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Aunque puede darse solo, lo cierto es que en la práctica este tipo de acoso se da
conjuntamente con el bullying físico o con el ciberbullying, como una forma de
conseguir que la víctima no cuente lo que le está pasando.
Debido a su propia naturaleza resulta complicado saber si está habiendo una situación
de acoso escolar psicológico. No obstante, los niños que pasan por este tipo de
situaciones suelen mostrar rasgos comunes como:
Pérdida de apetito.
Para saber si un menor de edad está siendo víctima de bullying psicológico lo mejor es
establecer o restablecer la relación de confianza con él para conseguir que se abra
y explique su problema. El niño tiene que ser consciente de que debe pedir ayuda
a los adultos.
En el caso de niños que están siendo víctimas de un problema de este tipo una vez
que los padres son conocedores de la situación deben entablar contacto con el
colegio. Hay que hablar con el tutor y el director del centro para que se
tomen medidas frente a los acosadores.
El bullying es un tema muy complejo que requiere de una buena actuación tanto de los
padres como del centro educativo para solucionar el problema. Precisamente por ello,
lo mejor en estos casos es contar con un especialista en acoso y ciberacoso que
asesore a la familia en cada momento del proceso sobre los pasos que se deben dar.
Bullying psicológico – ¿De qué se trata?
El acoso psicológico puede definirse como cualquier tipo de abuso mental intencional
y propositivo. A veces las personas pueden sentirse como si han sido abusados
porque sucedió algo que los lastima emocionalmente, pero generalmente se calificaría
como intimidación psicológica si el acoso se realiza con intenciones maliciosas. Las
personas tienen muchas razones para intimidar a otros, incluyendo temas de
ganancia, la venganza y la autoestima personal.
Aquellos que sufren acoso psicológico a menudo tienen problemas emocionales que
pueden persistir durante muchos años después de que el abuso suceda. Una de las
tácticas más comunes utilizadas durante el acoso psicológico es atacar personalmente
a la gente. Cuando esto sucede, el acosador puede hacer chistes sobre alguna
debilidad o defecto físico de un individuo. Esto se realiza delante de otras personas
para causar burla, o como una manera de elevar al agresor sobre su víctima a los ojos
de sus compañeros.
El abuso físico y mental a menudo van de la mano. De hecho, el maltrato físico puede
verse casi como una especie de acoso psicológico ya que tiene un efecto traumático.
Además, los agresores físicos dependen de las mismas tácticas que los psicológicos,
no obstante es más tormentoso para sus víctimas a quienes se agregan las
agresiones físicas. Lo que generalmente separa a los dos es que mientras la
intimidación física siempre incluye un componente mental, el acoso psicológico de
puede potencialmente ocurrir sin cualquier componente físico. No obstante en
múltiples ocasiones ocurren ambos.
¿Cuándo se manifiesta?
Por desgracia, quien se lleva la peor parte en las situaciones de acoso escolar son,
lógicamente, la persona más débil o en condición de inferioridad: nos referimos a las
víctimas.
Estas son los principales efectos negativos del bullying en los niños y niñas que
lo sufren:
Baja autoestima.
Actitudes pasivas.
Trastornos emocionales.
Problemas psicosomáticos.
Sentimientos de culpabilidad.
Alteraciones de la conducta: intromisión, introversión, timidez. aislamiento social
y soledad.
Rechazo a la escuela.
Pese a que no les provoca un sufrimiento directo, como ocurre con las víctimas,
algunos estudios indican que los acosadores pueden encontrarse en la antesala de
las conductas delictivas. Aunque resulte paradójico, con su execrable actitud los
acosadores consigue frecuentemente la aprobación y hasta la admiración de algunos
de sus compañeros, lo cual les hacen reforzar sus actitudes intimidatorias al lograr, al
menos momentáneamente, el éxito con las mismas.
Falta de control.
El acosador suele utilizar algún tipo de ventaja, física o psicológica, para persistir con
inmunidad en su actitud y, si consigue que el niño se vea aislado y sin apoyos, podrá
“hacer” con él lo que quiera, destrozando su vida y llevándole incluso, en los casos
más graves, al suicidio.
Para evitar el enfrentamiento, se quedará en casa y se asilará cada vez más, lo que
puede derivar en una depresión. La víctima se sentirá cada vez más sola, triste y
desamparada. Si esta tristeza se instala en su vida de manera permanente, puede
conducir a una depresión grave que, en algunos casos, acaba en el suicido para
acabar con el sufrimiento. El último estudio hecho por la Asociación Americana de
Pediatras reveló que el 78% de jóvenes de entre 13 y 18 años que se suicidaban
había sufrido algún tipo de bullying o ciberbullying.
Por último, son muy impactantes los resultados de una investigación reciente
publicada en la revista The Lancet Psychiatry que confirman que los adolescentes
víctima de bullying en clase sufren efectos peores a largo plazo en la salud mental
que los niños que sufren maltrato por parte de adultos.
Esto puede ocurrir porque los niños pasan más tiempo en clase que en casa, por lo
que los efectos de esta violencia pueden ser más graves y durar más. También
descubrieron que es más probable que los niños que sufren maltrato por parte de
adultos sean también víctima de acoso.
Así, los investigadores descubrieron que los niños que sufren bullying tienen más
posibilidades de padecer ansiedad, depresión y de auto lastimarse o suicidarse que
los que sufren maltrato.
Por lo tanto, es importante que los gobiernos se tomen más en serio el tema del acoso
escolar y destinen más medios y medidas a prevenir este problema que puede
causar tantos efectos negativos en la salud física y mental de los niños que lo sufren.
Pero no solo los gobiernos y los colegios deben ponerse más serios con este tema,
también los padres debemos educar a nuestros hijos en el respeto y la empatía ya
que, aunque no queramos reconocerlo, nuestro hijo puede convertir en acosador o, al
menos, en colaborador al permitir que otros lo sean y hagan daño a sus compañeros
sin intervenir. Si un niño intenta hacer bullying a otro pero sus compañeros no lo
permiten, no habrá acoso. Eduquemos a nuestros hijos para acabar todos juntos
contra esta lacra.
OTROS DATOS.
Hay varios síntomas que comienzan a aparecer en los niños que están siendo
dañados, verás algunos de los siguientes: deseo de faltar a clases, manifestaciones
claras de desmotivación, llanto, excusas, etc.; problemas de salud somática como por
ejemplo molestias estomacales, bruxismo, dolor musculas; estado de ánimo alterado:
tristeza, angustia, ansiedad, miedo a lo que viene en un futuro próximo; pérdida del
control de esfínter en los niños más pequeños; cambios en el apetito; tics u otros
comportamientos que nos muestren nerviosismo; pesadillas y/o insomnio. En el caso
de que esto se agrave, puede aparecer ideación suicida.
Los espectadores del acoso escolar son la mayor parte de los estudiantes, y es sabido
que si este grupo desaprueba en su mayoría este acto, el agresor tiende a disminuir,
detener e incluso corregir su conducta, del mismo modo, cuando este grupo apoya la
violencia, el agresor aumenta el nivel de su agresión hacia la víctima. Es por esto que
considero tremendamente importante que los padres y apoderados más los
funcionarios del establecimiento educacional se coordinen para tener una política anti
acoso que incluya el educar a los niños para que rechacen el matonaje, y se sientan
con la seguridad de que estarán protegidos si se atreven a decir que no están de
acuerdo con esto. Esta educación se da tanto en la escuela como en casa.
"¡Huacho! ¿Qué se siente no tener papá?", eso contaba Paola, la mamá de un niño
que recibió acoso en el colegio San Ignacio durante casi dos años y que en 2017
decidió demandar, que fue la gota que rebasó el vaso para decidirse a hacerlo. Su
hijo, contaba a Braga entonces, estaba tomando tres medicamentos, el más
importante la pastilla para dormir y controlar los terrores nocturnos, que le provocaron
las agresiones constantes a través de su computador, en el recreo, en la sala de
clases.
Es que los maltratos, las agresiones, el bullying son temas que los escolares viven a
diario. El primer reporte sobre las denuncias de maltrato entre estudiantes al interior
de la sala de clases entregado por la Superintendencia de Educación, reveló que el
47,5% de las agresiones psicológicas y el 35,8% de las físicas se generan dentro de
las mismas aulas.
Cuando se trata de maltrato físico, los hombres son los más afectados con un 60%
versus un 40% de las mujeres. En cuanto al maltrato psicológico entre estudiantes, en
cambio, se da en mayor medida en las mujeres (70%), que en los hombres (30%).
"Las agresiones psicológicas o indirectas son más frecuentes que las físicas, ya que
estas son muchas veces más difíciles de detectar por los adultos, no dejan evidencias
o incluso se esconden detrás de una broma", explicó el año pasado la psicóloga
Javiera Astudillo, directora de KiVa en Chile, un programa antiacoso que se aplica en
9 de 10 establecimientos educativos en Finlandia y que en el país funciona desde el
2017 por iniciativa de Santillana y académicos de la Universidad de los Andes.
"En Chile tendemos a reírnos de los otros más que reírnos con los otros. O hablar a
espalda de otros. Y usamos este tipo de estrategias para obtener mayor estatus social
dentro de los pares, sin dimensionar las consecuencias a corto y largo plazo que se
generan en las víctimas", dijo Astudillo a El Mercurio el año pasado.
“La calidad –dijo- se juega no solo en los indicadores cognitivos, sino que también en
el desarrollo personal y social, en la autoestima, clima de convivencia escolar,
participación ciudadana y hábitos de vida saludable, entre otros”.
En cuanto al maltrato psicológico entre estudiantes, el informe precisa que los tipos
más elevados son las amenazas y/o acosos (39%), seguidos de insultos y garabatos
(19%) y burlas y descalificaciones (18%); que los cursos más afectados –al igual que
en el maltrato físico- se encuentran en el segundo ciclo de la educación básica:
Octavo (14%), Sexto (13%) y Quinto y Séptimo con un 12% cada uno.
"La calidad de la educación se juega en la sala de clases. Aquí están las herramientas
para el desarrollo de los talentos, de las capacidades, del trabajo colaborativo y la
buena convivencia, que es clave para el proceso enseñanza-aprendizaje. ¿Qué
queremos como Superintendencia de Educación? En síntesis, una alianza estratégica
de toda la comunidad escolar por una mejor educación, para todos ustedes y para
todos los niños y niñas de nuestro país, centrando los esfuerzos, justamente aquí, en
el aula", dijo Izquierdo.