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HOMENAJE
COLECCIÓN
HOMENAJE
Megafón y la guerra / Martin Bertone. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
Universidad de la Defensa Nacional ; Lanús : Mara Espasande, 2021.
102 p. ; 21 x 15 cm. - (Homenaje / )
ISBN 978-987-47903-5-4
ISBN 978-987-47903-5-4
Proclama 97
JUAN JOSÉ VALLE y RAÚL TANCO
Autoras y autores 98
Las dos guerras de Megafón
Martín H. Bertone
UNDEF Libros
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Palabra y Kairós: la última novela de Leopoldo
Marechal a la luz de la crisis del tercer milenio
GRACIELA MATURO
Mito y novela
La peregrinatio espiritual
Con ello nos sitúa el autor en medio de una gesta nacional, cuyos
héroes, además de reconocibles, son alegóricos y colectivos:
Samuel Tesler –cuyo referente es aquí doble: Fijman / Marechal–
encarna la figura simbólica de Jonás, emergiendo de la ballena-mundo a
través de una acción heroica.
Tifoneades es Satán, ya introducido en La Batalla de José Luna como
Nebirovsky. El Rey del Mundo, Rufián Griego, Director del quilombo,
es quien tiene cautiva a Lucía Febrero. Es en la tradición simbólica de
Oriente y Occidente el equivalente del Dragón, que adquiere múltiples
significaciones como representante del instinto sexual, la corporeidad, lo
mundano.
Lucía Febrero, también llamada La Novia Olvidada –acaso en
reminiscencia del autor a la Niña-que-ya-no-puede-suceder de sus Odas
para el hombre y la mujer (1929)– es la cautiva, liberada por Megafón.
Barroso y Barrantes, Rómulo y Remo, y otras figuras menores
complementan el ámbito novelesco más como contrincantes del diálogo
y referencias culturales que como personajes o símbolos. Lo mismo cabe
decir de José Coraggio, fugaz marinero que arma el barco llamado El Surubí,
en aguda referencia al autor, que en sus Claves de Adán Buenosayres decía:
“Yo, como el surubí, soy el que remonta la corriente del río...”.
La “Rapsodia V”, como dijimos, incluye el término “Ginesofía”, que
conviene a uno de los aspectos más importantes de la obra. Esta novela
gira alrededor de la femineidad, entendida como signo y representación de
lo mundano en la figura de Venus Terrestre, y como presencia celestial y
guía a Dios en tanto Venus Celeste. Se presenta también otra significación
de la mujer como Psyché, alegoría del alma encerrada en el cuerpo, y a la
vez alegoría de la belleza encerrada en las profundidades de lo mundano,
es decir, figuradamente, “prostituida”. Lucía Febrero es Psyché-Helena,
raptada en el origen de la guerra o de la historia humana, como la presenta
la Ilíada, y rescatada por la acción heroica de Megafón-Tesler-Marechal. Ella
es la luz preternatural, el intelecto de amor o forma de Dios impresa en el
hombre, la Belleza increada que es hallada, cautiva, en el caracol de Venus
(pág. 295 y ss.)
El pensamiento de Leopoldo Marechal, hondamente traspasado por la
idea de la redención, busca revertir esta caída por el rescate de Helena,
tomado de la tradición del gnosticismo cristiano (ver capítulo 9). Lucía
Febrero es hallada en un lupanar, la espiral de Tifoneades. Hallarla justifica
el esfuerzo de Megafón y pone fin a su aventura.
Es coherente en el orden de la exposición estética con su planteo de
valorización de la belleza creada como manifestación de la belleza increada.
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Palabra y Kairós: la última novela de Leopoldo Marechal
a la luz de la crisis del tercer milenio
y la recuperación de la materia-mater.
2) Una reivindicación filosófica de la femineidad.
3) Una doctrina del amor y de la pareja humana, íntimamente ligada a la
antropología religiosa (teándrica) de Marechal.
4) Una aguda visión de la crisis del fin de los tiempos.
5) Un llamado a la reconstrucción nacional.
der Leew).
El mundo griego parece enfatizar la idea de Kairós como momento
oportuno, pero también como giro desde el dolor a la sabiduría. La escuela
órfico-pitagórica otorga importancia al Kairós, como lo han hecho algunos
textos neoplatónicos.
El Apocalipsis de Juan de Patmos, texto intensamente releído por los
creadores de la segunda mitad del siglo XX, afirma: “Porque el tiempo
(Kairós) está cerca”. En este sentido Kairós se relaciona con el tiempo del
cumplimiento o kérigma, el pleroma, la parusía. Más al fondo de la cuestión,
para el cristiano todo tiempo es kairós, desde la venida de Cristo, y en la
espera de su segunda venida.
En esta dirección, Marechal ha producido un mensaje que es legítimo
leer como profecía para estos tiempos de oscuridad mundial, especialmente
cuando se advierte que este mismo movimiento se ha producido en toda
la novelística hispanoamericana. Es una señal individual y colectiva que
marca nuestra cultura en décadas recientes. Ahora bien, el sólo hecho de
una recepción otorgadora de sentido como la que estoy proponiendo nos
coloca más allá de la ciencia literaria, e incluso de una hermenéutica histórica,
conectiva del texto y la tradición cultural. Entiendo que solamente un acceso
fenomenológico-hermenéutico puede abrir el texto a la lectura poiética,
creativa, capaz de otorgar a la palabra un cumplimiento temporal, es decir,
un kairós.1
Nadie podrá demostrar incontestablemente que ese tiempo ha llegado,
pero tampoco podrá demostrar que no es así. Se trata de una realidad
psíquica, intersubjetiva, y a la vez óntico-existencial, aceptable para quien se
sienta capaz de la escucha y el riesgo de una apuesta historificante a partir
de la profecía.
1 En Platón –dice Julia Iribarne– el Kairós recibe su anclaje transubjetivo (Filebo, 24 a-d). También aparece ligado a
lo repentino y a la vez mensurable, y en tal sentido se relaciona con los conceptos de acmé, télos, metron, hora.
Aristóteles (Ética a Nicómaco) lo define como lo Bueno en la categoría del tiempo. Sería también lo perfecto,
plenificante, aunque admite también la incertidumbre. Ello haría necesaria la ciencia del Kairós, es decir el cono-
cimiento del adivino, próximo a los misterios.
En la tragedia: el Kairós sería un momento crítico y doloroso como precio de la anagnórisis y la redención (expo-
sición de G. Rebok,1-VIII-02). Señala que en Aristóteles la consideración del Kairós se relaciona con la obtención
de la felicidad, y establece la continuidad de conceptos equivalentes en Kierkegaard, Nietzsche y Heidegger.
En la cultura semítica –según lo señala Mercedes Riani– aparece una nueva interpretación del Kairós, que se
relaciona con la fiesta y el rito. El concepto einsteniano de tiempo-espacio, asimilado por Bergson, se presta a
la comparación o aproximación con el Kairós, es decir, tela o trama (las referencias remiten a otras exposiciones
orales del Centro de Estudios Filosóficos).
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Palabra y Kairós: la última novela de Leopoldo Marechal
a la luz de la crisis del tercer milenio
Bibliografía
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Marechal, entre guerras terrenales y celestiales
naron como una usina de reflexión doctrinal dentro de una Iglesia católica
marcada por aires renovadores, en particular a partir de la encíclica Rerum
Novarum (“cosas nuevas”) y más tarde de la Quadragesimo Anno. Tampoco
cabe duda de que la obra Cristianismo y Democracia de Jacques Maritain
constituyó otra de las vastas influencias para quienes participaron en los
cursos, en un marco general atravesado por apasionadas impugnaciones al
liberalismo clásico.
Graciela Maturo, una de las mayores expertas sobre su obra, sostiene
que la fe es:
el nódulo íntimo de toda la obra marechaliana. Hombre evan-
gélico, místico por inclinación y vocación, fue filosóficamente un
metafísico no ceñido únicamente a la Escolástica sino abierto a
los aportes de toda la filosofía tradicional y receptivo a la ciencia
moderna (1999, p. 149).
Por su parte, Elbia Rosbaco, en Marechal íntimo, sostuvo que en él:
descubrimos la militancia amorosa y la lealtad (…). Amor y leal-
tad a Dios en lo más alto y profundo de su convicción religiosa,
relacionado en su comportamiento de hombre con el mundo;
amor y lealtad a la Patria; amor y lealtad al pueblo argentino;
amor y lealtad a su vocación creadora; amor y lealtad a sus ami-
gos; amor y lealtad a sus convicciones cívicas; amor y lealtad a
los símbolos patrios; amor y lealtad a su pareja; amor cósmico
(1973, p. 35).
“La búsqueda de Marechal es profundamente religiosa”, propone To-
rres Roggero (2020), “en el sentido etimológico de la palabra: re-ligar. Se
convierte así en un peregrino de lo Absoluto empeñado en volver a Dios.
Transita un camino iniciático que nos incita a leer y vivir los ‘símbolos sa-
grados’”.
Respecto a su activa participación en el cursillismo, Marechal recor-
daba que “por aquellos años, en los Cursos de Cultura Católica y en las
reuniones del convivio que gobernaba con alegres teologías el inolvidable
César Pico, fui conociendo a los jóvenes nacionalistas que orientaban a
lo político sus vocaciones” (Marechal, 1998, p. 385). Durante su segun-
do viaje a París, el autor por encargo de la Historia de la Calle Corrientes
(1929) abordó estudios sistemáticos sobre las epopeyas clásicas y sobre
Platón y Aristóteles “en su relación con San Agustín y Santo Tomás de
Aquino, lo que originó [en él] una crisis espiritual que dio a su existencia
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Francisco José Pestanha y Emmanuel Bonforti
2 GOU. Grupo Obra de Unificación. Agrupamiento interno del Ejército de carácter secreto en el que participó
activamente Juan Domingo Perón y que se constituyó en el motor de la Revolución del 4 de junio de 1943.
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Marechal, entre guerras terrenales y celestiales
ción, tales como Borges, Sábato y Victoria Ocampo, entre otros” (Pérez,
2014, p. 349). Marechal ostentaba el carnet número 46 de la comisión
pro-candidatura del General Perón.
Para el creador de la Cantata Sanmartiniana, la revolución justicialista:
se nos presenta como una síntesis en acto de las viejas aspira-
ciones nacionales y populares tantas veces frustradas; y lo hacía
enarbolando tres banderas igualmente caras a los argentinos: la
soberanía de nuestra nación, su independencia económica y su
justicia social. No es extraño pues que el 17 de octubre de 1945,
se diera la única revolución verdaderamente popular que registra
nuestra historia (incluyendo la del 25 de mayo) y que se diera en
una expresión de masas reunidas, no por el sentimiento ni por
el resentimiento, sino por una conciencia doctrinaria que les dio
unidad y fuerza creativa. Yo estuve co2n ellos y marché con ellos
y doy fe que supieron lo que hacían y lo que querían (Rosbaco,
1973, p. 57).
Megafón, o la guerra
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Francisco José Pestanha y Emmanuel Bonforti
Bibliografía
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Marechal, Megafón y el tango
4 Teoría política según la cual los países subordinados al gran capital imperialista deben resignar su destino
soberano en aras de un supuesto bienestar de sus pueblos. Así lo explica su principal expositor entre nosotros:
“Para un país periférico, vulnerable, empobrecido y poco estratégico para los intereses vitales de las potencias
centrales, la única política exterior moral es aquella que reduce los costos y riesgos de costos eventuales, maxi-
miza beneficios y, por sobre todo, atrae inversiones y baja las tasas de riesgo-país” (Escudé, 1992, pp. 281-282).
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Marechal, Megafón y el tango
5 Entre ellos el precursor Manuel Ugarte, que en 1910 ya escribía: “los que arguyen que la belleza es universal,
olvidan que el sol también lo es, y que sin embargo su aspecto y su influencia cambian según el lugar del mundo
que nos sirve de observatorio” (Ugarte, 1953, p. 70).
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Juan Carlos Jara
6 Ben Molar, propietario de la editorial y discográfica Fermata e introductor y traductor de los primeros éxitos
de la música de rock y pop en nuestro país, era sin embargo un enamorado de la música de Buenos Aires. De
hecho, a él se le debe la instauración del 11 de diciembre como Día Nacional del Tango y la concreción de pro-
ducciones discográficas como “14 con el Tango”, “Los 14 de Julio De Caro” y “Los de siempre”. Para el primero
de esos discos, paradójicamente, convocó, entre otros literatos consagrados, a Leopoldo Marechal. El objetivo:
colaborar en la composición de un tango con el bandoneonista Armando Pontier. De esa inusual dupla creadora
surgirá “La mariposa y la muerte”, grabado por la cantante Aída Denis con la orquesta de Alberto Di Paulo en
1966: “Ya en su ardiente mediodía / la rosa tentó la suerte / y llevársela quería / en su caballo la muerte”.
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Marechal, Megafón y el tango
7 Recordemos que desde 1966 gobernaba (de facto) el general Juan Carlos Onganía, a quien el humorista
Landrú (Juan Carlos Colombres) caricaturizaba como una morsa, en alusión al poblado bigote con el cual el
dictador ocultaba su labio leporino.
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Juan Carlos Jara
8 Mientras Borges hablaba de la “cursilería internacional y vocabulario forajido [que] hay en el tango” (Borges,
1928, p. 57), Sergio Piñero abominará del “tema conventillero” y “la chorrera guaranga y tonta de las percantas
infieles” (Piñero, 1925, p. 128).
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Marechal, Megafón y el tango
9 Curiosamente, otro de los personajes del cuento, Arizmendi, utiliza para describir el paso del tango por sus
tres avatares la misma metáfora del cambio de piel que emplea Megafón en la novela, en alusión alegórica a la
patria: “Y explicó de qué manera el tango, en sus tres avatares, había investido la forma sensual de candombes y
habaneras, para rendirse luego bajo el influjo itálico, al sentimentalismo lloroso de la canzoneta napolitana. Más
tarde, y a medida que la ciudad ganaba en abstracción, el tango fue librándose de su peladura sentimental y de
sus gomas fluidas, hasta llegar al bandoneón geométrico de Ástor” (Marechal, 1975, pp. 8-9).
10 No sabemos si poeta y músico llegaron a trabar amistad, pero, de hecho, en una de las últimas fotografías
de Marechal que conocemos, se los ve a ambos recorriendo muy sonrientes, junto a Susana Rinaldi, una típica
callecita de San Telmo.
11 Expresión del teólogo y filósofo alemán Nicolás de Cusa (1401-1464) aplicada a Dios, ser inefable en el que
coinciden, es decir, se sintetizan lo Máximo Absoluto y su criatura, el universo, es decir lo opuesto o Mínimo
Absoluto.
12 Concepción desarrollada por Eduardo Romano en un reciente y valioso artículo sobre la novela. (Cfr.: Ro-
mano, 2020).
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Juan Carlos Jara
13 En 1966 dirá Marechal de Discépolo, a quien conoció con motivo de la puesta de “Antígona Vélez” en el
teatro Cervantes bajo dirección del autor de “Uno”: “Era un hombre maravilloso. Un auténtico porteño. No en
el sentido de que haya nacido aquí, sino en cuanto era producto de una ciudad como ésta, una ciudad cuya gente
él conocía profundamente, cuya forma de sentir y de pensar él comprendía como nadie” (Galasso, 1981, p. 103).
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Marechal, Megafón y el tango
Bibliografía
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Patria, pueblo y revisión histórica en la Argentina
semicolonial. Un estudio sobre Megafón o
la guerra, de Leopoldo Marechal, desde el
pensamiento nacional
MARCOS MELE
Creo que actualmente hay dos Argentinas: una en defunción, cuyo ca-
dáver usufructúan los cuervos de toda índole que la rodean, cuervos nacio-
nales e internacionales; y una Argentina como en Navidad y crecimiento,
que lucha por su destino, y que padecemos orgullosamente los que la ama-
mos como una hija.
Leopoldo Marechal
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Marcos Mele
advierte: “El Jefe nos llamaba compañeros” (ibíd., p. 84). Juan Domingo
Perón, líder del Movimiento Nacional Justicialista, hablaba el lenguaje del
país real.
Con miras a la lucha contra la Argentina pretérita, Megafón considera
que habita en el pueblo un heroísmo adormecido que es imperioso reani-
mar. La clave para las contiendas futuras radica en el sentir popular:
El pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con men-
sajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que
recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar
esas botellas y refrescar esa memoria. (ibíd., p. 57)
Los fusilamientos de junio de 1956, una y otra vez evocados en Mega-
fón, representan una tentativa de masacrar al “ser nacional”, pretenden
dar muerte a la Argentina “en Navidad, en crecimiento”. Es por esto que,
al recorrer el basural de José León Suárez, se puede ver cómo la pampa
llora “el deshonor que le habían inferido los ametrallados inocentes y sus
ametralladores anónimos” (ibíd., p. 14).
El suelo patrio expresa su hondo dolor por el ruin asesinato de los
hijos de la tierra. Los autores políticos del crimen pretenden calmar su
conciencia al sólo ver en sus manos “sangre indirecta”. Ahora es tiempo
de hablar de “la Argentina en defunción” y de cómo la Revolución Liberta-
dora sacrificó al país para saciar la voracidad de los “cuervos nacionales e
internacionales”.
dos lecturas.
Al enfrentarse con sus inesperados visitantes, González Cabezón los
invita a pasar aclarando que está solo ya que “el Tirano Depuesto nos dejó
arruinada la servidumbre” (Marechal, 1988, p. 200). El reconocimiento del
sufragio femenino, la legislación laboral, el creciente desarrollo industrial
y la movilidad social ascendente de la Argentina peronista les brinda a las
mujeres de los sectores populares una perspectiva de vida superadora. Las
familias de la oligarquía lamentan la pérdida de sus sirvientas con “cama
adentro”, utilizadas tanto para las tareas domésticas como para la inicia-
ción sexual de los jóvenes de la casa sin correr el riesgo de contagiarse de
sífilis en los prostíbulos (Galasso, 2019, p. 18). En las palabras de González
Cabezón se desprende que el peronismo ha corregido el destino de las
mujeres como Sofía, aquella desgraciada y soñadora sirvienta de la obra
Trescientos millones de Roberto Arlt.
La operación “Crítica Histórica al General Bruno González Cabezón”
es liderada por Megafón, Barrantes y Barroso, y el Mayor Troiani, expulsa-
do del Ejército en 1956, al igual que su alter ego Bernardo Alberte (Brienza,
2015, p. 112).14 Frente a frente con González Cabezón, Barrantes remarca
que la historia no es una ciencia neutra, objetiva y aséptica sino que “es
el arte de mostrar una cara limpia y esconder un culo siniestro” (Mare-
chal, 1988, p. 201). La historia es un instrumento al servicio del sector
dominante que impone un relato adulterado para encubrir sus políticas
antinacionales.
En palabras de John William Cooke, en los países coloniales las oligar-
quías se adueñan de los diccionarios; son ellas quienes nominan y dominan
(Jaramillo, 2012). De ese modo, la contrarrevolución de septiembre de
1955 anuló la Constitución de 1949 en nombre de las instituciones, fusiló
militares y trabajadores para defender la Libertad, y proscribió al Partido
Justicialista con el fin de resguardar la democracia. El General González
Cabezón “ha matado a la Libertad, la secuestró, la violó y la estranguló en
el baldío de una historieta patria” (Marechal, 1988, p. 207).
La Libertad ha recibido el mismo trato denigratorio que los restos mor-
14 La representación de Bernardo Alberte como el Mayor Troiani no es un caso aislado. Muchos de los per-
sonajes de Megafón representan a personas que Marechal conoció y buscó retratar por medio de la literatura.
Un ejemplo de ello es el ordenanza Muñeira, un nacionalista que pasó por los Cursos de Cultura Católica, y
que consideraba que la decadencia de Buenos Aires se debía a la eliminación del Santo Tribunal de la Inquisición
(Marechal, 1988, p. 129). En la entrevista realizada por Alfredo Andrés, Marechal recuerda su incorporación a
los Cursos de Cultura Católica y menciona entre sus compañeros a Jacobo Fijman (Samuel Tesler en Adán Bue-
nosayres y Megafón) y a Sueiro, un ordenanza de la Banda Municipal al que apodaban “gárgola, en atención a sus
discutibles encantos físicos” (Marechal, 1968, p. 40). Más adelante en este estudio trabajaremos a los personajes
Barrantes y Barroso.
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Patria, pueblo y revisión histórica en la Argentina semicolonial
tales de Eva Perón. Es por ello que Megafón exhorta a González Cabezón:
“¿No se deshonran las armas al profanar el cadáver de una mujer? ¿O la
muerte ya no es una frontera donde se inmovilizan los jueces y los verdu-
gos? (…) Díganos qué hicieron con Eva y sus despojos mortales” (ibíd., pp.
207-208).
En el juicio a González Cabezón participan los espectros del General
Juan José Valle y de los fusilados en José León Suárez. Sobre el primero,
dice el dictador:
¿Por qué tenía que meterse a redentor? ¿Y por qué abandona
su tumba de Olivos para subir la escalerilla del dúplex y mostrarme
su pecho roto a balazos? Conspiración para la rebelión. Dicen que
su tumba, en Olivos, aparece cubierta de flores todas las mañanas.
¡Éramos amigos! ¿Y qué? Ya he quemado las fotografías que nos
muestran juntos a pie o a caballo. (ibíd., p. 206)
González Cabezón ha destruido las últimas pruebas de su amistad con
Valle. Al desaparecer las fotos no queda evidencia alguna de la traición. La
conciencia del dictador reposa en el juicio de la historia, que fundamentará
su absolución en los documentos que él mismo se encargó de escribir: “La
Historia dará su fallo y me juzgará por los documentos… ¡Los documentos
hablan! –se deleitó, acariciando el lomo del volumen como si fuera el de un
animal doméstico” (ibíd., p. 213).
Hacia el final de este trabajo retomaremos las discusiones en torno
a la historia, que atraviesan toda la novela de Marechal. En el próximo
punto abordaremos la dominación económica y cultural de los Estados
Unidos sobre la Argentina, una de las consecuencias principales del golpe
cívico-militar de 1955.
Al igual que las Fuerzas Armadas, las doctrinas económicas pueden con-
vertirse en una valiosa apoyatura para el desarrollo autónomo de la nación
o ser un engranaje más para su subordinación. En Megafón, el personaje
Ramiro Salsamendi Leuman es la estampa de Álvaro Alsogaray, Ministro
de Economía en las presidencias de Arturo Frondizi y José María Guido. El
Ministro Salsamendi –presentado como el “promotor de los inviernos y el
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Marcos Mele
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Marcos Mele
hemos construido este país! (…) ¡Un imperio que se nos robó y que aho-
ra se nos discute! Yo le dije al Ministro, desde los balcones de la Casa de
Gobierno: ¡Esa invasión nos destruirá!” (Marechal, 1988: 150). El sector
dominante ha fundado, fusil Remington en mano, un “imperio instituido
contra las furias del sur”, erigido “sobre tumbas de soldados y osamentas
de infieles que nadie bendijo” (Marechal, 1988, pp. 151-154).
El personaje Dardo Cifuentes, historiador revisionista, hace responsa-
ble a los Igarzábal –y por medio de él a toda su clase social– por haber de-
sertado de su rol como patriciado –un conjunto de notables que conduce
al pueblo con miras al bien común– y por degenerar en una oligarquía, es
decir, un gobierno de pocos orientado al interés particular de ese reducido
grupo. En síntesis, “un Patriciado construye: una Oligarquía destruye y se
destruye” (ibíd., p. 156).
En este punto, las referencias de Marechal a la teoría política aristo-
télica son evidentes pero también se puede establecer un vínculo con la
obra Revolución y contrarrevolución en la Argentina de Jorge Abelardo Ra-
mos, quien utiliza los conceptos de oligarquía y patriciado para diferenciar,
en el análisis de las guerras civiles de 1880, al sector dominante de la ciu-
dad-puerto (el mitrismo) de las fuerzas políticas tradicionales del interior
del país (el roquismo) que pugnan por federalizar las rentas aduaneras de
la provincia-metrópoli. Para Ramos, la claudicación posterior del roquismo
comienza a producirse cuando se convierte gradualmente en oligarquía. A
partir de allí, la “posición nacional” pasa a ser representada por un nuevo
movimiento: el radicalismo yrigoyenista.
La degradación del patriciado en oligarquía se explica por la deserción
de la élite que se escuda en una concepción abstracta de la patria para
rehusarse a cumplir su rol nacional. Esta defección empieza por desenten-
derse:
(…) de la escena propia, de los actores naturales, del estilo de
vida en que se iniciaba el Patriciado. Naturalmente, no se habría
caído en esa distracción si los ojos del Patriciado no se hubieran
vuelto desde una interioridad viviente hacia una exterioridad aje-
na que lo tentaba. Y fruto de aquella distracción, el Patriciado
entró en un complejo de inferioridad ante los estilos ajenos que
lo llevó a desertar el suyo y a entregarse a una parodia ridícula
de todo lo foráneo. (ídem)
La evasión espiritual de la oligarquía es la antesala de su fuga material. El
éxodo interior o metafísico es seguido por el exterior o físico. El mimetis-
mo cultural ahora es suplantado por los viajes a Europa en transatlánticos
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Patria, pueblo y revisión histórica en la Argentina semicolonial
de lujo con mucamos indios y vacas lecheras; se arriendan las tierras a los
laboriosos inmigrantes para poder entregarse a una vida suntuosa y de
derroche en París o Londres; y se arreglan casamientos con nobles en ban-
carrota para parasitar los devaluados títulos nobiliarios (Marechal, 1988,
pp. 156-157).
En tanto la oligarquía huye desligándose del destino de la Argentina,
otros actores llegan al país para ocupar el centro de la escena. Los transat-
lánticos luminosos del éxodo oligárquico se topan con los barcos oscuros
de los inmigrantes dispuestos a hacer de este suelo su propia patria (ibíd.,
159). He aquí la “invasión” y el “despojo” que no perdona Don Martín
Igarzábal.
Ante el juicio de Megafón y sus compañeros, el Gran Oligarca alega que
no todos eligieron la expatriación. El propio Martín Igarzábal, director de
los ferrocarriles ingleses, y su hermano Lucio, senador de la República, se
quedaron en la Argentina usufructuando los réditos económicos del mode-
lo agroexportador. Acto seguido, Megafón rememora la campaña electoral
de los Igarzábal destinada a “recordarles a los peones qué hay que votar
mañana y por quién”. Eran los tiempos del fraude electoral previo a la Ley
Sáenz Peña, donde el peón rural se convertía en un mero servidor de la
voluntad política del patrón de la estancia.
Megafón entiende que aquellos que permanecieron en el país transfor-
maron al Gran Oligarca en el Gran Cipayo: “¿De qué sirvió que un general
heroico nos libertase de una metrópoli (…) si el Gran Cipayo nos entregó
a otras?” (ibíd., pp. 158-159).
Leopoldo Marechal argumenta que tanto Juan Manuel de Rosas como
Juan Domingo Perón lideraron a los sectores populares contra el núcleo
dominante, que se encargó de derrocarlos políticamente y condenarlos
por medio de la falsificación histórica. La Batalla de Caseros y la Revolución
Libertadora constituyen dos actos de una misma obra escrita por el Gran
Oligarca y su apoyatura foránea:
–¿Entiende usted que la dramática historia de Juan Manuel se
debió a un coletazo precoz del Gran Oligarca?
–Parecería evidente (…) Todo lo popular le afectaba y le afecta
el miocardio. Lo que aseguro es que a otro coletazo del Gran
Oligarca se debió la historia de Juan Domingo. Y aún se resistirá,
¡no lo dude!, mientras un aliado interior y otro exterior lo sosten-
gan por las agallas. (ibíd., p. 161)
Don Martín Igarzábal es una muestra viviente de la “vieja y pequeña
Argentina, representada por la oligarquía, que se obstina en no terminar de
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Marcos Mele
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Patria, pueblo y revisión histórica en la Argentina semicolonial
15 Boletín del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas (segunda época), número 9, ma-
yo-septiembre de 1970, p. 25.
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Marcos Mele
DE LA PATRIA JOVEN
Y quisiera grabar
En el día su sombra,
Y decir las palabras que castigan al tiempo
Como a un noble caballo,
Pero vacila su talón ardido:
–¡No es hora! –canta el año junto al Río.
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Patria, pueblo y revisión histórica en la Argentina semicolonial
Bibliografía
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Leopoldo Marechal y su Megafón: batallar desde
abajo
FACUNDO DI VINCENZO
Introducción
16 Quien estudia, custodia, compila y revisa su obra es una de sus hijas, María de los Ángeles Marechal. En una
de las entrevistas que le han hecho sobre la historia de su padre comentó que la figuración de poeta argentino,
muy argentino, es la que más le gustaba a Leopoldo Marechal. Afirma María de los Ángeles Marechal: “Fue
un argentino, muy argentino, que fue bibliotecario, maestro, periodista, un hombre que fundamentalmente
al escribir quiso universalizar las esencias argentinas. Él siempre se consideró poeta, le faltaba la tarjetita que
dijera: Leopoldo Marechal Poeta.” En Televisión Pública, Vivo en Argentina (2013). “Recordando a Leopoldo
Marechal”, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=1egXBuXbgTo&ab_channel=Televisi%C3%B-
3nP%C3%BAblica.
17 Término con el cual el periodista y escritor argentino José Luis Torres (San Miguel de Tucumán, 1901-1965)
designó al periodo desde el golpe cívico militar al gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen hasta la llamada
Revolución de los Coroneles de 1943.
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Facundo Di Vincenzo
18 En varios trabajos el filósofo argentino Carlos Astrada (Córdoba, 1894-1970) explicó a qué se refiere cuan-
do se habla del numen Nacional. Escribe: “Peticiona Martin Fierro y, con él, José Hernández, una comunidad
armónica, libre, justa, con su ideal educativo, inspirado en sus esencias históricas como en sus ingredientes pro-
fesadas, en un clima de tolerancia recíproca, y asentada en el derecho a la vida de todos los argentinos. […] Para
la consecución de todos estos fines es tarea previa terminar con un sistema de gobierno que deliberadamente
impedía el ascenso del pueblo al área de las decisiones políticas en la vida Nacional, escenario en el que brillaba
por su ausencia el verdadero protagonista de las peripecias históricas, únicas que dan cuenta de la autenticidad
de un destino colectivo” (Astrada, 1964, p. 134).
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Leopoldo Marechal y su Megafón: batallar desde abajo
19 Decreto – Ley 4161, 05 de marzo de 1956. El artículo 1º prohibía expresamente “la utilización de imágenes,
símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas, (...) que sean (...) representati-
vas del peronismo”, e incluía una lista de vocablos proscritos, tales como “peronismo”, “peronista”, “justicialis-
mo”, “justicialista”, “tercera posición”, la Marcha peronista y los discursos del presidente Juan Domingo Perón y
de Eva Perón, así como “el nombre propio del presidente depuesto” o “el de sus parientes”.
20 El liberalismo al que hago alusión refiere a la doctrina política que sostiene como principios fundamentales
la propiedad privada y la libertad individual. En materia de política económica, propone un Estado limitado,
restringiendo o desechando toda intervención del Estado en la vida social, cultural y económica. En este sentido,
en las sociedades en donde el modo de producción capitalista es hegemónico, el liberalismo tiende a perpetuar
las diferencias entre los sectores sociales que la integran.
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Facundo Di Vincenzo
21 Marechal, María Ángeles. “Bio – Cronología Leopoldo Marechal”, que se encuentra en la página más comple-
ta dedicada al autor, en Fundación Leopoldo Marechal: https://www.marechal.org.ar
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Leopoldo Marechal y su Megafón: batallar desde abajo
Hacia fines de la década de 1920, los problemas para los sectores que
promovían la cosmovisión liberal y progresista se empeoran. En conse-
cuencia, se agudizan las condiciones de los trabajadores y trabajadoras. Si
con la Gran Guerra (1914-1918) el modelo agroexportador –bastón eco-
nómico de los sectores que detentaban el poder desde la ciudad puerto
Buenos Aires– había tambaleado, con la crisis de Wall Street (1929) y la
consecuente retracción de los mercados extranjeros asociados al sector
productivo terrateniente, la crisis es profunda.22 La estructura de Argenti-
na cruje, los reclamos por mejores condiciones laborales se acrecientan en
Buenos Aires –Talleres Krieger Vasena, 1919–, Chaco –La Forestal 1919-
1921– y Patagonia –Patagonia Rebelde, 1920-1922– (Galasso & Ferraresi,
2018).
En la llamada Semana Trágica, por ejemplo, una huelga por mejores
condiciones, reclamos por despidos y suspensiones iniciada en las oficinas
de la Metalurgica Vasena, ubicadas al sur de la Ciudad de Buenos Aires, en
el Barrio de San Cristóbal, desencadenó una serie de destrozos y asesina-
tos por parte de la policía y grupos de civiles (Liga Patriótica)23 en varios
barrios de trabajadores –Avellaneda, San Cristobal, Montserrat– causando
centenares de muertos y heridos.
22 Varios estudiosos demuestran con sólidos trabajos los alcances de esta crisis desde distintas dimensiones y
temas, a nivel Social. Ver: De Santillán, Diego Abad (1933), F.O.R.A. Ideología y trayectoria del movimiento obrero
revolucionario en Argentina, Buenos Aires, Ediciones Nervio; Galasso, Norberto y Ferraresi, Alfredo (2018),
Historia de los trabajadores argentinos (1857-2018), Buenos Aires, Colihue. A nivel cultural: Jauretche, Arturo
(1957), Los profetas del odio y la yapa. La colonización pedagógica, Buenos Aires, Ediciones Trafac; Ramos, Jorge
Abelardo (1961), Crisis y resurrección de la literatura Argentina, Buenos Aires, Coyocán. A nivel político: Doll, Ra-
món (1934), Acerca de una política Nacional, Buenos Aires, Difusión; Ramos, Jorge Abelardo (1957), Revolución y
contrarrevolución en Argentina, Buenos Aires, Plus Ultra; Halperin Donghi, Tulio (2003), La Argentina y la tormenta
del mundo. Ideas e ideologías entre 1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo XX.
23 Fue una organización civilparamilitar integrada por sectores sociales medios y altos, que participó activamen-
te en la represión de los movimientos, reclamos y demás expresiones culturales de trabajadores y trabajadoras
durante las primeras décadas del siglo XX. Bajo el contexto de la Gran Guerra, con el país atravesando una grave
crisis económica que afectaba principalmente a los trabajadores, se multiplicaron los despidos y la baja de los
salarios, incrementando la miseria y los reclamos. Si bien estos grupos ya habían actuado “apoyando” a las fuer-
zas policiales en diferentes conflictos con los trabajadores, el desenlace de la Revolución Rusa de 1917 generó
un estado de pánico entre los sectores dominantes, que veían en cualquier reclamo obrero justo, una muestra
de subversión marxista. En ese contexto, representantes de distintas organizaciones, miembros destacados de
la elite social, representantes de clubes y asociaciones (miembros del Jockey Club, de las Sociedades Rurales,
Asociación de Damas Patricias, representantes de la Iglesia y de la Fuerzas Armadas), el 19 de enero de 1919 se
reunieron en el Centro Naval para fundar la Liga Patriótica.
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Facundo Di Vincenzo
24 Marechal, L., (2001). El banquete de Severo Arcángelo, Buenos Aires, Planeta, pp. 45-47. Los epítetos aplicados
a Severo Arcángelo por sus empleados bien podrían haber sido suscriptos por los trabajadores de Vasena: el
Viejo Criminal de los Altos Hornos, el Vulcano en Pantuflas, el Innoble Metalúrgico, el Impuro Quemador de
Hombres, el Metalúrgico Sin Ley, el Viejo Explotador de Hombres. Que la figura de Arcángelo esté inspirada en
la de Empresario Vasena surge de varios fragmentos, como por ejemplo este: “Severo Arcángelo es un asesino
vulgar y silvestre, le dije a la Enviada. Sus fundidores, hace diez años, hicieron una huelga; y él admitió que la
policía los ametrallara. Yo hice la crónica: en total cuatro muertos...Yo asistí al entierro de los fundidores insistí:
cuatro ataúdes que avanzaban calle arriba llevados en hombros de los compañeros. Era un fuerte mediodía de
verano: tras un velatorio de cuarenta horas en la sede gremial, los cadáveres empezaron a oler y las moscas
giraban en torno de los ataúdes levantados”.
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Leopoldo Marechal y su Megafón: batallar desde abajo
25 Torre de marfil desde donde muchos de ellos proponen una revolución, pero con la sangre de sus becarios.
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26 Para revisar la agrupación F.O.R.J.A, es imprescindible el trabajo de Juan Godoy (2015): La Forja de una Nacio-
nalismo Popular. La construcción de una posición Nacional en la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina,
Buenos Aires, Punto de Encuentro.
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Leopoldo Marechal y su Megafón: batallar desde abajo
con hache o sin hache?’”. En definitiva, por varias razones, venían de otros
lugares, observaban otras cosas y escribían diferente de “los satisfechos”
y “no malditos”.
No fue casual, entonces, que todos estos malditos se crucen en redac-
ciones, librerías, teatros y calles. No eran personajes de tertulias. Sobre el
encuentro con Raúl Scalabrini Ortíz comenta Marechal (ibíd.): “Conocí a
Raúl en la librería Gleizer, que le editó los cuentos de La Manga. Lo hice
incorporar a la falange de “Martín Fierro”. Por otra parte, no todo se re-
solvía en literatura: realizábamos exploraciones de los barrios y razzias pu-
nitivas […] como arrancar en la calle corrientes las chapas de los dentistas
y parteras.”
Durante la década de 20 Leopoldo Marechal integró el grupo Martín
Fierro, nucleado en torno a la revista del mismo nombre, fundada entre
otros por Evar Méndez –su director– (Mendoza, 1885-1955), Oliverio Gi-
rondo (Buenos Aires, 1891-1967) y Ernesto Palacio (San Martín, 1900-
1979). También formaron parte Nicolas Olivari, Scalabrini Ortíz, Roberto
Arlt, Macedonio Fernández (Buenos Aires, 1874-1952), Ricardo Rojas (San
Miguel de Tucumán, 1882-1957) y Leopoldo Lugones (Villa María del Río
Seco, 1874-1938). ¿Cómo definir a todos ellos? en línea general, todos
nacionalistas, algunos más malditos e insatisfechos que otros, la mayoría
radicales de Yrigoyen, todos revolucionarios (de izquierda o derecha, en
las artes o en la política). Un grupo que Marechal (ibíd.) ha descripto como
“un movimiento vital” y que cobró protagonismo en el mundo cultural
durante los años 20, principalmente por generar una vanguardia de arrabal
como así también por su mirada burlona sobre los supuestos debates entre
las corrientes literarias (Florida, Claridad-Boedo).
Sería absurdo considerarlo únicamente como un movimiento literario,
los martinfierristas excedían la dimensión literaria. Sus integrantes estaban
atravesados por la política, pero no una política de partidos políticos, sino
una política entendida como una acción que implicaba discutir qué tipo de
país se iba a dejar para el futuro. El historiador Adolfo Prieto (1968) señala
que Evar Méndez decidió cerrar la revista para evitar ponerla al servicio
de la campaña electoral de Hipólito Yrigoyen, como exigían algunos de los
colaboradores.
Tras el golpe cívico-militar a Hipólito Yrigoyen, salió a la luz la sustan-
cia semicolonial y pro británica de los sectores que lo habían motorizado.
Poetas, pensadores y periodistas nacionales se agruparon para intentar in-
tervenir en la opinión pública, denunciando la corrupción, el fraude y los
negociados del gobierno y el sector oligárquico con el capital inglés. El
alter ego de Marechal, en Megafón o la Guerra, le reclama al Viejo Oligarca:
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Facundo Di Vincenzo
Elías Castelnuovo:
Yo pienso que la continuidad adquirió nuevas formas sin modi-
ficar el fondo, partiendo de la base de los grupos más impor-
tantes existentes en mí época: Boedo y Forja, entre los cuales,
Raúl Scalabrini Ortiz, el gran olvidado, fue el eslabón de enlace.
De allí arrancó la levadura. Existe ahora una intelectualidad es-
clarecida, pujante, valiente, que procura reencontrarse con la
Argentina que busca a través de la nacionalidad la emancipa-
ción de la Nación y a través de la Nación la unión de todos los
pueblos de Latinoamérica. Gente que está revisando la historia
nuestra para rescatar y transformar nuestra historia.
cionó para barrer al gaucho y al indio pero que, como muestra Marechal,
siguió operando sobre los inmigrantes, trabajadores y trabajadoras de Bue-
nos Aires. En resumen: para Marechal, como para José Hernández –crea-
dor de nuestro poema fundacional, el Martín Fierro–, a la hora de hablar
de la patria la llave no la tienen los intelectuales, sean escritores o poetas,
sino que hay que buscarla en quienes viven y trabajan en este suelo. Dice
el Martín Fierro: “Aquí no valen doctores: / Sólo vale la esperencia; / aquí
verían su inocencia / esos que todo lo saben, / porque esto tiene otra llave
/ y el gaucho tiene su cencia” (Hernández, 1976 [1872]).
Otro elemento que considero visceral para comprender la idea de pa-
tria en Marechal es la tradición: hispánica y católica. En un reportaje que
le realizó el periodista, poeta y militante político Francisco “Paco” Urondo
(Santa Fe, 1930-1976) en 1967, se definía Marechal: “Soy peronista. El pe-
ronismo, que fue cristiano, digan lo que digan, transformó la masa numeral
en un pueblo esencial. Hay una vieja y pequeña Argentina, representada
por la oligarquía, que se obstina en no terminar de morir. Pero todo mejo-
ramiento social que no se funde en la crística no puede crear una felicidad
trascendente”.
Desde su concepción, la patria no es exclusiva ni excluyente de los
nacidos en el país o de los que provengan de cierta estirpe o sector so-
cial determinado. Los Patriotas son quienes hacen algo por la patria, por
engrandecerla. Desde esta perspectiva entonces, los trabajadores y tra-
bajadoras son los portadores de la vitalidad de la patria por ser quienes
la construyen día a día moldeándola con usos y costumbres, gestos, sen-
timientos y luchas. En resumen, para Marechal, es de la comunidad, con
su memoria, historia y tradición, desde donde emana la patria, y no de la
conciencia de unos pocos literatos, académicos o científicos. Para el poeta,
son los trabajadores y trabajadores las que en el devenir de la historia han
resuelto los problemas más profundos del país. Escribe Marechal en Mega-
fón o la guerra: “Yo en tu lugar, buscaría en el pueblo la vieja substancia del
héroe Muchacho, el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua
con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que
recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas
botellas y refrescar esa memoria”.
Finalmente, observo dos elementos más relacionados con la memoria,
historia y tradición: el cristianismo (tradición) y la lucha del pueblo argenti-
no por su liberación (memoria e historia). El cristianismo para Marechal es
un elemento central de nuestra identidad, sus principios fundantes arrai-
garon en la comunidad (en el pueblo trabajador). En el caso hispanoame-
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Leopoldo Marechal y su Megafón: batallar desde abajo
27 Podetti, A., “La irrupción de América en la Historia”, en Revista Hechos e ideas, Buenos Aires, noviembre /
diciembre de 1986, pp. 34-46; Mazzi, D. (1983). “Bartolomé de las Casas, el primer anticolonialista americano”, en
América Latina una Patria Grande, tomo: Las raíces Históricas, Barcelona, Océano; Caturelli, A. (1961). América
bifronte, Buenos Aires, Troquel; De Anquin, N. (1994). El ente y la memoria, Buenos Aires, Editorial Bonum –
Secretaria de Cultura de la Nación, Buenos Aires.
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Facundo Di Vincenzo
pasó a tener dos dimensiones, una corporal y otra espiritual. Escribe Ma-
rechal:
–En nuestra fauna sumergida existen hoy el Gobernante De-
puesto, el Militar Depuesto, El Cura Depuesto, El Juez Depues-
to, El Profesor Depuesto y el Cirujano Depuesto. No quedo aquí
ningún hijo de madre sin deponer.
–¿Y usted qué lugar ocupa en esa fauna? –me preguntó Megafón
chisporroteante de malicia.
–Soy el poeta depuesto –le confesé modestamente.
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Bibliografía
MARTÍN H. BERTONE
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Cronología de Leopoldo Marechal
PROCLAMA
Al pueblo de la Nación
Las horas dolorosas que vive la República, y el clamor angustioso
de su Pueblo, sometido a la más cruda y despiadada tiranía, nos
han decidido a tomar las armas para restablecer en nuestra Patria
el imperio de la libertad y la justicia al amparo de la Constitución
y las leyes.
Como responsable de este Movimiento de Recuperación Nacio-
nal integrado por las Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría
del Pueblo –del que provienen y al que sirven–, declaramos so-
lemnemente que no nos guía otro propósito que el de restablecer
la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democrá-
ticas, y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido
llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el
terror y la violencia en el poder.
Conscientes de nuestra responsabilidad ante la historia, compren-
demos que nuestra decisión es el único camino que nos queda para
impedir el aniquilamiento de la República en una lucha estéril y
sangrienta entre hermanos, cada día más inevitable e inminente…
¡Viva la patria!
MARTÍN H. BERTONE
Es abogado y traductor público de francés por la Universidad de Buenos Aires.
Publicó Bajo cielo (poemas, 2005) poco antes de viajar a París, donde vivió tres
años. Allí, realizó una maestría en Derecho Internacional en la Universidad de
París-Saclay y ganó el premio de poesía de la Cité Universitaire Internationale. A
su regreso, tras la publicación de El revés de la luz (novela, 2011), dictó talleres
de escritura creativa en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), la Universidad
de la Defensa Nacional (UNDEF) y la UBA. Desde 2016, dirige UNDEF Libros y,
desde 2018, es secretario de redacción de la revista Defensa Nacional. Su último
libro es Efímera (2021).
EMMANUEL BONFORTI
Sociólogo, periodista y docente. Es profesor adjunto en el Seminario de Pensamien-
to Nacional y Latinoamericano y de la materia Historia Latinoamericana en la
licenciatura de Derechos Humanos y Justicia de la Universidad Nacional de Lanús
(UNLa). Es coautor de Introducción Al Pensamiento Nacional, junto con Francisco
Pestanha, y autor de diferentes artículos vinculados con la temática del Pensamien-
to Nacional y Latinoamericano.
FACUNDO DI VINCENZO
Profesor de Historia por la Universidad de Buenos Aires, doctorando en Historia
(Universidad del Salvador), especialista en Pensamiento Nacional y Latinoamerica-
no (UNLa), docente e Investigador del Centro de Estudios de Integración Latinoa-
mericana “Manuel Ugarte”, del Instituto de Problemas Nacionales y del Instituto
de Cultura y Comunicación. Columnista del Programa Radial, Malvinas Causa Cen-
tral, Megafón FM 92.1 (UNLa).
GRACIELA MATURO
Doctora en Letras, poeta, ensayista, profesora universitaria, ha sido investigadora
principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),
fundadora de centros y grupos de investigación, asesora de editoriales, etc. En junio
de 2009, actuó como jurado del premio internacional Rómulo Gallegos. Dicta cursos
como profesora invitada en universidades americanas y europeas. Desde 1970 difun-
de sus ideas sobre razón poética, identidad cultural latinoamericana e integración
de América Latina por la cultura. Su obra publicada abarca la poesía, el ensayo y la
investigación literaria. Publicó, entre otros títulos, Marechal: el camino de la Belleza
(1999), La razón ardiente. Aportes a una teoría literaria latinoamericana (2004);
América, recomienzo de la Historia (2010) y El humanismo en la Argentina indiana
(2011).
MARCOS MELE
Licenciado en Ciencia Política y Gobierno por la Universidad Nacional de Lanús.
Magíster en Historia por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Coordinador
Académico de la Especialización en Pensamiento Nacional y Latinoamericano del
siglo XX de la UNLa. Profesor adjunto del Seminario de Pensamiento Nacional y La-
tinoamericano e investigador del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana
“Manuel Ugarte” de la UNLa.