En una noche despejada, el cielo se llenó de un espectáculo celestial. Las
estrellas comenzaron a brillar con una intensidad deslumbrante, como si estuvieran preparadas para un baile mágico. Una a una, las estrellas comenzaron a moverse en perfecta armonía, trazando elegantes giros y espirales en el firmamento.
Los colores brillantes y las formas caprichosas danzaban en el lienzo estrellado,
creando un ballet celestial que parecía provenir de otro mundo. La luna observaba desde su trono plateado, iluminando el escenario con su suave resplandor.
El baile de las estrellas continuó durante horas, hipnotizando a aquellos que lo
presenciaban. Algunos deseaban con todas sus fuerzas unirse a la danza estelar y ser parte de esa maravillosa sinfonía cósmica.
Cuando el amanecer se acercaba, las estrellas regresaron a sus lugares en el cielo,
ocultándose detrás de la luz del sol naciente. Pero el recuerdo de su danza permaneció en el corazón de aquellos afortunados que habían sido testigos de ese mágico evento.
Desde entonces, las estrellas continúan bailando en el cielo nocturno,
recordándonos la belleza y el asombro que el universo tiene para ofrecer. Cada noche, cuando mires hacia arriba, recuerda que estás presenciando el eterno baile de las estrellas, una danza que nos conecta con lo más profundo y misterioso del cosmos.