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ISBN—
Capítulo 1: 9
Capítulo 2: 18
Capítulo 3: 28
Capítulo 4: 35
Capítulo 5: 42
Capítulo 6: 48
Capítulo 7: 54
Capítulo 8: 61
Capítulo 9: 68
Capítulo 10: 74
Capítulo 11: 81
Capítulo 12: 87
Capítulo 13: 95
Epílogo 1: 174
Epílogo 2: 178
Capítulo 1
Wendy
Owen
Wendy
Owen
Habernos tenido que ir del piso de la chica así, sin tiempo para
inspeccionar un poco, no me gustó para nada. Estaba acostumbrado a ser
exhaustivo en mis misiones y, en esa ocasión, ni habíamos conseguido
eliminar al brujo, ni me había quedado claro si Wendy era una humana a la
que otro humano había decidido putear de alguna forma o si era que se
había acercado a un mundo que debía seguir estando oculto a sus ojos. El
libro de su mesilla…Tenía que estar seguro.
—¿Creéis que se habrá ido el brujo a otra ciudad ya? —Preguntó Lesley
que, por lo visto, no estaba dispuesta a irse a casa y quedarse al margen. A
mi madre no le gustó la noticia ya que siempre se enfadaba cuando no
dormía Lesley en nuestra mansión. Era como si teniendo a su hija pequeña
en casa se sintiera llena. Eso sí, Aldair y yo podíamos estar días sin
aparecer. Había asumido estando con mi padre durante tantos años que los
guerreros éramos muy independientes y que lo más importante para
nosotros era cumplir nuestros objetivos.
—Lo dudo. No rastree ningún hechizo además del de sueño profundo en
la chica. —Niall tenía muy buen olfato para el análisis de las situaciones.
Nunca prescindía de él para bajar a las ciudades excepto cuando era
estrictamente necesario. —Más bien creo que llegamos demasiado pronto a
la escena en cuestión y huyó para evitar que le encontrásemos. Lo que nos
dice dos cosas al respecto. —Hizo un gesto con la mano sacando dos dedos.
—Uno, quería algo de ella además de dormirla y dejar que se pegara un
golpe tremendo con el asfalto. Y dos, lo llevará a cabo lo más rápido
posible porque ya es consciente de que estamos en la ciudad. —Parecía
lógico. —Si nos fijamos en el mapa de área urbano. —Sacó uno del bolsillo
de la chaqueta. —Se trata de un triángulo. Podemos ir en dos grupos y
arriesgarnos a que escape por una punta o tenemos que dividirnos en tres.
Pero eso… —Señala lo evidente. Somos cuatro. —Significa que dos van
solos —Asentí.
Decidí, como no podía ser de otro modo, que sería yo mismo uno de los
que fuera en solitario. Un brujo contra cinco hombres lobo tenía un uno por
ciento de posibilidades de escapar, pero, contra dos o uno…Nunca se sabía
el poder de un brujo hasta que te enfrentabas a él. Mandé a Niall con Lesley
y, en un susurro, le ordené que su prioridad, en caso de ataque, fuera poner
a salvo a mi hermana. Esa decisión sabía que había sido la correcta pero
mandar a Aldair sólo con lo impulsivo que era…no estaba seguro. De todas
formas, ya sólo podía empezar a rastrear mi zona pendiente a su vez del
móvil que saltaría en una llamada si pasaba algo en otro frente.
A plena luz del día era mucho más difícil establecer unos parámetros de
búsqueda. Había demasiado bullicio y múltiples olores provenientes de
personas, restaurantes y distintos productos. Si todo eso no complicaba
suficiente las cosas, no podríamos transformarnos para no llamar la
atención. Aún así estaba más que dispuesto a encontrarlo. Llevado por una
intuición giré en una calle pequeña cerca del piso de Wendy y avancé
sintiendo cada vez que estaba más cerca. Me di cuenta entonces que, sin ser
del todo consciente, estaba siguiendo el rastro de la propia Wendy. Me paré
entonces analizando los locales de alrededor y sólo uno podía regentarse
por un brujo sin levantar sospechas. La botica. Entré justo a tiempo para
ver caer a la joven al suelo. No me esperaba que el chasquido de sus dedos
me tirase, literalmente, hasta el otro lado de la calle. Pulsé la llamada
automática y dejé que llamase sin ponerlo en mi oreja mientras volvía a
entrar dispuesto a reventarle por lo que acababa de hacer. Atacar al alfa de
una manada de lobos tan descaradamente…debía de tener más poder del
que habíamos previsto si se atrevía a hacer algo distinto a huir de la escena.
—No tengo nada en contra de los hombres lobo. —Dijo cuando volví a
cruzar el umbral. —Simplemente sigue tu camino. Ve a por otros brujos.
Me es indiferente siempre que me dejes terminar este trabajo. —Hizo un
movimiento de muñeca y la chica empezó a levitar. Le lancé una daga que
cayó muy cerca de su cabeza y la consecuencia fue que soltó a la joven
haciendo que volviese a caer de golpe. Eso le dejaría moratones
seguramente.
—Pues yo sí tengo varias cosas en contra de los brujos. —Me lanzó un
fuego y los cristales estallaron. Eso tenía que durar poco porque el
espectáculo iba a llamar la atención de las personas que vivían alrededor y
eso, a su vez, haría que la policía se presentase en poco tiempo. —¿Qué
quieres hacerle? ¿Para qué tienes que cumplir por una bolsa de dinero la
voluntad de un humano? ¿Qué es este encargo? ¿Alguien quiere que se
enamore de él? ¿Quieren que engorde? ¿Qué tontería esta vez en la que no
deberíais meteros las criaturas sobrenaturales?
—Yo no soy como el resto de brujos. —Cerró los ojos un instante. Era
mi oportunidad de matarle. —Siento que llegan el resto de los tuyos. Te
dejo. Ya volveré a por ella. —Y de la nada, se esfumó.
—¿Qué ha pasado? —Grito Aldair. —Están llegando las autoridades. ¿Y
el brujo? —Señaló el desastre de cristales. —¿Hemos encontrado a la
chica? —Era evidente. Me molestaba en exceso esa forma de referirse a las
cosas que consideraba inútiles en forma de interrogación.
—No solo la hemos encontrado. Nos la llevamos. —Aquello cayó como
una gran sorpresa para todos pero no rechistaron.
La montamos en la furgoneta y nadie dijo nada en un primer momento,
pero, conforme nos alejábamos de la calle de la vivienda de Wendy se podía
respirar la tensión en el ambiente.
—¿Nos la llevamos de mascota o algo así? —Dijo Lesley emocionada
como una niña pequeña.
—No. —¿Cómo podía explicarles que ese brujo era diferente? Noté su
poder y sus intenciones para con ella…me interesaron sin saber bien por
qué. Era como si pudiera sentir que si se tratase de un encargo humano lo
hubiera hecho sin más y no se hubiera dedicado ni a dormirla de nuevo ni a
darme esa estúpida charla. —La quiero vigilada. Lesley tú irás a casa. —
Dije esperando que Aldair entendiese que se iría a llevarla.
—¡No es justo! Ahora que se ponía interesante. —Bastó una mirada
seria para que, al llegar al hotel donde habíamos cogido habitación, se fuera
con mi otro hermano en la furgoneta sin rechistar.
—¿Cuál es el motivo de la vigilancia? —Preguntó Naill cuando nos
quedamos por fin solos. —¿Qué ha pasado en la maldita tienda? —Se dejó
caer en una de las camas individuales de la habitación. —Te veo raro, tío.
—Dijo ante mi silencio.
—Ese brujo no la busca por algo mundano. —Intenté decir mientras
dejaba a la susodicha aún inconsciente en mi cama.
—¿Y qué hacemos con ella? —Se acercó al pequeño cuerpo de Wendy y
la observó un rato antes de levantarle el vaquero y empezar a limpiarle una
herida que tenía en la rodilla. No me había dado cuenta. —¿Esperamos a
que se despierte y empiece a gritar cuando piense que está secuestrada?
—Mejor esperamos a que sea de noche de nuevo y la llevamos a su casa.
—No me rechistó y siguió con la tarea de desinfección.
Iríamos a su casa e investigaría esos libros que habían llamado mi
atención y que no me permitían dejarla sin más a su suerte y centrarme en la
búsqueda del brujo. Aunque, quizá esta vez, ya habría decidido huir.
—¿Qué pasa con ella Owen? —Niall y yo llevábamos demasiados años
con misiones juntos y él, al igual que yo, se iba dando cuenta de que aquello
no era normal. Pasaba algo extraño en todo ese escenario y en la forma en
que la dormía en vez de hacer su encargo sin más. —Mañana es el baile,
Owen. Tu madre se morirá si no llegas a tiempo. —Era cierto. Se me había
olvidado ese pequeñísimo detalle. Mi madre era tan agobiante con sus
fiestas y sus reuniones en nuestro territorio… Tenía veinticuatros para
solventar el maldito asunto.
Capítulo 5
Wendy
Owen
Wendy
Owen
Mael
Wendy
Owen
Todo estaba saliendo jodidamente mal. Al final otros clanes iban a tener
razón y era una mala idea meterse en que los brujos no hicieran lo que
quisieran con los humanos. ¿Qué se suponía que debía hacer yo con la
humana si no conseguíamos que perdiera los recuerdos? ¿Adoptarla como
una mascota para mi clan?
Le pedí a Niall que me acompañase de nuevo a la ciudad. En aquella
ocasión lo mejor sería prescindir del resto, es decir, de mis hermanos. Eran
buenos luchando pero yo no tenía ni tiempo ni ganas de hacerme cargo de
ellos. Sumando a la ecuación como no, que sería mucho más sencillo que
mi madre no se percatara de la operación. Caí al acodarme de mi madre que
no estaba seguro de que fuese a llegar a tiempo a la estúpida reunión del
consejo. Debía darme prisa.
—La chica… ¿Crees que Mael tiene razón y es diferente? —Niall y el
hechicero del clan eran hermanastros y no tenían relación pero ambos
tenían un buen olfato para ver más allá de lo que parecía en cada situación.
—Pues…no lo sé. —Estaba conduciendo mucho más rápido de lo que
debía pero me tenía que dar tiempo a llegar al dichoso pueblo, buscar al
mago, ver que no estaba y conseguir que la fuente que nos dio el soplo nos
dijese algo de valor para volver a encontrarlo. —Pero ya sería mala suerte
encontrar a alguien “diferente” de casualidad y tener que quedárnosla sin
saber qué hacer con ella.
—En mi zona no había nada. —Fue lo primero que dijo Niall cuando nos
juntamos de nuevo en el centro de la oscura y tardía ciudad. Sabía que ese
iba a ser el resultado pero aún así empecé a maldecir mi mala suerte. —He
vuelto a casa de la chica. —Carraspeó un poco. —Nadie parece que la haya
echado de menos Owen. No tenía mensajes en el buzón de voz ni hay rastro
de olores que me hagan pensar que alguien ha ido a buscarla. —Se subió a
la furgoneta. —Me parece extraño. —Nos venía bien que no fuera muy
sociable, eso nos daría el tiempo que necesitábamos para arreglar aquel
disparate. —Owen, sé que crees que eso está bien, pero no lo está. —Frené
un poco el vehículo en la carretera convencional. Tampoco era cuestión de
que la policía humana nos detuviera por exceso de velocidad. Era una
soberana estupidez con lo que éramos pero no queríamos montar un
espectáculo. —Esa chica debería tener una familia que estuviera
preocupada. ¿Qué tiene? ¿Veinticinco? Es joven. Vive sola. No parece tener
amigos. Creo que Mael tiene razón, esa chica no va a ser normal. —
Concluyó confirmando mis temores interiores.
Aceleré cuando nos desmarcamos por caminos rurales. El confidente
solía estar en un sitio tan corriente como era un veinticuatro horas.
Trabajaba allí por puro divertimento.
—No podéis estar aquí. —Fue lo primero que dijo Hilda cuando nos vio
aparecer. Hilda era una chica corriente metida en la treintena con un trabajo
aburrido. Era la fachada perfecta para esconder su verdadera personalidad.
Hilda era una buena hechicera que no quería que metiéramos en el mismo
saco a todos los brujos y, por ello, decidió hacernos llegar soplos cuando
tenía conocimiento de algún brujo que estaba utilizando la magia para fines
que no estaban permitidos por el acuerdo mágico. —¿Y si hay alguien
mirando? —Fue corriendo a cerrar las persianas y poner el cartel de cerrado
durante cinco minutos.
—El brujo, el último que nos dijiste. ¿Sabes dónde está? —Pregunté sin
dar rodeos.
—No sé donde está pero sé lo que ha hecho. —Miraba nerviosa par a un
lado y el otro. ¿A qué se refería? —Ha desplazado a más magos de su
mismo escudo— Sabía algo sobre los escudos pero no lo suficiente.
Algunos magos se agrupaban bajo un escudo, éstos tenían un líder, y
siempre tenían los mismos fines. Quizá si hubiera prestado más atención en
las múltiples explicaciones del consejo…En fin. —Están ayudándole a
buscar a la chica, al parecer, el hechizo que le iba a hacer era
suficientemente importante como para que no la deje escapar. —Bajó la voz
sensiblemente apoyándose en el mostrador. —Si os ven o saben que estáis
aquí tienen orden de hacer que os vayáis. Y no puedo decir nada más.
Largaos antes de que venga alguien. —Hizo un gesto con la mano.
Salimos del local mucho más preocupados por la situación de lo que
habíamos entrado. Aquello era un problema porque nos reducía a dos las
opciones. Entrar en un conflicto con un escudo entero sin saber bien por
qué. O traer a la chica y dejar que las cosas siguieran su curso original.
—¿Qué crees que quiere hacer con ella? —Niall estaba quieto y
pensativo en mitad de la calle donde, inoportunamente, empezaron a caer
unas gotas.
—Owen…. ¿No notas todo extremadamente silencioso? He dejado de
oír incluso la musiquita del veinticuatro horas. —No me había fijado pero
era cierto. —Es una puta trampa. Ella le ha avisado. —Gritó Niall a tiempo
de que saltáramos para evitar el golpe de un brujo que apareció de la nada.
Seguramente habían utilizado un hechizo silenciador para el ambiente.
Maldita Hilda.
Nos transformamos los dos yendo a por el mismo sin tener demasiado
problema para inmovilizarlo. Una mordida especifica de hombre lobo en
una criatura de otra raza tenía un efecto paralizador. Para nuestra suerte,
Hilda no había atinado a advertirles que los hombres lobo que estuvieron en
la botica enfrentándose al brujo, éramos dos guerreros fuertes y, yo además,
el jefe de un clan.
El segundo secuaz no tardó en llegar y Niall me interrogó con la mirada.
¿Qué debíamos hacer? ¿Cuánta gente podía haber bajo un mismo escudo?
—Carga al que está inconsciente atado y con guantes. —No dudó al
meterlo en el maletero lo más rápido que pudo.
Era lo mejor que podíamos hacer aunque huir no solía ser para nada
nuestro estilo. Volveríamos a por el brujo correcto cuando tuviéramos la
información necesaria sobre él y, por supuesto, sobre el escudo al que
pertenecía. Ya salía el sol dejando rojo el cielo. No había tenido tan mala
suerte después de todo. Iba a llegar a tiempo para que mi madre no clamase
al cielo por tener un hijo que no le hiciese caso. Debía estar agradecida de
que le seguía permitiendo asistir al consejo a pesar de que ya, ella, por
mucho que le costase asimilarlo, tenía que estar disfrutando de su vida
tranquilamente. ¿Cómo le iría a Mael con la nueva “invitada”?
Capítulo 12
Mael
Lesley era una persona divertida y extraña. No era para menos dada su
apariencia loca y juvenil. Ese pelo rosa y la forma tan atrevida de llevar
ropa de cuero. Tenía un cuerpo estilizado y entrenado desde luego.
—¿Estás asustada? —Preguntó dejándose caer cerca de mí cogiendo mi
mano entre las suyas. —Esto debe ser muy raro para ti. —Asentí sin más.
¿Cuál era el sentido de esconder lo que sentía? —¿Te cuento un cotilleo? —
Asentí de nuevo.
—Dilan, el jefe de otras tierras. —Vi que dudaba la forma de contarme lo
que fuera tan emocionante. —Ese que conociste agarrada de mi brazo,
¿recuerdas? Va a casarse tal y como anunció. —¿Y si lo anunció cuál era el
misterio? —Pero lo extraño es que nade sabe quién es esa supuesta
prometida. —Intenté asimilar lo que me estaba diciendo más allá de mis
pensamientos sobre que me estaba volviendo loca.
—¿Ese…Dilan es muy famoso por aquí? —Se río asintiendo locamente
ante mi pregunta. —Vale, si lo es si que parece raro. ¿Y será una gran boda?
Nunca he estado en una. —Ante mi última reflexión me di cuenta de que
estaba dando por supuesto de que no me iba a poder ir de allí tan
fácilmente.
—¿Te llevas bien con Mael? Digo…él es algo taciturno. —A mí no me lo
había parecido para nada. —La verdad es que no nos llevamos muy bien.
Siempre me pega cortes innecesarios. —Quizá se sentía como si fuera
menos que los demás y se defendía de esa forma. —Uy, me tengo que ir. —
Como si la hubieran llamado por el móvil pero sin ninguna señal o sonido
recalcable o visible, saltó de su asiento para irse. —No te muevas de aquí.
—Cerró tras de sí.
Rebusqué en la bolsa negra de tela hasta dar con el libro de mi madre que
había estado leyendo hasta el momento de mi primer incidente. Al menos
seguiría con mi ritmo de lectura habitual. Era lo único cuerdo, y eso era
decir mucho, que me quedaba en toda aquella situación. Pasé las páginas
intentando recordar donde me había quedado cuando un papelito amarillo
cayó de dentro. Hacía cinco años pero reconocía perfectamente la letra de
mi madre.
“Querida Wendy, te he estado observando desde que me fui. Pensé que
alejándome te protegería pero con los últimos acontecimientos, creo que
debemos encontrarnos para que pueda explicarte muchas cosas que no
sabes.
Imagino que tendrás dudas de la fecha de esta carta, pero, el día que la
puse ahí, ibas por la página 58.
Te quiere mucho. Mamá”
No pude contener las lágrimas que salían como una fuente por mis ojos. No
era posible que fuera suya. De hecho, la había dado en ocasiones por
muerta. Es decir, me alegraba de que estuviera viva pero… ¿eso significaba
que me había dejado e ignorado durante cinco años sin razón?
—¿Estás bien? ¿Pasa algo? —No me había dado cuenta de que entraba
Owen. Miró a un lado y a otro de la habitación buscando el motivo de mi
desolación.
—Nada, la situación. —Escondí la nota rápidamente. No me fiaba de él por
muchos motivos. A la cabeza de ellos estaba el hecho de que me había
secuestrado y parecía llevar la voz cantante.
—¿Pasa algo? —Dijo Niall entrando junto a Mael. ¿No podía haber venido
él sólo? No sabía por qué pero confiaba más en él. —¿Por qué llora? —
¡Cuánta sensibilidad! Su tono era de irritabilidad.
—¡Por la situación he dicho! —Grité sin tener en cuenta que eran mis
secuestradores, tres hombres altos y fornidos que, sin embargo, ponían cara
de asustados.
—He pensado que es una buena idea hablar con ella para intentar que se
desbloqueé ya que, por el momento, no podemos coger al brujo original. —
¿Brujo? ¿Qué hablaban esos locos? Mael me miraba con intensidad en sus
pupilas curiosas. Seguía sorprendiéndome el dorado de sus iris.
—Sí, vale. He tenido un día duro con el consejo y tengo que averiguar
quién es la chica que se va a casar con Dilan, porque no me fio nada de él.
Y vamos a planear como coger al brujo, que, por cierto, contaré con que tú
mismo vengas en esa misión. —Mael no puso una cara agradable. ¿Por qué
tenía expresiones tan distintas cuando estábamos juntos y cuando ellos se
encontraban en la habitación? —Te avisaré. —Desapareció para ser seguido
muy de cerca de Niall. ¿Por qué Niall que parecía tan capaz y temible iba
detrás de Owen como si fuera sólo un esbirro?
—¿Y bien? —Mael se sentó en su pub habitual. —¿Qué te pasa? —No se
creía mi histeria repentina por la situación pero…si él estaba aquí…al fin y
al cabo, formaba parte de la comunidad de locos.
—Mi madre, la desaparecida, la que me abandonó con esos libros que me
han llevado hasta aquí…. ¡Me ha dejado una nota! —La saqué del bolsillo
donde me la había escondido y se la di. ¿Qué otras opciones tenía?
—Esto no me gusta, Wendy. —Me la devolvió tras leerla pero sus facciones
empeoraban. —Mira…sé que piensas que te estás volviendo loca pero todo
lo que has visto aquí es real. Si lo piensas llevas años leyendo sobre ello.
Hombres que se trasforman en lobo en algunos tomos pequeños,
muchísimos hechizos… ¿Por qué los has leído tantas veces y no te has
desecho de ellos? En el fondo tú misma tenías la esperanza de que
existieran. —Pero no era posible. —Partiendo de la base de aceptar todo
eso como una realidad….Y teniendo en cuenta que yo no voy a juzgarte lo
más mínimo y voy a intentar ayudarte…. ¿Qué posibilidades crees que hay
de que tu madre sea una bruja? —¿Una qué?
—Si dices el porcentaje exacto, mejor. —Niall entró bruscamente a la
habitación. Por la cara de Mael no había previsto que su hermanastro
escuchara a escondidas. ¿Qué sospecha tendría Niall para estar esperando a
que habláramos? ¿Se fiaba menos de su hermanastro o de mí?
—No hace falta que te pongas así. —Mael se levantó para ponerse cara a
cara con él que parecía nervioso. —Ella no sabe nada.
—¿Y eso lo dices tú, verdad? —El ambiente se estaba tensando por
momentos.
—Sí, lo afirmo. —No se amedrentaba ninguno de ellos. Si alguien no los
paraba aquello iba a ser una lucha de titanes… ¿O sería de verdad una pelea
de hombres lobo?
Capítulo 14
Wendy
Owen
Aquello sólo podía salir de una forma y tenía que ser una buena porque,
si nos salía mal, estábamos jodidos. ¿Y si el brujo podía con nosotros con
ayuda del escudo? Miré a la chica que tenía algo especial. ¿Por qué no
podía dejar de mirarla con ojos furtivos? ¿Qué querrían de ella?
—Quiero a todo el mundo centrado. —Ordené ganándome el
asentimiento de los guerreros de mi manada. —Lesley. —Giró la cabeza
hacia mí. —No quiero ni un rasguño en ti, mamá me matará. —Odiaba que
mi hermana decidiera siempre venir con nosotros pero, si era sincero, ella
era una guerrera extraordinaria. Era una cuestión de jerarquía en la manada
y condición social pero no de valía. Asintió sonriendo. —Aldair, cabeza
fría. —Mi hermano jamás tenía los pensamientos claros. No sabía por qué
pero no podía controlar su ira cuando explotaba, era demasiado impulsivo.
Bien para una batalla pero precipitado para una guerra. Asintió. —Vosotros
dos. Los problemas de parentesco se limpian en casa. —Sabía de sobra que
ninguno de ellos se sentía a gusto con lo que había dicho pero era una
realidad. Se odiaban, eran hermanastros y deseaban uno del otro que
desapareciera, pero no esa noche. Los necesitaba a los dos. Asintieron pero
no pasó desapercibido para mí el sentimiento de reproche. Sólo me decían
que sí porque era el alfa y no podían negarse a colaborar si era en beneficio
de la manada. Estaba seguro de que no ser por eso estarían luchando hasta
quedar uno. —Vamos. —Grité antes de dispersarnos.
El plan era sencillo. Colocar en la tienda de hierbas donde habíamos
peleado a Wendy atada con Mael como único custodio. Él enviaría un
mensaje de humo que recibiría cualquier brujo o hechicero diciendo “Está
aquí. Negociemos”. Si de verdad ella era importante por algún motivo no se
negarían a tal suculenta oferta. Eliminar a cualquiera que no fuera el brujo
que buscábamos. Reducir al que sí queríamos y preguntar. ¿Qué podía salir
mal? No me destensaba lo más mínimo esperando agazapado en mi flanco
fuera de la botica. Estaba preparado para todo menos para lo que acaba de
ocurrir.
—Tranquilo Mael. —Dilan, el jefe del clan de más allá del río llegó
seguido del brujo que perseguíamos. —Puede salir el resto de la manada,
incluido su preciado jefe. —¿Qué estaba pasando?
—¿Qué haces aquí Dilan? —Espeté terminando de alinearme con el
resto al lado de la chica. —¿El brujo? —Pregunté sintiendo que todos los
músculos de mi cuerpo me invitaban a la transformación.
—Le mandé a hacerme un recado pero no me lo pude creer cuando me
contó que los hombres lobo se estaban metiendo en mis asuntos. —Se rió y
yo no confiaba para nada en su risa. —Pero mi gran sorpresa fue cuando me
enseñó la foto de la chica y me di cuenta de que la había visto en tu fiesta.
—Aplaudió y yo seguía sin saber la gracia. —No tenemos por qué pelear
porque no hay nada malo en todo esto en realidad. Ha sido un error de
conexiones. Si me hubiera dado cuenta de que erais vosotros os lo hubiera
dicho. —Me estaba poniendo bastante nerviosa. —Quitarle las cosas a la
prisionera. —Mael la soltó y ella sólo se quedó ahí quieta sin entender nada.
Pero todo cambió cuando una mujer apareció también en escena.
—Mamá. —Así que la madre sí que estaba con el brujo.
—Hija. —No sé si fue una llamada o un lamento.
—El caso es que ella. —Señaló a Wendy. —Se viene conmigo. Nos
casaremos en doce lunas como ya sabéis. —Dijo tranquilo.
—¿Qué? ¿Con ella? —¿Por qué?
—Claro Owen, por eso la buscaba, ella es mi destino. —Entrecerré los
ojos y él también lo hizo. —Me alegro de que os hayáis conocido. —Alargó
su mano para intentar coger la de Wendy y la chica se echó para atrás.
—Hija, vamos. Él me ha pedido tu mano y yo he aceptado de buen
grado. —La madre desde luego era una joya por descubrir. Cinco años
desaparecida, luego la busca mediante un brujo peligroso y la entrega a el
alfa de un clan de hombres lobo. Algo se me escapaba por mucho de toda
aquella historia.
—Si Wendy ni si quiera le conoce. No tiene que irse con él si no quiere.
Su madre no puede obligarla. —Dijo Mael haciendo del salvador de la
chica. ¿Por qué la protegía tanto? ¿Y por qué yo sentía que ese era mi
papel?
—Y vosotros no podéis retenerla. Ella es su madre. —Dilan dio en el
clavo.
—Ella es mayor de edad. —Volvió a decir Mael.
—¿Vamos a romper tantos años de paz entre nuestros clanes por algo
que no incumbe a tu clan en realidad Owen? —Ahí estaba el punto abajo
que siempre esperaba de él.
—Claro que no. —Me gané una mirada reprobatoria de todos incluido
Niall. Eso me sorprendió, creía que quería librarse de ella. —Ha sido todo
una confusión pero te recomiendo que no vayas encargándole trabajos a los
brujos. —Nunca había sido de fiar. Siempre había votado en contra de
perseguir a los brujos y encima los utilizaba… Su pudiera solo eliminarlo
del mapa sin consecuencias…pero no era posible.
—Estupendo. Nos vemos entonces en la boda. Vamos querida. —Wendy
no se movió ni un milímetro. —Nos tenemos que conocer mutuamente
antes del enlace. —¿Por qué quería casarse con ella? ¿Por qué además tenía
la fecha antes de encontrarla? ¿Por qué la madre de Wendy miraba
constantemente hacia abajo?
—No voy a ir contigo y mucho menos voy a casarme con un pirado
como tú. —Wendy se colocó delante de Dilan como si él no fuese un alfa
poderoso. —Y tú hace cinco años que dejaste de ser mi madre. —Su
determinación me hizo plantearme si no debía hacer algo. Quizá… ¿Qué
era exactamente lo que estaba pensando? Mis sentimientos estaban
nublados cuando pensaba en ella. —Vosotros también podéis iros. —Nos
señaló a nosotros. —No necesito a nadie. Nunca he necesitado a nadie. —
Fue a salir corriendo cuando el brujo la alcanzó con el brazo.
Era el momento de decidir. Se podía cortar la tensión con una espada. Mi
respiración se agitó como si no tuviera aire en los pulmones. No quería que
se fuera. Mi curiosidad hacia ella era tan fuerte….Pero el bien de la manda,
siempre, estaba por delante. Ordené a los miembros de mi manada que no
hicieran absolutamente nada utilizando mi supremacía de alfa. Vi como el
brujo dormía a Wendy y luego, todos ellos desaparecieron dejando una
sensación de vacío.
—¿Qué has hecho Owen? —Los ojos de Lesley eran de completa
decepción
Capítulo 16
Mael
Wendy
Niall
—El clan de este lado del río acoge bajo su protección a Wendy hasta
que, ante la presencia de otros alfas, se determine este asunto. —Y la
bomba la soltó Owen sonriendo. Al final él sí tenía un plan y nosotros no
habíamos confiando en ello. ¿Qué clase de deslealtad era aquella?
¿Por qué tenía la sensación de que Mael me había conseguido malmeter
contra la gestión de Owen aunque siempre había sido impecable?
—Él no tiene la culpa. —Dijo Lesley que, peligrosamente, parecía saber
leer mis pensamientos. —La actitud de Dilan no será normal, estoy de
acuerdo, pero la de Owen tampoco, Niall. Aquí pasa algo raro en torno a la
chica.
Tenía que tener razón. Wendy podía parecer una humana normal pero
ningún lobo se casaría sin que fuera su mate con una humana elegida a
dedo. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué, además, la madre la había abandonado
para luego volver de la mano de su prometido? ¿Por qué si Owen tenía un
plan no se lo había dicho a nadie? Algo no cuadraba y estaba empezando a
ponerme muy nervioso.
Capítulo 19
Owen
Wendy
Mi mente no paraba de pensar una y otra vez en cómo había acabado así.
Incluso después de haberme pasado días y días atenta para trazar un plan
con el que poder huir. Mi madre se debía haber vuelto loca en el tiempo que
no había estado junto a mí porque estaba convencida de que ella era una
bruja y no contenta con eso, aseguraba que yo también lo era.
Mi madre sabía que no creía nada de lo que me decía pero en un intento
de que la creyera se empeñó en repetirme que mis ojos habían visto los
hombres lobo y su transformación. Hizo hechizos de transportación,
búsqueda de objetos y adivinación frente a mí. Pero hay ciertas cosas que
por mucho que las veas no las crees.
Acepté lo que me decía, conocí algo mejor a Dilan que resultó ser un
mero idiota que, a su vez, dirigía un clan cuyo único interés era casarse con
“la bruja”, cosa que yo no era, que le daría la supremacía a su clan. Y me
dijo que iríamos a la finca de Owen a mostrarme en sociedad. Esa iba a ser
mi manera de escapar, o al menos mentalmente. Pero estaba encerrada en
una habitación con Lesley y Aldair, hermanos de Owen esperando a que él
hiciera acto de presencia.
¿Por qué habían tenido que meterse en mi opción de huir? ¿Por qué me
decía Owen que le contase todo lo que supiera antes de que llegasen los
otros “alfas” cuando yo me sentía igual de secuestrada allí que en la otra
parte del lago?
—¿Dónde está Mael? —Fue lo primero que dije después de que Owen
me dijese una retahíla de cosas que quería saber y razones por las que debía
decírselas. Una de las cosas que había conseguido pensar era en Mael y sus
extraños ojos. Si mi madre decía por una absurda casualidad la verdad,
Mael también la decía y había magia en ellos. Sentía que él podía entender
lo que me pasaba con mi madre y eso era una conexión especial.
—Él no importa nada ahora. —Dijo Owen entrecerrando los ojos. No
pasó desapercibido para mí que Niall salió de la habitación. Era un tío
bastante peculiar. ¿Dónde iría? —Cuéntame, Wendy, porque tenemos sólo
una noche para preparar el motivo fundamental por el que no vas a casarte
con Dilan. —Hizo salir a todos del cuarto y se sentó frente a mí. —¿No
quieres casarte con él, verdad? Mi clan se está jugando mucho por esto. —
¿Y por qué iba a poner él en peligro a quienes quería por mi libertad
matrimonial?
—No quiero casarme con nadie. —Lo dejé claro por un apunte que mi
madre me hizo una de las noches que pasé con ella un rato aunque intentaba
hacerme la integrada para que me dejaran venir al baile. “Tú no eres como
las demás” “Más de uno en realidad querría casarse contigo”.
—Pues háblame. —Owen tenía unas facciones bonitas y cuadradas que
parecían cansadas. Podía notar, casi como si fuera una verdad absoluta
dentro de mí, que tenía una dualidad ética rondando en su cabeza no
dejándole descansar. —Dame un motivo, Wendy. —Su intensidad hizo que
mis nervios se acelerasen sin razón.
—Mi madre es una bruja. —Lo solté sin más. Tenía que deshacerme de
las cargas que no podía controlar. —Dice que Dilan fue a buscarla hace
tiempo para que le leyese una profecía. —Esperaba que él entendiese más
que yo de esas cosas. —La profecía decía que él y yo nos teníamos que
casar para que él fuese un hombre lobo con fuerza. —Omití egoístamente la
parte de que yo era una supuesta bruja. No confiaba en él. —Me han tratado
bien, simplemente no me quiero casar. —No salía de mí contarle nada más.
Owen me atraía de una forma carnal, me di cuenta en ese momento que
siempre había sentido la fuerza de su virilidad y su poder, pero eso no
significaba que pudiera confiar. Él había dejado que me llevasen el día que
me llevaron a la ciudad y yo vi perfectamente que ningún otro de los
presentes estaba de acuerdo. ¿Y entonces quería salvarme porque sí de
repente? Mi intuición me hablaba de otra forma y aunque estaba casi segura
de que Owen no era malo…No iba a arriesgarse por mí.
—No sé si el hecho de que tu madre sea una bruja es suficiente motivo
para que los demás alfas supongan que tu enlace con Dilan sería una
amenaza. —Lo noté entonces en el brillo casi imperceptible de sus ojos. Él
sabía de algún modo que yo también era una bruja y se lo estaba callando.
Me presionaba para que se lo confirmase. —¿Tienes algo más que decirme
para que pueda protegerte? —No iba a protegerme si con ello no engrosaba
a su propia manada.
—La verdad es que no. —Mentí.
—Voy a pensar entonces y a ver si puedo recopilar otra información. —
Se fue dejándome sola con la sensación de haberme metido sola en el
matadero. ¿Le habría dicho más de lo que era bueno para mí que supiera?
—Wendy. —Oír mi nombre hizo que pegase un salto desde la cama
hasta ponerme contra la pared. Mis ojos no podían creer lo que estaba
viendo. Mael sacó la reja del aire acondicionado para deslizarse hasta
dentro de la habitación. —¿Estás bien?
—¿Qué haces aquí? —Parpadeé varias veces sintiendo que me sentía
demasiado feliz de verle allí. —¿Por qué no has entrado por la puerta? —
Señalé hacia la misma y se llevó una mano a la boca pidiéndome silencio.
—Estaba escuchando vuestra conversación. —Por lo menos lo
confesaba. —Tenemos que irnos, Wendy. No me creo que él no sepa que
eres una bruja. —Así que Mael también lo pensaba. Tenía sentido ya que
había sido el primero en preguntarme si mi madre lo era. —Y no pienso ni
por un segundo que le hayas contado toda la verdad. —Miré mis propios
pies avergonzada de que el conociera que me había callado cosas como que
mi madre confirmaba que yo era una hechicera. ¿Era tan malo serlo?
¿Cómo podía yo no ser consciente de ello? —Me cogió las manos haciendo
que mi corazón diera un salto inesperado. —Pero estoy segurísimo de algo
más. —¿De qué? Abrí los ojos desmesuradamente. —No te habrán contado
a ti misma toda la verdad. Dilan quiere casarse contigo por algo más que tu
condición de bruja. No te ofendas pero yo soy medio hechicero y hombre
lobo y me miran como si fuera un monstruo. Eso me hizo reflexionar.
Tienes que tener algo más. Algo que le de poder a un alfa por algún motivo.
Y creo que Owen lo sabe. —¿Quería Owen entonces utilizarme también?
—Tenemos que huir y averiguarlo. —Me cogió para meterme en el
conducto de ventilación.
—Espera. —Le paré en seco para perderme en sus ojos de color del oro.
—¿Por qué haces esto? ¿Qué motivos tienes tú? —No podía asumir otra
traición o decepción.
—No lo sé. —Pareció pensárselo de verdad.
Un ruido en el exterior nos sacó de ese trance en el que nos habíamos
quedado y le dejé empujarme para alzarme en el conducto y huir de la
habitación.
Capítulo 21
Mael
Owen
Encerrar a mis dos mejores guerreros no había sido para nada fácil pero
tenía motivos de sobra. Ellos, por otra parte, no pensaban en esos momentos
nada bueno de mí. Pero yo voy a solucionar todo esto que no debería
habernos pasado nunca.
Sospeché en el momento que me di cuenta de que Mael se sentía atraído
por Wendy de una manera tan pasional. Yo mismo había sentido esa
atracción por ella al conocerla y aunque Niall no había llegado tan lejos,
parecía haberle cogido cariño. Si sumábamos que Lesley y Aldair habían
estado metidos en un plan para ayudarla podía llegar a la conclusión
fácilmente de que todos sentían un aprecio repentino y extraño por ella. No
dudaba de que fuera simpática o hermosa, que lo era, pero no podía
creerme que tuviese ese efecto inmediato al conocerla. ¿Y si eso mismo le
había pasado a Dilan?
Me aventuré entonces a ir al bosque de las profecías para comprobar que
la bola que debía ser de Wendy no estaba. Alguien había cogido esa
profecía y debía de tener planes específicos para ella. Planeé entonces lo
que haría contando con quitar de en medio a cualquiera que la conociese y
exponiendo a los alfas la situación. Y eso iba a hacer, ese era el motivo por
el que había encerrado a mis guerreros y había mandado a mi madre ocupar
a mis hermanos.
Saludé a cada uno de los alfas, incluyendo a Dilan que me miraba con
odio, y a Ailish que me miraba con devoción. Quizá tendría que hacer caso
a las opiniones de los demás y aceptarla como mi mujer. Estaba claro que
yo no tenía una mate, una persona por la que sentir ese amor irrefrenable e
inexplicable, porque para una vez que pesaba que la podía haber
encontrado, al ver a Wendy, estaba casi al cien por cien convencido de que
era una trampa.
—Owen, explícanos el motivo por el que no has dejado que Dilan
siguiese con su prometida en la normalidad hasta el matrimonio. —Ginon
era un hombre calmado, tranquilo y por ello siempre hacía de portavoz de
los otros alfas.
—La chica es una bruja. —Empecé a decir.
—Eso lo sabemos, pero no vemos por qué tendríamos que intervenir en
las decisiones de Dilan que, al fin y al cabo, es dueño y soberano en sus
tierras y por tanto pleno poseedor de la capacidad de escoger a la mujer que
quiera. —Replicó Ailish. Sabía que iba a querer aprovechar su visita para
hablar conmigo de otras cosas como lo poderosas que serían nuestras
manadas si nos uniéramos y otras decisiones que no me veía capaz de
tomar.
—El caso es que Dilan se quiere casar con ella porque está bajo un
embrujo. —Ahí si me gané varios sonidos de exclamación. —Y creo que
los licántropos podríamos estar en un serio peligro. Ella no sabe que está
bajo un hechizo porque ni si quiera sabe que es bruja, así que sólo veo que
la haya podido tener en trance tanto tiempo su madre. Ella es una bruja
confirmada y que es la que está contigo, Dilan, en tu castillo. —El alfa de
más allá del río me miraba con más paciencia de la que esperaba. Eso me
confirmó que ni él mismo entendía qué era lo que estaba haciendo.
—¿La eliminamos entonces? —Rulf, el más agresivo de los alfas lo tenía
bastante claro.
—Eso nos dejaría sin saber algo fundamental. —Dije lo más tranquilo
que pude. No quería que hicieran daño a Wendy, quizá por el embrujo
encantador, quizá por algo más, no podía saberlo. Me gané la atención de
todos nuevamente. —Deberíamos saber quién ha intentado ponernos a
Wendy en el camino porque su madre será una bruja, pero no creo que haga
esto por nada. Sabemos que, por mucho que no todos los clanes luchen
contra ello, los brujos comercian con su poder. —El golpe en la mesa que
dio Dilan me sobresaltó un poco. Si quería una pelea porque consideraba
una ofensa lo que había dicho o algo de lo que había hecho, no tendría más
remedio que entrar al trapo.
—A mí la bruja me trajo mi profecía. —Eso era una revelación
importante y me sorprendió que estuviera dispuesto a compartirla sin más.
—Yo confié en ella y lleva cinco años en mi castillo. —¿Era vergüenza lo
que pude leer en su mirada? —Quizá no debí hacerlo. Pero una profecía no
se puede imitar o inventar. En la bola vi claramente que tenía que hacer eso
si no quería morir. —¿Morir? ¿No era por poder? —Creo que debemos ir al
inicio de todo esto. —Asintió dejándome proseguir.
—Si los alfas están de acuerdo secuestraremos a Tris y Merlos. Nos
vendría bien mantener a la chica al margen. Adivinaremos los planes y
después decidiremos qué hacer. —Algo en mi conciencia se removió
haciendo que me preguntase si debía poner al corriente a Wendy. ¿Sería un
efecto del embrujo que yo aseguraba que tenía en sí misma que hacía que le
tuviésemos un cariño que no debíamos?
—Yo te apoyo, cielo. —Ailish no dudaba en llamarme de forma cariñosa
a pesar de que le había dicho por activa y por pasiva que no pensaba en ella
de esa forma.
—Yo ya he aceptado. —Vi a Dilan con tal terror que yo mismo sentí un
escalofrío. Siempre habíamos sido rivales pero… ¿deseaba que le pasara
algo? Imaginé que no. Quizá era lo mismo que le pasaba a Niall con Mael.
—Por mí bien. —Rulf quería que rodasen cabezas y, eso, llegado el
momento, podía llegar a ser un problema.
Me fui satisfecho de la reunión pero, en mi interior, me sentía extraño,
casi como si fuese un traidor. Me removía el nerviosismo cuando decidí ir a
ver a Wendy que estaba encerrada, convenientemente para que nadie la
encontrase, en mi cuarto.
—Wendy. —Se giró para mirarme con miedo en la mirada. —No voy a
hacerte daño. Y sé que posiblemente cuando todo esto acabe me dé cuenta
de que no es real lo que siento, pero, hoy tengo que decírtelo… —No me
entendió cuando la cogí de las dos manos. —Te quiero y te necesito. Ojalá,
cuando el hechizo caiga, aún sienta lo que siento… —La besé aún sabiendo
que era un gran error.
Capítulo 23
Wendy
Owen se apartó de mí tras darme el beso más dulce que hubiera tenido
en toda mi vida y eso era algo extraño porque hasta hace unas horas, estaba
segura de que me odiaba de alguna forma. ¿Qué ha querido decir con eso de
que posiblemente no era real lo que sentía? A mí, su manera de acariciar el
cielo de mi boca con su lengua, me había parecido muy real.
—¿Por qué no me dejaste huir con Mael? —Sentí una punzada de
culpabilidad de nombrarle a Mael porque mi corazón joven no estaba
seguro de lo que sentía. Cuando Niall apareció para impedirnos huir sentí
muchas cosas, pero, una de ellas, fue paz y eso era tan absurdo como
aterrador teniendo en cuenta que Owen me quería exponer a los alfas entre
los que estaría mi prometido Dilan.
—El clan es lo primero para un alfa y estoy convencido de que, como
sabes, eres una bruja. —Asentí porque si bien yo no era consciente de mis
habilidades, todos parecían saber de mí ese hecho que mi madre aseguraba
que era verdad. —Sé que no estás aquí por casualidad y que tu madre de
alguna forma te ha utilizado para llegar hasta los hombres lobo. —¿Qué? —
Lo que no sé es para qué.
—¿Me besas porque estás convencido de que soy un mal encarnado para
tu manada? —Las ganas de llorar me inundaron porque mis sentimientos se
estaban volviendo locos.
—Te beso porque estoy convencido de que cuando consiga ver tu
profecía no va a poner nada bueno. Porque siento que eres mi mate pero no
puede ser real si estás envuelta en algún tipo de hechizo que te ha permitido
meterte hasta nuestra casa sin parecer una amenaza este sentimiento
desaparecerá. Y por último porque un alfa siempre coge lo que cree que es
suyo. —No le discutí y ni si quiera pude contradecirle porque lo cierto era
que ni yo entendía por qué todo el mundo se peleaba por ayudarme o
tenerme. Y si algo había aprendido viviendo sola tras el abandono de mi
madre, era que nadie te quería si no sacaba algo con ella.
—Pues si vas a hacer algo para olvidar lo que dices sentir y después
tomarás las decisiones que marquen mi vida….Te besaré yo ahora. —Me
abandoné a la pasión de ese beso que necesitaba como respirar.
No supe qué había oído cuando se separó de mis cálidos labios. Decidió
simplemente hacerme un gesto con la mano que significaba que tenía que
quedarme en el cuarto. Había apostillado dos jóvenes licántropos en la
puerta así que no tenía otra opción.
En medio de un manto de polvo apareció Mael en la habitación. Parecía
agotado tras el esfuerzo de lo que hubiera tenido que hacer para llegar hasta
ahí sin ser visto.
—Tenemos que irnos, los alfas están abajo. Tienen a tu madre y a
Merlos. —Me asomé a la ventana llevada por un instinto arrebatador. Vi a
mi madre atrapada entre cadenas, la boca prudentemente tapada y la cabeza
altiva. —No sé qué van a decidir pero estoy dispuesto a arriesgarme y
esconderte. —Vi los ojos preciosos de Mael mirarme para darme cuenta de
que sentía una necesidad ciega y desmedida por ayudarme.
—No quiero huir. No voy a seguir huyendo. —Tomé entonces la
determinación de enfrentarme a mi destino. —Sé lo que crees sentir por mí
pero, posiblemente, sea el efecto de algo que yo misma desconozco. No me
refugiaré en ti cuando yo amo a otro que posiblemente tampoco me ame. —
Fui sincera. —Has luchado por tener el puesto que tienes en el clan mucho
más de lo que era justo. Estás consiguiendo llevarte bien con tu hermano.
No me conoces en realidad…Mantente al margen y cuando se aclare todo…
si es nuestro destino hablar, lo haremos. —Zanjé el tema dejándole
asombrado y confuso.
—¿Qué pasa ahí dentro? —Entró uno de los lobos jóvenes aunque le dio
tiempo a esconderse a Mael.
—Hacía ruido para decir que necesito que me llevéis frente a los alfas.
Quiero estar presente en la determinación que tenga que tomarse. —El
joven me escuchó abriendo un poco los ojos ante la sorpresa. Se movió
rápido indicándole al otro que me vigilase y cuando volvió me pusieron las
cadenas con las muñecas al frente para hacerme desfilar hasta una sala
grande e imponente.
Era tranquilizador y aterrador entrar en esa sala llena de gente presidida
por Owen. Mi madre tuvo una pequeña reacción en la expresión al verme
pero nada reseñable. ¿Por qué había tenido que aparecer después de tanto
tiempo para complicarme tanto la vida?
—Tras mucho rebuscar. —Dijo uno de los alfas que parecía más rudo.
—Hemos encontrado la profecía de la chica. —¿La chica era yo? —Su
madre la tenía escondida y por lo tanto se le da la palabra para explicar la
situación. Tris, si quieres tener una oportunidad de vivir, habla ahora y
explica la situación de vuestra presencia. Los brujos y los hombres lobo no
nos juntamos si no es necesario y estáis creando un revuelo innecesario. —
Se sentó el señor visiblemente molesto.
—Yo. —Empezó a hablar después de que le quitasen la mordaza. —Voy
a decir la verdad a cambio de una petición. —Merlos le dirigió tal mirada
de odio que tuve miedo de que la asesinase si estuviera suelto. —Pido
misericordia para mi hija que sólo se ha visto envuelta en esto por mi
torpeza y no entiende nada de lo que ha pasado. —Tragué saliva al ver a mi
madre, por primera vez después de tanto tiempo, pensar en mí.
—Habla y el consejo de alfas tomará en cuenta tu petición en el modo
que le sea posible. —Owen cruzó una mirada conmigo al mismo tiempo
que Ailish miraba a Owen.
—Hace seis años volví a ver Merlos pese a que nos abandonó cuando yo
estaba embarazada sin darme ninguna explicación. Yo siempre he sido bruja
y mi hija, pese a serlo, no desarrolló nunca sus poderes. Decidí que lo más
seguro para nosotras puesto que no sabía bien por qué había decidido
abandonarnos su padre, era vivir en el mundo humano. Nunca pude superar
ese abandono y quizá no crié a mi hija de la mejor manera, pero tampoco la
involucré en nada mágico. Hace seis años, como he dicho, volvía ver a
Merlos que vino de la nada a conocer a su hija. Yo no estaba segura pero los
brujos también nos enamoramos una vez en la vida así que empezamos a
salir. Él la vio a través de cristales o recuerdos pero no se llegaron a conocer
en persona. Un día llegó con esa bola de cristal con el nombre de mi hija en
la mano asegurándome que no había podido evitar la tentación de saber qué
le depararía el futuro a su hija. —Hizo una pausa mientras mi corazón se
congelaba al verla derrumbarse. —La bola es clara y podéis escucharla. Ella
tiene un gran poder que verá su esplendor si contrae matrimonio con un
licántropo. La parte negativa es que moriría si no lo conseguía. No
especifica circunstancias. —Hizo una pausa. —Merlos me convenció de
meterla a la fuerza en la vida de un alfa y él mismo eligió a Dilan tras coger
varias profecías. Yo le entregué la suya a Dilan y el resto lo sabéis. ¡Pero yo
no sabía lo demás! —Merlos avanzó hacia ella agresivamente y uno de los
guardias le detuvo. —Lo noté cuando la llevé con Dilan. Ella tiene un
embrujo para enamorar o gustar. Actúa diferente con cada persona pero
pocas personas podrían odiarla con ese potente y extraño hechizo. No se lo
pude quitar. —Empezó a llorar y yo con ella. —Se lo intenté quitar y no
pude. Sólo él sabe cómo hacerlo. Quería destruir a los hombres lobo desde
dentro y la mejor manera era que os destruyerais entre vosotros empezando
por Dilan y Owen. —Se quedó callada entonces como si se hubiera liberado
de un gran peso.
—¿Qué interés tienes en destruirnos, Merlos? —Le destaparon entonces
la boca a él que sonreía sibilinamente con odio y furia en la mirada.
—Jamás he tenido un negocio mejor pagado. Él está llegando y mi
trabajo estará hecho. —¿De qué hablaba? —Los vampiros pueden ser muy
generosos si estás dispuesto a sacrificar a tu propia hija para que los
hombres lobos desaparezcan, los vampiros tengan la supremacía del mundo
mágico y los licántropos nos dejéis de prohibir mediante vuestros
asquerosos pactos que intervengamos en el mundo humano. —Escupió al
suelo justo antes de que las ventanas lejanas de la parte superior del castillo
explotasen.
¿Cómo había podido ser tan maquiavélico y avaricioso mi propio padre?
¿Cómo mi madre había caído por el lazo de amor que les unía en su
trampa? ¿Qué iba a significar eso para mí? Los vampiros habían llegado y
yo era tan enemiga de unos como de otros.
Capítulo 24
Owen
Owen
Wendy
Mael
FIN
Agradecimientos: