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CASA DE ORACIÓN
NIVEL
6
DE DISCIPULADO
Por
Pastor Eleazar Cepeda Martínez
LECCIÓN 1
LOS DONES ESPIRITUALES
INTRODUCCIÓN
La diferencia entre los dones del Espíritu y el fruto del Espíritu, básicamente consiste en
su función. La función de los dones y del fruto del Espíritu, es diferente:
Los dones son para capacitarnos para servir a la iglesia Cristiana; el fruto es para
capacitarnos para vivir la vida cristiana. Al estudiar los dones espirituales, debemos tener
cuidado de no confundirlos con los dones adquiridos o los dones naturales. Los Dones
Espirituales: son habilidades dadas por Dios para todos aquellos que han tenido un
verdadero encuentro con Jesucristo como Señor y Salvador (Hechos 8:14-17). Los Dones
Adquiridos: son habilidades dadas por Dios a través del tiempo, la disciplina, el estudio, el
trabajo. (Ejemplo: el plomero, el doctor, etc.) (Colosenses 4:14). Los Dones Naturales: son
habilidades dadas por Dios a cada ser humano desde el vientre de su madre. (Ejemplo:
algunas personas nacen con facilidad para la música, el dibujo, el canto, etc.) (Génesis
4:21). Es muy importante también dentro del estudio de los dones, darnos cuenta de la
diferencia que hay entre dones espirituales, dones ministeriales y operaciones. Los Dones
Espirituales. Son una diversidad de habilidades espirituales sobrenaturales, dadas por el
Espíritu Santo a los miembros del cuerpo de Cristo, con el propósito de servir sin presidir.
(1 Corintios 12:4). Los Dones Ministeriales. Son una diversidad de habilidades espirituales
sobrenaturales, dadas por el Señor Jesucristo a ciertos miembros del cuerpo de Cristo, con
el propósito de servir y presidir. (1 Corintios 12:5; Efesios 4:7-16). Las Operaciones. El
término procede del griego ENERGEMA, que significa energía o fuerza. Las operaciones son
una diversidad de acciones poderosas y sobrenaturales ejecutadas por el Padre. Se ha
considerado que el Energema consiste en grados de poder que Dios el Padre reparte a
ciertos miembros del cuerpo de Cristo. (Hechos 5:1-11; 13:4-12; 19:11-12; Josué 10:12-14;
2 Reyes 13:20-21). Dios nos llama en su palabra a ministrar conforme al poder que Dios da
(1 Pedro 4:11; Colosenses 1:29; 1 Corintios 2:4-5; 4:20; Efesios 3:16). También se ha
interpretado que la diversidad de operaciones, se refiere específicamente al don de hacer u
operar milagros (1 Corintios 12:10)
La doctrina de la trinidad sostiene que hay un solo Dios, que se manifiesta en tres
personas distintas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Como seres humanos nos es muy
difícil comprender esta doctrina de la trinidad; sin embargo hay algunas analogías que nos
pueden ayudar a comprenderla:
APLICACIÓN:
Bendito Dios, te doy gracias por cada uno de los dones que tu me has
dado, tanto naturales, adquiridos, como espirituales. Enséñame a ser
un buen administrador de cada uno de ellos, conforme a tu palabra y
para tu hermosa gloria. En el nombre de Jesús. AMEN
LECCIÓN 2
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES
INTRODUCCIÓN
Al estudiar el apasionante tema de los dones espirituales, podemos darnos cuenta de la
gran cantidad de extremos o errores, en los que se puede caer por ignorancia. En la misma
palabra de Dios encontramos testimonios de esos extremos. Por ejemplo el desorden, la
ignorancia, el abuso y la falta de amor en el uso de los dones espirituales, en la iglesia
cristiana y carismática de Corinto (1 Corintios 12-14). El apóstol San Pablo lleno del
Espíritu Santo, escribió y exhortó a los creyentes de Corinto, para que hicieran todas las
cosas que tenían que ver con los dones espirituales, siguiendo el principio de la decencia y
el orden: “Pero hágase todo decentemente y con orden”. (1 Corintios 14:40). Veamos a
continuación algunos principios que nos van a ayudar a darnos protección, en contra de
esos extremos y errores.
Es muy importante entender que los dones, ministerios y operaciones, del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo, son santos, absolutamente perfectos y fuera de todo error, en cuanto a
la divinidad se refiere. Por esta razón muchos creyentes piensan que la manifestación de
cualquier don espiritual, siempre será en santidad y perfección. Lamentablemente quiero
decirles que no es así, y la razón es muy sencilla. Las Sagradas Escrituras nos enseñan,
que el funcionamiento de los dones es una operación y mezcla de lo divino con lo humano;
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y
no de nosotros”. (2 Corintios 4:7); lo divino nunca falla, pero lo humano sí. Un ejemplo
sencillo para comprender esto, puede ser la ilustración del agua electropura y el vaso
sucio. El agua libre de impurezas representa la pureza y perfección del don espiritual. Por
otro lado el vaso sucio y contaminado representa la débil e imperfecta naturaleza humana.
Si ustedes vacían esa agua pura en el vaso sucio, lamentablemente disminuirá la calidad
de su pureza, por la poca o mucha contaminación del vaso. Por esta razón la Biblia dice,
que se deben probar los espíritus y juzgar las revelaciones. “Amados, no creáis a todo
espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido
por el mundo” (1 Juan 4:1-3). “Asimismo los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen”. (1 Corintios 14:29). Por estas razones, debemos tenernos paciencia los unos con
los otros, y ayudarnos a desarrollar y perfeccionar el uso de nuestros dones. Es normal y
natural el que un creyente al hacer uso de un don, se equivoque. Yo me he equivocado
muchas veces en el uso y ejercicio de mis dones, sin embargo esos errores me han servido
para desarrollar y perfeccionar cada día más, los dones que Dios me ha dado. El error más
grande, no es equivocarse, sino mantenerse en la equivocación. “El individuo que no
aprende de sus errores, está condenado a volver a repetirlos”.
Equivocadamente algunos cristianos han creído que cualquier manifestación de los dones
del Espíritu, tienen la misma naturaleza infalible de la palabra de Dios. De tal manera que
cuando dan una profecía quieren que la gente tome la revelación, la crea y la reciba como
si fuera infalible. La Biblia dice: “No apaguéis el espíritu. No Menospreciéis las profecías,
examinadlo todo; retened lo bueno”. (1 Tesalonicenses 5:20-22). Toda profecía ciertamente
no debe ser menospreciada, pero al igual que todos los demás dones, debe ser probada,
examinada y juzgada, a la luz de la Palabra de Dios. La Biblia dice que la palabra profética
más segura, es la Palabra de Dios. (2 Pedro 1:19-21).
Ningún don está por encima de la Palabra de Dios. Aunque es verdad que hasta el día de
hoy, jamás nadie por más espiritual que sea, podrá estar por encima de la palabra de Dios.
Por otro lado el Espíritu Santo jamás añadirá algo más a la Palabra, y nunca va a
contradecir o a cambiar las verdades que él mismo ha dado. Por esta razón la Biblia nos
exhorta diciendo: “Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que
están escritas en este libro”. (Apocalipsis 22:18-19). “No añadiréis a la palabra que yo os
mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios
que yo os ordene”. (Deuteronomio 4:2). “Toda Palabra de Dios es limpia; El es escudo a los
que en él esperan. No Añadas a su palabra, para que no te reprenda, y seas hallado
mentiroso”. (Proverbios 30:5-6).
No importa que tan segura sea la persona que tenga una revelación espiritual, si la
manifestación del don o la revelación que se está recibiendo, contradice la enseñanza clara
de las Escrituras, no debe ser aceptada. Nuestra única seguridad que tenemos como
creyentes, es permanecer dentro de los límites de la verdad que Dios nos ha revelado y que
es la Palabra de Dios. Una de las razones que nos da la Palabra de Dios para ser celosos y
cuidadosos, es porque en ella misma se nos habla de la manifestación de hombres y dones
falsos: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como
apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de
luz. Así que, no es extraño si también sus ministros de disfrazan como ministros de justicia;
cuyo fin será conforme a sus obras”. (2 Corintios 11:13-15). “Y muchos seguirán sus
disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado”. (2 Pedro 2:1-
3)
APLICACIÓN:
Sublime Padre celestial, danos un corazón sensible para oír y obedecer
los consejos de tu boca. En el nombre de Jesucristo nuestro Señor.
AMEN.
LECCIÓN 3
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES 2ª. Parte
INTRODUCCIÓN
En la lección anterior aprendimos, de la gran cantidad de extremos o errores en los que se
puede caer, en la administración y uso de los dones espirituales. Los abusos que se
cometen en relación a los dones espirituales, generalmente tienen que ver con la
ignorancia. Esta es la razón por la cual el apóstol San Pablo escribió a los cristianos de
Corinto diciéndoles: “No quiero hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”. (1
Corintios 12:1). A través de estas lecciones vamos a señalar una serie de principios que
gobiernan el uso de los dones, y que son para ayudarnos y darnos protección, en contra de
esos extremos y errores. El primer principio que señalamos, es que todos los dones deben
estar sujetos a la palabra de Dios. Veamos a continuación otros principios que gobiernan
los dones espirituales.
LOS DONES ESTAN SUJETOS AL LIDERAZGO ESPIRITUAL
Hay algunos creyentes que equivocadamente piensan, que los únicos responsables del uso
de sus dones, son ellos mismos, y que no tienen que dar cuenta ante nadie del uso de ellos,
sino solo a Dios. Manejados por este criterio, se molestan y se rebelan cuando los pastores
evalúan, juzgan o corrigen el buen o mal uso de sus dones. Todo creyente debe recordar el
mandato que Dios da a las ovejas: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque
ellos velan por vuestras almas; como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con
alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso”. (Hebreos 13:17).
Los líderes no solo tienen responsabilidad delante de Dios, sino también autoridad para
corregir, reprender y amonestar a los creyentes cuando sea necesario, con el objetivo de
colaborar en su desarrollo, crecimiento y salud espiritual. “Por eso te dejé en Creta, para
que corrigieses lo deficiente”. (Tito 1:5). “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y
fuera de tiempo, redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. (2 Timoteo
4:2). “A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás
también teman”. (1 Timoteo 5:20). “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que
trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en
mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros”. (1 Tesalonicenses
5:12-13). El apóstol Pablo aclaró esto a los creyentes de Corinto, haciéndoles ver, que su
autoridad y disciplina sobre ellos, no era para enseñorearse, sino para ayudarlos a
mantener su gozo en el Señor: “No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que
colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes”. (2 Corintios 1:24).
La sujeción a la autoridad, es el método de Dios y su hermosa voluntad, para traer salud y
balance a la vida del creyente. Todos los creyentes tendrán los beneficios de estar bajo
autoridad y cobertura espiritual, solamente, mientras se someten voluntariamente a la
autoridad del liderazgo espiritual establecido por Dios, si un creyente rechaza toda figura
de autoridad espiritual para su vida, tarde o temprano recibirá las consecuencias de su
rebelión. (Romanos 13:1-2).
Algunos creyentes equivocadamente piensan que la manifestación de los dones del Espíritu
es incontrolable, que cuando el Espíritu se mueve nos hace perder el control de nosotros
mismos, y que no podemos evitar su mover, como si el Espíritu nos dominara y obligara.
La Biblia no enseña esto. Es una contradicción que el Espíritu Santo primero nos de un
mandamiento para el orden (1 Corintios 14:40); y después impulse a los creyentes al
desorden. La Biblia dice: “Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues
Dios no es Dios de confusión, sino de paz”. (1 Corintios 14:32-33). “Y si no hay intérprete,
calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Y si algo le fuere revelado a otro que
estuviese sentado, calle el primero”. (1 Corintios 14:28 y 30). ¿Tendría algún caso el que
Pablo instruya a los creyentes a callar, si el Espíritu Santo hiciera que el creyente fuera
incapaz de controlarse? Claro que no. Ningún don está por encima del control y del
dominio del creyente. Todos los creyentes debemos aprender cómo usar y desarrollar
nuestros dones de una manera correcta, y esto debemos aprenderlo en la escuela de Dios,
que es la iglesia.
Todos los creyentes tenemos la responsabilidad de avivar nuestros dones. El apóstol San
Pablo le escribió a Timoteo referente a los dones que había recibido, y le dijo: “No descuides
el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del
presbiterio” (1Timoteo 4:14). San Pablo se dio cuenta que Timoteo probablemente por
ignorancia, falta de fe o temor, estaba descuidando el uso de sus dones guardándolos y no
usándolos. Desafortunadamente muchos creyentes, reciben dones espirituales, y en lugar
de ponerlos al servicio del Señor y de la iglesia, hacen lo que el hombre de la parábola de
los talentos, que por temor, descuidan, esconden y sepultan sus dones. “Porque el reino de
los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos, y les entregó sus
bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su
capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negocio con ellos,
y gano otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero
el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor” (Mateo
25:14-18). La Biblia dice que la razón que movió a este siervo para sepultar su talento, fue
el temor: “Por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra”. (Mateo 25:25)
Cuando el apóstol San Pablo le escribió a Timoteo la segunda carta, le vuelve a señalar la
importancia del uso de su don diciéndole: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del
don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te
avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las
aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”. (2 Timoteo 1: 6-8)
A la luz de este pasaje bíblico, podemos darnos cuenta que Timoteo seguía descuidando su
don espiritual, por la razón del temor, la cobardía y la vergüenza. Probablemente esto paso
con él, porque Timoteo era un pastor muy joven, y en la iglesia las ovejas no lo tomaban
muy en serio. El apóstol lo aconsejó diciéndola “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé
ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”. (1 Timoteo 4:12).
Todos nosotros debemos avivar y desarrollar nuestros dones, y ponerlos al servicio de Dios
y de la iglesia. Probablemente cometamos errores en el uso de ellos, pero este es el camino
que Dios ha establecido para crecer y desarrollar.
Dios nos llama a conocer la verdad porque la verdad nos hace libres. “Y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres”. (Juan 8:32). Cada uno de los principios que hemos
estudiado en las lecciones anteriores, nos ayudan a protegernos de las fábulas doctrinales
en relación con los dones. Hasta ahora hemos estudiado cinco principios que gobiernan los
dones. Veamos a continuación otros principios que gobiernan los dones espirituales.
Algunos creyentes equivocadamente piensan que un cristiano puede tener todos los dones
y ministerios. Este es un error doctrinal, porque la Biblia enseña que los creyentes somos
el cuerpo de Cristo. En un cuerpo hay diferentes miembros (riñones, pulmones, cerebro,
ojos, corazón, etc.); y cada uno de estos miembros del cuerpo, tienen una diferente función.
No es posible que un solo miembro de cuerpo pueda cumplir con la función o la tarea de
todos los demás miembros. Imagínese al ojo humano con todas las capacidades del cuerpo,
esto es, un ojo que oye, respira, come, habla, hace la digestión, camina, toca, piensa, etc.,
sabemos que esto es imposible, es una locura.
De la misma manera ningún creyente puede tener todos los dones, porque sería un
fenómeno, se perdería el espíritu de unidad, de cuerpo y de equipo. Sería tanto como si
Dios pusiera su llamamiento, sus dones y su ministerio para que gire alrededor de un solo
hombre. Si esto fuera así, el cuerpo de Cristo no tendría sentido, para que tener un cuerpo
con tantos miembros, si al final de cuentas un solo miembro puede hacer la tarea de todos.
La palabra de Dios es tan clara, que acaba con toda duda. Veamos que es lo que dice: “Pero
a cada uno le es dado la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste (hermano o
miembro) es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, (hermano o miembro) palabra
de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, (hermano o miembro) fe por el mismo Espíritu; y a
otro (hermano o miembro) dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro (hermano o
miembro) el hacer milagros; a otro, (hermano o miembro) profecía; a otro, (hermano o
miembro) discernimiento de espíritus; a otro, (hermano o miembro) diversos géneros de
lenguas; y a otro, (hermano o miembro) interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las
hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1
Corintios 12:7-11). Este pasaje bíblico no necesita explicación, se explica por sí solo.
El apóstol San Pablo al escribir la Epístola a los Romanos, volvió a tocar el tema de los
dones y señalo con claridad la relación entre dones, cuerpo y miembros: “Porque de la
manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la
misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros
los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es
dada”. (Romanos 12:4-6).
Cuando el apóstol Pedro habla de los dones, él dice: “Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros, (hermanos o miembros) como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno
ministra, ministre conforme al poder de Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1
Pedro 4:10-11). Claramente el apóstol Pedro señala, que la ministración a los otros
miembros del cuerpo, debe ser a través del don que cada uno ha recibido.
Cuando el apóstol San Pablo escribió la primera carta a los Corintios, les afirmó la
enseñanza del cuerpo y de los diferentes miembros. “Además, el cuerpo no es un solo
miembro, sino muchos. Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el
cuerpo, como el quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿Dónde estaría el cuerpo?
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la
mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies; No tengo necesidad de vosotros.
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1 Corintios
12:14, 18, 19, 20, 21,27).
La imposición de manos es un acto simbólico que consiste en poner las manos sobre una
persona para transmitir un don, poder, o bendición espiritual. En las sagradas escrituras
muchos pasajes están relacionados con la imposición de manos, sin embargo, lo que
deseamos enfatizar es la relación de los dones espirituales con la imposición de las manos.
En el nuevo testamento, la imposición de manos tiene que ver con la bendición espiritual.
El Señor Jesucristo utilizó este acto para bendecir a los enfermos y a los niños (Mateo 9:18;
Marcos 5:23; 6:5; 8:23,25; 10:16). La Biblia también nos habla de cómo en la iglesia
apostólica, la imposición de manos se usaba para orar por sanidad (Hechos 9:12,17).
También para la impartición del Espíritu Santo (Hechos 8:18,19; 19:6; Hebreos 6:2). La
iglesia apostólica también impartía dones espirituales a través de la imposición de manos
(1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6). En el nuevo testamento también encontramos la
imposición de manos, en el nombramiento de personas para un oficio o responsabilidad
espiritual (Hechos 6:6; 13:3; 1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6). Es importante hacer notar que
la Biblia nos da testimonio, de que el don del Espíritu se dio también sin la imposición de
manos (Hechos 10:44-48; 2:1-4). La razón es muy sencilla, Dios es soberano y actúa como
el quiere. Por otro lado, no hay un solo versículo en la Biblia que haga de la imposición de
manos, una ley o mandamiento que lo haga obligatorio. Con o sin imposición de manos,
Dios hace su voluntad.
Ciertamente en la imposición de manos hay unción y poder, por esta razón muchas
personas reciben una bendición espiritual, ante el toque de una autoridad ungida por Dios.
Algunos sanan, otros reciben algún don, o simplemente caen ante la presencia de Dios
(Juan 18:4-6; Hechos 9:3-6; Daniel 10:8-9). Cabe aclarar que la gente se cae, por el Señor,
ante el Señor y para el Señor, no se caen por ti, ni ante ti, ni para ti. Cualquier persona
que empuja a otros durante una ministración, para que se caigan, está falsificando el
mover de Dios, y lo que está buscando es su propia gloria y no la gloria de Dios (1saías
42:8). No empujes a la gente para que se caiga. Dios no necesita ayuda el puede solito.
LECCIÓN 7
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES 6ª. Parte
INTRODUCCIÓN
Tocante al tema de los dones, el apóstol San Pablo nos habla acerca de un don llamado
“Don de Profecía”. Este don significa, proclamar o predicar la palabra de Dios a otros, Y es
la habilidad sobrenatural de recibir mensajes de parte de Dios, ya sea por revelación
directa del Espíritu Santo hablando a nuestro espíritu, o por medio de las sagradas
escrituras, con el propósito de que se comunique a la iglesia. El apóstol San Pablo señalo a
través de sus epístolas, una serie de principios que gobiernan este don, veamos:
La Biblia dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación”. (1 Corintios
14:3). Dios usa el don de la profecía para edificar espiritualmente a la iglesia. La palabra
edificar significa: construir, cimentar, fabricar, elevar o levantar un edificio, obra o
proyecto. De la misma manera el don de la profecía al ser usado en la iglesia, ayuda a
construir y a cimentar la fe y la vida cristiana, elevándola en madurez y santidad.
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un
templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada
de dios en el Espíritu”. (Efesios 2:20-22). “Vosotros también, como piedras vivas, sed
edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. (1 Pedro 2:5).
La Biblia dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres.... para consolación”. (1 Corintios
14:3). Todos los creyentes conocemos lo que son las pruebas, los problemas, las
tribulaciones y el desaliento, pero Dios utiliza el don de profecía para dar el consuelo que
su pueblo necesita. Cuando el pueblo de Israel estaba pasando por tiempos de crisis, Dios
sentía compasión y daba consuelo profético a través de sus profetas. “Ciertamente
consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso,
y su soledad en huerto de Jehová; se hallara en alegría y gozo, alabanza y voces de canto”.
(1saías 51:3).
La Biblia dice: “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen”. (1 Corintios
14:29). Una de las tareas importantes del ministerio de la iglesia local, es el juzgar la
profecía. La razón es muy simple, la Biblia nos advierte de tres posibles fuentes de donde
procede una profecía: Puede venir del Espíritu Santo (2 Samuel 23:2-3; Hechos 13:2;
21:11). Puede venir del corazón humano del profeta (Deuteronomio 18:20-22; Jeremías
28:1-17; 1 Reyes 13:18). Pero también puede venir por medio de un espíritu inmundo de
adivinación, mentira y engaño (1 Reyes 22:1-8; Números 23 y 24 comparado con Josué
13:22).
Todo creyente que desee profetizar debe estar dispuesto a que su profecía sea juzgada (no
importa que tenga cincuenta años profetizando). La fidelidad y pureza de la profecía
depende del grado de entrega y consagración que el profeta tenga para con Dios. Mientras
exista la naturaleza humana, siempre habrá la posibilidad de la mezcla de lo divino con lo
humano, (recuerden la ilustración del vaso sucio y el agua electropura). Todo aquel profeta
que se oponga, se enoje o se rebele ante el hecho de que su profecía sea juzgada, no debe
profetizar a la iglesia. Si un creyente no está dispuesto a ser enseñado, corregido y
disciplinado en el ejercicio de sus dones, no debe ministrar en los dones.
APLICACIÓN: Majestuoso Dios, dame la gracia de hacer un buen uso de
los dones que TÚ me has dado, ayúdame a se humilde y enseñable en el
nombre de Jesús. AMEN.
LECCIÓN 8
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES 7ª. Parte
INTRODUCCIÓN
En la lección anterior comenzamos a estudiar, una serie de principios que gobiernan del
don de profecía. Todos los dones de revelación requieren de una instrucción y vigilancia
continua, para evitar errores y extremos en los que fácilmente se puede caer por la mucha
ignorancia que existe. Los dones de revelación son dones muy frágiles y delicados, que
requieren no solo de vigilancia, sino también de un fundamento bíblico sólido. Veamos
algunos nuevos principios que nos ayuden a darle fundamento al uso del don de profecía.
Cuando el apóstol San Pablo escribió la primera epístola a los Tesalonicenses, él hizo un
exhorto claro y directo para los creyentes de la iglesia de Tesalónica. Este exhorto fue un
llamado de atención, porque en la congregación comenzaron a menospreciar las profecías
que eran dadas por lo profetas. San Pablo les dijo. “No apaguéis al Espíritu. No
menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno”. (1 Tesalonicenses 5:19-21).
Es muy probable que los profetas que había en la iglesia de Tesalónica, no eran muy
confiables en su profecía. Tal vez los profetas se equivocaron al dar alguna profecía, de tal
manera que la iglesia les perdió la confianza, y comenzaron a menospreciar las profecías
dadas por los profetas. Al hacer esto, la iglesia estaba apagando al Espíritu Santo, y
menospreciando la revelación. Por esto Pablo les dijo, que lo que deberían de hacer con la
profecía, era examinar toda la revelación profética y retener solo lo que fuera bueno de ella.
La razón de esta instrucción es muy simple, lo que Pablo les quería decir era lo siguiente:
Señores, un profeta es un ser humano, que se puede equivocar al dar una revelación. Pero
el hecho de que se equivoque, no significa que sea un profeta falso. Esta es la razón por la
cual deben examinarlo todo y retener lo bueno. Un ejemplo bíblico de como un profeta se
puede equivocar, lo vemos con el profeta Agabo. El dio una profecía con respecto al apóstol
Pablo diciendo: “Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de
quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles”. (Hechos 21:11). Al leer todo el
capítulo, podemos darnos cuenta que la profecía de Agabo se cumplió completamente con
una pequeña diferencia. Agabo profetizó que los judíos eran los que iban a atar a Pablo,
pero al cumplirse la profecía los que ataron a Pablo fueron los romanos y no los judíos.
“Entonces llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas”. (Hechos 21:33).
Esta pequeña diferencia entre lo que profetizo Agabo y lo que finalmente sucedió, no nos
autoriza a dudar o menospreciar la profecía o al profeta, o a afirmar que Agabo era un
profeta falso. No podemos llamar a un hermano “Falso Profeta” simplemente porque
profetizó algo que no fuera exacto. Podemos decir que habló una palabra incompleta,
inadecuada o incorrecta, pero no que la persona sea falsa, pues este juicio le descalificaría
como profeta de Dios. Todos los profetas verdaderos de Dios, son terrenales, humanos,
débiles y falibles. No hay un solo profeta que sea infalible, el único es Jesucristo. No
importa cuantos años tenga un profeta en el ministerio, ningún profeta puede alcanzar la
posición de infalible. Solo Dios es infalible. Por esta razón la profecía debe ser juzgada y
examinada. No solo los profetas se pueden equivocar malinterpretando la revelación de
Dios. Todos los cristianos con cualquier don o ministerio podemos fallar al ministrar. Yo
me he equivocado muchas veces en el ejercicio de mis dones al ministrar a otros. La
sabiduría y madurez en el uso de los dones, es un proceso que se va logrando a través de la
consagración, el conocimiento, pero también por la experiencia que se adquiere a la luz del
tiempo, la práctica y de muchos errores que se cometen.
LA PROFECÍA ES PARCIAL
Esta es una profecía condicional. Dios le había profetizado a la familia de Elí, que serían
sacerdotes perpetuamente. Pero, al rebelarse contra Dios, Dios les quitó el sacerdocio a Elí
y a su descendencia, y lo entrego nuevamente a la descendencia de Eleazar. Dios permitió
que la descendencia de Eli desarrollara el sacerdocio 150 años más. Pero en el tiempo del
rey Salomón, el sumo sacerdote Abiatar fue destituido y echado del sacerdocio, por
rebelarse contra el reinado de Salomón, al apoyar a Adonías para usurpar el trono de David
que había dado a Salomón (1 Reyes 1:5-7). La Biblia dice que al ser destituido Abiatar, se
cumplió la palabra de Dios que le había dado a Elí. (1 Reyes 2:26-27). Al ser destituido
Abiatar, Dios le entregó el Sumo Sacerdocio a Sadoc, descendiente de Eleazar. (1 Reyes
2:27,35; 1 Crónicas 24:31; 29:22). Nótese, que en la profecía que Dios le dio a Elí, le dijo:
“Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le
edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días”. (1 Samuel 2:35). Esta
profecía describe perfectamente a Sadoc el sacerdote. El fue un hombre fiel a Dios y al
reinado de David y Salomón.
Dios puede posponer el tiempo del cumplimiento de una profecía incondicional, de acuerdo
a ciertas circunstancias que tengan que ver con el hombre, pero no pueden ser revocadas o
canceladas bajo ningún aspecto. Un ejemplo de esto lo encontramos en los tiempos del rey
Josías. Cuando él supo del pecado del pueblo y del castigo y juicio que Dios había
profetizado contra ellos, Josías lloró y se humilló en arrepentimiento (2 Reyes 22:3-19).
Dios pospuso el tiempo del juicio al ver el quebrantamiento de Josías (2 Reyes 22:20), lo
pospuso, pero no lo revocó. Lo mismo se puede decir de la cuidad de Nínive en los tiempos
de Jonás, la cual no fue destruida por causa del arrepentimiento del pueblo (Jonás 1-4).
Pero 1000 años más tarde, Nínive fue destruida por los babilonios, esitas y medos en la
año 612 a.C. (Nahum 2:13; 3:1-19; Sofonías 2:13-15).
LECCIÓN 10
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES 9ª. Parte
INTRODUCCIÓN
Cuando en las sagradas escrituras se nos habla acerca de la profecía, podemos darnos
cuenta de los diferentes métodos o caminos que Dios usó para dar a conocer su revelación
profética. Por ejemplo, la Biblia nos habla de la profecía hablada; la profecía actuada o
dramatizada; la profecía vista o soñada; la profecía angelical. Veamos ahora estos
diferentes tipos de profecía.
LA PROFECÍA HABLADA
De todos los tipos de profecía, este es el más común. La profecía hablada consiste, en
recibir alguna revelación de parte de Dios, la cual, es comunicada al pueblo en forma
hablada y en su propio idioma. La profecía hablada puede venir directamente, esto es: del
Espíritu Santo hablando al espíritu del profeta, el cual comunica lo que el Espíritu Santo le
está diciendo a su corazón y espíritu. También puede venir por la manifestación del don de
lenguas acompañado con el don de interpretación. En las Sagradas Escrituras hay muchos
ejemplos de este tipo de profecía. Veamos algunos ejemplos: Cuando los amonitas y
moabitas se levantaron en guerra contra Josafat rey de Judá. La Biblia dice que Josafat
pregonó ayuno por todo Judá, y en medio de la reunión del pueblo vino el Espíritu Santo
sobre Jahaziel, el cual profetizó diciendo: “Oíd Judá todo, y vosotros moradores de
Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta
multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios…No habrá para que peleéis
vosotros. Oh Judá y Jesuralén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque
Jehová estará con vosotros”. (2 Crónicas 20:1, 3, 13-17). Otros ejemplos de este tipo de
profecía los encontramos en los siguientes pasajes (2 Samuel 12:7-15; 2 Reyes 4:11-17;
Lucas 2:34; Hechos 20:22-23; 1 Corintios 14:5,13 ,27 ,28).
En cuanto a recibir revelación profética en sueños, la palabra de Dios también nos habla
de ello: “Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende. Por
sueño, en visión nocturna. Cuando el sueño cae sobre los hombres. Cuando se adormecen
sobre el lecho. Entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo” . (Job 33:14-
16). “Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos…y él les dijo: Oíd ahora este sueño
que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo
se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al
mío”. (Génesis 37:5-11). Otros ejemplos bíblicos de la revelación en sueños, los
encontramos en los siguientes pasajes: (Mateo 2:10-12; Génesis 28:10-16; Daniel 7:1-28)
LA PROFECÍA ESCRITA
Otro tipo de profecía por medio de la cual Dios habla a su pueblo, es la profecía escrita. La
Biblia entera, es un ejemplo de la profecía escrita de Dios. “Entendiendo primero esto, que
ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue
traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo”. (2 Pedro 1:20-21). “Cuando le vi, caí como muerto a sus
pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último, y el
que vive por lo siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Escribe
las cosas que has visto, y las que son, y las que han de se después de estas” . (Apocalipsis
1:17-19). “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en
adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen.” (Apocalipsis 14:13). “Entonces de su presencia
fue enviada la mano que trazó esta escritura. Y la escritura que trazó es: Mene Mene, Tekel,
Uparsin. Y esta es la interpretación del asunto: Mene: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin.
Tekel: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. Peres: Tu reino ha sido roto, y dado
a los medos y a los persas.”. (Daniel 5:24-48; 7:1).
APLICACIÓN: Dios de toda revelación, te alabo y te bendigo, y te doy
gracias, por cada uno de los caminos que Tú utilizas para revelarte a
nosotros. Ayúdame a ser sensible para oír tu voz, en el nombre de
Jesús. AMEN
LECCIÓN 11
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES 10ª. Parte
INTRODUCCIÓN
El don de profecía, es uno de los dones más ricos, y más útiles para la vida de la iglesia,
por eso la Biblia dice: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo
que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues
nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los
hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña a sí
mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia”. (1 Corintios 14:1-4). Enfatizando
la importancia de la profecía, Salomón el gran rey sabio, dijo lo siguiente: “Sin profecía el
pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado”. (Proverbios 29:18). Lo
que Salomón quería decir, es: Si no hay revelación o visión profética para el pueblo,
entonces este caerá en disolución, relajamiento, desenfreno y desorden, simplemente
porque al no haber dirección, cada quien hace lo que bien le parece. (Jueces 21:25). Pero
Salomón añadió mas diciendo: “Mas el que guarda la ley es bienaventurado”. Esto significa
que si el pueblo recibe y obedece la revelación de Dios, entonces ese pueblo será dichoso.
En la lección anterior señalamos, que existen diferentes métodos o caminos que Dios usó
para dar a conocer su revelación profética. Hablamos de la profecía hablada, la profecía
actuada o dramatizada, y la profecía vista o soñada. Ahora hablaremos de la profecía
cantada y la profecía angelical.
LA PROFECÍA CANTADA
Existe dentro del ministerio profético, un tipo de profecía conocida como “Cántico Profético”
o “Cántico Espiritual”. Este tipo de profecía no es otra cosa, mas que la revelación profética
de Dios, dada al pueblo a través del canto. El que profetiza en vez de hablar, canta la
revelación que Dios lo ha dado. En este tipo de revelación, la profecía cantada puede ser
acompañada con instrumentos musicales, ya que la música ungida fortalece y vivifica la
revelación profética. La Biblia dice que el rey Josafat, necesitaba una palabra profética de
parte de Dios que le diera dirección, por lo cual le trajeron al profeta Eliseo. El profeta pidió
que le trajeran a un músico o tañedor, para que al tocar su instrumento se produjera la
atmósfera en la que podría profetizar. “Más ahora traedme un tañedor. Y mientras el
tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo”. (2 Reyes 3:15).
LA PROFECÍA ANGELICAL
LECCIÓN 12
PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LOS DONES 11ª. Parte
INTRODUCCIÓN
Hemos señalado durante este nivel seis, la importancia de una serie de principios que
gobiernan los dones espirituales. Cada uno de estos principios son para alentarnos,
abrirnos los ojos, y librarnos de errores y extremos en el ejercicio de los dones. Al llegar a la
última lección de este nivel, consideramos de gran importancia tocar algunos principios
relacionados con el descubrimiento de los dones espirituales.
Hay una serie de pasos que nos pueden ayudar a descubrir los dones espirituales o
ministeriales, que Dios nos ha dado:
1.- Ora a Dios pidiendo guianza. Es muy importante que hagamos un motivo especial de
oración, para pedir a Dios su ayuda. Si hay alguien que se interese para que tú y yo
conozcamos nuestros dones, es Dios mismo. Pide en oración que te ayude a descubrir lo
que él te ha dado. Recuerda que la Biblia dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.”. (Mateo 7:7). “Más el Consolador, el Espíritu Santo…él os enseñará
todas las cosas”. (Juan 14:26; 16:13).
2.- Procura estudiar y conocer acerca de los dones. Todo creyente que desea conocer, tiene
que estudiar. Lee, investiga, pregunta, consulta; en la Biblia, en libros; acércate a
hermanos maduros, espirituales y con experiencia en el uso de sus dones. A dios no le
gusta la ignorancia, la Biblia dice: “Mi pueblo fue llevado cautivo porque no tuvo
conocimiento”. (Isaías 5:13). “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”. (Óseas
4:6). “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”. (Juan 8:32). “No quiero,
hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales.”. (1 Corintios 12:1).
3.- Haga una lista de los dones que usted cree tener. Examínese a sí mismo,
preguntándose cuales han sido las diversas maneras como Dios lo ha usado. Procure hacer
una lista de aquellos dones o ministerios que usted cree tener. Esto no lo podrá hacer, si
no tiene un conocimiento y entendimiento acerca de los dones y su funcionamiento. No
podemos pasar al paso tres, sin dominar el dos, que nos habla acerca del conocimiento.
4.- Explore sus posibilidades a través de la prueba de los dones. Hay una prueba diseñada
a través de preguntas, con respuestas de selección múltiple, que nos pueden ayudar a
descubrir algunos de los dones o ministerios que Dios nos ha dado. Aunque ciertamente el
resultado de la prueba no es cien por ciento exacta, sin embargo es una herramienta útil
que nos da alguna luz, que probablemente antes no teníamos. Al tener los resultados de la
prueba, es importante comparar la lista de dones que elaboramos en el paso anterior, con
la lista de dones que nos dios como fruto la prueba de los dones. Al hacer la comparación,
subraye los dones o ministerios que se repitan en ambas listas. Esto le ayudará a
confirmar los dones que probablemente Dios le ha dado.
5.- Busque la confirmación del cuerpo de Cristo. Es muy importante recordar que la Biblia
enseña que los creyentes en Jesucristo, somos la iglesia, y que la iglesia es el cuerpo de
Cristo. Como cuerpo de Cristo, cada creyente es un miembro que tiene que cumplir una
función diferente a la de los demás. “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos
miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos,
somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo
diferentes dones, según la gracia nos es dada”. (Romanos 12:4-6).
Acércate a hermanos en Cristo que te conozcan, y pregúntales si han observado algún don
o ministerio que ellos consideren que Dios te ha dado. De la respuesta que recibas del
cuerpo de Cristo, vuelve a comprar con tus dos listas anteriores. Esto te ayudará también
para confirmar tus dones.
6.- Trata de ejercer los dones. A estas alturas ya hemos elaborado tres listas de dones y
ministerios, que nos pueden ayudar a descubrir nuestros dones. El paso que sigue,
consiste en poner a trabajar cada uno de esos dones que son comunes en las tres listas.
Después de experimentar con cada uno de ellos, procura evaluar sus resultados. Por
ejemplo: Si tú crees que Dios te ha dado el don de sanidades, ejerce el don orando por los
enfermos. Si al evaluar los resultados, te das cuenta que ninguna persona por la que oraste
recibió sanidad, probablemente no tengas este don. De ser así, enfócate en el ejercicio de
otro don, con paciencia y sin desesperarte.