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LA HIJA

DE LA OSCURIDAD
Mauro Croche
CAPÍTULO UNO

Te encuentras en medio de una invasión de vampiros.


Han salido de la nada, desde las cuevas y los lugares más remotos,
exterminando al 99 por ciento de la humanidad.
Tú eres uno de los pocos sobrevivientes.
Te has refugiado en un viejo edificio, bebiendo agua de los depósitos
del inodoro y comiendo enlatados, ratas (cuando puedes cazarlas),
cucarachas e insectos en general.
La supervivencia es dura. Hace dos años estás aquí, en este viejo
edificio que se cae a pedazos.
Por las noches, los vampiros acechan y tienes que hacer el menor
ruido para no atraerlos.
De día, quienes acechan son los supervivientes humanos. Muchos de
ellos se han vuelto locos, y cazan a otros humanos para comerlos, o
para usarlos de esclavos.
Es mejor estar en el edificio, sin moverte más que lo necesario.
Son las ocho de la noche.
El día está decayendo, ya oscurece.
Estás leyendo un viejo libro (Las Crónicas Sobrenaturales de Milena
Crow) por cuarta o quinta vez, ya que no tienes otra cosa para leer.
De repente, escuchas ruidos debajo, en el lobby.
Alguien asciende por las escaleras.
Se escuchan ruidos de pisadas… que se detienen delante de la puerta
de tu departamento.
Llaman a la puerta.
CAPÍTULO DOS

Te quedas escondido detrás de la cocina, tratando de hacer el menor


ruido, rezando para que no te hayan encontrado.
¿Quién o quiénes serán?
¿Y por qué golpean a la puerta?
Los golpes se repiten, una y otra vez, cada vez más desesperados.
¡Esos golpes terminarán por advertir a media ciudad, si no haces nada
muy pronto tendrás un millar de vampiros rodeando el edificio!
Terminas acercándote, arma en mano, a la puerta.
En ese momento, los golpes cesan.
Miras a través de la mirilla, pero no hay nadie. El pasillo parece vacío.
No obstante, no te confías. Regresas a tu posición detrás de la cocina y
aguardas. Las horas pasan y no vuelven a escucharse golpes.
La noche se te hace eterna.
Tienes miedo de dormirte y que los golpes comiencen de nuevo.
O peor: que tiren la puerta abajo.
Finalmente, a eso de las cuatro de la mañana, el cansancio te gana y te
duermes. Tienes sueños intranquilos, plagados de pesadillas.
Te despiertas a mitad de la mañana, dolorido y angustiado. Los rayos
de Sol dan sobre tu cara.
Te levantas, te lavas los dientes con jabón (hace rato no puedes
conseguir pasta dental) y luego dedicas el resto de la mañana a cazar
cucarachas para poder comer.
No puedes dejar de pensar en esos golpes.
¿Quién habrá sido? ¿Por qué no intentaron tirar la puerta abajo?
Todo el asunto es muy extraño.
Comes en silencio, mirando a través de la ventana. Las cucarachas
crujen bajo tus dientes. Tienen un gusto amargo, pero sabes que son
fuentes de necesarias proteínas.
Llega la noche.
CAPÍTULO TRES

Estás temblando. De alguna forma, sabes que algo va a pasar. Preparas


el rifle y te atrincheras detrás de la cocina, aguardando lo peor.
A eso de las ocho y media, y tal cual lo temías, comienzan otra vez los
golpes.
Te acurrucas detrás de la cocina y lloras en silencio. Quieres que te
dejen solo, ya estás cansado de vivir con miedo.
Sin embargo, sabes que debes tomar una decisión. Esos golpes quizás
se repetirán durante días y días.
Te acercas a la puerta, arma en mano, y miras a través del visor.
Del otro lado, para tu absoluta sorpresa, te encuentras con una niña de
cuatro o cinco años. Tiene un perrito en sus brazos.
Ambos, el perro y la niña, lucen hambrientos y asustados.
Sin embargo, no te confías demasiado. Sabes que muchas de las
“pandillas” utilizan a niños como señuelos. Sabes que a veces, mandan
a estos niños a golpear las casas, para que les abran. Entonces
aparecen los adultos, quienes capturan a la persona que está dentro.
También, por supuesto, existe la otra posibilidad: que sea un
vampiro…
Se camuflan muy bien, pueden pasar por seres humanos cuando así lo
consideran necesario.
Dudas entre abrirle o no.
Del otro lado de la puerta, la niña golpea una vez más y dice:
“Por favor, sé que estás ahí dentro. ¡Necesito ayuda! Vivía con mi
madre, pero a ella la agarraron los vampiros. Logré escapar, y desde
entonces voy de un lado a otro y tengo mucha hambre. Por favor,
¡ayúdame!”
CAPÍTULO CUATRO

-Vete de aquí, niña. ¡No tengo tiempo para cuidar a críos!


-Si no me abres, gritaré hasta que vengan todos los vampiros de la
ciudad.
-Maldita niña...
Abres la puerta y la haces pasar. No puedes creer lo descarada que es
esa maldita chica.
-Gracias, gracias…
-Escucha, niña -le dices-. ¿Desde cuándo estás sola? ¿Qué fue lo que
pasó con tu mamá? ¿Y por qué traes ese perro contigo?
Entre balbuceos, la niña te explica que los vampiros ingresaron unos
días atrás al lugar donde ella y su mamá estaban refugiadas. Su madre
escondió a la niña debajo de la cama, y salió a enfrentar a los vampiros.
Se escucharon disparos y gritos. Luego, silencio por unos minutos. La
niña salió de su escondite y vio a su madre en el piso de abajo, siendo
mordida por al menos unos diez vampiros. Al cabo de unos momentos,
su madre abrió los ojos, y los tenía del color de la sangre. Se incorporó
y comenzó a subir las escaleras. Pero en ese momento, los rayos del
amanecer inundaron el cuarto, y ella tuvo que retroceder. La niña
esperó un tiempo más, y cuando salió, los vampiros ya no estaban.
-¿Y el perro?- le preguntas.
-Lo encontré en el camino- dice la niña.
-No puedo cuidarte -le repites-. Solo serías un estorbo.
-Por favor -suplica la niña y se pone a llorar-. Aunque sea solo por esta
noche.
-Está bien -cedes al fin-. Pero solo por esta noche. Luego tendrás que
buscarte otro lugar donde esconderte.
CAPÍTULO CINCO

La niña se pone muy contenta con tu decisión y habla durante el resto


de la tarde. No para de hablar: su cotorreo casi no tiene sentido y salta
de un tema a otro sin aparente lógica.
Finalmente, a eso de las diez de la noche, se van a dormir. Pones unas
mantas al lado de tu cama y ofreces a la niña acostarse allí.
-Pensé que iba a dormir en la cama.
-Pues pensaste mal. Ahora, buenas noches.
La niña protesta durante un momento más, pero luego queda
rápidamente dormida.
Tú también, al cabo de un rato, te duermes. El día ha sido largo y la
presencia de un ser humano es algo a lo que estabas
desacostumbrado; también habías olvidado lo agotador que puede
resultar un niño pequeño.
A mitad de la noche, eres despertado por un golpe en la cocina.
-¿Qué ha sido eso? -dice la niña sobresaltándose.
-Quédate aquí. Ha entrado alguien. Espero que no los hayas traído tú...
-¿Yo? ¿Estás loco?
-Silencio. No te muevas, iré a ver.
Te levantas y te aproximas a la cocina armado con el rifle.
No tardas en darte cuenta que han entrado tres hombres, todos están
armados con cuchillos. Intentas retroceder pero ya es tarde, te ven y
avanzan hacia ti. Les gritas que se vayan, pero no te hacen caso y te
atacan. Derribas de un disparo a uno, y cuando estás recargando el
arma, los otros se abalanzan sobre ti; uno de ellos te acuchilla en el
brazo.
El otro está por rematarte cuando la niña, que acaba de salir del
dormitorio, se arroja sobre él.
Notas que la niña tiene una fuerza sobrehumana, porque derriba a un
hombre que debe pesar unos ochenta kilos.
La niña abre la boca de una manera imposible y muerde la cara del
tipo. Salen chorros de sangre. El sujeto grita. El otro intenta ayudarlo,
pero la niña se da vuelta y de un mordisco le arranca el brazo.
Ahora, la cocina se ve como el refrigerador de un carnicero.
Los dos hombres gritan y tratan de salir, pero la niña les da alcance y
los mata usando sus zarpas y sus dientes afilados. Luego, se da vuelta
hacia ti. Tiene los ojos rojos.
-Nadie se mete con mi papi -dice la niña. Y luego, seguida por su perro,
se dirige al dormitorio y se acuesta a dormir otra vez. Las sábanas muy
pronto quedan empapadas en sangre. La niña pregunta, con una
vocecita insospechadamente tierna: -¿Vas a venir a dormir conmigo,
papi? Me da miedo quedarme sola...
-Tenemos... tenemos que limpiar este desastre -las palabras se atoran
en tu lengua.
-Tendrás tiempo de hacerlo mañana. Ahora ven. Estoy cansada, y
quiero dormir.
CAPÍTULO SEIS

Luego de unos instantes de intensa duda, decides ir a la cama con la


niña; no quieres contradecirla y tienes miedo de que se enoje y te haga
lo mismo que a los otros hombres.
Por Dios, ¿en qué te has metido? No debiste haberla dejado entrar.
Nunca de los jamases.
Pasas por el baño para vendarte la herida que te han infligido los
bandidos. Por fortuna es superficial, aunque te arde mucho.
Vas a la cama con las sábanas empapadas en sangre. Tu cuerpo
tiembla.
La niña está con los ojos abiertos, mirando hacia el techo.
-¿Qué eres? -le dices al fin-. Eres un vampiro, ¿verdad?
La niña no contesta.
-¿Tu mamá o alguno de los otros logró morderte? -insistes.
-¿De qué hablas? -dice al fin la niña.
-Mataste a esos hombres con suma facilidad... ¡tenías una fuerza sobre
humana!
-Soy solo una niña.
-Pero...
-Estoy muy cansada, quiero dormir -repite la niña, y se da vuelta
arrebujándose en las sábanas ensangrentadas-. Buenas noches, papá.
-¿Por qué me llamas papá?
Pero la niña no vuelve a contestar. Muy pronto parece dormir
profundamente.
Te quedas pensando en la oscuridad.
Casi no tienes dudas de que la niña ha sido mordida por un vampiro.
Pero nunca hasta ahora habías escuchado que uno de ellos protegiera
a un humano. Los vampiros que conoces son salvajes, fuertes, no
tienen compasión, solo odio y sed.
Esto te hace recordar la vez que se inició la plaga, cuando los vampiros
entraron a tu casa y mataron a tu esposa y a tus hijos. Incluso mataron
al perro. Tú lograste escapar, pero aún sueñas con aquella noche: los
gritos de tu mujer, el pedido de auxilio de tus hijos. No fuiste capaz de
salvar a ninguno de ellos. Desde entonces, has vivido bajo una fuerte
depresión, sintiéndote la peor lacra humana.
Al día siguiente, al despertar, descubres que ni la niña ni el perro se
encuentran en el departamento.
Tampoco están los cadáveres de los tipos que ingresaron durante la
noche. Solo quedan los rastros de la sangre.
Te pones a limpiar la cocina, haciéndote mil preguntas.
Encuentras una nota sobre la mesa:
“Papi, te dejé comida en el refrigerador. Nos vemos a la noche. Te
quiero <3”
Con una terrible sospecha, abres el refrigerador (que hace rato ya dejó
de funcionar, porque no hay electricidad) y te encuentras con la cabeza
de uno de los atacantes de la noche anterior.
Cierras rápidamente el refrigerador; ya no tienes dudas de que invitar
a la niña a tu refugio ha sido un terrible error.
Sacas la cabeza del refrigerador y la arrojas a través del hueco del
ascensor, donde las ratas no tardan en abalanzarse sobre ella.
A la tarde, mientras te encuentras pensando sobre la niña, te
sobresalta un ruido de vidrios rotos.
Te acercas a la ventana para ver: alguien acaba de arrojar una piedra.
Miras hacia la calle, pero no ves a nadie.
Regresas tu atención hacia la piedra: tiene un mensaje.
Lo lees:
“Estás en grave peligro. La niña no es quien crees. Esta noche serás
atacado por un centenar de vampiros que ya saben dónde vives. Debes
huir inmediatamente”.
CAPÍTULO SIETE

Aquel mensaje te deja profundamente preocupado y nervioso, paseas


de un lado a otro dentro de la habitación.
De vez en cuando, te diriges hacia la ventana para ver si puedes ver al
autor de aquel mensaje, pero la calle siempre está desierta.
Se hacen las ocho y media de la noche.
Llaman a la puerta.
Observas por la mirilla: por supuesto que es la niña, que acuna a su
perrito en brazos.
Seguramente habrá estado escondida en algún lugar oscuro,
durmiendo, ya que la luz solar puede resultarle mortalmente
peligrosa.
Intentas mirar más allá del pasillo, pero la visibilidad que te da el visor
es muy limitada, no sabes si la niña ha venido acompañada.
-¡Abre ya! -dice la niña-. ¡Bizcocho tiene frío!
Te das cuenta de que se refiere a su perrito.
-¿Has venido sola? -le preguntas.
-¡Claro que sí! ¡Abre!
Terminas por abrir la puerta. Tu mano derecha, la que sostiene el rifle,
tiembla descontrolada.
La niña pasa; el perro te mira y te gruñe.
-¿Por qué no me abrías? -pregunta enfadada la niña.
-Recibí un mensaje... ¡alguien aparte de ti sabe que estoy aquí! Y me
dijo que huyera, porque vendrán muchos vampiros esta noche.
-¿Un mensaje? ¿Un mensaje de quién, papi?
-¡No lo sé! ¡Y no vuelvas a decirme papi, porque no soy tu padre!
La niña retrocede ante tus palabras; sus ojos se humedecen.
-Lo siento -le dices-. Estoy nervioso. Perdón, niña, no quise herirte así.
Pero es que... todo esto es muy raro. Y ni siquiera sé tu nombre...
-Star -dice la niña-. Mi nombre es Star.
-¿Recuerdas tu apellido?
La niña niega con la cabeza.
-Está bien, no importa. Lo que importa es que podemos ser atacados
esta noche. ¡Debemos escondernos!
-No va a pasar nada -dice la niña.
-¿Cómo puedes estar segura de eso?
-Fui yo la que te envió el mensaje.
Quedas atónito. La niña sonríe y acaricia a su perro.
-¿Tú? ¿Por qué demonios hiciste eso, niña?
-Te estaba poniendo a prueba, papi.
-Te dije que no me digas... -te muerdes los labios para no decir el resto-
. Pero... ¿por qué?
-Quería ver si eras capaz de abandonarme.
-¿Y qué pasaba si te abandonaba?
La niña se encoge de hombros. Pero de repente sientes un escalofrío
recorrer tu cuerpo.
-Un momento -dices, ya completamente agitado-. La letra del mensaje
era la de un adulto. ¡Tú no pudiste haber escrito ese mensaje!
-Yo no lo escribí sino... -la niña calla. De repente, se acerca al
refrigerador y lo abre-. ¿Dónde está la cabeza?
-La tiré por el hueco del ascensor.
-No debiste haber hecho eso. ¿Qué vamos a comer ahora?
-Tengo... tengo unas latas de conservas de pescado.
-No puedo comer esas cosas. Pensé que compartiríamos lo que te dejé
en el refrigerador -la niña hace pucheros.
-¡Por Dios, no ibas a pretender que me comiera la cabeza de un tipo!
-Y tú no puedes pretender que me coma un pescado viejo -retruca la
niña.
-Bueno, pues la próxima vez...
-No habrá próxima vez -dice la niña-. Debe ser ahora. A veces, por la
noche me da mucha hambre, ¿sabes? Mucha, pero mucha hambre. Y no
quiero hacerte daño a ti... a menos que no tenga más remedio.
-¿Qué es lo que propones? -dices con el corazón en la boca.
-Vi un vagabundo antes de venir. Estaba debajo de un puente. Tráelo
para mí.
-¿Quieres que lo asesine y te lo traiga?
-Chi. Porfis.
-¡Pero tú ayer asesinaste a tres hombres sin ayuda! ¿Por qué no lo
haces tú? -gritas escandalizado.
-Lo siento, eso te pasa por deshacerte de la cabeza. Y no grites. Ahora,
papi, ¿irás a buscar mi comida?
Sabes que no tienes alternativa, o matas a aquel vagabundo, o te
enfrentas a la ira de la niña...
Aunque también puede haber una tercera alternativa: escapar.
CAPÍTULO OCHO

Sin embargo, decides hacerle caso a la niña y sales de tu refugio a


conseguirle “comida”.
Sabes que si escapas la niña te buscará hasta encontrarte; si pudo
hacerlo una vez, podrá hacerlo dos veces.
Y dudas que la segunda vez toque en forma amistosa la puerta.
Abandonas el edificio. Es la primera vez en mucho tiempo que sales de
noche. El rifle en tu mano tiembla. Aunque sabes que será inútil si
recibes el ataque de los vampiros.
La noche es cerrada y silenciosa. Tus pasos crujen sobre la calle
repleta de escombros. Tu corazón late a mil por minuto.
Star te ha dicho que el vagabundo se encuentra debajo del siguiente
puente. No sabes si lograrás matarlo. Después de todo, no eres un
asesino...
Desde que ha comenzado la invasión de vampiros, tú has matado a dos
personas. Pero ambos casos fueron en defensa propia. Uno fue un
sujeto gordo que intentó atacarte en un supermercado abandonado. La
otra (la que más lamentas) fue una chica que quiso robarte la comida.
Te agarró de sorpresa, mientras dormías, y tú le disparaste.
A veces sueñas con ella, con la chica asesinada. Su mirada perdida y
asustada, su pecho agujereado por la bala que acababas de meterle.
Llegas al puente.
Divisas al tipo acostado entre unas mantas sucias. ¿Qué hace allí,
desprotegido, pudiendo tomar cualquiera de las casas que se
encuentran abandonadas? Solo él puede saberlo.
Sacas un cuchillo de tu cinturón y te acercas.
Estás por atacar cuando el vagabundo abre los ojos.
-Te estaba esperando -dice sonriente. Se incorpora y saca su propio
cuchillo, que es dos veces más grande que el tuyo-. La niña dijo que
vendrías a buscarme.
-¿La niña? -repites confundido-. ¿A qué te refieres con...
Pero antes de que puedas terminar la pregunta, el sujeto te ataca.
Logras esquivar el primer cuchillazo y trastabillas sobre las mantas. El
vagabundo es viejo pero ágil, se mueve de un lado a otro como una
serpiente. Intentas contra atacar, pero el sujeto te quita el cuchillo de
una patada.
-Maldito, ¿así que querías matarme mientras dormía? -grita el
vagabundo-. Por suerte Star me advirtió lo que ibas a hacer. ¡Ahora te
mataré yo a ti!
-¡Espera! ¿Estás hablando de la misma Star que yo conozco? ¿Una niña
de unos seis o siete años?
-¿Qué demonios te importa?
-¿Lleva un perrito a todos lados?
Los ojos del vagabundo se abren sorprendidos.
-¿De dónde la conoces?
-Ella me dijo que tenía que matarte a ti -explicas-. Dijo que te
encontraría debajo de este puente, y que serías su comida.
-¡Mientes! Star jamás diría algo así.
-Lo siento, amigo, pero ella no es la chica buena que tú crees.
-¡Mientes, maldito! -grita el vagabundo.
-¿Es que no entiendes? Ella nos está usando, quizás para divertirse. De
seguro también te llama papi...
No puedes terminar el diálogo: con un largo grito de rabia el
vagabundo se arroja sobre ti, cuchillo en mano.
En un acto reflejo, alzas tu cuchillo y se lo encajas en el cuello.
El vagabundo retrocede ahogándose en su sangre. Clava sus ojos en ti
pero en realidad mira más allá, su mirada se pone vidriosa y ruedan
lágrimas por sus sucias mejillas.
-Star... -dice-. Mi querida niña Star...
Manotea uno de los pilotes del puente y luego cae muerto.
Es tu tercer asesinato.
CAPÍTULO NUEVE

El cadáver es pesado y huele mal. Por fortuna, el vagabundo usaba un


carrito para trasladar sus cosas; pones el cuerpo ahí y lo empujas.
Estás a dos manzanas de distancia de tu refugio cuando te chocas con
alguien en una esquina.
Es una mujer de unos veinticinco años. Pese a su suciedad ves que es
sumamente bonita.
Tiene puesta una remera blanca y un pantalón corto. Parece asustada
al verte.
-Por favor, señor, ¡no me haga daño! -su mirada va del cuchillo
ensangrentado que llevas en la cintura hasta el rifle colgado de un
arnés a tu hombro-. ¡Solo salí a buscar comida para mis hijos, juro que
no diré nada!
La examinas durante un rato y luego asientes.
-Está bien, que cada cual siga su camino -le propones.
-¡Gracias, gracias!
La dejas atrás y sigues forcejeando con el carrito.
Haces cincuenta metros cuando escuchas otra vez la voz de la chica:
-¿Señor? ¿Podría darme un pedazo de carne? ¡Es que mis hijos y yo
tenemos mucha hambre!
Te das vuelta jadeante.
-¿Quieres un pedazo de este cadaver?
Estás sorprendido, pero no tanto: después de todo, sabes que los
episodios de canibalismo se han vuelto frecuentes desde el inicio de la
invasión vampírica.
-Sí, por favor -la mujer mira el cadáver del vagabundo con evidente
anhelo-. Hace mucho que no comemos carne. Y si usted accede... -
descubre sus hombros y avanza sugerente hacia ti- ...podría
compensarlo...
-No hace falta eso- le respondes retrocediendo-. Y no puedo darte
ninguna parte del cuerpo. No es para mí, sino...
-Por favor... -la chica empieza a sollozar-. Solo un trozo... tengo tres
hijos... todos esperan aunque sea un poco de carne...
-Está bien. Pero el trozo de carne lo cortas tú.
La chica se abalanza sobre el cuerpo y le corta una pierna; la sangre
baña el carrito. Te da náuseas; en cambio, la joven ni siquiera parece
mosquear.
-Gracias -dice la chica aferrando la pierna del cadáver como si portara
un apetitoso pernil de jamón-. Muchas gracias...
-¡Eso es mío, perra! -dice una voz a tus espaldas.
Te das vuelta aterrado. Es Star, que ha salido del edificio y ahora mira a
la chica con expresión amenazante.
-Y esta niña, ¿quién es? -dice la joven enfurecida.
-Es más peligrosa de lo que tú crees -explicas retrocediendo-. No la
hagas enojar; será mejor que le devuelvas su comida.
-¡No le devolveré nada, esto ahora me pertenece! -dice la joven
aferrando el trozo de carne. Da media vuelta y comienza a correr.
Star te mira con unos ojos que brillan demenciales en la oscuridad.
-Papi, dispárale. ¡Ahora!
-Lo siento, niña, no puedo disparar a una joven inocente. ¡Solo quiere
un poco de comida!
-¡Te digo que dispares, o lo lamentarás! -se enfurece Star.
Su rostro se transforma; sus ojos se vuelven imposiblemente grandes y
su boca se llena de colmillos apretados. La baba le cae por el mentón
mientras emite una especie de gruñido. Corre en pos de la joven, muy
pronto le va a dar caza.
-¡No! -le adviertes.
Y disparas.
CAPÍTULO DIEZ

El cuerpo de Star se retuerce en el aire y sale volando. Le has acertado


en la espalda; puedes ver un agujero a través de su cuerpo.
La niña cae en la calle moviendo los brazos y piernas como una araña.
Vomita una sustancia negra y luego queda quieta.
La joven se vuelve y te agarra de la mano.
-¡Corre! ¡Vendrán más vampiros por el ruido!
Le haces caso y corres detrás de ella, abandonando el carrito con el
vagabundo muerto.
La chica te conduce por una puerta lateral; ingresan a un pasillo largo
y húmedo.
-Mis hijos están aquí -dice la joven y se detiene delante de una puerta.
Te mira a los ojos y te besa-. Gracias. Me llamo Vanessa. Ahora entra
rápido.
Entras a una habitación sucia y maloliente. Han puesto cartones y
plásticos en las ventanas. Dos niños están sentados sobre una
alfombra; juegan con unos bloques. Cerca, hay una beba dentro de una
cuna. Vanessa te invita a sentarte y pone la pierna que ha cortado al
vagabundo sobre la mesada de la cocina.
-Chicos, ¡traje comida! -dice contenta.
Sin embargo, los niños no parecen interesados en el trozo de carne.
Te miran fijamente.
Vanessa se acerca por detrás y te sujeta por el cuello con unas manos
increíblemente fuertes.
-¿De verdad creíste que íbamos a comer un trozo de carne muerta?
Aquí la cena eres tú, cariño, te ves más apetitoso.
Hunde sus dientes en tus hombros, arrancándote un buen pedazo.
Gritas de dolor y tratas de escapar, pero Vanessa tiene la fuerza de diez
hombres.
Los chicos festejan y saltan:
-¡Vamos, mami, acaba con ese señor, mami!
-Tenemos hambre, mami!
Vanessa Te arranca otro pedazo de espalda, estás a punto de
desmayarte por el dolor.
En ese momento, la puerta se abre con gran violencia.
Es Star.
Sus ojos chispean frenéticos. Tiene la cara horriblemente deformada,
al punto que apenas la reconoces. Sus dientes rechinan como navajas
afiladas. El agujero en su cuerpo ha dejado al descubierto unas tripas
chamuscadas; supura un líquido verde por la herida.
Vanessa, al verla, sisea por lo bajo y le lanza una dentellada,
arrancándole carne y sangre. Star apenas se inmuta; sus ojos develan
un odio enfermizo.
Toma a la mujer por el cuello y lo parte con un movimiento de sus
manos.
-¡Mamá! -gritan los niños.
Se abalanzan sobre Star, tratando de defender a su madre. Pero la niña
los mata de dos grandes y aterradores mordiscos.
-Te dije... que le dispararas -dice Star y luego se desploma sobre el
suelo.
Ahora, te encuentras rodeado por tres cadáveres, y una niña que quizás
también esté muerta.
Por si fuera poco, la bebé en la cuna comienza a llorar.
Y como frutilla del postre, se escuchan gruñidos y alaridos que vienen
por el pasillo: alcanzas a cerrar la puerta antes de que una docena de
vampiros ingrese a la habitación.
Ahora, estás rodeado, los vampiros aporrean la puerta, y pronto la
tirarán abajo.
CAPÍTULO ONCE

Desesperado, intentas reanimar a Star, sabiendo que puede ser una


aliada formidable. La sacudes y le practicas técnicas de RCP. Pero, ¡es
una locura siquiera intentarlo! La chica está muy mal. Su cuerpo ha
quedado destrozado por el disparo de tu rifle.
No sabes nada o casi nada de los vampiros.
No sabes cómo mueren, si es cierto lo de las cruces o el agua bendita.
Algunos dicen que eso no les afecta en nada, que solo pueden morir si
les cortas la cabeza. Tampoco sabes si pueden resistir a un disparo.
Levantas a Star y te diriges al interior de la vivienda.
En su cuna, el bebé llora desesperado. Te arrimas para verlo: es una
cosita de aspecto demoníaco, con ojos rojos y pequeños colmillos en su
boca. El bebé al verte intenta aferrar tu brazo, pero lo retiras antes de
que pueda morderte.
De todas maneras, ya estás condenado. La mordedura que te dio
Vanessa en la espalda te duele y parece hervir. Pasas delante de un
espejo pero no te atreves a mirar la herida.
Siempre con Star en tus brazos, entras a una habitación cerrada. Pero
de inmediato te arrepientes de haberlo hecho: el olor es insoportable.
Y el cuadro que se presenta delante de tus ojos, totalmente repugnante
y estremecedor.
Se trata de una habitación cerrada, sin ventanas al exterior. Está en
penumbras, pero eso no te impide ver la cantidad de cadáveres
apilados en un rincón. Niños, mujeres, hombres, ancianos yacen
parcialmente destripados, comidos, desangrados. Son los restos de las
comidas de Vanessa y sus hijos. Al parecer, les gustaba especialmente
la zona del abdomen y los brazos, porque muchos de los cadáveres
carecen de ellos.
Te inclinas para vomitar. Estás por retroceder cuando la puerta del
pasillo cae bajo el peso de una horda feroz de vampiros. Ingresan a la
cocina e inspeccionan entre gruñidos los cadáveres de Vanessa y sus
dos hijos.
El bebé en la cuna llora más fuerte, y uno de los vampiros se acerca y le
arranca la cabeza de un zarpazo.
Cierras la puerta antes de que te vean. Sin embargo, sabes que estás
atrapado. Los vampiros no tardarán en olfatearte e intentarán ingresar
a la habitación. Y allí ya no tendrás escapatoria.
Contemplas tu rifle. Piensas que quizás es momento de dispararte en
la cabeza, terminar con aquel calvario. Después de todo, lo que te
interesaba y amabas en esta vida lo has perdido.
Dejas el cuerpo de Star sobre el suelo y te apoyas el caño del arma.
En ese momento, una mano salida de la oscuridad te aferra la pierna.
Es un hombre al que le falta un pedazo de hombro y parte de la cara.
Su único ojo te mira aterrado.
-Soy un idiota -logra decir entre balbuceos. Su cuerpo tiembla. Sus
labios están azules y pronto morirá por la pérdida de sangre y el
shock-. Tenía una mujer... Ella debe seguir esperando por mi regreso.
Fui a buscar comida y me encontré con Vanessa. Y su cuerpo fue una
tentación para mí. Cometí el peor error de mi vida. Y ahora dejé a mi
querida esposa en soledad...
-Entiendo tu problema. Pero yo no puedo hacer nada para evitarlo.
-No te mates -dice el tipo-. No dejes que esos malditos ganen. Y cuida
de tu hija.
-No es mi hija... y no tenemos salida.
El hombre señala hacia un lugar en el techo.
-Estoy mirando eso desde que estoy aquí. Yo no tengo fuerzas para
llegar, pero tú sí.
Te señala hacia un conducto de ventilación.
-Puedes escapar por ahí. ¡Rápido! Y lleva también esto... -del interior
de su desgarrada chaqueta saca una botella con un líquido
transparente-. Es agua bendita. No tuve tiempo ni fuerzas para usarla
contra esa maldita.
-Pero, ¿realmente funciona el agua bendita contra los vampiros?
Escuché que eso no les hacía nada, que solo era un mito.
Pero el hombre no logra responderte: ha exhalado su último suspiro.
CAPÍTULO DOCE

Haciendo malabares con el rifle, Star y la botella de agua bendita,


asciendes por el conducto de ventilación y pones la rejilla en el mismo
instante en que los vampiros ingresan al cuarto.
Puedes ver que buscan algo, que olfatean, perciben la presencia de un
humano pero no pueden encontrarte.
Avanzas por el conducto. Star apenas puede moverse; su sangre gotea
sobre la superficie metálica.
Estás llegando a un recodo cuando escuchas un ruido. Son los
vampiros; te han descubierto y acaban de volar la rejilla.
Vienen hacia ti. Sus ojos brillan en la oscuridad. Gruñen y lanzan
horribles alaridos. Muy pronto te darán caza.
-La botella -dice la niña despertando momentáneamente-. ¡Vuelca la
botella!
Le haces caso y derramas el líquidos obre una sección del conducto.
Sigues avanzando.
Al rato, se escuchan gritos de dolor y de furia. Miras hacia atrás y
descubres a los vampiros atascados en la cañería en el mismo lugar
donde has derramado el líquido. ¡Efectivamente, el agua bendita hacía
daño a esos hijos de perra!
Te sigues arrastrando en la oscuridad y el polvo, hasta que llegas al
final del conducto.
Del otro lado, te encuentras con una docena de personas alrededor de
una fogata.
Casi todos son hombres, aunque hay una o dos mujeres entre ellos.
Intentas retroceder pero ya es tarde, te han visto y varios de ellos se
aproximan para agarrarte.
Te sacan del conducto a la fuerza; también a la niña.
-¿Quién eres? ¿Qué hacías ahí dentro? -te interroga el que parecer ser
el líder, un tipo de barba rojiza y nariz aguileña-. Responde, ¡rápido!
Te apuntan con sus armas y te apresuras a responder:
-¡No soy nadie! Solo soy un superviviente. ¡Y estaba huyendo de unos
vampiros!
Esto desata una inmediata inquietud en el grupo.
-¿Están viniendo hacia aquí? -dice una mujer de largo y canoso
cabello-. ¿Tú los has traído, maldito?
-¡No! Logré perderlos. ¡Ya no pueden avanzar!
El barbudo examina a la niña.
-¿Y ella? ¿Es tu hija? Está muy malherida, sin embargo aún respira. No
será un vampiro, ¿verdad? ¡Más vale que no mientas, o mataremos a
ambos!
-Es mi hija- aseguras frente al grupo-. Se llama Star.
-¿Qué le pasó?
-Unos malditos le dispararon.
-Pobre niña, realmente se ve muy mal- dice una de las mujeres pero
luego, al examinarla con mayor detenimiento, retrocede asustada-.
¡Tiene marcas de dientes en el cuerpo!
Recuerdas entonces el ataque de Vanessa, ella había logrado
arrancarle un pedazo a Star.
El barbudo te mira; los otros te rodean.
-Sabes que debemos matarla.
-Debemos hacer un ritual- agrega la mujer canosa-. Untar su cuerpo en
agua bendita y luego cortarle la cabeza.
-¡No!- intentas correr junto a Star pero los otros te atrapan con
facilidad; uno de ellos te encaja un puñetazo que te desmaya.
CAPÍTULO TRECE

Te despiertas en un lugar frío y oscuro. Se escuchan voces a lo lejos.


Ves una puerta y te abalanzas sobre ella, pero está cerrada. La golpeas
con todas tus fuerzas.
Al rato se escucha una voz del otro lado:
-Lo siento, no confiamos en ti. Y pronto cuando amanezca mataremos
a tu hija.
-¡Déjenla en paz, ella no es como los demás vampiros!
-Para mí son todos iguales- dice la voz y se aleja.
Insistes y golpeas la puerta con furia pero nadie te hace caso. En la
otra pared hay una ventana con rejas que no puedes mover.
De repente, un sudor frío te invade, te sientes débil, te cuesta respirar.
Caes sobre el piso frío; sientes que vas a morir. Vuelves a desmayarte.
CAPÍTULO CATORCE

Cuando vuelves a la consciencia, todo tu cuerpo tiembla. Sientes frío y


calor al mismo tiempo. Intentas levantarte pero un vómito te dobla el
cuerpo en dos. ¿Qué diablos te está pasando?
Sientes que vas a morirte. Gritas: “¡Ayuda!” pero nadie acude a verte.
Al cabo de un tiempo, vuelves a despertarte pero con una energía
renovada. Sabes que todo esto tiene que ver con la mordida de
Vanessa; ahora te has convertido en un vampiro.
CAPÍTULO QUINCE

Según se dice, con el correr de las horas irás transformándote en una


bestia sin sentimientos, incapaz de pensar o de razonar, y sólo
preocupado por alimentarte por sangre humana.
Con tu nueva fuerza, despedazas la puerta y corres a través de un
pasillo hasta llegar a un cuarto en donde se reúnen los hombres y
mujeres. Están alrededor de Star, a quien han maniatado y puesto
sobre una mesa de mármol. Has llegado a tiempo para evitar el
sacrificio.
Te abalanzas sobre las personas, gruñendo, mordiendo y usando tus
zarpas. Vuelan cabezas, dedos, sangre y tripas. A la mujer canosa le
hundes tus garras en el estómago. Al barbudo le rebanas el cuello con
tus dientes. A otro sujeto le cortas las piernas con tus garras.
Consigues llegar a Star, la liberas y corres con ella a cuestas en
dirección al siguiente pasillo.
Los sobrevivientes te disparan y te lanzan flechas humedecidas en
agua bendita; todas estas cosas te hacen daño pero no consiguen
detenerte; sin embargo, ya estás muy malherido.
Te detienes delante de dos puertas cerradas: una dice CAPILLA, la otra
GIMNASIO, la otra SAUNA.
Entras a la puerta que dice CAPILLA y la cierras.
El lugar está a oscuras; apenas se distingue la cruz en el altar.
Con Star en tus brazos, avanzas en busca de una nueva salida.
Una sombra sale a tu encuentro y tropiezas.
Es un sacerdote; debe tener unos ochenta años y está ciego de un ojo.
-Eres… eres uno de ellos- dice mientras te palpa la herida en la
espalda-. Pero aún no has perdido la razón; parte de tu antigua
humanidad aún está en ti.
-Me persiguen… ¡Necesito ayuda!
-Es ese grupo de Jeremía- asiente el anciano-. Ellos sí han perdido
contacto con Dios. Sólo les interesa su propia vida. Yo pertenecía a su
comunidad, pero me echaron y me recluyeron… a este lugar.
El sacerdote te mira y luego acaricia el cabello de Star.
-Esta chica es especial… no debes dejar que muera. Ven, escóndete,
rápido.
Te conduce detrás de un confesionario al mismo tiempo que la puerta
de la capilla se abre con violencia.
-Viejo, ¿has visto a un hombre con una niña? -dice una voz portentosa-.
Es un maldito vampiro. ¡Mató a Eliseo y a Sarah! ¡Jeremía está furioso
y debemos cobrar venganza por ellos!
Con voz calma el sacerdote les explica que él no vio nada ni escuchó
nada. Los otros se van.
-¡Eres un inútil, viejo!- dice alguien antes de marcharse.
-¿Quién es Jeremía?- preguntas.
-Es un hombre salvaje… el más salvaje que conocí en mi vida. No se
detendrá hasta darte caza; para colmo, si has matado a Eliseo como
han dicho, entonces su deseo de venganza lo transformará en un
monstruo, porque Eliseo… era su hermano.
-¿El tipo de barba?
-Exacto. Ambos eran grandes cazadores y se dice que mataron a más
de cien vampiros. Y también a muchos humanos inocentes.
-Y usted, ¿por qué me ha salvado? ¡Pronto también me transformaré en
una bestia!
-No lo hice por ti, sino por… ella- señala a Star.
-¿Por qué dice usted que es especial? ¡Ella también es un vampiro!
-Ella no es un vampiro.
-¿Cómo que no? ¿Qué es entonces?
-Es… otra cosa. No sé bien qué. ¿De dónde la conoces?
-Ella una noche fue a buscarme a mi departamento, diciendo que era
mi hija. Pero no lo es. Mis hijos… murieron.
-Si fue a buscarte, es porque te eligió a ti.
-¿Pero para qué?
El sacerdote niega con la cabeza y mira hacia la cruz al fondo de la
capilla.
-Quizás lo descubras alguna vez. Algo me dice que debes completar
una misión importante antes de morir. Ahora, deben marcharse. Hay
una puerta detrás del presbiterio, pueden escapar por ahí.
Le haces caso al sacerdote y salen a una calle que da a un bosque; está
amaneciendo.
-Te sugiero que te internes en el bosque; o sino puedes esconderte en
alguna de las casas abandonadas que hay en el camino -te dice el
sacerdote-. Y, escucha… No dejes que atrapen a la niña. El grupo de
Jeremía… hace cosas malas con las mujeres. Sin importar su edad. Es
preferible que muera antes que la atrapen.
-Entiendo, muchas gracias.
Recoges ambas cosas y corres en dirección al bosque cargando a Star.
La niña parece empeorar con cada minuto que pasa; ahora ya no ha
vuelto a hablar y apenas respira.
Ya ha amanecido pero el bosque es profundo y oscuro; las ramas se
entrelazan en lo alto formando una tétrica bóveda.
De repente, Star abre los ojos.
-¿A dónde me llevas?
-Nos esconderemos en el bosque. ¡Nos persiguen hombres muy
salvajes y tú estás demasiado débil para enfrentarlos!
La niña te presiona el hombro.
-¡No! No vayamos al bosque. ¡Llévame mejor a mi casa!
-Pero, Star, ¡no sé dónde está tu casa! ¡Y esos tipos nos vienen pisando
los talones!
-No queda lejos de aquí. Por favor, llévame o no sobreviviré a esta
noche.
-Maldición, niña, ¡si nos atrapan la pasaremos muy mal!
-Por favor.
Los ruegos de la niña terminan por ablandarte.
-Está bien, ¿para dónde voy?
-Debes retroceder, pero no mucho. Hay un camino detrás de ese
bosque de pinos. Tómalo y continúa por unos dos kilómetros.
Sigues sus instrucciones y cuando estás por llegar divisas a unos
hombres que se acercan portando armas de todo tipo: rifles, pistolas,
hachas y machetes.
Te escondes detrás de unos arbustos antes de que te vean.
-¿Estás seguro de que vinieron por aquí? -dice una voz.
-No pueden haber ido muy lejos -dice otro.
-¡Soltemos a los perros!
Un par de rottwailers aparecen en escena y olfatean el camino. Uno de
ellos parece que da con la pista y se dirige a ti a toda velocidad.
-Oh, mierda -te lamentas.
El perro se mete bajo el arbusto donde estás tú y Star y se lanza sobre
tu cuello.
Sin embargo, antes de que logre destrozarte la garganta, ocurre algo
increíble.
Star sujeta al perro y le pone una mano sobre la cabeza. El perro gime
y agacha las orejas. La niña le susurra algo que no alcanzas a escuchar,
pero que parece calmar al feroz animal.
-¡Creo que Roco encontró algo! -grita uno de los hombres-. ¡Creo
que…
Pero no puede terminar la frase: el perro se da vuelta y ataca a los
hombres.
Se escuchan gritos de dolor y de sorpresa. Tú aprovechas para
escabullirte y dirigirte hacia el sendero.
Mientras corres por el bosque, no dejas de hacerte preguntas que van
más allá de tu compresión.
¿Quién realmente es esa niña?
¿Por qué es capaz de matar a hombres y dominar a las bestias?
¿Y qué es lo que quiere de ti?
CAPÍTULO DIECISÉIS

A medida que corres, sientes que pierdes energía, que todas las
heridas infligidas por los hombres de Jeremía finalmente te afectan de
manera negativa.
A Star se la ve cada vez peor, quizás muera en tus brazos.
Recuerdas todas las cosas que has vivido en los últimos tiempos, la
aparición de Star, los tipos que ella mató en tu departamento, su
carácter ambiguo e imprevisto, el asesinato del vagabundo, el
encuentro con Vanessa y sus tres hijos vampiros, la pelea con el grupo
de Jeremía… ¡y todo eso en apenas tres días!
Cuando estás por llegar a un claro, Star te detiene:
-¡Ve a la izquierda!
Le haces caso y pronto te internas en un sendero viejo poblado de
helechos y rocas. Lejos, se escuchan disparos y ladridos de perros:
seguramente son los hombres de Jeremía que han recomenzado la
búsqueda.
-Detente -dice la niña-. Ya hemos llegado.
Miras a tu alrededor confundido.
-Pero, ¡aquí no hay nada!
-Mira a tu derecha, detrás de esas enredaderas.
Apartas la maleza de un manotazo: detrás te encuentras con una verja
oxidada que chirría al empujarla. El lugar es selvático y apenas se
puede avanzar. Hay serpientes y ratas que se apartan de tu paso.
Llegas por fin a una construcción abandonada y perdida debajo de
toneladas de hojas y madreselvas.
-¿Qué es esto?
-Es mi hogar -dice Star.
-Pero, esto… ¡esto es un mausoleo!
-Lo sé -dice Star con tristeza-. Vivo aquí desde hace algún tiempo.
Debes ingresar… Adentro te esperará una sorpresa. No creo que te
guste demasiado…
-Aguarda, ¿y por qué debería entrar? -le preguntas.
-Para salvarme.
-¿Y por qué debería salvarte?
-¡Pues porque yo te he salvado antes!
-Es cierto, me salvaste de Vanessa… pero todo ocurrió porque me
obligaste a salir de mi refugio. ¡Por tu culpa tuve que matar a un
vagabundo! Y luego todo se fue al diablo. ¡Yo estaba muy bien antes de
conocerte!
-¿Estás seguro?
-¡Segurísimo!
-Pues entonces, déjame aquí. Yo podré ingresar al lugar sola. Pero
jamás conocerás la verdad.
-¿Qué verdad, Star? ¿De qué demonios estás hablando?
-Te doy a elegir: puedes regresar ahora mismo a tu antiguo refugio y
vivir la vida que llevabas antes. O me acompañas y ya no habrá vuelta
atrás.
-¿Y qué gano si te acompaño?
-No ganas nada. Incluso puedes morir…
-Maldición, está bien. Pero será la última vez que te haga caso.
CAPÍTULO DIECISIETE

Ingresas con Star al mausoleo.


Es antiguo, calculas que está abandonado desde hace décadas.
Las tumbas están cubiertas de malezas y enredaderas, la oscuridad y la
podredumbre se han adueñado del lugar.
-Ahora, ¿a dónde vamos? -le preguntas.
Star te señala hacia un pasillo oscuro.
-Es allí -dice-. Pero, ten cuidado... Puede haber algo ahí.
-¿Qué? ¿Qué es lo que puede...
Pero no terminas la pregunta. Hay una sombra al fondo del corredor.
Parece aguardar. Sus ojos son dos puntos anaranjados en medio de la
penumbra.
-¡Correeee!
Ante el grito de Star sacas fuerza de donde no tienes y huyes en
dirección al siguiente pasillo.
A su vez, la sombra comienza a moverse: emite un silbido agudo que te
conmociona. Nunca has visto algo así.
-¡Sube al primer piso! -grita Star-. ¡Estaremos a salvo allí!
-¿Cómo lo sabes?
-¡Confía en mí!
Corres en dirección a las escaleras. Mientras tanto, la cosa te persigue
sin dejar de emitir ese furioso silbido; en determinado momento te das
vuelta y alcanzas a ver a una criatura sin cara, de largos brazos
terminados en garras o zarpas.
No es un vampiro: es algo mucho peor, algo que está más allá de tu
comprensión.
El ser está a punto de alcanzarte, extiende sus brazos y por un
momento sientes su contacto sobre la espalda.
Pero entonces ocurre algo extraño: al llegar a las escaleras, el ser se
detiene, como si acabara de toparse un obstáculo insalvable.
Subes las escaleras hasta el final y luego giras para ver: la cosa ha
desaparecido.
-¿¡Qué demonios es eso!? -aúllas a Star-. ¿A dónde me has traído, niña?
-Pronto comprenderás todo -dice Star-. Ahora, sigue marchando, casi
hemos llegado.
Avanzas por un pasillo en ruinas. El techo en esa parte se ha
derrumbado. Sobre tu cabeza hay colgados varios murciélagos.
-Aquí -dice Star y te señala hacia una vieja tumba con una placa de
hierro oxidado que contiene...
Tu nombre.
CAPÍTULO DIECIOCHO

Retrocedes hasta tocar tu espalda contra la pared, crees que vas a


volverte loco.
-¡No es posible! ¡No estoy muerto, no soy un maldito fantasma!
-No te asustes, papi.
-¡Ya te he dicho que no soy tu jodido padre!
-Sí lo eres.
-¡No! Yo tenía mi propia familia, mis propios hijos. ¡Y todos han muerto
por esa maldita invasión de vampiros! -vuelves a mirar la placa de la
tumba que contiene tu nombre; dice que has muerto en el año 2022, o
sea diez años atrás-. Sé que estoy vivo. ¡Lo sé!
-Nadie dijo lo contrario.
Te das vuelta hacia ella, furioso.
-Esto es una trampa, ¿verdad? ¡Tú has puesto esta placa para… para
enloquecerme o algo así!
-¿Por qué querría hacer eso?
-¡No lo sé!
De repente, sientes que el mundo te da vueltas, caes de espaldas sobre
el duro suelo de loza.
La niña te mira preocupada.
-¿Qué es lo que tienes?
-Sólo estoy… mareado -le explicas-. La mordida de Vanessa… creo que
voy a convertirme en vampiro, Star. Como tú. Sólo que… no creo que
sea tan benévolo.
-No te convertirás en vampiro.
-¿Cómo lo sabes?
-Simplemente, lo sé.
-¿Puedes dejar de ser tan misteriosa? ¿Puedes explicarme qué es lo
que está sucediendo?
-No soy misteriosa- dice la niña-. Solo… solo hago lo que me han dicho
que tenía que hacer.
-¿Quién? ¿Quién te ha dicho lo que tenías que hacer?
Antes de que pueda responder, la niña se da vuelta y vomita sangre.
-Lo siento, tampoco estoy bien. Creo que voy a morir pronto.
-Ambos lo haremos -admites-. Pero al menos explícame todo este
misterio. Acabas de decir que alguien te dijo que tenías que hacer
ciertas cosas. Eso significa, ¿que fuiste a mí por petición de esa
persona?
-Sí.
-¿Y se puede saber quién es esa persona?
La niña entonces señala hacia una tumba contigua a la tuya, que dice lo
siguiente:
JULIANNA BASILE
Lo raro es que aquel nombre te resulta familiar de algún lado, aunque
no puedes recordar de dónde…
CAPÍTULO DIECINUEVE

-¿Julianna Basile? ¿Quién es Julianna Basile?


-Es difícil… muy difícil de explicar…
-¡Entonces inténtalo por favor!
-Está bien. Pero primero…
Se ve interrumpida por unos ladridos en la planta baja. Star se
sobresalta y abre los ojos.
-¡Es Bizcocho! ¡Mi perrito! Debe haberme seguido hasta aquí.
-¿Cómo lo sabes? ¡Puede ser uno de los perros de esos tipos!
-No, es Bizcocho, sé identificar su olor.
-¿También tienes un super olfato?
Sin hacerte caso la niña lo llama: “¡Bizcocho, Bizcocho!”.
-¡Cuidado! -le adviertes-. ¡Recuerda a la cosa de allá abajo!
-No le hará nada. Solamente le interesamos nosotros… Especialmente
tú.
-¿Yo?
Aparece el pequeño cuerpo del perrito, que se acerca corriendo hacia
la niña y le pasa la lengua por la cara.
La imagen tiene ribetes insospechadamente tiernos para el contexto
en el que se encuentran.
-Oh, vamos, Bizcocho, no te preocupes, no estoy tan mal- dice la niña.
-¡Pero dijiste que te estabas muriendo!
-Y lo estoy- contesta Star-. Moriré muy pronto. Puedo percibir que mi
corazón late muy fuerte. Tengo un zumbido en los oídos; sé lo que va a
pasar.
-Espera, un momento. ¿Estás diciendo que ya has muerto antes?
-Sí -dice la niña-. Lo he hecho dos veces ya. Y luego de alguna forma
revivo.
-No puedo creerlo…
La niña vuelve a temblar, el color abandona su rostro. Te mira
asustada:
-Dame la mano, creo que ya está llegando.
-¡No te vas a morir! Primero… ¡primero debes explicarme qué es lo
que está ocurriendo!
Te das cuenta de lo egoísta que suena tu declaración, pero ya es tarde.
-Haré un último esfuerzo, porque veo lo mucho que sufres, papi.
Perdón por todo esto. Perdón por sacarte de tu refugio, pero tenía que
hacerlo. Trataré de darte las respuestas antes de pasar al otro lado…
-Star, por Dios.
-Pero dame la mano. Por favor. Siempre me da un poco de miedo
cuando se acerca la muerte.
La tomas de la mano.
-Esa señora, Julianna Basile… es mi madre -dice la niña-. Ella murió
hace unas pocas semanas…
-Pero, ¡no es posible! ¿Quién trajo su cadáver hasta aquí? ¿Quién hizo
la lápida? ¡Esas cosas dejaron de existir hace mucho, ya no existen los
enterradores, ni los funebreros, sencillamente porque los vampiros
arrasaron con todo!
-Lo sé. Una mujer hizo esta lápida. Hace mucho tiempo…
-¿Qué mujer? ¿Y para qué?
-Ya lo entenderás. Primero déjame explicarte: Julianna Basile es tu
esposa, y yo, tu hija -prosigue Star-. Cuando mamá murió, ella me
explicó todo y me dijo que fuera a buscarte. Ella sabía todo sobre ti.
Sabía dónde estabas, dónde te escondías. Pero no se comunicaba
contigo porque quería protegerte. Sabía que eras muy vulnerable.
-No… ¡no es cierto lo que dices! ¡Yo tenía mi propia familia, mis
propios hijos! Y todos ellos murieron por el ataque de los vampiros.
-¿De verdad? ¿Cómo se llamaba tu esposa, papi?
-¡Rocío!
-¿Y tus hijos?
-¡Noe, Vilmar y Jacobo! ¡Los recuerdo perfectamente bien, y sé que
nunca tuve una hija llamada Star!
-¿Has visto bien tu lápida? ¿Has visto lo que dice abajo de tu nombre?
Por favor lee.
Te acercas a tu lápida y lees. Debajo de tu nombre y tu supuesta fecha
de muerte dice lo siguiente:
“Será recordado por siempre por su madre, Rocío, y sus hermanos
Vilmar, Noe y Jacobo”.
CAPÍTULO VEINTE

-No es posible. ¡Rocío no es mi madre, ni mis hijos son mis hermanos!


-Eso es lo que tú crees. Mi mamá me contó todo. Dijo que todo
comenzó hace mucho tiempo, cuando comenzó la invasión de
vampiros…
“En ese entonces, tú eras apenas un niño, como yo. La gente moría de a
millones. Nadie sabía cómo detener a esos vampiros que habían sido
despertados de un largo sueño. Ellos sólo querían comer, y matar.
Enviaban ejércitos poderosos para combatirlos, pero la mayoría de los
soldados morían y eran transformados en vampiros. Los países más
poderosos intentaron bombardearlos, pero el problema era que junto
con los vampiros, morían muchísimas personas inocentes, puesto que
los monstruos estaban en todos lados, en las casas, en las iglesias, en
los cementerios, en las escuelas, ellos no tenían un… un…
-¿Frente de ataque?
-Creo que sí. Mamá mencionó otra palabra, pero no la recuerdo. La
cuestión es que era una guerra que la humanidad no podía ganar.
Entonces, desde los países más ricos como Estados Unidos, decidieron
refugiarse y construir una gran fortaleza. Lo hicieron en un país que
mamá mencionó pero ya no me acuerdo… dijo que ahí siempre hacía
calor.
-¿Ecuador?
-No.
-¿Colombia, Brasil?
-No. Dijo que era una gran isla.
-¿Cuba? -abres los ojos ante esta perspectiva.
-¡Sí! Dijo que los poderosos ingresaron a esa isla, y expulsaron a los
cubanos, y a los que no se quisieron ir, los mataron o los tomaron
como esclavos. Y se pusieron a vivir allí.
-Pero, ¿por qué no sé nada de eso? ¿Por qué tu mamá sabe estas cosas
y yo no?
-Ya llegaremos a esa parte… De momento, tengo que decirte que en
esa isla, comenzaron a hacer experimentos… experimentos para
intentar detener a los vampiros. Construyeron todo tipo de cosas:
robots, bombas de una tecnología súper avanzada, creo que incluso
mamá dijo que habían intentado construir nubes con agua bendita…
pero nada funcionó. El problema no era la tecnología, sino la gente…
-¿Qué pasaba con la gente?
-Estaba… ¿cómo se dice cuando uno perdió las esperanzas de ganar?
-¿Desmoralizada?
-Creo que sí. Los soldados que enviaban a combatir a los vampiros,
estaban… desmora… desmoralizados. Sabían que iban a perder y que
iban a ser transformados en vampiros. Tenían mucho miedo. Todos
tenían mucho miedo. Entonces… los científicos decidieron que tenían
que hacer una raza que fuera más fuerte que ellos. Seleccionaron a
siete chicos para esos experimentos. Siete chicos que habían…
perdido a sus familias en los ataques a los vampiros. Tú fuiste uno de
ellos, papi.
-No -dices horrorizado.
-Tu familia, tu mamá Rocío, tus hermanos murieron durante un ataque
-continúa hablando Star sin prestarte atención-. Solo tú sobreviviste, y
la culpa te persiguió durante gran parte de tu vida, porque pensabas
que podrías haber hecho algo más para defender la vida de tu mamá y
tus hermanos. Y fue por eso que te eligieron para aquel experimento.
Tú estabas solo, y habías logrado sobrevivir a un ataque de vampiros;
eras más fuerte de lo que creías, eras un superviviente nato.
-No puede ser. ¡Yo tengo otros recuerdos!
-Sí, porque manipularon tu mente, borraron tus recuerdos y tus
sentimientos para convertirte en un súper humano. Pero espera, aún
debo contarte más cosas para que puedas entenderlo todo…
CAPÍTULO VEINTIUNO

Tu mente da vueltas, estás confundido, tienes ganas de gritar, de llorar,


de correr. En cambio lo que haces es escuchar a aquella niña que ha
venido a cambiar tu vida de manera irremediable:
-El experimento salió mal. Dos niños murieron. Otros tres se volvieron
locos. Sólo quedaron bien dos: un niño, y una niña. El niño
sobreviviente eras tú, papi. Y la niña era mamá. Ambos fueron
sometidos a otros crueles experimentos, con la intención de que
fueran los súper humanos que lideraran la siguiente guerra contra los
vampiros. Pero entonces… cuando todo estaba listo para la guerra…
ustedes escaparon. Mataron a los guardias y se fugaron de la isla
ayudados por una médica que se había apiadado de ustedes.
“Se fueron lejos, bien lejos. Ustedes huían de un destino muy feo.
Porque estaban destinados a la guerra. Nunca vivirían como seres
humanos normales, siempre estarían luchando, derramando sangre. Y
cuando la guerra terminase, si es que conseguían vencer a los
vampiros, ustedes serían sacrificados. Esto es lo que le contó la médica
a mi mamá: porque ustedes representarían una amenaza para los
demás hombres. Primero serían usados para eliminar a los vampiros, y
luego los matarían. Así que por eso escaparon. Siempre serían esclavos
de la humanidad.
“Pasaron los años, y ustedes, mamá y tú, vivían escondidos tanto de los
vampiros como de los hombres que los buscaban. La médica también
estaba con ustedes, ella también había escapado de aquel laboratorio
tan cruel que hacía experimentos con humanos y con animales.
Decidieron comenzar una nueva vida, y para dejar el pasado atrás la
médica, que era muy sabia, les diseñó unas tumbas falsas que eran
como… un mensaje para ustedes. Un mensaje de que debían seguir
adelante y no mirar atrás; olvidarse de todo.
“Pasaron más años, y tú y mamá se enamoraron. Y me tuvieron a mí.
Pero entonces pasó algo terrible: los hombres encontraron a la médica,
la torturaron horriblemente hasta que, ya al borde de la muerte y del
dolor insoportable, reveló dónde se escondían ustedes. Los hombres
fueron a buscarlos, y tanto tú como mamá presentaron batalla. Pero los
hombres eran demasiados, entonces tú, papi, ordenaste a mamá que
huyera conmigo mientras te quedabas luchando con el ejército.
Lograste retenerlos el tiempo suficiente como para que mamá y yo
huyéramos. Y entonces te capturaron.
“Al igual que la médica, te torturaron, te hicieron un montón de cosas
malas, porque querían obligarte a llamar a mamá para que ella
también se entregara. Pero tú no cediste, dice mamá que te hicieron
cosas horribles durante mucho tiempo, un mes, dos meses, no te
daban de comer, te ahogaban en un tanque, te electrocutaban y te
cortaban en pedazos, pero tú nunca te rendiste porque no querías
entregar a mamá ni a mí para que nos hicieran cosas feas. Te
torturaron tanto, que moriste… o eso al menos creyeron ellos. Te
arrojaron a un río y luego alguien te encontró.
“Estabas al borde de la muerte, pero eras tan fuerte que seguías
resistiendo. Esa persona te curó y te protegió durante un tiempo, hasta
que lograste recuperarte. Pero era tanto el daño que habían hecho a tu
cuerpo y a tu mente, que habías perdido la memoria otra vez, creíste
que eras una persona normal. Ni bien pudiste valerte por ti mismo, te
fuiste y te refugiaste en un departamento. Ahí, tus recuerdos fueron
saliendo otra vez, pero mezclados: creías que tu madre y tus hermanos
eran tu esposa y tus hijos. Vivías deprimido con la culpa por no
haberlos defendido. Pero la realidad era que apenas eras un niño
cuando sucedió esto, y no hubieses podido hacer nada.
“Y mientras tú te ocultabas, mamá te buscaba. Ella dijo que ustedes
dos tenían… una especie de conexión. Mental o algo así; podían saber
dónde estaban, qué pensaban o sentían el uno del otro. Entonces, luego
de dos años de búsqueda, te encontró. Te encontró en ese oscuro
departamento, sin memoria y muy asustado. Ella intentó ponerse en
contacto contigo… dice incluso que quiso hablarte. Pero tú no la
reconociste y la atacaste.
-Dios mío, ¡lo recuerdo! Fue el mes pasado. Una mujer se me acercó en
la calle y pensé que estaba loca y me iba a atacar.
-Entonces mamá pensó en otra cosa: pensó en acercarte a ti de a poco,
para que fueras recuperando la memoria. Ella me contó todo sobre ti, y
estaba pensando en estos planes cuando… cuando recibimos un
ataque de unos vampiros. Mamá había estado tan concentrada en ti,
que se descuidó de lo otro. Los vampiros eran demasiados… nos
invadieron a la noche mientras dormíamos. Mamá mató a varios de
ellos, y luego me ocultó en un sótano y me dijo que si ella no sobrevivía
te fuera a buscar. Yo quedé ahí escondida y escuché todo: los gritos, las
peleas, los alaridos horribles de los vampiros. Hasta que todo quedó en
silencio. Yo esperé durante una hora más, hasta que salí. Y todo era
sangre, todo era muerte. Mamá había matado como a veinte vampiros,
sus cuerpos estaban ahí todos apilados. Pero a mamá no pude
encontrarla por ningún lado.
CAPÍTULO VEINTIDÓS

-¿Y qué hiciste entonces?


-Me fui de la casa -dice Star. Está cada vez más pálida. Sus labios se ven
azules y respira con dificultad. No obstante, sigue hablando: -Busqué a
mamá por todos lados, pero no pude encontrarla. Luego, recordando
sus indicaciones… fui a buscarte… pero yo nunca te había visto, mamá
no tenía ninguna foto tuya, y... El día que fui a verte había un hombre
en la planta de abajo. Estaba buscando comida y pensé que eras tú. El
hombre pareció reconocerme, yo le dije que era su hija y él asintió y
me abrazó. Me llevó a otro lugar donde él vivía, hablaba todo el tiempo
de cosas que yo no entendía. La primera noche con él fue horrible, yo
pasé mucho frío porque él vivía debajo de un puente…
-Un momento… ¿ese es el vagabundo al que maté?
-Sí. Perdón por eso, papi. Pero es que no tenía alternativa.
-¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me obligaste a matar a un hombre
inocente?
-Ya llegaré a ese punto. Mientras tanto deja que te cuente… creo que
no puedo resistir mucho más. No me quedan más de unos minutos de
vida, lo presiento.
La niña inhala profundamente como haciendo un gran esfuerzo y
continúa:
-Pasé una semana entera con ese hombre. Yo ya estaba segura de que
estaba loco. Decía cosas raras, hablaba consigo mismo. También
tomaba mucho vino. La tercera noche, él se sacó la ropa... y dijo que
tenía que hacerle un masaje -la niña frunce el entrecejo-. No me gustó
la forma en que me lo pidió, me dio asco. Así que me escapé. Él quiso
perseguirme y trató de atacarme, pero yo me defendí, y sabes que
puedo tener mucha fuerza. No lo maté porque no quería matar a mi
propio padre… además, si lo que decía mamá era cierto, si mi padre
tenía tal poder, no será tan fácil matarlo.
“Estuve varios días andando de un lado a otro, sin saber qué hacer y
qué pensar… hasta que recordé las tumbas falsas de mis papás. Mamá
me había llevado varias veces a ese lugar, decía que le daba esperanzas
porque era como una manera… de dejar su pasado atrás. Soñaba con
que un día se terminara todo esto de los vampiros y fuéramos otra vez
una familia feliz. Así que fui hasta ese mausoleo…
-¿Y?
-Me la encontré ahí. A mamá. Solo que estaba cambiada. Se había
transformado en una cosa horrible…
-Espera. ¿Mi espo… tu mamá fue lo que nos atacó allá abajo?
-Sí -dice Star y unas lágrimas escapan por la comisura de sus ojos-. Ella
no murió con el ataque de los vampiros, sino que se convirtió en otra
cosa. Ahora es una mezcla de vampiro con súper humana, yo puedo
sentir que en el fondo tiene sentimientos, que recuerda… pero su lado
de bestia puede más. Ella no puede manejarlo. Y creo que volvió a este
mausoleo porque quizás… no lo sé, pensó que los recuerdos podían
ayudarla.
-¿Y luego?
-Ella me atacó y yo corrí, y cuando subí las escaleras vi que ya no me
seguía. Como que ella… no puede o no quiere subir hasta aquí.
-No quiere ver su propia tumba -le dices-. Es muy importante para ella
este lugar. Pero no quiere volver al pasado.
-¿Por qué, papi?
-Porque ella está luchando consigo misma, y sabe que contemplar el
pasado a veces nos acerca al abismo.
-No entiendo.
-Quizás algún día puedas comprender; ahora eres muy niña. ¿Qué pasó
luego?
-Estuve un par de días aquí, pensando -ahora Star jadea. Le cuesta
mucho respirar. Está haciendo un esfuerzo enorme y tú te sientes
conmovido-. No quería regresar con ese hombre, pero también sabía
que mamá había hecho mucho por él, lo amaba. Pero, ¿qué era lo que
había salido mal? Volví al departamento que ella me había señalado…
y entonces te vi. Y supe que tal vez había cometido un error. Tú eras mi
verdadero padre, y no el otro. Pero igual quería asegurarme,
¿entiendes, papi? Yo ya tenía miedo, desconfiaba de todo el mundo,
desconfiaba de ti, no quería que me hicieras lo que había intentado el
otro hombre. Entonces… te puse a prueba. Perdón por haber sido tan
cruel. Pero es que no quería que volvieran a lastimarme.
-¿Ponerme a prueba fue haberme enviado a matar al vagabundo?
-Para ser sincera, yo lo quería ver muerto. Además, pensé que si los
ponía el uno contra el otro, ganaría el más fuerte, y ése sin dudas sería
mi verdadero padre.
-Piensas y hablas como una adulta -te asombras.
-Mamá me dijo que soy superdotada. Que nunca vio una niña tan fuerte
e inteligente como yo. Cuando vi que regresabas tú y no el
vagabundo… me alegré muchísimo. Luego se apareció esa mujer
vampira, y yo traté de advertirte pero no me escuchaste. Y me
disparaste.
-Lo siento, es que yo también desconfiaba de ti.
-Lo sé, sé que actué mal. A veces no puedo controlarme. Yo también…
creo que tengo cosas de bestia, de vampiro. Me gusta matar. A mamá
no le gustaba, pero a mí sí. Me metí en muchos líos por eso. Tengo un
lado bueno y un lado malo. Y mi lado malo me aterroriza. Ahora…
Star suspira.
-¿Ahora qué?
-Ya no puedo seguir hablando, papi. Tengo mucho frío. Y sed. Estoy
muy cansada. Creo que…
La niña no dice más nada. De repente, su mano aprieta la tuya, sus ojos
se apagan y exhala un último aliento.
Está muerta.
CAPÍTULO VEINTITRÉS

-¿Star? -dices a la niña. Aún te aferra la mano con fuerza aunque ha


aflojado el apretón-. ¿Realmente estás muerta? ¿Qué se supone que
debo hacer ahora, por Dios? Jesús bendito, esto es una locura…
Te paseas por el pasillo del mausoleo, inquieto. Echas mirada a la niña,
que permanece tendida en el suelo, inmóvil. Te acercas y le cierras los
ojos. El perro a su lado comienza a lloriquear.
¿Será cierto todo lo que ha dicho? ¿Que tú eres su padre, que eres una
especie de súper humano, que te usaron para experimentos
científicos? El problema es que no te sientes para nada especial. Has
usado una fuerza increíble, sí… pero porque Vanessa te mordió y te
convirtió en vampiro.
¿O acaso esa fuerza sobrenatural ya la tenías antes, solo que no eras
consciente de ella?
De repente, escuchas ruidos abajo.
Son perros. Al parecer los hombres de Jeremía te han encontrado. ¡No
pueden ser más inoportunos!
Miras desesperado a tu alrededor. Ves unas cuantas lápidas
derrumbadas en un rincón, podrías usarlas para bloquear la escalera.
Pero ya no hay tiempo, debes ocultarte junto con Star en algún lugar
del mausoleo.
Los perros han llegado al final de las escaleras junto a los hombres.
Alguien grita: “¡Está ahí” y disparan. Te apresuras a correr; cargas el
cadáver de Star y te metes en el siguiente pasillo.
-Maldición, Star, si realmente vas a revivir, ¡es tiempo de hacerlo ahora!
-le gritas a la niña.
Pero no obtienes respuesta por parte de la niña. Sus ojos siguen
cerrados y el color lívido no abandona su rostro.
Llegas al final del pasillo, cada vez más desesperado. ¡No hay salida! El
perro Bizcocho ladra y ladra, no sabes cómo hacerlo acallar. Pronto sus
ladridos revelarán tu ubicación.
Estás por retroceder cuando una voz se escucha a tus espaldas:
-Maldito, has matado a mi hermano.
Es Jeremía sin lugar a dudas. Con el cuerpo de Star aún en brazos, te
giras para observarlo. Es un tipo imponente, mucho más que su
hermano. Debe medir unos dos metros. Su barba rojiza, de profeta, le
llega al pecho. Tiene una guadaña en la mano; te apunta con ella.
-Ahora es tiempo de la venganza.
Da una señal a sus hombres, que se abalanzan sobre ti y te sujetan.
Intentas resistirte, pero tu cuerpo está demasiado cansado y dañado y
apenas puedes derribar a un tipo de un puñetazo. Los otros te golpean
salvajemente, en las costillas, en la cabeza, en el rostro. ¿Dónde está tu
fuerza sobrehumana, tus supuestos súper poderes? ¿Acaso se
perdieron para siempre la vez que aquellos militares te arrojaron al
río, dejándote en coma? ¿O Star ha estado mintiendo todo el tiempo?
-¡Paren!- grita Jeremía cuando estás a punto de desmayarte-. No lo
maten, lo quiero vivo. Quiero torturarlo. Quiero que sufra durante días
y clame por mi piedad.
Los otros se apartan; Jeremía se acerca y te escupe. Mira luego a la
niña tendida sobre el suelo.
-Veo que tu hija ha muerto, pues me alegro mucho. Tu vida será un
infierno a partir de ahora. Desearás… ¡Maldición!
Es Bizcocho, que acabe de morderle las pantorrillas. Jeremía aparta al
perro de una patada y el animal grita y se refugia tras el cadáver de la
niña. Entonces uno de los hombres de Jeremía, que ha estado
observando la escena con atención, dice:
-¡La niña es un vampiro! ¡Miren el color de su piel! ¡Debemos cortarle
la cabeza!
-¡No! -gritas-. No es un vampiro. ¡Déjenla en paz!
Jeremía sonríe.
-Veo que te afecta eso, y por algo será -hace una seña a sus hombres-.
¡Córtenle la cabeza! No, esperen… Lo haré yo.
Se adelanta con su guadaña hacia el cadáver de la niña; tú te interpones
y tratas de luchar una vez más. Ahora una fuerza extraña te recorre el
cuerpo, Jeremía lo nota y retrocede.
-Él también es un vampiro. ¡Mátenlo ya mismo!
Los hombres se adelantan y te disparan, te acuchillan y tratan de
cortarte la cabeza. Tú te defiendes usando tus garras, tus dientes, la
sangre vuela y logras matar a tres de ellos. Pero son demasiados y
pronto uno te corta el tendón posterior del muslo. Caes al lado de Star
y le gritas que se levante, que vuelva a la vida otra vez, pero la niña no
mueve un dedo, ni siquiera respira.
Jeremía lanza una risotada.
-Esa chica ya está muerta, pero servirá para alguno de mis muchachos.
Hay un par… que tienen gustos especiales con las niñas. Sin importar
si están vivas o muertas.
-Te mataré si la tocan. ¡Lo prometo, maldito!
Sin hacerte caso Jeremía avanza con la guadaña en alto, dispuesto a
cortar la cabeza de la niña.
Entonces ocurre algo extraño: uno de los hombres de Jeremía grita,
luego otro. Entre el grupo vuelan varias cabezas y brazos
sanguinolentos. Se escucha un horrible alarido que estremece las
paredes del mausoleo y te pone la piel de gallina.
Haces lo posible por incorporarte y no puedes creer lo que ven tus
ojos:
Es la madre de Star, que acaba de subir silenciosamente por las
escaleras. Con sus últimos vestigios de cordura llega en defensa de su
hija.
-¡Disparen a esa cosa! -grita Jeremía enfurecido-. ¡Usen la artillería
pesada! ¡Disparen hasta hacerla desaparecer del mapa!
La cosa avanza pese a los disparos que recibe desde todos los ángulos.
Puedes observarla con detenimiento por primera vez: es un monstruo
aterrador, pero debajo se percibe cierta apariencia humana.
Juliana destroza a los hombres, les arroja zarpazos cortando sus
barrigas y exponiendo sus tripas, decapita con sus dientes, ruge y
escupe sangre. Los hombres disparan rabiosos e incluso alguien activa
un arma de grueso calibre que suena como una bomba dentro del
mausoleo.
El disparo da en el vientre de la criatura que lanza un alarido y luego
cae entre convulsiones. Y aún así se sigue arrastrando en dirección a
Star. Puedes ver que le ha quedado un solo ojo: el otro ha desaparecido
de algún balazo. Y también ves algo que te llena de consternación: ese
único ojo parece tener sentimientos y luce furioso y aterrado a la vez.
-No dejes… no dejes que le hagan daño -dice Julianna entre estertores.
Su boca y su nariz emanan sangre-. No dejes… no dejes… No dejes…
Son sus últimas palabras como humana. Porque entonces Jeremía se
adelanta y con su guadaña le corta la cabeza. La criatura se
convulsiona una vez más y luego queda quieta.
CAPÍTULO VEINTICUATRO

Han quedado sólo cuatro hombres incluido Jeremía. Todos los demás
están muertos. El mausoleo parece un cuadro del apocalipsis. Piernas,
torsos, brazos y cabezas se desperdigan por todo el pasillo. La sangre
es resbaladiza y los hombres restantes se mueven con cuidado para no
caer.
-¿Qué demonios era esa cosa? -grita uno de ellos.
-Era un vampiro… o alguna especie más avanzada -dice Jeremía
limpiando su guadaña. Mira a Star y luego a ti-. Y venía a defender a
estos dos. Lástima que no pudo jajaja.
Se agacha y te toma de la cabeza.
-Quiero que mires esto. Quiero que veas cómo le corto la cabeza a tu
hija. Y en cuanto a ti… no te mataré tan rápido. Me debes la muerte de
mi hermano. Te haré sufrir. Desearás estar muerto y… ¡Ay!
Jeremía lanza un grito de dolor: es Bizcocho, que acaba de morderle
otra vez una de sus piernas.
-¡No, Bizcocho! -le gritas-. ¡Vete de aquí, corre!
Pero ya es tarde: Jeremía agarra al perrito del lomo y lo levanta
arrancándole un gañido de dolor.
-Maldita rata peluda -dice Jeremía-. Esto será lo último que hayas
hecho.
Pone al perro sobre el suelo y le pisa la pata para que no pueda
escapar. El perrito gime y trata de liberarse pero no puede. Se escucha
un crujido: es su pata que acaba de fracturarse. Bizcocho aúlla de
dolor.
-Maldito, ¡deja a ese perro en paz! -le gritas.
Jeremía sonríe.
-Todo lo que amas, me encargaré de destruirlo.
Arroja un golpe de guadaña a la cabeza del perro.
Pero algo ocurre: algo se interpone entre su mano y el perro. Jeremía
lanza una exclamación y retrocede, asustado.
Es Star.
Ha vuelto de la muerte, y luce extremadamente enfadada. Incluso a ti
te aterroriza verla así.
Sus ojos despiden destellos del color de las llamas. Su piel se ve rojiza
e inflamada. Su boca se abre dejando escapar un rugido que estremece
el edificio entero.
Te das cuenta que es mucho más que una niña con poderes
extraordinarios, mucho más que un vampiro: es algo que tiene la
capacidad de destruir todo a su paso.
Los hombres de Jeremía alzan sus armas para dispararle y la niña se
abalanza sobre ellos con una velocidad increíble. En menos de cinco
segundos ha matado a los tres restantes, y ahora se regresa para
acabar con Jeremía.
-No -dice el hombre-. No es justo esto. Yo soy un cazador de vampiros,
yo hago un bien a la humanidad.
-No debiste haber hecho daño a mi perro- dice la niña.
-Te propongo algo -ahora Jeremía parece envejecido, encogido frente a
aquella minúscula presencia-. Puedo ser tu esclavo. Conseguirte
comida. Conozco mucha gente… ¿qué es lo que te gusta comer?
¿Niños? ¿Adultos? ¿Hombres, mujeres? Tengo todo a mi alcance. Tú ni
siquiera tendrías que mover un dedo…
-No debiste… haber hecho… daño… a mi perro…
-¡Cuidado Star! -le adviertes.
La guadaña de Jeremía, que había fingido la derrota, cae sobre el cuello
de la niña y lo desgarra.
Star retrocede y de un solo movimiento le saca la guadaña. Su sangre
que es tan roja como el rubí le corre cuerpo abajo, pero la niña ni
siquiera parece notarlo.
Extiende una garra y le arranca la cabeza a Jeremía, cuyo cuerpo
decapitado cae sobre el suelo.
-Oh, Star… -le dices-. Siento lo que ha pasado. He hecho lo que he
podido…
La niña, que se ha agachado para acariciar al perro herido, se da vuelta
y te mira con ojos llameantes de odio.
-¿Quién eres tú?
-Soy… yo soy… tu papá, Star. ¿Acaso no me recuerdas?
La niña vuela hacia ti y te agarra del cuello.
-Yo solo sé que eres un hombre. Y todos los hombres merecen morir,
porque son despreciables.
-¡No! -intentas liberarte de su apretón pero es imposible, la niña tiene
una fuerza extremadamente poderosa-. ¡Recuerda a tu madre!
¡Julianna! ¡Yo soy su esposo! ¡Ambos somos tus padres!
-No recuerdo nada -dice la niña. Sus ojos se agrandan, parecen reflejar
el universo entero y tú te sientes aterrado frente a aquella inmensidad-
. Solo sé que tengo hambre. Y odio. Me han hecho mucho daño. Voy a
matarte…
-Escucha, tú misma me has contado todo. Has dicho que viviste con tu
mamá los últimos dos años, que fueron atacados por vampiros, que
luego fuiste a buscarme a mi refugio. ¡Debes recordar algo!
-¿Cómo te llamas?
Le dices tu nombre.
-Ese nombre no significa nada para mí. Estoy cansada de que la gente
me mienta -dice Star y aprieta tu cuello hasta que comienzas a ver
puntos negros.
CAPÍTULO VEINTICINCO

El tiempo pasa. No sabes si estás vivo o muerto. Sientes un dolor


increíble en todo el cuerpo. Tu mente es una confusión increíble de
imágenes, recuerdos, olores y palabras.
Abres por fin los ojos.
Estás en un campo lleno de flores amarillas. La niña está sentada
debajo de un árbol, acariciando su perro.
-¿Dónde estoy? -preguntas-. ¿Qué ha sucedido? ¿Esto… esto es el
cielo?
-No lo creo.
-¿Estoy muerto?
-No. Pero casi. Bizcocho te salvó la vida.
-¿Bizcocho?
La niña asiente.
-De no ser por él, te habría matado.
-¿Cuánto tiempo transcurrió?
-Estuviste tres días durmiendo. Estabas muy malherido, pero ahora te
veo mejor.
-¿Por qué dices que Bizcocho me salvó la vida?
-Yo estaba a punto de matarte… cuando empezó a ladrar. Entonces yo
lo miré… y vi su medalla en el collar.
Sujeta al perro y te muestra la medalla que Bizcocho tiene colgada al
cuello, que tiene grabado lo siguiente:

TÚ ERES STAR
TUS PADRES SON EMANUEL Y JULIANNA
ELLOS TE AMAN Y JAMÁS TE HARÁN DAÑO
SOLO DEBES CONFIAR EN ELLOS Y EL RESTO SALDRÁ BIEN

-Luego de eso recordé todo, o casi todo. También… también vi a mamá.


Vi lo que le hicieron. Tuve que enterrarla en el bosque. La voy a
extrañar mucho…
La niña llora y tú la abrazas. Y por primera vez, sientes que realmente
es tu hija, que no importa que no recuerdes aún nada de tu vida
anterior, el calor que emana el cuerpo de la niña te llena de ternura y
lloras con ella.
-Ahora está todo bien -le prometes-. Ahora cuidaré de ti, Star.
-Gracias por despertar y no dejarme sola, papi.
Hay algo de esperanza en medio de la oscuridad.
EPÍLOGO

1
Los años pasan. Tú y Star se han convertido en grandes compinches,
grandes amigos. Viven libres, yendo de un lado a otro y cuidándose el
uno del otro. Tú le enseñas a Star cosas fundamentales de
matemáticas, historia, geografía, literatura y la niña termina convertida
en una chica con profundos intereses humanos. Ella, a su vez, te
enseña a disfrutar de las cosas simples, a relajarte y a vivir. Las cosas
en el mundo siguen igual de horribles, los vampiros y los humanos
desviados acechan, pero Star te enseña que no todo es malo y que vale
la pena arriesgarse para ver la luz del Sol.
De vez en cuando, claro, se topan con vampiros o pandillas que
quieren atacarlos, pero entre tú y Star forman un dúo imparable y no
hay nadie que pueda hacerles frente.

2
La niña crece rápido y tú aprendes a amarla más que a tu vida misma.
El día de su décimo cumpleaños, tú le regalas una muñeca que has
encontrado en una juguetería abandonada. La niña acepta la muñeca
con una sonrisa y te abraza.
-Gracias, papá. Es hermosa. Pero, sabes que ya casi no soy una niña,
¿verdad?
-Sí, lo sé -dices y una lágrima escapa por la comisura de tus ojos-. Pero
para un padre, su hija siempre será una niñita. Y no quiero que sigas
creciendo. Desearía haberte regalado un mundo mejor. Un mundo en
que pudieras tener amigas, fueras a la escuela y nada de esta pesadilla
estuviera pasando.
-No importa, yo estoy feliz de tenerte a mi lado. Es todo lo que quiero y
deseo.

3
Pasan más años y Star cumple trece.
Hay en el mundo una sensación de gris melancolía. Cada vez se ven
menos hombres y mujeres. Incluso muchas pandillas han
desaparecido. Todos o casi todos han sucumbido ante la pandemia
zombie. Los recuerdos de una vida anterior, más alegre y
multitudinaria, se hacen cada vez más lejanos hasta resultar borrosos.
Como contrapartida, los animales pululan por lo que alguna vez fueron
las grandes ciudades. Ciervos, pumas, conejos, osos, incluso tigres y
leones se cruzan por tu camino con mucha frecuencia.
-Papá, esto no terminará nunca, ¿verdad? ¿Qué pasa si terminamos
siendo los últimos dos seres humanos sobre la tierra?
-No lo sé, hija -le dices con sinceridad-. Tal vez sea lo mejor.
-¿Por qué dices eso?
-Los humanos… no nos comportamos muy bien en esta Tierra. La
hemos destrozado. Quizás los vampiros solo vinieron a limpiar el
planeta.
-¡No puedes decir eso! -se indigna Star-. ¿Eso quiere decir que
viviremos así por siempre? ¿Que pasaremos una vida oscura y triste
hasta que nos muramos?
La chica se aleja antes de que puedas darle una respuesta.
Esa misma noche, mientras estás a punto de dormir, ella se acerca y te
dice decidida:
-Debemos hacer algo. Debemos usar nuestros poderes para combatir a
los vampiros.
-Star, tú sabes que eso es imposible. Hay miles de millones de
vampiros. ¡No podremos con todos!
-Podemos organizar a los últimos humanos. Liderarlos y organizar un
último ataque. ¡No podemos seguir viviendo como si nada pasara!
-Star, eso es muy peligroso.
-¿Y qué? ¿Acaso eres un cobarde? ¿Acaso temes morir?
-No temo por mí, hija. Sino por ti. Si te pasa algo, entonces nunca me lo
perdonaré. De hecho ya no podría seguir viviendo.
-Prefiero eso a seguir viviendo así.
-Star, cuando crezcas podremos…
-¡No! ¡No quiero esperar, para ese entonces habrá sido demasiado
tarde!

4
Star no vuelve a hablarte desde ese momento. Se vuelve distante y fría
pero tú sabes que es por su bien.
Sin embargo, a la tercera noche, te despiertas con un presentimiento
terrible. Te levantas y vas hasta el dormitorio de Star: no hay nadie allí.
-¿Star?- la llamas con un nudo de voz.
Ves que muchas de sus cosas preferidas (la mochila, sus lentes de Sol,
un viejo libro de Mauro Croche) ya no están. Tampoco está Bizcocho.
Sales desesperado y la llamas. A tus gritos solo acuden unos vampiros,
pero tú los matas utilizando tus fuerzas sobrehumanas y sigues
camino. Star no está por ningún lado, ¡hay tantos sitios donde
esconderse!

5
La buscas durante los siguientes días, siempre llamándola a los gritos.
La ciudad en ruinas no te responde y temes lo peor.
Al quinto día de búsqueda, cuando ya crees que nada tiene sentido y
piensas en matarte, escuchas unos ladridos a lo lejos.
Corres hacia el lugar y te encuentras con Star sentada sobre el capó de
un viejo coche. A su lado Bizcocho corretea.
-Tenías razón, papá- dice Star llorando-. No sé qué hacer. Ni siquiera sé
por dónde empezar. Soy demasiado joven para hacerlo.
-No, tú tenías razón, perdona -dices mientras la abrazas-. No podemos
seguir así. Debemos hacer algo por esta oscuridad que se ha adueñado
del mundo.
La niña te mira asombrada.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Lo he estado pensando. Y mucho. Tú nunca serás feliz aquí. Y yo debo
hacer algo para mejorarlo. Aunque pierda la vida, no me importa: es
tiempo de movernos. Buscar a los mejores humanos que hayan
quedado vivos. Comenzar una nueva sociedad. Y organizarnos para
pelear con los vampiros. Tú y yo debemos liderar esa guerra. Y
entonces… tal vez encontremos alguna luz de esperanza.
-¿Lo dices en serio?
-Totalmente en serio.
-¿Y cuándo comenzaremos?
-Hoy -afirmas-. Hoy mismo.
La niña salta de alegría.
-¡Gracias! ¡Gracias, papi! -mira hacia los edificios que los rodean,
aquellos que seguramente alojan decenas de vampiros dormidos en
cada una de sus habitaciones-. ¡Prepárense, malditos! ¡Mi papá y yo los
haremos polvo!

6
Así que a partir de ese momento, tú y Star se mueven con otro objetivo.
Comienzan a reclutar humanos. Gente que aún no ha perdido la
esperanza y tiene ganas de luchar. Cuando ven tus aptitudes, y sobre
todo las de Star, se suman más y más personas. Por fin la gente tiene
un dejo de esperanza. Por fin alguien viene a mostrarles el camino.
Te has convertido ahora en un líder, un guerrero del cual muchos
esperan que puedas liberarlos de los vampiros. Junto a Star, formarán
una última resistencia, seguramente muchos mueran, quizás tú mismo
o Star lo hagan. Pero ya se terminaron los tiempos de ocultarse y vivir
con miedo. Ahora, por fin has entendido tu destino, y lucharás por una
vida mejor para tu hija.

7
Pasan más años, hasta que finalmente logras construir la sociedad y el
ejército que deseabas. Se preparan para la primera batalla. Son más de
doscientos hombres deseosos de obtener su libertad que se paran
frente a un edificio infestado de vampiros. Tú encabezas el ejército
junto con Star.
Te das vuelta para mirar a tu hija, ahora ya convertida en una hermosa
y decidida adolescente.
-Te quiero, hija. Pase lo que pase, recuerda que siempre te querré.
-Yo también, papi. Gracias por pasar todos estos años a mi lado.
Ambos se dan vuelta al mismo tiempo hacia el edificio y, lanzando un
fervoroso grito de guerra, se arrojan para pelear contra el enemigo.

FIN DE PRIMERA TEMPORADA


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¡Muy pronto la segunda temporada de LA HIJA DE LA OSCURIDAD!

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