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Capítulo 1 Capítulo 20
Capítulo 2 Capítulo 21
Capítulo 3 Capítulo 22
Capítulo 4 Capítulo 23
Capítulo 5 Capítulo 24
Capítulo 6 Capítulo 25
Capítulo 7 Capítulo 26
Capítulo 8 Capítulo 27
Capítulo 9 Capítulo 28
Capítulo 10 Capítulo 29
Capítulo 11 Capítulo 30
Capítulo 12 Capítulo 31
Capítulo 13 Capítulo 32
Capítulo 14 Capítulo 33
Capítulo 18 Créditos
Sinopsis
C
elia es una chica en problemas. Su corazón está ligado a Aric,
pero él es un were purasangre que debe negarla o arriesgarse a
condenar a su especie a la extinción. Y esa es solo su vida
amorosa. También la llamaron para derrotar a un grupo de demonios terroristas
buscando derrocar al mundo paranormal. (Sin presión).
Para derribarlos, Celia debe aliarse con Misha, el vampiro maestro que no
ha ocultado su deseo por ella. Y si eso no fuera suficiente desgracia para una
chica, la predicción de una clarividente podría destruir el amor de Celia y Aric
para siempre. La única forma de proteger el mundo del desenfrenado
terrorismo sobrenatural es que Celia se una a su compañero destinado. Y ese no
parece ser Aric…
Weird Girls #3
Capítulo 1
Mansión del Maestro Vampiro
Tahoe City, California
La voz de Misha no fue más que un susurro seductor. Me dejó sin aliento.
—Sí.
—Sí.
—¿Todo esto?
Los colmillos de Liz aterrizaron en algún lugar cerca de los pies de Misha.
Él puso sus ojos en blanco. Una doncella en trance apareció en silencio y barrió
los caninos puntiagudos en un recipiente.
No podía sanar como los weres, pero maldita sea, era igual de fuerte y un
poco más rápida. Y a diferencia de los weres, podía desmaterializarme bajo
tierra y salir completamente ilesa. Escupí un poco de sangre y usé mi
resentimiento contra los oponentes restantes.
Sostuve a Agnes y Edith con mis pies presionados contra sus gargantas,
teniendo cuidado de no sacar mis garras traseras cuando me agarraron por los
tobillos y me arrojaron. Di una voltereta y aterricé en cuclillas. Maria recuperó la
conciencia nuevamente, y me tacleó por detrás. Grité cuando sus colmillos se
clavaron en mi piel, perforando mi carne como un par de agujas abrasadoras. El
entrenamiento terminó y el dolor retrocedió antes de que pudiera arrancar a las
sanguijuelas fanáticas de Prada.
Fruncí el ceño.
—Váyanse, ahora.
—Está bien, solo son heridas punzantes. Mañana veré a Emme. Ella me
arreglará de inmediato.
—Misha…
—Como quieras.
Aric.
Salté del alcance de Misha, solo para aterrizar de cara y alejarme como
un maldito gusano epiléptico.
—Lo sé, y lo siento. Pero no puedo quedarme aquí si esto es lo que vas a
esperar de mí. Prometiste que mantendrías tus manos para ti mismo.
Misha se apartó de la pared y, en un abrir y cerrar de ojos, me enfrentó.
La noche era encantadora, pero acarreaba cierto frío del tipo “tus bubis
van a romper tu camiseta”. Mi tigresa dorada interior generalmente me
mantenía caliente, pero ni siquiera ella podía competir con el frío en el aire,
especialmente en mi ropa de entrenamiento escasa.
—Tu tono muscular está muy definido. Has perdido demasiada grasa
corporal y tus senos son considerablemente más pequeños.
—¿Qué demonios estás haciendo mirando mis senos? —Hice una mueca
cuando Misha rio entre dientes—. Olvídalo.
Misha tenía razón. Mis músculos eran más pronunciados que cuando
simplemente me ejercitaba por diversión. Pero entonces, esculpir mi cuerpo
para luchar por la Alianza recién formada era ahora mi carrera. Me estremecí de
nuevo, esta vez no por el frío. Nunca me había encantado destruir nada ni a
nadie… hasta que descubrí a los monstruos que se daban festines con inocentes
y disfrutaban de la crueldad.
Me encogí de hombros.
—Eso lo puedo creer, pero, querida, no me han dejado otra opción que
castigarlas.
—Bueno, puede que no las mate, esta vez, pero puede que tenga que
torturarlas.
—Quizás.
Bajé la cabeza.
—No puedo.
—¿Qué te detiene?
Los vampiros desaparecieron como una brisa pasajera. Cojeé hacia Hank,
quien se enfocaba con odio profundo en las brillantes llamas anaranjadas
cubriendo lo que quedaba de la limusina Hummer. El calor se hizo más fuerte
cuando me acerqué. La intensidad del fuego irritó mis ojos verdes y envió
chorros de lágrimas por mis mejillas calientes. No había humo, solo extrañas
llamas anaranjadas y el aroma creciente a hierbas secas. Hank lo había llamado
fuego de brujas. A mí me pareció más como múltiples granadas llenas de una
combustión mística. Pero por otro lado, él sabría más que yo.
Resopló.
—No niego que eres un dolor en el culo. Pero sabes que el Maestro me
estacará si te lastimo.
Eso era cierto. Aun así, eso no significaba que permitiría que me guíe
como a una pelele.
—Um. No.
—¿Tus pantalones?
—¡No!
Todo lo que quedó del auto de Misha fue un deformado marco cubierto
de cenizas.
—¿Cómo entró una bruja aquí para lanzar un hechizo como ese? Todo el
recinto está protegido contra un ataque.
Hank se inclinó.
—¿Puedo curarte?
Me alejé.
—No, Misha. Solo necesito un poco de hielo. —Maria corrió hacia la casa.
Sonó otro teléfono celular, luego otro y otro. Misha y yo giramos hacia el grupo
justo cuando el tono de llamada “I'm Sexy and I Know It” de alguien inundó la
noche fría—. ¿Quién está llamando?
—Estoy bien —repetí una vez más, mi voz temblando de sorpresa. Aric
no sonó satisfecho. Odiaba que viviera con Misha. Pero él había tomado una
decisión, y yo también.
Otro gruñido agudo atravesó el teléfono. Cerré mis ojos e imaginé sus
ojos castaños claros, la sexy barba incipiente cubriendo su mandíbula fuerte, y la
sonrisa que nunca dejaba de detener mi corazón.
Cuando colgué, todos los ojos estuvieron sobre mí. Y, figúrate, nadie
pareció emocionado. Los vampiros de Misha se dispersaron uno por uno.
Envolví mis brazos alrededor de mí. Ahora que el fuego de brujas se había
desvanecido, el aire se tornó frío y denso.
—Ven —dijo Misha finalmente—. La cena espera.
—Debes olvidarte de esa bestia, Celia. Incluso si ese chucho te ama, está
obligado por la sangre y la manada a reproducirse con su especie. No hay nada
que puedas hacer. Tu relación con él ha terminado.
Misha había reconocido los gruñidos de Aric igual que yo. Los había
escuchado mil veces por miedo a mi seguridad. Misha los había escuchado en el
extremo receptor de la ira de Aric. Definitivamente había experimentado el lado
más cariñoso de ese hombre lobo. Me senté despacio.
—¿Te das cuenta que solo me llamas Celia cuando hablas en serio o
cuando estás enojado conmigo? —Sonreí débilmente—. ¿Cuál es ahora?
—Quizás.
—Creo que tú eres el que necesita volver a sus sentidos. Te mereces algo
mejor de lo que puedo darte.
Misha me contempló con total ternura. Era una mirada que me daba con
frecuencia ya que le había devuelto el alma sin querer. Su expresión era una de
amabilidad y compasión que nunca lo había visto demostrarle a nadie, y eso me
conmovía profundamente. Extendió la mano y acarició mi cara.
Apreté su mano grande con la mía a tiempo para que apareciera Hank.
Lo que significaba que la limusina había sido manipulada con las bombas
durante una excursión… o la familia de Misha me odiaba más de lo que
pensaba. Mis pensamientos se reflejaron en mis rasgos latinos como un faro.
Hice todo lo posible para no poner mis ojos en blanco. Por supuesto. Sí.
Lo que sea.
Caray.
—Puede esperar. Estaré con ella cuando termine mi comida con Celia.
Pero aunque sabía que los vampiros no daban tanto miedo como Bram
Stoker afirmaba, sus “festines” no eran algo que pudiera observar
cómodamente. Los vampiros comían lejos de mí. Desde mi llegada, Misha
generalmente comía primero conmigo sus comidas sin accesorios ni tacones.
Sospechaba que era su forma de vincular conmigo, especialmente porque
consumía comida porque podía, no porque lo necesitara. Solo la sangre podría
mantenerlo vivo y joven.
Misha sonrió.
—¿En serio deseas saber los detalles de mi plato principal?
—Misha, ¿por qué alguien intentaría matarme? Mis asignaciones han sido
ocultas cuidadosamente, y los vampiros y yo no hemos dejado ningún testigo
después de nuestras batallas.
—Te lo dije, el lago me susurra los secretos llevados por el viento. Los
oscuros te ven como una amenaza. Pero uno en particular te percibe como la
clave de su destrucción. Celia, te lo advierto: no se detendrá hasta tu muerte.
Capítulo 3
V
irginia estaba parada en el pasillo, observando como Misha y yo
comíamos nuestro pastel de terciopelo rojo. Era posiblemente la
pelirroja más llamativa que hubiera conocido. Su piel era perfecta
y de un blanco lechoso. Sus ojos eran de un azul hermoso y siempre lujuriosos
cuando se fijaban en Misha. Era humana, pero me hacía sentir extrañamente
incómoda.
—No.
—Querida, este es nuestro tiempo juntos y ella solo será una distracción.
—Se contuvo, gatita. ¿No te diste cuenta que aún estoy usando mis
pantalones?
—Pensé que tus vampiros están bajo tu control y deben seguir tus
órdenes… y nada más.
—Puedo ver por qué estarías tan aprehensivo por eso. —Esperé,
debatiendo si debía preguntar lo que me había estado preguntado durante
tanto tiempo.
Virginia me sonrió antes de irse. No fue una sonrisa amistosa. Era más
como una sonrisa loca de “algún día comeré tu hígado con habas”. Como dije,
me ponía los pelos de punta.
Me encogí de hombros.
—Sí, por lo general, pero es por eso que resulta difícil hacer un vampiro.
Con esa declaración tan simple, Misha había hablado mucho sobre las
diferencias entre Aric y él. Seguí mirándolo boquiabierta.
—Sí.
—¿Dolió?
—Inténtenlo —retumbó.
—Lo hace como mi invitado. —Mi voz permaneció tranquila. Mis garras
sobresalientes revelando que ensartaría corazones como pollos si alguien le
ponía encima un colmillo a mi lobo.
—Muévete, Celia…
—Entra un momento.
Me concentré en las llamas, las mismas llamas en las que había arrojado
la invitación de su boda con Barbara. Las huellas del golpe que me había
enviado por correo ya no eran evidentes. Pero el insulto y la bofetada
perduraron. Metí mis piernas desnudas debajo de mí, ignorando el dolor en mi
rodilla lesionada, y esperé mientras Aric se quitaba la nieve de sus botas
pesadas.
—No lo hagas.
Nunca pudo soportar verme llorar. Me limpié las lágrimas con irritación.
Alcanzó mi mano y unió nuestros dedos. Ambos nos pusimos rígidos cuando
una oleada de calor se extendió por mi cuerpo.
—¿Vas a dejarnos entrar o qué? —gimió Liz, luego de unos golpes más
desagradables. Era su forma de decir: “Buenos días, Celia. Dios, hoy te ves
hermosa. ¿Podemos entrar y prodigarte con nuestras disposiciones alegres y
amor de modo que puedas olvidar tu horrible noche de insomnio?”.
—Bollos pegajosos.
—Solo estás molesta porque Misha te hizo renunciar a tus regalos. —Me
arrastré fuera de la cama para encontrar una llave atada con un lazo y un
estuche de terciopelo plano sobre la mesa de mi cocina. El estuche contenía un
collar de diamantes y platino impresionante que Misha le había regalado a Edith
por Navidad, y la llave resultó ser del nuevo Shelby Mustang de Agnes. Tenía
que concedérselo a Misha: sabía cómo golpear a las Católicas traviesas por
debajo de los cinturones de oro. No podría haber ideado un castigo más
creativo y, si las ingratas lo sabían o no, les había salvado el pellejo no muerto.
Me crucé de brazos.
Agnes Concepcion arrastró sus coletas largas sobre sus senos y ajustó sus
diminutos anteojos de bibliotecaria. Era algo que había notado que hacía
cuando su paciencia se estaba agotando. Tenía vista sobrenatural; no necesitaba
los estúpidos anteojos. Hank me dijo que había comenzado a usarlos para
mejorar su personalidad de colegiala traviesa. Y sin embargo, tan ridículo como
pensaba que era su atuendo entero, tenía que admitir que era bastante
brillante. Agnes era la experta en, bueno, todo, ya se trate de especies raras de
monos o incluso especies aún más raras de demonios.
—Vamos, Celia —se quejó—. Con todo lo que ha sucedido entre el
Maestro y tú, es el siguiente paso obvio.
—Ah, no, no lo es. —Terminé mi bollo y me limpié las manos con una
toalla de cocina—. Odio decírselos, amigas, pero no hay nada entre Misha y yo.
—Veo que las marcas que dejamos en ti han desaparecido. —Alargó sus
incisivos a medida que sonreía—. ¿Quieres más, para que el Maestro también
pueda atenderlas?
Gruñí.
—Misha.
—Más rápido, amor, más rápido. —Se rio cuando gruñí—. Si te agrada,
puedo empujar más duro por detrás.
Golpeé su brazo.
Aric me había dicho que me amaba. Esta era solo la segunda vez que
compartía la profundidad de sus sentimientos. Y al igual que la primera vez que
me lo dijo, me partió el corazón. Había pasado la noche aferrada a sus palabras
contra mi mejor juicio, sabiendo que era probable que fuera la última vez que
las escuchara y lamentando que nuestro tiempo juntos hubiera terminado tan
pronto. Desearía que nuestro interludio hubiera sido diferente. Cuando me
quité mis calcetines, deseé que el resto de mi ropa le hubiera seguido, y que
hubiéramos hecho el amor. Pero por mucho que lo quisiera, estaba mal. Ya
fuera un matrimonio forzado o no, estaba comprometido con otra persona.
—Si quieres asistir al almuerzo, te aconsejo que vayas más rápido —se
quejó Misha.
Las ráfagas se detuvieron antes de que girara hacia nuestra calle sin
salida. Toqué la bocina varias veces, pero eso solo me trajo la ira de nuestra
vecina malvada, la señora Mancuso. Salió furiosa de su casa. Debe haber tenido
su audífono en su volumen más alto.
Gemini dio un paso adelante y giró a Taran hacia él. Sus oscuros ojos
almendrados observándola con adoración antes de besarla en la coronilla.
Misha y yo salimos del auto justo cuando Taran soltó algunas de sus
invectivas más coloridas.
Todos los demás, incluyendo a Bren y Danny, los miembros más nuevos
de nuestra familia extendida, ahora se paraban en nuestra calzada. Hank se
carcajeaba desde el interior del Hummer. Obviamente, pensaba que la
confrontación era divertida; yo no, y tampoco Koda. Él le gruñó y echó un
vistazo a Misha.
El largo cabello negro de Koda no hacía nada para suavizar los fuertes
planos de su rostro nativo americano. Con un metro noventa y cinco, intimidaba
sin siquiera intentarlo.
—No, Koda. Todo está bien.
Mis hermanas y sus lobos me dieron una cálida bienvenida. Shayna saltó
hacia mí, con su larga coleta oscura rebotando alegremente detrás de ella y sus
ojos azules resplandeciendo. Su personalidad alegre siempre hacía avergonzar a
las animadoras. Pero era su matrimonio reciente con Koda lo que le daba un
impulso extra especial a su paso. Me abrazó fuerte.
Misha era tan popular entre los lobos como la E. coli. A excepción de
Danny, quien se acercó para estrechar su mano, el resto frunció el ceño a Misha
cuando mis hermanas restantes lo saludaron.
El auto fue un gran éxito. Los chicos lo examinaron por dentro y por
fuera, y Bren incluso me pidió que abriera el capó. Taran de hecho se animó.
—¿Cuál es el truco?
—Tal vez deberías irte. Te veré mañana, ¿de acuerdo? —Odiaba pedirle
que se fuera. No había hecho nada malo, pero no quería más drama.
Koda y Liam gruñeron. Cuando había estado con Aric, siempre nos
molestaban cuando él me mostraba afecto. No parecieron apreciar el término
cariñoso de Misha o el beso en mi mejilla que me dio antes de subir al Hummer.
Por supuesto, Misha no sería Misha sin irse con una explosión. Bajó la ventanilla
y me lanzó una sonrisa maliciosa con un pequeño colmillo desplegado.
—No olvides darle a Taran su otro regalo, gatita. Estoy seguro que lo
disfrutará tanto como su auto nuevo.
—No hay un Barbara y él. Solo se casa con esa princesa egoísta porque
los Antiguos lo obligan a hacerlo. Especialmente Anara, es quien más lo ha
presionado creyendo que otra purasangre es justo lo que Aric necesita. —Bajó
su cabeza cuando percibió el olor de mi tristeza—. Lo siento. No debí haber
mencionado la boda.
Mis puños se cerraron y abrieron. No podía imaginar ser tan cruel con
alguien.
Koda resopló.
Cerré mis párpados con fuerza, sin querer soltar más lágrimas. Mi tigresa
salió a la superficie, dándome el muy necesario coraje, a pesar de lo mucho que
extrañaba al lobo de Aric.
Era genial estar cerca de aquellos que amaba y que me amaban. Las
Colegialas Católicas no estaban funcionando.
—En sus marcas —dijo. Los lobos y yo nos agachamos—. Listos. —Mi
tigresa sacudió su cola con anticipación—. ¡Fuera!
—Lo que significa que uno de los bastardos impíos intentó freírte.
—No. Regresé una semana: nada inusual cerca del Hummer. —Los
tumultuosos ojos castaños de Koda se clavaron en mí y se entrecerraron.
Continuó devorando sus huevos Benedicto sin mucho comentario. Lo engañé
para que admitiera que había hackeado el sistema de vigilancia de los vampiros.
Y no le había gustado ni un poco.
—Aric te quiere en casa —dijo Gemini—. Una vez que escuche lo que el
Vampiro descubrió, no estará feliz.
Sin Aric allí, la casa no era exactamente la misma, incluso aunque mis
hermanas estuvieran alrededor y los lobos se quedaran con ellas con frecuencia.
—Pero al menos entonces estarías con los tuyos y con tu familia: donde
perteneces, Ceel. —Podía saborear un indicio de su amargura. No le había
gustado cuando les informé que me iría de casa para trabajar para Misha, pero
a medida que pasaron los meses, su disgusto se había convertido en
resentimiento, y ahora en odio.
—Maldición. Puedes decir eso otra vez. —Quedaba otra pequeña caja de
terciopelo. Gemini la arrebató de la mesa y se la metió en el bolsillo. Me di
cuenta, y Taran también—. Cariño, ¿qué estás haciendo?
—Déjame verlo.
—Está grabado. —Sonreí cuando vi las letras—. Taran, lee lo que dice.
—Es el regalo más hermoso que alguien me haya dado alguna vez —
susurró. Taran había salido con muchos hombres. Pero nunca había encontrado
la amabilidad verdadera o el amor hasta que conoció a Tomo “Gemini”
Hamamatsu.
—Feliz cumpleaños.
—No me importa…
—Maestro de Tribu.
Capítulo 5
S
i Webster’s publicara un equivalente sobrenatural a un diccionario,
definiría a Maestro de Tribu como “la descendencia mortal y
altamente inteligente de un padre demonio y una poderosa madre
bruja, capaz de producir engendros con instintos depredadores que se
alimentan de carne humana” o “seres sobrenaturales malvados a cargo de un
gran grupo de tribus”. Incluso podrían incluir una ilustración del propio Noah
Webster gritando y corriendo lejos de dicha persona malvada.
Desearía que pudiera haber hecho lo mismo por mí. La cosa se veía
desagradable. No recordaba que Buffy tuviera que lidiar con esta clase de
mierda.
—¡Taran Wird! ¿Qué estás haciendo en nombre del pecado? —Los ojos
de la señora Mancuso se cruzaron al momento en que inhaló la niebla de Taran.
Cayó sobre la barandilla del porche y aterrizó entre sus setos, roncando
al momento en que sus zapatos ortopédicos golpearon el césped. Fue un
momento tenso, pero uno que no pudo sofocar la risita de Taran.
Los gusanos no eran conocidos por su audición. Este tenía una muy
buena. Su cara arrugada se disparó en mi dirección. No me conocía cuando
llegó por primera vez, pero ahora sí. Rugió, furioso y escandaloso, su lengua
negra saliendo disparada más allá de sus dientes como dagas.
—¡Mía!
Corté la lengua, apretando el cuello grande de Bren, solo para que otra
me golpeara en la cara y apretara aún más a Bren. Gemini aulló, llamando a la
manada. Otra lengua rodeó su hocico, cerrándolo herméticamente y
silenciándolo. Por lo general, otro were respondería a su aullido. Mis oídos se
tensaron para escuchar una respuesta. Ninguna vino. La manada no vendría, y
necesitábamos ayuda.
Liam salió del agujero que había hecho antes de que lo alcanzáramos.
Cambió de nuevo a humano, jadeando y cubierto del exudado negro.
—Danny, ¡cuidado!
Nos agachamos en el suelo a tiempo para ver una bola de fuego del
tamaño de un elefante golpeando un costado del gusano gigante. Rebotó en su
piel gomosa y en el auto nuevo de Taran, envolviéndolo en un mar de llamas.
—¡Hijo de puta!
Bueno, tal vez la bola de fuego era más del tamaño de un Mustang.
Shayna corrió por el césped y atacó. Levantó sus espadas y las embistió
en los dos pequeños agujeros sobre la boca del gusano. Ahora estaba
desarmada e indefensa. Los lobos y yo nos apresuramos a protegerla cuando las
lenguas restantes nos enredaron en una red retorcida.
Taran golpeó al Maestro de Tribu con crueles rayos azules. Chisporroteó
la carne de la criatura, pero no causó mucho daño. Danny se puso de pie
tambaleándose para tropezar de nuevo en la nieve. Su lobo estaba exhausto por
la curación; le llevaría tiempo recuperarse. La manada no venía y Misha no
aparecía. Estábamos muy jodidos hasta que Emme se puso creativa. Levantó el
auto en llamas de Taran con su fuerza y lo estrelló contra el Maestro de Tribu.
La criatura gimió de dolor y las lenguas se soltaron lo suficiente como para
permitirnos respirar.
—¡Taran!
Giré mi cabeza hacia los gritos de Emme a tiempo para ver al Maestro de
Tribu abalanzarse y tragar a Taran entera.
¡No!
—¿Qué pasó?
Miré alrededor del vecindario. El universo tenía sentido del humor. Siete
autos estaban estacionados en nuestra calle. Permanecían indemnes, mientras
que el Mustang de Taran continuaba ardiendo.
—Está bien, Dan. Solo terminó golpeada con un trozo de bazo. —Olfateó
el aire y se alejó de él—. Pero olvídalo. ¿Por qué demonios hueles como las
bolas del mal?
Capítulo 6
D
urante años, el clan local de brujas se había reunido durante los
meses de invierno para practicar hacer llover.
Para cuando llegó Misha (jodidamente enojado por haber estado a punto
de morir otra vez, y enardecido por su propio atentado en Incline Village), el
desastre asqueroso se había disuelto casi por completo. Los vampiros de Misha
alteraron los recuerdos de los bomberos que se apresuraron en nuestro
vecindario con sirenas a todo volumen para extinguir el auto de Taran y
organizaron una grúa para transportar el pedazo de metal y cromo deformado.
Dos vehículos demolidos en menos de veinticuatro horas. Eso tenía que ser
algún tipo de récord.
Taran resopló.
—Me llamó la hija puta de Judas, Emme. No voy a despertar otra vez a
esa vieja bruja.
—Dijiste que el lago te cuenta los secretos que lleva el viento. ¿Mencionó
si el Maestro de Tribu que rebanamos en pedacitos era el oscuro detrás de mí?
Impresionante.
—Me pregunto si la invasión del Maestro de Tribu podría haber sido una
distracción de algún tipo. Justo como cuando esa bruja engendró a todos esos
espíritus hace un par de meses.
Gemini caminó para detenerse junto a mí, sus ojos nunca dejando a
Misha.
—Simplemente no tiene sentido que vaya tras Celia. Claro, ella mató al
último Maestro de Tribu. Y sí, es poderosa. Pero, ¿por qué la Tribu la atacaría
específicamente?
Suspiré.
—Me doy cuenta que mi teoría es muy defectuosa, Celia. Pero anoche
fuiste atacada, y ahora hoy también. —Se frotó su perilla—. Si tuviera que cazar
ciervos, buscaría a los más vulnerables de la manada. A pesar de su velocidad y
fuerza, la atraparía. Me temo que alguien está intentando atraparte.
—Crees que una bruja de Tribu plantó el fuego de bruja. ¿Y cuando eso
no funcionó, envió un Maestro de Tribu por ella?
—Creo que es hora de que vaya a otra asignación. Quiero que esos
imbéciles sepan que no pueden meterse conmigo. —Mi mandíbula se apretó—.
Y que no soy su maldito ciervo para cazar.
Misha asintió.
—Lo sé. Algo está pasando. Simplemente aún no sabemos lo que es.
Koda fulminó con la mirada a Misha. No fue hasta que miró nuestras
manos que me di cuenta que su ira provenía del contacto de Misha. Aric y yo ya
no éramos una pareja. Pero el escrutinio de los lobos me hizo sentir incómoda.
Estaba a punto de soltar la mano de Misha cuando decidí no hacerlo
tercamente. Me resultaba difícil creer que uno de ellos le diría a la prometida de
Aric, Barbara, que no debería tocar a Aric. Misha y yo éramos amigos, y
considerando el día que había tenido, le di la bienvenida a su consuelo. Quise
gritarle a los lobos hasta que Taran interrumpió.
Taran resopló.
Por la mirada fulminante de los guerreros de Aric, uno pensaría que nos
habían atrapado en la cama. Mis ojos se entrecerraron, a pesar del rubor en mi
cara. No tenía nada de qué avergonzarme, y ellos lo sabían muy bien.
Emme guio a Liam fuera del baño mientras seguía tapándose su nariz
sangrante. Lo siento, murmuró hacia mí por encima del hombro.
Caí contra la baldosa. El agua enfriándose cuanto más tiempo estuve allí
sola, un recordatorio doloroso de que nada cambiaría cuando saliera. Aric no
estaba allí para pelear a mi lado. Estaba por mi cuenta. Y los monstruos ya
habían comenzado a cazar.
Capítulo 7
—Hay algo que creo que deberíamos hacer.
A
rqueé una ceja a Misha. Se inclinó sobre la mesa de la cocina. La
mayoría de las cosas que “creía que debíamos hacer”
involucraban esposas de cuero y glaseado. Me detuve en medio
de verter mi jugo. Detrás de mí, Chef maldijo a medida que cortaba la sandía
para asemejarse a una flor floreciendo.
—Es bueno saber que las vírgenes estarán a salvo en tus manos, pero
aun así no voy hacerlo.
—Querida, desarrollar tu don te daría una ventaja que nadie más posee
en la tierra y aumentaría aún más tu singularidad.
—¿No te refieres a mi rareza? Misha, creo que piensas que soy capaz de
más de lo que soy. Aparte de mi tigresa, todas las otras formas que he
manejado han sido temporales. Además, no es bonito cuando entro en contacto
con un animal: tengo convulsiones durante las cuales soy vulnerable. Babeo, y
mi piel se pone tan sensible que siento como si me estuvieran rastrillando con
vidrios rotos. —Arrojé mis manos al aire—. Ni siquiera puedo volver a ser
humano o tigresa hasta que me relajo por completo.
—Querida, creo que eso está relacionado con la falta de práctica con tus
habilidades. Por eso estoy sugiriendo que comencemos a fortalecer tu poder.
Los vampiros no eran las criaturas más amigables del mundo. Murmuré
una maldición y giré hacia donde estaba Hank en el camino de entrada. Su
cabello negro estaba despeinado y su camisa blanca de cuello se abría
plenamente por la brisa fría. Le faltaban todos los botones y marcas de lápiz
labial recorrían la longitud de su torso excesivamente bronceado. Levanté mi
barbilla y ajusté mi suéter color crema sobre mis vaqueros ajustados.
Me había tomado el día libre para pasarlo con mi familia. Pero el fiasco
gigantesco del gusano y la pronta escolta de mis hermanas a la Guarida se
aseguraron que eso no fuera posible. Mi tigresa estaba inquieta y se sentía
claustrofóbica.
Misha salió a la terraza que corría a lo largo de su suite, con una Virginia
medio desnuda atada a su cuello. Las escapadas sexuales nunca terminaban en
la tierra de los no muertos.
Misha asintió.
—Muy bien. Tu vehículo parece ser seguro, y las guardas han sido
reforzadas contra cualquier asalto mágico. Puedes irte.
Era unos centímetros más alta y vestía un suéter rojo oscuro con
pantalones marrones. Su piel era blanca y su cabello blanco puro en un
elegante corte al ras de su mandíbula. Pensé que era bonita y tenía cierta
elegancia. También había algo familiar en sus ojos, pero no podía determinar
qué sin mirarlos fijamente. Asumí que captó mi olor, porque se volvió hacia mí.
Me sonrió amablemente.
—Buenas tardes.
Al escuchar mi nombre, los ojos del otro hombre lobo se abrieron por
completo. Mi corazón latía frenéticamente contra mi pecho y mi tigresa saltaba
en atención.
—Hola, Aric.
Se aclaró su garganta.
Un horrible vacío amenazó con abrirme el pecho en dos. Entendí por qué
estaba allí.
Mis manos cayeron a mis costados. No quería lidiar con nada de esta
mierda.
—Misha, no te enojes con Hank y Tim. Fui yo quien los abandonó. ¿Y qué
demonios pasa con el perro? Te dije que no quiero participar en tus extraños
experimentos científicos.
—Ven, mi amor. ¿Qué tan malo puede ser? —Golpeteó mi hombro con la
cola del perro. Ya tenía la guardia alta en un intento de bloquear la esencia del
perro. No sirvió de nada. O estaba demasiado triste o demasiado distraída.
Cualquiera sea la razón, caí al suelo en un ataque violento.
Hank maldijo. Maria dijo algo como: “Si se muere, me pido al Maestro”.
Se produjo una gran conmoción y todo se convirtió en un vertiginoso
desenfoque de imágenes y ruido.
¿Qué carajo, Misha? Te dije que era una mala idea. No puedo creer que me
hicieras esta jodida mierda. Justo cuando pensé que éramos amigos, ¡tenías que
ser un imbécil y hacer algo como esto!
—No quiere una maldita galleta —espetó Maria con su acento fuerte—.
Quiere un filete.
Alguien quería matarme, Aric iba a casarse y era un maldito perro. Quise
orinar en la boca de incendios que llamaba vida. Lo que no sabía era que las
cosas iban a ponerse mucho, muchísimo peor.
Capítulo 8
—Celia, mala. ¡Fuera del sofá!
L
iz me dio un manotazo en el trasero con un periódico enrollado y
tuvo los ovarios de azotarlo cuando mordí su mano.
—No, Celia. Esta noche debes quedarte conmigo. —La voz de Misha sonó
rígida e inflexible. Ladré en protesta. Me ignoró, cargándome a su habitación, y
cerró la puerta.
Para el momento en que me soltó, intenté escapar.
—Muy bien. Haré lo que me pidas. Pero no más ladridos ¿de acuerdo?
—Misha…
—Gatita, espera.
—¡Mierda, por Dios, Liam! ¿Le dijiste a Aric que fue un accidente y ella se
fue de inmediato? ¿Le dijiste eso, Liam?
—Chicos ¡los necesito afuera ahora! —gritó Gemini desde más lejos—.
Aric está perdiendo el control completamente.
Taran interrumpió.
—No. Se volvió lobo y se fue. —La escuché golpear sus uñas contra algo
duro—. No debería decirte esto, pero creo que tienes derecho a saberlo. Gemini
dice que la carga de continuar con su especie y estar sin ti ha afectado las
formas animales y humanas de Aric. Gem está… preocupado de que la bestia de
Aric salga a la superficie y se apodere del hombre.
Taran intervino.
—Si lo hace, tal vez dejará de ser un maldito bastardo —dijo Bren. Se
alejó pisoteando enfurecido. Su voz resonó como si estuviera gritando por la
ventana—. ¡Oye, Lorraine!
—Amigo. ¡Cállate!
—Oh, Dios mío, Bren —susurró Emme. Al igual que yo, probablemente
no podía creer las palabras saliendo de su boca.
—No. Pero lo estaré —respondí, aunque sabía que era una mentira total.
—Buenos días, Misha.
Llevaba sus pantalones de pijama de seda negra. Y a juzgar por las cuatro
mujeres agotadas y extremadamente complacidas acariciándolo,
probablemente no había dormido ni un poco.
—Misha no tiene tiempo para una niña cuando tiene mujeres para
mantenerlo ocupado.
Está bien, hermana, me estás haciendo enojar.
Mi ira me hizo sacar mis garras. Me giré y salí tempestuosa. Entre Misha y
todo lo que estaba pasando con Aric, tenía mucha ira que desatar. Los Hombres
de Tribu no sabrían lo que los golpeó.
Que se joda Misha, que se joda Barbara, y que se joda todo este estúpido
desastre. Llamé a mis hermanas para informarles de mi ausencia, pero no pude
contactarlas. Al final, terminé hablando con ellas: en el avión.
—Misha llamó y nos dijo que ibas a otra asignación. Nos hemos perdido
tus últimas asignaciones, de modo que le preguntamos si podíamos venir. —
Tiró del tirante de su camiseta cuando se le cayó del hombro derecho. A
diferencia de Taran, no tenía los bienes para llenar su camiseta elástica.
—No mierda, Celia. Pero eso no significa que no queremos ayudar. —Me
miró de arriba abajo—. ¿Por qué carajo estás vestida así? ¿No nos dirigimos a
una jungla?
Los vampiros miraron el drama con entusiasmo tranquilo y con los ojos
muy abiertos. Los bastardos ni siquiera levantaron un dedo para ayudar.
—Um…
—No mierda, Shayna. —Se deslizó a mi lado. Sus iris se tornaron blancos
como el cristal; a medida que profundizaron en su color azul, mis cuerdas
vocales se relajaron.
Asentí.
E
l hechizo de Taran me había noqueado durante todo el viaje.
Desperté malhumorada y lista para hacer mi perra al mal. Y, sin
embargo, el miedo de la joven me detuvo. Puede que haya estado
viviendo con vampiros, pero ella estaba viviendo entre monstruos.
Levanté un dedo.
El hombre nos llevó al nido con una gran sonrisa en su rostro y sus ojos
arremolinándose por la hipnosis de Maria.
—Quiero ser la que lo mate —nos dijo Shayna—. Quiero ser la que mate
al Maestro de Tribu.
—Celia, diles a los vampiros que den la vuelta. Maldita sea, no debería
estar aquí.
—¿Tú crees?
Cuanto más nos acercamos al recinto, más fresco era el aire. Una
sensación horrible de muerte e injusticia ensombrecía el nido como una capa
hecha de iniquidad y sufrimiento. Asentí hacia los niños demonios en los
árboles cercanos. Eran quince, durmiendo boca abajo como murciélagos. Los
colmillos sobresalían de sus bocas de reptil y sus largas alas coriáceas cubrían
sus piernas y brazos escamosos. Taran los describió una vez como “los monos
voladores del Mago de Oz”. No estaba de acuerdo; los monos voladores eran
mucho más tiernos.
—¡Ataquen!
—Celia, aquí afuera hace más calor que un horno. Estoy sedienta.
—¡Celia!
—Celia Wird.
Tal vez lo había querido decir como un cumplido. Nunca había sido
popular en la escuela, pero saber que ya estaba apuntada como reina del baile
de bienvenida en Hades no hizo nada para levantar mi autoestima.
—Taran, tienes que extraer un poco de luz solar mágica. —Sus párpados
se despegaron bruscamente y se soltó de mis manos.
—Mierda. ¡No! Es luz pura. ¡Matará a los vampiros y demonios, pero
también tostará a estas mujeres como pan!
—Taran, solo son vasijas para las criaturas. Están sufriendo. La única
forma de ayudarlas es liberar sus almas. —Pareció desgarrada—. Hazlo, Taran.
—Más mujeres cayeron al suelo sucio, agarrándose, sus barrigas vibrando por
los niños demonios inquietos por salir—. ¡Hazlo ahora!
—Me ocuparé de ellos. Taran, ve. Emme, protégela. —El aire se cargó y
crujió a nuestro alrededor a medida que Taran extraía la magia rodeando el
bosque. Le arranqué la cabeza a un cambia mono intentando tambalearse a sus
pies y lo arrojé ruidosamente contra un tambor de acero usado como fogata.
Ante el sonido de mis palabras para el código secreto tan inteligente que
inventé, los vampiros de Misha abandonaron sus objetivos y buscaron refugio.
Sus adversarios se detuvieron. Uno levantó su puño en el aire y gritó victorioso.
Pestañeé mis ojos para despejar las manchas a medida que el torrente de
luz se desvanecía. Lo que quedó de las mujeres, los vampiros opuestos y los
niños demonios fueron simples cenizas. Atrapé a Taran mientras caía. Ya no
podría pelear. La magia que había realizado la había drenado por completo. La
acuné en mis brazos.
—Mira, Taran —le dije a medida que la sostenía—. Lo hiciste.
Desde las jaulas, briznas de luz brillante se alzaban hacia el cielo. Recé
para que San Pedro recibiera las almas maltratadas y torturadas en el cielo.
Taran sonrió y las lágrimas brotaron de sus ojos brevemente antes de limpiarlas
y maldecir por lo bajo. La ayudé a ponerse de pie y la solté cuando Emme la
agarró del brazo.
—¿Qué, Celia?
El cristal se hizo añicos en algún lugar y Hank voló junto a nosotras como
un furioso misil apaleado. La sangre brotaba desde una herida profunda en su
cabeza y en su rostro. Se selló de un parpadeo al siguiente. Le faltaba su camisa
y parecía que sus pantalones cortos habían sido usados como pañuelo por algo
con un resfriado desagradable. Se puso de pie de un salto con un siseo y volvió
corriendo al edificio. Eso fue lo suficientemente convincente para Maria y Liz.
Arrastraron a mis hermanas en sus brazos y desaparecieron en el bosque
oscuro. La noche se estaba acercando rápidamente. Mis ojos de tigresa podrían
ayudarme a ver en la oscuridad. Emme y Taran no tenían esa ventaja. Las
necesitaba a salvo. Y necesitaba encontrar a Shayna. Perseguí a Hank y me metí
en el caos que me esperaba.
No entendí lo que eso significaba. Pero sabía que no era una buena señal
cuando sus ojos giraron en sus cuencas y desaparecieron en su cráneo. Una
bola gigante de color pantanoso salió de su boca y se arremolinó hacia mí. No
era nada con lo que pensara que podía o debería pelear. Tampoco quería cerca
de mí. Levanté lo que quedaba de una gran mesa y la abaniqué hacia ella. No
estaba segura que hubiera funcionado ya que estaba batiendo la mesa como
una lunática, pero eché un vistazo ante el sonido de sus chillidos.
La bilis se elevó hasta mi garganta. Para empezar, no era una chica linda
como pensé al principio, pero incluso la más hermosa de las estrellas no podría
haber logrado su apariencia nueva. Serpientes se liberaron desde las cuencas de
sus ojos, y de cualquier otro orificio en su cuerpo, como resortes. Las serpientes
se enroscaron alrededor de sus extremidades y torso, dándose un festín en su
carne a medida que se retorcían y apretaban. Mi estómago se revolvió de asco y
terror. Su destino había estado destinado hacia mí. Necesitaba encontrar a
Shayna, y teníamos que terminar esta misión: ahora.
—¡Shayna!
—¡Shayna!
Tropecé con mis cuatro patas, ganando impulso con cada paso que daba.
Mis garras se deslizaron por su cuello cuando lo derribé al suelo. Su cuello de
piel escamosa se partió cerca del torso. Pensé que lo teníamos hasta que lo que
pareció una bomba explotó debajo de mí.
—Tal vez no puedo aullar a la luna, Ceel, pero mira lo que puedo hacer.
Maria resopló.
—Sí, pero ambas son izquierdas. Y mira, ahora tengo una rodilla extra.
Agnes Concepcion, Edith Anne, Hank y Tim estuvieron entre los pocos en
nuestro grupo que seguían funcionando completamente. La mayoría de los
otros vampiros de Misha estaban en mal estado y necesitaban sangre para
regenerarse.
Edith me llevó hasta un Jeep de la Tribu y nos llevó al hotel, donde mis
hermanas y las Colegialas Católicas restantes esperaban ansiosas.
—Nos vemos —dijo Liz al momento en que nos vio. Ella y Maria volaron
junto a nosotras sin siquiera un “Gracias a Dios que nada con cuernos te
masticó, Celia”.
Todo dolía tanto que era difícil saber el alcance de mis heridas. Edith
intentó ayudar. Sujetó mi cara entre sus manos y me lamió.
—Hijo de puta. ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —murmuró Taran.
—No me estoy riendo, Taran. ¿Crees que me gusta ser acosada? En pocas
palabras, esto no cambia nada. No es la primera vez que algo aterrador viene
detrás de mí. —Suspiré—. Y es probable que no sea el último. La diferencia es
que si solo es la Tribu, al menos esta vez conozco a mi enemigo y puedo
prepararme para luchar.
—Puedo ver eso, pero ¿quién? Todos los que has enfrentado están
muertos… ¿cierto?
—Me gustaría que pudieras volver a casa, Ceel —agregó Shayna en voz
baja—. Al menos, estaríamos allí para velar por ti.
Sacudí mi cabeza.
—Sí. Ya vamos.
El cielo gris me había hecho creer que estaba más cerca del crepúsculo.
Me asomé por la ventana cuando aterrizamos suavemente en la pista. El avión
se detuvo finalmente, girando muy ligeramente donde esperaba una fila de
autos. Me puse rígida cuando vislumbré una manada de lobos enojados
saliendo de los autos. Koda, Liam y Gemini avanzaron enfurecidos hacia donde
el avión había rodado. Mis hermanas se estremecieron.
—Mierda, Ceel. Gem está súper cabreado. ¿Crees que puedes cargarme
fuera del avión para que pueda apelar a su lado simpático? —preguntó Taran.
Lo que empeoró las cosas fue que los vampiros recuperándose fueron
arrastrados primero en camillas. Para cuando nos tocó salir, los lobos ya estaban
enloqueciendo. Llevé a Taran tal como ella había pedido y su plan astuto
funcionó. Gemini corrió hacia nosotras. La ira desapareció de su rostro e
inmediatamente la levantó de mis brazos.
Emme asomó su cabeza del avión. Liam frunció el ceño, pero su ferocidad
no era rival para su ternura. Ella le dio una de las sonrisas más dulces en su
arsenal y se sonrojó por si acaso. Si eso no era lo suficientemente malo, arrugó
su nariz hacia él de esa manera que lo volvía loco.
—Ángel, estaba tan preocupado por ti. ¡Nunca más me vuelvas a hacer
eso!
—Cachorrito, yo…
¿Qué demonios?
Empujé mis manos en mis caderas y los fulminé en respuesta.
—Todo lo que sé es que será mejor que tengan bolas y retomen un poco
del control antes de que les arranque sus credenciales de hombres. De todos
modos ¿qué clase de lupinos son? Dejaron que estas chicas diminutas los
pisoteen. —De acuerdo, tal vez eso fue un poco demasiado. Pero era un poco
gracioso ver sus reacciones. Sus rostros se sonrojaron ligeramente y no
pudieron ni encontrar mi mirada. Toma eso, Guardianes de la Tierra.
—Shayna, eres mi compañera. Huir así no está bien. Casi te pierdo una
vez. No puedo pasar por eso otra vez.
—Koda, paso por lo mismo cada vez que tú y los demás se van a cazar a
la Tribu. También quiero ayudar. —Me echó un vistazo entonces—. Y quería
ayudar a mi hermana. La Tribu está detrás de ella. Una bruja y un niño demonio
recién nacido la conocían por su nombre.
—Si un recién nacido conoce a Celia por su nombre, eso significa que el
infierno también está familiarizado con ella.
Gemini no parpadeó.
—La Alianza sabe que Celia ha estado bajo fuego. Como compañera de
Aric, le debemos a él mantenerla a salvo, y lo haremos. Sin importar lo que
busque lastimarla.
—En cuanto a ti, sabes que te dejo solo porque tengo que hacerlo. Tengo
habilidades que tú no tienes. He sido entrenado para matar. Tú no. Puedo
arriesgarme más y aún estar bien. Tú no puedes. —Sus cejas gruesas se
fruncieron al captar la sonrisa extendiéndose por su cara de duende—. ¿Por qué
estás sonriendo?
Las grandes manos de Koda acunaron su rostro con cuidado, sus ojos
oscuros llenándose de tristeza.
Me encogí de hombros.
—Sí, dímelo a mí. —Le lancé una pequeña sonrisa—. Eliminamos el nido
y matamos a uno de los Maestros de Tribu.
—¿Había dos?
Asentí.
—¿Qué dijiste?
—Te amo —chillé en un susurro. Mierda. Quise golpearme por ser tan
débil y tonta. Barbara era una bruja cazafortunas y Aric no le importaba ni
mierda. Lo sabía. Él lo sabía. Pero, en pocas palabras, ella seguía siendo su
prometida. No tenía derecho a decirle eso—. L-lo siento…
Los ojos castaños claros de Aric se fijaron en los míos con tanta
intensidad que casi tropecé.
Estúpido corazón.
Por suerte para Misha, había dos grandes batidos de leche y una enorme
bolsa llena de hamburguesas esperándome. Fue lo único que salvó su pellejo.
Subió un momento después, dejando atrás a sus amantes hostiles. Si intentaba
fingir que estaba enojado conmigo, hacía un trabajo de mierda. Una sonrisa
satisfecha apareció en su rostro.
—¿Entonces…?
Me crucé de brazos.
—Oh, diablos, Celia. Nada dice que lo sientes como una buena…
—Solo digo…
Misha no se había disculpado por ser tan frío conmigo. Por otra parte, no
me había disculpado por atacarlo nuevamente frente a todos. Nos consideraba
igualados. Obviamente él no lo hacía. La tensión subyacente entre nosotros
continuó durante la semana siguiente. Cuando nos reunimos para el desayuno,
ninguno de los dos habló ni hizo contacto visual. No podía soportar la
incomodidad. Comía rápido y me iba sin decir una palabra. De camino al
dojang, las Colegialas Católicas me detuvieron en el jardín.
—Celia, ven ahora. Tienes que hacer algo —exigió Agnes Concepción—.
Al menos camina desnuda por ahí un rato.
Corrí por el camino y subí las escaleras hasta el dojang. Abandoné mis
zapatillas en el vestíbulo y me dirigí a la parte de atrás junto a la pared de
bambú tejido. La calidez relajante de la habitación brillantemente iluminada me
recibió como un amigo.
Cuando Misha me dijo por primera vez que pasaría varias horas a la
semana haciendo yoga como parte de mis sesiones de entrenamiento, pensé
que estaba loco. Las artes marciales lo entendía, el cardio era un hecho, el
entrenamiento con pesas, lo mismo, pero ¿yoga? Odiaba admitir lo correcto que
había sido. Mi flexibilidad había mejorado y me había vuelto más consciente de
mi cuerpo. El yoga nos había enseñado a mí y a mi tigresa a movernos más
como la criatura sobrenatural que éramos. Podía dar volteretas, aterrizar y saltar
mejor que nunca. Dicho esto, odiaba el entrenamiento. Ying-Ying, mi maestra
de yoga del planeta Voy A Partearte el Trasero, a menudo me sometía a horas
de estiramientos agotadoras.
Hoy, logré evitar la rutina de Gumby por un día de entrenamiento en
artes marciales, también conocido como un viaje a la sala de emergencias.
Había nacido siendo “rara”, pero nunca pensé que mi vida cambiaría
tanto como esto.
Él sonrió.
—¿Podemos entrar?
Misha dejó de sonreír cuando vio mis manos. Frunció el ceño a medida
que las examinaba. No protesté.
Misha le dijo algo más que la hizo sacudir su dedo hacia él. Me lanzó una
sonrisa maliciosa cuando ella colocó la cinta métrica contra mi cadera y la dejó
caer.
—Se pregunta qué está haciendo una chica buena como tú conmigo.
—Gatita, habrá una gala en la Guarida en dos semanas para honrar a los
miembros de la Alianza que han tenido el mayor impacto en la guerra. Los
representantes de las manadas were, los clanes de vampiros, y aquelarres de
brujas en todo el mundo estará allí. Nuestros esfuerzos combinados han
ayudado a paralizar a la Tribu. Tu captura, intento de fuga, y nuestro rescate
solo resultó en la destrucción de más de cuatrocientos Miembros de Tribu. Sin
mencionar que en las pocas horas que pasaste en Nicaragua, ayudaste a
destruir a más de cien enemigos y evitaste el nacimiento de más de veinte niños
demonios. También has ayudado a matar a tres Maestros de Tribu que de otro
modo habrían seguido criando. Estamos ganando la guerra y es hora de
celebrar.
—Sí.
—Luchas con nosotros y por lo tanto, te has ganado un lugar entre los
invitados. Sería un tremendo insulto a los vampiros mostrarte otra cosa que no
sea hospitalidad.
Aric estaría allí, casado para entonces. La idea de Barbara de pie junto a
él como su esposa clavó el último cuchillo en mi corazón.
Cada vez que flotó sobre el capó, unos rayos cayeron sobre Tahoe y
chispas de melocotón y rosa se arremolinaron desde el agua hacia el automóvil.
Me volví hacia Misha.
—¿Napoleón?
—No, el peón.
—Es tan injusto. ¿Por qué el caballo o el rey nunca intentan protegerlos?
—Son más importantes y necesitan ser salvados. ¿No consideras que vale
la pena proteger al presidente, por ejemplo, por encima de un vagabundo?
Misha podía ser muy duro, como su cuerpo. A veces deseaba que su
condición de maestro permitiera que la gentileza de su alma emerja a la
superficie. Pero eso no era posible. Cualquier señal de debilidad invitaba a un
ataque de otro maestro. Eso significaba un derramamiento de sangre hasta que
solo un maestro saliera victorioso.
—¿Una inmigrante?
Asentí.
—¿Como yo?
Misha sonrió.
—Como tú.
Bajé mi cabeza.
—Sí. Taran recuerda que nos parecemos mucho. Pero a pesar de cómo
reaccionó la familia de mi padre, la de mi madre fue mucho peor.
—Mi madre dijo que era algo así como “Tus hijos devorarán cuchillas y
llorarán como inútiles débiles y enfermizos. Los animales los cazarán y
perforarán su carne con colmillos y garras. Arderán con fuego y se esconderán
de la vergüenza porque en ninguna parte encontrarán fuerza, amor o bondad”.
Había más… —Me limpié la última lágrima—. Pero olvidé el resto.
—¡Celia! ¡Celia! Por aquí. —La reconocí como una de mis antiguas
pacientes de parto. Me apresuré a saludarla a ella y a su pequeña familia, pero
no antes de darle un codazo al vampiro alcanzando su pistolera.
Afortunadamente, la familia no pareció darse cuenta.
—Oh, es tan bueno verte —dijo. Me abrazó con su brazo libre mientras
sus ojos se clavaban en Misha.
Sonreí.
Amy se agitó un poco su escote. Misha tenía ese efecto en las mujeres.
—¿Solo un amigo?
—Vivimos juntos.
—¿Puedo?
—Pensé que solo los vampiros más poderosos del mundo podían
concebir un hijo.
—Entonces, un bebé nacido de una unión como esa podría dar miedo y
tener, como… ¿dieciocho piernas o algo así?
Misha se atragantó con su vino. Nunca antes lo había visto reír tanto. Se
secó los ojos al terminar.
—¿Qué?
—Dime.
Mis labios se separaron. La mayoría de las veces olvidaba que Misha era
un vampiro. Si no fuera por su dieta necesaria, podría haber pasado por
cualquier supermodelo promedio en la calle.
Sus ojos nunca dejaron los míos y se tomó su tiempo para responder.
Podía decir que había atrapado a Misha en una mentira. Sin embargo, no
lo presioné; mejor dejar algunas cosas sin decir.
E
l día de la boda de Aric finalmente había llegado. No me levanté
para desayunar, prefiriendo acostarme en la cama y revolcarme en
mi miseria. Era el último momento de exnovia despechada. Cajas
vacías y envoltorios de Tastykakes cubrían el piso de la habitación mientras “All
by Myself” de Celine Dion retumbaba por enésima vez. Las lágrimas corrían por
mi rostro a medida que devoraba el último pastelito. No tenía sentido
levantarse de la cama. Tenía a Celine, una caja de pañuelos desechables, y luego
continuaría con los Krimpets de caramelo. Mi teléfono sonó toda la mañana. Mis
hermanas dejaron varios mensajes, alegando que sus llamadas eran solo para
saludar. Las conocía bien. Lo apagué con el tiempo y recé para que la Tribu
invadiera la ciudad de Tahoe de modo que pudiera matar algo. Alrededor de la
hora de la cena, llamaron a mi puerta. Cuando la abrí, un tremendo lobo marrón
me derribó al suelo. El lobo babeó por toda mi cara.
Liam llevaba un traje azul marino y una corbata roja, pero sus ojos
castaños brillaban con la emoción de un niño de tres años y su cabello rubio
sobresalía fuera de control.
—¿Qué pasó después de eso? —Buen Señor. Apenas pude escupir las
palabras.
¡Oh, mierda!
Asentí.
—Oh, no, no quiero decir que no deberías. Quiero decir que no puedes.
Barbara le estrelló el teléfono en la cara y lo rompió. —Todos jadeamos—. De
todos modos, Aric se convirtió en lobo y se fue. No sabemos dónde está. —Se
encogió de hombros—. Se supone que debo ayudar a los Guerreros a buscarlo.
Los Ancianos están preocupados de que haya tocado fondo y quieren que lo
encontremos antes de que se coma a un cartero o algo así. —Se inclinó para
besar a Emme antes de salir corriendo.
—Bueno, duh, lo dijo alto y claro. —Por lo general, tal respuesta cae
dentro de la lista de rasgos de personalidad de Taran.
—Ahora tengo mucha más hambre. Y Koda dijo que soy más agresiva…
um, en ciertas situaciones.
—No crees que voy a ponerme toda… —Levantó sus manos, fingiendo
tener garras, y enseñó sus dientes—. ¡Grrrr!
Los lobos y yo nos reímos. Era casi tan feroz como una chinchilla recién
nacida. Danny cubrió su mano.
Shayna se rio.
—Idiota.
Hubo algunos gritos agudos cerca de los baños donde una mujer
arrastró al pobre Danny por el cabello. Derribé al canguro con una patada en la
cara y los perseguí. Corrí por el pasillo hacia los baños solo para ser
interceptada por un hombre yak saliendo del baño de hombres.
Demonio.
Aric me había dicho una vez que solo los demonios más fuertes podían
salir del infierno. Y cinco minutos era generalmente su toque de queda. Mi
cuerpo convulsionó con terror. Le quedaban al menos tres minutos.
Danny sacó un pequeño tubo de agua de su bolsillo trasero y vertió unas
gotas sobre las sobras.
Danny sacudió su cabeza. Tenía sangre seca pegada a sus labios y varias
contusiones cubrían su rostro.
—El poder del bien evita que los demonios permanezcan en la tierra.
Incluso si el agua no tuviera ningún efecto, esa cosa no habría durado mucho
contra tu luz.
Capítulo 14
-S
abes, esto en realidad no es necesario —le dije a Hank.
Atrás quedaron los días en que corría sola por los senderos del lago.
Ahora, cada vez que corría, era entre dos autos llenos de vampiros listos para el
combate. Eso era malo. ¿El helicóptero volando sobre nosotros? Mucho peor.
Todos en el área de la ciudad de Tahoe probablemente pensaban que algún
multimillonario excéntrico estaba de paseo.
Hank se impacientó.
Me ignoró.
—No es natural no tener sexo, incluso para una chica rara como tú.
—No tengo que admitir nada. Y si abres tu hocico una vez más, lo
lamentarás.
—¿Qué vida amorosa? No tienes nada con ese chucho. Mira, no estoy
intentando presionarte, pero los demás y yo tenemos una apuesta. El premio se
está poniendo bastante alto y no quiero perder.
—No si lo harán: cuándo. Edith y Liz ya han perdido veinte mil. Tienes que
complacer al maestro para el día de San Valentín o de lo contrario voy a perder
cincuenta.
—Eres un completo imbécil, Hank. No puedo creer que apuestes por mí.
—No lo habría hecho si hubiera sabido lo difícil que serías. Mierda, Celia.
Sabía que eras terca, pero esto es demasiado incluso para ti.
Hank ahora estaba jadeando. Los vampiros eran rápidos, pero no estaban
diseñados para correr en distancias tan largas.
Finalmente aparecí en una colina alta que daba al Tahoe y me dejé caer
en un pequeño trozo de playa. El aroma de su magia me trajo una sensación de
calma y me aseguró que estaba protegida. Mi tigresa ronroneó y se relajó,
permitiéndome estirarme antes de sentarme en una roca inmensa. Me asomé al
agua. Hank tenía razón. Quería hacer el amor, pero no con su maestro. Te
extraño, Aric.
—Celia Wird. Celia Wird. Celia Wird. —Hasta que desapareció contra el
sol.
Tim soltó al vampiro por la ladera de la colina. Rodó con sus miembros
agitándose en el aire a medida que más vampiros corrían hasta el borde.
Inicialmente, todos se sorprendieron al verme viva, luego se aliviaron, y
finalmente se cabrearon soberanamente. Tanto Tim como Hank estuvieron
enfrente de mí, en cuestión de segundos.
—¿Drago?
—Sí, Drago —espetó Hank—. ¡Enfrentar a un cambiaformas es
simplemente un suicidio!
—Olía a pájaro.
Hank se puso de pie tambaleándose. Tim puso sus ojos en blanco esta
vez y continuó.
—Es probable que también haya oído hablar de ti. La única razón por la
que sigues viva es porque probablemente pensó que no valía la pena matarte.
—¿Por qué?
Walt, otro vampiro, descendió la colina.
—Porque no lo eres. Por lo que puedo ver, eres el caso de caridad del
maestro.
—Insultas mi inteligencia una vez más, Walt, y juro que te arrancaré los
brazos.
Walt se cernió sobre mí, doblando su gran cuerpo para mostrar sus
colmillos cerca de mi garganta.
—Celia, olvidas tu lugar. Puedes ser el juguete del maestro, pero yo soy
un miembro de su familia. Él lo entendería si me viera obligado a matarte en
defensa propia.
—Entonces, ¿qué estaba intentando decir Walt antes? —pregunté a Tim
en el auto.
—Celia, por alguna razón, todos los oscuros se han enterado de ti.
Mierda, no sé por qué. —Intercambió miradas con Tim—. Pero, obviamente,
alguien les ha hablado de ti y los ha enviado detrás de ti.
—Misha dijo que supuestamente soy la clave para destruir a uno de los
oscuros. Asumí que era la Tribu, ya que ese es el grupo al que he estado
entrenando para matar. Ahora, después de esto, no estoy tan segura.
—Aún podría ser la Tribu. Los cambiaformas y ellos lidian con el infierno
todo el tiempo. Los Maestros de Tribu porque están engendrados por
demonios, y los cambiaformas ya que, bueno, llevan el poder del infierno dentro
de ellos.
Esta no era la charla de aliento que necesitaba. Es probable que mi terror
retumbara en mi rostro como mi propia marcha personal al corredor de la
muerte. Todo lo que necesitaba era una banda sonora inminente.
—No, gracias.
Edith retrocedió de modo que uno de los vampiros pudiera sacar a Walt
del otro auto.
—Oh, pero, Celia, es un lugar muy divertido. Es más que solo lencería.
Tienen juegos y juguetes.
—¿Qué sabor?
Virginia entró con una gran bandeja de comida. La colocó sobre la mesa
junto a mí y se arrodilló ante Misha. Se desabrochó la blusa y dejó su cuello al
descubierto, junto con uno y medio de sus senos.
—¿Crees que quien sea que esté detrás de mí irá tras mis hermanas?
—Sí, una vez que te elimine. —Se detuvo e inclinó la cabeza hacia el gran
ventanal.
La brisa del lago aumentó, lo suficientemente fuerte como para golpear
las ramas del abeto más cercano contra el panel. Se levantó de su silla y abrió el
grueso cristal de plomo. Lo seguí, observando cómo bajaba sus párpados e
inhalaba el aroma hipnótico de la magia de Tahoe. Asintió sutilmente, como si
escuchara una conversación. Imité sus movimientos y me esforcé por escuchar…
nada, solo el viento, la sacudida de las ramas, la nieve ligera que se extendía
para salpicar el cristal.
—No lo sé. Pero hasta que sepamos más de aquello que te busca, no
debes asistir a otra misión. —Asentí, permaneciendo callada y perdida en mis
pensamientos. Misha levantó mi barbilla para encontrarme con su rostro—. Si te
teme, eso significa que puedes y lo destruirás.
Taran resopló.
Koda, como el resto de los lobos, había perdido su diversión. Su voz sonó
más profunda que de costumbre.
—Se fue sin atacarte a ti, ni a los vampiros. Eso en sí es alentador. Pero,
como tú, no creo que un cambiaformas sea lo que te persigue.
Gemini asintió.
—Al proporcionar los sacrificios de sangre, son recompensados con el
poder de su deidad oscura. Los cambiaformas son los seres malvados más
difíciles de destruir.
Me aparté de la puerta.
Sacudí mi cabeza.
Tragué fuerte.
—No necesariamente.
—Estás preocupada por tus hermanas. —Asentí—. Y Aric. —No tuve que
responderle. Sabía que tenía razón. Suspiró entonces—. Aric es considerado
como uno de los weres más poderosos de la historia. Sigue siendo el único de
nuestra especie que ha logrado su primer cambio con menos de dos meses de
edad. Sin embargo, el nivel de su supremacía aún no ha sido reconocido.
Cuando lo sea, entonces, sí, también será acosado por los oscuros. —Se giró
hacia Taran y la atrajo a sus brazos—. Y también lo hará tu familia.
—Pero además de su propia fuerza, Aric nos tiene para protegerlo —dijo
Koda—. Así como protegeremos a nuestras compañeras y a ti como si fueras la
de él.
Yuppii.
A
hora solo quiere que se reproduzca —continuó Liam por
teléfono—. Está arrojándole a cada were caliente que puede
— encontrar. Lobo o no, purasangre o no, no le importa. Todo lo
que Anara quiere es que nuestra especie se multiplique. Y deberías ver a
algunas de estas chicas, la forma en que actúan y cómo se visten. Hubo una…
justo hoy, de hecho, que se le acercó completamente desnuda intentando
seducirlo. Había escrito el nombre de Aric en su vientre con una flecha
apuntando hacia su…
—Pero, Celia, hay más. Resulta que es una were hurón y, maldición, es
flexible. Se acercó a Aric cuando él estaba acostado en el banco de pesas y…
—¡Ponme a Emme AHORA! —Me froté mis ojos—. Por favor —agregué
un poco menos psicóticamente. Querido Señor, a veces deseaba que Liam
viniera con un interruptor de apagado.
—Liam, cariño, por favor detente. Estás molestando a Celia —dijo Emme
al otro lado de la línea.
—Pensé que sería mejor que yo entrenase contigo esta tarde, en lugar de
Ying-Ying.
—Toca mi pájaro.
—¿Disculpa?
—De hecho, gatita, creo que lo hice. Mi teoría es que, dado que tu otro
yo es un depredador, serías mejor controlando la forma de otra bestia
depredadora.
—Los perros son depredadores, están relacionados con los lobos. Y viste
lo bien que salió.
—Gatita, un Spaniel Cavalier King Charles está tan alejado de un lobo que
insultas a los lupinos al incluso hacer tal sugerencia. Pensé inicialmente que, si
comenzábamos con una criatura pequeña, tendríamos mejores resultados. Pero
quizás necesitamos ser más agresivos. Ahora, si no te importa, comencemos.
—¿Ya terminaste?
—También disfruto viendo tus areolas apretarse cada vez que miro tus
pechos fijamente. —Bajó la vista—. Justo como ahora.
Casi choqué con Hank al salir. Me saludó con… sí, por supuesto, una
sonrisa arrogante.
Abrí un ojo para asegurarme que aún estuviera vestido. Sonrió de lado. Y
me reí contra mi mejor juicio.
—Discúlpame.
—Misha, no puedo.
Repetí los mismos pasos que habían traído las garras, esta vez sin éxito.
Fue extremadamente frustrante, pero continué, ahora motivada habiendo
experimentado un indicio de progreso. Después de otra hora de arduo trabajo,
vi que mi dedo meñique se alargó y se tornó negro. Al momento en que lo
toqué, se disolvió en mi carne y volvió a su apariencia normal.
—Pareces cansada.
—No. Has hecho suficiente por un día. Ven, vamos a cenar. Mañana
continuaremos nuestra práctica.
Él sonrió.
—No voy a pagar ni una mierda, Hank. Aún tienen sus ropas puestas. ¿Y
qué demonios pasa con el pájaro?
—¿Te molesta que tengan toda esta apuesta? —No sabía si Misha estaba
al tanto, pero supuse que era su trabajo conocer todas las travesuras extrañas
de su familia.
—No. Es similar a unos niños jugando.
—¿Mamá del Brady Bunch Colmilludo? Oh, diablos, no. Además, apenas
me toleran. —Mi voz se suavizó—. Si alguna vez tengo hijos, espero que al
menos les agrade.
—Gracias, Misha.
Aleteé la media ala que logré formar desde mi codo hacia abajo. La brisa
me hizo cosquillas en la axila brevemente antes de que todo desapareciera. Me
froté el sudor en mi frente.
—No me digas.
Logré un pico, unas pocas garras y algunos ojos de águila, pero sin
importar lo mucho que lo intenté, no pude mantener la forma por mucho
tiempo. Justo antes de que fuera hora de prepararse para la gala, cambié por
completo en un águila. Duró solo unos segundos, el tiempo suficiente para que
pudiera ver mi reflejo en el espejo que los vampiros habían traído. No me
jactaba, pero mi forma de águila era magnífica e inmensa. Al igual que mi
tigresa, era aproximadamente cuatro veces más grande que mi ser humano.
—¿Estás herida?
Sacudí mi cabeza.
—¿Qué dijo?
Solo Liz podía matar mis recuerdos. Edith y ella descansaban en mi cama
como paganos perezosos. Estaban vestidas con vestidos sexis a cuadros negros
que aún gritaban uniforme. Me pellizqué el puente de mi nariz.
Liz echó hacia atrás su cabello rubio pálido y entrecerró sus ojos.
Liz coincidió.
—Sí. No lo jodas.
Hubo tres razones por las que permití su “ayuda”. La primera era que no
tenían nada afilado o puntiagudo en sus manos. La segunda era que, por
mucho que me hacían querer arrancarme los ojos con una cuchara, el cabello y
el maquillaje eran lo suyo, no lo mío. Y la tercera razón, aunque la más egoísta
de mi parte, era que si de alguna manera me fastidiaban, Misha las mataría. Eso
en sí mismo valía la oportunidad.
Edith hizo un buen trabajo al darme una cascada de rizos que cayeron
perfectamente por mi espalda. En cuanto a mi maquillaje, Liz aplicó delineador,
rubor y brillo labial. Tuvo muchas ganas de agregar algo de sombra de ojos
para un efecto ahumado, pero no lo permití. Eso me valió una mirada de muerte
y algunos murmullos sobre lo ingrata que era. Y aquí estaba pensando que los
vampiros no eran divertidos.
La falda era tan corta que no había forma de que pudiera inclinarme. Lo
bueno es que la costurera lunática había agregado pliegues estratégicamente.
Aún sería capaz de levantar mi pierna más allá de mi cabeza si llegaba a haber
algún problema. Y aunque normalmente no habría elegido un vestido tan sexy,
la idea de lo que diría Aric me calentó las mejillas con anticipación.
—Necesitarás esto.
—¿Qué son?
Arrugué la nariz.
—De hecho, tiene unas piernas geniales. —Me ayudó a colocar las copas
de sujetador… sospechaba que tenía más ganas de manosearme que de ayudar.
Cuando terminó, rellené el vestido aún más significativamente.
Alcé la mano.
—Te ves hermosa, amor —dijo Misha en voz baja, volviendo mi atención
hacia él. Llevaba un esmoquin negro increíble que abrazaba su cuerpo
musculoso a la perfección. Su camisa y chaleco de marfil estaban hechos de la
misma seda que mi vestido y mis zapatos. Y aunque carecían de cuentas, de
alguna manera coincidían con el estilo de mi vestido—. ¿Puedo ver el resto?
—Genevieve.
Su peinado era simple. Liso, con raya al medio. Pero ahí es donde
terminaba su simplicidad. No llevaba joyería. No tenía que hacerlo. Su falda
consistía enteramente en diamantes, cosidos como las perlas de mi vestido.
Digo “falda” porque no llevaba otra tela. Sus senos y parte de su estómago
estaban cubiertos de un intrincado patrón de diamantes y piedras preciosas que
parecían haber sido pegados directamente. Debe haber pasado todo el día
preparándose. Apenas me había tomado una hora estar lista.
Sus ojos se encontraron. Cualquier imbécil podría ver mucho más que el
intercambio de cumplidos teniendo lugar. Misha echó un vistazo a sus senos, el
tiempo suficiente como para que ella se diera cuenta. También miré para ver si
los afectaba de la misma manera que a mí. Lo hacía. Bastardo. Y aunque ni
siquiera me estaba mirando, los míos hormiguearon ligeramente. No entendía
cómo o por qué “capaz de erizar los pezones” necesitaba encabezar la lista de
superpoderes cuando repartieron los poderes al mojo vampiro.
Misha levantó una ceja, riéndose ligeramente para demostrar que solo
estaba bromeando. Ileana pareció emocionada, incluso encantada. Agarró el
brazo de Misha y saltó en su lugar como una Niña Exploradora demasiado
entusiasta.
—Sí, amor. ¡Celia definitivamente servirá!
Mi sonrisa cayó.
—¿Disculpa?
—No.
Misha me ignoró.
—No lo creo.
Echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.
Me encogí de hombros.
—¿Todos ellos?
Se rio en voz baja. Su alegría cesó al momento en que vio a otro vampiro
poderoso. A este lo conocía de mi pasado, y era uno con el que no tenía ganas
de volver a encontrarme. Mis vellos se erizaron.
—Hay un asunto que necesito discutir con él. —Misha echó un vistazo
hacia mis garras sobresalientes—. ¿Pero quizás debería hacerlo solo?
—Por su bien, eso sería lo mejor. Creo que intentaré encontrar a mis
hermanas.
Misha besó mi cabeza.
“Bruja” parecía ser el sabor preferido para la noche. Todas las Colegialas
Católicas habían encontrado una para besarse. Edith arrinconaba a la suya cerca
de una de las enormes ventanas. Sostenía una copa de champán en una mano
mientras una hechicera alta de piel oscura deslizaba sus labios por su garganta.
Edith alargó su cuello para darle a su cita un mejor acceso. También alargó sus
colmillos, la lujuria estimulando su sed. Agnes pasó cerca con su propia amiga
nueva y le dio un fuerte codazo a Edith en las costillas. Edith siseó, pero de
todos modos retrajo sus colmillos.
—No iba a pelear. —Iba a desgarrar y alimentar a esas zorras con sus
propias entrañas.
Ver a todos los que me amaban apagó mi ira. Nos saludamos con
abrazos cálidos y sonrisas emocionadas.
Liam aulló.
—Um, ¿presentados?
—Eso es porque lo estoy. ¿No podemos solo entrar por la parte de atrás?
—Te has estado volviendo cada vez más loco si crees que eso me hará
sentir mejor.
Parpadeé varias veces. Oh, Dios mío, esa es una comadreja muerta.
Un crujido horrible me hizo mirar hacia atrás. Aric estaba de pie con un
gran trozo de la mesa de granito en sus brazos. La amenaza de un millar de
bárbaros marchaba por su rostro, endureciendo sus rasgos. Gruñó una vez y
arrojó el enorme trozo de roca. Aterrizó con un fuerte golpe a los pies de Misha.
Mis ojos se llenaron de alarma. Misha le dirigió una sonrisa siniestra y apretó su
agarre a mi alrededor.
—Tal vez todos deberíamos tomar ahora nuestros asientos —dijo en voz
baja—. Destiny puede contarnos sus predicciones más tarde.
Mis ojos de tigresa reemplazaron los míos. Apreciaba las miradas sucias y
las amenazas subyacentes tanto como yo.
—Gracias, Misha.
Besó mi frente, ganándose otro gruñido de Aric.
Capítulo 17
C
omo los vampiros habían cenado anteriormente, la mayoría
bailaban, socializaban y se besaban. Makawee había tenido la
amabilidad de sentarme con mis hermanas y amigos. Ayudó
tenerlos cerca, ya que Aric siguió mirándome con furia durante todo el plato
principal. Con bestia malhumorada o sin ella, estaba lista para golpearlo en la
cabeza. Yo debería haber sido la que estuviera enojada. Esas zorras lo
acariciaban repetidamente y besaban sus mejillas. Y ya que estaban sentados a
unas pocas mesas de nosotros, escuchaba todo lo que le decían en voz alta y
clara.
Todos pensamos que era divertido. Aric no lo hizo. Gruñó una vez más.
Taran se dirigió hacia Aric y sus fanáticas. Gemini le pisaba los talones
rogándole que volviera a la mesa. Taran lo ignoró y le susurró algo a Aric tan
bajo que ninguno de nosotros lo escuchó. Lo que sea que haya sido debe haber
sido delirante. Los ojos de Aric se abrieron de golpe. Agarró a las weres cuando
se lanzaron hacia Taran a medida que Gemini la arrastraba de regreso a nuestra
mesa.
Una sonrisa lenta se extendió por mi cara. Aric no gruñó esa vez.
Taran le dirigió una mirada que solo podía describirse como una
promesa para una larga noche.
—Hola, cariño —susurró—. ¿Te gusta lo que ves? —Su gruñido y agarre
me dijeron que sí. Desaparecieron entre la multitud.
Me encogí de hombros.
—Adivina.
Mi tigresa me instó a avanzar. Su interés en él me sorprendió, pero algo
en él me atraía más cerca. Me incliné hacia adelante, deteniéndome a unos
quince centímetros de su pecho para inhalar profundamente. Puse mis ojos en
blanco ante los gruñidos audibles de Aric. Hipócrita.
El were olía feroz, como el Serengeti. Percibí árboles, pastos altos y aire
seco y abrasador. Se entremezclaba con un toque de almizcle y un fuerte olor a
salaz. Entonces supe por qué mi tigresa se había interesado en su aroma, y la
comprensión me hizo sonreír. Conocí a otro gato grande.
—Eres un león.
—Y sexy —agregó con una sonrisa juguetona—. Soy Tye Gris de Leone.
¿Te gustaría bailar conmigo? ¿Sabes, un gato con otro?
Me puse mis zapatos y fui al baño para refrescarme. Aric estaba parado
afuera del baño de mujeres esperándome cuando salí. Escaneé el área. Más le
valía a esas zorras rodeándolo que se hubieran quedado atrás.
Fruncí el ceño.
—No. No me gusta.
Sonreí fascinantemente.
Por más furioso que estuviera Aric, no pudo reprimir esa sonrisa que
tanto amaba. Y por mucho que lo intenté, no pude evitar devolverle la sonrisa.
Nuestros ojos se clavaron y, por un momento, fue como si nunca hubiéramos
estado separados. Se acercó más. Cuando no me alejé de él, dio otro paso y
otro. Estaba tan cerca que podía sentir su calor, el mismo calor que se
intensificaba en mi presencia y nos fundía entre sí. Sus ojos se suavizaron.
—¿Aric?
—¿Sí, Martin?
Los ángulos del rostro de Martin reflejaron su tono serio. No podía oler el
enojo en sí, pero su disgusto al encontrarnos solos tensó sus hombros como
una carga pesada.
—Celia.
—Oh, hola, Martin —saludé torpemente, sin saber qué más hacer.
Estrecharle la mano no parecía correcto y no era lo que alguien llamaría una
“abrazadora”. No quería actuar como una imbécil, pero a veces mi nerd interna
empujaba a mi tigresa a un lado y se hacía cargo. Aric sonrió. La sonrisa más
sutil de todas las sonrisas curvó los bordes de los labios de Martin antes de girar
sobre sus talones y marcharse.
—Lo sé.
La mirada de Aric era tan intensa que mi boca intentó recordar cómo
hablar.
Aric esperaba que le pidiera hacer algo más que sentarse y conversar.
Tiré de mi labio inferior con mis dientes nerviosamente. Lanzó el más suave de
los gemidos. Me alejé tambaleándome antes de sucumbir al impulso de
arrancarme mi ropa y la suya. Me siguió de cerca, apoyando su mano en la
parte baja de mi espalda cuando entramos en el salón de baile. Mi cuerpo se
puso rígido ante la sorpresa. Tal vez quería presentarme como suya, pero el
resto de su especie claramente no estaba lista para recibirme.
El oso bajó la mirada, pero sus palabras amargas nos cortaron a los dos.
Apreté mis labios. “No querer” y “tener que” eran dos cosas diferentes.
Me retorcí incómoda. El hombre oso era una prueba de que había sido tonta al
pedirle a Aric que me acompañe, especialmente aquí, entre la élite de su
manada.
—Um. Heidi está en el equipo de seguridad. Yo, ah, fui a llevarle algo de
comer. —Fue entonces cuando noté su camisa arrugada y que los botones no
estaban alineados correctamente. Se había enrollado con la Pamela Anderson
de los hombres lobo… otra vez. Él tosió, más y más mientras todos mirábamos
fijamente.
—No puedo creer que te hayas follado a alguien tan preciosa como
Heidi.
Aric aplastó la copa de agua en sus manos como una ramita marchita. Su
mirada Alfa fulminante se centró en Danny, haciéndolo saltar.
—¿Nunca le dijiste?
Oh, no.
Aric dejó caer los pedazos de vidrio sobre la mesa. Cayeron como
carámbanos rotos. Su mano no mostraba señales de herida, pero su rostro se
ensombrecía con furia y traición.
—Este no es el momento, Aric. —La voz de Koda sonó tan severa como la
de Gem—. Aplaca a tu bestia.
Agarré su mano.
—¿Cuándo sucedió?
—¿Niños?
Tendí mi mano.
Liam se acercó con las palmas extendidas hacia Aric, pasando por encima
de Bren, que se había desmayado borracho en el suelo.
—¿Por qué nunca me lo dijiste? Me hiciste creer que solo eran amigos.
Había olvidado que Liam le había contado a Aric del beso. Estaba
motivada por la necesidad de explicar esto y mucho más, pero las palabras de
Aric me golpearon como un mazo. Aparté sus manos de las mías.
—Sí, lo es. Parece que tú no puedes dejar ir a nadie con quien hayas
intimado. Después de todo, aquí estás con Danny y Misha…
Las manos de Uri sujetaron mis codos y me llevó hacia Misha, pasando a
Anara y el odioso ceño fruncido a modo de saludo que me envió.
—Oh, encantadora Celia, es tan bueno verte de nuevo —dijo Uri—. Los
Antiguos y yo estábamos discutiendo lo vital que has sido para nuestra causa.
Ella juntó sus manos y asintió con aprobación cuando Misha deslizó su
brazo por mis hombros.
—¿Qué?
—Tampoco quiero.
—¿De qué manera, Aric? ¿Como si esperara más de ti? ¡Bueno, tal vez lo
hacía! —Eché un vistazo hacia la noche donde sus vagabundas habían huido—.
Tal vez soy yo quien tiene que superarte. No eres el hombre que pensé que
eras. Así no. —Tragué fuerte—. Mi error fue amarte… y pensar que en realidad
me amabas.
—Ahí estás, palomita. Dado que pronto haremos bebés, tal vez
deberíamos conocernos.
—Si crees que voy a dormir contigo porque una friki con un sentido de la
moda horrible lo dijo, ¡estás jodidamente loco! ¡Mantén tus malditas manos
para ti antes de que te las meta en la garganta!
Bajé los escalones y atravesé una pasarela entre dos edificios más
pequeños. No estaba segura de a dónde iba. Solo quería alejarme de Tye y Aric.
La pasarela pareció interminable. No sé cuánto tiempo corrí por el camino antes
de que finalmente se curvara y condujera a un jardín inmenso.
—No.
—¿Quieres a Tye?
—¿O Danny?
—No.
—¿O Misha?
—¿Cómo puedo estar con Misha o con alguien más cuando solo pienso
en ti?
Los ojos de Aric se encontraron con los míos, como lo habían hecho
tantas veces en nuestro pasado. No había ira, ni amargura, ni distancia. Solo
quedaba la compasión y la ternura. Tomé sus manos en las mías.
—No puedo evitarlo, Aric. Te amo. Daría cualquier cosa por estar contigo.
—No tienes que hacerlo. —Me besó, duro, tal como lo había hecho mil
veces en mis sueños. El calor que compartimos se extendió a través de mí como
una ola de agua suave. No quería parar, pero sabía que tenía que hacerlo. Tanto
si lo amaba como si no, el mundo lo necesitaba, y también su manada. El
hombre oso y su esposa embarazada me lo habían demostrado. Luché contra él
y finalmente logré alejarme.
Dolió alejarse de él con tanta ferocidad. Mi tigresa salió corriendo a la
superficie, intentando desesperadamente llevarnos de vuelta a él. Se había
sentido tan bien. El resto de mí intentó refrenarla, sabiendo que no podría
manejarlo si él me abandonaba otra vez.
Aric estrelló sus labios contra los míos. Esta vez, no me resistí. Metí mi
lengua en su boca, haciéndolo gemir. Mis brazos se envolvieron alrededor de su
cuello. Sus manos se movieron de mi cintura y viajaron debajo de mi falda para
acariciar mi trasero. Solté un grito lleno de anticipación. Aric se volvió más
insistente; no iba a parar. Pero incluso si lo hiciera, no lo habría dejado. Lo besé
a lo largo de su mandíbula. Cuando encontré su oreja, la lamí de la manera que
lo volvía loco y rocé el lóbulo con mis dientes. Un gruñido profundo tronó en su
pecho y su necesidad creciente golpeó contra mi estómago.
—Espera.
—¿Qué pasa?
—Se fue con esas putas, Ceel. Creemos que está con ellas. —No
reaccioné—. Ya sabes, con ellas en su habitación. —Miró boquiabierta mi
expresión desinteresada como si me hubiera vuelto loca—. Ahora mismo.
—Ya veo. —Mi reacción ante sus noticias claramente no era lo que
esperaban. Me contemplaron como si me hubieran roto la cabeza con algunos
pines de bolos y posiblemente la bola.
Se inclinó y me olfateó.
—Hueles diferente.
Me alejé un poco.
—¡Ay! ¡Celia! ¿Cuál es el problema? Solo intento… —Se tapó la boca con
sus manos y ahogó un grito. Cuando sus ojos se desorbitaron, supe con certeza
que había resuelto todo.
Sí. Así es. Huelo a sexo, y a Aric. Mi mirada se clavó en la suya. Asintió una
vez, finalmente comprendiendo que ahora definitivamente no era el momento
de hablar.
—¡Celia! —llamó Hank desde cerca de la puerta. Me tendió mi abrigo y
me hizo un gesto hacia adelante—. El maestro te está esperando.
Cuando salí del baño, Edith estaba sentada en mi cama, temblando con
las manos apretadas.
—Sí.
—¿Por qué?
No parpadeé.
Oh diablos, no.
—Más de lo que piensas: lo veo todos los días. Te acuestas con quien
quieras y disfrutas de la forma que más te convenga. ¿Alguna vez te has
comprometido con alguien, o le has dado a alguien cada parte de ti? —Misha
siguió mirándome de manera fulminante, pero no me respondió—. No lo creo.
Así que, hasta que sepas por lo que estoy pasando, no finjas que lo que ofreces
es suficiente para mí o para cualquier otra persona. —Lo aparté y me puse de
pie para irme—. Si lo deseas, seguiré luchando por ti, pero me niego a vivir aquí.
Me arriesgaré con lo que me persigue. Al menos no pretende ser un amigo. —
Con esas últimas palabras, salí enfurecida de la habitación.
—Oh, Celia, ¿por qué no nos llamas? Queremos saber qué pasó. Estamos
tan contentas de que Aric y tú hayan vuelto a conectar… Bueno, ya sabes a qué
me refiero. —No necesitaba verla para saber que se había sonrojado cuando
dijo esto.
—¿Qué demonios, Celia? ¿Siguen teniendo sexo? ¡Oh, mierda! Eso es,
¿no? Te estás volviendo traviesa. Vuelve a llamar cuando hayas terminado.
Maldita sea, ¡detalles, quiero detalles!
—Soy yo, dulzura. —Mi corazón saltó a mi garganta. Era Aric. Debe haber
tomado prestado el teléfono de Gem.
—Hola, lobo —respondí, casi llorando.
—También te extraño. Celia, lamento que las cosas hayan terminado esta
noche como lo hicieron.
—Está bien…
Memoricé su rostro con mis ojos y su cuerpo con mi mano. Todo lo que
sentí fue piedra dura debajo de la suavidad de su piel. Siempre había sido
musculoso como un boxeador, pero ahora el físico de Aric se parecía más al de
un luchador.
Su pecho subía y bajaba lentamente, y su rostro se sonrojaba.
—Tú, por otro lado, estás aún más pequeña. ¿Misha no te ha estado
alimentando?
—Sí, Aric. De hecho, ahora como más. —Me acurruqué contra él y solté
un ronroneo extremadamente contenido. Su risa retumbó contra mí. Puse mi
mano sobre su corazón, para sentirlo latir y como prueba de que estaba
acostado junto a mí. Se sintió cálido, reconfortante, relajante. Pero no duró.
Sacudí mi cabeza.
—Nada. Solo que sea lo que sea, me ve como aquella que lo destruirá y a
los que lidera.
Aric gruñó.
Aric había batallado con su animal interno para mantener el control, pero
el hombre que estaba dentro de él aún sufría a pesar de los mejores esfuerzos
de su bestia para protegerlo.
Aric había mostrado antes autoridad en su mirada, pero todas esas veces
palidecieron por cómo me miró entonces. Mi corazón martillaba como el latido
lento de un pesado mazo. Me tomé un momento para permitir que la
profundidad de sus palabras se hunda en mi mente. Cuando lo hicieron, me
sentí como si hubiera emergido a través de la nieve después de haber sido
enterrada en una avalancha. Había dicho, compañera. Era la compañera de Aric.
Me estremecí por las lágrimas que amenazaban con caer.
Mi cerebro razonó que mi cuerpo debería estar más que satisfecho, pero
mi tigresa insistía en que no habíamos recuperado el tiempo perdido. Me senté
en el borde de la bañera y admiré su físico exquisito.
Las manos de Aric vagaron por su pecho mientras se lavaba, solo que no
con el mismo entusiasmo que yo había demostrado.
Se secó, sonriendo.
—Aric…
—Está bien, amor. Prometo mantener los ojos abiertos. —Lo acompañé a
la puerta, sonriendo cuando sus labios encontraron los míos. Se lamió sus
propios labios, camuflando mi aroma y probándome una última vez.
—Sí.
—No será lo mismo sin ti. Eres una perra loca bastante rara y todo eso,
pero estás bien. —Hizo un gesto irritado con su mano—. Solo bien.
Se echó su cabello rubio hielo hacia atrás y comenzó a limarse las uñas.
—Pero lo estará.
—¿Qué?
—Misha, para.
Los ojos de Misha nunca dejaron los míos. Se agachó y cargó. Era rápido,
pero no lo suficientemente rápido. Lo esquivé al pasar y aproveché para
enviarlo de cara a un montón de nieve sucia. Los vampiros jadearon. Misha se
levantó sorprendentemente despacio y se giró para dispararme una mirada de
muerte. La nieve fangosa escurría por su rostro perfecto, manchando su camisa
de seda blanca.
Los vampiros saltaron ante mis palabras, tapándose sus bocas. Misha
pareció extrañamente divertido y se rio. Sin embargo, no fue el tipo de risa
“caray, ¿no eres graciosa?” Era más como la risa de un científico malvado
complementada con truenos crujiendo sobre nosotros. Misha atacó, como el
disparo de una pistola.
—¡Así es como eliges tratarme después de todo lo que he hecho por ti!
Me tambaleé hacia atrás. Siendo la chica madura que era, lo apunté con
mi dedo de forma acusadora.
—¡Tú empezaste!
La nieve cayó con fuerza. Se sintió bien contra mi piel caliente. Nos
enfrentamos, nuevamente.
Me quedé sin aliento, sabiendo que era mi piel la que quería rasgar.
Maria y Agnes la apartaron de él bruscamente, siseando y gruñendo a través de
sus colmillos.
E
squivé las pelotas cargadas eléctricamente que Kuan Jang Nim
Chang me disparó, girando a la derecha, luego a la izquierda,
después cayendo en una grieta.
—Amigo, en todo caso, ¿qué diablos son esas cosas? Parece que tienen
pequeños rayos en ellos.
Kuan Jang Nim Chang disparó una serie de ráfagas coreanas antes de
reírse histéricamente.
—¿Estás segura?
¿Estaba bromeando?
—Umm, no creo que deberías dejar que haga esto —advirtió Emme.
Me encogí de hombros.
—Emme, no tiene que hacerlo. Nos quedaremos allí con ella y nos
mantendremos a salvo entre nosotras.
Taran resopló.
—Celia. Has estado lejos de ese lobo por meses. No juegues con
nosotras y tu ardiente revolcón bestial como si fuera una especie de lindo
interludio romántico. ¡Cuéntanos exactamente qué pasó!
Mi mandíbula se abrió.
—No.
Mi cara cayó en mis manos y asentí. Cuando les eché un vistazo, la cara
de Emme estaba más roja que la mía.
—¿Pooorrrr quuuéééé?
Las lágrimas corrieron por su rostro. La rodeé con mi brazo, nada más
para que sus lágrimas corrieran más rápido.
—El maestro quiere que tus hermanas y tú se unan a él para la cena. Por
aquí, perdedoras.
Taran la envió volando por la puerta con uno de sus propios rayos. Salí
corriendo cuando ya se levantaba sobre sus brazos, siseando. Las puntas de su
cabello oscuro humeaban. Taran no había logrado la mirada de Chang, pero
hizo un gran jodido esfuerzo. Bloqueé el camino de Edith cuando se abalanzó
sobre Taran.
—Ahora puede ser un buen momento para recordarte que mi familia está
bajo la protección de tu maestro. —Emme sorbió su nariz detrás de mí—. Y que
hoy no es un buen día para cabrearme.
—Como dije, puedes entrar. —Hizo un gesto a Virginia para que se fuera.
Ignoré el impulso de romperle el cuello cuando me entrecerró los ojos. Nunca
entendería cómo Misha podía sentirse atraído tanto por las de su tipo como por
el mío.
—Así es. Gracias. —Me puse de pie para irme. No estoy segura de por
qué, pero le di un beso rápido en la mejilla y salí a toda prisa de allí, sin
molestarme en ver su reacción. Y aunque no había mencionado que Emme
también se quedaría, no pensé que le importara.
Los ojos de Aric se abrieron por completo. Nunca lo había visto tan
alarmado. Retiré mis garras y arreglé mi postura.
—Umm. No.
¿Qué?
—Comprendemos que esto podría ser una sorpresa —dijo Martin cuando
me quedé allí con la boca abierta—. Después de todo, no hemos sido muy
hospitalarios contigo como podríamos haber sido. —Makawee y él echaron un
vistazo a Anara.
—¿Destino?
Aun así, fue más cortés que lo que brotó de los labios de Bren.
Tye gruñó más profundo. Aric lo ignoró para encerrarme en sus brazos.
Mi pecho estalló de alegría pura. Agarré a Aric y lo besé, algo que nunca
habría soñado hacer en presencia de los Antiguos. Se detuvo un momento
antes de responder con un beso infernal. Mi tigresa se alzó dentro de mí, pero
no para encontrarse con el lobo de Aric. Ella insistía en que algo andaba mal; la
ignoré. ¿Qué podría estar mal? Aric había encontrado una manera para que
estemos juntos.
Taran agarró mi muñeca con ambas manos y clavó los talones en el piso
de madera. Tiré de mi brazo lo suficientemente fuerte como para enviarla
volando por el suelo. Chilló cuando su espalda golpeó la pared, pero no me
importó lo suficiente como para mirar atrás. Aric se estaba alejando cuanto más
Shayna continuaba empujándolo. Bren y Danny engancharon mis muñecas
cuando cargué tras él. La desesperación por estar con Aric abrumándome.
Luché y me retorcí por liberarme. Sus apretones firmes alimentaban mi
hostilidad.
—Cuidado con sus manos y pies —espetó Bren—. Sus garras están
desplegadas.
—No. ¡No me alejarás de él! —Me dolía el pecho con cada sollozo—. ¡Lo
necesito! ¡No puedo vivir sin él! ¡No viviré sin él!
su lado llorando.
Ante la mención del nombre de Aric, luché nuevamente. Esta vez los
lobos se aseguraron de que no pudiera moverme.
—¡Suéltenme! —sollocé—. Quiero estar con Aric, ¡solo déjenme estar con
Aric! —Mis gritos se tornaron histéricos y luché por respirar una vez más.
Me apresuré hacia Aric al momento en que Tye me soltó. Logré solo unos
pasos antes de que Makawee me atrapara y contuviera con una fuerza que
desmentía su pequeña estatura. Me sostuvo por los brazos a medida que las
náuseas me golpearon como una marea enojada. Un sudor frío corrió por mi
cuerpo y la habitación giró. Empecé a desmayarme. Unos brazos fuertes me
atraparon antes de tocar el suelo. Makawee me llevó a un baño y me colocó
frente a un inodoro justo a tiempo. Vomité violentamente. En lugar del
repugnante olor a vómito, el aroma a magia oscura llenó el aire. Mi cuerpo se
estremeció con debilidad. Para el momento en que terminé, me desplomé en
los brazos de alguien.
—La tengo, Makawee —dijo Shayna. Su voz tembló por encima de los
sollozos de Taran y Emme.
—Emme, llena la bañera con agua tibia y luego ayuda a Taran y Shayna a
quitarle la ropa. Necesitamos bañarla. Regresaré en breve. Debo juntar algunas
hierbas para purificar el agua.
—Al sellar sus heridas, atraparás el veneno dentro de ella. La romaza que
agregaré al agua ayudará a limpiar su sangre, pero debemos apresurarnos. Se
nos acaba el tiempo.
—Aric —dijo con calma—, por favor, permite que tus Guerreros te
escolten afuera y lejos del edificio. —Su esencia relajante flotó sobre mi piel. El
silencio al otro lado de la puerta fue inmediato—. Ahora, joven Daniel, toma la
cimicifuga y espolvorea sobre Celia mientras termino el ritual.
Makawee asintió.
—Está hecho.
La magia era tan fuerte que Tye y Aric adquirieron la apariencia, los
olores y, aparentemente, también el sabor del otro. La forma en que sus labios y
lengua habían barrido contra los míos debería haberme advertido que algo era
diferente, pero en retrospectiva mis pensamientos parecían tan confusos,
centrados solo en asimilar a Aric. También me dijo que el veneno había
ampliado mis sentimientos por Aric, volviéndome peligrosamente obsesiva y
suicida. No podía discutir con eso. Mierda. Casi me mato.
Mantuve mis ojos en el suelo. Oh, sí. Estoy segura de que suceden todo el
tiempo.
Palmeó mi hombro.
Gemini, Koda y Bren me contemplaron con sus brazos cruzados sobre sus
pechos poderosos. Aric no estaba por ningún lado y tampoco Liam ni los
Antiguos restantes. Apenas podía captar un rastro de sus aromas.
Mis manos apretaron los brazos de Bren y Danny. La sangre seca les
cubría sus rostros y cabellos por las heridas que les había infligido. Mi
vergüenza hizo que fuera difícil encontrar sus miradas.
—No lo sé.
—Tal vez no Misha, pero ¿qué tal una de sus otras sanguijuelas?
—Los vampiros de Misha adoran a Celia. —Mi cabeza giró hacia ella
lentamente. Se sonrojó—. Bueno, quiero decir, en su propia forma especial.
Sacudí mi cabeza.
Emme condujo detrás de Bren y Danny, pasando por el gran tramo de los
terrenos de la Guarida. Miré a Emme, quien seguía tragando con fuerza y
respirando profundamente. Cuando pasamos por las puertas de hierro forjado,
la presa estalló y ella se derrumbó. Hice que detuviera el auto antes de que nos
estrelláramos. Bren corrió hacia nosotras para ver qué estaba mal.
Bren abrió la puerta del lado del conductor bruscamente. Y sin embargo,
cuando alcanzó a Emme, fue increíblemente gentil. La tomó en sus brazos y
besó la parte superior de su cabeza.
Bren y Danny nos dejaron en donde Misha después de que Bren explicara
los efectos de mi envenenamiento en detalle gráfico.
Misha hirvió de ira como nunca antes hubiera visto. Al igual que los
lobos, había concluido que uno de los suyos me había envenenado. Tenía
sentido. Mi última comida y bebida había sido en su casa. Y el fuego de bruja…
sí, eso había ocurrido bajo su vigilancia y también en su territorio. Huelga decir
que algo estaba podrido en Villa Drácula.
—¿Hola?
—¿Estás bien?
—¿Por qué?
Mi corazón se hundió.
—Quieres romper nuestro vínculo. ¿El mismo que comenzaste y del que
nunca me hablaste? No. Eso es inaceptable.
Recordaba muy bien esa noche. Aric no era el único hambriento por
hacer el amor. Y aunque no sabía lo que estaba pasando entre nosotros, no
restaba lo que habíamos creado. Era uno de los mejores momentos de mi vida.
Mi voz tembló.
—No quiero estar sin ti. Pero prefiero mantenerte viva que arriesgarme a
otro giro de los acontecimientos como esta noche. Si no hubiera escapado del
agarre de Anara…
Él dudó.
—Sí, lo sé.
Aric gruñó.
—¿Te castigaron?
—Si saben que soy tu compañera, ¿por qué demonios intentarían unirnos
a Tye y a mí? ¿Especialmente en tu presencia?
—Aric, no quiero tener nada que ver con Tye. —Me froté los ojos—. Y
maldita sea, me estremezco cuando pienso en cómo lo besé… ¡mientras tú
mirabas! Dios mío, habría arrancado la columna vertebral de alguien.
—¿Ese es Liam?
—Sí, está muy molesto por Emme. Se volvió lobo y desapareció. Koda y
yo vamos a buscarlo. Tengo el presentimiento de que será una noche larga.
Emme salió del baño y sus ojos estaban hinchados por el llanto.
—¿Qqqué?
—¡No, Celia! —gritó Liz cuando intenté ayudar—. ¡El maestro está en
problemas!
Había sido rasgado por la mitad. Sus caderas y piernas yacían a unos
metros de su torso. Un lío enredado de intestinos se dispersaba entre las partes
separadas. La sangre se derramaba del corazón latiendo lentamente, colgando
fuera de su pecho, sostenido en su lugar por solo uno de los vasos grandes. Sus
ojos se abrieron por complete cuando me vislumbró.
Me lancé hacia él con más odio del que sabía que existía. Le di una
patada en la ingle y le arranqué un trozo de la laringe en un solo movimiento.
Me levantó por la garganta y apretó. Le di una patada de tijera con mis garras
traseras, destripándolo parcialmente. Sus aullidos de agonía llegaron al clímax
cuando mis garras delanteras perforaron las cuencas de sus ojos. Me arrojó a
través de la habitación, demoliendo parte de la pared con mi cabeza y espalda.
Rodé hacia adelante, luchando por ponerme de pie mientras la habitación
giraba a mi alrededor.
—¡Muévanse!
Mi patada voladora hacia atrás lo decapitó. Aterricé con fuerza, pero salté
al instante y aplasté su cabeza con mi talón. Caí al suelo junto a su cráneo y le
arranqué el cerebro. Su cuerpo se dobló de inmediato. A mi alrededor, los
vampiros sosteniéndolo se derrumbaron en una pila sangrienta y sudorosa.
Jesús.
Alguien lo sacudió.
Bren gruñó.
—¡Merde!
Era extrañamente reconfortante saber que Chef aún estaba vivo. Tiré de
la vía intravenosa en mi muñeca.
—¿Solo era para hidratación?
—¿Llegáramos?
—Aric sintió que estabas en problemas y nos llamó. Llegamos aquí casi al
mismo tiempo que todos los demás dado que dejó que Shayna condujera.
—No creo que muchos de los vampiros de Misha hubieran muerto si los
más fuertes no hubieran estado luchando por protegerlo.
—Eso es lo que también dijo Martin. Por eso ordenó a Aric que no
peleara con él.
—No, se refiere a Martin. El viejo bastardo nunca había tenido el… placer
de viajar en auto con Shayna. Le llevó unos momentos recuperarse antes de
poder salir del auto y enfrentarse al mal.
Mi espalda se enderezó.
Bren resopló.
Mi mandíbula se apretó.
—Lo que no entiendo es, ¿por qué demonios no le diste Virginia a Misha
para que se alimentara? En serio, niña, ¿tenías que entregarte a ese imbécil?
—En realidad, no estaba pensando, Bren. Solo reaccioné. Quiero decir,
mierda, iba a morir. —Froté mis manos contra mis rodillas e intenté pensar las
cosas—. Me parece extraño que Virginia me hiciera pensar que Tye era Aric.
—¿Pero la bruja que Virginia usó no necesitaría algo de Aric o Tye para
hacer que la magia los apuntara específicamente?
—Las más poderosas pueden hacerlo con solo una foto, Celia —
respondió Danny. Había estado callado, escuchando atentamente lo que todos
habían dicho—. Y las brujas de Tribu son excepcionalmente letales… por eso la
Tribu las recluta.
—Está bien, supongo que eso no sería tan difícil de hacer. —Eché un
vistazo por la ventana cuando escuché a alguien afuera—. ¿Cómo están los
otros vampiros?
—¿Mexicano?
—¿Para comer?
Shayna asintió.
Aric irrumpió por la puerta y corrió hacia mí. Me tomó en sus brazos
antes de que pudiera saludarlo.
—He estado descansando por tres días. Se siente bien estar despierta.
—O un jardín —canturreó.
—Hola, querida.
—Hola. —Me alivió verlo sano y salvo. Entonces, ¿por qué mi cuerpo se
calentó y por qué demonios estaba jadeando? Me sorprendió cómo mi cuerpo
respondió al verlo, y también Aric. Me soltó suavemente, luego se abalanzó
sobre Misha. No se acercó a tres pasos de él antes de golpear una pared
invisible.
—Nada, te lo aseguro.
—¿Esperas?
Liz dejó caer los brazos y me disparó otro de sus ceños fruncidos de
“chico, eres tan tonta”.
—¿Qué?
—¿Chiiiiii?
—¡Mierda! —gritó.
Cambié de nuevo, esta vez al Spaniel Cavalier King Charles, con senos.
Será mejor que borres esa maldita sonrisa de tu cara antes de que te
arranque la garganta. Vas a desear que el Maestro de Tribu terminara contigo
después de que acabe contigo.
—Iré a buscar las malditas galletas. —Se fue, pero no antes de darme una
última mirada molesta, como si todo fuera mi culpa.
—¡Hasta qué!
Una amenaza helada enfrió el aire. Aric se encontró con los ojos de
Misha.
—Sobre mi cadáver.
—¡Aric!
—No es solo eso. Se trata de toda esta mierda con Virginia. No me creo
que fuera la mente maestra detrás de todo. Suena demasiado inestable.
Aric gruñó.
—No importa, Celia. Alimentó a los oscuros con suficiente mierda sobre
ti. Mierda que se convirtió en verdad cuando destruiste a otro Maestro de Tribu.
—Se calló mientras pensaba en las cosas—. Este puede aún ser el lugar más
seguro para ti. Independientemente de ese maldito compromiso del que los
vampiros piensan que eres parte.
—Lo sé. Pero solo porque si vas a estar comprometida… será conmigo.
Quiero casarme contigo, Celia.
Se encogió de hombros.
—Sanguijuelas locas.
—No seas malo. Por muy molestos que puedan ser, esas sanguijuelas
locas ayudaron a salvar mi vida.
—Lo sé, nena. Pero tienes mi palabra: algún día nunca tendremos una
noche sin el otro.
Lo besé por última vez y lo vi conducir por las puertas. Esperaba que
tuviera razón, pero las demandas de sus Ancianos me preocuparon de que
tuviera que quedarse solo para cumplir su promesa. Me rodeé con mis brazos y
regresé a la casa de huéspedes, esperando localizar a Emme. La encontré
sentada en el jardín junto a uno de los estanques de carpas. La nieve fresca
cubría el área a su alrededor. Mi bestia, suéter y jeans me mantenían abrigada,
pero la delgada chaqueta de gamuza que llevaba Emme no parecía suficiente
para proteger su pequeño cuerpo.
Sonrió.
—No he estado sola mucho tiempo. Regresé a la casa con Misha y los
demás. Ha-Hank me hizo compañía.
—Sí. Lo dejé para que pudiera comer. Está famélico teniendo en cuenta
que ha tenido que volver a crecer sus extremidades. —Sus mejillas se pusieron
rosadas—. Celia, ¿por qué me miras de esa manera?
—So-solía pensar que era elitista, pero en este momento fue muy amable
conmigo.
¿Hank, amable? No. Cachondo, sí. Molesto, igual. ¿Pero amable? Algo
estaba pasando. Hank y sus amigos nunca habían sido acogedores conmigo ni
con mis hermanas. Después de salvar a Misha, pensé que finalmente me había
ganado su respeto, y probablemente su confianza. La interacción de Emme con
él había sido limitada en el mejor de los casos.
Con sus suaves ondas rubias y su rostro de Natalie Portman, Emme tenía
todo lo de la chica linda de al lado en ella. Hank era un vampiro, y en este
mundo vampiro era igual a ardiente. No estaba ciega. Sabía que Hank era
atractivo. Pero Hank era un imbécil que se involucraba frecuentemente en un
comportamiento imbécil. ¿Y alguien puede encontrar sexy a alguien así?
Mi hermana era más pequeña que yo por unos centímetros y varios kilos.
No era fuerte físicamente, ni siquiera podía abrir un maldito frasco de salsa de
espagueti. Y si bien su don la convertía en una oponente formidable, su
ingenuidad podía meterla en problemas con alguien como Hank. Parte de mi
instinto protector estaba relacionado con su ruptura con Liam. Adoraba a Liam.
Él habría muerto protegiéndola. Hank… no tanto. Ese imbécil la usaría como
escudo humano sin pensarlo dos veces. Gemí y froté mis ojos. ¿En serio podía
estar interesada en Hank? Al igual que Liam, Hank tenía esa imagen de chico
malo a su favor.
Sin embargo, Liam era pura imagen. Hank de hecho era un chico malo.
Había visto a algunas de las chicas con las que había estado.
1
Lassie’s fallen down a well: Hace referencia al programa de televisión Lassie que originó el
eslogan “Timmy se cayó por un pozo”.
—Celia, no lo hagas, solo… no lo hagas.
—¿Por qué en el solárium? ¿Pensé que solo usaba ese espacio para
ocasiones especiales?
—Es una ocasión especial. ¡Es tu maldita recepción de boda! —Corrió por
el sendero de pizarra murmurando en portugués antes de que pudiera formular
una respuesta. Emme volvió a desplomarse en el banco de piedra. Su expresión
de sorpresa sin duda reflejaba la mía.
—Mira, lo que sea que sucedió cuando me chupó hasta dejarme seca ha
afectado mi cuerpo. No está siendo razonable. ¿Y si mi mente es la siguiente?
No quiero que me envíen a Transilvania en luna de miel.
—Está bien, pero hagas lo que hagas, no nos dejes solos. —Me acerqué a
la casa principal con Emme pisándome los talones. No podía huir de Misha.
Siempre enfrentaba mis miedos. ¿Por qué debería ser esto diferente? Intenté
imaginarme a Misha en mi cabeza solo para prepararme mentalmente. Todo lo
que hizo fue apretar aún más a mis chicas. Me preocupé de que se liberaran del
estrés cuando lo viera.
El aroma de Aric permanecía incrustado en mi ropa. Tomé una
respiración fuerte de mi manga antes de entrar a la cocina brillantemente
iluminada. Su aroma me ayudó a relajarme. Atravesamos la casa y entramos al
solárium. Me detuve debajo del gran arco y maldije por lo bajo. Una orquesta,
completa con un maestro, interpretaba música clásica para la multitud de
vampiros elegantemente vestida. Reconocí a algunos de los forasteros de la
gala.
Eché un vistazo al techo. Querido Dios en el cielo, por favor, evita que
estaque a las Colegialas.
Los labios de Emme hicieron un puchero que llegó hasta los dedos de
sus pies.
Misha entró con un esmoquin negro con cola y una camisa de seda
blanca y pajarita. Su largo cabello rubio caía en cascada sobre sus hombros
anchos como un torrente fluyendo con pecado. Cruzó el solárium y ordenó a los
que estaban delante de él que vieran su belleza. No solo todos lo admiraron,
sino que se inclinaron majestuosamente ante el poder de su atractivo sexual. Mi
corazón se detuvo inicialmente al verlo. Ahora corría a toda velocidad,
martillando al compás de mi lugar feliz al ritmo de la música. Observó mi
apariencia y me lanzó una sonrisa perversa. Una sonrisa que decía claramente:
No importa lo que lleves puesto; de todos modos pronto estarás desnuda.
Maldición.
No funcionó.
—¡Quiero el divorcio!
Nos sentamos con Misha y Hank se nos unió. Hurra. Al segundo plato
comencé a respirar normalmente.
—Lo hago, dulce Emme. Ella no nos reconoce como marido y mujer…
—Entonces, ¿por qué pasar por todos los problemas de tener esta
recepción?
2
El limbo: un baile antillano en el que tienes que pasar por debajo de una barra baja mientras
te inclinas hacia atrás.
noche en que me alimenté de Celia y, por lo tanto, sentí que el matrimonio
debía conmemorarse. Les pareció importante, así que lo permití.
Me aparté el cabello.
—Gatita, sal conmigo un momento. Hay algo que deseo discutir contigo.
Dos sirvientes abrieron las puertas de cristal del piso al techo. Salimos a
una vista espectacular del lago Tahoe, azul profundo bajo la clara noche
estrellada. Cuatro chimeneas al aire libre calentaban el área a pesar del frío
helado. Seguí a Misha hasta el borde y también mi sombra, Emme. Volvió a
mirar atrás cuando la vio, pero su presencia de alguna manera logró deleitarlo.
—Misha, para eso. —Él la ignoró y acarició mi mejilla. Ella estampó su pie
en el suelo, pero apenas lo escuché. Una nube extraña adormeció mis sentidos y
mi razón. Ella tiró de él con más fuerza—. ¡Dije ya basta!
—Ahhhhh.
Besó mi mano, sus suaves iris grises encontrándose con los míos.
—Celia, la otra noche, casi mueres por mí. Lo hiciste no porque estás
atada a mí por la sangre, sino por el tipo de ser que eres. —Su mirada recorrió
la longitud de mi figura—. Sé que tu cuerpo está listo para rendirse ante mí. —
Suspiró—. Pero también reconozco que tu corazón no. Cuando estés lista, en
corazón, alma y cuerpo, estaré esperando.
Misha se levantó y sostuvo mi rostro en sus manos. Sus ojos brillaron con
lágrimas a medida que estudiaba mi rostro. El deseo que había sentido
momentos antes parecía como algo en un sueño imposible. Al ver el alcance de
su gratitud, fue todo lo que pude hacer para no llorar.
H
abía planeado una cena temprana con Aric en nuestra casa en
Dollar Point. Me sorprendió encontrar a Liam en forma de lobo
acostado en nuestro porche. Sus orejas caían contra su cabeza y
apenas parpadeó en mi dirección. La barandilla hacía poco para ocultarlo. Como
no vi ninguna patrulla policial o vehículo de control de animales, supuse que los
vecinos no habían notado al lobo con el corazón roto de 204 kilogramos
descansando en nuestra puerta.
—También te extraña. Esta fue una decisión muy difícil para ella.
—Grrr.
—No te pongas de mal humor, Liam. Puede que no me creas, pero parte
de la razón por la que rompió contigo es porque te ama.
—Woof.
Suspiré.
Liam se paró frente a mí. Humano y desnudo. Salté tan alto que casi dejo
caer el tazón de papas que estaba machacando. Aparté mi mirada.
—Um, Liam…
—Liam, yo…
—¿Sabes que nunca besaba a los chicos en la primera cita?
—Sí, pero…
—Um, yo…
—Y solo mejoró a partir de ahí. La amo, Celia. —Me abrazó más fuerte
contra su pecho y sus partes masculinas—. En serio lo hago.
—Lo siento mucho, Liam. Pero tal vez deberías ponerte ahora unos
pantalones. El almuerzo está listo.
Una guitarra retumbó en los altavoces cuando Aric me enfrentó una vez
más. Tomó mis flores y las dejó en el tocador, luego me acercó a él, rodeando
mi cintura mientras mis brazos se deslizaban alrededor de su cuello. Nuestros
cuerpos se balancearon, moviéndose a la melodía evocadora de “Into the
Mystic”.
—Está bien.
Le conté a Aric sobre la visita de Liam durante nuestra cena a la luz de las
velas.
—Sí, apesta lo suyo con Emme —dijo—. Es una gran chica. No puedo
imaginarlo con nadie más.
—¿Por qué no se lo dijo antes? ¿O romper con ella antes de que las cosas
se pusieran tan serias entre ellos?
No quería tener razón sobre ellos, pero supongo que así era. Me
concentré en nuestras manos juntas. Aric y yo teníamos algo tan especial. Emme
también necesitaba tenerlo.
—No, pero me aulló que eras mi compañera ese día que nos conocimos
en la playa. No sabía qué demonios había pasado. Había escuchado historias de
compañeros reconociéndose entre sí… una mierda sobre mirarse el uno al otro
a través de una habitación llena de gente. Siempre los descarté como
exageraciones de mierda. —Sacudió su cabeza como si intentara despejarla—.
Nunca esperé eso, demonios, nunca te esperé. Todo sobre ti me llamó la
atención de inmediato: tus ojos, tu cara, tu cuerpo, tu aroma, pero cuando me
mostraste esa sonrisa sexy fue todo lo que pude hacer para contener a mi lobo.
Él quería perseguirte. Solamente no quería parecer un acosador.
—Había concertado una cita con ella antes de verte. Solo la mantuve
porque mis Guerreros me obligaron.
Entonces me besó, sus labios suaves y su sabor dulce tan acogedor como
la primera vez que nos tocamos. Ambos respirábamos pesadamente cuando
finalmente se apartó para pasar sus labios sobre mi cuello.
—Mi padre me dijo que pasaría por muchas mujeres. Me advirtió que no
me casara hasta que encontrara a mi compañera. No me explicó cómo te
encontraría; solo sabía que lo haría. —Su mano vagó más arriba por mi muslo.
Gruñó cuando sus dedos encontraron la correa de mi liguero. Estaba tan
excitada que no sabía si sería capaz de parar—. Tenías que ir y ponerte esto,
¿no?
—Lo sé.
—Lo haré.
Aric gruñó.
Mi mano se deslizó por mis senos, aún húmedos por la transpiración del
calor de Aric. Estábamos estacionados en el bosque en la base de Squaw Valley
nuevamente. No me importaba demasiado; era importante ver a Aric de
cualquier forma que pudiera.
Lo que sí me importaba eran las llamadas de Anara y cómo afectaban a
Aric.
—No es asunto tuyo dónde estoy o con quién estoy, Anara. Soy un líder,
no tu maldito sirviente.
Aric tragó con fuerza y sus ojos castaños claros fulguraron con ardor.
—Entonces hazlo.
Aric perdió el control. Me arrancó los jeans y las bragas con un solo
movimiento. Entró en mí, empujando salvajemente. Llegué al clímax
rápidamente a medida que gruñía mi nombre. Fue brusco, duro… y asombroso.
Todo el auto se sacudió salvajemente cuando explotó dentro de mí.
El golpe en la puerta de la casa de huéspedes me salvó de explicarle a
Emme lo que estaban haciendo mis jeans en la basura… y por qué estaban
desgarrados por la mitad. Aric se había disculpado después por “dejarse llevar”.
Dejé en claro que jamás tenía que disculparse por tener sexo alucinante.
—¿No es esta la razón por la que me has entrenado? De modo que, ¿no
necesitaría protección?
Mis hermanas y los lobos ya estaban presentes junto con Tye y los
Antiguos. Su presencia no me sorprendió. Uri lo hizo. También me sorprendió
ver a Bren y Danny. Anara se negaba a reconocerlos como Guerreros de Aric y
nunca les permitía asistir a ninguna reunión. Dios, ¿qué pasó?
—Adelante, Dan.
—La Patagonia es una región que abarca Chile y Argentina, ahí es donde
se encuentra Chaitén. Nuestros espías descubrieron que la Tribu encontró
escrituras para despertar al demonio. —Entonces dejó de sonreír—. Es por eso
por lo que el volcán hizo erupción. Han despertado a Ihuaivulu.
Miré a Koda, Gemini y Liam, esperando que fuera uno de ellos. No esperé
ni me alegró ver a Tye dar un paso adelante, con su hoyuelo desplegado y todo.
Bueno, ahora me imaginaba caminando por las llanuras de África con las
Colegialas Católicas a cuestas. No era una imagen muy bonita. Tampoco lo fue
la forma en que Misha siguió discutiendo con Uri.
Aric fulminó a Tye con la mirada, con suficiente resentimiento como para
arder.
—Ve, Taran. Si vas a hacer esto, es mejor que estés con Gemini.
Emme se retorció las manos nerviosamente. Era raro que las cuatro no
peleáramos juntas como familia. Aun así, ella reconocía la necesidad del poder
de Taran en el equipo de Aric. Intentó sonreír a pesar de su preocupación
evidente. Shayna pasó un brazo alrededor de Taran.
—Ve con ellos, colega. Nos mantendremos a salvo las unas a las otras.
—¿Permites que Gemini esté con Taran, pero no me permitirás estar con
mi esposa?
—Anara, mi compañera…
—Entre otras cosas —agregó Anara con desdén. Aric bramó un horrible
gruñido, sacudiendo la pared de vidrio. Misha me tapó la boca y me arrastró
hacia la puerta cuando Anara se giró hacia Aric.
—¿Esperas que Aric ignore una falta de respeto tan flagrante hacia su
compañera? Anara, suficiente de este comportamiento infantil.
Fue solo porque los gruñidos de Aric cesaron que permití que Misha me
llevara afuera. Me soltó una vez que llegamos a la amplia pasarela al pie de los
escalones de piedra.
—No me importa lo que ese idiota piense de mí. Pero me importa cómo
trata a Shayna y Koda. Es como si su relación no importara. Es un matón y un
elitista, y no puedo soportarlo.
—La piedra. ¿La que se supone que debo buscar? —Agarré a Misha—. Si
la consigo, puedo eliminar a la Tribu de una vez por todas.
Me aclaré la garganta.
—Liam se ofreció a ir. Basado en lo que está pasando entre Emme y él,
desaconsejé eso. Es mejor que pasen un tiempo lejos el uno del otro. De todos,
me gustaría que Gemini te ayude, pero no es justo obligarlo, ya que Taran
estará con nosotros.
—Mira, imbécil. La única razón por la que incluso recibiste ese beso fue
porque te confundí con Aric. Mantén la cabeza fuera de tu trasero y concéntrate
en la misión. ¡Y maldita sea, si te atreves acercarte a mí, te dejaré sin vida!
—No seas imbécil, Bren. Aric no solo se refiere a matar a los miembros
de Tribu —dijo Liam. Echó un vistazo a Emme—. Necesitas tomar en serio toda
la misión.
—No jodas, Liam. ¿Crees que dejaría que les pase algo? Hombre, primero
moriría.
—Eres tan desagradable. —Tenía razón, pero aun así se rio a carcajadas y
también lo hicieron los otros lobos.
—¿Eso es posible? —me preguntó en voz baja. Por qué pensaba que lo
sabría estaba más allá de mí. Todos los demás rugieron de risa al ver mis
mejillas ardiendo.
Extendí mi mano.
Les tendí mis brazos y nos abrazamos entre todas. Los dientes de Taran
se apretaron a medida que luchó contra las lágrimas.
Nos fuimos, sin saber cuándo volveríamos a hablar. Las selvas de África
no eran conocidas por su recepción excelente en teléfonos celulares, y
encontrar la piedra podría llevar semanas. Emme nos condujo en silencio
mientras yo me sentaba en la parte de atrás revisando el papeleo que Aric me
había dado. Salté de mi asiento cuando vi que también me había dejado una
nota.
—Llévame allí.
Corrí a través del frío bosque nevado en la dirección que señaló Shayna.
La puerta del granero se abrió cuando estaba a unos metros de distancia. Salté
a los brazos de Aric que esperaban. Me besó salvajemente mientras pasaba sus
dedos por mi cabello largo, sosteniéndome fuerte y hablando entre
respiraciones desiguales.
—Aric, por favor no hagas nada imprudente. No quiero que nadie salga
lastimado por nuestro deseo de estar juntos.
Había muchas cosas que quería decirle a Misha entonces, pero también
había muchas cosas que podrían malinterpretarse. Pensé que podría salirme con
la mía al darle un abrazo rápido, pero me agarró del brazo, negándose a
soltarme.
—¿Qué?
Él sonrió.
—Me escuchaste.
Su sonrisa se ensanchó.
Sonreí.
—En serio sabes cómo hacer que alguien se sienta culpable. ¿Te
almorzaste a una abuela italiana o algo así?
Misha se rio.
—Sí, pero al igual que el vínculo que tú creaste, se disolverá en unos días.
Me decidí a no estrangularlo.
Maldije a cabo y rabo. Y cedí al final. Misha tenía razón. Necesitaba toda
la ayuda que pudiera conseguir. Y necesitaba proteger a mi familia.
—Muérdeme con tus colmillos y bebe de mí. Cuanto más tomes, más
fuerte serás.
—Te aseguro que será a tu libre voluntad. —Sus ojos se deslizaron por
mi cuerpo—. A menos que prefieras lo contrario.
Me froté la cara.
—Si sabes esto, es aún más razón para dejarme ir y encontrar una chica
agradable con la que establecerte. —Pensé en ello—. Preferiblemente, alguien
menos guarra de lo que estás acostumbrado.
—No eres ni were ni humana. ¿Alguna vez pensaste que solo porque eres
la compañera del sarnoso, él puede no ser el tuyo?
Esa fue una bofetada en la cara que no necesitaba. Mis ojos de tigresa se
clavaron en Misha.
—No tengo ni una sola duda que pertenezco a Aric. Sin importar lo que
pase.
3
Conde Chocula: Count Chocula, variedad de cereal Monster con Marshmallow.
tremendo bulto en sus pantalones me advertía obviamente que era por razones
muy, muy diferentes.
—Tengo que irme. —Era horrible. No podía creer que hubiera dejado que
Misha me convenciera de esto, este fiasco de toma de sangre al estilo S&M.
Salté hacia la salida y, sin querer, arranqué la manija y parte de la puerta cuando
la abrí. Observé las partes como una idiota y luego a Misha. Quien observaba
los restos de su puerta.
Tye, en todo caso, parecía aburrido. Estiraba su largo cuerpo sobre uno
de los sofás como si tomara el sol en la roca donde Rafiki presentó a Simba. Su
cabello rubio platinado se desplegaba sobre la microfibra y su pecho subía y
bajaba mientras dormía. Un león típico.
Chang entrecerró sus ojos para mirar sus cartas y palmeó la espalda de
Bren en tono de disculpa.
—¿Lo entendiste?
No podía creer lo que veía cuando Bren arrojó sus cartas sobre la mesa.
Tomó el lugar de Shayna y se sentó junto a Ying-Ying, al principio para ayudarla
con el juego. No le llevó mucho tiempo coquetear, burlarse y encantarle. Ying-
Ying se rio ante la atención de Bren. Sacudí mi cabeza. Solo él podría quitarle
los pantalones de yoga a alguien sin siquiera hablar su idioma.
Me encogí de hombros.
—No.
—No. Como carne, pero me gustan demasiado los animales como para
matarlos.
—Um…
—¿Está aquí para hacer yoga? —Tye dejó escapar una cadena de
palabrotas—. ¡Esto es una pesadilla! ¿Cómo vamos a conseguir la piedra si estoy
ocupado de niñera?
Tye gruñó.
Tye agarró una manta y una almohada y se arrojó sobre el sofá dándonos
la espalda. Resultó que no estaba tan impresionado conmigo después de todo.
Asentí.
El ceño de Tye se relajó en algo que pareció shock. Supongo que nadie
se había molestado en contarle nada sobre mí, excepto que deberíamos tener
cachorros juntos.
—Dijiste “nuestro primer”, ¿en cuántos hogares de acogida terminaron?
—Solo uno más. Ana Lisa, nuestra madre adoptiva, nos conservó y nos
dio un hogar real. Su casa solo tenía dos habitaciones, de modo que volvimos a
compartir habitación. —Mis dedos trazaron el alféizar en un intento de
distraerme de mi incomodidad creciente.
—No, siempre hemos sido cercanas. —Me escabullí del sofá y desaparecí
en el baño, consciente de la mirada de Tye siguiéndome.
Esperé fuera de la puerta del baño cuando terminé. Tye yacía sobre su
cama, apoyando su peso en un codo. Me observó, como si esperara algo
extraordinario. Regresé a la cama sin decir una palabra, esperando que
entendiera que ya no deseaba hablar de mi pasado ni de nada más.
Nuestro avión se elevó por los cielos durante diez horas más antes de
aterrizar en un aeropuerto pequeño en Arusha, Tanzania. Eran las once de la
mañana en Tahoe, pero las nueve de la noche en Arusha. Al parecer, el mal no
simpatizaba con el desfase horario. Tomamos nuestros bolsos y salimos del
avión apresuradamente. Solo porque era de noche no significaba que podíamos
parar a descansar.
Froté mi piel, sintiéndome pegajosa por el calor seco que se abría paso
por mis poros a pesar de la ausencia de luz solar.
Tye se rio.
—Mi abuela solía volar por todo el mundo. Ella comenzó a enseñarme
cuando tenía seis años. Conozco mi camino por el aire, a veces incluso mejor
que en tierra. —Sus dedos juguetearon con una perilla antes de girar el control
e inclinar el avión ligeramente hacia la derecha—. África y yo somos viejos
amigos. He volado aquí al menos una docena de veces.
Observé sus movimientos de cerca, sabiendo que si dependía de mí volar
el pequeño avión, todos simplemente tendríamos que morir.
—¿Por qué?
—Porque lo disfruto.
—Palomita, soy un león. Quería rastrear mis raíces animales. ¿Nunca has
pensado en volver a la patria?
—Así que, hay una personalidad muy por debajo de ese exterior duro.
—Es difícil creer en alguien que lleva una comadreja muerta alrededor
del cuello y botas vaqueras de cebra.
—No es tan mala. De hecho, es una chica buena, solo un poco peculiar.
—¿La conoces?
—Sí, lo somos. —Sonrió con cariño como si recordara algo, pero luego su
sonrisa se desvaneció cuando habló—. Mis padres son puros y siempre se han
codeado con la élite. Los padres de Destiny son brujas famosas. Cuando nació,
supieron de inmediato que era Destiny.
—No me jodas.
—Dale una oportunidad, Celia. Es una chica buena con una carga pesada
sobre sus hombros. Desde su nacimiento, sus padres siempre han arrojado su
poder en los rostros de las personas. Ha sido difícil para ella hacer amigos.
Nunca pensé que podría relacionarme con Destiny, pero entonces lo hice.
Los amigos no fueron un asunto fácil para mí. No me había detenido a pensar
cómo le iría a alguien como ella.
Me alejé de él.
—Creo que solo es una cosa de gatos. No creo que haya muchos de
nosotros por aquí.
—¿Cómo alguien que se ha apareado con un lobo y que vive con uno de
los maestros más mortales de la tierra puede ser tan tímida?
—¡La Tribu sabe que estamos aquí! —gritó—. ¡Prepárense para saltar!
Capítulo 28
T
odos en la parte de atrás se apresuraron a buscar paracaídas. Me
desabroché y me apresuré a ayudar, mientras Tye luchaba por
mantener nuestro avión en el aire.
—Bren —dijo.
—No. No, no, no, no. —Extendió las manos intentando bloquearla. Vi con
horror cómo la pequeña yogui empujó a mi amigo extra grande en el aire antes
de zambullirse tras él. Su risa maníaca explotó abiertamente, ahogando los
gritos de Bren mientras volaba hacia él.
Tye gruñó.
—¡A la mierda con eso! —gritó Tye—. Ve con Emme, Dan. Van a
necesitarte para encontrar la piedra. Celia se convertirá en águila y nos llevará
volando.
—¡Nunca dije ser un águila! Solo logré cambiar por completo una vez e
incluso entonces solo fue por unos segundos.
Me puse de pie y traté de quitarme las hojas y las ramitas del cabello.
Estaba sacando lo que esperaba fuera una semilla gigante de mis rizos cuando
noté que la expresión de Tye se había transformado de hombre furioso a
adolescente hormonal. Me observaba sonriendo. Me di cuenta demasiado tarde
que estaba parada allí desnuda.
—¡Están en problemas!
Los lobos de Danny y Bren se unieron para jugar al tira y afloja con las
serpientes, rasgando a las serpientes por la mitad. La sangre bombeó de los
restos sin vida, irritando al lobo de Bren y haciéndolo aullar.
—Creo que invadió el alma de esa otra serpiente. Debe haber muerto
cuando Shayna la mató —susurró.
Tye sonrió, complacido con su habilidad para hacer que las chicas Wird
se pusieran rojas.
Tanzania era hermosa; solo deseaba haberla disfrutado más. El cielo azul
claro no contenía nubes, solo un sol brillante golpeando nuestras espaldas. Bren
llevó a Emme la mayor parte del camino; su falta de atletismo le obstaculizó
hacerlo por su cuenta especialmente dado el terreno accidentado. Shayna luchó
por mantener el ritmo, y también Danny. Pero su esencia de hombre lobo les
dio el impulso suficiente para seguir de cerca.
Avanzamos por un camino de tierra y pasamos un lago lleno de
flamencos. Tomaron vuelo cuando nos acercamos, asustados de los
depredadores que sintieron dentro de nosotros. Un par de hipopótamos nos
observaron desde el agua, tan natural aquí como los patos en casa. Incluso
atrapamos una leona hermosa y tres cachorros cruzando el camino delante de
nosotros. Todos se sorprendieron gratamente, excepto Tye. Se mantuvo
indiferente, pero el brillo en su sonrisa exponía su amor por la tierra.
Otro demonio apuntó a la misma familia. Corté su cuello antes de que los
alcanzara. La sangre de la madre y la hija debe haber despertado a las criaturas.
Seis niños demonio más pequeños se acercaron, con una espesa saliva negra
goteando de sus largos colmillos amarillos y bocas codiciosas. Me posicioné
entre ellos y desaté un gruñido feroz. De ninguna manera dejaría que estos
imbéciles dañaran a esta familia.
Bren y Tye saltaron sobre los demonios intentando volar con los niños y
les arrancaron las alas. Los demonios cayeron retorciéndose en el suelo,
llegando a su fin cuando los nativos los apuñalaron hasta la muerte con sus
lanzas.
Por encima de mí, la madre cuya hija había salvado sostenía la lanza que
le atravesó el cráneo.
—No puedo mirar —escuché decir a Bren por encima del zumbido en
mis oídos.
—Los Maasai dicen que todos los parques vecinos han sido evacuados
por lo que creen que fueron ataques de leopardos. Huían cuando se
encontraron con los niños demonio. La Tribu obviamente está cerca. Sea falso o
no, se están acercando a esa maldita piedra. Tenemos que llegar al jodido cráter
antes de que sea demasiado tarde.
—Koda me enseñó. Dijo: “Nena, cada chica necesita saber cómo hacer
tres cosas: defenderse y cablear un auto”.
Shayna se deslizó por debajo del tablero cuando el motor rugió a la vida.
Su sonrojo y sonrisa me dijeron más de lo que necesitaba saber.
Tye me persiguió.
—Celia, ¿qué demonios estás haciendo?
—¿Qué?
Me desmaterialicé bajo tierra y emergí detrás del macho más grande. Las
yemas de mis dedos tocaron suavemente su vientre arrugado. Sacudió la cola,
pero no respondió por lo demás. Me concentré en absorber su esencia, tal
como Misha me había enseñado. Algo se activó dentro de mí, similar a la
sensación que tuve cuando conecté con el águila por primera vez. Suspiré con
alivio. Gracias, grandote.
Danny revisó sus notas y nos dirigió al cráter. Incluso con Shayna
conduciendo, tardamos casi dos horas en llegar a la base. Cuando finalmente
llegamos a nuestro destino, salimos disparados del SUV como si se hubiera
incendiado. Danny corrió adelante y buscó entre los muros altos después de
otra mirada a sus notas.
—Puede que solo sean los guardaparques revisando las cosas, pero no
esperemos para averiguarlo. —Se desnudó y arrojó su ropa al suelo—. Celia, tú
y yo subiremos. El resto de ustedes vigilen. —Cambió y trepó rápidamente a lo
largo de la pared del cráter en ruinas. Me quité mis zapatillas y emergí mis
garras delanteras y traseras. Me echó otro vistazo más cuando lo alcancé con
facilidad, devolviendo mi sonrisa con la de su bestia. Me reí. Incluso su león
tenía un hoyuelo.
—Su avión aterrizó allí. ¡Vamos! —Arrastró a Emme con ella y Bren salió
corriendo. Danny los persiguió, llevando a Ying-Ying y Chang. Cambié a mi
tigresa y llevé a Tye humano y desnudo en mi espalda. Arrasaba a través de la
vegetación, pero los disparos detrás de nosotros me motivaron a correr aún
más rápido.
—No es así como imaginé nuestra primera vez juntos. Quiero decir, sabía
que estaría arriba, pero esto es extraño.
Deseé poder comunicarme con él solo para decirle que se callara. Pero a
diferencia de Tye, no parecía poseer esa habilidad.
Ahora bien, no sabía ni una palabra de coreano, pero creo que Chang
dijo el equivalente de “¡Jódanse!”
Tye usó el teléfono celular de Shayna para organizar con avión de Misha
para encontrarnos en la pista de aterrizaje de Manyara. Ya no nos importaba
pasar desapercibidos. Solo teníamos que llegar a Chaitén.
Casi le digo a Tye que una vez quité media docena de balas del cuerpo
de Gemini. Pero luego pensé en el comentario que había hecho sobre “nuestra
primera vez” y “sabía que estaría arriba”. Así que, en lugar de intentar aliviar su
ansiedad, miré a todos los demás.
—Sujétenlo.
—Absolutamente nada.
—De nada.
Tye inmediatamente estrechó mis hombros una vez más y fijó su mirada
en la mía.
Tye dijo “cenar” como la mayoría de los hombres decía “cama”. Me alejé
de él cuando un profundo gruñido sádico atravesó mi mente. Por la sonrisa en
la cara de Tye, también lo había escuchado. Una neblina blanca me rodeó,
haciéndome brillar. Me asusté.
—¿Qué demonios?
—¿Estás bien?
—No, cariño, soy solo yo. —No me gustaron las arrugas profundas
frunciendo su frente. Parecía estar sufriendo, pero entonces, sonrió y se
incorporó. Me estiré de nuevo y busqué unas galletas para calmar mi estómago.
Si no dormía pronto de forma decente, mi cuerpo iba a volverse contra mí.
—¿Koda?
Salí del agarre de Bren, gritando por encima de los sollozos de Shayna.
—¿Me estás diciendo que están heridos y aun así los están enviando a
pelear?
El silencio que llenó el aire amenazó con ahogarme. Las lágrimas corrían
por la cara de Shayna y sus ojos me suplicaron que le dijera que había oído mal:
que Taran estaba a salvo y que nuestros compañeros no habían sido dañados.
Sabía esto porque también quería escucharlo. Quería que todo fuera un sueño
horrible. Pero no era así. Su amor y el mío estaban sufriendo, y nuestra hermana
estaba en peligro. Sufrían solos y no había nada que pudiéramos hacer… por
ahora.
—Celia, ¿y si mueren?
—¿Estás bien?
Los últimos minutos fueron los más largos de nuestro viaje; incluso Ying-
Ying no podía quedarse quieta. Estábamos ansiosos, enfurecidos y listos para
pelear. Al momento en que nuestro avión se detuvo, corrimos hacia el
helicóptero con Tye a la cabeza. No había nadie allí para recibirnos; solo una
nota pegada a la ventana con coordenadas a Chaitén anticipaba nuestra
llegada.
—En serio espero que sea solo el volcán en erupción —dijo Bren.
—Parece que estamos solos. Cualquiera que no esté listo debe bajarse
ahora. —Se cernió sobre el campamento mientras yo me deslizaba hacia atrás y
abría la puerta.
—Orgulloso —dijo.
Ying-Ying asintió.
—Chica buena.
—Yo…
Apoyé mis palmas contra la puerta y dejé caer la cabeza. Dios, por favor,
mantenlos a salvo. No te los lleves todavía. El mundo es un lugar mejor con ellos
aquí.
Me puso de pie.
—Aún no.
Estaban a salvo, pero los demás no. Ihuaivulu estrelló una de sus cabezas
contra el helicóptero y lo catapultó fuera de control. Bren, quien colgaba de los
polines, cambió y saltó al suelo tras de la piedra caída.
Taran surgió en una colina frente a nosotros, flotando sobre el suelo con
sus ojos de cristal fijos en Ihuaivulu. Gritaba mientras los meteoritos de fuego
salían arrancados desde su núcleo y contra su objetivo. El demonio atrapó las
bolas de fuego y las tragó enteras. Taran estaba en problemas.
—Voy a volver.
Misha lo interceptó.
—Oh, Dios mío, Celia. ¡Pensé que nunca más volvería a verte!
Mi voz tembló.
Se me doblaron las rodillas cuando volví a ver a los weres con las
extremidades faltantes. Esperaban a la intemperie, no en tiendas… lo que
significaba que ellos estaban en mejor forma.
—Te llevaré con ellos. Pero Aric especialmente no está… bien. —Me llevó
a las filas de tiendas de campaña, deteniéndose afuera de una de las más
grandes.
Nada podría haberme preparado para esto. Jadeé horrorizada. Y fue todo
lo que pude hacer para no gritar.
La mitad del cuerpo de Koda ardía con furiosas ampollas rojas listas para
estallar, pero el resto de su cuerpo estaba en condiciones mucho peores. Su
lado derecho se asemejaba a un grueso cuero carbonizado, con un diseño muy
parecido a las escamas de una serpiente. Su ojo derecho se había cerrado
hinchado y había perdido una oreja. Y su cabello, una vez largo, grueso y
sedoso, ahora estaba chamuscado o faltando en las secciones de su cuero
cabelludo quemado. Se encorvaba en agonía.
Y aun así le había ido mejor que a Aric.
—Oh, Dios mío, no. ¡Cachorrito, no! —Sus gritos golpearon mi pecho
como ráfagas vengativas. Intentó alcanzarlo, pero se retiró. Sus ojos recorrieron
sus quemaduras, sin saber si tocarlo.
—Celia… Celia, ¿estás bien? Jesús. Celia, solo respira, cariño. Solo respira…
Oh, Dios. Cariño, por favor cálmate… juro que vamos a superar esto…
—¿Screeech?
—No se desmaterializó con nosotros. Tiene que estar del otro lado.
Regresa. ¡Regresa!
La forma del león de Tye salió a toda velocidad por la piedra. Su pelaje
blanco haciéndolo casi invisible contra la ceniza, pero era solo cuestión de
tiempo antes de que las cabezas restantes de Ihuaivulu lo vieran.
—¡Hijo de puta!
—Aric.
—Estoy diciendo que puedes elegir a Tye, Misha o a quien quieras. Solo
quiero que seas feliz.
—¿Aún me quieres?
Lo atraje hacia mí y encontré sus labios con los míos. Gruñó de dolor,
pero me negué a soltarlo. En cambio, mi beso se volvió más apasionado.
—¿Qué pasó con los miembros de Tribu que custodiaban la otra piedra?
Tal vez nos pueden decir algo.
Gemini acarició su perilla cada vez más gruesa con su índice y pulgar.
Además de algunas quemaduras leves en sus antebrazos y espalda, su cuerpo
se había salvado.
Parpadeé para contener las lágrimas. Desde que regresamos del bosque,
Aric había mantenido su distancia. Entendía por qué. No teníamos el lujo de
estar juntos como Shayna y Koda. Pero me necesitaba a su lado. ¿Acaso los
Antiguos no podían concedernos al menos eso? Rocé mi mano sobre la suya
antes de acercarme a Emme.
Me limpié mis ojos solo para esparcir más de esa ceniza miserable que
seguía cayendo. Mi tigresa se paseaba de un lado a otro con la necesidad de
abandonar este páramo y regresar a Aric. Me llevó un momento calmarla lo
suficiente como para centrarme en los líderes y las palabras que estaban
compartiendo con la multitud reunida. Martin y Uri agradecieron a los
sobrevivientes por su coraje y sacrificio. Sus palabras fueron esperanzadoras y
alentadoras, y sobre todo sinceras.
Mi jadeo fue apenas audible por encima del alboroto que siguió. Martin
se adelantó de inmediato y murmuró algo bajo en el oído de Anara, sus cejas
anguladas iluminando su disgusto con Anara. Anara mantuvo su atención en mí,
negándose a reconocer una sola palabra. ¿Era tan arrogante? Beta purasangre o
no, Anara no era más fuerte que su Alfa.
—La Alianza siente que, dado que salvó al mundo de Ihuaivulu, lo menos
que el gobierno chileno puede hacer es pagar la limpieza.
—Tienes toda la puta razón, pueden hacerlo. —Su cabeza se giró hacia
un lado, donde un vampiro estaba saludando desde la cama de una camioneta
maltratada—. Vamos, es nuestro turno de irnos. —Aunque estaba ansiosa por
dejar la destrucción muy por detrás de ella, esperó a que me uniera a su lado—.
¿Cómo te va?
Su agarre se apretó.
—Y no pienses que se acabó, Ceel, porque no es así. Los hemos
golpeado magistralmente y los hemos enviado corriendo. Pero cualquier cosa
que quede de ellos, bueno maldita sea, aún están por ahí. Seguirán viniendo a
por ti. Así que, tienes que estar atenta y mantente fuerte. —Hizo un gesto hacia
donde Aric y Koda habían desaparecido—. Y lucha por los que amas.
Esperé hasta que alcanzamos altura. Luego esperé otra media hora más.
Aric nunca se unió a nosotros. Mi ansiedad empeoró y pateó mi paciencia a un
lado. Agarré el conjunto de pantalones cortos y camiseta I LOVE CHILE que me
habían dado y entré en la pequeña suite. Todas las luces estaban apagadas. No
me molesté en encenderlas. Llamé a la puerta del baño, una, dos veces. No
respondió, pero incluso a través de la puerta pude oler el aroma persistente de
su carne quemada.
Aric ni se esforzó por quitarse su ropa, así que lo hice por él. Se quedó
inmóvil mientras pasaba la camisa por su cabeza, pero cuando intenté
desabrochar sus pantalones cortos, agarró mis muñecas.
—No, amor.
No había mucho espacio. Puse mis piernas entre sus rodillas y lavé lo que
quedaba de su cabello. Mis pechos colgaron cerca de su cara, pero él mantuvo
su cabeza alejada de mí. Cuando terminé, besé sus labios y me concentré en el
resto de su cuerpo. Intenté no reaccionar con dolor cuando mis dedos
recorrieron los gruesos surcos de su piel acumulando el agua.
Aric había arrojado sus pantalones cortos y se cubría la cintura con una
toalla, una toalla que hacía poco para ocultar la tensión creciente de su
excitación. Las yemas de mis dedos se deslizaron de arriba hacia abajo a lo largo
de la larga botella de loción y mi voz ronca cayó en un susurro seductor.
Aric alcanzó mis senos. Me estremecí un poco cuando los bordes afilados
de sus dedos dañados arañaron los picos. Su deseo lo distrajo, y no se dio
cuenta. Pero cuando su mano se deslizó entre mis piernas, no pude ocultar el
dolor bajo su toque.
Nos miramos el uno al otro por lo que pareció demasiado tiempo hasta
que mi necesidad de sentir sus brazos alrededor de mí empujó la tensión del
momento a un lado. Me agaché de modo que nos acostáramos uno frente al
otro, y me acurruqué contra él.
Esperamos en silencio, los dos buscando algo que decir. Sin embargo, ni
siquiera nuestras bestias pudieron darnos el conocimiento para formar las
palabras correctas. Aric se estremeció una vez antes de que el aroma de sus
lágrimas escociera en mi nariz.
Emme tenía razón. Solo Dios sabía qué infecciones extrañas podríamos
haber contraído de todos nuestros recorridos. África sola tenía una lista
creciente de afecciones aterradoras.
—No lo sé.
—Aric, vamos a resolver todo esto, ¿de acuerdo? Tienes que creerme.
Lo dijo, y tal vez lo dijo en serio, pero sus palabras sonaron más bien
como una despedida. Cuando subí a la limusina de Misha, era un desastre
absoluto. Quería estar con Aric. Quería cuidarlo. Y quería que supiera que nunca
me rendiría. En cambio, tuve que verlo irse sin mí.
—¿Será permanente?
—Estoy aquí para decirte que, si alguna vez vuelves a ver a Aric, yo…
FIN
Guía del Lector
Alma gemela. Compañera, pareja o ser que un licántropo amará y con
quien compartirá su alma por la eternidad.
Antiguos. Gobernadores de los clanes de los hombres lobo. Cada clan es
liderado por tres antiguos: un Alfa, un Beta y un Omega. El Alfa es el líder
supremo. El Beta es el segundo en comando. El Omega resuelve las disputas
entre ellos y tiene la habilidad de calmar cuando suelta pequeñas partes de su
alma armoniosa, o a través del sentido del humor entretejido con magia. El
Omega posee raros dones y casi siempre es volátil, egoísta y de cuestionable
lealtad.
Aquelarre. Comunidad donde habitan las brujas.
Bruja. Ser nacido con el poder de ejercer el arte de la magia. Adoran a la
tierra y la naturaleza. Las brujas puras no tomarán parte de un sacrificio de
sangre. Ellas cultivan la tierra para hacer crecer plantas que serán utilizadas en
pociones y usan amuletos y talismanes para amplificar su magia. El involucrarse
de la forma equivocada con una bruja es atenerse a las consecuencias de la ira
colectiva de todo su aquelarre o comunidad.
Cambiar. El transformarse de un ser a otro, típicamente de humano a
bestia, y viceversa.
Cambiantes. Son criaturas malvadas e inmortales que pueden tomar
cualquier forma. Son nacidas brujas, pasan años buscando inocentes para
sacrificarlas a una deidad oscura quienes les dan grandes poderes en cambio de
su humanidad, y ellas en cambio, la inmortalidad. Los cambiantes pueden
comandar cualquier formar y son las más letales y fuertes de las criaturas míticas.
Clan. Grupo de Hombres Lobos o licántropos liderados por un Alfa. Los
tipos de clanes difieren dependiendo de las especies. Los clanes de los Hombres
Lobo son llamados “manadas”. Los Hombres León pertenecen a los “grupos”.
Clanes Vampiros. Familias de los vampiros liderados por un Maestro
Vampiro. Los Maestros también pueden controlar, comunicarse y castigar a sus
lacayos a través de la telepatía mental.
Consejo Were de Norte América. Cuerpo de gobierno de los were de
Norte América, liderado por un presidente y varios miembros del consejo.
Creatura. Es el vástago de un Señor Demonio y un licántropo.
Damtem Animam: Dador de Alma. Un raro ser capaz de devolverle el
alma a un Maestro Vampiro. Un Maestro con alma es más poderoso que
cualquier otro vampiro en existencia, pues él o ella está en balance con la vida y
la muerte a la misma vez.
Demonios. Criaturas que residen en el infierno. Solo los demonios más
fuertes pueden vivir para asechar la tierra, pero su tiempo es limitado; el poder
del bien los obliga a regresar.
Guarida. Escuela donde los jóvenes licántropos entrenan y aprenden a
luchar en orden para ayudar a proteger la tierra del mal místico.
Desmaterializarse. Es la habilidad de Celia para desvanecer su cuerpo en
partículas diminutas. Su don le permite viajar de forma subterránea y a través de
suelos, concreto o rocas. Celia también solo puede desmaterializar un limitado
número de seres. La desventaja incluye no ser capaz de respirar o ver hasta que
surja a la superficie.
El Poder del Bien. Aquel que encierra la tierra y que hace a los demonios
alejarse de permanecer entre los vivos.
El Poder de la Luz. Es el bien que se encuentra dentro de cada mortal.
Aquel que combate la oscuridad.
Enfermedad Lunar. Equivalente licántropo de la sed de sangre vampiro.
Lanzada por una maldición a través de un hechizo poderoso. Causa un dolor
indescriptible. Ataca el sistema nervioso central de un licántropo, haciendo
al Hombre Lobo más fuerte y violento, conduciéndolo a asesinar y matar. No se
conoce cura.
Gran Maestro. Es el Amo de un Maestro Vampiro. Los Grandes Maestros
son las criaturas más poderosas de la tierra. Usualmente matan a los Maestros
Vampiros que fueron creados por ellos para consumir sus poderes.
Grupos. Específicamente manada o familia de leones.
Hombre Bestia. Predador sobrenatural con la habilidad de cambiar de
humano a bestia. También denominados en oportunidades como were. Son
considerados los Guardianes de la Tierra en contra del mal místico. Consiguen su
primera transformación a los seis meses luego del primer año a su nacimiento.
Mientras más jóvenes son a la hora de su primera transformación, más poderosos
serán. Los were también poseen la habilidad de sanar sus heridas. Pueden vivir
hasta la primera luna llena seguida a su cumpleaños número 100. Pueden morir
por la destrucción de sus propios corazones, decapitación o si sus cuerpos son
totalmente destruidos. La única vez que un were puede transformarse
parcialmente es cuando él o ella intentan convertir a un humano. Un humano
convertido conseguirá su primer cambio para la próxima luna llena.
La Fuerza. Habilidad de Emme Wird para mover objetos con su mente.
La Llamada. Habilidad de una criatura sobrenatural para alcanzar a otra, a
través de sus pensamientos o sonidos. Un vampiro puedo hacer su llamada
mediante la transferencia de un poco de magia a la piel del ser receptor.
Licántropos. Por definición, son aquellos hombres o mujeres que pueden
cambiar o transformar sus cuerpos a un animal, y viceversa, específicamente en
lobo.
Líder. Licántropo purasangre a cargo de delegar y planear ataques en
contra del mal que amenaza la tierra.
Los Oscuros. Criaturas consideradas puramente malas, tales como los
cambiantes o los demonios.
Maestro Vampiro. Vampiro con la habilidad de volver a un ser humano
en un vampiro. Los Maestros son inmunes al fuego y a la luz del sol proveniente
de la magia, y típicamente poseen tremendo poder. Solo un Amo u otro ser
sobrenatural letal puede matar a un Maestro Vampiro. Si un Maestro mata a otro,
el vampiro victorioso adquiere su poder, riqueza y lacayos.
Misericordia. Ruego por piedad en un duelo.
Mortem Provocatio. Es una pelea a muerte.
Niño demonio. Es el engendro de un Señor Demonio y una mujer mortal.
Los niños demonios son de limitada inteligencia y se basan principalmente en sus
instintos depredadores.
Oro. Elemento metálico; fue maldito hace mucho tiempo y tiene efecto
dañino en los licántropos, vampiros y en los Oscuros. Las criaturas sobrenaturales
no pueden sostener el oro sin sentir el efecto venenoso de la maldición. Una bala
de oro puede explotar el corazón de una criatura sobrenatural como una bomba.
El oro en contra de la piel tiene un efecto mordaz.
Puros o Purasangres. Licántropos de generaciones familiares compuestas
solo por licántropos. Considerados “reales” entre los hombres lobo, y llevan sobre
sus hombros la responsabilidad de su especie. La unión entre dos purasangres es
la única forma de garantizar la concepción de un niño licántropo.
Reclamo. Método por el cual un licántropo consume la unión con su alma
gemela.
Sed de Sangre Aguda. Una condición que ocurre cuando un vampiro
pasa demasiado tiempo sin consumir sangre. Aumenta la sed del vampiro a
niveles letales. Es remediado cuando se alimenta al vampiro.
Sed de Sangre Crónica. Una condición causada por una maldición
lanzada a un vampiro. Hace que la sed del vampiro por sangre sea insaciable y
conduce al vampiro hacia la locura. El vampiro aumenta en tamaño por la gran
ingesta de sangre y asume rasgos deformes. No hay cura.
Señor Demonio. Engendro de una madre bruja y un demonio. Poderosos,
astutos y letales. A diferencia de los demonios, cuyo tiempo en la tierra es
limitado, los Señores Demonios pueden permanecer en tierra indefinidamente.
Solis Natus Magicae. Término propio para la luz del sol nacida de la
magia, creada por un portador de hechizos. Considerado luz “pura”. Capaz de
destruir a los que no sean Maestros Vampiros y/o a los demonios. En grandes
cantidades también puede matar a los cambiantes. Deja indefenso al portador
una vez que ha sido utilizada.
Solitario. Licántropo que no pertenece a ningún clan, y por tal razón no
está obligado a proteger la tierra del mal sobrenatural. Son considerados de clase
baja por aquellos que sí están dentro de clanes.
Susceptor Animae. Ser capaz de tomar el alma de alguien, tal cual podría
ser la de un vampiro.
Transformar. Acto de convertir a un ser humano en un licántropo o
vampiro.
Vampiro. Ser que consume sangre de los mortales para sobrevivir. Son
hermosos y atrayentes, y nunca aparentan más allá de 30 años. Son inmunes a la
luz del sol a menos que sea creada con magia. También son inmunes a objetos
de fe tal como las cruces o crucifijos. Pueden morir por la destrucción de sus
propios corazones, decapitación o fuego. Los Maestros Vampiros o vampiros de
unos cientos de siglos de años solo pueden ser totalmente destruidos cuando sus
corazones y cabezas son removidos de sus cuerpos.
Velum. Velo conjurado por el arte de la magia.
Were. Traducido a veces como “Hombre o Mujer”, implica la habilidad de
una persona para cambiar a otra forma, por lo general una bestia, encontrándose
distintas variedades incluyendo a los Hombres mapache, Hombres león, Hombres
rata, Hombres lobo, entre otros.
Próximo
libro
J
usto cuando Celia piensa que
el mundo sobrenatural no
puede volverse más mortífero,
surge un rival nuevo, que demuestra lo
peligroso que puede ser un were
hambriento de poder.
Desde que fueron maldecidas con habilidades únicas, Celia Wird y sus
tres hermanas han luchado contra los sobrenaturales más sanguinarios de la
región del lago Tahoe. Pero la mayor amenaza de Celia es alguien de quien
nunca habría sospechado: Anara, un hombre lobo Antiguo que ha permitido
que su odio por Celia se salga de control. En una jugada por el dominio, Anara
tortura a Celia y le da un ultimátum: cortar su vínculo de compañeros con Aric
un were purasangre, o Anara matará a todos los que ama.
Weird Girls #4
Sobre la autora
C
ecy Robson es la nueva autora New Adult de la serie de fantasía
urbana Once Perfect, Once Loved and Once Pure, así como autora
galardonada por Weird Girls. Una profesional Napper auto
proclamada, Cecy cuenta entre sus muchos talentos un conocimiento
asombroso de trivia inútil, la capacidad de hacer grandes peinados con su
cabello, y una habilidad para romper a cantar a pesar de las protestas
vehementes de su familia. Una escritora a tiempo completo, enfermera, esposa
y madre que vive en el Gran Noroeste, Cecy disfruta pasar tiempo con su familia
y silenciando a los parlanchines personajes en su cabeza al contar sus historias.
Créditos
Moderación
LizC
Traducción
LizC
Corrección
Imma Marques
Indiehope
Mari NC
Nanis
Vickyra
Recopilación y revisión
LizC
Diseño
Evani