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ELLA ES MÍA

Iris Montes Meseguer


Para Gabriel por ser mi ángel de la guarda.
© Montes Meseguer, Iris [Primera edición: Junio de 2020]

ISBN—

Impreso por Amazon.

Todos los derechos reservados


Índice:

Capítulo 1: 9

Capítulo 2: 18
Capítulo 3: 28
Capítulo 4: 35

Capítulo 5: 42

Capítulo 6: 48
Capítulo 7: 54

Capítulo 8: 61

Capítulo 9: 68
Capítulo 10: 74

Capítulo 11: 81
Capítulo 12: 87

Capítulo 13: 95

Capítulo 14: 100

Capítulo 15: 106


Capítulo 16: 112

Capítulo 17: 118

Capítulo 18: 124

Capítulo 19: 130

Capitulo 20: 136


Capítulo 21: 142

Capítulo 22: 148

Capítulo 23: 154

Capítulo 24: 162

Capítulo 25: 168

Epílogo 1: 174
Epílogo 2: 178
Capítulo 1

Wendy

—Otro día más en soledad. Estupendo. —Murmuré mirándome en el


espejo que tenía colocado frente a la cama de matrimonio de mi cuarto. No
tener con quien compartirla no significaba, de ninguna manera, tener que
dormir sin poder estirarme.
Tenía el pelo caoba enredado. Quizá la peluquera que tenía el
establecimiento debajo de mi apartamento tenía razón y dejarme el pelo tan
largo que llegase al inicio del coxis no era tan buena idea. Aún así, tener el
cabello de esa manera junto a mis ojos verdes era lo único que me
confirmaba que era hija de mi madre. Por alguna razón, aunque hacía
muchos años que me había abandonado sin explicación dejándome la casa
como única propiedad y obligándome a buscar trabajo para poder subsistir,
tenía la sensación de que mi infancia había sido feliz.
Desayuné como si tuviera que parar un tren con mi fuerza. Había quien
decía que era bueno hacerlo así porque era la comida más importante del
día. Mi realidad era algo distinta ya que si no me alimentaba a primera hora
de la mañana luego no tendría a penas tiempo. ¡Y no me podía quejar!
Llevaba cinco años trabajando en la misma cadena de comida rápida ultra
procesada. Myrna, la jefa del local, me había dado la oportunidad a mis
diecisiete años cuando los demás no lo hicieron. Mi madre no podía haberse
esperado un solo año para dejarme, al menos, siendo mayor de edad.
Me enfundé los pantalones negros de áspera tela y múltiples bolsillos.
¿No podían simplemente ponernos un letrero debajo del nombre que
pusiera “Los empleados no ligan”? Sería casi igual de efectivo que
ponernos la ropa anti sexualidad que nos hacían llevar. El polo verde era
unisex y, a pesar de que mi pecho no era pequeño, parecía inexistente. Por
suerte para mí, nunca entraba nadie que mereciera la pena. Tampoco era
como si alguna vez hubiera tenido tiempo para todo aquello.
Bajé por las escaleras. Los ascensores de aquellos edificios viejos eran
una buena idea si deseabas quedarte un par de horas encerrada. La calle me
recibió con un color grisáceo nada feliz. Siempre parecía invierno en
aquella pequeña ciudad. Las primeras gotas hicieron acto de presencia
inundando el asfalto. Agradecí que las botas del uniforme fueran
antideslizantes, aunque la mayoría de las personas no lo supieran eran las
primeras gotas las que volvían un imán de caídas el suelo. Aproveché la
tregua que me daba la marquesina de la parada del autobús para recoger
todo mi cabello en una trenza y meterlo bajo la gorra.
Llegué cinco minutos antes de mi turno. Mi vida, en realidad, era un
bucle día tras día sin que lo más mínimo cambiase. Excepto las noches en
las que podía dedicar a investigar los distintos y extravagantes libros que mi
madre había dejado en su habitación, todo era tremendamente aburrido.
—Eres como un reloj. —Myrna y yo solíamos tener turnos contrarios.
Era una pena. Seguramente se trataba de una de las pocas personas que me
caía bien. Pero, precisamente por eso, había acabado poniéndome como
encargada del turno de la mañana. Ella hacía las noches por voluntad
propia. Siempre me había dado curiosidad qué haría durante el día pero,
convenientemente, decidimos no hablarnos nunca de cosas importantes. La
amistad y el trabajo no eran compatibles según sus normas. Así había
conseguido mantener a la misma plantilla por tantos años. —Tengo malas
noticias. —Siempre decía eso cuando me tocaba doblar, pero, yo ya lo
sabía. No había ningún fin de semana en el que lo hiciera una persona
distinta a mí. Probablemente porque era la única persona de veintitrés años
que no tenía ningún tipo de vida social. —Tienes que hacer también la
tarde. —Asentí levemente con la cabeza fichando en el minuto exacto en el
que tenía que entrar. La vi irse feliz, quizá su vida fuera del apestoso lugar
era emocionante. Nunca lo sabría.
No paré ni un minuto en toda la mañana, era agotador. La sociedad no
podía ni imaginarse la cantidad de personas que se dedicaban a comer
alimentos basura día tras día. Incluso algunos de mis compañeros habían
caído en el mal hábito de comer de lo que hacíamos en sus horas de
descanso. Así iban creciendo las tallas que me pedían en el cambio de
temporada…En fin…Eran sus cuerpos.
A las cuatro de la tarde, por fin, tuve un hueco para cogerme mi
merecido descanso. Salí a la calle donde ya no llovía y crucé al parque que
había detrás del establecimiento. Usé mi chaqueta para ponerla en forma de
cojín sobre el banco de madera húmedo. Saqué de mi bolsa de tele un
bocadillo y una manzana. No muy lejos de donde yo me había colocado vi a
una pareja besarse con verdadera pasión. Debía ser bonito estar en ese
punto de relación en el que te daba igual que cayeran chuzos de punta o el
viento decidía llevarse tu paraguas. Al menos siempre me lo parecía. Nunca
había tenido una relación de ese estilo.
Mi móvil sonó oportunamente para no dejarme caer en lo tristes
pensamientos que me acogían cuando no paraba de meditar sobre que,
quizá, hubiera sido una chica normal si mi madre, aparte de abandonarme,
hubiera tenido a bien llevarse sus malditos libros exotéricos que, aun
sabiendo que no contenían ninguna verdad, me atrapaban cada noche.
Tuve que volver corriendo al trabajo. N había acabado mi hora pero, la
llamada, como no podía ser de otra forma porque apenas tenía contactos en
mi agenda, eran de uno de los chicos nuevos diciendo que se estaba liando
una cola que no podían gestionar. Al llegar vi por qué. Tres hombres y una
mujer hicieron un pedido para llevar que colapsó toda nuestra tranquilidad.
Me pareció una barbaridad incluso si era para más gente. Las freidoras y las
planchas tendrían que trabajar duro durante un buen rato.
—¿Es un cumpleaños o algo así? —Le pregunté al hombre que parecía
llevar la voz cantante. Sus ojos azul eléctrico me aturdieron un poco. Fue
una sensación extraña morderme el labio sin poder controlarme. No se
veían grupos como esos por este tipo de local todos los días.
—Algo así. —Su sonrisa se ensanchó de una forma seductora y maldije
por lo bajo por tener que entrar a ayudar a la cocina.
Dejé que fuera Andrew quien le cobrase. Era todo un dineral, de hecho,
nos había subido la tarde de forma estupenda ya que estaba siendo algo
floja con el tema de la lluvia.
—Wendy. —El susurro de Andrew me hizo parar un momento de
embolsar hamburguesas. Me acerqué tranquilamente para ver qué ocurría.
Un billete de quinientos. ¿Sería falso? Levanté la mano para irme a la
oficina a comprobarlo más veces de las que era necesario. No me fiaba para
nada de ese tipo de billete tan alto. Si por lo que fuera resultaba ser una
perfecta imitación la que tendría el problema era yo. Volví esperando que el
cliente no se hubiera enfadado ni por la comprobación ni por la tardanza. Le
tendí el billete a Andrew asegurándole con movimientos de cabeza que
podía darle el cambio.
—Quédense el cambio. —¿Qué nos quedásemos doscientos euros como
propina? ¿Serían actores o algo por el estilo que no conocíamos? —Gracias.
—Cogieron las bolsas entre todos sin esperar a que se nos pasara el impacto
de la propina y desaparecieron tras las puertas del local.
—Eso ha sido una pasada. —Dijo Andrew con el cambio aún en la
mano.
Asentí aunque no estaba para nada de acuerdo. Eso, lo que había sido,
era algo muy raro. No podía quitarme de la cabeza a cada instante que
cuando enviásemos el dinero a la central sería falso y tendría un déficit de
trescientos euros. ¿Quién comía tanto de todas formas? Tenía que tratarse
de una pedazo fiesta que, en las casas que rodeaban el local no podía ser por
sus dimensiones.
A las ocho de la tarde, cuando volví a ver a Myrna, le conté con detalle
lo que había ocurrido. Volvimos a pasar juntas el billete por la máquina y,
tras más pasadas y tiempo del que debíamos, nos encogimos de hombros
sabiendo que sólo estaríamos cien por cien seguras cuando llegase el
informe de la central. Me despedí sintiendo que el día había pesado más que
de costumbre. Aún así me dirigí al gimnasio preparada para dar unos
cuantos golpes al saco de boxeo para descargar la adrenalina.
Llegué vestida de deporte al parking del gimnasio que ya estaba bastante
desierto. Lo normal era que la gente fuera por el día pero mi horario
siempre me llevaba a esas horas intempestivas a las que otras mujeres
tenían miedo de salir a la calle. Se me cayeron las llaves del coche tan cerca
de una reja de alcantarilla que casi me da un infarto. De hecho, pegué un
grito que esperé que nadie hubiera oído. Al agacharme me sentí patética y
con demasiada mala suerte. Todo me tenía que pasar a mí siempre.
Incluso con lo oscuro de la noche pude ver que tenía algo de lo que
preocuparme. La luz de las farolas de alrededor dibujó una silueta en el
asfalto. Alguien estaba detrás de mí sin hacer el menor movimiento.
Acompasé mi respiración intentando no estar nerviosa. No funcionó. Me
levanté directamente como si se tratase de una carrera que empiezas
apoyada con las manos en el suelo. No era precisamente una chica con un
mal fondo físico. Aún así, no llegué lejos. Un destello de luz me sobresaltó
y luego, sólo pude sentir el impacto de mi cuerpo contra el duro pavimento.
Los ojos se me cerraban y me pregunté por qué si había sido mi último día
de vida había tenido que ser tan sumamente estresante y complicado.
Capítulo 2

Owen

—Tengo hambre, me voy a desmayar. —Lesley no daba tregua en sus


múltiples quejas. Sabía desde el principio que no debí dejar venir a la
misión a mi hermana pequeña pero se ponía tan sumamente pesada que
decidí no discutir por una vez con ella. Me tocaba pagar las consecuencias
de ello en ese instante—. Vamos Owen, luego seguimos. —Miré a Aldair,
mi otro hermano y a Niall, que era con quien yo realmente estaba
acostumbrado a hacer esas excursiones de búsqueda. Ninguno parecía
oponerse a la idea de detenerse para comer. Parecía lógico. Los hombres
lobo siempre, y siempre era siempre, teníamos un hambre voraz. Además,
teníamos el privilegio de no tener que cuidar lo que comíamos, nuestro
metabolismo era excepcional para quemar grasas.
—Eso huele bien. —Aldair señaló un local pequeño y con reputación
dudosa al otro lado de la calle. Elevé un poco el cuello para atraer el olor
hasta mis fosas nasales y me pareció que, en efecto, la carne no debía estar
demasiado mala. Hice un gesto de desdén con la mano y ellos lo tomaron
como un “Adelante”. Tenían la facultad de tomarse mis órdenes bastante a
la ligera.
—No os paséis pidiendo. —Les recordé justo cuando cruzamos las
puertas de cristal del sitio. Los humanos no comían ni un pequeño
porcentaje que nosotros. Iba a ser muy descarado. Aunque, de todas formas,
no íbamos a volver a esa ciudad cuando terminásemos de rastrear nuestro
objetivo.
El pobre chico que nos atendió abrió desmesuradamente los ojos cuando
vio que nuestro pedido, y eso que nos contuvimos, era de tal magnitud. De
hecho, y para mi sorpresa, nos pidió permiso para hacer una llamada. ¿A
quién se le ocurría llamar en ese momento? Me pareció un hombre bastante
mediocre y con los nervios desatados. Una chica llegó al par de minutos
para dirigir el cotarro. Todos obedecían sus órdenes sin rechistar. Me dedicó
una mirada con los ojos entrecerrados pero luego siguió ayudando a
terminar el eterno pedido sin detenerse ni un solo segundo.
—¿Es un cumpleaños o algo así? —Me preguntó mientras iba metiendo
en las múltiples bolsas ya preparadas pajitas, servilletas y diferentes
condimentos. Desde luego yo podía leer en ella una gran determinación de
sacar ese asqueroso trabajo adelante.
—Algo así. —No pude evitar sonreír cuando una comparación cruzó mi
mente. Ponía la misma cara de concentración para entregar hamburguesas a
tiempo que Lesley cuando tenía que atinar en el tiro con arco. El chico de
nervios exagerados dada la situación y que se notaba que no tenía ningún
tipo de responsabilidad volvió a tener que llamar a la chica cuyo nombre,
por lo visto, era Wendy, cuando le tendí el billete de quinientos. No pensaba
que cenaríamos fuera de casa, sino, me habría asegurado de llevar billetes
menos impactantes para la mayoría de los humanos. Ella se esmeró
seguramente en comprobar su autenticidad porque tardó lo que me pareció
una eternidad en volver y asentir con la cabeza al pobre chaval para que nos
diese lo restante del dinero.—Quédense el cambio. —Se lo merecían, al
parecer, habíamos creado una buena fila de gente esperando y un revuelo
entre el servicio. No pude reírme mientras salíamos de nuevo a la calle
donde, para suerte de nuestra búsqueda, ya no llovía.
—Esto tiene que ser mierda procesada por dentro pero está muy bueno.
—Aldair siempre analizaba las cosas más de lo que debía. Nos detuvimos
en un descampado a comer, no era cuestión de que nadie se diese cuenta de
que, en realidad, toda aquella cantidad desmesurada de comida, era para
cuatro personas. Bueno, la parte que no podían entender era que no éramos
humanos sino hombres lobo. Tampoco era como si me fuese a ponérselo a
explicar a alguien.
Ya estaba anocheciendo y no teníamos ni el menor rastro de nuestro
objetivo. Eso, lejos de hacer nuestra misión tediosa, lo hacía excitante y
divertido. Estábamos muy acostumbrados a pillar enseguida a nuestros
enemigos. Desde luego, el dichoso mago se escondía muy bien.
—¿Crees que está usando la lluvia como aliado? —Preguntó
inteligentemente Niall. Por algo era mi compañero en la mayoría de salidas.
Todos sabíamos que los magos podían usar los elementos a su favor. —La
ciudad no es tan grande…. ¿Se habrá ido? —Esa duda había pasado por mi
cabeza hacía un par de horas pero lo dudaba. Cuando recibíamos el aviso
éramos muy cuidadosos de no hacer movilizaciones grandes o sospechosas.
Una misión limpia y silenciosa.
—Si no ha recibido ningún chivatazo tiene que seguir aquí. —Al menos
lo haría si no había conseguido acabar lo que hubiera venido a hacer a esa
ciudad. Pero, si hubiera algún rastro de actividad, nos habríamos enterado
de alguna forma. Los magos eran criaturas que, lejos de mantenerse fuera
del alcance humano, vendían sus servicios de formas miserables. Por eso
teníamos que intervenir…Que el submundo mágico siguiera siendo
silencioso e invisible era imperativo para nuestra raza. Los humanos tendían
a ponerse dramáticos e intentar salvar a la humanidad de riesgos que no
eran capaces de comprender.
Un olor a azufre llegó hasta nosotros despejando nuestras dudas. El
mago seguía en la ciudad y acababa de realizar un hechizo. No podía
mentir, me resultaba gracioso que con tanto poder no pudieran esconder ese
olor tan característico que dejaba el rastro de su magia. No necesité dar la
orden para que todos corriéramos hacia el lugar de los hechos.
Llegamos al parking de un pequeño espacio comercial donde había
diferentes tiendas ya cerradas, un veinticuatro horas y un gimnasio que
todavía permanecía con luces en su interior. ¿Habría conseguido ver alguien
algo? Imaginaba que no. De lo contrario estaría allí mismo la policía y otra
serie de instituciones de la sociedad que, si éramos sinceros, no servían para
nada.
—Owen. —Mi hermana señaló algo que había en el pavimento, pero no
podía verlo ya que me lo impedía un coche. Lo bordeé convencido de que
vería alguna mancha de pavimento quemado que nos confirmara que el
susodicho había estado allí, pero, para mi estupefacción, encontré una chica
tirada en el suelo. La había visto antes, estaba seguro de ello. —Es la
encargada del local de comida. —Mi hermana, por suerte para el grupo, al
menos tenía una memoria brillante y nunca olvidaba una cara.
Me agaché a cuclillas para examinarla de cerca. Debíamos de haber
llegado a tiempo porque, más allá de su rastro totalmente humano pude
descifrar el halo de un conjuro de sueño. El mago la había atacado
directamente pero, seguramente por lo nuestra celeridad, había decidido irse
sin hacer lo que viniera a realizar en contra de la pobre chica.
—Registra sus cosas. —No me parecía mal haberle dado esa orden a
Lesley. La verdad era que no estaba entre mis planes más recientes rebuscar
entre las cosas de una joven. Era absurdo pero, incluso en aquel momento,
quise mantener a salvo su intimidad. Tardó más bien poco en hacer un gesto
con la mano indicando que había sido capaz de encontrar alguna
información útil en esa bolsa deportiva. —¿Y bien? —Pregunté mientras mi
mente, muy lejos de allí, intentaba poner en orden los sucesos de la noche.
¿Se quedaría el mago en esa ciudad o reclinaría la oferta de volver a
intentar ir contra la pobre chica al habernos oído? No podíamos saberlo con
exactitud pero yo apostaba porque huiría como una rata.
—Sé donde vive. —Lesley sonrío satisfecha. Me restregaría aquel
hallazgo cada vez que me negase a que participase en una futura misión. No
era capaz de entender que la quería sana y salva.
Fuimos hasta la dirección indicada en la furgoneta negra que habíamos
usado para desplazarnos a la ciudad. Era un barrio algo pobre y poco
agitado. Eso nos venía bien. No era como si pudiera pasar desapercibido
que una persona fuera con tres tíos de casi metro noventa y una chica con el
pelo
rosa. ¿Por qué había llegado a permitir que se pusiera de ese tono el
cabello? Lesley hacía conmigo lo que quería.
Niall investigó un poco el apartamento. Era fácil para un hombre lobo
rastrear el olor de los humanos. Nos aseguró que, al cien por cien, vivía sola
y que hacía, al menos, un año de su última visita. ¿Quién no invitaba a
nadie a su casa en un año? ¿Sería una joven solitaria? La cargué en brazos
para subir las escaleras y me dije a mí mismo que no era para nada fea. ¿Por
qué entonces no habría algún amante o algo por el estilo en su vida? En
realidad…no importaba. Entramos por la puerta después de que Naill, que
se había colado por su ventana entreabierta, nos abriera desde dentro.
—Te esperamos aquí. —Fue una orden discreta para que tanto mi
hermano Aldair como Naill se sentaran conmigo en la estancia que parecía
un comedor. Uno extremadamente pequeño para gente de nuestra altura.
Lesley se perdió tras la puerta del baño con la chica en brazos.
Aunque pareciese demasiado humano, el poder del sueño de un mago era
casi como una borrachera. Si la bañaba con agua fría y la metía en la cama,
despertaría al día siguiente con un dolor de cabeza tremendo pero sin más
lesión que la que le hubiera podido producir el golpe contra el pavimento.
Quizá el mago fue cuidadoso, no había conseguido oler sangre en ella
cuando me agaché junto a su cuerpo.
Tardaba más de lo que era capaz de estar quieto. Así que decidí echar un
vistazo por las pequeñas estancias de la casa. ¿Qué le querría hacer el
brujo? El primer cuarto me pareció corriente y ordenado. Una cama, un
armario, un libro en la mesilla de noche…Todo tan corriente que daba
grima. Me detuve el libro. Algo de él llamaba mi atención. Y entonces supe
que, por muy humana que fuera, la búsqueda del brujo debía de haber sido
certera y no un error como me había planteado porque, el libro, era tan
antiguo como mi raza y contenía hechizos de magia negra.
—Está despertando. —Lesley salió rápida del baño con la chica
balbuceando palabras incomprensibles. Cuando había descubierto algo que
investigar…Mierda. ¿Por qué le había durado tan poco el efecto. —
Tenemos que irnos, Owen. —Asentí mientras ella la arropaba en su cama.
Me fui como todos pero sólo yo sabía de aquel grupo de lobos que
tendríamos que volver y averiguar porque una humana, porque estaba cien
por cien seguro de que era sólo eso, tenía un libro prohibido y que debía de
ser oculto a los ojos de los humanos.
Capítulo 3

Wendy

Me desperté con el cuerpo cansado y los ojos resistiéndose a que los


abriera. El sol entraba por la ventana de mi cuarto. Por alguna razón
desconocida para mí en aquel instante, la noche anterior no había echado las
cortinas como solía hacer el día antes de librar.
Me senté en la cama algo confundida y me miré la ropa de cama. Iba en
pijama y, por mi olor, estaba segura de haberme duchado después del
gimnasio pero…No recordaba la sesión de ejercicios que hubiera hecho.
¿Qué diablos me pasaba? Al ponerme en pie sentí un tremendo dolor de
cabeza tanto como si me hubiera golpeado la cabeza con un armario de la
cocina o algo por el estilo sólo que…no recordaba haberlo hecho.
El café me supo amargo. Me sentía dolorida así que decidí sentarme para
desayunar en la cama. Era algo poco habitual en mí pero tampoco veía qué
mal podía hacerme. Al cruzar las piernas sobre el colchón, mi mirada se
desvió inconscientemente hacia el libro que tenía en la mesilla de noche.
Ese del que leía lo que podía cada día. Una certeza me inundó de pronto y
estiré rápida el brazo para acceder al tomo grueso y viejo. Busqué rauda el
marca páginas y, en efecto, no lo había movido ni una sola página el día
anterior.
Pegué un salto para ir corriendo al armario y vestirme de calle. No estaba
segura de por qué pero mientras cogía las llaves de mi coche de la mesita
del comedor donde yo nunca dejaba las llaves, estuve segura de que cuando
bajase a la calle, mi coche no estaría. Y así fue. ¿Cómo había llegado hasta
mi casa entonces? Esperé el autobús, de todas formas estaba acostumbrada
a ese medio de transporte, era más cómodo ir a trabajar en el urbano y no
tener que buscar un sitio para aparcar. Mientras lo hacía, medité qué
razones podrían haberme llevado a volver a casa, desde tan lejos, sin mi
coche. Yo era capaz de recordar todo mi día anterior excepto qué pasó
cuando se me cayeron las llaves del coche. Era como si mi día hubiera
acabado en ese instante pero… ¿Cómo? Si me hubiera desmayado o algo
así habría despertado en un hospital no en mi cama duchada y con el pijama
puesto.
Cuando llegué al dichoso parking que, a esas horas de la mañana estaba
abarrotado, comprobé entre aliviada y confusa que mi coche sí estaba allí y
se encontraba en perfecto estado. Al menos no me habían robado lo único
que había conseguido que fuera de mi propiedad en cinco años.
Decidí que podía ser buena idea entrar al gimnasio a preguntar pero…
¿Qué iba a decir exactamente? No era buena idea. Si ya de por sí se
extrañaban de que no fuera sociable si les decía que no recordaba nada,
probablemente, pensarían que me drogaba. ¿Qué podía hacer entonces?
Pues, la triste realidad me llevó a darme por vencida y concluir que había
perdido un día de mi vida por algún extraño motivo.
Tardé bastante menos en llegar al apartamento esa vez. Era la ventaja de
tener vehículo propio. No era de primera mano pero estaba bastante nuevo y
hacía su función a la perfección. Tras llegar a casa descongelé un caldo con
la intención de hacer una sopa caliente. El tiempo había decidido volver a
amargarme poniéndose a llover.
Una idea fugaz pasó entonces por mi mente como un azote de lucidez.
Yo había leído, entre los múltiples libros de magia de mi madre, que además
de ser falsos eran bastante entretenidos, algún hechizo que te dejaba
inconsciente. ¿Y si en la página ponía un remedio para el tremendo dolor de
cabeza que tenía dando martillazos en mi sien constantemente? De todas
formas, no tenía nada mejor que hacer.
Me adentré decidida en la habitación que un día fue el cuarto de mi
madre. Estaba lleno de estanterías y, éstas a su vez, repletas de libros. Cada
uno era, como se solía decir, de su padre y su madre. Distintos colores,
tamaños y cubiertas. Encontrar algo allí iba a ser complicado pero, tenía
todo el día por delante.
Descarté primero todos aquellos que relataban historias sobre criaturas
de ficción. La verdad era que, en aquella estancia, se podía encontrar de
todo. Mi madre debió ser una mujer un tanto extraña como yo me
consideraba también ya. Recordé haber pasado una infancia tranquila,
dibujando o yendo al parque cada día pero también tenía fresca la ausencia
que había sentido en ciertos momentos. Sobre todo cuando ella decidía
encerrarse a leer o dibujar sentándome frente al televisor para que no la
molestara.
Algunas veces, aunque cada vez con menos frecuencia, intentaba
recordar en qué trabajaba mi madre. No hablábamos mucho y aunque ella
mencionaba una galería de arte, la realidad era que, cuando se fue sin dejar
rastro de la noche a la mañana, nadie, ni si quiera del supuesto trabajo, vino
a preguntar por ella. Quizá tuvo la decencia de despedirse de ellos aunque
no tuviera tiempo para dejarle ni una triste nota a su hija.
Un tomo rojo llamó mi atención. Era un libro de bolsillo viejo y
polvoriento con una estrella de David en su portada. “Conjuros sanadores y
otros remedios de salud”. Seguramente allí no había nada de valor pero,
podía ser que, entre tanta mentira y sarta de tonterías hubiera remedios
naturales para la resaca que tenía sin haber probado gota alguna de alcohol.
Pasé las primeras páginas inmersa en lo curioso que me parecía todos esos
textos antiguos. “Confusión a media noche”. El hechizo llamó la atención
pero, aun más cuando, al leer los síntomas sentí que los tenía todos. “Dolor
de cabeza, ganas de vomitar, recuerdos borrados o borrosos”. Me tenía que
estar volviendo loca para empezar a creer en esas tonterías pero apunté en
un papel arrugado las hierbas que necesitaba para hacer un mejunje sanador
y me fui, convencidísima, al herbolario.
Cuando alguna vez necesitaba algo natural siempre iba a un par de calles
de mi casa donde había un herbolario comercial donde la mayoría de los
productos eran comprados para adelgazar o rejuveneces. Obsesiones de la
sociedad poco entendibles. Pero, como yo tenía esa suerte, aquel día que lo
necesitaba, el establecimiento se encontraba cerrado por malestar del dueño
según indicaba un cartel hecho a mano. ¿Tan difícil hubiera sido que uno de
los siete nietos de la pobre anciana Dorotea hubiera abierto durante un día?
No parecía que despachar allí fuera muy complicado. Quizá hablara con
ella para ver si necesitaría incorporar a alguien. Por alguna razón, quería
cambiar de aires.
Busqué en Google Maps donde se encontraba el siguiente herbolario más
cercano y, dados los kilómetros que indicó, del todo exagerados, decidí que
no valía la pena. Ya estaba dispuesta a olvidar mi misión cuando una
tiendita que parecía un boticario llamó mi atención. Quizá allí tenían lo que
buscaba. Por probar..
Me sentí atraída en una milésima de segundo a cruzar esas pequeñas
puertas antiguas que hicieron un ruidito de campanilla cuando entré. Era un
local que bien podría haber sido una consulta de una santera, pero,
precisamente por eso, me sentí esperanzada de encontrar mis hierbas. El
boticario se dio la vuelta para mirarme sonriente, demasiado sonriente para
lo que me pareció normal. Era un hombre delgado y alto, tenía un aspecto
extraño, la piel aceitunada y los ojos que parecían tener motas de distintos
dolores. ¿Qué era esa sensación extraña?
—Y la pequeña Wendy viene sola hasta mí….Que bonito giro de los
acontecimientos. —En el momento en el que oí su voz acompañado por el
vaivén de su mano derecha recordé a modo de imagen borrosa mi propio
cuerpo cayendo sobre el pavimento la noche anterior en el parking del
gimnasio. Muy dentro de mí lo supe. Él me había hecho lo que fuera que
me pasase.
El sueño se apoderó de mí de nuevo y sentí que me desvanecía. Oí
vagamente cristales estallar a mi alrededor y múltiples botes dejaron que
sus sustancias rodasen por el suelo. El boticario, como por arte de magia,
sacó fuego de sus finas manos. Después, aún intentando resistirme, me
quedé profundamente dormida sin saber qué pasaba…
Capítulo 4

Owen

Habernos tenido que ir del piso de la chica así, sin tiempo para
inspeccionar un poco, no me gustó para nada. Estaba acostumbrado a ser
exhaustivo en mis misiones y, en esa ocasión, ni habíamos conseguido
eliminar al brujo, ni me había quedado claro si Wendy era una humana a la
que otro humano había decidido putear de alguna forma o si era que se
había acercado a un mundo que debía seguir estando oculto a sus ojos. El
libro de su mesilla…Tenía que estar seguro.
—¿Creéis que se habrá ido el brujo a otra ciudad ya? —Preguntó Lesley
que, por lo visto, no estaba dispuesta a irse a casa y quedarse al margen. A
mi madre no le gustó la noticia ya que siempre se enfadaba cuando no
dormía Lesley en nuestra mansión. Era como si teniendo a su hija pequeña
en casa se sintiera llena. Eso sí, Aldair y yo podíamos estar días sin
aparecer. Había asumido estando con mi padre durante tantos años que los
guerreros éramos muy independientes y que lo más importante para
nosotros era cumplir nuestros objetivos.
—Lo dudo. No rastree ningún hechizo además del de sueño profundo en
la chica. —Niall tenía muy buen olfato para el análisis de las situaciones.
Nunca prescindía de él para bajar a las ciudades excepto cuando era
estrictamente necesario. —Más bien creo que llegamos demasiado pronto a
la escena en cuestión y huyó para evitar que le encontrásemos. Lo que nos
dice dos cosas al respecto. —Hizo un gesto con la mano sacando dos dedos.
—Uno, quería algo de ella además de dormirla y dejar que se pegara un
golpe tremendo con el asfalto. Y dos, lo llevará a cabo lo más rápido
posible porque ya es consciente de que estamos en la ciudad. —Parecía
lógico. —Si nos fijamos en el mapa de área urbano. —Sacó uno del bolsillo
de la chaqueta. —Se trata de un triángulo. Podemos ir en dos grupos y
arriesgarnos a que escape por una punta o tenemos que dividirnos en tres.
Pero eso… —Señala lo evidente. Somos cuatro. —Significa que dos van
solos —Asentí.
Decidí, como no podía ser de otro modo, que sería yo mismo uno de los
que fuera en solitario. Un brujo contra cinco hombres lobo tenía un uno por
ciento de posibilidades de escapar, pero, contra dos o uno…Nunca se sabía
el poder de un brujo hasta que te enfrentabas a él. Mandé a Niall con Lesley
y, en un susurro, le ordené que su prioridad, en caso de ataque, fuera poner
a salvo a mi hermana. Esa decisión sabía que había sido la correcta pero
mandar a Aldair sólo con lo impulsivo que era…no estaba seguro. De todas
formas, ya sólo podía empezar a rastrear mi zona pendiente a su vez del
móvil que saltaría en una llamada si pasaba algo en otro frente.
A plena luz del día era mucho más difícil establecer unos parámetros de
búsqueda. Había demasiado bullicio y múltiples olores provenientes de
personas, restaurantes y distintos productos. Si todo eso no complicaba
suficiente las cosas, no podríamos transformarnos para no llamar la
atención. Aún así estaba más que dispuesto a encontrarlo. Llevado por una
intuición giré en una calle pequeña cerca del piso de Wendy y avancé
sintiendo cada vez que estaba más cerca. Me di cuenta entonces que, sin ser
del todo consciente, estaba siguiendo el rastro de la propia Wendy. Me paré
entonces analizando los locales de alrededor y sólo uno podía regentarse
por un brujo sin levantar sospechas. La botica. Entré justo a tiempo para
ver caer a la joven al suelo. No me esperaba que el chasquido de sus dedos
me tirase, literalmente, hasta el otro lado de la calle. Pulsé la llamada
automática y dejé que llamase sin ponerlo en mi oreja mientras volvía a
entrar dispuesto a reventarle por lo que acababa de hacer. Atacar al alfa de
una manada de lobos tan descaradamente…debía de tener más poder del
que habíamos previsto si se atrevía a hacer algo distinto a huir de la escena.
—No tengo nada en contra de los hombres lobo. —Dijo cuando volví a
cruzar el umbral. —Simplemente sigue tu camino. Ve a por otros brujos.
Me es indiferente siempre que me dejes terminar este trabajo. —Hizo un
movimiento de muñeca y la chica empezó a levitar. Le lancé una daga que
cayó muy cerca de su cabeza y la consecuencia fue que soltó a la joven
haciendo que volviese a caer de golpe. Eso le dejaría moratones
seguramente.
—Pues yo sí tengo varias cosas en contra de los brujos. —Me lanzó un
fuego y los cristales estallaron. Eso tenía que durar poco porque el
espectáculo iba a llamar la atención de las personas que vivían alrededor y
eso, a su vez, haría que la policía se presentase en poco tiempo. —¿Qué
quieres hacerle? ¿Para qué tienes que cumplir por una bolsa de dinero la
voluntad de un humano? ¿Qué es este encargo? ¿Alguien quiere que se
enamore de él? ¿Quieren que engorde? ¿Qué tontería esta vez en la que no
deberíais meteros las criaturas sobrenaturales?
—Yo no soy como el resto de brujos. —Cerró los ojos un instante. Era
mi oportunidad de matarle. —Siento que llegan el resto de los tuyos. Te
dejo. Ya volveré a por ella. —Y de la nada, se esfumó.
—¿Qué ha pasado? —Grito Aldair. —Están llegando las autoridades. ¿Y
el brujo? —Señaló el desastre de cristales. —¿Hemos encontrado a la
chica? —Era evidente. Me molestaba en exceso esa forma de referirse a las
cosas que consideraba inútiles en forma de interrogación.
—No solo la hemos encontrado. Nos la llevamos. —Aquello cayó como
una gran sorpresa para todos pero no rechistaron.
La montamos en la furgoneta y nadie dijo nada en un primer momento,
pero, conforme nos alejábamos de la calle de la vivienda de Wendy se podía
respirar la tensión en el ambiente.
—¿Nos la llevamos de mascota o algo así? —Dijo Lesley emocionada
como una niña pequeña.
—No. —¿Cómo podía explicarles que ese brujo era diferente? Noté su
poder y sus intenciones para con ella…me interesaron sin saber bien por
qué. Era como si pudiera sentir que si se tratase de un encargo humano lo
hubiera hecho sin más y no se hubiera dedicado ni a dormirla de nuevo ni a
darme esa estúpida charla. —La quiero vigilada. Lesley tú irás a casa. —
Dije esperando que Aldair entendiese que se iría a llevarla.
—¡No es justo! Ahora que se ponía interesante. —Bastó una mirada
seria para que, al llegar al hotel donde habíamos cogido habitación, se fuera
con mi otro hermano en la furgoneta sin rechistar.
—¿Cuál es el motivo de la vigilancia? —Preguntó Naill cuando nos
quedamos por fin solos. —¿Qué ha pasado en la maldita tienda? —Se dejó
caer en una de las camas individuales de la habitación. —Te veo raro, tío.
—Dijo ante mi silencio.
—Ese brujo no la busca por algo mundano. —Intenté decir mientras
dejaba a la susodicha aún inconsciente en mi cama.
—¿Y qué hacemos con ella? —Se acercó al pequeño cuerpo de Wendy y
la observó un rato antes de levantarle el vaquero y empezar a limpiarle una
herida que tenía en la rodilla. No me había dado cuenta. —¿Esperamos a
que se despierte y empiece a gritar cuando piense que está secuestrada?
—Mejor esperamos a que sea de noche de nuevo y la llevamos a su casa.
—No me rechistó y siguió con la tarea de desinfección.
Iríamos a su casa e investigaría esos libros que habían llamado mi
atención y que no me permitían dejarla sin más a su suerte y centrarme en la
búsqueda del brujo. Aunque, quizá esta vez, ya habría decidido huir.
—¿Qué pasa con ella Owen? —Niall y yo llevábamos demasiados años
con misiones juntos y él, al igual que yo, se iba dando cuenta de que aquello
no era normal. Pasaba algo extraño en todo ese escenario y en la forma en
que la dormía en vez de hacer su encargo sin más. —Mañana es el baile,
Owen. Tu madre se morirá si no llegas a tiempo. —Era cierto. Se me había
olvidado ese pequeñísimo detalle. Mi madre era tan agobiante con sus
fiestas y sus reuniones en nuestro territorio… Tenía veinticuatros para
solventar el maldito asunto.
Capítulo 5

Wendy

Me desperté sobresaltada y sudorosa. Comprobé, nada convencida, que


estaba en mi cama. Pero no era posible, yo recordaba a la perfección haber
ido al herbolario y que el tío raro de la tienda me recalcó a la perfección que
yo había ido voluntariamente hasta allí.
Oí un ruido en la habitación contigua. Primeramente, me tapé en una
acción irracional hasta la garganta como si la sábana me fuera a proteger de
quien estuviera en mi casa. Un minuto más tarde me levanté todo lo sigilosa
que pude para intentar irme del apartamento sin sufrir daño alguno.
—Owen, he dejado de oír la respiración de la chica. —Dijo un joven que
estaba viendo por la rendija de la puerta de la habitación de mi madre
rebuscando entre uno de mis libros.
—Parece que así es. —Otro chico abrió la puerta para quedarse frente a
frente conmigo. Era alto, tenía el pelo negro azabache y sus ojos eran
también oscuros. Sin duda era imponente y me pregunté, en aquella
fracción de segundo, si tenía alguna posibilidad de escapar de allí. —
¿Cómo es posible Naill? Maldita sea. —El tal Naill, que resultó ser igual de
alto y temible, se puso también frente a mí. Ahí sí que estaba perdida.
—No lo sé. Había olido magia en ella como para estar dormida más allá
del amanecer. —Se encogió de hombros. —Creo que está asustada, Owen.
—Qué sutil percepción la suya.
Le pegué un puñetazo lo más fuerte que pude en la tripa al tal Owen y
salí disparada hacia la puerta del comedor. Evidentemente no llegué lejos
pero, para mi sorpresa, me detuvieron con suavidad.
—Siéntate en el sofá y no me intentes pegar más. —Vi un atisbo de
sonrisa en su rostro a pesar de su mandíbula cuadrada. —Por favor. —
Agregó sin dejar de mirarme mientras se sentaba en una silla. —¿De dónde
has sacado todos esos libros que no deberías tener?
—¿Perdona? ¡Tú eres el que no deberías estar aquí! ¡Esta es mi maldita
casa y todo lo que hay en ella también es mío! —Grité enfurecida sin tener
en cuenta que estaba en clara desventaja. — ¡Esos libros son de mi madre!
—Seguí gritando. Podría haber pensado que ese grito alertaría a mis
vecinos pero era pura furia. En aquel barrio de mala muerte nadie, por
mucho que supusiera alguien que me estaba pasando algo, iba a venir a
rescatarme. Ni si quiera la propia policía que se negaba a llegar a tiempo a
cualquier aviso.
—¿Y tu madre donde está? —¿Por qué ni si quiera se inmutaba ante mis
quejas y gritos?
—Muerta. —Vi pasar un atisbo de compasión por los rostros de ambos.
Odiaba ese sentimiento de pena que generaba en la gente al contarle algo de
mi triste vida. Aunque lo cierto era que, si era rigurosa con la información
que tenía, sólo se había ido voluntariamente desapareciendo y
abandonándome. —¿Eso importa para el hecho de que estáis ilegalmente
metidos en mi casa? Además, he de deciros que no tengo nada de valor. —
Me atreví a decirlo porque, a pesar de lo inusual de la escena, no parecían
querer infligirme daño alguno.
—¿Sabes de dónde ha sacado esos libros? —Señaló a la habitación de mi
madre. Los libros eran curiosos y muy antiguos. Quizá valían más de lo que
pensaba porque eran antigüedades y venían a robarlos.
—Pues…la verdad es que no. ¿Qué días es hoy? —Cogí mi móvil y al
ver las veinticinco llamadas perdidas de Myrna supe que no había ido
cuando debía a trabajar. —¿Qué me ha pasado? —Decidí que no valía la
pena seguir enfrentándome con mal carácter a esos chicos tan guapos.
Espera. Tardé pero me di cuenta. Eran los del local de comida rápida. —
¿Me buscabais cuando entrasteis en mi trabajo? —Pregunté intentando
mantener la calma.
—No. Fue pura casualidad. —Dijo Owen. Me pareció que era él quien
llevaba la voz cantante. —Pero, por razones que me es demasiado
complicado explicarte ahora, me interesa tenerte vigilada. —Miró su
Smartphone y arrugó el entrecejo. —Necesito llevarme algunos de esos
libros. —Aseguró aunque a mí no me cabía ninguna duda de que estaban
allí para llevárselos con o sin mi consentimiento.
—¡Y yo necesito un nuevo empleo! Myrna me va a matar por ni si
quiera haber avisado. —El otro chico, llamado Niall, se acercó y puso su
mano en mi hombro a modo de consuelo. ¿Qué clase de atracadores eran
ellos?
—¿Cuánto te pagaban al mes? —Preguntó Owen descaradamente. —
Mira, me da igual, te doblo el sueldo si vienes voluntariamente con nosotros
y los libros. Sólo queremos examinarlos y, cuando acabemos, podrás volver
aquí y no volveremos a molestarte. —Parecía un buen plan eso de que me
doblasen el sueldo. El único problema era que yo no confiaba en psicópatas
y ladrones. Era una mala costumbre. —Sé que puede sonar algo loco, pero
somos buenos tíos y no tenemos intención alguna de hacerte daño. Nos
sobra el dinero y necesitamos esos libros. —Dijo tan serio que, aunque no
podía ser verdad, le creí.
—Me triplicas el sueldo. —¿No había dicho que le sobraba el dinero?
Pues a mí me faltaba y mucho. —Y nada de cosas raras. —Se rieron tanto
ambos que me sentí hasta ofendida.
—Está bien. —Le hizo un gesto a Owen que empezó a meter en bolsas
de tela negras —Vamos a ir a una fiesta en nuestra casa. —Debí poner cara
de horror porque volvió a reírse. —Es una fiesta familiar. Te dejaremos en
la habitación de invitados mientras tanto. Lo digo por si quieres llevarte
algo para pasar el tiempo. —Tragué saliva con emociones encontradas.
Estaba medio contenta y medio asustada. La parte contenta, esa absurda de
mi persona era porque hacía cinco años que había estructurado mi vida en
una rutina de la que no pensaba salir. Quizá el destino había querido que
abandonase ya ese triste empleo. Si al menos acabase siendo verdad que me
pagarían esa cantidad de dinero…Podría plantearme tener una nueva
vocación con dinero para comenzar. —¿Nos vamos?
Asentí y salí voluntariamente con ellos tras coger unas mudas. ¿Qué
tardarían en leer todos los tomos que habían cogido? Me monté en la parte
de atrás de una furgoneta Range Rover negra y emprendimos el camino.
Comenzó a llover y mi mente viajó a aquellas tardes en las que mi madre se
encerraba en su cuarto a leer y yo veía películas de dibujos mientras tomaba
un chocolate caliente que yo misma me preparaba. ¿Estaba destinada a que
todo el mundo me hiciese el mínimo caso y sólo me tuviese ahí mientras el
interés real estaba en esos malditos libros? Había demasiados amantes, por
lo visto, de los tomos exotéricos. Al menos mis nuevos secuestradores eran
atractivos. Había un momento en la vida que una se tenía que conformar
con pequeñas victorias.
Capítulo 6

Owen

No había sido fácil tomar la decisión de llevarme a Wendy junto a


nosotros de vuelta a mi casa pero Niall tenía razón. Si no llegaba a ese baile
mi madre iba a asegurarse de matarme y no en una lucha o algo así que
pudiera soportar, sino en un incesante manto de quejas entre lágrimas. Yo
no era precisamente paciente y sutil.
Estuve tenso hasta que vi que, realmente, ella se subía voluntariamente a
la furgoneta negra junto a nosotros. No parecía una amenaza de ningún tipo,
pero no podíamos fiarnos del todo ya que, al fin y al cabo, tenía en su poder
unos libros de origen de brujo que además supuestamente estaban
destruidos y, en el caso de quedar algún ejemplar, estaban totalmente
prohibidos incluso para la raza que los creó.
Miré por el espejo céntrico interior del coche a la chica que se hallaba
tranquilamente sentada mirando por la ventana. Wendy era singular, eso
podía saberlo en el poco tiempo que la había observado. ¿Qué persona
conseguía tomarse tan bien el hecho de que dos extraños se colasen en su
casa, se llevasen cosas de su propiedad y, no contentos con ello, decidieran
llevársela a una “cena familiar”. Cogí el móvil mientras con la mano
izquierda sostenía el volante. Tenía que avisar a Lesley para que preparase
una habitación donde dejar a la joven mientras podíamos escaquearnos y
discernir algo entre esos tomos. Tampoco quería tener allí a Wendy mucho
más tiempo del necesario y también tenía pendiente la misión de destruir al
brujo aunque tuviera que tener en cuenta que huiría de la ciudad al ver que
su objetivo ya no estaba. ¿Se me podía haber complicado más mi plan
original en un día?
Detuve el vehículo a unos metros de la valla negra de la entrada de la
mansión. Había mucha gente en el jardín y otras personas llegando en ese
instante. Le hice un gesto a Niall que salió rápido junto a Wendy para
meterse por la parte de atrás de la casa. Yo, por desgracia, no iba a tener
tanta suerte de poder simplemente desaparecer. Como era el alfa, todo el
mundo esperaba que asistiera a la maldita fiesta.
—Has tardado en venir hijo, pensaba que íbamos a tener que hablar de
nuevo de lo que te pidió tu padre antes de morir. — Susurró en mi oído.
Odiaba que hiciera eso. Mi padre había muerto hacía mucho tiempo y yo le
había prometido cuidar a la familia a cualquier precio. No hacía falta que
hiciera referencia a eso en cualquier situación pero lo hacía. —¿Has visto a
tu hermana? Estaba aquí hace un momento. —Aproveché el despiste para
zafarme de sus brazos e irme a saludar a Aldair.
—¡Estás jodidamente loco! —Por raro que me pareciese como analizaba
las situaciones, era un cumplido. No veían en que universo era bueno haber
llevado a una humana sin conciencia del submundo mágico a una casa llena
de hombres lobo. ¿Lo había pensado bien? —Ha venido Dilan. —Aquello
me tensó.
—Owen. —Me di la vuelta para saludar a Dilan con mi mejor y más
falsa sonrisa. Era el alfa del clan de más allá del río y aunque nuestra paz
era duradera, nuestra tirantez era evidente. Quizá porque nunca estábamos
de acuerdo cuando había una votación. —Es una fiesta impecable, como
siempre. ¿La ha organizado tu madre? —Asentí un poco y golpeé con
suavidad el hombro de Aldair para que se fuera. —¿Sigues ocupándote de
los brujos como si fueran problemas de los licántropos?
—Son problema de toda la comunidad mágica y eso nos incluye. —Mi
madre, Shirley, llegó para disminuir la tensión del ambiente y él, como no
podía ser de otro modo, empezó una conversación banal de elogios más
falsa que la que estaba teniendo conmigo. Ese era uno de los temas que
había acentuado nuestra enemistad. Él era de la opinión de que si los brujos
interferían en la vida de las humanos, era problema de ellos. Eso, para mí,
era ser muy corto de miras porque, si un humano conseguía ver lo que está
escondido a sus ojos, el mundo mágico, ya sería muy difícil que no
descubriera la existencia de las demás criaturas, entre las que incluiríamos a
los hombres lobo.
—Es para mí un honor. —Comenzó Shirley su discurso en la plataforma
del jardín. Le encantaba el protagonismo a mi madre y, aunque me pareciera
una falsedad tras otra, me venía bien. Tenía buena relación con todos los
miembros de los clanes, al menos con las familias importantes que asistían
a nuestros múltiples bailes, cenas y celebraciones. —Contar con la
presencia de todos vosotros. Mi hijo, Owen, os da las gracias en nombre de
todo el clan. —Elevé la copa de cristal ante las múltiples miradas que me
dedicaron. —Además, nuestro querido invitado Dilan, nos ha pedido el
escenario para anunciar una cosa. Un aplauso para él. —Eso me tensó
totalmente haciendo que los músculos de los brazos y la espalda fueran
prácticamente una roca. No tenía conocimiento de ningún anuncio y no me
gustaba nada que usara mi casa para cualquier discurso con el que pudiera
no estar de acuerdo porque, al cederle el espacio, de alguna forma, le daba
mi beneplácito. Seguramente le había planteado tal cuestión a mi madre
cuando hablaron en solitario. Ya sólo quedaba esperar.
—Lo primero, muchas gracias a mi amigo Owen por cederme el espacio
para la importante noticia que voy a dar. —No me fiaba ni un pelo de él. —
Lo segundo, gracias a todos los presentes por tan atenta escucha. He
encontrado mi destino. —¿Cómo? —Y me casaré en las próximas catorce
lunas. —La gente estalló en aplausos mientras que yo, buscando a Lesley
que en ese momento salía de entre la multitud para acercarse a mí, intentaba
adivinar de qué trataba todo eso. No se le conocía noviazgo alguno, no
había presentado a su “mate” recién encontrada en algún lugar ante nadie
que me hubiera traído la noticia y, por último, había venido solo al evento.
¿Era alguna clase de broma?
Se bajó del escenario. Intenté ser paciente para no cruzar el césped que
nos separaba y zarandearle de la camisa hasta que me soltase que planeaba.
Mejor sería dejar que mi madre hiciera la parte de cotilla social y que luego
me lo contase. Suficiente tenía por el momento con bajar a la habitación del
sótano a intentar encontrar algo en esos libros que me permitiera liberar a la
chica, cargarme el mago y decidir si aquellos libros podían ser una
amenaza.
Capítulo 7

Wendy

La casa a la que llegamos después del camino en furgoneta que me


pareció una eternidad. Nada más aparcar el coche me di cuenta de que
estábamos en una verdadera mansión y que, por tanto, debíamos estar
bastante lejos de la ciudad. No había terrenos como esos cerca de donde
vivía. Serían asaltados por ladrones en menos de lo que canta un gallo.
Niall se encargó de llevarme dentro sin que nadie pudiera percatarse de
mi presencia. Utilizamos una puerta trasera que, según me explicó el chico,
quien no era muy hablador, se utilizaba sólo por el personal de servicio.
Debía ser bonito no tener que hacer de comer, las camas o pasar la fregona.
No era capaz si quiera de imaginármelo.
—Quédate aquí. —Dejó las bolsas negras donde habían metido los libros
de mi casa. —Tienes videojuegos ahí por si quieres entretenerte y más
lectura. —Señaló las distintas pilas de cosas de entretenimiento que había
en la habitación que parecía una sala de distracciones. —No salgas bajo
ningún concepto y si alguien tiene que entrar llevará llave. —Se fue
cerrando tras de sí.
Estupendo. Debía ser una persona bastante extraña porque me
encontraba a gusto allí por mucho que no supiera quiénes eran, qué querían
exactamente o qué pretendían que yo hiciera. Al menos si mantenía su
palabra iba a cobrar bien. Recordé al pensar en el dinero a la pobre Myrna,
seguro que se preguntaba más de mil veces qué motivos podría haber tenido
para desaparecer sin más. Me aseguraría de inventarme una buena excusa
antes de volver para, si no podía recuperar mi empleo, al menos que no me
odiase una de las pocas personas a la que podía ponerle el título de amiga.
Y le quedaba grande.
—Te han traído. —Me sobresalté cuando vi aparecer la chica del pelo
rosa que había ido con los chicos al local de comida rápida. —Sabía que
pasaba algo raro. Mi hermano estaba algo alterado. Más de lo normal quiero
decir. —Se sentó con las piernas cruzadas sobre un cojín mullido frente a
mí. Tenía los ojos negros como el azabache y hacían un contraste
espectacular con el tono chillón de su peinado. Parándome a pensar deduje
de lo que había dicho que al menos uno de los dos tíos cuadrados era su
hermano. ¿El otro sería su novio? Desconocía mis propios pensamientos.
No solía ser una persona que se involucrara en la vida de los demás. —Me
llamo Lesley. —Añadió con las pupilas brillantes.
—Yo soy Wendy. —Dije con cautela. Parecía sorprendentemente
agradable pero no era como si yo pudiera fiarme de cualquiera. Sin motivo
aparente recordé a mi madre. Ella siempre tuvo una apariencia afable y
acabó abandonándome sin motivo aparente. —¿Hay una fiesta ahí fuera? —
Pregunté. Por probar a ver si decidía contarme algo no perdía nada.
—Una de las muchas que hace mi madre. —Respondió sin dudar
vivaracha. — A mi hermano no le hace ninguna gracia pero tiene que
acabar consintiéndola. A veces me hace dudar de si no soy yo la madre y
ella la hija. —Se río abiertamente. —Hablando de mi hermano… —Owen
entró resolviendo el misterio.
—Lesley, ¿Qué demonios haces aquí? ¿Cómo has entrado? — Pareció
agotado de tener que pelearse con ella. Definitivamente, se notaba que eran
familia y que él quería llevar la voz cantante. Niall entró detrás de él e hizo
un gesto interrogante con los hombros. Ella, por lo visto, no estaba
autorizada para venir a hablar conmigo.
—¿Y cuál es el problema? —Dijo Lesley risueña. —Ella y yo vamos a
ser buenas amigas. —No negué ese hecho aunque me parecía improbable.
Yo no solía conectar con la gente. —Deberíamos de hecho sacarla fuera con
los invitados, no es como si ellos no pudieran olerla tal y como he hecho yo.
Va a ser más cantoso. —¿Lo de oler lo dijo con referencia a mí? Porque de
ser así…no sabía a qué podía referirse. Solía llevar colonia pero no era
como si llevase encima más de cinco litros.
—Quizá, sin que sirva de precedente, Lesley lleva razón. —Apuntó Niall
desconcertándome aún más.
—¿Qué hace ella aquí? —Un chico algo más bajito que Owen pero
bastante parecido entró y se asustó de verme. ¡Qué reacciones tan dispares
las suyas! —¿No ibais a encargaros del mago sin más? —¿Mago?
—¡Cállate Aldair! —Grito Owen de una forma tan severa que pude oír
un gruñido gutural algo inusual. —Mejor llévala contigo, Lesley. —Fue
decirlo y la chica se colgó de mi brazo dispuesta a ser mi súper guía.
—Lo único que si te pregunta alguien, somos amigas desde hace tiempo.
—Me guiñó un ojo y salimos a un jardín enorme lleno de gente bien vestida
que bailaba y hablaba animadamente. —Esa es mi madre, Cloe, te he
hablado de ella antes. —Me señaló a una mujer rubia con un moño
perfectamente realizado. Portaba joyas ostentosas y un vestido de lo más
glamuroso. —Estará flipando de verte aquí y Owen va a tener que dar un
millón de explicaciones. —Susurró. Parecía dispuesta a contarme hasta el
día en que nació. No podía decir que eso me disgustara porque yo no era de
hacer muchas preguntas a personas que no conocía a fondo y así igualmente
estaba informada.
—No tenemos el gusto de conocernos. —Me di la vuelta al mismo
tiempo que Lesley que pegó un pequeño saltito. Era tan joven como
nosotros pero su mirada parecía transmitir más vivencias de las que pudiera
haber vivido en unos veinticinco años. —MI nombre es Dilan, soy el alfa
del clan de más allá del río. ¿Tú eres? —Dudé más de lo que lo hubiera
hecho antes en mi vida. Quizá fue por el apretón de mano que me propició
Lesley o quizá porque la sonrisa de Dilan se ensanchaba a cada segundo
que yo permanecía en silencio.
—Yo soy Wendy, amiga de Lesley. ¿Seguro que no nos hemos cruzado
antes? —Usé la técnica de la confusión y la pregunta. Dejaba la pelota en
su tejado haciendo ver que, de indagar, quedaba mal él por no recordarme.
—Lesley suspiró a mi lado claramente más tranquila pero aquello sólo era
una tregua. Una apuesta por el mal menor. No pasaría por alto lo que el
sujeto había dicho. ¿Alfa? ¿Clan? ¿Qué era todo eso? ¿Una secta?
—Wendy… Eres muy guapa. —Casi me atraganto con mi propia saliva
ante su inesperado piropo. Para mi suerte, Cloe llegó para hablar con Dilan
y me salvó de una conversación que pintaba ser incómoda.
—Owen. —Chocamos con él de lo rápido que Lesley tiró de mí para que
girase. —Dilan se ha fijado más de lo necesario en nuestra invitada. —El
tiarrón de metro noventa con pelo negro y ojos azules oscureció sus rasgos.
—A la habitación, las dos, ya. —Fue casi un grito. —Sólo falta que
alguien decida transformarse. —¿Qué decía ese loco?
Sin previo aviso hubo en pequeño temblor de tierra. Miré hacia el lugar
del ruido y me caí de culo. Un joven de algunos años menos que yo estaba
deformándose, no entendía que era lo que veían mis ojos. Ahogué un grito.
Niall tapó mi boca por si acaso. ¿Dónde me había metido? ¿Estaría
soñando?
Capítulo 8

Owen

Nada podía ir peor o al menos eso creía cuando vi al idiota de Dilan


acercarse a mi hermana y, por tanto, a Wendy. Él sabría identificarla de
inmediato como humana y, aunque a priori eso no debería hacerle sospechar
porque a veces teníamos contactos de amistad humanos por un tiempo, a
Dilan todo le parecía el principio de un complot. Sólo esperé que estuviera
demasiado seguro de que se iba a casar en catorce lunas y no tuviera tiempo
para preocuparse por mirar a una humana que, si bien era guapa, sólo era
eso.
La vida siempre decide demostrarte que si eres capaz de pensar que nada
peor puede pasar, estás equivocado. Un joven de la manada de Dilan que se
encontraba entre los invitados, inició una pelea con un chaval de mi clan, y,
eso, entre hombres lobo, sólo se podía arreglar de una forma.
Transformándose. Así lo hicieron. No tuve que ordenarle a Niall que se
encargara de que Wendy no montase un espectáculo pero no dejaba de ser
un maldito error que ella hubiera visto eso.
Tuve que aguantar el tipo tras separar a los jóvenes y darme la mano con
el otro alfa para que todos los invitados vieran que no había ofensas y
seguíamos estando en la misma paz. Mi madre estaba encantada y enfadada
al mismo tiempo. ¿Cómo era posible? Pues porque adoraba las bodas y a la
misma vez me recriminaba que no fuera yo el del enlace. Llevaba años
dándome el follón con que ya había pasado de sobra la edad media de
enlace de un alfa. No estaba de acuerdo. ¿Cuál era el problema de que el
jefe de un clan sólo tuviera corazón y mente para con la manada? Ninguno.
Era ella la que lo entendía mal.
—Ha sido un placer poder aprovechar el magnífico de Shirley. —Dilan
siempre aprovechando cualquier ocasión para endulzar a mi madre y seguir
haciéndole creer que sólo nos llevábamos mal por mi culpa. — Para dar la
noticia de mi pronto enlace. Será una bendición que nos acompañéis en ese
día. Os haré llegar pronto las invitaciones, pero no quería perder el
momento para honraros en persona. —Hizo un movimiento que me pareció
ridículo e innecesario con la mano. A Shirley, por supuesto, le encantó.
—¿Y cuándo conoceremos a la afortunada? —Mi madre no era la mejor
como madre, pero como cotilla era toda una profesional que siempre se
enteraba de todo lo que pasaba en el mundo lobuno. Después yo tenía la
suerte de que, además, le gustara compartirlo. Quizá ese fue uno de los
motivos por los que la noticia de la boda no me gustó. Si mi madre no lo
sabía, había tenido que forjarse sumamente rápido. ¿La conocería?
—Pronto. —No dio más detalles. Eso hacía aumentar en mí las
sospechas de algo malo en torno a toda esa mediocre felicidad. —Imagino
que tendré oportunidad de hacerlo en el próximo baile. —¿Qué baile por el
amor de la luna?
—Oh, por supuesto. —Vi a mi madre saltar como una niña pequeña.
Aquel imbécil había conseguido que se fuera a celebrar otro evento en mi
mansión antes de lo planeado. Le odiaba, quizá ese era otro de los motivos.
Le gustaba tanto llamar la atención como a Shirley. No nos parecíamos en
lo más mínimo. ¿Por qué había que estar ostentando una clase social? Eso
iba mucho más allá de nuestra condición lobuna, de hecho, me parecía una
característica muy humana. La avaricia, la ostentación y la envidia. Los
lobos teníamos una jerarquía y la cumplíamos por la fuerza propia que tenía
cada uno como lobo independientemente de que rara vez cambiaba de
familia el poder. Pero eso nada tenía que ver con caer bien o hacer fiestas.
Yo era fuerte porque mi padre era fuerte, y éste, a su vez lo era porque mi
abuelo lo fue. ¿No podían simplemente verlo? Aún con mis pensamientos,
nadie, al menos en mi territorio, pensaba que era malo. Me gustaba atender
las necesidades de la gente y apoyarlos en la medida de la posible, pero sin
parafernalia.
—Estaremos encantados de conocerla. —Tendí mi mano para apretar
más de lo necesario cuando nos las dimos. Nos retamos con la mirada con
la promesa de una venganza que venía de muy lejos.
Sólo cuando estuve segura de que no quedaba ningún invitado en mi
casa y que, además, los miembros de mi manada estaban ocupados en el
placer de cenar, me decidí a bajar de nuevo a la habitación de Wendy para
ver si habían conseguido darle alguna explicación o si, simplemente, estaba
fuera de sí.
—Hijo. —Ella me llamó porque tenía el don de la inoportunidad. —La
chica esa que acompañaba a tu hermana… ¿No es nada más que una amiga
de ella, verdad? —Levantó una de sus cejas a modo de interrogación
haciendo que me preguntase porque ella siempre tenía que estar dándole
vueltas a lo mismo.
—Yo no pienso en esas cosas, madre, ya lo sabes. —No hizo falta que le
reconociera en voz alta que sabía que se estaba refiriendo a si no era mi
compañera. ¿Cómo podía pensar eso de cualquier mujer nueva que viese a
mi alrededor? Además estaba el tema de Ailish… Si viera a alguien
rondarme la despellejaría. Por suerte para mi invitada estaba en las tierras
de sus tíos de vacaciones por el enlace de su querida hermana.
—Mejor. Ya pensé que eras capaz de elegir una humana sólo para
fastidiarme. —¡Claro mamá! Yo iba a elegir a alguien con quien compartir
mi eternidad basándome en molestarla. Qué ocurrencias. Lo que sí era
cierto era que la mujer que acabase casándose conmigo, al menos, no
deberá chuparle el culo constantemente a mi madre, pero eso, era otra
historia que no necesitábamos aclarar esa misma noche. —Que descanses,
recuerda que mañana tenemos reunión con el consejo a primera hora.
Ya ni me molestaba en intentar que entendiera que yo mismo fijaba la
fecha y la hora de esas reuniones. ¿Por qué aunque llevaba haciendo un
mandato impecable tantos años tenía que seguir encima de mí? Quizá sólo
era una costumbre que había adquirido junto a mi padre difícil de quitar.
—¿Y bien? —Pregunté entrando al cuarto. Aldair estaba sentado en una
esquina mordiéndose las uñas. Era un puto crío y, por eso, no entendía
como a veces quería que le tratase como a un soldado. La inmortalidad no
le hacía madurar por lo visto. Le encantaban las misiones, las peleas y las
chicas. Pero, cuidado, no sabía tener la cabeza fría ni enfrentarse a
situaciones graves. Todo un partidazo en mi equipo.
—Ella no ha dicho nada desde que hemos venido al cuarto. —Contestó
Lesley con cara de preocupación. Wendy estaba tumbada boca arriba en el
sofá. Tenía los ojos abiertos y su respiración era normal. ¿Por qué si estaba
consciente tenía esa actitud tan extraña? ¿Le habría dado un shock o algo
así? Si eso viniera acompañado de una pérdida de memoria sería perfecto.
Improbable pero deseado. —Creo que Niall le ha tapado demasiado fuerte
la boca. —Añadió en un tono infantil.
—Era mucho mejor idea dejar que todo el mundo se diera cuenta de que
ella no tiene ni puta idea de qué somos o de por qué existimos. —Niall
tampoco era precisamente paciente, al menos, con mi hermana. Al principio
de los tiempos pensé que se gustaban pero, con el paso de los años, acabé
por concluir que sólo no eran compatibles y tenían tendencia a picarse.
Un polvo azul empezó a salir de la boca de Wendy haciendo que todos
nos sobresaltáramos. ¿Qué diablos era eso? A eso le siguieron temblores
que movían todo su pequeño cuerpo. Eso no era un shock, eso era un
encantamiento. ¿Del brujo de la ciudad? ¿No había pasado ya mucho
tiempo? ¿Había algún hechicero en la fiesta? Todas las preguntas se
cernieron sobre mí mientras cogía a peso a la chica para ir corriendo a la
habitación de Mael, el lobo hechicero del clan.
Capítulo 9

Mael

No me gustaban las fiestas y eso me hacía ser un hombre lobo algo


antisocial. Bueno, tampoco ayudaba para nada ser el único hechicero del
clan. Había ignorantes que pensaban que llevaba conmigo el mal augurio o
algo así y que por eso, a una muy corta edad, descubrí que era portador de
poderes. La realidad era mucho más triste, era una criatura mixta. Nacido de
la unión entre un hombre lobo y una bruja. Toda una historia que pasó de
generación en generación hasta acabar totalmente deformada.
Para mi suerte, ya había acabado otro ridículo evento organizado por la
petarda de la madre del alfa. Owen me caía bien, sin embargo. Él no se
metía con nadie y no llamaba a mi puerta si no era estrictamente necesario
para alguna cosa del clan. Me senté en el pub que había colocado en la
esquina de mi habitación junto a la ventana. Adoraba estar sentado allí
leyendo cuando empezaba a llover.
Unos toques en la puerta me interrumpieron de mi pensamiento inicial,
pasar una noche tranquila bebiendo vino y con un buen libro. ¿Se habría
vuelto a equivocar alguna muchacha perdida que buscaba la habitación de
Aldair para hacer cosas indebidas sin estar oficialmente saliendo?
Probablemente. Los aporreos fueron más insistentes así que me levanté
dispuesto a indicar que era una puerta más allá.
—Está hechizada. —Owen entró con una joven en brazos que parecía
estar desmayada por su ausente comunicación y la cascada que hacía su
pelo caoba. —O eso creo.
—Haz algo Mael. —Lesley entró también y Aldair no se quedó atrás.
Niall fue el último en entrar antes de cerrar la puerta tras de sí. Seguramente
Niall ni si quiera quería estar ahí, nos parecíamos bastante, quizá porque
éramos hermanastros.
—¿Qué le ha pasado? —No me hacía gracia atender ciertas cosas en mi
habitación pero imaginé, en cuanto olí que la susodicha era humana, que
nadie sabía que se encontraba allí. ¿De dónde habría salido? —Es obra de
un brujo. —De eso estaba convencido. Un polvo azul le recubría los poros.
Era joven, quizá unos veintitrés o veinticuatro. No la había visto antes y, si
profundizaba en el análisis de lo que captaba mi olfato, podía saber que no
se había relacionado con más lobos que los que estábamos en la habitación.
Un pequeño rastro de Dilan pero muy leve para ser importante. Ese tío
siempre se metía en lo que no debía. —Pero es un embrujo de hace tiempo.
Actúa soltando el efecto paulatinamente para asegurar que siga dormida
durante el tiempo que estimase el creador del hechizo pertinente. Así a voz
de pronto podría decir que un par de días más le queda en ese estado. —
Reflexioné para mí mismo que la energía del poder que notaba era bastante
contundente. Un brujo que no era hombre lobo de ningún clan. Uno puro.
Uno antiguo y experimentado. —¿Dónde la habéis encontrado así? —Miré
a Owen. Él iba a decidir de todas formas de qué se hablaba y de qué no.
—Seguíamos el rastro de un brujo. Teníamos noticias de que había uno
por una ciudad pobre del este que utilizaba sus habilidades y sobretodo sus
conjuros con humanos. Fuimos y resultó que ella era su objetivo. —Dijo
conciso Owen.
—Pensaba que se trataría de una poción de amor lo que le querían hacer.
—Añadió entusiasmada. —Es bastante guapa. Pero ese brujo sólo se
empeña en dormirla. Qué rollo. —Ella era demasiado infantil para la edad
que tenía si echábamos cuentas de los años que llevaba en la misma edad al
alcanzar la inmortalidad.
—Por eso la estudiábamos, nos pareció extraño. —Niall y yo pocas
veces cruzábamos alguna palabra suelta. No nos habían educado juntos a
pesar de estar en la misma manada y, cada uno por sus razones, no
habíamos querido tener una amistad cuando llegamos a la edad de
comprender que tener una madre distinta no tenía por qué prohibirnos tener
una relación cordial. —Tenía en su casa unos libros sobre brujería. Los
tenemos abajo. Por si quieres echarles un vistazo. —Apuntado eso, se fue
sin decir nada más. Éramos lobos de poca conversación.
—Le daré un brebaje que debería acelerar la eliminación del conjuro
mediante la sudoración de toxinas, pero hará que le suba la temperatura
corporal. Eso quiere decir que hay que estar pendiente de ella. Los humanos
no toleran bien la fiebre y podría tener algún tipo de complicación. Hay que
asegurarse de tenerla estable y esas cosas. —Owen salió de la habitación
sorprendiéndome. ¿No me estaba escuchando?
—Toma. —Owen volvió para soltar dos bolsas de tela negra en la
alfombra de mi habitación. —Son los libros de su casa. Me gustaría poder
llevarla de vuelta a su ciudad antes de que alguien pueda notar su ausencia.
—¿La habían secuestrado? ¿Qué era todo aquello? —Tú encárgate de
cuidarla tal y como has dicho. Si pudieras averiguar de alguna forma qué
quería ese brujo de ella mejor. Que nadie la rastree y sepa que siga aquí.
¡Ah! Y si es plausible, crea algún mejunje para que pierda la memoria de
los últimos días, ha visto a un chico transformándose. —Mandó con la
cabeza a sus hermanos que se fueran. —Si despierta o hay alguna novedad,
me escribes. Yo voy a ver si consigo coger al puto brujo. —Cerró tan fuerte
la puerta que si la chica hubiera estado bajo los efectos de un hechizo tan
potente, habría despertado.
La observé mejor ante la soledad que nos rodeaba. Dormía plácidamente
y su rostro estaba suave y sonriente. El hechizo no había sido para nada
doloroso ni había podido notar los efectos hasta que llegó el momento de
dormirse. Caí de pronto en el hecho de que no tenía ni idea de cómo se
llamaba. Parecía una chica del montón humano desde luego pero había algo
en ella que me atraía a pensar que había más allá para ver de lo que era
factible descubrir en una simple mirada. A veces era necesario rascar el
exterior para ver bajo la primera engañosa capa.
Intenté acceder poniendo mi mano en su frente a sus últimos recuerdos
pero, sorprendentemente, no pude ver nada. ¿Un campo de protección
mental? ¿Se lo habría hecho el brujo para proteger su apariencia? Si era así,
sólo había una forma de averiguar algo más y sólo se podía llevar a cabo si
estaba despierta. Empecé entonces a intentar que tragase el brebaje para que
expulsara el hechizo. Su fiebre subió rápido haciendo que tuviese que
ponerle gasas de agua fría. Decidí examinar alguno de esos tomos para
hacer más amena la noche en vela.
Capítulo 10

Wendy

Me desperté con un profundo dolor de cabeza y eso, para mi desgracia,


estaba empezando a ser una costumbre. Abrir los ojos fue una gran hazaña
que tuve conseguir en solitario. ¿Quién era ese? En la esquina del cuarto al
que no había recordado llegar por mi propio pie ni voluntad, había un chico
sentado en un pub bastante entretenido leyendo un libro. Me fije en la
portada activando mi memoria. Sí, era un tomo de mi madre. ¿Sería amigo
de los otros chicos? Parecía tan joven como ellos y, aún en esa postura
podía verse que era muy alto. Su pelo era castaño, parecido al mío quizá.
—Estás despierta… —Dijo sin hacer ningún movimiento de cabeza.
¿Cómo lo sabía? —Creí que la pócima tardaría más en hacer efecto. —Esa
vez sí hicimos contacto visual y agradecí estar aún recostada porque sus
pupilas eran realmente impactantes. Casi de color dorado, bien podría
haberse tratado de dos lingotes de oro metidos de alguna forma en sus ojos.
¿Me habría dado algún golpe en la cabeza? —Mi nombre es Mael. —Siguió
pasando hojas a tal velocidad que pensé que le estaría dando tiempo a leer
nada.
—Yo soy Wendy. —Me senté en el colchón fijándome en la estancia. Era
regia, antigua y decorada con buen gusto. Televisión y muchos
libros….Alguien pasaba demasiado tiempo aquí. —¿Me han drogrado en la
fiesta? —A mi cabeza llegaban imágenes imposibles de hombres
transformándose en lobo. Debía ser causa del rastro de alguna seta
alucinógena o algo por el estilo. Claro, por eso había dicho pócima, querría
hacer referencia a alguna medicina.
—Algo así. —Se acercó a mí entrecerrando un poco los ojos. No me
había dado cuenta de que iba sin camiseta hasta ese momento. Tenía un
cuerpo bronceado e imponente. Los abdominales bien marcados y los
brazos llenos de tatuajes. —Soy tu medico. —Dijo esbozando una sonrisa.
—¿Cómo te encuentras? ¿Qué recuerdas del momento en el que caíste
inconsciente? —Pasaba uno de sus dedos por delante de mis ojos para que
lo siguiera y luego colocó toda su cálida palma sobre mi frente. Poco fiable
era ese método para medir mi fiebre si era lo que intentaba.
—Yo… —Me quedé callada intentando pensar en lo que me había
pasado los últimos días. —Me desmayo mucho últimamente. —El médico
buenorro se empezó a descojonar sorprendiéndome. —Y me secuestran aún
más. ¿Son los dueños de la casa tus amigos?
—Sí. —La respuesta no fue muy convincente.
—Alguien me atacó en un parking y me duele la cadera de eso. —No
sabía exactamente cómo pero estaba casi al cien por cien segura de que yo
no me había ido voluntariamente del parking esa noche. —Luego fue a
comprar unas infusiones y sólo recuerdo que salí por los aires. Me duele el
brazo derecho de eso. —Mael se sentó frente a mí utilizando una silla
prestándome más atención de lo que recuerdo que alguien lo hubiera hecho
en los últimos años. —Tus amigos invadieron mi casa a la que no sé como
llegué y me obligaron a darle los libros de mi madre, a renunciar a mi
trabajo y a venir aquí. Y ahora, al parecer, me han drogado para que vea
transformaciones y cosas que no son posibles como tus ojos dorados. —Me
dejé caer un instante en la cama con las manos en los ojos. ¿Desde cuándo
mi vida era tan complicada? —¿Cuándo me voy a poder ir a mi casa? —Si
alguna vez había querido salir de mi rutina ya no. —Si queréis quedaros los
libros, está bien. —De todas formas me estaba haciendo una persona algo
extraña leer todas esas tonterías que eran la única herencia de la
desaparecida de mi madre. Todo había tenido que ser una señal para que
empezase otro estilo de vida.
—Pues…No lo sé, Wendy. —Su rostro reflejaba ahora verdadera
preocupación. ¿Pensaría el médico que estaba completamente loca? ¿Lo
estaba? —Vamos a estar lo más calmados posible, ¿vale? Todo va a ir bien.
—¿Por qué las palabras de su boca no reflejaban sus actos? Parecía más
nervioso como esas veces que tienes que dar noticias desagradables.
Salió de la habitación. Podía haber llegado a pensar que era un buen
momento para escapar pero no sabía exactamente donde estaba. Además, la
última vez que había estado despierta había visto mucha gente ahí fuera.
Decidí mirar por el cuarto algunas cosas, parecía un hombre bastante culto.
Cuando volvió a entrar se sorprendió de verme deambulando. Culpa suya
por dejarme sola. Detrás de él entró toda la cuadrilla de locos.
—Estás bien. —Lesley me abrazó. Parecía un gesto de afecto sincero
pero no entendía por qué si eran ellos los que me estaban haciendo
volverme loca se iban a preocupar por mí.
—Está bien. —Dijo Mael en alto en un tono algo menos efusivo. —Está
perfectamente consciente y con todos sus recuerdos intactos. —Todos los
presentes voltearon sus cabezas hacia él. —No funciona con ella ese tipo de
cosas. No sé si puede tener algo que ver el campo de protección mental que
tiene. —Owen se acercó hasta él en dos pasos con una determinación en su
mirada.
—¿Y eso qué significa? ¡No puedo soltar una humana por ahí con esos
recuerdos! —Gritó tanto que sentí que mi cuerpo temblaba. Mael, sin
embargo, parecía impasible a su tono.
—Significa que hay que buscar al brujo, Owen. Sólo él sabe qué quería
de ella. —Mael se giró hacia la ventana, parecía profundamente perdido en
sus pensamientos. —Hay dos opciones en este caso. O bien el brujo, muy
capaz por otra parte, ha protegido la mente de Wendy para proteger, a su
vez, su imagen e integridad. O bien ella ya tenía el poder de proteger sus
recuerdos. —¿Qué yo tenía qué? ¿Esta gente se drogaba más de lo
recomendable? —Y eso…sería un gran problema.
—Buscamos al brujo, hacemos que le quite eso aunque sea negociando y
fin del drama. —Niall estaba muy serio mientras miraba a Mael. Casi era
palpable que no se caían bien.
—Exacto. —Reafirmó Owen. Mis sensaciones se enfriaban por
momentos. ¿Por qué parecían tan violentos?
—Sí, es sencillo. —Mael utilizó toda la ironía. Hasta yo pude darme
cuenta. —Sólo que me apostaría casi todo lo que tengo a que el campo no
lo ha hecho el brujo y venía con ella. —Owen dio un puñetazo en la pared.
—Veo tu apuesta. —Aldair se acercó a Mael y le tendió la mano. —Una
de nuestras armas nos jugaremos. Yo digo que Owen tiene razón y es
cuestión del mago. —Mael estrechó su mano sin dudar un segundo.
—Mantenla aquí o en cualquier otra habitación. —Ordenó Owen a Mael.
—Pero que nadie la sienta, huela o vea. Vigílala. —El médico, que
seguramente ni lo era, asintió dejando que todos salieran del cuarto.
—Cuídate. —Lesley volvió a abrazarme y, absurdamente, su contacto
me calmó un poco. Ella no parecía querer hacerme daño. Quizá, aunque era
improbable, había una explicación para todo.
—¿Es este tu cuarto? —Le pregunté a Mael cuando estuvimos
completamente solos.
—Lo es. —Se sentó en la esquina de nuevo volviendo a coger el libro
que tenía en sus manos cuando desperté.
Capítulo 11

Owen

Todo estaba saliendo jodidamente mal. Al final otros clanes iban a tener
razón y era una mala idea meterse en que los brujos no hicieran lo que
quisieran con los humanos. ¿Qué se suponía que debía hacer yo con la
humana si no conseguíamos que perdiera los recuerdos? ¿Adoptarla como
una mascota para mi clan?
Le pedí a Niall que me acompañase de nuevo a la ciudad. En aquella
ocasión lo mejor sería prescindir del resto, es decir, de mis hermanos. Eran
buenos luchando pero yo no tenía ni tiempo ni ganas de hacerme cargo de
ellos. Sumando a la ecuación como no, que sería mucho más sencillo que
mi madre no se percatara de la operación. Caí al acodarme de mi madre que
no estaba seguro de que fuese a llegar a tiempo a la estúpida reunión del
consejo. Debía darme prisa.
—La chica… ¿Crees que Mael tiene razón y es diferente? —Niall y el
hechicero del clan eran hermanastros y no tenían relación pero ambos
tenían un buen olfato para ver más allá de lo que parecía en cada situación.
—Pues…no lo sé. —Estaba conduciendo mucho más rápido de lo que
debía pero me tenía que dar tiempo a llegar al dichoso pueblo, buscar al
mago, ver que no estaba y conseguir que la fuente que nos dio el soplo nos
dijese algo de valor para volver a encontrarlo. —Pero ya sería mala suerte
encontrar a alguien “diferente” de casualidad y tener que quedárnosla sin
saber qué hacer con ella.
—En mi zona no había nada. —Fue lo primero que dijo Niall cuando nos
juntamos de nuevo en el centro de la oscura y tardía ciudad. Sabía que ese
iba a ser el resultado pero aún así empecé a maldecir mi mala suerte. —He
vuelto a casa de la chica. —Carraspeó un poco. —Nadie parece que la haya
echado de menos Owen. No tenía mensajes en el buzón de voz ni hay rastro
de olores que me hagan pensar que alguien ha ido a buscarla. —Se subió a
la furgoneta. —Me parece extraño. —Nos venía bien que no fuera muy
sociable, eso nos daría el tiempo que necesitábamos para arreglar aquel
disparate. —Owen, sé que crees que eso está bien, pero no lo está. —Frené
un poco el vehículo en la carretera convencional. Tampoco era cuestión de
que la policía humana nos detuviera por exceso de velocidad. Era una
soberana estupidez con lo que éramos pero no queríamos montar un
espectáculo. —Esa chica debería tener una familia que estuviera
preocupada. ¿Qué tiene? ¿Veinticinco? Es joven. Vive sola. No parece tener
amigos. Creo que Mael tiene razón, esa chica no va a ser normal. —
Concluyó confirmando mis temores interiores.
Aceleré cuando nos desmarcamos por caminos rurales. El confidente
solía estar en un sitio tan corriente como era un veinticuatro horas.
Trabajaba allí por puro divertimento.
—No podéis estar aquí. —Fue lo primero que dijo Hilda cuando nos vio
aparecer. Hilda era una chica corriente metida en la treintena con un trabajo
aburrido. Era la fachada perfecta para esconder su verdadera personalidad.
Hilda era una buena hechicera que no quería que metiéramos en el mismo
saco a todos los brujos y, por ello, decidió hacernos llegar soplos cuando
tenía conocimiento de algún brujo que estaba utilizando la magia para fines
que no estaban permitidos por el acuerdo mágico. —¿Y si hay alguien
mirando? —Fue corriendo a cerrar las persianas y poner el cartel de cerrado
durante cinco minutos.
—El brujo, el último que nos dijiste. ¿Sabes dónde está? —Pregunté sin
dar rodeos.
—No sé donde está pero sé lo que ha hecho. —Miraba nerviosa par a un
lado y el otro. ¿A qué se refería? —Ha desplazado a más magos de su
mismo escudo— Sabía algo sobre los escudos pero no lo suficiente.
Algunos magos se agrupaban bajo un escudo, éstos tenían un líder, y
siempre tenían los mismos fines. Quizá si hubiera prestado más atención en
las múltiples explicaciones del consejo…En fin. —Están ayudándole a
buscar a la chica, al parecer, el hechizo que le iba a hacer era
suficientemente importante como para que no la deje escapar. —Bajó la voz
sensiblemente apoyándose en el mostrador. —Si os ven o saben que estáis
aquí tienen orden de hacer que os vayáis. Y no puedo decir nada más.
Largaos antes de que venga alguien. —Hizo un gesto con la mano.
Salimos del local mucho más preocupados por la situación de lo que
habíamos entrado. Aquello era un problema porque nos reducía a dos las
opciones. Entrar en un conflicto con un escudo entero sin saber bien por
qué. O traer a la chica y dejar que las cosas siguieran su curso original.
—¿Qué crees que quiere hacer con ella? —Niall estaba quieto y
pensativo en mitad de la calle donde, inoportunamente, empezaron a caer
unas gotas.
—Owen…. ¿No notas todo extremadamente silencioso? He dejado de
oír incluso la musiquita del veinticuatro horas. —No me había fijado pero
era cierto. —Es una puta trampa. Ella le ha avisado. —Gritó Niall a tiempo
de que saltáramos para evitar el golpe de un brujo que apareció de la nada.
Seguramente habían utilizado un hechizo silenciador para el ambiente.
Maldita Hilda.
Nos transformamos los dos yendo a por el mismo sin tener demasiado
problema para inmovilizarlo. Una mordida especifica de hombre lobo en
una criatura de otra raza tenía un efecto paralizador. Para nuestra suerte,
Hilda no había atinado a advertirles que los hombres lobo que estuvieron en
la botica enfrentándose al brujo, éramos dos guerreros fuertes y, yo además,
el jefe de un clan.
El segundo secuaz no tardó en llegar y Niall me interrogó con la mirada.
¿Qué debíamos hacer? ¿Cuánta gente podía haber bajo un mismo escudo?
—Carga al que está inconsciente atado y con guantes. —No dudó al
meterlo en el maletero lo más rápido que pudo.
Era lo mejor que podíamos hacer aunque huir no solía ser para nada
nuestro estilo. Volveríamos a por el brujo correcto cuando tuviéramos la
información necesaria sobre él y, por supuesto, sobre el escudo al que
pertenecía. Ya salía el sol dejando rojo el cielo. No había tenido tan mala
suerte después de todo. Iba a llegar a tiempo para que mi madre no clamase
al cielo por tener un hijo que no le hiciese caso. Debía estar agradecida de
que le seguía permitiendo asistir al consejo a pesar de que ya, ella, por
mucho que le costase asimilarlo, tenía que estar disfrutando de su vida
tranquilamente. ¿Cómo le iría a Mael con la nueva “invitada”?
Capítulo 12

Mael

Tener a una humana deambulando por mi habitación no era lo que se


decía normal para mí. La observaba por encima del libro que debía estar
examinada. Wendy se paseaba con tranquilidad parándose en cada montón
de libros. Si me fijaba un poco más acertaba a ver que los que más le
llamaban la atención eran los de magia. No debía dejar que los viera pero,
viendo el contenido de los libros que trajo, no creí que fuera ninguna
amenaza que viera también esos.
—¿De dónde los has sacado? —Pregunté haciendo referencia al libro
prohibido que tenía yo en ese instante en las manos. Ella pegó un pequeño
respingo sobresaltada. Esa situación debía ser difícil para ella.
—Creía que te había dicho cuando me desperté que eran de mi madre. —
Sí, estaba casi seguro de que así era. Se giró hacia el lado contrario de la
habitación evitando el contacto visual. ¿Por qué?
—¿Crees que está preocupada por tu desaparición? —No pude evitar
sentir que no tenía ningún derecho a hurgar así en su vida privada.
—No lo creo. —Se dejó caer en la cama con ambos brazos a los lados
de su cuerpo. —Hace años que se fue. De hecho, esos libros fue lo único
que dejó. —No necesitaba hechizo alguno para notar su profunda tristeza.
—Me abandonó y, por lo visto, lo único que decidió dejarme me está
trayendo problemas. No sabes lo que se siente. —Una lágrima descendió
por sus rosadas mejillas.
—Te entiendo mejor de lo que crees. —Sus ojos verdes como dos
esmeraldas brillando por el llanto se detuvieron a mirarme. —Mi madre
también me dejó. Cuando era pequeño. —¿Por qué le contaba eso de lo que
nunca hablaba con nadie? —Fue una aventura extramatrimonial. —
Tampoco podía explicarle que mi madre, casada con un hombre lobo, se fue
con un brujo y me tuvo. —Niall es mi hermano. —Eso pareció
sorprenderla. —De distinto padre. Digamos que el suyo es… el aceptado
socialmente. —Esbocé una sonrisa ante la simplificación que había hecho
de mi historia.
—Lo siento. —Parecía absurdamente sincera para estar secuestrada en
contra de su voluntad. Aunque quizá lo que no entendía porque no
podíamos explicarle era que sino conseguíamos que olvidara no podría
volver a su vida corriente. —Al menos no veo que vivas mal. —Sonrió
tímidamente.
—Ya. —Dije escuetamente.
A esas alturas de mi vida ya vivía casi en la élite del clan pero yo me
había pasado tantos años siendo un parias dentro de la comunidad de
licántropos que las heridas quedaban por dentro. Cuando mi madre me
trajo, al poder transformarme, no podían dejarme fuera del clan. El padre de
Owen no tuvo más remedio que aceptarme pero no por ello me permitió
relacionarme con quien yo quisiera. De hecho, las condiciones del padre de
Niall, que para mi suerte murió unos años después, fueron muy estrictas. No
quería verme cerca de mi madre o de mi hermanastro. Se encargó de
contarle a todo el mundo que estaba maldito por mi procedencia. Resultó,
sarcásticamente, ser cierto. Cuando desarrollé los primeros hechizos
algunos votaron por matarme pero era más común de lo que querían
reconocer y otros clanes también tenían algún hechicero. ¿Querrían perder
esa ventaja? No. Así me convertí en el hechicero del clan.
Gracias eso adquirí más posesiones y hasta mi habitación dentro de la
mansión principal. Evidentemente, con mi nuevo rango podía relacionarme
con cualquiera pero, la presencia de Niall mirándome con cara de odio
constantemente, me cortó las alas. Preferí seguir con mi soledad sólo
aprovechando mi estancia para estar tranquilo.
Owen adquirió el mando con el paso de los años. Nosotros siempre nos
habíamos llevado bien dentro de los límites así que respiré más tranquilo
con él como alfa. Llegamos a un preciado acuerdo. Yo servía al beneficio
del clan cuando fuera necesario pero, cuando no lo fuera, podía no asistir a
parafernalias, concentraciones sociales y todas esas tonterías.
Volví al presente. No me había dado cuenta de estar divagando sobre mi
pasado. Wendy se había quedado mirando por la ventana. Ya salían los
primero rayos de sol. Era una puesta bonita.
—Los libros de tu madre te han puesto en peligro, en eso tienes razón.
—Giró la cabeza de nuevo hacia mí. —Pero tiene que haber un motivo. Tú
no lo entiendes pero esto es como si tu madre te hubiera dejado un mapa
para llegar a la ciudad perdida de Atlantis. —Se rió haciendo que mi pecho
se contrajera de una forma extraña. Me fijé en las siguientes páginas y me
di cuenta de que, entre las múltiples cosas que ya sabía, había una pócima
que habíamos estado queriendo tener durante décadas. La cura para el
veneno de vampiro. —Gracias. —La abracé de la emoción justo en el
momento en el que Owen y Lesley entraron por la puerta. Mierda.
—Oh, vaya. Os habéis hecho amigos. —Dijo Lesley con su actual tono
de burla mientras yo me distanciaba prudentemente de la “invitada” —Me
quedo yo con ella. Tú tienes que hacer otra cosa. —Su hermano me miraba
analizando lo que acababa de pasar pero, en realidad, era sencillo de
explicar.
—Sígueme Mael. —Lo hice. Bajamos hasta los sótanos más escondidos
de la mansión. —Tengo que reunirme con el consejo ahora. Ya sabes como
es mi madre. —Que me hablase con esa familiaridad me hizo reírme por
dentro. Si fuéramos amigos no tendría siempre ese aire de superioridad.
Quizá venía implícito en el título de alfa. Dilan, el alfa de más allá del río,
también era así. Era irónico que Owen lo viese como un idiota. —He traído
a un brujo del escudo del que le hizo eso. —¿Iban en grupo? —Había
muchos y no teníamos tiempo así que…mira a ver si nos sirve de algo. —
Asentí entrando a la celda del prisionero. Para mi mala suerte, el otro
encargado era Niall.
—¿Cómo quieres hacer esto? —Le pregunté a mi hermanastro que tenía
la mandíbula tan apretada como yo.
—Pues con otra persona. —Respondió de forma borde.
—Hazle hablar como creas conveniente y yo me sentaré aquí por si dice
algo que ayude a ver cómo solucionar lo del campo mental de protección de
la chica. —Omití decir el nombre para que no pensase que habíamos estado
hablando aunque era así.
—Está bien. —Aceptó de mala gana aunque yo había decidido dejarlo a
su forma.
Me senté en una silla pegado a la esquina de la habitación. Yo era igual
de alto que él y posiblemente, teníamos la misma fuerza. Sin embargo, a mí
no me gustaba emplear la violencia si no era estrictamente necesario y
tampoco tenía ganas de discutir con él. Ambos teníamos la mecha corta y, si
empezábamos a pelearnos, tendría que bajar el mismísimo alfa a
separarnos.
Tras un interrogatorio duro y extremo bajo mi punto de vista sólo
supimos que el escudo era grande, quizá de una treintena de brujos. Eso
podía llegar a ser un problema. No solía haber escudos tan numerosos
porque, eso, requería de una intención común más potente de lo que era
habitual. También escupió, a base de fuerza bruta, que, aunque los brujos de
ese escudo solían hacer tareas para humanos tales como hechizos de amor,
de delgadez, de fertilidad…No era el caso. O, al menos, el jefe, había dicho
que nada tenía que ver con un trabajo pagado.
—¿Crees que de verdad no sabe el nombre de su propio jefe? —Hice la
pregunta conteniendo el aire sin saber si iba a decidir ignorarme.
—Lo habría dicho si lo supiera. —Las técnicas de tortura desde luego
habían sido suficientemente duras.
—Supongo que sí. A no ser que ese jefe le haya hecho un hechizo de
silencio. —Niall me miró asintiendo. Al menos no me iba a discutir sobre
ese tema porque no era su campo.
—¿La chica es un problema, verdad? —Me sorprendió que me hiciera
esa cuestión. Nosotros no solíamos hablar de nada y no cruzábamos más
palabras de las necesarias. Pero lo entendía. Niall podía ser un capullo en
muchas cosas pero se desvivía por la seguridad del clan. Un guerrero nato
enfocado sólo en la eliminación de enemigos. ¿Si le decía que sí estaría
poniendo a Wendy en la boca del lobo?
—Puede ser. —Escogí decir.
Capítulo 13
Wendy

Lesley era una persona divertida y extraña. No era para menos dada su
apariencia loca y juvenil. Ese pelo rosa y la forma tan atrevida de llevar
ropa de cuero. Tenía un cuerpo estilizado y entrenado desde luego.
—¿Estás asustada? —Preguntó dejándose caer cerca de mí cogiendo mi
mano entre las suyas. —Esto debe ser muy raro para ti. —Asentí sin más.
¿Cuál era el sentido de esconder lo que sentía? —¿Te cuento un cotilleo? —
Asentí de nuevo.
—Dilan, el jefe de otras tierras. —Vi que dudaba la forma de contarme lo
que fuera tan emocionante. —Ese que conociste agarrada de mi brazo,
¿recuerdas? Va a casarse tal y como anunció. —¿Y si lo anunció cuál era el
misterio? —Pero lo extraño es que nade sabe quién es esa supuesta
prometida. —Intenté asimilar lo que me estaba diciendo más allá de mis
pensamientos sobre que me estaba volviendo loca.
—¿Ese…Dilan es muy famoso por aquí? —Se río asintiendo locamente
ante mi pregunta. —Vale, si lo es si que parece raro. ¿Y será una gran boda?
Nunca he estado en una. —Ante mi última reflexión me di cuenta de que
estaba dando por supuesto de que no me iba a poder ir de allí tan
fácilmente.
—¿Te llevas bien con Mael? Digo…él es algo taciturno. —A mí no me lo
había parecido para nada. —La verdad es que no nos llevamos muy bien.
Siempre me pega cortes innecesarios. —Quizá se sentía como si fuera
menos que los demás y se defendía de esa forma. —Uy, me tengo que ir. —
Como si la hubieran llamado por el móvil pero sin ninguna señal o sonido
recalcable o visible, saltó de su asiento para irse. —No te muevas de aquí.
—Cerró tras de sí.
Rebusqué en la bolsa negra de tela hasta dar con el libro de mi madre que
había estado leyendo hasta el momento de mi primer incidente. Al menos
seguiría con mi ritmo de lectura habitual. Era lo único cuerdo, y eso era
decir mucho, que me quedaba en toda aquella situación. Pasé las páginas
intentando recordar donde me había quedado cuando un papelito amarillo
cayó de dentro. Hacía cinco años pero reconocía perfectamente la letra de
mi madre.
“Querida Wendy, te he estado observando desde que me fui. Pensé que
alejándome te protegería pero con los últimos acontecimientos, creo que
debemos encontrarnos para que pueda explicarte muchas cosas que no
sabes.
Imagino que tendrás dudas de la fecha de esta carta, pero, el día que la
puse ahí, ibas por la página 58.
Te quiere mucho. Mamá”
No pude contener las lágrimas que salían como una fuente por mis ojos. No
era posible que fuera suya. De hecho, la había dado en ocasiones por
muerta. Es decir, me alegraba de que estuviera viva pero… ¿eso significaba
que me había dejado e ignorado durante cinco años sin razón?
—¿Estás bien? ¿Pasa algo? —No me había dado cuenta de que entraba
Owen. Miró a un lado y a otro de la habitación buscando el motivo de mi
desolación.
—Nada, la situación. —Escondí la nota rápidamente. No me fiaba de él por
muchos motivos. A la cabeza de ellos estaba el hecho de que me había
secuestrado y parecía llevar la voz cantante.
—¿Pasa algo? —Dijo Niall entrando junto a Mael. ¿No podía haber venido
él sólo? No sabía por qué pero confiaba más en él. —¿Por qué llora? —
¡Cuánta sensibilidad! Su tono era de irritabilidad.
—¡Por la situación he dicho! —Grité sin tener en cuenta que eran mis
secuestradores, tres hombres altos y fornidos que, sin embargo, ponían cara
de asustados.
—He pensado que es una buena idea hablar con ella para intentar que se
desbloqueé ya que, por el momento, no podemos coger al brujo original. —
¿Brujo? ¿Qué hablaban esos locos? Mael me miraba con intensidad en sus
pupilas curiosas. Seguía sorprendiéndome el dorado de sus iris.
—Sí, vale. He tenido un día duro con el consejo y tengo que averiguar
quién es la chica que se va a casar con Dilan, porque no me fio nada de él.
Y vamos a planear como coger al brujo, que, por cierto, contaré con que tú
mismo vengas en esa misión. —Mael no puso una cara agradable. ¿Por qué
tenía expresiones tan distintas cuando estábamos juntos y cuando ellos se
encontraban en la habitación? —Te avisaré. —Desapareció para ser seguido
muy de cerca de Niall. ¿Por qué Niall que parecía tan capaz y temible iba
detrás de Owen como si fuera sólo un esbirro?
—¿Y bien? —Mael se sentó en su pub habitual. —¿Qué te pasa? —No se
creía mi histeria repentina por la situación pero…si él estaba aquí…al fin y
al cabo, formaba parte de la comunidad de locos.
—Mi madre, la desaparecida, la que me abandonó con esos libros que me
han llevado hasta aquí…. ¡Me ha dejado una nota! —La saqué del bolsillo
donde me la había escondido y se la di. ¿Qué otras opciones tenía?
—Esto no me gusta, Wendy. —Me la devolvió tras leerla pero sus facciones
empeoraban. —Mira…sé que piensas que te estás volviendo loca pero todo
lo que has visto aquí es real. Si lo piensas llevas años leyendo sobre ello.
Hombres que se trasforman en lobo en algunos tomos pequeños,
muchísimos hechizos… ¿Por qué los has leído tantas veces y no te has
desecho de ellos? En el fondo tú misma tenías la esperanza de que
existieran. —Pero no era posible. —Partiendo de la base de aceptar todo
eso como una realidad….Y teniendo en cuenta que yo no voy a juzgarte lo
más mínimo y voy a intentar ayudarte…. ¿Qué posibilidades crees que hay
de que tu madre sea una bruja? —¿Una qué?
—Si dices el porcentaje exacto, mejor. —Niall entró bruscamente a la
habitación. Por la cara de Mael no había previsto que su hermanastro
escuchara a escondidas. ¿Qué sospecha tendría Niall para estar esperando a
que habláramos? ¿Se fiaba menos de su hermanastro o de mí?
—No hace falta que te pongas así. —Mael se levantó para ponerse cara a
cara con él que parecía nervioso. —Ella no sabe nada.
—¿Y eso lo dices tú, verdad? —El ambiente se estaba tensando por
momentos.
—Sí, lo afirmo. —No se amedrentaba ninguno de ellos. Si alguien no los
paraba aquello iba a ser una lucha de titanes… ¿O sería de verdad una pelea
de hombres lobo?
Capítulo 14

Wendy

No supe exactamente qué me conmocionaba más. Si el hecho de que


aquellos dos hombres con pinta de duros y grandes músculos estuviesen a
punto de tirar la casa abajo. O que ambos pensasen en una u otra medida
que mi madre era una bruja. Es decir, sí, le gustaban las cosas exotéricas y
extrañas. Y sí, luego estaba lo de todos esos libros sobre magia pero… ¿No
entendían ellos que esas cosas no existían?
Como si quisieran, simplemente, demostrarme lo contrario vi como sus
cuerpos comenzaban a cambiar. Se desencajaban los hombros y las
mandíbulas iban estirando hasta convertirse en fauces. Hice lo único que se
me ocurrió aunque no fuera lo más inteligente. Grité. Pero no un grito de
esos flojitos de miedo ahogado. Sino un grito de auxilio todo lo fuerte que
me permitió mi garganta. Eran lobos. Los estaba viendo. Me estaba
volviendo totalmente loca. Owen entró abriendo mucho los ojos como si no
pudiera creérselo tampoco pero, si me fijaba un poco entre mis lágrimas
histéricas, podía confirmar que su sentimiento era enfado y no miedo.
—¿Se puede saber que creéis que estáis haciendo? —Ambos volvieron a
forma humana e intentaron no cruzar sus miradas. —Mirarla. —Los tres
clavaron sus ojos en mí. —Más vale que haya un buen motivo. —Era un
reto duro y con promesas de una gran represalia. Intenté respirar aunque no
tenía apenas aire en los pulmones.
—La madre de la chica es una bruja. —Dijo Niall sin pensárselo.
—Sólo es una posibilidad. —Aclaró Mael.
—¿Qué tienes que decir tú a eso? —Me preguntó Owen intensamente
mientras yo intentaba levantarme del suelo.
—Había una nota en uno de los libros pero no sé si es suya. Lo demás es
paranoia vuestra. O mía. —Empecé a divagar. —Esto debe ser un sueño y
me voy a despertar. —Anuncié antes de correr todo lo rápido que podía y
tirarme por la ventana. Si estaba soñando el dolor era real.
—Se ha clavado algunos cristales. —Oía la voz de Mael a pesar de estar
en un limbo oscuro. —Pero he llegado a tiempo con la ralentización para
que no se golpease contra el suelo. —¿Me había tirado de una ventana real?
Estupendo. —Está en estado de shock, son muchas cosas de golpe. —
Agradecí a pesar de no poder contestar su preocupación.
—Yo no creo en las casualidades. —Niall tenía esa voz tan dura que me
hacía cuestionarme el por qué de su odio hacia todo el mundo. —La atacan,
llega hasta nosotros, la persigue un brujo poderoso, su madre podría ser una
bruja…. Ella es una amenaza Owen. —Qué bonita forma de expresar tuvo
que me quería muerta o fuera de allí, lo que diera menos problemas.
—No me lo parece. —Sentí los dedos largos y finos de Owen en mi
antebrazo a modo de caricia. —Quizá sólo tenga mala suerte. —¡Eso era!
¡Exactamente eso! ¿Y por qué tenía que tener yo tan maldita mala suerte
cuando ya había aprendido a vivir trabajando y sin una familia a la que
acudir? —Ella se va a quedar y vamos a intentar que no tenga estos…
sobresaltos. Cuando se despierte… —Yo ya estaba consciente pero mis ojos
se negaban a obedecerme y abrirse. Bueno, al menos me servía para
escucharles. —Le explicaremos lo que somos y todo lo que necesite saber
porque ella no se va a mover de aquí así que… Lo haremos así. —No iban a
matarme. Genial. —Pero primero tenemos que ir a por el brujo o localizar a
la madre. —Buena suerte con eso. Mi madre llevaba lejos de mi vida cinco
años y la nota…no sabía cómo había llegado allí pero ella no hacía esas
cosas voluntariamente.
—Esperad. —Grité incorporándome al darme cuenta con mis propios
pensamientos. Mael me agarró como si tuviera miedo de que me tirase de
nuevo por algún sitio. Sus ojos dorados parecían verdaderamente
preocupados. Owen, sin embargo, me observaba con curiosidad. Me pareció
extremadamente guapo en aquel momento. —El brujo tiene a mi madre. —
Esa verdad se hizo evidente repentinamente —Ella no es así. No vendría y
dejaría una nota. —Se miraron entre sí. —Él debió obligarla a escribirla. —
Asentí varias veces sintiendo que la cabeza me daba vueltas.
—Vale. —Owen se sentó frente a mí haciéndoles una señal de
advertencia por cómo se miraban. No podía entender por qué se tenían tanto
odio. —Si fuera así…. ¿se te ocurre por qué el brujo querría encontrarte?
—Yo no creo en la brujería. —Respondí segura.
—De acuerdo. —Pensó unos instantes cuadrando más su mandíbula. —
¿Se te ocurre alguna razón para que alguien te siga? —¿A mí? Era pobre,
trabajadora, antisocial y extraña.
—No. Nadie se interesa nunca en mí o en mi vida. —Era una realidad
algo triste pero la verdad al fin y al cabo.
—No vamos a tener más remedio que llevárnosla. —Eso ya no me lo
dijo a mí pero los otros dos parecieron entenderle. —La usaremos como
cebo para coger al brujo. —¿Qué?
—¡No! —Grité casi como creyese en esas cosas absurdas que decían.
Quizá no me buscaba un brujo pero sí un psicópata o algo por el estilo. —
¡Mael! —Me salió sólo llamarle como si él pudiera o quisiera salvarme. Un
latido en su mandíbula dibujado me hizo saber que no estaba en posición de
hacer nada para que no fuera así. ¿Por qué?
—Sólo tendremos una oportunidad. —Me colocaron unas esposas
acolchadas en las muñecas a la espalda para que no pudiera escapar.
Después me taparon la boca con un pañuelo. ¿Qué necesidad si no iba a
resistirme? —Si él la quiere de verdad para algo importante utilizará a todo
el escudo. —¿Qué era un escudo? ¿Eso de taparse? No lo creía. —Pero no
podemos ir un número elevado de miembros para que no se note. —Aldair
llegó hasta nosotros poniéndose también a escucharle. —Niall y Aldair
estarán agazapados uno a cada lado de la chica. Yo cubriré los dos lados
restantes. Y tú Mael, estarás al lado de ella haciendo que quieres negociar.
De ti depende que se la lleven sin que podamos intervenir. —Las pupilas
doradas del hombre lobo hechicero decían tanto y a la vez tan poco que no
supe descifrar sus sentimientos.
—Os falta cubrir un flanco. —Dijo Lesley apareciendo.
—Tú no vienes. —Respondió Owen.
—Le diré a mamá que ella está aquí y que os habéis ido. — Me pareció
un modo infantil de conseguir que la dejaran participar pero le funcionó.
Me subieron a la furgoneta negra y me pregunté a dónde íbamos
exactamente. ¿Qué iba a pasar que todos estaban tan serios? ¿Era necesario
que yo fuera como una prisionera o es que de verdad lo era?
Capítulo 15

Owen

Aquello sólo podía salir de una forma y tenía que ser una buena porque,
si nos salía mal, estábamos jodidos. ¿Y si el brujo podía con nosotros con
ayuda del escudo? Miré a la chica que tenía algo especial. ¿Por qué no
podía dejar de mirarla con ojos furtivos? ¿Qué querrían de ella?
—Quiero a todo el mundo centrado. —Ordené ganándome el
asentimiento de los guerreros de mi manada. —Lesley. —Giró la cabeza
hacia mí. —No quiero ni un rasguño en ti, mamá me matará. —Odiaba que
mi hermana decidiera siempre venir con nosotros pero, si era sincero, ella
era una guerrera extraordinaria. Era una cuestión de jerarquía en la manada
y condición social pero no de valía. Asintió sonriendo. —Aldair, cabeza
fría. —Mi hermano jamás tenía los pensamientos claros. No sabía por qué
pero no podía controlar su ira cuando explotaba, era demasiado impulsivo.
Bien para una batalla pero precipitado para una guerra. Asintió. —Vosotros
dos. Los problemas de parentesco se limpian en casa. —Sabía de sobra que
ninguno de ellos se sentía a gusto con lo que había dicho pero era una
realidad. Se odiaban, eran hermanastros y deseaban uno del otro que
desapareciera, pero no esa noche. Los necesitaba a los dos. Asintieron pero
no pasó desapercibido para mí el sentimiento de reproche. Sólo me decían
que sí porque era el alfa y no podían negarse a colaborar si era en beneficio
de la manada. Estaba seguro de que no ser por eso estarían luchando hasta
quedar uno. —Vamos. —Grité antes de dispersarnos.
El plan era sencillo. Colocar en la tienda de hierbas donde habíamos
peleado a Wendy atada con Mael como único custodio. Él enviaría un
mensaje de humo que recibiría cualquier brujo o hechicero diciendo “Está
aquí. Negociemos”. Si de verdad ella era importante por algún motivo no se
negarían a tal suculenta oferta. Eliminar a cualquiera que no fuera el brujo
que buscábamos. Reducir al que sí queríamos y preguntar. ¿Qué podía salir
mal? No me destensaba lo más mínimo esperando agazapado en mi flanco
fuera de la botica. Estaba preparado para todo menos para lo que acaba de
ocurrir.
—Tranquilo Mael. —Dilan, el jefe del clan de más allá del río llegó
seguido del brujo que perseguíamos. —Puede salir el resto de la manada,
incluido su preciado jefe. —¿Qué estaba pasando?
—¿Qué haces aquí Dilan? —Espeté terminando de alinearme con el
resto al lado de la chica. —¿El brujo? —Pregunté sintiendo que todos los
músculos de mi cuerpo me invitaban a la transformación.
—Le mandé a hacerme un recado pero no me lo pude creer cuando me
contó que los hombres lobo se estaban metiendo en mis asuntos. —Se rió y
yo no confiaba para nada en su risa. —Pero mi gran sorpresa fue cuando me
enseñó la foto de la chica y me di cuenta de que la había visto en tu fiesta.
—Aplaudió y yo seguía sin saber la gracia. —No tenemos por qué pelear
porque no hay nada malo en todo esto en realidad. Ha sido un error de
conexiones. Si me hubiera dado cuenta de que erais vosotros os lo hubiera
dicho. —Me estaba poniendo bastante nerviosa. —Quitarle las cosas a la
prisionera. —Mael la soltó y ella sólo se quedó ahí quieta sin entender nada.
Pero todo cambió cuando una mujer apareció también en escena.
—Mamá. —Así que la madre sí que estaba con el brujo.
—Hija. —No sé si fue una llamada o un lamento.
—El caso es que ella. —Señaló a Wendy. —Se viene conmigo. Nos
casaremos en doce lunas como ya sabéis. —Dijo tranquilo.
—¿Qué? ¿Con ella? —¿Por qué?
—Claro Owen, por eso la buscaba, ella es mi destino. —Entrecerré los
ojos y él también lo hizo. —Me alegro de que os hayáis conocido. —Alargó
su mano para intentar coger la de Wendy y la chica se echó para atrás.
—Hija, vamos. Él me ha pedido tu mano y yo he aceptado de buen
grado. —La madre desde luego era una joya por descubrir. Cinco años
desaparecida, luego la busca mediante un brujo peligroso y la entrega a el
alfa de un clan de hombres lobo. Algo se me escapaba por mucho de toda
aquella historia.
—Si Wendy ni si quiera le conoce. No tiene que irse con él si no quiere.
Su madre no puede obligarla. —Dijo Mael haciendo del salvador de la
chica. ¿Por qué la protegía tanto? ¿Y por qué yo sentía que ese era mi
papel?
—Y vosotros no podéis retenerla. Ella es su madre. —Dilan dio en el
clavo.
—Ella es mayor de edad. —Volvió a decir Mael.
—¿Vamos a romper tantos años de paz entre nuestros clanes por algo
que no incumbe a tu clan en realidad Owen? —Ahí estaba el punto abajo
que siempre esperaba de él.
—Claro que no. —Me gané una mirada reprobatoria de todos incluido
Niall. Eso me sorprendió, creía que quería librarse de ella. —Ha sido todo
una confusión pero te recomiendo que no vayas encargándole trabajos a los
brujos. —Nunca había sido de fiar. Siempre había votado en contra de
perseguir a los brujos y encima los utilizaba… Su pudiera solo eliminarlo
del mapa sin consecuencias…pero no era posible.
—Estupendo. Nos vemos entonces en la boda. Vamos querida. —Wendy
no se movió ni un milímetro. —Nos tenemos que conocer mutuamente
antes del enlace. —¿Por qué quería casarse con ella? ¿Por qué además tenía
la fecha antes de encontrarla? ¿Por qué la madre de Wendy miraba
constantemente hacia abajo?
—No voy a ir contigo y mucho menos voy a casarme con un pirado
como tú. —Wendy se colocó delante de Dilan como si él no fuese un alfa
poderoso. —Y tú hace cinco años que dejaste de ser mi madre. —Su
determinación me hizo plantearme si no debía hacer algo. Quizá… ¿Qué
era exactamente lo que estaba pensando? Mis sentimientos estaban
nublados cuando pensaba en ella. —Vosotros también podéis iros. —Nos
señaló a nosotros. —No necesito a nadie. Nunca he necesitado a nadie. —
Fue a salir corriendo cuando el brujo la alcanzó con el brazo.
Era el momento de decidir. Se podía cortar la tensión con una espada. Mi
respiración se agitó como si no tuviera aire en los pulmones. No quería que
se fuera. Mi curiosidad hacia ella era tan fuerte….Pero el bien de la manda,
siempre, estaba por delante. Ordené a los miembros de mi manada que no
hicieran absolutamente nada utilizando mi supremacía de alfa. Vi como el
brujo dormía a Wendy y luego, todos ellos desaparecieron dejando una
sensación de vacío.
—¿Qué has hecho Owen? —Los ojos de Lesley eran de completa
decepción
Capítulo 16

Mael

La orden de un alfa no puede ser desobedecida sino lo retas en


consecuencia y por un instante, por primera vez en mi larga existencia, me
planteé hacerlo. ¿Cómo había dejado que se llevaran a Wendy sin oponer
ninguna resistencia? ¿Por una paz que, por muy duradera que haya sido,
siempre está pendiendo de un fino hilo? Absurdo.
¿Y qué podía hacer yo? De vuelta en la furgoneta sólo pude dedicarme a
mirar por la ventana. Si cruzaba una mirada con Owen tendría ganas de
matarlo y si a Niall se le ocurría decirme algo yo…no iba a ser capaz de
controlarme. Lesley, sorprendentemente, era la única que estaba diciendo lo
que todos pensábamos menos el alfa, que eso había sido una bajada de
pantalones impropia de Owen y que nos había costado renunciar a Wendy.
Yo que había llegado a pensar que a Owen le gustaba Wendy y que por
eso la había traído en un primer momento…Estaba claro que no. Fui
directamente a mi habitación sin intención de salir en mucho tiempo para
algo que fuera diferente a comer. De hecho, ya podía encerrarme hasta la
próxima vez que el maravilloso alfa decidiera que necesitaba la ayuda del
único hechicero lobo del clan. De todas formas yo no había servido para
nada en aquella misión.
—¿Crees que debía sacrificar a la manada por alguien a quien no
conocemos ni es de nuestra raza? —Owen entró en mi habitación sin
preguntar. Me había contenido lo suficiente pero no lo haría demasiado
tiempo.
—¿Importa? —Intenté recordar cómo era no discutir y vivir en la
sombra, al margen de la élite, en casas más normales que rodeaban la
mansión.
—Me gustaría saberlo. —¿Por qué intentaba provocarme?
—Owen. —Me sorprendió ver a Niall allí con rostro serio. —Déjalo. —
¿Me intentaba ayudar mi hermanastro? ¿Por qué?
—¿Y por qué tengo que dejarlo Niall? Él tiene esa cara de desaprobación
y encima se calla sin decirme lo que piensa. —Owen estalló sin motivo
alguno. ¿No sería que, en realidad, se sentía mal de lo que había hecho?
¿Por qué iba a cargar contra mí?
—Tú eres el alfa y yo respeto las decisiones que tomas. Y ya está. —
¿Cuándo había aprendido esa forma de sumisión? Era lo malo de la
jerarquía lobuna, se respetaba por encima de cualquier cosa. Sólo quería
que se fuera.
—Pues eso es lo importante, vamos a tomarnos algo Owen. —Niall
hablaba como si intentara contener la explosión de una bomba.
—Rétame si es lo que quieres. Rétame si piensas que podrías tomar las
decisiones mejor que yo. —No dije absolutamente nada. —Wendy tenía que
irse por muchos motivos. —Ahí, con esa última estacada, tocó mi parte más
sensible.
—Tenía que irse por muchas cosas, es cierto, no sabemos su origen y
probablemente descienda de una bruja. —Me dio la razón asintiendo con la
cabeza. —Pero no es exactamente por eso. Sino porque no estaría bien visto
que el alfa se enamorase de alguien de una raza diferente y menos si
llegamos a descubrir que ella también es bruja o algo por el estilo. —Me
llevé un puñetazo en la cara que quizá me merecía y Niall le retuvo un
poco. Para mi desgracia yo no estaba dispuesto a callarme. —Pero lo que te
corroe de verdad es pensar que si Dilan puede casarse con ella sin que su
manada diga nada quizá tú también hubieras podido. —Se para en seco
cuadrando su mandíbula. Si tenía que transformarse y machacarme, que lo
hiciera. Sin embargo, se fue.
—Tenías que haberte callado. —Dijo Niall sentándose en el pub de la
esquina. ¿Iba a ponerse a darme consejos como si fuéramos hermanos
normales? ¿El universo se estaba volviendo loco? —Pero creo que tienes
razón. —Me faltó abrir la boca hasta el suelo.
—¿Por qué crees que Dilan quiere casarse con ella? Algo en esta historia
es extraño. —Determiné esperando que nuestra conversación fluyera. —Lo
de la madre…que la abandonara…que utilizaran un brujo para buscarla…
—No estaba seguro de si pensaba en alto o hablaba.
—No lo sé, pero sé lo que empiezas a sentir tú. —Niall era jodidamente
observador. —Son dos alfas, no te metas con ella. —Sabía que tenía razón
pero aún así quería hablar con Wendy y comprender cómo había llegado a
estar comprometida con un alfa si ni si quiera sabía que existíamos. —Aún
así estoy dispuesto a ayudarte, ¿Tienes un plan no? —No tenía ningún plan
ni había esperado jamás que mi hermanastro me ayudase en nada.
—Yo también ayudo. —Lesley apareció de la nada. ¿Por qué tenía que
ser tan cotilla e inoportuna? —Podíamos avisar también a Aldair y ser todos
menos Owen. Al fin y al cabo a ninguno nos gustó lo que pasó. —No.
Aquello se estaba yendo de madre.
—Aldair no. —Dijo contundentemente Niall. —Es demasiado impulsivo
y esto tiene que ser sigiloso. Con permiso. —Dijo saliendo y volviendo en
menos de dos minutos. —Este es el mapa del territorio de Dilan. —
Extendió el mapa en mi cama. —Sólo queremos hablar con ella. Nada de
enfrentar los clanes. —Dejé que fuera él quien decidiera cómo íbamos a
actuar. Quizá porque estaba altamente sorprendido o porque estaba
profundamente jodido. Wendy se iba a casar con un alfa, el mío estaba
interesado y yo sentía que había sido la única persona que me había
conseguido entender en siglos. —Necesitamos una oportunidad de
distracción. —Todos nos pusimos a pensar.
—Un baile. El de esta semana. Quedaran seis días para el enlace y
Wendy habrá tenido la oportunidad de que le cuenten algo esos locos. —
Dijo Lesley. —Incluida su madre. —Quizá no había sido tan mala suerte
que escuchara nuestra conversación y se inmiscuyera en el plan.
—Pueden pasar tres cosas. —Empecé a discurrir en alto. —Que venga
con ella, que sería lo lógico, y así tendríamos oportunidad alguno de hablar
con ella. Que venga solo, ya que nunca se pierde una fiesta de Shirley, y
tendríamos un tiempo limitado para colarnos en su castillo. O que no haga
ningún acto de presencia, que sería tan raro que no podríamos quedarnos sin
averiguarlo. —Los dos asintieron. ¿Por qué hacían esto? ¿Por qué todos
teníamos esa necesidad de salvar a Wendy? Yo sentía algo por ella, Lesley
la había acogido como amiga, pero Nial… ¿Quería, simplemente, hacer el
bien o ayudarme?
—Si nos pilla mi hermano nos mata. Tiene que ser un plan impecable. —
Fue lo último que dijo Lesley antes de irse.
Capítulo 17

Wendy

Ver a mi madre de nuevo era un golpe del que no podía recuperarme


porque de alguna forma siempre había esperado inconscientemente que
hubiera un buen motivo por el que abandonaba a su hija. La veía tan sana y
entera… ¿Cómo podía haber desaparecido cinco años para volver
pretendiendo casarme con un hombre que no conozco de nada?
Permanecí en silencio todo el camino en el que, además, se nos unió otra
mujer de apariencia similar a la de mi madre en cuanto a edad. Trataba con
cariño al tal Dilan que no me quitaba su penetrante mirada de encima.
Deduje de ello que era su hijo. ¿Estaba ella de acuerdo con la boda?
—¿Por qué se supone que te quieres casar conmigo? —Rompí el silencio
cuando se detuvo la furgoneta lujosa en la que viajábamos. En vez de
contestarme, como hubiera sido normal, le hizo un gesto a mi madre con la
cabeza.
—Vamos, hija, tenemos que hablar de muchas cosas. —La seguí aunque
no estaba nada convencida pero, en realidad, tampoco tenía otra opción.
Nos adentramos por un lateral a un castillo enorme similar al de Owen, la
gente con la que nos cruzábamos inclinaba la cabeza cuando pasábamos y
yo me preguntaba qué significaba todo aquel sin sentido. —Dilan es un
buen hombre. —Dijo en cuanto nos encerramos en una habitación bonita,
amueblada con muy buen gusto y con algunos libros asomando de hechizos
de esos que me confirmaban que estábamos en los aposentos de mi madre.
¿Por qué vivía mi madre allí?
—Yo no he dicho que no lo sea. —Intenté mantenerme entera aunque
tenía ganas de llorar y volver a la normalidad de mi vida. —Pero creo que
tienes que empezar por explicarme otro tipo de cosas. —Echó la vista al
suelo evitando el contacto visual. —¿Por qué te fuiste, mamá? ¿Cómo dices
que me has estado observando en tu estúpida nota sino nos hemos visto?
¿Cómo te atreves a volver para decirme que me tengo que casar con un tío
que no conozco? —Fui elevando la voz con cada pregunta porque
necesitaba vaciar todos los sentimientos encontrados de mi alma. —¿Cómo
puedes seguir considerándote mi madre? —Grité furiosa.
—Wendy. —Hablaba tan tranquila que quise tener la fuerza para irme de
allí. —No puedes entenderlo pero he hecho siempre lo que ha sido mejor
para ti. ¿Cómo iba a explicarte que soy una bruja? —Se había vuelto loca.
Esa era la única explicación. —Oh, vamos, Wendy, tú has visto lo que son
todos ellos. —No. —Hombres lobo. A penas puedes creerlo ahora que ya
eres una adulta… ¿cómo me juzgas por ocultártelo cuando no tenías
facultad para entenderlo? —Me faltaba el aire y sólo el cielo sabía que yo
quería creerla de alguna forma porque significaría que no me había
abandonado a mi suerte, pero me resultaba tan difícil… —Estás aquí por un
motivo. —Cerró las ventanas y las cortinas. —Sólo abre tu mente dispuesta
a procesar lo que voy a contarte. —Me pidió casi en una súplica.
—Lo intentaré. —¿Cómo se había vuelto una locura mi vida en unos
cuántos días? ¿Podía decir algo que de verdad cambiara mi opinión sobre
esa boda que no pensaba celebrar de ninguna manera?
—Las brujas y brujos somos una comunidad de criaturas de distintos
dones. Dentro de nosotros hay quienes viven al margen de cualquier otra
raza o criatura, los que ofrecen servicios mágicos dentro de la comunidad
de razas sobrenaturales, y quienes están dispuestos a involucrarse en el
mundo humano. —Parpadeé solo un par de veces como si estuviera viendo
en mi cabeza una historia narrada imposible pero atrapante. —Hace cinco
años Dilan me buscó para que interpretara una profecía que llevaba su
nombre. Más me hubiera valido no aceptar ese servicio pero de algo hay
que trabajar y mis pinturas no eran tan buenas. Resultó que en la profecía
aparecía una boda. Yo te vi en esa lectura de profecía y tuve miedo. Un alfa
te reclamaría, Dilan estaba ahí. Decidí decirle. —Miró a un lado y a otro
para asegurarse que nadie nos escuchaba. —Que no veía a la chica. Me fui
con él para conocerle antes de exponerte. He estado todos estos años como
hechicera de su clan y es un buen hombre dentro de que sea un hombre
lobo. Te he dado todo el tiempo que he podido pero otros alfas como Owen
compiten de alguna forma por tener el mejor legado, los mejores guerreros,
el máximo poder… Él quiere ser el joven alfa que más pronto forme su
propia familia. —Vale… —Justo le dije que te había visto claro y que eras
mi hija, como si no lo hubiera sabido antes. Iba a ir a verte, le había
enseñado una foto….Y él te vio en esa maldita fiesta. —Qué mala suerte la
mía. —¿Cómo llegaste ahí? Merlos, el brujo, te estaba buscando para que
nos encontráramos. —Intenté respirar una y otra vez sin saber si sentir que
estaba soñando o empezar a creerme lo que me contaba.
—Ese tal Merlos me atacó y ellos, los del… “clan” de Owen me
ayudaron. Les parecía rara esa actividad. —Intentaba explicar algo que no
entendía del todo lo más preciso posible.
—Ya…una fatídica casualidad, pero bueno, nos hemos ahorrado el
asombro de que los hombros lobo existen. Ahora simplemente tienes que
conocer mejor a tu prometido y casarte con él en seis lunas. —No iba a
pasar pero no estaba convencida de que ella lo fuera a aceptar tan
fácilmente. —¿Quieres descansar hija? —Asentí dispuesta a quedarme sola.
Necesitaba pensar.
Decidí casi por inercia estudiar el ambiente porque, algo en todo aquello
me decía que si me imponían la boda era porque esa “profecía” era
importante, y, por tanto, no iba a ser fácil salir de allí. Pero no contaban con
que yo tomaría el momento preciso para escaparme y alejarme muy lejos de
allí.
Como si algo allí arriba hubiera estado de mi parte oí a dos personas que
pasaban por el pasillo contiguo hablar de una de las fiestas de Shirley, la
madre de Owen. ¿Iría Dilan a esa fiesta? Esa sería mi oportunidad…Tenía
que conseguir que creyera que estaba feliz y que me dejaran asistir a esa
fiesta. Utilizaría todo lo que hiciera falta porque nadie, absolutamente
nadie, tenía el poder de decidir sobre mi vida.
Capítulo 18

Niall

Nunca había imaginado que ayudaría a mi hermanastro en algo, y mucho


menos en un tema que pudiera interferir con la lealtad al alfa de la manada,
pero ver a esa chica ingenua tenerse que ir con su madre para casarse con
un hombre lobo cuando era desconocedora de que existía tal cosa, había
removido algo en mi. Mi olfato me decía que si rascaba un poco la coraza
iba a descubrir ciertas cosas que, por algún motivo, Owen parecía no estar
dispuesto a mirar.
Lesley revoloteaba a mi alrededor mientras yo sólo intentaba estudiar a
todo el que iba llegando a la mansión desde el altillo que era mi habitación.
Yo mismo había decido que ese fuera mi cuarto. No me gustaba la gente y
era una buena forma de no cruzarme con nadie. El motivo para ello podía
ser inentendible para muchos ya que, al ser un guerrero formidable, estaba
invitado a cada cena, baile y casamiento. Pero bajo esas falsas amistades
que se forjaban en base a la fuerza, edad y formación de guerra, sabía que
algunos me cuestionaban por ser el hijo de un hombre que, a pesar de ser un
enorme hombre lobo había sido engañado por su esposa con un brujo y, no
contenta con ello, había traído al bastardo de ese romance a la manada
porque había adquirido el gen de la transformación. Y ese fue el inicio de
mi odio hacia Mael. Yo ya tenía diez años, reales, cuando él llegó y supuso
un cambio en lo que la gente decía de mi familia o como trataban a mi
padre que acabó por suicidarse.
—¿Estás atento? —Lesley me sacó con su voz chillona y poniendo su
pelo rosa en medio de mi visión para asomarse a la ventana. —Porque
parece que estás ido. —Improbable pero cierto, Lesley tenía razón. No
podía parar de preguntarme por qué hacía eso y si no era, de alguna forma,
traicionar la memoria de mi padre. —Ahí está mi hermano con mi madre.
—Señaló a un punto en el jardín. No pasaba desapercibido para ninguno
que miraba a los lados esperando que llegásemos. —Bajo yo entonces. —
Dijo y desapareció por la puerta. Después de tantos años en la misma
manada era la única loba a la que no conseguía seguirle la pista de sus
pensamientos. Era excéntrica, pesada y exasperantemente positiva.
Espero el momento de bajar. Estoy en lo alto para ser el primero en ver a
Dilan entrar y, con un poco de suerte, habrá traído a su futura esposa en
casa. Optamos por pensar que era la baza más lógica ya que si el enlace se
iba a celebrar en tan pocos días, la tendría que presentar en sociedad. Mael
estaba en la biblioteca, una sala en la planta baja al fondo de la edificación.
Si podíamos despistar a su marido aunque fuera para que caminase hasta el
baño, podríamos meterla en la biblioteca sin que nadie la viera. Lesley ya
está en todo lo alto de su papel, y, además, se le da muy bien. Molestar
tanto como pueda a Owen para que no piense en nada.
¡Ahí están! Me había parecido una eternidad pero por fin habían entrado
Dilan y Wendy a la finca. Owen va directo hacia ellos junto su madre y
Lesley para recibirlos. Conozco esa manera de andar, Owen está enfadado.
Llamo a Dilan para darle el aviso ya que no tendrá mucho tiempo para
hablar con ella desde que consigamos desmarcarla. Bajo las escaleras para
reunirme al círculo que hay alrededor del alfa de más allá del río y su futura
mujer que tiene, sorprendentemente, buena cara.
—¿Así que…Wendy? —Dijo Shirley intentando indagar todo lo posible
en la vida privada de los demás. —¿Y dónde os conocisteis? —Pregunta
clave, no había duda.
—Nos presentó mi madre, ellos se conocían de antes. —Noté forzada su
contestación reafirmando mi idea de que estaba haciendo lo correcto.
—¿Qué cojones crees que le habrá hecho para que mienta? —Owen
susurró en mi oído sobresaltándome porque estaba demasiado perdido en
mis pensamientos.
—No lo sé. —A Owen también le molestaba aquello. ¿Por qué entonces
no hacía nada? ¿Y si él también tenía un plan e interferíamos uno en el del
otro?
—Eso es maravilloso pero… ¿no es un poco pronto para casarse? —
Shirley hurgaba mejor que nadie.
—Nunca es pronto cuando encuentras a la adecuada. —Dilan fue tan
cursi que no era creíble su discurso.
—Que suerte entonces que la madre de la chica justo os presentara
siendo mates. —Shirley estaba considerada como una de las mejores
hembra alfa de la historia por algo. Ella era demasiado inteligente para ver
normalidad en esa situación.
—Pues ya ves. —Respondió Dilan levantando su copa para brindar
haciéndonos saber que no iba a pasar por el aro de más preguntas que
pudieran comprometerle.
Y…entonces, todo pasó muy rápido. Owen gruñó haciendo que la
manada se reagrupase ante el sonido de ataque de su alfa. Wendy sacó de su
liguero un puñal y se la clavó en el costado a Dilan para después seguir
corriendo. Parte de la manada de Dilan entró a los minutos colocándose
detrás de su alfa aunque ninguno habíamos sido conscientes de que había
venido acompañado.
—Coged a mi prometida. La ha asustado Owen con su gruñido
impertinente. —Ordenó Dilan con un tono condescendiente y que
expresaba odio.

—El clan de este lado del río acoge bajo su protección a Wendy hasta
que, ante la presencia de otros alfas, se determine este asunto. —Y la
bomba la soltó Owen sonriendo. Al final él sí tenía un plan y nosotros no
habíamos confiando en ello. ¿Qué clase de deslealtad era aquella?
¿Por qué tenía la sensación de que Mael me había conseguido malmeter
contra la gestión de Owen aunque siempre había sido impecable?
—Él no tiene la culpa. —Dijo Lesley que, peligrosamente, parecía saber
leer mis pensamientos. —La actitud de Dilan no será normal, estoy de
acuerdo, pero la de Owen tampoco, Niall. Aquí pasa algo raro en torno a la
chica.
Tenía que tener razón. Wendy podía parecer una humana normal pero
ningún lobo se casaría sin que fuera su mate con una humana elegida a
dedo. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué, además, la madre la había abandonado
para luego volver de la mano de su prometido? ¿Por qué si Owen tenía un
plan no se lo había dicho a nadie? Algo no cuadraba y estaba empezando a
ponerme muy nervioso.
Capítulo 19

Owen

Había estado toda la noche pensando en el plan que había confeccionado


en solitario. Me había sido bastante fácil ya que, por alguna razón
desconocida, mi gente estaba pasando de mí. Incluso la cansina de mi
hermana Lesley.
Todo aquello era raro, me sentía atraído de alguna forma hacia Wendy,
pero estaba completamente seguro de que no era mi mate. ¿Le pasaría lo
mismo al idiota de Dilan? La noche había dado para más de lo que había
previsto y había conseguido averiguar que, cuando algo podía llegar a ser
un asunto de prioridad para la comunidad de licántropos, todos los alfas
debían ser avisados y, el que diera la voz de alarma podía mantener el
asunto bajo la seguridad de su clan. Bien, eso me permitiría tener a la chica
bajo la custodia de mi manada, pero no era más que una solución temporal.
Lo que no había podido prever para nada, era la puñalada que Wendy
había decidido darle a su futuro esposo en una de las ridículas fiestas de mi
madre. Y tan sólo a tres lunas del enlace. “El clan de este lado del río acoge
bajo su protección a Wendy hasta que, ante la presencia de otros alfas, se
determine este asunto” Aún vibraba en mi cabeza mi última frase escogida.
Todos, sin excepción, me miraban como si me hubiera vuelto loco y quizá
fuera así.
—Esto no tiene nada que ver con los demás alfas. —Dijo Dilan mientras
su acelerada regeneración hacía efecto en la herida. —Ella se vuelve
conmigo a mi territorio. —Me giré para ver que Aldair la sujetaba por el
codo con firmeza pero sin fuerza bruta.
—Ya sabes cómo va esto, Dilan. Ella podrá volver contigo en cuanto se
aclare su procedencia, el hecho de que su madre sea una bruja. —Era una
suposición pero por como entrecerraba los ojos, había acertado. —Creo que
puede suponer un riesgo para la comunidad y por eso voy a invocar al resto
de alfas para discutir el tema. —Me puse todo lo serio que pude aunque por
dentro me sentía triunfal. —Una vez que dilucidemos el tema, podremos
asistir al enlace sin problema. —Él sabía tan bien como yo que una ley así
licántropa, tenía que ser respetada si no querías que todo lobo existente se
volviese contra ti.
—De acuerdo, espero que la traten como se merece y que me llegue la
invitación al comité de alfas. —Se giró para irse lo más rápido que le
permitía la herida. Estaba visiblemente enfadado pero sin posibilidad de
réplica.
—Bien, aquí no ha pasado nada. —Grité para disolver la gran multitud
de lobos mirando la curiosa escena.
—¿Cómo que no ha pasado nada, hijo? —Mi madre me cogió del brazo
alterada y confusa. —¿Qué significa todo esto? ¿ A ti qué más te da lo que
haga Dilan con la muchacha? De todas formas ha dicho que va a casarse
con ella no a masacrarla. No creo que sea una buena idea hacer un comité.
Quizá no vean razones y signifique nuestro desprestigio. —A Shirley lo
único que le preocupaba era la reputación de nuestra manada y la
supremacía del clan, siempre había sido así y, a esas alturas, dudaba que
cambiase. —Bueno, al menos tendrás oportunidad de ver a Ailish. —
Mierda, no había contemplado ese contratiempo.
—Sí, mamá. Ahora tengo cosas de líder que hacer. —La dejé plantada en
el jardín esperando que no me siguiese.
Subí al piso de arriba para ir al cuarto de invitados donde debían estar
custodiando a Wendy pero me extrañó notar que Mael seguía en su
habitación cuando estaba seguro de que iría a cuidarla.
—¿Pasa algo, jefe? —Niall me interceptó cuando me dirigía a abrir la
puerta de Mael. —Creo que está haciendo un ensayo de hechizo o algo así.
—Ver a Niall ayudando de algún modo a su hermanastro era tan insólito
que me removía algún tipo de inquietud.
—Estaba casi seguro de que habíais planeado de algún modo salvar a
Wendy, yo lo he hecho, ¿cuál es el problema? —Me irritaba esa mirada que
me echaba todo el mundo como si yo sólo hiciera cosas extrañas e
inentendibles.
—¿La chica es tu mate? —Me lo preguntó tal cual como si eso fuera tan
fácil de responder. —¿O de verdad piensas que hay algún peligro para la
manada? —¿Qué me pasaba? No era capaz de responder a eso. Wendy me
gustaba pero que fuera mi mate…No lo creía. ¿Entonces por qué me era tan
difícil dejarla ir? —Ya veo. ¿Vamos a verla?
—Vamos. —Le seguí anotando mentalmente ir a ver a Mael después. —
Lesley y Aldair están con ella.
Entré para toparme con la chica sentada en la cama. Nada más verme, se
puso a reír. ¿Estaba loca? ¿Era eso?
—El que faltaba. —Lo dijo con un desdén irónico que me sacaba de mis
casillas. —Mi plan no era pasar de encierro a encierro como si estuviera en
el tablero de la oca y me hubiera tocado dado. Pensaba irme a mi puñetera
casa de donde nuca quise salir. —Gritó.
—Bien. Pues tu plan ha cambiado. —Dije sin darle importancia a su
opinión. —Me tienes que contar todo lo que te hayan dicho en estos días.
Explícame quién eres, quién es tu madre, qué te ha dicho Dilan y cómo es
que te vas a casar con él. —Intenté poner mis pensamientos en orden
aunque me parecía imposible en aquel momento. —Y yo de ti sería rápida
porque voy a convocar a los alfas para mañana mismo. No intento provocar
un enfrentamiento absurdo sino aclarar una situación que parece no estar
como debería. —Así era. Simplemente quería saber si el enlace iba a traer
algo malo para los míos consigo.
—¿Y no te has planteado, por un momento, que si yo no quiero casarme,
es cosa mía y esa es la única situación clara? —Dijo eufórica.
—No entiendes cómo va la jerarquía lobuna, lo entiendo, pero no es eso
lo que te he preguntado. —Si quería tener alguna oportunidad real tenía que
hablar sobre todo lo que le hubieran dicho, algo que yo pudiera exponerle a
los alfas y convencerlos de que ella no era para Dilan.
Una duda me asaltó entonces, ¿si llegaban a declarar que ella no se
casaría…qué haríamos con la chica que había descubierto los hombres lobo
cuya madre era una bruja? Esperaría a la reunión de los alfas. No tenía otra
opción que esperar a que los acontecimientos se sucedieran e ir tomando
decisiones sobre la marcha.
Capítulo 20

Wendy

Mi mente no paraba de pensar una y otra vez en cómo había acabado así.
Incluso después de haberme pasado días y días atenta para trazar un plan
con el que poder huir. Mi madre se debía haber vuelto loca en el tiempo que
no había estado junto a mí porque estaba convencida de que ella era una
bruja y no contenta con eso, aseguraba que yo también lo era.
Mi madre sabía que no creía nada de lo que me decía pero en un intento
de que la creyera se empeñó en repetirme que mis ojos habían visto los
hombres lobo y su transformación. Hizo hechizos de transportación,
búsqueda de objetos y adivinación frente a mí. Pero hay ciertas cosas que
por mucho que las veas no las crees.
Acepté lo que me decía, conocí algo mejor a Dilan que resultó ser un
mero idiota que, a su vez, dirigía un clan cuyo único interés era casarse con
“la bruja”, cosa que yo no era, que le daría la supremacía a su clan. Y me
dijo que iríamos a la finca de Owen a mostrarme en sociedad. Esa iba a ser
mi manera de escapar, o al menos mentalmente. Pero estaba encerrada en
una habitación con Lesley y Aldair, hermanos de Owen esperando a que él
hiciera acto de presencia.
¿Por qué habían tenido que meterse en mi opción de huir? ¿Por qué me
decía Owen que le contase todo lo que supiera antes de que llegasen los
otros “alfas” cuando yo me sentía igual de secuestrada allí que en la otra
parte del lago?
—¿Dónde está Mael? —Fue lo primero que dije después de que Owen
me dijese una retahíla de cosas que quería saber y razones por las que debía
decírselas. Una de las cosas que había conseguido pensar era en Mael y sus
extraños ojos. Si mi madre decía por una absurda casualidad la verdad,
Mael también la decía y había magia en ellos. Sentía que él podía entender
lo que me pasaba con mi madre y eso era una conexión especial.
—Él no importa nada ahora. —Dijo Owen entrecerrando los ojos. No
pasó desapercibido para mí que Niall salió de la habitación. Era un tío
bastante peculiar. ¿Dónde iría? —Cuéntame, Wendy, porque tenemos sólo
una noche para preparar el motivo fundamental por el que no vas a casarte
con Dilan. —Hizo salir a todos del cuarto y se sentó frente a mí. —¿No
quieres casarte con él, verdad? Mi clan se está jugando mucho por esto. —
¿Y por qué iba a poner él en peligro a quienes quería por mi libertad
matrimonial?
—No quiero casarme con nadie. —Lo dejé claro por un apunte que mi
madre me hizo una de las noches que pasé con ella un rato aunque intentaba
hacerme la integrada para que me dejaran venir al baile. “Tú no eres como
las demás” “Más de uno en realidad querría casarse contigo”.
—Pues háblame. —Owen tenía unas facciones bonitas y cuadradas que
parecían cansadas. Podía notar, casi como si fuera una verdad absoluta
dentro de mí, que tenía una dualidad ética rondando en su cabeza no
dejándole descansar. —Dame un motivo, Wendy. —Su intensidad hizo que
mis nervios se acelerasen sin razón.
—Mi madre es una bruja. —Lo solté sin más. Tenía que deshacerme de
las cargas que no podía controlar. —Dice que Dilan fue a buscarla hace
tiempo para que le leyese una profecía. —Esperaba que él entendiese más
que yo de esas cosas. —La profecía decía que él y yo nos teníamos que
casar para que él fuese un hombre lobo con fuerza. —Omití egoístamente la
parte de que yo era una supuesta bruja. No confiaba en él. —Me han tratado
bien, simplemente no me quiero casar. —No salía de mí contarle nada más.
Owen me atraía de una forma carnal, me di cuenta en ese momento que
siempre había sentido la fuerza de su virilidad y su poder, pero eso no
significaba que pudiera confiar. Él había dejado que me llevasen el día que
me llevaron a la ciudad y yo vi perfectamente que ningún otro de los
presentes estaba de acuerdo. ¿Y entonces quería salvarme porque sí de
repente? Mi intuición me hablaba de otra forma y aunque estaba casi segura
de que Owen no era malo…No iba a arriesgarse por mí.
—No sé si el hecho de que tu madre sea una bruja es suficiente motivo
para que los demás alfas supongan que tu enlace con Dilan sería una
amenaza. —Lo noté entonces en el brillo casi imperceptible de sus ojos. Él
sabía de algún modo que yo también era una bruja y se lo estaba callando.
Me presionaba para que se lo confirmase. —¿Tienes algo más que decirme
para que pueda protegerte? —No iba a protegerme si con ello no engrosaba
a su propia manada.
—La verdad es que no. —Mentí.
—Voy a pensar entonces y a ver si puedo recopilar otra información. —
Se fue dejándome sola con la sensación de haberme metido sola en el
matadero. ¿Le habría dicho más de lo que era bueno para mí que supiera?
—Wendy. —Oír mi nombre hizo que pegase un salto desde la cama
hasta ponerme contra la pared. Mis ojos no podían creer lo que estaba
viendo. Mael sacó la reja del aire acondicionado para deslizarse hasta
dentro de la habitación. —¿Estás bien?
—¿Qué haces aquí? —Parpadeé varias veces sintiendo que me sentía
demasiado feliz de verle allí. —¿Por qué no has entrado por la puerta? —
Señalé hacia la misma y se llevó una mano a la boca pidiéndome silencio.
—Estaba escuchando vuestra conversación. —Por lo menos lo
confesaba. —Tenemos que irnos, Wendy. No me creo que él no sepa que
eres una bruja. —Así que Mael también lo pensaba. Tenía sentido ya que
había sido el primero en preguntarme si mi madre lo era. —Y no pienso ni
por un segundo que le hayas contado toda la verdad. —Miré mis propios
pies avergonzada de que el conociera que me había callado cosas como que
mi madre confirmaba que yo era una hechicera. ¿Era tan malo serlo?
¿Cómo podía yo no ser consciente de ello? —Me cogió las manos haciendo
que mi corazón diera un salto inesperado. —Pero estoy segurísimo de algo
más. —¿De qué? Abrí los ojos desmesuradamente. —No te habrán contado
a ti misma toda la verdad. Dilan quiere casarse contigo por algo más que tu
condición de bruja. No te ofendas pero yo soy medio hechicero y hombre
lobo y me miran como si fuera un monstruo. Eso me hizo reflexionar.
Tienes que tener algo más. Algo que le de poder a un alfa por algún motivo.
Y creo que Owen lo sabe. —¿Quería Owen entonces utilizarme también?
—Tenemos que huir y averiguarlo. —Me cogió para meterme en el
conducto de ventilación.
—Espera. —Le paré en seco para perderme en sus ojos de color del oro.
—¿Por qué haces esto? ¿Qué motivos tienes tú? —No podía asumir otra
traición o decepción.
—No lo sé. —Pareció pensárselo de verdad.
Un ruido en el exterior nos sacó de ese trance en el que nos habíamos
quedado y le dejé empujarme para alzarme en el conducto y huir de la
habitación.
Capítulo 21

Mael

Mi vida había sido siempre lo que puede considerarse fuera de lo común


pero, aún así, no hubiera imaginado nunca que tuviera el valor y la
inconsciencia para ayudar a escapar a una chica de las manos de mi propio
alfa.
Wendy era una bruja, de eso no tenía la menor duda. Quizá por eso me
esforcé tanto, mientras llevaban a cabo el inútil interrogatorio, en intentar
averiguar los verdaderos motivos que llevaban a Dilan y a su propia madre
a casarla tan apresuradamente. No me gustaba mi parte de hechicero pero
conocía ciertas cosas sobre los que eran como yo. Me puse en contacto con
todo aquel que podía tener información y sólo conseguí averiguar que el
escudo de Marlos, lo era también de la madre de Wendy cuyo nombre era
Tris. Ellos eran pareja desde hacía mucho tiempo. También, algún alma
caritativa me advirtió de que era uno de los escudos más poderosos del
mundo. Esa información me llevó a desglosar los personajes de la historia y
hacer suposiciones que pudieran llevarme a nuevos puertos. Si Marlos era
tan poderoso y eligió a Tris, era porque ella también era poderosa. ¿Qué tan
poderosa sería Wendy si fuera hija de ambos?
Eso, explicaría por qué Dilan quiere a la chica. Pero quedaría sin
resolver por qué los padres quieren ese enlace. Dos opciones. Obtienen
poder con ello o Wendy estaría en peligro y quieren meterla en el seno
fuerte de una manada.
Decidí llevar a cabo un hechizo de transportación al bosque de las
profecías donde ningún lobo en su sano juicio debe ir aunque es el único
lugar que puede hablarte de tu destino. Dilan debió arriesgarse hace cinco
años… ¿Por qué? ¿Qué le llevó a buscar respuestas? Me concentré en entrar
a buscar la profecía que llevase el nombre de Wendy. La terrible verdad
apareció ante mí. Porque una persona tenía una única profecía en la vida. Si
te la llevabas no seguía acumulando el destino hasta que la devolvías. Y la
de Wendy, no estaba.
Volví a mi ser en mi habitación preguntándome qué le estarían
preguntando a Wendy, pero sí que fui consciente de que estaba siendo
engañada. No sabía exactamente por quién pero podía incluir a sus padres
con certeza. ¿Por qué? Sencillamente, nadie más la conocía para buscar su
nombre en la profecía. ¿Qué vieron ellos que les llevó hasta Dilan? ¿Dilan
mentía o había sido engañado? ¿Sabía algo Owen y por eso estaba haciendo
venir a los alfas?
La llevé de la mano corriendo hasta mi cuarto tras salir del conducto de
ventilación porque no sabía dónde podía llevarla para esconderla. Tenía la
terrible sensación de que su fin se estaba acercando.
—No lo hagas, Mael. —Encontré a Niall en mi cuarto. Últimamente no
se separaba de mí y eso me hacía tener emociones encontradas. ¿Qué
barrera se había roto entre nosotros desde que Wendy había aparecido?
—La van a utilizar si es que ven cómo hacerlo y sino la matarán. —No
pasó desapercibido para mí que ella abrió los ojos como platos.
—Lo sé y también puedo decirte que Owen está muy raro al igual que lo
estaba Dilan. Pero no está en nuestra mano llevárnosla. —Ese golpe de
realidad hizo que me dejase caer en el pub de la esquina de mi habitación.
—Hay un problema entre clanes y diría que uno entre razas. No seremos
nosotros quienes los creen dentro del clan. —Aseguró con el semblante
triste. —Los alfas están llegando. —Anunció.
—Y por eso debéis devolverme a la chica. —Owen entró sin anunciarse
o hacer el menor ruido. —Es por la seguridad del clan. —Muchos lobos
jóvenes entraron y nos ataron a Niall y a mí para llevarnos a los calabozos.
Choqué con la pared de la celda cuando nos encerró. —Os aprecio como
guerreros y estoy pensando si habrá la pena que os merecéis por cuestionar
mis órdenes, pero ahora tengo que recibir a esos alfas y en especial tengo
que asegurarme de que mi madre no le promete a Ailish que me casaré con
ella. —Cerró al irse y puso a dos guardias apostados en la verja.
—Lo siento. —Fue lo primero que salió de mi boca tras horas de
encierro en silencio. Mi hermanastro no debía estar ahí. Quizá siempre
había tenido razón en odiarme.
—Yo también. —Eso me sorprendió y no pude evitar mirarle a los ojos.
—Nunca debí tratarte como si tuvieses la culpa de lo que hiciera o no
nuestra madre. Creo que tengo la culpa de muchas de las situaciones que
has vivido poco agradables. —Me emocionaba interiormente esa confesión.
—Me empecé a dar cuenta de lo injusto que había sido cuando conseguiste
salir del bajo fondo por tu valía como guerrero, pero fue cuando vi cómo
tratabas a la chica que me pregunté si no eras como todos nosotros…. —Se
calló y miró hacia la verja para recomponerse. Para mí, lo que había dicho
era más que suficiente.
—Voy a salir de aquí, Niall. —Me miró sorprendido entonces él. —Y
quiero que sepas que no te guardo ningún rencor y que te veo como un
hermano. —Se empezó a levantar para venir hacia mí pero levanté la mano
para evitarlo. —Seguramente moriré. —Anuncié pausadamente. —Pero no
podría vivir en un mundo que no existiese Wendy. —Me di cuenta en ese
preciso momento de que ella era mi mate. —Me da igual si es Dilan quien
la quiere. Si, por el contrario, es Owen. Si sus padres deciden llevársela. O
si los alfas deciden destruirla. Ella es mi mate y voy a salvarla o destruirme
con ella. —Era una declaración de intenciones que asustó profundamente a
Niall.
Empecé a convocar un hechizo que jamás había hecho. Necesitaba
desaparecer de la celda y llegar hasta mi cuarto. Si hubiera sido capaz de
ver la profecía lo entendería, pero, así….tenía que tirarme a ciegas con el
único convencimiento de que ella tenía que saber que yo estaba ahí y que
desde el primer momento que la trajeron a mi habitación mi corazón saltó
sintiéndose totalmente atraído por ella. Y, sobre todo, tenía que ser
consciente de que era su parte de sufrimiento lo que hacía que nuestras
almas conectasen y se entendiesen. Era ella mi mate, pero… ¿Era yo el
suyo?
Capítulo 22

Owen

Encerrar a mis dos mejores guerreros no había sido para nada fácil pero
tenía motivos de sobra. Ellos, por otra parte, no pensaban en esos momentos
nada bueno de mí. Pero yo voy a solucionar todo esto que no debería
habernos pasado nunca.
Sospeché en el momento que me di cuenta de que Mael se sentía atraído
por Wendy de una manera tan pasional. Yo mismo había sentido esa
atracción por ella al conocerla y aunque Niall no había llegado tan lejos,
parecía haberle cogido cariño. Si sumábamos que Lesley y Aldair habían
estado metidos en un plan para ayudarla podía llegar a la conclusión
fácilmente de que todos sentían un aprecio repentino y extraño por ella. No
dudaba de que fuera simpática o hermosa, que lo era, pero no podía
creerme que tuviese ese efecto inmediato al conocerla. ¿Y si eso mismo le
había pasado a Dilan?
Me aventuré entonces a ir al bosque de las profecías para comprobar que
la bola que debía ser de Wendy no estaba. Alguien había cogido esa
profecía y debía de tener planes específicos para ella. Planeé entonces lo
que haría contando con quitar de en medio a cualquiera que la conociese y
exponiendo a los alfas la situación. Y eso iba a hacer, ese era el motivo por
el que había encerrado a mis guerreros y había mandado a mi madre ocupar
a mis hermanos.
Saludé a cada uno de los alfas, incluyendo a Dilan que me miraba con
odio, y a Ailish que me miraba con devoción. Quizá tendría que hacer caso
a las opiniones de los demás y aceptarla como mi mujer. Estaba claro que
yo no tenía una mate, una persona por la que sentir ese amor irrefrenable e
inexplicable, porque para una vez que pesaba que la podía haber
encontrado, al ver a Wendy, estaba casi al cien por cien convencido de que
era una trampa.
—Owen, explícanos el motivo por el que no has dejado que Dilan
siguiese con su prometida en la normalidad hasta el matrimonio. —Ginon
era un hombre calmado, tranquilo y por ello siempre hacía de portavoz de
los otros alfas.
—La chica es una bruja. —Empecé a decir.
—Eso lo sabemos, pero no vemos por qué tendríamos que intervenir en
las decisiones de Dilan que, al fin y al cabo, es dueño y soberano en sus
tierras y por tanto pleno poseedor de la capacidad de escoger a la mujer que
quiera. —Replicó Ailish. Sabía que iba a querer aprovechar su visita para
hablar conmigo de otras cosas como lo poderosas que serían nuestras
manadas si nos uniéramos y otras decisiones que no me veía capaz de
tomar.
—El caso es que Dilan se quiere casar con ella porque está bajo un
embrujo. —Ahí si me gané varios sonidos de exclamación. —Y creo que
los licántropos podríamos estar en un serio peligro. Ella no sabe que está
bajo un hechizo porque ni si quiera sabe que es bruja, así que sólo veo que
la haya podido tener en trance tanto tiempo su madre. Ella es una bruja
confirmada y que es la que está contigo, Dilan, en tu castillo. —El alfa de
más allá del río me miraba con más paciencia de la que esperaba. Eso me
confirmó que ni él mismo entendía qué era lo que estaba haciendo.
—¿La eliminamos entonces? —Rulf, el más agresivo de los alfas lo tenía
bastante claro.
—Eso nos dejaría sin saber algo fundamental. —Dije lo más tranquilo
que pude. No quería que hicieran daño a Wendy, quizá por el embrujo
encantador, quizá por algo más, no podía saberlo. Me gané la atención de
todos nuevamente. —Deberíamos saber quién ha intentado ponernos a
Wendy en el camino porque su madre será una bruja, pero no creo que haga
esto por nada. Sabemos que, por mucho que no todos los clanes luchen
contra ello, los brujos comercian con su poder. —El golpe en la mesa que
dio Dilan me sobresaltó un poco. Si quería una pelea porque consideraba
una ofensa lo que había dicho o algo de lo que había hecho, no tendría más
remedio que entrar al trapo.
—A mí la bruja me trajo mi profecía. —Eso era una revelación
importante y me sorprendió que estuviera dispuesto a compartirla sin más.
—Yo confié en ella y lleva cinco años en mi castillo. —¿Era vergüenza lo
que pude leer en su mirada? —Quizá no debí hacerlo. Pero una profecía no
se puede imitar o inventar. En la bola vi claramente que tenía que hacer eso
si no quería morir. —¿Morir? ¿No era por poder? —Creo que debemos ir al
inicio de todo esto. —Asintió dejándome proseguir.
—Si los alfas están de acuerdo secuestraremos a Tris y Merlos. Nos
vendría bien mantener a la chica al margen. Adivinaremos los planes y
después decidiremos qué hacer. —Algo en mi conciencia se removió
haciendo que me preguntase si debía poner al corriente a Wendy. ¿Sería un
efecto del embrujo que yo aseguraba que tenía en sí misma que hacía que le
tuviésemos un cariño que no debíamos?
—Yo te apoyo, cielo. —Ailish no dudaba en llamarme de forma cariñosa
a pesar de que le había dicho por activa y por pasiva que no pensaba en ella
de esa forma.
—Yo ya he aceptado. —Vi a Dilan con tal terror que yo mismo sentí un
escalofrío. Siempre habíamos sido rivales pero… ¿deseaba que le pasara
algo? Imaginé que no. Quizá era lo mismo que le pasaba a Niall con Mael.
—Por mí bien. —Rulf quería que rodasen cabezas y, eso, llegado el
momento, podía llegar a ser un problema.
Me fui satisfecho de la reunión pero, en mi interior, me sentía extraño,
casi como si fuese un traidor. Me removía el nerviosismo cuando decidí ir a
ver a Wendy que estaba encerrada, convenientemente para que nadie la
encontrase, en mi cuarto.
—Wendy. —Se giró para mirarme con miedo en la mirada. —No voy a
hacerte daño. Y sé que posiblemente cuando todo esto acabe me dé cuenta
de que no es real lo que siento, pero, hoy tengo que decírtelo… —No me
entendió cuando la cogí de las dos manos. —Te quiero y te necesito. Ojalá,
cuando el hechizo caiga, aún sienta lo que siento… —La besé aún sabiendo
que era un gran error.
Capítulo 23

Wendy

Owen se apartó de mí tras darme el beso más dulce que hubiera tenido
en toda mi vida y eso era algo extraño porque hasta hace unas horas, estaba
segura de que me odiaba de alguna forma. ¿Qué ha querido decir con eso de
que posiblemente no era real lo que sentía? A mí, su manera de acariciar el
cielo de mi boca con su lengua, me había parecido muy real.
—¿Por qué no me dejaste huir con Mael? —Sentí una punzada de
culpabilidad de nombrarle a Mael porque mi corazón joven no estaba
seguro de lo que sentía. Cuando Niall apareció para impedirnos huir sentí
muchas cosas, pero, una de ellas, fue paz y eso era tan absurdo como
aterrador teniendo en cuenta que Owen me quería exponer a los alfas entre
los que estaría mi prometido Dilan.
—El clan es lo primero para un alfa y estoy convencido de que, como
sabes, eres una bruja. —Asentí porque si bien yo no era consciente de mis
habilidades, todos parecían saber de mí ese hecho que mi madre aseguraba
que era verdad. —Sé que no estás aquí por casualidad y que tu madre de
alguna forma te ha utilizado para llegar hasta los hombres lobo. —¿Qué? —
Lo que no sé es para qué.
—¿Me besas porque estás convencido de que soy un mal encarnado para
tu manada? —Las ganas de llorar me inundaron porque mis sentimientos se
estaban volviendo locos.
—Te beso porque estoy convencido de que cuando consiga ver tu
profecía no va a poner nada bueno. Porque siento que eres mi mate pero no
puede ser real si estás envuelta en algún tipo de hechizo que te ha permitido
meterte hasta nuestra casa sin parecer una amenaza este sentimiento
desaparecerá. Y por último porque un alfa siempre coge lo que cree que es
suyo. —No le discutí y ni si quiera pude contradecirle porque lo cierto era
que ni yo entendía por qué todo el mundo se peleaba por ayudarme o
tenerme. Y si algo había aprendido viviendo sola tras el abandono de mi
madre, era que nadie te quería si no sacaba algo con ella.
—Pues si vas a hacer algo para olvidar lo que dices sentir y después
tomarás las decisiones que marquen mi vida….Te besaré yo ahora. —Me
abandoné a la pasión de ese beso que necesitaba como respirar.
No supe qué había oído cuando se separó de mis cálidos labios. Decidió
simplemente hacerme un gesto con la mano que significaba que tenía que
quedarme en el cuarto. Había apostillado dos jóvenes licántropos en la
puerta así que no tenía otra opción.
En medio de un manto de polvo apareció Mael en la habitación. Parecía
agotado tras el esfuerzo de lo que hubiera tenido que hacer para llegar hasta
ahí sin ser visto.
—Tenemos que irnos, los alfas están abajo. Tienen a tu madre y a
Merlos. —Me asomé a la ventana llevada por un instinto arrebatador. Vi a
mi madre atrapada entre cadenas, la boca prudentemente tapada y la cabeza
altiva. —No sé qué van a decidir pero estoy dispuesto a arriesgarme y
esconderte. —Vi los ojos preciosos de Mael mirarme para darme cuenta de
que sentía una necesidad ciega y desmedida por ayudarme.
—No quiero huir. No voy a seguir huyendo. —Tomé entonces la
determinación de enfrentarme a mi destino. —Sé lo que crees sentir por mí
pero, posiblemente, sea el efecto de algo que yo misma desconozco. No me
refugiaré en ti cuando yo amo a otro que posiblemente tampoco me ame. —
Fui sincera. —Has luchado por tener el puesto que tienes en el clan mucho
más de lo que era justo. Estás consiguiendo llevarte bien con tu hermano.
No me conoces en realidad…Mantente al margen y cuando se aclare todo…
si es nuestro destino hablar, lo haremos. —Zanjé el tema dejándole
asombrado y confuso.
—¿Qué pasa ahí dentro? —Entró uno de los lobos jóvenes aunque le dio
tiempo a esconderse a Mael.
—Hacía ruido para decir que necesito que me llevéis frente a los alfas.
Quiero estar presente en la determinación que tenga que tomarse. —El
joven me escuchó abriendo un poco los ojos ante la sorpresa. Se movió
rápido indicándole al otro que me vigilase y cuando volvió me pusieron las
cadenas con las muñecas al frente para hacerme desfilar hasta una sala
grande e imponente.
Era tranquilizador y aterrador entrar en esa sala llena de gente presidida
por Owen. Mi madre tuvo una pequeña reacción en la expresión al verme
pero nada reseñable. ¿Por qué había tenido que aparecer después de tanto
tiempo para complicarme tanto la vida?
—Tras mucho rebuscar. —Dijo uno de los alfas que parecía más rudo.
—Hemos encontrado la profecía de la chica. —¿La chica era yo? —Su
madre la tenía escondida y por lo tanto se le da la palabra para explicar la
situación. Tris, si quieres tener una oportunidad de vivir, habla ahora y
explica la situación de vuestra presencia. Los brujos y los hombres lobo no
nos juntamos si no es necesario y estáis creando un revuelo innecesario. —
Se sentó el señor visiblemente molesto.
—Yo. —Empezó a hablar después de que le quitasen la mordaza. —Voy
a decir la verdad a cambio de una petición. —Merlos le dirigió tal mirada
de odio que tuve miedo de que la asesinase si estuviera suelto. —Pido
misericordia para mi hija que sólo se ha visto envuelta en esto por mi
torpeza y no entiende nada de lo que ha pasado. —Tragué saliva al ver a mi
madre, por primera vez después de tanto tiempo, pensar en mí.
—Habla y el consejo de alfas tomará en cuenta tu petición en el modo
que le sea posible. —Owen cruzó una mirada conmigo al mismo tiempo
que Ailish miraba a Owen.
—Hace seis años volví a ver Merlos pese a que nos abandonó cuando yo
estaba embarazada sin darme ninguna explicación. Yo siempre he sido bruja
y mi hija, pese a serlo, no desarrolló nunca sus poderes. Decidí que lo más
seguro para nosotras puesto que no sabía bien por qué había decidido
abandonarnos su padre, era vivir en el mundo humano. Nunca pude superar
ese abandono y quizá no crié a mi hija de la mejor manera, pero tampoco la
involucré en nada mágico. Hace seis años, como he dicho, volvía ver a
Merlos que vino de la nada a conocer a su hija. Yo no estaba segura pero los
brujos también nos enamoramos una vez en la vida así que empezamos a
salir. Él la vio a través de cristales o recuerdos pero no se llegaron a conocer
en persona. Un día llegó con esa bola de cristal con el nombre de mi hija en
la mano asegurándome que no había podido evitar la tentación de saber qué
le depararía el futuro a su hija. —Hizo una pausa mientras mi corazón se
congelaba al verla derrumbarse. —La bola es clara y podéis escucharla. Ella
tiene un gran poder que verá su esplendor si contrae matrimonio con un
licántropo. La parte negativa es que moriría si no lo conseguía. No
especifica circunstancias. —Hizo una pausa. —Merlos me convenció de
meterla a la fuerza en la vida de un alfa y él mismo eligió a Dilan tras coger
varias profecías. Yo le entregué la suya a Dilan y el resto lo sabéis. ¡Pero yo
no sabía lo demás! —Merlos avanzó hacia ella agresivamente y uno de los
guardias le detuvo. —Lo noté cuando la llevé con Dilan. Ella tiene un
embrujo para enamorar o gustar. Actúa diferente con cada persona pero
pocas personas podrían odiarla con ese potente y extraño hechizo. No se lo
pude quitar. —Empezó a llorar y yo con ella. —Se lo intenté quitar y no
pude. Sólo él sabe cómo hacerlo. Quería destruir a los hombres lobo desde
dentro y la mejor manera era que os destruyerais entre vosotros empezando
por Dilan y Owen. —Se quedó callada entonces como si se hubiera liberado
de un gran peso.
—¿Qué interés tienes en destruirnos, Merlos? —Le destaparon entonces
la boca a él que sonreía sibilinamente con odio y furia en la mirada.
—Jamás he tenido un negocio mejor pagado. Él está llegando y mi
trabajo estará hecho. —¿De qué hablaba? —Los vampiros pueden ser muy
generosos si estás dispuesto a sacrificar a tu propia hija para que los
hombres lobos desaparezcan, los vampiros tengan la supremacía del mundo
mágico y los licántropos nos dejéis de prohibir mediante vuestros
asquerosos pactos que intervengamos en el mundo humano. —Escupió al
suelo justo antes de que las ventanas lejanas de la parte superior del castillo
explotasen.
¿Cómo había podido ser tan maquiavélico y avaricioso mi propio padre?
¿Cómo mi madre había caído por el lazo de amor que les unía en su
trampa? ¿Qué iba a significar eso para mí? Los vampiros habían llegado y
yo era tan enemiga de unos como de otros.
Capítulo 24

Owen

Me di cuenta entonces de que Wendy era totalmente inocente en esta


historia porque sólo había tenido la mala suerte de tener un padre insensible
y potencialmente asqueroso.
Los vampiros entraron tendiendo una emboscada rompiendo los cristales
de la mansión. Habían conseguido con aquella artimaña juntarnos a todos
los alfas en un mismo espacio. ¿Había algo que pudieran hacer los vampiros
que crease más caos que la muerte de todos los alfas a un mismo tiempo? El
tiempo de reacción sería más que suficiente para que los lobos dejásemos
de tener una buena posición.
Mi manada se transformó ante mi aullido y, aunque no debía, ordené que
protegieran a los tres prisioneros por razones bien distintas que me
encargaría de discernir más tarde. Eran demasiados y venían preparados.
Los gritos de dolor, la sangre y los continuos golpes no me dejaban respirar.
Sólo decapitaba y tiraba a los lados los cadáveres de mis enemigos.
¿Cuántos más debían caer para conseguir deshacernos de ellos? Vi entonces
a un vampiro antiguo y altivo dirigirse directamente hacia Merlos. Él debió
ordenarle esta misión pero no iba a permitir, bajo ningún concepto que se lo
llevase.
Su rostro era oscuro, al igual que sus ojos. Contrastaba saber que no
tenía sangre en las venas con su gracilidad de movimiento. Sonrió
dejándome ver sus dientes afilados. Él pensaba matarme a mí como trofeo
pero no iba a vencerme así como así.
Se lanzó con sus uñas uniéndose sobre la carne de mis patas delanteras
produciéndome un desgarro doloroso. Lancé una dentellada certera a su
brazo consiguiendo que rodase. Yo tenía demasiada experiencia en batallas
como para caer ante un vampiro, por bueno que fuese. Él pareció pensar lo
mismo porque dos individuos más vinieron a por mí. El más bajito de ellos
fue atacado por Ailish que, lejos de ser una mujer delicada, era una
formidable guerrera que merecía y tenía el respeto de todo su clan. Los
otros dos se abalanzaban a compases constantes sobre mí sin darme tiempo
a respirar. Un mal movimiento me hizo caer de espaldas. Y dar la espalda a
un vampiro era una muy mala idea. Oí un crujir de cuello en ese preciso
momento y me giré rápidamente para ver a ambos destrozados. Uno entre
las manos de Mael. El otro entre las manos de Niall. ¿Cómo habían salido
de la celda? Daba igual. Eran los mejores guerreros y jamás debí
encerrarlos. Me cegaba el miedo por la manada y la confusión por mis
propios sentimientos.
Con la llegada de Aldair y Lesley pareció remontar la batalla
consiguiendo que tuviera tiempo para ver el rostro de Wendy que parecía
totalmente horrorizada. Debía de ser muy duro descubrir lo que le había
hecho el padre que nunca pensó tener. Además de ver una batalla cruente
entre seres que, hasta hacía poco tiempo, no pensaba que existían.
La retirada de los vampiros se produjo al ir cogiendo nosotros posiciones
y no quisimos, al menos por esa noche, seguir sus huellas.
—Owen, estás bien. —Mi madre llegó hasta mí como la gran madre del
siglo aunque no tuvo el valor de estar en la batalla. —Gracias a todos los
alfas la manada está bien. —Potenció su vista más de lo necesario en Ailish.
No me iba a casar con ella por una ayuda que beneficiada a todos los
licántropos. ¿Cuándo lo asumiría?
—¡Quiero a cada uno de ellos en una celda diferente! —Grité señalando
a Merlos, Tris y Wendy. No quería dar tiempo a que nadie pensara otro plan
del que yo mismo tenía.
Para suerte mía nadie tenía intención de contradecirme en aquel
momento y, como si con lo que habían oído en la confesión fuera bastante,
decidieron marcharse a sus territorios para comprobar que las respectivas
mandas seguían en perfecto estado. Nunca se sabía las maldades que podían
ocurrírsele a un vampiro.
—Owen. —Dilan se detuvo frente a mí y mi instinto en forma humana
fue tensar todos los músculos. —Creo que te debo pedir disculpas y
tenderte la mano en señal de paz entre los clanes. Los brujos son peligrosos
y apoyaré tus expediciones para intervenir en el mundo humano a partir de
ahora. —Abrí los ojos asombrado y respondí al apretón de manos.
—Ailish. —Fui yo quien la llamó a ella cuando vi que se disponía a irse
cabizbaja. Yo sabía que ella quería nuestro enlace pero, precisamente por
eso, tenía que decirle algo que había conseguido entender en muy poco
tiempo. Se detuvo mirándome con sus grandes ojos bonitos. —No sientes
por mí lo que sentirías si fuera tu mate. Y lo sé porque aceptas cada rechazo
cuando un alfa, y más tú con ese carácter, siempre coge lo que es suyo. —
Una lágrima corrió por su mejilla. —Lo conocerás y todo esto te parecerá
una tontería. Yo seré una mancha en tus recuerdos. —Me abrazó entonces
dándome la razón. La entendía mejor de lo que pensaba. La vida inmortal
de un hombre lobo podía llegar a ser muy solitaria si no estabas con nadie
hasta que aparecía tu mate.
Me fijé en que Niall y Mael estaban hablando cuando me giré. ¿Desde
cuándo se llevaban tan bien? Esperé entonces que fuera un principio para
ellos como hermanos sin rencores. Ya se habían culpado y castigado
mutuamente por suficientes años.
—¿Estáis bien, no? —Lesley se acercó a ellos pero me dio la impresión
de que miraba un poco más a Niall de lo que era necesario.
—Voy a las celdas. —Anuncié en alto sin saber si obtendría alguna
respuesta.
—Voy contigo entonces. —Mael me siguió como supuse a un ochenta
por ciento que haría. —Sé que ambos creemos sentir lo mismo, pero no
sabemos si el hechizo influye también en ella y sus sentimientos. —Dijo
cuando nos acercamos a la primera puerta.
—Averigüémoslo entonces. —Abrí la puerta de en medio donde podían
hallarse las respuestas que buscábamos. —Tris es la única que puede darnos
más detalles. —Así era. Sólo la madre era una conocedora válida porque
Wendy desconocía sus propios orígenes y poderes. Y Marlos podía intentar
engañarnos.
Crucé la puerta con el convencimiento de que, fuese cual fuese el
resultado de la conversación, Wendy no tenía culpa alguna. Pero también
me empezó a asaltar la duda de qué estaría dispuesto a hacer para volver a
tener un sentimiento real cuando la mirase.
Crucé una mirada significativa con Mael entonces. De allí podíamos
salir convencidos de que ninguno éramos el mate de la chica, que para
nosotros dos ella lo era, o que sólo uno tenía esos sentimientos de verdad.
¿Y si después de todo Wendy era la que no sentía nada?
Capítulo 25

Owen

Tris nos recibió mucho más tranquila de lo que esperaba. Se encontraba


sentada en la celda como si estuviera dispuesta a aceptar lo que tuviéramos
deparado para ella. Al fijarme un poco más me di cuenta de que se parecía
más a su hija de lo que parecía evidente en un primer momento.
—Yo no puedo deshacer ese hechizo. —Nos lo dijo mucho antes de que
le explicáramos lo que veníamos a preguntar. —Yo me di cuenta de ese aura
que la envuelve y puede hacer, dependiendo de la persona, que caiga bien,
que guste o que os enamoréis. —No me gustó que fuera tan fácil leer para
ella leer mis pensamientos, pero era algo innato en la brujas de poder. —
Merlos no va a deshacer ese hechizo porque él sólo actúa cuando gana algo
con ello. —Era evidente para nosotros que lo decía con tristeza.
—Ella no tiene la culpa, ha sido engañada. —Me dijo Mael por lo bajo.
No sabía exactamente qué pensaba de mí mi hechicero pero no tenía
ninguna intención de hacerle daño a una pobre madre que había actuado por
amor y miedo.
—¿Dónde está Wendy? —No le respondí mientras intentaba poner en
orden mis pensamientos. Se alteró levantándose casi levitando hasta mi
altura. —¿Ella está bien? —Asentimos los dos y la vimos relajarse un poco.
—Su profecía era clara, si no se casaba con un alfa moriría. —No me había
acordado de ese dato por el repentino ataque pero no quería que ella
muriera bajo ningún concepto. Necesitaba saber la verdad.
—Las profecías no son claras nunca, deberías saberlo. —Dijo Mael
visiblemente molesto. —Pero no la dejaremos morir. —En eso estábamos
de acuerdo.
Salimos de allí más intranquilos de lo que habíamos entrado. Ella no
sabía los sentimientos reales de Wendy, ni quitar el hechizo y, encima, nos
recordó que el tiempo iba en contra de la chica que confundía mi corazón.
—Se por qué estáis aquí. —Fue lo primero que dijo Marlos al entrar en
la celda. Odiaba esa forma que tenían ellos de predecir de alguna forma los
sentimientos o los pensamientos de alguien. No creía que pudiera
acostumbrarme. ¿Había pensado en algún momento que Wendy podía
desarrollar poderes? ¿Podría adaptarme a ello? —Y no voy a deshacer el
hechizo. —Se rió de tal forma que tuve ganas de romperle la cara.
—¿Qué quieres a cambio? —Mael lo dijo con tal convicción que dudé
de si se iba a tener en cuenta mi opinión.
—La libertad. —El movimiento que hizo con la mano bien podría haber
sido una burla. —Es lo justo. —Su sonrisa me producía arcadas. —Mi
libertad por la libertad de Wendy. Pobrecita. ¿Cómo se sentirá cuando nadie
la vea con buenos ojos y nadie la quiera cuando se vaya el hechizo? ¿Estáis
seguros de que no queréis vivir con la duda? —Mi pecho se hinchó en
respuesta.
—Hazlo. —Dije sin poder creerme que, por primera vez en mi larga
existencia, antepusiera mis sentimientos a lo que fuera beneficioso para el
clan.
Me aparté hacia una esquina una vez que junté a los tres encarcelados en
una misma celda. Mael no separó su vista de ellos igual que yo tampoco.
Tris tenía la misión de asegurarnos que había deshecho el hechizo y todos
serían libres. Parecía tan fácil….
Pasó tantísimo tiempo en el que Marlos hacía movimientos, palabras y
hechizos sobre Wendy que me senté contra la pared de la celda sin poder
evitar divagar sobre mi existencia y lo mucho que había luchado por mi
clan sin tener en cuenta mis necesidades. Miré la bonita piel de Wendy y
sus ojos destellantes y me pregunté cómo iba a poder creerme si ella no era
mi mate. Lo que yo sentía era tan real…
Mael sacudió la cabeza de pronto y me miró sorprendido. Me pregunté
qué mosca le había picado. Se levantó y se acercó a Wendy tan cerca como
le era posible. Me incorporé entonces raudo para ir hasta ellos. ¿Qué le
pasaba?
Se giró hacia mí justo cuando yo llegaba hasta él para pedirle que se
apartase de ella. Sus ojos me lo dijeron todos. Estaban tristes, vacíos y con
un toque de impacto. Todas las miradas se posaron sobre mí incluida la de
Wendy.
—Me alegro, jefe. —Fue lo único que dijo Mael antes de irse cabizbajo.
Marlos salió por la puerta rápidamente en cuanto Tris asintió para
verificar que había cumplido su parte del trato. Una parte de mí sabía que
había sido egoísta haberle dejado escapar, pero era un precio que estaba
dispuesto a pagar. La madre de la chica salió mucho más lentamente, casi
como si tampoco supiera bien dónde ir.
—Estaré en casa, Wendy. —Dijo finalmente antes de desaparecer.
—Hola. —Dijo como si fuera la primera vez que me hubiera visto. Se
mordió el labio y se rasco la piel.
—Hola. —Respondí sin poder creerme que, sin hechizo alguno de por
medio, mi corazón siguiera latiendo sin tener la menor duda. Ella era mi
mate y yo era el suyo.
—Casi no nos conocemos, Owen. —Razonó tímidamente sin saber lo
poco que importaba eso cuando se trataba del amor verdadero de un
licántropo.
—Tendremos todo el tiempo del mundo para hacerlo. —La besé.
No fue un beso casto o puro. Fue de necesidad. De tomar lo que era mío,
lo que siempre había sido mío. Me permití hundirme en su boca sin pensar
en si era una bruja, en si la manada estaría de acuerdo o si acabaríamos
pagando la libertad de Merlos. Nunca me había planteado esa opción. Para
un alfa lo primero era siempre la manada, pero ella era mía, y un lobo
siempre cogía lo que era suyo.
Epílogo 1

Wendy

El día que desapareció el hechizo en mí fue como si por fin me quitara


una venda de los ojos que no me dejaba ver con claridad. Lo borroso
empezó a ser claro desde el mismo confuso instante en el que mi padre salió
de aquella celda. Mael y yo habíamos tenido una conexión que no dejaba de
ser la de dos personas que habían sufrido en su infancia, un amigo, pero al
mirarnos a los ojos supimos que ni de lejos aquello era amor.
Dejé que mi madre se fuera porque necesité tiempo para asimilar todo lo
que había pasado. Ella lo había hecho por el miedo a que muriera y lo
agradecía…pero no debió abandonarme sin explicación alguna.
Hacía dos meses de aquello y lo que no había podido dejar de hacer
desde entonces era de amar a Owen incondicionalmente. No supe explicarlo
cuando me besó por primera vez y lo sabía explicarlo con los meses pero
desde el momento en que el hechizo cayó la gente intentó seguir siendo
amable al saber que no había sido ni mi intención ni mi culpa, mientras
tanto, para Owen fue totalmente distinto. Su amor se intensificó una vez
despejadas las dudas sobre las malas artes que nunca tuve.
La manada aún era algo reticente a mi entrada en el clan como la mujer
del alfa, pero nos íbamos a casar en unas horas. Según Owen “tenían toda
la eternidad para aceptarlo”. A mí me pareció desde que me lo propuso que
eran demasiadas prisas, pero cada noche, pese a dormir a mi vera, se
despertaba entre sudores para comprobar que seguía respirando. Le
atemorizaba que la profecía se cumpliese y perdiese mi vida. A mí
cualquier cosa negativa me parecía imposible teniendo a Owen en mi vida.
—Estás preciosa. —Lesley entró a la habitación donde me acababa de
colocar el vestido blanco lleno de piedras preciosas que pesaba una
barbaridad. —Owen está nervioso. —Se burló un poco de él haciéndome
reír. Lesley y yo éramos amigas sin necesidad de hechizo alguno y eso me
daba paz y me animaba a pensar que acabaría cayéndole bien a mucha más
gente. —¿Crees que me queda bien el color este verde que me has elegido
para ser madrina con mi pelo rosa? —Supe que lo que le preocupaba era
qué pensaría Niall. Tenían una relación extraña donde siempre se picaban e
insultaban pero mi percepción era que había atracción.
—Claro, estás guapa. —Owen entró de repente y aunque Lesley se puso
en el medio para que no viera el vestido, fue imposible. —¿Qué haces,
hermano?
—Tardabais mucho. —Él era así y a mí me encantaba. Quizá a otras
personas les hubiera agobiado que estuvieran tan pendientes, pero tras mi
sensación de soledad y abandono durante tantos años, me sentía querida y
protegida. —Quizá había…pasado…algo. —Lo dijo sin querer ofenderme,
pero si era cierto que desde que estaba intentando desarrollar mis poderes
había realizado algún que otro hechizo fallido. Crear fuego, una
inundación… ¡Cosas que pasan! —Te espero abajo entonces. —Me besó en
la frente y se fue.
—Te lo han dicho ya, pero estás muy guapa. —Mael y yo nos habíamos
alejado por el simple hecho de la decepción que él sentía. Yo no podía
entenderlo aunque me lo había explicado en varias ocasiones, decía que era
difícil después de tantos años de existencia haber creído encontrar a esa
persona especial y que no fuera así. Para mí, al tener a Owen, quizá era
muchísimo más fácil. —Vamos. —Decidí pedirle a él que me llevara al
altar porque era el hombre más afín que tenía en mi vida.
Descendimos hasta el gran escenario montado en la mansión. El césped,
las flores y los brillantes estaban por todas partes a los lados de la alfombra
roja que llevaba hasta el altar. Owen estaba guapísimo y sólo tenía ganas de
llegar hasta él para darle el sí quiero. Tuve que darle un pequeño toque a
Mael para que avanzase. ¿Qué se habría quedado mirando? No pude seguir
pendiente de eso porque mi corazón latía desesperadamente.
—Sí, quiero. —Fue lo único que dijimos al unísono cuando terminó de
preguntarnos el joven las mutuas promesas.
— ¿Eres feliz? —Owen decidió que el convite era algo que se hacía para
los demás. Nosotros teníamos que disfrutar de nosotros. Y eso era lo único
que importaba.
—Lo soy. —Le dije convencida de que nadie más podía haberme hecho
sentir esas mariposas en el estómago.
—Eres mía. —No fue una pregunta. Y no necesitaba una respuesta. Era
cierto, y lo sería siempre.
Epílogo 2

Mael

Desde que me di cuenta de que todos mis sentimientos no habían sido


más que una confusión por un hechizo, estaba deambulando por la mansión
sin objetivos claros. Wendy era una mujer estupenda y había sido la
conexión quizá por nuestros poderes, quizá por la historia de nuestras
madres, la que había hecho que el sentimiento bueno que yo sentía con ella
se mezclase con el hechizo pareciéndome que había encontrado mi mate.
Lo único bueno de todo lo que había pasado, largo y tedioso, era haber
conseguido un primer acercamiento con Niall. Ya no nos teníamos ese odio
y con el tiempo, quizá, llegaríamos a ser los buenos hermanos que siempre
debimos ser el uno para el otro. En sus ojos vi que Lesley le removía algo y,
posiblemente por eso, no se fijó más a fondo en Wendy. ¿Por qué si se
percibía que ambos se gustaban estaban siempre con problemas entre ellos?
El amor podía llegar a ser muy difícil…
La noche había caído cuando los novios, Owen y Wendy, nos dejaron en
el convite para ir a vivir su amor. Y como no podía ser de otra forma, nos
pusimos a comer como lobos que éramos. Pero entre todo el gentío
intentaba vislumbrar, con cuidado de que nadie se percatara, un vestido azul
turquesa que me había hecho casi tropezar mientras llevaba a Wendy al
altar.
Ahí estaba. Me levanté para ir corriendo como si fuera una necesidad.
Cuando la cogí del brazo y se zafó rauda y ágil me di cuenta de que estaba
casi seguro de que sabía quién era aunque nunca la había visto de cerca.
-¿Tú eres? —Sí, aquella mujer era Ailish, había estado tanto tiempo
detrás de Owen en sus visitas y yo tanto tiempo encerrado en mi torre que
no nos habíamos cruzado. Me miraba con curiosidad y desconfianza.
-Mael. —Dije sin poder creerme que algo así sucediera en un instante.
Me di cuenta entonces que lo que había creído sentir era un borrón en mi
vida comparado con lo que mi corazón decía en aquel momento….Aquella
mujer era mi mate.

Próximamente: El sentimiento del lobo


Mael y Niall son dos hermanos con un pasado complicado y un
futuro de batallas por descubrir cuando decidan abandonar la manada
para buscar una nueva vida fuera de las murallas del clan.
Lesley es la hermana de un alfa y sus sentimientos contradictorios
por Niall podrían llegar a ser un problema para el objetivo de su
hermano, ¡Casarla!
Ailish es una alfa licántropa con una misión en el mundo humano, y
lo que cree sentir por Mael no le hará remover sus planes….
¡LA APERTURA DE UN CLUB NOCTURNO PARA
CRIATURAS!
Sentimientos, traiciones, familia, amigos, amor….
Un mundo humano ciego ante las criaturas…
Un submundo sin principios…
Muere o mata.
Ama o pierde.

FIN
Agradecimientos:

Me gustaría dar las gracias a todas esas personas que creyeron en mí


desde el principio.

En especial, también, a todos los que me seguisteis en Wattpad, leísteis


la historia y me animasteis a publicarla y a seguir escribiendo. Vuestro
millón de lecturas fue decisivo en mi iniciación como escritora.

También a todos mis amigos y personas que he conocido a lo largo de


los años.

Pero sobretodo, a mi familia. En especial a mi madre y a mi hermana, sin


las cuales no habría sido posible.
Sobre el Autor

Nacida en 1995 Iris Montes Meseguer es una lectora empedernida y


reseñadora de libros sin importar de donde provengan.
Es autora de “Indomable pero mía”, una novela de corte paranormal—
romántica, y bajo Este título obtuvo más de 1 millón trescientas mil visitas
en Wattpad.
También de otros títulos del mismo corte como “La alfa es mía” “Los
demonios también aman” o “La nerd es mía”

Se autocalifica como una amante de la literatura y de los animales que no


puede vivir un día sin llevar a cabo estas dos cosas que forman parte de su
modo de vida.

Podéis seguirla en las redes sociales:


@Iris_Meseguer
Y también en su blog:
www.agathatelocuenta.wordpress.com

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