• Surge hacia la mitad del siglo XX como una alternativa revolucionaria
en el ámbito de la salud mental. • En sus primeros momentos aparece como una revolución frente a los modelos explicativos y procedimientos de intervención. • También se presenta como movimiento científico con respuestas más eficaces a las demandas sociales existentes al respecto. • Desde sus comienzos se configura como una alternativa innovadora, válida y eficaz. No sólo para explicar los problemas planteados, sino también para aportar soluciones más eficaces a estos problemas. Anormalidad y adaptación Las concepciones psicopatológicas y terapéuticas reinantes en esos momentos, tratan de explicar las conductas anormales aduciendo como causas supuestos aspectos internos a las personas; biológicos o psíquicos según las escuelas. La Terapia de Conducta supone un cambio radical. En primer lugar, abandona el concepto de «salud mental» (residuo del dualismo cartesiano), por el de «conducta anormal». Entiende lo anormal en función de su adaptación al medio ambiente. No se considera que las personas sean «anormales» (o faltas de salud mental), sino que realizan alguna o algunas conductas anormales (en ese sentido de no adaptativas). El objetivo, en consecuencia, se va a centrar en promover el cambio de las posibles conductas desadaptativas, bien reduciéndolas o eliminándolas, bien desarrollando otras alternativas. Este cambio se trata de conseguir mediante técnicas de intervención psicológicas. Teniendo en cuenta las características del medio en el que las personas deben llevar esas conductas, pues el objetivo final será que la persona aprenda a adaptarse al medio, físico, social y cultural. En otros textos se ha abordado con detenimiento y profundidad el surgimiento, desarrollo y consolidación de la Terapia de Conducta (Kazdin, 1978, 1982; Labrador, 1986, 1990; Cruzado, Labrador y Muñoz, 1993). En el presente texto se tratará de señalar las características básicas de la Terapia de Conducta. Se presentan las técnicas de intervención, las áreas de aplicación y, por último, se apuntarán los desarrollos recientes y algunos de los retos actuales de la Terapia de Conducta. Características básicas de la Terapia de Conducta Las características básicas de este modelo pueden resumirse en las siguientes: • Las conductas anormales se rigen por leyes. • Las conductas anormales se adquieren, mantienen y extinguen de acuerdo con las leyes generales que también rigen a las demás conductas consideradas normales. Por la misma razón pueden modificarse de idéntica forma que las conductas normales. También se tiene en cuenta la importancia de factores biológicos, constitucionales o de predisposición. Cuando se constata su valor, se les considera como una base estructural sobre la que operan las leyes que rigen la aparición de las conductas. Análisis del Terapeuta La labor del terapeuta en Terapia de Conducta se centra en el análisis, evaluación y tratamiento de conductas específicas y sus determinantes. No en constructos internos o en hipotéticas causas subyacentes no objetivables ni operativizables. Esta labor debe realizarse considerando así mismo las características específicas del sujeto y del medio físico, social y cultural. Conducta medible en Terapia de Conducta Se subraya la importancia de la conducta mensurable y se toma ésta como el objeto de referencia. El término mensurable no siempre significa conducta manifiesta. De hecho algunos de los seguidores de este modelo se han interesado por constructos internos o respuestas encubiertas tales como por ejemplo; la ansiedad o los procesos cognitivos. Casi cualquier conducta puede ser el objeto de estudio siempre y cuando exista una manera aceptable de medición. Evaluación continua El proceso de diagnóstico en Terapia de Conducta consiste en la evaluación continua de los repertorios conductuales (alterados y no alterados) del sujeto. Dicha evaluación implica el estudio de las conductas y las variables específicas o determinantes que controlan su aparición. Se desestima el uso de etiquetas globales o categorías diagnósticas al no precisar información sobre las características específicas (conductas y determinantes) que el problema alcanza en un determinado individuo. Cambio conductual El objetivo de la intervención será instalar una(s) conducta(s) que el sujeto no tiene o sustituir la(s) que tiene por otra(s) más adecuada(s). Se trata de producir un cambio conductual observable y medible, directa o indirectamente, en cualquiera de las tres modalidades de respuesta: motoras, fisiológicas y cognitivas. Para lograrlo se hace necesario especificar de manera clara, precisa y estructurada los objetivos específicos de cada intervención, el tipo de ésta, las condiciones en que se va a llevar a cabo y la forma en que se investigará y evaluará su eficacia. Terapia integral • La intervención en Terapia de Conducta puede dirigirse no sólo a modificar de forma directa las conductas del sujeto. También el medio físico o social de éste como forma de modificar sus conductas. • Determinantes actuales • Es un enfoque centrado en el aquí y ahora, el énfasis se coloca en los determinantes actuales del comportamiento. La historia pasada es relevante en la medida en que informa de variables que influyen en la conducta presente. Características individuales del cliente Partiendo de esta base teórica común, el terapeuta en Terapia de Conducta debe adaptar su actuación a las características individuales del cliente y su medio, diseñando y aplicando en cada caso un programa de intervención específico para modificar las conductas específicas o las condiciones del medio objeto de intervención. El objetivo no es modificar al «sujeto en sí» sino sus conductas, sea una o varias, de manera secuencial o simultánea. Evaluación experimental Los procedimientos de intervención en Terapia de Conducta han de ser evaluados de forma experimental y demostrar su eficacia. Es necesario establecer tanto la eficacia de técnicas o programas de intervención, como de cada uno de los componentes incluidos. Dicha eficacia se evaluará en función de los cambios objetivos producidos en la(s) conducta(s) de la persona, tanto a corto como a medio y largo plazo, haciendo especial hincapié en su generalización a la vida ordinaria. Primeras técnicas de Terapia de Conducta Las primeras técnicas (técnicas operantes, desensibilización sistemática, técnicas aversivas, etc.) se desarrollaron a partir de la teoría del aprendizaje. Pero, posteriormente, conforme se han ido abordando otros problemas y ámbitos de intervención y allí donde la teoría del aprendizaje no era capaz de dar explicación o aportar soluciones a éstos, se han ido necesitando y desarrollando nuevas técnicas al margen de esta teoría. Así han ido apareciendo técnicas de biofeedback, técnicas de autocontrol, psicoterapias racionales, terapias de solución de problemas, etc. • Algunas de estas nuevas técnicas se han generado dentro de la propia Terapia de Conducta, pero otras han sido técnicas desarrolladas de forma colateral, que posteriormente se han ido agregando a ésta. De estas técnicas, algunas presentan una sólida justificación y fundamentación teórica, en otras este apoyo teórico es más escaso, echándose de menos con frecuencia un modelo teórico claro de referencia que permita explicar el por qué funcionan dichas técnicas, ofreciéndose en su lugar explicaciones a posteriori sobre los mecanismos implicados en la eficacia de las mismas, con frecuencia muy cuestionables. Pero sea cual sea la forma en que se generaron las técnicas, todas ellas han de cumplir el requisito de haber demostrado experimentalmente la eficacia real de su actuación. Este requisito metodológico parece, al cabo de los años, el único relevante para la inclusión de una técnica entre las denominadas técnicas de modificación de conducta: haber demostrado experimentalmente su efecto sobre las conductas de las personas. Técnicas especificas en terapia de lenguaje TÉCNICAS DE AUTOCONTROL
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