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ESTUDIOS BIBLICOS

ELIAS EL PROFEDA DE FUEGO


Fue un hombre de gran fe y mensajero enviado por Dios durante la apostasía de Acab y
Jezabel. Cuando Acab comenzó a reinar, había pasado poco más de medio siglo desde la
muerte de Salomón y la división del reino; desde entonces Israel, había caído
rápidamente en apostasía. Acab hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los
que reinaron antes de él, porque se casó con Jezabel, hija de un rey fenicio, y adoptó la
religión de ella y se convirtió en un adorador de Baal (1 R. 16:30, 31) y el culto a Baal
estaba sobre el culto al verdadero Dios. No bastando eso, construyó un templo en
Samaria para adoración a Baal. Tales eran las condiciones bajo las cuales Dios llamó a
Elías para que visitara a Acab en la corte y le anunciara una terrible sequía como castigo
a sus actos. Luego envió al profeta a un arroyo de Querit durante la sequía, donde fue
alimentado por un tiempo con comida provista en forma milagrosa. Cuando se secó el
arroyo, Elías recibió la instrucción de salir de Israel y encontrar refugio en Sarepta, un
pueblo sidonio (Lc. 4: 26). Allí Dios hizo un nuevo milagro para sostenerlo (1R. 17: 7-16) y
por medio de él resucitó al hijo de la viuda cuya hospitalidad le había provisto un refugio
temporario. Después de tres años y medio (Lc. 4: 25, 26), durante los cuales Acab no
había dejado sus esfuerzos por encontrar al profeta y pedirle cuentas por el hambre que
llegó a ser muy severa (1 R. 18: 2-6, 10), Dios le indicó a Elías que tenía que presentarse
una vez más en la corte de Acab.

Con los profetas de Baal

Acab al encontrarse con Elías; pregunta: ¿Eres tú el que turbas a Israel?, fue silenciado
por la acusación divina de que el mismo era el culpable de la desgracia de la nación, y por
la orden de que el rey se presentara inmediatamente en el monte Carmelo con todos los
profetas de Baal y de Asera (1 R. 18: 17- 19). En el monte Carmelo se hizo una prueba
para ver si Baal o Jehová era el Dios verdadero, con el propósito de que el rey mismo y el
pueblo pudieran hacer una decisión sobre el tema. Los profetas de Baal fueron los
primeros en tratar de demostrar el poder de su dios, pidiéndole que hiciera descender
fuego del cielo para consumir el sacrificio que le había sido ofrecido pero Baal no
respondió. Entonces Elías reparó el altar de Jehová que yacía en ruinas, puso un
sacrificio sobre el altar, cubrió todo con agua y luego invocó a Dios. El Señor respondió
enviando fuego que consumió el sacrificio, el altar y el agua (vs 30-38).
La gente reconoció que Jehová era el verdadero Dios, y, al mandato de Elías, mataron a
todos los profetas de Baal. Luego, para demostrar que la sequía había sido un castigo
divino sobre la tierra y ya que el pueblo había aceptado que Jehová era el verdadero Dios,
cayó una lluvia abundante. Airada por los acontecimientos, Jezabel amenazó la vida del
profeta y Elías huyó hacia el desierto de Sinaí, donde se escondió en una cueva; y una
vez más fue sostenido milagrosamente (1 R. 19:1-9). Cuando Jehová le pidió cuentas por
su vergonzosa huida ante la amenaza de Jezabel, Elías protestó que él era el único que
había quedado fiel a Dios, y que ahora mismo su vida estaba en peligro. Dios lo reprendió
y le asignó nuevas tareas, como ungir a Jehú como rey de Israel en lugar de Acab, a
Hazael como un látigo para Israel por causa de su apostasía, y a Eliseo como su propio
sucesor.

Es llevado al cielo

Cuando Acab murió, su hijo Ocozías le sucedió por poco tiempo en el trono. Al enfermar,
apeló a Baal de Ecrón, pero sus mensajeros se encontraron con Elías, quien les indicó
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que regresaran a su amo con el anuncio de que moriría (2 R. 1:1-4). Ocozías envió tres
compañías de soldados para prender al profeta. Las primeras dos fueron consumidas por
fuego, pero la última no, porque su dirigente se presentó sumiso ante Elías. Poco después
de este acontecimiento, el ministerio de Elías llegó a su término y fue trasladado al cielo.
Eliseo, testigo presencial del evento, fue dotado con el poder y la autoridad que había
tenido Elías y fue confirmado en el cargo profético (vs 12-15).
Otros Elias:
 Hijo de Joram, de la tribu de Benjamín, que vivió en Jerusalén (1 Cr. 8:27).
 Sacerdote, hijo de Harim, casado con una mujer extranjera en tiempos de Esdras (Esd.
10:21).
 Hijo israelita de Elam. Estuvo entre los que se habían casado con mujeres extranjeras en
tiempos de Esdras (Esd. 10:26).
 Lugar sobre el monte Carmelo señalado como el sitio tradicional donde Elías ofreció el
sacrificio a Dios.

ELISEO EL SUCESOR DE ELIAS


Dios es salvación,a forma castellana se deriva del griego Elisaios» de Lc. 4:27, no del hebreo
Elicha

Vida

Fue el sucesor del profeta Elías en el reino del norte. Hijo de Safat; vivía en Abel-Mehola,
en el valle del Jordán, y pertenecía a una familia de buena posición económica. Dios lo
designó como sucesor de Elías, que al encontrarlo, echó sobre él su manto (1 R. 19:16,
19). Eliseo comprendió el significado de este gesto simbólico. Volviendo a los suyos,
ofreció un sacrificio y dio a su gente un festín de despedida, y después siguió a Elías y le
sirvió (1 R. 19:19-21). Elías, antes de ser arrebatado, cruzó el Jordán, y Eliseo rehusó
separarse de él. Elías le dijo que pidiera lo que quisiera. Entonces Eliseo tuvo la sabiduría
de solicitar una doble porción de la sabiduría de Elías. Vio cómo el carro de fuego
arrebataba a su amo; tomó el manto que Elías había dejado caer, y con él golpeó el
Jordán, el cual se abrió. Eliseo atravesó el río, y pasó a la ribera occidental (2 R. 2:1-18).
Una serie de hechos sobrenaturales marca la carrera de su ministerio: milagros de
conocimiento, o milagros de poder, todos ellos cumplidos expresamente en nombre del
Señor.

Milagros

Los milagros de Eliseo tuvieron lugar en una época en que la religión de Jehová estaba
enfrentada de una manera total contra el culto a Baal. De la misma manera que los
milagros de Elías, los de Eliseo tenían el propósito de manifestar la autoridad del profeta y
de presentar al Dios viviente. Este poder sobrenatural de Eliseo era de tal manera que
podía usarlo libremente; de la misma manera que Cristo lo empleó frecuentemente en
sencillos actos de misericordia.
1. En nombre del Señor: sanó con sal las aguas de la fuente de Jericó (2 R. 2:19-22).
2. Unos muchachos que se burlaban de la persona del profeta del eterno recibieron una
maldición de Eliseo en nombre del Señor. Dos osos descuartizaron a 42 de estos jóvenes
(2 R. 2:23-25).
3. Predijo el éxito de la expedición en contra de Moab (2 R. 3:11-27); multiplicó el aceite de
una viuda (2 R. 4:1-7); anunció el nacimiento de un hijo a una sunamita; cuando este hijo
murió, la oración de Eliseo lo reclamó a la vida (2 R. 4:8-37).

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4. Él indicó un antídoto contra la planta venenosa que estaba en el alimento de los profetas (2
R. 4:38-41).
5. Durante una hambre, el profeta alimentó a 100 hombres con 20 panes de cebada y
algunas espigas nuevas (2 R. 4:42-44).
6. Ordenó a Naamán que se bañara en el Jordán para sanarse de la lepra (2 R. 5:1-19), y
anunció a Gizei que esta lepra se quedaría pegada siempre a él debido a su codicia (2 R.
5:20-27).
7. Hizo flotar a la superficie del Jordán el hierro de un hacha que había caído al río (2 R. 6:1-
7), y reveló al rey de Israel los movimientos e intenciones de sus enemigos, los sirios (2 R.
6:8-12).
8. En respuesta a la oración de Eliseo, el Señor abrió los ojos de su siervo para que viera los
carros y caballos de fuego que los protegían (2 R. 6:13-17).
9. Eliseo hirió de ceguera a los hombres que el rey de Siria había enviado para que lo
detuvieran (2 R. 6:18-23).
10. Declaró, antes de que se lo dijera nadie, que un emisario del rey de Israel estaba a la
puerta para quitarle la vida (2 R. 6:32, 33).
11. Durante el hambre del cerco de Samaria, predijo que al día siguiente los víveres serían
abundantes y baratos, añadiendo que el oficial incrédulo, que se burló de esta profecía, lo
vería pero no lo disfrutaría. Una multitud aplastó a este oficial, que murió ante la puerta de
Samaria (2 R. 7).
12. Eliseo hizo saber que Ben-adad, rey de Siria, moriría (2 R. 8:7-15).
13. Anunció la destrucción de Acab y de toda su casa; envió a un joven profeta a que ungiera a
Jehú, que debería ejecutar el juicio predicho (2 R. 9:1-10:28).
14. Eliseo reveló por adelantado que habría 3 victorias sobre los sirios (2 R. 13:14-19).

Muerte

Murió durante el reinado de Joas, lamentado por el pueblo y por el Rey (2 R 3:14-20).
Todavía después de muerto se produce un milagro, cuando un cadáver que había sido
arrojado apresuradamente en la tumba de Eliseo volvió a la vida al tocar los huesos del
profeta (2 R.13:20, 21).

Isaías (profeta)
Isaías (en hebreo, ‫י ְַׁש עְ י ָהּו‬, Yəšaʻyahū, "salva Yahw") fue uno de los cuatro profetas mayores del Antiguo
Testamento (junto con Jeremías, Ezequiel y Daniel), cuya vida y obra tuvo lugar hacia el siglo VIII a. C.2 El
ministerio profético de Isaías tuvo lugar en el Reino de Judá durante las monarquías
de Uzías, Jotán, Acaz, Ezequías y Manasés.3 Profetizó durante la crisis causada por la expansión del Imperio
asirio. Escribió el libro bíblico que lleva su nombre. Biografía
Isaías nació probablemente en Jerusalén hacia 765 a. C. y fue asesinado (aserrado), según se cree, por el rey
Manasés en 695 a. C.45 Según la tradición talmúdica, Isaías posiblemente fue primo de Ozías y pariente de los
reyes contemporáneos de Judá.
Isaías fue un estadista, asesor de reyes, poeta, orador y escritor, hijo de Amoz (no confundir con el
profeta Amós) y se le considera uno de los profetas mayores hebreos, fue llamado "el Príncipe de los
Profetas" valorándosele, fundamentalmente, por las escrituras que legó a su nación y a las subsecuentes
generaciones de su pueblo elegido.
Tuvo dos hijos, cuyos nombres fueron proféticamente significativos, Sear-jasub (un remanente volverá) 6 y
Maher-salal-hasbaz (el despojo se apresura), comenta que él y sus hijos son presagios para Israel. A su
esposa la llamaban "la profetisa".7
El ministerio profético de Isaías llegó a durar casi medio siglo, desde fines del gobierno de Azarías, rey
de Judá, hasta los tiempos del monarca Manasés. Según los libros apócrifos Vida de los Profetas (1,1)
y Ascensión de Isaías (5,11-14), el profeta murió aserrado (partido) durante la persecución provocada por el
rey Manasés; a ello la Biblia también parece referirse.8

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Isaías fue un firme opositor a la política de alianza de los reyes de Judá con los imperios extranjeros y llamó a
confiar en la Alianza con Yahveh. Se opuso al protectorado de Asiria que el rey Acaz propició para enfrentarse
con el norteño Reino de Israel y aquel de Damasco. El rey Ezequías quiso contrarrestar la hegemonía asiria,
aliándose con Egipto, oponiéndose Isaías también a ello, pero cuando las tropas asirias
de Senaquerib sitiaron Jerusalén, Isaías apoyó la resistencia y anunció la ayuda de Yahveh: la ciudad se
salvó.
La obra de Isaías muestra que era un gran poeta, con estilo brillante, precisión, composición armoniosa e
imágenes novedosas. Académicos y críticos coinciden en que fue el autor de los capítulos 1 a 12, 15 a 24 y
33 a 35 del Libro de Isaías, en tanto que la autoría del resto del libro es aún tema de debate. Los capítulos 36
a 39, que están escritos en tercera persona, fueron aparentemente escritos por sus discípulos.
La segunda parte del Libro de Isaías, conocida como Libro de la Consolación de Israel (capítulos 44-55), es
muy diferente a la primera y no nombra en ninguna parte a Isaías. El escenario de estos capítulos finales
supone que Jerusalén ha sido asolada, el pueblo judío está cautivo en Babilonia y Ciro ya es rey de Persia,
quien conquistará Babilonia y liberará a los hebreos. El estilo del texto es más oratorio y hasta repetitivo. El
contenido registra una mayor elaboración teológica. Es entonces probable que estos capítulos finales sean
obra de un autor anónimo al final del destierro, después de 560 a. C.9
Exégetas y estudiosos recalcan sin embargo, que las dos partes del libro de Isaías están unidas por su
visión mesiánica:

 En los capítulos 6 a 12 se anuncia el nacimiento del Emanuel, significando en hebreo este nombre "Dios
con nosotros" (Isaías).10
 En la segunda parte (Isaías 42,1-7;49,1-9;50,4-9;52,13;53,12) se presentan los Cánticos del Siervo de
Yhwh, seguidor perfecto de Dios que con plena fe sufre para expiar los pecados de su pueblo y es
glorificado.
Estudios sugieren que el uso reiterado de derivados de ‫נצר‬ en ambas partes del libro de Isaías, es una
alusión mesiánica: natser, transcrita Nazer, traducida como "retoño", "vástago", "rama" o "renuevo"; y en otros
contextos como vigilar, guardar, observar, defender, rodear, preservar (del peligro) o esconder (refugiar). 11
Consideran que a ello se refiere Mateo 2:23 cuando dice que habitó en la ciudad que se llama Nazaret, y así
se cumplió lo dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno ( ‫נצר‬, Notsri).
El cristianismo estima que el Libro de Isaías anunció el nacimiento, sacrificio y gloria de Jesús y además, el
alcance universal de la salvación por lo que se considera en algunas ocasiones como el "Príncipe de los
Profetas".
Según la tradición judeocristiana, Isaías pudo haber muerto como mártir.12 Durante su vida, Isaías enseñó la
supremacía, la santidad y el carácter ético del mensaje de Dios. 12 Criticó los errores de su pueblo, al que a su
vez alentó durante el cautiverio en Mesopotamia, y profetizó asimismo el futuro renacer de Sion y Jerusalén.

Jeremías (profeta)
Jeremías (Anatoth, Judea; 650 a. C.-Daphnae, Egipto 585 a. C.) fue un profeta hebreo, hijo del sacerdote
Hilcías. Jeremías vivió entre el 650-585 a. C. en Judá, Jerusalén, Babilonia y Egipto. Fue coetáneo
de Ezequiel y anterior a Daniel.

Biografía[editar]
Es autor del volumen de la Biblia conocido como el Libro de Jeremías. Se le atribuye a él la autoría de
los libros de los Reyes y del Libro de las Lamentaciones.1 La labor de Jeremías el profeta fue llamar al
arrepentimiento al reino de Judá y, principalmente, a los reyes Josías, Joacim (también llamado
Joaquim), Joaquín2 y Sedecías (también llamado Sedequías), debido al castigo impuesto por Yahveh de que
serían conquistados por los caldeos si no volvían su corazón hacia Dios. Su vida, como profeta, se caracterizó
por soportar con una inquebrantable entereza los múltiples apremios y acusaciones que sufrió a manos de
estos reyes y de los principales de Israel, desde azotes hasta ser abandonado en estanques o arrojado a las
mazmorras.
La mayoría de sus profecías fueron escritas en rollos por el escriba Baruc, hijo de Nerías quien le acompañó
en una buena parte de su misión.

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Con sus profecías sobre la invasión de los "pueblos del norte" (Babilonia) desafió la política y el paganismo de
los reyes de Judea, Joaquim y Sedecías y anunció el castigo de Yahvéh por la violencia y corrupción social,
que rompían la alianza con Dios: Hablan de paz, pero no hay paz, escribió.
Según Jeremías,3 la primera versión de su libro profético fue destruida a fuego por el rey Joaquim, bajo cuyo
gobierno el profeta vivió en continuo peligro de muerte. La persecución contra Jeremías se acrecentó bajo el
mandato de Sedecías. Este, a pesar de reconocerlo como portador de la palabra de Dios, lo trató con
crueldad y lo acusó de espía de los babilonios, consecuencia de proclamar que Judá sería destruida si no se
arrepentía de sus pecados y de no retomar la alianza con Yavhé. Jeremías llegó a lamentarse por su destino,
pero finalmente decidió continuar su misión profética.4
Jeremías llamó a liberar a los esclavos como muestra de conversión. En principio, su llamamiento fue
acatado, aunque luego los amos volvieron a privar de la libertad a los que habían sido liberados. Esta actitud
fue considerada por el profeta como el sello del destino que sobrevendría al reino Judá, de Sedequías y
de Jerusalén.5 El anuncio de la derrota de Judea fue acompañado, además, por la profecía sobre la futura
destrucción de Babilonia,6 y la instauración de la Nueva Alianza.
En el año 587 a. C. Nabucodonosor derrotó a los judíos, llevó cautivos a los notables, esclavizó a miles de
personas, ejecutó a los hijos del rey en su presencia y luego le arrancó los ojos y lo llevó cautivo a Babilonia.
En esa incursión, los babilonios destruyeron el Templo de Jerusalén. Únicamente los pobres fueron
respetados y Jeremías se retiró a Mizpah y luego a Egipto. Desconocer además protegió a Jeremías
sacándolo de la prisión de Rama (Belén) donde estaba encadenado junto a los principales cautivos de
Jerusalén y Judá para que viviera entre los caldeos, este hecho lo llevó a ser tratado como un traidor y espía
de los babilonios. Muchos judíos huyeron a Egipto y fueron también parte de las profecías de Jeremías.
Los otros hechos en la vida de Jeremías están narradas en los Paralipómenos de Jeremías7 escritos por el
Pseudo-Baru

Ezequiel (profeta)
Ezequiel (en hebreo: ‫ )י ְחֶ זְקֵ אל‬transliterado: Yejezkel) significa "Mi fortaleza es Ēl".1 Fue según la Biblia, un
profeta hebreo que ejerció su ministerio entre 586 y 538 a.E.C., durante el cautiverio judío en Babilonia.2
El Libro de Ezequiel constituye la fuente primaria, del cual es protagonista, principal autor y de donde se
extraen sus profecías.3 Su mensaje trata de reverencia para la santidad de Dios e incluyó reflexiones sobre la
futura reconstrucción del Templo de Jerusalén, enfatizando asimismo la responsabilidad moral de cada
individuo

iografía[editar]
A diferencia de otros profetas, Ezequiel tuvo importantes revelaciones en forma de visiones simbólicas que
según la creencia hebrea le fueron transmitidas por Yahvéh.4 Ezequiel provee descripciones detalladas de sus
visiones. En su primera visión, Ezequiel percibió el tetramorfos, es decir, los cuatro seres vivientes tirando de
un carro celestial.5
Sus profecías advirtieron de la destrucción inminente de Jerusalén, condenaron las prácticas idólatras y
predijeron la restauración de Israel.
Ezequiel vivió en la misma época que el profeta Jeremías, tornándose profeta durante el exilio babilónico.3
Estaba casado (Ezequiel 24, 18), era hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto
con el rey Joaquim de Judá (597 a. C.) y permaneció en una ciudad de Mesopotamia llamada Tel-Abib, cerca
de Nipur en Caldea, a orillas del río Cobar.6 Cinco años después, a los treinta de edad (cf. 1, 1), Yahvé lo
llamó al cargo de profeta, que él ejerció entre los desterrados durante 22 años, hasta el año 570 a. C.7
A pesar de las calamidades del destierro y de los falsos profetas, los cautivos no dejaban de abrigar
esperanzas de que el cautiverio terminaría pronto y de que Yahvé restauraría la ciudad de Jerusalén y
su Templo (Jer. 7).
Con la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo, no pocos habían perdido la fe. La misión de Ezequiel
consistió en combatir la idolatría, la corrupción por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del
pronto regreso a Jerusalén; para consolar a su pueblo, predicó la esperanza del tiempo mesiánico.7
El Libro de Ezequiel comprende un prólogo, que relata el llamamiento del profeta (caps. 1-3), y tres partes
principales: la primera (caps. 4-24) comprende las profecías acerca de la ruina de Jerusalén; la segunda
(caps. 25-32), el castigo de los pueblos enemigos de Judá;8 y la tercera (caps. 33-48), la restauración.7

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En la última sección de su profecía (40-48), Ezequiel describe detalladamente la restauración de Israel
después del cautiverio: el Templo y la ciudad de Jerusalén, así como sus arrabales y la tierra prometida
repartida equitativamente entre las doce tribus israelitas.9
Las profecías de Ezequiel se caracterizan por la riqueza de alegorías, imágenes y acciones simbólicas; san
Jerónimo se refiere a ellas como el "mar de la palabra divina" y el "laberinto de los secretos de Dios".7
Ezequiel es venerado como profeta en el judaísmo, cristianismo, islam y bahaísmo.
Según la tradición judía, Ezequiel murió mártir.7

Interpretaciones doctrinarias del ministerio de Ezequiel [editar]


La profecía sobre Gog de la tierra de Magog [editar]
En relación con esta profecía, Ezequiel indica lo siguiente:
‘Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Yahvé: “¿No será en aquel día en que mi pueblo Israel esté
morando en seguridad que tú [lo] sabrás? Y ciertamente vendrás de tu lugar, de las partes más remotas
del norte, tú y muchos pueblos contigo, todos ellos montados a caballo, una gran congregación, hasta una
numerosa fuerza militar. Y de seguro subirás contra mi pueblo Israel, como nubes para cubrir el país. En la
parte final de los días ocurrirá, y ciertamente te traeré contra mi tierra, con el propósito de que
las naciones me conozcan cuando me santifique en ti delante de sus ojos, oh Gog" (cf. Ezequiel 38,14-16).

Impureza por el pecado y la santidad de Yahveh[editar]


Con su palabra y con su silencio, Ezequiel fue el advertidor de Israel rebelde. Todo pueblo tiene en su historia
un pecado continuo, pero lo interesante es la idea que este profeta tiene del pecado. Pecado es la ofensa a la
santidad de Dios (Yahveh) y la transgresión de un orden sagrado, o de unas órdenes sagradas. Degollar a un
inocente, es indigno para Ezequiel, sobre todo por la profanación del templo que ello ocasiona
(Ezequiel 23,39). Se explica así, la responsabilidad enorme que recae sobre los sacerdotes, guardianes del
templo (Ezequiel 22,26). Para el hebreo había lo puro y lo impuro y Yahveh era quien definía la esfera de lo
santo a lo puro, lo impuro y profano (Ezequiel 8, 6-17). El problema era saber por dónde corría o cuál era la
relación de Israel con Yahveh. Porque el pueblo judío debía ir siempre en marcha, y Yahveh con él
alumbrándole el camino.
No basta con señalar que lo que define la santidad en Israel es su relación con Yahveh. Hay que tener en
cuenta, la jerarquía de valores de santidad y pureza, impureza y profano. De esta forma lo santo es el valor
absoluto. Y toda purificación está al servicio de la santificación. La pureza está en apartarse de lo impuro,
porque desagrada a Yahveh y además hay que agradar a Dios en la santidad. Por esto Ezequiel denuncia con
vehemencia las impurezas y abominaciones de Israel.
No se puede decir que Ezequiel sea un predicador moralizante, sino un predicador de las costumbres buenas
de los hombres ante Yahveh.
Para descubrir y denunciar el pecado, el profeta dispone de una serie de criterios que le ofrece la tradición
sacerdotal: los mandamientos de la Ley. Así, los mandamientos eran dados y recibidos como señal visible de
pertenencia al pecado delante de Yahveh.
Como resultado de un examen de conciencia, tras reconocer lo impuro y malo a los ojos de Yahveh, el profeta
debe predecir la destrucción a la ciudad sanguinaria por estar contaminada (Ezequiel 22, 3-4).
Ezequiel cumplía su oficio encomendado de profeta, que anuncia la ruina del templo y de guardián del
santuario donde mora la gloria de Yahveh. Entonces la gloria y la santidad de Yahveh, habitaban en medio de
su pueblo para procurarle la vida. Después de todo, el nombre de Yahvéh, es un nombre de gracia y perdón.
Con el destierro como castigo, Yahveh pretendía salvar, purificar, santificar y renovar a Israel. La santidad al
hombre mismo es en definitiva lo único que hace honor a Yahveh, porque no obliga a este a recurrir al
castigo.

Comunidad y persona[editar]
Al sentir Ezequiel el peso crítico de la comunidad desterrada por Dios, responde al pueblo: “el que muera,
será por su propia culpa...”(Ezequiel 18,3-4). Es interesante el contraste de Ezequiel de lo individual a lo
comunitario. Por una parte trata de la responsabilidad y libertad personales y por otra, emite juicios globales y
de grandes secuencias históricas.
En el espíritu hebreo parece coexistir dos esquemas de pensamiento; análogos a los siguientes enunciados:

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 Justicia electiva: Dios escoge un pueblo, le da una ley y lo bendice. Lo castiga de manera pedagógica
para provocar el arrepentimiento. Este sistema concierne al pueblo.
 Justicia retributiva: Se cuenta la observancia y las transgresiones sin dejar de ser un don divino, es un
programa humano de acciones meritorias y satisfacción por los pecados, y su juicio particular sobre unas
y otras. Este sistema concierne al individuo.
Se puede distinguir de lo anterior dos momentos así:

 Momento de lo comunitario (Israel antiguo).


Uno no se pierde ni se salva solo. Esta es la primera enseñanza de Israel. En este primer período la salvación
se materializa en recompensas terrenas y el pecado se castiga con desastres temporales. Predomina la idea
de la solidaridad, idea que se va purificando a medida que el grupo étnico se va haciendo más comunidad
religiosa.

 Momento de la persona (destierro y restauración).


Ezequiel los hizo a todos solidarios porque vio a cada uno comulgando con la conducta culpable de sus
antepasados, lo mismo que con la de sus contemporáneos. Pero el proverbio de los hijos que tienden a
realizar lo mismo que sus padres, es considerado por la nueva generación como algo de lo cual se considera
independiente de sus antepasados (Ezequiel 18,2). Y a ella le da razón Ezequiel cuando afirma que en la
nueva era, cada uno va a estar delante de Dios con lo que es, bueno o malo y no con lo que otros fueron o
con lo que fue él mismo (Ezequiel 18, 4). Cuando se forma un Israel más cualitativo y lo personal aflora en
variadas manifestaciones.
Finalmente a Ezequiel se le ha llamado el “padre del judaísmo”, por haber inspirado y orientado, con su visión
sacerdotal de Israel futuro, la resurrección posexílica y la existencia ulterior del pueblo judío. La temática
teológica del profeta anteriormente mencionada, justifica en buena parte este apelativo.

Daniel (personaje bíblico)


Daniel (hebreo  ‫אל‬ ֵ ‫;ָּד נִּי‬ Dāniyyêl; siríaco: ‫ܕܢܝܐܝܠ‬, Daniyel; árabe: ‫;دانيال‬ Danyal;  persa: ‫دانيال‬,
Dâniyal,  griego: Δανιήλ, Daniēl; latín Daniel) es un personaje de la Biblia, considerado el autor y protagonista
principal del Libro de Daniel, el cual se presenta como su autobiografía, seguida de algunas visiones
proféticas de carácter apocalíptico.
En el judaísmo Daniel es considerado el autor del libro homónimo, el cual es parte de los Escritos, o Ketuvim,
(la Biblia hebrea se compone de tres secciones, a saber: Torá, Profetas y Escritos), pero no un profeta. No
obstante, ocho ejemplares del libro encontrados entre los Rollos del Mar Muerto y los relatos adicionales del
texto griego son un testimonio de la popularidad de Daniel en la época del Segundo Templo.
Los cristianos, en cambio, lo incluyen entre los profetas mayores del Antiguo Testamento. En las
Iglesias católica, ortodoxa y otras orientales también es venerado como santo.
El consenso actual de los historiadores, aceptado por varios autores confesionales, es que Daniel es un
personaje legendario, bajo cuyo nombre se escribió, en el siglo II a. C., un libro apocalíptico que aludía al
reinado del monarca helenístico, Antíoco IV Epífanes.23

El nombre Daniel
Daniel es un nombre hebreo que consta de dos partes: el primer segmento proviene del verbo ‫( דין‬din)
'juzgar', 'contender' o 'alegar y la porción final es ‫'( אל‬El), 'Dios', 'divinidad'. La partícula ‫( י‬i) ha sido
interpretada tanto como un hiriq, denotando pertenencia, o como un yod posesivo de primera persona (como
en el hebreo moderno).4 Por lo tanto Daniel suele traducirse como 'Dios es mi Juez' o 'Juicio de Dios'.
La Enciclopedia Judaica lo interpreta, a la luz de Gén 30,6, como 'Dios es el defensor de mi derecho'.5

Vida de Daniel[editar]
Las únicas referencias a Daniel se encuentran en el libro bíblico que lleva su nombre las cuales pueden
complementarse con los datos suministrados por Flavio Josefo, cuyas fuentes se desconocen. Según este
autor, Daniel pertenecía a una familia noble del Reino de Judá, tal vez emparentada con la realeza.

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ESTUDIOS BIBLICOS

Formación[editar]
Nabucodonosor II ordenó escoger un grupo de jóvenes hebreos para su servicio, debiendo ser educados
previamente en las tradiciones de los escribas.7 Los elegidos fueron Daniel y tres jóvenes de su misma tribu:
Ananías, Misael y Azarías quienes fueron confiados al cuidado de Aspenaz,8 jefe de los eunucos.
Los jóvenes fueron introducidos en la cultura mesopotámica, aprendiendo su lengua, su escritura y su
tradición literaria motivo por el cual recibieron nombres en lengua acadia tardía; el texto bíblico los transcribe
como Beltsasar o Baltasar9 (Balâtsu-usur, ' Protege su vida'1011 o bien Bēl-šarra-uṣṣur, 'Bel, protege al rey'12),
para Daniel, y Sadrac, Mesac y Abednego, para los otros tres jóvenes respectivamente. Fueron alojados en el
palacio real, hoy identificado con la zona arqueológica de Kasr, en la margen occidental del Éufrates.
La tradición judía sostiene que estos jóvenes fueron convertidos en eunucos.13
Daniel y sus compañeros, no obstante residir en la corte, mantuvieron sus prácticas kosher de alimentación
revelándose, siempre según el relato de su libro, que este régimen los hacía más saludables que los demás
jóvenes que vivían en el palacio. Después de una formación de tres años, Daniel y sus tres compañeros,
fueron presentados ante Nabucodonosor quien, dice el texto: "los halló diez veces mejores que todos los
magos y astrólogos que había en su reino".14

En la corte de Babilonia[editar]
En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, 15 el monarca tuvo un sueño que lo dejó profundamente
angustiado, por lo que convocó a sus astrólogos y expertos en artes adivinatorias, y les exigió lo
interpretasen; para asegurarse de que no lo engañaran en el momento de interpretar su sueño, los puso a
prueba explicándoles que existía una gran dificultad: les dijo que había olvidado su propio sueño. Ante la falta
de respuesta satisfactoria de parte de sus sabios, el rey se irritó y ordenó que los ejecutasen. Daniel, que no
había estado presente en ese episodio, fue también arrestado pero, al enterarse acerca de lo ocurrido, habló
con Arioc, jefe de la guardia, y solicitó un plazo para poder responderle al soberano. La petición le fue
concedida. Entre tanto, Daniel y sus compañeros oraron a Yahveh pidiendo les revelase el misterio.
Esa noche, en una visión, le fue revelado a Daniel el sueño del monarca y, al día siguiente, el profeta se
presentó en la corte proporcionando subsecuentemente el relato del sueño de Nabucodonosor así como
también su correspondiente interpretación.16 Este hecho marcó el reconocimiento de Daniel, quien fue
subsecuentemente nombrado gobernador de la provincia de Babilonia y jefe de sabios y expertos. Del mismo
modo, los tres jóvenes judíos recibieron importantes cargos en la administración imperial.
Daniel permaneció en la corte real durante todo el reinado de Nabucodonosor y continuó ligado a ella
cuando Belsasar le sucedió en el trono. 17 El libro de Daniel omite la existencia
de Evilmerodac, Neriglisar, Labashi-Marduk y Nabonido, considerando a Belsasar haber sido hijo de
Nabucodonosor. Algunos autores postulan que el término hijo no se utiliza literalmente, sino con el sentido de
descendiente.18
En todos esos años los relatos mencionan el episodio del ídolo de oro, 19 en el cual los tres jóvenes fueron
arrojados a un horno ardiente, y otro que, presentado como un testimonio del propio rey, narra la
transformación de Nabucodonosor en be

El banquete de Baltasar
En el capítulo 5 del Libro de Daniel se cuenta el episodio conocido como el banquete de  Baltasar (o Belsasar).
En esa ocasión el soberano corregente de Babilonia —ya que el monarca primero era su padre Nabónido—
celebraba un festín en compañía de sus nobles cuando tuvo la ocurrencia de beber en los vasos sagrados
substraídos del Templo de Jerusalén. De inmediato una misteriosa escritura apareció en la pared, trazada por
una mano espectral, la cual ninguno de los sabios fue capaz de interpretar. Llamado Daniel, por sugerencia
de la reina quien recordaba su desempeño de otrora, este censuró al rey y, sin aceptar sus promesas de
obsequios, descifró la escritura. El texto anunciaba, en arameo, la caída de Babilonia en manos de los persas.
Baltasar cumplió lo prometido y nombró a Daniel tercer señor del reino, pero esa misma noche la ciudad fue
tomada y el rey, muerto.

En el foso de los leones


A tenor de lo narrado por el libro de Daniel, tras la caída de Babilonia el sucesor de Belsasar fue Darío el
medo, personaje desconocido por ninguna otra fuente histórica aparte del libro bíblico. 23
Bajo el reinado de este soberano tiene lugar un complot de los sátrapas contra Daniel que derivó en su
encierro en el pozo de los leones; esta intriga se valió de la fidelidad a Dios del protagonista, pues un edicto

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caprichoso sugerido al rey por aquellos prohibía cualquier petición, fuera a un dios o a un hombre excepto el
soberano, durante 30 días (Daniel 6:1-9). Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró a su
casa y oró tres veces al día, como lo solía hacer anteriormente; entonces dichos hombres lo hallaron orando a
Dios, por lo que fue acusado de violar el edicto real del rey y, por ello, arrojado al foso de los leones, en el
cual no sufrió daño alguno. (Daniel 6:10-16).
A la mañana siguiente, cuando Darío comprobó el portento, ordenó liberar a Daniel y echar al foso a sus
acusadores, quienes perecieron inmediatamente al ser brutalmente devorados por las bestias (Daniel 6:19-
28).
En la sección deuterocanónica sobre la Historia de Bel y el Dragón se menciona también la sucesión
de Astiages, la entronización de Ciro II el Grande y el episodio por el cual Daniel revela el fraude de los
sacerdotes de Bel que habían convencido al rey de que el dios comía las ofrendas, siendo que eran ellos
quienes lo hacían.24

El profeta
Durante gran parte de su vida, cuenta el libro homónimo, Daniel recibió diversas visiones apocalípticas que
anunciaban, por medio de símbolos y claves numéricas, la instauración del Reino de Dios sobre la tierra.

Muerte de Daniel[editar]
Acerca de la muerte de Daniel no existen testimonios bíblicos y las tradiciones posteriores no aclaran si
regresó al territorio de Judea o permaneció en Mesopotamia, pero esto último parece lo más seguro.
Dado que aún vivía durante el reinado de Ciro, en Babilonia a partir de 539 a. C., es posible que alcanzara
una edad centenaria. Su muerte se sitúa, entonces, entre el tercer año del reinado del mencionado soberano
persa, es decir entre 536 y 530 a. C., cuando muere Ciro (pues ya no se menciona su presencia en tiempos
de Cambises). Es muy probable que tuviera lugar en Babilonia pero, dado que su tumba se veneraba
en Susa, algunos autores se inclinan por esta última ciudad.

Tumba de Daniel

Profecías y visiones[editar]
Para más información sobre este tema véase: Libro de Daniel
Según el libro de Daniel, este profeta recibió dos visiones durante el primer y el tercer año de Belsasar. En
ellas diferentes animales fantásticos aparecieron ante su vista para representar la sucesión de reinos
posteriores al Imperio Babilónico hasta un tiempo indeterminado cuando serían destruidos y alguien como un
hijo del hombre que representa probablemente a "los santos del Altísimo", es decir el resto del pueblo judío,
asumiría el poder en un mundo renovado.34
Quizás la más célebre profecía atribuida a Daniel sea la de las Setenta Semanas. La narración bíblica dice
que en el primer año del mencionado rey Darío, Daniel constató en los escritos de Jeremías que se
aproximaba el fin de los setenta años de desolación de Jerusalén. Recibió entonces, una revelación
transmitida por medio de Gabriel donde se anunciaba la reconstrucción de la ciudad, la muerte de un Ungido
(Mesías) y el cumplimiento de todas las profecías. La predicción fijaba los plazos para estos eventos por
medio de semanas que, según todos los comentaristas, corresponden a períodos de siete años. Otra profecía
muy conocida, es la del carnero y el macho cabrío, en la cual se le muestra la derrota y conquista de imperio
medo y el imperio persa a manos de Alejandro Magno.
Más tarde, siempre a tenor del libro bíblico, cuando corría el tercer año de Ciro (536), Daniel recibió nuevas
visiones apocalípticas donde se le muestra a los ángeles protectores de Persia, Javán (Grecia) e Israel
contendiendo en favor de sus respectivas naciones. También se le anuncian invasiones y guerras en la tierra
de Israel, protagonizadas por personajes enigmáticos designados como el rey del norte y el rey del sur,
posiblemente algunos de los soberanos helenísticos. Daniel describe la existencia de un reino que oprimirá al
pueblo elegido, imponiendo nuevas leyes, prohibiendo el culto según la Torá y exigiendo la adoración del
soberano. Finalmente el reino será destruido por el poder de Dios. Este reino, según la crítica bíblica (incluso
autores confesionales) es el seleúcida bajo Antíoco IV, llamado Epifanes, contra el cual se alzaron
los Macabeos.35
La exégesis tradicional, sin embargo, considera que el soberano opresor corresponde al Final de los
Tiempos.36 y así parecen haberlo entendido Jesús de Nazaret, quien alude a estas profecías según los

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evangelios, y Juan, el autor del Apocalipsis, quien describe como el Cordero, imagen del mesías de los
cristianos, rompe los precintos del libro sellado mencionado por Daniel (Daniel 12:4).

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