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La gratitud de Elisa

Elisa nunca lo hubiera imaginado. Cuando salió del colegio con su madre, al cruzar el paso de cebra, un coche las
arrolló. Enseguida se arremolinó mucha gente a su alrededor. Vio horrorizada a su madre en el suelo. Ella estaba
bien, solo tenía el susto encima. Las llevaron a las dos al hospital en ambulancia. Según dijeron su madre tenía roto
el húmero y contusiones por todo el cuerpo. Ahí, Elisa se enteró que ese hueso estaba en el brazo y lo que suponía
no poder hacer muchas cosas.

- ¡Muchas gracias! - se despidió su madre de las enfermeras a los pocos días cuando salió del hospital.

- ¡Gracias, Elisa! - le dijo su madre cuando la niña abrió la puerta para que pudiera pasar.

- ¡Gracias, Manolo! - agradeció también al padre de Elisa cuando recibió su ayuda para acomodarse en el coche de
vuelta a casa.

Elisa nunca había oído dar las gracias tantas veces seguidas, y en tan poco espacio de tiempo.

Cuando llegaron a casa tuvieron que ayudar a su madre para desvestirse, y de nuevo les dio las gracias.

A la hora de comer Elisa y su padre pusieron la mesa. Su madre necesitó ayuda para partir el filete, y de nuevo dio las
gracias.

La niña cada vez iba siendo más consciente de lo agradecida que estaba su madre con ella, y descubrió lo bien que se
sentía ella ayudando a sus padres.

La gratitud se volvió una costumbre en la casa.

- Es difícil hacer las cosas del día a día con un solo brazo y estando tan dolorida No me sé vestir, no puedo asearme,
ni hacer la comida. Gracias por tu ayuda, Elisa. - le dijo su madre.

- Yo te ayudaré siempre, mamá. No te preocupes - le dijo Elisa abrazándola. - ¡Gracias, hija! - le contestó agradecida
su madre besándola en la mejilla.

Y esos días la palabra gracias fue la más escuchada en casa de la niña. Poco a poco la madre de Elisa se fue
recuperando y fue haciendo sus quehaceres habituales.

- ¡Gracias, mamá! - dijo Elisa cuando llegó a casa y vio que su madre había preparado la comida y la mesa estaba
puesta.

- ¡Gracias, mamá! - dijo Elisa cuando vio su cama hecha.

- ¡Gracias, papá! - dijo Elisa cuando su padre había planchado su ropa y preparado la cena.

Y Elisa descubrió que dormía muy bien sabiendo que tenía a sus padres con ella, y que sus padres estaban felices
por tenerla en sus vidas. Dio gracias por eso.

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