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“Yo solo he hecho todo esto, trabajando sin descanso", les dijo Villa a los
visitantes de la ciudad de México. “La misma tenacidad que tuve para la
guerra, la tengo ahora para el trabajo. Yo soy agricultor, soldado, ingeniero,
carpintero, mecánico […] ¡hasta albañil!… Si todos los mexicanos fueran
otros Franciscos Villas, otra cosa sería de mi patria y de mi raza." Pero añadió
tristemente: “A mí sólo me faltó cultura… Yo soy un hombre inteligente, con
inteligencia dotada por la Naturaleza. ¡Ay, amigos, si mis padres me hubieran
educado".45
Villa le dijo a Hernández Llergo que había gastado trescientos mil pesos para
renovar la hacienda y, aunque el gobierno había colaborado con algún dinero, la
mayor parte había salido de su bolsillo. No está claro de dónde había salido ese
dinero, pero hay algunas pistas sobre su monto. El 9 de agosto de 1920, poco
después de firmar los acuerdos de paz, Villa le escribió una carta a Elías Torres,
en la que le decía:
Por la presente, doy a usted poder amplio, cumplido y bastante para que en mi
nombre y en mi representación recoja usted del señor Gabino Vizcarra, tres
cheques de los siguientes valores. Uno por $ 900 000.00 (novecientos mil
pesos), otro por $ 600 000.00 (seiscientos mil pesos) y otro por $ 400 000.00
en los masivos repartos de alimentos y otros bienes a los sectores más pobres de
la sociedad. Su compromiso con sus soldados se reflejó en las enormes sumas
que dedicó a los heridos, y a los huérfanos y viudas de esos hombres.
En sus planes para Chihuahua, Villa fue a la vez un tradicionalista y un
modernizador, lo primero en el sentido de que quería regresar a la principal
forma de organización de los habitantes de los pueblos, tanto en el periodo
colonial como en el siglo XIX: las colonias militares; lo segundo, por su
profunda creencia en los beneficios de la educación. Durante su gobierno en
Chihuahua, dio un tremendo impulso a la construcción de escuelas y a la
asistencia para los maestros. Aunque manifestó ciertos rasgos xenofóbicos
contra españoles y chinos, hasta fines de 1914 fue mucho menos nacionalista
que otras facciones, sobre todo que la de Carranza. Trató a los estadounidenses
en las regiones que controló mucho mejor que los revolucionarios de otras partes
del país. Era más regionalista que nacionalista. Cuando se le presentó, no
aprovechó en modo alguno la oportunidad de ser presidente de México. Aunque
formuló un plan coherente para Chihuahua, no era capaz de plantearse una
agenda nacional y su plan de reforma agraria para todo el país llegó en fecha
muy tardía y nunca se aplicó. Su programa nacional más coherente fue la
descentralización, en la que cada facción se encargaría de los territorios que
controlaba y aplicaría en ellos las políticas que quisiera. El plan preveía un
gobierno nacional débil que no ejercería prácticamente ningún control sobre las
regiones. Hay un profundo contraste entre sus notables actividades como
gobernador, en términos legislativos, ideológicos y administrativos, y la ausencia
de tales actividades cuando asumió oficialmente el control de un gobierno
regional sobre una zona del norte mucho mayor que su propio feudo de
Chihuahua y Durango.
La ideología de Villa reflejaba en buena medida la de los antiguos colonos
militares chihuahuenses. Ejemplo de ello son su idea de fundar colonias militares
en todo el país y también su convicción de que había que ganarse la tierra
combatiendo. En sus solicitudes al régimen de Díaz, los colonos siempre habían
insistido en que ellos habían obtenido sus tierras luchando contra los apaches y,
por tanto, estaban muy dispuestos a aceptar la idea de Villa de que los primeros
en recibir tierra debían ser los soldados que habían vertido su sangre para
ganarla.
Los habitantes de los pueblos de Chihuahua siempre desconfiaron del
gobierno central. La insistencia de Villa en la descentralización correspondía
ciertamente a sus deseos. Excepto en aquellas regiones en que los extranjeros