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El código de comercio es la normativa básica aplicable a las relaciones mercantiles en

los diversos países. Todo deriva del primer código de comercio francés, iniciado en
1807 por Napoléon, y en el que se establecen inicialmente los criterios, buenas
prácticas y normas en la regulación de las relaciones comerciales.
En general, el código de comercio regula todos los actos de comercio, que son
definidos como la compra de mercancía para revender, ya sea de cualquier naturaleza.
Art 32. De esta disposición legal, se deduce, la obligatoriedad que establece el legislador de
que los libros Diario, Mayor y el de Inventario, sean llevados en idioma castellano para su
contabilidad.
Art 33. Dicha normativa, establece que una empresa antes de llevar a cabo sus actividades
económicas, ésta debe realizarlas transparentemente, y que mejor manera que, registrar sus
respectivos libros, antes de darle curso a sus anotaciones, dirigiéndose al Registro Mercantil
de su localidad, es decir, de la circunscripción judicial del estado en que fue inscrita dicha
empresa.
Art 34. Es decir, que el comerciante asienta cronológicamente todas las operaciones activas
o pasivas, al contado o a crédito, que diariamente realiza vinculadas o no con su comercio.
Debiendo todos los documentos probatorios que indique la legalidad de dichas operaciones.
Se exceptúan de esta obligatoriedad, los comerciantes por menor, debiendo estos que
cumplir solamente, con las anotaciones diarias, mediante un resumen de las compras y
ventas ejecutadas al contado y de forma más amplia con las que fueron a crédito.
Art 35. De la anterior norma, tenemos que, el libro de inventarios constituye otro libro más de
los que integra la contabilidad y en él se insertan los inventarios que forman los comerciantes
bien el ordinario o extraordinario. Se entiende que dicho inventario, debe cerrarse con un
balance certificado o emitido por un contador público.
Art 36. El legislador mercantil fue claro al precisar, que una vez habilitados dichos libros,
todo comerciante se encuentra obligado a cumplir con ciertas prohibiciones, observadas en
el artículo 36 del C.Co.
Anteriormente transcriptos, con la finalidad de que las actividades económicas a ejecutar no
sean contrarias a derecho, y de esta forma poder corroborar consecutivamente la estabilidad
y solvencia de una empresa, así como su capacidad financiera, gracias a que, se suministra
una información financiera razonada, con respecto a las anotaciones que se llevan en los
libros, con claridad y precisión.
Art 37. Del anterior artículo citado, se deduce la forma de solucionar el conflicto que se
pueda presentar una vez que se comenta errores y omisiones en cualquier libro de la
contabilidad mercantil de una empresa, guardando en otro asiento distinto, en la fecha que
se presente la falta.
Art 38. De modo que, los libros mercantiles, en materia probatoria, sólo surten efectos entre
comerciantes, referidos a hechos exclusivos del comercio como tal. En caso de u tercero,
sólo producirá efectos inequívocamente contra su propio dueño, dará fe sobre sobre el
mismo, debiendo aceptar la otra parte o tercero, tanto lo que le favorece, como lo que le
desfavorece.
También hace referencia, que en caso de inspección de una contabilidad mercantil
(investigación de sus libros), requiera conocimientos especiales, no se requerirá de la
solicitud de una inspección ocular, sino de una experticia.
Art 39. La normativa anterior indica que, evidentemente el comerciante debe llevar su
contabilidad de acuerdo a las proyecciones y naturaleza de su actividad económica o
comercial, llevado en sí los libros principales (Libro Diario, Libro Mayor y Libro de Inventario),
pero que aunado a ellos, queda a su potestad llevar otros libros que considere conveniente
para el mejor orden y claridad de sus operaciones.
Por tanto, estos libros auxiliares pueden ser presentados en juicio, en caso de que, los libros
principales presente ineficacia probatoria.
Tanto Art 40. Como el Art 41. Del C. Co., expresan que, no se podrá obligar al comerciante
ni de oficio, ni de instancia de parte, al examen general y exhibición de sus libros
comerciales. Como así también se establecen excepciones en el derecho del fisco por
razones tributarias y también cuando se investiga por razón de delitos.
Solo en estos casos se puede hacer desquicia de oficio por tribunal o autoridad alguna, y
examen y compulsa, relacionado con el objeto de la causa, pero en ningún caso se podrá
obligar al comerciante a trasladar dichos libros.
Art 42. En caso del que el juez solicite los libros de una empresa, para su examen y
compulsa, relacionado con el objeto de la causa (del juicio), y dicha empresa no se encuentre
en esa localidad, podrá el juez emitir una solicitud a otro juez que pertenezca a la localidad
de la oficina mercantil donde se encuentre la empresa, para que se lleve a cabo la
presentación de los libros de contabilidad de las misma.
Art 43. En cuanto a esta normativa, en caso de existir el curso de una causa, y uno de los
litigantes solicite al otro, mostrar lo que conste en los libros y, éste se niega debido a motivo
insuficiente en juicio, el juez podrá diferir el juramento a la otra parte o decidir la controversia
con lo que resulte de la constancia de dichos libros, siempre y cuando sus anotaciones sean
cronológicas y consistentes. Por lo que, no se obligará al comerciante ni de oficio, ni de
instancia de parte a exhibir los libros en razón de su comercio.
Art 44. Es claro lo que el legislador dispone en esta norma, y es debido a la exigencia del
código tributario, al señalar un tiempo menor para la prescripción de los derechos del fisco (a
los 6 años). Por ello, se deben conservar los libros que demuestren la contabilidad
económica de una empresa, al igual que sus compromisos.

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