Está en la página 1de 244

1

2
LUGARES DE LO COLECTIVO
EN LA HISTORIA LOCAL
Asociaciones, trabajadores y estudiantes en la zona santafesina

3
4
LUGARES DE LO COLECTIVO
EN LA HISTORIA LOCAL
Asociaciones, trabajadores y estudiantes en la zona santafesina

5
Lugares de lo colectivo en la historia local : asociaciones, trabajadores y estudiantes en la
zona santafesina / Luciano P.J. Alonso ... [et al.] ; compilado por Luciano P.J. Alonso ; Nata-
lia Vega. - 1a ed . - Santa Fe : María Muratore Ediciones, 2016.
244 p. ; 21 x 14 cm.

ISBN 978-987-45704-2-0

1. Historia Social. 2. Historia Argentina. 3. Historia Contemporánea. I. Alonso, Luciano P.J.


II. Alonso, Luciano P.J., comp. III. Vega, Natalia, comp. CDD 982

Corrección: Equipo editor María Muratore

Diseño y Diagramación: Amílcar Sarcos

© María Muratore Ediciones, 2016


Ciudad de Santa Fe

© 2016
Primera edición, Agosto de 2016.

ISBN 978-987-45704-2-0

Hecho el depósito previsto por la ley 11.723


Impreso en la Argentina

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta,


puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna
ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico,
de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del autor.

6
ÍNDICE

• A modo de presentación 09
Natalia Vega  

• Una (temprana) sociedad en movimiento. Mutualistas, 19


masones y otros públicos en el ciclo asociativo de entre-
siglos, 1860–1930
María Laura Tornay

• Los obreros portuarios de Colastiné: formas de acción 49
colectiva, organización y constitución como clase social,
1902-1910
Diana Bianco y Anahí Pereyra

• El movimiento estudiantil universitario santafesino: 75


acción y participación en el proceso de creación de la
Universidad Nacional del Litoral, 1912-1919
José Miguel Larker

• “Paiva La heroica”. La comunidad ferroviaria movilizada 101


en 1961
Luisina Agostini

• El movimiento estudiantil universitario santafesino, 121


c.1965–1971
Silvia Dejon, Nélida Diburzi y Natalia Vega

• La conflictividad docente en Santa Fe, c. 1966–1971 147


Carlos Marcelo Andelique

• Las estrategias de la UPCN Santa Fe y sus 169


posicionamientos institucionales, c. 1970–1984
Luciano Alonso

7
• Movilización social en épocas de privatización. 195
Los trabajadores ferroviarios de Laguna Paiva
frente al cierre de los talleres, 1992–1993
Carolina Brandolini

• “Una carpa…una lucha”, formas de acción colecti- 217


va de un sindicato municipal rafaelino, 2005–2008
María Cecilia Tonon

• Sobre los autores 239

8
A modo de presentación
Natalia Vega

El presente libro reúne un conjunto de artículos producidos por profesores


y licenciados en Historia vinculados a la Facultad de Humanidades y Cien-
cias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Todos ellos comenzaron
su formación académica y se iniciaron en la investigación socio–histórica en
las aulas de esa casa de altos estudios. Muchos, además se desempeñan –o se
desempeñaron– como docentes–investigadores de la misma. En ese ámbito
institucional conformaron –hace ya varios años– un equipo dedicado al es-
tudio del accionar colectivo, la asociación y la movilización social, y de los
dispositivos orientados a la reproducción o reformulación de las estructuras
de dominación, desde la perspectiva que brindan la Historia Social y la Socio-
logía Histórica. Este equipo lleva a cabo indagaciones que cubren un amplio
arco temporal que se extiende desde la segunda mitad del siglo XIX hasta
los primeros años del siglo XXI y que en términos espaciales se focalizan,
fundamentalmente, en la región centro del territorio provincial santafesino. El
grupo ha desarrollado sucesivos proyectos de investigación financiados por la
UNL y la mayoría de sus integrantes son, a su vez, miembros del Centro de
Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral (CESIL), dependiente de la
ya mencionada Facultad de Humanidades y Ciencias.
En cuanto al marco espacial, cabe destacar que los trabajos reunidos
en la presente obra focalizan la mirada en torno a cuatro localidades de la
Provincia de Santa Fe: Santa Fe, capital del Estado provincial; Colastiné,
poblado portuario a fines del siglo XIX, situado a escasos 12 kilómetros del
casco urbano santafesino; Laguna Paiva, ubicada 40 kilómetros al norte de
la ciudad capital y Rafaela, enclavada en el centro oeste provincial. La po-
tencialidad de una aproximación local/regional reside en la posibilidad que
brinda ese “achicar el foco”, de complejizar y hacer más denso el estudio y
la interpretación de una determinada cuestión o tema1. Ahora bien, los inves-
tigadores coinciden en que tal potencialidad solo se alcanza si las indagacio-
nes se inscriben en una perspectiva más amplia que desde la especificidad lo-

1) Aguila, Gabriela “Las escalas de análisis en los estudios sobre el pasado reciente: a modo
de introducción”, en Avances del Cesor Año XII, Nº 12, Rosario, 2015.

9
cal/regional aporte a explicar un problema general, articulando siempre otras
escalas de análisis (la estatal–nacional, la regional supraestatal o incluso la
mundial). Por ello, la inserción de los actores y espacios locales en contextos
más amplios es una preocupación común a todos los autores de este libro.
Además de una mirada centrada en lo local, los trabajos aquí reunidos
comparten un mismo interés: todos están preocupados por esclarecer las
formas y características que en determinadas situaciones y períodos his-
tóricos asume el accionar colectivo. De manera tal que el estudio y trata-
miento de diversas modalidades de acción colectiva es el eje que atraviesa
todo el libro y le da unidad. Atendiendo a ello y en aras de posibilitar el
acercamiento del lector a la perspectiva teórica que comparten los autores
y que orienta la obra, a continuación se realizan unas breves consideracio-
nes conceptuales relativas a esa noción y a otras a ella articuladas.
La acción colectiva, puede ser definida como “acción conjunta de indi-
viduos para la defensa de sus intereses comunes”2. La misma va más allá de
la agregación o suma de voluntades individuales, en tanto para que exista un
interés colectivo y el desarrollo de unas expectativas comunes debe darse un
proceso de auto-identificación, el reconocimiento de un “nosotros” al interior
de un determinado grupo que le brinde una identidad compartida y lo distin-
ga de otros grupos y actores sociales. Esa acción colectiva puede suponer
tanto episodios de cooperación como de conflicto y puede adoptar múltiples
formas: puede ser breve o mantenida, institucionalizada o disruptiva, monó-
tona o dramática. A su vez, los actores que la emprenden pueden estar cons-
tituidos por corporaciones o grupos de interés (por ejemplo: asociaciones
patronales, sindicatos de trabajadores, agrupaciones estudiantiles), pero tam-
bién por nucleamientos más laxos como las redes de amistad o de vecinos.
Ahora bien, una parte importante de los estudios centrados en el ac-
cionar colectivo presta especial atención a un tipo particular de acción, la
acción colectiva contenciosa. Lo que distingue a ésta es que supone siem-
pre un enfrentamiento, un desafío y, por tanto, es discontinua: “…no está
construida sobre rutinas diarias y tiene implicancias para los intereses de
personas distintas al grupo que actúa así como para los propios intereses
compartidos de los actores"3. Siempre involucra una tercera parte, implica

2) Revilla Blanco, Marisa “El concepto de movimiento social: acción, identidad y sentido”,
en Revilla Blanco, Marisa (comp.) Movimientos sociales, acción e identidad, monográfico
de Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994, p. 186.
3) Tilly, Charles “Acción colectiva”, en Apuntes de investigación del CECyP Año IV, N° 6,
Buenos Aires, 2000, p.10.

10
amenazas a la distribución existente del poder e incita a la vigilancia o re-
presión por parte de las autoridades públicas. Cabe destacar que la acción
colectiva contenciosa así entendida coincide con lo que en otras perspecti-
vas teóricas se denomina protesta, rebelión o disturbio.
El cientista social norteamericano Charles Tilly señala cuatro caracterís-
ticas centrales de la acción colectiva en general, y de la contenciosa en par-
ticular: 1– ésta ocurre como parte de la interacción entre personas y grupos
y no como performance individual; 2– opera siempre dentro de los límites
impuestos por instituciones y prácticas preexistentes y por entendimientos
compartidos; 3– quienes participan aprenden, innovan y construyen en el
propio curso de ese accionar; y 4– las interacciones situadas generan me-
morias, historias, antecedentes, acuerdos y relaciones sociales, por lo tanto
cada forma de acción colectiva tiene una historia que dirige y transforma
los usos subsecuentes de la misma. De allí que sostiene que las acciones
colectivas caen dentro de conjuntos bien definidos y limitados que son par-
ticulares de ciertos actores, épocas, lugares y circunstancias estratégicas: los
repertorios de acción (expresión tomada del ámbito teatral). Dicha noción
indica a la vez, diversidad y limitación. Para un grupo o actor colectivo hay
varias posibilidades entre las que elegir, pero el número de opciones no es
ilimitado. Quienes participan de un enfrentamiento cuentan con un determi-
nado repertorio bien definido, adquirido por ellos a partir de un proceso de
aprendizaje y dentro del cual pueden desarrollar ciertas variaciones.
Tan permanentes son esos repertorios que solo el conjunto de cambios
estructurales que se produjeron en los países occidentales desde finales del
siglo XVIII pudo generar la sustitución gradual de un tipo tradicional por
otro nuevo, moderno. En especial esa sustitución se produjo de la mano de la
consolidación del Estado nación y su creciente penetración y apropiación de
esferas antes exclusivas de la sociedad civil y de la extensión de relaciones
capitalistas de producción, con sus consecuentes transformaciones sociales y
culturales. El repertorio moderno de acción se caracteriza por ser: cosmopo-
lita, es decir por incluir un amplio rango de asuntos y objetivos, entre ellos y
de modo enfático, asuntos de índole nacional; modular, por utilizar las mis-
mas formas de acción para una amplia gama de asuntos, en donde iguales
formatos sirven a distintos actores y reivindicaciones en diferentes lugares; y
autónomo, sus participantes se dirigen al objeto de sus reclamos en su propio
nombre, y en general, a través de interlocutores de su mismo rango o grupo4.

4) Tilly, Charles “Acción colectiva”, Op.Cit

11
Centrado en unas pocas rutinas claves de confrontación, el repertorio mo-
derno puede adaptarse a una gran variedad de situaciones y sus elementos
pueden combinarse en grandes campañas de acción colectiva5.
Paralelamente al surgimiento del repertorio de acción moderno, y en
estrecha relación con el mismo, se produjo también la difusión de una nue-
va forma de asociación. La misma, a diferencia de las antiguas, suponía la
afiliación libre, voluntaria y privada de los individuos y tenía por objetivo
defender los intereses y valores comunes de sus miembros, así como gene-
rar ámbitos de ayuda mutua y cooperación entre ellos. La asociación con
fines específicos se fue convirtiendo en una forma modular de asociación
de las sociedades occidentales y fue fomentada por los Estados liberales,
aunque también es correcto señalar que, en muchas ocasiones, se constitu-
yó en instrumento de contestación a esas mismas agencias estatales. Los
clubes, las sociedades de beneficencia, las logias masónicas, las asociacio-
nes de extranjeros, las sociedades de ayuda mutua, son solo algunos ejem-
plos de esta forma asociativa moderna. Ahora bien, las asociaciones son
solo un aspecto –el formal– de la sociabilidad. Ésta remite a “…la aptitud
de los hombres para relacionarse en colectivos más o menos estables, más
o menos numerosos, y a las formas, ámbitos y manifestaciones de vida
colectiva que se estructuran con ese objetivo6. Por lo tanto, las distintas
formas asociativas deben comprenderse siempre en el marco de circuitos
y espacios más amplios e informales de sociabilidad en los que tienen sus
orígenes o con los que mantienen relaciones estrechas; circuitos y espacios
que, desde fines del siglo XVIII –al menos para las sociedades europeas oc-
cidentales–, también habían ido adquiriendo nuevos rasgos y configurando
prácticas sociales novedosas. Cafés, bares, restaurantes, bibliotecas y salas
de lectura, hipódromos, paseos y parques, la calle, el barrio, la fábrica, el
centro de estudiantes y la oficina, fueron algunos de los ámbitos propios de
la sociabilidad moderna.
Los cambios en el repertorio y en las formas de sociabilidad y aso-
ciación facilitaron la aparición de los movimientos sociales: “…desafíos
colectivos de personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en

5) Tarrow, Sidney El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y


la política, Alianza, Madrid, 1997.
6) Guereña, Jean–Luis “Introducción”, en Guereña, Jean-Luis (coord.) Espacios y formas
de sociabilidad en la España contemporánea, monográfico de Hispania vol. 63, Nº 214,
Madrid, 2003, p.413.

12
una interacción mantenida con las elites, los oponentes y las autoridades”7.
Así entendidos, los movimientos sociales son formas de acción colectiva
de la Modernidad avanzada que se caracterizan por poseer cuatro rasgos
fundamentales. En primer lugar, y en tanto desafíos, el recurso a la acción
colectiva contenciosa es la base de los mismos, su característica distintiva.
Por otro lado, las personas pueden conformar un movimiento en la medi-
da que poseen objetivos, exigencias comunes derivadas de unos mismos
intereses y, o de valores compartidos. En tercer lugar, solo cuando existe
un reconocimiento de esa comunidad de intereses, cuando se comienza a
generar una identidad de grupo que construye tanto un “nosotros” como un
“otro”, es posible encarar y mantener esos desafíos colectivos. Por último,
y a diferencias de otras formas –como las protestas episódicas o las rebe-
liones–, se caracterizan por el mantenimiento en el tiempo de los reclamos
y el antagonismo con los oponentes, para lo cual se apoyan en redes socia-
les preexistentes, a la vez que desarrollan ciertas estructuras organizativas.
Uno de los movimientos sociales que más tempranamente se configuró
y que alcanzó una gran continuidad en el tiempo y una amplia extensión
geográfica fue el movimiento obrero. Gestado sobre la base de una identi-
dad de clase y portador de unos valores, intereses y estilos de vida particu-
lares –aunque cambiantes según el lugar y la época que se considere–, supo
desarrollar formas asociativas y organizativas propias –los sindicatos, por
ejemplo– y modalidades de acción distintivas tales como la huelga, aunque
cabe señalar que ésta fue rápidamente incorporada en el repertorio de otros
actores colectivos. Dada su importancia y la centralidad del conflicto capi-
tal–trabajo en las sociedades industriales al menos hasta la primera mitad
del siglo XX, este movimiento se constituyó en modelo y patrón para el
estudio del accionar colectivo y de los distintos movimientos sociales.
La complejización de las estructuras sociales en los países más desa-
rrolladas fue gestando las condiciones de posibilidad para la emergencia
de nuevos actores y movimientos sociales en los cuales la identidad ya no
se basaba en la pertenencia a una clase; los mismos comenzaron a ensayar
otras formas organizativas y a implementar modalidades novedosas de
acción. El movimiento estudiantil fue uno de esos nuevos movimientos,
y cobró gran visibilidad y protagonismo a lo largo del siglo XX y muy
especialmente en los inicios de la segunda mitad del mismo.
Habiendo dado cuenta de algunas de las categorías y nociones centrales

7) Tarrow, Sidney El poder…, Op.Cit., p. 21.

13
que atraviesan todos los capítulos aquí reunidos, cabe ahora mencionar bre-
vemente las temáticas y perspectivas que se desarrollan en cada uno de ellos.
El libro comienza con el abordaje, por parte de María Laura Tornay,
del ciclo asociativo que se desarrolló en la ciudad de Santa Fe en el perio-
do comprendido entre 1860 y 1930. La autora identifica distintas fases al
interior de dicho ciclo lideradas por actores colectivos muy diversos y a
lo largo del capítulo reconstruye las modalidades de acción y las formas
organizativas predominantes en cada una de ellas. Plantea que si en los pri-
meros momentos la elite nativa santafesina hegemonizó la actividad aso-
ciativa a través de la conformación de clubes y sociedades de beneficencia,
en las últimas décadas del siglo XIX asociaciones de extranjeros volcadas
a la ayuda mutua y logias masónicas que proponían modelos liberales de
fraternidad social fueron surgiendo en el escenario local, movilizando y
visibilizando a otros “públicos”. En el clivaje de los siglos XIX y XX,
de la mano de una sociedad más compleja, los intereses sectoriales y la
confrontación social se fueron imponiendo habilitando así la emergencia
de las primeras sociedades obreras y sus contrapartes, las asociaciones pa-
tronales. Cada una de estas formas asociativas es abordada atendiendo a su
composición social, sus jerarquías internas, y sus formas características de
acción y organización. A través de un recorrido tanto histórico como analí-
tico el trabajo da cuenta de la emergencia de nuevas sociabilidades propias
del asociacionismo moderno, y de la gestación de distintas esferas públicas
en el espacio social santafesino, esferas siempre relacionadas tanto a tra-
vés de la integración como del conflicto.
El segundo capítulo, escrito por Diana Bianco y Anahí Pereyra, centra
su atención en los estibadores del puerto ultramarino de Colastiné. En tanto
las autoras se abocan al estudio de los mismos en los albores del siglo XX
–1902-1910–, en la fase constitutiva de la clase y del movimiento obrero
tanto a escala local como nacional, la pregunta que orienta todo el capítulo
es si es posible considerar a estos obreros portuarios como miembros de una
clase social no ya en tanto categoría analítica utilizada por el historiador,
sino como categoría histórica. Es decir, si los propios obreros se reconocen
a sí mismos como clase y actúan en función de esa identidad. En aras de
responder esta cuestión a lo largo del trabajo analizan la composición de este
grupo de trabajadores, las características del trabajo que realizaban, las con-
diciones de contratación y paga a que eran sometidos, y muy especialmente,
las acciones colectivas contenciosas que encararon durante el periodo en es-
tudio y las formas organizativas que se dieron en defensa de sus intereses y
en oposición a quienes identificaron como sus “enemigos”: los contratistas.
El tercer trabajo es el de José Miguel Larker, quien analiza la partici-

14
pación del movimiento estudiantil santafesino en el proceso de constitu-
ción de la Universidad Nacional del Litoral, proceso que abarca toda la
segunda década del siglo XX. El capítulo comienza dando cuenta de los
inicios y la trayectoria de los estudios superiores en la ciudad, destacán-
dose particularmente la creación y consolidación de la Universidad de
Santa Fe –dependiente del gobierno provincial– en el marco de un pro-
ceso modernizador de amplio alcance. Aborda los inicios de las acciones
colectivas y la movilización de la comunidad universitaria santafesina en
aras de lograr la nacionalización de los títulos expedidos por esa casa de
estudios y la apuesta, desde el principio, a la nacionalización de la propia
universidad por parte del estudiantado que ya comenzaba a organizarse
y a constituir sus primeros nucleamientos. A partir de allí el centro de la
atención recae en el accionar de ese movimiento estudiantil que se está
constituyendo y en las alianzas que teje en el marco de la lucha que em-
prende por la nacionalización de la universidad, así como también las
resistencias que encuentra a sus demandas, encarnadas fundamentalmente
en el cuerpo de profesores y la gestión de la universidad provincial.
En el capítulo siguiente, Luisina Agostini centra su atención –como an-
tes lo hicieran Bianco y Pereyra– en un sector del movimiento obrero de la
zona santafesina. Ella analiza puntualmente el accionar de los obreros ferro-
viarios de la localidad de Laguna Paiva en el marco una coyuntura crítica:
la racionalización y reestructuración del sistema ferroviario implementadas
por el gobierno nacional a principios de los años sesenta. A lo largo del
trabajo da cuenta de las peculiaridades que en esa localidad tuvo la huelga
nacional ferroviaria del año 1961: caracteriza el repertorio de acción y las es-
trategias utilizados durante el conflicto por dirigentes gremiales y trabajado-
res paivenses, alude a las articulaciones existentes entre las centrales de los
sindicatos ferroviarios y las filiales locales de los mismos y destaca especial-
mente la participación en la confrontación de las mujeres de los obreros y
de la comunidad en general, comunidad con una fuerte identidad ferroviaria
que se hizo evidente en esas circunstancias. La autora además, recupera los
sentidos otorgados a ese conflicto por los propios protagonistas visibilizando
las memorias que 50 años después aún circulan sobre aquella huelga.
En el capítulo quinto, Silvia Dejon, Nélida Diburzi y Natalia Vega ana-
lizan la politización y radicalización del movimiento estudiantil universita-
rio santafesino durante la década del sesenta. A partir del abordaje de tres
conflictos significativos que se desarrollaron en el ámbito universitario local
(“El conflicto en Química” del año 1965, la “huelga de hambre” de los es-
tudiantes de la Universidad Católica de 1968 y “La huelga del comedor” de
1971) las autoras van dando cuenta de las profundas transformaciones que

15
se produjeron en las demandas, los repertorios de acción, las identidades y
las agrupaciones estudiantiles a lo largo de la década. A la vez que abordan
las alianzas que fue tejiendo ese movimiento estudiantil radicalizado con
otros actores locales y la participación protagónica del mismo en la cons-
titución y consolidación de un amplio frente anti–dictatorial que desafió
abiertamente al gobierno surgido del golpe de Estado de junio de 1966.
El trabajo de Carlos Marcelo Andelique, comparte con el que lo pre-
cede un mismo período histórico, pero desplaza la atención a los traba-
jadores docentes de la ciudad de Santa Fe, quienes en el marco de las
transformaciones económicas y en materia educativa propiciadas por el
gobierno dictatorial de la autoproclamada Revolución Argentina se mo-
vilizaron protagonizando importantes episodios de protesta. Atendiendo
a esa coyuntura conflictiva, el autor analiza las organizaciones gremiales
del sector, así como las principales demandas, los repertorios de acción y
las estrategias implementadas por los docentes santafesinos entre 1966 y
1971. Se detiene particularmente en el análisis de una huelga por tiempo
indeterminado que se desarrolló en los meses de mayo y junio de 1971.
La especial atención que le presta a ésta, deviene de que la considera
un punto de inflexión, en tanto generó niveles inéditos de confrontación
y movilización docentes, propició alianzas con otros sectores sindicales
y despertó amplias solidaridades en el escenario local santafesino; pero
fundamentalmente porque entiende que puso en tensión las auto-represen-
taciones de los propios docentes generando nuevas construcciones identi-
tarias que entraron en colisión con las preexistentes.
En el séptimo capítulo, Luciano Alonso analiza el accionar y las estra-
tegias desplegadas por la dirigencia de la seccional Santa Fe de la Unión
del Personal Civil de la Nación (UPCN) –gremio que nuclea a los em-
pleados públicos del Estado provincial santafesino–, durante la década del
setenta y los primeros años de la siguiente. La cuestión que orienta todo
el trabajo gira en torno a la necesidad, postulada por el autor, de proble-
matizar y relativizar la noción de que la dictadura militar de 1976-1983
supuso una profunda fractura para el conjunto del movimiento obrero. Sin
negar el hondo disciplinamiento social que ésta supuso para la vertiente
más combativa del mismo, el autor muestra que en el caso de la UPCN
Santa Fe, la estructura gremial y la burocracia sindical salieron fortalecidas
de la dictadura y que desplegaron similares estrategias, formas discursivas
y repertorios de acción a lo largo de toda su historia, más allá del carácter
que presentara el gobierno de turno.
El trabajo de Carolina Brandolini, como ya lo hiciera el de Luisina
Agostini para un periodo anterior, se ocupa de estudiar el accionar de los

16
obreros ferroviarios de Laguna Paiva, en una nueva coyuntura crítica para
el sector: la privatización, a principios de los `90, del sistema ferroviario
nacional y el consecuente levantamiento de los ramales que atravesaban
la localidad y el cierre de los talleres que en ella funcionaban. La autora
analiza las características de las acciones desplegadas frente a esta situa-
ción por los trabajadores, las actitudes y posicionamientos asumidos por
la dirigencia local del gremio más poderoso, la Unión Ferroviaria, y las
políticas y medidas encaradas por el gobierno municipal y provincial ante la
conflictividad desatada en esa ciudad. Frente a la debilidad y falta de cohe-
sión que advierte en la resistencia y accionar de los ferroviarios paivenses,
afirma la necesidad de relativizar, al menos en este caso, los planteos teó-
ricos que consideran como elemento clave para explicar la existencia de la
movilización colectiva la presencia de una fuerte identidad previa entre los
actores. Sostiene que en el análisis se deben contemplar no solo los recursos
habilitantes de la acción, sino también los elementos contextuales e incluso
culturales que la obstaculizan, opción que ella ejemplifica en este trabajo.
El libro concluye con el capítulo escrito por María Cecilia Tonon en
el que se aborda el accionar de la dirigencia del Sindicato de Empleados
y Obreros Municipales (SEOM) de la ciudad de Rafaela en el marco de
un conflicto con el Estado local que si bien comienza en el año 2005 tuvo
su punto álgido a inicios del 2006. La autora analiza la dinámica de dicho
conflicto atendiendo a las formas de confrontación y a las prácticas que
despliega el gremio frente a la patronal, pero también a las estrategias que
éste se da para con la comunidad rafaelina, tratando de concitar apoyos
y solidaridades en una sociedad nada proclive a la movilización y la pro-
testa. También da cuenta de la resolución del mismo y de la importancia
de los logros obtenidos por los trabajadores municipales. Tonon concluye
que este conflicto significó un punto de inflexión, por las formas novedo-
sas de acción colectiva implementadas, por la interpelación a la comuni-
dad local pero fundamentalmente por entender que a partir del mismo el
grupo dirigente y el propio sindicato se consolidan y logran establecer
nuevos vínculos con el gobierno municipal más favorables a los trabaja-
dores, redefiniendo así las relaciones laborales para los años venideros.
A lo largo de la obra se abordan actores, escenarios y periodos diver-
sos del accionar colectivo, la cooperación y la conflictividad en la zona
centro de la Provincia de Santa Fe, articulando siempre lo local/regional
con escalas de análisis y procesos socio–históricos más amplios. Los au-
tores esperan con ello poder aportar a la aún en construcción Historia So-
cial de la región y la provincia, y, a la vez, contribuir al enriquecimiento y
complejización de una historia nacional que, entienden, aún mantiene un

17
fuerte contenido “porteño–céntrico” en tanto persiste la tendencia en los
discursos historiográficos a trasponer realidades propias de la ciudad de
Buenos Aires, o de la región bonaerense, a la Argentina en su conjunto8.
Por último, cabe señalar que en tanto compilación de producciones in-
dependientes las unas de los otras, el libro admite la lectura de cualquiera
de sus capítulos sin necesidad de haber realizado la de los anteriores, o la
de esta presentación; pero también y por como ha sido diseñada su orga-
nización, y particularmente la disposición de los trabajos presentados, una
lectura que se ajuste al orden en que éstos aparecen habilita una primera
orientación teórica y luego un recorrido histórico coherente que va dando
cuenta de las grandes transformaciones sufridas por la región bajo estu-
dio, así como también de los diversos actores colectivos que fueron co-
brando –o perdiendo– protagonismo a lo largo de los 150 años aquí abor-
dados. Cada lector elegirá la estrategia que mejor se ajuste a sus intereses
y gustos; siempre que esa lectura genere preguntas, dudas, inquietudes
y motive reflexiones y debates, habrá colmado las expectativas de quienes
se involucraron en la producción y difusión de esta empresa colectiva.

8) Alonso, Luciano “Redes y dimensiones espaciales en la movilización por los derechos hu-
manos en Argentina”, en Avances del Cesor vol. 12, Nº 12, Rosario, Primer semestre 2015.

18
Una (temprana) sociedad en movimiento.
Mutualistas, masones y otros públicos en el ciclo
asociativo de entre–siglos, 1860–1930

María Laura Tornay

Santa Fe y el mundo asociativo entre 1860 y 1930

La ciudad de Santa Fe experimentó un conjunto de transformaciones


a partir de mediados del siglo XIX que se acentuaron en las primeras dé-
cadas de 1900. Su población creció y la ciudad agregó a sus habitantes
de origen hispano–indígena–africano la presencia de italianos, franceses,
españoles, suizos y alemanes. La actividad administrativa aumentó en las
dependencias ministeriales, los juzgados, la policía y las escuelas. El de-
sarrollo capitalista en la ciudad se dio a través del comercio de exporta-
ción y el conjunto de actividades ligadas a éste: la expansión del ferrocarril
y sus talleres de reparación, el puerto, los molinos harineros, las fábricas
de alimentos, las casas comerciales, empresas de fletes y mensajerías. Los
talleres artesanal–manufactureros de hojalateros, herreros, zapateros, re-
lojeros, ladrilleros y sastres también se multiplicaron. Censos, planos y
fotografías dan cuenta de los cambios urbanos.
A principios del siglo XX Santa Fe tenía rasgos de una sociedad bur-
guesa. Los extranjeros se nuclearon en áreas que fueron tomando la forma
de barrios, abrieron sus negocios, prosperaron en oficios y profesiones
viejas y nuevas, y en algunos casos participaron en negocios y política
con integrantes de la elite criolla. También imprimieron sus periódicos y
recibieron los de connacionales radicados en Buenos Aires, Rosario o las
colonias. Se vincularon de muchas maneras: en el diversificado y plurié-
tnico mundo del trabajo, en las relaciones familiares y entroncamientos
matrimoniales, en los negocios y bares, en los hospitales, escuelas y pa-
seos, y en las asociaciones de distinto tipo.
La actividad asociativa santafesina de entre 1860 y 1930, diversa en
sus modos institucionales y discursivos, se desplegó en asociaciones de
inmigrantes, de socorro mutuo, obreras, económicas, literarias, educativas,
cooperativas, masónicas, vinculadas a la prensa periódica, agrupaciones
festivas y comités con tareas específicas. Estas sociedades se basaban en

19
la premisa de la igualdad de sus miembros y del carácter libre y volunta-
rio de sus vínculos, lo que las diferenciaba sustancialmente de las formas
de asociación de épocas anteriores. Ellas acompañaron el surgimiento de
nuevas sociabilidades en el contexto de construcción de esferas públicas de
interlocución y confrontación a nivel provincial.
Estas asociaciones tendieron a construir lazos de pertenencia y solida-
ridad; representar y defender intereses sectoriales; desarrollar actividades
recreativas, festivas y culturales; y actuar colectivamente en el espacio
público. Resolvieron el auxilio de los “propios”, estando orientadas por
preceptos tanto liberales como reformistas o socialistas, de caridad y de ca-
rácter mutualista y benéfico. En el caso de estas últimas, integraron además
del beneficio del seguro y las actividades sociales para la creciente canti-
dad de inmigrantes solitarios o con débiles lazos familiares, la cobertura de
la salud en hospitales y la enseñanza de la lectura y escritura en escuelas y
bibliotecas de cada colectividad, contando con el apoyo del gobierno mu-
nicipal, provincial y nacional1. Los gobiernos liberales favorecieron este
desarrollo porque concebían la vida asociativa, de vínculos voluntarios e
igualitarios, como una escuela civilizatoria, un ejemplo a pequeña escala
que contribuiría a la formación de un país republicano y moderno2.
Asambleas, tenidas masónicas, tertulias, conferencias, mítines, ban-
quetes, bailes, kermeses, romerías; también misas y tedeums. He ahí las
formas que asumía la reunión social en el marco de las asociaciones.
Asambleas de varones que ejercitaban el debate cívico eligiendo autori-
dades y supervisando el desenvolvimiento contable; conferencias sobre
temas científicos, artísticos o políticos donde se sometían argumentos a la
comprensión y agrado de un cierto público; banquetes fastuosos o más mo-
destos en las sedes sociales con mesas servidas y gentes sentadas señorial-
mente al estilo burgués; kermeses populares con juegos, mujeres y niños
en ambientes más abiertos y distendidos; misas y tedeums acompañando
determinados eventos, realizadas por ejemplo en la Iglesia del Carmen, el
principal templo religioso de los extranjeros en la ciudad. Con solemnida-

1) Fernández, Sandra “Las formas de la sociabilidad en Santa Fe”, en Sociabilidad, corpora-


ciones, instituciones (1860-1930), Prohistoria / Diario La Capital, Rosario, 2006, tomo VII
(Nueva Historia de Santa Fe).
2) Di Stefano, Roberto “Orígenes del movimiento asociativo: de las cofradías coloniales al
auge mutualista”, en Di Stefano, Roberto, Hilda Sabato, Luis Alberto Romero y José Luis
Moreno De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la iniciativa
asociativa en argentina, 1776-1990, Edilab, Argentina, 2002.

20
des diferentes y públicos mixtos o sexuados, estos encuentros viabilizaban
relaciones e intercambios y proyectos societales.
El desarrollo de esta cultura asociativa tuvo modalidades y fases en
consonancia no solo con el proceso inmigratorio y los cambios económicos
que afectaron al litoral argentino, sino también con momentos distintos de
conflictividad político-social. En esas fases o ciclos es posible advertir ac-
tores colectivos de protagonismo variable, que incrementaron o menguaron
–o al menos transformaron– su presencia en el espacio público santafesino.
Clubes sociales y de beneficencia dirigidos por miembros de la elite como
espacios asociativos prácticamente exclusivos en Santa Fe en los años de la
unificación política; asociaciones de extranjeros volcadas al socorro mutuo
que se sumaron masivamente a ese espacio entre 1890 y 1910 en el auge
inmigratorio; logias masónicas que lograron aparecer –y perdurar– junto a
esa transformación demográfica de la ciudad y luego de la crisis del régimen
conservador en 1890; sociedades obreras y de artesanos que centraron su
atención en la ayuda y cooperación de sectores trabajadores urbanos desde
1900; sociedades patronales que siguieron los pasos de aquellas para atender
a los intereses de los propietarios de establecimientos productivos y comer-
ciales; círculos católicos o sociedades católicas protectoras de la infancia y
la mujer que crecieron en número y accionar público desde inicios del nuevo
siglo. Son éstos los actores de momentos asociativos con rasgos comunes y
diferentes entre 1860 y 1930; luego, el modelo industrialista y la sociedad de
masas producirían sus propias formas de movilización. La observación en
profundidad de la composición socioprofesional de alguna de estas asocia-
ciones permite incluso conjeturar que ese movimiento en ciclos de protago-
nismos sociales variantes, también tuvo lugar dentro de ellas, cambiando las
proporciones de los perfiles socioeconómicos de sus miembros.
El asociacionismo tuvo entonces actores, ciclos y modos de acción
variables, que pueden ser pensados como formas de movilización, donde
se pusieron en juego posiciones sociales, visibilidades y representaciones,
es decir, poder material y simbólico. ¿Por qué considerar a todos ellos en
la evaluación de los ciclos de movilización local, a sus distintos públicos,
siendo ellos tan diferentes? Porque no se trataba de una única sociabilidad
ni de un contenido ideológico compacto ni modélico. Lo que se fue cons-
tituyendo entre fines del siglo XIX y primeras décadas del XX en Santa
Fe y el país no fue una sino distintas esferas públicas, esto es, espacios de
interacción discursiva y asociación separados de las instancias formales
estatales. Ese espacio no fue uno solo, fuerte o burgués (público cuyo dis-
curso incluyó tanto la formación de opinión como la toma de decisiones
en el espacio gubernamental) sino variado, y compuesto de otros públicos

21
débiles (cuya agenda de reclamos no se impuso salvo coyunturalmente en
la esfera de la toma de decisiones)3. En un estudio histórico se vuelve ne-
cesario considerar a los múltiples públicos del asociacionismo moderno y
contemporáneo que compusieron las varias esferas públicas de un espacio
social, siempre relacionadas en la integración y el conflicto4.

Clubes de elite y corporaciones

En un principio, prosperaron los clubes sociales y las instituciones de


beneficencia promovidos por las élites nativas de la provincia y la loca-
lidad, a las que se integraron algunos extranjeros prósperos. La primera
entidad de este tipo surgida Santa Fe fue el “Club del Orden”, fundado
en febrero de 1853 para funcionar como espacio de encuentro entre los
congresales constituyentes de la Confederación. Emitió “votos de confra-
ternidad” a clubes semejantes de otras provincias, declarando honorarios
a esos socios. A partir de allí, fue el intento más acabado de aglutinar a los
sectores burgueses santafesinos con la finalidad de recomponer vínculos
rotos en el pasado cercano a través de una sociabilidad de esparcimiento
y ocio “por medio del respeto recíproco y de los servicios mutuos unifor-
mando y fomentando los intereses de todos”5, de allí que lo compusieran
indistintamente hombres de las coyunturales facciones políticas del perío-
do. Lo conformaron la mayoría de los propietarios de tierras, empresarios
del negocio exportador y de abastecimiento del mercado interno (de ori-
gen criollo o extranjero), inversores del ferrocarril, grandes comerciantes

3) Fraser, Nancy “Pensando de nuevo la esfera pública. Una contribución a la crítica de


las democracias existentes”, en Iustitia interrupta. Reflexiones críticas desde la posición
“postsocialista”, Siglo del Hombre, Universidad de los Andes, Bogotá, 1997.
4) La base empírica de este trabajo está constituida por expedientes del Archivo General de la
Provincia de Santa Fe (AGPSF) y fondos que se conservan en las sedes de algunas Sociedades:
actas de asambleas, listados de socios y otros documentos que informan sobre ellos, cartas
enviadas y recibidas de otras asociaciones o centros, y reglamentos y estatutos. Todos los expe-
dientes citados en este escrito corresponden al Fondo Ministerio de Gobierno y fueron inicia-
dos por representantes de las entidades ante esa repartición. La referencia documental reducida
busca evitar repeticiones y simplificar la lectura; por tanto, las citas textuales entrecomilladas
corresponden siempre al expediente gubernamental mencionado para cada asociación. En el
caso de citas extraídas de otras fuentes o repositorios, ellas tendrán su referencia específica.
5) Acta de fundación del Club del Orden del 27 de febrero de 1853, en Comisión Directiva
del Club Del Orden. Club del Orden. Datos históricos sobre su origen y desenvolvimiento,
Imprenta El Progreso, Santa Fe, 1903.

22
implantados en la provincia y con negocios de alcance nacional e inter-
nacional, abastecedores y contratistas del Estado provincial, funcionarios
provinciales y municipales de diversas jerarquías, profesionales y milita-
res. Los nombres de sus más de 1300 socios ingresados entre su fundación
en 1853 y 19206 dan cuenta de las actividades económicas, inserciones
políticas y estrategias de parentesco que dieron forma al club.
El Club del Orden contaba con biblioteca, una hemeroteca compuesta
de los principales diarios y revistas del país y extranjeros, y una pizarra de
noticias mercantiles con los precios “de los productos del país”, además
de restaurante y otros salones dedicados al esparcimiento y la conversa-
ción. Eran exclusivamente para los socios del club “y transeúntes presen-
tados”. Se realizaban frecuentemente tertulias, así como cenas y bailes
con orquestas, rifas, agasajos y otras actividades en diferentes ocasiones
del año, en particular las fechas patrias como el 25 de Mayo o el 9 de Ju-
lio, el carnaval, la fiesta de Corpus Christi y el aniversario del club7. Pese a
la proclamada prescindencia política, el gobierno provincial pagaba estas
celebraciones, en ocasiones costosas.
Los miembros del club incluyeron a las mujeres –aunque subordina-
damente– en esa sociabilidad: “como padres y como hermanos y esposos,
aspiran a que la mujer santafesina tenga ocasión de mostrar el relevante
mérito que debe a la naturaleza y a la educación”, proclamaban en su acta
de fundación. Con este fin promovieron reuniones y bailes donde mostraran
“las señoras y señoritas su cooperación para hacer a los desgraciados alguna
ofrenda de beneficencia”. Dispusieron una habitación “para cuarto de vestir
destinado a las señoras en las noches de tertulia”. Las rifas de “las obras de
mano” se solían destinar “a los pobres vergonzantes y a los lazarinos”. Les
encargaban organizar los bailes de disfraces y “comparsas de señoritas”.
Por intermedio de las mujeres el club realizaba la beneficencia. Cuando en
1853 la comisión directiva manifestaba su gratitud “al bello sexo santafe-
cino” por su “ardor” en la labor filantrópica “para la clase menesterosa y
afligida de la sociedad”, y reconocía que “la virtud tiene el primer lugar en
vuestro corazón”, trasladaba a ellas la tarea de caridad que se fijaban como
institución y grupo social. Les agradecían “vestir la desnudez de una parte
indigente de vuestro sexo… porque la desgracia ha puesto el sello a su exis-

6) De Diego, Bernardo. Anales, 1853-1990. Contribución a la historia de Santa Fe, Impren-


ta Macagno, Santa Fe, s/f.
7) Ministerio de Gobierno, 1891, Tomo 156, Exp. 4 (AGPSF).

23
tencia”. “Conocéis vuestros deberes”, decían en la condecoración de quie-
nes resolvían materialmente lo que se explicaba como desgracias sociales8.
Ligadas al Club del Orden, las hijas y esposas de las familias notables
de Santa Fe erigieron en 1860, con promoción del gobernador Pascual
Rosas, la “Sociedad de Beneficencia” para “la dirección y vigilancia de
las escuelas de niñas de la capital, atención y cuidado de los hospitales y
todos los establecimientos públicos, dirigidos al bien de las personas y al
alivio de la humanidad doliente”. En lo que hacía al gobierno, el decreto
de su creación revela que la tarea educacional, tutelar y proveedora que le
competía no era realizable sin el aporte de colaboradores de la sociedad
civil. Cuando años más tarde le concedían la personería legal, lo hacían
resaltando su condición de “Madre de las desamparadas”9.
No era la inclusión de mujeres en asociaciones un fenómeno frecuen-
te. Éstas eran mujeres de los grupos dominantes, que aunque partícipes de
una lógica política y social excluyentes, desde la sensibilidad para la que
estaban preparadas se dedicaron al accionar caritativo hacia aquellas “des-
afortunadas” de las clases populares, sus hijos menores y los enfermos.
Estas señoras asumieron como tareas las visitas de cárcel y de barrios
pobres, la escuela de niños y el asilo, el hospital de hombres y mujeres, el
cuidado de enfermos y lazarinos, el pedido de limosna pública y la organi-
zación de kermeses y bazares. Recibían donaciones y organizaban funcio-
nes teatrales y musicales junto a congregaciones de monjas y terceras órde-
nes. Levantaron con aportes privados y estatales el Hospital de Caridad al
sur del antiguo Cabildo y Plaza de Mayo, pero el crecimiento de la ciudad
y la necesidad de ampliación de cobertura médica y de asilo a mujeres las
llevó a emprender compras de inmuebles y su formalización jurídica como
asociación en 1893. En 1902 solicitaron al gobernador Rodolfo Freyre la
donación de un terreno e iniciaron luego la construcción del nuevo hospi-
tal en su actual emplazamiento10, que inauguraron el 9 de julio de 1909.
Junto con las “Hermanas de la Caridad Hijas de María”, congregación que
llegó a Santa Fe en 1870, se encargaron de la educación en la escuela de
niñas y la atención de los hospitales de hombres y de mujeres. Desde 1910
patrocinaron los “Premios a la Virtud” nominando a mujeres u hombres
indigentes que expresaban los ideales de religiosidad, caridad y docilidad
femenina por ellas promovidos, para las menciones “al Amor Paternal,

8) Comisión Directiva Del Club Del Orden. Club del Orden. Datos históricos… Op.Cit
9) Ministerio de Gobierno, 1893, Tomo 174, Exp. 30. (AGPSF).
10) Ministerio de Gobierno, 1903, Tomo 386, Exp. 23. (AGPSF).

24
al Amor Filial y al Amor Fraternal” –actos cuyas fotografías se hicieron
postales para propagandizar su rol tutelar–. También la Sociedad organizó
concursos florales y “exposiciones feministas”, y promovió el “Premio al
Amor Maternal”. El obispo de Santa Fe le solicitó en 1912 que organizara
un Patronato “de damas respetables de nuestra sociedad” para facilitar a los
jueces y defensores del Ministerio Público “la colocación de las menores
en casas de reconocida respetabilidad y seguridad bajo condiciones razo-
nables y equitativas”, con lo que organizaban el servicio doméstico en las
casas de la elite.11 Todas estas actividades y esta última en particular ponía
en contacto a las “Damas” con un universo social más amplio y subalterno
con quienes establecía relaciones de patronazgo y clientela, manteniendo
criterios relacionales tradicionales en una sociedad que cambiaba y que
desarrollaba una cultura de la movilización contestataria.
Los formatos asociativos se vieron expresados también en las corpo-
raciones de las clases dominantes, como parte del proceso de construcción
de un mercado interno. Los propietarios de capital de la ciudad-región se
nuclearon en entidades como el Club Comercial (de 1884), la Sociedad
Rural (fundada en 1902), la Unión Industrial (de 1924), las sociedades fe-
rroviarias (como FFCC Gran Chaco de 1868 o la francesa Fives–Lille que
operó bajo la denominación Compañía Francesa de FFCC de Santa Fe des-
de 1889), las sociedades comerciales de molinos (como la Compañía Agri-
cultora de Santa Fe de 1887 o el Molino Paso Santo Tomé de 1890), las
empresas portuarias (como la Sociedad Puerto, Depósitos y Terrenos del
Colastiné, de 1890, que reunió a dieciocho grandes inversores regionales),
los mataderos de ganado (como la Cooperativa para el Abasto de Carnes de
1890 integrada por más de treinta accionistas y la Sociedad Anónima Mer-
cado de Abasto de Santa Fe del mismo año)12. Hubo además en la ciudad
Sociedades bancarias, constructoras, de seguros, de obrajes, de hoteleros.
Con sus reuniones, ferias y exposiciones actuaron como instancias natu-
rales de representación y gestión, ya que allí se concretaban relaciones fa-

11) Archivo de la Sociedad de Beneficencia de Santa Fe, Cartas recibidas, 25 de noviembre


de 1910, 15 de diciembre de 1910, diciembre de 1912, 20 de diciembre de 1916, 3 de julio
de 1919, 5 de julio de 1919 y 3 de septiembre de 1912. Las cartas refieren, en el orden res-
pectivo, a las actividades promovidas por la Sociedad.
12) Ministerio de Gobierno, 1884, Tomo 76, Exp. 26; 1902, Tomo 376, Exp. 21; 1869, Tomo
34, Leg. 20, Exp. 9; 1889, Tomo 97, Leg. 21, Exp. 33; 1887, Tomo 88, Leg. 21, Exp. 12;
1890, Tomo 127, Exp.13; 1890, Tomo 127, Exp. 88; 1890, Tomo 129, Exp. 47; 1890, Tomo
127, Exp. 85. (AGPSF).

25
miliares y de amistad que coadyuvaban al proceso económico y político13.
Carreras, apuestas y aire libre convocaron a actividades plasmadas en
otros espacios de elite. En 1888 se creó el “Hipódromo Jockey Club de
Santa Fe” como Sociedad por acciones destinada a criar caballos y orga-
nizar carreras en su predio14. Pocos años después un conjunto de vecinos
fundó el “Club Regatas Santa Fe” (1892) con el objeto de permitir a sus
miembros ejercitarse en el uso y manejo de botes15. Para 1912 funcionaba
el “Santa Fe Lawn Tennis Club” para practicar el tenis inglés.
Los conciertos, bailes y fiestas de disfraces fueron espacios aprove-
chados para la distinción social, normativizándose y estilizándose. En
1896, hombres reconocidos en el ámbito de las letras de la ciudad crearon
la Sociedad Recreativa “Sol de Mayo” para “dar bailes, fiestas, paseos y
proporcionar toda clase de diversiones a los socios y sus familias”. Ella
se propuso formar una orquesta de socios músicos y establecer una mesa
de lectura y biblioteca, “admitiéndose para ella toda donación de libros,
periódicos, etc.”16. El mismo año se instaló la Sociedad “La Noche” de
Santa Fe, también como centro social con salón de lectura y biblioteca
popular, gimnasia y esgrima, juegos de ingenio, y una orquesta formada
por los miembros. Las conferencias y conciertos literarios que promovía
buscaban la formación intelectual de sus integrantes, y la biblioteca estaba
“especialmente destinada a la difusión de la instrucción en las clases so-
ciales menos acomodadas”17. A comienzos de siglo XX existían también
otras sociedades musicales, como el Centro Recreativo Musical “Unión
Santafesina” (1903) y el “Club Social” de Santa Fe (1904) orientado a
disponer de “salones para fiesta, conversaciones, reunión, lectura, juegos
de ingenio y servicio de confitería” exclusivos para sus socios. Existían
sociedades carnavalescas, como la Sociedad Musical “La Tuna” y la So-
ciedad Carnavalesca “Sol de Mayo”. El Círculo de Bellas Artes nacería en
Santa Fe en 1917 como expresión culmine de la alta cultura; en sus mu-
chas exposiciones, el Jockey Club o la Bolsa de Comercio serían algunos

13) Fernández, Sandra, Adriana Pons y Oscar Videla “Las burguesías regionales”, en Bon-
audo, Marta (dir.) Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-1880), Sudamericana, Buenos
Aires, 1999, tomo 4 (Nueva Historia Argentina).
14) Ministerio de Gobierno, 1888, Tomo 92, Leg. 24, Exp. 17. (AGPSF).
15) Ministerio de Gobierno, 1893, Tomo 174, Exp. 41. (AGPSF).
16) Ministerio de Gobierno, 1896, Tomo 250, Exp. 13. (AGPSF).
17) Ministerio de Gobierno, 1896, Tomo 250, Exp. 3. (AGPSF).

26
de los donantes de premios a pinturas, dibujos y grabados18. Los espacios
del arte, la cultura y los deportes completaban la legitimación de estos
sectores más acomodados de la sociedad santafesina.
También los extranjeros y las colectividades inmigrantes organizaron sus
propios clubes de esparcimiento. Buscaron ámbitos más prestigiosos y selec-
tos no centrados en el mutualismo y que estuvieran dedicados al ocio, la con-
versación, los juegos de cartas, el fumar y comer; espacios donde hacer ne-
gocios, conformar opiniones políticas y habilitar a una sociabilidad de elite.
Hombres de distintas nacionalidades gestaron la “Sociedad Cosmopo-
lita” en 1884 y el “Club de Residentes Extranjeros de Santa Fe” en 1890.
La Cosmopolita, fundada al calor de los debates sobre la educación en
el país, fundó una elegante biblioteca y construyó un salón social apro-
piado para “reuniones, conferencias y demás fines de la asociación” que
versarían sobre moral, instrucción cívica, ciencia social e industria19. El
Club de Residentes Extranjeros disponía levantar salones de billar, de re-
fresco, restaurant y biblioteca, “provisto de los diarios y periódicos na-
cionales y extranjeros más interesantes, pizarras donde serán anotados el
movimiento del puerto, itinerarios de los ferrocarriles y otras noticias de
interés general”20. Pese a esta declaración de fines culturales, su estatuto y
personería jurídica fueron solicitados y aprobados como sociedad anónima
y atendiendo al Código de Comercio, lo que mostraba su más importante
actividad. Llamativamente, su primera comisión directiva estuvo predomi-
nantemente integrada por masones de una logia que acababa de constituirse
en la ciudad, y que en sus inicios tuvo una composición social distinguida.
En 1892 se fundó el “Club Español” de Santa Fe, con el objetivo de
establecer academias de instrucción y dibujo, formar una biblioteca, ins-
talar “restaurant, café, billares y todo juego no prohibido con el propósito
de proporcionar distracción a los concurrentes; dar bailes, conciertos y
representaciones teatrales”. Para ello buscó “un local conveniente y lo
más céntrico posible”. Los bailes y obras de teatro eran destinados a los
socios, sus familias y otras familias “honorables” que ellos invitaran. Para
eso publicó en los diarios “Nueva Época, Independiente y Unión Cívica

18) Ministerio de Gobierno, 1904, Tomo de Marzo, Exp. 9; 1894, Tomo 190, Exp. 14; 1910,
Exp. 25; 1917, Tomo de Noviembre; MUSEO MUNICIPAL DE BELLAS ARTES “Pri-
mer Salón de motivos típicos de la ciudad y sus alrededores”, Intendencia del Dr. Beney
[1949–1950], compilado en Biblioteca Paredes, tomo 75. (AGPSF).
19) Ministerio de Gobierno, 1884, Tomo 76, Leg. 25, Exp. 8. (AGPSF).
20) Ministerio de Gobierno, 1890, Tomo 128, Exp. 2. (AGPSF).

27
una llamada a propuestas para establecer el servicio de café en el centro y
para dotar al local de luz eléctrica”21.

Inmigrantes y mutualismo

Para inmigrantes con insuficientes lazos sociales de contención y ayu-


da, participar de las asociaciones de extranjeros pudo ser una solución a
sus varias necesidades, y por eso entre ellos la incorporación a sociedades
de socorro mutuo adquirió más difusión que entre pobladores nativos.
Ellas se multiplicaron al ritmo del proceso inmigratorio. Con los fondos
que recaudaban a través del pago de cuotas mensuales relativamente ba-
jas, se hacían cargo de los gastos de asistencia médica y de medicamentos,
y ayudaban con subsidios a los afiliados enfermos.
En la ciudad de Santa Fe, que llegó a tener al menos entre 1887 y 1914
alrededor del 30% de su población de origen extranjero, las agrupaciones
mutualistas de base étnica dominaron entre las asociaciones de socorro
hasta el 1900 y combinaron las funciones asistenciales con la conserva-
ción de la identidad de origen. De todos modos, la común vocación por la
unidad nacional pretendida en los estatutos y en su accionar cotidiano per-
mite ver que las comunidades étnicas no fueron necesariamente un a prio-
ri sino el resultado de un proceso de conformación práctica y discursiva22.
Era aquí donde, en contacto con paisanos, con instituciones comunitarias
y con discursos nacional–patrióticos que los grupos dirigentes ponían en
circulación, se descubrían italianos o españoles.
Los italianos tuvieron varias expresiones asociativas, sucesivas y si-
multáneas. La Sociedad Italiana “Unione e Benevolenza”, constituida en
Santa Fe el 28 de septiembre de 1873, declaraba que su fin era “acercar y
unir a todos los italianos residentes en el país y realizar la idea de frater-
nidad entre ellos, socorriendo a los necesitados y promoviendo su mora-
lidad y bienestar social”23. Había tenido una anterior fundación en 1861
que no llegó a institucionalizarse, posiblemente debido a las diferencias

21) Ministerio de Gobierno, 1892, Tomo 157, Exp. 30. (AGPSF).


22) Núñez Seixas, Xosé Manoel “Modelos de liderazgo en comunidades emigradas. Algu-
nas reflexiones a partir de los españoles en América (1870-1970)”, en Bernasconi, Alicia y
Carina Frid De Europa a las Américas: dirigentes y liderazgos 1880-1960, Biblos, Buenos
Aires, 2006.
23) Ministerio de Gobierno, Tomo 92, 1888, Leg. 24, Exp. 5. (AGPSF).

28
políticas e ideológicas de sus miembros, atravesadas por el proceso de
unificación política peninsular.
La centralidad del elemento identitario italiano se ponía de manifiesto
en los requisitos para acceder a la categoría y beneficio de asociado. Los
estatutos de las asociaciones italianas de Santa Fe exigían de manera obli-
gatoria para sus socios activos el haber nacido en Italia, ser hijo de padre
italiano, o haber obtenido ciudadanía italiana por servicios a la patria.
Pero al mismo tiempo preveían la categoría de socio honorario, protector
o benemérito para aquellos que por sus acciones u otros motivos mere-
cieran pertenecer a la sociedad, sin distinción de nacionalidad, aunque no
gozaran de derecho a votar en las asambleas o a recibir sus beneficios. Las
exigencias se volvían más fuertes para fijar la composición de las comi-
siones directivas, excluyendo a los no italianos. Los tradicionales criterios
de decencia regulaban la admisión y los cuidados médicos o farmacéuti-
cos (no admitidos para enfermedades venéreas o embriaguez). Ampliaba
los beneficios de la asistencia a “los socios, sus esposas, hijos y cualquier
otro italiano que se encontrase en verdadera necesidad” y finalmente pro-
veía a éstos de los carruajes y cajones fúnebres. En 1930 inauguró un
panteón social en el Cementerio Municipal de Santa Fe.
Al año siguiente de reconstituirse la Unión y Benevolencia, otra enti-
dad representativa de los italianos apareció en el escenario local. La So-
ciedad Italiana “Stella di Roma” fue fundada en octubre de 187424. Sus
promotores se habían reunido en el Albergo delle Nazioni (Hotel de las
Naciones), la casa del conciudadano Andrea Arseno, el 20 de septiembre,
fecha prominente de la unidad y el movimiento laicista italianos.
La sociedad no distinguía provincias de origen o profesión de sus miem-
bros, siempre que ésta gozara del compartido criterio de honorabilidad. Sus
estatutos establecían que sería gobernada por hombres “íntegros e influ-
yentes” capaces de asistirlos y defenderlos frente al gobierno de este país y
de facilitar las relaciones con la “madre patria”. Manifestaban la intención
de cuidar en la enfermedad y la desgracia a sus socios, promover su unión,
fraternidad e instrucción civil y moral, ayudarles a conseguir trabajo y so-
correr a aquellos que hubieran quedado inhábiles para eso. Se comprometía
a trabajar por la protección de la inmigración, “dirigiéndola y socorriéndola
en caso de necesidad”. Formó para ello un “Comité Protector de la Inmi-
gración”. Como la “Unione e Benevolenza”, la “Stella di Roma” tenía su

24) Ministerio de Gobierno, Tomo 60, 1880, Leg. 34, Exp. 11. (AGPSF).

29
bandera o estandarte –la tricolor italiana–, y durante un buen tiempo escri-
bieron sus actas de sesiones en italiano. Tenía por finalidad la mediación
entre los inmigrantes y residentes italianos y las autoridades provinciales
y nacionales, absorbiendo su comisión directiva el tratamiento de todos los
asuntos concernientes a ellos con el gobierno y la autoridad local.
La asociación funcionaba también como un centro de colocación labo-
ral y de regulación patrimonial. En un registro especial se confeccionaban
listas de italianos que hubieran quedado sin trabajo junto al oficio al que
se dedicaban, para ofrecerlas en el Salón del Consejo a quienes solicitaran
operarios o agricultores. Mientras aguardaban su colocación laboral, esos
desocupados podían ser solicitados para cuidar a socios con enfermedades
de gravedad. Asimismo la asociación podía intervenir mediante una comi-
sión especial y un abogado en los casos de muerte de un socio que dejara
alguna fortuna, para que la heredad llegara íntegra a los herederos “en cual-
quier parte que se encontraran”. La integración que buscaban estas asocia-
ciones era tanto interna a los italianos como externa hacia la sociedad local.
A inicios de 1889, como iniciativa de un conjunto de italianos próspe-
ros reunidos en el salón de Unión y Benevolencia de la capital provincial,
se fundó una Sociedad con el fin de levantar un hospital para la comuni-
dad italiana de la región, que contó con un destacado apoyo consular25.
Siendo intendente Juan Arzeno, la Municipalidad de Santa Fe cedió en
1890 a la comunidad italiana los terrenos en los cuales se levantaría el
edificio. La creación de hospitales era uno de los más grandes objetivos
que las sociedades de socorro mutuo aspiraban a lograr. Los inmigrantes
y extranjeros más exitosos de cada grupo nacional y los funcionarios di-
plomáticos participaron de ellos también por el prestigio que podía darles
ser presidente o miembro de sus consejos directivos así como interactuar
con autoridades consulares del país de origen. Eran instituciones abiertas
a los connacionales y centraban su acción en torno al principio del mutua-
lismo, símbolo de la necesidad y del mundo del trabajo. En Buenos Aires
los italianos lo abrieron en 1872, los españoles en 1877 y los franceses en
1878. En Santa Fe, el “Hospital Italiano de Santa Fe y Colonias” comenzó
su construcción en 1890 y concluyó su edificio principal en 1892.
En octubre de 1891 quedó constituida en Santa Fe la Sociedad Italiana
de Mutuo Socorro e Instrucción “Circolo Napolitano” con el fin también
de representar a los italianos de la ciudad bajo estandartes propios: la ban-

25) Ministerio de Gobierno, Tomo 97, 1889, Leg. 21, Exp. 23. (AGPSF).

30
dera nacional y un escudo con el Vesubio en erupción y la estrella de
Italia. Al año siguiente solicitó al Estado provincial la aprobación de sus
estatutos26. Admitía por igual a italianos y a sus hijos nacidos en el país, y
como las demás asociaciones distinguía entre socios fundadores, activos,
honorarios y beneméritos y tenía exigencias de edad, salud, solvencia y
decencia para el ingreso. Entre sus fines estaba la asistencia médica y
farmacéutica de los asociados, la instrucción gratuita y el servicio fúne-
bre acompañado de socios. Como en otros casos societales, el Círculo
Napolitano admitía la posibilidad de confederarse con otras asociaciones,
produciendo una red de vínculos asociativos más densa. En la práctica
ello permitía a los miembros adquirir fácilmente el estatus de socio en
las sociedades confederadas y gozar de sus servicios médicos y sociales.
La Sociedad Obrera Italiana de Socorros Mutuos “Roma Nostra” se
formó en Santa Fe en marzo de 189727. Se orientaba a la instrucción y el
mantenimiento del espíritu de nacionalidad entre los italianos, fomentan-
do el hermanamiento con otras entidades semejantes. Su condición de “so-
ciedad obrera” tuvo en ella una especial gravitación, ya que asumía como
obras propias de su actividad “una Caja obrera de pequeños préstamos
reembolsables por cuotas mensuales o semanales con interés módico” o
también “un almacén y panadería cooperativos de consumo”. Su estatuto
le concedía la facultad de expandir su función hacia “cualquiera otra obra
útil que, uniendo el esfuerzo de todos, contribuya al mejoramiento y al
progreso de todos los socios y de la clase obrera en general”. A su vez,
tenía bajo su patrocinio escuelas de varones y de niñas donde se promovía
el estudio del idioma e historia italiana, pero que debían actuar “en con-
cordancia con las disposiciones de la Ley de educación de la Provincia”,
aspecto que fue exigido por el Agente Fiscal cuando “la Roma” solicitó
la personería jurídica en 1902. Las fiestas escolares y las de “premiación”
tenían lugar en el salón social, ámbito de trato distinguido y generador de
especial solemnidad para los eventos. A la construcción identitaria italia-
na sumaba una incipiente identidad de clase trabajadora.
Las reuniones y encuentros, especialmente aquellos que fortalecieran
el espíritu asociativo, tenían relevancia entre sus miembros. Además de los
bailes a beneficio, los 25 de marzo la “Roma Nostra” celebraba su aniver-
sario con una fiesta cuyo programa estaba a cargo de una comisión espe-

26) Ministerio de Gobierno, Tomo 157, 1892, Exp. 9. (AGPSF).


27) Ministerio de Gobierno, Tomo 376, 1902, Exp.17. (AGPSF).

31
cial nombrada por los directivos. A pesar de su composición social menos
acomodada, estos festejos adoptaban los criterios de distinción de la época,
con sus mesas ornamentadas y servicio de comida. En ellos, seguramente
se reforzaban los elementos que conferían decencia. Socios efectivos o
comunes, beneméritos que no hacían uso de “los socorros”, y honorarios se
encontraban y reconocían mutuamente en sus condiciones y estatus.
En el caso de los españoles, las asociaciones mutualistas que exis-
tieron en la ciudad se inscribieron en una cadena de entidades heredadas
unas a las otras y que culminarían con la preeminencia y larga duración de
la principal de ellas. La primera fue la “Asociación Española de Socorros
Mutuos”, formada en 1881 y que hasta fines de esa década documentó
su existencia28. A su vez, de una llamada “Sociedad Tutelar” fenecida en
1891 derivó la siguiente “Sociedad Popular” de Socorros Mutuos, que
existió desde entonces hasta fines de 1897 y fue conocida en un origen
como “La Popular” y luego como “La Popular Española”29 cuando refor-
mó sus estatutos en 1896 adoptando la condición de española –no sin opo-
sición interna– para fusionarse con la “Nueva Sociedad Española de So-
corros Mutuos de Santa Fe”. Desde 1897 en adelante, ésta quedaría como
la entidad mutualista representativa de los españoles; tuvo panteón social
en el Cementerio Municipal desde sus inicios, inauguró en 1924 la “Casa
España” y en ella una gran sala de espectáculos y cine que llamó “Colón”,
construyó las instalaciones del Prado Español como club recreativo para
romerías en 1928 y levantó el importante Hospital Español en 1946.
El momento formativo de “La Popular” estuvo marcado por reagru-
pamientos y una redefinición institucional. Su primera comisión directiva
fue “con personas de responsabilidad a la cabeza”, distinguiéndose en sus
actas claros exponentes locales del régimen conservador provincial y al-
gunos españoles destacados30. Formó parte de sus tareas de publicidad y
legitimación la fiesta de “instalación” que se hizo en el salón del Teatro Ar-
gentino cedido por el Centro Español, para la cual convocaron a la Banda
de Música de la Policía y cursaron invitación a las demás asociaciones de
socorros mutuos de la ciudad “como acto de galantería”. En los discursos

28) Ministerio de Gobierno, 1881, Tomo 64, Leg. 32, Exp. 176; y 1889, Tomo 97, Leg. 21,
Exp. 10. (AGPSF).
29) Ministerio de Gobierno, 1896, Tomo 250, Exp. 19. (AGPSF).
30) Libro de Actas de la “Sociedad Popular de Socorros Mutuos” –ejemplar único–; y Li-
bros de Actas de la “Nueva Sociedad Española de Socorros Mutuos” (Archivo de la Nueva
Sociedad Española).

32
inaugurales los organizadores manifestaron ser “un núcleo importante de
vecinos afincados, miembros de las distintas clases activas de esta ciudad”.
De todos modos, “La Popular” manifestó orientarse al socorro mutuo.
En su discurso de inauguración, sus promotores expresaron como fin dotar
a Santa Fe de “una asociación de Socorros Mutuos que sea la verdadera
consoladora del triste, (…) que cuide realmente de las clases obreras en los
momentos de mayor amargura” extendiendo el beneficio “a enfermos de
todas las edades y categorías (…) no sólo a los varones adultos sino tam-
bién a las mujeres honestas que forman las delicias del hogar”. El objetivo
de la intervención social sobre las clases trabajadoras se sintetizaba en la
tarea de “llevar la mano bienhechora al seno de la familia”. La mutualidad,
presentada como la contracara de la caridad pública, fue establecida en este
caso sin distinción de “fronteras ni nacionalidad ni doctrina” afirmando
pretender una “sociedad completamente fraternal”, una “familia univer-
sal”. Su programa buscaba incluir a clases profesionales y trabajadoras
–abogados, médicos, comerciantes, artesanos–, a todas las nacionalidades
y a las mujeres, por quienes expresaban en la inauguración: “Pensemos en
la sin familia, ¿acaso no es tanto o más acreedora a encontrar una sociedad
fraternal, que le haga menos sensible la falta de elementos necesarios?”.
Más allá de esas palabras, sobre las mujeres cayeron las mismas limitacio-
nes que en otros casos. Y su accionar mutualista fue bastante limitado; más
bien su dinámica interna, advertible en parte en la escritura de sus actas,
obedeció a una lógica notabiliar, conservadora, circunscrita a pocos31.
Su transformación en “Popular Española” en 1896 mantuvo la defini-
ción mutualista y posibilitó a la “Nueva Sociedad Española”, un año más
tarde, la herencia del panteón social que construyeron en el terreno cedi-
do por la Municipalidad. Esa transferencia se producía cuando el censo
nacional mostraba el aumento de la población española en Santa Fe, que
traería consigo el surgimiento de nuevas sociedades españolas en la ciudad
y localidades vecinas32.

31) Tornay, María Laura “La ficción de la asamblea. Política notabiliar al interior de una aso-
ciación de socorro mutuo: La Popular, 1891-1897”, ponencia presentada en las XII Jornadas
Interescuelas Departamentos de Historia, Universidad Nacional del Comahue, Bariloche,
2009, inédita.
32) Micheletti, María Gabriela “Asociacionismo y espíritu étnico en Santa Fe a fines del
siglo XIX”, ponencia presentada en la Xº Jornadas Interescuelas Departamentos de Histo-
ria, Universidad Nacional de Rosario, 2005. De acuerdo al cálculo de la autora, el 6.5% que
constituían los españoles en el total de extranjeros según el censo provincial de 1887, pasó
al 12.7% en el de 1895, volviéndose la segunda colectividad de inmigrantes después de la

33
La “Asociación Española” formada en 1881 y la “Nueva Sociedad
Española” de 1896 buscaban socorrer a los socios en caso de enfermedad,
propender a su “mejoramiento moral y material”33, “estrechar la unión
de los españoles e hijos de éstos residentes en la República Argentina” y
“proporcionar recursos, si fuera posible, a los españoles transeúntes que
carezcan de ellos”34.
La “unión de los españoles” estuvo presente como fin en la asociación
de 1881, y debió constituir una preocupación mayor para la que comenzó su
existencia en 1896, en el contexto del aumento poblacional de este origen
en la provincia y a nivel internacional la crisis política española de fin de si-
glo en sus últimos dominios coloniales americanos. La de 1881 dejó senta-
do en su reglamento ser parte de una tal “Asociación Española de Socorros
Mutuos de Sud América”, evidenciando un horizonte hispanoamericano de
identidad común. Pero pese a tales previsiones, la efectiva instrumentación
de estos espacios de interacción no aparece evidenciada en la dinámica de
estas asociaciones de Santa Fe. Aparece más efectivo en todo caso la rela-
ción con su par de Rosario, a cuya junta directiva entregaría sus bienes en
caso de su disolución, por ser “la más próxima, acreditada y estable”.
Pese a los requisitos relativos a la “profesión honesta y la buena repu-
tación” que podrían haber estrechado su formación, a poco más de diez
años de existencia, la “Nueva Sociedad Española” había inscripto a unos
1.300 socios. En tanto asociación de inmigrantes de un origen nacional,
la inmensa mayoría de sus miembros eran nacidos en España, mayor-
mente de origen asturiano y balear, y de edades jóvenes. Se dedicaban
a una variedad de oficios: jornaleros, empleados de comercio, porteros,
repartidores, maquinistas y foguistas entre los numerosos dependientes; y
carpinteros, cigarreros, peluqueros, cocheros o carreros, albañiles, mozos,
panaderos, confiteros, mecánicos, zapateros, sastres, herreros, tipógrafos,
marmoleros, y tantos más entre los autónomos o presuntamente tales. La
composición trabajadora de la asociación fue notable, más allá que esa
masa social no ejerciera los cargos directivos en ningún momento.
La sobreabundancia de puestos directivos y títulos ceremoniosos den-

italiana y acompañando dicho movimiento con el aumento del número de sociedades espa-
ñolas a lo largo de la provincia, que del 11.8% del total pasaron a ser el 18.5%, mostrando el
aumento en su presencia asociativa.
33) Ministerio de Gobierno, 1881, Tomo 64, Leg. 32, Exp. 176. (AGPSF).
34) Archivo de la Nueva Sociedad Española, “Reglamento y Estatutos de la Nueva Sociedad
Española de Socorros Mutuos de Santa Fe”, Imprenta Juan Benaprés, 1897.

34
tro de estas entidades se debe a que esos espacios reportaban un inmediato
reconocimiento en el plano simbólico, con el cual quienes regresaban a
sus comunidades de origen podían reintegrarse con una nueva posición,
desplazando a los “caciques” tradicionales u obligándolos a pactar lugares
de poder35. Eran estos dirigentes los que ponían en circulación unos dis-
cursos de nacionalidad que lentamente desarmaron la heterogeneidad ini-
cial de los inmigrantes. La asistencia médica, la ayuda social, las fiestas,
las romerías, los actos públicos, la presencia de autoridades municipales,
provinciales o diplomáticas en actos y celebraciones, eran instancias que
legitimaban a las asociaciones y sus dirigencias y, a la vez, producían un
colectivo étnico identificado a sí mismo y por otros36.
Otra destacada comunidad étnica en la ciudad que se organizó en distin-
tas asociaciones fue la francesa. Crearon las Sociedades Francesa “Unión”
de Socorros Mutuos (1895), la “Unión Française” con el mismo fin (1899)
y la “Filantrópica Francesa del Río de la Plata” (1899); en 1906 organizaron
la Escuela Francesa de Santa Fe. De su seno nació la sociedad “La obra de
la Mujer y del Niño” (1898) compuesta por mujeres de esta nacionalidad
para la asistencia en ropas y comida a los pobres. Los suizos fundaron la
“Sociedad Suiza” de Socorros Mutuos (1888), la Sociedad “Lira” Suizo-
Francesa (1892) y la “Helvetia” (1897). Los alemanes se nuclearon en torno
al “Centro Alemán” (1913), que por el contexto debió tener entonces una
efervescencia política, y a la “Asociación Alemana” (1930) surgida de la
fusión de dos agrupaciones preexistentes. También existió la “Unión Israe-
lita de Socorros Mutuos” (1906), la Sociedad de Beneficencia “La Unidad
Sirio-Otomana” (1906) y la “Unión de Sirio-Libaneses” (1924). A su vez,
iniciado el siglo XX comenzaron a organizarse las asociaciones o centros
por comunidades regionales. Los asturianos fundaron el suyo en 1909 con
fines recreativos y culturales; los gallegos en 1919 para la celebración de
bailes y música; los baleares en 1923 para reuniones de cafés, juego de
ajedrez y bailes de carnaval. Los centros regionales italianos surgieron re-
cién luego de la Segunda Guerra Mundial y en el marco de una renovada
inmigración a la Argentina: los piamonteses constituyeron el suyo en 1948
y los friulanos en 1951. Todos ellos recuperaron la tradición asociativa local
celebrando asambleas, comidas, kermeses, veladas y bailes donde central-

35) Núñez Seixas, Xosé Manoel “Modelos de liderazgo…”, Op.Cit


36) Devoto, Fernando “Prólogo”, en Bernasconi, Alicia y Carina Frid De Europa a las Amé-
ricas…, Op.Cit

35
mente producían la construcción identitaria, ya que el mutualismo no tuvo
en ellas la presencia que en las asociaciones nacionales anteriores.
Avanzando el siglo XX, los años de entreguerras impactaron negativa-
mente en el flujo inmigratorio y estuvieron acompañados de ideas y políti-
cas restrictivas de la inmigración. Pero también fueron el período en que se
dieron pasos significativos en el proceso de integración de los inmigrantes.
Ello sucedió por varios mecanismos: nacimiento de hijos, absorción de
mitos patrióticos generados desde el sistema educativo, servicio militar
obligatorio, fiestas patrias, el nuevo sistema electoral de 1912, el ingreso
a la universidad reformada después de 1918, la participación en el ejérci-
to, el accionar de la iglesia católica, el ascenso social, la incorporación a
estructuras partidarias y del Estado. Estos cambios, especialmente en una
ciudad como Buenos Aires, afectaron la vida asociativa de las comunida-
des inmigrantes, de manera desigual según los grupos. Las asociaciones
italianas de Buenos Aires, en especial las mutualistas, y su prensa, tuvieron
un debilitamiento por la caída del flujo migratorio, por la competencia de
las estructuras sanitarias públicas luego de los años treinta y por los en-
frentamientos políticos desde el ascenso del fascismo. Pero en los centros
urbanos del interior, como los de la provincia de Santa Fe, parecen haber
conservado una vida activa en el período de entreguerras al asumir nuevas
funciones sociales, culturales o deportivas, y de hecho resurgieron bajo la
forma de centros regionales luego del fin de la guerra. En el caso de las
entidades españolas, la fuerza de las entidades regionales desde comienzos
de siglo, la guerra civil y la formación de grupos antifranquistas generaron
en ellas trayectorias diferentes37.

Masones

Las logias masónicas precedieron y acompañaron a otras formas aso-


ciativas y conservaron un fuerte predicamento por lo menos hasta finales
de siglo XIX. Diagramaron un proyecto societal armónico, con un funcio-
namiento reglado, procedimientos y organicidad institucional burocrática.
Exigieron un trato igualitario para sus miembros, se proyectaron políti-
camente hacia un público mayor que el de los asociados, mantuvieron

37) Devoto, Fernando “La inmigración”, en Academia Nacional de la Historia Nueva Histo-
ria de la Nación Argentina, Planeta, Buenos Aires, 2001, vol.7.

36
un discurso liberal y republicano38. El espacio masónico constituyó una
experiencia política no estatal. En general, las logias constituyeron entida-
des propias de una sociabilidad burguesa de carácter asociativo e iguali-
tario, pero algunas de ellas ampliaron su público incorporando a sectores
más vastos. Constituyeron otra vía de integración territorial y social pero
con pretensiones más amplias en cuanto a espacios y clases sociales.
En Argentina, a partir de Caseros (1852) y la integración de la Confe-
deración dirigida por Urquiza, se expandieron las logias masónicas, pre-
sentes de manera poco estable desde iniciada la revolución de indepen-
dencia. Fueron viajeros, comerciantes, militares, intelectuales procedentes
de Inglaterra, España, Francia y Portugal quienes difundieron las logias
en América del Sur. Quedaron organizadas bajo distintos ritos –como el
Escocés, el Azul o el de York, ceremonias de pasaje con implicancias en
las jerarquías internas– y en torno a distintos orientes –entidades rectoras
nacionales o internacionales– y grandes logias –agrupamientos de logias
en torno a una legalidad institucional, regularidad jurídica y relaciones de
filiación–. En Argentina se fundaron logias en muchas ciudades y pue-
blos, que de acuerdo a su composición se integraron a las estructuras ins-
titucionales de Grandes Logias nacionales y extranjeras.
En la ciudad de Santa Fe, la logia “Armonía” Nº 99 se formó en julio
de 1889 y en enero de 1890 este taller obtuvo su regularización institu-
cional y carta constitutiva. En su documento fundante expresaba como
metas difundir entre sus asociados “la educación e instrucción civil y
moral”, practicar la caridad y el socorro mutuo entre ellos, velar por “la
libertad civil y de conciencia” y trabajar por “el perfeccionamiento de la
humanidad”39. Desde ese momento integró a librepensadores y hombres
de cultos católico, protestante y hebreo de distinto origen nacional, mu-
chos de ellos ex miembros de logias masónicas en sus países de origen o
en ciudades de previa residencia luego de la emigración. No fue ésta la
primera logia masónica de Santa Fe –había existido entre 1864 y 1868 una
logia llamada “Estrella del Progreso” Nº 21–, y de hecho también recibió a
miembros de logias locales o regionales anteriores que se habían disuelto
o habían menguado en su actividad. De todos modos, desde sus orígenes

38) Bonaudo, Marta “Liberales, masones, ¿subversivos?”, en Revista de Indias Nº LXVII,


CSIC, Madrid, 2007.
39) Archivo de la Logia Armonía, Estatutos civiles de la Sociedad Logia Armonía, 1897.
También Ministerio de Gobierno, 1904, Tomo Julio, Exp. 7. (AGPSF).

37
en 1889, actuó hasta los primeros años del siglo XX como la única logia
de la ciudad40. La fecha de su aparición fue algo tardía dentro del contexto
nacional, donde venía aconteciendo una regularización de logias dentro
de estructuras masónicas centralizadas de gobierno desde mediados de
la década de 1850, de modo paralelo a la centralización de la autoridad
estatal nacional. Es posible conjeturar que su tardanza se relacione con el
contexto político local abierto en 1868 a raíz del derrocamiento del grupo
liberal encabezado por Nicasio Oroño y el control del gobierno provincial
por parte del más conservador Iriondismo hasta casi finales del siglo.
Recién en los inicios de la crisis de legitimidad del régimen notabiliar
(que se expresó abiertamente en julio de 1890) reaparecía una logia masó-
nica en la ciudad. Ésta tuvo una composición diferente a la anterior, que
había estado mucho más vinculada a los sectores dirigentes de la década de
1860. Un estudio desglosado de los aproximadamente 400 ingresantes con-
tabilizados en el período de 1890 a 192141 permite observar un perfil de los
mismos: predominio de población extranjera sobre la argentina e impronta,
por lo tanto, del proceso inmigratorio en su formación, siendo la primer
mayoría extranjera los italianos, la segunda los franceses y la tercera los
españoles; importancia numérica de afiliados previamente iniciados como
masones en otras logias de su país de origen o en logias de la propia Argen-
tina; alto promedio de edad, de entre 40 y 50 años; predominio de segmen-
tos de clases pequeño-propietarias (comerciantes, contratistas, abogados,
proveedores), clases profesionales o asalariadas “de cuello blanco” (pe-
riodistas, procuradores, empleados estatales de cierta jerarquía, tenedores
de libros, contadores, profesores, dibujantes) y clases trabajadoras urbanas
(fundamentalmente del ferrocarril, pero también ebanistas, relojeros, sas-
tres, “constructores”). No era entonces una asociación donde sus miembros
estuvieran en el inicio de sus vidas adultas ni tramando las redes para su
inserción laboral o actividad económica, sino que es probable que estuvie-
ran ya ubicados en la estructura ocupacional y que manejaran amplias redes
sociales. Esa composición tuvo su historicidad, acentuándose la presencia
de trabajadores dependientes en la primera y segunda década del siglo XX,
lo que volvió a la logia más vinculada al mundo del trabajo por entonces.

40) En la primera década del siglo XX, hacia 1905, existieron también en la ciudad las logias
La Verdad y Vida Nueva, del rito Azul, de las que se tienen escasas referencias.
41) Archivo de la Logia Armonía, Cartas de socios, Solicitudes de admisión y Propuestas
de iniciación.

38
A su vez esta asociación estructuró mecanismos de integración y se-
lección de miembros con un carácter rígido a través de exámenes escritos
de admisión basados en la concordancia con principios básicos del pensa-
miento liberal y la exigencia de referencias sobre su actuación personal.
Había también cuotas, categorías de socios y contribuciones voluntarias
que constituían el grueso de los fondos económicos con que los masones
se dedicaban a la filantropía (en orfanatos propios o frente a catástrofes
lejanas) y al socorro entre pares.
La incorporación de sujetos a las logias masónicas combinó rituali-
dad y sociabilidad. En la presentación de candidatos para su ingreso se
ponían en funcionamiento las relaciones sociales previas. Una modalidad
de vínculos tuvo que ver con el lugar de origen nacional compartido por
presentadores e ingresantes; otra, con la afinidad ideológica que los hacía
participar de otros centros, partidos o instituciones políticas; también pare-
ce haber sido importante el compartir ámbitos de trabajo como los talleres
madereros, el ferrocarril de Santa Fe, los proyectos de colonización agraria
o el empleo dependiente en el comercio o el Estado provincial y nacional,
de donde provinieron varios masones. Esa vinculación conectaba sujetos y
territorios de distintas partes de la provincia y del país.
La logia “Armonía” estuvo integrada desde sus inicios a una estruc-
tura jerárquica de alcance nacional llamada “Gran Logia de la Masonería
Argentina del Rito Escocés Antiguo y Aceptado”. Esa estructura burocrá-
tica tenía distintos órganos de gobierno ejecutivo y de representación o
consejo, y ministerios con órganos de control fiscal y legal o político. En
la medida en que se fue integrando de miembros de distintas procedencias,
la logia fortaleció su inserción en esa estructura, de ágil funcionamiento
a través de planchas y circulares internas que intentaban moldear los pro-
gramas de acción locales. Estaba presidida por un Venerable con grado
de Maestro, tenía un Consejo que manejaba el fondo de beneficencia y el
calendario de trabajo, y las Cámaras correspondientes a los tres grados
masónicos básicos en que las logias desarrollaban su actividad, siendo la
cámara de maestros la que dirigía a las aprendices y compañeros.
Los espacios asociativos orientaron sus esfuerzos a la integración
social y regional. La Logia “Armonía” fue, posiblemente, el que logró
efectivamente comunicar ciudades y pueblos en todas las direcciones arti-
culando el espacio rural al urbano, hacia el norte en la ruta que unía Santa
Fe con Helvecia, San Javier, San Cristóbal, Reconquista, Resistencia, Co-
rrientes, Paraguay y Brasil; hacia el este en el camino que conectaba Santa
Fe con Paraná, Concordia y Concepción del Uruguay; y hacia el sur, fun-
damentalmente con Rosario pero también con Pergamino y Buenos Aires.

39
Su universo social fue de varones. Igualmente estaban previstas las
“tenidas blancas” y los “bautismos de lowetones” para abrir las puertas a
mujeres y niños, que los masones de Santa Fe también implementaron. Las
reuniones o “tenidas” tenían carácter “blanco” cuando se invitaba a los no
iniciados a actividades por lo general propagandísticas de los trabajos de la
orden: conferencias, almuerzos o cenas en salones o pic–nics al aire libre.
La adopción de “lowetones” era el bautismo masónico de hijos e hijas de
masones, que la logia “Armonía” practicó al menos en 1908, 1918 y 1919.
En ambos casos se trataba de ceremonias reguladas y con expresa invita-
ción a los participantes. De ese modo los masones ampliaban su círculo de
seguidores, legitimaban su actuación al interior de sus familias, disipaban
las prevenciones y recelos que entre las mujeres de sus familias y vecinos
podía generar su filiación masónica, e inculcaban la práctica masónica en
su descendencia, sustrayéndola de otros cultos distintos. Pero además, por
fuera de estas regulaciones, las mujeres escribieron a la logia peticionando
por distintas variantes del socorro cuando las apremiaba la viudez y/o la
pobreza, solicitando pensiones, subsidios o ayuda médica. Desde muy tem-
prano ellas identificaron en los masones, a veces por parentesco y otras por
simple conocimiento social, a sujetos con quienes intercambiar o a quienes
apelar en pos del restablecimiento de derechos y de la ayuda social.
Ligada a ella, existieron otras agrupaciones semejantes en sus objetivos.
El “Centro de Libre Pensamiento” de Santa Fe se constituyó a partir de la
iniciativa de un grupo de aproximadamente 50 personas que se reunieron en
el salón-teatro de la asociación “Roma Nostra” en septiembre de 1905, e in-
mediatamente adhirió a las declaraciones hechas por el Congreso del Libre
Pensamiento realizado en Buenos Aires en 1904, que se pronunciaban por
el laicismo del Estado y la total secularización de la sociedad sobre la base
de principios liberales y racionalistas. Al principio, la asociación solo contó
con unos cincuenta miembros, pero mes a mes este número se fue incre-
mentando con nuevas incorporaciones, llegando a contar al año de haberse
creado con unos 500 socios. Este Centro del Libre Pensamiento de Santa
Fe estuvo integrado desde 1908 a una estructura de alcance nacional y con
cabecera en Buenos Aires llamada “Liga Nacional del Libre Pensamiento”
y, a través de ella, a la “Federación Internacional” del mismo nombre42.

42) Grandinetti, María Bibiana El Centro del Libre Pensamiento de Santa Fe. Constitución y
acción de un colectivo de principios del siglo XX, Tesina de Licenciatura en Historia, Facultad
de Humanidades y Ciencias, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2013, inédita.

40
Pero la actividad librepensadora y masónica cerró también su ciclo más
activo unas décadas más tarde. Pese a su ampliación social e inclusión de
algunos elementos del mundo del trabajo –al menos en el caso local–, las
logias masónicas menguaron su actividad y capacidad de proponer mode-
los liberales de fraternidad social. Las transformaciones sociales y políticas
de los años treinta del siglo XX y las formas distintas de pensar y afrontar
la asistencia social contribuyeron a la disminución de su importancia.

Trabajadores y patrones

Del ejemplo de las asociaciones de socorros mutuos por nacionalidad,


más tarde aparecieron las de socorro mutuo por oficio, independientemen-
te del origen geográfico de sus miembros, que fueron tomando perfiles
más cercanos al sindicato en la primera década de 1900. Sumadas al sur-
gimiento de una literatura genéricamente socialista y anarquista, consti-
tuyeron las primeras manifestaciones del movimiento obrero argentino43.
Hacia finales del siglo XIX y principios del XX estaban dadas las
condiciones para el surgimiento de estas sociedades. Entre los muy varios
oficios ejercidos mayormente por varones residentes en la ciudad, desta-
caban en número los jornaleros, empleados diversos, albañiles, carpinte-
ros, maquinistas, mecánicos, panaderos, pintores, peluqueros, sastres, za-
pateros, marinos y maestros de escuela. Costureras, modistas, lavanderas,
sirvientas, mucamas, cocineras, eran trabajadoras también numéricamen-
te destacadas y en su inmensa mayoría mujeres. Agrupados por rubros, y
dejando de lado los jornaleros, los dedicados a las “industrias” sobresalían
ampliamente a fines de la primera década, continuados por los que tra-
bajaban en el comercio y el personal de servicio, seguidos luego por los
productores de materia prima y los trabajadores de transportes. Muy lejos
se encontraban los que se dedicaban a la jurisprudencia, las profesiones
sanitarias, las bellas artes y ciencias, y las profesiones ambulantes44.
Varios de esos trabajadores participaron en su condición de extranjeros
de algunas de las sociedades mutuales étnicas y solo algunos alcanzaron a

43) Falcón, Ricardo “Los trabajadores y el mundo del trabajo”, en Bonaudo, Marta (dir.)
Liberalismo, Estado…, Op.Cit
44) Gobierno de Santa Fe. Censo Municipal de Santa Fe del 22 de septiembre de 1907,
Imprenta La Argentina, Santa Fe, 1908, pp. 173-177.

41
producir en la época asociaciones por oficio tendientes a su resguardo en
tanto participantes de un “arte” o “industria” en especial. Las capas más ca-
lificadas de trabajadores, artesanos y obreros, nacidas de la transformación
urbana, dieron origen a las primeras organizaciones autónomas de los tra-
bajadores, que fueron las sociedades mutuales estructuradas sobre la base
de oficios y orientadas a la ayuda mutua y a la defensa de las condiciones
laborales. En algunos casos, ellas serían el germen de organizaciones de
resistencia y más tarde de los modernos sindicatos del país.
En la vanguardia disruptiva estuvo la primera de ellas, la “Sociedad
Internacional Obrera de Socorros Mutuos e Instrucción”, constituida en
Santa Fe en 1892, que tenía por objetivo “unir a todos los trabajadores y
trabajadoras y a sus hijos que simpaticen con los fines de la Federación
Obrera de la República Argentina y despertar la conciencia de clase en los
trabajadores” favoreciendo el socorro mutuo “entre los socios y socias en
todos los casos que padezcan de alguna enfermedad”45. Consideraba a las
mujeres “con el mismo derecho de los hombres… tendrán voz y voto en las
asambleas, podrán elegir y ser electas”. Por sus componentes ideológicos
fue una rareza dentro de las demás sociedades obreras de la época. Se pro-
ponía “aumentar el saber de sus miembros por medio de reparto de diarios
y órganos que esclarezcan la cuestión social y por medio de discusiones pú-
blicas sobre cuestiones de interés general para la clase obrera”, creando una
biblioteca. Fomentaba la asociación de trabajadores de todos los ramos bajo
el “principio de la internacionalidad” y para la completa “emancipación
económica y social”, defendiendo los principios de solidaridad, coopera-
ción “y resistencia, para que quede triunfante el trabajo en todas las luchas
que sostenga contra el capital”. Declaraba como “día de fiesta del trabajo”
al 1º de Mayo. Tenía a su vez el objetivo de crear una escuela nocturna de
adultos que funcionara en la temporada de invierno en la que, además de la
enseñanza primaria, se diera instrucción en dibujo lineal industrial con apli-
cación a artes y oficios. Evaluaba a sus ingresantes en requisitos propios de
su fin, como tener una buena conducta con los trabajadores, no padecer en-
fermedades crónicas y saber leer y escribir –aunque admitía poder enseñar
tan “indispensable rudimento de toda ilustración” en la socialización mu-
tual–. Con la cuota mensual sostendría sus acciones. Reguló también con
detalle los derechos de socios y socias a la atención médica, enfatizando
los principios solidarios. Y sabiendo de las dificultades que podría afrontar,

45) Ministerio de Gobierno, 1892, Tomo 158, Exp. 35. (AGPSF).

42
para no perder el carácter ideológico que le pensaron sus promotores, limitó
la participación en su comisión directiva a los “trabajadores y compañeros
de reconocido mérito en la propaganda por el socialismo científico”. Antes
que eso pasara, el Fiscal de Estado denegó el pedido de personería jurídica
de la asociación que pretendía actuar en Santa Fe.
Los tipógrafos eran en la ciudad más reducidos en número, pero así y
todo formaron en 1896 la “Sociedad Tipográfica Santafesina” con el obje-
tivo de lograr el “compañerismo y unión recíproca entre sus asociados”46.
Englobaba a los sujetos “de profesión tipógrafo, impresor, encuadernador
o grabador” y organizó un socorro mutuo semejante al de las comunida-
des extranjeras. En la asamblea general de ese año, luego de elegir sus
autoridades, nombraron socios protectores a figuras de la literatura, el
mundo editorial, la política y la educación local. Representó a los traba-
jadores calificados de las letras y las editoriales y no tuvo las definiciones
ideológicas de la anterior.
Luego surgieron otras, con un carácter más obrerista. Los albañiles
fundaron la Sociedad de Socorros Mutuos “Obreros Albañiles” también en
1896 con el objetivo del socorro mutuo “entre los trabajadores del gremio”,
para lo cual crearon un fondo común destinado a los socios en casos de en-
fermedad. Planteaba como fines “estrechar por la fraternidad los vínculos de
unión y compañerismo, la práctica de las virtudes sociales, la beneficencia y
caridad donde se necesitara, y… la protección al arte por su emancipación”47.
Bajo el título “Resistencia” dentro de su estatuto, fijaba que quien quedara
sin trabajo “por defensa del derecho profesional o por motivo justificado”
tendría derecho al subsidio. Los empleados de correos y telégrafos del 5º
distrito constituyeron en 1900 la “Unión Postal Telegráfica” como sociedad
de socorros mutuos con los mismos fines fraternales que la anterior48. En
1899 se formó la “Sociedad Cooperativa Obrera de Consumo”, exclusiva
para obreros –aunque de diferentes rubros– y que buscaba “suministrar a
sus miembros los artículos alimenticios u otros objetos para el consumo de
una familia, en las mejores condiciones posibles de precio y calidad”49. Se
trataba de una sociedad de socorros mutuos que manejaba un almacén para
sus socios a través de un sistema de bonos de adelanto y libreta de registro.

46) Ministerio de Gobierno, 1896, Tomo 250, Exp. 9. (AGPSF).


47) Ministerio de Gobierno, 1896, Tomo 250, Exp. 24. (AGPSF).
48) Ministerio de Gobierno, 1904, Tomo de Enero, Exp. 3. (AGPSF).
49) Ministerio de Gobierno, 1900, Tomo 341, Exp. 14; y 1904, Tomo Marzo, Exp. 11. (AGPSF).

43
Los trabajadores ferroviarios crearon la “Unión Cosmopolita Ferro-
viaria” en 1899, la Sociedad “Maquinistas y Fogoneros del Ferrocarril
Santa Fe en 1912, la “Unión Carboneros y Anexos” en 1922 y la “Fede-
ración Obrera Ferroviaria” en 1933. Fueron las protagonistas de una de
las formas que la movilización asumió en la época, mediante la vía dis-
ruptiva y contestataria de la manifestación y la huelga obreras. A su vez,
estibadores y peones del puerto de Colastiné, en el marco de agrupaciones
no formalizadas en esta época, hicieron sus primeras huelgas en 1902 y
1904 debido a las duras condiciones de trabajo denunciadas contempo-
ráneamente por Bialet Massé. También expresaron reclamos al gobierno
provincial los empleados de comercio en 1906 cuando demandaban la
aplicación de la ley de descanso dominical y contraponían claramente sus
aspiraciones a “los afanes de los patrones en acumular centavos… porque
si de ellos dependiera exclusivamente la reglamentación de los horarios
en sus negocios, éstos no se cerrarían ni siquiera durante la noche”50. Die-
cinueve empleados firmaron la nota pidiendo “esta justa tregua”, fuera
aún del marco de una entidad formalizada que más tarde conseguirían.
El surgimiento de las asociaciones mutuales por oficio implicaba sin
dudas un punto inicial de ruptura con la filiación nacional/comunal –o
identidad étnica– y la formación de una identidad de clase. Por lo tanto y
contrariamente a lo que podría suponerse, el surgimiento de organizacio-
nes sobre bases corporativas, clasistas, tenía una función integradora, aun-
que a veces sus discursos fueran internacionalistas y antipatrióticos. Para
prevenir estas orientaciones, los propietarios de pequeños talleres y de
grandes establecimientos promovieron a su vez la formación de Uniones
Libres del Trabajo, que, a través de ese sistema de padrinazgo, esquivaran
la apelación al conflicto de intereses, disminuyeran las conflictividades
latentes y promovieran la equidad en el marco de la armonía social51.
Pero también las entidades obreras fueron promovidas, bajo el influjo
de la Encíclica Rerum Novarum, por sectores de la Iglesia Católica en de-
clarada oposición a las tendencias revolucionarias. Como en otros lugares,
se fundó en Santa Fe el “Círculo de Obreros Católicos” (1904) y más tar-
de el “Círculo Obrero José M. Estrada” (1928). El primero surgió de una
reunión en el salón de actos del Colegio de la Inmaculada de los Jesuitas
y tomó como reglamento el que regía los Círculos de Obreros de la Repú-

50) Ministerio de Gobierno, 1906, Tomo de Septiembre, Exp. 22, Notas varias. (AGPSF).
51) Falcón, Ricardo “Los trabajadores…”, Op.Cit.

44
blica Argentina surgido del Concilio de Salta. Como prueba legitimante lo
firmaron más de cien miembros. Buscó la aprobación por parte del Obispo
de Santa Fe Monseñor Boneo y tuvo, además de su comisión directiva no
elegible ni removible, un director espiritual, quedando bajo la supervisión
de autoridades diocesanas. Estaba, además, bajo la órbita de la Junta Cen-
tral de Gobierno residente en Buenos Aires, que nombraba a las comisio-
nes directivas de las localidades. Declaraba que sus fines eran “promover
el bienestar material y espiritual de la clase obrera en marcada oposición a
la funesta propaganda del socialismo y de la impiedad, que mediante pro-
mesas engañosas de efímera felicidad llevan al obrero a su ruina temporal
y eterna”52. Para ello organizó el socorro mutuo y se propuso fundar es-
cuelas primarias para niños de ambos sexos y de clases nocturnas para los
adultos, crear una agencia de trabajo, brindar conferencias, establecer cajas
de ahorro, formar una banda de música y celebrar Congresos de Obreros en
el país para discutir y resolver sobre sus problemáticas.
El Círculo Católico de Obreros exigía a sus miembros, además de los
usuales requisitos asociativos, “no estar afiliado a ninguna sociedad anti-
católica”, llevar una vida moral y no contraer “uniones prohibidas”. Para
gestar una sociabilidad marcada por esa impronta religiosa, fijaba tener un
lugar de recreo de los socios donde éstos pudieran “divertirse con juegos
inocentes los domingos y días de fiesta” y admitía “señoras en calidad de
Damas protectoras”. Para tareas propagandísticas tuvo también su propio
periódico. Estas entidades católicas buscaron ser una alternativa a las so-
ciedades de resistencia de tendencias anarquistas y socialistas, pero a su
vez actuaron en el marco de una renovada presencia de instituciones reli-
giosas educativas y benéficas en Santa Fe, que estuvieron lejos de menguar
su existencia en todo el período.
El panorama no estaría completo si no observáramos que al mismo
tiempo, los sectores patronales también se organizaron sindicalmente,
aunque formalizaran sus agrupaciones más tardíamente. El “Club Co-
mercial” se formó en 1884 para reunir socialmente a los comerciantes e
industriales de la ciudad y provincia, expresando su afán de promover la
industria en la provincia a través de exposiciones periódicas y publicacio-
nes53. Los “Propietarios de Hoteles, Restaurantes y Fondas” fundaron su

52) Ministerio de Gobierno, 1905, Tomo de Abril, Exp. 14. (AGPSF).


53) Ministerio de Gobierno, 1884, Tomo 76, Exp. 26 y Estatuto publicado en 1913 y compi-
lado en Biblioteca Paredes, tomo 75. (AGPSF).

45
Unión en 1907, y también por entonces lo hizo el “Centro Unión Almace-
neros”, preocupado en general por las tasas y contribuciones municipales
y el horario laboral de los dependientes. En 1908 se formó en Santa Fe la
“Sociedad Patronal de Carruajes de Alquiler”, en 1923 el “Centro de Pro-
pietarios” y en 1924, en el marco de cambios económicos más generales
en el litoral, la “Unión Industrial”.

La “movilización asociativa”, breves conclusiones

La actividad asociativa de 1860 a 1930 experimentó una expansión


en todos los planos: se multiplicaron las instituciones, se extendieron por
todo el territorio provincial, abarcaron dimensiones muy diversas de la
vida social e incorporaron a crecientes contingentes de hombres, mujeres
y niños. Se organizaron atendiendo con cuidado las formas en los estatu-
tos y reglamentos, que fijaban reglas democráticas de gobierno y estable-
cían objetivos, deberes y derechos de los miembros. Estas asociaciones
fueron muchas y diferentes, con marcada conciencia de clase algunas y
otras más transversales en su composición social. Sus comisiones directi-
vas generalmente nuclearon a lo más granado de las comunidades extran-
jeras, trabajadoras o propietarias que reunían y establecieron criterios en
algunos casos estrictos acerca del ingreso de sus miembros. Pero también
funcionaron como espacios de integración social que complejizaban otras
identidades de pertenencia. En ellas se construía un valioso capital social
o relacional surgido de los contactos, amistades y parentescos generados
previamente o a partir de la participación asociativa. Movilizaron recursos
materiales y simbólicos, transformando las vidas de los involucrados.
A su vez, estas asociaciones mantuvieron las relaciones jerárquicas
y desiguales que varones y mujeres tenían en general. No podían ser las
mujeres socias activas, honorarias, benefactoras o como se denominaran
las clasificaciones y preeminencias que podían tener los socios varones en
ellas. Sólo en su condición de hijas o esposas podían formar parte y gozar
de algunos beneficios sociales como la asistencia médica y las reuniones
festivas o religiosas, pero no deliberaban ni votaban, no solían tener co-
bertura farmacéutica o subsidio por enfermedad y no se registraban en los
libros. Las Sociedades de Beneficencia –laicas o católicas– y los círculos
anarquistas fueron durante un largo tiempo los únicos espacios de socia-
bilidad a los que pudieron acceder.
Junto al socorro, la instrucción, o la representación de intereses secto-
riales, en ellas se elaboraba una cultura política, un saber-hacer resultado

46
de la interacción de discursos, prácticas y representaciones del poder y de
las relaciones de autoridad propias de toda sociedad. El lugar que cada
grupo social o nacional merecía en la sociedad, los derechos y obligaciones
más generales y particulares, el quantum de laicidad o religión en las insti-
tuciones públicas y en las relaciones más privadas, todo ello se llenaba de
contenido con las prácticas asociativas. Para ello tenía tanta importancia la
kermés como la huelga, y el banquete como el debate asambleario. Con el
transcurso del tiempo, las nuevas situaciones políticas y demandas sociales
afectaron su integración, modificando a veces su público.
En este variopinto escenario asociativo local, es posible advertir un
movimiento que viró de la aspiración al bien común en las primeras déca-
das, a un lenguaje y unas acciones donde los intereses sectoriales de una
sociedad más compleja y la confrontación social se fueron imponiendo
más claramente en el espacio público. Complementariamente ello sucedía
frente a un Estado que pretendía actuar crecientemente en nombre del
interés general54. La transformación fue sucediendo lentamente en asam-
bleas, cenas, picnics, misas, bazares, salas de remiendo y zurcido, mani-
festaciones, lobbies y huelgas.

54) Sabato Hilda “Estado y sociedad civil”, en Di Stefano, Roberto et ál. De las cofradía...,
Op.Cit

47
48
Los obreros portuarios de Colastiné: formas de
acción colectiva, organización y constitución
como clase social, 1902–1910

Diana Bianco y Anahí Pereyra

El movimiento obrero en la Argentina de principios del siglo XX

A comienzos del siglo XX, la Argentina vivió un período de profun-


dización y consolidación de las transformaciones iniciadas a mediados
del siglo anterior y adquirió ciertos rasgos que la colocarían entre las
naciones más modernas de América Latina. En el plano económico, esta
etapa estuvo basada en la plena inserción en el mercado mundial a través
del modelo agroexportador o de “crecimiento hacia fuera”. En el plano
político, significó la consolidación del Estado nacional argentino, que ex-
tendía su poder y autoridad hacia todas las provincias.
En el aspecto social, la incorporación al sistema capitalista mundial
y la configuración de un mercado de trabajo implicaron la formación de
una clase obrera, cuyas condiciones de trabajo eran muy precarias. La
situación de los trabajadores, tanto en el campo como en la ciudad, era
penosa a fines del siglo XIX y principios del XX:

…sometidos a largas horas de trabajo, a salarios dispares por


la misma labor, a estrategias de diferenciación por actividades o
categorías orientadas a quebrar la emergencia de una identidad
de clase, sobre quienes las enfermedades laborales comenzaban
a dejar sus marcas (deformaciones, tuberculosis, etc.)1.

No obstante, progresivamente fueron conformando una identidad co-


lectiva, que se expresó en la realización de protestas y formas de acción de
distintos tipos, así como también en la creación de organizaciones, que fue-

1) Monserrat, Alejandra “Otros actores buscan apropiarse del espacio público”, en Bonaudo,
Marta, La organización productiva y política del territorio provincial (1853–1912), Pro-
historia / Diario La Capital, Rosario, 2006, tomo VI (Nueva Historia de Santa Fe), p.170

49
ron consolidando a la clase obrera argentina. El crecimiento de la población
y el aumento y diversificación de las actividades económicas incrementa-
ron el número de trabajadores y de organizaciones que los representaban.
En este sentido, Lobato plantea que la emergencia de los trabajadores
como clase social distintiva y sus acciones de lucha constituyeron una
preocupación para las autoridades nacionales y mostraron la necesidad de
hacer frente a la denominada “cuestión social”, definida como un conjunto
de problemas cuya solución exigía la activa intervención del Estado.
La reacción estatal frente al conflicto social varió entre la represión, pre-
dominante en un primer momento, y la integración; y en muchas ocasiones
el Estado se mantuvo al margen de los conflictos, favoreciendo con ello la
acción de los patrones. La movilización militar y policial, el estado de sitio y
la Ley de Residencia fueron las respuestas represivas habituales. En cuanto
a las estrategias de integración, se fueron diseñando mecanismos de inter-
vención estatal para regular los conflictos y controlar las organizaciones.
Se trató de tener un conocimiento de la situación de los trabajadores –con
motivo del proyecto de Código Nacional de Trabajo–. Para esto el gobierno,
a través del ministro Joaquín V. González, solicitó en 1904 un estudio de
la condición de los trabajadores del interior de la República a Juan Bialet
Massé, que constituye una pieza clave para el estudio de las clases obreras.
Es en este contexto nacional que se sitúa el objeto de estudio de este tra-
bajo. Se propone focalizar la mirada en un caso local: los obreros del puerto
de Colastiné entre 1902 y 1910, su constitución como grupo integrante de
la “clase obrera santafesina” y sus formas de acción y organización colecti-
vas. Obreros vinculados a una actividad económica de especial relevancia
en el contexto del modelo agrario exportador. Luego de la producción agrí-
cola, las actividades portuarias y ferroviarias eran, según Bialet Massé, las
más importantes en cuanto al número de trabajadores que empleaban así
como también, a la riqueza “pública y privada” que generaban.

El puerto de Colastiné

“¿Así que usted quiere saber cómo era esto antes, cuando
el puerto? Eso es historia vieja, pero me sigo acordando lo mis-
mo, ¡como si lo viera señora! Viviendo aquello como uno lo
vivió, ¡quién iba a decir a donde iba a parar todo aquello! (…)
Entraban barcos de todas las naciones, ¡de todo el mundo! En
vez de cargar en Santa Fe, cargaban acá porque en el tiempo

50
que le hablé todavía no estaba el puerto allá en la ciudad.” (Hijo
de Sixto Perezlindo, trabajador del puerto de Colastiné)2

A principios de 1880, en Colastiné se realizaba el trasbordo de cerea-


les que barcos de menor calado traían desde el embarcadero que funcio-
naba en Santo Tomé, en el Paso del Salado. Pero Colastiné como puerto
ultramarino surgió por las necesidades particulares de la provincia en un
momento dado: la expansión productiva ligada a las actividades agrícolas
y forestales hizo que el puerto de Santa Fe fuera insuficiente para atender
el movimiento comercial, por su pequeñez, su precariedad, su falta de in-
fraestructura moderna y adecuada y por las condiciones propias del río,
señala Silber3. De ahí que era urgente la concreción de un nuevo punto de
embarque que pudiera satisfacer esas demandas.
Así, en 1886 se habilitaba el puerto de Colastiné con la llegada del
Ferrocarril Santa Fe –luego de cruzar los 12 km que lo separaban de las
estaciones concentradas en la ciudad–, con lo que el puerto tomaba una
mayor fisonomía y aumentaban los trabajos gracias a la aceleración del
transporte de cargas, generando un enorme movimiento de importación
y exportación. Así se llegó a descargar vagones, locomotoras, y hasta
coches de pasajeros procedentes de Europa.
El puerto de Colastiné tuvo una intensa actividad relacionada con la
carga de granos y madera, especialmente de grandes troncos de quebra-
cho transportados desde el norte. En realidad, se lo consideró el primer
puerto de Santa Fe4. En este sentido, Macor y Piazzesi señalan que, hacia
1886, “el puerto de Santa Fe y el de Colastiné se complementan tendiendo
a especializarse: Santa Fe, destinado fundamentalmente al tráfico de ca-
botaje, y Colastiné oficiando de gran puerto ultramarino”5, ambas sedes
portuarias vinculadas por el Ferrocarril Francés.

2) Rodil, Marta Puerto Perdido, Centro de Publicaciones Universidad Nacional del Litoral,
Santa Fe, 1994, p. 37.
3) Silber, Daniel “Colastiné: El puerto olvidado”, ponencia presentada en el I Congreso de Histo-
ria de los Pueblos de la Provincia de Santa Fe, Santa Fe, 8 al 10 de noviembre de 1982, tomo VI.
4) “Puerto de Colastiné - Santa Fe”, en sitio web de la Fundación Histamar – Historia y
Arqueología Marítima, http://www.histarmar.com.ar /Puertos/Colastine/ColastineBase.htm,
consulta febrero de 2014.
5) Macor, Darío y Susana Piazzesi “Entre barcos y trenes: la formación de la clase obrera en
una ciudad aldeana”, en Müller, Luis (ed.) Arquitectura, sociedad y territorio. El Ferrocarril
Santa Fe a las Colonias, Revista Polis Científica Nº 2, Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2001, p. 83.

51
Bialet Massé, en su Informe sobre el estado de la clase obrera en el
interior de la República, describe el puerto en su visita a Colastiné:

Uno de los centros de trabajo más originales de la Repúbli-


ca, es, sin duda alguna, el puerto de Colastiné. Situado en la
punta S.E. de una vasta isla, a 12 kilómetros de Santa Fe, que
se recorren en veinte minutos por el F.C. Francés, se extiende a
lo largo del profundo brazo del Paraná, que le da nombre, algo
más de tres kilómetros, casi de norte a sur, sobre una pradera
verde y riente, bajo un cielo de fuego en el verano, tibio en el
invierno, siempre radiante de luz. (…)
Casitas blancas, ranchos y cabañas, de madera y zinc, blan-
queados de frescoral, en calles alineadas, parecen bandadas de
palomas posadas a ambos lados de las vías, y más al naciente y
el norte centenares de ranchos de quincho, sin orden ni concier-
to, de variadas formas y dimensiones, casi todos con galería
y verdes enredaderas, prolongan la población hasta Colastiné
Norte (3 km.), y después más dispersas acá una casa y allá un
rancho, van hasta San José del Rincón (7 km.), pueblecito de
quintas preciosas, en que las rosas parecen más bellas y los
jazmines más olorosos que en parte alguna6.

Hacia comienzos del siglo XX, el puerto principal estaba emplazado


en Colastiné Sur –donde se concentraba la mayor actividad y población–,
y Colastiné Norte era una extensión de aquél, que funcionaba casi ex-
clusivamente como puerto maderero7. En relación a la magnitud de su
actividad, junto con la influencia del ferrocarril, Bialet Massé señala que:

Colastiné es como un vasto taller de 1.600 a 1.800 estibadores y afi-


nes, que cargan 2.000 y más toneladas diarias de cereales y quebracho, en
vapores de ultramar; descargan carbón de piedra y del país en cabotaje.
Todo lo demás es auxiliar de este movimiento; la estación del ferrocarril,
con numerosos empleados, está en un continuo vaivén de vagones, y me

6) Bialet Massé, Juan Informe sobre el estado de la clase obrera en el interior de la Repúbli-
ca, vol.1, p. 324-325, Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, Buenos Aires, 1904, en sitio
web del Ministerio Nacional de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, http://www.trabajo.
gov.ar/biblioteca/memoria/informe.asp?id_seccion=297, consulta febrero de 2014.
7) Macor, Darío y Susana Piazzesi “Entre barcos y trenes…”,Op.Cit, p. 83.

52
dicen que recauda ahora cerca de 60.000 pesos diarios. Alrededor de las
vías una multitud de almacenes, tiendas, confiterías, bares, fondines y
cafés. Eso es Colastiné8.

El puerto llegó así a ocupar un lugar sumamente relevante dentro de


la estructura importadora-exportadora de la región del Litoral, en estre-
cha relación con las zonas de colonias agrícolas del centro de Santa Fe.

Los obreros del puerto de Colastiné

Los trabajadores portuarios, en general, son conocidos como estiba-


dores; categoría que comprende la ejecución de todas las tareas, labores
y funciones ordinarias del trabajo portuario en las operaciones de carga
o estiba, descarga o desestiba y movilización de carga. En este sentido,
Bialet Massé considera que cuando se hace referencia a los estibadores:
“Se comprenden en este ramo los obreros que llevan las cargas al costa-
do de los buques (trabajo en tierra); los que las reciben y acomodan en
el buque (trabajo a bordo), y los que hacen las operaciones contrarias”9.
Los trabajadores “en tierra” cargaban, descargaban y apilaban merca-
derías en los ferrocarriles, en los galpones de depósito y en las estaciones
terminales. Además, mujeres y niños reparaban las bolsas dañadas en las
manipulaciones y transporte, y a veces se encargaban de pesarlas. Éstos
últimos recibían el nombre de bolseros o costureros.
El puerto de Colastiné era un puerto “de planchada”, es decir los bar-
cos se comunicaban con tierra por medio de tablas a través de las que el
estibador cargaba y descargaba las bolsas.
Sobre las condiciones de la carga, Bialet Massé señala que la misma
se hacía por rampas “bruscas y empinadas, sobre tablones lisos”10 que
resbalaban y que no presentaban ninguna seguridad. En este sentido, la
caída al agua –los trabajadores la llamaban “chambonada”– era un ac-
cidente común y frecuente entre los estibadores y que, en general, ter-
minaba con la vida del que caía debido a los alambres, cajones y bolsas
que había en el fondo. No obstante, los accidentes eran en gran medida
evitables, según la consideración de Bialet Massé:

8) Bialet Massé, Juan Informe sobre…, Op.Cit, p. 325.


9) Bialet Massé, Juan Informe sobre…, Op.Cit. 313.
10) Bialet Massé, Juan Informe sobre…,Op.Cit. 326.

53
En primer lugar, las planchadas no tienen las barandillas de
seguridad que eviten la caída de los obreros; son tan estrechas
que apenas tienen el espacio suficiente para que puedan cru-
zarse los obreros, muchas veces teniéndose que ladear el que
va descargado.
En segundo lugar, las cuerdas, cadenas, útiles y aparatos
de los guinches se emplean hasta que se rompen, sin revisión
previa ni reparación conveniente. No hay tampoco pasos con-
venientes en el interior de las bodegas.
En tercer lugar, el personal que maneja los guinches y diri-
ge el trabajo a bordo es generalmente incompetente, y muchas
veces llega a la brutalidad y la desatención es regla11.

Según esta apreciación, los accidentes podrían haberse evitado si los


capitanes y contratistas hubieran dispuesto condiciones de cuidado y se-
guridad para los obreros.
El trabajo en la bodega también tenía sus rudezas, debido a las altas
temperaturas, al polvillo de los cereales y a la fatiga de la misma carga.
Así, las condiciones generales de trabajo de los obreros portuarios eran
duras, sumado a que el mayor período de trabajo era en verano –de no-
viembre a marzo–, debían soportar altas temperaturas y la carga de las
bolsas, que más allá de las reglamentaciones, muchas veces excedían el
peso máximo estipulado (70 kg).
También agrega Bialet Massé que otros problemas eran la contami-
nación del agua, la acumulación de basura y la falta de higienización de
la población, que generaba enfermedades, tales como la fiebre tifoidea,
gastroenteritis y el cólera.
En cuanto a la composición étnica de los estibadores, hay que señalar
que la mayoría eran criollos. Esto se explica, en parte, por la dureza de
los trabajos, que según se relata en las fuentes consultadas, no eran so-
portados por los extranjeros.
El censo municipal de 1907 permite comprobar la superioridad nu-
mérica de los nativos en Colastiné. En él se puede observar la población
de Colastiné por nacionalidad y sexo. De ahí resulta que la población de
Colastiné Sur –donde se encontraba el puerto principal– era de un total
de 1.941 habitantes –contando varones y mujeres–; de los cuales 1.599

11) Bialet Massé, Juan Informe sobre…, Op.Cit., p. 317.

54
eran argentinos. La población masculina ascendía a 830 habitantes12.
Según Silber la mayoría de los trabajadores criollos provenían de Co-
rrientes, Santiago del Estero y Córdoba y se los denominaba “peones
golondrinas”, ya que estaban en el puerto sólo durante la temporada de
trabajo. En este sentido, la cantidad de trabajadores portuarios no era
fija sino que dependía de las actividades que había para realizar, según
el resultado de la cosecha y el nivel del río que posibilitaba –o no– la
entrada de los barcos al puerto. El mayor período de demanda de trabajo,
tenía lugar durante los meses de verano, disminuyendo el trabajo el resto
del año, lo que obligaba a los trabajadores a buscar otras actividades o
emigrar a otros lugares.
Otro dato para completar las características de estos trabajadores está
relacionado con el nivel de edades de la población. Según el censo, en
Colastiné Sud del total de 1.941 habitantes, el grupo de edades de 15 a 60
años eran 1.076 habitantes. Es decir, más de la mitad de la población es-
taba en la franja de edad laboral lo que refuerza la idea de que Colastiné
era un lugar de trabajo más que de residencia. A esto podemos sumarle,
como señala el informe del censo, que las viviendas eran precarias, de
construcción ligera (madera y paja generalmente) siendo muy pocas las
de material. La ubicación y el diseño de las mismas no obedecían a pla-
nificación previa ni orden alguno.
El nivel de instrucción de los estibadores era muy bajo, Bialet Massé
plantea que generalmente eran analfabetos y que tenían una tendencia
fuerte “hacia el juego (la taba) y la bebida”13.
De acuerdo a las informaciones obtenidas y a las fuentes consultadas,
los trabajadores portuarios podrían ser incluidos dentro del concepto de
estibadores, y más allá de que es posible reconocer diversas tareas dentro
de esta categoría, en términos generales, se puede afirmar que formaban
un grupo homogéneo, que compartía las mismas condiciones de trabajo.
No obstante, también hay que tener en cuenta la alta transitoriedad de la
población que se mencionó anteriormente, lo que actuaría como un obs-
táculo para construir una identidad colectiva a largo plazo.
Llegado este punto, nos preguntamos si es posible “enclasar” a los

12) Las otras nacionalidades representaban: italianos (155), españoles (63), franceses (14),
orientales (17) y otros (93). Cf. Gobierno de Santa Fe Censo Municipal de Santa Fe del 22
de septiembre de 1907, Imprenta La Argentina, Santa Fe, 1908 (Archivo General de la Pro-
vincia de Santa Fe –en adelante AGPSF–).
13) Bialet Massé, Juan Informe sobre..., Op.Cit., p. 325.

55
estibadores de Colastiné, es decir pensarlos como miembros de una clase
social. Recuperando la perspectiva de Bourdieu, sostenemos que los esti-
badores traían unos capitales económicos, sociales y culturales similares.
Por tanto, ocupaban posiciones similares en la estructura social. Así, por
ejemplo hemos visto que la mayoría eran criollos –poseían una misma
nacionalidad–, de baja instrucción, sus viviendas eran precarias –“ran-
chos de madera”–, lo mismo que sus condiciones de vida e higiene. A su
vez, compartían una misma posición en la división social del trabajo y en
las relaciones de producción, basada fundamentalmente en la venta de
su única propiedad: su fuerza de trabajo, la que debían vender como una
mercancía y por tanto estaba sujeta a las vicisitudes de la competencia y
a las fluctuaciones del mercado.
No se encontraron diferencias significativas entre los trabajadores,
sino que dentro del conjunto de actividades portuarias, en general, todos
estaban en igual situación y no había grupos que ocuparan posiciones
más privilegiadas en las estructuras locales de poder. Si bien se obser-
varon diferencias en los salarios para el trabajo en tierra y a bordo, las
luchas en busca de mejores condiciones fueron realizadas por los trabaja-
dores portuarios como un grupo.
Sumado a esto, también podría identificarse un “habitus de clase”, evi-
denciado en la presencia de ciertas representaciones, estructuras de per-
cepción del mundo, lenguajes, etc. compartidos por los obreros del puerto.
Estaríamos así en presencia de integrantes de lo que Bourdieu denomi-
na una “clase en el papel”, es decir, a partir del análisis de las fuentes, pode-
mos distinguir agentes que ocupan posiciones semejantes en el espacio so-
cial, que: “…son situados en condiciones y sometidos a condicionamientos
semejantes, y tienen todas las posibilidades de tener disposiciones e inte-
reses semejantes, de producir por lo tanto prácticas también semejantes”14.
Sin embargo, el pasaje de la clase teórica a la clase práctica no está
previsto de antemano, no es inevitable, ni automático. Aunque los miem-
bros de una “clase en papel” comparten sentidos, afinidades, etc., los
principios de visión y división del mundo social compiten, en la realidad,
con otros principios, étnicos, raciales o nacionales; y más aún con prin-
cipios impuestos por la experiencia cotidiana de divisiones y rivalidades
ocupacionales, comunales y locales.

14) Bourdieu, Pierre “Espacio social y espacio simbólico”, en Razones Prácticas, Anagra-
ma, Barcelona, 1997, p.131.

56
Para Bourdieu la “clase real” sólo aparece cuando “existen personas
que pueden decirse que ellas son la clase” que hablan y actúan pública-
mente en representación de la misma, y que son reconocidas con derecho
para hacerlo, por sus propios miembros. Para que esto sea posible, es
necesario un trabajo político previo que permita imponer un principio de
visión y división del mundo social, por sobre otros15.
En este sentido, como veremos más adelante, las fuentes nos permiten
observar que –a pesar de ciertos conflictos y divisiones– los obreros del
puerto habían logrado crear formas propias de organización u asociación,
que eran dirigidas por individuos que se pronunciaban en representación de
dichos trabajadores como grupo, y que expresaban cierta conciencia y co-
nocimiento de objetivos e intereses comunes, por los cuales se movilizaban.
Por otro lado, según E. P. Thompson16, la noción de clase social es una
categoría histórica, que resulta de la observación del proceso social a lo lar-
go del tiempo, y resulta inseparable del concepto de lucha de clases. Desde
este enfoque, la clase y la conciencia de clase son las últimas etapas del pro-
ceso real histórico, necesitando previamente de la lucha de clases. Es decir,
los individuos viven en una sociedad estructurada, en un contexto histórico
determinado, experimentan la explotación, identifican intereses (que com-
parten con algunos, y son antagónicos a los intereses de otros) y comienzan
a luchar por los mismos. En ese proceso de lucha se descubren como clase17.
En el caso abordado, estos planteos, nos llevan a interrogarnos acerca
de las relaciones que los estibadores establecían entre sí y con los “pa-
trones”. Para esto resulta pertinente también, tener en cuenta el concepto
“mundo del trabajo” de Falcón, que incluye el análisis de las condiciones
laborales y de vida y el

…conjunto de relaciones que los trabajadores individual y colecti-


vamente establecen en la esfera de la producción, en el ámbito de los
lugares de trabajo, entre sí, con los patrones, con el Estado y con las

15) Bourdieu, Pierre “¿Cómo se hace una clase social? Sobre la existencia teórica y práctica
de los grupos”, en Poder, derecho y clases sociales, Desclée de Brouwer S. A., Bilbao, 2000.
16) Thompson, Edward “La sociedad inglesa del siglo XVIII: ¿Lucha de clases sin clases?”,
en Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad prein-
dustrial, Crítica, Barcelona, 1984.
17) “Las clases, en este sentido, no son más que casos especiales de las formaciones históricas
que surgen de la lucha de clases”. Thompson, Edward “La sociedad inglesa…”, Op.Cit, p.39.

57
organizaciones y movimientos que pretenden representarlos18.

El grupo social al que los estibadores se enfrentaron y contra el cual


lucharon fue el de los contratistas. En este sentido, Bialet Massé señala
que el trabajo se realizaba generalmente por contratistas intermediarios,
“que son sanguijuelas que viven de la sangre del obrero”19. Y continúa
diciendo sobre los contratistas:

Son éstos todos extranjeros, y ganan 50, 100 y hasta 200 pesos diarios;
para desempeñar este oficio se necesita entrañas de Sylock y astucias de fe-
lino; verdaderos zánganos de la colmena, son además los fomentadores del
vicio del obrero; ellos le adelantan dinero, beben con él y con él chacotean
y se lo entregan al almacenero, que concluye con lo que le queda del tra-
bajo, vendiéndole o fiándole el veneno alcohólico a precios exorbitantes20.

Como se observa, la apreciación general hacia el contratista es negati-


va. Aunque el médico catalán en su informe agrega que el intermediario se
hizo “necesario” debido a la poca formalidad del obrero y la inseguridad
en el cumplimiento de los contratos que sentían los agentes marítimos. No
obstante, podría pensarse que esa idea de “necesidad” naturaliza lo que
en verdad constituía una oportunidad de negocios y una tercerización de
relaciones, propias de determinadas formas de trabajo capitalistas.
Silber21 sostiene que al contratista le resultaba sencillo reclutar peo-
nes porque la mayoría no tenía trabajo fijo; asimismo era fácil imponer
las condiciones salariales ya que no existía una entidad que controlara
los acuerdos realizados. Los contratos se hacían por día y por hora y el
contratista podía despedirlos en cualquier momento de la jornada.
En una nota del diario Unión Provincial, se reproduce una entrevista
realizada a uno de los dirigentes de la Sociedad Obreros Unidos de Co-
lastiné, donde expresaba su opinión sobre los contratistas:

(Un contratista es) Un señor que cosecha sin sembrar. Es la


persona con la cual contratan las casas exportadoras la carga

18) Falcón, Ricardo El mundo del trabajo urbano, "1890 –1914”, Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires, 1986.
19) Bialet Massé, Juan, Informe sobre..., Op.Cit, p. 314.
20) Bialet Massé, Juan, Informe sobre...,Op.Cit., p. 327.
21) Silber, Daniel “Colastiné: El puerto…”, Op.Cit.

58
y descarga de los buques. Éstos forman cuadrillas de peones
para cumplir sus contratos, quedándose con una buena tajada
del valor del trabajo por esa intervención... Es el intermediario
entre el patrón y el peón...22

Esta nota fue realizada en un contexto de movilización y huelgas pro-


tagonizado por estos trabajadores en 1903. En este marco, la Sociedad
Obreros Unidos –acerca de la que nos explayaremos en otro apartado– se
dirigió a las casas exportadoras ofreciéndoles sus servicios sin la inter-
vención del contratista: le ofrecía igual trabajo por menor precio. Asimis-
mo, expresaba las ventajas para las casas exportadoras y para los peones
de trabajar sin la intervención del contratista:

Supóngase que una casa tiene trabajo por valor de mil pesos
y necesita 200 peones. El contratista se hace cargo de la tarea y
contrata 150 peones por mes á fin de ganarse 200 ó 250 pesos
por su intervención. Estos pesos no se los saca á las casas expor-
tadoras sino á los peones, obligándolos á trabajar brutalmente.
Si las casas se entienden directamente con la Sociedad, pagarán
en vez de 1000 pesos, 850 ó 900 pesos y las ventajas serán mu-
tuas porque se reparten lo que se comía el contratista23.

Esta propuesta que la Sociedad realizaba a las casas exportadoras


para suprimir la figura del intermediario era juzgada también como po-
sitiva por Bialet Massé, quien apoyaba esta iniciativa planteando que los
trabajadores de Colastiné deberían consolidar su Sociedad para que diera
garantías, y de esta forma hiciera desaparecer el intermediario “con gran-
des ventajas para el comercio, para el obrero y para el país”24.
En cuanto a las respuestas de los contratistas, por las noticias de la
época podemos observar que realizaron una serie de defensas frente a las
acusaciones de los trabajadores y también que procedieron trayendo nue-
vos trabajadores de otras provincias, para reemplazar a los que estaban
en huelga. Así, en ocasión de un conflicto producido en marzo de 1903,
se puede leer que:

22) Diario Unión Provincial, Santa Fe, 20 de enero de1903, p. 1 (AGPSF).


23) Diario Unión Provincial, 20 de enero de 1903, p. 1 (AGPSF).
24) BIalet Massé, Juan, Informe sobre..., Op.Cit.

59
Algunos contratistas estrechados por los compromisos que
pesan sobre ellos han accedido á las pretensiones de los obre-
ros, y tienen peones para continuar sus operaciones de carga.
Los que no han querido ceder y son aquellos que más trabajo
dan á las peonadas de Colastiné, tienen que procurarse peones
de Santiago del Estero para continuar sus trabajos25.

En la misma noticia, a continuación, los contratistas planteaban que


ellos habían cumplido con lo pactado estrictamente y no comprendían la
nueva declaración de la huelga que aducían perjudicaba tanto a unos como
a otros. El reemplazo de trabajadores que participaban en conflictos y
reclamos también se aprecia en otras notas consultadas, que refieren a la
contratación de peones procedentes de la provincia de Corrientes26.
Queda en evidencia entonces que, las relaciones de conflictividad se
planteaban más bien entre contratistas y trabajadores portuarios, que entre
éstos y las casas exportadoras. Las empresas exportadoras más importan-
tes que operaban en Colastiné eran Weil Hnos. y Cía.; Dreyfus y Cía., Freis
y Cía., Ernesto Tocpéche y Pedro Gase, Herteneck y Cía. En relación a
Weil Hnos. fue una sociedad de origen alemán, que se instaló en Argen-
tina en 1898 y fue protagonista central del comercio cerealero argentino
de exportación durante buena parte del siglo XX. Por su parte, Dreyfus y
Cía., fue fundada en 1851 y continuó en funcionamiento hasta la actuali-
dad como multinacional dedicada al procesamiento y comercialización de
bienes, entre ellos agrícolas.
Los obreros del puerto y sus dirigentes, reconocían claramente a estas
casas exportadoras como sus “patrones” –y percibían que los intereses de
esas empresas eran distintos a los suyos–, pero no tenían contacto directo
con las mismas, y veían como verdaderos “enemigos” a los contratistas
intermediarios, ya que eran éstos los que ejercían sobre ellos de manera
directa, y cara a cara, la explotación cotidiana en el lugar de trabajo.
Advertimos así la importancia de las relaciones primarias/personales
en la constitución de la identidad de los sometidos: se odia en principio a
quien directamente se ve como el explotador, en este caso, el contratista.
Este último disponía del trabajo de los estibadores, cargadores y peones
del puerto y en este sentido, los intereses de uno y otro grupo entraban en

25) Diario Unión Provincial, 27 de marzo de1903, p. 2 (AGPSF).


26) Diario Nueva Época, Santa Fe, 4 de diciembre de 1902, p. 4 (AGPSF).

60
contradicción, y eran el motor de la lucha entre ambos. Las relaciones en-
tre trabajadores y contratistas eran conflictivas, y gran parte de la acción
obrera en Colastiné se desarrolló en oposición a éstos.

Conflictos y formas de acción colectiva

Las acciones que realizaron los trabajadores en defensa de sus in-


tereses y en oposición a los contratistas se expresaron principalmente a
través de huelgas y boicots.
En este sentido, los episodios de huelgas en el puerto de Colastiné se
sucedieron durante noviembre y diciembre de 1902, rebrotaron a princi-
pios de 1903, luego en los últimos meses de 1907 y principios de 1908. Se
puede apreciar que los momentos de las huelgas coincidían con los meses
de mayor actividad del puerto.
Los sucesos en Colastiné no deben desconectarse de la situación gene-
ral del país, que fue señalada al principio. En este sentido, desde finales del
siglo XIX, y con más fuerza a principios del XX, la cuestión social y obrera
se constituyó en un tema central en la agenda de problemas a resolver. Y
en particular, los trabajadores portuarios –como también los ferroviarios–
desarrollaban su labor en sectores estratégicos de la economía agroexpor-
tadora, por lo que al movilizarse podían paralizar las actividades económi-
cas, Esto generaba una creciente inquietud en las clases dirigentes, que ya
no podían obviar las referencias a la conflictividad social27.
En este contexto, el 23 de noviembre de 1902 se promulgó la Ley de
Residencia y en respuesta a ésta, la Federación Obrera en Buenos Aires
declaró una huelga general en toda la República. Finalmente el 25 de
noviembre se declaró el estado de sitio por tiempo indeterminado para la
capital de la República y las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Ha-
cia el puerto de Colastiné también se extendió el movimiento huelguista
y en el diario Nueva Época encontramos que:

Desde por la mañana abandonaron sus tareas los peones de


ribera y estivadores de dicho puerto. La policía detuvo y condujo

27) Lobato, Mirta, “Los trabajadores en la era del «progreso»”, en Lobato, Mirta, El progre-
so, la modernización y sus límites (1880 –1916), Sudamericana, Buenos Aires, 2000, tomo 5
(Nueva Historia Argentina), p. 489.

61
a ésta a Pedro Campodónico y Juan Vázquez, principales insti-
gadores de la huelga y por la tarde, trajo también de Colastiné en
calidad de detenidos por la misma causa a Melitón Hosser, Luis
Bateones, Custodio Arlejón, Juan Esquivel, Justo Quiroga, Ne-
musto Romero, Antonio Martinelli y Secundino Santa Cruz28.

El diario Unión Provincial también se hacía eco de la huelga mani-


festando que:

A las 6 de la mañana, los peones se presentaron al trabajo,


como de costumbre, abandonándolo a las ocho, sin dar explica-
ciones de ningún género, cuando se les preguntó por qué aban-
donaban el trabajo.
A este movimiento huelguista no son extraños dos agita-
dores que vinieron ayer de puerto Borghi, en representación
de la Sociedad de Estibadores y que son los que han decidido
la huelga de los peones de Colastiné. Esos agitadores han sido
reducidos a prisión por la policía...29

Observamos que la huelga se produjo en el puerto y que la policía,


actuando según el estado de sitio, procedió a detener e impedir que los
obreros se reunieran. Pero en el diario Unión Provincial se dan más deta-
lles planteando que los instigadores de la huelga no eran locales sino que
eran trabajadores de otro puerto, viéndose así una posible solidaridad en-
tre estibadores de distintas localidades. En definitiva, la huelga terminó
el 28 de noviembre, pero para el 30 la situación en Colastiné era confusa
porque algunos trabajadores habían vuelto al trabajo y otros persistían
con la medida de fuerza. Así lo muestra el diario Nueva Época:

En vista de que si algunos jornaleros de Colastiné habían re-


anudado sus trabajos, otros persistían en continuar la huelga, el go-
bernador de la provincia dispuso ayer enviar á aquel puerto treinta
hombres de guardia de cárceles y policías para que no se interrum-
pieran por más tiempo las operaciones de carga y descarga30.

28) Diario Nueva Época, 26 de noviembre de 1902, p. 4 (AGPSF).


29) Diario Unión Provincial, 26 de noviembre de 1902, p. 1 (AGPSF).
30) Diario Nueva Época, 29 de noviembre de 1902, p. 5 (AGPSF).

62
Finalmente, esta huelga se resolvió a través de una reunión entre los
contratistas y la dirección del diario La Opinión, encargada de represen-
tar a los trabajadores en el conflicto. En esa reunión se expusieron las
pretensiones de los jornaleros que eran:

1º Nueve horas de trabajo diario; 2º cuatro pesos diarios


por trabajo en tierra y 4 y ½ a bordo; 3º los días festivos jornal
doble; 4º no existencia de cuartos jornales; 5º en las bordadas 3
y ½ pesos y la comida en tierra y 4 y la comida a bordo31.

Por su parte, los contratistas hicieron sus propuestas a los trabajado-


res, que el diario expresaba de la siguiente manera:

Los empresarios á su vez propusieron los siguientes precios


y condiciones de los jornales, autorizando al Sr. Molinas para
que las presentara á los huelguistas:
Primero: Nueve horas y ½ de trabajo.
Segundo: Tres pesos y medio por día trabajando en tierra y
4 pesos á bordo.
Tercero: Los días domingo, 25 de Mayo y 9 de Julio, doble
jornal; de noche doble jornal también.
Cuarto: Existencia del cuarto jornal.
Quinto: En bordada 3 y ½ pesos y la comida en tierra, y 4
pesos y la comida a bordo32.

El 7 de diciembre finalmente se llegó a un acuerdo definitivo entre


patrones y jornaleros que puso fin a la huelga bajo las condiciones que
habían propuesto los contratistas. Estas bases rigieron tanto para los con-
tratistas del quebracho como para los de cereales y para los empresarios
de carga y descarga de mercaderías.
Otra de las formas de protesta utilizadas por los trabajadores por-
tuarios para hacer visible su oposición a los contratistas fue el intento de
boicot. Si bien no poseemos la información certera de que se haya puesto
en práctica, la idea fue expresada por la Sociedad Obreros Unidos, y se
basaba primero en agrupar en su Sociedad a todos los obreros para que

31) Diario Nueva Época, 29 de noviembre de 1902, p. 5 (AGPSF).


32) Diario Nueva Época, 29 de noviembre de 1902, p. 5 (AGPSF).

63
los contratistas dependan de ellos y así luego la Sociedad no les entre-
garía peones, y establecería los contratos directamente con las casas ex-
portadoras. En el diario Nueva Época los representantes de la Sociedad
Obreros Unidos concluían frente a esta nueva situación:

- Hemos indicado á las casas exportadoras que no admiti-


mos contratistas. Hasta el miércoles tienen tiempo para decidirse
á este respecto. Nosotros ofrecemos trabajadores de toda clase y
con todos los elementos necesarios tan solo á las casas que no ten-
gan contratista.- ¿Y si las casas continúan ocupando contratistas?
- Lo sentiríamos por los perjuicios grandes que podría sobre-
venirles. Nosotros no daremos peones á los contratistas. Los boi-
cotearemos. Estamos en nuestro derecho. No hacemos otra cosa
que defendernos: no es cosa de que 1500 criollos guapos se suici-
den para dar de comer á los que no trabajan. A cada cual lo suyo:
esto es lo justo. El que quiera pan, que lo gane como nosotros33.

También hay constancia de una carta del Centro Obreros Unidos de Co-
lastiné, donde se ponía de manifiesto que, en justa y pacífica defensa de los
intereses de los trabajadores del puerto de Colastiné, perjudicados por algu-
nos contratistas que buscaban disminuir los salarios para aumentar sus ga-
nancias –sin consideración de los trabajadores que realizaban sus labores en
pésimas condiciones, poniendo incluso sus vidas en riesgo–, la comisión di-
rectiva del Centro resolvía no prestar sus servicios a un grupo de contratistas.
Y finalizaban la carta planteando que los Obreros Unidos cumplían con toda
lealtad sus contratos cuando se les pagaba lo acordado y no eran explotados34.
Nuevamente, se plantea aquí la idea de accionar contra los contratis-
tas, sin facilitarles peones y buscando tratar directamente con las casas
exportadoras, defendiendo a los trabajadores, en una época en donde hay
menos demanda de estibadores.
Luego de este conflicto, en marzo de 1903 se realizó otra huelga. Los
obreros, en el diario Unión Provincial, expresaban que las causas de la mis-
ma radicaban en que, debido a la magnitud que tomaba la Sociedad Obreros
Unidos (que contaba con la gran mayoría de los peones de los dos puertos
de Colastiné), los contratistas actuaban en contra de ésta, expulsando de sus

33) Diario Unión Provincial, 20 de enero de 1903, p. 1 (AGPSF).


34) Diario Nueva Época, 9 de abril de1903, pp. 1-4 (AGPSF).

64
trabajos a todos los peones que pertenecían a dicha sociedad. Asimismo, la
sociedad obrera denunciaba que los contratistas no cumplían con lo acorda-
do en la huelga pasada –de noviembre de 1902– en relación al pago de los
salarios. Lo que los trabajadores pedían era que los contratistas reconocieran
a la Sociedad y se comprometieran a pagar según los precios convenidos35.
La respuesta de los contratistas a esta nueva huelga fue la fundación
de una Sociedad Obrera: la Sociedad de Contratistas, Estibadores y Tra-
bajadores Unidos del Puerto Colastiné, de la cual nos ocuparemos en el
siguiente apartado. Pero se puede adelantar que con esta nueva sociedad,
los contratistas vinieron a oponer una fuerza a otra fuerza, aumentando
el clima difícil que se vivía en el puerto.
Después de estos meses de agitación se sucedió una etapa de calma –
al menos en los diarios de la época no se hace referencia a huelgas–, mar-
cada por una inundación de gran magnitud (enero de 1905), por la que se
suspendieron por completo las actividades en Colastiné y se trasladó la
población y los barcos ultramarinos al puerto de Santa Fe36.
La ola de protestas renació hacia 1907-1908. En noviembre de 1907,
la Federación Obrera en Buenos Aires decretó una huelga general por
tiempo indeterminado, cuyo día de inicio se dispuso para el 25 de diciem-
bre en rechazo a la Ley de Residencia. La conflictividad continuó hasta
principios de 1908. La prensa otorgó una cobertura importante a este
estado de agitación, mostrándose alarmada por el potencial contestatario
obrero no sólo local sino a nivel nacional.
Así, por ejemplo, en el diario Nueva Época, en referencia a la huelga
general de enero de 1908, se lee:

...es incuestionable que las huelgas aún siendo pacíficas,


cosa que no es común que suceda, entrañan graves cuestiones
de orden público, ya por los perjuicios que ocasionan aún á los
mismos que las producen, ya porque la suspensión de servicios
de indispensable necesidad atentan contra la salud y aún contra
la vida de las personas. Deber, pues, de los gobiernos es el evitar
que lleguen a producirse...37

35) Diario Unión Provincial, 25 de marzo de 1903, p. 1 (AGPSF).


36) Diario Nueva Época, 6, 17, 19 y 20 de enero y 2 de febrero de 1905 (AGPSF).
37) Diario Nueva Época, 14 de enero de 1908, p. 1. También se hace referencia a las huelgas
generales en 28 de noviembre y 17 y 31 de diciembre de 1907 y 3, 5, 12 y 24 de enero de
1908 (AGPSF).

65
El planteo realizado en esta cita, pone de relieve un discurso que se
reiteraba una y otra vez en algunos periódicos santafesinos de la época.
A partir del relevamiento realizado de los diarios Nueva Época y Unión
Provincial, observamos que reconocían la difícil situación atravesada por
los trabajadores en el país pero no justificaban las huelgas como medios
lícitos de protesta. Por el contrario, generalmente, las criminalizaban38,
legitimaban la represión patronal y estatal de los obreros que las prota-
gonizaran (exponiendo, por ejemplo, su conformidad con la sanción de
la Ley de Residencia), y fomentaban el mantenimiento del orden público.
En la mayoría de los casos, los instigadores de las huelgas eran identifi-
cados como extranjeros que perturbaban a los trabajadores, que venían
al país no a trabajar sino a hablar, a armar discursos para “atrapar” a los
obreros hacia acciones de “desorden y vagancia”. En este sentido, consi-
deramos que estos diarios expresaban, en cierta medida, el punto de vista
de las clases dominantes, preocupadas por controlar el conflicto social y
sostener las condiciones necesarias para la acumulación de capital.
Las huelgas generales fueron frecuentes entre 1901 y 1910. Lobato
plantea que la solidaridad fue un motivo casi excluyente de los movi-
mientos de protesta. Solidaridad contra la represión policial, en oposición
a leyes coercitivas (Ley de Residencia y Defensa Social), contra el estado
de sitio, por apoyo a otros obreros en conflicto. Además, agrega que no
todos los paros generales fueron exitosos; sólo aquellos que contaron con
el apoyo masivo de la población y de los gremios de servicios directa-
mente ligados con la exportación (carreros, portuarios, ferroviarios) tu-
vieron amplia notoriedad. Así sucedió en 1902, 1907 y 190939.
Otra oportunidad de manifestación política de los obreros era la cele-
bración del 1º de Mayo, instituida desde 1890 como instancia de autorepre-
sentación de los trabajadores en la sociedad. Daniel Silber plantea que eran
famosas las marchas de los jornaleros de Colastiné por el centro santafesi-
no en conmemoración de esta fecha. Y las describe de la siguiente manera:

Generalmente se concentraban en algún punto no demasiado


céntrico (la Plaza Progreso entonces –hoy España–), y en correc-
to orden desfilaban por calle Comercio (hoy San Martín), con es-

38) En muchas notas, se tildaba la acción de los obreros que participaban –y sobre todo de
quienes la dirigían– como perniciosa, peligrosa, e incluso “subversiva” y “terrorista”.
39) Lobato, Mirta “Los trabajadores...”, Op.Cit, p. 499.

66
tandarte y banda de música al frente. Se desconcentraban sin pro-
vocar ningún tipo de inconvenientes para retornar a Colastiné40.

Entonces, podemos concluir que la conflictividad de los trabajadores


del puerto de Colastiné durante este período ha sido realmente importan-
te, porque en esos conflictos, los trabajadores se reconocieron como gru-
po, con necesidades, intereses y condiciones similares y opuestas a otro
grupo social, el de los contratistas. Los motivos principales de esas luchas
eran reclamos por mejores condiciones de trabajo: aumento de salarios,
reducción del horario laboral, consideración del trabajo en días festivos.
Las acciones en las que se manifestaba este antagonismo fueron principal-
mente las huelgas, y también los boicots a los contratistas a través de los
cuales se buscaba suprimirlos como intermediarios entre las casas expor-
tadoras y los peones. Asimismo, esa conflictividad estuvo organizada por
una asociación de trabajadores, que según los diarios de la época congre-
gaba a la mayoría de los portuarios de Colastiné –aunque esto se analizará
en el siguiente apartado–. En este sentido, se puede señalar que entre los
trabajadores del puerto de Colastiné se generaron espacios relevantes de
construcción y reproducción de sentimientos de solidaridad e identidad.

Acerca de las formas de organización

Los trabajadores organizaron en el último cuarto del siglo XIX insti-


tuciones de diverso tipo: sociedades de ayuda mutua, sociedades gremia-
les y centros culturales. Pero las más difundidas en el mundo del trabajo
urbano fueron las sociedades gremiales y de resistencia. Los trabajadores
de un mismo oficio se reunían para defender sus intereses. La asociación
de los trabajadores era voluntaria y los asalariados tenían que aportar fon-
dos para su funcionamiento41.
En consonancia con la situación de conflictividad social que primaba
en el país, en Colastiné una de las consecuencias fundamentales de la
huelga portuaria de 1902 fue la fundación de la ya mencionada Socie-
dad Obreros Unidos, inicialmente con carácter de cooperativa y de so-
corro mutuo. Esta Sociedad se “ha fundado para representar al obrero y

40) Silber, Daniel “Colastiné: El puerto…”, Op.Cit


41) Lobato. Mirta “Los trabajadores…”, Op.Cit., p. 491.

67
echar de lado á intermediarios avariciosos, que se enriquecen diezmando
gente”42. Según puede observarse a partir de datos publicados por los
periódicos de la época, la Sociedad Obreros Unidos de Colastiné contaba
con 1200 o 1300 socios, todos estibadores y trabajadores del puerto, lo
que demuestra que la misma tenía un carácter de clase, es decir agrupaba
a trabajadores de una misma condición social; o según Bourdieu, a agen-
tes que ocupaban posiciones similares en un espacio social.
Por su parte, Bialet Massé hizo referencia a la organización obrera en
Colastiné, planteando que:

No hay escuelas; el espíritu de asociación apenas se insi-


núa; se han formado dos sociedades, una de obreros y patrones,
(...) y otra de puros obreros, cuyas tendencias no son socialistas
ni anarquistas; su verdadero fin es sustraerse del intermediario.
Esta es perseguida, como se comprenderá, por la otra, valién-
dose los contratistas de todas las artes para destruirla (…)
El estado de estos obreros es tal, que cuando he hablado de
las ventajas de la jornada de ocho horas y del descanso domini-
cal, muchos de ellos mismos me han contestado que las creen
contraproducentes, porque serían más horas dedicadas al vicio.
Sin embargo, yo creo que en la sociedad de obreros hay
tendencias civilizadoras, y ayudándolos un poco sería fácil
implantar la enseñanza mutua, muy elemental al principio y
después marcharía sola43.

Lo que se aprecia en esta observación es que la Sociedad Obreros


Unidos ciertamente estaba compuesta sólo por obreros, pero que le fal-
taba una mayor organización e institucionalización. Por otra parte, que-
dan en evidencia la presencia de ciertos prejuicios y preconceptos en la
mirada de algunos de los mismos obreros así como en la del funcionario
público que hacía su informe.
Está claro que el propósito principal de la Sociedad era el de sustraer-
se del intermediario –como lo venimos planteando a lo largo del traba-
jo–, y aparentemente no estaba marcada por las tendencias de izquierda
de la época, aunque éste último es un elemento a continuar indagando,

42) Diario Unión Provincial, 20 de enero de 1903, p. 1 (AGPSF).


43) Bialet Massé, Juan Informe sobre…, Op.Cit., pp. 328- 329.

68
ya que no se pudo corroborar esa información con otras fuentes. Por el
contrario, encontramos algunas menciones –aunque escasas– que aluden
a la existencia de otra asociación, de tendencia anarquista (Sociedad Cos-
mopolita de Estibadores de Colastiné), y a una organización denominada
Estibadores de Ribera del Puerto Colastiné, aparentemente nucleada en
una Federación Nacional de Estibadores ─y vinculada a la Federación
Obrera Argentina (luego Federación Obrera Regional Argentina) ─, que
tiempo después terminara disolviéndose44.
La acción de la Sociedad de Obreros Unidos fue importante, como
ya se planteó, sobre todo en el contexto de las huelgas de 1902 y 1903, y
se orientó a la defensa de los trabajadores frente a los contratistas que no
cumplían con los acuerdos a los que se había llegado.
Sin embargo, podemos señalar que no hemos encontrado referencia
alguna respecto de que esta sociedad haya solicitado u obtenido la perso-
nería jurídica, lo que podría considerarse de haberse dado, indicio de una
mayor institucionalización. Tanto en los diarios y expedientes guberna-
mentales consultados, como en las referencias bibliográficas no se hace
mención a esta situación.
Por otro lado, en la cita precedente del informe de Bialet Massé se
aludía a la existencia de otra asociación integrada por obreros y patrones;
ciertamente el autor estaba hablando de la Sociedad de Contratistas, Es-
tibadores y Trabajadores Unidos del Puerto de Colastiné. La misma fue
fundada el 26 de marzo de 1903 por los contratistas como respuesta a la
huelga de 1902 y tenía como fin “la protección mutua, sea en la distri-
bución del trabajo como para los casos de enfermedades ó accidentes”45.
Con esta nueva asociación, los contratistas buscaron contrarrestar la in-
fluencia de la Sociedad de Obreros Unidos formando una asociación ver-
tical. Así, Bialet Massé continuaba diciendo que esta nueva sociedad era
como “de lobos y de ovejas”, y que “los trabajos de los contratistas son ta-
les que en poco tiempo han llegado a afiliar más de quinientos socios”46.
En la solicitud que publicaba el diario Unión Provincial, se planteaba
que de la Sociedad de Contratistas y Trabajadores podían ser socios todas

44) Abad de Santillán, Diego La Federación Obrera Regional Argentina Ideología y Tra-
yectoria, en sitio web del Sindicato del Metal, Minería y Química –Federación Local de
Sindicatos de Madrid, http://metalmadrid.cnt.es/cultura/libros/diego–abad–de–santillan–la–
fora–idelogia–y–trayectoria.pdf , consulta febrero de 2014.
45) Diario Unión Provincial, 27 de marzo de 1903, p. 2 (AGPSF).
46) Bialet Massé, Juan Informe sobre…,Op.Cit., p. 329.

69
las personas que se ocupaban en el trabajo del puerto. La cuota mensual
era de un peso por cada socio, teniendo derecho a los servicios médicos,
boticario en caso de enfermedades o accidentes en el trabajo y varios
otros beneficios. Los peones que quisieran inscribirse debían dirigirse a
su patrón respectivo47.
Más allá de que esta sociedad perseguía el socorro a los obreros en-
fermos, la creación de escuelas para sus hijos; buscaba principalmente la
concordia entre contratistas, estibadores y trabajadores y en función de
esto, fijaron el jornal que debían ganar los trabajadores a fin de evitar en
lo sucesivo las huelgas. Así, por ejemplo, en un artículo del 29 de noviem-
bre de 1903 se lee:

...la sociedad contratistas, estivadores y trabajadores uni-


dos del puerto de Colastiné que como su nombre lo indica se
compone de peones y patrones unidos, ha resuelto que desde el
día 15 de diciembre próximo se disminuya el horario del traba-
jo y se aumente el precio del jornal...48

De esta manera, se observa que la intención primordial de los contra-


tistas era evitar los paros del trabajo y en ese sentido realizaron algunas
concesiones.
Asimismo, en otra noticia del diario se afirmaba que esta Sociedad
presentó la solicitud de personería jurídica, la cual sería estudiada por
el fiscal de gobierno, doctor Ferreyra49. No obstante, no hemos hallado
pruebas de que esa solicitud se haya aprobado.
La opinión de los jornaleros de la Sociedad Obreros Unidos sobre esta
nueva asociación liderada por los contratistas se puede apreciar en una
nota del diario Nueva Época, donde éstos planteaban que la nueva socie-
dad era obra de contratistas quienes “…querían dividir así al elemento
trabajador para mejor explotarlo y por tanto conceptuaban carneros á los
trabajadores que se adhirieran á la nueva asociación”50.
Pero no sólo fueron éstas las asociaciones que incluían a los traba-
jadores en Colastiné. También se pueden apreciar otros tipos de organi-

47) Diario Unión Provincial, 27 de marzo de 1903, p. 2 (AGPSF


48) Diario Nueva Época, 29 de noviembre de 1903, p. 4 (AGPSF).
49) Diario Nueva Época, 19 de mayo de 1903, p. 4 (AGPSF).
50) Diario Nueva Época, 31 de marzo de 1903, p. 1 (AGPSF).

70
zaciones, que podríamos denominar de “resistencia a la huelga”. Una de
ellas fue el Círculo Católico de Obreros que en 1902 tenía una sede en la
ciudad de Santa Fe. Se proponía:

…defender y promover el bienestar material y espiritual de


la clase obrera en marcada oposición a la funesta propaganda
del socialismo y de la impiedad, que mediante promesas enga-
ñosas de efímera felicidad, llevan al obrero a su ruina temporal
y eterna y acarrean a toda la sociedad males incurables51.

Frente a la huelga general decretada por la Federación Obrera en 1907,


los Círculos de Obreros Católicos de todo el país se propusieron comba-
tirla enérgicamente con todos los medios lícitos y las fuerzas conserva-
doras. A esta iniciativa, se unía el círculo local porque, planteaban: “…
trabajar para su fracaso, es trabajar por el bien del país, de las industrias,
del comercio y de la agricultura, y hasta de los mismos obreros que no de-
ben prestar su concurso a un movimiento a todas luces inconveniente”52.
Otra de las asociaciones creadas con el propósito anti-huelga en Colas-
tiné fue la Sociedad Protectora del Trabajo Libre, con el objeto de adoptar
diversas resoluciones tendientes a “contrarrestar la propaganda malévola
del paro general”, en una posición defensora de los intereses patronales y
de los intermediarios contratistas. En el diario se planteaba que “esta cor-
poración agrupa en su seno a varios centenares de honestos trabajadores”53.
Como se pudo analizar en este apartado, los obreros portuarios par-
ticiparon de una serie de organizaciones del trabajo: una de carácter más
clasista, pero con rasgos institucionales débiles y que tenía como fin prin-
cipal la lucha contra los contratistas y la búsqueda de mejoras salariales.
Otra asociación, que se constituyó como respuesta a la anterior, presidida
por los contratistas con el fin de evitar los perjuicios que ocasionaban las
huelgas y disminuir el peso de la Sociedad Obreros Unidos. Y, al mismo
tiempo, se originaron otras asociaciones de resistencia al paro, con menor
peso en relación a los trabajadores que las componían. No obstante, tanto
las asociaciones de resistencia como la de los contratistas y estibadores,

51) Circular de la comisión directiva del Círculo Católico de Obreros, publicada en Diario
Nueva Época, 16 de julio de 1902 (AGPSF).
52) Diario Nueva Época, 17 de diciembre de 1907, p. 1 (AGPSF).
53) Diario Nueva Época, 12 de enero de 1908, p. 4 (AGPSF).

71
contribuyeron con el paso del tiempo, a dividir a la clase obrera portuaria
y evitaron así la consolidación de su organización y de bases de acción
más sólidas a largo plazo.
Con todo, estas diversas formas de organización de la clase obrera
portuaria de Colastiné integran lo que Falcón denomina el “mundo de los
trabajadores”, para hacer referencia en un contexto amplio, a las instan-
cias políticas e ideológicas del movimiento obrero y sus manifestaciones,
principalmente a través de sus luchas.

A modo de cierre

Los trabajadores portuarios de Colastiné –estibadores–, entre 1902


y 1910, constituyeron diversas formas de organización en oposición a
los contratistas. Asimismo, participaron en numerosas huelgas en recla-
mo de mejores condiciones de trabajo, que fueron manifestaciones de la
emergencia de la “cuestión social”.
No obstante, esas organizaciones, en general, tuvieron un carácter lo-
cal y no lograron formalizarse; sucumbiendo con la inauguración del puer-
to de Santa Fe en 1910. Se pudieron apreciar ciertos límites en ese proceso
de construcción de espacios de solidaridad e identidad de clase. En primer
lugar, hay que señalar que la cantidad de trabajadores en el puerto no era
fija sino que dependía de las actividades que había para realizar, y esto
pudo haber actuado como un obstáculo en la consolidación de la asocia-
ción obrera. El hecho de que la intensidad del trabajo estuviese confinada a
ciertos meses en el año, limitaba la capacidad de acción y movilización de
los trabajadores en los meses en donde la oferta de trabajo era baja.
En segundo lugar, la creación de sociedades que agruparan a obreros
y contratistas actuó como un freno a la unidad de la clase obrera, definida
por sus intereses opuestos a los de los contratistas y, en este sentido, pudo
restringir la eficacia de su lucha en contra de éstos últimos.
En tercer lugar, el hecho de que la Sociedad Obreros Unidos –que te-
nía una composición de clase–, y las otras sociedades existentes no hayan
pedido ni adquirido la personería jurídica estaría demostrando una baja
estabilidad de las organizaciones y un menor grado de institucionaliza-
ción en comparación con otras sociedades de estibadores de otros puer-
tos. Por otro lado, cabe agregar que sobre la Sociedad de Obreros no se
encontraron referencias a la realización de actividades distintas a la mera
huelga por mejoras salariales; como podrían ser la creación de escuelas, o
de periódicos o literatura propios.

72
Por último, en comparación con otras sociedades de estibadores de
los principales centros portuarios, el caso de los trabajadores de Colas-
tiné en la década analizada expresa un alto nivel de conflictividad pero
un nivel de organización menor, que se expresó también en un menor
desarrollo de los sentimientos de solidaridad de clase.
Sin embargo, consideramos que más allá de estos límites y dificulta-
des, nos encontramos con un grupo de trabajadores que se ha comporta-
do –al menos durante el período analizado– de modo clasista, y que ha
creado instituciones con connotaciones de clase. En otras palabras, estos
trabajadores compartieron formas de vida y de trabajo, intereses contra-
rios a otros grupos y formas de acción colectiva y de lucha, a través de las
cuales expresaron su existencia como parte de una clase social distintiva;
no sólo como “clase en el papel” o “clase teórica”, sino como “clase real”
en un contexto histórico particular.

73
74
El movimiento estudiantil universitario santa-
fesino: acción y participación en el proceso de
creación de la Universidad Nacional del Litoral,
1912–1919
José Miguel Larker

A modo de presentación

La creación de la Universidad Nacional del Litoral fue fruto del accio-


nar desplegado por un conjunto variado de actores, pero particularmente
del esfuerzo, el compromiso y la perseverancia del movimiento estudian-
til universitario santafesino. Claro está que, desde que se inició el proceso
que conduciría a la concreción de los objetivos que se plantearon (y que
variaron según los tiempos), este contó con la adhesión y colaboración de
estudiantes secundarios de la ciudad y la región, de organizaciones socia-
les, culturales y políticas y de un conjunto de dirigentes e intelectuales que
creían en la necesidad de producir cambios en la marcha de la educación
superior en Santa Fe, a lo que se sumó a partir de 1918, el apoyo y la asis-
tencia de la recién creada Federación Universitaria Argentina.
El movimiento estudiantil universitario santafesino accionó primero
por la nacionalización de los títulos y luego por la nacionalización de la
institución sobre la base de un alcance regional y no solo provincial. La
Universidad de Santa Fe mantenía características conservadoras, elitistas y
clericales y ofrecía un diploma que solo era aceptado en las provincias de
Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe. Frente a ello, fue emergiendo la nece-
sidad de llevar a cabo profundos cambios organizativos desde el punto de
vista político y académico. Siguiendo los postulados reformistas en boga,
la nueva universidad debía montarse sobre la base de la elección de quienes
estuvieran al frente de su gobierno (profesores, estudiantes y egresados); la
selección del cuerpo docente a través de concursos públicos que aseguraran
la amplia libertad de acceso al magisterio y la fijación de mandatos con pla-
zo fijo para el ejercicio de la docencia, solo renovables mediante la aprecia-
ción de la eficiencia y competencia del profesor, entre otras disposiciones.
La transformación de la Universidad de Santa Fe en Universidad Na-
cional del Litoral no se dio sin resistencias. Ante estas, el movimiento es-
tudiantil universitario santafesino desarrolló diversas estrategias de acción

75
que implicaron, entre otras cosas, organización, construcción de consen-
sos, despliegue territorial, presencia pública y capacidad de presión sobre
quienes tenían el poder para tomar decisiones. El proceso fue transcurrien-
do bajo condiciones y ritmos distintos según los momentos y el accionar del
estudiantado estuvo signado por la estructura de oportunidades políticas y
la capacidad de aquellos para enfrentarla, solos o de manera conjunta con
otros actores según las circunstancias. El artículo que se expone a continua-
ción se propone dar cuenta de las acciones desplegadas por el movimiento
estudiantil universitario santafesino en el proceso que llevó a la transfor-
mación de la Universidad de Santa Fe en Universidad Nacional del Litoral
atendiendo a los diversos aspectos mencionados en esta breve presentación.

Un comentario acerca de los inicios de los estudios superiores en


Santa Fe

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la sociedad santafesina se


vio inmersa en un intenso proceso de cambios. Como producto de ello la
población sufrió un aumento constante y tanto la actividad agrícola como
la ganadera, así como la comercial, adquirieron un gran dinamismo. La
administración estatal y los servicios que debía brindar el gobierno san-
tafesino se ampliaron y se complejizaron a la par que se modernización.
Los cambios generaron nuevas necesidades y estas se fueron cubriendo
con la adaptación de los recursos existentes y la creación de los dispo-
sitivos que le dieran respuesta. La elite que estuvo al frente del Estado
provincial se vio ante el desafío de atender a las múltiples demandas que
se fueron presentando y una de ellas fue la de formar profesionales para
cubrir los puestos que la administración estatal, y particularmente el sis-
tema judicial, demandaban. Para esto, en 1869 se crearon en el Colegio de
la Inmaculada (que estaba bajo la conducción de la Compaña de Jesús) las
Facultades Mayores. Entre 1870 y 1871 se dio forma al plan de Estudios
Superiores de Jurisprudencia, estipulándose una duración de cuatro años
para la carrera de Derecho (al que se le agregó un año más a partir de
1875). Estos estudios fueron reconocidos a nivel nacional pero los títulos
que se expedían no eran homologables a los de las universidades. Se tra-
taba de una formación que servía de base para rendir un examen ante el
juzgado de Primera Instancia en lo Civil y luego ante la Cámara de Jus-
ticia con el que podían obtener la habilitación para desempeñarse como
abogados. Bajo las condiciones descriptas se dio inicio al desarrollo de los
estudios superiores en la Provincia de Santa Fe.

76
Las Facultades Mayores no tuvieron una larga existencia puesto que,
en el marco del proceso de laicización que se estaba promoviendo, un
decreto del gobierno nacional del 10 de noviembre de 1884 suspendió al
colegio de los jesuitas la facultad de expedir los títulos que posibilitaran
a sus alumnos el ingreso a la Universidad y, como consecuencia de ello,
se cerró el bachillerato y se suspendieron los estudios superiores. Por la
intervención del gobierno provincial se pudo reabrir el bachillerato en
1889 pero no así las Facultades Mayores. La vacancia fue cubierta con la
creación de la Universidad de Santa Fe. Ésta fue inaugurada en marzo de
1890 y su primer Rector fue José Gálvez, quien como gobernador había
promulgado la ley de creación.
La nueva casa de altos estudios dependería política y económicamen-
te del Estado provincial pero el vínculo con los jesuitas seguiría siendo
muy fuerte ya que, entre otras cosas, la institución continuó funcionando
en el edificio del Colegio de la Inmaculada y la mayoría de los profesores
designados habían pasado por las aulas de las Facultades Mayores, en ca-
rácter de catedráticos o alumnos. Además, en su mayoría desempeñaron
funciones en el poder judicial así como cargos en diferentes ámbitos de la
estructura política provincial. En lo que respecta a las exigencias que se
solicitaban para poder cursar estudios, el Reglamento establecía que era
necesario haber terminado satisfactoriamente los estudios preparativos
en el Colegio de la Inmaculada Concepción, en alguno de los colegios
nacionales existentes, o en aquellos establecimientos particulares que hu-
biesen adoptado el plan de estudios nacionales1.

Intentos frustrados de nacionalización de la Universidad de Santa Fe en


un contexto de cambios profundos

La Universidad de Santa Fe se fue consolidando como institución for-


madora de abogados y procuradores a la par que accedieron al gobierno
provincial miembros de la elite con una fuerte tradición liberal, pero que
manifestaban en sus acciones y discursos un cierto distanciamiento con
las políticas conservadoras que habían caracterizado a los gobiernos san-

1) “Ley Creando y reglamentando la Universidad de Santa Fe”, en Universidad de Santa Fe


Acta de la solemne inauguración y discurso del Rector Dr. D. José Galvez, Nueva Época,
Santa Fe, 1890. Artículos 10 y 11.

77
tafesinos de la segunda mitad del siglo XIX2. Los cambios políticos fueron
acompañados durante los primeros años de la nueva centuria con un gran
crecimiento poblacional (conformado en gran medida por el importante
arribo de inmigrantes) y urbano, la ampliación de las actividades eco-
nómicas y la creación de instituciones prestadoras de distintos servicios.
Como evidencia de las transformaciones urbanas y edilicias que se
dieron durante el período, cabe mencionar la construcción del puerto de
ultramar, del edificio para correo y telégrafos, del que luego sería el Hos-
pital Iturraspe, de la Escuela de Arte y Oficios, del internado para semi-
naristas de Guadalupe y del Santuario de Guadalupe –que se terminó en
1907–. En 1909 se demolieron el antiguo Cabildo y la Jefatura de Policía
para comenzar con la construcción del actual edificio de la Casa de Go-
bierno. En 1912 se creó, a instancias del Club Comercial y de los hombres
de negocios de la región, la Bolsa de Comercio de Santa Fe.
La importante incorporación de trabajadores a la actividad industrial
y comercial que se estaba desarrollando en Santa Fe dio origen a la con-
formación de las primeras organizaciones obreras. La Federación Obrera
Santafesina (FOS) fue creada en octubre de 1904 y se afilió a la FORA (de
tendencia predominantemente anarquista). Además se formaron agrupa-
ciones sindicales de otras tendencias, como el Círculo Obrero Católico (de
prédica antisocialista y antianarquista) o las Sociedades de Resistencia de
tendencia socialista (Unión de Dependientes de Comercio, Sociedad de
Resistencia Constructores de Carros y Carruajes) y también agrupaciones
anarquistas que no estaban afiliadas a la FOS. La lucha sindical tuvo mo-
mentos de notable activismo durante el período que va entre 1904 y 19203.
En materia educativa y en el contexto del impulso modernizador que
estaba viviendo Santa Fe, en 1904 se conformó un comité4 que llevó ade-

2) Estos fueron los gobiernos de José B. Iturraspe (1898-1902), Rodolfo Freyre (1902-
1906), Pedro Echagüe (1906-1910) e Ignacio Crespo (1910-1911).
3) Vicente Solanilla, Júlia y Bianco, Diana Soledad “Grupos y actividades anarquistas en
la ciudad de Santa Fe. 1904 – 1920”, ponencia presentada en el IV Congreso Regional de
Historia e Historiografía, Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad Nacional del
Litoral, Santa Fe, 12 y 13 de Mayo de 2011, inédita.
4) El mismo quedó conformado de la siguiente manera: presidente Dr. Manuel Menchaca;
secretario Manuel Beney y vocales: Manuel Frutos, Salvador Vigo, Segundo A. Gómez, Dr.
Enrique Muzzio, entre otros. Unos meses después la comisión sufrió algunos cambios en
sus miembros. El 25 de mayo de 1905 se incorporaron a la nómina de vocales, entre otros,
Roque G. Niklinson, Luis Bonaparte, Sergio Reinoso, Tomás Furno (h) y Raúl R. Villarroel
como secretario.

78
lante las gestiones para lograr la fundación del Colegio Nacional y de la
Escuela Normal de la Nación, alcanzando ese objetivo en el año 1906. A
ello se le debe sumar la creación de la Escuela Industrial de Santa Fe que
funcionaba desde 1902 y que fue nacionalizada en 1909.
Más allá de las transformaciones y novedades mencionadas, los as-
pectos más destacados en el ámbito de la política provincial a partir de
1912 fueron los triunfos de la Unión Cívica Radical. Manuel Menchaca
fue el primer gobernador de este signo político y luego lo sucedieron
Rodolfo Lehmann y Enrique Mosca.
En el marco descripto, desde diferentes ámbitos se llevaron a cabo ges-
tiones para lograr dar validez nacional a los títulos que expedía la Univer-
sidad de Santa Fe. En este sentido, en 1902 los diputados José Galeano y
Nicasio Oroño presentaron el primer proyecto que proponía la nacionali-
zación de los títulos pero no lograron tener éxito. A principios de 1907 el
Rector Santiago Irigoyen solicitó al gobernador Pedro Echague el inicio de
las tramitaciones para que el gobierno nacional reconociera la validez en
todo el territorio argentino de dichos títulos. La necesidad de que aquellos
fueran reconocidos a nivel nacional radicaba en que los graduados de la Uni-
versidad de Santa Fe se encontraban limitados a ejercer la profesión en las
provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, con la sola formalidad de
inscribirse en la matrícula correspondiente. Pero en el resto de las provincias
no podían desempeñar funciones con solo presentar sus diplomas. En la nota
que el Rector le enviara al gobernador también se refería a la imposibilidad
de ampliar la oferta educativa por parte de la Universidad a las carreras de
Derecho, Ciencias Sociales, Ciencias Políticas, Notariado y Procuración5. El
no reconocimiento de los títulos a nivel nacional limitaba en más de un sen-
tido las posibilidades de expansión y desarrollo de la casa de altos estudios.
El mismo Rector Irigoyen fue comisionado para realizar las tratativas
ante el Ministro de Justicia e Instrucción Pública Federico Pinedo pero
estas no lograron los resultados esperados. Un nuevo proyecto se presen-
tó un año más tarde en el Congreso pero la iniciativa no llegó a tratarse
porque la idea no contaba con el apoyo de Ejecutivo de la Nación.
En setiembre de 1908 estuvo de visita en Santa Fe el Ministro de Jus-
ticia e Instrucción Pública de la Nación Ramón S. Naón. Esto posibilitó

5) Busaniche, José Carmelo Universidad Nacional del Litoral, Antecedentes y Creación,


texto mecanografiado y sin fecha, p. s/n. (Programa de Historia y Memoria, Archivo Histó-
rico de la Universidad Nacional del Litoral).

79
que el Rector de la Universidad de Santa Fe lograra comprometerlo para
que trabajase en la nacionalización de los títulos. En esta oportunidad se
logró que el 7 de julio de 1909 se firmara el Decreto del Poder Ejecutivo
Nacional por el que se reconocían los títulos expedidos por la Universi-
dad de Santa Fe. Antes de finalizar el mes siguiente, el ministro Naón
viajó nuevamente a la capital santafesina siendo recibido en la estación
de trenes y agasajado con un banquete de honor. No faltaron los discursos
de agradecimiento y reconocimiento en las diferentes actividades de las
que participó. La medida se consideraba de una gran importancia para
todos, pero para los estudiantes (al menos los que se nucleaban en torno
a la agrupación estudiantil “Unión Universitaria”) era insuficiente. En el
mismo acto de colación, el representante de los estudiantes expresó en su
discurso que “(e)sta Capital celebra con vuestra llegada su primer triunfo
(la oficialización de los títulos), pero no descansará hasta ver realizado su
sueño, la nacionalización completa de su más alta institución docente”6.
Como queda claro, los estudiantes aspiraban a más. No se contentaban
con el reconocimiento nacional de los títulos y por ello, como veremos
más adelante, comenzaron a organizarse y accionar en diversos ámbitos
públicos convirtiéndose en los principales impulsores de la nacionaliza-
ción de la Universidad. Ello evidenciaba profundas diferencias de criterio
y concepción respecto de la universidad con una parte importante del
cuerpo docente y de las autoridades políticas de Santa Fe y el país.
El decreto de Naón, los discursos y los aplausos no sirvieron de mu-
cho. A poco de transcurrir el tiempo los egresados pudieron constatar
que la norma no tenía efecto. Según Caballero Martín, el decreto “…se
caracterizaba por ser de emergencia y de fuerza legal discutida; consi-
derando además, que tan solo por el resorte de una ley del Congreso era
dable extender al resto del país la validez de los títulos provinciales”7.
Como producto de esa constatación y de la aspiración de crear una uni-
versidad nacional, los esfuerzos se dirigieron a lograr que se sancionara
la ley que lo contemplara.

6) Citado en Miranda, Estela María La formación del sistema universitario nacional, Direc-
ción General de Publicaciones, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1993, p. 243.
7) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad de Santa Fe, Imprenta de la Universidad,
Santa Fe, 1931, p. 61.

80
Los estudiantes comienzan la lucha por la nacionalización de la
universidad

En el transcurso de 1910 se formó un comité integrado en gran parte


por quienes habían promovido la fundación del Colegio Nacional y La
Escuela Normal, tendiente en este caso a lograr la nacionalización de la
Universidad de Santa Fe. El emprendimiento fue apoyado por el Centro
de Libre Pensamiento y el Centro de Estudiantes de Derecho de Santa
Fe. Pero durante los dos años siguientes las acciones se demoraron debi-
do a la lucha electoral para la renovación de la gobernación y porque la
puja entre las ciudades de Santa Fe y Rosario se fue intensificando “…
en el afán de cada una por adelantarse a la otra y ser índice y guía en la
dirección de la cultura espiritual de la Provincia”. Rosario venía desa-
rrollándose como un polo comercial y económico desde décadas atrás y
aspiraba a convertirse en un “centro de la cultura superior de Santa Fe”8.
En el transcurso de aquellos años los estudiantes se organizaron en
torno a la Federación Estudiantil “…formada por miembros de la antigua
«Unión Universitaria» que integraban los alumnos de la Facultad de De-
recho y de las Escuelas de Farmacia y Obstetricia”9 –a los que se sumaron
las representaciones estudiantiles del Colegio Nacional y de la Escuela
Industrial de la Nación– iniciando una campaña de promoción de la nacio-
nalización de la Universidad, acorde con lo que venía haciendo el comité
citado más arriba. Se conformó una “Comisión Pro Mitin” integrada por
un grupo muy amplio de organizaciones culturales, sociales, sindicales y
políticas reunidas en torno al Comité de Asociaciones Populares10 y, con
el apoyo del gobierno provincial, se comenzaron a desarrollar una serie de
acciones que incluyó una gran movilización popular para el día 8 de se-
tiembre de 1912, la búsqueda de adhesiones y el contacto con los diversos
niveles y poderes del Estado.

8) Menchaca, Manuel J. La Universidad Nacional del Litoral. Antecedentes de su creación,


Universidad Nacional del Litoral, Secretaría de Cultura, Museo y Archivo Histórico “Marta
Samatán”, Santa Fe, 2009, p. 16.
9) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad Nacional del
Litoral (Crónica Retrospectiva) 1, Universidad Nacional del Litoral, Secretaría de Cultura,
Santa Fe, 2009, p. 17.
10) Bolcatto, Hipólito G. Luis Bonaparte, un forjador de ideales, Universidad Nacional del
Litoral, Santa Fe, 2004, p. 210.

81
Al estampido de las bombas fue congregándose un nume-
roso público, a las dos de la tarde, en la plaza España, punto de
cita, (…). Notábanse representaciones de todas las esferas, del
intelectual al obrero. Organizada la columna en medio del ma-
yor entusiasmo y vivas a la Universidad de Santa Fe, empren-
dió la marcha por calle Humberto 1°, llevando al frente al cuer-
po de catedráticos y delegaciones de estudiantes de Corrientes,
Entre Ríos, Esperanza y demás localidades. Esta siguió por
calle San Martín hasta la plaza de Mayo, en cuyo trayecto se le
arrojaban flores desde los balcones11.

Llegada la marcha a la plaza de Mayo dio un discurso Alejandro Gru-


ning Rosas, presidente de la comisión organizadora, en el que manifestó:

Es la primera vez que se produce en esta ciudad un mitin


en que se unen todas las fuerzas vitales, todos los elementos
populares y progresistas, respondiendo a la invitación de los
estudiantes universitarios, para demostrar que es una aspira-
ción unánime del Santa Fe moderno no solamente la validez
nacional de los títulos expedidos, sino la nacionalización de la
Universidad de Santa Fe12.

De esa manera, el representante estudiantil dejaba en claro que, como


lo venían planteando desde algún tiempo atrás, ya no se conformaban con
el reconocimiento nacional de los títulos sino que se proponían la naciona-
lización misma de la Universidad. Se consideraba que “la nacionalización
traerá la reforma de lo que sea menester reformar” y, de esa manera, ter-
minar con el “anacronismo inútil y estéril” y colocarse “a la altura de las
universidades modernas”13. El desafío no era sencillo. Los estudiantes iban
a tener que luchar con los profesores y las autoridades de la Universidad,
así como con la falta de voluntad política en el Congreso de la Nación.
Finalizado el mitin, la comisión organizadora del acto (la Unión Uni-
versitaria y las entidades y centros adheridos) envió notas al gobierno pro-
vincial y a la Cámara de Diputados de la Nación transmitiendo el interés

11) Bolcatto, Hipólito G. Luis Bonaparte...,Op.Cit.., p. 210.


12) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…, Op.Cit., p. 46.
13) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…,Op.Cit, p. 46.

82
y las conveniencias de alcanzar la nacionalización de la universidad14. La
respuesta del gobernador Menchaca no se hizo esperar. El 14 de setiembre le
respondía a Luis Bonaparte, Presidente de la comisión Pro–Nacionalización
de la Universidad, que “dicha petición ha pasado al Ministerio respectivo,
y que prestaré mi más decidida cooperación a tan patrióticos propósitos”15.
Impulsado por estas acciones, durante el año 1913 se presentó un in-
teresante número de propuestas legislativas. El Diputado Nacional Víctor
Pesenti elevó un proyecto de ley en el que se plantea la nacionalización de
la Universidad de Santa Fe. Ramón Castillo propuso crear la Universidad
Nacional de Rosario, Estanislao Zeballos una Universidad Federal de Ro-
sario con cuatro facultades y Joaquín V. González presentó un proyecto
para crear la Universidad Nacional de Rosario con cinco facultades. Ante
las propuestas legislativas la Federación Estudiantil Santafesina envió
una nota al Ministro de Instrucción Pública de la Nación “…recomen-
dando a su elevada consideración el proyecto del diputado nacional, Dr.
Víctor R. Pesenti, sobre nacionalización de esta universidad, o bien de
cualquier otro que tienda a ese resultado”16. Tomaron también la iniciati-
va de trasladarse a la Capital Federal conformando una delegación junto
a un representante del Centro Provincial de Libre Pensamiento a fin de
visitar el Congreso de la Nación y solicitar la aprobación del proyecto de
Pesenti. Como parte de las estrategias de acción, la Federación Estudian-
til Santafesina produjo comunicados publicados en diarios de Santa Fe,
Paraná, Rosario y Buenos Aires. En forma conjunta, estimuló la creación
de organizaciones estudiantiles con características similares a la de San-
ta Fe en Paraná y Rosario17. En 1914 se produjo la creación de los centros
de estudiantes de Derecho y de Farmacia de la Universidad de Santa Fe,

14) Las notas son firmadas por los presidentes de la Sociedad Progresos Urbanos, la Socie-
dad Española de Socorros Mutuos, la Unión Universitaria, el Círculo Napolitano, el Centro
Intelectual, la Unión Francesa de Socorros Mutuos, la Logia Masónica Argentina, el Cen-
tro de Libre Pensamiento, el Centro Vida Nueva, la Unión del Trabajo Libre, la Sociedad
Francesa Filantrópica, la Sociedad España, la Unione e Benevolenza, el Centro Recreativo
Alborada, la Sociedad Trabajo y Placer y la Federación Estudiantil. Por aquel entonces, Julio
Martínez Gálvez era el presidente de la Unión Universitaria, Alejandro Gruning Rosas el
presidente de la Federación Estudiantil y Alcides Greca el del Centro de Libre Pensamiento.
15) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…, Op.Cit., p. 52.
16) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…, Op.Cit., p. 48
17) El 14 de junio de 1913 se le informaba desde Rosario a Gruning Rosas, a través de un te-
legrama, que “Esta noche constituimos Federación Estudiantil Rosarina.” Museo y Archivo
Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…, Op.Cit., p. 53.

83
en sustitución de la Unión Universitaria que los nucleaba hasta ese mo-
mento. Durante ese año, el Centro de Estudiantes de Derecho realizó
un estudio de las instituciones existentes en Santa Fe, Paraná y Rosario
sobre las que se debía erigir la nueva universidad.
Entre los cambios más significativos en el gobierno de la Universidad
se destaca que la Asamblea Universitaria eligió por primera vez al Rector.
Esto fue posible por la reforma de los estatutos que el gobierno provincial
llevó a cabo durante 1912. Por una ley del 13 de noviembre de ese año se
reformaron varios artículos de la ley de creación de la Universidad. Se creó
la Asamblea Universitaria formada por miembros de todas las facultades
y escuelas; el Rector pasó a ser designado por la Asamblea Universitaria
y se estableció que su mandato duraba cuatro años y podía ser reelecto.
Además, la Asamblea Universitaria autorizó al Consejo Superior a presen-
tar los nuevos estatutos (ajustados a las leyes nacionales vigentes) al Poder
Ejecutivo para su aprobación. En mayo de 1914 el Gobierno de la provincia
aprobó los estatutos propuestos por la Universidad y el 8 de junio hizo lo
mismo el Poder Ejecutivo de la Nación. Caballero Martín dice que esos
estatutos (vigentes hasta 1918) ya eran muy anticuados para la época. La
consideración se sustentaba en que, de acuerdo a ese documento, los aca-
démicos titulares eran nombrados ad–vitam y estos eran los que elegían a
los Decanos y vice Decanos de las Facultades de Derecho y de Farmacia y
Obstetricia. La Asamblea Universitaria la constituían los académicos titu-
lares de todas las facultades y tenían atribuciones para elegir al Rector y
dictar el Reglamento Interno. Las elecciones eran secretas18.
Ante la reforma de los estatutos, la mesa directiva del Centro de Es-
tudiantes de Derecho convocó a una asamblea en la que se proclamó el
nombre del Doctor Oliva, profesor de la cátedra de Psicología, para can-
didato a Rector. Alejandro Gruning Rosas dice que “…el poder ejecutivo
eligió, en cambio a otro profesor, que (…) se inclina sin reservas a favor
de la tendencia conservadora, es decir, a favor del mantenimiento de la
universidad dentro de sus normas inveteradas”19. El 1 de agosto de 1914
asumió el Rectorado de la Universidad de Santa Fe Julio A. Busaniche
(sería reelecto en 1918 pero su segundo mandato tendría muy corta dura-

18) De esta manera, el estatuto permitía defender las posiciones adquiridas. Una pormeno-
rizada descripción de los estatutos vigentes en la Universidad de Santa Fe en 1918 puede
leerse en Caballero Martín, Ángel S. La Universidad..., Op.Cit.
19) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…, Op.Cit., p. 31.

84
ción). La tendencia de la conducción de la alta casa de estudios seguiría
siendo la de obtener el reconocimiento nacional de los títulos pero no la
nacionalización de la universidad.
Como forma de estimular la discusión y el intercambio entre profeso-
res y alumnos, así como la vinculación con otras instituciones preocupadas
en la necesidad de llevar adelante cambios profundos en la universidad, el
Centro de Estudiantes de Derecho consiguió la visita de Rodolfo Rivarola20
a Santa Fe y la pronunciación de una conferencia en el Teatro Municipal.
Estas actividades, llevadas a cabo durante el mes de octubre de 1914, per-
mitieron al estudiantado exponer sus posiciones y sus proyectos, generar in-
formación para la prensa y mantener instalado el tema en la opinión pública.
Las relaciones entre los estudiantes que alentaban la creación de la
nueva universidad y el Doctor Rivarola se mantuvo durante todo el pro-
ceso que estamos considerando. La correspondencia con Gruning Rosas
nos permite saber de las gestiones que Rivarola realizó en Buenos Aires.
Entre ellas se destacan las visitas al Ministerio de Instrucción Pública que
estaba bajo la conducción de Tomás Cullen y al Congreso de la Nación.
Como ya hemos dicho, los estudiantes aspiraban a la creación de una
universidad de alcance regional. Con ese objeto, se pusieron en contacto
con estudiantes de Rosario y estimularon la creación de la Federación Es-
tudiantil. Lo mismo hicieron en otras localidades. En 1915 se organizó un
congreso en Paraná con la asistencia de delegados de Santa Fe, Rosario,
Buenos Aires, San Nicolás y Paraná, entre otros. Los gobiernos de Santa
Fe y Entre Ríos apoyaron las aspiraciones estudiantiles.
Con fecha 18 de julio de 1915, la Federación Estudiantil envió a los
legisladores nacionales y personas destacadas por su participación en el
ámbito cultural y político una circular cuyo membrete decía con letras
grandes“Universidad Nacional del Litoral” y a continuación Paraná-Ro-
sario–Santa Fe. La nota se iniciaba expresando:

... En la seguridad de que en su generoso interés por la cul-


tura pública aportará su prestigioso y decidido concurso para la

20) Nació en Rosario en 1857 y falleció en 1942. Jurista, filósofo, juez, catedrático. Presi-
dente de la Universidad Nacional de La Plata (1918-1920) sucediendo en el cargo a su fun-
dador, Joaquín V. González. “Rodolfo Rivarola”, en el sitio web de la Universidad Nacional
de la Plata, http://www.unlp.edu.ar/articulo/2012/9/10/vidas_y_retratos_rodolfo_rivarola,
consulta marzo de 2009.

85
organización (creación) de la Universidad Nacional del Litoral
solicita del Señor (…) quiera dedicar todo su patriotismo, a fin
de que cuanto antes, este mismo año a ser posible, se dicte una
ley organizando (creando) dicha universidad…21

Las repercusiones del accionar del movimiento estudiantil y de las


organizaciones que promovían la creación de una nueva casa de altos es-
tudios se hacían sentir en el Congreso de la Nación. Durante 1915 el Dipu-
tado Lisandro de la Torre y el Senador Joaquín V. González presentaron
proyectos en los que proponían la creación de la Universidad Nacional del
Rosario con facultades en esa ciudad y en la de Santa Fe. La Federación
Universitaria de Santa Fe envío una carta el 23 de junio de 1915 al Sena-
dor, solicitando su apoyo a la idea de creación de la Universidad Nacional
del Litoral. Pese a los intentos, durante ese año no sería aprobada ninguna
ley que atendiera a los reclamos en cuestión.

La intensificación de las gestiones para la nacionalización de la Univer-


sidad de Santa Fe

Durante 1916, a partir de una iniciativa del ex gobernador Menchaca,


se constituyó el Comité Pro Universidad del Litoral que actuó hasta el
logro de ese objetivo. Asimismo se nombró una comisión permanente
en Buenos Aires, de personas simpatizantes con la idea de la Universi-
dad Nacional del Litoral, compuesta por los doctores Rodolfo Rivarola,
Leopoldo Melo, Tomás M. Cullen, Joaquín V. González, Manuel J. Men-
chaca y Enrique Herrero Ducloux. La comisión se denominó “Centro de
Residentes Santafesinos” y tuvo una actuación muy importante ante los
poderes políticos y los ámbitos culturales capitalinos.
La extensión de redes y construcción de solidaridades entre los estu-
diantes de diferentes ciudades de la región siguió siendo motivo de trabajo
por parte de los jóvenes universitarios santafesinos. Respecto de ello, los
contactos y reuniones entre las diferentes federaciones estudiantiles no deja-
ron de realizarse. El diario La Capital de Rosario, en su edición del día 28 de
agosto de 1915, informaba sobre las actividades de los estudiantes rosarinos.

21) Museo y Archivo Histórico “Marta Samatán” Creación de la Universidad…, cit., p. 73

86
Ayer se reunió en sesión extraordinaria la comisión direc-
tiva de esta entidad con el objeto de tratar el interesante tópico
de la creación de una universidad en el litoral. Asistieron a esta
sesión los señores Domingo Sabaté y Emilio R. Tasada, presi-
dente y secretario respectivamente del Centro de Estudiantes
de Derecho de la ciudad de Santa Fe22.

Otro de los acontecimientos importantes de 1916 fue el triunfo de la


UCR en las elecciones y la asunción a la Presidencia de la Nación de Hipó-
lito Yrigoyen. La estructura de oportunidades políticas comenzó a cambiar
para el desarrollo del movimiento estudiantil que buscaba crear la Univer-
sidad Nacional del Litoral. Pero como dice Tulio Halperín Donghi, “…el
apoyo solo se dio cuando el movimiento había revelado ya un vigor que le
permitiera sobrevivir al fin del período presidencial del caudillo que lo ha-
bía hecho objeto de su interesada benevolencia”. Sin embargo, continúa di-
ciendo el historiador, “no es necesario concluir de ello (…) que el papel que
el primer presidente radical desempeñó en su triunfo no fue decisivo”23.
Las demandas de nacionalización de la Universidad de Santa Fe iban
ganando consenso. Ante ello, la reacción de quienes se resistían no se hizo
esperar. El 17 de junio de 1916 el Diputado Frugoni Zabala presentó un
proyecto para declarar válidos en todo el territorio de la Nación los diplo-
mas expedidos por las universidades provinciales. Dos meses después el
Diputado Gustavo Martínez Zuviría proponía lo mismo aunque solo para
los títulos que expedía la Universidad de Santa Fe. Ángel Caballero Martín
dice que los estudiantes se opusieron al proyecto “…al poner en descubier-
to la torcida finalidad que lo inspira, (…) porque él iba dirigido a mantener
la supervivencia del instituto combatido”24.
Durante todo el año 1917 continuaron actuando, sobre todo en el ám-
bito del Congreso de la Nación, las distintas organizaciones que se habían

22) Diario La Capital, 28 de agosto de 1915, reproducido en Museo y Archivo Histórico


“Marta Samatán” Creación de la Universidad Nacional del Litoral (Crónica Retrospectiva)
2. Apéndice documental complementario, Universidad Nacional del Litoral, Secretaría de
Cultura, Santa Fe, 2009, p. 63.
23) Halperín Donghi, Tulio Vida y muerte de la república verdadera, Emecé, Buenos Aires,
2007, p. 131. En la misma página, el historiador nos dice que Yrigoyen sabía que “…esa
juventud podía golpear con incomparable eficacia a las oligarquías universitarias que le eran
adversas, y que las circunstancias le hacían difícil enfrentar menos oblicuamente”.
24) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad de Santa Fe…, Op.Cit., p. 70.

87
constituido para lograr la creación de la Universidad Nacional del Lito-
ral. Las reuniones y las comunicaciones entre la Comisión Pro Universi-
dad del Litoral y Centro de Residentes Santafesinos en Buenos Aires, así
como de diversas instituciones santafesinas y rosarinas con los legislado-
res fueron frecuentes. Sin embargo, no se lograron avances significativos.
Un nuevo escenario se presentó a partir del conflicto abierto entre el
estudiantado cordobés y las autoridades de la Universidad de aquella pro-
vincia durante el año 1918. En ese marco se desarrolló el Primer Congreso
de Estudiantes Universitarios al que asistieron representantes de las Fe-
deraciones Universitarias de Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Santa Fe
y Tucumán. En el transcurso del encuentro realizado durante el mes de
julio, el delegado por Santa Fe Ángel S. Caballero Martín25 introdujo el
proyecto de creación de la Universidad Nacional que estaban impulsando
en Santa Fe. Los estudiantes dieron apoyo a la demanda a través de la
resolución sancionada por el congreso el 24 de julio, en la que se recomen-
daba al Congreso Nacional que sancionara el proyecto de creación de la
Universidad Nacional del Litoral. La “recomendación” aludía al proyecto
presentado un año antes por el Diputado Nacional Jorge Raúl Rodríguez.
El mismo había perdido estado parlamentario por lo que el Diputado Luis
Agote introdujo nuevamente el asunto el 29 de julio con un proyecto de ley
igual al despacho de la Comisión de Instrucción Pública que se realizara
en función del presentado por Rodríguez. Pese a las peticiones que lle-
gaban al Congreso desde Santa Fe26, los nuevos intentos no fructificaron
durante ese año. Sin embargo, la inclusión de una partida destinada para la
creación de la Universidad Nacional del Litoral en el presupuesto del año
1919 hacía presuponer que su concreción estaba más cerca.
A fines de enero de 1919 el diario Santa Fe informó que:

25) Además de Caballero Martín, la representación santafesina estaba compuesta por los
estudiantes: Alejandro Gruning Rosas, Pablo Vrillaud, Horacio J. Varela, Mario R. Tissem-
baun, Juan A. Sanz, Octavio Martínez, Humberto Gambino y Raúl Zaballa.
26) El Concejo Deliberante Municipal, el Centro de Estudiantes de Derecho, el Centro de
Estudiantes de la Escuela Industrial, la Biblioteca Popular Progresos Urbanos, el Centro de
Estudiantes de Comercio, el Centro de Libre Pensamiento, la Biblioteca Popular Mariano
Moreno, la Sociedad Educación y Ciencia, la Asociación Argentina de Telegrafistas y la
Cámara Sindical de la Bolsa de Comercio de Rosario enviaron pedidos. En Busaniche, José
Carmelo Universidad…, Op.Cit., p. s/n.

88
Las gestiones que en la Capital Federal lleva a cabo la co-
misión de estudiantes que preside el Sr. Alejandro Gruning
Rosas, cerca del gobierno, de las instituciones culturales y de
la prensa, son acogidas con verdadero beneplácito. Ningún re-
paro se le opone al proyecto, considerándolo por el contrario,
como una necesidad nacional27.

Para febrero el diario informaba que “…en el curso de la semana en-


trante, la Cámara de Diputados votará los fondos, y que probablemente
en el mes de abril la Universidad Nacional habrá empezado a funcionar
(...)”28. El 29 de abril una delegación de santafesinos se entrevistó con el
presidente Hipólito Yrigoyen. El grupo estaba integrado por Alejandro
Gruning Rosas, como Presidente de la Federación Universitaria de Santa
Fe, Osvaldo Loudet como presidente de la Federación Universitaria Ar-
gentina29, Cristóbal Roca, Tomás Cullen, Ricardo Aldao, Manuel Leiva y
Enrique Mosca. Durante el diálogo con el Presidente se le planteó la nece-
sidad de “…firmar cuanto antes el contrato ad–referendum entre los dos
poderes ejecutivos nacional y provincial para nacionalizar la Universidad
de Santa Fe y organizar la Universidad Nacional del Litoral (...)”.Según
la misma nota del diario Santa Fe, “El Dr. Yrigoyen quedó comprome-
tido a firmar cuanto antes el convenio, cuyos términos están arreglados,
poniendo en vigencia los estatutos de la Universidad de Buenos Aires”30.
Durante esos días también viajaban hacia Buenos Aires el ministro Araya
y las autoridades de la Universidad de Santa Fe para entrevistarse con el
Presidente y poner en sus manos un proyecto de contrato, así como los
antecedentes y demás información a los efectos de hacer la transferencia.
Las gestiones realizadas por las autoridades universitarias no logra-
ron el efecto esperado. En este sentido, Severo Gómez, uno de los inte-
grantes de la comitiva que había viajado a Buenos Aires, “informó al
diario «Nueva Época» que el presidente Yrigoyen juzgaba más conve-
niente que continuase la acción en el Congreso”31. En la primera sesión

27) Diario Santa Fe, Santa Fe, 27 de enero de 1919, p. 2.


28) Diario Santa Fe, 21 de febrero de 1919, p. 3.
29) La Federación Universitaria Argentina fue creada el 11 de abril de 1918, en el contexto
de los conflictos que se estaban sucediendo en Córdoba.
30) Diario Santa Fe, 1 de mayo de 1919, p. 6
31) Busaniche, José Carmelo Universidad…, Op.Cit., p. s/n.

89
ordinaria de la Cámara de Diputados, el 21 de mayo de 1919, el Diputado
Rodríguez volvió a presentar el proyecto que había propuesto en 1917.
Siete días después ingresó una nueva iniciativa proponiendo

…la creación de la Universidad Nacional de Santa Fe, sin


fijar el lugar de su sede y con sólo dos facultades: la de ciencias
jurídicas (Sic) en Santa Fe, (sobre la base de la facultad provin-
cial), y la de ciencias médicas (Sic) de Rosario, sin perjuicio
de las que se crearan en lo sucesivo. Le llevaba el propósito de
asegurar lo más pronto posible la creación de la universidad32.

Sin lugar a dudas, el apuro de Rodríguez tenía que ver con lo que es-
taba sucediendo en Santa Fe por esos días. Efectivamente, para las auto-
ridades universitarias era necesario llevar adelante cambios que respon-
dieran a las demandas de los estudiantes. En este sentido, es conveniente
aclarar que las acciones que estos estaban realizando no se reducían a las
gestiones que desarrollaban en Buenos Aires sino que además, desplega-
ban una intensa actividad en la misma Santa Fe. En abril la Federación
Universitaria de Santa Fe había solicitado que se modificara la forma en
que se constituía el gobierno de la Universidad y eso había derivado en el
pedido realizado el 10 de abril por la Academia de la Facultad de Derecho
al Consejo Superior para que designe una comisión para entrevistarse
con el Presidente de Nación y plantearle la necesidad de crear en Santa
Fe la Universidad Nacional del Litoral. Como ya se ha mencionado, el
encuentro con el Presidente no había tenido los resultados esperados por
ellos y, ante las presiones, el Rector Zenón Martínez33 solicitó al gobierno
provincial la aprobación del Decreto dictado por el Consejo Superior de
la Universidad el 8 de mayo de 1919, por el que se adoptó para el régimen
de la misma los estatutos de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

32) Busaniche, José Carmelo Universidad…, Op.Cit., p. s/n.


33) El 14 de setiembre de 1918 Zenón Martínez había asumió el cargo de Rector. Desde el
año de creación de la Universidad de Santa Fe venía desarrollando distintas funciones: fue
decano de la Facultad de Derecho y Rector en cuatro períodos. Sin lugar a dudas, Martínez
era un miembro de la elite notabiliar santafesina.

90
La huelga de los estudiantes y la creación de la Universidad Nacional
del Litoral

Si bien con la adopción de los nuevos estatutos las autoridades de la


universidad decían proponerse encuadrar “…el régimen de su gobierno
dentro de las bases que han de regirla cuando se forme con sus elementos
la esperada universidad nacional”34, el artículo 5 establecía que

El señor Rector de la universidad procederá en la forma


establecida por los mismos estatutos para la elección y consti-
tución del nuevo Gobierno Universitario quedando autorizado
el señor Rector y los delegados que se designen para el gobier-
no de cada una de las Facultades, a reducir los términos en la
medida que sea posible, para la más pronta realización de los
actos necesarios a la constitución de las nuevas autoridades35.

Esto motivará una protesta de los estudiantes y el inicio de una huelga


que se sostendrá hasta el mes de octubre de ese año. Los estudiantes solicita-
ron al gobierno provincial la intervención de la universidad y el 13 de mayo
el Rector presentó la renuncia junto a un número muy importante de do-
centes. Planteado el conflicto en esos términos, se aceleró el tratamiento de
creación de la Universidad Nacional del Litoral en el Congreso de la Nación.
Como se ha señalado, el instrumento con el que se pretendían llevar a
cabo los cambios planteaba que el rector tendría a cargo su aplicación, lo que
motivó la protesta de los estudiantes. Para Caballero Martín, “no se podía
ser juez y parte a un mismo tiempo en un conflicto que dividía a la opinión
universitaria”, para más, “la persona del rector era la encarnación más repre-
sentativa de la vieja universidad que combatían los estudiantes”. Partiendo

34) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad…,Op.Cit., p. 107.


35) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad…, Op.Cit., p. 107. Zenón Martínez se encon-
tró con el inconveniente de que las reformas realizadas a los estatutos durante el año anterior
no habían sido aprobadas por el gobierno de la Nación, por lo que propuso, luego de haber
sido aprobado por el Consejo Superior de la Universidad, adoptar los de la Universidad de
Buenos Aires. Según la opinión de Caballero Martín, la no aprobación de la norma propuesta
en 1918 se debía a la trascendencia que estaba tomando el movimiento estudiantil y que eran
adversas al Consejo Superior. Por otro lado, la Universidad de Buenos Aires había modificado
los estatutos que la de Santa Fe se proponía adoptar para el funcionamiento. De allí que se
realizara la nueva propuesta.

91
de esas premisas, se deducía que “los nuevos estatutos corrían el riesgo de
ser desnaturalizados con criterios interpretativos viciados de parcialismo” 36.
El 8 de mayo de 1919 la Federación Universitaria de Santa Fe emitió
una resolución en la que expresaba que ante la situación “indecisa” que
atravesaba el cuerpo universitario, la “desorientación”, las “acefalías”, la
“incapacidad” de algunos profesores y la “disconformidad” ante la aplica-
ción del artículo 5 de la resolución del Consejo Superior, resolvió solicitar a
los poderes públicos la sanción de estatutos iguales a los de la Universidad
de Buenos Aires, el nombramiento de un representante que presida la reor-
ganización atendiendo a las aspiraciones estudiantiles e “(i)nvitar a los es-
tudiantes federados a no concurrir a las clases desde el día 8 del corriente,
hasta tanto se solucione favorablemente el actual conflicto y se normalice
la situación imprecisa por que atraviesa la universidad”. El cuarto punto
de la resolución planteaba realizar un acto público para dar a conocer los
motivos de las medidas que adoptaron y por el quinto se comprometían a
buscar el apoyo de la Federación Universitaria Argentina37.
La huelga fue ratificada a las pocas horas por los estudiantes reunidos
en la Sociedad Cosmopolita. El diario Santa Fe informó el 8 de mayo al-
gunos de los detalles de las acciones que se sucedieron durante la jornada.
La asamblea convocada se demoró en su inicio porque “el ambiente estaba
caldeado” y se temía que la asistencia fuera insuficiente pues “…el grupo
que podríamos llamar conservador, secundando al grupo netamente cató-
lico, estaba a la misma hora en los claustros de la universidad, dispuestos
a concurrir a clase”38. No obstante, la convocatoria fue un éxito y Pablo
Vrillaud39, luego de un encendido discurso pidió un voto de confianza o de
rectificación de parte de sus compañeros. La respuesta fue el voto por la
continuidad de las acciones emprendidas y la ratificación de la presidencia
de Vrillaud. Uno de los asambleístas de apellido Morisot planteó que no
consideraba necesaria la remoción del rector pero que

36) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad…, Op.Cit., p. 109.


37) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad…,Op.Cit., p. 110 y 111.
38) Diario Santa Fe, 9 de mayo de 1919, p. 2.
39) Pablo Vrillaud había ingresado a la Universidad en 1918 y estudiaba Derecho. En ese
año, recién iniciada su carrera universitaria, fue enviado como delegado al Congreso Nacio-
nal de estudiantes de Córdoba. Cuando regresó a Santa Fe fue elegido presidente de la Fe-
deración Universitaria de Santa Fe. “Pablo Vrillaud 1897-1925”, en el sitio web del Museo
Casa de la Reforma Universitaria, http://www.reformadel18.unc.edu.ar/biovrillaudx.htm,
consulta abril de 2009.

92
… a pesar de ello, para contribuir con toda hidalguía a las
finalidades expuestas y en obsequio al espíritu predominante
en favor de una amplia reorganización universitaria, hacía mo-
ción para que la asamblea encomendara a su presidencia a la
misión de pedir a aquella autoridad la renuncia40.

El estudiante Garo mocionó pedir la renuncia a todo el cuerpo do-


cente “menos al portero Funes”. Los profesores José Oliva y Amadeo
Ramírez que se encontraban en la barra siguiendo el debate pusieron a
disposición sus renuncias. Lo mismo hicieron otros docentes.
La comisión designada se reunió con el Rector para solicitarle la re-
nuncia pero no logró su cometido. Ante la negativa, plantearon que soli-
citarían al Ministro de Instrucción Pública y al Gobernador la designa-
ción de un interventor para que lleve adelante los cambios que implicaba
adaptar la universidad a los nuevos estatutos.
Mientras la Federación Universitaria realizaba la asamblea en la So-
ciedad Cosmopolita, más de cincuenta alumnos de la Facultad de De-
recho y Escuela de Notariado y Procuración se reunieron en la casa de
estudios, motivados por “los acontecimientos afligentes que perturban
el orden y la estabilidad del instituto”. Constituyeron un centro llamado
Unión Universitaria, teniendo como presidente a César Gauchat y como
secretario a Juan L. Rueda. El grupo se propuso como objetivos

…la adhesión completa a la implantación de los estatutos de


la Universidad de Buenos Aires a la de esta ciudad, tal como lo
resolvió el consejo superior en la última sesión , y en consecuen-
cia, enviar al superior gobierno de la provincia, una nota pidiendo
la no modificación de la clausula 5ª. de los estatutos referidos41.

También resolvieron notificar a las autoridades y docentes de la casa


de altos estudios la constitución de la Unión Universitaria y recomendar
la asistencia a clases. La conformación de esta agrupación estudiantil no
amedrentó a la Federación. Al día siguiente de la asamblea realizada en
la Sociedad Cosmopolita emitió un comunicado en el que manifestaba
mantener las decisiones tomadas el día anterior y gestionar ante las auto-

40) Diario Santa Fe, 9 de mayo de 1919, p. 2.


41) Diario Santa Fe, 9 de mayo de 1919, p. 2 y 3

93
ridades provinciales la intervención de la universidad. Por el mismo co-
municado se solicitaba la adhesión de todas las federaciones universita-
rias del país. Los estudiantes cordobeses dieron su apoyo y la Federación
Argentina mandó un telegrama de “aliento.” Gruning Rosas informó que
“(e)l presidente Irigoyen (Sic) está compenetrado de todo y decidido, si
acaso la sanción legislativa tardara, a tomar la resolución necesaria recla-
mada por las circunstancias y la brega incesante de la juventud”42.
El domingo 11 de mayo en una nota de opinión del diario Santa Fe
se decía que la forma en que se ha planteado el conflicto universitario,
“con dos bandos de estudiantes y profesores”, pone al Poder Ejecutivo de
la provincia en la obligación de darle una solución “…que encuadre con
las aspiraciones de la mayoría (…) en la misma forma que ha tenido que
hacerse en Córdoba primero y en Buenos Aires después”43. El mismo
diario pedía dos días después que se cerrara la universidad hasta que se
resolviera el conflicto porque, de otra manera, los ánimos se “caldeaban”
y las consecuencias podían llegar a ser graves. La nota continuaba con
planteos que ponían al gobierno provincial en el centro de la cuestión y
lo responsabilizaban por las consecuencias que sus decisiones podrían
tener. Posicionándose a favor de la intervención de la universidad y por
tanto de los planteos de los alumnos en huelga, solicitaba que

…asuma el ejecutivo el gobierno directo de la universidad


y ponga punto final al primer capítulo o jornada de esta obra
con la aceptación de todas las renuncias y la clausura provi-
sional de las facultades, para dedicarse luego con calma, sin
presiones ni bataholas al estudio del nuevo aspecto44.

Los acontecimientos se fueron acelerando en su sucesión. Por la maña-


na los alumnos del Colegio Nacional no entraron a clases y se hizo presente
la policía y el escuadrón de seguridad para evitar posibles incidentes. Con
todo, se produjeron algunos encontronazos y golpes de puño, gritos e in-
sultos entre los integrantes de ambos grupos. Al medio día la Federación
Universitaria festejó y la ciudad se enteró de ello a través de los estruendos
producidos por el estallido de bombas. El alboroto se debía a un “supues-

42) Diario Santa Fe, 9 de mayo de 1919, p. 3


43) Diario Santa Fe, 11 de mayo de 1919, p. 2.
44) Diario Santa Fe, 13 de mayo de 1919, p. 2.

94
to decreto ministerial”. Desde la Unión Universitaria se respondió con el
reparto de “boletines” con los que se daba a conocer su posición sobre el
tema. Más tarde, se dijo que apareció el decreto. En el contexto mencio-
nado, el Rector Zenón Martínez presentó su renuncia y tras él, también
renunciaron la mayoría de los docentes, quedando solo algunos que al mo-
mento de presentarse la intervención debieron efectivizarla.
El Decreto de intervención publicado por el diario Santa Fe planteaba
que era necesario reorganizar las autoridades de la Universidad de Santa
Fe, de acuerdo con los estatutos que se ponían en vigencia a partir de
ese día, que las medidas que se tomaban obedecían a las solicitudes de
los alumnos y los catedráticos y que las mismas estarían bajo la conduc-
ción del Ministro de Instrucción Pública y Agricultura. En función de
esas consideraciones, se declaró intervenida la casa de altos estudios45.
El mismo día entraron en funciones los nuevos delegados del Centro de
Estudiantes de Derecho y se renovaron las autoridades de la Federación
Universitaria. La nueva comisión quedó constituida por Pablo Vrillaud y
J. A. Sanz como presidentes, Augusto Morisot y J. Rubio como secreta-
rios, E. Dottoni asumió el cargo de tesorero y los vocales fueron: Horacio
Gambino, Alejandro Gruning Rosas, Ignacio González, J. Pietranera, P.
Candioti, A. Rotman y T. Ramella. En el acto la Federación emitió una
declaración en la que realizaba una evaluación de las acciones llevadas
a cabo por la Unión Universitaria. Entendían que ese grupo expresaba
“contradicciones manifiestas entre lo que realizan y lo que publican”, por
lo que consideraban necesario dar a conocer los motivos del conflicto.
Para ello, se proponían realizar una serie de conferencias que comenza-
rían ese mismo día en la Federación Obrera46.
El jueves 14 de mayo se llevó a cabo el acto a través del cual José Ara-
ya tomó posesión del cargo de Interventor de la Universidad. Desde tem-
prano la cuadra de calle San Martín entre Moreno y Corrientes mostraba
una extraordinaria concurrencia. La Federación Universitaria y la Unión
Universitaria, que tenían sus locales frente a la universidad, “estaban lle-
nos de gente”. En el de la Federación se congregaron los alumnos del
Colegio Nacional que habían hecho causa común con los universitarios
en huelga. De los locales se disparaban bombas de estruendo que junto a
la algarabía de los dos bandos daban una nota de alegría.

45) Diario Santa Fe, 14 de mayo de 1919, p. 2.


46) Diario Santa Fe, 14 de mayo de 1919, p. 2.

95
En el salón de actos de la Universidad el Rector Martínez, acompaña-
do de un grupo de profesores y amigos personales esperó la llegada del
Interventor. Según informa el Santa Fe “La sala de actos estaba repleta
de concurrencia selecta, entre la que figuraban no pocos profesores de la
misma que no participaban del círculo del rector. La Federación Univer-
sitaria y la Unión Universitaria estaban representadas por delegaciones
numerosas”. Al momento de los discursos, el Rector renunciante planteó
que se iniciaba un nuevo período en la vida de la Universidad y que había
que tener “fe en el engrandecimiento de esta casa”. Para eso pedía el tra-
bajo de todos “en un ambiente de lealtad y de concordia, deponiendo des-
confianzas y recelos que nunca serán fundamento de obra duradera”47.
Lo que se vendría no sería la Universidad Nacional de Santa Fe como
lo anhelaba Martínez, sino la Universidad Nacional del Litoral. La dife-
rencia no sería menor y ello implicaba decisiones y acciones que tras-
cendían el ámbito local. Luego del discurso de Martínez pronunció el
suyo el Interventor y al terminar recibidó fuertes aplausos. En la calle los
grupos de estudiantes se ubicaron en las puertas de sus locales. Al pasar
el ex–Rector Martínez fue el grupo de la Unión Universitaria el que lo
“vivó estruendosamente”. Mientras tanto, los de la Federación Universi-
taria saludaban con alborozo a los profesores que se retiraban de la casa
de estudios y a las personas que circulaban por la calle.
Los catedráticos de las dos facultades pusieron sus renuncias a disposi-
ción de la intervención y esta, a través de un Decreto, designó a los nuevos
secretarios. Se trataba de los Profesores Amadeo Gervasoni, que se venía
desempeñando como Director de Instrucción Pública y Antenor Ferreira,
Inspector General de Escuelas de la provincia. El diario llamaba la atención
sobre el dato ya que ninguno de los dos era abogado y expresaba que ello se
podía deber a que “el señor interventor ha procedido así por la dificultad de
encontrar un abogado que no esté embanderado en este conflicto”48.
Como forma de celebrar la intervención a la Universidad, la Federación
Universitaria organizó un acto en el Teatro Municipal el domingo 18 de
mayo. El momento artístico estuvo a cargo de una academia de declama-
ción y luego hicieron uso de la palabra Gruning Rosas, quien presentó al
delegado de los universitarios de Córdoba, Cortés Plá, y luego Humberto
Gambino hizo lo propio con el de la Federación Universitaria Argentina,

47) Diario Santa Fe, 15 de mayo de 1919, p. 2.


48) Diario Santa Fe, 15 de mayo de 1919, p. 2.

96
Usbaldo Isnardi. Según el Santa Fe, también hablaron a pedido del público
Pablo Vrillaud y Augusto Morisot. Luego de los discursos, los estudiantes
salieron en manifestación por la calle y se dirigieron hacia el local de la
Federación49. En los días que le sucedieron, se dieron conferencias en la Fe-
deración Obrera, en la Biblioteca Emilio Zola y la Sociedad Cosmopólita.
Diez días después la Federación Universitaria realizó un nuevo mitin en
la Plaza de Mayo. El Diario de campaña de los estudiantes de Santa Fe por
la reforma universitaria lo denomina como “el mitin de la «chusma», una
de las más imponente manifestaciones públicas que hubiera visto la ciudad
de Santa Fe”50. Según Caballero Martín el evento “congregó a un público
numeroso y entusiasta”. En la oportunidad se aprobó un documento en el
que se manifestaba, entre otras cosas, “su inquebrantable fe en luchar contra
el despotismo metido en la escuela y la incapacidad enseñoreada de la cá-
tedra, llenas de la más resuelta y firme decisión de despertar en una intensa
sacudida las actividades de un pueblo”. Planteaban que ellos enarbolaban el
espíritu de “Mariano Moreno contra los pelucones de la primera junta”51.
El mitin había comenzado con una marcha por calle San Martín. En
el trayecto se produjeron dos actos de hostilidad, uno de ellos frente al
Club del Orden, pero sin pasar a mayores. Los manifestantes cubrieron
un largo espacio a lo largo de las calles San Jerónimo y 3 de Febrero.
Desde la tribuna hablaron los delegados de la Universidad de Córdoba
Enrique Barros, Ismael Bordabehere, Emilio Biagosch, el delegado de la
Federación Universitaria Argentina Ubaldo Isnardi, Armando Molinas,
Augusto Morisot y Pablo Vrillaud como Presidente de la Federación Uni-
versitaria de Santa Fe. Al concluir se invitó a los presentes a asistir al local
de la Federación donde volvieron a producirse discursos. Al momento de
la desconcentración se produjeron algunos incidentes en calle San Martín
provocados por un grupo de personas que llevaban una bandera Argenti-
na. De los episodios participaron integrantes del Regimiento 12 de Infan-
tería con actitudes poco consecuentes con la función que le correspondía.
Por estos incidentes la Federación Universitaria hizo pública una declara-
ción y envió al Presidente de la República y a los Ministros del Interior,

49) Diario Santa Fe, 19 de mayo de 1919, p. 3.


50) “Diario de campaña de los estudiantes de Santa Fe por la reforma Universitaria”, re-
producido en Del Mazo, Gabriel La Reforma Universitaria: Documentos complementarios
que se refieren a la acción directamente social del Movimiento estudiantil argentino (1918-
1921), Federación Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1927, Tomo V, p. 48-49.
51) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad..., Op.Cit., p. 125.

97
Instrucción Pública y de Guerra un telegrama de protesta denunciando a
los oficiales del 12 de Infantería. En los días siguientes, los universitarios
santafesinos recibieron una comunicación de la Federación Universitaria
Argentina en la que expresaba que ante el conflicto por el que estaba atra-
vesando la Universidad de Santa Fe resolvía solicitar al Congreso de la
Nación atender al asunto y apoyar la actitud de la Federación Universitaria
de Santa Fe52. También se recibieron notas de adhesión de la Federación
Universitaria de Buenos Aires, de la de Córdoba, de la de La Plata y de la
de Tucumán con las que los estimulaban a proseguir en la lucha.
En el Congreso de la Nación, durante la Sesión realizada el 21 de
mayo, el Diputado Rodríguez presentó nuevamente el Proyecto de Ley
que había dado ingreso el 31 de Agosto de 1917 y, una semana después,
presentó un nuevo proyecto por el que se creaba la Universidad Nacional
de Santa Fe. Ante los sucesos que se estaban viviendo en la capital pro-
vincial, el 3 de junio la comisión de Instrucción Pública dio ingreso al
proyecto y Rodríguez hizo una moción de preferencia para su tratamien-
to, la cual fue aprobada.
Durante esos días se sumaron los pedidos para la inmediata sanción
de la ley. En ese sentido envíaron sus solicitudes a la Cámara de Diputa-
dos de la Nación el Gobernador de la Provincia de Santa Fe, la Federa-
ción Universitaria Argentina, la Federaciones Universitarias de Santa Fe
y Buenos Aires, así como diversas instituciones de Santa Fe y Rosario.
En Buenos Aires lo delegados de la Federación Universitaria de Santa Fe
(Alejandro Grugning Rosas, José Rubio Olssen, Francisco J. Garo y Do-
mingo Albornoz) realizaron gestiones en diversos ámbitos y con el mis-
mo propósito. En la sesión del 11 de junio comenzó el tratamiento de los
proyectos. Las discusiones fueron arduas y se extendieron en el tiempo.
En Santa Fe el interventor de la Universidad convocó, para el 1º de
agosto, a los estudiantes de las Facultades de Derecho y de Farmacia
y Obstetricia para la elección de los delegados que en compañía de los
profesores constituirían la Asamblea Universitaria. Sin lugar a dudas se
trataba de un acontecimiento de primera importancia. Por primera vez
los estudiantes iban a tener injerencia en el gobierno de la Universidad.
Participaron del acto todos los estudiantes universitarios y las listas de
delegados propuestas por la Federación Universitaria obtuvieron el triun-

52) “Diario de campaña de los estudiantes de Santa Fe por la reforma Universitaria”, re-
producido en Del Mazo, Gabriel La Reforma Universitaria…, Op.Cit., Tomo V, p. 48-49.

98
fo por amplio margen de votos. El día 18 de agosto se realizaron las asam-
bleas en las que se eligieron los Decanos de las dos facultades, así como
también los Consejeros Directivos. En todos los casos las listas de la
Federación Universitaria lograron el triunfo. Ante los resultados, un nu-
meroso grupo de profesores presentó su renuncia, inclusive algunos que
habían logrado cargos directivos por designación de los mismos estu-
diantes. Según Caballero Martín se trataba de dejar acéfalo al instituto e
impedir el proceso de cambio. La Federación Universitaria dio a conocer
una resolución por la que se declaraba partidaria de aceptar las renuncias
de los profesores y expresó que contaba “con el concurso espontaneo de
numerosos y conspicuos profesionales” para “mantener el Instituto Supe-
rior de cultura de Santa Fe” y que en caso de que intentara la clausura de
la Universidad estaba dispuesta a defenderla “propiciando ante el pueblo
de Santa Fe un amplio movimiento de protesta”53.
Mientras eso sucedía en Santa Fe, las organizaciones estudiantiles
universitarias siguieron presionando a los diputados a través de las notas
que enviaban solicitando la aprobación del proyecto de Ley por el que se
creaba la Universidad Nacional del Litoral. Esta se produjo en Diputados
el 27 de agosto y pocos días después ingresó al Senado. Una vez más la
Federación Universitaria Argentina, la Sociedad Amigos de la Infancia y
sociedades culturales, industriales, comerciales y estudiantiles de Santa
Fe, Rosario y Paraná, se dirigieron a la cámara urgiendo su pronto trata-
miento. Un mes después se presentó el despacho de la comisión respecti-
va y se dio por aprobada la ley54.
Mientras tanto en Santa Fe el interventor aceptaba las renuncias pre-
sentadas por los docentes y cubría las vacantes según lo establecido por los
estatutos. Por otro lado, el 20 de septiembre se constituyó el Consejo Direc-
tivo de la Facultad de Farmacia y Obstetricia y el 25 del mismo mes, el de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Una vez más, los profesores pro-
puestos por la Federación fueron electos. De esa manera, la Federación Uni-
versitaria siguió imponiéndose durante el periodo que duró la intervención.
El Diario de campaña de los estudiantes de Santa Fe por la Reforma
Universitaria dice que el día 27 de septiembre se festejó ruidosamente la
noticia de la sanción definitiva de la Ley de creación de la Universidad

53) Caballero Martín, Ángel S. La Universidad..., Op.Cit., p. 142 y 143.


54) El presidente Hipólito Yrigoyen promulgó la ley el 17 de octubre de 1919 bajo el Nú-
mero 10861.

99
Nacional del Litoral. Cuatro días después la Federación Universitaria re-
solvió ponerle punto final a la huelga que mantenían. Se consideró que
la lucha no había terminado pero creían prudente reemprender la tarea
suspendida “no por puro motivo de egoísmo, sino porque así lo reclama
la moralidad y el decoro de los estudiantes y la seriedad docente y admi-
nistrativa de la Universidad”55.
En marzo de 1920 el presidente Hipólito Yrigoyen encargó al Ministro
de Justicia e Instrucción Pública de la Nación José S. Salinas la organiza-
ción de la Universidad en función de lo estipulado por la ley. Concluido
los trabajos de organización, el 12 de abril de 1922 Yrigoyen nombró,
hasta el momento que se eligieran las autoridades de acuerdo a lo estable-
cido por los estatutos, como Rector a José Avalos y una semana después el
ministro Salinas se trasladó a Santa Fe para proceder a la inauguración de
la Universidad Nacional del Litoral. Luego de más de una década de lucha,
el accionar del movimiento estudiantil universitario santafesino lograba
concretar sus objetivos.

55) “Diario de campaña de los estudiantes de Santa Fe por la reforma Universitaria”, repro-
ducido en Del Mazo, Gabriel La Reforma Universitaria…, Op.Cit., Tomo V, p. 54.

100
“Paiva La heroica”. La comunidad ferroviaria
movilizada en 1961
Luisina Agostini

Recorrido preliminar

El movimiento obrero ferroviario nacional fue protagonista, durante


el siglo XX, de importantes luchas en pos de enfrentar las diferentes po-
líticas que en materia ferroviaria se desarrollaron en el país.
La Fraternidad y la Unión Ferroviaria fueron los gremios que convo-
caron masivamente a los trabajadores de los rieles, el primero desde fines
del siglo XIX agrupaba a los maquinistas y foguistas. El segundo, surgido
a principios del siglo XX, se componía del resto de los trabajadores, desde
los empleados de talleres, señaleros, hasta los peones de cuadrilla de vías.
Dentro del movimiento obrero los ferroviarios eran un grupo privilegiado,
La Fraternidad consiguió el convenio colectivo de trabajo en la década de
1920; durante la década del ‘30 la Unión Ferroviaria lideró la Confedera-
ción General del Trabajo (CGT) consolidando su estructura nacional. Lue-
go, durante el primer peronismo se enorgullecieron de la nacionalización
del transporte ferroviario, claro que también sufrieron la burocratización
de la dirigencia sindical y las críticas de las bases.
Ser ferroviario en Argentina entre 1920 y 1950 suponía prestigio so-
cial, un trabajo importante dentro del país y podía transmitirse genera-
cionalmente a partir de las experiencias compartidas en las escuelas de
maquinistas y foguistas por un lado, o comenzando como aprendiz en los
talleres. Muchos padres aseguraban el trabajo y el porvenir de sus hijos
al facilitarles la entrada y la enseñanza en estos espacios.
No obstante esto, los afiliados a La Fraternidad siempre destacaron
su cualificación frente a los miembros de la Unión Ferroviaria, conside-
raban que poseían un conocimiento específico, irremplazable para hacer
mover las locomotoras, y esto les otorgaba una identidad más arraigada:
ellos eran parte de la máquina.
El proceso de nacionalización del sistema ferroviario a partir de 1948
no significó la ausencia de conflictos obreros. A pesar del reforzamiento del

101
sentido de pertenencia que surgió con la estatización y las conquistas que
ello implicó, los trabajadores no cesaron en el planteo de mejoras laborales.
Las grandes huelgas ferroviarias de 1950-51 tuvieron que ver con deman-
das salariales que los afiliados gremiales reclamaban al gobierno peronista
y también con las diferencias entre las bases y la dirigencia sindical frente
al liderazgo y organización de los reclamos. La existencia de conflictos
obreros generó acciones de negociación y represión por parte del gobierno
y se agudizaron las críticas, desde la dirigencia sindical como de la oposi-
ción, a las medidas de estatización porque las mismas no se acompañaron
de renovación tecnológica y modernización de equipos ferroviarios.
La llamada Revolución Libertadora de 1955 aplicó diferentes medi-
das para atender las debilidades económicas del país que se consideraban
como el resultado de las erradas políticas peronistas. Una de ellas tenía
que ver con el crecimiento del déficit de las empresas públicas y dentro de
estas, la empresa ferroviaria se presentaba como improductiva y atrasada.
Cuando en 1958 Arturo Frondizi asumió el ejecutivo nacional continuó
con las políticas inspiradas en la no intervención del Estado de la denomi-
nada Revolución Libertadora, la reducción del gasto público y la entrada de
inversiones extranjeras destinadas al desarrollo automotriz y petroquímico.
En mayo de 1961 el Decreto Nacional N° 4061ordenaba el levantamien-
to de 2300 kilómetros de vías férreas, la cesantía y jubilación anticipada de
casi 10.000 trabajadores. Declaraba congelado el déficit de explotación de
los ferrocarriles nacionales estableciendo la necesidad de suprimir aquellos
servicios considerados antieconómicos en pos de racionalizar el trabajo del
personal para lograr una eficiente productividad. En su artículo 5 estable-
cía la transferencia a la actividad privada de servicios considerados com-
plementarios de la actividad ferroviaria como por ejemplo, restaurantes,
coches comedores y confiterías. Dejaba en claro el interés en realizar los
estudios necesarios para establecer la posibilidad económica y técnica de
proceder a la privatización total o parcial de los talleres de reparaciones1.
En este proceso histórico, la huelga nacional de 1961 constituyó una
de las primeras manifestaciones de defensa del ferrocarril frente a las
políticas del gobierno nacional.
Los ferroviarios históricamente se identificaron como parte de la
clase obrera. Si bien no trabajaron en fábricas, la creación del sistema

1) Decreto Nacional Nº 4061 del año 1961, citado en Paúl, Oscar La declaración de ciudad
del Pueblo Reynaldo Cullen, Imprenta Lux, Santa Fe, 2001.

102
ferroviario argentino, a fines del siglo XIX, necesitaba de mano de obra
especializada, de trabajadores que pudieran desempeñar las funciones
de mantenimiento de la estructura férrea y del material rodante. Esto
generó el desarrollo de una industria destinada a la producción de coches
motores, fábrica de vagones, ensamble de material importado. Se confor-
mó así, un complejo industrial importante sostenido por los talleres de
Tafí Viejo, Junín, Liniers, Remedios de Escalada, Pérez, La Plata, María
Juana, Paraná, Alta Córdoba, Laguna Paiva, San Cristóbal, Cruz del Eje,
entre otros, que tuvieron su esplendor en la primera mitad del siglo XX.
Dentro del Sistema Ferroviario Nacional organizado en función de
diferentes ramales que recorrían lo ancho y largo del territorio, Santa Fe
ocupaba un lugar estratégico como provincia con importantes talleres de
producción de insumos ferroviarios y reparación de vagones. Esto generó
un dinamismo económico en localidades como Laguna Paiva, Pérez y
San Cristóbal que se formaron al calor del funcionamiento de las loco-
motoras, constituyéndose en núcleos socioeconómicos fuertes dentro del
desarrollo regional ferroviario.
En este trabajo nos interesa analizar la movilización social llevada a
cabo por el pueblo de Laguna Paiva2 durante una huelga nacional en 1961
como resultado del impacto de las políticas desarrollistas del gobierno de
Frondizi. Consideramos que tales medidas fueron significativas en este
escenario porque el mismo no se reducía a un núcleo laboral, sino que el
trabajo ferroviario en los talleres era el centro del espacio social. Hom-
bres, mujeres, niños se veían relacionados de diferentes maneras con el
nudo ferroviario, el entramado identitario construido colectivamente en
y por la comunidad paivense, podríamos decir una comunidad ferrovia-
ria, es lo que hace particular e importante su estudio.

Las políticas de reestructuración y la huelga

Durante el gobierno frondicista se identificaron diferentes problemas


a resolver “… un parque automotor escaso, una red vial poco desarrollada

2) Localidad ubicada a 40 kilómetros de la ciudad de Santa Fe que se llamó Pueblo Reynaldo


Cullen hasta que en 1967 fue declarada ciudad, adoptando el nombre que identificaba a la
estación de trenes del Ferrocarril Belgrano: Laguna Paiva. A lo largo de este trabajo se utiliza
este último porque las fuentes con las que se ha trabajado así lo realizan.

103
y una red ferroviaria obsoleta con problemas estructurales y con un défi-
cit que comprometía notablemente las cuentas públicas”3. Dentro de esta
agenda y como parte de las políticas desarrollistas, el gobierno elaboró
el Plan de Reestructuración Ferroviaria o Plan Larkin4, que establecía
un diagnóstico negativo del sistema ferroviario argentino, financiamiento
externo para solucionar el déficit, un achicamiento de la red ferroviaria y
la reducción del número de empleados5.
Mengascini6 plantea que el crecimiento de la industria automotriz,
por un lado, y el Plan Larkin por otro, constituyeron el contexto funda-
mental del paro ferroviario de 1961. Sin embargo, agrega que los déficits
de la organización ferroviaria de años anteriores (incluyendo el período
peronista y nacionalizador) generaron, de alguna manera, las políticas
más duras sobre el transporte ferroviario a partir de la aplicación de las
recetas desarrollistas.
El despegue de la industria automotriz en este período provocó el de-
sarrollo de una estructura productiva ligada a neumáticos, combustibles,
motores, entre otros. También, el crecimiento del transporte de carga y de
pasajeros contó con subsidios y nuevos caminos construidos por Vialidad
Nacional, superpuestos al trazado ferroviario. Se generó entonces el quiebre
geográfico del recorrido férreo, con la consecuente desintegración social y
económica de los espacios, que fueron creados en el siglo XIX e inicios del
XX al calor de la economía agroexportadora, que en la década de los años
‘50 no tenían garantizada su existencia dentro del esquema desarrollista.
El crecimiento regional de Córdoba y Santa Fe como resultado del de-
sarrollo de la industria automotriz, San Nicolás y Villa Constitución de-
bido a la siderurgia, la Patagonia por las inversiones en las industrias de
aluminio, gas y petróleo, evidenciaban la decadencia de las industrias vin-
culadas a la alimentación, servicios férreos e industria textil debido al atra-

3) Ortega, Fernando “De la modernización a la racionalización. Políticas adoptadas por Fron-


dizi ante la crisis ferroviaria (1958-1962)”, en Revista H-industri@ Año 4, N°7, 2010, p.3,
http://ojs.econ.uba.ar/ojs/index.php/H-ind/article/view/422/775, consulta noviembre 2015.
4) El General de Estados Unidos Thomas Larkin era el director del “Grupo de planeamiento
de los trasportes argentinos”, comisión del BIRF (Banco Interamericano Regional de Fomen-
to) que llegó a la Argentina en 1960 y tenía como objetivo elaborar un plan de largo alcance
que se implementaría a partir de una legislación y funcionarios nombrados para tales fines.
5) Estos puntos quedaron plasmados en el Decreto Nº 4061 del año 1961, nombrado ante-
riormente como parte de la batería de disposiciones que elaboró el gobierno.
6) Mengascini, Hugo Huelgas y conflictos ferroviarios. Los trabajadores de Tandil en la
segunda mitad del siglo XX, Prohistoria, Rosario, 2011.

104
so tecnológico y a estar fuera de las prioridades del gobierno. La aplicación
de políticas de reestructuración nacional en escenarios locales desplazados
por el nuevo proyecto, generaron una ruptura económica y social.
Como resultado del Decreto Nº 4061, se llevaron a cabo a nivel nacio-
nal diferentes paros por parte de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria.
Durante los meses de mayo y junio se realizaron huelgas que consiguieron
un acuerdo con el gobierno que consistió en la posterior conformación
de una comisión integrada por representantes estatales y gremiales con
el propósito de estudiar la situación de los servicios auxiliares, de los ra-
males que se pretendía levantar y del consecuente régimen de trabajo en
los talleres. Tras demoras en las negociaciones, un decreto en octubre de
1961 declaró congelado el déficit de explotación de los ferrocarriles na-
cionales, acentuó el diagnóstico económico deficitario de las estructuras
ferroviarias para la economía del país y estableció la necesidad de reducir
el personal en forma paulatina con previa indemnización. El Ministro de
Obras y Servicios Públicos de la Nación, Arturo Acevedo, se dirigió a la
opinión pública mediante una solicitada en la cual exponía 29 razones
para “ratificar la política para suprimir el déficit y mejorar los servicios”.
La razón número 11 planteaba “El personal de los ferrocarriles argentinos
es superabundante comparado con los de cualquier país del mundo y el
cotejo del volumen de carga transportada en cada sistema comprueba su
baja productividad”, mientras que el punto número 20 declaraba

El Gobierno Nacional privatizará aquellos servicios auxi-


liares, confiterías, comedores, quioscos, imprentas, canteras,
cierto tipo de talleres, etc. que no hacen a lo que debe ser la
materia exclusiva de la actividad ferroviaria, que consiste en
movimiento y transporte de pasajeros y carga.

Esta solicitada consideraba a la huelga como un “injusto castigo al


pueblo” y aseguraba que las razones expuestas eran las “únicas solucio-
nes posibles para la reconstrucción inmediata de los ferrocarriles”7.
El 28 de octubre de 1961 se clausuraron talleres y ramales auxiliares y
se cerraron los de Cruz del Eje, Liniers, Alianza, Santa Fe, Strobel, Rosa-
rio, La Plata y San Antonio Oeste. La Comisión Directiva de La Fraterni-
dad, siguiendo las disposiciones de la 46ª Asamblea General de Delegados,

7) Diario La Capital, Rosario, 27 de octubre de 1961.

105
estableció un paro por tiempo indeterminado que comenzó el 30 de octu-
bre, siendo coordinada la acción con otros actores del movimiento obrero
nacional como la Unión Ferroviaria, la Confederación General del Trabajo,
la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte y establecien-
do contactos con la Federación Internacional de Obreros del Transporte.
A partir del 1 de noviembre de 1961 las disposiciones gubernamenta-
les declaraban la emergencia de la situación ferroviaria y el establecimien-
to de la requisa del personal en Buenos Aires, y a partir del 13 de noviem-
bre en todo el país8. Esta medida se acompañó, a partir del 5 de noviembre,
de la creación de un Comando de Seguridad del Transporte encargado de
asegurar el funcionamiento del servicio y la paz social. Consideramos que
estos dispositivos de control dan cuenta del creciente protagonismo del
actor militar y de la crisis de legitimidad del sistema político9.
El ofrecimiento de altas remuneraciones a aquellos que se presenta-
sen a trabajar, la contratación de personal jubilado, de obreros de países
limítrofes y aficionados constituyeron estrategias del gobierno nacional
para garantizar el cumplimiento del servicio y quebrar la huelga.
Asambleas de trabajadores, manifestaciones públicas, divulgación pro-
pagandística integraron el repertorio de acción constante del movimien-
to ferroviario nacional. Las comisiones directivas de La Fraternidad y la
Unión Ferroviaria centralizaron la información del conflicto, las indica-
ciones a seguir y la suerte de las negociaciones en Circulares Generales y
Boletines de Huelga. A partir del 1 de noviembre de 1961 la preocupación
central del movimiento fue buscar estrategias para obstaculizar y hacer fra-
casar el plan de requisa del gobierno. En los documentos gremiales se indi-
caba como proceder frente a los allanamientos, intimidaciones, persecucio-
nes y demás acciones realizadas hacia la organización gremial, los obreros
y sus familias, tendientes a quebrar la medida. También, los documentos
gremiales advertían sobre la contratación de personal antes despedido y

8) La requisa era un procedimiento policial que ponía a disposición del Ejecutivo Nacional
al personal estatal ferroviario, a quien se le notificaba la obligación de concurrir a su lugar
de trabajo.
9) El Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado, cuyo antecedente se encuentra en
la Ley de Organización de la Nación para Tiempos de Guerra, Ley Nacional Nº 13234 de
1948), que otorgaba facultades judiciales al Poder Ejecutivo Nacional y permitía la partici-
pación de las Fuerzas Armadas en la represión interna, daba cuenta del predominio del actor
militar en la escena política Argentina.

106
no profesional que ocupaba cargos en los servicios ferroviarios pudiendo
ocasionar accidentes, errores técnicos y un peligro para los usuarios.
Cuando el conflicto llegó al día 32, el Cardenal Antonio Caggiano dio
a conocer una carta pastoral en la que explicitaba “…a esta altura de los
acontecimientos nuestro silencio no podría ser considerado como una ma-
nifestación de prudencia sino como índice de insensibilidad”10. Debido al
recrudecimiento de la huelga y a las frustradas negociaciones entre las par-
tes, el 1 de diciembre el Poder Ejecutivo solicitó la mediación del Cardenal,
el que aceptó la propuesta y la comunicó a las entidades gremiales quienes,
a su vez, también aceptaron las nuevas condiciones de las negociaciones.
El plan reivindicativo del movimiento ferroviario consistía en la cons-
titución del directorio de la Empresa de Ferrocarriles Argentinos (EFEA)
con representación obrera, la reapertura de talleres, el aumento de sueldos
de acuerdo a la escala presentada oportunamente, la libertad de los dete-
nidos, anulación de las sanciones aplicadas desde el inicio de la medida,
nuevos estudios sobre la situación de los ramales clausurados, y el mante-
nimiento del régimen de indemnizaciones para el retiro voluntario de los
empleos. Fue presentado al Cardenal Caggiano quien lo entregó al gobier-
no, siendo rechazado el 3 de diciembre de 1961 por considerar que las peti-
ciones obreras significaban “retrotraer la situación al comienzo del conflic-
to sin sugerir ninguna medida constructiva o de concreta colaboración”11.
Las negociaciones finalizaron con el levantamiento de la huelga el 10 de
diciembre de 1961 cuando, sin abandonar las bases de la política de re-
estructuración gubernamental, se aceptaron las reivindicaciones obreras.

La comunidad ferroviaria

En Laguna Paiva se localizaba uno de los mayores talleres de montaje


y reparación de locomotoras del Ferrocarril General Belgrano. Su carácter
estratégico lo convirtió en la principal fuente de ingresos para la población
al operar como canal de conexión y comunicación entre diversos puntos
geográficos. El tendido del ramal San Cristóbal - Santa Fe dejó como resul-
tado la habilitación de la estación Laguna Paiva (1908) en campos que eran
propiedad de Reynaldo Cullen. Esto fomentó el poblamiento del lugar y el

10) Diario El Litoral, Santa Fe, 1 de diciembre de 1961, p.1.


11) Diario El Litoral, 4 de diciembre de 1961, p.1.

107
surgimiento de locales comerciales para proveer artículos de consumo a los
obreros de las cuadrillas de trabajo. Con el correr de los años, el Estado dio
lugar a emprendimientos ferroviarios como el ramal Laguna Paiva–Deán
Funes, la rotonda y el depósito de locomotoras, el taller de reparación de
vagones y almacenes para proveer de insumos a la línea Belgrano. Esto
produjo la instalación de otras instituciones que acompañaron el crecimien-
to poblacional de la localidad. El ferrocarril ejerció una fuerte influencia
en el trazado urbano, ya que los primeros espacios que se fueron loteando
se ubicaban en las proximidades de la estación de trenes y del depósito de
locomotoras, y a lo largo de las vías de los ramales Deán Funes y San Cris-
tóbal. La conformación de dos conglomerados a ambos lados de las vías
creó las denominaciones de Pueblo Nuevo y Pueblo Viejo según la cercanía
o lejanía a la estación primitiva, ordenando así el crecimiento urbano.
La ciudad del riel, denominación que adquiriría la ciudad de Paiva
a partir de 1980, da cuenta de una sociedad moldeada por la acción de
los ferrocarriles que impregnaban de una identidad particular al pueblo.
Esta expresión, que paradójicamente se exponía en un momento histórico
donde el ferrocarril había perdido el esplendor de los años ‘40, iba de la
mano con la necesidad de recuperar una historia y una imagen que ha-
bía marcado la identidad de un pueblo ferroviario que las políticas de la
dictadura y el menemismo dañarían por completo quedando la expresión
desligada de la realidad. Por ejemplo:

(l)a salida de los operarios constituía todo un espectáculo


cuando centenares de ellos ganaban, con sus clásicos unifor-
mes azules, las calles de acceso a la principal fuente de trabajo
que rápidamente comenzaban a transitar, a pié o montados en
rústicas bicicletas, en busca de sus hogares12.

La imagen que se describe da cuenta de ciertas rutinas del trabajo y


la vida de una localidad basada en el funcionamiento de los talleres de
reparación de locomotoras. La cotidianeidad de esta ciudad del riel se
nutria de éstas y otras imágenes que pintaban un escenario particular de
movimiento y dinamismo durante gran parte de su historia en el siglo

12) Paúl, Oscar “Los ferrocarriles en la vida de Laguna Paiva”, ponencia presentada en el
III Congreso de los Pueblos de la Provincia de Santa Fe. Historia y Perspectiva, Santa Fe,
octubre de 1998, p. 9.

108
XX, que se vería modificado durante la huelga nacional de 1961.
Esta localidad, contaba “(c)asi al finalizar los años cincuenta, (con)
algo más de 1700 obreros y empleados, cifra a la que debe agregársele los
700 que, ocupaban en conjunto Almacenes, Vías y Obras, Depósito de
Locomotoras, Personal de conducción y de Tráfico”13. De allí que frente
al impacto generado por la clausura de los ramales: Empalme San Carlos
- Gálvez, Gessler - Coronda, Nelson - San Cristóbal y Naré - San Javier,
y el despido de 171 trabajadores de sus talleres, dispuestos el 28 de octu-
bre de 1961, presentó una fuerte adhesión a la huelga nacional ferroviaria.
Nos preguntamos, ¿Quiénes eran los sujetos sociales de los talleres
ferroviarios? ¿Qué pedían los obreros ferroviarios en 1961 y cómo lo ha-
cían? ¿Cuál era la trama social, laboral y cultural que podemos recons-
truir en Laguna Paiva?
El 29 de octubre el Diario El Litoral registró los ecos de la asamblea
de dos mil afiliados en la sede de la Unión Ferroviaria de Santa Fe, en la
que se resolvió la adhesión de los ferroviarios locales al paro por tiempo
indeterminado a partir de la cero hora del día siguiente, conforme lo dis-
puesto por la central ferroviaria nacional. Se advierte en la oratoria de los
participantes de esta asamblea un posicionamiento crítico ante la política
del gobierno que impactó sobre el espacio local porque consideraban que
estas disposiciones aislarían regiones enteras.
Con respecto a las características del sindicalismo ferroviario, podemos
conocer que las disposiciones generales que enviaba la Comisión Directiva
de La Fraternidad desde Buenos Aires a las seccionales permitían articular
y coordinar acciones en el movimiento ferroviario. Estas daban cuenta de
las negociaciones realizadas entre el órgano sindical y el gobierno, las re-
uniones con otras organizaciones gremiales, el por qué de las medidas de
fuerza, las indicaciones y forma de organización de la acción colectiva a
nivel nacional, los casos destacados del conflicto, las críticas al gobierno
y sus ministros y el descargo ante las consideradas tergiversaciones de la
prensa. En las instrucciones que se manifestaban en las Circulares Gene-
rales se hacían explícitos los canales de comunicación que se mantendrían
para el sostenimiento de la acción: la distribución de boletines de huelga
en todas las seccionales, la conformación de Comisiones de Emergencia
para realizar tareas informativas y solidarias con los obreros perseguidos y
requisados, la elaboración de boletines de huelga locales y otros impresos

13) Paúl, Oscar “Los ferrocarriles…,Op.Cit., p. 3.

109
que deberían remitirse a la Secretaría Central del movimiento para infor-
mar los acontecimientos particulares y las características del conflicto en
las diferentes localidades. Estas cuestiones evidenciaban una organización
con fuerte control a nivel nacional que fomentaba una articulación de redes
en el plano horizontal siguiendo los principios de “Disciplina, Organiza-
ción, Ajuste en las operaciones, Determinación, Solidaridad, Decisión”14.
A partir del análisis del discurso gremial, podemos destacar que la defensa de
la idoneidad del oficio, la reivindicación de un pasado común, la lealtad gremial,
serían tres rasgos claves a la hora de reforzar una identidad colectiva amenazada
en esa situación conflictiva. La apelación a un pasado que encontró gloriosas
reivindicaciones y acciones –como las grandes huelgas de 1912 y 1919– fueron
tomadas como hitos temporales para justificar las acciones en 1961.
Los documentos gremiales otorgaban protagonismo a los considerados
“deberes del ferroviario” que consistían en acompañar las acciones, soste-
ner el desafío, ayudar a los compañeros perseguidos, acatar las decisiones
de la Comisión Directiva, leer y difundir los boletines de huelga, como así
también detectar, denunciar ante el gremio y públicamente los nombres y
las acciones de los considerados traidores al movimiento. Así es como por
ejemplo, en los boletines de huelga de la seccional de Laguna Paiva, se
plasmaba periódicamente la “Lista de Carneros actualizada” compuesta
de: los nombres, apellidos, apodos y lugar de trabajo de aquellos considera-
dos “traidores”, los cuales eran criticados, atacados verbalmente y ridiculi-
zados por la debilidad demostrada con el movimiento ferroviario.
Como se consideraba que este conflicto afectaba a la Nación Argen-
tina en su conjunto, se reconocían las masivas adhesiones a la huelga
ferroviaria. Los lemas se utilizaban para dar cuenta de la unanimidad del
movimiento ferroviario pero también, se extendían a las familias de los
ferroviarios que acompañaban al hombre en su lucha, ganando protago-
nismo la mujer del obrero que en significativos acontecimientos recibió
páginas de reconocimiento en los documentos gremiales.
El mundo de los trabajadores ferroviarios se basaba en la transmisión
de una cultura, costumbres, rituales, legados familiares, herencias colecti-
vas, que no podían materializarse en ninguna disposición. Los reglamentos
de trabajo existentes para los ferroviarios y las disposiciones gremiales for-
maban parte de los saberes formales que los obreros debían conocer para

14) “Boletín de Huelga”, La Fraternidad Seccional Laguna Paiva, 24 de noviembre de 1961


(Archivo personal de Oscar Paúl, docente y periodista de Laguna Paiva –en adelante ApOP–).

110
realizar su trabajo cotidiano. Pero existieron otros saberes, que formaban
parte del “Sistema De Saberes del Trabajo Ferroviario (SSTF)”, es decir

…un conjunto integrado y articulado de conocimientos téc-


nicos y no técnicos, experiencias, hábitos y costumbres legadas,
tradiciones, rutinas, representaciones sobre el trabajo ferrovia-
rio, mitos y leyendas que como entramado de saberes constituye
parte del «patrimonio colectivo» de todos los ferroviarios15.

Como dijimos antes, los gremios contribuyeron a definir determinados


elementos constitutivos de los obreros de los trenes que pudimos encontrar
presentes en los documentos gremiales durante el paro; pero consideramos
que la huelga ferroviaria de 1961 fue un mojón que nos permite vislumbrar
la presencia de una trama social surgida en torno a un trabajo específico y
conformada mediante el conjunto de saberes, aprendidos, vividos, trans-
mitidos por un colectivo que crea la identidad no solo de los obreros ferro-
viarios sino de la comunidad. Este entramado laboral, educativo, social y
cultural se extiende a la familia y al barrio, dando cuenta de una identidad
ferroviaria en la comunidad, que se activó durante la huelga.
Como se registró en el Diario El Litoral el 31 de octubre, luego de una
asamblea realizada unos días antes en la sede de la Unión Ferroviaria de
Laguna Paiva, los participantes de la misma se organizaron en manifes-
tación llegando hasta la plaza central del pueblo y, frente al busto del Ge-
neral San Martín, entonaron el Himno Nacional Argentino concluyendo
el acto sin incidentes y recibiendo una importante adhesión del comercio
paivense que cerró sus puertas16.
Las manifestaciones y actos en la plaza principal fueron dos cons-
tantes del repertorio de acción del movimiento ferroviario local, con una
fuerte presencia de gran parte de la población y de la familia del obrero.
Estas cuestiones se correspondieron con un llamativo despliegue de me-
canismos de vigilancia y seguridad por parte del gobierno nacional.
Estas acciones que podemos encontrar registradas en la prensa y en
los documentos gremiales, tienen otro significado cuando las conocemos
a través de los recuerdos de sus protagonistas. El contexto social y las
experiencias individuales están enmarcadas socialmente, es decir,

15) Rozitchner, León y Horacio González (director y codirector) Vías Argentinas (ensayos
sobre el Ferrocarril), Milena Caserola, Buenos Aires, 2010, p.65.
16) Diario El Litoral, 31 de octubre de 1961, p. 4.

111
(l)o colectivo de las memorias es el entretejido de tradicio-
nes y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de
flujo constante, con alguna organización social –algunas voces
son más potentes que otras porque cuentan con mayor acceso a
recursos y escenarios– y con alguna estructura, dada por códi-
gos culturales compartidos17.

De esta forma existen testimonios que expresan los diferentes senti-


dos del pasado, sentidos que interactúan y que evidencian los constructos
identitarios presentes y en disputa.
Cuando entrevistamos a los ferroviarios, o cuando leemos sus rela-
tos contados a otros colegas, podemos vislumbrar en sus experiencias
marcas temporales que tienen que ver con su historia vivida, momentos
importantes en sus vidas porque ellos han sido protagonistas, transmiten
añoranza por esos años pasados, tristeza por sucesos negativos para su
pueblo, orgullo y emoción al rememorar actos que no creían ser capaces
de realizar y sin embargo hicieron.

Yo recuerdo la asamblea que era numerosísima, era muy


raro, porque la gente es muy reacia, lo fue siempre, más en
esos momentos eran masivas, y había una compenetración de
seguir la lucha. Yo no era ni activista ni gremialista, pero era
joven, tenía veintiocho años, y a uno le dolía todo esto, porque,
en ese entonces, uno tenía diez u once años de servicio, ya uno
lo aprendió a querer. Aparte, mi papá había sido ferroviario, no
trabajó en los talleres porque era maquinista, pero tenía tíos,
primos, parientes, vecinos que eran todos ferroviarios18.

En el parte de los días de huelga emitido por la seccional paivense


de La Fraternidad, se mencionaban las cuatro manifestaciones realiza-
das en la localidad, las cuales habían sorprendido a los integrantes del
movimiento ferroviario porque habían contado con la participación de
esposas, hijos y la adhesión de instituciones del pueblo quienes llevando

17) Jelin, Elizabeth “¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias?”, en Los trabajos de
la memoria Colección Memorias de la represión, Siglo XXI, Madrid, 2002, p. 22.
18) Gentina, Dante. Entrevista realizada en diciembre de 2004 en Laguna Paiva, Provincia
de Santa Fe, Argentina. Entrevistador: Matias Rodeiro.

112
banderas argentinas circularon por las calles. Acciones colectivas con-
vencionales del movimiento obrero ferroviario local aparecieron aglu-
tinando a otros sujetos que activaron redes personales y sociales con
los protagonistas directos de la acción, mostrando la flexibilidad de la
organización y despertando solidaridad en diversos sectores de la so-
ciedad paivense. También la huelga contó con la adhesión del Centro de
Jubilados y Pensionados Ferroviarios y de la Comisión Pro Mejoras del
Magisterio de la localidad.
Para Walter Avellaneda, ex ferroviario, el 3 de noviembre de 1961 co-
mienza lo que denomina el proceso de organización de Paiva y recuerda
las acciones que tuvieron como protagonistas no solo a los trabajadores
sino a todo el pueblo y pueden encontrarse como antecedentes de la jor-
nada del 11 de noviembre que dará lugar a la leyenda de Paiva la heroica,

Los maquinistas se fueron todos al campo, a casa de pa-


rientes, se fueron del pueblo, quedaban los peones y nosotros
los activistas que estábamos en la Unión Ferroviaria, (…) has-
ta que un día la Federal decide detener a todos los zurdos del
pueblo (…) entra un colectivo cargado de federales y se bajan
en la esquina, sigue y para en la plaza, en la Unión Ferroviaria
cierran el local (…) rodean la manzana y cargan a la gente en
los colectivos y entonces vamos todos a la esquina de la Unión
Ferroviaria y ahí se juntaron grupos de gente joven y empeza-
mos a decir: ¡hay que hacer algo!
Y entonces en el grupito que éramos, uno dice: ¡hay que ha-
cer una marcha!, otro dice: ¡necesitamos una bandera, hay que
cantar el himno! Y había un hombre que dice: yo voy a buscar la
bandera al club de bochas “Chanta al Chico” y salió en bicicleta
y apareció con la bandera de Argentina (risas). Entonces, habían
salido del Policlínico las enfermeras y habían venido con noso-
tros. Entonces tomamos la bandera y salimos desde la esquina
del paso nivel a media cuadra estaba el colectivo, el colectivo
había salido a allanar casas, buscaban a los comunistas, pero
ya se habían rajado todos (risas). Comenzamos a avanzar. ¡Esa
marcha nunca me voy a olvidar! A los que tenían miedo los
obligábamos a plegarse. Las mujeres del policlínico todas atrás
nuestro, avanzamos por la calle Moreno, cuando me di vuelta
había media cuadra de gente, se plegaba la familia, y camina-
mos hasta la calle Libertad, ahí estaba el colectivo, cuando nos
vieron venir ¡éramos más de 1000! Dos cuadras de gente, y no-

113
sotros con la bandera y adelante del colectivo los policías con
carabinas, adelante del colectivo apuntando a la gente…19

Las representaciones sociales que los sujetos realizan de sí mismos y de


los otros son las que generan las formas de identidad, localizadas, espacia-
das, no siempre geográficamente sino socialmente. Sostenemos entonces
que las relaciones construidas y (re)construidas por los pobladores de esta
localidad ferroviaria, son relaciones sociales atravesadas por experiencias
históricas diferentes, pero también comunes, que se transmiten como los
saberes y conforman imaginarios sociales particulares en escenarios so-
cioculturales delimitados. La improvisación de la marcha que nos cuenta
Walter tiene los condimentos necesarios para quedar grabada en su me-
moria, así como la relata, no de otra forma, aunque tal vez si encontramos
otro testimonio sobre el mismo acontecimiento tendremos otras miradas,
seguramente también podamos leer elementos comunes que tienen que ver
con un contexto social singular en el que recordar estos hechos, el pueblo,
lo local, que se erigen como lugares estratégicos para pensar la identidad.

Paiva la heroica

Cuando reconstruimos los diferentes acontecimientos que marcaron


el suceder de la huelga, llama la atención la jornada del 11 de noviembre
de 1961 para la historia de Laguna Paiva. Al recorrer las calles de la lo-
calidad, encontramos sitios ferroviarios, restos físicos de las locomotoras,
talleres deshabitados, destruidos por el abandono político y social, pero
también nos encontramos con pequeñas intervenciones artísticas que in-
tentan recuperar una memoria. Podemos ver como se erige una obra de
arte que en la placa manifiesta ser el “Símbolo de la heroica participación
de la mujer durante la huelga ferroviaria de 1961 en Laguna Paiva”, con
fecha del 2011 conmemorándose 50 años de la gesta; llama la atención
el fragmento poético de Demetrio Díaz Acuña que acompaña la escena
“Para los gremios del mundo entero, paivera heroica, bella mujer, eres el
himno de los obreros, dulce consuelo del padecer”. Cuando hablamos con
algunos pobladores de Paiva, sin importar sus edades, refieren a la popu-

19) Avellaneda, Walter. Entrevista realizada en septiembre de 2015 en Laguna Paiva, Pro-
vincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Luisina Agostini.

114
laridad de la localidad durante el paro por tiempo indeterminado en 1961,
porque frente al ingreso de un tren que desafiaba la medida de fuerza,
las mujeres interrumpieron su paso colocando durmientes, lo que generó
una fuerte represión policial con el saldo de dos heridos graves (los fe-
rroviarios Oliva y Gómez), uno de ellos muerto ese mismo día. El parte
de huelga emitido por la seccional paivense de La Fraternidad expresaba
que pasado el mediodía llegó un tren tocando repetidas veces la bocina
en “actitud provocativa” que se manifestó cuando el maquinista al llegar
al paso nivel saludaba “haciendo ostentación de una manzana que iba co-
miendo”. Al llegar a un destacamento de la policía ferroviaria “las mujeres
de la población se pusieron en las vías y acarreaban durmientes próximos
instando a los compañeros ferroviarios a hacer lo mismo, generalizándose
entonces la obstrucción de las vías, levantándose más adelante los rieles”.
La locomotora se detuvo y se inició una pedrada, procediendo los policías
a “hacer descargas de metralletas contra los ferroviarios”20.
Este episodio generó que el gobierno nacional refuerce las medidas de se-
guridad enviando más efectivos a Laguna Paiva21. Por el lado del gremialismo
nacional, la reivindicación de la gesta se realizó en diferentes comunicados,
por ejemplo en el Boletín de Huelga; bajo el título “Páginas de heroísmo”
se relataba que “Las mujeres de Laguna Paiva desgarraron sus vestidos para
hacer antorchas”22. La central nacional de La Fraternidad contaba con orgullo
el valor de las mujeres para desafiar al gobierno y apoyar a los trabajadores.
Compartimos con Elizabeth Jelin cuando postula que, por sí solas las
huellas del pasado en diferentes formatos no garantizan su evocación,
solo los sujetos son los que activan la memoria para dar sentido al pasado;
por eso cuando Nidia nos relató que

…los durmientes estaban ahí porque los trabajadores de


Vía y Obra sacaban los durmientes para arreglar la vía, mi casa
quedaba frente a las vías, ¡Vamos a poner durmientes, grito
una!, ahí nomas nos cruzamos a la vía y ahí empezamos…23

20) “Parte de los días de huelga”, La Fraternidad Seccional Laguna Paiva, 12 de noviembre
de 1961 (ApOP).
21) “En el caso de Laguna Paiva, se reforzarán los efectivos necesarios de la Policía Fede-
ral”, en Diario El Litoral, 12 de noviembre de 1961, p. 4.
22) “Boletín de Huelga”, La Fraternidad, Buenos Aires, 18 de noviembre de 1961 (ApOP).
23) Zulato, Nidia. Entrevista realizada en septiembre de 2015 en Laguna Paiva, Provincia
de Santa Fe. Entrevistadora: Luisina Agostini.

115
Pudimos ver un sentimiento de emoción y valentía en su recuerdo,
una acción concreta realizada por esta mujer, que como tantas, traducía
un lugar en la sociedad de su tiempo.
El hombre ferroviario era considerado el jefe del hogar, el sostén de
la familia,

(a) las dos de la tarde, sonaba la sirena del taller y a poner


la mesa. Me llamaban los chicos: ¡Mami toco el pito ya viene
papi!, ¡a poner la mesa! Y cuando llegaba mi esposo se despa-
rramaban en la mesa y se servía la comida, no faltaba nada24.

Cuando el conflicto desafió ese ideal, alteró esa imagen familiar en el


hogar obrero fue cuando las mujeres se activaron para defenderlo junto a
los hombres. Si bien de esta manera se estarían legitimando los modelos
presentes de familia, mujer y hombre, las mujeres con sus acciones co-
lectivas ocuparon lugares públicos insospechados, poniendo en juego las
representaciones de género de la época.
Ellas no trabajaban con los varones, no fueron partícipes en espacios
claves del sindicalismo o de la organización política dentro del movi-
miento obrero ferroviario local. La huelga no las colocaba como protago-
nistas directas pero esto no implica invisibilizar su protagonismo en las
acciones y en el conflicto ferroviario. Ellas no participaban de asambleas
aunque sí de marchas públicas, y según versa un boletín de huelga na-
cional “esposas, hijas y hermanas de compañeros en solidaria y ejemplar
actitud, han acometido la tarea de distribuir el Boletín de Huelga, que
así adquiere mayor difusión y se honra con la colaboración valerosa y
decidida de las compañeras”25.
¿Por qué levantaron durmientes? ¿Por qué ellas, mujeres, en un espa-
cio laboral de hombres? Nidia nos dice “¡cuando te agarra una desespera-
ción! ¡Que no sabes que hacer! ¿Quién iba a decir que nosotras íbamos a
alzar los durmientes?, ¡con lo que pesan! (risas)”26.
Durante la huelga, muchos ferroviarios se encontraban escondidos por-
que el gobierno requisaba y buscaba maquinistas para hacer circular las
locomotoras. Muchos trabajadores que no eran carneros escapaban al Sa-

24) Zulato, Nidia. Entrevista…, Op.Cit.


25) “Boletin de Huelga”, La Fraternidad, Buenos Aires, 19 de noviembre de 1961 (ApOP).
26) Zulato, Nidia. Entrevista…, Op.Cit.

116
ladillo, zona de río cercana a Paiva, y vivían de la pesca esperando noticias
de los acontecimientos a través de los boletines de huelga. Las mujeres te-
nían que encargarse no solo de los quehaceres domésticos, sino también de
sostener a sus maridos en huelga. Los gremios entregaban mercadería a los
obreros y sus familias y los comerciantes en solidaridad con la causa, no
habían cerrado libretas. Los hombres que no se escondían, estaban en los
locales gremiales (cuando estos no estaban clausurados) o bien, pasaban
más tiempo en sus hogares. Las rutinas se habían alterado, “ser mujer de
un ferroviario era un prestigio, eran los únicos que tenían sueldo seguro”27
relata Mercedes, y la huelga había golpeado esa realidad. El conflicto pro-
vocó que el lugar de trabajo masculino sea defendido por las mujeres, los
durmientes que eran el cimiento por el que el tren funcionaba eran sos-
tenidos por ellas, como parte de una identidad ferroviaria extendida. Las
vías fueron apropiadas por los cuerpos femeninos aunque eso no significó
cambiar revolucionariamente los lugares socialmente asignados.
Temma Kaplan propone el concepto de “comunidad femenina”28 para
explicar las redes y relaciones entre las mujeres en los espacios que coti-
dianamente comparten, y que son el lugar de construcción de las accio-
nes colectivas basadas en la solidaridad femenina por un lado, y de clase
trabajadora por otro. Podemos conocer en los relatos que existen lugares
comunes en el espacio público y formas de comunicación propias de las
mujeres. El barrio, la cuadra, el escenario transitado y conocido por ellas
fue activado cuando la urgencia apremiaba,

… por ahí escuchamos el pito de la máquina que venía, que


pasaba para el lado de San Cristóbal, cuando sentimos el pito
de la máquina, salimos a ver pero era una humareda de gente
que corría a la par del tren tirándoles cascotes, con lo que en-
contraban le tiraban, pero la policía les tiraba tiros, y ahí fue
donde la que salió y ve les gritaba a todas las vecinas, al barrio,
yo le avisaba a ella, ella a todas las que seguían29.
Cuando el desorden social pone en peligro las rutinas construidas y

27) Carnero, Mercedes. Entrevista realizada en septiembre de 2015 en Laguna Paiva, Pro-
vincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Luisina Agostini.
28) Kaplan, Temma “Conciencia femenina y acción colectiva: el caso de Barcelona, 1910-
1918”, en Amelang, James y Mary Nash Historia y género: las mujeres en la Europa moder-
na y contemporánea, Alfons el Magnànim, Valencia, 1990, p.269.
29) Carnero, Mercedes. Entrevista…,Op.Cit.

117
compartidas en la proximidad física de la cotidianeidad del barrio, de
la vecindad, aflora el poder de la comunidad, vínculos que muestran su
fuerza en momentos de la acción colectiva.
Podemos pensar entonces en qué medida los espacios relacionales, el
lugar de trabajo, la calle, la casa, el barrio, la comunidad fueron resignifi-
cados durante el conflicto, mostrando que se trataba de identidades cons-
truidas socialmente. Los significados que los paivenses les atribuyeron a
estos lugares30 denotan nociones de género, prácticas y sentidos que en
momentos de conflicto son puestos en tensión, reconociendo presencias
antes ignoradas o silenciadas.
En Laguna Paiva no se vivió otra jornada como la heroica. Dentro
de la huelga nacional ferroviaria que duró 42 días, los sucesos del 11 de
noviembre de 1961 fueron considerados un ejemplo a seguir de la lucha
obrera por el movimiento ferroviario nacional. La seccional local de La
Fraternidad recibió muchas muestras de adhesión y reconocimiento pese
a que ese día, las acciones paivenses fueron encabezadas por el pueblo
indignado y no por los dirigentes gremiales. Por el lado del gobierno na-
cional, se denostaron los sucesos y se recrudecieron los mecanismos de
control previniendo el posible contagio en el resto del país.
Cuando el conflicto llegó a su fin el 10 de diciembre de 1961, se había
avanzado sobre la reestructuración ferroviaria y si bien muchos de los
trabajadores despedidos fueron reincorporados, la suerte de los talleres y
ramales no tendría vuelta atrás. Se había iniciado un proceso de raciona-
lización ferroviaria que se profundizaría años posteriores culminando en
la privatización de los ‘90.

Palabras finales

Los talleres ferroviarios de Laguna Paiva fueron espacios en torno


a los cuales se construyó un colectivo social que incluyó familias y mu-
jeres, quienes lideraron acciones colectivas en defensa de la fuente de
trabajo. Una comunidad ferroviaria movilizada es posible en este nudo

30) Los lugares pueden definirse, como sostiene Linda McDowell, por las relaciones socio-
espaciales que se entrecruzan en ellos y les proporcionan su carácter distintivo. Mc Dowell,
Linda “El género y el Estado-nación”, en Género, identidad y lugar, Ediciones Cátedra,
Universitat de Valencia, Instituto de la Mujer, Madrid, 2000.

118
laboral y social que dio origen y puso a prueba a los sujetos que lo habita-
ron en 1961 porque el conflicto desestructuró rutinas laborales y sociales
sostenidas históricamente.
Las políticas desarrollistas en materia ferroviaria fueron duras y signi-
ficaron la desarticulación del sistema de transporte, generando modificacio-
nes en los ramales y circuitos. Esto se complementó con medidas violentas,
materializadas en la alta cuota de poder de organismos militares y policiales.
La huelga ferroviaria de 1961 no puede reducirse a un reclamo sa-
larial o limitado a un conflicto sindical. Creemos que si bien las accio-
nes fueron coordinadas por una estructura sindical nacional organizada,
adquirieron particularidades en las configuraciones locales. En esos los
núcleos laborales singulares las acciones colectivas son recordadas por
muchos como episodios de lucha, de tensión, de desafío colectivo y tam-
bién como experiencias traumáticas.
No es casual que los lugares paivenses que visitamos en los que fun-
cionaban talleres fueran solo ruinas. Estas imágenes actuales, que poco
coinciden con los dinámicos espacios sociales y económicos de años
atrás que los sujetos ferroviarios explicaban, disparaban muchos interro-
gantes. Paiva la heroica parecía un slogan publicitario de la localidad,
pero encerraba una tradición gremial y política importante que dio cuen-
ta de una organización sindical fuerte, pero también de la gran lucha de
una comunidad ferroviaria que se identificó con su fuente de trabajo y sus
tradiciones, como parte de un sistema de saberes del mundo ferroviario.

119
120
El movimiento estudiantil universitario
santafesino, c. 1965-1971
Silvia Dejon, Nélida Diburzi y Natalia Vega

Los años sesenta y la movilización estudiantil

La década del sesenta fue testigo de una intensa movilización del es-
tudiantado universitario a escala planetaria, movilización que confrontó
tanto a gobiernos dictatoriales como democráticos en países capitalistas
y, en menor medida, también en los comunistas. Las reivindicaciones del
Students for a Democratic Society (SDS) y las movilizaciones contra la
guerra de Vietnam en Estados Unidos, la lucha contra el franquismo en
España, los sucesos del Mayo Francés, el ‘68 mejicano y el Cordobazo
en Argentina, son sólo unos pocos ejemplos de aquel ciclo de protesta
estudiantil que abarcó prácticamente toda la década.
Esa movilización debe comprenderse en el contexto de una época
convulsionada, de profundas mutaciones y de apuesta a un cambio ra-
dical, una década que en múltiples sentidos puede ser calificada como
revolucionaria. Como sostienen Waldo Ansaldi y Patricia Funes, fueron
“tiempos de transgresión, innovación, críticas, compromiso, transforma-
ciones y expectativas”1.
Fueron los años centrales de la Guerra Fría, cuando las dos grandes
potencias –Estados Unidos y la Unión Soviética– se disputaban el liderazgo
mundial. Por aquel entonces, el Tercer Mundo se constituyó en el escenario
donde dirimir la hegemonía y llevar adelante el enfrentamiento bélico. En
ese marco se desarrollaron procesos de descolonización en Asia y África

1) Ansaldi, Waldo y Funes Patricia “Viviendo una hora latinoamericana. Acerca de rupturas
y continuidades en el pensamiento en los años veinte y sesenta”, en sitio web de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, http://www.catedras.fsoc.uba.ar/
udishal/art/afviviendounahoralatino.pdf, consulta agosto de 2013, p. 1. Publicado origina-
riamente en soporte papel en Cuadernos del CISH Nº 5, Centro de Investigaciones Socio
Históricas, Universidad Nacional de La Plata, 1998.

121
dando lugar al surgimiento de movimientos de liberación nacional que ali-
mentaron un discurso antiimperialista ampliamente extendido que penetró
todos los ámbitos geográficos: Argelia y Vietnam fueron los dos casos con
mayor relevancia para la época. También en América Latina se desataron
procesos revolucionarios de gran trascendencia para la región y para el
mundo: a partir de 1959 la Revolución Cubana se constituyó en el modelo y
la promesa del cambio de sistema; ella alimentó las esperanzas de muchos
actores y los temores y la reacción de otros. El cuestionamiento al siste-
ma capitalista fue un rasgo común que estuvo presente en el discurso del
estudiantado movilizado de diferentes latitudes y en ese cuestionamiento
podían percibirse, a la vez que ciertas continuidades, un rechazo a los movi-
mientos de la vieja izquierda. Se estaba configurando una Nueva Izquierda.
Este período se caracterizó por ser una fase de crecimiento y de ex-
pansión de la economía capitalista mundial; fueron los treinta años glo-
riosos o los años dorados en los cuales se produjo, conjuntamente con
el boom económico, el acceso de grandes sectores de la población a una
multiplicidad de bienes y servicios como nunca antes. Este fenómeno
tuvo mayor amplitud en los países centrales de la mano del Estado de
Bienestar, pero encontró cierto correlato en algunos países del Tercer
Mundo y en particular de América Latina.
En estrecha relación con esa expansión se produjo el auge de las pro-
fesiones para las que se necesitaban estudios superiores y una creciente
demanda de plazas en las instituciones que los impartían. En poco tiempo
la multiplicación a un ritmo extraordinario de la matrícula universitaria
superó la capacidad del sistema para contener y atender adecuadamente a
esa enorme masa de población estudiantil que crecía año tras año. Como
afirma Eric Hobsbawm, la consecuencia más inmediata y directa fue la
tensión entre esas masas de estudiantes –en muchos casos integrantes de
la primera generación de sus familias en acceder a las universidades– que
invadían los centros de estudios y unas instituciones que no estaban físi-
ca ni administrativamente preparadas para esa afluencia. Las tensiones
derivaron en demandas y conflictos con las autoridades universitarias que
se tornaron extensibles a todas las autoridades2, al calor de una cultura ju-
venil vinculada con las profundas transformaciones sociales y culturales,
pero también en el marco de una particular coyuntura política internacio-
nal con múltiples articulaciones a escala de los Estados nacionales.

2) Hobsbawm, Eric Historia del SXX, Crítica, Barcelona, 1996, p. 303.

122
Tal fue el caso del Mayo Francés: las cuestiones relativas al gobierno
de la universidad fueron desplazadas rápidamente por reivindicaciones
más amplias e incluso por la exigencia de que “el sistema de dominación
capitalista fuera reemplazado y la imaginación liberada”3. A su vez, los jó-
venes franceses manifestaron abiertamente la conciencia de pertenecer a
una generación. Esta emergencia de la juventud como nueva subjetividad,
dirá Nicolás Casullo, vinculaba al estudiante norteamericano, al francés,
al latinoamericano; para esa juventud la figura que se reactualizaba era la
de la revolución, la revolución que era posible y debía hacerse. Cambiar la
sociedad desde el protagonismo –aunque no único– del estudiantado, fue
la novedad del accionar estudiantil de los años sesenta, tiempos modernos
por excelencia, con fuertes elementos utópicos heredados de una larga
historia, que permitían construir imaginarios de otros sistemas sociales4.
En nuestro país, para referirse a la década de 1960 es importante ubi-
carse en torno a 1955. Los ‘60 estaban en gran medida condicionados y
caracterizados por situaciones y procesos que se abrieron con el golpe de
Estado que derrocó al segundo gobierno peronista y la inmediata pros-
cripción de esa fuerza política. A partir de entonces y hasta 1973, se suce-
dieron gobiernos seudo–democráticos –con escasa legitimidad popular y
sujetos a la presión de la corporación militar que tuteló el sistema político
durante todo este período– y gobiernos dictatoriales encabezados direc-
tamente por las Fuerzas Armadas (FFAA) en su conjunto.
Durante el decenio de 1956-1966 las universidades públicas argenti-
nas gozaron de un momento de gran estabilidad político-institucional ya
que, tras la “refundación” impuesta por el gobierno militar que derrocó
a Juan Domingo Perón, las sucesivas autoridades universitarias mantu-
vieron las grandes líneas políticas que las caracterizaron hasta la nue-
va intervención autoritaria de Juan Carlos Onganía. Además, frente a
la clausura del sistema político vía proscripciones, gobiernos tutelados
y censuras, la universidad pública aparecía durante este período como
una “isla democrática”. Paralelamente a las medidas implementadas a
partir del golpe de Estado de 1955 para desperonizar las instituciones de

3) Tarrow, Sydney El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y


la política, Alianza, Madrid, 1997, p. 299.
4) Casullo, Nicolás “Rebelión cultural y política de los ‘60”, en Casullo, Nicolás, Ricardo Fors-
ter y Alejandro Kaufman Itinerarios de la Modernidad. Corrientes del pensamiento y tradicio-
nes intelectuales desde la Ilustración hasta la posmodernidad, Eudeba, Buenos Aires, 1999.

123
educación superior5 (medidas cuya condena formó parte del repertorio
discursivo de ciertos sectores estudiantiles desde mediados de los años
sesenta), el gobierno de facto inició un proceso de reestructuración6 que
puso las bases definitivas para la reconstrucción del conjunto del sistema.
Como plantea Pablo Buchbinder, dicho proceso amplió y fortaleció la
autonomía universitaria otorgando a las casas de altos estudios un grado
de independencia que no habían tenido nunca antes: se les concedió a
las autoridades universitarias la potestad para administrar su patrimonio,
darse su propia estructura y planes de estudio y la libertad de organizar
sus formas de gobierno y estatutos internos7. Tal grado de independencia
permitió que el gobierno tripartito de profesores, graduados y alumnos
por primera vez funcionara en las universidades públicas “con intensidad
y extensión”, al decir de Beatriz Sarlo8. Así, paradójicamente y fruto de
la heterogénea coalición que derrocó a Perón, el mismo gobierno mili-
tar que cercenó las libertades individuales y proscribió la fuerza política
mayoritaria propició la democratización de las instituciones universita-
rias y la renovación académica y disciplinar sostenida sobre las bases
de la libertad de cátedra y de opinión; aspectos ambos que claramente
habilitaron tanto las formas que adquirió la intervención estudiantil en el
espacio público universitario, como la naturaleza de los conflictos que lo
convulsionaron hasta el golpe de Estado de 1966.
A partir de ese momento la movilización estudiantil y la conflictividad en
los escenarios universitarios fueron asumiendo nuevas formas y una dinámi-

5) En 1955, una vez más en el sistema universitario tuvo lugar un proceso de cesantías
masivas de profesores, auxiliares docentes y personal administrativo por motivos políticos
y –como también había ocurrido en 1946 tras los despidos propiciados por el gobierno pe-
ronista– a los cesanteados se sumó un grupo importante de docentes que decidieron alejarse
en demostración de solidaridad.
6) Primero se reimplantó la Ley Avellaneda, derogando así la Ley Nº 13.031 sancionada en
1947 y luego se dictó una nueva reglamentación mediante el Decreto–Ley Nº 6403 de 1955.
Decreto que se convirtió en ley y fue definitivamente reglamentado durante el gobierno de
Arturo Frondizi, tras duros conflictos, en la medida que el artículo 28 del mismo habilitaba
la creación de instituciones privadas de enseñanza superior. He aquí el origen del sistema
universitario mixto que hoy conocemos. Respecto a los conflictos entre enseñanza “libre o
laica”, cabe decir que también se incorporaron en la trama discursiva estudiantil de mitad de
la década del sesenta y explican en parte la ajenidad –en la primera mitad de dicha década–
entre el estudiantado universitario del sistema público y el del ámbito privado.
7) Buchbinder, Pablo Historia de las Universidades Argentinas, Sudamericana, Buenos Ai-
res, 2005, pp. 171–172.
8) Sarlo, Beatriz La batalla de las ideas (1943-1973), Ariel, Capital Federal, p. 68.

124
ca particular. Las distintas tendencias que se habían asociado en la autopro-
clamada Revolución Argentina reclamando “la restauración de la autoridad
en el país” –como paso previo a su modernización y como reaseguro de su
permanencia dentro del “mundo libre, occidental y cristiano”–, coincidían en
señalar a la universidad pública como una de las “ciudadelas de la indiscipli-
na y la subversión”9. Sólo un mes después de producido el golpe de Estado se
dio inicio a una reestructuración forzada del sistema universitario nacional.
Tal reestructuración se organizó en varias etapas, cada una con carac-
terísticas particulares. La primera estaba orientada a restaurar el orden,
la autoridad y la disciplina dentro de las casas de estudio para lo cual,
entendían sus promotores, era determinante apartar al estudiantado del
gobierno de la universidad y erradicar la vida política de los claustros. En
aras de lograr esos objetivos el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) promulgó
el Decreto–Ley Nº 16912 que sancionaba la intervención de las univer-
sidades nacionales derogando así su autonomía y el gobierno tripartito.
Una vez que se lograra reimplantar el orden se abriría paso a una segunda
etapa, en la cual se institucionalizaría la “refundación” de la universidad
pública. Llegado el momento, el instrumento clave de esa etapa fue la
nueva Ley Orgánica de Universidades (Decreto–Ley Nº 17245 promulga-
do por el Ejecutivo el 22 de abril de 1967); la misma restituía el exclusivo
gobierno de los profesores (los estudiantes sólo podían participar en los
Consejos Académicos con voz, pero sin voto) y además contenía regula-
ciones profundamente elitistas y, a la vez, disciplinadoras (puntualmente:
las exigencias para ser considerado alumno, el arancelamiento parcial de
los estudios y la introducción de exámenes de ingreso). En septiembre de
ese mismo año, desde el gobierno se proclamaba que con la elevación de
los estatutos de cada universidad ajustados a la nueva ley, quedaba con-
cluido el proceso de normalización de las casas de estudio y se abría una
nueva fase, en la cual se iba a efectuar la “modernización de las universi-
dades para ajustarlas a los adelantos científicos y tecnológicos actuales”10.
Desde el mismo momento en que se produjo la intervención a las uni-
versidades en julio de 1966, el movimiento estudiantil universitario de
todo el país ofreció una tenaz resistencia a esa reestructuración autorita-

9) Altamirano, Carlos Bajo el signo de las masas (1943–1973), Ariel, Buenos Aires, 2001,
pp. 81 y 82.
10) Palabras del Secretario de Cultura y Educación de la Nación, Dr. José Mariano Astigue-
ta, Diario El Litoral, Santa Fe, 26 de Septiembre de 1967, p. 2.

125
ria; resistencia que fue cambiando en sus estrategias y en su radicalidad a
medida que avanzaba la década y que el estudiantado iba articulando sus
luchas con otros sectores. Éste fue desafiando cada vez más abiertamente
las políticas y al propio gobierno dictatorial, fortaleciendo nuevas redes y
tejiendo alianzas con el núcleo más combativo del movimiento obrero y
ciertos grupos del cristianismo postconciliar.
Si en la etapa anterior la mayor parte de la acción estudiantil se mani-
festaba dentro de los claustros o espacios universitarios y excepcionalmen-
te se trasladaba a la calle, a partir de la intervención ésta se convirtió en
el escenario por excelencia del enfrentamiento. Esto estuvo estrechamente
relacionado tanto con el cambio en las demandas del movimiento estudian-
til, como con el afianzamiento de ciertas alianzas. Los reclamos de mayor
participación y de democratización de los claustros se transformaron, en
un primer momento, en una lucha por la restitución de la autonomía uni-
versitaria y del cogobierno; objetivos que hacia fines de la década, si bien
no se abandonaron, fueron resignificados e integrados en un marco más
amplio:el de la transformación revolucionaria de la sociedad toda.
Aún cuando la adhesión y búsqueda de articulación estudiantil con los
obreros fue anterior a 1966, se acentuó a posteriori, a partir de la toma de
conciencia de que para el “cambio del sistema” era necesario lograr la unidad
con el resto de los sectores populares. En este contexto se experimentó la con-
tradicción entre las experiencias previas de movilización del estudiantado y
la clausura del espacio político democrático dentro y fuera de la universidad.
En la creciente oposición al autoritarismo se reiteraron los enfrentamientos,
y las acciones violentas fueron cada vez más comunes. Los actos relámpago
ganaron protagonismo en el repertorio del estudiantado movilizado como
respuesta a la necesidad de disminuir los costos de la acción colectiva y pu-
sieron en evidencia una progresiva clandestinización de la acción.
Paralelamente, se fueron movilizando y haciendo visibles otros acto-
res. Sectores contestatarios surgieron en los sindicatos, los partidos políti-
cos tradicionales y la Iglesia Católica. Muchos, al igual que gran parte del
movimiento estudiantil, se identificaban con el socialismo y consideraban
legítima la violencia popular. La noción estaba extendida en un amplio
conjunto de organizaciones y grupos de izquierda y del nacionalismo revo-
lucionario; algunos sólo se preguntaban cuándo y cómo debía utilizarse11.

11) Pasquali, Laura “La provincia en conflicto: transformaciones económicas, fracaso políti
co y resistencia social. 1966-1976”, en Videla, Oscar El Siglo Veinte. Problemas sociales,

126
Se desarrolló la Nueva Izquierda nutrida por militantes provenientes de
escisiones de los partidos de la izquierda tradicional (Partido Socialista y
Partido Comunista)12 y por muchos pertenecientes a sectores medios, tradi-
cionalmente enfrentados al peronismo, que comenzaron a realizar nuevas
lecturas e interpretaciones en torno al rol que este partido había desempe-
ñado en la historia argentina. Dentro del propio peronismo, John William
Cooke, ligando la experiencia de la “Resistencia” con el influjo de la Revolu-
ción Cubana fue referente de los grupos juveniles radicalizados, entre ellos
muchos estudiantes universitarios. Al mismo tiempo, las bases sindicales del
Movimiento escapaban al control de la dirigencia, se radicalizaban, enmar-
cadas en un proyecto alternativo de sindicalismo, el combativo, el “sindica-
lismo de liberación”. Crecía así la izquierda peronista, crítica de las estructu-
ras capitalistas vigentes en el país y que comenzaba a postular la necesidad
de la preparación para la toma del poder y la construcción del socialismo.

El ámbito universitario santafesino

El ámbito universitario santafesino no fue ajeno a esos procesos de


politización y de radicalización que movilizaron a la juventud, y a los es-
tudiantes en particular, en distintos puntos del planeta. Hacia mediados
de los años sesenta la localidad de Santa Fe era sede de tres universida-
des: la Universidad Nacional del Litoral (UNL), la Universidad Católica
de Santa Fe (UCSF) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN)-Re-
gional Santa Fe; siendo la UNL la más importante, tanto por su matrícu-
la, como por su trayectoria. Ésta contaba con las Facultades de Ciencias
Jurídicas y Sociales y de Ingeniería Química, los Institutos del Profesora-
do Básico, Superior de Música, de Cinematografía, Escuela de Sanidad y

políticas de Estado y economías regionales (1912-1976), Prohistoria / Diario La Capital,


Rosario, 2006, tomo IX, (Nueva Historia de Santa Fe).
12) Impactado por la Revolución cubana y el antiperonismo el Partido Socialista se dividió
en Partido Socialista Democrático y Partido Socialista Argentino (que se definió a favor de
la revolución). El Partido Comunista vio formarse el Partido Comunista Revolucionario en
1967. En un contexto de crisis de las corrientes reformistas se abrieron puntos de fractura
a partir de los cuales surgieron numerosos grupos dentro de esa Nueva Izquierda. HILB,
Claudia “Nueva izquierda, política, democracia”, en Hilb, Claudia y Daniel Lutzky La nue-
va izquierda argentina: 1960-1980 (Política y violencia), Centro Editor de América Latina,
Buenos Aires, 1984.

127
Curso de Contadores en Santa Fe; la Escuela de Agricultura, Ganadería y
Granja en Esperanza; la Facultad de Ciencias de la Educación en Paraná
y el Curso de Contadores en Concordia (ambas localidades ubicadas en
la provincia de Entre Ríos); y en la ciudad de Rosario, con las Facultades
de Ciencias Médicas, Ciencias Matemáticas, Ciencias Económicas, Fi-
losofía, Letras y Ciencias del Hombre, Odontología, Ciencias Agrarias
e Instituto Superior de Música. Poseía institutos de enseñanza media y
técnica: la Escuela Industrial Superior, en Santa Fe y la Escuela Superior
de Comercio, en Rosario. Asimismo dependían del Rectorado los Depar-
tamentos de Pedagogía, de Extensión Universitaria –Sección Santa Fe y
Sección Rosario–, de Construcciones, LT10 Radio de la Universidad, la
Dirección de Profilaxis y la Obra Social13.
En sus facultades e institutos cursaban alrededor de 24.642 alumnos
y en sus sedes santafesinas estudiaban 6.066 alumnos distribuidos de la si-
guiente manera: Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (3.830), Facultad
de Ingeniería Química (1.511), Instituto del Profesorado (259), Instituto de
Cinematografía (52), Instituto Superior de Música (12), Curso de Contado-
res (259) y Escuela de Sanidad (143)14. Por su matrícula, la UNL era la ter-
cera universidad nacional del país detrás de la Universidad de Buenos Ai-
res y de la de Córdoba. La situación cambió cuando, en diciembre de 1968,
se creó la Universidad Nacional de Rosario a partir de la escisión de sus
sedes rosarinas. Cabe señalar que este desmembramiento fue fuertemente
cuestionado por distintas instituciones y actores de la ciudad de Santa Fe.
La UCSF fue fundada por el Arzobispado de Santa Fe en el año 1957
bajo el nombre de Instituto Libre Pro–Universidad Católica-Santa Fe, co-
menzando sus actividades académicas ese mismo año; la autorización de-
finitiva para su funcionamiento se otorgó en 1960 mediante decreto del Po-
der Ejecutivo Nacional. Desde ese momento la institución quedó facultada
a expedir títulos y diplomas académicos bajo el nombre de Universidad
Católica de Santa Fe. Los primeros cursos y Facultades fueron: Filosofía,
Ciencias de la Educación, Teología, Historia, Letras y Derecho. En el año
1960 se crearon las Facultades de Arquitectura y Ciencias Económicas, y al

13) “La década del 60. Comienza una etapa oscura”, Fascículo Mensual de Divulgación
Histórica de la UNL Nº 5, Dirección de Comunicación Institucional, UNL, Agosto 2009.
(distribuido junto a El Paraninfo, Periódico de publicación mensual).
14) Estos datos corresponden al año lectivo 1967 y fueron difundidos por la Secretaría de
Cultura y Educación de la Nación y publicados por El Litoral. Diario El Litoral, 7 de enero
de 1968, p. 4.

128
año siguiente, comenzó sus actividades la de Agronomía y Veterinaria de
Esperanza, a través de un convenio celebrado con la Congregación del Ver-
bo Divino. En 1967 se abrieron la Escuela de Edafología, a través de un con-
venio con el gobierno provincial, y la Escuela de Estudios Cooperativos15.
La universidad estaba estructurada piramidalmente: un Directorio
encabezado por el Arzobispo, en esa época Monseñor Nicolás Fasolino;
el Rectorado –al frente del cual estuvo, durante el período comprendido
entre 1958 y 1968, el Presbítero Andrés Reghenaz–; un Consejo Superior,
Consejos de facultades y decanos por unidad académica. Su organiza-
ción no era similar a la de la universidad estatal; no existía, por ejemplo,
el cogobierno de docentes, graduados y estudiantes. Al respecto, en una
entrevista que le realizara la Revista Tiempo, Reghenaz sostenía:

(l)a estructura y doctrina de la UC no admite el régimen de


co-gobierno. (…) que nosotros no vamos a permitir jamás porque
va contra la esencia de la Universidad. La experiencia nos ha de-
mostrado que el cogobierno nunca favoreció a la Universidad16.

No se cuenta con la información relativa a la matrícula total de esta


institución para el período bajo estudio, pero sí con algunos datos par-
ciales: la Facultad de Agronomía y Veterinaria contaba con 220 alumnos
en el año 196717 y la de Derecho aproximadamente con 400, en 196818.
Por su parte, la Universidad Tecnológica Nacional19 contó desde sus
orígenes con una estructura organizativa diferente al resto de las univer-
sidades estatales, en tanto poseía un único Rectorado a escala nacional
cuya sede se ubicaba en Capital Federal y del cual dependían las distintas

15) Según consta en la sección “Historia” del sitio web de la Universidad Católica de Santa
Fe, http://www.ucsf.edu.ar, consulta agosto de 2013.
16) “La Universidad Católica y sus crisis”, en Revista Tiempo Nº 27, Santa Fe, 1968, p. 20.
17) “Ciencia y títulos para los hijos de Aarón Castellanos”, en Revista Tiempo Nº 14, 1967, p. 13.
18) Diario El Litoral, 22 de junio de 1968, p. 4.
19) La UTN es sucesora de la Universidad Obrera Nacional que había sido creada en 1952
para “…completar el ciclo nocturno de formación técnica de obreros, que (se) había iniciado
en 1946 a través de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional…”, pero
cuya inscripción estaba abierta a todo egresado de una escuela técnica (Carrera, José Histo-
ria de la Facultad Regional Santa Fe, Facultad Regional Santa Fe, Universidad Tecnológica
Nacional, Santa Fe, 2001, Segunda Parte, p.79.). Tras el golpe de Estado de 1955 la univer-
sidad fue reestructurada y transformada, mediante la Ley Nº 14855 de 1959, en Universidad
Tecnológica Nacional.

129
Facultades Regionales diseminadas en todo el país. A principios de la dé-
cada del sesenta éstas estaban presentes en las localidades de Avellaneda,
Bahía Blanca, Capital Federal, Córdoba, La Plata, Mendoza, Resistencia,
Rosario, San Nicolás, Santa Fe y Tucumán. Es importante señalar que
en la propia ley de creación de la UTN se instituía la participación en el
gobierno de representantes de los docentes, los estudiantes y los egresa-
dos; participación que quedó ratificada en el primer estatuto de la misma
aprobado en 1962. Con lo cual compartía con las demás universidades
estatales la lógica reformista del cogobierno.
La Facultad Regional Santa Fe había comenzado a funcionar en 1953
y durante los primeros nueve años lo hizo en dependencias de otras ins-
tituciones educativas –en 1953 en la Escuela Industrial Superior y en la
FIQ, ambas de la UNL y desde 1954 en la Escuela Nacional de Educación
Técnica Nº 6–, hasta que en 1963 obtuvo su primer edificio propio. Para
el año 1965 contaba con 391 alumnos inscriptos20. Cabe destacar que,
si bien se posee información que permite aseverar la participación del
estudiantado de esta casa de altos estudios en las luchas estudiantiles del
período (particularmente en la resistencia a las políticas universitarias
encaradas por el Onganiato), su visibilidad e importancia en el conjunto
del estudiantado santafesino movilizado es bastante reducida.

El movimiento estudiantil santafesino promediando la década del sesenta

Como ya se mencionó, el período 1955–1966 ha sido considerado de


estabilidad político institucional, de renovación y modernización acadé-
micas –asignando un nuevo rol al conocimiento y al desarrollo científico–
y de recuperación de las premisas reformistas. En la UNL la experiencia
renovadora fue encabezada por los rectores Josué Gollán y Cortés Plá.
Dentro del movimiento estudiantil de esta Universidad se pueden
identificar, ya desde la década del cincuenta, dos corrientes con presencia
en la mayoría de las facultades e institutos: la compuesta por los Centros
de Estudiantes –expresión institucionalizada del Movimiento Reformis-
ta– y el Ateneo Universitario, de fuerte filiación católica. Promediando
la década del sesenta se sumaron otras, aunque no alcanzaron la impor-
tancia de aquellas, ni las desplazaron del centro de la escena estudiantil.

20) Carrera, José Historia de la…, Op.Cit., p.35.

130
Los distintos “Centros de Estudiantes” constituían ámbitos que auna-
ban estudiantes y organizaciones de diversas filiaciones políticas (socia-
listas, comunistas, radicales) e incluso independientes, que levantaban las
banderas del Reformismo. Estaban adheridos a la Federación Universita-
ria del Litoral (FUL), afiliada a nivel nacional a la Federación Universita-
ria Argentina (FUA). Esas distintas tendencias y agrupaciones disputaban
en elecciones internas la conducción del Centro; en cada facultad o insti-
tuto mostraron ser muy diversas en importancia, orientación, trayectoria y
duración. Según un entrevistado, quienes participaban de los Centros, una
vez definida la conducción interna entre las distintas agrupaciones que los
integraban, se movían “…dentro de un esquema de unidad, no peleaban
entre ellos…”21, sino que competían por imponer sus candidatos en los
consejos, fundamentalmente con el Ateneo.
El Ateneo Universitario de Santa Fe había nacido –probablemente en
el año 1948– con una fuerte influencia clerical. Se había enfrentado desde
entonces con los sectores reformistas, negándose a integrarse y disputar
posiciones al interior de los Centros de Estudiantes. Lo cual había sido de-
nunciado por los reformistas como una maniobra tendiente a dividir al es-
tudiantado, y como un ataque a la tradición laica a la que consideraban una
“sagrada herencia liberal de Mayo y del ‘53, la esencia misma de nuestro
sistema democrático.”22 La confrontación entre ambas corrientes se agudi-
zó en el año 1958 en el marco del debate sobre Educación “Libre o Laica”.
A nivel universitario en la ciudad de Santa Fe las acciones de quienes es-
taban a favor de la “laica” y rechazaban los alcances de la reglamentación
del Artículo 28 del Decreto 6403 que habilitaba la enseñanza universitaria
privada en el país, eran coordinadas por la FUL mientras que “los libres
estuvieron representados por la agrupación estudiantil Ateneo”23.

21) Se ha optado por preservar la identidad de los entrevistados por lo cual no se mencionan
sus nombres y solo se brindan algunas referencias contextuales. En este caso los dichos
corresponden a un ex alumno de la Facultad de Ingeniería Química de la UNL que cursó sus
estudios en la década del ‘60. Entrevista realizada en el año 2003 en Santa Fe, Provincia de
Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Natalia Vega.
22) “Clericales contra la Unidad Gremial” volante distribuido por los Centros de Estudiantes
de Derecho e Ingeniería Química y la FUL en el año 1955. Publicado completo en la solici-
tada –a doble página– que el Ateneo saca en respuesta al mismo en el periódico local. Diario
El Litoral, 4 de noviembre de 1955.
23) Molinari, Analía Movimiento estudiantil santafesino: el ´58 entre la educación Laica o
Libre. Informe final de la Cientibeca –beca de iniciación a la investigación-, otorgada por la
UNL, Santa Fe, 2008, inédito.

131
En cuanto al peso que cada una de ellas tenía en el conjunto del mo-
vimiento estudiantil santafesino al promediar la década del sesenta, hay
que señalar que se repartían los consejeros de las dos facultades santafe-
sinas: generalmente se imponían en la FIQ los candidatos ateneístas y en
Derecho (FCJS) los reformistas.
Al calor de los procesos políticos y sociales más amplios que se vivie-
ron en el país, en Latinoamérica y en el mundo, ambas corrientes estu-
diantiles fueron modificando sus posicionamientos al punto que a mitad
de la década del sesenta ni los reformistas eran ya tan liberales, ni los
ateneístas tan clericales; y en los conflictos más importantes en que se
embarcó el estudiantado por aquel entonces lograron unidad en la acción,
reforzando una identidad estudiantil compartida sobre las menguadas,
pero aún existentes diferencias24.
La construcción de esa identidad estudiantil se vio favorecida por di-
versas actividades y espacios de socialización: las casas del Colegio Ma-
yor Universitario (CMU)25, el comedor universitario, la Casa del Obrero
Estudiante, peñas, bailes estudiantiles, conferencias y la convivencia en
las aulas de la facultad y residencias estudiantiles. Estos espacios cum-
plían un papel significativo dentro de la conformación de un determinado
entramado de relaciones, redes, y de un común sentimiento de pertenen-
cia que facilitaron la extensión y profundización de posturas críticas, así
como de la protesta y la radicalización estudiantil.
Si bien el golpe de Estado encabezado por Onganía y las políticas re-
presivas, que a partir de entonces se encararon para con los sectores uni-
versitarios del sistema público, pueden ser vistos como punto de inflexión
porque acrecentaron la movilización y la radicalización, el cuestiona-
miento al orden social vigente por parte de ese estudiantado y también su
movilización ya eran significativos previamente.
En nuestra ciudad, por ejemplo, 1965 fue un año sumamente conflictivo

24) Respecto al Ateneo cabe destacar que las mutaciones que evidenciaba se vinculaban
tanto con el logro de una mayor autonomía frente a la jerarquía eclesiástica, como a la recep-
tividad que mostraron sus miembros ante las profundas transformaciones del propio cristia-
nismo y, particularmente, ante el discurso “posconciliar”. Aún así, la agrupación nunca se
integró a la estructura de los Centros, ni adhirió a la FUL, o a la FUA.
25) Los Colegios Mayores Universitarios eran casas fundadas por la Iglesia Católica para
alojar estudiantes universitarios cuyas familias no residían en la ciudad donde estaban cur-
sando los estudios. Al CMU santafesino estaban vinculados, incluso como residentes, gran
parte de los ateneístas.

132
en los ámbitos universitarios, especialmente en las casas de estudios de la
UNL. Una de las cuestiones más debatidas y que movilizaron al estudian-
tado en ese año era la vinculada a las relaciones entre estudiantes por una
parte y autoridades y docentes universitarios por otra. Y si bien hubo varias
situaciones de enfrentamiento, en función de la trascendencia pública, la
prolongación en el tiempo y las consecuencias que tuvo, se destaca “el Con-
flicto en Química” en la FIQ. El mismo se inició en marzo de 1965 con la
interrupción de una clase de Química Inorgánica por parte de un grupo de
estudiantes, incluyó un paro docente de más de 50 días en repudio a las acti-
tudes asumidas por el alumnado, y culminó en junio de ese año con la inter-
vención de la Facultad por el Rectorado y la renuncia masiva de profesores y
jefes de trabajos prácticos que acompañaban a las del decano y vicedecano.
En ese conflicto se generaron una participación conjunta y una pos-
tura unitaria de las dos corrientes estudiantiles existentes al momento
en esa casa de estudios –el Ateneo Universitario y el Centro de Estu-
diantes–, que actuaron colectivamente frente a docentes y autoridades.
Los estudiantes movilizados demandaban mayor participación en el
cogobierno, pretendiendo profundizar la democratización en la toma de
decisiones dentro de la facultad. Sus exigencias particulares se explici-
taron en el Memorandum; en el mismo se rechazaba el plan de estudios
recientemente modificado porque se consideraba que alargaba la carrera,
que había materias que operaban como examen de ingreso encubierto y
porque el régimen de enseñanza presentaba falencias.
Hasta aquí las exigencias no diferían demasiado de las tradicionales
reivindicaciones estudiantiles-gremiales, pero fundamentalmente el plan
de estudios era cuestionado porque no preparaba profesionales acorde a las
"reales necesidades del país" y porque el tiempo que demandaba el estudio
dificultaba conocer y conectarse con la realidad social; en definitiva porque
era "cientificista"26 y como tal aparecía ligado a los intereses extranjeros,

26) El concepto de “cientificismo” tiene un arraigo importante en gran parte del ámbito uni-
versitario nacional de la época y se asocia fuertemente con la crítica al modelo desarrollista y
a la Teoría de la Modernización, a la vez que entronca con la naciente Teoría de la Dependen-
cia. Oscar Varsavsky –docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA– definió como
cientificista al “… investigador que se ha adaptado a este mercado científico, que renuncia
a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los problemas
políticos, y se entrega de lleno a su «carrera», aceptando para ella las normas y valores de
los grandes centros internacionales…” Varsavsky, Oscar Ciencia, política y cientificismo,
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969, p. 39.

133
norteamericanos en particular, resultando así la expresión en la universidad
del “imperialismo yanqui”. En esta lectura que hacían los estudiantes del
plan de estudios aparecía fuertemente la crítica al rol de la ciencia y de la
técnica, especialmente en países dependientes donde la política científico–
tecnológica reproducía la dominación imperialista. Los estudiantes cues-
tionaban qué se enseñaba y cómo se enseñaba. En definitiva, lo que venían
a discutir era la modernización desarrollista. Pero también cuestionaban a
quienes enseñaban, a sus docentes, no sólo porque eran los que reprodu-
cían desde la universidad la dependencia, sino también por los mecanismos
con que ingresaban y se sostenían en las cátedras –“la trenza profesoral”–
y por las relaciones que establecían esos docentes con los alumnos. Los
profesores continuamente sostenían un discurso que apelaba al orden y al
principio de autoridad, a las jerarquías casi naturales. Se evidenciaba una
cuestión generacional, los estudiantes no reconocían a esos docentes como
ejemplos ni maestros; sólo veían en ellos figuras autoritarias que carecían
de integridad moral, ya que defendían sus exclusivos intereses e incluso
estaban siempre de espaldas al pueblo, a los trabajadores. Este último plan-
teo era más fuerte en el sector ateneísta que les cuestionaba también haber
sostenido el golpe de Estado del ‘55 desde las universidades. Claramente la
crítica al sistema universitario y a la enseñanza que allí se impartía ya se
articulaba con una más amplia. Había un fuerte antiimperialismo y un duro
cuestionamiento a las relaciones de dependencia no sólo económica sino
también cultural impuesta por países como Estados Unidos; dicha crítica se
constataba también en otras actividades y acciones, por ejemplo en las ma-
nifestaciones de solidaridad con otros pueblos avasallados por el imperia-
lismo27. En definitiva, lo que cuestionaban era el orden social establecido.

El movimiento estudiantil santafesino durante el Onganiato

La intervención a las universidades nacionales dio inicio a un nuevo


ciclo de protesta28 en el espacio universitario local; ciclo encabezado por

27) El 8 de Mayo de 1965, los estudiantes de la UNL realizaron la toma del edificio del
Rectorado en acción de protesta por la invasión norteamericana a Santo Domingo.
28) Un ciclo de protesta supone una fase de intensificación de la conflictividad y la confronta-
ción, en la que los sectores más movilizados del movimiento logran difundir la acción colectiva
a los menos movilizados, una dinámica acelerada de la interacción entre disidentes y autorida-
des, marcos nuevos o transformados para la acción colectiva y en los que se combinan acciones
organizadas con otras espontáneas. Tarrow, Sidney El poder en…, Op.Cit., pp. 263 y 264.

134
el estudiantado y que se articulaba estrechamente con el del movimien-
to estudiantil a escala nacional. La primera etapa de este ciclo abarcó
la segunda mitad de 1966 y todo 1967, pudiendo a la vez subdividirse
en dos períodos con duraciones, intensidad de la conflictividad y rasgos
diferentes. Durante ese primer período, que comenzó inmediatamente
después de la intervención, el estudiantado local repudió primero y re-
sistió después dicha medida que suponía la pérdida de participación en la
toma de decisiones dentro del sistema universitario y la quita de derechos
adquiridos. En ese marco fue la solidaridad con los compañeros de otras
localidades –especialmente frente a la represión en Córdoba que acabó
con la vida de Santiago Pampillón– la que marcó el punto culminante del
accionar y la movilización estudiantil en Santa Fe.
La intensificación de la conflictividad puede apreciarse no sólo en la
escalada constante de agosto a septiembre de acciones cada vez más de-
safiantes encaradas por el estudiantado, sino también en la cantidad de las
mismas: sumaron más de cincuenta en esos pocos meses. Por el contrario,
el segundo período, que comprende prácticamente todo el año 1967, se
caracterizó por el reflujo de las movilizaciones callejeras; las luchas del
estudiantado santafesino se fragmentaron, circunscribiéndose a resisten-
cias localizadas al interior de cada facultad y ante medidas concretas que
los decanos interventores iban tomando. A la vez el número de acciones
encaradas fue mucho menor: no superaron las 25 –contando comunica-
dos, paros, mesas redondas, petitorios, concentraciones y actos– en todo
el período. Más allá de estas diferencias, durante toda esta primera etapa
los motivos de la acción –el eje central de las demandas– se mantuvieron
estrechamente vinculados a la intervención a las universidades y la subsi-
guiente reestructuración autoritaria del sistema universitario estatal.
Para el año 1968 las cosas cambiarían profundamente, abriéndose una
nueva etapa en el ciclo de protesta. Por un lado hubo un resurgir de la mo-
vilización estudiantil; en nuestra ciudad y en todo el país los estudiantes
volvieron a tomar las calles, aunque se desplazó el eje de las demandas,
en tanto, sin abandonar la resistencia a las políticas restrictivas y “limi-
tacionistas” (como las denominaban los estudiantes) que se imponían en
las facultades, el eje a la hora de tomar las calles fue la abierta oposición
a la dictadura y el intento de derrotarla. Además, a partir de este año los
estudiantes no estuvieron solos en ese desafío. 1968 fue clave en la con-
figuración y consolidación de un amplio frente anti–dictatorial; fue un
año en que se tejieron articulaciones y redes entre diversos actores, espe-
cialmente entre el sector más combativo del sindicalismo, el movimiento
estudiantil universitario y el cristianismo de cuño tercermundista.

135
A lo largo del mismo, en nuestra ciudad, fueron varios los momentos
en que el estudiantado ganó las calles, y alcanzó un alto nivel de movili-
zación y confrontación abierta con el gobierno dictatorial; cada vez más
lo hizo en coordinación con esos otros sectores y en función de demandas
y reclamos que no se restringían al ámbito gremial estudiantil. Entre los
momentos más destacados de esa movilización –que aconteció en nues-
tra ciudad y en gran parte de las ciudades del país que eran sedes univer-
sitarias– se pueden mencionar: el acto del 1º de Mayo, el cincuentenario
de la Reforma Universitaria del ‘18, el aniversario del golpe de Estado en-
cabezado por Onganía y el del asesinato de Santiago Pampillón. En todas
esas ocasiones obreros y estudiantes universitarios –desde ese momento
también de la Universidad Católica de Santa Fe– fueron coprotagonistas
de la movilización, que organizaban de manera conjunta29.
Respecto al estudiantado de la UCSF, cabe destacar que 1968 fue un
año significativo. Se inició un prolongado conflicto frente al aumento en
los aranceles y en la matriculación que llevó al estallido de una huelga
de hambre –modalidad de acción distintiva de los estudiantes de esta
institución– en la Facultad de Letras que finalizó con la renuncia de la
decana y la mayor parte del cuerpo docente. Dicho conflicto evidenció
la profunda fractura existente en el ámbito católico santafesino, fractura
que se manifestó en las alianzas que se fueron tejiendo en apoyo o crítica
al accionar estudiantil.
Los estudiantes iniciaron diversas acciones con la finalidad de dar vi-
sibilidad y sostener sus demandas desplegando un repertorio que incluyó
asambleas, toma de facultades, manifestaciones, la huelga de hambre y la
exposición pública ampliada a través de la difusión de la situación en la
prensa. La protesta tuvo su epicentro en la Facultad de Letras extendién-
dose rápidamente a otras facultades. El reclamo por el aumento de los
aranceles desde el inicio apareció incluido en un cuestionamiento severo a
la Universidad Católica, a la que visualizaban alejada de los ideales cris-
tianos, comprometida con quienes tenían poder y prestigio, reproductora
de una estructura clasista, portadora de una visión de la autoridad, de la

29) Así, por ejemplo, los estudiantes fueron convocados por los obreros pertenecientes a
la recién creada filial Santa Fe de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos
(CGTA) para organizar el acto del día de los trabajadores de manera conjunta. A la vez que
las reuniones organizativas de los actos y actividades que se estaban preparando para recor-
dar el cincuentenario de la reforma universitaria se realizaban en locales sindicales.

136
disciplina y del orden que no compartían; planteos que, con otros matices,
también movilizaban al estudiantado de la UNL.
Estos cuestionamientos engarzaban con una mirada crítica de la socie-
dad existente y con una tensión hacia una sociedad nueva en cuya cons-
trucción se sentían comprometidos. Para ello los habilitaban, según su
interpretación, los documentos de la Iglesia. Los estudiantes movilizados
expresaban esa mentalidad posconciliar de la cual, el rector de la UCSF,
dijo que difundía una nueva interpretación temeraria que dejaba de lado
la disciplina de la Iglesia.
Ya se expresaba la fractura a la que aludíamos, que no era sólo genera-
cional en el sentido de edades cronológicas: había jóvenes y maduros entre
los “pre y posconciliares". Junto a los estudiantes movilizados estuvieron
egresados, profesores, sacerdotes, padres, instituciones como el CMU, la
CGTA, la Juventud Demócrata Cristiana, el Magisterio Católico, Acción
Sindical Argentina, la Casa del Obrero Estudiante y el Movimiento Juve-
nil Santa Rosa de Lima. Entre quienes iban definiéndose como oponentes
y eran visualizados como tales por los estudiantes, se hallaban grupos de
alumnos de la UCSF (de las Facultades de Letras, de Derecho), egresados
(de la Universidad Católica y también del Colegio de la Inmaculada Con-
cepción) y las autoridades de la Universidad.
En el estudiantado movilizado primaban la crítica a lo que institu-
cional y socialmente consideraban injusto y la opción por los que sufren,
los que menos tienen, las clases populares; entroncaban su lucha con la
de todos aquellos que eran explotados por el sistema, por el capitalismo.
Quienes en la dinámica del conflicto iban definiéndose como sus oponen-
tes construían una representación en la que los principios de disciplina,
orden, autoridad, prestigio de la universidad, estaban siendo vulnerados
por las acciones estudiantiles, representación desde la cual justificaban
su accionar. Una característica del mismo era la negación de la presen-
cia; las renuncias lo ponían claramente de manifiesto, pero también las
negativas a recibir a los estudiantes, el silencio del Consejo Directivo, del
Consejo Superior y del Arzobispo. El cierre de su participación en el (po-
sible) diálogo y las nuevas imposiciones contribuyeron al enfrentamiento
abierto. Lo que enfrentó a los estudiantes y sus aliados con las autoridades
fue visualizarlas como sostenedoras de la estructura académica por ellos
cuestionada y como cómplices de un orden social injusto.
Su idea de compromiso con los pobres, visualizados no como objetos
de caridad sino como compañeros de ruta por el cambio societal profundo,
daba cuenta de una postura anticapitalista “de izquierda”. En el ámbito
eclesial, o en sectores pertenecientes a este ámbito, esta nueva concepción

137
de la pobreza era la que podía advertirse en la Teología de la Liberación.
La especificidad del cristianismo liberacionista30 latinoamericano era su
ligazón con una nueva cultura religiosa que denunciaba la violencia ins-
titucional del capitalismo periférico. La cuestión de la violencia popular
legítima, como resistencia a la opresión, se extendió en círculos católicos,
juveniles en particular. En ellos, las luchas por la liberación y la revolu-
ción cubana se leyeron como éxitos revolucionarios en el contexto mun-
dial que abonaban la posibilidad de otros similares en una época marcada-
mente optimista con respecto a las posibilidades de transformación social,
concretando la aspiración al socialismo como anticipo del reino de Dios
en la tierra. Además, la violencia se legitimó como respuesta a la violencia
estructural, era la violencia “justa” contra la “violencia injusta” encarnada
en el subdesarrollo, la pobreza, la desocupación.
Esta legitimación de la violencia popular, aunque habilitada por otros
discursos, se observaba también en el estudiantado movilizado de las
universidades estatales y, en general, en los sectores que confluían en el
frente anti-dictatorial que se estaba consolidando.

El movimiento estudiantil santafesino en una nueva coyuntura histórica

El año 1969 fue para el movimiento estudiantil y para el frente anti-


dictatorial en general un año de intensas luchas, masivas movilizaciones,
y también, de feroces represiones que culminaron con nuevos asesinatos
de manifestantes a manos de las fuerzas policiales o del ejército. A mitad
del mes de mayo y en el marco de las movilizaciones contra el cierre del
comedor estudiantil, moría asesinado en Corrientes el estudiante Juan José
Cabral; días después, en las jornadas de protesta por ese crimen, caían en
Rosario Adolfo Bello y Luis Blanco; se galvanizó la protesta y se desata-
ron insurrecciones urbanas primero en esa ciudad –“Primer Rosariazo”– y
luego en Córdoba, donde obreros y estudiantes desafiaron a las autoridades

30) El cristianismo liberacionista implicó una radicalización de la cultura católica latinoa-


mericana observable a través de movimientos en los que participaron laicos, parte del clero,
jóvenes de barriadas pobres, curas extranjeros, órdenes religiosas y especialistas formados
en las renovadas Ciencias Sociales y que adherían a la teoría de la dependencia. Constituían
sectores marginales con relación a la Institución eclesiástica. Lowy, Michael Guerra de
dioses. Religión y política en América Latina, Siglo XXI, México – Madrid, 1999.

138
y produjeron el acontecimiento más emblemático, quizás, de los años se-
senta: “el Cordobazo”. Los muertos se iban multiplicando. En septiembre,
nuevamente la sede de la protesta se trasladó a Rosario dónde se produjo
el último episodio de gran trascendencia del año, el “Segundo Rosariazo”.
En la ciudad de Santa Fe se observan coyunturas conflictivas a lo lar-
go de todo el año que si bien no nos permiten hablar de un “santafesinazo”,
muestran la continuidad de la movilización y el incremento de su carácter
contestatario. Se desataron: en febrero, protestas estudiantiles contra los
cursos preuniversitarios; en abril, movilizaciones en apoyo a los traba-
jadores del norte santafesino ante el cierre de ingenios y despidos en los
talleres ferroviarios; en mayo, una serie de actos y movilizaciones repu-
diando los asesinatos de estudiantes en Corrientes, Rosario y Córdoba
y en apoyo a los obreros tucumanos y cordobeses; en junio, atentados,
movilizaciones y concentraciones ante la llegada de Nelson Rockefeller al
país; en septiembre, movilizaciones en un nuevo aniversario del asesinato
de Santiago Pampillón; en noviembre, atentados contra las instalaciones
del Club del Orden y el Jockey Club.
En todas estas protestas se aprecia claramente que estudiantes univer-
sitarios y obreros aparecían aliados contra un oponente común: la dicta-
dura, las estructuras injustas, las autoridades universitarias, la represión
estatal, según fuese el conflicto en cuestión. Esta alianza, que puede ob-
servarse tanto en el plano discursivo como en el de las acciones colectivas,
incluía cada vez más a otros actores: curas tercermundistas, estudiantes
secundarios, profesionales –individualmente o mediante sus asociacio-
nes– y, en mucha menor medida, partidos políticos.
Las insurrecciones populares –los llamados “azos”– del año 1969
marcaron un punto de inflexión a escala nacional en tanto dieron ini-
cio a un proceso de descomposición del régimen de la autoproclamada
Revolución Argentina. A partir de los mismos se operó un cambio en la
estructura de oportunidades políticas que habilitó la emergencia de nue-
vos actores –entre ellos, las organizaciones político-militares– y nuevos
repertorios en la confrontación –ocupación de fábricas y facultades con
rehenes, secuestros de empresarios y representantes gubernamentales,
entre otros–; a la vez que la contundencia y masividad de la movilización
popular obligó al gobierno a rediseñar sus políticas en aras de frenar el
descontento. Las medidas encaradas no lograron desactivar la conflicti-
vidad que, además, se extendía más allá de los principales centros indus-
triales del país –por ejemplo a fines del año 1970 Tucumán y Catamarca
fueron sedes de importantes y generalizadas protestas–; en los primeros
meses de 1971 se produjeron nuevos alzamientos populares en Córdoba,

139
obligando al gobierno no sólo a otro recambio en su figura presidencial,
sino también a proclamar iniciado el “tiempo político”, que habría de ser
el tramo final de la dictadura. La transición hacia una salida electoral se
enmarcó en lo que el propio régimen denominó “Gran Acuerdo Nacio-
nal”, que suponía el intento de generar un compromiso entre las FFAA y
las distintas fuerzas políticas y sociales en torno a cuestiones tales como:
el repudio a la subversión –y con ello la legitimación de la Doctrina de
Seguridad Nacional y la noción de “enemigo interno”–, el reconocimien-
to de la inserción de las Fuerzas Armadas en el futuro esquema institu-
cional y, sobre todo, el acuerdo en torno a la candidatura presidencial
–Perón debía renunciar a la misma–31. A partir de entonces, el accionar
de la dictadura pivoteará entre la represión y la búsqueda de consensos.
Es este el contexto en que se desató “la huelga del comedor”, importan-
te conflicto en el ámbito de la UNL que comenzó el 7 de julio de 1971 y se
extendió hasta el 18 de septiembre de ese año; lapso en el cual la Universi-
dad se vio paralizada, sin que pudieran desarrollarse las actividades usua-
les por la huelga estudiantil que supuso la ausencia absoluta de los alumnos
de las sedes santafesinas32 tanto a clases, como a las mesas de exámenes.
El conflicto comenzó cuando un grupo de aproximadamente 400 es-
tudiantes ocupó el Rectorado por varias horas. La toma se realizó por
reclamos específicos relativos al comedor universitario: aumento de su
capacidad de atención, mejoras en la calidad de las comidas y en la aten-
ción técnica y mayor número de mozos–estudiantes frente al incremento
de tareas; a su vez en esta toma los manifestantes también sostenían que
el “…Rector como abogado y como cabeza responsable de la universidad
debe pronunciarse en contra de la ley nacional dictada recientemente (que
habilita la competencia de las FFAA en la represión de las actividades
subversivas)”33.

31) Tcach, César “Golpes, Proscripciones y partidos políticos”, en James, Daniel (dir.) Vio-
lencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Sudamericana, Buenos Aires, 2003, tomo
IX (Nueva Historia Argentina).
32) Más allá que el núcleo del conflicto estuvo centrado en la UNL (y especialmente en las
facultades e institutos que funcionaban en la ciudad de Santa Fe), también participaron del
mismo estudiantes de la Universidad Católica y de la Regional Santa Fe de la UTN. Respec-
to a estos últimos, es importante señalar que, desde 1970, estaban habilitados para asistir al
comedor universitario.
33) Diario El Litoral, 7 de julio de 1971, p. 6.

140
La toma del Rectorado tuvo una tibia respuesta institucional. El Secre-
tario de Bienestar Estudiantil de la Universidad, Dr. Ruiz Palacios, acudió
a dialogar con los alumnos y argumentó que “se hacían grandes esfuerzos
dentro de los límites presupuestarios”34. Esta explicación no satisfizo a los
estudiantes, quienes sostuvieron que las insuficiencias del presupuesto no
se debían a su exigüidad, sino al mal empleo que del mismo realizaban las
autoridades. Por otro lado, reclamaron la presencia del Rector como único
interlocutor válido. La acción parecía destinada a ser una toma más, como
otras veces había ocurrido, pero el accionar represivo de la policía radi-
calizó la posición del estudiantado. Al respecto, un entrevistado señala:

...cuando estamos en el Rectorado la policía rodeó el Recto-


rado entonces se resolvió salir del Rectorado con el Rector ade-
lante (…) y cuando estábamos llegando, ahí nomás, a la esquina
de 9 de Julio la policía atacó. Y reprimió, y como consecuencia
de la represión y los desórdenes que hubo, fueron detenidos
tres, tres muchachos35.

Este fue el acontecimiento que actuó como desencadenante de la


“huelga por el comedor”.
En el transcurso del conflicto es posible observar un quiebre en lo que
respecta a las demandas. Si en una primera etapa el principal reclamo era
la realización de mejoras en el comedor, a partir de la detención de un nu-
meroso grupo de estudiantes se exigió también la liberación de éstos. Se
pasó de una demanda de tipo gremial reivindicativa –el mejoramiento de
las instalaciones y la calidad del servicio del comedor universitario– a otra
de orden político. El pedido que se realizaba por los detenidos enlazaba
con la lucha contra la vigencia de la Ley Nº 19081 –sancionada en junio de
1971–, instrumento jurídico mediante el cual el régimen disponía la milita-
rización de la seguridad interna y el “combate” de las actividades conside-
radas subversivas. Es decir, a las primeras demandas, se fueron agregando
otras que reforzaron y dieron nueva dinámica a la lucha estudiantil.
En cuanto al repertorio de acción desplegado por el estudiantado du-
rante este conflicto, caben destacar: asambleas generales –que se desarro-

34) Diario Nuevo Diario, Santa Fe, 8 de julio de 1971, p 3.


35) El testimonio corresponde a un ex alumno de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
de la UNL que cursó sus estudios en la década del ‘60. Entrevista realizada en junio de 2006
en Santa Fe, Provincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Silvia Dejon.

141
llaban en espacios universitarios tales como el comedor y las sedes de las
facultades e institutos o, significativamente, en locales gremiales como el
Sindicato de Panaderos y el Sindicato de Artes Gráficas–, comunicados de
prensa, tomas de facultades, actos relámpagos, movilizaciones callejeras
y en varias ocasiones, atentados contra propiedades y recursos de quienes
eran visualizados como oponentes36.
Respecto a las agrupaciones estudiantiles existentes al interior del mo-
vimiento estudiantil santafesino, es posible realizar una división tripartita
de acuerdo a su orientación ideológica. Por un lado, estaban las vinculadas a
la izquierda no tradicional: la FAUDI (Federación Argentina de Universita-
rios de Izquierda), TUPAC (Tendencia Universitaria Popular Antiimperia-
lista Combativa), el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Por
otro, estaban las relacionadas a la izquierda peronista: la Juventud Peronis-
ta, el Ateneo Universitario y el Movimiento Integralista –durante la segun-
da mitad de la década del sesenta las dos últimas agrupaciones habían su-
frido un significativo proceso de peronización–. El punto de conexión entre
todas ellas era la creencia común en que el cambio social profundo sólo era
posible por la vía revolucionaria. Por último, también tenían presencia las
agrupaciones “reformistas”, entre ellas la Federación Juvenil Comunista y
el MOR (Movimiento de Orientación Reformista), el CUMS (Círculo Uni-
versitario de Militantes Socialistas) y el MURA (Movimiento Universitario
Reformista Auténtico) quienes levantaban las banderas de la Reforma Uni-
versitaria de 1918. Esta diversidad de organizaciones pone en evidencia que
en el marco del proceso de radicalización política e ideológica que vivió el
movimiento estudiantil en todo el periodo analizado, las viejas identidades
estallaron, dando lugar a nuevas agrupaciones y confederaciones y a signi-
ficativas transformaciones de aquellas que tenían más larga vida.
El análisis de este conflicto también permite advertir cambios en las
características de la represión, especialmente en lo relativo a la situación de
los detenidos. El paradero de los estudiantes apresados por la policía en el
marco de uno de los atentados permaneció desconocido durante los prime-

36) Dos fueron los atentados que se registraron en el marco de este conflicto. El primero de
ellos al diario El Litoral cuando el 14 de julio, mediante la utilización de bombas incendiarias,
se destruyeron las vidrieras del edificio donde funcionaba. El mismo se produjo como repudio
a una nota que el periódico publicó el día anterior cuestionando duramente el accionar del
estudiantado y poniendo en duda la necesidad del propio comedor estudiantil. El segundo tuvo
lugar el día 19 de julio en el transcurso de una movilización, y fue contra el edificio de la em-
presa de capitales extranjeros SADE; este atentado derivó en la detención de tres manifestantes.

142
ros días, pese al reclamo de abogados y familiares. Luego las autoridades
policiales reconocieron que estaban alojados en la Jefatura, pero, al con-
trario de lo que generalmente sucedía, éstos siguieron detenidos a pesar de
todas las acciones que se llevaron a cabo. A la vez, al aplicárseles la Ley Nº
19081 los estudiantes mayores de edad fueron trasladados a Buenos Aires,
lo cual dificultaba la organización de su defensa. Es importante destacar
que la Coordinadora o Comisión de Lucha Estudiantil, constituida en los
primeros días del conflicto se encargaba, entre otras cuestiones, de dicha or-
ganización, lo que explica que de la misma participaran jóvenes abogados37.
La comisión de defensa de los detenidos operó a dos niveles, uno fue en
la Coordinadora en general y el otro a nivel de las diferentes agrupaciones.
En consonancia con esto, es posible afirmar que la acción colectiva se
pudo extender en el tiempo debido a la fuerte cohesión y al compromiso
compartido entre los estudiantes; pero también al alto grado de organi-
zación que alcanzaron, a su capacidad de articulación y relación con el
movimiento obrero (expresado esto en el apoyo brindado por la CGTA-
Seccional Santa Fe) y con diferentes partidos políticos. A la vez y en ese
mismo sentido, fue relevante el respaldo de sectores como el Encuen-
tro Nacional de los Argentinos, así como también el de estudiantes de la
UTN, la UCSF y de las escuelas secundarias de la ciudad. El conflicto
del comedor permite observar la existencia de densas redes y múltiples
vínculos, en definitiva, de un entramado relacional que da cuenta de la
imbricación entre la vida estudiantil universitaria y la militancia política
en ámbitos que excedían el universitario.

Consideraciones finales

Los estudiantes universitarios santafesinos fueron parte de la oleada


de movilización y radicalización juvenil que se registró a escala planeta-
ria durante la década del sesenta. Al calor de la masificación de la ense-

37) Al respecto es importante mencionar que incluso antes de desatarse el conflicto, los estu-
diantes ya participaban de la Organización de Solidaridad con los Presos Políticos Estudian-
tiles y Gremiales (OSPEG) Santa Fe, organización que según manifestaban sus integrantes
se había gestado “(d)ado los permanentes atropellos y vejámenes que viene sufriendo el
pueblo argentino por parte del gobierno militar, atropellos que van desde la vigencia de una
legislación represiva como nunca hemos visto en nuestro país (…) hasta la cárcel, las “des-
apariciones”, la tortura y el asesinato …”. Diario Nuevo Diario, 11 de julio de 1971, p. 2.

143
ñanza superior –de lo cual daba cuenta la creación de nuevas institucio-
nes y el crecimiento de las preexistentes en la ciudad– y de los profundos
cambios sociales y culturales que se sucedieron, éstos se constituyeron
en actores centrales de la vida política local y nacional.
Durante el decenio de 1956–1966 se transformaron en un dinámico
sector que a partir de la demanda de mayor participación en el gobierno
de las casas de altos estudios y de la discusión del rol que como profe-
sionales les cabía en la sociedad fueron construyendo nuevos discursos y
sensibilidades que ponían en cuestión la propia organización societal: los
principios de autoridad que detentaban los adultos, la función que cum-
plían la ciencia y la tecnología en países dependientes, la distribución de la
riqueza y el poder en las sociedades capitalistas. Los enfrentamientos con
docentes y autoridades universitarias que propiciaron durante estos años,
especialmente los estudiantes de la UNL, fueron amalgamando posiciones,
fraguando acercamientos, en definitiva, generando una fuerte identidad es-
tudiantil por sobre las diferencias políticas e ideológicas que separaban a
los distintos individuos y grupos organizados al interior del movimiento.
Al promediar la década del sesenta era ya evidente un alto grado de
radicalización de los jóvenes universitarios santafesinos que se manifes-
taba en discursos anti–sistémicos y en una predisposición a comprome-
terse en la consecución de cambios profundos que trascendían los límites
de las instituciones de enseñanza. La intervención a las universidades
públicas dispuesta por el gobierno dictatorial que se hizo con el poder en
1966, y que puso fin al gobierno tripartito y a la autonomía de las casas de
altos estudios, profundizó y aceleró ese proceso de radicalización. Dicha
intervención significó el inicio de un ciclo de protesta en que los estu-
diantes actuaron de “madrugadores”38 pero que en pocos años fue su-
mando diversos sectores a un amplio y extendido frente anti–dictatorial.
A finales de la década y principios de la siguiente el sector del estu-
diantado movilizado y radicalizado ya no se restringía exclusivamente
a la UNL, sino que incluía a amplios sectores del alumnado de la Uni-
versidad Católica de Santa Fe –también ellos impactados por los profun-
dos cambios culturales e ideológicos de la década, y muy especialmente
atraídos por un cristianismo liberacionista que estaba calando hondo en
la sociedad santafesina–, así como también, aunque en menor medida, al

38) Tarrow, Sidney El poder en…, Op.Cit., p.267.

144
de la UTN– Regional Santa Fe. Todos ellos confluían en acciones colecti-
vas cada vez más desafiantes y que a pesar de las altas cuotas de represión
implementadas por el régimen, tenían por escenario excluyente las calles
y lugares públicos de la ciudad.
La posibilidad de mantener e incrementar el desafío en condiciones tan
adversas para la acción colectiva, radicó en las densas redes que tejieron
los estudiantes y en el entramado de relaciones que supieron construir, re-
producir y expandir. Pero también, y sin negar el acierto de sus estrategias,
en las solidaridades que la propia represión gubernamental despertó y ali-
mentó en sectores santafesinos menos proclives a la participación.
A modo de conclusión se puede afirmar que la dinámica de confron-
tación sostenida en el tiempo con un gobierno dictatorial, conservador
y autoritario en lo cultural tanto como en lo político, desempeñó un pa-
pel nada desdeñable en el incremento de la radicalización de los jóvenes
santafesinos y especialmente del movimiento estudiantil local. Así como
también en la activación de los otros actores que se fueron sumando a un
nutrido frente anti–dictatorial que llevó a la dictadura a proponerse des-
activar la movilización social que amenazaba con encaminarse hacia una
salida revolucionaria. Movilización en la cual el movimiento estudiantil
seguía siendo un actor fundamental.

145
146
La conflictividad docente en Santa Fe,
c. 1966–1971
Carlos Marcelo Andelique

La “Revolución Argentina” 1966-1973: entre el consenso político y la


creciente conflictividad social

En 1966, más precisamente, el 28 de junio, se inició una nueva dic-


tadura que se autodenominó “Revolución Argentina”. Encabezado por el
general Juan Carlos Onganía, el golpe de Estado que derrocó al gobier-
no constitucional de Arturo Illia contó con el consenso de importantes
sectores sociales de la Argentina, que iban desde las clases dominantes
más poderosas del capital nacional y transnacional hasta las clases sub-
alternas. A diferencia de regímenes militares anteriores, las Fuerzas Ar-
madas que gobernaron entre 1966 y 1973, no habían establecido límites
temporales para permanecer en el poder. Tenían como objetivo llevar a
cabo reformas estructurales a desarrollar en distintos tiempos: uno eco-
nómico, otro social y finalmente un tiempo político.
Durante este período se pueden reconocer dos momentos claramente
diferenciados: una primera etapa que se corresponde con el Gobierno de
Onganía (hasta junio de 1970), y una segunda etapa en la que se suceden
los presidentes de facto Levingston y Lanusse. En el sub–período 1966-
1970, el gobierno contó con un amplio poder producto de la legitimidad
con la que asumió de facto; mientras que la segunda etapa estuvo marca-
da por la crisis y el debilitamiento del poder militar ante la sociedad civil,
producto de la creciente conflictividad social y la violencia política a la
cual debió enfrentarse, especialmente desde 19691.

1) Para comprender el cuadro de situación política y social cabe recordar algunos de los
acontecimientos que dan cuenta del grado de violencia política que se manifestó entre 1969
y 1973, como ser: el asesinato de Emilio Jauregui el 27 de junio de 1969, el asesinato del
dirigente metalúrgico Augusto T. Vandor el 30 de junio de 1969, el asesinato de Pedro E.
Aramburu por Montoneros el 1 de junio de 1970, el fusilamiento de militantes políticos pri

147
El nuevo régimen político destituyó todas las autoridades constitu-
cionales, clausuró el Congreso nacional y las legislaturas provinciales,
disolvió los partidos políticos y prohibió sus actividades. En definitiva,
se clausuró la política, y con ella toda forma de canalizar por vías institu-
cionales la confrontación y la discusión política y social2. Esta configura-
ción autoritaria que asumieron las instituciones del Estado obedecía a un
proyecto económico que favorecía a los sectores capitalistas más concen-
trados, profundizando la industrialización sustitutiva de importaciones a
partir de la extranjerización creciente de la economía y afectando a los
trabajadores y sectores populares. Pero las medidas económicas no sólo
beneficiaban a las empresas transnacionales, sino que también buscaban
integrar a un sector dominante de los capitalistas “nativos” a los que Ba-
sualdo denomina “oligarquía diversificada”3.
En general, la política económica llevada adelante por Krieger Vase-
na durante el gobierno de Onganía combinaba medidas tradicionales de
ajuste y estabilización (devaluación, reducción del gasto público, conge-
lamiento de salarios) con otras que pretendían la industrialización (re-
tenciones a las exportaciones agropecuarias, aumento de la circulación
monetaria, sistema de cambios diferenciales) con el objetivo de generar el
desarrollo económico y controlar lo que se consideraba como un flagelo
de los últimos años: la inflación.
Sin embargo, las críticas al autoritarismo del régimen y la radicaliza-
ción de la protesta de un sector del movimiento obrero y estudiantil lle-
varon a la caída de Krieger Vasena, y con ello iniciaron el rápido proceso
que puso fin al gobierno de Onganía. La asunción del General Roberto
Levingston como nuevo presidente de facto no logró canalizar la conflic-
tividad social, y luego del Viborazo producido en la ciudad de Córdoba
en marzo de 1971, renunció y dio lugar a Alejandro Lanusse.
Este deterioro del poder de las Fuerzas Armadas no sólo era producto
de la situación económica y social, sino también de la ausencia de canales
institucionales de expresión política. El documento titulado “La hora del
pueblo” firmado por representantes de los partidos políticos mayoritarios

sioneros en la cárcel de Trelew el 22 de agosto de 1972 por las Fuerzas Armadas, conocido
como la “masacre de Trelew”, por nombrar los casos más resonantes.
2) Calveiro, Pilar Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70,
Verticales de bolsillo, Buenos Aires, 2008, p. 22.
3) Basualdo, Eduardo Estudios de Historia económica Argentina, Siglo XXI, Buenos Aires,
2010, p. 58.

148
en noviembre de 1970, sintetizaba los crecientes cuestionamientos que
desde los sectores políticos se comenzaban a articular contra el gobierno.
Ahora bien, ¿qué acciones realizaron los trabajadores frente al régi-
men militar impuesto a partir de 1966? En este punto es necesario marcar
ciertas diferencias muy importantes. Por un lado, había dirigentes sindi-
cales que apoyaron el golpe de 1966. Entre estos dirigentes se encontra-
ban los vandoristas que dirigían las 62 Organizaciones y otros sindicatos
reconocidos como participacionistas por su grado de colaboración con el
régimen. Pero el congelamiento de salarios, la suspensión de las conven-
ciones colectivas de trabajo y la actitud conciliadora de los dirigentes de
la Confederación General del Trabajo (CGT) generaron descontento en un
sector del sindicalismo. Esta situación dio lugar a la emergencia de una
línea más combativa y clasista que se separó en 1968 y conformó la CGT
de los Argentinos conducida por Raimundo Ongaro.
Ante el régimen represivo y la burocracia sindical, el clasismo pro-
ponía la democracia interna, la participación directa de las bases traba-
jadoras, postulaba la unidad de la clase obrera frente a los empresarios y
al capitalismo y planteaban acciones gremiales alternativas. Al respecto
Lobato y Suriano señalan que el clasismo recurrió a:

…repertorios de confrontación menos formales, como la ac-


ción directa (toma de rehenes, sabotajes) o la alianza con orga-
nizaciones vecinales, parroquiales y políticas; así como a diver-
sas formas de difusión de sus reclamos que abarcaban métodos
formales, como la apelación a los medios de comunicación, o
informales, como la asistencia a asambleas universitarias o las
huelgas de hambre cuyos contenidos simbólico era indudable4.

La Provincia de Santa Fe no fue una excepción en la creciente conflicti-


vidad social. A modo de ejemplo se pueden citar: la Marcha del Hambre en
el norte provincial en abril de 1969, manifestaciones de la Unión de Ligas
Agrarias de Santa Fe en 1972, la Marcha del Silencio en mayo de 1969 en
Rosario en respuesta a los asesinatos de los estudiantes Juan José Cabral en
Corrientes y Adolfo Bello en Rosario, el “Rosariazo” de octubre de 1969
donde se produjo un fuerte enfrentamiento entre obreros y estudiantes con
las Fuerzas Armadas. Como bien señala Pascuali:

4) Lobato, Mirta y Juan Suriano La protesta social en la Argentina, FCE, Buenos Aires,
2003, p. 106.

149
… la conformación de movimientos sociales de oposición al
régimen, ensayaron nuevos repertorios de confrontación y mar-
caron el inicio de la descomposición de la «Revolución Argenti-
na». Desde el norte hasta el sur de la provincia, la conflictividad
social –encarnada por los más variados sectores populares– se
convirtió en el fenómeno más significativo de la época5.

La discontinuidad gubernamental que caracterizó al régimen a nivel


nacional también se expresó en el gobierno de la Provincia. Se sucedieron
diferentes gobernadores de facto entre 1966–1973. El primer gobernador
fue el General Eleodoro Sánchez Lahoz quien derrocó al Gobernador
constitucional Aldo Tessio. A los pocos meses asumió el Contraalmi-
rante Eladio Modesto Vázquez (5 de agosto de 1966). Vázquez se man-
tuvo hasta que la renuncia de Onganía obligó a recambios importantes:
lo reemplazó provisionalmente y por pocos meses el General Roberto
Anibal Fonseca (1970). Finalmente fue designado el General Guillermo
R. Sánchez Almeyra, que gobernó la provincia entre 1970 y 1973 a pesar
del recambio que se produjo en 1971 a nivel nacional.
En lo que refiere a la política educativa nacional, se estableció la Ley
Orgánica de Educación que fue impulsada a partir de 1968. Los principa-
les pilares fueron: la aplicación del principio de subsidiariedad del Estado,
la descentralización administrativa, la transferencia del sistema educati-
vo nacional primario a las provincias que voluntariamente aceptaran el
acuerdo, la reducción de la escuela primaria a 5 años, la implementación
de un nivel intermedio orientativo de 4 o 5 años y un nivel medio optativo
basado en bachilleratos modalizados, la reforma del sistema de formación
docente suprimiendo la formación del magisterio en las escuelas normales
nacionales y la creación de institutos del profesorado elemental, la crea-
ción de un profesorado específico para la escuela intermedia, y una capa-
citación obligatoria para los ascensos entre otras modificaciones6.
En la Provincia de Santa Fe, como parte de las reformas estructurales

5) Pascuali, Laura “La provincia en conflicto: transformaciones económicas, fracaso político


y resistencia social (1966–1976)” en Videla, Oscar R. El siglo veinte. Problemas sociales,
política de Estado y economías regionales (1912-1976), Prohistoria /Diario La Capital, Ro-
sario, 2006, tomo IX (Nueva Historia de Santa Fe), p. 202.
6) Gudelevicius, Mariana “La protesta gremial docente contra el proyecto educativo de la
«Revolución Argentina»”, en Archivos Ciencia de la Educación Vol.5, Nº5, Facultad de Hu-
manidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 2011, p. 3.

150
del sistema educativo, se creó el Servicio de Enseñanza Superior, Nor-
mal, Media y Técnica por Ley Nº 6363 de 1967, poniendo en evidencia
en el plano administrativo la importancia que comenzaba a adquirir la
formación superior y secundaria. Otra reforma fundamental de este pe-
ríodo –que adquirió importancia en los conflictivos meses de 1971– fue
la creación de la escuela intermedia. Ésta requería una reconversión for-
mativa de los docentes, adecuación de las instituciones y cambios en los
planes de estudios. No obstante, se llevó a cabo de forma experimental
en algunos establecimientos y nunca adquirió una dimensión importante.
Fue derogada por Decreto Nº 762 del año 19737.
En este marco, con características específicas y en respuesta a políti-
cas educativas coherentes con la índole represiva del régimen y su proyec-
to económico, los trabajadores docentes participaron en diversos conflic-
tos y fueron protagonistas de huelgas importantes frente a la dictadura.
Una de ellas, objeto de análisis en este trabajo, fue la huelga docente en la
Provincia de Santa Fe durante el primer semestre del año 1971.

Gobierno y trabajadores docentes de Santa Fe: vaivenes de una relación


conflictiva

La Federación Provincial del Magisterio y la Asociación del Ma-


gisterio Católico fueron las entidades gremiales con mayor influencia y
participación durante el período 1966-1973. Ambas asociaciones se agru-
paban en la Comisión Pro Mejoras Económicas del Magisterio de Santa
Fe (en adelante Comisión Pro Mejoras), que actuó como una comisión de
carácter intersindical, fue creada en 1946 y reeditada en las huelgas de
1957 y 19718. Además, esta comisión estaba integrada por ASDAEMES9

7) Ossanna, Edgardo, Adrián Ascolani, Mirta Moscatelli y Alberto Pérez “Una aproximación
a la educación en Santa Fe de 1945 a 1983”, en Puiggros, Adriana (Dir.) Historia de la edu-
cación en Argentina, Galerna, Buenos Aires, 1997, tomo VII, p. 414.
8) Rodríguez, Gloria, Julia Soul y Julián Gindin “Políticas de organización gremial en Ro-
sario. Apuntes sobre las experiencias docentes y mercantiles”, ponencia presentada en el
6º Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, organizado por la Asociación Argentina de
Especialistas en Estudios del Trabajo, Buenos Aires, del 13 al 16 agosto de 2003, en línea
en http://www.aset.org.ar/congresos/6/archivosPDF/grupoTematico03/010.pdf, consulta en
diciembre de 2015.
9) ASDAEMES fue una asociación gremial que agrupó especialmente a los docentes secun-
darios provinciales. En este sentido, cabe aclarar que la mayoría de las escuelas secundarias

151
(Asociación Santafesina de Docentes y Administrativos de la Enseñan-
za Media, Especial y Superior), Asociación de Maestros de Enseñanza
Manual y Asociación de Maestros Particulares. A través de esta organi-
zación inter–gremial, los docentes utilizaron diferentes estrategias para
plantear los reclamos y reivindicaciones del sector.
Las organizaciones gremiales docentes durante este período tuvieron
una estructura organizativa débil y fragmentada. Los docentes entrevis-
tados reafirman este carácter cuando señalan que los aportes de los agre-
miados a la Asociación del Magisterio de Santa Fe durante este período
no se hacían por vías formales ni de manera compulsiva. Por el contrario,
era voluntario y el propio gremio a través de personal específico recorría
los domicilios de los docentes cobrando el aporte mensual a los afiliados.
Al respecto, una de las docentes entrevistadas afirma que:

…los dirigentes provinciales recorrían la provincia con sus


autos, se hacían colectas en las escuelas, se juntaba plata, por-
que como yo decía, no había descuento por planilla. Entonces,
andaba un cobrador casa por casa o iba a las escuelas. Imagina-
te lo dificultoso que era eso. Realmente era a pulmón10.

Además, el sindicato no contaba con personería gremial, sólo era re-


conocido como asociación civil con personería jurídica. Según una de las
docentes entrevistadas, la personería gremial se obtuvo en la década del
80, que en el caso de la Asociación del Magisterio de Santa Fe, fue el 11
de septiembre de 198511.
Las principales demandas de la Comisión Pro Mejoras ante el Minis-
terio de Educación en los años previos a la huelga de 1971 fueron por las
condiciones laborales, los salarios y el sistema educativo. En lo atinente a

pertenecían al ámbito nacional, eran muy pocas las escuelas secundarias dependientes del
Ministerio de Educación de la Provincia. Por lo tanto, el mayor número de huelguistas fue-
ron de las escuelas provinciales primarias. Los docentes de las escuelas secundarias tuvieron
una participación minoritaria.
10) A los fines de mantener la reserva de identidad y de otros datos personales de los entre-
vistados, los mismos no se identificarán. Ver listado al final del artículo.
11) Cabe aclarar que en esta conformación que se produce en la década del ochenta, conflu-
yen militantes y afiliados de las Asociaciones departamentales, de la Federación Provincial
del Magisterio y de la Federación Única de Sindicatos de Trabajadores de la Educación
(FUSTE), estableciéndose un sindicato único cuya denominación pasó a ser Asociación del
Magisterio de Santa Fe (AMSAFE).

152
las condiciones laborales, un reclamo que se reiteraba permanentemente
y del cual se hacía eco la prensa local refería a la estabilidad en el trabajo.
Se realizaron diferentes peticiones respecto de la necesidad de establecer
concursos de ingreso y ascenso a la docencia. También la jubilación se
constituía en un problema preocupante. Los docentes provinciales soli-
citaban la adecuación del porcentaje de deducciones para la jubilación al
índice nacional, ya que el de la provincia implicaba un 13% de descuento
(proponían bajar 4 puntos). Se planteaban reclamos respecto de las bonifi-
caciones por antigüedad (adecuación igualitaria para maestros, directores
e inspectores) y la modificación de la bonificación por asistencia perfecta
en dedicación a la docencia incluyéndola en el sueldo.
Pero sin dudas, el principal reclamo que atravesó el período estaba
vinculado al salario. En este punto se pueden distinguir dos problemas
claramente diferenciados y que confluyeron en marzo de 1971. Por un
lado, había una demanda que venía haciéndose desde hacía varios años: el
pago en tiempo y forma del salario a docentes suplentes –interinos y re-
emplazantes–. Generalmente estos cobraban con varios meses de retraso.
Al respecto una docente señala que:

…los reemplazantes ni hablar. Tenían un reemplazo y lo


cobraban tarde. Pero sobre todo eso, cobrábamos los sueldos
atrasados, atrasados. Realmente, nunca sabíamos por qué te-
níamos que cobrar tan atrasados los maestros y profesores que
trabajábamos en el interior. Además, algunos eran del lugar,
pero otros éramos gente que viajábamos mucho. Tanto es así
que después era la cuestión del transporte. A veces no había
continuos. Muchas veces viajábamos a dedo. Parecía tan cerca
pero teníamos que viajar a dedo para poder llegar.

Otra docente agrega que:

…iban (a trabajar) porque era una manera de tener trabajo,


y bueno, lo aguantaban los amigos, los familiares. A veces el
gremio mismo trataba de ayudarlos. A veces no tenían… El
dedo famoso del maestro de la ruta significaba que a veces no
cobraba y estaba yendo al interior. Quedarse en el lugar no le
era beneficioso por los costos…

Ante estas dificultades, la conducción gremial planteó la necesidad de


generar mecanismos administrativos que le permitieran a los docentes in-

153
terinos y reemplazantes cobrar en las fechas que les correspondía en todo
el territorio provincial, y de esta manera regularizar la situación de un gran
número de trabajadores. Para el momento en el que se produjo la huelga, la
Comisión Pro Mejoras denunciaba que las deudas pendientes que tenía el
gobierno provincial con los docentes interinos y reemplazantes privados y
estatales ascendían a los 110 millones de pesos moneda nacional. Además,
los docentes provinciales y privados12 del interior de la provincia, como
generalmente cobraban a destiempo, demandaban el pago simultáneo del
salario con los docentes de la ciudad capital y Rosario.
Por otra parte, a estas reivindicaciones de docentes interinos y reem-
plazantes se sumó a fines de 1970 un reclamo de reajuste salarial genera-
lizado que demandaba un salario de 40.000 pesos para el maestro de gra-
do13. Los principales argumentos sobre los que pivoteaban las entidades
gremiales para justificar el reclamo eran la necesidad de comprar material
didáctico para la actualización de la enseñanza, la compra de vestimenta
adecuada para asistir a las escuelas, las diferencias con los sueldos de
otros sectores de la administración pública provincial y la necesidad de
jerarquizar el rol docente dada la trascendencia de la labor que se cumplía.
La aceleración en el reclamo de los docentes hacia finales de 1970 y co-
mienzo de 1971 no puede comprenderse sin considerar la inflación. Efecti-
vamente, las demandas se anclaban en el gran deterioro salarial que sufrían
los trabajadores en 1971. Si consideramos el contexto nacional y evaluamos
el crecimiento de la tasa de inflación anual minorista, se puede comprender
por qué el aumento de precios preocupaba a los sectores asalariados. En
este sentido, según datos relevados por Gerchunoff y Llach, se pasó de una
tasa de inflación del 13,6% en 1970 a una tasa del 34,7 en 197114.
Finalmente, el tercer elemento que alimentó el descontento en el sec-
tor docente provincial y que adquirió dimensiones nacionales, fue la im-
plementación de la escuela intermedia gestada en el marco de la reforma
educativa iniciada en 1968, generando importantes cuestionamientos y
obligando a los sucesivos ministros que se sucedieron en la cartera edu-

12) Respecto a las instituciones privadas cabe consignar que los salarios eran pagados por la
administración provincial, como parte del subsidio que las mismas recibían.
13) De acuerdo a datos de la época, se requería para vivienda, alimentación y asistencia
médica y farmacia una suma cercana a los sesenta mil pesos. Diario El Litoral, Santa Fe, 18
de mayo de 1971.
14) Gerchunoff, Pablo y Lucas llach El ciclo de la ilusión y el desencanto, Emece, Buenos
Aires, 2007, p. 323.

154
cativa nacional a suspender y/o retrasar su implementación. En la Pro-
vincia de Santa Fe se aplicó en algunas escuelas y fue extendiéndose de
manera progresiva, pero no prosperó y se derogó en 1973.
Entre 1966 y 1971 la Comisión Pro Mejoras recurrió al diálogo como
principal estrategia para canalizar los reclamos, a través de entrevistas con
el Ministerio de Educación y Cultura de la Provincia y de comunicados
que se publicaban en la prensa escrita. En las reuniones se presentaban pe-
titorios fundamentando las demandas y explicitando el descontento. Es de
notar que durante los años previos a 1971, en ningún comunicado se plan-
teó alguna medida de acción contenciosa contra el gobierno, al menos pú-
blicamente; sólo se advertía sobre la situación que vivía el sector docente.
La falta de respuesta por parte del gobierno a los reclamos planteados
en diferentes instancias de diálogo con los gremialistas y el progresivo de-
terioro de la situación del sistema educativo a nivel nacional15 fueron dis-
tanciando poco a poco a las asociaciones gremiales del Ministerio de Cul-
tura y Educación de la Provincia. En el Congreso XXVII de la Federación
Provincial del Magisterio llevado a cabo en abril de 1970, se expresaba el
grado de insatisfacción. En el documento, que publicó en parte el Diario
El Litoral, se explicitaron los problemas que la entidad observaba respecto
de la situación que vivía la educación y las críticas que hacían a la gestión.
Según los dirigentes gremiales se cercenaban conquistas docentes y en el
Ministerio de Educación y Cultura primaba un estado de anarquía en la
administración y conducción de la educación santafesina16.
Los bajos salarios, el retraso en el pago salarial y las deudas pendien-
tes de reemplazantes e interinos, la reforma educativa, la implementación
de la escuela intermedia y el deterioro en la calidad de vida producto de la
inflación fueron las raíces más profundas del conflicto. Esta combinación
explosiva de causas de corto y mediano plazo en el marco de una perma-
nente política dilatoria por parte del gobierno para abordar la problemá-
tica de los docentes y su consecuente pérdida de legitimidad, terminaron
disipando cualquier posibilidad de consenso dejando el espacio abierto
a la confrontación. En un comunicado publicado en el mes de diciembre
de 1970 se expresaba el profundo descontento y la necesidad de asumir

15) Como ejemplo del deterioro se puede citar la reducción que sufrió el gasto público
nacional en educación. Del 17.3% en 1965 se redujo al 13,3 en 1972. Diario El Litoral, 13
de marzo de 1973.
16) Diario El Litoral, 07 de abril de 1970.

155
posiciones más contenciosas: “…los docentes ya están cansados de ‘diá-
logos’, de pedidos de audiencia y antesalas, de mendigar sin resultados;
que ha llegado el momento de hacer planteamientos enérgicos y serios y
de exigir y asumir responsabilidades hasta las últimas consecuencias”17.
En vísperas del comienzo de clases, la Comisión Pro Mejoras decidió
implementar un plan de lucha que el Ministerio de Educación y Cultura
procuró desacreditar. Uno de los argumentos con los que se justificaba
el gobierno provincial se centraba en la responsabilidad de los mecanis-
mos burocráticos del ministerio nacional para responder rápidamente a
las peticiones gremiales. Al respecto decía el ministro Ricardo Bruera:
“Es de público conocimiento el sistema nacional que regula para todo el
país el régimen de retribuciones y no es para nadie desconocido cuál es
el procedimiento por el cual se tramita la aprobación de los presupuestos
provinciales”18. Esta denuncia del Ministro provincial de Educación daba
cuenta de una de las características del régimen impuesto por las Fuer-
zas Armadas: la dependencia de las decisiones de los Estados provinciales
respecto del poder central. En efecto, en los decretos y resoluciones del
Ministerio de Educación y Cultura de la Provincia se plasmaron políticas
que obedecían al gobierno nacional. Como ejemplo de esta subordinación
se pueden citar el Decreto N° 1253 del año 1967 donde se fijaba la cantidad
de alumnos por curso y el Decreto N° 482 de 1969 sobre incompatibilidad y
prescindibilidad19. También se amparaban discursivamente en las posibili-
dades de inversión tanto a nivel nacional como provincial en lo que refiere al
crecimiento económico y disponibilidad de recursos fiscales; o recurriendo
a comparaciones con otras provincias y con la administración nacional para
destacar los altos salarios que cobraban los docentes santafesinos respecto
del resto de los docentes del país. Finalmente, el gobierno intentó ganarse
el apoyo social de los padres y de la sociedad, cuestionando la metodología
adoptada por la Comisión Pro Mejoras y deslizando públicamente la posi-
bilidad de descontar los salarios. El ministro Ricardo Bruera afirmaba que:

…la legitimidad de las aspiraciones se contraponen en este


caso con la improcedencia de los medios de acción para con-

17) Diario El Litoral, 07 de abril de 1970.


18) Diario El Litoral, 12 de abril de 1971.
19) Véase mayores ejemplos del grado de burocracia que establecía el gobierno central en
Ossanna, Edgardo et ál “Una aproximación…”, Op.Cit.

156
cretarla. Producido en esta circunstancia un hecho de huelga,
sin metas definitorias ni programación de alternativas, resulta-
rá luego difícil revertir el proceso. Si ello es conveniente o no
queda librado a la decisión de los docentes que sabrán evaluar
criteriosamente los pasos a dar y si se justifica, dentro de este
marco, perder salarios y otras retribuciones que irremisible-
mente se dilapidarán con las medidas de fuerza20.

Evidentemente, de lo que se trataba era de recurrir a la amenaza del


descuento como una alternativa para amedrentar y fracturar la huelga.
A pesar de las intimidaciones expresadas en las declaraciones lleva-
das a cabo por el Ministerio de Educación y Cultura, los docentes deci-
dieron llevar a cabo el plan de lucha que habían resuelto en la asamblea
provincial del 19 de diciembre de 1970 y ratificado en los primeros días de
marzo de 1971. En la resolución se había definido llevar a cabo paros tota-
les de actividades en las escuelas públicas y privadas de todos los niveles
y jerarquías, durante los días 16, 17, 23, 24 y 25 de marzo. De esta manera,
se iniciaban las clases el día 15 para luego continuar con huelgas escalo-
nadas de 48 horas a partir del día 16 y de 72 horas en la semana siguiente.
Por otra parte, advertían que de no brindarse una respuesta satisfactoria
al petitorio presentado, convocarían a una nueva asamblea para decidir un
paro por tiempo indeterminado.
En el marco de estos primeros días de huelga hubo una propuesta por
parte del gobierno de conformar una Comisión Mixta que fue aceptada por
las conducciones gremiales. Finalmente, luego de fracasar las negociacio-
nes en la Comisión Mixta, se decidió vía asamblea un paro por tiempo in-
determinado el 17 de mayo de 1971. La huelga se inició con un paro total
de actividades en las escuelas primarias, de enseñanza manual, técnica, en
escuelas privadas y en escuelas de educación secundaria dependientes de
la provincia. Como ejemplo de la contundencia del paro, se informaba lo
siguiente respecto de Rosario: “… de 120 escuelas que funcionan en esta
zona en las cuales se desempeñan 4000 maestros, se habían hecho presentes
únicamente siete docentes” Esta categórica adhesión a la huelga se expresa-
ba en la totalidad del territorio provincial en localidades como Vera, Recon-
quista, Esperanza, San Javier, Rafaela y otras cabeceras departamentales 21.

20) Diario El Litoral, 12 de marzo de 1971.


21) Diario El Litoral, 17 de mayo de 1971.

157
La huelga por tiempo indeterminado: entre el apoyo social y la intimi-
dación del gobierno

La huelga se mantuvo por treinta y seis días ininterrumpidos con di-


versas movilizaciones y acciones en las calles. Ahora bien, ¿cómo se ex-
plica la duración y la permanencia de las medidas de fuerza? Un primer
factor tuvo que ver con la participación activa de docentes y la puesta
en práctica de diversos repertorios de acción tendientes a mantener los
días de huelga: asambleas, movilizaciones, concentraciones, reuniones
con padres y estudiantes, caravanas de automóviles, reuniones con sindi-
catos, etc. Una docente entrevistada relata:

…íbamos a dedo a Progreso para hacer asambleas en las


escuelas y explicarles a los padres las causas del conflicto. Se
hacían asambleas inmensas, porque como la modalidad de la
época era la resolución por asambleas muy grandes. Yo me
acuerdo una, por ejemplo, que se hizo en la Unión Ferroviaria,
frente a donde estaba la Escuela Grilli antes, en calle Castella-
no. Otra inmensa en ASOEM22. La Asociación del Magisterio
tenía una sede pequeña, la de Boulevard Gálvez, nada más y
era totalmente desbordada.

Un segundo factor a considerar es la solidaridad y participación activa


de otros sectores sociales que apoyaron a los docentes durante el conflicto,
que galvanizaron el espíritu contencioso de la protesta. En este sentido,
varias fueron las organizaciones gremiales e instituciones de la sociedad
santafesina que adhirieron a la medida solidarizándose a través de los me-
dios o participando activamente en las diferentes actividades organizadas
por la Comisión Pro Mejoras. Una de las organizaciones que brindó su
apoyo fue la CGT. El acercamiento y la unidad con la central obrera que se
gestó durante el conflicto se expresaron en la participación de sectores del
movimiento obrero en distintas acciones realizadas de manera conjunta.
Aunque en alguna oportunidad estuvo planteada la posibilidad de que la
CGT Delegación Regional Santa Fe convocara a un paro de 24 horas en
adhesión a los maestros, esta medida nunca se concretó, posiblemente por
el carácter dialoguista y negociador que marcaba la política de la central

22) ASOEM (Asociación Sindical de Obreros y Empleados Municipales de Santa Fe).

158
obrera ante el gobierno. Entre las organizaciones gremiales que expresa-
ron su apoyo se encontraban la Asociación de Educadores Particulares, la
Asociación del Personal de Enseñanza Técnica –zona litoral– y la Asocia-
ción Bancaria de Santa Fe. Por otra parte, el grado de solidaridad de las
organizaciones de trabajadores locales con la huelga docente se evidenció
en la utilización de los locales de la Unión Ferroviaria, de ASOEM y de
UTEDyC (Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles) para
llevar a cabo las multitudinarias asambleas del Departamento La Capital.
Pero no sólo las instituciones gremiales ligadas al movimiento obrero
acompañaron a los trabajadores docentes durante el conflicto. También se
manifestó la Federación de Cooperadores Escolares que en distintos mo-
mentos intervino enviando telegramas a organismos nacionales, entre-
vistándose con el Ministro de Educación y Cultura y con el Gobernador
de la Provincia; organizaciones barriales como la Federación Santafesina
de Entidades Vecinales, la Asociación Vecinal “República los Hornos” y
Comisión Directiva de la Sociedad Vecinal “Unión y Trabajo”.
Además se manifestaron a favor del movimiento de protesta los estu-
diantes y ex alumnos, padres y organizaciones políticas. Estas manifesta-
ciones de apoyo eran activas, ya que participaban de los actos y moviliza-
ciones o bien emitían declaraciones que eran publicadas en la prensa local
(Nuevo Diario y El Litoral). Algunos centros de estudiantes secundarios,
el Centro de Estudiantes del Profesorado, el Movimiento Ateneísta de Es-
tudiantes, la Juventud del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID),
el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Movimiento de
la Juventud Peronista, son algunas de las organizaciones que aparecen
nombradas en la prensa.
La incidencia política de estos sectores se materializó en carteles y cán-
ticos que se entonaban en las movilizaciones. En los mismos se hacía eje
en la unidad de trabajadores y estudiantes, propios de una época donde
esta amalgama se vivía como una alternativa potencial y promisoria para
enfrentar el poder dictatorial y la represión; en problemáticas comunes que
unificaba a diferentes sectores en lucha, más allá de los problemas específi-
cos docentes. Entre las reivindicaciones propias de los docentes se colaban
otras demandas más políticas y generales que cuestionaban al régimen:
“La violencia no frena nuestra lucha”; “Maestros en la lucha unidos ¡Ade-
lante!”, “Luche, luche, luche; no deje de luchar, que la lucha docente es
lucha popular”; “Maestros, obreros y estudiantes, unidos adelante”; “Re-
pudiamos la traición, los maestros en acción”; “El pueblo nos anima, el
ministro nos intima”; “Menos represión, más educación"; “Libros sí, botas
no”; “Los maestros piden salarios justos”; “Escuelas y maestros queremos

159
presupuesto”. Es decir, el tono que adquirió el conflicto durante el paro por
tiempo indeterminado resultó más confrontativo, en la medida en que se
sumaron otros sectores a la protesta, endureciendo las posiciones y profun-
dizando la distancia entre el gobierno y la Comisión Pro Mejoras.
Aunque siempre hubo instituciones y nexos que propiciaron el diá-
logo entre el Gobierno y la dirección de la Comisión Pro Mejoras, el
conflicto se agudizó con el correr de los días y entraron en un espiral
de acusaciones y declaraciones, que por el lado del gobierno tendieron a
desgastar y deslegitimar el movimiento generado en torno a los reclamos
docentes, mientras que por el lado de la Comisión Pro Mejoras apostaban
a mantener la unidad del movimiento y a sostener una medida de fuerza
que por sus características –paro por tiempo indeterminado– requería de
soluciones concretas para poder suspenderse.
Ante las diferentes propuestas del gobierno que no satisfacían los re-
clamos, los docentes permanecieron en su posición y redoblaron la apues-
ta, organizando movilizaciones y ocupando las calles, especialmente de
la ciudad capital de la provincia y de Rosario. En cambio, en pueblos del
interior y en zonas rurales hubo docentes que concurrieron a trabajar, evi-
denciando ciertas fisuras que estaban quebrando la unidad lograda hasta el
momento. Ante la intransigencia, el gobierno tomó medidas que apuntaron
a modificar la relación de fuerzas planteada por los huelguistas a través de
la intimidación y la amenaza. La posibilidad concreta de sumariar a todos
aquellos que siguieran en la huelga fue una medida que apuntó a quebrar
la unidad que se había demostrado en las calles y en la alta inasistencia
a los lugares de trabajo durante todo el conflicto. De hecho, la cesantía a
supervisores en los inicios de la huelga por tiempo indeterminado, fue una
clara estrategia que buscó sumar a favor de las posiciones gubernamentales
a un sector fundamental de la carrera docente, ya que desde su rol jerár-
quico y su posición de poder, podían presionar a los directivos y docentes
para que suspendieran las medidas23. En este sentido, los Decretos Nros.
1410, 1411 y 1412 de 1971 planteaban medidas represivas concretas que
apuntaban a amedrentar a los docentes en diferentes frentes. Por un lado, el
Decreto 1410 intimaba a todos los docentes dependientes del Ministerio de
Educación de la Provincia a reintegrarse a sus tareas bajo amenaza de ser
sancionados; el Decreto 1411 obligaba a los representantes legales de las

23) Información suministrada por las docentes entrevistadas. Véase extracto citado en las
consideraciones finales del presente trabajo.

160
instituciones privadas dependientes del Ministerio de Educación a tomar
medidas que aseguraran la concurrencia de los docentes a las escuelas y el
Decreto 1412 habilitaba el inicio de procedimientos legales para cancelar
las personerías jurídicas otorgadas a la Asociación del Magisterio Católico,
a ASDAEMES, a la Unión del Magisterio Rosario y a la Asociación del
Magisterio de Santa Fe. Es decir, se apuntaba a fragmentar la unidad entre
los docentes y a bloquear a las organizaciones gremiales que decidieran
permanecer en la actitud confrontativa.
Pero el gobierno no sólo apeló a la intimidación a través de vías lega-
les, también recurrió a la amenaza de represión colocando policías en las
calles céntricas por donde se movilizaban los docentes. En varias opor-
tunidades se les prohibió el paso a las columnas que querían movilizarse
a la plaza de Mayo. De hecho, la plaza central de la ciudad, como espa-
cio público de manifestación estuvo vedada durante todo el conflicto. Es
más, cuando fue necesario se recurrió a la violencia a través de la repre-
sión. En este sentido, una docente entrevistada recordaba:

En una de las grandes movilizaciones que hacíamos por calle


San Martín cuando volvíamos íbamos hacia el norte. Volvíamos
de la casa de gobierno… Había persecuciones. Hubo algunos in-
tentos de cerrar el gremio. Algunas veces había algunas esca-
ramuzas. A algunos compañeros lo llevaron algunas horas por
averiguación de antecedentes. Cuando veníamos de la moviliza-
ción… Ese día llegamos a calle Tucumán y San Martín. En la
esquina funcionaba una joyería que ya no está más… Ahí ha-
bía carros hidrantes esperándonos. Cada tanto se instalaban en
las bocacalles y tenían una especie de cilindro por donde salía el
agua… Ese cilindro era el que apuntaba, rotaba. Y en el momento
que llegamos ahí, a la esquina. Yo iba adelante. Cuanto más joven
es uno más osado y no evalúa las consecuencias… En un momen-
to el carro hidrante tira agua de color rojo… Hasta los hombres
iban de guardapolvo blanco en ese entonces. Nos moja a nosotros,
nos marca de una manera impresionante, parecía sangre…

El relato da cuenta de la firme decisión por parte del régimen dictato-


rial de hacer claras demostraciones de fuerza ante el resto de los trabaja-
dores y la sociedad, ya que un triunfo de los docentes podía transformar-
se en un peligroso ejemplo a imitar por otros sectores sociales.

161
El acuerdo y las divergencias

Finalmente, después de varios intentos truncados por acercar posi-


ciones, la mediación de la Delegación Regional de la CGT permitió la
formalización por parte del gobierno de una propuesta donde se mantuvo
la misma oferta anterior que no había sido aceptada unos días atrás, se
creaba una comisión para resolver el pago de los días de huelga, se es-
tablecía el pago inmediato del mes de mayo y la promesa por parte del
gobierno de no aplicar ningún tipo de sanciones en caso de que se dispu-
siera el levantamiento de la huelga24.
En el marco de esta reunión mantenida entre el gobierno y la Direc-
ción de la Comisión Pro Mejoras Económicas del Magisterio y miembros
de la Dirección de la CGT, se convocó a una asamblea para resolver qué
hacer. Masivamente, los docentes participaron en las diferentes asam-
bleas departamentales. En el Departamento La Capital, la asamblea, una
vez más, se llevó a cabo en el local de la Unión Ferroviaria. En Rosario
la asamblea contó con la presencia de 2345 docentes; de acuerdo a los
datos relevados por la prensa, los resultados fueron 1547 a favor de la
prosecución de la huelga y 787 a favor del levantamiento. En cambio,
en la ciudad capital, se informaba que 2500 docentes votaron a favor
de levantar la medida, mientras que sólo 20 docentes votaron a favor de
continuar, evidencia de la divergencia de criterios que expresaban tanto
los docentes como sus dirigentes.
La huelga se suspendió el día miércoles 23 de junio, luego de más de
un mes de paro. A la asamblea provincial habían asistido delegados de to-
dos los departamentos de la provincia. El local de la Casa del Maestro es-
taba lleno de docentes del interior, especialmente de la ciudad de Rosario.
Durante la asamblea se expresaron dos posiciones: aquellos partidarios
de continuar con la medida y quienes planteaban levantar el paro. Según
las fuentes se produjo un intenso debate que se extendió por varias horas:

Cerca de la medianoche se dispuso pasar a votación, que se realizó en


forma secreta. Los resultados fueron de 45 votos a favor del levantamien-
to del paro y 31 por la continuidad de las medidas de fuerza, incluyéndose
en estas cifras los 6 puntos correspondientes a la Comisión Central25.

24) Diario El Litoral, 21 de junio de 1971.


25) Diario El Litoral, 23 de junio de 1971.

162
La aceptación de las condiciones planteadas por el gobierno y la de-
cisión de levantar la huelga, generó claras diferencias entre los docentes
del sur provincial y los del centro-norte. Los primeros, más combativos y
decididos a continuar con las medidas de fuerza, venían de un proceso en
el cual había tenido un importante papel la conformación de un Comité de
Huelga en el que participaron maestros y profesores jóvenes. No obstante,
militantes de estas características que se sumaban por primera vez a la ac-
ción gremial y eran portadores de posiciones más contestatarias también
aparecieron en distintas localidades de la provincia. Como resultado de
este proceso desarrollado durante el conflicto y ante la frustración que les
produjo el levantamiento de la huelga, docentes de la ciudad de Rosario
crearon el Pro-SUD (Pro Sindicato Único Docente) antesala del SINTER
(Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario), fundado el 22 de
octubre de 1971. De la misma manera, docentes de otras localidades de la
provincia fundaron sindicatos que expresaban el desacuerdo con la con-
ducción de la Federación Provincial del Magisterio. En la ciudad de Santa
Fe, se denominó SINTES (Sindicato de Trabajadores de la Educación de
Santa Fe). Todos estos sindicatos se agruparon en la FUSTE (Federación
Única de Sindicatos de Trabajadores de la Educación) y que a nivel nacio-
nal se agrupaban en la CUTE (Central Única de Trabajadores de la Educa-
ción). Mientras que la Asociación del Magisterio de Santa Fe y Federación
Provincial del Magisterio estaban agrupadas a nivel nacional en el AND
(Acuerdo de Nucleamiento Docente)26.

Consideraciones finales

En general, se puede señalar que en los primeros años del gobierno


militar que se inició en 1966 primó la negociación en las relaciones entre
el Ministerio de Educación y Cultura de la Provincia y la Comisión Pro
Mejoras Económicas del Magisterio de Santa Fe a través de entrevistas
y reclamos públicos en la prensa. En este sentido, el gobierno contaba
con una importante legitimidad en la sociedad y particularmente entre
los docentes, lo que en cierta medida explica la permanente búsqueda de
acuerdos a través del diálogo. Por otra parte, posiblemente esta legitimi-

26) Ríos, Guillermo A. “La memoria des–tabicada: política y pedagogía en los primeros
‘70”, en La cita secreta, Ediciones AMSAFE, Santa Fe, 2006.

163
dad de los primeros años de la dictadura, privaba a los docentes de contar
con oportunidades políticas propicias para el desarrollo de otros reperto-
rios de acción colectiva que permitieran lograr los objetivos planteados.
¿Cómo se explica el cambio de actitud de un sector de la docencia
santafesina hacia 1971? Después del análisis es posible establecer múlti-
ples causas. Por un lado, las acciones de los docentes santafesinos eran
parte de un proceso de protestas que se había extendido en varias pro-
vincias, por la reforma educativa que el gobierno intentaba llevar a cabo
desde 1968 a través de la aplicación de la Ley Orgánica de Educación,
por la inflación progresiva que afectaba los ingresos salariales de la ma-
yoría de los trabajadores y por la creciente deslegitimación política del
régimen dictatorial. Por otro lado estaba la falta de respuesta a demandas
específicas que los docentes venían reclamando a las autoridades provin-
ciales desde hacía varios años: deudas pendientes con docentes interinos-
reemplazantes, atraso en el pago de sueldos a docentes reemplazantes y
del interior de la provincia y el aumento salarial.
La huelga por tiempo indeterminado se constituyó en una experiencia
inédita para el colectivo docente por varias razones: por la extensión y
el grado de confrontación que adquirió, por el acercamiento y las acti-
vidades conjuntas que se realizaron con otros sindicatos de trabajado-
res, por las asambleas masivas con poder de decisión colectivo, por la
movilización social y la solidaridad que generó en amplios sectores de
la sociedad, por la constitución de fondos de huelga, por las relaciones
con padres, estudiantes y organizaciones políticas, por las cesantías y
los descuentos salariales. Todas estas experiencias implicaron procesos
de aprendizaje de nuevos valores distintos de los que tradicionalmente
habían impregnado las prácticas de los docentes (sacerdocio, apostolado,
profesionalismo) y que tendía a distanciarlos de la clase trabajadora. La
utilización del término “trabajadores de la educación” en los nuevos sin-
dicatos que aparecieron en la provincia (SINTER, SINTES), vinculados
a corrientes políticas de filiación peronista de tendencias más radicali-
zadas, sería una clara evidencia de esta construcción identitaria. Como
señala Alonso:

El énfasis en el carácter de trabajadores se entronca con


dos cuestiones: en primer lugar, con la configuración de una
sociedad salarial, a la que contribuyó el fortalecimiento de la
intervención del Estado a través del desarrollo del sector pú-
blico en áreas de producción y de servicio y la consiguiente
expansión de la matrícula educativa; en segundo lugar, con las

164
experiencias de politización de los sectores juveniles en las dé-
cadas del 60 y del 70…27

Sin embargo, esto no significaba que todos los docentes se reconocie-


ran como trabajadores. De hecho, durante el conflicto entraron en dispu-
ta ambas construcciones identitarias: la del docente profesional y la del
docente trabajador. En este sentido, una docente entrevistada sostenía:

Ahora nos movilizamos con los trabajadores. En ese mo-


mento no había esa cultura. Estaba toda la concepción del do-
cente como el maestro modelo, el intocable, la vocación, la vo-
cación de servicio. Y era muy difícil hablar de trabajador, de
obrero. Yo la escuchaba en esos tiempos a la señora de Vigo28,
que fue un referente muy importante de ese tiempo, era super-
visora en ese momento, de primaria, que después en el ‘76 la de-
tienen. Hablaba en algunas asambleas diciendo que los docentes
somos obreros de la tiza y no les caía bien a muchos docentes,
porque también tenemos que ubicarnos en la época y qué lugar
ocupaba el docente en el ingreso familiar, muchas veces eran
complemento. No era como ahora que somos sostén de hogar…

¿Por qué se levantó una medida que contaba con tanto apoyo social?
Si se siguen con atención los distintos episodios del conflicto, el movi-
miento gestado en marzo ya mostraba sus fisuras antes del desenlace. En
primer lugar, un sector importante de docentes de las escuelas privadas
habían comenzado a trabajar, actitud previsible producto de la presión
que algunos padres podían ejercer sobre las instituciones, en la medida
que pagaban cuotas mensuales para que sus hijos concurrieran a la escue-
la. En segundo lugar, en ciertos pueblos del interior provincial algunos
docentes habían comenzado a trabajar, posiblemente como producto de
una menor presencia gremial y del apremio económico que vivían por la
falta de pago. En tercer lugar, la presión que ejerció el gobierno a partir

27) Alonso, Fabiana “Testimonios en conflicto… Disputas en el campo gremial de la docen-


cia de la ciudad de Santa Fe entre fines de la década del 60 y comienzos de la última dicta-
dura”, en Revista de signos y sentidos/cuaderno del proyecto. Entrevista y narrativa en in-
vestigación social Año 4, Nº 7, Facultad de Humanidades y Ciencias, UNL, Santa Fe, 2008.
28) Se refiere a la dirigente gremial Haydeé Guy de Vigo que tuvo una destacada actuación
en la Asociación del Magisterio de Santa Fe y que fue detenida en 1976.

165
de dos estrategias básicas: no abonar los sueldos y apostar al desgaste. De
esta manera, la política dilatoria, intimidatoria y represiva del gobierno
fue debilitando el movimiento, generando temor en un sector de docentes
y dirigentes de las asociaciones gremiales e inclinándolos a favor de posi-
ciones dialoguistas tendientes a levantar las medidas. Sin embargo, como
se vio más arriba, esta decisión generó una ruptura con aquellos docentes
que estaban decididos a continuar la huelga, con posiciones más radicales
a la hora de pensar las estrategias de lucha.
La construcción de nuevos sindicatos con características “más com-
bativas” y la duración de la huelga por tiempo indeterminado evidencian
el alto grado de confrontación de la protesta docente. No obstante, fueron
acciones colectivas que sólo pudieron sostenerse en la medida en que con-
taron con apoyo social. Las medidas de acción adoptadas por la Comisión
Pro Mejoras del Magisterio de Santa Fe en reclamo, especialmente, de
aumentos salariales y del pago de deudas pendientes a docentes interinos
y reemplazantes encontraron eco en la población que la apoyó y se soli-
darizó, a la vez que se canalizaron no sólo las reivindicaciones propias
de la docencia, sino aquellas críticas latentes y abiertas contra el régimen
dictatorial de otros sectores de la sociedad.
Por último, considero importante señalar que, aunque la movilización
social adquirió por momentos cierta virulencia, la confrontación con el
gobierno no generó el desarrollo de una concepción clasista y de una crí-
tica social que abarcara aspectos estructurales. Solo se atrevió a enfrentar
al régimen político en la medida que se dieron las circunstancias políticas
oportunas y propicias29. No obstante, la elaboración de discursos compar-
tidos que justificaron los reclamos y la experiencia de acontecimientos y
de relaciones interpersonales producidos durante el conflicto, coadyuva-
ron a configurar una identidad como trabajadores que –aunque no com-
partida por todo el colectivo docente– comenzaba a poner en tensión fuer-
tes representaciones ancladas en las ideas de vocación y profesionalismo.

29) Según Tarrow, las acciones colectivas surgen y adoptan una forma u otra cuando se
amplían de acuerdo a las oportunidades políticas, a las posibilidades de encontrar aliados
potenciales, cuando se muestran vulnerables los oponentes, por la cohesión o división de
las élites dominantes. Tarrow, Sidney El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la
acción colectiva y la política, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 167.

166
Listado de entrevistas utilizadas

- G.M. Docente. Entrevista realizada en enero de 2010 en Santa Fe,


Provincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistador: Marcelo Andelique.
- P.G. Docente. Entrevista realizada en abril de 2010 en Santa Fe, Pro-
vincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistador: Marcelo Andelique.
- C.N. Docente. Entrevista realizada en enero de 2011 en Santa Fe,
Provincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistador: Marcelo Andelique
- L.L. Docente. Entrevista realizada en marzo de 2011 en Santa Fe,
Provincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistador: Marcelo Andelique.

167
168
Las estrategias de la UPCN Santa Fe y sus
posicionamientos institucionales, c- 1970-1984
Luciano Alonso

La dictadura como cesura en el movimiento obrero

Durante la dictadura militar argentina de 1976-1983 las organizaciones


del movimiento obrero establecieron relaciones complejas con las agencias
estatales y sufrieron de muy variada manera los embates de la represión.
Los grandes sindicatos de adscripción justicialista habían sido el sostén
institucional del gobierno de María Estela Martínez de Perón (1974–1976),
pero en su misma dinámica de confrontación con la izquierda tanto mar-
xista como dentro del propio movimiento peronista, derivaron a veces en
la convalidación cuando no en la colaboración con la represión ilegal. En el
contexto de terror de Estado profundizado por la dictadura, las posibilida-
des de mantenimiento de líneas de acción centradas en el conflicto laboral
y en la difusión de un discurso clasista se vieron brutalmente constreñidas.
La colaboración empresaria con las fuerzas represivas, la intervención de
los sindicatos o su disolución y la política de terror contra los trabajadores
no alcanzaron para eliminar las resistencias obreras, pero sí tuvieron como
evidente resultado la práctica desaparición de un sindicalismo clasista y la
necesidad de reinventar los repertorios de confrontación.
La actividad sindical fue suspendida por la Junta Militar el mismo día
del golpe y a lo largo de 1976 se registró una verdadera serie de matan-
zas de delegados sindicales de empresa1. Las compañías dispusieron de un
amplio abanico de posibilidades para desalentar los reclamos laborales o
incluso desembarazarse de los empleados y delegados que les resultaban
molestos. Algunas fueron directamente cómplices de los crímenes de Es-
tado, al proveer vehículos, dinero u otros recursos a los grupos de tareas
represivos, proporcionar listas de trabajadores para que fueran objeto de

1) Godio, Julio El movimiento obrero argentino. Venturas y desventuras de la columna ver-


tebral desde la resistencia hasta el menemismo, Legasa, Buenos Aires, 1991, p. 311.

169
desapariciones o represalias y facilitar la ocupación de las instalaciones
fabriles por tropas militares. Otras, en cambio, recurrieron de preferencia a
una legislación profusamente favorable a las patronales. Las Leyes Nacio-
nales 21.274 de Prescindibilidad y 21.260 de bajas por razones de seguri-
dad, les permitían despedir personal sin mayores justificaciones, mientras
que sus similares 21.261 y 21.263 suspendían el derecho a huelga y de-
rogaban los resguardos de los integrantes de comisiones directivas. A su
vez, las reformas a la Ley de Contratos de Trabajo y la eliminación de las
convenciones colectivas favorecieron el control directo de las empresas so-
bre sus empleados. Por fin, aun los más tibios reclamos de los trabajadores
eran frecuentemente contestados con amenazas más o menos explícitas, en
un contexto en el cual una acusación o delación podía significar poner en
riesgo la vida2. En ese marco, la evolución de los conflictos no siguió una
secuencia lineal sino que se caracterizó por un “curso errático”3.
Pero hubo también dirigentes y entidades gremiales que establecie-
ron vínculos estrechos con algunos sectores del régimen. Los sindicatos
siguieron funcionando sea como representantes de los trabajadores o sea
como administradores de bienes y servicios, y muchos de ellos no fueron
intervenidos en todo el período dictatorial4. La muy amplia gama de posi-
cionamientos y derroteros culminó en un escenario en el cual las organiza-
ciones se agruparon en dos grandes nucleamientos que se fueron estructu-
rando desde 1978–1979: uno de carácter “dialoguista” que llegó a pensarse
como la “pata sindical” del régimen en torno a la Comisión Nacional del
Trabajo (CNT), luego transformada en la Confederación General del Tra-
bajo (CGT) sector Azopardo, y otro identificado como más “combativo”,
organizado a partir de los gremios claramente opositores de la comisión de

2) Véase como ejemplo Lorenz, Federico “A no escribir macanas. Efectos de la represión


en una comunidad obrera de la zona Norte del Conurbano bonaerense”, en Águila, Gabriela
y Luciano Alonso, (coords.) Procesos represivos y actitudes sociales: entre la España fran-
quista y las dictaduras del Cono Sur, Prometeo, Buenos Aires, 2013.
3) Dicósimo, Daniel “La oposición de los trabajadores al disciplinamiento productivo duran-
te la última dictadura militar. Una reflexión conceptual”, en Páginas. Revista Digital de la
Escuela de Historia N° 1, Universidad Nacional de Rosario, 2008, p. 52, http://revistapagi-
nas.unr.edu.ar/index.php/RevPaginas/index, consulta diciembre de 2015.
4) Como pauta general se intervinieron los sindicatos más importantes, las entidades de
segundo grado y la Confederación General del Trabajo, disolviéndose las 62 Organizaciones
Peronistas. El número de intervenciones creció de 57 en diciembre de 1976, a 223 a fines
de 1979 (Novaro, Marcos y Vicente Palermo La dictadura militar, 1976/1983. Del golpe de
Estado a la restauración democrática, Paidós, Buenos Aires, 2003, pp. 208-209).

170
“los 25” y del “miguelismo”, que más tarde daría origen a la CGT sector
Brasil. El gran derrotado había sido el sindicalismo clasista, barrido junto
con las organizaciones de base de los movimientos de corte revolucionario.
La cruenta eliminación de delegados y el ensañamiento con deter-
minados dirigentes no se replicaron en las altas esferas del poder sindi-
cal –por más que se detuviera a un porcentaje importante de los líderes
sindicales tradicionales– y probablemente no sea incorrecto plantear que
con la dictadura se pasó “del sindicalismo de liberación al neoliberalismo
empresario”5. Sin embargo, sería excesivo comprender la acción de los
agentes vinculados al mundo sindical como un mero resultado de su su-
jeción a las políticas promovidas por el gobierno militar y erróneo pensar
que el sindicalismo emergente de la experiencia dictatorial surgió como
una pura criatura del régimen.
Quizás de manera sorprendente, quizás esperable, podría verse que
en muchos casos la dictadura no significó un cambio sino una conti-
nuidad. En este escrito se tratará de apreciar cómo la dirigencia de una
seccional sindical concreta en una ciudad del interior, pudo operar para
mantenerse al frente del gremio y salir fortalecida frente al nuevo po-
der constitucional hacia 1983–1984, a pesar de la intervención militar en
plena dictadura y del fracaso electoral de su máximo conductor en las
elecciones que reinstauraron el orden republicano. Tal vez, la argumenta-
ción logre demostrar que en rigor no hubo diferencias sustanciales en los
repertorios de acción de la organización desde antes y hasta después de la
dictadura militar, y que sólo consideraciones tácticas hicieron prevalecer
algunos formatos sobre otros y modificar los repertorios discursivos.

La construcción de la UPCN Santa Fe en los primeros años ‘70

Al momento del golpe de Estado de 1976, la Unión del Personal Civil


de la Nación (UPCN) Seccional Santa Fe se había posicionado como la
entidad sindical más representativa de los empleados públicos dependien-
tes del gobierno de ese Estado provincial argentino y estaba en proceso

5) Llano, Edgardo “Sindicatos y dictadura: del sindicalismo de liberación al neoliberalismo


empresario”, en sitio web Causa Popular, http://www.causapopular.com.ar/article881.html,
consulta marzo de 2007. Al momento de esa publicación Llano revistaba como Secretario
General de la Asociación del Personal Aeronáutico.

171
de afianzamiento6. Ese desarrollo se había iniciado hacia 1970, cuando se
reorganizó la UPCN como asociación nacional adoptando progresivamen-
te un modelo federativo. La comisión normalizadora dirigida por Héctor
López le ofreció entonces a Alberto Maguid –quien por entonces tenía a
su cargo la gerencia de la obra social del sindicato de trabajadores viales de
Santa Fe– ponerse al frente de la organización de una seccional en la pro-
vincia. En ese momento el sindicato era extremadamente pequeño y débil,
lo que pudo deberse a las escisiones sufridas a mediados de la década de
1960 cuando incluso por un tiempo la personería gremial frente al gobier-
no provincial fue detentada por una Asociación del Personal Civil Estatal
(APCE), con cada vez menos representatividad y más adelante disuelta.
Hacia 1970 la UPCN Santa Fe no contaba más que con 200 afiliados
y su capacidad de movilización era casi nula, en un contexto de escasa
sindicalización del sector público. Las convocatorias a huelgas no tenían
prácticamente eco, por lo que se recurría a acciones que impidieran el fun-
cionamiento de las dependencias. El mismo Maguid aludió a esas tácticas
al narrar cómo un pequeño grupo de 20 a 30 afiliados cegó con chicle las
cerraduras de las dependencias administrativas, en ocasión de un paro
nacional decretado por la CGT a inicios de los ‘70, y consiguió que un fo-
tógrafo del vespertino El Litoral tomara imágenes de las oficinas cerradas
y los empleados en la calle, que tuvieron una gran repercusión al dar la
impresión de una alta adhesión a la medida de fuerza7. Entre esos momen-
tos y 1973 la nómina del sindicato y sus posibilidades de acción fueron
creciendo rápidamente, de modo que a fines del gobierno dictatorial de
ese período el gremio podía acrecentar su presión sobre las autoridades
por reclamos salariales.

6) Lamentablemente, la información y las interpretaciones que aquí se brindan son limi-


tadas, por cuanto durante la investigación realizada en el año 2007 no se tuvo acceso a
entrevistas con ninguno de los dirigentes mencionados ni se pudo consultar los archivos de
la UPCN Seccional Santa Fe.
7) Maguid, Alberto “Cuando una vida se identifica con la historia de un Sindicato”, entre-
vista en Portal Hora Plus, http://www.horaplus.com.ar/home/index.php?acc=na&no=1857,
consulta marzo de 2007. La misma anécdota con leves diferencias en Maguid, Alberto y
Juan Carlos Sánchez “UPCN Santa Fe: la astucia de los comienzos”, en el sitio web de la
UPCN Nacional, http://www.upcndigital.org/articulo.php?accID=5162&posicion=16&secI
D2=1&ejePadre=5&ejeID2=148, consulta marzo de 2007. En este último registro Maguid
decía: “con un amigo fotógrafo de el diario El Litoral cuyo nombre no recuerdo, recorrimos
esas casas y él sacaba fotos con la gente afuera”. Como se verá, la recurrencia a amistades
personales será una constante de la acción sindical.

172
Para febrero de 1973 la puja salarial llevó a la UPCN a actividades
conjuntas con la Asociación de Trabajadores del Estado y la Asociación de
Obreros y Empleados Municipales, con el apoyo de la CGT, las 62 Orga-
nizaciones y la Juventud Peronista Regional II. El clima de confrontación
era creciente, al punto que una manifestación del día 19 fue reprimida por
la policía de la Provincia, que arrojó granadas de gas lacrimógeno dentro
de la sede de UPCN, en calle Mendoza al 3000 de la ciudad de Santa Fe.
Ese momento marcó también un cenit de los discursos de confrontación:
en el cierre del acto Maguid pidió un minuto de silencio por los hombres
y mujeres caídos en la lucha por la liberación y por los presos políticos,
afirmando además que “El gobierno representa a la clase explotadora ar-
gentina que distribuye la riqueza entre pocos y la miseria entre muchos” y
defendiendo la idea de que la administración pública debía ser entendida
como “palanca de cambio para la liberación nacional”8 .
Los empleados públicos santafesinos no tenían una práctica de con-
frontación callejera ni alto grado de movilización, pero acataban las
huelgas dispuestas por el sindicato en una medida creciente y se daba
continuidad a la coordinación con otros gremios. Los repertorios dis-
cursivos de la UPCN se mantuvieron en un nivel correlativo, imputando
a las agencias represivas del Estado la responsabilidad por la violencia
que se desatara y planteando que las huelgas programadas se realizarían
“hasta las últimas consecuencias”9. Hasta la víspera de la asunción de las
autoridades constitucionales se realizaron paros y protestas en reclamo
del “encasillamiento” de los agentes públicos, y los delegados de base y
otros afiliados solían efectuar acciones directas como ser la ocupación de
oficinas u otras dependencias10.

8) Diario El Litoral, Santa Fe, 20 de febrero de 1973.


9) Diario El Litoral, 21 de febrero y 3 de marzo de 1973. El entrecomillado es de un comu-
nicado de la UPCN reproducido en el Memorando 2217 “Novedades políticas, gremiales
y estudiantiles de la Provincia” del Departamento de Informaciones Policiales, del 26 de
febrero de 1973 (Archivo Provincial de la Memoria, Fondo documental de la ex Dirección
General de Informaciones –en adelante APMSF–; la consulta y fotografía de este fondo se
realizó cuando se encontraba en el Archivo Intermedio dependiente del Archivo General).
Informaciones similares en los Memorandos 2214 del 22 de febrero, 2243 del 31 de marzo
y 2244 del 2 de abril, misma radicación.
10) Memorando “Informaciones Varias” del Departamento de Informaciones Policiales, 23
de mayo de 1973 (APMSF). Por “encasillamiento” se entiende la asignación de categorías
superiores a los agentes que estén cumpliendo tareas de supervisión o conducción de un
nivel jerárquico mayor al de su revista, con el lógico incremento salarial.

173
Sin embargo, esa conjunción en la lucha iba a debilitarse no bien asu-
mido el gobierno constitucional y los repertorios de acción y discursivos
de la UPCN Santa Fe iban a adoptar un cariz más sereno. En el período
1973–1975 el sindicato desarrolló una estructura de conducción piramidal
y un modelo de gestión con eje en la combinación de negociación corpo-
rativa y relaciones interpersonales. Se afianzó también en el entramado
institucional santafesino y asentó su acción en la provisión de servicios
sociales y en la movilización “desde arriba” de los empleados públicos. Si
bien en su seno se formó una agrupación de la Juventud Trabajadora Pe-
ronista que llevó el nombre de “Eva Perón”11, no parece que su presencia
modificara en algo el perfil del sindicato, ni que tuviera actividades distin-
tas de las definidas por la comisión directiva. La estructura de la seccional
supuso un fuerte papel de la comisión, en conjunción con el desarrollo de
un cuerpo de delegados integrado exclusivamente por afiliados, pero a los
cuales podían elegir tanto afiliados como no afiliados. La estrategia de
consolidación buscó así ampliar la base del sindicato para facilitar futuras
incorporaciones, al tiempo que se fortalecía en ciudades del interior pro-
vincial y establecía delegaciones en ellas.
Probablemente la presencia de Carlos Sylvestre Begnis como goberna-
dor electo por el Frente Justicialista de Liberación favoreciera la inmediata
adopción de un perfil dialoguista y conciliador, ya que Maguid había sido
su secretario durante su primera gobernación, cuando ambos formaban
parte de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) y participaron lue-
go del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Pero también es
cierto que el gremio no renunció a utilizar la huelga como medio de pre-
sión, básicamente por reclamos salariales o para forzar el establecimiento
de paritarias. Ya no se realizaron acciones conjuntas con otros gremios,
aunque se adoptó la estrategia de convocar a paros de la administración
en períodos en los cuales las asociaciones docentes mantenían su propia
puja salarial con el Estado provincial12. Los comunicados o declaraciones

11) Referencias a la agrupación en Diario El Litoral, 3 de julio de 1975 y en Maguid, Alberto


“Cuando una vida…”, cit., quien planteaba que era un nucleamiento de la JTP que reunía a
trabajadores del sector público y era conducido por Francisco “Pancho” Klaric, quien fue
detenido irregularmente en diciembre de 1975 y luego ingresado como preso en el penal de
Coronda.
12) Las medidas de fuerza de la UPCN comenzaron a coincidir con las de la entonces Coor-
dinadora de Entidades Docentes del Departamento La Capital, integrada por los gremios do-
centes FUSTE, SINTES y la Federación del Magisterio, aprovechando tanto la necesidad del

174
solían presentar a las medidas de fuerza como inevitables ante las demoras
en la aplicación de aumentos dispuestos por la Nación –y hay que recordar
que la política salarial provincial estaba entonces atada a las negociaciones
y a la coparticipación federal– o como necesarias adecuaciones a las dis-
posiciones del plenario nacional del sindicato. Asimismo se establecieron
una serie de tópicos discursivos absolutamente distintos de los del período
anterior, que hacían hincapié en la ausencia de intenciones políticas y en
el carácter limitado de los reclamos. Se llamaba a la movilización “con
una sola bandera… la reivindicativa… la que levantamos y no arriaremos
jamás”, al tiempo que se trataba de “resaltar lo pacífico de las medidas
adoptadas y lo no político de sus fundamentos, con el fin de desvirtuar
cualquier connotación que pretenda vincularla a otra motivación”13.
El 30 de abril de 1974 hubo elecciones internas de las cuales surgió
una Comisión Directiva seccional con mandato por dos años y medio.
En ellas votaron 7.253 asociados y se presentó una única lista, que sacó
la casi totalidad de los sufragios contra apenas 153 votos en blanco y
22 anulados14. El Secretario General era Alberto Maguid y el Adjunto
Carlos Sánchez, ambos relativamente jóvenes y con militancias políticas
diversas. En paralelo, la reestructuración de la UPCN a nivel nacional le
otorgaba a las seccionales una “total y absoluta independencia funcional”
y la retención del 80% de los aportes de los afiliados. De esa reforma sur-
gió formalmente la figura de los Cuerpos de Delegados, que funcionarían
de ahí en más en conjunto con las Comisiones Directivas seccionales.
Los logros obtenidos en esa etapa fueron muchos. En principio cabe
destacar la derogación de la Ley de Prescindibilidad del gobierno ante-
rior –aunque no era una medida distinta de las que se tomaban en otras
jurisdicciones– y sobre todo la sanción de un Estatuto Escalafón para la
administración pública provincial, primero en el país. Ya en 1974 se con-
siguió el encasillamiento funcional y la incorporación como personal per-
manente de los agentes contratados, transitorios o de refuerzo de variados
servicios –en especial de los Comedores Escolares–, y la sanción de una
ley de obra social que disponía el aporte conjunto del Estado y los traba-

gobierno de descomprimir los conflictos como asegurando que en todas las ocasiones el per-
sonal no docente iba a recibir beneficios al menos equiparables a los de los docentes. Cf. v.
g. la simultaneidad de conflictos en Diario El Litoral, 13 y 18 de junio y 12 de julio de 1975.
13) Diario El Litoral, 14 y 10 de julio de 1975, respectivamente.
14) UPCN Seccional Santa Fe, Boletín Informativo, mayo de 1974, p. 2 (APMSF).

175
jadores15. Luego se avanzó en una integración del sindicato en las esferas
de decisión mediante la incorporación de representantes en órganos cole-
giados. Se creó una Junta Asesora Provincial de Administración Pública
en el área del Ministerio de Hacienda y Economía, con cuatro miembros
en representación de la UPCN y cuatro más del Poder Ejecutivo, que tenía
múltiples funciones como ser promover la racionalización, organización y
funcionamiento de los servicios, intervenir en la calificación del personal,
promover la capacitación de los agentes y disponer un archivo ordenado
de normas e información. Más tarde se estableció un régimen de concur-
sos, disponiendo que la Junta Asesora brindara pautas de funcionamiento
a las Juntas Examinadoras, y se sancionó un nuevo régimen de licencias,
con mayores franquicias para los empleados. Por fin, se fijaron mecanis-
mos para la consideración de reclamos relativos a la asignación de catego-
rías y el reconocimiento o calificación de servicios16.
Además de ese posicionamiento del sindicato como entidad representa-
tiva con la cual el gobierno regulaba en conjunto aspectos esenciales de la
gestión pública, el gremio se asentó en la oferta de una amplia gama de ser-
vicios para sus afiliados. Tomando la experiencia del sindicato vial, la obra
social gestionada directamente por la UPCN se puso prontamente en marcha
y estableció su sede en un edificio de calle Rivadavia al 2500, entonces de
propiedad de la familia Bobbio –reconocida por su participación en el Canal
13 de televisión y en el periódico Nuevo Diario–. Ese Servicio Integrado de
Salud comprendía asistencia médica, sanatorial, odontológica y farmacéutica
completa mediante convenios suscriptos por la UPCN con las asociaciones
profesionales, y se complementaba con ofertas de turismo a precios promo-
cionales y la progresiva habilitación de guarderías infantiles anexas a los edi-
ficios ministeriales. Pero aún más, el sindicato comenzó a tener una variada
presencia en el espacio público santafesino, llegando a solventar la presenta-
ción de espectáculos como ser recitales de música o carnavales y consiguien-
do descuentos en las entradas a actividades culturales para sus miembros17.
Semejantes provechos se consiguieron mayormente sin conflictos.

15) Ley Provincial Nº 7122 del 8 de agosto de 1974 (Archivo General de la Provincia de
Santa Fe – en adelante AGPSF).
16) UPCN Seccional Santa Fe, Boletín Informativo, mayo de 1974 (APMSF) y Decretos
Provinciales 036 del 25 de marzo, 071 y 073 del 9 de abril, todos de 1975 (AGPSF).
17) V. g. Diario El Litoral, 19 de febrero de 1975, 24 de febrero, 15 y 16 de marzo de 1976.

176
Muy frecuentemente, la negociación con las autoridades conllevaba la
manifestación pública de apoyo a determinados funcionarios a los que se
presentaba como más dispuestos al diálogo o más favorables a los dere-
chos de los trabajadores, y como correlato la imputación a aquellos que se
presentaban renuentes. Es por ejemplo el caso de dos solicitadas relativas
al pedido de paritarias y al reconocimiento de la UPCN como entidad re-
presentativa, en las que se aludía elogiosamente a los Ministros de Obras
Públicas de la Provincia y de Trabajo de la Nación respectivamente, al
tiempo que se favorecían críticas a los funcionarios que no sabían gober-
nar o lo hacían sin sujetarse a la ley18. Pero el eje de la acción estaba en la
inserción institucional y en los contactos interpersonales.
Probablemente la evidencia pública más importante de esos contactos
pueda apreciarse en la inauguración de la nueva sede social, en el menciona-
do edificio de Rivadavia al 2500. Un importante acto, en un lugar céntrico de
la ciudad, vino precedido de una campaña de difusión que incluyó una solici-
tada convocando a recibir al Gobernador de la Provincia de La Rioja, Carlos
Saúl Menem, que concurría especialmente para participar del acontecimien-
to. Se contó con la presencia del Ministro de Gobierno de la Provincia Eduar-
do Galaretto, en representación de la gobernación, del presidente de la Corte
Suprema y de un juez federal, otros cinco ministros y secretarios provincia-
les, autoridades sindicales, universitarias y de otras provincias. En su discur-
so Maguid historió los cinco años de su conducción, tras lo cual hubo breves
alocuciones de Galaretto y Menem y una bendición de las instalaciones por el
Arzobispo Vicente Zazpe19. Cuando un mes después se presentó en sociedad
el Movimiento Línea Popular (MOLIPO) como partido político escindido del
Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), conducido por Galaretto y
reconociendo el liderazgo de Sylvestre Begnis, Maguid se encontraría entre
quienes integraban el nuevo espacio20. Años más tarde todavía tendría nuevas
oportunidades de recordar explícitamente su amistad con Carlos Menem.

18) Diario El Litoral, 14 de julio de 1975 y 23 de marzo de 1976.


19) Diario El Litoral, 5 y 6 de junio de 1975. En 1975 el nombre de Menem sonaba como posible
candidato a la presidencia. La caravana convocada no se concretó, pues empleados metalúrgicos
de fábricas de Sauce Viejo mantenían cortado un puente por el cual debía pasar la comitiva y el
traslado del gobernador riojano se hizo en helicóptero. Entre los funcionarios aludidos se conta-
ban Héctor Prono, Omar Cano, Carlos Rabazzi y Roberto Casís, reconocidos en el ámbito local.
20) Diario El Litoral, 18 de julio de 1975. El MOLIPO se había presentado días antes en
Buenos Aires con los delegados de 18 provincias y la explícita intención de captar los mili-
tantes y dirigentes del MID, aludiendo a una vocación frentista, integracionista y federalista.

177
En resumen, ya antes de 1976 la UPCN se presentaba como un sindica-
to consolidado que había logrado pasar de 200 a 7.000 afiliados mediante
una estrategia de negociación constante y relaciones personales “hacia arri-
ba” y oferta de servicios sociales “hacia abajo”. Sus repertorios discursivos
hacían cada vez más frecuentemente hincapié en la templanza, la modera-
ción y la tolerancia, con escasas alusiones políticas directas y expresiones
de defensa del orden constitucional. Insistiendo en la idea según la cual la
única función de la agrupación sindical era la defensa de los derechos de
sus afiliados y asumiendo una posición de rechazo de la violencia política,
la dirigencia de UPCN mostraba apenas un encuadre en principios muy
amplios confusamente vinculados al peronismo y especialmente al cristia-
nismo, aludiendo a su “servicio al pueblo y a la patria”. Cuando más insistía
la Comisión Directiva en despegarse de la violencia y el terrorismo “de
cualquier signo y forma” y reiteraba “su apoyo al proceso institucional y al
derecho del pueblo de elegir sus gobernantes”21 , ocurrió el golpe de Estado.

Sobre cómo pervivir y recomponer un sindicato bajo la dictadura



El mismo día en el que tomó el poder la Junta Militar decretó la suspen-
sión transitoria de las actividades gremiales de los sindicatos, sin perjuicio
de la continuidad de la actividad administrativa interna y de las obras so-
ciales, intentando limitar los reclamos a “denuncias individuales” e ilegi-
timizar toda huelga. En Santa Fe se notó inmediatamente una restricción
de las tareas sindicales y la suspensión de las convocatorias de cuerpos de
delegados, incluido el de la UPCN22. Pero en breve plazo la actividad de
la Seccional Santa Fe se amplió. El ritmo de incorporación de afiliados no
se detuvo, al punto que en marzo de 1977 ya se registraban más de 16.000.
Fuera de la agenda cualquier medida de fuerza en un sindicato ya de
por sí volcado a actitudes dialoguistas, se intensificó la oferta de servi-
pcios sociales. Las decisiones de la Comisión Directiva ampliaron esos
beneficios a campos antes no tocados con gran rapidez. En el primer año
de la dictadura la UPCN siguió gestionando la obra social y registraba a
favor de sus afiliados descuentos en el acceso a espectáculos culturales,

21) Declaración del Cuerpo de Delegados de la Seccional publicada en el Diario El Litoral


del 17 de marzo de 1976 y solicitada en apoyo a la gestión del Ministro de Trabajo de la
Nación del día 23 del mismo mes.
22) Diario El Litoral, 27 de marzo de 1976.

178
cursos de capacitación gratuitos, acceso a un centro proveedor, planes
de turismo, torneos deportivos, planes de viviendas con devolución de
cuotas en el supuesto de que no pudieran realizarse por falta de créditos,
descuentos en farmacia sindical, enfermería sin costo, gestoría de cajas
de jubilaciones y acceso a un camping en la vecina localidad de Sauce
Viejo. También continuaba con una política de relación con las autorida-
des gubernamentales a pesar de la suspensión de los órganos colegiados,
llegando a la donación de mobiliario para jardines de infantes dependien-
tes del Ministerio de Educación de la Provincia23.
Con seguridad que hubo frentes de presión por parte de las agencias
del Estado y conflictos soterrados. No se ha hecho un registro de delega-
dos o afiliados de la entidad que sufrieran represalias o represión, pero sin
duda debieron limitar su accionar. Ya antes del golpe se habían producido
secuestros y torturas de varios militantes del sindicato e incluso hay testi-
monios en el sentido de que autoridades judiciales querían vincular a Ma-
guid con la organización Montoneros24. La agrupación “Eva Perón” per-
dió toda visibilidad y sólo un volante impreso en mimeógrafo documenta
su actividad clandestina luego del golpe: atados con hilo como avisos de
remate, los papeles atacaban a “la patronal” y al Ejército, denunciando la
desocupación, los bajos salarios, el aumento del costo de la vida, la prohi-
bición de actividades políticas y gremiales y la censura de prensa25.
Si Maguid y su grupo de confianza compartían esa visión crítica, eso
no parece haberse explicitado. Por el contrario, el 10 de mayo de 1976 el
secretario general dirigía una nota al interventor militar de la CGT, según
sus palabras “…al sólo efecto de contribuir sincera y desinteresadamente
en llevar adelante el proceso de reordenamiento al que se comprometie-
ron las Fuerzas Armadas”. Párrafos más adelante decía que:

23) Diario El Litoral, 13 y 24 de marzo de 1977.


24) Además de la detención de Klaric y de otros delegados gremiales, en Córdoba se produjo
el secuestro de tres militantes de UPCN y del Partido Auténtico (Diario Nuevo Diario, Santa
Fe, 4 de enero de 1976). Al menos dos de ellos, Daniel Eduardo Álvarez y Miguel Ángel
Peña, figuran registrados como desaparecidos. En los juicios llevados a cabo años después
en Santa Fe, Klaric testimonió que cuando su detención en noviembre de 1975 el entonces
Secretario del Juzgado Federal Víctor Hermes Brusa lo presionaba para que involucrara a
Maguid con Montoneros (“Brusa me pedía que involucre a Maguid con los Montoneros”,
en sitio web InfoRosario, http://www.inforosario.com/noticia9922–brusa–me–pedia–que–
involucre–a–maguid–con–los–montoneros–.html, consulta diciembre de 2015).
25) “A ocho meses del golpe”, volantes sin firma atribuidos a la Agrupación “Eva Perón”
(APMSF).

179
…el futuro de nuestra Nación depende del éxito que en
su gestión tengan las Fuerzas Armadas, ya que representan la
alternativa para resguardar a nuestro País del caos y la anar-
quía… //… Sólo deseo que triunfen porque su triunfo será el
mío y el de mis hijos… //…es obligación de todos aportar para
que ello sea posible, otorgando la suficiente comprensión, re-
nunciamiento y responsabilidad que reclamó al País el señor
Teniente General JORGE RAFAEL VIDELA.

El texto era acompañado de un informe de 18 páginas en el cual la


máxima autoridad de la UPCN Santa Fe desarrollaba un informe de si-
tuación del sindicato a nivel nacional –escala en la que estaba interveni-
do– y proponía su reordenamiento, anulando la condición de federación
que formalmente mantenía y asumiendo en su reemplazo un modelo de
organización que ya se aplicaba en la Seccional Santa Fe. El 11 de octubre
del mismo año Maguid remitía otra nota firmada como secretario del sin-
dicato local, esta vez dirigida a las autoridades provinciales, bajo el título
de “Informe Confidencial”. En ella se ponía nuevamente a disposición de
la dictadura, destacando que se detectaba una creciente inquietud en los
empleados públicos por la aplicación de una nueva ley de prescindibili-
dad y por la situación económica imperante. Y si bien aducía que sólo se
demostraba desgano en el trabajo, no descartaba que la falta de atención
a las situaciones suscitadas pudiera ser aprovechada “…por parte de acti-
vistas extraños a la Administración Pública que utilice(n) a los trabajado-
res para enfrentarlos al Gobierno o para captarlos en apoyo sicológico”26.
Fuera por un convencimiento sincero, por un subterfugio para evitar la
intervención del gremio o por una estrategia constante de acercamiento a los
poderes de turno, lo que los documentos dejan apreciar es un posicionamien-
to de la UPCN que era funcional al poder dictatorial. Estableciendo lazos
con las nuevas autoridades prácticamente al día siguiente de sostenerlos con
las constitucionales, la dirigencia del sindicato se resguardaba de alternati-
vas que pudieran socavar su posición. En resumen, pese a la suspensión de
las tareas de representación colectiva de los trabajadores, el sindicato incre-
mentaba sus afiliados, ampliaba su espectro de actividades, manejaba cuan-
tiosos recursos y tendía vínculos con el gobierno de turno. Por decirlo de

26) Notas del Secretario General de la UPCN Seccional Santa Fe del 10 de mayo y del 11
de octubre de 1976 (APMSF).

180
alguna manera, todo parecía ir bien para esa conducción gremial. Hasta que,
casi al cumplirse un año de gobierno militar, la seccional fue intervenida.
El 11 de marzo de 1977 se realizó una reunión de delegados auto-
rizada por el Ministerio de Trabajo de la Nación y con la presencia de
veedores del organismo estatal. Junto con la memoria y balance del año
anterior, se aprobó el proyecto de creación de una caja financiera con
recursos propios de la UPCN. El balance reflejaba un amplio superávit
tanto del área gremial como sobre todo de la obra social, mientras que
el fondo para la creación de la entidad crediticia era importantísimo. La
fecha de inicio de las actividades de la nueva caja se fijó para el 1 de
mayo siguiente27. Nunca se concretó. El día 17 de ese mismo mes Alberto
Maguid fue detenido y posteriormente allanados su domicilio y la sede
sindical. Interinamente, Carlos Sánchez quedó al frente del gremio dado
su cargo de secretario adjunto. El día 2 de abril Maguid fue puesto a dis-
posición del Poder Ejecutivo Nacional y el 16 se anunció la intervención
de la UPCN Santa Fe. Ésta se concretó por Resolución 16/77 de la entidad
central recién el día 22, y luego la seccional quedó a cargo del capitán
Edgar José Vulpetti, quién respondía a la gobernación de la Provincia
ejercida entonces por el vicealmirante Jorge Aníbal Desimoni28.
La intervención militar no parece haber guardado una lógica ideoló-
gica o una intención represiva. El sindicato no tenía un perfil de confron-
tación incluso desde antes del golpe, su secretario general se había puesto
al servicio de la dictadura mediante notas escritas y, aunque seguramente
con roces de distinta naturaleza, en ese momento la UPCN funcionaba
más como una mutual o una gerencia de variados servicios que como una
organización de lucha del movimiento obrero. Por supuesto que la intro-

27) Diario El Litoral, 10 y 13 de marzo de 1977. Los balances arrojaban en conjunto más de
60 millones de pesos moneda nacional de superávit, en tanto que la caja se formaba con un
capital inicial de 2.000 millones. Para tener una idea del valor que representaba esa suma,
baste decir que una casa céntrica de tamaño promedio en buen estado rondaba en Santa Fe
los 10 millones de pesos.
28) La fecha de esa detención se toma de Maguid, Alberto “Cuando una vida…”, Op.Cit., ya
que no surge claramente de la información periodística. Según el Diario El Litoral del 19 de
marzo de 1977 se allanaron su domicilio particular y la sede social de UPCN “en la víspera”
–es decir, el 18–, en tanto que su detención se anunció en la edición del día siguiente. A su
vez, el comunicado de la UPCN publicado en el mismo diario el día 20 decía que desde el 18
de marzo Maguid “se encuentra en dependencias policiales prestando declaración” y que el
19, entre las 19 y las 21 horas, se habían producido los allanamientos.

181
misión militar en los asuntos sindicales formaba parte de una política ex-
presa –nunca muy bien acordada entre varios actores– del propio gobier-
no militar, normalmente justificada en el “desmanejo” o la “corrupción”
atribuida a los dirigentes. Pero más allá de la cuestión genérica de que en
tanto entidad gremial la UPCN corría el riesgo de ser intervenida, lo que
llama la atención es la oportunidad de esa injerencia. Si bien entra en el
plano de la pura especulación, tal vez fue su éxito económico lo que llevó
al desplazamiento de su cúpula y a su intervención.
Para inicios de 1977 UPCN Santa Fe era una entidad superavitaria,
que manejaba una importante obra social y podía capitalizar una caja
financiera. Llamativamente, la intervención y las detenciones llegaron
inmediatamente después de publicadas las cifras del balance y antes de la
puesta en funcionamiento de la caja. Cuando la comisión normalizadora
del grupo afecto a Maguid recuperó plenamente el control del sindica-
to, la obra social ya no le pertenecería y las finanzas mostrarían fuertes
deudas –aunque en este caso principalmente en el plano nacional–. En
consecuencia, la intervención de 1977 aparenta más un acto de saqueo
de recursos acumulados que una acción de ribetes político–ideológicos29.
Lo cierto es que Maguid estuvo casi tres años detenido, pasando por
las cárceles de Coronda, Caseros y La Plata. Algunos de sus más cercanos
colaboradores fueron expulsados, caducaron los mandatos de comisión di-
rectiva y cuerpo de delegados, y logros como el Estatuto Escalafón fueron
anulados. La obra social sindical fue transformada en el Instituto Autár-
quico Provincial de Obra Social (IAPOS) y todos sus recursos –incluido el
personal– transferidos a la nueva entidad oficial30. Con todo, el sindicato no
fue desarticulado. La mayor parte de los empleados de la entidad siguieron
en sus puestos, con la particularidad de que la intervención informaba a
la Sección Gremial de la Policía de la Provincia para la revisión de sus
antecedentes31. Con algunos de ellos y con otros que habían sido desvin-

29) Ghigliani ha destacado cómo algunas conducciones “participacionistas” o “dialoguistas”


mantuvieron conflictos de importancia con el régimen militar en defensa de un modelo de sindi-
calismo que manejaba ingentes recursos en concepto de servicios sociales y participaba de los di-
rectorios de empresas estatales. Ghigliani, Pablo “La resistencia de Luz y Fuerza a las políticas de
la dictadura: los conflictos de 1976 y 1977”, en Historia Regional Nº 30, Villa Constitución, 2012.
30) Ley Provincial Nº 8288 del 14 de septiembre de 1978 (AGPSF).
31) Carpeta “gremios 13”, de 1979, con nóminas de afiliados y dirigentes enviadas por varios
sindicatos entre los que se cuenta la intervención de la UPCN Seccional Santa Fe, que en nota
de fecha 26 de abril de 1979 indica la cifra de 16.028 afiliados –lo que adicionalmente muestra

182
culados –entre los que Maguid destacó especialmente a Amilcar Orieta32 –
comenzaron a “planear la recuperación de UPCN”, lo que se produjo recién
en 1981. Para ese momento era gobernador el marino Rodolfo Carmelo
Luchetta, pero ya se había consolidado una amplia participación de miem-
bros de Línea Popular en el gobierno, al punto que su sucesor sería de esa
agrupación política y –como se verá– amigo de Maguid.
Así como en un momento determinado se produjo una intrusión del
poder militar en la conducción del sindicato, luego se habilitó su norma-
lización a cargo del mismo grupo que lo había conducido anteriormente.
Si en la primera etapa del autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional había primado el intento por suspender la actividad gremial, en
un período ulterior marcado por la reorganización de las centrales de tra-
bajadores y por la agudización de los conflictos en torno a la distribución
del ingreso y de los costes de la política económica recesiva, las agen-
cias estatales comenzaron a favorecer a los sectores menos combativos.
La primera huelga nacional contra la dictadura, realizada por el agrupa-
miento sindical de “los 25” el 27 de abril de 1979, y la más clara división
del movimiento obrero en los dos grandes cauces aludidos apuraron el
proceso de realineamientos y favorecieron la recomposición del papel de
las dirigencias sindicales. En ese contexto fue que la dirigencia de UPCN
Santa Fe capitalizó los logros de su estrategia de relación con actores ubi-
cados en los primeros planos de la política provincial y recuperó el con-
trol del gremio aún antes que culminara la intervención a nivel nacional.
Las segundas y terceras líneas de la administración del sindicato no
habían sido objeto de una remoción general, con la excepción de los em-
pleados de la obra social que fueron transferidos al IAPOS. Por su parte,
la nueva conducción normalizadora iba a representar el retorno de la pri-
mera línea: Ramón Saz de Larrechea –integrante suplente de la comisión
directiva de 1974– asumió como secretario general, en tanto que Alber-
to Maguid figuró como “asesor gremial”. Para más, cuando la comisión
directiva normalizadora recibió el control del sindicato, la intervención
militar ya había eliminado el carácter federativo nacional y la “atomiza-
ción gremial” que habían sido criticados en la nota de mayo de 1976 al
interventor militar de la CGT. A partir de allí, la influencia de la Seccio-

la falta de incremento del padrón desde 1977 o la inexistencia de actualización– (APMSF).


32) Maguid, Alberto y Juan Carlos Sánchez “UPCN Santa Fe: la astucia de los comienzos”,
Op.Cit.

183
nal Santa Fe creció en el nivel nacional del sindicato, favorecida por una
estructura más centralizada y el reconocimiento de su representatividad.
La reaparición de Maguid y de sus más estrechos colaboradores pue-
de comprenderse como una concesión en un marco de presiones crecien-
tes que jaqueaban a la dictadura e intensificaban las particiones internas
de la corporación militar. Pero también es factible remitirla a la funcio-
nalidad que detentaba el estilo de la dirigencia de UPCN y a los vínculos
que mantenía con sectores afines a la corporación militar.
Por un lado, a pesar de los problemas habidos la visión que las auto-
ridades podían tener de esos dirigentes gremiales santafesinos distaba de
ser antipática. Su posicionamiento centrista cuando no conservador, una
agenda de reivindicaciones limitada y un modelo de conducción pirami-
dal, eran condiciones inmejorables para el desarrollo de un movimiento
obrero que canalizara los reclamos de los trabajadores. En la ciudad de
Santa Fe era claro que la Delegación Regional CGT San Jerónimo –con-
ducida por Carlos Aurelio Martínez y asociada a la CNT y luego a la
CGT Azopardo– era la más contemplativa o dialoguista frente a su rival,
la CGT Junín. Precisamente en el primero de los nucleamientos se ubicó
la UPCN en la partición producida al momento de renovarse la conduc-
ción del secretariado regional en febrero de 198233. De conformidad con
un informe de la Sección Gremial de la Policía de la Provincia, el sec-
tor San Jerónimo acusaba a la delegación contraria de “…ser infiltrada
por elementos de neto corte marxista y/o agrupaciones y colaterales de
tendencia izquierdista”. La agencia represiva consideraba positivamen-
te el fortalecimiento del sector dialoguista, ya que el otro representaba
tendencias más opositoras al gobierno. Con una apabullante claridad un
analista anónimo destacaba la funcionalidad que para la dictadura tenían
los sectores más contemplativos del movimiento obrero:

Todo hace suponer en la actualidad, en que los conflictos se


agudizan, (que) las bases obreras quieren ir al paro, y los diri-
gentes gremiales ya no encuentran argumentos para oponerse

33) En rigor algunos sindicatos de la CGT San Jerónimo respondían al sector Brasil a través de
sus federaciones, y lo contrario sucedía con otros de la CGT Junín. A imitación del nivel nacio-
nal, la denominación de las diferentes delegaciones respondía a las calles donde se ubicaban sus
sedes. En la CGT San Jerónimo se concentraban los sindicatos más importantes, como ser SMA-
TA, UOM, FOECYT, ATSA, UTA, SUPE, FOETRA, Ferroviarios, Plásticos y la propia UPCN.

184
a los fines de dar un cierto espacio político al nuevo ministro y
si bien resulta inevitable, se hará todo lo posible para circuns-
cribirlo al área de las reivindicaciones, a los efectos de frenar
la tensión social34.

Por otra parte, la dictadura buscaba renovarse e incorporaba cada


vez más actores civiles a sus cuadros dirigentes de primer nivel. Y en la
Provincia de Santa Fe los dos grupos políticos que brindaron las caras
más visibles –amén de la continuidad de multitud de funcionarios de
otros partidos– fueron el Partido Demócrata Progresista y el Movimiento
Línea Popular. En enero de 1982 el compromiso del MOLIPO fue ma-
nifiesto al asumir la gobernación de la provincia Roberto Casís, a quien
Maguid definiría como su amigo y a cuyo partido seguiría asociado35.
Para cuando el sindicato actualizó sus demandas frente al Poder Eje-
cutivo provincial en el período de renovación de funcionarios abierto a
inicios de 1983, pudo activar aún más sus vínculos al asumir Juan Carlos
Mercier –otro contacto personal de Maguid– como Ministro de Econo-
mía de la Provincia en el gabinete de Héctor Salvi.
Con un proceso de recuperación de los servicios sociales como respal-
do, un renovado incremento de la afiliación y en un marco de relaciones
más favorables, la UPCN consiguió la aprobación de un nuevo Estatuto
Escalafón para los empleados públicos provinciales, que se sancionó por
Decreto-Acuerdo Nº 2695 del 5 de julio de 1983. La norma venía a reem-
plazar al estatuto original, derogado en 1980 sin que hubiera sido suplido
por otro texto, por lo que fue considerado una “reconquista” por el plena-
rio de delegados. Su sanción se presentó como un logro de las gestiones
personales de Saz de Larrechea y Maguid, que recibieron una copia del
texto de manos del gobernador Salvi en un acto público. Paralelamente
se fijó una nueva escala salarial para el sector estatal, desde empleados
rasos al gobernador y en una proporción de ingresos de 1 a 30 aproxima-
damente, pese al desacuerdo de los niveles directivos de la administración

34) “Panorama actualizado de las Delegaciones Regionales de las C.G.T. de la Pcia. de Santa
Fe”, Sección Gremial de la Policía de la Provincia de Santa Fe, sin firma, 1982 (APMSF).
35) A propósito de un entredicho público con el SOEME (Sindicato de Obreros y Empleados
de la Minoridad y la Educación), Maguid aludiría a “mi amistad, que valoro y agradezco,
con Roberto Casís y Eduardo Galaretto” (Diario El Litoral, 12 de septiembre de 1983). Casís
había sido secretario privado de Carlos Sylvestre Begnis en su segunda gobernación.

185
que consideraban “achatadas” las escalas salariales por quedar muy lejos
de los ingresos de los cargos políticos y muy cerca de sus subordinados36.
Pero no todas serían rosas en esa relación. La acelerada descomposi-
ción del gobierno dictatorial incrementó los reclamos sociales e incentivó
a las distintas dirigencias gremiales a presionar para lograr mejores condi-
ciones. Como elemento irritante para las relaciones de la Seccional Santa
Fe con las autoridades dictatoriales debe agregarse que en noviembre de
1982 la conducción nacional de UPCN fue entregada para su normaliza-
ción, con un grueso pasivo de casi un millón de dólares producto del en-
deudamiento y los juicios sufridos durante la intervención, y que entonces
comprometía a los sindicatos de base en función de la nueva estructura.
El incremento de la conflictividad se dispararía en la segunda mitad de
1983, luego de que a inicios de julio la Confederación General de Trabaja-
dores Estatales (CGTE) llegó a “acuerdos funcionales” con el Ministerio
de Economía de la Nación que –al menos en teoría– debían tener efectos
en las provincias, pero reclamó al mismo tiempo rápidas readecuaciones
salariales y ratificó las huelgas de distintos sindicatos. En la provincia de
Santa Fe la crisis financiera comenzó a impactar fuertemente en agosto y
los gremios estatales comenzaron una seguidilla de huelgas –iniciadas por
el sector docente– que se extendería hasta fines de septiembre.
Si bien todos los sindicatos de docentes, gráficos, portuarios, tele-
fónicos, judiciales y empleados administrativos y de servicios llevaron
adelante medidas de fuerza, no parece que se hubiera producido un re-
clamo unificado. UPCN exigía la aplicación de porcentajes del 75 y 82%
móviles para el personal pasivo, el incremento de los salarios de acuerdo
con las categorías definidas en el Estatuto Escalafón y el resguardo de
los servicios sociales del IAPOS. Para ello, en apariencia no coordinó
acciones con otros sindicatos, sino que privilegió el fortalecimiento de
su propia organización creando una comisión de huelga que articulara a
afiliados y no afiliados de todas las reparticiones oficiales y facilitara la
movilización de los agentes. Sin dudas, a esa Seccional correspondieron
las mayores manifestaciones gremiales que se registraron en la ciudad
capital durante el período dictatorial.
Presionado desde múltiples frentes de conflicto el gobierno provin-

36) Diario El Litoral, 6, 7, 16 y 28 de julio de 1983. La foto del periódico en la nota del 7
mostraba a Maguid y Salvi dándose la mano, con Saz de Larrechea a su costado.

186
cial anunció la adopción de medidas de austeridad y la suspensión de
licitaciones, llamando a la comprensión e indicando que no disponía de
fondos nacionales por coparticipación. Si bien los paros y manifesta-
ciones se repitieron sin incidentes, el prolongado corte de los servicios
públicos tensó las relaciones. En medio de comunicados y declaracio-
nes de la más variada índole el vespertino local llamaba a un renun-
ciamiento o “acto de grandeza” que pusiera fin al conflicto, aunque no
dejada de señalar que “…la paralización del aparato administrativo del
Estado, la precaria o nula prestación de servicios esenciales, constituye
un caso típico que bien podría calificarse de subversión”37.
El destrabe de la situación provino del acuerdo de la UPCN con el
gobierno. Las propuestas salariales gubernamentales fueron aceptadas
tras vencer la resistencia de los empleados de distintas reparticiones y a
su vez la dirigencia sindical se sumó a los reclamos realizados al gobier-
no nacional en busca de una mayor distribución de recursos por coparti-
cipación. Reclamo al menos extraño porque las autoridades provinciales
eran en verdad meras delegadas del poder central, pero funcional en tan-
to la imputación de responsabilidad al Poder Ejecutivo Nacional diluía el
compromiso de los funcionarios locales. La conjunción del gremio con
el gobierno era tan evidente que el diario El Litoral publicó en su edición
del 11 de septiembre de 1983 una caricatura en la que se veía al gober-
nador Salvi, al secretario general Depetris y al ministro Mercier enca-
bezando una manifestación de empleados públicos junto con Maguid.
Mientras tanto, la competencia electoral en ciernes mostraba los
realineamientos. Eduardo Galaretto, líder del MOLIPO, se perfiló pron-
tamente como candidato a gobernador. Ese movimiento político no lle-
gó a acuerdos sobre las listas provinciales con el Partido Federal y, si
bien respetó la alianza suscripta a nivel nacional tras la candidatura de
Francisco Manrique, decidió presentarse con boleta propia en Santa Fe.
Maguid, que había representado en la interna del MOLIPO la fracción
proclive a la Alianza Federal, fue candidato a diputado provincial en el
primer lugar de la lista. La campaña electoral tuvo lógicamente mucha
menor envergadura y presencia que la de los grandes partidos, pero en
modo evidente trató de capitalizar el voto de los empleados públicos y

37) Cf. especialmente Diario El Litoral, 13, 22 y 25 de agosto y 3, 4, 6, 8, 9 y 10 de sep-


tiembre de 1983. El entrecomillado es de una nota de esa última fecha.

187
la imagen positiva que podía tener el candidato a diputado. La única pro-
paganda relevante publicada por el MOLIPO era firmada por un supuesto
“Movimiento Independiente de Empleados Públicos de Santa Fe” y junto a
la foto de Maguid rezaba “Por todo lo conquistado / Por todo lo que podrá
conquistar desde la legislatura / Los trabajadores estatales activos y pasivos
debemos votar a / ALBERTO MAGUID DIPUTADO PROVINCIAL”38.
La jugada era razonable. Maguid era el dirigente más conocido y reco-
nocido en el sector público y residía en una ciudad con alto índice de traba-
jadores dependientes del Estado. No sólo cumplía un papel local sino que
además se proyectaba como un dirigente de la UPCN nacional y acababa
de integrase a la Internacional de Servidores Públicos, asociación de cor-
te social–cristiano. Una solicitada publicada por la Seccional Santa Fe en
plena campaña electoral, firmada por él y por Saz de Larrechea, reseñaba
los reclamos por los que venía luchando, que ya habían sido acordados por
las autoridades dictatoriales y que se iban concretando progresivamente:
pago de bonificaciones a diversos organismos, 75 y 82 % móvil para pen-
sionados y jubilados, reconocimiento de la UPCN como entidad gremial
representativa del sector, reincorporación de personal de refuerzo, contra-
tados y porteros, aprobación de estructuras orgánicas y encasillamientos,
y contratación de seguros para choferes39. Para ese momento, el sindicato
ya contaba con un padrón de 20.000 afiliados. Con su paso por la prisión
y su inscripción como dirigente sindical que lo presentaban como alguien
distinto y hasta opuesto a las autoridades salientes, Alberto Maguid se des-
pegaba de la dictadura. En resumen, si el MOLIPO tenía un candidato con
posibilidades de un buen desempeño electoral, ese era él.
Pero algo salió mal.

Régimen constitucional y nuevo reacomodamiento: ¿por dónde pasó la


dictadura?

La polarización electoral entre radicalismo y justicialismo barrió con to-


dos, Línea Popular incluida. El MOLIPO figuró en la estadística con menos
del 1% de los votos a gobernador y Maguid ni siquiera cosechó una cantidad

38) Referencias a la decisión del MOLIPO de ir con listas propias y a los actos de campaña
en Diario El Litoral, 7 y 10 de agosto, 12 de septiembre, 17 y 26 de octubre de 1983. La
propaganda citada, en la edición del día 28 de octubre
39) Diario El Litoral, 15 de octubre de 1983.

188
apreciable. A duras penas se ganaron algunas comunas y el partido en su
conjunto quedó incluso muy por atrás del PDP, que consiguió mantener una
presencia más visible40. El cartel colocado al día siguiente de las elecciones
en el frente de la sede social de la UPCN Santa Fe, en el que se leía “Y
AHORA UNIDAD NACIONAL”, no podía disimular el fracaso41. En ese
momento el control sobre el sindicato pareció flaquear. Creció una agrupa-
ción opositora que tomaba por nombre una de las fechas relevantes de la
lucha salarial inmediatamente anterior –el 24 de agosto– y otra más pequeña
a la izquierda. En principio, las nuevas autoridades constitucionales de signo
justicialista no podían ser calificadas como favorables a la gestión e incluso
parecen haber alentado u organizado a la oposición interna de UPCN.
En seguida se vio que la dirigencia sindical recuperaba la iniciativa y
presionaba al nuevo gobierno provincial con la amenaza de nuevas mo-
vilizaciones y huelgas. Ya en enero de 1984 Saz de Larrechea y Maguid
expresaron su malestar respecto de la forma de cálculo de los aumentos
salariales dispuestos por la Administración Nacional, que se tomaban
como referencia a nivel provincial. Ante la ya previsible respuesta de que
el gobierno dependía de los envíos de fondos por parte de la Nación y que
se iban a reclamar al Ministerio del Interior, la comisión directiva reunió
al cuerpo de delegados e impulsó reclamos por el pago de una suma fija y
un aumento del 12%, al tiempo que solicitó la creación de una comisión
mixta para “formalizar esta relación gremio–Estado”42. Pero avanzó toda-
vía más, imputando directamente al Ministro de Salud, Medio Ambiente y
Acción Social el sostener a la oposición interna del sindicato. En una im-
portante solicitada, la comisión directiva normalizadora adujo que Víctor
Félix Reviglio no atendía los graves problemas de su área por “su actividad
partidaria y sus deseos de promocionar una línea interna en UPCN” y en
consecuencia “intervenir en una competencia electoral de una organiza-
ción sindical a la que no pertenece”. Pese a su vehemente negativa de estar
interviniendo en la interna gremial, el ministro tuvo luego que ceder a las

40) Concretamente, el MOLIPO obtuvo los gobiernos comunales –no municipales, sino co-
rrespondientes a pequeños pueblos– de Las Petacas, Ricardone, Arocena, Santa Margarita,
San Bernardo, Sarmiento, Santo Domingo, Nelson, Pavón y Los Quirquinchos (Diario El
Litoral, 1 de noviembre de 1983).
41) Diario El Litoral, 1 de noviembre de 1983.
42) Diario El Litoral, 13, 18 y 24 de enero de 1984 (la cita textual es de esa última edición); e
“Inquietudes de los agentes públicos expusieron a Vernet dirigentes de UPCN”, parte de prensa
oficial, enero de 1984 (APMSF).

189
presiones del sindicato, recibir a la comisión directiva y avenirse a la mayor
parte de sus propuestas43. Poco después la UPCN reiteraba su política de
acercamiento a determinados dirigentes, en particular al Ministro de Eco-
nomía Alfonso Carlos Ensink, al que se elogiaba públicamente44.
Entre abril y junio de 1984 la comisión directiva normalizadora de la
UPCN multiplicó sus gestiones ante el gobierno provincial, al tiempo que
intensificaba la provisión de servicios sociales a sus afiliados. Abría nue-
vas líneas de acción innovadoras para el espacio santafesino –algunas ya
esbozadas en la última etapa del gobierno militar– como ser el reclamo
de aplicación de normas de la Organización Internacional del Trabajo, la
preocupación por la situación laboral de las mujeres o la inscripción de sus
acciones en las líneas políticas de la Internacional de Servidores Públi-
cos. Como en años anteriores, los beneficios obtenidos por el gremio eran
comparativamente mayores a los de otras asociaciones de trabajadores del
sector público y sus representantes se sumaron a nuevas comisiones con-
juntas con los delegados del Estado. Si puede parecer que un periódico
local exageraba al referirse a “la preponderancia de la organización en las
decisiones de gobierno”, difícilmente pueda rebatirse la impresión de un
fuerte peso político de la entidad sindical cuando se advierte que el Sub-
secretario de Hacienda de la Provincia concurría al plenario de delegados
de la UPCN junto con diputados provinciales justicialistas, radicales y de-
moprogresistas, para explicar la situación financiera y solicitar compren-
sión ante las demoras en la concreción de los aumentos. La “satisfacción”
de los delegados ante las explicaciones y el “diálogo ordenado” posterior
marcaban la tónica de la conducción gremial: la negociación amistosa y el
acuerdo con las autoridades como pautas de conducta45.
Los repertorios discursivos, caracterizados desde hacía tiempo por
invocaciones a la defensa de derechos en un marco de tolerancia y respe-

43) Diario El Federal, Santa Fe, 28 de febrero y 7 de marzo, y Diario El Litoral, 1 de marzo de
1984. La desmentida en la que Reviglio refutaba las imputaciones de la UPCN arroja luz sobre
lo que se encontraba en el fondo de esa oposición “…rechazamos absolutamente que desde
este ministerio se esté alentando algún tipo de organizaciones de base en contra del personal
civil de la Nación. … Es real que existe una suerte de puja por el encuadramiento sindical de
los trabajadores de los grandes hospitales, con la Asociación de Trabajadores de la Sanidad
Argentina. Pero el hecho de que yo haya sido asesor de ATSA hasta antes de llegar a este
ministerio, no significa que haya tomado parte en esa puja…”. Reviglio era además médico y
co-propietario de empresas de salud; sería Gobernador de la Provincia en 1987–1991.
44) Diario El Federal, 2 de marzo y 30 de abril de 1984.
45) Diario El Federal, 10 de mayo y 13 de junio de 1984, respectivamente.

190
to, se llenaron de tópicos relativos al sostenimiento del orden democráti-
co, destacándose “…la firme y pública posición de U.P.C.N. de defender,
respaldar y colaborar con los gobiernos de la Nación, las provincias y
los municipios, para consolidar el orden constitucional”. Y ese apoyo a
las autoridades elegidas era congruente con la promoción de una actitud
proclive a la calma social, que sostuviera el correcto desempeño laboral
de los trabajadores, encuadrados en su sindicato:

Es preciso… que se señalen el camino del sacrificio cotidia-


no, la necesidad de obtener la mejora paulatina debida al propio
esfuerzo afinando el sentido de responsabilidad; habituándo-
nos a gozar la satisfacción que produce el deber cumplido al
finalizar cada jornada de labor.

Los mismos líderes de UPCN se representaban a sí mismos en esos


términos: la abnegación, la persistencia, la formación constante de los
dirigentes, eran cualidades destacadas que los improvisados opositores
no podían igualar46.
Cuando para octubre de 1984 se realizaron las elecciones internas la
Lista Azul y Blanca de la Agrupación Unidad y Renovación, que llevaba
a Saz de Larrechea como Secretario General y a Maguid como Secretario
Adjunto, derrotó ampliamente a la oposición. La dirigencia seguía firme en
la conducción del sindicato, renovada precisamente con la incorporación
de nuevos militantes. Del cotejo de los 38 integrantes titulares y suplentes
de la Comisión Directiva de 1974 con los 36 de diez años después, surge
que sólo seis nombres se repetían47; pero la cúpula de la organización vol-
vía a reconstruirse alrededor de Alberto Maguid y con la participación de
un conjunto de nombres familiares en el ámbito de los empleados públicos
santafesinos. En torno a ellos, muchos militantes y empleados del sindicato
continuaban vinculados estrechamente a esa dirigencia.
¿Qué otras permanencias se habían producido, entonces, entre las

46) Las citas textuales de Diario El Federal, 24 de enero y 3 de mayo de 1984, respectiva-
mente. La última alusión en volante de la Lista Azul y Blanca, ¿octubre de 1984?, donde se
decía “AL VOTAR RECUERDE QUE LOS DIRIGENTES NO SE IMPROVISAN Y QUE
ES FÁCIL CRITICARLOS PERO DIFÍCIL IGUALARLOS” (APMSF).
47) Cf. UPCN Seccional Santa Fe, Boletín Informativo, mayo de 1974, p. 2 y UPCN Seccio-
nal Santa Fe, Boletín Informativo Nº 1, noviembre de 1984, contratapa (APMSF).

191
elecciones de comisión directiva de 1974 y 1984? O por el contrario, ¿es
que algo había cambiado, dictadura mediante?
La mutación de los discursos públicos de la UPCN parece haberse
producido antes de 1974. Si en las postrimerías de la autodenominada
“Revolución Argentina” Alberto Maguid aludía públicamente a un con-
junto de temas vinculados con la “liberación” y la “clase explotadora”, eso
parece más propio de un cierto clima de época que emergente de un ima-
ginario revolucionario. Para el momento anterior a la dictadura, a través
de ella y luego a inicios del gobierno republicano de 1983, los documentos
de la UPCN siempre insistieron en la moderación, el recurso al diálogo, el
mantenimiento del orden y la búsqueda de reivindicaciones concretas que
hicieran a los intereses inmediatos de sus afiliados. También la pretensión
de una acción sindical “apolítica” y el resguardo de la legalidad fueron
elementos recurrentes. En ese registro, las notas de Alberto Maguid di-
rigidas en mayo y octubre de 1976 a autoridades militares parecen una
discontinuidad por su apoyo explícito a la dictadura, pero esta disrup-
ción es sólo aparente. Cambiaba el destinatario, era otro el detentador del
gobierno, pero tanto en ese momento como respecto de las autoridades
constitucionales ese poder estatal era considerado legítimo. Frente a quien
gobierna, el sindicato se presentó siempre con una actitud de respeto y
dispuesto a una negociación corporativa.
Los repertorios de acción tampoco cambiaron radicalmente. Proba-
blemente pueda observarse que la ausencia de acciones contenciosas vio-
lentas se debe a que se trata de un gremio de empleados públicos –aunque
además de administrativos reúne a porteros, personal de comedores, en-
fermeros y otros–. Pero sea como fuere, el eje de la acción sindical estaba
puesto en la doble dimensión ya citada de estrategias “hacia arriba” y “ha-
cia abajo”. En el primer caso primaron las estrategias de establecimiento
de vínculos institucionales y personales y el recurso a la negociación, aún
cuando fuera necesario cambiar de interlocutores –en el plano político el
FREJULI, Línea Popular, los militares, el justicialismo–. En otros térmi-
nos, esas estrategias estaban centradas en la puesta en acto de un capital
relacional. En la segunda dimensión se impuso una estructura piramidal,
ya preanunciada en 1974 con el funcionamiento vertical del cuerpo de
delegados y sancionada luego por las reformas institucionales de la in-
tervención militar. Y las estrategias de conducción “hacia abajo” estaban
asentadas en la provisión de una variada gama de servicios sociales, en
el incentivo o la desactivación de la movilización de los trabajadores de
acuerdo con las necesidades de ejercer presión sobre los gobiernos, y qui-
zás en algo que deba reconocerse como el evidente liderazgo carismático

192
de Maguid. Además de la acumulación de un capital económico, esos mo-
dos de construcción de poder sindical supusieron repertorios de acciones
altamente institucionalizados, en el sentido de que formaron conjuntos de
relaciones complejos y estables capaces de reproducirse a sí mismos.
Sería injusto y hasta cínico aducir que la dictadura no dejó huella
en la UPCN Seccional Santa Fe. Hubo personas desaparecidas, presas,
cesanteadas. Pero si la intervención militar no parece tener un cariz polí-
tico–ideológico sino que se entiende mejor como apropiación de recursos
acumulados, si la estructura sindical salió incólume, si las segundas y
terceras líneas de su personal continuaron y sus líderes retornaron muy
poco después de haber salido de la cárcel, si las formas discursivas y de
acción que la caracterizaban se replicaron luego de la lógica depresión de
los primeros años del golpe, si, en definitiva, el sindicato no sólo no se
desarticuló sino que incluso creció en su padrón, en su gama de activida-
des y en su posición en el entramado institucional santafesino; entonces
las estrategias adoptadas por la dirigencia sindical fueron sumamente
efectivas en función de sus objetivos de perduración y afianzamiento.
Sin negar que la dictadura produjo un hondo disciplinamiento social
y que debilitó, cuando no literalmente destrozó, a las vertientes más com-
bativas del movimiento obrero, tal vez debamos relativizar esa noción de
una fractura tan profunda. En realidad la dirigencia de la UPCN subsistió
a la dictadura porque siguió haciendo aquello que sabía hacer, que venía
haciendo desde antes y que continuaría después. Que enfrente de ella se
alzaran como interlocutores políticos tradicionales o militares genocidas
no era una mera cuestión de detalle, pero no dejaba de ser una variable
más de las que la conducción sindical tenía que considerar.

193
194
Movilización social en épocas de privatización.
Los trabajadores ferroviarios de Laguna Paiva
frente al cierre de los talleres, 1992–1993

Carolina Brandolini

Laguna Paiva, una localidad sobre rieles

Laguna Paiva estuvo desde el momento de su fundación, a principios


del siglo XX, estrechamente ligada a la actividad ferroviaria. En esta lo-
calidad santafesina funcionó un complejo industrial que comprendía un
taller de reparación de vagones y una sección denominada “Almacenes
Generales”, ambas dependencias pertenecientes, desde mediados de la
década del ‘40 tras la nacionalización del Ferrocarril Central Norte, a la
empresa estatal Ferrocarriles Argentinos.
El complejo llegó a emplear en su época de esplendor, a mediados
del siglo XX, más de 1.000 trabajadores, cuando la población rondaba
los 12.000 habitantes. Más adelante, hacia la década de 1980, la cantidad
de empleados de los talleres era relativamente menor, pero la actividad
ferroviaria continuaba siendo neurálgica para la ciudad.
Esta postal se modificó hacia principios de la década del ‘90, cuando
tras un largo proceso de deterioro del sistema ferroviario se produjo la
definitiva privatización de la empresa, hecho que marcó un antes y un
después en la dinámica social, económica y cultural de muchos pueblos
del interior del país.
Esta decisión política se tradujo en el despido de miles de trabajadores,
el aislamiento de numerosas localidades1 y el estancamiento general de las
economías regionales. Algunas poblaciones se vieron especialmente afec-
tadas por presentar estructuras económicas que giraban exclusivamente
en torno al ferrocarril. Tal es el caso de la ciudad Laguna Paiva, donde

1) Según Alejandro Benedetti 683 localidades perdieron el servicio ferroviario en el trans-


curso de una década. Benedetti, Alejandro “Argentina ¿país sin ferrocarril? La dimensión
territorial del proceso de reestructuración del servicio ferroviario (1957, 1980, 1998)”, en
Realidad Económica N° 185, Buenos Aires, 2002, p. 61.

195
funcionaban los talleres del Ferrocarril General Belgrano, complejo in-
dustrial de gran importancia para la línea y para el sistema nacional de
ferrocarriles. Allí las consecuencias fueron inmediatas: hacia 1993 el tren
dejó de circular por la localidad pero además, y fundamentalmente, los
talleres cerraron sus puertas, dejando a todos sus empleados cesantes. En
tan sólo dos años se redujo el número de trabajadores de más de 700 (año
1991) a 150 que se mantuvieron en las instalaciones luego de que los talle-
res dejaran de funcionar como emprendimiento estatal. La permanencia
de estas 150 personas se originó en la conformación de una cooperativa
(Cooperativa de Trabajo Industrial Laguna Paiva S.R.L.), promovida por
el sindicato ferroviario y por autoridades políticas locales y provinciales.

Los ferroviarios paivenses frente a la privatización

¿Qué hicieron los trabajadores ferroviarios frente a esta situación?


¿Cuál fue su respuesta a las políticas de racionalización económica? ¿Ac-
tuaron como actor colectivo? A continuación reconstruimos sus acciones,
basándonos en noticias periodísticas aparecidas en distintos diarios loca-
les2 y en entrevistas realizadas tanto a obreros que militaron activamente
en una asociación gremial como a obreros que no fueron militantes.
Una de las primeras formas de acción colectiva fue la oposición por
parte de un grupo minoritario a los retiros voluntarios. La “Agrupación Fe-
rroviaria de Base”, organización política de izquierda de alcance local que
surgió a mediados de los ‘80, se opuso a tales retiros. Uno de sus miembros
recuerda que los mismos eran “la amarilla que le daban a los muchachos…
retirate que se cierra”3. Otro militante comenta: “… había que explicarle a
la gente que no se vaya, porque después ¿qué hacías?... Nosotros intentába-
mos convencer a los compañeros de eso, aunque era difícil”4.
También fueron dándose otras acciones a medida que la ofensiva del
gobierno nacional se hacía más clara. Si bien en principio sólo se manifes-

2) Se consultaron los siguientes periódicos de alcance regional: El Litoral, El Matutino y


Rosario 12, correspondientes a los años 1992–1994.
3) Perez, Carlos. Entrevista realizada el 18 de marzo de 2009 en Laguna Paiva, Provincia de
Santa Fe, Argentina. Entrevistadoras: Carolina Brandolini y Luisina Agostini.
4) Medrano, Héctor. Entrevista realizada el 15 de noviembre de 2008 en Laguna Paiva,
Provincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Carolina Brandolini.

196
taban los militantes de la agrupación mencionada, cuando se hizo evidente
que la fuente laboral peligraba, se organizaron acciones más amplias en las
que participaban la mayoría de los empleados que se verían afectados, sus
familiares y otras personas de la localidad solidarizadas con los despedidos.
El 30 de octubre de 1992 recibieron un telegrama de despido 11 o 12
trabajadores por “racionalización económica” y el sindicato convocó a una
concentración en la puerta de los talleres a la hora de salida bajo las consig-
nas “defender nuestro pan”, “en solidaridad con los cesanteados” y “en de-
fensa de la actividad ferroviaria”5. Luego de esta concentración se realizó
un acto público en la plaza del pueblo donde diferentes actores implicados
tomaron la palabra. El principal dirigente gremial de la localidad habló en
esa asamblea para retransmitir la información de que las cesantías recien-
temente anunciadas se habían suspendido. Pero los sindicalistas recibieron
fuertes críticas por parte de algunos presentes, quienes los acusaban de ha-
ber sido los autores de la lista de despedidos. También tuvieron la palabra
en ese acto 5 de los cesanteados, quienes en sus discursos sostuvieron ideas
fuertemente contestatarias y de resistencia ante el proceso que se iniciaba.
Comenzaba a vislumbrarse la complejidad de la coyuntura derivada del
ambiguo papel del gremio ferroviario en el proceso de privatización.
Al mes siguiente la situación se repitió: otra vez las mismas 11 o 12
personas recibieron telegramas de despido. También en esta oportunidad
el sindicato se mostró en apariencia contrario a la medida de las cesantías
y llamó a una asamblea en el local de la Unión Ferroviaria. Se menciona
en el periódico que el objetivo de tal encuentro fue “transmitir tranqui-
lidad a la familia del riel”. Sin embargo, aparece en la misma noticia la
transcripción de un documento escrito por la U.C.R. local que –con un
tono muy crítico– denunciaba el comportamiento del sindicato y del go-
bierno municipal por “esconder información” y por la forma en la que se
estaba manejando una situación tan grave6.
A partir de estas declaraciones puede inferirse que las voces que inte-
ractuaban en este momento de crisis eran variadas y confrontadas. La dis-

5) Los primeros cesanteados militaban en la Agrupación Ferroviaria de Base y tenían buenas


fojas de servicio, razón por la que los despidos eran catalogados por diferentes personas como
“abierta persecución política”. El número de despedidos no es claro (once o doce) porque la
información que dan las noticias varía de un día a otro, y lo mismo sucede en los testimonios.
6) “Laguna Paiva reclama por los Talleres Ferroviarios”, en Diario El Litoral, Santa Fe, 9
de diciembre de 1992.

197
puta discursiva sobre la interpretación de lo que sucedía era cada vez más
importante y esto se evidenciaba en los encuentros organizados en apoyo a
los cesanteados. También ellos, en tanto afectados y militantes de izquier-
da, criticaban duramente la complicidad de la comisión directiva sindical y
de la intendencia local. Al igual que en la oportunidad anterior, los obreros
cesantes fueron reincorporados a los pocos días, una lógica que se reiteró
en dos oportunidades más, hasta el momento de las cesantías definitivas.
Otra de las acciones colectivas claves fue una asamblea pública rea-
lizada en la plaza durante los primeros días de diciembre del ‘92. En esa
oportunidad se puso de manifiesto que los gremialistas y los dirigentes
políticos municipales y provinciales comenzaban a sostener sin vacilacio-
nes el discurso de que la inclusión de los talleres en el pliego de licitación
de la Línea Belgrano era “técnicamente inviable”. Tal apreciación se opo-
nía a la de los militantes de la agrupación de izquierda, del radicalismo y
de otros actores que consideraban que los talleres podían mantenerse en
pie, mostrando proyectos concretos que servían de sustento a su postura7.
En el diario El Litoral se menciona que la multitud silbó y pronunció cán-
ticos de protesta en demostración de descontento, al punto que el inten-
dente debió pedir calma y retirarse acompañado de custodios policiales8.
En esa circunstancia, un funcionario provincial (el Secretario General del
Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio de la Provincia, MA-
GIC), propuso como salida a la crisis la instalación de un complejo carce-
lario en el edificio de Almacenes Generales. Como recuerda un miembro
de la Agrupación Ferroviaria de Base:

…viene un superministro de Reutemann de ese momento


que era Weber (…) Lo mandan acá a ofrecernos una cárcel.
Convocan en la plaza a todo el pueblo: La «solución» de La-
guna Paiva era una cárcel en los Almacenes Generales, una
estructura inmensa que ahora está toda destruida. ¿Qué es lo
que le hacemos nosotros? Ponemos un parlante al costado en
la plaza para poder debatir con el tipo. Entonces le planteamos

7) Los integrantes de la Agrupación Ferroviaria de Base tenían un proyecto escrito para la


racionalización de los talleres basado en argumentos técnicos, que era utilizado para justifi-
car la viabilidad del mantenimiento de los mismos.
8) “Laguna Paiva reclama por los Talleres Ferroviarios”, en Diario El Litoral, 9 de diciembre
de 1992

198
qué era lo que estaba pasando, por qué no había que privatizar
el ferrocarril, la destrucción que estaban haciendo9.

La resistencia a la propuesta de la penitenciaría fue unánime y, a par-


tir de ese momento, la consigna “no a la cárcel” se convirtió en una nueva
bandera.
El 11 de febrero de 1993 los ferroviarios de la agrupación de izquier-
da junto con otras personas afines mantuvieron una cita con el ministro
Weber en la sede del MAGIC, para trasladarle sus inquietudes en torno
a la necesidad de mantener en funcionamiento los talleres y para recor-
darle que la idea de la instauración de una cárcel era rechazada por la
población. Este encuentro también debe ser comprendido como acción
colectiva y de una gran importancia, por haber cobrado sentido público
al aparecer una reseña del mismo en el diario más leído de la región10.
Sin embargo, los resultados de la conversación no fueron los esperados.
Unos meses más tarde, en abril, se publicó una noticia en la que se expre-
saba que la intención de las autoridades provinciales seguía siendo instalar
una cárcel en el edificio. En las semanas anteriores se habían estado produ-
ciendo despidos masivos de ferroviarios en todo el país y levantamientos
de ramales y estaciones, en especial desde el 10 de marzo, momento en que
el Estado nacional dejó de hacerse cargo de las líneas no concesionadas
traspasándolas a las provincias, que se encontraban incapacitadas econó-
mica y técnicamente para su mantenimiento. El contexto hacía que todo
parezca concluido. El “destino incierto de Laguna Paiva”11 era cada vez
menos incierto, y se acercaba lo peor.
Mayo comenzó con nuevas cesantías que esta vez afectaban a 40 em-
pleados. Como contrapartida, se organizó una “marcha del silencio” que fue
promocionada con anterioridad en diarios de alcance regional12. Los comer-
cios cerraron en señal de apoyo y hubo adhesiones de diferentes institucio-
nes, sindicatos, partidos políticos de Paiva y de otras localidades. En el acto

9) Perez, Carlos. Entrevista…, Op.Cit.


10) “Laguna Paiva pidió a Weber la continuidad de los talleres”, en Diario El Litoral, 11 de
febrero de 1993.
11) En referencia a un titular de El Litoral. “Laguna Paiva: Una ciudad con su futuro incier-
to”, Diario El Litoral, 18 de diciembre de 1992.
12) Los medios gráficos hablan de “la segunda marcha” pero no se han encontrado registros
de una marcha previa.

199
de finalización tomaron la palabra representantes de Madres de Plaza de
Mayo de Santa Fe especialmente invitadas para la ocasión y personalidades
de la política santafesina solidarizadas con la causa del cierre de los talleres.
Pero las medidas de protesta que llevaban a cabo los trabajadores se-
guían sin surtir efectos prácticos. En los últimos días de mayo se anuncia-
ron 17 nuevas cesantías para la dependencia Almacenes y 119 cesantías
para los talleres. El intendente afirmó estar preocupado y descontento por
estas medidas y anunció horas después que tras intermediar con autorida-
des nacionales, había logrado la provisoria reincorporación de todos estos
obreros cesanteados. Según las explicaciones que el intendente brindó al
Diario El Litoral, su descontento se debía a que los despidos se produjeron
en medio del diálogo que la municipalidad y los dirigentes gremiales es-
taban teniendo con las autoridades nacionales para la puesta en marcha de
una alternativa a la crisis paivense, es decir, en el medio de las negociacio-
nes para la conformación de una cooperativa. Por tanto, si bien momentá-
neamente se había logrado dar marcha atrás con los 119 despidos, quedaba
claro que el esfuerzo de las autoridades estatales y sindicales estaba pues-
to en la concreción del emprendimiento cooperativo y no en la resistencia
para que los talleres siguiesen funcionando con todos los empleados.
Agosto y septiembre transcurrieron sin la aparición de nuevos tele-
gramas y la movilización en los días siguientes pareció acallarse. Avan-
zaba mientras tanto la conformación de la cooperativa. Y si bien muchos
de los trabajadores entregaron formularios para lograr formar parte de la
misma, esta actitud no fue unánime. Varios se resistieron a integrar este
nuevo emprendimiento que implicaba la inclusión de 150 personas y, por
tanto, la exclusión de 220. Como sostiene uno de los entrevistados que
militó activamente en contra del cierre:

Cuando se arma la entrada a la cooperativa, se anotaron


300, 50 nomás no nos anotamos. Y la política de ellos era de-
cirles «mirá que vos quedás». Y nosotros les decíamos, mucha-
chos, está bien, vos quedás, pero hay 150 lugares y ustedes son
300, alguien va a quedar afuera13.

Algunos por diversas razones aceptaron los retiros voluntarios y se

13) Perez, Carlos. Entrevista…, Op.Cit.

200
inscribieron en la cooperativa, otros sólo recibieron la indemnización sin
llenar el formulario y otros esperaron hasta el último momento. El final
llegó el 26 de octubre, día en el que más de 300 despidos marcaron un
antes y un después definitivo en la vida de estas personas, de sus familias
y de toda la comunidad paivense.

Elementos que fomentaron la desmovilización de los obreros

A la luz de esta descripción afirmamos que existió un ciclo de protes-


ta14 iniciado a principios de los años ‘90 y que se llevaron a cabo acciones
colectivas con diferentes formatos entre fines de 1992 y mediados de 1993.
Analizaremos ahora algunos factores que ayudan a comprender los
límites y las características de las acciones hasta aquí enumeradas. ¿Por
qué las mismas fueron poco radicales, en el sentido de que no se recurrió
a formatos de acción que implicasen el recurso a la violencia o disrup-
ciones más profundas, capaces de obligar a negociar a las autoridades
pertinentes la demanda exigida? ¿Por qué ante un acontecimiento tan im-
portante como la pérdida del trabajo en una ciudad que giraba económica
y simbólicamente en torno al tren, los obreros no consiguieron unirse en
una lucha capaz de frenar el cierre de los talleres?
Los elementos que se describen a continuación no son suficientes ni
absolutos, porque la movilización social es un fenómeno que no aparece
determinado ni se ve obstaculizado indefectiblemente por la presencia o
ausencia de ciertos factores. Al igual que cualquier fenómeno social, la
movilización es contingente: su aparición suele ser fortuita en el senti-
do de que a veces existen determinadas circunstancias que se relacionan
con su surgimiento mientras que otras veces las mismas se presentan y
no provocan movilización social. Adherimos, en este sentido, a Federico
Schuster cuando afirma que:

(l)a protesta no será el resultado necesario de determinadas


condiciones estructurales, ni de intereses preestablecidos, ni de
identidades dadas, ni de oportunidades o amenazas sistémicas,
ni de cálculos de racionalidad costo-beneficio, ni de prácticas

14) Siguiendo la conceptualización presente en Tarrow, Sidney El poder en movimiento. Los


movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza, Madrid, 1997.

201
de organización previa; pero podrá entenderse de algún modo
ligada (conceptualmente, con sentido) a todas estas dimensio-
nes del análisis o al menos a algunas de ellas15.

Pretendiendo, por lo tanto, no caer en concepciones deterministas,


analizaremos algunas cuestiones que ayudan a comprender la moviliza-
ción de los obreros paivenses.

Un contexto difícil para resistir

En primer lugar, luego de la crisis hiperinflacionaria desatada en


1989, se creó un consenso generalizado sobre la necesidad de un cambio
radical, capaz de sacar a la Argentina de la profunda inestabilidad en la
que se encontraba. Como sostiene Jorge Schvarzer:

…la hiperinflación operó al mismo tiempo como un acicate


para que el gobierno actuara y como un freno a las presiones
sociales. La demanda social por la estabilidad a cualquier pre-
cio bloqueaba como pocas veces en la historia, la posibilidad
de una serie de reivindicaciones sindicales y políticas de oposi-
ción a las decisiones oficiales16.

A su vez, las privatizaciones fueron efectivizadas por un gobierno


que contaba con una fuerte concentración del poder. El acuerdo realizado
con el gobierno saliente para adelantar el traspaso de mando, le aseguró
al entrante la mayoría en la Cámara de Diputados. Esto permitió que se
aprobaran con facilidad las leyes de Reforma del Estado y Emergencia
Económica, estructura jurídica a partir de la cual el menemismo logró
aplicar de manera rápida y eficaz sus planes neoliberales de reducción del
gasto público y de apertura económica.

15) Schuster Federico “Las protestas sociales y el estudio de la acción colectiva”, en Schus-
ter Federico, Francisco Naishtat, Gabriel Nardacchione y Sebastián Pereyra Tomar la pa-
labra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea,
Prometeo, Buenos Aires, 2005, p. 55.
16) Schvarzer, Jorge “El proceso de privatizaciones en la Argentina. Implicaciones prelimi-
nares sobre sus efectos en la gobernabilidad del sistema”, en Realidad Económica N° 120,
CISEA, Buenos Aires, 1993, p. 86.

202
Asimismo, el aparente triunfo del Plan de Convertibilidad que había
logrado estabilizar la moneda argentina, fue una circunstancia más que
hizo del período que nos atañe (años 1992 y 1993) una coyuntura desfa-
vorable para la movilización social.
En segundo lugar, las transformaciones estructurales fueron lleva-
das a cabo desde el peronismo, movimiento y partido en torno a los que
históricamente se habían agrupado e identificado la clase trabajadora ar-
gentina y sus organizaciones sindicales, lo cual generaba desconcierto,
incertidumbre y confusión. Esta reflexión aparece en una de las entre-
vistas realizada a uno de los militantes de izquierda, quien rememorando
afirma: “El único partido que podía aplicar un plan tan regresivo en la
Argentina era el peronismo… Otro partido no hubiera podido…”17.
En tercer lugar se torna necesario analizar el esfuerzo que se realizó
desde el poder para construir y alimentar a través de medios masivos de
comunicación un discurso hegemónico que asociara lo estatal a lo inefi-
ciente, a lo deficitario, a algo que era necesario superar. Este discurso fue
particularmente agresivo para con la empresa ferroviaria, que aparecía
ante los ojos de los televidentes como la gran generadora del déficit fiscal.
Como recuerda uno de los entrevistados: “… yo me acuerdo, decía en la
radio: «Hola, son las 6 y un minuto, pensar qué sólo pasó un minuto y el
ferrocarril ya dio tantos pesos, miles de pesos de pérdida». Él (Bernardo
Neustadt) y Grondona”18.
Este discurso era acompañado también por la idea de que quienes
trabajaban para el ferrocarril eran “vagos”, “borrachos”, “atorrantes”,
acostumbrados a cobrar sin trabajar, a la vida segura. Indicios de estas
construcciones mediáticas aparecen también en la memoria de muchos
ferroviarios que recuerdan con indignación e impotencia tales envestidas:
“La gente escuchaba «ferroviario» y decía «chorro», la gente asociaba…
«ah, ¿qué te robaste del ferrocarril?»”19.
Pero a veces no se trataba de construcciones meramente discursivas.
La imposición del discurso supo traspasar las palabras para materiali-

17) Avellaneda, Walter. Entrevista realizada el 15 de noviembre de 2008 en Laguna Paiva,


Provincia de Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Carolina Brandolini.
18) El testimonio hace referencia a los programas de TV Tiempo Nuevo y Hora Clave, a
cargo de los periodistas Bernardo Neustadt y Mariano Grondona respectivamente. Medrano,
Héctor. Entrevista…, Op.Cit.
19) Avellaneda, Walter. Entrevista…, Op.Cit.

203
zarse en acciones tendientes a hacer de las ideas vagas impuestas por los
medios, ejemplos perceptibles para la sociedad. Las reglas para el trabajo
y las exigencias de disciplina laboral eran desdibujadas y fomentaban la
ineficiencia. Según el planteo de Élido Veschi, como parte de la misma
estrategia se produjo un “vaciamiento progresivo de la capacidad indus-
trial instalada propia de la empresa, desaprovechando el potencial de los
talleres”20. Un ejemplo de esto aparece en el siguiente testimonio:

Nos mandan con un muchacho a una vía, había medio metro


de piedra, una pala a cada uno, y teníamos que hacer el trabajo.
Para que te des una idea de lo que le venían haciendo a la empre-
sa del Estado (…) no es que era una casualidad… Era un laburo
de media hora y en cuarenta y cinco minutos lo hicimos. Vino el
capataz, y no te das una idea de cómo nos trató (…) que si que-
ríamos venir a ser jefe de talleres, nos dijo que por qué nos que-
ríamos mandar la parte, que ese era el trabajo para todo el día.
Ahí te das una idea de cómo venían trabajando para destruirlo21.

En algunos casos la memoria se alza atravesada por reconsideracio-


nes realizadas desde el presente de los entrevistados, por críticas y auto-
críticas de aquello que sin querer habían interiorizado pero que, a partir
de posteriores reflexiones, comprenden desde otros puntos de vista:

A nosotros nos hicieron un trabajo psicológico (...) como


que el ferrocarril daba pérdida. Inclusive los medios a nivel
nacional y ciertos periodistas también se prestaron para darle
manija a eso, y bueno, estábamos concientizados de que la pri-
vatización podía traer una solución 22.

Como sostiene Mónica Gordillo, los imaginarios sociales creados


desde el poder y fomentados desde los medios de comunicación “…di-
ficultaban la posibilidad de articular como “injustas” las medidas que el

20) Veschi, Élido “El ferrocarril en la Argentina”, en Realidad Económica Nº 110, Buenos
Aires, 1992, p. 95.
21) Perez, Carlos. Entrevista…, Op.Cit.
22) Hilari, Rodolfo. Entrevista realizada el 18 de marzo de 2009 en Laguna Paiva, Provincia
de Santa Fe, Argentina. Entrevistadoras: Luisina Agostini y Carolina Brandolini.

204
gobierno adoptaría, que implicaban la pérdida de la fuente de trabajo para
miles de personas”23. Teniendo en cuenta que no todos los trabajadores
lograban en aquella coyuntura crítica interpretar estos discursos como
construcciones que intentaban imponerse desde el poder para generar
consenso en torno a la inevitabilidad de la privatización, sostenemos que
esto también contribuyó a atenuar la movilización 24.

El papel del sindicato y la imposibilidad de pensar en lo desconocido

Hasta aquí nos hemos ocupado de condiciones estructurales que difi-


cultaron la concreción de acciones colectivas. Ahora nos ocuparemos de las
condiciones de organización que las obstaculizaron, es decir, aquellas cues-
tiones que no favorecen la movilización de recursos por parte de los actores.
El primer obstáculo para conseguir una acción colectiva contundente
fue la posición que tomó el sindicato ferroviario de mayor peso entre los
trabajadores de los talleres (Unión Ferroviaria) frente a las iniciativas ten-
dientes a concretar el cierre. El organismo que debía encabezar la protesta
por la conservación de la fuente de trabajo, lejos de hacerlo, se esforzó
en brindar alternativas para no llegar al límite de la cesantía compulsiva.
Los dirigentes sindicales de Laguna Paiva, en consonancia con sus pa-
res nacionales, promovieron entre los obreros la alternativa por el “retiro
voluntario” o por la “jubilación temprana”, sosteniendo la conveniencia de
tal opción frente al panorama desalentador que se vendría. Además, junto
con las autoridades municipales, tomaron la responsabilidad de formar una
cooperativa de trabajo en las instalaciones de los talleres como alternativa
al cierre definitivo, iniciativa que comenzó a desarrollarse incluso varios
meses antes de la llegada de los últimos telegramas de despido.
¿De qué modo debe entenderse esta manera de actuar de las diri-
gencias sindicales en sus diferentes niveles (local y nacional)? Desde un
punto de vista analítico, pensar esta cuestión en términos de “fidelidad”

23) Gordillo, Mónica “Reforma del Estado y acciones colectivas: la huelga ferroviaria de
1991”, en Entrepasados N° 26, Córdoba, 2004, p. 97.
24) Los ferroviarios que en aquel momento eran conscientes de la ofensiva fueron en su
mayoría los que militaron en o colaboraron con la resistencia emprendida por la Agrupación
Ferroviaria de Base. En términos de Pierre Bourdieu podría afirmarse que sus experiencias
personales y colectivas les brindaron un capital cultural que les permitió vivir el aconteci-
miento del cierre desde una postura crítica y activa.

205
o “traición”, como usualmente suele hacerse en diversos ámbitos de dis-
cusión, no colabora a una comprensión acabada de la cuestión. Interesa
aquí considerar que la actitud de los sindicalistas ante medidas que im-
plicaban un fuerte impacto sobre el grupo de trabajadores al que se debía
–en teoría– defender, merece ser entendida desde una perspectiva más
abarcadora, sin por ello restar importancia a los grados de responsabili-
dad que tuvieron determinados actores individuales.
Esta problemática exige pensar la cuestión de la legitimidad del poder
que detentan los sindicalistas. Porque, ¿de qué manera puede un grupo
sindical permanecer en puestos burocráticos si sus acciones, lejos de be-
neficiar a los sujetos que le dieron la legitimidad para ocupar los cargos
dirigenciales, intentan conciliar intereses con la patronal? La única salida
aparente frente a esta pregunta sería la de considerar que las bases son
objeto de manipulación y de engaño, y tal enfoque no resulta apropiado.
Victoria Basualdo rescata los aportes de Richard Hyman 25, quien sos-
tiene que los sindicatos siempre deben preservar cierto grado de demo-
cracia interna –al menos hasta cierto punto– para legitimarse tanto frente
a los trabajadores como a los empleadores. En este sentido, las masas no
serían un sujeto pasivo: son ellas las que permitirían que la burocracia
sindical se mantenga en el poder. Daniel James fue uno de los pioneros a
la hora de proponer una perspectiva superadora. Desde su óptica atenta
a la idea de consenso, las bases dejan de ser objeto de dominación por
parte de sus dirigentes, para pasar a ser agentes activos en el proceso de
legitimación de los mismos26.
Adhiriendo aquí a esta propuesta, quizás la opción sea entender la
aceptación de la actitud de la dirigencia sindical por parte de la mayoría
de los afiliados (no de la totalidad), como efecto de la fortaleza de un dis-
curso dominante que justificaba las privatizaciones y que mostraba como
irreversible el proceso en marcha. El retiro voluntario o la pretensión de
ser aceptado como miembro de la cooperativa en formación, deben ser
entendidas entonces como opciones viables enmarcadas en esa realidad.
Otra de las razones por las que la mayoría de los trabajadores se que-

25) Basualdo, Victoria “La «burocracia sindical»: aportes clásicos y nuevas aproximacio-
nes”, en Nuevo Topo. Revista de Historia y pensamiento crítico N° 7, Prometeo, Buenos
Aires, septiembre – octubre de 2010.
26) James, Daniel Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina
1946–1976, Siglo XXI, Buenos Aires, 2005.

206
daron con las salidas ofrecidas por la Unión Ferroviaria en vez de resistir
decididamente al cierre como les exigían los compañeros de la Agrupa-
ción Ferroviaria de Base, pudo haber sido que existía un prejuicio fuerte
hacia los miembros de dicha agrupación. Los mismos eran identificados
como “comunistas”, expresión que apareció en varias entrevistas a ex
obreros, dando la idea de que se trataba de un grupo estigmatizado, dis-
criminado por la mayoría de los trabajadores.
Por último, es posible suponer que frente a la situación de desconcier-
to sobre el futuro inmediato, los actores evaluaran la situación en térmi-
nos de “costo–beneficio”. Probablemente no hubo una adhesión masiva
a acciones de resistencia contrarias a la aceptación de las opciones que
brindaba el sindicato, porque los obreros trataron de resolver su futuro
inmediato de forma preventiva ante un panorama desesperanzador.
El segundo obstáculo para la organización lo presentaba el hecho de
que para muchos la idea misma del cierre de los talleres era absolutamen-
te inconcebible: no entraba en el horizonte de posibilidades de los acto-
res. Como afirma uno de los entrevistados: “El obrero nunca entendió lo
que tenía, pensó que eso era una montaña inamovible. Paiva interpretó
que los talleres eran algo así, que siempre iban a estar allí”27.
Quizás a los ferroviarios de Laguna Paiva les estaba sucediendo lo
mismo que a los obreros de YPF: “La magnitud de la transformación no
pudo ser comprendida y resistida por la mayoría de los trabajadores, era
algo que estaba fuera de su experiencia de vida”28. ¿Cómo prestar resisten-
cia a un fenómeno que no puede siquiera imaginarse? La desocupación era
un terreno hasta entonces desconocido.

La identidad ferroviaria, ¿facilitadora de la acción?

Las teorías de los movimientos sociales prestan especial relevancia


a la cuestión de la identidad. Así, la presencia o ausencia de moviliza-
ción y las características de las acciones colectivas emprendidas por un

27) Avellaneda, Walter. Entrevista…, Op.Cit.


28) Gatica, Mónica, Susana López y Gonzalo Perez Álvares “Son errores que tuvimos
que pasar para después en un futuro no volverlos a hacer. La experiencia de Jaime, un ex
trabajador de YPF”, en Pascuali laura (comp.) Historia social e historia oral. Experiencias
en la historia reciente de Argentina y América Latina, Homo Sapiens, Rosario, 2008, p.160.

207
grupo en una circunstancia determinada, suelen medirse en función de
la existencia o no de marcos identitarios previos capaces de nuclear a los
individuos en pos de actuar desafiando a las autoridades.
En el caso que nos ocupa se evidencia una paradoja: un colectivo
que posee una identidad previa sólida y una débil movilización. ¿Cómo
interpretar esto?
Analicemos los rasgos de esta identidad ferroviaria y el proceso de
su construcción, para luego estudiar qué sucedía con la misma hacia la
coyuntura en que se avecinaba el cierre de los talleres ferroviarios.
Siguiendo a Edward Thompson29, entendemos que la identidad ferrovia-
ria derivaba de la experiencia vivida por los trabajadores de esta rama de la
actividad, es decir, por las maneras en que los obreros representaban y cons-
truían su realidad inmediata, a partir de sus prácticas, vivencias y rutinas.
En distintas fuentes estudiadas se observan indicios de que existía
una fuerte identidad común en torno a la idea de ser ferroviarios. La
memoria de quienes trabajaron en los talleres de Laguna Paiva, da cuenta
permanentemente de la recurrencia a un ámbito de vivencias comunes en
el lugar trabajo y en distintos espacios de sociabilidad, recordados con
nostalgia y orgullo.
La rutina fue sin dudas un elemento central para la construcción de
esta identidad. Los entrevistados de los talleres recuerdan y describen
con minuciosidad la sección en la que se desempeñaban: cómo funcio-
naban las máquinas que utilizaban, qué se hacía allí y en qué consistía
su trabajo. Aunque existía una cierta especialización de acuerdo al oficio
aprendido en cada una de las secciones, todos demuestran haber conoci-
do en profundidad las tareas desarrolladas en el resto de ellas. La exis-
tencia de un profundo conocimiento del proceso de trabajo se evidencia
en que en más de una ocasión los entrevistados han podido dar cuenta del
recorrido que realizaba un vagón luego de entrar al taller para ser repa-
rado. Esto resulta significativo dada la complejidad del taller compuesto
por numerosas secciones: lavado y desinfección, desarme, remachado-
res, herrería, soldaduras, calderería, hojalatería, tornería liviana, tornería
de ruedas, carpintería, levante, pinturería, terminación y tráfico, lugar al
que finalmente llegaban los vagones reparados.

29) Thompson, Edward La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona,


1989.

208
También resulta importante destacar las características del saber
adquirido en el taller y la forma en que se construía. A la hora de re-
memorar sus experiencias, muchos obreros trajeron a consideración las
enseñanzas que les brindaron sus superiores en los años de formación.
Se enorgullecen de haber adquirido “un oficio”, dando a entender que la
experiencia y el acompañamiento que recibieron los puso en posesión
de una capacidad distintiva. Como sostienen Ayuso, Jimenez, Sessano
y Telias: “En estos ámbitos se impulsaron procesos de aprendizaje, de
experiencia asistida entre trabajadores experimentados y novatos y de
intervención creativa para la recreación y producción de saberes en las
tareas y situaciones problemáticas que se presentaban”30. En general los
entrevistados mencionan haber aprendido de personas mayores que po-
seían puestos más altos en el escalafón interno, poniendo de relieve que
existía una transmisión intergeneracional de la experiencia del trabajo.
Pero los consejos y aportes provenían también de los pares que se en-
contraban en la misma escala de jerarquía (transmisión intrageneracional).
Esto es recordado con nostalgia y emoción, como en el caso de Felipe:

…creo que en la sección herrería fue una de las secciones


donde más compañerismo había, porque ahí cuando uno esta-
ba haciendo un trabajo y se veía medio en apuros ahí «esperá
esperá, hacé así, así, así». A cualquiera, entre todos, un com-
pañerismo. Y trabajé con ese señor que era un buen herrero, y
aprendí a trabajar con él31.

Todos sentían que formaban parte de una misma “familia ferrovia-


ria”. Y esta experiencia que estructuraba la identidad provenía también
de los lugares de sociabilidad que existían en el pueblo (clubes de bochas,
partidos de futbol y de básquet) e incluso de torneos deportivos regiona-
les o nacionales que organizaba la empresa estatal para que los trabaja-
dores de la línea pudieran competir. El espacio industrial ferroviario se
completaba por tanto con otro tipo de instalaciones como los clubes o el

30) Ayuso, Luz, Amalia Jimenez, Pablo Sessano y Aldana Telias “Sistema de saberes del tra-
bajo ferroviario: soporte de una construcción socialmente productiva”, en Rozitchner, León
y Horacio González (director y codirector) Vías Argentinas. Ensayos sobre el ferrocarril,
Milena Caserola, Buenos Aires, 2010, p. 63.
31) Rodriguez, Felipe. Entrevista realizada en marzo de 2011 en Laguna Paiva, Provincia de
Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: Carolina Brandolini.

209
policlínico ferroviario. El territorio de la fábrica era amplio: no incluía
solamente el lugar de la producción sino que se extendía fuera de ella y
se proyectaba en otras actividades.
Debe entenderse a su vez que la identidad ferroviaria se veía reforzada
por una fuerte creencia ligada a lo que Svampa denomina el ideal de pro-
greso de la Argentina industrial32, a saber: la convicción de que la indus-
tria ferroviaria era un pilar importante para el crecimiento y el engrande-
cimiento de la Nación Argentina. Esta percepción colaboraba a concebir
al propio trabajo como fundamental para todos, más allá de los beneficios
que individualmente cada familia obtuviese. Allí también radicaban las
razones de ese orgullo de ser ferroviario constitutivo de la identidad.
Por último destacamos el hecho de que la localidad haya nacido a prin-
cipios de siglo XX como producto de la actividad ferroviaria, primero en
torno a la estación y –unas décadas después– a la instalación y el funciona-
miento de diferentes emprendimientos ferroviarios. De alguna manera esto
reforzaba el sentimiento de identidad. La pertenencia que el trabajo en el
ferrocarril otorgaba a los obreros, aparecía incrementada por la pertenen-
cia a una ciudad que era considerada como localidad del riel33 por tradi-
ción, denominación que cobró especial relevancia a partir de 1961, cuando
se produjo una huelga nacional contra el intento de llevar a cabo una re-
estructuración de la empresa estatal. La resistencia que en esa coyuntura
emprendió la población fue significativa porque se desarrollaron acciones
colectivas de carácter disruptivo que contribuyeron a la creación de una
imagen mitificada de la localidad, conocida desde entonces como Laguna
Paiva la heroica, tal como se describe en otro capítulo de este libro.
Luego de este análisis detallado de la identidad ferroviaria, a los fines
de pensar en la movilización social, nos preguntamos: ¿qué sucedía con
esta identidad ferroviaria hacia finales de la década del ‘80, es decir, en
los años previos a la privatización que implicó el cierre de las instalacio-
nes? El estudio de una serie de fuentes producidas en la coyuntura crítica
de principios de la década del ‘90 lleva a considerar que tal identidad,
lejos de verse diluida, continuaba siendo fuerte.

32) Svampa, Maristella “Identidades astilladas. De la Patria Metalúrgica al Heavy Metal”,


en Svampa Maristella Desde Abajo. La transformación de las identidades sociales, Biblos,
Buenos Aires, 2000, p. 107.
33) Paúl, Oscar La declaración de ciudad del Pueblo Reynaldo Cullen, Imprenta Lux, Santa
Fe, 2001.

210
En este sentido, resulta interesante analizar el proyecto para la rees-
tructuración de los talleres ya mencionado anteriormente, que fue elabo-
rado hacia finales de los ‘80 por la agrupación de izquierda porque allí,
al igual que en otros documentos observados, se torna evidente que para
esta época la identidad no aparecía difuminada o en proceso de transfor-
mación sino que era reafirmada como una pertenencia fuerte, compartida
por todos los obreros de los talleres y de las demás instalaciones de la
empresa estatal. Lejos de buscar una reconversión de la actividad ferro-
viaria propia de los talleres (es decir, la reparación de vagones), el texto
contenía ideas tendientes a lograr una mayor eficiencia en la producción.
Explícitamente se sostenía que la intención de la propuesta era colaborar
a que la empresa pudiera aumentar su rendimiento y competir en mejores
condiciones con la industria privada. En ningún momento se insinuaba
reemplazar la actividad ferroviaria por otro tipo de actividad, cuestión
que hubiese podido indicar una progresiva disolución de la identidad. El
título es sugestivo: “Defensa de los ferrocarriles argentinos”.
Lo mismo puede sostenerse a partir de la lectura de otro proyecto de
reactivación para los talleres34, éste a cargo de la “intersindical ferrovia-
ria”, constituida por la Asociación del Personal de Dirección de Ferroca-
rriles Argentinos, (APDFA, el gremio de los jefes y superiores), la Fra-
ternidad y la Asociación de Señaleros de Ferrocarriles Argentinos. Allí
tampoco se vislumbra ningún indicio de una identidad en retirada. Por
el contrario, esta propuesta resaltaba la relevancia del ferrocarril para la
economía y para la sociedad en general.
A su vez un pronunciamiento escrito en 1992 por una multisectorial
conformada por instituciones y grupos políticos y sociales de Laguna
Paiva, también conduce a interpretar que la identidad del riel continuaba
en pie, ya que allí estos actores sociales declaraban su repudio hacia quie-
nes impulsaban la privatización (en especial, hacia los miembros de la
Unión Ferroviaria), resaltando que la destrucción del sistema ferroviario
sería problemática desde todo punto de vista.
Pero distintas pueden resultar las conclusiones si se presta atención
a las fuentes periodísticas. Allí aparecen reflejadas las voces de otros
actores y en varias oportunidades a lo largo de los años 1992 y 1993
(antes y después del cierre definitivo) se menciona la necesidad de recon-

34) Un resumen de dicho proyecto se encuentra en Acción Educativa “Plan de reactivación


ferroviaria”, en Cuadernos de propuestas y prácticas Año 1, Nº 2, Santa Fe, abril de 1990.

211
vertir económicamente a la localidad de Laguna Paiva. Los sujetos que
estaban al frente de estos discursos eran fundamentalmente funcionarios
del gobierno provincial (principalmente el Ministro del MAGIC, Inge-
niero José Weber, y el entonces gobernador de la provincia, Carlos Reu-
temann), representantes de la Unión Ferroviaria Seccional Laguna Paiva
y representantes del Centro Comercial de la localidad. Se sostenía que
las trabas antes existentes para la instalación de emprendimientos debían
ser superadas y que era necesario diversificar la economía e incentivar la
creación de puestos de trabajo para frenar la constante inmigración que
se aceleraba con el paso de los meses.
Cuando se hizo público que los talleres de Laguna Paiva no serían in-
corporados en los pliegos para la concesión de la línea Belgrano (noticia
que confirmaba las sospechas del cierre definitivo), los diferentes actores
mencionados promovieron la reconversión económica de la localidad y
la reconversión tecnológica de los talleres con el fin de diversificar su
producción, para lo que exigían la capacitación del personal y la posibi-
lidad de firmar contratos con terceros “para realizar diferentes trabajos,
aunque no sean necesariamente ferroviarios”35.
Hacia febrero de 1993 estos pedidos dejaron de ser sólo intenciones:
la empresa Ferrocarriles Argentinos autorizó la firma de contratos con
terceros para la elaboración de trabajos no ferroviarios, cuestión que sería
luego recordada con tono de bronca y denuncia por parte de algunos de los
entrevistados, quienes reprochan a las autoridades políticas y gremiales
de aquel momento el hecho de que la cooperativa formada luego del cierre
haya entregado “trabajos que habíamos hecho nosotros en el taller, los
habíamos hecho para el Estado”36.
Estas cuestiones que aparecían en los medios de comunicación son im-
portantes para el estudio de la identidad de los ferroviarios hacia el mo-
mento del cierre de los talleres y de la privatización, porque se trata de
discursos que pujaban por reconvertir la actividad netamente ferroviaria
en otro tipo de actividades, lo que se constituía en una fuerza diseminadora
de la identidad compartida por los trabajadores del riel. Más en general, el
esfuerzo por presentar alternativas a la actividad tradicional de Laguna Pai-

35) “Talleres ferroviarios: la solución cooperativa”, en Diario El Litoral, 27 de julio de 1993.


En esta noticia y en otras cercanas en el tiempo queda en evidencia que otras voces pujaban
por la disolución de la identidad ferroviaria.
36) Avellaneda, Walter. Entrevista…, Op.Cit

212
va, atentaba contra el sentido de pertenencia no sólo del grupo de obreros
afectados sino también de todos los habitantes de esa comunidad obrera.
Sin embargo, las voces de los paivenses afectados directamente por la
privatización que figuran también en los periódicos, lejos de acatar la dis-
persión identitaria que algunos sectores sociales intentaban imponer con
el fin de sobrellevar la nueva situación de desocupación, reafirmaban su
identidad a través de la constante insistencia sobre los beneficios de la ac-
tividad ferroviaria. Es el caso de los oradores de una de las asambleas que
se llevaron a cabo en la plaza del pueblo en 1992. En la transcripción de los
discursos de trabajadores que habían sido momentáneamente cesanteados,
se observa la idea de que los ferrocarriles eran esenciales para el desarrollo
del país, por lo que no era conveniente que fueran dejados de lado.
Resulta interesante contemplar cómo incluso los mismos actores que
promovían la reconversión, en ciertas oportunidades se veían obligados
a recurrir a términos propios de la identidad compartida que procuraban
diluir. Los dirigentes gremiales, por ejemplo, en más de una oportunidad
convocaban reuniones y asambleas con el fin de “transmitir tranquilidad
a la familia del riel”, a pesar de que ya estaban al tanto de que en poco
tiempo todos los trabajadores serían cesanteados.
Las observaciones concuerdan con la noción de que la identidad no
es una esencia ni algo derivado del lugar ocupado en un modo de pro-
ducción, sino una constante construcción que se lleva a cabo a partir de
confrontaciones. Como sostiene Pollack, la identidad y la memoria, “son
valores disputados en conflictos sociales e intergrupales, y particular-
mente, en conflictos que oponen grupos políticos diversos”37. Siguiendo
esta conceptualización, puede afirmarse que al momento del cierre y a
pesar de los diversos intentos por difuminarla, esa identidad ferroviaria
tan fuertemente enraizada en los obreros y habitantes de Laguna Paiva
existía y estaba en disputa.

37) Pollak Michael Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a
situaciones límite, Ediciones Al Margen, La Plata, 2006, p. 39.

213
A modo de conclusión

A partir del momento en que el cierre de la fuente de empleo fuera per-


cibido como una posibilidad real, los ferroviarios paivenses emprendieron
diversas acciones de protesta, pero todas ellas se encontraban encabeza-
das principalmente por un grupo reducido de operarios. Si bien en las en-
trevistas los partícipes de esta resistencia destacan que eran apoyados por
otros trabajadores, reconocen al mismo tiempo que la respuesta obtenida
por el grueso de los obreros no era significativa en vistas de alcanzar los
fines propuestos. En más de una oportunidad los entrevistados comparan
la fortaleza que había demostrado Laguna Paiva en la huelga de 1961 con
lo acontecido en 1993 al momento del cierre, y evalúan a esta última co-
yuntura como un momento de debilidad e inconsistencia, sin una clara
voluntad de resistir por parte de la mayoría de los afectados.
Por esta razón afirmamos que si bien existió movilización social frente
al proceso privatizador, la misma puede ser caracterizada como débil, en
el sentido de que no fueron llevadas a cabo formas de acción colectiva dis-
ruptivas, ni logró mantenerse en el tiempo un plan de lucha articulado. A
excepción de las acciones encabezadas por la Agrupación Ferroviaria de
Base que daban cuenta de una cierta continuidad, los actos de resistencia
eran en su mayoría respuestas a los avances de las cesantías, no partes de
un plan organizado y sostenido en el tiempo que tuviera como fin lograr la
permanencia de la actividad ferroviaria.
Con el paso de los meses, cuando el panorama se oscureció definitiva-
mente, comenzaron a pensarse alternativas para la supervivencia luego del
despido, y la resistencia fue progresiva y definitivamente abandonada por
los afectados. Muchos se decidieron a optar por el retiro voluntario, cerca
de 150 lograron ser aceptados como socios de la cooperativa que se estaba
formando y otros eligieron irse de la localidad, mientras que algunos de-
sarrollaron microemprendimientos u otras actividades. Sin embargo, y he
aquí lo llamativo, todos ellos continuaron sintiéndose “ferroviarios”. La
identidad que les había otorgado el trabajo en torno a los rieles no pudo di-
luirse con facilidad porque las formas de vida, los lugares de sociabilidad,
las concepciones del trabajo y el consumo, en gran parte pervivieron.
Si atendemos los planteos de aquellos autores que analizan el proble-
ma de la identidad previa en relación a la movilización social, podemos
sostener que el caso de los ferroviarios de Laguna Paiva resulta paradó-
jico. Estos actores constituían un grupo de identidad consolidado, cons-
truido desde sus experiencias comunes que les habían dado la posibilidad
de generar una conciencia de sus intereses en relación a los intereses de

214
otros; es decir, a las iniciativas políticas que implicaban el fin del ferro-
carril como sistema. Y sin embargo la movilización social emprendida
hacia 1993 resultó relativamente débil.
Esto lleva a relativizar para este caso aquellos estudios teóricos en los
que se considera a la identidad previa de los sujetos como un elemento
central a la hora de explicar la existencia o no de acciones colectivas38.
Para comprender la cuestión de la movilización social al momento del
cierre de los talleres paivenses, es preciso prestar atención a otros ele-
mentos y analizarlos desde un punto de vista negativo, en el sentido de
que fueron elementos que dificultaron la concreción de acciones colecti-
vas en la coyuntura del cierre. Como intentamos explicar a lo largo del
artículo, tanto la coyuntura como los recursos para la acción disponibles
son esenciales a la hora de entender este proceso de movilización social.
Por último, existe otro elemento importante para comprender la diná-
mica de movilización paivense. Para el caso analizado, los instrumentos
disponibles en el repertorio de acciones colectivas de los ferroviarios
habían perdido en el nuevo contexto su capacidad disruptiva. Si bien los
obreros poseían una fuerza relevante proveniente del capital cultural adqui-
rido a lo largo de sus experiencias de militancia, la realidad del presente era
algo totalmente nuevo en donde los viejos mecanismos de confrontación ya
no servían, o, lo que es peor aún, terminaban siendo funcionales al poder
dominante. La recordada frase de Carlos Menem “ramal que para ramal
que cierra” ilustra con claridad cómo el ferrocarril ya no disponía de la
posición estratégica39 dentro de la economía y de la sociedad argentina que
en otros tiempos había logrado hacer de las reivindicaciones de los obreros
del riel un tema central en la agenda oficial. Los tiempos habían cambiado y
también las armas de lucha, como los ferrocarriles, comenzaban a oxidarse
a principios de la década de los ‘90.

38) Cf. Melucci, Alberto “Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movi-
mientos sociales”, en Zona Abierta Nº 69, 1994; Pizzorno, Alessandro “Identidad e interés”,
en Zona Abierta, Nº 69, 1994 y Calhoun, Craig “El problema de la identidad en la acción
colectiva”, en Auyero, Javier (comp.) Caja de herramientas. El lugar de la cultura en la
sociología norteamericana, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1999.
39 Womack, John Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva historia de los
movimientos obreros, Fondo de Cultura Económica, México, 2007.

215
216
“Una carpa…una lucha”, formas de acción
colectiva de un sindicato municipal rafaelino,
2005–2008
María Cecilia Tonon

Introducción

Intentar abordar la historia de un sindicato resulta particularmente


interesante en la medida en que podamos desentrañar la existencia y la
experiencia de los trabajadores que se reconocen tales por su pertenencia
al grupo. Son esos trabajadores, y no otros, quienes construyen simbólica-
mente su grupo de referencia, con sus códigos, sus normas; en suma, sus
prácticas comunes a todos los miembros.
Este estudio versa especialmente sobre un grupo de referencia que es
una organización de trabajadores municipales de una ciudad de la Pro-
vincia de Santa Fe. Se trata del Sindicato de Empleados y Obreros Mu-
nicipales (SEOM) de Rafaela, localidad santafesina reconocida a nivel
provincial y nacional por su particular desarrollo económico basado en la
especialización flexible.
La ciudad de Rafaela es la capital del Departamento Castellanos, ubi-
cado en el centro-oeste de la Provincia de Santa Fe. Sus orígenes pueden
remontarse al proceso de colonización iniciado en nuestro país alrededor
de 1880, que favoreció el surgimiento de un centenar de colonias agríco-
las en el espacio denominado Pampa Húmeda. Sin embargo, esta locali-
dad atravesó procesos sociales y productivos singulares que la llevaron a
sobresalir a nivel regional, provincial y nacional1.
Existe una profusa bibliografía que versa sobre este éxito del modelo
de Pequeña y Mediana Empresa (PyME) rafaelino, cuyos referentes han

1) Por la necesidad de ajustarnos a los límites dispuestos para esta publicación no podemos ex-
tendernos en la presentación de la ciudad de Rafaela. Para una ampliación de las características
de la localidad, puede verse: Tonon, María Cecilia Estudio de los nuevos marcos políticos en
ciudades con perfiles productivos. Análisis del caso Rafaela (1991-1999), Tesis (Doctorado
en Ciencia Política), Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 2011, 403 páginas, inédita.

217
sido y son los emprendedores, privados o públicos, pero siempre bajo la
mirada de “los de arriba”, de los patrones, no hay referencia (o casi no hay
mención y mucho menos estudios) acerca de “los de abajo”, los trabajado-
res. No hay prácticamente producción historiográfica que aborde el tema
de los sindicatos en la ciudad de Rafaela; de modo tal que nos parece per-
tinente mencionar algunas características aunque sean parciales acerca de
las agremiaciones y los trabajadores en la ciudad.
A partir de los escasos estudios realizados puede percibirse que, en
general, se trata de gremios con cierta autonomía que toman decisiones en
función de la situación local, sin reproducir íntegramente las conductas de
las federaciones a nivel nacional, sobre todo en los sindicatos más “fuer-
tes”; con un sector obrero poco propenso a la huelga y a la movilización
(salvo en casos muy puntuales) y con una tendencia a la negociación antes
que al conflicto. Algunas fuentes recuperadas de estos trabajos refieren
que, en general, a la “gente” (haciendo referencia tanto al vecino común,
como también al vecino que es, a su vez, obrero o empleado) no le gusta
el paro, y los problemas que surgen se resuelven negociando “gradual-
mente”, “con mucha prudencia”, como refería al diario local La Opinión,
el entonces titular de la Confederación General del Trabajo (CGT) local y
dirigente del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor
(SMATA), Jorge Maina, hablando de la situación laboral para el año 2006.
En ese mismo artículo, el diario señala que los gremios en el imaginario
colectivo (la “gente”) “no están muy bien ubicados” y para enfatizar esta
aseveración agrega las palabras del propio Maina, que dice: “… admito
que hemos cometido errores, pero dejo en salvaguarda el accionar de los
dirigentes del interior, porque actúan de una manera diferente. El traba-
jador sabe dónde vive, dónde trabaja”. En estas palabras se percibe esta
distinción del dirigente local (o del “interior”) respecto del nacional, que
se “salva” de los errores cometidos por el sindicalismo tradicional, justa-
mente por actuar diferente, con cautela, porque todos lo conocen, “sabe(n)
dónde vive, dónde trabaja”2.
El eje de este texto versa sobre este último punto: la actuación de al-
gunos dirigentes sindicales, en particular del gremio municipal, con otra
forma de encarar los conflictos, en una ciudad poco proclive a la acción

2) Diario La Opinión, Rafaela, 30 de abril de 2006.

218
colectiva3. En este sentido, la lucha sindical que abordamos no es un dato
menor, porque señala una postura clara de “resistencia”, de “confronta-
ción”, de “lucha”, que va a marcar la posición de la élite4 gremial en esta
época. Sobre todo, por la forma o la manera que tuvieron las protestas de
los municipales, bastante singulares y significativas para un lugar que,
según algunos periodistas locales, “no se caracteriza por ser una ciudad
de tradiciones rebeldes”5, aspecto que puede hacerse extensivo a la región.
Es por esto que encontramos en el análisis del conflicto de los trabaja-
dores municipales con el Estado local a mediados de 2000, un parteaguas
en las formas de lucha y condiciones de negociación entre la patronal y
los empleados, que caló hondo en los sectores medios, que son los que
forman la mayoría en la ciudad.

El contexto del conflicto

Los primeros años después de la asunción de Néstor Kirchner cons-


tituyen un tiempo relativamente tranquilo para el ámbito laboral. Sin
embargo, comienzan a darse, como diría Godio, “algunos conflictos ais-
lados que preanuncian un resurgir de las demandas salariales”6. Varias

3) Entendemos la “acción colectiva” en términos de Tilly, es decir, como una acción conjunta de
individuos para la defensa de sus intereses comunes y que puede entenderse más allá de un mero
agregado o sumatoria de voluntades. En todo caso, sostenemos que para que se pueda hablar
de un interés colectivo y del desarrollo de unas expectativas comunes, es necesario referirse a
un proceso de identificación en el cual se articula un proyecto social que da sentido a las prefe-
rencias y expectativas colectivas e individuales. Para ampliar este concepto véase Tilly, Charles
“Acción colectiva”, en Apuntes de investigación del CECyP Año IV, N° 6, Buenos Aires, 2000.
4) Entendemos por élite gremial a una minoría que ocupa una posición reconocida de poder
dentro del ámbito sindical municipal, sin que la presencia de algunos núcleos disidentes al
interior del gremio pueda opacar la primacía de este sector dirigente. Se trata de un grupo com-
puesto en su mayoría por empleados con formación profesional, en muchos casos, ocupando
puestos de cierta jerarquía en la municipalidad, sin manifestar evidentes preferencias ideológi-
cas o políticas, y que logran mediante procesos de convalidación eleccionaria, afianzarse como
élite de poder. Para ampliar las definiciones y las discusiones en torno al concepto de élite,
véase Bottomore, Tom Élites y sociedad, Talasa, Madrid, 1993.
5) “Bombas e hipocresía”, en Revista S.E.O.M. Sindicato de Empleados y Obreros Munici-
pales de Rafaela, diciembre de 2000, pp. 12–13.
6) Godio, Julio El tiempo de Kirchner. El devenir de una “revolución desde arriba”, Letra
Grifa, Buenos Aires, 2006, p. 111. Véase, también, Etchemendy, Sebastián “El sindicalis-
mo argentino en la era pos-liberal (2003–2011)”, en Malamud, Andrés y Miguel De Lucca
(coord.) La política en tiempos de los Kirchner, Eudeba, Buenos Aires, 2012.

219
de estas peticiones están sujetas a una mejoría sensible de la economía
argentina que permite redefinir las condiciones de los salarios.
El SEOM no es ajeno a toda esta tendencia. En la memoria 2003
encontramos señalada una distinción notable entre lo que es el período
2002 y el que clausuran:

Cerramos el ejercicio 2002 señalando que las incertidum-


bres gobernaron todo el año, la inestabilidad política y sobre
todo la económica habían gravitado en gran medida en la vida
de los trabajadores municipales y comunales (…).
Importante fue en el transcurso del presente ejercicio las
condiciones de estabilidad política y una mejora sustancial en
lo económico.
Fue justamente sobre este último eje sobre el que se basó
el accionar político de nuestro Sindicato, ya que prácticamente
el lograr una mejora sustancial en nuestros salarios fue la gran
lucha desarrollada7.

Como se puede observar, este “eje” de mejoramiento económico de-


fine la acción colectiva principal del gremio en este período: la lucha
salarial. Todo ello en el marco de un recambio de figuras políticas a nivel
local, teniendo en cuenta que a fines de diciembre de 2003 se hace cargo
del Ejecutivo municipal, por segunda vez, el contador Omar Ángel Pe-
rotti8, el mismo intendente con quien había arrancado allá por los años
noventa la lista “Naranja”9.
Esta situación no le va a generar al sindicato complicación alguna. En
todo caso, que el marco político se haya mantenido imperturbable, con el

7) SEOM, Memoria de la Comisión Directiva, período 1º de enero de 2003 – 31 de diciembre


de 2003 (Archivo del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales –en adelante ASEOM–).
8) Omar Ángel Perotti es Contador Público Nacional y se desempeñó como Director Ejecu-
tivo de la Cámara de Comercio Exterior de Rafaela, asesor del Banco Provincial de Santa
Fe y Director de Industrias de la Provincia. Fue intendente de la ciudad en los períodos
1991–1999, 2003–2007 y 2007–2011.
9) Esta lista había logrado romper la concentración del poder que venía ejerciendo un sindica-
lismo más tradicional, y presentarse en los años noventa como una alternativa novedosa ante
los empleados municipales. Desde ese momento, logró afianzarse en los diferentes comicios
gremiales hasta la actualidad. Cf. Tonon, María Cecilia y María Emilia Baine SEOM Una
lucha…que no se detiene. Estudio de la acción gremial del Sindicato de Empleados y Obreros
Municipales de Rafaela en los últimos treinta años (1980-2010), Arteprint, Rafaela, 2012.

220
predominio de la misma tendencia política (el justicialismo), les permite
reafirmar sus posiciones de lucha. Más allá del cambio de representantes,
el gremio opina en una de sus memorias que: “pareceríamos que estuvié-
semos diciendo «esta película ya la vi»” y que “…si bien los protagonistas
eran casi los mismos ya que se cambiaba uno de los roles principales Peiro-
ne10 por Perotti, las situaciones se repitieron casi textualmente entre un año
y otro”. Las “situaciones” a las que hace referencia la comisión directiva
del sindicato, son las de “transitar los pasillos de la intendencia” para “lo-
grar nuevos incrementos salariales”11.
Para marzo de 2004, el SEOM reclama una suba de salarios a través
de una puja constante con el Ejecutivo municipal. El argumento oficial de
la época es básicamente que la coparticipación nacional y provincial está
“congelada”, con lo cual los municipios no reciben los montos que debe-
rían recibir según la recuperación económica que se está produciendo en
el país, que el gobierno municipal hace nueve años que tiene congelada la
tasa municipal, período en que el costo de los servicios se triplicó y todo
esto afecta la posibilidad de un aumento de sueldo inminente.
Paralelamente, además del eje salarial, también están presentes en la lu-
cha de estos años cuestiones que hacen a las reglamentaciones del empleo
municipal (recategorizaciones, concursos, pases a planta permanente, etc.) y
las condiciones de trabajo (herramientas, maquinarias, ropa de trabajo, etc.).
Los reclamos, en general, son en gran parte satisfechos gracias a una
intervención minuciosa del SEOM a nivel local a través de los medios de
comunicación, de los encuentros con diferentes organizaciones interme-
dias (Centro Comercial e Industrial del Departamento Castellanos, Con-
federación General del Trabajo –filial Rafaela–, entre otros), de la acción
sobre afiliados y trabajadores, además de la intervención de la Federación
de Sindicatos de Trabajadores Municipales (FESTRAM) a nivel provin-
cial; pero también, a un contexto nacional y provincial que contribuye a
potenciar estas acciones.
Aparte de lo que ya mencionamos como un marco nacional más venta-
joso y de incipiente recuperación económica, hay dos hechos fundamenta-

10) Ricardo Peirone es Contador Público Nacional y se ha desempeñado como asesor conta-
ble, administrativo e impositivo de empresas privadas y públicas de la ciudad y de la región.
Fue intendente de Rafaela en dos períodos consecutivos (1995–2003).
11) SEOM, Memoria de la Comisión Directiva, período 1º de enero de 2004 – 31 de diciem-
bre de 2004 (ASEOM).

221
les a nivel provincial que van a colaborar para que el escenario sea favora-
ble a los actores sindicales municipales. El primero, cuando el 2 de mayo de
2004 la Subsecretaría de Municipios y Comunas de la provincia, convoca
a los intendentes y presidentes comunales para reconstituir la Comisión
Paritaria Municipal12, que no funcionaba desde 1991. La renovación de esta
comisión implica no sólo contar con una entidad donde discutir políticas
salariales, sino también “…destrabar varios problemas que se mantienen
latentes en distintos municipios y comunas, respecto del ingreso de per-
sonal, promociones automáticas incumplidas, pago erróneo de distintos
suplementos establecidos estatutariamente (…)”13; es decir, todo aquello
que tiene que ver con la aplicación de leyes y decretos que aseguren al tra-
bajador todos los derechos que las leyes del sector le otorgan.
El segundo hecho lo marca la resolución de las Cámaras Legislativas
provinciales de avalar la decisión del gobierno provincial de distribuir en
junio, un aumento de 74.200.000 pesos en concepto de coparticipaciones
a las diferentes intendencias y comunas de la provincia. Esto le permite
a la FESTRAM y a sus sindicatos agremiados, entre los que se cuenta al
SEOM, el reclamo del pago del aumento salarial solicitado desde prin-
cipios de ese año. Pero esta lucha no termina aquí, más bien, empieza.
A comienzos de 2005, el diario Castellanos publica un comunicado
de repudio del SEOM contra el aumento del salario de Omar Perotti y
todo su gabinete, sobre todo porque –mientras durante 2004 el gremio
pelea arduamente por un aumento de 250 pesos y que eso se blanquee14 en
el sueldo– las sumas asignadas al Ejecutivo oscilan entre el 43 y el 57%
de incremento. Esta acción genera una nueva movilización del gremio
para sentarse a discutir el pase a sueldo de las cifras no remunerativas15.

12) La Comisión Paritaria Municipal se crea por Ley N° 9996, el 28 de noviembre de 1986 y
contempla la participación de ocho representantes de los Intendentes y Presidentes Comuna-
les, y ocho representantes de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Municipales de la
Provincia de Santa Fe (FESTRAM). Surge como un anexo a la Ley Provincial Nº 9286 del
año 1983 que establece el Estatuto y Escalafón del Personal de Municipalidades y Comunas
de la Provincia de Santa Fe. Ley Provincial N° 9996 del año 1986, en el sitio web del SEOM,
http://www.seomrafaela.org.ar/Sitio/Legislacion.aspx, consulta 22 de febrero de 2011.
13) “Paritaria municipal”, en Revista S.E.O.M. Revista del Sindicato de Empleados y Obre-
ros Municipales de Rafaela, Rafaela, diciembre 2004, p. 17.
14) Expresión que significa la incorporación de remuneraciones al sueldo básico para que
sirva como base de cálculo de adicionales o jubilación.
15) Diario Castellanos, Rafaela, 13 de enero de 2005.

222
En estos primeros meses, entonces, la lucha se centra en el “blan-
queo” de los 250 pesos. A principios de febrero, una nueva reunión con
el intendente termina en un cuarto intermedio, porque todo depende de
cómo “cierren los números”. Las expectativas del sindicato para este mo-
mento son “medianas”, ya que no creen que vaya a haber de parte del
Ejecutivo municipal “un gran ofrecimiento” y, en ese sentido, tienen que
ver qué medidas adoptar porque “no se (van) a quedar de brazos cruza-
dos”. Lo cierto es que los gremialistas tienen por qué desconfiar del peso
que las estadísticas poseen en la política salarial de los últimos gobiernos
locales: no son de los más “generosos” a la hora de sentarse a negociar y,
en todo caso, como refieren en la memoria de 2004: “…los intendentes
Peirone en el 2003 como Perotti en el 2004 antepusieron los números de
la economía municipal a las necesidades urgentes de los asalariados”16.
En este sentido, es interesante observar la visión que los gremialis-
tas tienen de las últimas administraciones justicialistas. Cierto es que
tanto las intendencias de Peirone como las de Perotti se han preocupado
especialmente por la autonomía, el financiamiento y la reconversión del
Estado local, que han generado un ajuste y control de los recursos mu-
nicipales desde el comienzo de la gestión peronista en el año 1991. En
palabras de un protagonista de la dirigencia política local:

…el gremio (…) tiene todo su derecho a mantener alta su


reivindicación, sus mejoras y sus posibles conquistas en el es-
quema laboral, y para nosotros, es óptimo si podemos tener el
mejor clima laboral posible, pero con la responsabilidad de sa-
ber que los recursos que nosotros recaudamos no son sólo para
pagar los sueldos municipales, son para la actividad pública en
general, donde los sueldos son una parte del destino17.

Estas posturas son las que entran en colisión en estos momentos, particu-
larmente más adelante, en el conflicto de “la carpa”: la del Ejecutivo munici-
pal, consecuente con el cuidado de los recursos, y la del gremio, custodiando
el esquema salarial de los empleados municipales. Un conflicto clásico pero

16) SEOM, Memoria de la Comisión Directiva, período 1º de enero de 2004 – 31 de diciem-


bre de 2004 (ASEOM).
17) Perotti, Omar. Entrevista realizada el 20 de noviembre de 2007 en Rafaela, Provincia de
Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: María Cecilia Tonon.

223
que, por las características de las últimas administraciones, y también por el
perfil sindical municipal de los últimos años, cobra tintes singulares.

2006: “La carpa”

El año 2006 constituye un punto de inflexión para este grupo de sin-


dicalistas que viene liderando el gremio desde los años noventa. El grado
de conflictividad que alcanzaron los reclamos, la expresión y la singu-
laridad de la acción sindical en torno a la instalación de “la carpa”, nos
permiten analizar este conflicto con mayor detenimiento. Según algunos
de los actores de esa época: “Vuelve Perotti, muy, muy duro un poco
por aquella etapa, hasta lo de la carpa. Lo de la carpa fue un antes y un
después en la relación. Después de ahí, el diálogo es bueno”18. Es que el
sindicato se consolida con este conflicto. Sienta las bases para una nueva
forma de negociar las pautas salariales con la patronal, y otros derechos
inminentes del trabajador municipal.
Sabemos que como estrategia de lucha, la idea de la carpa no es nueva.
A nivel nacional, ya desde fines de los noventa la “carpa docente” insta-
lada frente al Congreso de la Nación se transformó en todo un ícono de la
lucha contra la política económica del gobierno menemista; se convirtió en
un ejemplo más de las tantas otras formas “no convencionales” de acción
colectiva que tuvieron lugar a partir de mediados de los noventa contra la
depauperación de gran parte de los trabajadores y de la sociedad argentina
en general. Sin embargo, en una ciudad como Rafaela, poco adepta a la
desestabilización del orden público, la carpa contiene un elemento disrup-
tivo tan importante, que llega a “conmocionar” a los observadores y “pre-
ocupar” a las autoridades municipales.
Como analizaremos a continuación, la carpa transforma un conflicto
sectorial en una problemática más amplia, que llega a incluir directa e in-
directamente a toda la ciudadanía, que se expresa claramente en la toma
del espacio público como expresión de la lucha. De esta forma, como
manifiestan los mismos actores contemporáneos al suceso: “Una carpa…
UNA LUCHA…”19, tiene los componentes de unión, de identificación,

18) Cocco, Darío. Entrevista realizada el 15 de setiembre de 2010 en Rafaela, Provincia de


Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: María Cecilia Tonon.
19) “Una carpa…UNA LUCHA…”, en Revista S.E.O.M. Sindicato de Empleados y Obre
ros Municipales de Rafaela, Rafaela, junio de 2006, pp. 4 y 5

224
de solidaridad necesarios para que se transforme en una acción colectiva.
El origen de la carpa debe remontarse a los conflictos salariales inicia-
dos en 2005 que, lejos de disolverse, se recrudecen a comienzos de 2006.
Esta vez, el problema se inicia puntualmente por el pedido del pago de los
adicionales que correspondan a los agentes que desempeñen funciones
en el Agrupamiento Administrativo. Conjuntamente, reclaman a las auto-
ridades locales (tanto al Ejecutivo como al Legislativo) que consideren el
dictado de la norma legal que habilite el pago de adicionales y suplemen-
tos, creándose, además, el adicional por función administrativa, reglamen-
taciones que ya están en vigor en otras municipalidades, como las de Santa
Fe y Santo Tomé.
A mediados de enero, y en el marco de un reclamo por un “salario
equilibrado” que a nivel provincial viene solicitando la FESTRAM al go-
bernador Jorge Obeid20, el SEOM vuelve a la lucha local por un petitorio
presentado en diciembre de 2005, conjuntamente con la Asociación del
Personal Jerárquico (APJ), para que el básico de los empleados municipa-
les sea de 900 pesos (que incluye los 650 pesos remunerativos y los 250 “en
negro”), además de reclamar por el 4,2 % que había quedado pendiente21.
Hay una sensación de agotamiento, de situación límite respecto de
las tratativas con la Municipalidad, sobre todo por la inflexibilidad del
Departamento Ejecutivo, que lleva a la radicalización del conflicto. Al
respecto, los mismos actores dicen:

…en ese momento estaba Perotti, (…) no teníamos un buen


diálogo, no había manera de hacer entender lo que nosotros ne-
cesitábamos y la Municipalidad estaba bien económicamente,
hasta que se tiró, se tiró la cuerda, y nosotros resolvimos tomar
una medida de fuerza, que fue la carpa22.

Surgió porque pedimos un incremento salarial (…) no quisi-


mos hacer paro porque consideramos que un paro podía ser largo
e iba a beneficiarlo más a él (el intendente) que a nosotros23.

20) Ingeniero químico Jorge Alberto Obeid. Militante del peronismo desde su juventud, fue
gobernador de Santa Fe por ese partido en los períodos 1995–1999 y 2003–2007.
21) Diario Castellanos, Rafaela, 11 de enero de 2006.
22) Cocco, Darío. Entrevista…, Op.Cit.
23) Massari, Adolfo. Entrevista realizada el 12 de agosto de 2010 en Rafaela, Provincia de
Santa Fe, Argentina. Entrevistadora: María Cecilia Tonon.

225
Ante la imposibilidad de un acuerdo y tras la decisión de las bases, el
gremio decide instalar una carpa frente a la Municipalidad, en la plaza 25
de Mayo. Nótese que la carpa surge como una nueva forma de reclamo, a
diferencia de la tradicional huelga. Parecería evidenciarse que en el pro-
ceso que sufre este reclamo, el paro ya no funciona como forma de llamar
la atención y conseguir simpatizantes. Como refiere Tarrow: “La reitera-
ción de una forma de acción colectiva reduce la incertidumbre y hace que
sea acogida con una sonrisa o un bostezo”24. Los líderes gremiales son
conscientes de ello, de ahí que manifiesten una “lucha distinta a las hasta
ahora vistas en la ciudad”25. La situación es límite y debe jugarse el todo
por el todo: hay que escandalizar sin ofender, para sumar sin debilitar:

Analizando todas las opciones, bueno, teníamos que buscar


la más favorable para nosotros. O sea, nos manejamos primero
conociendo como es el Intendente; y por otra parte, también
teníamos que tener en cuenta a la ciudadanía que es quien nos
está pagando el sueldo. A nosotros el pueblo rafaelino nos está
pagando el sueldo, entonces no podíamos hacer una medida de
fuerza que lo perjudique. De esta manera nosotros al pueblo no
le cortamos los servicios en ningún momento, es más, hacía-
mos panfletos justamente explicándole, estábamos en la plaza
y a cada uno que pasaba le dábamos uno26.

Entonces había que encontrar la medida justa, para mante-


nerla en el tiempo, que tenga cierto sustento, porque sabíamos
que eso iba a doler y que era matar o morir, porque si nos salía
mal, la gente se iba a enojar27.

Encontrar el justo medio: ni mucho para “matar”, porque eso impli-


caría un costo político muy importante para el sindicato, ni tan poco para
“morir”, es decir, que la acción se diluya con el paso del tiempo y pierda
fuerza el reclamo. En todo caso, plantear la lucha entre iguales, pero desde

24) Tarrow, Sidney El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y
la política, Alianza, Madrid, 1997, p. 198.
25) “Una carpa…UNA LUCHA…”, en Revista S.E.O.M…., Op.Cit., p 19.
26) Massari, Adolfo. Entrevista…, Op.Cit.
27) Cocco, Darío. Entrevista…, Op.Cit.

226
distintos frentes y con diferentes aparatos: la “Moreno 9” (como satíri-
camente numeraron a la carpa, frente al Palacio Municipal, que tiene su
emplazamiento en calle Moreno número 8), rodeada de carteles de todos
los colores y tamaños, del hormigueo de personas que van y vienen con
bombos, redoblantes, banderas y aplausos a toda hora; a diferencia del edi-
ficio municipal, hermético, estático y vacío.
La “Moreno 9” remite a una acción abierta y móvil; el mismo recurso
de la carpa tiene esa característica: se arma y se desarma rápidamente. Se
puede volver a armar en otro lugar, cualquiera sea el sitio: en el medio de
la calle, una esquina, el cantero de una plaza. En este sentido, la operación
de armar la carpa no sólo puede pensarse como una acción simbólica, sino
también como transgresión del orden, dentro de la legalidad. Cuando algu-
nos medios les consultan a los manifestantes cuáles van a ser las medidas
por “si se presenta personal policial en la plaza”, éstos responden que “…no
habrá ningún tipo de problemas, porque hemos consultado las ordenanzas
y sabemos en qué lugares podemos ubicarnos (…) mientras no interfiramos
con el tránsito automovilístico y peatonal, no habrá inconvenientes”28.
Finalmente, la instalación de la carpa genera el efecto deseado: pre-
ocupar a las autoridades relacionadas con el orden público. Un represen-
tante gremial recuerda en una entrevista la llegada de la policía al lugar, la
vigilancia, las presiones, pero que a pesar de todo, “a la población le cayó
simpático el reclamo”29.
Estas últimas palabras son muy elocuentes, sobre todo, porque a la
irrupción casi “escandalosa” de los manifestantes en la vía pública, la ciu-
dadanía la toma bien, le “cayó simpática”. Esta protesta contiene así, una
“atmósfera festiva”, donde los trabajadores municipales logran mixturar
la lucha con el festejo. De esta forma, las manifestaciones y las asambleas
que se dan a lo largo del “conflicto de la carpa”, van acompañadas de
bombos, redoblantes, silbatos, megáfonos, papelitos, elementos asociados
con lo lúdico, con lo carnavalesco, con formas de manifestaciones popu-
lares que suponen tomar la calle y, al menos por un momento, apropiarse
de ella, subvertir el orden para llamar la atención del público y, en este
conflicto en particular, generar cierto desconcierto en los antagonistas:

28) Diario La Opinión, Rafaela, 8 de marzo de 2006.


29) Cocco, Darío. Entrevista…, Op.Cit.

227
Hicimos una movilización por todo el boulevard Santa Fe
hasta la Jefatura ida y vuelta. A la vuelta, veníamos con bol-
sitas de residuos y pinches y juntábamos todos los papelitos,
veníamos limpiando todo, no quedó un papelito, nada. (…) Hi-
cimos un libro de adhesión, no sé la cantidad de firmas que jun-
tamos, o sea, la gente estaba con nosotros, los medios estaban
con nosotros, fue bueno, muy bueno30.

El mismo día en que sale la noticia del armado de la carpa, aparece


una solicitada en cada uno de los dos diarios que existen en la localidad,
dirigida a la “Comunidad rafaelina”. Por las características del escrito,
merece la pena su transcripción completa:

Vivimos en la ciudad de Rafaela, `la isla´, la ciudad que se


estudia nacional e internacionalmente como modelo y referente
económico; ciudad con un municipio avalado por un Premio a
la Calidad. Somos empleados y obreros municipales, que dia-
riamente contribuimos para que esto sea realidad.
Desde que en 1905 la Comisión de Fomento contrató for-
malmente a los dos primeros rafaelinos como encargados de
los 8 faroles que iluminaban las calles del pueblo, el empleado
municipal ha contribuido al cuidado y crecimiento ordenado de
nuestra querida Rafaela, que en este 2006 cumple 125 años. Lo
hacemos con un profundo amor y sentido de pertenencia por la
ciudad surgida del coraje y el empecinamiento de los primeros
inmigrantes, nuestros bisabuelos… nuestros abuelos.
Hoy, con tristeza, los empleados municipales de esta ciudad
´modelo nos vemos obligados a denunciar que en ese balance
positivo de logros, que el marketing exitista utiliza para vender
una imagen, ocultan que el sueldo que percibimos se encuentra
deprimido desde 1991, y que muchos de nuestros compañeros no
alcanzan a recibir una remuneración acorde con el costo de la
canasta familiar básica.
Estamos decididos a luchar por lo que consideramos justo,
pero basándonos en el respeto hacia ustedes, porque todos somos
engranajes de una única máquina: LA CIUDAD DE RAFAELA31.

30) Massari, Adolfo. Entrevista…, Op.Cit.

228
Varios elementos se pueden observar en este escrito. En primer lugar,
la apelación a un modelo histórico que singulariza a la ciudad respecto de
otras localidades por ser un “referente económico” del país, un paradigma
que tiene su impronta en el “coraje”, el “empecinamiento” de los inmigran-
tes; en segundo lugar, la referencia a una Municipalidad que ostenta un Pre-
mio a la Calidad y, por último, la referencia a la “isla”, al “balance positivo
de logros”. Todos éstos son aspectos que se contradicen con la “realidad”,
la de los empleados municipales que son los que hacen a ese modelo, que
son los que contribuyen con la gestión de calidad propuesta por los gobier-
nos municipales de los últimos 15 años y gracias a quienes han recibido
ese galardón. Son los que desde siempre (o desde sus primeros momentos,
“desde 1905”), más allá de los gobiernos y gobernantes de turno, han sido
los encargados, han contribuido con el cuidado, crecimiento y el orden de
la ciudad, aspectos tan caros al rafaelino típico, y que hacen a su pasado
inmigrante, tesonero y coraggioso. De qué otra forma hablarles a los ra-
faelinos, a la comunidad de Rafaela, si no es en estos términos: en los del
“engranaje”, de la industria, de la máquina, de la producción, que es lo que
ha sabido hacer siempre la ciudad, y es lo que hace al “modelo” rafaelino.
En este sentido, en estas palabras se ve una impronta casi “ilustrada”
de un sector del gremialismo municipal que sabiamente elige cada idea y
cada palabra en este discurso, de acuerdo con el conocimiento de quie-
nes serán los interlocutores: el rafaelino típico, de clase media, muchos
de ellos también empleados municipales o familiares de alguno de éstos,
pero también los sectores de poder, empresariales, comerciales y políti-
cos, sobre todo estos últimos, que han sabido explotar estratégicamente
este “marketing exitista”. Aquí no hay obreros escribiendo, aquí hay un
perfil sindical que tiene un bagaje de conocimientos, una determinada for-
mación que les permite conducir la pelea con la patronal con las mismas
armas: campañas en los medios, reuniones con las organizaciones inter-
medias, marchas pacíficas y sin interferir ni generar inconvenientes en el
tránsito, ni automovilístico ni peatonal, algo que no es muy bien visto en la
comunidad rafaelina, particularmente interesada en que nada interrumpa
su ritmo de vida, su crecimiento.
Pero hay algo que cuesta reconocer, y hay que mostrarlo, que la isla

31) Diario Castellanos y Diario La Opinión, Rafaela, 8 de marzo de 2006.

229
no es tan isla como se supone o al menos como suponen los otros, los de
afuera, porque este “paraíso” esconde, como dice la solicitada, sueldos
deprimidos y, en algunos casos, hasta sueldos de hambre; y de allí el
símbolo de la carpa como denuncia, como la única forma “empecinada”
de seguir luchando por lo que consideran justo y digno.
En la tercera jornada de la protesta, hay un encuentro informal con el
Intendente, pero que no avanza en las tratativas por destrabar el conflicto.
Según los gremialistas, el municipio tendría fondos para pagar el aumento
“porque se han incrementado los aportes por coparticipación de la Provin-
cia de un 110% más de los que estaba recibiendo” y que si bien con parte
de este aumento han renovado el parque de maquinarias que era otro de
los pedidos del gremio, les alcanzaría para tener en cuenta el reclamo sa-
larial. Por su parte, los representantes de la Municipalidad dicen que “…
hay reservas en la administración, pero no solamente hay que atender este
reclamo sino que hay otros aspectos que atender y brindar servicios, como
también encarar obras en la ciudad, debiéndose mantener el equilibrio”32.
Los encuentros no sólo contemplan a la cúpula ejecutiva, sino también
al Poder Legislativo local. Los manifestantes, luego de haber tomado la sala
del Concejo Municipal durante la sesión del jueves 9 de marzo con “carteles
en sus cuellos”, les solicitan a los concejales “que se hagan eco de su recla-
mo” y para ello conciertan una reunión con el cuerpo legislativo. En la mis-
ma, los ediles (entre quienes hay una mayoría oficialista) se muestran a favor
del planteo del gremio, comprometiéndose a solicitarle una audiencia al In-
tendente y a “manifestarle que el aumento solicitado por los municipales «es
factible»”33. Cuando los sindicalistas les consultan si habían podido analizar
los “números” del municipio, tal como les habían prometido en la última
reunión del Concejo, un edil oficialista les dice “que no habían podido hacer
nada, ya que «no tuvimos tiempo»”. Ante esa respuesta, los gremialistas
arremeten mostrándoles la información financiera que ellos tienen:

32) Diario La Opinión, Rafaela, 12 de marzo de 2006.


33) Diario Castellanos, Rafaela, 14 de marzo de 2006. Esta visión parecería contradecirse
con las propias palabras del Intendente de ese momento, Omar Perotti, quien tiempo des-
pués, en una entrevista comentaba: “En la última discusión, intervino el mismo Concejo
municipal con el tema de la Carpa. Los números no daban, no era una cuestión de capricho,
los números no daban y el Concejo no daba el aumento que hubiese permitido acercar posi-
ciones.” Perotti, Omar. Entrevista…, Op.Cit.

230
…históricamente el porcentaje presupuestario destinado al
pago de sueldos de los empleados municipales oscilaba entre un
42 y un 43 por ciento; mientras que en la actualidad apenas signi-
fica un 33 por ciento (…) el aumento salarial implicaría una ero-
gación de 2 millones de pesos durante este año y cuatro millones
luego34.

Con esta maniobra, el gremio pone en evidencia que quienes supues-


tamente deben intervenir en esta materia, al menos cuando se tiene que
revisar y votar el presupuesto municipal, no lo tienen en cuenta: ¿“falta
de tiempo”, desidia, desinterés por parte de los representantes legislativos
locales? Al menos eso no queda muy en claro a través de la información
que se puede leer en el diario que recoge este encuentro.
En relación con estas discusiones en materia de erogación salarial,
lo que sí se menciona en la noticia son las críticas de los sindicalistas
respecto de la facilidad con que se destinan partidas para nuevas licita-
ciones, mientras que no se contemplan las mismas disposiciones del pre-
supuesto para sueldos. En este sentido, el matutino Castellanos rescata la
posición de uno de los gremialistas que refiere lo siguiente:

Nosotros no estamos en contra de que se compren vehícu-


los o equipamiento, pero a diario vemos que para esas cosas el
dinero se destina de inmediato y no se dan tantas vueltas. En
cambio, nosotros hace desde diciembre que estamos golpeando
puertas, pidiendo una solución y nadie nos escucha35.

Asimismo, agrega que los delegados gremiales “…volvieron a insistir


con el hecho de que hay municipios y comunas que tienen sueldos supe-
riores a los que abona la Municipalidad de Rafaela, como también que no
manejan sumas en negro” y que

…la base de un gobierno peronista como lo es el de Ra-


faela, es la justicia social que apunta a la distribución de la
riqueza. Pero en esta ciudad, la riqueza no se reparte, porque el

34) Diario Castellanos, Rafaela, 14 de marzo de 2006.


35) Diario Castellanos, Rafaela, 14 de marzo de 2006

231
Poder Ejecutivo se aumentó sus salarios, mientras sus obreros
están bajo la línea de pobreza36.

La posición del gremio en este sentido es indeclinable y amenaza,


también, con paros por tiempo indeterminado si el Ejecutivo no les acer-
ca una “propuesta seria” y no los 30 pesos y “en negro”.
Paralelamente a la instalación de la carpa y la realización de reuniones
con los poderes locales, los municipales realizan movilizaciones desde la car-
pa de la plaza 25 de Mayo hasta la Jefatura de Policía, atravesando todo el
Boulevard Santa Fe, la calle principal de la ciudad, con pancartas gigantes,
carteles, volantes y bombos. Además, diagraman una metodología de protesta
que consiste en manifestar en cada uno de los actos programados para festejar
el 125 aniversario de la ciudad. También se piensan medidas de corte de ruta y
“nacionalización de la protesta”, enviando un video al canal televisivo de noti-
cias Crónica TV, en caso de que no hubiese respuesta por parte del ente oficial.
Con el paso de los días, los ánimos no disminuyen, antes bien, el
gremio hace un balance positivo del conflicto:

…la gente nos alienta para que sigamos en la lucha, que es


digna y es un reclamo justo que estamos haciendo. (…) tenemos
mucho apoyo, inclusive de los gremios a nivel provincial y local,
que traen sus banderas, vienen a visitarnos (…) y nos van a acom-
pañar en la movilización del jueves. Nuestra lucha es limpia, no
quitamos el servicio al contribuyente, que nos está pagando el
sueldo, ya que la lucha es con el administrador de turno, que nos
paga sueldos de hambre (…) Estamos dispuestos a continuar la
lucha hasta el final. No tenemos nada que perder, lo peor que nos
puede pasar a nosotros es mantener el sueldo hasta fin de año,
pero creo que Perotti tiene mucho más que perder que nosotros37.

El 20 de marzo, a casi una semana del conflicto, sale una noticia en


el diario La Opinión, en donde se expresa la posibilidad de aumentar la
tasa municipal o interrumpir la realización de algunas obras, según “ar-

36) Se está haciendo referencia al aumento de un 76% del sueldo del Intendente y su perso-
nal de gabinete de “manera inconsulta”. Diario Castellanos, Rafaela, 14 de junio de 2006
37) Diario La Opinión, Rafaela, 15 de marzo de 2006. La frase del entrevistado a la que hace
alusión el diario está haciendo referencia al año electoral.

232
gumentaciones que se utilizan por parte de funcionarios municipales”,
para destinar partidas presupuestarias que solventen el aumento salarial
que exigen los municipales38. Esto pone en evidencia que desde el palacio
municipal hay una postura de atribuirles a los empleados municipales y
su gremio la culpa de los aumentos impositivos locales y la disminución
de la realización de algunas obras en la ciudad. Es decir, si el gremio cree
arrogarse el “apoyo popular” (o al menos así aparece en el discurso de
los diarios locales), la municipalidad tiene con qué rebatir este apoyo.
Lo cierto es que la extensión del conflicto es una bomba de tiempo
para ambas partes. La patronal arriesga una solución a su favor en la
certeza de que los manifestantes no van a poder mantener esta situación,
y de que comenzaría a resentirse la posición del gremio en la ciudada-
nía. El gremio, por su parte, se juega el todo por el todo, porque una vez
asentado el conflicto con la carpa ya no hay vuelta atrás. Los gremialis-
tas saben que va a ser duro, porque al entusiasmo primigenio le sigue
el cansancio o la rutinización del conflicto. Pero las formas de acciones
sindicales, bajo las modalidades ya comentadas, vuelcan la balanza a fa-
vor de los manifestantes: sin llegar a la violencia, “sin obstaculizar las
actividades culturales u oficiales de la Municipalidad”39.
Hacia fines de marzo, diferentes medios locales y provinciales anun-
cian el fin del conflicto. Luego de “diecinueve largos días de permanen-
cia en la carpa”, el titular del SEOM, Alejandro Mascardi, refiere que se
encuentran conformes, puesto que se ha logrado que “ningún empleado
cobre menos de 850 pesos de bolsillo, independientemente de las horas
extras y del salario familiar” y que “…también se obtuvo una recomposi-
ción para las categorías más altas, que en promedio recibirán incrementos
en el orden de los 100 pesos”, además de “…haber logrado avances en
otros temas que integraban en forma secundaria el reclamo, relativos a
escalafones, concursos, y nombramientos, entre otros”40.
El Acta–acuerdo firmada con el gobierno municipal, es una decisión
consensuada en Asamblea General y logra destrabar las negociaciones, ya
que permite lograr hasta mediados de año, la mitad de lo que se pide para
2006. Igualmente, las partes se comprometen a continuar las tratativas.

38) Diario La Opinión, Rafdela, 20 de marzo de 2006.


39) SEOM, Memoria de la Comisión Directiva, período 1º de enero de 2006 – 31 de diciem-
bre de 2006 (ASEOM).
40) Diario Sin Mordaza, Santa Fe, 29 de marzo de 2006.

233
A mediados de 2006, para la misma fecha en que se renuevan las ne-
gociaciones salariales con el gobierno municipal, se realizan elecciones
gremiales y nuevamente la lista Naranja es la triunfadora, pero hay un
cambio al interior de la propia lista y que ya no sólo es de renovación de
cargos, sino de la proyección que se le intenta imprimir al gremio y que
trataremos de referir a continuación.
En la renovación de la comisión directiva, Mascardi es reemplazado
por Adolfo Massari en la Secretaría General quien, como parte de esta
dirigencia gremial que viene liderando el sindicato desde los noventa, rei-
vindica un sindicato “combativo”. En términos del mismo protagonista:

…combativo en el buen sentido de la palabra, porque hoy


por hoy, el leitmotiv del sindicato es la lucha salarial, entonces
he tratado de buscar gente que me acompañe con ese perfil, lu-
chando por mejores condiciones salariales para los afiliados41.

Las condiciones salariales reclamadas para el segundo semestre son


las mismas planteadas a comienzos de año: los 900 pesos, además del tra-
tamiento del pase a planta de algunos trabajadores. La propuesta munici-
pal es de incrementar un 4,76% en carácter remunerativo sobre el sueldo,
con lo que, si bien implica alcanzar un incremento del 19%, no llega a
cubrir las expectativas de los gremialistas que era lograr un salario de
bolsillo de $900. De acuerdo con Adolfo Massari:

Con esto no llegamos a lo que proponíamos allá por marzo


pasado. Los $ 900 no eran un número caprichoso; la canasta
familiar rondaba los $843 en aquella época y se suponía que la
inflación de todo 2006 treparía al 15%. Entonces, pensábamos
que, a fin de año, la canasta familiar iba a estar en esa cifra.
(…) Pero la canasta se planchó o la plancharon. Y tenemos que
discutir basándonos en los números oficiales del INDEC. Pero
quien va al supermercado sabe que son números mentirosos
(…) Otro de los puntos que fueron tenidos en cuenta (por el
gobierno local para negociar la propuesta) fue que los demás
gremios a nivel nacional y provincial empezaron a arreglar con

41) Diario La Opinión, Rafaela, 27 de julio de 2006.

234
el 19%. Son todas cosas que nos fueron condicionando para
alcanzar lo que nosotros pretendíamos a principios de año42.

Finalmente, y luego de una asamblea, los trabajadores municipales


deciden por amplia mayoría aceptar la oferta municipal. El arreglo in-
cluye el aumento del 4,76% al sueldo básico con carácter remunerativo
y bonificable, el “blanqueo” de un porcentaje no remunerativo del incre-
mento que las partes habían acordado en marzo (un 7,12% que se pasaría
al básico, una parte en noviembre y otra en diciembre), el pase a planta
permanente de 108 trabajadores contratados y la cobertura de 24 vacan-
tes a través de concursos. Esto último es un importante logro, porque
permite que cada encargado obtenga y retenga legítimamente su puesto,
algo que se había congelado en la primera intendencia de Omar Perotti y
que es implementado nuevamente.
Así podemos resumir esta disputa de largo aliento que desde 2005
lleva adelante el gremio, que eclosiona a comienzos de 2006, y logra una
cierta definición a mediados de ese año.
A largo plazo, se evidencia una consolidación de la lucha y la po-
sición gremial frente a la patronal a partir del “conflicto de la carpa”,
que redundará en una redefinición de las relaciones laborales con el
municipio en los años venideros. Es evidente que las relaciones entre el
sindicato y la patronal cambian a partir de este conflicto. Sin embargo,
es pertinente aclarar que el Ejecutivo municipal, si bien no minimiza el
suceso, tampoco lo singulariza demasiado respecto de otros conflictos
atravesados en otros tiempos. En este sentido, son elocuentes las palabras
del intendente Perotti:

Me hicieron una carpa. Todos los otros paros fueron de me-


nor cuantía que los primeros (Se refiere a la primera intenden-
cia entre los años 1991-1995), que fueron más duros, quizás
por ser los primeros; pero también porque ya el personal sabía
cómo era nuestra forma de cumplir, la manera en que nosotros
manejábamos los recursos y manejábamos la relación; nunca se
dejó de pagar en tiempo y en forma; nunca se dejó de cumplir

42) Diario La Opinión, Rafaela, 17 de agosto de 2006. Nótese cómo empieza a aparecer públi-
camente a nivel local, la queja de algunos sindicatos sobre el desfasaje entre salarios y costo
de vida real.

235
con los aportes, pero sí discutíamos cada posibilidad de un au-
mento dentro de lo que entendíamos que eran las posibilidades
que nos daban los presupuestos. (…) con el tema de la Carpa
(…) había que manejarse con esta situación (La de los “presu-
puestos”) y estábamos en pleno proceso electoral y eso habla
de que nosotros hemos sido consecuentes con el cuidado de los
recursos aún en esa coyuntura y muchos nos plantean «bueno,
el personal les terminó votando en contra» en esa elección pun-
tual (Está hablando de la elección del año 2007) …puede ser
que algunos nos ha votado en contra, pero estoy seguro que la
población no, y por eso tan mal no nos fue43.

Esta redefinición de los vínculos con el grupo gobernante, puede ob-


servarse en el seguimiento de las problemáticas entre 2007 y 2010, donde
no hubo un alto grado de conflictividad ni movilización, a excepción del
conflicto en la localidad de Esperanza en el año 200744 y de los sucesos
ocurridos hacia fines de 2008 producto de las dificultades de la situación
nacional que afectaron a las relaciones laborales y salariales de los dife-
rentes obreros y empleados del país, de las que Rafaela no estuvo ajena.
A modo de conclusión, podemos decir que lo que sobresale fuertemen-
te en este período es el reclamo por la condición salarial, conjuntamente,
con la lucha por mejoras en las condiciones laborales y el cumplimiento
de las reglamentaciones del trabajo municipal. Si bien son circunstancias
que marcan una continuidad en toda la década, señalando una época de
conflictividades, hay momentos más álgidos de la disputa que, en general,
coinciden con situaciones de crisis (como las de comienzos de década o
hacia el final) o de recuperación económica (como los de 2005–2006).

43) Perotti, Omar. Entrevista…, Op.Cit.


44) Este conflicto se originó por la adhesión de un importante número de trabajadores mu-
nicipales esperancinos que se escindieron de la conducción del gremio local actuante en ese
momento, solicitando a comienzos de mayo de 2007 la afiliación al gremio de Rafaela. A
partir de esta situación, el SEOM comienza a tener injerencia en los asuntos laborales de la
municipalidad de Esperanza, e inicia tratativas con el intendente para “…canalizar problemas
–principalmente incumplimiento de las leyes (…) – manifestados por los nuevos afiliados, sin
obtener respuesta satisfactoria”. El SEOM, organiza, entonces, una medida de protesta que
consistió en el corte de la importante y transitada Ruta Provincial N° 70 y una movilización
hacia la municipalidad. Producto de esta protesta, logran una reunión y negociación con el in-
tendente para solucionar los reclamos. “Nace una Esperanza”, en Revista S.E.O.M. Sindicato
de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, Rafaela, julio de 2007, p. 14.

236
Las particularidades que ofrecen las características de las luchas, como
la interpelación a la sociedad, a las organizaciones intermedias; el uso de
medios no convencionales de protesta (al menos para el ámbito rafaelino),
como es la carpa, y la apelación a diferentes medios de comunicación lo-
cales y provinciales, manifiestan la presencia de un nuevo formato gremial
local, más “moderno”, pragmático, lo cual no significa menos combativo.
Entre las fuentes escritas a lo largo de estos años analizados y recuperadas
para este trabajo, hay una referencia constante a la caracterización de una
élite sindical que apela a la “confrontación”, a la “conquista”, a la “lucha”,
a la “fuerza”, pero también a la “firmeza” y a la “inteligencia”. La idea de
la ofensiva permanente está significando la necesidad de este nuevo grupo
de estar, de mostrarse, de resistir, para ser, para vivir, para no caer, para
mantenerse. Esta resistencia, que con diferentes métodos se manifiesta
contra el poder y las formas de dominación local, se transformará, en esta
década, en la cristalización de una élite que logra capitalizar la lucha, las
dificultades y los logros alcanzados.

237
238
Sobre los autores

Natalia Vega es Profesora de Historia (UNL), Doctoranda en Cien-


cias Sociales (UNER) e integrante del Centro de Estudios Sociales Inter-
disciplinarios del Litoral (UNL). Se desempeña como Jefa de Trabajos
Prácticos en las cátedras Historia Social, Historia de los Movimientos
Sociales y Teoría Sociológica I de la Facultad de Humanidades y Cien-
cias de la UNL y como Profesora Adjunta de Historia de las Transfor-
maciones Mundiales de la Facultad de Trabajo Social de la UNER. Sus
temas de investigación giran en torno a la acción colectiva y la moviliza-
ción social en espacios locales. Actualmente está abocada al análisis del
movimiento estudiantil santafesino de mediados de los ‘60 y, en relación
con ello, se ocupa de cuestiones centrales a la Historia Reciente tales
como el valor de los testimonios orales y la memoria.

María Laura Tornay es Profesora de Historia (UNL), Magister en His-


toria del Mundo Hispánico (CSIC / Mapfre Tavera) e integrante del Centro
de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral (UNL). Se desempe-
ña como Profesora Adjunta en la cátedra Metodología de la Investigación
Histórica y Jefa de Trabajos Prácticos en Historia Argentina I de la Facul-
tad de Humanidades y Ciencias de la UNL. Es Profesora del ISP Nº 8 Al-
mirante Brown de Santa Fe en la carrera de Historia y del nivel secundario.
Sus temas de investigación giran en torno a la actividad asociativa y la mo-
vilización social en Santa Fe en los siglos XIX y XX, así como también al
mundo indígena y la frontera en el norte provincial durante dicho período.

Diana Bianco es Profesora en Historia (UNL) e integrante del Centro
de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral (UNL). Se desempeña
como miembro del Equipo organizador de la Olimpíada de Historia de
la República Argentina, dependiente del Ministerio de Educación de la
Nación y ejerce como docente de historia de nivel secundario en diferentes
escuelas de la ciudad de Santo Tomé y Santa Fe. Ha realizado trabajos de
investigación vinculados al movimiento obrero y el anarquismo a fines del
siglo XIX y principios del XX. Sus investigaciones actualmente giran en
torno al mundo de los trabajadores en la historia reciente santafesina.

239
Anahí Pereyra es Profesora en Historia egresada de la Facultad de Hu-
manidades y Ciencias, Universidad Nacional del Litoral. Se desempeña
como docente en diversas instituciones educativas de nivel secundario de
la ciudad de Santa Fe.

José Miguel Larker es Profesor en Historia (UNL), Magister en His-


toria Social (UNL) e integrante del Centro de Estudios Sociales Interdis-
ciplinarios del Litoral (UNL). Se desempeña como Profesor Adjunto en
las cátedras de Historia de Asia y África e Historia Social de la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la UNL y Jefe de Trabajos Prácticos de
Historia de las Transformaciones Mundiales de la Facultad de Traba-
jo Social de la UNER. Investiga temas del período de afianzamiento y
modernización del Estado provincial santafesino, particularmente, las
formas de intervención y regulación de los conflictos sociales por parte
de las agencias de control estatal en la campaña santafesina durante la
segunda mitad del siglo XIX y las formas de acción y organización social
en la ciudad de Santa Fe durante las dos primeras décadas del siglo XX.

Luisina Agostini es Profesora de Historia (UNL), Especialista en


Ciencias Sociales y Humanidades, Mención Historia (UNQ), Maestran-
da en Ciencias Sociales y Humanidades (UNQ) e integrante del Centro
de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral (UNL). Se desempe-
ña como Docente de la Escuela Preuniversitaria Industrial de la Univer-
sidad Nacional del Litoral y de escuelas medias de la ciudad de Rosario.
Sus investigaciones se centran en historia reciente del movimiento obrero
ferroviario, contando con presentaciones en Congresos y publicaciones
en revistas y artículos de libros.

Silvia Dejon es Profesora en Historia (UNL) e integrante del Centro


de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral (UNL). Se desempe-
ña como Profesora Adjunta de Sociología en la Universidad Católica de
Santiago del Estero sede Rafaela y Tutora de Sociedad y Cultura en el si-
glo XX en el Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional del
Litoral. Ha participado en proyectos de investigación en torno a estudios
relativos a la historia reciente en Santa Fe. Sus trabajos como becaria de
investigación versaron sobre el movimiento estudiantil universitario san-
tafesino. Actualmente está abocada al análisis de la movilización social,
la memoria y los derechos humanos en el escenario santafesino.

240
Nélida A. F. Diburzi es Profesora de Historia (UNL) y Especialista en
Historia Social (UNL). Se desempeñó, hasta su jubilación en 2015, como
Profesora Adjunta a cargo de Sociedades del Cercano Oriente y como
Profesora Adjunta en Prehistoria General y Americana y en Historia So-
cial de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL. Desde 2006
dirige la Olimpíada de Historia de la República Argentina, financiada
por el Ministerio de Educación de la Nación y la UNL. Sus investigacio-
nes giran en torno al movimiento estudiantil universitario santafesino en
los años sesenta, incursionando por ende en la Historia Reciente y la
Historia Oral. Ha participado de numerosos congresos y jornadas y ha
publicado artículos y escritos relativos a dicha temática.

Carlos Marcelo Andelique es Profesor de Historia (UNL), Maestran-


do en Ciencias Sociales (UNL) e integrante del Centro de Estudios Socia-
les Interdisciplinarios del Litoral (UNL). Se desempeña como Jefe de Tra-
bajos Prácticos en las cátedras Didáctica de la Historia, Práctica Docente,
Sociedades Medievales y Formación del Mundo Moderno I de la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral. Sus
temas de investigación giran en torno a la acción colectiva y la moviliza-
ción social en espacios locales. Actualmente está abocado al análisis de la
conflictividad docente de finales de los ‘60 y comienzos de los ‘70.

Luciano Alonso es Doctor en Humanidades con mención en Historia


(UNR) y director del Centro de Estudios Sociales Interdisciplinarios del
Litoral (UNL). Se desempeña como docente-investigador de la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral, donde
tiene a su cargo cátedras de Historia Social y Teoría Social. En los últimos
años desarrolló estudios sobre los movimientos pro derechos humanos en
Argentina, España y Uruguay y sobre las formas de la violencia represiva
en América Latina, entre 1970 y la actualidad. De sus textos destacan Lu-
chas en plazas vacías de sueños. Movimiento de derechos humanos, orden
local y acción antisistémica en Santa Fe (Prohistoria, 2011) y la compila-
ción con Gabriela Águila Procesos represivos y actitudes sociales: entre la
España franquista y las dictaduras del Cono Sur (Prometeo, 2013).

Carolina Brandolini es Profesora de Historia (UNL), becaria docto-


ral de CONICET e integrante del Centro de Estudios Sociales Interdis-
ciplinarios del Litoral (UNL). Se desempeña como docente en escuelas

241
secundarias públicas de la ciudad de Santa Fe. Sus temas de investigación
giran en torno al mundo de los trabajadores en la historia reciente local.
Su proyecto de tesis doctoral abarca la reconstrucción historiográfica de
la experiencia de los obreros de la planta FIAT CONCORD Sauce Viejo
durante la década de 1970, focalizando en los procesos de movilización y
en las características de la represión en los ámbitos de trabajo, desde una
perspectiva de historia social y de género.

María Cecilia Tonon es Licenciada en Historia (UNL), Doctora en


Ciencia Política (UNR) e integrante del Centro de Estudios Sociales In-
terdisciplinarios del Litoral (UNL). Docente-investigadora de la Univer-
sidad Nacional del Litoral, docente en la Universidad de Ciencias Sociales
y Empresariales y del Instituto Superior del Profesorado Nº 2 “Joaquín
V. González”, con desempeño en cátedras de historia europea, historia
argentina y americana del siglo XX y metodología de la investigación
social. Los trabajos más relevantes de los últimos años, publicados en
revistas especializadas, actas de congresos y libros, refieren a desarrollos
políticos, sociales y productivos en la región pampeana, particularmente
en la ciudad de Rafaela, y formas de acción colectiva en Argentina en las
últimas décadas de siglo XX.

242
243
244

También podría gustarte