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Resumen
El diagnóstico diferencial del síndrome demencial tiene una gran importancia clínica, tanto desde el
punto de vista del pronóstico como del abordaje terapéutico: optimización del tratamiento
farmacológico, implementación de terapias no farmacológicas, poder facilitar un asesoramiento
adecuado a familiares y cuidadores, etc. El objetivo de este capítulo es realizar una revisión de las
diferencias clínicas de las demencias, integrando los hallazgos obtenidos en la historia clínica, en la
exploración neuropsicológica, en la valoración neuropsiquiátrica y en las pruebas complementarias.
Para ello utilizamos como esquema operativo una modificación de la clasificación de las mismas
según las estructuras cerebrales predominantemente afectadas (corticales; subcorticales;
corticosubcorticales y multifocales) que realizó Neary en 1994. Basándonos en esta clasificación
topográfica de las demencias realizamos un análisis de las diferencias clínicas que nos permiten la
diferenciación de la enfermedad de Alzheimer con el resto de síndromes demenciales, incluyendo
también a la demencia vascular que por su variabilidad clínica y neuropatológica resulta más difícil de
incluir dentro de esta clasificación topográfica.
Palabras clave: Demencia. Diagnóstico diferencial. Exploración integral. Clasificación topográfica.
Introducción
Después del diagnóstico de demencia, el primer paso consiste en la exclusión de las causas tratables
de demencia.
Posteriormente debemos plantearnos un segundo paso, el diagnóstico etiológico, con el objetivo de
aplicar los tratamientos oportunos y orientar a la familia sobre los cuidados del paciente. Para lograr
este objetivo se propone un procedimiento diagnóstico en “cascada” con tres etapas: a) la historia
clínica de las dificultades del paciente que hacen sugerir demencia; b) una exploración
neuropsicológica cualitativa que nos delimite el perfil clínico del paciente y nos oriente sobre un
determinado tipo de demencia, y c) los datos neurológicos y neurorradiológicos que excluya otras
posibles alternativas etiológicas (Fernández-Guinea, S.; Muñoz-Céspedes, J.M.; Pelegrín Valero
C. 1999). El objetivo de este artículo es realizar una revisión de las diferencias clínicas de las
demencias, utilizando como esquema una modificación de la clasificación de las demencias según las
estructuras cerebrales predominantemente afectadas que realizó Neary (Neary, D. 1994) por
considerarlo de interés práctico para aquellos profesionales implicados en el tema. Asociado a esta
clasificación topográfica de las demencias nos basaremos en el análisis de las diferencias clínicas que
permiten la diferenciación fundamentalmente con la enfermedad de Alzheimer como demencia más
prevalente, con el resto de síndromes demenciales según la clasificación reseñada debido a la
importancia clínica y la heterogeneidad de la misma, también haremos mención especial para el
diagnóstico diferencial con la demencia vascular.
En las demencias, las manifestaciones neuropsicológicas pasan a ocupar el primer plano del cuadro
clínico y la exploración detallada de las mismas mediante la utilización de tests neuropsicológicos
estandarizados es imprescindible; no obstante, la delimitación neuropsicológica de las demencias
presenta una serie de dificultades que clasificamos en los dos siguientes grupos:
1. Relacionados con la población en estudio: a) la heterogeneidad de los procesos de envejecimiento
cerebral; b) las diferencias individuales de reserva cognitiva o capacidad de reserva cerebral; c) la
frecuente coexistencia de enfermedades crónicas que afectan las funciones cognitivas en especial la
depresión, y d) la presencia de otros factores de confusión que reducen la validez de los resultados
(Derix, M.M.A. 1994. Del Ser, T.; Peña-Casanova, J. 1994) como: edad avanzada, baja o alta
escolaridad, déficit físicos y sensoriales, escasa cooperación, fatiga, escasa familiaridad de los
ancianos con este tipo de evaluación, etc.
2. Relacionados con metodología de la neuropsicología en el campo de las demencias: a) la
comparación cuantitativa de un individuo con una “lesión cerebral” con un grupo normativo de
individuos con “cerebros intactos” no es científicamente lícita ya que el cerebro lesionado se
reorganiza funcionalmente; b) la sensibilidad y especificidad de una exploración neuropsicológica
dependerá de la adecuación de los instrumentos seleccionados por el examinador para explorar un caso
concreto; respecto este punto hay que reseñar que las escalas cognitivas breves (por ejemplo, Mini
Mental State y sus distintas versiones realizadas en España), algunas baterías breves (por ejemplo,
Alzheimer´s Disease Assess mental Scale) y algunas entrevistas diagnósticas estructuradas como el
CAMDEX en su primera versión, valoran en especial funciones mentales más corticales con
predominio en la valoración de las funciones localizadas topográficamente en las áreas
retrorrolándicas con escasa sensibilidad para evaluar demencias con afectación predominante frontal
y/o subcortical (Derix, M.M.A. 1994); c) la inespecificidad de los tests neuropsicológicos ya que
raramente un test es específico de una función mental independiente; d) la ausencia de relación
unívoca de un rasgo clínico con una topografía lesional, es decir, manifestaciones clínicas idénticas no
tienen por que ser producidas necesariamente por un mismo mecanismo (Heilman, K.M.; Valenstein,
1979); e) la validez ecológica de los instrumentos de valoración cognitiva (Marcos, T. 1994), y f)
debido al carácter dimensional de las funciones mentales en los casos de deterioro cognoscitivo leve
no existen criterios operativos claros (desviación de la media estandarizada) para considerar el
rendimiento en una función como patológico, ni para controlar las diferencias culturales o exigencias
sociales entre diversas poblaciones o individuos.
Después del estudio clínico, el diagnóstico etiológico está limitado por los siguientes aspectos: a) el
conocimiento actual todavía parcial sobre la fisiopatología, en especial en el campo de la genética
molecular, de muchos de los distintos tipos de demencia; b) la variabilidad clínica de los distintos
tipos de demencia: en este sentido hay que subrayar que el síndrome clínico viene determinado,
fundamentalmente, más por la topografía de las lesiones que por su neuropatología, en especial en las
demencias degenerativas tipo no-Alzheimer, como se ha puesto de relieve en un reciente artículo
respecto la presentación de una degeneración ganglionar corticobasal con las características
fenotípicas de una demencia frontotemporal (Mathuranath, P,S.; Xuereb, J.B.; Bak, T.; Hodges,
J.R. 2000). Esta circunstancia da lugar a una confusión taxonómica entre los síndromes clínicos
versus las entidades clinicopatológicas versus el diagnóstico histológico específico; así un síndrome
clínico puede ser producido por distintos tipo de lesiones y éstas pueden producir distintos síndromes
clínicos (Neary, D. 1997); c) el conocimiento incompleto de los perfiles clínicos y neuropsicológicos
de determinadas demencias como es el caso de la vascular; d) la frecuente coexistencia de dos o más
factores etiológicos capaces de producir demencia (p. ej., cuadros mixtos: lesiones tipo Alzheimer con
lesiones vasculares o con cuerpos de Lewy corticales que limita la validez de los criterios diagnósticos
actuales de los distintos tipos de demencia), y e) la heterogeneidad clínica respecto su evolución a
demencia global de determinados síndromes degenerativos focales (Serra-Mestres, J. 1996).
En resumen, hasta que se avance en el conocimiento de los mecanismos etiopatogénicos, en
especial en el campo de la genética molecular, la mejor manera de clasificar los distintos síndromes
demenciales es el análisis descriptivo de los trastornos neuropsicológicos y neuropsiquiátricos
predominantes, que en el caso de las enfermedades neurodegenerativas nos indicará en las fases
más precoces de la enfermedad la estructura cerebral predominantemente afectada. A pesar de sus
limitaciones esta metodología resulta básica para lograr los siguientes objetivos: a) realizar una
aproximación diagnóstica etiológica precoz (la confirmación es solamente posible mediante el estudio
neuropatológico) y por lo tanto propiciar un tratamiento etiológico y/o sustitutivo adecuado además de
la aplicación de los programas de estimulación o rehabilitación neuropsicológica b) orientarnos en el
pronóstico de la enfermedad; c) facilitar el asesoramiento a los cuidadores y familiares respecto el
manejo del paciente; d) avanzar en el campo de la investigación de las demencias, y e) progresar en el
conocimiento de la relación cerebro-conducta.
Las etapas para realizar un diagnóstico diferencial neuropsicológico del síndrome demencial serían
las siguientes:
1. Intentar estimar la línea base de la función cognitiva antes del inicio de la enfermedad (capacidad
intelectual previa).
2. Seleccionar los instrumentos más adaptados a las características y trastornos específicos del
paciente (exploración idiográfica) (Peña-Casanova, J. 1994). En todos los casos se tiende a
seleccionar una o dos pruebas representativas de cada domino cognitivo fundamental: atención,
orientación, memoria, funciones ejecutivas, percepción, habilidades psicomotoras, lenguaje, cálculo,
praxias, capacidades visoespaciales y visoconstructivas y funciones motoras.
3. Obtener un perfil neuropsicológico con las funciones cognitivas preservadas y alteradas.
4. En dependencia de los resultados obtenidos, establecer hipótesis respecto la localización
neuroanatómica de las lesiones cerebrales.
5. Integrar estos hallazgos con el resto de datos clínicos para intentar establecer un diagnóstico
etiológico.
Por último, volvemos a subrayar la importancia que tiene en el estudio de las demencias el integrar los
datos de la valoración neuropsicológica con el resto de los resultados de la exploración: la historia
clínica, la exploración neurológica (por ejemplo, en las demencias con síntomas extrapiramidales
asociados), la evaluación de los trastornos psiquiátricos y conductuales asociados (por ejemplo, en las
demencias frontales) y de las exploraciones complementarias. Somos conscientes que una visión de las
demencias exclusivamente bajo el prisma del paradigma cognoscitivo, nos limita en la obtención de
los objetivos mencionados y nos empobrece en la comprensión de la problemática de los pacientes y
de sus familiares.
Apraxia Pseudodemencia
progresiva depresiva
primaria tipo Pick
Demencia ++Demencias
vascular reversibles
**Otras causas de +++ Otras causas
demencia frontal de demencia
subcortical
Memoria:
- Memoria remota Gradiente temporal Ligero gradiente temporal
- Recuerdo inmediato Alterado Alterado
- Recuerdo diferido Alterado Alterado
- Reconocimiento Alterado Relativamente normal
- Aprendizaje (m. declarativa) Alterado Relativamente normal
- Aprendizaje Normal Alterado
(m. procedimental)
Velocidad del procesamiento de Normal hasta etapas tardías (si Enlentecimiento temprano
la información alterado es debido a otros
déficits)
Lenguaje:
Pronunciación Articulado hasta etapas tardías Alterada : disartria, lentitud
Denominación Frecuente anomia Normal o anomia incipiente
Fluencia verbal Alterada Reducida (lentitud en la
evocación)
Comprensión verbal Alterada Normal o leve afectación
Repetición Normal Normal
Mecánica de la escritura Normal Alterada
Lingüística de la escritura Alterada (agrafia) Normal
Lectura-verbalización A menudo alterada Normal
Comprensión lectora Alterada Normal
Praxias:
Praxia ideomotora Alterada Normal
Praxia ideatoria Alterada ligeramente Normal
Procesamiento visual:
Reconocimiento visual básico Normal o ligeramente alterada Normal
Percepción visual compleja Alterada Normal o levemente alterada
Capacidades visoespaciales Alterada con frecuencia Normal o levemente alterada
Trastornos del movimiento Ausentes (alguna mioclonía) Corea, temblor, tics, distonía,
trastornos de la marcha*
Estas diferencias entre ambos síndromes demenciales han sido contrastadas en diferentes estudios
neuropsicológicos que han comparado la enfermedad de Alzheimer con la enfermedad de Parkinson y
de Huntington; el estudio neuropsicológico de estas diferencias es más fiable cuando se utilizan test
que contemplan el tiempo de ejecución (Gil-Saladie, D.; Garcia-Hernández, I. 1995). Estos estudios
apoyan la validez de constructo de estos síndromes corticales y subcorticales, en contra de quienes se
oponen a esta diferenciación argumentando fundamentalmente dos aspectos: a) las demencias
corticales pueden tener patología y lesiones neuroanatómicas subcorticales (por ejemplo, la
afectación del núcleo basal de Meynert en la enfermedad de Alzheimer) y también sucede de manera
inversa; y b) los trastornos motores precoces asociados a las enfermedades que dan lugar al síndrome
demencial subcortical tienen como consecuencia que los enfermos sean llevados en fases tempranas a
las consultas médicas y que no se detectan los síntomas de demencia cortical, lo cual ocurriría
seguramente con la enfermedad de Alzheimer si se examinara en fases precoces. En una reciente
revisión sobre el tema realizada en España (González-Salvador, T. 2000) se concluye que no hay
rasgos clínico-biológicos patognomónicos que diferencien la demencia cortical de la subcortical; no
obstante, coincide con nosotros en que cuanto más precoz y completa sea la evaluación con demencia
más cerca estaremos de establecer un perfil sindrómico y etiológico, así como el grado de afectación
cortical y subcortical cerebral.
3. DFT con parkinsonismo (puede presentarse con cualquiera de los síndromes del apartado 1
y/o con enfermedad de la motoneurona)
DFT familiar producida por mutación del gen de la proteína tau localizado en el cromosoma 17
Variante danesa localizada en el cromosoma 2
DFT familiar con vinculación cromosómica no establecida
La demencia semántica se suele asociar con prosopagnosia (una incapacidad para identificar y
reconocer las personas conocidas y famosas); sin embargo cuando la atrofia se localiza de forma
asimétrica en el lóbulo temporal derecho, sin afectación del izquierdo, da lugar a un nuevo síndrome:
la prosopagnosia progresiva sin afectación de la memoria semántica, ni de la memoria autobiográfica.
Los trastornos neuropsiquiátricos en la demencia frontotemporal han sido subdivididos en tres
subsíndromes: a) perfil de desinhibición, distraibilidad e hiperactividad; b) de apatía, embotamiento
afectivo, inhibición y aislamiento social; y c) conductas ritualistas y estereotipadas. En la demencia
frontal durante los estadios iniciales se plantea el diagnóstico diferencial con los cuadros psiquiátricos
funcionales:
depresión (subtipo apático), manía (subtipo desinhibido) y trastorno obsesivo-compulsivo (subtipo
estereotipado) aunque en las fases iniciales como síntomas prodrómicos pueden aparecer otros
trastornos psiquiátricos: ansiedad, aumento de la sensibilidad, labilidad emocional, hipocondría,
cambios en los hábitos alimentarios, alteraciones del sueño y de la conducta sexual. En la demencia
semántica los trastornos neuropsiquiátricos aparecen en fases más avanzadas de la enfermedad
predominando el perfil obsesivo-compulsivo; por el contrario en la afasia no fluente progresiva los
trastornos neuroconductuales típicos de la demencia frontal son muy infrecuentes.
A pesar de la heterogeneidad clínica de las demencias frontotemporales tipo no-Alzheimer tenemos
que reseñar que la publicación de los criterios diagnósticos han propiciado una mayor especificidad
en los diagnósticos de esta entidad neuropsiquiátrica y la publicación en la última década de
múltiples estudios comparativos de las características neuropsiquiátricas y neuropsicológicas entre
estas demencias y la enfermedad de Alzheimer, lo cual nos permite realizar un correcto diagnóstico
diferencial con las consiguientes implicaciones para el manejo y el tratamiento de estos pacientes. En
la tabla 4 se exponen las diferencias clínicas más relevantes entre ambas entidades, destacando que en
un estudio reciente, comparando los trastornos neuroconductuales de pacientes con demencia
frontotemporal (frontal y semántica) versus demencia tipo Alzheimer, los autores documentan que
sólo la agrupación de síntomas compuesto por conductas estereotipadas y ritualistas, cambios en las
preferencias alimentarias, pérdida de la capacidad de empatía e inadecuación en las conductas
sociales, distinguen claramente ambos tipos de demencia; los pacientes con demencia frontal y
semántica tuvieron un patrón neuroconductual muy similar. (Derix, M.M.A. 1994).
Procesamiento visual:
Reconocimiento visual básico Normal o ligeramente alterada Normal
Percepción visual compleja Alterada Normal o disminuida ***
Capacidades visoespaciales Alterada con frecuencia Normal o disminuida ***
Por otra parte Joynt y Shoulson (Joynt, R.J.; Shoulson, I. 1979) enfatizaron la similitud entre las
alteraciones clínicas secundarias a lesiones frontales y las demencias subcorticales que denominan
demencias frontosubcorticales”. Posteriormente diversos investigadores han descrito que el lóbulo
frontal está íntimamente conectado con el tálamo y los ganglios basales a través de tres circuitos o
sistemas frontosubcorticales: prefrontal dorsolateral; orbitofrontal y medialfrontal o cingulado
anterior, aceptándose en la actualidad que la lesión en cualquiera de las estructuras cerebrales
incluidas en estos sistemas puede reproducir los síntomas frontales (Ostrosky-Solis, F. 2000). Esta
relación anatómica y funcional entre el lóbulo frontal y las áreas subcorticales nos explicaría el hecho
de que los síntomas frontales sean muy frecuentes y en algunos casos predominantes en las demencias
subcorticales, como se ha descrito en la parálisis supranuclear progresiva; así en un estudio reciente
comparando el perfil neuropsicológico de pacientes con enfermedad de Parkinson, con atrofia
multisistémica y parálisis supranuclear progresiva, ha puesto de relieve la preponderancia de
afectación de las estructuras frontales en esta última entidad. También se han descrito síntomas
frontales en pacientes con enfermedad de Huntington y con enfermedad de Parkinson ( Ostrosky-
Solis, F. 2000). A pesar de estas similitudes, algunos autores han estudiado las diferencias entre ambos
tipos de demencias utilizando la terminología de “demencias activas-corticales” (síntomas de
desinhibición) versus “pasivas-subcorticales” (síntomas de apatía). Para estudiar las diferencias han
diseñado una entrevista: la Evaluación Cualitativa de la Demencia que consta de un cuestionario
breve de 15 ítems que se puntúan entre 0= “conductas de apatía”, 1= “normal” y 2= “conductas de
desinhibición”. Una puntuación menor de 15 nos indicaría una demencia subcortical; por contra una
puntuación mayor apoyaría la posibilidad de una demencia cortical (frontal), documentándose con este
instrumento una fiabilidad interobservadores de 0,79. También se puede objetivar de forma
predominante síntomas frontales en múltiples entidades clínicas capaces de producir demencia (Tabla
1), siendo de especial interés clínico el diagnóstico con la demencia vascular (Royall, D.R.; Mahurin,
R.K. 1996). En un interesante artículo, los autores (Cherrier, M.M.; Mendez, M.F.; Perryman,
K.M. 1997) describen el predominio de alteraciones neuropsicológicas y conductuales frontales en las
demencias degenerativas respecto las vasculares; por contra estas tienen una mayor disfunción
subcortical-cortical (parietotemporal) y subrayan las diferencias clínicas entre ambas (edad de inicio,
tipo de inicio y curso, antecedentes médicos, signos neurológicos, trastornos conductuales, lenguaje,
cognición y neuroimagen).
Aprendizaje verbal Muy afectado en fases iniciales Menos afectado en fases iniciales
Síntomas frontales funciones Menos afectadas en fases Más afectadas en fases iniciales
ejecutivas): disminución de la iniciales **
actividad; planificación; Flexi-
bilidad conceptual; perseve-
ración motora; impersistencia
Velocidad del procesamiento Normal hasta etapas tardías (si Enlentecimiento temprano **
de la información y de la alterado es debido a otros
función motora déficits)
Tabla 6. Criterios de consenso para el diagnóstico clínico de DCL (McKeith, I.G.; Galasko, D.;
Kosaka, K. 1996)
En una reciente segunda reunión de consenso para evaluar los aspectos diagnósticos y terapéuticos de
la demencia con cuerpos de Lewy DCL se subraya la dificultad para valorar la “fluctuación de la
cognición” y proponen la inclusión de dos nuevos síntomas que apoyan el diagnóstico ( McKeith,
I.G.; Pery, E.K.; Perry, R.H. 1999):
1. Alteraciones en la fase REM.
2. Síntomas depresivos. La baja sensibilidad de los criterios diagnósticos de la DCL se ha
documentado en varios estudios; por el contrario también se ha objetivado una elevada especificidad.
La sensibilidad aumenta en los estudios que valoran de una manera estructurada la fluctuación de las
funciones cognitivas, siendo la misma de características distintas a la fluctuación que se observa en la
demencia vascular. En esta última, la fluctuación suele ser más leve, no se observa en pruebas
atencionales de corta duración (90 segundos) y suele caracterizarse por un empeoramiento nocturno
con episodios de estabilización de los síntomas; además, hay que recordar que en la demencia vascular
los síntomas parkinsonianos son más incompletos, con una alteración prevalente de la marcha, a
diferencia de la DCL donde la fluctuación de la cognición tiene una periodicidad variable, la
estabilización de los síntomas es infrecuente y los síntomas parkinsonianos cumplen criterios clínicos
de enfermedad de Parkinson. Estas diferencias deben tenerse en cuenta para evitar atribuir la
atipicidad clínica de demencias tipo Alzheimer a factores vasculares en detrimento de la variante de
CL (Neary, D. 1997). Este último apartado hace referencia a la inespecificidad de las características
clínicas descritas; así la fluctuación de la cognición y las alucinaciones visuales no hace descartar
todas aquellas causas médicas e iatrogénicas (por ejemplo, efecto secundario de los
antiparkinsonianos) capaces de producir delirium; la presencia de parkinsonismo nos hace realizar el
diagnóstico diferencial con otras demencias con síntomas extrapiramidales, en especial con la
enfermedad de Parkinson idiopática, la atrofia multisistémica y la parálisis supranuclear progresiva;
debemos descartar la presencia de crisis comiciales o isquémicas transitorias como causa de las caídas,
de los síncopes y de las pérdidas de conciencia. La aparición de ideas delirantes sistematizadas y/o
alucinaciones auditivas, olfativas o táctiles nos debe hacer descartar la epilepsia de lóbulo temporal y
las entidades capaces de producir cuadros delirantes en el anciano.
El único criterio neuropatológico considerado esencial por los expertos es la presencia de CL
troncoencefálicos o corticales sin especificar la contribución de los mismos en la formación de los
síntomas y permitiendo la presencia concomitante de lesiones neuríticas relacionadas con los CL, las
lesiones tipo Alzheimer y las alteraciones espongiformes.
La relación nosológica de este tipo de demencia con la enfermedad de Alzheimer y con la enfermedad
de Parkinson que desarrolla trastornos neuropsiquiátricos todavía no está bien precisada por el
solapamiento clinicopatológico anteriormente descrito; de hecho, consideran que los criterios
propuestos son potencialmente aplicables a aquellos casos de EP que desarrollan demencia y que no
excluyen los casos mixtos con lesiones tipo EA, como se ha puesto de relieve en recientes trabajos
(Verghese, J.; Crystal, H.A.; Dickson, D.W.; Lipton, R.B. 1999). Para lograr este objetivo, hasta la
aparición de un marcador biológico eficaz, solamente disponemos de la realización del diagnóstico a
través de la comparación de las características clínicas más comunes de estas entidades nosológicas.
Un resumen esquemático de las características diferenciales entre la demencia de CL y la enfermedad
de Alzheimer se detalla en la tabla 7.
Test del dibujo de un reloj Mejor la copia que el dibujo libre Mejor el dibujo libre que la copia
Edad de comienzo La gran mayoría por encima de Rango de edad de 15-55 años
55 años