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Homilía en Caacupé 06.10.

2022

Queridos Hermanos y Hermanas


A Ustedes, educadores y familias cristianas, que son los laicos que educan en
la esperanza para una sociedad más humana, el saludo y las bendiciones de
Nuestro Padre Dios, por intercesión de la Inmaculada Concepción, la
Virgencita de los Milagros de Caacupé.
Los quiero animar con el tema “Los laicos y el desafío de educar en la
esperanza. Los desafíos de la educación para una sociedad más humana”, a
ser educadores de la esperanza y que puedan afrontar los desafíos de una
sociedad convulsionada por varios motivos externos (pobreza, violencia,
ideologías) e internos (vacío existencial, soledad, incapacidad de frustración,
pecados).
Estoy seguro de que muchos de ustedes se dedican a acompañar a sus hijos en
su procesión de maduración personal y social, en su crecimiento espiritual y
cristiano. Eso es muy bueno, que los ayuden a discernir, y no dejen su tarea
formativa a otras instancias educativas, como pueden ser los medios de
comunicación, el Internet, ni siquiera la escuela, porque la escuela está para
complementar, no para reemplazar al hogar.
La Palabra de Dios es viva y es eficaz. Dios no nos llama a una esperanza
desligada de la realidad, fantasiosa o irreal. La esperanza la empezamos a
experimentar desde el primer Anuncio del Amor y del Perdón de Dios en el
Kerigma, desde la fe que recibimos en nuestro bautismo.
La Palabra de Dios nos ilumine a educar en la esperanza y con valentía
afrontar los desafíos educativos para nuestra sociedad más humana, más
abierta a Dios y promotora de justicia y de paz. Creemos que sólo desde Dios
y su Iglesia encontramos la fuente de la esperanza ante la realidad actual, de
nuestro mundo cada vez más desorientado.
La primera lectura de Isaías 40, 1-11 nos invita a la consolación
En este tiempo de Adviento, las promesas del Profeta Isaías se verifican en la
persona de Jesucristo, la Palabra de amor y de verdad para todos los tiempos.
“Hablen a Jerusalén y díganle... que ha sido pagada su culpa”. El Señor
Dios, Yahvé, ha perdonado a su pueblo, restableciéndolo, después del exilio
de Babilonia en la Tierra Prometida. Es una obra estupenda porque para
abrirnos a la Esperanza, Dios actúa allí donde para nosotros parece difícil e
imposible, en nuestros desiertos. Dios abajará las colinas del egoísmo, la
soberbia y los instintos para liberarnos, aunque a veces ese es un proceso

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doloroso que implica pasar por un desierto antes de llegar a la promesa de
felicidad.
Por eso, asumir una tarea educativa bajo la iluminación de la Palabra significa
abrirse a la gracia de Dios y dejarse guiar para ser capaces de nadar contra
corriente, y ser capaces de mirar a la persona en su totalidad, en todas sus
dimensiones: corporal, psíquica, social, espiritual. Asumir una tarea educativa
que forme a la persona del niño o del joven, teniendo presente que es un ser
trascendente, imagen de Dios, hecho por amor y para amar. Vamos a decirlo
con claridad: para cumplir el deseo del corazón y que no prevalezcan la
violencia, la mentira, la injusticia tiene que entrar Cristo, el Hijo de Dios en
nuestra historia personal y comunitaria.
Otra palabra clave es Consuelo. Esta significa, que Dios nos levanta el ánimo
para que sigamos nuestra misión. Por eso, en los capítulos que siguen, el
profeta animará a los judíos para que vuelvan, a pesar de las dificultades.
Debemos luchar permanentemente contra las fuerzas del mal, con el
testimonio de nuestra confianza en Dios, por intercesión de María Santísima.
Como dice el Papa Francisco: “No tenemos derecho a tener mentalidad de
huérfanos” porque María Inmaculada es nuestra Madre y cuida de nosotros.
¿Qué les parece? ¿sí o no? Vamos a mostrar al mundo el motivo de la
esperanza de los paraguayos, que no, no y no es este candidato político o
aquel, no es el presupuesto estatal, o la ayuda extranjera con ideologías, no,
no, no. Vamos a compartir con todos hoy, sin avergonzarnos jamás de nuestra
Identidad cristiana, vamos a dar razones de nuestra esperanza: ¡Nuestra fe,
nuestra fe!
El Evangelio según san Mateo
Aquí se trata de una versión un poco distinta de la parábola de la oveja
perdida según el evangelio de Lucas: se ha extraviado una oveja y la
comunidad debe encontrarla. La Iglesia en salida hacia las periferias, a los
alejados por varios motivos, a los no creyentes, evangeliza precisamente a las
personas extraviadas, marginadas.
Pero, cuidado, con discernimiento, con respeto a la dignidad, porque en ciertas
actitudes de aparente piedad, hay un profundo desprecio, como cuando en
nombre de la inclusión negamos la realidad de las cosas o caemos en una
visión ideológica de la salvación de los pobres desde el materialismo ateo, no,
no, no, así no. Es desde la fe, desde la fe donde el hombre se libera y todo lo
demás se ordena y fructifica. Así lo hizo Jesús con los marginados y
pecadores. Nunca negó el pecado para ganar adeptos, pero tampoco se asqueó
de nadie, nunca marginó a nadie. La misericordia se vive en la Verdad.
A imitación de lo que hizo Jesús con los marginados y pecadores. Ustedes
cristianos laicos, partícipes de la evangelización, desde su bautismo, están
llamados a anunciar su fe, movidos por la esperanza, hacia un mundo nuevo,
donde los políticos, empresarios, artistas, deportistas puedan renunciar a la

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injusticia, a la corrupción y al pecado, a la luz de la verdad en el amor de
Dios.

La educación y sus implicancias


¿Pero qué es educar? Es abrirse a la realidad en un proceso de mejora
personal, donde relucen los talentos en servicio a los demás. En este contexto
difícil que atraviesa la humanidad, donde se advierte la extensión de un
pensamiento que combate la fe, un anticristo cultural rebelde que pone su
confianza en las propias fuerzas, la técnica, el dinero, el hedonismo, sin
Dios… ustedes, Educadores, están llamados a dar razones de educar en la
esperanza, a pesar de todas las contrariedades de las ideologías dominantes.
La educación trae consigo una serie de implicancias a nivel de la
globalización actual. En todos los países hay una urgencia educativa. La
emergencia educativa ha sido motivo para que el Papa Francisco lanzara el
llamado del “Pacto educativo global” con identidad, una aplicación a su
Encíclica “Fratelli tutti”. Educar es Derecho de los Padres, que darán cuentas
a Dios por esto. Es serio. Estamos en una disyuntiva histórica, o aceptamos
acríticamente la imposición de una educación de la globalización desde fuera
de nuestra realidad y de nuestra cultura, o bien, la construimos críticamente
juntos desde nuestro ser nacional, en diálogo con las propuestas innovadoras
de la pedagogía.
Porque asistimos a una profunda transformación antropológica, promovida
por las ideologías del posmodernismo, del relativismo. Sabemos que en
algunos países han fallado al seguir ideologías cargadas de frustraciones y de
inmoralidad, no podemos permitir que nos impongan esos sistemas fallidos.
La humanidad y nuestro país se encuentran en un contexto inédito, donde se
entrecruzan preguntas e intereses sobre la búsqueda de sentido y la calidad de
educación para nuestro país. Por una parte, asistimos a una rápida difusión de
una cultura centrada en la autonomía del hombre, como individuo y como
especie, con respecto a la realidad. Se habla de egolatría, una verdadera
adoración del ego. Pero, por nuestra parte, debemos aferrarnos a nuestra
identidad cristiana para combatir esta mentalidad en nuestros hogares, en
nuestras escuelas, en nuestro gobierno, en nuestra sociedad.
Ha saltado al tapete la cuestión de la Agenda 2030, motivo de muchas
interpretaciones. A la luz de esa Agenda 2030 se propone el Plan Nacional de
Transformación Educativa, que sin duda, tiene sus aspectos propositivos
buenos, pero al basarse en las orientaciones de dicha Agenda 2030, al igual
que la Ley 6659 que aprobó el Congreso en plena Pandemia, año 2020,
aceptando el Convenio de Cooperación con la Unión Europea con la suma de
38 millones de euros no reembolsables y monitoreado en un “marco de
gobernanza” que seguirá vigente al término de este gobierno y el siguiente,
ambos, tanto el Plan como el Convenio esconden terminologías ambiguas, que

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necesitan ser aclaradas, para no entrar en conflicto con la educación que los
padres de familia quieren para sus hijos. No es un problema solo político ni
económico, sino un problema de orientación de valores educativos.
La Agenda 2030 introduce por ejemplo, terminologías como “igualdad entre
los géneros”, “empoderamiento de las niñas”, enfoque de derechos”,
“ciudadanía global” “interculturalidad”, “inclusión”, “no discriminación”,
que, debido a la orientación discursiva que ha tomado la ONU, sobre todo
desde las Conferencias del Cairo sobre Desarrollo en 1994 (derechos
reproductivos ligados al aborto) y de Pekín sobre la Mujer en 1995 (género
como constructo sociocultural cambiante de la sexualidad, desarraigada de su
dimensión biológica), y desde la publicación de los llamados “Principios de
Yogyakarta, sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos
humanos con relación a la orientación sexual y la identidad de género”.
Dichas terminologías exigen un buen discernimiento de parte de la
Comunidad Educativa. En esto, la convocatoria del Congreso de Educación
Católica protagonizado por la UC podrá ayudar a su esclarecimiento y así
superar los antagonismos existentes.
Es inaceptable la “colonización ideológica” que se nos quiere imponer.
Felicitamos a la Cámara de Diputados quienes, escuchando el clamor de los
padres de familias, sus motivaciones auténticas, no partidarias, por solicitar
con firmeza y argumentación abundante y adecuada, la derogación de esa Ley
6659/20, a petición de leones luchadores, educadores de sus hijos, movidos
por la defensa de la dignidad de la persona del niño y de la niña, y decididos
por la educación en valores, en contra del adoctrinamiento de toda ideología
que promueve la obsesión de la sexualidad, del hedonismo sexual y la
perspectiva o ideología de género como construcción sexual independiente de
la naturaleza.
Qué bueno que el Senado también escuche estas motivaciones y busque otras
fuentes de sostenimiento a la merienda escolar y a los kits que no pueden
faltar para incentivar el estudio y la excelencia entre los ciudadanos más
pobres de nuestra sociedad.
Nuestra educación y sus desafíos
Hemos vivido dos años perdidos para la educación escolar por la pandemia.
Miles de niños carecen de las oportunidades para aprender y quedarán
rezagados. Hemos constatado esa catástrofe educativa, a lo largo de la
pandemia y tal vez, mucho antes ya. Es cierto que se han hecho también
muchos progresos en el campo escolar. Pero ¿nos damos cuenta de que el
Internet y las redes sociales están alterando las relaciones entre los seres
humanos, afectando a diferentes capacidades personales, como la memoria, la
creatividad o la capacidad de concentración y de pensamiento lúcido?
Ciertamente la web ofrece grandes oportunidades, pero su no-neutralidad
conlleva peligros. “La tecnología de hecho suele ser incapaz de ver el misterio

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de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces
resuelve un problema creando otros” (Laudato si’, n. 20).
La educación es un medio muy eficaz para cambiar el mundo y nuestro país,
en el que se experimenta la desorientación y la no armonía social.
Necesitamos el pacto educativo entre la familia, la escuela, la sociedad y la
cultura. Debemos recuperar la comunidad educativa con todos sus estamentos:
alumnos, docentes, padres, directivos, administrativos, egresados.
Ustedes saben que a través de la educación sus hijos pueden alcanzar su
máximo potencial y se convierten en un ser consciente, libre y responsable.
Así se abre a la esperanza de una sociedad más humana, que requiere
generosidad y valentía. Educar será siempre un acto de esperanza, abrirá
nuevos horizontes de convivencia social, de solidaridad y de fraternidad,
como de cuidar nuestra casa común, comenzando por el propio cuerpo y su
dimensión biológica, en la perspectiva de la trascendencia y del amor divino.
Educadores y Padres de familia, laicos consagrados por el bautismo,
promovamos una educación familiar y escolar que recupere la visión de la
dignidad de la persona. En la escuela debemos comprender la realidad, con la
transmisión de contenidos, pero también de hábitos buenos, de virtudes, junto
con la educación moedioambiental y espiritual, debe fomentar la
trascendencia de la persona humana, el desarrollo humano integral, el diálogo
con identidad, y el trabajo por la justicia, la paz y la apertura a Dios.
Si es cierto que la educación escolar es prioridad, entonces el PGN debe
reconocer y no solo destinar mayor recurso a satisfacer las múltiples
necesidades en el sostenimiento escolar, también el Estado debe hacer un
autoanálisis y racionalizar los recursos nacionales que administra, tales como
los royalties de Itaipú y Yacyretá. Con mayor control seguro de que alcanza
mejor.
Algunas propuestas
La Reforma educativa debería comenzar por la reforma del mismo Ministerio
de Educación y Ciencia. Independizarlo del factor político partidario, desde
sus autoridades más elevadas hasta el personal menos distinguido de las
oficinas del MEC en los Departamentos del país.
Es necesario actualizar el diagnóstico general presentado en el PNTE y
repensar desde la Constitución Nacional el aporte de la Iglesia y de la fe
cristiana, ausente totalmente del diagnóstico y de las propuestas operativas.
¿Será que para el MEC no existe el pueblo cristiano, que, en el último censo,
son el 80% de la población? ¿Tienen miedo a la Iglesia y a los que profesamos
la fe cristiana?
Todos estos planteamientos nos invitan a repensar en la necesidad de un pacto
educativo nacional, con el aporte de las universidades y la necesaria crítica al

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servicio del MEC que debe dedicarse mucho más a garantizar la formación de
los docentes para la calidad educativa, no sólo técnica y funcional, sino
formativa de la persona, como hijo de Dios y miembro de la cultura
paraguaya.
Para todos nosotros y en especial a ustedes, Educadores y Padres de familia,
para educar, deben partir del “ser”, de la esencia y recordar cuál es la raíz de
nuestro árbol educativo, ya que sólo desde allí podremos “hacer” las reformas
necesarias. Una visión antropológica clara pone al ser humano y su dignidad
de persona como centro de atención. No debemos renunciar a nuestros
valores, aunque nos ofrezcan asesores, monitoreadores y financistas externos
con miradas limitadas y erradas.
Es evidente replantearse la situación académica, la formación de los Docentes
y un currículo que enseñe a trabajar, entre las tantas prioridades del PNTE. El
Padre Jesús Montero, SJ hizo la llamada de respetar el proceso de reforma
educativa desde el cumplimiento de la CN y la Ley General de Educación. Por
lo que vemos, habrá que reiniciar todo el proceso, con mejor diseño de
participación para en elaboración, con el auténtico y no falseado consenso
nacional antes de convertirlo en Ley.
No dependamos de otros países y proyectemos con nuestras Universidades un
Plan Nacional diversificado, según las necesidades y riquezas locales de los
departamentos y con la mayor autonomía para que las escuelas católicas y las
privadas realicen innovaciones didácticas de calidad a ser imitadas. Es
conveniente destinar los recursos para que los padres de familia dispongan de
ellos para elegir el tipo de educación para sus hijos.
Queridos Educadores y Padres de familia
Ustedes son los que promueven la cultura paraguaya, siendo la educación
escolar y universitaria un factor de innovación, de desarrollo social y
ambiental, pero sobre todo de formación de la persona, de las nuevas
generaciones. Desde la tarea de ustedes, en todos los campos de la economía,
del trabajo, de las organizaciones sociales y políticas, del mundo del arte y de
la comunicación social están promoviendo una educación en virtudes, la
educación afectivo sexual basada en ciencias y formación del carácter, la
convivencia armónica entre ciudadanos, el bien común y la dignidad humana.
Esa es la educación que ustedes aportan como protagonistas, como honrados
ciudadanos y comprometidos cristianos.
Ustedes Educadores y Padres de familia son portadores del Evangelio en la
cultura paraguaya, pero también exijan a las autoridades para que las políticas
públicas, buscando el bien común y la dignidad humana, prioricen la
promoción de los marginados, indígenas, campesinos, niños y jóvenes de las
calles, trabajadores informales, mujeres maltratadas, los abuelos, drogadictos,

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las víctimas del secuestro y de abusos, sean atendidas con programas
educativos y sociales destinados a ellos.

Enseñen la convivencia democrática y el respeto al cumplimiento de la


Constitución y las leyes invitando a sus hijos jóvenes a participar de las
próximas elecciones democrática, recordando que según la CN el voto es
obligatorio y que las Autoridades competentes la deben hacer cumplir.
Enseñemos a construir la sociedad desde nuestra responsabilidad de
ciudadanos.
Por último, les invito a educar evangelizando con los valores humanos y
cristianos, con la esperanza de construir una sociedad más justa y libre para
servir. Entonces, en esta lucha por la educación en valores y desde nuestra
cultura cristiana y paraguaya recibiremos la bendición de Dios y de María
Santísima de Caacupé.
+ Edmundo Valenzuela, sdb
Arzobispo emérito de Asunción

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