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Fudo Myoo (不動明王),

Hoy os voy a hablar de una figura que preside nuestras clases. Que se sienta en nuestro altar y nos
guarda. Es Fudo Myoo. “El Inamovible”, Espada de la violencia y la sabiduría. Es una de las fieras
deidades de la sabiduría del budismo vajrayana o budismo esotérico. Es una deidad protectora del
budismo shingon. Es representado rodeado de llamas y se le identifica con el Budong Mingwang de
los chinos.[1]

Pero ¿qué son los Mingwang? En China se denomina así a los “Reyes de la Sabiduría”. Son 5
deidades protectoras. Los llamados 5 vīdyārāja o los 5 Myō-ō:

Daiitoku Myō-ō: Al Oeste, se le representa con 6 caras, 6 brazos y 6 piernas. Suele aparecer sobre
una vaca blanca o a veces incluso con la cabeza de una vaca. Es el Dios destructor de la muerte y
Guardian del acceso a los infiernos. Se le considera el Dios de la Victoria y los guerreros le rinden
culto. Se le atribuye el poder de destruir el mal y hacer el bien.

Gōzanze Myō-ō: Al Este. “Vencedor de los 3 reinos”. Se le representa con 3 caras amenazantes, 8
brazos y 2 piernas que pisan 2 figuras: Mahesvara y su consorte Uma. Es el vehículo que sirve para
purificar a Mahesvara, quien está llamado a renacer como el nuevo Buda. Es el enemigo de la
ingenuidad y de la Ira.

Gundari Myō-ō: En el sur. Se le representa con 6 brazos y con serpientes deslizándose por sus
piernas y su cuello representando a las nagas. Es el guardián del elixir de la inmortalidad (“amrita”).
Es responsable de su protección y de su distribución. Pero ¿cómo cuadra esto con las serpientes y sus
venenos? Cuenta la leyenda que fueron las Nagas quienes ayudaron a dragar el océano primordial
para extraer el amrita. Si atendemos a su representación, vemos que de sus 8 brazos, 6 portan armas
para defender su misión, mientras que 2 se cruzan sobre el pecho ejecutando un mudra. Mostrando
su devoción por la vía del Buda.

Kongō-Yasha Myō-ō: En el Norte. Se le representa con 3 caras amenazantes, la central con 5 ojos y
6 brazos. Es conocido como el destructor de demonios. Kongō se traduce como la característica
dureza del diamante. Representa la Fuerza. Protege a aquellos que siguen el camino de la sabiduría
del budismo frente a los demonios que les amenazan. Es enemigo de la obstinación. Porta el cetro
diamantino (“dorje”) y tanto la campana, como la espada llevan los extremos del dorje.

Fudo Myō-ō: En el centro. Rodeado de llamas pues lucha contra el mal en su terreno. En el propio
infierno. Con las llamas purifica la mente, quemando las pasiones y la ira. Se encuentra sobre una
roca. Sentado o de pie. “inamovible” como la roca sobre la que se encuentra. Esta roca simboliza su
determinación inquebrantable. Su firmeza en la tarea que ha de llevar a cabo. Con la mano izquierda
sujeta una cuerda (“pāśa”) que simboliza la concentración y le permite sacar a flote a sus aliados,
uniendo a las fuerzas hostiles al despertar, a la luz. O para atrapar a los demonios y a los incautos
con los que se encuentra. Con la derecha empuña una espada flamígera (“kurikara”) para cercenar la
cabeza del mal (los demonios), y para cortar a través de la ignorancia, para cortar la oscuridad,
abriendo paso a la Sabiduría, a la luz de la iluminación. Si observamos su rostro, se le muestra
iracundo, convulsionado con ira. Sus colmillos son prominentes y salen de su boca apuntando el
derecho hacia arriba mostrando la predisposición a seguir un camino ascendente en la vía espiritual
hacia el cielo, mientras que el izquierdo apunta hacia abajo. Hacia la tierra, la materia, hacia la que
muestra su compasión. Compasión hacia todos aquellos que sufren por la materia, causa de todos los
sufrimientos.

En su cabeza lleva el moño de los sirvientes. Es un servidor de todo el mundo. Protector de la


inocencia, de los niños y de todos aquellos que lo necesitan. Es también el patrón de los bomberos,
que llevan su villa mantra, su símbolo ham en el casco.

Una forma particular: Kurikara Fudo, lo representa en la forma de un dragón envuelto alrededor de
una espada. En este caso su cuerpo de dragon dorado con uno o dos cuernos en su cabeza. Cuenta la
leyenda que Fudo tuvo que enfrentarse a otro Dios y para ello se transformó en una espada en
llamas, pero su oponente hizo lo mismo y así el combate estaba en tablas. Así que Fudo se
transformó en el dragón Kujikara y envolvió la espada con su cuerpo. Una vez así comenzó a
devorarla por la punta.

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