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Diseño de Portada Original: Enrique Jaramillo Jr.

Diseño de círculos y diagramación de imágenes:


Gianni Franceschi
Corrección de estilo y coordinación editorial: Hipertexto LTDA
Publicado en Marzo 2015
Segunda Edición para WEB www.cristinaraquel.net
Febrero 2019

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Cristina Raquel Hernández

Del silencio a la voz,


un camino de hallazgos y gran coraje

Hijo, Árbol y Libro

Por mis errores llegué hasta aquí.


Por mis dolores sané hasta aquí.
Por lo injusto descubrí lo sagrado.
Por la ilusión de la ofensa conocí el perdón.
Por lo incomprensible hice míos los misterios.
Hijo, árbol y libro hasta aquí hoy llegué.

Cristina Raquel

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Sembramos la paz cuando damos lo mejor de nosotros,
dar lo mejor es darse, es permitir que otros nos conozcan,
es abrirse; dar lo mejor es vivir creciendo porque
lo mejor de hoy no es lo mejor de mañana.

Sembrar la paz es elegir lo bueno sobre lo fácil;


lo verdadero sobre lo tradicional.
Es tener el valor de proclamar la verdad y de defender lo
justo; es defender al más débil.

Isabella Di Carlo
Dedicatoria

Para Ariane Denise, Gianni y Valeska,


lo más cerca de mi existencia:
Sí se puede. Todo se puede.
Hasta cruzar la adolescencia envejecida

A Denisse de la Ossa, una hermana del alma.


Me enseñaste dos cosas básicas en la vida:
A leer el reloj cuando era niña y
a leer mis capacidades cuando fui adulta.

También para ti Aileen Zeledón,


donde quiera que estés, Florida, tal vez.

Una obra de arte es buena


si ha nacido
al impulso de una íntima necesidad.

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ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS……………………………………………………………….
PRÓLOGO…………………………………………………………………………….
Isabella Di Carlo
PRESENTACIÓN………………………………………………………………….
María dels Ángels Hernández

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………
Sobre mí
¿Para qué este libro?

I. ORÍGENES: infancia y adolescencia………………………………….


Veranos y viajes de infancia
Exclusión y años de escuela
Los primeros silencios
Adolescencia en Costa Rica

II. LOS PRIMEROS ENCUENTROS Y LOS PRIMEROS CURSOS…………


Autores y libros

III. OTROS ENCUENTROS……………………………………


Ernest Holmes y Ciencia de la Mente (Science of Mind)
Un Curso de Milagros
 Reflexiones preferidas
 Pensamientos para llevar
Un encuentro revelador, Louis Hay
Un encuentro espiritual, Unity Church
Un encuentro profesional, Irene Muñoz
Un encuentro místico, Tulku Rimpoche
Un encuentro de posibilidades, Landmark Forum
 Espacio de reflexión

IV. LIBERANDO EL PASADO……………………


Los antepasados por línea materna
Las constelaciones familiares
Preguntas aún sin respuestas
Haciéndome cargo

V. RECORRIDO INESPERADO………………………………..…………
ACA y la codependencia
Características y rasgos del Hijo Adulto
Características espejo
Las cuatro reglas
Algo más sobre la codependencia
Descuido, inconciencia, ¿destino?
Lista de 14 rasgos (Laundry List)
Inventario de mis rasgos hoy
Ímpetu y soberbia
El perdón del corazón
Oración a los antepasados

VI. ÚLTIMOS ENCUENTROS………………………………………


Un encuentro trascendental, Sri Sri Ravi Shankar
 Experiencia trascendental
 Perlas de conocimiento
 Viaje a Bangalore, India
 Las emociones y el arte de vivir
 Reflexiones
 Regálate una pausa

Un encuentro de distinciones, coaching ontológico


 Las distinciones de Fernando Flores
 Una nueva distinción dentro del amor: el pedir ayuda
 Vivencias del coaching
 La libertad de “no saber”
 Pausa y piensa

VII. RECORRIDOS Y ENCUENTROS CON LAS EMOCIONES………


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El mapa de la conciencia del Dr. Hawkins
Las emociones según Abraham
Las emociones y la respiración
Las emociones según Mantak Chia y Dena Saxer
Las emociones y los centros energéticos
 Reflexiones sobre tus centros (chacras)
¿Qué revelan las emociones?
Educación de las emociones y María dels Ángels
Perma y psicología positiva
Aprendizajes con Valeska
¿Cómo no poner atención a las emociones?

UN ÚLTIMO ENCUENTRO:
Comunicación no violenta: Dr. Rosenberg
“Wired for Joy”, cableada para el gozo: Dr. Laurel Mellin
Clara intención, emoción elevada, manifestación:
Dr. Joe Dispenza

VIII. EN MANOS DE LA DIVINIDAD………………..……………………


¿Y tú qué piensas?
Abrazando los misterios

IX. MI VOZ DE HOY………………………………………………………..


Decreto personal para los próximos 50 años
Cositas para llevar

RECOMENDACIONES…………………………………………
ADENDA………………………………………
Acompañamiento inesperado
Primera entrada del blog: 24 días después
Oración del Camino
Septiembre de 2013
Reflexión final
BIBLIOGRAFÍA

AGRADECIMIENTOS

A mi padre celestial, como me encanta llamarle, entre otros


nombres que uso, por siempre abrirme puertas y enseñarme cosas
maravillosas a través de personas maravillosas. A mi padre y madre, por
haberme traído al mundo y brindado lo que estuvo a su alcance, que fue
una inmensidad de posibilidades.

Las primeras hojas de este manuscrito fueron digitadas en la


computadora de mis amigos Fernando (Q.E.P.D.) y Damaris, en su casa
de la playa. Estoy infinitamente agradecida por el espacio que tantas
veces me hicieron posible cerca del mar.

A Milvia Arbaiza, una mamá, una amiga, una editora, una


acompañante, un espejo, una voz y la escucha eterna que todos
quisiéramos tener disponible: Alguien muy cerca de mi alma.

A Judy Pretto por ser mi mentora, amiga, crítica, coach de vida,


coach de narración y forma del libro y una fiel seguidora desde el año
2000. Por creer en mí desde el principio sin dudas de mis posibilidades y
creaciones. Al Ing. José María Quintero por escucharme y dirigirme a
Fundes, donde me abrieron las puertas al mundo de la facilitación y
capacitación para adultos, origen de la profesión que hoy vivo, la cual
considero la mejor del mundo. A Denisse de la Ossa Arbaiza (Q.E.P.D.)
por su fe en mi trabajo, por su amor reflejado en cada detalle, por
incluirme en todas las cotizaciones de la embajada, por su atención a mi
persona desde la niñez.

A todos los seres dispuestos a ser editores desde sus ganas de


apoyarme en este proyecto: Guillermo, mi compañero; Patricia de
Urriola, mi prima y amiga; por supuesto Milvia; y Carlos desde Buenos
Aires. A la gran Madela, solo una, quien al leer las primeras 37 páginas
se emocionó y ya no continuó. No hacía falta. A mi amiga Laura Pardo
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por sus observaciones y correcciones y el primer diseño de los círculos.
A mi sobrino Gianni por diseñar con tanta lucidez los círculos de la
imagen de mi “yo”, de forma clara para todos y apoyar con el formato
de las imágenes. A Enrique Jaramillo Jr. por su arte en el diseño de la
portada, quien con sus brillantes preguntas pudo captar mi visión y
representarla a mi satisfacción. Todos han puesto su energía y
dedicación a que los párrafos tengan coherencia, y que la cronología de
la historia tenga sentido.

A Nelly Calafell, que rescatada en un restaurante de Buenos


Aires mientras cenaba, le tocó unirse a mi búsqueda de posibles
lectoras, y tan hermosamente me escribió lo siguiente: “Aquí estoy aún,
leyendo lenta y pausadamente tu libro. Me conmueve y moviliza. Eres
muy valiente. Me admira el coraje con el que enfrentas el conocimiento
de ti misma. En cada palabra, vuelves a vivir el dolor. Solo con valentía
se puede volver al pasado. Hacerse cargo” Gracias por ser parte de esto.

A mi amiga Marissa que una vez le dijo a Isabel Allende, en una


presentación de uno de sus libros en la librería Borders de Kendall en
Miami, que ella conocía a alguien que sería como ella algún día: esas
simples palabras me motivaron e hicieron soñar. A mi amiga Liseth
quien también ha disfrutado de mis escritos y sus palabras me han
motivado para seguir adelante. A todos los que leyeron mi blog de
acompañamiento inesperado durante el 2013, quienes con sus
comentarios me abrieron posibilidades de imaginarme como escritora.

A Tatiana, mi editora formal de Hipertexto quien me ha


acompañado de la mano por Skype, con toda la paciencia y reverencia
que solo ella sabe brindar, revisando y mejorando el sentido de los
contenidos día a día. Es una artista en su profesión y cuenta con todo el
conocimiento y el amor que se requieren para hacer un trabajo de
calidad e impecabilidad.

A mi hermana Michelle por expresar su entusiasmo a cerca de


mi escritura y ser siempre un ojo editor y asertivo de mi trabajo. Ella ve
lo que yo no veo. Y viceversa. Es tanto así, que cuando ya creíamos que
habíamos finalizado la edición, sin errores ni más correcciones que
hacer, Michelle, en menos de cuatro horas, sacó sus virtudes del
cerebro analítico-detallista y encontró cositas que sobrepasaron
nuestros ojos. ¡Gracias!

A Isabella Di Carlo, quien no solo me inspiró y abrió puertas a


través de su libro Valores que curan, sino que sin conocerme, aceptó
desde el inicio escribir el prólogo de este libro. Isabella en el recorrido
final de la edición, entró vestida de gala con el ropaje de la Navidad,
haciendo observaciones ajenas a mis ojos que le dieron sentido y fuerza
a muchos de los contenidos.

A mi querida amiga-hermana María dels Ángels, quien aceptó el


reto de escribirme un prólogo en menos de tres meses, el cual
reverencialmente convertimos en la presentación del libro, una vez
recibimos el prólogo original solicitado a Isabella. De todo se aprende y
de esto también aprendí: Lo que al principio no era certeza, se convirtió
en un maravilloso regalo y privilegio de poder contar con el deleite
infinito de que sean estas dos bellas almas quienes les abran las puertas
al recorrido de este libro.

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PRÓLOGO

Dice Gandhi que la no-violencia es solo para los valientes, el


cielo también. Solo los valientes lo conquistan. El cielo no es un lugar, es
un estado de consciencia, su esencia es el amor. Su tono emocional se
caracteriza por un estado de levedad, de gratitud y fluidez que podemos
llamar “felicidad duradera”.

Cristina es valiente a toda prueba, no se rinde, no abandona, no


se queja. Busca y busca, encuentra, y comprende que no es suficiente, y
se vuelve a hacer a la mar. Navega y descubre que lo que desea más que
nada en la vida, se ha de buscar dentro, y lo hace. Sin reservas. Quizás
mi frase favorita de este libro, (que más que un conjunto de
conocimientos y recomendaciones, es un testimonio auténtico de vida),
sea la que mejor refleja eso. Nos dice en las páginas finales “la sanación
se encuentra en medio de la ternura del dolor”, cuánta belleza. Cuando
en el dolor sentimos ternura nacen el verso, el poema, la poesía y el
poeta. La vida es poesía, la vida es la síntesis sorprendente de los
opuestos que se vuelven complementarios cuando se dan la mano en el
corazón. Solo en un estado de consciencia despierto puede el dolor ser
tierno, solo del otro lado de la huida, la coraza, la resistencia. Solo en la
entrega, la fluidez y la humildad de un ser que se ha desvestido, velo
tras velo, vestido tras vestido…

El cielo es para los valientes, requiere ir hacia adentro y


encontrar todo lo que nos separa de nuestro propio corazón ardiente.
Requiere mirarse en el espejo del mundo, perdonar, perdonarse,
aceptar, aceptarse, medirse con las dificultades y aprender que hay otra
forma de vencer que no requiere dureza, ni precisa que nadie pierda.
Requiere responsabilizarse por la propia vida, sin reservas. Requiere
rebelión y ofrenda. Rebelión como condición de liberarse de programas,
creencias, temores y ofensas. Ofrenda como pacto con la vida, como
ese darse del que se sabe regalo y nos completa.

Cristina se ofrenda, se entrega entera y verás, querido lector, que


pronto la sientes tu compañera, tu amiga, aquí, bien cerca. Cristina se
rebela y con su osadía nos permite cortar cadenas. Cristina es valiente a
toda prueba, más allá de todas las técnicas terapéuticas, al viajar de su
mano comprendemos que lo esencial en ella, es eso que tú tienes en tu
pecho: el ardiente deseo de ser, por fin, el que estás llamado a ser.

Caminar con ella, querido lector, será una forma en la que


encuentres tu propia voz, tus propios pasos y esa belleza indomable de
tu corazón único, que la vida espera. Caminemos esa senda, es la de la
felicidad duradera.

Ps. Isabella Di Carlo.


Palma de Mallorca,
24 de Diciembre, 2014

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PRESENTACIÓN

Conocí a Cristina hace dos años cuando la vida, por una acción
de causa-efecto, le hizo encontrarse con una persona, hoy amiga
común, en un curso de crecimiento a través del movimiento, que es la
esencia misma de la Danza de la Vida en la que ambas coincidieron…
Tras la empatía y buena sintonía entre ellas, se reconocieron en su
profundidad dos Seres, dos grandiosos templos, habitados en su interior
por sendas almas maduras en su Amor y su Saber, equilibrio que se
precisa para mantenerse en armonía, en el vuelo de la vida, como las
dos alas de una mariposa, que han de conocerse en sincronía la una con
la otra para desplazarse de Norte a Sur, de Este a Oeste, polinizando y
expandiendo la semilla de la propia vida.

Tras ofrecerse ambas un espacio de tiempo, en el que


compartieron juntas parte de su camino en esta existencia, tuve el
placer de conocer a la autora de este libro y reconocer en ella a una
“hermana de alma”… un ser que había “vivido” tantas veces, que se
sentía en ella la firmeza de su poder (que es Sabiduría) y de su fuerza
(que es Amor), en cada paso que realizaba.

Como alma impar de carácter conquistador, se percibe su


centro como semilla de libertad, investigadora en el saber y una fuerte
capacidad de poder para afrontar sus propias metas y objetivos por
difíciles que se le presenten, emanando al mismo tiempo una
característica de querer ser conquistada con un extenso halo de Amor
que reviste una seguridad cargada de la fuerza que le otorga la entrega
incondicional y generosa a todo lo que hace, propio del Amor
voluntarioso de la madre que todo lo da sin pedir nada a cambio;
ejemplo de vida que ha experimentado en sí misma y ha demostrado
con creces.

En su libro, nos adentra en esas profundidades de lo que ella ES,


en el coraje con el que afronta su vida y el ejercicio paciente y constante
en esta existencia, en la que ha forjado un alma atlética, con la que
salva y salta todos y cada uno de los retos que se pone en su día a día.
Nos sumerge en cada uno de los relatos y capítulos de tal manera que
nos olvidamos de quién es el autor y su propia biografía, para sentirnos
presos de esa magia en la que somos uno con la protagonista.

Un viaje al que nos lleva de turismo interno en la búsqueda y el


encuentro final de esa piedra preciosa, ese diamante que se encuentra
en la mina de nuestro corazón y del que salimos (como el Indiana Jones
al encuentro del Santo Grial) entusiasmados sabiendo que, aunque
comenzamos a caminar al principio de nuestras vidas aprendiendo a
caminar hacia atrás con mucha agilidad, hemos descubierto que no era
la forma más prudente de caminar; y con la fuerza del Amor y el poder
del saber, podemos reconducir nuestros pasos, llevándonos el regalo
del conocer quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Nos enseña con su detallado fluir por esta existencia que la salida de
cada uno se encuentra en nuestro propio interior desandando lo
andado, y agradeciendo a la vida lo vivido.

La “nueva Cristina”, que nos va presentando en cada uno de sus


capítulos, más lúcida, más consciente, más despierta, nos hace
sentirnos identificados con ella en cada uno de sus relatos, ya que bien
pudiéramos ser, cada uno de sus lectores, la nueva Luz Adriana, el
nuevo Guillermo, la nueva María dels Ángels, al lograr introducirnos en
la magia de sentirnos TODOS como UNO solo.

Gracias Cristina, por hacernos entrega de este valioso Santo


Grial que es tu libro.

Gracias Cristina, por esa manifestación de Amor y Saber, con tu


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paciencia y constancia demostrada, al pedirme su prólogo, habiendo
provocado involuntariamente en este proceso, alguno que otro ralentí
de tu respiración…

Gracias por haber pasado por mi vida, enriqueciéndola.

Gracias por permitirme profundizar contigo en el


descubrimiento de las tres voces que hay en mí, en ti y en el otro:

La Voz de la Razón (que todo lo quiere Tener).

La voz de la Voluntad (que todo lo quiere Saber).

La Voz de la Atención (que todo lo quiere Ser).

¡Mi más profundo agradecimiento!

María dels Ángels Hernández


Abogada conciliadora y terapeuta transpersonal
Barcelona, 2014
INTRODUCCIÓN

“La sanación de cualquier enfermedad se inicia resolviendo


y reparando las heridas emocionales”

La intención de este libro es contar mi historia, y mi deseo es


que los lectores decidan en qué área de sus vidas puede representar un
aporte para su crecimiento y transformación hacia la madurez de una
vida plena.

La inspiración que lo dicta viene de mis vivencias, experiencias y


creencias; la búsqueda de lo sagrado en lo cotidiano; mi constante
desafío de aceptar lo que ES. Mis incansables lecturas y estudios del
comportamiento humano, especialmente el mío. Mis aprendizajes como
madre, hija y mujer; mis encuentros con libros que me han buscado, y la
inagotable fuente de inspiración y motivación que brindan día a día los
participantes de los talleres, seminarios y diplomados que tengo el
privilegio de facilitar.

En las palabras de Brene Brown, en su libro Los dones de la


imperfección, este libro es una invitación a formar parte de una
revolución del corazón. Un movimiento que inicia cuando cada una de
nosotras afirma: “Mi historia importa porque yo importo”. Un
movimiento en el que podemos sacar a la calle nuestras vidas
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embarulladas, imperfectas, salvajes, con estrías, maravillosas,
desgarradoras, llenas de gracias y de alegría. Un movimiento impulsado
por la libertad que sentimos en cuanto dejamos de simular que todo
está bien cuando no lo está. Una llamada que brota de nuestras
entrañas. Brene es una mujer a quien valoro enormemente por su
coraje y fuerza en dedicar sus horas de trabajo a la investigación de las
emociones humanas, sus origines, tendencias y transformación.

La escritura del libro ha sido el montaje de memorias y vivencias


recopiladas a través de los años en que buscaba el encuentro con mi
propio ser y que hoy plasmo en forma de recorridos y encuentros.

Ha sido un libro vivo desde su inicio que delata su evolución


como consecuencia de mis hallazgos, crecimiento y transformación.
Muchos de los verbos fueron escritos inicialmente en tiempo presente,
y con la magia de la conciencia y el aprendizaje, lograron cambiar al
tiempo pasado.

Como lo expresa la periodista y escritora mexicana María


Antonieta Collins, “en la búsqueda de libros de autoayuda, te encuentras
con muchos, pero la mayoría son traducciones del inglés al español y
nunca un anglo genéticamente puede ser igual que nosotros los
hispanos”.

Permitan ustedes entonces, que este compartir forme parte de


una herencia viva para nuestra cultura hispana, dedicado a nuestros
orígenes, antepasados y los que están por venir. Mi deseo es compartir,
aportar y conectar con la mujer hispana de cualquier parte del mundo.

Hoy, un día de febrero del año 2014, después de una sesión con
una de mis coaches, me di cuenta de que era hora de terminarlo, parirlo
y entregarlo. Ya estaba listo, era hora de “wrap it up”, como ella
sabiamente pronunció. Gracias por acompañarme.

Sobre mí

Creo en el coraje, la autenticidad y la espontaneidad. Este libro


es un poco de cada uno de esos ingredientes que componen mi alma.
Un poco de lo que soy, de acuerdo con lo que he recorrido, lo que
quiero ser y lo que voy siendo en el camino, una ferviente aprendiz.

De niña imaginé muchas veces ser maestra y escritora. No sabía


ni cómo ni cuándo, ni tampoco sabía que los sueños de niña se podían
convertir en realidad. Los que me conocen de cerca me llaman
profesora en tono de juego, y otros, como estudiantes y participantes
de los talleres lo usan para dirigirse a mí. Parece que es la imagen que
más me describe. Yo, en cambio, no me considero una profesora, sino
una “transmisora de información y vivencias”, solo que ese título no se
lo puedo vender a ninguna empresa o universidad.

Mi experiencia después de ocho años de haberme iniciado


como facilitadora y coach en el fascinante mundo de los seminarios de
desarrollo del potencial humano, ha sido gratificante y una oportunidad
de crecimiento constante. Algo que descubrí después de algunos años
de iniciarme en esta profesión, fue que al final de cualquier taller, no
importa el tema del mismo, ni la hora en que termina, la mayoría de los
participantes quieren más. Me he venido preguntando con curiosidad,
¿más de qué? La respuesta que encontré es, más de ellos mismos, de su
propio ser.

Muchos tenemos una inmensa sed de nuestro propio ser; unos


estamos más atentos a nuestras propias necesidades y deseos y
actuamos en buscar caminos para encontrarnos. Otros seres
sencillamente van con el devenir sin invertir mucho tiempo o darse un
espacio para la autorreflexión y el encuentro con su ser interno.

Es mi deseo que cuando ustedes lean mis recorridos en las


próximas páginas, haya alguna frase, historia o pregunta que les haga
sentirse a sí mismos, identificarse con la humanidad que todos llevamos
dentro, y así juntos vayamos saciando cualquier sed que tengamos
pendiente.

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¿Para qué este libro?

Para seguir soltando, liberando y transformando. Para abrir


puertas y dar permiso a otros de entrar en los caminos inexplorados del
ser, en las noches oscuras del alma, como bien le llamó Juan de la Cruz,
y saber que todo es posible y que hay luz en cada paso del camino.

Para dar testimonio de que se puede dejar de ser víctima y


descubrir el amor interno y eterno que somos, y así poder crear vínculos
sanos, dando y recibiendo amor. Para compartir el poder del coraje, que
es lo que me impulsó a seguir adelante.

Para limpiar un pedacito de la herencia psíquica que me tocó y


dejar el camino algo más liviano y abierto para los que vienen detrás.
Para aliviar, tal vez, las cargas de muchas mujeres bravas, inconformes y
amargadas… como tantas veces me llamaron a mí.

Para recordarle a cada ser que todos tenemos luz propia y que
solo hay que reconocerla y aceptarla. Para devolver la posibilidad del
poder personal a los que se creen débiles.

I. ORÍGENES

El inicio de esta historia es mi niñez. No tengo muchísimos


detalles o recuerdos de mi infancia. Sé que hubo muchas vivencias
importantes, algunas que marcarían mi futuro para siempre. Utilizaré
este espacio para hablar de ese origen que es la raíz de mi hoy.

Contaré lo que recuerdo y que considero relevante de los


primeros años de mi vida. Nací en 1961 en la ciudad de Panamá. Mis
padres nacieron y vivieron en Panamá. En 1982 falleció mi madre, un
poquito antes de que yo cumpliera los 20 años.

La muerte de mi madre marcó mi vida en un antes y un


después. Mi mundo entero fue diferente desde entonces. No tenía
referencia para seguir adelante, ni la apertura para pedir ayuda, llorar o
gritar. Y menos preguntar nada a nadie. De esto me hice consciente
después de tantos años de recorrido; sin embargo, seguí adelante en
todo y me inventé la vida desde siempre. Tal vez “siempre” es desde mis
13 años.

Cuando saco la cuenta de los casi 20 años que tenía cuando mi


madre murió, menos los dos años que viví en Costa Rica y los tres
primeros años de bebé, siento que fue muy poco el tiempo que tuve
para gozar de su ser y rellenar mi alma de lo que fuera que ella podía
darme. Esa tristeza siento que no se supera jamás, aunque he aprendido
a vivir con ella.

Entre mis recuerdos de niña antes de la adolescencia, están los


juegos en la calle sin salida, tipo redondel donde vivíamos, como por
ejemplo “un, dos, tres, pan con queso”, y la “lata”. Recuerdo el calor y
sudor (que me embargaba) de correr y esconderme, los sonidos de los
grillos después de las seis de la tarde o siete de la noche; el redoblar de
la lata cayendo una vez lanzada, y hasta una regañada de mi mamá, una
noche, por haber gritado una palabra sucia, la cual hoy no recuerdo.
Esto me hace recordar que hubo mucha comunicación que saltaba del
silencio al grito. No era fácil o común el punto medio.

Desde mis primeros años de adolescencia, gran parte de mis


acompañantes fueron la música y los libros. Mi padre, callado e
introvertido, muy parecido a lo que era y es mi hermana. Mi madre era
mi amiga, con quien hablaba y compartía un poco más, o tal vez,
bastante más cuando el silencio se iba de paseo.

Veranos y viajes de infancia

Recuerdo algunos veranos en el barrio, las hojas secas en la


terraza de la entrada de mi casa, que emitían un sonido crocante al
pisarlas, además de la resonancia maravillosa del viento que hoy sé que
no es el viento el que suena, sino su roce en las ramas y hojas de los
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árboles. Algunas veces, parte de mis responsabilidades en los veranos
era barrer esas hojas y meterlas en grandes bolsas negras de plástico y
ponerlas fuera de la casa para que el carro de la basura se las llevara al
día siguiente.

En los veranos me reunía con los jóvenes del barrio y


paseábamos, hacíamos picnics en los lotes vacíos, vendíamos duros de
frutas, algunas veces fuimos a Taboga, hermosa isla a 45 minutos en
lancha de la ciudad. Uno de los vecinos tenía casa en la playa y alguna
vez también nos invitaron a mi hermana y a mí a pasar el fin de semana
con ellos.

En otros veranos, siendo aún niñas, tuvimos la oportunidad de


viajar Michelle y yo a algunos sitios. Michelle nació tres años antes que
yo. Entre los lugares visitados en esos viajes están Costa Rica, adonde
fuimos en bus a una excursión; Guayaquil, donde visitamos en dos
ocasiones a una de mis tías (la hermana de mi papá), que vivía en esa
ciudad con su numerosa familia. Allá íbamos a las playas de Salinas y
Playas, y la pasábamos muy lindo con una gran cantidad de primos y
tíos. Era una sensación de compañía diferente a la que había en mi casa.

También fuimos en una vacación de tres meses a Tucson,


Arizona, a visitar al Tío Chicho, tío de mi mamá, experiencia matizada
por altas y bajas con su toque de incomodidad, ya que su esposa era
medio neurótica y cuando se ponía brava no era muy simpática. En
algún momento nos celó con mi tío, y no fue muy divertida la estadía.
En otra ocasión por error y descuido apagué la luz que conectaba el
freezer de afuera y del miedo que sentí al oír sus gritos me metí dentro
del clóset. Mi hermana hizo lo posible a su manera de protegerme o
excusarme. Éramos niñas y por lo mismo no podíamos cambiar los
planes de regresar antes, por lo cual nos tocó quedarnos los tres meses.

Estos viajes, entre mis siete y trece años, fueron con mi


hermana Michelle. Sin embargo, a Nueva York fuimos a pasear una
semana con mi papá. El único viaje familiar en el que recuerdo que
estábamos los cuatro, fue a Boquete, ese bello lugar de la provincia de
Chiriquí; fuimos en el viejo Opel azul de mi papá, que se recalentó a
medio camino; tengo fresca en mi mente la imagen del capó abierto y el
radiador echando humo. Esto puede haber sido cuando yo tenía seis,
siete u ocho años. Fue un lindo viaje, pese a que este lugar es
particularmente frio, eso añadía un toque de aventura, rareza y unidad.
No hubo más viajes de ese tipo.

Otro recuerdo es un viaje de una semana sin mi familia; fue a un


campamento de verano de las muchachas guías en Penonomé, a dos
horas de Panamá. De alguna manera sé que me divertí, compartí y
conviví, porque tengo muy buenos recuerdos, pero a la vez se instalaron
en mi memoria los recuerdos muy marcados de esa sensación de estar
sola adentro de mí y no entender cómo eran las otras chicas ni cómo
relacionarme con ellas.

Las otras actividades con mis padres eran más bien sociales
como de fiestas y algunas veces largas parrandas. De esas experiencias
hay recuerdos buenos, alegres y otros tristes e incomprensibles.

Cuando revisé lo escrito sobre este periodo de mi vida, por


primera vez, me di cuenta de que una cosa es cómo la viví en ese
momento y otra es cómo la interpreté. Es claro que en el momento que
iba viviendo las experiencias, por lo general no tenía conciencia o idea
de lo que estaba pasando; sin embargo, sí lo sentía en mi cuerpo y en el
silencio de mis emociones.

Exclusión y años de escuela

Recuerdo que mis años de escuela más bien eran solitarios, sin
mayor contenido de vivencias de una niña satisfecha. No tuve la amiga
del alma hasta que crecí. Las pude cultivar cuando pude saber lo que
sentía y atreverme a ser quién era en ese momento.

Están los recuerdos de estudio con varias compañeras y también


de reuniones para hacer trabajos en grupo y todo eso lo sobreviví, pero
la sensación de ahogo y soledad dentro de mí siempre persistía. Otra
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sensación a la cual hoy le puedo poner nombre es la de sentirme
inadecuada. No me sentía segura ni para actuar ni para hablar.

Era callada y vivía en mi propio silencio interpretando el mundo,


las personas y los eventos a mi alrededor, de acuerdo al mundo interno
comprimido en que vivía, basado en mis experiencias.

Hoy comprendo que esa distracción u ostracismo no me


permitía atender al cien por ciento las clases en la escuela ni
comprender la bendita álgebra de la profesora Erazo. Estaba pero no
estaba. Hoy puedo utilizar la palabra absorta, estaba absorta en un
espacio dentro de mi mente.

Un recuerdo claro de exclusión fue el día que “la Erazo” decidió


organizar la clase por filas, poniendo a las mejores en las filas de un lado
y las peores en las filas del otro. ¿Objetivo? Nunca lo supe y no se me
hubiera ocurrido abrir la boca para cuestionar el asunto en aquel
momento. Hoy le diría tantas cosas pero ni siquiera sé si aún vive. Viví
como muchos niños y niñas la insensibilidad de ser excluida por otros
supuestamente más “rareza, conocidos o populares” o por los propios
maestros supuestos a tener un grado de conciencia, educación y sentido
común en el rol que desempeñaban.

De estas historias de exclusión en la niñez y adolescencia existen


varias. Una que viene a la mente es la típica fiesta de fin de semana que
planeaba alguna chica de la clase, más específicamente un pijama party
donde todas se quedan a dormir y simplemente no me incluían porque
no era parte de ese grupo.

Los primeros silencios

Durante mi infancia y adolescencia era más bien una


espectadora que no se daba cuenta o que más bien desde su mundo
interno y silencioso, observaba y comparaba. Vivía totalmente dentro
de mí, tenía temores, miedos a abrirme con otros y ser normal como
cualquier otra niña. Repito, no sabía lo que era normal pero sí sentía
que yo no lo era.
Mi niñez fue privada y vivida en mi fuero interno la mayor parte
del tiempo. En esos tiempos no me daba cuenta de que comparaba, y lo
que intentaba hacer era buscarle sentido a mi existencia y ubicarla en
algún sitio donde pudiera pertenecer o caber. No encontraba a nadie
parecido a mí. Llegar a saber o sentir lo que era “pertenecer” no fue
fácil, me tomó muchos años de intensos recorridos lograrlo y vivirlo.

El enero del año cuando cumplía los 14 años, mi madre me


envió a terminar mis estudios de secundaria en Costa Rica. La razón
nunca la supe, obviamente mi silencio tampoco lo preguntó. Hoy me
asombro de todo lo que no preguntaba, tal vez por eso ahora cuestiono
casi todo. Por años he repetido una historia de la razón por la cual mi
mamá me envió tan joven a otro país, de la cual yo misma me convencí,
y es que ella, mi madre, presentía su muerte temprana y de alguna
forma me preparaba para ser independiente.

Hoy me pregunto si esa razón me la inventé para excusar tan


absurda decisión, de enviar a una niña de 14 años fuera del hogar en
plena formación cuando más necesita del apoyo y aporte de su entorno
familiar. Hoy en día nos explican los neuro científicos que el cerebro del
adolescente termina de formarse como tal, cerca de los 23 años, o sea
salí de mi casa 10 años antes de que iniciara y terminara mi
adolescencia. Nada que agregar al respecto, fue lo que fue. Cuando de
adulta le he preguntado a mi padre sobre esa decisión, él ha respondido
un simple “no sé”, atribuyendo esa decisión a mi madre, que ya no está.

Sea o no esta la razón, mi madre lo logró porque no me quedó


otra que hacerme cargo de mí misma y madurar de alguna manera,
aunque no incluyera una madurez integral (afectiva, emocional y social),
la cual hoy en día sabemos que determinan la evolución completa del
ser humano desde el útero hasta la madurez. Diríamos que la mía fue
una madurez biológica y de supervivencia.

Adolescencia en Costa Rica

24
Mi vida en Costa Rica siguió siendo como la de Panamá, algo
vacía y solitaria, con un constante signo de interrogación que era el
estado de ánimo que me habitaba. Sin embargo, la calidad humana de
las chicas de la escuela era más cálida, suave y sincera que en mi país y
por alguna razón me era más fácil conectar con ellas, tal vez porque no
excluían tan fácilmente y porque tenían otros valores.

Las chicas en Costa Rica eran diferentes: tenían mucho amor por
la naturaleza y les gustaba hacer paseos al campo; eran religiosas o
espirituales. Para los efectos, yo más bien observaba porque no era ni
una ni la otra en esos tiempos. Algunas de ellas querían ser monjas, eso
era muy normal allá en esos tiempos. Eran intensas, eran reales, me
identificaba algo con ellas a pesar de que yo no tenía ningún interés en
hacerme monja.

Tuve lindas amigas y hoy sé que algunas fueron del alma y para
siempre, como lo es Antonieta y su bella e impecable madre, América,
que también cumplía el 5 de octubre. Nos dejó hace menos de un año
con una sonrisa en su rostro.

¿Y si la realidad fuera que el dolor y


la tristeza son una realidad?
¿Y si aprendiéramos de una vez que la tristeza tiene una
belleza infinita en sí misma y no tenemos por qué
avergonzarnos de ella, ni negarla, ni huir?
¿Y si nos atrevemos a ver la tristeza como una parte más de
la vida y aceptamos simplemente sentirla,
respirarla, aprender de ella?

La tristeza nos da profundidad,


nos hace empáticos, nos conecta con otros.
La tristeza nos hace sensibles y nuestra sensibilidad es la
medida de nuestra humanidad. Quien ha vivido su tristeza
no puede no ser solidario con los que sufren, no puede ser
indiferente con lo injusto; no puede ser frívolo.
Isabella Di Carlo

II. LOS PRIMEROS ENCUENTROS Y LOS PRIMEROS CURSOS

Autores y libros

Con la intención de “pertenecer” y sentir que existía, inicié mis


búsquedas desde los 13 años con libros como Ilusiones de Richard Bach.
No sabía que de alguna manera ya sentía mi espíritu y me encantaba
encontrar las palabras tan sanadoras y permisivas que esos libros me
mostraban, como por ejemplo “siempre gozarás de libertad para
cambiar de idea y elegir otro futuro, otro pasado”. Leer eso me daba
libertad. Poder cambiar de opinión acerca de lo que me decía: no tiene
que ser así. Puede ser de otro modo.

“Tu única obligación en cualquier periodo vital consiste en ser fiel


a ti mismo. Ser fiel a otro ser o a otra cosa no solo es imposible, sino
también que es el estigma del falso mesías”. Esas frases eran bálsamo
para mi alma. Era una de las primeras verdades que daban sentido a mi
vida. Me daba libertad, me enseñaba algo real, me daba espacio
adentro de la prisión que ya tenía. Aún conservo mi copia original de
Ilusiones, con cobertura azul, puntas ya gastadas y páginas, hoy,
26
amarillentas.

Vinieron muchos otros libros después de ese, y esos nunca


dejaron de ser parte de mi vida y de mi alma. Mi compañía y familia en
gran sentido fueron la música y los libros. Me agarraba de lo que el
ambiente me ofrecía y con ello encontré pedazos de verdad y
resonancia en los cantautores de algunos de los discos que mis padres
escuchaban los fines de semana. Los escuchaba una y otra vez
convirtiéndose en mis acompañantes en largos periodos de mi
juventud.

Facundo Cabral, cantautor argentino, peregrino de la experiencia


y de la verdad me enseñaba cosas con la simpleza y profundidad de sus
palabras. Podía sentir lo que decía, me hacía creer lo que pregonaba.
Aún me deleito con sus relatos. Algo que aprendí y con lo cual comencé
a identificarme en mi vida adulta es que “la vida es el arte de los
encuentros” y parte de lo que hago hoy como profesión y vocación, sale
de eso que para mí es un principio, el encuentro con el otro. Este ser
maravilloso de sabiduría nos dejó en el año 2012.

De Silvio Rodríguez, cantautor cubano, muchas cosas rondaron y


tuvieron sentido: El unicornio y la pérdida de ese algo que no sabía lo
que era pero lo sentía; La masa, que me daba la sensación de los
sentimientos revueltos no expresados, no comprendidos sino revueltos
en un amasijo de mil cosas; El hijo, el árbol y el libro, que para mí
representaba tres privilegios que podía tener cualquier ser humano por
su paso en el planeta: parir un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.

El árbol, la naturaleza como máxima expresión de la existencia


de Dios; el libro que algún día escribiría donde hoy me vierto entera; y
por último, el hijo, mi hija, esa que fue criatura en su momento, que
tuve el privilegio de traer a la existencia, quien me ha enseñado y me
sigue enseñando, que me ha dado la oportunidad de conocerme y
expandir mi ser, de SER otro ser que no era.

Conocí al maestro Wayne Dyer, que fue uno de mis primeros


guías. Gracias a sus libros y audios pude nutrirme de mucha sabiduría y
nuevas posibilidades de pensamiento. Pude leer y escuchar en mi
trayectoria de ida al trabajo en el auto, muchos de sus libros, El cielo es
el límite, Lo verás cuando lo creas, Lo que verdaderamente quieres para
tus hijos, y muchos otros.

La distinción del “hubiera” la aprendí de él. Hablamos


comúnmente utilizando la palabra “hubiera” la cual se refiere a un
pasado que no existió, que no ocurrió, que suponemos que podemos
interferir en él. Simplemente no lo vivimos. El “hubiera” nada tiene que
ver con el presente tampoco. Lo usamos como si pudiésemos cambiar el
pasado o entrar en un hacia atrás, sin darnos cuenta de que ya pasó y
es ahora el único momento para actuar.

“Si nos hubiera llamado antes, le hubiéramos traído el gas hoy”


(¿?), contaba Dyer en su audio libro. ¿En qué planeta se puede llamar
antes de lo que estoy llamando ahora? ¿Cómo se hace el pedido del gas
en el “hubiera”? Todo un mundo de posibilidades se comenzaba a
agrandar, especialmente mi mundo interno se expandía cada vez más:
iba sintiendo que había más de lo que yo había vivido. A Dyer tuve el
privilegio de verlo en persona en varias ocasiones cuando vivía en
Florida.

Se acercaron los libros de Deepack Chopra, y con ellos la


experiencia de haber ido a una de sus presentaciones en el Broward
Center for the Perfoming Arts en Fort Lauderdale. Me encontré con Los
cuatro acuerdos y la presentación de Don Miguel Ruiz en West Palm
Beach. Con Marianne Williamson a través de su libro A Return to Love.
Pude estar presente en una de sus conferencias en los años noventa y
en esos tiempos Marianne era dinamita y hablaba con una rapidez poco
común para un orador. Su pasión y coraje se transmitía ferozmente en
sus presentaciones. Con el tiempo se suavizó y hoy es otra voz la que
sale.

De los libros estoy agradecida porque supe que Dios me hablaba


28
a través de sus autores y me iba dirigiendo el camino de esa forma
autodidacta que yo había escogido o que me había escogido a mí.

Uno de los primeros cursos de los que participé, fue el de Silva


Mind Control. Cerrar los ojos e ir para adentro: bueno, eso lo había
hecho casi toda mi vida. Esta vez me daba cuenta de que se pagaba para
aprender a hacerlo. Lo que no había notado era que mis pensamientos
no paraban y que no significaba que todo lo que pensaba era verdad.
Estas prácticas que fueron muy breves me ayudaron a descansar algo la
mente.

Comencé a ir a clases de yoga, algo que disfrutaba muchísimo,


incluyendo la suavidad y liviandad del instructor. Me di cuenta de que la
vida me había dotado de un cuerpo privilegiado por mi innata
flexibilidad. Eso me daba el sentido de ser buena para algo que no era lo
común en mi repertorio de experiencias y escasos recursos internos.

En la misma época visité a una psíquica en Coral Gables, Florida,


que había trabajado con el Departamento de Inteligencia de los Estados
Unidos, y me dijo que mi cuerpo abarcaba la energía de tres personas:
de todo lo que me dijo casi por 45 minutos, eso es lo único que
recuerdo. Al menos era una buena noticia. Un indicio del coraje y la
fuerza que llevaba dentro.

Pasé por los seminarios Insight con tres días de duración, donde
a través de las dinámicas y conversaciones nos llevaban hacia adentro a
sacar, buscar lo pendiente y a usar el grupo como punto de apoyo para
soltar, perdonar y sanar cosas del pasado que nos estuvieran
obstaculizando a vivir nuestro potencial.

Lo que recuerdo de esta experiencia era que lloraba


constantemente durante los tres días de curso. Todo me hacía llorar, lo
que decían, la música, los compartires de otros. Algo se abría y se vertía
hacia fuera a través de las lágrimas. Como que comenzaba a limpiar algo
de adentro. Al final de las sesiones, algunas personas se acercaban a
felicitarme y no entendía el porqué. Me contaban que ellos tenían que
pagar a un psiquiatra en terapia para poder llorar, pagar para aprender
a llorar. Pues qué buena noticia que eso estaba a mi favor: también
sabía llorar y me era muy fácil hacerlo… y aún lo es. Llorar es algo que sé
hacer muy bien y lo hago desde niña, razón por la que me decían “La
llorona”, lo que escuchaba todo el tiempo un poco en tono gracioso y
otro en tono de crítica. Cuando me hice adulta me cuestioné por qué
nadie me preguntaba por qué lloraba. Nunca lo supe. Ni nunca lo
pregunté.

Participé en varios seminarios TLC —Tender Loving Care—. De


este en particular recuerdo una historia que parece chistosa y cruel a la
vez. Resulta que la capacitadora explicaba cómo ella no se había “dado
cuenta” durante muchas fiestas de Navidad, que las sobras de puerco y
demás carnes, luego de varios días, cuando los humanos ya no las
podían comer, lo normal era dárselas a sus perros. No se había “dado
cuenta” de que esas carnes podrían causar en los perros lo mismo que
en los humanos. Entonces, un día, no recuerdo la propia historia de
cómo se dio cuenta, se sintió estúpida al haber hecho esto durante
tantos años. Es sorprendente cuan simple y casi invisible es la línea sutil
entre el saber y no saber, entre el “darse cuenta” y el “no darse cuenta”
de nuestras acciones o no acciones. Estos “darse cuenta” tienen entre sí
un instante de distancia o una eternidad.

Un ejemplo que viene a la mente de un “darme cuenta”, o de


traer algo a la conciencia, lo viví cuando residía en un complejo de
apartamentos durante casi siete años y caminaba hasta la esquina para
echar las cartas y pagos de cuentas con su sello de correo, porque no
me había “dado cuenta” de que en mi propio buzón, donde recogía el
correo, ¡había una rendija para depositarlas! Dos semanas antes de
mudarnos de esa dirección fue que lo noté.

Desde entonces, uno de mis pedidos a la divinidad es que me


enseñe a ver lo que no puedo ver en todas las áreas de mi vida; sin
embargo, creo que el diseño no es así. Parece que no se puede ver todo
al mismo tiempo, que es poco a poco. La toma de conciencia no es un
30
botón que se aprieta y en un segundo se abren las compuertas y surge
toda la claridad. No tendría sentido entonces la vida si fuera todo tan
automático. Creo que a la providencia le gusta algo el drama, la
curiosidad y la incertidumbre.

III. OTROS ENCUENTROS

Ernest Holmes y la Ciencia de la Mente (Science of Mind)

Conocí la obra de Ernest Holmes, Ciencia de la Mente cuando


asistía a una iglesia con el nombre de Church of Religious Science (no es
Cienciología) donde todos los principios que predicaban eran basados
en la obra del señor Holmes, la cual por primera vez me demostró cuan
real era aquello de que la mente podía crear y manifestar lo que
quisiéramos.

Para mí, la mejor forma de describir sus enseñanzas o filosofía


es la combinación de espiritualidad con psicología positiva y metafísica.
Impartían seminarios sobre sus enseñanzas, y tuve la oportunidad de
participar en los dos primeros niveles. Aprendí a hacer “mind
treatments” (tratamientos mentales), que eran fórmulas de
manifestación en forma de oración muy sencillas e incluían cinco pasos
de decretos en tiempo presente en forma de afirmaciones. Se iniciaba
reconociendo que éramos (somos) parte de una gran sabiduría-dios-
gran mente, y que todo venía de allí incluyendo nuestra existencia,
exponíamos lo que deseábamos o necesitábamos y lo entregábamos a
esa gran mente, la mente de Dios y el cierre era el agradecimiento
también en tiempo presente por habernos concedido lo pedido. Era tan
sencillo y simple que no comprendía cómo no nos enseñaban esto en la
escuela. Sigo sin comprenderlo.

Hace unas semanas, arreglando un clóset encontré mis viejos


apuntes de clases, incluso copia de mis prácticas y exámenes. Comencé
a leer y me percaté una vez más de la ingeniosa y simple manera de
orar, pedir y manifestar que este método ofrecía. Reflexioné y me di
cuenta del importante y valioso conocimiento y práctica que había
quedado relegado en mi inventario de recorridos por la continua
búsqueda de “esa cosa” que no parecía encontrar.

Un Curso de Milagros

Mi experiencia con este manuscrito fue inicialmente en un grupo


de estudio que se reunía en un espacio disponible de la iglesia de
Religious Science, una vez a la semana con Regina, una mujer sabia y
amorosa que dedicaba parte de su vida a este estudio.

Allí conocí a magníficos seres humanos que luego pasaron a ser


amigos. El libro Un Curso de Milagros lo recibí como regalo de
cumpleaños en el año 1991, de mi gran amigo Rene con la siguiente
dedicatoria: “Cris, I hope you find all the “miracles” you are looking for. I
hope this book wisdom helps you do it. With love, Rene” (Espero
encuentres todos los milagros que estás buscando. Espero que la
sabiduría de este libro te ayude. Con amor, René).

De hecho algo de eso pasó. Pude ver cosas de otra manera y eso
ya era un milagro para mí. No entraré en detalles del origen de este
manuscrito invitándote a ti, lector, a que hagas tu propia investigación si
así lo deseas. (Puedes hacer una búsqueda en Google bajo “origen de un
curso de milagros”).

Mi forma de describirlo: la voz de Jesús enviando mensajes justos


y necesarios para los de esta época, siglos XX y XXI invitando a que
cambiemos nuestra percepción del mundo, la vida, los eventos y las
personas, para así poder comenzar a ver y experimentar milagros.

Escuchar una y otra vez que todo podía ser un milagro y que los
milagros estaban en cada esquina fue suficiente para abrir más puertas
de mis ojos y oídos. Una de las enseñanzas que integré con tanta
claridad y aceptación fue que solo podemos escuchar dos voces, la del
espíritu o la del ego. Wow!, no hay más. Tan simple como eso. O
estamos parados en la conciencia, la voz del espíritu o estamos parados
32
en la inconsciencia, la voz del ego.

Para el curso, los milagros son expresiones de amor, todo lo que


procede del amor. La oración es el vehículo de los milagros y curan
porque transcienden el cuerpo. Los milagros son afirmaciones de
renacimiento y cancelan el pasado en el presente y así liberan el futuro.
Los milagros reconocen el espíritu, ajustan los niveles de percepción y
los muestran en su debido lugar situando al espíritu santo en el centro,
cita el libro.

Un Curso de Milagros es una obra que ha dado origen a muchos


manuscritos de diversos autores que se han beneficiado de sus
enseñanzas, como por ejemplo Marianne Williamson en su libro
Regreso al Amor (A Return to Love), inspirado en sus propias
experiencias con el estudio del mismo.

El libro tiene 365 lecciones para reprogramar la forma en que


vemos el mundo material, reconocer que a todo se le ha dado un
significado específico y que no necesariamente todo es lo que parece.
La función del ego es claramente presentada y me ha hecho reflexionar
en muchas ocasiones sobre quién está dictando mis acciones, si el
espíritu o el ego. Si me recuerdo, o cuando lo recuerdo, es una fórmula
rápida para tomar decisiones y limpiar telarañas mentales.

Todo es una práctica y solo con la práctica se alcanza la maestría.


Esta obra no tiene pasado ni futuro y es para toda la vida en cualquier
momento que se necesite. Abrir el libro en cualquier página parece
darnos la respuesta de lo que estemos viviendo en ese momento, ese
mismo día. Hay muchas personas en el mundo que se han beneficiado
de este estudio, quienes han podido verdaderamente alcanzar un
cambio de percepción de sus vidas y del mundo.

Una de las invitaciones de su estudio es hacer un cambio de


percepción de lo que tenemos delante. Nos invita a ver a Jesús como un
hermano, algo que transciende cualquier noción que yo haya podido
captar de mis débiles escasos estudios de la Biblia. Sentirme hermana
de Jesús es verdaderamente reconfortante, y más sentirme su aliada en
una obra en conjunto donde logramos la liberación del miedo a través
del amor del padre. Es realmente hermoso leer las palabras de esta obra
dictadas por Jesús para estos tiempos.

Abrir la mente y escuchar sobre el amor sin conflicto, la relación


santa, el error y el ego, todos temas profundos que invitan a la reflexión
y al cambio de percepción. Una de las lecciones o tal vez la única que
aprendí de memoria, es la número cinco que dice “Nunca estás enojada
por las razones que crees” Wow! O sea, siempre hay algo atrás, ¿otra
emoción tal vez? ¿Algo que se dispara para resolver algo pendiente? La
emoción del enojo no es entonces una emoción primaria, sino
secundaria. Hay otra atrás que es la raíz, la que hay que atender. Tal vez
la ira o la rabia, que vienen de una tristeza acumulada.

Otra de las enseñanzas que me hicieron clic fue la de la página 69


donde el subtítulo dice: “Esto no tiene por qué ser así”: “…Cuando tu
estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así
siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene
por qué ser así. Examina honestamente qué es lo que has pensado que
Dios no habría pensado, y que no has pensado que Dios habría querido
que pensases”. Una reflexión para el día a día simplemente poderosa.
Tal vez la única que necesitamos si la recordáramos todos los días.

Con relación a la percepción, el curso nos dice que la percepción


“es una función del cuerpo, una limitación de la conciencia. Oye y ve a
través de los sentidos”. Sin embargo, vivimos un mundo donde
constantemente juzgamos y somos juzgados por las percepciones, como
si fueran la última verdad. Entonces los sentidos están para cumplir su
función, pero no para tener la última palabra de lo que es verdadero o
falso, ya que tienen sus propias limitaciones.

Reflexiones preferidas:

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 “Solo hay un error: la idea de que es posible perder y de que
alguien puede ganar como resultado de ello”.
 “Hazle sitio a la paz y esta vendrá. Pues el entendimiento se
encuentra en ti, y la paz procede inevitablemente de él”.
 “Hazle sitio a él y te encontrarás tan lleno de poder que nada
podrá prevalecer contra tu paz”.
 “Cada pensamiento que tienes contribuye a la verdad o a la
ilusión: o bien extiende la verdad o bien multiplica las ilusiones.
Acarrea paz o guerra, amor o miedo, no hay pensamientos
neutros”.
 “Cada relación representa una oportunidad de sanar nuestras
percepciones y de corregir nuestros errores. Oportunidad de
perdonarnos y perdonar a otros”.
Distorsiones de la mente, a lo que yo llamo falsas creencias:

1. Que tu mente puede cambiar lo que Dios creó.


2. Que lo que es perfecto puede volverse imperfeto o deficiente.
3. Que puedes distorsionar las creaciones de Dios incluyéndote a
ti.
4. Que puedes ser tu propio creador y que estás a cargo de la
dirección de tu propia creación.

Recuerda, dos voces: la del espíritu que es casi la voz de Dios, y la


de tu ego que es el responsable de los miedos, el que nos mantiene
enfocados en el mundo externo y el que no quiere que escuchemos la
voz de Dios para poder continuar manteniéndonos distraídos en el
mundo de la ilusión.

Es realmente una joya tener Un Curso de Milagros en tu mesita


de noche o en algún lado de tu casa. Siempre te brindará alivio y
esperanza. El texto inicia así: “Nada real puede ser amenazado. Nada
irreal existe. En esto radica la paz de Dios”.
Pensamientos para llevar

 ¿A quién quiero escuchar, a la voz de mi ego o a la de mi


espíritu?
 ¿A quién he estado escuchando y qué resultados he tenido?
 ¿En qué momentos me olvido de la voz de mi espíritu?
 ¿Con quiénes me relaciono que me acercan a la voz de mi
espíritu?
 ¿Con quiénes me relaciono que me acercan a la voz del ego?

Un encuentro revelador, Louis Hay

El libro de Louise Hay, Tu puedes sanar tu vida, impactó a


muchos seres humanos en la década de los ochenta y los noventa, sobre
todo por el apoyo que Louise misma le dio a los pacientes de SIDA con
sus enseñanzas en esa época.

Compré el libro y fue fascinante leer su historia y conocer cómo


había sido su proceso de recuperación y los recorridos que ella tuvo.
Louise ha sido una gran promotora del uso de las afirmaciones y de
hecho, mucho de su trabajo intenta enseñar a las personas a cambiar el
pensamiento negativo a través de afirmaciones positivas.

Me llamó la atención que ella asistía en Los Ángeles, a la misma


iglesia que yo asistía en Miami, Church of Religious Science y me
identifiqué con mucho de lo que expresaba. Tal vez fue la primera vez
que comencé la práctica del uso de afirmaciones en mi vida. No tenía
nada que perder. Aún recuerdo las que hacía, repitiéndolas con
constancia por mucho tiempo: “I love and approve of myself” (yo me
amo y me apruebo a mí misma). Sé que tiene que haberse dado una
reprogramación en mis circuitos cerebrales, porque con el tiempo me
sentía más segura de mí misma y mi valor propio había aumentado.

Me dediqué a hacer todos los ejercicios de su libro práctico de


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trabajo que nos lleva a encontrar las creencias que tenemos en las
diferentes dimensiones de la vida, en las cuales basamos nuestros
comportamientos, dando como resultado la vida que llevamos. Este
trabajo fue mi primer encuentro con las creencias y la importancia de
revisar las propias, heredadas, programadas y rara vez elegidas por uno
mismo. Pude ir revisando capítulo a capítulo las creencias que regían mi
vida en las diferentes áreas: dinero, relaciones, familia, trabajo,
profesión, amor, sexo, hombres, mujeres, y tal vez otra que no recuerde
ahora. Fue revelador darme cuenta de la creencia que yo tenía en esos
tiempos sobre los hombres en general. Leer lo que había escrito me
abrió los ojos para limpiar y transformar lo que tenía hasta ese
momento en contra de los hombres y no me había dado cuenta.

En resumen, para compartir ese hallazgo, los veía como menos,


como niños inmaduros incapaces de comprometerse y actuar con
madurez. Cualquier mujer que piense como yo pensaba o peor, no se
puede quejar de no tener pareja, o de atraer parejas inmaduras
incapaces de comprometerse. Me tocó trabajar en mi creencia y pude
reconocer con el tiempo que la calidad de las personas que atraía en mi
vida había cambiado. Mi creencia había cambiado. Lo que manifestaba
también se había transformado.

Esto hay que practicarlo para realmente poder vivir la diferencia


entre tener una creencia limitante y otra potenciadora. Cuando escucho
a las personas hablar, me doy cuenta de que muchas no ponen atención
a lo que dicen ni piensan y no creen que tengan impacto en lo que
manifiestan en su vida. Está en mi experiencia, es una ecuación que no
falla. Detrás de los resultados de algo en la vida, siempre hay una
creencia que sustenta ese resultado.

Depende del grado de confianza que tenga con las personas,


hago o no un comentario para la reflexión sobre lo que verbalizan,
porque no son todas las personas que quieren retroalimentación y he
aprendido a escuchar sin ser “profesora”, y a no dar consejos no
solicitados.
Debido a mi experiencia en la transformación personal de
creencias, me cuido de lo que manifiesto con mi palabra, y cuando me
comienzo a quejar de algo constantemente sé que tengo un trabajo que
hacer conmigo misma. No hay de otra. Todo es de adentro para afuera.

Saber que Louise Hay vivió lo que vivió, no solo me hizo


identificarme con ella en muchos aspectos sino que me dio fe y
esperanza en saber que se podía salir de la angustia e iniciar un camino
hacia la paz. Recomiendo sus enseñanzas como paso básico para
cualquiera que desea adentrarse en su mundo interno y reflexivo.

Un encuentro espiritual, Unity Church

En una época, mi hermana, sus hijos, mi hija y yo, participamos


de los servicios cristianos de la iglesia de Unity en el sur de la Florida.
Para los que conocen la Palabra Diaria, Unity es quien la pública.

En Unity vi como todo el lenguaje, las prédicas y mensajes en


general eran en positivo. Se promovía la apertura y confianza hacia Dios
y la vida, a la oración pidiendo en afirmativo como si ya fuera realidad.
Podría decir que tenía también un elemento de metafísica. No habían
miedos ni temores ni amenazas ni pecados ni faltas ni nada que me
hiciera sentir incómoda, asustada o pecadora. No había santos ni
vírgenes. El dios era misericordioso y no andaba buscando faltas. “You
are standing in holly ground” (Tú estás parado en tierra santa), afirmaba
Charlene, nuestra pastora. Qué miedo me iba a dar saber que estaba
parada en tierra santa, verdaderamente me lo creía, ¿por qué no podía
ser así? ¡Todo era posible! La energía y ambiente eran acogedores y me
hacían sentir realmente en casa, en una comunidad. Mi hija tuvo la
oportunidad de participar en algunos de sus retiros para jóvenes en los
veranos y fue realmente conmovedor ver los resultados de esos
encuentros.

Con mis sobrinos, aún recordamos lo que Charlene jocosa nos


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decía constantemente, hasta llegar a convencernos con su insistencia y
fuerza, “con Dios TODAS las cosas son posibles”. Ella con su gracia única
hacía una pausa y nos preguntaba: “¿Algunas cosas?”, y todos
respondíamos, “¡TODAS las cosas!”.

Sabía que no estaba sola, que allí se podía encontrar mentes


con deseos y metas parecidas, paz, tranquilidad y algún oído que
escuchara cuando era necesario.

Hasta el día de hoy, uso la línea de apoyo y oración que está


abierta 24 horas al día, desde finales de la década de 1890 (siglo IXX),
donde un equipo de voluntarios hace vigilia en una torrecita en sus
instalaciones en St. Luis, Missouri; allí nunca se apaga la luz y rezan por
ti y tus seres queridos por un periodo de 30 días. Lo he utilizado en
muchas ocasiones. Busca en Google “Silent Unity” o la “Palabra Diaria”,
y allí encontrarás la información para escribirles por email y llamarles
directamente, o llamarlos al 1-800-669-7729 (larga distancia).

Un encuentro profesional, Irene Muñoz

Mi encuentro con Irene Muñoz, directora de Mercadeo y


Comunicaciones para el Miami Dade College en Florida, marcó un hito
en mi vida como mujer y como profesional, directamente hacia el
fortalecimiento de mi autoestima y autovalía. Irene fue la primera mujer
que en la vida me valoró profesionalmente, con una integridad y
naturalidad que yo no conocía hasta ese momento. De muchas
maneras, me dejó entender que yo era valiosa, que era una profesional,
que traía al equipo lo que cualquier director pudiera desear de un
colaborador, y eso era perseverancia, fuerza, coraje y dinamismo.

Irene continuó contratándome para proyectos hasta que un día


me tocó aceptar un trabajo en Florida International University —FIU—
que no pude rechazar. En esa circunstancia, ella aceptó que yo le
ayudara sin tener que estar presente a trabajar en unos proyectos, lo
cual hice por un tiempo hasta que el momento de no poder continuar se
manifestó claramente.
Hasta el día de hoy mantengo una cordial y afectuosa
comunicación por email y por teléfono con esta maravillosa mujer. Ella
aún no sabe cuánto impacto tuvo en mi vida. Ojalá todas las jóvenes del
mundo pudieran tener una Irene en los inicios de su profesión. Irene
está en mi lista de “Recursos profesionales”, para cualquier consulta en
la cual sé que me puede guiar y aportar.

Un encuentro místico, Tulku Rimpoche

Mi encuentro y compartir con el monje tibetano Tulku


Rimpoche, fue a raíz de la invitación que se le hizo para que diera la
invocación a las ceremonias de graduación, a fines de los años noventa,
en la Florida International University —FIU—, sección del evento que
tenía a mi cargo ese año. Tulku era joven, inocente y amoroso como
sólo ellos, los tibetanos, pueden ser. Me llamaba “sister” y yo
verdaderamente lo sentía como tal. Lo fueron conociendo varios en la
comunidad y logramos hacer un grupito, nos reuníamos a escucharlo y a
aprender algunas meditaciones y mantras.

Nos enseñó a meditar con la atención y enfoque de la mente y


ojos cerrados, íbamos poniendo cada parte de nuestro cuerpo en una
mesa, hasta que nos quedamos sin ninguna parte, para percibir y
aprender que definitivamente no éramos el cuerpo. Suena simple y
ligero, tal vez no fue así para muchos de los que participaron. La
dulzura, delicadeza y simpleza de su ser y estilo de vida llega a ser
incompresible para un occidental.

En esos tiempos mis emociones eran un océano de tempestades


y parte lo atribuía a mis PMS (síndrome premenstrual). Me sentía
cómoda conversando con él, su presencia irradiaba paz y tranquilidad,
pudiendo estar sentados uno al lado del otro, o yo en el carro
manejando sin abrir la boca. Una vez le pregunté qué pensaba del PMS.
Para mi sorpresa él no sabía lo que era eso, y le tuve que explicar. ¡En su
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cultura no existía! No podía creerlo, entonces este rollo era algo de los
occidentales, y lo sigue siendo. Hoy le preguntaría sobre la menopausia
y sé que se sonreiría y me preguntaría de qué estoy hablando.

En una ocasión lo llevé a comprar unos encargos a un centro


comercial, porque iba a viajar a Nepal y necesitaba comprar cosas para
su comunidad. Cuando íbamos de regreso a la casa donde se estaba
quedando en North Miami Beach, él no recordaba la dirección y yo no la
sabía. Se puso a observar las torres de electricidad del área, y así fue
como pudimos llegar a la casa donde los estaban alojando. Yo solo
observaba y seguía manejando hasta que él me diera instrucción de
dónde doblar. Era fascinante su presencia.

Tulku estaba listo para avanzar más con el grupo, y el grupo no


estaba listo para su grandeza. No recuerdo cuándo fue la última vez que
lo vi.

Pausa y reflexiona:

 ¿Cuál es tu prioridad contigo mismo?, ¿cómo te cuidas?,


¿cómo te tratas?
 ¿Cuál es tu relación con el presente, el ahora, el aquí?
 ¿Dónde vives, en el presente o tus pensamientos están en el
futuro?
 ¿Cuáles son las tres preguntas más importantes que tienes en
este momento en tu vida?

Un encuentro de posibilidades, Landmark Forum

Participé en gran parte del currículo de esta organización de


aprendizaje y transformación personal, incluyendo curso avanzado,
comunicación, acceso al poder, y del programa de coordinadora de
voluntarios. Landmark fue una puerta al mundo de las distinciones y de
las posibilidades. Reforcé la importancia de los decretos, del poder de la
palabra para manifestar, de inventar en el hoy lo que deseaba para el
futuro, hasta considerar que la vida no tenía ningún significado o
sentido, a menos que cada uno se la diera.

Al final de este curso intensivo de retrospección, que era la


noche del martes, después de haber estado desde el viernes en la
mañana hasta el domingo en la noche, nos íbamos con la
responsabilidad de las páginas en blanco que teníamos en el libro de
nuestra vida. Era nuestro futuro y nos tocaba tomar conciencia de qué
hacer para diseñar y rellenar las páginas de nuestro propio libro.

Hoy me viene a la mente, mi estimado Viktor Frankl que nos


enseñó sobre la importancia de tener sentido en la vida, lo cual lo salvó
mientras estuvo en el campo de concentración. El sentido de Frankl era
salir de allí vivo para reunirse con su familia. Salió, pero su familia había
desaparecido. Él tenía que terminar su misión con su maravilloso
testimonio y aporte a la vida humana como psiquiatra para servir a
otros, y así lo hizo.

Hace unas semanas escuché la historia de un pescador


salvadoreño que salió de México en una embarcación de siete metros y
algo ocurrió con la misma, y permaneció náufrago en el mar por casi 13
meses, y lo que lo había salvado era la idea de volver a ver a su familia y
recordar las comidas que más le gustaban. ¡Qué cerebro-pensamiento-
alma-espíritu más perfecto el que tenemos!

De Landmark se dijo mucho y aún se dice mucho, tanto negativo


como positivo y sin embargo me consta que le salvó la existencia a
muchos seres perdidos, sin rumbo. Los fanáticos siempre aparecían en
estos cursos y lo que a mí me pasaba era que, como ya había recorrido
tantos otros talleres, cursos y seminarios, ninguno era tan fenomenal o
tan indispensable para salvar al mundo. Claro que me inspiraban
inmensamente y me abrían posibilidades. Era natural la motivación y
ganas de compartir con amistades y familiares para que ellos también
tuvieran la experiencia. Sin embargo, para los buscadores recién
iniciados, Landmark representaba la salvación de la raza humana.
42
Pensaban, sentían y creían que eso era lo único que había y lo único que
salvaría el mundo.

Algo que me llevé para toda la vida es la distinción de las


“posibilidades”, el famoso darme cuenta del que ya les he hablado
antes. El tomar conciencia de que hay un mundo allá fuera que no
conozco, que no sé que existe, que es más inmenso de lo que yo ya
conozco y que allí hay posibilidades para manifestar lo que sea que
queramos. Chopra lo llama “el espacio de potencialidad”.

La invitación clara y precisa era inventarte como posibilidad,


¡qué belleza! Era una aceptación de que no lo teníamos todo, ni lo
éramos todo, y sin embargo, sí teníamos la semilla de ese todo, de esa
cosa que hace que nos crezca el cabello y las uñas, ese espacio allá
afuera y aquí adentro donde todo se está cociendo invisiblemente, eso
que hace que una cortada en la piel se cierre, eso que hace que de un
día para otro y como por arte de magia, el árbol de mamón que está
afuera en el patio de atrás de mi casa, a las 5:00 p. m. no tenga casi
hojas, y a la mañana siguiente tenga más de mil muy pequeñas y muy
verdes. Eso que hizo que los árboles heridos, rotos, quebrados y casi
muertos revivieran y crecieran después del huracán de Miami, en 1992.

Era confiar que en ese espacio de posibilidad, todo era viable


para mí y que me tocaba inventar, crear, diseñar, pensar lo que yo
quería. Me daba espacio, libertad, esperanza, confianza. Algo así como
lo que me dio el libro Ilusiones a los 13 años, con sus profundas
enseñanzas.

La distinción de la “posibilidad” no solo la recuerdo cuando


estoy en un espacio oscuro y se me olvida la luz sino que la llevo a la
mayoría de mis talleres. Esa posibilidad que cada uno decreta no es para
sí, sino para el mundo y lo que uno representa cuando está en el
mundo.

La afirmación, declaración o decreto hecha con la frase “Yo soy


la posibilidad de…” ha cambiado muchas vidas, incluyendo la mía, ya
que en uno de los últimos cursos en que participé con Landmark me
tocó escribir y expresar, incluso con la postura de mi cuerpo, mi
posibilidad.

Recuerdo textualmente parte de la mía: I am the possibiity of


full self expression and inspiration for others, que significa “Yo soy la
posibilidad de total autoexpresión e inspiración para otros”, y eso es
exactamente lo que soy y lo que hago profesionalmente. Hace algunos
años, escuché el testimonio de una colaboradora en una empresa a la
que brindé por cinco años el programa de “Conversaciones
Enriquecedoras”, quien contó a sus compañeros el impacto que había
tenido en su vida la formulación de su posibilidad, y la transformación
que tuvo como persona y profesional.

Mis respetos y agradecimientos a Landmark, que de muchas


formas fue responsable y parte de mi desarrollo y evolución como
persona adulta y profesional.

Espacio de reflexión

Te invito a imaginar tu posibilidad:

¿Qué posibilidad quieres ser? ¿Quién quieres ser que NO estás


“siendo”?

Piensa en eso que quieres ser o hacer y que tal vez no te ha sido
posible hasta hoy. Dale la oportunidad a ese “espacio” donde todo
es posible, a que escuche tu decreto y verás qué pasa. Busca papel y
un marcador de un color que te guste y escribe:

44
¡YO SOY LA POSIBILIDAD DE _______________________________!

Te doy algunos ejemplos:

Yo soy la posibilidad de vitalidad y perseverancia

Yo soy la posibilidad de armonía y generosidad

Yo soy la posibilidad de total abundancia

Yo soy la posibilidad de claridad y creatividad

Yo soy la posibilidad de aceptación y armonía con todo

Yo soy la posibilidad de inspiración y crecimiento para otros

Yo soy la posibilidad de riesgos y éxitos profesionales

Anda, ahora te toca a ti, dale, no pienses mucho. Pregúntale a tu


corazón qué es esa cosa y escríbela.

Párate en frente de alguien de confianza que te quiera y crea en ti:


decrétala parada con seguridad y firmeza en frente de esa persona. Con
tus pies firmes en el piso, abre tus brazos al cielo y declara:

¡YO SOY LA POSIBILIDAD DE _______________________________!

Ahora pregúntale a esa persona que te está escuchando si realmente le


convenciste de tu posibilidad, si realmente te creyó que eres eso. Si la
persona no está muy convencida es porque faltó algo de seguridad y
dinamismo en tu decreto y en tu cuerpo. Lo vuelves a hacer, hasta que
esa persona te diga: Sí, ahora sí me lo creo que eres esa posibilidad. Eso
ERES.

Una vez sientas y te creas tu posibilidad, escríbela en diferentes


papelitos o tarjetas, para que no se te olvide y la puedes repetir lo más
que puedas durante el día. ¡Éxitos!
IV. LIBERANDO EL PASADO

Los antepasados por la línea materna

A través del libro de Joel Osteen, Lo mejor de ti, leí por primera
vez el tema sobre la herencia familiar: Las decisiones que tomamos hoy
no nos afectan solo a nosotros, sino a nuestros hijos y nietos y a las
generaciones por venir.

La iniquidad de los padres puede pasarse hasta la tercera o


cuarta generación, cita la Biblia. O sea, heredamos las sombras y las
luces, las virtudes y los defectos, un paquete completo que ya viene en
nuestro inconsciente y genes al nacer.

Estaba claro entonces que yo podría seguir haciendo mi parte


en liberar y sanar lo que me correspondía en relación a mis experiencias
de esta vida, pero sabía que en el fondo, y más precisamente en mi
inconsciente estaba la herencia de mis abuelas y abuelos, incluyendo
rasgos de carácter, talentos artísticos, tristezas y sufrimientos que no
correspondían a mi propia existencia.

Reflexionaba una y otra vez en esos recurrentes momentos de


profunda tristeza que venía del pecho, del alma, que no podía ser que
eso que sentía era mío, no tenía ninguna razón de ser, si todo en mi vida
estaba en orden y en paz. Cuando esto ocurría, comenzaba a intuir que
mucho venía de atrás, no podía ser todo mío, no me correspondía, era
heredado. Después de tanto llorar y sentir ese hueco al que llamo
desasosiego, el cual no tenía explicación, sabía que tenía que ser cierto
lo que decía la Biblia y Olsteen, de la herencia psíquica de otras
generaciones.

En mi cansancio y desesperación por encontrar una raíz, una


respuesta, una razón que me hiciera un poquito normal, realicé un
análisis de la vida de mi madre y las dos mujeres que le precedieron, o
46
sea mi abuela y bisabuela. Supe que hubo mucho dolor en sus vidas.

Mi madre, para mí un ser extraordinario, con sus luces y sus


sombras y su propia herencia psíquica, murió a los 49 años. Ella tenía
artritis desde los 4 años.

Busco en el diccionario de enfermedades de Louise Hay, el


significado de artritis es “sensación de no ser amada, actitud de crítica, y
resentimiento”, y de dedos artríticos: “deseo de castigar, acusación,
sentirse víctima”. Mi madre también tenía sus silencios. Fue una
guerrera que sobrepasó las expectativas de los médicos y de su propia
familia, logrando hacer su familia y ser parte de la fuerza laboral casi
hasta sus últimos días, aunque los médicos le hubiesen diagnosticado
no poder tener una familia. Solo su enfermedad (hoy comprendo que
tanto emocional como física, una raíz de la otra) se pudo interponer en
sus proyectos.

Me alegra que ella no hiciera caso a los decretos y pronósticos


de los médicos, ya que de haber sido así, no estarían ustedes
acompañándome en el recorrido de estas páginas.

Siempre luchó por ella y por nosotras lo mejor que pudo con lo
mejor que tuvo. Ella fue el resultado de su alma en busca de su propia
misión y evolución y de su herencia psíquica: la herencia de sus
antepasados. Se fue cuando le tocaba y si así fue, fue porque había
cumplido su misión.

Mi abuela, su madre, murió de un tumor en el útero a los 52


años, (hoy es 3 de octubre del año 2013 y voy a cumplir 52 años en dos
días, lo que me hace darme cuenta que este libro se está cociendo
desde hacen cuatro años). Parece ser que el tumor fue a raíz de su
último embarazo, en el que perdió un bebé recién nacido. Según el
diccionario de Louise Hay, los tumores son “viejas heridas y disgustos
que se siguen alimentando. Remordimiento”. Su esposo, mi abuelo, era
gruñón, “tomador social” y abusaba verbalmente de su hijo, mi tío, por
ser homosexual. Algo que mi abuelo tal vez llegó a superar de alguna
manera antes de su muerte, a los 95 años.

Mi abuela también tenía sus silencios. A raíz de comprender que


tenemos una herencia psíquica y emocional, buscando información
sobre posibles secretos y misterios del pasado de nuestra familia, solo
hace dos meses supe que mi abuela perdió ese hijo recién nacido, que
hubiese sido el hermano menor de mi madre. Su nombre fue José
Ramón.

A través de este escrito honro su corta existencia dándole su


posición en el árbol genealógico de nuestra familia, algo que aprendí es
vital en cualquier familia: el posicionamiento de cada ser una vez haya
nacido, aunque ya haya muerto. Darle a cada cual su lugar en el orden
en que nacieron. Aunque la razón no acepte, el orden viene primero
que el amor.

La abuela de mi madre, mi bisabuela, murió a los 32 años no sé


de qué, pero sé que sus cuatro hijos fueron dados a su abuela para que
los cuidara. Después fueron repartidos; primero las niñas en algún sitio
de monjas, y en otro de curas, los niños.

Claramente se ven las raíces de emociones como el desamparo,


el abandono, la tristeza y parece que mucho silencio. Hubo dolor
emocional por todos lados y estoy segura de que no iban a terapia ni
hablaban abiertamente de sus pesares y malestares del alma con nadie
ni entre ellos. La consigna era aguantar lo que les tocara a cualquier
precio y si fuera posible, con la sonrisa en los labios.

Parte de mi sanación y recuperación ha sido rezar y honrar la


existencia de esas mujeres que estaban antes que yo. Desde mi propio
ser salen los rituales para honrarlas y sanar lo que yo entiendo como
una línea de miedos y sufrimientos.

En mis oraciones envío mi amor para que liberen sus penas, y


así a mi manera limpiar la herencia psíquica que está en cada una de
nosotras, incluyendo mi hermana, mi hija y mis sobrinos. Les pido guía y
48
protección desde donde están para cuidarnos a todos, y desde esta
generación les doy los permisos para la dicha y la paz de sus almas.

Confío plenamente que así podemos seguir sanando y liberando


lo que ya no nos corresponde, para los que vienen después, los hijos, los
nietos, sus hijos y sus nietos.

“Vivir una vida de integridad y excelencia que honre a Dios


vale mucho más que cualquier legado material. Pasar el
favor y las bendiciones de Dios a tus futuros descendientes
vale más que cualquier cosa en este mundo”
Joel Osteen

Las constelaciones familiares

A raíz de un conflicto emocional vivido con mi hija, inicié a


profundidad el camino hacia atrás buscando heridas escondidas,
relaciones no sanadas y cualquier otro dato que me diera luz para
comprender la extrema sensibilidad emocional en nuestra relación.

En un periodo de cuatro meses, me encontré con el libro de


Ingala Robl, Constelaciones familiares para la prosperidad y la
abundancia, donde claramente confirma la relevancia que tiene nuestra
vida en relación con la vida cosechada de nuestros antepasados; a las
pocas semanas, llegó a mis manos el libro de Nina Canaul; Cómo
pagamos los errores de nuestros antepasados (Introducción a la
psicogenealogía).

Con el libro y las enseñanza de Olsteen sobre la herencia


familiar, luego con la información de Las constelaciones familiares y la
herencia psíquica, tuve la oportunidad de tener una sesión en Bogotá,
con una biomédica que trabaja con energías y otras herramientas para
el bienestar integral, donde sin yo hacerle el pedido, ella manifestó el
interés por acomodar energéticamente lo que hubiera pendiente en las
tres o cuatro generaciones anteriores. Cuando terminó la sesión,
confirmó que ese no había sido el momento para lograrlo, ya que el
trabajo se había enfocado en las energías de mi hija.

Continué la observación de los nuevos espacios que se abrían


ante mí en el mundo de los antepasados, la genealogía y las
constelaciones familiares y decidí tener una sesión con una terapista
experta en el ramo de las constelaciones familiares, en mi ciudad.

No era familiar para mí el concepto de que los hijos no


perdonan a los padres (según los consteladores familiares) porque eso
altera el orden familiar, ya que los pone encima de los padres. Esto es
algo que desafía los conceptos y prácticas terapéuticas de muchas
corrientes psicológicas. El perdón es el perdón, y si hay que limpiar y
soltar, el perdón es el primer paso que brinda resultados siempre que se
haga desde el corazón y no desde la mente.

Después de dicha sesión, me di cuenta de que mi actitud de


soberbia, arrogancia e irrespeto inconsciente hacia mis antepasados
había tenido algunas cuantas consecuencias reflejadas en aspectos
claves de mi vida.

En mi experiencia ha sido gratificante mirar hacia mi atrás


(niñez, antepasados, papá y mamá) para encontrar patrones y
emociones repetitivos, liberar y al final poder mirarlos a todos con
compasión, incluyéndome.

Este proceso discrepa de las constelaciones familiares, donde


por encima de todo se honra a los antepasados, se toma y se acepta
todo lo que ellos nos han dado: lo malo y lo bueno, lo bonito y lo feo. Y
se sigue adelante con la vida de uno y de los que vienen después.

50
Preguntas aún sin respuestas

Pasan los años y hay preguntas que continúan sin respuesta.

Mi pregunta a los consteladores y tal vez a los expertos de la


terapia sistémica, referente al perdón, es ¿qué se hace entonces con el
dolor de las experiencias vividas, con el dolor no sanado de niños
abusados mental, emocional y físicamente?

¿Cómo se saltan ese paso del perdón, o ¿cómo logra su método


que estos hijos lleguen a la total aceptación-amor de sus padres?

¿Sería entonces una solución la propuesta de Eckart Tole y de


muchos otros antes que él, que el remedio o clave, es vivir solo en el
“presente” sin limpiar, ni mirar hacia atrás, sin reciclar o reprocesar el
pasado?

¿Cómo te liberas del dolor cocinado no solo en tu niñez por las


carencias y sus consecuencias sino también heredado y traspasado por
los asuntos inconclusos de los antepasados?

Unas de mis preguntas para Dios, sigue siendo: ¿Cuándo


terminamos de liberar y sanar el dolor? ¿Es el dolor todo mío o de las
abuelas? Respeto los tiempos de Dios y él sabrá cuando responder.

Haciéndome cargo

Había vivido fuera de Panamá 23 años, alejada de todo contacto


diario con la familia, pues los vínculos familiares eran muy escasos, los
cuales se atizaban en fiestas de Navidad o viajes de vacaciones. En
ninguno de esos esporádicos encuentros había el tiempo o se daban las
circunstancias para profundizar sobre las raíces y creencias que tenía o
no de la familia de origen. En esos 23 años fuera de mi país, me había
dedicado a mí, a mi hija, a mi trabajo y a mi continua búsqueda de
bienestar y paz mental.

Entre tantas notas, escritos y resúmenes que llevo recopilando


por tantos años, de algún lado anoté que el dolor es un vehículo de la
conciencia y un mecanismo de la naturaleza para despertar la alarma de
nuestra voz interior, avisando que algo funciona mal. Pues eso fue justo
lo que estaba pasando conmigo. Sabía que aún había dolor por disipar.

Decidí mirar hacia atrás y revisar lo pendiente, esta vez


valiéndome de mis emociones, las cuales me guiarían a comprender qué
estaba aún pendiente por liberar y lograr el perdón radical de una vez
por todas.

Regresé al libro de Carolynn Myss, Anatomía del Espíritu, donde


brillantemente ilustra la relevancia de cada uno de los centros de
energía, y su importancia en nuestro bienestar mental, emocional,
espiritual y físico.

Al ser la primera chacra nuestra conexión con la tribu o familia,


donde adquirimos las creencias que nos sostienen y las raíces que nos
afincan, decidí empezar a buscar por allí. Fue cuando sin buscar
encontré el mundo de ACA —Adults Children of Alcoholics—

V. RECORRIDO INESPERADO

ACA y la codependencia

En mi continua sed de seguir descubriéndome, me di cuenta


después de muchos libros, seminarios de desarrollo personal, terapias,
cursos diversos de autoconocimiento, que tenía casi todas las
características del “Hijo Adulto” de acuerdo a la lista de 14 rasgos de
ACA, Hijos Adultos de Alcohólicos —Adults children of alcoholics—.

Era un hecho de que no tenía personas alcohólicas ni adictas


cerca de mí, y que yo no era alcohólica. ¿Entonces, qué estaba
pasando? Luego de haber ido a un par de reuniones
AL NON, me di cuenta que no era mi tema, que no encajaba, porque los
que estaban allí compartían sobre sus experiencias diarias de vivir con
52
un alcohólico o adicto y ese no era mi caso. Entonces me informaron
sobre los grupos de apoyo de los hijos de padres alcohólicos, y así se
abrió un mundo que no tenía la menor idea que existía.

¿Por qué no supe de esto antes? Al inicio me sentí estúpida e


inadecuada porque me recriminaba el no haberme encontrado con esta
realidad antes. Cómo podía haber yo estudiado y leído tanto y este
pedazo del rompecabezas se había quedado por fuera. Cómo podía ser
que hasta ahora después de un camino de tan intensa búsqueda
encontraba finalmente algo que coincidiera tan claramente con mi
sentir, pensar y actuar, incluyendo el misterioso desasosiego y
confusión sin aparente razón. Nada antes lo había descrito con tanta
exactitud.

Recordé que todo se nos da cuando estamos listos. Obviamente


no estaba lista para esto antes. Las respuestas comenzaron a revelarse
por sí solas.

Era evidente que durante tantos años de buscarme, no le había


prestado la atención que merecía el hecho de haber nacido y crecido en
un hogar disfuncional donde se tomaba alcohol “socialmente”, hoy
conocido como “alcoholismo”. No solo había sido parte de un hogar así,
sino que había vivido el resto de mis años adultos con las consecuencias
“normales” que han vivido y siguen viviendo los “Hijos Adultos” las
cuales describiré más adelante.

En el extenso lapso de mis recorridos donde hubo presencia de


muchos terapistas, ninguno me habló del síndrome del Hijo Adulto, algo
que hoy considero representa una puerta de luz para cualquiera que
experimente las emociones, actitudes y sensaciones que yo
experimentaba. El que reconozca y resuene con su contenido sabrá que
tiene un camino pendiente de observación y reflexión que recorrer.

Al analizar cuál sería la razón por lo cual la mayoría de


psicólogos y terapistas no muestran estos rasgos a sus clientes, ni
proveen estos recursos de autoconocimiento, llegué a la conclusión de
que la misma no tiene costo y se encuentra en los grupos de apoyo que
brindan las diferentes secciones de A. A. muchos perderían sus clientes,
y eso no es rentable.

Tal vez muchos se preguntarán: ¿y quién no es hijo de un hogar


disfuncional? Y yo respondo que personalmente no conozco muchos;
sin embargo, las estadísticas demuestran que sí hay adultos que
tuvieron una niñez sana y con el apoyo necesario, lo cual les permitió
desarrollarse y llegar a la madurez con habilidades sociales y
emocionales cruzando la rocosa adolescencia con mayor liviandad y
mejores zapatos.

Tuve padres nobles trabajadores que hicieron todo lo


humanamente posible dentro de sus capacidades y niveles de
conciencia, para darnos a mí y a mi hermana lo necesario y en muchos
aspectos lo lograron. Sin embargo, los vínculos afectivos no estaban en
el repertorio de nuestra dinámica familiar, y por lo que he aprendido,
tampoco en muchas familias de mi generación.

Características y rasgos del Hijo Adulto

Al leer la lista de los 14 rasgos de “niños adultos” de ACA,


comprendí por primera vez de dónde venía mi tristeza sin razón
aparente, mi repentino vacío cuando todo en mi presente estaba bien y
en orden. Comprendí esa sensación indescriptible a la que le he llamado
por años dolor del alma, mi necesidad de buscar refugio en los libros, en
rescatar a otros, en hacerme cargo de mi mamá, de mi hermana y
querer curar las enfermedades y malestares de mi papá, por mencionar
algunas de mis tendencias.

La siguiente información tomada de la Internet, define clara y


sencillamente lo que es un “Hijo Adulto”:

“Las personas que crecen en familias alcohólicas tienen


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comportamientos y síntomas comunes, los cuales conforman el
Síndrome de Hijos Adultos de Alcohólicos. Cuando los niños nacen y
crecen en este sistema de familia disfuncional se interrumpe el
desarrollo saludable de ellos. La diferencia entre una familia normal o
funcional y una familia disfuncional o alcohólica, es que la familia
alcohólica limita y controla las acciones y las emociones de los
miembros individuales. La familia funcional por su parte, hace todo lo
contrario, permitiendo que cada persona tenga libertad de expresión y
de crecimiento”.

Fuimos hijos de padres que no tenían los recursos emocionales


ni la madurez requerida para darnos lo que necesitábamos, por las
razones que fueran o en otras palabras, tuvimos un hogar con padres
disfuncionales y/o alcohólicos.

Una de las características del Niño o Hijo Adulto es que ha vivido


en hogares donde experimentaron vergüenza, abandono y carencia
emocional. En mi caso experimenté las tres. La vergüenza porque pasan
cosas que instintivamente sabes que no son normales o que no pasan
en la casa de otros: carencia y abandono emocional, porque mis padres
no podían darme lo que no habían recibido ni cultivado y por ende, el
tema de las emociones no se daba, no era parte de nuestras
interacciones y escasas conversaciones.

La literatura de ACA es extensa y la considero primordial para


cualquier persona que antes no hubiera considerado las consecuencias
de haber tenido antepasados alcohólicos, no solo los padres. En mi caso,
indagando sobre bisabuelos, encontré alcoholismo de ambos lados. Y lo
que me impacta con relación a la psique de la familia, es cómo se puede
pasar el comportamiento disfuncional de un abuelo o bisabuelo al resto
de la línea, aunque el padre o la madre no beban una gota de alcohol, lo
cual trae como consecuencia que la familia continúa actuando de forma
disfuncional.

También existe la posibilidad de que los padres ya trajeran los


comportamientos de una familia alcohólica y que ellos en sí también
sean hijos adultos de alcohólicos.
Características espejo

Cuando leí algunas de estas características me identifiqué de


una vez sorprendida, boca abierta, ya que no podía creer que alguien
nos hubiera descrito tal cual, con tanta certeza. Era como si me
describieran a mí. Les doy ejemplos:

Se toman todo muy en serio, a sí mismos, lo que hacen y


dicen los demás, el trabajo, las bromas, los comentarios acerca
de ellos y sus asuntos: esta era yo y cuando me descuido y me
engancho todavía lo puedo ser. Siempre me he preguntado
cómo puede ser que me importe tanto cómo se expresan los
otros y el contenido de lo que dicen. Me es muy difícil tomarlo a
lo liviano, incluso pensar que sólo están hablando por hablar,
algo que yo casi no hago porque no aprendí a hablar por hablar.
Cuando hablo intento expresarme desde lo que pienso y siento,
y eso no lo considero hablar por hablar. Mi marido me dice que
debo aprender a hablar “ahuevazones”, una palabra bien
panameña que significa eso, hablar por hablar de cualquier cosa
sin tanta intensidad y sentido. He intentado hacer esto con una
amiga, y cuando nos juntamos aclaramos que vamos a practicar
hablar “ahuevazones” y no nos es tan fácil. Ella también es una
Hija Adulta.

No tienen marco de referencia para construir una


relación sana. No tienen marco de referencia para saber en qué
consiste estar en un hogar normal. Un día se sienten queridos y
al otro rechazados: esto, a Dios gracias, lo he superado bastante
y he aprendido a saber lo que es una relación y vivir en una; sin
embargo, como lo dice esta cita, el marco de referencia no
existe porque no lo hubo en casa. A mis amigas les decía que mi
marco único de referencia era el ¡Cosby Show! Y sí, es cierto, un
día me siento muy querida y llena de vida, entusiasmo y pasión,
y al día siguiente le pregunto a mi marido en la mañana que
para qué estamos aquí y qué vinimos a hacer a este mundo,
56
pregunta que le hago cada vez menos, pero en el pasado era
constante. A Dios gracias, él siempre me responde.

Tienen que adivinar cuál es la conducta normal. Se


preocupan y confunden con las cosas que ellos creen que las
otras personas no se preocupan ni se confunden: sí señores, tal
cual. Socialmente muchas veces no sé qué es lo correcto para
hacer. Tengo mucho sentido común, he desarrollado mi
intuición y a la vez tengo mucho coraje para enfrentar cualquier
situación, todos recursos internos que tuve que pulir, poner a
prueba y practicar.
Sin embargo, noto que socialmente no puedo decir todo el
tiempo lo que siento y pienso. Sería un caos. Mi mejor modelo y
escuela han sido los almuerzos de domingo familiares, en los
que algunas veces participamos junto a la familia de Guillermo,
de 12 a 16 personas en una mesa. Suficiente elemento
socioemocional para estar bien alerta, observar y aprender.
Hasta esas tertulias las vivo con intensidad: no son para mí
casuales, las disfruto y las vivo como mi laboratorio de la vida.
Suena a locura y estoy bien con eso. He disfrutado mucho de
esos encuentros y sigo haciéndolo. Es el espacio de familia que
no tuve, lo más cerca al “Show de Cosby”.

Son impulsivos y reaccionan de forma incontrolada y tienen


ataques de rabia: ni hablar
del tema, ¡qué rico poder gritar!, o gritar mucho hasta el
cansancio y luego dormir profundo. Clarito como el agua. Claro
que somos impulsivos, apasionados, desmedidos, exagerados,
dramáticos y todo lo demás. Estamos vivísimos por dentro y
toca sacar todo lo que está guardado en silencio por tanto
tiempo. Hay que sacar la voz por todos lados, por todos los
órganos y aprender después a suavizarla y canalizar con otra
energía que no sea la del impulso sino la del entusiasmo y la
pasión. Las idas a terapias, resoluciones internas y prácticas
diarias, me han ayudado a tener mis impulsos e impetuosidades
bastante armoniosas. A esas características hoy les llamo
¡vitalidad energética, apasionada y proactiva!

En una conversación reciente con Milvia, madre-amiga-


mentora desde mi infancia, me recordaba como a los tres y
cuatro años mi llanto era tan fuerte que mi sangre se subía a la
cabeza, me ponía roja, y sudaba. ¿Qué podía estar pasando
dentro de mí a esa edad?, ¿Qué había en esos gritos y llantos
tan intensos?, y la pregunta que aún me hago algunas veces:
¿Me preguntaban qué me pasaba o qué necesitaba? No lo sé. Sé
que Milvia se acercaba e intentaba apaciguar ese fuego con sus
palabras y su presencia. Es la única figura que recuerdo hacia
ese trabajo de adulto.

También me recuerda una frase que le escribe mi


hermana Michelle a mi mamá en una carta que le envía a Nueva
York en los años 60, quien en ese momento estaba en
tratamiento de su artritis. Michelle, en sus cortos años, en ese
momento le cuenta a mi mamá que la “Titi” (así me llamaba mi
hermana Michelle hasta hacen unos años), no se había querido
poner el uniforme para ir al primer día de escuela. Me causó
mucha gracia su comentario y pensé que ya vislumbraba desde
entonces algo de la esencia de mi carácter.

Como dice Melody Beaty en su libro Ya no seas más


codependiente, algunas veces la rabia sale de la nada, y con ella
también la tristeza. La emoción raíz es la rabia y el enojo por lo
que no se tuvo. Luego vienen como consecuencia o emociones
secundarias, la tristeza y la depresión, y también los miedos.

58
Las cuatro reglas

Luego revisé lo que la literatura describe como “las cuatro


reglas” que se viven en estos hogares y me volví a sorprender de la
veracidad del contenido y la descripción de las mismas. Las reglas nadie
las comunica ni las escribe en la entrada de la casa. Son sutiles,
silenciosas, simplemente se viven y se practican.

La primera regla es la rigidez. Lo primero que me viene a la


mente es un incidente que tuve de niña cuando esperaba a alguien de la
oficina de mi mamá que me vendría a buscar para llevarme a una fiesta
de cumpleaños en el antiguo Club Unión, en el Casco Viejo. No recuerdo
la edad que tendría, sin embargo veo mi figura, mi estatura y recuerdo
la llorada por frustración, parada en frente de la puerta de hierro del
garaje, esperando a que llegara el señor para irme. Algo habría pasado
que ya estaba exasperada en llanto vivo. El señor llegó, y preguntó por
mi hermana, no por mí. No dijo mi nombre (Sería que ya me sentía
transparente y no podía verbalizarlo…). No dijo que me venía a buscar a
mí también y no me metí al carro... Hoy me río, y me da a la vez plena
curiosidad de lo que pasaba dentro de la cabeza de esa niña para llegar
a semejante conclusión y actuar con tal determinación, por no decir
otra cosa, de no entrar al carro. ¿Rigidez? ¡Oh sí!, y muchas otras cosas
más. No sé qué pasó después. Sé que llegué al cumpleaños con la cara
roja de llorar. Podría tener entre siete y nueve años, o tal vez menos.

Nos preocupamos y nos confundimos con las cosas que creemos


que las otras personas no se preocupan ni se confunden. Para muchos
de nosotros, el enojo es la única emoción segura, porque crea distancia
y cuando es necesario establece límites y más importante aún, encubre
los sentimientos de necesidad, tristeza o pérdida.

La rigidez la observo y la combato en cada día de mi vida, ya que


sale por todos lados. Aprender aceptación ha sido parte del antídoto de
que ella no devore mi existencia. Aún soy rígida con lo que espero de mí
y de los otros, sobre todo en lo referente a los servicios públicos.
Cuando me capto, me río. Cuando no me doy cuenta sufro y me quejo
innecesariamente como si mi rigidez fuera a cambiar algo. Vivo en un
país tercermundista con la “fachada” del primer mundo, lo cual me
brinda una buena escuela para practicar “ES LO QUE ES”.

La rigidez también la veo en mi forma de recibir la información


de los demás. Lo que dicen y cómo dicen los demás las cosas, no es algo
liviano y ordinario para mí. No, yo digiero las palabras, el contenido y lo
que está atrás de cada palabra. De esto también me he estado haciendo
cargo para que no me afecte tanto, ya que la gente dirá lo que dice,
independiente a lo que yo sienta y analice.

Esta rigidez es inmadura. No es un comportamiento de adulto


como muchos pueden escudarlo bajo el perfeccionismo o la excelencia.
Una es una y la otra es la otra.

La segunda regla es la del silencio. El silencio era el estado de ánimo de


mi hogar, el que me acompañaba en mi propia habitación, incluyendo
los viernes por la noche. Compartía la misma habitación con mi
hermana. El silencio era parte del mobiliario. Como no sabes que es
anormal, entonces es totalmente normal hasta que comienzas a crecer
y comparar con otras casas, y empiezas a sentir que los otros hablan
abiertamente de cosas y no pasa nada. Fui una hija del silencio.

Recuerdo una vez viajando en el bus ruta 4 del colegio al que


asistíamos mi hermana y yo, cuando dos hermanas que viajaban en el
mismo bus estaban teniendo una conversación en vos alta sobre cosas
íntimas de su casa. Mi primera reacción o sensación fue de vergüenza,
ajena en todo caso, porque no tenía nada que ver conmigo. Ese
momento lo grabé en mi memoria porque me llamó la atención que
algo tan natural como lo que ellas estaban haciendo, a mí me causara
una sensación de malestar, haciendo pensar que “ellas estaban
haciendo algo incorrecto”. Esa fue como una clave que la vida me dio
para que a su debido tiempo yo sacara a la luz de mi disco duro, algo
que ocurrió antes de mis 13 años, para comprender los patrones y
60
comportamientos de mi hogar.

El silencio reinaba en cada habitación, en cada cerebro, en cada


espacio donde estuviéramos y obviamente esto incluía también dejar
los sentimientos, preguntas o inquietudes por fuera. Silencio es silencio.
Solo puedo hablar del mío; sin embargo era evidente que lo había en
cada miembro de la familia. A la vez, nunca se nos dijo que no dijéramos
nada de lo que pasaba en la casa ni que contáramos nada a los de
afuera, porque en la conciencia de los adultos en realidad no pasaba
nada. No había nada que ocultar. Me tocó muchos años comprender
que las personas hablan abiertamente de sus cosas y se expresan sin
tener que ser privadas y reservadas.

Lo que hoy experimento como comunicación abierta donde


todos hablan de sus sentimientos, miedos, necesidades y deseos, es
algo aprendido, estudiado, y practicado, sin haber tenido modelos o
referencias previas. Hasta el dia de hoy me toca observar con cautela,
ya que tengo gran facilidad para entrar en el silencio, sin tomar en
cuenta a los que me rodean. El silencio tiene su lugar y su espacio. Eso
lo tengo claro en esta etapa de mi vida.

Hoy conozco perfectamente las razones de mi silencio interno,


de mi mundo solitario, de la carencia de habilidades sociales que hasta
hace algunos años comencé a aprender, y en general de la falta del
desarrollo de mi inteligencia socioemocional en los primeros 30 años de
mi vida.

Según la literatura de ACA, una de las razones por las que la


familia alcohólica evita la comunicación es porque esto implica cambio,
acuerdos, compromisos, empatía y nada de esto está disponible en los
repertorios de adultos con carencias emocionales. Los padres no
quieren enfrentar la realidad y ver el dolor que están causando porque
entonces tendrían que cambiar y esto va en contra de su regla de
rigidez. Los niños al no tener con quién hablar y ningún adulto que les
explique, se ven forzados a interpretar lo que pasa en la casa como sea
que su cerebro y sentimientos les permita.
Mi padre sí dejó de tomar, y lo hizo cuando nació su tercera hija,
en su cuarto matrimonio. Ya Michelle y yo éramos adultas y tenía cada
una su camino iniciado fuera de casa. Algo ocurrió que lo hizo darse
cuenta de que tal vez era hora de parar. Con todo respeto a su acto
heroico, un alcohólico que deja de tomar sin hacerse cargo de sus
raíces, dolores y carencias, es un alcohólico seco. O sea, no porque se
para de ingerir alcohol se sana el alma automáticamente. Siguen los
rasgos y las consecuencias de la inconsciencia.

No aprendemos a expresar emociones y esto es una ecuación


matemática que da como resultado el silencio. En muchos casos ya no
es silencio sino gritos, porque pasamos de la represión de todo lo que
nos ha molestado al grito magistral del ya no aguanto más. La tendencia
es que cuando crezcamos no hagamos preguntas, porque nos es difícil
ya que como nos tocó arreglarnos solos, tenemos la creencia que
debemos tener las respuestas. Y así fue.

Me tomó años comenzar a hacer preguntas y hasta hoy no he


parado. Lo que aún no termino de comprender, aunque lo he venido
observando por muchos años, es que yo sí puedo hacer todas las
preguntas que quiera sin limitación ni preocupación por el interlocutor;
sin embargo mucho cuidado con quién me pregunta y qué me
preguntan. Allí tengo una capa defensiva donde no doy permisos
fácilmente a interrogatorios. Sin embargo, en mi profesión, que es mi
voz, (tema de mi segundo libro), no solo me toca recibir las preguntas y
responderlas, sino que me fascina que me las hagan, por supuesto
dentro del contexto del taller en el que se producen.

Hoy en día, aún me cubro con la capa de que soy muy privada, y
a la vez me sorprendo de cuan tan privada puedo ser, cuando decido
escribir un libro como este donde me he dado los permisos del alma,
para mostrarlo todo y ponerlo al servicio de otros.

A veces, a las personas más allegadas, les pido que me hagan


muchas preguntas para practicar y hacer el ejercicio de no ser tan rígida
62
con ese rollo que tengo cuando me preguntan. En eso ando,
observando. De alguna manera me estoy preparando para muchas
preguntas fuera del contexto de los talleres.

La regla del silencio se desvanece cada vez más, poco a poco, a


través de tantos encuentros y prácticas en grupos, seminarios, retiros
espirituales y por supuesto, las variadas y extensas iluminadas
conversaciones con diversos tipos de seres humanos que son parte de
mis recorridos. Hablar abiertamente, tal cual fue, tal cual se siente y se
sintió.

No más secretos, no más silencios. Es como es y hay que sacarlo


todo afuera. Tal cual lo cantaba la gran Mercedes Sosa: “hay que sacarlo
todo afuera, como en la primavera para que adentro nazcan cosas
nuevas, nuevas, nuevas…”

La tercera regla es la negación. Esta es paradójica para mí


porque ¿cómo te das cuenta de lo que estás negando si no te has dado
cuenta de que lo estás viviendo? En otras palabras, para darte cuenta de
que hay un problema hay que tener alguna madurez emocional que te
permita darte cuenta de que lo que sientes no es normal o que la
sensación es lo suficientemente incómoda como para ponerle atención.

El que no tiene conocimiento de sus propias emociones no


puede hacer este tipo de distinciones para buscar ayuda y hacer
cambios simplemente porque “no se ha dado cuenta”. Es cuando vienen
consecuencias más drásticas, cuando vienen problemas mayores, que
comienza tal vez la reflexión del porqué está pasando lo que está
pasando y cuál es el origen.

Tenía una abuela postiza querida que vivía en la vecindad que


daba con la parte de atrás de mi casa. Cuando oía mis gritos de llantos
desconsolados, ella me llamaba y me mandaba a buscar con su
empleada Marina. Recuerdo con claridad tener menos de siete años, y
estar sentada, avanzada la noche, afuera de la casa, en la terraza de
adelante, llorando mientras adentro había alguna discusión entre mis
padres ocasionada por los efectos del alcohol. Mis palabras textuales
hacia mi abuela Mamá Ana, a esa edad fueron estas: “esto no puede
seguir así”, lo cual hoy me recuerda una de las lecciones del Curso de
Milagros que dice “esto no tiene que ser así”. ¿Y qué es lo que me hacía
decir a mí eso siendo apenas una niña? La única respuesta es lo que me
dictaban mis emociones en ese momento. Yo sabía que no era normal
sentir “eso” tantas veces y menos de niña. Yo sabía, intuitivamente, que
había otra manera de vivir.

Es por esto que como adultos nos cuesta saber lo que es real y
lo que no es real, lo que es normal y lo que no lo es y perdemos
confianza en nosotros mismos. Con ACA aprendí que a los Hijos Adultos
les cuesta diferenciar lo que es bueno o malo, es como si una parte del
cerebro no se nos hubiera desarrollado y lo que sí predomina es la sobre
exaltación, el drama, el rescatar a otros, todos verbos, para sobrevivir.
Todo tenía sentido cuando analizaba mis propios rasgos,
tendencias y comportamientos y las comparaba con las características
propias de los Hijos Adultos. Tomé conciencia de mis tendencias (sin
saber de dónde venían) y me di cuenta, por ejemplo, de que en mi
juventud buscaba relaciones no disponibles, que no me dieran lo que yo
merecía; igual que lo que no me dieron mis padres en su propia
inconsciencia. El descuido y abandono estaban bien arraigados en mi
psique y eso era lo que buscaba para satisfacer lo conocido y familiar,
que era abandono, desamparo y confusión.
Como dice la literatura de ACA a los hijos adultos nos cuesta
trabajo tener relaciones íntimas porque no tenemos marco de
referencia para construir una relación sana. Un día nos sentimos
queridos y al otro día rechazados. En muchas instancias tenemos que
adivinar cuál es la conducta “normal”, no teniendo marco de referencia
para saber en qué consiste estar en un hogar normal, o ser normal.

La cuarta y última regla es el aislamiento. Por muchos años me creía


especial y original metida en mi casa con mis libros y mi música
estudiando y entendiéndolo todo. No me interesaba la convivencia con
64
otros ni la importancia de invertir mi tiempo y energía en amistades y
actividades sociales. Estuve aislada durante muchos años, tal vez más de
20 mientras vivía en Florida y de vez en cuando hacía esfuerzos para
relacionarme con otros fuera de los cursos y seminarios.

La intimidad, ingrediente básico de las verdaderas amistades, no


es algo que se desarrolló en un hogar donde reinan el silencio, la
negación y el aislamiento. Tuve que aprender la intimidad hasta para
conmigo misma.

Aislarme es fácil para mí y durante años les he dicho a mis


amigas que tengo una “maestría en soledad” y que no me cuesta nada.
Por su puesto, tengo todos los ingredientes a mi alrededor para
lograrlo, mis pensamientos, mis libros, mis escritos y cualquier cosa que
encuentre en la casa para arreglar, organizar, limpiar, botar, regalar, etc.
Todos mecanismos exitosos del aislamiento.

En resumen, vivir bajo estas cuatro reglas silenciosas es lo que


da como resultado ser codependiente, lo cual significa que dependemos
emocionalmente de lo externo para sentir seguridad o confianza.

Algo más sobre la codependencia

De acuerdo con la definición de Robert Subby, la codependencia


es “un estado emocional, psicológico y conductual que se desarrolla
como resultado de que un individuo haya estado expuesto
prolongadamente a, y haya practicado una serie de reglas opresivas,
reglas que previenen la abierta expresión de sentimientos al igual que la
discusión abierta de problemas personales e interpersonales”.

Algunos terapeutas proclaman: “Codependencia es cualquier


cosa, y cualquier cosa es codependiente”. Melody Beattie en su libro, Ya
no seas codependiente comparte una larga lista de definiciones de lo
que es, y otra larga lista de casi 12 páginas, de las características de los
codependientes. Una de las definiciones que brinda es la siguiente: “Los
codependientes son aquellos que permiten que su vida se vea afectada
por la conducta de otra persona y están obsesionados tratando de
controlar esa conducta”.

Fue para mí además de informativo y esclarecedor, divertido y


apasionante leer su libro, y aprender de su propia experiencia. Cada vez
que lo reviso veo cómo los patrones de todos los seres humanos que
conozco están en su lista. Parece que nadie se libra de ser
codependiente. Sin embargo, la enseñanza primaria que obtuve fue
distinguir entre amar y necesitar cuidar de alguien en nombre del amor;
la diferencia entre dar una mano y rescatar; la diferencia entre darse
por completo a los demás y no cuidarse uno. Ella promueve el
autocuidado y la toma de conciencia de nuestros patrones rescatadores
en nombre del amor.

En resumen, para mí, la codependencia es una dependencia del


comportamiento y las acciones de los demás y/o de los eventos
externos, lo que significa que necesito que las cosas sean como yo
quiero para estar bien. Suena exagerado, ¿verdad? Casi todo es ser
codependiente. Tener una necesidad de que algo externo de ti sea
diferente o transformado. En fin, todo lo que hace el de afuera, o pasa
afuera, y te molesta, es ser codependiente. Leer su libro no deja de ser
un camino para descubrirse uno mismo.

El enfoque de uno está en lo de afuera porque el desconecte


con “el sí mismo” es tan grande que es mejor no acercarse para evitar
sentir el dolor. De allí viene también la actitud de víctima donde rara vez
nos observamos para ver qué está pasando dentro y hacernos cargo de
nuestros propios pensamientos, emociones y actitudes, siendo lo más
fácil hacer responsable al de afuera: el gobierno, el tráfico, el marido, el
clima, la empresa, el jefe, la globalización…

Mi experiencia al encontrar el grupo de hijos de alcohólicos fue


una mezcla de muchas emociones. Por un lado me di cuenta de que en
mi camino ya había sanado y superado muchos de esos rasgos y
enfrentado y superado muchos de los miedos de la Niña Adulta.

66
A la vez el escuchar las historias de los otros me ayudó a
encontrar más de mi dolor acumulado, identificándome con sus
historias y lo que ellos sentían y habían pasado. Al sentir su dolor y
ponerme en contacto con el mío, lo pude mirar, sentir, aceptar, liberar y
sanar.

Me di cuenta también que por años había decidido que este


hecho de ser niñas adultas, solo le había afectado a mi hermana mayor,
quien era la que más responsabilidad había tenido de niña de cuidar a
mis padres, cuidarse ella y cuidarme a mí. Era y fue demasiado para ella
y aún pienso que no sabe ni puede reconocer lo heroica que fue. Según
los expertos en este tema, se podría decir que nuestra infancia fue
robada, que en muchas áreas fuimos transparentes e ignoradas.

Este fue parte del eslabón que me ayudó a lograr el total perdón
y aceptación hacia mis padres y mis circunstancias de la infancia y
adolescencia. Pude finalmente hacer un cierre de esa parte de mi
pasado que había sido tan pesada.

Si usted considera importante lo que ha leído hasta ahora al


respecto, mi recomendación es que busque en la Internet o en su
comunidad, grupos de apoyo de ACA para “Hijos Adultos”.

¿Descuido, inconsciencia, destino?

Parte de las consecuencias y cosechas de mi hogar y a raíz de las


fiestas y consumo de alcohol social, fue que siendo una niña tal vez de
ocho o nueve años, fui manoseada por un “amigo” de la familia, que
amaneció un domingo en la casa después de una gran parranda.
Temprano esa mañana me había despertado y me estaba haciendo
cargo de la limpieza de los vasos y ceniceros sucios de la noche anterior,
y mientras mis padres dormían, el protagonista comenzó sus hazañas de
depredador sin yo saber qué hacer y menos poder entender qué estaba
pasando. Sentía y sabía claramente que no era normal ni lógico lo que
me estaba ocurriendo.

Nunca dije nada. Tal vez fue este mi primer silencio, el primer
secreto, la primera marca para el alma.

Mientras finalizaba mi secundaria en Costa Rica, fui seducida


por el hijo de la dueña de la casa donde se me alquilaba una habitación,
durante un periodo de año y medio. El protagonista tenía 24 años y yo
tenía 14.

Nunca dije nada. Segundo silencio, segundo secreto y marca


para el alma.

Me tomó muchos años, tal vez más de 15, saber, comprender y


aceptar que lo que me ocurrió en ese país, fue abuso sexual. Él era un
adulto y yo una niña. En ese momento inicié uno de los tantos procesos
de sanación, incluyendo los que continuaron durante muchos años, y
que ya les he compartido en páginas anteriores.

La primera vez que comenté mi idea de escribir un libro e incluir


la experiencia del abuso, fue a una amiga psicóloga y Ph.D., y su
respuesta en ese momento me la tragué como verdad, por lo cual no
inicié el libro. Esa respuesta fue: “Ay mija, ¿para qué te vas a poner en
eso, si todas hemos pasado por eso y ya hay mil libros escritos al
respecto?”. Me lo creí. Dejé que ella apagara la llama de mi necesidad
de expresión. Dejé que ella con su propia inconclusa e irresuelta
vivencia, mantuviera la mía en silencio.

La vida y su respuesta se encargaron de distanciarnos incluso


geográficamente. Pasaron más de 15 años, y en ese transcurso me di
cuenta de lo que había pasado y cómo esa frase había disminuido mi
necesidad de autoexpresión. Finalmente, inicié el libro y hace menos de
dos años tuve la oportunidad de reclamárselo con la elegancia y la
asertividad que el tema merece. Su respuesta tal vez fue sincera, dijo
que no recordaba y que no se había dado cuenta de lo que había dicho.
Se disculpó y acepté sus disculpas.
68
Este tipo de abuso, tan común pero tan secreto y silencioso, en
la mayoría de las culturas del planeta, marcan la historia de un gran
número de mujeres, incluyendo abuelas y nietas que no han nacido.
Fenómenos incomprensibles para la mente, pero estudiados por la
Genealogía y la Sociología, demuestran cómo dichos abusos se
transmiten de generación en generación, aunque los personajes y las
situaciones sean diferentes.

Después de haber participado en tantos encuentros donde las


mujeres expresan sus anécdotas de experiencias de abusos en la
adolescencia, e incluso en la infancia, no dejo de sorprenderme del
papel tan incomprensible para mi mente, que han jugado, y tal vez
siguen jugando, las madres. En la mayoría de los casos donde se acude a
la madre y se cuenta lo ocurrido, esta tiende a no creer y a excusar al
perpetrador, la mayoría de las veces el padre o algún hermano.

La respuesta típica que surge es de miedo e inconciencia: total


ignorancia. La respuesta típica es un doble abuso, ahora ya no solo
sexual, sino también espiritual, psíquico, un ultraje a la pureza del alma.
No solo se viola un cuerpo por alguien que supuestamente te ama, sino
que el expresarlo, con el coraje que requiere, se convierte en castigo y
en un mandato de silencio: una marca para el resto de la vida. En
adelante, la vida en ese hogar es más confusa y disruptiva que antes. Ya
no es uno que viene a tu habitación cuando ¨nadie se da cuenta¨ y
ultraja tu existencia completa, sino que hay otros que saben y no hacen
nada al respecto para rescatarte y devolverte tu derecho al bienestar.
Cómo no desasociarse, cómo no convertir toda la experiencia en
negación si la propia familia te está convenciendo de que no ha pasado
ni nunca pasó. En mi caso, como hubo total silencio de la experiencia,
no puedo incluir a mi madre, quien nunca se enteró del evento.

Al poder expresarlo, al liberar la vergüenza, la ira, el temor y una


culpa prestada que no nos pertenece, al abrazar en el hoy y en el aquí a
la joven maltrecha, silenciada, y confundida, el milagro ocurre. Se
restaura la inocencia y jamás se vuelve a perder porque uno sabe que la
inocencia es una cualidad del ser.
 ¿Hasta cuándo mantenemos el mandato del secreto
silencioso y a favor de qué?

 ¿En qué momento nos hacemos cargo del instinto animal


que aún no ha sido canalizado, integrado y
humanizado?

 ¿Cómo llegar a transformar el comportamiento irracional,


responsable de tanta disfunción en cualquier estrato de
la sociedad?

 ¿Qué hace falta para despertar la conciencia y traer la


sanidad al núcleo familiar?

Inicia con la experiencia personal, que es la experiencia de


muchas. Luego, se logra identificar el problema —instinto— y llamarlo
por su nombre. De ahí la solución cuando se recupera la inocencia a
través del proceso emocional. Por último, la prevención para que no
siga ocurriendo.

Es aquí donde regresa a nosotras, las mujeres, madres, novias,


hermanas, vecinas, quienes recuperando nuestro lugar podemos guiar a
los varones hacia la hombría, tal cual nos comparte Isabella Di Carlo en
su libro La sal de la tierra (2014):

“Los hombres que aman a las mujeres tienen el eterno femenino


dentro, no es posible sentirse atraído por algo, buscarlo,
reverenciarlo si no habita ya nuestro pecho.

(…) Nosotras somos el insondable misterio;


somos cósmicas, amplias, receptivas. Ellos vienen de nosotras y
a nosotras regresan, siempre, ineludiblemente. Les remitimos a
la vida, el último misterio todas las veces...

(…) Los hombres que aman a las mujeres han conquistado el


masculino, la fuerza que se sabe fuerte y no necesita demostrar
70
nada; protege, se ofrenda. La fuerza que sirve a una causa
mayor que la propia vida”.

Tuve el privilegio de conversar y reflexionar con Isabella


respecto a este tema y por eso sentí tan apropiado citar estas notas tan
esclarecedoras del rol de los hombres en la comunidad humana, tan
bien expresadas en La sal de la tierra. Isa, como de cariño le digo, me
hizo este último comentario:

“Cuando una mujer se asume, ella es instrumento para crear en


un varón la caballerosidad; sea el hijo, esposo, compañero o amigo, es
algo valiosísimo. La idea de que los hombres son como son y las mujeres
son como son, genera abismos entre unos y otros. Nadie está terminado,
nadie es per se, vamos siendo, nos encontramos, nos construimos, nos
liberamos”.

Lista de 14 rasgos (Laundry List)

1. Nos aislamos y asustamos de la gente y de las figuras de


autoridad.
2. Nos convertimos en buscadores de aprobación y, en el proceso,
perdimos nuestra identidad.
3. Nos asusta la gente enfadada y cualquier crítica personal.
4. O bien nos convertimos en alcohólicos, nos casamos con ellos, o
ambas cosas; o encontramos a otra personalidad compulsiva
como un adicto al trabajo para llenar nuestra necesidad
enfermiza de abandono.
5. Vivimos la vida desde el punto de vista de víctimas y nos
sentimos atraídos por esa debilidad en nuestras relaciones de
amor y amistad.
6. Tenemos un sentido excesivamente desarrollado de la
responsabilidad y nos resulta fácil preocuparnos más por los
demás que por nosotros mismos; esto nos permite no tener que
mirar demasiado de cerca nuestras propias faltas, etc.
7. Sentimos culpabilidad cuando defendemos nuestros derechos
en vez de ceder ante otros.
8. Nos volvemos adictos a las emociones intensas.
9. Confundimos el amor con la lástima y tendemos a “amar” a la
gente a quien podemos “compadecer” y “rescatar”.
10. Hemos reprimido los sentimientos de nuestra niñez traumática
y hemos perdido la capacidad de sentir o expresar nuestros
sentimientos porque duele muchísimo.
11. Nos juzgamos a nosotros mismos con dureza y tenemos baja
autoestima.
12. Somos personalidades a las que nos aterroriza el abandono y
haremos cualquier cosa para aferrarnos a una relación con tal
de no experimentar el dolor de los sentimientos de abandono
que recibimos de vivir con personas enfermas que nunca
estuvieron presentes emocionalmente para nosotros.
13. El alcoholismo es una enfermedad familiar, y nos convertimos
en para alcohólicos y adoptamos las características de esta
enfermedad, incluso aunque no hayamos bebido.
14. Los para alcohólicos somos reactores más que actores.
Sin conocer estos rasgos y la existencia del síndrome del “Hijo
Adulto”, tuve la oportunidad de crecer, de sanar y de aprender a
conocerme y aceptarme cada día más, lo cual continúo compartiendo
en los encuentros y recorridos del libro. Nada ha sido en vano. Estoy en
el camino del autocuidado, del darme lo que no me dieron y dar a los
demás desde un espacio de amor y no por necesidad.

Inventario de mis rasgos hoy

1. Nos asustan y nos alejamos de la personas y de las figuras de


autoridad. Realmente desarrollé una habilidad de desafiar a la
autoridad que creo me salvó la vida en mis recorridos de
sobrevivencia. No le temo a las figuras de autoridad, sin
embargo son un desafío cuando tienen características que
72
tengo yo también. Lo que me asusta es gente brava o agresiva y
en esos casos me alejo y cambio de dirección. No me siento
cómoda con las personas que toman licor en exceso porque me
cuesta respetarlos y valorarlos. Los juzgo como inmaduros y
faltas de amor propio. Lo sé, me toca disolver esos juicios.

2. Nos convertimos en buscadores de aprobación y perdimos


nuestra identidad en el camino. No estoy consciente de buscar
aprobación, sin embargo, en mi profesión y trabajo diario de
alguna manera dependo de la aprobación de los participantes y
clientes. No siento que perdí mi identidad porque a tiempo
comencé a rescatarla, construirla y esculpirla. Siento que la
desarrollé a través de todos los errores y búsquedas, la he
estado construyendo desde entonces.

3. Tenemos miedo de la gente enfadada y de cualquier crítica


personal. Ya lo he mencionado antes, que me siento muy
incómoda frente a los enojados o iracundos. Le temo a posibles
escenarios de violencia física. He sido muy sensible a la crítica
personal de más joven, ya que de más adulta la buscaba para
crecer y mejorar. Aun en mi madurez soy sensible a las palabras
y criterios de los demás. No lo dejo pasar. Lo escucho, lo analizo
y me pregunto de dónde vienen, algunas veces me doy cuenta
de que vienen de su propia historia y otras vienen a recordarme
algo.

4. Encontramos otra clase de personalidad compulsiva. Sí, en


efecto haciendo el inventario de mis relaciones ha existido el
comportamiento compulsivo- obsesivo y perfeccionista.

5. Vivimos la vida desde el punto de vista de las víctimas y nos


atrae esa debilidad en nuestras relaciones amorosas y de
amistad. Desde que me di cuenta de que soy víctima o que he
sido víctima he hecho lo posible por sanar y no serlo. Me sale
facilito ser víctima entre las personas más cercanas. Me molesta
ser o lucir o sonar como tal. Me es fácil reconocer a una. La
constante observación me mantiene alerta.

6. Nos hace sentir culpables defender nuestras opiniones o


intereses en lugar de ceder ante los demás. Esto no aplica para
mí. Ahora, y en mis últimos años, desde la voz, lo constante y
corriente para mí es abrir la boca y decir lo que pienso y siento.

7. Nos hacemos adictos a la excitación. Esto lo veo más


relacionado con la dramatización de pequeñeces. Vivir las cosas
sencillas con sobresaltos como si fueran urgentes o tragedias.
Ser extra sensible a lo que mis sentidos perciben. El sobresalto
por ruidos, puertas que suenan, sonidos repentinos, traen
definitivamente una sensación de excitación en mi estómago y
pecho. En mi familia hay mensajeros de malas noticias que les
provoca algún tipo de excitación. Me cuido de no usar las malas
noticias para alterar o llamar la atención a nadie. Sí, sé que lo he
hecho en el pasado. Ya no lo necesito. Cuando viene un
mensajero procedo a preguntar cuál buena noticia trae
también. Con la atención que me pongo, aún reconozco
momentos del diario vivir en estados extremos de alerta, sin
embargo, cada vez menos.

8. Confundimos el amor y la compasión y tendemos a amar a


gente a la que podemos compadecer o rescatar. Sí, fui en el
pasado psicóloga de muchos personajes y reconozco que atraía
a las personas que necesitaban descargar. Por muchos años
estaba segura que me tocaba ayudar o rescatar a otros,
incluyendo miembros de la familia. Como si no hubiera un Dios
que también se hiciera cargo de ellos. Hoy no quiero rescatar ni
compadecer a nadie. Observo e intento callarme antes de dar
“mi” receta mágica de la solución. Aun, si me doy cuenta, lo
hago con mis amigas.

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9. Hemos reprimido los sentimientos de nuestras traumáticas
infancias y hemos perdido la capacidad de sentir o de expresar
lo que sentimos. La capacidad de sentir la vengo recuperando
desde los primeros gritos. A veces creo que siento de más, que
siento lo que otros no sienten. Lloro y he llorado mucho
siempre. Lloro fácilmente ante el dolor de otro. Lloro de
agradecimiento, de ternura, de alegría, de tristeza y de miedo.
O sea tengo los sentimientos algo mezclados. Me es fácil
expresar mi ira y rabia aunque me doy cuenta de que por años
no lo hice con mi hermana y papá. Ahora voy limpiando y
hablando sin acumular. Algo que aún tengo colapsado en mi
propio reconocimiento emocional, es que mezclo la emoción
del agradecimiento con el de la tristeza y no lo había podido
poner en palabras hasta que comencé a observar cuando lo
hacía. Cuando me regalan algo que no espero, lloro. Se mezcla
una sensación de gracias con alegría y no puedo dejar de llorar
sintiendo en mi garganta esa cosa que no es ni una ni otra.
Comienzo a expresar las gracias a la persona y de una vez mi
rostro se pone rojo, mi boca hace puchero y comienzo a llorar
como niña chiquita. Luego me comienzo a reír porque me hace
gracia lo que siento. La persona no sabe qué decir, y alguna vez
pregunta por qué lloro.

10. Nos juzgamos con dureza y tenemos la autoestima muy baja.


Me he dado cuenta de que es la rigidez tan impregnada en mi
esencia la que me juzga o me exige o exige a los otros. Me costó
aceptar que era perfeccionista porque no lo veía como
exigencia. Aprender que tenemos luces y sombras es un
bálsamo para esos momentos donde la “señora exigencia” no
quiere irse de la escena. Tenía la creencia de que los temas que
trataba en mis talleres los tenía que dominar a la perfección y
haber superado para poder brindarlos. No me daba cuenta de
que mi humanidad está siempre en aprendizaje y que no hay
que ser perfecta para brindar a otras herramientas de
autoconocimiento y empoderamiento.
Por eso he juzgado tanto a otros, porque mis expectativas de
que sean perfectos como profesionales (maestros, psicólogos,
instructores, médicos, etc.) no se llenaban. Ahora entiendo que
el trabajo que hago, lo hago por coraje y ganas de recordar a
otros que se puede sanar y no porque soy perfecta o porque
tengo todo resuelto en la vida. O sea, estoy aprendiendo a ser
más humilde y compasiva conmigo misma, saliendo de la
ignorancia poco a poco. Me he tratado con rigidez, con
exigencia, por eso lo he hecho con lo que me rodea. Hoy suelto
y fluyo cada vez más.

11. Las nuestras son personalidades dependientes aterrorizadas


por la idea del abandono, y nos agarramos como sea a una
relación para evitar experimentar dolorosos sentimientos de
abandono, como los que nos provocó crecer con gente
enferma con la que nunca pudimos contar emocionalmente.
Antes sí, ahora no. Si tengo que salirme de una relación porque
me está haciendo daño y no estoy creciendo, ahora tengo la
capacidad de no negarlo y salirme. Esta dependencia está
bastante superada. Hoy puedo disfrutar en mis relaciones con
todos de la interdependencia donde se complementa lo que
cada uno trae a la misma. Si hay días que me siento algo
“needy” y lo expreso abiertamente. Las cuotas de abandono han
sido pagadas, vividas y superadas.

12. El alcoholismo es una enfermedad de nuestra familia, nos


hacemos para alcohólicos (codependientes) y desarrollamos
los síntomas de esa enfermedad aun cuando no nos
acerquemos a la bebida. Así es, yo no bebo, en mi hogar mi hija
no vio el alcohol y ella ha heredado las características y rasgos
de las familias disfuncionales.

13. Los codependientes reaccionan más que actúan. Cien por


ciento. Sigo en el camino de aprender a actuar en vez de
reaccionar. Mi hipervigilancia a todo me llevó al estado de
76
reacción constante ante todo. Tengo la capacidad ahora de
relajarme, pausar y observar antes de actuar o reaccionar.

No recuerdo a quién escuché de niña, decir que mi madre había


comenzado a beber para acompañar a mi padre. Podría tener mi madre
mil razones para esconder sus dolores internos y físicos. Hoy en día para
mí ya no tiene importancia si mis padres eran alcohólicos o no, y aún
sigue siendo relativa esa definición. Sé que no dependían del alcohol
para gestionar sus vidas de lunes a viernes. Como es aún lo cotidiano
para muchos, el alcohol rompe la distancia, abre las puertas a la
socialización y permite de alguna manera cierto tipo de intimidad.

He logrado albergar y conservar muchos recuerdos gratificantes


de mi infancia y niñez. Deseo paz en mi vida y continúo en el camino de
la renovación, toma de conciencia y bienestar.

Después de pasar por la puerta de ACA, sé que gracias a la obra y


diseño de Dios, ambas, mi hermana y yo nos desarrollamos como
personas adultas lo mejor que pudimos, con los recursos y herramientas
que encontramos en el camino.

Gracias a mi tenacidad y coraje tengo muchos momentos de paz


y gozo interno. Me doy cuenta de que mi camino y búsqueda no han
sido en vano y que de cada “darme cuenta” y aprendizaje voy sanando y
recuperando pedacitos de mi alma.

Con los años y la madurez llegué a conocer lo valiente que fui.


Solo mirando hacia atrás puedo ver lo que logré, lo que salté, a lo que
me atreví, los límites que crucé, y un sinnúmero de experiencias y
decisiones de vida donde utilicé como referencia lo que tuviera en mi
cabeza en ese momento, mi sentido no común, tal vez mi intuición y mis
creencias. Hoy sé que la mano de Dios estuvo en muchos de esos
instantes, o tal vez en todos.
Ímpetu y soberbia

Mirando hacia atrás y comprendiendo ahora el rompecabezas


de mi vida, me di cuenta de que desde mi adolescencia y temprana
adultez, había desarrollado una fuerza interna basada en la fuerza de la
sobrevivencia, de la resistencia y de la rebeldía. Dicha fuerza se nutría
de su propio combustible emocional: queja, rencor, victimismo,
perfeccionismo, vanidad y orgullo.

Esa fuerza de la sobrevivencia me decía, estás sola, haz lo que


tengas que hacer en el mundo para arreglártelas en todos los aspectos
de tu vida. Este automandato o declaración inconsciente se reafirmó a
los 19 años cuando mi madre murió.

Me convertía en una persona adulta que se hace cargo de su


medio con la medida de soberbia y rebeldía necesaria para justificar los
fines. Mi dolor tenía un mensaje en mi actitud que decía a gritos sin
palabras “No te metas conmigo”, “Yo sí sé lo que es el dolor”, “No me
digas que no, porque va a ser sí”.

Marchaba con la bandera de una supuesta independencia y


autosuficiencia. Mi autodiseño inconsciente no respetaba ni daba
autoridad a otros en muchas áreas de mi vida. Mi energía era de
ímpetu, yo lo era todo y lo podía todo. Estaba brava por lo que no me
habían dado y yo merecía: “merecimiento de ciertos derechos”. Hoy sé
que ningún sufrimiento concede derechos.

Ese comportamiento soberbio engañosamente me hizo sentir


poderosa, especial e independiente por un tiempo, hasta que me di
cuenta de que me hacía daño, hacía daño a los otros y de que no era
todo aquello que me creía que era. Con conciencia y aceptación, me di
cuenta de que a pesar de todos mis esfuerzos e intentos, aún tenía
cantidad de resentimientos, ira e insatisfacciones de mi niñez con mi
familia, ya que me daba cuenta que los juzgaba constantemente y
criticaba sus acciones. Esto no me hacía sentir bien ni en paz conmigo
78
misma.

Me tomó años bajar esa bandera y comenzar a practicar el


perdón hacia mí misma y hacia los demás, y aprender a estar con otros
desde espacios más relajados y llevaderos.

El perdón del corazón

Después de todos estos hallazgos, la misión era limpiar de una


vez por todo cualquier obstáculo que estuviera en el camino de mi
encuentro y conexión con la energía de plenitud que yo ya sabía que
existía, la cual necesitaba para seguir avanzando y transformando para
lograr mi bienestar integral.

Esto involucraba aceptar mental y emocionalmente que mis


padres no me cuidaron ni me dieron el soporte emocional que requería
para crecer y madurar funcionalmente. Comprender que las carencias
provenían de padre y madre carentes a su vez, pero no solo
comprenderlo y analizarlo a nivel mental intelectual, sino sentirlo con el
corazón, sirviéndome de la aceptación, compasión y el perdón.

Por muchos años racionalicé las acciones y no acciones de mis


padres; los excusé, los protegí y utilicé todas las teorías y explicaciones
para justificar lo que no me dieron, las veces que no me protegieron,
incluyendo el cuidado que no recibí ni como niña ni como adolescente.
Me di cuenta de que si no “aceptaba el aceptar” que ellos habían
actuado de la forma inconsciente que lo hicieron, y no me atrevía a
sentir y aceptar el dolor que eso me había causado, no sería capaz de
sanar las emociones de frustración, rabia, resentimiento, tristeza y dolor
que me rellenaban la existencia desde mis cortos años de infancia.

Como hijos nos cuesta aceptar que los padres cometieron


errores. Nos cuesta aceptar y decir que se equivocaron, que se
descuidaron, que nos descuidaron, que no nos acompañaron cuando
más los necesitábamos. Una vez que reconocemos y aceptamos esa
verdad, entonces podemos ir a la propia comprensión del porqué de sus
acciones y omisiones. Es aquí donde se marca la gran diferencia del
proceso de sanar esas heridas desde el intelecto o desde el corazón.

Incluía también sanar el resentimiento que tenía con mi


hermana Michelle por no ser la hermana amiga amorosa que yo hubiera
querido que fuera. Eso era lo que yo quería, no lo que ella era. Ella
también tenía sus angustias y pesos existenciales, y estaba
encargándose de lo suyo a su manera. Eso no lo comprendía. Mi queja
continua era que no me quería, que no me buscaba, que no me llamaba,
que no le importaba, que yo había hecho tanto por ella en una época de
su vida (ella jamás me lo pidió, yo se lo di porque estaba de salvadora
haciéndome cargo de los otros sin darme cuenta de que no me estaba
haciendo cargo de mí, o sea que vivía en la codependencia inconsciente
de rescatadora).

Tenía que pasar por el corazón y sentir el proceso, no podía ser


solo intelectual, la razón no tenía espacio en esta tan importante tarea
del alma. Entonces lo hice y así pude iniciar un proceso natural de
perdón y sanación para mí, y de aceptación y perdón hacia ellos.
Muchas veces pensé que lo había logrado, y otra vez salía el
resentimiento y la actitud para de alguna manera hacerles pagar la
factura, en este caso a mi papá ya que mi mamá ya no estaba.

Desde mi corazón, ya en contacto y total aceptación de mis


emociones, elegí aceptar el alcoholismo y la negación que había en mi
hogar, incluyendo abuso sexual en mi infancia y adolescencia.

Elegí aceptar la incapacidad emocional que tuvieron mis padres,


aceptar que ellos no podían ser los padres que yo hubiera querido tener
o los que necesitaban tener. Elegí aceptar lo bueno y lo malo, lo lindo y
lo feo, lo justo y lo injusto, lo mucho y lo poco. Tal cual nos explican las
constelaciones familiares, comprendí y logré honrar a cada ser que vino
antes que yo, mi línea materna y paterna y agradecer lo más preciado
que es la vida: por ellos llegué hasta aquí y estoy aquí.

El que se “da cuenta y se hace cargo” busca sus propios medios


80
y lo hace como acto de liberación y responsabilidad personal. En otras
palabras, se decide a dejar de ser víctima, entrando en el camino de la
adultez, aceptando convertirse en aprendiz, haciéndose cargo en
adelante de su vida y todo su contenido.

Entonces, un día le dije a mi terapista que estaba lista para


cerrar estos círculos tanto con mi papá, como con mi hermana. Hicimos
una sesión para cada uno y los trajimos por separado a conversar en la
silla frente a mí. Ella lideró el proceso majestuosamente.

Al final del ejercicio con mi hermana, la terapista dijo: “tu


hermana no vino en esta vida a darte”. Esa frase hizo algo en mí que
hubo un antes y un después en mi entendimiento: eso fue todo lo que
necesitaba escuchar para cerrar el círculo de la espera de su amor, su
atención y su aceptación. A la vez era consciente de que no eran
textuales las palabras, porque muy claro tenía que sí me había dado
bastante a su manera, dentro de sus posibilidades emocionales.

Al final de cada sesión supe que había recuperado esos pedazos


de mi alma y que mi relación con ambos vendría de mi parte desde otro
lugar: un lugar de compartir, de aceptar a cada cual como era y de lo
que yo pudiera y quisiera dar, cuando pudiera y quisiera.

Comprendí que ambos, mi padre y mi hermana son parte de mi


vida por razones que sigo descubriendo, y que la razón más clara es que
ellos no vinieron a darme, o más bien a darme lo que YO quería.
Vinieron a enseñarme lo opuesto, por lo cual yo aprendí a amarme,
aceptarme y no tener que pedir aprobación y amor fuera de mí.

Entonces sí vinieron a darme, pero no lo que yo quería o como


yo lo hubiera querido. Hoy tengo paz con eso y me siento completa con
ambos. Doy y estoy cuando puedo y cuando quiero, sin culpas ni
resentimientos.

La reverenda y oradora Joyce Meyers, tiene una fórmula para


reconocer si aún guardamos resentimientos, hacia algo o alguien, y es la
siguiente:
Si llevas la cuenta,
Si te apartas y pones distancia,
Si te molesta su dicha o gozo,
Si no te unes a la fiesta, estas resentida.

Supe que había superado la prueba al poder responder “no” a


cada una de estas pautas.
Al final, el objetivo de lograr el auténtico perdón a través del
corazón, es recuperar los pedazos de alma que hemos dejado botados y
arraigados al resentimiento, liberar a los padres, abrir espacios para
amar y entonces hacernos cargo de nosotros: “maternizarnos”,
convertirnos finalmente en nuestros propios papá y mamá.

Pausa de reflexión
¿Cuáles son tus carencias?
¿Cuáles son tus silencios?
¿Cómo han afectado tu vida esas carencias y silencios?
¿Cuáles son tus molestias e incomodidades?
¿Qué te hace reaccionar impetuosamente?
¿Qué hay detrás de tus molestias e incomodidades?
¿Qué ganancias has tenido en guardar silencios y secretos, o
cosas no expresadas?
¿Cuáles han sido las pérdidas de mantener todo adentro en
silencio?
¿Qué ganarías si iniciaras las conversaciones pendientes?
¿En qué área de tu vida te está faltando la autoexpresión?
¿Cómo está tu salud en el área de la garganta, tiroides, boca,
dentadura, y cuello? (Quinto centro de energía, la voz, la
expresión, la voluntad, tu honor propio).

Oración a los antepasados

Creador y creación, pido perdón por mi ignorancia de no haber


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tomado en cuenta, honrado, respetado y agradecido a mis
antepasados por mi existencia.
Honro a mis antepasados, a mi madre, a mi padre, mi tío y
hermana por el respeto y el lugar que en muchas ocasiones no
les di por mi inconsciencia.

Mi independencia y autosuficiencia los excluyó


Mi ignorancia los obvió
Mi nostalgia hoy los clama
Mi respeto hoy los honra
Mi espíritu los acepta y los recibe tal cual han sido
Con humildad regreso a mi puesto en el orden familiar,
Señor que así sea.

VI. ÚLTIMOS ENCUENTROS

Un encuentro trascendental, Sri Sri Ravi Shankar

Dado que viví en Florida por 23 años tuve privilegios enormes


de tener cerca grandes maestros, y en esta ocasión me referiré a quien
considero un ser iluminado para nuestro siglo, y que en su presencia
experimenté por primera vez el amor incondicional.

Es el maestro Sri Sri Ravi Shankar y muchos le llaman Guruji. Era


el año 1997 y ya había tenido la oportunidad de haber tomado el curso
de respiración, que en esos tiempos le llamaban Curso parte 1 de “El
Arte de Vivir”, hoy “El Arte de Respirar”. Linda, mi instructora de yoga,
nos había hablado del curso y los beneficios del mismo. Consistía en
varias técnicas de respiración que por la cantidad de oxígeno que
entraba al sistema, incluyendo cerebro limpiaba a nivel celular, ¡sin usar
el intelecto o la mente! Eso era tremendamente atractivo después de
tanto libro, análisis e interpretaciones.

Participé en el curso, sentí los efectos de la intensa cantidad de


oxígeno en mi sistema, sin embargo en esos momentos no tenía la
disciplina para hacer una práctica diaria y no sabía lo que me estaba
perdiendo. En esos días tenía el plan de ir a un retiro a Nueva York a un
centro budista y cuando fui a recoger mi correo, recibí una invitación de
ir a ver a Guruji en Fort Lauderdale, ciudad que quedaba a una hora de
donde yo vivía. Mi amiga Hortensia, a quien había conocido en las
reuniones del Curso de Milagros me acompañó.

No recuerdo las palabras del gurú ni lo que hicimos durante su


presentación en la sala donde habría tal vez más de 100 personas. Sé
que me relajé, que su presencia era atractiva y que el señor me gustaba.
Al final de esta charla, hacíamos una fila donde él estaba parado con
una flor en su mano y las personas iban pasando frente a él para recibir
su bendición, a lo cual se le llama darshan.

Recuerdo estar en la fila esperando mi turno y en el momento


en que quedé frente a su rostro, su presencia, su sonrisa, su irradiación
de amor puro, me llenó de algo intenso que estremeció todo mi ser. No
pude hacer otra cosa que llorar en un continuum que me llevó de
regreso a mi silla, con Hortensia a mi lado, quien dijo: “Cuando algo así
sucede, es que has reconocido a tu maestro”.

Fuera mi maestro o no, mi viaje a Nueva York había tomado un


giro norte hacia Canadá donde estaría Guruji en las próximas semanas.
Fui al Ashram de “El Arte de Vivir” en una ciudad a dos horas de
Montreal y desde entonces supe que algo intenso, real y lleno de amor
había con este ser. El primer día que llegué, él venía caminando con
muchos devotos a su lado, y un amigo le dijo: “Esta es Cristina, que
viene desde Miami”. Y él me preguntó: “¿Estás contenta?” y yo le dije;
“Ahora sí, porque estoy aquí”. Él con su cara de amor y gestos de niño,
contestó con curiosidad: “¿Solo porque estás aquí”?, y me dejó en total
silencio.

De allí en adelante comencé a experimentar lo que era el


sentido de pertenencia, la humildad y la gracia de un ser iluminado.
Tuve mis idas y venidas de la fundación y de las prácticas. Comenzaba a
84
darme cuenta de la diferencia de mi estado mental, físico y emocional
cuando hacía mis prácticas matutinas y cuando no las hacía. Mucho
dolor y tristezas seguían limpiándose en mi sistema, y muchas
preguntas y preocupaciones dejaron de tener peso o espacio en mi
mente.

Me iba al pasado, al futuro y sabía que la cosa toda era en el


presente. Había probado ya ese éxtasis de estar allí inmersa en el
momento presente. “Cuando cantas no puedes pensar porque estás
cantando”, razón maravillosa para celebrar los “satsangs”, donde se
experimentaba eso: una paz y alegría profundas a través del cantar
bajans (cánticos en sánscrito).

Tenía más fortaleza interna desde otros espacios que antes no


había experimentado. Reconocía cuál era mi centro, mi liviandad y mi
ser sin estrés. Comenzaba a saber lo que era la disciplina de una práctica
diaria y sus consecuencias.

Experiencia trascendental

Después de varios meses de práctica y escuchar conocimiento,


por primera vez en toda mi existencia tuve la sensación de estar
completa: sabía y me daba cuenta de que no me faltaba nada, o algún
pedazo como había sentido toda mi vida. Sentía que era un círculo
completo y que ahora el camino era limpiar las asperezas, telarañas e
impurezas del pasado que se habían quedado pegadas alrededor. El
círculo de mi creación por primera vez era perfecto. De allí cambié el
dibujo de mi círculo, el círculo que yo misma había dibujado con un
pedazo incompleto.
El primer círculo me dibujaba incompleta. Sentía que me faltaba
un pedazo. En el segundo, ya estoy completa. Había que seguir
observando y limpiando las bruscas de la sombra.

Hoy en día mi manera personal de ver y comprender a los seres


humanos es como una totalidad, como un círculo completo al que no le
faltan partes, sino más bien que le sobran alrededor excesos,
distorsiones y toxinas del pasado que hay que ir limpiando.

A final del año 2003 tuve la oportunidad de tomar el primer


curso para instructores (TTC1) en Texas, por dos semanas. Poco a poco
expandía mi conciencia con el conocimiento tan profundo y a la vez tan
sencillo que recibía de Guruji. El conocimiento recibido por las
conversaciones del rey Geneca y Ashtavakra, la sabiduría del Yoga
Vashista, los efectos de la respiración, la convivencia con personas en el
mismo camino, todas eran vivencias maravillosas de mi camino.

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En el 2005, tuve la oportunidad de ser invitada a participar en el
segundo curso para instructores en Montreal (TTC2, Teacher Training
Course Part 2), por otras dos semanas. Hoy en día este entrenamiento
de instructores ha sido reducido a tres semanas en total. Después de
algunos años de ausencias y prácticas me hice instructora del curso
básico, que es hoy “El Arte de Respirar”.

Perlas de conocimiento

“No podemos calmar la mente con la mente, necesitamos de la


respiración”. “Cuando respiras con atención no hay espacio para el
pensamiento”. “El momento presente es inevitable”. Poderosas y
simples distinciones que no había escuchado antes y que tenían sentido,
no solo porque sonaban bien, sino porque las practicaba y
experimentaba en mi propio cuerpo y mente.

Comprender que la mente tiene una naturaleza y que es la


misma en todos los seres humanos me quitaba un peso de encima. No
era yo, era la manera como es la mente. Fue realmente liberador
comprender que la tendencia de la mente es enfocarse en el pasado, en
lo negativo, exagerar y generalizar. Quien no lo sabía, ahora lo sabe. Y,
¿qué hacemos con saberlo? Pues continuar en el camino del “darnos
cuenta”, observar y dejar ir. Practicar esta constante observación de lo
que hace nuestra mente es liberar gran parte de nuestro estrés y
problemas del día a día, simplemente porque nos damos cuenta de que
nuestros pensamientos no son siempre todos reales. Inicia un mundo de
distinciones de discernir lo que uno piensa y el beneficio de sus propios
pensamientos. Si no me sirven, si no me aportan nada, entonces hay
que dejarlos ir. ¿Fácil? No necesariamente, ¿posible? Sí que lo es. Un
camino que recorrer.

“Los opuestos se complementan”, es un conocimiento tan


necesario para la aceptación de las personas y de los eventos.
Originalmente pensé que era exclusivo de “El Arte de Vivir”. El
conocimiento es conocimiento y no tiene dueño. No es de una sola
institución u organización. Tal vez la forma como lo presentan sea
original, sin embargo “Los opuestos se complementan” es una
enseñanza y verdad milenaria que han dicho muchos maestros en el
pasado. Tal cual lo expone uno de los siete principios herméticos en el
Kybalión; el de la Polaridad, dice: “Todo es dual; todo tiene polos; todo
tiene un par de opuestos; semejantes y diferentes son lo mismo; los
opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los
extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias
verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas”.

Saber que la eterna dualidad en que vivimos es parte de un


orden divino, que no puedo disfrutar de la paz sin conocer la angustia,
que cuando me duele la cabeza es cuando valoro el bienestar de cuando
no tengo dolencia; todo sonaba como lógico y fácil de asimilar, sin
embargo no eran distinciones que había interiorizado antes.

Me daba cuenta de que cuando aprendemos algo de alguna


organización o currículo de cursos de empoderamiento, estamos
convencidos de que ese conocimiento es exclusivo de esa institución, y
de allí veía cómo en algunas personas se desarrollaba un fanatismo por
haber encontrado supuestas únicas verdades.

La aceptación de todos y de todo ha sido uno de los procesos


más difíciles que vengo practicando y sé que cada vez me es más fácil
aceptar el hoy y el ahora tal cual vienen, gracias al conocimiento
recibido de mi querido Guruji.

Viaje a Bangalore, India

En el año 2006 tuve la oportunidad de visitar Bangalore, India


con motivo de la celebración de los 25 años de la fundación. Todo me
sorprendía, todo era de admirar, su magnificencia en convocar más de
dos millones de personas de más de 185 países en un solo territorio,
todos acudían a celebrar sus vidas, sus experiencias con el maestro.

Me quedaba boquiabierta cuando veía llegar los buses llenos de


personas de todas partes del mundo y como por magia se iban
88
construyendo más pabellones para poder albergar a estas personas. Era
como estar en una película, algo nunca antes imaginado en mi vida.
Participaron personas de todas las religiones, jefes de estado y líderes
de países africanos, europeos y asiáticos.

Era apasionante para mí saber que todos estos seres se habían


beneficiado de este conocimiento y estas prácticas. Cuánta energía,
cuánta creatividad, cuánto amor. No había nada que preguntar, nada
personal, todos sabíamos por qué estábamos allí.

Las emociones y “El Arte de Vivir”

“El amor no es una emoción, sino lo que tú eres”. Esto


empezaba a calar en mi pensamiento, comenzaba a ver posibilidades de
ser que antes no había experimentado.

Algo que me rondaba la cabeza, y que no podía aceptar tan


fácilmente, era su constante énfasis en no poner mucha atención a las
emociones, sino a nuestros compromisos con la vida. Algunas veces lo
entendía, y otras veces no estaba de acuerdo. Tenía una gran necesidad
de comprender mis emociones y sanarlas. Tenía que saber.

Guruji dice que si basamos la vida en los sentimientos no


tendremos una vida exitosa y feliz porque los sentimientos van y vienen
como las nubes y que siempre están cambiando, y que lo que no cambia
es el compromiso que tenemos en nuestra vida. Se había metido en mi
intelecto toda la información de la inteligencia emocional que surgió en
el año 1995 a raíz del libro de Goleman y era fascinante descubrir y
aprender de las emociones y su importancia.

Hoy estoy en la revisión final de este libro y puedo reafirmar


que sigo manteniendo mi pensamiento acerca de la importancia de
honrar, sentir y sanar las emociones. Incluso, a fines del año pasado
recibí copia de un email de Beatriz, instructora en España y Argentina, el
cual informaba que vendría a Panamá y mencionaba la posibilidad de
ofrecer talleres de inteligencia emocional. “¡Bingo!” pensé, finalmente
le están dando el lugar que corresponde a algo tan importante, sobre
todo en nuestra cultura occidental. Tal cual se lo comenté como
felicitación por los avances de la fundación, dando respuesta a su email.

Hoy en día la neurociencia y el estudio del cerebro límbico y más


específicamente la amígdala, nos confirma que el cerebro tiene un sitio
para las emociones y cómo afectan estas nuestro bienestar general.
Además, científicamente se habla ya, de que las emociones son una de
las fuentes de energía de los seres humanos.

Al lector interesado en conocer más sobre la fundación, sus


programas y beneficios, puede hacer una búsqueda en la Internet, bajo
Fundación El Arte de Vivir, y/o “sudarshan krya” (técnica principal de
respiración enseñada en los cursos “El Arte de Respirar”) o ir al sitio
electrónico principal: <www.artofliving.org>.

Las prácticas diarias y el conocimiento comenzaron a hacer


efecto en ablandar mi corazón, calmar mi búsqueda, apaciguar mi
mente, y comenzar a sentir de una manera más abierta, con menos
temores, con más confianza en mí, en los otros, en la vida, en la
divinidad.

Reflexiones

¿Tienes alguna práctica diaria que te apoye a vivir en el mundo externo?

¿Le regalas a tu espíritu 5 minutitos con los ojos cerrados para respirar y
sentir tu interior?

¿Permites en algún momento del día ver a Dios en la cara de todos?

¿Aceptas los eventos que te llegan tal cual son sin querer que hubieran
sido como tú quieres?

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Regálate una pausa

Tómate un par de minutos para ti. Respira profundo, alza tus


brazos hacia el cielo, estíralos tanto como si fueras a alcanzar el cielo y
expulsa todo el aire. Dale oxígeno a tus vertebras. Estírate de nuevo,
inhala profundo y suelta. Ahora sacude tus manos soltando y deja que
tus muñecas se suelten. Así, despacio, suelta y sacude. Si puedes, busca
y toma un vaso de agua… Despacito, con atención como si cada gota
fuera a refrescar cada célula de tu cuerpo. Pídele, dile tal cual, que
limpie y regenere cada célula de tu cuerpo.

Puedes hablarle al agua, ¿sabías? Pues te invito a que


investigues los experimentos realizados por Mr. Emoto, quien probó
que los pensamientos cambiaban las moléculas del agua, así es que
hasta ese poder tienes cada vez que tomes agua. Puedes entrar a este
link para investigar lo que te digo: <www.masaru-
emoto.net/english/water-crystal.html>. También puedes observar las
imágenes de sus experimentos: <http://goo.gl/eH8XiX>.

“La vida es un espejo que refleja nuestro corazón.


Si miramos lo que nos pasa en la vida, podremos conocer
qué tenemos dentro del corazón”.

La Ley del Espejo


Yoshinori Noguchi

Un encuentro de distinciones, coaching ontológico

En el año 2010 tuve la oportunidad, después de haber analizado


muchas escuelas, de iniciar un curso de coaching de una escuela que
consideré la más apropiada para mí en ese momento. El diseño del
programa se dividía en tres partes (tres conferencias) y duraba nueve
meses. Las conferencias se dictaban en Bogotá, que era la sede para la
región del Caribe; y el resto del trabajo (suficientes asignaciones y
tareas) lo realizábamos individualmente, en grupos virtuales y por
teléfono, de manera que estuviéramos preparados para la siguiente
conferencia.

El modelo del programa estaba diseñado para que la primera


parte fuera de introspección y trabajo personal, y así se iba instalando el
aprendizaje, pasando por los temas de lenguaje, corporalidad y
emociones.

Mucho del contenido de este programa resonaba fuertemente


con mis aprendizajes de los cursos de Landmark y no comprendía la
resonancia, hasta que una noche no pude más, me levanté de la cama y
realicé una búsqueda en Google donde escribí: “Relación entre
Landmark forum y el coaching ontológico” ¡Bingo! Allí estaba el Dr.
Fernando Flores, chileno exilado que vivía y trabajaba en una
universidad de San Francisco, California; era responsable de muchas de
las distinciones del currículo de Landmark y del diseño del coaching
ontológico, del cual fue originalmente creador y parte, hasta que por
razones que no son relevantes a este escrito, tomó caminos diferentes.

Las distinciones del Dr. Fernando Flores

Me di cuenta entonces de que en el libro que utilizábamos


como texto principal en el curso de coaching, aparecía una y otra vez el
reconocimiento que le daba el autor Rafael Echeverría en su libro
Ontología del Lenguaje, al Dr. Flores; crédito que jamás escuché se le
diera directamente durante los nueve meses del curso.

Fernando Flores es un político chileno, filósofo, ingeniero y


doctor en Filosofía del Lenguaje de la Universidad de Berkeley. Según las
palabras de Echeverría, Flores podría ser acreditado también como el
fundador de la ontología del lenguaje, salvo por el hecho de que no la
llamó así. El esfuerzo de síntesis que propone Flores es llamado “diseño
ontológico”.

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En sus trabajos, Flores plantea que gran parte de la
coordinación humana ocurre en lo que denominó "conversaciones para
la acción", a través de las solicitudes, de las promesas y del
cumplimiento de los compromisos entre las personas y sostuvo que la
importancia de los computadores consiste en facilitar este trabajo de
coordinación, más que en el simple procesamiento de datos.

Esto me permite confirmar que el conocimiento es universal y


que llegará el día en el que dejaremos de citar o dar reconocimiento a
otros autores porque la conciencia se ha expandido y se ha elevado
tanto que ya no importa quién lo pensó o dijo primero. Hoy lo hacemos
por respeto, como parte de la ética.

Me ha pasado, que cosas que he diseñado, pensado y escrito


luego las veo escritas y dichas por otros. Nadie me copió. A los
pensadores y escritores les pasa eso con frecuencia porque esa
sabiduría y conocimiento universal está en los átomos esperando que
cada cual los sintonice a su tiempo. La inteligencia está allí en el
universo y vamos captando y sintonizando con ese conocimiento, unos
primeros y otros después.

Una nueva distinción dentro del amor: el pedir ayuda

“Sembramos la paz cuando no eludimos los conflictos,


cuando los afrontamos a tiempo,
cuando los vamos resolviendo,
cuando sabemos pedir ayuda y darla”.

Isbella Di Carlo

Paso a compartir parte de mi vivencia después de haber


finalizado la primera conferencia, con un escrito que describe por sí
mismo lo que estaba pasando en mis adentros:
Primero escuché: “Es difícil amar a alguien que no pide ayuda”. O sea, si
no pedimos ayuda no le permitimos al otro amar, servir, dar. En cambio,
cuando me pides, me consideras, me tomas en cuenta... Wow!, primer
golpe bajo. Después fue lo otro: “El destino de los héroes o heroínas es
la soledad” ¡Boom! segundo golpe bajo. Y, ¿qué es esto?

Súper mujeres resolviendo la vida, arreglándolo todo, lamiendo


las heridas de las crías, sacándole el jugo al mes, atrasando el cansancio,
posponiendo la tristeza… ¿Terminarán solas por no pedir ayuda? ¿No
hay espacio para que las amen? O sea que estas mujeres amazonas,
maravillosas, que hemos sido y seguimos siendo ¿no damos espacio a
ser amadas porque no pedimos? O sea, si no pedimos ayuda no damos
la oportunidad de que nos amen y punto. No abrimos las puertas para
que otros se acerquen y nos den, nos acunen, nos brinden, nos apoyen,
nos ofrezcan.

“Wow!” pensé, esto es serio e intenso. Y es que todas las


mujeres que conozco somos guerreras de una forma u otra.
Automáticamente comenzó mi inventario mental a sacar cuentas de a
quiénes conocía y pedían ayuda y quiénes no. “Otro wow!” pensé de
nuevo; ¡carajo!, ¡qué difícil es esto de pedir! ¡Si lo que hemos hecho es
sobrevivir, seguir adelante y hacerlo lo mejor que podemos, sin ningún
plan de vuelo!

Pero no solo yo, todas nosotras si se me permite hablar del


género femenino: mis amigas, las mujeres de mi familia, mis
compañeras de los diferentes trabajos, las mujeres que observo en los
talleres, las que nos atienden en los salones de belleza, ¿no es esto lo
que teníamos que hacer? Seguir adelante, darle como fuera, sobrevivir,
caer y pararse, sufrir, llorar y ser feliz, seguir, surgir, subir y bajar hasta
llegar donde estamos… Habría que ver dónde está cada una, lo cual
queda como reflexión personal en observar los costos, ganancias o
pérdidas del pedir o no pedir.
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En mi caso, cuando pedí, recibí. Evidentemente el factor
confianza e intimidad son ingredientes de esta acción. Tengo a muchas
mujeres amigas a las que les he pedido y he recibido. Muchas veces
pedí a personas que no estaban listas para dar y se sintieron
presionadas o incómodas, o hasta tal vez pensaron que era fresca.
Bueno, la frescura y el pedir es otro tema que merece su propio espacio
y sería algo como cuando no hago mi parte y quiero que todo me lo
hagan, lo cual es total cuestión de interpretación y habría que
considerar dónde está parada emocionalmente cada persona en esa
ecuación: la que pide (la fresca) y la que da (en este caso puede ser la
víctima, si así lo interpreta).

Al ser la generosidad la clave del dar, resulta que es también la


del pedir. Si no eres generosa, no sientes que mereces y no pides. Puede
citar mi memoria la experiencia con mi amiga Nélida quien tuvo la
cortesía de guardar en su casa pertenencias mías, por un periodo de
casi un año. Yo me sentía apenada, avergonzada y ella me repetía
constantemente que yo le estaba dando la oportunidad de DAR. Wow!
¡Hurrah para Nélida! ella estaba clarita. Puedo hoy reconocer ese
sentimiento de incomodidad de mi parte, una sensación de que estoy
causando molestia a la otra persona.

En los silencios del hogar donde crecí hasta mis 19 años, aprendí
muchas cosas y muchas otras no. Esto del pedir no necesariamente fue
una de ellas. El dar sí lo vimos y vivimos: Recuerdo que a mi papá le
pedían que resolviera problemas caseros como el arreglo de cerraduras,
puertas y demás en otras casas y él siempre acudió al rescate de los
necesitados. No solo eso, las amistades que venían de fuera del país, se
quedaban temporadas en mi casa, o sea ellos (mis padres) daban, pero
estoy casi segura de que no pedían.

Me pregunto, ¿por qué no pedimos? Lo primero que se me vino


a la mente cuando se hizo esta pregunta abierta en mi experiencia
pública, fue que yo por años no sabía que se podía pedir, no me
enseñaron a pedir, no crecí pidiendo (tal vez alguna vez cuando iba al
supermercado con mi papá y pedía alguna cosa que él consideraba dar
respuesta con un NO) y esto lo tengo bien claro porque recuerdo
carencias en mi niñez y adolescencia que han podido rellenarse si
hubiera abierto la boca. No pedimos por miedo, por inseguridades, por
una autoestima débil, porque no nos creemos merecedores, porque
basamos el futuro en las experiencias del pasado, porque no nos
enseñaron, porque no confiamos, porque no sabemos qué es lo normal
entre humanos, y así sucesivamente, cada cual tendría su historia del
porqué pide o por qué no, a quién pide y a quién no.

El miedo es una raya que separa el mundo


El miedo es una fuerza que me impide andar

Mientras escribo, escucho esta frase de la canción “Miedo” de


Pedro Guerra, apropiadísima para el tema. Por supuesto que el miedo
separa el mundo en dos partes: en el mundo de la inclusión o en el de la
exclusión, no hay más, o estás en uno o estás en el otro, llámale como
quieras. Eso hacemos con nosotros mismos y con los otros. Hasta que
no nos demos cuenta, no escogemos en cuál queremos vivir.

Decir, “te necesito” o “me estás ´grubeando´”, como dicen las


panameñas, lo cual significa “me estás tomando el pelo” tiene que ver
con la dependencia, el apego, el “te quiero y te amo pero no te
necesito”. ¿Quién nos enseñó eso? ¿De dónde vino? ¿Por qué me creí el
cuento de que no podemos necesitar dentro del amar o no podemos
necesitar y amar a la vez? ¿Se creyeron ustedes también este cuento?

Me encantaría saber sus creencias y experiencia al respecto. La


que se atreva a compartir la invito a enriquecernos en este camino que
no es más que el camino a casa, el camino al encuentro con el alma.
(Este escrito fue enviado a un grupo por email y recibí muchas
respuestas enriquecedoras).
96
Si reflexiono en el recorrido de lo leído, y me cuestiono: ¿de
dónde viene la distancia tan profunda entre el amar y el necesitar? Me
puedo ubicar en las enseñanzas de Bradshaw de los años 80, que
expone el tema de la codependencia, el apego y otras esencias.

Pero, ¿hasta qué punto necesitar de los demás es o no es


codependencia? Me vienen a la mente las siguientes distinciones tan
atinadas y necesarias para este siglo: dependencia, independencia e
interdependencia, siendo el punto medio o balance la interdependencia
donde danzamos en un dar y recibir vivo, enérgico, justo, abierto, sin
miedos ni restricciones, sin expectativas, con atención y mucho
equilibrio, donde sí pueden existir límites y de hecho existen para que la
danza sea de bienestar y gozo para todas las partes.

Claramente queda la dependencia como una total auto


anulación del ser que no sabe que sabe, no sabe que puede o no quiere
intentarlo, o la que es natural de los infantes con su madre (ojalá con el
padre) y su medio ambiente. La famosa y bien conocida independencia,
una total exagerada autosuficiencia (ojo con lo que pienses de esta
palabra, la cual indica que tú eres suficiente y no necesitas ni de Dios)
donde por ignorancia y hasta inconsciente arrogancia creemos no
necesitar nada de nadie ni del ambiente, perdiéndonos con esta actitud
el sentido de la vida misma que es la interrelación, el compartir y el
crecer que surge naturalmente de estas acciones. Del maestro
vietnamita Thich Nhat Hanh podemos aprender mucho del “interbeing”,
que es algo como “el estar siendo o el ser junto con todos los otros”.

Tal vez interpreté mal estos conceptos y me creí que necesitar


era depender, o necesitar era apegarse a alguien o a algo. Me es difícil
reconciliar ambas acciones como una parte de la otra, o sea unir
sanamente las acciones del amar y del necesitar. Pero SOY APRENDIZ y
por aquí voy practicando.

Durante una de las sesiones de prácticas y llamadas en grupo,


en el transcurso del programa de coaching, una de las tareas que me
asignó nuestra coach fue que pidiera ayuda abiertamente a mi grupo,
pedir lo que fuera: apoyo, acompañamiento, lo que yo necesitara, y esto
fue lo que pasó: no solo se me olvidó que era mi tarea, sino que no
podía verbalizarlo, me congelé, me costaba un mundo, me sentía
extraña, creía que les encargaba una gran responsabilidad; me sentía
boba, me sentía rara, se me hizo el nudo en la garganta y no pude más
que estallar en llanto. Como niña guiada de la mano de Paz, mi coach,
fui repitiendo lo que ella decía para que yo pudiera expresar esas
simples palabras. Parece increíble, pero ese nudo en la garganta y esa
sensación de ser inadecuada o estar fuera de lugar estaban tan claros y
presentes que no las pude pasar por alto. No sé de dónde venía, no sé
cuántos años tenía de guardar “eso” allí. Pero es evidente que estaba.

Unas horas después me doy cuenta de que viene de años de


estar en automático, resolviendo lo mío y lo de los otros, de vivir en la
creencia de que todo lo podía sola y lo hacía sola. Pidiendo ayuda para
las cosas de afuera, o los de afuera, pero rara vez, muy rara vez para las
cosas del alma, para mis necesidades propias e íntimas. Muy pocas
personas han sido espejo recipiente para las cosas del alma, por lo cual
hoy me doy verdadero crédito.

Tres horas después tuve una reunión con un amigo de la


infancia y en nuestra conversación estuvimos hablando de los últimos
acontecimientos en nuestras vidas, a lo que el agregó con toda sencillez
y naturalidad, sin previa introducción de mi experiencia con el tema: “Yo
lo que sé y he aprendido es que requerimos tener a alguien que nos
necesite y necesitar a alguien en nuestras vidas” “¿Qué?” dije, y pensé
“¿de dónde me sacas esta máxima ahora, hoy, en este preciso
momento?”

Intenté contarle lo de mi grupo, la conferencia de la mañana y el


proceso de aprendizaje en que estaba, pero ya no tenía tanta
98
importancia lo que yo contara sino lo que yo había escuchado. Entonces
decidí escribir cosas que amo con pasión. Escribí para compartir mi
momento, para satisfacer el deseo de mi alma de expresar y de alguna
manera, ir desenmarañando el misterio de esta particular telaraña.

Recordé lo que dice el maestro Guruji, sobre la utilidad de cada


cual. No es lo que sepas o lo que tengas, sino cuan útil puedes ser a los
demás, a una comunidad, a tu planeta. Luce como que hay una relación
entre ser necesitado, ser útil y el amor. Por supuesto que esta es mi
interpretación, igual que todo lo que aquí he estado compartiendo.

Por otro lado, siento que el énfasis en el amar ha sido dar, dar,
dar y eso ya sabemos que es recibir, recibir, recibir por el inmenso
placer y satisfacción que se siente. Pero, ¿cuándo nos hablaron de
pedir? ¿Será que es un acto natural de las personas que crecieron con
abundancia afectiva y les sale simplemente natural como ir a tomar
agua? No sé. Y recordé clarito lo que nos dice la biblia: “Pide y se te
dará”. (Este escrito nunca tuvo como objetivo tener un final o una
conclusión).

Vivencias del coaching

De las conferencias del coaching quedaron pensamientos,


distinciones y decretos que me ayudaron en mi proceso de reflexión,
aprendizaje y toma de conciencia de quién estaba siendo en el mundo,
en mi familia, como profesional, como madre y como pareja. Revisé mi
escucha. Practiqué mi escucha. Afiné mi escucha.

Al poner atención a mi propio tono, confirmaba que las


emociones están en cada palabra que se expresa y comencé a poner
atención a la emoción que sostenían mis frases y preguntas.

Aprendí a dar más crédito al otro y concederle autoridad al que


no se la daba cuando me sentaba en el banco más alto de la verdad.

Me identifiqué con lo que era transformar los días de dolor en


escuela y permitir que el dolor nos enseñe sin dejar que el sufrimiento
sea el que se quede. Incluso ir más allá y ponerlo al servicio de los otros,
como lo hacemos todos cuando ofrecemos nuestra experiencia y nos
acompañamos unos a otros. La entrega que estoy haciendo a través del
libro y el acompañamiento al que invito.

Una distinción que abrió muchas puertas para mí fue la de los


juicios maestros. Un juicio es una creencia que no hemos cuestionado y
que estamos seguros de que es real, al punto de vivir como si fuera una
verdad.

En mi trabajo uso la palabra “paradigma” o “creencia”


dependiendo del contexto. Encontrar y reconocer mis juicios maestros
me recordó lo que en Landmark Educación, llamaban antes “rackets” o
“acts” (no tengo traducción para racket; para act, sería actos o dramas).
Un “act” es una acción o patrón repetitivo que hacemos por tanto
tiempo sin darnos cuenta ni reconocerlo y se vuelve como parte de lo
que somos y como somos.

Un “act” para mí era hacerlo todo sola, pensar que no había que
pedir ayuda. Ese era uno de mis juicios maestros, y decía así: “Yo me
tengo que hacer todo sola, no hay que pedir ayuda, nacimos solos,
morimos solos” Entonces viví bajo esa creencia como si fuera cierta los
primeros años de mi vida. Una vez que me di cuenta, pude hacer algo al
respecto.

La libertad del “no saber”

Reafirmé la libertad del espacio que da el “no saber”. El estar


cómoda con la confusión sabiendo que vendría el momento de la
claridad. Honrar el espacio del no saber e invitar a la pausa, ambos
espacios tan necesarios para procesar y aclarar nuestras propias
respuestas, en contraste con las expectativas sociales y empresariales,
donde se espera que sepamos y que tengamos respuesta para todo, en
cualquier momento.

100
En mi experiencia profesional, tanto ahora de facilitadora y
coach, como antes en la industria turística, no se nos brindan los
espacios para “no saber”. Si somos afortunados, nos damos cuenta y
nos comenzamos a dar nuestros propios permisos para no saber, para
estar en pausa, para esperar a que la respuesta llegue.

Como nos explicaba Julio Olalla en el curso, las revoluciones y la


ciencia han separado el “saber” y el mundo del “alma”. El saber carece
de alma, de emoción y le damos extrema importancia. El saber es
importante para controlar, implica que todo está bajo control. Sirve
para predecir, y predecir para controlar.

De tanta importancia que se le ha dado al saber, viene el


desconectarse emocionalmente del mundo, como bien dice Carolyn
Myss, estamos en una crisis del cuarto chacra, que es la del corazón o
sea la del manejo sano de las emociones, donde el corazón ya no se
cierra porque ha sanado, confía y no tiene miedo a amar.

En una sesión de una de las conferencias, me sorprendió


escuchar que la base de nuestra economía era la insatisfacción y pensé
que no podía estar mejor expresado. Se nos está vendiendo algo
constantemente para “estar bien”. Se nos bombardea frecuentemente
por medio de los medios de comunicación que para “estar bien”
necesitamos esto o aquello (siempre, siempre, siempre algo externo),
nunca nos dirá la publicidad que miremos hacia adentro. Y como he
dicho antes en algunos escritos, el mercado del Ser como artículo de
desarrollo y evolución, aún no se explota como producto comercial.

Las conferencias y las interacciones del curso de coaching


plasmaron vivencias y aprendizajes para toda la vida. Si tengo que
resumir el contexto y filosofía base del mismo, puedo decir que abarca
una visión global de la humanidad, donde no se excluye a nadie, donde
todos somos construidos por todos, donde todos somos responsables
de todos, y nacemos para ser constituidos por algo más grande
poderoso y mágico que cada uno como individuo.
Ningún ser humano se constituye solo, existen muchos
personajes que son y serán parte de nuestro ser. Por ende, nos toca
sanar juntos, como comunidad, como planeta: “Empecemos a nombrar
el amor que nos tenemos, si no el universo no se entera”.

Pausa y piensa

 ¿Desde qué emoción pides lo que necesitas?


 ¿Desde qué emoción preguntas lo que deseas saber?
 ¿Cuáles son tus creencias con respecto al pedir ayuda?
 ¿Qué es para ti el compromiso?
 ¿Con quién te comprometes?
 ¿Con qué no te has comprometido aún?
 ¿Participas en el mundo y te incluyes, o te excluyes?
 ¿En qué área te cuesta incluirte porque piensas que no perteneces?
 ¿Cuál es la emoción que reinaba en tu hogar?
 ¿Cuál es la emoción que predomina en tu diario vivir?
 ¿Tus pensamientos vienen desde la escasez o desde la abundancia?

VII. RECORRIDOS Y ENCUENTROS CON LAS EMOCIONES

Podría decir que todo lo compartido hasta ahora tiene que ver
con las emociones. La búsqueda de emociones positivas, la búsqueda de
estados de ánimo pacíficos, el deseo de sentimientos de afecto y
aprecio, la necesidad afectiva y la búsqueda de una autoestima sana.

En mi infancia y adolescencia, las emociones estaban todas allí,


bien presentes, bien claritas, y se sentían en las diferentes partes del
cuerpo, incluyendo garganta, estómago y pecho, pero sin nombre, lo
cual me tocó aprender y poder nombrar en la adultez. Lo que no estaba
102
en la niñez, adolescencia y juventud era la capacidad de nombrarlas,
honrarlas, reconocerlas, habitarlas y expresarlas abierta y
humanamente.

Valga este espacio para recordar la función de las emociones,


las cuales solo tienen el privilegio de experimentar los humanos. Las
emociones son sensores tipo alarma que nos dejan saber qué está
pasando. Son un mecanismo de información que el cuerpo nos brinda
en el momento presente para evaluar el evento o la experiencia.

Las emociones nos impulsan a la acción, nos mueven al cambio,


son la señal interna que nos informa lo que está pasando con nosotros.
A pesar de que fluctúan y no son permanentes, no podemos obviarlas y
no tomarlas en cuenta cuando las sentimos. Sentirlas, reconocerlas y
observarlas nos permite darnos cuenta del grado de importancia que
tienen. Sin las emociones no habría creatividad ni innovación ni
creación. Si no te sientes bien, tus emociones te están dando la
oportunidad de que te pongas en contacto con lo que no anda bien y lo
transformes. Cada emoción está ligada a una sensación en el cuerpo.

Hoy ya no es nuevo el concepto de la inteligencia emocional.


Comprender la inteligencia emocional ha pasado a ser una necesidad en
todos los ámbitos de las relaciones humanas. La posibilidad de tomar en
cuenta las emociones propias y la de los demás es una llave para el éxito
en cualquier interacción humana. No es un lujo, es una necesidad. No es
modernismo, es humanismo. No es nueva psicología, es calidad
humana.

Mi pasión y tema favorito en cualquier conversación, ya sea en


talleres o con amistades es el de las emociones. Pienso y siento que no
importa qué camino se tome para vivir la vida, las emociones deben ser
reconocidas, honradas y procesadas.

Algo que he aprendido y compruebo una y otra vez, es que las


emociones son realmente lo que nos hace humanos y son más
importantes de lo que nos han enseñado durante los dos últimos siglos.
Las emociones, la afectividad, los sentimientos, los estados de ánimo,
son la vibración que nos conecta o desconecta de la fuente, llámese
cosmos, universo, vida o Dios.

La fuerza vital o prana tiene una relación directa con las


emociones. No existe casi prana o fuerza vital cuando experimentamos
emociones aplastantes como la depresión o la culpa. Si mis emociones
son negativas, mi vibración, mi fuerza vital es baja y mi poder de atraer
armonía y buenas relaciones es escaso. Si mi emoción es de armonía y
paz, así será mi vibración y mi posibilidad de cocrear y manifestar lo que
quiero en mi vida.

El mapa de la conciencia del Dr. Hawkins

La vergüenza y la culpa son las emociones más bajas que


podemos sentir según la escala que nos muestra el mapa de la
conciencia, presentado en el libro El poder contra la fuerza del Dr. David
R. Hawkins. De acuerdo con este mapa, el cual nos ayuda y sirve de
referencia para ubicarnos emocional y vibratoriamente en dónde
estamos y hacia dónde deseamos ir; el coraje por ejemplo, está en el
medio de la escala hacia arriba, y nos muestra que estamos
ascendiendo a emociones de bienestar y paz donde nuestra propia
vibración aumenta brindándonos claridad, enfoque y propósito.

El uso de este mapa de la conciencia me ha ayudado a darme


cuenta de mis estados emocionales y he aprendido a través de la
intención a moverme de una emoción a la otra. No es trabajo fácil, sin
embargo, es una ruta que he decidido experimentar para lograr en la
práctica ascender a estados vibratorios más altos, más cercanos a la
plenitud y la paz con mayor eficiencia. Ya conozco bien la miseria de los
estados emocionales y vibratorios más bajos. Solo en la conciencia
puedo darme cuenta de dónde estoy y moverme hacia donde deseo y
necesito ir.

104
Visión de Visión de la
Nivel Escala Emoción Proceso
Dios Vida
700 a
Ser interno Es Iluminación 1000
Indescriptible Conciencia pura

Ser universal Perfecta Paz 600 Éxtasis Iluminación


Uno Completa Alegría 540 Serenidad Transfiguración
Amoroso Benigna Amor 500 Veneración Revelación
Sabio Significativa Razón 400 Comprensión Abstracción
Misericordioso Armoniosa Aceptación 350 Perdón Trascendencia
Edificante Esperanzadora Voluntad 310 Optimismo Intención
Consentidor Satisfactoria Neutralidad 250 Confianza Liberación
Consenti- Empodera-
200
Permisivo Factible Coraje miento miento
Indiferente Exigente Orgullo 175 Depresión Engreimiento
Vengativo Antagonista Ira 150 Odio Agresión
Negativo Decepcionante Deseo 125 Anhelo Esclavitud
Castigador Atemorizante Temor 100 Ansiedad Retraimiento
Remordi-
75
Altivo Trágica Sufrimiento miento Desaliento
Desespera-
50
Censurador Desesperanza Apatía ción Renuncia
Vindicativo Maligna Culpa 30 Culpa Destrucción
Desdeñoso Miserable Vergüenza 20 Humillación Eliminación

Las emociones según Abraham

He aprendido de las enseñanzas de Abraham, canalizadas por


Esther Hicks, que las emociones son una brújula, un sistema de
navegación que nos indica dónde estamos y nos muestra como un GPS
hacia dónde podemos ir. Esto coincide con lo que me enseñó el mapa
de la conciencia de Hawkins, en el que puedo ver claramente la escala
de las emociones y tomar conciencia de cómo me salgo de una para
dirigirme hacia el bienestar.

Movernos de un estado vibratorio a otro en la escala hacia


arriba es estar en el camino hacia el bienestar y eso es lo que se
necesita: tener el deseo del bienestar, querer estar bien. Luce fácil.
Como todo, repito, requiere de observación y práctica. Querer y poner
toda la atención e intención en querer estar bien es lo que recomienda
Abraham. Solo ese deseo de estar bien nos ayuda a salirnos del hueco y
es realmente cierto, solo que no es lo más fácil en el momento de la
efervescencia.

Somos de acuerdo a lo que estamos sintiendo. Sentimos de


acuerdo a lo que nuestros pensamientos están procesando. Cuando
andamos sobreviviendo, las posibilidades de fluir y conectar con estados
de manifestación más altos son casi nulas. Cuando vivimos plenamente,
vibramos con energías capaces de manifestar lo que sea que decidamos
y deseamos.

Las emociones y la respiración

Las prácticas que aprendí en los cursos de “El Arte de Vivir”, me


han ayudado mucho a liberar estrés y cansancio acumulado, lo cual
permite tener un mejor manejo de las emociones. Nunca me ha gustado
el término que utilizan muchos al decir, que debemos “controlar” las
emociones. ¿Cómo controlas lo que no conoces? Entonces, primero hay
que comenzar a reconocer y nombrar lo que se está sintiendo para
entonces pasar a la etapa de manejarlas.

Darme cuenta cuando estoy en el espacio de la frustración, no


solo me hace parar lo que estoy haciendo, sino buscar algo que me dé
bienestar en ese momento. Eso me tomó tiempo aprenderlo pero fue
justo y necesario, si quería salir de los huecos en que me metía. Algo
que me dé bienestar puede ser tan simple como tomar agua, moverme
el cuerpo y saltar para mover el cansancio estancado, comer algo, cerrar
los ojos y respirar con atención.

La respiración está ligada a las emociones. Depende de qué


emoción experimentamos así será nuestro ritmo de respiración. Si estoy
alterada y con estrés mi respiración será más rápida. Si tengo calma y
tranquilidad, mi respiración será más pausada. Si tengo tristeza, mi
106
respiración cambia, se vuelve hacia dentro y entrecortada. Si tengo
alegría, hacia fuera, casi como la risa. Con la rabia hay jadeo, que se
cambia con la respiración consiente por la nariz de manera que entre al
fondo de la cabeza y active la amígdala, la responsable del sistema
emocional dentro del cerebro. La guardiana de las emociones.

Diseñé una “Tarjeta de Verificación Personal”, que comparto en


los talleres, con preguntas claves básicas, que ayudan a recuperar el
bienestar de forma simple y rápida. Consiste en recordar preguntarse,
varias veces al día, lo siguiente:

1. ¿Qué estoy sintiendo?


2. ¿Qué necesito?
3. ¿Con qué recursos cuento?
Hacerme la pregunta ¿qué estoy sintiendo? Me ubica en la
emoción o estado de ánimo en el cual me encuentro, para saber hacia
qué emoción me quiero mover. ¿Qué necesito? me ayuda a pausar y
darme cuenta de que en ese momento necesito algo diferente a lo que
tengo o estoy haciendo. Identificar qué recursos tengo disponibles en
ese momento, me aclara a buscar si necesito algo de comer, tomar
agua, alguien con quien hablar, o necesidad de ir al baño. Es como un
botiquín de primeros auxilios. Simple, básico, necesario.

Para mi vida diaria estas preguntas son básicas y constantes. Ya


están integradas en mi cerebro, al punto en que mi cuerpo ya me avisa
que me toca salir de un estado y hacer algo para llegar al otro.

Cuando siento que mis niveles de estrés me están llevando al


cansancio, la confusión o la baja tolerancia, sé que tengo que pausar y
hacer algo al respecto. O me hago las preguntas anteriores, o voy
directo a tomar agua, ir al baño, comer algo si está disponible, estirar mi
cuerpo y espalda y hacer algo de respiración rápida para oxigenar el
cerebro.

Con la Internet casi accesible a gran parte de la población del


planeta, podemos hacer búsquedas de prácticas cortas de respiración y
vamos a encontrar paso a paso cómo hacerlas, y cómo beneficiarnos de
su práctica. Pueden buscar bajo pranayamas, respiración yógica,
respiración para el manejo de estrés y otras búsquedas con la palabra
respiración.

Las emociones según Mantak Chia y Dena Saxer

Para los autores taoistas Mantak y Dena, las emociones son


respuestas energéticas naturales ante lo que experimentamos a través
de nuestros sentidos. Son mensajes vitales de nuestra alma, de nuestro
yo superior para nuestro cuerpo.

En su libro Sabiduría Emocional detallan la relación de cada


emoción, su posición en el cuerpo y los órganos a los que afectan. Las
cito tal cual aparecen en su libro, para compartir contigo a manera de
información, ya que aún no puedo comentar desde mi experiencia por
ser un conocimiento reciente, el cual todavía me encuentro
observando.

 La tristeza y la depresión se alojan en los pulmones y en el


intestino grueso. También alojan el coraje y las cualidades
psicológicas del desapego y de la acción correcta.

 El miedo y el nerviosismo se alojan en los riñones y en la


vejiga. También albergan la calma y la dulzura, así como los
rasgos psicológicos de la fuerza de voluntad y de la
sabiduría.

 La ira y sus variantes (envidia, celos, resentimiento) se alojan


en el hígado y en la vesícula biliar. Las emociones de la
bondad y la generosidad también se alojan en estos
órganos.

 La arrogancia, la impaciencia, la crueldad y la manía se alojan


en el corazón y en el intestino delgado. Al igual que el
entusiasmo, la gratitud, la confianza, la alegría, la
compasión y el amor.
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 La preocupación, la ansiedad, la vergüenza, la culpabilidad y la
autocompasión se alojan en el estómago, el bazo y el
páncreas. Al igual que la apertura, la estabilidad, la justicia
la honestidad y las intenciones poderosas.

Las emociones y los centros energéticos

Conocer nuestros centros de energía o chacras, es expandir el


conocimiento de nuestro propio ser como seres físicos, emocionales,
mentales, y energéticos que somos. Comprender la energía que rige
cada centro nos educa para revisar lo que tengamos pendiente, y poder
así romper patrones, cambiar hábitos, liberar el pasado y recuperar
nuestra energía vital.

Conocer qué nos roba la energía, ya sean eventos, personas,


inquietudes, recuerdos o emociones nos lleva a hacernos cargo de
observar, identificar, liberar y transformar lo pendiente para mantener
nuestros niveles de energía balanceados y evitar la enfermedad,
reforzar nuestro bienestar y afinar nuestras relaciones personales, la
disciplina y la voluntad.

Sin entrar en muchos detalles del estudio e importancia de cada


centro, pasaré a hacer un breve resumen de acuerdo a lo que nos
enseña Graciela Pérez Martínez, en su libro Terapia del Alma.

Los centros de energía, chacras, o circuitos de energía son


bancos de datos y están compuestas por células de tejido nervioso y
entre sus funciones biológicas se encuentra la de almacenar la memoria.

Desde que somos concebidos, cada ser tiene un circuito


bioeléctrico que distribuirá la energía de la vida. Cada centro maneja un
tipo diferente de energía y cada energía está relacionada con los
pensamientos, la atención, el enfoque y las emociones que
manifestamos en nuestro diario vivir.

Haré un llamado de atención a lo que nos roba y disminuye la


energía y fuerza vital en cada centro, y su correspondiente emoción,
para que continúe su propio análisis si considera que este conocimiento
le puede aportar algo en este momento de su vida.

De arriba hacia abajo:

 La energía del séptimo centro, se relaciona con la energía


espiritual.
 La del sexto centro, con la energía mental.
 La del quinto centro, con la energía de la voluntad individual, la
expresión y la voz.
 El cuarto centro, con la energía del amor, la empatía y la
compasión
 La tercera, con la fuerza o energía del yo.
 La segunda, con la energía de las relaciones y creatividad.
 Y la primera, con la energía primitiva o tribal.
Nos indican que los tres primeros centros de energía son
terrenales, de sobrevivencia, se relacionan con el mundo exterior; y los
cuatro de arriba son espirituales, sostienen la conexión con lo
trascendente y la unión con lo divino.

Pérdidas de poder y emociones debilitantes

Primer centro (Situado en el área del coxis, base de la columna)


 Continuar apegados a creencias familiares y sociales con las que
no está de acuerdo.
 Ser fanáticos de religión, clase social y asociaciones e ideologías
que excluyen a otros.
 Permanecer atados a traumas y experiencias dolorosas de la
infancia.
Emociones debilitantes: culpa, vergüenza, enojo, rabia, inseguridad,
inflexibilidad, frustración.

Segundo centro (Situado en el área baja del ombligo —bajo


vientre—)
110
 Cuando vivimos solo para competir.
 Cuando dependemos emocionalmente de otros.
 Cuando intentas controlar a las personas con las que te
relaciones.
 Cuando nos quedamos atados a creencias limitantes sobre las
finanzas y la sexualidad.
Emociones debilitantes: celos, envidia, avaricia, victimismo,
seducción inapropiada, deshonestidad, culpa, poder sobre otros,
falta de integridad, incongruencia.

Tercer centro (Situado debajo del diafragma)


 Cuando rompemos las promesas a nosotros y a otros.
 Cuando manipulamos a otros para ganar aprobación.
 Cuando no podemos poner límites.
Emociones debilitantes: miedo, desconfianza, inseguridad,
exigente, rebeldía, arrogancia, rígido. La mayor pérdida de energía
en este centro es cuando la persona no es capaz de comprometerse
consigo mismo.

Cuarto centro (Situado en el área del corazón)


 Cuando permites que lo vivido en el pasado te limite.
 Cuando no trabajas y liberas el resentimiento.
 Cuando te bloqueas e impides la llegada del amor.
Emociones debilitantes: resentimiento, cinismo, miedo,
desconfianza, control de otros, estancamiento con el pasado.

Quinto centro (Situado en el área de la garganta)


 Cuando permites que otros decidan por ti.
 Cuando sientes vergüenza.
 Cuando mientes o distorsionas la verdad.
Emociones debilitantes: victimismo, pasividad, aislamiento, miedo,
vergüenza.

Sexto centro (Situado en el área del entrecejo)


 Cuando pierdes la fe en la vida.
 Cuando desconfías de la vida y pides pruebas para creer.
 Cuando te cierras al mundo espiritual que no conoces.
Emociones debilitantes: víctimas de viejos dolores, inhabilidad para
seguir adelante, estancamiento, falta de aceptación y de perdón,
obstinación, rigidez.
Séptimo centro (Glándula pineal, coronilla de la cabeza)
 Cuando te quedas atrapado en penas y fracasos del pasado.
 Cuando necesitas explicaciones racionales para tu vida interior.
 Cuando bloqueas tu mente para aceptar lo inexplicable.
Emociones debilitantes: victimismo, desconfianza a la vida, pérdida
de fe, desprecio de los propios recursos internos como la intuición,
rigidez mental, enfoque en el mundo material.

Reflexiones sobre tus centros (chacras)

 ¿En qué centro sientes que tienes algo pendiente por resolver?
 ¿Qué molestias tienes en tu cuerpo y en qué área se encuentra?
 ¿Cuál es la relación entre tu molestia y poder tener algo que
liberar de esa área?
 ¿Cómo está tu confianza con relación al mundo y los demás?
 ¿Crees que solo hay algunas personas creativas, o ves la
creatividad en todos, incluyéndote?
 ¿A qué te has comprometido en los últimos 12 meses?
 ¿Qué cosas te gusta hacer que te hacen feliz?
 ¿Cuánto valor le pones a tu palabra?
 ¿Te cuesta elegir, o decides con rapidez?
 ¿Qué es lo más importante en tu vida hoy?

El aprendizaje que me ha brindado el estudiar los centros


energéticos, me ha llevado a confirmar que no se trata de un viaje
directo de un centro al otro, donde no se regresa hacia abajo, sino de
equilibrar la fuerza vital en cada uno, ya que todos coexisten
simultáneamente. He requerido de constante atención y observación de
mis pensamientos, palabras, sentimientos, acciones y reacciones para
darme cuenta de cómo estoy, en qué centro está estancada mi energía,
y qué debo liberar y transformar.

A medida que este trabajo se hace rutina, las salidas de los


112
huecos o estancamientos han sido más rápidas y la reconexión con mi
propio centro más accesible, eliminando cada vez más los hábitos y
dramas tan arraigados, que finalmente ya no me sirven.

A partir del enfoque de la energía y la atención, me doy cuenta,


a través de una emoción, pensamiento o actitud, si me he salido de
rumbo; y cuando es posible la toma de conciencia, reoriento mi ser
hacia mi centro, mi corazón-alma-espíritu. Es lo que muchos le llamarían
el norte. Tener un norte es eso mismo, saber dónde estoy
emocionalmente y hacia dónde quiero ir.

En muchas ocasiones esto no es tan automático ni tan factible.


Cuando la “cosa” aparece, (una emoción que va más allá de la definición
de cualquier emoción), lo que hago es irme a mi esquina hasta que se
me pase. Irme a mi esquina es sabio y seguro tanto para mí como para
el otro. Esto es también parte del manejo de las emociones, que solo se
logra con conciencia de las mismas.

El sentimiento del amor universal y unión con el todo que


describen los místicos, no lo conozco pero sí lo imagino. Sé que es una
conexión que va más allá de las pequeñeces de lo cotidiano, sin dejar de
poder conseguirse en cualquier instante de la vida diaria. Si he sentido
plenitud, gozo, paz total y por eso sé que se puede sentir y estar en esos
espacios, donde nada es más importante que ese sentimiento.

Imagino y practico cómo es eso de la expansión total del


corazón, consciente de que se crea día a día y de que no nacemos con
este quinto centro enaltecido y brillante. Reconocer que sigo siendo
aprendiz me da espacio a equivocarme, observarme y tratarme con
compasión.

Tercer y quinto centro, fuerza y voluntad

La emoción del coraje que me acompañó y aún acompaña, se


originó de mi tercer chacra. La desarrollé poco a poco sin darme cuenta,
y tenía que ver con mis ganas de aprender, de crecer, de ser mejor
persona, de hacer cosas diferentes, todo con mi fuerza interna. Con el
tiempo fui desarrollando mi voluntad, fue naciendo esta voz, la de hoy
que lleva más pasión que ímpetu, todas características del quinto
centro, energía de la garganta, la autoexpresión, la palabra hablada, la
voz que escribe estas palabras.

El quinto chacra, a través de la autoexpresión en mi vida


profesional, ha sido mi modus vivendi de los últimos ocho años, o más
bien el sustento que da vida a los talleres y capacitaciones en las que
me desempeño. Este quinto chacra es el puente y balance entre el
corazón (4.to) y la mente (5.to), y la voluntad, la mediadora entre ambas.
El sexto chacra, responsable del desarrollo de la capacidad mental, la
cual me ha apoyado en el estudio, aprendizaje, práctica y aplicación de
los contenidos en mi trabajo. Sigo atendiendo al mediador, el corazón,
para que se haga cargo de la relación entre mi mente y mi voz.

La práctica de yoga y respiración consciente de muchos años ha


apoyado el balance de mi sistema energético y el alineamiento de mis
centros. Cuando viene alguna crisis es evidente que se desajusten y
tengo que volver a poner atención al bienestar integral que incluye: qué
estoy comiendo, qué estoy pensando, qué estoy sintiendo, cuántas
horas estoy durmiendo, qué me preocupa, qué estoy resistiendo o no
aceptando, y esto es lo que he aprendido a revisar para poder salir
adelante y encontrar lo que requiere ajuste. Para mí, sin preguntas no
hay transformación. No sé otra manera de regresar a mi centro.

Ir recorriendo a conciencia cada centro, sobre todo los tres


primeros, revisando y limpiando los resentimientos del pasado, saltar
del estancamiento, es lo que nos permite sintonizar con la energía del
amor y la compasión del cuarto centro, donde he podido experimentar
un antes y un después.

¿Qué revelan las emociones?

La neurociencia hoy confirma que, incluso, son las emociones


114
las que dan energía al cerebro. Cada emoción cumple un rol:

 La vergüenza me dice que rompí una norma.


 La culpa me dice que un valor personal no se honró.
 El resentimiento me hace volver una y otra vez a sentir la misma
emoción de descontento sin resolver nada.
 La tristeza me habla de una pérdida.
De la frustración, emoción que ha sido fiel acompañante desde
mis primeros años, puedo decir que es pura impotencia la que la
sostiene, el creer que no puedo hacer nada al respecto, es lo que la
acentúa. En un momento de plena frustración, desafiar la creencia de
que no se puede o no hay nada que hacer, puede suavizar la emoción.
Por otro lado, darse cuenta del espacio corto que hay entre la
perseverancia y la frustración, donde en la primera continúa el esfuerzo
y sé que en corto tiempo ya lo lograré, ya vendrá esa cosa por la cual
persevero. La frustración me dice que ya debía haber pasado.

La rabia dice que algo injusto ha ocurrido. El miedo nos indica


que puede que haya una pérdida. La pasión, es la emoción que te hace
ausente de ti mismo, te lleva a otros espacios donde te entregas al
evento o momento por lo cual estás apasionada. La pasión es una de
mis mayores fuerzas, la gasolina que hace andar mi vida profesional. La
ternura es el espacio que nos permite encontrar seguridad, tal vez la
más importante para los niños.

La empatía, tan importante en el desarrollo de las relaciones


con los demás, nos permite conectar con la emoción del otro. La
empatía empieza por uno mismo; si no sabes que sientes tú, no podrás
saber qué está sintiendo el otro. He aprendido que si estás en frente de
alguien que tiene una emoción que te incomoda, eso significa que no
has trabajado esa emoción en tu vida, que la tienes reprimida y no la
has aceptado como tuya.

Existe una línea muy sutil entre la admiración y la envidia: en la


admiración celebramos que el otro lo tenga y sea maravilloso. Cuando
se tiene envidia se implica que el otro no se lo merece, y que nosotros
sí.

Y la gratitud, la única emoción que realmente elegimos que no


viene de afuera, que no es una reacción a nada, simplemente se elige.
La gratitud es una emoción transformadora y produce suficiencia. No
hace falta nada.

Las distinciones de las emociones que he incluido en este


párrafo fueron todas enseñanzas del curso de coaching ontológico.

Ejercicio para observar molestias, incomodidades y resentimientos

1. Listar molestias, reclamos, quejas y resentimientos.

2. Busca algo que puedas agradecer de ese evento o esa persona.


¿Qué aprendiste?

Aprendí a…

3. Escribe cómo te hubiera gustado que fuera ese evento o esa


persona.

Me hubiera gustado que…

4. Reflexiona en tu actitud para cada situación (molestia,


incomodidad, resentimiento):

Qué hiciste, qué no hiciste, qué exigiste, qué diste, qué no diste.

Reflexión sobre el ejercicio

 ¿Puedes reconocer qué aportó el evento a tu crecimiento?


 ¿Puedes reconocer, aunque no lo comprendas, que el evento no
se pudo evitar?
116
 ¿Puedes perdonar a la otra persona?
 ¿Puedes perdonarte a ti misma por haber hecho lo mejor que
podías en ese momento?

Educación de las emociones y María dels Ángels

En mis notas de coaching, que siempre son un deleite leer,


decía: “Para tener una vida virtuosa se necesita educación emocional.
Dos años después, sin estar buscando, tal cual se tejen los eventos de la
vida, el tapete se va formando sin que uno lo planee”.

Así fue como me encontré con María dels Ángels, en Cerdaniolla


del Valles, donde había decido quedarme por un tiempo en mi última
visita a Barcelona. Luza, que me alojó en su apartamento en esa
hermosa y pintoresca ciudad, a una hora de Barcelona, al conocer mi
interés, estudio y trabajo con las emociones en las empresas, me
presentó a María dels Ángels, abogada y psicóloga transpersonal que la
había guiado en un programa el año anterior, sobre la educación de las
emociones.

En mi primera entrevista con María dels Ángels, supe que tenía


mucho que aprender de esta sabia mujer que siendo abogada se había
acercado al mundo de la psicología transpersonal y dividía su día en
ambas profesiones.

La psicología transpersonal contempla la existencia de diversos


"niveles de conciencia" y cada uno tiene diferentes características y se
rige por distintas leyes; considera que la psique es multidimensional.

La psicología transpersonal contó desde sus inicios en los años


60, con una serie de pensadores, psicólogos y brillantes exponentes que
habiendo desarrollado diferentes estilos terapéuticos, tienen en común
la aceptación de la espiritualidad del ser humano (Abraham Maslow,
Stanislav Grof y Ken Wilber). Es tal vez la corriente psicológica más
abarcadora de todas.

Mi vivencia con lo transpersonal ha sido siempre fascinante


porque incluye esa parte espiritual y multidimensional del ser que no se
puede negar. Lo que veo como un aporte poco común es la intención de
integrar los dos hemisferios del cerebro para dar cabida en nuestra vida
a esa parte reprimida y poco expresada del hemisferio derecho; área no
racional ni sensorial, debido a la sobrevaloración de la razón y el
intelecto.

No integrar la intuición, las artes, la imaginación, el dibujo, las


formas, algunas emociones, todos ingredientes del cerebro derecho, es
tener un mundo de seres humanos incompletos y desbalanceados.

Al iniciar el programa, empezamos abriendo el diario del


Psiconauta, donde dos veces al día trabajamos en los ejercicios y
reflexiones de ese día durante los cuarenta días del programa. Labor
constante que requiere alta disciplina y perseverancia, por lo cual decidí
diseñar el espacio y tiempo solamente para el programa.

La primera tarea fue escribir lo que quería lograr del programa y


narrarlo con una oración que iniciaba con la frase “Nacimiento a…”.
Tenía que elegir siete nacimientos, o sea, iba a parir siete nuevas formas
de ser, o siete mujeres nuevas, o lo que fuera que yo quería crear. Fue
fascinante crear este documento y con el paso del tiempo ver claras las
cosechas.

Mi primer nacimiento fue “Nacimiento de una mujer sabía que


acompaña”. Otro fue “Nacimiento a una madre más compasiva,
empática y amorosa”. No sabía que me preparaba para lo que sería en
mi vida de madre un año después: la combinación de ambos en la
experiencia más elevada de amor incondicional que viví con mi hija, la
118
cual relato en la parte final del libro.

Era fascinante seguir aprendiendo todo lo relacionado con las


emociones, su manejo y sobre posibles estados del ser donde no
habitaran las emociones. Era también importante seguir practicando el
actuar sin reaccionar, ir mermando el ímpetu de la juventud y
desprenderme cada vez más de los juicios y las quejas.

El diseño del programa ofrece estimulación de ambos


hemisferios, utilizando metáforas, cuentos e historias que le hablan al
ser, sin necesariamente pasar todo por el hemisferio izquierdo donde
todo se analiza y racionaliza. Llega el conocimiento desde la metáfora.
Toca nuestro ser el simbolismo de las historias y la conexión que las
mismas tienen con nuestras propias vidas. Otra forma de aprender.

Escuchar a María dels Ángels era un deleite. Forma y fondo,


razón y voluntad, campo magnético y campo eléctrico… Explicaba cómo
nuestra voluntad era propia del alma, y eléctrica; y la razón, relacionada
con el cuerpo, su peso y densidad, y era magnética. No era tan fácil
comprender e integrar esta visión. Después todo logró tener sentido.

Aprendí lo que era un “infarto emocional” porque para guiarme


a conectarme con situaciones específicas, me enseñó a identificarlos
para, de manera simple, separarme, recuperar el bienestar y luego lidiar
con los mismos.

Me enseñó con palabras y luego en la práctica el concepto de


“vaciarme”, un acto de darse todo, no desde una necesidad sino desde
la liviandad y la entrega, desde el amor. Esta sensación la experimento
mucho en los talleres; se suspende el pensamiento y entra un flujo de
interacción con el otro donde hay una total entrega, un total vacío.

Logré ver la diferencia de estar atrapada en el pensamiento y no


dejar fluir la voluntad, y poder regresar a la voluntad, chispeante y
eléctrica, sin interferencia de los pensamientos. El hecho de haberlo
notado no significa que lo he conquistado. Sigo observando y
aprendiendo. Comprendí lo importante de lograr algún día que la mente
descanse y solo exista para servir al alma.

La manera elocuente de María dels Ángels de explicar cómo se


funciona desde la razón (mente-cuerpo) o desde la voluntad (alma), es
su analogía del sistema operativo de MAC (iOS), versus el sistema
operativo Microsoft Windows; el primero no tiene virus, el segundo sí.
Tenemos la elección de decidir desde cuál programa queremos
funcionar.

Una de las fórmulas sencillas y brillantes que utiliza para tomar


alguna decisión es preguntarte si es bueno, verdadero y útil. Si la
respuesta es sí para las tres, ya sabes lo que tienes que hacer. Esto lo
aprendió de uno de sus más maravillosos maestros, “El Escriba”.

Se abrió la puerta de la sombra. Esa parte de cada uno que no


vemos. Que no sabemos que está. Que nos molesta e incómoda y que
no sabemos cómo aclararla. Que vemos en el otro y no se nos ocurre
que es también parte de nosotros. Como dice Ken Wilber, “tengamos en
cuenta que las cosas que más suelen perturbarnos, fascinarnos o
molestarnos de los demás son, en realidad, impulsos o cualidades de
nuestra propia sombra que no reconocemos originándose en nosotros,
sino “fuera de nosotros”.

Puedo fácilmente reconocer cuando parte de mi sombra se


manifiesta, ya que he aprendido a usar a los demás como espejos y
estoy atenta a lo que me incomoda del otro para buscarlo y resolverlo
dentro de mis posibilidades.

Doy como ejemplo, la incomodidad que me causaba el tono de


voz de una persona en particular. Me causaba molestia lo fuerte y
brusca que era su tono y muchas veces hasta irreverente. Gracias a
poder acordarme de esta fórmula infalible, pude observar mi propio
tono, mi propia irreverencia en algunas ocasiones y darme cuenta que
me tocaba integrar esa parte de mi sombra.

Lo mismo me ocurrió cuando escuchaba a mi hermana molesta


120
por algo y “chupaba” (ese sonidito que se hace como señal de queja o
incomodidad). Sentía que lo hacía tanto y que me causaba algo extraño
escuchar ese charrasqueó, combinación de labios, cachetes y dientes,
que decidí observar cuándo y cuántas veces lo hacía yo. Para mi
sorpresa mucho más de lo que imaginaba. Lo hacía todo el tiempo por
cualquier pequeñez. Wow! Mi espejo, allí en frente. Por eso digo que el
espejo que tenemos en los otros es una fórmula infalible, porque cada
vez que lo pongo a prueba, el objeto de la molestia era tan mío como el
de la otra persona.

A la vez existen aún muchos temas que son parte de mi sombra


que aún no logro ver y que saldrán cuando toque derramar luz sobre
esos espacios. Es un trabajo constante donde fácilmente nos
descuidamos y quedamos haciendo al otro responsable de lo que no
nos gusta o no podemos aceptar.

De acuerdo con Wilber, el trabajo con la sombra es necesario e


interminable, ya que independientemente de lo conscientes que
seamos, no hay punto final al perfeccionamiento del psiquismo. Nos
dice, donde haya luz, siempre habrá sombra y deberemos integrarlas a
ambas.

Integrar esa dualidad de la que somos testigos cada día en


nuestra vida, incluyendo nuestras contradictorias emociones; los
opuestos que vivimos en nuestras relaciones con los demás, aceptar en
cada momento la continua realidad de los opuestos, integrar nuestras
propias luces y sombras ha sido y es una de las tareas más arduas, ya
que requiere de mucha atención, autoobservación, disciplina y
madurez. Es como vivir en un laboratorio constante donde el objetivo es
uno mismo y además de vivir la vida, hay que estarla observando en
cada momento. ¿Se puede? Puede llegar a ser obsesivo y compulsivo.
Como me dijo mi marido un día: “Déjate en paz”.

De allí la importancia de la meditación, de alguna práctica diaria


que nos conecte con nuestros espacios internos y podamos ir limpiando
del subconsciente todo lo que esté pendiente.
Para muchos es más fácil la senda de la diversión, el
entretenimiento y el alcohol; y es evidente porque no requiere tanto
esfuerzo. De alguna u otra manera vamos a llegar a donde tengamos
que llegar, ya sea por el camino largo y divertido o por el corto y
disciplinado. No se trata de ganar ni competir. Al final, si hubiera
ciertamente cuentas que saldar, se saldarían con Dios. Y mientras tanto,
lo importante es tener la conciencia con paz y tranquilidad. Entonces
cada uno que elija el camino que más le apetece. A mí me gusta este.

“Porque lo que no des de ti ni una sola vez,


no podrás disfrutarlo para siempre en la eternidad”

El Escriba

Perma y psicología positiva

Dentro de mis recorridos académicos para fortalecimiento


profesional, he participado en dos ocasiones en cursos para
profesionales en el UPEACE Centre for Executive Education, en la
Universidad de la Paz en Costa Rica. En el último que participé, Positive
Leadership (Liderazgo Positivo), conocí las cinco herramientas que
presenta el Dr. Seligman, creador de la psicología positiva (Seligman,
2011).

Había a conocido ya a Seligman a través de su libro “La


auténtica felicidad”; me parecía fascinante que alguien le diera la vuelta
a la tendencia de la psicología de solo resolver, mediante visitar el
pasado, resolver, procesar y “curar”, olvidando la parte de la psique que
requiere de empoderamiento, para potenciar y maximizar el potencial
humano. Seligman está en conjunto con otro grupo de psicólogos
dedicados a estudiar y a comprobar científicamente las implicaciones
del pensamiento y las emociones positivas. Les invito a los que estén
interesados a entrar a su web. El doctor Seligman parece tener una
fórmula interesante para aplicar en nuestra vida diaria.

122
Comparto como cierre de este capítulo, su modelo resumido en
la palabra “PERMA”, según sus siglas en inglés:

P- “Positive Emotions” Emociones positivas: la gente positiva


tiene un desempeño superior en la vida, además de que la disfruta más
y se siente mucho mejor consigo y con los demás. Por eso aprender a
cultivar y a generar emociones positivas como la alegría, el interés, el
orgullo, la recreación, la serenidad, la esperanza, la gratitud, el
asombro, la inspiración y el amor, nos ayudará a lidiar con nuestras
emociones negativas.

E- “Engagemnet” Compromiso e involucramiento: cuando


aplicamos nuestras fortalezas en alguna tarea, cuando hacemos lo que
más nos gusta usando nuestras habilidades, cuando cultivamos nuestra
pasión y a veces también cuando nos sentimos retados, entramos en un
estado de “flujo” o “involucramiento”. Conocerse a uno mismo e
identificar nuestras fortalezas y pasiones es el primer paso para trabajar
en nuestra realización personal.

R- “Relationships” Relaciones: tener y mantener relaciones


positivas y constructivas es un requerimiento universal para el bienestar
humano. Nuestra necesidad de sentirnos conectados es fundamental a
un nivel íntimo, familiar, social, organizacional y comunitario. El destinar
nuestro tiempo a cultivar las relaciones más importantes de nuestra
vida tiene un efecto inmediato en nuestro nivel de felicidad.

M- “Meaning and Purpose” Propósito y significado: saber que el


sentido de nuestra existencia aporta y es de utilidad para algo más
grande que nosotros mismos, nos ayuda a sentir que trascendemos en
cada una las acciones de nuestra vida diaria. Ya sea a nivel político,
religioso, familiar y profesional.

A- “Accomplishment” Éxito y sentido de logro: los seres humanos


tenemos una necesidad de sentirnos competentes y actuar con
autonomía. Establecer metas, desarrollar nuestro autocontrol y
disciplina y buscar el éxito en nuestros propios términos, nos ayuda a
mantenernos en crecimiento continuo y a desarrollar nuestro potencial.
(Fuentes: Flourish, a Visionary New Understanding of Happiness and
Well-Being - Dr. Martin Seligman).

Aprendizajes con Valeska

Fui madre soltera por elección. Por elección también quise vivir
en los Estados Unidos y que mi hija Valeska naciera allá. Tuve el
privilegio de poder contar con colaboradoras domésticas en los
primeros diez años de su vida, y así poder trabajar, mientras aprendía a
ser mamá y profesional a la vez.

Ser madre soltera en un país que no es el propio conlleva a


varios desafíos, los cuales no consideré mientras iba eligiendo y
diseñando mi vida. Me basé en mi intuición, sentido común y en lo que
el ambiente proporcionara.

Quiero honrar algunos aportes que describen lo que Valeska, mi


hija, es, ha sido, y sigue siendo en mi vida. Su fuerza interna y coraje
siempre la han acompañado y no deja de sorprenderme su capacidad de
tomar riesgos y atreverse.

Lo que primero viene a la mente es el día que se puso los


patines por primera vez sin previa instrucción, guía o acompañamiento.
Recuerdo el lugar exacto dentro del Tropical Park en Miami, donde
estábamos sentadas, recuerdo los patines, la amiguita que estaba con
nosotros y la escena clara de verla ponérselos y comenzar a deslizarse
como si nada. A mí me sorprendió porque tal vez mi expectativa de
mamá era ver un proceso de instrucción, yendo a su lado, sosteniéndola
de la mano al principio y luego soltándola. Nada de eso ocurrió. Todo lo
hizo en “solo”, como muchas otras cosas en su vida.

En sus años de adolescencia hizo bastantes cosas que jamás se


me hubieran ocurrido hacer. El mismo coraje e irreverencia lo aplicó
124
para romper reglas y experimentar sin pensar en consecuencias.

Una vez llegando de un retiro con el grupo de jóvenes de la


iglesia de “Unity”, me puso un papelito encima de la cama que decía
“Los mejores momentos de tu vida aún no los has comenzado a vivir”.
Esa es ella y sus detalles.

Su nobleza y empatía siempre me llamaron la atención. Una vez


caminando por las calles de Toronto vio a un mendigo y se dirigió a
buscar algo de comer para darle.

Lo mismo que hizo con los patines, lo hizo años después cuando
su papá le regaló un carro de cambios y ella solo sabía manejar carro
automático. Yo intentaba conseguir un instructor o alguien que
estuviera dispuesto porque no quería hacerlo yo, para evitar momentos
de estrés en ese aprendizaje tan importante. Un día me llamó y me dijo:
“Adivina qué: ¡Ya manejo el carro de cambio!”. Ella se había subido al
carro y había hecho lo que tenía que hacer para aprender a manejarlo y
no tener que esperar por nadie. Su prueba de graduación fue la loma
del edificio que tuvo que bajar y subir hasta dominar los cambios a
cabalidad.

Así también tomó la decisión de convertir una visita de paseo de


diez días a Buenos Aires para visitar a su prima, en una residencia
temporal de nueve meses. ”Vini, vidi, vinci” es el moto que me viene a
la mente cuando pienso en su manera de su ser y estar en el mundo.

La misma determinación que mostró cuando decidió que su


tiempo de vivir y experimentar la ciudad de Nueva York era ahora, por
lo cual recuerdo haberle propuesto elegir una fecha para su mudanza y
así decretar la seriedad de su intención. Así fue cuando sentadas ambas
en frente del calendario, decidió preparar su viaje y zarpar un 14 de
marzo. Después de casi tres años, a pesar de cualquier obstáculo y
desafío que haya tenido, sigue emprendiendo y diseñando su vida, a lo
que yo llamo “la subida de su propia montaña”.

Su fuerza y coraje predominan y están bien marcados en su


estar en el mundo. De eso estoy no solo orgullosa sino agradecida al
cielo porque considero esos dos ingredientes son indispensables para
vivir en estos tiempos de constantes cambios y desafíos.

Con mi hija comencé a aprender lo que era la escucha activa y


empática desde que ella era una adolescente. Antes de que cualquier
texto de comunicación se apareciera en mi vida, ella me enseñaba a
dejarla expresar sus emociones sin que yo tuviera que añadir nada.

Aprendí, finalmente, a acompañar, a estar sin tener que dar


consejos, a escuchar sus sentimientos sin tener que aliviarlos con
palabras. Aprendí que no tenemos que ser iguales, a aceptar nuestras
diferencias y propios caminos. Aprendí que el amor se fortifica en la
aceptación de las diferencias, en la apertura a imaginar el mundo del
otro. En soltar los juicios y confiar que los hijos tienen sus propios
ángeles, sus propias guías.

¿Cómo no poner atención a las emociones?

El impacto del estudio y comprensión de mis vivencias


emocionales, las cuales aún observo, estudio y continúo aprendiendo,
me han llevado a que sea el tema central de mis talleres, porque
considero que son casi la columna vertebral del funcionamiento eficaz y
óptimo de cualquier ser humano. Las incluyo en la mayoría de los temas
que los clientes de las organizaciones me piden, simplemente porque no
las podemos obviar.

Insisto, estén atentos, las emociones están en la toma de


decisiones, están en nuestro diálogo interno, en las conversaciones con
los demás, en las ventas, en el servicio al cliente: no hay ninguna
actividad humana que no tenga el componente emocional. Aun cuando
estemos en total silencio, hay una emoción que prevalece.

El mundo emocional está cada vez más presente en las


126
organizaciones porque no se puede ya negar su relevancia. La psicología
positiva reafirma que lo más importante es no perder la conexión con
nosotros mismos, estar conscientes de nuestras emociones justo
cuando aparecen. Ya casi no se habla de dejarlas fuera del área de
trabajo.

Reflexiones para este momento

 ¿Qué incidente o acontecimiento de tu pasado todavía te causa


dolor, rabia o pena?

 ¿Puedes reconocer tus emociones?

 ¿Puedes reconocer tus miedos, el sentimiento de culpa, de


vergüenza?

 ¿Te sientes a salvo en el mundo?

 ¿Hablas de tus sueños y proyectos con otros?

 ¿Qué te hace falta para manifestar tu “yo” más extraordinario?

 ¿Estás entregando tus dones al mundo?, ¿qué te hace falta para


hacerlo?

UN ÚLTIMO ENCUENTRO:

Comunicación no violenta, Dr. Rosemberg

Según el Dr. Naranjo, Chileno y reconocido por su método SAT,


“reconocer las propias necesidades es el punto uno para la reconexión
con uno mismo”. Del Sr. Naranjo no sé mucho, y lo conocí en una de las
librerías de Barcelona a las que visitaba para recolectar varios libros,
sentarme y decidir si compraba uno o dos. En esa tarea abría y recorría
los contenidos y cualquier página que saliera a mi vista. Esa frase me
llamó la atención porque poco había leído sobre las verdaderas y
evidentes necesidades de nosotros los seres humanos, aparte de lo que
había aprendido con Maslow y su pirámide, y las cinco etapas o pilares
de la inteligencia emocional.

En uno de mis viajes de visita a mi hija, en Nueva York, decidí


participar en el seminario de introducción de fin de semana, Non Violent
Communication del Dr. Rosemberg. Había tenido la oportunidad de
comprar y revisar su libro sin entrar en detalles de su contenido y
prácticas. Para mi sorpresa la columna vertebral de esta práctica y
enseñanza es la relación tan estrecha entre las emociones y las
necesidades de los seres humanos. Más sorpresa me llevé cuando nos
entregaron la lista de necesidades sabiamente divididas en seis
categorías, lista que incluyo a continuación. Qué buena conexión entre
las emociones y las necesidades estaba comenzando a asimilar desde
ese lente que no me había puesto antes. Ellos dicen, o más bien el Dr.
Rosemberg afirma que detrás de una emoción hay una necesidad
satisfecha o no satisfecha y nos enseñan a practicar la observación de
que es, lo que puedo estar necesitando para sentirme así, y que puede
estar necesitando el otro para hacer, ser o decir lo que está diciendo.

La mirada a las necesidades es directa sin visitar el inconsciente


o el pasado. Es el ahora y el aquí de tantos. ¿Qué necesito ahora aquí
que estoy diciendo lo que digo?, ¿Qué es lo que necesito ahora aquí que
me hace sentir lo que siento?, ¿Qué es lo que necesito y no estoy
pidiendo?, ¿Qué es lo que necesito y he bloqueado tantos años en
silencio?, ¿Qué es lo que necesita mi cuerpo y no lo escucho porque me
olvidé de reconocerlo como parte de mi ser?, ¿Qué es lo que me grita el
cuerpo con dolores, accidentes, uñas maltratadas, acné, hipertensión
que no puedo escuchar porque tengo la televisión muy alta?

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Conexión Significado Autonomía Bienestar
Aceptación Autenticidad Elección Agua
Afecto Conciencia Libertad Aire
Amor Celebración Independencia Alimento
Aprecio Claridad Honestidad Movimiento
Apoyo Competencia Integridad Ejercicio
Pertenencia Contribución Presencia Descanso
Cooperación Creatividad Sueño
Comunicación Descubrimiento Expresión
Cercanía Eficacia Juego sexual
Comunidad Eficiencia Alegría Techo/cobijo
Compañía Crecimiento Diversión Seguridad
Consideración Esperanza Humor
Consistencia Integridad Risa
Empatía Aprendizaje
Espacio Participación
Espontaneidad Propósito Paz
Inclusión Autoexpresión Armonía
Intimidad Estimulación Belleza
Mutualidad Comprensión Comunión
Seguridad Orden
Estabilidad Igualdad
Conocer y ser Inspiración
conocida/o
ver y ser vista/o
comprender y
ser
comprendida/o
confianza
Fuente: Tabla de necesidades básicas, Non Violent Communication,
Marshall Rosenberg, Ph.D. Traducción: Cristina Hernández.

“La educación ayuda a la persona a aprender


a SER lo que es capaz de SER”.
Hesíodo
Este acercamiento al mundo interno a través de las necesidades
es tan sencillo como la naturaleza instintiva de los animales y de los
bebés. Comer, llorar, dormir, orinar y defecar. En un mundo regido por
el mercadeo y la información, todo fuera de lo interno y lo instintivo, es
fácil desconectarse y dejar de escuchar el propio cuerpo.

“Wired for Joy”, cableada para el gozo, Laurel Mellin

De igual manera como Rosenberg hace conexión entre las


emociones y necesidades, Laurel Mellin hace conexión entre el estrés y
las emociones. Laurel asegura que estamos viviendo en cinco diferentes
estados del cerebro en cualquier momento del día, de acuerdo a la
intensidad de estrés en la que nos encontremos:

1. Alegre.
2. Balanceado.
3. Algo de estrés.
4. Definitivamente estresado.
5. Estrés máximo.

Su propuesta es aprender a reconocer en cada momento en qué


nivel estamos y una vez reconocido, aplicar herramientas que nos vayan
regresando poco a poco al nivel uno, donde se encuentra el máximo
bienestar.

Me llamó la atención su clasificación de cinco estados del cerebro y


la tarjeta de verificación personal TVP, la cual mencioné anteriormente.
Ese era el objetivo de la tarjeta, reconectarnos a través de las
respuestas con lo que estuviéramos necesitando en ese momento
preciso.

130
1. ¿Qué estoy sintiendo (sensaciones, emociones)?
2. ¿Qué necesito en este momento (agua, comida, dormir, hablar,
pedir)?
3. ¿Con qué recursos cuento (internos y externos)?
4. ¿Qué ayuda necesito? ¿A quién le puedo pedir apoyo?

Con Laurel Mellin comencé a comprender que estábamos


cableados con ciertas emociones desde la niñez y que de acuerdo a la
neuroplasticidad del cerebro, descubierta recién en los últimos años,
podíamos realmente recablear esas conexiones neuronales donde
habíamos memorizado todo tipo de emociones, y por ende, todo tipo
de comportamientos que conformaban nuestra personalidad, creyendo
que eso éramos sin considerar que habían otros modos de ser y de estar
si nos tomábamos el trabajo de reconectar, recablear y rediseñar esas
conexiones. Paso a compartir mi propia traducción de algunos cuadros
que resumen la propuesta de Mellin. Se debe, entonces, como en todo,
practicar cómo pasar de un estado al otro, y más aún reconocer en cuál
estamos.

Explica Mellin que en los últimos 20 años, las investigaciones han


demostrado que la fuente de la mayoría de nuestro estrés está en el
cerebro. La meta de EBT —Emotional Brain Technique— es de revertir la
carga de estrés usando herramientas simples que brindan la capacidad
de estar en cualquier nivel de estrés y encontrar el camino a través del
cerebro para regresar al estado de dicha. Mientras más momentos vivas
en bienestar, más podrás revertir los circuitos de estrés del cerebro. La
estrategia es de recablear la autorregulación, la manera fundamental
como procesamos la vida cada día.

En vez de tolerar sentimientos de máximo estrés, identificamos el


nivel y elegimos la herramienta para hacer el cambio al estado de
bienestar. Esto lo hacemos una y otra vez a través del tiempo, ya que el
cerebro solo cambia a través de las experiencias repetidas.

Me puedo relacionar con esto en mi vida diaria, cuando estoy en


uno de esos momentos que no sé si son estrés o menopausia, donde
estoy felizmente en 2, y el tema de la conversación me va llevando muy
rápidamente al 3 y al 4, y entonces Guillermo alza la voz, y dice “¡¡¡Te
estás subiendo!!!” y de una vez me doy cuenta de que si no pongo
atención y hago algo al respecto aterrizaré en él cinco en menos de
segundos. Lo que él hace, por instinto, porque él no tiene idea ni que la
Mellin existe, me pone a reír de inmediato y no me queda otra que
regresar al 2 o al 1. Todo está adentro. Hay solo que escucharlo no solo
con los oídos, sino con todo nuestro ser.

Es aquí donde comienza mi profundo interés por la neurociencia, la


neuroplasticidad y la importancia de la comprensión de los tres
cerebros, para tener el poder y el acceso de recablear lo que toca. En el
pasado, recuerdo al profesor Rupert Salvadeau del centro comunitario
de la Universidad de Miami, dictando conferencias de
“Reprogramación” varias noches de la semana. No se hablaba de los
tres cerebros (cerebro reptiliano, cerebro límbico, y neo córtex) ni de la
capacidad para regenerar células ni de recablear circuitos y tener
nuevas conductas. Sabíamos que teníamos que reprogramarnos si
queríamos cambiar patrones de comportamiento para una vida mejor,
pero no sabíamos cómo ocurría ni por qué. Ahora científicamente de
una manera simple, al que le interese, lo puede estudiar y comprender.
No hay excusas para no hacernos cargo de nuestros viejos patrones.

132
Estados del cerebro de acuerdo a EBT

Los 5 Estados del Cerebro según EBT

Pensamientos Sentimientos Relaciones Espíritu Conducta


Abstracto Alegría Intimidad Conectado Óptima 1

Concreto Balance Disponible Presente Saludable 2

Rígido Mezclados Social Distraído Moderada 3

Irracional Contrariado Desconectado Obsesionado Destructiva 5

Fuente: del libro “Wired for Joy”, Laurel Mellin


Traducción: Cristina Hernández
Cortesía de Talleres y Conversaciones

Clara intención, emoción elevada, manifestación (Dr. Joe Dispenza)

A raíz de mi encuentro con los estudios y aprendizajes de Mellin,


mi amiga Hortensia quien vive en Florida desde hace muchos años, me
habló del Dr. Joe Dispenza. Su voz, tono y claridad reflejaban la certeza
de haber encontrado algo verdaderamente valioso y relacionado a lo
que yo le estaba contando sobre el cableo del cerebro. Hortensia me
envió un CD de una conferencia del Dr. Dispenza y solo de escuchar la
primera frase con la que abría su ponencia y se dirigía a su audiencia,
me cautivó instantáneamente. Dijo: “ustedes son todos genios, saluda a
la persona que tienes al lado y dile ´hola genio, cómo estás´”. Él sabía lo
que estaba diciendo, porque con su su propia genialidad, o sea su
capacidad de utilizar su cerebro al máximo, se había recuperado
totalmente de una parálisis y fractura de columna después de haber
tenido un accidente en bicicleta y romper su columna en cinco pedazos.
A este hombre había que escucharlo. El mapa del futuro, era el del
cerebro, decía en su introducción.

Y eso hice. Entré a la Internet a buscar todo lo que podía de Joe


Dispenza, y escuché varias veces el CD que me regaló Hortensia. Wow!,
una vez más. Qué maravilla encontrar estas personas que están tan
claritos con las cosas simples de la vida. Las cosas simples que se
complicaron y que no nos dijeron. Las cosas simples que fueron simples
desde el principio y que se fueron tapando con el polvo de la confusión,
el medio, el miedo y el mundo material. Las cosas simples de una mesa
tendida, al sol, con pan y vino, como dice la canción de Mercedes.

Joe Dispenza se convirtió hasta el día de hoy en mi Jesús Cristo de


la Ciencia. Y me atrevo a expresar esto sin ningún fanatismo sino
celebrando su amor, pasión y claridad por difundir algo que no hay que
comprar. Dispenza de una manera científica está brindando al mundo lo
que las filosofías orientales dicen y han estado diciendo por los últimos
5 mil años.

Comprender a nivel científico lo que son los chacras (Nodos de…),


comprender a nivel científico lo que hace la respiración en cada centro,
comprender que somos pura información y que si cambiamos la
información en cada centro ya estamos “reprogramando” nuestra
energía y por ende nuestra vida, comprender la relación entre energía,
información de los átomos, y la potencia de nuestra intención de forma
científica, es comprender la verdad de nuestro ser y recordar una vez
134
más que todo el poder está adentro para ser utilizado a nuestra
conveniencia para nuestro bienestar.

Buscando las futuras presentaciones del Dr. Dispenza, encontré


que estaría dando un curso en la iglesia de Unity en Miami en el mes de
julio. Algo costoso para mí en un momento en el que había estado
desempleada por varios meses, y considerando costo de pasaje,
comidas y participación. Decidí que si era para mí, yo estaría allí. Inicié
mi búsqueda de los patrocinadores del evento y solicité un
“scholarship”, una beca. Escribí varios emails de acuerdo a los contactos
que veía y pudieran tener acceso a los responsables. Nada ocurrió por
casi dos meses. Casi 30 días antes del evento, recibí un email que
confirmaba mi participación, como “voluntaria” en los tres días del
evento, sin costo alguno. Eso era una clara manifestación de mi “clara
intención y emoción elevada”, tal cual propone Dispenza en todos sus
discursos. No sólo no me tocaría pagar el costo del curso, sino que el
pasaje lo pagaría una empresa que me contrataba para una entrevista
en Florida, justo dos días después del curso. ¿Casualidad o causalidad?

Mi experiencia con Dispenza en esos tres días fue reconfortante,


reafirmativa y cristalina. Me daba la oportunidad de comprender a nivel
celular lo que los vedas y yoguis han venido ofreciendo a occidente con
otro lenguaje y herramientas.

Me alegré de saber que finalmente la ciencia misma aprobaba,


comprobaba y promulgaba los ya no misterios de la conciencia y el
cerebro. Había mucho que aprender y desaprender. Era más que un
hemisferio izquierdo y un hemisferio derecho. Era más que las
diferencias entre la mujer y el hombre y los tamaños de sus cerebros y
el cuerpo calloso que une el derecho con el izquierdo. Era una simple
fórmula que había que practicar una y otra vez hasta que el cerebro la
integrara. Paso a compartir algunas notas de lo que resumí y traduje
después de la conferencia.
Te sientes como piensas Piensas como te sientes

Pensamiento: reacción bioquímica en el Cuerpo siente: señales químicas se


cerebro. lanzan por el cuerpo.
Mensajero del pensamiento: el cerebro Cerebro nota los sentimientos del
envía señales químicas que se cuerpo: el cerebro monitorea el
transmiten al cuerpo. estado del cuerpo.
Cuerpo siente: los pensamientos que Cerebro responde: el cerebro
producen los químicos permiten al genera pensamientos que producen
cuerpo sentir de acuerdo a lo pensado. mensajeros químicos
correspondientes.

136
 Lo que pensamos y la energía e intensidad de
esos pensamientos influyen directamente en
nuestra salud, lo que elegimos y la calidad de
nuestra vida.
 La persona que desee mejorar su salud tiene que
cambiar sus patrones de pensamiento. Nuevos
patrones y actitudes cambiaran su “estado del
ser”.

El cuerpo se convierte en la mente cuando:

 Los sentimientos se convierten en la forma de pensar.


 No puedes pensar más allá de cómo estas sintiendo.
 Eres adicto a una emoción.
 Has memorizado una emoción neuroquímicamente y se ha
convertido en parte de tu personalidad.

Fuente: Material del taller “Progressive Workshop: Ascending Your Energy,


Tune into your new destiny”. www.drJoeDispenza.com
Resumen y traducción: Cristina Hernández

VIII. EN MANOS DE LA DIVINIDAD

Finalmente, comprendí de forma tal vez no racional, que todo lo


vivido era un diseño perfecto para mi crecimiento, autoconocimiento y
evolución. Supe que en todo momento desde mi nacimiento era guiada
por la divinidad, el padre celestial a quien comencé a dirigirme como un
amigo en momentos claves, cuando había que invocarlo.

Me di cuenta de que no importaba cuál fuera la situación, al


final las cosas se resolvían, los problemas se transformaban en
posibilidades y hasta los seres que yo consideraba “inferiores”, la
providencia los estaba guiando y cuidando. Comenzaba a despertarse
más mi conciencia, lo cual automáticamente me hacía sentir más
confianza en mí misma, en la vida y en sus acontecimientos.

Todo estaba ocurriendo bajo un orden divino, todo era guiado y


acomodado para la evolución de todos. Tuve una vivencia que dio
testimonio automático de esta realización, cuando muy temprano, un
domingo había llevado mi carro a arreglar a casa de un amigo quien se
había ofrecido a cambiarle el aceite. Al llegar al estacionamiento, noté
que había un carro al lado con el motor prendido y una persona en el
lado del conductor durmiendo. Cuando salió mi amigo, se lo mencioné y
esto fue lo que respondió: “Sí, ese es mi compañero de casa y cada fin
de semana después de la fiesta de los sábados llega hasta el
estacionamiento no sé cómo, se queda dormido y luego sale casi al
medio día”.

“¡Qué milagro!”, pensé. Qué grande era el misterio de la vida


que a esa persona no le tocaba tener ningún accidente y que no
importaba cuánto alcohol hubiera ingerido; la providencia siempre lo
traía hasta ese lugar seguro que era su casa. No estoy promocionando el
alcohol, estoy llanamente dando testimonio de algo que vi con mis
propios ojos, que va más allá de cualquier juicio.

Otro ejemplo de lo mismo, este orden que tal vez no se


entiende y que está allí en cada esquina, fue cuando visitando a una
amiga en la Florida, quedamos en encontrarnos en un lugar
determinado. Ella no podía distinguir norte de sur o izquierda de
derecha, lo que mi cabeza automáticamente juzgaba como un defecto
de carácter, además de incluir el pensamiento de cómo ella podía andar
por la vida y había vivido todos estos años en esa ciudad sin tener claras
esas distinciones, lo cual la hacía “inferior” y me ponía a mí en un lugar
“superior”. A pesar de mis juicios, ella se las había arreglado toda su
vida para vivir así, sin saber distinguir la izquierda de la derecha y no
hacía ninguna diferencia lo que yo pensara al respecto. La vida y la
138
providencia la apoyaban y guiaban sin que ella tuviera clara esas
distinciones.

Todo parecía como si alguien con sus cuerdas mágicas invisibles


manipulara y maquinara todo desde arriba a favor de las experiencias
de los seres humanos de acuerdo con sus necesidades de aprendizaje y
para la evolución del planeta.

Nunca dudé de la existencia de algo superior, de una


inteligencia que orquestaba todo, simplemente algunas veces estaba
más conectada con esa fuerza y otras veces más enrollada en mis
propias historias.

¿Y tú qué piensas?

 ¿Has pensado que somos hijos de un destino ya escrito o somos


coescritores de nuestras vidas?

 ¿Te ha tocado rendirte alguna vez y simplemente confiar?

 ¿Qué te hace falta para confiar en la vida?

 ¿Cuál es tu historia?

 ¿Has encontrado los regalos escondidos dentro del dolor?

“Hasta que no aceptamos que la vida de hecho está


basada en el misterio, no aprendemos nada”.
Henry Miller

Abrazando los misterios

Una vez liberados los ropajes pesados y sofocantes del pasado,


incluyendo el posible rol de víctima, comenzamos a ver más allá de la
mente racional y expandimos la conciencia. Conferimos sentido a
nuestra existencia al haber nacido en el lugar donde nacimos, en la
familia que hemos nacido, en el tiempo y el espacio que hemos venido
honrando lo vivido sea armonioso o doloroso. Nos sumergimos más allá
del mundo material de la forma y nos acercamos a los llamados del
alma.

Existen misterios que trascienden todo lo que vivimos y


experimentamos, todos los sucesos ante nuestros ojos y cuando se
toma conciencia de ello, no podemos más que saber que hay un diseño
de vida que hemos venido a cumplir, una misión, una tarea, algo que
desde antes de nacer ya está pactado, podríamos llamarle tal vez la
impronta del alma o como lo llama la autora, doctora intuitiva, Carolyn
Myss, “los contratos del alma”.

Al observar mi vida desde este otro ángulo más extenso,


integral, misterioso y menos racional y material, comprendí que todo,
absolutamente todo lo que viví, fue un diseño preestablecido por mi
alma, antes de encarnar en este cuerpo que ocupo hoy.

Para los que no crean o conozcan la realidad de la


reencarnación, debo decir que el hecho de no creer en algo no elimina
su existencia ni su realidad. Para mí no hay otro modo de explicar la
existencia del ser humano en este planeta sino a través de las vidas que
vinimos a vivir en diferentes cuerpos y con la misma alma. De esto no
tengo la menor duda y si me preguntan por qué estoy tan segura,
tampoco podría explicarlo. No necesito evidencia.

A la vez considero que hay suficiente evidencia con la


información que nos ha llegado y sigue llegando en los últimos tiempos,
incluso de la misma física cuántica y la ciencia que nos describen con
claridad y simpleza que somos más que cuerpos, que hay una
inteligencia energética en todo lo que existe, que cuando morimos
muere la materia y el alma queda intacta hasta que decide regresar para
continuar con tareas incompletas de su reencarnación anterior.
140
Cuando hablo de evidencia me refiero a lo que han aportado
autores como el médico psiquiatra, Dr. Bryan Weiss en su libro, Muchas
vidas, muchos maestros, además de lo que Carolyn Myss nos relata tan
claramente en su libro Contratos Sagrados, de cómo elegimos nuestra
misión antes de nacer, incluyendo la escogencia de nuestros padres. La
película Nuestro Hogar, nos muestra una visión simple de los mundos
celestiales que existen aunque no los veamos o no los recordemos y
cómo nos preparamos para elegir nuestra próxima tarea o
reencarnación.

También contamos con muchas personas que tienen el don de


entablar comunicación con seres que ya han muerto y necesitan
comunicar cosas pendientes con sus seres amados, quienes detallan con
precisión la experiencia que han tenido después de la muerte de su
cuerpo físico.

Para mencionar a algunos, conocí personalmente a Carmen


Martínez de Leyra, Barcelona, que en su libro “Desde las Estrellas” nos
relata con hermosa sencillez su rol de puente y voz para comunicar
cosas inconclusas, entre seres que han tenido su muerte física y sus
familiares.

También el estadounidense clarividente James Vanprag y


muchos otros, que cada vez más van saliendo del silencio y contando
sus aportes y dones de escuchar a los que ya han tenido su muerte
física, llevando alivio a los corazones de sus familiares, sobre todo
cuando han sido muertes abruptas y repentinas.

Para mí sería muy difícil de comprender el modelo de la


existencia sin una lógica que vaya más allá de la razón y del mundo
material. Respeto que la visión que puedan tener los demás sobre la
razón por la cual estamos aquí difiera de la mía. A la vez pienso que tú
estás leyendo este libro porque hay algo que me toca compartir contigo.
Cambia la perspectiva de nuestras experiencias cuando se
expande el marco de referencia de lo que comprendemos. A la vez, se
expande aún más este marco cuando consideramos la posibilidad de
que no nos corresponde comprenderlo todo en el momento que lo
deseamos. Respetar los tiempos y los misterios de la vida, es respetar a
Dios y lo sagrado de su diseño. Querer comprenderlo todo viene de la
mente racional que es pasajera y necesita permanecer en escena,
obstaculizando muchas veces la claridad de la voz del alma. La mente
también muere cuando muere el cuerpo.

Hoy puedo ver que cada evento que viví, cada experiencia que
tuve, fue una preparación para la vida que iba a vivir y para lograr la
misión que vine a completar. Si hablo de la indiferencia, el descuido y la
soledad extrema en mis primeros años, lo único que puedo interpretar
es que me tocaba encontrar el amor, la aceptación y honrar el misterio
de la vida, independiente a lo que me dieran los demás, en este caso mi
propia familia.

Comprender finalmente que la afectividad es natural y necesaria


recibirla de parte de los otros (adultos, padres y madres, cuidadores) en
el periodo de la infancia a la adolescencia, y que luego nos toca como
adultos descubrirla, sacarla, sentirla y revivirla dentro de nosotros, y así
poder redirigir nuestra atención y energía y dar al mundo lo que hemos
venido a dar.

Y dirán ustedes: “¿Para qué tantas carencias y sufrimientos?”, y


yo les digo que era la única manera que podía llegar a las profundidades
de mi alma, comprender que venía de un espíritu que es parte de Dios,
lleno de amor manifestado a través del alma con dones y virtudes
propias, que una vez rescatados y desempolvados de las telarañas y
bruscas del círculo tenían su propósito: servir a otros en sus propios
recorridos. Extraer la “receta” del drama de nuestras historias. Como
dice Debby Ford: “Cuando extraemos nuestra especialidad, permitimos
142
que el mundo se beneficie del libro de nuestra vida”.

Finalmente, comprendemos que es de adentro hacia afuera,


que es el dar el que me hincha y me da satisfacción y dicha, que es el
amar el que me hace plena, que ya no me toca esperar la atención,
aprobación, o afectividad del otro porque toda la mía se desborda
desde el alma donde no hay carencias.

IX. MI VOZ DE HOY

"Cuando podemos revelar nuestros motivos, cuando


podemos con la frente bien alta decir al mundo lo que
sentimos adentro, adentro, cuando no tenemos motivos
ocultos o dudosos, cuando la total transparencia habita
nuestras intenciones accedemos al poder del corazón”.

Isabella Di Carlo

El objetivo de contar la historia de mis orígenes, encuentros y


recorridos ha sido para compartir con ustedes como un origen con
limitaciones y carencias, una infancia mustia y solitaria, se convierte en
el motor impulsor de una pasión por trabajar con otros y darles un
mensaje diferente y una posibilidad de vida diferente.

Fui encontrando las cosas que buscaba, encontré respuestas a


preguntas existenciales que me corretearon desde la temprana
adolescencia, me hice cargo de mí y me di de lo que no había tenido, me
llené de lo que me faltaba y comencé a dar de lo que ya tenía.

El dolor asumido me ha llevado a la alianza con mi alma y la


responsabilidad que eso conlleva: atenderme, darme todo lo que
necesito, no abandonarme, pedir ayuda cuando la necesito.

Mi voz ya parida, nacida del silencio, pide, reclama hablar,


romper el silencio de tantos años, y decide salir a expresar y confirmar
que sí se puede pertenecer, que hay puertas que se pueden tocar, que
hay opciones para elegir, que existen seres disponibles en el camino,
que nos pueden escuchar, consolar y acompañar. Que la presencia de
Dios, su gracia y su protección siempre están, aunque nuestras capas y
nubosidad mental no nos permita percibirlas.

Mi voz quiere decirles que tienen derechos, que pueden pedir


ayuda, que no hay que vivir en el silencio, que no hay que vivir con las
emociones escondidas ni reprimidas, que el mundo es más de lo que
creamos y creemos en nuestra cabeza, que se puede ser libre aunque
seamos niños o jóvenes, y tener paz y gozo.

Hoy ando practicando la entrega y manteniendo mi conexión


con Dios para agradecer cada cosita, y para pedirle que se encargue de
lo que yo no puedo resolver. Mi conciencia se ha expandido y ya me doy
cuenta cuando voy a rescatar, reaccionar, o resolver lo que no me toca.

En adelante, mis propósitos son seguir aprendiendo, seguir


amando, DISFRUTAR, aceptar y soltar. Me fui al diccionario y copié en
grande y con colores el significado de la palabra disfrutar: TOMAR DEL
ÁRBOL DE LA VIDA SUS MÁS PRECIADOS FRUTOS Y SABOREARLOS;
SABOREAR EL HECHO DE VIVIR.

Hoy estoy en un sitio privilegiado espiritualmente, atenta a mis


“darme cuenta”, con deseos de disfrutar, descubrir y aprender más, y
aunque el camino se oscurezca, hoy conozco sus tonos y matices y no
les tengo miedo.

Hoy ando en el camino de aquí hacia la eternidad, recordando


mi esencia divina, recordando que soy una criatura de la vida y que la
vida me apoya y me guía en cada paso del camino. Dándome cuenta de
que solo puedo vivir en dos estados: el de la inconsciencia o el de la
conciencia.

Hoy puedo cruzar cualquier sombra, me atrevo y me he atrevido


desde el principio, aunque al principio lo hiciera en automático, sin
saber lo valiente que era. Hoy soy un Ser lleno de mí, resultado de lo
que diseñé y reinventé cuando decidí hacerlo. Mi historia es mi aliada y
144
la pongo al servicio de la vida.

Soy amiga de mi propia fuerza, del poder y guía de mi creador.


Soy eterna compañera de mi creatividad y sigo conociendo y haciendo
amistad con mis sombras. Soy fiel a mi sabiduría interna y gracias a todo
esto puedo ser la voz que soy.

Decreto personal para los próximos 50 años

De lo aprendido sobre el poder de las declaraciones y lo maravilloso de


hacer pedidos, decreté a la vida que me diera salud y coherencia para
continuar mi obra hasta los 95 años. Eso declaré y eso pedí. Creo
fielmente que uno puede diseñar hasta el tiempo que planea quedarse
en el planeta.

Recupero la risa y el sentido del humor,


Bajo la guardia, me relajo, y disfruto cada vez más
Me río más, celebro la vida con la gente que me rodea
Converso y escucho más.

Mi contacto y relación con Dios se fortalece cada vez más


Mis pasos son guiados por la luz
Más viajes a la playa, más danzas para mi cuerpo y alma
Más caminatas, más yoga, más frutas, más viajes

Más conversaciones enriquecedoras con los clientes


Mis habilidades de conferencista transformacional aumentan
Mis relaciones y comunicación se basan en la generosidad y el respeto
Mi relación con mi pareja continúa en crecimiento y se basa en el
compañerismo y la generosidad.

Mi bienestar es completo, mi mente clara, receptiva y creativa


Mi espíritu retoma la juventud de mi niña interna y se mantiene en
constante creatividad y asombro.

Vivo en plenitud, con gozo y agradecimiento


Mi madurez de mujer pone cada cosa en su lugar,
Y cada relación en su sitio de luz, respeto y generosidad.
Disfruto de la armonía y el amor en crecimiento con mi hija.

Vivo en el presente y cierro con dignidad y excelencia mi pasado y sus


energías.
Me nutro de Dios, de la naturaleza, del crecimiento de mis clientes.
Abrazo la abundancia y la prosperidad.
Acepto, perdono, fluyo, enfoco y creo. Y así es, y así será
En nombre de Dios para el beneficio de todos. Amén.

Cositas para llevar

 A veces el coraje es más importante que el conocimiento.


 Usa tus talentos y dones lo mejor que puedas, te los dieron para
eso.
 Honra a tus antepasados.
 Usa tus emociones como un sistema de guía para reconocer
dónde estás y hacia dónde deseas ir.
 El mayor poder siempre vendrá de la humildad en el momento
presente.
 Acepta todo al punto de aceptar lo que no puedes aceptar.
 Cuando estés en duda, pausa y espera 24 horas.
 Visita el pasado solo para limpiarlo y cultivarlo.

Fin

146
RECOMENDACIONES

Compartí contigo sobre libros, autores, maestros, música, lugares,


experiencias y vivencias. Las recomendaciones están expresadas en
cada parte de mi historia. Tú eliges lo que tomas. Tú decides si algo te
tocó la puerta y decides si la abres o no. Toma tu parte y deja el resto.

Compartí contigo, mi querido lector, todo lo que el alma me dictó. Te


agradezco la confianza y tu compañía a través de estas páginas.

Cuando te abres a la vida, la vida misma se encarga de poner en tu


camino el próximo libro, el próximo curso, la próxima persona que
tenga algún mensaje para ti.

ADENDA

Acompañamiento inesperado

Mi transformación se aceleró con el inicio del siglo XXI y pienso


que no solo la mía sino la de todos los que estamos hoy día en el
planeta. No nos quedaba otra que ir con la fuerza y la velocidad que rige
todo lo que hoy día se manifiesta en nuestras vidas.

Luego de haber iniciado el libro hice una gran pausa. Una


mañana me encontré con el mensaje de don Miguel Ruiz que hablaba
de la maestría de la transformación donde todo cambia: la persona, la
historia, el que la cuenta y el soñador. Decía: “la vida está cambiando
tan rápido y siempre estamos transformándonos, pero la verdadera
maestría de la transformación viene cuando ya no resistimos más los
cambios y en vez tomamos ventajas de los cambios y disfrutamos de
ellos”.

Qué maravilloso suena poder estar en ese flujo de


transformación donde no resistes nada, aceptas todo y simplemente
fluyes. He estado allí, sé de qué habla don Miguel, sin embargo, hay
vivencias donde el miedo y lo desconocido automáticamente salen a
escena como para protegerte de algo y cuesta soltar la rienda, fluir y
disfrutar.

La edición y segunda pausa de este libro fue el 4 de febrero del


año 2013. Como prueba de resistencia y del posible conocimiento
práctico que he experimentado con mis recorridos, he estado viviendo
la experiencia más desafiante a nivel del alma, como madre y como ser
humano.

El 12 de febrero (2013) mi hija fue diagnosticada a los 27 años


con cáncer de seno. No entraré en detalles del recorrido de
acompañamiento inesperado que inicié ese mismo día.

Cinco meses después comienzo a recuperarme, física, mental y


emocionalmente retomando mis proyectos, mis sueños y mi vida en
general. Para sobrellevar la carga existencial de dicha experiencia, inicié
un blog al que invité a las personas más cercanas a compartir mi
proceso desde los inicios. Hoy en día, el que desee leerlo es bienvenido:
mamanauta.blogpost.com

Todo lo que he escrito en este libro sigue siendo tan válido y


real como antes del 12 de febrero del 2013. Hoy les puedo decir que me
ha tocado ir más allá de la razón, entrar en los espacios de la
incertidumbre, mirando frente a frente el no saber, sintiendo la
impotencia máxima que una madre puede experimentar, y finalmente,
apoyándome en la confianza, la fe y las gracias de Dios.

Aun así, he dudado, he tenido mucho miedo, he sentido la


profunda vulnerabilidad que nos hace humanos, he seguido orando,
visualizando y poniendo la intención de lo deseado en el universo. Hoy
vamos hacia adelante en salud y renovación, tanto mi hija como yo. Ella
se hace cargo de sus tratamientos, su vida social y profesional lo mejor
que puede, como yo no hubiera imaginado poder hacerlo. Tiene una
fuerza que no puede venir de otro lado que no sea de la providencia.

A continuación, les comparto la primera entrada en el blog,


escrita el 6 de marzo de 2013, y, a la vez, una de las oraciones que me
sostenían en este proceso.
148
Primera entrada del blog: 24 días después…

El año 2013 inició con muchos proyectos, lindas y nuevas ideas y


muchas ganas de trabajar. El mes de enero fue de planeamiento y envío
de propuestas las cuales algunas fueron aceptadas y otras no. El
calendario de la pared iniciaba su estreno con fechas y actividades de
diferentes colores... Eso es lo que hacemos: planeamos para llenar el
calendario lo más organizado posible y a la vez ser productivos.

Entonces algo ocurre que todo cambia. Todo se mueve. La papa


de arriba de la bolsa se mueve hacia abajo porque se movieron todas las
de abajo.

El 8 de febrero recibí una llamada de mi hija que me daba la


noticia de que ese viernes había ido a hacerse una mamografía y un
ultrasonido y que le habían pedido que se quedara para hacer una
biopsia esa misma tarde. Los resultados estarían el próximo miércoles
13.

¿Qué hace una persona para no pensar en lo que le puede


cambiar la vida a cualquiera? ¿En qué puede consistir la famosa frase
“desconéctate” y ¿cómo se hace eso? ¿Cómo le dices a tu propia hija
que es quien lo está viviendo que se desconecte por cinco días para
saber el resultado del próximo curso de su vida?

El martes 12 de febrero recibimos el diagnóstico que fue


positivo. Estoy en Nueva York donde ella vive y desde entonces (del 8 de
febrero) puedo decir que la vida ya no es la misma.

Decidí volcar en este espacio todo lo que estoy viviendo mental


física y emocionalmente; lo que tal vez otra persona hubiera hecho con
una terapista. No es mi realidad en este momento hacer uso de los
servicios de una terapista y este espacio será mi terapia.

Todo lo que tal vez no le diga en persona a alguien, lo diré aquí.


Mi instinto de conservación y cordura me guardaron de comunicarme
verbalmente por varias semanas con los demás. En 24 días no pude
responder a la pregunta ¿cómo estás? Sentí que era una pregunta
inconsciente. La frase simplemente sale en automático. Nadie tiene la
intención de ser indiscreto o insensible, de eso estoy segura.

Hoy estoy en recuperación de la maratón de los últimos cuatro


días de aeropuerto, hoteles, trenes, taxis, mudanzas y ubicación.
Mañana contaré algo más de lo que pienso y siento.

Agradezco a los que rezan, a los que envían sus buenas


vibraciones y pensamientos hacia nosotras. Agradezco por las personas
que me apoyan con detalles como abrigos, botas de nieve, hospedaje...
los jóvenes con sus smartphones en las calles y estaciones de trenes
dispuestos a responder a todas mis preguntas para lograr llegar a mis
destinos, usando sus teléfonos. Todo lo agradezco. Seguiré mañana, un
día de supuesta tormenta de nieve... Día especial para escribir. Buenas
noches.

Oración del Camino

Bodhichitta (corazón noble, corazón despierto)


Espíritu santo (presencia noble, presencia despierta)

Corazón noble y despierto, aquí y ahora


Una y otra vez, aquí y ahora, una y otra vez,
Compasión para mí, compasión para ti

Inhala, exhala, inhala, exhala


again and again, again and again
Todo fluye, nada es sólido, todo fluye,
Compasión para mí, compasión para ti

Espacio nuevo, espacio vacío, espacio limpio


Compasión para mí, compasión para ti

Soft spot, punto suave, bondad infinita


Corazón abierto, vulnerable, aquí y ahora, una y otra vez
Compasión para mí, compasión para ti

150
La sanación se encuentra en el medio de la ternura del dolor
Aquí y ahora, una y otra vez, again and again.

Mamanauta, en camino al viernes de Dios...Seguimos

Publicado por mamanauta.blogger.com

Lo que inició en marzo de 2013 con el blog de mamanauta,


luego del diagnóstico de mi hija Valeska, para familiares y amigos, se
transformó en una escritura casi terapéutica íntima y privada para
limpiar los espacios de estrés y emociones diversas que me han
acompañado en este camino, como madre acompañante y cuidadora,
hasta finales de septiembre del 2013.

Septiembre de 2013

Lo que sigue es la última parte de un escrito que compartí con


los que me acompañaron en este proceso de la recuperación de mi hija,
a fines de septiembre del año 2013.

“Del blog a la reflexión, de la reflexión a la escritura de las


mañanas en los cuadernos cuadriculados, y de allí al Mac cuando deseo
y decido que algunos escritos saldrán a un espacio más amplio para
compartir con otros.

Está terminando casi septiembre y en un par de semanas


también terminará la última semana de radiación de Valeska. Han
pasado casi ocho meses de travesía por callejones solitarios, respuestas
sin responder, remolino de angustias, anhelos, esperanzas, sorpresas,
misterios, milagros, y a la vez todo bendito y sagrado en su esencia.

Hoy es tiempo de retomar la vida que pido que me viva cada


mañana, tiempo de lavar las tristezas y desbloquear los laberintos que
por mucho tiempo lucían sin salida. Hoy es tiempo de comenzar a
recordar mis pasiones, proyectos, deseos y llamados del alma.

Tiempo de retomar la escritura de mi libro Del silencio a la voz, y


seguir volcando lo que queda dentro en sus páginas inexistentes, para
luego revisar y editar.

Y en eso he andado mis queridos lectores. Abrazando los


cambios de los últimos meses, y bendiciendo los espacios de
crecimiento para seguir diciéndole Sí a la vida. Espero nos podamos
encontrar muy pronto en las páginas de mi próximo libro: Mi voz, mi
profesión.

Hoy es 20 de octubre del año 2014. En la sesión telefónica de


coaching de un día de febrero, decreté regresar al libro y darle su
alumbramiento. Como dijo Judy, mi coach “wrap it up” y aquí estoy en
su última página después de casi nueve meses de revisiones y
reflexiones, agradecida y bendecida por haber llegado hasta aquí.

Reflexión final

¿Excluyo? ¿Exijo? ¿Persigo? ¿Reclamo?


¿Pido? ¿Pregunto? ¿Asumo? ¿Perdono?
¿Olvido? ¿Acumulo? ¿Disfruto? ¿Delego?
¿Comparto? ¿Creo? ¿Sobrevivo? ¿Vivo?

152
BIBLIOGRAFÍA

Chia Mantak & Saxer Dena, Sabiduría Emocional, Ediciones Obelisco,


2010.

Bach Richard, Ilusiones, Editorial Pomarie, Ediciones Nacionales


círculo de lectores, S.A., 1977.

Beattie Melody, Más Allá de las Codependencia, Editorial Patria, S. A


se C .V

Beattie Melody, Ya No Seas Codependiente, Grupo Editorial de


Patria, S. A se C .V

Brown Brené, Los dones de la imperfección, Gaia Ediciones, 2012

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