Está en la página 1de 4

ADA 3.

Biografía de Moisés

Instrucciones: Investigue y elabore la bibliografía de Moisés.

BIOGRAFIA DE MOISES

Moisés nació durante una etapa terrible para


su pueblo, Israel. Habían vivido en Egipto
durante cientos de años, se habían establecido
allí cuando su antepasado, José, era el
gobernador de Egipto bajo el mando de otro
faraón.
En marcado contraste con el estilo de vida
privilegiado que habían disfrutado durante la época de José, los israelitas ahora
eran esclavos y sufrían bajo sus amos egipcios. Todavía peor, el faraón había
ordenado la matanza de todos los niños israelitas, porque estaba preocupado por
el rápido crecimiento de la población hebrea.
La familia de Moisés estaba decidida a salvarlo de la muerte. Durante un tiempo,
simplemente lo escondieron, pero pronto quedó claro que necesitaban una
solución deferente. Jocabed, la madre de Moisés, tramó un plan audaz para salvar
a su bebé. Ella lo colocó en una canasta tejida que flotaba. Ella escondió
cuidadosamente la canasta entre las cañas del río Nilo y le pidió a Miriam, la
hermana mayor de Moisés, que la vigilara a escondidas.
Míriam se horrorizó cuando la hija del faraón, que había venido a bañarse en el
río, vislumbró la canasta. La princesa envió a su esclavo a recoger la canasta en
la que encontró a un bebé hebreo. Movida en compasión, ella decidió salvar al
niño.
Actuando con rapidez, Míriam se acercó y le preguntó a la princesa si le gustaría
que una mujer hebrea cuidara al bebé. Acordaron en el plan y, rápidamente,
Míriam trajo a su madre para conocer a la hija del faraón. Llegaron a un acuerdo
que permitió a Jocabed amamantar a Moisés, ¡y hasta recibir un pago por ello!
Y así fue que su propia madre, una israelita, amamantó a Moisés. Cuando creció,
su madre lo trajo a la hija de Faraón, y Moisés se convirtió en su hijo adoptivo. Fue
en este momento que la hija del faraón le dio al niño su nombre: Moisés, que
significa: "de las aguas lo saqué.”
Debido a este cambio dramático, el hijo de un esclavo israelita fue criado como un
príncipe de Egipto. A pesar de su estatus elevado y su estilo de vida lujoso, Moisés
demostraría que recordaba sus raíces y aún simpatizaba con sus compañeros
israelitas esclavos.
Habían pasado varios años y Moisés era ahora un hombre adulto. Un día, vio a un
egipcio golpeando sin piedad a un esclavo hebreo. Enfurecido por este acto de
injusticia y crueldad, Moisés tomó el asunto en sus propias manos. Cuando pensó
que nadie lo estaba mirando, mató al egipcio y enterró el cuerpo en la arena para
ocultar la evidencia.
Al día siguiente, Moisés estaba caminando por ahí cuando vio a dos esclavos
hebreos peleando entre sí. Cuando trató interrumpir la pelea, uno de ellos lo miró y
le preguntó si planeaba matarlo como había matado al egipcio. Inmediatamente,
Moisés supo que sus acciones precipitadas del día anterior habían sido
descubiertas, y temió por su vida.
No mucho tiempo después, el faraón comenzó a buscar una oportunidad para
vengarse de Moisés por el asesinato del egipcio. Moisés huyó al desierto y vivió
como un fugitivo de la justicia.
La vida en el desierto era completamente diferente a la vida lujosa que Moisés
había disfrutado como un miembro de la familia real egipcia. Finalmente llegó a la
tierra de Madián, donde descansó junto a un pozo.
Después de un tiempo, siete hijas de un príncipe y sacerdote de Madián llegaron
al pozo para sacar agua para los rebaños de su padre. Todo andaba bien hasta
que aparecieron algunos pastores de la zona y echaron a las mujeres.
Moisés las defendió, echó a los pastores y luego sacó agua para que bebieran los
rebaños de las mujeres. Cuando las noticias de su actitud heroica llegaron a oídos
su padre, éste invitó a Moisés a comer con ellos. Con el tiempo, le dio a una de
sus hijas, Séfora, en matrimonio.
Moisés cambió su vida por completo, viviendo como pastor y formando una familia
con Séfora, y así vivió satisfecho durante muchos años. Un día, mientras cuidaba
a sus ovejas, notó un misterioso arbusto que ardía. Dios habló a través de la zarza
y le ordenó a Moisés que renunciara a su vida tranquila en el desierto, que
regresara a Egipto a liberar a los israelitas de la esclavitud.
Moisés se sentía muy reacio a asumir esta nueva responsabilidad. Tenía miedo y
también estaba preocupado por su habilidad para hablar con el faraón. Dios le dijo
a Moisés que podía llevar a su hermano Aarón para que él hablase. Así que
Moisés regresó a Egipto con su esposa e hijos.
Aarón se sumó a ellos por el camino y ambos se reunieron con los líderes
israelitas en Egipto, ganando su apoyo. Pero los hermanos no tuvieron tanta
suerte cuando se presentaron ante Faraón, diciendo que Dios quería que los
israelitas fueran liberados. Faraón se negó rotundamente, diciendo que no conocía
ni obedecería a su Dios, ni dejaría ir a su pueblo.
Como represalias por esta audaz petición, el faraón instruyó a sus capataces que
dejaran de proveer a los israelitas paja para hacer los ladrillos. Ellos se vieron
obligados a recoger la paja por sí mismos, pero debían producir la misma cantidad
de ladrillos que antes. Incapaces de mantenerse al día con esta exigencia, los
israelitas se volvieron contra Moisés y Aarón, culpándolos por la carga adicional.
Moisés y Aarón no se dieron por vencidos. Se presentaron de nuevo ante faraón,
esta vez con una señal milagrosa: Moisés arrojó su vara al suelo y ésta se
convirtió en una serpiente. Los magos del faraón lograron replicar la misma
hazaña; sin embargo, la serpiente de Moisés se tragó a las demás serpientes. A
pesar de esto, el faraón todavía se negaba a cambiar de opinión.
Se produjo una sucesión de plagas devastadoras mientras que Moisés imploraba
al faraón que dejara a su pueblo salir de Egipto. El río Nilo se convirtió en sangre;
montones de ranas, mosquitos y moscas descendieron sobre la tierra; el ganado
de los egipcios murió; los egipcios fueron infligidos con llagas y abatidos por el
granizo; una manga de langostas diezmó los cultivos y la tierra quedó envuelta en
la oscuridad. El faraón se negó obstinadamente a permitir que los israelitas se
fueran hasta la última plaga, la muerte de los primogénitos de todas las familias
que no habían pintado el dintel de la puerta con la sangre de un cordero
sacrificado.
Después de que su propio primogénito muriera, el faraón finalmente cedió. El instó
a Moisés y a su pueblo a que se fueran, y los egipcios le dieron a los israelitas
muchísimos regalos cuando partían.
Poco después de que los israelitas salieran de Egipto, el faraón se arrepintió. Él
reunió a sus soldados para capturar a los israelitas mientras que ellos acampaban
junto al Mar Rojo. Moisés levantó su vara sobre el mar y Dios separó las aguas,
permitiendo que los israelitas cruzaran. Cuando el ejercito egipcio los persiguió,
fueron destruidos cuando las paredes de agua se desmoronaron sobre ellos,
ahogando a los soldados egipcios en masa. Los israelitas habían sido realmente
liberados.
Como líder, Moisés se enfrentó a muchas pruebas en el desierto. Los israelitas
podrían ser ingobernables y desagradecidos. Ellos se quejaban mucho pese a que
Dios demostró una y otra vez que proveería a sus necesidades.
Los israelitas necesitaban instrucciones claras y efectivas. Después de una
victoria militar sobre los amalecitas, ellos acamparon en la base del Monte Sinaí,
donde Dios le dio a Moisés los Diez Mandamientos, escritos con su propio dedo
sobre dos tablas de piedra.
Mientras Moisés estaba lejos, en cima de la montaña, los israelitas hicieron una
estatua de un becerro de oro para adorarla. Cuando regresó al campamento y vio
la conducta idólatra de los israelitas, Moisés enfureció y arrojó las tablas de piedra
con los Diez Mandamientos al suelo.
Moisés subió la montaña una vez más para suplicarle a Dios que perdonara a los
israelitas. Siguiendo las instrucciones de Dios, Moisés talló dos tablas para
reemplazar las rotas. Moisés permaneció en la montaña ayunando, orando y
conversando con Dios durante cuarenta días. Cuando Moisés finalmente regresó
por la ladera de la montaña, la gente se aterró porque su rostro resplandecía con
la luz de la gloria de Dios.
Moisés fue un gran líder que murió mientras guiaba al pueblo a la tierra prometida,
Canaán. Aún hoy, los judíos le dan a este héroe bíblico el título de Legislador de
Israel.

También podría gustarte