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VARIACIÓN CORRELATIVA

Con esta expresión quiero decir que toda la organización está tan ligada entre sí durante su
crecimiento y desarrollo, que, cuando ocurren pequeñas variaciones en algún órgano y son
acumuladas por selección natural, otros órganos se modifican. Es este asunto importantísimo,
conocido muy imperfectamente, y, sin duda, pueden confundirse fácilmente aquí hechos de
orden completamente distintos.

Uno de los casos reales más evidentes es el que las variaciones de estructura que se originan
en las larvas o en los jóvenes tienden naturalmente a modificar la estructura del animal adulto.
Las diferentes partes del cuerpo que son homólogas, y que al principio del período
embrionario son de estructura idéntica.

Estas tendencias, no lo dudo, pueden ser dominadas por la selección natural: así, existió una
vez una familia de ciervos con sólo el cuerno de un lado, y si esto hubiese sido de gran utilidad
para la casta

Los órganos homólogos, como ha sido señalado por algunos autores, tienden a soldarse, según
se ve con frecuencia en plantas monstruosas, y nada más común que la unión de partes
homólogas en estructuras normales, como la unión de los pétalos formando un tubo. Las
partes duras parecen influir en la forma de las partes blandas contiguas; algunos autores creen
que, en las aves, la diversidad en las formas de la pelvis produce la notable diversidad en las
formas de sus riñones. Otros creen que, en la especie humana, la forma de la pelvis de la
madre influye, por presión, en la forma de la cabeza del niño.

EL caso más adecuado para demostrar la importancia de C. DARWIN 141 las leyes de
correlación y variación, independientemente de la utilidad y, por consiguiente, de la selección
natural, que el de la diferencia entre las flores exteriores y las interiores de algunas plantas
compuestas y umbelíferas. Todo el mundo está familiarizado con la diferencia entre las
florecillas periféricas y las centrales de la margarita, por ejemplo, y esta diferencia va
acompañada muchas veces de la atrofia parcial o total de los órganos reproductores. Pero en
alguna de estas plantas los frutos difieren también en forma de relieves. Estas diferencias se
han atribuido algunas veces a la presión del involucro sobre las florecillas o a la presión mutua
de éstas, y la forma de los aquenios en las flores periféricas de algunas compuestas apoya esta
opinión; pero en las umbelíferas, según me informa el doctor Hooker, no son, de modo alguno,
las especies con inflorescencias más densas las que con más frecuencia muestran diferencias
entre sus flores interiores y exteriores.

Puedo añadir, como ejemplo de este hecho y como un caso notable de correlación, que en
muchos geranios de jardín (Pelargonium) los dos pétalos superiores de la flor central del grupo
pierden muchas veces sus manchas de color más obscuro, y, cuando esto ocurre, el nectario
contiguo está completamente abortado, haciéndose de este modo la flor central pelórica o
regular.

Por consiguiente, modificaciones de estructura, consideradas por los sistemáticos como de


gran valor, pueden deberse por completo a las leyes de variación y correlación, sin que sean,
hasta donde nosotros podemos juzgar, de la menor utilidad para las especies. Muchas veces
podemos atribuir erróneamente a variación correlativa estructuras que son comunes a grupos
enteros de especies y que, en realidad, son simplemente debidas a la herencia; pues un
antepasado remoto puede haber adquirido por selección natural alguna modificación en su
estructura, y después de millares de generaciones, otra modificación independiente, y estas
dos modificaciones, habiéndose transmitido a todo un grupo de descendientes de costumbres
diversas, se creería, naturalmente, que son correlativas de un modo necesario.

se creería, naturalmente, que son correlativas de un modo necesario. Otras correlaciones son
evidentemente debidas al único modo como puede obrar la selección natural. Por ejemplo:
Alph. de Candolle ha señalado que las semillas aladas no se encuentran nunca en frutos que no
se abren. Explicaría yo esta regla por la imposibilidad de que las semillas lleguen a ser
gradualmente aladas por selección natural, sin que las cápsulas se abran, pues sólo en este
caso las semillas que fuesen un poco más adecuadas para ser llevadas por el viento pudieron
adquirir ventaja sobre otras menos adecuadas para una gran dispersión.

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