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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

DIRECCION GENERAL DE JUSTICIA, INSTITUCIONES RELIGIOSAS Y CULTOS


IGLESIA TABERNACULO DE RESTAURACION

MINUTA DE LAS 7 IGLESIAS DEL APOCALIPSIS

Presentado por:
Quiroz Bianca
Gutiérrez, Isolina
Gutiérrez, Jesú s
Facilitador:
Pastora Sindi Rincó n

Cabimas, 24 de Marzo de 2023


MINUTA DE EXPOSICIONES

Ponentes:

 Grupo 1
Glorismar Alvarez
Dervis Medina
Yamelis Sanchez

Temática abordada:

Iglesias de Efeso y Esmirna

 Grupo 2

Karvin, Liseth, Carmen Rincó n

Temática abordada:

Iglesias de Pergamo y Tiatira

 Grupo 3
Quiroz Bianca
Gutiérrez, Isolina
Gutiérrez, Jesú s

Temática abordada:

Iglesias de Sardis y Filadelphia

 Grupo 4

Yojendri, Elia, Karla

Temática abordada

Iglesia la Odisea
Iglesia de Efeso

É feso (Apocalipsis 2,1-7) - la Iglesia que había abandonado su primer amor (2,4).

É feso era la ciudad má s rica e importante de la regió n. Con Antioquía y Alejandría, compartía
el liderazgo en todo el oriente del imperio. Favorecida con el puerto principal de Asia Menor y
con un dominio de las rutas má s estratégicas de comercio hacia Mesopotamia.

Como ciudad libre, É feso tenía su propio gobierno, ademá s, como sede del gran templo de
Diana, É feso era un lugar de peregrinajes multitudinarios que le brindaban mucho prestigio
religioso y abundantes ganancias econó micas.

La congregació n de É feso era la "iglesia madre" para la provincia asiá tica; había sido una
congregació n privilegiada en todo sentido. Fue la ú nica de las siete iglesias en que Pablo
había ministrado personalmente, pasando unos tres añ os con ellos (Hch 20.31).

Los méritos de la congregació n de É feso parecían augurarle un saldo altamente positivo ante
los ojos del Señ or, correspondiente al gran prestigio de que gozaba. "Yo me doy cuenta", les
dice Jesú s, "de tu conducta, de tu trabajo ardua y de tu tenaz perseverancia". ¡Dichoso el
pastor de É feso! De pocas congregaciones se podría decir hoy que se esfuerzan hasta la fatiga
y el agotamiento. El odio de los efesios hacia los nicolaítas (2.6; ver 2.14-15) expresa esa terca
firmeza en oponerse a toda componenda con la ideología imperial idolá trica. Por eso habían
sufrido por su fe, pero sin flaquear en ningú n momento: "¡Tenacidad sí tienes! Has aguantado
mucho por mi nombre sin darte por vencido". Cristo les reconoce plenamente estos méritos.

Doctrinalmente, la iglesia de É feso era sumamente rigurosa ("no puedes aguantar a los
malos") y dotada de suficiente discernimiento teoló gico como para desenmascarar a los
seudo-apó stoles ("pusiste a prueba a los que se llamaban apó stoles sin serlo, hallá ndolos
mentirosos"). Ante los "lobos" que Pablo había profetizado para É feso (Hch 20.29), los efesios
respondían con una firmeza que llegaba a la intolerancia, un ferviente afá n de ortodoxia, y una
capacidad crítica para examinar a los impostores y desenmascararlos. En fin, É feso era una
iglesia trabajadora, activa, estricta y ortodoxa. ¡Una congregació n ejemplar! PERO Frente a
tantos méritos, y a pesar de todo el prestigio de É feso como iglesia madre, el Señ or les
confronta con la falla fatal que efectivamente restaba valor a todas sus virtudes: "has dejado
ese amor que te caracterizaba al principio".
Esta comunidad, que había sido un modelo de amor cristiano (Hch 19.10-20, 30-31; 20.17-38;
Ef 1.15, "vuestro amor para con todos los santos"), ahora se había enfriado y endurecido. Sin
el amor, sus arduos trabajos no eran má s que activismo sin sentido. Sin el amor, ni el éxito ni
el prestigio tenía el menor valor

Iglesia de Esmirna

Esmirna (Apocalipsis 2,8-11): la Iglesia que sufre persecució n (2,10).

Esmirna era un puerto marítimo y su prosperidad, gracias a esa ubicació n, estaba bien
establecida antes de los tiempos cristianos y sigue hasta hoy con el nombre de Ismir (en la
actual Turquía) era otra de las grandes ciudades del Asia Menor, situada a unos 40 o 50
kiló metros al norte de Efeso.

La ciudad tomó relevancia entre los cristianos al ser una de las siete ciudades nombradas en el
Apocalipsis y a causa de la profecía de que serían perseguidos y muertos muchos de los
creyentes en Jesucristo. Los cristianos de esa ciudad padecieron persecuciones y
discriminaciones a la vez que se enfrentaban a diferentes doctrinas.

La iglesia de esa ciudad luchaba ademá s contra dos fuerzas enemigas: una població n judía
muy opuesta al cristianismo, y una població n no judía que era leal a Roma y apoyaba la
adoració n del Emperador. La persecució n y el sufrimiento eran inevitables en un ambiente
así. Por una parte la fidelidad de los ciudadanos a Roma y por otra la fuerte oposició n por
parte de los judíos.

Esmirna la Fiel: Padecimiento y Recompensa

Hay un tema que domina esta breve carta, el del sufrimiento en la persecució n. Por eso
Jesucristo se ha presentado a esta iglesia como el principio y el fin de toda vida, como el que
pasó por la muerte para vivir eternamente.

El consuelo del vencedor es que jamá s recibirá dañ o de la segunda muerte. Esa es una
expresió n judía, que contrasta a la muerte que debemos sufrir todos con el destino de
aquellos que nunca escapará n de su poder, ya sea porque son indignos de la resurrecció n de la
muerte, ya sea porque sufrirá n el juicio en el fin de los tiempos, segunda muerte significa ser
echado al lago de fuego, Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los
fornicarios y hechiceros, los idó latras y todos los mentirosos tendrá n su parte en el lago que
arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda). Tal condenació n significa morir dos veces.
El discipulado verdadero implica compromiso real y arriesgar incluso toda nuestra existencia
a su servicio.

Iglesia de Pérgamo

(Apocalipsis 2,12-17): la Iglesia que necesitaba arrepentirse.

Ubicada en la actual Turquía, justo enfrente de la isla de Lesbos. La Iglesia de Pérgamo es una
de las Siete Iglesias de Asia a las que se dirige el apó stol Juan, para advertir contra las falsas
doctrinas que se extendían allí. Este es un signo de la vitalidad eclesial y teoló gica de la
comunidad de Pérgamo a fines del siglo I.

Pérgamo era ciudad cosmopolita, de encuentro cultural del imperio romano, centro pagano de
deidades antiguas, donde se encontraba la silla de Zeus, durante el periodo de la conversió n al
cristianismo de judíos y gentiles, la prédica de los cristianos minaba las creencias paganas de
la sociedad romana,

¿Que nos enseñ a la iglesia de Pérgamo?

No se desviaron de la fidelidad a Cristo ni de las verdades principales de la fe cristiana. No hay


oposició n satá nica que pueda destruir la genuina fe de los creyentes. La iglesia en Pérgamo
mantuvo su fidelidad aun en los días en que Antipas, a quien Cristo describe como mi testigo
fiel fue muerto entre vosotros.

En esta iglesia eran muy supersticiosos, idolatras, prosperos, ya qué era la ciudad donde se
fabricaba el pergamino.

Iglesia de Tiatira

(Apocalipsis 2,18-29): la Iglesia que tenía una falsa profetisa (2,20).

Tiatira del siglo I era principalmente una ciudad Pagana, similar a otras en el Imperio
Romano, pero la carta a la iglesia allí contenía una advertencia específica sobre una falsa
profetisa autoproclamada que San Juan de Apostol llama “Jezabel” en una alusió n a la malvada
Reina fenicia del antiguo Israel. También adoraban al dios Apolo y Artenisa, era una ciudad
muy desordenada.
¿Qué perdió la iglesia de Tiatira? Esta iglesia amó tanto a los hermanos que perdió la verdad, y
muchos hermanos entraron en inmoralidad e idolatría, cosas que Cristo no está dispuesto a
tolerar, y esas cosas les reprocharon. Elevaron el amor por encima de la verdad. En Tiatira
hubo una gran tolerancia al pecado

¿Qué podemos aprender de la iglesia de Tiatira? Qué no debemos permitir que personas
malvadas dañ en la iglesia desde dentro." Toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa,
enseñ e". " Enseñ e y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos"
con doctrinas falsas, pecado e idolatría.

Iglesia de Sardis

Apocalipsis 3,1-6): la Iglesia que se había quedado dormida (3,2). Sardes era una de las Siete
Iglesias de Asia menor en el libro del Apocalipsis. Segú n las Escrituras, la iglesia en Sardes
estaba muerta, aunque conserve el nombre de cuando estaba viva.

¿Que nos enseñ a la iglesia de Sardis? Qué aunque había mucha hipocresía en la iglesia de
sardís, Cristo prometía salvar a aquellos individuos sinceros que no se habían manchado y que
le servían de corazó n.

La antigua ciudad de Sardis fue la capital del reino de Lidia en la edad de hierro, ubicada en la
provincia occidental de Manisa, en Turquía

(Ap 3:1) "Escribe al á ngel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las
siete estrellas, dice esto:"

1. "El que tiene los siete espíritus de Dios" Esto nos recuerda que ni nosotros como creyentes,
ni tampoco la iglesia en su conjunto, podemos mantener nuestra vida espiritual por nosotros
mismos, necesitamos el poder del Señ or Jesucristo que nos viene por su Espíritu Santo.

2. "Y las siete estrellas" Podemos decir que tanto el Espíritu Santo como los líderes
espirituales de la iglesia está n en la mano de Cristo y son cauces de bendició n para la iglesia.

Cristo reprende a su iglesia (Ap 3:1) "Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y
está s muerto." Nuevamente se nos recuerda que no hay nada que pueda permanecer oculto
para los ojos de Cristo. Ademá s, él no se fija en el exterior de las personas, sino que ve sus
corazones.
En cuanto a esta iglesia, es de notar que a diferencia de otras, aquí el Señ or no comienza
diciendo nada bueno de ella, de hecho, pasa directamente a hacer la condenació n má s severa
que analizamos en estas cartas.

"Está s muerto"

Quizá por esta razó n la iglesia en Sardis, a diferencia de otras iglesias de la zona, no había
sufrido persecuciones como las de Esmirna o Pérgamo. Ellos eran un perfecto ejemplo de un
cristianismo "inofensivo". Se habían acomodado al mundo y no tenían que pagar ningú n
precio por su fe en Jesucristo. ¿Por qué había de molestarse Sataná s en perseguir a una iglesia
muerta? Pero una iglesia que esté viva y que predique la Palabra del Señ or siempre estará
bajo los ataques del enemigo.

Pensemos en algunos posibles síntomas de una iglesia o un creyente moribundo:

 Estar satisfechos y descansar en los logros del pasado.


 Estar má s preocupados en las formas que en la realidad espiritual.
 Estar má s centrados en solucionar problemas sociales que en atender las necesidades
espirituales de las personas por medio de la predicació n del evangelio de Jesucristo.
 Tener má s interés por las cosas materiales que en las espirituales.
 Estar má s atentos a lo que los hombres piensan de nosotros que a lo que Dios dice.
 Hacer má s énfasis en la denominació n que en la Palabra de Dios.
 Perder la convicció n de que cada palabra de la Biblia es Palabra de Dios.
 Un llamamiento al arrepentimiento

(Ap 3:2-3) "Sé vigilante, y afirma las otras cosas que está n para morir; porque no he hallado
tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guá rdalo,
y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladró n, y no sabrá s a qué hora vendré
sobre ti."

1. "Se vigilante"

Ahora Cristo se dirige al remanente fiel de los verdaderos cristianos en Sardis que estaban en
grave peligro de extinció n.

El Señ or comienza con una exhortació n a "ser vigilante". Quizá a la iglesia le pasaba como a
sus antepasados en Sardis, que se sentían seguros confiando en la protecció n que les ofrecían
sus muros. Y es verdad que el creyente está protegido por unas defensas mejores que las que
cualquier ciudad pueda levantar, pero esto no nos debe llevar a la relajació n o al descuido en
nuestra vida espiritual, sino a estar prevenidos constantemente, puesto que la tentació n
puede aparecer en cualquier momento por donde menos la esperamos.

2. "Afirma las otras cosas que está n para morir"

En aquella iglesia había algunos auténticos creyentes, pero aun éstos corrían el peligro de
languidecer por completo en medio de ese ambiente asfixiante. En esa situació n no podían ser
indiferentes o dejarse llevar por la corriente. Debían empezar por evaluar correctamente la
situació n desde la perspectiva que el Señ or les estaba dando, después tendrían que confrontar
el pecado y el error, e influir con su ejemplo

3. "Porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios"

En Sardis la queja del Señ or Jesucristo a su iglesia es porque sus obras no se conformaban con
el criterio de Dios. No habían perseverado en desarrollarse espiritualmente, se habían
enfriado y habían perdido el entusiasmo por avanzar en la madurez cristiana. Y al fin y al
cabo, lo que de verdad importa en una iglesia no es si los cultos de los domingos se llenan y
discurren de una forma animada, sino si cada creyente está avanzando hacia la madurez,
pareciéndose cada vez má s al modelo que tenemos en Cristo.

Este versículo nos hace ver que Cristo espera algo concreto en la vida de cada uno de sus hijos.
Está buscando evidencias de nuestra lealtad y amor hacia él.

Debemos tomar esto muy en serio, porque normalmente el creyente tiene la tendencia en
centrarse en sí mismo y espera que Dios le ayude, apoye y consuele en cada circunstancia de
la vida, y con frecuencia olvidamos que él también está esperando de nosotros pruebas que
demuestren nuestro amor, lealtad y servicio hacia él.

4. "Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guá rdalo, y arrepiéntete"

El resto fiel en Sardis debía "acordarse", "tener en cuenta" o "recordar" lo que había recibido y
oído. Es decir, necesitaban volver a las verdades de la Palabra de Dios que habían escuchado y
les habían llevado a su conversió n. Era imprescindible que lo "guardaran" en sus corazones y
lo practicaran en sus vidas.
Seguramente habían dejado de leer sus Biblias y de alimentarse con la verdad. En ese caso, la
falta de una buena dieta espiritual les habría llevado a estar débiles para poder hacer frente a
la situació n que tenían delante. Era necesario que comenzaran por nutrirse adecuadamente y
fortalecerse espiritualmente si querían llevar a cabo lo que el Señ or les mandaba.

Sin duda, el haber llegado a esta situació n de desidia espiritual era algo de lo que se tenían que
"arrepentir" urgentemente.

5. "Pues si no velas, vendré sobre ti como ladró n y no sabrá s a qué hora vendré sobre ti"

Una vez má s tenemos una llamada del Señ or a "velar", algo que como ya hemos señ alado, ellos
entenderían muy bien después de lo que había ocurrido en su historia, cuando sus enemigos
habían venido literalmente como ladrones en la noche y los habían sorprendido.

También encontramos una advertencia acerca de la venida del Señ or: "vendré sobre ti".
Seguramente no debamos entenderla como una alusió n a su Segunda Venida, sino como una
venida anticipada en juicio sobre la iglesia en Sardis. Esta venida podía producirse de
diferentes maneras. Por lo tanto, tenemos aquí otra de las grandes faltas de esta iglesia: no
estaban esperando la Segunda Venida de Cristo. Su vida se había vuelto descuidada y no
estaban mirando hacia el futuro glorioso con Cristo. Esto es muy peligroso, porque como
cristianos debemos saber que con tener un solo punto débil podemos caer víctimas de alguna
astuta estrategia de Sataná s.

Una promesa a los vencedores

(Ap 3:4-5) "Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras"
Aunque la iglesia tenía reputació n de estar viva, en realidad, só lo un pequeñ o nú mero de sus
miembros lo estaban. Ellos formaban el remanente fiel. Este remanente fiel "andará con el
Señ or", lo que sugiere comunió n íntima y personal con él. Realmente este era el problema de
esta iglesia: habían dejado de andar con el Señ or y esto es lo que nos mantiene con vida en
nuestro andar diario.

El Señ or sigue hablando del remanente fiel, aquellos verdaderos creyentes que estaban dentro
de la iglesia en Sardis. Ahora se los describe como "vencedores" y a ellos el Señ or les promete
que los vestiría con "vestiduras blancas" que estas vestiduras nos son dadas por el Señ or y
que no las conseguimos por nuestros propios méritos.
Aquí las vestiduras blancas representan la victoria que el Señ or da a los creyentes juntamente
con él. Cuando el Señ or se presente en este mundo para juzgarlo vendrá rodeado de los
ejércitos celestiales vestidos de lino finísimo, blanco y limpio para disfrutar juntamente con él
de su victoria (Ap 19: 14-15).

4. "Y no borraré su nombre del libro de la vida"

El nombre de los verdaderos creyentes está registrado en el "libro de la vida" Y en este


versículo se garantiza que el nombre de los verdaderos creyentes no será borrado del libro de
la vida. Es cierto que algunos ven aquí la posibilidad de la pérdida de la salvació n, cuando lo
que realmente se afirma es todo lo contrario.

5. "Y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus á ngeles"

Y por ú ltimo, una nueva promesa del Señ or Jesucristo que garantizaba la plena aceptació n de
este resto fiel delante del Padre y de sus á ngeles. Cristo se presenta aquí como un Abogado
que intercede por los creyentes. El versículo nos recuerda otras palabras de Cristo acerca de
aquellos que le confiesan en este mundo sin avergonzarse:

Un llamamiento a oír (Ap 3:6) "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias."
Esta frase recurrente en todas las cartas enfatiza la responsabilidad de oír. De nuevo se llama
a los hombres a que presten atenció n a esta solemne advertencia en contra de tener una
profesió n religiosa sin jamá s haber nacido de nuevo.

La Iglesia de Filadelfia

(Apocalipsis 3,7-13): la Iglesia que había esperado con paciencia (3,10).

La ciudad de Filadelfia

Filadelfia fue fundada en el 189 a.C. por el rey Eumenes II de Pérgamo en la ruta que unía
Sardis con Colosas. Era conocida como "la puerta de oriente" por estar situada en la ruta
principal del correo imperial desde Roma al Este.

La ciudad estaba ubicada encima de una placa tectó nica que le llevó a sufrir continuos
terremotos. En el añ o 17 d.C. Filadelfia fue destruida por completo a causa de uno de ellos,
siendo reconstruida por Tiberio. Como resultado de esto, quienes sobrevivieron tenían miedo,
y la mayoría vivían fuera de sus murallas y otros emigraron.

"Esto dice el Santo, el Verdadero"

Nuestro Señ or Jesucristo se presenta en primer lugar como "el Santo", El segundo título, "el
Verdadero", sirve para indicar que Cristo es digno de completa confianza. É l es real y genuino
en todo lo que dice.

Cristo alaba a su iglesia

(Ap 3:8) "Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual
nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has
negado mi nombre."

1. "He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar" Es só lo el
Señ or Jesucristo quien en verdad proporciona el acceso a la nueva Jerusalén. Así mismo esta
"puerta abierta" como una oportunidad para extender el evangelio por medio de la
predicació n. Segú n esta ú ltima interpretació n, tendríamos que como recompensa por el fiel
servicio que la iglesia había llevado a cabo a pesar de sus pocas fuerzas y recursos, sería
bendecida con la posibilidad de un servicio mayor. Por supuesto, el diablo intentaría cerrar
esa puerta, pero como ya hemos visto, la llave la tiene el mismo Señ or Jesucristo, y nada ni
nadie podría oponerse a lo que él hace.

En este punto hemos de notar que la forma de progresar en la vida espiritual es siendo fieles
en las pequeñ as cosas que el Señ or pone en nuestras manos. ¡Qué importante es ser fiel en lo
poco!

"Porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre"
Parece que la iglesia de Filadelfia era pequeñ a, y tal vez sus miembros pertenecían
mayormente a las clases má s pobres. Nada de esto sería de extrañ ar en una ciudad que
constantemente sufría violentos terremotos. Sin embargo, reconocer la falta de recursos
propios y confiar en el Señ or y en su poder, es el requisito fundamental para que él abra la
puerta de nuevas oportunidades.

Que los cristianos tengan poco poder es algo positivo ante Dios; el poder es fá cilmente objeto
de abuso; sin embargo, la debilidad lleva muy a menudo a la dependencia del poder de Dios.
"Has guardado mi palabra"

De los creyentes en Filadelfia el Señ or Jesucristo dice que habían "guardado su palabra". Al fin
y al cabo, lo que debe caracterizar al pueblo de Dios es su obediencia a la Palabra.

Ellos habían permanecido fieles al mensaje del evangelio, sin alterar su contenido. Por
supuesto, este es uno de los propó sitos principales de Sataná s al atacar la iglesia: quitar de
ella la Palabra de Dios o diluirla mezclá ndola con otras cosas. Esta iglesia se nos presenta
como un ejemplo de pureza en este sentido.

"Y no has negado mi nombre"

Parece que en algú n momento los creyentes allí habían sido tentados a negar el nombre de
Cristo, pero no habían caído en ella. En relació n a esto, es interesante recordar que la ciudad
de Filadelfia había cambiado tres veces de nombre para dar honor a sus distintos
benefactores, pero la iglesia se había mantenido fiel al nombre de Cristo.

Es cierto que la iglesia de Filadelfia tenía poca fuerza y carecía de grandes dones. No tenían
evangelistas de estatus mundial, ni grandes recursos econó micos. Eran gente sencilla, pero
que osaron permanecer firmes en el nombre del Señ or, y él los protegió y les dio nuevas
oportunidades para seguir adelante.

Varias promesas a la iglesia en Filadelfia

(Ap 3:9) "He aquí, yo entrego de la sinagoga de Sataná s a los que se dicen ser judíos y no lo
son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que
yo te he amado."

La iglesia en Filadelfia había encontrado la oposició n de los judíos. Aquí se explica que eran
judíos só lo de nombre, quizá racial, cultural y ceremonialmente, pero no espiritualmente. Al
fin y al cabo, los verdaderos judíos son aquellos que creen que el Señ or Jesucristo es el Mesías.
Pero como la mayoría de la nació n judía rechazó a su Mesías, sus sinagogas se convirtieron en
fortalezas desde las que se combatía el cristianismo y que Sataná s usaba con ese propó sito.

Esto es realmente muy curioso, porque la esperanza judía era que los gentiles serían
sometidos por ellos, pero aquí la Palabra promete todo lo contrario; serían los judíos quienes
se postrarían ante los creyentes gentiles. Esto sería así porque después de haber rechazado a
su Mesías, eran los gentiles quienes tenían que enseñ ar a los judíos el camino para acercarse a
Dios. Y ademá s tendrían que sujetarse a la iglesia porque Cristo está en ella y los ama.

Sin duda, estos judíos tampoco mostrarían ninguna predisposició n para aceptar que Cristo
amara a los gentiles cristianos de Filadelfia. Los judíos consideraban que só lo ellos eran el
pueblo de Dios, y por lo tanto, los ú nicos a quienes amaba. Esto les había llevado a despreciar
a los gentiles como personas ajenas a los pactos de Dios. Pero ahora Cristo reivindica a los
creyentes como pueblo suyo amado.

(Ap 3:10) "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la
hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre
la tierra."

En el caso de esta iglesia, el guardar "la palabra de mi paciencia" habían obedecido al mandato
del Señ or a ser pacientes, o también como que habían seguido el ejemplo de Cristo.

Una exhortació n

(Ap 3:11) "He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona."
"He aquí, yo vengo pronto"

Ahora, el Señ or resucitado habla de su regreso: "He aquí, yo vengo pronto". Su propó sito es
animar a su pueblo para que esté preparado para el encuentro con él y de ese modo "ninguno
tome su corona".

A la iglesia en É feso les dijo que les quitaría el candelero (Ap 2:5).

A la iglesia en Pérgamo, les dijo que pelearía contra ellos (Ap 2:16).

Y a la iglesia en Sardis les dijo que vendría sobre ellos como ladró n en la noche (Ap 3:3).

En estos tres casos la venida del Señ or sobre su iglesia sería con el propó sito de juzgarla, pero
en el caso de la iglesia en Filadelfia ocurre lo contrario, su venida sería para protegerles en la
hora de la prueba.

"Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona"


Cristo exhorta a cada creyente a mantener firme lo que tiene frente a las tentaciones y
atracciones del mundo. En realidad, lo que Dios nos ha dado ahora, si lo conservamos con
fidelidad, es lo que constituye nuestra corona en el futuro.

Servir a Dios es un alto privilegio, pero es un privilegio que nos puede ser retirado si no somos
fieles y dado a otro. Así fue con Esaú que perdió su primogenitura a favor de Jacob, o a Rubén
con Judá, y Saú l ante David.

Recibir esta corona implica una victoria, pero también la posibilidad de prestar un mayor
servicio en la eternidad.

Una promesa para el que venciere

(Ap 3:12) "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca má s saldrá de
allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva
Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo."

¿Qué incentivos le da Cristo a esta iglesia?

"Yo le haré columna en el templo de mi Dios y nunca má s saldrá de allí"

Esto quiere decir que no só lo será n bienvenidos a la casa de Jesú s, el templo de Dios, sino que
formará n parte de él, y por lo tanto, nunca tendrá que salir de allí. Esta es una promesa que da
seguridad a los creyentes. En especial a los creyentes en Filadelfia, que a causa de los
frecuentes terremotos estaban acostumbrados a tener que salir huyendo constantemente de
su casas buscando espacios abiertos para salvar la vida.

Un llamamiento a escuchar la voz del Señ or (Ap 3:13) "El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias." Y finalmente una nueva exhortació n a prestar atenció n a este
mensaje y a aplicarlo de forma personal en la vida de cada verdadero creyente.

Laodicea

(Apocalipsis 3,14-22): la Iglesia que era tibia e insípida (desde el punto de vista de Dios)
(3,16).
Era una ciudad con gran comercio, mantenida por el imperio romano, mantenida libre de
impuestos, Existía un centro banquero, con grandes centros y teatros. Los habitantes de
Laodicea eran fantasiosos, abundaba la mentita, falsedad, y maldad. Eran muy confiados de
ellos mismos, por su capacidad econó mica, siempre buscaban el bien propio.

De allí nace la secta de los testigos de Jehová por Carlos Touse Rouse Mour anti-senista qué se
levantó contra Israel, qué se encargaba de modificar las escrituras, segú n su conveniencia,

¿Que nos enseñ a la iglesia de Laodicea?

El mensaje a la iglesia de Laodicea es una denuncia sorprendente y se aplica al actual pueblo


de Dios. “Y escribe al á ngel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creació n de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío
ni caliente

El Señ or nos muestra aquí que el mensaje que se debe dar a su pueblo no es un mensaje de
paz y seguridad. No es meramente teó rico, sino prá ctico en todo detalle. En el mensaje a los
laodicenses, los hijos de Dios son presentados en una posició n de seguridad terrenal. Está n
tranquilos, creyéndose en una exaltada condició n de progreso espiritual. “Porque tú dices: Yo
soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.

El mensaje del Testigo Fiel

¡Qué mayor engañ o puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos
todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios
sumido en un triste engañ o, aunque crea sinceramente dicho engañ o. No sabe que su
condició n es deplorable a la vista de Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del
Testigo Fiel se lisonjean que se encuentran en una exaltada condició n espiritual, dicho
mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condició n de
ceguera, pobreza y miseria espirituales.

Y la promesa para esta iglesia, es qué el qué venciere todas estas cosas se sentaría en el trono,
así como Jesú s se sentó a la diestra del padre.

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