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VIDA DE GRANDES YOGUIS

1. SRI RAMAKRISHNA

2. BHAGAVAN SRI RAMANA MAHARSHI

3. SRI SWAMI SIVANANDA

SRI RAMAKRISHNA
Su vida

Sri Ramakrishna nació de padres brahmines pobres, el 18 de febrero de 1835, en una de las lejanas
aldeas de Bengala. El padre y la madre eran muy ortodoxos. Eran también muy pobres; no obstante, muchas
veces la madre sufría hambre un día entero por ayudar a un pobre. De ellos nació este niño, muy peculiar
desde su misma infancia. Su padre murió siendo él muy joven, y entonces fue enviado a la escuela. Tenía un
hermano mayor, erudito profesor, con el cual hizo sus estudios. Al poco tiempo el muchacho se convenció de
que el objetivo de toda la instrucción escolar era sólo el del progreso material, y decidió abandonar el estudio
y dedicarse a la obtención del conocimiento espiritual. Ante la ausencia del padre, y siendo la familia tan
pobre, el muchacho tuvo que ganarse la vida. Se fue a un lugar cerca de Calcuta y se hizo sacerdote de un
templo.
En el templo había una imagen de la Bienaventurada Madre. El muchacho tenía que dirigir el culto
matinal y el vespertino; poco a poco invadió su mente esta única idea: "¿ Existe algo detrás de esta imagen?
¿ Es verdad que hay en el universo una Madre de Bienaventuranza? ¿Es verdad que Ella vive, y que guía a
este universo, o es todo un sueño? ¿Hay alguna realidad en la religión?". Esta idea se apoderó del muchacho,
y su vida entera quedó concentrada en ella. Día tras día decía llorando: "Madre, ¿es verdad que existes, o es
todo poesía?".
Ese pensamiento se hizo dominante, hasta que fue incapaz de pensar en otra cosa. Ya no podía
dirigir el culto apropiadamente; ya no podía atender a todos los detalles con minuciosidad. Con frecuencia se
olvidaba de poner la ofrenda de comida ante la imagen, a veces se olvidaba
de hacer oscilar la luz, y otras veces se pasaba todo el día moviéndola,
olvidándose de todo lo demás. Por fin, se le hizo imposible servir en el
templo. Lo abandonó y se interno en un pequeño bosque que estaba cerca y
allí vivió. Acerca de esta parte de su vida, él me ha dicho muchas veces que
no podía decir cuando salía el sol ni cuando se ponía, ni como vivió. Perdió
todo pensamiento de sí mismo y se olvidó de comer. Durante ese período
estuvo amorosamente vigilado por un pariente, quien ponía el alimento en
su boca, y él lo tragaba mecánicamente.
Días y noches transcurrían así para el muchacho. Hacia el
anochecer, el toque de campanas de los templos llegaba al bosque; las
campanas y las voces de personas cantando entristecían al muchacho, quien
llorando exclamaba: "Un día se ha ido en vano, Madre, y Tú no has venido;
otro día de esta corta vida se ha ido y yo no he conocido la verdad".
Esta divina locura se apoderó del muchacho. En aquel tiempo no
tenía Gurú, nadie que le aconsejase; todo el mundo creía que estaba loco.
Así pasaron días, semanas, meses, en continua lucha del alma para llegar a la verdad. El muchacho empezó
a tener visiones, a ver cosas maravillosas; los secretos de su naturaleza empezaron a abrirse para él. Los
velos iban desapareciendo. La Madre misma se convirtió en su Gurú, e inició al muchacho en la verdad que
buscaba. En esta oportunidad llegó al lugar una mujer; hermosa, erudita más allá de toda comparación. Sri
Ramakrishna decía de ella que no era erudita: era la encarnación misma de la sabiduría. Vino ella, y al tener
noticias del muchacho del bosque, se ofreció para ir a verlo, y su ayuda fue la primera que él recibió. De
inmediato comprendió cual era la dificultad, y le dijo: " Hijo mío, bendito es el hombre a quien llega tal
locura. El universo entero está loco: unos por riqueza, otros por placeres, algunos por fama, y otros por
cientos de otras cosas. Bendito es el hombre que está loco por buscar a Dios. Estos últimos son muy pocos".
Esta mujer permaneció cerca del muchacho durante años; le enseñó las formas de religión de India; lo inició
en las diferentes prácticas de yoga, y encausó aquel tremendo torrente de espiritualidad.
Más tarde fue al mismo bosque un sanyasin. Monje mendicante y filósofo, vivía continuamente al aire
libre. Este hombre empezó a enseñar al muchacho la filosofía de los Vedas, y muy pronto descubrió, con
sorpresa, que en ciertos aspectos el discípulo sabía más que el maestro. Estuvo varios meses con el
muchacho, y, después de iniciarlo en la orden de los sanyasines, partió.
Los parientes creyeron que podrían curar su locura casándolo. En realidad, como es tradición en
India, el muchacho ya estaba comprometido: a los dieciocho lo habían "casado" con una niña de cinco años.
Cuando fue mayor, la muchacha oyó que su marido se había convertido en un entusiasta religioso, a quien
algunos hasta consideraban loco. Decidió averiguar la verdad por sí misma; se puso en camino y llegó al
lugar de residencia de su esposo. Cuando estuvo en su presencia, él la reconoció enseguida, se postró a sus
pies y le dijo: "He aprendido a considerar a toda mujer como la Madre; pero yo estoy a tu servicio". La
doncella era pura y noble, y fue capaz de comprender las aspiraciones de su esposo y simpatizó con ellas. De
inmediato le dijo que no deseaba arrastrarlo a la vida mundana sino estar cerca suyo, servirle y aprender de
él. Así se convirtió en una de sus más devotas discípulas, reverenciándolo siempre como un ser divino. De
manera que, gracias al consentimiento de su esposa, desapareció la última barrera y pudo libremente llevar
la vida que había elegido.
Inmediatamente después, el deseo que se apoderó del alma de este hombre fue conocer la
verdad acerca de las diversas religiones. Hasta entonces no había conocido más religión que la propia, así
que buscó maestros de las otras religiones. Conoció a un santo mahometano y fue a vivir con él; se sometió
a las disciplinas que éste le prescribió, y descubrió que una vez cumplidas fielmente, tales disciplinas
devocionales le condujeron a la misma meta que él ya había alcanzado. Una experiencia similar le deparó la
verdadera religión de Jesús. De esta manera, por propia experiencia, se dio cuenta de que todas las
religiones son una misma, que es lo mismo lo que se enseña en todas ellas; que la diferencia estriba en el
método y en el lenguaje, pero coinciden plenamente en la finalidad.
Luego llegó a la conclusión de que para ser perfecto se ha de abandonar la idea de sexo, porque el
alma no tiene sexo, el alma no es masculina ni femenina. Su disciplina lo llevó más allá de la idea del sexo, y
renovó completamente su visión de la vida. Este hombre adoraba a la mujer porque veía en ella el rostro de
la Bienaventurada Madre, y nada más que a Ella. Muchas veces, frente a mujeres despreciadas por la
sociedad, él se postraba diciendo: "Madre, en una forma Tú estás en la calle, en otra forma Tú eres el
universo. Yo te saludo, Madre, yo te saludo."
Este hombre era la suprema pureza; todas las luchas que tenemos en nuestras vidas habían
terminado para él. Las gemas de espiritualidad, duramente ganadas, estaban ya en condiciones de ser
entregadas a la Humanidad, y entonces principió su misión. Sus enseñanzas y predicaciones eran peculiares
pues nunca asumía la posición de Maestro. En este hombre estaba el Maestro, pero él no tenía la menor idea
de ser Maestro; decía que era la Divina Madre quien lo hacía todo, no él. Siempre decía: "Si algo bueno sale
de mis labios, es la Madre que habla; ¿qué tengo que ver yo con eso?" Esta fue su única idea con respecto a
su obra, y hasta el día de su muerte no la abandonó. Su principió era: "Primero formar el carácter y
conquistar a la espiritualidad; luego los resultados vendrán por sí mismos". Durante años he vivido con tal
hombre, pero jamás oí de sus labios una palabra de condenación contra secta alguna. Tenía la misma
simpatía para todas, había descubierto la armonía entre ellas. No condenaba a nadie, sino que veía lo bueno
de todos.
La primera porción de su vida la dedicó Sri Ramakrishna a adquirir espiritualidad, y el resto de sus
años, a distribuirla. Las gentes acudían por miles a ver este hombre maravilloso, a oírlo hablar con palabras
potentes y llenas de luz. Él hablaba veinte de las veinticuatro horas del día, durante meses y meses. Su
cuerpo comenzó a agotarse por la tensión requerida; su intenso amor por el género humano no le permitía
negar su ayuda ni al más humilde de los miles que se la pedían. Gradualmente se desarrolló una dolencia
laríngea mortal; no obstante, no se le pudo persuadir de que se abstuviera de tales esfuerzos. Tan pronto
como se enteraba de que la gente pedía verlo, insistía en que se le diera entrada y contestaba a todas sus
preguntas; no había descanso para él. Cierta vez alguien le suplicó: "Señor, usted es un gran yogui; ¿por qué
no pone su mente un poco en su cuerpo y cura su enfermedad?". Al principio no contestó, pero al serle
repetida la súplica dijo gentilmente: " Mi amigo, pensaba que eras sabio, pero hablas como otros hombres
del mundo. Esa mente ha sido entregada al Señor; ¿pretendes que debo recuperarla y la ponga en el cuerpo
que no es sino una mera jaula del alma?".
Así continuó predicando al pueblo. Cuando la gente supo que era probable que este santo hombre
los dejara pronto, acudieron a él más que antes, y el Maestro continuó enseñándoles, sin la menor
consideración por su salud. Muchas personas venían desde largas distancias, y él no descansaba hasta que
había contestado todas sus preguntas. "Mientras pueda hablas, debo enseñarles", decía, y cumplía su
palabra. Una mañana nos dijo que ese día iba abandonar su cuerpo; repitiendo la palabra más sagrada de
los Veda, entró en samadhi, y así se fue.

Su enseñanza

Todas las encarnaciones, sin excepción, han predicado la renunciación. Sri Ramakrishna precisó su
prédica sobre este punto con la frase: Kamini Kanchana Tyaga, o el renunciamiento al sexo y oro. El vio que
cada vez la gente se hunde más en el abismo de la ignorancia por estar demasiada apegada al sexo y al oro,
lo cual no sólo sostiene la individualidad del hombre, sino que lo mantiene en el plano más superficial del
cuerpo, y lo desvía, gradualmente, hacía la más baja animalidad. Atado a Kamini Kanchana, el hombre olvida
que es el Ser, siempre libre, soberano, dichoso e inmortal.
Realizando la suprema y única Verdad, practicando todas las religiones, Sri Ramakrishna predicó:
"Las diferentes religiones son los distintos senderos que conducen al hombre al Único Dios, que tiene mil
nombres y mil formas; que es impersonal como el principio de la Verdad y el Amor; es inmanente en todo; se
manifiesta en todos los seres y objetos del universo; en su aspecto trascendental es inefable, eterno, lo Uno
sin segundo."
"Hijos míos, Dios oye todo; su oído percibe hasta las pisadas de las hormigas; llamadlo con fervor, os
lo juro que Él vendrá para salvaros".

1. El hombre y el mundo

El hombre

El hombre nace en este mundo con dos tendencias: vidya, que es la tendencia a buscar el sendero de la
liberación, y avidya, que es la inclinación a la mundalidad y la
esclavitud. Cuando nacen, ambas tendencias están, por así decirlo, en
equilibrio. El mundo pone sus goces y placeres en un platillo, y el
Espíritu su atracción en el otro. Si la mente elige el mundo, el platillo
de avidya se torna pesado y el hombre es atraído hacia la tierra; pero
si elige el Espíritu, el platillo de vidya se hace más pesado y lo eleva
hacia Dios.

Primero gana a Dios y luego las riquezas; pero no trates de hacer


lo contrario. Si después de adquirir la espiritualidad, vives en el
mundo, nunca perderás tu paz mental.

Dios es para el hombre lo que el imán es para el hierro. ¿Por qué,


entonces, Dios no atrae al hombre? El hierro que está cubierto de
lodo no es atraído por el imán; del mismo modo, el hombre sumergido
en la maya (ignorancia) no siente atracción por el Señor. Pero, si se quita el barro con agua, el hierro
queda en libertad de movimiento. Igualmente, cuando por las constantes lágrimas de la oración y el
arrepentimiento, el alma se lava del lodo de la maya que la tiene adherida al mundo, enseguida el Señor
la atrae hacia Él.

Un pescador echó su red al río y tuvo buena pesca. Algunos de los peces permanecían calmos e
inmóviles, sin hacer intento alguno por salir de la red: Otros luchaban y saltaban sin poder zafarse; pero
unos pocos lograban de un modo u otro salir de la red. Así también, en el mundo los hombres son de
tres clases: los que están atados y nunca luchan para liberarse; los que luchan para ser libres y los que
ya han alcanzado la liberación.
Lujuria y oro

La mente apegada a la "lujuria y codicia" (" mujer y oro") es como la nuez del betel verde. Mientras está
verde, la pepita permanece adherida a la cáscara, pero, cuando se seca, se separa, y así se sacude, se
mueve dentro. Así también, cuando la atracción por la "lujuria y oro" se seca, el alma se la percibe como
algo completamente distinto del cuerpo. (Sri Ramakrishna, con "mujer" quería significar "carnalidad", y con
"oro" el afán de acumular riqueza, y la codicia que mueve toda idea de posesión de los objetos que nos
atraen en el mundo).

Es verdaderamente sabio el hombre para quien el dinero es tan sólo un sirviente.

Egoísmo

Hay dos tipos de egos, uno maduro y otro no maduro. "Nada es mío, todo lo que veo, siento o escucho,
y hasta este cuerpo no son míos; yo soy siempre libre, eterno y omnisciente"; tales ideas surgen del ego
maduro. En cambio, el ego no maduro piensa: "Esta es mi casa, este es mi hijo, esta es mi esposa y este es
mi cuerpo".

Es dañino el "yo" que hace mundano al hombre y apegado a la lujuria y a la riqueza. El alma
individual y el Ser Universal están separados debido a ese "yo" que se interpone entre ambos.

Si encuentras imposible suprimir la conciencia de "yo", entonces conviértelo en "yo servidor". No hay
motivo para temer al ego que piensa constantemente; "Soy el servidor de Dios; soy Su devoto; soy Su hijo".
El café altera; el café de malta, no. El "yo servidor", el "yo" de un devoto, y el "yo" de un hijo, cada uno de
estos, es como una línea trazada con un palo en la superficie del agua: No dura mucho tiempo.

Como un trozo de soga, una vez quemado, conserva su forma pero no sirve para atar, así es el ego que
ha sido quemado en el fuego del Supremo Conocimiento.

La esclavitud de saber libresco

Sólo aquel conocimiento que purifica la mente y el corazón es verdadero Conocimiento; lo demás es
negación del Conocimiento.

El mismo término que en sánscrito significa "escritura sagrada", tiene otra acepción: nudo. Si uno no
lee las escrituras con el intenso deseo de conocer la verdad y renunciar a toda vanidad, la mera lectura de
los libros sólo da lugar a la pedantería, presunción, egoísmo, etc., que son como un fardo que pesa sobre la
mente del hombre sujeto por otros tantos nudos.

Muchos piensan que el conocimiento de Dios sólo puede obtenerse mediante el estudio de los libros.
Pero, mejor que leer es oír, y mejor que oír es ver y realizar. Oír la verdad de los labios del preceptor causa
más impresión que la mera lectura de los libros; pero, el ver, causa la más grande impresión de todas.

La abeja revolotea zumbando hasta tanto no posa sobre la flor y liba la dulzura de la miel que hay en
ella. Pero, una vez dentro de la flor, gusta del néctar silenciosamente. Mientras el hombre disputa sobre
doctrinas y dogmas, demuestra que no ha probado el néctar de la verdadera fe. Una vez que lo prueba se
torna silencioso.

Acerca de los maestros

Cuando una flor se abre y la brisa esparce su perfume, las abejas acuden sin ser llamadas. Del
mismo modo, cuando un hombre se torna puro y perfecto y la dulce influencia de su carácter se esparce por
todas partes, todos los que buscan la Verdad se sienten naturalmente atraídos por él. No necesita ir en busca
de oyentes.
Uno debe alcanzar a Dios por la devoción o por cualquier otro medio, y luego, si recibe Su palabra,
podrá predicar en todas partes. Sólo después de recibir el poder y fuerza de Dios, podrás asumir la
responsabilidad y deberes de un predicador.

Los hombres de mente mundana

A un mal espíritu se le exorciza tirando al poseso semillas de mostaza encantadas; pero, si el mal
espíritu entra en la semillas mismas, ¿de qué sirve tirárselas al poseso? Si el corazón con que debes
contemplar la divinidad está manchado con pensamientos impuros, ¿cómo puedes tener éxito en tus
prácticas devocionales con un instrumento tan corrompido?

Un hombre mundano puede estar dotado de la inteligencia y conocimiento


de un gnani; puede hacer las mismas prácticas que un yogui y someterse a las
mismas austeridades que un asceta; pero todos sus esfuerzos son vanos, porque
sus energías están mal dirigidas y todo lo hace buscando fama y riquezas, y no
por amor a Dios.

Si a una porción de leche se le mezcla doble cantidad de agua, se requiere


mucho tiempo y trabajo para condensarla. El hombre mundano tiene adulterada
la mente con el agua sucia de los pensamientos impuros, por eso debe trabajar
duramente por largo tiempo para purificarla y darle la característica consistencia y
fuerza del corazón de un devoto.

2. El progreso del hombre

Aspirantes e ideales

A un bambú tierno se le puede doblar fácilmente, en cambio, un bambú ya muy crecido se rompe si
uno intenta torcerlo por la fuerza. Es fácil inclinar un corazón joven hacia Dios, pero el corazón de un anciano
que no haya tenido entrenamiento, se escapa al control cada vez que se le quiere dirigir hacia Dios.

El pedernal no pierde su fuego interno aunque esté sumergido en el agua durante miles de años. En
cuanto se lo raspe con un pedazo de hierro brotarán las chispas. El verdadero devoto es así de firme en su
fe. Puede estar rodeado por todas las impurezas del mundo, sin embargo, nunca pierde su fe y amor a Dios.
Al sólo escuchar el "nombre del Señor", su corazón se enciende de entusiasta devoción.

Una locomotora arrastra fácilmente el convoy con todos sus vagones cargados. Del mismo modo, los
amados hijos de Dios, firmes en su fe y devoción, enfrentan con entereza todas las dificultades de la vida,
llevando al mismo tiempo, a muchos otros a pies de Dios.

El agua de los torrentes forma, en algunos lugares de su lecho, remolinos y remansos, pero luego
reanudo libremente su rápido curso. Del mismo modo, el corazón del devoto, de vez en cuando, es presa del
torbellino de la desesperación, el pesar y la falta de fe; pero eso es tan sólo un extravío momentáneo y de
corta duración.

¿Qué debes hacer mientras estás en el mundo? Ofrece todo a Dios, entrégate a Él y no tendrás más
de qué afligirte. Más tarde, llegarás a saber que todas las cosas se hacen por SU voluntad.

Cuando las circunstancias te obliguen a ir a un lugar en donde hay tentaciones, lleva contigo el
recuerdo de la Divina Madre. Ella te protegerá de todos los males, hasta de los que están ocultos en tu
propio corazón. La presencia de la Madre te hará alejar avergonzado de toda mala acción o pensamiento.

Bienaventurado es el hombre en el cual todas las cualidades de la cabeza y el corazón están


completamente desarrolladas y en armonía. Un hombre así, se comporta admirablemente en cualquier
posición que se encuentre. Está siempre lleno de sincera fe y amor por su Dios; sin embargo, sus tratos con
los demás no dejan nada que desear. Cuando tiene que atender a los asuntos mundanos, es un acabado
hombre de negocios. En las asambleas de los eruditos, se destaca como un hombre de conocimiento
superior, y en los debates, demuestra gran poder de raciocinio. Es afectuoso y obediente para con sus
padres; es suave y amable para con sus parientes y amigos; es gentil y lleno de simpatía para con sus
vecinos, siempre dispuesto a hacerles bien y para su esposa es el dios del amor. Un hombre así es
verdaderamente perfecto.

Algunas ayudas en la vida espiritual

Para que brote un grano de arroz, el germen es la parte esencial, considerándose que la cáscara no
tiene importancia. Sin embargo, si se siembra arroz descascarado, no germina. Para que nazca y se convierta
en planta, se debe sembrar el grano entero. Luego cosecharlo, si se desea comer el arroz puro y blanco, se
le saca la cáscara. Del mismo modo, los ritos y las ceremonias son necesarios para el desarrollo y
perpetuación de una religión. Son los receptáculos que contienen las semillas de la verdad y por lo tanto,
deben ser practicados hasta que se alcance la Verdad central que hay en ellos.

Si vemos un abogado, naturalmente pensamos en pleitos y jueces. Del mismo modo, cuando vemos
a un hombre espiritual, recordamos a Dios.

Japa significa repetir el "nombre" del Señor en silencio, estando sentado en un lugar tranquilo. Si uno
sigue haciendo Japa con devoción y concentración es seguro que obtendrá al final la visión divina y la
Realización de Dios. Supón que un grueso tronco de madera está sumergido en el Ganges y que lo sujeta
una cadena que a su vez está atada a un pilar sobre la orilla de un río. Asiéndote a la cadena y siguiendo sus
anillos, uno tras otro, te irás sumergiendo en el agua hasta llegar al tronco. De la misma manera, si tú logras
quedar absorto repitiendo el santo "nombre", con el tiempo realizarás a Dios.

Aspectos de la vida espiritual

Para ser grande hay que sentirse humilde. La alondra hace su nido en el suelo pero vuela muy alto
en el espacio. Los árboles cargados de frutos se inclinan hacia el suelo. Si quieres ser grande, sé apacible y
humilde.

Una vez, al preguntársele como pueden ser totalmente vencidos los enemigos del hombre, tales
como la lujuria, la ira, etc., el maestro contestó: "Esas pasiones se portan como enemigos mientras son
dirigidas al mundo y sus objetos. Pero, si se las dirige hacia Dios, se convierten en las mejores amigas del
hombre, pues ellas mismas lo conducen a Dios. El ardiente deseo por las cosas del mundo, debe ser
transformado en anhelo por ver a Dios; el enojo que el hombre siente contra sus semejante, debe dirigirlo a
Dios porque El no se le ha revelado aún. Las pasiones no pueden ser desarraigadas, pero si educadas.

No permitas que la ansiedad y pensamientos mundanos inquieten tu mente. Haz las cosas que sean
necesarias a su debido tiempo, manteniendo tu mente siempre fija en Dios.

Aspirantes espirituales y diferencias entre las religiones.

Un hombre común, por ignorancia, considera a su propia religión con la mejor y hace mucho
alboroto; pero, cuando su mente es iluminada por el verdadero conocimiento, todas sus disputas sectarias
desaparecen.

Que el hombre sea como un cristiano en compasión, como un musulmán en la estricta observancia
de las ceremonias, y como un hindú por su amor universal a todas las criaturas vivientes.

El hombre puede comprender de Dios, sólo aquello que Él le hace comprender. No disputes. Así
como tu te mantienes firmemente en tu propia fe y opinión, deja a los demás la misma libertad de seguir sus
propias creencias y opiniones. Por la mera disputa, nunca lograrás convencer a otro de su error. Cuando
desciende sobre él la Gracia de Dios, el hombre reconoce sus propios errores.

Lo que es esencial en la vida espiritual

La mente es todo. Si tu mente pierde su libertad, tu también dejas de ser libre. La mente puede ser
teñida de cualquier color. Estudia inglés, y en tu conversación mezclarás palabras inglesas aún a pesar tuyo.
Si la mente se la deja en mala compañía, las malas influencias colorearán sus pensamientos. Pero, si está en
compañía de los devotos, es seguro que la mente meditará en Dios. La mente cambia su naturaleza de
acuerdo con el ambiente con que uno vive y actúa.

Un discípulo que tenía firme fe en el infinito poder del Gurú, caminó sobre las aguas de un río con
sólo pronunciar el nombre de su maestro. Viéndolo, el Gurú pensó: " Si hay tanta fuerza en mi nombre,
entonces, cuanto más grande y poderoso debo ser yo". Al día siguiente fue al río y comenzó a caminar sobre
las aguas diciendo; "yo, yo, yo", pero en cuanto se alejó unos pasos se ahogó. La fe hace milagros, mientras
que la vanidad y el egoísmo causan al hombre su propia destrucción.

El monito se agarra a su madre y va a todas partes colgado de ella. En cambio, el gatito no hace lo
mismo, sino que maúlla lastimeramente y la madre lo toma con los dientes por la nuca. Si el monito suelta a
su madre, cae y se lastima. Eso sucede porque confía en su propia fuerza. Pero el gatito no corre el mismo
riesgo, ya que es la madre la que lo lleva a todas partes. Tal es la diferencia que hay entre confiar en sí
mismo y la entrega total a la voluntad de Dios.
Practica el discernimiento. "Lujuria y oro" son ambos irreales. ¿Para qué sirve el dinero? Para
procurarnos comida, vestido y techo. Hasta ese punto nos es útil, pero no va más allá. Ten la seguridad de
que no podrás ver a Dios con la ayuda del dinero.

En un bosque lleno de malezas y espinas es imposible caminar descalzo. Se podría, si el bosque


estuviera cubierto de cuero, o bien llevando zapatos. Pero, como es imposible cubrir todo un bosque con
cuero, resulta más sabio protegerse los pies con zapatos. En forma similar, en este mundo el hombre es
perturbado por innumerables necesidades y deseos, y hay sólo dos modos de escapar a ellos: satisfacerlos a
todos o abandonarlos a todos. Es imposible satisfacerlos, pues continuamente surgen nuevos, así que es más
sabio disminuir las necesidades por el conocimiento y el conocimiento de la verdad.

Es muy agradable rascarse en un lugar afectado de sarna, pero la sensación que sigue es muy
penosa e intolerable. Así también, los placeres de este mundo son muy atractivos al comienzo, pero es
terrible luego soportar y contemplar sus consecuencias.

Es muy difícil juntar las semillas de mostaza que hayan caído de un paquete roto hacia todas las
direcciones. De igual modo no es cosa fácil recoger y concentrar la mente cuando corre detrás de objetos
mundanos.

3. El hombre y lo divino

El señor y sus devotos

Si se tira en el agua un dulce, los peces se sienten atraídos. El Señor se acerca presuroso al devoto
cuyo corazón está lleno del dulce de la devoción y la fe.

El maestro dijo: "Por qué los miembros del Brahmo Samaya alaban tanto las obras de Dios diciendo
"oh Señor, Tú has hecho el sol, la luna y las estrellas"?. Son muchos los que quedan encantados con la
belleza del jardín, pero muy pocos buscan al Señor del jardín. ¿Cual de los dos es más grande: el jardín o su
Señor? Ciertamente el jardín es irreal, mientras la muerte merodea entre nosotros; la única realidad es el
Señor del jardín".

Un hombre me dijo una vez: "Bendíceme para que al morir pueda dejar todas mis riquezas a los
sagrados pies de la Divina Madre". Yo le contesté "Qué dices? Es riqueza para ti, pero para la Divina Madre
no vale más que el polvo que tu pisas".

Por más que te esfuerces, nada podrás lograr sin Su gracia. Sin esa
gracia, Dios no podrá ser realizado. Pero la gracia no desciende tan
fácilmente. Debes desterrar por completo de tu corazón Si tienes el
sentimiento egoísta "yo soy el hacedor", nunca verás a Dios. Si hay alguien en
la despensa y tu le pides algo de comer al dueño de casa, él te dirá: "ya hay
alguien en la despensa, ve y pídele a él lo que quieras. No es necesario que
yo vaya". Dios nunca aparece en el corazón de quien piensa que su pequeño
yo es el hacedor.

Lo que nos ayuda en el sendero espiritual

¿Qué necesidad hay de llamar Gurú a un hombre determinado, y no


designar con ese nombre a toda persona que nos enseña algo? Cuando nos dirigimos a un país desconocido,
debemos atenernos a las indicaciones de un guía que conozca el camino. Si siguiéramos el consejo de
muchas personas, podríamos caer en la mayor confusión. Así mismo, al tratar de alcanzar a Dios se debe
seguir el consejo de un solo Gurú.

Si es grande tu anhelo de conocer los misterios de Dios, El te enviará el verdadero maestro.

¿Buscas a Dios? Entonces, búscalo en el hombre. La Divinidad se manifiesta más en el hombre que
en cualquier otro objeto. Busca a un hombre cuyo corazón desborde de amor por Dios, un hombre que viva,
se mueva y tenga su ser en Dios. En un hombre así, Dios se manifiesta a sí mismo.

EL Señor se encarna en cuerpo humano por amor a aquellas almas puras que aman a Dios.

Senderos del conocimiento, amor y acción.

El conocimiento conduce a la unidad; la ignorancia lleva a la diversidad.


La devoción a Dios aumenta en la misma proporción que el apego a los objetos disminuye. Una vez
que el devoto siente amor por Dios, ya no necesita hacer esfuerzo para dominar las pasiones.

De la devoción brota el recto discernimiento, renunciación, amor a todas las criaturas, servicio, el
deseo de mantenerse en compañía de los devotos, veracidad.

¿Qué es el gnana en el más elevado sentido? El gnani dice: "Oh Señor, Tú sólo actúas en este vasto
universo. Yo soy tan sólo un pequeño instrumento en tus manos. Nada es mío, todo es Tuyo."

Si se empuja hacia un lado el musgo que crece en la superficie de un estanque, después de un rato
se verá que el musgo vuelve a extenderse y recubrir el agua; pero si se lo mantiene apartado, mediante un
cerco de bambú, no podrá volver a tapar el agua. Del mismo modo, si sólo tratamos de empujar la maya
para atrás, ella vuelve a molestarnos; pero, si el corazón es protegido por un seto de bhakti y gnana, maya
no podrá aproximarse. Así es como el hombre obtiene la visión de Dios.

Un gnani y un bhakta atravesaban un bosque. En el camino vieron a un tigre. El gnani dijo: "No hay
motivo para huir; el Todopoderoso Dios ciertamente nos protegerá". El bhakta replicó: " No, no, hermano,
mejor es que huyamos. ¿Por qué molestar al Señor, cuando podemos hacer una cosa por nuestro propio
esfuerzo?"

En esta edad el trabajo sin devoción a Dios no tiene piernas para mantenerse parado. Es como un
cimiento de arena. Cultiva primero la devoción. Las demás cosas (escuelas, dispensarios, etc.) los tendrás si
los deseas, por añadidura. Después de instalar a la Deidad en el loto de tu corazón, debes mantener la
lámpara de Su recuerdo siempre encendida. Mientras te ocupas en los asuntos del mundo, debes, de tiempo
en tiempo, volver tu mirada hacia tu interior para ver si la lámpara está encendida o no.

Dios está en todos los hombres, pero no todos los hombres están en Dios; es por eso que
sufren.
BHAGAVAN SRI RAMANA MAHARSHI

Su vida

Sólo un poco más tarde que el niño de Belén, el 29 de Diciembre de 1879 en Tirushuzhi en la
comarca de Tamil (al sur de la India) nacía Venkataraman, en quien el Dios Siva habría de manifestarse
como Sri Ramana.
Venkataraman creció como un niño normal, sano. Cuando tenía 12 años falleció su padre. Nada
indicaba en él que llegaría a ser alguien especial; era atlético, le gustaba el aire libre, el fútbol, la lucha, la
natación. Tenía una extraordinaria memoria. Lo único inusitado en su niñez era su sueño anormalmente
profundo.
La lectura de un libro religioso que por azar llegó a sus manos a los 16 años comenzó a despertar en
él una corriente de percepción al interior, un estado de bienaventurada conciencia que trascendía el plano
físico y mental, compatible al mismo tiempo con el pleno uso de sus facultades, descripto por Sri Ramana
como un estado de "meditación".
Tuvo, por ese tiempo, una experiencia súbita: de pronto sintió un violento miedo a la muerte y
dramatizó el suceso de la muerte para resolver el problema. Retuvo el aliento manteniendo los labios
cerrados; allí percibió que es el cuerpo el que muere y realizó que él era espíritu que trascendía el cuerpo.
Todo lo percibió casi sin proceso de pensamiento. Ya no tuvo temor a la muerte y comenzó desde ese
momento su absorción en el Atma. A pesar de que vinieron otros pensamientos, continuaba centrado en el
Yo.
Inmediatamente cambiaron sus valores y hábitos de vida. Lo que antes era valioso perdió su
atracción, los fines convencionales de la vida se volvieron irreales; esto no le
resultó fácil a un escolar sin instrucción espiritual. Perdió el interés por amigos y
parientes, se volvió humilde y sumiso. Había desaparecido el ego que habría
podido sentirse injuriado. Comenzó a frecuentar la soledad, la meditación. Su
hermano lo llamaba burlonamente "el sabio" o "el yogui". Le daba lo mismo
cualquier alimento. Empezó a ir casi todas las tardes al templo, sobrecogiéndolo
oleadas de emoción y rogaba a Dios para que Su Gracia descendiera sobre él
acrecentando su devoción hasta hacerla perpetua. Hasta entonces no había oído
de Brahman, el samsara ni cosas parecidas; no sabía que había una Esencia
subyacente a todo. Más tarde descubrió que lo que decían los libros sagrados
era lo que él sentía instintivamente, sin análisis ni nombre En el lenguaje de los
libros él estaba en una constante e ininterrumpida percepción de Atma y ya no
necesitó más sadhana, ni esfuerzo espiritual alguno, ya que su ego se había
disuelto, permaneciendo en una plena identidad consciente con el Atma, simultánea con una vida exterior
completamente normal.
Poco tiempo después abandonó su hogar camino a Tiruvannamalai. Durante el viaje cada vez que
comía su hambre se saciaba, para su sorpresa, casi al primer bocado. Cuando, llegó, tres días después, los
altos portales y todas las puertas, hasta las del santuario interior del Templo estaban abiertas como para
darle la bienvenida. Aquí la búsqueda llegó a su fin.
Se desprendió del dinero que le quedaba y el cordón sagrado (señal de su casta), y se vistió con un
taparrabos.
Se ubicó en las afueras del Templo, sentado sin movimiento alguno, absorto en lo Real, y
permaneció así durante días y noches, ignorando por completo el mundo exterior. Más tarde fue
gradualmente tomando contacto con el exterior, y ya no dejó de irradiar Su Gracia a todo el que se acercara
a él. Estos fueron sólo cambios externos ya que él aclaró que no hubo, en estas etapas, cambios en su
estado de conciencia o de experiencia espiritual
Fue habitando diversos lugares cercanos al Templo, siempre asistido por algún sadhu que se
compadecía del joven Swami inmóvil.

Poco a poco empezaron a amontonarse a su alrededor peregrinos que se interesaban en él,


postrándose unos, pidiéndole mercedes y otros por pura veneración. La muchedumbre llegó a ser tan
numerosa que hubo necesidad de levantar una empalizada de bambú para impedir al menos que la gente lo
tocase.
Luego de poco más de dos años de silencio, ayuno y una total despreocupación por el cuerpo,
empezó a contestar a sus devotos, a leer libros y a exponer la esencia de su enseñanza. Su primer discípulo,
Palaniswami, estudiaba libros de filosofía espiritual, que por estar en tamil no comprendía bien. Sri Ramana
los leyó entonces completamente e impartió una breve síntesis de su contenido principal. Gracias a su
maravillosa memoria llegó por este medio a ser un erudito sin esfuerzo alguno. Así también aprendió
sánscrito, telegu y malayalam. Dominaba inmediatamente el tema de los libros que hojeaba y los fijaba en su
memoria pudiendo repetir hasta el capítulo y el versículo en que se encontraban los pasajes.
Sri Ramana había alcanzado el estado supremo conocido como Sahaja Samadhi que consiste en la
presencia en el hombre de la Pura Conciencia ininterrumpida, que trasciende el plano físico manteniendo la
percepción del mundo manifiesto y el pleno uso de las facultades mentales y físicas, acompañado de un
estado de equilibrio y armonía perfectas.
El ashram que albergó a Sri Ramana y a sus devotos fue construido al pie del cerro de Arunachala
(según una historia puránica representa al OM mismo). En 1922, el único edificio del ashram era un cobertizo
con techo de paja. A lo largo de los años siguientes el número de construcciones se acrecentó, llegaron
donaciones y se levantaron el edificio donde vivía Sri Bhagavan, el despacho y el taller donde se
confeccionaban los libros, el comedor y la cocina. Surgió también una colonia de chalets y casitas,
construidas por los adeptos que contaban con esa posibilidad. Su hermano ejerció la dirección del Ashram.
No sólo se acercaban buscadores de la Verdad, sino también gente sencilla, niños y animales: ardillas
y monos iban a comer de sus manos. Protegía a los animales que llegaban al ashram: "No sabemos qué
almas pueden morar en esos cuerpos y para poner fin a qué parte de su inacabado karma buscan nuestra
compañía". No permitía que se mataran serpientes en el lugar donde residía. "Hemos venido al lugar donde
viven y no tenemos derecho a inquietarlas o perturbarlas."
Sri Bhagavan era accesible en todo momento, día y noche. Hasta cuando dormía no permitía que se
cerraran las puertas del edificio por si alguien lo requería. Había dicho que brindar su Presencia a todos los
que lo necesitaban era la tarea de su vida. Durante su última enfermedad insistió hasta el mismo fin que
todos los que venían debían tener su darsham.
Impartía su enseñanza mediante el silencio. La mente del devoto absorbía su influencia espiritual, y
luego la interpretaba de acuerdo con su capacidad. El primer visitante europeo lo describió así: "Durante
media hora estuve mirando a los ojos del Maharshi que nunca cambiaron su expresión de profunda
contemplación. Empecé a comprender en cierto modo que el cuerpo es el Templo del Espíritu santo; sentía
que el cuerpo no era el hombre, era el instrumento de Dios."
Cualquier recién llegado se sentía a sus anchas con él. Su buen humor y su risa eran contagiosas,
semejantes a los de un niño. Todo en él y en el ashram era prolijo y aseado. Se estableció un horario exacto
para las actividades. No le gustaba que la gente se levantase cuando entraba en el edificio, ni que le
sirvieran distinta comida que la que se servía al resto.
Sri Bhagavan no dio una enseñanza sistemática, sino que expuso su teoría sólo en respuesta a las
necesidades específicas de los adeptos y como base necesaria para la práctica. A menudo se negaba a
satisfacer la mera curiosidad, orientando al que preguntaba hacia la necesidad del esfuerzo personal. Cuando
se le preguntaba sobre el estado póstumo del hombre, solía responder: "¿Por qué quieres saber lo que serás
cuando mueras si no sabes lo que eres ahora?".
Sri Bhagavan siguió su normal rutina cotidiana hasta que le fue físicamente imposible debido a la
enfermedad incurable que lo aquejó en sus últimos años. Los médicos decían que debía sufrir terribles
dolores, sin embargo él había manifestado: "Toman a este cuerpo por Bhagavan y le atribuyen sufrimiento.
Qué lástima! Se desalientan porque piensan que Bhagavan va a dejarlos e irse, ¿dónde puede ir y cómo?".
A veces solía quejarse en sueños pero no daba otra señal de dolor. Su sentido del humor no había
desaparecido; solía bromear acerca del tumor como si fuese algo ajeno a él.

En los últimos días cada adepto recibió una mirada de reconocimiento directa, luminosa, penetrante
que sentía como una última infusión de su gracia. El 15 de abril de 1950, exactamente a las 8:47 varios
observaron una enorme estrella atravesando lentamente el cielo. El aire mismo permanece aún fragante de
Su Presencia.

SU ENSEÑANZA

¿De qué sirve la erudición de aquellos que no borran (de sus mentes) la letra del destino, indagando:
"De dónde es el nacimiento de nosotros que conocemos las letras?". Las escrituras sirven para indicar la
existencia del Poder Superior, y para señalar el camino hacia Ello. Esa es su finalidad.

Cada uno es el YO, y en verdad, es infinito. Empero, cada persona confunde a su cuerpo con su YO.
Una vez eliminada la noción de "Yo soy el cuerpo" o "Yo no estoy realizado", queda sólo la Conciencia
Suprema o Yo, y en el estado actual de conocimiento de la gente, a esto lo llaman "Realización". Pero la
verdad es que la Realización es eterna y ya existe, aquí y ahora.

La Bienaventuranza del Yo es siempre suya y usted la encontrará si la busca fervorosamente. La


causa de su aflicción no está en su vida externa; está en usted como su ego. Usted se impone limitaciones y
luego realiza una vana lucha por trascenderlas. Toda la infelicidad se debe al ego. Con éste llega toda su
dificultad. ¿De qué vale atribuir la causa de la aflicción a los acontecimientos de la vida cuando esa causa
está realmente dentro de usted? ¿Qué felicidad podrá obtener usted de cosas extrañas a usted mismo? Y
cuando obtenga eso, ¿cuánto durará?

Hay más goce en la meditación que en el disfrute sensual, sin embargo, lamente busca lo último y no
lo primero. ¿Por qué es eso? El placer y el dolor son sólo aspectos de la mente. Nuestra naturaleza esencial
es la felicidad, pero hemos olvidado al Yo e imaginamos que el cuerpo o la mente es el Yo. Esta identificación
errónea es la que hace surgir la aflicción.

¿Cómo puede aflojarse el apretón del ego? Sin añadir nuevos vasanas a él.

Ramana Maharshi adaptaba la teoría a la comprensión del buscador. Cuanto haga una persona
insatisfecha con su estado de ignorancia, y le vuelva hacia la búsqueda el Yo, es benéfico. Pero por más
pormenores que explicara, guiaba siempre a la comprensión del siempre
único existente, el Yo inmutable.

Si no hubiera sufrimiento, ¿cómo podría surgir el deseo de ser feliz?


Si tal deseo no surgiese, ¿cómo surgiría la búsqueda del YO?
Por pecadora que sea una persona, si cesa de lamentarse inconsolablemente "Ah, soy un pecador;
¿cómo alcanzaré la liberación?", y, desechando hasta el pensamiento de que es un pecador, si lleva adelante
celosamente la meditación sobre el Yo, muy seguramente se reformará. Por supuesto, él insistía sobre la
necesidad de la pureza. A veces, un visitante se quejaba de ser demasiado débil para resistir sus tendencias
más bajas, y él simplemente le decía que se esforzara más. Según el temperamento del visitante, le decía
que descubriera quien era el que tenía las tendencias más bajas, o que confiase en Dios.

Superficialmente podría parecer que las expresiones del Maharshi sobre Dios eran incoherentes,
puesto que a veces ordenaba fe y sumisión completas a Dios, y a veces hablaba de Dios como irreal; pero en
realidad no había incoherencia. Debe recordarse siempre que la finalidad de su exposición no era proponer
una filosofía sino dar una guía práctica en el sendero espiritual. Alguien que pudiera concebir al Yo no-dual,
podría entender que era su propio Yo y el Yo de Dios y del mundo también, mientras que quien adhiriera a
la realidad aparente de su ego podría entender al Yo sólo como el Dios que le ha creado. Él explicaba de
acuerdo a las necesidades de ellos. En esto, como en otros asuntos, él enseñaba la inutilidad de la discusión.
Seguir uno u otro sendero era útil; teorizar sobre ellos, no lo era.

El yo sólo es lo real. Todo lo demás es irreal. La mente y el intelecto no tienen existencia aparte de
usted. La Biblia dice: "Guardad silencio y sabed que Yo soy Dios". El silencio es lo único necesario para
comprender que el "Yo soy" es Dios.

Decía a las personas que no se perturbaran por si hay Dios o no, o si la realización implica la unidad
con Dios o no, sino que se empeñasen simplemente en realizar al Yo. Habrá después tiempo bastante para
averigua si el Yo se ha de fundir en el Supremo o es una parte de él o permanece separado.

Todo el Vedanta está contenido en las dos expresiones bíblicas: "Yo soy el que soy" y "Guardad
silencio y sabed que Yo soy Dios".

Para quien encontrara demasiado difícil la indagación del Yo, le recomendaba adoración y sumisión.
Al meditar, si uno es apto para ello, puede aferrarse directamente al pensador; y el pensador se hundirá
automáticamente en su fuente que es la Conciencia Pura. Si uno no puede aferrarse directamente al
pensador, debe meditarse en Dios; oportunamente el mismo individuo se habrá vuelto suficientemente puro
como para aferrarse al pensador y hundirse en el Ser absoluto. Conocerse implica conocer a Dios, ya que
Dios está dentro nuestro. Pero, ¿qué es lo que está en camino de conocerse o conocer a Dios? La mente
vagabunda y los hábitos pervertidos. Dios puede eliminar los obstáculos, si uno se somete a Él. La sumisión
es una oración poderosa. Someterse significa aceptar la voluntad de Dios y no compungirse por que no
ocurra lo que nos complace. Las cosas pueden resultar diferentes de lo que aparentan. La aflicción conduce
a menudo a la gente hacia la fe en Dios.

EL Señor soporta el peso del mundo. Sepa que el ego espurio que presume de soportar ese peso es
como una figura esculpida al pie de la torre de un templo que parece sostener el peso de la torre. Todas sus
preocupaciones son de Él. Eso es lo que quiere decir sumisión.

La religión implica dos modos de actividad: lo que podría llamarse el horizontal y el vertical.
Horizontalmente armoniza y controla la vida del individuo y la sociedad de conformidad con su fe y
moralidad, dando oportunidad e incentivo para una buena vida que conduzca a una buena muerte.
Verticalmente provee senderos espirituales a quienes se esfuerzan por alcanzar un estado superior y realizar
la Verdad última durante su vida en la tierra. Horizontalmente las religiones son mutuamente exclusivas, pero
no realmente contradictorias. Ramana Maharshi se preocupaba más por el modo vertical, los senderos hacia
la realización, y por lo tanto su enseñanza no chocaba con ninguna religión. Guiaba a quienes le seguían por
el sendero más directo y central, la búsqueda del Yo; y para esto cualquier religión podía servir de
fundamento. Cuando se le preguntaba sobre las diferentes prácticas religiosas, subrayaba el significado más
profundo, y sobre las diferentes religiones, subrayaba su unidad básica.

Sankara dice que todos somos libres, no atados y que todos retornaremos a Dios del cual venimos,
como las chispas de un fuego. Si eso es así, ¿por qué no hemos de cometer toda clase de pecados? Si bien
es cierto que el Yo real es libre y eventualmente retornaremos a la fuente, entre tanto, si cometemos
pecado, habrá que afrontar las consecuencias. No se puede escapar de ello. Si un hombre lo golpea, ¿puede
usted decir: "Yo soy libre, no soy afectado por el castigo y no siento dolor; déjenle que continúe
golpeándome"? Si usted puede realmente sentir eso, entonces puede hacer lo que le guste; pero ¿de qué
sirve limitarse a decir en palabras que usted está libre? Todas las actividades por las que ha de atravesar el
cuerpo son determinadas cuando el ingresa en la existencia, no radica en usted que las acepte o rechace. La
única libertad que usted tiene es volver su mente hacia adentro y enunciar allí a las actividades. El hombre
está siempre libre de no identificarse con el cuerpo y no ser afectado por los placeres y dolores.

La individualidad sólo tiene una existencia ilusoria. Mientras uno imagina que tiene una individualidad
separada, uno también imagina su libre albedrío. El problema de la predestinación y del libre albedrío es
insoluble en el plano de la dualidad, es decir, esto es en la suposición de un ser que es el creador y una
cantidad de otros seres separados, que son creados. Si ellos tienen libre albedrío, entonces El no es ni
omnipotente ni omnisciente. Por otro lado, si Él lo es, ellos no podrán tener libre albedrío. Pero en el nivel de
la no dualidad, el problema se extingue y cesa de existir. El ego no tiene libre albedrío, porque no hay ego;
pero en el nivel de la realidad aparente, el ego consiste en libre albedrío, es la ilusión del libre albedrío la que
crea la ilusión del ego. Por eso Bhagaván dijo que "mientras la individualidad dura, hay libre albedrío".
Es posible disfrutar del Samadhi mientras se está ocupado con
el trabajo mundano. El obstáculo es el sentimiento de "Yo trabajo".
Pregúntese "¿quién trabaja?" Recuerde quién es usted. El trabajo
entonces no le atará, seguirá automáticamente. No haga esfuerzo para
trabajar ni para renunciar; su esfuerzo es la esclavitud. Lo que está
destinado a ocurrir, ocurrirá. Si usted está destinado a trabajar, no
podrá evitarlo; será obligado a dedicarse a ello. Por tanto, déjelo al
Poder Superior. Realmente, no es su opción si renuncia o no. El
conocimiento y la actividad nunca son mutuamente antagónicos, y la
realización de uno no impide el cumplimiento del otro. El desempeño de
los deberes por parte de un dueño de casa, que trabaja para el sostén de su familia, enteramente ausente de
sus comodidades físicas en la vida, ha de considerarse como un desinteresado servicio prestado a su familia,
cuyas necesidades es su destino satisfacer. No espera ningún beneficio de parte de la familia, puesto que
desempeña sus deberes, como medio de instrucción espiritual obteniendo un perfecto contento realizando la
bienaventuranza y la liberación suprema. La acción cumplida desinteresadamente purifica a la mente y la
ayuda a fijarse en la meditación. Si usted quisiera meditar constantemente sin actuar, sus tendencias
latentes no se lo permitirían. La meditación sólo llega gradualmente con su debilitamiento gradual por la
gracia del Guru.

El uso de la indagación del Yo en la vida del mundo combinado con la acción armoniosa, es un
sendero nuevo creado por él para satisfacer las necesidades de nuestro tiempo.

Sea lo que fuere lo que usted tenga que hacer, usted será convertido en Su instrumento para serlo
en tiempo correcto. No imagine que no podrá hacerlo, a no ser que no tenga que hacerlo. No es el deseo lo
que le da la fuerza necesaria. La fuerza es del Señor.

Hasta que usted alcance el estado de realización y así despierte de este mundo ilusorio y
fenoménico, usted deberá hacer servicio social aliviando el sufrimiento donde lo vea. Pero aún así, usted
deberá hacerlos sin ahamkara, sin el sentido de "Soy yo quien está haciendo esto". Ha de pensar "Yo soy un
instrumento del Señor". Usted deberá ayudar a los seres como un medio de adorar a Dios en ellos. Todo el
servicio es servir al Yo, a nadie más. Usted no está ayudando a nadie más, sino sólo a usted mismo.

El ser que realizó al Yo no puede ayudar "beneficiando al mundo". Su existencia misma es el bien
supremo.

El ego es la individualidad y no es lo mismo que el Señor de todos. Cuando se acerca el Señor con
devoción sincera, Él asume graciosamente el nombre y la forma y lo lleva hacia sí. El Guru no es otro que el
Señor. El una encarnación humana de la Gracia Divina.

La palabra upadesha significa restaurar un objeto en su lugar apropiado. La mente del discípulo,
habiéndose diferenciado de su estado verdadero, asume la forma del pensamiento persiguiendo los objetos
de satisfacción sensual. Por ello, es asaltada por las vicisitudes de la vida, se debilita y se desespiritualiza. El
upadesha consiste en el Guru que la restaura en su estado original y le impide huir del Ser Puro.

El Guru es el Yo. Cuando un hombre está insatisfecho con su vida, busca la satisfacción de sus
deseos a través de la oración a Dios. Su mente se va purificando hasta que anhela conocer a Dios, más para
obtener su Gracia que para satisfacer deseos mundanos. Entonces la Gracia de Dios empieza a manifestarse.
Dios toma la forma de un Guru y aparece al devoto, le enseña la Verdad y, además, purifica su mente
mediante la asociación con él. Así la mente del devoto gana fortaleza y entonces es capaz de volverse hacia
adentro. Mediante la meditación se purifica más, hasta que permanece en calma sin la menor agitación. El
Guru es externo e interno. Desde afuera, él da un empujón a la mente para que se vuelva hacia adentro.
Mientras desde adentro tira a la mente hacia el Yo y ayuda a tranquilizarla. Esa es la Gracia del Guru. No hay
diferencias entre Dios, Guru y Yo.

¿Cómo se encuentra el Guru? Dios, quien es inmanente, en su Gracia se apiada del amante devoto y
se manifiesta según el desarrollo del devoto. El Guru ayuda al hombre a ver sus errores y le guía por el
sendero correcto hasta que realice al Yo en el interior. Usted piensa que el mundo puede ser vencido
mediante sus propios esfuerzos. Cuando se frustra externamente y es conducido hacia adentro, piensa "hay
un poder superior al hombre". El ego es un elefante potentísimo que no puede ser puesto bajo control por
ninguna criatura menos poderosa que un león, el cual en este caso, no es otro que el Guru, cuya mirada
hace que el elefántico ego tiemble y muera. Usted sabrá que su gloria está donde usted deja de existir. A fin
de ganar ese estado, usted ha de someterse.

Usted puede saber si una persona es competente para ser su Guru por la paz de la mente que usted
siente en su presencia, y por el respeto que usted siente hacia ella.

Bhagavan daba iniciación a través de la mirada o el silencio. La mente del buscador se purifica por sí
misma. Su instrucción prosigue como antes. La muerte no creó diferencias en él, ni cambio su estado.
Quienes nunca lo encontraron en vida, pero fueron atraídos hacia él, empezaron a recibir la guía.

Sri Bhagavan autorizó muchos métodos diferentes; sin embargo, puso el máximo énfasis en la
indagación del Yo, ya que no hay otro medio más efectivo para el apaciguamiento de la mente. Otras clases
de senderos, presuponen la retención de la mente como el instrumento para seguirlo y no puede seguirse sin
la mente. El ego puede tomar formas diferentes y más sutiles, pero nunca es destruido. El intento de destruir
al ego mediante métodos distintos al vichara se parece a un ladrón que haga de policía y pretenda atrapar al
ladrón que es el mismo. Sólo la indagación del Yo puede revelar la verdad de que ni el ego ni la mente
existen realmente, y capacitar a uno para que realice al Yo.

La argumentación mental sólo sirve para convencer al principiante sobre la irrealidad del yo
individual y así inducirle a asumir la indagación del Yo. Argumentar no es indagar. Si la indagación "¿quién
soy Yo?" fuera una mera pregunta mental, no sería de mucho valor. Su finalidad es enfocar toda la mente en
su fuente; implica una actividad intensa de la mente íntegra para mantenerla firmemente equilibrada en la
pura conciencia del Yo. La gente considera real lo que es irreal; todo lo que tiene que hacer es renunciar a
hacerlo. Cuando lo haga, lo Real será Real.

Concentrar la mente en el Yo conducirá a la felicidad. Controlar los pensamientos se llama desapego.


Fijarlos en el Yo es la sadhana. Concentrarse en el corazón es lo mismo que concentrarse en el Yo. El
corazón es otro nombre del Yo.

Todas las cualidades buenas o divinas están incluidas en el conocimiento espiritual y todas las
cualidades malas, en la ignorancia.

Los métodos dependen del temperamento del individuo. El objeto es volver unidireccional a la
mente, concentrarla en un solo pensamiento excluyendo a los demás. Con el tiempo, éste único pensamiento
se va y la mente se extingue en su fuente.

Satsanga: La asociación con hombres espirituales elimina apegos materiales provocando a la vez la
destrucción de los apegos de la mente. La mirada de un sabio purifica de forma inmediata.

El control de la respiración: Su único sentido es como paso hacia el control mental. Sólo es necesario
para quienes no pueden controlar directamente la mente.

Asanas: La mejor postura es la unidireccionalidad de la mente.

Hatha Yoga: Es útil para quienes no pueden controlar la mente de otra manera.

Observación fija de la luz: Provoca estupor a la mente y catalepsia de la voluntad, pero no produce
un beneficio permanente.

Concentración en el sonido (Nada): Es una antesala a la indagación del yo.

Concentración en el corazón o entre las cejas: Fijar la atención entre las cejas es uno de los métodos
más potentes para controlar la mente e impedir su disipación. Allí puede darse la contemplación imaginativa
de la mente; mientras que el estado supremo de realización con el cual usted se identifica totalmente y en el
cual su individualidad se disuelve, trasciende a la mente. Eso se da en el corazón.
Mientras fije su concentración entre las cejas deberá practicar también la
articulación mental de un nombre divino o mantra. De otro modo, usted pronto
perderá el aferrarse al objeto de la concentración. Porque en importancia
siguiente al ojo de la mente está el oído de la mente, para controlar y de ese
modo fortalecer la mente. Este género de práctica conduce a la identificación del
Yo con el centro elegido en la concentración.

El silencio: Si la mente está controlada, se evitará la palabra inútil; pero


negar la palabra, no aquietará la mente.

La dieta: La calidad de la comida influye sobre la mente del que no está


establizado.

Bhakti: La indagación del Yo disuelve buscándolo y hallándolo como inexistente, mientas la devoción
lo somete. La sumisión no es cosa fácil. Matar al ego no es cosa fácil. Sólo cuando Dios mismo, mediante su
Gracia, atrae la mente hacia adentro, puede lograrse la completa sumisión.

Karma Yoga: Para aflojar el apretón del ego no hay que añadir nuevos vasanas a él. La meditación
sólo llega cuando se han debilitado las tendencias innatas por la Gracia del Guru. Raman Maharshi ordenaba
el cumplimiento de las actividades necesarias de la vida de una manera desapegada, simultáneamente con
la práctica de indagación o la devoción.

Si el aspirante es inadecuado para la indagación del Yo, deberá desarrollar la devoción a Dios, al
Guru o a la humanidad. Cuando quiera que éstos tomen posesión de él, los demás apegos se debilitan y se
desarrolla el desapasionamiento. Su objeto de devoción crece, y con él crece la concentración, Si el aspirante
es incompetente para la devoción, deberá intentar el Karma Yoga, el sendero de las buenas acciones. Así sus
instintos más nobles se desarrollan, el ego se vuelve menos dogmático y él deriva felicidad impersonal de sus
acciones.
Extractos del UPADESHA SAAR ( La Esencia del Conocimiento)

Karma Yoga

1- Conforme a las leyes del Señor se obtienen los frutos de la acción. Entonces, ¿cómo es la acción lo
supremo? No lo es, pues la acción es inerte.

2- En el vasto océano de las acciones, el resultado impermanente ocasiona la caída del hombre y constituye
una barrera para el progreso.

3- Las acciones que se realizan con una actitud de dedicación al Señor, sin apego al resultado, purifican la
mente y son un medio para obtener la liberación.

Bhakti Yoga

4- Las acciones realizadas con el cuerpo ( puja), el habla (japa) y l mente (contemplación) son
sucesivamente superiores una respecto a otra.

5- Servir al mundo con la actitud de servir al Señor es la verdadera adoración al Señor, que es quien
gobierna las ocho formas.

6- Pronunciar o cantar las glorias del Señor es bueno. Pero superior es japa en voz alta. Es mejor aun el
japa en voz baja. Y superior al japa en voz baja es el japa hecho mentalmente. El japa mental es el
mejor.

7- La contemplación ininterrumpida del Señor, que es semejante a un río de ghi y como el flujo de un
arroyo, es superior a la contemplación interrumpida.

Gnana Yoga

8- La contemplación sin dualidad, en la que "Yo soy El", se considera muy sagrada, y superior a la
contemplación dual.

9- Mediante el fortalecimiento del pensamiento "Yo soy Él" se consigue una firme permanencia en Principio
de Existencia, libre de cualquier modificación del pensamiento. Esta es la devoción suprema.

10- Se ha aseverado que la meta del yoga de la acción, de la devoción, del ashtanga yoga y del yoga del
conocimiento, es la permanencia de la mente en el corazón.
SRI SWAMI SIVANANDA

Su vida

Su nacimiento se produjo el 8 de Septiembre de 1887 en una aldea al sur de la India. Sus padres
eran personas muy devotas, que tenían experiencias y visiones místicas. Su madre supo, aún antes del
nacimiento, que iba a tener un hijo divino y se preocupó especialmente por tener pensamientos devocionales
y estar siempre alegre durante los meses antes del alumbramiento. Leía diariamente Libros Sagrados, repetía
el Nombre de Dios con fe y devoción y así fue desarrollando virtudes divinas. El objeto de su devoción era
Gopala, Krishna niño.

El día que nació Kuppuswami, el rostro de la madre brillaba con un resplandor sobrenatural. Los
campos estaban alfombrados por completo de maíz; éste fue el símbolo con que la vida lo recibió: el de la
fecundidad que fue el norte que rigió toda su existencia y que plasmó en la dación a los demás brindándoles
alimentos, servicio, conocimiento, asimilándose así a la entrega que de sí misma hace permanentemente la
Naturaleza.

De niño tenía una inusual cuota de paz, y una alegría permanente que hacía que subyugara las iras
ajenas; tenía un alto grado de inteligencia que asombraba incluso a sus padres. Era considerado un genio
por los habitantes de su aldea. Si bien era travieso, su gran simpatía le atraía el cariño de todos los que lo
conocían. Fue un pacificador innato; siempre trataba de armonizar en las situaciones conflictivas. De chico se
evidenció ya en él su espíritu generoso: cuando recibía golosinas, su primera preocupación era buscar a otros
niños para compartirlas. Era muy activo y entusiasta. Infundía paz y alegría
constantes. Ayudaba a su padre en los rituales religiosos y era un experto cantante
de kirtams. Sentía una gran atracción por los peregrinos y sanyasines, y se
deleitaba escuchando las historias divinas que le contaban; invitaba a su casa a los
mendigos que se presentaban... Así se siguió revelando en él su naturaleza
caritativa. Le gustaba ir al colegio, nunca perdía tiempo; ya intuía el valor del
tiempo: "La vida es corta, el tiempo vuela; levántate, despierta, realiza tu ser!".
Fue el mejor de su clase. Se adelantaba a las lecciones en parte por curiosidad y
en parte por una urgencia interior. En la secundaria resolvía problemas dejando
atónitos a sus mayores. Podía competir con estudiantes 4 años mayores que él. Un
antiguo compañero de estudios escribe: "Su amor, respeto por la verdad y
sinceridad, impresionaban a cualquiera que se pusiera en contacto con él".

Durante el tiempo libre desarrolló el aspecto físico; se convirtió en un atleta, alto y apuesto, de
constitución sana, robusta y fuerte. El secreto para combinar esto con sus estudios fue revelado a sus
discípulos medio siglo después: se levantaba a las tres o tres y media de la mañana, antes que el resto de su
familia empezara a despertarse; a veces dejaba la almohada como si estuviera todavía durmiendo.

Cuando tuvo que elegir su carrera no dudó un instante en decidirse por aquella que más lo llevara a
brindarse al prójimo: estudió medicina. Durante sus estudios procuró reunir la mayor cantidad de
información práctica que le permitiera ayudar de la mejor manera a los demás.

Al mismo tiempo que comenzó a ejercer su profesión, editó una publicación titulada "Ambrosía",
sobre alopatía y ayurveda, para difundir consejos médicos, los que también daba por carta. Continúo
estudiando y estudiando. Como atendía enfermos pobres que no podían pagarle, tuvo que emplearse en una
farmacia para poder solventar sus gastos. Durante este tiempo, continuó atendiendo pacientes, escribiendo y
estudiando. Pero su inquietud por seguir sirviendo no quedaba satisfecha, y aún siendo muy joven se decidió
a ir a Malasia, donde sabía que había gran cantidad de gente necesitada, aún sin conocer nada más de ese
país.
En Malasia trabajó desde que llegó, en el hospital, primero como asistente de laboratorio,
entregando medicamentos, controlando la contabilidad y también atendiendo pacientes. Además visitaba
otros hospitales para aprender sobre análisis microscópico y temas por el estilo. También entrenaba
asistentes que después enviaba a otros hospitales. Se convirtió en el amigo de todo el mundo. Su semblante
siempre estaba alegre, y él mismo dispuesto a recibir y atender en cualquier momento, especialmente a los
pobres, ya que el Doctor Kuppuswami reconocía a Dios en el cuerpo de los pobres. Se hacía cargo del
paciente que no tenía recursos, a su propia costa contrataba una enfermera y al sanarse le daba dinero para
que pudiera volverse a su casa o hasta que se recuperaba del todo. Le daba de comer de su propio alimento,
y si no tenía dónde hospedarse, lo cobijaba en sus propias dependencias. Era muy conocido por su
generosidad, y lo iban a buscar para atender pacientes a cualquier hora del día o de la noche.

Aquí tuvo un cocinero a su servicio, a quien no permitía que lo sirviera, sino que lo hacía comer con
él en su propia mesa. A él debemos el relato de que en algunas oportunidades el Doctor compartió su único
plato de comida con un visitante circunstancial que lo necesitaba. Años después su cocinero se convirtió en
su discípulo. Tenía siempre un extraordinario deseo de dar y compartir; siempre llevaba monedas en sus
bolsillos, y eso nos aconseja en sus escritos: tener siempre cambio disponible para dar a todo el que nos pide
por la calle.

Tiempo después el futuro sanyasin quedó a cargo de un hospital. Durante todo el período
transcurrido en Malasia, no sólo trabajó intensamente, sino que se hizo amigo de todos: de los directivos y
de los trabajadores. Cada vez que había un conflicto con los basureros, lo llamaban a él para actuar de
mediador. Estuvo siete años en el Hospital estatal y tres en el Instituto Médico de Ahorre. Escribió
numerosos artículos sobre salud pública, siempre anheloso de poder ayudar a la mayor cantidad de gente
posible, previniendo enfermedades en forma masiva, y también libros sobre medicina casera, para poder
llegar a todos los hogares. Fue nombrado miembro del Real Instituto de Salud Pública de Londres.

En Malasia gozó de gran prosperidad, prestigio, respaldo y afecto. Sin embargo sentía que su ayuda
se limitaba a beneficiar física o materialmente, y él sabía que el beneficio verdadero era el espiritual. El
producto de estas meditaciones y de sus períodos de oración fue la decisión de regresar a India. Llevó todas
sus pertenencias a su casa, y mientras sus familiares las estaban entrando, se marchó camino a Benarés.
Este fue el paso decisivo de su renuncia. No sabía hindi, no conocía a las costumbres de los pueblos que iba
a atravesar, y además partió sin siquiera un abrigo. Fue primero a Poona, luego caminó 112 km. a Pandapur;
el viaje fue duro, pero en ningún momento dudó de su determinación. En 1924, a los 37 años llegó a
Rishikesh, a los pies de los Himalayas: lugar sagrado, colmado de
hogares de caridad: Fue iniciado en la orden del Sanyasa por Swami
Viswananda Saraswati. La elección de Rishikesh como su lugar de
residencia se debió a su paisaje encantador, que invita a la elevación del
espíritu, ya que se encuentra a orillas del sagrado río Ganges. Allí habían
numerosas ashrams y hospitales alopáticos y ayurvédicos.
Constituyéndose en lugar de reunión de toda clase de necesitados física y
espiritualmente. Se hospedó en un sitio alejado, a 3,5 km del lugar
donde se repartía comida y caminaba esa distancia por 4 trozos de pan y
sopa, él que lo había poseído todo! En la época en que Gurudev practicó
austeridades intensamente, sentía tan profundamente el desapego que
no se permitía ni la más mínima comodidad, ni satisfacer sus necesidades
básicas, si esto significaba algún tipo de interrupción en sus prácticas
diarias. Como era necesario ir a buscar bhiksha (limosna dada a los
sanyasines) todos los días, Gurudev prefería mantenerse a base de pan. Así, se hacía una reserva de varios
días, secaba el pan, y lo remojaba en el Ganges; así subsistía con una porción diaria durante una semana
con pan duro, sin gusto y sin sal.
La dulzura del japa le ayudó a soportar todos los cambios. Vivió durante un tiempo en un lugar
solitario a la intemperie, a orillas del Ganges, donde había reptiles e insectos, para finalmente instalarse en el
Swag Ashram a pedido de sus autoridades. Se ocupó siempre de tener satsanga: se rodeaba de sabios,
santos, yoguis, aspirantes, peregrinos, devotos, reuniones en las que él era siempre el centro. Se cantaba a
Dios y se discutía sobre filosofía. Los peregrinos y visitantes se dirigían a su kutir. Se hizo tan popular en el
ashram que tuvo que reducir el horario de atención a 1 hora, concediendo entrevistas de 5 minutos.
Habiendo recibido un dinero que le enviaron de Malasia, compraba leche, cuajada, manteca y frutas que
distribuía entre la gente. Por toda posesión tenía un baúl lleno de libros y medicinas. A todos recomendaba
hacer peregrinaciones y nitya karmas (rituales de oración hindúes), que llevan a la virtud y a serenar la
mente.

Siguiendo una vez más su naturaleza de entrega, instaló un dispensario a


la entrada de un paso hacia Brindanath que era muy frecuentado. Insistía en que
se debía cuidar el cuerpo con ejercicios abundantes, yogasanas, pranayama,
caminatas y juegos para hacer posible la sadhana. Comenzó a sanar a la gente,
no sólo a través de medicinas y consejos, sino también gracias a los poderes que
la Fe y la Devoción habían despertado en él. Se postraba ante los enfermos y les
lavaba los pies, viendo a Dios mismo encarnado en cada uno. Realizó varias
peregrinaciones, visitando a los pueblos a los que llevaba su alegría y su mensaje
de Amor, cantando kirtams y también prestando atención médica a los pobres. En
algunos lugares no querían que se fuera; pero su intención no era instalarse
nuevamente en medio de las comodidades, por lo que se marchaba cuando no lo
veían, para no herir a las personas que lo habían cobijado. En sus viajes ayudaba
a los peregrinos, y no dudaba en cargar a ancianas sobre sus hombros cuando lo
necesitaban. El sostenía que un sanyasin no debía acercarse a las mujeres, pero
sobre el código moral está el código de servicio. Tampoco temía contagiarse el cólera o la viruela.

Mientras vivió en el ashram, se levantaba a las 4 de la mañana y se bañaba en el Ganges, practicaba


unos minutos de asnas y meditaba por horas en padmasana. Visitaba pacientes y les compraba lo que
necesitaban. Iba a buscar biksha para su sustento, y él mismo aseaba su kutir y lavaba su ropa. Todo el
resto del tiempo lo empleaba en estudio y meditación. En al hora de visita dictaba notas a sus discípulos,
escribía artículos, contestaba preguntas. Cuando no tenía hojas, escribía dentro de sobres usados. No se
permitía ni un solo día de descanso. Así pasaron 5 años hasta 1929. En este período tuvo visiones de los
sabios de los Upanishads y de Sri Krishna.

En 1932 emprendió la "primera y gran campañas dinámica del despertar espiritual": quería
mostrarles a todos el camino por el cual se podía llegar al Amado. La gente lo iba a escuchar por miles.
Cantaba, bailaba, y en los intervalos hacía pequeños comentarios sobre la necesidad del servicio
desinteresado, la caridad, la pureza, etc. Visitó escuelas y colegios, dando conferencias y distribuyendo
folletos gratuitos por miles. La gente reconoció a su Salvador y vinieron a él como rebaños. Tenía Gurudev
una personalidad divina, que imantaba a la gente con su benéfica influencia. Se hacían reuniones
multitudinarias, donde se mezclaban gentes de todas las castas, que se quedaban a dormir en el sitio para
escuchar a Gurudev la mañana siguiente en Brahmamuhurta (el lapso de tiempo entre las 4 y las 6 de la
mañana)
En 1934, las autoridades del Swarg Ashram no pudieron mantener más a tantos buscadores de la
verdad, y Gurudev tuvo que elegir entre abandonar a sus discípulos o tener su propia organización: "Las
instituciones espirituales deben proteger el alma de la gente. A su vez, la gente debe proteger a las
instituciones. De esta forma, nutriéndose mutuamente, ambas cosecharán la bienaventuranza". Tuvo que
renunciar a su anterior decisión de no conducir un ashram. La mayoría de las construcciones en el Sivananda
Ashram fueron edificadas por algún devoto para su uso personal y de los discípulos. El objetivo era la
propagación del conocimiento espiritual y el entrenamiento de los aspirantes a Yoga y Vedanta. La
propagación dinámica del conocimiento espiritual es realmente la misión de la vida de Sri Gurudev.

Por dos meses, entre Septiembre y Noviembre de 1950, recorrió la totalidad de la India y de Ceylan.
Son indescriptibles las escenas de devoción que recibió en los centros que visitaba. Condujo más de 180
reuniones, y el Nombre del Señor colmaba la atmósfera de todo el país. El Evangelio del Inegoísmo, del
Amor, de la Verdadera Renunciación, de Meditación y Reflexión, en resumen, EL EVANGELIO DE LA VIDA
DIVINA, se esparció a lo largo y a lo ancho del país. " Me gusta servir. La gente imagina que un sanyasin
tiene que estar siempre serio y sentado en postura de meditación. Mi sistema es que el trabajo debe ser tu
meditación". Le decía a sus discípulos: "Cada uno de ustedes crecerá para convertirse en un centro de
conocimiento espiritual, pero también deben convertirse en centros de organización y de disciplina. Deben
instalar a Dios en vuestros corazones; sólo así brillarán como grandes yoguis. Si cada uno de ustedes vive
este tipo de vida, no habrá límites para la cantidad de trabajo que aportarán".

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