINA PÉREZ 303

disuelta la Sociedad Económica Matritense, la Junta de Damas, sin embargo de ser parte
de aquella, continuó funcionando, como también al restablecimiento de la citada Ley de
1822, por otro decreto de 8 de Septiembre de 1836,
Con ocasión del nombramiento de Rector se la declaró independiente del Ayuntamiento
y Junta Municipal de Beneficencia, en lo relativo al ejercicio de sus funciones, con arre-
glo a la Real orden de 30 de Noviembre de 1838, y sólo con motivo de la reforma del an-
terior acuerdo sobre nombramiento de Rector, llevado a cabo por la Junta provisional de
Gobierno de la provincia de Madrid con fecha 10 de Octubre de 1840, en que se mandó
que la Inclusa y Colegio de la Paz quedasen bajo la inspección del Ayuntamiento y Junta
Municipal de Beneficencia, cesó por orden de ésta la indicada Junta de Damas en la di-
rección y gobierno de aquellos Establecimientos.
Por primera vez desde hacía muchos años se vieron privados aquellos asilos de la in-
teligente y benéfica dirección de las Señoras, y el doloroso estado a que iban quedando re-
ducidos fue causa de que de nuevo se recurriese a la Junta de Damas, como lo hizo el Jefe
político D. José de Zaragoza en un oficio dirigido con fecha 27 de Diciembre de 1849 a
la Sra. Presidenta, pidiéndole se hiciera la Junta nuevamente cargo de los dos primeros es-
tablecimientos citados con arreglo a las bases que establecía el Reglamento y demás dis-
posiciones vigentes al tiempo de cesar en la dirección de ellos, sin perjuicio de las modi-
ficaciones que en adelante fuera necesario introducir: a lo que accedió la referida Junta con
fecha 2 de Enero de 1850, dándose al efecto las oportunas órdenes al Director de aquellos
Asilos por el citado Sr. Jefe político.
Desde entonces quedó nuevamente la Junta de Damas al frente de aquellos estableci-
mientos, con las facultades indicadas en el citado Reglamento aprobado por aquella en 30
de Octubre de 1851. En armonía con el se puso bajo su dirección la Casa de Maternidad
al ser establecida según su Reglamento de 27 de Abril de 1860, y bajo el inmediato cui-
dado suyo quedó también el Asilo para los hijos de las Cigarreras recientemente creado,
al ser incorporado a los que pertenecen a esta Diputación.
Nada se ha dicho ni hecho desde 1870 que disminuya estas atribuciones, y por el con-
trario han sido confirmadas por muchos acuerdos de esta Corporación; Entre otras, la
concesión de 25.000 pesetas mensuales que se entregan a dicha Junta exclusivamente
para la lactancia de niños externos; la de que perciban al producto de las labores del Co-
legio de la Paz; y la en que por acuerdo de la Comisión provincial de 9 de Agosto de
1872, se accedió a lo solicitado en 31 de julio del mismo año por el Sr. Carranza y Va-
lle, para que se entregasen a dicha Junta el valor de las estancias de las acogidas dis-
tinguidas de Maternidad y el insignificante producto de las labores que se hicieran en
el mismo.
Esta es en breves rasgos la historia de la creación, vicisitudes y estado actual de tan be-
néfica institución en sus relaciones con los expresados establecimientos, y que revela a pri-
mera vista la gratitud que es debida a los señalados servicios prestados por la junta de Se-
ñoras, y la fundada esperanza de que su continuación al frente de ellos será altamente
beneficiosa a los desgraciados seres que albergan.
A este mismo fin y para facilitar su benéfica acción, han creído los que suscriben de-
ber resumir y dar nueva forma a las disposiciones por que se rigen, que es uno de los tra-
bajos que como dejan dicho, tienen la honra de someter a la mayor ilustración de sus com-
pañeros.
304 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los que suscriben, al presentar algunas disposiciones reglamentarias para el Asilo de


los hijos de las Cigarreras, no desconocen que no corresponde éste a la Beneficencia pro-
vincial; pero enclavado el local destinado a él en un establecimiento, que por su índole es-
pecial exige el mayor secreto y por consiguiente el alejamiento de toda persona extraña al
mismo, y atendido el poco gasto que ocasiona y el inmenso bien que se hace a las madres
que sin este auxilio no podrían ir tranquilas a buscar un jornal, no vacilan en proponer a
sus dignos compañeros que continúe bajo el amparo de la Diputación.
Madrid 20 de Febrero de 1877
Él Marqués de Peñaflorida = Martín Salto y Huelves = Pedro F. DURÁN
P. ESPINA PÉREZ
REGLAMENTO DEL COLEGIO DE LA PAZ
Aprobado por la Diputación Provincial en sesión de 23 de febrero de 1877

CAPÍTULO PRIMERO
Del objeto del Colegio y de las personas que deben ingresar en él

Artículo 1.° Pertenecen a este Establecimiento todas las niñas que hayan cumplido la
edad de diez años o la de siete, siendo procedentes de la Inclusa de Madrid.
Artículo 2.° El objeto del Establecimiento es darles una buena educación religiosa y
doméstica, de manera que un día puedan ser buenas madres de familia.
Artículo 3.° Este Colegio estará, así como la Inclusa, a cargo de las Hermanas de la
Caridad, haciendo una de ellas de Superiora y otra de Directora del mismo Colegio, sien-
do el nombramiento de esta última de la atribución de la Diputación provincial o de quien
la represente, teniendo dicha Directora Profesora, entre otras que se expresarán, las fa-
cultades y deberes siguientes:
1.a El de representar a la Superiora de todos los Establecimientos en sus ausencias
y enfermedades, haciendo desde luego sus veces como si en propiedad desempeñase di-
cho cargo en todos cuantos actos oficiales o extra oficiales puedan ocurrir en aquellos;
sin perjuicio que para los actos referentes a Comunidad únicamente, sea nombrada otra
Hermana, si la Directora del Colegio no reuniese las circunstancias de antigüedad y de-
más que por sus reglamentos u órdenes se exija por los Sres. Superiores de dichas Her-
manas.
2.a El de hacerse cargo de todas cuantas clases de labores se encarguen en el Estable-
cimiento, quedando prohibido terminantemente, bajo la responsabilidad de la Superiora,
el que otra Hermana reciba ninguna labor; para que esta disposición tenga cumplimiento,
la Hermana de la portería conducirá al Colegio o sitio designado a todas las personas que
vengan con el indicado objeto.
3.a El de anotar en un libro especial todas las labores o trabajos que se hagan por las
Colegialas o Hermanas para fuera del Asilo, expresando en dichas anotaciones los pre-
cios en que hayan sido ajustadas por la misma: este libro será firmado semanal o men-
sualmente por quien delegue la Diputación provincial.
4.a El de percibir y cobrar por si el importe de aquellas labores, formalizando a fin de
cada mes su correspondiente cuenta de cargo y data, y la cual, con el V..° B..° del Direc-
306 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tor y Superiora, remitirá, así como los fondos que tuviere en su poder, a dicha Diputación
o a quien la represente.
5.a El de comprar los enseres y efectos que hagan falta para las labores del Colegio,
así como si fuese preciso el cobrar y entregar las mismas: podrá salir la Directora a horas
convenientes, pero siempre con el beneplácito de la Superiora.
6.a Será de su obligación el pasar lista por la mañana y tarde en las dos clases de las
colegialas, pues de ambas o de las que se instalen de nuevo es Directora; o mandarlo ha-
cer a otra Hermana dando parte al Director de las faltas y demás que notare, para que éste
lo ponga en conocimiento de quien corresponda.
Artículo 4.° El Colegio estará dividido en dos edades: la primera hasta los quince años,
y la segunda de las restantes, o sea desde esta edad en adelante, cuidando, a ser posible, de
que haya la conveniente separación en cuento lo permitan las circunstancias del local.
Para el mejor orden y el debido aseo, las niñas se dividirán en secciones de a diez, y la
colegiala de mayor disposición, a elección de la Superiora y Directora, será jefe o pasan-
te de cada una de ellas.
En todos los actos en que las colegialas tengan que asistir, bien sea para la misa, co-
mida, clases y demás que ocurran, es absolutamente indispensable que las Hermanas en-
cargadas estén en sus puestos con diez minutos de anticipación a las citadas colegialas.
En la clase de colegialas mayores habrá siempre dos Hermanas y otras dos en la de me-
nores, o más si fuere preciso, para auxiliar en los trabajos de labores, enseñanza y demás
que pueda ocurrir a la Directora —Profesora del Colegio; tratándose de que reúnan aque-
llas Hermanas las mejores condiciones posibles respecto a suficiencia y no pudiendo faltar
a las clases durante sus horas sin la autorización de la Directora, a cuyas órdenes estarán.
Artículo 5.° La colegiala pasante será responsable a su Superiora, Directora y Maes-
tras del aseo y limpieza de la sección de niñas puestas a su cuidado, no debiendo separar-
se de ellas ni en el dormitorio, ni en el comedor, ni en la iglesia, cuidando en todos los ac-
tos de que se observe la mayor compostura, orden y silencio.
Artículo 6.° Además de las colegialas pasantes, habrá una Hermana de la Caridad
que hará la guardia en los actos de recreo, teniendo suma vigilancia para que se observe
el orden posible hasta en sus juegos y diversiones, y evitando las riñas y disputas que pue-
dan suscitarse entre las colegialas.

CAPÍTULO II
Disposiciones para antes de entrar en las salas de labor

Artículo 7.° Todas las colegialas se levantarán desde 1.° de octubre hasta 1.° de mar-
zo a las seis de la mañana, y en los meses restantes a las cinco. En seguida elevarán su co-
razón a Dios, y en una breve oración le darán gracias por el beneficio de haberlas dejado
llegar a aquel día, encomendándole en seguida las obras que emprendieren.
Artículo 8.° Después de vestirse y asear sus camas, irán a la capilla con el mayor or-
den y compostura posibles, acompañadas de sus Maestras y otras Hermanas, y oirán el san-
to sacrificio de la Misa. Dichas Hermanas les harán entender el recogimiento y respeto que
deben guardar en la iglesia, sin disimularlas la menor falta en materia tan importante.
PEDRO ESPINA PÉREZ 307

Artículo 9.° Concluida la misa saldrán las niñas con el mismo orden y acompañadas
de la Directora, Maestras u otras Hermanas y se dirigirán al comedor a tomar el desayu-
no, que deberán presenciar siempre cuatro de las citadas Hermanas, en donde estarán has-
ta la salida de las niñas para que no haya confusión, y observar a las colegialas en gene-
ral, pero a las pequeñas en particular, si están inapetentes.
Artículo 10.° En seguida pasarán a la sala de aseo, donde se lavarán todas con la co-
rrespondiente separación, usando cada una de su toalla, que la tendrá numerada, se peinarán
y asearán en disposición de que a las ocho estén todas, sin excusa alguna, en su respecti-
va sala de labor.

CAPÍTULO III
Distribución de las horas del día

Artículo 11.° A las ocho de la mañana en invierno y a las siete y media en el verano
entrarán las colegialas en las salas de labor todos los días que no sean de fiesta, donde
permanecerán hasta las doce, teniendo sumo cuidado las Hermanas de inculcarlas el amor
al trabajo, como que es lo que exclusivamente constituye un patrimonio. A las doce baja-
rán al comedor formadas de dos en dos con el mayor orden, compostura y cantando las ora-
ciones que se las ordene, guardándolo también mientras coman, durante cuyo tiempo una
de las niñas, alternando por semanas, leerá la vida del Santo, u otro libro de instrucción a
juicio del Director o Superiora, y saliendo del comedor en la misma forma. Concluida la
comida estarán en recreo hasta la una y media en invierno y hasta las dos en verano, a
cuya hora volverán a las salas de labor, donde permanecerán con el mismo orden que por
la mañana, hasta el anochecer, debiendo estar siempre las Hermanas destinadas al Cole-
gio en sus salas respectivas antes de que entren las niñas, a fin de que se guarde el mayor
orden, y no podrán aumentarse durante las horas de clase ni Hermanas ni colegialas sin el
asentimiento de la Directora, y tampoco unas ni otras dedicarse en dichas horas a otras la-
bores sino a las que aquella ordene. Mientras estén en las salas rezarán el rosario, sin dis-
traerse por esto de sus labores.
Desde el anochecer hasta que toquen a cenar estarán en recreo, y a las ocho en invier-
no y a las nueve en verano acudirán al dormitorio.

CAPÍTULO IV
Disposiciones para el lavadero y cocina

Artículo 12.° Toda la ropa del Colegio se lavará en casa, menos la de la enfermería, y por
esta razón todas las niñas de la segunda edad indistintamente tienen obligación de acudir al
lavadero en los días y horas que les mande la Hermana encargada de él, pidiéndolas antes a
la Directora del Colegio, y únicamente las necesarias; cuidando mucho de que se haga este
trabajo con la mayor regularidad e igualdad a fin de que no haya quejas entre las colegialas.
Artículo 13.° Siempre que las niñas vayan al lavadero, irán acompañadas de la Her-
mana encargada, y concluido que sea el lavado, deberá la misma conducirlas a sus respectivas
salas de labor, sin permitir que se entretengan en ninguna parte.
Artículo 14.° Todos los domingos, la Directora, de acuerdo con la Superiora, nom-
brará cuatro colegialas por su orden, para ayudar a la cocina del Colegio, cuatro para la
308 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

limpieza y servicio del comedor; cuatro para barrer y asear los dormitorios; una o dos
para ayudar en la enfermería; y cuatro más para la limpieza de las escaleras, salas de la-
bor, etc.
Artículo 15.° Estas niñas tendrán la obligación de seguir en sus respectivos oficios toda
la semana, quedando exceptuadas únicamente de asistir a las salas de labor las de la coci-
na y comedor: las demás, como va indicado, luego que hayan concluido sus oficios, acu-
dirán a sus departamentos como las demás colegialas.

CAPÍTULO V
De la enfermería

Artículo 16.° Toda la ropa de la enfermería, para evitar contagios, se lavará fuera de
la casa según se previene en el artículo 12.
Artículo 17.° Para este objeto, la Hermana enfermera tendrá un libro donde anotará
la ropa que entregue semanal o mensualmente a la lavandera, con arreglo al cual se vol-
verá a hacer cargo cuando se la devuelva limpia, y anotará su importe: comprobada que
sea la cuenta que presente o expida la Hermana encargada, se pasará a la Dirección para
darla el curso correspondiente.
Artículo 18. Habrá en la enfermería las separaciones convenientes en cuanto lo per-
mita el local para las enfermedades de Medicina, Cirugía, contagio y convalecientes, y
cuidando la Hermana de que las enfermas estén donde las corresponda.
Artículo 19. La Hermana enfermera tendrá un especial cuidado en que todos los de-
partamentos se limpien y ventilen diariamente y aunque no haya enfermedades contagio-
sas, se fumigarán una vez por lo menos cada día después de limpios.
Artículo 20. Dichas Hermanas suministrará por si todas las medicinas propinadas por
los Facultativos, sin fiarse de las colegialas asistentes, y cuidará también de que el boti-
quín este provisto de todo lo más necesario.
Artículo 21. Las convalecientes que estén en disposición de salir a paseo, lo verificarán
todos los días que el tiempo lo permita, acompañadas de la Hermana de la Caridad que nom-
bre la Superiora.

CAPÍTULO VI
De la ropería-almacén

Artículo 22. Como que en la ropería-almacén de la Inclusa están también por aho-
ra y por falta de local las del Colegio de la Paz, la misma Hermana es la encargada de
éstas, siendo aplicables en su virtud las reglas que se establecen en el cap. VIII del re-
glamento de la Inclusa, y con la misma obligación de remitir los estados que en aque-
llas se citan.
Para el cosido, recosido, composturas de ropas y demás que sea necesario y ocurra en
la ropería, se facilitarán a la Hermana encargada únicamente de 12 a 14 colegialas que se-
rán elegidas por la Directora: si hiciesen falta más dicha Hermana lo podrá en conoci-
miento del Director para que acuerde lo conveniente.
PEDRO ESPINA PÉREZ 309

CAPÍTULO VII
Ejercicios Espirituales

Artículo 23. Las colegialas se confesarán ordinariamente una vez cada dos meses, y
por extraordinario se las permitirá confesar el día de su santo, o cuando tuviesen devoción
o necesidad, siempre que lo hagan en algún día de fiesta en horas que no falten a sus obli-
gaciones, y esto de acuerdo con el Director espiritual, por si lo cree o no necesario.
Artículo 24. En las salas de labor y dormitorios rezarán las niñas las devociones que
acostumbran, sin distraerse de sus trabajos, y harán además cuanto se previene en los ar-
tículo 8.° y 11.
Artículo 25. Los días de fiesta, de nueve a diez de la mañana, se reunirán las colegialas
de la segunda edad en una sala y las de la primera en otra, acompañadas de la Directora-
Profesora y Maestras: en la primera se leerá un capitulo de Historia Sagrada o algún otro
libro de instrucción y buena moral a juicio del Director o de quien corresponda, haciendo
las Hermanas preguntas a las niñas hasta que lo hayan aprendido y apreciado bien: en la
segunda se enseñará la doctrina cristiana, menos en Adviento y Cuaresma que bajarán a
la iglesia.

CAPÍTULO VIII
Premios y castigos

Artículo 26. La Hermana Directora de las escuelas y las demás Maestras, pero siem-
pre éstas de acuerdo con aquella, pondrán a las niñas todos los días por la mañana la tarea
que deban hacer durante él, y tendrán en cuenta la capacidad de cada una.
Artículo 27. Las colegialas que concluyan su tarea antes de la hora de salir de las cla-
ses, continuarán trabajando en alguna otra labor, que les servirá también para las horas de
recreo, no siéndolas permitido recibir estas labores sino de mano de la Directora o Hermanas
que ésta delegue o autorice.
Artículo 28. Del producto que se saque de las labores que hagan las colegialas co-
rresponde a su tarea, se les abonará la quinta parte, y el total liquido de las que ejecuten
en las horas de recreo.
Artículo 29. Estos productos destinados a las colegialas se les irán imponiendo en la
Caja de Depósitos, Caja de Ahorros o donde se acuerde, y se les entregarán al tiempo de
tomar estado, o cuando salgan del Establecimiento definitivamente, en cuyo caso queda-
rá a beneficio del Colegio, así como el de las colegialas que mueran; y lo hará asi constar
la Directora en sus respectivos asientos y cuentas que rendirá a quien corresponda, según
la regla 4.a del cap. III de este reglamento.
Dicha Directora-Profesora será la encargada de fijar mensualmente a cada colegiala lo
que hubiere ganado.
Artículo 30. Para que las niñas no sean perjudicadas en sus intereses, la Directora
tendrá un libro en donde anotará con la mayor claridad las labores que hubiese hecho cada
una de ellas, y cuyo producto se capitalizará anualmente. Si alguna colegiala necesitare cual-
quiera cosa extraordinaria, y se hubiese hecho acreedora por su laboriosidad y buenas
prendas a que no carezca de ella, la Directora se la comprará del producto de sus labores,
310 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

lo cual servirá de estímulo a las demás indudablemente; pero para este caso es necesario
el asentimiento del Director o de quien delegue la Diputación provincial.
Artículo 31. Las colegialas que no hayan concluido su tarea, o cometido otra falta, por
leve que sea, lejos de tener premio ninguno, se les pondrá la nota de desaplicadas e impondrá
el castigo que sea justo.
Artículo 32. Las colegialas de la segunda edad que maltratasen a las de la primera con
golpes y otros actos impropios, o se maltratasen entre sí sean de la clase que quiera, serán
castigadas según merecieren por las personas encargadas de su vigilancia. Los castigos
disciplinarios en el Establecimiento consistirán en privación de recreo, en la imposición
de los trabajos más desagradables, aumento de sus quehaceres, penitencias, encierros y otros
análogos: pero nunca con crueldad.
Artículo 33. Todas las Hermanas de la Caridad asignadas a estos Establecimientos, es-
tán autorizadas para castigar en el acto a cualquiera colegiala que les falte, bien sea en
modales, respuestas, insubordinación u otra inconveniencia, o si contravinieren algún artí-
culo de este Reglamento; debiendo dar parte inmediatamente al Director para que le cons-
te, o para imponer mayor castigo, o ponerlo en conocimiento de quien corresponda, si el caso
lo exigiere.

CAPÍTULO IX
De la salida de las colegialas

Artículo 34. Habiendo acreditado la experiencia lo perjudicial que es a la moral y


buenas costumbres la salida de las colegialas a servir, ni el director ni persona o Corpora-
ción alguna podrán conceder licencia con este objeto; y únicamente podrán concedérse-
les las salidas para colocarlas de pasantes en algún Colegio, con las precauciones o infor-
mes necesarios, para el claustro o para las Hermanas de la Caridad.
Sin embargo, si alguna de las citadas colegialas, llegada a la edad en que las leyes la
consideren emancipada o mayor de edad, quisiera resueltamente salir de este Asilo, lo pe-
dirá por conducto del Director a la Diputación provincial, y ésta consultando a los Letra-
dos de la misma, acordará lo más conveniente; entendiéndose que una vez dada de baja en
el caso predicho, la colegiala que fuere no tendrá derecho alguno a volver a ingresar nue-
vamente en el Establecimiento bajo ninguna causa ni pretexto.
Artículo 35. Las colegialas no podrán recibir visitas de ninguna persona sin permiso
del Director o de quien corresponda, y nunca podrá concederse sino en las horas de recreo
o días festivos.
Artículo 36. Todos los días festivos que el tiempo lo permita, o cuando ordene el Di-
rector, saldrán las colegialas a paseo acompañadas de sus Maestras precisamente y demás
Hermanas necesarias, y en este punto no servirá más excusa que la de enfermedad; si al-
guna niña sin motivo alguno dejase de salir a paseo, la Directora y Superiora la impondrán
el castigo correspondiente.
Artículo 37. Dichas colegialas saldrán a paseo en dos secciones: una de las niñas ma-
yores, y otra de las pequeñas, acompañando indispensablemente a las mayores cinco Her-
manas, cuando menos, y cuatro a las menores, debiendo ir éstas fuera de fila para poder
vigilarlas mejor.
PEDRO ESPINA PÉREZ 311

Articulo 38. Si ocurriese que a la Inclusa y Colegio no hubiese suficiente número de


Hermanas para lo que previene el artículo anterior, bien sea por sus ocupaciones, enfer-
medad u otra causa cualquiera, la Superiora queda autorizada para pedir las que falten a
la Casa de Maternidad, sin que éstas puedan negarse para dicho servicio.
Artículo 39. Habrá en estos Establecimientos un departamento llamado de “Obser-
vación”, en donde ingresarán las expósitas o colegialas que, habiendo sido recogidas de
las personas con quienes hayan estado, o bien que se presenten espontáneamente, ya por
fallecimiento de las mismas personas o de alguna de ellas, o por otra causa, se considere
que su estancia entre las demás pueda ser perjudicial a la buena moral; y en él permane-
cerán con absoluta separación hasta que se juzgue si deben pasar al Colegio de la Paz o a
alguna otra parte que se crea conveniente, o bien si deben ser dadas de baja definitiva en
el pié de familia, atendidas sus circunstancias y edad.
Copiado por P. ESPINA PÉREZ
312 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

TORRE DEL PABELLÓN DE ‘ZORRILLA”

(Fotos: Rogelio Leal)


FUNDACIÓN JOSÉ “ZORRILLA MONROY”
12 de julio de 1881

La Junta de Damas de Honor y Mérito, y en su nombre la Presidenta, manifestó, que


por virtud del Testamento de D. José Zorrilla Monroy, había sido nombrada “Patrono de
la obra Pía” la Junta de Damas, la cual administrará el legado para los niños de la Inclusa
de Madrid, fundada por D. José Zorrilla, el día doce de julio de mil ochocientos ochenta
y uno. Cuyos fines son de aplicar exclusivamente las rentas de los bienes legados por el
testador para los niños lactantes y destetes, de la Inclusa de esta Corte, únicos que disfru-
tarán de los beneficios, principal punto de mira que tuvo el Sr. Zorrilla al instituir su pia-
doso legado, consecuente con tal pensamiento y mejor aún completándole en la práctica
en tan humanitaria y benéfica obra. Estudió los medios para librar de la muerte a muchos
niños que perecen por consunción, victimas de la crianza externa por faltarles los más ele-
mentales cuidados que la higiene moderna aconseja para su lactancia.
La Fundación Zorrilla, fue clasificada de Beneficencia particular a favor de los niños
de la Inclusa de esta Corte, por Real Orden de 14 de agosto de 1902, que aprobó con cier-
tas modificaciones la propuesta hecha para la aplicación de sus rentas por la Junta.
Luego dio unas reglas en que dispuso como las debían de cobrar las “amas”, de tal
forma que si una “ama” gana 60 reales de vellón al mes, la paguen otros 15 reales men-
sualmente por las rentas de la Fundación Zorrilla.
Para cumplir la voluntad del Fundador. D. José Zorrilla, la Junta de Damas, puso a su
disposición un pabellón de los construidos para tal fin, con suficiente capacidad para ser
albergados y cuidados, para que desaparezcan aquellas causas que tanto alarman a tan pia-
dosa Corporación. La fotografía corresponde a la Torre del pabellón de “Zorrilla”, cons-
truido para niños de tres a seis años.
Por último rendirá cuentas y presentará presupuesto al Protectorado anual y periódi-
camente.
Referencia, Apartado IV de las escrituras de la Junta de Damas. Inclusa 5.
P. ESPINA PÉREZ
314 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA”
Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han muerto, las que se han entregado a sus padres, las que se han prohijado y las
que se han remitido a los Colegios de Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, por años
desde 1.° de enero de l883 hasta 1902.

Número Niños Fallecidos Entregados Prohijados Remitido


Observa-
Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los
ciones
entrados en el año ingresados padres año Colegios
1883 1.471 1.313 89,0 135 7 79
1884 1.569 1.217 77,0 175 7 76
1885 1.527 1.301 85,0 169 6 69
1886 1.454 849 58,0 176 5 71
1887 1.447 911 63,0 183 5 101
1888 1.622 1.178 73,0 231 1 118
1889 1.581 1.099 83,0 205 5 79
1890 1.497 897 60,0 175 7 76
1891 1.438 891 60,0 217 2 85
1892 1.555 1.214 78,0 191 3 116
1893 1.468 1.293 88,0 230 3 94
1894 1.477 896 61,0 289 5 106
1895 1.440 1.160 80,0 231 2 100
1896 1.422 856 60,0 244 5 115
1897 1.412 645 55,0 231 3 150
1898 1.488 1.156 77,0 278 2 126
1899 1.457 1.204 82,0 324 5 99
1900 1.337 1.143 85,0 264 2 76
1901 1.346 996 74,0 245 2 70
1902 1.230 838 68,0 264 1 76

(1) Estos años, incluyen los fetos habidos en Maternidad.


(2) Los porcentajes de los niños fallecidos, se ha sacado del número de “Ingresados en el año”.
Datos elaborados por P. ESPINA
PEDRO ESPINA PÉREZ 315
BOSQUEJO BIOGRÁFICO

Hoy deben acudir en torno de una reciente tumba todos los que han sentido las terri-
bles angustias que se experimentan al ver morir un hijo, y cuantos sufren en esta época de
vacilaciones y dudas las enfermizas flaquezas de voluntad que inspiran los desengaños; los
unos, para dedicar un imperecedero recuerdo a quien la ha ejercido con más brillantez en
Madrid, durante muchos años, el penoso apostolado de la patología infantil; los otros para
imitar un noble, honrado y tenaz carácter.
Muy pocas gentes habrá en España que no conocieran al Dr. Benavente. La fama, no
siempre injusta, había hecho popular su nombre, que se pronunciaba como una esperanza
por los padres atribulados, y se repetía con respeto por los hombres de ciencia.
La muerte le ha arrebatado rápida y cruel, como certera bala que desarzona al aguerrido
general, y parece que consuela recordar en la soledad del atribulado campamento la bri-
llante página de su historia.
Allá en Murcia, el año de 1818, nació un niño de una modesta familia.
Estudia latinidad en su adolescencia, y empieza a recoger premios; su padre, al notar
tanto aprovechamiento, le inclina a la carrera eclesiástica; ansioso de ver, en un plazo no
muy lejano, convertido al estudioso discípulo del famoso colegio de San Fulgencio en un
ministro del altar. El temperamento y las aficiones del joven MARIANO se inclinan al ejer-
cicio de la Medicina; le presentan como obstáculo la carencia de recursos, pero él no se
rinde, entra en casa de un farmacéutico, y comienza a conocer el precio del pan ganado con
el sudor del rostro. Lánzase a la Corte, y hace la vida estudiantil de entonces en todo su
simérrimo esplendor, uniéndose a las comparsas de estudiantes, muchos de ellos futuras
celebridades, que hacían sus viajes cantando para disimular las privaciones, y recogiendo
ofrendas y ofensas.
Una vez, un alcalde de un pueblo de la Mancha, Tembleque, encarcela la estudiantina
por no poder pagar el derecho de tránsito; librándose de la prisión, gracias al jefe de una
columna que la sacó del poder del moderno Sancho.
En Madrid acude a las bibliotecas, copia libros enteros y comienza la carrera sentan-
do plaza de maestro, como Martínez Molina, Velasco y tanto más, gracias a la elección de
sus condiscípulos, que desde el segundo año de carrera le designan para que les dirija en
sus repasos.
318 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Y así concluye la carrera de Cirugía en 1845. Pero esto es un paso nada más; sigue con-
sagrado al estudio, y empieza su vida académica y periodística, figurando como secreta-
rio de la Academia Quirúrgica Matritense, y dirigiendo los Anales de la Cirugía. Matri-
culase en Medicina y gana todos los premios, viéndose de esa suerte libre de pagar los
derechos de matrícula; recibe la investidura de Licenciado con nota de sobresaliente, y al
mes le eligen en Villarejo de Salvanés como médico titular entre cuarenta aspirantes. Hace
la vida meritoria de médico rural en algunos pueblos de la provincia, donde prestó emi-
nentes servicios durante la epidemia de cólera de 1855, y se lanza de nuevo a Madrid, en
busca de mayor escenario donde desarrollar sus dotes de clínico. Para conseguirlo, opta a
las vacantes de médico del Hospital General y de la Inclusa y Colegio de la Paz, mereciendo
ser propuesto por unanimidad en segundo lugar en terna para la primera de dichas plazas,
y el primero para la segunda.
Como descanso estudia el doctorado, y el inquieto y rebelde estudiante que abandonó
la casa paterna, se ve convertido en Médico docto y reputado. Todo esto, que se desarro-
lla en el espacio de algunos años y se puede condensar en brevísimas líneas, representa una
suma inmensa de actividad, de inteligencia y de energía.
Desde entonces, honores, crédito, fortuna, se acumulan sobre el Doctor Benavente.
Ocupa en la Academia un puesto preeminente, dedicase al periodismo científico con asi-
duidad, y cultiva con deleite la literatura, en la cual tenía un puesto distinguido, que su mo-
destia se negaba a ocupar.
Su sagacidad clínica era proverbial, la exactitud de sus juicios corría parejas con la vi-
veza de su imaginación y la serenidad de su razonamiento.
El mismo día de su muerte, aun entraba en la alcoba de sus enfermos, con paso rápi-
do y corto, erguida la cabeza grasienta, cejijunta la frente, mudos los labios, cubiertos por
un bigote negro y recortado; brillantes y movedizos los ojos, que parecían dispuestos a sos-
tener una animada conversación sin decir palabra, pero que inquirían y escudriñaban con
avidez los detalles y fisonomías. Si era un niño enfermo, le examinaba y ordenaba lo que
creía indicado, saliendo las palabras de su boca con la sibilante rapidez de una perdigonada.
Ni se parapetaba en argumentos interminables, ni gustaba de metáforas y medias pala-
bras; decía su opinión escueta y lacónicamente, con la crudeza de un cirujano de hospital;
daba un caramelo al pequeño y llenaba de amarguras o de dulces esperanzas el cáliz que
el amor materno le tendía con mano temblorosa, volviendo a salir inmutable, aparentan-
do una tranquilidad catoniana, que realmente no sentía su amantísimo corazón de padre.
No; Benavente, como todo médico que trata a niños, experimentaba, sin duda, angus-
tias y zozobras, temores y esperanzas; pues no en balde había visto cumplirse muchas de
esas tremendas injusticias de la Naturaleza que dejan vacías no pocas cunas, y sabía que
no hay mayor sufrimiento que confiar en la salvación de un inocente, y verle después desa-
parecer repentinamente de los brazos.
Pero no sólo combatía la muerte. Le bastaba una frase, a guisa de manotada, para fus-
tigar las comadres y anonadarlas, destruyendo así errores y preocupaciones fatales para la
infancia. Manejaba la pluma, como la palabra, con fácil concisión, empleando con deli-
cada oportunidad una fina sátira. Sus artículos de popularización son notables, y el carác-
ter práctico que sabía dar a todos sus escritos científicos les hacía muy estimados.
Fue redactor durante muchos años de “El Siglo Médico” y en los últimos tiempos, a
pesar de hallarse abrumado por una numerosísima clientela, aun tenía tiempo para impri-

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PEDRO ESPINA PÉREZ 319

mir carácter y figurar como Director honorario de una Revista de enfermedades de la in-
fancia, fundada bajo su inspiración: EL HOSPITAL DE NIÑOS.
Espartano en sus costumbres y en sus actos, veíasele parco en la mesa, sobrio en las
conversaciones, exacto siempre, justo en toda ocasión.
Su nombre era una garantía de justicia en los tribunales de oposición, y su firma se co-
tizaba muy alto en las esperas de la probidad.
Su muerte fue, como su vida, rápida, y previéndola siempre y como receloso de ella
dejó perfectamente consignados, con letra clara y pulso sereno, sus postreros deseos. En
ese documento condénsase su espíritu sereno y firme en todo momento, no se advierte va-
cilación en los trazos; de haberle podido observar mientras lo escribía, el rostro estaría in-
mutable como si anotara cualquier detalle de su vida doméstica, que regía con la regula-
ridad de un patriarca.
Renuncia al derecho de embalsamamiento que concede la Sociedad de compañeros a
que pertenecía, pues deseaba abreviar sus exequias; concede por única vez en su vida que
las condecoraciones fueran sacadas de los estuches para figurar en su féretro. “SÓLO ASÍ
LAS OSTENTARÉ PÚBLICAMENTE”, dice.
Apasionado por su familia, rendía un culto ferviente a la amistad. Durante treinta años
vivió en entrañables y amistosas relaciones con su compañero el Dr. Casteló, con quien te-
nía tantas semejanzas, y ¡admírese este detalle! No se tutearon jamás. Y no fue por falta
de cariño, pues el venerable práctico era para él un hermano, que, como otros muchos an-
tiguos amigos, al acudir a su lado y en los instantes de alarma, hallaron exánime a quien
algunas horas antes salía a visitar un enfermo, presidía la mesa como de costumbre, y de-
jaba abierto un tomo de dramas de Shakespeare sobre un diván. Él mismo dictó su última
receta, cayendo sin proferir un lamento, alanceado por los pertinaces y dolorosos ataques
de una angina de pecho.
Ninguno de cuantos estábamos acostumbrados a verle casi diariamente creíamos su
muerte. No ha bastado contemplar horas enteras su rostro yerto, ni ocupar en su despacho
su mismo sillón, precisamente al amanecer del día en que nos reuníamos mensualmente
los compañeros del Hospital del Niño Jesús, de que era dignísimo Director y Decano.
Aquel gabinete, cuyas pareces estaban recubiertas de libros y cuadros que unían la
idea de la infancia a la de ciencia, parecía despertarse con los primeros albores de la ma-
ñana a la misma hora que lo hacía su dueño; hubiérase dicho que los diccionarios que ya-
cían tendidos sobre los armarios se alzaban trabajosamente y miraban a través de sus ro-
jos tejuelos, inquietos por la tardanza del que vivía siempre acaraciándolos con verdadero
mimo. Todo reclamaba la presencia de aquel hombre activo: desde la escribanía con man-
chas de tinta aun recientes, hasta el barómetro diariamente consultado; el tic-tac del reloj
me parecía revelar una impaciencia continuada, y hasta imaginé que la preciosa figurita
de barro, de Vallmitjana, que representa una niña enferma, se incorporaba inquieta… ¡Al
pensar entonces que no volvería jamás a oír a aquel hombre, cuyos consejos y cuya amis-
tad tanto estimaba, los sollozos que partían del fondo de la casa uniéronse a las lágrimas
que hervían y brotaban del fondo de mi corazón!
Sus hijos han acompañado al cementerio a su amado padre; éste hubiera hecho segu-
ramente con ellos otro tanto, y en la tristísima caminata emprendida recogíanse suspiros,
lágrimas y bendiciones.
320 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Hubiera sido preciso ser de mármol para no sentir emoción profundísima al escuchar
las tiernas frases pronunciadas por las pobres gentes del barrio de Embajadores. A la puer-
ta de la Inclusa y Colegio de la Paz, las probrecitas huérfanas, que llaman padre a todo aquel
que les hace bien, lloraban en silencio bajo su velos blancos. Por la mañana, las pequeñas
habían corrido a cogerse al hábito de las hermanas gritando: ¡Que venga D. Mariano, por
Dios! ¡No queremos otros médico, hermana! Sencillas palabras que encierran un poema
de ternura y gratitud.
Fue un detalle conmovedor ver que siguieron a pie al séquito, de lejos hasta el ce-
menterio dos hermosas y aristocráticas jóvenes, acompañadas de sus padres. Con pareci-
do homenaje de piadoso y cristiano cariño hace porque que conmemoraban la muerte del
Salvador del mundo: ¡qué muchos hicieron lo propio con quien les había salvado la vida
tantas veces!
Sobre el féretro yacían multitud de coronas; seguían el cortejo las personalidades más
salientes de la Corte, unidad a un compacto acompañamiento.
¡Que mejor prueba de que alguna vez el mundo sabe premiar el trabajo honrado, y de
que, si en esta egoísta sociedad en que vivimos hay un espíritu noble y levantando que siem-
bra el bien con mano pródiga, a despecho de las acechanzas de la envidia, a pesar de las
traiciones de los perversos, cosechas después de la muerte un glorioso recuerdo en la me-
moria de los hombres, un eterno descanso en el mundo de las almas!

Copiado por P. ESPINA PÉREZ 15 de abril 1885 Dr. TOLOSA LATOUR


“LA VIDA EN MADRID”

Como yo pretendía cuando inicie esta andadura apostillar el compendio con cuantos
datos, citas y acontecimientos fueron ocurriendo a lo largo de la historia de la “Real In-
clusa de Madrid”. Hay que argumentar al respecto que, “Madrid en sus diarios” recoge
abundantes noticias insertadas en ellas a lo largo del siglo XIX, informando de las mu-
chas rifas que se organizaban de todo cuanto podían: alhajas y otros enseres; y el famo-
so “Cerdo” por San Antón, (que según cuentan siempre tocaba a los mismos), también re-
alizaban comedias, teatro, etc. Esto y más hacían con tal de allegar algún dinero,
aprovechando cualquier coyuntura o fiesta de “guardar”, como se decía en tiempos pa-
sados para obtener recursos con que alimentar a los desamparados niños.
Otras de las formulas que aparecen con cierta frecuencia en los resúmenes mensua-
les correspondientes a los “ingresos” conseguidos por las:
CONDENACIONES: impuestas por sanciones o condenas; multas que ponían en di-
nero las salas de justicia de las ciudades, en que ordenaban satisfacer las condenas, en
beneficio de los diferentes hospitales de la Corte o de las Instituciones benéficas para sa-
car algunos fondos y con ellos ayudar al sostenimiento de las criaturas acogidas.
Se veían obligados a realizar estas rifas, ya que en parte estaban a merced de las li-
mosnas, etc. Puesto que las asignaciones oficiales eran mínimas, y no llegaban ni mucho
menos para las muchas necesidades y cuidados que requerían las criaturas. Así que an-
tes de dejarlas morir tenían que hacer todo lo que estaba a su alcance, como relata el au-
tor ENRIQUE SEPÚLVEDA, en las páginas 142 hasta 149. de su obra:

“LA VIDA EN MADRID: EN 1887”

N.º 7. PARA LOS NIÑOS DE LA INCLUSA (Coro de señoras)

La ceniza en la frente debiera ser un diploma de honor para los homos y las homas que
la reciben todos los años. Y digo homa y no mullier, en recuerdo de aquella beata colmi-
lluda que al recibir la ceniza con el memento homo, interpeló al oficiante con voz de cas-
cajo:
—Perdone, padre, que soy homa y no homo.
322 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Debiera ser la ceniza polvo de purificación, como el agua del bautismo, pues para eso
se administra el miércoles siguiente al Carnaval, tras la orgía tempestuosa que obliga a la
Iglesia a celebrar durante los tres días funciones de desagravio.
Pero la devoción culta no se preocupa mucho del memento fúnebre, entierra con júbi-
lo la sardina en el Prado antes que los fieles del pueblo la sepulten en el Canal, y si que-
da algún cotillón por concluir en los salones, lo baila compungida con la ceniza en la fren-
te, meditando en el ayuno cuaresmal, en la pescadería de Martínez, en el ascético bacalao
y en la clemencia divina, que perdona los excesos gastronómicos de los que promiscúan
sin bula y comen carne con ella.
Así fue sigue siendo la devoción católica semi-pagana, acomodaticia y banal, que no
teme pecar siete veces al día como los santos, porque se arrepiente otras tantas veces, y está
segura de encontrar absolución en la benignidad del confesonario. Si la ceniza con su re-
cuerdo triste no es la penitencia del cuerpo, ni el luto del alma, es por lo menos un aviso,
una admonición, un toque de la campanilla mística que llama a los católicos a recogerse
en las naves del santuario donde se celebran los cultos de la Cuaresma, y más tarde, en la
Semana Mayor, los misterios de la Pasión de Cristo.
El momento es crítico para el mundo elegante: no se puede bailar cuando llora la Igle-
sia; no se debe hacer música, aunque sea sagrada, porque los cantantes de profesión y los
aficionados pueden ser agentes del ángel caído; no se juega a los naipes, porque es un can-
sancio para los viejos y un aburrimiento para los jóvenes que sienten hervir la sangre en
las venas y bailarles los pies; no se murmura fuerte, porque siempre es pecado, no se ha-
bla de frivolidades, porque los ingenios chic de los salones, los profesores de sprit —como
dicen nuestros vecinos— se sienten humillados al tararear conceptos relamidos para que
no se duerman las señoras del corro.
Por eso, aunque a regañadientes, el escenario de los salones cambia desde el Miér-
coles de Ceniza, o hace como que cambia. Guardando las formas y el incógnito. El pia-
no de cola se cierra, las colgaduras de brocado se recogen, los escotes suben hasta la gar-
ganta, los vestidos bajan hasta cubrir los pies, los tocados no piden la palabra para causar
asombros, y en lugar de pedrerías orientales como las que uso Cleopatra, y de brazale-
tes indianos en las muñecas, como los que llevaban las hijas del sol y del serrallo, las
señoras católicas bien nacidas, por el hecho de ser astros del gran mundo, ponen de
PEDRO ESPINA PÉREZ 323

moda el rosario de Santa Brígida, de cuentas blancas, y el devocionario encuadernado


en cuero de Rusia por tener esta piel dejos varoniles de ilusiones castas, en el aroma
misteriosos de sus tapas.
Siempre lo divino junto a lo humano; la tentación en un perfume simbólico; el diablo
a todas horas detrás de la cruz, acechando el momento de coger a su víctima… pero ésta,
aunque vacila; no siempre se rinde; quiere, es verdad, conciliar lo inconciliable; busca fór-
mulas y pretextos imposibles para continuar en Cuaresma la vida disipada de los grandes
banquetes, el placer de las recepciones, y no hallándolas, acaba por anunciar muy resuel-
tamente a sus comensales.
—Caballeros y señoras: he dado a mi lacayo la orden de decir: “La señora recibe.”
—¿Qué dice V.? Que hay recepción solemne todos los días en la casa de Dios, y la se-
ñora no quiere faltar.
¡Honor a las damas que por ir a la iglesia en Cuaresma, no reciben en sus brillantes mo-
radas¡
En cuanto se aproximan los días melancólicos de la Semana Mayor, todas las socie-
dades de Beneficencia y congregaciones piadosas, todas las damas con y sin escapula-
rio, así las que ostentan títulos linajudos y grandes apellidos aristocráticos, como las
elegantes que se visten por mano de modisto y las que se arreglan en casa de tapadillo,
solas con los figurines de La Moda, de Abelardo de Carlos, todas se hablan esos días con
agitación, se citan y se juntan en meetings por distritos para repartirse las mesas de pe-
titorio de las iglesias donde hay monumentos el día de Jueves Santo, y la cohorte es tan
numerosa y selecta, y se distribuye con tal acierto en guerrilla y en pelotones, mezcla-
das las jóvenes más bellas con las señoras de mejor ver, que las mesas cubiertas con el
inexcusable tapete de damasco encarnado, las bandejas de plata y los candelabros de
idem, parecen estuches de joyas o reverberos de brillantes, que tal semejan los ojos ar-
dientes, llenos de vida y magnetismo, de las que piden bajo el velo de encaje negro de
la mantilla nacional, de esa mantilla tentadora y coquetona que inspiró a la musa popu-
lar las siguientes bellísimas seguidillas:

Una tarde en el cielo


se armó la gorda,
porque encontró San Pedro
la puerta rota.
Contando al otro día
los angelitos,
vió que faltaba de estos
el más bonito.
Yo, más afortunado,
lo hallé en Sevilla,
envuelto entre los pliegues
de una mantilla.
Luciérnagas de la noche callada que alumbran y saben iluminar también en los cora-
zones, escenas de amor, rebuscan cariñosas los bolsillos tímidos para vaciarlos en las ban-
dejas de la caridad. Desde el Domingo de Ramos hasta el Jueves Santo., gimen todos los
pupitres aristocráticos bajo la pluma leve, lenius plumis, de las hadas benéficas que esta
vez no trazan con patitas de mosca conceptos rutinarios ni expansiones atrevidas. Esta vez
324 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

se limitan a disparar prosáicamente a sus amigos, con la crueldad femenina más distinguida
y el sans façon más despreocupado, el siguiente torpedo:

LA CONDESA DE LIEBANA
Participa a su querido amigo F. Que el Jueves
Santo, de tres a cinco, pedirá para los
niños de la Inclusa en las Calatravas.
Alguna pedigüeña independiente hay con aspiraciones literarias, que glosa la invitación
de esta manera: “Recuerdo que lee V. Correctísimamente y con intención, aquellos versos…
de no sé quien:
“Por un beso de tus labios
diera un reino Boabdil…”

“Por solo un doblón de cinco duros, puede usted ganar un reino, y si se empeña en ga-
nar el cielo, le digo que soy como las hijas de Polonia, que se dejan besar por la patria, con
su cuenta y razón. Venga un billete de 2.000 reales para los niños pobres y envíe usted por
el beso”. (Histórico).
Al empezar los Oficios, todas las mesas aparecen ocupadas por señoras y señoritas
que piden. Es una verdadera barricada de amazonas hermosas, inabordables. La mitad de
ellas mira y apunta a la derecha; la otra mitad a la izquierda, y no dejan de mirar mientras
el sonido argentino de una moneda de plata de veinte reales, repiqueteando en la bandeja
con vertiginosa rapidez, con verdadera furia, da el alto a los fieles y les obliga a pagar el
peaje del templo. La bolsa o la vida, parece decir ese fuego graneado de tintines, que toca
laudes y no deja de atraer monedas.
El redoble de llamada, produce siempre efecto en los contribuyentes. Unos tras otros
van llegando a la bandeja con aire de doctrinos castigados, y dejan caer las monedas de
PEDRO ESPINA PÉREZ 325

golpe para que hagan mucho ruido. Al escucharlo, el consistorio femenino contesta con una
sonrisa llena de promesas graciosas, y esta es la recompensa celeste que dan las bellas
postulantes a los benefactores de los niños expósitos.
El invitado por medio de tarjeta, procura acercarse solo a la mesa para que le vea bien
la dama que le ha comprometido. Mira sin sonrojarse a los ojos de todas las simpáticas li-
mosneras, se fija singularmente en la suya, y ¡zas ¡ahí queda una moneda de cinco duros,
o un billete de diez, o una onza de oro, si por casualidad el incauto es banquero o cosa pa-
recida. La señora… de la Inclusa (así las llaman en Zaragoza) conmovida con la esplen-
didez del donativo, se levanta de su asiento con mucha elegancia y aunque en la iglesia no
se debe hablar, da las gracias en alta voz para que se sepa que el despilfarro caritativo se
ha hecho en honor o… por amor de ella.
La nube de incienso que desde el altar mayor se esparce en este instante por las bóve-
das de la iglesia, no permite ver claro el cruce de electricidades que se cambian de ella a
él, cuando cae en el plato el oro de la limosna que da la vanidad, excitada por el atractivo
de una sirena devota empeñada en recoger más doblones que sus compañeras.
Do ut des, parece decir él, con su mirada intensa y anhelante.
— ¿Le parece a V. Que es poco el cielo —contesta ella—. Pues eso es lo que va V.
ganado.
--------------------
Al llegar aquí se apagan las luces del tabernáculo, para volverlas a encender el
Viernes Santo con nuevos concurrentes madrugadores, y nuevos repiqueteos en las
bandejas, que al fin de la campaña se retiran para gloria de las nazarenas de la Inclusa re-
gional, cubiertas de oro, plata, billetes de Banco, perros grandes y chicos… y algún bille-
te de lotería.
Más tarde se procede al recuento de beneficios, y al verificar la suma ninguna se acuer-
da ya de que para aumentarla han dividido a muchos amigos.
¡Bendita sea la Caridad ¡.
--------------------
NOCHE BUENA —I— La Noche buena se viene… En la página 506, dice: El que no
tiene padres, ni hijos, ni mujer, ni hermanos; nadie que le guíe a la mesa, nadie que reco-
ja su brindis, ni el ósculo de amor que se cae de sus labios, ese infeliz se muere de triste-
za en el rincón de una fonda, envidiando a los mendigos que tienen familia, y llorando su
soledad antes poblada de seres amados.
El que no tiene en la noche de Navidad una madre que le estreche en su seno, una
esposa que le aliente al trabajo, un hijo que recoja sus caricias, y un árbol a que arri-
marse, puede creerse el más desgraciado, el más solo, el más olvidado de los seres
humanos.
Por Enrique Sepúlveda
“LA VIDA EN MADRID” EN 1887 (Año tercero.)
Publicado el año 1997
P. ESPINA PÉREZ
326 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID
NIÑOS ABANDONADOS Y CASAS DE EXPÓSITOS:
LA INCLUSA DE MADRID

Si la pobreza y la marginación social constituían un obstáculo a la hora de acceder a


la asistencia sanitaria, el problema de los niños expósitos se presentaba como un tema pa-
radigmático en este sentido, ya que su marginación, como ha demostrado Antonio Do-
mínguez Ortiz, era completa (1):
“Pues bien, el expósito quedaba al margen de estas leyes o tabúes sociales: tenía con-
tra él la sospecha de ser el fruto de una unión ilegítima, de haber sido concebido en pe-
cado; no tenía padres reconocidos, no pertenecía a una familia y, por último, su indigen-
cia era absoluta”.
De igual manera, las casas de huérfanos, inclusas, casas cuna, etc., constituyen un mo-
delo típico de las instituciones benéficas de la Edad Moderna caracterizadas por prestar una
ayuda parcial y escasamente efectiva, lo que puede comprobarse muy especialmente al
analizar los aspectos higiénicos y sanitarios de la atención prestada a los niños.
Ciertamente, el abandono de los niños ha sido un hecho constante a lo largo de la his-
toria, pero es a partir de los siglos XVI y XVII y, fundamentalmente del siglo XVIII, cuan-
do se despierta un cierto interés por su cuidado y educación, alcanzando éste a los expó-
sitos. Los primeros hospicios de occidente surgen en la Edad Media: (2) Milán en 787;
Montpellier en 1010; Marsella en 1199; Lérida en 1199; Florencia en 1421; Guadalupe en
1480, etc. En Madrid, la Inclusa surge un poco después, aunque la fecha de su fundación
no parece estar muy clara entre diversos historiadores. La mayoría de los autores sitúan en
1567 la fecha de fundación de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y las Angus-
tias en el convento de la Victoria de Madrid, siendo a partir de 1576 cuando la Inclusa ya
funcionaba como tal, (3). Este nombre de Inclusa procedía de la ciudad holandesa de En-
kuissen, de la que un soldado español trajo una imagen de la Virgen de la Paz rodeada de
ángeles y con un niño a sus pies, imagen que fue cedida por Felipe II a la mencionada co-
fradía y desde entonces se la conoce como la Virgen de la Inclusa (4).
Desaparecida la cofradía en 1651, su obra se mantuvo bajo la protección real, siendo
en el siglo XVIII cuando la Inclusa sufre mayores reformas especialmente desde 1789
bajo la dirección de la Condesa de Montijo. Estos intentos reformistas hacen que, en 1790,
el Consejo de Castilla solicite a los diferentes prelados del reino un informe del estado en
que se encontraban los expósitos, el número de casas y las condiciones que presentaban.

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328 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Informes y pequeñas reformas que no evitaron los problemas de fondo, como en la In-
clusa madrileña que contaban con un déficit regular de 50.000 ducados (5). Ante ésto sur-
gieron diversos autores en defensa de la educación y cuidados del niño, destacando Anto-
nio Bilbao, quien denunció la dramática situación en que se encontraban las Inclusas
españolas, la escasez de medios, alimentación e higiene que aseguraban la mortalidad de
todos los expósitos (6).
A pesar de estos cambios, la Inclusa seguía sin conseguir sus propósito manteniendo unas
elevadas cifras de mortalidad (7), y una precaria asistencia a los niños que a ella se le con-
fiaban. Este hecho no era exclusivo de la Inclusa madrileña, sino que puede constatarse en
casi todos los hospicios (8); por ello, a principios del siglo XIX siguen levantándose voces
de protesta contra la mala situación en que se encontraban estas instituciones, como son Ar-
teta (9), Xavier de Uriz, obispo de Pamplona (10) y sobre todo Luzuriaga (11).

MEDICINA, HIGIENE Y CUIDADOS INFANTILES A PRINCIPIOS


DEL SIGLO XIX

Ciertamente, las reformas ilustradas hicieron que surgieran multitud de obras de pro-
testa; sin embargo es precisamente la de Ruiz de Luzuriaga la que puede ofrecernos una
visión más específica de los aspectos sanitarios, dada su formación académica.
Nacido en Villaro (Vizcaya), en 1763, hijo de médico rural. A los 17 años, Ignacio Ma-
ría estudia medicina en París y posteriormente en Londres y Edimburgo, lo que le permi-
tió conocer directamente los grandes progresos de la medicina europea.
Trabajo intensamente en el campo, ya iniciado por su padre, de la inmunización contra
la viruela, la vacuna fue publicada por Jenner en 1798 y en España fue muy defendida por
Piguillem y Salva y Campillo. Luzuriaga contribuyó igualmente a su divulgación al iniciar
las vacunaciones en 1801 a sus tres sobrinos y manteniendo una constante corresponden-
cia con médicos europeos, recogiendo sus resultados y enviando estos informes al rey.
Además de estas contribuciones, Ruiz de Luzuriaga destacó en el campo de la higie-
ne llegando a ser considerado “el verdadero inspirador de todas las reformas sanitarias
que se llevaban a cabo en nuestra patria” (12). En 1820 fue nombrado miembro de la Co-
misión de salud pública y beneficencia, participando en la primera ley de beneficencia
que encomendaba a las juntas municipales el cuidado de las Casas de maternidad y hos-
pitales de convalecientes y locos. Hay que destacar, sin duda, su participación en las re-
formas sanitarias de las inclusas y maternidades, lo que le llevó en 1817 a escribir su obra
sobre las Inclusas, la cual hemos utilizado como base de este trabajo, a través de cuyos ex-
tensos volúmenes podemos conocer la situación sanitaria del niño español en el siglo XVIII
y principios del XIX y cuáles eran las reformas que se intentaban establecer, procedentes
de Europa. Demostrando en esta obra una especial dedicación hacia la alimentación, calor
y aire puro, así como a la prevención de la escarlatina, el sarampión y la sarna.
Un aspecto primordial que Luzuriaga destaca para el buen funcionamiento de la Inclusa,
es la llegada y admisión del niño.
Una Real Cédula del 11 de diciembre de 1796, ordenaba crear una casa principal por
obispado, con otras subalternas por partido sin exceder una distancia de 14 leguas de la prin-
cipal y se encargaba a los párrocos y a la justicia que al recoger un niño expósito, éste fue-
se reconocido por un médico o mujer experimentada, que se le atendiese en lo posible y
PEDRO ESPINA PÉREZ 329

buscasen también una nodriza evitando ser enviado a la Inclusa principal. Sin embargo, lo
que parece una reforma lógica y adecuada no era más que una ley que nunca se cumplía
como refleja el obispo de Pamplona al escribir… al parecer no es posible todavía… ha-
biendo de esperar a tiempos más felices…” (13).
Si estudiamos la distribución de inclusas por el país, podemos comprobar como la
mortalidad es mayor en aquéllas que recogen mayor número de niños y procedentes de
lugares más lejanos, como en Santiago y Zaragoza, donde sólo había una Inclusa prin-
cipal. También la Inclusa de Madrid registra una elevada mortalidad, el 77%, que au-
mentaba aún más justo en los años con mayor número de admisiones, como ocurrió en-
tre 1750-59 y 1792-1801, cuando los ingresos aumentaron un 43, 5% y el porcentaje de
fallecidos aumentó un 274, 6% (14). Frente a estas Inclusas se encontraban otras don-
de el destino de los niños era mucho más favorable (15), como la de Guadalupe dirigi-
da por los monjes Jerónimos, ellos mismos médicos, y mujeres de la Puebla con una
mínima mortalidad debida también al escaso número de niños que acogían, tan sólo 66
(16). En general la mortalidad descendía en aquellas regiones donde las casas-cuna eran
más numerosas como ocurría en Andalucía occidental y Cataluña o por ejemplo en Ovie-
do, fundada mucho después como indica Luzuriaga: “La única inclusa de España com-
parable en algún modo con las de Dublín y Londres es la de la ciudad de Oviedo, erigi-
da en 1751…” (17).
Un problema importantísimo, tanto por su frecuencia como por su dramatismo, era el
viaje del niño expósito hasta la Inclusa. En el siglo XVIII, los caminos existentes eran aún
las rutas ideadas en 1546 por Juan Villuga (18), por las que los expósitos eran conducidos
por desconocidos que los transportaban en cestas en los carros e incluso en las alforjas de
una caballería, tapados con una manta y siendo mejor o peor alimentados, según fuese el
individuo que los acompañara. Era frecuente que usaran vino para calmar el hambre del
niño y a veces los amontonaban y esperaban a tener 3 ó 4 para conducirlos en un sólo via-
je. En estas condiciones no es de extrañar que la mortalidad en el camino fuese elevadísi-
ma y que si llegaban vivos a la Inclusa lo hacían en unas condiciones lamentables. Mues-
tra Luzuriaga numerosos ejemplos del estado en que llegaban los niños a la Inclusa de
Madrid procedentes de pueblos de hasta 12 leguas, destacando alguno por la expresividad
de la descripción.
“Hallándose de guardia mi Sra. la Marquesa de Fuerte Hija, presenció que uno de es-
tos conductores traía una criatura encerrada en una cesta con la cabeza magullada y re-
conviniéndole acerca de su barbaridad de dar tan mala cuenta del infante que se le había
confiado, respondió en un tono bárbaro y grotesco que no cabiendo bien en la cesta, le apre-
tujó para que cupiera” (19).
Un aspecto esencial que no debía descuidar ninguna Inclusa era el “torno”. Los padres
no entregaban abiertamente al niño sino que lo hacían en el torno para no ser vistos y, ge-
neralmente, de noche.
Para facilitar esto, todas las Inclusas debían disponer de un torno en un lugar accesi-
ble, pero donde las personas que se acercaran a depositarlo no pudiesen ser vistas por los
demás.
El torno sería atendido permanentemente por una mujer de confianza dispuesta a re-
coger al niño, contactar con la superiora, registrar todos los datos que del recién naci-
do pudiera recoger e iniciar sus cuidados, dado el lamentable estado que presentaban
(20)
330 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

NIÑOS EXPÓSITOS Y MEDICINA INFANTIL EN ESPAÑA A PRINCIPIOS


DEL SIGLO XIX

Era fundamental registrar cada niño que ingresaba para, así, por un lado, saber el nú-
mero de expósito y cual era su destino y, por otro, asegurar su identidad por si en algún
momento eran reclamados por los padres.En los libros de entradas se registraba la fecha,
el nombre si se sabía, la edad aproximada, las ropas que llevaba y se adjuntaba si tenía al-
gún papel escrito, referente a su legitimidad o su procedencia, que permitiera luego reco-
nocerlo y se indicaba si el niño estaba vacunado o bautizado. En algunos casos, pero no
en todos, se registraba la fecha de defunción o de devolución a sus padres o la fecha en que
salían a criarse con las nodrizas (21). Estas anotaciones no eran minuciosas, por lo que no
servían para controlar la evolución del niño. Este abandono refleja la escasa atención que
se prestaba a los expósitos en algo tan esencial como su registro; por ello, no resulta difí-
cil imaginar el deficiente control y seguimiento médico que de ellos se debía hacer, más
aún cuando eran cuidados por “amas” fuera de la Inclusa.
Una vez que el expósito era admitido y registrado, se iniciaban los cuidados. La pri-
mera atención la recibía de la mujer que hacía guardia en el “torno”. Según el estado en
que llegara el niño, lo primero que se hacía era limpiarle, ponerle ropas adecuadas y ca-
lentarlo con mantillas y al calor de la lumbre, tras lo que era examinado por un facultati-
vo buscando signos de enfermedad fundamentalmente el “gálico”.
Los niños permanecían un cierto tiempo en un cuarto de prueba hasta comprobar su
salud, antes de ser mezclados con los demás. Se separaban los sanos, que pasaban a las
habitaciones con el resto, de los que padecían enfermedades venéreas, que debían ser ais-
lados (22). El hospicio debía tener sus salas divididas, según los niños que en ellas se
fueran a alojar, en: salas para enfermos de “gálicos’, para “pasmaos de frío”, etc. (23).
queda reflejado aquí el conocimiento en la época de la gran contagiosidad de ciertas en-
fermedades y de la preocupación por una medicina preventiva. Datos parecidos se re-
gistran en el Hotel Dieu de París (24), donde los médicos encargados del hospicio se ocu-
paban también de vacunar a los niños a su llegada al mismo y, posteriormente, cuando
eran enviados con las nodrizas a la campiña, eran revacuados por los cirujanos encar-
gados de asistirlos allí.
Uno de los aspectos que Luzuriaga va a considerar como fundamental para la salud del
niño durante toda su vida, es el calor (25). Admite que la sangre circula con dificultad por
las extremidades y sólo el calor lo puede favorecer. Si al nacer el niño se enfría, toda su
vida se calentará con dificultad y padecerá de sabañones y condensaciones de linfa y ten-
drá poca sensibilidad y destreza en sus extremidades.
Asegura la necesidad de mantener la fontanela anterior muy abrigada desde el naci-
miento para evitar la tos, catarro y convulsiones. Luzuriaga diferencia entre el calor de
la estufa, que sólo caliente superficialmente, del calor de una llama, con luz, que tenía
los mismos efectos beneficiosos que el sol, pues ese calor, sí se combinaba con la eco-
nomía animal. También admite como buenos métodos para calentar al niño la ropa de
lana, con la que debía ser envuelto desde su llegada a la Inclusa. Igualmente reconocía
la importancia de la eliminación del meconio, que creían sólo se expulsaba al percibir
el calor para lo que se recomendaba envolver bien al recién nacido en pañales calientes
y aconsejaba, además, que la primera leche que el pequeño mamara fuese la de su pro-
pia madre.
PEDRO ESPINA PÉREZ 331

Sala del “torno” en la “Inclusa” de Madrid 1861.

Notas que llevaban los niños al ser entregados a la “Inclusa”.


332 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Durante esta época del siglo XVIII, se empieza a conceder climáticos que influyen
sobre el desarrollo del niño y favorecen en algunas ocasiones la aparición de ciertas en-
fermedades. Hasta entonces, se habían edificado las Inclusas sin prestar atención al cli-
ma, espacio, distribución, etc., pero es ahora cuando se inician las discusiones sobre el
lugar más idóneo para la crianza de los niños. Vemos así como X. Uriz defiende los si-
tios soledados, con luz, buena ventilación y agua abundante, por lo que aconseja la ins-
talación de las Inclusas en la campiña donde las criaturas llevan mejor vida corriendo
por el campo, con mayor espacio para jugar, aires más puros y donde los productos ne-
cesarios para su cuidado son, además, más baratos. Sin embargo a pesar de asegurar las
ventajas del campo sobre la ciudad, Uriz considera que la organización de la Inclusa en
el campo sería mucho más dificultosa al depender del celo de directores y donde sería
más difícil que en las ciudades encontrar personal cualificado para atender la institu-
ción, así como facultativos de mérito que se ocuparan de los niños, por todo ello con-
cluye que, a pesar de las ventajas naturales de la campiña, es mejor construir las Inclu-
sas en las ciudades y facilitar la salida de los niños a ser cuidados por nodrizas en el campo
(26). Denuncia en su obra, Luzuriaga, que en España se había desatendido la importan-
cia del aire puro y la ventilación, prueba de ello era la situación de la Inclusa madrile-
ña en sus comienzos, en el centro de la población, cerca de la Puerta del Sol, que tras
una leve mejoría al ubicarse en la calle del Soldado, volvió de nuevo a empeorar al ser
trasladado a la calle Embajadores (27).

NIÑOS ABANDONADOS Y CASAS DE EXPÓSITOS: LA INCLUSA DE MADRID


Además del cuidado en las edificaciones, otro aspecto al que se concedía gran impor-
tancia en la atención de los niños eran las ropas que éstos debían utilizar, para facilitar su
crecimiento y el ejercicio necesario. En el siglo XVIII se inició una defensa del crecimiento
libre de trabas corporales, eliminando fajas y ropajes apretados. Así X. Uriz destaca la ne-
PEDRO ESPINA PÉREZ 333

cesidad de tener siempre abundante ropa limpia y muy seca, que las envolturas no les opri-
mieran y recomendaba tener a las criaturas un rato sueltos, abrigándolos según el tiempo
que hiciera. Al igual que veíamos con la distribución de las salas, se aconseja no mezclar
nunca las ropas de los niños enfermos con las de los sanos. Ya hemos indicado la impor-
tancia que Luzuriaga concedía al mantenimiento del calor, para lo que aconsejaba la utili-
zación de distintos abrigos según el clima, por lo que aquel debía ser diferente para cada
Inclusa y nunca debía comprimir al niño para no sofocarlo ni debilitarlo. En las regiones de
aire frío y húmedo donde eran muy frecuentes las hidropesías, toses y asmas, aconsejaba
utilizar ropa de lana que se debía lavar frecuentemente para que guardara bien el calor.
Aconsejaba también el ejercicio, pues reconocía la falta de movimiento en el niño como cau-
sante de enfermedades de los nervios, hipocondrías y convulsiones (28).
En esta época, tanto el personal sanitario como los directores de las Inclusas eran muy
conscientes de la elevada mortalidad de los expósitos debido, en gran medida, a su larga
permanencia con un gran número de niños hacinados, frente a las ventajas de las criatu-
ras criadas en el campo, atendidos cada niño por una única mujer. Las ventajas de este
sistema de crianza radicaban, por un lado, en que la mujer cuidaba con más esmero a un
único niño que en la Inclusa donde la misma mujer debía atender a muchos a la vez; por
otro lado, un único niño para una mujer no representaba ningún problema de alimentación
mientras que en las inclusas el elevado número de lactantes atendidos por pocas mujeres
hacía difícil una correcta alimentación para todos ellos.
Era costumbre, que las clases acomodadas enviaran a sus hijos al campo a ser cuida-
dos por otras mujeres, impulsados por la creencia de que la lactancia perjudicaba física-
mente a las madres. Ante la elevada mortalidad y los grandes problemas que no podían ser
solucionados en la propia Inclusa, sus directores decidieron emplear esta táctica, que ha-
bían iniciado las clases acomodadas, en un intento de paliar las grandes dificultades que
se encontraban en las ciudades. Pero en esta época ilustrada, pronto surgen defensores de
la lactancia materna, pensamiento que se refleja en numerosas obras del momento como
el “Emilio” de Rousseau (1762).
“Al médico y cirujano se le obedece en cuanto prescriben y es practicable, como es des-
pedir a las nodrizas que no juzguen idóneas, atemperantes a los que los requieren, pri-
vándolas de comer pimientos y demás cosas nocivas, pero estas correcciones tienen más
lugar cuando, se juzgan precisas por que hay mucha diferencia de mandarlo a poderlo prac-
ticar en clase tan indómita” (29).
La elección de las nodrizas era un aspecto fundamental para toda Inclusa y en esta
elección influían, por un lado, aspectos sociales e, incluso, morales como en Toledo, don-
de se recoge en sus normas la necesidad de que “hayan concebido en legítimo matrimo-
nio” (30). Sin embargo, estas exigencias no eran más que teóricas, pues ante la falta de mu-
jeres que se prestaran a tal servicio, en general eran admitidas todas aquellas que lo
solicitaran.
Teniendo en cuenta que, aunque escaso, recibían algún dinero por el cuidado, no es de
extrañar que las nodrizas pertenecieran a las clases socio-económicas más bajas, la mayoría
eran mujerse solteras y amancebadas, de mala conducta y afectadas de sarna y enferme-
dades venéreas, las cuales eran destinadas a los niños enfermos de “gálico”, cuyas espe-
ranzas de vida eran muy limitadas (31).
Además de los anteriores factores, más bien de carácter social, había otros aspectos, ya
desde un punto de vista sanitario que debían tenerse en cuenta al elegir las nodrizas. És-
334 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tas eran examinadas por un facultativo y la superiora de la Inclusa; debían ser sanas, ro-
bustas, fuertes, jóvenes y no padecer enfermedades como epilepsias, lepra, sarna, tiña ni
enfermedades venéreas; no eran aconsejables tampoco las primíparas, ni las mujeres que
hubiesen tenido más de seis partos y no debían haber abortado nunca, pues consideraban
que esto habría alterado su leche. En cuanto a sus pechos debían ser anchos y medianos, ni
gruesas ni flacas, pues esto también era una dificultad para la correcta alimentación de los
lactantes al disminuir la producción de leche (32). Indica también Luzuriaga, que debían te-
ner un carácter suave, tranquilo, boca aséptica sin hálitos ni aftas. Para evitar las convul-
siones, las nodrizas debían ser jóvenes entre 25 y 30 años, sanas, de cutis limpio y su leche
debía ser blanca y sin olor, más dulce que salada, que se diluyera bien en agua y que una
gota de leche echada sobre el ojo no lo lastimara como prueba de su buena calidad. Eran
tales las exigencias teóricas, que incluso llegaban a rechazar a las mujeres pelirrojas por con-
siderar que tenían un temperamento contrario a la salud y humores de las criaturas.
Las nodrizas recibían un escaso estipendio por el cuidado de los niños, por lo que en
cuanto podían, abandonaban el trabajo. Esto explica el escaso número de mujeres contra-
tadas, como por ejemplo en Madrid donde tan sólo había 30 en la casa para un número ele-
vadísimo de lactantes, pues entre 1764 y 1768 se registraron 16.699 entradas de los cua-
les 822 fueron a los desamparados, 2.356 fueron devueltos a los padres, 6.316 murieron
en la Inclusa, 6.575 murieron mientras vivían con alguna nodriza externa, 88 se “extraviaron”
y quedaron 548 (33, 34).
Pero casi más dramático que el hecho de tener pocas nodrizas para criar a muchos ni-
ños, era la falta de control que se ejercía sobre ellas, por lo que los cuidados que el niño
fuese a recibir dependían exclusivamente de la suerte que tuviera al ser entregado a una u
otra mujer. Tratando de evitar las molestias que la crianza de un pequeño ocasionaba, las
nodrizas utilizaban adormideras para apaciguar el llanto, restregaban sus mejillas con pol-
vos rubificantes para hacerlos parecer sonrosados y cuando tenían poca leche les atiborraban
de pan mojado con gran cantidad de agua, para favorecer la excreción urinaria y que die-
se la impresión de estar bien alimentado (35).
E incluso llegaban a no denunciar la muerte de los niños para así seguir cobrando el
estipendio, pues el control que sobre ellas se ejercía era nulo, o en otras ocasiones vendí-
an la carne que algunas Inclusas les daban, motivo por el que se decidió entregarla ya co-
cida, para evitar su venta (36).
Para la salud del niño se prefería la leche materna, reservando la alimentación artifi-
cial sólo para cuando faltasen nodrizas o para los niños “corrompidos”, cuyas esperanzas
de sobrevivir eran prácticamente nulas. La lactancia se mantenía hasta los 18 meses, tres
veces al día, mañana, mediodía y tarde. Si la leche presentaba un color verde u olía a vi-
nagre, la mujer debía ayunar para tener el vientre expedito, siendo importante que obrara
2 veces al día. Después de los 18 meses, los niños empezaban a tomar sopas, caldos y car-
nes tiernas. Cuando faltaba la leche materna y era necesario recurrir a la artificial se re-
comendaba la leche de cabra y el pan abizcochado, evitando las harinas crudas hasta des-
pués de los seis meses. En la Inclusa de Oviedo se obtuvo una llamativa disminución de
la mortalidad al sustituirse la antigua alimentación artificial, que consistía en manteca fres-
ca con azúcar por pan cocido en buen caldo de vaca o carnero y un poquito de jamón de-
salado, además de leche recién ordeñada (37).
A través de los escasos partes de defunción que las amas entregaban a la Inclusa, se pue-
de observar las causas que con mayor frecuencia originaban la muerte del niño. Así des-
PEDRO ESPINA PÉREZ 335

tacaban entre ellas; dentición, calenturas, viruelas, sarampión, tos e hinchazón, menos fre-
cuente era la sarna, gangrena y fatiga; la mayoría de ellas derivaban de malas condiciones
higiénicas y de alimentación, así como del hacinamiento en que vivían. En el siglo XVIII
eran frecuentes ciertas patologías, como fiebres tercianas y cuartanas, dolor, cólico, garrotillo
y viruela, vómitos y diarrea, hidropesía, sarna, tiña y enfermedades venéreas, describién-
dose importantes epidemias como en Jaén, en 1724, una de calentura; el tabardillo en Va-
lencia en 1728 y, en la misma provincia un año más tarde, una epidemia catarral.
Además de las fiebres, era frecuente encontrar otras enfermedades en los expósitos, como
el raquitismo y caquexia por falta de ejercicio; las enfermedades cutáneas, sobre todo en
los niños que trabajaban en fábricas de lana, al igual que las hernias y el asma, aftas, lom-
brices y pleuresía. Era frecuente que los niños presentasen contradicciones espasmódicas
de extremidades y rostro, contrayendo la boca, lo que les impedía ingerir alimento, cerra-
ban el puño pulgar dentro de la palma, adquirían un color amoratado y expulsaban espu-
ma por la boca, sobreviniendo la muerte entre las 8 y las 30 horas.
Frente a estas convulsiones, Luzuriaga muestra los informes del Dr. J. J. Navarro, pro-
cedente de Cuba, en los que demostraba una disminución de los trismos empleando El
Bálsamo de Copaiba en el ombligo del niño desde el nacimiento, en lugar de quemarlo con
hierro al rojo como era la costumbre; además recomendaba también administrar gotas del
bálsamo en el paladar del recién nacido hasta tener el vientre corriente, para así evitar la
mortalidad por las convulsiones tan frecuentes en los siete primeros días (38). La anterior
descripción parece corresponder a una infección por “Clostridium tetani”, tan frecuente
en épocas anteriores a la vacunación, pero en ningún punto de la obra estudiada se reco-
ge esta denominación, lo que nos hace pensar que aún desconociendo el origen de dichas
convulsiones se reconoció la herida del ombligo como punto de partida.
Sin duda, una de las enfermedades que encontró una verdadera solución en este siglo
fue la viruela, gracias a los trabajos sobre la variolización iniciada ya a finales del siglo XVII.
Un siglo más tarde, Jenner (1796) descubrió la vacuna que fue difundida por todos los paí-
ses, siendo introducida en España en 1800 por Francisco Piguillem y muy defendida por
Luzuriaga quien en 1801 vacunó a sus tres sobrinos e inicio una verdadera correspondencia
con médicos extranjeros, recogiendo todos los resultados de las vacunaciones y enviándo-
los al rey, para así poder demostrar sus efectos beneficiosos y conseguir su total difusión.
Antes, ya en 1798, una Real Cédula de. 20 de noviembre obligaba a las Casas de Ex-
pósitos y Misericordia a practicar la inoculación de viruelas, la variolización, pero es fi-
nalmente en 1805 cuando una nueva Cédula obliga a conservar el fluido vacuno para “co-
municarlo a cuantos concurran a disfrutar de este beneficio, y gratuitamente a los pobres”.
Es de destacar la participación de Luzuriaga en este aspecto, quien culpaba al gobierno de
las muertes que acontecieron por viruelas, obligando a los párrocos, justicias de los pue-
blos, facultativos y comadres a practicar la vacuna oportunamente en los recién nacidos.
Si el niño, por no haber sido vacunado, enfermaba de viruelas, debían protegerle los ojos
mediante la aplicación de agua rosada destemplada, un poco de zumagua, azafrán y alcanfor.
Para evitar la señal dejada por la viruela una vez abierta, se debía untar con sangre ca-
liente de palomino o con vino tibio hervido con hojas de apio (39).
Frente al sarampión, enfermedad causante también de una alta mortalidad, Luzuriaga
recomendaba no utilizar la sangría, sino dar al niño “jarabe de laca y culantro de pozo, mez-
clado, cocimiento de cebada, pasas, higos, hinojos y lentejas”. Pero si el niño no lo toma-
ba, recomendaba dárselo a la nodriza que lo lactase y no utilizar para el niño mantilla de
336 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

grana pues, decía, que cerraba los poros impidiendo la salida del maligno humor y acre-
centaba el hervor de las calenturas, y se les guardaría del aire frío. Como tratamiento de
la escarlatina, proponía utilizar eméticos como la ipecacuana, zumo espeso de hoja de
atropa belladona y purgantes para combatir la hidropesía, pero con la aparición del ácido
muriático ya no fueron necesarios los purgantes ni los eméticos (40).
Hasta hacía muy pocos años, la medicina había estado tan sólo dirigida a adultos, sin
prestar atención al niño, pero es a partir de la Ilustración cuando empieza a destacarse la ne-
cesidad de una especialización pediátrica. En la obra de Luzuriaga se recoge la figura del mé-
dico, pero aún así destaca su denuncia por la escasa atención que se daba a los niños (41).

Licencia para pedir limosna como ayuda a la Inclusa.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 337

“Si estos niños durante la lactancia enferman, son traídos al dicho hospital, para cu-
rarse, admitiéndolos; pero me consta que ningún cuidado tienen de ellos médicos y ciru-
janos y que ellos mueren regularmente víctimas de la poca paciencia”.
Luzuriaga no sólo se refiere a la mala atención sanitaria sino que va más allá denun-
ciando incluso, la falta de conocimientos médicos por parte del personal facultativo que
no ha sabido evitar la muerte de muchos niños por causas con remedio fácil, como era el
vacunar contra la viruela, el tratamiento de las convulsiones, etc. Sin duda alguna, uno de
los personajes que con más dureza denunció la situación en que se encontraban los expó-
sitos en España fue Antonio Bilbao, quien en su obra “Destrucción y conservación de los
expósitos” escribía: año 1789.
“Mueren de hambre a racimos, no lo ocultemos, como se estrujan las uvas en el lagar,
yo lo he visto; mueren cubiertos de costras y lepras a los ocho días de nacer limpios, yo lo
he palpado; mueren abandonados, hecho cadáveres antes de serlo; yo lo he llorado ante
Dios y ahora lo lloro delante de los hombres (42). Copiado de la misma obra: pág. 209.
“Lo que admira más (porque es sensible y aun palpable a todos) es que no atrevién-
dose hombre alguno a matar un expósito de acto pensado, los dejen morir con adverten-
cia, siendo esta muerte más dura, me explicaré: ningún tribunal, ningún juez, ningún ad-
ministrador o Caballero piadoso que este al frente de estos niños, osará decir que maten
un sólo expósito, ¿qué es matarlo?, no incomodarlo en lo más mínimo. Se horrorizaría sólo
del pensamiento (…) Desentrañaré este pez: no hay ley, que yo sepa, ni aun para el deli-
to más horrible que condene a muerte de hambre”

CONCLUSIONES

Como ya hemos apuntado, la obra de Luzuriaga destaca no sólo por tratar el tema so-
cial de los niños expósitos, sino también por recoger importantes datos sobre las prácticas
y las teorías sanitarias de la época. Ello nos permite conocer cual era el aspecto sanitario
de las Inclusas y, a la par, valorar las posibilidades de mejora que podían realizarse en es-
tas instituciones a partir de los conocimientos médicos del momento.
Con respecto a ellas, conviene destacar la importancia que Luzuriaga daba a la nece-
sidad de llevar a cabo una estricta higiene y al tema de la prevención, como únicos me-
dios de disminución la mortalidad, puesto que carentes de otros instrumentos terapéuticos,
estos medios se revelaban como los únicos posibles para combatir las enfermedades, má-
xime cuando éstas se debían fundamentalmente a déficit nutricionales y a males contagiosos
cuya etiología era aún desconocida para la medicina.
Ciertamente, en esta época, la lucha contra las enfermedades epidémicas se basó más
en mejoras sociales que en recursos médicos directos y en este sentido, la obra de Luzu-
riaga se inscribe dentro de la corriente científica europea. Si bien conviene señalar otras
propuestas más estrictamente médicas, como el inicio del conocimiento de los fenómenos
de la respiración en la sangre, la vacunación de la viruela y la necesidad de una especia-
lización pediátrica, aspectos en los que sin duda Luzuriaga tuvo un importante papel.
Por otra parte es importante tener en cuenta que la obra estudiada forma parte de una
larga serie de denuncias contra la pésima situación de las Inclusas que con muy escasas
mejoras se mantenían prácticamente inalteradas desde el siglo XVII. En este sentido, la fe-
cha en que Luzuriaga escribe su obra (1817) es un indicativo del fracaso de las reformas
338 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Portadas de obras escritas sobre expósitos.

Vale de la Inclusa a una nodriza.


PEDRO ESPINA PÉREZ 339

ilustradas y de cómo los cambios políticos ocurridos tras la invasión napoleónica no sir-
vieron para transformar las estructuras sociales, de manera que las instituciones de Cari-
dad siguieron manteniendo su organización corporativa y rígida, impidiéndoles asumir re-
formas tan esenciales como la especialización y contratación de médicos, cambios en la
alimentación, seguimiento médico, vacunación, etc.
En definitiva, a pesar de que los conocimientos científicos habían sufrido un importante
avance, su aplicación real se vio limitada por factores sociales, habiéndose de esperar,
como reconocía el obispo de Pamplona, a “tiempos más felices”.

Datos copiados de la “Revista e Historia” número 39 - 1991. (Tercera época)


por P. ESPINA PÉREZ

NOTAS

(1) DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: “Los expósitos en la España Moderna: La obra de Antonio Bil-
bao” en REDONDO, A. (comp.), Les problemes de l’exclusión en Espagne (XVI-XVII siecles). Pu-
blications de la Sobonne, 1983, pp. 167-174.
(2) ARONA, I. y ESTEBAN, J.: “La Inclusa de Guadalupe”. Minutos Menarini. 152, 1987, pp.
21-23.
(3) REYES, J. L. DE LOS: Beneficencia y Sociedad. La Inclusa de Madrid. (1567-1651). Ma-
drid, 1987. Memoria de la Licenciatura defendida en la Universidad Autónoma de Madrid. (Inédi-
ta). F. 32.
(4) CARBAJO, M.F.: op. cit.
(5) DEMERSON, P.: “La Real Inclusa de Madrid a finales del siglo XVIII”, Anales del Insti-
tuto de Estudios Madrileños. VIII. 1972, pp. 261-272.
(6) DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., op. cit., y REYES, J. I. DE LOS, “Carlos III padre de Vasallos”,
en Equipo Madrid, Carlos III. Madrid y la Ilustración. Madrid. Siglo XXI, 1998, pp. 335-378.
(7) Para conocer las cifras de mortalidad vid. REYES, J. L. DE LOS, op. cit., pp. 374 (cuatro 3).
(8) Respecto al fracaso de la reforma ilustrada vid.íbidem y DOMÍNGUEZ ORTIZ, op. cit.
(9) ARTETA, A., Disertación de la muchedumbre de niños que mueren en la infancia y modo
de remediarlo y de procurar a sus cuerpos la conformidad de sus miembros, robustez, agilidad y fuer-
zas competentes. Zaragoza 1801-1802.
(10) Sobre la propuesta de organización de las Inclusas del Obispo de Pamplona, vid. RUIZ DE
LUZURIAGA, J. M., “Estadística político-médica o estado comparativo de los Xenodochios, De-
rephotrofias y Horfanotrofias, o sea, casas de amparo y hospicios de maternidad, inclusas y casas de
huérfanos o desamparados de España, dispuesta según la orden de arzobispados y obispados con la
mira de perfeccionar estos establecimientos según las mejoras de las demás naciones europeas”.
Madrid, 1817. Real Academia de la Medicina. Manuscrito, 5 volúmenes. Tomo IV.
(11) Ibidem, tomos I-V.
(12) USANDIZAGA, M., “Los Ruiz de Luzuriaga. Eminentes médicos vascos “ilustrados”.
Cuadernos de la Historia de la Medicina española. Monografías, 2, Salamanca, 1964.
(13) RUIZ DE LUZURIAGA, op. cit., Tomo IV, f. 12.
(14) GRANJEL, L.S., op. cit., p. 112.
(15) Sobre las diferentes mortalidades en cada Inclusa del país. Vid. REYES, J. L. DE LOS, op.
cit., p.
(16) Sobre el funcionamiento y número de niños acogidos por la Inclusa de Guadalupe, vid.
ARONA, J. I., op. cit., pp.
(17) RUIZ DE LUZURIAGA, I. M., op. cit. T. I. FF. 305-308.
(18) CARRERAS PANCHÓN, A.: “El problema del niño expósito en la España ilustrada”. Sa-
lamanca. 1977.
340 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

(19) RUIZ DE LUZURIAGA, J. M., op. cit., T. V. F. 67.


(20) Ibidem. T. IV. F. 23 y T. I. F. 90.
(21) Para conocer más datos sobre los registros de los niños. Vid. Archivo de la Inclusa, 1809,
lib. 177, III, f. 214 y 1813, lib. 181, 97. Tomado de CARBAJO, op. cit., p.22.
(22) RUIZ DE LUZURIAGA, I. M., op. cit. T. IV, f. 25.
(23) CARRERAS PANCHÓN, op. cit.
(24) RUIZ DE LUZURIAGA, I. M., op. cit. T. II, f. 205.
(25) Ibidem, T. V, ff. 235 y ss.
(26) Ibidem, T. IV, ff. 17-20.
(27) Ibidem., T. V, f. 282.
(28) Ibidem, op. cit. T. IV, f. 26 y T. V, ff. 264 y ss.
(29) Vid. Ibidem., op. cit. T. I, f. 51.
(30) Vid. CARRERAS PANCHÓN, A., op. cit.
(31) Extensas referencias a la baja condición social y pésima educación de las nodrizas hemos
podido observar en la obra de LARQUE, C., “La crianza de los niños abandonados madrileños en
el siglo XVII”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños 1986, pp. 363-384 y en RUIZ DE LU-
ZURIAGA, I. M., op. cit. T. V, ff. 45 y ss.
(32) ARTETA, A., op. cit.
(33) RUIZ DE LUZURIAGA, I. M., op. cit. T. I, ff. 39-50.
(34) Estas cifras de entrada de niños que registraron 16.699 y fallecidos 6.316 entre los años
1764 y 1768. En realidad corresponden a los niños entrados y fallecidos en los años 1764 y 1787.
Según el estudio (que se acompaña) efectuado de los años 1764-1787, por JOAN SHERWOOD.
(35) CARRERAS PANCHÓN, A., op. cit.
(36) RUIZ DE LUZURIAGA, I. M., op. cit. T. V, f. 48.
(37) Ibidem. T. V, ff. 27-151 y 336-338.
(38) Ibidem. T. V, ff. 312-349.
(39) Todos los esfuerzos por introducir la vacunación en España, junto con las informaciones
que se recibían desde Europa quedan recogidas en RUIZ DE LUZURIAGA, op. cit. T. V, ff. 122-360.
(40) Ibidem. T. V, ff. 360-386.
(41) Ibidem. T. V., f. 41 y T. IV, ff. 70-79.
(42) Tomado de REYES, J. L. DE LOS, op. cit., pp. 365-366.
SUCINTA REFERENCIA A LA “INCLUSA”
AÑOS 1900-1925

Buceando nuevamente en las bibliotecas en busca de más datos de la historia de la In-


clusa, a fin de integrar el máximo de trabajos publicados en el compendio que nos hemos
propuesto completar, con datos recogidos de una etapa más del Centro, cuya etapa com-
prende la actividad asistencial y los cuidados que recibieron los niños acogidos en la In-
clusa a lo largo de los siglos anteriores, y así llegamos al siglo XX, y en este afán y deseo
de averiguar cuanto se ha escrito sobre la materia encontramos en el “Museo de la Medi-
cina” el libro publicado por:
“D. Carlos Rico-Avelló, el año 1969, “Historia de la Sanidad Española”. Periodo
1900-1925. Y en sus páginas 61 y 62, brotan una vez más “Las campaña de prensa, con-
ferencias e intervenciones parlamentarias de los doctores Gimeno, Rodríguez Pinilla y
Pulido, advirtiendo de la extraordinaria mortalidad infantil en instituciones para el cui-
dado y albergue, de como son las Inclusas. Las estadísticas de la madrileña son alar-
mantes, pues en el periodo de tiempo 1881-1890, de 14.000 niños ingresados, fallecieron
antes de cumplir un año de vida el 78, 5%. Entre la población civil se acusa un 226, 44
por 1.000 en edades inferiores a los cinco años. Tres naciones, Alemania, Austria y Ru-
sia, están peor que nosotros, y nadie podía negar que los niños españoles morían antes y
en mayor número que en otros países europeos”.
El tema debió de ser tan penoso para los niños, que hasta el Sr. Presidente “Canale-
jas, confirmaba el mal estado de las Inclusas en sus discursos, y elogiaba la labor de
“Ulecia y Martínez Vargas”, pioneros de la “Gota de Leche”: tiene sanción oficial al pro-
mulgar la ley de “Protección a la Infancia”, redactada por el Dr. Tolosa Latour, esta le-
gislación protege al niño menor de 10 años en su salud física y moral, se amplió a las ma-
dres y también a las nodrizas y perseguía la vigilancia de los párvulos ingresados en
asilos, casas-cuna, inclusas, etc., que sufrían abandono material y afectivo.
Para ejecutar este programa de Puericultura social, se crea y organiza un “Consejo
Superior” y las Juntas Provinciales y locales de Protección a la Infancia”.
Por este bosquejo, efectuado y reseñado por D. Carlos Rico. Se percibe el claro testi-
monio y la confirmación evidente de que en su época, la vida de los niños acogidos por la
caridad Oficial en la “Inclusa”, transcurría como siempre de precaria y nefasta, sufriendo
las mismas penurias y miserias, por la escasez de recursos económicos, para satisfacer los
342 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

cuidados asistenciales necesarios que requerían para la subsistencia. Esta falta de medios
producía un alto número de defunciones de los niños, acogidos, como delataban en sus ma-
nifiestos los Dres. “Gimeno, Rodríguez Pinilla y Pulido”.
Debemos resaltar que no hicieron las reformas necesarias, por la falta de recursos para
mejorar la vida de aquellas criaturas, porque tropezaban todos los sucesivos Directores
del Centro con la falta de “Dinero”. Estas penurias, le indujeron al Dr. Ulecia, una vez es-
tudiada la mortalidad y las causas que las producían, a crear la “gota de leche”, y con ella
puso los remedios necesarios para disminuir en lo posible, el número tan elevado de lac-
tantes que fallecían en las inclusas y fuera de ellas.

SE FUNDA LA “GOTA DE LECHE”

El doctor Rafael Ulecia y Cardona funda la “Gota de Leche” el día 22 de enero de 1904,
centro de instrucción para la correcta crianza de los niños.
Nacido en Santiago de Cuba el 10 de agosto de 1850, Rafael Ulecia llega a Madrid, y
funda en 1876. La Revista de Medicina y Cirugía práctica. Pronto sus intereses se de-
cantan hacia el mundo infantil, lo que se pone de manifiesto en los Anales de Obstetricia,
Ginecología y Pediatría. Revista fundada también por Ulecia que está especialmente de-
dicada al estudio de las enfermedades de los niños.
Sus investigaciones le demuestran que la elevadísima tasa de mortalidad infantil es
debida en gran parte, a los deficientes cuidados que los niños reciben en sus casas. Así nace
la preocupación de Ulecia por divulgar las normas de higiene, alimentación y cuidados im-
prescindibles para criar niños sanos, que le lleva a crear la “Gota de Leche”. Desde este
consultorio lleva a cabo una importantísima tarea de protección del niño y de la educación
sanitaria de los padres. Además, Ulecia publica una “Cartilla para la crianza de los niños,
que distribuye gratuitamente, y escribe su famoso “El arte de criar a los niños”. I. L.

Tomado los datos de “Crónica de Madrid”, Editada por “Plaza y Janes”


Editores, el año 1990.
(P. ESPINA PÉREZ)
El problema era el de siempre, la escasez de recursos económicos para acabar con la
mala salubridad de los edificios, con la dotación de recursos hubieran podido impulsar las
reformas necesarias demandas por los servicios de apoyo y asistenciales que necesitaban
los niños acogidos para su desarrollo. Que por otra parte, esta escasez de medios, hacia que
tuviesen pocas nodrizas para alimentarlos y después su cuidado, amén de lo poco que las
pagaban. Así que con estos principios, había poca higiene para salvar aquellos inocentes
que llegaban a la “Inclusa”. Además de lo dicho, había que sumar la falta de personal au-
xiliar especializado, esencial para aquellos niños, por lo que la mortalidad fue muy alta en
los cinco siglos de existencia. Como pusieron de manifiesto en los informes médicos y ad-
ministrativos de todos los periodos, y que ahora, por su importancia, quiero resaltar lo que
indicaba el Dr. D. José Ametller y Viñas, en uno de los puntos de la:
“Conferencia de ingreso a la Real Academia de Medicina de Madrid, de 24 de junio
de 1858. Sobre la alta mortalidad que se venía produciendo en las Inclusas, apoyada su
tesis, en la poca “higiene” que tenían para la salvación de los niños”.
PEDRO ESPINA PÉREZ 343

En la misma conferencia relataba que: “La higiene es fundamental para mantener la


vida de estos niños en las Inclusas. Desde que la humanidad oyó la palabra de San Vicente
de Paúl y vio a este varón dechado de las más puras virtudes, prodigar a los expósitos toda
suerte de cuidados, el antema que pesaba sobre esos seres desdichados, desapareció para
dar lugar a la predilección con que debieron ser constantemente mirados por la sociedad
cristiana.
Y prosigue en el susodicho discurso, diciendo que: “En el año1212, el Papa Inocen-
cio 3.°, en vista de los muchos niños que eran arrojados al Tiber, se resuelve a poner re-
medio a tanto mal y para ello destinaría inmediatamente en el Hospital del Espíritu San-
to un local en que cupiesen 600 niños, hermoso rasgo de Caridad, digno del mayor elogio.
Pero para la higiene un hospital no deja de ser un foco de emanaciones nocivas y por lo
mismo el lugar menos a propósito para el objeto que se le destina.
En Florencia, hallá por los años 1321 a 1330 los expósitos eran recogidos en otro
Hospital, titulado de los Inocentes”.
P. ESPINA PÉREZ
344 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA”
Año 1903-1922

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres, las que se han prohijado y las que se han remitido a los
Colegios de los Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, por años, desde 1.° de enero
de 1903 hasta 1922.

Número Niños Fallecidos Entregados Prohijados Remitido


Observa-
Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los
ciones
entrados en el año ingresados padres año Colegios
1903 1.255 881 70 273 1 66
1904 1.218 720 59 278 2 95
1905 1.264 848 67 322 1 76
1906 1.351 990 73 319 8 111
1907 1.233 786 63 301 4 72
1908 1.232 788 64 356 1 92
1909 1.320 827 63 356 1 116
1910 1.320 761 58 373 – 126 (1)
1911 1.256 647 51 393 2 81
1912 1.340 859 64 411 – 83
1913 1.395 842 60 442 – 78
1914 1.455 797 55 461 – 113
1915 1.586 968 61 495 – 116
1916 1.632 1.042 64 554 – 60
1917 1.172 1.094 93 199 4 30 (2)
1918 1.245 937 75 159 4 55
1919 1.123 719 64 181 5 33
1920 1.138 933 82 194 1 44
1921 1.021 787 77 189 10 9
1922 1.013 606 60 170 6 89
(1) Como se puede apreciar por las cifras, salían muchos niños a “padres” y a Colegios.
(2) Faltan los niños fallecidos en el mes de mayo.
(3) En los fallecidos de estos años, algunos meses incluyeron los fetos de Maternidad. Datos elaborados por P.
España Pérez.
MEMORIA PRESENTADA POR EL CUERPO MÉDICO
DE LA BENEFICENCIA PROVINCIAL A LA EXCMA.
DIPUTACIÓN, 17 DE JUNIO DE 1918

LA MORTALIDAD DE LOS NIÑOS DE LA INCLUSA

Sus causas y sus remedios: El cuerpo médico de la Beneficencia Provincial, después


de meditado examen y convencido por la experiencia de más de treinta años de la inutili-
dad de los esfuerzos habituales para corregir el terrible problema de la mortalidad de la In-
clusa, se decidió a interesar a la opinión y a los poderes públicos, como supremo recurso,
publicando en toda su crudeza las cifras —de dicha mortalidad—. Habiéndose intentado,
con indisculpable ligereza, desvirtuar estas cifras, el Cuerpo médico ratifica, comprueba
y aclara en la presente Memoria la exactitud intachable de sus afirmaciones; reiterando, a
la vez, su propósito, en el que ha de perseverar todavía, de mostrar a la luz pública toda
—la magnitud del problema—.
La presente Memoria no tiene otro objeto que esclarecer, completar y comentar los
datos estadísticos que el Cuerpo Médico de la Beneficencia Provincial presentó a la Ex-
celentísima Diputación y que quizá hayan sido interpretados de un modo erróneo.
Hay que tener en cuenta que al ser presentada la estadística, estaba dirigida exclusi-
vamente a Médicos, y podían bastar, por tanto, para interpretarla, las explicaciones orales
que en la reunión de dicho Cuerpo se hicieron. Con el presente trabajo, esperamos que
pueda darse cuenta el que lo lea, de todo lo referente a morbilidad, mortalidad y sus cau-
sas, y que del estudio de éstas se deduzcan las conclusiones que el Cuerpo Médico tuvo
el honor de proponer a la Excelentísima Diputación en la sesión del 17 de junio de 1918.
Hemos seguido el criterio de hacerla lo más breve posible, pues entendemos que los
hechos son lo suficientemente elocuentes para ahorrarnos toda literatura, capaz de des-
viar la atención de las cifras deducidas del historial clínico que día por día se han ido co-
leccionando en el transcurso del año 1917, y de cuya veracidad las citadas historias son tes-
tigo y prueba.
***
Dos hechos fundamentales fueron afirmados por el Cuerpo Médico en la Prensa y en
la reunión citada:
346 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

1.° Que la mortalidad global de los ingresados durante el citado año alcanzó la cifran
de un 51’96 por 100.
2.° Que de los niños ingresados y tratados en el Departamento del Biberón, mueren
el 100 por 100.
De los 1.772 (debe decir 1.172) ingresados, quedaron en la Inclusa 1.038 y por edad
pasaron al Asilo de San José 134.
Lo interesante respecto a la procedencia de los niños está en que, aproximadamente in-
gresan el mismo número por el “Torno” que de Maternidad; en los últimos puede llegar a
obtenerse los antecedentes patológicos necesarios (sin quebrantar el secreto, puesto que que-
da garantizado por el secreto profesional). Para evitar contagios tanto de los acogidos en
el Establecimiento como de las nodrizas que han de lactarlos; mientras que en los prime-
ros, por la existencia del Torno y la carencia de todo antecedente de interés para el médi-
co, los peligros de contagio existen y como consecuencia la alteración del estado sanita-
rio de la Institución, existiendo además la posibilidad de que sean en él depositados
agonizantes y hasta alguna vez, niños fallecidos a consecuencia de traumatismos, con lo
cual se encubre un delito.
El gran número de nacidos en Maternidad demuestra que, es de absoluta precisión el
hacer propaganda de la lactancia por la madre y dar a ésta facilidades para que pueda criar
a su hijo y no lo abandone, obligada en unos casos por la miseria y guiada en otros por el
deseo punible de dedicarse a la industria de nodriza, con perjuicio de su hijo abandonado.

RESUMEN GENERAL
Total de ingresados durante el año 1917 .................................................. 1.172. niños.
Quedaron en la Inclusa......................................................................................... 1.038
Pasaron por su edad al Asilo de San José............................................................... 134

Vivos Fallecidos
Habiendo sido lactados en nodriza y En el Departamento de biberón
continuando su lactancia en los pueblos .... 308 Criados con biberón exclusivamente ..391
Idem en biberón en su mayoría de uno En nodriza primero y después en
a tres días, y el resto uno o dos meses biberón ............................................... 108 499
en nodriza y después a los pueblos ........... 65 En el Departamento de nodrizas
Idem biberón y después a los pueblos ...... 1 Criados en nodrizas................................... 44
Con su madre salieron .............................. 86 En el Asilo de San José
Vivos de los pasados al Asilo de San Al confeccionar la estadística .............. 52
José ........................................................... 68 Al terminar la estadística, pero
En la Casa al cerrar la estadística ............. 35 fallecidos dentro del año y no incluídos... 14 66
TOTAL VIVOS ....................................... 563 TOTAL FALLECIDOS .......................... 609

Mortalidad global: 51’96 por 100

Procedencia: Sexo:
De maternidad, 599. Del Torno, 573 Varones, 620. Hembras, 552
PEDRO ESPINA PÉREZ 347

RELACIÓN DE INGRESOS Y SALIDAS


Vamos a comentar de modo breve los datos contenidos en el anterior cuadro general. De
los 1.172 niños que salieron a continuar su lactancia en los pueblos con nodrizas externas 308;
cifra que demuestra que la principal salida de los niños, la constituye la lactancia mercena-
ria fuera de Madrid; ignoramos la suerte que estos niños hayan podido correr en los pueblos,
adonde han sido llevados, pero desde luego se deduce la importancia que tendría la vigilan-
cia por inspectores Médicos, de modo análogo a lo que prescribe la ley francesa de Protec-
ción a la Infancia (ley de Roussel). Hemos de hacer notar también que, la insuficiencia de
local de la actual Inclusa, obliga a permitir la salida de una gran mayoría de niños antes de
que hayan cumplido diez semanas, con graves peligros de contaminación de la nodriza por
una sífilis, que no puede ser en muchas ocasiones descubierta ni por la reacción de Wasser-
mann y que a veces no ha presentado manifestaciones hasta esta edad.
Hay un grupo de niños en el cuadro general y en nuestra estadística, cuyo número es
de 65, que figuran como alimentados en biberón y en nodriza, en los que, además de cons-
tar expresamente en la estadística que no han estado de un modo exclusivo en biberón
sino en nodriza y biberón, prácticamente puede considerarse que han sido lactados por
nodriza, pues como en el siguiente cuadro puede verse, su permanencia en biberón fue
brevísima.

Número de niños. Días que permanecieron en biberón


48 Un solo día
10 Dos días
2 Tres días
3 Cuatro días
1 Siete días
1 Ocho días
Total 65

Por tanto, de los 65 niños, cincuenta y ocho estuvieron a biberón menos de tres días,
tiempo necesario para que fueran pasada la primera visita, o hubiese plaza para ser colo-
cados en nodriza. Claro está que, por muy nocivo que fuese el alimento artificial, pocos
son los perjuicios que al niño pudiese ocasionarle en tan poco tiempo, y prácticamente, es-
tos niños no han estado en el Departamento de Biberón, puesto que el tiempo restante que
permanecieron en la Casa hasta su salida a los pueblos, lo pasaron en el Departamento de
Nodrizas.
En cambio, cuando permanecen más tiempo en dicho departamento, padecen ya tras-
tornos de naturaleza alimenticia o infectiva, que son irremediables en la mayoría de los ca-
sos, e impiden su paso al departamento de nodrizas por el peligro de contagio a los niños
sanos, aun suponiendo que hubiese plaza para continuar su lactancia en nodriza (caso que
se presenta rara vez.)
En el citado cuadro general, en la casilla de los vivos, figura un niño cuya lactancia,
en el tiempo que permaneció en la Casa, se hizo exclusivamente con biberón. Era un niño
de diez meses (el folio número, 850), que ingresó el 20 de Septiembre de 1917, con un peso
de 5.600 gramos; fue lactado artificialmente, como hemos dicho, hasta su salida a los pue-
blos, cosa que sucedió dentro del mismo mes de Septiembre del citado año. Las condiciones
348 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de resistencia de un niño de diez meses, aun cuando en este caso tenía un peso inferior al
que le correspondía por su edad, son infinitamente superiores que las de un niño recién na-
cido, y esto hizo que saliera con vida. Pero a pesar de todo, si hubiera continuado en el de-
partamento de biberón, tenemos el firme convencimiento que en un lapso de tiempo más
o menos largo, de un modo fatal, hubiera sucumbido, como sucedió cuando este mismo
niño regresó de los pueblos, el 23 de Febrero de 1918. En el mismo cuadro se ve que, sólo
salieron con su madre 86 niños de los 563 que según nuestra estadística, vivían a prime-
ros del año 1918. Es indudable que, si a veces el abandono de los hijos es muestra de los
malos sentimientos de su madre, en muchas ocasiones es una de las manifestaciones de la
pobreza. Los socorros de lactancia, facilitando y mejorando la posición económica de las
mismas, disminuiría el número de niños legítimos ingresados en la Inclusa y aumentaría
el de ilegítimos salidos de la misma, porque la madre soltera no se vería precisada a aban-
donarlos, para poder trabajar y ganar el sustento.
En el Asilo de San José existían vivos al finalizar el año 1917, de los ingresados en di-
cho año 68, y en la Inclusa, 35.

CONDICIONES EN QUE SALEN A LOS PUEBLOS LOS NIÑOS CRIADOS


EN LA INCLUSA

Vamos a ocuparnos ahora de las condiciones en que han salido los niños a los pueblos,
haciendo constar, que de los 374 que salieron, 325 tenían menos peso del que corresponde
a su edad, lo cual implica un estado de inferioridad orgánica que les predispone a padecer
fuera de la Casa trastornos digestivos, perturbaciones de su desarrollo fisiológico y predis-
posición a ciertas enfermedades, como el infantilismo intestinal, raquitismo y tuberculosis,
Esta deficiencia en el peso de salida se debe muy principalmente a que, las nodrizas de la
Inclusa, aun en estado de salud, acuden al Establecimiento cuando por sus condiciones de
poca robustez no han podido colocarse en las casas particulares, y si a esto se añade que el
reglamento y las necesidades obligan a que cada una lacte a dos niños, aunque estos estén
en los dos primeros meses de la vida, la alimentación resulta insuficiente, como lo de-
muestran las pesadas que se han hecho repetidas veces, antes y después de mamar el niño,
comprobándose que éste, en muchas ocasiones, mama cantidades pequeñísimas de leche.
Si las condiciones de local y asistencia lo hubieran permitido, se habría podido orga-
nizar, si no de modo sistemático, en muchos casos, la lactancia mixta científicamente di-
rigida.

CONDICIONES FISIOLÓGICAS Y CAPACIDAD VITAL DE LOS NIÑOS QUE


INGRESAN EN LA INCLUSA

PESO DE LOS NIÑOS AL INGRESO


Pesando 1.000 a 1.500 gramos, ingresaron 11
“ 1.500 a 2.000 “ “ 22
“ 2.000 a 2.500 “ “ 119
“ 2.500 a 3.000 “ “ 244
“ más de 3.000 “ “ 776
PEDRO ESPINA PÉREZ 349

De esto se deduce que, con un peso inferior de 2.000 gramos, ingresaron solamente 33
niños, es decir, que con debilidad congénita pura, sólo se encuentra un número relativa-
mente reducido. No significa esto que los niños con peso inferior a 2.000 gramos, irre-
mediablemente deban morirse sino que, contando con las tres condiciones absolutamente
precisas para su vida, hubieran podido salvarse por lo menos la mitad de ellos.
Estos requisitos son: leche de mujer, asepsia rigurosa e incubadora.
Como hemos dicho al principio, seguimos la idea de no abrumar con literatura ni con
citas, pero sí conviene decir en este punto concreto que, tenemos a la vista un trabajo pu-
blicado en Archives of pediatrics (Agosto de 1917, página 609), en el que al ocuparse de
los prematuros y de su mortalidad se dice:

Tanto por ciento de


Niños con peso de Fecha del embarazo mortalidad en las
dos primeras semanas
2 libras Seis meses 95
2 libras 10 onzas Seis meses y medio 82
3 libras Siete meses 65
3 libras 10 onzas Siete meses y medio 42
4 libras 15 onzas Ocho meses 20

De 2.000 gramos en adelante no puede decirse que exista verdadera debilidad, pues la
generalidad son solamente prematuros, que rodeados de los cuidados y atenciones antes
dichos, tienen la mortalidad muy poco superior a la de los niños de su edad y de más peso.
Por fin, queda una gran mayoría con peso de 3.000 gramos o superior, y aunque simple-
mente el peso no constituye una garantía absoluta de salud, es evidente que niños de este peso,
tienen una resistencia extraordinaria y reúnen las condiciones de vitalidad indiscutibles.
Cualquier tara orgánica de los progenitores, enfermedades infecciosas o enfermedades
congénitas de niño, repercuten en el peso de éste, y es muy raro, aun cuando no puede
afirmarse de un modo absoluto, que no se exteriorice ya en el nacimiento por un peso in-
ferior al normal. Es evidente que todos los niños colocados en nodrizas, estaban a su in-
greso en estado fisiológico, y deseando encontrar la proporción de niños sanos, ingresa-
dos en el departamento de biberón directamente o habiendo pasado antes por nodriza,
hemos encontrado, revisando las historias clínicas, que de los 499 fallecidos en el biberón,
habían ingresado en condiciones fisiológicas 373, puesto que no constaban antecedentes
patológicos en sus historias clínicas en el momento del ingreso.
Padecían diversas afecciones 126, y de ellos sólo tres ingresaron en estado agónico; la
mayoría de los sanos que ingresaron en el departamento de biberón, lo hicieron a causa de
no tener plaza en nodrizas, o porque estando con ella, al marcharse ésta, se quedaban sin
lactancia natural.
Es triste consignar que los niños enfermos, los débiles, los sifilíticos, los afectos de bron-
coneumonía, etc., que son precisamente los que más necesitarían estar en nodrizas, nos ve-
mos precisados unas veces por evitar contagio, y otras, por no condenar a morir a un niño
sano, y muchas veces porque las nodrizas los rechazan con la amenaza de abandonar la In-
clusa y dejar sin lactancia, no sólo al niño enfermo, sino al otro encomendado a su cuida-
350 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

do, a someterlos a lactancia artificial y con ello a perder toda esperanza de curación de los
mismos.
En resumen: ingresaron en el departamento de biberón 373 niños sanos y 126 enfer-
mos, cuya suma es el total de los fallecidos en dicho sitio.

MORTALIDAD EN GENERAL

De los 1.172 niños ingresados fallecieron 609, lo que arroja, por tanto, una mortalidad
de 51, 96 por 100. Esta mortalidad se halla desigualmente repartida, como luego veremos,
al ocuparnos de la de los niños en nodriza y en biberón.
De los 1.038 que permanecieron en la Inclusa, fallecieron en los dos primeros meses
de la vida 526, lo que da una mortalidad para esta edad de 50, 67 por 100. Este hecho se
explica porque es hasta esta edad cuando los niños permanecen en la Inclusa.
Cuando regresan de los pueblos, lo ordinario es que tengan más de un año, y pasan al
asilo de San José, ocurriendo el resto de los fallecimientos en el mismo, salvo contadas ex-
cepciones.

MORTALIDAD DE LOS NIÑOS EN NODRIZA

De los 494 niños que han estado criados con lactancia natural (en nodriza, con bibe-
rón y nodriza, o con su madre) y que permanecían en la Casa a primeros de Enero, sólo
han fallecido 44, acusando un tanto por ciento de ocho y décimas. Las enfermedades cau-
santes de la defunción han sido las que a continuación se expresan:
10 padecieron Bronconeumonía
8 “ Atrofia
7 “ Toxicosis
4 “ Debilidad congénita
4 “ Sepsis
3 “ Meningitis
2 “ Tuberculosis
1 “ Estenosis pilórica
1 “ Atelectasia
1 “ Edema pulmonar
1 “ Erisipela
1 “ Sarampión
1 “ Esclerema
Estos datos ponen de manifiesto de manera evidente la escasa mortalidad (ocho y dé-
cimas por ciento), sobre todo si se compara con la que más tarde veremos en los niños cria-
dos con biberón. Esta cifra es todavía elevada, porque se trata de los dos primeros meses
de la vida, y puede y debe memorarse. Para ello sería necesario aumentar el número de no-
drizas internas, puesto que entre las causas de muerte se ve que una de las más importan-
tes es la atrofia por hipoalimentación, que de modo análogo y por las mismas causas que
hemos citado al hablar de las condiciones en que los niños salen a los pueblos, se presen-
ta y es causa de muerte en los niños de que nos estamos ocupando.
PEDRO ESPINA PÉREZ 351

MORTALIDAD DE LOS NIÑOS EN EL DEPARTAMENTO DE BIBERÓN


En este departamento fallecieron 499 niños; de éstos, 391 fueron alimentados por este
procedimiento desde el momento mismo de su ingreso; 108 estuvieron antes en nodriza, y
la mayoría de las veces, por marcharse éstas, tuvieron que continuar con lactancia artificial.
Los últimos, que permanecieron algún tiempo en nodriza presentaron una resistencia
mucho mayor que aquellos otros que desde el primer día de su vida fueron alimentados con
biberón.
Las causas de fallecimiento pueden clasificarse como se indica en el siguiente cuadro:

(Atrofia o descomposición
Trastornos de nutrición (de Finkeistein…………… 120)
y afecciones intestinales… (Toxicasis de Czerny……. 125) 261 niños
(Enteritis………………….. 16)
Sepsis 82
Debilidad congénita 60
Sífilis 45
Bronconeumonía 22
Tuberculosis 6.
Esclerema 4
Eclampsía 4
Agónicos a su ingreso 3
Meningitis 3
Edema pulmonar 2
Erisipela 1
Escarlatina 1
Tétanos 1
Nefritis hemorrágica 1
Atelectasia 1
Lesión congénita del corazón (cianosis congénita) 1
Muerte tímica 1
Total 499

Como se ve examinando las cifras del cuadro anterior, la mayoría de los fallecimien-
tos (261 de los 499) tuvieron como causa trastornos de nutrición y afecciones intestinales,
atribuibles o complicados por la lactancia artificial.
Sigue en importancia la sepsis, término genérico en el que se comprenden las infecciones
generales producidas por la penetración en vía sanguínea de diferentes gérmenes: estrep-
tococos, estafilococos, pyocyaneus, influenza, coli, gonococo, etc., cuyo origen puede ser
la herida del ombligo, cualquier infección localizada en la superficie de la piel, lavados im-
puros, cuidados imperfectos; en fin, una simple afta de Bednar.
Es de hacer constar la mayor predisposición que para esta enfermedad presentan los ni-
ños alimentados con biberón, como claramente lo demuestra la comparación con el esca-
so número de fallecimientos por esta afección en nodrizas (cuatro). La enfermedad es el
resultado de la disminución de inmunidad que presentan los niños criados artificialmente
y consecuencia de la falta de asepsia en los cuidados del mismo. Para evitarla debe exi-
girse que estas instituciones tengan un local suficientemente amplio, ventilado, con bue-
352 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

na iluminación y con todas las condiciones, en fin, que deben exigirse para instalar una sala
de operaciones. Las personas encargadas de cuidar a los niños han de tener un estado sa-
nitario irreprochable y una técnica de asistencia, higiene y cuidados infantiles tan esme-
rados como las modernas prácticas de puericultura aconsejan.
Los débiles congénitos fueron 60, pero de ellos solamente 33 tenían un peso inferior
a 2.000 gramos, y los restantes de 2.000 a 2.300, siendo de notar que mientras en biberón
fallecieron todos, en nodriza se salvaron en la proporción de 56 por 100, todavía muy ele-
vada, pero muy inferior a la del 100 por 100 de los débiles en biberón.
Padecieron sífilis 45, y sin que afirmemos nosotros que todos estos niños pudieran cu-
rarse, se hubiese obtenido una mortalidad muy reducida si hubieran sido criados por su ma-
dre o por una nodriza sifilítica, con lo cual se habría obtenido un doble beneficio tratando
a la madre y al niño. Además se evitaría que esta mujer sifilítica, al dedicarse a nodriza en
la calle, contagiara a otro niño y llevase la desgracia y la desolación a una familia.
Como hemos podido observar estudiando la morbilidad de los niños en nodriza, tres
de éstos padecían lesiones específicas, sin que en sus madres pudiéramos observar sínto-
ma alguno de sífilis, y al hacer el diagnóstico de esta afección, tuvieron que abandonar la
Inclusa y, naturalmente, no pudimos hacer el tratamiento de ambos por falta de un local
destinado a este fin en el establecimiento; pero se deduce que estos niños salvaron la vida
por ser criados con su madre, con la que se fueron.
De bronconeumonía, manifiesta clínicamente, fallecieron 22, en nodriza, sólo murie-
ron de esta afección 10. Ambas cifras son elevadas, y esta enfermedad, verdaderamente con-
tagiosa, necesita, como los procesos sépticos, aislamiento riguroso de los enfermos que la
padecen. Si tenemos en cuenta la influencia perjudicial que ejerce la misma postura du-
rante varias horas en la cuna, tanto favoreciendo su aparición como agravando su cuadro
clínico, se comprenderá la necesidad de que estos niños tengan una persona exclusiva-
mente encargada del cuidado de cada uno de ellos.
En el departamento de biberón murieron todos los bronconeumónicos, mientras que en
nodriza se salvaron el 38 por 100.
El resultado de las autopsias de niños: fallecidos de otras infecciones y de procesos di-
gestivos, nos ha demostrado la frecuencia enorme de las bronconeumonías llamadas ter-
minales, citadas por todos los especialistas de niños como frecuentísimas en los asilados.
En estado agónico ingresaron solamente tres, que naturalmente, no pudieron ser colo-
cados en nodriza, y como consecuencia del citado estado, fallecieron a las pocas horas de
su ingreso.
Las demás afecciones contenidas en el citado cuadro, han sido constantemente morta-
les en el departamento de biberón, y aunque no tengan una relación directa con la clase de
alimentación, nadie pretenderá demostrar que son todas incurables, como supondría el he-
cho de haber fallecido el ciento por ciento de los enfermos, y es evidente que, en todas ellas
la lactancia artificial ha actuado como factor capaz de disminuir la resistencia del enfermo.
En resumen: de los 500 ingresados en el biberón, sólo uno, que permaneció escaso
tiempo con esta clase de alimentación y salió a los pueblos, puede considerarse como vivo;
pero si recordamos que este niño reingresó y murió en dicha sala de biberón, tenemos que
declarar que la mortalidad, que descontando este niño es de 99’8 por ciento, en realidad
es del ciento por ciento en el departamento de biberón.
PEDRO ESPINA PÉREZ 353

CUADRO DE LA MORTALIDAD COMPARATIVA DE LAS ENFERMEDADES


MÁS IMPORTANTES EN NODRIZA Y EN BIBERÓN

Tanto por
Enfermedades Alimentación Curado Fallecidos Total
ciento
Atrofia o Descomposición En nodriza 5 8 13 61’55
de Finkeistein En biberón 0 120 120 100’00
Bronconeumonía En nodriza 3 10 13 76’90
En biberón 0 22 22 100’00
Debilidad congénita En nodriza 5 4 9 44’4
En biberón 0 60 60 100
Sífilis En nodriza 3 0 3 0
En biberón 0 45 45 100

Como se ve, en las afecciones más graves, como la atrofia, bronconeumonía, debili-
dad y sífilis, la morbilidad ha sido menor y la mortalidad, aunque grande, inferior en los
niños criados en nodriza que en los criados en biberón. Las afecciones intestinales agudas,
graves y la intoxicación, se han presentado en pequeñísimo número en los niños en nodriza.

MORBILIDAD

CUADRO DE AFECCIONES OBSERVADAS CON MÁS FRECUENCIA,


TENIENDO EN CUENTA QUE VARIOS NIÑOS HAN PADECIDO MÁS DE UNA

Dispepsias ................................................... 156 Atelectasia pulmonar .................................. 4


Oftalmias..................................................... 109 Raquitismo .................................................. 4
Muguet ........................................................ 44 Hipospadias ................................................ 4
Escleroma.................................................... 43 Urticaria ..................................................... 3
Distrofia ...................................................... 40 Céfalohematoma ......................................... 3
Onfalitis ...................................................... 35 Fimosis........................................................ 3
Intértrigo ..................................................... 35 Cianosis congénita...................................... 3
Coriza.......................................................... 34 Pie varus ..................................................... 3
Eczema ........................................................ 30 Hipertrofia del timo .................................... 2
Alopecia ...................................................... 29 Espina ventosa ............................................ 2
Bronquitis.................................................... 28 Facies mongoloide ...................................... 2
Aftas de Bedna ............................................ 25 Espina bífida ............................................... 2
Rágades....................................................... 23 Anemia de Jachs-Hayem............................. 2
Micropoliadenitís ........................................ 16 Riñón ectópico ............................................ 2
Estomatitis .................................................. 15 Hidrocefalia ................................................ 1
Infarto mamario .......................................... 13 Parotiditis.................................................... 1
Ulceración por decúbito ............................. 13 Pleuritis....................................................... 1
Piodermitis.................................................. 11 Cráneo en torre........................................... 1
Diatesis exudativa....................................... 10 Púrpura ....................................................... 1
Hipertricosis ............................................... 10 Psoriasis...................................................... 1
Tos ferina..................................................... 9 Depresión de los huesos del cráneo............ 1
Facies vasodilatación ................................. 8 Mano zamba................................................ 1
Hernia inguinal........................................... 8 Crisis fisiológica (menstruación única ....... 1
Onixis y perionixis ...................................... 7 Pseudo parálisis de Parrot ......................... 1
Hernia umbilical ......................................... 6 Idiocia ......................................................... 1
Bazo palpable y duro .................................. 5 Riñón único (en herradura) ........................ 1
Noma ........................................................... 5 Herida por avulsión Retroauricular ........... 1
354 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Por último, consignaremos brevemente (puesto que no se trata de la Inclusa, sino de


la sucursal, Asilo de San José) que de los 134 que por su edad pasaron ha éste durante el
año 1917, existían al finalizar el mismo 68, habiendo fallecido 66. Este es otro aspecto del
problema que no podemos desarrollar ahora de modo completo, siendo suficiente consig-
nar que las principales y casi exclusivas causas de muerte en este Asilo, las constituyen el
sarampión y sus complicaciones (bronconeumonía y noma), gastroenteritis, afecciones in-
testinales, la tuberculosis, el raquitismo y la atrofia o atrepsia.

LAS CAUSAS

De lo expuesto anteriormente se deduce que las causas principales de mortalidad son


por orden de importancia:
1.a Alimentación inadecuada e insuficiente. Inadecuada, porque durante las primeras se-
manas de la vida es absolutamente imprescindible la alimentación natural; e insuficiente,
porque aun los niños que están lactados por las nodrizas, a causa de las medianas condicio-
nes de éstas y de que lactan dos niños a la vez, éstos resultan hipoalimentados necesariamente.
2.a Los procesos sépticos e infecciosos de todo orden y los contagios de los niños en
el interior del Establecimiento, motivados por la insuficiencia del local, falta de material
de desinfección, imposibilidad de aislamiento y falta de personal de asistencia suficiente-
mente educado.
3.a La sífilis hereditaria y debilidad congénita, para cuyo tratamiento es indispensable
la lactancia al pecho, el tratamiento especifico en la primera y las habitaciones incubado-
ras en la segunda.
4.a Las demás enfermedades que ocasionan una mortalidad mucho menor, requieren
también para su tratamiento la lactancia natural preferentemente por la madre; pero en au-
sencia de ésta, por nodrizas especiales, cuyos cuidados sean destinados exclusivamente a
un solo niño. Tales son las causas:

LOS REMEDIOS

Los remedios, en forma de conclusiones, fueron expuestos por el Cuerpo Médico de Be-
neficencia Provincial a la Excelentísima Diputación en la sesión del 17 de junio de 1918, y va-
mos a repetirlos a continuación ampliando su concepto, pero sin modificar en nada su fondo.
1.a Que la Excelentísima Diputación Provincial excite a quien corresponda a que se cum-
pla la Ley de Protección a la Infancia. Si es necesario el cumplimiento de todos sus artículos, en
el caso concreto de la Inclusa, el que más urgentemente es necesario llevar a la práctica con todo
rigor es, el que ordena que “ninguna mujer que haya dado a luz en las Maternidades, pueda ejer-
cer la industria de nodriza, como no sea en la Inclusa o en el Instituto de Maternología (toda-
vía no fundado), mientras no demuestre que su hijo tiene más de seis meses y menos de diez”.
Para esto habrá de exigirse el certificado que la Ley prescribe, y de no existir éste, no
se consentirá a ninguna mujer que ejerza la citada industria. La consecuencia inmediata se-
rían las dificultades para su colocación en las casas particulares antes de los seis meses, y
por ello, acudirían en mayor número a la Inclusa. Además, las madres que han dado a luz
en Maternidad sabiendo que no podían explotar, con perjuicio de su hijo, el alimento que
a él sólo pertenece, pasarían a criar a los mismos por lo menos durante tres meses, y trans-
currido este tiempo, casi puede asegurarse que serían poquísimas las que lo abandonaran.
PEDRO ESPINA PÉREZ 355

Con esto, además, se evitaría que los niños saliesen antes de los tres meses, edad ca-
paz de garantizar la no contaminación de las nodrizas externas.
2.a Desaparición de la Inclusa como tal Institución, para lo cual basta la supresión del
Torno, y sus consecuencias; entre ellas, la primera, el tomar antecedentes patológicos de
los niños admitidos, entendiéndose que el secreto profesional garantiza el secreto en ge-
neral. Este secreto perjudica la propaganda para la lactancia materna y facilita el abando-
no de muchos niños legítimos, para los cuales el secreto no es necesario y que no debie-
ran ingresar sin hacerse una investigación para averiguar la causa porque lo abandonan.
Esta es la tendencia en todos los países civilizados, en la mayoría de los cuales, se ha
llegado a la investigación de la paternidad, hasta el punto que con carácter general, como
en nuestro país, casi no hay Inclusa en ninguna parte, y en los pocos sitios que las hay, se
están suprimiendo por haberse convencido de que es mejor trasformarlas en Institutos de
Maternología y Puericultura.
La tercera conclusión se halla incluida y comentada en la primera.
4.a En los casos que la madre abandone a su hijo a causa de su pobreza, evitar el in-
greso del niño, facilitando la lactancia materna con los socorros de lactancia.
5.a Protección a la mujer embarazada y creación de Mutualidades Maternales.
Tanto esta conclusión como la anterior, no pueden ser llevadas a la práctica por la Ex-
celentísima Diputación, pero estando tan estrechamente ligado la mortalidad infantil en la
Inclusa con el estado sanitario de las madres y con su posición social, la Corporación ha-
ría gran beneficio a sus asilados, encareciendo a los Poderes públicos la necesidad de que
se lleven a efecto estas dos conclusiones.
6.a Personal técnico educado e ilustrado en la preparación de alimentos infantiles.
7.a Aumento del material de desinfección esterilización, biberones, etc, etc,
Es cierto que existe en el asilo de San José un departamento de desinfección con todos los
perfeccionamientos debidos, pero que no puede ser utilizado para la Inclusa, habiendo como
hay una distancia de varios kilómetros entre ambos edificios, siendo necesario trasladar dia-
riamente de uno a otro las ropas, colchones, cunas, etc, etc, de los acogidos en la Inclusa.
8.a Fundación de una Escuela de enfermeras de niños (Nusery). Teniendo en cuenta que
la educación técnica del personal de asistencia, a cargo de los Profesores del Establecimiento,
es imprescindible, y que sólo así las personas encargadas del cuidado de los niños pueden
tener idea exacta de los graves peligros a que los exponen cuando no cumplen los pre-
ceptos que la moderna Puericultura exige, consideramos de gran necesidad la fundación
de dicha Escuela, para mejorar el estado sanitario de la Institución.
9.a Locales suficientes para todas estas necesidades. Si bien todas las anteriores con-
clusiones son de importancia extraordinaria entre sí, de modo que ninguna de ellas puede
suprimirse, hemos de hacer notar que, la más importante y la que principalmente hay que
resolver, es la insuficiencia y malas condiciones higiénicas del local. Es imposible, en efec-
to, aumentar en la Inclusa actual el número de nodrizas, puesto que no hay sitio donde co-
locarlas. Imposible también alojar en el Establecimiento a las madres que acudirían a criar
a sus hijos, en cumplimiento de la ley. Imposible retener los niños durante tres meses en la
Casa, y en fin imposibilidad absoluta de llevar todo esto a la práctica mientras se carezca
de un nuevo edificio enclavado en sitio higiénico y saludable de las afueras de la población.

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356 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

10.a Pabellones para enfermería común e infecciones, que al mismo tiempo puedan ser-
vir de lazareto, con celdas unipersonales del sistema que aconseja Martín, único medio de
evitar los contagios y de disminuir la morbilidad y mortalidad por enfermedades contagiosas.
11.a Lactancia en los pueblos. Mejor remuneración a las nodrizas externas y exigir a las
Juntas locales de protección a la Infancia, el mayor celo en el cumplimiento de su deber.
Tenemos entendido que la Excelentísima Diputación ha tomado acuerdos importantes
sobre este punto.
12.a Inspectores encargados de vigilar la lactancia mercenaria en los pueblos. Estos exis-
ten en Francia y la práctica ha demostrado los buenos efectos que esta vigilancia ejerce so-
bre la mortalidad infantil.
13.a Prohibición de la salida de los niños del Establecimiento antes de cumplido el
tercer mes, por los peligros de contagio de la sífilis a las nodrizas externas, y exigir a és-
tas que, al venir a solicitar un niño para su crianza, permanezcan en observación en la In-
clusa durante tres días por lo menos, para conocer de modo exacto las condiciones de su
secreción láctea, que no pueden determinarse de otra forma.
14.a Instalación de una enfermería de nodrizas y de un departamento, en el cual las ma-
dres sifilíticas puedan criar a su hijo y en donde sean tratados ambos. Esto tendría la ven-
taja de que podría alimentar a otro niño sifilítico, y además no nos veríamos precisados a
trasladar a la madre al Hospital de San Juan de Dios, cosa que la mayoría de las veces re-
chazan, y como consecuencia, abandonan la Inclusa y a su hijo, quedándose sin tratar la
sífilis de los dos y el peligro que anunciábamos antes de contagiar a otro niño.
En la actualidad no existe enfermería de nodrizas, y si una de ellas es afecta de cualquier en-
fermedad que dure más de dos o tres días, el reglamento ordena sea trasladada al Hospital Pro-
vincial. Con este precepto dos niños quedan sin alimentación natural, y la nodriza, por no ama-
mantar a ninguno en el curso de su dolencia, pierde la secreción láctea y difícilmente vuelve a
recuperarla; pero aun cuando esto sucediese, no vuelve a solicitar su ingreso en la Inclusa.
Más de una vez hemos visto que una excelente nodriza, después de prestar sus servi-
cios en la Inclusa durante quince o más meses, ha sido afecta de una neumonía, y ha ha-
bido que trasladarla al Hospital Provincial, sin poder tener en cuenta para nada los buenos
servicios prestados.
15.a Dirección exclusivamente técnica de la Institución.
R. Pérez Valdés, Ortiz de la Torre, Huertas Barrero, Juan Bravo, Juan Azúa, Jaime Vera,
Sínforiano García Mansilla, Lobo Regidor, Madinaveitia, Goyanes,
Giol del Valle, Marañón, Valle Aldabalde, Fernando Castelo, Hernández Briz, Laure-
ano Olivares, Sainz de Aja, Mateo Milano, F. Vigueras, Castañeda, Sánchez Covisa (J),
José Bourkaib, Sánchez Covisa (I), Hinojar, José Botella, Ratera (J), Ratera (S), Medina,
Bravo Frías, Taboada, G. Asúa. B. López Durán, Celada, Sandoval, García Peldez, Huer-
tas y González del Campillo, Florentino Molás, Rozabal, Sánchez Gómez, Juan Manuel
Palacios, J. A. Alonso Muñoyerro, F. Pagés, Luis Castillo, T. Rodríguez de Mata, Manuel
Ubeda, F. Sicilia, Adolfo de Castro, Villa, etc, etc.
Biblioteca Regional “Leguina”. Signatura 9. Caja 33, 1918
Transcrito por p. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 357

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA. (Antigua inclusa)


NIÑOS INGRESADOS. Años 1920-1976

Años Niños Años Niños Años Niños


1920 1.138 1939 (2) 1.057 1959 763
1921 1, 021 1940 1.390 1960 627
1922 1.013 1941 1.356 1961 577
1923 1.102 1942 885 1962 586
1924 1.050 1943 884 1963 568
1925 1.037 1944 1.020 1964 529
1926 1.085 1945 966 1965 506
1927 1.088 1946 1.025 1966 527
1928 1.152 1947 637 1967 485
1929 1.281 1948 810 1968 421
1930 1.274 1949 864 1969 436
1931 1.297 1950 837 1970 367
1932 1.396 1951 843 1971 310
1933 1.430 1952 776 1972 210
1934 1.607 1953 788 1973 185
1935 1.551 1954 703 1974 215
1936 1.230 1955 604 1975 160
1937 255 1956 760 1976 184
1938 322 1957 768 = =
1939 (1) 85 1958 739 Total niños 46.762
(1) Hasta abril 1939.
(2) Mayo-diciembre 1939.

Resúmenes de niños ingresados por años, efectuados por “Sor Irene”, de los 57 años
que estuvo al frente de la Recepción, primero de la Inclusa y después del Instituto Provincial
de Puericultura hasta su jubilación el año 1976. Cuyas cifras dan testimonio y razón de que
por ella pasaron 46.700 niños.
Por otra parte, podemos apreciar, mediante estos números, como fueron descendien-
do sucesivamente la llegada de niños, desde el año 1944, hasta el año 1976, en que dejó
la Recepción.
A.R.C. de Madrid. Fondo de la Inclusa, 8588. Por P. ESPINA PÉREZ.
CAUSAS DE LA MORTALIDAD DE LOS NIÑOS
EN LA INCLUSA: “SUS REMEDIOS”, 18-2-1921

Desde que se trasladó parte de la Inclusa y Colegio de la Paz al Asilo San José donde está
la fundación Zorrilla (niños procedentes de la Inclusa), sitio éste situado en la parte alta de
Madrid, Paseo de Ronda, núm. 1, final de la Calle de O’Donnell, ha disminuido notablemente
la mortalidad de los acogidos en este departamento. Nada de extraño tiene esto, pues es un
sitio ventilado, inundado de sol, de gran amplitud, con gran extensión de terrenos para po-
der instalar todos los servicios modernos de esta clase de instituciones en pabellones aisla-
dos, rodeados de jardín y árboles, etc., y donde se proyecta construyendo nuevos pabellones
para terminar de instalar todos los servicios de la Inclusa en la forma que exige la ciencia mo-
derna, abandonando los defectos del destartalado caserón de la calle de Embajadores.
La estadística del año 1920 demuestra esta disminución de la mortalidad comparada
con otras anteriores, sobre todo con la del año 1917, como puede verse por el cuadro ad-
junto resumen del año.

BENEFICENCIA PROVINCIAL

Inclusa y Colegio de la Paz del Asilo San José y Fundación Zorrilla.


(Paseo de Ronda núm. 1)

Niños existentes en el año 1920. Niños 902; Niñas 1.139= total 2.041

Las causas principales de la mortalidad son: Debilidad congénita; tuberculosis en sus


diversas formas; sífilis hereditaria, y el alcoholismo de los progenitores; son los cuatro prin-
cipales azotes de la Inclusa y los que determinan la mortalidad tan grande en todas las In-
clusas del mundo; y si estos niños que traen esas taras hereditarias tan terribles no son cria-
dos por sus madres, o no pueden entregarse a nodrizas y tienen que ser sometidos a la
lactancia artificial, la mortalidad tiene que ser forzosamente enorme.
Todas estas causas de mortalidad radican fuera de las Inclusas, y compete a los Go-
biernos, haciendo cumplir la Ley de Protección a la Infancia y poniendo sanción penal a
los que la infrinjan para lograr proteger al niño e impedir su mortalidad, logrando que la
raza no degenere o desaparezca.
360 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En Francia, donde es sabido que la población amenaza a desaparecer por ser cada día
mayor la mortalidad que la natalidad, ha hecho decir al ilustre Bertillón que los médicos
son impotentes para disminuir la mortalidad, sobre todo en la primera edad y la inutilidad
de nuestros esfuerzos, viniendo a decir: “Si los niños y adultos tuberculosos que se quie-
re guardar para la vida, se salvasen efectivamente de la muerte, la población contendría un
mayor número de valetudinarios, pero no por ello sería más numerosa”.
Sin aceptar el pesimismo de Bertillón, pues él mismo tiene que reconocer que muchos
de estos seres enfermizos logran salvarse y pueden llegar a ser la esperanza y la gloria de
su patria.
En el departamento del biberón, por ejemplo, ingresan niños que es imposible que se
salven, y la lucha hay que hacerla para que no llegue el caso que lleven a la Inclusa estos
desgraciados seres, muchos de los cuales ingresan en período agónico para economizarse
sus familias los gastos de entierro, y otros porque sus enfermedades origen de sus proge-
nitores no tienen salvación.

CAUSAS DE LA MORTALIDAD DE LOS NIÑOS DE LA INCLUSA

Quedan en
Resumen Estancias Entrados total Curados Muertos
Tratamiento
V H V H V H V H V H V H
Debilidad congénita y vicios
de conformación 7 15 44 91 51 66 24 29 19 21 8 16
Sífilis 1 – 7 3 8 5 – – 7 2 1 1
Diarrea y enteritis – – 9 11 9 11 9 11 – – – –
Eritemas y dermatosis – – 14 16 14 16 14 16 – – – –
Atrofia y Atrepsia – – 11 18 11 18 4 4 7 14 – –
Otras enfermedades del aparato
digestivo y anejos – – 5 6 5 6 5 6 – – – –
Bronquitis aguda y crónica – – 16 17 16 17 10 10 6 7 – –
Bronquitis capilar y
Pneumonía – – 2 1 2 1 1 1 1 – – –
Otras enfermedades del
aparato respiratorio – – 1 1 1 1 – – 1 1 – –
Tuberculosis 7 7 9 12 16 19 – 2 10 17 6 –
Meningitis tuberculosa – – 6 2 6 2 – – 6 2 – –
Difteria y Crup – – 2 – 2 – 2 – – – – –
Viruela – – 4 1 4 1 4 1 – – – –
Sarampión – – 60 56 60 56 60 56 – – – –
Gripe – – 9 13 9 13 9 13 – – – –
Coqueluche – – 20 14 0 14 20 12 – – – –
Otras enfermedades
infecto contagiosas – – 90 64 90 64 94 52 – – 36 12
Nefritis aguda y crónica – – 1 – 1 – – – 1 – – –
Otras enfermedades – – 36 28 36 28 25 14 7 9 4 5
Totales por sexos 15 22 251 270 226 252 146 145 65 73 55 34
Totales generales 37 481 518 291 138 89
Mortalidad global: 6 por 100 con 761 milésimas
Madrid, 18 de febrero de 1921
PEDRO ESPINA PÉREZ 361

Que los Gobiernos combatan por todos los medios la tuberculosis, la sífilis, el alco-
holismo; que protejan a la mujer embarazada, sea soltera, casada o viuda, para que no dé
a luz seres con debilidad congénita, creando Asilos de embarazadas, el seguro maternal,
etc., y se habrá logrado muchas vidas; pero mientras ingresen en estas Inclusas seres en
estas condiciones la mortalidad tendrá que ser grande, pues la ciencia no tiene medios de
dar vida a estas criaturas encomendadas a los establecimientos de Beneficencia por ad-
mirablemente montados que éstos estén.
Hay que tener presente que en el año que analizamos de 1920 tuvimos una epidemia
grandísima de gripe (cuatrocientos casos) todos los asilados la sufrieron; otra epidemia
extensa de sarampión, que en otras épocas fue siempre temible en este mismo Asilo (1) y
otra epidemia pequeña de tosferina o coqueluche, pues bien, a pesar de haber sufrido es-
tas tres epidemias la mortalidad, repito, fue menor, como demuestra la estadística.

NOTAS

(1) Véase “El Siglo Médico”, número 16 de febrero y abril, donde están descritas con todo de-
talle estas epidemias y el resultado terapéutico obtenido.

Dr. D. Baltasar Hernández Briz. Médico jefe de la Inclusa, Colegio de la Paz y Asilo
de San José, año 1922, y Vocal del Consejo Superior de Protección a la Infancia y Repre-
sión de la Mendicidad.
Datos tomados de la Conferencia pronunciada sobre la “Higiene Infantil”. “El cerebro
del niño” influencia que sobre su desarrollo intelectual y moral puede tener la madre cris-
tiana. Dijo el ilustre naturalista Buffón. “Si hay alguna cosa capaz de darnos idea de
nuestra debilidad, es el estado en que nos encontramos inmediatamente después del na-
cimiento”.
“En la mujer que va a ser madre, todo su organismo viene sabiamente preparado para
cumplir este fin”. El instinto de la maternidad en todos los seres de la escala zoológica es
mayor en la hembra que en el macho.
Según dichos estudios: Los niños criados con amas fallecían del orden del 59%. Los
criados con madres fallecían entre el 15 y 20%.

Referencia; C° 599, núm. 3 Biblioteca Pro-Infancia


Por P. ESPINA PÉREZ

Dr. Baltasar Hernández Briz


Arduo problema el de transformar las Inclusas en nuestro país; pero no por eso irrea-
lizable, ni difícil, porque el hecho de existir implica el beneplácito de la sociedad ante tal
estado de cosas, y significa que no se ha sentido hondamente el terrible vivir del pobre niño
abandonado y más aún, que la costumbre de abandonarle, lo que se llama la “caridad ofi-
cial”, está tan arraigada en el espíritu de las gentes, que en vez de constituir un hecho pu-
nible, es casi siempre una determinación lógica y natural ante el conflicto moral de mu-
chas familias, que creen verse aún libres del deshonor en que han caído por haber concebido
ilegítimamente uno de sus miembros.
Modificar las costumbres y hacer variar el concepto que se tiene de que, por perma-
necer todo en secreto no hay deshonra, es asunto del tiempo, puesto que no es justo que
la víctima sea el niño, a quien se sacrifica con el abandono, y que como consecuencia su-
fre culpas que no tiene. Difícil es la transformación de modo completo y radical, porque
ésta lleva en sí, como primera medida, la supresión el torno, y con él la del secreto, sin que
quiera decir esto, que ha de darse publicidad a la falta, cosa que no es preciso, pero sí to-
mar ciertos antecedentes y datos en la oficina receptora, cuya primera consecuencia sería
el aplicar el remedio adecuado a cada caso, investigando el motivo por qué es abandona-
do; y cuando lo sea él y la madre injustamente por la carga que significa, moral y mate-
rial, para el que la sedujo, el afrontarla con valentía y virilidad la situación que se ha cre-
ado; ¡ah, entonces!; entonces se llegaría a la investigación de la paternidad y comprobación
de la misma, con el fin de que contribuyan al sostenimiento y educación del recién naci-
do, en su día, conllevando esta carga con el Estado, que tiene el deber de amparar al que
nace en su seno. No hay que asustarse por esto, puesto que hoy se lleva a cabo en los pa-
íses de más libertad, como en Francia desde el año 12, en Inglaterra, Alemania, Estados
Unidos, etc., desde mucho antes, hasta el punto de que ha sido un éxito del 90 por 100 de
los casos, por poderse llegar a la comprobación de la paternidad. Es difícil el cambio, por-
que la inmediata consecuencia sería un inmenso número de madres con sus hijos que re-
clamaría la asistencia debida en Instituciones apropiadas, y esto cuesta muchos millones
que son necesarios para otros conflictos de una mayor aparente urgencia y visualidad.
¡La muerte, con su silencio, diciendo mucho a algunos, no dice nada a otros, que son
los que viven lejos del dolor y del sufrimiento! ¡Los pobres niños, muriéndose, solucio-
nan por si solos infinidad de conflictos de orden económico: si vivieran exigirían un gas-
to que hoy no originan!
Por último, es de difícil solución el problema, porque al cambio se oponen multitud
de elementos de diversa índole que no lo conocen con la profundidad que es necesaria
para que, aunando todos los esfuerzos y todas las voluntades, se llegará a la realización
de la obra más grande que puede imaginarse, cuyos beneficios no tardarían mucho en
hacerse sentir.
364 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Pero hemos dicho que, a pesar de todas las dificultades, no es irrealizable la transfor-
mación. ¿Por qué ha de serlo? Es cierto que vamos a la zaga, de los países cultos; doloro-
samente hay que confesarlo, en civilización y progreso, pero esto no quiere decir que no haya
de llegar el día en que, por sobrepasar el número de muertos al de nacidos, la densidad de
la población decrezca en proporciones alarmantes, y entonces se sienta la necesidad de cul-
tivar al niño y de proteger a la madre, dándole los medios, no sólo de reintegrarla a la so-
ciedad por haberse lavado de su culpa por el hecho de serlo, sino también para que lleve al
fin su obra, que es criar a su hijo al seno y formar los cimientos de que ha de ser ciudada-
no útil a su Patria. Esa necesidad se ha sentido en otros pueblos, y se llegó a cambiar por
completo el régimen seguido hasta entonces. ¿Por qué no hemos de llegar nosotros en este
momento a intentar una variación de sistema, puesto que esa necesidad es ya sentida?
No es nuestro propósito hacer un alarde de erudición, ni perder el tiempo en divaga-
ciones teóricas que a nada conducirían; al contrario nos proponemos llegar a conclusio-
nes prácticas de inmediata aplicación, sin más requisito que dinero. Es posible que esta sea
la conclusión menos práctica, porque es lo más difícil de alcanzar; pero el pretender so-
lucionar el grave conflicto de la mortalidad infantil sin consignar en los presupuestos del
Estado una cantidad destinada a este fin, es completamente ilusorio, ¡Quizá sea más ilu-
sorio el pretender conseguirla!
Lo que el tiempo ha de modificar, dejémoslo a él, tarde o temprano ha de llegar, pese
a quien pese, y es cuestión de esperar. Lo que sea cuestión de derecho y de legislación de-
jémoslo también a quien corresponda; la nueva función creará el nuevo órgano, y será pre-
ciso, más pronto o más tarde, que juristas y legisladores se vean forzados a llevar por nue-
vos derroteros el derecho de la madre y del hijo abandonados hoy a merced del Don Juan
conquistador e invulnerable, cuyos delitos quedan impunes por no haber ninguna ley que
los castigue. Ocupémonos, nosotros los médicos, solamente de la parte científica de la
cuestión y también de la social, por la íntima relación que tienen ambas en el asunto que
nos ocupa. Eso sí, lleguemos con valentía hasta donde sea preciso; sacrifiquemos todo lo
que como médicos y como hombres hayamos de sacrificar, sin retroceder ni un momen-
to, sea la que quiera la dificultad que se oponga a nuestro paso para la consecución de los
fines que nos proponemos.
El problema se presenta ante nosotros bajo dos aspectos: uno que abarca todo lo refe-
rente a protección a la infancia, desde que el niño no ha nacido aún, con la multitud de obras
y de instituciones benéficas para la mujer embarazada, hasta que llega a la maternidad y
entra de lleno a desempeñar el papel que le corresponde en la sociedad. Otro aspecto es el
que se refiere al punto concreto del niño abandonado que es el que forma el contingente
humano de las Inclusas de nuestro país. En la imposibilidad de ocuparnos de todo lo que
se refiere a protección a la infancia en su más amplio concepto, como serían nuestros de-
seos, nos circunscribiremos a tratar de las Inclusas, y lo que a nuestro juicio es modifica-
ble inmediatamente con programa mínimo, dejando preparado el terreno para que más
adelante, bien nosotros mismos, los de nuestra generación, o los que nos sucedan, puedan
continuar la obra hasta la perfección máxima.
Queremos advertir que las afirmaciones y estudio que hagamos de esta arcaica Insti-
tución son producto del convencimiento personal que tenemos adquirido, por la convi-
vencia durante cuatro años, día tras día, con los pobres incluseros, y no son divagaciones
de memoria ni es apasionamiento que ha de influir en los calificativos que emplearemos
al juzgarla, puesto que la reflexión más serena ha presidido este estudio, y todas las de-
terminaciones que nos hemos visto obligados a tomar en lo que se relaciona con las Inclusas.
PEDRO ESPINA PÉREZ 365

Forzosamente hemos de referirnos, sin embargo y pasar revista a las instituciones ex-
tranjeras que se relacionan con la infancia y a las evoluciones que han sufrido en los últi-
mos cincuenta años, puesto que esa experiencia nos ha de servir de mucho, y no podemos
tener la pretensión de la originalidad que sería ridícula, de querer suplir con ideas y prác-
ticas nuevas lo que está ya sancionado por el estudio y observaciones de hombres eminentes
que han consagrado su vida entera en favor de los niños. Además, conviene establecer el
contraste.
¿Qué es la Inclusa?—La Inclusa nació de la reacción del Cristianismo contra la cos-
tumbre bárbara de los romanos del abandono y la muerte del niño. Se creó para evi-
tar el infanticidio, y el Papa Inocencio III, en el siglo XII, fundó la primera institución
de esta índole, siendo el símbolo de esta forma antiquísima de asilos que recogían a
los niños de origen desconocido y desprovistos de todo amparo por parte de sus pro-
genitores.
En los países latinos tuvieron gran arraigo, y pronto se extendieron por Italia, España,
Francia y Rusia, no sucediendo así en los países sajones, en los cuales si bien en un prin-
cipio existieron, fueron sucesivamente desapareciendo hasta que en el siglo último se ope-
ró la transformación, rigiéndose en su mayoría estas instituciones bajo la base de las le-
yes de Beneficencia moderna.
Mortalidad.—En la lucha entablada contra la mortalidad infantil pronto se vio que la
de las Inclusas era verdaderamente horrorosa, llegando a alcanzar la cifra de 70 a 80 por
100 de los ingresados, y por tanto, en vez de ser estos establecimientos verdaderos vive-
ros humanos, eran Necrópolis infantiles, como las ha llamado Schlossmann. Si tenían ra-
zón de ser cuando se fundaron, hoy no existe esa razón, puesto que los infanticidios lega-
les alcanzan una cifra mucho mayor que los que se ejecutarían si faltasen las Inclusas. En
los pueblos en que se han sustituido por otras fundaciones en que no existe el secreto no
han aumentado los infanticidios, según ha demostrado Conrad en su Tratado de Econo-
mía Política.
Por lo que a la Inclusa de Madrid se refiere, que es en la que nosotros ejercemos, al-
canzaba la mortalidad la cifra del 52 por 100 en 1918, teniendo en cuenta que esta morta-
lidad resulta de la permanencia de los niños en la casa solamente de dos meses, y aun me-
nos, pues luego salen a la cura externa con nodriza de los pueblos. ¡Calcúlese la altura de
la cifra de mortandad si estuviesen un año en la Inclusa! En el número se incluyen tanto
los que se crían con nodriza como los que son lactados a biberón y tratados en este de-
partamento. La mortalidad aislada de los alimentados con biberón llegaba al 100 por 100.
Este es un hecho sensible pero cierto.
Condición de los niños de la Inclusa. Parece deducirse de esta enorme mortalidad que
el estado en que ingresan los niños es deficientísimo, y que, como hijos del vicio que han
sido llamados, ¡qué sarcasmo!, están destinados a morir, por llevar en sí el estigma de in-
feccionar, heredadas de sus padres. Nada más lejos de verdad, y para que se vea, reproducimos
a continuación unas cifras que ya fueron publicadas en 1918 en una Memoria que el Cuer-
po Médico de la Beneficencia Provincial de Madrid estimo oportuno el hacer públicas.
Véase (1):
Resulta, por tanto, que una gran mayoría pesaba más de 3.000 gramos, reuniendo con-
diciones de vitalidad indiscutibles. Cualquier tara heredada, o enfermedad infecciosa con-
génita se refleja en el peso del niño ordinariamente, aunque no puede afirmarse en abso-
luto que se exteriorice al nacer con un peso inferior al normal.
366 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Aproximadamente, la mitad de los niños que van a parar a la Inclusa proceden de la


Casa de Maternidad, y sus madres los abandonan en la mayoría de los casos, no por en-
cubrir su deshonra, sino porque son una carga para poderse dedicar libremente a la lu-
crativa industria de nodriza. No obstante, hay ciertas excepciones, que, con verdadero
cariño de madre, pasan a criarle a la Inclusa hasta tanto que, por la edad del niño, es for-
zoso que éste salga a continuar su crianza en los pueblos en cuyo caso ellas, sin su hijo,
consideran cumplida su misión abandonando la Casa, y con ello, al otro niño que esta-
ban lactando al pecho. Gran número de estas madres se dedican a nodrizas, pues no fal-
tan los ganchos de las Agencias particulares que las atraen para obtener la comisión co-
rrespondiente. Respecto a este punto, en el que hacemos hincapié, véase el artículo 7.°
de la ley de Protección a la Infancia, publicada en ¿1900?, ¿por qué no exigir a toda no-
driza el que justifique la edad de su hijo para ver si tiene cumplidos los seis meses, o,
en su defecto, que está criándose al pecho por otra mujer, cuyo hijo ha fallecido? De-
biera hacerse responsable de las falsedades que hubieran de cometerse, a las autorida-
des locales y al médico.
La otra mitad, aproximadamente, de la población infantil inclusera, procede del torno.
De los que vienen de maternidad, ya hemos dicho que la causa principal del abandono es,
no la publicidad de su deshonra (muchas son reincidentes; sino la comodidad de desen-
tenderse de su crianza, confiándoselo a la Administración, para ella dedicarse a nodrizas
o quedarse libres; pues bien, los que vienen del torno, artefacto que todo lo encubre en sus
tinieblas, son depositados allí por tres causas principales:
1.a Porque amparándose en el secreto, queda en apariencia limpia de mancha la hon-
radez de la doncella (¡cuánto más honrada es aquella que ostenta su hijo criado a su seno
y cumple con el sagrado deber que impone la maternidad!).
2.a Porque es el medio más cómodo de desentenderse de la carga, o en caso de estar
enfermo, evitarse el gasto de tratamiento y entierro, por cuyo motivo ingresan muchos ni-
ños legítimos de familias pobres.
3.a Por la miseria, que en muchas ocasiones hace que abandonen los padres legíti-
mos a sus hijos, no en el sentido de perderlos para siempre y dejarlos de querer, sino
para procurarlos un abrigo que ellos estiman seguro y una alimentación que no pueden
darles.
Ha habido casos de depositar tres y cuatro niños legítimos de una vez (hermanos). Po-
drá influir otra causa distinta de las enunciadas, para que los niños sean depositados en el
torno, pero las principales son estas tres.
Merece fijar la atención en el hecho de que gran parte de los incluseros son hijos le-
gítimos, a los que sus padres, por razones de pobreza, confiaron a la caridad oficial. Este
es un hecho comprobado, y el contingente que dan oscila del 30 al 50 por 100. En la
Inclusa de Milán, ya durante los años de 1843 al 54 el número de hijos legítimos re-
clamados por sus padres fue de 13.063. Es una buena prueba de que esta institución no
responde al fin para que fue creada; pues una cosa es que tratara de evitar el infantici-
dio, y otra que, valiéndose de las facilidades que se dan para el ingreso de los niños,
sirva de albergue transitorio a estos niños legítimos cuya asistencia mejor la tendrían
en asilos o fundaciones ad hoc, que para nada tienen que ver con el secreto. No hay que
decir que caen de lleno estos acogidos bajo el régimen general de todos los demás y son
como ellos víctimas de los mismos vicios de organización.
PEDRO ESPINA PÉREZ 367

LOCALES Y EDIFICIOS EN QUE ESTÁN INSTALADAS LAS INCLUSAS

La de Madrid estaba instalada en el vetusto edificio de la calle de Embajadores, ane-


ja a la Casa de Maternidad. Ni el edificio ni el barrio a que pertenecía, era el más mortí-
fero de Madrid, reunian las condiciones más a propósito para criar a los niños. Como con-
secuencia del movimiento de opinión de hace cinco años causado por la publicación de las
cifras de mortalidad en la Inclusa, fue trasladada ésta a un nuevo local de la calle de O’-
Donnell en el llamado Asilo de San José, de la fundación Zorrilla, del cual nos ocupa-
remos en extensión más adelante. El sitio es indiscutiblemente más saludable, y con cier-
tas reformas y ampliaciones para establecer las debidas separaciones de aislamientos,
podría decirse que, en cuanto edificio, reúne las condiciones que se requiere para esta cla-
se de asilados. Sin embargo, actualmente es insuficiente para las necesidades, puesto que
los niños de biberón enfermos no tienen departamento donde estar. Dicho esto, está claro
que no basta tener un edificio aparentemente amplio y con locales numerosos, sino que debe
estar en proporción y relación con las necesidades, y como éstas son muchas, resulta que
es insuficiente el local donde está instalada la Inclusa actual, y es preciso ampliarlo, so-
bre todo en lo que se refiere a pabellones de aislamiento con celdas individuales, y a los
pabellones de lactancia natural y artificial separadamente.
Esto en cuanto al edificio de la Inclusa de Madrid; pero, ¿cómo son las demás Inclu-
sas españolas? Dejemos a un lado las de Barcelona, de San Sebastián, y sin pasar revista
una por una a las de las demás provincias, pues a nada conduciría y sería agotador, recor-
demos los informes de las Juntas locales de protección a la infancia en contestación a la
petición hecha por el Consejo Superior en el año 1918, también relacionado con la cam-
paña en contra de las Inclusas. Se publicó en Pro Infancia, órgano oficial de dicho Con-
sejo, y allí está, para el que lo quiera leer, en los números publicados en el segundo semestre
de dicho año. Es verdaderamente vergonzoso que tal estado de cosas se tolere. La gene-
ralidad de las Inclusas están instaladas en los edificios de los Hospitales Provinciales, y en
ellos han elegido habitaciones que no tienen otra aplicación más útil (valga la frase), en
sitios lóbregos, con luz y ventilación escasísimas, donde se almacenan los pobres niños des-
heredados de todo amor y fortuna, y reciben una alimentación inapropiada e insuficiente.
Sin excepción, en todos los informes recibidos, con ligeras variantes, se contienen los
mismos conceptos y las mismas lamentaciones. Son locales inmundos.

ALIMENTACIÓN DE LOS NIÑOS DE LA INCLUSA

En la de Madrid, que es a la que principalmente hemos de referirnos, la intención es


alimentarlos naturalmente. Los que vienen con su madre de Maternidad, están exclusiva-
mente al pecho un número de días y la madre recibe una gratificación, la cual es mayor en
el momento que toma otro niño y comparte con el hijo propio el alimento que a él sólo per-
tenece. La mayoría o casi todas, lactan, por tanto, a dos niños y ya veremos lo que ocurre
con esta práctica.
Una vez ha llegado a tener el hijo de la nodriza aproximadamente dos meses, sale a
continuar su lactancia a los pueblos de la provincia de Madrid y de las próximas (Guada-
lajara, Ávila, principalmente), quedando la madre entonces con dos niños de la Casa. En este
momento pueden ocurrir dos cosas: o se marcha para dedicarse a nodriza en casas particu-
lares donde la retribución es mayor, reintegrándose en otros casos al seno de la familia,
368 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ocupándose de su oficio, si le tenía, o bien continúa criando en la Inclusa mientras la secreción


láctea sea suficiente. La que es una excelente nodriza como está solicitada de fuera por las
agencias que andan prontas a buscarlas, a causa de la gran demanda de amas de cría en la
población, lo frecuente es que se vaya, dejando sin pecho a los dos niños que criaba.
También ocurre que una madre, al verse obligada a separarse de su hijo por llevárselo
a los pueblos con nodriza externa, puesto que la Administración (1) se opone a que com-
pleten crianza estos niños en el Establecimiento, antes de perder a su niño quizá para siem-
pre, sin la esperanza de verle de vez en cuando, porque esto es un secreto o no sabe la ma-
dre dónde se cría su hijo y con quién, sino únicamente cada mes la dicen si vive o ha
muerto; antes de resignarse a este suplicio, opta por salirse de la Casa con su hijo, al cual
pone en nodriza por su cuenta en condiciones económicas y ella a su vez se coloca parti-
cularmente, ganando para cubrir todos los gastos. De esta forma dispone a su antojo del
niño y puede verle cuando lo desee.
Este grupo de nodrizas, que es el que más interesa retener, puesto que han dado prue-
ba de ser buenas madres al acudir con su hijo a la Institución y que podían hacer el gran
servicio de alimentar a otro niño haciendo lactancia mixta en los dos, es el que menos
abunda por las razones expuestas. Ya insistiremos en este punto.
Resumen, que el contingente de nodrizas de la Inclusa es limitado y salvo raras ex-
cepciones, que existen sin embargo, no se significan por su exuberancia en leche, sino que
lo corriente es, que den un peso bastante escaso.
Ya tenemos un número de nodrizas determinado: el remanente que ha quedado, a cau-
sa de las razones dichas. Por ejemplo, 40. Por otro lado tenemos 80 niños; cada una lacta
a dos. ¿Qué cantidad de leche dan a cada uno? ¿Le dan la ración óptima de 159 gramos
de leche por cada kilo de peso al día? ¿Siquiera de 100 gramos? Rotundamente decimos
que no. Es forzoso que estén hipo-alimentados, y así tenemos el tipo especial de niño in-
clusero, hipo-trófico, mordiéndose los puños, con cara de viejo y sufriendo trastornos di-
gestivos a causa de la alimentación complementaria que le dan a su capricho las nodrizas,
las cuales reciben una cantidad de leche diariamente para que la administren por sí mis-
mas y se la dan a sus niños ad libitum.
Se dirá: “Eso se debe corregir; se prohíbe terminantemente el que eso se haga; los
médicos son los encargados de que todo vaya como es debido”, etc. Todo eso es cierto, y
a corregirlo vamos; pero la costa tiene más dificultades de lo que parece; ya veremos cuá-
les son éstas.
A pesar de todo, la mortalidad de estos niños en nodriza es mucho menor, natural-
mente, que los de biberón, la cual ya no puede ser más alta y debe considerarse a estos ni-
ños, no como criados en lactancia natural, sino mixta y defectuosa. En el resumen com-
pleto y veraz que se publicó el año 1918 (no otras publicaciones fantásticas y poco sensatas
que siguieron) resulta que de 494 niños criados en nodriza, murieron 44, dando una mor-
talidad de 8 por 100 y décimas. Insistimos nuevamente en que ésta se refiere a los dos pri-
meros meses de la vida que permanecen los niños dentro de la Casa; después salen a los
pueblos, como hemos dicho, y gracias a eso se libran muchos de la muerte. También nos
ocuparemos de este aspecto, que necesita de grandes y hondas reformas, porque se mue-
ren muchos.
La alimentación mixta no puede establecerse debidamente, porque hace falta de per-
sonal auxiliar numeroso e instruido, cosa que no tenemos. Y hemos dicho que, en realidad,
PEDRO ESPINA PÉREZ 369

la lactancia mixta defectuosa se hace en gran número de niños en los que están en nodri-
za. También hay que hacer constar, porque nos proponemos decir verdad, que mucho an-
tes del tiempo en que pueden digerirlas, toman papillas que contribuyen a que sufran con
frecuencia dispepsias ácidas y los trastornos tan bien descritos por Czeruy.

LACTANCIA A BIBERÓN

Pronto acabaríamos con este capítulo, y tentados estábamos de hacerlo, diciendo que se
mueren todos. En el ejemplo que hemos puesto suponíamos que había 80 niños y 40 nodri-
zas. Pues bien: llega el niño 81 por el torno, y aunque sea perfectamente sano y reúna con-
diciones fisiológicas óptimas, tiene que ir al departamento del biberón, y así los sucesivos
que van viniendo, además de aquellos otros que, por marcharse la nodriza, se quedan sin
alimentación natural. Existe una contingencia de varios niños criados artificialmente. De
ellos, algunos logran huir de la herodiada, por haber coincidido su ingreso con una nueva
admisión de nodrizas y tener plaza en ellas y a duras penas se consigue corregir los trastor-
nos digestivos que adquirieron con el biberón. Niño que permanezca no más de cinco o seis
días en el cuarto del biberón, antesala del cielo, como le llaman, expoliarium, diríamos no-
sotros, es imposible curarle: muere irremisiblemente. ¿Qué toman en estos días? Biberones
de leche maternizada se les daba cuando nosotros nos encargamos de la Inclusa; leche diluida
en agua en las proporciones que indica el cuadro de Michel y Perret, con adición de azúcar
de caña más tarde; las diluciones que aconseja Pfaundler con adición de lactosa en su Tra-
tado de enfermedades de la infancia; el procedimiento de Combe intentamos después, el de
individualización de Maurel; los distintos métodos que aconsejan los autores americanos, en
fin, acudimos en los primeros trastornos que observábamos en los niños de dispepsia e in-
toxicación (según la clasificación de Finkelstein) a administrar la leche desnatada, con adi-
ción de cocimiento de cereales, las sopas maltosadas de Terrién y Keller, y la leche albumi-
nosa de Finkelstein, que por primera vez entre nosotros se fabricó en la Inclusa de Madrid,
adicionada de nahzucker y nahrmaltose, de Lofflund…, todo en vano: los veíamos morir
sin poder remediarlo. Las autopsias que sistemáticamente hicimos a todos, nos revelaron
que las causas de defunción eran principalmente procesos de infección adquiridos en el de-
partamento, y de intoxicación alimenticia, en el sentido que admiten Czerny y Finkelstein.
Una sala de biberón, en lugar infectado, en niños recién nacidos que no han tomado le-
che de mujer unas cuantas semanas y asistidos por personal nada ilustrado en las prácti-
cas de puericultura modernas, no tiene más remedio que dar mortalidad del 100 por 100
que da la Inclusa de Madrid, cuando permanecían en ella cierto tiempo.
Precisamente el criterio que hoy preside el tratamiento de los niños en lactancia, hos-
pitalizados, es mantener la asepsia tan perfecta como pueda hacerse en una sala de opera-
ciones.¿De qué sirve que los biberones estén esterilizados y cada uno contenga la canti-
dad debida de leche en las proporciones que requieren la edad y peso de los niños, si quien
tiene que administrársela no conoce que las tetinas deben estar en un recipiente, hervidas,
que no se deben tocar con los dedos, que han de lavarse las manos después de tocar a un
niño, antes de coger otro, que las ropas han de esterilizarse, en fin, que están ayunos de los
principios más elementales de la asepsia? Volveremos sobre ello en detalle.
Por lo que respecta a la alimentación de los niños en las otras inclusas, volveremos a re-
ferirnos a los informes que están publicados en Pro Infancia el año 1918. No hay uno que
no insista en la alimentación deficiente que reciben; las nodrizas son pocas y malas; cada una
370 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tiene a su cargo tres o cuatro niños; los biberones son únicos, es decir, de composición úni-
ca, y las tetinas en muchas ocasiones sirven para varios niños. Los trastornos de nutrición y
las infecciones son frecuentísimas, ascendiendo la mortalidad a límites que no pueden superarse.

VARIACIONES DEL PESO DE LOS NIÑOS DENTRO DE LA INCLUSA

Como consecuencia natural de la alimentación deficiente que reciben, sufren trastor-


nos digestivos que originan distrofias de diversa índole, llegando a la atrofia de diversa ín-
dole, llegando a la atrofia en infinidad de casos.
En la estadística de que ya hemos hecho mención, figuraban 374 niños que salieron a
lactancia externa en los pueblos, de los cuales 325 tenían menos peso del que correspon-
de a su edad, lo cual quiere decir que salen en condiciones de inferioridad orgánica evi-
dente, haciéndoles más susceptibles de padecer ciertas enfermedades, como desarrollo fi-
siológico y trastornos de nutrición.
Ciertos casos llegan a tal estado de atrofia, que vista la imposibilidad de corregirla,
por la falta de leche de la mujer y por la ineficacia de la leche albuminosa (no por sí, sino
porque hay que administrarla en el departamento de biberón donde ya conocemos lo que
ocurre con la infección), son remitidos al biberón o expoliarium, que se encarga de elimi-
narlos definitivamente.
Morbilidad y mortalidad: ¿Qué padecen y por qué mueren los niños en la Inclusa?
Trastornos de nutrición: El primer puesto lo reclaman los trastornos de nutrición y
afecciones del aparato gastrointestinal. Los hipo-alimentados, escasos de defensas, a la
menor trasgresión en el régimen o alteración de la leche que ad libitum les dan para com-
pensar el déficit, son presa de dispepsias que prolongadas en su periodo de evolución en-
gendran distrofias por hiperalimentación cualitativa y cuantitativa, cuando no, por el me-
dio infesto en que viven, sufren contagios de otros niños, o por el mismo alimento, enferman
de gastroenteritis, mortal casi siempre. Sean primitivos estos trastornos de nutrición, agra-
vados por los períodos agudos, debidos a la infección, o sean secundarios a estos mismos
procesos gastroenteríticos, el hecho en que la mitad de los niños internos de la Inclusa su-
fren procesos de nutrición. La proporción es diferente en los de nodriza y en los de bibe-
rón, como no tener más remedio que ocurrir.
Ya veremos al final de este capítulo la relación de procesos que sufrieron, según la es-
tadística detenida que ofrecimos a nuestros compañeros de la Beneficencia Provincial de
Madrid.
PASA A LA PÁGINA 56. Por estimar que el contenido recogidos desde la página 22
hasta la 55, tratan de las normas de funcionamiento interno de cada una de las inclusas,
y por supuesto que cada una tiene sus reglas de administrarse.

TRANSFORMACIÓN DE NUESTRAS INCLUSAS

En realidad ese es, concretamente, el punto que nos habíamos propuesto desarrollar;
pero sería pueril intentar hacerlo sin haber hecho previamente el estudio de lo que es nues-
tra Inclusa actual y lo que son las principales instituciones y obras sociales de Protección
a la Infancia de los demás Estados de Europa.
PEDRO ESPINA PÉREZ 371

Es de tal magnitud e importancia el problema de la mortalidad en las inclusas, que se


encarece por sí sólo, y no deben obstinarse los gobernantes y directores de los asuntos sa-
nitarios de nuestro país en permanecer impasibles ante la serie de infanticidios legales que
se realizan en estos Centros. Conocidas, como conocemos, las creaciones y obras moder-
nas en favor de los niños, es sencillamente punible la pasividad en esta faceta de la Higiene
social, y se justifica este calificativo que hemos dado a las muertes de los niños acaecidas
en las Necrópolis infantiles, según Sclossmann. Por esta razón hemos querido, además de
vernos obligados, tratar el asunto en la forma que lo hemos hecho, pues si no, no faltaría
quien nos tachara de ilusos y soñadores, considerando irrealizable todo lo que propusié-
ramos.
Ahí está escrito a la ligera, pero verazmente cuanto se hace para disminuir la mortali-
dad infantil en el mundo; y en el punto concreto de las inclusas también hemos demostrado
que son centros modernos; y los pocos que existen están continuamente modificándose,
no estando lejano el día en que habrán desaparecido por completo.
Viviendo en la realidad, como nos habíamos propuesto, ¿es posible de una vez reali-
zar esta transformación? No. Ya dijimos al principio que es cuestión de tiempo, de modi-
ficar las costumbres poco a poco, de modificar la ley, etc.; pero hay que empezar a ponerse
en movimiento, y no hay disculpa que justifique el permanecer pasivos ante tan apre-
miante plaga.
En un país como el nuestro en que el presupuesto general alcanza la cifra de 3.000 mi-
llones, no es humano que no figure una regular cantidad, la precisa y en relación con las
necesidades, para empezar a transformar las inclusas en centros de puericultura modernos.
Hemos estudiado todos y cada uno de los aspectos del problema. Empezaremos pi-
diendo que se exija el cumplimiento de la ley de Protección a la Infancia, ley que supera a
la de muchos países. Como decíamos en otra ocasión, si es preciso que se cumplan todos
y cada uno de sus artículos, lo es más aquel que se refiere a que “las mujeres que den a luz
en las Maternidades no podrán ejercer la industria de nodrizas si no es en la Inclusa (refor-
mada) o en el Instituto de Maternología, el cual todavía no ha sido creado”. Además, toda
nodriza habrá de demostrar que su hijo tiene menos de diez meses y más de seis, y para esto
habrán de exigirse los documentos que manda la ley, refrendados por las autoridades res-
ponsables. Las mujeres que criaran a sus hijos durante tres meses en la Institución, es casi
seguro que no la abandonaría, según la práctica ha demostrado en la fundación francesa ci-
tada del departamento de I’Indre et Loire, y el tiempo de observación de tres meses sería
suficiente para evitar la contaminación de sífilis a las nodrizas externas, en caso de aban-
dono por la madre o imposibilidad por parte de la misma de hacerse cargo de su hijo.
En segundo lugar, sin que quiera decir que se suprima el secreto, el torno ha de desa-
parecer, y la toma de antecedentes es necesaria para inquirir sobre todo los casos en que
un niño legítimo es depositado y confiado a la protección oficial, con el fin de que en su
día pueda hacer valer sus derechos como tal hijo legítimo. Los demás casos en que con-
venga mantener el secreto será respetado, en tanto se modifica la legislación un día, para
llegar a la investigación de la paternidad, y con ella a que contribuya el padre a repartir
la carga con el Estado.
Llegamos a un punto que nos parece fundamental. Hoy está encomendada la tutela y
protección de los niños abandonados a las Diputaciones provinciales. Sabemos los es-
fuerzos titánicos que hacen todas ellas para defenderse económicamente, y también co-
nocemos la penuria y miseria en que viven, pues su ingreso principal es el contingente
372 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

provincial, que no pagan muchos pueblos. ¿Cómo puede estar supeditada a ellas nada me-
nos que la vida de los niños, si el problema es de “dinero” y ellas no lo tienen. Es asunto
que merece meditarse, y una de dos o se les da ingresos para que puedan atender a esta obli-
gación, o que se encargue el Estado del cuidado de los niños, como lo hacen los principa-
les de Europa y América.
Dicho nuestro parecer, no nos pertenece a nosotros insistir en este punto.

REFORMA DE LOS EDIFICIOS Y LOCALES

Es de una necesidad primordial el que los edificios donde deben estar instaladas las nue-
vas Instituciones de Puericultura reúnan las condiciones precisas para todas las necesida-
des que serán sentidas con la reforma. Estarán situados en sitios higiénicos, y al mismo tiem-
po que alejados de la ciudad, de fácil acceso. La construcción firme y sobria, buena
orientación, ventanas amplias, con cierres herméticos y tela metálica tupida, para evitar la
penetración de insectos. Agua en abundancia y servicio de baños y water-closs con pro-
fusión. Locales espaciosos, con cubicación de 45 metros por persona en el departamento
de nodrizas, y seis metros cuadrados por cama. Calefacción y cámaras de refrigeración para
verano. ¿Pabellones o edificio monumental? Es indiferente; lo interesante es que las per-
sonas no lleven de un lado a otro la infección. Salas de madres lactantes y nodrizas. Sala
de lactancia mixta. Sala de lactancia artificial, cuando no sea posible ninguna de las dos
anteriores. Sala de baños. Pabellones de aislamiento para caso de epidemia. (Estos bastante
separados del Instituto). Lazareto para los sospechosos, con celdas individuales, separa-
das por tabiques transparentes desde cierta altura. Salas auxiliares, cuartos de labor, co-
medores, cocinas, etc,
En cada ciudad, con arreglo al número de niños que por término medio suelan depo-
sitar, así serán las dimensiones del edificio. Pretender que en los mismos locales que has-
ta aquí se han utilizado o habilitado otros en los Hospitales provinciales, puedan instalar-
se los Institutos de Puericultura, sería absurdo. Deben ser edificios nuevos, o si no, habilitados
o reformados para el objeto que se trata.
En la de Madrid, en el actual Asilo de San José, ¿pueden encontrarse las condiciones
apetecidas para la fundación del Instituto de Puericultura? Construyendo nuevos pabello-
nes, sí. Actualmente es insuficiente, y en el momento que hubiera gran cantidad de madres
y nodrizas con sus niños, habían de estar hacinadas si no se hace una ampliación. Por suer-
te, hay allí una extensión enorme de terreno donde poder construir los pabellones que ha-
gan falta. Lo que se necesita es recursos económicos y buena voluntad.
El mobiliario y menaje de la Institución ha de ser sencillo y fácilmente esterilizable.
Camas de hierro y cunas igual; colchones y ropas susceptibles de ir a la estufa de esterili-
zación sin deteriorarse.
Cada cuna tendrá un armario de hierro y cristal, con esponjas, una palangana de hie-
rro esmaltado, polvera y borla, espátula, vaso de cristal, un termómetro y algodón en rama.
El uso de estos objetos será exclusivamente por la madre o nodriza para un solo niño.
Cámara de desinfección con personal y mecánicos competentes; es indispensable y no
se concibe la fundación de un Centro de estos sin este requisito. En San José, en Madrid,
existe una estufa Geneter Herscher magnífica; lo que pasa es que no funciona más que,
por excepción, en casos de epidemias, y debe de funcionar diariamente. Lavaderos, etc.,
PEDRO ESPINA PÉREZ 373

no hemos de encarecer su importancia, con personal que no haga otra cosa, ni tenga que
ver nada con los niños.
Es lo fundamental que se requiere en cuanto a edificios y servicios auxiliares. Lo de-
más es cuestión de ciertos detalles, que nos ocuparemos en otro lugar; por ejemplo, debe
tener cada Centro un estado, higiénico y modelo, para no depender de abastecedores de le-
che, pero, como decimos, ya hablaremos de ello en lactancia artificial.

CLASE DE LACTANCIA QUE HA DE HACERSE EN LA NUEVA INSTITUCIÓN

¿Qué carácter ha de tener el Instituto de Puericultura? Ya hemos visto en el ligero bos-


quejo que hemos hecho de las fundaciones extranjeras, a las cuales hemos de procurar
imitar en todo aquello que la experiencia ha demostrado sus favorables efectos, que la ten-
dencia del día es favorecer a todo trance el que la madre críe al hijo, y en su defecto, una
nodriza; es decir hacer lactancia natural. En último extremo, hay que tener todo prepara-
do para lactancia artificial, aunque no sea más que de un modo transitorio, en un departa-
mento especial, con todo asépticamente irreprochable.
A ser posible, y en vista del gran éxito de la obra de Asilo de Nodrizas de Tours (Fran-
cia), ya citada, cuya mortalidad es de 2, 7 por 100, hemos de procurar imitarle en todo lo
imitable. Las mujeres de maternidad y toda otra, sea quien sea y venga de donde viniere
con su hijo, tendrán alojamiento, alimentación, vestido y una remuneración que es cues-
tión de fijarla, mientras críen a sus hijos, y en caso de que por su abundancia de leche (que
esto la observación lo diría) pudieran tomar otro niño sin madre a criar, un premio en re-
lación con este trabajo.
El tiempo de permanencia en la Casa sería por lo menos de tres meses y en ciertos ca-
sos más. Después, al ir sus hijos a la cura externa, si así lo preferían sus madres, podrían
continuar en calidad de nodrizas en la Casa. Pero de ninguna manera, sistemáticamente,
han de criar a dos niños; la que no pueda, ¿por qué ha de ser así; y por otro lado, por qué
desperdiciar la ocasión de tener una nodriza más?
La remuneración ha de estar en relación con los tiempos que corremos para evitar que
por la demanda de nodrizas en la ciudad sean solicitadas de fuera. Habría de prohibirse toda
relación del internado con personas extrañas o ajenas a la Casa.
Los niños huérfanos de madre o abandonados por ella y por su padre, serían amamanta-
dos por una nodriza todo el tiempo necesario para asegurar después su crianza en los pueblos.
Favorecer la crianza natural y evitar la separación de madre e hijo son las cosas fun-
damentales, alrededor de las cuales ha de tender la organización del Establecimiento.
Lactancia mixta.—Habrá ciertos casos en los cuales será necesario establecer una lac-
tancia mixta, científicamente dirigida, por hipogalactía de la madre, que no por eso va a
separarse a la madre del hijo como actualmente se hace en lactancia, sea insuficiente para
éstos la leche de la nodriza. En este caso, teniendo en cuenta las pesadas, se les da un bi-
berón complementario, que será preparado en el sitio donde se haga la lactancia artificial.
El personal auxiliar de enfermeras sería el encargado de la administración de biberones,
enseñándoles a las nodrizas todo lo concerniente para el buen éxito.
Lactancia artificial.—En último caso, y cuando no haya otra solución, se hará la lactancia
artificial como es de rigor. Sifilíticos abandonados, si no hay medio de darles leche de mu-
374 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

jer (ordeñada), y no hay nodrizas sifilíticas, pudiendo muy bien instalarse un servicio de esta
índole; casos sospechosos que sea difícil determinarse en un sentido o en otro, mientras se
hacen las observaciones y análisis; niños mayores que son abandonados y sin llegar a la edad
del destete no tienen plaza en nodriza por el momento o por estar habituados a criarse a bi-
berón no quieren tomar el pecho; en fin, otros varios casos pueden presentarse. Pues bien,
es preciso primero, tener un establo modelo, con el número de vacas en relación a las ne-
cesidades de niños y adultos de la Institución, comprobadas a la tuberculina y reconocidas
frecuentemente por un veterinario. En segundo lugar, hace falta personal idóneo para su
cuidado y para hacer el ordeño en las condiciones de asepsia que se requiere, como se lle-
va a cabo en los sitios donde se obtiene leche para niños, vigilada por las autoridades sani-
tarias. Vasijas a propósito y aparatos de refrigeración que no hace al caso detallar.
Después de tener la primera materia en buenas condiciones, habrá un departamento
para la preparación de biberones, o más bien, podríamos llamar “cocina de leche”, en la
que además de los biberones corrientes, se prepararán todos los alimentos que la moder-
na dietética infantil exige; leche desnatada, leche agria o babeurre, leche albuminosa, so-
pas maltosadas, preparación de harinas destrinadas y malteadas, etc., para lo cual sería ne-
cesario un perito químico especializado que instruiría a las Hermanas o personal auxiliar
que se eligiese.
Material de desinfección moderno, esterelizadoras, aparatos mecánico-eléctricos para
escobillonar los biberones, gran abundancia de estos bien limpiables, etc.
En la sala destinada a la lactancia artificial debe existir una asepsia tan grande por lo
menos como en una sala de operaciones. De paredes y suelos lavables, donde se limpiará
diariamente por personas exclusivamente destinadas a eso, y se hará desinfección fre-
cuentísimamente al formol. Las cunas y utensilios serán sencillos y blancos (que no está
reñida la asepsia con la estética). Cada cuna tendrá un armario con todos los objetos que
hemos dicho en otro lugar. Los colchones de crín, no tendrán hules las cunas, y las ropas
y sábanas varias veces cambiadas al día, y por supuesto esterilizadas. Personal del que
nos ocuparemos más tarde, numeroso y capaz. Cada enfermera no podrá ocuparse de más
que de dos niños en lactancia artificial y no le dará el alimento, para lo cual habrá otras en-
fermeras que serán las que se ocupen de ello. Blusas esterilizadas para todos, y auxiliares
que se encargarán al mismo tiempo que de la limpieza, de recoger las ropas sucias y lle-
varlas a esterilizar y después al lavadero.
En el departamento de biberón y anejo a él habrá unas cuantas celdas individuales para
hacer separación en ciertos casos, y se ocupara del niño una sola enfermera, que utilizará
para todo, salida distinta que la principal del departamento.

ENFERMERÍAS Y PABELLÓN DE NIÑOS SIFILÍTICOS

Es natural que deben existir enfermerías para cada clase de lactancias, siendo partida-
rio del sistema de celdas a ser posible implantarlo, porque se evita la propagación de epi-
demias mucho más fácilmente. En ellas, debe de haber todo lo que sería prolijo enumerar,
y seguramente suplir el buen sentido del que tenga la paciencia de leernos.
Enfermería o pabellón de sifilíticos.—La práctica nos ha enseñado que el contagio por
los niños de las nodrizas externas es frecuente relativamente. Sí exigen vigilancia los internos
anónimos, ¡calcúlese si éstos pasan en sus primeras semanas de vida a criarse a los pueblos!
PEDRO ESPINA PÉREZ 375

Hemos visto verdaderas tragedias por contagiarse una familia entera. La permanencia de los
niños en la Casa, durante tres meses al menos, facilita mucho el conocimiento y diagnós-
tico de la sífilis infantil, evitando el que salga antes de tiempo un niño del Establecimien-
to, y allá en la aldea cause grandes estragos. Todos los sifilíticos deben estar recogidos en
un departamento especial con sus madres respectivas, las cuales son tratadas de su sífilis,
así como el hijo. Además, pueden lactar algún otro sifilítico sin madre.

LACTANCIA CON NODRIZA EXTERNA

Somos decididos partidarios de la lactancia de los niños con nodriza fuera de la Insti-
tución, una vez que han cumplido por lo menos tres meses. Este tiempo, hemos visto que
es necesario para observar lo referente a la sífilis hereditaria, y, además para que el niño
tenga cierto peso y condiciones fisiológicas de resistencia para en el caso posible de alguna
trasgresión en el régimen alimenticio, lo soporte de modo más llevadero. Teóricamente esto
no podía decirse, pero en la práctica sí; ya sabemos la costumbre de la gente aldeana, de
administrar papillas y sopas a niños de muy poca edad. Si se llegara a realizar una inspección
rigurosa de estos niños, podría modificarse esta costumbre.
El salir los niños fuera de la institución, tiene la ventaja de criarse aisladamente con fa-
milias que tendrían interés por el huésped, porque para ellas es una renta que se termina-
ría si falleciese. Las que frecuentaran la Institución en demanda de niño, sería preciso in-
formarse si antes falleció el que llevaron para negárselo en esta nueva ocasión, si el
fallecimiento ocurrió por descuido.
Además, en las Instituciones donde hay gran movimiento, como en la de Madrid, es
imprescindible el optar por la cura externa con familias particulares, pues no habría ma-
terialmente sitio para colocarlos si permanecían más de seis meses. En ciertos casos pue-
den estar este tiempo, pero en la generalidad de ellos sería imposible. Deben facilitarse ni-
ños con familias que vivan dentro de la ciudad, cosa que hasta hoy no se hace.
La remuneración debe ser razonable, no como en la actualidad, que reciben 25 pese-
tas al mes y en algunas Inclusas 15 pesetas. Esto es irrisorio y ridículo; además es más caro,
porque es dinero tirado. No se les puede exigir mucho y los crían como Dios les da a en-
tender. Tampoco vamos a tener la pretensión de intentar en que sean pagadas como en los
Estados Unidos que reciben 30 dólares al mes, no; sería una cantidad regular 1, 50 pese-
tas diarias; ¡que menos ha de darse por el cuidado y alimentación de un niño!

VIGILANCIA DE LOS NIÑOS EN CURA EXTERNA

Inmediata consecuencia de la adopción del procedimiento de terminar los niños su


crianza fuera del Instituto es el que haya una vigilancia esmerada y rigurosa en ellos. Po-
dríamos tomar ejemplo de la ley Roussel, francesa, que establece castigos y penas duras
para los que traten mal al niño que han adoptado. Con el fin de poder establecer bien la
vigilancia han creado un cuerpo de inspectores. También las autoridades locales y juntas
de protección a la infancia, deberían excitar el celo de las mismas, para que fuese el tri-
bunal inmediato, encargado de recoger las acusaciones y denuncias. No insistimos más por-
que esto no es si no un bosquejo. Esta es la idea, y lo demás es cuestión de legislación, y
a nosotros no nos compete.
376 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ASISTENCIA DE LOS NIÑOS

Quizá después de la lactancia natural sea este el punto más importante a tener en cuen-
ta si ha de modificarse a fondo el actual régimen de la Inclusa. Hemos visto, en el repaso
que hicimos de la mortalidad y causas de la muerte de los niños de la Inclusa, que al lado
de la alimentación inapropiada, era la infección la causa que originaba más defunciones.
A ambas se puede poner remedio fácilmente; a lo primero ya hemos visto cuál es: favo-
recer la lactancia materna o natural en locales amplios y limpios, a lo segundo cortando el
contagio de unos a otros, el cual se evita con el sistema que hemos estudiado, y la propa-
gación por manos infectas, que es de lo que nos vamos a ocupar.
En las instituciones modernas de puericultura hay un personal de enfermeras cultas y
muy inteligentes que cuida de los niños. Asunto este muy delicado a tratar, porque hasta
ahora se ocupan de esta misión las hermanas de San Vicente de Paúl; lo que dijimos en el
capítulo que las hemos dedicado, lo repetimos aquí, e insistimos en los mismos concep-
tos. Si son en el número suficiente y son enfermeras de niños hechas en la Institución y
educadas allí, sí sirven, si no es así, también valen, porque su buena voluntad no hay que
desaprovecharla, pero tienen que desempeñar entonces otro papel distinto, que será el que
desempeñan en los Hospitales.
En una sala de cirugía de un hospital, por ejemplo, no se ocupan las hermanas de la Cari-
dad de levantar la cura de un laparotomizado, sino que lo hace el cirujano o los ayudantes, a
no ser que sea enfermera con título, la hermanita, en cuyo caso también puede hacerlo; pues
bien, exactamente igual debe suceder en la Institución, sí son enfermeras instruidas, sí; si no,
no. Probablemente no habrá nadie que tenga el concepto tan elevado como nosotros y quie-
ra tanto a estas almas caritativas, que hacen el bien por el bien mismo, sin más esperanza que
el premio e la vida futura, y han renunciado a todas las alegrías que les brinda la vida; pero a
pesar de esto se trata de una cosa muy seria que hay que tratarla con la honradez científica que
merece. El número que se necesitaría será sumamente crecido, según ha podido deducirse de
la lectura de esta Memoria, y por tanto, dada la escasez de hermanas, porque juntamente son
reclamadas en todas partes por ser insustituibles sus servicios, no habría más remedio que re-
currir a enfermeras. En la Inclusa de Madrid, tenemos esto solucionado, a nuestro juicio, exis-
te el Colegio de la Paz, cuyas asiladas son incluseras que tienen un porvenir halagüeño, edu-
cándolas para nurses, y pueden ganarse la vida honradamente, mejor que de criadas de servir,
eligiendo las más inteligentes y dándolas un curso de puericultura teórico-práctico, serán ex-
celentes enfermeras. Podrían adquirir oficialmente el título en la Institución, que lo ostenta-
rían donde les conviniere.
Se deduce de lo expuesto que hay que crear una escuela de nurses o enfermeras de ni-
ños, para hablar en castellano, que daría verdadero carácter además al Instituto, pues lle-
naría uno de sus más importantes fines. Sería un Centro oficial, donde, además, podrían
admitirse otras personas que desearan instruirse en el trato de los niños.
Sean hermanas-enfermeras o enfermeras seglares, tendríamos un cuerpo de combate,
que sería el encargado de evitar las infecciones. Todas las que se realizan por contactos im-
puros, de lecho a lecho, por ropas, utensilios, manos mal lavadas, etc., estarían suprimi-
das de raíz. Como nos hemos detenido al hablar de la lactancia artificial de ciertos deta-
lles relacionados con la higiene de los locales y trato de los niños, no insistimos más.
En cuanto al personal técnico, no hemos de decir más que el que se consagre a una labor
como esta, debe sacrificarse en múltiples aspectos en favor de la Institución. Lleva mucho tiem-
PEDRO ESPINA PÉREZ 377

po y es imprescindible estar en todo, hasta en el más mínimo detalle. Todos los que auxilien
al que dirija, deben de tener el mismo espíritu de abnegación, supeditando sus quehaceres
particulares a las obligaciones que se han impuesto. Pretendiendo venir en otra forma, huel-
ga tal pretensión, y excusan perder el tiempo; hay muchos sitios donde colocarse.

DIRECCIÓN DE LA INSTITUCIÓN

Ya puede suponerse que no nos referimos a la dirección nominal y de relumbrón que en


muchos sitios suele ostentarse, para que conste en las tarjetas de visita y membretes del pa-
pel de cartas, no; nos queremos ocupar de la dirección verdad y útil de la Institución, con
la responsabilidad y sanción legal y pública en caso de desidia. Tampoco hemos de decir
nada de la dirección administrativa, que ha de ser la más meticulosa y rigurosa que pueda
exigirse, con todo el personal necesario y subalterno, que llevaría el alta y baja de ingresa-
dos y de los que se crían fuera del Instituto. Queremos referirnos únicamente a la dirección
técnica. En todas las obras y empresas de la vida, hay una cabeza que piensa y unos brazos
que ejecutan. Si son varias las personas o entidades que mandan, forzosamente tiene que
haber desbarajuste, y lo que se necesita es unidad de acción. Esta es una obra eminentemente
social y científica, pero bajo el aspecto médico. Un médico competente y que haya de-
mostrado su interés por estos estudios especiales, es el que debe dirigir, únicamente, entiéndase
bien, él solo mandando, y los demás a obedecer y supeditados. La fiscalización de los ac-
tos del director le compete al Cuerpo Médico a que pertenezca, Dirección de Sanidad y
Consejo Superior de Protección a la Infancia, con quienes contará en caso de cualquier re-
forma o modificación de los Estatutos porque deben regirse estas funciones.
Pero de ninguna manera estará influido o coaccionado por superiores jerárquicos que
ocupen cargos de diversas clases en todo aquello que tenga relación con lo técnico. En la
vida de los niños no tiene derecho nadie a mezclarse; estará garantizada por la ciencia, y
ante ella ni la política, ni la influencia, ni la religión han de sobreponerse debiendo estar
todo subordinado a la última palabra de aquella.
(1) Advertimos que donde digamos “Administración” nos referimos a reglamento, organiza-
ción y costumbres.

Peso de los niños al ingreso en la Inclusa en el año 1917 Gramos


Total de ingresados 1.172
Pesaron más de 3.000 gramos 776
Ídem de 2.500 a 3.000 “ 244
“ de 2.000 a 2.500 “ 119
“ de 1.500 a 2.000 “ 22
“ de 1.000 a 1.500 “ 11
Total 1.172

Referencia. Copiado por P. ESPINA PÉREZ


378 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“REAL INCLUSA”

Estado que demuestran las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres, las que se han prohijado y las que se han remitido a los
Colegios de Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, por años desde el 1.° de enero de
1923 hasta 1942.

Número Niños Fallecidos Entregados Prohijados Remitido


Observa-
Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los
ciones
entrados en el año ingresados padres año Colegios
1923 1.102 715 65’0 212 – 64
1924 1.050 641 61’0 255 – 66
1925 1.037 688 66’0 235 – 47
1926 1.085 694 64’0 206 – 53
1927 1.088 588 54’0 290 – 96
1928 1.152 671 58’0 329 – 53
1929 1.281 691 54’0 343 – 61
1930 1.274 513 40’0 348 – 61
1931 1.297 650 50’0 404 3 19
1932 1.396 580 41’0 464 1 2
1933 1.420 544 38’0 514 3 158
1934 1.607 562 35’0 647 2 264
1935 1.551 560 36’0 664 1 216
1936 1.230 635 52’0 539 2 129
1937 255 80 31’0 81 – 12
1938 322 83 26’0 168 – 1
1939 1.142 340 30’0 486 6 112
1940 1.390 558 40’0 497 – 6
1941 1.356 702 52’0 440 – 24
1942 885 523 59’0 307 5 24
(1) Número de niños fallecidos en las “Colonias Valencianas”, correspondientes a los meses de octubre, no-
viembre, y diciembre del año 1936. Comunicado a la Diputación de Madrid.
(2) Número de niños fallecidos en dos de las “Colonias Valencianas”, comunicado a la Diputación Provincial de
Madrid, año 1937.

Datos elaborados por P. ESPINA


UN PROBLEMA SOCIAL AL QUE HAY QUE BUSCAR
SOLUCIÓN
La inclusa de madrid y los niños abandonados
Año 1925

Lo que hace nuestra Diputación Provincial. Poco dinero y poca administración. Las
“amas” oficiales y las “amas” de los pueblos. Cincuenta reales mensuales. El sistema ha
de reformarse.

I) Mucho se ha escrito de la Inclusa de Madrid. En artículos, crónicas e informacio-


nes; en periódicos y revistas y en las páginas de algunos libros se ha puesto de manifies-
to repetidas veces los dolorosos cuadros, llenos de una triste realidad, del calvario por que
atraviesan las infelices criaturas abandonadas a la caridad pública.
Los lectores se han estremecido de horror al leer un día y otro día las terribles estadísticas
de niños que mueren a poco de ingresar en el establecimiento citado, y a pesar de todas
las denuncias que se han formulado, de las campañas de Prensa que se han hecho y de las
veces que se han pedido soluciones para el mal, las autoridades encargadas de resolverlo
poco o nada han hecho para atender a este importantísimo problema social.
Continúa el viejo caserón de la calle de Embajadores acogiendo entre sus paredes a mul-
titud de seres arrojados al arroyo; viejo caserón donde deficientemente se da a los niños
una sensación momentánea de vida, para a poco, unas horas o unos días después, morir sin
remedio en una proporción aterradora. Cementerio infantil llaman al viejo edificio de la
típica y popular calle; terrible cementerio lo que debiera ser amable hogar, piadosa cuna
de una asistencia de halagos.
Cementerio por abandono e injuria de los hombres e instituciones encargadas de aten-
der el mal; cementerio en el cual, como únicas flores, embalsaman un poco el ambiente y
purifican su interior las hermanitas de la caridad que allí reparten a manos llenas su dul-
zura infinita y su amor inagotable en socorro de las infelices criaturas.
Destácase entre todas esas hermanas la gran figura de la madre superiora, nobilísima
dama nacida para el bien, mujer admirable que haciendo beneficios deja pasar sus años y
que no sólo su capital ha puesto a disposición de los pobres, sino que éstos reciben a dia-
rio el inagotable tesoro de su cariño y de su amor...
380 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

II) Pero no basta esto. La caridad de las santas mujeres pierde todo su efecto, toda su
acción ante la falta de recursos que allí existe, ante la estrechez económica con que allí se
vive, y, sobre todo, y esto es lo que motiva nuestro artículo, ante el viejo sistema que allí
se observa para la crianza de los pequeñuelos, sistema que necesita una amplia reforma si
se quiere que la Inclusa de Madrid, no constituya un lamentable espectáculo de vergüen-
za y de dolor.
Hay que tener en cuenta, antes de nada, que el aumento de población ha traído, como
es lógico, un mayor número de niños abandonados a la caridad pública.
Hijos del vicio, y de la necesidad, más de lo último que de lo primero, la cifra de cria-
turas depositadas en el “torno” alcanzó en el pasado año de 1924 el número de 1.050 ni-
ños. Hubo un aumento sobre el año anterior de más de 200 niños y desde 1917 a esta fe-
cha los aumentos han sido sucesivos cada año. Es de esperar, por tanto, que el número de
criaturas que sean despositadas en la Inclusa durante 1925 se eleve a la aterradora cifra de
cerca de “dos mil”.
Ahora bien. De esos dos mil niños que serán acogidos en el establecimiento benéfico
¿cuántos vivirán, de seguir el sistema actual?
Miedo nos da calcular. La proporción resultaría trágica si la hiciéramos con los datos
que tenemos a la vista de la mortalidad que se desarrolla en la Inclusa de Madrid. No, al
trazar estas líneas deseamos no alarmar; no queremos que nos tachen de pesimista, y sólo
nos guía el propósito de llamar la atención de los señores diputados provinciales, hombres
algunos de ellos conscientes de sus deberes y del cargo que representan. Estamos seguros
que realizarán cuanto les sea posible para buscar un remedio que ataje el mal.
III) ¿Viene usted por un chico, señora Tomasa? Yo no, hija mía. ¡Pa lo que dan!
El diálogo lo oye el informador a la misma puerta de la Inclusa y lo sostienen dos mu-
jeres de aspecto pueblerino.
Juzgando interesante lo que una de estas mujeres pueda decirnos, la interrogamos y ella
contesta amable a nuestras preguntas.
Nos enteramos que es vecina de un pueblecito cercano a Madrid. Hace seis meses,
sacó un chico de la Inclusa para criarlo y hoy fue llamada para devolverlo, pues a la
criatura la reclamaban sus padres. Ha tenido que hacer el viaje, pagándoselo por su cuen-
ta porque la Inclusa se desentiende de ese asunto y los padres de la criatura carecían de
dinero.
— ¿Qué edad tenía el niño?
— Dos años —nos responde—. Era muy listito y yo le había tomado ya algún cariño.
¡Y comía más! —añade: sopas, patatas, leche, pan. ¡Menudo tragón!
— ¿Y qué le da la Inclusa al mes!.
— Cincuenta reales mensuales por alimentarlo, vestirlo y cuidarlo. Ya ve usted, es
una miseria…
Verdaderamente la cantidad nos parece absurda. Por poco que coma una criatura y
por mal que se le vista con cincuenta reales al mes ese niño tiene que pasar miserias o
privaciones sin cuento o convertirse en un criado cuando sea mayor de la familia que lo
recoja.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 381

— ¿Pero no les dan a ustedes nada más? —preguntamos de nuevo—.


— Lo que usted oye, señor; cincuenta reales y con dos o tres meses de retraso.
Nos entera después la buena mujer que a las amas les paga la Inclusa con veinte pese-
tas mensuales. De estas amas hay sesenta que pudiéramos llamar oficiales en el Asilo de
San José.
Los niños que no son enviados a los pueblos se depositan en dicho Asilo, donde cada
ama tiene que criar tres y cuatro a la vez. Este detalle dará cuenta al lector de los padeci-
mientos por que pasan las infelices criaturas y explicará bien a las claras que la mayoría
de ellas pierda la vida.
Desconocemos el régimen sobre tan importante aspecto social que se ejerce en otros
países. No queremos alardear de enterados y solamente hemos de señalar el hecho de que
seguramente no será tan lamentable como el nuestro. Cincuenta reales mensuales para que
una familia, que ya el hecho de aspirar a tan mínima retribución indica su pobreza, tenga
que mantener, vestir y cuidad a un niño, es entregarlo se mire por donde se mire, a que la
criatura se muera de hambre.
Que una misma ama críe a tres o cuatro niños a la vez, exponiéndolos a contagios pe-
ligrosísimos, a una nutrición deficiente y a un cuidado exento de toda solicitud y cariño,
es entregar a las criaturas a la muerte.
¿Tiene dinero nuestra Diputación para remediar el sistema? Creemos que sí. La cari-
dad del pueblo madrileño es inagotable. Los recursos que se pueden allegar para tan be-
néfico fin serían extraordinarios y con esto el problema para su solución sólo presenta un
aspecto: buena voluntad.
Recientemente, la Diputación votó un crédito de treinta mil pesetas para festejar a los
representantes provinciales. El que esta línea escribe ha girado visitas de información a di-
ferentes establecimientos que de la Diputación dependen y en todos ellos ha podido apre-
ciar que no se carecía de recursos.
¿Por qué para la Inclusa de Madrid no se amplia un crédito que llene las necesidades
que urgentemente saltan allí a la vista?
382 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Hay que contratar más amas; que éstas críen a lo más dos niños, aunque el ideal sería
que cada una criase al suyo.
Hay que retribuir mejor a las familias que recogen niños, porque con cincuenta reales
nada se puede hacer por ellos; hay que dotar el interior del viejo establecimiento de la ca-
lle de Embajadores de medios higiénicos que eviten las enfermedades que allí nacen.
Todo esto, lo repetimos una y otra vez, no requieren nada más que buena voluntad por
parte de los señores diputados.
Piensen al trabajar en este sentido que aparte del bien que a la Humanidad realizan ha-
rán un beneficio al Estado y al país.

Por Rafael Solis. Heraldo de Madrid. Año 1925


P. ESPINA PÉREZ
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS
El Consejo Superior de Protección a la Infancia
frente al problema —1927—

Para mejor informarnos y conocer de un modo exacto la actuación en los momentos


actuales del Consejo Superior de Protección a la Infancia frente a este problema de la mor-
talidad en las Inclusas nos entrevistamos hoy con D. Miguel Gómez Cano, secretario ge-
neral de la Escuela Nacional de Puericultura y jefe de las secciones de protección a la in-
fancia, quien nos ha dicho.
Desde el año 1919, en el que se pidió una información amplia a todas las Inclusas de
España sobre asistencia infantil, viene realizando el Consejo Superior de Protección a la
Infancia una labor fiscalizadora en lo que se refiere a los niños que se hablan en lactancia
mercenaria. Claro esta que yo hablo mirando el problema desde este aspecto del Consejo
de Protección, sin meterme para nada en el terreno científico de los médicos ni en las in-
terioridades de las Inclusas. El Consejo se ocupa, y nosotros desde Gobernación nos ocu-
pamos, en conservar la vida y la salud de los niños menores de diez años, y entre ellos muy
especialmente los que se hallan en lactancia mercenaria y proceden de las Inclusas. Acer-
ca de esto existe una real orden del mes de octubre del 16 que contiene, entre otras, las si-
guientes disposiciones:
“Se requerirá a los presidentes de las Diputaciones provinciales para que, sin demora
los directores de las Inclusas envíen una relación mensual de los niños que ingresen en las
Inclusas y de los que son entregados para su crianza en los pueblos.
Se exigirá a los alcaldes una relación de estos niños, y los inspectores provinciales y
las Juntas ejercerán una estrecha vigilancia cerca de ellos”.
Yo no sé los niños que morirán en las Inclusas, pero en lo que se refiere a los que se
crían mercenariamente, en pueblos que están bajo la fiscalización nuestra, de esos le res-
pondo que su mortalidad no da cifra alguna alarmante.
Se cumplen estrictamente cuantas leyes hay relacionadas con la protección a la infan-
cia y el Consejo procura en todo momento no abandonar a las criaturas abandonadas de
sus padres.
—¿Cree usted que el actual régimen de Inclusas debe subsistir?
384 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—El ideal sería transformarlas en hogares maternos, como se hace en otros países. No-
sotros hemos estudiado esas organizaciones, que son admirables y su funcionamiento lle-
na todos los fines sociales: pero antes que nada precisa una educación ciudadana que, des-
graciadamente, no siente aún la mujer española.
El problema hay que abordarlo con la creación de establecimientos que, poco a poco
vayan transformándose en esos asilos maternos de que le hablo.
—¿Qué medios se le ocurren de momento para disminuir la mortalidad en las Inclusas?
—Un personal subalterno que sea apto para su cometido. Investigación rigurosa en la he-
rencia del niño, y por último, todas aquellas medidas higiénicas que aconseja la práctica.
En cuanto a medidas legales, no le quepa a usted duda que el Consejo Superior de Pro-
tección a la Infancia estudia con todo detenimiento los medios más adecuados para cum-
plir su misión lo más humanamente posible. ¿Año 1927 Heraldo de Madrid?
Sin autor
P. P. ESPINA PÉREZ

Estimo que el texto se corresponde con la polémica de las “Inclusas” del año 1927, que entra den-
tro de la gran campaña que hizo en aquella época el “Heraldo de Madrid”.
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS
Leyes de protección que no se han cumplido —1927—

“Toda mujer que se hallase durante su embarazo necesitada de auxilio será objeto de
protección preferente por parte de las Juntas, tratando de que ingrese en una maternidad
y facilitándola asistencia médica, auxiliándola en todo momento y favoreciendo la crian-
za del niño por la madre. En todos los trámites de investigación se tendrá presente el ar-
tículo 512 del Código penal sobre la revelación de secreto”.
(Real decreto sobre reglamento de Puericultural de 12 de abril de 1910)

Lo dijimos el primer día cuando iniciamos esta campaña. No se trata de un problema


local que afecte a determinada Inclusa, ni a esta o aquella Diputación. Se trata de un pro-
blema nacional, amplio, complejo y, ¿a qué negarlo?, de muy difícil solución. No es asun-
to a resolver por las Diputaciones. Estas pueden únicamente ejercer una misión adminis-
trativa cerca de los establecimientos; pero nunca abordaron el problema en todos sus
complicados aspectos.
Leyes de sanidad, de protección a la infancia, de investigación en la paternidad, de au-
xilio a las madres, son las necesarias a cumplir en toda su extensión, y es por esta razón
por lo que el Estado es el llamado a realizar una labor extensa en este sentido.
En el real decreto sobre el reglamento de Puericultura de 12 de abril de 1910 se dic-
tan leyes encaminadas a este fin. Es triste y doloroso decirlo; pero estas leyes han
quedado convertidas en letra muerta, y su cumplimiento está muy lejos de ser una re-
alidad.
En lo que se refiere a protección y amparo a la mujer embarazada hay una disposición
de ese mismo real decreto que dice así:
“El Consejo Superior de Protección a la Infancia promoverá la creación de Cajas ma-
ternales en las fábricas y talleres, encargándose de establecer las relaciones necesarias con
los Institutos de Previsión para otorgar subvenciones a dichas Cajas”.
No tenemos noticias ni sabemos nada acerca de esta protección a las obreras, ni cono-
cemos fábrica alguna donde funcionen esas Cajas de socorros.
386 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

¿Se cumplen todas las leyes relacionadas con la protección de la infancia?


Estimo que el texto corresponde a la polémica de las Inclusas del año 1927, y que en-
tra dentro de la gran campaña que hizo el “Heraldo de Madrid”.
Por P. ESPINA PÉREZ
Problemas de la Infancia. Año 1927

LAS MADRES CRIARÁN A SUS HIJOS

Hace unos días vimos un acuerdo de la Diputación Provincial, que merece un comen-
tario. Forzosamente hemos de comentarlo porque, a primera vista, parece que no tiene im-
portancia; pero a medida que el lector vaya leyendo, se dará cuenta del número de vidas
de niños que pueden salvarse. No tenemos más remedio que felicitar a la Diputación Pro-
vincial de Madrid, y lo hacemos de todo corazón. Lo que es absolutamente preciso es que
se lleve a efecto; no sea una ley más para no cumplirla.
La Diputación Provincial de Madrid, solicita de los Poderes públicos una ley de carácter
general, en virtud de la cual toda mujer que dé a luz en las Maternidades oficiales, estará
obligada a criar a su hijo un mes por lo menos. Tal es el texto de la moción del presiden-
te de la Diputación, que fue aprobada por unanimidad.
Veamos lo que esto significa: En la actualidad es costumbre y al mismo tiempo una de-
terminación, impuesta por las necesidades de camas en la Maternidad, el que a los seis o
siete días de dar a luz una mujer se le dé el alta. Allá va la infeliz a la calle, pues no todas
tienen la fortuna de que un hogar las espere, sino que su gran mayoría son pobres mucha-
chas seducidas o engañadas, en gran parte forasteras, que se cobijaron en la Casa de Ma-
ternidad para pasar ocultas los últimos meses de su embarazo, y una vez realizado el alum-
bramiento, tienen que buscarse la vida de nuevo. ¿En qué condiciones de trabajo está una
mujer a los seis días de alumbrar? Y por otra parte, ¿qué ha sido de su hijo?
La ley de Protección a la infancia y a la Maternidad en los países que van a la vanguardia
de la civilización tiene establecido de un modo taxativo que un mes antes y uno después
de parir, la mujer no puede trabajar. Tiene derecho a que se la alimente, se la dé albergue
y ropa, sea quien sea y venga de donde viniere. En la Conferencia recientemente celebra-
da en Washington se estableció también el que la mujer obrera embarazada perciba su sa-
lario en los dos meses últimos de su embarazo, que reposará, y el mes siguiente al parto.
Es de sentido común el favorecer a la futura madre y a la que ya lo es, con su hijo.
Decíamos las condiciones de inferioridad orgánica en que se encuentra la mujer des-
pués de este trance, y que se ve en la calle extenuada, sin hogar en la mayoría de los ca-
sos, y, ¿por qué no decirlo?, sin protección ni oficial ni particular. La protección oficial es
insuficiente, hay que ampliarla; la protección particular es irrisoria, exigiéndoselas con-
diciones, antecedentes, sacrificios o ideas, etc., etc., que en tal situación no debía pedír-
selas. Cuando ya acompañada de su hijo porque es buena madre y no quiso abandonarlo,
no es raro el caso que tanto comentan los periódicos y tanto conmueve la conciencia pú-
388 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

blica; pero sólo de un modo aparente e hipócrita, pues si fuera real y sincero, se rebelaría
la opinión y exigiría de quien corresponde la justicia para esas pobres madres abandona-
das; no es raro, repito, al leer uno y otro día que ha fallecido una criaturita en los brazos
de su madre, sea en los soportales de la Plaza Mayor, sea en el pórtico de una iglesia.
Cuando abandona su hijo en la Inclusa (y aquí viene lo más terrible), que lo hacen la
mayoría de ellas, queda el niño a merced de una nodriza mercenaria que, como tiene que
criar a dos o tres niños y repartir su pecho entre todos, las condiciones de asistencia orgá-
nica y la exposición a toda clase de infecciones hacen que sea tan elevada la mortalidad,
verdadero baldón y vergüenza que ostentan los países que permanecen indiferentes ante
esta sangría humana.
Los que se ocupan de las corridas de toros y tasan el nivel de cultura por ellas tienen
aquí un amplio campo donde desenvolver sus actividades y sus esfuerzos por elevar dicha
cultura. Es mucho más vergonzoso que tengamos en España la mortalidad infantil que su-
frimos, que tolerar el que se celebren corridas de toros o que en éstas se realice la suerte
de varas o no.
La mujer, viéndose desamparada y sin hogar, no lleva consigo a su hijo, que es un im-
pedimento para ganar el sustento, y lo abandona en la Inclusa. Si se le ofrece habitación,
vestido y comida, aun sin sueldo, habrá un número crecido de ellas que acepte esta pro-
posición y pase a criar a su hijo. El abandono del niño, en la mayor parte de los casos, es
debido en primer término, a la falta de protección por parte del varón que las ha engaña-
do, y en casi todos, por no decir todos, a cuestión de orden económico. Nuestra mujer de
España tiene arraigado el sentimiento de la maternidad más que ninguna otra. las lágrimas
que vierten al entregarlo al torno o a la oficina de admisión lo acreditan. Si se las da la mano,
allá van con su hijo y no lo abandonan. Si se les pone obstáculos para que lo críen y se fa-
cilita la separación de ambos, siempre dejan un jirón de sus entrañas hecho trizas.
Hay un grupo de mujeres, por desgracia, que lo que desean es “quitarse el mochuelo”
(por fortuna pequeño), y a éstas hay que atraerlas por todos los medios. Uno, el principal,
es el objeto de esta crónica, la obligación de criar a su hijo. a ellas hay que repetirlas lo
que con su pluma feliz dejó escrito Eusebio Blasco y que dice así:
“El león con ser león, adora a su propia sangre.
“El chacal, con ser chacal, no vive sin sus chacales.
“Ama el tigre a sus hijos: “La pantera es tierna madre.
“Los buitres de las montañas, amorosos nidos hacen:
“ Y los hombres, con ser hombres, han hecho una casa grande.
“donde almacenan los niños que tiraron a la calle.
Esto sí que no necesita comentario... Unas y otras, tanto las que no desean separarse
de su hijo, como las que, por diversas causas, se ven impulsadas a ello, lo menos que pue-
den hacer es criarlo un mes cuando menos. Si se acogen voluntariamente a los beneficios
que supone el estar en un Centro como la Maternidad, donde las asisten buenos médicos,
donde tienen los elementos modernos que son precisos en tales casos, donde están uno o
dos meses antes del parto recogidas y ocultas, aquellas a quienes importe mantener una apa-
rente virginidad de doncellas; donde no carecen de nada, etc., etc., lo menos que pueden
hacer por su hijo antes de abandonarlo es darle el alimento, al que tienen derecho, primer
derecho natural del hombre que nace, el pecho de su madre, y si voluntariamente no lo ha-
cen, se les impone, se las obliga. No se coarta ninguna libertad por ello a la mujer; lo que
se hace es proteger al niño. ¿Qué inconveniente ha de tener una mujer en permanecer du-
PEDRO ESPINA PÉREZ 389

rante el puerperio en un establecimiento benéfico? Ninguno. Se repone, al mismo tiempo


que da el pecho a su hijo.
Esperamos que la ley que se va a promulgar sea dura, inexorable Debe tapar todos los
resquicios para que no haya escapatorias ni excepciones. Toda mujer que dé a luz debe es-
tar un mes cuidando a su hijo. Así dice la petición; luego es una necesidad.
¿Que será necesario un mayor gasto? ¡Ah! Hay que gastar más dinero en criar hom-
bres que en criar caballos o reses, eso es indudable. Pero mirado desde el punto de vista
económico, de seguro que ha de costar menos dinero. Aunque costara, el hacer hombres
debe ser así; pero la primera consecuencia que se obtendrá con la medida es que el 80 por
100 de las madres, después de criar a su hijo un mes y recibir la sonrisa agradecida de su
vástago, no lo abandonará a la caridad, sino que se irá con él, buscando otras obras pro-
tectoras de la maternidad que deben existir.
¿Cuándo se va a poner la mano en este asunto? La ley de Protección a la Infancia vi-
gente especifica exactamente que no puede ejercer la industria de nodriza una madre sin
que demuestre antes que su hijo tiene cumplidos seis meses. ¿Por qué no se cumple y exi-
ge a toda nodriza cuando se la reconoce y recibe, un certificado del Registro civil que ga-
rantice, este punto? En recientes Congresos nacionales e internacionales se han elevado al
Gobierno unas conclusiones respecto al particular, pidiendo se cumpla este artículo de la
ley. A nuestro juicio, no es preciso pedir tanto. A nuestro juicio, no es preciso pedir tanto.
Nos conformaríamos con que fueran a crearse con profusión
Suponiendo que lo abandonen, la consecuencia inmediata será el que el niño en vez de
atrofiarse y morir en la Inclusa, ganará el peso debido y tendrá la resistencia necesaria
para atravesar esas primeras semanas de la vida que tanto trabajo les cuesta vencer, y las
probabilidades de salvación serían mucho mayores.
Otro beneficio que recibirían, o, mejor dicho, otra modalidad de este beneficio, será que
la madre quedará de nodriza de su hijo, con retribución, en vez de ir a criar a otro niño de
persona pudiente, —¡Qué comercio tan vergonzoso e ilícito el de las nodrizas!— reduci-
dos el número de meses a cinco, según el acuerdo del Congreso General del Niño en Gi-
nebra, del año pasado.
Actualmente, la mujer que sale de la Maternidad sin el niño, viéndose sola y desvali-
da, acude a las Agencias de nodrizas en demanda de colocación, donde, como es natural,
por percibir la comisión correspondiente, no se les pone obstáculos de ninguna clase y se
les busca casa para criar. Bastaría el exigir el certificado dicho y que el médico que reco-
noce a la nodriza fuera severo para cortar esta funesta costumbre.
Favorecer ese sagrado lazo entre madre e hijo es lo que persigue la ley que va a dic-
tarse. Seguramente será contado el número de mujeres que después de criar a su hijo un
mes, le retire su pecho, vendiendo puniblemente el alimento, que sólo pertenece al niño,
a otro de posición elevada, por un puñado de pesetas, y si se las obliga al cumplimiento
de la ley de Protección a la infancia, la mortalidad en España se rebajará considerablemente.
Causa verdadero espanto el ver la indiferencia que hay aquí por los niños. No se les da
el valor que tienen. Al parecer, no tiene importancia el que se mueran anualmente alrede-
dor de 200.000 niños. La natalidad entre nosotros es grande, ciertamente; pero no por eso
hemos de confiar a que nuevos niños reemplazarán a los muertos. La densidad de pobla-
ción ha de decrecer forzosamente un día, si, como es de temer, llegan a arraigar entre no-
sotros prácticas punibles, merced a los aires de fuera.
390 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Hay que disminuir esa mortalidad, y precisamente en estos infelices niños abandona-
dos, en donde se registra con un tanto por ciento más elevado.
Animamos y felicitamos nuevamente a la Diputación por la feliz idea que ha tenido,
deseando continúe en el camino que ha trazado y que sin duda alguna así será.

J. MUÑOYERRO. (Año ¿1927?)


Por P. ESPINA PÉREZ
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS
Una vibrante condenación del régimen de inclusas —1927—

La sociedad no debe amparar la separación del hijo y la madre. Caridad “deportiva”.


La recría del hombre en rebano. Una página desgarradora.
Nuestra campaña en favor de la transformación del actual régimen de Inclusas, que
tan espantosa mortalidad ocasiona en los niños abandonados, ha encontrado un favorable
ambiente en la opinión. No son sólo las autoridades médicas las que nos asisten; es el pú-
blico, que acude trayéndonos constantemente datos y noticias tristísimos sobre el funesto
régimen. Ordinariamente no nos hacemos eco de estas denuncias por mantener esta cam-
paña en el tono de discreción y sensatez en que debe llevarse hasta el final; pero de entre
el “material” que la opinión interesada pone a nuestra disposición queremos, sin embar-
go, extraer unas páginas elocuentísimas. Se trata de un folleto titulado. “Algunas ideas
acerca de la educación, el matrimonio y la caridad”, de los que es autor el teniente coro-
nel de Estado Mayor y gentilhombre de cámara de su majestad, con ejercicio, D. Agustín
Robles Vega.
Los párrafos que publicamos a continuación son de este folleto y muestran en toda su
desnudez la intensidad del problema, que algunos quieren desvirtuar con evasivas y en-
cogimiento de hombros ante lo que ellos llaman “la fatalidad”, y nosotros llamamos “la
incuria general”.
———————:———————-
Con todos los respetos a la intención condenamos los hospicios, las inclusas y los sa-
natorios, en cierto aspecto.
Si la sociedad tiene el deber de amparar al hijo, no puede dudarse que lo tiene también
para con los padres.
Si se pretende evitar la vergüenza y el deshonor, modifiquen la ley moral, haciendo que
la deshonra, o alcance a los dos, o no alcance a ninguno.
Hay en estos tiempos una falsa caridad, o mejor dicho una caridad “deportiva”, la cual
tiene por objeto una mundial exhibición de las personas con motivo de las visitas a hos-
pitales, sanatorios, roperos, etc.
392 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Durante los instantes que dura la visita todo el personal atiende a los enfermos o asi-
lados, y en cuanto se marchan los personajes aquello es un desastre. Y hasta otra visita.
Jamás prestéis voluntariamente vuestro asentimiento a la conservación o creación de
inclusas, asilos, hospicios, etc. No; La recría del hombre en rebaños es un crimen de esa
humanidad, que Dios condena.
Os diré lo que son esos centros.
La Inclusa de Burgos. Era una tarde del mes de enero del año 1915 ó 16 (no recuerdo
bien el año). Cansados de ambular por los amplios salones del gran casino llamado El Sa-
lón, decidimos, uno, mi amigo diputado provincial y yo hacer una visita a la Inclusa de ni-
ñas. La tarde glacial nos hizo sin hablar, recorrer la distancia que nos separaba de la In-
clusa, y al llegar a su portal sin desliar nuestras bufandas de la cara; sacamos nuestras
enguantadas manos de los bolsillos e hicimos sonar algo que indicase a las madres que al-
guien quería entrar.
— ¡Qué horror.! En montones, ya en bancos, ora en el suelo, para darse calor, sé api-
ñaban angelitos que la compasión pública había recogido en nombre de la caridad cristia-
na para librarlos de la muerte. Salas enormes sin calefacción, algunas con las ventanas
abiertas por higiene.; vamos: atroz, inhumano, censurable por todos extremos. Aquel es-
pectáculo produjo en mí tal efecto, que hube de faltar a la consideración y respeto debi-
dos al amigo cariñoso; pero no lo pude evitar: Allí no había caridad por ninguna parte. La
sociedad cometía un crimen con aquellos angelitos al librarlos de la muerte violenta de sus
padres, que para salvar su honra les hubieran dado, y sometiéndoles en cambio a una muer-
te lenta y tortuosa, sin haberles dejado gozar de los encantos que la vida encierra para los
demás seres.
Concebí la idea de, en el casino, en la calle, en el paseo, hacer pública censura de lo
visto, hasta lograr tuvieran aquellos angelitos calefacción:
El niño es siempre de su madre; amaremos a la madre, defendámosla del agravio so-
cial y desechemos el procedimiento actual, que consiste en arrancar de los brazos amoro-
sos de la madre al hijo, llenándola de insultos e improperios, para luego dejarlo morir de
frío o inanición, o hacerle llegar a la edad adulta sin amor a nadie y con odio a la huma-
nidad que así le trató.
El hijo con su madre, y si ésta falta, el Estado le buscará otra para que viva en familia.
El niño quiere hogar para su educación; en ¿...? ni a las bestias se las trata así.
No se sabe dónde termina el artículo (sin autor). Por el formato, estimo que co-
rresponde al HERALDO DE MADRID.

Por P. ESPINA PÉREZ


EN TORNO A LAS INCLUSAS
UNA CONFERENCIA TÉCNICA: 14 de febrero de 1927

No es nuevo el tema, ni, por desgracia, está agotado, ni, por más desgracia aún, las
predicaciones, las voces de alarma dadas, han tenido virtualidad suficiente para poner fin
al pavoroso problema de la mortalidad Infantil en las Inclusas.
Por eso estimamos útil, utilísima, la incesante labor que los médicos realizan en defensa
de la infancia desvalida, entregada a los cuidados de la beneficencia oficial.
De aquí que asistiéramos complacidos y que oyéramos emocionados y saliéramos ho-
rrorizados de la conferencia que dio anteayer acerca de “La Inclusa” el pediatra Dr. Bra-
vo Frías, que comenzó su brillante informe, que es labor salvadora de muchas vidas, de-
nunciando los defectos de organización y de funcionamiento de las Inclusas.
Recordó que en ocasiones anteriores el Dr. Muñoyerro, otro compañero y él habían
tratado el tema con la extensión que se requiere en publicaciones, congresos, etc.
Dijo que hay que legislar en el sentido del reconocimiento de la paternidad, como pi-
den jurisconsultos del valor de nuestro Osorio y Gallardo.
Valientemente culpó a la sociedad de muchos casos de infanticidio.
El abandono de la mujer seducida por un falso concepto fetichista del honor hace que
la madre, para evitar el escándalo, abandone al hijo en el torno de la Inclusa. Cuando un
Tribunal condena a una madre por infanticidio, moralmente condena a la sociedad causante
del delito.
Considera que las Inclusas, que al principio de su creación llenaban evidentemente un
fin social, se han convertido, en el transcurso del tiempo, en necrópolis infantiles.
No quiero citar estadísticas propias; pero recoge datos estadísticos del doctor Noalles
de Zaragoza, el que dice que de 6.841 niños que ingresaron en varias inclusas provincia-
les en el año 1924, fallecieron 2.991; es decir, el 50 por 100. A estos centros no se les pue-
de llamar benéficos.
En los lugares donde se han creado centros de Puericultura y Maternología han disminuido
las estadísticas de infanticidios.
394 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Niega que, como dicen muchos, los niños depositados en el torno ”hijos del vicio”, se-
gún dicen —llegan depauperados y enfermizos—; de los niños llegados al torno de la Ma-
ternidad de Madrid en el pasado año, de 747 tenían un peso mínimo de tres kilos 726, y
11 solamente pesaban 1.500 gramos, lo que prueba que durante su permanencia en la In-
clusa se infectan y mueren.
Lo que más perjudica la sanidad interior de la Inclusa es el torno, que además destru-
ye la unión biológica de madre e hijo, favoreciendo el interés de padres que abandonan sus
hijos legítimos, a veces por necesidad.
Es necesario que en todas las maternidades se haga una propaganda intensa en favor
de la lactancia materna; hay que evitar que las mujeres se dediquen a la lactancia merce-
naria hasta que su hijo cumpla los seis meses.
Califica de error fundamental de las inclusas la lactancia con nodrizas inadecuadas a
la función que han de ejercer, y denuncia la mala organización de la lactancia mixta.
Respecto a la lactancia con biberón, es tan funesta, que la mortalidad en la Inclusa lle-
gó al 100 por 100, y eso que se siguieron todos los métodos.
El niño no puede criarse en un centro hospitalario, con lactancia artificial y deficien-
cias técnicas y personales.
La heredo sífilis, debido a la labor profiláctica de los dispensarios, cada vez es más
escasa. Respecto a los niños enviados a los pueblos, la mortalidad es enorme, por care-
cer de vigilancia; de 2000 niños año se salvan un centenar, y muy pocos llegan a la pu-
bertad.
Cita como modelos de Inclusas las de San Sebastián y Barcelona.
“En Madrid la vamos modificando muy lentamente, por motivos técnicos y dificulta-
des legales; pero hemos conseguido —dice el conferenciante— que el mayor número po-
sible de enfermas de la Maternidad venga a la Inclusa a criar a sus hijos, con la enorme
ventaja de que estas madres ya no abandonan a sus hijos”.
Refiriéndose a la labor de los médicos de la Inclusa, dijo que habían establecido, como
modernas instalaciones, una cocina dietética y un laboratorio; para el tratamiento de la tu-
berculosis han creado una instalación de “sol artificial”, y dentro de poco comenzará la va-
cunación preventiva de Calmette; se han verificado vacunaciones antidiftéricas con anti-
toxinas y se ha realizado, con éxito grande, por el doctor Muñoyerro la seroprofilaxis del
sarampión con suero de convaleciente.
Esta ha sido la labor del profesorado médico de la Inclusa, que cuenta con poco per-
sonal e incompetente, lo que es una de las causas de la mortalidad en dicho centro.
La Inclusa moderna no debe tener torno que facilite la Información y el ingreso de ni-
ños legítimos; el secreto profesional substituye con ventaja al torno; el ideal sería alojar
a la madre y al hijo juntos; Que sea a la vez su nodriza y reciba por esto una cantidad del
Estado que le permita hacer frente a las primeras necesidades al ser dada, con su hijo de
alta.
A los niños criados en los pueblos se les debe vigilar por inspectores técnicos y res-
ponsables, siendo el porvenir de estos niños criarse en hogares donde aprendan las primeras
letras y las labores del campo.
PEDRO ESPINA PÉREZ 395

Termina diciendo que la investigación de la paternidad y todas estas soluciones al mag-


no problema han sido pedidas a los poderes públicos en conclusiones de congresos, artí-
culos y conferencias.
La interesantísima conferencia del doctor Bravo Frías fue escuchada con vivo interés
y el conferenciante muy aplaudido.
Publicado en la —VOZ— el 14 de febrero de 1927.
No pone autor....
Por P. ESPINA PÉREZ
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LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS:
¿ES CIERTO QUE EN LAS INCLUSAS
LA MORTALIDAD ES ATERRADORA?
Lo que dicen los médicos y lo que les contesta la Diputación Provincial

Días pasados los doctores Bravo y Muñoyerro, médicos, respectivamente, de la In-


clusa de Madrid, dieron ambos extensas conferencias acerca de la mortalidad, verdadera-
mente aterradora, que sufren las criaturas que son depositadas en la Inclusa. Hasta ahora
era creencia popular y sentimiento de las gentes del pueblo el creer firmemente que niño
que se depositaba en el torno niño que moría. Y esta afirmación, que algunos creían exa-
gerada, la han venido ahora a confirmar con sus elocuentes datos y firmes manifestacio-
nes dos hombres de ciencia, ilustres pediatras, que al frente de la casa de la calle de Em-
bajadores ejercen su profesión. Esto avalora los juicios emitidos por los citados doctores.
Juzgando de interés público esta información quisimos hoy confirmar la certeza de los
datos señalados por los conferenciantes, y solicitamos una entrevista con el diputado vi-
sitador de la Inclusa de Madrid, Sr. Alonso Orduña, que lleva dos años al frente de dicho
cargo y ha realizado una importante reorganización en todos los servicios. Dicho señor, con-
testando a nuestras preguntas, nos ha dicho lo siguiente:
—Creo que los doctores Bravo y Muñoyerro han sufrido, y sufren, una equivocación
lamentable, ofuscados, sin duda, por el celo y el entusiasmo con que quieren ejercer su sa-
grada misión.
Ellos podrán tener una impresión más o menos exacta de lo que sucede dentro de la In-
clusa; pero nunca una estadística completa que les permita asegurar, como han asegura-
do, que la mortalidad se eleva al 50 X 100.
Para rebatir las afirmaciones del doctor Bravo no tengo más que hacer que recoger
las estadísticas del año pasado, según la cual ingresaron en la Inclusa 1.084 niños y fa-
llecieron 384, proporción de un 35 por 100, que no es excesiva tratándose de la Inclu-
sa, y menos en la de Madrid, que la epidemia del sarampión aumentó la mortalidad en
el año último.
En el año actual, hasta este momento, han ingresado 155 niños y han fallecido 11. la
proporción es, por tanto, de un 7 por 100.
398 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Aún es más inexacta la afirmación del doctor Bravo de que de los dos mil niños que
viven en los pueblos entregados a nodrizas sólo se salva un centenar. Existen en los pue-
blos en período de lactancia y destete 983 niños, y fallecieron en el año último 221. La pro-
porción es de un 22 por 100.
Respecto a la labor realizada por la Diputación provincial, he de decirle que actualmente
se han creado lazaretos para niños de pecho y destete, se realiza la cocina de la leche con
todos los adelantos de la higiene, la lactancia mixta está dirigida personalmente por el
doctor Bravo, que tiene para estos efectos una vaquería instalada dentro de la Inclusa, con
once vacas suizas. Existe además un laboratorio de análisis, a cuyo frente está el doctor
Maestre.
Es necesario rectificar también la afirmación del doctor Bravo de que los expósitos no
llegan a la inclusa depauperados y enfermizos, y de que de los 747 niños que ingresaron
en el año pasado sólo once tenían un peso superior a tres kilos. Esta afirmación no es exac-
ta, porque en el último mes de enero, de los 81 niños remitidos a la Inclusa pasaban de tres
kilos 54 y no llegaban a esa cifra 27, de donde resulta que el 50 por 100 ingresados en el
mes de enero no dieron el peso a que el doctor Bravo se refiere.
En la actualidad dependen de la Inclusa 3.000 niños, que están en los pueblos. y 250
que están en Madrid.
Para terminar —nos dice el señor Alonso Orduña—, tenemos en proyecto crear este ve-
rano, en la calle de O’Donnell, un nuevo edificio de Inclusa y casa cuna, con arreglo a to-
dos los adelantos.
Hasta aquí las manifestaciones del diputado Sr. Alonso Orduña. Frente a ellas está la
acusación terminante del doctor Bravo, médico del establecimiento, que asegura que la mor-
talidad de los niños es del 50 por 100, y del 100 por 100 si se les cría con biberón.

El fatídico torno de la Inclusa,


en el que se depositaban
los niños anónimamente hoy Fachada del caserón que ocupa actualmente la Inclusa
suprimido (Foto Luque) (Foto Luque)
PEDRO ESPINA PÉREZ 399

Claro está que el doctor Bravo no tiene a la vista los datos administrativos; pero tiene
una cosa de más valor; la impresión directa que a diario recibe, y que seguramente es la
que le ha hecho hablar así.
Después de oír a unos y a otros sigue en pie nuestra pregunta:
¿El actual régimen de Inclusas es causa de la muerte casi segura de los niños a él aco-
gidos? si así es, la Diputación provincial tiene que trasformar radicalmente el sistema, y
los doctores que regentan este establecimiento, y que con tanto valor cívico han denunciado
lo que ocurre, no deben seguir prestando su colaboración en un esfuerzo absolutamente inú-
til. Los niños se mueren.
16 de febrero de 1927. HERALDO DE MADRID
No hay referencias del periodista que lo escribió
Por P. ESPINA PÉREZ
HERALDO DE MADRID 17-2-1927

EL DOCTOR BRAVO CONTESTA A LA DIPUTACIÓN

Y declara, como médico director de la Inclusa, que ésta debe cerrarse por ser fatal para
la vida del niño
Hemos visitado hoy al doctor don Juan Bravo Frías, médico director de la Inclusa de
Madrid y autor de la conferencia que ha motivado la réplica de la Diputación provincial
en relación con la mortalidad infantil en dicho establecimiento.
El doctor Bravo nos ha hablado extensamente del problema y síntesis de su manifes-
taciones. Son estas breves respuestas que a nuestras preguntas ha hecho, que damos a la
publicidad y que contienen una rectificación absoluta a la réplica que ayer nos hizo sobre
este mismo asunto el diputado Sr. Alonso Orduña.
He aquí lo que contesta el doctor Bravo a la Diputación provincial.
En primer término he de aclarar que en la conferencia por mí pronunciada no me re-
fería sólo a la Inclusa de Madrid. Hablaba en términos generales, porque el problema es
nacional y tiene carácter tan grave que no puede quedar reducido a un pleito local.
En el libro de actas del III Congreso Oficial de Pediatría, celebrado en Zaragoza, se ase-
gura con datos y cifras elocuentes que la mortalidad en las Inclusas de España, alcanza la
cifra de 50 por 100 y que en las casas de lactancia artificial, la cifra de defunciones llega
a la del 100 por 100.
Esto unido a manifestaciones y memorias de ilustres compañeros, viene a confirmar to-
talmente mis manifestaciones, es decir, que el sistema de inclusa tal como hoy se sigue debe
desaparecer radicalmente por no constituir obra de protección a la infancia.
En contestación a las cifras facilitadas por el Sr. Alonso Orduña, tanto el doctor Mu-
ñoyerro como yo tenemos las cifras de las hojas clínicas y estas durante el año 26 arrojan
la siguiente estadística:
Niños tratados, 1.047
Muertos, 459
Promedio, 45, 26 por 100
Aun en el caso de que fuera el 35 por 100, como dicen los datos del Sr. Alonso Ordu-
ña, la mortalidad es excesiva, ya que hay Inclusas que no llegan al 18 ó 19 por 100.
402 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Esta mortalidad del 35 por 100 representa el doble de la mortalidad general.


—¿Remedio para el mal?
—A nuestro juicio, el seguido ya con éxito en otros países. Esto es suprimir en abso-
luto las inclusas y crear el “Hogar materno”; desaparición del torno; procurar que la mis-
ma madre críe al hijo, guardando el secreto profesional para la que así lo desee, y de esta
forma poder los médicos fiscalizar mejor la naturaleza y orígenes del niño.
En el año 1918 mi compañero Muñoyerro y yo hicimos una campaña en este sentido,
y conseguimos arrancar la Inclusa del viejo caserón de la calle de Embajadores.
A partir de esta fecha se han introducido en la Inclusa madrileña algunas mejoras, que
en honor a la verdad han sido llevadas a cabo a petición nuestra y atendidas con actividad
y celo por el diputado señor Alonso Orduña.
Pero en lo que se refiere a la lactancia artificial, servicio que yo dirijo, he de decir que
da la sensación de una banda de música sin músicos; es decir, que no importa que tenga-
mos vacas suizas y médicos si nos falta personal de enfermeras y hermanas para dar el ali-
mento a los pequeños. Otra rectificación que he de hacer al Sr. Alonso Orduña, es la refe-
rente al estado en que llegan los niños a la Inclusa. La mayoría no son hijos del vicio,
como se dice.
Son hijos del amor, herederos de padres sanos, jóvenes y fuertes, y no hay razón para
que no vivan entrando como entraron en la Inclusa en perfecto estado de salud. Para ter-
minar, yo responsable de mi actuación profesional en la Inclusa madrileña, por un deber
de conciencia declaro: Que las Inclusas deben cerrarse, porque de seguir funcionando así
son un cementerio de niños. Repito que el problema es nacional; que no Señalo a esta ni
a otra Diputación y que debe ser el Estado el que dedique su atención a este asunto de vi-
tal interés para la raza y para España.
Copiado del Heraldo de Madrid, 17 de febrero de 1927
P. ESPINA
PEDRO ESPINA PÉREZ 403

EMILIO CARRERE 334


(1881-1947)
Los hijos
Perdonadme, hijos míos, sí os di esta dolorida
existencia en un ciego minuto de placer,
acaso presentíais el dolor de la vida
cundo llorabais al nacer.
Era en la primavera; florecían las rosas,
y soñaba con el laurel..
En la armonía de las cosas
libaba mi lírica miel.
Yo amé la estrofa eterna de amor, del Universo;
a la flor, a la estrella, a la mujer;
la inquietud de mi vida, la emoción de mi verso
erais vosotros que queríais ser.
Fue una sed de infinito y de belleza
la que encendía mi canción;
pero hoy siento la vida y la amarga pobreza
como una losa sobre el corazón.
Nada puedo brindaros de cuento soñé, pobre
funámbulo del ideal;
el oro de mi sueño se ha convertido en cobre,
¡y el hambre acecha siempre en el umbral!
Yo quisiera que fuera vuestra senda florida,
y que nunca gustaseis la cicuta y la hiel:
que fueseis vencedores del Dragón de la vida
y que también amaseis las rosas y el laurel.
Y que sintieseis la inquietud del verso
ebrios de melodía y de emoción;
que escuchaseis el ritmo cordial del Universo
en la caja de música de vuestro corazón.
Que os gustase volar, y cantar, y soñar,
a las rosas mejor que a las espigas;
y mirando al azul no vieseis caminar
a ras de tierra las hormigas,
Perdonadme, hijos, míos si os traje a esta podrida
vieja bola del Mundo, por mi propio placer.
Vosotros presentíais la angustia de la vida,
y por eso llorabais al nacer.

LAS MIL MEJORES POESÍAS, DE LA LENGUA CASTELLANA


José BERGUA. Pág. 638. E. Ibéricas. Año 1972
404 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Una de esas coincidencias singulares que trae consigo la lógica de la actualidad nos
da ocasión para contribuir con una aportación práctica al centenario del gran pedago-
go y gran amante de la infancia desvalida, Juan Enrique Pestalozzi. El ilustre director de
la Inclusa de Madrid, doctor Bravo, daba días pasados una conferencia vibrante y docu-
mentada abordando con ejemplar valentía ciudadana el problema de las Inclusas espa-
ñolas conferencia a la que HERALDO DE MADRID, dió toda la importancia que mere-
cía el problema capital suscitado en ella.
El problema no es de ahora. Periódicamente, unas veces por impulso propio, otras
estimuladas por demandas de los técnicos, la Prensa se ha ocupado de los infelices niños
abandonados por sus padres a la beneficencia pública. En 1918, unas manifestaciones sen-
sacionales de los doctores Bravo y Muñoyerro, que abnegadamente y con celo ejemplar
vienen defendiendo desde entonces la causa de la infancia abandonada, tuvieron la vir-
tud de que la Inclusa de Madrid fuese trasladada al edificio en que está instalada ac-
tualmente.
Pero esta vez la cuestión se plantea en términos más amplios y más radicales. No se
trata de una cuestión puramente local, sino de un verdadero problema nacional, cuya so-
lución es urgente y vitalísima. Para darse cuenta de su trascendencia basta citar estas ci-
fras elocuentes: seis mil niños entran anualmente en las Inclusas españolas; de ellos mue-
ren, aproximadamente unos tres mil. Siendo así que con una organización nacional del
servicio pudieran salvarse al menos la mitad.
La solución propuesta por el doctor Bravo es radical, pero en ella le acompaña la
opinión de todas las personas competentes. Hay que ir a la supresión de las Inclusas,
substituyéndolas por establecimientos que sean verdaderos hogares, donde las madres le-
gítimas o naturales que lo deseen puedan lactar a sus hijos, y a los demás pueda dárse-
las una crianza racional. Este es el sistema que predomina ya en casi todos los países, ha-
biendo dado en todas las partes los mejores frutos.
Monumento a Pestalozzi, en Iverdon.

Ni las Diputaciones ni el Estado pueden desentenderse de problema tan vital, es pre-


ciso que aúnen sus esfuerzos para que cese un estado de cosas depresivo y para evitar que
lleguemos a ser en este aspecto una excepción dentro de los países civilizados.

Copiado del Heraldo de Madrid, día 17 de febrero 1927


P. ESPINA PÉREZ
406 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“LOS NIÑOS DE LA INCLUSA” ¿Febrero 1927?


El médico director de la Inclusa de Madrid, doctor Bravo Frías, ha hecho a nuestro
querido colega —Heraldo de Madrid— una desconsoladora afirmación. “Las Inclusas” —
dice— deben cerrarse, porque de seguir funcionando así son cementerios de niños”. Con
dolor recogemos esta amarga frase de pesimismo.
La infancia desamparada, bajo la implacable guadaña, a merced de las epidemias, de-
sahuciada por la higiene, por la medicina, por la maternidad, en ese terrible abandono que
el Sr. Bravo pinta con fríos detalles estadísticos, mueve a compasión y arrepentimien-
to.Hay que proteger a los niños sin amparo. ¿Cómo?
Nuestra mirada, una vez más, se eleva hacia Guipúzcoa, un convencimiento arraiga-
do y patriótico nos obliga a la insistencia. Entendemos que solicitar para toda España el
régimen de conciertos económicos, privativo hoy de las Vascongadas, es recabar un sa-
neamiento en las costumbres administrativas. Si los Poderes públicos se hubieran dado
cuenta de que la Administración tiene un carácter tan peculiar e inmediato en cada provincia,
que no es posible, sin menoscabo, uniformarla y generalizarla, las palabras del director de
la Inclusa quizá no se hubieran pronunciado. No se puede tener igual criterio para admi-
nistrar Cuenca y Sevilla.
Guipúzcoa, provincia infinitamente más pobre que Madrid —¿será preciso encare-
cerlo y demostrarlo?— sostiene en Villa bona, a poco kilómetros de San Sebastián, una
institución que enorgullece a España: la Granja de Praisoro. Y en esa Granja, cons-
truida, organizada y dirigida, con admirable esmero, según todos los adelantos moder-
nos, bajo los auspicios de la Diputación provincial, hay una Casa-Cuna, la mejor de Eu-
ropa, sin disputa, a juicio de todos. En la Casa-Cuna, de Fraisoro se tiende, con desvelo
a los niños desamparados. No hay detalle de higiene, ni humanitario, ni científico, que
falte en esa ejemplar Casa-Cuna de Guipúzcoa. Y el lujo se une allí a las necesidades
materiales.
La Diputación guizpuzcoana ha obtenido ese resultado gracias a su autonomía admi-
nistrativa.
¿Cuándo se podrá hacer en Madrid, en Badajoz, en Soria, en toda España, lo hecho en
Guipúzcoa.
No hay referencia del “periódico” que lo publico, ni el día que lo hizo.

LA MORTALIDAD EN LA INCLUSA DE MADRID ¿Madrid 17?


(1927)
El doctor Bravo ha hecho las siguientes declaraciones acerca de la mortalidad en la In-
clusa de Madrid y, en general, de la que origina la lactancia artificial.
La mortalidad en la Inclusa es de 50 por 100, y en los casos de lactancia artificial del
100 por 100. El remedio es la supresión de la Inclusa, y su sustitución por el hogar materno,
la desaparición de los tornos de entrada de las criaturas, y la alimentación por la misma
madre, con absoluto secreto, si fuera necesario. La lactancia artificial le produce la sen-
sación de una banda de música sin músicos, y en las Inclusas no basta que haya vacas sui-
PEDRO ESPINA PÉREZ 407

zas si falta personal de enfermeras y Hermanas de la Caridad para dar alimento a los ni-
ños. No todos los niños que se hallan en la Inclusa son hijos del vicio. Por el contrario, casi
todos son hijos de padres sanos, jóvenes y fuertes, y no existe razón alguna para que se mue-
ran si entran en la Inclusa en perfecto estado de salud. Como médico de la Inclusa, entiende
que lo mejor es cerrar estos centros, porque funcionando como lo hacen en la actualidad
son cementerios de niños —Mencheta—.

No aparece el diario que lo publicó, si bien aparece (Madrid —17—) 23, 15.
P. ESPINA PÉREZ
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS
EL DOCTOR MUÑOYERRO DICE QUE LOS NIÑOS DE
LAS INCLUSAS RESUELVEN EL ASPECTO ECONÓMICO
DEL PROBLEMA MURIÉNDOSE

LOS TRES EXTREMOS DE LA CUESTIÓN

Económico: Si no se muriesen el problema sería mucho más grave, porque no habría


dinero para mantenerles.
Legislativo: Hay que cumplir la ley de protección a la infancia, investigar la paterni-
dad, perseguir el infanticidio y gastar más dinero.
Moral o religión: No porque se ayude a la madre soltera cundirá la inmoralidad ni se
irá hacia el amor libre.
——————————————————
Con mucho gusto accedo a su invitación para exponer mi opinión sobre las Inclusas en
general. Seguí con interés y atención el curso de la campaña, que HERALDO DE MADRID
ha emprendido en este vital asunto.
Poco puedo añadir a lo ya expuesto por los compañeros que han aportado su opinión
en este pleito. Además lo dicho por mi entrañable amigo Bravo en la conferencia de ca-
rácter “puramente científico”, no delator, de la Escuela de Puericultura, que ha sido lo que
ha motivado este vendaval sano, fue producto de nuestra constante compenetración y es-
tudio del problema.
Los tres puntos principales son: Cuestión económica, cuestión de orden moral y reli-
gioso y cuestión de legislación.
Primera cuestión —Los niños de las Inclusas resuelven el problema económico mu-
riéndose. Según la estadística, que no es nuestra, mueren anualmente en España 3.000 ex-
pósitos. Supongamos que de estos niños debieran morirse 1.000 cada año (y ya es mu-
cho); pues bien: son 2.000 anualmente que salvarían su vida, a los cuales habría que
alimentar, asistir y educar, etc. a los diez años serían 20.000 niños que costarían por lo
menos 60.000 pesetas diarias (poniendo a 3 pesetas cada niño, cifra baja), que hacen un
total de 21.900.000 pesetas anuales, en aquella fecha, las que irían en aumento cuando se
consiguiera disminuir la mortalidad global. A pesar de la buena voluntad de las entidades

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410 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

encargadas del cuidado de los niños, llámense Diputaciones o Ayuntamientos, no es posi-


ble que por sí solas puedan con esta carga. Es un problema de Estado. Este debe acudir sub-
vencionándolos para esta atención primordial, como es la vida de los niños encargados a
su custodia, y para la construcción de asilos maternales, totalmente distintos, hasta en la
distribución arquitectónica de sus pabellones, a las actuales Inclusas.
En todo el mundo es un problema de Estado, o del que hace sus veces, para la cues-
tión dinero. Económicamente es un ahorro, porque la vida de los ciudadanos vale mucho,
y en más se ha de apreciar ésta que la de un caballo; hay que gastar más dinero en hacer
hombres que en hacer caballo.
Gastándose mucho dinero, los niños expósitos, que no son peores ni peor constituidos
que los otros, y protestamos una vez más contra el consabido tópico de que, como “hijos
del vicio”, son más débiles, por no ser cierto, vivirían lo mismo que los otros. El procurar
que su madre le críe traerá consigo un gran número de éstas, a las que hay que mantener,
aunque ellas a su vez produzcan haciendo labores, etc.; pero costará una cantidad de pese-
tas que ahora no se gastan. A los niños en crianza externa tendrá que destinárseles una can-
tidad mayor que la actual. No pedimos como en los Estados Unidos, en los que se destinan
treinta dólares mensuales a estos niños en familia extraña; pero consideramos baja la cifra
alrededor de 20 a 25 pesetas mensuales que en España se dan. En fin, ¿a qué seguir? No cre-
emos tener necesidad de esforzarnos para demostrar que lo que hace falta es dinero, dine-
ro y dinero. Dinero para edificio, dinero para personal (incluso el salario de la madre) y di-
nero para inspección de estos niños en lactancia externa (en los casos que por faltar la madre
no se la pueda socorrer a ésta con su hijo y hay que colocarlo en familia extraña).
Segunda cuestión —De orden moral y religioso. Hay un temor inexplicable e injusti-
ficado en que socorriendo a la madre soltera cundirá la inmoralidad y el vicio, yendo paso
a paso hacia el amor libre. Esta es la cuestión verdad. Como ve usted, se abre ante noso-
tros una profunda sima, que es imposible sondear. Nos llevaría más lejos de los límites que
debe tener esta información. ¡Tenor injustificado! ¿Qué culpa tiene el niño de lo que sus
padres hayan hecho? ¿No está en el mundo? ¿Es justo que para que no cunda lo que lla-
man el amor libre se sacrifiquen al año 3.000 criaturas en España, cuando el remedio de
esto sería fomentar la cultura y educación de la mujer, amparándola además contra el aban-
dono injusto en que se encuentra, porque en el Código no haya un artículo que la proteja
para solicitar el socorro a que tiene derecho del varón que la ha engañado, dejándola mu-
chas veces en la miseria y siempre a merced de lo que las almas caritativas quieran hacer
por ella? No; esto no es justo.
El hacer un hogar con la madre y su hijo si no se ha conseguido legalizar la situación
buscando al varón, que sería lo mejor, no es inmoral. Esto, a mi modo de ver, es todo lo
contrario; es el único camino de llegar a lo moral. Que mañana sepa el niño que al menos
tiene una madre y que el padre es el Estado, que amparó a ambos, ya que el autor de sus
días, con pretensión de hombre, no supo serlo ni lo fue.
También hay el temor de que sin el torno se fomentara el infanticidio. Aparte de que
está probado por los que se han ocupado especialmente de economía política que esto no
es cierto (Véase Conrad.), es un desconocimiento total del problema. Los niños de las In-
clusas vienen en una mayoría de las Maternidades. Oblíguese en éstas a las mujeres a que
críen a su hijo dos meses o tres y se verá cómo la mayoría, por no decir todas, no le de-
jan. Protéjase a los matrimonios pobres y muchos hijos legítimos no vendrán al torno. In-
vestíguese la paternidad y disminuirán considerablemente los que ingresan por este arte-
PEDRO ESPINA PÉREZ 411

facto. Y sobre todo, castíguese, que medios tiene la ley para ello, no dándose el caso de
que infanticidios provocados tienen una pena mínima, como todos hemos visto.
No he de convencer, seguramente, ni a mí ni a los que piensan como yo, nos conven-
cerán, de que es inmoral proteger a la mujer que tiene un hijo. Este ha venido al mundo
ya y hay que cuidarle. El cuidado mejor es procurarle su madre, y para esto no hay más
remedio que ayudarla, no hundirla: Así lo han entendido en todos los países, y no se va a
dar el caso de que todos estén equivocados. El tema de Ginebra dice; “L’Humanité doit do-
ner l’infante ce qu’el le a de meillerur., “La Humanidad debe dar al niño lo mejor que ten-
ga y lo mejo que tiene es su madre para él” Esto es lo moral y lo humano.
No es posible entrar en más demostraciones, que las hay.
Tercera y última cuestión.—De carácter legislativo. Que se cumpla la ley de protección
a la infancia. Tenemos la que es más completa dada, que se cumpla. No hay más que decir.
— Que se modifique o amplíe en lo referente a la vigilancia de niños en familia extraña.
— Que ampare a la mujer, incluyendo en su texto la investigación de la paternidad.
— Que amplíe el subsidio de maternidad. No 50 pesetas como hoy se dan.
— Que persiga el infanticidio y las interrupciones criminales del embarazo, castigán-
dolas como se merecen.
No he de terminar sin antes salir al paso de una posible objeción que pueden hacerme, y
es que ante la imposibilidad de abordar tan ampliamente como yo veo la cuestión en gene-
ral, por tratarse de protección a los niños no sólo expósitos, sino a todos los nacidos fuera de
matrimonio, se dilate o demore todavía más su solución. La primera parte atañe solamente
a los expósitos, y éstos, con dinero, se salvan. Es preciso: Dinero, dinero y dinero.
Dr. Muñoyerro
Jueves 3 de marzo de 1927 ¿Heraldo de Madrid?
Copiado por P. ESPINA PÉREZ
412 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LA CAMPAÑA DEL HERALDO HACE QUE LA JUNTA


DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA SE REÚNA PARA BUSCAR
SOLUCIONES. 7-3-1927
Se obligará a las madres que den a luz en Maternidad a criar a sus hijos durante dos meses.
En virtud de la campaña emprendida por el HERALDO DE MADRID, referente a la
mortalidad de niños en las Inclusas, mañana se reunirá en Gobernación la Junta de Protección
a la Infancia para estudiar y aprobar la propuesta del presidente de la Diputación, me-
diante la cual se obliga a las madres que den a luz en la Maternidad a criar sus hijos du-
rante dos meses. La disposición referente a este asunto aparecerá en breve en la “Gaceta”.

EL HOGAR INFANTIL DE VALLEHERMOSO Y LAS INSTITUCIONES


EXTRANJERAS DE PUERICULTURA

El gobernador civil ha manifestado a los periodistas que ha recibido una carta, fechada
en Baltimore, del Inspector provincial de Sanidad, doctor Palanca, que actualmente se ha-
lla en los Estados Unidos en viaje de estudios, a quien el Sr. Semprún encargó que visitara
cuantos centros y establecimientos se dedican allí a la protección a la infancia, con objeto
de recoger cuantos adelantos y perfeccionamientos puedan ser aplicados en nuestro país, es-
pecialmente al Hogar Infantil de Vallehermoso, que se inaugurará en octubre próximo.
El doctor Palanca pasará a su regreso por Bélgica, donde también visitará las institu-
ciones de Puericultura.
Lunes 7 de marzo de 1927. El Heraldo de Madrid.

EL ÉXITO ROTUNDO DE UNA CAMPAÑA DEL “HERALDO”

Por fin se va a sustituir la Inclusa por otro establecimiento moderno en el que la mor-
talidad infantil sea menos.
“Que es, precisamente, lo que pedíamos”. En la Diputación provincial han facilitado
hoy la siguiente nota:
“Se está organizando actualmente, bajo el alto patronato de sus majestades, una ins-
titución benéfica que llevará por título el de Liga Nacional Española de Protección del
Niño y de la Maternidad.
Esta institución de la cual formará parte la Diputación provincial de Madrid, tiene
por base la lactancia materna obligatoria, y por medios la “fundación de asilos” para
madres lactantes sin hogar y “socorro” para las que, teniendo casa, están faltas de recursos.
De este modo se conseguirá disminuir considerablemente la población de las Inclusas.
La Diputación provincial de Madrid viene desde hace tiempo estudiando el proyecto
de sustitución de la Inclusa por el Asilo de madres lactantes, a fin de que desaparezca el
nombre de Inclusa y su secular organización, como ha hecho desaparecer el de Hospicio
sustituyéndole por el de Colegio de San Fernando, y así se logrará redimir al inocente niño
del estigma de inclusero y hospiciano, consiguiéndose además que la madre, no abando-
ne al hijo, dándose en este sentido un poderoso avance con la fundación de la Liga”.
El heraldo de Madrid, sin fecha, ¿año 1927? Por P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 413

LAS CASAS DE MATERNIDAD DE PROVINCIAS


TIENEN RESUELTO EL PROBLEMA
QUE LA INCLUSA DE MADRID NO SABE RESOLVER
LA TRAGEDIA DE LOS NIÑOS ABANDONADOS
8-3-1927

El director de la Casa de Maternidad y Expósitos de Tarragona don Bernabé Martí,


haciéndose eco de nuestra campaña, pública en el Diario de Tarragona, un interesante ar-
tículo, en el que tiende a demostrar que el problema de las Inclusas no tiene los mismos
caracteres que en Madrid en toda España.
“Ni en la Casa de Maternidad de Barcelona dice”, cuya importancia no precisa ahora
comentar, ni en la Casa de Maternidad de Tarragona, mueren los niños en ninguna proporción
alarmante, ni siguiera normal en su infancia, sino que, por el contrario, mueren menos de
los que mueren en sus casas. Ello es debido a los cuidados, higiene, asistencia profesio-
nal, etc. y al celo extremadísimo de los elementos directores.
Luego el articulista apunta la hipótesis de que la próxima Asamblea de Diputaciones
aborde este asunto.
Hace días dábamos cuenta también de la comunicación enviada al doctor Bravo por el
director de la Casa Cuna de Guipúzcoa, en cuyo establecimiento tampoco tenía la morta-
lidad infantil las terribles proporciones que tiene en la Inclusa de Madrid.
“ABC”. Secundando nuestra campaña, reproduce también estos testimonios, que vie-
nen a demostrar que lo urgente, lo inaplazable es transformar el régimen actual de la In-
clusa de Madrid, ya que se da el caso de que los establecimientos semejantes de otras pro-
vincias. Han hallado el modo de resolver un problema, el de la terrible mortalidad infantil,
que aquí no hemos podido resolver aún.

ESTA TARDE GIRA UNA VISITA A LA INCLUSA EL PRESIDENTE


DE LA DIPUTACIÓN

El presidente de la Diputación manifestó esta mañana a los periodistas que a las 7 de


la tarde se reuniría en Gobernación la Junta de Protección a la Infancia para estudiar la pro-
posición suya referente a la crianza de los niños en las inclusas.
Añadió el Sr. Salcedo que antes girará una visita a la Inclusa acompañado del doctor
Suñer. Director de la Escuela de Puericultura.
Agregó que además de su proposición, el Consejo de Protección a la Infancia estudia-
rá también la posible modificación del actual régimen de inclusas.

LA COMISIÓN DEPURADORA DE LA MORTALIDAD EN LA INCLUSA SE REÚNE

Cerca de tres horas ha estado hoy reunida la Comisión depuradora de responsabilida-


des, nombrada por la Diputación para aclarar la cifra de mortalidad de niños en la Inclu-
sa madrileña.
414 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Dr. Suñer.

Los reunidos guardaron absoluta reserva de las deliberaciones.


Publicado en el diario “El Heraldo de Madrid”, 8 de marzo de 1927. Sin referencia del
Autor.
P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 415

LOS RESULTADOS DE NUESTRA CAMPAÑA


9-3-1927

El doctor Suñer nos habla de la visita girada ayer a la Inclusa y de lo que son las visi-
tas de Inspección.
Nuestra campaña ha comenzado a dar sus frutos. Las autoridades han acordado la adop-
ción de aquellas medidas urgentes que veníamos pidiendo desde estas columnas.
En una nota oficiosa que se nos envía se nos da cuenta de lo siguiente.
En el ministerio de la Gobernación han celebrado una reunión extraordinaria, con asen-
timiento del ministro, únicamente los médicos vocales del Consejo Superior de Protección
a la Infancia, con objeto de deliberar y emitir informe acerca de la propuesta formulada a
la superioridad por la Diputación provincial de Madrid, para que se dicte una disposición
de carácter general obligando a las madres que dan a luz en las Maternidades a que ama-
manten a sus hijos en las Inclusas.
Después de amplia discusión, se acordó: primero, mostrarse conformes con la pro-
puesta de la Diputación: segundo, que debe obligarse a las madres que den a luz en las Ma-
ternidades a que amamanten a sus hijos en la Inclusa durante dos meses; tercero, que en
el caso de que la madre quiera criarlos fuera de la Inclusa, autorizarla, previa información
de la Junta de damas de honor y mérito.
Fue designada una Comisión; formada por los Dres. Suñer, Velasco Pajares, Sarabia y
Hernández Briz, para que redacte el informe que, basado en los anteriores acuerdos, ha de
elevarse al Consejo Superior de Protección a la Infancia.
Esta Comisión ha sido también designada, a propuesta del Sr. Salcedo Bermejillo, para
que compruebe los datos estadísticos, que en breve hará publico la Diputación, relativos
a la mortalidad de la Inclusa.
El presidente de la Diputación provincial ofreció invitar al ministro de la Gobernación,
director general de Sanidad, Gobernador civil y vocales del Consejo Superior de Protección
a la Infancia para que visiten las dependencias de la Inclusa y las obras que allí se realizan.
Asistieron a la expresada reunión los Sres. Pulido (presidente), Salcedo Bermejillo
(presidente de la Diputación provincial), García Molinas, Suñer, Hernández Briz, Sarabia,
Velasco Pajares, Piquer, Mouriz, Reyes Romero, Tolosa Latour y Gómez Cano”.

LA VISITA A LA INCLUSA

Invitados por el presidente de la Diputación, acompañados por él, visitaron ayer la su-
cursal de la Inclusa o Asilo de San José, el Catedrático de la Facultad de Medicina y di-
rector de la Escuela Nacional de Puericultura, doctor Suñer, y el jefe de la Sección de Pro-
tección a la Infancia del ministerio de la Gobernación, Sr. Cano.
El Sr. Salcedo Bermejillo dijo que la instalación es provisional.
Están ahora en el Asilo los niños lactantes y menores de 5 años que no se envían a los
pueblos y que son llevados a aquel establecimiento desde Maternidad o desde el torno de
la calle de Embajadores.
416 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

También se halla instalado en el Asilo parte del Colegio de la Paz para niñas mayores
de cinco años.
Los visitantes vieron primero el solar que se halla detrás del edificio y en el que va a
edificarse en breve. Cuando se terminen las obras, se instalará el nuevo edificio de la In-
clusa, destinándose a Colegio de la Paz la parte ya edificada hoy, aunque por algunos si-
tios no está concluida.
Visitaron después la sala destinada a la preparación y clasificación de la leche, en la
que el Dr. Suñer observó con detenimiento la pizarra donde se hallan escritas las dosis
que hay que dar a cada niño.
Luego visitaron los “boxees” de aislamiento para niños infecciosos, en las salas de cu-
nas, en las que el doctor examinó varias hojas clínicas; en las salas de madres y amas con
las cunas al lado, etc.
También estuvieron en los establos, donde hay 9 vacas. Y, por último, visitaron los co-
medores que se están construyendo, los talleres para las niñas del colegio de la Paz y las
salas de duchas y baños, recién construidos.
El Sr. Salcedo Bermejillo se propone invitar al ministro de la Gobernación, director ge-
neral de Sanidad y vocales del Consejo Superior de Protección a la Infancia, a que giren
una visita a la Inclusa.

LO QUE DICE EL DR. SUÑER ACERCA DE SU VISITA A LA INCLUSA

Esta maña fuimos recibidos por el Dr. Suñer, director de la Escuela Nacional de Pue-
ricultura.
Solicitamos de su amabilidad unas breves manifestaciones acerca de la visita que ayer
realizó a la Inclusa madrileña, y dicho señor nos ha hablado así.
Ante todo, vaya mi sincera felicitación al Heraldo del Madrid, por su campaña. Ha
sido convenientísima, y algo se logrará en beneficio del niño abandonado. Y ahora voy a
hablarle de mi visita, advirtiéndole ante todo que yo soy un hombre independiente y me
gusta hablar muy claro.
El Dr. Suñer medita unos momentos y sigue en conversación.
He sido invitado galantemente por el presidente de la Diputación, Sr. Salcedo Berme-
jillo, a girar dicha visita.
Pude apreciar dentro del edificio, limpieza e higiene, Hay allí una serie de instalacio-
nes que están bien. Las paredes están perfectamente blanqueadas; los suelos, fregados.
No da aquello una impresión triste y pesimista, como la vieja Inclusa. El edificio de aho-
ra es alegre y ventilado. Existe allí un amplio solar que servirá de ampliación del edificio,
según promete el presidente de la Diputación. La sensación que recibe el visitante es re-
lativamente buena. Únicamente pudo apreciar en contra de esto que el salón destinado a
cunas es pequeño para el número de aquellas. Están apelmazadas, casi unas encima de
otras. Esto debe evitarse.
El Servicio de duchas y baños está bien................
PEDRO ESPINA PÉREZ 417

Esto en lo que se refiere a la visita. Ahora, en cuanto al funcionamiento y al régimen


interior nada puedo decir, porque nada sé, y no puede uno enterarse de ello en una visita
de una hora. Para eso aria falta que estuviese allí por lo menos dos meses. De como tra-
baja el personal, si este es bueno y suficiente, y lo que se hace con los niños, no se puede
uno enterar, repito, en una simple visita.
Creo, desde luego, que el régimen de asistencia y lactancia debe de variar, y el primer
paso para ello es la proposición que quedó ayer aprobada en el Consejo de Protección a la
Infancia referente a obligar a las madres a criar a sus hijos.

Copiado del Heraldo de Madrid


9 de marzo de 1927
Por P. ESPINA PÉREZ
418 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

VAYAMOS A LO QUE IMPORTA:


El problema de las Inclusas y su posible y lógica solución: 10-3-1927
No hemos podido substraernos a la influencia ejercida por el tema en todos los que se
preocupan de los problemas de la infancia, que es como preocuparse del porvenir; pero nos
apartamos en absoluto de la tendencia, absurda de convertir esta delicada cuestión en una
pugna de personalismos y en una cuestión de explotación informativa.
No; ni la Diputación puede estar frente a los dignísimos y competentes médicos que
dirigen con toda su autoridad de pediatras insignes la Inclusa de Madrid, ni éstos han po-
dido pensar, al hacer reclamaciones y advertencias, en cosa que no sea el mejoramiento de
la Institución. Lo prueba que ni el doctor Bravo, ni el doctor Muñoyerro han fomentado
ni impulsado campaña alguna de las que se han hecho en torno a una conferencia cientí-
fica y mesurada.
La visita de inspección hecha ayer a la Inclusa con asistencia de personas de tan reco-
nocida competencia como el doctor Suñer, que ha expuesto con toda claridad pública-
mente, antes de ahora, su opinión en el asunto, hace esperar que las cosas se encaucen
como es debido.
Las mejoras establecidas en el local, demandadas desde el año 1918 por el Cuerpo mé-
dico de la Beneficencia Provincial, y obtenidas muy recientemente, hace un par de años,
no pueden por menos de ser apreciadas, con el elogio que merecen, por el presidente de
la Diputación y el diputado visitador.
A la solicitud reiterada de los médicos del establecimiento se deben y si las Diputaciones
que en este tiempo se sucedieron no lograron atender antes las indicaciones de los celo-
sos médicos, hay que atribuirlo a dificultades de orden económico, que el Estatuto provincial
ha borrado por fortuna.
La Inclusa de Madrid, está en condiciones ahora de ser completamente transformada,
con sólo elevar un poco el espíritu y no ocuparse de pequeñeces ni de competencias, que
en nada se relacionan con lo principal.
Si los médicos de la Inclusa, con una labor meritísima y plausible, han conseguido dis-
minuir en pocos años la mortalidad infantil del 50 por 100 al 35 —cifra oficial dada por
el señor diputado visitador—, es lógico colegir que tan pronto como la Diputación, per-
sistiendo en el camino iniciado, siga facilitando medios, esa cifra decrecerá, hasta que se
llegue, cuando menos, a las que arrojan Barcelona y Bilbao, citadas estos días, ni que
haya que hablar de si allí existen más o menos nodrizas que aquí, porque ese no es el
problema.
El Sr. Salcedo Bermejillo, muy oportuna y acertadamente, ha señalado una orienta-
ción, que va en derechura a resolver el problema, cifrado, a nuestro juicio, en estas indis-
cutibles necesidades.
Personal suficiente de niñeras prácticas en el suministro de biberón, y de enfermeras,
ya que hoy sólo se cuenta con cuatro beneméritas Hermanas para unos 200 niños.
Favorecer, con toda clase de estímulos y de propagandas, la lactancia materna dentro
de la Inclusa, sin que ello signifique coacción, pues siempre ha de dejarse margen a las que
no se quieran presentar.
PEDRO ESPINA PÉREZ 419

Aumento de locales, ahora insuficientes, según ha reconocido la Diputación al iniciar


la construcción de un nuevo edificio.
Y como en lo esencial están conformes la Diputación y los médicos dignísimos y com-
petentes que vienen luchando con el honrado propósito de que sea remediado el mal, el ca-
mino es claro, y el Sr. Salcedo Bermejillo, que tanto se preocupa de estos asuntos, sabrá
encauzar por él las cosas, enjuiciándolas en el aspecto que más interesa, porque todos los
dimes y diretes que estos días se oyen no conducen a nada práctico.
Existe un mal que, cumpliendo un deber de conciencia, han indicado los directores de
la Inclusa y ha sabido recogerlo en su moción, muy acertadamente, el Sr. Salcedo Bermejillo.
Lo que importa es remediarlo. Interesante moción aprobada.
Confirma lo que queda dicho, y celebramos mucho haberlo interpretado bien, la noti-
cia que, escritos los anteriores renglones, nos transmite nuestro redactor encargado de las
informaciones en la Diputación Provincial.
En la reunión de la Junta Nacional de Protección a la Infancia, celebrada el sábado, y
de que ya dimos cuenta, uno de los asuntos más importantes de los aprobados fue la mo-
ción presentada por el ilustre presidente de la Diputación, señor Salcedo Bermejillo, quien
con este motivo está recibiendo muchas y muy merecidas felicitaciones.
Como anticipamos hace dos días, el fondo de la moción consiste en hacer obligatoria
la estancia de las embarazadas en la Casa de Maternidad por espacio de dos meses, con lo
cual se conseguirá que las madres no se desprendan de sus hijos recién nacidos tan fácil-
mente como ahora, y que se las pueda atender en su convalecencia con mayor eficacia.
La Diputación confía en que en breve se promulgará el decreto a que servirá de base
la mencionada moción.
No hay referencia del diario que lo publicó. Ni de su Autor.
P. ESPINA PÉREZ
420 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ESTA MAÑANA VISITÓ LA INCLUSA


EL SR. MINISTRO DE LA GOBERNACIÓN

Y reconociendo que la Diputación se cuidaba del problema, encontró muy jus-


ta y razonada la protesta de los médicos, que es en lo que se apoya nuestra cam-
paña.
—————————————————————
Esta mañana visitó el ministro de la Gobernación, Sr. Martínez Anido, la Inclusa
madrileña. Fue invitado personalmente ayer por el presidente de la Diputación, como asi-
mismo estaban invitados a la visita y han asistido, el gobernador de Madrid, el director
de Sanidad, el doctor Tolosa Latour y todos los miembros del Consejo de Protección a
la Infancia. También han acudido redactores de algunos periódicos que fueron invitados
a esta visita. Nosotros no recibimos esa invitación: pero no obstante oír referencias par-
ticulares que nos merecen entero crédito, sabemos que las autoridades, acompañadas
del diputado visitador, señor Alonso Orduña, y del director del establecimiento reco-
rrieron todas las dependencias de la Inclusa y observaron con gran detenimiento todas
las instalaciones. Para algunas de ellas tuvieron palabras de elogio, encontraron en este
sentido el celo de la Diputación y la labor realizada por dicha Corporación. En estos úl-
timos años.
Parece que en la visita se tropezaron las autoridades con los doctores Bravo y Muño-
yerro, que estaban en el servicio de su consulta diaria.
Hablaron brevemente estos médicos con el Sr. Martínez Anido haciéndole ver las ne-
cesidades de urgente reparación que se notaban en el establecimiento, y resultando la pe-
queñez de éste, en el que reciben asistencia de ciento cincuenta a doscientos niños, cuan-
do las dimensiones sólo son para cien criaturas.
Según nuestro comunicante, el señor ministro se expresó en estos términos.
Reconozco que la Diputación se cuida del problema: pero encuentro muy justa y ra-
zonada la protesta de ustedes, que demuestra el interés que se toman por el cumplimien-
to del deber.
De la visita girada se tomaron interesantes, datos, tanto por la Junta de Protección a la
Infancia como por las autoridades encargadas de atender y resolver este problema de la mor-
talidad infantil.
La visita duró hora y media. De ella uno de los asistentes hacía el resumen con esta frase:
No importa que la jaula sea de oro si los pájaros se mueren.

REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE RESPONSABILIDADES

Declaran extensamente los doctores, Muñoyerro y Bravo.


Desde las once y media de la mañana hasta las tres menos cuarto de la tarde ha estado
reunida en la Diputación la Comisión depuradora de responsabilidades. Ante ella han de-
clarado extensamente los doctores Muñoyerro y Bravo.
PEDRO ESPINA PÉREZ 421

Por referencias particulares que tenemos de la reunión, parece que dichos médicos se
ratificaron en sus juicios, ya conocidos por la Prensa y por el público, relacionados con la
urgente necesidad de variar el régimen de inclusas. Parece que la cifra de mortalidad dada
por estos médicos era de un cuarenta y cinco por ciento, pero por los datos que obran en
la Diputación, y que tiene en su poder la Comisión de responsabilidades, dicha cifra es del
cuarenta y tres y medio por ciento.
Con la reunión de hoy termina sus tareas la Comisión de responsabilidades, quien en
breve hará público su trabajo por medio de un expediente.

Publicado en el diario “El Heraldo de Madrid”. 11-3-1927


Sin referencia del Autor. Por P. ESPINA PÉREZ
422 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

HERALDO DE MADRID:
LA SUERTE DE LOS NIÑOS ABANDONADOS

Contra la Diputación, no; Contra la Inclusa, si. 8-4-1927

La Comisión nombrada por la Diputación provincial para depurar las responsabilida-


des a que hubiese lugar con motivo de la campaña del (Heraldo de Madrid), sobre la mor-
talidad en la Inclusa de Madrid, campaña iniciada a consecuencia de nobles y valientes de-
claraciones de los facultativos de dicho establecimiento Sres. Bravo y Muñoyerro, ha
emitido dictamen. No hace falta leerlo con demasiada detención para darse cuenta de que,
en vez de un verdadero dictamen, nos hallamos ante un escrito de polémica, en el que se
trasparenta la repugnancia, tradicional en nuestras Corporaciones, a que su gestión sea
discutida públicamente sin encono ni animosidad, pero con el deseo vehemente de hacer
luz sobre los servicios para corregirlos o perfeccionarlos en lo posible.
Polémica en vez de estudio: La Comisión ha abordado su cometido con un prejuicio
inicial: el de que se hallaba frente a una campaña encaminada al desprestigio de la Dipu-
tación provincial; y en tal creencia, por eso su escrito, más que un estudio sereno y razo-
nado del asunto, es una respuesta a nuestra campaña y a las manifestaciones de los facul-
tativos. Y no se trataba de eso. Ni los doctores Bravo y Muñoyerro ni nosotros salimos al
campo a combatir a la Diputación provincial. Nos guiaba sencillamente el interés por los
niños abandonados y entregados a la asistencia pública y el deseo de contribuir a que se
les sometiese al régimen más racional y eficaz posible.
Se mueren demasiados niños: El hecho fundamental es éste la mortalidad en los niños
de la Inclusa es enormemente superior a la mortalidad infantil general. Este hecho funda-
mental no puede negarlo nadie, y no lo niega tampoco el dictamen que comentamos. Lo
más que hace es discutir cifras y estadísticas, dando siempre por buena la más baja, sin ex-
plicar por qué lo hace así. Pero todas estas discusiones en nada afectan al hecho esencial
de que partíamos. Aunque no se muriera el 43 por 100, como dicen los facultativos, sino
el 32, como afirma el dictamen de la Comisión, siempre resultará una mortalidad excesi-
va comparada con la general.
Y no se diga que este exceso de mortalidad en la Inclusa se debe en parte a los muchos
niños heredo sifilíticos y alcohólicos que a ella acuden. ¿Es que sífilis y alcoholismo son
patrimonio exclusivo de los padres de hijos abandonados? O al menos, ¿se deduce de al-
guna estadística que sífilis y alcoholismo abunden más entre los padres naturales que en-
tre los legítimos? Su insano afán polémico ciega de tal modo a la Comisión que la lleva a
emplear argumentos que se vuelven contra su propia tesis; tal sucede cuando dice que la
mortalidad entre los niños dados en externado es inferior a la de los sujetos a internado.
¿No será ésta una razón más, y bien patente, para abogar por la supresión de la actual In-
clusa, pues fuera de ella se mueren menos niños? Pasemos por alto el testimonio de los es-
pecialistas extranjeros del Congreso de Pediatría, pues no creemos que sea costumbre que
tan ilustres huéspedes digan pestes de los establecimientos que por cortesía visitan.
Hace falta una solución: No desvirtúa, pues, el dictamen de la Comisión el hecho fun-
damental de que arrancaba nuestra campaña; se mueren demasiados niños en las Inclusas
en general, y especialmente en la de Madrid. Ante este hecho, ni la Diputación, ni noso-
PEDRO ESPINA PÉREZ 423

tros podemos cruzarnos de brazos, salvo que alguien demostrase, cosa difícil, que una ley
fatal e ineludible determinaba este exceso de mortalidad. Lo primero que hay que hacer
es preguntarse por que se mueren tantos niños en la Inclusa. Y a esta pregunta caben dos
contestaciones. O el exceso de mortalidad se debe a las malas condiciones en que funcio-
na la Inclusa de Madrid, a deficiencias de su régimen, o es el régimen mismo de la Inclu-
sa el culpable. En el primer caso habría que corregir deficiencias; en el segundo tendría-
mos que pensar en preparar la supresión de la Inclusa, substituyéndola por un régimen
más racional, que es a lo que se inclinan los facultativos y lo que también a nosotros nos
parece la solución más racional.
En el dictamen de la Comisión no se plantea este problema fundamental lo que se com-
prende por el carácter polémico que desgraciadamente domina en el escrito que, más que
de hallar soluciones, se ocupa de discutir. En sustancia, el dictamen defiende el “statu quo”
y se declara satisfecho con la situación actual, aun reconociendo que no es perfecta, aun-
que no merezca el “acre juicio” que se ha formulado. Acre o no acre, más o menos acre el
juicio, eso no nos interesa. Ya hemos dicho que no vamos contra la Diputación; no tenemos
inconveniente tampoco en reconocer que en los últimos tiempos ha mejorado los servicios.
El Dr. Bravo, apercibido: Pero no es de eso de lo que se trata. Por airosamente que que-
dara la Diputación, no se moriría un niño menos en la Inclusa. Hay que ir, por consiguiente
a su supresión. El que hasta ahora, según dice el dictamen, el Poder público no haya aten-
dido a los requerimientos de la Diputación para que se introduzcan algunas medidas legales
necesarias para implantar el nuevo régimen, no es razón para que deje de insistir en ellas,
en lo que todos le ayudaríamos. Esa es la solución, que no aparece en el dictamen, donde,
como queda dicho, no aparece ninguna, como no se tenga por tal apercibir al doctor Bra-
vo, que tan noblemente ha promovido esta campaña, movido de un interés por sus funciones
que le honra, cuando tan fácil le hubiera sido encogerse de hombros y dejar que las aguas
siguieran su curso tranquilo sin pretender agitarlas ni excitar el celo de nadie.
Lo que nos dice el doctor Bravo: Por mi parte, estoy dispuesto —nos dice el doctor Bra-
vo— a protestar contra el acuerdo tomado por la Diputación provincial en el día de ayer,
porque lo considero injusto.
Sí es cierto que yo di una conferencia sobre las Inclusas; pero me refería en ella a las
Inclusas en general, estudiando las reformas y las mejoras que debían introducirse en ellas,
lo mismo como sus actuales defectos de organización, y aseguré que en estos centros la
mortalidad era del 50 por 100. ¿....?
—Desde luego, todas las cifras de mortalidad que di estaban basadas en mis historias
clínicas. Y no difieren en nada esencial de las dadas por el doctor Muñoyerro; lo que pasa
es que yo incluyo más niños. ¿....?
—Sí, si; entablaré recurso contra el acuerdo de la Diputación. No puedo estar confor-
me con él. Y los argumentos que emplearé son los que constan en mi declaración. Mi con-
ferencia era una conferencia puramente científica sobre las Inclusas en general. No hay en
ella ningún hecho delictivo. No hay motivo ninguno para que se me censure.

Copiado del original


Viernes 8 de abril de 1927, en el Heraldo de Madrid
P. Espina Pérez
424 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Varios niños
acogidos en la
“Inclusa”,
durante la clase
al aire libre
LA
TRAGEDIA
UNA
DEL NIÑO
VISITA
A LA EXPÓSITO
INCLUSA
14-4-1927
PEDRO ESPINA PÉREZ 425

Las amas de cría que nutren a los desventurados niños de la Inclusa.

LA TRAGEDIA DEL NIÑO EXPÓSITO

“Debéis a vuestros hijos una reparación por haberlos engendrado. ¡Que sea ésta
la redención de vuestro pasado, la bandera de nuestra vida!”. (Así hablaba Zarat-
hustra).
¿Cómo no pisar con miedo y con recelo el patio de la Inclusa? Cómo no mirar de re-
ojo y saludar con ceño a esta monjita que nos abre el portalón de la Casa? ¿Por qué al en-
trar nosotros corre esta hermana, cierra aquella la puerta y bisbisea la de más allá? ¡La In-
clusa! Llegamos a ella sugestionados por el rumor de la calle. Los periódicos critican
acerbamente el régimen interno del establecimiento. Algunos médicos tachan esta casa de
“pudridero de niños”. “¡Mueren un sesenta, setenta y ochenta por ciento de criaturas de
las que dejan en el torno!”. han dicho en conferencias, revistas y panfletos. Estas noticias
han sacudido nuestra sensibilidad, y hemos querido ver con “nuestros ojos” y palpar con
nuestras manos esta llaga viva del niño expósito. Y cuando subimos las escaleras de la
Diputación Provincial para pedir permiso al presidente, Sr. Salcedo Bermejillo, nos fiamos
en el éxito de nuestra pretensión. Y nos decimos: “No, nos dejarán entrar.

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426 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—¿Cuando quiere usted visitar la Inclusa? Mañana.


—Pues yo le daré a usted una carta para mi amigo el diputado visitador. Sr. Alonso Or-
duña —nos dice amablemente el Sr. Bermejillo.

COMO PAJARILLOS EN SUS NIDOS, LOS NIÑOS QUE INGRESAN,


LOS QUE CUIDAN SUS MADRES Y LOS ABANDONADOS

—Yo creí que la Inclusa estaba en la calle de Embajadores —digo, extrañado, al señor
Orduña—.
—No, señor. En aquel edificio, viejo y ruinoso, no quedan ya más que un número pe-
queño de colegialas de la Paz, y los talleres de costura y bordado.
Todo ha sido trasladado aquí al llamado “Asilo de San José”, al final de la calle de O’-
Donnell. Como usted ve, esta magníficamente situado.
Seguimos los pasos al Sr. Orduña y a la madre superiora, sor María Josefa del Río. El
pabellón donde están los niños de teta es amplio, soleado y limpio. La ancha nave está lle-
na de blancas cunitas, donde duermen los niñitos como pajarillos en sus nidos. Algunos
asoman sus negras cabecitas por el blanco embozo, y patalean y chillan, enseñándonos
sus puños. Un ceporrete, rubio y gordezuelo, duerme como un lirón. El peso de su cuer-
pecillo ha inclinado la cuna. Yo voy levantando los embozos y viendo los retoños huma-
nos. Algunos están hundidos en los hoyitos, y al tocarlos abren sus ojuelos, nos miran,
ponen cara de mal humor, y vuelven a dormirse.
De un lado y de otro salen berridos, ¡Brrr!, ¡brrrr!... A algunos da gloria verlos, con sus
mofletes abultados y sus brazos llenos de nudos de carne. Otros están flacuchos, esmi-
rriados. La sala, atestada de cunitas, semeja el sueño de una mujer estéril. A una indica-
ción mía, responde el Sr. Orduña:
—Sí, señor; hay exceso de cunas. Pero tenga usted presente que todo el local es poco,
y que esto no es un establecimiento de plazas fijas, sino que hay que recibir y cuidar todo
lo que nos envían.
—¿Cuántos ingresan diariamente? —Por término medio, tres niños.
—¿Cuántos hay en la sala.? —Ciento sesenta y uno. —¿Y nodrizas?
—Hay setenta y cinco. Sesenta y cuatro crían a su propio hijo, además de otro que les
entrega la dirección. Y añade una monjita:
—Hay que tener cuidado para que el ama no le “sise” una “toma” al niño que no es el
suyo. —Y arguye en tono de disculpa: —¡Es tan natural!
—¿Qué niños se crían mejor? — Los que crían sus propias madres. Vea usted.
Y el Sr. Orduña mira la hoja clínica que cuelga de la barandilla de la cuna. Y dice:
—A éste lo cría su madre, y a éste. A éste no.
La pobre criatura abandonada está flacucha y raquítica; los otros están gorditos y sa-
notes. Y arguye la monja:
—Los niñitos que en las primeras semanas de la vida se atrofian no se les puede sacar
adelante.
PEDRO ESPINA PÉREZ 427

—¿Traen de fuera la leche para los biberones?


—No, señor. Tenemos un establo instalado con todas las garantías higiénicas: En él hay
doce vacas. Ahora verá usted la cocina dietética para la preparación de biberones.
—¿Y los niños enfermos? — Tenga la bondad de seguirme.
Yo me despido de estos bebés apretando la barbilla de uno, que me regala una sonri-
sa. Y al ver las hileras de cunas, en donde duermen o chillan las criaturitas, yo pienso con
el poeta: “que los niños son ángeles que al caer del cielo se rompieron las alas”.

LAS CULPAS DE LOS PADRES, LA MORTALIDAD EN LA INCLUSA,


EL TRISTE CUADRO DE LOS NIÑOS ENFERMOS

Pasamos al departamento donde están las amas con los niños enfermos. En cada com-
partimiento, aislados, hay dos cunas. Todo huele a la limpieza. El sol entra a bocanadas por
los ventanales. Abro la puerta de cristales, y me voy a la cuna de un pequeñuelo. La no-
driza, una buena mujer, me dice tristemente, mirando el lecho: “Este niño es idiota”.
Yo miro el despojo humano, y el alma se me cae a los pies. Es un niño pálido, flacu-
cho, de frente estrecha, cuyos ojos ruedan en las órbitas sin parar. Vuelvo la cabeza. No
puedo soportar la visión tristísima del niño degenerado. Miro otro: éste es un avarioso. En
su carita y cabeza se ve la garra de la enfermedad hereditaria. ¡Pobre criaturita! ¿Por qué
has de pagar tú las culpas de tus padre?
Y cargado de dolor, huyo de la sala. —¿No quiere usted ver más?
—No, señor; no quiero ver más. Desgarra el corazón y se llena de sombras la cabeza
viendo el cuadro de los niños enfermos. ¡Es una pena!
Y recordando estas vidas rotas, fallidas, pregunto:
—¿A cuánto asciende la mortalidad en la Inclusa?
—Decrece por años —responde el señor Orduña— gracias al trabajo de los doctores
Bravo y Moñoyerro y a las mejoras introducidas en los servicios. Hoy la Diputación in-
vierte en el sostenimiento de los niños expósitos cuatro veces más que hace muy poco
tiempo. Hay menos mortalidad también, porque ha mejorado notablemente la situación de
las amas internas, recibiendo, desde luego, en la Inclusa a cuantas madres quieren criar a
sus hijos, y retribuyendo mejor a las amas externas, para que salgan más niños a ser cria-
dos en los pueblos.
—¿Cuántos niños de pecho tiene la Inclusa fuera de Madrid?
—Doscientos ochenta y cinco. —¿Y cuánto cuesta cada niño a la Diputación?
—Por día, una peseta trece céntimos. —¿Y la nodriza?
—Por día de estancia, seis pesetas diez céntimos. Y repito: —¿Entonces la mortali-
dad?
—Dentro de la Inclusa, contando con los nenes que ingresan en estado agónico, los fal-
tos de peso y raquíticos, los avariosos y los que entran con otras taras fisiológicas, ascen-
dió el año pasado la mortalidad a un 35 por ciento.
428 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—¿Y en los pueblos? —La mortalidad en los pueblos es de un 18 por ciento.


—¿Asciende a mucho el gasto general, al año, de la Inclusa?
—El año pasado subió la cifra de la Inclusa y el Colegio de la Paz a 874.838’11 pe-
setas.

CÓMO LOS ECHAN EN EL TORNO, EL ATESTADO PRIVADO


Y EL PÚBLICO, EL BAUTIZO DEL CRÍO

De prisa, y sobre haz, vemos el laboratorio de análisis, a cargo del señor Maestre; la
sala de consultas y pesos, el cuartito donde está la lámpara de cuarzo para baños de sol ar-
tificial, el dormitorio de destetes, la sala de baños y la cocina donde se preparan los bibe-
rones, según la indicación del médico. Pasamos después a la escuela de párvulos, donde
los pequeñuelos, dirigidos por las monjas, juegan y aprenden a contar y a escribir. Los ni-
ños están bien vestiditos, limpios y sanos. Algunos corren, con los brazos en alto, y nos
rodean y se agarran a nuestras piernas.
El señor Orduña nos explica la entrada de las criaturas en el torno. y dice:
—Hace algún tiempo, sabrá usted, que metieron en el torno un niño degollado. Desde
entonces, a la persona que lleva el envoltorio se le hace esperar en el zaguán de la Inclu-
sa, donde hay un guardia.
Cae el pequeño en el torno, lo coge la hermana, lo desnuda, lo mira por si viene heri-
do o dañado por alguna mano criminal. Después de esta investigación la monja grita:
—Está bien. Y el guardia dice al depositante: —Puede usted marcharse.
—¿Y si la madre o el padre quieren retirar al niño, cómo demuestran la paternidad?
—A cada crío se le hace un atestado privado y otro público. En el atestado privado se
pone la fecha de ingreso de la criatura, si ésta va envuelta en una toquilla, o mantoncillo,
si llevaba una medalla, o papel —pues a muchos los envían con una esquelilla y el nom-
bre que ha de ponérsele—, y si los padres, cuando quieren llevarse al pequeño dan todos
estos detalles se les entrega el niño. Aquí los bautizamos a todos con el nombre que les de-
jan escrito los padres, y los que no lo traen se lo ponemos en la casa.

LAS OBRAS DE LA NUEVA INCLUSA, UNOS CUANTOS MILLONES,


LA LLEGADA DE DOS NIÑOS. “ANGELITOS DE DIOS”

—Hay mucho que hacer todavía —arguye el señor Orduña—, Ya hemos comenzado
las obras para el traslado aquí del Colegio de la Paz. En este pabellón de alimentación está
la despensa, la carnicería, los fregaderos, las cocinas y los comedores con capacidad para
setecientas plazas. En aquel otro pabellón nuevo están el lavadero y secadero mecánico,
los dormitorios y los baños y duchas. Y en este enorme solar, propiedad de la Diputación,
se edificarán los pabellones de oficinas, los de la nueva Inclusa, con su casa-cuna y su
sección de expósitos, sus consultas a la calle de medicina y cirugía infantil, el de madres
lactantes, enfermerías y lazaretos, y la nueva casa de Maternidad, con la sección privada
y su sección pública. Hay que gastar varios millones de pesetas. Ya en el capítulo XI, ar-
tículo 9 del presupuesto provincial, se consigna un millón de pesetas para las obras de
nueva construcción de la Inclusa.
PEDRO ESPINA PÉREZ 429

Una de las cunitas en que


reposan los pobre niños
expósitos.

La cocina dietética para la preparación de biberones.


430 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—¿Y cuándo comenzarán las obras? — El próximo verano.


Se acerca una hermana y nos dice con alborozo:
—Ahí está el coche. ¡Traen dos pequeñines que dejaron anoche!.
Los ojos de la monja descubren su alegría. Como si no tuvieran bastantes niños, reci-
ben con regocijo las dos criaturas, los besan, los miman y manosean. Los nenes vienen en-
vueltos en blancos pañales. Les levantan los faldoncillos. Este tiene cinco días. ¡Angeli-
tos de Dios! El rorro patalea, chilla y se muerde los puñitos. Es negrito, como un tizón. Yo
cojo el pequeño rollo de blanda carne y lo levanto en alto. El pequeñín se chupa violenta-
mente las manitas. La monja se lo lleva como un regalo. ¡Alma mía! ¡Pobrecito! Y le siem-
bra la cara de besos. El chiquitín no deja de llorar, y yo pienso, tristemente: “¿Donde esta
la que no quiere oír el llanto de su hijito, que suene en el corazón de las buenas y santas
madres a música divina?”.

Julio Romano. NUEVO MUNDO. 15 de abril de 1927.


Por P. ESPINA

Dos nenas acogidas en la Inclusa, estudiando Aritmética y Gramática durante una clase al aire libre.
Foto Díaz Casariego
EL MADRID QUE QUE SE TRANSFORMA
LOS NIÑOS ABANDONADOS QUE RECOGE
LA CARIDAD OFICIAL
EL VIEJO TORNO DE LA INCLUSA DEJO
DE FUNCIONAR AYER 21-1-1929

Uno de los problemas de más honda importancia social ha sido siempre (y lo continuará
siendo el de la recogida y amparo de las criaturas desvalidas, que hijas del vicio o del
abandono, vienen a este mundo huérfanas desde el primer instante del calor que presta el
cariño maternal.
Antiguo es también el desarrollo de este problema, que hace unos tres siglos y medio
suponía un caso de verdadera inhumanidad y barbarie para aquellas criaturas que, nacidas
bajo el fatal sino del abandono, eran arrojadas en medio del arroyo o depositadas en los
portales de las casas, y otras veces, las menos, en el interior de los templos.
Una institución humanitaria, la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad o de la an-
gustia, de la misma manera que la de la Ronda de Pan y Huevo se dedicaba al auxilio de
los menesterosos abandonados en medio de la calle en las terribles noches de invierno, afron-
tó el problema dedicándose a la recogida de estas criaturas, arbitrando para ello los me-
dios que la caridad pública proporcionaba.
Desde entonces, pues, se conoció la Inclusa, acerca de cuyo origen hay varias versio-
nes, y que, situada en diversos puntos del antiguo Madrid, vino a parar a principios del si-
glo anterior al viejo caserón de la calle de Embajadores, que abrió sus puertas —poco más
debajo de la famosa fuente de Cabestreros— a los infantes abandonados, para más tarde
abrirlas también por la de Mesón de Paredes a las desdichadas mujeres a quienes la nece-
sidad o la vergüenza hacía acudir allí en el trance de ser madres.
Y ya tenemos funcionando esta institución cuando la sociedad, aunque un poco tardí-
amente, borraba el estigma que antaño arrojara sobre las hembras víctimas de la desgra-
cia, exponiéndolas a la pública vergüenza en dolorosa peregrinación por las calles que ter-
minaba en la cárcel, como también en señal de ludibrio hiciera vestir el tosco sayal de
picos pardos a las infelices que en un momento de obcecación o de cariño hubieran per-
dido la honra.
432 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Pero si esto fue un gran adelanto, como el principio de todas las cosas, tuvo duran-
te muchísimos años grandes defectos: y el torno que abriera sus fauces en la castiza ca-
lle de Embajadores, bajo el sencillo y emocionante lema de “Abandonado de mis padres,
la caridad me recoge”, y que a la pálida luz de la luna resaltaba como abrumadora in-
culpación sobre la infeliz mujer que, vertiendo lágrimas arrancadas al corazón, se acer-
caba temblando para depositar la criatura en el aparato giratorio que había de transpor-
tarla a las piadosas manos de la religiosa de turno, sirvió para burlas de mal género que
en el año 1918 hicieron variar el sistema de ingreso, que desde entonces fue por una
discreta ventana abierta en la portería, con la inmediata vigilancia de un guardia de Se-
guridad.

* * * *

Madrid se transforma, la población se renueva constantemente, y unas veces la pique-


ta demoledora y otras las disposiciones oficiales van borrando poco a poco cuando fuera.
Tradicional y secular. Por eso, y obedeciendo a esta ley de renovación constante, el buzón
destinado a recibir seres humanos con ignorado destino cerró su boca ayer mismo, cuan-
do ya hace días dejara el sombrío edificio de hacer oír en sus viejas naves los lamentos y
risas de la población infantil, cobijada recientemente, por la previsora acción de la Dipu-
tación Provincial madrileña, en el soberbio y moderno edificio que se levanta al final de
la calle de O’Donnell, en el paseo de Ronda.
Este traslado era una necesidad hondamente sentida y que durante muchos años preo-
cupó a los “padres de la Provincia”, que para remediarla tenían que luchar con lo reduci-
do del presupuesto: pero que, al fin, con una gran parte de buena voluntad por parte de to-
dos y del celo del actual visitador y vicepresidente de la Corporación, Sr. Alonso Orduña,
se ha resuelto, quedando instalada la Inclusa con todas las comodidades y adelantos ne-
cesarios a una institución de fines tan delicados.
Bajo el mismo techo se cobija también el Colegio de la Paz, donde se crían y educan
las niñas procedentes de la Inclusa hasta que, según su vocación, adquieren estado en la
sociedad o ingresan en los claustros de un convento.
En nuestra visita a la institución hemos podido advertir la pulcritud, orden, limpieza y
buena administración que allí reina.
La contemplación de la sala de cunas nos ha emocionado profundamente. En una es-
paciosa nave donde la luz entraba a raudales se alineaban en triple hilera las coquetonas
cunitas, que, adornadas con lazos de seda, contenían a los tiernos infantes abandonados por
la desgracia, manoteando inocentemente, y que nos recibieron con clamoroso y unánime
lloro, por ser precisamente la hora de la lactancia. Las hijas de San Vicente de Paúl y las
nodrizas atendían solícitamente a aquellos pequeñuelos, que, sin hacer caso de los jugue-
tes que los Magos pusieran entre sus manecitas días pasados, reclamaban imperiosamen-
te el sustento lácteo.
Después tuvimos ocasión de recorrer todas aquellas dependencias tan admirablemen-
te organizadas; la sala destinada a la limpieza de las criaturas, con sus largas filas de ca-
nastillos en suspensión, provistos todos de cuantos elementos de higiene son necesarios para
el cuidado de cada niño, al que atiende su respectiva nodriza; en otro local, las cunitas

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PEDRO ESPINA PÉREZ 433

suspendidas para sacarlos al aire y al sol; y, por último, para aquellos otros niños enfer-
mitos a los que por su delicado estado no es posible sacar al aire, el gabinete donde los ra-
yos ultravioleta suplen los efectos de los del sol...
En el fondo de la estancia se halla colocada la enorme lámpara de cuarzo, que sor Eli-
sa Bores ha hecho funcionar ante nosotros para que pudiéramos apreciar sus resultados.
La manipulación del aparato ha durado unos segundos en la estancia sumida en la pe-
numbra del atardecer, y de repente un haz potente de rayos violeta ha caído de lleno en ple-
no rostro de la religiosa.

* * * *

Ha sido después objeto de la visita al aula destinada a la enseñanza de aquellas tiernas


criaturitas que, bajo la dirección de la hermana Micaela Eraso, aprenden desde lo más ru-
dimentario en la vida hasta las nociones primarias de la geometría.
Una linda criaturita ha recitado, a media lengua, una emocionante salutación, en la que
recuerda que se encuentran bien atendidas, que no echan de menos cariño alguno y que de
una casa como ésta salió Eloy Gonzalo, que aunque muerto por la patria vive aún para
ella. “No nos han salido aún los dientes —añade— y sabemos ya leer y escribir y Geometría;
aprendemos jugando, y seremos útiles a la sociedad”.
Otra pequeñuela, empuñando un trozo de tiza, ha hecho surgir en el obscuro fondo del
encerado, en caracteres bastante regulares, la siguiente y emotiva invocación: “¡Adiós, oh
Madre! Todos nos vamos y aquí os dejamos el corazón; y en recompensa sólo rogamos nos
deis a todos la bendición”.
En el resto del edificio hemos tenido ocasión de visitar los talleres de bordado,
donde las muchachas ya crecidas realizaban primores sobre el bastidor, bajo la direc-
ción de otra hermana, que terminantemente se negó a dar su nombre. Sigue después
la visita a los talleres de zapatería, lavadero y secadero mecánico, chocolatería y si-
fones, donde vienen a fabricarse diariamente unos cien kilos de chocolate; los bien cui-
dados establos, los gabinetes para la esterilización y desnatación de la leche, la bien
surtida despensa, las cocinas, las cámaras frigoríficas para la conservación de la car-
ne, y en fin todas las dependencias que al cuidado de las religiosas sor Narcisa Goñi,
sor Jesús Moleres, sor Irene Bon, sor Mercedes Berruezo, sor Catalina y otras fun-
cionan con admirable pulcritud y regularidad, sin olvidar la farmacia y laboratorio, pues-
tos bajo su cuidado.
La tarde decae cuando entramos en la planta baja; el sonido de una campana ha turba-
do el silencio de aquella casa, y por la puerta de la capilla va desfilando una hilera de re-
ligiosas.
Sor Narcisa Goñi nos brinda un momento de descanso en la salita que habilita como
despacho, y, cuando ya las sombras de la noche se ciernen sobre el amplio patio cuadran-
gular, los focos iluminan el fondo por donde avanza una preciosa niña de seis años, llamada
María Luisa, que se acoge un tanto llorosa a las caricias del interventor del estableci-
miento.
La criatura viene algo apesadumbrada porque no ha podido dar en clase la tabla de
multiplicar salteada, y nosotros la consolamos de su disgusto entregándole algunas monedas,
que recoge con timidez.
434 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

EL MADRID QUE SE TRANSFORMA: LOS NIÑOS ABANDONADOS QUE RECOGE


LA CARIDAD OFICIAL
2-1-1929

Sala de cunas de la nueva Inclusa. (Foto Alfonso)

Nuestra visita ha terminado, y por el paseo de Ronda, iluminado por los reverberos de
gas, avanzamos hacia la población guardando un grato recuerdo de la visita a este esta-
blecimiento modelo.
Poco después hemos perdido de vista la enorme mole del edificio recientemente inau-
gurado, y al lado del cual continúan las obras de la parte destinada a Refugio de Materni-
dad, que aún funciona en el viejo caserón de Embajadores, donde según nos dicen, ha de
quedar instalado el Instituto de Reeducación Profesional.
PEDRO ESPINA PÉREZ 435

Fachada del antiguo caserón done estuvo instalada la inclusa en la calle de embajadores (Foto Alfonso)

Por Luis Blando Soria. (Foto Alfonso)


Diario, LA VOZ, 21 de enero de 1929.
A.R.C. Madrid. ¿Signatura? P. ESPINA PÉREZ

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1 DE JUNIO DE 1929

Aquí tenéis este grupo de nodrizas, cada una con sus dos críos en brazos, los cuales desmienten
por su aspecto esos aterradores —y veracísimos— cuadros estadísticos de mortalidad en este linaje
de instituciones.

Gracias sean dadas a la musa Clío por habernos hecho conocer hoy que nuestra Inclu-
sa o Casa de Expósitos es la primera de este linaje que se fundara en al ancho y prolífico
mundo. Y que en tantas cosas principales y no principales andamos a la zaga de los más za-
gueros, permítasenos proclamar con el corazón estallante de orgullo esta prioridad para que
nunca pueda decirse que anduvimos reacios en ofrecer adecuado albergue a aquello que
tuvo siempre en estas latitudes la más celosa y diligente de las elaboraciones: el crío. Si cen-
surables por botarlo al mundo, a las veces con extremosa premura, he aquí que también
fuimos los primeros en procurarle teta óptima y blando lecho, con lo que bien mirado ni se
nos debe ni debemos nada en este punto de nuestra ancestral garañanía. En alguna cosa te-
níamos que quedar como Dios manda. Y vamos ahora con este semimilenario monumen-
to de nuestra caridad oficial.
438 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Nada menos que a 1567 se remontan sus orígenes. En este año se establece en Ma-
drid, en el convento de la Victoria, una cofradía, compuesta de las personas más em-
pingorotadas de la corte y de algunos religiosos mínimos, la cual cofradía —titulada de
Nuestra Señora de la Soledad— en vista de que la gaveta le rebosa de oro, después de
cumplir con las fiestas y ejercicios espirituales que prescriben sus estatutos piensa en que
no estaría mal realizar algunas obras piadosas, tales como recoger a los infelices con-
valecientes que salían de los hospitales, a los clérigos extranjeros enfermos y pobres, y
por último, el 8 de mayo de 1572, acuerda dar cobijo a cuantos recién nacidos se depo-
siten en los zaguanes, escaleras de las casas, pórticos de las iglesias y otros estados me-
nos apetecibles, que así las gastaban aquellas venturosas y cristianísimas gentes con el tier-
no fruto de su seno. Y cátate, la Inclusa madrileña, nuevecita y rozagante, cuando por
esos mundos no imaginaban siguiera pudiese existir tan humano y benefactor instituto.
(Dice Quintana que el nombre de Inclusa proviene de una virgen que se veneraba en la
capilla del asilo y que habiendo sido traída en tiempos de Felipe II de la ciudad de Enc-
kinseen (Holanda), hizo que este vocablo, degenerado en Inclusa, diese nombre a la casa).
Poco tiempo permanece la Inclusa en su primitivo lugar. En 1586 aparece en un hospita-
lillo de la Puerta del Sol, entre las calles de Preciados y del Carmen. Aquí hace la larga esta-
da, pues hasta 1800 no la vemos coger sus bártulos y trasladarse a la calle del Soldado (hoy
Barbieri), a la llamada Galera Vieja. Años después pasan a ocupar la destartalada fábrica de
la calle de Embajadores, donde permanece hasta ayer, como quien dice, en que pega el salto
final para ir a dar con sus críos a la espaciosa avenida del Doctor Esquerdo, donde funciona
en la actualidad en las admirables condiciones que conocerá el que leyera. (Permítasenos tam-
bién a nosotros abandonar, en su seguimiento, el ámbito de nuestros paseos de hoy, pues tan
vinculado vemos con esta calle de Embajadores el viejo instituto, que esté donde esté, por po-

Nuestro compañero Padre Massa conversando con el director de la Inclusa, D. Valentín Rivera.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 439

pular y barriobajero lo reputaremos siempre, al igual que el pueblo que todavía sigue llevan-
do sus retoños al apacible rincón, como si allí y sólo allí debieran recogérselos).
Verán ustedes que pragmáticas más peregrinas se sacan nuestros soberanos de la ca-
beza relacionadas con las inclusas.Felipe IV, en febrero de 1623, prohíbe los estudios de
Gramática en ellas, y ordena a los administradores y superintendentes tengan gran cuida-
do en aplicarlos a otras artes y oficios, singularmente al ejercicio de la marinería, “en que
serán muy útiles por la falta de pilotos que se nota en el reino”. Es decir, que para el rey
galán, un inclusero no debe ser en manera alguna, un Nebrija así lo resume la ciencia fi-
lológica por la punta de los cabellos, y sí un bravo mozo, mejor de mar que de tierra, por
aquello de que a un espurio cuanto más se le aleje del comercio de las gentes, mejor.
Carlos III, —Más humano y mejor rey desde los borceguíes a la corona— prescribe
a los rectores o administradores de las Inclusas “cuiden con particular atención se les dé
a los infantes la debida enseñanza, para que sean antes que todo vasallos útiles a su rey
y a su reino”. En 1794 el mansísimo y cinegético Carlos IV declara por real cédula le-
gitimados a todos los expósitos existentes y futuros: Los incluye en la categoría de hom-
bres buenos del estado llano y manda que justicias y regidores castiguen como gravísi-
ma ofensa el llamar a un expósito borde, ilegitimo, bastardo, espurio, incestuoso, o
adulterino. Y termina así la curiosa cédula. “Ordeno, por último, que no se impongan a
ningún expósito la pena de vergüenza pública, ni la de azotes, ni la de horca, sino aque-
llas que en iguales delitos se impusieran a personas privilegiadas, pues pudiendo suce-
der que el expósito sea de familia ilustre (¡qué bien conocía el percal aristocrático el
valedor de Godoy!), Es mi real voluntad que en la duda se esté por la parte más benig-
na, cuando no se varía la sustancia de la cosa, sino el modo”.
El mismo monarca dictó, en diciembre de 1796, un reglamento muy minucioso para
esta clase de establecimientos, que todavía se conserva en vigor en muchas de sus partes.
De 1800 a 1840 estuvo la Inclusa de Madrid bajo la dirección y gobierno de una Jun-
ta de damas que veíase asistida en sus funciones por la Sociedad Económica del País. En
aquella última fecha se hizo cargo del establecimiento la Junta municipal de Beneficen-
cia. Más también y con tanta diligencia debió llenar su cometido el organismo del Con-
cejo, que de nuevo fue requerida la Junta de damas, en 1849, para que pusiese un poco en
orden aquel embrollo benéfico administrativo, en el que los chicos se morían como chin-
ches. Hoy está todo bajo la férula de nuestra Diputación provincial, que si hemos de ser
sinceros; lleva las cosas lo que se dice muy regularmente, como veremos en otro artículo.
Resulta interesante conocer el mecanismo de la vieja Inclusa, en parte existente hoy en
la nueva. He aquí cómo lo detalla un cronista enamorado de la institución.
“Los niños expósitos, ya procedan de las salas de maternidad, ya fueran expósitos o en-
tregados a mano, son recibidos en el departamento de lactancia, y allí subsisten hasta la
edad de quince meses en cuya época se les traslada al de crianza y educación hasta com-
pletar los seis años los niños y los siete las niñas, pasando éstas a dicha edad al Colegio
de la Paz, y aquellos al Hospicio. Junto al torno hay siempre una hermana de la Caridad
destinada para recibir los expósitos, la que por ningún pretexto ni motivo se ausenta de la
pieza inmediata al torno y puede así acudir prontamente al sonido del timbre, campanilla
u otra señal, cualquiera para recoger la criatura. Inmediatamente que se recibe un expósi-
to, la hermana encargada del torno anota la hora con la mayor exactitud posible; en seguida
le coloca el collar con la numeración correspondiente y le conduce a la pieza destinada para
bautismo, y después de asearle y envolverle le lleva a la cuna que le corresponde.
440 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El gran patio central de la nueva Inclusa de Madrid. (Fotos Luque)

El collar que se coloca al expósito consiste en un cordón de seda negra, cuyos dos ex-
tremos entran de arriba abajo por el centro de un plomo redondo del grueso suficiente para
que atraviese sin que sea por ninguna de ambas superficies; este collar, con el plomo debe
estar suficientemente holgado para que no oprima el cuello de la criatura, y corto en términos
que no pueda sacarse por la cabeza. En el plomo se lee por el anverso el nombre de la ins-
titución y por el reverso tiene dos numeraciones, una en la parte superior, que denota el año
de la entrada del expósito; y otra en la parte inferior que designa el folio de su partida”.
Hasta aquí cuanto de interesante e histórico encontró el reportero relacionado con la
vieja Inclusa matritense. En sucesivos trabajos hablaremos de la institución y como fun-
ciona hoy y de aquellos problemas de índole moral que su realidad suscita.

Por Pedro MASSA


LOS BARRIOS DE MADRID: PASEO DE UN HOMBRE
ESTADÍSTICO Y SENTIMENTAL
6 de junio de 1929

ELOGIO DE UN DIRECTOR AMABLE

Si os lanzarais a buscar por el mundo un hombre de más viva simpatía y fino trato que
este D. Valentín Rivera, director de la Inclusa de Madrid, y su anejo el Colegio de la Paz,
formalmente os digo que os resultaría difícil encontrarlo. Hay en este hombre dos cuali-
dades inapreciables y rara vez coincidentes en personas que ostentan cargos de tal natu-
raleza; a saber: una vigilante e inquebrantable energía para que todo marche como debe
marchar y una templanza y una bondad sin límites en el ejercicio de aquella energía, que
el hace realmente apetecible como fruto genuino de una autoridad rectísimo. Don Valen-
tín Rivera sabe perfectamente lo que manda y por que lo manda y sobre todo posee como
pocos el difícil arte de saber formular lo mandado sin aquel punto de superioridad, humi-
llante tan consustancial por lo visto, con todo lo que significa imperio o mandonería en-
tre los hombres.
Innecesario es decir, que este singular regidor logra en aquella casa la mejor de las
obediencias y un respeto henchido de cariño, todo lo cual es causa de que las cosas res-
plandezcan allí de puro ordenadas y bien dispuestas y que la institución en general mar-
che bajo su gobierno como sobre ruedas, a despecho de esos mil obstáculos y privacio-
nes que, aun en casos como éste de privilegio, se opondrán, de seguro, al cabal desarrollo
de la fundación. (Dejaría de depender la Inclusa de un organismo oficial —en este caso
de nuestra muy ilustre Diputación provincial— para que no existiesen en ella esas ré-
moras tradicionales tan embargantes de cualquier acertada iniciativa o saludable refor-
ma). Aunque os juro por el mismísimo cuerno de Ceres que, al menos en apariencia,
nada alta allí sino al contrario, todo parece rebosar riqueza y bienandanza, desde el ros-
tro verecundo de las monjitas, hasta la rosada carilla de los chicos, pasando por el es-
pléndido ejército de amas de seno túrgido y desenvuelto ademán. Decir otra cosa, sería
negar descaradamente la evidencia. Y ya que en tan repetidas ocasiones nos vemos obli-
gados a la reprobación más absoluta, permítasenos ahora echar las campanas al vuelo ante
este cúmulo de perfecciones externas, como acaso no hallaréis otro en el vasto mundo
de nuestra Beneficencia pública. (Notad que hemos dicho perfecciones “externas”, que
442 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

es lo único que nuestros ojos profanos pueden descubrir. Si debajo de tan lindas cosas
se oculta algo deleznable de veras, ya trataremos de sacarlo a la luz en un momento
oportuno, con la ayuda naturalmente, de un amable asesoramiento técnico, que no ha-
brá de faltarnos sin duda).

He aquí lo que nos muestra la gentilísima cordialidad de este director admirable

Lo primero que os sorprende dentro de este vastísimo edificio de la avenida del Doc-
tor Esquerdo es justamente eso; su amplitud magnífica. Aquí todo es ancho, blanquísi-
mo y reluciente. Anchas y blanquísimas las salas de reconocimiento médico, las de ope-
raciones, el dormitorio de nodrizas, el gran salón de cunas, cada cual con su dosel de gasa
y sus lazos de color en lo alto del minúsculo lecho. Admirable también el departamen-
to de “boxes” (enfermería de niños lactantes), con cuartitos perfectamente separados a
derecha e izquierda hasta el número de dieciséis. En cada compartimiento un niño en-
fermo con su nodriza correspondiente, y en medio de la sala un soberbio lavabo de tres
cuerpos, cuyos mármoles y bronces fulgen que es un primor. Impresión igualmente gra-
tísima os causará esta perfecta instalación de “Gota de Leche”, poblada de aparatos es-
terilizados, fregaderos mecánicos, vasijas de todas suertes para el racionado de la le-
che, grandes embudos metálicos, maravillosamente limpios, asidos a unas gruesas barras
de níquel; mesas esmaltadas, armarios panzudos, depósitos de china aquí y allá… Y
todo respirando pulcritud, lo que se dice bruñido por la limpieza más rigurosa, que se
hecha aquí de ver lo mismo en los detalles más nimios que en aquellos otros objetos de
mayor bulto y trascendencia. ¿Y qué decir de estos comedores interminables, divina-
mente dispuestos para la mejor comodidad de esta buena ropa? ¿Que del inmenso salón
de lactancia, de las clases bañadas de sol, de las naves de aseo, de los dormitorios de pár-
vulos, con su teoría de camitas impecables y unánimes? ¿Y dónde me dejan ustedes este
dilatadísimo patio central, vasto como un pueblo por donde corretean a esta hora hasta
un centenar de chiquillos y apenas si se les advierte?
Espléndido, realmente espléndido; desde las veletas a los cimientos, lo mismo lo ocu-
pado hoy por la Inclusa propiamente dicha que aquellas otras naves reservadas al Colegio
de la Paz, con sus talleres de costura y bordado, laboratorio, farmacia, enfermería, capi-
lla, salón de actos, etc.
Hora era ya de que el reportero pudiese elogiar cuando se ofrece a sus ojos sin res-
tricciones de ningún linaje, dando espita abierta al ditirambo y con el pecho lleno de es-
peranza de que otras instituciones imiten a esta arriscada Inclusa de Madrid, que de un sal-
to sabe abandonar las venerables zahúrdas de Embajadores y plantarse en este prodigioso
palacio, no más grande pero tampoco menos amplio de lo que su formidable importancia
reclama.
—¿Y a más de dirigir todo esto todavía corre a su cargo la Casa de Maternidad? Pre-
guntamos a D. Valentín Rivera.
—Corría hasta hace un mes escaso. En realidad, eran demasiados quebraderos de ca-
beza para un hombre sólo. Y eso que contaba con la valiosísima cooperación de D. Enri-
que Cordero —interventor entonces y director. Hoy de la Maternidad— y con la no me-
nos importante de sor María Luisa, la superiora de las hermanas de la Caridad en aquel
instituto, que me ayudaban como no tiene usted idea. Pero de todas formas, esta división
de mando se imponía realmente. Porque no vaya usted a pensarse que lo ha visto todo. Que-
PEDRO ESPINA PÉREZ 443

da la despensa para el Colegio de la Paz. Y la Inclusa, el establo, con nueve “vacas” como
nueve catedrales; ahora las verá usted; el taller de zapatería; la fabricación de chocolate,
dotada de todos los adelantos mecánicos modernos; la confección de prendas de vestir de
todas clases…
—La Biblia en pasta, querido don Valentín. Sí hemos de verlo y registrarlo todo en
mis notas.
—Lo que debe ser un establecimiento de esta índole, ni más ni menos. Y eso que es-
tamos hoy lo que se dice en período de “transición” ¿Cómo de transición?
—Lo que usted oye. Nada de lo que ha visto constituirá mañana la Inclusa. Todo
esto pertenece al Colegio de la Paz, que se ve ahora constreñido por la presencia de la
Inclusa en sus dominios. Deje usted que se termine el Instituto de Puericultura —como
se denominará la nueva casa de expósitos— cuyos primeros pabellones puede usted ver
desde esta ventana, y ya me dirá luego si existe nada en Europa comparable con tan
magna obra.
— Dios les tenga de su mano hasta ver coronado el empeño. D. Valentín.
— Nos tendrá; ¡no nos ha de tener! … Lo que hace falta es que dispongamos luego
del numerario suficiente para mantener como es debida institución de tan altos vuelos.
Pero lo habrá: confío en que lo habrá —Dios le oiga—.

Un puñado de curiosas cifras

Vamos con otra cosa. D. Valentín. ¿Cuántos expósitos corrían a cargo de la Inclusa el
—31 de diciembre de1928—?
—En total 2.081, que se repartían de la siguiente forma: en el establecimiento propia-
mente dicho —264—; en Madrid (lactancia o destete externos) —304—; en Guadalajara
—517—; en Ávila —836—; y en Toledo —160—.
—¿Cuánto viene a costar un niño dado a lactar fuera del establecimiento?
—Una peseta, trece céntimos diarios. —¿Y tienen ustedes muchas nodrizas de esta
clase?
—Quinientas tres en total, repartidas en Madrid y en las provincias que le he citado.
Este servicio ha aumentado considerablemente, hasta el punto de que el presupuesto de amas
externas, que en 1924 alcanzaba la cifra de 170.000 pesetas, hoy asciende a la de 505.000
pesetas, más bien más que menos.
—Capítulo de nodrizas internas. Noventa y ocho, con un sueldo mensual de 42 pese-
tas, más 10 pesetas también mensuales de gratificación y un premio de constancia de 100
pesetas al año de permanecer aquí lactando expósitos.
—¿Ha aumentado mucho el número de estas amas? Bastante. En 1926 existían sólo 40.
Considere usted el aumento en tres años y pico; más del doble.
—¿Cuántos niños vienen a ingresar al año, por término medio? De 1.000 a 1.100. Mire
usted estos resúmenes; en 1925, 1.073 niños; en el 26, 1.084; en el 27, 1.089; el año últi-
mo, 1.153.
444 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—¿Qué vienen a dar un promedio diario…? De unos tres expósitos, poco más o me-
nos.
— ¿Por el torno todos? ¡No, por Dios! Aunque he de decirle que ya no existe torno,
sino oficina receptora a cargo de una hermana de la Caridad. El 50 por 100 aproximada-
mente de los anteriores totales corresponde a los niños que, procedentes de la Maternidad,
son dejados por sus madres en el establecimiento.
— ¿Cree usted firmemente que con una acertada política de protección a la mujer se
reducirían en más de la mitad esas cifras de niños abandonados?
— Seguro. Sobre ese punto hable usted con los doctores Bravo y Muñoyerro, que tie-
nen muy acabados estudios sobre la materia.
— Ellos serán conmigo en los próximos artículos.

Artículo de D. Pedro Massa. Publicado en “EL IMPARCIAL”,


el 6 de junio de 1929. P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 445

Departamento de “boxes” o enfermería de niños lactantes con su media docena de huéspedes,


cada uno al cuidado de su respectiva nodriza...

Aquí tenéis la magnífica instalación de la Gota de Leche, donde se preparan los 500 biberones que
consumen a diario estos buenos mozos.
446 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE MADRID

“RELACIÓN, de la agrupación de solares que constituyen el Asilo de San José (hoy


Colegio de la Paz), Puericultura (en construcción)y Maternidad (en proyecto).

Según los datos que obran en las escrituras


Finca 1.a M2, 858,78 =P2, 11.061.08
a
“ 2. M2, 491,98 =P2, 6.336,70
a
“ 3. M2, 5.496 89 =P2, 70.799,94
“ 4.a M2, 619,25 =P2, 7.975,94
a
“ 5. M2, 1.165,11 =P2, 15.006,61
a
“ 6. M2, 3.935,36 =P2, 50.687,43
a
“ 7. M2, 4.885,56 =P2, 62.926,01
a
“ 8. M2, 5.657,44 =P2, 72.867,82
“ 9.a M2, 2.578,00 =P2, 33.204,64
a
“ 10. M2, 888,75 =P2, 11.447,10
a
“ 11. M2, 3.001,60 =P2, 38.660,60

MANZANA N.° 353 Y MANZANA N.° 346

Calles: O’Donnell, Maiquez, Dr. Catelo y Paseo Dr. Esquerdo

MADRID-FEBRERO 1930
El Arquitecto Jefe Provincial

Buscando en el archivo, encuentro el legajo; importante por el contenido de su docu-


mentación, referente a las 11 parcelas (escrituradas ante el Notario) de los antiguos pro-
pietarios a favor de la Diputación Provincial, cuyas superficies de cada una se insertan al
efecto.
También se encuentran los planos efectuados por el Arquitecto Jefe, en los que figu-
ran las dimensiones de las fincas que configuraban los terrenos de los edificios y que di-
cen: Uno edificado. Colegio de la Paz. Otro en construcción, Puericultura y Maternidad,
en proyecto.
La Construcción del Instituto Provincial de Puericultura, se terminó en el año 1930.
La antigua Inclusa fue trasladada desde la Calle Embajadores al Colegio de la Paz, C/
O’Donnell, el año 1927-1928.
Instituto Provincial de Puericultura. Por P. ESPINA PÉREZ
A.R.C.M. Fondo de la Diputación. Signatura.
DIPUTACIÓN PROVINCIAL: DE LA INAUGURACIÓN
DE LA NUEVA “INCLUSA”
OLVIDADOS INJUSTOS

¡O Instituto Provincial de Puericultura! Porque estos hombres de izquierdas tienen


un miedo terrible a los hombres, aunque las cosas, el fondo de ellas, sean lo que sean.
Asi, estos creadores de lo ya creado, huyen del nombre de “Inclusa”, que es castizo y
castellano, para ampararse en una frase que tiene una significación científica de mayor al-
cance que lo que es una Casa donde se recogen niños expósitos y se les trata con todo ca-
riño, atención y medios materiales y morales.
La Nueva Inclusa, de la que se encuentran hoy tan satisfechos los señores gestores re-
publicanos, es una obra iniciada por unas virtuosas Hijas de la Caridad de San Vicente de
Paúl, sor Francisca Larrequi, sor Eustaquia Guerra y sor María Josefa Río Miranda, las tres
superiores que desde hace unos veinticinco años han pasado —la última lo es en la ac-
tualidad— por la Inclusa antigua y Colegio de San José, éste lo que se llama hoy pompo-
samente “Instituto Provincial de Puericultura”.
Iniciada y desarrollada en lo que a ellas correspondía, y aún más, la nueva obra por las
Hermanas de San Vicente de Paúl, antes nombradas, pudo ser realidad por el apoyo que
al generoso proyecto prestaron una ilustre Junta de Damas de Honor y Mérito, que presi-
día una más ilustre que hoy comparte, con el dolor de la extrañación de una Patria que la
adoptó, el abandono forzado que se le impone de tantas y tantas obras de caridad —una
de ella este de los niños expósitos—, que ella atendía personalmente con solicitud y cari-
ño de madre y entusiasmo de mujer española.
Y puesto que se trata de subsanar olvidos de los creadores de lo creado, bueno será que
consignemos aquí el nombre de un también ilustre ex presidente de la Diputación Pro-
vincial, D. Felipe Salcedo Bermejillo, origen, fuente y base de ese Instituto Provincial de
Puericultura que hoy se han enterado de que existía y cómo era, los que se creen invento-
res del embudo, que es sabido se inventó hace mucho, mucho tiempo, así como la ley de
ese nombre también hoy de moda y en circulación.
En la sesión que hoy ha celebrado la Diputación Provincial se ha dado cuenta por la
presidencia, señor Salazar Alonso, de la inauguración del tantas veces mencionado “Ins-
tituto”. Los gestores han cantado la labor de todo el mundo y elogiado hasta el sereno del
establecimiento. La labor de todo el mundo, menos la de las Hijas de la Caridad de San

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448 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Vicente de Paúl, que si estas gentes tuvieran noción de la justicia debieran haber figurado
en primera línea, por lo menos al lado de lo más elogiado, así como la obra del director,
administrativo del establecimiento.
D. Conrado Moro, funcionario competentísimo, laborioso, inteligente y honrado.
Tras de unos ruegos de escaso interés se suspendió la sesión por hora y media.
Reanudada ésta se dio cuentas de las ponencias, que quedaron constituidas en la siguiente
forma:
Servicios hospitalarios: Ponente, Sr. Coca, y suplente, Sr. García Moro
Enseñanza y Cultura: Ponente, Sr. Ovejero, y suplente, Sr. Carvalledo.
Vías y Obras: Ponente, Sr. García Trabajo, y suplente, Sr. Cantos.
Servicios Forestal Agropecuario: Ponente, Sr. Cantos, y suplente, señor García Trabado.
Maternidad, Obstetricia y Puericultura; Ponente, Sr. Almiñaque, y suplente, Sr. García
Moreno.
Dementes: Ponente, Sr. García Moro, y suplente, Sr. Coca.
Arquitectura y Propiedades: Ponente, Sr. Carvalledo, y suplente, Sr. Cantos.
Cédulas: Ponentes, Sr. Carvalledo.
Salubridad: Ponente, señor presidente, y suplente, Sr. García Trabado.
Garaje: Ponente, Sr. Almiñaque, y suplente, Sr. García Trabado.
Por último se procedió a la elección del vicepresidente de la Corporación, siendo ele-
gido por cinco votos y dos en blando el Sr. Cantos.
Y acto seguido se levantó la sesión.

Diario de la “Nación”, año ¿1931? Elaborado por P. ESPINA PÉREZ


Año ¿1931-1932-1933?
PEDRO ESPINA PÉREZ 449

“INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA”

“Solarium”. Niños tomando su baño diario de sol. ¿Año 1932-1933? (Foto sin referencia)

Niño tomando la comida (Foto Sin referencia)


VISITANDO LAS GRANDES OBRAS DE LA REPÚBLICA
LA NUEVA INCLUSA MADRILEÑA ES ALGO
MARAVILLOSO Y EXCEPCIONAL
Los chicos viven contentos y felices
Año ¿1931-1932?

Dedicar grandes elogios a la nueva Inclusa madrileña. Técnicos, exigentes y descreí-


dos me hablaron en tono de verdadera alabanza de la nueva institución, prodigio, según
unos entre los establecimientos provinciales; maravilla, según otros, de las modernas orien-
taciones de la Diputación republicana. Tan pródiga fue la apología ajena, que me animo a
visitar a título de informar imparcial el edificio que la tradición juzgó siempre de inhumano
y de severo.

LUZ, ALEGRÍA Y OPTIMISMO

Con este precedente lisonjero he ido a visitar la Inclusa madrileña, y propicio mi áni-
mo a la sana intención, he penetrado, curioso y confiado en las imparciales críticas de unos
y de otros. No han sido exageradas. Estimo —¡por qué no!— que quizá pecaron de mez-
quinas. La impresión primera ante el panorama que se ofrece a mi vista no puede ser más
feliz. Sobre todas las cosas, y como fuente de inagotable alegría, la luz esa luz que da vida
a las cosas, penetra a raudales por todos los recintos. ¡Dónde está aquella misérrima coba-
cha que acogía a los desamparados? ¿Adónde se fue aquella estampa desoladora del viejo
caserón de Embajadores? Y mi pregunta, un tanto pueril e incierta, queda contestada por un
griterío ensordecedor de pequeñuelos, que ajenos a mi presencia, saltan y vociferan la ale-
gría de sus pocos años, porque ante ellos el aire y el sol derrochan su poder mágico.

YA NO HAY TORNO, NI LA MADRE TIENE QUE ABANDONARSE


A LA HUMILLACIÓN DE ENTREGAR SU HIJO A LOS DESCONOCIDOS

Lo que más desvirtúa el viejo ambiente de la Inclusa es el procedimiento que hoy se


emplea para recoger en este establecimiento al hijo abandonado.
452 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El torno ha sido sustituido por una oficina de recepción, perfectamente funcionan-


do y que recoge a “todas luces”, el ser abandonado. Este trámite, que antiguamente te-
nía todos los caracteres de lo indeseable, se realiza hoy dentro de un simple trámite bu-
rocrático, que consiste en tomar la filiación del recién llegado —o antecedentes— que
en un libro registro quedan anotados a disposición de sus deudos o de quienes desean
establecer tutela.

LA HIGIENE, PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA INCLUSA

—¿Y qué se hace con los pequeños una vez que han ingresado aquí?
—Inmediatamente —nos contesta el director del establecimiento— se les dispone la
primera visita higiénica. Consiste ésta es proporcionar al bebé, lo indispensable para que
“respire” en un ambiente saludable la inspección médica es lo primero, después el baño,
y por último la posesión del ama. Una vez llevados a cabo estos requisitos, el pequeño pue-
de decirse que inicia una nueva vida.
—¿Después? Luego, si el niño viene con alguna tara se le coloca en situación de que
pueda salir vencedor de esa amenaza que le acechaba. Si por el contrario el pequeño está
exento de todo lastre patológico, puede afirmarse que entra en una etapa de felicidad.

LA DIPUTACIÓN NO HA REGATEADO NINGÚN SACRIFICIO EN FAVOR


DE LOS “DESHEREDADOS”

—¿Funciona el establecimiento con arreglo a orientaciones modernas? Perfectamen-


te nuevas. En la Inclusa se encuentra instalado todo aquello que creíamos imprescindible
para hacer de “nuestra” infancia una raza seleccionada.
—¿Orientaciones científicas? En este aspecto se han hecho las innovaciones en el nue-
vo edificio. Sin embargo, hay que rendir justicia a la Diputación madrileña. Está llevan-
do las aspiraciones de los técnicos a la realidad; ha hecho la moderna obra con un gran es-
píritu altruista y sin tener en cuenta desvelos y sacrificios. A los hombres que hoy rigen la
Beneficencia provincial debe España, y principalmente Madrid, esta gran obra, que ha
merecido los más elevados elogios de los técnicos extranjeros.

LAS AMAS SON SELECCIONADAS ESCRUPULOSAMENTE

—Un aspecto que nos preocupó profundamente fue el de la elección de las amas. Los
modernos estudios sobre maternología los hemos aplicado aquí sin regatear ningún es-
fuerzo.
—¿Era labor ardua llegar a este fin? Sin duda alguna. Disponer de un grupo de muje-
res capaces de realizar la alimentación láctea supone una exquisita labor selectiva. No to-
das pueden responder a exigencias científicas ni pueden tampoco prestarse a un fin tan de-
licado. Para evitar perjuicios después irremediables nos hemos visto obligados a ejercer
una selección exquisita, y hoy contamos con un grupo de amas que por todos los concep-
tos puede calificarse de inmejorable.
PEDRO ESPINA PÉREZ 453

UN LABORATORIO DE DIETÉTICA MARAVILLOSO

—La alimentación —nos dice el director— es causa primordial de la mortalidad infantil;


entendámonos, la mala alimentación. Los estudios recientes han venido a demostrar lo
que precede. Los niños mal alimentados o insuficientemente alimentados sucumben fa-
talmente. Nosotros hemos querido reprimir en lo posible estos desenlaces.
—¿Cómo? Sencillamente. Pasada la época de alimentación láctea, el niño, los nuestros
son aquí alimentados siguiendo las prescripciones de la dietética más rigurosa. Dispone-
mos para esto de un laboratorio, que se encarga únicamente de la investigación alimenti-
cia. A cada niño se le suministra el alimento con arreglo a sus necesidades fisiológicas y
en la seguridad de que todo injiere no ha de serle nocivo. Este laboratorio trabaja infati-
gablemente y su dirección está otorgada a verdaderos especialistas en dietética, responsa-
bles e iniciadores de lo que en este aspecto se haga.

“EL SOLARIUM”

— ¿Entonces la vida de los pequeños transcurre en plena maravilla?


—Evidente. Para esos infelices la Diputación ya he dicho que no regatea sacrificio.
Es nuestro objetivo que de la Inclusa salgan hombres aptos para la lucha de la vida, que
al mismo tiempo —sanos y fuertes— no echen de menos aquella tutela paternal. Esto ex-
clusivamente es nuestro fin, y para conseguirlo nada mejor que los chiquillos desenvuel-
van sus primeros años en esa placidez de una vida higiénica. A nosotros no se nos ha es-
capado detalle. Para vigorizar más nuestro deseo establecimos el laboratorio o cuarto de
sol. En él los pequeños toman diariamente su baño de sol.
—¿Artificial? Ahora sí. Para esto se instaló el “solarium”, instalación costosísima y que
nada tiene que desear a los establecidos en el extranjero en establecimientos de esta clase.
— ¿Mucho dinero? Si. Aunque yo estoy alejado de cuestiones administrativas, la Di-
putación se gastó mucho dinero en la nueva Inclusa.

BAÑOS MODERNOS, DORMITORIOS MODERNOS

Estamos en los dormitorios de los chicos.Grandes salas, muchas ventanas, luz, lim-
pieza.
—¿Y esto, qué tal?, me preguntan. Maravilloso. Hemos evitado el hacinamiento. Cada
pequeño, como puede usted observar, tiene su cama alejada de su compañero. Hemos des-
dibujado la estampa del hospital o de asilo que tenía la antigua inclusa. Hoy todo es luz,
limpieza, higiene.
Pasamos a la sala de baños. Algunos pequeños gozan de las delicias del agua tibia.
—¿Esto es diario? Sí. No se pasa un día sin proporcionar a los niños este rato de es-
parcimiento higiénico. Ellos son los primeros que lo desean. Tan acostumbrados están a
esta prácticas, que sistemáticamente son ellos los que indican la hora de su aseo acuático.
—¿Todos se bañan? Grandes y chicos. Cada grupo, a su hora, y siguiendo un turno ri-
guroso.

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454 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CESTITOS OSCILANTES, RISAS Y LLANTOS PUERILES

Nos ha llamado la atención ver en una estancia unos pequeñuelos que descansan so-
bre unos cestos oscilantes.
—¿Qué es esto?, preguntamos. Los pequeñitos —nos contestan— descansan en estos
cestos, que, como usted ve, les permite movilizar todos sus miembros. Mientras las amas
atienden otros menesteres maternales —limpieza, aseo personal, etcétera— ellos se que-
dan aquí encantados.
El panorama es divertidísimo. Los “bebes” palmotean, ríen, y algunos ya díscolos y re-
beldes lloriquean ante nuestra curiosidad.

LA FELICIDAD DE LOS QUE RECOGIÓ LA CARIDAD

—¿Tú, qué vas a ser?, preguntamos a un pequeño vivaz y risueño. Yo, ingeniero.
—¿Estás contento aquí? Contentísimo. Quiero mucho a todos. ¿Saldrías de aquí? No,
no, Yo no quiero marcharme. ¿Y tú? —digo a otro—. Tampoco. Jugamos mucho y come-
mos bien. ¿Todos felices contentos? Un sí estrepitoso me contesta. Y el grupo de los chi-
quillos se despide en un corretear bullicioso.

Uno de los vastísimos comedores de la nueva Inclusa de Madrid.


PEDRO ESPINA PÉREZ 455

INVITACIÓN

Desde estas columnas invito, a quienes quieran admirar algo prodigioso, que visiten la
Inclusa madrileña. Yo, que conozco establecimientos de esta índole, afirmo categórica-
mente, rotundamente y sin temor a que contradigan mi afirmación, que este lugar es, sin
duda, el mejor de todos los elegidos hasta la fecha.
La Diputación, los médicos y las monjitas ¿por qué ellas no? puedan estar todos orgullosos
de esta obra, única y grandiosa.

Publicado en el diario “EL LIBERAL” Sin fecha de su publicación Año ¿1931-1932?


P. ESPINA PÉREZ
456 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

UNA VISITA A LA INCLUSA

La hora del almuerzo.

Nada tan inefable como la


caridad, que acoge en sus
brazos al niño desamparado.

Un grupo de
pequeñuelos
disponiéndose
para el recreo.

Asistiendo a un
niño enfermito.

José CASTELLÓN (Fotos Vidal).

Nota: Aunque el periodista pone


“Una visita a la Inclusa”. Las salas
que aparecen en las fotos del
artículo, corresponden al nuevo
Instituto Provincial de Puericultura,
si bien en muchos de los escritos de
aquella época seguían poniendo:
“INCLUSA”

Enternecedor grupo de niños recogidos en la Inclusa.


UNA VISITA A LA “INCLUSA”
COMO VIVEN LOS NIÑOS ABANDONADOS
DE SUS PADRES
Año ¿1931-1932?

LA ENTREGA DEL NIÑO

En estos días de Pascua, de intensa luminosidad espiritual, en que el orbe cristiano ce-
lebra el nacimiento del Niño Jesús, los ojos se vuelven con inefable sentimiento de dul-
zura hacia los niños desvalidos.
Hay sones de campanitas de plata en las alturas. El corazón se aniña. Y el alma siente
la pena profunda, en sangre viva, de los niños abandonados.
¿Quieres, lector, acompañarnos a visitarles?
Vayamos a la Inclusa, donde tantos pequeñuelos son como lirios de inocencia que
echan su flor a la sombra de la caridad.
Ahora la Inclusa no tiene aquel sombrío aspecto del caserón en que antes se hallaba ins-
talada. Está en nuevo edificio, en la calle de O’ Donnell, que se construyó en la época de
la Dictadura y que se inauguró hace un par de años. Un edificio claro, limpio, higiénico,
regentado por las Hermanas de la orden de Hijas de San Vicente de Paúl.
La superiora, sor María Josefa Río Miranda y el director, D. Conrado Moro, acogen ama-
blemente nuestra visita.
Lo primero que llama nuestra atención es que ha desaparecido el torno, en donde se de-
positaban los niños.
—Ya no existe. Ahora se reciben en una oficina al objeto, y en su puerta se lee: “Por
aquí se reciben los niños”. Está abierta a todas las horas, de día y de noche.
—¿Y qué requisitos se exigen para recibir a los niños?
—Ninguno. Que no pase de cuatro años, únicamente. La persona que trae la criatura
la entrega a una hermana, que siempre está de guardia, y ésta le pone una medalla, con un
número, que en lo sucesivo regirá para la documentación de esta casa de beneficencia.
458 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—¿Qué nombre se les da a los que recién nacidos aún no fueron bautizados al hacer-
se la entrega?
—En el bautismo se les pone el nombre que indicó la persona que les trajo: y si ésta
no lo advierte, se le da el del santo del día.
—¿Qué formalidades se realizan en la oficina? Se extiende una hoja, en la que cons-
tan todos los antecedentes de la familia del niño, que quieran apuntar los padres; hora y
día en que fue recibido; y se detallan todas las prendas que lleve. Algunas personas dejan
alguna señal, para reconocer al niño cuando lo reclaman.
—¿Y se devuelven en cuanto los padres o personas que los entregó vuelve a reco-
gerlos?
—Inmediatamente. Y se dan muchos casos de madres que vuelven a por su hijo a las
pocas horas de dejado. El sentimiento maternal habla a sus conciencias y no las deja vivir
sin el hijo.
Adelantamos por un jardín, en el que pían, como pajarillos, grupos de pequeñuelos
que juegan, inconscientes de su desventurada suerte. Muchos de ellos, en cuanto nos ven,
acuden corriendo y se abrazan a la Superiora y al director, que tienen para ellos caricias
de ternura infinita.

RÉGIMEN INTERIOR

—¿Qué vida hacen los asilados? Se levantan a las siete y media, y luego del aseo per-
sonal, se les da el desayuno —café con leche un día y chocolate con vaso de leche otro,
alternando—, después de un ratito de recreo; las clases, después, otro recreo, y a las doce
el almuerzo —puré, cocido, principio y postre—, siesta en verano y recreo en esta época:
otro ratito de clase y otra vez recreo hasta la hora de cenar, a las seis y media —verduras,
plato de carne y postre—; a las siete y media se les acuesta.
—¿Advertirá usted que abunda el recreo? Hay que tener en cuenta que todos son pe-
queñitos. Aquí están hasta los cuatro años y a esa edad las niñas pasan al Colegio de la Paz
y los niños, al Hospicio.
Se ejerce, desde luego, estrecha vigilancia médica. Siempre hay un médico de guardia.
Al frente del cuadro médico están los doctores D. Juan Antonio Muñoyerro y D. Juan Bra-
vo Frías. Cuando un niño enferma se le pasa a la enfermería, donde tienen departamentos
de cristal, para que cada enfermito quede aislado en el suyo; la enfermería tiene un local
dedicado a tisanería, en donde se preparan los medicamentos; una magnífica instalación
de cirugía y rayos X, sala de convalecientes y comedor.
—¿Cuántos recogidos hay actualmente en la Inclusa? —1.140— ¿Se les saca de paseo?
—Los días que hace bueno se les lleva al Retiro, que lo tenemos aquí cerca. Dos a la
semana tienen entrada gratis en la Casa de Fieras y ¡hay que ver cómo disfrutan los ange-
litos viendo las gracias de los monos y dando de comer a las palomas!…
—¿No se les pone uniforme?
—No. Como usted ve se les viste sin poner las ropas iguales. Todos los vestiditos y de-
más prendas son de excelente clase como puede tenerlos un niño de pudiente familia.
PEDRO ESPINA PÉREZ 459

—¿Se les hace aquí algunas fiestas?


—A veces “cine”, funciones. Suelen venir algunos artistas. Balder nos hace muchas vi-
sitas y los pequeños se divierten muchísimo con los muñecos del ventrílocuo.

LOS LOCALES DEL EDIFICIO

El edificio de la Inclusa de Madrid tiene un pabellón central para oficinas, sección de


medicina y cirugía, laboratorio y gota de leche. En los pisos superiores, dos salas, a dere-
cha e izquierda, con 25 cunas cada una; y otra en el piso de encima con 20.
En estos mismos pisos están los dormitorios de las amas de cría, a las que se retribu-
ye con 500 pesetas anuales, mantenimiento y ropa. Hay también salas de baños y la escuela
para las nodrizas, a las que las Hermanas enseñan a leer, escribir y modo de cuidar a los
niños.
En otro pabellón están los niños de destete, cuyas salas son una monada de encanta-
dora gracia infantil. Los muebles que son niquelados, son pequeñitos, armarios, sillitas, me-
sas, etc., con animales pintados y personajes de la infancia que el teatro, el “cine” y los cuen-
tos han popularizado y echo héroes de los niños. Cacharros, platos y vasos, de diversos
colores. En los dormitorios las camitas tienen sus barandillas para que los niños no se cai-
gan; mesillas de noche, con floreros y muñequitos.
La capilla está en el Colegio de la Paz, inmediato a este edificio. Las monjitas ense-
ñan oraciones a los niños y nada tan encantador como verles, al acostarse y al levantarse,
todos arrodillados en las camitas, con las manos juntas, en blanco camisón, rezar el Ángel
de la Guarda con vocecitas de cristal y pronunciación infantil. Da la dulce impresión de
un grupo de ángeles. Y angelitos son.

José Castellón (Fotos Vidal).


Revista ¿Hogar? Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ
INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
Año, II núm. 11 de marzo de 1933
Una de las instituciones más hermosas que sostiene la Diputación provincial de Ma-
drid es la que ampara y educa a la infancia abandonada. Una visita al establecimiento, si-
tuado al final de la calle de O’Donnell, deja en el ánimo recuerdos imborrables. Es que no
sólo se realiza allí una gran obra de caridad, sino que para su mayor perfección ni se es-
catiman recursos ni se cesa un instante en la intensidad de la labor, consiguiendo la per-
manencia de una institución modelo, dotada de los más modernos elementos y superior en
la realidad a cuantas exigencias puedan ser imaginadas.
Cuando visitamos el establecimiento había en él 254 niños lactantes, 194 destetes y 424 en
el Colegio. Fuera del establecimiento sostenía la Diputación a 732 lactantes y a 917 destetes, abo-
nando mensualmente la cantidad de 35 pesetas por cada uno de los primeros y de quince pesetas
por los últimos a las familias encargadas de su cuidado. Un total de 2.097 criaturas vivían y se
formaban a expensas de la beneficencia provincial, sin contar otras 4.000 personas aproximada-
mente para las cuales no existía otra protección ni amparo familiar que el de la misma institución.
Ello supone un gasto medio de 4.000 pesetas por día de las cuales 1.800 corresponden a la ali-
mentación; pero revela sobre todo un esfuerzo y un sacrificio que hace comprender de cuánto es
capaz el corazón humano en medio de sus pequeñeces cuando se consagra al ejercicio del bien.
La dirección administrativa del establecimiento está a cargo de Don Luis Jiménez
Aguirre y dos oficiales de la Diputación. El servicio médico cuenta principalmente con la
asistencia de los doctores Bravo Frías, Muñoyerro y Sánchez Gómez. El cuidado y lim-
pieza de los niños, su alimentación, su educación, su vigilancia, son funciones que reali-
zan con admirable esmero 42 Hermanas de la Caridad bajo la dirección de Sor María Jo-
sefa Río Miranda. Su labor escapa a toda descripción. El detalle exterior impecable.
La asiduidad en el servicio, que empieza a las cinco de la mañana y no se mide por horas
de jornada, la diligencia y la atención constantes, son elementos valorables y perceptibles fá-
cilmente en la misión que las Hermanas de la Caridad cumplen en la Inclusa. Pero el visitan-
te comprende además el espíritu de abnegación, el estímulo generoso y la bondad sin límites
que las Hermanas ponen en el cuidado de los pequeñuelos. Sor Irene Jabat, encargada de la
oficina de recepción, nos muestra las fichas individuales, los expedientes personales, la serie
de libros en que con todo primor se consignan día tras día todas las circunstancias que afec-
tan a la identificación de los distintos niños. El antiguo torno ha desaparecido. A la puerta de
la oficina de recepción un agente de orden público facilita el acceso a cualquier persona que
pretenda entregar un niño. La oficina receptora representa para muchas criaturas una entrada
de gloria. Un ambiente pulquérrimo y una cunita blanca y coquetona esperan al recién llega-

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462 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

do. Después el baño, la desinfección, ropas muy blancas y la seguridad de amparo para siem-
pre. Esta humilde monjita, bajo su modesta apariencia, encierra un corazón extraordinario.
¡Don Conrado! Diez, quince, veinte niños se agrupan rápidamente en torno al Direc-
tor en las galerías, en los patios, en las clases, en cualquier lugar donde hace acto depre-
sencia. Le abrazan las piernas, le tiran de la americana, le cogen la mano, le besan. “Toma,
cómetelo”, le decía una nenita de tres años, alargándole un cacahuete. Aquel hombre re-
bosaba de dicha. Parecía a la vez un antiguo patriarca y un niño más.
Nos hizo visitar la cocina, la despensa, la enfermería, los dormitorios, las clases. Las
fotografías nos pueden dar idea aproximada de la realidad. Todo aquello tenía una luz,
una limpieza y un primor desacostumbrados. No había preparación alguna; todos los ser-
vicios funcionaban en plena faena. Maravillaba aquel orden, aquella pulcritud, aquella
alegría. Parecía imposible. La imaginación saltaba hacía el mundo de los sueños, mientras
se empapaba de tan hermosa realidad.
!Todo aquello era obra de la Diputación provincial de Madrid. Se costeaba con recur-
sos cuya exacción dejaría de ser odiosa si los contribuyentes conocieran su destino!
Al cumplir los seis años pasan las niñas del Instituto Provincial de Puericultura al Co-
legio de la Paz, y los niños al Colegio de Pablo Iglesias. En tales establecimientos pueden
permanecer toda su vida. Pero en ellos se les prepara para que puedan tener independen-
cia económica y social. Del Colegio de la Paz han salido seis taqúigrafomecanógrafas para
prestar servicio en el Hospital de San Juan de Dios.
Son muchos los niños adoptados por familiares que carecen de descendencia. En el
despacho de la Dirección un hombre humilde que gana su vida con el esfuerzo de su tra-
bajo, muestra orgulloso la fotografía de una criatura preciosa que prohija desde hace tres
años. Ha venido desde su casa en la calle de Bravo Murillo al extremo opuesto de la ciu-
dad, sólo para mostar al Director la fotografía que nosotros reproducimos. Se recreaba ha-
blando de su niña.Parecía un ser superior y daba lección de humanidad de desprendi-
miento, entre las exigencias férreas de positivismo de nuestros días.
¡Loor a la Diputación provincial de Madrid! ¡Bendita la obra que, haciendo el bien, com-
pensa con creces el mal que la sociedad causa a los inocentes!

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA MADRID

Pasada al Colegio
El......... de ........................ de 193.....
Libro .................................................... Parte......................... Folio..................
Nombre y apellido del expósito ..................................................................................................
.....................................................................................................................................................
Fecha de ingreso: día.......... de ........................ de 193 .... a las.........
Edad en la fecha de su ingreso: años .............. Meses ......... Días .........
Procedencia .................................................................................................................................
HISTORIAL
Facsímil de ficha para la filiación

Revista ADMINISTRACIÓN Y PROGRESO; Año II, núm. 11, Marzo 1933.


A.R.C. Madrid, signatura ¿número? P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 463

Comedor general.

Una niña que estuvo dos Medalla numerada que


años en el establecimiento colocan a todo asilado a
y hoy vive fuera, su ingreso en el
adoptada por un establecimiento.
matrimonio sin hijos.

Baños de niños.

ADMINISTRACIÓN Y PROGRESO; Año - II, n.° 11 de Marzo de 1933.


464 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Un grupo de niños, mirando y jugando con los juguetes que les han traido los
“Reyes Magos”, observados y cuidados por dos Puericultoras.
Seis de enero de 1971 (Foto Rogelio Leal)

Sala de cunas.

ADMINISTRACIÓN Y PROGRESO; Año - II, n.° 11 de Marzo de 1933.


PEDRO ESPINA PÉREZ 465

Uno de los dormitorios.

Una de las clases.

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466 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

FOTOGRAFÍA DE LA “INAUGURACIÓN DEL


INSTITUTO DE PUERICULTURA”
Año ¿1933?

Agrego esta fotografía con los niños en la terraza del “Instituto de Puericultura”. No
ha sido posible encontrar en la Hemeroteca el diario que la publicó. Sabemos que los ni-
ños pasaron del Colegio de la Paz al Instituto de Puericultura el año 1930 y que su inau-
guración oficial se efectuó el día 23 de octubre de 1933, por el Sr. Presidente de la Repú-
blica.
Sólo queda decir que era un centro que reunía unas condiciones óptimas para la crian-
za de los niños: disponía de buenas salas, grandes ventanales para que entrase el sol y su
ventilación, techos altos, vitales para evitar las infecciones, grandes terrazas orientada al
sur, techadas para impedir la lluvia y otras inclemencias del tiempo.

Una de las galerías al aire libre donde los pequeños disfrutan de todas las comodidades y
son atendidos escrupulosamente
(Foto Alberto y Segovia)
LA REPÚBLICA EN LA PROVINCIA
LA CASA DE LOS NIÑOS 1933
Reportajes de RADICAL Octubre 1933

El batallador presidente de
la Diputación madrileña,
a quien tanto debe ésta por
la transformación que se ha
operado en la misma desde
el advenimiento de la
República.

En el número cuarenta y dos de la calle de O’Donnell se alza, arrogante y magnífico


en su soledad, el nuevo Instituto Provincial de Puericultura, de la Diputación de Madrid.
Amplísimos pabellones, grandes ventanales, hermosísimas galerías soleadas, verde cés-
ped en el que se revuelcan y juguetean los niños, alegría, bienestar, confort, espíritu nuevo
y niños, muchos niños, centenares de niños con blusitas blancas, que viven felices —aje-
nos a su desventura de no tener padres— bajo el cuidado tierno y amantísimo de cuarenta
y siete mujeres, Hermanas de la Caridad, hadas buenas y pálidas que son todo renunciación
porque ya lo renunciaron todo a favor de los demás.
468 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Yo he oído hablar del ambiente frío, hostil y sórdido de la antigua Inclusa; todo eso ha
desaparecido. El ambiente del Instituto Provincial de Puericultura es grato y cordial, y lo
que antes se llamaba Torno es hoy la “Oficina receptora”. La encargada, sor Irene Jabat, es
una monjita simpática; su sonrisa tiene todas las cordialidades, y su mirada toda la piedad.
Sor Irene recibe sola a la persona que vaya a depositar un niño; ella la consuela, la in-
terroga y la acaricia con la melodía de su voz, dulce y suave; a veces la aconseja, y con su
habilidad logra reunir el mayor número posible de datos sobre el niño, datos que muchas
veces se recogen a título de confesión y se conservan luego, con la ficha del niño, en los
libros secretos de la casa.

El antiguo torno se ha transformado en una higiénica salita.

Al llegar un niño, primero se le folia, luego se le baña, se le pesa y se le cambia de ropa;


se apunta la hora de ingreso, los efectos que llevaba puestos y las señas particulares; si es
mayor de ocho meses, que es a la edad que pueden traer alguna epidemia, pasa al Laza-
rreto o sala de observación en donde permanece de cuatro a veinte días, y si es menor, pasa
directamente a cargo del ama que habrá de amamantarlo y cuidarlo, siempre bajo la vigi-
lancia de las Hermanas y siguiendo estrictamente las prescripciones de los doctores del be-
néfico establecimiento.
Cuenta actualmente el Instituto Provincial de Puericultura con ciento treinta “amas”
de leche, que perciben un sueldo mensual de 42 pesetas, y son las que disfrutan de mejor
alimentación.
El número de niños asilados era, el día de la inauguración del Instituto, de “doscien-
tos uno en la lactancia, ciento setenta de destete y quinientos cuatro en el Colegio” Tan-

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PEDRO ESPINA PÉREZ 469

to los niños como las niñas, al cumplir los seis años pasan automáticamente; las unas, al
Colegio de la Paz, colindante con el Instituto, y los otros, al colegio de Pablo Iglesias.
Las muchachas que ni se casan, ni se emancipan, ni las reclaman las familias, perma-
necen en el Instituto hasta que se mueren.
Es curiosísimo notar las innombrables solicitudes de matrimonio que se reciben a dia-
rio en las oficinas de esta casa, y también es curiosa la negativa que oponen las asiladas,
las cuales prefieren colocarse o permanecer en el Asilo.
También son muy numerosas las solicitudes de prohijamiento. Estas se reciben en la
Diputación Provincial y sobre las mismas resuelve el Pleno.

Departamento de observación.
470 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Vista parcial del Instituto de Puericultura.

Las amas de este Centro.

Es muy laudable la labor que en el sentido de proporcionar medios de vida honrosa e


independiente a las asiladas viene realizando la Diputación de Madrid, la cuales tiene ya
colocadas; a tres, en adrema y a seis de taquimecanógrafas: a ocho, de costureras en el Hos-
pital de San Juan de Dios; a nueve, destinadas en el Colegio de Pablo Iglesias; a tres, en
el laboratorio del Hospital Provincial, y a una de enfermera.
Cuenta además el Instituto Provincial de Puericultura con talleres de costura, zapate-
ría, chocolatería, lavado y planchado; pero en ellos se trabaja exclusivamente para los ser-
vicios de la casa, y todas las asiladas que trabajan en cualquiera de estos talleres perciben
sus sueldos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 471

Sala de cunas.

Laboratorios.

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472 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Quirófano.

La comida de los niños.


PEDRO ESPINA PÉREZ 473

Solarium.

El Sr. Moro hablando con nuestro redactor Sr. Marabotto.

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474 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El director Sr. Moro, con nuestro director y el redactor Sr. Marabotto, en el recreo de los
niños.

Interesa hacer constar que entre los niños recogidos en este benéfico establecimiento
predomina la más sana alegría y es rarísimo ver alguno llorando o enrabietado.
La comida que reciben los niños es sana y abundante, comen con gran apetito y ni se
manchan ni desperdician lo más mínimo. Se sientan alrededor de mesitas pequeñas en
grupos de cuatro o de seis y se comportan como verdaderas personitas mayores.
Disponen también los peques de magníficos juguetes, y es curioso observar cómo ni
los rompen ni se pelean entre sí a causa de los mismos.
En las clases todo está dispuesto de manera que las criaturas asistan a ellas con gusto
y aun con fruición, pues el sistema pedagógico que se sigue en las mismas no puede ser
ni más ameno, ni más benigno, ni más eficaz.
Y, para terminar, sólo nos queda hacer constar el nombre del alma, motor y nervio de
esta ejemplarísima Casa de los Niños, que no es otro sino el de su Director, D. Conrado
Moro Lázaro, viva encarnación de la afabilidad y de la simpatía, a cuya bondad debemos
los datos que aquí se ofrecen al lector, reveladores del funcionamiento del Instituto Pro-
vincial de Puericultura, honra de España y legítimo orgullo de la Diputación de Madrid.
Reportajes de RADICAL: Por J. A. M. Octubre, 1933. P. ESPINA PÉREZ.
A. R. C. De Madrid. Fondo de la Diputación.

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


Fue inaugurado oficialmente por el Presidente de la República, D. Aniceto Alcalá Za-
mora, el día 23-10-1933. Ref. Pedro Torrens. Si bien su funcionamiento comenzó en 1930.
EN LA INCLUSA: LA PURA ALEGRÍA Y EL DULCE
VIVIR DE UNOS CIENTOS DE CHIQUITINES
—HIJOS DE NADIE Y DE TODOS— DE ALMAS
ABIERTAS A INFINITOS HORIZONTES

Ayer tarde se inauguraron oficialmente los pabellones del Instituto de Puericul-


tura, de la Diputación Provincial de Madrid.
No, ya no es aquella casa de evocación siniestra y helada donde unos pedacines de
carne sonrosada y ojos recién abiertos a la vida entraban, como un objeto sin alma, por el
hueco de un armazón giratorio, que parecía robarlos a la vida y al sol para hundirlos en un
escalofriante misterio. Ya no es aquella, no.
El trazo limpio de estos pabellones, recortados dulcemente en la suave melancolía del
día gris, parece tener un gesto vivo y grato de optimista diafanidad.
No he querido entrar por la suntuosa puerta giratoria, orgullosa y brillante en la cima
de unos cuantos peldaños. He preferido esta otra. Más escondida y humilde…
Y entró. Un hall brillante de verdes, unas sillas… Esto, antes, ¿no era?… El torno, sí.
Estancia blanca y desamparada. Pórtico de dolor en el armazón de giros rápidos por don-
de unas almitas blancas entraban al mundo de los niños de todos y de nadie. Esto, antes.
Ahora… Alegra el espíritu, esta entrada esperanza de verde y de cordialidad.
Lo prepara para unas claras sorpresas de gozo que tranquilizan el corazón, un poco
dolorido al pensar en la tristeza de unos rostros pequeñitos y dulces, sin caricias de besos
ni ternuras de manos maternales propicias a toda suavidad de amor.
A mi espalda, el hall. Delante, este despacho en que entro… ¿No es esto, más que otra
cosa, un lindo bazar donde tres muñecas, sobre un caprichoso armarito, muestran unos
trajes brillantes y pícara, risa que parece señalar el camino de otras salas guardadoras de
lindos y costosos juguetes? Un bazar. Con muebles de caoba y barras de blanca luz. Con
dos cunas de nieve, y búcaros con flores diminutas… Un bazar. ¿No lo creéis? Es verdad.
Se me olvidaba. ¡Es tan dulce y humilde esta figura de cera y de nardo! Y se deshace el
ambiente de frívola infantilidad. Con un solo detalle: Sor Irene Jabat; sentada contempla
amorosamente un chiquitín recién llegado. Sor Irene. La monjita de cera y de nardo, de
sonrisa dulce y mirar suave… Estatua de carne viva, amorosa caricia y refugio para este
476 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

chiquitín rubio de sol y de espigas… Palideces eucarísticas en el rostro inclinado. Breve


risa en el rostro infantil. Tiras de luz en las paredes. Flores pequeñitas… ¿Pero esto era an-
tes el torno, Señor?
----------------------------------

El señor Moro Lázaro, director del Instituto Provincial de Puericultura —pomposo


nombre con el que han querido borrar el otro triste y malo de Inclusa— y del Colegio de
la Paz, es el hombre de las más gratas cordialidades. Ni un detalle, ni una línea ha queri-
do dejar de enseñarme. Y hemos subido muchas escaleras. Las hemos vuelto a bajar. Re-
corrimos pasillos anchos, dormitorios blanquísimos, baños para las amas con los más mo-
dernos e higiénicos adelantos; salas decoradas de verdes pálidos; despachos médicos
privados y públicos en los que el verde vence, anulan el cero de los muebles; amplias sa-
las de camas pequeñitas y baños chiquitos de blanco y coquetería de suaves perfumes; la-
boratorio, donde una monjita de de nieve —el rostro, de tan blanco, se pierde en el blan-
do de las tocas— se activa en una eficaz ayuda a tres doctores entusiasmados de juventud
y de ciencia; comedores de mesas de juguete en acertada y magistral combinación; uno,
amplio y bullicioso; otro, en el que más de un centenar de mujerse jóvenes inician un sa-
ludo a nuestra llegada, envuelto en humo de platos rebosantes de comida y buen olor; sala
de calefacción de potente maquinaria y grandes calderas en igual posición que las de los
barcos; cocina eléctrica, amplísima; espléndida sala, en la que una playa artificial deslumbra
con la fuerza de sus potentísimos focos de luz; cuartos obscuros de rayos X; sala de ope-
raciones, de cirugía otra, con modernísimos aparatos; cuartos refrigeradores y de des-
composición de leche; salón de reunión de médicos monjas, curioso de efecto en la sepa-
ración que fingen dos columnas en el centro de la estancia. Austeridad en una parte que
separan éstas. Plantas en la otra, muebles brillantes, profusión de amarillos jilgueros que
pretenden, en su inmovilidad de artificio, iniciar un trino claro y armonioso… y un Niño
Jesús dulcísimo, que sonríe en eterna quietud.
En esta estancia en que estamos ahora se sume el ánimo en un misterio de infinito con
la modernidad, imposible para un profano, de incubar cuerpecitos diminutos, temblorosos
en un levísimo átomo de vida, salidos a destiempo del vientre materno. Aquí la tempera-
tura está a una constante de 36 grados.
Atravesamos ahora unos patios amplísimos y brillantes de un sol que, desenfundado
de nubes, vino a alegrar el día. Y entramos en los dominios del Colegio de la Paz, donde
las niñas, transcurridos seis años —mientras los niños, a la misma edad, van al Colegio de
Pablo Iglesias—, pasan a vivir una nueva vida. Una vaquería, relucientes vacas de ubres
hinchadas y ojos mansos. Retozones chotillos, nacidos hace días… En la despensa se
amontonan enormes cantidades de patatas, de carne, de repollos y fruta… Y pasamos a
la vieja, pero limpísima cocina en proyecto de renovación por otra de gas. Y subimos a los
comedores… Niñas de rosa en hileras de mesas larguísimas. Mujeres de azul —caras arru-
gadas unas, jóvenes otras, esperanzadas de una salida al mundo que las proporcione me-
dios de vida… Y todas nacidas aquí. Y todas ávidas de luz…
Transcurrieron ya muchos minutos. Una hora. Dos…
¡Qué cansancio gozoso. Señor, tras este admirar la transformación total de la vieja y
dolorosa Inclusa!…
----------------------------------
PEDRO ESPINA PÉREZ 477

—¡Si no Contaras “uno” cuento! —me dicen las vocecitas infantiles—.

En el comedor infantil, niños y flores... (Fotos: Zegri).

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478 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Estos pabellones, de elegante sencillez en sus rojos vestidos exteriorse, cobijan


muchos cientos de almas. Doscientos diez niños lactantes, 170 en destete. En el co-
legio de la Paz, mayores de seis años, 400 niñas vestidas de rosa y mujeres de azul —
130 amas— mujeres de senos opulentos de vida para la avidez de las sonrosadas bo-
cas infantiles, 47 monja, pálidas de sacrificio, almas de luz en su múltiple actividad
en esta mansión de una infancia ansiosa de ternura y de pubertad sedienta de hori-
zontes.
Sor María Josefa Río Miranda dirige, admirable de acierto e inteligencia, esta peque-
ña e insustituible legión de seres prontos a todo sacrificio. En acierto y bondad —rostro
de santa y ojos de éxtasis— la sigue Sor Lorenza Sancho. Después… ¡Monjita de cera y
de nardo! ¡Blanca sonrisa en el blando de las tocas!… Sor Irene Jabat, archivera, encar-
gada de recibir a los niños, oficinista, enfermera… ¡Cuánto sacrificio en los ojos dulces!
Y renunciación Cera y nardo. ¡Lirios!…
En el despacho gratísimo de cordialidad que sustituyó al viejo torno, se pasa a una sala
pequeña, donde son lavados y pesados. ¡Oh! niños recién inscritos. Luego la Sala de con-
sulta. Después el Lazareto —amplísima estancia de mas impolutas de nieve y frágiles de
pequeñez—. Aquí entran los niños antes de pasar a los dormitorios generales. A los lados,
pequeños camarotes de cristal que encierran las camas. Cuidado asiduo… Vienen luego los
dormitorios de lechos diminutos. Cabecitas doradas, rizos negros, rostros chiquitos de ojos
cerrados o miradas abiertas a una lejanía de misterio.
Entre las cuatro salas dispuestas para estudiar jugando, sobresale, en acierto y originalidad,
la ideada por el director, señor Moro Lozano.Pupitres diminutos vestidos de verde. Gra-
ciosos dibujos… Arte. Como en el comedor de los niños, obra también del Sr.Moro Lo-
zano. todo lo que se diga de esto es poco. Acierto. Arte en todo y sobre todo… Blanca pu-
reza desleída en el aire. Niños y flores…
Alegra el corazón esta sala de juegos y risas. Y estas terrazas abiertas a la clara caricia
del sol y del aire, donde las amas brindan los chiquitines a unos puros rayos de luz.
----------------------------------
En un breve descanso me rodean un grupo de lindos babys. Ojos rientes. Pupilas de mis-
terio y de éxtasis. Cabecitas de ensueño…
—Si no contaras uno cuento! —Me dicen, de pronto, las vocecitas infantiles—.
¿Por qué este afán de todos los niños en querer oír relatos de un mundo nuevo y leja-
no? ¿Por qué…?
Y empiezo… —Una vez era un niño de ojitos azules y pelito negro…
¡Cómo es bueno el sol y el aire en estas horas diáfanas y puras! ¡Y cómo la vida se hace
risa en los ojos y en el corazón!…
La enfermería en que entramos por último es semejante al Lazareto. Camarotes de
cristal también. Vela constante. ¡Pero tanto dolor en estos párpados cerrados y en estas
frentes sudorosas!…
¿Sabéis?, magnífico todo lo que he visto. Insuperable, ¡Pero estos chiquitines, de ros-
tros palidísimos y mortales ojeras…! ¡Estos chiquitines en sus camarotes de cristal, per-
didos en la nieve de las sábanas…! Solos en su dolor de muerte y de miedo…
PEDRO ESPINA PÉREZ 479

La monjita de cera y de narco cobija, amorosamente, un nuevo chiquitín recién nacido.

Unos ojos prontos a acudir al menor movimiento sospechoso, sí. Un cuidado máximo.
Una sonrisa dulce, presta a correr al borde de cada lecho. Pero… ¡Sin madre, Dios! ¡Sin un
calor intenso y hondo! ¡Y están solos en su blanca cárcel de enfermos! ¡Solos en el cuida-
do amante de muchos ojos en vela! ¡Solos…! Instituto Provincial de Puericultura… ¡Inclusa!

Blanca Silveira Armesto. (informaciones y reportajes).


Publicado en ABC. 24-10-1933. Elaborado por P. ESPINA
LA IRA PARRICIDA
14 de diciembre de 1933 Por Antonio Zozaya

Nos hallamos en momentos de delirio epiléptico. Se destruye por destruir, se mata por
matar, por todas partes se desborda el odio sin finalidad: por doquiera aparece el feroz
instinto primitivo. Tal es el resultado estéril de veinte siglos de predicación evangélica, de
moral doctrinaria, de obligada sumisión a las autoridades constituidas, de enseñanza con-
fesional, de miedo al infierno. El fracaso es tan grande, que obliga a emprender nuevos de-
rroteros pedagógicos, a sustituir una enseñanza por otra enseñanza, los conceptos de la
vida y de la ideación por otros conceptos; una idea del bien de la moral y de la conviven-
cia muy diferentes de la que, al cabo de veinte décadas, no ha conseguido sino hacer re-
gresar a los hombres a los tiempos de las primeras luchas de antropoides.
Un tren de viajeros, ajenos por completo a las luchas sociales, es lanzado al abismo,
para que sucumban o lancen sus ayes desgarradores centenares de víctimas. Edificios ar-
tísticos son incendiados, y en ellos son reducidas a cenizas candentes joyas de arte in-
sustituibles. Por último, varios desconocidos arrojan botellas de líquido inflamable sobre
la Inclusa de Madrid, para que perezcan abrasados dentro del edificio los niños sin madre.
Es demasiada ferocidad; pero no quiero en manera alguna, injuriar a los autores de tal
atentando, ni siquiera pedir para ellos penas severas. No pretendo sino expresar el abati-
miento, la tristeza honda y desconsolada que el hecho produce en todas las almas nacidas
para algo más que para destruir, codiciar y tornar a las espeluncas felinas. ¿Pero a qué ha-
blar de fieras? Las fieras luchan frente a frente las unas contra las otras; pero no se da el
caso de que persigan a las crías. No hay un solo animal que no respete el nido del adver-
sario de su misma especie. Clava sus colmillos el lobo sobre los flancos y el cuello de otro
lobo; pero no inquieta a sus lobeznos. Se retuerce el caimán en combate con otro caimán
para destrozarlos con sus largas y horrendas mandíbulas; pero no destruye sus huevos. El
instinto de propagación de la especie es siempre más fuerte que el de la propia vida. La
fábula de Herodes es un mito; y aun admitida como verdadera, sólo puede justificarla la
locura de un ser malvado, que quiso librar a sus semejantes de la supuesta pesadumbre de
la idea de un Dios.
¡Pobres huérfanos incluseros! Es corriente injuriar a sus madres; pero sus madres no
tuvieron más remedio que abandonarlos, para no verlos morir en sus brazos de hambre y
de frío; para no contemplarlos privados de lo más necesario, en tanto que ellas eran vili-
482 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

pendiadas por lo que un prejuicio tradicional llamaba deshonra. Recordad a la Margarita


de Goethe. Llega al infanticidio, y es buena; pero nadie sabe hasta donde nubla el enten-
dimiento la fiebre puerperal cuando a ella se une la desesperación y el abandono. No arro-
jemos piedras a las madres desgraciadas; han llorado mucho y han amado mucho.
Los mismos niños abandonados deben bendecirlas.
Pero ellos, los niños incluseros…, no han tenido nunca lo más hermoso y grato de la
vida; la caricia amorosa maternal; son hijos del pueblo; están destinados a ser pueblo. Y
he aquí que una parte del pueblo quiere verlos arder en llamas. ¿Qué hicieron los pobre-
citos niños, de cabecitas ingenuas rapadas? ¿De qué modo su sacrificio puede ser fecun-
do para la redención de los humildes, que son precisamente los que no envidian, los que
no odian, los que no matan ni destruyen? ¿Qué enseñanza, qué adoctrinamiento, qué lec-
ción para las generaciones de nuevos trabajadores puede encerrarse en el parricidio colectivo?
Yo me figuro lo que hubiera sido la inmensa hoguera, a no haberla extinguido alguien
contra la voluntad de los malhechores. En ella como en un cuadro trágico de Gustavo
Doré, se hubieran contemplado bracitos desnudos implorando en vano misericordia; ca-
becitas llorosas, llamando a unas madres que no habrían oído sus lamentos; tiernas pupi-
las, azules y oscuras, aterradas ante la muerte inevitable, cuando comenzaba la vida a
ofrendar sus perspectivas luminosas. Es demasiado tétrica la visión para no hacer deses-
perar del progreso humano, para no preguntarse cómo puede, entronizada novecientos mil
años de luz más allá de ese polvo de universos que es la nebulosa de la cabellera de Be-
renice, una divinidad impasible que no evita que en este grano de mostaza que se llama
la tierra, invisible por su pequeñez, desde la estrella más cercana, que es el alfa del Cen-
tauro, la maldad sea tan enorme y el sufrimiento tan horrendo, que haga empequeñecerse
el espectáculo sublime que se contempla en la noche estrellada a través de las lentes de
la ecuatorial.
No maldigo a los autores del hecho vandálico; los compadezco: son enfermos que ne-
cesitarían un tratamiento médico de que han carecido. Ellos suponen tal vez que trabajan
por la igualdad social y que sus atentados son beneficiosos a las ideas redentoras; pero
son enfermos y nada más que enfermos: no es de ellos la culpa; pero entonces, ¿de quién?
¿De quién no acertó a evitar el desarrollo de su dolencia o anomalía? De la causa supre-
ma de todas las cosas, que anulan tan frecuentemente el libre albedrío y hace que del ge-
nio a la locura no haya más que el cambio de estado de un grupo de células nerviosas o la
media vuelta de una clavija?
Forzoso es sentir, como sentimos, una muy honda e inquebrantable religiosidad; pre-
ciso es contemplar muchas veces, con unción y comprensión de las leyes eternas de la
materia y el espíritu, la grandiosidad del cielo estrellado sobre nuestras cabezas y sentir la-
tir la conciencia del deber en el fondo de nuestro corazón para no desconfiar de una divi-
nidad que se complace en destruir por el insensato placer de crear de nuevo, que permite
sobre la tierra todo género de ferocidades y de injusticias y que lleva al cerebro de los sec-
tarios la absurda idea de que puede mejorarse la Humanidad echando a los niños sin ma-
dre a las llamas. Hay en el mundo demasiado dolor, y sobre todo, hay demasiada estulti-
cia y brutalidad. Sentimos que nos sobra algo para convivir con las fieras, y ese algo es la
sensibilidad, que nos hace seres humanos y la inteligencia, que nos hace ansiar trocarnos
en espíritus semidivinos.
Ha llegado el momento de pensar y de preguntar si el problema de la moralidad, que
ha sido considerado hasta ahora desde un punto de vista meramente psicológico y ético, no
PEDRO ESPINA PÉREZ 483

será primordialmente un problema biológico; si no habrá llegado la hora de impedir que en-
gendren los enfermos, los tarados, los atacados de enfermedades transmisibles por heren-
cia; si no habrá que buscar las raíces de la ferocidad y de los estados paranoicos en causas
patológicas. Será todo lo prosaico que se quiera; pero muchos delitos tienen su origen en
la herencia alcohólica, o sifilítica, o gonorreica, o epiléptica. La frase es dura; de nada sir-
ve castigar; pero puede servir de mucho esterilizar. La acción oficial debe procurar que nin-
gún niños eche de menos a su madre: pero también es más posible que llegue un día en que
tome sus medidas, esterilizando a los procreadores funestos, para que no haya hijos capa-
ces de echar los trenes a los abismos, de predicar el odio salvaje y de llegar hasta preten-
der que ardan en las siniestras hogueras sectarias los llorosos huérfanos de las inclusas.
En este sentido Antonio Zozaya plasma:
El león, con ser león
adora su propia sangre,
y el chacal, con ser chacal,
no vive sin sus chacales
Eusebio Blasco. “Ante la Inclusa”
Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ
SEIS NIÑOS QUE NO CONOCERÁN A SUS PADRES,
FUERON ENTREGADOS AL AMOR DE
LAS HERMANAS DE LA CARIDAD, EN LA INCLUSA
MADRILEÑA, DURANTE LA MADRUGADA
DE LA NOCHEBUENA

Nochebuena. Fiesta de alegría en los hogares madrileños.


Esta noche, más que ninguna otra, es dramático el contraste entre unas mujeres rode-
adas de sus hijos en la intimidad del hogar y estas otras que caminan intranquilas y an-
gustiadas las calles nuevas y desiertas de la barriada de la Plaza de Toros.
La calle O’Donnell tiene hoy el mismo rango trágico y novelesco de la calle de Em-
bajadores en otros tiempos. Hoy en una puerta está escrito. No en pintado pino, sino en
esmalte, estas palabras: “Inclusa de Madrid. Por este portal se entregan los niños”. El
torno tradicional ha desaparecido. Sólo se encuentra una puerta blanca. Empujándola, se
penetra en un pequeño portal donde un guardia municipal dormita al calor del brasero.
Este guardia, sin averiguar nada, comprueba que se lleva un niño y pulsa un timbre de
llamada.
Inmediatamente se abre una puerta y aparece la cara sonriente de una hermanita. La mis-
ma monja cierra la puerta, con llave, una vez que ha penetrado en la salita la portadora o
portador del niño.
Una, dos, tres, cuatro veces ha sonado el timbre anunciando la llegada de un niño, en
la noche pasada de Nochebuena, en las horas de alegría en los hogares, mientras el jolgo-
rio reinaba en las calles.
La hermana de guardia, pensaba en su salita de espera, en lo que se llama “oficina de
recepción”.
¿Qué pasará esta Nochebuena? El año pasado la entregaron tres. Otras noches, más.
Algunas, ninguno. Diez años lleva en este menester de recibir niños la hermana Sor Irene
Jabat. De la Casa de Maternidad vienen también casi diariamente. La madre acudió allí,
guardando el secreto, y así viene también de aquel benéfico establecimiento el fruto. A to-
dos los que ingresan en la Inclusa, la hermana les coloca una medallita al cuello. Los “fo-
lia”. En el anverso de la medalla está grabado un número, que es con el que figuran en to-
dos los documentos del establecimiento.
486 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID
1933
Año

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PEDRO ESPINA PÉREZ 487

“Seis niños que no conocerán a sus padres, fueron entregados al amor de las Herma-
nas de la Caridad, en la Inclusa madrileña, durante la madrugada de la Nochebuena”.
Año 1933.

Estos son los seis nenes que en la Nochebuena pasada fueron entregados a la caridad de las hermani-
tas en la Inclusa de Madrid. Tras ellos ha quedado casi siempre un hondo drama de miseria.
Foto Llompart

Al chiquitín se le zambulle inmediatamente en el baño, tibio como


el calor maternal de la monjita.

Ciento treinta amas de cría hay en la Inclusa madrileña. El pequeñín se


acoge al pecho y mama deliciosamente.
488 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El 10.627 y el 10.628, el 10.629, el 10.630, el 10.631, y el 10.632 colocó a unos tier-


nos infantes en la noche del 24 de diciembre. Dos llegaron de la Casa de Maternidad, con
sus nombres y apellidos correspondientes. Los otros cuatro no se sabe quién los llevaba,
ni quiénes fueron sus padres.
Uno de ellos, como otros muchos, entre sus ropitas tenía un papel escrito con temblo-
rosa mano femenina: “Se yama” Purita Rodríguez Sentona, nació el 20 de diciembre. Por
Dios, cuídemela bien.
A otro se le encontró pendiente de su pechito una medalla, con la imagen de una Vir-
gen patrona de un pueblo castellano.
Todos los papeles y medallas se recogen, juntamente con la ropa en que va envuelto
el pequeñito.
A los que no tenían nombre la hermana se lo pone. El del santo del día, con unos ape-
llidos corrientes. Así, los que entraron se les llama Natividad Álvarez Díaz, Delfín Mar-
tín Pérez y Jesús Díaz García. Antes, el carácter hospiciano se declaraba explícitamente por
el apellido Expósito. Hoy, con los apellidos más corrientes, los antecedentes de la Inclu-
sa han desaparecido.
Cada mujer, después de foliar al niño, recibe una pequeña tarjeta donde consta el libro,
la parte y el folio en el cual está inscrito el niño y el nombre que se le impuso.
Las mujeres se retiran con dolor. Un hombre, que llevó a una niña, con la cabeza so-
bre el pecho y la mano en los ojos.
Los niños quedan unos durmiendo y otros en pleno llanto. De los ingresados la Noche-
buena, la niña de Natividad, con sus grandes ojos abiertos, miraba fijamente a la hermana.
Jesusito, rubio y llorón, puso en prueba la santa paciencia de la monjita.
Hasta que no le pasaron no despertó Delfín. Cada uno, según llegaba, pasaba a manos
de otra monjita, para que les pesara y midiera.
Antes, de toda la ropita se les despoja. Esta ropa se quema. Los papeles y medallas se
archivan en el expediente del ingresado. En este expediente se detallan todas las particu-
laridades que se refieren al niño depositado. En un libro secreto se escriben las relaciones
que pueda tener el niño con otras personas.
Del examen del médico resultó que uno de ellos se encontraba enfermo.
¡Un niño enfermo! La solicitud de una monjita cuida de salvarle en el pabellón moderno
y espléndidamente montado de la enfermería infantil. Las monjitas cumplen con su deber
de caridad bajo la dirección de la madre María Josefa Ríos Miranda, superiora de su ab-
negadas hermanitas de la Inclusa. El visitador, el gestor de la Diputación de Madrid, don
Eduardo Almiñaque, cuida cariñosamente de esta obra benéfica.
Unos pechos ubérrimos esperaban a los niños, ya bien fajados. A cada uno de las cien-
to treinta amas se le indica un niño.
Hoy, que los hemos visitado, amablemente guiados por el director, don Conrado Moro, los
niños continúan, el enfermito, en franca mejoría, los otros, con unas ganas enormes de mamar.
A.G.A. Diario “Ahora” diciembre 1933
Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ
EPIFANÍA
Año ¿1934-1935?

Vaya con Dios, en buena hora, la vieja estampa barriobajera, con su casona lóbrega des-
portillada, su sórdido torno y aquella leyenda como esculpida a fuego sobre la carne blan-
ca y triste de estos niños huérfanos de toda orfandad: “Abandonado de mis padres,la ca-
ridad me recoge”.
— ¡EA! Venid aquí conmigo. A decirme ahora mismo cada uno que quiere que le trai-
gan los Reyes.
— Yo un caballo con mucha cola —exclama un muchachuelo grave y cejijunto, con
aire de generalito en agraz—.
— A mí, una muñeca. Yo, una cadena de música.
Hoy la Inclusa es un claro y resplandeciente edificio enclavado en uno de los paseos
más rientes de la ciudad: el torno fue sustituido por una oficina receptora, y los chiquillos
hallan aquí alegría y afecto a raudales, que si no compensarán nunca el entrañable amor
que les falta, sirven para poner un poco de luz en sus ojos ahítos de abandono.
Ningún sitio mejor que este lugar para celebrar con toda pompa la fiesta de la Epifa-
nía, en su humanística modalidad de regalo al niño.
Vayamos, pues, nosotros a esta santa casa, en la mañanita clara de enero, a sorprender
en los labios trémulos de los chiquillos el deseo fabuloso que no se atreven siquiera a for-
mular, echo a la gran pobreza de su vida, en la que todo lo obtienen de gracia, incluso el
beso que pone de cuado en cuando un poco de calor en sus frentes.
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Nada de sensiblerías fáciles ni cuadritos baratos de folletín; pero sí el ancho lienzo con-
movedor de este centenar de críos rodeándole a uno, pugnando por que los toméis en
vuestros brazos, comiéndoos las mejillas materialmente a besos en la gran avaricia de
ternezas de su puro corazón in saciado. Aquí está esa chiquilla rubia y blanca como una
gota de leche, el buen mozo de naricilla respingona, parlanchín y travieso; la “gitanilla
de pura estirpe” —la primera y acaso la última que ha pasado por aquí en el puñado de
siglos que cuenta de vida la institución—; el chavea escrupuloso y raquítico; los rosados
mofletes de esta rapaza, lista como el hambre, graciosa recitadora de consejas, jaculato-
490 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Formando coro en torno de Massa, los pequeños van formulando sus deseos: Yo quiero una muñeca…
Yo una caja de música… Yo, un aeroplano. (Fotos: Piortiz).

Un grupo de nenes de la Inclusa. A la izquierda una preciosa


chiquilla cuya estampa acusa distinción de origen… Y la
penúltima, a la derecha, la única gitanilla que ha recibido la
Inclusa en todo el tiempo de existencia que tiene esta
benéfica INSTITUCIÓN.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 491

rias y otras monadas… El vario y copioso plantel, en fin, de una Humanidad futura, uni-
dad por el lazo común que supo el no haber pronunciado jamás, en viva realidad de pre-
sencia, la palabra “madre”.
—A mi, un aeroplano que vuele. ¡Pues yo quiero un abrigo!, dice con voz de bajo pro-
fundo un barbián hete de seis años, sembrando el estupor y la extrañeza entre sus compa-
ñeros de demanda.
—¿Mejor que una pelota muy grande? Si, señor, mejor que una pelota. —Bueno, hom-
bre; pues descuida, que tú tendrás el abrigo.
Y el peticionario de vara y cuarta quedó tan contento con la promesa de su regalo.
Más deseos un poco originales: Una me pidió un León de trapo, con la melena de verdad.
Otra, un gallo que cantara. Otra, un alfiletero de colores. Otra, un pavo real.
Otra, una muñeca en camisa. Otra, un Niño Jesús. Otra, un caballo de …chocolate.
Ahora, vean ustedes algunas peticiones de ellos: Un tren que eche humo.
Una escopeta para matar ratas. Un mono que salte. Un velocípedo que ande mucho. Un
rompecabezas.
Amén de los consabidos sables, las pelotas de goma, el caballo alazán, el peón de mú-
sica, etc.
Ahora yo comprendo que vendrían aquí pintiparadas, a guisa de colofón unas reflexiones
henchidas de condolencia ante el espectáculo que ofrece este remoño de criaturas sin ca-
lor ni beso de madre.
Linda literatura, en fin de cuentas, que nunca hace mal en reportajes de este tono. Mas
por esta vez os birlo la paginita ético-social. Juguetes, muchos juguetes son los que hacen
falta para esta tropa, que no retórica de guirlache, para que aprendan a reír, a volar y a des-
tripar caballos en la gran curiosidad de sus espíritus recién botados a la brega del mundo.
Dar alegría a estos chiquillos es llenar sus almas de luz y borrar mucha mala sombra
metida en lo hondo de sus conciencias. ¡Bien haya quien tal realice!

¿CRÓNICA? Año ¿1934?-¿1935? Por Pedro Massa


A.R.C.M. Fondo de la Inclusa
Copiado por P. ESPINA PÉREZ.
LA CASA DE LOS NIÑOS
LA “INCLUSA”
EL MÁS HERMOSO MONUMENTO DE MADRID

Encuesta vieja; manida, esa de preguntar: ¿cuál es el monumento más bello de Madrid?
Los artistas opinan, llevados de su deformación profesional estética emiten muchos tema-
rios o francamente erróneos.
Ahora bien señores: el monumento más hermoso de Madrid es la moderna Inclusa. Es el
tal un monumento que honra a Madrid, y a España, a los hombres y mujeres de la urbe y al
Estado.
La Inclusa compendia, en conjunto varios monumentos: el niño, la asistencia social, el de-
ber del hombre para consigo mismo. Huminitas.
Y arte también. Arte del más puro, perfecto y equilibrado espíritu.
Arte arquitectónico, arte vivo, expresado a través de un millar de niños que dan animación
y color. Arte de sol y de luz. Arte de ser madre, padre, abuelo. Arte de la sonrisa y del amor.
No cabe dudar, el monumento más hermoso de Madrid, es la Inclusa, donde un día y otro una
mujercita de quince años renueva, sin saberlo, el gesto de Dios y canta la alabanza de la vida.

LA MADRE DE LOS PAJARITOS

En el amplio patio de la Inclusa, inundado de sol, frente a una perspectiva elegante, de


severidad castellana, marginada su figura por las grandes arcadas del edificio de ladrillos
rojos, una muchacha de quince años tiende al aire todas las mañanas sus retozonas mani-
tas; a la señal descienden de los tejados, recortando un jirón de cielo decembrino, banda-
das de gorriones. El estripotoso rebaño se cuelga de sus hombros. Los pájaros más con-
fiados en la cordialidad infantil se encaraman en sus manos o coronan su cabeza como
ese Espíritu Santo sobre las figuras medievales de devotos varones. La caterva de gorrio-
nes se estremece en cánticos, se desvive en gratitudes hacia la incipiente mujercita “ma-
dre de los pájaros” abandonados por los cielos en estos días en que el invierno les persi-
gue cubriendo con su manto de nieve las sierras y secando los árboles.
Esta “madre de los gorriones” simboliza con toda precisión con su cotidiano gesto de
piedad y amor, el contenido espiritual de la Inclusa.
494 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

A la Institución llegan, como pajaritos implumes y lloriqueantes, niños que no tienen


alas para volar por la vida ni nidos donde dormir. Pero dentro hay para ellos nidos prepa-
rados con ropitas nuevas y blancas y unas muchachas mayores, vestidas de azul y blanco:
las hermanas de la Caridad, las cuales se diría que han renunciado a ser madres para tener
más hijos. Gracias a tal previsión, a los pajaritos implumes les saldrán alas y aprenderán
a volar por la vida, ingrata en su nacimiento para con ellos, pero que en años sucesivos lo
seá cada vez menos.
¿Lugar de sufrimiento y dolor, la Inclusa? Nada de eso. Allí todo rezuma alegría y vida
optimista. Es una realización de gran estilo del gesto piadoso de la “madre de los gorriones”,
y los “gorriones” que bostezan en las diminutas cunas de la Inclusa son hijos del hombre.
Aun los monstruos marinos, sacan la teta dan de mamar a sus chiquitos;
La hija de pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto:
La lengua del niño de teta, de sed se pego a su paladar;
“Los chiquitos pidieron pan y no hubo quien se lo partiese”.
(Dolor de Sión. “Lamentaciones”).
Pero ahora, la lengua del niño tiene teta, tiene leche a su disposición para calmar el ham-
bre y hoy quien le parte el pan. ¿Es cruel “la hija de mi pueblo” que ha abandonado a su hijo”.
Quizá más que cruel, sea pobre, tan pobre, que se ha visto precisada a llevar a su hijo al re-
cinto donde sabe que disponen del nido, del pan y del trajecito de que carecería en su casa.
En la Inclusa hay una chica que espera con los brazos abiertos y parte el pan del amor
a los millares de gorriones implumes nacidos en la miseria, donde han recibido el amar-
go bautizo de las lágrimas.
En la Inclusa aprendarán como los gorriones a cantar las alabanzas del cielo y de la vida
de la esperanza.

UNA NIÑA LLAMADA MARÍA

Sor Irene, hermana Irene, pálida fina madre de un millar de niños, ¿cuál es la historia
de la Inclusa? Usted, que conoce al dedillo el precioso archivo de papeles, ordenado y lu-
ciente de esmero y limpieza; usted, que es a su vez un archivo viviente, que guarda en su
cerebro y en su corazón todos los nombres y apellidos de los pequeñuelos —entra un pro-
medio de cuatro al día a formar parte de la gran familia—, ¿podría decirme la historia de
la Inclusa?—.
Aquí está, en las manos exagües y uñas de sor Irene, un viejo librote encuadernado en
pergamino. Tomo I. Año 1573. Empieza así: “Recibí una niña llamada María, que fue
echada en el lugar de Torrejón de Ardoz en casa de Josefa Placa, de dicho lugar; por
cuanto dio de limosna 100 reales, los que los guardo en poder de Pedro de Parras…”
Hace trescientos sesenta y un años, sor Irene. Fue la primera niña depositada en el
“torno” de la Inclusa de Madrid. Una pequeña nota en el registro: “Niña anónima”. ¿Cul-
pa? ¿Tragedia? ¿Miseria? ¡Quién sabe!
Pero ahora sor Irene, entre ese promedio de cuatro niños que son entregados todos los
días en el discreto despacho como un confesionario —ya se acabó el “torno”—, ¿cuántos
son hijos de culpas, dramas de amor, desengaños o deslices amorosos?
PEDRO ESPINA PÉREZ 495

EL DRAMA DE HOY ES LA MISERIA

Muchas son las madres que confían sus hijos a la Inclusa por no poderles asegurar una
gota de leche o un pedazo de pan. La crisis ha modificado las circunstancias que regían el
ingreso de los niños. Antes eran mayoría los recién nacidos; ahora la mayoría de los niños
traídos aquí son de un año, de dos, de tres. Huérfanos o hijos de padres que viven en la mi-
seria. Hijos de culpas hay muy pocos, y más que productos de una culpa lo son del viejo.
Muchas afirman haber sido engañadas. Es el eterno drama de la seducción, de las vanas
promesas de matrimonio. ¿Verdad? ¿Mentira? Las paredes del despacho permanecen mu-
das; sor Irene también.
—Algunas madres —interviene de nuevo sor Irene— vuelven a la Inclusa a recoger a
su hijo. ¿Muchas?
—Pocas. Y entre esas pocas vuelven otra vez a depositar de nuevo a la criatura.
—¿Miseria material o moral, sor Irene? ¡Miseria! Miseria. Pero aquí los acogen ma-
dres de misericordia.
—“Y lo dijo Jesús; las zorras tienen cuevas y las aves de los cielos nidos más el hijo
del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (San Lucas, 58).
Ahora el niño llevado a la Inclusa puede reclinar la cabeza en el hombro de sor Irene,
que guarda en su corazón el fichero de nombres y apellidos de niños que entran recién na-
cidos y se crían al sol y al amor. Sor Irene los sigue por todas partes a través de todas sus
transformaciones; los conoce a todos; es una archivera meticulosa que cuida los grandes li-
brotes de pergamino y escribe en sus hojas, páginas concisas con la vida de miles de seres.

HISTORIA DE LA INCLUSA

“El origen de la Inclusa arranca de la actuación piadosa de la Hermandad de Nuestra


Señora de la Soledad —dice una Memoria de la Diputación Provincial de Madrid—, cuya
misión era recoger y cuidar a los enfermos pobres que salían convalecientes de los hospi-
tales. Más tarde para ampliar su acción caritativa, acordaron, allá por el año 1572, reco-
ger y cuidar a los recién nacidos abandonados por sus padres, iniciándose así la institución
llamada Inclusa, que fue primitivamente establecida en una casa de la Puerta del Sol. Una
Junta de damas creada por Carlos III en 1799, se ocupó, juntamente con la Sociedad Eco-
nómica Matritense, de la recogida de niños abandonados, estableciendo su Asilo en la ca-
lle del Soldado, primero, y después, en la calle de Mesón de Paredes. En ese año, el Co-
legio de la Paz —que tenía por misión hacerse cargo de las niñas procedentes de la Inclusa—
paso a formar con ésta una sola institución en el edificio de la calle de Embajadores, y des-
de 1849 depende de la Diputación Provincial.
En 1924, la Diputación Provincial decidió unificar el establecimiento, dividido en In-
clusa (calle de Embajadores), así lo de San José y Colegio de la Paz, mediante la construcción
de un nuevo edificio, transformándolo en “Instituto Provincial de Puericultura”, del cual
formarán parte el pabellón de tres plantas construido en 1930, en la calle de Doctor Esquerdo
y que se denominaba Asilo de San José, destinado a recoger a los convalecientes de algu-
na enfermedad pertenecientes a la Inclusa. El proyecto de la Diputación, constaba de un
pabellón de niños de pecho, con cuatro plantas; pabellón de enfermería, con tres, y pabe-
llón de viviendas, con cuatro plantas, que habrían de construirse para completar el pabe-
496 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

llón principal, con fachada a la calle de Doctor Esquerdo, de cinco plantas; pabellón de lac-
tancia, que, enlazado con el anterior da a la calle de O’Donnell; pabellón de lavadero,
cuya vaquería y pabellón de viviendas”.

FIN DEL TORNO

La supresión del “torno” (instrumento medieval, tan popularizado e indispensable en los


folletines y melodramas abracabrantes), no significa sólo la supresión de un uso inhumano,
sino una modificación profunda de la ley y de las funciones del establecimiento. El “torno”
fue el creador de los “expósitos” y “de la Cruz”, el creador de ese anonimato que marcaba
el origen ilegítimo de un hombre con una especie de número de penado, pero de un penado
al que se condenó injustamente a causa del convencionalismo de los pretendidos defensores
de la moral hipócrita al uso. El “torno” y el “expósito” oponían también un obstáculo para
cuanto significase investigación de la paternidad; mantenía la miseria material, sino la mo-
ral. El “torno” era un exponente caritativo en favor de los pequeñuelos abandonados, pero
también implicaba cierta complicidad para con aquellos que los abandonaban.
Por otra parte hay también los niños legítimos que necesitan y merecen amparo, y pre-
cisamente uno de los problemas del Estado moderno es la asistencia de todos los niños, en
especial de los menesterosos. De ahí que del torno de los niños abandonados en medio de
un misterio teatral se haya pasado a la creación del Instituto de Puericultura, con su
“casa-cuna” y otros departamentos pro infancia.
La consecuencia jurídica de la abolición del torno es la supresión del “Expósito” y de
cuantos apellidos puedan recordar el origen ilegítimo. Recientemente, una ley ha dis-
puesto la modificación del estado civil de tales apellidos. En la Inclusa actual el niño en-
tra con un nombre, un apellido impuesto por la que hace entrega del niño. Los “abando-
nados” —ex “expósitos”— ingresan en el Instituto con carácter urgente, cualquiera que sea
su procedencia y condiciones.
En la “Casa-Cuna” ingresan los niños con el carácter de su procedencia, de origen legíti-
mo e ilegítimo, siempre que en los mismos concurran las condiciones de vecindad, orfandad,
naturaleza y pobreza reglamentarias. Un departamento construido ex profeso para las madres
lactantes permite a éstas acudir a amamantar a sus propios hijos dentro del Instituto.
La mayoría de los niños que han ingresado en la Inclusa proceden de la Casa de Ma-
ternidad y son hijos de solteras pobres; pero en estos últimos años, el desarrollo del Insti-
tuto y de su asistencia social y sobre todo la crisis, ha hecho ingresar en la Inclusa muchos
hijos de padres pobres.
Los chicos cuando cumplen la edad de cinco años, pasan al Instituto Pablo Iglesias y
las chicas al Colegio de la Paz, que tiene ahora también un grupo de colegialas externas,
formado por las mayores de catorce años que haya necesidad de recoger en los pueblos y
las colegialas internas mayores de diecinueve años que reúnan condiciones para desem-
peñar una profesión fuera del Instituto. Dentro del Instituto las muchachas trabajan en di-
versos talleres. A los veintitrés años el Instituto pierde la potestad sobre sus personas.
A los pequeños “gorriones” de Madrid, recogidos implumes y hambrientos, sin nido y
desnudos, les han crecido las alas.
¿Volarán lejos, volarán mal al abandonar dichosos el nido de la Inclusa?
PEDRO ESPINA PÉREZ 497

SETENTA AÑOS EN LA INCLUSA

—Sor Josefa —la madre superiora—, ¿qué es lo que hacen las que salen de la Inclusa
a los veintitrés años?
—Se casan y la mayoría vienen a vernos con sus maridos y sus hijitos. El día de Nues-
tra Señora de la Paz, patrona del Colegio, en enero, vinieron cuarenta, con sus familias, y
se quedaron a comer con nosotros. Esta taquígrafa que trabaja en la dirección es una niña
que no ha querido marcharse. Otras “niñas” se han quedado aquí trabajando. Entre ellas
hay una ex niña que tiene setenta años. Fue entregada de recién nacida y no ha salido ja-
más del Instituto.
Pero la asilada más anciana rechaza todo intento de interviú y de un modo terminan-
te, la máquina fotográfica. ¿Por qué? Porque tiene miedo. Miedo a que la “echen” de la
Inclusa, donde asiste a las enfermas. Esta asilada, de setenta años, teme que alguien des-
cubra allí su paradero y la “echen”. Esta es su “casa” aquí quiere morir esta monja laica
que no ha salido nunca, en su vida, de la Inclusa.
Terror injustificado. —¿Qué “bárbaro” sería capaz de echarla?, dice sor Josefa.
En efecto, ¿quién sería capaz de echar de “su casa” a la que ha consagrado su vida en-
tera a los niños, a “sus niños?
—Sor Josefa, ¿siguen ustedes en su vida particular a las que han salido de la Inclusa?
—Cuanto nos es posible. La mayoría nos facilita la tarea, porque viene a vernos con
frecuencia para pedimos consejo o trabajo.
—¿Y no se da también el caso de que algunas ovejas al salir de aquí emprendan algún
mal camino?
—Si las hubiera, a quien primero ocultarían sus culpas es a nosotras. Pero no las hay.
Todas vienen sanas y buenas, convertidas en esposas y madres excelentes.

“LA ETITIA”

¿Han visto ustedes alguna “cárcel” de “niños”. Verdaderas cárceles-tétricas, negras,


cuyo aspecto oprime el corazón y produce la impresión física de la libertad pérdida y del,
castigo corporal. Eran, y siguen siendo, ciertos “institutos” u “hospicios” de niños. Los si-
glos XVIII y XIX siembran las ciudades de estos caserones, medio cuarteles y medio cár-
celes, donde la “caridad” se producía bajo el aspecto de oficial de prisiones. Cuando el chi-
co lloraba y protestaba contra la escuela, el colegio o el Instituto le acompañaban todas las
razones del mundo, porque los niños quieren luz, belleza, verde de plantas, armonías de
colores y espacio libre, la pedagogía, afortunadamente, ha evolucionado, modernizando sus
métodos y edificios, el trato y los medios de educación hasta concretar esa difícil ciencia
de la puericultura, que ha hecho comprender a los hombres una gran verdad, tener en cuen-
ta los derechos del niño antes de imponerle los deberes inherentes a sus pocos años.
El primero de esos derechos —después del alimento de cada día— es la alegría, el sol y
la libertad. Las “cárceles de niños” van desapareciendo ya para abrir paso a las casas de los
niños. Madrid tiene una magnífica, la Inclusa, enclavada en ese barrio tranquilo donde, se
hermanan la apacible tranquilidad del campo y la trepidación de la gran urbe contemporánea.
498 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los pueblos latinos sienten una tendencia natural a admirarse de todo lo que viene del
norte. No cabe duda, el norte tiene muchas cosas buenas y aprovechables —lo propio le
ocurre al sur—: pero los madrileños difícilmente descubrirían un edificio tan hermoso y
un Instituto tan bien organizado como el de la Inclusa, por más que recorrieran desde los
Pirineos al más extremo norte.
Vasto edificio que el sol envuelve en rosa y oro con amplias arcadas románticas; pa-
tios enormes, plantas, flores, sol. Hasta en las personas mayores produce espontánea im-
presión de alegría infantil. Dios quiere que se le sirva con alegría, “la etitia” y el niño tam-
bién. Fue en efecto, Cristo quien dijo que el niño es “el mayor en el reino de los cielos” y
“cualquiera recibiere a un tal niño en mi nombre a mi recibe”.
Impresión de sana alegría y de vida produce el más hermoso monumento de Madrid y
uno de los más bellos del mundo. El tecnicismo y e1 cientifismo exagerados el norte con
su cubismo frío, sus líneas rectas y monótonas no han podido —y de ello debemos ale-
grarnos— desplazar toda la humanidad del estilo latino. Se puede conciliar la ciencia y el
racionalismo moderno dentro de las exigencias estéticas; el edificio de la Inclusa es una
prueba. Esta armonía convierte al Instituto en una casa del niño, elegante —casa lujosa viva
y alegre a cuyo contenido optimista se adaptan maravillosamente los niños, los 1.000 ni-
ños y niñas— a los que el código moral de los deberes del hombre y los derechos de los
chicos hacen olvidar la tristeza de un nacimiento cruel del que se podrá culpar al hombre
pero nunca al niño.

CIENCIA Y HUMANIDAD

Una pequeña puerta, el fenecido torno, “Pulsate et apetjutur vobis”. Una escalera ori-
llada de plantas y flores. Un recibimiento; el “confesionario”. Aquí traen, envuelto en tra-
pos sucios y revestido de un raído mantón, a un recién nacido, que viene haciendo pu-
cheritos. ¿Quién es? El confesionario es mudo. La que hace la entrega confiesa o miente.
Poco importa; lo que interesa es esa muñequita que lloriquea en demanda de una madre.
El recibimiento es severo y elegante. Manos de mujeres han colocado por doquier plan-
tas y flores, y la más hermosa flor de luz es esta limpieza brillante que acoge al visitante
desde la sala de recibimiento hasta las cocinas y despensas. El “llorón” pasa de las manos
que abandonan a las manos que recogen. A veces —con frecuencia, en la actualidad— el
niño cuenta en el momento de su entrega, uno, dos, tres años. Su llanto es ya humano.
Pero sus ojos, acostumbrados a la visión de toda clase de cuadros de negra miseria, no
tardan en abrirse a la luz del bienestar. Las imperiosas necesidades de la vida de un niño
no tardan en imponerse al dolor de alejarse de la madre.
Una puerta se cierra; el niño no tiene ya madre; pero tiene, en cambio mil hermanos
más allí dentro. Y entra en el reino de la ciencia y de la humanidad.
Otra Sala. En el fondo algunas cunas, desbordantes de gasas vaporosas y sedas en es-
pera del cuerpecito infantil. El reino de la ciencia —y de sor Jesusa— empieza para él. Rei-
no de cristal níquel y blancos luminosos de lámparas que difunden luz como la solar cuan-
do la luz del sol falta.
Pesan al niño y lo pasan al “lazareto”. Es el “vía crucis” por donde le han antecedido
sus pobres hermanitos. Pequeñas habitaciones de cristal blancas y brillantes como jaulas,
indispensables para evitar toda clase de contagios. El niño abandonado aporta en sus ve-
PEDRO ESPINA PÉREZ 499

nas una sangre inocente que es preciso examinar. Infecciones ¿luéticas?, tuberculosis, ra-
quitismo, todas las herencias de la miseria. Algunos pequeños mueren; pero ¡cuántos de
ellos se salvan para siempre! Después de las observaciones médicas en el “lazareto” de cris-
tal, el niño entra a formar parte de la vida común de la gran familia infantil si está sano.
En el caso contrario la asistencia médica se encarga de curarlo: para ello cuenta con todos
los modernos recursos de la ciencia.
Recursos que se hallan también a disposición del público. Por la consulta pública de
la Inclusa pasan al día de veinte a treinta niños de familias madrileñas, para su examen; el
Instituto tiene a su disposición los más perfeccionados instrumentos científicos y unos
médicos excelentes. La organización es moderna y perfecta. Amplísimos salones sobre
cuyas paredes de brillantes azulejos irradian su gloria los aceros niquelados por entre nu-
trida cristalería que borra hasta el terror que suele inspirar una sala de operaciones.
Manos de mujeres dejan huellas de su paso por doquier: hay flores hasta en los labo-
ratorios de química.
Un salón misterioso: la sala sin luz. Aparatos extraños penden del techo, sobre un ta-
piz de caucho.
—Sor Jesusa, ¿qué es esto? Lámparas de cuarzo para crear el sol artificial. Este otro
salón es el de los Rayos X.
Por todas partes agua, limpieza brillante, casi agresiva. Cada cosa en su sitio: cada si-
tio para una cosa y una perfección absoluta en cada detalle.
El pequeño que ha ingresado enfermo pasa por todos estos aparatos científicos, es cu-
rado por médicos y enfermeras, vuelve a la vida. Su cuerpecito escuálido se va recubriendo
de carnes sonrosadas, y sus ojos tristes empiezan a sonreír a la vida de la salud, se ha res-
catado de la muerte un niño más.

LA INCUBADORA DE NIÑOS

Sí señores: hay también una “incubadora”, como para los polluelos. Cuando falta la clue-
ca —o se hace la cría de los pollitos en gran escala— se recurre a la incubadora, que des-
prende el mismo grado de calor que la clueca al cajón donde colocan los huevos fecundados.
Hay niños que nacen antes de los nueve meses establecidos: la incubadora le da el calor y
le aporta las condiciones de existencia necesarias para completar los meses que faltan: la
temperatura y la renovación de aire están mecánicamente regulados. La alimentación fun-
ciona ateniéndose estrictamente a las condiciones fisiológicas del niño incompleto, que sal-
drá de la incubadora cuando la ciencia lo haya provisto de cuanto la naturaleza humana no
ha podido dotarlo. La incubadora de la Inclusa es la única que existe en España de este mo-
delo moderno, y se halla capacitada para incubar de cuatro a seis años, no sólo de los en-
tregados a la Inclusa, sino de toda la ciudad.
Pero ¿no es toda una incubadora esa Inclusa? Inmensa incubadora que da el calor ma-
terno, material y espiritual.
¡Y cuántas máquinas calienta, refrigeran, esterilizan, fabrican de noche y día! Jamás
un número tan pequeño de niños ha puesto en marcha tanta electricidad. La “gota de le-
che”; cada ración dosificada según las necesidades de la edad y del físico. Millares de bo-
tellitas. Máquina esterilizadora. Refrigerantes. Máquina para hacer el “yogurt”. Máqui-
500 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

nas para hacer la mantequilla. En la vaquería catorce vacas dan leche para los recién na-
cidos y para los enfermos de modo que las condiciones de sanidad queden aseguradas en
la alimentación del niño.
La Inclusa cuenta, además con el concurso de 134 amas de cría, cluecas humanas que
dan el calor de la madre a un centenar de ávidos pequeñuelos.

SINTONÍA BLANCO-ROSA-AZUL

Una, dos, tres, diez galerías. El suelo, limpio como un espejo refulgente, refleja, una
doble hilera de camas blancas, como de espuma inmaculada, sobre las que un lazo rosa o
azul se abre como una flor. Son doscientas cuarenta cunas; departamento de “lactancia”,
lazo rosa las niñas, lazo azul los niños.
La luz matinal se filtra a través de las persianas. De entre la espuma inmaculada salta
la sinfonía de doscientas cuarenta vocecitas insistentes y prepotentes. Se despiertan, como
los pajaritos, de madrugada y duermen al transponer del sol. Ahora es el momento del
baño.
¿Se han imaginado ustedes, alguna vez, un baño fantástico de muñecas? Es un gran sa-
lón, donde predomina el tono blanco de las diminutas bañeras esmaltadas y alineadas con
una simetría de hermosos juguetes entrecruzadas de brillantes tubos de níquel, agua tem-
plada; doscientas cuarenta muñequitas rosa que se agitan y gritan con esos movimientos
torpes, peculiares de los primeros meses de vida vegetativos. No, todavía no están hermosos;
sus cuerpos son frágiles. Más adelante, cuando el niño abandone el departamento de “lac-
tancia” y pase al “destete”, actualmente son doscientos treinta los niños de este departa-
mento —entrará en posesión de la perfecta belleza de la primera edad del niño, bajo el es-
plendor de sus ojos azules.
¡Al baño también los de la sección de “destete”! Otra sinfonía en tono mayor, de ale-
gría, y de primeras palabras pronunciadas con la mímica primitiva de los niños que em-
piezan a hablar.
El sol. En la galería externa, bajo las arcadas de ladrillos rojos, lazos rosa y lazos azu-
les se alinean en una doble triple hilera de cunas blancas al aire y al sol, fieles padres que
no abandonan, antes bien dan calor y vida.
Entre las hileras de cunas blancas pasan silenciosas y ligeras las amas de cría, manchas
azul claro y leves las monjas, manchas azul oscuro en el blanco triunfante. Parece como
si estas mujeres no posaran los pies en el suelo, contentándose con rozarlo de un modo im-
perceptible para no hacer ruido y no interrumpir la sinfonía que elevan los centenares de
vocecitas blanco-azul-rosa, que empiezan a formar las primeras palabras.
Claro que esas primeras palabras varían de las que aprendan los demás niños en sus hoga-
res; “mama” y “papa”, tardarán mucho tiempo en serles familiares o acaso no lo sean nunca.

HERMINIA

Otro salón de la inmensa casa de muñecas. Estamos en el comedor, las mesitas de una
altura de dos palmos, esperan a su ingrávida clientela; en las paredes claras, flores y mu-
PEDRO ESPINA PÉREZ 501

ñecas. Alrededor de cada mesita, cuatro sillas; cuatro cubiertos impecables sobre los man-
teles de colores claros. Parece un gran salón de té preparado para un público de Liliput,
un salón de juguetes. Un centenar de pequeñitos, vestidos de blanco, bajan metiendo bu-
lla. Son los niños de dos a cinco años, que irrumpen como una bandada de pajaritos, se sien-
tan, agitan sus dedos frágiles y atruenan de alegría el claro salón.
Las monjas que sirven finas y pequeñas, parecen buenos gigantes protectores en el
mundo de los pigmeos. De los platos humeantes se desprende un olor reconfortante. ¿Qué
van a comer los pequeñuelos? Cocido, tortilla, conejo estofado y postre. Les cuesta un
poco de trabajo manejar el tenedor; pero más molesto sería valerse exclusivamente de las
manitas, parece reflexionar este ser de dos años, mientras se retuerce sobre su sillita de tubo
de acero. Herminia, la más “antigua”, se levanta. Herminia cuenta ya cinco años. Su ma-
dre la llevo a la Inclusa apenas nacida. Es esbelta y hermosa, con una sombra de melan-
colía en sus ojos magníficos. Ya se siente “mamita”. Se levanta y en silencio se va a ayu-
dar al hombrecito que no sabe servirse del tenedor, y lo da de comer con una ternura de
madre. El hombrecito egoísta, se deja alimentar seráfico, glotón. Otro hombrecito cansa-
do de forcejear, empieza a reclinar su cabecita sobre la mesa y se duerme desdeñando con
gesto indiferente, el ruido armonioso de cien voces alegres.
Ahora a jugar. Patios, jardines, sol y aire. El enjambre se desparrama. Pasan graves, su-
midos en serías conversaciones, dos hombrecitos de tres años. Grandes problemas deben
traer entre manos, ambos personajes. Se para y observan atentamente. Se curvan hacia el
suelo con profundo interés y miran; aquí perdieron ayer una bolita azul, y este accidente
es la grave preocupación del día.

¡MUÑECAS Y PELOTAS!

Jerarquía. Cada edad su comedor. Aquí todas las fases de la edad del hombre tiene su
organización diferente. Este otro es el comedor de las niñas de cinco a diez años que ya
van al colegio. Trescientas niñas. Entra el director de la Inclusa, la superiora y el gestor
de la Diputación Provincial, el gestor visitador, don Jesús del Pino Sainz.
Vamos a ver si el director es bueno, malo. El método es muy fácil; basta con mirar las tres-
cientas caras de las niñas. Si la expresión de éstas es infaliblemente elocuente y dice en silencio.
“Ya está aquí ese insoportable latoso”, no cabe duda, el director es malo; si las caras sonríen
el director es bueno, no hay que dudarlo. Los chicos y los perros tienen un instinto seguro y
les basta con su expresiva mímica para dar a conocer lo que les es afecto o desafecto.
Las trescientas niñas se levantan, sonríen contentas y saludan cordialmente al director.
Y como ríen cuando éste les tiende la mano y las llama por su propio nombre, no hay duda
don Conrado Moro es un buen director.
¿Apetito? ¡Excelente! Sopa, carne, salchichas y postre desaparecen por trescientas bo-
quitas en un abrir y cerrar de ojos. A no ser por el traje uniforme este comedor no daría si-
quiera la sensación de colegio, sino de una gran familia. Cada una de las chicas sabe cul-
tivar su personalidad propia tiene “su cabeza se peina a su gusto, se adereza según su
preferencia. ¡Y qué diversidad de tipos entre estas trescientas niñas!
Esta gordita, robusta, con el pelo rubio ceniza característico de raza de campesinos, es
hija de una aldea. Esta otra es madrileña, de cuatro generaciones a esta parte con su pelo
negro inconscientemente peinado a la última moda, sus grandes ojos y su óvalo fino.
502 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El director habla: —Aquí con el visitador-gestor, viene un periodista madrileño que to-
dos los años acompaña a los “Reyes Magos”, que visitan la Inclusa. ¡O le conocen bien
las chicas!
—¿Qué queréis que os traigan los reyes magos muchachas? ¡Muñecas y pelotas!
El grito es unánime. Ya saben los madrileños que es lo que quieren los chicos de la In-
clusa, muchas muñecas y muchas pelotas. Ya sabe Madrid lo que tiene que llevar al mo-
derno Instituto Provincial de Puericultura, muñecas, muñecas. Las chicas que no tienen ma-
dre quieren tener una hijita a la que poder abrazar, vestir y acostar en su pequeño lecho,
mientras ellas juegan con sus compañeras. El espíritu de la maternidad gravita ya en sus
cabecitas sin formar, que sin embargo, presienten, ya que a ellas les está encomendada la
sagrada misión de perpetuar la raza.

PEPE Y MARIANO

Departamento de chicos. Los varones se hallan en minoría; la superioridad numérica


de hembras es aplastante. A los cinco años pasan al Instituto Pablo Iglesias. Su estancia en
la Inclusa es breve: se circunscribe tan sólo al reinado de la infancia.
¿Asilados? No lo parece. Aquí están con su jersey de lana gris-azul, sus pantaloncitos
del mismo color y un abrigo azul de corte amplio y elegante. El abrigo sin embargo, no
parece estar de moda entre los chicos de la Inclusa; apenas ven un momento oportuno se
desprenden de él. Me confía esta información. Pepe, el muchacho más influyente de una
pandilla de cinco amigos de unos cuatro años de la que también forma parte Mariano.
La pandilla me honra inmediatamente con su confianza, me colma de afecto. Especial-
mente Mariano que es muy guapo. Cara abierta y franca, un mechón de pelo sobre la alta fren-
te y dos ojos de mirada campechana. Cachorros de leones, esta pandilla. Pero en su seno no
impera la unión. Pepe es de tendencias dictatorias; no le gusta el nombre de otro socio de la
pandilla. Mellizo, nombre que provoca su protesta, reprochando a Mariano una grave falta.
—Veamos, ¿qué ha hecho Mariano? Mariano, grita Pepe, levantando el índice en ac-
titud acusatoria, no sigue la moda ¡lleva abrigo!
En efecto, Mariano lleva abrigo. Mariano es un liberal y no quiere imposiciones tota-
litarias. Y Mellizo quiere llamarse como le da la gana o como le ha dado la gana a los que
le han legado el apellido. Pepe es un dictador. El incidente queda zanjado con una foto-
grafía. La pandilla se sitúa frente al objetivo, después tienden la manita al visitante, salu-
dan con soltura de caballeros y parten a toda velocidad a jugar al patio. La vida es hermosa.

LO QUE CUESTA UNA FAMILIA CON MIL HIJOS

En la Inclusa —es decir, en el Instituto Provincial de Puericultura— vive un millar de


niños. Más concretamente, 1.156 —la cifra varía a diario—, de los cuales pertenecen unos
240 al departamento de “lactancia”, unos 230 al de “destete”, y los demás al colegio y a
otras secciones. Ciento treinta y seis amas de cría aseguran la vida del departamento de “lac-
tantes”. Las amas de cría tienen su dormitorio, su comedor de estilo elegante, moderno y
confortable, dentro del Instituto; modelo de limpieza y organización.
PEDRO ESPINA PÉREZ 503

Los servicios administrativos están reunidos en un pabellón donde se hallan las des-
pensas, cocinas, cámaras frigoríficas, carnicería, depósito de fruta y verduras. Las oficinas,
de una elegancia severa y de buen gusto, ocupan otro pabellón situado junto a los servicios
médicos y científicos. Después vienen los comedores, dormitorios, baños y el colegio.
La gran familia madrileña del Instituto Provincial de Puericultura devora trescientos
sesenta kilogramos de pan al día y consume doscientos treinta y cinco litros de leche, amén
de la proporción correspondiente de carne, pescado, verduras y frutas. El presupuesto
anual de la Inclusa es de “1.484.000 pesetas”. Cada niño viene a costar, pues —con todos
los gastos inherentes a la Institución—, unas 12.000 pesetas al año.
En estos gastos han de incluirse todas las cargas del personal administrativo (38 mon-
jas, el personal de servicios, las 135 amas de cría) y la asistencia médica, que se compo-
ne de 14 médicos y asistentes y 12 agregados (2).
Esta asistencia médica de primer orden, salva todos los años centenares de vidas es-
pañolas. La mortalidad en los menores de un año es baja: alrededor de un 8 por 100 e in-
significante en los mayores de un año.
En 1934 el número de asilados es de unos doscientos más al del año pasado, que fue
asimismo superior a los precedentes. En total, desde que se reorganizó la Inclusa, es de-
cir, desde 1926, el número de los niños que han ingresado allí asciende a 13.649.
Otra forma interesante de la asistencia social del Instituto Provincial de Puericultura
es la de acoger a los pequeños que su propia madre cría. Y son muchas las madres que van
al Instituto para amamantar a sus hijos asilados. Las demás familias, que llevan a sus hi-
jos a las consultas médicas, gozan también de los beneficios del humanitario Centro sin
necesidad de desembolsar ningún estipendio. Todo esto queda comprendido en los gastos
generales ínfimos, como el lector habrá podido ver.
Poco dinero ha sido y es tan bien empleado. No se gastará nunca demasiado dinero para
desarrollar la asistencia social a la mujer, a la madre y al niño. El verdadero patriotismo,
la verdadera “defensa” y “exaltación de la raza” estriba en esto. Lo demás es literatura —
ala literatura— política. Tampoco se debe considerar como una caridad, la obra de asis-
tencia social. Es un deber del individuo, de las Corporaciones municipales y provinciales
y del Estado, el primero de los deberes.
La vida moderna, por otra parte, hace necesario enfrentarse, sin prejuicios de falsa mo-
ralidad, con el problema de las solteras madres. Una de las preocupaciones demográficas
modernas radica en el aumento constante de la proporción de las mujeres en los alumbramientos.
Madrid, ya tiene cien mil mujeres más que hombres. La crisis económica, de una parte y la
entrada de la mujer en las oficinas, talleres y profesiones de otra, plantean una serie de pro-
blemas nuevos que añadir al ya de suyo bastante importante problema de la asistencia de la
madre y del niño. Una mentalidad retrasada considerar estos problemas del lado caritativo,
lo que no deja de ser una disculpa para evitar la obligatoriedad de una función social.
La Inclusa está bien. Es una institución admirable. No sólo es el más hermoso monu-
mento de Madrid, sino uno de los más importantes de Europa. El problema de los recién
nacidos y abandonados por diversas causas, es siempre deplorable, pero difícilmente de su-
primir: en Madrid, está resuelto y bien resuelto.
Aquellos que piensen que es caro el coste de cada uno de los niños de la Inclusa —¡se mues-
tran tan economizadores de la asistencia de los demás, los que no quieren pagar los impues-
504 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tos— deben, al menos, pensar que por muchas de las plazas ocupadas en la Inclusa por unas cria-
turas inocentes, se ha evitado un infanticidio. Y mil plazas en la Inclusa pueden representar qui-
nientas plazas vacantes en la cárcel. Las cárceles cuestan más caro que todas las Inclusas. Pero
hay otro problema, que no está resulto y que se halla en violento contraste con la perfecta orga-
nización de la Inclusa: existe la de Madrid —¡y no hay para qué hablar del resto de España!—
una considerable cantidad de chicos que merecen la más urgente asistencia. Empujados por ver-
dadera miseria o por miserables explotadores —de ambos casos hay en abundancia—, hombres
y mujeres educan en la mendicidad a millares de chicos, exhiben a niños de pecho, que expo-
nen al frío para provocar la caridad pública; preparan maleantes o víctimas para la sociedad.
Cuando se sale de la Inclusa, con la más agradable y optimista impresión, se advierte
con más dureza el contraste con la mendicidad infantil en las calles de Madrid, espectá-
culo que mancha a la gran urbe moderna que es la capital de la República.

DESPROPORCIÓN DE GASTOS

Sobre el Estado moderno pesan excesivos gastos; uno de los problemas más graves del
mundo consiste en desmovilizar algunas actividades excesivas del Estado, cuyos, presupuestos
crecen constantemente. El Estado moderno es demasiado caro y más caro todavía el Esta-
do dictatorial. Pero para asistencia social los gastos son ridículos, y en esta asistencia el ca-
pítulo primero, y más interesante es el de los cuidados que se deben a la madre y al niño.
Las escuelas bien están; pero antes de que el niño llegue a la edad de seis años nece-
sita vivir y educarse. Los parados son muchos, los menesterosos legión. Existen organis-
mos particulares, iniciativas privadas o Asociaciones que se ocupan del problema; pero la
“caridad” privada es insuficiente, y ya hemos apuntado que el problema no es de caridad.
Las colectividades municipales y estatales tienen que resolver el problema desde el pun-
to de vista humano y de defensa de la sociedad.
Hay que desarrollar las Instituciones que existen y crear otras nuevas para que cada niño
pueda disponer de una cama donde dormir, comida necesaria y ropa indispensable, que as-
pire a la alegría de la vida y no a las “cárceles de niños”. Es preciso acabar con la mendi-
cidad callejera en Madrid, y especialmente la ejercida por mujeres y niños, que es la más
humillante. Si es verdad que un 75 por 100 de esta mendicidad es profesional, el proble-
ma, de simple policía, es sencillo, si no se agravará de modo considerable el problema so-
cial, porque los miles de niños mendigos profesionales son, en potencia, aspirantes a las
cárceles y a la vida al margen del Código penal. Cuando la mendicidad infantil es profe-
sional se impone un método enérgico para reducirla, para desintoxicarla, cosa que nunca.
puede ser obra de los llamados Institutos de corrección, que alimentan muchas veces la cri-
minalidad en vez de eliminarla.
La escuela del vago y del maleante está en la mendicidad infantil, sala de espera de la
Cárcel Modelo.
En el aire puro de la Inclusa el corazón de un hombre se abre a la esperanza optimis-
ta, Se sale de los magníficos pabellones, y en la calle principal de Madrid, la de Alcalá se
ve por las escaleras del “Metro’ cercando las puertas de los cafés delante de los cinema-
tógrafos, frente al edificio de Correos, en cualquier parte, a la misma mujer con el mismo
niño de pecho en brazos que se presenta a implorar una “limosnita”, cuando no es un niño
mayor que pide para un “panecillo”. O el triste espectáculo del “padre parado” con cua-
PEDRO ESPINA PÉREZ 505

tro o cinco niños mugrientos —como si la limosna estuviera en razón directa de la sucie-
dad— que piden, con gesto agresivo, “una perra”.
La Inclusa se halla enclavada en un barrio tranquilo de la periferia, y pocos la ven. A
los mendigos los ven todos, compatriotas o extranjeros. De ahí que sean muchos a hablar.
de ese baldón, exhibido a ojos vistas por todas partes y pocos a nombrar la existencia de
la flor espléndida, de la obra de asistencia como la Inclusa, que se cuenta entre las mejo-
res de Europa.

LA CASA DE MATERNIDAD

Volvamos, empero, a la Inclusa. De esta Institución depende también la Casa de Mater-


nidad que en 1837 fue fundada, en Chamberí, bajo la denominación de “Hijos de Santa Pau-
la”, asilo sostenido por la caridad pública y destinada a proporcionar los auxilios necesarios
a las mujeres que, hallándose en el período de la gestación, los reclamasen. En 1870 el Ins-
tituto de los “Hijos de Santa Paula” se refundió con la Casa de la Maternidad, fundada en 1869,
y se transformó en establecimiento provincial, reformado en 1899 con una sala de Gineco-
logía y un quirófano. La casa fue trasferida a la calle de Mesón de Paredes, en comunicación
con la Inclusa de entonces, y más tarde pasó bajo la dependencia de este Instituto.
La Casa de Maternidad tiene un departamento de pago y uno común, gratuito. La ad-
misión y estancia de las acogidas es asegurada por el más absoluto secreto para quien así
lo exija. No se les obliga a facilitar informe alguno: si se niegan a ello, limitándose a de-
signarlas durante su permanencia en el benéfico establecimiento por el número de la cama.
Las madres que tienen motivo para ocultar su nombre y su maternidad pueden, después de
la convalecencia, llevarse el hijo o depositarlo en la Inclusa. La Casa de maternidad es la
que proporciona el mayor número de chicos al Instituto de Puericultura.
Además, la Casa de Maternidad presta su asistencia en las salas de Ginecología, a en-
fermas pobres que la necesitan.
Pero el problema no estriba en asegurar sólo la asistencia médica a las mujeres, sino
en asegurar a las madres legítimas o ilegítimas la posibilidad de criar a su hijo, la seguri-
dad de poder vivir en los meses de lactancia, los medios de poder seguir trabajando y guar-
dando a su hijo y en fin, los recursos indispensables para el hijo en el caso de paro o mi-
seria de sus padres. En este campo, especialmente en España, donde el índice de natalidad
figura entre los más elevados de Europa y donde las familias son numerosas, es preciso de-
sarrollar un sistema de “creches”, donde la madre pueda dejar todo el día a su hijo, segu-
ra de que será alimentado y atendido, para retirarlo por la noche, al retorno del trabajo.
Mucho se ha hecho en España para disminuir la mortalidad infantil, pero mucho queda
todavía por hacer. El porcentaje de mortalidad de los menores de un año es alto y elevado;
elevado, asimismo, el de los mayores de un año. La causa principal de ese alto porcentaje se
debe a la falta de alimentación y a la falta de asistencia. Una política demográfica metódica
y de conjunto, puede, al cabo de pocos años, contribuir a dar un serio avance a la población
de la República. Esta política no consiste en literatura sobre la “potencia del número” sino
en obras que aseguren la vida del niño. España se encuentra en la situación privilegiada de
ser un territorio con abundancia de recursos, cuyo exceso, al estar cerrados los mercados de
explotación, ha de encontrar salida en el aumento de consumo interior. Unos millones de es-
pañoles más no sería, pues, causa de miseria, sino de riqueza para el país. Las consideraciones
506 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de humanidad que impone la asistencia del niño tienen también su lado práctico centro de
la economía nacional. La densidad de la población de España es muy inferior a la de Che-
co-Eslovaquia, Francia, Alemania, Italia, Yugoslavia, Polonia, Suiza y otros países, a pesar
de que esos territorios —a excepción de Francia— no pueden vivir sólo de sus recursos na-
cionales y necesitan importar del Extranjero.
Nos hemos alejado un poco del monumento más hermoso de Madrid. Pero nos queda
aún tiempo para volver sobre la Casa del Niño. Volver, posiblemente con un juguete. Los
Reyes están cerca y las niñas quieren muñecas y pelotas. ¿Quién le llevará una muñeca a
Herminia? ¿Quién le llevará un automóvil a Mariano, un juguete a Pepe y otro a Mellizo?
¿Quién les traerá a estos niños el afecto de sus madres y padres, ausentes?
Si, es verdad; tienen el cariño y el afecto de don Conrado Moro, de sor Josefa, la su-
periora: de sor Irene, de sor Jesusa, y de todas las demás monjas, pero una manifestación
de afecto no sobra nunca.
Tiempo les queda a los chicos de la Inclusa de perder su más hermoso don: la infan-
cia. El único defecto de los chicos es el de hacerse hombres. Cuando hayan llegado a ese
punto tendrán que penetrar en la “jugle” de la vida cotidiana, civilizada y bárbara. Pero a
propósito; ¿dónde van a parar los niños que han salido de la Inclusa?
En la Inclusa no se aplica —afortunadamente— el método de la “Assistence Publique”,
la “Assistence” francesa, cuando el chico o la chica abandonados cumplen los quince años,
pueden emplearlos en las granjas o talleres que los pidan. El experimento, en lo que respecta
a las muchachas, especialmente, ha dado malos resultados. La “fille de L’Assistence Publique”
empleada en el campo se convierte en todo y para todo —de los años— de la casa. Es una
hija que no tiene familia. Por eso no tiene por qué protestar. Además no la va a oír nadie.
Y los chicos van a aumentar con frecuencia la clientela de los reformatorios.
La Inclusa de Madrid, sólo entrega los pequeños a sus padres cuando éstos los recla-
man, o a personas que quieran adoptar un hijo. Antes de hacer la entrega, la Inclusa se
asegura de si la familia que lo va a adoptar cuenta con medios suficientes —materiales y
morales— para poder asegurar la existencia y educación del niño. Cuando nadie reclama
o adopta a las chicas, éstas se quedan en el colegio y en los talleres hasta cumplir la edad
de veintitrés años. Muchísimas se casan y forman con acendrado amor la familia, de que
han carecido.
Se casará Herminia, guapa chica madrileña. Se casará Mariano. Como los países feli-
ces son aquellos que no tienen historia serán felices. Herminia y Mariano, cuyo árbol ge-
nealógico empieza en ellos. Es decir, empieza en la Inclusa, la gran casa de los niños, don-
de vive la gran familia de mil chiquillos de ambos sexos, sin madre y que han entrado en
Madrid, la gran madre que rescata su pecado.
Por KIM. Día 6 de enero de 1935. Diario “AHORA”
Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ

NOTAS

(1) Carlos III Rey de España. Madrid 20-1716. T. ib. 14-12-1788. Así que debe decir Carlos IV.
(2) Este número de médicos, 2 ó 3 asistían a los niños de la Inclusa y el resto atendían las con-
sultas de Puericultura y Pediatría de beneficiencia de Madrid.
¿QUÉ HACEMOS EN FAVOR DE LOS NIÑOS
NECESITADOS?
EL INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
Ha abolido la vergüenza de las viejas inclusas
Cincuenta madres que crían a sus propios hijos
LA CIUDAD DEL NIÑO DEBE SER UNA REALIDAD

Por Carmen DE ICAZA

Ante la boca negra del torno una sombra de mujer. Entre el mantón un bulto. La mujer
no quiere mirarlo. Ya es bastante el sentir en sus brazos su suave calor y su carga ligera. ¡Esa
carga a que, a pesar de ser tan ligera y tan tierna, la vida no le permite cobijar a su pecho!
“Abandonado de todos, la Caridad me recoge...”. La caridad, se dice la mujer, ¿por
qué no? Ella no posee a nadie en el mundo. Su hombre murió. Trabajo no encuentra. Lle-
va días sin comer. Por no tener nada, no tienen ni leche. Y el bulto en sus brazos solloza
de hambre…
La mujer mira el edificio lóbrego y la boca negra que invita. Y Mira la carita blanca y
escucha el tenue llorar. Y no lo piensa más; “¡Ahí dentro te darán de comer!...” No lo
besa... ¿para qué?.. Un brusco ademán... Un giro rápido. Y el bultito que momentos antes,
a pesar de que la leche te faltaba, y de que no tenía pañales, y de que no tenía cuna, pose-
ía, sin embargo, algo maravilloso; los brazos de su madre, y el calor de su madre, y el do-
lor de madre, ha ingresado en la Inclusa. A través de la negra facilidad el torno ha entra-
do en aquella tristemente famosa Inclusa de ayer donde morían “un cien por cien” de los
niños que a “su caridad”, se acogían.
Hoy un edificio enorme y lujoso; el Instituto Provincial de Puericultura. Un umbral cla-
ro, abierto de día y abierto de noche. Pero abierto claramente, francamente. De par en par.
La madre que, sea por lo que sea, se ve obligada a abandonar a su hijo le debe, al menos
este último gesto gallardo de entregarlo cara a cara. El torno, bañado en las sombras del
oprobio y de la vergüenza, con su muda complicidad, con sus oscuros tentáculos, recep-
tores de pequeños humanos, ha dejado de existir.
508 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El niño de hoy al pisar la Inclusa de hoy —¡qué hasta el nombre ha cambiado!— no


acude a la “caridad” oficial de los. hombres —que nada tiene qué ver con la divina Cari-
dad que es Amor—, sino que se ampara en su derecho. En su derecho a tener alimento y
una cuna limpia: lo que la Naturaleza no regatea ni al último animalito.
El niño de hoy pasa de las manos maternas a las manos maternales. Del abrazo del
mantón al abrazo del hábito.
—¿Y por qué lo dejas, hija mía?— La Hermana interroga a la madre. Y escucha bon-
dadosa su relato de miseria y de dolor. Y anima y aconseja. ¡Ay! Si pudiese “hacer” más
que eso! ¡Si junto a la estancia clara donde dos cunas vacías aguardan a dos “números” fu-
turos hubiese una oficina de colocación, proveedora de trabajo y de salario! ¡Entonces si
pudiese borrar la amargura del rictus que tiembla en la boca femenina!
Cuídemelo bien que no llore, hermana.
Una medalla dorada —¡el número!— ha sido colgada del cuello del “bebe”, un cartoncito
—casi una ficha de guardarropa— pasa a la mano de la madre. Preguntas se han hecho po-
cas y sólo aquellas que interesan al porvenir del niño.
—Ya sabe que todos los meses, del día 10 al día 20, puede preguntar por él. Y ya sabe
que cuando pueda, o cuando quiera, puede venir a llevárselo…
La madre ha abandonado el palacio lujoso y resplandeciente. Mejor dicho, lo ha abando-
nado la mujer. Porque la madre canjeó su título glorioso, hecho gorjeos y hecho rizos, por una
ficha de guardarropa. La vida es cruel. ¿O quién es cruel? ¿A quién echar la culpa? La caridad
oficial, que hoy se llama Justicia Social, ha hecho lo que ha podido su chiquitín chupará bibe-
rones perfectos y se bañará en baños inmaculados. Pero… ¿no ha dejado de ser “su chiquitín”?...
En el cuello del bebé se mece el número dorado. Ahí está desnudito en la sala de reconoci-
miento. Han tirado sus ropas viejas. Le han bañado en la bañera de nieve. Y uno de los directo-
res del Instituto, el doctor Bravo Frías o el doctor Muñoyerro, lo reconocen con interés. Co-
mienza su historia. El bebé nuevo ingresa en el lazareto. Durante tres semanas permanecerá en
observación dentro de su pequeño cuarto de cristal. Después, una vez demostrado que está bien
sano, irá a la “nursery”, donde será criado entre cincuenta chiquillos como él. Los doscientos cin-
cuenta niños menores de un año que actualmente cobija el Instituto son criados por ciento cin-
cuenta amas, madres de otros tantos niños, que, aparte del suyo, amamantan a un bebé ajeno.
Estas mujeres, que proceden generalmente de las casas de Maternidad, además —admirablemente
por cierto—, cobran, por criar a sus propios hijos, un sueldo mensual de cuarenta y dos pesetas.
Existe también todo un servicio —llamémoslo así— de amas externas, mujeres que sa-
can niños del Instituto y los crían en su casa, teniendo que presentarlos periódicamente a
los médicos de dicho Centro.
Cuando el niño ha sido destetado pasa al segundo cuerpo del edificio, tan amplio y tan res-
plandeciente como el primero, con sus salas de “kindergante”, cuyos pupitres tienen forma de
“gato Félix”, o de “ratón Mickey”; con su precioso comedor de estilo moderno; con sus sa-
las de juego llenas de juguetes y su amplia terraza bañada de sol. Las Hijas de la Caridad de
San Vicente de Paúl, bajo la ya citada dirección médica, se ocupan y preocupan hasta del úl-
timo detalle que ataña al bienestar y a la educación de los pequeños “huéspedes”.
Con admirable entusiasmo nos explica el doctor Muñoyerro que para todos ellos el
niño no es “uno de tantos”, sino “Pepito” o “Juanita” a quien hay que criar sano y alegre,
PEDRO ESPINA PÉREZ 509

y que hay que encauzar en la vida. Pepito o Juanita, que al salir mañana de un Colegio con
su oficio bien sabido, serán seres humanos fuertes y útiles.
El Instituto Provincial de Puericultura, modelo de adelanto y de “confort” ultramo-
derno, toda claridad e higiene, con su sala “incubadora” para los recién nacidos débiles,
con sus resplandecientes salas de baño, con sus dormitorios blancos para niños, con su
enfermería y sobre todo con su vigilancia médica “individual” es una honra de la ciudad
de Madrid, y especialmente, de la Diputación Provincial, que no escatima sacrificios cuan-
do se trata de estos niños abandonados.
Pero... y aquí volvemos a encontrarnos con el profundo problema cuyas raíces forman
un círculo vicioso. ¿Es que tiene que haber niños abandonados? ¿Cuál es la causa de que
existan niños abandonados? Dos son las causas: LA MISERIA MORAL Y LA MISERIA
MATERIAL.
Es miseria moral la incultura moral. La falta de saneamiento moral de la juventud, su
ausencia de sentido de la responsabilidad. Del respeto que el hombre debe a la mujer y que
la mujer se debe a sí misma. Es miseria moral, la cobardía del hombre que abandona a la
futura madre. Y es también pobreza moral la falta de caridad cristiana de aquellos que le
cierran las puertas y que en la mujer que lleva un niño abrazado no saben ver únicamen-
te el símbolo de la maternidad a quien hay que proteger y que ayudar.
El niño, además de la necesidad de chupar biberones limpios y dormir en cunas lim-
pias, tiene por ley de naturaleza derecho al tierno calor de su propia madre. ¿Cómo con-
servárselo? Protegiéndola a ella y educando y elevando para su misión de padres futuros
a las generaciones venideras. ¿Como lograr admirables obras ya existentes de manera que
formen un “frente único”, y segundo, con una gran cruzada correctiva.
Para ayudar de manera definitiva a la madre y al niño, el feminismo francés pide a
su país la creación de un ministerio de la Maternidad, que habría de ser el eje de un
enorme engranaje social, cuyas ruedas llevarían los nombres de “Puericultura”, “Soco-
rro material”, “Comedores para madres”, “Gotas de leche”, “Casas de maternidad”,
“Guarderías”, “Jardines de la infancia”, “Sanatorios”, etc., que habrían de funcionar a
un mismo compás.
Únicamente centralizando los esfuerzos aislados y los sacrificios aislados —que
pierden su mayor eficacia al no estar ligados entre sí—, únicamente trazando un ver-
dadero plan de combate, puede remediarse el angustioso problema de la infancia des-
valida. Si existe por excelencia un terreno en el que las clases sociales deben com-
prenderse y ayudarse es aquél en que crece la más hermosa de todas las flores; la
maternidad.
El porvenir de nuestra patria se elabora en el mundo misterioso de la infancia. Noso-
tros que tanto nos preocupamos porque nuestros hijos crezcan fuertes y cultos, sanos y
honrados, ¡cómo no vamos a querer luchar a favor de los niños necesitados de pan, de co-
bijo, de calor, de cultura! ¡Cómo no vayamos a estar dispuestos a hacer también de ellos
para un mañana mejor —hombres sanos y cultos, fuertes y honrados—!
El construir una ciudad para el niño, como existe una Ciudad Universitaria, es en ver-
dad un proyecto sublime. Un proyecto que habría que ampliar, que apoyar, que sacar ade-
lante cueste, lo que cueste. ¿No podríamos todos, aportando cada cual nuestro grano de are-
na, convertirlo en radiante realidad? ¿No podríamos, por ejemplo, y como una de tantas
fuentes e ingreso, resucitar anualmente en favor suyo la olvidada Fiesta de la Flor?
510 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El Estado, si emprende esta obra de regeneración social, sabe que contará con la
ayuda de todos. En ningún país del mundo da la caridad particular tanto como en Espa-
ña. En ninguna parte se responde a la menor indicación con mayor entusiasmo. El “te-
ner alma” —volvemos a repetir—, es un patrimonio de nuestra raza. De esa raza hidal-
ga que, lanza en ristre, siempre está dispuesta, como el caballero manchego, a salir en
defensa de necesitados y de oprimidos, y que en esta ocasión estará tanto más decidida
a la lucha cuanto que es un nene llorando el que le tiende los brazos. El que todo lo es-
perado cada uno de nosotros: de ti, hombre sano y culto, fuerte y honrado, y de mujer
que llevas como talismán de Amor, y porque Dios lo ha querido, dentro del corazón un
niñito dormido.
Diario Ya, 28 de diciembre de 1935.
Elaborado los datos por P. ESPINA PÉREZ

En las grandes terrazas bañadas de sol juegan los nenes. (Foto S. Yubero).
“INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
Y COLEGIO DE LA PAZ”
1936

Diputación provincial de Madrid: Año 1936. Evacuación de los niños acogidos en el


Instituto Provincial de Puericultura, Colegio de las Mercedes, la Paz y Pablo Iglesias a las
“Colonias Valencianas”. Valencia.
La situación tan mala y angustiosa que se vivía en la capital, producida por la contienda,
repercutió considerablemente en los centros, generando escasez de recursos y penuria en es-
tas instituciones benéficas dependientes de la Diputación. No obstante, la nueva dirección
empeoro lo que parecía imposible de empeorar; primero con los cambios directivos, segun-
do, prescindieron de las monjas, reemplazándolas por alguna enfermera y otro personal au-
xiliar menos preparado profesionalmente, y por supuesto, menor número de personas de las
que habían despedido. Por estos desaciertos, los médicos, solicitaron dos enfermeras por cada
monja que se fue, por entender que cada monja trabajaba del orden de 14 horas diarias, esto
no lo aceptó la nueva dirección. “Al hilo de lo dicho, algo nos contó “Sor Irene” de lo ocu-
rrido, aunque ella era una monja muy profesional, trabajadora incansable, cauta y prudente en
sus comentarios referentes a los acontecimientos de esos años en la Institución. Sin embargo
alguna vez nos contaba que lo pasaron muy mal los últimos meses viendo como empeoraba
la asistencia a los niños, así como en su entorno personal. No obstante, decía que hubo algu-
nos empleados que las protegieron hasta que pudieron abandonar la Casa, por supuesto de pai-
sanas, cobijándose en pensiones hasta que terminó la contienda”. Estos hechos agravaron
considerablemente la supervivencia de los niños, por la escasa y mala asistencia que venían
recibiendo en la “Casa”, lo que produjo una situación insostenible para los médicos.
Todos estos problemas, les llevó a denunciar con una claridad meridiana las penurias
y escasez de recursos de todo tipo para la subsistencia de estas criaturas. Por efectuar es-
tas manifestaciones los médicos, (más del 60% hijos legítimos). La Diputación los ceso
en sus funciones a los dos doctores: Muñoyerro y Bravo Frías.
Estos dos médicos fueron sustituidos seguidamente por un sólo médico ayudante, el Dr.
Jaso Roldán, al que pusieron al frente como Director interino del..

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA

Tomó posesión con el nombramiento de director interino de la Institución. Cuando


efectuó la visita obligada o de cortesía como nuevo director, por las dependencias del

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512 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

establecimiento, y contemplo de cerca aquel panorama de la cruda realidad en que se en-


contraban aquellas criaturas, desamparadas de las atenciones mínimas que merece todo
ser humano. no pudo por menos de efectuar las siguientes declaraciones:
1.°) Hambre, disentería, etc., le da pavor mirar a esos niños moribundos.
2.°) Poco personal y este, con escasa formación profesionalidad.
3.°) Suciedad por doquier, y la higiene muy deficiente en todo el centro, etc.
4.°) Gran afluencia de niños. Y hacinamiento de ellos en las secciones.
5.°) Falta de medicamentos esenciales, y otros útiles de enfermería tan necesarios
como imprescindibles para la vida de los niños.
6.°) Grandes epidemias, Sarampión y otras enfermedades, y se morían muchos por
infecciones continuas, etc.
7.°) Se morían del orden de dos a tres niños diarios, enorme mortalidad.
8.°) Las madres podían quedarse a criar a sus hijos y a otros de la casa.
Y sigue relatando otras causas desfavorables, como era el entorno del “Instituto Pro-
vincial de Puericultura”, ya que por esa época estaba ubicado en una zona marginal, poco
habitado por tratarse de un barrio de extrarradio y ser difícil llegar hasta allí. A su vez era
insana la vida y el camino estaba regado de todo lo malo que pueda uno imaginarse, ade-
más de los robos y saqueos diarios a las personas que transitaban por la zona.
También habla de la reorganización que hizo por “zonas profilácticas, etc., Así como
que trajo un médico para el laboratorio, organizó un lactario, con un equipo formado por
1 enfermera técnica y como auxiliares las niñas del Colegio de la Paz, y pocas cosas más
pudo hacer, ya que todo se quedo en buenas intenciones por parte del médico, como es de
suponer por las circunstancias de la contienda. Y el doctor Jaso continua diciendo.

QUE LLEGO LA CONTIENDA

Se quedó él solo como médico y de la dirección administrativa se hicieron cargo dos


Maestros de la Educación durante unos meses, hasta que volvieron de donde habían sido
evacuados, (no dice quienes ni el nivel que tenían).

COMENZÓ LA EVACUACIÓN

Y menciona, que llegó en mano una carta cuando estaba con su familia en un refu-
gio, ordenándole que al día siguiente se presentase en la estación del “Niño Jesús” para
hacer la evacuación de todos los niños acogidos en: Instituto de Puericultura, Colegio
de la Paz y de las Mercedes. Así que con esa imposición y urgencia tuvo que hacerlo
de inmediato, sin darle tiempo a más cosas. Si bien solicitó víveres a la Diputación y
sólo le dieron unas cajas de leche condensada y “10.000, pesetas” para todos los gas-
tos que generase el viaje hasta llegar a Valencia. No obstante; preguntó, que con quien
se ponía en contacto en el viaje, respuesta, no se sabrá nada, sólo que el destino era a
Valencia.
PEDRO ESPINA PÉREZ 513

Personal con el que se efectuó el éxodo de los niños a Valencia

El doctor Jaso como director de la expedición, su mujer y el padre de esta, otros dos
colegas médicos pediatras con sus familias, y el doctor Bernal le acompañó a Valencia, en
donde se quedó, más una Maestra, algunas enfermeras del centro, así como las que movi-
lizaron al efecto, (no dice el número) y por supuesto las madres internas que estaban en el
Instituto de Puericultura con sus niños lactantes y de corta edad. Todo este personal, de-
pendiente de la Diputación de Madrid.
Estación del Niño Jesús. Ya en la estación, el personal y los mil niños que formaban
la expedición integrada por todos los centros, los montaron en unos pocos vagones que ha-
bía y por el “ferrocarril de vía estrecha” fueron a parar a la estación del pueblo de Colmenar
de Oreja, 60 kilómetros de Madrid, fin del primer trayecto, cuya estación estaba en medio
del campo, a unos dos kilómetros del pueblo.
Era a últimos de octubre y hacia un frío terrible, Y dice que: una señora que tenía una
cafetera, la sacó y con agua y la leche condensada que llevaban para el viaje, preparó le-
che para alimentar un poco a los más necesitados antes de iniciar la marcha hasta el pue-
blo. Una vez que hubieron tomado el alimento los niños, descargaron el equipaje que lle-
vaban en los vagones y con todo este bagaje al hombro, emprendieron el camino andando
hasta que llegaron al pueblo, que distaba unos dos kilometros.
En el pueblo les habían preparado un edificio, pero era pequeño para albergar a los
mil niños y a todo el personal que los acompañaba.
En el pueblo tuvieron que esperar a unos “Autobuses” que según contaba el médico,
nunca aparecieron. Cuando se dieron cuenta que era mentira, decidieron seguir de alguna
manera el viaje, así que se pusieron en la carretera y viendo como pasaban camiones a
toda velocidad cargados de gente, sin que parase ninguno, el Dr. Jaso, busco ayuda y en-
contró a unos milicianos y les pidió ayuda. Los milicianos no le prestaban atención, has-
ta que vieron en que circunstancias se encontraban todos aquellos niños abandonados a su
suerte, y dice, que se quedaron alucinados ante aquellas criaturas. Para resolverlo, los mi-
licianos, cogieron sus fusiles en la mano e hicieron parar a los camiones y autocares que
llegaban, y poco a poco fueron montando a la gente y transportándola en aquella segunda
etapa hasta Alcázar de San Juan. En la estación, había unas 10.000 personas esperando para
montar en un sólo tren. Ante aquella avalancha de gente, el doctor Jaso pidió apoyo a un
Jefe de Estación, el cual se lo prometió y así lo hizo. Cargo en vagones a todos los niños
antes de formarse el tren, sin enterarse nadie y continuaron el viaje hasta Valencia.
Llegados a Valencia, refiere que se encontró con la primera ministra de Sanidad que hubo,
mujer valenciana, que le recibió bien, no recuerda el nombre. La Sra. Ministra les proporcio-
no un Colegio, Por las referencias encontradas en el archivo de la Diputación del año 1938. De-
bió de tratarse del Instituto de Asistencia Social “Gabriela Mistral”, o bien en la “Casa Hospi-
cio de Nuestra Señora de la Misericordia, dependiente de la Diputación de Valencia, y en ellos
los dejó, no obstante, reiteró otra vez, el hambre y pavor de las criaturas, al dejarlos en aque-
llas Instituciones. Él se volvió a Madrid, para abrir de nuevo el Instituto de Puericultura.
Según recoge en sus apuntes, confirma que en el viaje no se murió nadie en los tres días
que duró, y afirma que antes se morían de dos a tres por día.
Apuntes prestados por la Dra. D.a María del Carmen Teruel de unas manifestacio-
nes efectuadas por el Dr. D. Enrique Jaso Rondan. En las que narra como se realizó la
evacuación de los niños a Valencia en el año 1936.
514 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE MADRID

Consejo Provincial de Madrid. Dirección General de Evacuación y Refugiados.


El Delegado de la Evacuación Exterior de Madrid.

COLONIAS DE EVACUACIÓN, Año 1936 y EVACUACIÓN, 2.a Año 1936

“Colonia Escolar Madrileña” Evacuada a las Colonias Valencianas”


Estas colonias estuvieron ubicadas en:
Valencia: Instituto de asistencia Social “Gabriela Mistral”, y Casa-Hospicio de Nues-
tra Señora de la Misericordia,
Pueblos de Valencia: Aldaya. Algemesí. Burjasot. Tabernes de Valldigna. Torrente y Vallada.
Castellón de la Plana: Pueblo de Navajas.
Alicante: Pueblo de Jacarilla: En este pueblo estuvo ubicado el “Hogar Infantil del
Socorro Rojo Internacional.” y en él estuvieron acogidos algunos de los niños de las co-
lonias valencianas.
Alicante: Pueblo de Fondilla; En ese pueblo estuvo ubicada una “Leprosería”, en la
que hubo niños internados, procedentes de las colonias. Así aparece un oficio remitiendo
las cuentas de gastos producidos por las estancias a la Diputación de Madrid.
Ciudad real: Colonias de la Mancha, ubicadas en los pueblos de:
Viso del Marqués: La “Colonia Infantil”. “Enfermería de Jiménez Coronado”, y de
“Las Fuentes.” Residencia de adultos, anejas a la del Viso del Marqués.
Almagro: A este pueblo llegaron enfermos mentales, procedentes de la Diputación Pro-
vincial de Madrid, los cuales fueron internados en el Hospital Subalterno de “Almagro“,
No hay referencia de colonias infantiles. Si bien montaron un taller para confeccionar ro-
pas, según oficio del Administrador de los Servicios de evacuación, por el que interesaba
le facilitarán accesorios y material de más precisión para la confección de prendas en los
talleres de los establecimientos de Viso del Marqués y Almagro, año 1938.
Valencia Capital: Debieron de centralizar todas las recepciones de los niños, adoles-
centes y mayores en el Instituto de Asistencia Social “Gabriela Mistral”, y “Casa Hospi-
cio” de Nuestra Señora de la Misericordia. Según las declaraciones del Dr. Jaso, el número
de niños evacuados octubre-noviembre fue de unos 1.000 niños, a cuyo médico, le orde-
naron hacer el traslado de estas criaturas desde Madrid, a las colonias “Valencianas”. No
se han encontrado relaciones al respecto del número total de los que llegaron a esa capi-
tal, No obstante, existen listados parciales por colonias, año 1937, incluida la de Valencia
capital. Si hay dos posteriores: una de un grupo de niños, comprendidos entre los 14 y 15
años, y otra de mujeres entre 30 y 40 años, acogidos en Valencia, para ser trasladados a Ma-
drid, (el 24-5-1938.) Así hay otras autorizaciones para que puedan ser trasladados; 16 aco-
gidos mayores de 20 años, niñas de 15 a 18 años para trabajar en los talleres del Colegio
de Pablo Iglesias y algunos más. Por otra parte hay un oficio de finales de 1938, en que
dice: “No existiendo en el Instituto de Asistencia Social “Gabriela Mistral”, ningún aco-
gido ni maestra de la Corporación, se da por cerrado.”
PEDRO ESPINA PÉREZ 515

Aldaya: No hay noticias de cuando llegaron a esta colonia. Es de suponer que fue a fina-
les del año 1936. Aunque el primer escrito, referente a los niños es del 31 de diciembre de 1938,
en cuyo escrito indicaban, que el número de acogidos era de 180 niños, y que todos estaban
con familias del pueblo o en crianza externa. Por esta razón, algunos fueron adoptados por di-
chas familias. (La maestra responsable.) No obstante, hay partes semanales que emitían de la
marcha de la “Colonia”, En el de la semana del 6 al 13 de agosto 1938. “En Vida Social“; di-
cen: Los niños siguen escapándose de las casas constantemente, por cuyo motivo hay todos
los días conflictos por no querer volverlos a recoger. En la semana del 21 al 28 de agosto
1938. En “Vida Social“; afirman: que se trasladan varios niños y niñas que han cumplido los
14 años a Valencia, acompañados de 2 maestras, al Instituto de Asistencia Social “Gabrie-
la Mistral”, para el momento en que tengan que salir para Madrid. En la semana del 19 al
26 de febrero de 1939 cuentan: que son muchas las quejas que hay por el descontento de no
ayudar a vestir y calzar a los niños que tienen acogidos, pues son grandes las dificultades que
tienen para conseguir ropa y calzado por lo que desearíamos si es posible, se nos mande
algo para darles a estas familias”. Hay un oficio del Sr. Alcalde, en que manifiesta que: en
todos los momentos los niños han sido considerados y lo son en la actualidad, por los veci-
nos que los tienen acogidos como pertenecientes a la misma familia, siendo tratados como
tales, teniendo con ellos toda clase de miramientos y honrando con ello a este vecindario.
Algemesí: El número de acogidos al 13 de diciembre de 1938, era de 233 niños entre
ambos sexos, en edades comprendidas entre 6 y 14 años. Todos ellos vivían con las fami-
lias del pueblo, así que algunos quedaron adoptados por estas familias. Hay un oficio del
13 de diciembre 1938, por el que solicitan ropas y calzado a la dirección, afirmando que
desde que fueron evacuados sólo han recibido 17 pares de zapatos. Y con fecha 28 de abril
de 1938, recibieron de la Diputación de Madrid, oficio solicitando un “Inventario” del
material que había en la colonia. También hay una relación de los niños que aun perma-
necían en esta localidad, el 8 de julio de 1939.
Burjasot: Llegaron los primeros niños a esta colonia el 5 de noviembre de 1936, según
los apuntes que obran en el archivo, en el escrito no ponen la cantidad de niños y por supuesto
les acogieron las familias. Y en otro escrito de 28-6-1938, relatan que había 44 niños.
Tabernes de Valldigna: Las 127 niñas que llegaron a este pueblo el 29-10-1936, procedentes
de la Escuela-Hogar M. Bartolomé Cossio de Madrid, Fueron acogidas en domicilios del pue-
blo. Hay que resaltar, la relación que hizo la señora maestra, con todos los datos de las niñas
acogidas, y por supuesto, de los protectores que las tenian acogidas. (firmado la maestra).
Vallada: Hay una relación de niños procedentes del Colegio “Pablo Iglesias”, depen-
diente de la Diputación de Madrid, que formaba la Colonia Escolar de Vallada, compues-
ta de 48 niños, entre 8 y 11 años de edad y otra de 45 niñas, entre 8 y 11 años, relativa al
año 1938. También hay un oficio exponiendo la mala situación de la Colonia, y las penu-
rias que están pasando, dirigido a las autoridades de Madrid, día 17-6-1938.
Castellón de la Plana: Pueblo de Navajas: Ubicaron la Colonia en los chales del pue-
blo. No se han encontrado datos de los que llegaron, se puede hacer una estimación que
fueron del orden de unos “cuatrocientos niños”, ya que si tenemos en cuenta la población
que había el año —1938— más los que fallecieron en los dos años anteriores, en que las
cifras registradas fueron altas, debido principalmente a que había muchos niños lactantes
en dicha colonia, llegamos a los cuatrocientos acogidos. Ahora pasamos a la documenta-
ción examinada en los legajos y esta afirma: que la población de la colonia, hoy día 7-3-
1938, en “Navajas” es, de 286 personas (7-3-1938), más los niños de uno a tres años, 32,
516 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

por lo tanto, el total entre acogidos, personal y niños existentes hoy en la Colonia de “Na-
vajas”, es de 318 personas. Y al igual como ocurrió en los otros pueblos, en este también
les acogieron algunas familias, por cuyo motivo, aparecen varios niños prohijados.
Hay un informe del 16 de mayo de 1938, sobre la marcha de la colonia, expedientes
de traslado de maestras, y la reintegración del material de dicha colonia, cunas, camas, etc.
a la Diputación de Madrid. y una solicitud de 14 nodrizas, en la que manifiestan, su deseo
de quedarse en la Colonia, aunque solo sea por la comida.
Viso del Marqués: (Ciudad Real): En esta Colonia aparecen los datos siguientes; Aco-
gidos entre los 3 y 6 años, 16 niños, entre 6 y 11 años, 27 niñas, entre 6 y 12 años, 27 ni-
ños, lo que da una suma total de 70 niños/as, al 23 de agosto de 1938. lo firma el Director,
En esta colonia, aparecen relaciones de adultos acogidos; 36 hombres y 110 mujeres.
El año 1938 nombran una enfermera profesional, con servicio permanente en la Colo-
nia Escolar de Viso del Marqués.
El Administrador de los servicios de evacuación, interesa le faciliten accesorios y ma-
terial de más precisión para la confección de prendas en los talleres de los Establecimien-
tos de Viso del Marqués y Almagro. De este pueblo no hay datos, pero en algunos escri-
tos hacen hacen referencia a las “Colonias de la Mancha” el año 1938.
Como dato curioso, el día 14 de diciembre de 1938, el Ayuntamiento de Valdepeñas hace
un donativo de “tres corderos” para la colonia de Viso del Marqués.
Esta Colonia envió el día 3 del 11 de 1938, 13 niños al Establecimiento de Ávila “El
Parral” para su tratamiento médico, entre 6 y 13 años.
Viso del marqués: “Enfermería de Jiménez Coronado”. Hay un documento en el archivo,
que recogía el número de acogidas al 23 de agosto de 1938, total 50 niñas.
La directora de enfermería manda un oficio, manifestando que, como era una enfermería,
fluctuaba el número de enfermas.
Viso del Marqués: “Las Fuentes”. Esta colonia, aneja a la de “Viso del Marqués“, y en
ella estaban acogidas “mujeres”, desde los 20 hasta los 70 años. La directora. 19- 8-1938.

COLONIAS DE LEVANTE Y DE LA MANCHA

Los siguientes datos, son comunes a todas ellas.


A) Expedientes de los Sres. Alcaldes, informando sobre la conducta de los acogidos
en las distintas Colonias de escolares y adultos.
B) Certificados extendidos por los juzgados de las defunciones ocurridas: primero en
Valencia y después las producidas en los pueblos en que estuvieron ubicadas las colonias.
C) Oficios solicitando ropas y calzado, otros exponían la mala situación y las penu-
rias por las que estaban pasando en las Colonias, y algunos otros, manifestaban que, des-
de que fueron recibidos en el pueblo, prácticamente no habían recibido nada de ayuda, y
que se encontraban en una situación muy precaria. Años 1937-1938.
D) Escritos de las Colonias a la Diputación de Madrid, pidiendo autorización para
trasladar los niños acogidos, desde una Colonia a otra, comunicándolo previamente a la
Junta de Evacuación.
PEDRO ESPINA PÉREZ 517

E) Solicitudes de las Colonias a la Diputación de Madrid, pidiendo autorización para


poder entregar los niños y adolescentes a sus padres y familiares, así como para la crian-
za externa o su prohijamiento, previa la correspondiente documentación, otorgada por la
Junta, acreditando el derecho. Año 1938.
F) En algunas colonias, ponían el nombre de todo el personal que trabajaba en ellas
por categorías, y caso curioso, casi todos eran familiares.
G) Hay oficios, remitidos por la “Diputación Provincial de Madrid” a las colonias,
pidiendo información sobre el paradero de los niños que llegaron a ellas; unas veces la re-
querían individualmente de un niño y otras veces, solicitaban la relación de todos los que
tenían acogidos en cada una de las colonias.
H) Numerosos niños evacuados el año 1936, después de pasados los primeros meses,
fueron reclamados por sus padres y familiares en los años 1937, 1938 y 1939, según docu-
mentación que obra en el archivo, así como otros retornaron a Madrid, por indicación de la
Diputación de Madrid. y desde aquí pasaron a los Colegios de San Fernando y de la Paz.
I) Año 1938. Solicitud de la Diputación de Madrid, dirigida a los Sres. Alcaldes de los
pueblos donde hay colonias escolares, insistiendo, presten la ayuda necesaria a los “Ma-
estros” responsables. para que no entregasen los acogidos sin la autorización previa de la
Diputación de Madrid.
J) “COLONIAS VALENCIANAS Y MANCHEGAS”
Fallecimientos; Los ocurridos en las “colonias”, los meses de octubre, noviembre y di-
ciembre de 1936, comunicados por algunas de las colonias a la Diputación Provincial de
Madrid, fue del orden de unos 84 niños. Estos son los que aparecen registrados. Tramita-
dos por los juzgados de “Valencia”, capital, y las sucedidas en los pueblos de “Torren-
te”, (Valencia,) y “Navajas” (Castellón de la Plana.) En sus respectivos juzgados.
Los notificados a Madrid, en el año 1937, ascendieron a 61 niños fallecidos, tramita-
dos en los juzgados de “Valencia”, y en los pueblos ya indicados de “Torrente” y Navajas”.
Sin embargo, no se han encontrado datos registrados de los fallecidos en el archivo, co-
rrespondientes a los años 1938 y 1939, de ninguna “colonia”.
K) Resumiendo un poco toda esta amplia información que figura en el archivo de la
“Diputación Provincial de Madrid”, podemos decir que lo pasaron muy mal, por las cir-
cunstancias tan adversas que les toco vivir, primero el viaje, luego en Valencia y después
en las Colonias, como manifiestan en muchos documentos que hay al respecto, y lo con-
firma el parte semanal emitido por la colonia de Aldaya, semana del día 19 al 26 de de-
brero de 1939.
L) Hay un listado del Instituto Provincial de Puericultura y Escuela hogar Maestro Ri-
poll. O’Donnell, 44, de las colegialas evacuadas en las Colonias de levante, que dice; según
los datos reunidos por los maestros encargados hay 431 niñas Madrid, 25 de junio 1938.
Ll) Año 1938. Oficio del Dr. Jaso de 16-7-1938, diciendo, que los locales del Institu-
to se encuentran absolutamente llenos, Lazareto, lactantes sanos, (Cuna y Hogar maternal),
así como el Hospital, gran hacinamiento, pues en las cunas tenemos 48 lactantes, donde
apenas hay sitio para 30 niños.
M) Existía un comité, F. F. T. E. de Madrid. y los prohijamientos los aprobaba la Exc-
ma. Comisión Gestora.
518 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

EL SR. PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE MADRID

EL 2 DE JUNIO DE 1939: Mandó un Telegrama dirigido al Sr. Presidente de la Di-


putación de Valencia, anunciándole lo siguiente: “Ruego comunique al Administrador Co-
lonias de la Diputación de Madrid en Valencia, que el miércoles, siete de junio 1939, lle-
gará ineludiblemente un funcionario designado para resolver la situación de los niños de
las Colonias, y por consiguiente difunda la noticia a los interesados”.
En contestación a su atenta comunicación de ayer, con referencia a los niños de las co-
lonias de la Diputación de Madrid, cúmpleme poner en su conocimiento, que muchos de
dichos niños estuvieron internados incidentalmente en este Establecimiento, pero ya en mayo
del pasado año 1938, fueron trasladados a Viso del Marqués (Ciudad Real), según comu-
nicó a esta administración el que figuraba al frente de dichos niños. (10 de junio de 1939).

FUNCIONAMIENTO DE UNA COLONIA ESCOLAR: AÑOS 1936-1939

“Membrete de una de las colonias”: COLONIA ESCOLAR MADRILEÑA. Evacua-


da (Valencia). Responsable. Primer Trimestre de 1939.
Parte semanal de la colonia infantil del Consejo Provincial de Madrid, instalada en
(Valencia).
1) JUNTA DE MAESTRAS: Como de costumbre se celebró la reunión de Maestras de
la Colonia.
2) ACUERDOS TOMADOS: Presentó la dimisión del cargo de Secretaría de Actas la
compañera, nombrándose para sustituirla a otra compañera.
3) CORRESPONDENCIA OFICIAL: Se recibe un oficio de la Consejería de Cultura,
pidiendo informes sobre la solicitud presentada por la madre de una de las niñas para re-
tirarla del Colegio. Se reciben varias cartas de familiares de los niños; se dan curso con-
testando a los familiares.
4) ESTADO SANITARIO: Ha experimentado una mejoría el niño que está enfermo, tam-
bién se encuentra mejor la niña.
5) VIDA SOCIAL: En la presente semana no ha habido cambios domiciliarios, ni ba-
jas en la Colonia.
6) VIDA SOCIAL: Se dan con normalidad las clases correspondientes a la Colonia.
7) VISITAS RECIBIDAS: Ninguna.
8) NOTA IMPORTANTE: Son muchas las quejas que hay por el descontento de no ayu-
dar a vestir y calzar a los niños que tienen recogidos en los domicilios. Pues son grandes
las dificultades que tienen para conseguirlo. También esperamos que nos manden el ma-
terial de escritorio que nos prometió el Sr. Consejero Delegado en la visita que nos hizo.
(Valencia) Primer trimestre de 1939. La Maestra Responsable.

Archivo R. C. Madrid. Fondo de la Diputación Provincial de Madrid,


Signaturas, 4354-4360-4363-4364-4366 y 4370
PEDRO ESPINA PÉREZ 519

Médico que ya estaba el año 1930 como alumno, después como pediatra hasta
el año 1936. Que por motivos de la contienda, la Diputación Provincial le nombró director
del Centro, cargo que ocupó hasta el año 1939.
(Fotografía cedida por su hijo Dr. Jaso)

GRUPO DE ENFERMERAS
Y MADRES INTERNAS
Posando con los niños
procedentes del Instituto Provincial
de Puericultura de Madrid, para
hacerlas la foto, en la escalinata
de un chalet, habilitado para
acoger a los niños de las colonias
valencianas, en un pueblo de
levante, año 1937
(Foto cedida por un familiar).

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520 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA Y COLEGIO DE LA PAZ


Patio del Colegio de la Paz
Año 1940

“MADRES INTERNAS”

Presididas por la “Madre Superiora”. en procesión, uniformadas, para asistir a la


conmemoración religiosa que se celebraba con gran solemnidad en honor de la excelsa
patrona del Establecimiento, “Nuestra Señora de la Paz”. en el patio del colegio (si el
tiempo lo permitía), Al acto asistía una representación de la Junta de Damas de Ho-
nor y Mérito, así como la Dirección del Colegio-Inclusa.
Terminado el acto religioso, continuaban las alumnas y el resto del personal cele-
brando la festividad con otros hechos, a lo largo del día.
Con motivo de mi estancia al frente de la administración del Instituto de Puericul-
tura, años 1969-1980, concurrí sucesivamente a sus celebraciones, y se fue apreciando
como iba decayendo la fiesta, como consecuencia de la falta de “madres internas” y
alumnas en el Colegio. así que dejaron de celebrarla en el patio. y pasaron a celebrar
la Santa Misa en la capilla que hay al respecto, y el resto de acontecimientos dentro del
Colegio.
PEDRO ESPINA PÉREZ 521
INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


El año 1940, reanudaron la nueva etapa administrativa, con la asignación
del número puesto en la “medalla”, al igual como se hacía antes de la contienda,
con la efigie de la “Virgen” por el lado anverso y por el reverso,
INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA, y en el centro como era
de obligado cumplimiento el “número correspondiente al niño recibido”.
UN ESBOZO DE LOS AÑOS 1940-1965

Comenzaré el relato, diciendo que pasados aquellos penosos tres años, continuó la ac-
tividad asistencial asignada al Instituto de Puericultura, dependiente de la Excma. Dipu-
tación Provincial, como era la continuación de su labor benéfica de la recogida de todos
los niños recién nacidos y de corta edad; a los abandonados de sus progenitores, a los ni-
ños de matrimonios que no tenían medidos económicos para mantenerlos, más los hijos
de viudas /dos y otros casos. cualquiera que fuese su procedencia, siempre que no hubie-
ran cumplido los dos años, y mediante decreto de la Presidencia, los comprendidos entre
los tres y los cinco años. También era objeto fundamental de la “casa” el de recoger a las
madres lactantes que ingresasen con sus hijos, podían permanecer en ella hasta que el niño
cumpliera los cinco años, con la obligación de dar el pecho —si lo tuviere— a otro niño
de los abandonados.
Se incorporaron a la “casa”, las personas que por unas u otras razones la habían deja-
do, entre otros: el Director médico, Dr. Alonso Muñoyerro, y otros, la Comunidad Reli-
giosa, también retornaron las enfermeras que salieron a las “Colonias Valencianas”, así como
el resto del personal administrativo y de servicios.
Integrado el personal que integraba la plantilla, quedo estructurada la nueva organiza-
ción del Instituto de Puericultura de la siguiente forma.
a) Dos directores: Uno médico y otro administrativo, para Puericultura y Colegio de
la Paz.
b) Administrativos para ambos establecimientos.
c) La Comunidad Religiosa, hermanas de la Caridad.
d) Personal de oficios: mantenimiento, cocina, porteros y otros.
A esta plantilla oficial, había que sumar a las “nodrizas y madres internas“, base y
esencia principal de la actividad asistencial para el cuidado de los niños acogidos.
Organizaron las secciones de los niños normales por edades y asignaron una hermana
responsable por cada una las veinticuatro horas.
Las enfermeras contratadas eran mínimas; así que las destinaron a las secciones de en-
fermería, sección de lactantes, Laboratorio y Biberonería.
524 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Laboratorio, Rayos X. Biberonería, en cada uno de estos servicios pusieron a una her-
mana titulada. en apoyo de las enfermeras contratadas.
Las otras hermanas religiosas se hicieron cargo de los “servicios generales”: Lavade-
ro, Costurero, Cocina y Almacén.
Para la recepción de los niños y de las madres destinaron a “Sor Irene”, por conside-
rar que tenía que continuar con las mismas funciones que venía haciendo desde que llego
el año 1920 a la “Inclusa”.
Un relato conciso de como se desarrollo la asistencia a los niños en este nuevo periodo,
obvio es decir que padecieron los mismos problemas de falta de personal especializado en
Puericultura y de materiales —como lo pasaron anteriormente a la contienda—. Por aque-
lla escasez de recursos, fruto de los tres años pasados —que afectaron a todos— cuanto más
a las Instituciones de carácter benéfico social como era el Instituto de Puericultura. (Antigua
Inclusa). De cuyo centro nadie quería hablar ni saber nada de los niños allí acogidos.
Con aquellos mínimos de personal —a todas luces insuficiente— pasaron unos años
muy duros en la Institución, así que tuvieron que hacer grandes esfuerzos todos los esta-
mentos de la plantilla, incluidas las “nodrizas y amas”, para atender los cuidados de los mu-
chos niños acogidos en la casa, a este problema, se añadía el bajo nivel cultural que tení-
an algunas de las nodrizas que llegaban al “centro” asi que las hermanas las tenían que enseñar
a dar la toma a los niños por cuya razón los médicos consideraban que muchas amas en
sus cuidados asistenciales, principalmente a los lactantes, más que favorecerles, les per-
judicaban. También hay que decir que, aquel centenar de amas —entre nodrizas y amas—
tenían que lactar dos niños y cuidar a otros tres destetados, más realizar las labores domesticas
de limpieza general, lavadero, cocina, etc., lo que suponía una carga de trabajo excesiva
para ellas, que muchas veces perdían el sentido de responsabilidad para con las atencio-
nes y cuidados que necesitaban aquellas desgraciadas criaturas.
El centro fue recibiendo lentamente mayor dotación económica de la Corporación, si
bien continuaron las penurias y el alto índice de mortalidad hasta mediados de los años 50,
no obstante, a partir de aquellos años, la Diputación en sus presupuestos fue aumento la
aportación económica para Puericultura, con aquellos aumentos anuales, fueron mejoran-
do las atenciones de los acogidos y bajando considerablemente el número de fallecidos,
hasta llegar al año 1964 con cifras más bajas que en el resto de la sociedad.
Mandaron a una Dra. a Estados Unidos para que viese algunas biberonerías para que
tomase nota de las instalaciones y su funcionamiento, con aquel dossier de datos y los co-
nocimientos adquiridos, contribuir a montarla en el Instituto para bien de los niños.
El edificio “modelo en su estructura” reunía unas condiciones optimas, diseñado des-
pués de muchos estudios efectuados por los técnicos para albergar a todos los niños que
llegasen al Instituto de Puericultura hasta los “cinco años”. Estaba dotado de buenos ser-
vicios: dormitorios, salones de recreo, comedores, lavabos y baños para los niños, terra-
zas amplias y soleadas. etc. Disponía de un gran patio para jugar y tomar el sol, así como
una piscina. etc. Sin embargo, las buenas instalaciones, estaban muy deterioradas por el
poco mantenimiento de los últimos años, así que las calderas fallaban con frecuencia, por
cuyo motivo no llegaba con regularidad el agua caliente a las plantas, lavadero, cocina, o
la calefacción, etc.
Con aquellas inyecciones económicas que iban llegando a través de los presupuestos,
pudieron llevar a cabo las reparaciones tan necesarias de las instalaciones obsoletas en
PEDRO ESPINA PÉREZ 525

parte, con lo cual, fueron mejoraron las penurias notablemente de los servicios generales
y consecuentemente los cuidados a los niños.
Caso anecdótico: Que por su importancia histórica, debe hacerse mención obligada en
este trabajo, lo que tantas veces nos contaron con énfasis los médicos que trabajaron en el
Instituto. Cuando se visitaba el cuarto conocido en la “casa” como (Cachucho) en donde
ellos hacían las “autopsias”, Con que gozo nos mostraban la famosa “mesa” y lo resalta-
ban orgullos de tener la suerte de hacerlas en la que anteriormente las había realizado el
premio novel, Profesor D. Ramón y Cajal.

“REAL INCLUSA”

Estado que demuestra las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a padres, las que se han prohijado y las remitidas a los Colegios de
Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, por años, desde el 1.° de enero de 1943-1962.

AÑOS 1943-1962

Número Niños Fallecidos Entregados Prohijados Remitido


Observa-
Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los
ciones
entrados en el año ingresados padres año Colegios
1943 884 357 40’0 294 15 14 (1)
1944 1.020 418 41’0 380 10 15
1945 966 473 49’0 331 5 14
1946 1.025 524 51’0 333 3 23
1947 637 300 47’0 263 6 22
1948 810 211 26’0 259 24 52
1949 864 209 24’0 315 27 81
1950 837 167 20’0 378 23 98
1951 843 210 25’0 390 39 59
1952 776 266 34’0 363 10 112
1953 788 277 35’0 327 39 134
1954 703 158 22’0 322 17 113
1955 604 136 23’0 321 40 8
1956 760 151 20’0 392 21 52
1957 768 181 24’0 342 92 89
1958 739 189 26’0 343 117 58
1959 763 110 14’0 358 79 46
1960 627 163 26’0 331 124 65
1961 577 117 20’0 275 79 50
1962 586 110 19’0 308 140 29
(1) El número de Ingresos anuales que aparecen en este cuadro, correponden a los listados que emitió Sor Ire-
ne, recepcionista de los niños que llegaban a la Inclusa. Sacados los datos de los libros de “Entrada y Sali-
da de niños”, desde el año 1943-1962.

Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ

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526 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

JOSÉ MARÍA PEMÁN


(N. 1897)
Romances del hijo
II

Un hijo es como una estrella


a lo lejos del camino:
una palabra muy breve
que tiene un eco infinito,
un hijo es una pregunta
que le hacemos al destino.
Hijo mío, brote nuevo,
en mi tronco florecido,
si no sé lo que será
de ti cuando me haya ido:
si no es mío tu mañana,
¿por qué te llamo hijo mío?
El Tiempo, como un ladrón,
quiere robarme a mi hijo
y llevárselo muy lejos,
hacia un mañana indeciso,
donde no pueda abrigarle
con el sol de mi cariño.
¡Es mío! —le grito al Tiempo,
y el Tiempo responde: —¡Es mío!
Y así me lo va llevando
poco a poco de mi mismo,
igual que a una rama el viento,
igual que a una flor el río.
¿Mano cerrada y cruel
del porvenir indeciso;
abre un poco, que yo vea
lo que traes a mi hijo!
El es en mi vida toda
lo que tengo por más mío,
¡y no puedo ni quitarle
una piedra en su camino!
¡Qué vana cosa es el hombre!
¡Qué vano es su poderío!
A eso que es toda su vida
y que es todo su cariño,
¿por qué con tan loco orgullo
le llama el hombre hijo mío?
¿Acaso es suyo el mañana?
¿Acaso es suyo el destino?

LAS MIL MEJORES POESÍAS. E. IBÉRICAS, 1972


PEDRO ESPINA PÉREZ 527

DR. D. JUAN ANTONIO ALONSO MUÑOYERRO

Fotografía cedida por Dr. D. José Antonio Paz Carnelo.


Porque considera que no debe faltar en esta historia de la Inclusa, la foto
de uno de los médicos que más hizo por los niños.

“Dr. D. Juan Antonio Alonso Muñoyerro; Nació en Trillo, (Guadalajara) el 22 de junio


de 1886, Ganó varias oposiciones, en 1915, las de Beneficencia Municipal de Madrid, sien-
do destinado al Servicio de la Inclusa. Tiene un libro de gran mérito, titulado. Protección So-
cial al niño. Cuando se hizo cargo de la dirección de la Inclusa. Impresionado por la abru-
madora mortalidad infantil hizo una valiente campaña en la Prensa política y Profesional,
por medio de conferencias, denunciando la deplorable organización y funcionamiento de las
Inclusas, todo por falta de Dinero, gracias al Dr. Muñoyerro, en unión de los Dres. Rodrí-
quez Pinilla y Bravo Frías. por ellos se llegó a la supresión del “torno”, el año 1922. Este
médico estuvo como Director hasta el año 1936, y terminada la contienda, volvió el año
1939, al Instituto Provincial de Puericultura como Director hasta su jubilación. Todos los
que trabajaron con él, médicos, enfermeras y resto del personal, lo elogiaban mucho.

Datos sacados del Diccionario de Autoridades Médicas,


Real Academia de la Medicina.
Por D. José Álvarez Sierra. 1963
528 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID
LA TRANSFORMACIÓN DE LAS INCLUSAS
EN ESPAÑA
LA REALIDAD DE LA TRANSFORMACIÓN
DE LA DE MADRID
EN EL INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
Por el doctor J.A. Alonso MUÑOYERRO.
Director de la Institución Provincial de Puericultura,
Inclusa y Colegio de la Paz de Madrid

INTRODUCCIÓN

Nuevamente volvemos a la palestra con los mismos entusiasmos que hace veintiséis
años, y prometemos proseguir hasta que Dios nos dé vida y energías, por ser fundamen-
talmente un asunto vivido mucho tiempo, estudiado a fondo con cariño y que hemos lu-
chado por él desde que somos médicos de la Inclusa de Madrid. Permanecer en esta ins-
titución sin vibrar, no puede ser. Hay que estar siempre en tensión, con serenidad, sí, pero
con energía; solucionando todos los problemas que constantemente se presentan, resol-
viéndolos, interesando a los Poderes Públicos para la mejor solución de los mismos. Te-
nemos el deber de decir la verdad; La Patria así lo requiere.
Si es un delito atentar contra la vida humana en el claustro materno, también lo es
abandonarlo, a sabiendas de que el niño tiene muchas probabilidades de morir al sepa-
rarse voluntariamente la madre de él. No se comprende cómo la humanidad puede co-
meter este error, y sobre todo en ciertos países, pues si bien fueron los pueblos católi-
cos los que primero protegieron al niño cuando crearon las Inclusas en el siglo VIII,
recogiendo a los abandonados, y teniendo entonces razón de ser, ahora no es así. “Los
hombres, con ser hombres, han hecho una casa grande donde almacenan los hijos que
tiraron a la calle, etc.” (1). Eusebio Blasco. Los Hospicios, Inclusas, Brefotrofios, etc.,
llenaron su papel en aquella época porque la mortalidad era elevadísima, según veremos;
pero actualmente no se puede sostener la necesidad de las Inclusas y otras instituciones
semejantes.
Abundo en las ideas expuestas por el Dr. Comín, referentes también a este asunto.
530 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

EL NIÑO ABANDONADO

Se ha escrito mucho sobre el niño abandonado en el siglo XIX, en diversos aspectos.


Unos, desde el punto de vista económico, y otros, en el orden moral. Ninguno completo.
Son problemas complejos relacionados unos con otros, como por ejemplo, protección a la
mujer joven e inexperta, educación moral y religiosa, legislación encaminada a estos fines
y a modificar el Código castigando al hombre que abandona; legislación sobre investigación
de la paternidad, llevando, en fin, al Código, el que sea un delito abandonar a un niño, y la
lucha contra la mortalidad infantil. Hay que abordar este problema con un espíritu cristiano
y moderno a la vez, para evitar el abandono del niño. Está bien todo lo que se hace en cuan-
to a la difusión de los conocimientos sobre higiene infantil, la creación de estos Dispensa-
rios en toda España, todo lo que se hace por el Ministerio de la Gobernación; pero, ¿por qué
dejar esta laguna del niño expósito y abandonado, cuando la mortalidad es, como veremos,
enorme, según la encuesta que el Dr., Alustiza, por indicación y orientación mía, ha hecho
en todas las Inclusas de España?; ¿por qué dejar este filón, si se mueren al año de estos ni-
ños el 50 por 100 cuando menos, y esto en el caso más favorable? No; esto no debe conti-
nuar. Los niños no nacen conociendo previamente su condición social y civil, sino por la vo-
luntad de sus padres, son hermanos nuestros, y Dios nos manda que como a tales los tratemos.
Yo he procurado ponerme en contacto con las personas que intervienen en el estudio
de los Derechos del Hombre para ver si se les puede defender a estos niños. ¿Qué mejor
defensa de este derecho que dárselo a la vida? ¿Tiene el ser humano un derecho más pri-
mordial, una vez nacido, que el de vivir para salvar su alma? Es lo más elemental, y no he
de esforzarme en convenceros.
El número de niños abandonados ha ido en aumento en el siglo pasado. Es curioso el
estudio de Watteville presentado al Prefecto del Interior de Francia, hace ahora un siglo,
sobre estos niños, y os aseguro que pudiera trasladarse aquí en esta fecha, pues los problemas
que allí les plantea son exactamente iguales a los nuestros de hoy día. Mortalidad, tornos,
abandono, etc., etc. Todo lo mismo.
En nuestra Inclusa antigua, anualmente ingresaban 1.500 niños, aproximadamente, de
los cuales la mayoría eran abandonados por sus padres al mes. Hoy es menor el abando-
no, por la costumbre que se ha establecido de poder estar madre e hijo un año junto, si tie-
ne voluntad de ello; pero todavía hay niños expósitos, por no ser obligatoria esa medida.
Se ha creído injustamente por personas que no conocen este problema, que quitando
los tornos, hay más infanticidios. Yo os aseguro que no. Pudiera alguien pensar que es una
afirmación gratuita; pero no es así. Aparte de que hay estudios de economía política sobre
el particular (véase Conrad), en que se evidencia el error en que están los que así piensan,
la experiencia de treinta años de vivir el asunto me da derecho a que se me crea, y es evi-
dente; hoy no deja la madre al hijo si se le dan facilidades para estar unidos. La solución
de sus problemas económicos le interesan conjuntamente con la vida de su hijo, y si se le
dan resueltos a la vez, no hay opción, se quedan en una institución de Puericultura y no
acuden al torno, porque no existe. Además, desde que lo hemos quitado nosotros hace
veinte años, no han aumentado los infanticidios. La misma observación ha hecho el pro-
fesor Morquio en Montevideo. Es una cuestión en la cual no podemos entrar aquí, aunque
está íntimamente relacionada con la del aborto criminal.
En las conmociones políticas de los pueblos es cuando más niños abandonados ha ha-
bido. En Francia, en los años de la revolución de 1770 a 1790 fue cuando más hubo. En
PEDRO ESPINA PÉREZ 531

nuestro país, cada año del siglo pasado fueron aumentando, alcanzando el máximo cuan-
do la guerra de las Colonias, y contemporáneamente, a raíz de la guerra de liberación nues-
tra. orfandad, reclusión de unos padres, huída de otros, etc., etc. en las regiones donde más
costumbre hay de criar al hijo es donde menos los abandonan: en el Norte. Hay un estu-
dio de D. Severino Aznar relacionado con esta cuestión, y con la indefensión de la mujer,
muy interesante, que puede verlo quien le interese. No podemos entrar en él ahora tam-
poco. Es curioso el que en ciertas zonas del interior exponen menos los niños que en las
regiones marinas. En 119 nacimientos, exponen uno en el interior, y en el mar, uno por cada
39. También hay más abandonos en las regiones agrícolas que en las industriales. ¿Cultu-
ra? ¿Educación religiosa? Es posible.
La vida media del niño abandonado es de cuatro años.

CLASIFICACIÓN DEL NIÑO ABANDONADO

Hay que distinguir, para clasificar al niño abandonado, entre los siguientes conceptos.
1.° Niño de padres conocidos, que lo han tenido algún tiempo o persona pagada por ellos
para cuidarlo, y en determinado momento, se han desentendido de la crianza de él. Después
no se sabe el paradero de los progenitores. Este es, verdaderamente, niño abandonado.
2.° Niño expósito o abandonado en las Inclusas antiguas, llamado por los franceses “En-
fant’s trouves”, que lo han dejado en un portal o en un solar, jardín, en la misma puerta de
la Inclusa, etc. Los padres no son conocidos; esto es fundamental.
3.° Por fin, hay otra clase de niño abandonado, en las Maternidades, disponiendo de
su vida, y separándose de él. A veces, enseguida de nacer, pues a decir verdad, en muchas
de estas Maternidades las preguntan: “¿Tú vas a criar a tu hijo, o lo llevamos a la Inclu-
sa?” Así; sin comentarios...
——————————————————————————-
Hagamos ahora un poco de la historia vivida por nosotros:
Transcurría el año 1918 y la mortalidad en la Inclusa de Madrid era del 70 u 80 por 100;
había algún departamento, como el del biberón, en donde llegaba hasta el 100 por 100, ¡Aque-
llo era aterrador! Ya estábamos preocupados Bravo (1) y yo desde 1915 por este departa-
mento y habíamos estudiado a fondo el problema no sólo por devoción sino por deber
pues nuestra misión como médicos de la Beneficencia Provincial era esa, precisamente, y
el mandato recibido por nuestra Corporación así fue. Como presumíamos que al decir la
verdad seríamos criticados y, como reacción, se harían juegos malabares con los números,
nos documentamos bien e hicimos un resumen durante todo el año 1917 del movimiento
de niños en la Inclusa, recogiendo todas las hojas clínicas (que todavía guardamos), ha-
ciendo las autopsias y una estadística, que publicamos.
Esto motivó una represalia improcedente, y no meditada, pues se volvió contra quien
pretendió ejecutarla. El Cuerpo Médico de la Beneficencia Provincial, integrado por hom-
bres como Isla, R. Pérez Valdés, Ortiz de la Torre, Huertas Barrero, Juan Bravo, Juan Azúa,
Jaime Vera, Sinforiano García Mansilla, Lobo Regidor, Madinaveitia, Jacobo López Eli-
zagaray, Goyanes, Giol del Valle, Marañón, Valle, Aldabadle, Fernando Casteló, Hernán-
dez Briz, Laureano Olivares, Sainz de Aja, Mateo Milano, F. Vigueras, Castañeda, Sánchez
Covisa (I. Y J.), Hinojar, José Botella, Ratera (J), Ratera (S), Medina, Bravo Frías, Tabo-
532 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ada, G. Asúa, B. López Durán, Celada, Sandoval, Gracia Peláez, Huertas y González del
Campillo, Florentino Molás, Rozabal, Sánchez Gómez, Juan Manual Palacios. J. A. Alon-
so Muñoyerro, F. Pagés, Luis Castillo, T. Rodríguez de Mata, Manuel Úbeda, F. Sicilia,
Adolfo de Castro, Villa. Etcétera, este Cuerpo médico de la Beneficencia Provincial reac-
cionó vivamente y de modo viril, publicando una memoria, después de una reunión me-
morable, en la que en la portada, con letra negrita, se leía lo siguientes: “el Cuerpo médi-
co de la Beneficencia Provincial, después de meditado examen y convencido por la
experiencia de más de treinta años de la inutilidad de los esfuerzos habituales para corre-
gir el terrible problema de la mortalidad de la Inclusa, se decidió a interesar a la opinión
y a los Poderes públicos, como supremo recurso, publicando en toda su crudeza las cifras
de dicha mortalidad.
Habiéndose intentado, con indisculpable ligereza, desvirtuar estas cifras, el Cuerpo
médico ratifica, comprueba y aclara en la presente Memoria la exactitud intachable de sus
afirmaciones; reiterando, a la vez, su propósito, en el que ha de perseverar todavía, de
mostrar a la luz pública toda la magnitud del problema.” Esto se leía en la cubierta de la
Memoria que escribimos, para que se viera bien. A partir de entonces empieza la lucha ti-
tánica habida entre los que no comprendieron el problema, a pesar de tener esa obligación,
y nosotros, médicos de la Beneficencia Provincial, que defendíamos el derecho de los ni-
ños abandonados.
Dos afirmaciones hicimos públicamente: 1.a Que la mortalidad global de los ingresa-
dos el año 1917 alcanzó la cifra del 60 por 100 o más (y eso sólo en los primeros meses
que permanecieron en la Inclusa); y 2.a Que en el departamento de biberón morían el 100
por 100.
Era interesante tener en cuenta la procedencia de los niños; pero aproximadamente in-
gresaban el mismo número por el torno y de la Maternidad. En aquellos no había antece-
dentes médicos de ningún orden, y en éstos en muy pocos, porque era triste, pero así era
la realidad, de que la mayoría de las madres abandonaban su hijo en la misma Maternidad,
yéndose ellas a la calle, en gran número de casos para ser nodrizas, y el niño a la Inclusa,
que estaba contigua. Algunos contagios eran inevitables, pues varios niños, aparentemen-
te sanos y a los que no había por qué condenar al biberón, que era la muerte, eran criados
en nodriza, y a las seis y ocho semanas aparecían con lesiones heredo-sifilíticas, cuando
ya no había remedio, pues habían contagiado a su criadora. Los del torno, a veces, vení-
an en estado agónicos, o, por lo menos, enfermos graves, y hasta alguno traumatizado para
producir la muerte. Así era la realidad. La enseñanza que desde entonces sacamos y la
conclusión irrefutable fue la de que la madre en estas instituciones tiene que criar a su
hijo, y cuando entran en la Maternidad debe ser con la condición de amamantarlo dos me-
ses, por lo menos, prolongando así la estancia durante el puerperio, antes de dedicarse a
sus ocupaciones habituales.
La gran mayoría, si se les dan facilidades, cumplen esta misión, y no lo abandonan; la
otra clase de mujeres-fieras (con permiso de éstas) lo que les interesa es eliminar al hijo...
Hay que salirles al paso con la Ley. Era un cuento, y a la vez un engañoso consuelo,
el “que los niños estaban enfermos”, “que la mayoría eran sifilíticos”, que pesaban poco,
etc., etc. “Hijos del vicio, al fin.” No; esto no había que enjuiciarlo así, como médicos, sino
de otra manera.
El peso de los niños, en su mayoría, era superior a tres kilos. No había porqué invocar
la debilidad orgánica para justificar la mortalidad y consolarse. Eran otras las causas. De
PEDRO ESPINA PÉREZ 533

los 500 niños ingresados en el departamento de biberón aquel año (1917), 373 eran de un
peso superior a tres kilos. Casi todos habían ido a parar allí porque no había nodriza para
ellos, y su madre en la calle... criando a otro, probablemente.
La morbilidad era la corriente de las Inclusas; afecciones debidas a alimentación de-
fectuosa, lactancia artificial, toxicosis, distrofias, atrofias, hipo-alimentación, en fin; afec-
ciones por infección, sepsis, erisipelas, pió dermitis, furunculosis, neumonías, bronquitis,
hospitalismo, defectos de desarrollo y deformidades congénitas, sarampión, difteria y al-
gunos casos de debilidad congénita.
Eran notable observar que la sífilis comprobada relativamente era poco frecuente, no
llegando a un 7 por 100. Estos niños si no venían con su madre, naturalmente estaban con-
denados a morir. La mortalidad de los niños con madre era de 8’8 por 100, Elevada, es cier-
to, pero aceptable, dadas las condiciones higiénicas de la Inclusa, y, sobre todo, si se com-
para con la mortalidad global del 60 por 100 o más que recogimos aquel año, por haber
muchos niños en lactancia artificial, y con la del 100 por 100 del biberón.
Otro suceso que ocurría con frecuencia era que las madres se marchaban en gran par-
te, porque a su hijo lo criaba otra mujer, ¡gran absurdo!, a fin de que diera el pecho igual-
mente a los dos niños y no tuviesen predilección por su propio hijo, como era natural.
Las causas de la mortalidad ya las hemos dicho antes al hablar de la morbilidad, pu-
diéndose reducir fundamentalmente a procesos de hipo-alimentación, lactancia artificial,
procesos sépticos de todo orden, hospitalismo al fin, e infección. A esto había que añadir
procesos desarrollados por falta de cuidado de los niños por insuficiencia del personal y
falta de cultura. Sintetizando aún más podríamos decir que todo era debido a la falta de ma-
dres, por ser grande el número de niños abandonados.
Infinidad de ocasiones, por medio de artículos, conferencias, comunicaciones a So-
ciedades científicas y Congresos y, en suma, donde teníamos ocasión, expusimos en toda
su crudeza el problema y dábamos la solución; pero todo eran lamentaciones y promesas
y no se hacía nada. En algún artículo, que conservamos, llegamos a decir que “los niños
de la Inclusa solucionaban el problema económico muriéndose, pues si vivieran tendrían
que destinarse cantidades mucho mayores para su alimentación y educación”.
Llegó, al fin, lo que tenía que llegar, y que ya hemos esbozado al principio. “Conve-
nidos por la experiencia de más de treinta años, el Cuerpo Médico de Beneficencia Pro-
vincial, etc., etcétera”, Fue una bomba explosiva. Trataron de residenciarnos y nos hicie-
ron expediente para expulsarnos; así lo habrían hecho a no ser por la unión del Cuerpo y
la razón que nos asistia al defender el derecho de los niños pobrecitos abandonados. Gra-
cias a ellos (porque los que triunfaron fueron estos angelitos, que nos daban fuerzas e ilu-
sión para liberarlos) no lo consiguieron de modo definitivo. La separación de nuestro ser-
vicio oficial de la Inclusa. Momentáneamente no fue obstáculo para que siguiéramos esta
campaña, utilizando los medios posibles que teníamos a nuestro alcance: las Academias,
revistas científicas, Congresos, etc. Entre los trabajos más consistentes están los de “Trans-
formación de las Inclusas”, al Congreso de San Sebastián, II de Pediatría; “Protección
social al niño ilegítimo”, al III de Pediatría de Zaragoza; “Previsión al abandono infantil”,
al de Madrid; de “Protección a la infancia”; “Las Inclusas”, al de Ginebra de 1925; “Pri-
mero general del niño”, “La investigación en la paternidad”, al de Sevilla de 1924, etc., etc.
Así seguimos luchando hasta que ascendimos a médicos de número Bravo y yo fuimos otra
vez a la Inclusa, después de una ausencia de cinco años. Vuelta a la lucha; conferencias,
artículos, charlas radiofónicas, etc.
534 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Estábamos en la Dictadura del General D. Miguel Primo de Rivera; Ministro de la Go-


bernación, D. Severiano Martínez Anido; Presidente de la Diputación, D. Felipe Salcedo; Di-
putado-visitador, D. José Alonso Orduña. Esto es interesante, por ello lo cito. Por una de las
conferencias que dimos en la Escuela Nacional de Puericultura, el año 1928, sobre el mismo
tema, se produjo tal revuelo, que tomaron parte las autoridades. Una mañana, al pasar visita,
según costumbre, observamos algo anormal; idas y venidas, coches de los que descienden
personajes, ambiente cargado, caras nuevas, alguna modificación en el ropaje de los niños, sa-
las de cunas, etcétera. Aumenta el personal, aparecen señoras de la Junta de Damas, el señor
Presidente de la Junta de Protección a la Infancia, don Ángel Pulido; el señor Gobernador ci-
vil. El señor Alcalde, el señor Presidente de la Diputación. Por fin, el señor Ministro de la Go-
bernación, D. Deveriano Martínez Anido. No había duda; allí pasaba algo, que a nosotros no
se nos había advertido ni comunicado como médicos del Establecimiento.
Era una sorpresa. Preparados. En efecto; empieza la visita ordenadamente; por las sa-
las, por las dependencias, comedores, cocinas, Colegio de la Paz, sala de cunas, muy bo-
nitas y limpias, por cierto, con lazos azules y rosa; suelos encerados; en fin, muy bien
todo. Por fin, la Gota de Leche, y allí miradas de asombro, bisbises, palabras al oído, co-
mentarios, caras raras, y nosotros como extraños; aquellos iban contra nosotros, sin duda.
Al fin alguien exclama: “Pero si esto es precioso, todo está muy bien, aquí no-pasa nada,
no sé de qué se quejan estos señores”. Ya salió, ¡al fin! Era indudable al mirarnos, enca-
rándose con los médicos y hablar así; la cosa era preparada contra nosotros, como conse-
cuencia de aquella conferencia en la Escuela y de los compañeros a que me he referido.
Había que darnos batalla y dejarnos en ridículo, tildándonos de escandalosos y de preo-
cupar a la opinión pública injustamente. “¿De qué se quejan ustedes?”. Por fin, nos pre-
guntan. Yo me adelanto y me dirijo al General Martínez Anido y le digo: “Señor Minis-
tro: Usted ha venido aquí a enterarse de lo que sucede como consecuencia de nuestras
lamentaciones, y se da el caso paradójico de que, teniendo razón, usted se marcha sin en-
terarse de la verdad, que está bien oculta, y las consecuencias funestas serán para los ni-
ños, que seguirán muriéndose; pero, gracias a Dios, estoy yo aquí para revelárselo, y cues-
te lo que cueste así lo haré”. Me dirijo a uno de los internos y le digo: “Haga usted el
favor de traer el libro donde se registran las autopsias”. Mientras lo traen, insisto al Ge-
neral D. Severiano que no hay una institución en el mundo en la que se registren 757 au-
topsias en un año, de 1.200 a 1.300 ingresados, aproximadamente, en el mismo período de
tiempo, como nosotros hemos registro. “Yo soy reo de injuria y escándalo público y me
someto a la sanción de un Tribunal por esta falta si miento, ahora bien, si no es así, y tal
mortalidad constituye, como yo estimo un delito colectivo que hay que corregir, y en la que
quien menos culpa tiene “somos nosotros, por haberlo advertido a tiempo reiteradas ve-
ces”. Entonces reclamo de su espíritu justo el esclarecimiento de los hechos, para que no
se repitan y tengamos una institución modelo, donde se críen niños y no fallezcan tantos”.
“¿A qué se debe entonces esa mortalidad?”. (En este momento ya habían traído el libro y
se había comprobado nuestra afirmación). Contesto a su pregunta: “Pues al local inadecuado
e insuficiente, a la alimentación defectuosa, a la falta de personal idóneo y culto, a la in-
fección, a la falta de la madre por su abandono del hijo, a la falta de conexión entre la Ma-
ternidad e Instituto de Puericultura; en fin, a la falta de comprensión de este problema pa-
voroso, pues como son “angelitos al cielo” e hijos del vicio, “la sociedad los abandona
y repulsa”, conformándose con poner un epitafio encima del torno, donde se lee: “Aban-
donado de mis padres, la caridad me recoge” (cuyo epitafio un caricaturista parodió aque-
llos días publicando un dibujo, a cuyo pie se leía: “Abandonado de la sociedad y de las
autoridades, la eternidad me recoge...”).
PEDRO ESPINA PÉREZ 535

“¿Y cuál cree usted que es el remedio para evitar todo esto?”. (Sigue la escena que es-
toy relatando, en el departamento de la Gota de Leche, donde se inició, y con gran aten-
ción por parte de todos.) El momento es solemne. La responsabilidad que contraemos nos
da valor, y contestamos en la forma de los mandamientos de la ley de Dios:
“1.° Que se cumpla la ley de Protección a la infancia, que en la mayoría de sus artí-
culos no se cumple, y uno de ellos es que ninguna mujer puede dedicarse a nodriza si su
hijo tiene menos de seis meses.
2.° Que se obligue a las mujeres que dan a luz en Maternidad, solteras o sin hogar, a
criar a sus hijos dos meses, como mínimo, en las salas de puerperio o en el Instituto de Pue-
ricultura, para que les tomen cariño.
3.° Que se considere como un delito el abandono del hijo, así como el infanticidio o
el aborto provocado; que se proteja a la mujer del abandono por el varón que la ha enga-
ñado, legislando sobre investigación de la “ paternidad“.
4.° Desaparición de las Inclusas como tales, pues son instituciones arcaicas, que llena-
ron un papel cuando fueron fundadas por el Papa Inocencio III para que disminuyeran los
infanticidios; pero hoy, en la era de la Puericultura, no cumplen su misión de disminuir la mor-
talidad infantil, sino que la aumentan; favorecen la separación de madre e hijo, y esto está
en pugna con la norma que debemos seguir: de no romper ese nexo indisoluble madre-hijo.
Las Inclusas son “necrópolis infantiles”, como dijo Schlossmann, y deben transformarse en
otras instituciones modernas: Asilos maternos, Institutos de Puericultura, Casas-Cunas, etc.
Claro es que, con la transformación de las Inclusas, el torno artefacto nefasto y rotatorio,
automáticamente también se suprime. Queda reemplazado por una oficina receptora, donde
se toman antecedentes patológicos y se hace catequesis para que no abandonen al niño. Si
es la pobreza la causa del abandono, se facilitará a la madre socorros de lactancia, trabajo,
guarderías, etc., etc. Cada caso tiene su solución, y si es otra la causa, debe buscársele remedios.
5.° Protección a la mujer embarazada, creación de maternidades, Mutualidades ma-
ternales, consultas de embarazadas, comedores, seguros de Maternidad, socorros en el úl-
timo mes de embarazo y separación del trabajo, protección a familias numerosas, salario
familiar y tantas otras más, que llenan el mismo fin de proteger a madre e hijo.
6.° Para la transformación de las actuales Inclusas se precisa la constitución de nue-
vos edificios, higiénicos, amplios, bien emplazados, que obedezcan a las exigencias mo-
dernas, y con los servicios sanitarios auxiliares indispensables para mantener el estado hi-
giénico de la Institución. Todas las instalaciones complementarias: lavaderos, cámaras de
desinfección, lazaretos, cocinas dietéticas, pabellones para enfermerías, aislamiento, etc.,
7.° Personal técnico y auxiliar competente, lo suficientemente numeroso y en rela-
ción con el número de asilados aproximado; médicos, enfermeras, cuidadoras, químicos,
analistas, etcétera. No hay que decir que al hablar del personal creo que, en primer térmi-
no, debe haber un número suficiente de Religiosas, que dan el tono moral a la institución
y que son insustituibles, a mi juicio, en esta clase de Centros y en los Hospitales. Espe-
cializadas, eso sí en Puericultura y en el cuidado de los niños; pero son precisas por todos
conceptos. La vigilancia constante del niño y de quien lo cría, enseñando a ésta lo nece-
sario para que no cometa faltas; es misión constante y maternal que nadie mejor puede re-
alizar que las Hermanas de la Caridad.
8.° Favorecer la colocación familiar del niño fuera del Instituto, pero vigilado. La lac-
tancia en los pueblos, bien organizada y vigilada, dará seguramente buenos resultados;
536 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

pero es preciso crear una sección que pudiéramos llamar Equipo Ambulante, compuesto
de médico, enfermera, practicante y secretario, con la misión de recorrer las localidades
donde haya niños criándose en familias, llevando medios de transporte confortables y se-
guros y los aparatos precisos para el reconocimiento de los niños, así como ficheros y me-
dicamentos, remedios dietéticos modernos, medios para transfusión, etc. etc...
9.° Ampliación de las secciones de niños mayores, de la llamada Fundación Zorrilla,
donde pueden permanecer los niños hasta la edad escolar de los seis años, pues el paso an-
tes de esta edad al Hospicio es peligroso, corriéndose el riesgo de perder lo que se ha ga-
nado en varios años de labor. Estos niños se educarían y mejor aquí en la Institución que
en las aldeas y estarían expuestos a menos riesgos, creándose Escuelas Maternales y Jar-
dines de Infancia, preparatorios para la instrucción en edades más adelantadas, que la re-
cibirían en el Colegio de la Paz y Hospicio.
10.° Dirección técnica de la Institución, con autoridad máxima, si bien con la res-
ponsabilidad que tal cargo y función llevaría consigo; pero esa autoridad exigiría disciplina,
que es indispensable en esta clase de Establecimientos, y muy rigurosa, por cierto.”
Estas son las proposiciones que le hice a D. Serveriano Martínez Anido.
Una vez que me escuchó con toda atención el General y los que asistían a esta visita,
y cuando acabé, hubo un rato de silencio y meditación, fijándose sus ojos en el libro de au-
topsias que dejé abierto encima de la mesa de mármol de la cocina dietética, donde está-
bamos, alternando sus miradas con otras que me dirigía a mí, y exclamó, al fin: “Estos se-
ñores tienen razón. Hagan el favor de ir a mi despacho de Gobernación y hablaremos...”
El desfile de los visitantes fue muy callado, y ya no hubo comentarios.
En efecto, fuimos al día siguiente; repetimos la visita varias veces; hubo reuniones con
el Presidente, Director de Administración Local y otras personas, y al fin recibieron la or-
den expresa y urgente de acometer el estudio de construir el actual Instituto Provincial de
Puericultura, el Presidente y Diputados provinciales.
No más de un año se tardó en elaborar el proyecto, y el arquitecto señor “Fort” fue el
encargado de realizarlo, colaborando nosotros con él en aquello que era de nuestra com-
petencia. En enero de 1929 ponía la primera piedra D. Alfonso XIII, y el año 1931 se inau-
guró, dos años después, viéndose realizados nuestros sueños y acariciando la idea de ir per-
feccionando el funcionamiento de los servicios con arreglo a las normas que la Puericultura
actual exige.
La gestación fue larga, pues duró trece años: desde 1918, en que dimos el segundo to-
que de atención, hasta 1931, en que fueron coronados nuestros esfuerzos y luchas con la
realización de la gran obra. Vimos realizado nuestro ideal.

LAS INCLUSAS ESPAÑOLAS

Nos hemos referido a la Inclusa de Madrid solamente, en aquella fecha; pero hoy te-
nemos que referirnos a gran parte de las Inclusas españolas, que todavía existen y que he-
mos visitado. En efecto, ha sido una inclinación constante la nuestra de visitar todas las
Inclusas que hemos tenido ocasión, y es deplorable su estado, salvo raras excepciones.
Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Sevilla, Barcelona, Zaragoza, etc., y pocas más. Gran nú-
mero de ellas están enclavadas en los Hospitales Provinciales, como un departamento o sala
PEDRO ESPINA PÉREZ 537

más, sin las mínimas condiciones higiénicas exigibles. Interesados por esto, hicimos el
encargo a un médico asistente a nuestro Instituto de Puericultura, al Dr. Alustiza, de rea-
lizar una encuesta sobre las Inclusas de España, y se dirigió a todos los jefes de estos de-
partamentos, de los que recibió cortés contestación. Los jefes de los servicios de estas In-
clusas que remitieron su respuesta, son los señores siguientes: Dr. D. Antonio Domenge,
de Palma; Dr. Jiménez, de Zamora; Dr. D. Fernando Ruello, de Badajoz; Dr. González
Meneses, de Sevilla; Dr. Santos Ayuso, de Málaga; Dr. D. Julián Andisala (secretario), de
Barcelona; Dr. Oliver, de Logroño; Dr. D. José Lucía, de Ávila; el jefe de la de Valencia;
Dr. González Mayboll, de Huelva; el jefe de la de Huesca, Teruel, Toledo y Lérida (cuyas
firmas son ilegibles); Dr. Sánchez Pama, de Murcia; Dr. D. Manuel Pardo, de Lugo; el
jefe de la de Álava; Dr. Alberca, de Bilbao; Dr. D. francisco Fernández, de Tarragona, y
algunos más que no tienen firma; suplicando me perdonen si no los cito. A todos los que-
damos profundamente agradecidos.

MORTALIDAD ENTRE LOS NIÑOS ABANDONADOS QUE INGRESAN CON


MENOS DE UN MES Y CON MADRE EN LAS SIGUIENTES PROVINCIAS

Muertos
Provincias Número de ingresados
Primer trimestre Segundo trimestre
Badajoz 83 8 9
Huelva 2 1 1
Huesca 30 6 2’5
Vizcaya 24 2
Guipúzcoa 46’5 0’16 0’16
Álava 11 3 4
Lérida 14 6 2
Málaga 40 0 0
Sevilla 83 12 7
Tarragona 15 2 7
Murcia 38 2 0
Toledo 29 7 7
Zamora 49 20 1
Granada 41 4 5
Madrid 207’5 45 18
Barcelona 332 62 35
TOTALES 1.014’5 181’6 100’1
La mortalidad por ciento de estos niños con madre es:
Primer trimestre................................................... 17 por 100
Segundo trimestre ................................................ 10 por 100
TOTAL .............................................. 27 “ “

La relación de la mortalidad por ciento (en España) durante el primer trimestre entre la
de los niños con madre y la de sin madre, es, respectivamente, de 17 por 100 y 44’8 por 100.
538 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

MORTALIDAD ANUAL ENTRE LOS NIÑOS ABANDONADOS QUE INGRESAN


CON MENOS DE UN MES, Y SIN MADRE, ENLAS INCLUSAS DE
LAS SIGUIENTES PROVINCIAS

Muertos
Provincias Número de ingresados
Primer trimestre Segundo trimestre
Badajoz 14 3 1
Huelva 7 1 2
Huesca 4’6 3 1
Vizcaya 60 10 4
Guipúzcoa 22’5 4 2
Álava 25 8 3
Lérida 11 8 3
Logroño 6 4 0
Málaga 65 18 9
Sevilla 20 4 1
Tarragona 11 5 1
Ávila 7 2 1
Murcia 39 23 10
Toledo 10 3 0
Lugo 41 9 5
Valencia 125 48 20
Zamora 78 60 3
Granada 105 54 15
Madrid 336 117 42’7
TOTALES 987’1 444 123’7

La mortalidad por ciento de estos niños es:


Primer trimestre................................... 44’8
Segundo trimestre ................................ 12’3
Total......................................... 57,3

CONCLUSIONES SOBRE ESTE PARTICULAR


Dr. Alustiza
1.a Que en el primer trimestre mueren en España casi tres veces más niños sin madre
que con madre.
La relación de la mortalidad media por ciento en los seis primeros meses entre la de
los niños con madre y sin madre, es respectivamente, de 27 por 100 y 57’3 por 100.
2.a Que en los seis primeros meses mueren más que el doble los niños sin madre que
los con madre.
El número total de niños que ingresan en el año con menos de un mes y sin madre en
diecinueve Inclusas es 1.200 (estando entre ellos Valencia, Madrid, Sevilla, Barcelona,
Vizcaya, Guipúzcoa, etc., etc.) El total de toda España, cálculo aproximado, alrededor de
2.700, y de éstos mueren unos 1.350 en los primeros seis meses.
Los que son criados por sus madres y en las mismas Inclusas, también con menos de
un mes, son un total de 1.000, y el total de España será alrededor de 2.500: de éstos mue-
ren unos 625 en los seis primeros meses.
PEDRO ESPINA PÉREZ 539

O sea: son unos 5.200, poco más o menos, los niños ilegítimos que ingresan en las In-
clusas españolas con menos de un mes, y de éstos unos 2.700 corresponden a los sin ma-
dre y 2.500 a los con madre; mueren en total alrededor de unos 2.000, de los cuales 1.350
corresponden a los sin madre y 250 a los con madre.
En todos estos datos me he referido exclusivamente a los niños abandonados que ingresan
en las Inclusas con menos de un mes, que es donde está el problema fundamental. Como es na-
tural, la mortalidad de toda la población inclusera es mayor, pero con un tanto por ciento menor.
Actualmente, más que Inclusas-Hospicios debían ser verdaderos Centros de Puericul-
tura, como la de Madrid, donde el torno ha sido sustituido por la oficina receptora, que in-
vestiga la causa del abandono y convence a la madre para que, al ser posible, ingrese con
su hijo. Investiga también los antecedentes que sean posibles.
Peso de los que ingresan en la Inclusa de Madrid con menos de un mes.—Después de
revisar 2.200 historias he obtenido los siguientes resultados: El 34’41 por 100 pesan más
de 3.000 gramos, el 39’ por 100 pesan entre 2.500 a 3.000 gramos, el 20’2 por 100 pesan
de 2.000 a 2.500 gramos y el 5’4 por 100 pesan menos de 2.000 gramos; o sea: el 25 por
100 de los ingresados con menos de un mes son débiles, congénitos o prematuros.
Aunque los niños ingresan lo antes a los seis a diez días de nacimiento, saco la con-
clusión que el niño recién nacido no pesa, como dicen la mayoría de los libros, por térmi-
no medio, 2.000 gramos las niñas y 3.200 los niños, sino que oscilan entre 2.700 a 3.000
gramos. Hay que tener en cuenta que ya han perdido el peso de los primeros días, y tam-
bién que se trata de niños de clases sociales modesta o pobre. Esto es importante.

CAUSAS DE INGRESO EN ESTA INSTITUCIÓN

Hay dos grupos de niños: los ilegítimos y los legítimos.


Ilegítimos.—Unas veces para ocultar la falta, el deshonor, se amparan en el secreto, cre-
yendo quedar libres de esta mancha, pero al abandonar al niño aumenta su deshonra, pues
su obligación es el dar de mamar al hijo. Otras veces es por el desamparo de que a su vez
es objeto por el padre de la criatura. Es rarísima la madre soltera que recibiendo protec-
ción y ayuda material del varón, aunque sea moral solamente, por el hecho de mantener
la esperanza de ser un día su mujer legítima, abandone al niño. Hay algunas que abando-
nan por la burla de que han sido objeto por el varón que las ha seducido.
La causa del abandono de los niños legítimos es por motivos económicos: padres que
no pueden mantener a sus hijos, y otros para evitar gastos de tratamiento por la enferme-
dad que padecen. El número de los que ingresan es elevado.
He revisado las historias de todos los niños que han ingresado en esta Institución des-
de la terminación de la guerra hasta el 23 de marzo de 1943; son un total de 4.900 histo-
rias, de las cuales, 2.200 ingresaron con menos de un mes, que viene a ser el 44’8 por 100
del total, De estos 2.200, 825 lo hicieron con madre y 1.375 sin madre. O sea, están en una
proporción de 37’5 los de con madre, y el 62’5 los sin madre.

CAUSAS DEL ABANDONO INFANTIL. PREVISIÓN DE ESTOS MALES

Las principales causas del abandono del niño son de índole económica, por falta de me-
dios de la madre.
540 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La falta de una ley sobre la investigación de la paternidad es causa de que al verse de-
samparada la madre del niño por el varón, y antes de ser rechazada por la sociedad, opte
por exponer el niño en la Inclusa.
La falta de salas de puerperio en las maternidades, donde las mujeres puedan permane-
cer, reponiéndose, y a la vez criando a su hijo, y tomarle cariño, hace que sean dadas de alta
a los ocho días o antes de haber dado a luz, siendo el resultado la separación del propio hijo.
Hay una mínima parte de casos, en los que la ocultación de la maternidad, por el des-
honor, es el origen del abandono; pero, en cambio, hay un gran número de casos en que
ingresan en los Institutos de Puericultura, cuando los hay, aunque sean mujeres solteras.
El ponerse a criar como nodriza, dejando a su hijo abandonado en las Inclusas, y a ve-
ces después de haber intentado inútilmente colocarlo en los pueblos, a sus expensas, crián-
dose a biberón, terminan por depositarlo, por no serles fácil el sufragar los gastos de la crian-
za. En suma, la industria de nodrizas debe ser muy vigilada.
Encuentro un número de casos en los que, por estar el padre del hijo en el servicio mi-
litar y la madre desamparada, también depositan al niño, pero es cierto que también hay
gran número de estos casos que pasan a la Inclusa madre e hijo juntamente.

CONTRASTE CON NUESTRA INSTITUCIÓN DE PUERICULTURA.


EL NUEVO REGLAMENTO APROBADO POR LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL

La transformación ocurrida en nuestro Instituto ha sido radical. Inaugurado este centro


el año 1931, fue poco a poco perfeccionándose, hasta llegar en el año 1936 a alcanzar una
mortalidad de 12 por 100 global, en total. Vino la guerra y el período de la post-guerra, en
que se añadieron a las causas habituales de mortalidad otras relacionadas con la separación
de los cónyuges en muchos hogares, y la dispersión y trasiego de muchas familias modes-
tas, dando como resultado el aumento de la mortalidad, cuyo resumen damos a continuación:

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


MORTALIDAD
Antes de la guerra, el 12 por 100
AÑO 1940
Existencia en 1.° de enero: Lactantes ...................... 238
Ídem íd. destetes ...................................................... 205
Niños y niñas ........................................................... 529
TOTALES ............................................................... 972
Ingresados lactantes ................................................. 1.239
Destetes .................................................................... 546
Niños y niñas .......................................................... 123
TOTAL..................................................................... 2.880
Fallecidos ................................................................. 511
Tanto por 100, el 18
P. ESPINA PÉREZ
REGLAMENTO 1944. DEL INSTITUTO PROVINCIAL
DE PUERICULTURA O INCLUSA TRANSFORMADA
DE MADRID

CAPÍTULO PRIMERO
Objeto del establecimiento
Artículo 1.° El Instituto Provincial de Puericultura e Inclusa, establecimiento benéfi-
co que corre a cargo de la excelentísima Diputación Provincial, en cumplimiento de los pre-
ceptos legales vigentes, tiene como fin evitar el abandono de los niños recién nacidos y de
corta edad. A este efecto, serán recibidos en el establecimiento todos los que se presenten,
cualquiera que sea su procedencia, siempre que no hayan cumplido los dos años.
Es igualmente objeto fundamental de la Institución el de recoger el mayor número po-
sible de madres lactantes.
Artículo 2.° Admisiones. Serán admitidos en el establecimiento, dentro del régimen
aplicable a sus respectivas edades, todos los niños que, no rebasando la que se fija en el
artículo anterior, puedan ser presentados en la oficina receptora en las siguientes condiciones:

LACTANTES

Primero. Los niños que sean entregados en la oficina receptora del establecimiento,
cualquiera que sea su procedencia, siempre que no rebasen de la edad de dos años.
Segundo. Los comprendidos en la misma edad procedentes de la Casa Provincial de
Maternidad y demás Instituciones o Establecimientos Benéficos Sanitarios de esta capital
y su provincia.

DESTETADOS

Con carácter excepcional, podrán ser también admitidos mediante Decreto de la Pre-
sidencia, niños que tengan más de dos años cumplidos, sin alcanzar los cinco.
Artículo 3.°—Formalidades exigibles para las admisiones. Los niños deberán ser en-
tregados acompañando, si fuere posible, la partida o volante bautismal y certificación de
542 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

estar inscrito en el Registro Civil, o en su defecto, o en caso de duda, documentos que


acrediten la edad, así como, además cuantas señas quieran acompañar los interesados, y
que sirvan para identificarlos a efectos de ulteriores reclamaciones.

CAPÍTULO II
De la oficina receptora

Artículo 4.° Oficina receptora.—En conexión con las oficinas de la Comisaría, que
deberán formalizar el ingreso de acogidos, funcionará un Servicio de recepción permanente
para la admisión de los niños. Al frente de este Servicio se hallará una Hermana de la Ca-
ridad, que desempeñará funciones de encargada, y que, asumiendo la dirección del mis-
mo, estará asistida de las Hermanas que se precisen, con el fin de completar los turnos ne-
cesarios durante las veinticuatro horas del día.
Por el personal de la oficina receptora se tratará a todo el que se personare para hacer
entrega de niños con la mayor discreción, sin forzar el secreto cuando quisieran guardar-
lo, y con la debida delicadeza se evitará violentarles con preguntas o demandas sobre la
procedencia del acogido.
La Hermana receptora podrá interesar, no obstante, de las personas que depositen ni-
ños, los datos y antecedentes que puedan tener relación con su filiación, inscripción, bau-
tismo e historial clínico, respetando su voluntad cuando no quisieren suministrarlos.
Si hubiere duda respecto al tiempo que pueda tener el niño, la Hermana receptora po-
drá solicitar volante bautismal o documento que acredite que el niño que va a ser recibi-
do no ha cumplido los dos años.
Se advertirá a las madres, cuando así sea preciso, de los derechos y obligaciones que
incumben a la función maternal, indicándolas la conveniencia de mantener, en su propio
interés y en el de su hijo, estrecho contacto con éste, atendiendo a su crianza, cuando me-
nos, en sus primeros meses dentro de la Institución. Se procurará con esto por el personal
de la oficina receptora restringir, en lo posible, los casos de abandono, convenciendo a las
madres de que su sitio predilecto debe ser aquel de que podrá disponer en la propia Insti-
tución para criar a su hijo.
Artículo 5.° De la recepción de acogidos.—Ni el Director ni las Hermanas, ni de-
pendiente alguno del Establecimiento, podrán obligar a las personas que entreguen aco-
gidos a someterse a forzado interrogatorio haciendo obligadas manifestaciones sobre las
circunstancias o motivos de la entrega. Si alguno manifestase querer decir alguna cosa re-
servada o, atendiendo discretas indicaciones, quisiera exponer los precisos datos de filia-
ción o parentesco con las criaturas, podrá verificarlo así, registrándose las manifestacio-
nes en el libro especial y reservado, que serán firmadas por el declarante y el Director.
Artículo 6.° Donaciones.—Si voluntariamente entregasen dinero o ropa para la cria-
tura, lo tomará la Hermana receptora, dando cuenta al Director, que se hará cargo de los
efectos que se hayan entregado, para cumplir la voluntad de los donantes, a los que dará
recibo detallado.
Artículo 7.° Ingresos y numeración.—En el momento de recibir un acogido, la Her-
mana receptora anotará la hora con la mayor exactitud posible, y le pondrá una medalla
con numeración.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 543

CAPÍTULO III
De las oficinas de comisaría.
Registro, bautismo y filiación de acogidos

Artículo 8.° Comisaría. Su personal.—En conexión con la oficina receptora, funcio-


nará la de la Comisaría, encargada de formalizar el ingreso, salida y movimiento de aco-
gidos, la que dispondrá del personal necesario para el exacto cumplimiento de su delica-
do cometido y tendrá a su cargo los ficheros y libros precisos par el mejor desempeño de
su cometido.
Artículo 9.° Formalización de ingresos.—Inmediatamente que se abra la oficina, la
Hermana receptora dará cuenta al Director de los ingresos habidos durante las horas pre-
cedentes. El Director tomará razón de su ingreso por el orden en que haya sido efectuado
y anotará en los respectivos documentos de entrada la hora y el día en que aquél haya te-
nido lugar, nota que corresponda a su folio y las ropas y señales que lleven, así como las
anotaciones que correspondan al primer nombre, folio y circunstancia de estar o no bau-
tizado e inscrito en el Registro Civil, dato el último que podrá ser interesado mediante el
oportuno volante bautismal.
Artículo 10. Registro y bautismo.—Cuando sea recibido un niño sin antecedentes ni
dato alguno, la Hermana receptora dará cuenta inmediata a la Dirección y al Capellán del
Establecimiento, para que por el primero se haga su inscripción en el Registro Civil co-
rrespondiente y por el segundo se proceda a su bautismo.
Artículo 11. Medalla de filiación.—La medalla de filiación a que se alude en este ar-
tículo llevará una inscripción, en la que figurará grabado el número que a cada acogido haya
correspondido a su ingreso.
Artículo 12. Registro de documentos originales.—Los documentos originales, des-
pués de su toma de razón y foliados, pasarán a la Dirección del Establecimiento, en don-
de las partidas y anotaciones correspondientes se sentarán con la mayor exactitud posible,
sin omitir ninguna circunstancia que pueda conducir, en todo tiempo, al reconocimiento
del acogido.
Artículo 13. Libros de filiaciones.—Se llevarán en las oficinas, para el mejor orden
del Establecimiento, dos clases de libros: Uno, que será el reservado, con las necesarias
anotaciones sobre el ingreso, filiación e historial de los niños, y otro, la corriente, donde
constarán, como datos esenciales, el primer nombre del acogido, la contabilidad y su sa-
lida a criarse. De las anotaciones de dichos libros y de los datos de los respectivos expe-
dientes que a cada acogido se formarán por separado, se obtendrá la información del fichero,
el que figurarán cuantas incidencias se relacionen con cada acogido del Establecimiento.
El historial de los niños y su contabilidad se llevarán en la oficina de Comisaría me-
diante los libros que se consideren necesarios, aparte de los esenciales que se consignan
en el presente Reglamento.
Artículo 14. De los libros reservados.—Los libros reservados contendrán la hora y fe-
cha de enterada de los niños, con todas las notas y datos necesarios para acreditar su iden-
tidad cuando fueren reclamados o preguntaren por ellos, anotando también el nombre que
se les ponga, número que tengan, hora de entrada, procedencia y señas con que haya sido
entregado. Esta partida será autorizada por el Director, salvo el caso de ausencia o enfer-
medad, que lo hará quien legalmente le sustituya.
544 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Artículo 15. Libro de salidas.—Independientemente de los asientos hechos en el li-


bro corriente se anotarán las salidas en una libreta, especificando en casillas el libro, par-
te y folio del niño entregado, si es varón o hembra, su nombre y pueblo del ama.
Artículo 16. Libros de altas y bajas.—Deberán llevarse, igualmente, tres libros más,
uno para los fallecidos, otro para anotar los entregados a sus padres y otro para los devueltos
por las amas y para los remitidos a los Colegios y prohijados, cuyos asientos servirán de
base para formar los estados de altas y bajas del Establecimiento.
Artículo 17. Sobre los bautizos.—En el bautizo o inscripción de niños que entran en
el Establecimiento sin filiación completa, se eludirá asignarles nombres y apellidos con-
vencionales, que como el “expósito” y otros similares, puedan constituir en el futuro mo-
tivo de afrenta o indicación de su procedencia y origen.
Artículo 18. Historial de acogidos.—El historial de los acogidos se llevará en las ofi-
cinas mediante los libros necesarios a que anteriormente se alude y las correspondientes
fichas individuales. Historial administrativo, que llevará la oficina de Comisaría, servirá
solamente de guía el nombre y número que corresponda a cada acogido.
Artículo 19. Lavado y aseo.—Todo niño, una vez recibido, será lavado y aseado, de-
biéndose encargar la Hermana del Servicio de lactantes de su acoplamiento a las Seccio-
nes respectivas. Esta Hermana y el personal a sus órdenes velarán que, por motivo algu-
no, pueda ser quitada al niño la medalla colocada a su ingreso, debiendo ser sancionada,
e incluso despedida, el ama que no cumpla con toda exactitud este precepto. Si el niño fue-
re de destete, se hará su entrega, en la misma forma, al Lazareto.
Artículo 20. Ficha clínica.—Con cada niño se entregará a la Hermana encargada de
las Secciones de Lazareto nota del nombre, signatura y edad de cada uno, así como los da-
tos clínicos que se hayan podido obtener. Los expresados datos encabezarán, dentro de
los Servicios facultativos, el historial clínico de cada acogido en la Institución.

CAPÍTULO IV
Del Lazareto e historial clínico de acogidos

Artículo 21. Lazareto.—Todo niño ingresado no lactante, una vez cumplidos los trá-
mites preliminares de filiación y registro, será trasladado, para su lavado y aseo, al Laza-
reto, en cuyo departamento deberá permanecer, a efectos de observación, durante un pla-
zo mínimo de quince días.
Transcurrido dicho plazo, los acogidos serán entregados a la Hermana del Servicio de
lactante, para su acoplamiento en las Secciones respectivas.
La referida Hermana y personal a sus órdenes cuidarán de que por ningún motivo se
quite al niño la medalla de filiación colocada a su ingreso, con apercibimiento de severí-
simas sanciones, e incluso despido para aquellas amas que no cumplan con toda exactitud
este precepto.
Si el niño fuere de destete, se hará su entrega al Departamento a tal efecto instalado.
Con cada niño, y por la Hermana encargada del Lazareto, se entregará a la de las Sec-
cione estado detallado de los iniciales datos clínicos que se hayan podido obtener sobre cada
acogido, así como su nombre, signatura y edad.
PEDRO ESPINA PÉREZ 545

Artículo 22. Niños y madres enfermos.—Los niños que por su condición fuesen sos-
pechosos de enfermedad contagiosa, no serán criados a pecho más que por sus respecti-
vas madres, en tanto no se haya determinado con exactitud si están, en efecto, enfermos o
no. Decidirá, en todo caso, el juicio del Médico, por quien serán tenidos en cuenta los da-
tos y observaciones que se le faciliten por el personal facultativo auxiliar y Hermana en-
cargada del Departamento.
Serán igualmente reconocidas y observadas las madres, con el fin de prevenir cual-
quier enfermedad contagiosa que pueda alterar el estado sanitario de la Casa. A los expresados
efectos, serán utilizados los locales que resulten más adecuados.
Artículo 23. Historial clínico.—Aparte de la documentación administrativa de cada
niño, que se llevará en la oficina, se abrirá a éstos en el momento de su ingreso una car-
peta especial, con los necesarios antecedentes y en la que se recogerán los documentos e
historial clínico de cada acogido.
En estas carpetas, formadas en el Lazareto, se incluirá, en cabeza, una hoja general, en
la que se harán constar los siguientes datos: Ingreso, procedencia, sexo, edad, peso y an-
tecedentes que se hayan recogido, en relación con cada niño. De estas carpetas, una vez
realizado el traslado de aquéllas a las diferentes Secciones, se hará entrega a la Jefatura de
los Servicios Médicos, por los que se harán constar las observaciones obtenidas en las vi-
sitas de los facultativos de servicio, respecto a las peculiaridades, clase de lactancia y re-
acción alimenticia de cada niño.
En la propia carpeta se incluirá, igualmente, una hoja con la gráfica del peso semanal,
alimentación diaria, observaciones de temperatura, pulso, deposiciones y síntomas que
presente en cada caso de enfermedad. Esta gráfica se llevará por la Sección correspon-
diente, debiendo ser anotadas las tetadas que cada niño verifique para la debida vigilan-
cia de su nutrición.
Las expresadas observaciones estarán confiadas a las Hermanas y a la Auxiliar pueri-
cultora. Caso de duda, consultarán con el Interno, Jefe clínico de guardia o Profesor mé-
dico de número en el momento de la visita.
Trimestralmente serán recogidas, en el historial clínico de cada acogido, las observa-
ciones que se hagan sobre su desarrollo, haciendo constar sistemáticamente sus diversas
etapas de crecimiento.
En hoja especial, deberán constar, al propio tiempo, los análisis, observaciones, ra-
dioscopias y otras exploraciones que se realicen.
En el caso de que por exigirlo así afecciones o dolencias especiales, pasare un niño a
la Enfermería, se le abrirá en ésta hoja especial, que, una vez dado de alta, será recogida
y archivada en la carpeta del historial clínico.
Si fuere dado de alta, se hará la oportuna anotación en la hoja primitiva de ingreso, con
indicación del destino que haya tenido, bien sea de carácter oficial o por reclamación fa-
miliar. En los casos de fallecimiento, será recogido el dictamen de autopsia, si ésta se hu-
biere verificado.
La carpeta de “Historial clínico” será archivada por orden de número, folio, mes y año,
llevando un registro o fichero donde, con precisión y brevedad, pueda ser encontrada toda
historia que se precise.
546 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Todos los documentos relacionados con el historial clínico serán llevados por la Her-
mana, Auxiliar o el Interno, bajo la inmediata dirección del Jefe clínico, que aclarará las
dudas que se susciten, y que, en, último término, resolverá el Profesor médico jefe.

CAPÍTULO V
De las amas. Su ingreso. Nodrizas internas y madres lactantes
Sus obligaciones

Artículo 24. De las amas.—La crianza y cuidado de los niños acogidos bajo la in-
mediata dirección y vigilancia de las Hermanas encargadas de las respectivas Secciones,
estarán confiados a las amas, que bien en concepto de nodrizas, contratadas por la Direc-
ción administrativa, o de madres lactantes, procedentes de Maternidad o de ingreso di-
recto, permanecerán en la Institución en régimen de internado.
Estos servicios esenciales de la Institución, en su aspecto netamente facultativo, fun-
cionarán bajo la suprema dirección del Profesor médico jefe, asistido por su personal au-
xiliar. Los de gobierno, administración y régimen interno, estarán encomendados a la Di-
rección Administrativa del Establecimiento.
En estos Servicios de lactancia interna se procurará que sean las madres las que críen
a sus propios hijos, incitándolas a cumplir sus deberes maternales y a criar al mismo tiem-
po que a su hijo, dentro de las condiciones y emolumentos que fije la Corporación, otro
niño de la Institución, por ser así conveniente al mejor servicio de la misma, con arreglo
al régimen de tutela y protección establecido. Se evitará el que cada ama, nodriza o ma-
dre se encargue de la crianza de más de dos niños.
Articulo 25. Régimen de lactancia interna.—El Director del Establecimiento procu-
rará ordenar los servicios de lactancia interna en las condiciones de máxima economía, com-
patible con el buen servicio.
Para evitar el hacinamiento de los niños, adoptará el procedimiento de enviar los aco-
gidos para su crianza a los pueblos de la provincia, en régimen de lactancia externa. Igual-
mente podrán ser colocados dichos acogidos en la propia capital o localidades de provin-
cias colindantes, siempre que los pueblos dispongan de buenas comunicaciones y se hallen
inmediatos a la provincia de Madrid.
De los servicios de lactancia interna será personalmente responsable la Dirección fa-
cultativa, autorizada para despedir las amas internas que considere innecesarias.
Artículo 26. Ingreso de amas. Reconocimiento.—No serán recibidas madres lactan-
tes ni nodrizas sin previo reconocimiento por uno de los facultativos de la Institución.
Sometidas a observación, se investigará, principalmente, la sífilis y la tuberculosis.
Será obligatorio en todos los casos la verificación de un reconocimiento general, con ra-
dioscopia, radiografía de pecho, si se estimase precisa, serología de lúes y todas las ex-
ploraciones, análisis de esputos, secreción vaginal y demás que se consideren necesarias
para descubrir cualquier afección parasitaria o infecciosa.
Verificado el reconocimiento médico de las amas y emitido dictamen facultativo fa-
vorable, en relación con su estado de salud, la Hermana encargada del Departamento o la
Superiora lo pondrán en conocimiento del Director, para que, con vista de las necesidades
que determinen el pie de familia del Establecimiento, acuerde si debe ser admitida o no.
PEDRO ESPINA PÉREZ 547

A las madres lactantes se procurará, en todos los casos, hacerles factible su ingreso en
la Casa Materna del Establecimiento, para la asistencia y cuidado, cuando menos, de su
propio hijo.
Las nodrizas declaradas aptas para criar dos niños quedarán admitidas por el Director,
previo nuevo reconocimiento y parecer del facultativo, devengando, si son admitidas, des-
de el día primero, la asignación que tienen fijada en presupuesto.
Artículo 27. Registro. Nóminas de amas.—Para la debida formalización de estas ad-
misiones se llevará en la Dirección del Establecimiento un libro titulado “de amas inter-
nas”. En él se inscribirán todas ellas con sus nombres y apellidos, expresando el día en que
queden admitidas en el margen de la izquierda, y el de su salida, en el de la derecha. De
dicho libro se tomarán, mensualmente, los datos para la confección de nóminas de amas
internas, con sujeción a las dotaciones que a tal efecto se fijen por la Corporación en sus
presupuestos.
Artículo 28. Ordenación y régimen de las salas de niños.—Al frente de estas salas es-
tará una Hermana, en concepto de encargada, que pondrá todo su celo y cuidado en man-
tener el orden más completo en los servicios de amas. Si hubiere alguna que no hiciere caso
de sus indicaciones, previa amonestación, lo pondrá en conocimiento inmediato del Director,
quien, si así lo considera necesario, dispondrá la salida del Establecimiento de las que se
consideren incorregibles.
Artículo 29. Obligaciones de las amas.—Primordial obligación de las amas será la de
criar los niños que les distribuye la Hermana encargada de la Sección, de acuerdo con el
Médico.
Aquélla procurará verificar la distribución en la forma más equitativa, procurando, a
ser posible, no asignar más de dos niños a cada una para su crianza y cuidado.
Solamente, y por excepción, en casos de absoluta necesidad, previo conocimiento de
las especiales condiciones de las amas, podrá ser encargada, en la forma que los faculta-
tivos dispongan, la lactancia o cuidado de tres niños a una sola nodriza, que en tales ca-
sos deberá ser auxiliada en las condiciones que por aquellos se determine, y que la Her-
mana encargada hará cumplir estrictamente.
Artículo 30. Amas. Sus obligaciones en régimen de servicio.—Además de la crianza
de niños tendrán las amas internas, como obligaciones preferentes, dentro del régimen ge-
neral de servicio, la prestación de aquellos trabajos que les sean encomendados por las
Hermanas de las Secciones. Estos servicios que les serán confiados previa consulta con el
Profesor facultativo, serán los siguientes:
A) Bañar a los niños diariamente, con las garantías máximas de ambiente y de tem-
peratura, y condiciones del agua, para evitar posibles afecciones en los mismos que pue-
dan derivarse de esta práctica higiénica.
El baño deberá realizarse en horas de ocho a ocho y media de la mañana y antes de la
tetada de las nueve.
El baño será presidido y vigilado por la Hermana de cada Sección. Los niños deberán ser
protegidos, antes y después del baño, al salir y volver al dormitorio, con ropa suficiente.
B) Lavar todos los días, sin excluir los festivos, la ropa de los niños, a cuyo efecto se-
rán establecidos los correspondientes turnos.
548 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

C) Procurar que la ropa sucia, tanto la que se quite al niño en el momento del baño como
la de su cuna y dormitorio, se envíe al cuarto de desinfección, que debe funcionar diaria-
mente, y después al lavadero. Estas ropas deberán ser arrojadas por el tubo general de la
Casa, evitando la propagación de infecciones.
D) Barrer, limpiar y asear las salas de niños, Enfermería, pieza de vestir y dormitorios,
obligaciones sobre cuyo cumplimento velará, con el mayor cuidado, la Hermana encargada,
así como de mantener la debida ventilación para la renovación del aire en los respectivos
Departamentos.
E) Cumplir las órdenes y efectuar las labores de régimen interior que se dispongan
por la Hermana encargada de cada Sección. A tal respecto, se advierte que en la divi-
sión de los trabajos de índole colectiva que se distribuyan por la Hermana debe existir
la idea directriz y el criterio higiénico de que las amas y personas que traten directa-
mente a los niños, aun ocupándose de las labores de limpieza, no deben dedicarse a
trabajos sucios, pudiendo ser empleadas sus actividades en trabajos útiles. Se procura-
rá a tal efecto establecer talleres de costura, bordados, planchadoras, modistas, etc. es-
pecializaciones que podrán ser aprovechadas en beneficio general de la Institución y de
sus acogidos.
F) Utilizarán las amas, para cuidar los niños, una bata, que se les suministrará por la
Dirección del Establecimiento y que dejarán en el dormitorio cuando vayan a ocuparse de
otras labores. Las ropas de paseo les serán recogidas, limpiándolas con todo escrúpulo, an-
tes de hacerse cargo de los niños nuevamente. A tal efecto, se procurará dedicar, en cada
Sección, una persona para las especiales funciones de limpieza.
G) Las horas en que las amas internas darán de mamar a los niños, así como las de su
comida y trabajo, serán fijadas por el Profesor médico jefe, dentro de las prescripciones
que a tal efecto se contienen en los artículos 41 y 80 del presente Reglamento.
H) Notificarán las amas de un modo inmediato a la Hermana encargada de la Sección
aquellos casos en que algún niño contrajera enfermedad o afección que requiera atención
facultativa, con el fin de que por la visita médica se disponga el tratamiento adecuado o
acuerde el traslado a la Enfermería.
I) No podrán administrar las amas a los niños medicamento alguno, ni aún los que pa-
dezcan más sencillos e inofensivos, sin la previa autorización de los facultativos e indica-
ción de la Hermana encargada, que será responsable de los accidentes que por este moti-
vo puedan ocurrir.
J) Ninguna Nodriza podrá continuar en el Establecimiento después de llevar treinta me-
ses al servicio del mismo. Al ser dada de baja, si la interesada lo solicita, se le expedirá el
documento que acredita su buena conducta, y que podrá utilizar para posteriores ingresos
en el Establecimiento.
Artículo 31. Amas. Salidas.—Las amas internas con vista de su comportamiento, po-
drán obtener permiso para salir a sus quehaceres. En ningún caso podrán salir más de dos
veces al mes y en horas compatibles con la misión que tengan encomendada. Al regreso
del permiso otorgado, será obligatorio el inmediato cambio de ropas de vestir.
Artículo 32. Amas. Alimentación.—El régimen alimenticio de las amas se ajustará,
dentro de lo posible, a las normas que se dicten por los Profesores médicos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 549

Artículo 33. Amas. Sueldos.—Dentro de las consignaciones que a tal efecto se fijen
en los presupuestos de la Corporación, las remuneraciones de amas, nodrizas o madres
internas, estarán equiparadas en cantidades proporcionales para todas ellas, al número de
niños que cada una tenga confiados a su crianza.
A tal efecto, se considerarán establecidos en régimen especial de Casa-Cuna y Casa-
Maternal, los siguientes grupos:

Casa-cuna

1.° Nodrizas con dos niños.—Se incluirán en este grupo aquellas que, contando con con-
diciones físicas para ello, críen además de su hijo otro acogido.
2.° Nodrizas con tres acogidos.—Comprenderá este grupo aquellas nodrizas que, por
su excepcional capacidad de criadoras, cuiden y amamanten a tres niños, a los que podrán
criar en lactancia mixta, o bien, dos en lactancia mixta y uno destetado en artificial.

Casa-maternal

1.° Madres con un solo hijo.—Se incluirán en este grupo las que, actuando como no-
drizas pagadas de sus hijos, no puedan criar más que el suyo propio.
2.° Lactancia mixta.—Comprende este grupo aquellas mujeres que, carentes de leche
suficiente, reúnan en todo lo demás las debidas condiciones fisiológicas y de educación y
disciplina necesarias. Se procurará permanezcan en la Institución, sin separarse de su hijo,
en régimen de lactancia mixta.
3.° Lactancia artificial.—Este grupo se comprenderán aquellas madres que (con por-
centaje reducido y no superior por lo regular a un 10 por 100) carezcan de las condicio-
nes necesarias para criar, bien por falta de leche, deformidades del pezón o cualquier otra
causa que las impida su función lactante. Cuidarán a su hijo criándolo a biberón, y se les
confiará otro niño, al que criarán en lactancia artificial, bajo la vigilancia del personal es-
pecializado.
A las madres comprendidas en estos dos últimos grupos de lactancia mixta y artificial
les podrá ser concedida una pequeña gratificación como cuidadoras de sus propios hijos.
Las asignaciones a percibir por las nodrizas en concepto de retribución de crianza se
supeditarán, en todo caso, a las dotaciones que les sean aplicables y que a tal efecto fije la
Corporación en sus presupuestos. Las gratificaciones que, independientemente, pueden
ser concedidas a las madres que, además del suyo, cuiden otro niño en lactancia artificial,
se satisfarán por la Dirección, con arreglo a las normas de régimen interior vigentes para
la Institución.
Artículo 34. Premios.—Las nodrizas internas, teniendo en cuenta su comportamien-
to y buenos oficios, podrán ser objeto de premios en metálico, que deberán ser propues-
tos por las Hermanas encargadas de las Secciones respectivas. Su cuantía será fijada en los
presupuestos de la Corporación.
Artículo 35. Bajas.—Las nodrizas, al ser dadas de baja si así lo solicitaren, se les ex-
pedirá documento que acredite su buena conducta.
550 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Condición fundamental del espíritu social y cristiano de la Institución será el no dar de


baja en la misma a las mujeres madres por el hecho de que no puedan amamantar a otro
niño que el que no sea su propio hijo. Deberán considerar, por el contrario, la Institución
como su propia casa y hogar, a los que tendrán derecho si, ateniéndose a las reglas que re-
gulan su régimen interior, guardan la debida compostura.

CAPÍTULO VI
De las nodrizas y madres enfermas

Artículo 36. Luéticas.—Habrá una Sección de madres y nodrizas sifilíticas, que de-
berán permanecer separadas hasta que se curen y el Wasserman y Serología del lúes resulten
negativos, pudiendo entonces ser incorporadas a las demás Secciones. Serán tratadas es-
pecíficamente en el Establecimiento, así como sus hijos, no teniendo necesidad de salir a
tratarse en el Hospital de San Juan de Dios más que en los casos excepcionales y rebeldes
que precisen consulta especializada.
Las nodrizas y madres luéticas serán las encargadas de amamantar a los niños que pa-
dezcan la misma enfermedad.
Los niños que por su condición fuesen sospechosos de enfermedad contagiosa, serán
criados a pecho únicamente por sus respectivas madres, en tanto no se determine con exac-
titud si están en efecto enfermo o no.
En todo caso, será el juicio del Profesor médico el que decidirá en definitiva, previa com-
pulsa de datos y observaciones que expongan las Hermanas puericultoras y sus auxiliares
de la Sección correspondiente.
Ninguna madre enferma podrá dar el pecho a ningún niño sano, y sí solamente a los
que están afectos de la misma enfermedad que ella.
Artículo 37. Tuberculosas.—Cuando se diagnostique una lesión tuberculosa a madres
que se hallen criando algún hijo en el Establecimiento, deberán procurárseles colocación
en el Hospital adecuado, en donde acojan a estas enfermas siendo vacciníferas. En estos
casos, será separada de su hijo, al que se procurará evitar posibles contagios, y que debe-
rá permanecer en la Institución.
En tanto se encuentra colocación a la madre enferma tuberculosa, ésta permanecerá en
la Enfermería de la Casa o en el Hospital Provincial, dándolas de alta inmediatamente en
la plantilla del Establecimiento, con envío inmediato a los Dispensarios Tuberculosos o al
Hospital Provincial, para separarlas de los niños.

CAPÍTULO VII
Del departamento de lactantes

Artículo 38. Secciones.—Dentro del Departamento de lactantes se habilitarán las ne-


cesarias Secciones. Divididas según las posibilidades del edificio y número de niños, se
procurará acoplar el de madres y nodrizas con el de niños propios y con los que tuvieren
además a su cargo, según sus condiciones y respectivas edades. Los problemas de clasifi-
cación que a este respecto surjan serán resueltos, de común acuerdo, por el Profesor mé-
dico de número Jefe de los Servicios o Jefe clínico, con la Hermana puericultora encargada.
PEDRO ESPINA PÉREZ 551

Artículo 39. Personal de las Secciones.—Al frente de las salas de niños estará una Her-
mana encargada, que tendrá a su cargo la función rectora de las diferentes Secciones. Di-
cha Hermana velará porque presida siempre el orden más completo en el desarrollo de los
servicios, procurando evitar las disputas que puedan suscitarse entre las amas. Si hubiere
alguna que no hiciere caso de sus amonestaciones, lo pondrá en conocimiento del Direc-
tor, quien, si así lo considera necesario, dispondrá su salida del Establecimiento.
El personal femenino adscrito a cada Sección será el siguiente:
a) Una Hermana puericultora.
b) Una auxiliar cuidadora puericultora (acogida al Colegio de la Paz).
Cada Hermana no deberá tener a su cuidado, observación y vigilancia número supe-
rior al de veinticinco niños y las madres o nodrizas que los cuiden.
Las Auxiliares cuidadoras puericulturas, designadas, en términos generales, entre el
personal adscrito al servicio de la Institución, procedente del Colegio de la Paz, vigilarán
a las nodrizas y niños, al mismo tiempo que, cuidando de éstos, facilitarán los alimentos
complementarios precisos, repartiéndolos a las madres o nodrizas.
Estas cuidadoras no deberán tener a su cargo más de diez niños y sus madres corres-
pondientes, si éstas estuvieran con sus hijos solos, o diez niños y cinco nodrizas si tuvie-
ran dos niños cada una. En todo caso, se procurará que cada madre críe con el suyo otro
niño de la Institución. En términos generales, cada diez niños con sus madres o nodrizas
correspondientes estarán encomendados a una Auxiliar cuidadora, niñera o ama seca.
En cada Sección, independientemente y con arreglo a la plantilla que se establece,
prestará sus servicios dicha Auxiliar puericultura especializada, encargada de la vigilan-
cia directa de los niños, madres o nodrizas, pesadas de aquellos, reparto de alimentos com-
plementarios, cuidado de ropas, etc., así como de anotar y suministrar al personal médico
los datos precisos para la formación del historial clínico de los acogidos que, de un modo
inmediato, se confían a la Hermana y Auxiliar puericultora de cada Sección.
Artículo 40. Duración de lactancia.—La lactancia durará quince meses, a no ser que,
por prescripción médica, se prolongue, en cuyo caso no serán dados de baja los acogidos
en el Departamento de lactantes (para su traslado al Pabellón de destete), hasta tanto que,
según prescripción, no deban ser destetados.
Artículo 41. Horario de lactancia.—Los horarios de lactancia serán distintos para los
niños pequeños y débiles de los que correspondan a los mayores y de mejor constitución.
A tal efecto, serán establecidos, dentro de cada Sección, grupos distintos con unos y otros,
con el fin de aplicarles uniformemente el mismo género de vida.
Niños pequeños.—Salvo indicaciones especiales del Médico, la lactancia será realiza-
da procurándoles el pecho cada tres horas, o sea siete veces en las veinticuatro del día, y
que serán las siguientes: Seis, nueve y doce de la mañana, tres y seis de la tarde y nueve
y doce de la noche.
Niños de seis meses en adelante.—Dejando supeditado al criterio médico la edad y el
momento en que habrá de cambiarse de horario, pero aproximadamente a los seis meses,
a los niños de este grupo se les suministrarán seis tetadas al día, con las mismas horas que
a los del grupo anterior, suprimiendo la de las doce de la noche.
552 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Etapa de destete.—Al pasar el niño a la iniciación del destete, o sea cuando empiece
ya a tomar papilla y sopas vegetales, zumos de frutos, etc., a partir de los seis meses, si su
estado fisiológico lo permite, el número de comidas será el de cinco al día, a las horas si-
guientes, : seis y diez de la mañana, dos y seis de la tarde y diez de la noche, repartidas
entre las tetadas y alimentos complementarios.
Cuando el estado de debilidad congénita o prematuridad aconseja la permanencia de
los niños en incubadoras, se procurará llevarlos a las Secciones correspondientes, para
que haya unidad en el horario de alimentación.
En todo caso, el establecimiento de Secciones distintas, con los diferentes grupos de
niños, queda supeditado, como cuestión de régimen interior de los servicios sanitarios del
Establecimiento, al criterio médico del Profesor de número Jefe.
Artículo 42. Sección de lactancia artificial.—Se formará una Sección especial con
todos aquellos niños que deban ser criados en régimen de lactancia artificial. Esta Sección,
bajo la vigilancia de la Hermana encargada y Auxiliar puericultora correspondiente, esta-
rá a cargo de cuidadoras o niñeras especializadas, a razón de una por cada cuatro niños.
Elegidas entre las del Colegio de la Paz.
Si por falta de locales hubiera necesidad de establecer estos servicios en cada una de las di-
ferentes Secciones, la vigilancia y crianza de los niños, en régimen de lactancia artificial, se or-
ganizará en forma similar en cada una de ellas, si bien, si la capacidad del edificio lo permite,
se mantendrá la primera solución, establecimiento una Sección especial para estos servicios.

CAPÍTULO VIII
De la enfermería

Artículo 43. Sus Secciones.—La Enfermería, instalada en un pabellón independiente


de la Institución, estará dividida en dos Secciones de Celdas (boxees); una para niños lac-
tantes, en el piso superior, y otra para niños destetados, párvulos, en el inferior.
La enfermería dispondrá de un dormitorio para las nodrizas y madres que cuiden de los
niños enfermos, y una Enfermería especialmente dedicada a las madres o amas.
En la enfermería de lactantes habrá una Sección separada, según lo consignado en el
artículo 36 para niños y nodrizas sifilíticas.
Artículo 44. Régimen del servicio.—La Enfermería estará encomendada al cuidado
de una Hermana de la Caridad, encargada del Departamento. Esta será responsable, no
tan sólo del buen régimen y orden interior, sino también del aseo y limpieza de la misma
y de suministrar los medicamentos ordenados a su debido tiempo.
La expresada Hermana será auxiliada en sus funciones por dos enfermeras tituladas,
adscritas, respectivamente, a cada una de las dos Secciones.
Además del expresado personal, en la Sección de Enfermería de niños lactantes pres-
tarán servicio, con las madres o nodrizas que los alimenten, un número de cuidadoras pro-
porcionado al de niños, con arreglo a las normas fijadas en el artículo del vigente Regla-
mento, para las diferentes Secciones del Instituto.
En la enfermería se dispondrá una guardia permanente, especialmente durante las ho-
ras de noche.
PEDRO ESPINA PÉREZ 553

No podrán ser sacados los niños, en modo alguno, a dar el pecho al dormitorio de no-
drizas, sino que, por el contrario, serán las nodrizas las que se levantarán a dar el pecho a
los niños del Departamento de Enfermería.
Este Departamento no podrá ser visitado por persona alguna de la Casa y tampoco por
las madres o nodrizas que no estén asignadas a este servicio, y en manera alguna un niño
que se halle en la Enfermería y otro sano en el Instituto.
Se cumplirán estrictamente estos preceptos, evitando toda promiscuidad de la que se
pueda derivar el peligro de conducir infecciones desde la Enfermería al centro común de
lactancia en niños sanos.
Artículo 45. Cuidado y limpieza de ropas y efectos.—Se procurará disponer de un co-
medor especial, así como de los servicios auxiliares indispensables, para las madres o no-
drizas de la Enfermería.
La ropa del Departamento será llevada primeramente a la desinfección y nunca al lavadero,
sin que puedan ser formuladas objeciones ni pretextos a título de posible deterioro.
Estas normas deberán seguirse con todo rigor, considerando siempre obligada la de-
sinfección, con el fin de evitar en el lavadero posibles infecciones, que pueden propagar-
se a toda la Institución.
Los utensilios de alimentación de los niños: biberones, platos, vasos, cucharillas, se-
rán hervidos en el bullidor, de que dispondrá cada Sección de Enfermería antes de ser ob-
jeto de la limpieza ordinaria para ser llevado a la cocina dietética.
Artículo 46. Historial.—A cada niño que ingrese en la Enfermería se le abrirá una
hoja clínica, que llevará el interno o enfermera de la Sección, anotando diariamente las in-
cidencias y novedades. Estas se registrarán, igualmente, para el mejor orden interior de la
Sección, en el que se llevará por el Médico interno o enfermera con indicación de ali-
mentos y medicamentos prescritos por la Visita Médica para cada enfermo con anotación
de recetas, dietas, medicinas y disposiciones que eviten toda posible confusión.
Los internos y enfermeras llevarán, asimismo, una libreta especial de bolsillo, en la que
anotarán las prescripciones diagnósticas o terapéuticas que surjan de las visitas para me-
jor recordarlas y ejecutarlas, dando cuenta a los Profesores Médicos de los efectos obser-
vados, o novedades que se hubieran producido en los niños enfermos.
El personal adscrito a la Enfermería, Hermana, enfermeras auxiliares, madres o no-
drizas, llevarán una bata, que usarán exclusivamente en el servicio de la misma y que de-
berán dejar en la celda o box correspondiente, o en armario personal metálico existente en
el Departamento para que no sean portadoras de posibles infecciones a otros lugares y du-
rante todo el tiempo que permanezcan en el Departamento.
No podrá salir niño alguno de la Enfermería sin haber sido antes dado de alta por el mé-
dico.
Artículo 47. Altas y bajas.—Se llevará un libro especial, personalmente confiado al Jefe
clínico respectivo, donde serán sentadas las entradas y salidas de la Enfermería, con expresión
de fallecidos, con indicación del día y la hora, altas de enfermedades padecidas. De dichos da-
tos se dará parte diario a la Dirección del Establecimiento por la Hermana adscrita a la Sec-
ción, con la indispensable papeleta firmada por el Facultativo y antecedentes precisos para
que puedan hacerse los correspondientes asientos y completar los expedientes administrativos.
554 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Artículo 48. Medicación.—Tendrá a su cargo la Hermana enfermera de la Sección


los necesarios medicamentos para el debido cumplimiento de las prescripciones faculta-
tivas para la curación de los niños enfermos, procurando se facilite a cada uno, en las ho-
ras y plazos que los médicos hayan indicado, la medicación prescrita, consultando. Caso
de duda, con el Médico interno o Jefe clínico.
Artículo 49. Visitas.—Estarán terminantemente prohibidas las visitas a los niños en-
fermos de la Institución, en tanto permanezca en la Sección de Enfermería, debiéndose su-
jetar las normales, siempre que no exista epidemia, a las prescripciones que a tal efecto y
en lugar oportuno se consignan en este Reglamento.

CAPÍTULO IX
De la crianza de niños fuera del establecimiento.
Lactancia externa

Artículo 50. Lactancia externa: su finalidad.—Aconsejando la experiencia como uno


de los medios más eficaces para mantener la salud de los niños, facilitar su salida a los pue-
blos sanos de la provincia, se procurará, mediante los necesarios servicios de informa-
ción, darles a criar en medios familiares de la provincia de Madrid o de las limítrofes zo-
nas inmediatas, si fuera necesario.
Con los servicios de lactancia externa se procurará evitar la excesiva aglomeración de
niños, sobre todo en determinadas épocas del año, dispensándoles colocación familiar con
nodrizas externas o en régimen de lactancia artificial, convenientemente vigilada por el Dis-
pensario de Puericultura de la propia Institución.
Se cuidará muy especialmente de que las localidades a las que resulten destinados los
niños sean accesibles y con buenas comunicaciones con esta capital, evitándoles los peli-
gros y molestias de viajes largos y accidentados.
Podrán darse a criar igualmente niños en Madrid (capital) si las viviendas de los que lo
soliciten reúnen buenas condiciones higiénicas. Estos niños deberán ser presentados por
sus cuidadores, con carácter obligatorio y periódicamente en el Dispensario del Instituto.
Artículo 51. Designación de amas externas.—Las amas de cría que se presenten en
la Institución con el fin de llevar niños para lactarlos deberán ser sometidas previamente
a un minucioso reconocimiento facultativo y seguidamente pasarán a la Dirección, donde
deberán presentar las certificaciones y documentos precisos que a continuación se indican,
para encargarse de la lactancia del niño.
Artículo 52. Documentación de amas externas.—Las amas de cría vecinas de Ma-
drid deberán presentar los siguientes documentos:
a) Cédula o documento de identidad personal.
b) Certificado o volante expresivo de buena conducta (expedido por el Alcalde o Te-
niente de alcalde del Distrito correspondiente). En dicha certificación deberán costar, o en
documento que la supla, el nombre y apellidos del marido, oficio que ejerce, si está o no
empadronada, señas de su dirección y demás si se la considera idónea y con condiciones
para poderla confiar para su lactancia un acogido de la Institución. Caso de no presentar
los documentos reseñados se solicitarán los oportunos informes complementarios por la
Dirección.
PEDRO ESPINA PÉREZ 555

Las amas de fuera de Madrid presentarán:


a) Certificación, firmada y sellada con el del Juzgado Municipal de su respectiva loca-
lidad, en la que acredite su honradez, buena conducta y demás circunstancias que se consignan
en el apartado anterior, en unión del oportuno dictamen facultativo que le permita hacer en-
trega del niño para su lactancia. Será circunstancia precisa, asimismo, que exprese el nom-
bre y apellidos de su marido, oficio que ejerza y demás datos consignados anteriormente.
Deberán presentar todas las nodrizas externas un documento extendido por el Regis-
tro Civil de su localidad, en el que se haga constar la edad de su niño, que no debe ser me-
nor de seis meses ni mayor de quince. Un certificado de buena conducta y todos los ante-
cedentes que sean precisos, sobre todo si ha llevado ya algún niño de la Casa y que pueda
servir de garantía del buen trato de los acogidos.
Artículo 53. Entrega de acogidos.—Cumplidos los requisitos reseñados en los artículos
anteriores, se podrá hacer entrega a las solicitantes del niño o niña designado por el Pro-
fesor Médico Jefe de los Servicios facultativos.
Se advertirá a las interesadas que todo traslado de domicilio vendrán obligadas a po-
nerlo en conocimiento inmediato de la Dirección, justificándolo en forma, mediante do-
cumento expedido por la autoridad respectiva. Asimismo deberán dar cuenta de los casos
en que el niño enfermo adquiera afecciones que requieran tratamiento, para que la Direc-
ción resuelva de acuerdo con la Jefatura de los Servicios Facultativos, lo que sea más con-
veniente para su curación.
Artículo 54. Edad mínima para la lactancia externa.—No podrán salir los niños a
criarse fuera del Establecimiento antes de la edad de tres meses ante la conveniencia de
reconocer, en dicho período de tiempo, aquellas afecciones congénitas especialmente lué-
ticas, que pudieran dar lugar más tarde, consideradas aparentemente fisiológicas, a los
consiguientes peligros para las personas encargadas de su crianza.
Artículo 55. Período de observación.—Por las razones consignadas en el artículo an-
terior y las dificultades observadas para un diagnóstico precoz en los casos de sífilis he-
reditaria, se aconseja someter a observación clínica a todo acogido por el período mínimo
de tres meses que se señala. Durante el expresado lapso de tiempo y tomando como base
los antecedentes recogidos, con los procedimientos biológicos, reacción de Wassermann
y generales de serología del lúes, el niño se considerará sometido a la observación clíni-
ca, sin que pueda ser entregado en lactancia externa.
Las razones consignadas aconsejan el que por la Institución se procure atraer a las ma-
dres para criar a sus hijos, cuando menos durante el período de los dos primeros meses de
lactancia.
Artículo 56. Casos en que será denegada la entrega.—Por ser sumamente nocivo
para los niños el que pueda ser utilizados para descargar los pechos de las paridas, no se-
rán permitidas las salidas del Establecimiento de niño alguno con el expresado objeto.
Tampoco se darán los niños con el fin de entretener la leche de las amas, sin que an-
tes haya sido reconocida por los Facultativos de la Casa.
Queda igualmente prohibido, bajo la responsabilidad del director, el entregar niños
acogidos, tanto de lactancia como de destete, a las amas solteras, aun cuando renuncien al
estipendio de la Casa.
556 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Artículo 57. Reservas en la entrega de niños.—Se guardará siempre la mayor reser-


va con respecto a la procedencia de los acogidos. En su virtud, no será entregado ningún
niño previamente designado a las personas que lo soliciten, bien sea por lactancia o des-
tete, ni aun haciendo renuncia expresa del repetido estipendio. Tampoco se facilitarán los
niños remitidos por Autoridades de los pueblos o nodrizas que habitan en ellos, sin orden
expresa de la Excelentísima Diputación o de quien la represente.
Artículo 58. Reconocimiento de las amas.—Las amas de cría, tanto de Madrid como
de los pueblos, que se presenten a llevar niños para lactarlos, serán reconocidas todos los
días a las diez de la mañana por los facultativos del Establecimiento. Estos emitirán dic-
támenes sobre su constitución física, calidad de la leche y demás circunstancias que juz-
guen convenientes. Si el expresado reconocimiento resulta favorable, pasarán las intere-
sadas a la Dirección, en cuyas oficinas se presentarán las certificaciones y documentos
precisos para encargarse de la lactancia del niño.
Artículo 59. Entrega y registro de acogidos.—Inmediatamente que las amas reciban
al niño pasarán con él a la Dirección para que los empleados, con vista de la respectiva me-
dalla, comprueben el año y folio a que corresponda, consignando el asiento de salida de-
bajo de la partida de entrada. En el indicado asiento anotarán el día en que la salida se ve-
rifique, nombre y apellidos del ama y los de su marido, así como también la vecindad de
los mismos, advirtiéndoles que la cantidad acordada se les pagará, por quien correspon-
da, mensualmente.
Artículo 60. Duración de la lactancia.—La lactancia durará quince meses, con la re-
muneración que se fije en los presupuestos de la Corporación y gastos de viaje, como asi-
mismo la que se abone durante el período de su destete.
Artículo 61. Títulos.—Se entregará a toda nodriza un pergamino o título, haciendo
constar el libro, parte y folio a que el acogido pertenece, expresando su primer nombre, el
del ama y las fechas de su ingreso en el Establecimiento y de su salida a criarse.
Dichos pergaminos o títulos obrarán como documentos al portador, debiendo ser pa-
gadas las respectivas mensualidades a quienes los presenten, a acompañando la fe de vida
del niño, firmada y sellada, sin enmienda, por el Juez municipal respectivo. Si el acogido
hubiere fallecido, bastará solamente la presentación del pergamino; pero en este caso debe
constar su defunción en los libros, por haberse recibido la certificación correspondiente.
En los casos de pérdida de estos pergaminos o títulos, se dará por la oficina otro duplica-
do por extravío, pero obteniendo antes, por todos los medios necesarios, las debidas se-
guridades sobre la certeza del extravío del primeramente entregado.
Artículo 62. Instrucciones a las nodrizas.—Todas las nodrizas que se hagan cargo de
niños de lactancia externa deberán ser provistas de una cartilla de Puericultura, con ins-
trucciones sobre la crianza, alimentación, vacunaciones y cuidado de los niños. Esta car-
tilla será redactada por el Médico Director y costeada por la Excelentísima Diputación.
Artículo 63. Premios remuneratorios.—Podrán ser establecidos para las nodrizas que
se distingan en la buena crianza de los niños. Dichos premios se repartirán por el perso-
nal visitador del Establecimiento, a cuyo cargo estará girar las visitas de inspección a las
respectivas localidades.
También podrán ser entregados por la Oficina o Dispensario de Madrid, cuando sea re-
clamado un niño, y la entrega de éste se verifique en las mejores condiciones fisiológicas
apetecibles, especialmente cuando la concesión deba recaer en nodrizas cuyos antece-
PEDRO ESPINA PÉREZ 557

dentes resulten abonados por el buen comportamiento y trato dispensado a otros niños lle-
vados con anterioridad.
Artículo 64. Cuidados médicos.—Será obligación de las nodrizas externas, cuando ob-
serven alguna anormalidad en el niño, lesión en la boca, erupción en la piel, etc., presentar-
lo al Médico de la localidad en prevención de los primeros síntomas de una posible afección
contagiosa. Si el médico juzgase oportuno ordenar el traslado a la Casa Central de Madrid
para su estudio y curación, dicho traslado se verificará con la mayor brevedad posible.
Cuando los acogidos entregados no presenten el desarrollo y estado de salud convenientes,
será reconocida el ama por el Facultativo, y si del reconocimiento resultase que la leche
carece de las condiciones indispensables para la buena alimentación del niño, bien fuera
por el poco cuidado del ama o por su mala alimentación y otras causas desconocidas, el
Director, oído el parecer del Profesor Médico Jefe, procederá a lo que haya lugar y si el
ama de cría fuese la causante del desmejoramiento del niño, no le entregará más acogidos
y no le pagará la parte o el todo de los honorarios devengados, según la culpabilidad que
hubiere tenido.
Artículo 65. Remuneración de destetes.—La remuneración para los destetes que se crí-
en en régimen externo será fijada por la Corporación.
Artículo 66. Registro y movimiento de acogidos.—Para el mejor orden y gobierno de
la Institución, las oficinas de la Dirección llevarán un libro o libreta en que se anotarán las
salidas, especificando en las casillas correspondientes el libro, parte y folio del acogido,
si es varón o hembra, y el nombre y pueblo del ama.
Además del libro de salidas y según lo consignado en el artículo 17, habrá en la Ofi-
cina otros tres más. Uno para los fallecidos, otro para los devueltos por las amas a la Ins-
titución y otro para anotar los entregados a los padres, remitidos a los Colegios y prohija-
dos, cuyas libretas servirán para los estados de alta y baja del Establecimiento.
Artículo 67. Vigilancia de los niños.—La Institución procurará que las Autoridades de
cada localidad ejerzan las necesarias funciones de vigilancia sobre los niños entregados en
lactancia externa, dando cuenta a las oficinas de la Dirección de aquellos casos en que por
no ser debidamente tratados proceda retirarlos a la nodriza que los críe, imponiendo, si a
ello hubiere lugar, las oportunas sanciones.
Los niños deberán ser asistidos por los Médicos de la localidad, como de Beneficen-
cia, y en caso de ser observado algún signo que indique malos tratos o cuidados, ponerlo
en conocimiento del Juez correspondiente.
Las Autoridades Eclesiásticas velarán igualmente, en su función espiritual y católica
por estos acogidos, dando cuenta igualmente a las Autoridades de las anomalías que ob-
serven en el cuidado de estos niños.
Artículo 68. Servicios de información y tutela.—Serán organizados por la Institución,
estableciendo un servicio de visitas, mediante el personal del Establecimiento que, a tal efec-
to, se designe.
Artículo 69. Denuncias por malos tratos.—Si se produjeran quejas por malos tratos
a niños dependientes de la Institución, la Dirección no adoptará providencia alguna, ante
la eventualidad de que puedan ser originadas por mala fe o resentimientos personales, en
tanto no se haya enterado minuciosamente de las circunstancias propias del caso, adqui-
558 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

riendo los necesarios informes por conducto de Autoridades, Curas párrocos o vecinos ca-
lificados a los que considera conveniente solicitar noticia.

CAPÍTULO X
Del departamento de destete

Artículo 70. Su objeto.—A este Departamento serán destinados todos los niños de la
Institución desde el destete hasta los cinco años de edad. En términos generales deberán
ser ingresados en él, todos los acogidos que hayan cumplido quince meses, a no ser que
por prescripción médica se les prolongue la lactancia, en cuyo caso no se incorporarán
hasta ser detestados.
También pertenecerán a este Departamento todos los niños entregados en la Oficina de
recepción que estén detestados y no hayan cumplido los cinco años, edad con la que de-
berán pasar todos los acogidos de la Institución, según su sexo, a los Colegios provincia-
les de San Fernando y Nuestra Señora de la Paz.
Artículo 71. Recepción de acogidos en el Departamento de destete.—Para la recep-
ción de estos niños se observará las mismas formalidades y requisitos que para los del De-
partamento de lactancia.
Artículo 72. Personal encargado.—Este Departamento estará al inmediato cuidado de
cinco Hermanas de la Caridad, con el personal auxiliar necesario de la propia institución.
Las Hermanas procurarán mantener los servicios con el mayor esmero y limpieza, dis-
pensado a los niños aquellos especiales cuidados y cariño que su corta edad requiere.
Artículo 73. Régimen de comidas.—A los acogidos en la Institución Zorrilla serán su-
ministrado al día cuatro comidas, con sujeción al siguiente horario: A las ocho y a las doce
de la mañana y a las cuatro y media y siete y media de la tarde. La clase de alimentación será
lo más completa posible y se detallará en menús que, para cada día y con la debida variación,
dispondrá la Hermana encargada el Departamento, de acuerdo con la Dirección y con arre-
glo a las instrucciones que, si procediere, estime oportuno dictar el Profesor Médico Jefe.
Los niños pequeños podrán ser alimentados con leches, féculas alimenticias y pro-
ductos dietéticos especiales, contando siempre con el parecer de los facultativos de la Ins-
titución, que dispondrán, en todo caso, la clase de alimentación más adecuada y necesa-
ria para la salud de los niños.
A los más desarrollados y robustos se les podrá suministrar el alimento general del pie
de familia con la oportuna moderación y precauciones.
Artículo 74. Preceptos generales de índole sanitaria.—Las Hermanas de la Caridad en-
cargadas del Departamento tendrán el mayor cuidado de tener a los niños bien lavados, pei-
nados y aseados, procurando, con un constante aseo y limpieza, su perfecto estado de salud.
En el Departamento de destetes habrá siempre el número suficiente de camas peque-
ñas y de cunas para colocar a los acogidos, con la suficiente separación, según las edades.
Los niños dispondrán de una ropería particular, con el equipo necesario para cada uno, a
cargo de las Hermanas de la Caridad.
De acuerdo con el Médico, dispondrán las Hermanas la vacunación de los niños del De-
partamento, como de todos los demás del Establecimiento en la edad oportuna, contra la
PEDRO ESPINA PÉREZ 559

viruela y difteria. En aquellas circunstancias y épocas en que así lo determine el Profesor


Médico Jefe se les vacunará también contra la fiebre tifoidea y contra el sarampión en
época de epidemia.
Articulo 75. Prevenciones especiales.—Ficha médica.—Será objeto de especial cui-
dado en estos niños la lucha contra la difteria, el sarampión y la tuberculosis, mediante va-
cunaciones, la reacción de tuberculina y la exploración radiológica, con el fin de disponer
la separación de aquellos niños que presenten procesos de esta naturaleza.
En el momento que fuere observado cualquier síntoma de enfermedad, será separado
el niño hasta la visita médica. Esta dispondrá el traslado a la enfermería (boxess bajos), si
así lo juzgare oportuno y a donde será, igualmente, trasladada la documentación clínica para
el debido estudio de las observaciones que anteriormente se hayan hecho.

CAPÍTULO XI
Preceptos generales de higiene y régimen interior

Artículo 76. Distribución por Secciones.—Divididas y separadas las Secciones con arre-
glo al numero de niños, según las posibilidades del edificio, se procurará que el número
de aquéllas no sea excesivo, para evitar la difusión de enfermedades contagiosas. A su nú-
mero deberá quedar acoplado el de madres y nodrizas con los niños propios y los que,
además y según las edades, puedan tener a su cargo.
En estas Secciones, los dormitorios y salas deberán contar con la necesaria cubica-
ción, procurando que la temperatura no rebase los 16 grados.
Cada niño deberá disponer de su particular equipo, y si lacta con biberón, su pezone-
ra; se mantendrá absoluta separación e independencia entre los Departamentos de lactan-
tes y destetados.
Artículo 77. Dormitorios.—Los niños dormirán separados de sus madres y vigilados
en cada piso por una persona de guardia para que no puedan sus madres, en momento al-
guno, llevárselos a su cama. En los niños pequeños, en la tetada de las doce de la noche,
las madres se levantarán a dar el pecho, protegido con abrigo suficiente, como es natural.
Artículo 78. Limpieza.—Es obligatorio bañar a los niños diariamente con las máximas
garantías en la condición y temperatura del agua, así como del ambiente, para evitar afec-
ciones en los niños derivadas de esta práctica higiénica. La hora será de ocho a ocho y me-
dia y antes de la tetada de las nueve de la mañana. El baño será presidido, vigilado y diri-
gido por la Hermana puericultora de cada Sección. Los niños irán suficientemente protegidos
de ropa antes después del baño, o sea, al salir y al volver al dormitorio.
Artículo 79. Desinfección.—La ropa sucia, tanto la que se quite al niño en el mo-
mento del baño, como la de su cama y dormitorios, serán diariamente arrojadas por el tubo
general de la Casa, en evitación de que puedan propagarse infecciones por los distintos de-
partamentos. La ropa en el piso interior será recogida en un recipiente especial y condu-
cida en vagoneta o carretilla al cuarto de desinfección, que debe funcionar diariamente.
Artículo 80. División de trabajos.—Como criterio higiénico directriz que debe pre-
sidir en todas las labores que se realicen y especialmente en la que afecte al trato directo
con los niños, deberán tenerse presente las normas de la más completa asepsia, evitando
que las personas que se hallen en contacto con ellas se dediquen a trabajos sucios. En la
560 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

división de trabajos a realizar intervendrán, principalmente, la Hermana encargada del


Servicio, que podrá disponer el empleo del personal en trabajos útiles. A tal efecto, podrán
ser empleadas las madres o nodrizas, en los momentos de ocio, y en los que el cuidado de
los niños no requiera su atención, y muy particularmente las que posean conocimientos es-
pecializados en labores retribuidas de bordados, modistas, costureras, planchadoras, etc.
obviando los trabajos inferiores, y, sobre todo, sucios, que puedan dar lugar a infecciones.
Las nodrizas y amas llevarán una bata para cuidar del niño y darle de mamar, que de-
jará en el dormitorio cuando vaya a ocuparse de otras labores, ya sean de filigrana o de lim-
pieza. A los expresados efectos, en cada Sección se procurará mantener una persona es-
pecialmente dedicada a los trabajos de fregar y limpieza.
Artículo 81. Enfermos. Si se presentaran en algún niño síntomas de enfermedad, fie-
bre, erupciones, etc., que pueda ser contagiosa para los demás, la Hermana o Auxiliar pue-
ricultora dispondrá se le separe provisionalmente en la habitación lateral de que se dispondrá
en cada Sección con este objeto, hasta que pueda ser examinado por el Médico de guar-
dia por el de número de la visita ordinaria. Antes de separarle en una celdilla de la Enfer-
mería, se le mantendrá en observación durante un día o dos, a no ser que un rápido diag-
nóstico en firme aconsejara su inmediato traslado a la Enfermería.
Artículo 82. Visitas.—La visita a los niños internos de la Institución será prohibida en
términos generales durante la época de lactancia, pudiendo ser autorizada solamente en ca-
sos excepcionales y de común acuerdo la Dirección con el Profesor Médico Jefe de los Ser-
vicios, cuando de estas visitas se pueda alcanzar la unión de la madre con su hijo, exponiéndole
la conveniencia de no abandonarle, llevándole consigo o entrar en la Casa para criarlo.
En todos los demás casos, visitas de amistades o parientes de los niños, serán denega-
das en absoluto toda autorización que se interese en tal sentido.
Las visitas serán efectuadas en boxees a través de cristales, en evitación de posibles con-
tagios externos.
En todos los casos la visita a los acogidos de la Institución sólo podrá ser autorizada
una vez al mes, salvo casos especiales, en que por las razones sociales indicadas, en rela-
ción con los lactantes, pueda consentirse se verifiquen varias.
Artículo 83. Visitas y servicios.—Información de lactantes externos.—Se girarán pe-
riódicamente por el ilustrísimo señor Vocal Gestor Visitador de la Institución, Director o
Facultativos, visitas a los pueblos donde se hallen criando niños del Establecimiento, in-
dependientemente de los servicios que, bien directamente o mediante conciertos, esta-
blezca la Institución. Con vista del estado de salud de los acogidos, desarrollo y nutrición,
se resolverá lo conveniente, pudiendo ser ordenada la rápida entrega o devolución a la
Institución de los niños que no se hallen en debidas condiciones.

CAPÍTULO XII.
De las bajas en el pie de familia
(Entregas, prohijamientos, adopciones, traslados a otros Establecimientos y fallecidos)

Artículo 84. Las bajas en el pie de familia de la Institución podrán ser originadas por
los siguientes conceptos:
A) Por entrega a sus padres o familiares.
PEDRO ESPINA PÉREZ 561

B) Por prohijamiento o adopción.


C) Por traslado o remisión a otros Establecimientos; y
D) Por fallecimiento.
Artículo 85. Entrega o devolución a padres o familiares.—Los niños depositados en
esta Institución podrán ser reclamados por familiares, con arreglo al siguiente orden de pre-
ferencia:
1.° Hasta los tres años, por la madre, y en defecto de ésta, por el padre.
2.° Por los abuelos maternos o paternos.
3.° De los tres años en adelante podrán ser reclamados indistintamente por el padre o
la madre y por los abuelos maternos o paternos.
4.° A falta de estos parientes, por hermanos o tíos carnales, y en su defecto, por los pa-
rientes más próximos.
En todos los casos será justificado documentalmente el derecho y se formará la entre-
ga por un testigo de reconocida solvencia.
Artículo 86. Formalidades para la entrega.—La devolución a los padres de hijos le-
gítimos entregados en la Oficina de Recepción se verificará en la Dirección, mediante la
justificación de su derecho.
Una vez otorgada la entrega, sé anotará en el libro correspondiente en esta forma: En
tantos, de tal mes y año, se entregó a sus padres, abuelos, tíos, etc.), vecinos de tal pue-
blo y que habitan en la calle..., fecha tantos... Será indispensable que los interesados pre-
senten su cédula personal y demás documentos de identidad necesarios para que puedan
acreditar de modo fehaciente su identidad y derechos.
Artículo 87. Prohijamientos.—Las prohijaciones se tramitarán mediante instancia cursada
al Director, solicitando la gracia de poder prohijar al acogido o acogida que respectivamente
hayan criado, a fin de que, con vista de los informes resultantes, se acuerde lo conveniente.
Únicamente serán resueltas en términos favorables las solicitudes que se formulen por
personas de intachable conducta, casadas o viudas, que se hallen en condiciones para po-
der sostener y educar al niño que solicita. En forma alguna podrán ser entregados, en con-
cepto de prohijados, niños que no hayan sido destetados, salvo casos excepcionales.
A toda concesión de prohijamiento procederán las necesarias informaciones y com-
pulsa de datos y antecedentes que pueda adquirir la dirección de las Autoridades sobre las
circunstancias propias de cada caso, conducta, edad y situación económica de los prohi-
jadores o adoptantes.
La entrega de prohijados se efectuará mediante acta duplicada, que firmarán los soli-
citantes, con el Director y dos testigos que paguen contribución industrial o territorial o sean
empleados del Estado, provincia o Municipio o de Organismo o Entidad constituida con
carácter permanente.
La Excelentísima Diputación Provincial o quien la represente, tendrá siempre derecho
sobre los acogidos, varones o hembras, estén o no prohijados, de hacerlos volver al Esta-
blecimiento, siempre que en bien de los acogidos estime conveniente adoptar dicha me-
dida, consultando, si el caso lo exigiera, al Cuerpo de Letrados.
562 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Artículo 88. Adopciones.—Las adopciones se llevarán a cabo con arreglo a las dis-
posiciones vigentes.
Por delegación del Excmo. Sr. Presidente de la Corporación se considera autorizado el
Director para suscribir las actas notariales de adopción, sin perjuicio de que dicha autori-
dad acuda personalmente para hacerlos en aquellos casos en que lo crea conveniente.
Artículo 89. Limitaciones en la devolución de acogidas.—Ninguna niña de las entre-
gadas en la Inclusa o recogidas por orden de las Autoridades podrá ser devuelta a los que
hubiesen criado, hasta transcurrir los dos años, por lo menos, de su entrega o cumplida la
edad de quince, tiempo suficiente para completar su educación moral y religiosa y apren-
dizaje de las labores propias de su sexo, sin perjuicio de que la Excelentísima Diputación
pueda resolver en este aspecto y en casos excepciones, lo que estime más conveniente.
En todos los casos se contará, ante todo y después de escrupulosos informes para su
concesión, con la voluntad de la niña. Si ésta aceptase la salida del Establecimiento, se la
hará comprender que no podrá volver a la Casa sin previa justificación de malos trata-
mientos, faltas de moralidad en los que la prohijaron, defunción de éstos y otras causas si-
milares, en cuyos casos la Excelentísima Diputación provincial, previas las informaciones
oportunas, adoptará, en justicia y sin demora, las resoluciones convenientes.
Podrá la Diputación desestimar las readmisiones de aquellas acogidas, estén o no prohi-
jadas, cuya conducta o modo de proceder las haga indignas de pertenecer a la Institución.
Artículo 90. Readmisión e ingreso en otros Establecimientos.—Los acogidos que al
cumplir los cinco años no hubiesen sido prohijados con sujeción a las formalidades pre-
vistas en los anteriores artículos, deberán ser reintegrados inmediatamente al Establecimiento,
desde el que serán trasladados, según su sexo, a los Orfelinatos provinciales correspondientes.
La disposición oficial para completar esta obra en beneficio del niño abandonado po-
dría ser semejante a la que damos a continuación, muy parecida a otra que había propuesto
el doctor Bosch Marín en Valladolid durante la guerra.

PREÁMBULO

La nueva España ha de asentar su grandeza imperial, sin duda alguna, en la calidad y


cantidad de sus hijos. Todo pueblo grande tiene como principio básico y de engrandeci-
miento el aumento de la densidad de su población y el fomento de su natalidad. Así ha sido
siempre y continuará siendo. La Historia nos enseña que los pueblos, cuando se han de-
rrumbado, fue por la disminución de los nacidos, por el envilecimiento de sus costumbres
y el vicio que arraigó en las entrañas del mismo pueblo, no pereciendo, sino que Dios, para
castigarle, se sirvió de estos medios. Acordémonos de Roma, de las medidas puestas en
práctica por el Embajador Augusto; de Grecia y, más recientemente. De las palabras del Ma-
riscal Jefe del Estado francés, Petain, quien fundamenta las razones de las calamidades de
Francia en tener pocos hijos. Con clara visión de la realidad, nuestro Caudillo ha orienta-
do el engrandecimiento del futuro Imperio en favor del aumento de la natalidad, en conservar
el número de nacidos dándoles una vida, además, fácil y buena, para conseguir en su día el
mayor rendimiento para la Patria. Así ha creado infinidad de obras de todas clases en favor
de la madre y del niño, de orden sanitario, higiénico, social, etcétera. El salario familiar, el
favorecer los casamientos, los préstamos a la nupcialidad, el subsidio familiar, el seguro a
la maternidad, las numerosas obras de Auxilio Social, comedores de embarazadas, Gotas
PEDRO ESPINA PÉREZ 563

de Leche, Maternidades, Guarderías infantiles, Dispensarios de higiene infantil, provin-


ciales y rurales; las colonias escolares, los Servicios de Higiene Escolar, los Campamentos
de Juventudes, en fin, para no citar más que las principales, son éstas, las que indican bas-
tante claramente la orientación y el espíritu de la obra en favor de la madre y el niño.
Hay una cosa, sin embargo, que falta, y para remediarla viene esta disposición que se
ocupa de amparar al niño abandonado. Es todavía, como consecuencia de una costumbre
funesta, ancestral y, además, como secuela de la guerra, una plaga que hay que atender, el
número de niños abandonados por sus padres a consecuencia de las calamidades que se de-
ducen de dicha catástrofe actual. Estos niños tienen ahora su sitio en las inclusas, que to-
davía existen en España, aunque con muy buen juicio y espíritu sentado tienden a desa-
parecer, transformándose en Institutos de Puericultura. Son las Diputaciones Provinciales
las que llevan sobre sí esta carga al sostener las Inclusas y el contingente humano que al-
bergan. En ellas es indudable que la mortalidad infantil aumenta en proporciones aterra-
doras, a veces porque el niño está separado de su madre. Es mucho menor la mortalidad
en los Institutos de Puericultura. El Estado español no puede proteger este abandono y, so-
bre todo, que se haga desde las mismas Maternidades provinciales o del Estado o de Au-
xilio Social o particulares u obras filantrópicas, desde donde van los niños como despo-
jos humanos que estorban, a la Inclusa, sin haber sentido siquiera el calor del seno de la
madre, este es un derecho que la nueva España da al niño, procurándole la madre en los
primeros meses de su vida, de modo obligatorio si es preciso, trasladándose desde la Ma-
ternidad, donde haya dado a luz, al Instituto Provincial de Puericultura, donde, a la vez que
amamanta a su hijo, recibe educación moral y religiosa, albergue y hasta las posibilidades
de redención en caso necesario. Al cabo de dos meses puede seguir su vida en el hogar,
pero dejando ya al niño en condiciones de resistencia para poder vivir. De la otra manera,
o sea, abandonándolos como ahora desde las Maternidades, es un filón de niños que se es-
capa al control nuestro en toda España, yendo al acervo común antes de que puedan ha-
ber rendido su tributo a la Patria. Dicha costumbre debe desaparecer, por ir en contra del
espíritu cristiano humano y de la nueva España. Así, pues, se dispone lo siguiente:
Artículo 1.° Las madres solteras, las viudas sin hogar y las casadas indigentes, sin
hogar también, que den a luz en las Maternidades de la Provincia, del Estado, Auxilio So-
cial o particulares, u otras obras cuya misión sea recoger mujeres gestantes para dar a luz
y que no se citen expresamente antes, tendrán la obligación de criar a su hijo durante dos
meses en la Sala de Puerperio de la Maternidad, o pasar al Instituto Provincial de Pueri-
cultura durante dos meses, donde continuará el secreto en la misma forma que en la Ma-
ternidad, puesto que las visitas serán prohibidas.
Artículo 2.° La Excelentísima Diputación de cada provincia las recogerá, y previo avi-
so a los Directores de dichos Centros, se las traerá en vehículo apropiado a los Instituto
Provincial de Puericultura, donde se las albergará, alimentará y dará educación moral y re-
ligiosa y sobre todo, se las hará despertar el amor al hijo, para no abandonarlo, cumpliendo
así el sagrado deber que Dios exige a toda madre desde el momento en que lo es.
Artículo 3.° Los Directores de los Establecimientos de maternidad tienen la obliga-
ción y responsabilidad de que ninguna mujer abandone el Centro sin su hijo, por su pro-
pia voluntad, pues constituirá un delito el abandono del niño y deberán dar parte inme-
diatamente de este caso a la Autoridad. El abandono del niño se considerará como un
verdadero delito, según sucede en todos los países civilizados, casi tanto como el infanti-
cidio, pues conscientemente lo abandona sabiendo que tiene las máximas probabilidades
de morir en tan tierna edad.
564 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En dichos Centros habrá guardia gubernativa para ayudar a cumplir su misión a los Di-
rectores de los Establecimientos respectivos, para impedir evasiones, hasta tanto que las
buenas costumbres e intenciones lo hicieran innecesario.
Artículo 4.° Se castigará severamente a quienes comercien con las nodrizas de estos
internados sacándolas a criar a otros niños con fines de lucro, dejando abandonado el suyo.
Solamente cuando éste tenga cinco meses y esté sano podrá dedicarse a dicha industria.
Artículo 5.° Los señores Médicos tocólogos que asistan a madres solteras particular-
mente o a quienes estén en semejantes circunstancias, tienen el deber moral de orientar-
las y encaminarlas hacia el Instituto Provincial de Puericultura para criar a su hijo en vez
de abandonarle. Este es un deber de conciencia, ya que el secreto no permite otra cosa.
Artículo 6.° En las provincias donde no haya centros de esta índole o Institutos de Pue-
ricultura, las Diputaciones se esforzarán para que en el plazo más pequeño posible se ins-
talen o utilicen edificios capaces, según las posibles necesidades y se seguirán las normas
dictadas anteriormente.
Artículo 7.° Como esta nueva necesidad cumplida originará gastos extraordinarios,
pues habrá un número mayor de niños que vivirán y que antes se morían, no causando
ninguna carga en el presupuesto, por lo tanto, las Autoridades políticas y administrativas
provinciales y estatales estudiarán el medio de compensar el déficit consiguiente en sus res-
pectivos presupuestos, proponiéndolo a la Superioridad.
Artículo 8.° Un reglamento interior de las Excelentísimas Diputaciones provinciales
regularán los derechos y deberes de las madres dentro de la Institución.

Copiado por P. ESPINA PÉREZ Año 1944


EL INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
DE MADRID Y SU MORBIMORTALIDAD EN
EL DECENIO 1944-1953

Por los doctores: C. Sainz de los Terreros Amezaga


y J. A. De Paz Garnelo

EDIFICIO ACTUAL DEL INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA

Tras las activas gestiones de los doctores BRAVO FRÍAS y ALONSO MUÑOYERRO,
iniciadas en el año 1918, en Madrid, con el patrocinio de todo el Cuerpo Médico de la Be-
neficencia Provincial, y después de vencer largas dificultades, en enero de 1929 su Majes-
tad Alfonso XIII colocaba la primera piedra del magnífico edificio que hoy ocupa el Insti-
tuto Provincial de Puericultura, en O’Donnell, 52, siendo inaugurado en el año 1931.
Es de destacar que las gestiones para su logro fueron apoyadas de forma decidida bajo
el Directorio del General Primo de Rivera, siendo Ministro de la Gobernación Martínez
anido.
El edificio consta de tres pabellones aislados, planeados por el arquitecto de la Dipu-
tación señor Fort, con el asesoramiento del Cuerpo Facultativo (foto 1.a). El primer pabe-
llón consta de cuatro plantas, en la primera de las cuales radican los servicios de policlí-
nica, plasmoterapia, quirófano, ortodoncia, lámparas de cuarzo, laboratorio de análisis
clínicos y anatomía patológica, rayos X, incubadora, farmacia, sala de conferencias y la
parte administrativa con la oficina receptora (que sustituye al antiguo torno) y sala del la-
zareto para la observación de los recién ingresados.
En cada una de las tres plantas superiores, que son iguales en su distribución, se en-
cuentran las salas de lactantes, en número de seis, con una capacidad de 50 cunas cada una,
separadas por una sala de baños común para cada planta y surtidas por un sistema central
de agua caliente. Cada una de estas salas está en comunicación directa con unas amplias
terrazas, donde son sacados los niños a tomar el sol. Contando además con el cuarto de lac-
tancia, cuarto de reconocimiento y cura. En cada una de estas plantas, y con orientación
norte, se encuentran los dormitorios, con sus respectivos servicios sanitarios y de recreo,
de las madres y nodrizas.
566 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Foto1. Patio del “Instituto Provincial de Puericultura” a la derecha el pabellón principal, al fondo el
desaparecido pabellón de “Zorrilla”, en el que ubicaron a los “niños” de 3 a 5 años.

En el sótano de este mismo pabellón se encuentra la “Gota de Leche” (foto 2.a), con
todos sus anejos, comedor de madres, archivos y servicios centrales de calefacción, ca-
lentamiento de agua, etc.
El pabellón central, destinado a la primera infancia —edad preescolar—, tiene una ca-
pacidad aproximada para unos 130 niños, con los servicios o dependencias siguientes:
dormitorios, comedores, servicios de aseo, terrazas de juegos (invierno y verano), clase de
niños, con muy acertada orientación pedagógica; todo él rodeado de un espléndido jardín,
donde los niños de corta edad permanecen la mayor parte del día.
El tercer pabellón ocupa la parte posterior del solar; consta de dos pisos, en el prime-
ro de los cuales se encuentra la sala de destetes, con sus correspondientes servicios, y en
el ala derecha del mismo una sala de boxes individuales para niños mayores de un año que
precisen aislamiento y tratamiento médico que no es factible de realizarse en las salas co-
rrespondientes.
De análoga forma, el piso superior de este edificio está ocupado por boxees indivi-
duales para lactantes con enfermedades contagiosas o crónicas, con servicio de rayos X pro-
pio, dormitorio de madres y nodrizas y terraza.
En un pequeño pabellón aislado se encuentra el depósito de cadáveres y sala de autopsias.
Por su reciente creación, de estos últimos años, y la eficacia de sus resultados, mere-
cen destacarse los servicios de plasmoterapia, incubadora y laboratorio de anatomía pato-
lógica (foto 3.a).
La incubadora es una sala con una capacidad para 10 prematuros, dotada de todas las
medidas necesarias para una asistencia óptima de estos niños (termorregulación central,
aireación, oxigeno, regulación de la humedad, etc.).

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PEDRO ESPINA PÉREZ 567

“GOTA DE LECHE”

Foto 2.

Fotos 2. a -3. a y 4. a , en blanco y negro, bastante pobres de color en el trabajo original, si bien
deben ser incluidas para que esté completa la publicación que se hizo en su día, dando
testimonio de cómo fueron dotados los servicios técnicos del Instituto de Puericultura con los
últimos adelantos de la epoca, con los cuales, enriquecieron los medios asistenciales tan
solicitados desde siempre por los médicos a la dirección de la Casa, para evitar en parte, con
aquellas mejoras técnicas, la alta mortalidd que se venía produciendo hasta entonces.

Foto 3. Laboratorio de anatomía patológica.


568 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los servicios de plasmoterapia y transfusiones con función autónoma dentro del pro-
pio edificio, con sangre obtenida de donantes (foto 4.a).
La policlínica, asimismo, realiza una gran labor, con el servicio de consulta externa,
que, siguiendo las normas de los diferentes servicios de la Diputación Provincial de Ma-
drid, realiza varios días de la semana, para atender a la población infantil económicamente
débil.

Foto 4. SERVICIO de plasmoterapia y transfusiones con función autónoma dentro del propio edificio,
con sangre obtenida de donantes.

MORBIMORTALIDAD EN EL INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


DE MADRID
(Decenio 1944-1953)

En el pasado Congreso de Pediatría de Sevilla, en el tomo II del libro de Actas (pág.


399), aparece un trabajo nuestro que entonces etiquetábamos de “Patología del Instituto
Provincial de Puericultura de Madrid.
Han pasado cuatro años largos de entonces aquí y siguen acuciándonos análogas du-
das y preocupando idénticos problemas que ya hace mucho tiempo han sido planeados
por personas de más larga experiencia y competencia que nosotros (1). Pero estimamos no
está de más “sacar al aire” de nuevo estos problemas, que significan una faceta muy im-
portante en la lucha contra la mortalidad infantil en España, y tal vez uno de los aspectos
menos cuidados hoy día —al menos en el orden legislativo— en el gran avance dado es-
tos últimos años por la Sanidad española (gráfico I).
PEDRO ESPINA PÉREZ 569

Y por ello, porque queda aún mucho por hacer en este sentido, aunque no sea poco lo
que se ha hecho, es por lo que una vez más nos creemos en la obligación relativa de ver
si, por fin, se consigue algo de lo que tantas veces se ha pedido (sobre todo avance en las
leyes sociales de protección a la mujer contra el abandono del niño en los primeros me-
ses…) y algunas otras cosas que permitieran el tener mejores cifras de morbi y mortali-
dad infantil en estos Centros, que, aunque siempre serán un problema —por su condición
intrínseca—, sí hay factores aún accesibles de mejoría para, con ello, contribuir a ese des-
censo de mortalidad, tan necesario y tan halagador.

INSTITUCIÓN PROVINCIAL DE PUERICULTURA. MORBILIDAD INFANTIL


Decenio 1944-1953

“Permanecer en estos Centros sin vibrar es imposible”, dice don Antonio MUÑOYE-
RRO en su Transformación de las Inclusas, frase que pudiera ser definitiva, pues si no se
vive y no se vibra ante estos problemas, poco se podrá conseguir en su mejora.
Factor social.—Cuando en nuestro trabajo al que antes hacemos referencia valorábamos
el factor social en la patología de estos Centros, creo que aún nos quedábamos cortos en su
significado. Es problema social —casi exclusivamente social— el de estas Instituciones. Muy
importante y necesario el médico, pero creemos es secundario al anterior. Son tantas las cir-
cunstancias adversas, como la ilegitimidad, pobreza, ignorancia, embarazos en pésimas con-
diciones, período incierto hasta el ingreso, partos en no buenas condiciones de asistencia…,
que sólo la enumeración de estos factores hace poner de relieve el estado de un recién naci-
do a su ingreso en el Instituto, y… más aún si entonces es abandonado por su madre (vergüenza
posible aún hoy día, en el que nos vanagloriamos de tantos avances de la Puericultura) y en-
tregado en manos de una nodriza (lactancia mercenaria, al fin y al cabo), tan combatida en otros
aspectos, y aquí aceptada como lógica (si es que por falta de ésta, como es frecuente, no ha
de ponerse a alimentación artificial desde un principio). Si todo esto es el estado de la cues-
tión en el momento del ingreso del niño, veamos lo que ocurre una vez allí.
Primeramente, el enorme aumento de niños ingresados (en 1952 lo hicieron 1.474), en
evidente desproporción con el de mujeres o nodrizas que allí se quedan con sus propios hi-
jos, lo que obliga a las allí internadas a tener varias a su cargo, aparte del factor lactancia (las
que la tienen), pues la hipogalactia es cada día más acentuada, ocasionando un acumulo de
niños (factor agravante y negativo de la asistencia) imposible de suplir, tanto en el orden
afectivo —relación madre hijo—, como material, pues de sobra conocemos lo que ello gra-
va los presupuestos de la asistencia infantil, que no es la edificación, que puede ser engaño-
sa, aunque siempre estimable, sino el sostenimiento y la gran cantidad de personal secundario,
pero especializado, que se precisa, y que la Diputación no puede sostener, pues (como en tan-
tas otras cosas) es el factor económico el que falla, aparte de que en la mente latina aun no
se ha conseguido la educación sanitaria de la asistencia al niño internado, que requiere, muy
por encima de nuestros propios conocimientos médicos, personal especializado, y el que la
madre, durante un tiempo que debiera ser obligatorio (y a ello se aspira), como tantas veces
ha insistido el doctor Muñoyerro, se quedara con su propio hijo, aunque sólo fuere por faci-
litarle el alimento al que éste tiene perfecto derecho por el mismo hecho de su nacimiento.
Leyendo todas estas cosas, pretendemos poner en evidencia que son los factores sociales
y asistenciales lo que aun gravan, en parte recuperable, la morbi y mortalidad infantil en
la Institución.
570 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Vamos a continuación a pasar revista muy somera a las cifras obtenidas en estos últi-
mos diez años.
Desde el punto de vista médico, son innegables los avances conseguidos. Edificio am-
plio y moderno, con condiciones sanitarias e higiénicas muy estimables; servicios auxiliares
de laboratorio, rayos X, plasmoterapia, lámpara de cuarzo, cuarto de incubadoras…; si no
modelos, sí que suficientes para resolver con eficacia los casos más necesarios. Y un cua-
dro médico, dirección y colaboradores que cumplen no sólo con eficacia, sino con una
vocación que hace de ejemplar la labor a ellos encargada.
Insistimos, por tanto, que los dos grandes obstáculos de asistencia y abandono del hijo
los que sobre todo y por encima de todo son los factores negativos a combatir. En cuan-
tas publicaciones de este tipo se leen, ello se repite, mientras no se modifiquen las condi-
ciones sociales actuales del niño abandonado, pues si bien hoy día lo llamamos Instituto
Provincial de Puericultura, tanto en el aspecto social como en el de administrativo faltan
muchas cosas para que por tal pueda ser tenido. En primer lugar, y sobre todo, que cada
hijo quede con su madre, que, por otra parte, no es mucho pedir, si bien lo que parece tan
fácil a primera vista, sea tan difícil conseguir (al menos en Madrid).
Al repasar los gráficos que se acompañan siempre encontramos esas cuatro grandes cau-
sas, ya citadas, de mortalidad: trastornos nutritivos y agudos crónicos; debilidad congéni-
ta y prematuridad; neumonías primitivas y complicativas: sífilis congénitas. En ello nos
atenemos a lo ya publicado en Sevilla (libro de Actas del VII Congreso Nacional de Pe-
diatría, 1949). (Gráfico 11.)
Cuadros de atrofia y síndromes tóxicos siguen gravando, en primer lugar, asociados o
no las clásicas neumonías con enfisema (Domínguez, Taracena y Paz Garnelo), y esto a
pesar de disponer de leches preparadas de garantía absoluta y que fuera de estos Centros
a todos nos proporcionan magníficos resultados en las lactancias mixtas o artificiales.
También, y aunque disminuidos los procesos infectos agudos de aparato respiratorio, a
pesar de los antibióticos, que no se regatean. Por tanto, no es posible dejar de valorar el
factor constitucional y ambiental con todo lo que pueda asociarse de otros factores, ya nu-
merados antes.
Debilidad congénita y prematuridad.—Tema siempre al día y aun no resuelto en mu-
chos países (1) por su carestía, que bien lo hacía resaltar recientemente el doctor Suárez
Perdiguero (Conferencia en la Sociedad de Pediatría de Madrid. Enero de 1954), y Navas-
Migueloa (Conferencia en el Hospital de la Cruz Roja, 26, II 1954), cuando exponían lo
por ellos observado en servicios análogos en países extranjeros. Si ello ocurre de manera
general, creo no es necesario insistir en lo que un débil congénito o prematuro plantea en
el Instituto a su ingreso, a pesar del Servicio especializado y de los resultados halagüeños,
dignos de encomio.
Sífilis congénita.—¿Cómo se pudo decir que no existía ya sífilis congénita, cuando
aún, y a pesar del cuidado extremo que en ello se pone (investigación serológica sistemá-
tica de toda mujer a su ingreso), se ven aún chanclos de pezón? Es cierto, muy cierto, que
en la práctica privada son excepcionales los casos observados. Verdad también que exis-
te mejor cultura sanitaria general, pero también es realidad que se sigue viendo sífilis con-
génita, si bien, como en otras tantas enfermedades infantiles, ha sufrido una evidente pa-
tomorfosis. No debe extrañarnos, pues ello lo venimos observando en muchos infantiles
y no dudamos en afirmar de forma categórica que en el ambiente que describimos existe
y existirá durante mucho tiempo.
PEDRO ESPINA PÉREZ 571

GRÀFICA DE LAS GRANDES CAUSAS DE MORTALIDAD

Como otras causas de mortalidad de menor interés citamos los cuadros de tipo sépti-
co generalizado, casi siempre estafilocócicos, en contraste con la disminución de las clá-
sica sepxis del recién nacido, que cada vez se ven menos.
Lo que en proporción al número de asistidos en consulta, y en el internado del Cole-
gio de la Paz —adjunto al Centro—, es escasa la presencia de tuberculosis en niños me-
nores de dos años internados, más aún en estos últimos dos años, que, en eficaz colabora-
ción con el Patronato Nacional Antituberculoso, se hace la vacunación con el B. C. G. En
todo ingresado. (lo que ya ha sido publicado en el Congreso de Pediatría de Barcelona, doc-
tores Sayé y Muñoyerro).
En el capítulo de las meningitis, aparte de las tuberculosas (en los dos últimos años no fi-
gura ninguna mortal en la estadística), sobre todo las supuradas complicativas en la mayor par-
te de las veces, de etiología neumocócica, y estafilocócica. En estos últimos años no hemos vis-

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572 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

to ningún caso de la meningocócica de la que juntamente con el doctor Jardón, publicamos en


los primeros años de nuestra estancia algunos casos que periódicamente asistimos.
En las epidemias de tos ferina de los años 1945 y 1946 obtuvimos altas cifras de mor-
talidad por las complicaciones respiratorias, que en los últimos brotes (véanse datos esta-
dísticos), y evidentemente debido a la eficacia de los antibióticos, se ha reducido de for-
ma muy notable.
En lo que respecta a la difteria, la mortalidad actual ha quedado reducida a cero en es-
tos últimos años, siendo muy escasa la mortalidad, casi exclusivamente localizada a for-
mas de rinitis difterias leves, sin duda debido a la vacunación sistemática que se hace de
acuerdo con los datos y trabajos de los doctores Bosch Marín y Blanco Otero en sus tra-
bajos sobre difteria.
En cuanto a varicela y sarampión, de las que se producen brotes epidémicos con rela-
tiva frecuencia, es también muy escasa la mortalidad (véase trabajo de los doctores Ma-
tos Aguilar y Casado de Frías, número 123. Acta Pediátrica Española). En la actual de va-
ricela se han presentado algunos casos de meningitis y neumonías complicativas, como
exponente, sin duda, de una infección cruzada.
Muerte súbita.—Capítulo interesantísimo y, como siempre, de controversia sobre su po-
sible relación con el timo, trabajo, por otra parte, ya tratado entre nosotros con otro título
por el doctor Sancho Martínez en la sesión inaugural de la Sociedad de Pediatría de Ma-
drid, año 1952 trabajo realizado con un material humano muy análogo al nuestro en el
Hogar Cuna Carmen Franco, de Madrid.
En nuestra experiencia en los casos autopsiados durante los años 1951, 52 y 53 con el
diagnóstico de muerte súbita, en un total de 13 casos, encontramos seis de ellos etiqueta-
dos de auténtica muerte tímica. En los otros siete englobados en este capítulo de muerte
súbita se encuentran los siguientes diagnósticos anatomopatológicos: edema agudo pulmonar,
trombo cardíaco, asfixia obstructiva bronquial, pleuresía hemorrágica masiva, hemorragia
suprarrenal y pericarditis exudativa.
Véase, por tanto, cómo el tiempo no es sino un factor más en este capítulo en el que la au-
topsia revela, cuadros clínicos agudos e inesperados, o no diagnosticados, que no tienen nada
que ver con el comodín de la manoseada muerte tímica. Como éstos, se podrían citar muchos
más, pero nos atenemos sólo a los recogidos, como ejemplo, en los tres años citados.
Malformaciones congénitas.—En realidad se ven pocas malformaciones congénitas im-
portantes, teniendo en cuenta la gran cantidad de niños vistos allí. Salvo los contados y leves
casos de polidactilia, labio leporino, angiomas, mancha mongólica, etcétera, dentro de las
causas de muerte sólo hemos de citar, en el último decenio, cardiopatías tipo Botal, comuni-
caciones interauriculares, imperforación de ano, mongolismo y estenosis duodenal y tipo po-
liquístico, así como algún caso de espina bífida. Tanto Garrido Lestache (en morbilidad neo-
natal) como Aurelio señalan el grave factor del peligro congénito en la mortalidad infantil; lo
que paradójicamente en nuestros datos estadísticos, con 11 casos de muerte, representan una
cifra muy leve en comparación con las que se vienen anunciando. Sin embargo, no dudamos
en estar de acuerdo con el punto de vista general, de ser éste en otros medios sociales factor
de morbi y mortalidad infantiles muy digno de tenerse en cuenta y ser combatido.
Endocrinopatías.—Solamente hoy dos casos de diabetes insípida mortales. En cuanto
a la morbilidad es prácticamente nula, observándose algún solo caso aislado de obesida-
des constitucionales infantiles, y sí con más frecuencia las etiquetadas por Marañón como
PEDRO ESPINA PÉREZ 573

cronopatías del crecimiento en su más amplio sentido (conferencia pronunciada en el Ins-


tituto Provincial de Puericultura, junio de 1953, sobre “Infantilismo”).
Tanto en este capítulo como en el de malformaciones, insistimos, son nuestros datos
muy escasos en relación con los obtenidos por otros autores y en diferentes Centros.
Muertes por coma.—Merece la pena dedicar unas líneas, pues en la infancia, donde son
tan frecuentes las intoxicaciones, tanto exógenas como endógenas, tal vez no se le dé el
valor que tiene. Tenemos recogidos algunos casos de muerte por coma, con sintomatolo-
gía neurotóxica previa, totalmente involuntarios, debidos al empleo de producto proba-
blemente mal dosificado, y en algún caso por comprensible equivocación. Además, figu-
ran los comas acidósicos, expresión final de casos de deshidrataciones agudas.

MORTALIDAD PORCENTUAL POR EDADES


Decenio 1944-53

Diátesis hemorrágicas.—Aunque en diferentes apartados del trabajo se hace referencia a


los síndromes hemorrágicos, son varios los cuadros clínicos muy variados, con polifacética
sintomatología y localización tal como las hemorragias gástricas, rectales, umbilicales, com-
plicativas de procesos infectivos graves y las clásicas de recién nacido, de evidente gravedad
todas ellas, así como las ya publicadas por nosotros, juntamente con el doctor Jardón, en nues-
tro trabajo sobre Profilaxis de la tos ferina (referente a sus complicaciones hemorrágicas).

MORTALIDAD PORCENTUAL POR EDADES


(Decenio 1944-53)
574 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Síndromes por carencia.—Sobre los casos más o menos de hipervitaminosis, en los que
destaca sobre todos el raquitismo, ya se han ocupado, en importantes trabajos, los docto-
res Taracena y Matos, quienes resaltan los cuadros de carencia en el niño destetado o en
crianza externa, que muchas veces nos es reingresado por los Servicios de Inspección con
evidentes cuadros clínicos, no sólo de raquitismo, a veces grave, sino con cuadros clíni-
cos de desnutriciones graves, muy bien estudiados por diferentes autores españoles (entre
nosotros, Torres Marty y otros), y varios difíciles de clasificar, pero que se asemejan en un
todo a los grandes grupos de carencia del B.

CONCLUSIONES

Resumiendo, llegamos a las conclusiones siguientes:


1.° Si bien no se ha conseguido aún el ideal de lo que debe ser un Centro de éstos, se-
ría injusto el negar el avance conseguido en estos últimos años.
2.° Es el factor social el más necesario de corregir para evitar todos estos factores de
ilegitimidad, lactancia artificial, abandono del hijo…, lógicas consecuencias de la falta de
protección legislativa a favor de la madre y niño, que puede ser abandonado con pleno co-
nocimiento de causa.
3.° Si bien las cifras que se presentan aún son altas en relación con la mortalidad in-
fantil general de la Nación, suponen un gran avance en comparación con las cifras que
aún se daban hace pocos años y aún se publican en muy modernos libros de la especia-
lidad.
4.° Son el abandono, ilegitimidad e ignorancia cabezas de serie en el factor social de
mortalidad infantil comprobadas en el Centro.
5.° Como grandes causas de mortalidad figuran: trastornos nutritivos agudos y cróni-
cos, neumonías primitivas y complicativas, prematuridad y debilidad congénitas y sífilis.
6.° Hay una beneficiosa influencia en las cifras de mortalidad desde el empleo de le-
ches preparadas en la alimentación artificial, y con el uso de los antibióticos.
7.° No creemos se consigan reducir eficazmente las cifras actuales si no se solucionan
los factores sociales que se enumeran.
8.° Reiteramos en lo que tantas veces ha repetido el Director del Instituto, doctor
MUÑOYERRO, como eficaz solución, y que se pueden concretar en: obligatoriedad de la
permanencia de la madre con su hijo, e investigación y responsabilidad jurídica y econó-
mica del presunto padre.
9.° Se precisa asimismo mejorar la colocación del niño tanto en su crianza externa
como en los destetados, con colocación familiar idónea.

NOTAS

(1) ROMEO, BRAVO, MUÑOYERRO, COMIN, ARCE, LAFFON, ALDECOA y tantos otros.
(2) En el nuestro fue motivo del tema preferente del Congreso de Santiago. La Toja. (ARBELO,
LA VILLA y BLANCO OTERO: Asistencia al prematuro, junio 1951).
PEDRO ESPINA PÉREZ 575

BIBLIOGRAFÍA

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y del niño español).
Dr. ALONSO MUÑOYERRO: Reglamento del Instituto Provincial de puericultura de Madrid.
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filis congénita en el Instituto Provincial de Puericultura” (Acta Pediátrica Española, núm. 114).
Dr. ARBELO, A.: “La morbilidad de la Infancia en España” y “El lactante prematuro” (Publicacio-
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Dr. BLANCO-OTERO: “El lactante prematuro: Asistencia” (Publicaciones Al servicio de España y
del niño español, núm. 196, julio de 1954).
Dres. BOSCH MARÍN; BLANCO-OTERO y MINGO DE BENITO: Puericultura Social” 1954.
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del niño español).
Dr. GARRIDO LESTACHE: “El peligro congénito” (Acta Ped. Española, número 119).
Dres. JARDÓN; ANDOIZ y TERREROS AMÉZAGA, S. DE LOS : “Profilaxis de la tos ferina” (Acta Ped.
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Dres. JARDÓN; ANDOIZ y TERREROS AMÉZAGA, S. DE LOS : “Un caso de ulcus gástrico con menin-
gitis basal en el Instituto Provincial de Puericultura” (Acta Ped. Española, número 26).
Dres. MATOS AGUILAR y TERREROS AMÉZAGA, S. DE LOS : “Cuatro casos de condilomas sifilíticos
en el Instituto Provincial de Puericultura” (Revista Cien. Médicas, fasc. 22. 1951).
Dres. MATOS AGUILAR y CASADO DE FRÍAS: “Un estudio sobre sarampión” (Acta Ped. Española,
número 126).
Dr. MARAÑÓN: “Infantilismos” (Conferencia pronunciada en el Instituto Provincial de Puericultu-
ra, junio de 1953).
Dr. NAVAS MIGUELOA: “Sobre prematuridad” (Conferencia pronunciada en el Hospital Central de
la Cruz Roja, febrero de 1954).
Dr. PAZ GARNELO: “Un caso de enfisema mediastínico” (Acta Ped. Española, núm. 131).
Dr. ROVIRALTA: “El lactante vomitador”.
Dr. SANCHO MARTÍNEZ: “Fisiopatología de la inmunidad en el niño” (Acta Pediátrica Española,
Número. 107).
Dr. SUÁREZ PERDIGUERO: “Avances de la Pediatría a través del Congreso de la Habana” (Conferencia
pronunciada en la Sociedad de Pediatría, enero de 1954).
Dres. TARACENA DEL PINAL y DOMÍNGUEZ RECIO: “Enfisemas complicativos en las neumonías del
lactante, observadas en el Instituto Provincial de Puericultura” (Acta Pediátrica Española, núm.
109).
Dres. TARACENA DEL PINAL; BENÍTEZ DE HUELVA y TERREROS AMÉZAGA, S. DE LOS: “Un caso de
angioma congénito de timo en el Instituto Provincial de Puericultura” (Acta Pediátrica Española,
número 80).
Dr. TERREROS AMÉZAGA, C. S. DE LOS: “Patología en el Instituto Provincial de Puericultura” (Li-
bro de actas del VII Congreso Español de Pediatría, Sevilla, 1949).
576 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Dr. TERREROS AMÉZAGA, C. S. DE LOS: “Nuestra experiencia sobre sífilis congénita en el Instituto
Provincial de Puericultura” (Acta Pediátrica Española, núm. 94).
Intervención en Sevilla, a la comunicación del autor, de los doctores ALONSO MUÑOYERRO; ARCE
ABRIL; COMÍN; LAFFÓN; MONTERO RODRIGUEZ y NAVILET (Libro de Actas del VII Congreso Es-
pañol de Pediatría, Sevilla. 1944).

PUBLICACIONES “AL SERVICIO DE ESPAÑA Y DEL NIÑO ESPAÑOL” Editadas por los
Servicios centrales de higiene infantil. Año XVII, noviembre 1954. Núm. 201. (Ministerio de la Go-
bernación, Dirección General de Sanidad. MADRID
P. ESPINA PÉREZ.

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


1948

Un conjunto de “madres internas” uniformadas para la ocasión, posando ante el fotógrafo, alegres y
contentas con sus tiernos y queridos hijos en sus brazos, en la Escalinata que daba acceso al antiguo
pabellón de “Zorrilla” en el que estaban acogidos los niños desde los tres años hasta los cinco, al
cumplir los seis años pasaban a los colegios respectivos de la Paz y Desamparados.
A. R. C. M. Fondo de Archivo o Colección. Fotos: Santos Yubero, año 1948.

P. Espina Pérez
PEDRO ESPINA PÉREZ 577

Un grupo de niñas: unas sentadas y otras de pies al lado de la fuente que adornaba el hermoso jardín
que había en el patio de Puericultura para que jugaran los niños. Y como recoge la fotografía
del Sr. Santos Yubero, también servía para que las pequeñas, reunidas, escuchaban contentas,
(como puede apreciarse por la expresión de sus caritas), expectantes los cuentos, cantares y otros relatos
infantiles que las señoritas educadoras las enseñaban. En dicho parque estaba ubicada
una piscina para que se bañaran los niños en el verano.
R. C. M. Fondo de Archivo o Colección Fotos: Santos Yubero, año 1948.
Signatura 6523, núm 13.
LAS INCLUSAS EN ESPAÑA
Por el Dr. D. José Antonio de Paz Garnelo
Año 1960

INTRODUCCIÓN

Si es un “delito” atentar contra la vida humana en el claustro materno, también lo es


abandonar al niño a sabiendas de que tiene muchas posibilidades de morir, al separarse vo-
luntariamente la madre de él.
No se comprende como la humanidad puede cometer este error, y sobre todo en cier-
tos países cristianos y de nivel cultural elevado. Fueron los pueblos católicos los que pri-
mero protegieron al niño cuando crearon las Inclusas (S. VIII) que recogían a los abandonados
para evitar los infanticidos; si entonces, las inclusas tenían razón de ser, hoy día no.
Resulta altamente vergonzoso para la humanidad el que con fundamento pudiera escri-
bir Eusebio Blasco “Las fieras, con ser fieras amamantan a sus pequeños, los hombres, con
ser hombres, han hecho una casa grande donde almacenan los hijos que tiraron a la calle”.
A la sociedad le falta la comprensión de este problema pavoroso, pues como son “an-
gelitos al cielo” e “hijos del vicio” la sociedad los abandona y repulsa, conformándose
con poner un epitafio encima del torno donde se lee “abandonado de mis padres, la cari-
dad me recoge”.

HISTORIA

La primera casa-cuna fue establecida en Roma en el S. XII, por el Papa Inocencio III,
quién también instituyó el torno, para salvar la vida de los niños abandonados.
Brilló en nuestra patria “Santo Tomas de Villanueva (S. XVI)”, que se anticipó en más de
un siglo a San Vicente de Paúl en su obra benéfica de atención a la infancia abandonada. Este
Santo ejemplar, visitaba a los niños, los adoptaba, sostenía y educaba, cuando sus madres fal-
taban o no podían cuidarlos, convirtiendo su palacio episcopal de Valencia en un verdadero
hospicio por lo que fue llamado padre de los pobres. Sostenía además de su peculio particu-
lar a las nodrizas que criaban expósitos en sus casas, otorgándoles premios para estimularlas.

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580 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En Francia la asistencia a los expósitos había encontrado un esforzado adalid en “San


Vicente de Paúl” (1576-1639), quién instituyó la famosa “Maisons des enfantes trouvés”
que más tarde fue reconocida por Luis XVI, a causa de la gran mortalidad infantil produ-
cida por la lactancia artificial. Con la revolución francesa quedó aniquilada esta benemé-
rita obra de protección a la infancia. Fundó la comunidad de Hijas de la Caridad y elabo-
ró un reglamento muy completo para el cuidado de los niños en sus instituciones, sobre
alimentación de los lactantes, medidas preventivas en caso de epidemia; instituyó un ser-
vicio social y de colocación familiar en el campo y organizó, en fin, la formación profe-
sional y la clasificación de los niños.
Nuestra “Inclusa” recibe su nombre del latín “Inclusa” cerrada, y según otros del nom-
bre de N.a Sra. de la Inclusa, dado a una imagen de la Virgen que en el S. XVI se trajo de
la isla de L’Ecluse en Holanda, y que fue colocada en la casa de expósitos de Madrid.
La Inclusa de Madrid, Casa de Expósitos o Instituto Provincial de Puericultura como
acertada y decorosamente se la denomina en la actualidad, es el establecimiento de esta cla-
se más antiguo no sólo en España, sino del extranjero. Fue fundada en 1567 en el Conven-
to de la Victoria por una cofradía compuesta de las personas más linajudas de la Corte y de
algunos religiosos pertenecientes a la orden de los Mínimos, con el título de N.a Sra. de la
Soledad y las Angustias. En principio vivió de limosnas, pero estas eran tan cuantiosas, que
pronto pudo contar con nuevas instalaciones y edificios, trasladándose a la Calle de Emba-
jadores, lugar que ocupó hasta el año 1931, en que fue trasladada al lugar que ocupa hoy día.
Carlos IV (1799) concedió el gobierno y administración a una Junta de Damas. Hoy
día depende de la Excma. Diputación Provincial.
En 1600 Soriano fundó en Teruel el primer hospital para estos niños. Carlos III (1778)
reglamentó la constitución y funcionamiento de los hospicios y la educación de los niños.
Carlos IV en su generoso real decreto (1794) dispuso que todos los expósitos fuesen teni-
dos por legitimados por su real autoridad y por legítimos para todos los efectos civiles, or-
denando que se impusiesen sanciones a quienes los llamasen por nombres injuriosos. En
el mismo (S. XVIII) aparece el hogar de “los Toribios de Sevilla”. A mediados del S. XIX
se funda en Barcelona la Casa de Maternidad y expósitos.

TRANSFORMACIÓN DE LAS INCLUSAS

Las inclusas españolas estaban en deplorable estado, salvo raras excepciones (Gui-
púzcoa, Vizcaya, Santander, Sevilla, Barcelona… y pocas más). Gran número de estas,
están enclavadas en los hospitales provinciales, como un departamento o sala más, sin las
mínimas condiciones higiénicas exigibles.
Nuestra antigua Inclusa, anualmente ingresaban 1.500 niños, aproximadamente, de los
cuales la mayoría eran abandonados por sus madres al mes. Hoy es menor el abandono,
por la costumbre que se ha establecido de poder estar madre e hijo un año juntos, si tie-
nen voluntad de ello, pero todavía hay niños expósitos por no ser obligatoria esta medida.
Para la transformación de las inclusas se precisa la constitución de nuevos edificios, hi-
giénicos, amplios, bien emplazados, que obedezcan a las exigencias modernas, y con los ser-
vicios auxiliares indispensables para mantener el estado higiénico de la Institución: cáma-
ras de desinfección, lavaderos, cocinas dietéticas, lazaretos, salas de aislamiento, pabellones
de enfermería, etc., y personal técnico y auxiliar competente y suficiente: Médicos pueri-
PEDRO ESPINA PÉREZ 581

cultores, analistas, enfermeras puericultoras y sobre todo, Hijas de la Caridad, a ser posi-
ble especializadas en Puericultura, insustituibles en esta clase de Centros.
Se debe de ir a la desaparición total de las Inclusas como tales, pues son instituciones
arcaicas que llenaron un papel cuando fueron fundadas por el Papa Inocencio III, pero
hoy, en la era de la Puericultura no cumplen su misión de disminuir la mortalidad infan-
til, sino que la aumentan, favoreciendo la separación de la madre e hijo.
Las inclusas son “necrópolis infantiles” como dijo Schlossmann, y deben transfor-
marse en otras instituciones modernas; Institutos de Puericultura, Casas Cuna, Casas Ma-
ternales, etc. Con la transformación de la Inclusa el torno, artefacto nefasto y rotatorio, au-
tomáticamente se suprime. Se ha creído injustamente por personas que no conocen este
problema, que quitando los tornos, habría más infanticidios, sin embargo como asegura-
ba Muñoyerro, y hoy está confirmado, los infanticidios no aumentaron, pues hoy no deja
la madre al hijo si se le dan facilidades para estar unidos, y se soluciona su problema eco-
nómico y solamente un pequeño porcentaje de “madres-fiera” sin instintos maternales ni
humanitarios abandonan a sus hijos.
El torno queda reemplazado por una oficina receptora, donde se toman antecedentes
patológicos y sociales al objeto de averiguar la causa del abandono y remediándole si es
posible, o haciendo catequesis con sanos consejos para que no abandonen al niño.
Transcurría el año 1918 y la mortalidad en la Inclusa de Madrid era de 51,96%, y en
algún departamento como el de biberón, en donde llegaba al 100%., Aquello resultaba
aterrador (Muñoyerro).
El Cuerpo Médico de la Beneficencia Provincial, después de meditado examen y con-
vencido por la experiencia de más de 30 años de la inutilidad de los esfuerzos habituales
para corregir el terrible problema de la mortalidad de la Inclusa, se decidió a interesar a la
opinión y a los poderes públicos, como supremo recurso publicando en toda su crudeza las
cifras de dicha mortalidad.
Tras las activas gestiones de Bravo Frías y Muñoyerro, iniciadas en 1918 con el patrocinio
de todo el Cuerpo Médico de la Beneficencia, y después de vencer largas dificultades, en
enero de 1929, S. M. el rey Alfonso XIII colocaba la primera piedra del magnífico edifi-
cio que hoy ocupa el Instituto Provincial de Puericultura, inaugurado dos años después (1931),
con lo que se vio realizado la idea de ir perfeccionando el funcionamiento de los servicios
con arreglo a las normas que la Puericultura actual exige.
Los hospicios, Inclusas, Brefotróficos, etc., llenaron su papel en aquella época porque
la mortalidad era elevadísima, pero actualmente no se puede sostener la necesidad de las
inclusas y otras instituciones semejantes.
Actualmente más que inclusas-hospitales deberían ser verdaderos Centros de Puericultura,
como la de Madrid, donde el torno ha sido sustituido por la oficina receptora, que inves-
tiga la causas del abandono y antecedentes y convence a la madre para que a ser posible
ingrese con su hijo.
Hay que abordar este problema con un aspecto cristiano y moderno a la vez, para evi-
tar el abandono del niño. Los niños no nacen conociendo previamente su condición social
y civil, sino por la voluntad de sus padres, son hermanos nuestros, y Dios nos manda que
como a tales los tratemos.
582 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Teniendo en cuenta que el carácter de la Institución ha variado notablemente con el tiem-


po, y hoy, su objeto no es el que fuera en la antigüedad, el de evitar infanticidios, estas ins-
tituciones deben transformarse, para conseguir el mejoramiento de la condición social del
albergado y disminuir la aterradora mortalidad de las Inclusas españolas.
Las Inclusas provinciales —centros de asistencia cerrada— deben ser sustituidas, da-
das las nuevas funciones que han de cumplir por Centros de asistencia abiertos denomi-
nados Institutos Provinciales de Puericultura u Hogares Maternales, con instalaciones ade-
cuadas, para conseguir la prohibición absoluta de la separación de la madre y del hijo,
siempre que sea posible. Y luego coordinar estas instituciones con otros Centros-Hogares
para albergar a los niños que lleguen a determinada edad.
En el Instituto provincial de Puericultura de Madrid existe el Pabellón de Zorrilla don-
de pueden permanecer los niños hasta la edad escolar de los 6 años, pues el paso prema-
turo al Hospicio es peligroso. Estos niños se educarían y mejor aquí en la Institución que
en las aldeas y estarían expuestos a menos riesgos, creándose Escuelas Maternales y Jar-
dines de la Infancia, Preparatorios para la instrucción de edades más adelantadas, que la
recibirían en los Colegios de la Paz y San Fernando.

EL NIÑO SIN FAMILIA. El niño abandonado. CAPÍTULO 87

El niño sin familia es problema de todos los tiempos y constituye motivo de preocu-
pación de la sociedad moderna y tema preferente de estudio en Instituciones nacionales e
Internacionales de defensa del niño.
Es un tema médico-clínico-psíco-social, desencadenado por la persistencia y continúa
dejación de los cuidados y necesidades básicas del sujeto infantil, cuya expresión está en
la negligencia de carencia de aporte físico, psicológico y afectivo, así como de cuidados
de higiene, vestido, médicos-sanitarios, protección, alimentación y escolaridad.

CLASIFICACIÓN

Cortez clasifica a los niños sin familia en:


1.° Niños definitivamente sin familia.
a) Huérfanos.
b) Abandonados o rechazados (abandonado-legal o rechazo por carencia familiar).
c) Los rechazos por incapacidad de integración (subnormalidad profunda, invalidez,
deficientes severos físicos y psíquicos, por ejemplo)..

2.° Niños temporalmente sin familia


Estos niños no carecen de familia en el sentido estricto, pero de hecho sus padres no
se ocupan de ellos y a veces los ingresan en Instituciones benéficas sin perder su “patria
potestad”... niños sin abandono legal... por cualquiera de estas causas.
a) Por desinterés de sus padres.
PEDRO ESPINA PÉREZ 583

b) Por causas económicas y sociales


c) Por incapacidad o enfermedad de sus progenitores.
d) Por enfermedad crónica grave o minusvalía física o mental importante del niño.
e) Por justicia social. El juez de menores retira al niño de una familia indigna por fal-
ta de cuidados, atenciones mínimas o maltrato.
Hay que distinguir para clasificar al niño abandonado entre los siguientes conceptos.
1.° Niño de padres desconocidos, que lo han tenido algún tiempo o han pagado una
persona para cuidarlo, y en determinado momento se han desentendido de su crianza ab-
solutamente.
2.° Niño expósito o abandonado en las Inclusas, que lo han dejado en un portal, en
un solar o en la Inclusa, bien a través del antiguo torno o de la oficina receptora. En estos
casos los padres son desconocidos.
3.° Niño que voluntariamente deja la madre, una vez nacido, separándose de él.
Casi siempre se trata de mujeres solteras que se han visto burladas o desamparadas moral
y materialmente por el padre del niño, lo que les obliga a abandonarlo cuando tiene muy
debilitados los instintos maternales.
4.° Niños “semiabandonados” o marginados, que aun viviendo en su hogar no re-
cibe la atención, cuidados, educación y alimentación adecuados: y muchas veces son ob-
jeto de indiferencias o maltratados por parte de sus padres.
Este tipo de niños; cuando son un poco mayorcitos, constituyen en la sociedad ac-
tual un factor importante, especialmente entre la población marginal de los suburbios de
las grandes ciudades, no sólo por su número, sino también por las consecuencias físicas
y psíquicas, así como las secuelas que en ellos les originan, como mala nutrición, falta
de higiene, retraso madurativo con alteraciones del comportamiento y de la conducta, que
origina tendencia a la mendicidad, alcoholismo, tabaco, drogadicción, agresividad, robo
y delincuencia.

CAUSAS DEL ABANDONO

a) Niños ilegítimos

Concebidos ilícitamente. La mujer soltera abandona al niño y trata de ocultar su falta,


algunas veces por el deshonor que no haría de manifiesto el vacío que la sociedad le hace.
Se amarán en el secreto, creyendo quedar libre de esta mancha, pero al abandonar al hijo
aumenta su deshonra, pues su obligación es criarlo. Otras veces, a causa del desamparo,
de que a su vez es, ésta objeto por el padre de su hijo, cuando no por la burla de que han
sido objeto por el varón que las ha seducido. La mayoría son primarias, prueba bastante
significativa de que han sido víctimas de un atropello en su derecho.
Hay otras mujeres que se ven obligadas a separarse de su hijo por verse en la calle a
los 4 ó 5 días de dar a luz, sin tener un hogar ni medios para subsistir, siendo el niño un
impedimento para trabajar.
584 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

A veces por la familia de la mujer por prejuicios sociales o por problemas económicos,
la obligan a ello al negarle protección con la amenaza de no admitirla en casa ni llevar a
su hijo.
Hay cierto número de niños abandonados por mujeres que casadas, los concibieron, es-
tando su marido ausente. El abandono en este caso es forzoso para ellas, por ser la prue-
ba delatora de su infidelidad.

b) Los niños legítimos

Casi siempre son abandonados por motivos económicos, padres que no pueden man-
tener a sus hijos para evitar gastos de tratamiento en la enfermedad crónica que padece,
que ésta sea incurable o irrecuperable (oligofrenias profundas, grandes inválidas, etc.). A
veces por separación de sus padres.
El niño abandonado en las antiguas Inclusas. Hospicios, Orfelinatos, etc., sufre las
consecuencias del “síndrome de hospitalismo” que a partir de los seis meses de priva-
ción afectiva familiar, toma una forma irreversible que se manifiesta por un estado de frus-
tración general, pérdida de peso, retraso del crecimiento, disminución de las defensas y re-
traso psíco-afectivo general. La existencia para él es una cuestión fisiológica, no es feliz,
no está contento ni satisfecho, no presenta signos de curiosidad, temor, placer o dolor y tie-
ne falta de interés por el medio ambiente que le rodea. Tiene falta de afectividad espontá-
nea. El ejercicio es para él una actividad automática, y presenta incapacidad para realizar
habilidades-motoras apropiadas a su edad cronológica.
En los niños mayorcitos puede aparecer depresión, irritabilidad, inquietud, inhibi-
ción, retraimiento y mal rendimiento escolar. También aparece mayor frecuencia de ano-
rexia, aneurosis, onicotagía, y terrores nocturnos. En este grupo hay niños pasivos, inhi-
bidos, excesivamente retraídos, y otros, por el contrario son agresivos con sintomatología
y potencialmente delincuentes.
Estas situaciones hoy felizmente superadas, pero que fueron en su día cruda reali-
dad sobre la situación de los niños abandonados, ha pasado por los cambios de conceptos
de ilegitimidad, patria potestad, tutela y adopción, y por los cambios en la sociedad al con-
ceder menor importancia, mayor condescendencia y mejor protección a la madre soltera.
“El niño sin los cuidados de su madre, está en constante peligro de muerte y de su-
frimiento” dijo el célebre filántropo francés. T. Roussel. Nuestra misión es impedir por to-
dos los medios la separación de madre e hijo.
A poco que se facilite esta unión en los días que siguen al nacimiento del niño, la se-
paración será imposible, pues la madre no le deja, y mucho menos sí llega a ver su primera
sonrisa. (Marfan).
Se ha de empezar, sin embargo, a atajar el mal de raíz: a la juventud hay que educar-
la en un sentido más humanitario, moral y religioso, fomentando la enseñanza de la Pue-
ricultura en los colegios e Instituciones, y despertando el amor hacia los niños.
En cuanto al hombre, debemos esforzamos por conseguir una educación sexual ati-
nada, adelantándonos a los instintos naturales que nacen en la pubertad, y previniendo las
aberraciones de ese instinto y los conflictos morales que pueden presentársele.
PEDRO ESPINA PÉREZ 585

Se les inculcará el respeto a la mujer y el celo en el cumplimiento del deber como


hombres.
Una madre no debe ser ultrajada y repudiada sistemáticamente por la sociedad,
por el hecho de no serlo por las vías legítimas. Es de humanidad y de cristianos el redi-
mirlas y perdonarlas, salvando en todo caso al niño que es quien paga las consecuencias,
sin tener culpa de ello.
Hemos visto de modo indudable, que la mujer asistida del varón que la sedujo no aban-
dona a su hijo y, por tanto, se deduce como consecuencia que es legitimar sobre investi-
gación de la paternidad para que pueda acogerse al Código Civil la mujer desamparada y
engañada.
La protección a la mujer embarazada debe iniciarse con la fundación de diversas obras
sociales, encaminadas a este fin: Mutualidades maternales, consultas para embarazadas, ho-
gares para madres solteras, etc.
Otras medidas de seguro efecto son:
Que dispongan de casas maternales, donde la madre pueda seguir criando a su hijo, ga-
nando un jornal equivalente al trabajo que pueda realizar en los talleres, casas que puedan
servir de apoyo para que la “madre críe a su hijo”.

Dr. D. José Antonio de Paz Garnelo.


586 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Servicios prestados en el “Instituto Provincial de Puericultura,


años 1951-1961”
Alumno Interno Numerario de la Beneficencia Provincial de Madrid, el 30 de abril de
1951 por Oposición.
Médico Becario de Paidopatia y Medicina Escolar de la Beneficencia Provincial de
Madrid, el 19-II-1959 por Oposición. Y médico Numerario por Oposición de Paidopatía
y Medicina Escolar, el 30-X-1961 por Oposición.
Médico de Guardia “Full-time” del-Instituto Provincial de Puericultura de Madrid,
desde 1951 a 1961.
En esta acelerada vida, que me hacía ir sin descanso de las aulas a las salas de en-
fermos, surgió un día la noticia que orientaría definitivamente mi vida, me enteré que ha-
bía unas oposiciones —que palabra para un estudiante lleno de ambición— para Alum-
nos Internos en la Beneficencia Provincial, fuera de la Facultad.
Enseguida comprendí que la carga sería mayor, más camino a recorrer, más temas
que estudiar, más responsabilidad y una retribución que aunque exigua era altamente sig-
nificativa, sería el primer dinero que ganaba.
Las hice y obtuve uno de los primeros números, siendo destinado al Instituto de Pue-
ricultura, “Antigua Inclusa”. Allí recorrí mis primeros pasos en la especialidad de la mano
de mi primer maestro el Profesor D. Juan Antonio Alonso Moñoyerro, y allí ha sido don-
de he vivido la Pediatría en sus aspectos más amplios y más intensos.
Cuando llevaba un año, me propusieron entre los demás compañeros que allí traba-
jamos para Médico Residente. Tendría que vivir en la Institución y solamente dispondría
de unas horas de la mañana para asistir a la Facultad de Medicina, la otra columna de
mi formación. Acepté mi nueva situación una vez más lleno de afanes, ella traía consigo
nuevas facetas, por un lado solucionaría mi situación económica y ya a largo plazo, lo cual
me permitiría afrontar la solución de mi futuro sin esa angustia que en tantos casos ha obli-
gado a preclaros compañeros a buscar el medio rural, para allí enterrarse toda la vida.
Por otro lado he vivido durante diez años a diario con la máxima intensidad, la Pe-
diatría en su más amplios aspectos durante el día y la noche, ya que mi trabajo ha com-
prendido desde la asistencia a todas esas urgencias periódicas: Convulsiones, traumatismos,
intoxicaciones, crups, etc., pasando por la cotidiana patología de la Institución en las sa-
las que tuve a mi cargo y en la policlínica.
Ganó nueve Oposiciones de la Especialidad, de las que destacamos la de Médico Pue-
ricultor del Estado, Profesor Auxiliar de la Escuela Nacional de Puericultura, Profesor
Titular de Universidad y últimamente la de Profesor Agregado de Pediatría, en la que
aprobó por unanimidad todos los ejercicios y obtuvo un voto.
Autor de multitud de artículos publicados en las Revistas de la Especialidad, ha par-
ticipado con sus trabajos en las Reuniones y Congresos Nacionales de Pediatría. Amplió
estudios en el extranjero y asistió a Congresos Internacionales.

Copiado por P. ESPINA PÉREZ


X CONGRESO NACIONAL DE PEDIATRÍA.
TERCERA PONENCIA: “EL HOSPITAL INFANTIL
COMO CENTRO SANITARIO SOCIAL”
HOSPITALIZACIÓN DEL NIÑO ABANDONADO

Doctor Juan Antonio Alonso Muñoyerro


Director Médico del lnstituto Provincial de Puericultura

La enseñanza que me ha proporcionado el asistir a muchos Congresos y Asambleas na-


cionales y extranjeras en mi vida, incluso el haber presidido el VIII de Pediatría de Barce-
lona el año 1925, me afirma en la opinión de que las comunicaciones e incluso las ponen-
cias a estos certámenes deben ser concisas, escuetas, sintéticas; lo que no quiero decir,
precisamente, que han de ser excesivamente breves e incompletas, sino que puede poner-
se al día una cuestión con el menor número de palabras posible, no faltando los conceptos
fundamentales. No hay ocasión sino para desarrollar todo el programa y se pierde el tiem-
po. De todas formas hemos de repetir conceptos e ideas nuestras emanadas de la experien-
cia de muchos años de convivencia con estos niños y del estudio de sus problemas, pero tam-
bién hemos de exponer ideas de otros que anteriormente se enfrentaron con los mismos
hechos y, por tanto, hay que aprovecharlas. Por eso no os extrañéis que tengamos que re-
ferimos a trabajos nuestros y a los de otros autores que ya habían vivido estos problemas.
Fiel a este concepto que he formado, he de proceder en el tema que me han designa-
do: “Hospitalización del niño abandonado”.
Toda nuestra vida hemos dedicado a este asunto gran parte de nuestras actividades pro-
fesionales e insistimos, como decíamos en Santander (1944), en que, hasta que Dios nos
mantenga firmes, continuaremos la labor según el camino que nos hemos trazado. Los
que nos sigan conseguirán lo que nosotros hasta ahora no hemos alcanzado, pero bueno
es que se hagan a la idea de llegar a la meta que se ha de alcanzar algún día.
Para llegar, a las conclusiones que daremos, hemos de dividir esta exposición en los
siguientes apartados:
1.° Concepto que tenemos de lo que es el niño abandonado.
2.° Revisión breve de lo que se ha hecho en España por estos niños anteriormente a
1915. Las inclusas y los centros que recogen niños abandonados.
588 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

3.° Estudio comparativo de lo que ocurría en el período de 1915 a 1936. Referencias


de lo. que eran estos niños anteriormente a nuestra actuación.
4.° Resultado obtenido desde 29 de marzo de 1939 en que nos hicimos cargo nueva-
mente del servicio de niños expósitos en Madrid hasta el día de la fecha.
5.° El porvenir del niño abandonado. Propuesta para la modificación del sistema ac-
tual, variando totalmente el estado civil y jurídico de esta condición de niños y procuran-
do su ingreso en la sociedad actual, como el resto de los ciudadanos españoles y los del
mundo civilizado.

CAPÍTULO PRIMERO
Concepto y clasificación de los niños abandonados

Antes podía distinguirse entre estos niños según varios conceptos y permitía una cla-
sificación de ellos. Hoy, no: son iguales. En efecto, antiguamente hubo de aceptarse este
hecho y condición del niño abandonado y expósito como una transacción con los instin-
tos perversos, indudables, del alma humana culpable y corrompida, al abandonar a un niño
recién nacido o venderlo (Curzón).
El rey Teodorico (siglo V) dijo: “Si un padre obligado por la necesidad o por el traba-
jo o por otra causa no confesable vende a sus hijos, esta venta no significa que vaya a ser
un esclavo y que pierda su libertad. No hay precio para poner a la libertad del hombre…”.
Sano principio, base de la ulterior abolición de la esclavitud al cabo de siglos…
A) Entendíamos estrictamente por niño abandonado aquel que siendo de padres co-
nocidos que lo habían tenido consigo un tiempo determinado o entregado a persona pagada
para cuidarlo, llega un día en que se desentienden del niño y se ignora después el parade-
ro de sus progenitores. Lo han abandonado por las razones que sean, pero el hecho es que
lo han dejado y no se ocupan de él. Alguno de estos niños van a las inclusas, por las ofi-
cinas receptoras, antes tornos.
B) Niño expuesto en los antiguos tornos o en las oficinas receptoras hoy, pero que a
veces los dejan tirados en un solar o jardín, portal o en la cuneta de una carretera (como
tenemos casos). Los padres no son conocidos. Esto es lo esencial.
C) Los que voluntariamente deja la madre en la maternidad para que sea llevado a la
Inclusa. No le quiere, no es madre, A éstas, obligándolas a que críen dos meses a su hijo
es a las que nos referimos cuando diremos “la lactancia obligatoria en las maternidades o
centros de puericultura anejo”.
Queda un grupo de niños que son los huérfanos pobres, que no deben ser objeto de nues-
tro estudio en este momento, pero que también sin abandonarlos, los entregan a la crian-
za y cuidado en nuestras instituciones de puericultura.
Hoy entendemos que cualquier niño que deje de tener contacto con la madre en la re-
lación madre-hijo, es abandonado, bien sea por haberlo hecho en una y en otra forma de
las que he hecho referencia anteriormente. Es igual: son abandonados y deben perder la
patria potestad, sobre ellos, los que los dejan, aunque les pongan señales, faciliten datos
en las ropas, etc., para en su día reclamarlos. Esto debe acabarse. Lo abandonan, pues pér-
dida de la patria potestad y prohijamiento por otros padres adoptivos. Ya lo veremos des-
pués. Desde el principio del cristianismo se alzaron voces elocuentes para protestar del aban-
dono, costumbre bárbara pagana. El Emperador Tertuliano decía: “Vosotros abandonáis a
PEDRO ESPINA PÉREZ 589

vuestros hijos dejándolos a la compasión de gentes extrañas para que los recojan al en-
contrarlos. Así, implícitamente, los emancipáis para que los adopten otros padres mejores
que vosotros…”. Aquí está sentado el principio de la adopción.

CAPÍTULO SEGUNDO
Revisión breve de lo que se ha hecho en España anteriormente a 1915

Podemos remitiros a nuestra publicación “Transformación de las inclusas, presentado


al II Congreso de Pediatría en San Sebastián el año 1923 por el doctor Bravo Frías y por
mí. El concepto que se tenía de estos niños estaba sintetizado en la lápida que había en, el
torno de la Inclusa de Embajadores “abandonado de mis padres la caridad me recoge”.
Está bien, pero tenía la caridad que intervenir a través de los tomos de las inclusas y la Di-
putación hacerse cargo de sufragar los gastos de tantos niños abandonados.
Entonces eran inclusas o necrópolis infantiles, como las denominó Sch1ossman. En su
día, allá por el siglo VIII (Papa Inocencio III), tenía razón de ser, hoy no; antes de la Era de
Pasteur la mortalidad era horrorosa, pero después se fueron modificando y transformando en
todos los pueblos, siendo el nuestro uno de los últimos en que se hizo esta evolución, habiendo
correspondido a un médico eminente de la Beneficencia Provincial de Madrid, que nos pre-
cedió a mediados de siglo XIX y parte de su último tercio, la iniciación de este tránsito, a don
Mariano Benavente, padre de nuestro Premio Nobel, don Jacinto, a quien podéis ver en el
Parterre del Retiro en su busto. Precursor de la nueva terapéutica en la pediatría, hace casi
un siglo. En dicho busto en mármol veréis en la parte posterior una leyenda, figurando un
libro abierto, en la que se dice “medicación sencilla y amor materno devuelven la salud al
niño enfermo”. ¡Ay, sí viviera ahora y viera la polifarmacia que emplean muchos para tratar
niños!, pero en fin, dejaremos este punto… No pudieron hacer gran cosa, ni el doctor Be-
navente, ni González Álvarez, ni Hernández Briz, que le sucedieron.
El criterio al tratar del niño abandonado era el antiguo, el de “¡angelitos, al cielo!”. Y
no se valoraba al hombre como se hace hoy. El resultado era que se morían del 80 al 90
por 100 de las inclusas.
Hubo profesor que, para encomiar a nuestra Inclusa, dijo que “era mucho mejor que
la de Moscú”, donde se morían del 80 al 90 por 100 y que la nuestra no llegaba a esa ci-
fra. (No trato de zaherir la memoria del médico aludido y lo hago con todo respeto, pero
es histórico). Obedecía al ambiente de aquella época y lo mismo nos hubiera sucedido a
nosotros si hubiéramos vivido entonces.
No gastemos más tiempo. Estas eran las inclusas antes de 1915.

CAPÍTULO TERCERO
Estudio del período 1915 al 1936 en que cesó nuestra actuación en la Inclusa
en el mes de agosto el día l.°. Por Orden estatal

Ante la enorme mortalidad que existía, al hacernos cargo del servicio Bravo Frías y yo,
designados por el Cuerpo para estudiar este problema, francamente, nos asustamos y a
punto estuvimos de renunciar ante el decano don Enrique Isla, pidiendo el traslado a otro
servicio. Nos hizo ver la responsabilidad que contraíamos y nos convenció.
590 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Tres años de estudio, autopsias, observaciones de laboratorio, consultas, etc., y llega-


mos a 1918 en que publicamos la estadística de mortalidad exacta, veraz, avalada por el
C. M. de la B. P, y cuya memoria llevaba un prólogo breve, pero contundente, escrito por
Marañón, seguramente de todos ya conocido, pues lo hemos publicado.
Reacciones oficiales, separación momentánea del Servicio, como médicos pediatras,
ya que definitivamente no podía ser: reintegración en 1921 como médicos de número y,
en fin, multitud de episodios que no interesan por ser personales, pero que tuvieron gran
sentido y eficacia para nuestra lucha. Aportación a academias, conferencias, ponencias a
los congresos de San Sebastián, Zaragoza, Sevilla, Valencia, Granada, Ginebra, etc., com-
penetración de otros compañeros: Duarte, Vidal, Comín, Lafón, Arce, Morales, Aldecoa,
Galdo, Bosch Marín, etc. (Perdón si dejo alguno por citar). Resultado publicado en un fo-
lleto “al servicio de España y del niño español”. “Transformación de las Inclusas”. 1944.
Mortalidad elevada, indudablemente, pero se dio el primer paso para el cambio. En ene-
ro de 1929 se puso la primera piedra para el actual Instituto Provincial de Puericultura por
el Rey Don Alfonso XIII, bajo el régimen de don Miguel Primo. de Rivera, siendo minis-
tro de la Gobernación don Severino Martínez Anido. Esta es la historia de la verdad.
Vino el cambio político de 1931 y se entregó a la Diputación republicana un magnífi-
co edificio, a falta de detalles solamente, donde se acogieron a los pobres niños de la casa
de la calle de Embajadores admitidos por el torno. Ahora en la calle de O’Donnell ingre-
sados por una oficina receptora. La cosa cambia, pero no es esto todo. A pesar de los es-
fuerzos de la Diputación Provincial y los del Cuerpo Médico, la mortalidad todavía era ele-
vada. Hay muchos niños y pocas madres, buena asistencia, pero todavía no suficiente. En
mi sección se amplían los servicios, aumento de enfermeras, boxees, laboratorios, Rayos
X, instalación de gota de leche, incubadoras, etc., pero todavía la infección, los trastornos
nutritivos, la debilidad congénita, las neumonías y la sífilis innata hacen de las suyas, y no
desciende lo que, creíamos la mortalidad. Abandonan muchas madres a sus hijos, y esto
aumenta la población infantil del Instituto (ya no la llamamos Inclusa, aunque en realidad
lo es: más decorosa, pero lo es). Hay muchas mujeres con tres y cuatro niños, pero en lac-
tancia artificial. En suma: que no; que no es lo que queríamos con justicia.
Seguimos aumentando los esfuerzos, se intensifica la salida de niños en crianza externa,
porque morían menos; se aumentan los haberes de las nodrizas madres y de las externas
también, pero insistimos en que no nos conformamos. Asi nos sorprende julio de 1936, y so-
mos destituidos en primeros de agosto en nuestro cargo, obtenido por oposición con tanto es-
fuerzo, desempeñado con tanto cariño y amor hacia estas infelices criaturas y llorando nos
vamos, como lloran los hombres, desde luego, que no sabíamos si era de pena o de desen-
gaño al ver la injusticia que se hacía con nosotros (en el aspecto profesional, se entiende).
El 29 de marzo de 1939 nos restituyeron al cargo el mismo día de la liberación e in-
mediatamente tomamos posesión del mismo, aun sin haber entrado las tropas nacionales,
Liberadoras de Madrid.
No tenemos noticias de lo que ha pasado en la Inclusa en este espacio de tiempo. Agos-
to de 1936 marzo 1939.
CAPÍTULO CUARTO
Período desde 29 de marzo de 1939 hasta el día de la fecha

Estadística detallada de estos años, con los posibles errores de todas, pero sin trascen-
dencia porque no hacen variar las conclusiones. Eso sí veraz y sincera. En ella se ven. tres
PEDRO ESPINA PÉREZ 591

interrupciones del curso descendente de la curva de mortalidad que se traducen por tres ele-
vaciones de las cifras de la misma.
La primera se debe a las condiciones en que venían los niños por las consecuencias
de la guerra nuestra, falta de defensas, estado nutritivo deficiente, infecciones, debilidad
congénita, sífilis, etc., año 40 al 43. En esta época nos visitó Alexis Carrel en su excur-
sión por Europa, durante la segunda guerra europea. Por cierto, y para desgracia de la
medicina mundial, falleció de paludismo, a poco de terminar la contienda, en un hospi-
tal francés. Pues bien, nos visitó y quedó enterado de cuanto ocurría en nuestro Centro,
y también en las escuelas españolas. Tuvo palabras de alabanza para nuestro Instituto y
entre otras muchas cosas interesantes nos dijo, después de haber visitado todo el mun-
do, que tenía el convencimiento de que las Religiosas que regían los hospitales, hoga-
res, preventorios, etc., de niños, eran insustituibles en los mismos, auxiliadas por sani-
tarias especializadas en Puericultura, y subordinadas a ellas o colaboradoras, como quiera
llamárselas. Compartimos su opinión desde hace muchos años. Esta afirmación dicha por
Carrel tiene un valor, extraordinario. Premio Nobel e investigador de la institución Roc-
kefeller, pero siendo de nacionalidad francesa. Nos dejó Sulfatiazol, cierta cantidad (que
entonces empezaba a emplearse), para las infecciones, pues en aquella época no se co-
nocían los antibióticos, como sabéis.
Desciende la mortalidad el año 42 en parte, debido a las sulfamidas, pero éstas no po-
dían hacer nada en los trastornos nutritivos que no fueran coincidentes con infección, ni
en la debilidad congénita, ni en la sífilis, etc. Tampoco en la intervención que tienen en la
mortalidad los factores sociales, la tristeza de muchos niños, etc. Las mujeres escasas, la
mayoría agalácticas, la primera cumbre de la estadística de estos años 1943 al 46. Vienen
los antibióticos y el uso en gran escala de las leches preparadas y de los alimentos medi-
camentos. El efecto fue rápido, aunque no tan persistente como esperamos, pues la terce-
ra “cumbre” de la curva fue en los años 51 al 54.
Intervención también de los factores sociales enumerados anteriormente y, sobre todo,
¡cómo siempre!, aumento, de abandono del niño escasez de madres lactantes. Todo lo de-
más lo dominamos pudiendo decirse que lo que se consiga en la clínica particular o sana-
torial lo conseguimos nosotros en el Instituto. Tratamiento de los trastornos nutritivos agu-
dos y crónicos, deshidratación, neumonías, procesos respiratorios en general, infecciones
de gérmenes conocidos, meningitis, hepatitis, etc. (Ha habido procesos por virus no iden-
tificable y difícilmente atacable.) Pero sin minar los factores dichos y por el gran acumu-
lo de niños es imposible reducir la mortalidad al límite que deseamos en estos centros.
Cuando podemos actuar y vienen épocas en las que hay más madres lactantes, enseguida
desciende, como se ve, en los últimos años y sobre todo en el 59, en que hemos llegado a
9,2 de mortalidad. Es mucho todavía, ya lo sabemos, pero tenemos la esperanza de apro-
ximarnos casi a la mortalidad general infantil de España, según los datos de la dirección
General de Sanidad, Jefatura de Higiene Infantil, si se corrigen las deficiencias que indi-
camos en el orden médico y en el jurídico, y administrativo.
En cuánto a la mortalidad en este mismo período casi se repite la de los anteriores, con
un ligero predominio de los exitus por enfermedades del aparato respiratorio (hospitalis-
mo), siguen luego los trastornos nutritivos, la prematuridad, sepsis, sífilis, meningitis,
muertes súbitas (pocas) entre las principales causas de mortalidad.
(A continuación la hoja de Morbilidad período 1950 al 59) Figura 2.
592 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID
PEDRO ESPINA PÉREZ 593

Anoxia cerebral

1
1
Poliomielitis

1
1
Hepatitis

1
1
3
Amintania congenia apenheim

1
Encefalitis

2
1

3
Peluresia

1
Tuberculosis renal

2
3
Difteria

1
Malena

2
Leucemia

1
Peritonitis

1
Anemia

1
Hemorragia cerebral

1
MORBILIDAD EN EL PERÍODO 1950-59

Retorragia

1
Eritroblastosis
1

1
Espasmofilía
1

1
Sarampión
1

1
Diabetes hemorrágica
1

1
Diabetes insípida
1

1
Kala azar
1

Hidrocefalia 1
1

1
Laringitis
1

Nefritis
1
2

Tos ferina
1
1

Hemorragia interna
1

Estenosis duodenal
1 2

4 1

9 14 3
1

Insuficiencia circulatoria
Malformaciones congénitas
1
1
2
3
1

Meningitis
1
3 2

2 1
1
1 1
1
484 478 275 180 65 76 16 7
1
3
2

Muerte súbita
14
18
18
5
3
3
3

2
11

Sífilis
5
8
13
8
5
7
6
7
5
1

Sepsis
17
24
26
36
12
25
21
9
7
3

Prematuridad
19
21
38
49
17
12
36
25
40
18

Trastornos auditivos agudos


45
66
51
62
51
36
31
54
61
21

Trastornos nutritivos crónicos


39
59
52
51
50
31
45
61
59
37

Enfermedades aparato respiratorio


1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
Año
594 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CAPÍTULO QUINTO
Porvenir del niño abandonado

Toda persona o país debe de proteger al débil, al desamparado y al pobre. ¿Quién más
desamparado que estos pobres niños a quienes se les niega nada menos que el derecho a
la vida, al alimento, al nombre y a la educación? Pero el hecho es que todavía tenemos un
número de niños a los que hay que recoger y proteger, porque sus padres los mal tiraron
a la calle.
Hay que tenerlos en algún sitio. Ya lo decía “Eusebio Blasco”, y perdonar lo repita
una vez más, pero conviene que entre bien por los oídos..., “y los hombres con ser hom-
bres han hecho una casa grande donde almacenan los hijos que tiraron a la calle” ¡Alma-
cenan!…
Hay que recoger a los leprosos (Fontilles, Trillo, etc.) siendo necesario aislarles. Hay
que separar de la sociedad a los dementes en los manicomios. Así mismo hay que aislar a
los tuberculosos contagiosos activos, etc., pero a un ser humano, a un hombre futuro que
no sabemos lo que puede llegar a ser, a un pobrecito niño que no vienen a este mundo por
su voluntad, sino por la de sus padres, niños indefensos, débiles, a éstos hospitalizarlos in-
definidamente, no; por el momento como estación de paso, sí, nos vemos forzados a ha-
cerlo, pero permanentemente, no. El abandono es un delito que hay que castigar; ni tran-
sigir ni encogerse de hombros. Hay que afrontar este problema y resolverlo. No se invoque
el aborto provocado, la evitación del embarazo, el infanticidio, el mayor número de unio-
nes extramatrimoniales, etc. No se invoque esto ya. Hemos hablado mucho en todo el
mundo y escrito también los que nos ocupamos de este asunto. Son “monsergas”, y per-
donar la palabra, pero expresa muy bien el concepto, son monsergas que han perdido ac-
tualidad y veracidad. Esto está demostrado y no he de insistir en ello, pues hay innume-
rables publicaciones y libros sobre esto. Lo que hay que hacer es perseguir el abandono y
esos otros delitos relacionados con él. Proteger a la mujer, educarla o instruirla, fomentando
su religiosidad y moralidad para que se defienda a sí misma y poder emanciparla. Por fin,
investigar la paternidad como luego diremos.
¿Creéis, en efecto, que si se persiguiera el abandono del niño e investigara la paterni-
dad habría más abortos e infanticidios? Aquella mujer que haya de interrumpir el emba-
razo lo hace de todas formas, pues hay quien se presta a ello, por desgracia. Pero aquella
otra que se siente madre y asistida por el hombre, ésa no lo hace. Más hay muchas muje-
res que se han separado del hombre precisamente por eso, porque él las inducía a abortar
y luego, una vez separadas del varón, y ya nacido el niño han ingresado en nuestro Insti-
tuto, habiéndose negado muchas veces a que fuera reconocido porque lo hacían con el
propósito único de quitarle al niño o niña, ¡faceta del problema!
En el Consejo Superior de Protección de Menores de Madrid, se hizo un proyecto de
moción al Gobierno sobre el problema de las Inclusas por la comisión de Puericultura del
mismo. Proponíamos permanecieran tres meses las madres solteras o viudas de quienes se
sospechara pudieran abandonar a su hijo, el que obligatoriamente estuvieran con el niño
en las maternidades o centros de lactancia. En este tiempo recibirían enseñanza religiosa,
en ambiente moral adecuado, y se las facilitaría la solución de sus problemas económicos,
sociales, de posible matrimonio, etc. El informe de la. comisión jurídica del Ministerio de
Justicia decía que era excesiva la permanencia de tres meses, entendiendo la comisión que
en menor tiempo de permanencia, por ejemplo de un mes, se conseguiría despertar los
instintos maternales, habiendo adquirido los más elementales principios éticos y sanitarios.
PEDRO ESPINA PÉREZ 595

También esta comisión ministerial estimaba que, en cambio, las madres casadas, de pro-
le numerosa y mala situación económica no estaban tan favorecidas como las madres solte-
ras, teniendo derecho a descansos, subsidios y ayudas económicas acordadas por las Leyes
Sociales, siendo menor estos beneficios en ellas que en las madres solteras. Está bien, pero
no confundamos las cosas. Aquí de lo que se trata es de socorrer y amparar al niño aban-
donado, por lo que todo lo que se haga tanto por la madre soltera como la casada o viuda que
lo abandonan, redunda en beneficio del niño a través de su madre. No se trata de premiar un
pecado (la maternidad de modo absoluto, así no es pecado) y, sobre todo, en este caso; no es
ésta la cuestión, sino el proteger al niño con su madre para que no lo abandone. Por otro
lado, no es incompatible esto.con socorrer a la madre trabajadora casada; a ésta, las Leyes
sociales tienen prevista su ayuda económica y en cuanto a la ayuda moral la necesita más la
que ha sido abandonada por el varón que la otra que vive con él en matrimonio.
Seguimos pensando que debe permanecer la madre soltera o casada o viuda abando-
nada en las maternidades y centros de puericultura, internadas por lo menos dos meses
para los fines dichos.
Proponíamos también y seguimos proponiendo la creación de casas maternales, hogares,
cunas, cámaras de lactancias, guarderías, etc., por las empresas particulares además de
las del Estado, Provincial, Municipio o Auxilio Social, a fin de que, la madre pueda seguir
lactando a su hijo en las fábricas o talleres donde trabaja sin separarse del niño. No sería
excesivo el costo, pues en el presupuesto inicial de todo negocio o empresa entraría ya este
capítulo.
El período mínimo de estancia con el niño en esos centros sería de cinco meses. En nues-
tra propuesta también se contenía la organización de un Cuerpo de enfermeras visitado-
ras para actuar de modo precoz en las maternidades al lado de las madres, principalmen-
te las que estuvieran expuestas al abandono, del hijo. Esto sería por la colaboración de las
Hermanas de la Caridad que rigen la gran mayoría de estos Centros, hoy ya con éxito.
No cuenta para nada, según nuestro criterio, la objeción fundamental que hace dicha
comisión jurídica del Ministerio de Justicia (siempre laudable, con gran elevación de mi-
ras y con el estudio meditado y profundo que ha hecho), cual era que, “al abrir las puer-
tas a la investigación en dichos Centros donde se recogen niños abandonados o expuestos
al abandono, se verían ciertas deficiencias en su funcionamiento que perjudicarían a los
niños”… Muy bien; precisamente es de lo que se trata, de corregir. Si son instituciones fu-
nestas, arcaicas, antihigiénicas e inservibles, como las Inclusas antiguas o necrópolis in-
fantiles, si todavía resta alguna, deben cerrarse, así como todos los Centros que funcionen
mal. De eso se trata, de corregir todas estas deficiencias haciendo la transformación y mo-
dernización necesaria para disminuir la mortalidad. Hemos dicho antes que todas estas
instituciones, sí son estaciones de paso bien está, pero definitivas no. Aun siendo de paso,
es natural que hay que higienizarlas para que el niño abandonado hospitalizado en ellas (por-
que no hay otro remedio que recogerle) esté bien. En estos niños, en los que se une, ade-
más de la llamada ilegitimidad (que yo diría que son hijos naturales y que los ilegíti-
mos.son los padres), pues bien, en ellos la hospitalización y hospitalismo se uniría a los
demás factores adversos como consecuencia del trato que la sociedad hasta ahora les ha
dado y la morbilidad y mortalidad será mayor y esto es lo que hay que evitar. No es me-
nos nefasta también la influencia psicológica de la separación de la madre o familia, pues
muchos niños mueren de pena aunque tengan solamente meses. Ya se dan cuenta. No di-
gamos cuando son mayores y saben su condición y el abandono de que han sido objeto.
Algunos buscan desaforadamente a sus, padres y a veces llegan a encontrarlos.

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596 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

No importa que entre la luz de la razón y de la justicia en las viejas Inclusas que res-
ten, ni en los Centros donde se almacenan niños; no importa. Eso es lo humano, lo cris-
tiano y lo moral. Es lo mismo que si en los hospitales no bien organizados se impidiera que
entrasen los métodos de asepsia y antisepsia, volviendo a la época de las gangrenas hos-
pitalarias y de la septicemia gangrenosa, no; un hospital moderno tiene que ser, y lo es de
hecho en nuestra Patria, aséptico, pues si no, serían como las Inclusas antiguas. ¿Qué más
gangrena hospitalaria que las que lamentábamos antes del año 1918, con la enorme mor-
talidad de la Inclusa de Madrid. Bravo y yo, con el apoyo de todo el Cuerpo de la Bene-
ficencia Provincial, del 100 por 100 en el departamento del biberón cuanto nos hicimos car-
go nosotros del servicio en 1915.
Por fin, la tantas veces citada comisión jurídica del Ministerio de Justicia, reconoce a
nuestra propuesta que debe fomentarse el mejor conocimiento de esas instituciones, para
corregir los defectos que subsistan, debidos a la época en que fueron fundadas. Está bien,
así debe ser.
Hacemos propuestas de que se faciliten subsidios para el niño y la madre fuera de los
Centros e internados de Puericultura, si el niño está bien cuidado por la madre. No hay que
temer a las críticas basadas en la desigualdad que aparentemente pudiera existir entre las
madres solteras y las madres casadas pobres, según hemos dicho ya, pues a éstas también
se las debe socorrer, pero por otro cauce. El fin es el mismo, sólo que los caminos son dis-
tintos. A la soltera de una forma y a la casada de otra. El caso es que una y otra (porque hay
también muchas madres casadas abandonadas), a las dos, debe socorrérselas con subsidios
de maternidad y de crianza, facilitándolas trabajo y procurándolas, además, el socorro mo-
ral imprescindible. No hago más que citar las madres casadas trabajadoras, que viven en su
hogar con el marido y que deben recibir el subsidio según la Ley reconoce y que de hecho
reciben. Puede ser mayor o menor, y será preciso aumentarlo por las circunstancias de la
vida, pero de hecho lo reciben, y no es nuestro cometido insistir en ello aquí.
Aparte, yo diría sin temor a equivocarme, que la población infantil que nutre a las In-
clusas es procedente más bien que de gente humilde, de engendros pobres de espíritu y do-
minados por el vicio, es decir, de mala gente. Insisto y no creo equivocarme. Como todas
las reglas tienen excepción, también aquí la hay y puede citarse casos de niños que las
mismas madres no lo hubieran abandonado si las hubieran catequizado en las Maternida-
des para que criaran a su hijo.
Pero sucede que llega el momento de salir del escondite, van a sus casas y abandonan
al niño por la reconvención paterna y muchas veces la expulsión de’su casa por esa grave
falta. Yo. no digo que no lo sea, pero en ese trance los padres deben ayudar a la hija. Pro-
curar momentáneamente su ocultación sí, pero ayudándola, y ¿qué mejor ayuda que lle-
varla a un Centro de puericultura, donde esté con su hijo de un modo secreto y que puede
llegar a tomarlo cariño y no abandonarlo? Exceptuando este caso y otros parecidos, insis-
to que la mayoría de los pobres niños son de la otra procedencia.
Quien abandona un niño hoy no es buena persona, al contrario, teniendo los medios que
tienen para facilitar su ayuda y protección. Aunque jurídicamente no pudiera reconocer-
lo, por ser casado por ejemplo, un hombre no debe abandonar al hijo y a la madre. No hay
justificación ninguna ante Dios ni ante los hombres; es el más horrendo de los pecados, que
no se lava y perdona restituyendo, como el que roba y así se perdona, sino que el único me-
dio de que fuera perdonado sería el encontrarse un día al hijo para restituir lo que es suyo
que es el nombre, aunque muchas veces esto ya no podría llegar a ser porque lo probable
PEDRO ESPINA PÉREZ 597

es que haya muerto… Es un ser abyecto, lo repito, el causante del abandono de la madre
e hijo y hay que perseguirlo con la Ley. Claro que la acción de la justicia debe ser a ins-
tancias de la madre o de los padres de la abandonada, si es menor de edad. ¿Cómo?, con
la investigación de la paternidad.
Y volvemos al punto en que estábamos en el año 18 y más tarde en 1923 en San Se-
bastián y después en el Congreso de Zaragoza y sucesivamente en los de Granada, San-
tander, Valencia, Ginebra, Zurich, etc., discusiones, legislaciones arcaicas, aspectos jurí-
dicos, biológicos, etc., pero nada de concreto, positivo en nuestro país.
Seguimos en el punto muerto en que estábamos entonces. No voy a entrar en detalles y
cansaros, pues ya está publicado y, sobre todo, está en la conciencia de todos vosotros. Pero
hay que repetir algunos de los conceptos. Dejemos aparte el aspecto biológico de la pater-
nidad y su reconocimiento, que será pronto un hecho. No creo que haya nadie hoy que dis-
curra bien, que se le ofrezca duda de que estamos muy cerca del, día en que biológicamente
se conozca la paternidad de un ser humano. Quien medite sobre las maravillas que estamos
observando y admirando en todos los campos del saber, verdaderamente increíbles (aunque
lo sean en perjuicio y para la destrucción de la humanidad, la mayoría de ellas) convendrán
en que será mucho más fácil descubrir el padre de un ser humano por el estudio de su sus
células, de sus reacciones, en fin, que otros inventos que vemos alarmados…
Esto es evidente e incontrovertible. No hay duda, pero mientras tanto, al no nacer el
niño por su voluntad, sino por la de dos seres que se han unido, aunque no fuese para ese
fin, ¿es que hay derecho a negarle los medios para que viva y para que se desenvuelva en
el mundo como un ser humano que es? No, no; hay que ayudarle a costa de lo que sea, has-
ta que su padre sea hallado. Renuncio a consignar la legislación que hay sobre esto en
cada una de las naciones, que ya es muy prolija y está publicada por varios y por mí. No
es el lugar ni el momento para entrar en detalles. La madre debe saber los medios que tie-
ne en la Ley para si quiere emplearlos, los emplee y entable una acción judicial contra el
presunto padre que sería aceptada y seguido del procedimiento consiguiente. En más de
un 80 por 100 de los casos se puede llegar hoy al fin deseado, pues incluso en lo que in-
curren muchos para soslayar la situación, que es en la exceptio plurium concubentium,
puede entablarse acción (si no se prueba que es verdad, y es verdad, y es muy dificil pro-
barlo) cuando las pruebas le acusan a determinado individuo y no a varios. Esto está ya
discutido y repito que no es mi propósito insistir ahora sobre este punto.
Sin embargo, por ser muy interesante me permito copiar unos párrafos del informe hecho
por la comisión tantas veces citada por el estudio concienzudo que ha hecho, pues conviene
su conocimiento y divulgación. Dice así: “La cuestión, pues, no radica en la entraña jurídica
del problema, sino en que nuestro Código Civil rechaza a priori toda investigación de la pa-
ternidad, no admite prueba ni presunciones sobre la misma y remite la obligación del padre
en tal sentido, no a que se llegue al convencimiento probado de su paternidad, sino a que
conste su voluntad ostensible y continuada de reconocer al hijo. Esto es, el Código permite la
consagración de derecho de un reconocimiento pleno, indubitado y reiterado que ya existe de
hecho por libérrima voluntad del padre, pero no va más allá y únicamente si existe escrito in-
dubitado del padre en el que expresamente reconozca la paternidad y cuando el hijo se halle
en la posesión continua del estado de hijo natural respecto al padre, justificada por actos de
éste o de su familia, cabe exigir la obligación de reconocimiento que no supone más que lo
ya dicho corroborar mediante declaración judicial el reconocimiento ya,hecho indudable-
mente por el padre, en escrito suyo indiscutible o con actos propios constantes que ya hayan
conferido al hijo la posesión de estado que, por así decirlo, reclame en propiedad”.
598 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“Tan limitadísima posesión legal no responde a nuestra tradición jurídica ni al conte-


nido de nuestro ordenamiento anterior al Código Civil, pues sobre la base de la Ley segunda
de Toro, la doctrina y la práctica de nuestros tribunales hizo prevalecer la interpretación
de que no exigiendo la Ley forma alguna especial de reconocimiento era perfectamente ad-
misible el tácito o presunto viniendo permitida la investigación o averiguación civil de la
paternidad, probada por los medios legales que las leyes establecen. Es decir, que con to-
tal independencia de la voluntad expresa del padre, era posible imponer a éste el recono-
cimiento de su condición de tal si se acreditaba por los medios de prueba que la Ley pre-
viene que era el padre, en efecto. Esta corriente doctrinal perfectamente jurídica y que
remite el problema a la ponderada apreciación de las pruebas por nuestros Tribunales, se
consagró por las sentencias de 16 de octubre 1865 y 18 de marzo de 1873 y fue inte-
rrumpida por la base quinta de la Ley de 11 de marzo de 1888, origen del artículo 135 del
Código Civil y determinada por el 340 del Código de Napoleón que prohibió toda inves-
tigación de la paternidad y que tanto influyó en todos los aspecto en las condiciones del
siglo XIX”.
“Pero que en tanto que en Francia, probada la influencia directa de esa prohibición en
el aumento de hijos ilegítimos, mortalidad infantil, abortos e infanticidios, vino a admitirse
por la Ley de 16 de noviembre de 1912 la investigación de la paternidad, el artículo 135
del Código Civil continúa sacrificando a uno malentendidos conceptos morales del dere-
cho de los hijos extra matrimoniales…”.
(Esto es importante). “No considera, pues, esta comisión que exista ninguna dificultad
de fondo que impida modificar el artículo 135 del Código Civil en el sentido de volver a la
posición doctrinal anterior a ese cuerpo legal y reflejada en las dos sentencias que se han
citado, de tal modo que al margen de la voluntad del padre, probada por escrito propio in-
dudable o acto indubitado, tal como la posesión continua del estado de hijo natural, basta-
ría el reconocimiento tácito y aún la demostración cierta de la paternidad, probada por los
medios que nuestras Leyes establecen, apreciados ponderadamente por los tribunales para
declarar la existencia de la relación paterno-filial exclusivamente en favor de los hijos na-
turales, haciendo posible el ejercicio de acciones en tal sentido, con lo cual cobraría plena
eficacia la propuesta inicial de este apartado del presente informe y se cerraría el paso a la
causa más primordial probablemente, que origina el problema de la mortalidad infantil de
las Inclusas, de cuya evitación se trata y que es consecuencia de la desasistencia por sus pa-
dres de los niños entregados al cuidado de esos centros. Esa propuesta tiende, pues, a ata-
car el mal en una de sus fuentes y no a paliar los efectos mediante la mejora de esas insti-
tuciones asistenciales, mejora que naturalmente, es interesantísima y debe propagarse en todo
caso. Este es el informe con el que contestó la comisión jurídica del Ministerio de Justicia
a nuestra propuesta del Consejo Superior de Protección de Menores.
Por otro lado, y para contribuir, casi pudiéramos decir que para evitar esta llaga social,
hay que elevar el sentido moral de la juventud tanto masculina como femenina, para que
tenga noción de su responsabilidad y sepa defenderse. No dar la libertad que hoy conce-
den los padres a las jóvenes, dejándolas salir a hacer su plan con muchachos con quienes
a veces ninguna relación tienen ni los conocen ni a sus familias tampoco.
Regresan a sus casas tarde, después que se ha efectuado la cena de la familia y después
de haber visitado cabarés, bailes, etcétera. Se llevan el llavín en muchos casos y vuelven
a su casa después de haber andado muchos kilómetros, como una mercancía, en moto o
en otra clase de vehículos. Estas concesiones no son decentes y los padres que las hacen
son unos insensatos y los culpables principales de todo lo que pueda suceder.
PEDRO ESPINA PÉREZ 599

Ha influido en gran parte el cine y las novelas, ven y leen cosas que pasan en ciertos
países, pero no saben que en éstos está protegida la mujer y que no se la puede dejar aban-
donada después de haber abusado de su honor, pues por ejemplo en Inglaterra (por no ci-
tar más que un país) basta el juramento de ella de que ha sido determinado hombre el se-
ductor para que la Ley haga a éste el responsable y le obligan a cumplir. Esto, por desgracia,
no pasa aquí. Nos encogemos de hombros, lo lamentamos, hacemos unos comentarios y
en paz: o hay que emplear la acción directa, cosa reprobable en un país civilizado.
Venimos a parar en que el verdadero freno está en una buena educación familiar y en
una religiosidad acendrada y verdad que prohíbe ir más allá de lo debido, como mandan
los mandamientos de la Ley de Dios.
Por último, y para terminar, es de justicia proclamar que la labor que se realiza en el
Instituto Provincial de Puericultura es un trabajo de conjunto. Sin la colaboración de to-
dos los elementos que integran este Centro, sería imposible hacer nada. Ya sabemos que
todavía no es completa la labor clínica que se realiza, aunque en general es muy loable lo
que se hace: que es nula la de investigación, que es eficaz la de estudios necrópsicos, que
nos han enseñado mucho no sólo a cada uno de nosotros en particular, sino en el estudio
de las causas de mortalidad y su comprobación en la mayoría de casos: que es muy eficaz
el laboratorio, la terapéutica moderna de las deshidrataciones y transfusiones, no nos fal-
ta más para realizar el sumun en nuestro Instituto que la publicación de una revista y ce-
lebración de sesiones clínicas en el mismo. A todo se llegará para conseguir el perfeccio-
namiento que todos añoramos, aun cuando los trabajos que aquí se hacen son expuestos
en la sociedad de Pediatría de Madrid y en las publicaciones de nuestras revistas españo-
las. Tenemos que agradecer la colaboración de los médicos que trabajan, con nosotros,
doctores Domínguez-Jardón, Vals, Taracena, Matos, Paz, Méndez Aparicio, López Can-
tón, Martín, Azcunaga, del Val y Rivera.
El que se quiera hacer especialista en nuestra casa, ya sabe que están abiertas las puer-
tas de par en par y de hecho, como sea asiduo y consecuente, se hace pediatra. si no, es-
tán la mayoría de los puericultores pediatras y varios catedráticos de nuestra Universidad,
que en parte se han hecho en nuestro Instituto. Por el mismo, claro es: no por nosotros, pero
pasaron por nuestros servicios y ellos todos los recuerdan. Día llegará en que este servi-
cio sea completo y con ello uno de los primeros de España y entre los primeros de Euro-
pa, como nos dijo Alexis Carrel. Otros disfrutarán este perfeccionamiento y nos conside-
raremos satisfechos plenamente con que recuerden que pusimos los primeros jalones en
esta obra.

CONCLUSIONES

1.a La hospitalización del niño expósito abandonado es imprescindible mientras con-


curran las circunstancias y legislación actuales, pero esta hospitalización debe ser transi-
toria, como estación de paso hasta encontrar para el niño unos padres adoptivos o una co-
locación familiar con prohijamiento.
2.a Mientras esta hospitalización sea obligada, los Centros donde se acojan deberán reu-
nir no sólo las condiciones higiénicas modernas e instalaciones complementarias de rigor,
sino también estarán dotados de un personal técnico completo y auxiliar especializado en
puericultura, colaboradores con las Hermanas de la Caridad, congregación insustituible e,
irreemplazable en estas Instituciones infantiles.
600 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

3.a Todo ser humano no nacido en condiciones regulares, si le fuera posible optar en-
tre nacer o no, dado el abandono en que se encuentra por sus padres y por la sociedad ac-
tual seguramente se determinaría a renunciar a vivir en estas condiciones. La Ley tiene el
deber de protegerle en su derecho procurándole padre y madre que son los que le han en-
gendrado.
4.a Puesto que el dictamen de la comisión jurídica del Ministerio de Justicia conside-
ra que no hay ninguna dificultad de fondo que impida modificar el artículo 135 del Códi-
go Civil, volviendo a la posición doctrinal que admite la investigación de la paternidad,
debe orientarse la protección al niño abandonado, en este sentido, para que después sean
factibles y legales todas las acciones que se entablen por la madre del niño o sus repre-
sentantes. Esto está solucionado en todos los países civilizados del mundo, jurídicamen-
te, y por supuesto especialmente en todos los católicos.
5.a Mientras se legisla sobre este derecho del niño y de la madre, es urgente la obli-
gatoriedad de la crianza del hijo durante dos meses en las Maternidades del Estado, Pro-
vincia, Municipio, Auxilio Social por las madres solteras, viudas, casadas sin hogar o en
Centros de puericultura creados al efecto, procurándola después trabajo para ganarse su vida
y la de su hijo.
6.a Prohijamiento y adopción; el niño que sea abandonado y no criado por su madre
en estos Centros o que, pasado un período prudencial (que ya se fijará oportunamente), no
sea reclamado legalmente por su madre, podrá ser adoptado o prohijado por una familia
de solvencia material y moral, perdiendo aquélla la patria potestad.
Todo esto, naturalmente, hasta un futuro en que pueda procurarse formen un hogar el
padre y la madre del niño.
7.a Unificación de la lucha contra la mortalidad infantil general del Estado y la del
niño abandonado para que no exista una diferencia tan ostensible entre unos y otros…

Real Academia de la Medicina, Signatura 1050/27. ¿1050127?


Trascrito por P. ESPINA
PEDRO ESPINA PÉREZ 601

“REAL INCLUSA”
Estado que demuestran las criaturas que han entrado en ella, las que han muerto, las
que se han entregado a sus padres, las que se han prohijado y las que se han remitido a los
Colegios de Desamparados y Nuestra Señora de la Paz, por años, desde 1.° de enero de 1963
hasta 1982.
Años 1963-1982

Número Niños Fallecidos Entregados Prohijados Remitido


Observa-
Años de niños fallecidos por 100 a sus en el a los
ciones
entrados en el año ingresados padres año Colegios
1963 568 70 12,0 298 144 47
1964 529 43 8,0 261 107 38
1965 506 63 12,0 247 84 47
1966 527 38 7,0 421 142 78
1967 485 25 5,0 249 179 21
1968 421 20 5,0 236 166 43
1969 436 10 3,0 222 187 157 (1)
1970 367 9 2,0 156 185 148 (2)
1971 310 6 2,0 126 140 101
1972 210 3 1,4 105 69 72
1973 185 2 1,0 96 68 31
1974 215 1 0,5 94 60 46
1975 160 3 1,8 99 47 40
1976 184 2 1,0 81 37 41
1977 167 1 0,6 85 34 58
1978 132 1 0,7 76 35 33
1979 107 2 1,9 20
1980 101 2 1,9 14
1981 135 1 0,7 12
1982 114 10
(1) En los años 1969-1970, los niños acogidos en Puericultura, “Pabellón Zorrilla”, en edades de 3 a 5 años, pa-
saron a la “Ciudad Escolar F. Franco”. Sección de Jardín de Infancia.

Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ


INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
Año 1965

Bibliografía: de algunos de los estudios y trabajos efectuados por los Drs. que pres-
taron servicio en el Instituto de Puericultura (Antigua Inclusa). Se incluyen en atención
y por la consideración que tengo hacia ellos. (Cedidos por el Dr. Martín Pérez).
1. Por los Doctores B. TARACENA DE PIÑAL y J. I. MARTÍN PÉREZ. La vesícula bi-
liar del niño y especialmente. Puede decirse que es totalmente desconocida. Presen-
tada en la Sociedad Catalana de Pediatría. (Abril 1957).
2. Drs. José Antonio DE PAZ GARNELO y Juan Ignacio MARTÍN PÉREZ: “Morbili-
dad y mortalidad en la edad preescolar”. (Director Dr. Alonso Muñoyerro). Acta Pe-
diátrica Española. Núm. 186. Junio de 1958
3. Drs. J. I. MARTÍN PÉREZ, G. GALINDO GONZÁLEZ, J. A. CORTIZAS LLEDIAS
E I. ESPIZÚA: “Bronconeumonias en el lactante. (Estudio de 50 casos). Las edades
oscilaron de quince días a catorce meses. La mayoría eran distróficos”. Acta Pediátri-
ca Española. Núm. Año 1961. Premio “Sociedad de Pediatria” 1961.
4. Drs. A. VALLS (Director del Instituto), M. CALDERÓN y J. I. MARTÍN PÉREZ: “Bio-
química Precoz del Raquitismo Carencial”. Sociedad Castellano-Astur-Leonesa de Pe-
diatría. Gijón-Oviedo, 3-5 septiembre 1965.
5. Drs. A. VALLS (Director del Instituto de Puericultura), M. CALDERÓN y J. I. MARTÍN
PÉREZ: “Respuesta a la parathormona en el raquitismo carencial”. Sociedad Castella-
no-Astur-Leonesa de Pediatría. Vol. II. Número 25. Año 1966.
6. Por el Dr. Juan Ignacio MARTÍN PÉREZ (este trabajo ha sido realizado bajo la direc-
ción del Prof. B. LORENZO VELÁZQUEZ, con la ayuda económica de una Beca
“Ibys, S.A.”. Facultad de Medicina, Cátedra de Farmacología: Escleredema en la des-
hidratación del lactante. (*)

(*) Este trabajo estudia un peculiar trastorno en doce niños deshidratados, el “escleredema”. Se analizan
factores que influyen en su formación, y se señalan nuevas orientaciones ante la presencia de nuevos casos.
Haber pertenecido al Centro de Rehidratación Infantil y desde el año 1961 estar al frente de la Enfermería
de Lactantes del Instituto de Puericultura de Madrid, por donde han pasado 1.417 niños, de los que el 41
por 100 estaban deshidratados, me ha puesto en contacto con estos problemas de una manera continuada.
604 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

7. Drs. A. VALLS, M. CALDERÓN, J. I. MARTÍN e I. ISPIZUA: "Moniliasis Pulmo-


nares". Trabajo publicado en el Boletín de la Sociedad de Pediatría de Madrid. Ene-
ro-Febrero. 1. 1966.
8. Drs. MARTÍN PÉREZ y MATOS AGUILAR (Director del Instituto de Puericultura):
Síndrome de la Triada. Publicdo en el Boletín de la Sociedad de Pediatría de Madrid.
Enero-febrero. Núm. 1. 1967.
9. Drs. J. MATOS AGUILAR y J. I. MARTÍN: “Hemosiderosis pulmonar idiopática en
el recién nacido”. Publicado en Hospital General. Volumen VII. Noviembre-diciem-
bre de 1967. Número 6.
P. ESPINA PÉREZ
DATOS MÁS SIGNIFICATIVOS
Años 1965-1982

Al narrar las mejoras llevadas a cabo en estos años, destacaremos que la nueva Junta
Directiva, llegó con muchas ganas de trabajar y, por supuesto, con las inquietudes propias
de los que asumen responsabilidades relevantes, como fue en su caso, llevar la gestión
técnica y administrativa del Instituto. Estas obligaciones adquiridas por su nombramien-
to como miembros de la Junta por un lado y por otra parte, las malas condiciones de man-
tenimiento y escasez que padecían los Centros, les obligó de alguna manera a que abor-
daran lo más pronto posible las reformas que venían solicitando los estamentos asistenciales
para poder cubrir las muchas carencias y penurias que padecían los niños y las madres in-
ternas. En primer lugar, resaltaremos, por su importancia, la falta de personal especializado
en Puericultura para atender debidamente los cuidados que requerían los niños acogidos,
como recoge el estudio siguiente, la falta de personal.
Año 1944, niños acogidos, 1485. madres internas, 378 = 3, 9 niños / madre.
Año 1966, niños acogidos, 720, madres internas, 97 = 7, 4 niños / madre.
Debido a la situación encontrada en la Institución, la Dirección elaboró un plan para
acometer urgente las mejoras y obras necesarias técnico-asistenciales en la Casa. Para re-
alizar estas reformas, contó con el apoyo y comprensión por parte de toda la Corporación,
presidida por el Dr. González Bueno, conocedor como médico de las muchas miserias y
carencias que venían padeciendo los niños. Así que seguidamente abordaron los temas, ha-
ciendo un estudio exhaustivo de los mismos, cuantificaron los gastos, fijaron prioridades
de los problemas y establecieron aportaciones económicas o partidas adicionales en los pre-
supuestos de los primeros años, para llevar a cabo su ejecución rápida, como se indica a
continuación.

1967–RECURSOS HUMANOS. Puericultoras

Este año, mencionaré que fue uno de los más importantes para la Casa, ya que por pri-
mera vez acometían y resolvían una parte de las grandes deficiencias que venían pade-
ciendo en el campo asistencial los pequeños y madres acogidas. Para ir solucionando esta
carencia, contrataron por la vía de urgencia las primeras veinte puericultoras, con lo que
paliaron en lo posible la falta de atenciones y cuidados que requerían los niños acogidos.
606 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

1967–RECURSOS MATERIALES. Biberonería

Al hilo de lo humano, también se interesaron por las cuestiones técnicas, con la puesta
al día, “Instalando una nueva Biberonería,” dotada como era de rigor, de los últimos ade-
lantos de la época. Con esta nueva instalación se terminó con la obsoleta “GOTA DE LE-
CHE”, logrando con ella, como era de esperar por parte de la asistencia médica, una supe-
rior higienización de la leche en su elaboración, envasado de los biberones, conservación
en las cámaras hasta su distribución a las plantas y su llegada en perfecto estado de salu-
bridad a los lactantes, evitándose con este proceso muchas infecciones alimentarías.

1967–RECURSOS HUMANOS. Biberonería

Para lograr los objetivos deseados en los cuidados y alimentos dietéticos de los lactantes,
se montó la referida Biberonería. No obstante, para realizar las nuevas funciones, fue me-
nester o necesario la creación de un equipo técnico y auxiliar, integrado por las personas si-
guientes: Un médico dietista, dos enfermeras, dos auxiliares y dos limpiadoras.
Todas estas personas hubieron de contratarse para realizar los trabajos que conlleva el
nuevo proceso implantado para la lactancia de los niños.

1968–RECURSOS HUMANOS. Puericultoras

Analizados los buenos frutos logrados el año anterior con el aumento de los tiempos de-
dicados por las puericultoras a los cuidados de niños. La Dirección, realizó las gestiones opor-
tunas a fin de contratar de inmediato otras treinta puericultoras más, para que todos los aco-
gidos fuesen cuidados por este personal especializado en puericultura, mañana, tarde y noche.

1968–RECURSOS HUMANOS. Asistente Social

Ante el cambio experimentado en la sociedad, se vio la necesidad de introducir un téc-


nico especializado en este trabajo social, hasta entonces desconocido en la Institución,
donde el conocimiento y desarrollo de las relaciones humanas era básico, algo ya descu-
bierto con anterioridad en el campo de la Salud.
Se contrató una Asistente Social, demandada reiteradamente por los médicos para lle-
nar esta parte de la rama asistencial y con ella, tratar de solucionar los problemas humanos
y sociales que presentaban las madres y familiares de los pequeños que llegaban al Centro.
Fue una labor delicada y paulatina, tanto hacia el personal que trabajaba entonces en
el Centro, para hacerles entender la labor de la Asistente Social y lo que trataba de gestionar,
como para las madres internadas con sus hijos, así como también para los familiares, pa-
dres, abuelos, etc.

Los campos que se abrieron en estas direcciones fueron:

A) Atención y escucha de la problemática social de toda persona que acudía a ingre-


sar con su hijo o a su hijo en el Centro.
PEDRO ESPINA PÉREZ 607

B) Planificación y estudio de las alternativas de futuro para estas personas; búsqueda


de trabajo, de hogar... considerando que el Instituto cubría transitoriamente las necesida-
des de comida y cama tanto para ellas como para los menores, pero nunca sería algo de-
finitivo.
C) Intervención con las familias (padres, abuelos, etc.) para conseguir la integración
tanto de las madres como de los hijos, en los casos en que las relaciones se hubieran de-
teriorado por distintos motivos y pudieran ser recuperadas.
D) En los casos donde no se vislumbraba futuro para el niño con su familia de origen,
se procedía, como medida de protección a darle en adopción, con el fin de evitar el total
abandono en la Institución y garantizándole así la familia que no tenía.

1971–RECURSO HUMANOS. Asistente Social

Estudiados los resultados tan positivos que se habían obtenido en los tres años de la pues-
ta en marcha del Servicio Social en turno de mañana, se considera oportuno seguir en esa
línea de mejorar los servicios de atención social, creando otra plaza más, para continuar
prestando la misma atención social en turno de tarde.

1970-1982–RESUMEN DE ESTA ETAPA

Con esta reseña, sólo pretendo aportar unos datos más a los muchos que hay publica-
dos de toda su existencia, por historiadores, médicos y periodistas, etc. No obstante deseo
contribuir con estos datos, relativos a los años que trabajé en el I. P. P. para que consten
en la obra.
Cuando yo llegué al Instituto, para llevar la Administración, ya tenía su “Estructura In-
tegral”, dotada de los medios técnicos y materiales, mas la plantilla asistencial y de servi-
cios generales, suficientes para satisfacer los servicios que integraban el Centro. Todo esto
acorde con las tareas que conllevaban los cuidados de los niños acogidos y las madres in-
ternas, así como los asuntos sociales, tan importantes en esta área, y tan peculiar como re-
sultaba el trabajo social en esta Institución tan tradicional, llevada esta materia hasta en-
tonces por las hermanas religiosas.
Este período, desde el año 1970 hasta 1982, coincidió con los últimos años de la exis-
tencia de la Institución y mí estancia laboral en ella, palpando por mi trabajo el día a día de
la marcha y funcionamiento de los servicios asistenciales, viendo y apreciando aquellos ni-
ños tan hermosos en las salas “primera, segunda, tercera, etc.”, cuidados por aquellas en-
fermeras, hermanas religiosas y puericultoras, con aquel celo y cariño que ponían en todos
y cada uno de los actos asistenciales de los niños, dándoles la alimentación, bañándoles, ve-
lando su sueño, o cuando jugaban con ellos, bien en las terrazas, patios, etc, así como los
cuidados por sus madres, sobra decir que estos además gozaban de sus madres.
Por otra parte, todos tenían sus diversos dramas familiares; falta de recursos económicos,
algunas madres solteras y muchos matrimonios, así como el fallecimiento de la madre de
algunos, otros, por el rechazo del padre biológico del niño, de los familiares, abuelos, her-
manos, etc., y a otro número considerable de madres, las escuche decir el calvario que las
supuso quedarse en estado y llegar a tener su hijo, en contra de todas las personas de su
608 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

entorno. Algunas relataban que durante su embarazo, se vieron obligadas a dejar el pue-
blo o la Ciudad, debido a la gran presión que recibieron por parte de los familiares y so-
ciedad en que vivían.
Lo que podemos decir entre “comillas” “la otra cara de la vida”, tal y como la conce-
bimos desde fuera, para aquellos niños que llegaron a este mundo y por la desgracia de sus
progenitores y otras causas, ellos fueron abandonados, y dejados a merced de la caridad
de la “Casa“. También oímos decir algunas de las madres y familiares de los que fueron
acogidos, que los llevaban al “Centro” para dejarlos sin datos por el bien de sus hijos, ya
que las referencias que tenían de la Institución eran muy buenas, por la acertada selección
que hacían de los futuros padres adoptantes, por cuya razón, en el futuro sus hijos iban a
gozar y disfrutar de una buena posición “humana, económica y social,”, bienestar que
ellas por su desgracia no les podían dar...
Ahora debo comentar lo más breve posible, la otra “cara positiva de la vida”, por con-
siderar, que también disfrutaron afortunadamente del calor “humano” del que tanto nece-
sitaban en aquella tierna edad los niños por un lado y por otra parte, las madres acogidas
con sus pequeños. El cariño entregado por todo el personal que trabajaba en el Centro a
los niños. Para afirmar lo dicho, referiré que fueron unos años de progreso constante, se
dispuso de los recursos técnicos, materiales y asistenciales suficientes para satisfacer la de-
manda de estos pequeños y las madres internas.. Si bien no se les pudo dar los abrazos y
besos maternales, por ser cosa de la naturaleza humana, “exclusiva de la madre”. Por esta
causa, el Dr. Benavente, años, (1818-1885. decía que: “ Medicación sencilla y amor ma-
terno devuelven la salud al niño enfermo”.
Recogiendo su historia, hay que hacer referencia obligada, y “destacar” la gran la-
bor desarrollada por el que fuera presidente de la Diputación, D. Carlos González Bue-
no. El cual, una vez que tomo posesión de su cargo como presidente de la Corporación.
Se puso de inmediato a efectuar la reforma tan necesaria y demandada reiteradamente
por los responsables de las instituciones, por sus malas instalaciones y la falta de re-
cursos asistenciales en que se encontraban todos los “centros” dependientes de la Di-
putación. En el caso que nos ocupa, como es obvio, nos ceñiremos a su trabajo enérgi-
co para llevar a cabo en tiempo récord la obra tan esperada en bien de los niños acogidos.
Como era poderlos albergar en condiciones optimas en una sola“Casa” a todos los am-
parados dependientes de la Diputación, que aún permanecían en crianza externa en los
pueblos de la provincia, en el año 1966. Para resolver este problema asistencial de los
niños lactantes, destete, preescolares, y mayores acogidos, etc. ordenó seguidamente la
construcción de una “Ciudad Escolar”, dotada con los últimos adelantos técnicos-asis-
tenciales para prestar y desarrollar en ella todos los servicios que requerían los interna-
dos, con capacidad suficiente para alojar a toda población de acogidos por la Diputación
hasta los “dieciocho años”.
No obstante, se acompañan tres artículos, en los que pormenorizadamente quedó des-
crita, y dos fotos, una de la inauguración y otra panorámica de la “Ciudad Escolar”.

8) JUNTA DE ADOPCIONES

Hacemos referencia a la importante labor encomendada a la Junta de Adopciones, como


era, realizar la selección de los futuros padres para el niño, teniendo en cuenta, primero si
tenía más hermanos en el “centro” para juntarlos en la misma familia, en vez de separarlos
PEDRO ESPINA PÉREZ 609

en varias familias, lo que dio lugar en algunos casos a comentarios fuera de sí, al decir que
se daban dos o tres niños al mismo matrimonio, siempre consideraban esa posibilidad, de
no separar a los hermanos, segundo, el origen del niño, etc. para cuyo estudio contaban con
el asesoramiento de los médicos, asistentes sociales, más la entrevista realizada a la pare-
ja, mediante la cual, analizaban sus valores humanos, sociales y económicos de la pareja.
(No obstante, como decía el médico, que la pareja debía esperar los nueve meses que dura
el embarazo para madurar el compromiso tan trascendental como es adoptar un niño) A la
vista de este dossier, la Junta emitía su informe con todo rigor, como requería el caso.
También debemos decir que fueron muchos los pequeños que se beneficiaron de estas
adopciones, encontrando una familia que sus padres biológicos les quitaron. Y como ocu-
rre en toda obra gestionada por las personas, hubo sus fallos y excepciones a la hora de efec-
tuar la selección, pero creo que siempre hay que decir, que los padres adoptivos evolucionan
como todos humanos, y pudo haber casos y los hubo, que unos años después cambiaron
el comportamiento los padres con respecto al hijo y este hacia sus padres, pero que unos
años antes, la Junta no podía analizarlo ni saber...
Y ahora, después de lo andado por el Instituto, y antes de terminar este trabajo, debo
manifestar mi reconocimiento y gratitud, para todo el personal que presto sus servicios en
el “Instituto” por el apoyo recibido, su actitud y entrega positiva, en que aunaron sus es-
fuerzos, trabajaron con gran entusiasmo, entrega y cariño para bien de los niños.
1982.—Llegado este año y analizada la disminución paulatina de ingresos de niños, la
Dirección del Centro, considero oportuno pasarlos a la “Ciudad Escolar”, construida al
efecto para recibir en sus secciones de “Cunas y de Jardín de Infancia”, a todos los que aun
quedaban en el Instituto Provincial de Puericultura.
En su virtud, se dan por terminadas las funciones para las que se fundaron estos Cen-
tros:
Primero la “INCLUSA“, año 1505 hasta 1931 y continuó el “INSTITUTO PROVIN-
CIAL DE PUERICULTURA“. Desde el año 1931 hasta 1982. En su misión, de recibir y
dar cobijo en esta “Casa” a más de 700.000 mil niños, unos abandonados, y otros por dis-
tintas circunstancias, entre ellas la pobreza y la orfandad. También hay que hacer referen-
cia a las miles de “madres” acogidas o internadas para criar a sus hijos. Estas madres, de-
samparadas por los seres más queridos, en el trance más doloroso e importante para una
madre, tener un hijo en sus brazos y no encontrar un hogar en que dejarlo...
“INCLUSA” La primera referencia que se tiene es de un “libro registro de entrada de
niños” del año 1505 con la inscripción en la primera página del Niño, llamado MANUEL
y su terminación el año 1931.
“INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA”
Se inauguro el año l931, para continuar la labor que venia prestando la “Inclusa”. Ter-
mino su labor, de acogimiento de niños el día “Dos de enero de mil novecientos ochen-
ta y tres.
Madrid, 30 de enero de 2001
Pedro ESPINA PÉREZ
INAUGURADA POR S. E. EL JEFE DEL ESTADO, 18 DE JULIO 1968
610
SIENDO PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN D. CARLOS GONZÁLEZ BUENO
HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CIUDAD ESCOLAR PROVINCIAL “FRANCISCO FRANCO”


PEDRO ESPINA PÉREZ 611

CIUDAD ESCOLAR PROVINCIAL


“FRANCISCO FRANCO”
INAUGURADO POR S. E. EL JEFE DEL ESTADO — 18 DE JULIO 1968
SIENDO PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN D. CARLOS GONZÁLEZ BUENO
612 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los motivos que han inducido a su creación son muchos y de diversa condición.
El antiguo Colegio de las Mercedes fue construido hace un siglo y aun cuando la Di-
putación Provincial ha llevado a cabo en él algunas transformaciones, no consiguió si-
tuarlo en las debidas condiciones sociales, de habitabilidad, higiene y medios de docen-
cia, capacidad y de elementos para educación física.
Las razones sociales para la desaparición del Colegio de las Mercedes y la sustitución
por la Ciudad Escolar, se han fundamentado en que el Colegio de las Mercedes estaba
ubicado en el centro de la población, rodeado de tapias de aspecto carcelario, donde la
sensación de que estaba enclaustrado y ajeno a toda relación social.
Sus dormitorios estaban constituidos por naves de 60 o70 camas, sin los debidos y plu-
rales medios higiénicos; su capacidad no era superior a un internado de 400 niñas, cuan-
do las solicitudes de ingreso sobrepasaban, sin poder atenderlas, de un millar.
Su función docente se desempeñaba por Hermanas de la Caridad, de las que el 90 por 100
carecían de título Profesorado; en consecuencia, la enseñanza era exclusivamente primaria.
Los recreos transcurrían en patios centrales.
Estas razones y muchas más aconsejaron a la Diputación Provincial decidirse a crear
la ciudad docente.
¿Cuáles son las características del mismo?
En primer término, la docencia comenzará por las clases maternales y de párvulos, de
niñas y niños de dos a seis años, con ciclo completo de ocho grados de enseñanza prima-
ria, bachillerato y curso preuniversitario, lo que unido a la enseñanza de formación pro-
fesional e industrial en sus grados de oficialidad y en la especialidad de delineantes, pe-
luquería y cosmética, rama textil, más enseñanza del Secretariado y de francés e inglés. La
enseñanza primaria estará a cargo de una plantilla de 20 Maestros Nacionales, para lo que
se ha creado el oportuno Patronato con la ayuda inestimable del Ministerio de Educación
y Ciencia. La enseñanza media funcionará como una Sección filial de un Instituto de Ma-
drid. La de formación Profesional está reconocida por el Ministerio y será a cargo de Pro-
fesores debidamente titulados, así como lo será también la correspondiente a la enseñan-
za del Secretariado, e idiomas.
El alto personal está constituido por el Rector y Vice-Rector, por el Profesorado ade-
cuado, por personal administrativo, gobernanta, cuidadoras, especialistas y subalternos, mé-
dico y sacerdote. Todo este personal dispone de viviendas adecuadas. El Rector e Interventor
dispondrán de chalets independientes.
En la construcción se ha roto en todo lo posible la masa de población escolar, por
lo que se ha sustentado el criterio de edificaciones aisladas, no en bloque, que reco-
jan en cada fracción un número determinado de alumnas, con sus viviendas y servi-
cios independientes. En consecuencia, dentro de la Ciudad Escolar existen cinco uni-
dades distintas, separada entre sí y vinculadas únicamente a través de la Rectoría y
Administración.
Cabe destacar la modalidad de que al alumnado de la Ciudad Escolar, procedente
de la Beneficencia, se incorporan 300 alumnas de medio familiar modesto, medio y
alto, en régimen de medio-pensionistas, que diariamente llevarán aires renovadores al
ambiente en que se van a desenvolver, borrando de las mentes infantiles prejuicios que
PEDRO ESPINA PÉREZ 613

puedan influir negativamente en su posterior desarrollo y creando un clima psicológi-


camente sano en el Centro.
Dentro de la construcción general se han observado cuatro zonas fundamentales: la de
dirección, la de enseñanza con sus aulas, la residencial o albergue de la población escolar
(mayores y párvulos), la de servicios y la de recreo-deportiva, completándose éstas con otras
destinadas a residencias de personal regente y personal de servicio adscrito al complejo con
función específica.
Así, pues, la primera se ha emplazado, como es natural, en primer término, agrupán-
dose a la misma el aula magna y la capilla, con acceso al amplio vestíbulo de entrada, al
cual, a su vez, se ingresa a través de pórtico exterior que completa el amplio espacio de
acceso. Pasos cubiertos que nacen en el ya mencionado vestíbulo, conducen al resto de las
zonas reseñadas, estableciéndose entre ellas una amplia red de comunicaciones, obte-
niéndose con la disposición proyectada zonas cubiertas destinadas a recreos, alternadas con
zonas ajardinadas, aprovechando la amplia vegetación existente.
La Ciudad Escolar cuenta con amplio complejo polideportivo, piscinas, gimnasios,
balonmano, baloncesto y canchas de tenis; club para estar y exposiciones.
La zona residencial o albergue de la población escolar femenina, se ha ubicado en cin-
co bloques separados entre sí por espacios ajardinados y unidos por el paso cubierto que dis-
curre por el eje transversal del conjunto de edificios, Estos, constando de cuatro plantas, en
los que las bajas se han destinado a espacios cerrados de espera y entrada a comedores, así
como a zonas cubiertas con uso de recreo y entrada a las clases; las tres restantes lo han
sido para dormitorios y estar de las alumnas. Los dormitorios se han proyectado con ca-
maretas de cinco plazas, ubicándose en cada aula y planta del edificio ocho unidades com-
plementadas con aseos, dormitorios de educadora, sala de estar y recintos para lavado y
planchado de piezas íntimas, almacén de enseres y de maletas. Con ello se obtiene alber-
gue para una población infantil de 1.000 plazas. Adjunto a estos inmuebles, y con acceso
a sus ya mencionadas plantas bajas, se han emplazado los comedores, los cuales se encuentran
engranados con los espacios de espera y bloques, creándose siempre entre ellos espacios
ajardinados. El número de comedores es de cuatro, con capacidad cada uno de ellos para
300 ó 325 plazas.
Uniendo todos estos recintos, y por testera, se encuentra un oficio general, servido por
amplia cocina, la cual, a su vez, queda suministrada por sus servicios complementarios,
con acceso desde el exterior a través de rampa que da ingreso a la planta interior de esta
zona de servicios, en la cual, además de los reseñados, se ubicará la central térmica para
este complejo.
Formando continuidad con los bloques residencia de alumnas, quedan situados los pa-
bellones destinado s clases, los que, proyectados con dos plantas, albergan las unidades pre-
vistas para el desarrollo de todas las enseñanzas que se impartirán en este centro, en un nú-
mero de 60 aulas y con capacidad para 30 alumnas cada una de ellas. La orientación
dominante de estas zonas es la de N-S. Obteniéndose para las clases soleamiento en los se-
gundos y una mejor iluminación en los primeros.
El conjunto polideportivo y zona de recreo, situado en la parte Este del terreno y al tér-
mino de estas zonas descritas y sus complementarias. Consta de un edificio destinado a Club,
estar, exposiciones, etc., y otro que alberga la piscina y el gimnasio cubiertos, y en el ex-
terior se emplazan las pistas polideportivas de balón-bolea, tenis, etc., completándose todo

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614 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ello con las zonas circundantes de parque natural existente, ya que la finca está toda ella
enclavada en unos magníficos pinares.
Está previsto un gabinete psicopedagógico, con el fin de estudiar la vocación y apti-
tudes de su alumnado. Por otra parte, las 300 alumnas medio-pensionistas tendrán una re-
lación social con las niñas acogidas en la Beneficencia Provincial, lo que se encuentra ne-
cesario para eliminar poco a poco de la mente infantil ciertas reservas que, al llegar a cierta
edad, influyen en la formación de su carácter. Y también porque de este modo se resuel-
ve a muchas familias de la clase media el problema económico docente que en la actuali-
dad se les presenta. Excursiones, libertad vigilada de salida constituirá esta transformación
tan importante.
Esta Ciudad Escolar contará igualmente con servicios de una clínica médica, atendida
por dos Médicos internos. La Clínica está dotada de los correspondientes servicios de Ra-
yos X. Análisis clínicos y servicios de estomatología, oftalmología y otorrinolaringología.
En definitiva, la Ciudad Escolar “Francisco Franco” supone el haber creado un Cen-
tro docente para 1.600 alumnas en paraje extraordinariamente bello, rodeado de pinos;
Todas las edificaciones están provistas de habitabilidad e higiene de condición moderna.
Posee elementos para la docencia hasta el grado preuniversitario. Capacidad suficiente
de ingreso. Instalaciones polideportivas; pero es que además en ella, en su organización
de internado, se establece una interrelación de camaradería y trato y enseñanza por igual
entre alumnas internas y semipensionistas.
Esta Ciudad Escolar puede compararse con el más brillante y moderno Centro docente
del mundo.
Se ha construido en el plazo de nueve meses, lo que permitirá que pueda entrar en
función en 1.° de octubre del año en curso.
En la construcción de la Ciudad Escolar se ha roto en todo lo posible la masa de
población escolar, por lo que se ha sustentado el criterio de edificaciones aisladas que
recojan en cada fracción un número determinado de alumnas. En las fotos, un deta-
lle de las edificaciones y una panorámica de la Ciudad. (Fotos del Arquitecto don Ma-
nuel Ambrós Escanellas.)
En un plazo de nueve meses, la Diputación Provincial de Madrid ha construido
la Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”. Se trata del más moderno y bri-
llante Centro Educativo, que, a unos 12 kilómetros de Madrid, responde a los mejo-
res postulados de signo social. (Foto Paisajes Españoles.)

CIUDAD ESCOLAR PROVINCIAL “FRANCISCO FRANCO”


INAUGURACIÓN DE LA CIUDAD ESCOLAR

Concluida su visita a la Ciudad Sanitaria, el Jefe del Estado, en unión del vicepresidente
del Gobierno, ministros y autoridades que formaban su séquito, se trasladó a la Ciudad Es-
colar Provincial “Francisco Franco”, levantada en el término de fuencarral, donde, igual-
mente, fue recibido con muestras de adhesión y afecto.
Aquí cumplimentaron al Generalísimo los miembros de la Comisión especial de la
Ciudad Escolar Provincial, integrada por los diputados provinciales doña Oliva Tomé
PEDRO ESPINA PÉREZ 615

Lambea, don Francisco Arquero Soria, don Rafael Zahonero Rochet, don Manuel García
Moreno y los funcionarios provinciales señores Melendo Abad y Bermúdez-Cañete.
Tras descubrir la lápida conmemorativa de esta inauguración. Su Excelencia pasó al ves-
tíbulo de la Ciudad, donde asimismo el arzobispo doctor Morcillo bendijo las instalacio-
nes, explicándole a continuación el Presidente de la Diputación las peculiaridades de este
centro escolar modelo, que ha venido a sustituir a los colegios de las Mercedes y de la
Paz, en función desde hacía un siglo, destacando el doctor González-Bueno que esta sus-
titución ha sido motivada porque ambos colegios carecían de la condición social, locali-
zación, habitabilidad e higiene, capacidad de instalaciones deportivas, así como, funda-
mentalmente, de las debidas a la función docente.
En esta flamante Ciudad Escolar, obra del arquitecto don Manuel Ambrós Escanellas,
se ha conseguido situar este desfase en el polo opuesto. Es decir, en localización inmejo-
rable, en el término de Valdelatas, entre jardines y pinares, con horizonte espléndido, ha-
bitabilidad e higiene, con capacidad para 1.000 alumnas de ocho a dieciocho años, en ré-
gimen de internado 300 y en régimen de semipensión otras 300 plazas, también, en
parvulario adjunto para niñas y niños de dos a ocho años. Cuenta con amplio complejo po-
lideportivo, gimnasio, piscinas, campos de balonmano y baloncesto canchas de tenis club
para estar y exposiciones.
La función docente comienza por las clases maternales y de parvulario, con ciclo com-
pleto de ocho grados y enseñanza primaria, bachillerato y cursos preuniversitarios. Toda
la enseñanza estará a cargo de maestras y maestros titulados. A ello va unido la formación
profesional industrial en sus grados de oficialidad y en sus ramas de delineante, peluque-
ría, cosmética, secretariado, francés e inglés.
En la Ciudad Escolar el Generalísimo visitó el aula magna, la capilla, diversas clases,
la parte residencial, el club recreativo y el complejo polideportivo. Al abandonarla fue ob-
jeto de vivas manifestaciones de simpatía por parte del personal directivo, profesorado y
un grupo de pequeñas alumnas que habían asistido a la ceremonia.

CIUDAD ESCOLAR PROVINCIAL “FRANCISCO FRANCO”

Situada entre jardines y pinares, con horizonte espléndido, habitabilidad e higiene óp-
timas, la Ciudad Escolar tiene capacidad, en régimen de internado, para 1000 alumnas de
ocho a dieciocho años, con un parvulario adjunto para 300 niños y niñas de dos a ocho años,
y 300 plazas más en régimen de semipensión.
Clases para maternales y parvulario, con ciclo complejo de ocho grados y enseñanza
primaria, bachillerato y cursos preuniversitarios, función docente de la nueva Ciudad Es-
colar Provincial “Francisco Franco”.
En la Ciudad Escolar, S. E. Visitó el aula magna, la capilla, diversas clases, la parte re-
sidencial y el complejo deportivo. El doctor González Bueno mostró al Caudillo la maqueta
del nuevo centro escolar, explicando al Caudillo, ministros y personalidades que le acom-
pañaban, las modernas características de la Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”.

Revista “Cisneros”, número 39. Año 1968. Número Extraordinario


(Fotos: LÓPEZ CONTRERAS). Copiado por P. ESPINA PÉREZ
616 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CIUDAD ESCOLAR PROVINCIAL


“FRANCISCO FRANCO”

Vistas distintas —desde el exterior— de


la entrada principal a la Ciudad Escolar,
entre las que destaca la silueta del edificio
del aula magna.
(Fotos del Arquitecto don Manuel Ambrós
Escanellas, y de Leal y Calvache).
LA CIUDAD ESCOLAR PROVINCIAL
“FRANCISCO FRANCO”
Por Francisco Arquero Soria. 20-7-1968

En la finca sita en Valdelatas, de la que es propietaria la Diputación Provincial, que tie-


ne una extensión de 351 hectáreas, comenzó en el mes de septiembre de 1967 la cons-
trucción de la Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”, que ocupa con todas sus ins-
talaciones una extensión de 20 hectáreas. Está emplazada a 400 metros de distancia del
Colegio Provincial de San Fernando y a 100 metros de la carretera de Colmenar, en cuyo
kilómetro 12 está situada la entrada principal de esta Ciudad Escolar, la cual por una vía
interior de enlace mantiene comunicación con el citado colegio de San Fernando.
La necesidad de la construcción de esta Ciudad Escolar femenina era acuciante, en
atención a la falta de capacidad del antiguo Colegio de Nuestra Señora de las Mercedes,
a su enclave en el centro de la población, a la falta de condiciones de habitabilidad del mis-
mo y a la ausencia de toda posibilidad de una acción deportiva desarrollada como debe co-
rresponder a un Centro escolar moderno, ya que no podemos olvidar que el Colegio de Nues-
tra Señora de las Mercedes fue construido hace un siglo y ha venido cumpliendo la misión
social que se le confió, pero los avances de todo orden que se han venido produciendo, exi-
gían de la Diputación Provincial una urgente transformación y adecuación a nuevos con-
ceptos vitales de sus Centros docentes.
***
Por lo que se refiere al aspecto puramente académico, la variación es bien clara y ter-
minante, ya que en el antiguo Colegio de las Mercedes las alumnas recibían únicamente,
en general, la enseñanza primaria y en la moderna Ciudad Escolar sus alumnas comenza-
rán sus estudios preescolares en las secciones de Maternales, y Párvulos, siguiendo pos-
teriormente al ciclo completo de los ocho cursos de la enseñanza primaria, para pasar lue-
go a realizar los estudios medios, bien siguiendo el bachillerato elemental y superior, en
sus dos opciones y curso preuniversitario, o cursando los estudios y prácticas correspon-
dientes de formación profesional: Corte y Confección, Peluquería y Cosmética, Delineante
Industrial y de la Construcción, Hostelería y Secretariado.
Las alumnas de la Ciudad Escolar podrán tener acceso, cuando su capacidad les haga
acreedores a ello, a toda clase de estudios superiores, universitarios o técnicos, prolon-
gándose entonces su estancia en la Institución, en régimen de residencia o colegio mayor.
618 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En una palabra, el propósito decidido de la Diputación Provincial es que todas las alum-
nas acogidas a la Beneficencia estén en disposiciones óptimas de situarse en la vida al
cumplir su edad de permanencia en la Ciudad Escolar.
Las obras de construcción se han realizado en un período de tiempo de auténtico ré-
cord, pues en el plazo de nueve meses pasamos de las obras de excavación del terreno y
cimentación, a la terminación absoluta, amueblamiento, etc., y puesta en función de todas
sus instalaciones y así hemos podido iniciar el curso académico 1968-1969 en pleno ren-
dimiento y actividad; por ello, las alumnas del antiguo Colegio de Nuestra Señora de las
Mercedes han estado fuera del mismo solamente un curso, durante el cual han estado acon-
dicionadas en el Colegio de Nuestra Señora de la Paz y se ha dado un avance colosal de
tipo social y docente, haciendo desaparecer para estas alumnas el complejo de aislamien-
to que tenían debido a su especial condición económica y social, y aspiramos a que el nue-
vo complejo escolar de la Diputación de Madrid pueda parangonarse por sus instalacio-
nes, funcionamiento y finalidad a los mejores del mundo.
Constituyó una primordial preocupación desde el momento en que se proyectó la Ciu-
dad Escolar, el que su población se constituyera rompiendo en todo lo posible la sensación
de masa, por lo que se ha sustentado el criterio de que las edificaciones estén aisladas, no
en bloque, y que ubiquen en cada fracción un número determinado de alumnas que cuen-
tan con sus viviendas y servicios independientes, y así se ha concebido la existencia den-
tro de la Ciudad Escolar de cinco unidades distintas, separadas entre sí, y vinculadas úni-
camente a través de la Rectoría y Administración.
Cabe destacar la modalidad de que al alumnado de la Ciudad Escolar, procedente de
la beneficencia, se han incorporado 250 alumnas del medio familiar normal, en régimen
de medio pensionista, que diariamente llevarán desde sus hogares aires renovadores al
ambiente en que se van a desenvolver, borrando de las mentes infantiles prejuicios que pue-
dan influir negativamente en su posterior desarrollo y creando un clima psicológicamen-
te sano en el Centro.
***
Dentro de la construcción general de la Ciudad Escolar se observan cuatro zonas fun-
damentales: la de Dirección, la de Enseñanza, con sus aulas, laboratorios, etcétera, la Re-
sidencia o albergue de la población escolar, la de Servicios y la de recreo deportiva, com-
pletándose estas zonas con otras edificaciones destinadas a residencia de profesores y
educadoras, personal de servicio y personal regente o adscrito al complejo con función
específica.
Así, pues, la primera se ha emplazado, como es natural, en primer término, agrupán-
dose a la misma el aula magna y la capilla con acceso al amplio vestíbulo de entrada, al
cual a su vez se ingresa a través de un pórtico exterior que completa el amplio espacio de
acceso. Pasos cubiertos que nacen en el ya mencionado vestíbulo, conducen al resto de las
zonas reseñadas, estableciéndose entre ellas una amplia red de comunicaciones, obte-
niéndose con esta disposición zonas cubiertas destinadas a recreos, alternadas con zonas
ajardinadas, aprovechando la amplia vegetación existente.
La zona residencial o albergue de la población escolar femenina, se ha ubicado en cin-
co bloques, separados entre sí por espacios ajardinados y unidos por el paso cubierto que
discurre por el eje transversal del conjunto de edificios. Estos, constando de cuatro plan-
tas, en los que la planta baja se ha destinado a espacios cerrados de espera y entrada a co-
PEDRO ESPINA PÉREZ 619

medores, así como a zonas cubiertas con uso de recreo y entrada a las clases; las tres plan-
tas restantes lo han sido para dormitorio y cuartos de estar de las alumnas. Los dormito-
rios se han construido en habitaciones de cinco plazas, ubicándose en cada ala y planta del
edificio ocho unidades complementadas por los paseos correspondientes, dormitorio y
despacho de la educadora que estará a cargo de estas 40 alumnas, sala de estar y recintos
para lavado y planchado de ropa interior, almacén de enseres y de maletas. Con ello se ob-
tiene albergue para una población escolar de 1.200 plazas. Adjunto a estos inmuebles y con
acceso por sus ya mencionadas plantas bajas, se han emplazado los comedores, los cua-
les se encuentran engranados con los espacios con los espacios de espera y bloques, cre-
ándose siempre entre ellos espacios ajardinados. El número de comedores es de cuatro, con
capacidad cada uno para 300 ó 325 plazas.
Uniendo todos estos recintos y por testero, se encuentra un oficio general servido por
amplia cocina, la cual a su vez queda suministrada por sus servicios complementarios,
con acceso desde el exterior a través de rampa que da ingreso a la planta inferior de esta
zona de servicios, en la cual, además de los ya reseñados, está instalada la central térmi-
ca de todo el complejo.
En continuidad con los bloques, residencias de alumnas, están situados los pabellones
destinados a la enseñanza, clases y laboratorios, los que, edificados con dos plantas, albergan
las unidades previstas para el desarrollo de toda la gama de enseñanzas que se imparten
en el Centro. La orientación dominante de estas zonas es la de N-S, obteniéndose para las
clases soleamiento en la segunda planta y una mejor iluminación en la primera.
Otra de las zonas fundamentales de la Ciudad Escolar, es la que forman el conjunto po-
lideportivo y la zona de recreo, situadas en la parte E. del terreno, y al término de estas zo-
nas ya descritas y sus complementarias. Consta de un edificio destinado a club, cafetería,
estar, exposiciones, etc., y otro donde está instalada la piscina y el gimnasio cubierto, y en
el exterior están emplazadas al aire libre las pistas polideportivas de balonvolea, tenis,
etc., completándose todo ello con las zonas circundantes de parque natural existente, ya
que la finca está toda ella enclavada dentro de unos magníficos pinares.
El importe de la construcción de la Ciudad Escolar “Francisco Franco” ha ascendido
a la cantidad de 300 millones de pesetas y ha sido construida por la empresa “Huarte y Com-
pañía”.
Interesa mucho aclarar que con la Ciudad Escolar no se sustituyen los antiguos cole-
gios de Nuestra Señora de la Paz y de Nuestra Señora de las Mercedes por otro colegio,
sino que la sustitución es por un complejo educacional moderno, amplio, eficaz e higié-
nico, donde pueda desenvolverse una vida escolar maternal, social y deportiva de acuer-
do con la mentalidad y los adelantos de nuestro tiempo. Está concebido el funcionamien-
to de la Ciudad Escolar dentro de unas aspiraciones de alto nivel: desde los sistemas
pedagógicos hasta las condiciones de habitabilidad, relaciones sociales y disponibilidades
deportivas; se ha estudiado crear un complejo que pueda seguir en servicio dentro de un
siglo. Los grandes caserones y sus acondicionamientos higiénicos, lógicamente se han
quedado anticuados, hoy han cambiado sistemas y exigencias, y por ello, la Diputación Pro-
vincial de Madrid está realizando en materia docente una labor en parte renovadora y al
mismo tiempo revolucionaria también.
Funciona dentro de la Ciudad Escolar un gabinete psico-pedagógico, con el fin de es-
tudiar la vocación y aptitudes de sus 1.500 alumnas, sin contar a las pequeñas de las sec-
ciones de Maternales y Párvulos, que son cerca de 300, y la relación con las antedichas 250
620 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

alumnas medio pensionistas que nos aseguran unas relaciones sociales en las distintas sec-
ciones muy necesarias para la mentalidad actual, y que nos proporciona el que las niñas
acogidas a la Beneficencia Provincial tengan relaciones escolares con otras niñas, compañeras
suyas de clase, procedentes del medio familiar.
Lo que es imprescindible para eliminar poco a poco de las mentes infantiles ciertas re-
servas que, como apuntábamos anteriormente, cuando estas niñas son mayores influye en
la formación de su carácter.
La Ciudad Escolar “Francisco Franco” cuenta igualmente con los servicios de una clí-
nica médica atendida por un profesor y tres médicos internos, y está dotada de los corres-
pondientes servicios de rayos X, análisis clínicos y gabinetes de estomatología, oftalmo-
logía y otorrinolaringología a cargo de los correspondientes médicos especialistas.
La enseñanza primaria está a cargo de una plantilla de 26 maestras nacionales una di-
rectora, constituyendo un Colegio nacional dependiente del Consejo Escolar Primario de
la Diputación Provincial, que cuenta con la inestimable ayuda del Ministerio de Educación
y Ciencia.
La enseñanza media funciona como Sección filial número siete del Instituto Nacional
de Enseñanza Media “Isabel la Católica”, de Madrid, siendo su directora una profesora nu-
meraria de enseñanza media y contando con cuadro de profesores debidamente titulados.
También para el desarrollo e esta enseñanza el Ministerio ha prestado su definitiva cola-
boración.
En cuanto a las enseñanzas de formación profesional, funcionan como centro recono-
cido por el Ministerio de Educación y Ciencia. Se imparten las especialidades anteriormente
reseñadas a cargo del profesorado y maestros de taller debidamente titulados y figurando
al frente del mismo su correspondiente directora.
Mención especialísima merecen las educadoras, que en número de 30 desarrollan las
tareas formativas y educacionales, cada una cerca de las 40 niñas que como decíamos an-
teriormente tienen a su cargo. Estas educadoras se encuentran en posesión de un título de
grado medio y se comprometen durante los cuatro años que como máximo pueden per-
manecer en este cargo a cursar como alumnas libres estudios de grado superior.
El alto personal directivo, Rectora, Vicerrectora, Jefe de la Residencia, gobernanta ge-
neral, capellanes, personal facultativo, junto a los administrativos, especialistas y subal-
ternos, forman el equipo sobre el que la Diputación encomienda la función de llevar a fe-
liz término la grandiosa obra educacional encomendada a la Ciudad Escolar.
***
Para la puesta en marcha de esta Institución, por decreto de 1.° de octubre de 1967, del
señor Presidente de la Corporación, se constituyó en el seno de la misma una Comisión es-
pecial, presidida por el Diputado provincial don Francisco Arquero Soria, por delegación
del Presidente de la Corporación, e integrada por los Diputados provinciales doña Oliva
Tomé Lambea, don Rafael Zahonero Rochet y don Manuel García Moreno, e incorporán-
dose a la misma como asesores don Manuel Ambrós Escanella, Arquitecto constructor de
la Ciudad Escolar; don Luis González Coviella, Médico Jefe de los Servicios de Medici-
na Escolar de la Corporación, y actuando como Secretario de la Comisión don Félix Me-
lendo Abad, Director del Instituto Provincial de Puericultura. Esta Comisión celebró 54 reu-
niones a lo largo del período comprendido entre 1.° de octubre de 1967 y agosto de 1968,
PEDRO ESPINA PÉREZ 621

atendiendo a todos los complejos problemas para lograr que la Ciudad Escolar estuviera
dispuesta a entrar en función en la fecha señalada.
Una vez puesta en marcha la Ciudad Escolar se ha disuelto esta Comisión y ha dado
paso a un Consejo de Administración (Organo de Gestión Directa), constituido en la for-
ma siguiente:
Presidente: Don Carlos González Bueno, Presidente de la Diputación.
Vicepresidente: Doña Oliva Tomé Lambea, Diputado provincial.
Vocales: Don Francisco Arquero Soria, don Rafael Zahonero Rochet, don Miguel Arias
Carralón, don Romualdo Mercado Arroyo, Diputados provinciales; don José Plaza Gu-
tiérrez, Inspector-Jefe de Enseñanza Media de la provincia de Madrid, en representación
del Ministerio de Educación y Ciencia; doña Adelaida del Pozo, en representación de la
Delegación Nacional de la Sección Femenina del Movimiento.
Asesores: Don Francisco Ruiz Fernández, Interventor de Fondos de la Corporación, y
don Antonio Guglieri Navarro, Decano del Cuerpo de Letrados de la Diputación Provincial.
Secretario: Don Angel Solache Guillen, Secretario general de la Ciudad Escolar.
Por acuerdo unánime del Pleno de la Corporación ha sido encargada de regentar la
Ciudad Escolar la Sección femenina del Movimiento, con la que se ha firmado el oportu-
no Convenio el 26 de julio de 1968.
***
Finalizada la construcción de la Ciudad Escolar en los plazos previstos, el día 15 de ju-
lio de 1968 S. E. el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, se dignó inaugurarla, acompa-
ñado del señor vicepresidente del Gobierno, Almirante Carrero Blanco, ministros de la
Gobernación, Ejército, Marina, Aire, Trabajo, Hacienda, Agricultura e Industria; Director
general de Enseñanza Media y Profesional, don Agustín de Asís Garrote, en representa-
ción del señor Ministro de Educación y Ciencia, Directores generales de Sanidad, benefi-
cencia y Obras Sociales, Gobernador civil de la provincia, don José Manuel Pardo de San-
tayana, Alcalde de Madrid y otras autoridades y jerarquías, entre ellas la Subdelegada
Nacional de la Sección Femenina, doña María Teresa Loring, que representaba a la Dele-
gada Nacional que se encontraba fuera de España en viaje oficial, y el ex Ministro don Pe-
dro González Bueno.
Tras de descubrir el Caudillo la placa conmemorativa del acto, el excelentísimo y re-
verendísimo señor don Casimiro Morcillo, Arzobispo de Madrid-Alcalá, bendijo las ins-
talaciones, que posteriormente y con todo detalle fueron visitadas por el Generalísimo y
demás acompañantes.
En la segunda quincena del mes de septiembre se hizo el llamamiento de las alumnas
admitidas y comenzó a ponerse en funcionamiento la Ciudad Escolar, ya que previamen-
te se había hecho la designación de todo el personal destinado a la misma.
El día 7 de octubre tuvo lugar el solemne acto de apertura del curso académico 1968-69,
acto que fue realzado por la presencia de la excelentísima señora doña Carmen Polo de Fran-
co, esposa de S. E. el Jefe del Estado, acompañada por el señor Ministro de Educación y
Ciencia, don José Luis villar Palasí y su esposa, señor Subsecretario de la Gobernación,
Directores generales de Enseñanza Primaria, Beneficencia y Administración Local, Jefe
622 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

de la Casa Civil de S. E. el Jefe del Estado, Delegada Nacional de la Sección Femenina,


Gobernador civil de Madrid y todos los miembros de la Corporación, acompañados de
sus esposas, que saludaron a tan egregia dama que fue recibida por el Presidente de la
Corporación doctor González Bueno y esposa.
En el aula magna tuvo lugar el solemne acto académico en el que intervinieron la Rec-
tora de la Ciudad, señorita Oliva Tomé y el Presidente de la Diputación Provincial, declarando
a continuación inaugurado el curso la esposa de S. E. el Jefe del Estado, que a continua-
ción visitó detenidamente todas las instalaciones.
El día 18 de diciembre la Ciudad Escolar recibió la visita de los Príncipes de España
don Juan Carlos de Borbón y doña Sofía, que después de visitar la Institución compartie-
ron el almuerzo con todas las alumnas.
Han visitado también la Ciudad Escolar los estudiantes del curso de extranjeros orga-
nizado por la Universidad de Madrid, los participantes en la Asamblea del Patronato de
Apuestas Mutuas Deportivas y los asistentes a la Asamblea de Periodistas Femeninos, en-
tre otras visitas recibidas.
Con la puesta en total funcionamiento de la Ciudad Escolar “Francisco Franco”, la Di-
putación Provincial de Madrid estima ha cubierto plenamente el objetivo señalado de pro-
porcionar los bienes de la cultura y del espíritu a las alumnas acogidas a la Beneficencia
Provincial y constituye el mayor timbre de honor el que la decisión personal del Presi-
dente de la Corporación, unánimemente subrayada por el Pleno de la misma, haya signa-
do a esta Institución con el nombre glorioso del Caudillo como garantía de la firme pro-
mesa de que su obra al servicio de España perdure eternamente en el recuerdo de las
generaciones venideras.
Por D. Francisco Arquero Soria.
ANALES DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS MADRILEÑOS.
TOMO V (Provincia), páginas, 413 hasta 420.
Copiado por P. ESPINA PÉREZ. Año 1968
PEDRO ESPINA PÉREZ 623

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


Sala diseñada para niños lactantes, dotada de compartimentos, hechos de cristal; la
parte baja de biselado fuerte y la parte alta de cristal transparente, para poderlos observar
las enfermeras y puericultoras desde fuera. Por otra parte, permitía hacer la limpieza fácil
y bien hecha, con lo que se consiguió mantener una mayor higiene en aquellas salas, mas
con estas separaciones y las mejoras introducida, evitaron muchas infecciones que vení-
an padeciendo los lactantes.

Foto efectuado el año 1969, (por Rogelioi Leal).

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624
HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“NIÑOS’, En el Instituto Provincial de Puericultura. Año 1967. (Foto: Leal, Periodista Gráfico).
PEDRO ESPINA PÉREZ 625

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


NIÑOS ACOGIDOS EN PUERICULTURA
Años 1969-1978

Niños Niñas
Años Totales
Con datos Sin datos Con datos Sin datos
1969 180 64 132 59 435
1970 179 63 104 36 382
1971 130 48 96 38 312
1972 72 29 78 36 215
1973 63 26 68 26 183
1974 80 25 86 24 215
1975 82 17 41 20 160
1976 72 19 73 20 184
1977 68 28 57 16 169
1978 41 27 42 22 132
Total 967 346 777 297 2.387

NIÑOS DADOS DE ALTA


Años 1969-1978

A petición familiar Prohijados Trasla. Centros Fallecidos


Años Total
Niños Niñas Niños Niñas Niños Niñas Niños Niñas
1969 134 107 113 80 115 74 7 3 633
1970 89 67 118 82 91 57 6 3 513
1971 64 62 76 55 54 47 4 2 355
1972 48 57 33 31 41 31 3 3 247
1973 43 53 31 37 10 21 1 1 197
1974 40 54 35 25 28 18 – 2 203
1975 56 43 27 20 25 15 2 1 189
1976 49 32 21 20 20 21 – – 163
1977 37 48 30 14 29 29 2 1 190
1978 28 48 20 24 23 10 2 1 156
Total 588 571 504 388 436 323 27 17 2.854

Datos de la memoria del Instituto Provincial de Puericultura

Elaborados por: Pedro ESPINA PÉREZ. Año 1978.


626 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

PROCEDENCIA Y EDADES DE LOS NIÑOS ACOGIDOS, Años 1969-1978

Hospitales Protección
Años Domicilios Comisarias Sin datos Totales
Maternidad a la mujer
1969 192 78 26 16 123 435
1970 57 179 28 19 99 382
1971 45 150 21 10 86 312
1972 35 98 11 6 65 215
1973 34 80 6 5 58 183
1974 45 103 14 4 49 215
1975 28 83 8 4 37 160
1976 34 101 1 5 43 184
1977 21 94 8 2 44 169
1978 27 81 5 – 19 132
Totales 518 1.047 128 71 623 2.387

EDADES DE LOS NIÑOS A SU INGRESO EN LA “CASA”

Hasta Hasta Hasta Hasta


Años Totales
los 6 meses un año dos años los tres años
1969 254 55 64 62 435
1970 232 46 50 54 382
1971 178 39 51 44 312
1972 133 27 36 19 215
1973 115 21 32 15 183
1974 126 37 35 17 215
1975 81 38 28 13 160
1976 107 28 25 24 184
1977 77 26 34 32 169
1978 70 19 20 23 132
Totales 1.373 336 375 303 2.387

MADRES INTERNAS, Años 1969-1978


Edades
Hasta 20 Hasta 25 Hasta 30 Hasta 35
Años Más de 36 Totales
años años años años
1969 32 50 29 29 14 154
1970 13 26 23 15 5 82
1971 7 32 16 2 5 62
1972 7 17 13 7 5 49
1973 7 14 13 3 4 41
1974 6 14 9 6 – 42
1975 10 13 11 2 4 40
1976 17 22 11 3 1 54
1977 5 9 7 4 – 25
1978 8 10 3 3 2 26
Total 112 214 135 74 40 575
PEDRO ESPINA PÉREZ 627

Profesiones

Empleadas Sus Estu- Adminis- Otras


Años Empleadas Totales
Hogar Labores diantes trativas Actividades
1969 35 81 6 7 10 15 154
1970 19 45 4 2 6 6 82
1971 12 36 3 2 4 5 62
1972 12 24 2 – 4 7 49
1973 10 23 1 – – 7 41
1974 14 18 3 – 3 4 42
1975 10 19 2 2 – 4 40
1976 9 27 2 4 – 12 54
1977 7 15 1 1 – 1 25
1978 3 17 – 1 – 5 26
Total 131 305 24 19 30 66 575

Estado civil

Años Solteras Casadas Viudas Totales


1969 111 41 2 154
1970 61 19 2 82
1971 49 13 – 62
1972 39 9 1 49
1973 36 5 – 41
1974 36 6 – 42
1975 34 6 – 40
1976 40 13 1 54
1977 19 5 1 25
1978 20 6 – 26
Totales 445 123 7 575
628 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

PROCEDENCIA DE LAS MADRES INTERNAS


Década, 1969-1978

Capitales 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 Totales
España 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 …
Albacete 3 – 1 – – – – – – 1 5
Alicante – 2 – 2 – – 1 – – – 5
Almería – – 1 – 1 – 1 – – – 3
Ávila 1 1 7 1 2 – 1 2 1 2 18
Badajoz 9 4 2 3 – – 1 2 – – 21
Barcelona 3 2 2 – 1 1 – – – 1 10
Bilbao – – – – – 1 – – – 1 2
Burgos 5 4 3 – 1 3 1 – – 2 19
Cáceres 7 – 4 7 1 – 2 3 1 – 25
Canarias 2 1 – – – – – – – – 3
Ceuta – – – – – – – 1 – – 1
Ciudad Real 4 2 6 – 4 1 2 2 – – 21
Cádiz 4 1 – 1 – – 1 – – – 7
Córdoba 8 1 – 2 1 – 1 1 2 – 16
Cuenca 2 4 1 1 1 5 1 2 – – 17
Gerona – – 1 – – – – – – – 1
Guadalajara 6 4 1 – – 1 – – – – 12
Huelva 2 2 1 3 1 – – – – – 9
Jaén 9 5 1 1 – 3 1 3 1 – 24
La Coruña 5 1 – 2 – 1 1 – 2 1 13
León 3 2 1 1 – 1 2 – 1 1 12
Lugo 2 1 3 1 1 – 1 – – 1 10
Granada – 2 – – 1 – – – – – 3
Logroño – – – – – – 1 1 1 – 3
Madrid 22 17 10 8 8 13 6 12 2 8 106
Málaga 2 2 – – 1 – – – 1 – 6
Melilla 3 – – – – – – 1 – – 4
Murcia 2 – – – – – – 1 – – 3
Orense 3 1 2 – – 1 1 – – – 8
Oviedo 3 – 1 2 1 1 2 3 – – 13
Palencia 1 1 – – – 1 – – 1 1 5
P. Mallorca 1 – – – – – – – 1 – 2
Pontevedra 2 2 – 3 – 1 – – 1 – 9
Salamanca 4 1 4 – 3 – – – – 1 13
S. Sebastián 1 – – – 1 – – – – – 2
Santander 2 – – – 1 – – – – – 3
Segovia 4 3 1 2 1 – 1 4 – 1 17
Sevilla 2 3 – – 1 1 3 – – – 10
Soria 2 2 – 3 1 – 1 1 – – 10
Tarragona – – – – – – 1 – – – 1
Teruel – – – – 1 – – – – – 1
Toledo 10 3 2 3 1 2 1 4 1 1 28
Valencia – – – – – 1 – 2 – – 3
Vitoria – – – – 1 – – – – – 1
Valladolid 4 3 – – – 1 – – – 1 9
Zamora 6 1 3 2 1 – 2 3 – – 18
PEDRO ESPINA PÉREZ 629

PROCEDENCIA DE LAS MADRES INTERNAS


Década, 1969-1978 (Continuación)

Capitales 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 Totales
España 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 …
Zaragoza – – – 1 1 1 1 – – 1 5
Total España 149 78 58 49 38 40 37 48 16 24 537
Otros Países 5 4 3 – 3 2 3 6 9 3 38
Totales 153 82 61 49 41 42 40 54 25 27 575

DATOS ESTADÍSTICOS
Sacados de los registros anuales de “entradas y salida de los niños”, y sus causas más
significativas, así como de las “madres que se internaron con sus hijos” en el periodo com-
prendido entre los años, 1969-1978. La procedencia de las madres, pone de manifiesto y
dan testimonio de que la Inclusa de Madrid, acogió desde sus inicios, a todos los niños aban-
donados que llegaron del resto de España. Y por supuesto que también recibieron a sus ma-
dres, primero como nodrizas y después como madres con sus hijos.

Elaborados por Pedro ESPINA PÉREZ, año 1978


LOS CUARENTA MIL HIJOS DE LA “INCLUSA”
HAN SIDO COGIDOS POR LA MONJITA
DE LA PUERTA DEL INSTITUTO DE PUERICULTURA,
EN CINCUENTA AÑOS;
Año 1969

Niños. Muchos niños que no saben o no sabrán nunca quiénes son su padres. Niños
que un día, convertidos en hombres o mujeres, tendrán un apellido que no es el suyo y unos
padres que, cuando nacieron, no quisieron responsabilizarse de ellos. Estos niños ale-
gran una Institución creada para ayudar a un fin triste. Es el Instituto Provincial de Pue-
ricultura. Es su nombre oficial. La gente, sin embargo, le llama la “Inclusa”.
Sobre la entrada, un cartel deteriorado reza: “Por esta puerta se entregan los niños”. Ya
no hay torno; desapareció el año 1918. Ahora las madres o los padres, traspasan sus hijos
de sus brazos a los de la monja que los recibe.
RECUERDOS: La monjita que recoge a los niños lleva cincuenta años en esta tarea.
Es todo un manual de filosofía, conocimiento humano y comprensión. Ella dice que en este
periodo de tiempo habrán pasado por sus manos unos cuarenta mil niños. Cuarenta mil mo-
mentos en que se ve cómo, por distintos motivos, personas variadas que se han despren-
dido de aquélla, que era más suyo que nada.
—Hermana, ¿cuales son sus recuerdos? La monja sonríe con aire de evocar años atrás.
Cuando ella, apenas una jovencita, acababa de ingresar en la Orden.
—!Tantos¡. Desde los padres que vienen destrozados a dejarme a sus hijos porque no
tienen para comer o donde dormir, hasta aquéllas personas que se niegan a dar su nombre
y que, por supuesto, renuncian al niño desde que salen de esta puerta.
TORNO: Ella no llegó a recoger niños del torno. Parece ser que le quitaron a raíz de
dos accidentes que sucedieron casi seguidos.
—Sí. En una ocasión, la hermana que los recogía, al dar la vuelta para recoger al niño,
se manchó de sangre. La criatura tenía un corte en el cuello. Tuvieron que darle dieciséis
puntos. Poco tiempo más tarde dejaron otro niño herido también en el cuello. A raíz de aque-
llo, el torno desapareció. Ahora —continúa— se nota mucho que ha disminuido el núme-
632 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ro de madres solteras que dejan aquí sus hijos. Antes, hace años, ingresaban anualmente
unos mil trescientos; ahora, la cifra asciende a quinientos o así.
CASOS: Hermana, ¿hasta qué edad se pueden dejar los niños aquí? Deben de tener
menos de dos años. Es preferible. Aunque parezca increíble, los niños de nueve meses se
dan cuenta de muchas más cosas de las que pensamos. Es muy duro. Miran a las herma-
nas, y como no ven el rostro de la madre lloran, se niegan a comer, etc.
¡Hay tantos casos...! El mes pasado vino una señora con su hija, de diecinueve años,
a dejar un niño. La chica no sabía quién era el padre. Entre unos cuantos gamberros la ha-
bían violado. De ésas ha habido varias. Y también han venido de hermanos, incluso de
padre e hija...
La monjita se lo conoce todo. Cuando entran por la puerta, ya les clasifica. Sabe si le
van a decir o no la verdad.
“LA DEL BOLSO”: Hay muchas parejas que vienen a dejar niños, porque dicen que
no tienen dinero, y excusas por el estilo. Yo les miro y les pregunto: “Bueno, ¿y ustedes
cuándo se van a casar?”. Protestan, me dicen que no, pero, al final, reconocen que es ver-
dad, que “piensan hacerlo”. Y otros me contestan que a mí qué me importa.
Mucha gente viene mintiendo —me cuenta—. Se les nota enseguida. Sobre todo cuan-
do se llevan tantos años como yo. Hay una señora que llamamos “la del bolso”, que vino
dejó el niño, el bolso y dijo que salía a comprar una cosa y que volvía enseguida a dar su
filiación. Ayer el crío cumplió un año, y aún la estamos esperando.
—¿Existen muchas personas que les dejan sin decir ni cómo se llaman? Un treinta por
ciento, aproximadamente. El mes pasado, sólo fueron siete. Son los casos más tristes.
Cuando no quieren decir nada, se les advierte que en ese caso no podrán reclamar jamás
al niño, que le pierden. Y no les importa. Al contrario. Se ve que lo que quieren es des-
prenderse de él cuanto antes.
RECLAMOS: Otras veces son auténticos motivos económicos o de necesidad lo que
les impulsa. Hace poco vino un hombre con dos gemelos. Su madre había muerto al na-
cer ellos. Nos los dejó, pero se interesa por ellos y les viene a ver cada semana. En estos
casos, aquí se crían, pero pueden sacarlos cuando quieran.
—Las madres solteras que dejan a sus hijos, ¿suelen reclamarlos alguna vez? Nor-
malmente, no. Quien viene decidido a dejarles, no se vuelve a preocupar de ellos. Se nota
mucho la clase social. Hubo, hace años, una época en que había un elevado porcentaje de
sirvientas que tenían niños de los señores. Ahora ha decrecido. De todas formas, princi-
palmente las que caen son las chicas que vienen de pueblos y les engañan a la primera.
SONRISAS: Cuando una mujer soltera lleva un niño, se les dice que puede o debe que-
darse con él al menos tres meses. De esta forma conseguimos que, tratándoles, les quie-
ran y no les abandonen del todo. A estas mujeres se les paga 1.500 pesetas al mes, y viven
aquí cuidando a sus hijos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 633

Escribe: Silvely VALLE (Fotos: Aldea). Nuevo Diario, 23-11-1969.

Elaborados por P. ESPINA PÉREZ

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634 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Cuarenta mil niños: Cincuenta años de esta monja, cuyo nombre me ha pedido que silencie, y una
institución que contempla esas sonrisas infantiles y puras que sus padres no quisieron conocer.

Escribe: Silvely VALLE (Fotos: Aldea). Nuevo Diario, 23-11-1969.

Elaborados por P. ESPINA PÉREZ


CONSECUENCIAS DE LA ÚLTIMA
LEY DE ADOPCIÓN EN LA DENOMINADA
TRANSFORMACIÓN DE LAS “INCLUSAS”
Año, 1970

En el Magistral discurso inaugural del curso 1963-1964 de la Sociedad de Pediatría de


Madrid, el inolvidable Maestro de tantos que fue D. Carlos Sainz de los Terreros, hizo un
resumen de la Pediatría que él conoció y nos dio una extraordinaria visión de la venidera.
Cumplía entonces sus bodas de plata en la referida Sociedad, decana de las de la especia-
lidad y de la cual fue uno de los fundadores.
En el referido discurso, nos cuenta los albores de la Pediatría Social, que hoy vemos en
esta reunión plasmada en feliz madurez; y se expresaba de la siguiente manera “En el dominio
de lo Social, con las variantes relativas al enfoque que cada época ha dado al sempiterno
problema del niño expósito, ha sido éste el tema con el cual casi puede decirse que se llena-
ba semejante apartado”. Añade más adelante: “Siempre acudirán a nuestra imaginación los
nombres de Bravo y Muñoyerro, paladines constantes frente al problema del niño expósito
en nuestra Pediatría madrileña ó en la española en general”. Al transcribir estas líneas a modo
de introducción, queremos justificar, nuestra “obligada” presencia en ésta reunión, y reca-
bar para el tema del niño expósito su antigüedad dentro de los problemas sociales.
Desde tiempos remotos diversas legislaciones han tenido en cuenta de forma más o
menos directa al niño desamparado.
Tres han sido las Leyes que en nuestro país se han ocupado últimamente del niño aban-
donado: La del 17 de octubre de 1941, la de 24 abril de 1958 y la última la de 4 de julio
de 1970. En líneas generales podríamos decir que cada una ha ido superando a la anterior,
perfeccionando aquellos artículos que la experiencia y la evolución de las circunstancias
lo requerían, ofreciendo cada vez una mayor garantía para adoptantes y adoptados.
Siguiendo el título de esta comunicación, nos vamos a ocupar únicamente de la últi-
ma de las referidas Leyes. Prescindiremos por supuesto de todo el valioso contenido bu-
rocrático-administrativo que conviene pero que se sale de nuestro interés.
Esta Ley de 1970 que no dudamos de calificar en el momento actual de importante, tras-
cendente y acertada, llegó como la fruta madura en su momento, casi me atrevería a decir
que llegó con cierto retraso, cuando la fruta empezaba a pasarse, pero lo hizo eso si cuan-
do el legislador tuvo conocimiento de su necesidad.
636 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Veamos cual era la situación de nuestra “Inclusa” en los años que precedieron a 1970;
para después analizar cual ha sido la evolución.
Tomaremos algunos datos que son a nuestro modo de ver los más significativos.
Sabido es que en estas instituciones cuidaban fundamentalmente de los niños expósi-
tos o abandonados, las madres que ingresaban con sus hijos.
La evolución, de las costumbres hizo que fueran disminuyendo paulatinamente el nú-
mero de ingresos con madres.
Así tenemos que en. 1944 el número de niños ingresados es de 1485, el número de amas
o madres internas de 378, dando un aceptable índice de 3,9 niños por madre. En 1966 la ci-
fra de ingresados era de 720 y el de amas de 97 que representa la 7,4 niños por madre.
A la vista de estas cifras resulta fácil comprender, que el hospitalismo cuya máxima ex-
presión se dá en el niño abandonado e institucionalizado, era cada vez más frecuente e in-
tenso. Podemos afirmar que si la morbilidad y mortalidad no aumentaban se debía a que
los avances de la crianza (productos dietéticos y antibióticos) por un lado y de las insta-
laciones por otro, frenaban estas cifras, pero las mantenían en unos niveles no permisibles.
Existía.además una circunstancia a nuestro modo de ver muy importante, que marca-
ba la anterior legislación, era está, la necesidad de que transcurrieran 3 años de total aban-
dono para que un niño que hubiera sido ingresado con datos pudiera ser dado en adopción.
Esto hacía que tuviésemos una población de expósitos muy elevada y permanente, ya que
la adopción de niños pasado el primer año de vida era realmente difícil.
Otro hecho importante puesto a la sazón de manifiesto, demostrado a través de publi-
caciones y trabajos científicos, fue la evidencia de que los manifiestos retrasos que.en di-
versas esferas de su desarrollo presentaban los niños institucionalizados, no eran total-
mente recuperables si su internamiento se prolongaba más allá del año de edad. Fueron estos
hechos los que fundamentalmente movieron al legislador a abordar la modificación de la
legislación entonces vigente.
De todos los artículos modificados es el 174 el que ha tenido para nuestra “Inclusa” ma-
yor importancia y trascendencia, concretamente en el cuarto párrafo que dice así; “En uno
y otro caso, la apreciación del abandono exigirá que hayan transcurrido durante el interna-
miento de los menores seis meses continuos sin que el padre, madre, tutor u otros familia-
res del menor se interesen, por él de modo efectivo mediante actos que demuestran su vo-
luntad de asistencia, La mera petición de noticias no interrumpe por sí sola el referido plazo”.
Para terminar vamos a exponer cuales han sido las consecuencias ó beneficios que
esta Ley nos ha aportado, aunque otros factores relacionados con la Ley han podido in-
fluir sobre estas cifras.
1.° Aumento de la proporción amas-niño.
2.° Disminución del número de ingresados.
3.° Disminución de la mortalidad tanto absoluta, como relativa.
4.° Disminución de la morbilidad.
5.° Aumento. del número de adopciones.
6.° Que las adopciones sean más frecuentes.

Profesor, D. Javier Matos Aguilar.


Transcrito de la copia del año 1970, por Pedro ESPINA PÉREZ.
27 de marzo de 2000
MADRID: Miles de peticiones en espera de la nueva Ley
NO HAY NIÑOS PARA ADOPTAR
Año 1970

Los niños esperan. Un día sus padres verdaderos les dejaron en manos de una monja
y los niños esperan otros padres. Mientras llega su nuevo hogar, viven en el Instituto Pro-
vincial de Puericultura de Madrid, al que la gente conoce como la Inclusa.
A este centro llegan diariamente varias peticiones para adoptar niños. Unas dos mil
al año. Y muchas que no llegan a consolidarse porque los peticionarios se arrepienten ante
las dificultades.
Las leyes de adopción actuales están a punto de ser cambiadas. Un proyecto de ley
que facilita la adopción se está estudiando en las Cortes. Su modificación fundamental es
sobre el tiempo en que el niño tiene que llevar sin que nadie se interese por él para ser adop-
tado por una familia.

TRAUMA

Hemos estado en la Inclusa. Con los niños que a falta de una madre de verdad llaman
“mama” a las monjas. Con esos críos, de tres años como máximo, que ya se han dado
cuenta que no tienen madre. Un año en “la Casa” aunque éste sea el primero de la vida,
produce un trauma en el pequeño que afecta a su futura personalidad.
Allí hablamos con don Pedro Espina, administrador general del Instituto Provincial de
Puericultura, que nos cuenta los problemas de la actual forma de adopción y las ventajas
de la que esta a punto de aprobarse..
—En estos momento, ¿qué se necesita para adoptar a un niño?

TIEMPO

—Depende de como hayan sido dejados los niños. Poco tiempo si son dejados sin da-
tos o esperando tres años como mínimo sin que nadie haya preguntado por ellos. Si el
niño ha sido dejado sin datos en absoluto, se les puede adoptar después de un periodo de
unos seis meses, durante los cuales están en manos de médicos, que les examinan por si
638 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tienen algún tipo de lesión. Pero si los niños han sido dejados con datos; es decir, nombre
y apellidos, aunque no se conozcan los de los padres, la legislación actual establece que
tiene que pasar un periodo de tres años sin que nadie se preocupe por ellos, ni tan siquie-
ra una llamada telefónica.
“Esto es, evidentemente, un perjuicio para el niño, porque si en seis meses una madre
no se ha preocupado de su hijo, no lo va a hacer al año. o a los cinco años. Ahora, la nue-
va ley estudia establecer sólo seis meses, que es mucho más justo.
Si a un niño se le llevan a los seis meses de estar en esta Casa, el crío apenas ha teni-
do oportunidad de sentir el ambiente de soledad, de falta de cariño de la madre, y este
tiempo no influye nada en su personalidad futura”.

ADOPCIÓN

Aparte de esto, el matrimonio que quiere adoptar un niño necesita ahora:


1) Tener un mínimo de treinta y cinco años cada uno de los cónyuges. (Con la nueva
ley bastará con que uno de ellos tenga treinta.)
2) Llevar como mínimo cinco años de casados.
3) No tener hijos propios ni naturales (en caso contrario necesitan elevar una petición
al Jefe del Estado, según el proyecto de ley que se está estudiando.)
4) Un certificado de buena conducta expedido por el alcalde del pueblo donde vivan
o el teniente de alcalde de su distrito, si viven en Madrid, o cualquier otra capital grande.
5) Un certificado de buena conducta del párroco que le corresponda.
6) Una certificación de los medios económicos que posea. (Esto puede suplirse con una
declaración jurada.)
7) Además, es precisa la instancia de adopción, la partida de nacimiento de los adop-
tantes y su certificado de matrimonio.
—Existe una Junta de Adopciones, compuesta por cuatro miembros; un médico, un abo-
gado, un psicólogo y un representante oficial de la Diputación. Ellos son los que deciden.
¿Tiempo? Suele tardarse bastante, ya que son miles las peticiones que hay que estudiar y con-
firmar.

PROHIJADOS

El niño, al ser entregado a sus nuevos padres, está con ellos un tiempo en calidad
de prohijamiento, es decir, que el Instituto Provincial de Puericultura se reserva los de-
rechos sobre él hasta que la adopción sea plena, cuando legalmente ya tengan sus ape-
llidos.
Y nos cuentan que cuando los matrimonios van a recoger a su nuevo hijo, las mu-
jeres lloran de alegría al ponerles el niño en los brazos, y los hombres se ponen tan
nerviosos que ya no saben mirar a nadie más que ala criatura que les acaban de en-
tregar.
PEDRO ESPINA PÉREZ 639

CIFRAS

—¿Cuales son las cifras de adopción en los últimos años? En 1964 se adoptaron 107;
en 1965 fueron sólo 83; en 1966 se subió a 143; en 1967 fueron 177; en 1968, 166 y en
1969, la cifra más alta: 193 niños.
Cuando salgo de allí me cruzo con una señora que lleva un niño de unos dos años de
la mano: un crío rubito, con los ojos claros y vestido de azul. Hablaba con una monjita y
le decía: “¿A que se parece mucho a mí?”. Y una señora mayor que le acompañaba aña-
dió otra pregunta que implicaba una afirmación: “¿A que es igualito a su madre?” Luego
alguien me contó que aquel niño era también de “la Casa”.

MESES

—En estos momentos, ¿cuantos niños tienen aquí, cuantos están en condiciones de
adopción?
—Trescientos veinticinco, pero para adoptar ninguno. Cuando se apruebe la nueva ley,
de estos mismo se podrán adoptar ciento veinticinco niños. Los matrimonios suelen soli-
citar niños de pocos meses, o un año como máximo. Cuando se les entrega, nunca les han
visto antes. No se escogen, como mucha gente cree.
Sor Irene es una monjita que lleva cincuenta años recibiendo niños. Unos cuarenta mil
confiesa que ha recogido. Nos dice que las peticiones son principalmente de niñas.
— ¿Quien da la autorización para que el niño sea adoptado?

Aquí termina el artículo que yo tengo, puede ser que continuase algo más, pero no se puede en-
contrar al no tener fecha concreta de su publicación.

Escribe: Isabely VALLE: Nuevo Diario. 1970


P. ESPINA PÉREZ
640 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


“FACHADA PRINCIPAL”. Calle de O’Donnell. Edificio, comenzada su edificación el
año 1929 y terminada a finales del 1931 primeros del año 1932.
Foto año 1970. Rogelio Leal

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PEDRO ESPINA PÉREZ

“NIÑOS”. En la fiesta de los Reyes Magos, 6 de enero de 1971. (Foto: Rogelio Leal).
641
LA ADOPCIÓN
UN TEMA IMPORTANTE, ENTRAÑABLE, ACTUAL:
CUANDO LAS MOTIVACIONES SON AUTENTICAS,
ES POSIBLE REALIZARSE EN UN HIJO ADOPTADO
Entrevista con el doctor García-Andrade, profesor de Psiquiatría y Medicina Legal
del Instituto de Criminología

“La palabra adoptar tiene muchas acepciones. Hablando de hijos, sólo podemos admitir
una: apropiarse, hacer nuestro un determinado ser, en un alarde de libertad y a impulsos
del amor”.
Para hablar de tema tan interesante como el de la adopción (tema que nos ha sido su-
gerido en numerosas cartas dirigidas a nuestro consultorio de “ideas claras”), hemos en-
trevistado al autor de las palabras que encabezan este reportaje: el doctor José García-An-
drade, médico, cirujano, forense y profesor de Psiquiatría y Medicina Legal del Instituto
de Criminología.

EL PORQUE DE LA ADOPCIÓN

El problema es conocido por lo frecuente: una pareja, después de varios años de


matrimonio y de haber puesto todos los medios a su alcance, ha perdido la esperan-
za de realizarse en otro ser. Un día, cualquiera de ellos descubre la idea que vive si-
lenciosa en los dos.
—En estos primeros momentos, en que aún existe la incertidumbre, ¿qué es necesario
valorar?, preguntamos al doctor García-Andrade.
—Las motivaciones auténticas que les inducen a adoptar, teniendo en cuenta que, para
que sea beneficiosa para todos —hijos y padres—, deben de coincidir con las reales, que
hacen que deseemos un hijo propio. El niño no es un medio, para salvar una unión que se
tambalea, para parar golpes o llenar vacíos.
—¿Existe la vocación de padres? Vocación, no, Necesidad, sí; necesidad que se con-
creta en tres pilares fundamentales: considerarlo como la prolongación de uno mismo, de-
seo de materializar el amor, de hacerlo tangible, y sentido de la trascendencia, de exten-
644 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

derse, de traspasar los límites de la experiencia posible. Esta necesidad puede sublimarse,
por un sentido religioso, que se traduce en la renuncia a la :paternidad.
—¿Es la adopción privativa de la especie humana? Su embrión lo encontramos en los
animales: en ellos, el instinto de protección surge durante las primeras fases, cuando la hem-
bra acaba de parir. En el hombre tiene dos características, que le distinguen y elevan: el
sentido de la trascendencia y su dependencia con respecto a una determinada época.
—¿El hombre y la mujer, ante la adopción, tienen iguales reacciones?
—En la mujer es mucho más difícil porque, aparentemente, es el reconocimiento im-
plícito de una incapacidad importante. Y digo aparentemente, porque las causas sólo ra-
dican en ella en un sesenta por ciento de los casos. En el cuarenta restante, la esterilidad
es masculina. Pero la madre se identifica con él o a través de un proceso intenso y com-
plicado: primero le percibe, después le siente, más tarde le ama y, por último, le conoce.
El hombre en cualquier circunstancia, adopta a su hijo. Cuando sabe que va a ser padre,
su identificación se realiza por medio de un mecanismo intelectual, que luego se transforma
en emocional.

LOS RIESGOS

Pasamos a considerar los riesgos que la adopción puede llevar consigo. Me parece que
las ideas no están muy claras. Casi todo tiene riesgo en esta vida. Pero si la adopción está
bien establecida, el porcentaje no aumenta: cuando no es así, puede destruir al matrimo-
nio, porque se convierte en el espejo constante de nuestra frustración como padres.
—¿Cuál puede ser el motivo de este confusionismo generalizado de ideas?
—Considerar totalmente diferente el hecho de adoptar y el de tener un hijo. En este se-
gundo caso, también se corren riesgos: siempre existe el temor de que el niño nazca con
alguna imperfección física, el desconocimiento de su personalidad y el enigma de sus ca-
racterísticas psíquicas. Hay que valorar si merece la pena correr estos riesgos, exponerse
a que no se verifiquen nuestros deseos.
—Entonces, ¿esas parejas que van decididas a elegir? Yo haría aquí una llamada de aten-
ción, estableciendo un paralelismo con la espera del hijo que se lleva dentro: ante él so-
mos impotentes para determinar ningún factor. Así, en los casos de adopción, no debemos
de imponer nuestro criterio, nuestras preferencias, ni, incluso, en el sexo, tratando de vi-
vir una espera plena de ilusiones, de preparativos y, también, de incertidumbre, que sea ca-
paz de ahuyentar los temores y la angustia.

DEBE SER TEMPRANA

—¿En qué época del niño es más conveniente la adopción? Cuanto antes: si es posi-
ble, de recién nacido, porque el lactante necesita identificarse con una imagen materna, iden-
tificación que se produce a niveles profundo y durante los primeros meses. De no hacer-
lo así, pueden derivarse consecuencias sicológicas desastrosas. Actualmente se habla
mucho de hospitalismo, que es, más o menos, la consecuencia de que no se forme en el
niño la imagen citada.
PEDRO ESPINA PÉREZ 645

—Hasta ahora nos hemos concretado a considerar la situación en el caso de que am-
bos cónyuges estuviesen de acuerdo. Si existe disparidad de criterios, ¿cómo debe resol-
verse este conflicto?
—No adoptando: la paternidad y la maternidad no pueden imponerse. Uno de los fun-
damentos de la paternidad responsable consiste en el acuerdo de las dos partes. El térmi-
no obligación no tiene cabida ante una valoración consciente de las circunstancias y de los
sentimientos como único medio de compartir, también las responsabilidades.
—¿Alguna sugerencia? Que no se adopte un solo hijo, para evitar los problemas del
hijo único, más acentuados en estos casos por los posibles sentimientos de culpa latentes
en la mujer al creerse incapaz biológicamente que la inducen a una sobreprotección per-
judicial. El segundo debe venir pasado un período de tiempo, pues también los padres ne-
cesitan “un rodaje”.

CUANDO TODO HA PASADO

Los papeles en regla, el niño en casa. La espera ha terminado y la mente se ve ocupa-


da ahora por otra idea fija: buscar lo mejor para él.
—¿Qué normas deben regir? Las normas son comunes para todos los padres: cariño,
sentido común y no proyectar en los hijos las propias inquietudes y frustraciones. El hijo
es algo nuestro, pero no nosotros mismos. Es un ser con unos derechos adquiridos, con una
libertad de la que todavía no puede hacer uso… Los padres deben capacitarles para que,
poco a poco, estén en condiciones de enfrentarse, por sí solos, al mundo.
—Es posible, aunque menos frecuente, que la adopción no sea motivada por una in-
capacidad para la procreación. Una pareja con hijos decide llevar un niño más al hogar, agran-
dar el núcleo familiar… En estos casos, ¿hacen falta cualidades extraordinarias para no es-
tablecer diferencias, para que los hermanos se adapten…?
—Extraordinarias me parece excesivo. Antes de acometer esta empresa, los padres de-
ben medir sus fuerzas, averiguar si se sienten capaces de sentirlos a todos por igual, de cre-
ar una hermandad auténtica armoniosa, para que no surja la víctima. Este propósito es de
tan vital importancia, que los intereses matrimoniales, sin excepciones, quedan en un se-
gundo plano ante él.
—Y si a pesar de poner esfuerzo y cabeza, surgen problemas, ¿cuál debe ser la actitud
de los padres ante los niños que reprochan a su hermano un cierto intrusismo?
—Razonar, hacerles comprender que no es “menos hijo” por ser adoptivo, y decírse-
lo así si es necesario. En definitiva, si los padres no establecen diferencias, si existe un cri-
terio común, los niños asimilarán el ejemplo y contribuirán a hacer grata la convivencia.

REVELAR EL ORIGEN

Queda un trago amargo por pasar. Hasta hace algunos años la adopción se revestía de
reserva. Hoy se manejan distintos conceptos, han surgido teorías nuevas y la balanza pa-
rece inclinarse en favor de la verdad.
—Doctor, ¿qué opina de todo esto? Bueno, que es necesario decirle la verdad, porque
es casi imposible mantenerla oculta: la menor indiscreción puede sembrar la desconfian-
646 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

za y romper la comunicación establecida entre padres e hijos. El error más pequeño des-
hace la labor positiva de años de esfuerzo, tensión y silencio.
—¿Cuál es el momento más indicado? ¿A qué factores debe condicionarse?
—Cuando se hace durante las primeras etapas no se traumatiza el niño: después, sí.
—¿De qué forma debe hacerse? Contando una especie de historia, cargada de idea de
búsqueda y de amor, y haciéndola asequible a la mentalidad del niño utilizando símiles.
Pueden ser los Reyes Magos o el Niño Jesús los que llevaron el hijo a casa, porque los pa-
dres deseaban un niño como él, y a éste, identificando el papel de madre con su situación
de adoptado y progresivamente, en consonancia con la edad y las circunstancias, se le irán
aclarando estos conceptos. Así, con sencillez, desde siempre se acostumbrará a esta idea
y nunca se sentirá sorprendido o decepcionado. Es un problema parecido al de la sexuali-
dad cuando lo convertimos en tabú.
—¿Alguna sugerencia? ¿Algún aspecto olvidado? Creo que no debe preocupar el ori-
gen real del niño. Es casi general este deseo de querer saber todo lo referente a sus proge-
nitores. Yo les diría que el abandono es más gráfico que las pequeñas o grandes cosas que
puedan averiguarse, que el niño será el día de mañana un poco como ellos le hagan, según
el ambiente en que transcurra su infancia y en proporción directa al afecto que reciba.

1. la adopción resulta más difícil para


la mujer que para el hombre.
2. Importante: revelar la verdad sobre
el origen durante las primeras etapas.
3. En los últimos años, ha aumentado
el número de solicitudes y disminuido el de
abandonos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 647

Terminamos la charla porque le esperan en el quirófano. Nos despedimos del doctor


García-Andrade (hombre-médico, médico-hombre), humanidad y cerebro al cincuenta por
ciento, que sabe mirar de frente, sonreír con naturalidad y expresarse con conceptos defi-
nidos, claros y valientes.

LAS ESTADÍSTICAS DICEN QUE…

Debido a la estabilidad política y al aumento de nivel de vida y a las distintas formas


de pensar de los matrimonios sin hijos, el deseo de adoptar un niño ha aumentado de for-
ma considerable (de cuatro en 1946 a “doscientos” en 1970).
El número de solicitudes pendientes en la Diputación de Madrid es de 2.128 y, como
solamente se entregan en adopción los niños abandonados y este hecho cada vez es me-
nos frecuente, suele tardarse meses e incluso años en atender una petición, se excluye a los
matrimonios que desean adoptar al hijo de familiar, y a las mujeres solteras ante su pro-
pio hijo, en cuyo caso la adopción se tramita en el acto.
De enero a octubre de 1971 se han recibido 404 solicitudes, habiéndose adoptado cin-
cuenta y cinco niños y cuarenta y ocho niñas: todos ellos, entre recién nacidos y tres años.
Las niñas son más solicitadas, por deseo de la futura madre, pero ocurre que es mayor
el número de niños abandonados.

KETTY RICO (Fotos: Juan Gallego).


Habla el médico: Año 1972.
Pedro ESPINA PÉREZ
648 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CUADRO N.° 1
UN TEMA IMPORTANTE, ENTRAÑABLE, ACTUAL: LA ADOPCIÓN.
INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA. DIRECCIÓN FACULTATIVA

Niños Niños dados En crianza Fallecimientos Por cien Madres Madres dadas
Años
ingresados de baja externa año ingresados ingresadas de baja
1944 1.485 1.063 190 418 28’0 378 145
1945 1.494 1.126 149 473 31’6 349 135
1946 1.559 1.170 69 524 33’6 325 115
1947 1.105 711 506 300 27’1 215 76
1948 1.145 1.075 379 211 16’9 300 131
1949 1.278 1.011 350 209 16’3 308 108
1950 1.359 995 350 167 12’3 286 124
1951 1.430 1.037 348 210 14’7 271 119
1952 1.474 1.042 323 266 18’0 252 116
1953 1.570 1.190 415 277 17’6 244 101
1954 1.402 1.025 416 158 11’2 228 116
1955 1.429 1.063 456 136 9’5 235 124
1956 1.229 1.183 500 151 12’2 238 101
1957 973 936 203 181 18’6 229 102
1958 996 1.089 348 189 18’9 213 111
1959 1.019 882 217 110 10’8 267 134
1960 857 906 217 163 19’0 182 113
1961 770 708 130 117 15’2 176 113
1962 818 1.044 238 110 13’6 209 108
1963 790 750 178 70 8’9 177 98
1964 703 685 180 43 6’1 152 93
1965 652 650 166 63 9’6 154 101
1966 720 679 154 38 5’2 97 88
1967 640 652 125 25 3’9 135 99
1968 561 470 70 20 3’5 126 85
1969 573 637 27 10 1’7 154 63
1970 382 514 – 9 2’3 82 40
1971 312 364 – 6 1’9 62 40
1972 219 270 – 3 1’3 50 36
1973 185 197 – 2 1’1 41 27

Copiado literalmente del original: Al cuadro, se la ha incrementado una columna más, con el
porcentaje de los fallecidos por los ingresados en el año. (Datos estadísticos. Instituto Provincial
de Puericultura).
LA ADOPCIÓN:
UN PROBLEMA DE NUESTRO TIEMPO
La realidad de algunos niños abandonados urge la intervención
jurídica en el tema

Medio millón de alianzas de boda se necesitaron en 1971 para los 250.000 matrimo-
nios que se celebraron en toda España. No todos tendrán hijos. Son una proporción pequeña,
pero hay matrimonios que esperan hijos y éstos no llegan. Los que aceptan estas realida-
des sin frustraciones, los que no “necesitan” los hijos para ser felices pero tienen vocación
de padres, éstos, precisamente, son los padre ideales para los “niños sin hogar”.
Más lejos de nosotros, de nuestras ideas y conversaciones, está esa idea vulgar del niño
abandonado, la noticia intemporal del niño encontrado en un cubo de basura, el prejuicio
antipático hacia el inclusero,nombre que aún hoy —después de haber desaparecido— sir-
ve para entendernos. Y no hace falta pensar mucho para concluir que si hay padres sin hi-
jos, y viceversa, sería buena solución acoplar a ambos.

MÁS PADRES SIN HIJOS QUE HIJOS SIN PADRES

En la calle de O’Donnell está el Instituto Provincial de Puericultura, la Inclusa de otros


tiempos. No es un “almacén” de niños abandonados. Todo lo contrario; no hay niños para
adoptar. “En estos días no disponemos de ningún niño y, en cambio, las peticiones no de-
jan de aumentar; hay casi 4.000 solicitudes”. Estas palabras son las palabras con que me
saluda el doctor Jardón, médico de este Centro.
—¿Quiere decir que este establecimiento está vacío? Quiero decir que los niños que hay
no son aptos para la adopción porque no están formalmente abandonados, sino depositados
transitoriamente. En total tenemos 210 niños, 90 niñas y 120 niños. De éstos, unos 22 son sub-
normales. Pero le repito; ninguno de ellos puede ser adoptado hasta que sus padres, general-
mente su madre, decidan abandonarlos, como suele suceder en la mayoría de las ocasiones.
—¿Este descenso supone un progreso moral? Desgraciadamente hay menos abando-
nos porque existe la píldora, el aborto, etc. Se ha sustituido este mal por otro más grave.
Pero, ¿qué es la adopción? La definición.es muy sencilla; “Un acto jurídico dirigido a
crear entre sus sujetos (el adoptante o adoptantes y el adoptado) un vínculo de filiación aná-
650 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

loga al que media entre padres e hijos… “Es una práctica muy antigua: sus orígenes se re-
montan a “Hamurabi”. El Derecho Romano lo recoge, pero en la Edad Media se pierde
jurídicamente y aparece como “consuelo de matrimonios, estériles” y “socorro para los
niños pobres”. En el siglo XIX se pierde y reaparece en nuestra época conflictiva, llena
de convulsiones y guerras.
Derecho Español. La vigente Ley es del 4 de julio de 1970: supuso un gran avance
con la nueva redacción de los artículos 173 al 180. Vigoriza y fortalece el vínculo adopti-
vo equiparando el hijo adoptivo al legítimo.
Pero adoptar sólo requiere estar en posesión de todos los derechos civiles y tener trein-
ta años de edad, si se trata de marido y mujer basta que uno de los dos haya alcanzado di-
cha edad y siempre que uno de ellos sea dieciséis años mayor que el adoptado.
Hasta aquí la esfera de la Ley. Ahora continuamos con,la esfera de la vida. ¿Quién
debe adoptar? No todos los que legalmente pueden hacerlo serían los padres ideales; se pre-
cisa una selección en virtud del estado civil y la edad de los adoptantes.
—Estado civil; el casado de acuerdo con su consorte. Es decir, los que están en con-
diciones de dar al niño una familia legítima.
—Edad: de treinta a cuarenta años son los matrimonios ideales. El doctor Jardón enu-
mera los tres criterios de selección de padres: Padres jóvenes. A iguales condiciones me-
jor economía.

¿A QUIENES SE PUEDE ADOPTAR?

A todos los menores de catorce años que están abandonados en establecimientos, be-
néficos. o que sus padres propios consientan en entregarlos en adopción
¿Cuándo se considera abandonado un niño? “Abandonado es el menor de catorce años
que carezca de persona que le asegure la guarda, alimentos y educación. Si se entrega a
un establecimiento, sin datos, también es abandono, y lo mismo si se entrega con filiación
y consta la voluntad de los padres de abandonar al menor. La apreciación de abandono exi-
ge que transcurran seis meses continuos de internamiento del menor sin que se interesen
por él de un modo efectivo. La mera petición de noticias no rompe el plazo fijado.
—También son sujetos de adopción; el hijo natural reconocido y el hijo ilegítimo, por
sus padres o por un progenitor y su cónyuge, etc.
—Y los que siendo mayores de catorce años estuviesen viviendo antes de alcanzarla
en el hogar de los adoptantes o de cualquiera de ellos. Las adopciones idóneas son las que
se hacen en el primer año de vida del niño.

¿DÓNDE?

Muchos matrimonios quisieran adoptar, pero se encuentran desorientados. ¿Dónde ir?


¿A quién acudir? Los organismos tradicionales han sido las Diputaciones Provinciales,
las Delegaciones de Auxilio Social, Instituciones particulares, y, desde hace tres años, la
Asociación Española para la Adopción.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 651

A través de la Diputación de Madrid, se están realizando actualmente unas cien adop-


ciones, pese a la escasez de niños. Los trámites son lentos —unos meses—, por que aquí
es donde hay más solicitudes y la adopción la hace la Diputación de forma gratuita.
Estoy en el despacho de la Asociación Española para la Adopción, en donde me he
cruzado con un padre de familia que tiene recogida a una niña desde hace cinco años y que
amparándose en la Ley del 70, que permite adoptar teniendo hijos propios, quiere legiti-
marla.
“El fin principal de la A. E. P. A. es potenciar la adopción como situación ideal para el
niño. La adopción, además es indirectamente una lucha contra el aborto. Es preferible en-
tregar a un niño que matarlo”. Estas son las primeras palabras que escucho:
Hablo con Amalia Franco, asesor jurídico de la Asociación:
— Tenemos más solicitudes que niños. Hemos empezado 320 casos, de los cuales 213
han sido presentados al Juzgado.
1970 (cuando nace la A. E. P. A.)..................40 casos 1971......................96
1972 ............................................................180 casos

¿CÓMO?

Los trámites para adoptar están muy claros en el Código.


Art. 173. La adopción requiere la aprobación del juez competente, con intervención del
Ministerio Fiscal. Habrán de prestar consentimiento:
A) el adoptante y su cónyuge; B) el adoptando mayor de catorce años y su cónyuge:
C) el padre o la madre (o tutor) conjunta o separadamente, del adoptado sujeto a patria po-
testad.
Art. 177. “La adopción es irrevocable”.

¿POR QUÉ LA ADOPCIÓN? LA OPINIÓN DE UN PSICÓLOGO

Hablamos ahora con Emilia Serra, licenciada en Psicología, que prepara su tesis doc-
toral sobre la adopción desde el punto de vista psicológico.
—¿Justifican todos los abandonos con el fin de la adopción? ¿Sienten remordimien-
tos las madres?
La adopción es un niño feliz; en cambio un hijo de soltera tiene muchos problemas. Por
otra parte, algunas veces, la madre propia no quiere al hijo; siente un rechazo hacia él que
más pronto o más tarde se va a manifestar en no cuidarle o en abandonarle al fin, creán-
dole un perjuicio incalculable porque los niños deben ser adoptados cuanto antes.
Pienso que es importante la labor del psicólogo en el proceso de la adopción. La ma-
dre natural debe ser examinada para ver si está en condiciones de sacar adelante a su hijo.
Si es así se la debe ayudar económicamente buscándole un trabajo. Pero si lo mejor para
el niño es la adopción, se le debe preparar para este trance.
652 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LOS PADRES ADOPTIVOS

Los modernos psicólogos dicen que el primer año de vida es un útero social para el niño.
Un hijo adoptado en los primeros meses de vida es un hijo real que convierte a los padres
adoptivos en padres reales.
El presidente de la A. E. P. A. antes citada, don 'gregorio Guijarro, tiene dos hijas ge-
melas, adoptadas. Suyas son estas palabras: “frente al hijo adoptivo se corren los mismos
riesgos que ante el legítimo, enfermedades, comportamientos anormales, etc. En la adop-
ción, como en la generación natural, no se admiten equivocaciones, se piensan antes“.
Pido a Emilia Serra que opine sobre los padres: Para hacer una selección seria hay que
examinarlos a fondo, ver qué motivaciones les mueve a adoptar, no dejarse llevar por “la
buena pinta”.

¿LOS HIJOS ADOPTADOS?

—¿Quién da más, el niño o los padres? Sin duda el niño, que llena el hogar hoy, ade-
más, hay muchos padres para’un niño y sólo un niño para muchos padres.
—¿Los niños adoptados presentan más problemas de educación que los otros?
—Tiene los mismos problemas que cualquier hijo en la sociedad actual. La educación hace
maravillas. Luego, al crecer, imitan los gestos de sus padres y llegan a parecerse, a hablar igual,
etc. Lo importante es que sepa cuanto antes la verdad de su origen. Lo que no soporta el
niño —todos los niños— es la mentira. Si se le dice la verdad será un hijo normal.

NIÑOS SEMI-ABANDONADOS

Actualmente, como queda reflejado, son muchas las solicitudes de adopción. En Ma-
drid, agrupando todas las instituciones, debe de haber casi.6.000 peticiones. En cambio no
hay niños. Pero, paradójicamente, los establecimientos de este tipo son numerosos. ¿Cómo
razonar esto? La única explicación es que estos niños oficialmente tienen a unos padres
que no han renunciado a ellos y detentan la patria potestad, con lo cual aquellos no pue-
den ser adoptados. Generalmente están depositados en establecimientos benéficos, al trans-
currir seis meses sin que los padres se interesen por estos niños pierden la patria potestad.
Por ello es frecuente que, sin preocuparse mucho de ellos, vayan a visitarlos cada cinco
meses para romper el plazo de abandono. Estos niños crecen en estos establecimientos, se
les pasa el tiempo de ser adoptados y no llegan a conocer un hogar.
Se han alzado voces de juristas pidiendo la urgente intervención jurídica en esta ma-
teria

LA RAÍZ DE LOS PROBLEMAS

En 1971 se celebró en Milán una conferencia internacional para tratar de la infancia aban-
donada. Las conclusiones acentuaron la importancia de atacar los problemas de raíz: lu-
char contra la falta de formación. La libertad irresponsable, contra la miseria.
PEDRO ESPINA PÉREZ 653

Mi última pregunta a Amalia Franco se refiere al modo de combatir el fondo de los pro-
blemas.
—Es complejo. ¿Cómo evitar madres solteras? Enfocar la educación sexual, tener ide-
as claras. Hay que reconocerlo: la mujer sigue siendo objeto.
—Indudablemente. Por otra parte, como abogada, considero necesaria una reforma de
la ley exigiendo más responsabilidades efectivas al hombre de las que tiene actualmente.

ESTADÍSTICAS COMPLEMENTARIAS
MOVIMIENTO ANUAL DE ACOGIDOS EN CASAS-CUNA PROVINCIALES Y DE
EXPÓSITOS

Concepto 1964 1965 1966 1967 1968


Establecimientos que remitieron datos 55 44 44 45 46
Acogidos
Niños 10.278 7.912 6.346 7.842 7.753
Niñas 10.026 7.145 5.948 6.913 6.606
Totales 20.304 15.057 12.294 14.755 14.359
En 1 de enero 12.200 11.367 9.675 11.374 11.043
Entrados año 7.104 3.690 2.619 3.381 3.316
Salido en el año = = = = =
Totales 7.071 3.832 2.849 3.649 3.161
Por defunción 356 211 159 176 91
Por otras causas 6.715 3.611 2.690 3.433 3.070

“Un hijo adoptado en los primeros meses de vida es un hijo


real que convierte a los padres adoptivos
en padres reales”.
654 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

CUADRO DE LA SITUACIÓN FAMILIAR DE LOS CIEN NIÑOS ACOGIDOS EN


EL HOGAR INFANTIL DE LA DIPUTACIÓN DE ASTURIAS

Hijos de Hijos Hijos cuyos Hijos


matrimonio de padres sirven de madres
con problemas viuda al Ejército solteras
Enero 1966 20 2 2 76
enero 1971 64 3 2 25

NÚMERO DE ALTAS O SALIDAS EN LOS CUATRO ÚLTIMOS AÑOS (1967-1970)


Y SU DISTRIBUCIÓN POR CONCEPTOS
(Concepto: “recogidos en familia, se refiere a la propia)
Salidas......................................................... 329
Adoptados................................................... 177
Recogidos en familias................................. 120
Pasados a otros centros ............................... 30
Fallecidos.................................................... 2

Por Ada DE LA FUENTE: año 1972.


¿Diario? No aparece en el artículo.
P. Espina Pérez

Emilia Serra, psicóloga (a la izquierda), y


Amalia Franco, abogado, opinan en este
reportaje sobre diversos aspectos del
problema de la adopción.
PEDRO ESPINA PÉREZ 655

Año 1973. NO CONOCE EL ROSTRO DE SU MADRE.


Una sonrisa para la monja. El niño sonríe de una forma que nunca conocerán sus padres.
En los últimos cincuenta años, cuarenta mil niños han sonreído a las hermanitas que cuidan
de ellos, porque un día sus padres les dejaron en la puerta de una institución llamada Institu-
to Provincial de Puericultura y que la gente conoce como la Inclusa.

Año 13-1-1973.
ABANDONADO. Este pequeñín de sólo unos días de edad fue abandonado en la parroquia
del Santo Cristo de la Salud, de la calle de Ayala, de Madrid. Una joven de unos veinte años le
pidió a una señora que sostuviera al niño durante unos momentos, pero no volvió a recogerlo.
El niño se halla ahora acogido en el Instituto Provincial de Puericultura, de la Diputación Pro-
vincial, y aparece en la fotografía en los brazos de una puericultora de dicho centro, donde se
le procura dar el calor maternal que su madre le ha negado. (Carvajal).
EL NIÑO ABANDONADO DEBE CONOCER CUANTO ANTES
SU SITUACIÓN
LA ADOPCIÓN EN ESPAÑA, 22-IV-1973

Tal noticia no sólo no suele disminuir el cariño, sino que lo aumenta: Por cada
niño disponible para ser adoptado hay más de mil peticiones de adopción: El matri-
monio adoptante, recorre un verdadero calvario: Preferencia mayoritaria por las ni-
ñas: Si la adopción se hace siguiendo todos los requisitos legales, es irrevocable: Hay
mucha leyenda negra en eso del chantaje: “En la Asociación intentamos que los ex-
pedientes de adopción se tramiten lo más rápidamente posible”.

ENTREVISTA CON DON GREGORIO GUIJARRO CONTRERAS,


PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PARA LA PROTECCIÓN
DE LA ADOPCIÓN

Continuamos la serie sobre los problemas de la adopción en España con una panorámica
sobre datos recogidos de la experiencia, a través de un diálogo con don Gregorio Guija-
rro Contreras, presidente de la Asociación Española para la Protección de la Adopción.
—Suponiendo conocida la legislación sobre adopción, ¿qué nos dicen los hechos en esta
materia? ¿Cuáles son los escollos en que suele tropezar con más frecuencia un adoptante?
—La primera dificultad que encuentra una persona que se ha forjado ya en la mente el
proyecto de adoptar a un niño es precisamente la de “encontrar” ese niño. Acude deses-
peradamente a todos estos centros oficiales, especialmente a las diputaciones, que son las
que tienen montado un servicio de adopción, e indefectiblemente se encuentra con la ne-
gativa por la inexistencia de niños en condiciones de ser adoptados. Entonces ese matri-
monio inicia un calvario a través de instituciones donde hay posibilidades de encontrar-
los, hasta que, milagrosamente —por que no se puede decir otra cosa— surge una
oportunidad. Repito, que el único procedimiento normal es el de acudir a las diputaciones,
Ahora, la desilusión con que el adoptante sale de allí es enorme, porque le dicen que para
una posibilidad de adopción que haya hay mil peticiones. Hay, además una serie de cir-
cunstancias que pueden ser aprovechadas; por ejemplo, tener noticia de una madre solte-
ra, que no esté dispuesta a quedarse con el fruto de su concepción, por las razones que
sean, y llegar a un acuerdo con ella. Claro, que esto no responde a una norma; es una ca-
sualidad o algo así.
658 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

PREFERENCIA INDISCUTIBLE POR LOS RECIÉN NACIDOS

—Los adoptantes, ¿suelen poner condiciones en cuanto a la edad del niño?


—La preferencia, es curioso esto, y de aquí se pueden sacar muchas conclusiones, no-
sotros lo venimos observando y queremos hacer un estudio sobre ello, que en España no
existe, es indiscutible a favor de las niñas. La mayoría se inclinan, además por los niños
recién nacidos. Es lógico, ya que así se puede similar mejor la familia natural se crean
mucho mejor los lazos de afecto. Yo, por experiencia, puedo decir que entonces la situa-
ción es exactamente igual que la filiación natural. El vínculo que se crea así es exacta-
mente igual. Eso que se habla de la “voz de la sangre” y tal, no deja de ser una novela, por-
que la realidad es que no hay diferencia de ninguna especie. En cuanto a la preferencia por
las niñas, la explicación puede estar en que la que más decide, en el problema de la adop-
ción, en un matrimonio sin hijos suele ser la mujer, y la mujer tiene una indiscutible pre-
ferencia por las niñas. No cabe duda de que, además del gesto altruista de adoptar, hay en
el mismo un egoísmo por parte de los adoptantes, un egoísmo legítimo, por supuesto; el
deseo de continuidad y de compañía. Y la madre cree que se va a sentir más acompañada
por una niña, por aquello de que “el que casa a un hijo lo pierde, y el que casa a una hija
gana otro hijo”. Parece que todavía es cierto que los hijos se independizan luego más que
las hijas. En este momento piensan más, al parecer, en esto que en la continuidad del ape-
llido, que es la idea que mueve a los matrimonios que quieren primero un hijo. El adop-
tante piensa más en rellenar el hogar. Esto es lo que yo creo.
—Entonces, los niños abandonados durante varios años se quedan ya sin posibilidad
de ser adoptados...
—Hay algunas peticiones de adopciones de niños entre cuatro y cinco años. Provienen
de matrimonios ya maduros, de cincuenta años para arriba. Tienen, al parecer, miedo a las
dificultades de la crianza en los primeros años. Lo que piden estos adoptantes ya no es un
hijo para integrarlo en un hogar, sino una ayuda y una compañía. Es un móvil más egoís-
ta, con un matiz diferente al egoísmo de que hablábamos antes.

EL TEMOR AL CHANTAJE NO TIENE FUNDAMENTO

—Existe un miedo fundamental en el matrimonio joven que adopta a un niño; el temor


a que aparezca de nuevo el padre o la madre de sangre y se lo vuelva a quitar, o el temor
a ciertos chantajes en esta línea… ¿Tiene fundamento este temor?
—No. Si la adopción se hace siguiendo todos los requisitos legales, es legalmente irre-
vocable. Ahora bien hay un problema que no puede soslayarse, porque el mismo legisla-
dor no puede soslayarlo: que en un momento dado, y por una circunstancia cualquiera, los
padres por naturaleza del niño aparezcan y se plantee un problema que es el que ha dado
lugar a toda esa leyenda —que tiene mucho de leyenda— de los chantajes y exigencias...
Pero ya he dicho que la adopción bien hecha es irrevocable. El temor que pueda suscitar
la aparición de los padres no puede ser más que el conflicto que pueda plantearse en el hijo
adoptado al encontrarse con una duplicidad de padres que no sabe cómo resolver. Esto
nos lleva de la mano a otro punto que me interesa mucho recalcar, la conveniencia de que
el hijo adoptivo conozca cuanto antes la realidad de su situación. Esto evita muchos pro-
blemas, temores y que se hagan cosas tan improcedentes —que, por desgracia, todavía se
siguen haciendo— de padres que adoptan un niño y pretenden hacer creer en el ambiente

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PEDRO ESPINA PÉREZ 659

en que viven que el hijo es suyo, y para evitar que esos conocidos no admitan esta situa-
ción que ellos han creado y conozcan la verdad, hasta se mudan de población o de barrio.
Esto es un error, ni al niño adoptado ni al propio se les debe ocultar la situación. Y el niño
tiene edad de comprender mucho antes de lo que la gente se cree (alrededor de los cuatro
años), porque los niños tienen una capacidad de recepción enorme, insospechada, y se dan
cuenta de cincuenta mil detalles que tienen carácter de insinuación sobre su situación real.
Yo tengo, por experiencia personal, la convicción de que no sólo no es contraproducente el
que el niño lo sepa cuanto antes, sino que incluso refuerza el vínculo adoptivo y refuerza
el afecto que el niño adquiere hacia los adoptantes. Es una experiencia personal, de modo
que hablo por mí mismo. Mis niñas lo han sabido a su debido tiempo, y veo en ellas unas
muestras de cariño que responden al estímulo que para ellas ha supuesto el saber que, gra-
cias a nuestro gesto, se han desenvuelto y se encuentran en una situación que ellas aprecian
por comparación a ese desconocido que podrían haber sido. El vínculo afectivo es —casi
me atrevería a decirlo— más fuerte ahora que el propio vínculo natural.

LAS SITUACIONES DE “PROHIJAMIENTO” DE HECHO NO SON


ACONSEJABLES

—Existe, sin embargo, en los trámites iniciales de adopción un plazo en que la inter-
ferencia de los padres de sangre puede ser efectiva.
—Exactamente. En tanto el expediente no se tramita, siempre hay la posibilidad de
que el padre o la madre no presten el consentimiento, en cuyo caso no podría formalizar-
se el expediente de adopción, porque el consentimiento es requisito indispensable. Puede
también suceder que, una vez prestado el consentimiento y antes de perfeccionarse o de-
terminarse el expediente, los padres revoquen ese consentimiento prestado. Este es un azar
que se corre, y precisamente por eso, a mí como presidente de la Asociación Española
para la Protección de la Adopción, me interesa que los expedientes se tramiten lo más rá-
pidamente posible, porque, claro, esas situaciones de tener un niño en el hogar en esa si-
tuación —que hoy día ya no es tan frecuente como antes— de “prohijamiento”, que no tie-
ne un encaje jurídico perfecto, sino que es una situación “de hecho”, en virtud de la cual
ni adoptante ni adoptado adquieren derecho ninguno recíprocamente y el presunto adop-
tado está siempre en la posibilidad de ser reclamado por sus padres de sangre, todo esto
provoca una situación de inquietud o incertidumbre que no es nada aconsejable y que, na-
turalmente, los adoptantes suelen rechazar. Por eso, las situaciones de “entrega a prueba
o provisional” son muy peligrosas, a mi juicio, y totalmente improcedentes, porque son con-
secuencia a veces de unas situaciones muy delicadas. A los pocos días de permanencia del
niño en un hogar se crean ya unos vínculos afectivos muy fuertes, que luego es doloroso
tener que romper. Si el niño permanece en el hogar sin que se arreglen “los papeles” se crea
el temor y la angustia, ante la posibilidad de que el niño pueda ser reclamado. Volviendo
a lo que yo sostengo, de que la adopción debe ser contemplada siempre desde el punto de
vista humano y jurídico como una actitud de protección, hacia el niño, dispensada por los
adoptantes, pero en última instancia protegida por la sociedad, que tiene la obligación ine-
ludible de proteger al niño y de darle un hogar, es fundamental que el legislador se preo-
cupe de que esa situación se consolide lo antes posible y evitar situaciones de transitorie-
dad, que son peligrosísimas no sólo para los adoptantes, sino para la personalidad del niño,
que sufre mucho de ese ser llevado de un hogar a otro, estableciendo vínculos diferentes
cada vez.
660 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

SEIS MESES DE PLAZO

—¿Cómo se resuelven los casos de niños de padres desconocidos en que no sea posi-
ble recabar el consentimiento de los padres de sangre?
—Está previsto en la ley. Precisamente el niño que carece de filiación —aunque hoy
día en la práctica no puede darse o no se da ese caso, pues lo que la ley del Registro Ci-
vil, a efecto de identificación, permite que se establezcan en la certificación de inscripción
de nacimiento unos nombres de “padres” sólo a efectos de identificación, para evitar la ver-
gonzante que pudiera resultar, como ocurría antes, que apareciese como hijo de padres
desconocidos o con esos nombres de “expósito” que hoy se han erradicado totalmente del
Registro Civil—, ese niño está en la situación ideal de adopción, puesto que en esos ca-
sos no se precisa el consentimiento. Estos niños normalmente suelen estar acogidos en es-
tablecimientos destinados al efecto y legalmente la dirección de esos establecimientos tie-
ne los derechos de tutela, inherente a la cual va la prestación por parte de los directores de
los mismos del consentimiento. En la legislación anterior se exigía un plazo de abandono
de tres años antes del cual no se podía formalizar la adopción plena. Ahora se ha reduci-
do —en aras de todo lo que se ha dicho de los perjuicios que el “hospitalismo” implicaba
y de las dificultades para la adopción con tales edades—, para evitar también la situación
de transitoriedad a seis meses. Pasado ese plazo, ya no hace falta el consentimiento expreso
de los padres, “sin perjuicio —como dice la ley— de que puedan ser oídos sí citados com-
parecieren”. Pero en ese caso de abandono se da la particularidad de que el legislador abre
un portillo para que el juez pueda decidir la conveniencia de la adopción, puesto que si aun
en esos casos, los padres no dan el consentimiento, sí los citados comparecen en presen-
cia judicial, el juez puede decidir incluso contra el criterio de los padres, teniendo en cuen-
ta preferentemente la conveniencia del niño.
—¿Se produce de hecho el que, una vez formalizada perfectamente la adopción, los pa-
dres de sangre interfieran en la vida del niño, y le creen un problema?
La verdad es que no conozco, ningún caso de éstos. En 280 adopciones que llevamos
tramitadas en la Asociación, nunca se ha presentado este caso,

Carlos VEIRA. Diario YA. 22 de junio de 1973


Elaborado por P. ESPINA PÉREZ
DATOS Y HECHOS QUE PUEDEN TENER INTERÉS,
REFERENTES A LA INAUGURACIÓN DEL ACTUAL
“HOSPITAL INFANTIL”, EFECTUADA
POR LA EXCMA. SRA. DOÑA CARMEN POLO DE
FRANCO, ESPOSA DE S. E. EL JEFE DEL ESTADO,
ÉL DÍA 20 DE JULIO DE 1973

1.° Este conjunto de edificios que en la actualidad se denominan Instituto Provincial


de Puericultura y que son la clásica y verdadera “Inclusa”, fueron construidos en 1929, bajo
el mandato del General Primo de Rivera; para trasladar la antigua Inclusa de la Calle de
Embajadores. (1) Esta institución es la más antigua de España dedicada ininterrumpida-
mente al cuidado de los niños desde el siglo XV como consta en los Archivos que se con-
servan intactos. (2)
2.° Estos edificios fueron considerados como modelo en su época y estaban dotados
de los más modernos adelantos que requería el cuidado asistencial de los niños.
3.° Hasta el año 1968, la población infantil aquí acogida ascendía a unos 1.000 niños
menores de 5 años, con unas 150 madres, más todo el personal auxiliar que esto conlleva.
4.° Al inaugurar la Ciudad Escolar en 1968, creamos en ella una Sección de Maternales
o Jardín de Infancia trasladando allí a todos los niños mayores de 3 años. Lo hicimos así,
por que de esta forma se beneficiarían y disfrutarían estos niños de unas instalaciones más
modernas, de más auténticas zonas verdes, de una mayor expansión para sus juegos y de
un aire más puro.
5.° La nueva Ley de Adopción de 1969 que se debe en gran parte a las importantes ges-
tiones realizadas por esta Corporación, tiene un artículo que ha repercutido de una forma
importante en el bienestar de los niños acogidos, en él se ha acortado el periodo de aban-
dono de “tres años a seis meses”, en lo sucesivo un niño aquí ingresado ha podido ser en-
tregado en adopción transcurrido este último periodo señalado.
6.° Estos dos hechos (La Ciudad Escolar y la Ley de Adopción), han sido los funda-
mentales para que en la actualidad la población infantil de esta Institución sea solamente
de 150 niños.
662 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

7.° La Corporación al ver la evolución de los hechos ha actualizado esta Institución


dándole una nueva función, de acuerdo con las nuevas corrientes sociales y las necesida-
des sanitarias del país. Por ello donde estaba el antiguo pabellón denominado de Zorrilla,
en el cual se albergan los niños de “dos a cinco años”, hemos edificado este nuevo Hos-
pital Infantil cuya capacidad total es de 300 camas.
8.° Y vislumbramos un futuro, que ya se nos antoja presente, en el cual seguiremos dan-
do función a estas viejas piedras. Pensamos en la posibilidad de atender en estos terrenos
a los niños subnormales y en crear una Guardería Infantil para cubrir las necesidades de
la población de la Ciudad Sanitaria Provincial “Francisco Franco” y de esta sección de nues-
tra capital.

POR EL PROFESOR, DR. D. JAVIER MATOS AGUILAR.

P. ESPINA PÉREZ

NOTAS:

(1) Los niños fueron trasladados desde la antigua Inclusa ubicada en la calle de Embajadores
al Colegio de la Paz, el año 1927-1928. Debido al mal estado en que se encontraba el edificio, las
dependencias de los niños y las de las madres, así como el resto de los servicios generales. Puesto
de manifiesto desde hacía años por los médicos Dres: Alonso Muñoyerro y Bravo Frías, lo que dio
lugar a que las autoridades tomasen conciencia del grave problema de los niños acogidos, y así en
enero de 1929 S. M. El Rey Alfonso XIII, puso la primera piedra, y fue terminado el año 1931.
(2) Los primeros datos que obran en el Archivo de la antigua Inclusa, están recogidos en un li-
bro del año 1505 en el que aparece en su primera página inscrito el niño Manuel.
LOS HIJOS DE NADIE
Año 1973

LOS HIJOS DE NADIE (1) “NO HAY NIÑOS”

Se ha quintuplicado el número de matrimonios que quieren adoptar niños. El nú-


mero de niños adoptables ha disminuido drásticamente.
Desde que terminó la guerra civil española, unos 25.000 niños han sido adoptaos en nues-
tro país. Veinticinco mil “hijos de nadie”, “hijos del viento”, “hijos de la noche”, “hijos de
no se sabe quién” o “hijos de sabe quien, pero que no se diga nada”, han encontrado, al fin
un hogar y un cariño que necesitaban tanto o más que la comida o el aire que se respira.
Hasta hace unos pocos años, adoptar un niño huérfano era un verdadero problema so-
cial: hoy, sigue existiendo el problema, pero completamente invertido. No ha dado vuel-
ta la tortilla.
Antes, se buscaba padres para una criatura que había sido abandonada en cualquier es-
quina o a la puerta de una casa; hoy, cientos y cientos de padres esperan su turno para que
las instituciones correspondientes los den un niño en adopción.
Pero hoy cuelga, casi con carácter permanente, el cartel de “no hay niños”... ¿Pero
qué? Han cambiado mucho las estructuras de nuestra sociedad, pero también sucede que
el uso de anticonceptivos ha disminuido drásticamente el número de hijos naturales.

¿Paternidad legal?

La adopción de niños, antiguamente más bien una institución jurídica privada, por vir-
tud de la cual los matrimonios a quienes la naturaliza les negó la posibilidad de tener des-
cendencia adquieren la paternidad legal sobre un niño, ha pasado en los últimos tiempos
al primer plano de la actualidad; a ser objeto cada vez de más interés público y de gran nú-
mero de estudios y análisis de carácter crítico.
Pero, ¿se adquiere la paternidad legal? La pregunta se la formulo al abogado don Emi-
lio Lavín Alonso, encargado del Gabinete de Adopciones de la Diputación Provincial de
Madrid:
664 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—Desde luego; con la firma de la escritura pública, ante el notario, una ves aprobado
el expediente de adopción por el juez de Primera Instancia, se adquiere la patria potestad
sobre la criatura.
El interés por el tema se debe a que, mientras la cifra de los matrimonios que quieren
adoptar hijos aumenta de día en día, hasta el punto de que se ha quintuplicado el número
de niños adoptables ha disminuido considerablemente, al tiempo que las autoridades com-
petentes son más exigentes a la hora de autorizar una adopción, aunque ello no suponga
“poner pegas”.
Hay, por tanto, un desequilibrio, cada vez mayor, entre la oferta y la demanda. Dicho
de otra forma: en este momento, en el Instituto Provincial de Puericultura de Madrid, —
antigua Inclusa”— no hay un solo niño para adoptar, mientras que la lista de padres que
esperan poder adoptar una criatura aumenta de día en día.

“No hay niños”

Pero el factor más importante que contribuye al interés público estriba en el hecho de
que la adopción ha dejado de ser una cuestión privada para convertirse en un tema de in-
terés predominantemente público. Dicho de otra manera, ha dejado de ser una necesidad
primordialmente privada y se ha convertido en una cuestión de importancia y significado
social.
El doctor don Eduardo Jardón esta al frente del Instituto Provincial de Puericultura de
Madrid desde 1940. Sabe del tema como nadie; él es quien cuida médicamente de los ni-
ños y él se encarga de seleccionar a los futuros padres de un niño, cuando lo hay.
—Aquí, ahora, no hay ni un solo niño adoptable, y sí, en cambio, una larga lista de per-
sonas que esperan que lo haya. Me viene gente hasta con recomendaciones de ministros para
que les dé un niño de adopción. Pero no puedo; primero, porque no hay; segundo, porque se
respeta el orden: Desde que se ha inventado la “píldora”, no hay niños... Dígalo así mismo.
—Supongamos, por un momento, doctor, que hay niños. ¿Sucede con las autoridades
españolas como en otros países, que ponen inconvenientes...?
No es de mi incumbencia, directamente, el tema, pero voy a opinar, Creo que aquí ocu-
rre todo lo contrario, que los juzgados ayudan todo lo posible y facilitan los trámites.
—Me ha insinuado, doctor Jardón que los anticonceptivos han venido a ser la princi-
pal solución al problema... Pero ¿hasta qué punto influye la “píldora” en este desequilibrio
oferta-demanda del que antes hablábamos?
— Ha sido algo definitivo el uso de la”píldora”. Y esto no lo digo yo solo, sino que lo
confirman las estadísticas; hace seis años, aquí teníamos internados seiscientos niños y
otros seiscientos estaban “colocados” fuera; hoy tenemos aquí ciento cincuenta niños, pero
que no son adoptables, ¿No es suficiente el peso de este argumento...?

¿Delincuentes del mañana?

La sociología y los sociólogos no han puesto en antecedentes de cuál es la situación de


los niños que, por carecer de un hogar propio, viven en orfelinatos o instituciones afines;
PEDRO ESPINA PÉREZ 665

Hace solamente seis años teníamos aquí seiscientos niños internados y otros seiscientos fuera. Hoy sólo
tenemos ciento cincuenta, ninguno de ellos adoptable.

¿No hay niños? Los matrimonios que quieren adoptar un niño hacen largas colas.
El número de niños adoptables ha disminuido drásticamente.
666 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

y, sobre todo, ha denunciado públicamente, en más de una ocasión los graves perjuicios
que contraen estos niños sin hogar propio y las anormalidades que en su desarrollo emo-
cional, intelectual y social pueden y suelen producirse.
—Doctor Jardón, ¿se da el “hospitalismo” en estos niños sin hogar?
—A eso se va a responder usted mismo cuando vea cómo viven y como están aquí los
niños; crreo que así es mejor. Piense que los sistemas de internado han evolucionado mu-
cho; positivamente; ahora no es como antes. Los pequeños están mucho mejor atendidos
en todo orden de cosas, pero eso ya lo comprobará usted mismo luego...
Hay opiniones según las cuales estos niños infradesarrollados anímica y espiritual-
mente implican un peligro para la sociedad, hasta el punto de que los sociólogos afirman
que la propia sociedad incuba en esos orfelinatos sus propios enemigos, los delincuentes
del mañana...

En España. No.

Le planteo la anterior cuestión al abogado señor Lavín, quien se muestra tajante en su


afirmación: —Antes tal vez ocurriera algo esto; pero ahora no, En todo caso, esta cir-
cunstancia podría darse en orfelinatos donde los niños “se quedan”: es decir, que van a vi-
vir hasta que sean mayores en un régimen de internado. Y en España, actualmente eso no
ocurre.
Se trata de un problema grave y de difícil solución, pues incluso en el supuesto de
que estos orfelinatos contasen con suficiente número de personal especializado, la la-
bor de éste no alteraría sustancialmente la situación; normalmente, las circunstancias
actúan como un imponderable y son más fuertes que la buena voluntad de los edu-
candos.
¿Nos encontramos realmente ante unos niños que el día de mañana terminarán sen-
tándose en el banquillo de los acusados o, por el contrario, eso ya pasó a la historia...?

LOS HIJOS DE NADIE. (2) MUCHAS DIFICULTADES

Están en juego los intereses de un niño pequeño, incapaz de valerse por si mis-
mo. La legislación española en materia de adopción es de las más avanzadas en Eu-
ropa.
Un régimen de internado continuo no es lo ideal; para una buena educación. Los mé-
dicos y sociólogos saben que la más esmerada educación colectiva no puede reempla-
zar, ni mucho menos, el cariño y atención de un hogar; y de ahí que, al menos en teoría,
un elevado porcentaje de estos niños terminen yendo a parar, el día de mañana al ban-
quillo de acusados, correccionales de menores o a la cárcel. Y lo que es peor todavía; sus
hijos, sean legítimos o no, se verán involucrados con toda probabilidad en este circulo
vicioso.
¿Es cierto todo esto? ¿Hasta qué punto es totalmente falso? ¿Qué hace la sociedad por
evitar esta situación?
¿Qué puede hacer usted...?
PEDRO ESPINA PÉREZ 667

El cariño

Parece claro al menos a primera vista, que en los orfelinatos e instituciones afines —
en España, la mayoría son centros dependientes de las Diputaciones Provinciales— no se
puede dar a los niños el calor y el cariño que éstos necesitan par su normal desarrollo, ni
se les puede conceder la atención individual que cada niño requiere, tanto por falta de
tiempo como de personal.
Es, pues, un circulo vicioso. Los niños necesitan atención y el calor humano a su al-
rededor, pues éstas son premisas indispensables para su posterior capacidad social y co-
municativa.
—¿Qué puede decirnos el doctor Jardón en este sentido? Es cierto que el cariño de
una madre no puede ser sustituido por nada ni por nadie. Pero nosotros aquí, tenemos un
personal femenino especializado que cumple sus funciones a las mil maravillas. A los ni-
ños no les falta de nada, pero tampoco se puede pretender que cada niño tenga su propia
puericultora; eso sería demasiado. Y, como médico, puedo decirle que mientras en la ca-
lle el índice de mortalidad es del “tres por ciento”, aquí no llega al “dos por ciento”...
Sobre la base inicialmente expuesta, hemos de decir que la propia sociedad debe tener
un gran interés —por las razones expuestas y por otras— en que estos niños salgan de los
orfelinatos, que se autorice su adopción siempre que sea posible y que se aceleren los trá-
mites, en vez de obstaculizarlos.

No son “pegas”

Ya le he dicho anteriormente que en España no se obstaculiza la adopción; al contra-


rio... —me dice el doctor Jardón.
—Si no se obstaculiza, precisamente, sí, al menos, se ponen ciertas “pegas”.
—Cuando nosotros damos el primer “visto bueno” para la adopción de un niño, antes
he visto si los futuros padres me ofrecen garantías o no; es decir, tengo en cuenta tanto su
solvencia moral como económica.
— ¿Quiere esto decir que los ricos tienen preferencia a la hora de adoptar un niño so-
bre los pobres?
—En absoluto, pero mire bien lo que le digo; en igualdad de condiciones morales, yo
entrego un niño antes a un arquitecto que a un obrero. Creo que, sin necesidad de dar más
explicaciones, usted entenderá perfectamente mi forma de actuar...
Uno pensaba que únicamente era en la Inclusa donde se podían adoptar niños Sin em-
bargo, de las maternidades también salen adopciones. Cuando una madre quiere desen-
tenderse de un hijo, por las razones que sea, aconsejada por el mismo médico por el ca-
pellán, por las monjas o bien por la asistente social, hace todas las gestiones pertinentes
en la misma maternidad; y siempre hay un matrimonio que avisado por alguien, espera
la oportunidad de esa criatura y que promueve el expediente de adopción, directamen-
te, ante el juez.
Como se ve, la adopción ha perdido su función privada para convertirse en una insti-
tución de carácter e interés público.
668 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

No se les puede dedicar toda la atención individual que cada niño requiere, tanto por falta de tiempo
como de personal.

“Mientras el índice de mortalidad en la calle es del tres por ciento, aquí no llega al dos por ciento.
PEDRO ESPINA PÉREZ 669

Legislación moderna

Desgraciadamente, en muchos países las cosas no han llegado aún tan lejos y los obs-
táculos para adoptar un niño subsisten.
Los matrimonios que quieran adoptar un niño se ven enfrentados a una legislación
anacrónica y a unos jueces que continúan glorificando exageradamente la maternidad cor-
poral en perjuicio de los derechos de la criatura; y así ocurre que muchas madres que no
se han ocupado jamás de sus hijos, que los han entregado a un orfelinato, niegan el con-
sentimiento para que sus hijos sean adoptados.
La pregunta, ahora, se la formulo al abogado, don Emilio Lavin; —¿Como estamos en
España en este sentido?
—Podríamos decir que al orden del día. Tenemos una legislación de las más modernas de
Europa, si no la más, y unos jueces que resuelven los expedientes de adopción no sólo con
verdadero espíritu de justicia, sino, principalmente, al igual que el ministerio fiscal, velando
por el interés del niño. A diferencia de otros países, como Alemania, por ejemplo, aquí, rela-
tivamente, no se obstaculiza el proceso de adopción. Siempre hay personas que se quejan, di-
ciendo que si se exige mucho papeleo, muchos trámites... Piense usted que, de por medio,
están los intereses de una persona, de un niño pequeño, incapaz de valerse por si mismo;
eso no se puede olvidar.

No saben esperar

Realmente, el matrimonio que quiere adoptar a un niño y cursa la correspondiente so-


licitud a las instituciones competentes tiene que luchar a brazo partido con formularios, re-
quisitos, exámenes, declaraciones y diligencias sin fin.
—Llega uno a cansarse de tanto esperar —me dice un señor que tiene solicitado un niño,
para adoptarlo, pero a quien no termina de llegarle su vez.
Y pasan meses y años, durante los cuales surgen nuevos inconvenientes, cuando se
creía estar ya en la meta.
—¿Pero qué podemos hacer nosotros? —es justificada doctor Jardón—. Si es que no
tenemos niños... Y cuando hay alguno, se debe entregar a unas personas que nos den todo
tipo de garantías.
—Algunos dicen que parece como si el objetivo de las autoridades y de ustedes mis-
mos fuese el cansar al matrimonio solicitante, poniéndole obstáculos para ver si desisten
en vista de tanta dificultad....
—Esa será la opinión de algunos, pero realmente el gran problema, repito es que no
hay niños. Entonces, sucede que se cansan de esperar. Les falta constancia. Y nos ale-
gramos de que se cansen, porque esos no hubiesen sido unos buenos padres. Hay quie-
nes piden un niño igual que una señora se compra un perrito pequinés; lo quieren rubi-
to y con ojos azules... Y, claro, una vida es mucho más sería e importante que todo eso.
Usted ya me comprende...
¿Es esto legal? ¿Es socialmente bueno? ¿Es humano...? Son los tres factores que han de te-
nerse siempre en cuenta, cuando los intereses de un niño pequeño, huérfano, están en juego.

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670 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LOS HIJOS DE NADIE. (3) EL PROBLEMA DE LAS MADRES NATURALES

“Lo importante es el bienestar del hijo” También hay “niños sin datos”.
En España se reciben cartas de los países más raros del mundo, en las que solicitan un
niño de adopción.
—Normalmente, no se tienen en cuenta estas peticiones —me informa el doctor Jar-
dón—. El criterio de la Junta es que mientras haya matrimonios españoles que lo deseen,
como hay, se les dé a ellos. En definitiva, para el niño siempre será mejor...
El problema de la adopción ha cambiado de tal forma que, hace algunos años existía
una Junta para el Fomento de la Adopción, dependiente de Protección de Menores, pero
hoy ya no hace falta. Aunque existe todavía su labor ya no es tan necesaria.
Antes, los nuevos padres podían tomarse el lujo de “elegir” un niño: “queremos éste o
queremos aquel de más allá”; hoy tienen que conformarse con el que les toque o el que les
asignen. Esta es la única forma que hay de poder “elegir” a los padres.

“Lo importante es el bienestar del niño”.


PEDRO ESPINA PÉREZ 671

Garantías

Leía yo, hace algún tiempo, en una revista europea, las quejas de un matrimonio que
había solicitado un niño en adopción. Y decían que el examen a que fueron sometidos ha-
bía ido tan lejos que un funcionario había llegado a preguntar al lechero si en la casa del
matrimonio en cuestión se celebraban fiestas nocturnas.
Es cierto que algunas de estas mal llamadas “dificultades” son casi ineludibles e incluso
necesarias, pues las autoridades han de proceder con sumo cuidado, en razón de que re-
presentan y defienden los intereses del niño que está bajo su custodia y responsabilidad.
Han de evitar, en cuanto esto es humanamente posible, un error o equivocación; esto es,
conceder la patria potestad del menor de edad a quien carece de las aptitudes intelectua-
les, físicas y morales para educar a un niño. Así, pues, tendrán que subsistir en el futuro,
en interés del niño, ciertas formalidades y gestiones, así como el examen e investigación
minuciosa de la personalidad de quien solicita la adopción; su carácter, su conducta mo-
ral, situación financiera, profesión, antecedentes familiares y penales si los hubiere...
Igualmente, parece indispensable hacer una inspección ocular detallada de la vivienda
del solicitante, ya que ésta dice mucho del carácter y personalidad de quienes la habitan.
—¿Qué dice usted, doctor Jardón? Que seguirá siendo necesario examinar los ingresos de
la familia, su estado de salud y la capacidad y aptitudes pedagógicas de los futuros padres. El
objetivo es bien claro; se quiere conocer a fondo el hogar en que va a criarse el pequeño.

Oposición materna

Pero si en este sentido no deben realizarse modificaciones si debe ocurrir en el plano jurí-
dico, aunque en España, en este terreno estamos en la última. Por ejemplo, debe suprimirse la
posibilidad de que la madre natural soltera se oponga a la adopción del hijo por miedo a verse
recriminada o difamada como madre desnaturalizada, por parte de la gente que la conoce.
La pregunta al abogado; — ¿Cuál es el principal “freno” para no autorizar la adopción?
El único que puede haber es la madre natural del niño. —¿A quién compete decidir en úl-
timo caso?
—Al juez de Primera Instancia. —¿Qué dice la ley en este sentido? ¿Es anacrónica?
—La ley está bien hecha, aunque, como todas las leyes, es fría pero es el juez quien
ha de dar ala elasticidad conveniente, en casos de duda. Nuestra legislación no es nada ana-
crónica.
—¿No cree, entonces, que los jueces siguen glorificando exageradamente la materni-
dad corporal, en perjuicio de los derechos de la criatura?
—No, en absoluto. Hoy día, no existe tal anacronismo.

Dar consejos

Puede ocurrir que una madre soltera o viuda tenga ya otro u otros hijos que la absor-
ben por completo. Y puede suceder que esa madre no pueda educar y criar al hijo recién
nacido como debiera, con la debida dignidad humana. Entonces las autoridades, el juez y
672 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

la opinión pública, en definitiva, deben estimularle a que permita la adopción de su hijo,


en vez de glorificar la maternidad natural, en lugar de supervalorar lo meramente bioló-
gico. Las asistentes sociales, por ejemplo, deben hablar con esa madre y hacerle ver que
lo más importante es el bienestar del hijo y que todo lo demás son prejuicios.
—En España se hace esto cada día —me dice el doctor Jardón—.
Y aquí hay que hacer constar que los hijos de madre soltera, que después contrae ma-
trimonio y tiene hijos legítimos, se ven con frecuencia postergados e incluso maltratados.
Estos niños son objeto de torturas no sólo físicas sino también anímicas. Y la mejor prue-
ba de que esto es sí nos la suministran los numerosos procesos en que comparecen los pa-
dres acusados de maltratar a los hijos.
—Hay madres que nunca han hecho caso de sus hijos y los entregan al orfelinato, pero
cuando saben que los van a adoptar se niegan... ¿Por qué, doctor Jardón?
—Todo esto es muy completo, porque no todos los casos son iguales: ni parecidos tan
siquiera. Esta casa es como una especie de refugio de problemas de tipo social. Hay niños
“sin datos”, es decir, los niños abandonados, de los que no se sabe quién es su madre. Es-
tos se pueden entregar en adopción cuando se quiera: el juez es la autoridad máxima para
decidir, Antiguamente, existía la Junta de Damas, que se encargaban de “buscar padres”
para estos niños abandonados; hoy no hace falta esta labor.

Casos difíciles

De estos niños “sin datos”, muchos están físicamente disminuidos, hecho por el que no
los damos en adopción. Tal vez, esta pudo ser la causa que motivó el abandono —continúa
el doctor Jardón—. Son niños subnormales, ¿sabe? En este momento, nosotros tenemos
“quinientos cuarenta y siete” alojados en clínicas particulares. Pero el problema con que re-
almente más tenemos que luchar, como usted muy bien apunta, es cuando las madres se nie-
gan a que sus hijos sean entregados en adopción. Esto si que es realmente grave. Y nosotros
no podemos hacer nada, salvo dar consejos e insistir con la madre para que dé su consenti-
miento. Quizá lo de la patria potestad sea el único “pero” que encuentro a nuestra ley...
Pero se dan casos mucho más terribles que éste, todavía. Aunque afortunadamente,
son muy pocos: nos referimos a la venta de niños: así, como suena.
¿Sabía usted que en España se venden niños? ¿Conocía el hecho de que en nuestro
país se compran criaturas recién nacidas? La afirmación anterior no pretende ser rotunda;
ni podría serlo nunca, ya que son casos contados, en los que ya no juega tanto el factor so-
cial, sino en los que entiende la misma Policía.

LOS HIJOS DE NADIE (4) TODOS QUIEREN LA ADOPCIÓN

* “Suplantación de personalidad, suposición de parto y falsificación de docu-


mento público”.
* En España se puede adoptar un niño, aunque se tenga hijos.
A los niños huérfanos, hoy “se les rifa”. Quiere decirse que la gente mata por conse-
guir un pequeño en adopción. Y eso es bonito y muy humano.
PEDRO ESPINA PÉREZ 673

Con algunos niños recién nacidos —muy pocos, pero algunos—. hoy, se trafica; como
si fuesen droga o la mercancía que usted prefiera.
A algunos pequeñines, hoy, sus madres les venden, como lo oyen: los venden y, a cam-
bio, reciben un dinero.
Y se preguntarán ustedes: ¿Pero es que se puede pagar un niño...? ¿Cuanto vale, en di-
nero, un ser humano...? Lamento no poder darles una respuesta satisfactoria, porque lo
ignoro.

¿Mercado de niños?

No nos referimos ya al escalofriante hecho de que una madre pueda entregar a su


hijo, fríamente a otra persona, a cambio de un dinero. Ni se puede ni se debe hablar de
un “mercado de niños”, como tal; nos referimos, más bien, a ciertos casos aislados que
se han producido —y se seguirán produciendo, sin duda—, en los que una madre na-
tural, que acaba de dar a luz, entrega su hijo a otra mujer y renuncia a cualquier dere-
cho sobre él.
Normalmente, el hecho suele estar apalabrado algunas fechas antes del nacimiento del
niño. Hay veces en que la “futura madre”, normalmente una casa estéril, corre con los
gastos de la clínica, ocasionados por la madre natural, a cambio de quedarse con la cria-
tura, promoviendo, posteriormente, su adopción legal. Pero, en otras ocasiones, la emba-
razada se interna en la clínica: no con su verdadero nombre, sino con el de la persona que
pretende quedarse con el niño, como si realmente le hubiese parido. En este caso se han
matado dos pájaros de un tiro: que la madre soltera se ha desprendido del hijo que no que-
ría y que la adoptante queda, ante la sociedad y ante sus amigos; aparentemente como la
madre real del niño.
—¿Conoce algún caso concreto de éstos?, le pregunto al abogado señor Lavin.
—Personalmente, no, pero no dudo que se dé algo de esto. Es materia delictiva, por su-
plantación de personalidad, suposición de parto y falseamiento de documento público, De
todas maneras, supongo que serán casos muy aislados, y que no comprendo, existiendo la
figura legal de la adopción, y con los mismos efectos.

“Si” a la adopción

Volvamos con la resistencia a la adopción, doctor Jardón. ¿Por qué se oponen algunas
madres?
—Digamos, en primer lugar, que estos casos son contados. Yo conozco el caso de una
prostituta madre de tres preciosas niñas. La hemos aconsejado, una y mil veces, que per-
mita su adopción, pero no hay forma. Ella viene a visitarlas, tal y como lo estipula la ley,
y así no hay manera de conseguir nada. ¿Y sabe usted por qué no quiere dejar que las
adopten...? Porque dice que cuando ella sea mayor y no pueda ya trabajar, las niñas serán
las que le van a dar de comer a ella.
—Cuando son mayores estos niños, normalmente, ¿qué prefieren; seguir en el orfeli-
nato o vivir con unos padres que —se acaban de enterar—no son los suyos?
674 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

A veces, a través de otros niños, los niños adoptados se enteran de su procedencia.

En la totalidad de los casos, todos prefieren la adopción.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 675

—En la totalidad de los muchachos se inclinan por la adopción; de eso no hay duda.
—Dígame, doctor Jardón; ¿Suelen enterarse los niños de su procedencia? ¿A qué edad?
—Es difícil que se enteren, pero, algunas veces, en los colegios, por otros niños pueden
ver algo que les infunda sospechas... Pero no es corriente. Por otra parte, sucede que un
matrimonio, en cuanto adopta un niño, se suele cambiar de domicilio. Cuando estos niños
son mayores, sí que pueden enterarse: no tienen más que pedir un certificado literal de na-
cimiento. El criterio general, en teoría, es de decírselo a los niños cuando tengan una edad
lógica para comprenderlo; pero sucede que, a la hora de la verdad, procuran no hacerlo...

“¡Papá! ¡Papá!”

Cuando yo entré la primera vez a la Inclusa, al abrir la puerta de la habitación, las vo-
ces de una docena de pequeñines se callaron por unos momentos, Interrumpieron sus jue-
gos y media docena de ellos vinieron corriendo hacia mí, con sus bracitos levantados
¡Papá, papá! Me tiraban de los pantalones.
Les habían levantado hacía una hora; les habían bañado, ya habían tomado su desayuno
y, ahora, jugaban.
—Doctor Jardón, ¿qué hay que hacer para adoptar un niño de éstos?
—Bueno, todos estos niños tienen antecedentes registrados; es decir, que no han sido aban-
donados, sino que han sido entregados aquí por diversas razones. La madre viene a visitarlos
un par de veces por semana. Incluso algunas madres solteras están viviendo aquí con ellos. Es
lo que antes se llamaba “amas”. Entonces, viven aquí, cuidan de sus hijos y también de los otros.
—Primero, se requiere que haya niño. Dado este supuesto, hay que hacer una petición
en la Institución de Niños Abandonados. Si hay aprobación judicial y después de hechos
los trámites pertinentes, se entrega el niño. Claro, que antes habrá que esperar algún tiem-
po... El justo hasta que haya un niño y le toque la vez al solicitante.

Otros detalles

Pregunto al abogado: —¿Hasta qué punto pueden ser restringidos por el Ministerio de
Justicia los derechos dimanantes de la paternidad biológica?
—No le puedo dar una respuesta definitiva; todo depende de las leyes que se dicten.
Las disposiciones del Código Civil español que regulan la adopción son de las más
modernas de Europa y proceden del 4 de julio de 1970. Las anteriores disposiciones son
de los años 1941 y 1958.
—¿Han sido complementadas por la ley posteriormente? No, fundamentalmente. En
todo caso, una circular de la Fiscalía del Tribunal Supremo de 20 de abril de 1971, que fija
criterios sobre los principales puntos de la reforma a la ley 7/1970 de 4 julio.
—¿Qué artículos se ocupan de ello? Están en el Código Civil del 172 al 180, modifi-
cados.
—En caso de oposición de la madre natural del niño a que éste sea adoptado, ¿puede
el organismo encargado de la tutela del menor dar el consentimiento?
676 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En nuestros tiempos, el concepto de “Inclusa” ha experimentado cambios radicales.

—Sí, naturalmente, La resolución última, claro es, corresponde al juez de Primera Ins-
tancia.
—No se permite en todos los casos la “adopción plena”. ¿Por qué? Por ejemplo, por-
que uno delos requisitos es el de llevar cinco años de matrimonio. Piense que hasta la mis-
ma madre puede adoptar a su propio hijo natural reconocido, con lo que adquiere los de-
rechos de los hijos legítimos. En cuanto a los matrimonios que no pueden adoptar de forma
plena por no llevar “cinco” años de casados, pueden adoptar de forma simple y, una vez
cumplido el requisito de los “cinco” años de matrimonio, elevar a la condición de plena
la adopción simple, anteriormente realizada.
—¿Existe en España el requisito de que el adoptante ha de tener por lo menos “trein-
ta y cinco” años y carecer de hijos?
—No. La ley permite adoptar con “treinta” años y aunque se tengan hijos legítimos.
La propia madre natural puede adoptar de forma plena a su hijo aunque no tengan cum-
plidos los “treinta” años.
—¿A qué edad se ha de tener en cuenta la voluntad del adoptado para saber qué quie-
re? ¿A los “catorce” años?
—Efectivamente, a esa edad el adoptado debe dar su consentimiento y si es menor a
“catorce” años, debe “ser oído” si tuviese suficiente juicio.

Por José Miguel GONZÁLEZ


(Las Provincias) (4-2-1973) (6-2-1973) (7-2-1973) (8-2-1973)
Europa Press.

Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ


INCLUSA DE MADRID A DIOS, INCLUSA, A DIOS
(Por este portal se entregan los niños)

(Un rotulo que es un recuerdo en el despacho del director)


Una institución con cinco siglos de existencia que desaparece por falta de niños. En
1946 ingresaron 1.579, en 1973 sólo alberga 175.

La Diputación de Madrid lo transformó en Instituto de Puericultura y va a inaugurar


un hospital infantil.
Sor Irene es una monja dulce, afable, silenciosa. Por sus manos han pasado más de cin-
cuenta mil niños de padre desconocido. Sor Irene pertenece a la Congregación de San Vi-
cente Paúl, tiene unos ojos claros, la piel muy blanca, la cabeza un poco ladeada, no quie-
re hablar y hay que luchar mucho para que se deje hacer una fotografía, una sólo. Sor Irene
es un libro. Está cargada de años, pero conserva una límpida agilidad mental y una pimpante
gracia para hablar de lo que ha sido el trabajo de casi toda su vida: recibir los niños en la
Inclusa de Madrid, anotar los datos que la persona que lo entrega quiere dar y llevárselos
inmediatamente a los médicos. Más de cincuenta mil medallas —la imagen de la María
Auxiliadora en el anverso y un número en el reverso— ha colocado a otros tantos niños o
niñas, más de cincuenta mil fichas médicas y social jurídicas —sin exigir nada, sólo espe-
rando lo que le digan— más de cincuenta mil anotaciones en el libro registro de entrada:
nombre de la madre, XXX, nombre del niño, XXX, fecha de nacimiento XXX, lugar de na-
cimiento, XXX, el niño se entrega vestido con una elástica azul, pico, mantilla, faja, toalla
de felpa, jersey, patines de lana blanca, toquilla de lana azul. Sor Irene ha contemplado la
mirada azorada de jóvenes que llegaban con un envoltorio de ropa; los ojos duros, desafiantes,
resignados y confiados de prostitutas —usted, ¿no estuvo ya otra vez? Sí, hermana, sí, ya
ve, cosas de la vida, ¿quién habrá sido el hijo de su madre que me ha hecho esto? Pobre cria-
tura—; las miradas abatidas de viudas, de casadas. Pero no quiere hablar. Es un símbolo,
como un cirio blanco y puro. Con ella se extinguirá esta institución.

HOY, SÓLO 175 NIÑOS

La inclusa de Madrid ya no existe como antes. El rótulo —Inclusa de Madrid. Por


este portal se entrega los niños— ha desaparecido del portalón. El doctor D. Javier Ma-
678 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

tos Aguilar, en cuanto tomó posesión de su cargo de director, lo arrancó. Hoy lo tie-
ne en su despacho, enmarcado, como un recuerdo de días que se fueron. Ese cartel
era vejatorio y símbolo de una época que pasó. Las funciones de la Inclusa quedan, pero
de manera más humana. Hoy se llama Instituto Provincial de Puericultura y tiene ane-
jo un modernísimo Hospital>Infantil, que depende de la Ciudad Sanitaria “Francisco
Franco”, con un buen cuadro de médicos, enfermeras y personal auxiliar, para todos
los cuales se hacen cursos de especialización, día a día, en puericultura. Todo lo man-
tiene la Diputación Provincial de Madrid, cuyo sentido social y humano ha sido au-
pado de forma terminante por su Presidente, el doctor González Bueno, que también
es médico.
Al ritmo que van las cosas, la Inclusa dará el cerrojazo definitivo al portal por el que
se entregan los niños, dentro de pocos años.
En 1946, se recibieron 1.579 criaturas, en este julio de 1973, solamente hay 175. En
ese 1946 se adoptaron tres niños, en este momento, el fichero guarda más de 3.700 peti-
ciones de adopción. Hay familias que se desesperan, que acuden a influencias, recomen-
daciones y amistades hasta conseguir un niño, para el que tiene preparada una auténtica
habitación de lujo desde hace años. La respuesta es siempre la misma: “No hay niños”, Y
eso a pesar de la nueva Ley de Adopción, que agilizó los trámites y que en cuanto pasan
seis meses sin que la madre se interese por su hijo, permite entregarlo a la familia adop-
tante. Han cambiado mucho las cosas en España. Una mayor cultura, una más amplia li-
berta, el aumento de abortos, el empleo consciente, asegurado de la píldora anti-baby, y
sobre todo el que la sociedad haya comenzado a no señalar con el dedo a la madre solte-
ra y el que las leyes protejan a su hijo igual que al nacido de un matrimonio hecho ante la
ley han originado este descenso de recepción en la Inclusa de Madrid, a la que acuden
bastantes mujeres llegadas de provincias.

CINCO SIGLOS DE EXISTENCIA

Con todas las transformaciones que ha tenido en quinientos años, la Inclusa de Ma-
drid, es la más antigua de España. Los valencianos y los zaragozanos dicen que no, que
la suya. Lo cierto es que en el piso bajo del hoy Instituto Provincial de Puericultura de
Madrid, hay una habitación con armarios de madera en los que se conservan, año por
año y siglo tras siglo, en perfecto orden, todos los libros registros de entrada. La prime-
ra anotación tiene fecha de 1505. El nombre del niño que ocupa la primera línea del vie-
jo libro que abre la historia de la casa, es el de “Manuel”. En los cientos de volúmenes
del archivo están los primero datos de la vida de millones de españolitos. Uno de ellos
muy famoso; “Eloy Gonzalo“, el héroe de Cascorro, con una estatua en el Madrid viejo.
Hace unos años una comisión de altos jefes militares norteamericanos visitó el centro. El
jefe de la misión les explicó las funciones de la Inclusa y cuando les mostraba el primer
libro registro, les dijo:
—Cuando América acababa de ser descubierta y los Estados Unidos no eran más que
praderas, esta institución ya funcionaban. “Los militares contestaron”. ¡OH!
Hasta este siglo, en que la puericultura ha comenzado a ser algo serio, la mujer era
una máquina de parir y cuidar hijos como podían. Sin que nadie lo dijera, sin campañas
de adoctrinamiento, la Naturaleza empujaba calladamente a la humanidad a echar hijos
al mundo. La mortalidad era muy grande, pero alguno sobreviviría. El instinto de con-
PEDRO ESPINA PÉREZ 679

servación de la especie, a la que se acabó por medio sacralizar cuando se hablaba de las
familias largas, impedía a procrear. Hoy que ya no hay que tener tanto cuidado por lo me-
nos en el mundo del desarrollo, porque la pediatría asegura la supervivencia, los índices
de natalidad comienzan a bajar, en otra callada acción de la Naturaleza, que regula la po-
blación con unas normas no escritas. Habría que hablar del egoísmo y la comodidad de las
gentes del consumismo del bonito negocio de las fábricas de píldoras anticonceptivas el
“boom” demográfico en las naciones del tercer mundo donde la puericultura está al mis-
mo nivel que en Europa hace cuatro siglos y de la opresión de los países ricos sobre los
pobres, a los que regalan la píldora a cambio de importantes materias primas. Pero todo
esto es otro tema. La realidad es que las inclusas, en todo el mundo desarrollado, desapa-
recen o se transforman en hospitales infantiles. No hay niños, recién nacidos o de muy
pocos meses, de los que sus madres se quieran desprender. Quedarán unas pequeñísimas
secciones, integradas en los hospitales infantiles, para acoger a los casos inevitables que
se presentarán muy de tarde en tarde; el muchacho que se va a la mili y al que su amiga
ha abandonado, el viudo con muchos hijos y sin recursos económicos y la mujer, en su ma-
yoría, que no quiere tener al hijo que permitió nacer.

CAÍDA EN VERTICAL DE LA ENTREGA DE NIÑOS

El Instituto Provincial de Puericultura de Madrid hace tiempo que está preparado para
ello. Lo ha empezado a notar, porque hoy tiene más de piso y medio vacío en el edificio
de la calle O’Donnell. Junto a él, la Diputación acaba de construir un magnífico Hospital
Infantil, y los estudios que ahora se hacen es para transformar otras edificaciones en cen-
tro piloto de enseñanza y asistencia interna y externa de niños subnormales, cuestión a la
que por fin, la sociedad española ha comenzado a prestar atención.
Las cifras aburren, pero aclaran. Aquí están las facilitadas por el Instituto Provincial
de Puericultura. Es una demostración de la agonía de la Inclusa de Madrid.
Año tras año se ve cómo ha bajado el numero de ingresos. Y el de fallecimientos, cuyo
índice de mortalidad infantil está al nivel que el de Suecia, y eso que hay niños que llegan
en no buenas condiciones físicas. Y mejor que el de la media de España. Aumentan las adop-
ciones, a pesar de que hay menos ingresos y que muchas madres no quieren desprender-
se de sus hijos

LAS “ADOPCIONES” EN LOS PUEBLOS

La columna “pueblos” hay que explicarla. Como no había sitio en la Inclusa para tan-
to niño, se buscaba a familias campesinas de pueblos de Madrid y de las provincias limí-
trofes para que los criasen, cuidaran y dieran educación. Era una especie de adopción tem-
poral y pagada, puesto que la Diputación Provincial de Madrid abonaba unas pesetas a la
madre de esa familia, que se convertía en “ama” de leche y madre adoptiva. El médico del
pueblo los atendía, y la Diputación hacía periódicas inspecciones. Ya se sabe que la peor
madre es mejor que la más perfecta Inclusa.
De esa manera el niño crecía en un ambiente familiar, por el que tanto luchan pe-
dagogos, sociólogos, puericultores y psiquíatras. Pero si el hijo era adoptado defini-
tivamente por esa familia, luego se comprobó, con alguna corta frecuencia, que los “her-
680 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

manos”, si los tenía, le señalaban con el dedo y dejaban en el chaval un trauma difí-
cil de borrar. Y que la familia, a veces, lo cuidaba para tener en él un peón de carga
sin derecho ni al pataleo. Para eso le habían sacado de allí, para eso era hijo de tal y
para eso le daban de comer y le vestían. Si el niño a los cinco años, pasaba a los cen-
tros docentes de la Diputación, la separación, a esa edad, de la única madre que había
conocido, provocaba auténticos dramas; lloros, agarrarse a la falda, no querer que-
darse y la madre, que tenía que huir, también a veces con el corazón destrozado, por
la puerta falsa. El Dr. González Bueno, Presidente de la Diputación, pegó el plumazo
y acabó cortando de raíz.
La antigua Inclusa de Madrid estaba en la calle de Embajadores. Era un caserón vie-
jísimo, en pésimas condiciones, donde había una mortalidad elevadísima. El doctor
Muñoyerro convenció al general Primo de Rivera para construir una nueva, la que
existe en la calle O’Donnell, en la que no se puso torno, para evitar los casos que se
habían dado de encontrar niños muertos. En su época fue una institución modelo. Y hoy
lo sigue siendo, pues la transformación que se ha hecho en el edificio ha sido radical:
cocinas, laboratorios, biberonería en la que se preparan 800 biberones al día, farmacia,
servicios generales, aulas, cunas salas. Son seis secciones para niños sanos las que tie-
ne hoy, por edades, con 24 niños en cada una, atendidos por una monja, una enferme-
ra diplomada y tres por la tarde una por la noche. Cada sección tiene una sala de ba-
ños, un dormitorio, un comedor y una sala de juegos, además de una terraza cubierta.
aparte las salas para niños enfermos. Además hay madres que viven allí con su hijo, a
las que se proporciona uniforme, comida, alojamiento y 1.500 pesetas mensuales, con
la obligación de prestar algunos pequeños servicios. Está en marcha el proyecto de
una guardería en la que las madres puedan dejar a sus hijos mientras trabajan y por la
noche dormir en ella.

LAS FAMILIAS QUE ADOPTAN, PIDEN NIÑAS

De aquello a lo de hoy, no existe el menor parecido. Y la antigua Ley de Adopción con


la actual, no se parecen en nada.
Javier Matos Aguilar es director del Instituto provincial de Puericultura y del Hospi-
tal Infantil. Eduardo Jardón, que en sus días juveniles fue uno de los mejores jugadores de
jockey, el jefe clínico. Una larga conversación orientadora, un acopio de datos, una visita
pausada a la institución.
—Con el tiempo quedará un porcentaje pequeño de niños que podrán ser adoptados y
otro, inevitable, de subnormales a los que se atenderá con toda clase de medios.
Para adoptar un niño se presenta una solicitud en la Diputación. No hay que pagar
nada, y sí esperar mucho, pues no hay niños.
Nos enteramos a fondo de la familia peticionaria, en el aspecto de solvencia moral y
económica, años de casados y declaración de bienes. Además de una serie de investiga-
ciones, hechas con discreción, recibo a la familia, con la que tengo una larga conversación.
La Ley exige cinco años de casados y que uno de los cónyuges tenga treinta. Gene-
ralmente son matrimonios sin hijos en una edad entre los treinta y tantos y cuarenta y
tantos años, matrimonios que llevan ocho o diez años de casados y que después de vi-
sitar médicos se han convencido de que no tendrán hijos. Lo que más piden son niñas.
PEDRO ESPINA PÉREZ 681

De las 3.700 y pico peticiones, más de 3.600 son de niñas. Y la verdad es que al adop-
tado le cae una quiniela, pues aunque no ahondamos a fondo en sus ganancias, estas fa-
milias suelen tener una posición económica desahogada. Y claro, no se da el caso del chan-
taje, ni de que luego aparezca la madre o el padre de la criatura. El secreto con que
llevamos esto es total, es una barrera infranqueable para cualquiera. En ello está el éxi-
to de las adopciones. Y la casa está para mantener el secreto de la mujer que tuvo un des-
liz.
—¿Nombres de los niños? _Se les ponen en cuanto ingresan. Ya han desaparecido los
de origen claramente inclusero. Ni los juzgados aceptan aquellos nombres ni tampoco los
muy raros. Son nombres y apellidos corrientes.
—¿Los adoptantes, suelen decir su origen al niño? Siempre insisto en que se lo di-
gan, pues siempre existe el malvado, el amigo que un día se lo dice, y eso puede afec-
tar al niño.
—¿Hay matrimonios extranjeros en el archivo? Sí, pero no les entregamos ni un niño.
—¿Qué novedad tiene la actual Ley de Adopción respecto a la anterior? Antes, has-
ta los tres años no se podía entregar un niño. Y bastaba una carta, una llamada de teléfo-
no de la persona que lo había entregado. Para que hubiera que empezar la cuenta. Hoy, a
los seis meses de ingresado, la madre pierde todo el derecho, a no ser que su preocupa-
ción haya sido efectiva y constante en ese tiempo. No basta con que alguna vez se inte-
rese por él. El ambiente familiar normal es muy necesario para el niño. Si pasa un año sin
él, su desarrollo psíquico, emocional no es igual al de otros niños. Pero ese ambiente no
tiene que estar tarado por algo, pues en algunas ocasiones se nos han presentado casos de
matrimonios que se llevan muy mal y que creen que con adoptar un niño ese matrimo-
nio no se separará. Y cuando el matrimonio se rompió, hubo devolución del niño. O per-
sonas taradas psíquicamente, que opinan que todo se arreglará con un niño adoptado. En
cuanto a las clases sociales hay una diferencia curiosa. Hace unos diez años las peticio-
nes venían de clases sociales bajas. Ahora es al revés. Del levante español siempre ha ha-
bido muchas peticiones. Antes estaba mal visto adoptar. Hoy, no. La mayoría de peticio-
nes es de recién nacidos, que es también cuando nos los entregan, pues si es de más edad
es porque tiene algún problema, médico o jurídico, y en esas condiciones no los damos
a adopción. Además, a los cinco años pasan a la Ciudad Escolar de la Diputación.
—¿De qué edad suelen ser las madres que vienen aquí a entregar sus hijos? De todas
y todas las condiciones.
—¿Se ha dado el caso de una madre que la haya dejado y al poco tiempo venir a re-
cogerlo? Sí, y si vemos que su amor al niño, su afecto, su, digamos arrepentimiento es
sincero, se lo devolvemos.
A Dios, “Inclusa“, A Dios. Una institución secular que agoniza. Creada la primera, al
parecer, por un Papa en la Romo del año 900 y pico, para evitar los numerosísimos casos
de muertes de niños que no se habían deseado ni esperado, para impedir que cayesen en
manos mercenarias, hoy las Inclusas se cierran o transforman. La sociedad actual piensa
que lo importante es el hombre, no cómo y dónde haya nacido.

Por Pedro PASCUAL. (Fotos: TRUJILLO)


Año 1973. Sin referencia. P. ESPINA PÉREZ
682 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Fachada del Instituto Provincial de Puericultura.

Sor Irene anota en el ligro de registro El doctor Matos Aguilar, director del Instituto de
de entradas. Puericultura.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 683

Uno de los comedores para niños de dos años.

Fachada del moderno hospital infantil.


684 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

El primer libro registro de entradas de niños en la


Inclusa. La primera línea está fechada en 1505.

Año tras año se ve cómo ha bajado el número de


ingresos. Y el de fallecimientos, cuyo índice de
mortalidad infantil está al nivel que el de Suecia, y eso
que hay niños.

El doctor Jardón ante el armario del archivo con los libros de registro del siglo XVI.
PEDRO ESPINA PÉREZ 685

INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA


Año 1973

Ingresos Profesión de las madres ingresadas


Maternidades y Hospitales de .......... Sus labores...................................... 23 madres
(Madrid) ............................................ 81 niños Sirvientas ........................................ 5 “
Hospital Valdelatas (Madrid) ........... 2 “ Estudiante ....................................... 1 “
Penitenciario. (Madrid) .................... 1 “ Asistentas (Limpieza) ..................... 2 “
Clínicas de Madrid........................... 15 “ Telefonistas..................................... 1 “
Equipo Quirúrgico de Madrid.......... 4 “ Peluqueras....................................... 2 “
Cruz Roja ......................................... 3 “ Auxiliares de Clínica ...................... 1 “
Madrid.............................................. 7 “ Dependientas .................................. 1 “
Alcalá de Henares ............................ 1 “ Cocineras ........................................ 1 “
Barcelona ......................................... 1 “ Ayudante en Colegio....................... 1 “
Vitoria .............................................. 1 “ Empleadas de Hogar....................... 3 “
Málaga ............................................. 1 “ Total madres.................................. 41 “
Lérida ............................................... 1 “
Salamanca ........................................ 4 “
Ceuta ................................................ 1 “ Edades de las madres
Valencia............................................ 1 “ Menores de 20 años ........................ 7 madres
Ávila................................................. 1 “ De 21 a 25 años .............................. 14 “
De Bata, (Guinea) ............................ 1 “ De 26 a 30 años .............................. 13 “
Ginebra (Suiza) ................................ 1 “ De 31 a 35 años .............................. 3 “
Sin datos........................................... 58 “ De 36 en adelante ........................... 4 “
Total niños....................................... 185 “ Total madres.................................. 41 “

AÑO 1975. EJEMPLO DEL MES DE OCTUBRE

Ingreso de niños de; Edades de los niños


Maternidades de Madrid .................. 8 niños Hasta un año ................................... 13 n i ñ o s
Penitenciarias de Madrid ................. 2 “ De uno a 2 años .............................. 5 “
Salamanca ........................................ 1 “ De 2 a 3 años .................................. 1 “
San Sebastián ................................... 1 “
Monovar (Alicante).......................... 1 “ TOTAL NIÑOS ............................. 19 n i ñ o s
Republica del Zaire .......................... 2 “
Francia. ............................................ 1 “ NIÑOS INGRESADOS DE:
Sin datos........................................... 3 “
De madres solteras.......................... 10 n i ñ o s
TOTAL INGRESADOS................... 12 niños De casadas ...................................... 6 “
Sin datos ......................................... 3 “

MADRES INTERNAS DE: Zamora, 1; La Coruña, 1; Alicante, 1; y de Zaragoza, 1 = 4 .

Datos registrados por “Sor Irene”, en uno de los muchos años que estuvo en Recepción de Niños,
Instituto Provincial de Puericultura. (Antigua Inclusa) Estas cifras mensuales, escuetas y sencillas, como
era ella, pero de gran calado, que se ajustan a la realidad de lo que sucedió ese año, constituyen el tes-
timonio de los hechos y movimientos que hubo de niños y madres en la Institución. Así como los da-
tos del mes de Octubre de 1975.
A.R.C. de Madrid, Fondo de la Inclusa, Signatura 8588.
II SIMPOSIO ESPAÑOL DE PEDIATRÍA
SOCIAL

Datos correspondientes a la INCLUSA de Madrid, año 1974.


Una vez estudiado el niño y comprobado su normalidad se empieza el tramite de su
adopción.
Desde 1942 hasta la fecha, el número de adopciones realizadas en el I. P. P. ha sido el
siguiente:
CUADRO NÚMERO 3

Niños Niños Niños


Años Años Años
adoptados adoptados adoptados
1942 5 1953 39 1964 107
1943 15 1954 17 1965 84
1944 10 1955 40 1966 142
1945 4 1956 21 1967 179
1946 3 1957 92 1968 166
1947 6 1950 117 1969 193
1948 24 1959 79 1970 200
1949 27 1960 124 1971 131
1950 23 1961 79 1972 64
1951 39 1962 140 1973 68
1952 10 1963 144 1974 (7 meses) 44

Para realizar estas 2.435 adopciones hemos seleccionado miles de peticiones que de-
seaban hacerlo y aun tenemos pendientes de atender 1.558 matrimonios que siguen espe-
rando turno de realizar sus deseos de adoptar un niño o una niña.
El ritmo de peticiones es de unas 500 al año, en 1970 fueron 678, en 1971 fue de 490,
en 1972 de 420 y en 1973 es de 320, aunque parece descender el número de peticiones,
no es así ya que desde 1970 al modificarse la edad de 3 años a 6 meses para poder adop-
tarse un niño, las peticiones se hacen directamente en las maternidades y otros centros que
pueden disponer de niños abandonados al nacer y por eso en el I. P. P.. Se mantiene el
mismo número aproximadamente.
688 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los niños abandonados en el I.P. P. Proceden de varios sitios, Maternidades de la Di-


putación, clínicas particulares, comisarías o juzgados que recogiendo los niños abandonados
los llevan al I. P. P. Para tenerlos a disposición del Juzgado en su día o proceder a su adop-
ción cumplidos los requisitos legales del niño abandonado.
Hace años cuando el deseo de adopción existía tan intensamente como en la actuali-
dad, estos niños pasaban a los Colegios de la Diputación, como el Colegio de las Merce-
des o el de la Paz para niñas o al Colegio de San Fernando para los niños.
Después ya mayores, la Diputación seguía siendo el tutor oficial de estos niños y les
daba la enseñanza correspondiente a sus posibilidades, colocándolos posteriormente don-
de podía.
La adopción era entonces como se ve en el cuadro anterior en un número pequeño, pero
en la actualidad las cosas son diferentes y la enorme cantidad de solicitudes de adopción
que tenemos pendientes han cambiado el panorama, se adoptan todos los niños que te-
nemos disponibles, hasta el punto que los Colegios citados antes han desaparecido.
En este cuadro se ve el descenso del número de niños ingresados en el I, P. P, desde hace
30 años, estacionado en los años 1944-54 que fueron los años difíciles de nuestra pos-
guerra y guerra europea con las dificultades que todos conocemos. En los 10 años si-
guientes el ingreso fue descendiendo de forma mas manifiesta, al ir mejorando las condi-
ciones de vida, para terminar en las cifras actuales que reflejan no sólo el mejor índice de
vida actual, sino también el descenso de nacimientos ilegítimos, por el uso de los medios
anticonceptivos modernos.

El ingreso del número de madres en el I. P. P.. Es también elevado en los mismos años,
para ir descendiendo poco a poco en el trascurso de los años y por el mismo motivo so-
cial y económico que en el de niños, al que se une el uso de los actuales medios anticon-
ceptivos que hacen que la madre soltera este desapareciendo.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 689

Las cifras correspondientes en el cuadro a “Crianza Externa” son los niños que el I. P.
P., enviaba a pueblos de las provincias de Madrid, Toledo, Ávila y Segovia, en régimen de
estancia familiar en casas seleccionadas, por estar en esos años completamente lleno el I.
P. P., evitando de esta manera una aglomeración de niños en el mismo, que aumentarían
la mortalidad ya alta de estos años, Estos niños hay que señalar que no son abandonados,
sino niños dejados en el I. P. P. por necesidad material de las madres, por las dificultades
de aquellos años de postguerra.

Como se ve desde el año 1970 la “Crianza Externa” ha desparecido por mejorar él ín-
dice de vida de estas madres solteras, por menor número de ingresos en él I. P. P. y estar
los niños ingresados sin aglomeración y por la puesta en marcha por la Diputación de Ma-
drid, de la Ciudad Escolar Francisco Franco que acoge a todos los niños de 3 a 5 años que
antes teníamos que ingresarlos en él I. P. P.
690 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Con todas estas mejoras anteriores cambiaron radicalmente las tasas de mortalidad,
desde las elevadas de épocas pasadas del casi el 100% de mortalidad en las salas de niños
abandonados sin madre, citado por Muñoyerro en la antigua Inclusa de la calle de Emba-
jadores, a la actual del l, 5 % similar al total y normal de toda España.
Se ve en el cuadro número 2 que en los años 1944-54 la mortalidad es muy elevada,
su causa es la aglomeración de niños en él I. P. P. el hospitalismo y la falta de lo más in-
dispensable, calefacción (gas-oil) productos dietéticas, vacunas etc, por causa de la gue-
rra. En los años siguientes al ir mejorando poco a poco la asistencia al disponer de mas me-
dios desciende la mortalidad y en los últimos 10 años. El descenso de la mortalidad es
fantástico como se aprecia en el cuadro n.° 2 al cambiar radicalmente el funcionamiento
del I. P P. disponiendo para la asistencia infantil de todo lo necesario, medicina pediátri-
ca, cirugía pediátrica, especialidades pediátricas y Pediatría Social.
La última y actual modificación del I. P. P. (antigua Inclusa de Madrid) ya en marcha,
logrará que el funcionamiento quede organizado de la siguiente manera:
1.° Un moderno y gran hospital infantil.
2.° Una gran guardería infantil.
3.° Un departamento de adopción.
4.° Atención al niño abandonado subnormal.
1.° Un moderno y gran Hospital Infantil. Actualmente de 300 camas y previsto su am-
pliación según las necesidades, esto es una realidad actual y sustitución de la pequeña en-
fermería de la antigua Inclusa.
2.° Una guardería infantil. Dependerá de la Diputación de Madrid y sustituirá totalmente
a la desaparecida Inclusa en su función de asistencia al niño abandonado, estando forma-
da por dos secciones.
A. Guardería Infantil laboral. Para los niños que trabajan en los centros de la Diputa-
ción de Madrid, guardería que ya esta funcionando dentro del I. P. P. En forma provisional
de “Guardería Piloto” para 50 niños, mientras se construye la gran guardería prevista para
100 niños en cada turno, actualmente en proyecto y en estudio por el Servicio de Arquitectura
de la Diputación, con un presupuesto de 8 millones de Ptas. y cuyos planos se acompañan.
B. Guardería Infantil para niños abandonados. En esta guardería tenemos previsto el
alojamiento nocturno de la madre que tenga que trabajar por el día y así dormirá con su
hijo. Nuestra Sección de Pediatría Social podrá proporcionar a muchas de estas mujeres,
trabajo dentro de las diversas dependencias de la Diputación de Madrid.

CUADRO NÚMERO 2

Años Ingresos Fallecidos


1944 1.485 418
1945 1.494 473
1946 1.559 524
1947 1.185 300
1948 1.245 211
1949 1.270 209
PEDRO ESPINA PÉREZ 691

CUADRO NÚMERO 2 (Continuación)

Años Ingresos Fallecidos


1950 1.359 167
1951 1.430 210
1952 1.474 268
1953 1.570 277
1954 1.482 158
1955 1.428 136
1956 1.229 151
1957 975 181
1958 996 189
1959 1019 110
1960 857 163
1961 770 117
1962 818 118
1963 790 70
1964 703 43
1965 652 63
1966 720 38
1967 640 25
1968 561 20
1969 573 10
1970 382 9
1971 312 6
1972 219 3
1973 185 2

3.° Departamento de adopciones. Forma parte de la Sección de Pediatría Social del


I. P. P. que tiene dos fines, uno el niño abandonado y la otra la atención de la madre sol-
tera.
La adopción es la única solución al porvenir del niño abandonado y es una labor enor-
memente importante de la Pediatría Social que se hace en este Instituto de Puericultura.
La adopción se realiza por un estrecho contacto entre la Sección Jurídico-Administra-
tiva dependientemente de la Diputación y la Sección Médica que existe en él I. P. P. El niño
que jurídicamente puede adoptarse, se ingresa en una sala especial para lactantes sin ma-
dre, para su estudio médico, este se realiza de la forma siguiente:
Observación diaria, médica y por el personal que lo cuida enfermera etc, Análisis de
sangre completo y serología luética.
Análisis de orina completo, con investigación de ácida fenilpíruvico. Radiografías di-
versas, (tórax, cráneo, extremidades etc.,) Electroencefalograma. Electrocardiograma. Ca-
riotipo (en los casos necesarios.
Exploración psiquiátrica, por personal especializado.
Exploración por O. R. L. en los casos sospechosos de carencia auditiva.
El deseo de adopción de los matrimonios estériles esta desarrollado intensamente en
todo el mundo, por una serie de circunstancias como un cambio de opinión sobre la adop-
692 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ción, un aumento de la cultura, un bienestar que antes no existía, una seguridad en el por-
venir etc. que hacen que busquen en la adopción un hijo no solamente los que no pueden
tenerlos, sino también aquellos matrimonios que tienen un hijo solo.
En cambio el niño abandonado esta desapareciendo de forma acelerada haciendo difí-
cil poder disponer de niños para su adopción, esto se debe por una lado los medios anti-
conceptivos empleados hoy día, el aborto por otro lado permitido en varios países y la
mayor responsabilidad de la madre soltera que no abandona a su hijo.
Disponiendo en él I. P. P. de un material y una experiencia en estos asuntos, como en
muy pocos sitios pueden tener, creemos que las enseñanzas realizadas al hacer miles de
adopciones y también miles de entrevistas a los padres adoptantes, pueden aprovechar-
se y ser de gran utilidad para todos aquellos que suelen hacer una adopción un poco a cie-
gas y sin conocimiento previo de lo que van hacer y de la gran responsabilidad que ad-
quieren en este acto.
También nosotros conocemos la importancia de nuestra intervención en una adopción
y por ello buscamos siempre las comunicaciones que otros profesionales hacen sobre el
tema y agradeceríamos a los que acuden a este Congreso nos expongan sus experiencias
sobre lo mismo.
4.° Atención al niño abandonado subnormal. Es un problema de muy difícil solución.
Estos niños están en él I. P. P. en una sala especial para ellos, hasta la edad de 3 a 4 años,
que pasan a depender del Servicio Psiquiátrico de la Diputación, actualmente en transfor-
mación ya que esta proyectada la construcción de una Ciudad Psiquiátrica, donde los ni-
ños tendrán un sitio adecuado.
Durante el tiempo de estancia en él I. P. P. se intenta en algunos casos, encontrar un ma-
trimonio que pueda adoptarlos, esto es muy difícil y delicado. Hay matrimonios que vie-
nen ex profesamente adoptar niños subnormales, son matrimonios de una calidad excep-
cional pero muy escasos. En estos casos siempre tratamos de exponerles explicando muy
claro las dificultades que tendrán el día de mañana, retrasamos todo lo posible la adopción,
para que tengan tiempo de pensarlo, incluso les dejamos los niños en el sistema de “crian-
za externa” para que convivan con ellos algún tiempo y si sus deseos de adopción persis-
ten, nosotros consideramos que no podemos quitarle a un niño un bienestar y un porvenir
que no encontrara en un manicomio el día de mañana.
En otros casos somos nosotros, los que buscamos un matrimonio para estas adopcio-
nes tan especiales y hemos logrado bastantes adopciones de niños con cierto retraso,
siempre un retraso ligero, nunca con un retraso profundo. Esta labor es aun más difícil y
de mayor responsabilidad que en el caso anterior, siempre insiste sobre los problemas
que pueden tener en el futuro y entonces hacemos el encaje niño-matrimonio después de
pensarlo mucho.
En este tipo de adopciones, lo ideal seria que estos niños fuesen adoptados por matri-
monios inteligentes y con medios económicos elevados para que no faltase nada al niño
en una posible y cara recuperación, pero esto no es lo normal y que ocurra en la realidad.
En cambio hay matrimonios con una inteligencia más bien baja y medios económicos co-
rrientes, que conociendo sus posibilidades intelectuales limitadas, o incluso subnormali-
dades ligeras, microcefálicos etc., deben ver en estos niños, a los que ellas hubieran podi-
do tener y son los niños que no les importa adoptar. Podríamos citar varios casos con
magníficos resultados.
PEDRO ESPINA PÉREZ 693

A los padres adoptivos, además de informarles del retraso en el desarrollo de estos


niños, se les dan instrucciones practicas sobre el cuidado y tratamiento de sus nuevos
hijos.
Los niños subnormales que actualmente dependen de su asistencia de la Diputación de
Madrid, a cuyo cargo son los gastos de alojamiento y atención son 1.003 ya ingresados en
distintos centros especiales, distribuidos por toda España, de los cuales 29 son abandona-
dos sin datos a los que añadimos 9 más de las mismas condiciones ingresados en él I. P. P.
Existen aun 1.200 peticiones esperando encontrar un lugar donde ingresarlos y sin so-
lución hasta la fecha.
Como se ve este problema esta sin resolver y seria muy interesante que de este II Sim-
posio Español de Pediatría Social, salieran normas o ideas que pudieran contribuir a su so-
lución...

NOTA

En el cuadro número 2 puede haber alguna cantidad que no corresponda al original, ya que los
números no se leen bien en las copias. Así que lo he transcrito para que se pueda hacer su lectura
correctamente, año 1974
No hay referencia de donde se celebró
Por P. ESPINA PÉREZ
694 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Día 23 de octubre de 1974 Por María del Socorro Moncayo


Publicamos a continuación un reportaje sobre la labor del Instituto Provincial de Puericultura de
Madrid, antigua inclusa, donde encuentran un hogar los niños que son abandonados por sus padres y
donde reciben todo tipo de cuidados por personal especializado.

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LOS NIÑOS ABANDONADOS HAN ENCONTRADO
UN HOGAR

Publicamos a continuación un reportaje sobre la labor del Instituto Provincial de Pue-


ricultura de Madrid, antigua Inclusa, done encuentran un hogar los niños que son abando-
nados por sus padres y donde reciben todo tipo de cuidados por el personal especializado.
La Inclusa de Madrid o Casa de expósitos, que es el establecimiento más antiguo no
sólo de España. Sino del extranjero, fue fundada en 1567, en el convento de la Victoria,
por una Cofradía compuesta por las personas de más linaje de la corte y de religiosas per-
tenecientes a la Orden de los Mínimos, con el nombre de Nuestra Señora de la Soledad y
de las Angustias. Su objeto principal fue evitar el infanticidio, recogiendo a los niños re-
cién nacidos abandonados en los zaguanes, escaleras de las casas, pórticos de las iglesias,
etc. Sin otra renta que las limosnas, éstas eran tantas que se amplió la admisión de los ex-
pósitos y se montaron oficinas especiales.
Su etimología viene del nombre de Nuestra Señora de la Inclusa, dado a una Imagen
de la virgen que en el siglo XVI se trajo de la isla de L’Ecluse, en Holanda, y que fue co-
locada en la casa de expósitos de Madrid. Inclusa. (Etimología: del latín Inclusa – Cerra-
da). Antiguamente, Esclusa.
España fue siempre propicia a fundar estos asilos que hallaron protección en sus Re-
yes en la caridad de particulares y Congregaciones religiosas. Los Monarcas españoles
dictaron varias disposiciones para la administración de las Inclusas y protección de los ni-
ños. Felipe IV. En 1623, publicó una pragmática prohibiendo los estudios de gramática en
las Inclusas para que se aplicaran en los estudios de la marinería “por la falta de pilotos
que se notaba en el Reino”. En 1788, Carlos III ordena dar a los niños debida educación
para que sean vasallos útiles más tarde, Carlos IV declaró por Real cédula del 23 de ene-
ro de 1794, legitimados por su Realidad, a los expósitos de uno y otro sexo, existentes y
futuros, y mandó que la justicia castigase como injuria, el llamar aun expósito borde, bas-
tardo, incestuoso, ilegítimo, adulterino, pudiendo ser el expósito de noble cuna.
En 1796 dictó otro decreto por el cual las Inclusas fueron puestas bajo la dirección de
los prelados. Dictó un Reglamento para la crianza y educación de los niños: el tiempo de
lactancia no se reducía a un año, sino lo que a juicio del médico necesitase, y las amas de
cría debían mantener al niño seis años en su compañía. Cumplidos éstos, y si no eran adop-
tados o prohijados, eran llevados al hospicio.
696 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Los niños expuestos en los tornos eran recogidos por una hermana de la Caridad, que
no podía ausentarse habo ningún motivo, para anotar la hora exacta de su llegada. Se les
colocaba un collar con un número y se les conducía a la pieza destinada al bautismo. Al-
gunos combatían la existencia del torno debido a que protegían las relaciones ilícitas de-
bilitaba los sentimientos de la Naturaleza y precipitaba a la mujer al libertinaje, pero su prin-
cipal objeto fue evitar infanticidios.

DISMINUCIÓN DE LA NATALIDAD

El índice de natalidad de los hijos ilegítimos ha disminuido notablemente debido al uso


de los anticonceptivos y al aborto. En los países más desarrollados esta forma de extinguir
la vida ha cobrado carácter legal y las mujeres que lo practican como remedio o fácil me-
dicina van perdiendo su innato instinto maternal. En Estados Unidos, Inglaterra, Suecia. Di-
namarca. Noruega; el aborto está estudiando su legalización. Sólo en la ciudad de Nueva
York se habló el pasado año de 350.000 abortos. 500.000 en Francia y 100.000 en España,
de los cuales alrededor de 20.000 eran ilegales, según cifras extraoficiales. “La píldora —
dice Arnold J. Toymbee— permite a la mujer abordar el amor casi con tanta impunidad
como el hombre. Hoy se lee en la cara de las muchachas esta transformación. Se han he-
cho mucho más atrevidas en sus relaciones con los hombres y su comportamiento recuer-
da el de los jóvenes de antaño con las mujeres.
Sin embargo el nacimiento de hijos ilegítimos persiste en la mujer de baja cultura y bajo
nivel social. Mujeres de todas las edades, asistentas del hogar, chicas que trabajan en clubes
nocturnos. Etc. que acude en busca de consejo y ayuda a la Inclusa, denominada hoy Institu-
to Provincial de Puericultura. “Se da el caso —me dice la asistente social— de chicas de cla-
se alta que quedan en estado y piden consejo. Algunas salen al extranjero a que les practiquen
el aborto y otras se responsabilizan de su hijo ya que viven fuera de la tutela de los padres”.

ASISTENCIA MÉDICA GRATUITA

Las futuras madres son acogidas en el Departamento de Pediatría Social. Donde los pe-
diatras encargados de esta sección estudian su caso, las aconsejan y en definitiva, resuelven
sus problemas. Algunas madres renuncian a su hijo antes de dar a luz. Estos son los niños
que quedan sin datos y pueden ser adoptados recién nacidos. Me dice el doctor Eduardo Jar-
dón, pediatra, que actualmente no hay ningún niño abandonado. Los hay con problemas so-
ciales: es decir, que no tienen a sus madres, por enfermedad de ésta o porque no ha habido
acuerdo con el novio, o con sus padres. También hay niños de matrimonios separados, de viu-
dos, etc. En estos casos se intenta la adopción si sus familiares renuncian a ellos.
Las madres tienen asistencia médica de primera, e incluso hay veces que se las prepa-
ra para el parto sin dolor. La asistencia médica, estancia, ropa de cuna, ropa para la madre
y el bebé, es gratuita. Cuando las dan de alta, las madres que no renuncian a sus hijos, los
cuidan ellas mismas hasta los tres años que están en este Instituto, y perciben un salario
de 1.500 a 2.600 pesetas al mes, desempeñando un oficio. Tanto los niños como las ma-
dres disponen de limpias y cómodas instalaciones en donde vivir y éstas reciben para su
preparación una hora y media de clases de cultura general. A la edad de tres años los ni-
ños pasan al centro escolar que depende de la Diputación Provincial, y allí están hasta los
dieciséis años, aprendiendo un oficio.
PEDRO ESPINA PÉREZ 697

LAS ADOPCIONES Y LA LEY DE 1970

Hay alrededor de 4.083 peticiones, 700 de las cuales proceden de todas las partes del
mundo. En gran número son las peticiones de Méjico, Francia, Costa Rica y de países
como Nairobi, Irak. etc. El Código Civil modificó la ley de Adopciones el año 70 que
dio más facilidades para la adopción. Esta ley permitió adoptar a las solteras —son mu-
chas las madres que adoptan a sus propios hijos para darles una situación legal— así como
también a los solteros permitió adoptar a los casados con hijos y bajo la edad de los cón-
yuges de treinta y cinco años a treinta y de siete años de casados a cinco. Redujo el pla-
zo de abandono de los hijos de tres años a seis meses. Consecuencia de esta última pre-
misa fue que en 1970 y 1971 se batió la cifra de adopciones 200 y 131 adopciones
respectivamente.

En el centro hay cerca de cinco mil quinientas peticiones de adopción, muchas de ellas proceden
de Méjico, Francia, Costa Rica, Nairobi, Irak, etc.
698 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Niño en el tobogán.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 699

Dos niños en el salón de juegos.

Niños jugando en el salón.


700 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En el cuadro se observa la disminución de niños ingresados y el aumento de las adop-


ciones, debido a que los prejuicios sociales tienden a desaparecer, y hoy no es —feo—
tener un hijo adoptivo, sino por el contrario una bendición. También el índice de esterili-
dad en uno y otro sexo, que hoy se diagnostica con mayor frecuencia y seguridad, es cau-
sa del aumento de adopciones.
Los padres no pagan nada por la tramitación de la adopción, ya que de ésta se encarga
la Diputación. En cambio, una adopción hecha a través de un Juzgado, puede costar alre-
dedor de 30.000 pesetas o más, debido a los gastos de abogados, Juzgado, honorarios. etc.
La adopción tiene dos trámites: uno simple que dura seis meses y es reversible; Es de-
cir, que si los padres no congenian con el niño lo pueden devolver. Terminados los seis me-
ses empieza la adopción plena que es irreversible y solo se puede anular por un Juzgado
cuando el niño recibe malos tratos de sus padres.

NUMERO DE ADOPCIONES E INGRESOS. DESPUÉS DE LA GUERRA

Año Adopciones Niños ingresados


1944 10 1.485
1945 4 1.072
1950 23 1.359
1955 40 1.439
1956 21 1.229
1958 117 996
1960 124 857
1963 144 790
1965 84 652
1966 142 720
1967 179 640
1968 166 561
1969 187 573
1970 200 382
1971 131 312
1972 69 299 De los 68 adoptados en 1973,
1973 68 185 58 niños eran sin datos

VISITA A LOS NIÑOS

Gran tristeza y profunda ternura inspira el visitar a estos niños, que con sus ojitos inquie-
tos sonríen y agitan sus manitas, y que inocentes ignoran el abandono de sus padres su desti-
no incierto, cobijados por el inerte calor maternal, calor que como un témpano de hielo se de-
rritió, al anteponer sus intereses al de sus hijos. Sin embargo en esta institución tienen lo
necesario, lo que sus padres le niegan para subsistir, y hasta los ¿———? de quienes los cui-
dan. Aquí pueden tener una existencia feliz y tranquila. El edificio dispone de cuatro plantas
para los niños. Actualmente hay 135 niños, de los cuales había un subnormal, un niño con la-
bio leporino y uno sin datos. A los niños sin datos, a las veinticuatro horas de nacidos, se los
inscriben con nombres conocidos escogidos al azar, y se les asigna una medalla con un nú-
mero correlativo. Actualmente van por el 25.341 en la casa de Madrid.
PEDRO ESPINA PÉREZ 701

Hay un 50 por 100 de madres reincidentes. Hoy sólo se admite a la que va atener su
segundo hijo, antes se admitían con dos o tres hijos. Si tienen más de dos se les aconseja
la adopción.
El edificio actual data del año 1927 y fue inaugurado por el Rey Alfonso XIII. Ante-
rior a este, había uno en la calle Mesón de Paredes, que quedó destrozado durante la gue-
rra. En la actualidad el Instituto Provincial de Puericultura, esta situado en la calle de O’-
Donnell, 52.

LOS NIÑOS ABANDONADOS HAN ENCONTRADO UN HOGAR


Niño columpiándose
ABC. Reportje. Por María del Socorro Moncayo
Reportaje. Gráfico, Sanz Bermejo
Día 23 de octubre de 1974. Datos elaborados por P. Espina Pérez
“En esta institución los niños tienen lo necesario”.

ABC: Reportaje, por María SOCORRO MONCAYO.


Reportaje gráfico, por Sanz Bermejo.
Día 23 de octubre de 1974. Datos elaborados por P. ESPINA PÉREZ

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702 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Fotografía de una puericultora con un niño en el baño.

Fotografía de una puericultora dando el biberón a un niño.


FESTIVIDAD DE LOS REYES MAGOS

Ángel Jesús, Sonia y Manuel, marcan las tres etapas grandes del abandono. Entraron
en la Inclusa, en el Hospicio, en el Instituto Provincial de Puericultura, la víspera de tres
días señalados. Ángel Jesús el 24 de diciembre, a las seis y media. Sonia, el 31 de di-
ciembre, a las cinco y media. Manuel, el 4 de enero, a las doce de la mañana. Y hasta aho-
ra sólo saben llorar.
En el día de Reyes, han tenido juguetes. Juguetes a rebosar. Nunca habían visto tantos
juguetes las hermanas que les atienden. Nunca habían visto ellos tantos juguetes. “Com-
ponen la familia” 152 varones y 119 niñas. todos saben jugar, sin que nadie les haya en-
señado. Todos entienden lo que es un juguete, sin que nadie les haya explicado el mane-
jo.
Están muy bien atendidos, hasta donde una madre puede atender a 300 hijos. No les
falta calor de estufa, ni blancura de sábanas, ni cara lavada con agua corriente.
No les falta la caricia de la mañana, el beso de la noche, la regañina del atardecer.
— Mi coche es más grandes que el tuyo… Juegan a la rabieta como todos los niños. Fer-
nando Gallo y la televisión les han llenado de juguetes. Una sor dice:
— Sí, los juguetes sí; pero los juguetes se rompen enseguida. Ellos quieren el amor, que
no se rompe nunca.
Huele a niño. A pis y a grito. A camión roto y tarde de domingo. Viven al final de la
calle de O’Donnell. En una casa encarnada, que tal vez nunca vuelva a recordar ninguno.
(Por favor, que quede claro que están muy bien atendidos). Sor Irene no quiere hablar con
los periodistas.
— Ustedes luego dicen y dicen y dicen… Es nuestra profesión sor… Se cuelgan de las
chaquetas.Estiran los brazos hasta llegar a las manos de los que vienen. Piden besos y se
duermen cuando les ponen los labios en las mejillas. Son pequeños y han perdido el ca-
lor. Guardan, entre ceja y ceja, tres años de seres abandonados (con calefacción, con sá-
banas limpias, con desayuno, comida, merienda y cena abundante y con una madre para
trescientos hijos).
Ha habido juguetes para todos. Todos, menos el del coche más pequeño, son felices.
Rompen los juguetes a una velocidad límite. Como cualquier niño.
704 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Festividad de los Reyes Magos. Año 1974.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 705

No aparece el nombre del diario.

Todos son producto de una encrucijada del amor. De un “Te quiero”. “¿Me quieres?”,
imprevisto. De un atardecer. De una mañana radiante de sol. De unos labios demasiado ro-
jos o de unos ojos demasiado azules.
Son trescientos niños los que hay en el Instituto Provincial de Puericultura, antes (In-
clusa), antes Hospicio. Muy pocos saben lo que es decir “papá o padre”.
Les he visto jugar en una tarde de Reyes. El problema más importante que tenían era
que un coche era más grande que otro.

Germán LOPEZARIAS. (Fotos: Garrote)


P. ESPINA PÉREZ
NO HAY UN SOLO NIÑO PARA SER ADOPTADO
Tres mil peticiones de adopción están pendientes de resolución
en la Diputación madrileña. 1975

Los padres no dejan transcurrir el plazo de seis meses necesarios para que el menor se
considere abandonado.
Cerca de tres mil solicitudes de adopción están pendientes de resolución en la Diputa-
ción de Madrid. La razón primordial de que no se atiendan estas peticiones es la falta de
niños en situación de ser adoptados. A pesar de que en 1974 ingresaron en el Instituto Pro-
vincial de Puericultura 161 niños con datos de filiación y 51 de padres desconocidos, en
la actualidad ninguno puede ser adoptado. ya que sus padres o familiares se interesan por
ellos de vez en cundo sin dar lugar a que transcurra el plazo de seis meses fijado por el Có-
digo Civil para que puedan ser considerados como “abandonados”.
Para que un niño pueda ser adoptado es preciso el consentimiento de la madre natural o
que el niño tenga la condición de “abandonado”. En esta situación se encuentran de menos
de catorce años que carezcan de una persona que se ocupe de su guarda personal, de su ali-
mentación y educación y los menores ingresados en establecimientos sin datos de filiación
o, aun constando ésta, cuando la voluntad de abandonar de los padres sea clara. Pero en cual-
quier caso, la apreciación del abandonado exige que transcurran seis meses sin que sus fa-
miliares o su tutor se interesen por él de un modo efectivo, con actos que demuestren su vo-
luntad de asistencia.

MENOS NIÑOS

Por otra parte, el número de niños acogidos ha disminuido sensiblemente. Según el jefe de
la Sección de Sanidad y Asistencia Social de la Diputación, los niños suelen ser hijos de ma-
dres solteras y, en la actualidad, éstas prefieren conservar a sus hijos o entregarlos a matrimo-
nios conocidos y de su confianza para la adopción legal del menor. Además otro factor importante
es la disminución de la natalidad ilegítima al ejercerse un mayor control sobre ella.
Lógicamente, al disminuir los abandonos ha descendido también el número de adop-
ciones. Partiendo de los datos de la Diputación madrileña, entre los años 1963 y 1973,
708 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ambos inclusive, se adoptaron 1.777 niños. En 1974 sólo se ultimaron 120 expedientes, y
en 1975, hay sólo 55 pendientes de la aprobación judicial.

LOS ADOPTANTES

Aunque pueden adoptar todas las personas casadas, viudas o solteras, tengan o no hijos
legítimos, legitimados, naturales reconocidos o adoptivos, suelen ser los matrimonios sin
hijos quienes más adoptan. También es frecuente el caso de la madre soltera que adopta de
forma plena a su propio hijo para que adquiera los mismos derechos de los hijos legítimos.
Al resolver la adjudicación de un menor para su posterior adopción plena se prefiere,
en principio y por considerarlo más beneficioso para el niño, matrimonios jóvenes sin hi-
jos y con acreditada solvencia moral y económica. Esto no quiere decir que no se atienda
también a las personas solteras, viudas o a los matrimonios con hijos.

¿CUANTO CUESTA ADOPTAR?

La tramitación del expediente de adopción de los niños acogidos en Centros de la Di-


putación es completamente gratuita, aunque los adoptantes deben satisfacer las tasas judi-
ciales del Juzgado de Primera Instancia que tramita y aprueba, en su caso, la adopción. los
gastos notariales de escritura pública, los derechos correspondientes y las certificaciones del
Registro Civil con la adopción ya consignada. Según los cálculos de la Diputación, todos
estos gastos suponen unas cuatro mil pesetas. Si el expediente se tramita directamente por
los adoptantes hay que añadir, al ser preceptiva la firma de letrado, la minuta del abogado.

MODIFICACIONES

A pesar de que en junio de 1970 se modificaron los artículos del Código Civil referentes
a la adopción, es posible mejorar aún más la regulación de esta materia.
La Sección de Sanidad y Asistencia Social de la Diputación, tomando como base su gran
experiencia, señala dos puntos susceptibles de mejora. El primero de ellos seria la posibi-
lidad de adoptar niños que sin estar legalmente abandonados, si lo están en la realidad, ya
que sus familiares, a pesar de no preocuparse del niño, no la autorizan ni se desentienden
por completo del menor, que por tanto no puede considerarse “abandonado”. En estos su-
puestos sería conveniente autorizar la adopción aun con la oposición de sus familiares que
sólo lo son legalmente y que lo único que hacen es perjudicarle.
Otro punto a reformar sería el dela inscripción en el Registro Civil. Aunque el Códi-
go Civil dispone que el Registro no publicará, a partir de la adopción, dato alguno que re-
vele al adoptado su condición de tal ni su origen, las certificaciones literales de la ins-
cripción de nacimiento son exigidas en muchos casos, con lo que los adoptantes y el propio
adoptado han de revelar su condición. Por ello convendría que en el Registro Civil exis-
tieran dos inscripciones: una hasta el momento de la adopción y otra posterior, sin ningu-
na referencia a la misma.
Roberto VELÁZQUEZ. ABC. 2 de mayo de 1975.
Copiado por P. ESPINA PÉREZ
ABC, MARTES 31 DE AGOSTO DE 1976
EN EL INSTITUTO PROVINCIAL DE PUERICULTURA
Hay muchas solicitudes de adopción y pocos niños para adoptar

Cinco años de casados, buena conducta e ingresos mínimos de 20.000 pesetas mes,
condiciones para los “nuevos padres”.
La adopción es siempre tema delicado y problemático. En este caso, por las dificulta-
des que actualmente existen para adoptar un niño.
En el Instituto Provincial de Puericultura de Madrid, dependiente de la Diputación
Provincial funciona la denominada Junta de Adopción, al frente de la cual encontramos al
doctor Jardón.
—¿Qué problemas plantean en estos momentos la adopción?
La escasez de niños de poder adoptar. Verá usted, hace unos cuantos años, había aquí
muchos niños que podían ser entregados a quienes deseaban adoptarlos, previo el cum-
plimiento de los trámites. Incluso lo puedo decir que había niños de más, a los que había
que enviar a un orfanato.
Afortunadamene, estos centros se destinaron a otros fines, porque ya no tenemos niños
que enviar allí. Sin embargo, tenemos cuatro mil setecientas solicitudes y no tenemos niños.
Quince adopciones en lo que va de año. — ¿Cuántos expedientes de adopción se tra-
mitan en un año en esta institución?
—No son cantidades fijas. Pero sobre esta pregunta le puedo dar datos curiosos y que
dan una medida de la problemática de la adopción en este sentido. En el año 1942, en ple-
na posguerra, se tramitaron cinco. Esta cifra subió en años posteriores, y volvió a descen-
der. En el año 1948, por ejemplo, se situaba en los venticuatro expedientes; en 1958, diez
años después, en los diecisiete; en 1967, en los ciento setenta y nueve; llegó a doscentos
en 1970, y descendía a cuarenta y siete en 1975. En los ocho meses del corriente año se
han tramitado solamente quince.
—¿Y actualtemente no tienen niños? Ni uno. Para dar un niño a un matrimonio adop-
tante, primero tendríamos que recibirlo.
“Los tiempos son otros”. ¿Qué puede influir doctor Jardón en este descenso de esta-
dísticas?
710 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—Muchas cosas. Los tiempos son otros, la psicología de las madres solteras es otra, y
por supuesto, influyen muy poderosamente los métodos anticonceptivos. Pero esto no su-
cede solamente en España, sino que es un problema que afecta a todo el mundo.
En otros países tanto del nuevo como del viejo continente, conseguir un niño cuesta mu-
cho dinero. Cifras verdaderamente altas. Aquí en España, la adopción está regida por unas
leyes jurídicas dictadas al efecto, y reformadas en 1970. A las mades que entregan a su hijo
en esta Institución no se les paga nada, pero algunas encuentran otro sistema por el cual
perciben alguna ayuda económica para sufragar los gastos de la clínica, regresar a su pue-
blo, etc.
Condiciones que debe reunir los adoptantes y el adoptado. — ¿Qué se exige a los
adoptantes?
—Si en un matrimonio —y por lo general son matrimonios— que lleven cinco años
casados, como mínimo, buena conducta, demostrada mediante los certificados pertinen-
tes, y declaración jurada de la profesión, con un mínimo de ingresos que se estima en unas
20.000 pesetas mensuales.También los solteros pueden adoptar a los propios naturales a
los que no quieren reconocer legalmente.
Se dan casos en que el abuelo, o sea, el padre la madre soltera, los adopta. Pero son ex-
cepciones. En cuanto a las condiciones del niño que es adoptado, la primordial es que sea
un niño abandonado.
—En las consideraciones de la Junta de Adopción, ¿qué influye más, la categoría mo-
ral o la económica?
—Para nosotros lo primero es el niño. Se trata, incluso, de buscar unos padres para
“ese niño” o a la inversa. Que se adapten uno a otro. Por supuesto que las condiciones
morales de la familia son importantísimas y es lo primero que se considera.
Pero dentro de que se tengan esas condiciones exigidas tratamos siempre de que el
niño vaya a una familia donde esté bien en todos los aspectos, donde halle un auténtico ho-
gar, en el que sea feliz.
Que sepa que es adoptado. —¿Es conveiente que el niño sepa que es adoptado?
Nosotros lo aconsejamos. Por supuesto que lo es, y los padres adoptivos, que real-
mente llegan a ser auténticos padres, deben hacerle saber al hijo, cuando el momento sea
oportuno.

Copiado literalmente del original. ABC. 3-8-1976.


Declaraciones efectuadas por el doctor Jardón a la periodista, Isabel Montejano Montero.

Copiado por P. ESPINA PÉREZ


A TRAVÉS DE LA VIDA (II)
EL NIÑO Y SUS PRIMERAS SENSACIONES
El padre, en esta primera etapa, no significa nada:

FASE ORAL: “DESDE EL NACIMIENTO A LOS DOS AÑOS”

El mundo del niño desde que nace hasta que cumple dos años, es un mundo que
desconocemos totalmente. El niño piensa, el niño reacciona, el niño se comporta
de determinadas maneras y en la mayoría de los casos no sabemos qué le impulsa a
ello. El mundo interior del bebé es una incógnita de la cual apenas se conocen algu-
nas cosas.
Sin embargo, esta incógnita está siendo día a día desvelada por los estudiosos del tema.
Médicos, científicos, psicólogos han dirigido su atención a este muñeco de carnes que
aprende a andar aún casi antes de balbucear sus primeras palabras.

PERSONALIDAD

A la fase que el niño tiene entre su nacimiento y los dos años de vida se le llama
“fase oral”. Es una época que influirá grandemente en la futura personalidad del niño cuan-

A esta pequeñísima edad, el bebe vive de lleno la fase oral. Todo lo succiona. Todo se lo lleva a la boca.
712 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Si las primeras experiencias en contacto con su madre son tímidas, esta situación puede desembocar en
timidez o personalidad insegura.

do sea hombre. Este tema ha sido estudiado muy a fondo por el doctor Aguirre de Cár-
cer, con el cual mantenemos esta entrevista, que es continuación de la que en nuestro pa-
sado suplemento dominical, se publicó con el titulo de “El trauma del nacimiento”. Aho-
ra, hoy, el niño ha nacido ya y comienza a dar sus primeros pasos por esa vida nueva que
acaba de estrenar.
—Doctor Aguirre de Cárcer, ¿porqué a este primer periodo de la existencia se le lla-
ma “fase oral”?
La expresión corresponde a Freud y hace referencia al hecho de que el niño encuentra
su primer placer en la boca. El niño hace con un reflejo de succión que le permite mamar.
Pues bien, este hecho no es para él simplemente una solución a su necesidad de comer, sino
que es un placer más amplio que corresponde, por un lado, a la excitación de las termina-
ciones nerviosas de la mucosa de la boca, y por otra —sí la lactancia se realiza de una ma-
nera correcta—, a un sentimiento de seguridad, protección y afecto que el niño percibe en
este acto.
—Doctor, usted habla de seguridad y protección hacia el niño por el simple hecho
de alimentarle. Pero si la madre es una persona insegura, inestable, etcétera, ¿el niño lo
nota?

INESTABILIDAD

En la mayoría de los casos, sí, hay ocasiones en las que el niño no busca el pecho de
la madre y en ese caso hay que pensar que algo no va bien. Suele ser que, de una forma
que es muy difícil explicar e incluso conocer, el bebé ha percibido una inestabilidad psí-
quica.
—¿Esta mala relación madre hijo puede influir en el futuro del niño?

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PEDRO ESPINA PÉREZ 713

—No solamente puede repercutir, sino que, de hecho, repercute. Los problemas mé-
dicos no son, en ningún aspecto, problemas matemáticos, y por ello no puedo contes-
tarle rotundamente, pero nuestros conocimientos nos inducen a pensar que este pro-
blema puede llegar a constituir el núcleo de futuros trastornos en su personalidad y en
su conducta. Hoy día se piensa, incluso, en una repercusión sobre la futura capacidad
intelectual del niño. Por ejemplo, se ha comprobado la frecuencia con que coincidía oli-
gofrénicos (retrasados mentales) una mala relación madre hijo en esa primera etapa de
la vida.

TÍMIDO

Por otro lado, hemos de pensar que si las primeras experiencias han sido para el niño
poco satisfactorias, penosas e incluso temidas, ese niño será el día de mañana un predis-
puesto a la timidez o una personalidad insegura. Asimismo, al faltarle lo que biológicamente
necesita, puede quedar “fijado” en mayor o menos grado a esa etapa de su vida y enton-
ces exige el día de mañana lo que no se les dio en su infancia,
—Doctor Aguirre, usted ha mencionado el concepto “fijación”, ¿qué es exactamente
esto?
—Es una especie de recuerdo. En el desarrollo psíquico de una persona, el paso a un
nivel superior no se produce nunca de una forma total y completa, sino que en él persis-
ten siempre en cierto grado características del nivel precedente. Esto es normal. Pero no
lo seria, en cambio, una detención completa, o al menos la persistencia de características
correspondientes a etapas anteriores en un grado mayor de lo que corresponde a lo fisio-
lógico. Un ejemplo bien típico lo tenemos en esos niños que a los cuatro o cinco años si-
guen con un chupete en la boca.

Niño dormido en su hamaca.


714 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

REGRESIÓN

Al hablar de “fijación” conviene hablar de otro concepto que suele estar en muchas oca-
siones relacionado y es el de “regresión”. La “regresión” es un movimiento de retroceso
a etapas evolutivas anteriores. Es una de las características de las mujeres que están espe-
rando un hijo. La embarazada tiende con facilidad a esta “regresión“, a hacerse infantil, a
encontrar todo el apoyo en la madre, etc.
La correlación —continúa el doctor Aguirre— entre estos dos fenómenos psíquicos:
“fijación” y “regresión”, fue magnificamente explicado por Freud utilizando este símil
militar: un ejército avanza en territorio enemigo y al hacerlo va escalonando tropas de
ocupación en distintos puntos del territorio conquistado, Pues bien, cuando más podero-
so sea el ejército de ocupación dejado atrás, más débil será el ejército que intente prose-
guir el avance. Si este último tropieza con una fuerza enemiga demasiado poderosa ten-
drá que detenerse (fijación) o retroceder buscando el apoyo de las tropas de ocupación
(regresión).
—Esto, doctor, da una idea de que unas frustraciones excesivas en el niño pueden fi-
jarle en una determinada etapa de su desarrollo y posteriormente exigir eso que en su mo-
mento le fue negado, pero ¿y el caso del niño al que se le ha dado todo y se le ha mimado
en exceso?
—Este mecanismo, que es el inverso, no sólo puede darse, sino se da, de hecho, con mu-
cha frecuencia. Es el niño que ha experimentado demasiadas satisfacciones en un determi-
nado nivel y se niega a abandonarlo. Este caso es concretamente el de ´”los niños de mamá”
que han de hacer el servicio militar. Las situaciones de jóvenes sobreprotegidos ocasiona-
ron serios problemas al ejército de los Estados Unidos durante la segunda guerra mundial.
—Realmente, tal y como usted lo está planteando y dando a conocer, doctor, la in-
fluencia de la madre es total y decisiva en esta llamada fase “oral”, pero en ella, ¿dónde
queda el padre?, ¿influye para algo?

El doctor Aguirre de Cárcer, conocedor


profundísimo de los misterios del niño desde
Niño llorando. antes de nacer y de la historia a través de la vida.
PEDRO ESPINA PÉREZ 715

LOS PADRES

Los padres no significan nada para el niño hasta los dos años pasados, muy cerca de
los tres. A esta edad, de meses, el niño no tiene un concepto claro del padre. Para él es una
prolongación de su madre y nada más. por ejemplo, los hijos de madres solteras, hasta
esta edad no tendrías ningún problema si no fuera por la inseguridad y alteración que ge-
neralmente perciben en su madre.
—Sí esta relación madre hijo es tan importante, ¿qué opina usted de las mujeres que
trabajan fuera del hogar y tienen hijos?
—Yo aconsejaría a esas madres que dejaran de trabajar, al menos, los tres primeros me-
ses para poderse dedicar enteramente al niño. Pasado este periodo de tiempo, para su per-
sonalidad, su trabajo y actividad profesional es muy importante, que vuelvan a ello. No soy
en absoluto, partidario de que la mujer, por el hecho de ser madre tenga que quedarse en
casa para siempre, ya que, por otra parte, no se trata de un problema de horas junto al niño,
sino de la calidad de su relación. Hay mujeres que en una hora dan más protección y afec-
to que otras en veinticuatro.

RESPONSABILIDAD

Pero quizá, mucho más que nada, en el niño influye la forma de tratarle la madre. A
mi me gustaría recordar a las mujeres que su niño no es de su propiedad. Muchas deben
cambiar su mentalidad de “posesión” por la de “responsabilidad”. Un niño no es como
una casa o un coche, un objeto de absoluta posesión. El hecho de haberlo traído al mun-
do no le da derechos y sus deberes. Les exige una responsabilidad.
Por otra parte —confirma—, si bien al principio la madre debe rodear al niño de pro-
tección y seguridad, debe saber poco a poco, en etapas posteriores, ir desligándole suave-
mente de ella para que el hijo empiece a tener su propia personalidad en lugar de un re-
flejo de la madre.
Estos son los dos primeros años de la vida del niño. Todo un mundo enigmático, en el
que el nuevo ser empieza a sentir, a conocer, a vivir en suma. Dos años en los que no pue-
de decir lo que piensa porque aún no sabe hablar, pero que hay que adivinar esos deseos
y esos pensamientos. Es su fase de conocer sensaciones y sentimientos: y de nosotros, de
los demás, depende cómo sean éstas.

Una serie de Silbely VALLE. (Nuevo Diario - Año 1976)


P. ESPINA PÉREZ
¿HIJOS DE QUIEN? LOS NIÑOS ABANDONADOS

¿Cuantos matrimonios sin hijos desearían hacerse con un bebé entre nosotros?
¿Qué cantidad de dinero estarían dispuestos a pagar?
¿Por qué algunas madres comercializan o venden a sus hijos
¿Cómo funciona el “mercado negro” de bebés?... Preguntas y más preguntas que de-
ben tener sus correspondientes respuestas.
Los hechos están ahí, por crudos y lamentables que nos parezcan.
Y los periodistas únicamente han intentado contar la verdad, aunque duela y resulte
amarga. Es ésta:
Así lo expone en la entrevista que mantuvo el periodista con el Dr. Jardón.
Frente a las 4.700 demandas que se amontonan en los archivos de la diputación Provincial
de Madrid, no hay, en estos momentos, ningún niño que pueda ser adoptado. El hecho es
claro exponente de toda una casuística de frustraciones y de turbios manejos, cuando no de
irresponsabilidades, que bien merecen de por sí un examen lo mas completo posible.
Terminada nuestra guerra civil, a la par que el magisterio de la Iglesia impulsaba con
verdadero fervor lo de “creced y multiplicaos”, en las entonces llamadas “Inclusas” se
amontonaban los niños que necesitados de un hogar, toda vez que el suyo había quedado
destrozado por la contienda. Lo difícil, entonces, era encontrar un sitio para ellos: lo ver-
daderamente problemático estribaba en el hecho de que alguna familia se decidiese a adop-
tarlos, puesto que, parejo con este problema, se encontraban el de la falta de puestos de tra-
bajo o el de la inseguridad en el empleo.
Hoy las circunstancias han cambiado, como lo demuestran esas 4.700 demandas que
no pueden ser atendidas por la vía legal. Pero también es cierto que, a raíz de la crisis eco-
nómica y del paro que estamos atravesando, los abandonos pueden incrementarse, sobre
todo a los niveles más bajos, donde para mayor “inri”, los métodos anticonceptivos son prác-
ticamente ignorados.
Lejos, pues, de disminuir, pueden incrementarse en un futuro los dos casos que podrí-
amos considerar típicos en el abandono; de una parte, el del niño que lo es totalmente, y
por ello tienen opción a ser adoptados, y de otra el de que jurídicamente no se encuentra
abandonado sólo porque la madre le visita cada cuatro o cinco meses.
718 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Estos resultados, porque aún para los primeros queda la posibilidad —casi la seguri-
dad, diríamos— de que, tras una selección entre los solicitantes, vaya a un hogar donde no
ha de faltarle el cariño ni el bienestar económico.

MÁS SOLICITUDES QUE NIÑOS

Mientras las provincias de Alicante, Valencia y Murcia registran el mayor índice de adop-
ciones, Madrid y Barcelona, capitales, que marcan el baremo de los abandonos en Espa-
ña. El doctor Jardón, del Instituto Provincial de Puericultura de Madrid, nos amplia todos
los detalles que consideramos necesarios para una completa exposición del tema, hoy nue-
vamente en el candelero de la actualidad por esta incidencia a que las circunstancias eco-
nómicas tienen en el abandono.
—Empecemos con cifras, doctor. ¿Cuántos niños hay ahora en el Instituto? Ciento
cuarenta, de los que seis pueden ser adoptados jurídicamente.
—Pero ante las cuatro mil setecientas solicitudes pendientes. Sí, podemos decir que
ya lo están.
El Instituto Provincial de Puericultura, versión moderna de la “Inclusa” que antes exis-
tía en la calle Mesón de Paredes de Madrid, es una de las secciones de Pediatría de la
“Ciudad Sanitaria Francisco Franco”. En él se recogen los niños que resultan abandona-
dos por muy distintas causas: desde la separación de los padres hasta los problemas eco-
nómicos que inciden en una familia, pasando por la viudedad de uno de los cónyuges o cuan-
do el niño sea hijo de una soltera sometida al miedo y las presiones de esa sociedad clasista
e intransigente.
—¿Cómo se eligen los matrimonios que han de adoptar un niño, doctor? Esto es algo,
que depende del presidente de la Diputación, José Martínez Emperador. Antes, había una
Junta de adopción en la que se integraba un diputado, el decano del Colegio de Abogados,
el Jefe de la Beneficencia, los directores de los colegios donde se producen abandonos y
un representante médico, todos los cuales estudiaban cada caso por separado y procura-
ban darle la salida más satisfactoria. Pero en estos momentos no sé cómo se, lleva a cabo
la adopción. Insisto en que es algo que depende, única y exclusivamente, del presidente
de la Diputación Provincial.
Decisiones que, sin contar con los elementos de juicio necesarios para darles un de-
terminado valor por nuestra parte, cabe suponer que se ajustarán a una normativa ineludi-
ble. En el momento de la adopción pueden presentarse problemas jurídicos, médicos, o sim-
plemente “de encaje”, determinando, a su vez, actitudes posteriores que calificarán la
adopción como de éxito o de fracaso.

AUMENTAN LOS ABANDONOS

En mil novecientos setenta y seis —nos diría el doctor “Jardón”—, los ciento cuaren-
ta niños que solíamos tener se elevaron a ciento ochenta. Notábamos que venía la madre,
dejaba la criatura y se marchaba sin apuntar claramente sus ideas para el futuro. Entonces
la Ley establece que si pasados seis meses no ha habido ninguna visita, ninguna preo-
cupación manifiesta por esos niños, se les considera abandonados y pueden ser entrega-
dos a las familias que quieran adoptarlo. Claro está, que nunca tomamos tal disposición al
pie de la letra, y antes de cualquier iniciativa por nuestra parte procurábamos ver a la ma-

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PEDRO ESPINA PÉREZ 719

dre o le escribíamos o le enviábamos un asistente social. Caso de no fructificar estas ges-


tiones, entonces sí: entonces lo entregábamos en adopción.
—Ha habido, pues, un aumento de abandonos en el pasado año, ¿Cree usted que pue-
de seguir en el actual?
—Antes de contestar a su pregunta me interesa clarificar el panorama de este tipo de
acciones. Porque junto al caso antes apuntado, y dejando al margen el de total abandono,
hay otro verdaderamente lamentable que también se produce con harta frecuencia. Es el
de las madres que se saben la Ley, que vienen dos o tres días antes de expirar el plazo de
los seis meses, y entonces, sólo por esta visita, pueden tener otro medio año por delante.
“Para mi esto es una canallada”. Si no quieren al niño, que nos dejen hacer, y si lo
quieren, ¿por qué no le visitan con mayor frecuencia? ¿Por qué no le evitan el que tenga
que preguntar, cuando a los demás vienen a verlos, y les traen juguetes, o se los llevan el
fin de semana “si tú eres mí papá, o tú eres mi mamá”? Me estoy refiriendo, por supues-
to a esos niños de dos o tres años que ya empiezan a darse cuenta de las cosas, y sufren.
Aquí en el centro hay un retraso de tipo psíquico dado por el propio hospitalismo. Falta
ese ambiente de familia, ese jugar con el niño y decirle cosas... Porque aunque contamos
con tres turnos de señoritas que son extraordinarias y se esfuerzan al máximo de sus po-
sibilidades, el estar cambiando de manos, de formas de ser, de costumbres, es algo que res-
ta posibilidades a la entrega efectiva del niño.
“Por completar el panorama de esta situación, aún podríamos añadir otros, casos en el
abandono: de una parte, nos encontrarnos con el bebé “sin datos”, que se inscribe en el Re-
gistro Civil, en un plazo de diez días (como marca la Ley, con nombres supuestos, y es ide-
al, jurídicamente hablando, para ser adoptado. Pero tiene un problema médico que se pro-
cura solucionar en esos seis meses de observación: no se conoce el embarazo de la madre,
el desarrollo del parto, si hubo consanguinidad entre los padres, etcétera. De otra parte, está
el niño que llegó con unos datos, tanto jurídicos como médicos, pero al que va a ser muy
fácil seguir la pista una vez entregado en adopción.
—Insisto, doctor Jardón: ¿pueden aumentar los abandonos en este año casi recién es-
trenado? De seguir la crisis económica y el desempleo que atravesarnos, sí. Pero ello da
pie a otro problema. —¿Cuál?—
La adopción directa mediante compensaciones económicas.

UN PROBLEMA ECONÓMICO Y CULTURAL

—¿Hasta cuánto llegan estas compensaciones? Bueno, las hay de dos clases: consi-
deramos que un niño ha sido vendido cuando tras el parto se entrega a una familia por una
elevada cantidad; si lo que esta familia paga es la clínica los desplazamientos, el posterior
restablecimiento de la madre, entonces tenemos que referirnos a una mera compensación.
—¿Hay intermediarios en esto, doctor Jardón? Sí, incluso hubo en Madrid una casa
donde a cambio de veinte mil pesetas dejaban a los niños, que después eran vendidos por
cantidades muy superiores. Más donde el problema alcanza magnitudes asombrosas es en
los Estados Unidos.
—¿Cuánto se paga en España por un niño? Por las referencias que tengo de matrimonios
que vienen aquí con el deseo de adoptar un bebé, se están pagando alrededor de las cien
720 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

mil pesetas. Hace poco me dieron el nombre de un valenciano muy conocido por la Industria
que regenta, quien dio trescientas mil pesetas.
El problema en el fondo, es hoy puramente cultural y económico, salvando otras cir-
cunstancias que puedan también producirse, porque la mujer soltera que no quiere tener
un niño y tampoco rehusar el acto sexual, encuentra a su alcance, con todas las facilida-
des, los modernos anticonceptivos. Más si llegara el caso del embarazo y posterior parto,
no es fácil que se amilane por unas circunstancias, por unos condicionamientos sociales
hoy caducos, y si que haga, frente a la vida con toda la fuerza que una maternidad responsable
puede producir, por otra parte, resulta significativo que el mayor número de abandonos pro-
venga de los estratos culturales y sociales más bajos.
Nos contaba el doctor “Jardón”, que antes, la Maternidad de la Diputación, al lado
mismo del Instituto, tenía siempre su sala para solteras (¡lo que también es una discrimi-
nación incomprensible!) totalmente llena. Ahora, si se quiere tener el niño, se tiene; por
veinte mil pesetas, ya se sabe, está el fin de semana en Londres. No podemos cerrar los
ojos ante unas prácticas abortivas que cada vez adquieren mayores proporciones y que co-
rresponden a otras matizaciones del problema que escapan a nuestra finalidad.

NO HAY TRAUMAS

Después puede haber problemas, claro está. Pero la Ley especifica claramente un plazo
de seis meses (tras los que se entrega al niño) y frente a esto no caben otras acciones legales.
—¿Puede haber traumas en el adoptado si llega a conocer su origen? No. Antes, casi
todas las niñas que teníamos aquí abandonadas, cuando eran mayores trataban de buscar a
su madre. En ocasiones la encontraban, la veían y nada más. No hay traumas por esto, por-
que casi todas las mujeres pueden tener un hijo, pero no todas pueden ser madres, ¿comprende?
Lo cierto, y en su honor hemos de anotarlo, es que este tipo de adopciones por la vía
legal son extraordinariamente matizadas. En el Instituto Provincial de Puericultura se ha
dado el caso de llegar una viuda, sin familia y con doscientos millones de pesetas en su
cuenta corriente, y no poder llevarse un niño por cuestiones ajenas a lo puramente econó-
mico. Es más; en la mayoría de los casos se tienen en cuenta factores de índole afectiva,
educacional y humana antes que el dinero que pueda atesorar el adoptante. Es a los ma-
trimonios que demuestran una verdadera base en esa asignatura tan difícil de la paterni-
dad (al menos, así se hacía antes) a quienes se les da un niño en adopción. Aunque muchas
veces, tras ello, lleguen a tener los suyos, cuando ha desaparecido esa ansiedad que era la
causa fundamental que impedía el proceso de procreación.
Cuatro mil setecientas solicitudes de adopción frente a seis niños disponibles, solamente
en Madrid.
Alicante, Valencia y Murcia registran el mayor índice de adopciones, mientras que
Madrid y Barcelona acusan el mayor número de abandonos.
Por un bebé se pagan 100.000 pesetas de término medio.

NOTA
La Inclusa estuvo ubicada en la calle Embajadores, desde el año 1808 hasta 1927-
1928, si bien estaba comunicada interiormente con la Maternidad que estaba instalada en
la calle de Mesón de Paredes.
PEDRO ESPINA PÉREZ 721

El destino de estas vidas recién estrenadas puede estar sujeto a un previo trato mercantil, propiciado
por una sociedad infinitamente enmendable en este sentido.
722 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

No se incluyen todas las fotos que contiene el artículo, como hubiera sido mi deseo, por el mal estado en
que se encuentran.

Autor: Jose Calabuig en ¿PERSONAS? Año 1976. Copiado por P. ESPINA PÉREZ

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MADRES SOLTERAS: LA SOCIEDAD JUSTICIERA
Año 1976

El problema de los niños abandonados en España, no obstante todo lo dicho anterior-


mente, hubiera quedado incompleto si no tuviéramos las pruebas necesarias para afirmar que,
en efecto, hay un mercado negro de niños en nuestro país. A las palabras del doctor Jardón
hay que sumar nuestras.propias experiencias personales. Unas experiencias que son el fru-
to de ver, preguntar, ser en ocasiones indiscretas Y, ¿por qué no?, hasta un tanto cínicos.
El primer caso que se nos presentó fue el de una mujer soltera que había quedado em-
barazada, fruto de un fin de semana en compañía de varios amigos. El padre de la criatu-
ra, que nacerá allá por el mes de junio, es casado y no quiere saber nada del asunto. Todo
esto, contra lo que pudiera pensarse, ha ocasionado una reacción altamente positiva en la
futura madre, enfrentándose incluso con su familia. Nos explicamos: Cuando ella dijo que
estaba embarazada, la primera solución fue, claro está la del matrimonio. Dado que ello
era imposible, la mujer se vio en la calle, repudiada por sus padres y en condiciones alta-
mente precarias, tanto en el aspecto económico como en el moral.
— ¿Y qué vas a hacer ahora? De momento, estoy viviendo en compañía de una ami-
ga que se independizó hace ya algún tiempo. Sigo trabajando en mi oficina, y cuando el
niño nazca mi vida seguirá como siempre, aunque, eso sí, con nuevos alicientes. No sabes
cómo he cambiado, cómo mi visión de las.cosas ha tomado un giro insospechado y las
ganas que tengo ahora de vivir.
— ¿Estarías dispuesta.a venderme el niño cuando nazca? Eres un desgraciado, ¿sa-
bes? Eso, ni comentarlo siquiera. Persona, pero no serías la primera ni vas a ser la última.
— Allá cada cual con su conciencia. Yo conozco por referencias a una mujer que sí lo
hizo. Desde entonces no vive. Es más: me contaban que puede acabar francamente mal por
la desesperación que la produjo su acto.
“La niña se va de vacaciones y…” ¿Sabes cuanto le pagaron por el niño? Oí que
ochenta mil pesetas más los gastos de la clínica y posterior recuperación en un buen ho-
tel. ¿No tiene posibilidades de recuperar el niño? Lo vendió a unos extranjeros. Ignora in-
cluso su país de origen. ¿Y por qué lo hizo?
— Por la familia. Todo muy copadito, todo muy en la sombra. Ya. sabes: “que la niña
se va de vacaciones por una larga temporada”, y cuando todo había pasado, vuelta al ho-
726 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

gar. Creo que los padres no saben que lo ha vendido, pero ella pensó que era mejor eso que
dejarlo en una “Inclusa”, los tipos aquellos (ese matrimonio extranjero) estaban dispuestos
a pagar ochenta.mil pesetas estos que tenían dinero. Después se informó por terceras per-
sonas y llegó a la conclusión de que se trataba de una familia acaudalada y responsable.
Las solteras embarazadas —lo diría el doctor Jardón— son implacablemente perse-
guidas por las familias sin hijos. De una parte sus propios padres, el ambiente social en que
se mueven; de otra, las dificultades económicas llevan a esa situación, lamentable y odio-
sa entre la amalgama: de casos que pueden presentarse, esos viajes perfectamente organi-
zados al país extranjero donde el aborto ha adquirido técnicas altamente refinadas antes de
que “el bulto” se note. Pero insistimos que no ¿—? este tema que cuadre con nuestros ac-
tuales propósitos.
También nos contaba el doctor Jardón que hace ya algún tiempo que van tras una pros-
tituta cargada de hijos de corta edad, con el fin de atenderlos debidamente hasta incluso,
si ella quisiera entregarlos a familias que van a responsabilizarse plenamente de su edu-
cación. La prostituta, sin embargo, se niega.
“La chica esta embarazada”. Insistimos en que el mosaico de casos que pueden pre-
sentarse con respecto a la adopción de niños es muy amplio. Y de ello, por ejemplo, da bue-
na cuenta otro caso con el que nos encontramos. —Ustedes— hablamos con un matrimo-
nio de cierta edad —adoptaron un niño. O, mejor dicho lo compraron…
Publicado en “PERSONAS”, página, 28. Año 1978. No sé a que Periódico o Revista pertenece.
Copiado por P. ESPINA PÉREZ
POR ENCIMA DE TODO,
QUEREMOS LA FELICIDAD DEL NIÑO”

Declaraciones del Profesor Matos Aguilar, Jefe de la División Pediátrica de la C.


S. P. Francisco Franco
Humano, sencillo, cordial... Esos tres adjetivos, unidos a su prestigio científico, pueden
sintetizar la personalidad del profesor Matos Aguilar, jefe de la División Pediátrica de la que
depende el Instituto Provincial de Puericultura y el Hospital Infantil de la Ciudad Sanitaria
“Francisco Franco”. Que un hombre de la categoría de don Javier, abrumado y entregado
a su trabajo —“en casa apenas me ven...” confesó durante la entrevista—, haga un “alto en
el camino” para satisfacer mi curiosidad periodística tiene un valor que sé calibrar en toda
su importancia. Consciente de esa deferencia sin más preámbulos, abordo el interrogatorio.
—¿Cómo se resuelve, doctor, el problema del enfermito que no puede ni sabe ex-
plicar sus síntomas? Del paciente que aun no habla…
—Afortunadamente todo eso está superado gracias a la técnica moderna. A los tiem-
pos de la medicina empírica han sucedido estos otros en que se cuenta con los más avan-
zados sistemas exploratorios: análisis, radiología, medicina nuclear…
—Al médico de niños se le presentan otros problemas, consecuencia de la vida
moderna: el de la madre que bebe, fuma y hasta se droga...
—Gracias a Dios, el de la madre drogadicta todavía no es problema en nuestro país.
Sí existe en cambio el de la alcohólica; siempre entre otras repercusiones, el feto que lle-
va una bebedora en sus entrañas tiene cambiado su ritmo cardíaco... El tabaco, aunque en
menor grado, es problema también. El fumar no favorece a nadie; lo menos que puede ha-
cer el tabaco es no hacer nada... El peso de un recién nacido, hijo de madre fumadora, es
siempre inferior al peso medio normal...

VIEJOS PREJUICIOS

Todo un mundo, el de los folletones y folletines, novelas por entregas, seriales radio-
fónicos, películas de hijos abandonados y padres desconocidos, le asalta a uno al traspo-
ner los muros del edificio, hoy modernizado, que albergó a la antigua Inclusa. Relatos in-
fraliterarios, pasto apasionante de chachas y porteras. Quiero que el profesor Matos Aguilar
me hable de la problemática de la madre soltera, de cómo se plantea hoy toda la cuestión
de la adopción de niños…
728 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Dr. D. Javier Matos Aguilar.


PEDRO ESPINA PÉREZ 729

—Aquí, me responde, sobre todo y por encima de todo, lo que nosotros queremos es
la felicidad del niño. Ya, afortunadamente, no existe el hospiciano, ni el inclusero. La idea
de que el niño acogido a este centro era un “hijo del pecado”, ya no la tiene nadie. La vida
ha evolucionado favorablemente y el problema de los hijos naturales, el de las madres sol-
teras, de la integración de un niño en una familia, tienen otro enfoque al olvidarse y des-
terrarse viejos prejuicios.

30 AÑOS: 2.498 ADOPCIONES

—¿Cuántos niños se adoptan anualmente?


—Le daré la cifra global correspondiente a estos últimos 30 años; exactamente 2.498…
Es muy curioso observar (y me muestra un gráfico) que si bien desde 1944 hasta 1947 el
número era bajísimo —menos de diez adopciones por año—, a partir del 48 crece pro-
gresivamente hasta llegar a 1970 en que se acercó a las 200.
Luego vuelve a decrecer la cifra (100 adopciones en 1971: 64, en el 72; 75, en el año
siguiente; 60, en 1974…). Esto tiene una clara explicación: la fuerte demanda de los años
anteriores semiagotó las “existencias”.
—Comprendo, dice con orgullo el profesor, que haya muchas peticiones pues tene-
mos unos críos guapísimos…
—¿Cómo se atienden las peticiones? ¿Cualquiera puede adoptar un niño…?
—Aquí se hila muy delgado y antes de confiar un niño a una familia, se hace una inves-
tigación a fondo de sus antecedentes y posibilidades, de los fines que guían a los demandantes.
Le repito lo que antes le dije: Nuestra máxima preocupación es la felicidad del niño; tene-
mos además reglamentado todo gracias a la Ley de Adopción, promulgada en 1970…

FARSAS Y FICCIONES

—Hay que contar, añade, por desgracia, con la falta de madurez psicológica de muchos
matrimonios...
Y me relata casos curiosísimos: como por ejemplo el de los matrimonios que desapa-
recen de su ciudad o de su pueblo, están fuera nueve meses para regresar con un niño que
aseguran haber tenido durante su ausencia; Esto se da muy frecuentemente entre los emi-
grados españoles en América; vienen a su patria, adoptan un niño, emprenden luego un lar-
go periplo por Europa y vuelve a su tierra adoptiva con el niño que les “nació” durante su
estancia en España. También es muy frecuente fingir el embarazo con un almohadón so-
bre el vientre, bajo las ropas, así como todas las molestias inherentes al estado de buena
esperanza; nauseas, vómitos, etc.
• El de la madre drogadicta, todavía no es problema en España, pero si existe el
de la alcohólica.
• En 30 años se adoptaron 2.498 niños; al olvidarse viejos prejuicios, ya no hay
‘“hijos del pecado”.
• Desapareció la Inclusa y el Torno, y los niños no son “incluseros” ni “hospicia-
nos”.
730 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

• El doctor, madridista, partidario de el Viti, y aficionado a la pintura, es un en-


tusiasta de la caza mayor y la fotografía.

LA REVELACIÓN

Sin darse uno cuenta, sin querer, va adoptando el lenguaje de esa infraliteratura... Así,
a este capitulillo lo he titulado “la revelación”. Todo el estilo de una entrega “de folletón”.
Es necesario abordar el tema..
—Un día —planteo— el niño tiene que saber que sus padres no son sus padres.
Un gran problema ese de la revelación ¿no doctor?
—Efectivamente lo es, y espinoso. La Organización Mundial de la Salud aconseja que
se resuelva cuanto antes; Cuando el niño tiene dos años, e incluso antes, hay que ir ya pre-
parándole, insinuándole que existen o existieron otros padres. Las madres que al borde la
cuna comienzan a enseñar a rezar al pequeño y le dice que pida por su “otra” mamá, hace
lo que debe pues es ir conformando la mente infantil para recibir en su momento, sin trau-
mas la noticia de su origen… No es lo mismo la revelación a los tres o cuatro años que cuan-
do ya ha cumplido el niño los diez o doce. Se comprende que es duro y difícil, un verda-
dero trago enfrentarse con la realidad y hasta muy lógico que se vaya demorando y
demorando ese momento; pero hacerlo tarde y mal puede traer fatales consecuencias…

CHOQUE EMOCIONAL

—¿Llega hasta ustedes noticia de esas consecuencias, del trauma que puede pro-
ducirse?
—Ya lo creo. Hay casos impresionantes. Así, el de una adoptada por un matrimonio his-
panoamericano; la niña, muy inteligente y estudiosa, recibió una gran educación que com-
pletó, ya de mujercita, en una Universidad de los Estados Unidos. Un día, una amiguita
en una piscina “piadosa” la enteró de sus orígenes, El choque fue tremendo y la reacción
de la chica, violentísima: se hizo una rebelde, comenzó a odiar a quienes hasta entonces
había adorado. Afortunadamente el proceso se resolvió favorablemente y hoy, casada y ma-
dre de dos hijos, está en magnificas relaciones con sus padres adoptivos, olvidado ya el im-
pacto. No tuvo la misma suerte otra muchacha que tarde y mal, como ya le dije que se hace
tantas veces, por sus propios padres adoptivos conoció sus antecedentes; hoy está internada
en una clínica psiquiátrica y no hay esperanzas de recuperación para su cerebro enfermo.
—¿Qué recuerdos quedan aquí de aquella Inclusa que tanta pseudoliteratura ins-
piró?
—Poco realmente. Ya no existe, por ejemplo, el torno. En 1920 se le hizo desaparecer
cuando se encontró en él un niño degollado. Pero quiero enseñarle algo interesante…

CARTAS CURIOSAS

Del armario empotrado de uno de sus despachos, extrae un viejo rotulo esmaltado, es-
crito en caracteres decimonónicos. El doctor lo ha enmarcado ya que es un evocador re-
PEDRO ESPINA PÉREZ 731

cuerdo, sólo un recuerdo, afortunadamente, de otros tiempos y de otro estilo de vida.


“AQUÍ SE ENTREGAN LOS NIÑOS”, dice él rotulo que figuraba junto al torno en el por-
talón de la Inclusa. Pide el doctor a su secretaria que le traiga una carpeta…
— La de las cartas curiosas —ordena—. Ahí tendría usted material para mil reporta-
jes...
Rebusca en la carpeta. Elige una carta y para demostrar que la imaginación de muchos
autores, es superada por la realidad, la misiva es todo un patético folletón. Un día de Na-
vidad apareció en las escaleras del edificio un niño envuelto en una manta, nevaba sobre
Madrid y el pequeño traía prendida en sus ropas una carta en la que la madre contaba que
aquél niño lo tuvo de soltera y que lo entregó para su crianza a una familia. Pasaron los
años, y contrajo matrimonio con otro hombre que no ignoraba nada del pasado de su es-
posa. La mujer le pidió permiso para llevar el hijo al hogar y que se educase junto al na-
cido de su legítima unión. A partir de entonces la casa fue un infierno pues el marido ante
la constante presencia del chico sentía que se renovaban sus celos y su vergüenza. La ma-
dre, para asegurar la tranquilidad del esposo, tomó la heroica decisión de desprenderse
nuevamente del chico y dejarlo en la Inclusa, a los cuidados de las Hijas de la Caridad…
¡Nieve, Navidad, hijo abandonado, carta lacrimosa, madre abrumada por su pecado de ju-
ventud! ¿No supera todo esto a los más sensibles seriales radiofónicos?…

INCLUSEROS CÉLEBRES

Me habla el profesor de muchos famosos —personajes entre ellos un político obreris-


ta, hoy muy recordado— que fueron incluseros. Requiere la presencia de sor Irene una mon-
jita venerable que ha entregado su vida al cuidado de los niños abandonados —más de
medio siglo de sacrificio y abnegación—. La religiosa tiene perfectamente ordenados y ar-
chivados los libros de ingreso, desde los primeros tiempos de la Inclusa hasta nuestros
días.
— Va usted a ver —me anuncia don Javier— el acta de ingreso del héroe de cascorro,
de Eloy Gonzalo…
Pasa páginas y páginas hasta que la voz, suave y segura de Sor Irene —¡prodigiosa me-
morial—, ahorra la búsqueda:
— En la página 24, doctor… El pequeño Eloy Gonzalo —leo— fue dejado en el tor-
no a las once de la noche del día primero de diciembre de 1869. En un papel cosido a sus
ropas, su madre Luisa García, natural de Peñafiel, suplicaba que se le impusiera al niño el
nombre que luego se hizo inmortal.

CAZADOR, MADRIDISTA, AFICIONADO A LOS TOROS

Antes de iniciar nuestra charla me había pedido Matos Aguilar:


— Por favor, no hablemos de mí; lo que interesa es hablar de la institución y de lo que
se hace en ella…
Obedecí dócilmente, pero sin pretenderlo el doctor, ni quererlo yo, ha quedado refle-
jada una magnífica tarea de la que él es el artífice principal. A pesar de su ruego es preci-
732 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

so, para completar la personalidad de nuestro entrevistado, conocer sus aficiones, si tiene
algún hobby, sus inquietudes culturales.
— Me gusta mucho la pintura pero como carezco totalmente de aptitudes encauzo ha-
cia la fotografía mis aficiones plásticas. Soy un buen lector, no sólo de libros médicos y
de revistas científicas sino de ensayos, de literatura de calidad, de autores de todos los tiem-
pos.
Es un gran cazador y muy aficionado también a la pesca.
— Me entusiasma la caza, preferentemente. Además de un bonito y emocionante de-
porte es un buen ejercicio para conservarse en forma, un pretexto para reunirme con la
familia, a la que tan poco veo a lo largo del año, y para huir de la ciudad, sus problemas
y sus ruidos...
Los cazadores tienen fama de exagerar y hasta inventar sus proezas cinegéticas el doc-
tor Matos no se envanece de su puntería aunque, con toda sencillez.
Confiesa que posee en su hogar y en el campo muchos trofeos, Recuerdos de cacerías
inolvidables. Otro deporte que le apasiona como espectador en este caso, es el fútbol, in-
fluido seguramente por su atuendo profesional un equipo blanco, el Real Madrid, es su fa-
vorito.
—También soy muy aficionado a los toros y asisto a todas las corridas que considero
interesantes, He presenciado con mí hermano Leopoldo varias corridas de la feria de Sa-
lamanca de este año, ya que soy un gran admirador del Viti como lo fui de Domingo Or-
tega…
Gritos y risas infantiles se oyen desde los abiertos ventanales del despacho y corredo-
res, saludables, contentos, bien vestidos, los peques juegan, corren y saltan en los patios
y jardines del edificio. Con su alegría hacen realidad la frase que el profesor Matos Agui-
lar ha elegido como meta, mote y norma “Hacen la felicidad del niño”…

NUESTRAS FIGURAS
Profesor Dr. D. Javier MATOS AGUILAR. Por José Luis DÁVILA.
Revista C. S. P. “Francisco Franco” número 5, de enero de 1977). P. ESPINA PÉREZ
EN ESPAÑA SE MALTRATA A CUATRO MIL NIÑOS
CADA AÑO
Cada año un 6 por mil de los niños que nacen en el mundo están destinados a ser víc-
timas de sus padres e, indirectamente, víctimas de los desajustes de una sociedad que en-
salza la infancia y aparenta protegerla como el mayor tesoro, mientras de hecho vuelve
la espalda a un problema que aumenta y se desarrolla inexorablemente: las torturas y
malos tratos por parte de los padres. LOLA GALÁN analiza las posibles causas y las in-
dudables consecuencias de este fenómeno social, cruel e inhumano, común a todos los
países desarrollados.
La infancia no es una etapa mítica y feliz de la vida, es un largo periodo de impoten-
cia que puede marcar para siempre a un ser humano. En contra de lo que se quiere apa-
rentar por todos los medio, el niño es la gran víctima de un engranaje social que se endu-
rece por momentos y en el que la fuerza y la violencia son valores apreciados en la práctica.
Marcos Sires. Torturado a sus escasos cuatro años, ha venido de pronto a golpear las
conciencias de los mayores, ese mundo distinto del adulto que se olvida con demasiada fre-
cuencia de que los niños tienen derecho al respeto y a la justicia.
Marcos es uno de los 4.000 niños que sufren de violencias físicas en España. Las es-
tadísticas no abundan y el tema es poco menos que desconocido para la mayoría de los es-
pañoles. Se tortura a los niños en el Reino Unido, en los Estados Unidos, pero no en Es-
paña. Nada más falso. Talvez la única diferencia esté en la riqueza de datos, en el número
de denuncias, en la estructura misma de la familia.
Los niños españoles no son una excepción. Aquí, como en el resto de los países lati-
nos, las relaciones familiares y la amplitud de la propia familia, en la que se incluyen los
tíos, los abuelos, los hermanos y a veces los vecinos, hacen que la violencia rara vez al-
cance cotas tan terribles como en el caso del pequeño Marcos.
Pero las condiciones para la violencia existen, existen todos los factores, aunque en-
cubiertos en una caída, un golpe, un accidente cualquiera.

UN POCO DE HISTORIA

Los traumatólogos norteamericanos fueron los primeros en darse cuenta de determi-


nadas marcas extrañas en el esqueleto de algunos niños. Posteriormente Henry Kemper. Uno
de los más importantes estudiosos de este tema, configuró su teoría del llamado síndrome
del niño golpeado.

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734 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

“Los malos tratos y las torturas a los niños, por brutal que parezca, es un comportamiento relativamen-
te común a todos los países pretendidamente olvidados”. AP.

Los padres que torturan o golpean a un hijo muy raramente reconocen haberlo hecho,
normalmente enmascaran la verdad asegurando que el niño se ha accidentado solo. La la-
bor del médico y de los asistentes sociales seria precisamente el investigar en las heridas
para dar con su verdadera procedencia: Según el profesor Alfred White Frankli, el niño que
ha sido torturado se muestra feliz y tranquilo una vez en el hospital, gana peso y se desa-
rrolla normalmente.

LAS CIFRAS DE UNA TRAGEDIA

Setecientos niños mueren anualmente a consecuencia de los malos Tratos en el Rei-


no Unido, 2.000 en los Estados Unidos, cifras menores, sin especificar, en España, Ita-
lia, Francia. El problema no conoce fronteras, por que los factores se producen en el
mundo entero. ¿Pero quienes son esos padres capaces de golpear a sus hijos hasta ma-
tarles?
Hay un índice bajo de padres sicópatas, según han demostrado los estudios realizados
en otros países. La mayor parte son personas normales que se encuentran sometidas a una
serie de tensiones sociales excesivas. En septiembre del pasado año se celebró en Gine-
bra, patrocinado por la Organización Mundial de la Salud, un congreso sobre este tema que
reunió a casi trescientos especialistas entre sicólogos, médicos y psiquiatras del mundo en-
PEDRO ESPINA PÉREZ 735

tero. Como representante de España participó el doctor Oscar Valtueña Borque, que ha de-
dicado gran parte de su vida al estudió de la violencia contra los pequeños.
En el congreso se analizaron con relativa profundidad los factores que intervienen de
alguna manera en el comportamiento violento de los padres con sus hijos.
Entre los más importantes se encuentra el aislamiento social.
De ahí que entre los grupos de inmigrados se produzcan con mayor frecuencia este
tipo de agresiones. El individuo aislado crea una fuerte agresividad contra el medio, que
termina descargando en el ser más indefenso que tiene a su lado, el niño. La excesiva ju-
ventud de los padres, que se enfrentan con las dificultades que entraña la crianza de los hi-
jos sin tener la preparación necesaria para ello. Esta falta de preparación es uno de los da-
tos que constató el congreso como más graves. Naturalmente las dificultades financieras
son otro de los factores más claros que incrementan la irritabilidad de los adultos.
La gravedad de este fenómeno mundial es tanto mayor cuanto que esos niños golpea-
dos serán a su vez verdugos de sus hijos o irán a engrosar las filas de una preocupante y
creciente delincuencia juvenil. El 80 % de los jóvenes delincuentes en los EE. UU. han sido
víctimas de malos tratos en su infancia. Porque además de la huella puramente física de
la tortura existe el trauma psicológico. Los pediatras y psicólogos coinciden en afirmar que
la no-aceptación del niño por parte de los padres es causa de muchas anomalías y retrasos
en el desarrollo general el pequeño, casos de dislexia o las dificultades para expresarse que
en un angustioso círculo concéntrico exasperan más a los padres, moviéndoles de nuevo
a la agresión.
La falta de afecto es la fuente de casi todos los problemas que engendra el descuido, la in-
diferencia, la incapacidad de sacrificio por una criatura que no puede valerse por sí misma.
Es más divertido vivir cuando se ha sido deseado, anuncia un cartel del Movimiento
por el Libre Aborto y la Contracepción (MLAC) francés. Y lo cierto es que la mayor par-
te de las víctimas de este tipo de agresiones no han sido deseadas. En una sociedad en que
los medios anticonceptivos son desconocidos para la inmensa mayoría de la gente y el
aborto es contemplado como el mayor crimen, resulta complicado acabar con este factor
de rechazo. Es preferible seguir prediciendo estadísticas. Sesenta mil niños padecen cada
año en los Estados Unidos el suplicio de los golpes y torturas, teniendo que ser internados
en hospitales a pesar de que es siempre una minoría los casos que pueden ser constatados
y que trascienden el marco del hogar.

LA LETRA CON SANGRE ENTRA

Lo que ha sido durante muchos años un lema en la enseñanza y el principio rector


de la educación infantil hoy es ya tan sólo un desagradable recuerdo, aunque todavía se
producen hechos aislados que son testimonio de que algo no funciona. Lo cierto es que
en España el sistema educativo de las palizas no ha desaparecido por completo. Se pega
a los niños, aunque no a los niveles de tortura o de lesión, como una forma de descar-
gar la agresividad o porque se piensa que es la única manera de que aprendan que esto
o aquello no se puede repetir. ¿Pero hasta que punto es útil este sistema? Para A. S.
Neill. Uno de los más revolucionarios educadores que han existido, golpear a los niños
es siempre una demostración de odio, una descarga emocional. En cualquier caso, y
aunque se trate sólo de un golpe ocasional provocado por los nervios y el esfuerzo nor-
736 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

mal que supone el cuidado de los niños, las normas pedagógicas modernas desaconse-
jan el recurso al cachete.

RESPETO A LA INFANCIA

Está demostrado que el niño, es el resultado de un ambiente familiar. Que su conduc-


ta y su desarrollo está íntimamente ligados al papel que ocupa en ese complejo engranaje
emocional que es la familia. Pero lo cierto es que en su seno el niño es un sujeto indefen-
so en manos del adulto. La sociedad ha dicho que las relaciones padre-hijo están regula-
das por el afecto. Así ocurre en la mayoría de los casos, pero las excepciones quedan prác-
ticamente al margen de cualquier control. La ley no puede entrar en el terreno íntimo de
la familia para prever los casos en que el afecto no está presente y por tanto no regula
nada.
Luchar contra las torturas a los niños es una tarea compleja, pero imprescindible, de
la que depende en gran medida la salud mental y la tranquilidad de toda la sociedad.
El País: En España se maltrata a cuatro mil niños cada año.
10-3-1977 Por Lola Galán
Copiado P. ESPINA PÉREZ
Sólo diez están legalmente abandonados Día 3 de junio de 1977

CIENTO CUARENTA NIÑOS, ACOGIDOS


EN LA INCLUSA DE MADRID (3-6-1977)

El Instituto Provincial de Puericultura, en la calle de O’Donnell es hoy lo que los es-


pañoles, desde que recuerdan, han conocido por el nombre de Inclusa. En los archivos de
la institución hay libros que testimonian su funcionamiento desde el año “1505”, pero fun-
dados motivos hacen cifrar su puesta en marcha en las fechas del Descubrimiento de Amé-
rica. En este edificio antiguo, en el que se ubicó en el año 1927, están acogidos no sólo los
niños abandonados por sus padres tras su nacimiento, sino también aquellos cuyas fami-
lias, por problemas económicos o sociales, han tenido que confiarlos a la institución.

SÓLO DIEZ ESTÁN LEGALMENTE ABANDONADOS

En unas amplias salas comunes, con puertas a una gran terraza, transcurren sus tres pri-
meros años, los más delicados en la formación de su carácter y efectividad. Trescientas cin-
cuenta personas. A.T.S. auxiliares y personal de limpieza, divididas en tres turnos, atien-
den a sus necesidades a la vez que intentan suplir la falta de afecto directo de una madre
que sufren estos pequeños. También médicos, asistentes sociales y psicólogos se preocu-
pan en facilitar el bienestar de su futuro.
Recorremos el centro y nuestra primera visita es para la sala de los más pequeños, to-
dos abandonados. Doce niños de menos de un año toman el biberón de manos de las en-
fermeras, algunos nos sonríen mientras nos enteramos de que tras su apariencia, en mu-
chos casos normal, esconden graves problemas médicos: mongolismo, cardiopatías,
deficiencias congénitas y hereditarias… allí nos dicen, ante nuestra sorpresa, que algunos
matrimonios cuando tienen un hijo que nace con alguna dolencia incurable le abandonan
en la institución para verse libres de la fatal carga. Precisamente hacia sólo dos días tres
niños con parálisis cerebral habían sido trasladados a centros psiquiátricos pagados por la
Diputación para dejar pasar allí los días hasta su muerte. En estas circunstancias hay 125
niños repartidos por toda España. Pero volviendo a los pequeños de la sala, éstos no po-
drán ser adoptados hasta que curen de sus dolencias o hasta que un matrimonio al que no
importe la situación del niño decida llevarlo a su hogar.
738 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Hay matrimonios que cuando tienen un hijo


incurable le abandonan en la institución

Las palabras madre y padre son frecuentes en el lenguaje de estos niños. Se han convertido en una
especial obsesión para ellos.

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PEDRO ESPINA PÉREZ 739

UN LENGUAJE ESPECIAL

Después, y ya en la sala de los mayores, hasta los tres años, observamos como se api-
ñan, cuando nosotros entramos, en torno a la enfermera y auxiliares que les cuidan. Las
palabras madre y padre son frecuentes en el lenguaje de estos niños. Más bien diría que
se ha vuelto una especial obsesión para ellos. La asistenta social nos diría después como
los más afortunados, aquellos cuyas madres vienen a buscarlos para pasar en su compa-
ñía el fin de semana, a la vuelta presumen ante los demás de su mamá y de los juguetes y
cariño que les han dado. También nos hablaría de que la inclinación hacia cualquier hom-
bre,que penetre en su ambiente es inmediata y como la palabra papá brota enseguida de
sus labios. Es la réplica lógica de unos pequeños que ven pasar su primera infancia en la
compañía exclusiva de mujeres.
En el piso superior viven 27 madres que cuidan de sus verdaderos hijos. Se trata, en
su mayoría de mujeres solteras que en su embarazo recurrieron en busca de ayuda al Ins-
tituto. Muchas dieron a luz en la maternidad de la Diputación y después, se ingresaron
con los recién nacidos en el centro. Allí tienen la posibilidad de pasar tres años con sus hi-
jos, a la vez que realizan labores de limpieza y de cuidados para todos los demás acogi-
dos. Por su trabajo, además de su manutención y la del niño, reciben un sueldo de 3.000
pesetas, que pueden verse aumentadas en otras 2.500 por buen comportamiento, al cabo
de los tres años, edad límite en que el niño puede permanecer en el Instituto, ellas pue-
den elegir entre comenzar una vida normal trabajando y viviendo en su casa con su hijo o
dejar que éste pase al centro escolar, en donde seguirá sus estudios. Con este régimen se

En unas amplias salas comunes con puertas a una gran terraza transcurren sus tres primeros años, los más
delicados en la formación de su carácter.
740 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ha conseguido que el niño pueda disfrutar de su madre en los momentos en que le es más
necesaria por lactancia y afecto, a la vez que a la mujer se le da la opción de reemprender
su vida sin agobios.

EL TORNO YA NO EXISTE

Pero, por desgracia, estos casos son poco frecuentes, y la madre en estas circunstan-
cias, prefiere abandonar al hijo que le va a provocar grandes problemas, tanto económi-
cos como de rechazo, por parte de la sociedad que la rodea. Pero… ¿cómo se efectúa el
abandono? Casi todos hemos oído alguna vez hablar del torno al que la madre accedía en
el más completo anonimato y tras el que una monja recibía al pequeño. También recorda-
mos la imagen del recién nacido abandonado a la puerta de la Inclusa sin ningún dato o a
veces con alguna señal que facilitara posteriormente su identificación. Nada de esto exis-
te ya.
El torno dejó de usarse cuando la sede de la institución se trasladó de la antigua Inclusa
de la calle de Mesón de Paredes a su actual ubicación, en la calle de O’Donnell. Hoy la
madre que llega al Instituto con la intención de abandonar a su hijo es recibida por una mon-
ja de ochenta y seis años que lleva dedicados cincuenta y siete años a este cometido. Su
nombre lo silencio porque ella misma me pidió que lo hiciera. A ella llegan continuamente
muchos de los antiguos acogidos para saber si puede facilitarles algún dato, alguna pista
que les oriente en la búsqueda de la madre que siempre les ignoró, en sus archivos, mu-
chas veces no hay respuesta, pero siempre tiene alguna palabra de consuelo. En su larga
etapa de recuerdos esta es la época en que tiene menos trabajo. Hubo años en que el nú-
mero de niños acogidos era de 1.200 y el ritmo de abandonos alarmante.

UN PEQUEÑO HISTORIAL

Su cometido, además de recoger al niño, consiste en averiguar de la madre cuantos


datos pueda sobre el hijo: cómo ha sido el embarazo, el parto, detalles sobre consangui-
nidad y enfermedades de los padres, alimentación, vacunación… etc. Son datos que ayu-
darán al niño y facilitarán la labor de los médicos, que le atienden. No se obliga a la ma-
dre a que diga su nombre ni se le recrimina su actitud: sólo se la ruega este pequeño
historial, y aun a eso se niegan muchas de ellas dejando al niño como si se tratara de un
paquete.
Antes se procuraba que las madres recapacitaran sobre el abandono; pero hoy, sabien-
do la larga lista de matrimonios que desean ese niño, no se hace porque quizá así se esté
labrando una mayor felicidad para él. Es frecuente, por otra parte, que exista un triste caso
de “clientela” respecto a la Institución por parte de ciertas madres que han llevado allí
dos, tres y hasta siete hijos. Pero no todo es despreocupación. En la mente de la hermana
que recoge a los niños hay casos de madres agobiadas que renunciaron con auténtica pena
a sus hijos para darles la oportunidad de una vida más feliz. En su larga función ha apren-
dido a distinguir la psicología de las mujeres que llegan a ella y sabe a que abandonos
obliga la necesidad y a cuáles el egoísmo.
Otras madres, por el contrario, dejan la filiación del niño, dónde fue registrado etcéte-
ra... y, después se marchan. Tenemos, por tanto, dos clases de niños abandonados: los que
PEDRO ESPINA PÉREZ 741

tienen antecedentes y los sin datos. A, estos últimos, y después de un reconocimiento mé-
dico, se les adjudica un nombre y un apellido dentro de los quince días siguientes. El ape-
llido, supuesto, naturalmente, se suele escoger entre los más corrientes. También se les
adjudican unos padres supuestos y una edad. Después, y en cuanto el niño haya cumpli-
do los trámites jurídicos y médicos, es adjudicado a un matrimonio. Transcurridos seis
meses sin que nadie lo reclame, será adoptado. También el niño con datos accede a un
nuevo hogar cuando se ha cumplido el plazo legal sin que nadie se interese por él. Ambos
son, por tanto, vecinos provisionales del Instituto.

RETRASOS MOTORES Y DEL LÉXICO

Así, pues, los qué componen la verdadera población del centro son los niños que tie-
nen padres o familiares que se ocupan periódicamente y con cariño de ellos y aquellos
otros —los más desafortunados y la mayoría— para los que el edificio es su único hogar
y sus cuidadores su única familia. También estos pequeños tienen padres: pero para lo úni-
co que éstos les sirven es para condenarles a una vida de internamiento, a una psicología
de incluserismo. Pasan sus fines de semana y sus vacaciones entre las mismas paredes
desde las que han visto salir a sus compañeros. Esto les vuelve huraños, retraídos y ca-
prichosos, ya que éste es, el único recurso que tiene para llamar la atención y el cariño de
la persona mayor próxima.
Su problema de carencia de afecto impide en muchos casos un desarrollo normal de la
inteligencia y las fuerzas motoras de su cuerpo. Tardan más en andar, en hablar, y los re-
trasos en léxico son abundantes. Por fin se vuelven algo tan difícil de explicar para una fa-
milia normal como son los niños amargos.

Internamiento permanente en la Inclusa provoca una icología especial, que afecta incluso al habla.
742 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Después de los tres años de estar acogidos en el Instituto, durante los cuales las visi-
tas de sus familiares han sido las estrictamente justas para que no les quiten su tutela, pa-
san al centro escolar, en donde seguirán estudiando hasta completar su educación, si es niña,
o desde donde irá al Colegio de San Fernando si se trata de un muchacho. De esta forma
la madre a quien su hijo no le ha dado ningún problema —enfermedad, economía, falta de
libertad— tienen, al cabo del tiempo, una persona que les ayudará en los últimos años de
su vida. Atrás quedarán los años del internamiento al que le ha condenado.
Estos problemas de estancamiento son provocados no solamente por madres solteras,
sino también por separados o viudos. Al servicio de la asistencia social del centro llegan
toda clase de casos. Una de las responsables del mismo me habla del caso de las mujeres
embarazadas que llegan allí en busca de ayuda. La mayoría trabajan como empleadas del
servicio doméstico y la carga que significa su estado de gravidez es gravísima, ya que no
encuentran trabajo, a la vez que se ven rechazadas por sus familias. No existe un centro
donde acogerlas durante ese periodo, pero se las orienta y se las presta atención médica.
Incluso pueden dar a luz gratis en la Maternidad de la Diputación.
Después del parto pueden elegir quedarse internadas en el Instituto con sus hijos. Si no
lo hacen se les pide que tomen una decisión lo más rápida posible sobre el futuro de su hijo.
Sin embargo, muchas de ellas, aún indecisas y en espera de que el padre del niño se de-
cida a contraer matrimonio, lo depositan allí con datos, casi nunca sus esperanzas tienen
éxito, por lo que por fin lo abandonan: pero ya cuando el niño tiene un año o año y me-
dio, lo que supone un trauma para él, o lo dejan en la situación de estancamiento que ex-
plicábamos. Si el niño se queda acogido se exige a las madres que vivan en Madrid, que
saquen a los niños el fin de semana, y no se admiten visitas más que si el pequeño se en-
cuentra enfermo. Se ha solucionado así el caso de la madre que venía media hora a ver al
niño y así se consideraba que había cumplido para otros seis meses. Tampoco se aceptan
como válidas las llamadas telefónicas.
Esta, pues, es la situación en que se encuentra el problema del abandono y la adopción
de niños. Muchos pequeños siguen sufriendo el pecado no cometido de haber nacido cuan-
do sus padres no los deseaban. La sociedad, la irresponsabilidad y el egoísmo decretaron
su destino aun antes de que naciera.

Por Piedad Moreno. ABC de la Mujer. Día tres de junio de 1977. (Fotos: T. Naranjo).
Copiado P. ESPINA PÉREZ
CON LA CRISIS ECONÓMICA AUMENTARÁ
EL NÚMERO DE NIÑOS ABANDONADOS.
6 -11-1977

En el “mercado negro” español se pagan hasta 150.000 pesetas por un niño.


El número de los niños abandonados también subirá a raíz de la crisis económica,
como consecuencia del paro y de las dificultades familiares que este hecho desencadena.
En el Instituto de Puericultura, antigua Inclusa de Madrid, se prevé un aumento sobre los
140 niños que habitan actualmente en él, según informa Logos.
Estos niños “con problemas sociales” —así explica su situación el doctor Jardón— es-
tán internados porque sus padres están separados, la madre se ha ausentado del hogar o el
matrimonio tiene en trámite el expediente de separación.
No son niños en situación legal de abandono, es decir, en condiciones de ser adopta-
dos. La mayoría no están enfermos, se encuentran en el hospital infantil porque allí los ha
dejado su familia y realmente no tiene otro sitio donde estar.
El doctor Jardón nos explica que casos de abandono en circunstancias más o menos no-
velescas se producen actualmente mucho menos que antes. La razón es clara, el uso de los
anticonceptivos. Hoy, la mujer soltera que tiene un hijo lo quiere tener.
—Los niños que llegan en estas condiciones al Instituto, ¿pueden ser adoptados?
—Sí, si se produce la situación legal del abandono, que requiere que transcurran seis
meses sin que nadie con derechos haya reclamado a la criatura.
—¿Es éste el único cauce para adoptar a un niño?
—No. Aunque no es legal, lo más corriente y lo que suele hacer un matrimonio que quie-
re adoptar a un niño es ponerse en contacto con una mujer soltera que esté embarazada y
esperar a que dé a luz; ésta tiene que firmar, cuando nazca el niño; un acta de renuncia y,
con este documento, se inicia el expediente de adopción.
Ahora existe un auténtico mercado negro para la adopción: en los Estados Unidos, por
un niño blanco se llega a pagar a la madre un millón de pesetas; en Italia, unas ciento cin-
cuenta mil; aquí en España, de cien a ciento cincuenta mil.
744 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—Los niños que se abandonan en este centro, ¿de qué condición social suelen ser?
—El niño abandonado aquí es de una clase social muy baja. Suelen ser de muy pocos
días, pero nos llegan de tres y cuatro años, que también encontramos quien los adopte. Un
problema es el no conocer los datos de los abandonados. Necesitaríamos saber datos clí-
nicos de los padres para evitar posibles enfermedades, su filiación.
La casuística que podría referirnos el doctor Jardón sería interminable.
—En este momento hay en este centro unos ciento cuarenta niños que no están enfer-
mos, sino que están internados porque existen problemas en sus familias.
Preguntado acerca de sí considera el número alto o bajo, contesta.
—Hace unos diez años llegamos a tener 1.600 niños. Tuvimos que acudir a familias que
quisieran ayudarnos y tenerlos por un tiempo en sus casas. El número actual —concluye—
no se puede considerar alto, pero prevea una subida en estos meses próximos. El paro, las
dificultades económicas desfavorables desencadenarán una serie de abandonos, y tendre-
mos aquí más niños. Podremos atenderlos, pero el ambiente de un centro sanitario no es
el adecuado para que unos niños se eduquen. Indudablemente necesitan una familia.

Publicado en el diario YA. 6-11-1977


Copiado por P. ESPINA PÉREZ

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Nadie quiere saber nada de ellos

LOS HIJOS MALDITOS


LIBERA ha visitado “La Inclusa y ha convivido en ese mundo
infantil formado por los hijos de nadie”

El.Instituto de Puericultura, más conocido por “La Inclusa”, es el colegio soñado para
algunas familias de escasos recursos económicos, porque, si logran la admisión del niño
o niña en el centro benéfico —empresa bastante difícil, debido a la larga demanda de so-
licitudes y del número de plazas limitadas—, tienen. solucionado el problema de mante-
nimiento y residencia del niño durante la primera edad.
La imagen frecuente hace tan sólo unos años, de inocentes criaturas abandonadas a su
suerte en portales, solares, iglesias e incluso en la propia puerta de “La Inclusa” va desa-
pareciendo, aunque por mucho que cueste creerlo, todavía se dan algunos casos. Como prue-
ba tenemos unos ojitos muy abiertos y un cuerpecito pequeño que fue abandonado en el
frío enero de 1978: envuelto en una fina camiseta, apareció en la puerta de una iglesia ma-
drileña; ahora, Macarena, que así se llama la niña, cuenta cuatro meses.

“Macarena” cuatro meses de edad. Fue abandonada el pasado enero metida en una bolsa de plástico a
la puerta de la iglesia de los Sagrados Corazones, en Madrid. Hoy se recupera de una bronquitis que
pudo ser mortal.
746 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

La madre soltera que decide abandonar en “La Inclusa”, para siempre, a su hijo, nada
más nacer, no causa excesivos daños a la criatura, ya que ésta quedará en disposición de
ser adoptada en breve (siempre y cuando el juez aprecie y declare la situación de abando-
no del menor): así, el niño podrá gozar de la convivencia dentro de una verdadera fami-
lia, Sin embargo, la madre soltera que consigue internar a su hijo en una Casa de Benefi-
cencia, pero sin perder los derechos’de madre que sobre el niño posee, somete. a éste a una
serie de tensiones que en el futuro van a crear muchos problemas psicológicos, porque el
niño se encuentra atrapado entre dos fuegos: uno lo constituye la vida en el estableci-
miento benéfico y otro la figura materna deseada, pero inalcanzable.
En “La Inclusa” viven niños abandonados debido a sus taras físicas o mentales, pode-
mos citar a una pequeñita,. conocida por el apodo de “la Monguí”, que por el hecho de ser
mongólica, fue abandonada por su “padre ingeniero”, tras haber nacido en una de las me-
jores y más elegantes “clínicas” de la capital de España.
Otro caso sobrecogedor es el de “Mamen”, una niña fruto de matrimonio legítimo,
pero ambos cónyuges enfermos mentales: la niña es subnormal profunda, no anda, ni tam-
poco puede mantener la cabeza erguida. Tres hermanos de esta criatura también son de-
ficientes mentales y viven en distintos colegios benéficos especializados, donde suelen
ir a parar estos niños. Mientras, los padres. de Mamen viven en una chabola junto a un
quinto hijo, que se encuentra en parecidas condiciones que el resto de sus hermanos. La
situación de esta familia es patética e inhumana, y cuando el cabeza de familia, que pa-
dece oligofrenia, acude a un médico especialista, en busca de orientación y ayuda, éste
le aconseja que satisfaga sus instintos sexuales con prostitutas o, si no, que se atenga a
las consecuencias.
Los seres abandonados, a causa de sus taras, proceden de todas las clases sociales;
pero, parece ser que existe una mayor repulsa hacía los subnormales en las clases media
y alta.

Namen, subnormal.Hija de un matrimonio legítimo, ambos deficientes mentales.


PEDRO ESPINA PÉREZ 747

Javier nació hace siete años, hijo de dos hermanos, en una buena clínica de Madrid. Es
un abandonado, sin datos que se ve obligado a convivir con niños menores que él, ya que
no le pueden trasladar a otro centro, ni tampoco llevarle a un colegio, porque es invalido,
debido a una malformación congénita de las piernas: operable si tuviese el corazón en
condiciones de soportar la intervención quirúrgica, pero, lamentablemente, esto no es así:
además, padece diversas lesiones internas.

Javier, hijo de hermanos, un niño con una


inteligencia superior a lo normal.

Este es el mundo que conocen los pequeños en la Inclusa.

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748 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Estos hijos desechados están condenados a ir rodando de centro en centro. Nadie les
adoptará; nadie les quiere para sí, sufrirán durante toda su vida la carencia del amor de unos
padres, tan necesaria para todo ser humano, así como el grave problema de la inadaptación
a la vida en comunidad. Tenemos que distinguir tres tipos de inadaptaciones:
1.° El niño que se encuentra ligado a su familia o tutor de alguna manera (la familia
puede estar constituida por abuelos, padres…) y ve a éstos, durante los fines de semana,
de una manera regular o esporádica. Este es un niño que sufre, porque el ambiente en el
que vive es inestable.
2.° Otros niños padecen situaciones desastrosas para su psiquis, sufriendo un olvido casi
total de sus padres, familiares (en cada caso es distinto), ya que éstos se pasan períodos lar-
gos de tiempo, incluso meses, sin saber ni preocuparse de los seres que han traído al mun-
do, pero con la preocupación de, por lo menos cada seis meses, interesarse de forma cla-
ra por sus hijos. Así, éstos no pueden ser adoptados, porque el artículo 174 del Código
Civil establece un período mínimo de seis meses consecutivos, sin que los padres mani-
fiesten voluntad de asistencia hacia el niño que reside en un establecimiento benéfico.
3.° El niño sin datos, es decir el abandonado sin dato alguno de filiación y algunas ve-
ces desde el momento de su nacimiento, es el nido que tiene menos problemas, tanto psí-
quicos como en cuanto a adopción se refiere, lo más probable es que esté poco tiempo en
la casa benéfica, ya que lo normal es que el niño sea adoptado en un plazo muy breve (una
vez cumplimentado todos los trámites), debido a la gran demanda existente entre muchos
matrimonios deseosos de tener hijos.
Aparte de los padres (familiares…) que tienen a sus hijos en “La Inclusa” como si de
un colegio se tratase, sin concienciarse de lo que esto supone para el niño y de los dismi-
nuidos físicos y psíquicos, están los niños abandonados totalmente (sin datos de procedencia
y los padres de estos pequeños son los que más preocupan, desde el punto de vista de los
condicionamientos que pudieran tener para abandonar a sus descendientes.
Estas son algunas de las causas más importantes que los padres o madres creen tener
o tienen para tomar la determinación de deshacerse de los hijos: en primer lugar, podría-
mos hablar de la madre soltera que abandona al hijo por miedo a enfrentarse con la vida:
no obstante, esta causa va disminuyendo cada vez más debido a la modificación progre-
siva de las estructuras sociales.
También está la madre soltera que abandona al hijo, pero no por miedo como la ante-
rior sino por egoísmo: el hijo no deseado estorba, molesta, constituye un problema y en-
tonces, se suprime.
En el caso de las prostitutas que quedan embarazadas, aparte de que en la mayoría de
los casos tienen al hijo con plena conciencia de lo que esto supone y son totalmente res-
ponsables del problema que se les avecina, afrontan la maternidad con una gran naturali-
dad y es rara la prostituta que decide llevar a su hijo a la Inclusa, aunque naturalmente hay
excepciones.
La segunda causa por la que los niños son abandonados podrían ser las desavenencias
matrimoniales, cada día más frecuentes. La crisis de la familia, de la que tanto se habla,
afecta naturalmente al niño con respecto a la Inclusa. Esto se produce fundamentalmente
en la clase baja, ya que las crisis familiares a otros niveles afectan también, como es na-
tural, a los hijos, pero éstos no van a parar a centros de carácter benéfico.
PEDRO ESPINA PÉREZ 749

Primera etapa de su vida: un hogar no es lo mismo.

Sólo una cosa en común: no tienen padre.


750 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Este es el mundo que conocen los pequeños en la


Inclusa.

Como tercer motivo de los padres, para abandonar a su prole podíamos señalar la de-
pravación en algunos ambientes familiares, que normalmente se dan en los sectores,más
ínfimos de la sociedad. Esta depravación puede ser muy diversa, desde una desavenencia
entre cónyuges (debido, por ejemplo, a una mujer prostituta y un marido alcohólico o dé-
bil mental), hasta una unión entre hermanos.
Otros motivos serían la muerte de los padres, o la incapacidad total para poder mante-
ner y hacerse cargo de la criatura, ya sea de origen económico o por enfermedad mental
o física.
Texto: Paloma Cuevas (Fotos: Jiménez) (LIBERA. Año 1978).
Copiado P. Espina Pérez
Los hospicios de 1978

LOS NIÑOS MALDITOS

La Inclusa es el colegio ideal para muchas familias de escasos recursos económicos.


La madre soltera que decide llevar el hijo al Instituto de Puericultura y desea perma-
necer cerca del niño puede hacerlo, ya que el Centro le brinda la posibilidad de trabajar
en él. Existen padres que abandonan a sus hijos debido a sus taras físicas o psíquicas. La
inadaptación social en los niños que viven en la Inclusa es un grave problema social.

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752 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LA INCLUSA, COLEGIO

El Instituto de Puericultura, más conocido por Inclusa, se ha convertido en el colegio


soñado para algunas familias de escasos recursos económicos, porque si logran la admi-
sión del niño o niña en el centro benéfico, empresa bastante difícil, debido a la larga de-
manda de solicitudes y del número de.plazas limitadas, tiene solucionado el problema de
mantenimiento y residencia del niño durante la primera edad.
Muchas personas prescindirán de la posibilidad de llevar a sus hijos a la Inclusa si tu-
vieran a su disposición guarderías gratuitas durante todo el día, donde poder dejar a sus hi-
jos, pero con la posibilidad de que los niños pernoctasen en sus hogares: de esta forma es-
tarían en continuo contacto con los padres, lo cual sería muy positivo, puesto que la corriente
afectiva que se establece entre el crío y sus familiares es muy beneficiosa, sobre todo en
determinados períodos de la niñez.

LA MADRE SOLTERA

La madre soltera que decide abandonar para siempre a su hijo nada más nacer no cau-
sa excesivos daños a la criatura, ya que ésta quedará en disposición para ser adoptada en
breve. (siempre.y cuando el juez aprecie y declare la situación de abandono del menor), y
así el niño podrá gozar de la convivencia dentro de una verdadera familia.
Sin embargo, la madre soltera que consigue internar a su hijo en uña Casa de Benefi-
cencia, pero sin perder los derechos de madre que sobre el niño posee, somete a éste a una
serie de tensiones que en el futuro. van a crear muchos problemas psicológicos, porque el
niño se encuentra atrapado entre dos fuegos. Uno: lo constituye la vida en el establecimiento
benéfico y el otro la figura materna deseada, pero inalcanzable. Así, el niño contrapone su
vida colectiva dentro del Centro a la vida individualizada con la madre. que le tiene en el
olvido. El niño se siente solo y carente del cariño más imprescindible para el desarrollo nor-
mal de su personalidad.
Estos hospicios brindan la posibilidad, en algunos casos, de que madres solteras que
no deseen separarse de sus. pequeños pueden quedarse dentro de la casa trabajando nor-
malmente como auxiliares, para así atender a sus niños personalmente.

EL ABANDONO

En la Inclusa viven niños abandonados debido a sus taras físicas o mentales: estos ni-
ños pasan toda su vida rodando de centro en centro, puesto que nadie les adopta. Estas cria-
turas proceden de todas las clases sociales, desde la más ínfima a la más distinguida, y lo
mismo de matrimonios legítimos que de madres solteras, e incluso a veces son hijos de her-
manos. Estos niños están condenados a padecer la carencia del amor de unos padres.du-
rante toda su existencia.
1.° El niño que se encuentra ligado a su familia o tutor de alguna manera (la familia
puede estar constituida por abuelos, padres…) y ve a éstos durante los fines de semana de
una manera regular o esporádica, es un, niño que sufre, porque el ambiente en el que vive
es inestable, incluso a veces tiene que soportar aciones familiares difíciles de comprender
para él. Se siente desplazado, solo, y esto le lleva a una inadaptación total, que en el futu-
ro tendrá consecuencias muy graves.
PEDRO ESPINA PÉREZ 753

2.° Otros niños padecen situaciones desastrosas para su psiquis, sufriendo un olvido
casi total de sus padres, familiares, tutor (en cada caso es distinto), ya que éstos se pasan
periodos largos de tiempo, incluso meses, sin saber ni preocuparse de los seres que han tra-
ído al mundo, pero con la precaución de, cada seis meses, interesarse de forma clara por
sus hijos. Así, éstos no pueden ser adoptados, porque el artículo 174 del Código Civil es-
tablece un periodo mínimo de seis meses consecutivos sin que los padres manifiesten vo-
luntad de asistencia hacia el niño que reside en un establecimiento.
3.° El niño sin datos, es decir, el abandonado sin dato alguno de afiliación y algunas
veces desde el momento de su nacimiento, es el niño que tiene menos problemas, tanto psí-
quicos como en cuanto a adopción se refiere. Lo más probable es que esté poco tiempo en
la Casa benéfica, ya que lo normal es que el niño sea adoptado en un plazo muy breve (una
vez cumplimentados todos los trámites), debido a la gran demanda existente entre mu-
chos matrimonios deseosos de tener hijos y de darles todo el amor que la vida en un prin-
cipio les había negado.

¿POR QUÉ?

Aparte. de los padres (familiares…) que tienen a su hijos en la Inclusa como si de un


colegio se tratase, sin concienciarse de lo que esto supone para el niño, y de los disminui-
dos físicos y psíquicos, están los niños abandonados totalmente (sin datos de procedencia),
y esos son lo que más nos preocupan desde el punto de vista de los condicionamientos que
754 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

pudieran tener los padres para abandonar a sus descendientes, ya que, como con anterio-
ridad he dicho, estas criaturas padecen menos que los destinados a vivir parte o toda su vida
en un centro benéfico.
Trataremos de analizar algunas de las causas más importantes, que los padres o madres
creen tener o tienen para tomar la determinación de deshacerse de los inocentes que han
traído al mundo
En primer lugar podríamos hablar de la madre soltera que abandona al hijo por miedo
a enfrentarse con la vida; no obstante, esta causa va disminuyendo cada vez más, debido
a la modificación progresiva de las estructuras sociales y la mayor aceptación de la ma-
dre soltera en la comunidad. También hay la madre soltera que abandona al hijo, pero no
por miedo como la anterior, sino por egoísmo; el hijo no deseado estorba, molesta, cons-
tituye un problema y entonces se suprime.
En el caso de las prostitutas que quedan embarazadas, aparte de que en la mayoría de los
casos tienen al hijo con plena conciencia de lo que esto supone y son totalmente responsables
del problema que se les avecina, afrontan la maternidad con una gran naturalidad y es rara la
prostituta que decide llevar a su hijo a la Inclusa, aunque, naturalmente, hay excepciones.
La segunda causa por la que los niños son abandonados podría ser las desavenencias
matrimoniales, cada día más frecuentes. La crisis de la familia, de la que tanto se habla,
afecta naturalmente al niño con respecto.a la Inclusa. Esto se.produce fundamentalmente
en la clase baja, ya que la crisis familiar a otros niveles afecta también, como es natural,
a los hijos, pero éstos no van a parar a centros de carácter benéfico.
Como tercera causa o motivo de los padres para abandonar a su prole podríamos se-
ñalar la depravación en algunos ambientes familiares, que normalmente se dan en los sec-
tores más ínfimos de la sociedad. Esta depravación puede ser muy diversa, desde una de-
savenencia entre cónyuges (debida, por ejemplo, a una mujer prostituta y un marido
alcohólico o débil mental) hasta una unión entre hermanos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 755

Otros motivos serían la muerte de los padres, o la incapacidad total para poder man-
tener y hacerse cargo de la criatura, ya sea de origen económico o por enfermedad men-
tal o física. Podríamos seguir señalando causas por las que una persona toma la tremen-
da decisión de abandonar a su descendencia, pero creo que existen tantas causas como
personas, porque cada problema es particular, único y los determinantes sociales que en
cada caso influyen deben analizarse con gran detenimiento y minuciosidad. El problema
social está ahí. Todos debemos conocerlo, entender y remediarlo en la medida de nues-
tras posibilidades.
“Los niños que tienen taras físicas o mentales no son adoptados por nadie”.
“En ocasiones, familias acomodadas abandonan a sus hijos al descubrir que es-
tán enfermos”.
Diario ARRIBA, Informe Paloma Cuevas (Fotos Jiménez).
Vienes 10 de marzo de 1970
Copiado por P. ESPINA PÉREZ
“ESTE AÑO AUMENTARÁN LOS ABANDONOS
DE NIÑOS” 1978

“El hijo abandonado es en cierto modo un privilegiado, porque deja a una madre que
no tiene ningún cariño por él, y va a parar a una familia que, precisamente al no poder
tener hijos, se desvive en atenciones” El doctor Jardón lleva muchos años como director
del Instituto de Puericultura, antiguo Hospicio (Debe decir Inclusa) de Madrid. Sus pa-
labras pueden parecer, quizá, un poco frías.
Puede que no se ajusten a la idea que muchas personas tienen sobre la inclusa, pero son
palabras de un experto, de un hombre con una gran carga de responsabilidad a la hora de
encontrar nuevo hogar para los que no lo tienen. “todas las mujeres pueden tener hijos —ex-
plica el doctor— pero no todas son madres. Las mujeres que adoptan niños son auténticas
madres.”
—Doctor. ¿qué motivos influyen en una madre para abandonar a su hijo?
—Principalmente económico. Podemos hablar de dos clases de niños los que son aban-
donados y nadie reclama, y los que son depositados porque sus madres trabajan y no pue-
den atenderlos. Ya no se dan casos de solteras que por “pudor” no afrontan la responsabi-
lidad, y si se dan es en un tanto por ciento muy pequeño.
—¿Actualmente, se dan más o menos casos de abandonos?
—Desde el año 1945 hasta el 60, la cifra ha ido en aumento. En este último se llegó al
récord, aquí hemos tenido unos mil doscientos niños, la mitad de los cuales fueron entre-
gados a familias distribuidas por diversos pueblos de la zona centro. La Diputación ayu-
daba a las familias que los tenían y ellos recibían ayuda médica por parte nuestra. Desde
el sesenta, la cifra ha descendido. Hoy tenemos cerca de ciento cuarenta. Para este año cre-
emos que la cifra aumentará.

MÁS ADOPCIONES

—¿Qué pasa con los pequeños una vez que entran en el Instituto de Puericultura?
—Aquí permanecen hasta los tres años, luego pasan a la Ciudad Escolar si la madre
no los recoge.

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758 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—¿Abundan los casos de adopción?


—Sí. La estadística nos refleja el alto grado que ha alcanzado la adopción de un niño.
De cuatro casos en el año 1945, se ha pasado a 201 casos en el año setenta. En el setenta
y seis la cifra fue de treinta y siete adopciones.
—¿Y para este año qué se prevé?
—Aún es pronto para situarnos, pero las peticiones que tenemos registradas se acer-
can casi a las cinco mil. Los ciento cuarenta niños que tenemos están aquí porque sus ma-
dres no los pueden tener en casa. Algunas mujeres forman parte de una sección, reciben
de la Diputación cuatro mil quinientas pesetas por cuidar a su niño y algún otro si quiere
y si realizan trabajos de lavandería, se les dan mil pesetas más.
—¿Qué tramites se deben seguir para adoptar a un muchacho.?
—El primero es que el pequeño en cuestión no haya sido reclamado o visitado. Durante
seis meses el niño tiene que estar abandonado por completo. Luego, es ya relativo a quien
lo adopte. La nueva ley del sesenta y nueve, ha rebajado considerablemente los parénte-
sis de tiempo, es decir, si es un matrimonio deben llevar cinco años ya casados, uno de los
cónyuges debe haber cumplido los treinta años, y se valora también la forma de vida de
estas personas, ingresos, etcétera.
—¿La adopción es siempre irrevocable?
—Tras un período de adaptación que suele ser de seis meses, solamente un juez pue-
de romper ese pacto si hubiera denuncia y pruebas de que el niño es maltratado o cosas se-
mejantes. Pero ni uno solo ha vuelto a nosotros por no adaptarse.
—¿A la hora de adoptar suele haber alguna preferencia entre niño o niña.?
—Sí. Todos prefieren a las niñas.
PEDRO ESPINA PÉREZ 759

CONDENADO AL CIERRE

—¿Mantienen ustedes algún contacto con la familia que adopta a un niño des-
pués de haberse producido el hecho?
—Nosotros valoramos todo cuanto pueda ser beneficioso para el pequeño. Tratamos
de que en ningún caso queden cabos sueltos. Luego, son los nuevos padres los que nos es-
criben, nos mandan fotos y éstos, aunque son todavía una minoría, ponen un acento de sa-
tisfacción en nuestra tarea.
El doctor Jardón dice que, a su modo de ver el Instituto de Puericultura puede desaparecer
en breve plazo: “Está destinado a cerrarse porque la labor que desarrolla la puede llevar a
cabo el Hospital Infantil”, cercano en situación y en el tiempo, porque cuando la Inclusa
dejó de serlo, allá por el año 27, el Instituto tenía una pequeña clínica para atender a un
grupo reducido de pacientes. Ahora, éstos son más numerosos que los abandonados. La an-
tigua Inclusa de Madrid, de la que se tienen datos desde el año 1505, ha sufrido diversas
transformaciones. En una de ellas, hace ya cincuenta años, se fundó el actual Instituto de
Puericultura. Sus antiguos pasillos están grabados por los gestos infantiles que empeque-
ñecieron el corazón de más de un médico o enfermera; pero aquí, nadie puede borrar las
perretas y las sonrias que un día encontraron respuestas.
“Las peticiones de adopción se acercan a las 5.000”.
Doctor Jardón, director del Instituto de Puericultura: No estuvo de director, fue un error
del periodista, ocupó el puesto de Jefe Clínico del Instituto de Puericultura.
Por Honorio Feito Rodríguez. Diario MADRID. 29 de marzo 1978.
P. ESPINA PÉREZ
La vieja imagen de la inclusa quedó atrás

LOS NIÑOS INTERNOS DEL INSTITUTO


PROVINCIAL DE PUERICULTURA VERANEAN
EN MADRID

La Inclusa de Madrid ya no es lo que era esa imagen triste, de ansiosas miradas infan-
tiles, de niños que llamaban “mamá” a toda mujer que se les acercaba con una sonrisa en
los labios, ha desaparecido. Hoy la Inclusa es un sitio limpio, aséptico y casi alegre. Al-
gunos dibujos infantiles que salpican las amplias y blancas paredes dan al centro un cier-
to encanto y un aire algo más familiar. Visitar, hoy día, una Inclusa produce la misma sen-
sación que la visita a una guardería, con la única diferencia de que hay mucho más personal
para cuidar a los niños y que pasillos y habitaciones son bastante más amplios que los de
una guardería de Madrid.
Actualmente viven en la Inclusa —que ya no se llama así, sino Instituto Provincial
de Puericultura— unos 120 niños, aunque los fines de semana el número se reduce a
más de la mitad, ya que casi todos ellos tienen padres registrados que van a visitarles
todas las semanas y que en la mayoría de los casos se preocupan por pasar el fin de se-
mana con ellos. Durante el resto de la semana, los niños permanecen en el centro bajo
el cuidado de médicos, monjas, asistentes sociales y auxiliares, que hacen las veces de
padres provisionales hasta tanto los verdaderos se los lleven de nuevo a sus hogaes o
los entreguen definitivamente a otras familias deseosas de tener y cuidar a un niño
como si fuera propio.
En nuestra visita a la Inclusa notamos una cierta frialdad por parte de los directores del
centro. Posteriormente se nos aclaró que todo se debía a la publicación reciente en una re-
vista de un reportaje en el que se denominaba “niños malditos” a los de la Inclusa. Esto
—nos dijo el doctor Jardón— es absolutamente ridículo y falso, ya que estos niños son en
verdad realmente privilegiados. Pasan de unos padres que no les quieren o no pueden te-
ner a familias ejemplares y con una situación económica generalmente bastante elevada.
Nosotros nos preocupamos de que los niños vayan a vivir con familias donde puedan es-
tar lo mejor posible.
Afortunadamente, la Inclusa ya no es lo que era. Ahora los niños realmente abandonados,
cuyos padres renuncian a la patria potestad, son rápidamente entregados a familias que
762 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ansiosamente esperan adoptar un niño y que a veces tienen que esperar durante años para
conseguirlo. Según el doctor Jardón, en estos momentos hay más de 5.000 matrimonios
que tienen solicitada la adopción y que no pueden conseguirlo porque no hay niños para
ellos. Sólo doce de los 120 niños que hay en la Inclusa carecen de filiación y pueden ser
adoptados. Pero estos doce niños son en su mayoría retrasados mentales, mongólicos o tie-
nen malformaciones congénitas, por lo que difícilmente encontrarán unos padres dis-
puestos a adoptarles. El caso de estos niños es realmente triste, porque lo más seguro es
que nunca puedan abandonar la Inclusa. Ni siquiera sus verdaderos padres se preocupan
de ellos. Tal es el caso de Marta, una niña de un año que fue abandonada sin filiación de
los padres, porque había nacido subnormal. Posteriormente nos dice sor Ángeles supimos
que procedía de un matrimonio legítimo con nueve hijos y de buena posición: sin embar-
go no sólo no1a quieren en su casa. sino que ni siquiera vienen a velar.
Excepto estos casos aislados, de niños que por sus condiciones físicas y mentales no
tienen apenas posibilidades de ser adoptados, el resto goza en mayor o menor grado de afec-
tividad paternal, ya que o bien son adoptados por otros padres o en el caso de que la ma-
dre se niegue a perder sus derechos sobre el hijo, se le aconseja por los directores y res-
ponsables del centro a que vea a su hijo con cierta asiduidad, a poder ser una o dos veces
por semana.

LAS VACACIONES SON PERJUDICIALES

Los niños de la Inclusa no gozan de vacaciones. La única diversión que pueden tener
es jugar en el jardín del centro o bañarse dos veces al día en unas piscinas portátiles que
se han instalado para ellos en el patio. También pueden gozar de vacaciones o fines de se-
mana en la casa paterna, siempre que los padres estén dispuestos a recogerlos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 763

Según el doctor Jardón, las vacaciones son más perjudiciales que beneficiosas para es-
tos niños, ya que el número de personas para cuidarlos disminuye en los desplazamientos
y, por tanto, se encuentran peor atendidos, “Incluso cuando vuelven de pasar el fin de. se-
mana con los padres —añade el doctor— vienen desequilibrados, con diarreas, infeccio-
nes del aparato digestivo, etcétera. Todos los lunes se nos presenta alguno de estos casos
en niños que han estado con sus padres”.
Al parecer, la Diputación Provincial disponía antes de una casa en la costa de Lugo,
donde los niños pasaban sus vacaciones; sin embargo, y a la vista de que volvían en ge-
neral más delgados y desmejorados de lo que se fueron, se han suprimido tales viajes. Otra
de las razones de la suspensión de las vacaciones fue la pérdida de uno de los niños en el
mar. Esto motivó el que desde hace ocho años, la Diputación Provincial de Madrid, haya
dado el cerrojazo a las vacaciones oficiales de los niños de la Inclusa menores de tres años.
A esta edad los niños pasan a la Ciudad Escolar “Francisco Franco”, donde conviven en
régimen de internado. A partir de entonces ya pueden disfrutar de vacaciones en las colo-
nias veraniegas que cada año se organizan, no solo para los niños sin familia, sino también
para aquellos cuyos padres no dispongan de medios económicos para desplazarse duran-
te la estación estival a zonas costeras o montañosas, lejos de la gran ciudad, y donde los
escolares puedan tomar contacto de una forma directa con la Naturaleza.

LA MANUTENCIÓN MÁS CARA DEL MUNDO

Los niños de estos centros son “1os más caros del mundo”. Según el doctor Jardón, la
manutención diaria por niño es de 1.100 pesetas, ya que disponen no sólo de servicio mé-
dico diario, sino que las asistentes sociales están prácticamente todo el día pendientes de
los pequeños y jugando con ellos. Por cada seis niños hay una mujer que cuida de ellos.
Esto es posible gracias a que cada vez hay menos niños abandonados y más matrimonios
que no tienen prejuicio de adoptar al hijo de un extraño. Anteriormente, cuando en la In-
clusa había hasta 1.500 niños, los servicios de atención no podían ser tan exhaustivos y,
en muchas ocasiones, los niños eran enviados, en régimen de pensionado, a familias par-
ticulares que habitaban en los pueblos de la sierra. La Diputación pagaba una cantidad a
estas familias que se encargaban durante una temporada de los cuidados del niño en con-
vivencia con sus propios hijos. Si bien en un principio este sistema resultaba más barato,
acarreaba, no obstante, una serie de traumas al niño, ya que convivían con los hijos de es-
tos campesinos pero generalmente en régimen de inferioridad. Al no ser hijos propios
siempre cargaban con las culpas ajenas o eran reprendidos con más severidad.

ALGUNAS MADRES VIVEN EN LA INCLUSA

La madre soltera que por falta de recursos económicos no puede mantener a su hijo tiene
la oportunidad de estar con él y cuidarlo dentro del propio centro. Estas madres cobran un suel-
do de 4.650 pesetas mensuales aparte de unos pluses de buena conducta, que oscilan entre las
dos mil y dos mil quinientas pesetas. A cambio tienen que realizar algunas tareas hogareñas
en el centro. No.obstante, la situación de estas mujeres es bastante precaria. Con un sueldo de
ocho mil o diez mil pesetas, máximo que puedan sacar por su trabajo en el centro, carecen de
la oportunidad de poder pagar su propio piso y vivir tranquilamente con su hijo. Actualmen-
te viven en el Instituto Provincial de Puericultura de Madrid, 21 mujeres en este régimen.

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764 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

En otros casos la situación es totalmente contraria. Madres que no aceptan que sus hi-
jos sean adoptados, pero que sin embargo apenas si se preocupan de ellos y sólo los visi-
tan cada tres o cuatro meses. Esto es el caso de una prostituta, nos dice sor Ángeles, quien
después de muchos intentos ha aceptado dar en adopción a las dos hijas menores, pero no
a las otras. La madre pretende vivir a costa de sus hijas cuando estas sean mayores y ella
se vea imposibilitada de poder seguir viviendo de su profesión.
De todo hay en la viña del Señor, como dice el refrán. Pero lo que sí es cierto es que,
si bien en algunos casos el Estado debería tener capacidad para quitar la patria potestad a
algunos padres en la mayoría de ellos es la propia Administración la responsable de que
se den estos abandonos. Si en España está prohibido abortar a pesar de que el número de
abortos es cada día mayor, la Administración debería al menos dar facilidades a las ma-
dres solteras en viviendas, guarderías, etcétera, para que éstas no tengan que dejar a sus
hijos abandonados o entregados como último recurso a otras familias. Seguro que si se die-
sen realmente estas facilidades el número de niños abandonados disminuiría.

Dr. Jardón.

“La experiencia ha demostrado que el desplazamiento de los pequeños influía


desfavorablemente en su desarrollo”.
“Los fines de semana suelen pasarlos en casa de sus padres”.
“Datos elocuentes: De los 1.500 niños internados en pasados tiempos se ha pasa-
do a 120 en la actualidad. Hoy hay más de 5.000 solicitudes de adopción que no se pue-
den realizar porque no hay pequeños para atenderlas”.
“Un amplio equipo médico-asistencial cuida de estos niños, que —administrati-
vamente— son ‘los más caros del mundo’”.

Isabel Garrido, (Fotos: Boutelier). 3 de agosto de 1978.


(Pueblo) del original por P. ESPINA PÉREZ
DE LOS NIÑOS QUE NADIE QUERÍA:
A LOS NIÑOS QUE NO HAY

El tiempo no vale nada, pero lo debo. La Biblia señala momentos en los que la ley
obliga a quien hurtase, “a compensar el daño siete veces y a perder los haberes de su
casa”. Estoy en manos del doctor D. Javier Matos Aguilar, director general técnico de la
Ciudad Sanitaria ”Francisco Franco” y jefe del Servicio de Pediatría —le corresponde por
tanto, la dirección del Instituto Provincial de Puericultura— a quien he robado con alevo-
sía, una importante cadena de minutos. Haga, pues, contra mí lo que proceda.
Tan original es mi país, que el nombre popular del primitivo Hospital de Niños Expó-
sitos, vino como un milano soplado, sabe Dios por qué caminos. De la España, visitada con
amor por don Antonio Ponz, tomo la cita:
“El nombre de Inclusa le viene con una imagen de nuestra Señora, que en tiempo de
Felipe II, se traxo, a Madrid de la ciudad de Enckuisen en Holanda, y se colocó en ella,
de donde alterado este nombre, degeneró en el de la Inclusa”.
—Hombres hay que ya son historia del lugar que habitan. Doctor Matos, ¿cuán-
do entró en la Inclusa?
—Hace treinta y cuatro años por oposición, como alumno interno. Luego fui ganando
las plazas de médico interno, médico becario, jefe clínico y profesor jefe del servicio, con
la ilusión puesta en proporcionar a estos niños la felicidad que —sin duda— merecen.
—La institución suma ya cuatrocientos años. Sus archivos se conservan con amor
y, muy pronto, pasarán al castillo de Manzanares del Real. ¿Son interesantes?
—Hasta el punto de que la señorita Joan Sherwood, canadiense, ha estado trabajando
con empeño sobre los datos que ofrecen, para escribir una “tesis doctoral” —alrededor de
trescientas páginas— sobre los niños de la Inclusa (años 1700 al 1800), al tiempo que des-
cubre detalles y costumbres de las madres a lo largo de todo el siglo.
—Al periodista le interesan siempre los datos ciertos.
—Tome nota. Desde el año 1700 al 1735 ingresaron una media de quinientos niños. A
partir de esa fecha la media alcanzó los setecientos anuales, para llegar a las mil doscien-
tas criaturas acogidas durante los años que cerraban dicho siglo.
766 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

LA INCLUSA TIENE HISTORIA

Madrid es una ciudad de buen corazón: en el año 1567 se constituye la Hermandad de


Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias —que mantendrá un grupo de personas
devotas y de frailes Mínimo— para hacerse cargo de la convalecencia de los enfermos
pobres que salían de los hospitales sin las fuerzas necesarias para volver a enfrentarse con
la vida. Pasados unos años, la Hermandad decidió hacerse cargo también de los recién na-
cidos “abandonados por sus padres en la vía pública, interior de portales, patios de igle-
sias, rejas de ventanas o en medio de basuras”. La institución tomó asiento en una casa de
la Puerta del Sol, entre Carmen y Preciados, cuando la plaza no tenía la grandeza ni el va-
lor que hoy exhibe. Con el tiempo y la escasez, las cosas se deterioran y las cofradías se
extinguen. Para la Inclusa —presidida por una deficiente organización y con las consi-
guientes dificultadas para obtener ingresos— ningún año fue bueno. Dos siglos más tar-
de, dependiendo ya de la parroquia de San José, puede hacerse un somero “estadillo de in-
fortunios” sobre lo que ocurría en el Asilo de la Puerta del Sol, allí se bautizaba y enterraba
a los pequeños, que casi nunca llegaban a celebrar su tercer cumpleaños.
Carlos III crea la junta de Damas de Honor y Mérito, que dos años más tarde se harán
cargo del Asilo, descubriendo el desorden que rodeaba a la institución: edificios malsanos,
dificultad de nodrizas —el contagio sifilítico asustaba— a las que se entregan tres ma-
mones como mínimo… por seis reales. Todos reclaman que les suban el sueldo y las ar-
cas se hallan vacías.
La estrategia parece clara: es preciso encontrar dinero como sea.
La Bula Cuaresmal debe contribuir a la benéfica obra y, ¿qué tal si se rifan unos cer-
dos el día de San Blas? Da lo mismo: es preciso sacar “tajada” de la carne o de la absti-
nencia.
En 1797, el Hospital de Niños Expósitos apenas dispone de rentas propias y la Junta
de Damas solicita continuamente, con la mano extendida, el capricho de las limosnas re-
ales. Afortunadamente, los pequeños no conocen la situación; pero la sienten. A mediados
del siglo XIX se confían los pequeños a la Diputación Provincial, que ha de recurrir de nue-
vo a la Junta de Damas para que dedique tiempo y amor a las desamparadas criaturas.
A lo largo de tantos años, la Inclusa fue cambiando de sitio: Puerta del Sol, calle
del Soldado (actual Barbieri) y Mesón de Paredes, donde se hace hermana del Cole-
gio de Niñas de la Paz y de la Casa de Maternidad más tarde. Hasta que, al borde de
la etapa dictatorial del general Primo de Rivera, la Junta de Damas, tras acuerdos, pe-
ticiones, dudas y arrestos, decide utilizar unos terrenos cedidos por S. M. la Reina
María Cristina y ensanchar el perímetro con nuevas adquisiciones en la avenida del doc-
tor Esquerdo, famoso alienista alicantino, cuyo nombre protegió “la locura” de levantar
un pabellón de tres plantas para Asilo de San José (sucursal de la Inclusa destinada a
“niños de pecho” y nodrizas) y para acoger en sucesivos edificios a las niñas del Co-
legio de la Paz.

TIEMPO DE MORIR

—Cíteme etapas dolorosas que hayan quedado a popa, en la travesía de los niños
expósitos.
PEDRO ESPINA PÉREZ 767

—A partir de 1922 desapareció el angustioso torno que, al dar media vuelta, separaba
la criatura de la persona que la depositaba, para siempre. Sonaba una campanilla y acto se-
guido el recién llegado pasaba al departamento de los “sin datos”, comenzando a vivir la
condena de sentirse “incluseros”. La desaparición del torno transformó el porvenir de es-
tos pequeños, porque ya fue necesario entregar al recién nacido cara a cara a una persona,
que procuraría convencer al depositante para que no abandonara al niño. Recuerdo a sor
Irene, que estuvo durante muchos años al frente de esta labor receptora: se hizo cargo de
miles de pequeños; pero, logró también que muchas madres se volvieran atrás del inicial
propósito. Incluso, al convencerlas, se originaban actitudes negativas, ya que se conse-
guía que la madre permaneciera unos meses con su hijo para que surgiera en su corazón
un cariño irremplazable: pero a veces una serie de causas desgraciadas o imprevistas da-
ban lugar a abandonos tardíos… aún más dolorosos.

Entrada al portal.
768 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—Cambió el nombre de la Inclusa definitivamente…


—Sí, por el de Instituto Provincial del Puericultura.
—¿Cuál era la situación de los niños entonces?
—La mitad estaban atendidos por sus propias madres, a las que se confiaba otro ma-
món para que mediante la entrega de una cantidad lo aplicara a su pecho, sin embargo, su
amor de madre se volcaba sobre el propio retoño y descuidaba al advenedizo de tal ma-
nera, que, a simple vista, podía darse uno cuenta de quiénes eran los “hijos de madre” y
quiénes los “sin datos” que así los denominaban... La crianza a base de lactancia artificial
tampoco parecía adecuada: el departamento de “los niños de biberón” presentaba unos ín-
dices de mortalidad severísimos.
—Estamos hablando de años muy próximos y la muerte no puede contemplarse
con los brazos cruzados. Siempre hay un hombre providencial…
—Efectivamente, el doctor Alonso Muñoyerro logró la transformación. Apoyado por
los profesores de la Beneficencia provincial —el doctor Marañón entre ellos— y asistido
por toda la Prensa, ensayó un sistema distinto en el nuevo edificio de O’Donnell: qui-
nientos niños menores de cinco años, permanecían en el Instituto Provincial de Puericul-
tura atendidos por sus madres y otros quinientos se confiarían a diferentes familias de las
sierras próximas a la capital en régimen de crianza externa.
—¿Qué se pagaba por atender a los pequeños?
—Cincuenta pesetas al mes. Una cantidad ridícula. El sistema no era óptimo pero, in-
dudablemente, los niños se encontraban mejor formando parte de una familia, por humil-
de que fuera, que en un instituto donde —quieras que no— el “hospitalismo” les hacía per-
der ilusión por las cosas y aún por la vida. Solía decirse que “enfermaban por la alimentación
(se desnutrían) y morían por la infección”. Los que lograban sobrevivir evidenciaban un
retraso de características irrecuperables. Por eso aquellas “familias externas” cumplían
una función impagable: recogían al niño con seis u ocho meses y lo integraban con los su-
yos; de tal modo que, cuando cumplían los cinco años y lo devolvían para que se incor-
porara a los colegios provinciales, la escena partía el alma. La separación resultaba dra-
mática. Recuerdo, a propósito, una afortunada frase de la doctora “Oliva Tomé”, tras
presenciar una de las habituales despedidas: “A ese hijo se le está muriendo su madre y a
esa madre se le está muriendo su hijo”.
—No era corriente entonces. Pocos miraban con amor al inclusero. De un lado,
los prejuicios sociales de la época impedían la demanda; de otro, los derechos per-
manentes de las madres que habían abandonado a sus hijos, adjuntando al hecho, casi
por compromiso, un tiempo de verbo que luego haría célebre el general “McArthur:
‘Volveré’. Tras la amenaza —no de liberación en este caso—”, si durante tres años
no volvían a preguntar por su hijo se declaraba el abandono. Mas, si en este tiempo
se interesaban una sola vez por la criatura —aunque fuera por teléfono—, volvían a
activar el derecho de retención, con el que jugaban hasta que los muchachos, o mu-
chachas cumplían los catorce o quince años. Entonces los reclamaban, con evidente
rechazo por parte de. los asilados, para explotarlos de manera inicua la mayoría de
las veces.
PEDRO ESPINA PÉREZ 769

TIEMPO DE VIVIR

— Afortunadamente, ahora existen otras posibilidades…


— Así es. Aquella obligación que se imponía a las madres solteras, programando a su
hijo automáticamente, un “hermano de leche” terminó. Hoy pueden colocarse en el Insti-
tuto Provincial de. Puericultura colaborando en diferentes secciones: limpieza, lavandería,
plancha, etc. Y, tras la jornada de trabajo —por la que reciben alojamiento, manutención,
vestido y doce mil pesetas mensuales— disponen de todo su tiempo para el hijo.
— ¿Cuándo mejoraron las cosas?
— A partir. del año 1957 crecieron las solicitudes de adopción y en 1970 llegaron a su
cota máxima, gracias a un programa de TVE (1) en el que todos los entrevistados volvimos
a incidir sobre el angustioso problema que representaban esos tres años durante los que el
Instituto no podía disponer de los niños abandonados o sin datos, cuando estaba claro que
era la edad ideal para que pudieran ser adoptados. Tuvimos unas conversaciones posterio-
res con don Pelayo Orie, que, comprendió el problema y apoyó nuestra demanda: no era jus-
to que todas las ventajas giraran en torno a la madre que renunciaba al hijo y que nadie de-
fendiera al inocente. Recuerdo que cierta noche, a las doce, me citaron para informar ante
la Comisión de Codificación del Palacio de Justicia. La Ley se modificó y el “período de
abandono “, durante el cual la madre podía ejercer su derecho, se redujo a seis meses.

RESULTADOS CONCRETOS

— Pudimos potenciar la adopción, que se inclina siempre por niños pequeños. Las so-
licitudes aumentaron y de los cuatro o cinco niños que se adoptaban al año durante la dé-
cada de los cuarenta, llegamos a los doscientos anuales. Actualmente, tenemos alrededor
de cinco mil solicitudes pendientes para prohijar niños.

Niños en el comedor.

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770 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

—Curiosidades, doctor Matos.


—La raza gitana no abandona a sus hijos jamás. A pesar de las dificultades por las que
atraviesan muchas de estas familias en su lucha por la vida, “nunca tiran los niños a la In-
clusa”. Esa es su frase.
—Nombres: Aquellos apellidos tradicionales. —Expósitos, De la Cruz, De Dios,
etc.— han sido suprimidos. Ahora se inscriben con apellidos corrientes.
—¿Qué es el “folio”? —Se llama así —desde tiempo inmemorial—. A la medalla con
número que se impone al pequeño cuando llega.
—¿Cuántos ingresan al cabo el año? —Ciento veinticinco aproximadamente, frente
al millar que ingresaban en otras épocas.
—Mortalidad. —Hace años morían, de cada mil niños cuatrocientos y pico. Hoy, la
hemos reducido a un dos por ciento.
— Problemas. —Los niños mulatos que, inicialmente, parecen blancos. Algunas fa-
milias los han rechazado cuando observaban el oscurecimiento de su piel. Naturalmente,
los niños de color definido sólo los entregamos en adopción a familias que posean pig-
mentación idéntica.

Profesor Matos viendo a un niño.


PEDRO ESPINA PÉREZ 771

—Preferencias de las familias adoptantes. —Niñas, en un noventa por ciento.


—¿De dónde llegan más peticiones? —De Levante y de Córdoba.
—¿Que recomiendan ustedes? —Que los niños —con el tiempo— lleguen a cono-
cer su origen. Pero se les debe decir bien, de tal modo que lo acepten sin traumas.
—¿Meditan sobre la entrega de los niños? —Todo lo posible. Buscamos incluso el
parecido físico de los pequeños con las familias que los solicitan. Y procuramos que los
hermanos gemelos no sean separados.
—Pero, ¿alguien adopta más de un niño? —Por fortuna, los matrimonios que se ha-
cen cargo de una criatura suelen pedir otra al poco tiempo. En su hogar experimentan una
felicidad nueva con el recién llegado y, a fuerza de amor, piensan “que si ellos llegan a fal-
tar algún día, su hijo quedaría solo”. La reacción de defensa les lleva a buscar un herma-
no para ese chiquillo y ciertamente no se equivocan: la alegría aumenta en la familia cuan-
do hacen felices a dos criaturas.
—¿Es la cifra límite de adopción? —Conozco familias con cuatro y hasta cinco ni-
ños adoptados. Y casos concretos de solicitar la adopción de subnormales (2) y niños con
defectos físicos, especialmente cojos. El horizonte de la adopción está colmado de gene-
rosidad, afortunadamente. En 1966, al realizar un reconocimiento, descubrí un soplo de co-
razón en uno de nuestros infantes. Evidentemente, no era fácil entregarlo en adopción,
puesto que requería una dedicación especial. Pero, antes que nada, necesitaba ser opera-
do. Elegí con cuidado un equipo de cirugía en el que había dos médicos sin hijos. Tal como
imaginaba que habría de suceder tras la operación, uno de los doctores adoptó al párvulo,
que por cierto, era precioso.

Niños en el comedor.

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772 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Sala de Boxes.

UNA EXPERIENCIA SINGULAR

—A lo largo de tantos años en el Instituto Provincial de Puericultura, ¿qué caso


recuerda especialmente?
—Hace años, a la caída de la tarde de una Nochebuena, cuando la nieve —gemela de cual-
quier cuento de Andersen— comenzaba a caer, descubrió el portero, sentado en lo que lla-
mamos “Puerta de carros” del Instituto, a un niño aterido con un papel en la mano. Al pre-
guntarle “qué hacía alli”, la respuesta del chiquillo fue terrible: Mi mamá no me quiere.
El papel era una carta escrita con aseo, donde podía leerse:
Estimados señores: Espero que estas cuatro líneas y lo que voy a decirles no me con-
denen, pues yo ya lo estoy y sufriendo mucho por lo que voy a hacer. Este niño me nació
en muy malas circunstancias, pues yo entonces era soltera. Con todo y con eso lo llevé a
una señora para que me lo cuidara. Esa señora ha muerto y, como es lógico, yo me lo tra-
je a casa y mi esposo no puso ninguna objeción. Pero desde que el niño está con nosotros,
mi casa es un infierno. Yo lo llevaría a un colegio, pero mi marido no quiere dar más di-
nero ni saber nada de él. Yo sé que ustedes dirán, o mejor pensarán, que me separe de mi
esposo; pero le quiero con toda mi alma y además, tengo otros hijos y no es lógico, a mi
modo de ver, separarlos. Además, no me pasaría nada de dinero pues trabaja por su cuen-
PEDRO ESPINA PÉREZ 773

ta. Por eso llevo al niño a esa Casa pues quizá pueda hacer feliz a cualquier familia, y él
a su vez, también pueda serlo.
No quiero darles ningún dato, pues el nombre del niño no es como él les dirá ya que
la señora que lo cuidaba era casada y le decía al niño... pero no se llama así. Sin más, se
despide y pide perdón su segura servidora…”.
—Qué tiempo estuvo con ustedes? —Ni veinticuatro horas. Se lo confiamos a una
familia excepcional, que ya tenía adoptados otros niños. Vinieron a buscarlo a la mañana
de Navidad, con regalos y alegría para hacerle olvidar el “mi mamá no me quiere” de la
tarde anterior.
—Pero esa carta… —Mire usted: a veces un acto así por parte de la madre —sepa-
rarse de su hijo para que otra persona lo adopte, dándole mucho más de lo que ella puede
ofrecerle— significa tener un inmenso cariño a su retoño. Esa renuncia por salvarle de
una vida incierta y desgraciada merece todo mi respeto.
El doctor Javier Matos, padre de cinco hijos, es un trabajador infatigable. En los ojos
del fin de semana reparador, puestos en un horizonte de piezas cobradas en el monte o en
el río, adivino muchas horas quietas y de estudio, pensando en los niños; en tantos. niños
como ha cogido, examinado, confiado a unos padres nuevos, mientras repite —como un
slogan ilusionado las cinco palabras que redimen de todo abandono: “Feliz el día de ma-
ñana”. Merece el doctor Matos nuestra gratitud.

José Luis Pecker (Fotos: Rogelio Leal). Abril 1979.


P. ESPINA PÉREZ
774 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

COMO ADOPTAR UN HIJO


Año 1981
Numerosas parejas, que se ven en la situación de no poder tener hijos propios, se de-
ciden por adoptar uno. Pero la aventura de adoptar en España está condicionada actual-
mente por una serie de tramitaciones que alargan el proceso hasta el punto de que, en
ocasiones el paso del tiempo impide que se llegue a producir. Existen muchos niños para
adoptar —se habla de 300.000 menos de hasta doce años de edad en situación de aban-
dono o semiabandono—. Sin embargo, la falta de flexibilidad que se produce a veces en
la entrega de los niños, las largas esperas y el hecho de que la mayoría de las personas
sólo quieren acoger niños menores de dos años. favorecen la utilización de distintas vías
para conseguir bebés, la huida hacia otros países donde sea más fácil obtenerlos e inclu-
so la adopción clandestina a través de un verdadero mercado negro, donde se llegan a efec-
tuar ventas de niños por cantidades que oscilan alrededor del millón de pesetas.
Resulta muy difícil, por no decir prácticamente imposible, conocer la evolución del nú-
mero de adopciones que se realizan en nuestro país. Concretamente, en una ciudad como
Madrid, las tramitaciones legales de adopción se reparten entre cuatro Juzgados de Fami-
lia, creados en septiembre de 1982. Pero hasta esa fecha se distribuían entre los de Primera
Instancia de la capital, con lo que los datos se encuentran desperdigados por múltiples
despachos. Y esto se puede aplicar al resto de países. Sin embargo, hemos podido saber
que en los dos últimos años la cifra de adopciones se ha mantenido bastante estable en Ma-
drid, donde se realizan aproximadamente unas 200 al año. Por otra parte, parece ser que
se adoptan más niños en el norte de España que en el sur y Levante, y que en regiones de-
primidas, como canarias, se producen mas situaciones de abandono de menores.

QUIENES PUEDEN ADOPTAR

La normativa de la adopción, reformada en 1970 y posteriormente en 1981, distingue


dos tipos de adopción; plena y simple. La adopción plena equipara a todos los efectos los
derechos del hijo adoptivo con los de los hijos naturales, quedando completamente inte-
grado en la familia y tomando los apellidos de los padres adoptivos. La adopción simple,
sin embargo, no actúa con ese principio de igualdad y el adoptado conserva sus apellidos.
Según Xavier O’Callaghan, catedrático de Derecho civil, hoy en día debería eliminar-
se esta distinción y dejar una única adopción, la plena, porque así se daría cumplimiento
a las normas constituciones de igualdad de los hijos, sin discriminación y con independencia
de su filiación.
El Código Civil establece que puede efectuar una adopción plena los cónyuges que vi-
van juntos, el cónyuge separado legalmente, los solteros, viudos o divorciados, o bien uno
de los cónyuges al hijo de su consorte, que reúnan estas características: estar en posesión

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776 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

Existen unos trescientos mil niños que podrían integrarse en una familia si su situación de abandono o
semiabandono no lo impidiera. Los pequeños necesitan atenciones que la mejor voluntad de los centros
oficiales no pueden siempre cumplir.

Muchas madres solteras se resisten a abandonar al recién nacido para hacerlo tiempo después, cuando
las posibilidades de la adopción son difíciles y el sufrimiento del niño mayor.
PEDRO ESPINA PÉREZ 777

de todos sus derechos civiles, tener treinta años cumplidos y ser, por lo menos, dieciséis años
mayor que el niño adoptado. En el caso de los cónyuges es suficiente que uno de ellos haya
cumplido los treinta años requeridos.

DÓNDE ACUDIR

Normalmente son las Comunidades autónomas las que, a través de las Diputaciones pro-
vinciales, canalizan las solicitudes para la adopción. También se puede acudir en busca de
información a los Tribunales Tutelares de Menores o a las Juntas Provinciales de Meno-
res. Entre los centros del Consejo General de Protección de Menores se encuentra, asimismo,
el patronato de la Mujer, que acoge a mujeres solteras embarazadas y a veces se da el caso
de que quieren dar a sus hijos en adopción.
Las Diputaciones provinciales son los organismos que tienen la competencia admi-
nistrativa en esta materia. Se encargan de tramitar las solicitudes y de ir seleccionado las
parejas mediante entrevistas personales e incluso visitan su domicilio.
“A nosotros acuden muchísimas parejas que no saben lo que significa adoptar un niño”,
nos comenta Elena Lobo, directora del Gabinete Multiprofesional de los centros escola-
res de la Comunidad Autónoma de Madrid. “La mayoría cree que como no pueden tener
hijos, pues aquí vienen a “elegir” el que más les guste, además tienen una idea un poco mí-
tica o idílica del origen de estos niños. Todavía piensan que proceden de familias de bue-
na clase social que, por alguna oscura razón, se han querido desprender de ellos, pero ig-
noran la verdadera realidad. Los niños que se suelen dar en adopción proceden de estratos
sociales con dificultades graves y a veces han sufrido muchísimo, por eso hay que selec-
cionar cuidadosamente la pareja que los va a adoptar”.
En los centros escolares de la Comunidad Autónoma de Madrid, concretamente en la
Casa de los Niños, se encuentran internados niños cuyas edades oscilan entre los prime-
ros meses de vida y los seis años. La mayoría de ellos proceden de familias inestables con
pocos recursos económicos y de madres solteras. “De la Maternidad Provincial nos enví-
an niños abandonados por su madre en el momento de nacer y estos bebés son los únicos
que normalmente se tienen en cuenta para adoptar —dice Elena Lobo—, además tenemos
un número enorme de niños a quienes el hecho de que los abandonen es un triunfo, por-
que se encuentran en una situación familiar tan pésima que lo mejor que les podría pasar
es que esa familia se olvidara de ellos. Entre ese número de niños, algunos son finalmen-
te abandonados, o bien se cumple un plazo legal de treinta días de abandono, entonces po-
demos instar un procedimiento judicial para que se puedan adoptar”.
Normalmente hay que esperar cuatro o cinco años para poder adoptar un niño. Este
hecho ha fomentado la existencia de un inquietante “mercado negro” de bebés.
Actualmente, la espera para poder adoptar un niño es de cuatro o cinco años en Madrid.
En la selección de parejas intervienen una serie de aspectos económicos mínimos, de tra-
bajo y de estabilidad emocional. Se estudian las características de personalidad de cada uno
de los miembros de la pareja y su adecuación a la del niño. En definitiva, se trata de que
haya un conjunto de circunstancias en la vida de esas personas y en su modo de ser que haga
probable que la adopción sea un éxito, ya que está demostrado que el proceso de selección
es fundamental y que cuando se realiza mal hay muchas adopciones que fracasan. Tam-
bién se establecen criterios de edades, según la de los niños y la de los futuros padres, para
778 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

poder tener siempre disponible un “banco de parejas”, de forma que se pueda elegir inme-
diatamente en cuanto hay un niño para adoptar.
“Las parejas no eligen en absoluto —afirma Elena Lobo—, somos nosotros los que de-
cidimos desde el punto de vista del niño. Intentamos tener un número de parejas constan-
te y así, si de repente nos llegan cinco bebés, puedes tener cinco parejas preparadas. Lo
que pasa es que a partir de que los niños tienen tres años tenemos bastantes dificultades
para encontrar alguien que los adopte, porque todo el mundo quiere un bebé”.
Un niño de cuatro o cinco años ya es consciente de todos los elementos de trauma que
han transcurrido hasta el momento en que es adoptado por una familia. Ese niño puede ha-
ber pasado hambre o angustias y a los padres adoptivos les resulta difícil aceptar esta his-
toria, constituyendo a veces un problema insalvable para el éxito de la adopción.
En el momento que hay un niño disponible se informa a la pareja seleccionada sobre su
manera de ser, sus problemas, así como de las circunstancias que rodearon su situación de
abandono. La pareja se lo piensa y, una vez aceptado, se les presenta al niño “Tratamos de
que sea un momento íntimo, que no haya más testigos que la persona que lo entrega y un
observador, que es el que va a hacer después el seguimiento de adaptación en esa familia”.
Cuando un niño tiene ya más de dos años, suele haber una preparación previa. Además
un psicólogo le prepara y le explica cómo va a salir, con quién, por qué... La decisión fi-
nal es del niño, que de esta forma vive el proceso como algo voluntario.
Durante los primeros seis meses transcurridos desde el momento de la adopción, los
asistentes sociales mantienen contactos muy frecuentes con la familia. Después se van es-
paciando cada seis meses o una vez al año, dependiendo de cada caso.

LAS OTRAS FORMAS DE CONSEGUIR UN HIJO

Alberto y Maribel, treinta y uno y veintisiete años. Después de cinco años de casados y
tras numerosas pruebas médicas, que les confirman la imposibilidad de tener descendencia
propia, deciden adoptar un hijo. Acuden primero a la Diputación Provincial, pero otras pa-
rejas que conocen les informan de que allí ponen muchos problemas, que hay muchas soli-
citudes y que puede tardar años. Casualmente conocen a un sacerdote que está en contacto
con una chica soltera embarazada. La chica quiere abortar, pero él la ha convencido de que
no lo haga y de que si no quiere al niño deje que alguien lo adopte. Mientras dura el emba-
razo ella se marcha a vivir a otra provincia. Alberto y Maribel corren con todos los gastos.
“El día que nació la niña fue un momento muy difícil para nosotros. Hasta que nos la die-
ron pensábamos que la madre se iba a arrepentir, porque nos había dicho que estaba algo in-
decisa y deprimida. Pero cuando nos la entregaron sentimos una gran alegría, desde aquel
mismo momento la quisimos como si fuera nuestra. Ahora nos ha cambiado la vida totalmente
y nos sentimos realmente sus padres.”
“Creo personalmente que la madre de la niña, a la que nosotros no conocemos, adoptó una
postura valiente —afirma Alberto—, pienso que es más difícil, ante la posibilidad de abortar, to-
mar la decisión de dejar que alguien la adoptara, pensando que ella no la iba a poder atender.”
Como en el caso de Alberto y Maribel, muchas parejas encuentran niños para adoptar
a través de médicos, enfermeras, sacerdotes y monjas, que están en contacto de alguna ma-
nera con centros hospitalarios y secciones de Maternidad, a donde a veces llegan madres
PEDRO ESPINA PÉREZ 779

solteras que no quieren quedarse con sus hijos. También a través de instituciones benéficas
como MACI y AEPA. en Madrid, que recogen niños abandonados para este fin.
El problema es que este tipo de adopción no siempre reúne todas las garantías. Por un
lado, muchas veces se presiona a las madres solteras para que se desprendan de sus hijos,
sin que ellas lo deseen realmente. Por otro lado, no existe en estos casos un seguimiento
de adaptación del niño, ni se conocen suficientemente los posibles problemas materiales
o emocionales de la pareja que lo ha adoptado.
Casi todas las parejas quieren recién nacidos y eso agrava la triste situación de los
pequeños entre dos y cuatro años, conscientes ya de su abandono.

MERCADO NEGRO DE ADOPCIONES

El deseo de conseguir un hijo sea como sea, sin esperar, cueste lo que cueste, ha lle-
gado a convertir la adopción en un negocio privado entre los padres o la madre del niño y
los padres adoptivos, en ocasiones con la intervención de intermediarios aprovechados, sin
que la legislación actual sobre este tema sea capaz de impedirlo.
El mercado negro o tráfico de niños” existe, pero la ley del silencio que se mantiene
en torno a estas ventas —que en España están suponiendo, ahora mismo, un millón de pe-
setas por niño—, impide que se puedan detectar y comprobar de una manera fehaciente.

LA FASE LEGAL DE LA ADOPCIÓN

Una vez que la pareja tiene ya en su casa al niño comienzan los trámites legales pro-
pios de la adopción. Esta fase puede ser más o menos larga y se realiza en los Juzgados
de Familia, Las costas del proceso judicial no llegan a dos mil pesetas y no se precisa para
este trámite ni abogado ni procurador.
En el Juzgado los padres adoptivos hacen una declaración voluntaria de su decisión de
querer adoptar. Tienen que presentar un escrito con sus datos, los del hijo adoptado y las
condiciones económicas con que cuentan para poder mantenerlo.
“A los padres no se les pone un límite económico —nos aclara Miguel López-Muñiz
y Goñi, juez de Familia—. “Lo que se trata es de evitar que una persona sin medios o con
muchas cargas familiares recargue su situación con una nueva boca. Esto no supone fis-
calizar económicamente la capacidad de adopción, sino valorar la situación familiar y exi-
gir un limite de responsabilidad”.
Tras la ratificación de los padres hay una prueba testifical y después la documentación
pasa al Ministerio Fiscal, como representante de la sociedad y, por tanto, defensor de los
derechos del menor de edad. Una vez que su informe es favorable se tramita el auto de adop-
ción. Cuando ésta es aprobada judicialmente se otorga escritura pública, inscribiéndose en
el Registro civil donde nació el niño. A partir de este momento, el Registro Civil no pu-
blica ya ningún dato que revele su origen ni su condición de adoptado.
Según Enrique Miret Magdalena, director del Consejo General de Protección de Menores,
la legislación actual sobre la adopción no satisface plenamente la función social que debe
cumplir. La ley no ejerce un verdadero control de las actuaciones que preceden a la adop-
ción, impidiendo el “tráfico de niños” y, por otra parte, la rigidez del planteamiento legal
780 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

dificulta la adopción de menores en estado de semi-abandono, que sufren malos tratos o in-
diferencia manifiesta.
Estos niños, que no están “legalmente” abandonados., pero no pueden convivir con su pro-
pia familia, tienen la posibilidad de que otra familia los acoja provisionalmente, por acuerdo
el Tribunal Tutelar de Menores. En este acogimiento familiar resulta una verdadera contradic-
ción el hecho de que la familia que realmente cuida y da afecto al niño no tiene ningún dere-
cho sobre él, mientras que la familia que le puso en esas condiciones negativas conserva todos.
Si al cabo del tiempo el menor ha mejorado su situación personal se le reintegra a su familia
originaria, ocasionándose a veces verdaderos dramas en el niño y en la familia que lo ha aco-
gido. Sólo cuando su propia familia lo concede expresamente se puede adoptar a ese niño.
“Existe todavía una mentalidad de que los padres biológicos lo son todo —dice Enrique
Miret Magdalena— pero a veces estamos empeñados en mantener una situación, en princi-
pio positiva, y lo que se defiende no es más que un materialismo en cuanto a la interpreta-
ción de lo que es la familia. La familia es fundamentalmente algo moral y psicológico, y
también biológico, pero lo biológico no es lo primordial, porque vemos muchas familias que
no saben cumplir con sus deberes. De ahí que yo entiendo que una nueva legislación tendría
que optar por la defensa del adoptado, del menor”.
Aunque suele ser un paso muy meditado, todavía hay matrimonios que acuden a los
centros a “elegir” niño a su gusto y con ideas románticas sobre el origen de éste.
Desde hace unos años se viene elaborando un proyecto de ley sobre la adopción que in-
tenta flexibilizar los trámites y ampliar las razones de adopción, como por ejemplo en aque-
llos casos donde se demuestre que un acogimiento familiar debe ser permanente, porque no
haya posibilidad de que la propia familia sea capaz de convivir con el menor.
“La tardanza en la elaboración de esta ley se debe a que durante su preparación se ha com-
probado que existen lagunas, que tendrían que ser solventadas con un reglamento que bus-
case la forma de pasar de la situación anterior a la futura de una manera progresista y prác-
tica para aplicarla” —comenta Enrique Miret Magdalena—.
Una de las novedades que se proponen en este proyecto de ley es que el menor debe con-
sentir respecto a la adopción a partir de los doce años, y cuando sea menor de esa edad el juez
deberá tener muy en cuenta su posible negativa ante la adopción. Otra pieza clave de la ley
será la intervención de instituciones de “integración familiar”, del estilo de algunas privadas
que funcionan actualmente como las ya mencionadas MACI y AEPA, pero reconocidas ofi-
cialmente para que puedan intervenir en el proceso de las adopciones.
En materia de adopción hay un descontrol de la realidad. ¿Por qué esas largas esperas para
adoptar si hay tantos niños abandonados? La contradicción es que hay pocos niños para
adoptar justamente por el camino legal y más correcto desde el punto de vista moral, pero
en cambio de otras formas se pueden conseguir rápidamente. Esta nueva ley cuya finaliza-
ción se debería agilizar, controlará los mecanismos de entrega de los niños y mantendrá la
primacía del interés del menor, facilitando los acogimientos familiares y las adopciones
como camino mucho más adecuado para la formación y desarrollo del niño que los puros in-
ternamientos en un centro de protección.

Por María SAINZ-GARCÍA YEPES. Año 1981.


Sin referencia del diaro o revista que lo publicó.
P. ESPINA PÉREZ
PEDRO ESPINA PÉREZ 781

CUANDO EL MUNDO CALLA


(poemas a mis hijos)

Por la noche,
cuando el mundo calla,
desde su silencio
grito vuestros nombres.
En medio de la obscuridad
mis manos se alargan…
…y, atravesando senderos
cubiertos de asfalto,
llegan a vuestra morada
y os rozan la frente
en la tiniebla…
Por la noche,
cuando el mundo calla,
desde su silencio
mi cariño viaja…
Mis ojos,
envueltos en el recuerdo,
siguen vuestro rastro perdido
y, bajo un manto de ausencia,
suplican vuestra mirada
de infancia terminada…
Por la noche,
cuando el mundo calla,
desde su silencio
mi amor se agranda…
Mis labios,
lacerados de añoranza,
besan vuestra adolescencia,
mientras mis venas estallan
y mil gotas de sangre,
como la vuestra,
salpican la alborada…
El caballo de mi mente
las bridas desgarra
y desbocado os busca
por la noche,
cuando el mundo calla,
desde su silencio…

(19 de marzo de 1993, día del padre)


Autor: Miguel Ángel FERNÁNDEZ GARCÍA
782 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

TU VIENTRE VACÍO

Cuántas veces su piel


ha rozado tu cara
en tus sueños
de madre malograda.
Cuántas veces tus pechos
sueñan que le amamantan
cuando llega la noche
y el tiempo se alarga.
Cuántas veces tu vientre,
nueve meses su casa,
se retuerce en su vacío
y te acusa, y te señala.
Cuántas veces has bebido
los licores de su ausencia
y tu que le abandonaste
te sientes la abandonada.
Cuántas veces, sollozando,
recuerdas la madrugada
en que llamaste en esa puerta
y lo dejaste a solas con el alba.
Cuantas veces te preguntas…
¿Dónde moras hijo mío?
¿Con qué familia, en qué casa?
¿Quién mientras tu te duermes
vela al lado de tu almohada?
¿De qué color son tus ojos?
¿Como es la piel de tu cara?
¿De qué forma son tus manos?
¿Tienes dulce la mirada?
Tu castigo es recordarle
y abrazar, en él, la nada
y sin saber si esta muerto
llorarle desconsolada.

Autor: Miguel Ángel FERNÁNDEZ GARCÍA


Madrid (16-1-2002)
COMUNIDAD DE MADRID
CONSEJERÍA DE HACIENDA DISPOSICIONES GENERALES

775 — DECRETO 39/2000, 9 DE MARZO, DE LA INSTITUCIÓN PÚBLICA


PROVINCIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Uno de los establecimientos más reconocidos de la antigua Beneficencia Pública de Ma-


drid, es el integrado por el Colegio de la Paz, (antiguo Asilo de San José), el instituto Pro-
vincial de Puericultura (antigua Inclusa), (1) y la Casa de Maternidad, hoy ubicada entre
las calles O’Donnell, Maíquez, Doctor Castelo y Doctor. Esquerdo. En la villa de Madrid.
El origen de las entidades que conforman el citado establecimiento es más que cente-
nario. El de la Inclusa se remonta a 1572, el Colegio de la Paz se funda en 1579, y la Casa
de Maternidad en 1859. A finales del siglo XIX las tres se agruparon en un solo estable-
cimiento provincial de Beneficencia pública, que ha visto pasar y ha protagonizado no
pocas páginas de la historia de Madrid.
La labor de la entidad ha sido en todo momento intensa y vital para la ciudadanía de
la capital. La atención prestada, pese a las penurias y estrechez por las que en no pocas oca-
siones hubo de atravesar, se desarrolló incesantemente, siendo entidad emblemática para
Madrid.
El paso del tiempo, sin embargo, ha hecho mella en la configuración originaria del es-
tablecimiento. La necesaria modernización de las prestaciones que viene ofreciendo requiere
a la vez una reconsideración de su situación, actualizando su gestión y régimen jurídico.
El compromiso de la Comunidad de Madrid, sus responsabilidades y el objetivo final de
ofrecer un mejor y más eficaz servicio a los ciudadanos aconsejan adoptar medidas que per-
mitan al citado establecimiento seguir cumpliendo los altos fines que tiene recomenda-
dos, procurando para ello un marco adecuado que le permita actuar con eficiencia y seguir
siendo identificado como el centro eficaz y emblemático que todos reconocen.
En virtud de la Ley de 20 de junio de 1849, General de la Beneficencia, se clasifica-
ron los establecimientos públicos de Beneficencia en generales, provinciales y municipa-
les (artículo 2.°). Son establecimientos provinciales, “por su naturaleza, las Casas de Ma-
ternidad y de Expósitos, las de Huérfanos y Desamparados” (artículo 3.°). Por otra parte,
se atribuyen al Gobierno la “dirección de la Beneficencia” (artículo 4.°) y, para auxiliar-
le, en tal dirección, se crean las Juntas Provinciales en las capitales de provincia (artículo
784 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

5). Entre las funciones de las Juntas provinciales se encuentra “proponer a la aprobación
del Gobierno los reglamentos especiales de los establecimientos de Beneficencia de su
cargo y las modificaciones convenientes a los mismos” (artículo 11). Asimismo, se reser-
va el Gobierno la facultad de crear o suprimir establecimientos y agregar o segregar sus
rentas en todo o en parte (artículo 15).
La ley de 1849 fue desarrollada en parte por el Real Decreto de 14 de mayo de 1852,
que, como no podía ser de otro modo, insiste en lo ya apuntado.
Una vez suprimidas las Juntas Provinciales, sus funciones en relación con la benefi-
cencia pasaron a las Diputaciones Provinciales en virtud del Real Decreto de 17 de octu-
bre de 1919, y posteriormente y en Madrid, como es sabido a la Comunidad Autónoma.
En este sentido ya hace tiempo que las instituciones autonómicas se propusieron su-
perar la histórica y vieja concepción de beneficencia, concepción que debe ser sustituida
por otras más novedosas, que garanticen la atención a los derechos propios de todos y
cada uno de los ciudadanos.
Este es precisamente el objetivo que se persigue con la autorización en favor del Con-
sejo de Gobierno de la Comunidad contenida en la nueva redacción que se da a la Dispo-
sición final primera de la Ley 11/1984, de 6 de junio, de Servicios Sociales de la Comu-
nidad: nueva redacción que fue aprobada en virtud de lo dispuesto en el artículo 24 de la
Ley 24/1999, de 27 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas.
En esta línea, la aprobación del presente Decreto pretende facilitar el funcionamiento
de la Institución a la que nos venimos refiriendo, desde el más absoluto respeto a los fines
que históricamente le han sido encomendados y de acuerdo a los que actualmente la mis-
ma debe prestar, como ya se hiciera mediante el Protocolo suscrito entre la Comunidad de
Madrid y la antigua Junta de Damas de Honor y Mérito, hoy Junta de Damas de Nuestra
Señora de la Paz, el 8 de mayo de 1984. En efecto, el citado Protocolo ya recogía una ac-
tualización de los fines de la Institución y una serie de obligaciones encaminadas al mejor
cumplimiento de los mismos, así como la posibilidad de ubicar en los inmuebles determi-
nados servicios administrativos de las áreas vinculadas a las actividades de la Institución.
El Decreto, en aras de una adecuada coordinación, y a fin de optimizar los recursos exis-
tentes y evitar duplicidades, prevé una necesaria colaboración con la Institución por par-
te de los órganos y servicios administrativos de la Comunidad de Madrid, que vienen pres-
tando también este tipo de servicios. Se estable así en el apartado de la gestión una fórmula
que implica y corresponsabiliza a las Consejerías competentes en materia de sanidad y
servicios sociales, entendiendo incluidos todos los órganos y organismos vinculados a las
mismas que puedan realizar esta actividad prestacional, señaladamente hoy el Servicio
Regional de Salud y el Servicio Regional de Bienestar Social.
El órgano de gobierno de la Institución es el Consejo Rector, y le corresponde el ejer-
cicio de las funciones de gobierno, dirección y gestión que históricamente, desde la legislación
del siglo XIX, correspondían a la Junta Provincial de Beneficencia primero y a la Dipu-
tación Provincial después.
Junto al órgano de gobierno se ha configurado un órgano de seguimiento que respon-
de a una particularidad también histórica de la entidad a que nos referimos. Se trata de
respetar las funciones del cuidado, atención y vigilancia que corresponden a la Junta de Da-
mas de Nuestra Señora de la Paz, que tan meritoriamente ha desarrollado siempre en be-
neficio de la Institución de la que ahora se aprueba su nuevo Reglamento. Estas funcio-
PEDRO ESPINA PÉREZ 785

nes, asumidas desde la legislación decimonónica de Beneficencia y actualizadas con base


en la nueva concepción de los servicios que se prestan a los ciudadanos, deben ser reco-
nocidas para garantía de cumplimiento de los fines encomendados al establecimiento.
En su virtud, a propuesta de la Consejería de Hacienda, y previa deliberación del Con-
sejo de Gobierno.

DISPONGO

Artículo 1. Denominación y fines:


1. La antigua Institución Benéfico Provincial, integrada por el Colegio de la Paz (an-
tiguo Asilo de San José). el Instituto Provincial de Puericultura (antigua Inclusa) (2). y la
Casa de Maternidad, con la denominación de Institución Pública Provincial es una Insti-
tución pública de la Comunidad de Madrid, con personalidad jurídica propia.
2. Son fines de la Institución Pública Provincial la prestación de los servicios socia-
les y sanitarios atribuidos a los establecimientos integrados en la referida Institución, ta-
les como la atención especializada en las áreas materno-infantil, de la tercera edad y de dis-
capacitados físicos y psíquicos.
Articulo 2. Cumplimiento de fines:
1. La gestión de la actividad necesaria para el cumplimiento de los fines atribuidos a
la Institución Pública Provincial se encomienda a las Consejerías competentes en materia
de sanidad y servicios sociales a través de los recursos personales y económicos que sean
necesarios.
2. Las citadas Consejerías podrán ubicar los servicios administrativos vinculados a
los fines de la Institución en las dependencias patrimonio de la misma.
Artículo 3. Órgano de Gobierno:
1. La representación y gobierno de la Institución corresponde a la Comunidad de Ma-
drid, que los realizará a través del Consejo Rector.
2. El Consejo Rector es el órgano de gobierno, administración y representación de la
Institución. La composición y funciones de dicho Consejo Rector se determinarán en el Re-
glamento de Régimen interno de la Institución anexo al presente Decreto.
Articulo 4. Régimen jurídico:
1. Las Consejerías a las que corresponde la gestión a la que se refiere el artículo 2 de-
sarrollarán dichas funciones de acuerdo con las normas que les resulten de aplicación.
Artículo 5. Patrimonio:
1. El patrimonio de la Institución Pública Provincial estará formado por los bienes
propios de la misma, los que la Comunidad de Madrid le adscriba en su caso y las heren-
cias, legados y donaciones que personas físicas o jurídicas pudieran realizar a su favor, res-
petándose el destino de los recursos patrimoniales afectos a fines específicos.
2. Los rendimientos del patrimonio de la Institución Pública Provincial se destinarán a
los fines propios de la misma. Los rendimientos derivados de la gestión a la que se refiere
786 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

el artículo 2, en cuanto que ingresos de derecho público, se regirán por las normas que re-
sulten de aplicación a los mismos.
Artículo 6. Reglamento Interno:
Queda aprobado el Reglamento Interno de la Institución Pública Provincial que figu-
ra como Anexo al presente Decreto.

DISPOSICIÓN DEROGATORIA

Quedan derogadas cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo es-


tablecido en el presente Decreto.

DISPOSICIÓN FINAL

El presente Decreto entrará en vigor el día siguiente al de su publicación en el Boletín


Oficial de la Comunidad de Madrid.

Dado en Madrid, a 9 de marzo de 2000


El Consejero de Hacienda El Presidenta
Antonio BETETA Alberto RUIZ GALLARDÓN

ANEXO
REGLAMENTO DE RÉGIMEN INTERNO DE LA INSTITUCIÓN PÚBLICA
PROVINCIAL

Artículo 1. Consejo Rector:


1. El Consejo Rector es el órgano de gobierno de la Institución Pública Provincial y
está integrado por ocho vocales en representación de las siguientes Consejerías: Sanidad,
Servicios Sociales, Presidencia y Hacienda.
2. Los vocales serán nombrados por Acuerdo del Consejo de Gobierno a propuesta
de las Consejerías referidas.
3. El Consejo Rector designará de entre sus vocales a un Presidente, al que corres-
ponderá la representación ordinaria de la Institución, y un Secretario.
Artículo 2. Funciones del Consejo Rector:
El Consejo Rector ejercerá las funciones que sean necesarias para el mejor cumpli-
miento de los fines que tiene encomendados la Institución Pública Provincial.
Artículo 3. Comisión de seguimiento:
1. Al objeto de facilitar el cumplimiento de la función que tiene encomendada la Jun-
ta de Damas de Nuestra Señora de la Paz, existirá una Comisión de Seguimiento con la com-
posición y funciones que se indican en los párrafos siguientes.
PEDRO ESPINA PÉREZ 787

2. La Comisión de Seguimiento estará integrada por un Presidente y ocho vocales.


Será Presidente el que lo sea del Consejo Rector.
De entre los ocho vocales, cuatro serán nombrados por el Consejo Rector de entre sus
miembros y cuatro por la Junta de Damas de Nuestra Señora de la Paz.
Tanto el Presidente como los vocales ejercerán sus funciones de forma gratuita.
3. Son funciones de la Comisión de Seguimiento.
A) Velar por el cuidado, atención y vigilancia del cumplimiento de los fines de la Ins-
titución.
B) Propone cuantas medidas considere oportunas para el mejor cumplimiento de los
fines de la Institución.
C) Solicitar la colaboración, de otras personas físicas o jurídicas, públicas o privadas,
para potenciar y mejorar el cumplimiento de los fines de la Institución.
4. Para el cumplimiento de las funciones a que se refiere el apartado a) del párrafo
anterior, el Consejo Rector facilitará a la Comisión de Seguimiento cuantos datos sean ne-
cesarios para conocer la marcha de aquélla, así como el grado de cumplimiento de los fi-
nes que tiene encomendados.
5. La Comisión de Seguimiento se reunirá para el cumplimiento de sus funciones
cuantas veces sea necesario, previa convocatoria del Presidente.
6. La Comisión de Seguimiento dispondrá en las dependencias de la Institución de
una sede adecuada para el correcto cumplimiento de sus funciones.
Artículo 4. Obligaciones especiales:
1. El Consejo Rector pondrá a disposición de la Junta de Damas de Nuestra Señora de
la Paz las dependencias que resulten necesarias para el cumplimiento de sus funciones.
2. De conformidad con las reservas y condiciones recogidas en la escritura pública de
fecha 15 de febrero de 1934, otorgada ante el notario que fue de Madrid, D. José Toral y Sa-
cristán, con el número 65 de su Protocolo, la Institución Pública Provincial deberá poner a
disposición de la Junta de Damas de Nuestra Señora de la Paz un pabellón de capacidad su-
ficiente para albergar en las mismas condiciones que lo están actualmente, a los que fueron
expósitos de la Inclusa y son ahora residentes de la Residencia de personas mayores La Paz.
3. Asimismo y de conformidad con la escritura pública citada en el apartado anterior,
la Institución Pública Provincial habrá de facilitar gratuitamente al Capellán Rector de la
Iglesia fundada por don Adolfo Bayo y Bayo, sita en el paseo de Doctor Esquerdo esqui-
na a la calle O’Donnell, si así lo solicitará, vivienda capaz para él y su familia.

Copiado del B. O. C. Madrid. Por P. Espina Pérez. (03/6295/00)

Unas observaciones

(1-2) En el B. O. C Madrid número 61, pone en su primer párrafo y en el artículo 1.°


(nueva Inclusa) y debe ponerse en ambos casos (antigua Inclusa) , ya que a partir de la
788 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

inauguración del I P. de Puericultura el año 1931, en los documentos ponían I. P. de


Puericultura (antigua Inclusa), como queda recogido en algunos de los escritos que se
acompañan.
(2) El Instituto Provincial de Puericultura (antigua Inclusa), se cerro el año 1982, pa-
sando los pocos niños que aun quedaban acogidos en el Instituto de Puericultura, junto
con las niñas del Colegio de la Paz, los pasaron a la Ciudad Escolar Provincial “Fran-
cisco Franco” (Inaugurada el año 1968) en donde continuaron prestándoles la asisten-
cia a los lactantes, destete, preescolares y la enseñanza completa hasta, que cumplían los
18 años, a todos los niños y niñas de ambos centros, dependientes de la Diputación Pro-
vincial.
Por consiguiente, en la manzana de referencia el año 1982, quedo ubicado el “Hos-
pital Infantil”, Maternidad y la Residencia de las mayores, procedentes de las acogidas
en el Colegio de la Paz. Y algunas hermanas religiosas.
DOY POR TERMINADA LA “HISTORIA” CON ESTA
“MISCELÁNEA”

“Lo que me admira más (porque es sensible y aun palpable a todos) es que no atre-
viéndose hombre alguno a matar un expósito de acto pensado, los dejen morir con ad-
vertencia, siendo esta muerte más dura, me explicaré: ningún tribunal, ningún juez, nin-
gún administrador o Caballero piadoso que este al frente de estos niños, osará decir que
maten un solo expósito ¿qué es matarlo? No incomodarlo en lo más mínimo. Se horrori-
zaría sólo del pensamiento (...) Desentrañaré este pez: no hay ley, que yo sepa ni aun para
el delito más horrible que condene a muerte de hambre (12).
(12) Destrucción y Conservación de los expósitos: Idea de la perfección de este ramo de polí-
tica. Página 208. Antonio Bilbao. ANTEQUERA. 1789.
La lactancia como obligación impuesta por la Naturaleza a las madres: Fin de la
lactancia asalariada.
La apología de la lactancia materna se inicia en España con la obra de Juan Gutié-
rrez Godoy, médico de Jaén, que en 1629, publica: Tres discursos para probar que están
obligadas a criar sus hijos a sus pechos todas las mujeres cuando tienen buena salud,
fuerzas, buen temperamento, buena leche y suficiente para alimentarles.
Dentro de esta tradición, el texto típicamente ilustrado es el de Jaime Bonells, médi-
co de Cámara de los Duques de Alba: perjuicios que acarrean al género humano y al Es-
tado las madres que rehúsan criar a sus hijos, y medios para contener el abuso de ponerlos
en “amas”. Publicado en Madrid en 1786.
Amor y ternura maternal: ¿Por ventura se ha de graduar la maldad y delito digno
del odio público el que se aborte por medio de “hierbas dañosas”, u otro cualquier medi-
camento, y se ha de sufrir impune a aquella que después de haber dado a luz a su hijo lo
separa de si sin necesidad.? ¿qué distancia hay entre arrojar del útero al feto cabalmen-
te cuando empieza a formarse por la mano del criador y entre privarle de su consanguí-
neo aliento después de dado a luz llamando a una nodriza?

Artículo publicado en el Diario de Madrid, 20 de abril de 1799


Sin firma. Las Nodrizas. Pág. 190.
790 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

ANTONIO ROS DE OLANO


(1802-1887)
Sin hijo
Era la madre de un niño “Aquel pajarito, madre
de un niño que deliraba; que tiene el pico de plata,
eran sus ojos dos fuentes el cuerpo de azul de cielo,
y los del hijo dos llamas. y de oro fino las alas...”
“No rías, hijo, no rías Calló el niño, y quedó quieto,
¡que me partes las entrañas! las pupilas apagadas:
llora para que se enjuguen, como quedan en el niño
al verte llorar, mis lágrimas...” polluelos que el cierzo mata.
Y dudando si dormía mientras que cantar las oye,
viendo que ya no lloraba, ella ríe, llora y canta:
besó la madre la boca “Aquel pajarito, madre,
de un cuerpecillo sin alma, que tiene el pico de plata,
desde entonces, cuando trinan y el cuerpo de azul de cielo,
Las aves en la alborada. y de oro fino las alas...”
LAS ADOPCIONES

Ya por la Edad Media, el tema invitaba a una reflexión, puesto que algunas de las adop-
ciones que se realizaban no resultaban favorables para el adoptante o bien para el adopta-
do. De aquellos casos negativos que hubo, suscitó al dicho tan repetido por todos, que re-
lata José María Ibarren en el apunte siguiente:

Meterse en camisas de once varas

Parece averiguado que esta expresión tiene su origen en la ceremonia que se hacía en
la Edad Media para adoptar a uno como hijo, consistente en que el padre adoptante metía
al adoptado por la manga, muy holgada, de una camisa, y lo sacaba por el cabezón o cue-
llo de ésta, hecho lo cual le daba un fuerte beso en la frente.
Así lo hizo —según cuentan— dona Sancha Velázquez para adoptar como hijo legíti-
mo y heredero de sus estados al llamado Mudarra González, que había de ser, andando el
tiempo, el vengador de sus siete hermanos, los siete infantes de Lara.
Sucedía, a veces, que salían mal estas adopciones, y, por lo tanto, se aconsejaba al que
trataba que lo adoptasen que no se metiera en camisa de once varas, es decir, que no se de-
jase adoptar por otro.
De esta ceremonia de adopción nació el refrán Hijo ajeno, mételo por la manga y sa-
lirse ha por el seno, y las expresiones Éntrale por la manga y sácale por el cabezón y Me-
terlo por la bocamanga y salirse os ha por el cabezón.

José María IRIBARREN: EL PORQUÉ DE LOS DICHOS.


10.a Edición. Editado por el Gobierno de Navarra 1997. P. ESPINA PÉREZ
A LAS MADRES

En honor de ellas, que son las protagonistas de la obra, debemos dedicarlas como es
de rigor al menos estas líneas, diciendo que muchas de aquellas “madres” se vieron obli-
gadas a llevar a sus “niños” a las Incusas, para evitar con ello la muerte por hambre y
frío o el infanticidio de sus seres más queridos. Esto las obligó, además de ser abando-
nadas por los suyos, a irse del pueblo o de la ciudad, y tener que desprenderse de su
amado niño. Estas madres fueron y son dignas de consuelo... porque el sólo hecho de con-
cebir un hijo, las acarreo daños, desgracias y muchos sufrimientos, así como también tu-
vieron que pasar por toda clase de vejaciones, por cuyas razones, son merecedoras de
todos nuestros respetos. También hay que hacer mención... nuestra mayor considera-
ción a las madres que renunciaron o dejaron a la familia y se internaron con sus niños
en la “Casa”.
1.° Así encontramos en el archivo una nota conmovedora y muy significativa de una
madre “viuda”, en la que decía escuetamente, que por razones obvias no podía criar a su
hijo, rogando en dicha nota el nombre y apellidos que tenían que poner a su niño en la
Institución. No obstante, también acompañaba una fotografía cortada verticalmente por
la mitad para no ser reconocida por su media cara, indicando en la misma, que se unie-
se al expediente de su hijo en “recuerdo de su gran dolor”. Cuya foto se la hizo con “ves-
tido largo” de gala. Por esta mitad, se puede apreciar que se trataba de una señora de bien.
(Libro de entrada de niños años 1871).
2.° Continuando con el tema de las “madres”, recogemos lo que dice en un párrafo
de su obra” de 1817 el Dr. Ruiz Luzuruaga, “Todas las hermbras de los animales aproxi-
man al regazo de sus cuerpos sus hijuelos, que se complacen de constituir todavía parte in-
tegrante de sus madres, aproximación que sin ser esencial, es sin embargo muy necesaria
y conducente. A la manera de un imán fuerte, que puesto en contacto con otro débil le for-
talece al calor de cierto tiempo en términos de poder tolerar un peso mayor, así también
el vapor húmero es conductor del galvanismo animal y la insensible transpiración de la ma-
dre sirve para refocilar y vivificar su criatura cuyo contacto suave hace que el niño sea me-
nos feroz, más tierno y más sociable”.
3.° Hay una atracción mutua entre la madre y su criatura que si se acerca a aquella
siente acudir la leche a sus pechos. Si se coloca el niño desnudo a cierta distancia de ella
aunque tenga aquel los ojos cerrados, se va acercando a su madre, por una sensación au-
tomática que se llama innata.
794 HISTORIA DE LA “INCLUSA” DE MADRID

4.° Que deberá suceder pues en los partos de los desvalidos hijos del amor ilegítimo
en los que una madre ocupada más bien de su reputación que del fruto de sus entrañas, tie-
ne que parir en el silencio y lobreguez, con los menos testigos oculares de su fragilidad.

A LOS PADRES

FINIQUITO con unas redondillas que “Sor Juana Inés de la Cruz” (1651-1691)
Dedico a los PADRES Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón.
Sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
Opinión ninguna gana, pues la que más se recata,
Si no os admite, es ingrata; y sí os admite, es liviana.
Pues ¿para qué os espántais de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis
(Las mil mejores poesías. Edi. Ibéricas. 1972. Pág. 235.
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

Prólogo ..................................................................................................................... 19
Preludio .................................................................................................................... 23
“Los Primeros Celos”. Por A. Castillo Lastruci. (Escultor) .................................... 27
“Hermanitos de leche“. Por Aniceto Marinas. (Escultor) ...................................... 28
Primeros tiempos de recogida de niños abandonados. Jaime Balmes. Tomo IV. Ca-
pítulo XXXIII. Beneficencia Pública. Año 442 y 546, páginas 327 y sucesifavas ... 29
Fundaciones de hospitales y Conventos en Madrid, desde 1400 a 1781.“Crónica
de Madrid. Obra realizada por el Departamento de Creación Editorial de Plaza y
Janes, año 1990........................................................................................................ 30

Siglo XVI

Hospital del Hospicio, años 1543 -1890 y la “Inclusa y Colegio de las niñas de la
Paz”. Años 1543-1885. Ref. Sec. 4.a. Leg. 62. n.° 12 y sucesivos del Archivo del
Ayuntamiento de la Villa de Madrid......................................................................... 39
Nodriza del Rey Don. Fernando. Año 1452. “Relatos” colección de mesilla de no-
che, año 2000. Por Emilia Barceló Esteban ............................................................ 45
Siempre amar y Amor seguir. Pregunta 43 y Esperanza 30. Por Jorge Manrique
(Nació por el año 1400). Ed. por Cátedra, 1977 ..................................................... 46
Informe sobre el archivo de la antigua Inclusa de Madrid, hoy Instituto Provincial
de Puericultura. Por Valentina Fernández Vargas. Anales del Instituto de Estudios
Madrileños. Tomo V. Págs. 187-201. Año 1970 ....................................................... 47
A LA MUJER, por Lope de Vega. En (Las Mil mejores poesías) año 1977............. 58
Trabajo emitido por el Dr., Fermosell Díaz Jesús. Desde 1572 hasta 1860 —Julio
1988—. Relativo a la Inclusa de Madrid.................................................................. 59
Incluseros, Hospicianos y Bastardos. Años 1572 —1982— y relatos y poesías de D.
Miguel de Unamuno: La Tía Tula. Victor Hugo: Los Miserables. Rosalía de Cas-
796 BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

tro: Los Tristes y Los Robles. En “Las Orillas del Sar”. 1997. Carmen Posadas: La
bella Otero................................................................................................................ 65
Historias del niño. “La Inclusa de Madrid” Por el Dr. R. Pelta Fernández. Vol. 29
número 268, 1999 /PED RUR..33 (Resumen, años 1572 hasta 1974)..................... 79
Niños que ingresaron en la Inclusa, por años, 1583-1650. Memoria de licenciatura
de Luis de los Reyes Leoz, año 1987. Universidad Autónoma de Madrid .............. 82

Siglo XVII

Libro del Rector, año 1614. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura, 8921.......... 83
Plano de la Villa de Madrid, hacia el año 1635. Por F. de Wit Encudit Anstlodami
(Reproducido en los talleres del Instituto Geográfico y Catastral, año 1960) ........ 84
Cita que narra el pensamiento de León Carlos ÁLVAREZ SANTALO, Sobre la
Casa-Cuna de Sevilla, año 1615-1895. y ¡Duerme mi niño! de Lope de Vega........ 85
Cuadro general del número de bautizos que hubo en San Ginés de 1650 hasta 1700.
Estude de Demographie Madrilene: Par Claude LARQUIE. Tableau núm 1 ......... 86
Parroquia de San Ginés y la Real Inclusa de Madrid ............................................... 86
La Antigua Inclusa y Bartolomé Hurtado, año 1654. B.R. Leguina. Revista . José Luis
Barrio Moya. “Villa de Madrid” núm. 371, págs 57 a 60. Signatura, 66 ............... 89
La Crianza de los niños madrileños abandonados en el Siglo XVII. Por Claude Lar-
quie, Universidad de Amiens. Francia. En Anales del Instituto de Estudios Madri-
leños, Tomo XXIII, págs, 363 hasta 384................................................................... 97

Siglo XVIII

Médicos que prestaron servicios en la Real Inclusa de Madrid, desde 1706 hasta el
año 1982. Ref. Real Academia de la Medicina. A.R.C. de Madrid. y otros ............. 115
Informe del Administrador del Hospital de niños expósitos, sobre el mal comporta-
miento de los médicos del “centro”, año 1706. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, sig-
natura, 8353 (D. Francisco Ruiz)............................................................................. 119
Hospicio. Terminada la portada, 1 de junio de 1726. Crónica de Madrid. Editada por
“Plaza y Janes”, el año 1990. Ya referenciada........................................................ 120
Hospital de Parturientas de Dublín. Registro desde 8 de diciembre 1757 hasta el 31
de diciembre de 1816. Cuadro estadístico, sacado de la “Obra sobre la Inclusa”.
Manuscrito, 5 volumenes. Por Dr. D. Ignacio M.a Ruiz de Luzuriega ..................... 122
La pobreza en España. Siglo XVIII. “Fallecidos dentro de la Inclusa, años 1764 a
1787. Por Joan Sherwood. (Poverty in Eighteenth, (Century Spain) Queen’s University
Kingstyon. Año ¿1982? (P. Espina Pérez)................................................................ 125
“Criados, Nodrizas y Amas“. Las nodrizas; construcción social de una actividad
como trabajo. 1786-1859. Por Carmen Sarasúa. Siglo XXI de España Editores. Pu-
blicado, año 1994. Madrid....................................................................................... 127
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS 797

Págs.

Estadillo que demuestra las criaturas que han entrado en ella, y las que han salido
en los años, 1787 hasta 1802. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, 8545 ........................ 140
Nota que manifiesta el número de niños expósitos entrados en los 16 años en la
“Real Inclusa”, desde 1791 a 1806, procedentes del Real Hospital de Santiago, y de
los que han fallecido en el mismo tiempo. Nota 4/6. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa,
asignatura ¿8353.?................................................................................................... 141
4/7, adjunta a la nota 4/6 de 1791, en que figuran los niños entrados en la Inclusa por quin-
quenios, de provincias, 1791 a 1796. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 8657 .. 141
Real Cedula de S. M. El Rey D. Carlos IV. año 1794. A.R.C.M. Fondo de la Inclu-
sa, signatura 8470 .................................................................................................... 143
Extracto del Decreto de S. M. expedido el 11 de diciembre de 1796. Apéndices:
Tercero y Cuarto. Tablas de las Casas de Misericordia, su Instituto y modo con que
deben ser construidos sus edificios. (Sin referencia) ............................................... 147
Como se efectuaban los traslados de los niños abandonados, a las Inclusas. Discur-
so político sobre la importancia de los hospicios, casas de expósitos y hospitales que
tienen todos los establecimientos y particularmente España y Madrid: Por Pedro Jo-
aquín. MURCIA. Imprenta de Viuda de Ibarra, año 1797 ......................................... 155
Pequeña pincelada, con respecto a los “Estatutos” de la Junta de Damas, año 1799.
Por P. Espina Pérez.................................................................................................. 163
El niño expósito: Cifras de mortalidad de una Inclusa del siglo XVIII. Por Joan
Sherwood Quien’s. University. Kingston. Biblioteca Histórica. Ayuntamiento de Ma-
drid. F. M. 3622 ........................................................................................................ 165
Direcciones de las nodrizas que sacaban niños de la Inclusa. Por Joan Sherwood.
Queen’s. University Kingston. Año ¿1982? (Siglo XVII) ........................................ 177
La Real Inclusa de Madrid a finales del siglo XVIII. Por Paula Demerson. Anales
del Instituto de Estudios Madrileños. Tomo VIII, páginas 261 hasta 272 ............... 179

Siglo XIX

Estructura y Evolución de la Población de Madrid desde 1800. Revista Internacional


de Sociología número 10 (1945). Por Javier Ruiz Almansa. Págs. 400 hasta 413..... 189
“Historias curiosas de la medicina”. Por D. J. Ignacio de Arana. 3.a Edición año
1995. “Vacuna viene de vaca”. Por los Dres. Francisco Javier Balmis y Francisco
Salvany, Año 1803, Págs. 155-162........................................................................... 199
Estadillo de los “niños que han entrado y salido” por años, desde 1.° de enero de 1803
hasta 1823. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signatura 8545.................................... 203
Estadillo de los niños que han entrado por años desde 1.° de enero de 1806 hasta
31 de diciembre de 1820. Solicitado por el Excmo. Ayuntamiento de esta Heroi-
ca Villa. Madrid, 6 de julio de 1820. A.R.C. Madrid. Fondo de la Inclusa, Signa-
tura 8470 ............................................................................................................. 204
Minuta; Obligaciones médicas, Madrid, octubre 1807. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa,
signatura 8476.......................................................................................................... 207
798 BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

Fundaciones, Censos y otros datos relacionados con el tema, 1808 hasta 1-10-1934.
Tomados de “Crónica de Madrid”. Editada por la Editorial Plaza y Janes, año
1990.......................................................................................................................... 209
“Fotografía de la Inclusa”. C/ de Embajadores, año 1808. Diapositiva, A.R.C.M. Fon-
do de la Inclusa ........................................................................................................ 211
“Relación de Méritos” Presentados por D. Pascual Mora, para optar a la plaza de mé-
dico de la Real Casa de la Inclusa y Colegio de la Paz. Madrid. La Junta le nombro
el 30-8-1816. A.R.C.M Fondo de la Inclusa. Signatura 8470.................................. 213
Quinquenio que comprende los años desde 1817 a 1821 inclusive. A.R.C.M. Fon-
do de la Inclusa, signatura 8545.............................................................................. 217
“La Cuna vacía”. José Selgas. Las mil mejores poesías año 1977........................... 218
Estadillo que demuestra las criaturas que han entrado y las que han salido en los años
1819-1842. A.R.C. M. Fondo de la Inclusa, signatura 8545 ................................... 219
“Normas Médicas”. Que recogen las obligaciones para los pediatras 1.° y 2.° más
las del Cirujano de la Inclusa y Colegio de la Paz, año ¿1827-1829? A.R.C. M. Fon-
do de la Inclusa, signatura 8470.............................................................................. 221
Estado que manifiesta el número de “niños” de ambos sexos que constaban en las
listas que la dieron en la Inclusa el año 1830. La Condesa de la Vega del Pozo.
A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 8476........................................................ 223
MEMORIA EXPOSITIVA de la situación DE LA INCLUSA Y COLEGIO de las
niñas de Paz en 22 de diciembre de 1830. Presentada por su presidenta la excelen-
tísima Señora Duquesa Viuda de Gor. Biblioteca Histórica Municipal de Madrid.
F. 1043 ...................................................................................................................... 224
Parte de los niños fallecidos por meses, en los años 1834 hasta 1838. A.R.C.M. Fon-
do de la Inclusa, signatura 8545.............................................................................. 237
Parte que emitían diariamente de la situación de niños y amas que había en la In-
clusa, año 1835. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura, 8545 ........................... 237
“Niños extraviados fuera”. Datos copiados de un cuaderno, correspondiente a los años
1835-1845. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 8445 .................................... 239
Parte a las señoras Curadoras del Establecimiento, año 1836. Signatura................ 240
Informes. (32) Que le instruya inmediatamente la exposición y se pase con oficio a
la Junta de Beneficencia, Madrid, 9 de enero de 1838. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa,
Signatura 8353 ......................................................................................................... 240
Informe: 32 “Visto”. Por la Junta Municipal de Beneficencia. Madrid, 16 de marzo
de 1838.-A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 8353 ........................................ 240
Normas dictadas para las “Emergencias”. Año 1841. A.R.C.M. Fondo de la Inclu-
sa, Signatura 844...................................................................................................... 241
Estadillo de los niños “Entrados y Salidos” por años desde 1.° de enero de 1843
hasta 1862. A.R.C. Madrid. Fondo de la Inclusa, Signatura 8545 .......................... 242
Reglas que deberán observarse en la Inclusa de esta Corte, referente a los pagos de
las nodrizas y los cobros de la pensión de los niños que ingresen a partir del 1.° de
marzo de 1848. Copiado del libro del año 1848, “En el lomo ‘1848’ (de abril a ju-
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS 799

Págs.

nio) Nota pegada en el lomo contiene “en el año 1848, el Libro 216, parte 3.a, em-
piezan los llamados libros secretos. Contiene índice............................................... 243
Reglamento de la INCLUSA de Madrid, 1849. Orden del Sr. Teniente Alcalde. El
secretario de la Junta de Beneficencia. Juan José Arostegui. Fondo B. H. Municipal
de Madrid. H. Municipal del Madrid ....................................................................... 247
Ingresos y defunciones, tomados de los libros de registro diarios de “Entradas y Sa-
lidas de niños”, por meses, años y décadas 1850 hasta 1930 y 1935. A.R.C.M. Fon-
do de la Inclusa, Signaturas, de Ingresos y defunciones correspondientes a estos
años. (Se Acompaña grafico.) .................................................................................. 265
Primera quincena de junio, año 1852. Estado demostrativo de los géneros y artícu-
los que han ingresado en estos establecimientos en la época expresada. A.R.C.M. Fon-
do de la Inclusa, Signatura, 8445 ............................................................................ 267
“Nóminas”. Estado demostrativo de los pagos hechos a las nodrizas que tienen ni-
ños de la Inclusa de esta Corte y provincias. 30-6-1852. A.R.C.M. Fono de la Inclusa
de Madrid, Signatura, 8445 ..................................................................................... 267
Nota de los —Niños recibidos en la Inclusa procedentes de los tornos— instalados
en los hospitales referenciados. Meses de octubre y noviembre del año 1854 y 1857.
A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 8445........................................................ 268
“Niños en crianza externa”, devueltos por las nodrizas, por meses y años, 1855-
1860-1865-1870 y 1885. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 10307............. 268
Relación de las Casas que no se ha tomado razón en la Contaduría de Hipotecas. Año
1855. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura 8458.............................................. 269
Relación de las “rentas” que han poseído estos establecimientos y que en la actua-
lidad no se cobran por diferentes causas. Año 1855. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa,
signatura 8458.......................................................................................................... 269
Breves consideraciones sobre la mortalidad “de los niños expósitos”. Por el Dr.
Francisco Méndez Álvaro, año 1858. Real Academia de la Medicina . Signatura
1.028.568.................................................................................................................. 271
Dirección General de Beneficencia y Sanidad. Estudio de los Hospicios y casas de
Huérfanos y desamparados, así como de la Inclusa e Hijuelas de expósitos de Ma-
drid, al 31 de diciembre de1859. Miscelania Médica. Signatura 1024792 ............. 288
Madrid en sus diarios. Habla de la Inclusa, años 1862-1866 y 1873. Publicado en
los diarios: Heraldo de Madrid, Imparcial y la Discusión Democrática .................. 289
Estadillo de los “niños entrados y salidos” por años desde 1.° de enero de 1863 has-
ta 1882. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, signatura ¿8545? ...................................... 290
Iglesia de Santa Cruz, protagonista de la historia de madrileña. Demolida el año
1868. Crónica de Madrid. Editada por Plaza y Janes. 1990. R.G. ......................... 291
Fotografía de “Eloy Gonzalo” —Héroe de Cascorro— 1868 ................................. 292
ELOY GONZALO GARCÍA: Ingresó en la Inclusa el día uno de diciembre de 1868
y el 12 de febrero de 1877 salió prohijado. Libro Secreto. 236 parte 6.a de entradas
y salida de expósitos, noviembre-diciembre 1868. A. R. C. M. Fondo de la Inclusa,
signatura 9493.......................................................................................................... 293
800 BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

Eloy Gonzalo García: (“Cascorro”). Héroe militar (Cuba), 1897. Diccionario bio-
gráfico de Madrid. Por Ángel del Río. 1997............................................................ 294
El expediente personal de Eloy Gonzalo; por Enrique Pardo Canalís. Anales del
Instituto de Estudios Madrileños, Volumen, XXI, Páginas 161-167 ................... 295
Preámbulo y Reglamento: DEL COLEGIO DE LA PAZ, por la Diputación Pro-
vincial Madrid, en sesión de 23-2-1877. B.C.A.M.P.M. Madrid. Signatura R. M. 4332
y 36, Reg. ................................................................................................................. 301
Fundación “José Zorrilla Monroy”. Instituida el 12 de julio de 1881. (Un resumen).. 313
Estadillo de los niños “Entrados y Salidos” por años desde 1.° de enero de 1883
hasta 1902. A.R.C. Madrid. Fondo de la Inclusa, Signatura. ¿8545? ..................... 314
Dr. Benavente González Mariano. Bosquejo Biográfico. Por el Dr. Tolosa Latour.
1818-1885................................................................................................................. 315
La vida en Madrid en 1887.- Número 7.- Para los niños de la Inclusa. (Coro de Se-
ñoras) Jueves Santo, se juntan en asamblea por distritos para repartirse las mesas pe-
titorias. Por Enrique Sepúlveda, Madrid, 1997, págs. 142-149............................... 321
Niños expósitos y medicina infantil en España a principios del siglo XIX. Por Ali-
cia de Pablos Gafas. XXI Premio Uriach de Historia de la Medicina para estu-
diantes. Medicina e Historia. n.° 39 - 1991 (Tercera época)................................... 326

Siglo XX

Sucinta referencia a la “Inclusa”, años 1900-1925. (D. Carlos Rico Avello).


“Historia de la Sanidad Española”, año 1969. Se funda la Gota de leche por el
Dr. Ulecia Rafael. Datos de la “Crónica de Madrid. Editada por Plaza y Janes.
1990.......................................................................................................................... 341
Estadillo de los niños “Entrados y Salidos” por años desde 1.° de enero de 1903
hasta 1922. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa, Signatura ............................................. 344
Memoria presentada por el Cuerpo médico de la Beneficencia Provincial a la Exc-
ma. Diputación. 17 de junio de 1918. La Mortalidad de los niños de la Inclusa. Sus
causas y sus remedios. B.R.C. Madrid. Leguina ...................................................... 345
Instituto Provincial de Puericultura. (Antigua Inclusa). Niños ingresados por años,
desde 1920 hasta 1976. A.R.C.M. Fondo Inclusa, signatura 8588 .......................... 357
Causas de la mortalidad de los niños en la Inclusa. Sus remedios. Por el Dr. Balta-
sar Hernández Briz. A.R.C. M. Fondo de la Inclusa. año 1921 ............................... 359
Protección a la infancia. La transformación de las Inclusas. Por los Dres. J. Bravo
Frías y J. A. Alonso Moñoyerro. Biblioteca de la Real Academia de Medicina. Sig-
natura 1059953. Septiembre de 1923....................................................................... 362
Estadillo de los niños “Entrados y Salidos” por años desde 1.° de enero de 1923
hasta 1942. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signatura ............................................. 378
La Inclusa de Madrid y los niños abandonados, por Rafael Solís ¿Heraldo de Ma-
drid?, año 1925 ........................................................................................................ 379
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS 801

Págs.

La tragedia de los niños abandonados. El Consejo Superior de Protección a la In-


fancia, frente al problema. No hay referencia, y su publicación estimo que debió de
ser por el año 1927................................................................................................... 383
Leyes de protección que no se han cumplido. Sin referencia. Publicado por el año
1927.......................................................................................................................... 385
La Medicina y la Salud. Problemas de la Infancia. Por el Dr. J. Muñoyerro. La Li-
bertad. ¿1927? ......................................................................................................... 387
Una vibrante condenación del régimen de Inclusas. La tragedia de los niños aban-
donados. Sin referencia. Publicado por el año 1927 ............................................... 391
En torno a las Inclusas. “Una conferencia técnica. Publicado en la —Voz—, el día
14-2-1927 ................................................................................................................. 393
¿Es cierto que en las Inclusas la Mortalidad es aterradora? 16-2-1927. Heraldo de
Madrid. Sin Autor..................................................................................................... 397
El doctor Bravo contesta a la diputación: Y declara, como médico director de la In-
clusa. Que ésta debe cerrarse por ser fatal para la vida del niño. Heraldo de Madrid.17
de febrero de 1927.................................................................................................... 401
“Los Hijos”. (1881-1947). Emilio Carrere. Las Mil Mejores Poesías. Jósé Bergua,
pág 638. Edit. Ibérica. 1977..................................................................................... 403
Entran 6.000 niños en las Inclusas y mueren 3.000. En el centenario de Pestalozzi.
Heraldo de Madrid, día 17 de febrero 1927 ............................................................ 404
Los niños de la Inclusa. Sin referencia. 1927........................................................... 406
La mortalidad en la Inclusa de Madrid. Año 1927 Sin más referencias................... 406
El doctor Muñoyerro dice: Que los niños de las Inclusas resuelven el aspecto eco-
nómico del problema “muriéndose”. 3-3-1927. ¿Heraldo de M.?........................... 409
La campaña del HERALDO hace que la Junta de Protección a la infancia se reúna
para buscar soluciones. 7-3-1927. El Heraldo de Madrid. Sin referen .................... 412
El éxito rotundo de una campaña del “Heraldo”. Año ¿1927? Sin referencias........ 412
Las Casas de Maternidad de provincias tienen resuelto el problema que la Inclusa
de Madrid no sabe resolver. El Heraldo de Madrid. 8-3-1927. Sin Autor ............... 413
Los resultados de nuestra campaña. Heraldo de Madrid. 9 de marzo de 1927. —Sin
autor.— ..................................................................................................................... 415
Vayamos a lo que importa: El problema de las Inclusas y su posible y lógica solu-
ción. 10 de marzo de 1927. ¿Diario?....................................................................... 418
Esta mañana visitó la Inclusa el ministro de la Gobernación. Heraldo de Madrid. 11
de marzo de 1927 ..................................................................................................... 420
Contra la Diputación, no; contra la Inclusa, Si. 8 de abril de 1927, Heraldo de Ma-
drid ........................................................................................................................... 422
Una Visita a la Inclusa. La Tragedia del niño expósito. Nuevo Mundo, 15 de abril
de 1927. Por Romano Julio. Fondo de la Diputación Provincial. (D. P.) ............... 424
“El Madrid que se transforma”. Los niños abandonados que recoge la Caridad Ofi-
cial. 21 de enero de 1929. Por Luis Blanco Soria. (La Voz) .................................... 431
802 BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

Los Barrios de Madrid; Paseos de un hombre estadístico y sentimental. 1 de junio


1929, Por Pedro Massa. (El Liberal)....................................................................... 437
Los Barrios de Madrid; Paseos de un hombre estadístico sentimental. 6 de junio de
1929, Por Pedro Massa. El Liberal ......................................................................... 441
Relación de la agrupación de solares que constituyen el Asilo de San José (hoy Co-
legio de la Paz) Puericultura (en construcción) y Maternidad (en proyecto). A.R.C.M.
Fondo de la Diputación de Madrid, año 1930......................................................... 446
Diputación Provincial: De la inauguración de la nueva Inclusa. Olvidos Injustos.
La nación. ¿fecha - día - 1931.? ............................................................................... 447
Fotografía del “Solarium”. Niños tomando su baño diario de Sol. ¿Año? ¿1932? (Foto,
sin referencia)........................................................................................................... 449
Visitando las grandes obras de la República. La Nueva Inclusa Madrileña, es algo
maravilloso y excepcional. El Liberal, fecha ¿1931? .............................................. 451
Una visita a la inclusa: Cómo viven los niños abandonados de sus padres. Por José
Castellón. (Fotos Vidal.) Hogar.- fecha ¿1932? ...................................................... 457
Instituto Provincial de Puericultura. Administración y Progreso. Año -II- número
11 de marzo, 1933. Fondo Diputación Provincial (D. P.)........................................ 461
Fotografía de la Inauguración del Instituto de Puericultura. ¿1933? ..................... 466
La Casa de los niños. 1933. Reportajes del Radical. octubre 1933. Fondo Diputa-
ción Provincial. (D. P.)............................................................................................. 467
En la Inclusa. La pura alegría y el dulce vivir de unos cientos de chiquitines hijos
de nadie y de todos, de almas abiertas a infinitos horizontes. Por Blanca Silveira Ar-
mesto. ABC. (24-10-1933)........................................................................................ 475
La ira parricida. Por Antonio Zozaya. ¿Diario? 14 de diciembre de 1933 .............. 481
Seis niños que no conocerán a sus padres fueron entregados al amor de las Herma-
nas de la Caridad, en la Inclusa madrileña, durante la madrugada de la Noche bue-
na. Por A. G. A. Ahora. Año 1933 ............................................................................ 485
Epifanía: Lo que los niños de la Inclusa desean que les traigan los Reyes Magos
¿día 6 de enero 1934-1935? Por Pedro Massa ........................................................ 489
La casa de los niños: El más hermoso monumento de Madrid: la “Inclusa”.
Por KIM. 6 de enero de 1935. Diario AHORA ........................................................ 493
¿Que hacemos en favor de los niños necesitados? El Instituto Provincial de Pueri-
cultura, organización perfecta, honra de Madrid. Por Carmen de Icaza (Foto S. Yu-
bero) “Ya” 28-12-1935 ............................................................................................ 507
Evacuación de los niños del Instituto de Puericultura, (Antigua Inclusa). Cole-
gios de la Paz y de las Mercedes a las “Colonias Valencianas“. Octubre de 1936.
Efectuado por el Dr. Jaso como director del Centro. Apuntes tomados por la
Dra. D.a María del Carmen Teruel, unas declaraciones hechas por el Dr. Jaso.
1980 ..................................................................................................................... 511
Diputación de Madrid. “Colonias de evacuación”. Año 1936-1939. A.R.C.M. Fon-
do de la Diputación Provincial, Signaturas 4354-4360-4363-4364-4366 y 4370.... 514
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS 803

Págs.

Fotografías: Dr. D. Enrique Jaso Roldán, Cedida por su hijo. Enfermeras en el pue-
blo de NAVAJAS (Castellón), año 1937. Foto cedida por un familiar.................... 519
Fotografía de las Madres Internas, año 1940. Inclusa y Colegio de la Paz. (Sin re-
ferencia).................................................................................................................... 520
Fotografía de la “Medalla de identificación”. Que imponían a partir del año 1940.
Fotografía cedida por el Dr. D. Javier Matos Aguilar ............................................ 521
Un Esbozo de los años 1940 -1964. Por P. Espina Pérez ........................................ 523
Estadillo de los niños “Entrados y Salidos” por años desde 1.° de enero de 1943
hasta 1962. Por P. Espina Pérez............................................................................... 525
“Romances del hijo - II”. (N. 1897) José María Pemán. Las mil mejores Poesías.
Ed. Ibérica. Año 1977............................................................................................... 526
Fotografía del Dr. D. Juan Antonio Alonso Muñoyerro. 25-1-1961, Cedida por el Dr.
D. José Antonio de Paz Garnedo, por considerar que debe figurar en la “obra”
por los excelentes servicios que presto a los niños de la Institución ....................... 527
La transformación de las inclusas en España. La realidad de la transformación de
la de Madrid. Por el doctor J. A. Alonso Muñoyerro, Publicaciones “Al Servicio
de España y del niño español. Número -82- diciembre, 1944 (D. General de Sa-
nidad)................................................................................................................... 530
Reglamento del Instituto Provincial de Puericultura - o “Inclusa transformada de
Madrid“. Incluido en la “Transformación de las inclusas en España, año 1944, Por
la Diputación provincial de Madrid......................................................................... 541
El Instituto Provincial de Puericultura de Madrid y su morbimortalidad en el decenio 1944-
53. Por los doctores C. Sainz de los Terreros Amezaga y J.A. de Paz Garnelo. Publica-
ciones “Al Servicio de España y del niño español”. Año. XVII. Nov. 1954. n.° 201 ..... 565
Fotografía de “Madres Internas con sus niños”, año 1948. A.R.C.M. Fondo de Ar-
chivo o Colección. Fotos: Santos Yubero. Año 1948 ............................................... 576
Fotografía de un grupo de niñas con sus educadoras. 1948. A.R.C.M. Fondo de Ar-
chivo o Colección. Fotos: Santos Yubero, año 1948................................................ 577
“Las Inclusas en España”. Por el Dr. D. José Antonio de Paz Garnelo. Año 1960.-
y los servicios prestados en Puericultura años 1951-1961. Dr. Paz ......................... 579
X Congreso Nacional de Pediatría, Hospitalización del niño abandonado. Por Dr.
J. Antonio Alonso Muñoyerro. Madrid, 24-27 de octubre 1960 .............................. 587
Estadillo de los niños “Entrados y Salidos” por años desde 1.° de enero de 1963
hasta 1982. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signatura ............................................. 601
Instituto Provincial de Puericultura, año 1965. Bibliografía de algunos de los estu-
dios y trabajos efectuados por los Dres. que trabajaron en el Instituto. 1957-66... 603
Datos más significativos, años 1965-1982. Instituto Provincial de Puericultura. Por
P. Espina Pérez......................................................................................................... 605
Fotografía de la “Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”. 18-7-1968. “Re-
vista Cisneros. Editada por la Excma Diputación Provincial de Madrid, Julio 1968.
(Año XVIII, núm. 39). Y fotografía de las Autoridades en su inauguración ............. 610
804 BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”, Inaugurada por S. E. Jefe del Esta-
do, el día julio de 1968. “Cisneros” . Revista editada por la Excma. Diputación
Provincial de Madrid. Julio, 1968. ( Año XVIII, número 39) .................................. 611
Ciudad Escolar Provincial “Francisco Franco”. Por Francisco Arquero Soria. Anales del
Instituto de Estudios madrileños. Tomo -V- (Provincia), páginas 413 a la 420 ............ 617
Fotografía de una sala de “cunas de lactantes”, Instituto de Puericultura año 1969.
Fotos: Rogelio Leal .................................................................................................. 623
Niños acogidos, años 1969-1978. Memoria del Instituto Provincial de Puericultu-
ra, año 1978. Elaborados por P. Espina Pérez. años 1969-1978............................. 625
Niños dados de alta, años, 1968-1978. Memoria del Instituto Provincial de Pueri-
cultura, año 1978. Elaborados por P. Espina Pérez................................................. 625
Procedencia y edades de los niños acogidos, años 1969. Memoria del Instituto de
Puericultura. Año 1968-1978. Elaborados por P. Espina Pérez .............................. 626
Madres internas, años 1969-1978. Memoria Instituto de Puericultura de Madrid, año
1968-1978. Elaborados por Pedro Espina Pérez..................................................... 626
Procedencia de las “Madres internas” durante el periodo de 1969-1978. Memoria del
Instituto Provincial de Puericultura. Por P. Espina Pérez........................................ 628
Los cuarenta mil hijos de la Inclusa, por Sibely Valle (Fotos: Aldea). 23 de no-
viembre de 1969. Nuevo Diario................................................................................ 631
Consecuencia de la última Ley de Adopción. En la denominada transformación de
las Inclusas, año 1070. Por el Prof. D. Javier Matos Aguilar.................................. 635
Madrid: Miles de peticiones en espera de la nueva Ley. “No hay niños para adop-
tar. Por Sibely Valle. Año 1970. Nuevo Diario......................................................... 637
Fotografía de la fachada del Instituto Provincial de Puericultura. Año 1970. Fotos:
Rogelio Leal ............................................................................................................. 640
La adopción, Un tema importante, entrañable, actual: Por el doctor GARCÍA AN-
DRADE. Profesor de Psiquiatría y Medicina Legal del Instituto de Criminología.
1972. Habla el Médico). Por Ketty RICO Fotos: Juan Gallego. Datos estadísticos:
Instituto de Puericultura .......................................................................................... 643
La adopción: Un problema de nuestro tiempo: Opinan: Emilia Serra, psicóloga y Ama-
lia Franco, abogada. Por Ana de la Fuente, año 1972. Sin referencia del Diario ...... 649
Niño abandonado día trece de enero de 1973. (Foto Carvajal) y otro sin fecha del
mismo año ................................................................................................................ 655
La adopción en España (3). El niño adoptado debe conocer cuanto antes su situa-
ción. Por Carlos Veira. 22 de abril de 1973. Diario YA .......................................... 657
Datos y hechos que pueden tener interés, referentes a la Inauguración del actual
Hospital Infantil. Efectuada por la Excma. Doña Carmen Polo de Franco. Esposa
de S. E. El Jefe del Estado, el día 20 de julio de 1973. Por el Prof. Javier Matos
Aguilar ................................................................................................................. 661
Los Hijos de nadie (1). —No hay niños— Por José Miguel González. Las Provin-
cias. 4-2-1973........................................................................................................... 663
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS 805

Págs.

Los Hijos de nadie (2). —Muchas dificultades— Por José Miguel González, Las pro-
vincias, 6-2-1973 ...................................................................................................... 666
Los Hijos de nadie (3). —El problema de las madres naturales—. Por José Miguel
González. Las Provincias. 7-2-1973 ........................................................................ 670
Los Hijos de nadie (4). —Todos quieren la adopción—. Por José Miguel González.
Las Provincias. 8-2-1973 ......................................................................................... 672
INCLUSA DE MADRID: Por este portal se entregan los niño. “A Dios, Inclusa. A
Dios”. Por este portal se entregan los niños. Por Pedro Pascual. Foto: Trujillano. Año
1973. ¿Diario-Revista?............................................................................................. 677
Instituto de Puericultura: Niños ingresados y sus procedencias. Madres acogi-
das, sus profesiones y edades, año 1973. A.R.C.M. Fondo de la Inclusa. Signa-
tura 8588.................................................................................................................. 685
Año 1975. Ejemplo de los ingresados y sus circunstancias, mes de octubre. A.R.C.M.
Fondo de la Inclusa, signatura 8588 ....................................................................... 685
—II Simposio Español de Pediatría Social— 1974. (No aparece Autor). P. Espina.... 687
Los niños abandonados han encontrado un hogar, Reportaje en -ABC- Por María del
Socorro MONCAYO, año 1974 ................................................................................ 695
Fotografías de las tareas de Puericultura. Año 1975 ................................................ 700
Reyes Magos, —6 de enero de 1974— Por Germán Lopezarias, Fotos Garrote.
¿Diario? ................................................................................................................... 703
Tres mil peticiones de adopción están pendientes de resolución en la Diputación
madrileña. Por Roberto VELAZQUEZ. ABC. 2 de mayo de 1975 ........................... 707
Hay muchas solicitudes de adopción y pocos niños para adoptar, por Juan Monte-
jano. ABC 3-8-1976.................................................................................................. 709
A través de la vida (II). El niño y sus primeras sensaciones: Por el Dr. Aguirre de
Cárcer. Una serie de Sibely Valle. Nuevo Diario. Año 1976. (¿día - ?)................... 711
¿Hijos de quien? Los niños abandonados. Por José CALABUIG; Año 1976. (Per-
sonas) ¿Diario? ¿día?.............................................................................................. 717
Por un total de 30 millones de pesetas: Venta de niños en Mallorca. Por F. P. en per-
sonas. Año 1976. ¿día ? ........................................................................................... 723
Madres solteras: La sociedad justiciera. Año 1976, en PERSONAS. No figura el
autor .................................................................................................................... 725
Fotografía del Dr. D. Javier Matos Aguilar. Por José Luis Dávila año 1976. Revis-
ta n.° 5 de octubre de 1976. C.S.P.F.F...................................................................... 727
“Por encima de todo, queremos la felicidad del niño”. Declaraciones del Prof.
Matos Aguilar. En la Revista n.° 5 de enero de 1977. C.S.P.F..F. Por José Luis
Dávila .................................................................................................................. 728
En España se maltrata a cuatro mil niños cada año. Por Lola Galán, EL PAIS. 10 de
marzo de 1977 .......................................................................................................... 733
Ciento cuarenta niños, acogidos en la Inclusa de Madrid. Por Piedad Moreno. ABC.
3-6-1977 ................................................................................................................... 737
806 BIBLIOGRAFÍA Y OTROS TRABAJOS

Págs.

Con la crisis económica aumentará el número de niños abandonados. Diario -YA, 6-


11- 977. No figura el Autor ...................................................................................... 743
Nadie quiere saber nada de ellos: Los hijos malditos. Libera ha visitado “La Inclu-
sa”. Por paloma Cuevas. Fotos: Jiménez. Año 1978. Diario ¿ABC-ARRIBA?....... 745
Los hospicios de 1978. Los niños malditos. Por Paloma Cuevas, Fotos Jimenez -
ARRIBA- 10-3-1978 ................................................................................................. 751
“Este año aumentarán los abandonos de niños”. Declaraciones efectuadas por el Dr.
Jardón a D. Feito Rodríguez del diario MADRID, el día 29 de marzo de 1978......... 757
La vieja imagen de la Inclusa quedo a tras. Por Isabel Garrido. Fotos Boutelier. 3-
8-1978. Diario Pueblo .............................................................................................. 761
De los niños que nadie quería. A los niños que no hay. Por J. Luis Peker (Fotos: Ro-
gelio LEAL). Revista Cisneros. Abril 1979. Fondo B.R.C. Leguina........................... 765
Como adoptar un hijo. Por María Sanz García-Yepes. Año 1981. ¿ Revista? .......... 774
Cuando el mundo calla. Poemas a mis hijos y Tu vientre vacío. Por Miguel Ángel
Fernández. 19 de marzo de 1993 y 16 de enero de 2002 ......................................... 781
Comunidad de MADRID, Consejería de Hacienda, Uno de los establecimientos
más reconocidos de la antigua Beneficencia Pública de Madrid es el integrado por
el Colegio de la Paz (Antiguo Asilo de San José) el Instituto Provincial de Puericultura.
(Antigua Inclusa). 9- Año 2002................................................................................ 783
Doy por terminada la “Historia” con estas “miscelaneas”. Antonio Bilbao. Des-
trucción y Conservación de los expósitos, pág. 208, año 1789. Juan Gutiérrez Go-
doy 1629. Jaime Bonells publicado en Madrid, 1786. Amor y ternura maternal. Ar-
tículo en el diario de Madrid, 20-4-1799. Antonio Ros de Olano, 1802-1887. “Su hijo”.
Las mil mejores poesías, año 1972. Las adopciones, José M.a Iribarren. “El porqué
de los dichos”. Gobierno de Navarra, 1977. A las madres, P. Espinosa Pérez. Sr.
Juana Inés de la Cruz. A los padres: Las mil mejores poesías, 1972 ....................... 789
ÍNDICE ALFABÉTICO DE AUTORES
(Los números indican las páginas)

A. G. A. (periodista) 485. Dr. Bravo Frías, Juan; 345, 362, 397, 401,
Allport W. Gordón (escritor); 69. 404, 406, 418, 420, 422.
Arquero Soria, Francisco (escritor); 617. Dr. Fermosell Díaz, Jesús; 59.
Azorín (escritor); 68. Dr. García Andrade, José; 643.
Dr. González Bueno, Carlos; 610, 611.
Balmes, Jaime (escritor); 29. Dr. Hernández Briz Baltasar, 359.
Barceló Esteban, Emilia; 45. Dr. Jardón, Eduardo; 737, 757, 761.
Barrio Moya, José Luis (escritor); 89. Dr. Jaso Roldán, Enrique; 511, 519.
Blanco Soria, Luis (periodista); 431. Dr. Matos Aguilar, Javier; 19, 635, 661, 677,
Blasco, Eusebio (escritor); 388. 727, 727, 765.
Burrel y Floria Guilem (escritor); 33, 209. Dr. Méndez Álvaro, Francisco; 271.
Dr. Mora, Pascual; 213.
Calabuig, José (periodista); 717. Dr. Murcia, Pedro Joaquín; 155.
Carrere, Emilio (poeta); 403. Dr. Paz Garnelo, José Antonio de; 565, 579.
Dr. Pelta Fernández, R.; 79.
Castellón, José (periodista); 456.
Dr. Pérez Valdés (memoria médica); 345.
Castillo Lastruci, A. (escultor); 27.
Dr. Rico Abelló, Carlos; 341.
Castro, Rosalía (escritora); 76.
Dr. Ruiz Luzuriaga, Ignacio; 122.
Comunidad de Madrid; 783. Dr. Sainz de los Terreros, Amezaga C.; 565.
Cuevas, Paloma (periodista); 745, 751. Dr. Suñer, Enrique; 414 y 415.
Dr. Tolosa, Latour; 316.
Dávila, José Luis (periodista); 727. Dr. Ulecia, Rafael; 341.
Demersón, Paula (historiadora); 179. Dra. Pablo Gafas, Alicia de; 326.
Dr. Aguirre Cárcer, 711. Duquesa Viuda de Gor; 224...
Dr. Alonso Muñoyerro, Juan Antonio; 345,
362, 387, 397, 401, 404, 409, 412, 418, Encudit Amstiodami, F. de Wit.; 84.
420, 422, 527, 587. Espina Pérez ,Pedro; 9, 23, 29, 39, 65, 83,
Dr. Alustiza; 538. 115, 119, 120, 122, 140, 141, 142, 147,
Dr. Álvarez Santalo, León Carlos; 85. 155, 163, 203, 204, 207, 211, 217, 219,
Dr. Arana, J. Ignacio de; 199. 221, 223, 237, 239, 240, 241, 242, 243,
Dr. Benavente y González, Mariano; 315. 265, 266, 267, 268, 269, 288, 289, 290,
Dr. Bilbao, Antonio; 791. 292, 293, 312, 313, 314, 321, 341, 344,
808 ÍNDICE ALFABÉTICO DE AUTORES

357, 378, 383, 385, 391, 393, 404, 409, Montejano Montero, I. (periodista); 709.
412, 413, 415, 418, 429, 422, 446, 447, Moreno, Piedad (periodista); 737.
449, 451, 461, 466, 511, 520, 521, 523,
525, 576, 577, 601, 603, 605, 623, 624, Pardo Canalis, Enrique (historiador); 295.
625, 641, 685, 687, 743 y 789 (1). Pascual, Pedro (periodista); 677.
Peker,José Luis (periodista); 765.
Feito Rodríguez, Honorio (periodista); 757. Pemán, José María (escritor); 526.
Fernández García, Miguel A. (poeta); 781. Pesquera, Diego; 39.
F. P. (periodista); 723. Posadas, Carmen (escritora); 75.
Fernández Vargas ,Valentina (escritora); 47.
Franco, Amalia (abogada); 649. R. G. (periodista); 120 y 291.
Fuente, Ana de la. (periodista); 649. Real Cedula de S. M.; 143 (1).
Fundaciones; 33-208. Reglamentos; 243, 247, 301, 305, 541 (2).
Reyes Leoz, José Luis (escritor); 82.
Galán, Lola (periodista); 733. Rico, Ketty (periodista); 643.
Garrido, Isabel; (periodista); 761. Río, Ángel del (escritor); 294.
González, José Miguel; (periodista); 663. Romano, Julio (periodista); 424.
Ros de Olano, Antonio (poeta); 790.
Hugo, Víctor (escritor); 75. Ruiz Almansa, Javier (escritor); 189.
Hurtado, Bartolomé (arquitecto); 89.
Sainz-García, Yepes; (periodista); 774.
Icaza, Carmen de (periodista); 507. Sarasúa, Carmen (escritora); 127.
Ibarren, José María (escritor); 791. Selgas, José (poeta); 218.
Sepúlveda, Enrique (escritor); 321.
J. A. M. (periodista); 467. Serra, Emilia (psicóloga); 649.
Sherwood, Joan (historiador); 125, 165 y 177.
KIM (periodista); 493. Silveira Armesto, Blanca (periodista);
475.
Larquier, Claude (historiador); 85 y 97. Solís, Rafael (periodista); 379.
Lope de Vega (poeta); 58, 85. Sor Juana Inés de la Cruz (poeta); 794.
Lopezarias, Germán; 703.
Unamuno, Miguel de (Escritor); 74.
Manrique, Jorge (poeta); 46.
Marinas, Aniceto (escultor); 28. Valle Silbely del (periodista); 631, 637, 711.
Massa, Pedro (periodista); 437, 441, 489... Veira, Carlos (periodista); 657.
Mencheta (periodista); 406. Velázquez, Roberto (periodista); 707.
Mercader, Ana (escritora); 30.
Moncayo, María del Socorro (periodista); 694. Zozaya, Antonio (periodista); 481.

(1) Incluidos algunos artículos y trabajos periodísticos de la década de los años 20 y algún otro,
que por su antigüedad y mal estado de conservación no aparece el “autor”.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS

1. Documentales: Archivos, Bibliotecas, Hemerotecas, etc.


A) Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. (Inclusa-Diputación).
B) Biblioteca Histórica Municipal de Madrid.
C) Biblioteca de la Real Academia de la Medicina.
D) Biblioteca de la Caja de Ahorros.
E) Biblioteca Regional “Joaquín Leguina”. C. Madrid.
F) Biblioteca Nacional.
G) Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
H) Hemeroteca Nacional.
I) Hemeroteca Municipal de Madrid.
J) Anales del Instituto de Estudios Madrileños.
K) Archivo de la Villa. Ayuntamiento de Madrid.

S I G LA S
Archivo Regional de la Comunidad de Madrid ................................. A. R. C. M.
… … … … Fondo Diputación F. D.
… … … … Fondo Inclusa ....... F. I.
Instituto Provincial de Puericultura.................................................... I. P. P. y I. P.
Biblioteca de la Caja de Ahorros ......................................................... B. C. A.
Biblioteca Histórica Municipal de Madrid ......................................... B.H.M.
Biblioteca Comunidad de Madrid y Leguina ..................................... B.C.M. y L.

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