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Capítulo 2

Estructura atómica
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Figura de la portada tomada de http://www.academico.cecyt7.ipn.mx/FisicaIII/temas/modelos.htm

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Los filósofos griegos discutieron mucho sobre la naturaleza de la materia y concluyeron que el
mundo era más sencillo de lo que parecía. En el siglo V a.C., Leucipo pensaba que sólo había un
tipo de materia, sostenía además que, si dividíamos la materia en partes cada vez más pequeñas,
acabaríamos encontrando una porción que no se podría seguir dividiendo. Un discípulo suyo,
Demócrito, bautizó a estas partes indivisibles con el nombre de átomos, término que en griego
significa “que no se puede dividir”.
Empédocles estableció que la materia estaba formada por cuatro elementos: tierra, agua, aire y
fuego. Aristóteles negó la existencia de los átomos de Demócrito y reconoció la teoría de los cuatro
elementos, que, gracias al prestigio que tenía, se mantuvo vigente en el pensamiento de la
humanidad durante 2000 años; hoy sabemos que estos cuatro elementos iniciales no forman parte de
los 118 elementos químicos actuales. En este capítulo haremos un repaso cronológico de algunos de
los acontecimientos mas relevantes que fueron base para el desarrollo de la teoría atómica.
2.1 Teoría atómica de Dalton. Los conceptos de átomo y molécula introducidos por John Dalton
(1766-1844) en 1808, que retomaba las antiguas ideas de Leucipo y Demócrito marcan los inicios
del desarrollo de la química en el siglo XIX. En esta época, el pensamiento científico estaba
dominado por las ideas de lsaac Newton y en la química brillaba el nombre de Antoine Laurent
Lavoisier, quien, después de realizar minuciosos experimentos sobre combustión y fermentación,
señaló: “… nada se crea en las operaciones del arte o de la naturaleza, y puede admitirse como
axioma que en toda operación existe la misma cantidad de materia antes y después de la operación”,
este descubrimiento dio lugar a la ley de la conservación de la materia, piedra angular sobre la que
descansa el desarrollo ulterior de la química.
Dalton estaba interesado en la meteorología y la composición de la atmósfera e intentaba explicar
las diferencias de solubilidad de varios gases en el agua, lo que lo llevó a postular su teoría atómica,
que aplicó por vez primera para tratar de resolver este problema, las ideas básicas de su teoría
aparecieron en dos trabajos, en 1808 y en 1810, y pueden resumirse como sigue:
✓ Los elementos están formados por partículas discretas, diminutas e indivisibles, llamadas
átomos, que no se alteran en los cambios químicos.
✓ Los átomos de un mismo elemento son todos iguales entre sí en masa, tamaño y en el resto
de las propiedades físicas o químicas; por el contrario, los átomos de elementos diferentes tienen
distinta masa y propiedades.
✓ Diferentes elementos están hechos a partir de diferentes átomos.
✓ Los compuestos químicos se forman por la combinación de átomos de dos o más elementos,
en un átomo compuesto.
✓ Los átomos son indivisibles y conservan sus características durante las reacciones químicas.
✓ En cualquier reacción química, los átomos se combinan en proporciones numéricas simples.
Por ejemplo, un átomo de A se combina con un átomo de B, dos átomos de A con tres de B, y así
sucesivamente. Por ejemplo, el agua está formada por 2 átomos del elemento hidrógeno y 1 átomo
del elemento oxígeno.
En el documento, Dalton incluyó una tabla de masas atómicas relativas, de las catorce sustancias
elementales que por aquel entonces se conocían (figura 2.1). Hoy sabemos que ninguno de estos tres
puntos es completamente cierto; sin embargo, Dalton ofreció a los científicos de su época conceptos
nuevos e importantes, de manera que gran parte del progreso de la química del siglo XIX se debió a
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la expansión de sus ideas; la aceptación del modelo de Dalton en cuanto a la existencia de los
átomos no fue inmediata, por el contrario, muchos científicos se resistieron a la idea de aceptar la
existencia de dichas partículas y, a lo largo de los años, se generaron gran número de debates a este
respecto.
Al estudiar los fenómenos eléctricos se llegó a la conclusión de que la teoría de Dalton era errónea
y, por tanto, debían existir partículas más pequeñas que el átomo, que serían las responsables del
comportamiento eléctrico de la materia.

Figura 2.1 John Dalton (1766-1826) y su tabla de elementos (tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/John_Dalton)


2.2 La radiación electromagnética como movimiento ondulatorio. En el año 1864, James Clerk
Maxwell (1831-1879) encontró una teoría dinámica del campo electromagnético que unificaba
varias leyes existentes sobre la electricidad y el magnetismo. Lo que aquí nos interesa es que las
ecuaciones de Maxwell predecían la existencia de ondas electromagnéticas que viajan a la velocidad
𝑚
de la luz (𝑐 = 2,997925 × 108 𝑠 ), estas ondas fueron observadas por primera vez en unlaboratorio
23 años más tarde, por Heinrich Hertz (1857-1894).
El movimiento ondulatorio, asociado con la trasmisión de la luz, no se debe a la materia puesto que
la luz se trasmite a través del vacío, las ondas electromagnéticas, trasmiten energía sin trasmitir
materia. Todas las formas de radiación se propagan en el vacío a una velocidad 𝑐, este valor
disminuye ligeramente cuando las ondas viajan a través de agua o de aire y parte de su energía es
absorbida. La teoría ondulatoria de la luz considera que las ondas están determinadas por
vibraciones en los campos eléctricos y magnéticos, dispuestos en ángulo recto el uno respecto al
otro (figura 2.2). El campo magnético también oscila en una onda electromagnética con la misma
frecuencia que el campo eléctrico, pero en una dirección perpendicular a éste. Es claro que una onda
electromagnética transporta energía de un lugar a otro, pues puede producir movimiento sobre una
carga eléctrica colocada a su paso. El fenómeno inverso también ocurre; una carga oscilante produce
en el espacio un campo eléctrico y un campo magnético que viajan a la velocidad de la luz, es decir,
genera una onda electromagnética. En general, cualquier carga bajo aceleración produce ondas
electromagnéticas, con lo que pierde energía, este es un principio importante de la electrodinámica
clásica.
La región visible del espectro es sólo una parte muy pequeña del espectro electromagnético de
energía radiante, hay longitudes de onda (𝜆) o frecuencias que no son visibles al ojo humano. Las
frecuencias mayores que la luz violeta conforman la región ultravioleta donde se halla la radiación

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más energética: los rayos X y los rayos . En la otra dirección se encuentra la región infrarroja con
longitudes de onda más grandes que la luz roja y que comprende las ondas hertzianas utilizadas en
radio, televisión, microondas, radar, algunas de las cuales tienen cientos de metros de longitud. Las
ondas electromagnéticas cubren un intervalo enorme de longitudes de onda y frecuencia, las hay con
 desde varios kilómetros hasta los picómetros.

Figura 2.2 Oscilación de los campos eléctrico y magnético en una onda electromagnética (tomada de
https://imamagnets.com/blog/que-son-ondas-electromagneticas/)
2.3 El espectro de los elementos. Desde los experimentos realizados por Isaac Newton (1642-1727)
en 1666, al pasar la luz del Sol a través de un prisma, se pensaba que ésta consistía en un espectro
continuo. Hoy sabemos que el espectro electromagnético es un conjunto de ondas de todas las
frecuencias en las que se presenta la radiación electromagnética, conocemos también que un cuerpo
sólido caliente puede emitir y absorber todo tipo de radiación; es decir, tiene espectros de emisión y
absorción continuos; la interacción entre materia y radiación en un gas (a condiciones ordinarias) no
sigue este mismo patrón de comportamiento. La ciencia que se encarga del estudio de la radiación
electromagnética emitida o absorbida por las sustancias se conoce con el nombre de espectroscopia,
y se ha convertido en una herramienta insustituible para la identificación y caracterización de los
compuestos.
Desde hace mucho tiempo se conoce que los gases emiten luz cuando son excitados, algunos de los
mecanismos para lograrlo son:
✓ Calentando el gas a alta temperatura.
✓ Colocando en la llama los vapores de una sustancia.
✓ Produciendo una descarga eléctrica en el interior del gas.
✓ Provocando la circulación de corriente eléctrica en un gas a baja presión.
La radiación emitida por los gases puede separarse en sus diferentes longitudes de onda por medio
de un prisma, como lo muestra la figura 2.3. En un principio, se realizaron observaciones visuales y
posteriormente se emplearon pantallas fluorescentes o placas fotográficas para analizar la naturaleza
de la luz producida por la emisión, ejemplos familiares de emisión son las lámparas de neón o
mercurio. En la naturaleza, las auroras boreales y australes son producto de la emisión (en la alta y
enrarecida atmósfera) debida supuestamente al flujo de partículas cargadas provenientes del sol.
En 1752, el físico escocés Thomas Melvill, al usar la excitación por llama, encontró que los
espectros de los gases no presentaban todos los colores del visible (arco iris), como sucede en
sólidos o líquidos, sino sólo parte de ellos, separados por intervalos ausentes de color. Melvill
también reconoció que cada sustancia mostraba diferentes señales brillantes. Por ejemplo, la sal
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común presenta una coloración amarilla característica cuando se le calienta a la llama, actualmente
se sabe que el vapor de sodio sólo presenta dos líneas prominentes en la región visible del espectro,
con longitudes de onda: 1 = 5889.95 angstrom y 2 = 5895.92 angstrom.

Figura 2.3 Diagrama de un espectrómetro de prisma (tomado de http://slideplayer.es/slide/10738913/)


Otros elementos presentan un espectro de emisión más complejo, como se muestra en la figura 2.4,
por ejemplo, la radiación emitida por vapores de hierro está compuesta por más de 6000 líneas
brillantes en la región visible.

Figura 2.4. Espectros de emisión para el hidrógeno, sodio, helio, neón y mercurio (tomado de
http://www.galaxyzooforum.org/index.php?topic=274743.0)
Como vemos, aun elementos que presentan comportamientos químicos similares, como He y Ne,
tienen un espectro de emisión radicalmente diferente. Cada gas puede identificarse a partir de su
espectro de líneas, y ello puede hacerse con tanta precisión como la identificación de personas por
sus huellas digitales.
En 1860 y 1861 los trabajos de Kirchhoff y del químico Robert Bunsen, considerados como los
creadores del espectroscopio, condujeron al descubrimiento de dos nuevos elementos: rubidio y
cesio, esto ocurrió al analizar el espectro de emisión del vapor de cierta agua mineral, cuando
encontraron líneas no atribuibles a ningún otro elemento conocido; el análisis espectroscópico de
meteoritos reveló, en esa época, que estaban constituidos por elementos también existentes en la
Tierra.
La repetición del experimento con otros gases, colocados en el espectrómetro, como se indica en la
figura 2.5, muestra las líneas de absorción características, la conclusión de Kirchhoff fue que los
gases absorbían luz de longitudes de onda idénticas a algunas de las que emitían después de ser
excitados. La existencia del helio (del griego helius=sol) se predijo porque algunas líneas oscuras
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del Sol no correspondían a ningún elemento conocido. La espectroscopia es, como se ve, una
herramienta tan potente que pudo encontrarse un elemento nuevo a ¡149 millones de kilómetros de
distancia!, como este ejemplo, mucho de lo que sabemos del universo ha provenido del análisis
espectroscópico de la radiación electromagnética que nos llega a la Tierra.

Figura 2.5 Espectrómetro para obtener el espectro de absorción de un gas (Tomado de


https://byjus.com/physics/difference-between-emission-and-absorption-spectra/)
2.3.1 La fórmula de Balmer. Hacia 1880 se había realizado una gran cantidad de mediciones de
longitudes de onda e intensidades de la luz emitida y absorbida por multitud de gases, sin embargo,
no se había progresado en absoluto en la sistematización de toda esta avalancha de datos y mucho
menos en la explicación de por qué los gases absorben o emiten en esa forma discontinua, este
periodo se caracterizó por búsqueda obsesiva de relaciones numéricas entre las líneas
espectroscópicas. Al fin alguien tuvo éxito en 1885, el profesor de escuela Johann Jakob Balmer
(1825-1898) había hallado una relación empírica para las longitudes de onda de las cuatro líneas
brillantes del espectro visible de emisión del hidrógeno medidas por el espectroscopista Anders
Jonas Angstrom (1814-1874), la relación de Balmer es
𝑛2
𝜆 = 𝑏 (𝑛2−22 ) (2.1)
En poco tiempo se ratificó que otras nueve líneas del hidrógeno encontradas en espectros estelares
coincidían, con la misma precisión, con las previstas por (2.1), el mismo Balmer propuso que otras
series de líneas de emisión se encontrarían sustituyendo el 2 del denominador de (2.1) por otros
números enteros, pero se equivocó.
2.3.2 Otras series del hidrógeno. Johannes Robert Rydberg (1854-1919), en 1890, encontró dos
generalizaciones fundamentales en los espectros de otros elementos, dado que en su trabajo empleó
1
números de onda (𝜈̄ = 𝜆) y no longitudes de onda, vale la pena obtener en función de esta variable
la fórmula de Balmer (2.1):
4 1 1
𝜈̄ = 𝑏 (22 − 𝑛2) (2.2)
4
Rydberg encontró que la constante 𝑏 aparecía también en expresiones aritméticas similares para
otros elementos y halló ciertas relaciones entre las líneas correspondientes a diferentes series, en su
4
honor, a 𝑏 se le conoce como la constante de Rydberg, RH:
1 1
𝜈̄ = 𝑅𝐻 (22 − 𝑛2 ) (2.3)
El valor más reciente para RH es 10973731,534 m-1. En la ecuación (2.3) sí resulta correcto aplicar la
especulación de Balmer, reemplazando 22 por otro entero al cuadrado, es decir, la expresión
1 1
𝜈̄ = 𝑅𝐻 (𝑛2 − 𝑛2) con 𝑛1 > 𝑛2 (2.4)
2 1

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reproduce todas las líneas de emisión del hidrógeno (figura 2.6), cuando 𝑛2 = 2 y 𝑛1 = 3, 4, 5 … se
puede calcular 𝜈̄ de las líneas de la serie visible o de Balmer. En 1906 Lyman descubrió la serie de
la región ultravioleta, en este caso 𝑛2 siempre tiene el valor de 1; más tarde Paschen descubrió en la
región infrarroja, la serie que lleva su nombre; en este caso, 𝑛2 siempre será igual a 3 y 𝑛1 =
4, 5, 6 … la serie con 𝑛2 = 4 fue descubierta por Bracket y con 𝑛2 = 5 por Pfund; ambas pertenecen
al infrarrojo lejano, las series con 𝑛2 = 6 y valores mayores están localizadas a frecuencias muy
bajas y no han recibido nombre especial.

Figura 2.6 Espectro de emisión del hidrógeno (tomado de http://slideplayer.es/slide/3916509/)


2.4 Descubrimiento del electrón. El descubrimiento, en 1897, de la primera partícula, el electrón,
fue un hecho experimental inesperado. Hay que remontarse a principios del siglo XIX para darse
cuenta de que, por esas fechas, se empezaba a pensar que la materia estaba compuesta de cargas
eléctricas. Por ejemplo, a principios del siglo XIX los experimentos de electrólisis eran comunes. De
alguna forma, la corriente eléctrica debía interactuar con los componentes de la materia, la cual
debía contener cargas eléctricas tanto positivas como negativas.
En esa época ya eran bien conocidas las leyes electroquímicas de Faraday, quien, en 1834, estudió la
electro-deposición en celdas y halló que el paso de F=96490e deposita siempre un equivalente
químico de sustancia; la constante de Faraday, representa la carga de un mol de electrones
(alrededor de 96485 culombios). Con la teoría de Arrhenius, en 1884 y 1887, en la que se proponía
la idea de que las sales en disolución acuosa se disociaban en iones positivos y negativos, se
interpretaron las leyes de Faraday desde ese punto de vista, encontrándose que los iones en solución
tienen cargas siempre múltiples de una unidad fundamental, para la cual G. Johnstone Stoney
(Oakley Park, 1826-Londres, 1911) propone, en 1891, el nombre de electrón.
Sin embargo, nadie esperaba que estos electrones fueran a aparecer en un experimento donde la
electricidad pasara a través de un gas. Bajo condiciones normales, los gases son muy malos
conductores de la electricidad, sólo una alta diferencia de potencial logra que una chispa atraviese el
espacio entre dos electrodos. Sin embargo, a baja presión, la conducción ocurre más fácilmente y
está asociada con ciertos fenómenos luminosos interesantes, este hecho fue observado en los
llamados tubos de descarga. Cuando las técnicas experimentales hicieron posible disminuir la
presión dentro del tubo hasta 0.01 ó 0.001 mm Hg, aparece una corriente de rayos, conocidos como
rayos catódicos, que producen fluorescencia en las paredes del tubo, pronto se encontró que los
rayos catódicos viajaban en línea recta, y eran desviados por campos eléctricos y magnéticos.
Los primeros estudios cuantitativos sobre los rayos catódicos fueron publicados en 1897, casi
simultáneamente, por E. Wiechert (enero), W. Kaufmann (julio) y Joseph John Thomson (1856-
1940) (octubre), quien indicó que dichos rayos no eran más que los electrones de Stoney viajando
del cátodo al ánodo a grandes velocidades. Los contemporáneos de J. J. Thomson pensaban que los
rayos catódicos eran torrentes de moléculas ionizadas o bien fluctuaciones producidas en el éter, el
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medio inmaterial que llenaba el espacio y era responsable de la propagación de la luz de un lugar a
otro. La respuesta de Thomson fue sorprendente; no son ni uno ni otro, sino una nueva forma de
materia a la que curiosamente llamó “corpúsculos” y no electrones, pues este último término era
conocido sólo por los especialistas en el estudio de las disoluciones.
El experimento de Thomson consistía de un tubo donde se emitían desde el cátodo electrones, con
masa m y carga e. Algunos pasaban por el orificio existente en el ánodo a cierta velocidad 𝑣; en
ausencia de otra interacción, su trayectoria era rectilínea. Si un campo magnético actuaba sobre
ellos, la fuerza magnética forzaría a los electrones a describir una trayectoria circular mientras
𝑒
pasaban por el campo (figura 2.7). Así, la relación podía calcularse de consideraciones de
𝑚
𝑒 𝐸
electromagnetismo y leyes de Newton, obteniéndose un valor de 𝑚 = 𝐵2 𝑅

.
Figura 2.7. J.J. Thomson (1856-1940) y el tubo de rayos catódicos (fotografías tomadas de
http://www.nndb.com/people/479/000099182/ y http://elatanordenestor.blogspot.com.co/2009/05/el-descubrimiento-del-
electron.html)
En 1912, el mismo Thomson hizo interactuar iones positivos con campos eléctricos y magnéticos, el
arreglo instrumental consiste en acelerar al ion mediante un campo eléctrico y hacerlo pasar por un
campo magnético. Resulta claro que si dos iones unipositivos que tienen diferentes masas entran al
mismo campo magnético a idénticas velocidades, deben tener radios de curvatura diferentes.
Mediante esta técnica, Thomson detectó dos diferentes radios de curvatura y, por tanto, dos
diferentes masas para los átomos de neón, actualmente conocidos como isótopos 20Ne y 22Ne; en
1906, J. J. Thomson se hace merecedor del premio Nobel de física. En 1919, Francis William Aston
(1877-1945) perfeccionó el aparato de Thomson, llamándole espectrógrafo de masas, mediante el
cual logró determinar las masas atómicas con una certidumbre de cuatro cifras significativas; esto le
valió ganar el premio Nobel de química en 1922.
𝑒
Una vez conocida la relación 𝑚 de Thomson, sólo bastaba medir e para obtener m, o medir m para
obtener e, muchos científicos se lanzaron a esta búsqueda, el mismo J. J. Thomson, en 1899, había
medido la carga del electrón, obteniendo el resultado 𝑒 = 2,17 × 10−19 𝐶, el cual sólo es un valor
aproximado, pero no correcto. Otros investigadores intentaron realizar, cuando menos, una medición
indirecta de e, el valor obtenido por Max Karl Ernst Ludwig Planck (1858-1947) en 1900, fue de
1,56 × 10−19 𝐶.
La primera medición directa y exacta de la carga del electrón fue hecha por Robert Andrews
Millikan (1868-1953) en el período que va de 1909 a 1913. El experimento de Millikan es un
ejemplo claro de paciencia científica, pues involucraba mediciones sumamente delicadas que
debieron repetirse una gran cantidad de veces. Millikan observaba el movimiento de pequeñas gotas
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de aceite cargadas eléctricamente y suspendidas en el aire, las gotitas eran influidas por un campo
eléctrico que tendía a hacerlas subir, así como por el campo gravitacional de la Tierra, que las hacía
caer. En el momento en que ambas fuerzas están balanceadas, se cumple Fe =Fg, o sea, |𝐸𝑞| = 𝑀𝑔,
donde q y M son la carga y la masa de una gotita y E la magnitud del campo eléctrico aplicado. En
todos los casos, Millikan encontró que la carga de las gotitas era siempre un múltiplo de 𝑒 =
1,591 × 10−19 𝐶, o sea, 𝑞 = 𝑛𝑒, con 𝑛 = 1, 2, 3, . .. Por tanto, este resultado indica que la gota de
aceite toma una carga igual al número de electrones adicionales o el número de electrones faltantes
en la misma y entonces, e es la carga de un electrón. El valor actualmente aceptado es 𝑒 =
1,6022 × 10−19 𝐶, de donde se calcula una masa de 9.1095 × 10−28 𝑔; la observación de Millikan
donde concluía que 𝑞 = 𝑛𝑒, nos dice que la carga eléctrica está cuantizada.
2.5 El efecto Zeeman. En 1896 Pieter Zeeman trabajando en Leyden, Países Bajos, en
espectroscopia óptica utilizando intensos campos magnéticos, encontró que, al poner una llama de
sodio en presencia de un campo magnético, el primer doblete de la serie principal se ensanchaba
notablemente, con posterioridad se observó que las líneas espectrales se desdoblan en multipletes
cuando los átomos emitían estando sujetos al efecto de un campo magnético, este fenómeno es
llamado efecto Zeeman (algunos ejemplos de este desdoblamiento se presentan en la figura 2.8)

Figura 2.8 Efecto Zeeman normal y anómalo. (Tomado de https://www.differencebetween.com/difference-between-


normal-and-vs-anomalous-zeeman-effect/)
Se conocen como normales a los patrones de Zeeman donde se presentan tripletes con una
separación entre primera y tercera líneas (que depende del campo magnético, B) igual a
𝑒 𝑐𝑚 −1
∆𝜈̄𝑜 = 𝐵 = (0.9337 )𝐵 (2.5)
2𝜋𝑚𝑒 𝑐 𝑇

(me representa la masa del electrón), en este caso se habla de efecto normal Zeeman, cualquier otro
grupo de líneas se dice que muestra efecto anormal de Zeeman; de (2.5) vemos que, para campos
magnéticos del orden de 1 tesla, el desdoblamiento es ligeramente menor a 1 cm -1. Los nombres de
efectos normal y anormal se generaron porque Lorentz, empleando argumentos clásicos, obtuvo la
explicación de la presencia de tripletes con la separación (2.5), y por ello estos desdoblamientos se
consideraron «normales», entre tanto, el efecto anormal resultaba inexplicable, inclusive el
hidrógeno presentaba un comportamiento anormal, no se contaba con un modelo atómico que
pudiera dar explicación a este fenómeno.
2.6 Transferencia de energía a través de la radiación: radiación de cuerpo negro. El hecho de
que la energía térmica puede transferirse en forma radiante es un fenómeno común para cualquiera
que haya observado un calentador o parrilla eléctrica. Aun un momento después de ser conectado,
cuando la resistencia no ha tomado su coloración rojiza o naranja característica, el tacto basta para
detectar el calor emitido en forma de radiación. Este fenómeno se produce, aunque entre la fuente de
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radiación y el detector no exista más que el vacío, es decir, se elimine el aire (que pudiera suponerse
como el medio transmisor). Supongamos que un cuerpo caliente se coloca dentro de un recipiente
cerrado y aislado, el cual se ha evacuado completamente, el cuerpo y el recipiente, inicialmente más
frio, no se encuentran en contacto directo si la cuerda de la que pende el primero es perfectamente
aislante; bajo estas circunstancias, el calor no puede transmitirse ni por conducción (por contacto
directo a través de un sólido), ni por convección (a través del flujo generado en un líquido o en un
gas al variar localmente su densidad por calentamiento). Esperando un tiempo suficiente, se
encuentra que, después de alcanzar el equilibrio, los dos cuerpos poseen la misma temperatura, esta
es, además intermedia entre las temperaturas iniciales del cuerpo caliente y el recipiente. Entonces,
ha habido transferencia de calor mediante otro proceso diferente a conducción o convección, a éste
se le conoce como emisión y absorción de radiación electromagnética; el fenómeno descrito no fue
descubierto sino hacia principios del siglo XIX, cuando empezó a ser investigado, su importancia es
fundamental, pues constituye una forma de transportar energía.
En 1860, Gustav Robert Kirchhoff (1824-1887) demostró un teorema sobre la energía absorbida y
emitida por los cuerpos y lanzó un reto a los científicos de su tiempo; la respuesta al reto de
Kirchhoff fue dada en 1900 por Max Planck, dando origen a la teoría cuántica. Cuando Max Planck
ingresó en la Universidad de Munich en 1875, no estaba seguro si estudiaría música, física o
idiomas; un profesor le aconsejó que evitara la física puesto que ya nada nuevo podía ser
descubierto. Kirchhoff estaba interesado en el estudio de sistemas donde los cuerpos estuvieran en
equilibrio con la radiación a cierta temperatura T, dicho equilibrio implica que la radiación
absorbida fuera idéntica a la emitida (en el mismo tiempo) conservándose el sistema a temperatura
constante. Kirchhoff reconoció la importancia de un cuerpo para el cual el coeficiente de absorción
del sólido 𝑎𝜆 fuera igual a 1, pues en este caso la totalidad de la radiación incidente sería absorbida
para cualquier longitud de onda, a un objeto con esta característica se le conoce como cuerpo negro.
Una de las mayores dificultades experimentales consistió en encontrar un cuerpo negro, lo cual no
fue enteramente posible sino hacia 1895; una muy buena aproximación a un cuerpo negro es una
cavidad completamente cerrada excepto por una pequeña apertura, de área conocida, a través de la
cual la radiación puede entrar o salir. La radiación que entrase tendría muy poca probabilidad de ser
reflejada inmediatamente, lo cual implicaba que a1, en el interior de la cavidad, la radiación
podría absorberse o reflejarse en las paredes repetidas veces, como el cuerpo se mantiene a una
temperatura fija, las paredes estarían absorbiendo radiación a la misma rapidez que se emitía, o sea,
que existiría equilibrio entre la radiación y las paredes de la cavidad, así, la radiación que saliera por
la apertura, la cual se mediría, sería representativa de la que se encontrase en el interior. Para un
cuerpo negro con esas características, podría hablarse de la energía radiante por unidad de volumen
o densidad de energía 𝑢, o densidad de energía radiante por unidad de intervalo de longitud de onda,
, 𝑢𝜆 .
En 1893 Wilhelm Wien (1864-1928) encontró que u es una función que tiene un valor máximo para
una longitud de onda inversamente proporcional a la temperatura
𝛽
𝜆𝑚 = 𝑇 (2.6)
Relación que se conoce como ley de desplazamiento de Wien, la figura 2.9 muestra la forma que
toma la función para diferentes temperaturas. Además, en 1896, Wien propone la siguiente forma
para u:

11
1
𝑢𝜆𝑊 = 𝐶1 𝜆−5 𝐶2 (2.7)
𝑒 𝜆𝑇

Donde C1 y C2 son constantes, su proposición resultó estar bastante de acuerdo con los resultados
obtenidos en ese mismo año por Friedrich Paschen (1865-1947), quien analizó la distribución de
longitudes de onda ( entre 1 y 8 m) emitidas por la cavidad a temperaturas entre 390 y 1397 K.
De esos experimentos se obtuvieron las constantes C1 y C2, así como la  de la ley de Wien (el valor
actualmente aceptado es =2,89810-3 mK). Parecía que Wien había resuelto el problema, pero tres
años después, la demostración de que la densidad de energía de Wien no era correcta se dio en
Berlín, allí mismo, Max Planck encontró la solución definitiva. Dos equipos se encontraban
realizando experimentos sobre la radiación del cuerpo negro, en el primero de ellos, Otto Lummer
(1860-1925) y Ernst Pringsheím (1859-1917) exploraban la región entre 12 y 18 m para , a
temperaturas entre 287 y 1772 K; sus resultados, en 1900, indicaron que la expresión (2.7) fallaba
sobre todo a alta temperatura. El segundo grupo, compuesto por Heinrich Rubens (1865-1922) y
Ferdinand Karlbaum (1857-1927), trabajaba a mayores longitudes de onda de (24 a 51 m) y a
temperaturas entre 85 y 1773 K, llegando también a la misma conclusión. Max Planck, quien se
mantenía en estrecho contacto con los dos grupos experimentales citados, el 19 de octubre de 1900
propuso una nueva expresión para la densidad de energía:
1
𝑢𝜆𝑃 = 𝑐1 𝜆−5 𝑒 𝑐2⁄𝜆𝑇 −1 (2.8)
Rubens y Karlbaum expusieron sus resultados el 25 de octubre, mostrando que la expresión
presentada por Max Planck seis días antes, concordaba perfectamente. Todas las mediciones
experimentales posteriores no hicieron más que confirmar que la expresión dada en (2.8) que se
ajustaba perfectamente a los resultados reales, Planck había encontrado, 40 años después, la
solución para el problema de la radiación de cuerpo negro.

(a) (b)
Figura 2.9 (a) Wilhelm Wien (1864-1928) y (b) distribución de longitudes de onda para la densidad de energía a
diferentes temperaturas, el máximo se corre hacia menor  al aumentar T. (Tomada de
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wien.htm y http://hyperphysics.phy-
astr.gsu.edu/hbase/quantum/radfrac.html)
Vale la pena citar que, en junio de 1900, unos meses antes de la aparición de la ley de Planck, lord
Rayleigh propuso una teoría acerca de la emisión de radiación por el cuerpo negro, Rayleigh asumió
que las ondas eran producto de las vibraciones de partículas cargadas (osciladores) del cuerpo negro
y repartió la energía de vibración equitativamente entre los diversos modos de vibración de dichos
osciladores; esta hipótesis, conocida como principio de equipartición, había sido usada extensamente
12
en sus tratamientos de termodinámica estadística. A partir de estos postulados, Rayleigh obtuvo
𝑏𝑇
𝑢𝜆𝑅 = (2.9)
𝜆4

donde 𝑏 es una constante, la expresión (2.9) es inaceptable, pues al disminuir , la densidad de


energía crecería y crecería sin límite, lo cual no concordaba con el experimento ni con la ley de
Stefan-Boltzmann. Posteriormente, se denominó catástrofe del ultravioleta a este comportamiento
singular de u a longitud de onda corta, dándose cuenta de que algo andaba mal (como veremos, lo
que estaba mal era la física clásica), Rayleigh entendió su resultado como válido en el límite de
longitud de onda larga e introdujo una exponencial que corrigiera la catástrofe del ultravioleta, es
decir, propuso
𝑏𝑇 1
𝑢𝜆𝑅 = (2.10)
𝜆4 𝑒 𝑑⁄𝜆𝑇

siendo d otra constante. Lo curioso es que la fórmula de Rayleigh es igual a la de Wien (2.7),
excepto por la potencia de  en el denominador y que resulta más apropiada que (2.7) para
representar los resultados a longitud de onda larga, debido a que no decae tan rápidamente como la
de Wien. No es sino hasta 1905 cuando Rayleigh reconoce que, desde el punto de vista clásico, no
hay ningún error en la ecuación (2.9) y encuentra el valor de b, el cual es corregido en una
publicación posterior por James Hopwood Jeans (1877-1946), razón por la cual la relación
8𝜋𝑘𝑇
𝑢𝜆𝑅𝐽 = (2.11)
𝜆4

(k es la constante de Boltzman, k= 1.3806610-23 J/K) es conocida como distribución de Rayleigh-


Jeans, a pesar de que en el mismo año fue también obtenida por Albert Einstein (1879-1955).
Considerando los resultados de las distribuciones de Wien, Planck y Rayleigh-Jeans, podemos
concluirlo siguiente:
✓ La distribución de Planck reproduce los resultados experimentales de Paschen, Lummer-
Pringsheim y Rubens-Karlbaum.
✓ La función de Wien es muy razonable para la distribución de longitudes de onda en el
ultravioleta, pero da resultados por debajo de lo esperado a mayor .
✓ La relación de Rayleigh-Jeans diverge a longitud de onda corta, de allí la catástrofe del
ultravioleta, pero se acerca a la realidad conforme  crece (infrarrojo).
2.7 Nacimiento de la teoría cuántica. En el apartado anterior vimos que la aplicación de la
mecánica clásica a los osciladores del cuerpo negro conduce a la catástrofe del ultravioleta,
entonces, ¿bajo qué suposiciones teóricas se alcanza la fórmula de Planck, expresión (2.8), la
respuesta a este interrogante la dio el mismo Max Planck dos meses después de la presentación de su
ley de radiación para 𝑢𝜆𝑃 , es decir, en diciembre de 1900, Planck empleó tres ingredientes para su
derivación: (i) la teoría electromagnética de J. C. Maxwell, (ii) la termodinámica clásica y (iii) la
termodinámica estadística. Aunque no derivaremos en detalle la expresión de Planck, trataremos de
dar una idea clara de lo que obtuvo, ya que de esas consideraciones nació la teoría cuántica, para
𝑐
ello, substituiremos la relación 𝜆 = 𝜈 en la ecuación de Planck (2.8) para tener la ley de radiación en
función de la frecuencia , pues Planck siempre empleó ésta en lugar de la longitud de onda, el
resultado de la substitución es

13
𝑐1 𝜈5 1
𝑢𝜆𝑃 = (2.12)
𝑐 5 𝑒 𝑐2𝜈⁄𝑐𝑇 −1

Al igual que Rayleigh, Planck consideró la interacción entre la radiación electromagnética y los
osciladores del cuerpo negro, empleando la teoría maxwelliana de la radiación, encontró una
relación entre u y la energía del conjunto de osciladores, U:
8𝜋 𝜈4
𝑢𝜆 = 𝑈 = 8𝜋 𝑐 4 𝑈 (2.13)
𝜆4

En segundo lugar, y éste es el paso trascendente, Planck supuso que la energía de los osciladores se
encontraba repartida entre ellos en porciones finitas, de magnitud , mediante argumentos
estadísticos, puede obtenerse entonces que la energía interna toma la forma
1
𝑈 = 𝑒 𝜀⁄𝑘𝑇−1 (2.14)
De (2.13) y (2.14) tenemos:
𝜈4 1
𝑢𝜆 = 8𝜋 𝑐 4 𝑒 𝜀⁄𝑘𝑇−1 (2.15)
Finalmente, comparando esta ecuación teórica con la que Planck propuso, en octubre de 1900, para
la radiación del cuerpo negro, es claro que la energía  debe ser proporcional a la frecuencia, pues
sólo así se obtiene la potencia correcta (5) en el numerador y se introduce una  en la exponencial,
llamando h a la constante de proporcionalidad tenemos,
𝜀 = ℎ𝜈 (2.16)
Sustituyendo esta expresión en (2.15) se obtiene:
8𝜋ℎ 1
𝑢𝜆 = 𝜈 5 𝑒 ℎ𝜈⁄𝑘𝑇−1 (2.17)
𝑐4

Comparando (2.15) con (2.8) ambas expresiones serían idénticas si:


𝑐1 = 8𝜋ℎ𝑐 (2.18)
ℎ𝑐
𝑐2 = (2.19)
𝑘

Empleando estas fórmulas para c1 y c2 en (2.8) se obtiene para u:


8𝜋ℎ𝑐 1
𝑢𝜆 = (2.20)
𝜆5 𝑒 ℎ𝑐⁄𝑘𝜆𝑇 −1

Lo sorprendente es que para llegar a la distribución de Planck haya que suponer que los osciladores
sólo pueden intercambiar energía con la radiación en porciones de magnitud finita, , es decir, al
repartir U entre los osciladores, a cada uno le corresponde ya sea 0, , 2, 3, ... cantidades de
energía, y de acuerdo con (2.16), la energía de cada oscilador se convierte en 𝑛ℎ (con n = 0, 1, 2,
...), no siendo factible otro valor diferente, al ceder o absorber energía de la radiación, los
osciladores sólo podrán hacerlo en múltiplos de ℎ, esto está absolutamente en contra de la
mecánica clásica, donde un oscilador (o cualquier partícula) puede tener cualquier valor de la
energía entre 0 y  (tal cual fue supuesto por Rayleigh y Jeans en su deducción).
Decimos entonces que la energía que intercambian los osciladores en equilibrio térmico con la
radiación del cuerpo negro está cuantizada, sólo puede valer un número de veces el cuanto
fundamental ℎ, por otra parte, en la deducción de Planck nunca se introduce la ley de equipartición

14
de la energía, a diferencia de Rayleigh, lo que representa otro aspecto clásico no considerado,
Planck conocía los valores numéricos de c1 y c2 que mejor se ajustaban a los datos experimentales,
con ellos y las ecuaciones (2.18 y 2.19) estimó el valor de la constante h, conocida desde entonces
como constante de Planck, en 6.5510-34 Js; el valor actualmente aceptado es h = 6.626210-34 Js.
La interpretación cuántica de Planck fue muy discutida durante la primera década del siglo,
principalmente por Hendrik Antoon Lorentz, J. J. Thomson y Jeans, el principal punto de ataque era
el referente a sus consideraciones estadísticas, las que no fueron adecuadamente fundamentadas,
sino hasta 1924, con el trabajo del hindú Satyendra Nath Bose (1894-1974) complementado por
Einstein, quienes crearon la estadística cuántica. Incluso Wien, en 1909, cuando publicó un artículo
de revisión sobre radiación, dio igual espacio y consideraciones a Planck, Lorentz, Thomson y
Jeans, sin tomar partido por ninguna teoría, las primeras reacciones positivas hacia la teoría cuántica
empezaron a manifestarse después de 1905 cuando Einstein recurrió por segunda ocasión a
consideraciones cuánticas. En 1907 vuelve a escena el propio Einstein para proponer una nueva
teoría sobre las capacidades caloríficas de los sólidos, y al introducir la cuantización de las
oscilaciones de las moléculas de los sólidos alcanza una expresión que explica el comportamiento
no clásico del calor específico a bajas temperaturas.
Al final de la década, personalidades científicas como Herman Walter Nernst (1864-1941), quien
postuló el tercer principio de la termodinámica, el mismo Lorentz, madame Marie Sklodowska-
Curie (1867-1934), ampliamente conocida por sus trabajos sobre radiactividad y Niels Hendrik
David Bohr (1885-1962), empezaron a manifestarse en favor de la teoría cuántica, no fue sino hasta
1912, después del primer congreso de Solvay, donde el tema se abordó intensamente, cuando
Rayleigh comentó su «gran interés por la teoría cuántica» y Jeans aceptó que «la física clásica no
puede resolver el problema de la radiación del cuerpo negro». Así, después de 1913 es raro
encontrar artículos «anticuánticos» en las revistas científicas, lo que significa que los editores
estaban convencidos de la validez de la teoría cuántica. Al fin, en 1918, Max Planck (figura 2.10) es
laureado con el premio Nobel de física, 18 años después de su propuesta inicial sobre la
cuantización, ciertamente, Planck debe ser considerado el padre de la teoría cuántica, y si es así,
Kirchhoff es su abuelo, ¿o no ?.

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Figura 2.10 Max Planck, padre de la mecánica cuántica (tomada de https://www.maxplanckflorida.org/institute/history/
y http://www.nucleares.unam.mx/~vieyra/node4.html)
2.8 El modelo atómico Kelvin- Thomson. El primer modelo atómico propuesto en este siglo es el
de lord William Thomson Kelvin (1824-1907) y J. J. Thomson, en él fueron tomados en cuenta tanto
la existencia de los electrones como la inestabilidad atómica mostrada en las emisiones radiactivas,
este modelo contiene varios aspectos interesantes para discutir:
15
✓ Ejemplifica muy bien lo que significa modelar.
✓ Constituye el primer intento de explicar el concepto de valencia en función de diferentes
arreglos electrónicos en los átomos.
✓ Predice el decaimiento radiactivo .
✓ De 1902 a 1906 fue considerado por la comunidad científica como un modelo adecuado.
✓ Su verificación experimental conduce a la realización de investigaciones que conllevan a la
proposición de modelos superiores, al descubrirse el núcleo del átomo.
En 1902 lord Kelvin, propuso que el átomo estaba constituido de una esfera de una “sustancia” con
carga positiva uniforme dentro de la cual se encontraban inmersos electrones, de tal forma que el
átomo, como un todo, era eléctricamente neutro (figura 2.11), la esfera de carga positiva tenía un
radio del orden de 10-10 m, el que se sabía debía ser el tamaño de los átomos.

Figura 2.11 Modelo de Thomson (tomada de https://imagemag.ru/img-ba_unesp.html)


Lord Kelvin estudió bajo qué condiciones este átomo era estable cuando contuviera de uno a seis
electrones, en 1904, J. J. Thomson redescubre el modelo (sin citar a lord Kelvin) y lo extiende en
1907 para los seis primeros átomos, las configuraciones estables de los electrones se presentan en la
figura 2.12.

Figura 2.12 Disposición electrónica más estable para los primeros seis átomos. N = 4 corresponde a un tetraedro al igual
que N=5, pero éste con un electrón en el centro. Para N=6, los electrones están colocados en un octaedro regular.
(Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo
Interamericano, S. A., México, 1986)
Para mayor N, Thomson no pudo resolver el problema, pero propuso un modelo alterno, consideró
que los electrones se encontraban siempre en un anillo con centro en el átomo, descubrió, sin
embargo, que para 𝑁 > 4 estos arreglos eran inestables, a menos de que se considerase que el anillo
electrónico giraba alrededor del centro. De acuerdo con la teoría clásica, los electrones acelerados
por el movimiento circular reducirían su energía al emitir radiación electromagnética, a pesar de
ello, la energía perdida por un anillo de electrones es mucho menor a la que perdería un solo
electrón en movimiento circular (girando a 1/10 de la velocidad de la luz, seis electrones emiten
1,610-17 menos radiación que un electrón en la misma órbita a la misma velocidad). Aunque
pequeña, esta pérdida constante de energía haría disminuir la velocidad poco a poco, así que después
16
de un largo intervalo de tiempo alcanzaría una velocidad límite (por debajo de la cual el átomo es
inestable), produciéndose la desestabilización del átomo, que llevaría a su destrucción. Según
Thomson, esto explicaba el decaimiento radiactivo de los elementos, ya que una forma de
estabilizarse era perder un electrón (emisión ). Aunque girase, un número grande de electrones en
un anillo no es un sistema estable; debido a ello, Thomson propuso que varios anillos (con cierto
número de electrones cada uno) girasen uno dentro de otro, por ejemplo, para N = 20, se presenta en
la figura 2.13 el modelo de Thomson.

Figura 2.13 Modelo de Thomson para Z = 20. n1, n2, n3 corresponden al número de electrones en cada anillo. (Tomado
de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo
Interamericano, S. A., México, 1986)
En aquel tiempo no se sabía cuántos electrones tenía cada uno de los átomos conocidos, por lo que
no era posible asignar al calcio la estructura de la figura 2.13, se pensaba que el número de
electrones debía ser proporcional a la masa atómica, pero nada más; sin embargo, Thomson propuso
que en su estructura de anillos se encontraba la respuesta a la naturaleza de la valencia química.
Realizó cálculos para átomos hasta con 90 electrones (los cuales ocupaban seis anillos
concéntricos), algunos de ellos quedarían estabilizados con la pérdida de un electrón y otros
aceptando un electrón. Thomson introdujo las nociones de aceptores y donadores electrónicos,
intentó, afanosamente, obtener una correlación entre los elementos existentes y los obtenidos por su
modelo para así intentar explicar la periodicidad de las propiedades químicas, pero falló.
2.9 Einstein y el efecto fotoeléctrico - cuantización de la radiación electromagnética. Después
de la proposición de Planck, en 1900, hubo que esperar cinco años para ver aparecer nuevamente la
constante h en un artículo científico, dicho artículo iba firmado por Albert Einstein, quien, en 1905,
además de publicar este trabajo, que ahora discutiremos, también dio a la luz otras dos
contribuciones, en la primera daba explicación al movimiento browniano y en la segunda proponía
su teoría especial de la relatividad. La parte más importante de su artículo sobre teoría cuántica se
refiere a su interpretación del efecto fotoeléctrico, en 1921, cuando recibe el premio Nobel, se juzgó
inclusive que este trabajo era más relevante que el de la teoría de la relatividad, ya que se le otorgó
«por sus servicios a la física teórica y especialmente por su descubrimiento del efecto fotoeléctrico».
2.9.1 El efecto fotoeléctrico. Interpretaciones clásica y cuántica. El efecto fotoeléctrico es uno de
varios procesos mediante los que pueden emitirse electrones de la superficie de un metal, la emisión
de electrones puede lograrse: (i) calentado lo suficiente al metal para que la energía térmica permita
que los electrones salgan de la superficie (emisión termoiónica), (ii) colocando un campo eléctrico
lo suficientemente grande como para extraer los electrones de la superficie del metal (emisión por
campo), (iii) lanzando una partícula sobre el metal, de tal forma que su energía cinética sea
17
transferida a los electrones, lo que les permite abandonar la superficie (emisión secundaria) y,
finalmente, (iv) haciendo incidir luz sobre la superficie del metal, en cuyo caso los electrones
emergentes se denominan fotoelectrones (emisión fotoeléctrica).
Como veremos, siempre es necesario proporcionar energía a los electrones para que éstos puedan
abandonar la superficie del metal, es decir, los electrones se encuentran de alguna forma «ligados»
al metal. En el efecto fotoeléctrico, es la luz la que se encarga de proporcionar dicha energía
mínima, mientras más energía absorba un electrón su energía cinética de emisión será mayor, de
acuerdo al principio de conservación de la energía.
A continuación, se presentan los resultados típicos de un experimento de fotoemisión, indicando por
qué la física clásica no proporciona una base razonable para entenderlos.
✓ La emisión ocurre casi instantáneamente después de la incidencia de la luz sobre la superficie, no
importa qué tan baja sea la intensidad de iluminación, basta la intensidad producida por la luz de un
foco de 100 W a 300 km de distancia para producir la fotoemisión. De acuerdo con la teoría
electromagnética clásica, la energía absorbida por la superficie debe ser proporcional a la intensidad
de la luz, el área iluminada y el tiempo de iluminación. Como todos los electrones libres en el metal
deben ser considerados equivalentes, todos ellos irían absorbiendo luz hasta que eventualmente se
alcancen la energía necesaria para abandonar la superficie, es decir, la física clásica no estaría de
acuerdo con la emisión instantánea. Para una intensidad baja de iluminación sería necesario esperar
unos cuantos miles de años para que se produjera la fotoemisión, ¡los resultados experimentales
revelan que ello ocurre en 10-9 segundos!
✓ Para una frecuencia  y una diferencia de potencial  fijos, la intensidad I de la fotocorriente es
proporcional a la intensidad luminosa. Ya que I no es más que una medida del número de
fotoelectrones, este resultado indica que la intensidad I sí influye, pero en la cantidad de electrones
emitidos, este resultado es compatible con la mecánica clásica.
✓ Fijando las características de la luz (frecuencia  e intensidad I), la fotocorriente depende de la
diferencia de potencial , y se vuelve cero para 0 , aun variando la intensidad de la luz, el
potencial de frenado 0 es invariante. La teoría clásica no explicaría este efecto, pues al doblarse la
intensidad podría aumentar la velocidad máxima de los electrones emitidos, lo que haría aumentar el
potencial de frenado.
✓ La fotoemisión sólo se logra cuando la frecuencia de la luz es mayor que un valor límite 𝜈0 . Así
la iluminación sea intensa, si se hace con luz de frecuencia 𝜈 < 𝜈0 no hay registro de fotocorriente y,
por tanto, no hay emisión, 𝜈0 se conoce como frecuencia umbral y es característica de cada metal.
Aquí vuelve a fallar la física clásica, pues según ésta sería la intensidad y no la frecuencia la que
determinaría la emisión.
Para cualquier intensidad I o fotocorriente i, la energía cinética máxima de los electrones depende
linealmente de la frecuencia, para 𝜈 > 𝜈0 , para diferentes metales, la pendiente de una gráfica de
Emáx contra 𝜈 es la misma, o sea, es una constante universal. Para la teoría clásica ni siquiera la
emisión puede entenderse como función de 𝜈, así que menos su relación con la energía de los
fotoelectrones, la presencia de una constante universal como pendiente no puede tampoco
entenderse en términos de cualquier constante del electromagnetismo clásico, dando el nombre de h
a la pendiente de estas rectas, la ecuación es
𝐸𝑚á𝑥 = ℎ𝜈 − ℎ𝜈0 (2.21)

18
así que ℎ debe tener unidades de energía y entonces h los tendrá de energía por tiempo, ¡como la
constante de Planck!, rearreglando (2.21)
ℎ𝜈 = 𝐸𝑚á𝑥 + ℎ𝜈0 (2.22)
2.9.2 Un poco de historia: del efecto fotoeléctrico a los fotones. Fue Heinrich Hertz (1857-1894),
en 1887, el primero en observar el efecto fotoeléctrico. Esto ocurrió, casualmente, mientras realizaba
sus investigaciones para demostrar la naturaleza electromagnética ondulatoria de la luz, otra
paradoja en la historia de la ciencia, tratando de demostrar que la luz era una onda, Hertz observó un
fenómeno que muestra la luz como si estuviera compuesta de partículas. Hertz estudiaba la chispa
eléctrica producida por una descarga entre dos placas metálicas y observó que la descarga desde la
primera placa producía una segunda chispa en la segunda. Pronto se convenció que era la luz de la
primera chispa la que generaba la segunda por fotoemisión. J. J. Thomson, en 1899, demostró que el
foto-efecto inducido por la luz ultravioleta consistía de electrones, para ello midió la relación e/m,
resultando idéntica a la de los rayos catódicos, en 1902, Philipp Lenard (1862-1947) estudió el
efecto e hizo el crucial descubrimiento de que la energía del fotoelectrón depende de la frecuencia, y
crece si ésta crece.
Eso era todo lo que se sabía en 1905, cuando Albert Einstein entra en escena, para empezar,
establece una analogía termodinámica entre la radiación y un gas de partículas clásicas que no
interactúan y plantea su hipótesis del cuanto de luz: “la radiación monocromática se comporta
termodinámicamente como si consistiera en cuantos de energía mutuamente independientes de
magnitud ℎ”, el siguiente paso que tomó le valió el premio Nobel en 1921, el principio heurístico:
“Si la radiación monocromática se comporta como un medio discreto consistente de cuantos de
energía ℎ, es sugestivo preguntarse si también las leyes de la generación y conversión de la luz
están constituidas como si la luz consistiera de cuantos energéticos de este tipo”, en otras palabras,
la hipótesis del fotón es una aseveración acerca de una propiedad cuántica de la radiación
electromagnética y el principio heurístico es una extensión tentativa de las propiedades de la luz a la
interacción luz-materia. Aplicando ambos al efecto fotoeléctrico le dio interpretación y propuso, ya
que nadie lo había comprobado experimentalmente, que las gráficas de Emáx contra  resultarían
como las de la figura 2.5(b), de donde podría medirse la constante de Planck.

(a) (b)
Figura 2.14. (a) Albert Einstein (1879-1955). (b) emisión fotoeléctrica para varios metales (tomadas de
https://hipertextual.com/2018/04/albert-einstein-inventor-nevera-giroscopo y
https://www.nagwa.com/en/worksheets/572189321719/)

El primer experimentador que encontró una relación lineal Emáx-, fue Arthur Llewellyn Hughes
19
(1883-1978), el último de los alumnos de J. J. Thomson, en 1912; sin embargo, Millikan, en 1915,
después de otro periodo de años de investigación, obtuvo unas rectas casi perfectas, que le
permitieron determinar h con una certidumbre del 99,5%. Años más tarde, Millikan indicaba: “me
tomó 10 años de mi vida poner a prueba aquella ecuación de Einstein, de 1905, y, contrariamente a
mis suposiciones, en 1915 estuve obligado a declarar su verificación certera a pesar de su
irracionalidad, dado que parecía violar todo lo que sabíamos acerca de la interferencia de la luz»
La hipótesis del fotón fue recibida aún con más reservas que la proposición inicial de Planck, en
1900; Planck, Nernst, Rubens y Warburg cuando analizaron, en 1913, lo realizado por Einstein para
decidir su entrada como miembro de la Academia Prusiana escribieron: “Podemos decir que es
difícil encontrar uno; entre los grandes problemas de la física moderna, en el cual Einstein no haya
hecho una contribución notable. El que haya algunas veces perdido el blanco, como por ejemplo en
su hipótesis del cuanto de luz, no lo perjudica demasiado, pues, sin riesgos, es imposible introducir
realmente nuevas ideas aun en las ciencias exactas.” Las razones del rechazo a la hipótesis del fotón
son varias, sin duda la más importante fue el desarrollo lento de los experimentos que la verificaron,
aunque también habría que tomar en cuenta la misma precaución de Einstein, quien también insistió
en el “carácter provisional” de su hipótesis, así como el arraigo de las ecuaciones de Maxwell, las
que se creía eran la última palabra respecto a la radiación electromagnética.
Nunca la idea de una nueva partícula se encontró por tanto tiempo con tal resistencia como la del
fotón. Fue la más discutida de las primeras ocho partículas ya descubiertas (electrón, protón, neutrón
y muón) o propuestas antes de su confirmación experimental (fotón, positrón, neutrino y mesón). En
1916 y 1917 Einstein publicó unos espléndidos artículos sobre las leyes de absorción y emisión de
radiación donde incluye otro resultado nuevo respecto a los fotones: poseen una cantidad de
movimiento

𝑝𝑓 = 𝜆 (2.23)
Esta conclusión puede obtenerse fácilmente considerando la energía del fotón propuesta en 1905:
ℎ𝑐
𝜀𝑓 = ℎ𝜈 = (2.24)
𝜆

Combinada con su energía relativista:


𝜀𝑓 = 𝑚𝑐 2 (2.25)
Igualando ambas expresiones
ℎ𝜈 = 𝑚𝑐 2 (2.26)
Reordenando tenemos:
ℎ𝜈
𝑝𝑓 = (2.27)
𝑐

Es curioso que el padre de la relatividad especial haya tardado 12 años en darse cuenta de que no
sólo la energía, sino también la cantidad de movimiento del fotón dependen de la frecuencia, es
como si Einstein considerara separados sus trabajos en relatividad y en teoría cuántica. A partir de
1917, Einstein adquiere absoluta certeza de la validez de su hipótesis del fotón, seis años más tarde,
esto fue confirmado experimentalmente por Arthur Holly Compton (1892-1962).
2.9.3 El efecto Compton. En la interacción de los rayos X (de cierta longitud de onda) con la
materia, se había encontrado que la radiación dispersada consistía en dos longitudes de onda; la
20
original i más otra, d, muy similar a ésta, aunque ligeramente mayor. En principio se pensó que d
era producida por la fluorescencia del material irradiado, esta idea hubo de abandonarse, pues d no
dependía en absoluto de la substancia escogida, sino sólo del ángulo  (respecto a la dirección de
incidencia), en el que era dispersada la onda inicial. Desde el punto de vista clásico este fenómeno
es inexplicable, pues la radiación produce en una carga una oscilación de la misma frecuencia que la
de la onda incidente. El movimiento armónico de la carga, por ser un movimiento acelerado, hace
que ésta emita radiación en todas direcciones, con frecuencia idéntica a la del movimiento
oscilatorio. Por tanto, la teoría clásica predice, que la radiación dispersada tiene la misma frecuencia
que la radiación incidente, la carga sólo desempeña el papel de agente transmisor, absorbe la onda
incidente y genera la dispersada sin ganar o perder energía. Para la radiación visible, o de menor
frecuencia, los resultados experimentales coinciden con esta concepción clásica, pero ella falla para
el ultravioleta, los rayos X y los rayos . La explicación de estas desviaciones fue dada en 1923,
cuando se demostró la validez de la teoría cuántica de la dispersión de ondas electromagnéticas,
conocida como efecto Compton. Compton consideró la hipótesis de Einstein sobre los fotones, así,
un fotón incidente con energía dada por (2.24) y cantidad de movimiento según (2.23), podría
transferir energía a un electrón, reduciendo con ello su frecuencia (el fotón dispersado tendría con
ello menor energía y cantidad de movimiento), el proceso se ha representado en la figura 2.15.
Usando los principios de conservación de la energía y de la cantidad de movimiento, Compton
obtuvo que la relación entre i y d venía dada por la ecuación

𝜆𝑑 − 𝜆𝑖 = 𝑚 𝑐 (1 − 𝑐𝑜𝑠 𝜃) (2.28)
𝑒

lo que fue fielmente certificado por sus investigaciones, con ello, se confirmó experimentalmente la
hipótesis del fotón.

Figura 2.15 Efecto Compton (tomada de https://www.proprofs.com/quiz-school/story.php?title=quantum-quiz-march-


22)
2.9.4 La naturaleza dual de la luz. De la explicación dada por Einstein al efecto fotoeléctrico
resulta que la luz, en su interacción con la materia, parece comportarse como si estuviera compuesta
de corpúsculos, sin embargo, la propagación de la radiación puede ser descrita completamente en
términos de la teoría ondulatoria electromagnética, es decir, es como si fuera una onda. En realidad,
lo que sucede es que no contamos con un único modelo satisfactorio para la radiación, pensar que la
luz es sólo “corpúsculo” o sólo “onda”, nos lleva a contradicciones insalvables, pues eliminando
alguno de los dos modelos no podemos explicar cabalmente su comportamiento.
Claramente, el problema no es de la luz, sino nuestro, el lenguaje ordinario está establecido para
comunicar experiencias comunes de nuestra vida, desgraciadamente, el mundo microscópico se
comporta de una forma enteramente diferente al que estamos acostumbrados, y es entonces cuando
el uso del lenguaje se vuelve complicado y peligroso. Esta afirmación es particularmente válida
21
cuando tratamos de extender y extrapolar términos usados para sucesos cotidianos a aquellos de un
mundo que nos es ajeno. Debido a esto, se habla de la naturaleza dual corpúsculo-onda de la luz,
tratando de decir, con palabras comunes, algo que realmente no acepta vocablos usuales para su
descripción. La luz es lo que es y no podemos forzarla a que se adapte a nuestras ideas acerca de
cómo debe comportarse, sino puede describirse completamente como lo que entendemos por
corpúsculo o por onda, qué lástima: pero así es. En lo particular, no tenemos inconveniente en hablar
de la naturaleza dual de la luz, pero no debemos olvidar que nos referimos a un modelo.
Como veremos, lo que hemos hallado para la radiación electromagnética ocurre en todo el mundo
microscópico, en electrones, átomos, moléculas, etc. Por ello, vale la pena reproducir, textualmente,
una frase de Richard P. Feynman (1918- 1988), premio Nobel de física en 1965: “Debido a que el
comportamiento atómico difiere de la experiencia ordinaria, es muy difícil acostumbrarse a él, así
que parece peculiar y misterioso a cualquiera, ya sea novato o físico experimentado. Aún los
expertos no lo entienden como quisieran, y es perfectamente razonable que así suceda, pues toda la
experiencia y la intuición humana son aplicables a objetos macroscópicos, sabemos cómo se
comportan los objetos grandes, pero las cosas a pequeña escala simplemente no actúan de esta
forma.”
La radiactividad inició una completa revolución en las hipótesis sobre el comportamiento de la
materia, el axioma de indestructibilidad del átomo debió ser abandonado, pues se había demostrado
que el viejo sueño de los alquimistas, la transmutación de los elementos, se efectuaba realmente en
la naturaleza. En 1908, Rutherford obtuvo el premio Nobel de química, al igual que Soddy, en 1921
(este último por su contribución al descubrimiento de los isótopos). Finalmente, se encontró que los
rayos  eran casi idénticos a los rayos X de Roentgen, es decir, radiación electromagnética de alta
frecuencia.
2.10 Experimentos de Geiger y Manden. El modelo atómico de Rutherford. En 1909, Geiger y
Ernest Marsden reportaron los resultados de «bombardear» con partículas  de alta velocidad una
delgada lámina de oro de 0.00004 cm de espesor, midiendo la desviación producida por su paso a
través del material. Por entonces, se sabía que la masa de una partícula  era unas 7300 veces la del
electrón, así que éstos no provocarían ninguna apreciable desviación del proyectil, debido a ello, la
interacción de la partícula  con los demás constituyentes del átomo daría información acerca de su
estructura. De acuerdo con el modelo de Kelvin- Thomson, donde la carga positiva se encontraba
dispersa en todo el átomo, se esperaban pequeñas deflexiones debidas a colisiones múltiples (figura
2.15). El ángulo promedio de dispersión sería de unas 30 veces el provocado por un solo átomo, el
que era mucho menor que un grado, debido a esto era casi imposible que una partícula  se desviara
un ángulo grande. A pesar de ello, por sugerencia de Rutherford, Geiger y Marsden midieron la
probabilidad de «rebote» del proyectil colocando el detector entre la fuente y la laminilla de oro.
El resultado fue positivo, algunas partículas  tenían ángulos de dispersión mayores de 90°, sobre
esto, Rutherford hizo el siguiente comentario: “fue el más increíble evento que ha ocurrido en mi
vida, es tan increíble como si al disparar una granada de 15 pulgadas sobre un papel higiénico, ésta
rebotara y le golpeara a uno mismo”; el modelo de Kelvin- Thomson había muerto, no podía
explicar este fenómeno. La existencia de un núcleo masivo y con alta carga eléctrica hacía factible
que una partícula  tuviera eventualmente grandes ángulos de dispersión, cuando se acercara lo
suficiente al núcleo, una «colisión» (dispersión simple) bastaba para explicar el fenómeno.

22
Con base en esos resultados, Rutherford estableció un nuevo modelo atómico, el átomo nuclear, en
el que toda la carga positiva, y prácticamente toda la masa, deben estar localizadas en un volumen
muy pequeño que llamó núcleo del átomo. Además, señaló los siguientes aspectos:
✓ El núcleo del átomo debe ser muy pequeño en comparación con el tamaño total del átomo.
✓ Las partículas alfa son deflectadas, porque son rechazadas por una alta concentración de
carga positiva inamovible.
✓ Los electrones deben estar localizados alrededor del núcleo en vez de estar dentro de él y
determinan el volumen del átomo, teniendo en cuenta su modelo y la ley de Coulomb, Rutherford
calculó el diámetro del núcleo de un átomo: aproximadamente 10-13 cm, siendo el diámetro del
átomo en conjunto hasta 100000 veces mayor.
De acuerdo con su modelo, Rutherford estimó que, para el oro, Z sería aproximadamente 100 (el
valor real es 79) y propuso la realización de experimentos adicionales. En 1913, Geiger y Marsden
reportaron que el modelo de Rutherford describía adecuadamente la dispersión de partículas  por
películas metálicas de oro, plata, cobre y aluminio. Hoy sabemos que los radios de los núcleos son
de unos cuantos femtómetros. Así, el modelo nuclear de Rutherford propone que en un átomo con
un radio alrededor de 10-10 m el núcleo sólo ocupa unos 10-14 m, es decir, es 10000 veces menor
(como una canica de 1 cm en una cancha de fútbol).

Figura 2.15 Experimento de Geiger y Marsden (Tomado de https://www.seekpng.com/ipng/u2q8y3q8o0a9u2w7_15-


describe-the-results-of-geiger-and-marsdens/) (b) comparación de los modelos atómicos de Thompson y Rutherford
(Tomado de https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Geiger-Marsden_experiment_expectation_and_result.svg)
Debemos agregar que la técnica de dispersión sólo permitió obtener valores aproximados para las
cargas nucleares, no fue sino hasta 1920 cuando sir James Chadwick (1891-1974), empleando
técnicas mejoradas, logró obtener los valores siguientes: Z Cu = 29,30,5, ZAg = 46,30,7, ZPt =
77,4+1; los que están en buen acuerdo con los reales, de 29, 47 y 78, respectivamente. Hay que
hacer notar que Rutherford no se ocupa en su modelo de describir a los electrones, en su artículo
original indica: “la cuestión de la estabilidad del átomo propuesto no necesita ser considerada en
este momento, pues, dependerá obviamente de su estructura y del movimiento de las partes cargadas
que lo constituyen”. Sin embargo, al final de su artículo llama la atención sobre un modelo
«saturniano», propuesto por Nagaoka en 1904, donde una carga central atraía a anillos de electrones
girando (figura 2.16).
Una cosa es cierta, al situar al núcleo en el centro, el átomo con un electrón debería tenerlo a su
alrededor girando. Como ya se ha discutido, una carga eléctrica acelerada emite radiación
electromagnética, de tal forma que el electrón iría disminuyendo su radio hasta terminar cayendo
23
sobre el núcleo, entre 1911 y 1913 no se encontró la explicación de esta falla del modelo atómico.
Fue necesario introducir consideraciones cuánticas para salvar el obstáculo, por cuarta vez, la teoría
cuántica resolvió otro problema fundamental en el que no había respuesta clásica.

Figura 2.16 Modelo atómico de Rutherford (Tomado de


https://es.wikipedia.org/wiki/Modelo_at%C3%B3mico_de_Rutherford)
2.11 El modelo atómico planetario. El descubrimiento de Rutherford del núcleo atómico, a partir
de los experimentos de Geiger y Marsden, puede emplearse como base de un modelo clásico del
átomo el cual, como se indicó sería inestable; a continuación, se discutirá dicha inestabilidad con
base en resultados cuantitativos.
La fuerza de atracción entre núcleo y electrón en el más simple de los átomos, el que posee un solo
electrón, sería la de Coulomb, la situación es similar a la que existe en nuestro sistema solar: el Sol,
1
con una masa mucho mayor a la de los planetas, los atrae con una fuerza proporcional a 𝑟 2, de aquí
el nombre de «modelo planetario». Supongamos que el electrón tiene una masa m, despreciable
respecto a la del núcleo, cuya carga es Ze, en ese caso, el núcleo permanece en reposo y el electrón
gira alrededor de él en una órbita de radio r con velocidad 𝑣 (figura 2.17), la energía total en este
caso estaría compuesta por la cinética del electrón más la energía potencial eléctrica; la energía total
es entonces:
1 𝑍𝑒 2
𝐸 = 𝐸𝐶 + 𝐸𝑝 = 2 𝑚𝑣 2 − 𝑘 (2.29)
𝑟

Figura 2.17 El modelo planetario clásico predice que el átomo es inestable (tomado de
http://realidaddimensional2014.blogspot.com.co/2014/08/el-modelo-atomico-planetario-de-bohr-2.html)
El electrón gira alrededor del núcleo, ya que existe una aceleración (producto de la fuerza
coulombiana) que lo hace cambiar continuamente de trayectoria, de acuerdo con la segunda ley de
Newton, la fuerza eléctrica sería igual a la masa de la partícula por su aceleración, teniendo:
𝑍𝑒 2 𝑚𝑣 2
𝑘 𝑟2
= 𝑟
(2.30)

24
Calculemos ahora cuál es la frecuencia a la que gira el electrón, es decir, el número de ciclos que
𝜔
orbita por unidad de tiempo, si  es su velocidad angular, la frecuencia es 𝑓 = 2𝜋 , por otra parte,
𝑣
tenemos que la relación entre las velocidades lineal y angular es, 𝜔 = 𝑟 ; reescribiendo (2.30),
tenemos:
𝑍𝑒 2 𝑣2
𝑘 = 𝑚 𝑟2 (2.31)
𝑟3

Obteniéndose un valor para  de:


1⁄
𝑍𝑒 2 2
𝜔 = (𝑘 𝑚𝑟 3) (2.32)

Finalmente, escribiendo  en función de la frecuencia orbital, y el radio de la órbita r, se obtiene:


1⁄
1 𝑘𝑍𝑒 2 2
𝑓 = 2𝜋 ( 𝑚𝑟 3 ) (2.33)
La falla en este modelo planetario del átomo se encuentra en el hecho, previsto por la
electrodinámica clásica, de que una carga acelerada emite radiación electromagnética cuya
frecuencia  coincide con la del movimiento oscilante de la carga. Como resultado de la emisión de
radiación, la energía del electrón se reduciría, lo que lo haría girar más cerca del núcleo y a mayor
velocidad, así, el átomo seguiría irradiando continuamente, al acercarse cada vez más al núcleo, su
energía decrecería cada vez más y la radiación emitida seria de mayor frecuencia, acercándose
paulatinamente a la región de rayos X del espectro electromagnético. De acuerdo con lo anterior, la
trayectoria del electrón sería una espiral como la de la figura 2.17 y disiparía cada vez más energía
radiante en una forma continua, el fracaso de este modelo es evidente, pues en la realidad ni los
átomos son inestables ni tienen un espectro continuo, como se discutió en la sección anterior.
En los años que van de 1911 a 1913 existió gran incertidumbre acerca de la estructura atómica, se
había descartado el modelo de Kelvin-Thomson (el cual predecía estabilidad para los átomos) por
otro que estaba de acuerdo con los experimentos de dispersión de partículas , pero que, además de
ser inestable, no concordaba con la espectroscopia atómica experimental.
2.12 El modelo atómico de Bohr. En 1913, Niels Bohr desarrolló un modelo atómico abandonando
las consideraciones de la electrodinámica clásica y tomando en cuenta la cuantización de la energía
en la interacción radiación-materia, introducida por Max Planck en 1900.
2.12.1 El tratamiento de Bohr. Niels Bohr no desechó totalmente el modelo planetario del átomo,
sino que incluyó en él restricciones adicionales; para empezar, consideró no aplicable el resultado
clásico de que una carga acelerada emite radiación continuamente, según la ley de radiación de
Planck, la absorción y emisión de energía (por los osciladores de un cuerpo negro) tiene lugar en
forma cuantizada. Bohr usó esta misma idea, pero aplicada al átomo, es decir, indicó que el proceso
de absorber o emitir radiación por un átomo sólo puede realizarse discontinuamente, la cantidad de
energía radiada, Er (de frecuencia ), en una emisión fundamental debe ser igual a nh, siendo n un
entero y h la constante de Planck:
𝐸𝑟 = 𝑛ℎ (2.34)
con n = 1,2,3, ...

25
En segundo término, propuso que cuando el átomo no absorbiera ni emitiera radiación, se
encontraría en un estado estacionario, con una energía E constante; Bohr consideró un proceso en el
que inicialmente núcleo y electrón se encontraban infinitamente separados y en reposo, hasta
alcanzar, finalmente, un estado estacionario de energía E (figura 2.18), en este proceso la energía del
átomo disminuiría desde E=0 hasta E (valor negativo), y como consecuencia, por un simple
balance, se irradiaría luz con energía:
𝐸𝑟 = − (𝐸 – 𝐸 )
(2.35)
𝐸𝑟 = −𝐸

Figura 2.18 Al enlazarse un electrón desde el infinito hasta un estado estacionario, Bohr sugirió que se emitía una
radiación homogénea cuya frecuencia  era igual a la mitad de la frecuencia orbital final del electrón f. (Tomado de D.
Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S.
A., México, 1986)

La siguiente suposición de Bohr fue que dicha energía radiante consistiría de una sola frecuencia ,
que sería exactamente la mitad de la frecuencia a la que orbitaría el electrón en el estado final.
Según la electrodinámica clásica, la emisión de radiación sería continua y con una frecuencia 
idéntica a la del electrón, de la fórmula (2.33) vemos que f depende de la distancia al núcleo, r, así
que, al inicio del proceso, como r → , la frecuencia de emisión sería cero y al final sería f. Bohr
abandonó estas consideraciones y supuso la emisión de radiación con una sola frecuencia promedio,
tomado de los valores clásicos inicial y final, o sea,
𝑓𝑖 + 𝑓𝑓 0 + 𝑓
𝜈= =
2 2
(2.36)
𝑓
𝜈=
2
Sustituyendo (2.36) en (2.34), la energía radiada sería
𝑛ℎ𝑓
𝐸𝑟 = (2.37)
2

Empleando el balance energético (2.35):


𝑛ℎ𝑓
𝐸=−
2
con n = 1,2,3, … Tomando en cuenta que la frecuencia f del electrón en su órbita es una función de
E, tenemos
26
1 3
𝑛ℎ 2 ⁄2 (−𝐸) ⁄2
𝐸 = −( )[ ]
2 𝜋𝑘𝑍𝑒 2 𝑚1⁄2
Elevando al cuadrado ambos miembros y despejando E tenemos,
2𝜋 2 𝑘 2 𝑍2 𝑒 4 𝑚
𝐸=− (2.38)
𝑛2 ℎ2
con n = 1,2,3, ... Vemos que la energía del átomo no puede tomar cualquier valor, dado que n es un
entero, es decir, no es posible cualquier estado estacionario para el átomo, sino sólo aquellos con
una energía total según (2.38).
El siguiente paso dado por Bohr fue considerar la cantidad de energía radiada, Er, cuando el átomo
pasa de un estado estacionario con energía En1 a otro con energía En2, Utilizando (2.38), tenemos:
2𝜋 2 𝑘 2 𝑚𝑍 2 𝑒 4 1 1
Δ𝐸 = 𝐸𝑛2 − 𝐸𝑛1 = 2 ( 2 − 2)
ℎ 𝑛1 𝑛2
Y como la energía que el átomo pierde en el proceso es la que se emite como radiación, tenemos que
Er = -E, o sea que:
2𝜋2 𝑘 2 𝑍 2𝑒 4 𝑚 1 1
𝐸𝑛1 − 𝐸𝑛2 = 𝐸𝑟 = 2 (𝑛 2 − 𝑛 2 ) (2.39)
ℎ 2 1

Al igual que en el desarrollo precedente, Bohr sugirió que la radiación emitida fuera monocromática
(de una sola frecuencia  y con energía h), 𝐸𝑟 = ℎ𝜈 = ℎ𝑐𝜈̄ ; igualando esta última expresión con la
(2.39), tenemos:
2𝜋 2 𝑘 2 𝑍 2 𝑒 4 𝑚 1 1
ℎ𝑐𝜈̄ = 2 ( 2 − 2)
ℎ 𝑛2 𝑛1
Obteniéndose un valor para la frecuencia media de:
2𝜋2𝑘 2 𝑍 2 𝑒 4 𝑚 1 1
𝜈̄ = (𝑛 2 − 𝑛 2) (2.40)
𝑐ℎ3 2 1

Esta ecuación es idéntica a la de Rydberg para las líneas espectrales del hidrógeno, siempre que se
identifique al factor multiplicativo con la constante de Rydberg y Z=1. Llamaremos R al factor
2𝜋2 𝑘 2 𝑒 4 𝑚
𝑅∞ = ( ) (2.41)
𝑐ℎ3

Así de acuerdo con Bohr, las líneas de emisión del hidrógeno e iones hidrogenoides tendrían
números de onda
1 1
𝜈̄ = 𝑅∞ 𝑍 2 (𝑛2 − 𝑛2 ) (2.42)
2 1

Todo lo que hemos mostrado hasta aquí es que mediante el primer postulado se obtienen idénticas
ecuaciones a las del modelo planetario, excepto que se suple ahora a la masa del electrón, m.
Recordando, que la constante de Rydberg para el hidrógeno es 10973731,534 m-1, es claro que el
valor de Bohr (2.41) es prácticamente igual, la diferencia entre R y RH es de 0.054 %, la ecuación
predice entonces, en una forma prácticamente exacta, los números de onda de las series espectrales
del hidrógeno, debido a ello, la aceptación del modelo atómico de Bohr fue inmediata.

27
Desde un punto de vista histórico es interesante notar que un diagrama de estados de energía puede
obtenerse a partir de datos espectroscópicos, por ejemplo, el límite de la serie de Lyman corresponde
a una transición electrónica desde el nivel con energía igual a cero (n→) hasta 𝑛 = 1 y energía de -
2.18 J, los demás niveles excitados pueden encontrarse, puesto que se conoce el valor medio de 
para todas las líneas de la serie de Lyman. El diagrama de la figura 2.19 es explicativo de las
transiciones que generan las diferentes series de emisión del hidrógeno.

Figura 2.19 Según la teoría de Bohr, las líneas de emisión siguen la relación de Rydberg, pues n1 y n2 no son más que el
estado inicial y final de transiciones electrónicas (tomado de https://2012books.lardbucket.org/books/principles-of-
general-chemistry-v1.0/s10-03-atomic-spectra-and-models-of-t.html)
Respecto a la absorción de radiación, la teoría de Bohr justificaba la presencia de un menor número
de líneas, en su estado más estable, el cual predomina a temperaturas moderadas, el átomo podría
absorber energía para excitarse. Debido a ello, el estado inicial del átomo siempre seria el que
tuviera el valor 𝑛 = 1, mientras que el final tendría cualquier número cuántico de 2 en adelante, por
lo que en el espectro de absorción se presentarían las mismas líneas que tiene la primera serie de
emisión. Al estado atómico con menor energía, se le denomina estado basal o fundamental y todos
los restantes serán estados excitados, los espectros de absorción de átomos más complejos que el
hidrógeno, siempre presentan las líneas de alta frecuencia, la línea a menor frecuencia corresponde a
la transición del estado basal al primer estado excitado.
2.12 Las orbitas elípticas de sommerfeld. Como hemos visto, el movimiento planetario alrededor
del sol es similar al de un electrón en un átomo, salvo que, en este último caso, Bohr tuvo que negar
ciertas consideraciones clásicas de la electrodinámica y postular la cuantización del momento
angular. Desde principios del siglo XVII se conocía (Kepler) que los planetas tenían trayectorias
elípticas, el tratamiento newtoniano del problema de Kepler, de una fuerza central inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia, conduce a las siguientes trayectorias posibles, dependiendo
de la energía E del sistema: (i) E > 0 hipérbola (algunos cometas), (ii) E=0 parábola y (iii) E < 0
elipse (planetas), siendo el círculo un caso especial.
Para el átomo, estamos interesados en energías negativas, por lo que la trayectoria elíptica es la
indicada, puede demostrarse que la energía E sólo depende del eje mayor de la elipse, lo cual fue
contemplado por Bohr en 1913 y es un teorema de importancia en su teoría. Muchas fórmulas de la
sección anterior conservan su validez si se reemplaza r por la mitad del eje mayor de una elipse, es
decir, la energía total en el modelo de Bohr no se afecta si el electrón gira en un círculo de radio r o
en una elipse (con el núcleo en un foco), con semieje mayor a = 2r (figura 2.20).

28
Analizaremos cómo A. Sommerfeld y W. Wilson introdujeron simultánea, aunque
independientemente, reglas de cuantización adicionales a la de Bohr, en 1915, lo que conduce a que
no cualquier trayectoria elíptica sea permitida.

Figura 2.20 La energía total del átomo de Bohr es la misma para cualquier trayectoria elíptica donde a=r. La posición
del núcleo se representa con x. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque
químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
2.12.1 Reglas de cuantización. Nuevos números cuánticos. Tanto en el trabajo de Planck como en
el de Einstein, la energía cuantizada se expresa como un múltiplo entero del cuanto fundamental, h,
𝐸𝑛 = 𝑛ℎ, de donde se tiene:
𝐸𝑛
= 𝑛ℎ (2.43)
𝜈

Vemos que el cociente entre la energía y la frecuencia tiene unidades de h, llamadas unidades de
acción, es decir,
𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔í𝑎
𝑎𝑐𝑐𝑖ó𝑛 = 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔í𝑎 ⋅ 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 =
𝑓𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎
𝑙𝑜𝑛𝑔𝑖𝑡𝑢𝑑
𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔í𝑎 = 𝑚𝑎𝑠𝑎 ⋅ 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 2 = 𝑚𝑎𝑠𝑎 ⋅ 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 ⋅
𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜
𝑎𝑐𝑐𝑖ó𝑛 = 𝑚𝑎𝑠𝑎 ⋅ 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 ⋅ 𝑙𝑜𝑛𝑔𝑖𝑡𝑢𝑑 (2.44)
𝑎𝑐𝑐𝑖ó𝑛 = 𝑐𝑎𝑛𝑡𝑖𝑑𝑎𝑑𝑑𝑒𝑚𝑜𝑣𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 ⋅ 𝑙𝑜𝑛𝑔𝑖𝑡𝑢𝑑 (2.45)
Podemos decir de (2.43), que la acción es, en la teoría cuántica, un múltiplo entero de h. Para el
modelo de Bohr, aplicando (2.44) y teniendo en cuenta que el electrón recorre en un giro un
perímetro de circunferencia, tenemos que el producto de cantidad de movimiento por longitud
(acción) es
𝑚𝑣(2𝜋𝑟) = 𝑛ℎ
Esta ecuación no es más que la cuantización del momento angular
𝑛ℎ
𝐿 = 𝑚𝑣𝑟 == 𝑛ℏ
2𝜋
La igualdad (2.45) da entonces la pauta para introducir reglas de cuantización, todo lo que hay que
hacer es encontrar la acción total como la suma de los productos de cantidad de movimiento por
coordenada para la trayectoria de la partícula; estas reglas de cuantización fueron ideadas por
Wilson y Sommerfeld en 1915, cada coordenada del sistema, para la cual existe asociado un
29
momento clásico, puede cuantizarse separadamente. En el caso de un movimiento elíptico (figura
2.21) son necesarias dos coordenadas para describir la posición del electrón, la distancia al núcleo, r,
y el ángulo .

Figura 2.21 En el movimiento elíptico en un plano existen dos grados de libertad (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A.
Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Así, la acción asociada al movimiento radial, Ar, sería un múltiplo entero de h:
𝐴𝑟 = 𝑛𝑟 ℎ 𝑛𝑟 = 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑟𝑜 (2.46)
La acción involucra también la coordenada angular, A,
𝐴𝜑 = 𝑘ℎ 𝑘 = 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑟𝑜 (2.47)
Donde k es denominado número cuántico acimutal. El cálculo de las acciones Ar y A de (2.46) y
(2.47) lleva a que
𝐴𝜑 = 2𝜋𝐿 = 𝑘ℎ (2.48)
y
𝑎
𝐴𝑟 = 2𝜋𝐿 (𝑏 − 1) = 𝑛𝑟 ℎ (2.49)
Donde L es la cantidad de movimiento angular, de (2.88)
𝐿 = 𝑘ℏ (2.50)
y entonces el momento angular resulta estar cuantizado, como en el modelo de Bohr, sustituyendo
(2.50) en (2.49) obtenemos
𝑎
2𝜋𝑘ℏ ( − 1) = 𝑛𝑟 ℎ (2.51)
𝑏

Rearreglando, alcanzamos una relación entre los números cuánticos nr y k, que es


𝑏 𝑘
=𝑛 (2.52)
𝑎 𝑟 +𝑘

Esta ecuación implica que k no puede valer 0, pues ello sería equivalente a tener una trayectoria
elíptica sin eje menor (b=0), la cual es una recta, esto queda descartado, pues habría colisión entre
núcleo y electrón, por ello,
k = 1,2,3, ... (2.53)
En nr no existe esta restricción, o sea, que
nr = 0, 1,2,3, ... (2.54)
La energía total en este modelo resulta ser

30
𝑘 2𝑍 2𝑒 4𝜇
𝐸𝑛 = −
2ℏ2 (𝑛𝑟 + 𝑘)2
Es costumbre emplear el número cuántico de Bohr, n (número cuántico principal), en lugar del
radial, nr, de (2.52) tenemos que
𝑏 𝑘
=𝑛 (2.55)
𝑎

lo que implica que sólo las trayectorias elípticas que satisfacen esta ecuación son aceptables, o sea,
elipses cuyos ejes, mayor y menor, siguen una proporción igual al cociente de dos enteros. Para n=1
se tiene el estado con menor energía, entonces, k sólo puede valer la unidad y nr cero, de acuerdo
con (2.55), para otros valores de n, los posibles para k y nr están en la tabla 2.1.
Puesto que el semieje mayor, a, toma los mismos valores que los radios de las órbitas de Bohr,
resulta que, para el hidrógeno, an= 52,946 n2 pm, con este dato y la relación b/a de la tabla 2.1
𝑏
podemos dibujar las elipses (círculos cuando 𝑎 = 1) para los primeros cuatro valores de n, lo cual se
presenta en la figura 2.22

Figura 2.22 Orbitas elípticas de Sommerfeld donde se ha empleado la notación nk. ao es el radio de Bohr de la primera
órbita. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo
Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Tabla 2.1 Posibles valores de k y nr para una n dada desde 1 a 4. Se tabula también la relación de los semiejes mayor de
la elipse correspondiente
n k nr b/a= k/n
1 1 0 1
2 0 1
2
1 1 ½
3 0 1
3 2 1 2/3
1 2 1/3
4 0 1
3 1 ¾
4
2 2 ½
1 3 ¼

31
Buena acogida tuvo el modelo atómico cuántico, pero aún era confusa su aplicación en átomos de
más de un electrón, apenas estaba aparentemente resuelta la estructura atómica y la interpretación
del espectro del hidrógeno y los iones hidrogenoides. El modelo de Bohr, como fue propuesto
originalmente, dio una explicación inequívoca y cuantitativa del espectro del hidrógeno y los iones
hidrogenoides como He+, Li2+, Be3+, etc., sin embargo, los espectros de emisión para átomos con
más de un electrón no pudieron ser interpretados de igual forma. No obstante, como dichos
espectros consistían también de líneas discretas, era obvio que los átomos más complejos
presentaban también estados estacionarios y que al absorber radiación podían ser excitados
empleando cantidades bien definidas de energía.
2.12.2 Estructura fina del espectro de hidrógeno. Algunos años después de que Balmer presentó
su ecuación empírica sobre las líneas espectrales del visible para el hidrógeno, Albert Abraham
Michelson (1852-1931) encontró que las líneas H y H eran en realidad dobles (dobletes) separadas
apenas por 0.14 y 0.08 angstroms, respectivamente, un resultado similar reportó Paschen para la
línea a 4686 angstroms del He+ en 1915; si la línea H, era en realidad un doblete, ello implicaba
que existían dos transiciones (de n1 = 3 a n2 = 2) con energía ligeramente diferente, lo cual no era
previsto por el modelo de Bohr.
Un mes después de la publicación de Paschen, apareció el trabajo de Sommerfeld con la
introducción de las órbitas elípticas, que dio una primera explicación a este fenómeno, para que el
momento angular del electrón sea constante en una trayectoria elíptica es necesario que cuando r sea
pequeña (afelio) la velocidad sea grande, y viceversa, al crecer r (perihelio), 𝑣 debe disminuir, el
símil planetario es la ley de Kepler, que indica que el radio vector del Sol a un planeta barre áreas
iguales en tiempos iguales (figura 2.23).

Figura 2.23 La velocidad del electrón cerca del núcleo es mayor que en el perihelio, de tal manera que se «barran» áreas
iguales en intervalos de tiempo iguales. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un
enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Como la velocidad de giro del electrón es cercana a la de la luz (para n pequeña), Sommerfeld
empleó la teoría de la relatividad, según ésta, para partículas con velocidad parecida a c, la masa
𝑣2
varía de acuerdo con la ecuación 𝑚 = 𝑚𝑜 √1 − 𝑐 2 , donde mo es la masa en reposo de la partícula,
según esto, la masa del electrón en el afelio es menor que en el perihelio, lo que provoca que el
movimiento siga una trayectoria de roseta (figura 2.24).
Lo importante a señalar aquí es que este efecto no se da para órbitas circulares (𝑘 = 𝑛) y se
acrecienta conforme la elipse es más excéntrica (k→1), de aquí, Sommerfeld concluyó que el estado
𝑛 = 2, 𝑘 = 1 no tiene la misma energía que el 𝑛 = 2, 𝑘 = 2, lo cual pudo explicar los dobletes (o
estructura fina) del espectro del hidrógeno, la energía de las órbitas de Sommerfeld dependía
entonces de n y k, según se indica:
2𝜋2 𝑘 2 𝑍 2𝑒 4 𝜇 𝑍 2𝛼2 1 3
𝐸𝑛,𝑘 = [1 + (𝑘 − 4𝑛)] (2.56)
𝑛 2 ℎ2 𝑛
32
donde
2𝜋𝑘𝑒 2 1
𝛼= ≈ 137 (2.57)
ℎ𝑐

Es la constante de estructura fina, el factor fuera del paréntesis es la energía de Bohr. La explicación
de la estructura fina del hidrógeno significó un punto a favor de la teoría de Bohr-Sommerfeld, pero
se supo posteriormente que los dobletes espectrales tenían otro origen, el espín electrónico.

Figura 2.24 Avance del perihelio debido a consideraciones relativistas (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A.
Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
2.13 La ley de Moseley. Aquí describiremos la utilidad de la teoría de Bohr para interpretar los
llamados «espectros de rayos X» de muchos elementos, este es un caso insólito, pues, como ya
hemos mencionado, la teoría atómica cuántica parecía ser utilizable solamente para átomos con un
electrón. Los rayos X son producidos cuando se hacen incidir electrones de alta energía sobre un
blanco, la desaceleración de los electrones al pasar cerca de los núcleos atómicos era la responsable
de la emisión de fotones de alta energía. En la producción de rayos X existe una mayor abundancia
de dos tipos de emisiones. La más penetrante (o rayos X duros) recibió posteriormente el nombre de
radiación K, y la menos penetrante (o rayos X blandos), de radiación L; en la figura 2.25 se presenta
una gráfica típica, de intensidad contra longitud de onda, en la producción de rayos X.
Henry Moseley en 1913 estudió los espectros de rayos X de 50 elementos químicos, demostró que la
frecuencia de los rayos X era proporcional al número atómico del elemento; con este hallazgo, daba
una justificación cuantitativa al concepto de número atómico y un apoyo fundamental al modelo
atómico de Rutherford.
La utilización del número atómico para ordenar los elementos iba a resolver muchos problemas que
habían traído de cabeza a quienes trabajaban en química hasta entonces. Por ejemplo, de acuerdo
con su peso atómico, el níquel (58,693) debía situarse antes que el cobalto (58,933) en la tabla
periódica; sin embargo, Mendeleiev había intercambiado sus posiciones para que resultaran más
congruentes con sus propiedades químicas. La incoherencia desapareció cuando pudo conocerse que
el número atómico del níquel era 28 y el del cobalto 27. Efectivamente, aunque el níquel pese un
poco menos que el cobalto, tiene una carga positiva más en su núcleo, y por tanto puede agruparse
junto a los elementos con los que compartía propiedades sin violar la ley periódica de Mendeleiev.
De la regularidad de sus resultados, Moseley destacó la ausencia de un elemento entre Ca y Ti, el
escandio 17, y remarcó el hecho de que los espectros de Co y Ni, con pesos atómicos semejantes,
revelaban que el cobalto debía preceder al níquel en la tabla periódica. A partir de sus datos,
Moseley encontró una relación lineal entre la raíz cuadrada de la frecuencia de emisión de rayos X y
el número atómico, Z, la hoy llamada ley de Moseley indica que
33
𝜈̄ = 𝐴𝑅(𝑍 − 𝜎)2 (2.58)
donde R es la constante de Rydberg, para las líneas K, Moseley encontró A=3/4 y =1, es decir,
3
𝜈̄ 𝐾 = 𝑅(𝑍 − 1)2 (2.59)
4

A y  tomaban otros valores para la radiación L (A=5/36, =7,4), inclusive al encontrarse


posteriormente otras líneas de emisión, llamadas M, N, O, etc., la relación (2.98) conservó su
validez, aunque aproximada. Unos meses después de la presentación de la teoría de Bohr, en 1913,
un joven inglés, Henry Gwyn Jeffreys Moseley (1887-1915), realizó un estudio sistemático sobre las
líneas K de 10 elementos (Ca, Ti, V, Cr, Mn, Fe, Co, Ni, Cu y Zn), el que amplió a más de 50
elementos en 1914, en la figura 2.40 se presentan los resultados de Moseley.

Figura 2.25 Las radiaciones K y L son las más intensas en la producción de rayos X, cada una consiste en dos emisiones
con longitud de onda parecida a las que se les colocan los subíndices  y , la radiación K es más penetrante por su
menor longitud de onda. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque
químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)

𝜈
De acuerdo con (2.59), una gráfica √ 𝐾⁄𝑅 (variable adimensional) contra Z es una línea recta con
√3
pendiente 2 = 0.866, en la figura 2.27 puede constatarse este hecho, para números atómicos
grandes, además de haber cierto alejamiento de la tendencia recta, las líneas K  y K son en realidad
dobletes.

Figura 2.26 Longitud de onda de las líneas K y K según Moseley. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A.
Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Vayamos ahora a la interpretación de la ley de Moseley, el primer hecho notable es que las líneas de
rayos X no muestran la periodicidad característica de los elementos, los resultados no son similares
para los elementos de la misma familia, sino que dependen estrictamente del número atómico, o sea,

34
del número de protones en el núcleo; cualquiera que sea el fenómeno responsable de la emisión, no
tiene que ver nada con los electrones más externos de los átomos, sino con aquéllos más cercanos al
núcleo. Fue J. J. Thomson quien apuntó que en este proceso los electrones de los anillos más
internos eran ionizados, quedando una vacante, pensemos que un electrón de la órbita K es ionizado
al efectuarse una colisión con uno de los electrones del haz externo (figura 2.28), este estado
excitado, con una vacante en la capa K, es altamente inestable, por lo que un electrón de la capa L
puede ocupar este hueco, emitiendo con ello radiación electromagnética. El proceso es equivalente a
una transición electrónica con n1=2 y n2=1. El factor (Z-1) en la fórmula de Moseley sugiere que en
la transición el electrón «siente» una atracción de Z-1 protones.

Figura 2.27 Gráfica de √𝜈⁄𝑅 contra Z para las líneas K y K de la mayoría de los elementos. (Tomado de D. Cruz-
Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A.,
México, 1986)
Si suponemos, como lo hizo Bohr para los primeros elementos, que en la capa K un átomo siempre
tiene dos electrones en su estado basal, al ser ionizado uno de ellos se queda sólo con uno. Por ello,
el electrón que va a ocupar el lugar del que salió «siente» la atracción nuclear menguada, debido a la
presencia de un electrón en la capa K, muy cercana al núcleo. Este fenómeno se conoce como efecto
pantalla, es decir, los electrones más internos «apantallan» (sirven de pantalla) la carga nuclear a los
electrones más externos. Suponiendo válida la fórmula de Bohr para estas transiciones en átomos
polielectrónicos, pero reemplazando a Z por Z-1, tenemos
𝑀 1 1
𝜈̄ = (𝑍 − 1)2 (𝑀+𝑚 ) 𝑅∞ [1 − 22 ] (2.60)
y llamando
𝑀
𝑅 = 𝑅∞ ( )
𝑀+𝑚
3
arribamos precisamente a la fórmula de Moseley,  = (𝑍 − 1)2 𝑅 (4)
3
𝜈̄ = (𝑍 − 1)2 𝑅 (4) (2.61)

Así, las líneas K del espectro provienen de la ionización en la capa K y su subsecuente ocupación
por un electrón de la L. Asimismo, la línea L se produce al ionizarse un electrón de la capa L y ser
ocupada la vacante por un electrón de la M. En este último caso Moseley encontró  = 7,4 en
(2.58), lo que puede interpretarse como si al electrón que pasa de M a L le fueran apantallados 7,4
protones del núcleo debido a los electrones presentes en las órbitas K y L.
35
Figura 2.28 Orbitas de Bohr en la generación de rayos X. (No están a escala.) (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A.
Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
A (Z-) se le conoce como la carga nuclear efectiva, o sea, el número de protones que «siente
efectivamente» un electrón en un átomo, a partir de la ley de Moseley pudieron conocerse con
certeza los números atómicos de casi todos los elementos, con ello, aunque el modelo de Bohr no
era cuantitativo para átomos con más de un electrón, no hubo de pasar mucho tiempo para que se
empezara a conocer la constitución electrónica de los elementos y se explicara su comportamiento
periódico. En este proceso hubo de ser trascendental la contribución del mismo Bohr y de varios
químicos, quienes propusieron sus propios modelos atómicos cualitativos para explicar el
comportamiento químico de las sustancias.
2.14 Los espectros de los metales alcalinos. Vale la pena recordar que el éxito del modelo de Bohr
para el átomo de hidrógeno se debió a que, en buena medida, a partir de él pudo alcanzarse la
expresión empírica de Balmer para las líneas espectroscópicas en el visible, para los átomos con más
de un electrón no fue simple alcanzar ecuaciones como las de Balmer. Los espectros eran demasiado
complicados, sin embargo, los espectroscopistas buscaban afanosamente ecuaciones empíricas que
pudieran dar luz sobre la naturaleza de las transiciones electrónicas.
Desde el siglo pasado se sabía que los elementos que presentaban los espectros más sencillos eran
los metales alcalinos, fue Rydberg quien encontró que el espectro era analizable si se separaban las
líneas en varios grupos o series. Por una parte, existían en los espectros líneas muy intensas, que
llamó líneas principales. Además, las otras líneas menos intensas podían separarse en dos series: la
serie exacta (con líneas a  muy definidas) y la serie difusa (líneas más anchas, que tenían una
estructura fina compleja), posteriormente se descubrió otro tipo de serie en el infrarrojo, que fue
llamada fundamental (o de Bergmann), por comodidad las series eran llamadas como s, p, d, f, sus
iniciales en inglés.
Rydberg graficó 𝜈̄ para las series s, p y d del litio, contra un número entero n, hallando resultados
como el de la figura 2.29; de la figura es evidente que las líneas en cada serie deben aceptar una
relación que emplee números enteros, Rydberg sugirió, primero, que estas curvas eran hipérbolas, y
propuso
𝐶
𝜈̄𝑛 = 𝜈̄∞ −
𝑛+𝜇
Con 𝑛 = 2, 3, 4, …,, donde C y  son constantes, pero obtuvo mejores resultados para la expresión
𝐶
𝜈̄𝑛 = 𝜈̄∞ − (𝑛+𝜇)2 (2.62)

36
𝑛 = 2, 3, 4, … , , siendo R la constante de Rydberg y  un parámetro menor que la unidad, que
variaba de serie a serie.

Figura 2.29 Número de onda para la serie s del litio graficado contra un número entero. Sólo se muestran las primeras 15
líneas y el límite de la serie. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque
químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Después de la llegada del modelo de Bohr, se intentó dar una explicación a ecuaciones empíricas
como la (2.62), pero ello no resultó fácil, sin embargo, las órbitas elípticas de Sommerfeld arrojaron
cierta luz sobre lo que podría ocurrir; las diferentes series deberían aparecer por existir transiciones
electrónicas desde órbitas con diferentes valores de k, las líneas s provendrían de transiciones desde
órbitas con 𝑘 = 1 (las más excéntricas y penetrantes), las p desde 𝑘 = 2 (menos excéntricas y por
ello menos penetrantes), y así sucesivamente, por ello se ha generado la notación de la tabla 2.2
Tabla 2.2 Notación de las órbitas de Sommerfeld
Valor de k 1 2 3 4
Orbita tipo s p d f
Los metales alcalinos tienen un electrón más que los gases nobles, el que ocuparía una nueva órbita,
en cierto sentido, estos elementos se comportan, entonces, como si fueran átomos con un solo
electrón, pues la estructura de sus electrones del core es sumamente estable. Dicho electrón podría
excitarse hacia una capa superior, y al volver a disminuir su energía emitiría radiación. Por ejemplo,
para el litio, el electrón ocuparía el nivel 𝑛 = 2 con 𝑘 = 1, el que llamamos 21 y podríamos
denominar 2s ahora, al excitársele, alcanzaría una órbita con 𝑛 = 2 y algún valor de k, en el proceso
de retornar a su estado original, de baja energía, este electrón emitiría uno o más fotones.
Adicionalmente, se descubrió otro hecho, llamado regla de selección, que indicaba que la transición
electrónica podría ocurrir sólo si k aumentaba o disminuía en una unidad, entonces, el electrón
podría alcanzar el nivel 21 (o 2s) siempre que partiera del 22 (o 2p), 32 (o 3p), 42 (o 4p), etc. Estas
transiciones darían lugar a la serie p del espectro, ahora bien, si el estado final del electrón fuera el
22 (2p), podría haber partido de órbitas con 𝑘 = 1; 31 (3s), 41 (4s), 51 (5s), etc., generando la serie s,
o bien, con 𝑘 = 3; 33 (3d), 43 (4d), etc., produciendo la serie d.
2.15 Las teorías atómicas y el efecto Zeeman. Los modelos atómicos existentes no eran capaces de
dar explicación total al efecto Zeeman, para mostrarlo, nos detendremos a analizar qué sucede
cuando un átomo de hidrógeno se introduce en un campo magnético. Por simplicidad, supondremos
que el electrón se mueve en una órbita circular (los resultados son idénticos para órbitas elípticas);
un electrón que orbita es equivalente a una carga eléctrica que gira en una espira circular, creando

37
una corriente eléctrica, 𝑖 que puede calcularse como la carga dividida entre el periodo, , de
revolución
𝑒
𝑖=𝜏 (2.63)
Además, como el electrón recorre una distancia 2𝑟 a una velocidad 𝑣, el tiempo de una revolución
es
2𝜋𝑟
𝜏= (2.64)
𝑣

Sustituyendo (2.64) en (2.63) se obtiene


𝑒𝑣
𝑖 = 2𝜋𝑟 (2.65)
Un resultado conocido del electromagnetismo es que una corriente circular genera un momento
dipolar magnético, 𝜇⃗. Es decir, el electrón, al orbitar, crea un pequeño par de polos norte y sur
(figura 2.30) cuya magnitud es la corriente por el área barrida;
𝜇 = 𝑖𝐴 (2.66)
y cuya dirección es perpendicular al plano de la órbita, las unidades de  son entonces, de 𝐴 ∙ 𝑚2 .

Figura 2.30 (a) El giro del electrón en su órbita genera un par de polos magnéticos con momento dipolar  cuya
dirección es, por convención, de sur a norte. (b) Un ejemplo de dipolo magnético lo constituye una barra magnetizada,
donde se genera un campo magnético. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un
enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
para introducir unidades magnéticas resulta conveniente recordar la definición de un tesla:
𝑁
𝑇=
𝐴⋅𝑚
Entonces, el momento magnético tendría las unidades
𝑁⋅𝑚 𝐽
(𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒𝜇) = 𝐴 ∙ 𝑚2 = =
𝑇 𝑇
o sea, de energía sobre intensidad de campo magnético, sustituyendo (2.65) en (2.66), el momento
magnético en el átomo sería
𝑒𝑣𝑟
𝜇= (2.67)
2

Recordando que el momento angular L es un vector también perpendicular a la órbita, conviene


multiplicar y dividir a (2.67) por la masa del electrón, pues al hacerlo aparece el momento angular:
𝑒
𝜇 = 2𝑚 𝐿 (2.68)
𝑒

38
Esta relación es válida para las magnitudes de 𝜇⃗ y 𝐿⃗⃗. Sin embargo, como vectores, apuntan en
dirección opuesta debido al signo de la carga del electrón. Es decir,
𝑒
𝜇⃗ = − 2𝑚 𝐿⃗⃗ (2.69)
𝑒

En la figura 2.31 se presentan ambos vectores; si la órbita tiene cierta orientación en el espacio,
puede observarse en la figura 2.32 que las componentes en Z de 𝜇⃗ y 𝐿⃗⃗ satisfacen
𝑒
𝜇𝑧 = − 2𝑚 𝐿𝑧 (2.70)
𝑒

Figura 2.31 El momento magnético y el momento angular de un electrón que orbita tienen la misma dirección, aunque
sentido opuesto. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico,
Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Ahora bien, ¿qué sucede cuando el átomo está inmerso en un campo magnético B? Obviamente,
existe una interacción entre el campo externo y el creado por el momento magnético del átomo, de
la figura 2.33 resulta claro que existe un par de fuerzas; una tiende a que el norte del dipolo quede
alineado con el sur del campo, y otra a que el sur del dipolo se oriente con el norte del campo. Como
consecuencia del par de fuerzas, se presenta un cambio de energía potencial E que depende de la
orientación del dipolo y vale
⃗⃗
∆𝐸 = −𝜇⃗ ⋅ 𝐵 (2.71)

⃗⃗ para una órbita con una orientación respecto al eje z, definida por el ángulo (Tomado
Figura 2.32. Relación entre 𝜇⃗ y 𝐿
de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo
Interamericano, S. A., México, 1986)
Esta fórmula, resultado del electromagnetismo clásico, es comprensible si se recuerda que  es la
energía por unidad de campo magnético, así que el producto  ∙ 𝐵 tiene unidades de energía, el signo
menos indica que la posición más estable del dipolo se da cuando está alineado con el campo. Así,
𝐸 es mínima cuando 𝜇⃗ y 𝐵 ⃗⃗ apuntan en la misma dirección ( = 0° en la figura), es cero para  =
90° (en cuyo caso el giro del electrón no corta las líneas del campo magnético) y es máxima para
 = 180°. Si se escoge la dirección del campo B como el eje z, B=Bz, y tanto Bx como By, valen
cero, (2.71) se simplifica a
𝛥𝐸 = −𝜇𝑧 ⋅ 𝐵𝑧 (2.72)
Reemplazando z de (2.70), obtenemos a E en función del momento angular
39
𝑒
𝛥𝐸 = 2𝑚 𝐿𝑧 𝐵 (2.73)
𝑒

Figura 2.33 Par de fuerzas que experimenta un dipolo magnético en un campo. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A.
Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Hasta aquí se han usado argumentos clásicos en todo el análisis, la cuantización puede hacer su
aparición introduciendo el hecho de que no cualquier valor del momento angular está permitido,
empleando las relaciones originales del modelo de Bohr-Sommerfeld en las ecuaciones (2.68) y
(2.73), tenemos que
𝑒
𝜇= 𝑘ℏ
2𝑚𝑒
𝑒
𝛥𝐸 = 𝑚ℏ𝐵
2𝑚𝑒
Definiendo el magnetón de Bohr, B como
𝑒ℏ 𝐽
𝜇𝐵 = 2𝑚 = 9.274 × 10−24 𝑇 (2.74)
𝑒

se alcanzan las relaciones


𝜇 = 𝑘𝜇𝐵 (2.75)
con 𝑘 = 1, 2, … , 𝑛
𝛥𝐸 = 𝑚𝜇𝐵 𝐵 (2.76)
con m = 1, 2, … ,  𝑘
Por (2.75), el momento magnético resulta del orden del magnetón de Bohr, por esto, se acostumbra
medir  para átomos y moléculas en unidades de magnetones de Bohr. En (2.76) vemos que, de
acuerdo al modelo de Bohr-Sommerfeld, la energía del átomo de hidrógeno cambia en E,
dependiendo del valor de m para el electrón (orientación espacial de la órbita), de allí el nombre de
número cuántico magnético dado a m.
Por ejemplo, para k = 1, m puede tomar dos valores diferentes (+1 y -1), de donde la energía de la
capa 1s se desdoblaría en presencia de un campo magnético (figura 2.34).
En forma similar, un estado excitado del hidrógeno donde el electrón girará en la órbita 2p (𝑘 = 2)
se desdoblaría en cuatro niveles energéticos, pues m = 1, 2, así se toma en cuenta que en la
transición 2p → 1s debe satisfacerse la regla de selección: 𝑚 = 0, 1.

40
Figura 2.34 Desdoblamiento previsto por la teoría Bohr-Sommerfeld para la subcapa 1s del hidrógeno en presencia de
un campo magnético. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico,
Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
En la figura 2.35 se presentan las posibles maneras en que el electrón puede pasar del estado
excitado al basal, allí vemos que el modelo predice tres transiciones diferentes: la A, con EA=E1 -
E2, idéntica a la transición sin campo magnético; la B, con EB = EA-BB, y la C, con
EC=EA+BB, según esto, la primera línea de Lyman se presentaría como un triplete (figura 2.36)

Figura 2.36 Transiciones correspondientes a la primera línea de la serie de Lyman para el hidrógeno en presencia de un
campo magnético, según el modelo de Bohr-Sommerfeld y la regla de selección m = 0, 1. (Tomado de D. Cruz-
Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A.,
México, 1986)

Expresando E= BB, la diferencia total energética entre las líneas B y C, en número de onda,
tenemos
𝛥𝐸 2𝜇𝐵 𝐵
𝛥𝜈̄ = =
ℎ𝑐 ℎ𝑐
Sustituyendo B de (2.74), el resultado es
𝑒
𝛥𝜈̄ = 𝐵
2𝜋𝑚𝑒 𝑐
relación idéntica a la correspondiente al efecto normal de Zeeman, ello está en absoluto desacuerdo
con el resultado experimental real para el hidrógeno, que indica: (i) en ausencia de campo magnético
la línea espectral es un doblete; (ii) con campo magnético, el primer elemento del doblete se
desdobla en cuatro líneas, y el segundo, en seis.
El efecto anormal de Zeeman no podía ser explicado, ni siquiera para el hidrógeno, por la teoría
atómica existente, los resultados para átomos polielectrónicos eran también erróneos, en todos los
casos se predecían efectos normales, no anormales; hacía falta considerar algún ingrediente
adicional, o bien, suponer que alguno de los resultados del electromagnetismo clásico no podía
aplicarse en este caso. Según la física clásica, cualquiera que fuera el momento angular total de un
41
𝜇
átomo, el cociente de las magnitudes de momento magnético y angular sería una constante, pues
𝐿
de (2.68) tenemos
𝜇 𝑒
=
𝐿 2𝑚𝑒
Multiplicando y dividiendo en el lado derecho por ℏ, introducimos el magnetón de Bohr B y
entonces
𝜇 𝜇𝐵
= (2.77)
𝐿 ℏ

Por tanto, la mecánica clásica siempre predice que el momento magnético expresado en magnetones
de Bohr y L en unidades de ℏ tienen un cociente unidad, es decir:
𝜇
𝜇𝐵
𝐿 =1 (2.78)

Figura 2.36 El modelo de Bohr-Sommerfeld predice un desdoblamiento de triplete para la primera transición en el
hidrógeno, con E = BB. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque
químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Los desdoblamientos espectrales anormales podían entenderse sólo si el cociente (2.78) no fuera
siempre la unidad, sino un número fraccionario, diferente para cada línea espectral, al que se le
llamó factor de Landé o giromagnético, g, es decir, resultados experimentales indicaban que
𝜇
𝜇𝐵
𝐿 =𝑔 (2.79)

Con g una fracción menor o igual a 2. La relación entre los momentos magnéticos y angular seria
entonces
𝜇𝐵
𝜇⃗ = − 𝑔𝐿⃗⃗ (2.80)

en lugar de (2.69), y no se conocía la razón de esta desviación del comportamiento clásico.


Por si fuera poco, F. Paschen y F. Back observaron, en 1921, que al aumentar lo suficiente el campo
magnético aplicado, el efecto anormal de Zeeman desaparecía. Para el litio, aplicando 4.3 tesla,
encontraron el desdoblamiento espectral de la figura 2.37. Este fenómeno, llamado efecto Paschen-
Back, vino a complicar adicionalmente el entendimiento del problema.
La teoría necesitaba de algo que remediara la inconsistencia de los momentos angulares y
magnéticos previstos con los observados. La primera parte de la solución la dieron dos jóvenes
científicos alemanes, pero la respuesta definitiva hubo de llegar con la mecánica cuántica.

42
Figura 2.37 Efectos Zeeman y Paschen Back para el primer doblete de la serie p del litio. Las líneas punteadas indican
transiciones cuya intensidad decrece al aumentar el campo, hasta que desaparecen. El desdoblamiento vuelve a coincidir
con el del efecto normal de Zeeman, 𝛥𝜈̄𝑜 .(Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un
enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
2.16 Multipletes en los espectros atómicos. Desde que los espectrómetros fueron lo
suficientemente sensibles y se les dotó de un alto poder de resolución, los espectroscopistas se
dieron cuenta de que muchas de las líneas espectrales no eran una, sino dos, tres o más líneas muy
juntas. A estos grupos se les denominó multipletes. Las líneas del espectro visible del hidrógeno no
eran simples, como se creía en la época de Balmer, sino un par de líneas muy juntas (doblete) y algo
similar ocurría en los metales alcalinos; en los alcalinotérreos, algunas líneas resultaban ser tripletes,
después de 1922 se encontraron quintupletes, hexapletes, etc, en los espectros de algunos metales.
¿Qué quería decir esta estructura múltiple de las líneas espectrales?. La pregunta estaba presente en
la mente de los científicos de aquella época. Su respuesta fue sugerida por A. Landé, quien indicó,
que un átomo podría tomar valores relacionados con un conjunto de vectores de momento angular
(tal vez los momentos angulares de cada electrón) que, al sumarse, darían un vector resultante, como
cada momento angular estaría cuantizado, la resultante también lo estaría, la interacción o
acoplamiento entre los diferentes momentos angulares explicaría las diferencias de energía entre las
líneas múltiples. Pensemos en el átomo de sodio, la transición principal que ocurre cuando el
electrón de valencia pasa de la subcapa 3p a la 3s aparece como un doblete, el átomo experimenta el
cambio siguiente:
1s22s22p63p1 1s22s22p63s1
estado excitado 2P estado basal 2S
El superíndice a la izquierda de las letras S y P indica doblete, el doblete del sodio podía explicarse
mediante el diagrama de la figura 2.38, donde se ha supuesto que el estado basal es único, pero el
estado excitado 2P en realidad es un par, la separación energética entre ambos estados es mínima, de
la figura 2.38, la diferencia en longitud de onda es apenas  = 5,97 angstrom. El incremento de
energía puede obtenerse como
1 1
𝛥𝐸 = ℎ(𝜈2 − 𝜈1 ) = ℎ𝑐 ( − ) = 3.41 × 10−22 𝐽
𝜆2 𝜆1
La interacción que genera la presencia de dos estados 2P debía ser entonces muy pequeña, pues un
valor muy pequeño de energía los separa. Este hecho, aparentemente simple, permaneció mucho
tiempo sin una explicación definitiva, sin embargo, Landé propuso una expresión que permitía
obtener la separación entre las líneas de un multiplete, pero para ello abandonó los valores que el
modelo de Bohr-Sommerfeld predecía para el momento angular de los electrones, de acuerdo con el
modelo de Bohr-Sommerfeld, recordamos que

43
𝐿 = 𝑘ℏ
con 𝑘 = 1, 2, . . . , . 𝑛
𝐿𝑧 = 𝑚ℏ
con 𝑚 = 1,  2, . . . , .  𝑘, Landé obtuvo mejores resultados suponiendo
1
𝐿 = (𝑘 − 2) ℏ (2.81)
1
aunque el introducir el 2 implicara abandonar los números cuánticos enteros. Por otra parte, el
mismo Sommerfeld también llegó a la conclusión de que su modelo atómico no predecía
adecuadamente el momento angular de los electrones, propuso emplear otro número cuántico, l, en
lugar del acimutal, k, los valores de l, según Sommerfeld, serían:
𝑙 = 𝑘 − 1
con 𝑙 = 0, 1, 2, . . . , 𝑛 – 1, en cuyo caso, el momento angular del electrón tomaría la forma
𝐿 = 𝑙ℏ
con 𝑙 = 0, 1, 2, . . . , . 𝑛 − 1
𝐿𝑧 = 𝑚ℏ
con 𝑚 = 0, 1,  2, . . . , .  𝑙. Con esta modificación, Sommerfeld pudo explicar el comportamiento
magnético de algunos átomos, es de importancia notar que los posibles valores de m para cada l son
precisamente la mitad del número de electrones que puede albergar cada subcapa (tabla 2.3). Ni la
proposición de Landé ni la de Sommerfeld eran totalmente correctas y una muestra de ello era el
complejo desdoblamiento de las líneas espectrales cuando los átomos se sometían a un campo
magnético externo.

Figura 2.38 El doblete del sodio aparecen por la existencia de dos estados 2P de energía casi idéntica. (Tomado de D.
Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S.
A., México, 1986)
Tabla 2.3 Los posibles valores de m, que son 2l +1, multiplicados por dos, corresponden al número de electrones que
acepta cada órbita.
Número de posibles
Subcapa l m
valores de m=2l+1
s 0 0 1
p 1 -1, 0, 1 3
d 2 -2, -1, 0, 1, 2 5
f 3 -3, -2, -1, 0, 1, 2, 3 7

44
2.16 Descubrimiento del protón. El descubrimiento oficial del protón se publicó en junio de 1919,
aunque Ernest Rutherford y sus colegas realizaron sus experimentos unos años antes. La colisión de
un haz de partículas alfa (núcleos de helio-4) contra átomos de nitrógeno-14 produjo átomos de
oxígeno-17 y un haz de núcleos de hidrógeno (14N + α → 17O + p). El término «protón» no se
publicó hasta 1920 en Nature, en un artículo que resumía una reunión de la BAAS (British
Association for the Advancement of Science) el 25 de agosto de 1920. En ella, Oliver Lodge le pidió
a Rutherford un nombre para el núcleo de hidrógeno y su propuesta fueron dos: «prouton», en honor
a la hipótesis del químico William Prout, y «protón», a partir de la palabra griega prôtos (primero).
El término «protón» no fue usado por el propio Rutherford hasta un artículo de 1925.
Los protones fueron detectados por primera vez en durante los años 1894 a 1897, gracias a los
experimentos de JJ. Thomson sobre el fenómeno de los "rayos catódicos". En 1886, Goldstein hizo
una modificación del experimento de Thompson: montó un tubo catódico con el cátodo perforado.
Al hacer pasar la corriente a través de este, observó que algunos rayos atravesaban dicho orificio en
sentido contrario a los rayos catódicos. A estos rayos los denominó: rayos canales. El estudio de
estos rayos determinó que estaban formados por partículas de carga positiva y que tenían una masa
distinta según cual fuera el gas que estaba encerrado en el tubo. Esto aclaró que las partículas salían
del seno del gas y no del electrodo positivo. Se explicó su origen de la siguiente manera: los rayos
catódicos (electrones) al dirigirse hacia el polo positivo, encuentran a su paso moléculas del gas
alojado dentro del tubo y debido a su energía cinética alta, chocan y arrancan otros electrones del
gas y originan partículas positivas que se dirigen hacia el cátodo. Dentro del tubo existen por lo
tanto corriente de electrones que se dirigen al ánodo y corriente de partículas positivas que se
dirigen hacia el cátodo.
𝑒
Más tarde W. Wein pudo determinar la relación carga-masa (𝑚) en el rayo positivo, como lo había
hecho Thomson para los rayos catódicos. En oposición a lo encontrado por este último, Wein
𝑒
comprobó que la relación para rayos positivos dependía del gas usado en el tubo y era un valor
𝑚
e
mucho más pequeño que para el rayo catódico o electrón; además, el valor más grande de se
m
obtenía cuando el tubo se llenaba con hidrógeno, el gas más liviano que existe.
2.17 El principio de construcción de Bohr. Como podemos ver, los espectros de los metales
alcalinos sugieren la estructura real de todo un conjunto de niveles energéticos disponibles para el
electrón de valencia de estos átomos, cada nivel correspondería a una de las órbitas elípticas de
Sommerfeld. En el litio, los electrones del core ocuparían la órbita con menor energía, la 11 o 1s y el
siguiente nivel, el 2s, sería ocupado por el electrón de valencia, así, la configuración electrónica del
litio sería:
Li: 1s22s1
Para el sodio, con ocho electrones más en el core, tendríamos:
Na: 1s2(2s2p)83s1
no pudiendo decidir cómo repartir los ocho electrones entre los niveles 2s y 2p, Bohr sugirió, en
1921, que estos ocho electrones se repartirían por igual, o sea,
Na: 1s22s42p43s1 (Bohr)
La idea de Bohr era que los números «mágicos» (2, 8, 8, 18, 18, 32) atómicos de los gases nobles
podían obtenerse como sumas repetidas de pares:
45
2=2
4+4 = 8
6 + 6 + 6 = 18
8 + 8 + 8 + 8 = 32
De aquí que haya propuesto esa ocupación en el sodio. La apreciación de Bohr era incorrecta, sin
embargo, su idea general era plausible, y consistía en suponer que cada uno de los electrones de un
átomo neutro (Z, igual al número de protones) ocuparía uno de los estados cuánticos disponibles con
la menor energía, la configuración electrónica del átomo con Z electrones en la tabla periódica se
obtendría añadiendo un electrón adicional a la del átomo con Z-1 electrones, esta hipótesis
constituye el llamado principio de construcción progresiva o principio de Aufbau. Los resultados
espectroscópicos apoyaban al principio de construcción, pues era conocido ampliamente que el
espectro del ion He+ era similar al del hidrógeno o el del Be+ al del litio, y el del Ca+ al del potasio,
en general, el ion unipositivo con Z protones tiene un espectro con los mismos patrones de líneas
que el átomo neutro con Z-1 protones. Dado que ambas especies poseen Z-1 electrones, ello indica
que un cierto átomo tiene a Z-1 de sus electrones con la misma configuración que el precedente y
difiere de éste sólo por su electrón adicional o electrón diferencial.
En 1924, E. C. Stoner corrigió a Bohr en las ocupaciones de cada órbita atómica, proponiendo las
que se incluyen en la tabla 2.4. Podemos aplicar entonces, el principio de construcción a los átomos
más ligeros.
Tabla 2.4 Máximo número de electrones en cada subcapa, según Bohr y Stoner.
CAPA
n=1 n=2 n=3 n=4
Número máximo de electrones K L M N
1s 2s 2p 3s 3p 3d 4s 4p 4d 4f
Según Bohr
2 4 4 6 6 6 8 8 8 8
(incorrecta)
Según Stoner
2 2 6 2 6 10 2 6 10 14
(correcta)
Total 2 8 18 32
Conocidas las ocupaciones propuestas por Stoner, muy pronto fue evidente en qué orden progresivo
serían ocupadas las subcapas por los electrones, la regla es como sigue: (i) se ocupan primeramente
las subcapas con menor suma de 𝑛 + 𝑘 y (ii) para subcapas con igual 𝑛 + 𝑘, primero se ocupa
aquella con menor 𝑛. En la figura 2.39 se presenta un diagrama (en cuyas diagonales se tienen
subcapas con la misma suma 𝑛 + 𝑘) que puede construirse fácilmente para recordar el orden
progresivo de ocupación de los niveles.
Vimos qué evidencias químicas y datos espectroscópicos aclaran el conocimiento de la estructura
atómica, gracias a ello, es explicable el comportamiento periódico de los elementos químicos y los
espectros más sencillos, desde luego, entre otros, hay que destacar las contribuciones de Bohr.
Einstein conoció personalmente a Bohr en 1920, desde entonces hasta su muerte mantuvo una
estrecha, aunque polémica, relación con él. A continuación, enunciamos la opinión que Einstein
expresó, en 1949, sobre los aportes de Bohr de 1913 a1923: “El que la inseguridad y las bases
contradictorias (de la vieja teoría cuántica) fueran suficientes para que un hombre, con el tacto e

46
instintos únicos de Bohr, pudiera descubrir las leyes principales de las líneas espectrales y las capas
electrónicas de los átomos, así como su significado para la química, me parece a mí como un
milagro.”

Figura 2.38 Diagrama nemotécnico para el orden en el que deben ser llenadas las subcapas. Como puede verse, para
valores de k, por arriba de cuatro se usan las letras g, h, i, etc. Un diagrama como éste fue propuesto, desde 1956, por el
mejicano Jaime Keller (1936-2011) (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un
enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Debe quedar claro que el modelo de Bohr-Sommerfeld sólo es cuantitativo para un solo átomo: el
hidrógeno, a partir de la teoría cuántica podía predecirse, digamos, el potencial de ionización del
helio o las líneas del espectro del litio, se suponía que los electrones debían girar en órbitas similares
a las del hidrógeno, pero no podían realizarse cálculos para predecir sus propiedades; por otra parte,
aunque el principio de construcción fue sumamente útil, como su nombre lo indica debió aceptarse
como tal, como un principio que no tenía ninguna explicación o derivación previa, sin embargo; el
avance de los estudios empíricos de los espectros demostró que dicho principio era violado en la
realidad por varios átomos, la última palabra sobre estructura atómica no había sido dicha aún.
La ingeniosa y atrevida teoría del átomo trazada por Bohr suministró respuestas a muchos
problemas que abrumaban a los físicos experimentales de aquel tiempo. Sin embargo, a pesar del
éxito inicial de esta teoría, se encontró inadecuada para la explicación de problemas tales como: (i)
por qué ocurren transiciones entre ciertos niveles de energía y no entre otros, (ii) por qué los
electrones no radian electromagnéticamente “cayendo” en espiral hacia el núcleo y (iii) ¿cuál es el
origen de los espectros de átomos más complejos como el He y el Li?.
Los espectros atómicos más complejos se siguieron estudiando, por ejemplo, Paschen había podido
analizar el espectro del neón, encontrando 130 series de líneas diferentes, en 1920, estos estudios
condujeron al descubrimiento de nuevos hechos en 1925: el espín electrónico y el principio de
exclusión.
2.18 La hipótesis de De Broglie. Para empezar, resumamos brevemente cuál fue el derrotero que
sufrió la concepción acerca de la naturaleza de la luz, este dilema se prolongó durante siglos.
Newton consideraba que la luz estaba compuesta de corpúsculos que viajaban muy rápidamente,
pero al iniciarse el siglo XIX los experimentos de interferencia, realizados por Thomas Young
(1773-1829); mostraron su naturaleza ondulatoria, lo que fue confirmado con la teoría
electromagnética de Maxwell y su posterior verificación experimental por Hertz, en 1889.

47
Esta última interpretación habría de modificarse en este siglo con la proposición de Einstein sobre el
cuanto de luz, en 1905, y la demostración experimental de Compton, en 1923, respecto al carácter
corpuscular de los fotones, cuya cantidad de movimiento resultó ser la prevista por la teoría, o sea,

𝑝𝑓 = 𝜆 (2.82)
Entonces, la luz parecía satisfacer dos conjuntos de propiedades: las de los corpúsculos y las de las
ondas, aunque uno y otro parecían estar en conflicto mutuo, desde el punto de vista teórico, era
necesario unificar el enfoque corpuscular y el ondulatorio, pues era inexplicable el «caprichoso»
comportamiento de la luz en su interacción con la materia.
Un primer intento de unificación para explicar las interacciones radiación-materia fue ideado en
1923 y presentado en enero de 1924 por Niels Bohr, Hendrik Anton Kramers (1894-1952) y John
Clarke Slater (1900-1976), este trabajo fue escrito antes del descubrimiento de Compton, que
rechazaba la existencia del fotón. Estos autores pretendían «arribar a una descripción consistente de
los fenómenos ópticos, conectando los efectos discontinuos que ocurren en los átomos con el campo
continuo de la radiación». No analizaremos la teoría de Bohr y colaboradores, pues estaba
equivocada, como pronto fue demostrado, con este fracaso, Bohr comentó: «…uno debe estar
preparado para el hecho de que la generalización que requiere la teoría electrodinámica clásica
demanda una profunda revolución en los conceptos sobre los cuales ha descansado, hasta ahora,
nuestra descripción de la naturaleza.»
Resultó ser que el paso revolucionario que Bohr citaba se habría de dar en la molécula y no en la
óptica, el responsable fue el científico francés Louis Victor de Broglie (1892-1987). De Broglie iba
a entrar a la Sorbona para estudiar historia medieval cuando la primera guerra mundial lo hizo
alistarse en el ejército, donde participó en una unidad de radio-comunicación, lo que cambió su vida
y en 1919, se unió al laboratorio de física encabezado por su hermano Maurice de Broglie (1875-
1960), donde se dedicaría a experimentar con rayos X. De 1919 a 1923 realizó múltiples
investigaciones, contribuyendo a aclarar la naturaleza de la radiación electromagnética. La propuesta
que le valió recibir el premio Nobel de física fue enunciada en 1923, en dos breves escritos enviados
a la Academia Francesa de Ciencias, que, posteriormente, incorporó en su tesis doctoral, en 1924.
Dejemos que él mismo nos relate su proposición: «Después de un largo periodo de soledad y
meditación, tuve súbitamente la idea, durante el año de 1923, de que el descubrimiento hecho por
Einstein en 1905 debía generalizarse, extendiéndolo a todas las partículas materiales y, en particular,
al electrón.»
Como vemos, su idea era francamente revolucionaria, pues implicaba extender la concepción dual
onda-corpúsculo, válida para la luz, a las hasta entonces consideradas partículas materiales, como el
electrón, ¿pero qué tipo de movimiento ondulatorio estaba relacionado con los electrones?, después
de analizar las similitudes entre la óptica geométrica y la mecánica clásica, De Broglie concluyó que
el movimiento de las partículas materiales debía estar guiado por una onda asociada, que denominó
onda piloto. La cantidad de movimiento, 𝑝, de la partícula y la longitud de onda, , de la onda piloto
estarían relacionadas por una ecuación idéntica a la de la luz, es decir,

𝜆=
𝑝
Aunque no lo parezca, en esta expresión están contenidas las reglas de selección de Sommerfeld y
Wilson.

48
2.19 El espín electrónico y el principio de exclusión. En 1925, la espectroscopia atómica estaba
lejos de poder ser explicada, no se comprendía la presencia de múltiples líneas en lugares donde
antes se pensaba que existía sólo una, como fue revelado cuando se emplearon aparatos más
precisos. Más incomprensible aún era que cada línea espectral se transformara en tres o más al
someter a los átomos a la acción de campos magnéticos.
En 1925, Wolfgang Pauli (1900-1958) propuso su famoso principio de exclusión, un año antes,
Stoner había encontrado las ocupaciones 2, 6, 10 y 14 para las subcapas s; p; d y f en un átomo, con
este acontecimiento y los trabajos de Landé en espectroscopia, Pauli indicó que eran necesarios
cuatro números cuánticos para caracterizar a cada uno de los electrones de un átomo, estableciendo
el principio de exclusión: Nunca puede haber dos o más electrones equivalentes en un átomo para
los cuales los valores de todos los números cuánticos sean los mismos.
Más tarde, basándose en el trabajo de Pauli, dos jóvenes alemanes harían una gran contribución al
entendimiento de la estructura atómica; primero, Samuel Goudsmit (1902–1978) simplificó el
argumento de Pauli, introduciendo como los cuatro números cuánticos a:
n, el número cuántico principal, con valores de 1, 2, 3, …
l, el número cuántico acimutal modificado de Sommerfeld, con valores 0, 1, 2, …, n-1
m, el número cuántico magnético de Sommerfeld, con valores 0, 1, 2, …, l
ms, un nuevo número cuántico, con dos valores  ½
En segundo lugar, George Eugene Uhlenbeck (1900-1988), junto con su compañero Goudsmit, se
dieron cuenta de que la existencia de un cuarto número cuántico indicaba la presencia de un grado
de libertad adicional en el movimiento electrónico. Hasta entonces, el electrón había sido
considerado como una carga puntual, sin estructura, por ello, su descripción completa dependía de
sus tres coordenadas espaciales, y en ese caso tendría sólo tres números cuánticos, Goudsmit y
Uhlenbeck atribuyeron el cuarto número de Pauli a un movimiento extra del electrón: la rotación
alrededor de su propio eje (espín), al rotar, el giro del electrón produciría un momento angular 𝑆⃗ y la
rotación de su carga daría lugar a un momento magnético, 𝜇⃗𝑠 , adicional al producido por el
movimiento orbital. Como ms sólo tenía dos valores, propusieron que cada uno de ellos indicaba el
sentido de la rotación del electrón, como se indica en la figura 2.40.

Figura 2.40 Según Goudsmit y Uhlenbeck, el giro de electrón produce un momento angular intrínseco, S, lo que trae
aparejado un momento magnético, s de sentido contrario. (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz;
Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
La magnitud del momento angular del espín seria
1
𝑆 = |𝑚𝑠 ℏ| = 2 ℏ (2.83)

49
El momento magnético asociado al espín tendría una magnitud
𝜇𝐵
𝜇𝑠 = 𝑔𝑆 (2.84)

de donde al sustituir (2.83) en (2.84)


1
𝜇𝑠 = 2 𝜇𝐵 𝑔 (2.85)
Para el movimiento orbital 𝑔 = 1; sin embargo, Goudsmit y Uhlenbeck obtuvieron que para el espín
𝑔 = 2 (el valor actual es g = 2.0023193), es decir,
𝜇𝑠 ≈ 𝜇𝐵 (2.86)
Así, cada electrón tendría dos momentos angulares: uno clásico, con factor giromagnético 𝑔 = 1 por
su movimiento alrededor del núcleo (momento orbital 𝐿⃗⃗), y otro no clásico, con factor de Landé 𝑔 =
2, por la rotación alrededor de su eje (momento angular del espín, 𝑆⃗). El momento angular total del
electrón, que recibe el símbolo 𝐽⃗ sería la suma de los dos anteriores:
𝐽⃗ = 𝐿⃗⃗ + 𝑆⃗ (2.87)
La expresión anterior se ejemplifica en la figura 2.41. Ya que 𝐿⃗⃗ y 𝑆⃗ están cuantizados, lo mismo
sucedería con 𝐽⃗. El efecto Zeeman anormal podía también explicarse debido a que los estados inicial
y final se desdoblarían de acuerdo con las posibles componentes en z del momento angular total, el
que incluye al espín, no contemplado hasta entonces. El factor de Landé sería posiblemente
diferente para los estados inicial y final, pues el valor de g dependería de la proporción en la que se
combinase el momento angular orbital (𝑔 = 1) con el momento angular del espín (𝑔 = 2).

Figura 2.41 El momento angular total del electrón para una órbita con L dado depende del sentido del espín. En la escala
de la derecha puede verse que tiene una componente en z de ℏ. En (a) el espín produce un momento angular total con
componente en z de 3/2 ℏ y en (b) de ½ ℏ. Es decir, Jz=(m+mz)ℏ (Tomado de D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A.
Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo Educativo Interamericano, S. A., México, 1986)
Volviendo al principio de exclusión de Pauli, cada electrón en un átomo podía etiquetarse con sus
cuatro números cuánticos, si dos electrones tenían n, l y m iguales, sería forzoso que el espín de cada
uno fuera diferente; asimismo, dos electrones con igual espín y en la misma subcapa (n y l iguales),
deberían girar en órbitas con diferentes orientaciones espaciales (diferente m).
La idea del espín fue rápidamente aceptada por Bohr, pero Pauli y Lorentz expresaron sus
reticencias, por una parte, el factor giromagnético de 2 no tenía precedente en mecánica clásica; por
otra, Lorentz estimó cuál sería la velocidad a la que debería girar la superficie del electrón para
generar dicho momento angular, y encontró un valor mucho mayor a la velocidad de la luz, lo que
50
era incompatible con la teoría de la relatividad, para la que c es una velocidad límite. A pesar de
todo, Bohr expresó: «Ellos sólo evocan dificultades clásicas, las que desaparecerán cuando se
encuentre la teoría cuántica real». En efecto, estaba haciendo falta una teoría que diera un
fundamento sólido a todo lo que se había descubierto. Era necesario un modelo donde el momento
angular del átomo y los números cuánticos n, l y ms fueran un resultado de la teoría misma y no un
ajuste empírico en función de los valores de parámetros experimentales, al difícil periodo de 1900 a
1926, que hemos relatado aquí, se le conoce como el de la vieja teoría cuántica. No hubo que
esperar mucho la llegada de la teoría cuántica moderna o «real», como la llamó Bohr: sus bases
fueron sentadas en el mismo año de 1926.
2.20 Mecánica cuántica moderna. En las secciones precedentes hemos desarrollado los hechos
ocurridos en el campo de la teoría cuántica de 1900 a 1925, a los aportes hechos en este primer
periodo se les ha dado el nombre de «vieja teoría cuántica». En el campo de los átomos se logró un
desarrollo teórico formal para el átomo de hidrógeno, pero sólo con la ayuda de la espectroscopia
pudieron encontrarse relaciones empíricas válidas para los demás, nuevos números cuánticos y hasta
el principio de exclusión.
2.20.1 Nuestra concepción dual sobre la naturaleza de la materia. Veinticinco años después de
descubierto el electrón, éste seguía siendo considerado como una partícula material; hoy no tenemos
la menor duda de que los electrones no siguen el comportamiento de las partículas clásicas, existe
una abrumadora evidencia experimental de que, bajo ciertas condiciones, su comportamiento se
asemeja al de las ondas, mientras que en otros casos guarda más similitud con el de los corpúsculos
clásicos. El problema para describir la naturaleza real de los electrones es que no contamos con un
símil macroscópico de ellos, nada en nuestro mundo cotidiano presenta tan extraño comportamiento.
Por ello, hemos tenido que recurrir a dos descripciones que nos son comunes: la de un corpúsculo y
la de una onda. No es válido, por tanto, asegurar que el electrón es un corpúsculo y una onda, que
tiene una naturaleza dual, creemos más adecuado reconocer que la dualidad existe en nuestra
concepción de los electrones más que en el electrón mismo, lo que es enteramente diferente.
2.20.2 Evidencias experimentales del comportamiento ondulatorio de la materia. Difracción de
electrones. Einstein y De Broglie propusieron, casi simultáneamente, la confirmación experimental
de la hipótesis de las ondas piloto. Si fuera cierto que un movimiento ondulatorio estaba asociado a
las partículas, estas deberían presentar patrones de interferencia y difracción similares a los de la
radiación electromagnética.
Era bien sabido que para que una rejilla lograse difractar a una onda, la separación entre sus
incisiones debería ser del orden de la longitud de la onda incidente, ya que la longitud de onda para
los electrones, según De Broglie, es inversamente proporcional a su masa, la detección experimental
de la difracción sólo sería factible usando como dispersores a los átomos de un cristal, pues están
separados entre sí algunos angstroms.
En 1927 culminaron los experimentos realizados para confirmar o refutar la hipótesis de De Broglie
en cuanto a la difracción de electrones. Por una parte, Clinton Joseph Davisson (1881-1958) y Lester
Halbert Germer (1896- 1971), estadounidenses, empleando como blanco un cristal de níquel,
obtuvieron patrones de difracción como el que se muestra en la figura 2.41.
Independientemente, en Inglaterra, George Paget Thomson (1892-1975), hijo de J. J. Thomson,
empleando láminas metálicas delgadas, alcanzó resultados similares, en ambos experimentos se
confirmó cuantitativamente que la difracción observada para los electrones era consistente con la
relación: =h/p, De Broglie recibió el premio Nobel en 1929, por su parte, Davisson y Thomson lo
51
merecieron en 1937. No puede caber la menor duda, después de los experimentos realizados, que los
electrones se comportan como ondas en este tipo de experimentos, a partir de este descubrimiento se
genera la óptica electrónica, que condujo al desarrollo del microscopio electrónico en la década de
1930. No obstante que la evidencia experimental es copiosísima e irrefutable, no resulta simple
«asimilar» que electrones, neutrones, protones, átomos, moléculas, etc., se comporten como ondas.
Así, nos vemos obligados a aceptar que el comportamiento dual onda-corpúsculo es una categoría
fundamental en el microcosmos. Si los electrones, por ejemplo, se comportan de una manera
«extraña», es porque obedecen reglas muy fuera de nuestra esfera de experiencias, pero los
electrones son así.

Figura 2.41 Patrón de difracción de electrones de una muestra policristalina de aluminio (tomado de
https://www.slideshare.net/Hoshi94/electronic-structure-11296872)
2.20.3 La ecuación del movimiento ondulatorio. Ondas estacionarias. Una vez propuesta la
hipótesis de De Broglie, resulta lógico pensar que la descripción de un sistema de partículas puede
efectuarse empleando relaciones válidas para las ondas; para una onda cuya velocidad de
propagación sea v, tenemos,
𝑣 = 𝜆𝜈 (2.88)
Si, llamamos 𝜑(𝑥, 𝑡), la perturbación que se propaga, la cual pudiera ser la amplitud de oscilación
de una onda sinusoidal en una cuerda, tenemos
𝑥
𝜑(𝑥, 𝑡) = 𝐴𝑠𝑒𝑛2𝜋 (𝜆 − 𝑣𝑡) (2.89)

Esta última ecuación representa una onda sinusoidal de frecuencia  y longitud de onda , que viaja
hacia la derecha del eje x, con velocidad dada por (2.88). Para cualquier onda existe una relación
simple entre sus derivadas, conocida como ecuación general de onda, la cual está dada por la
expresión:
𝜕2𝜑 1 𝜕2𝜑
= 𝑣 2 𝜕𝑡 2 (2.90)
𝜕𝑥 2

De acuerdo con De Broglie, la onda asociada al movimiento de una partícula confinada debe ser una
onda estacionaria, para que no interfiera consigo misma. La mejor manera de visualizar una onda
estacionaria es imaginar cuál es el resultado de enviar ondas idénticas, a través de una cuerda, en
sentido contrario, el resultado ondulatorio que se produce es una onda estacionaria, para la cual los
puntos donde se producen nodos permanecen fijos en el tiempo, al igual que aquellos donde se
presentan crestas y valles.
Volviendo a tomar nuestro ejemplo de onda sinusoidal de la ecuación (2.89), la que viaja hacia la
derecha es claro que un cambio de signo en el argumento del seno produce una onda que viaja en
52
sentido contrario, o sea, hacia la izquierda del eje x, se obtiene una onda estacionaria como resultado
de sumar dos sinusoidales que viajan en sentidos opuestos.
En la figura 2.42 se ha hecho dicha suma gráficamente, pudiéndose observar que la onda
estacionaria (línea continua) vibra manteniendo fijos sus nodos; la correspondiente ecuación de onda
estacionaria tendrá la forma
𝑥 𝑥
𝜑𝑒𝑠𝑡 (𝑥, 𝑡) = 𝐴𝑠𝑒𝑛2𝜋 (𝜆 − 𝑣𝑡) + 𝐴𝑠𝑒𝑛2𝜋 (𝜆 + 𝑣𝑡) (2.91)
obteniéndose
2𝜋𝑥
𝜑𝑒𝑠𝑡 (𝑥, 𝑡) = 2𝐴𝑠𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑠 2 𝜋𝑣𝑡 (2.92)
𝜆

El resultado alcanzado es sumamente importante, una onda estacionaria consiste de un producto de


dos funciones, cada una de ellas dependiente de una coordenada, la función seno depende de x y la
función coseno del tiempo, t. Además, esta dependencia temporal se presenta en toda onda
estacionaria; para toda onda estacionaria, tenemos que
𝜑𝑒𝑠𝑡 (𝑥, 𝑡) = 𝛹(𝑥) 𝑐𝑜𝑠 2 𝜋𝑣𝑡 (2.93)
donde (x) es una función únicamente de la posición.

Figura 2.42. Formación de una onda estacionaria. (Tomado de https://www.scienceabc.com/pure-sciences/standing-


wave-definition-ratio-examples-and-explanation.html)
2.21 La ecuación de Schrodinger. Nacimiento de la teoría cuántica moderna. Erwin Schrodinger
(1887-1961) fue el primero en emplear la idea de las ondas piloto de De Broglie junto con una
ecuación para el movimiento ondulatorio, en 1926, Schrödinger publicó cuatro históricos trabajos en
los que estableció la mecánica ondulatoria, como hoy se conoce. Casi simultáneamente a la primera
publicación de Schrödinger apareció, a finales de 1925, un trabajo de Werner Heisenberg (1901-
1976), dedicado al mismo tema, donde se alcanzaban resultados similares, lo curioso es que los dos
trabajos parecían enteramente diferentes, tanto en las suposiciones físicas de partida como en los
métodos matemáticos empleados. Inmediatamente, otros dos científicos, Max Born (1882-1970) y
Pascual Jordan (1902-1980), dieron mayor formalidad y rigor al trabajo de Heisenberg al presentar,
en 1926, un trabajo titulado “sobre mecánica cuántica”, donde empleaban matrices para representar
53
a las variables de un sistema, por ello, la teoría de Heisenberg, Born y Jordan recibe el nombre de
mecánica matricial. Sin embargo, la incógnita no había sido resuelta, pues la mecánica ondulatoria
de Schrödinger y la matricial de Heisenberg alcanzaban los valores correctos para las frecuencias y
las intensidades relativas de las líneas espectrales del hidrógeno, siendo que su metodología y puntos
de partida eran diferentes. El mismo Schrödinger fue quien desentrañó el misterio, al demostrar que
ambas teorías eran equivalentes, es decir, la mecánica matricial puede derivarse de la mecánica
ondulatoria, y viceversa. El hallazgo, como indica George Gamow (1904-1968), fue tan
sorprendente como la aseveración de que las ballenas y los delfines no son peces como el tiburón o
el arenque, sino mamíferos como los elefantes o los caballos.
2.21.1 La ecuación unidimensional independiente del tiempo de Schrödinger. La mecánica
cuántica no puede derivarse de otros conceptos más fundamentales, pues es una ciencia que se ha
desarrollado de varios postulados, el aporte de Schrödinger fue mucho más general, pues con base
en los fundamentos de la física clásica generados por William Rowan Hamilton (1805-1865), Joseph
Louis, conde de Lagrange (1736-1813), y Moritz Hermann von Jacobi (1801-1874), encontró una
forma sistemática de obtener relaciones para cualquier sistema de partículas, en las que sus
propiedades ondulatorias estén presentes.
La relación de De Broglie entre la cantidad de movimiento de una partícula y la longitud de la onda
asociada a su movimiento no contiene ninguna información sobre la amplitud y la naturaleza de
dicha onda, para encontrar esta información basta considerar la ecuación que, desde el siglo XIX, se
consideraba válida para cualquier movimiento ondulatorio. Como el mismo Schrödinger indicó en
1926, era necesario tomar en serio la teoría ondulatoria de De Broglie para las partículas en
movimiento y esto fue precisamente lo que hizo. Para partículas limitadas en un cierto confín, la
onda asociada a su movimiento debe ser estacionaria (figura 2.43), por tanto, su amplitud debe venir
dada por la ecuación (2.93), donde (x) debe satisfacer
𝑑2 𝛹(𝑥) 2𝜋 2
= − ( 𝜆 ) 𝛹(𝑥) (2.94)
𝑑𝑥 2

Así, podemos sustituir la longitud de onda en (2.94) por h/p, como indica la hipótesis de De Broglie,
y obtener
𝑑2 𝛹 2𝜋𝑝 2
= −( ) 𝛹 (2.95)
𝑑𝑥 2 ℎ

Esta es una ecuación muy especial, pues contiene tanto la amplitud (x) de una onda como la
cantidad de movimiento de una partícula. En ella está implícita la concepción dual que De Broglie
introdujo, a continuación, haremos unas cuantas transformaciones sobre (2.95) para llegar a la

ecuación de Schrödinger, para empezar, usaremos la relación ℏ = 2𝜋 , con lo que (2.95) se
transforma en
𝑑2 𝛹 𝑝2
= − ℏ2 𝛹 (2.96)
𝑑𝑥 2

En segundo término, ya que la energía cinética puede expresarse como •


1 𝑝2
𝐸𝑐 = 2 𝑚𝑣 2 = 2𝑚 (2.97)
la cantidad de movimiento al cuadrado puede despejarse
𝑝2 = 2𝑚𝐸𝐶 (2.98)

54
y puesto que la suma de las energías cinética, EC y potencial, V, es la energía total, entonces EC=E-V,
lo que sustituido en (2.98) conduce a
𝑝2 = 2𝑚(𝐸 − 𝑉 ) (2.99)
Finalmente; reemplazando p2 de (2.96) en la ecuación de onda (2.99), obtenemos
𝑑2 𝛹 2𝑚(𝐸−𝑉)
=− 𝛹 (2.100)
𝑑𝑥 2 ℏ2

Rearreglando esta expresión, tenemos


ℏ2 𝑑 2 𝛹
− + 𝑉𝛹 = 𝐸𝛹
2𝑚 𝑑𝑥 2
Esta es, precisamente, la ecuación de Schrodinger unidimensional, independiente del tiempo, para
una partícula, como vemos, se trata de una ecuación diferencial, pues involucra a la función de
amplitud (x) y su segunda derivada ''(x).

Figura 2.43 Onda estacionaria relacionada con la teoría de De Broglie (tomado de http://www.hiru.eus/fisica/ondas-de-
materia-de-louis-de-broglie)

La ecuación (2.100) relaciona a (x) y "(x), que corresponden a parámetros ondulatorios, con las
energías total y potencial y con la masa, este último un parámetro corpuscular, por tanto, se
encuentran presentes los dos ingredientes, corpuscular y ondulatorio, mostrados en el
comportamiento de las partículas microscópicas, la ecuación (2.100) puede escribirse como
ℏ2 𝑑2
[− + 𝑉] 𝛹 = 𝐸𝛹 (2.101)
2𝑚 𝑑𝑥 2

La expresión (2.101) podemos reescribirla como


(𝐸𝐶 + 𝑉 )𝛹 = 𝐸𝛹 (2.102)
Al operador (𝐸𝐶 + 𝑉) se le conoce como operador de energía total u operador hamiltoniano, de esa
manera la ecuación de Schrödinger puede escribirse, para el caso unidimensional como:
𝐻𝛹 = 𝐸𝛹 (2.103)
La ecuación de onda debe ahora expresarse en tres dimensiones, ya que el átomo de hidrógeno se
halla en un estado estacionario, es apropiado usar la ecuación de Schrödinger independiente del
tiempo.
ℏ2 𝜕2 𝜕2 𝜕2
𝐻 = − 2𝑚 (𝜕𝑥 2 + 𝜕𝑦 2 + 𝜕𝑧 2) + 𝑉 (2.104)

55
La simetría geométrica del problema sugiere que el sistema coordenado más conveniente es el
esférico, donde las coordenadas esféricas son: (i) r, el radio vector, (ii) , el ángulo polar, y (iii) , el
ángulo azimutal; las coordenadas rectangulares están relacionadas con las esféricas por: 𝑥 =
𝑟 𝑠𝑒𝑛  𝑐𝑜𝑠 , 𝑦 = 𝑟 𝑠𝑒𝑛  𝑠𝑒𝑛  y 𝑧 = 𝑟 𝑐𝑜𝑠 ; el operador hamiltoniano puede transformarse de
coordenadas rectangulares a esféricas, cuando se hace esto la ecuación de Schrödinger de estado
estacionario toma la forma
ℏ2 1 𝜕 𝜕𝜓 1 𝜕 𝜕𝜓 1 𝜕 2𝜓 −𝑒 2
− 2𝑚 [𝑟 2 𝜕𝑟 (𝑟 2 𝜕𝑟 ) + 𝑟 2 𝑠𝑒𝑛𝜃 𝜕𝜃 (𝑠𝑒𝑛𝜃 𝜕𝜃 ) + 𝑟 2𝑠𝑒𝑛2𝜃 𝜕𝜑2 ] + (4𝜋𝜀 𝑟 𝜓) = 𝐸𝜓 (2.105)
0

Y la función de onda se toma ahora como dependiente de r,  y :  = (𝑟, , ).


Para Schrödinger, el modelo de átomo lo constituye un operador hamiltoniano, en él deben estar
representadas todas las contribuciones energéticas que se espera que existan en los átomos reales, en
este caso, el objeto modelo es altamente abstracto. Por otra parte, el modelo teórico permite, a partir
del hamiltoniano, obtener la función de onda del átomo que no corresponde a ningún observable del
sistema real, es decir,  no es ninguna predicción que pueda corroborarse experimentalmente.
Debido a esto, la teoría cuántica nos provee de reglas para obtener los operadores de todas las
variables dinámicas del átomo y de la manera de efectuar predicciones sobre dichas variables, para
ello emplea la función de onda y relaciones, para obtener los valores esperados de diversas
magnitudes.
En 1926 Werner Heisenberg, establece que no es posible determinar simultáneamente la posición y
el momento exactos de una partícula tan pequeña como el electrón, por ejemplo, para determinar la
trayectoria de un electrón en un átomo, la física clásica requeriría el conocimiento de su posición y
de su velocidad. La posición podría determinarse experimentalmente haciendo incidir sobre él un
rayo de luz, al medir la posición con un rayo de luz se está usando una escala cuya exactitud está
dada por su longitud de onda, mientras menor sea ésta, más cercanas estarían las divisiones de la
escala y se podría reportar la posición con mayor exactitud, pero las ondas con longitudes de onda
muy pequeñas tienen momentos muy grandes (𝑝 = ℎ/𝜆) y el rayo de luz incidente sobre el electrón
le causaría un impacto muy grande desviándolo de su trayectoria y alterando su velocidad, por otra
parte, si se usara un rayo de baja energía para no alterar el momento del electrón, su longitud de
onda tan grande no daría ninguna información útil sobre su posición.
Si se usara un rayo de luz de longitud de onda 6,6 × 10−8 cm se estaría midiendo la posición del
electrón con una aproximación de ± 6,6 x10-8 cm, lo cual implica una incertidumbre mayor que el
diámetro atómico (10-8 cm), de tal forma que sólo se podría decir que el electrón está cerca del
átomo, esta radiación que no aporta nada sobre el conocimiento de la posición del electrón que tiene
𝑐𝑚
ℎ𝑐 6,6×10−27 erg∙s×3×1010
una energía 𝐸 = ℎ = = 𝑠
= 3 × 10−9 𝑒𝑟𝑔, la cual es 100 veces mayor que
𝜆 6,6×10−8 cm
la máxima energía de ionización (energía necesaria para quitarle un electrón a un átomo), esto
quiere decir que, aun usando una radiación con una longitud de onda tan grande que no sirve para
medir la posición del electrón, no se puede medir su velocidad pues éste sería arrojado fuera del
sistema.
Al pretender determinar la trayectoria del electrón, el error cometido con respecto a su posición sería
del orden de 𝑥 = 𝜆, mientras que la medida del momento estaría afectada por el momento del
fotón: 𝑝𝑒𝑙𝑒𝑐𝑡𝑟ó𝑛 = 𝑝𝑓𝑜𝑡ó𝑛 = ℎ/𝜆, el producto de los errores cometidos en la medida (figura 2.44)
sería, entonces:

56

𝛥𝑥 ⋅ 𝛥𝑝 = 𝜆 𝜆 = ℎ ⇒ 𝛥𝑥 ⋅ 𝛥𝑝 ≥ ℎ (2.106)
La naturaleza ondulatoria de los electrones mostró la incapacidad de la mecánica clásica para
explicar su comportamiento, un nuevo modelo atómico que se propusiera debería cumplir con los
principios de cuantización, incertidumbre y dualidad onda-partícula.

Figura 2.44 Principio de incertidumbre y densidad de probabilidad (tomado de


http://www.monografias.com/trabajos104/la-configuracion-electronica/la-configuracion-electronica.shtml)
Retomando la ecuación de onda (2.105) y suponiendo que  = (𝑟, , ) tiene soluciones
expresables como productos de funciones de las tres coordenadas, o sea
(r, , ) = R(r) () ()
2𝑚𝑟 2
y multiplicando (2.105) por , se obtiene
ℏ2
𝑑 𝑑𝑅 𝑅𝛩 𝑑2 𝛷 𝛷𝑅 𝑑 𝑑𝛩 2𝑚𝑟 2 𝑒2
𝛩𝛷 𝑑𝑟 (𝑟 2 𝑑𝑟 ) + 𝑠𝑒𝑛2 𝜃 𝑑𝜑2 + 𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 (𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 ) + 2 (𝐸 + 4𝜋𝜀 𝑟) 𝑅𝛩𝛷 = 0 (2.107)
ℏ 0

Dividiendo la ecuación por 𝜓 = 𝑅𝛩𝛷 se crea una forma en la cual los términos que dependen de la
coordenada r no dependen ni de  ni de . Esta circunstancia nos permite agrupar las dos porciones,
la radial dependiente sólo de r y la angular que sólo depende de  y , e igualar cada porción a una
constante, la misma constante. Esto se puede llevar a cabo debido a que la ortogonalidad de las tres
coordenadas impide que cada parte sea una función de la otra. Definimos la constante l(l+1),
obviamente con ciertas miras prefijadas, e igualamos las dos porciones a esta
𝑑 𝑑𝑅 2𝑚𝑟 2 𝑒2
(𝑟 2 )+ 2 (𝐸 + ) 𝑅 = 𝑙(𝑙 + 1)𝑅 (2.108)
𝑑𝑟 𝑑𝑟 ℏ 4𝜋𝜀0 𝑟

y
1 𝑑2 𝛷 1 𝑑 𝑑𝛩
+ 𝛩𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 (𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 ) = 𝑙(𝑙 + 1) (2.109)
𝛷𝑠𝑒𝑛 2𝜃 𝑑𝜑2

Ahora la ecuación (2.109) puede ser separada de manera similar en dos porciones, una dependiente
sólo del ángulo polar  y la otra sólo del ángulo azimutal . Esto se logra multiplicando la ecuación
(2.109) por 𝑠𝑒𝑛2 𝜃 y agrupando términos
1 𝑑2 𝛷 𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑 𝑑𝛩
+ (𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 ) − 𝑙(𝑙 + 1)𝑠𝑒𝑛2 𝜃 = 0 (2.110)
𝛷 𝑑𝜑2 𝛩 𝑑𝜃

Como antes, cada una de las partes se hará igual a una constante. Ya que cualquier solución de estas
dos ecuaciones llevará un valor correspondiente de l como un parámetro, por conveniencia se elige
una nueva constante 𝑚𝑙2 . Haciendo las dos porciones iguales a esta constante y re-arreglando,
obtenemos las dos ecuaciones.
57
𝑚𝑙2 1 𝑑 𝑑𝛩
− 𝛩𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 (𝑠𝑒𝑛𝜃 𝑑𝜃 ) = 𝑙(𝑙 + 1) (2.111)
𝑠𝑒𝑛 2 𝜃
𝑑2 𝛷
+ 𝑚𝑙2 𝛷 = 0 (2.112)
𝑑𝜑2

La ecuación de onda de Schrödinger para el átomo de hidrógeno idealizado ha sido separada en tres
ecuaciones cada una dependiente de una sola coordenada, y se han introducido explícitamente dos
constantes en el problema durante el proceso; veremos que la serie de soluciones no depende de dos
sino de tres constantes como parámetros.
La ecuación azimutal. De estas tres ecuaciones la más fácil de reconocer es la (2.112), la ecuación
de onda azimutal, que describe el comportamiento de la función de onda a medida que el sistema
gira alrededor del eje z; tiene la forma del conocido oscilador armónico, que tiene entre sus
soluciones dos funciones periódicas reales y una compleja.
𝛷 = 𝐴𝑠𝑒𝑛(𝑚𝑙 𝜑)
𝛷 = 𝐴 𝑐𝑜𝑠(𝑚𝑙 𝜑) (2.113)
𝛷 = 𝐴𝑒 𝑖𝑚𝑙 𝜑
Sobre bases obviamente físicas, si el átomo gira una vuelta completa alrededor del eje z, debe
alcanzarse el mismo valor para la solución  cuando se alcance de nuevo el ángulo . Esto se
cumple para las funciones de la ecuación (2.113), siempre que ml  sea un múltiplo entero de 2. Ya
que  se mide en radianes, ml debe tener un valor entero. Ya que esto incluye tanto al cero como
rotaciones en direcciones opuestas, los únicos valores permitidos de ml son
𝑚𝑙 =⥂ 0, ±1, ±2, ±3, . . . .. (2.114)
De la nomenclatura establecida para esta situación, los valores de ml en la ecuación (2.114), cuando
se elevan al cuadrado, son los valores característicos propios de las varias funciones características
de la ecuación (2.155), que son a su vez, las soluciones permitidas de la ecuación azimutal (2.112).
La constante, ml, es el primer ejemplo de un número cuántico en este tratamiento del átomo de
hidrógeno y se le llama número cuántico magnético.
La ecuación polar. La otra ecuación que describe el comportamiento angular de la función de onda
alrededor del origen, es la ecuación polar (2.111). Es bien conocida en el estudio de los armónicos
esféricos, con una clase de soluciones clasificada como polinomios asociados de Legendre
representados por
𝑃𝑙𝑚𝑙 (𝑐𝑜𝑠 𝜃 ) (2.115)
Los detalles matemáticos no se discutirán, excepto para indicar que son funciones del cos y
dependen de dos constantes paramétricas, ml y l. Ya que ml sólo puede tomar valores enteros
positivos, negativos y cero, de las propiedades conocidas de los polinomios de Legendre aplicadas a
un sistema donde el ángulo polar puede tomar valores de 0 a , las soluciones dadas por la ecuación
(2.115) existen solamente cuando l es entero y o cuando es igual o mayor que el valor absoluto de
ml. Esto impone las condiciones para un segundo número cuántico, el número cuántico orbital, un
resumen de la situación presentada hasta este punto es
𝑙 = 0,1,2,3, . . ..
𝑚𝑙 = 0, ±1, ±2, . . . . , ±𝑙 (2.116)

58
Debido a que l debe ser mayor o igual que el valor absoluto de ml, si l=0 entonces ml =0; o si l=1,
entonces ml puede ser igual a 0 ó +1 ó -1, y así sucesivamente. En general para cualquier valor dado
de l hay (2l+1) soluciones posibles a medida que ml toma sus valores permitidos. Esta situación se
expresa diciendo que un estado correspondiente a un valor dado de l muestra una (2l+1) múltiple
degeneración en ml. Si los (2l+1) valores característicos de la energía correspondiente a una l dada
son todos iguales, entonces el estado es degenerado. Si, por otro lado, están presentes algunos
efectos físicos adicionales, que separan unos de los otros a estos valores característicos, desaparece
la degeneración y se dice que el estado resultante no es degenerado. Un campo magnético aplicado
al átomo de hidrógeno puede remover la degeneración en ml, de ahí el nombre de número cuántico
magnético.
La ecuación radial. La ecuación de onda restante (2.108) es la ecuación radial, que especifica el
comportamiento de la función de onda en su dependencia de la distancia al protón. De nuevo la
solución se encuentra en términos de una forma conocida como polinomios de Laguerre 𝐿𝑛,𝑙 (𝑟). El
conjunto resultante de soluciones a la ecuación de onda radial, las funciones características radiales,
están dadas por
𝑅𝑛𝑙 = 𝑒 −𝑛𝑟 𝑟 𝑙 𝐿𝑛 ,𝑙 (𝑟) (2.117)
donde n es cualquier entero positivo distinto de cero y l es el número cuántico orbital de las otras
ecuaciones, el nombre de número cuántico total o principal se asigna al número n. De las
propiedades de los polinomios de Laguerre, las soluciones a la ecuación (2.159) existen solamente
cuando 𝑛 ≥ (𝑙 + 1). Hemos llegado a un sistema de tres números cuánticos para el sencillo modelo
del átomo de hidrógeno, que están relacionados en la siguiente forma:
número cuántico principal 𝑛 = 1, 2, 3, . . ..
número cuántico orbital 𝑙 = 0, 1, 2, . . . , (𝑛 − 1)
número cuántico magnético 𝑚1 = 0, ±1, ±2, . . .,
Solamente en este caso idealizado se ha supuesto una función de potencial columbiano puro, sin
considerar el momento angular intrínseco del electrón o del protón o perturbaciones debidas a
influencias físicas externas tales como campos magnéticos. El número total de soluciones
independientes (factorizables) a la ecuación completa de Schrödinger para un valor dado de n es
∑𝑛−1
𝑙=0 (2𝑙 + 1) = 𝑛
2
(2.118)
La función de onda completa. La ecuación de onda completa para el modelo del átomo de
hidrógeno en consideración, puede ahora obtenerse normalizando primero cada una de las tres
ecuaciones componentes, en el intervalo relevante para cada coordenada, y multiplicándolas luego
en la misma forma en que están factorizadas =(r, , ). Cuando la ecuación de onda resultante
completa es resuelta para sus funciones características, se encuentra que cada una está caracterizada
por una amplitud oscilante. El espacio alrededor del origen está dividido por superficies nodales en
celdas, en cada una de las cuales la fase de la oscilación es opuesta a la de sus vecinos. El número de
superficies nodales es (n-1). Cuando se calculan los valores característicos de la energía para un
conjunto específico de número cuánticos, se encuentra que sólo permanece el número cuántico total
n. Esta es una expresión de la degeneración del sistema en este modelo, altamente simplificado
según dijimos antes. La energía total del electrón debe ser menor que la función de la energía
potencial para cualquier valor particular del radio, en orden a que las soluciones cuánticas del
problema den los valores característicos de la energía. Si la energía total es mayor que V(r) existe un
59
continuo de soluciones, y el electrón puede tener cualquier energía sobre este valor, el electrón no
está ligado.
Para estados ligados, los valores característicos de la energía están ligados por
−𝑚𝑒 4 1 1
𝐸𝑛 = (32𝜋2 𝜀 2 ℏ2 ) 𝑛2 = (−13,6) 𝑛2 𝑒𝑉 (2.119)
0

Con 𝑛 = 1,2,3, . .. ; en completo acuerdo con las predicciones de la teoría de Bohr. Muchos otros
resultados que la teoría de Bohr no puede suministrar se obtienen mediante un tratamiento
mecánico-cuántico. Se puede llegar a ellos removiendo las degeneraciones que hemos indicado y
refinado el modelo para que se asemeje más al sistema atómico real encontrado en la naturaleza.
La función de onda contiene toda la información dinámica posible acerca del electrón incluidos
dónde se encuentra y qué hace, de manera específica, la probabilidad de encontrar al electrón en un
lugar determinado es proporcional al cuadrado de la función de onda, 2 , de acuerdo con esta
interpretación hay una alta probabilidad de encontrar el electrón donde2 es grande y el electrón
estará ausente donde 2 sea cero. La cantidad 2 se llama densidad de probabilidad del electrón, la
cual es una “densidad” en el sentido de que producto de 2 y el elemento de volumen infinitesimal
𝑑𝑣 = 𝑑𝑥𝑑𝑦𝑑𝑧 es proporcional a la probabilidad de encontrar el electrón en ese volumen, la
probabilidad será igual a 2 si la función de onda se “normaliza” en el sentido de que
2𝜋 +𝜋 ∞ ∗
∫𝜑=0 ∫𝜃=−𝜋 ∫𝑟=0 𝛹𝑛𝑙𝑚 𝑙
𝛹𝑛𝑙𝑚𝑙 𝑑𝑣 = 1 (2.120)
donde la integración comprende todo el espacio accesible al electrón, esta expresión simplemente
establece que la probabilidad total de encontrar el electrón en algún lugar debe ser de 1. Puede
conseguirse que una función de onda cumpla con esta condición si se multiplica una constante de
normalización, N, una constante numérica que asegura que la integral en la ecuación 2.120 será de
hecho igual a 1. Al igual que otras ondas, las funciones de onda en general poseen regiones de
amplitud -o signo- positiva y negativa. El signo de la función de onda tiene una importancia vital
cuando dos funciones de onda se expanden en la misma región del espacio e interactúan. Entonces la
región positiva de una función de onda puede adicionarse a la región positiva de la otra función de
onda para generar una región de mayor amplitud. Este aumento se denomina interferencia
constructiva, lo cual se traduce en que, si dos funciones de onda se expanden en la misma región de
espacio, como ocurre cuando dos átomos están próximos, podrá haber una probabilidad
significativamente elevada de encontrar partículas en esa región. Por el contrario, una región
positiva de una función de onda puede ser anulada por una región negativa de una segunda función
de onda, esta interferencia destructiva entre funciones de onda reducirá de manera considerable la
probabilidad de que un electrón se encuentre en esa región.
Cada solución de la ecuación de onda de Schrödinger describe un posible estado del electrón, que se
denomina orbital atómico, concepto análogo al de órbita en el modelo de Bohr, el valor tan bajo de
la constante de Planck, ℎ = 6,626 × 10−34 𝐽 · 𝑠, impide percibir el comportamiento ondulatorio de
la materia en objetos grandes o cotidianos, ya que la longitud de onda asociada es tan pequeña que
dicho comportamiento resulta indetectable. Aunque con la mecánica cuántica queda claro que no se
puede saber dónde se encuentra un electrón, sí define la región en la que puede encontrarse en un
momento dado, el cuadrado de la función de onda, 2 , define la distribución de densidad electrónica
alrededor del núcleo, este concepto de densidad electrónica da la probabilidad de encontrar un
electrón en una cierta región del átomo, llamada orbital. Las regiones de alta densidad electrónica

60
representan la mayor probabilidad de localizar un electrón, mientras que lo contrario se aplica a
regiones de baja densidad electrónica.
En la descripción de un átomo en el contexto de la mecánica cuántica, se sustituye el concepto de
órbita por el de orbital atómico, un orbital atómico es la región del espacio alrededor del núcleo en
el que la probabilidad de encontrar un electrón es máxima, cada orbital tiene asociado un valor de
2 y un cierto valor de energía; también se puede definir orbital como el sitio del átomo donde el
electrón pasa más del 90% del tiempo..
El primer número cuántico, número cuántico principal n, determina el tamaño del orbital y la
energía del electrón en el átomo, define una capa o nivel del átomo y asume valores de 1, 2, 3, ... .
A veces, los niveles se designan con las letras K, L, M, N, O, etc., que corresponden,
respectivamente, a 𝑛 = 1, 2, 3, 4, 5, … 𝑛. El segundo número cuántico l, llamado de momento
angular, determina la forma del orbital, es decir, de la región donde el electrón se mueve, para un
valor dado de n, l puede tomar valores de 0, 1, 2, 3, . . . , 𝑛 − 1. Por ejemplo, si 𝑛 = 3, los valores
asociados con este n son 0, 1 y 2. El número cuántico principal n, define el radio promedio del
orbital electrónico y el número cuántico l, determina la forma del orbital. El tercer número cuántico,
el magnético, 𝑚𝑙 , define la orientación del campo magnético originado por el movimiento del
electrón en el orbital, provee las orientaciones posibles, esto es, el número de orbitales de cada tipo.
Cada valor de l da origen a 2l+1 valores de 𝑚𝑙 , es decir, 2l+1 orientaciones diferentes o clases de
orbitales con el mismo n y l. Por ejemplo, si l=0, 𝑚𝑙 puede tener sólo el valor de cero; pero si 𝑙 = 1,
m puede tener valor de -1, 0, 1. Los tres números cuánticos orbitales citados determinan
explícitamente un orbital atómico.
A diferencia de los números cuánticos n, l y 𝑚𝑙 , el cuarto número cuántico o de giro ms, no está
involucrado en el desarrollo de la ecuación de Schrödinger, por cuanto este número fue postulado un
poco antes, gracias a experimentación espectroscópica llevada a cabo por Uhlenbeck y Goudsmit.
Un electrón que se mueve en un orbital particular tiene propiedades que pueden explicarse
imaginando que el electrón es una pequeña barra magnética, con polos norte y sur. Este
comportamiento de "barra magnética" se describe como espín o giro electrónico y puede estar en
una de las dos direcciones referidas a un eje arbitrario; el número cuántico de espín magnético, 𝑚𝑠 ,
especifica la dirección del giro en el espacio con referencia a tal eje arbitrario. De acuerdo con la
dirección se asigna al electrón 𝑚𝑠 = +1/2 o -1/2, para dos electrones diferentes se usa la notación
que quiere decir electrones apareados o de espín opuesto, así como la dirección del flujo de la
corriente alrededor de una barra de hierro determina la dirección de la polaridad del magneto
inducido en la barra de hierro, la dirección del espín de cualquier electrón determina el número
cuántico de polarización, el espín está cuantizado en unidades de medios enteros y para un electrón
puede tener valores de ± ½.
2.22 Descubrimiento del neutrón. Antes de 1920 los científicos conocían dos partículas
subatómicas básicas: los electrones, cargados negativamente y con masa muy pequeña, y los
protones, cargados positivamente y que constituían la mayor parte de la masa del átomo. Pero
apareció una situación nueva; también se conocía que el átomo de hidrógeno tenía una masa relativa
unitaria (o de unidad, 1 u.m.a.), que el protón tenía una masa de 1,0072766 u.m.a., y el electrón una
de 0,0005486 u.m.a. El problema se presentó cuando se consideró al helio, que tenía dos electrones
y dos protones, lo que daría un total de 2 u.m.a.; pero, en realidad, daba 4 u.m.a. y al observar otros
elementos se presentaba la misma discrepancia; así, el carbono tenía 6 electrones y 6 protones, pero
una masa de 12 u.m.a. ¿Qué estaba sucediendo con la masa extra?, para contabilizar esta masa extra
61
en el átomo, los investigadores propusieron otra partícula que no tuviera carga, pero con masa igual
a la del protón. En 1932, Sir James Chadwick, probó la existencia de una nueva partícula
subatómica, llamada el neutrón, con una masa de 1,008665 u.m.a.
En resumen, los átomos constan de núcleos muy pequeños que, a su vez, están compuestos de
protones y neutrones, este conjunto está rodeado de electrones en movimiento, tanto los electrones
como los protones están eléctricamente cargados, el valor de esta carga es del orden de 1,60 ×
10−19 C, de signo negativo para el caso de los electrones y positivo para los protones; los neutrones
son eléctricamente neutros. Las masas de estas partículas subatómicas son infinitamente pequeñas;
protones y neutrones tienen aproximadamente la misma masa, 1,67 × 10−27 kg, que es
significativamente mayor que la de un electrón, 9,11 × 10−31 kg. Cada elemento químico se
caracteriza por el número de protones del núcleo o número atómico (Z), para un átomo
eléctricamente neutro, el número atómico coincide con el número de electrones, un átomo de sodio
(Na) tiene un número atómico 11, posee 11 protones y 11 electrones, un átomo de magnesio (Mg),
que tiene número atómico 12, posee 12 electrones y 12 protones y un átomo de uranio (U), que tiene
número atómico 92, posee 92 electrones y 92 protones, en la tabla periódica los elementos están
ordenados de acuerdo con sus números atómicos.
Se puede observar que los pesos atómicos de la mayoría de los elementos no son números enteros;
por ejemplo, el sodio (Na) tiene un peso de 22,990, el titanio (Ti) un peso de 47,90 y el rubidio (Rb)
un peso de 85,468. Ahora, si el protón y el neutrón dan cada uno una masa de 1 u.m.a. al átomo,
deberían obtenerse números enteros para los elementos. La realidad es que todos los átomos de un
elemento no pesan igual; cuando John Dalton expresó que los átomos de un elemento debían ser
idénticos en tamaño, masa y forma, él no conocía la existencia de los isótopos de los elementos, que
son átomos de un elemento que tienen igual número de electrones y protones, pero con diferente
número de neutrones. Con base en esta definición se puede apreciar que, aunque las cargas positivas
y negativas de los isótopos son idénticas, sus masas no lo son, por ejemplo, el hidrógeno existe en
tres formas isotópicas: la común, llamada protio, contiene un electrón y un protón; otra forma del
hidrógeno, llamada deuterio, contiene un electrón, un protón y un neutrón; la tercera, llamada tritio,
contiene un electrón, un protón y dos neutrones. Se utiliza una notación estándar que consiste en
escribir el símbolo del elemento, colocándole el número de masa, A (la suma de protones y
neutrones) del isótopo como un superíndice (parte superior) y su número atómico Z como un
subíndice (parte inferior):

Con esta notación se puede especificar inmediatamente la composición del isótopo en función de
protones, electrones y neutrones. El número de protones, Z (o, en el átomo neutro, electrones) es
simplemente el número atómico del elemento, el número de neutrones es la diferencia entre el
número de masa, A, y el número atómico, Z.

Aquellos elementos distintos entre sí (con Z diferente) que tienen isótopos con el mismo número de
masa (A), se denominan isóbaros, en los elementos radioactivos son muy comunes, las propiedades
químicas son diferentes pero su número de masa es igual.

62
2.23 Números cuánticos. Como se discutió anteriormente, el valor de n identifica una capa de
electrones alrededor del núcleo y define un nivel de energía, un electrón que tenga el número
cuántico n=3 residirá en la tercera capa del átomo. El orbital se nombra de acuerdo con sus valores
de n y l, el nombre del subnivel comprenderá el número cuántico n seguido del número cuántico l, el
cual se designa por la letra s, p, d, f, g, h ..., si su valor es 0, 1, 2, 3, 4, 5, ..., respectivamente, el
orbital tiene el mismo nombre del subnivel. Cuando l=0, no importa cuál sea el valor de n, el
subnivel se llama s y solamente hay una clase de orbital s para cada valor de n porque (2l + 1) es
igual a 1, por ejemplo, si n=1 y l=0, se tiene el orbital 1s; si n=2 y l=0 se tiene el orbital 2s. Cuando
l=1 el subnivel se llama p; como (2l+1) es 3, hay tres clases de orbitales p para el valor dado de n;
esto es, tres orientaciones posibles; px, py y pz. Cuando 𝑙 = 2 el subnivel se llama d, en este caso
2l+1=5, y hay cinco tipos de orbitales d para el valor de n dado. Cuando 𝑙 = 3 el subnivel se llama f
y hay siete tipos de orbitales para el valor dado de n. En la tabla 2.1 aparecen algunos números
cuánticos y los nombres de los subniveles y de los orbitales.
Los nombres s, p, d, f de los subniveles y orbitales están íntimamente relacionados con la forma de
la región de probabilidad o nube electrónica asociada con ellos, la región de probabilidad esférica
mostrada en la figura 2.45, representa un electrón en un orbital s. El núcleo del átomo es el origen
del sistema de coordenadas, si se examina la nube electrónica en la figura 2.46, se puede apreciar
cómo la probabilidad de la densidad electrónica es mucho mayor cerca del núcleo y se va haciendo
más pequeña a medida que crece la distancia desde el núcleo, por esta razón se ha convenido
representar un orbital como una superficie que tenga del 90 al 99% de la densidad electrónica. Para
el orbital 1s del átomo de hidrógeno la superficie límite es una esfera con un diámetro aproximado
de 10-8 cm; todos los orbitales s tienen superficies límites esféricas y a medida que n crece la esfera
es mucho más grande, dentro de las esferas la densidad electrónica no es constante, si ésta se
considera dividida en capas concéntricas a una distancia r del núcleo, se puede hacer un gráfico de
la distribución de densidad electrónica contra la distancia r; en la figura 2.46 se puede observar la
distribución probabilística para los orbitales 1s, 2s y 3s.

Figura 2.45 Representación de la función de onda de los orbitales s (tomado de


https://www.google.com.co/search?q=s+orbitals&rlz=1C1CHBD_esCO762CO762&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ve
d=0ahUKEwjLit3Czt3YAhUBv1MKHaNLBooQ_AUICigB&biw=1866&bih=1048#imgrc=FFzWSb6lLLVRBM:)
Debe tenerse en cuenta que para todos ellos la densidad no es constante y que el máximo de la curva
corresponde a los radios donde es más probable hallar el electrón, para el orbital 1s del electrón del
átomo de hidrógeno este radio de máxima probabilidad es 0,529 A. Las curvas indican que, en
promedio, el electrón 2s pasa su tiempo a una distancia del núcleo mayor que la del electrón 1s, y el
3s, a una distancia aún mayor. Esto está de acuerdo con las energías relativas de los estados 1s, 2s y
3s pues el electrón que en promedio se encuentra más cerca al núcleo debe tener menor energía. Se
puede observar que, dentro de la superficie límite del orbital 1s se encuentra solamente una nube
esférica de alta densidad electrónica (un solo máximo); dentro de la superficie 2s, dos nubes
63
esféricas concéntricas densas (dos máximos) y dentro de la superficie esférica 3s, tres nubes
esféricas concéntricas densas (figura 2.46).
La forma característica de los orbitales p se ilustra en la figura 2.47, la superficie límite de un orbital
p está formada por dos lóbulos localizados a ambos lados del núcleo en los cuales existe la misma
probabilidad de hallar el electrón. Su distribución espacial no es esféricamente simétrica y posee
propiedades direccionales, son llamados px, py y pz debido a que sus lóbulos de máxima densidad
electrónica se localizan a lo largo de los ejes x, y y z, respectivamente. Un subnivel p está formado
por los tres orbitales p, todos con la misma forma, pero con diferente orientación en el espacio, son
perpendiculares entre sí, e idénticos en energía en ausencia de un campo magnético, razón por la
cual son triplemente degenerados. Cada orbital p tiene un solo plano nodal; por ejemplo, un orbital
pz es proporcional a cos, de modo que su función de onda se desvanece en cualquier lugar del plano
correspondiente a =90° (el plano xy), un electrón no podrá ser hallado en ningún sitio del plano
nodal, el cual corta a la función de onda a la altura del núcleo y separa a las regiones de signo
positivo y negativo.

Figura 2.46 Representación de los tres orbitales más simples del átomo de hidrógeno se representan arriba en pseudo-
3D, en sección transversal, y como trazados de probabilidad (de encontrar el electrón) en función de la distancia desde el
núcleo. El radio promedio de la probabilidad de los electrones se muestra mediante círculos azules o trazados en las dos
columnas a la derecha. Estos radios corresponden exactamente a los predichos por el modelo de Bohr (tomado de
https://chem.libretexts.org/Textbook_Maps/General_Chemistry_Textbook_Maps/Map%3A
_Chem1_(Lower)/05._Atoms_and_the_Periodic_Table/5.4%3A_The_Quantum_Atom

Figura 2.47 Los tres orbitales p (tomado de https://socratic.org/questions/the-orientation-in-space-of-an-atomic-orbital-


is-associated-with-what)
64
Los cinco orbitales d aparecen en la figura 2.48, el orbital dz2 es diferente de los otros cuatro; la
mayor parte de su densidad electrónica se encuentra alrededor del eje z y es semejante a la forma del
orbital p, pero con un anillo nebuloso que circunda su parte media, los otros cuatro orbitales tienen
forma de trébol de cuatro hojas, el denominado d(x2-y2) tiene su máxima densidad electrónica sobre
los ejes x y y, mientras que los otros tres, dxy, dyz, dzx, la presentan en los planos respectivos, con
ángulos a 45° de los ejes. En ausencia de un campo magnético todos tienen la misma energía.

Figura 2.48 Los cinco orbitales d (tomado de


https://chem.libretexts.org/Textbook_Maps/General_Chemistry_Textbook_Maps/Map%3A_A_Molecular_Approach_(T
ro)/07%3A_The_Quantum-Mechanical_Model_of_the_Atom/7.6%3A_The_Shape_of_Atomic_Orbitals)
Las superficies límite y las etiquetas que utilizamos para los orbitales f se muestran en las figuras
2.49, un orbital f típico tiene tres planos nodales. En general un orbital con un número cuántico l
tiene l planos nodales.

Figura 2.49 Representación de los siete orbitales f (tomado de http://oliver.chemistry.ucsc.edu/151A/Handouts/)


2.24 Configuración electrónica. La ecuación de onda de Schrödinger se puede establecer para
cualquier átomo, pero sólo se puede resolver exactamente para el átomo de hidrógeno o iones con un
electrón. Aun en el átomo de helio, la repulsión entre los dos electrones hace que el término de
65
energía potencial sea muy complicado, debido a estas interacciones repulsivas entre electrones se
deben hacer aproximaciones al discutir la estructura de átomos con más de un electrón. Sin
embargo, existen muchos hechos experimentales que indican que el comportamiento de los
electrones en átomos grandes está gobernado por los cuatro números cuánticos. Una aproximación
bastante aceptable para átomos con muchos electrones es considerar que los orbitales atómicos s, p,
d y f, ..., ocupados por estos electrones son análogos a los del hidrógeno, pero alterados debido a la
presencia de electrones extras.
Tabla 2.7 Número permitido de electrones en algunos niveles y subniveles
Números cuánticos Orbitales No. de electrones
n l ml tipo Nombres Por subnivel Por nivel
1 0 0 s 1s 2 2
0 0 s 2s 2
2 8
1 -1, 0, +1 p 2px, 2py, 2pz 6
0 0 s 3s 2
3 1 -1, 0, +1 p 3px, 3py, 3pz 6 18
2 -2, -1, 0, +1, +2 d 3dxy, 3dyz, 3dz2, 3dxz, 3dx2y2 10

Teniendo en cuenta los conceptos de niveles y subniveles electrónicos se puede construir la


estructura electrónica de los diversos elementos en función del llenado de los orbitales con los
electrones. Este procedimiento se denomina proceso Aufbau o construcción y se fundamenta en
tres principios importantes: el principio de exclusión de Pauli, las energías relativas de los
subniveles y las repulsiones entre los electrones de los orbitales que pertenecen a un mismo
subnivel. Las reglas de la mecánica cuántica limitan las posibles combinaciones de los números
cuánticos y el principio de exclusión de Pauli establece que dos electrones de un átomo dado no
pueden tener los cuatro números cuánticos iguales, esto significa que, si se tiene un conjunto
particular de valores de n, l y m correspondientes a un orbital dado (ejemplo: n = 1, l = 0, m = 0;
orbital 1s), éste no podrá albergar más de dos electrones y además exige que sus espines sean
opuestos, esto es, que estén apareados. A causa del principio de exclusión de Pauli, que considera
como máximo dos electrones para un orbital, el máximo número de electrones que se puede
acomodar en los subniveles s, p, d y f se puede resumir como sigue:
Máximo número de
Subnivel Número de orbitales
electrones
s 1 2
p 3 6
d 5 10
f 7 14

El máximo número de electrones permitidos en un nivel o capa es igual a 2n2, por ejemplo, para n=1
serían 2, para n=2 serían 8, y así sucesivamente. No obstante, no todos los estados posibles de un
átomo están llenos de electrones, en la mayoría de los átomos los electrones llenan los estados de
menor energía de los niveles y subniveles electrónicos: dos electrones con espines opuestos por
estado. Cuando todos los electrones ocupan las energías más bajas de todas las posibles y de acuerdo
66
con las anteriores restricciones, se dice que el átomo se encuentra en su estado fundamental. El
ordenamiento de los electrones en los átomos, es decir, su configuración, se determina de acuerdo
con el orden de energía creciente de los subniveles, para obtener estas configuraciones electrónicas
se puede imaginar, primero un núcleo atómico con su respectiva carga, rodeado de orbitales
atómicos vacíos; luego, se van colocando los electrones en los orbitales de acuerdo con un orden de
energía creciente y teniendo en cuenta el principio de exclusión de Pauli, la figura 2.50 indica el
orden en que los electrones ocupan los orbitales.

Figura 2.50 Orden en que se llenan los subniveles en la construcción de las configuraciones electrónicas de los átomos
(tomado de http://www.areaciencias.com/quimica/configuracion-electronica.html)
La distribución de los electrones en los orbitales se fundamenta en la hipótesis de que, en estado
normal, los electrones de un átomo se encuentran en sus más bajos niveles de energía, en el
hidrógeno, por ejemplo, su único electrón está localizado en el subnivel 1s. Para indicar el número
de electrones en un subnivel particular se usa la notación 𝑛𝑙 𝑥 , donde n es el número cuántico
principal, l el subnivel en función de las letras s, p, d, f.... y x el número de electrones en el subnivel.
Así, para el hidrógeno, su configuración electrónica es 1s1. Para indicar la distribución de los
electrones dentro del orbital se coloca la notación de espín sobre la línea horizontal que simboliza el
orbital. Para el átomo de hidrógeno es:

Esta representación se llama diagrama orbital, el átomo de hidrógeno es el más sencillo, con un solo
protón y un electrón; el siguiente elemento es el helio con número atómico 2, por lo tanto, se deben
considerar dos electrones y ambos se puede acomodar en el orbital 1s y la configuración electrónica
del átomo de helio es 1s2 y su diagrama orbital es:

Se puede apreciar cómo al entrar los dos electrones en el mismo orbital deben tener espines opuestos
para cumplir con el principio de exclusión de Pauli, los cuatro números cuánticos de estos dos
electrones son: (1, 0, 0, 1/2) (1, 0, 0, -1/2) de acuerdo con el orden n, l, ml, ms, sus electrones están
apareados. Los dos elementos siguientes después del helio son el litio y el berilio los cuales tienen
tres y cuatro electrones, respectivamente, en este caso, los dos primeros electrones entrarán en el
orbital 1s y como ahí no queda espacio para más electrones, el electrón remanente del litio y los dos

67
faltantes del berilio ocuparán el subnivel 2s, las configuraciones electrónicas del Li y el Be son 1s2
2s1 y 1s2 2s2, respectivamente, y su diagrama orbital:

Como el Li y el Be tienen el subnivel 1s lleno que corresponde a la configuración del He, también se
puede escribir: Li:[He] 2s, Be:[ He] 2s2, o en la forma de diagrama orbital

Los cuatro números cuánticos para cada uno de los tres electrones del Li y los cuatro del Be son:
Li (1, 0, 0, +1/2) (1, 0, 0, -1/2) (2, 0, 0, +1/2)
Be (1, 0, 0, +1/2) (1, 0, 0, -1/2) (2, 0, 0, +1/2) (2, 0, 0, -1/2)
En el elemento boro con 𝑍 = 5, dos electrones entran en el orbital 1s, dos en el orbital 2s y el quinto
ocupará el próximo subnivel de más baja energía que es el 2p, para tener una configuración 1s2 2s2
2p1. El último electrón entrará a cualquier orbital 2p, ya que los tres son equivalentes en energía. En
el caso del carbono, con 𝑍 = 6, el sexto electrón debe entrar también al subnivel 2p y su
configuración electrónica es 1s22s22p2, a continuación, se presenta la configuración electrónica para
Mg, Al, Si, P....
Mg: [Ne]3s2
Al: [Ne]3s23p1
Si: [Ne]3s23p2
P: [Ne]3s23p3
S: [Ne]3s23p4
Cl: [Ne]3s23p5
Ar: [Ne]3s23p6
Conviene hacer algunas consideraciones sobre las configuraciones electrónicas, primero, los
electrones de valencia ocupan los niveles más externos, estos electrones son extraordinariamente
importantes, puesto que participan en el enlace entre átomos de los agregados atómicos y
moleculares. Además, muchas de las propiedades físicas y químicas de los sólidos tienen su
explicación en los electrones de valencia.
Algunos átomos que tienen la denominada "configuración electrónica estable" presentan los estados
de los niveles más externos o de los electrones valencia completamente llenos. Normalmente, esto
corresponde a la ocupación de los estados s y p de los niveles más externos por ocho electrones,
como en el neón, argón y criptón; el helio es una excepción ya que sólo contiene dos electrones (1s),
estos elementos (Ne, Ar, Kr y He) son gases inertes o nobles, potencialmente no reactivos. Algunos
átomos de los elementos que tienen niveles de valencia no llenos adquieren la configuración
electrónica estable ionizándose, ganando o perdiendo electrones o compartiendo electrones con
otros átomos, este es el fundamento de algunas reacciones químicas y del enlace atómico de los
sólidos.
68
2.25 Reglas de Hund
✓ Los electrones ocupan separadamente los orbitales de un mismo subnivel, después que todos
los orbitales del subnivel han alojado un electrón se empiezan a formar parejas de electrones con sus
espines opuestos o apareados (principio de Pauli). La razón de este comportamiento es que los
electrones en orbitales separados están en un estado energético más bajo que si ocuparan el mismo
orbital donde la repulsión culómbica es mayor.
✓ Los electrones prefieren tener espines iguales (paralelos) pues de este modo la energía de
correlación de espines es menor.
Para el nitrógeno, con Z = 7, su configuración electrónica es 1s2 2s2 y 2p3 y su diagrama orbital:

Los cuatro números cuánticos para los tres electrones 2p son: (2, 1, -1, +1/2) (2, 1, 0, +1/2) (2, 1, 1,
+1/2). (El espín puede ser también -1/2, la condición es que sea el mismo valor para los tres
electrones). Cuando se completa el subnivel 2p se obtiene la configuración electrónica neón y el
próximo orbital más bajo en energía es el 3s, luego el 3p. Cuando se han llenado estos dos últimos
subniveles, el orbital siguiente más bajo en energía es el 4s que se llena primero que el 3d. Al
aumentar el número de electrones en los átomos, aumenta la complejidad de sus interacciones
causando alteraciones en el orden de llenado, al estudiar los diferentes átomos se debe fijar la
atención en la estructura de la capa externa ya que ésta es la responsable de las reacciones químicas.
Se observa que algunos tienen sus subniveles externos completamente llenos, pero la mayoría los
tiene con diferente grado de ocupación. Esto da origen a las propiedades magnéticas y a la simetría
de los átomos.
La mayoría de las sustancias tienen un comportamiento específico bajo la acción de un campo
magnético, sus propiedades magnéticas están determinadas principalmente por el espín de los
electrones. Toda carga eléctrica en movimiento genera un campo magnético que sufre la influencia
de un campo magnético externo. Si en un orbital hay un solo electrón su movimiento produce un
campo magnético que interaccionará con el campo externo siendo atraído hacia el interior de dicho
campo. Cuando en el orbital hay 2 electrones, el principio de Pauli exige que sus espines sean
opuestos y se tienen dos campos magnéticos de la misma magnitud y con sentido contrario, por lo
cual se cancelan y la sustancia es repelida por el campo magnético externo.
Cuando una sustancia tiene todos sus electrones apareados, se dice que es diamagnética. Si la
sustancia tiene uno o más electrones sin aparear es paramagnética. En el caso de orbitales
degenerados, para cumplir la segunda regla de Hund, los espines de los electrones en orbitales
semillenos son iguales o paralelos y los campos magnéticos correspondientes se refuerzan siendo
más notorias sus propiedades paramagnéticas, por ejemplo, entre el silicio, con Z=14, y el fósforo
con Z=15, es más paramagnético el último.
2.26 Bibliografía
D. R. Askeland, P. P. Fulay, W. J. Wright; The Science and Engineering of Materials, 6ª. edición,
Cengage Learning, U. S. A., 2011

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D. Cruz- Garritz, J. A. Chamizo, A. Garritz; Estructura atómica un enfoque químico, Fondo
Educativo Interamericano, S. A., México, 1986
J. F. Schakelford, Introduction to Materials Science for Engineers, 7a. Edición, Pearson, Prentice
Hall, 2009
V. Acosta, C. L. Cowan, B. J. Graham; Curso de Física Moderna, Oxford University Press, México,
2000.
W. D. Callister, D. G. Rethwisch; Fundamentals of materials science and engineering: an integrated
approach, 4ª. edición, John Wiley & Sons, Inc., 2012.
W. F. Smith, J. Hashemi, Fundamentos de la Ciencia e Ingeniería de Materiales, 4ª. Edición,
McGraw-Hill, España, 2000.

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