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El gato bandido

Michín dijo a su mamá:


“Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy”.

Huyendo de su casita, una


pizca de culpa lo invadió, y
aunque quiso dar la vuelta
apretó su bolsón y no regresó

Echó a pata muchas horas,


el hambre le llegó, a lo
lejos se pudo ver un puesto de frutas
y sin dudar como volador sin palo
corrió.

Preguntó por los precios, pero el


cacao no le fue suficiente, más
recordó su filosofía y echándole
suficiente carcumen a la situación le
encontró solución.

A la hora de la verdad, pensó que sin pagar


cualquier fruta podría tomar, cuando agarró
una manzana pensando que había cumplido
su misión, una mano pesada en su espalda se estampó
Con el corazón en la boca, la porra volteó
ni tiempo le dio de reaccionar o actuar
cuando el primer puño se estampó en su cachete,
después el segundo, el tercero, y así hasta que
la conciencia le abandonó la mente

Después de tremenda muenda recibida que


casi lo hace ver a San Pedro, limpiando las
lagrimitas que por su carita de niño
se asomaban entendió que,
+a su madre, sus cariños
y sus mimos necesitaba

Recoge su sombrerito,
y bajo un sol que lo abrasa,
paso a paso vuelve a casa
con aire humilde y contrito.
“Confieso mi gran delito
y purgarlo es menester”,
dice a la madre; “has de ver
que nunca más seré malo,
¡oh mamita! dame palo
¡pero dame qué comer!”

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