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Capitulo II

CONSIDERACIONES DOCTRINARIAS Base legal

1) La legislación
2) La costumbre jurídica
3) Los principios generales de derecho
4) El buen sentido y razón natural
5) La doctrina
6) La jurisprudencia
Capítulo III
En El Salvador, luego de casi tres décadas desde la firma de los Acuerdos de Paz,
los derechos de las víctimas a la justicia, la verdad, la reparación y garantías de no
repetición continúan sin ser plenamente garantizados. Ante la reciente aprobación
del decreto legislativo que contiene la Ley Especial de Justicia Transicional,
Reparación y Reconciliación Nacional (Ley de Reconciliación), Amnistía
Internacional expresa su preocupación por aquellas disposiciones que
obstaculizan la investigación y la efectiva sanción de quienes resulten
responsables de crímenes del derecho internacional.

Es de señalar que en 2012 la Corte Interamericana de Derechos Humanos señaló


que la Ley de Amnistía General para la
Consolidación de la Paz promulgada en 1993 (Ley de Amnistía) era incompatible
con la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y determinó que dicha ley no podía representar un obstáculo
para la identificación, juzgamiento y castigo de los responsables de graves
violaciones de derechos humanos.1 Posteriormente, en 2016, la Sala de lo
Constitucional de El Salvador emitió un histórico fallo, al declarar inconstitucional
la Ley de Amnistía de 1993. Sin embargo, siete años después del fallo
interamericano y cuatro años después de la sentencia de la Sala, la Asamblea
Legislativa, lejos de dar cumplimiento a dichas resoluciones, priva a las víctimas
de un verdadero acceso a la justicia al
aprobar el decreto legislativo que contiene la Ley de Reconciliación. Así, Amnistía
Internacional observa con alarma que establezca plazos para el ejercicio de la
acción persecutoria sobre crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, que,
por su naturaleza, son imprescriptibles (Art.60). Además, incorpora figuras como la
conmutación o la reducción
drástica de la pena, que parecen contravenir las obligaciones internacionales de El
Salvador, pues impiden la aplicación de penas proporcionales a la gravedad de los
delitos (Art.61 inc.4 y Art. 67) y permite la sustitución de la pena privativa de
libertad bajo consideraciones amplias y vagas (Art.61 inc.4).
Además, Amnistía Internacional ve con preocupación que, en el marco de la
aprobación del decreto legislativo, el proceso de consulta estuvo plagado de
denuncias, por parte de organizaciones nacionales, por su falta de efectividad.
Adicionalmente, organizaciones de derechos humanos han señalado sus
preocupaciones respecto a otras secciones del texto aprobado por la Asamblea
Legislativa, incluyendo disposiciones relacionadas con las medidas de reparación,
acceso a la verdad, memoria histórica y garantías de no repetición. Sin duda,
dichas consideraciones, deben ser también
analizadas y tomadas en cuenta por todas las instituciones del Estado.

En este contexto, las autoridades deben cumplir de buena fe sus compromisos


internacionales y “abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, el indulto, la
prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad, así como
medidas que pretendan impedir la persecución penal o suprimir los efectos de una
sentencia condenatoria”.Sin
embargo, al favorecer la impunidad de los crímenes cometidos durante el conflicto
armado, la Asamblea Legislativa asienta que éstos son aceptados y tolerados.
En su lugar, las autoridades deberían condenar de manera tajante cualquier
actuación que perpetúe la impunidad de crímenes del pasado y el presente. Debe
tenerse presente también que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), en el contexto de su reciente visita in loco, señaló que la falta de diligencia
estatal para desclasificar los archivos de las fuerzas de seguridad que participaron
en el conflicto armado constituye un gran obstáculo para la reconstrucción de la
verdad y un serio condicionamiento para alcanzar la justicia en casos que se
encuentran en fase de investigación.

Adicionalmente, las organizaciones de derechos humanos han expresado que es


necesario que la Fiscalía General de la República muestre mayores avances en la
investigación y judicialización de los crímenes del derecho internacional cometidos
durante el conflicto armado. En ese marco, lamentamos que la aprobación
legislativa de la Ley de Reconciliación sea parte de una larga lista de agravios y
reiteradas denuncias realizadas por las víctimas del conflicto armado y las
organizaciones de derechos humanos durante los últimos años.

Luego que el Presidente de El Salvador vetara el decreto legislativo que contiene


la Ley de Reconciliación5, instamos a todas las autoridades estatales, incluyendo
al presidente, a dar pasos decididos y contundentes encaminados a garantizar, de
una vez por todas, los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y garantías
de no repetición de las víctimas del conflicto armado. El Estado salvadoreño debe
revisar las medidas, que se han implementado hasta la fecha y adoptar acciones
para corregir inmediatamente aquellas que, al no cumplir con los estándares
internacionales de derechos humanos, siguen violando los derechos de las
víctimas y condenándolas a la impunidad.
16 de julio de 2020.

Cuatro años han transcurrido desde la histórica sentencia de la Sala de lo


Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que declaró la inconstitucionalidad
de la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz de 1993. La
derogación de esta ley fue posible gracias a décadas de lucha liderada por
víctimas, familiares y sobrevivientes de las atrocidades ocurridas desde la década
de 1970 y durante la guerra civil salvadoreña.
Esa decisión judicial fue consistente con los estándares internacionales sobre el
deber del Estado de investigar, juzgar y sancionar a las personas responsables
por graves violaciones a los derechos humanos que constituyen a su vez,
crímenes de guerra y de lesa humanidad. Tanto la Comisión como la Corte
Interamericana de Derechos Humanos habían llamado a El Salvador a garantizar
que dicha Ley no representara un obstáculo para la verdad y el acceso a la
justicia.

De conformidad con ello, la Sala afirmó que respecto de crímenes de tal magnitud
es inaplicable la prescripción y por tanto se pueden perseguir en cualquier tiempo
y lugar. Asimismo, reconoció que existió un aparato organizado que ordenó y
cometió estos delitos aberrantes siguiendo un patrón sistemático, por lo que la
responsabilidad penal por esos hechos debe extenderse a autores directos, a
quienes dieron las órdenes y a quienes, en posiciones de mando, podrían haber
evitado los crímenes y no lo hicieron.
Otros aspectos fundamentales de esta sentencia son que ordenó a las autoridades
dar acceso a información pública relacionada con las graves violaciones de
derechos humanos cometidas durante el conflicto armado; y que se deben adoptar
medidas de reparación integral para las víctimas.
Las organizaciones firmantes, articuladas en la Mesa contra la Impunidad en El
Salvador (MECIES), el Grupo de Trabajo Pro-Memoria Histórica y el Grupo Gestor
de la Ley de Reparación Integral de Víctimas del Conflicto Armado sostenemos
que, pese a este importante fallo constitucional, hasta hoy, las instituciones
obligadas por la sentencia parecen más empeñadas en perpetuar la impunidad y
el olvido, que en cumplir con las obligaciones internacionales del Estado y con lo
ordenado por la propia Sala.
Muestra de ello es que la Asamblea Legislativa, lejos de legislar en materia de
acceso a información y reparaciones, intentó aprobar una Ley de Reconciliación
Nacional que habría mantenido la impunidad de las personas responsables de
estos crímenes. Pese a la fuerza de denuncia y propuesta de las víctimas y una
comunidad internacional que ha rechazado estos intentos, la Asamblea continúa
priorizando otros intereses sobre la garantía del derecho a la justicia y a la verdad,
que alcance a toda la sociedad salvadoreña.En el mismo sentido, aun sin Ley de
Amnistía, la Fiscalía General de la República no ha hecho avances sustantivos en
ninguno de los más de 100 casos que han sido presentados por las víctimas a lo
largo de los años. Si bien, la unidad fiscal creada para atender los casos del
conflicto armado no ha contado con los recursos suficientes para realizar su labor
y, menos, ha recibido del Fiscal General el respaldo necesario; es preocupante
que, en este período, no se haya presentado un solo requerimiento fiscal de los
casos que están bajo su responsabilidad.

Recordamos que, a la luz de sus obligaciones internacionales, el Estado


salvadoreño debe llevar a cabo los procesos penales con todas las garantías,
especialmente la debida diligencia, para sancionar a quienes cometieron las
graves violaciones a los derechos humanos en apego al principio de
proporcionalidad. Argumentos a favor de la extinción de la responsabilidad penal
de los autores mediatos e inmediatos de estos crímenes para mantener “la paz”
son inadmisibles. Luego de años del cese al fuego en El Salvador, la sociedad se
ha esforzado por construir una paz duradera, por lo que se vuelve necesario
acabar con la histórica negación de las responsabilidades. La justicia es más que
nunca un imperativo.

Por su parte, las instituciones del Órgano Ejecutivo tanto en la anterior como en la
actual administración no han asumido las órdenes constitucionales derivadas de la
sentencia. Ambos gobiernos han eludido sus responsabilidades y han dado
insuficientes avances en materia de reparación. Más allá de acciones mediáticas y
con pocos beneficios para las víctimas, persiste la ausencia de espacios reales de
diálogo y las barreras para el acceso a la información y documentación
especialmente sobre las fuerzas armadas y de los cuerpos de seguridad de la
época de utilidad para las investigaciones penales, localización de personas
desaparecidas, entre otros aspectos.
La propuesta ley de amnistía de El Salvador para crímenes de guerra
revertiría décadas de lucha por la justicia

La propuesta ley de “reconciliación nacional”, que aún no se ha finalizado o


debatido formalmente, detendría todos los juicios actuales relacionados con delitos
en contra los derechos humanos cometidos durante los 12 años de guerra civil en
El Salvador (1980-1992). Permitiría que se investigara un conjunto limitado de
crímenes de guerra, pero prohibiría cualquier enjuiciamiento en el futuro. Líderes
de la Iglesia Católica, grupos de derechos humanos, grupos de la sociedad civil y
organizaciones de víctimas en el país han condenado el proyecto de ley. Además,
el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) ha retirado su
apoyo al proyecto de ley. Internacionalmente, la Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, condenó la propuesta; al
igual que las familias de las eclesiásticas estadounidenses asesinadas en El
Salvador en 1980, así como más de 180 académicos en una carta dirigida a la
Asamblea Nacional salvadoreña. Mientras el presidente electo de El Salvador,
Nayib Bukele, dijo que rechazará la ley, esto podría hacer que los miembros de la
Asamblea Nacional intenten obtener una versión del proyecto de ley aprobada y
autorizada por el presidente Salvador Sánchez Cerén antes de la inauguración de
Bukele el 1 de junio.

El Salvador: verdad, justicia y reparación para las victimas de la masacre del


Mozote

Días pasados, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se reunió con


representantes de orígenes de derechos humanos y familiares de las víctimas de
la masacre de “El Mozote y sitios aledaños”, perpetrada por una unidad militar
especial del Ejército salvadoreño en el año 1981, y les prometió implementar
medidas de reparación e impulsar obras de desarrollo social en la zona.“El
Mozote” es considerada una de las más atroces matanzas en la historia reciente
de América Latina. Se han “reconocido oficialmente” 1725 víctimas: 988 personas
ejecutadas, 48 sobrevivieron a la masacre, 660 son familiares de las personas
asesinadas y 29 sufrieron desplazamiento forzado. El 48,6 por ciento de las
personas ejecutadas por los militares fueron mujeres, el 50,2 por ciento eran
hombres y en el 1,2 por ciento no fue posible determinar el sexo. La mayoría de
las personas asesinadas fueron niños y niñas de entre 0 y 12 años de edad, que
sumaron 475, mientras que los/as muertos/as entre 13 y 17 años alcanzaron la
cifra de 64. El resto de ejecutados/as estaban entre los 18 y más de 61 años de
edad, pero entre las víctimas también se encontraban 12 niños/as en gestación
(EFE, 2018).
Estos hechos fueron rotundamente negados por años, tanto por el gobierno
salvadoreño como por el de Estados Unidos -que contribuyó a la guerra con ayuda
financiera y militar- hasta que, en el año 2012, El Salvador fue condenado y
responsabilizado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a raíz de lo
cual el entonces Presidente de la República Mauricio Funes reconoció y pidió
perdón a las víctimas en nombre del Estado, en un acto conmemorativo en el que
también prometió el cumplimiento de las medidas de reparación a la víctimas.
Pero, más allá de ello, no desarrolló ninguna política pública orientada a la
búsqueda de la verdad, la sanción de los responsables de las violaciones, efectiva
reparación las víctimas y el reconocimiento de la memoria histórica.
Ahora, el recientemente nombrado Presidente Bukele ha aclarado que “no
apoyará ninguna ley de amnistía” que evite esclarecer crímenes de guerra.
Además, se ha comprometido a trabajar “para darle la importancia que merece la
reparación de las víctimas del conflicto armado”. Apenas asumido el cargo, Bukele
había ordenado retirar de un cuartel en la ciudad de San Miguel (138 km al este de
San Salvador) el nombre del extinto coronel Domingo Monterrosa, acusado por la
Comisión de la Verdad de dirigir la operación militar en la que se ejecutó la
masacre de El Mozote.
Esto ocurre días después de que una comisión legislativa de la Asamblea
presentara una inconsulta propuesta de Ley de Reconciliación Nacional, que
nuevamente buscaba garantizar la impunidad de los crímenes perpetrados
durante el conflicto armado (1980-1992), evitando las penas de prisión para los
perpetradores, estableciendo un plazo de cinco años para la prescripción de las
investigaciones y limitando el número de casos a investigar a los que la Fiscalía
pueda recopilar en cinco meses. Con ello se  pretende dejar los procesos
judiciales en el olvido, entre los que se encuentra el de la causa de El Mozote.
Este proyecto de Ley provocó el pronunciamiento del Relator Especial de la ONU
sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no
repetición, Fabián Salvioli, quien expresó su preocupación en su reciente visita a
El Salvador, ante este intento de abrir la puerta a una nueva amnistía, cuando en
2016 la Sala Constitucional había declarado que la Ley de Amnistía General era
contraria a la Convención Interamericana y a las disposiciones constitucionales.
Asimismo, mediante una resolución de medidas urgentes, el Presidente de la
Corte IDH, Eduardo Ferrer Mac-Gregor, requirió al Estado salvadoreño que
suspendiera dicho trámite legislativo, en atención a lo ordenado en la sentencia de
El Mozote y lugares aledaños.
Por la masacre del Mozote existe un proceso judicial que nace el 26 de octubre de
1990, con la denuncia de un líder campesino que logró huir del sanguinario ataque
militar en el caserío La Joya. Junto a otros/as sobrevivientes de El Mozote,
lograron en ese tiempo que la causa judicial se abriera y “gracias a ello, más de
400 osamentas fueron desenterradas en El Mozote, la mitad de ellas
correspondientes a menores de edad, niñas, niños, bebés. En aquella época el
Estado seguía negando la masacre, y nunca hubo una intención real de las
autoridades de llegar a la verdad y determinar responsabilidades. El procedimiento
sufrió injerencias indebidas y negativas del mismo Presidente de la Corte Suprema
de Justicia. Sin mayores avances en la investigación, el caso fue sepultado con un
sobreseimiento definitivo el 4 de septiembre de 1994, en cumplimiento de lo
decretado en la Ley de Amnistía de 1993.
Ante la imposibilidad de continuar el proceso en los tribunales ordinarios y ser
inefectivos los recursos del ordenamiento jurídico interno, las víctimas y
organizaciones de derechos humanos actuantes quedaron únicamente
expectantes de lo que pudiera solventarse en Sistema Interamericano de
protección a Derechos Humanos, al que habían acudido paralelamente. La CIDH
después de obtener información complementaria y analizar el caso, decidió, en el
año 2010, someterlo a jurisdicción de la Corte Interamericana.
La Corte IDH concluyó que el Estado de El Salvador era responsable por la
violación de los derechos a la vida, a la integridad personal y a la propiedad
privada; del derecho a la libertad personal; de la prohibición de la tortura y otros
tratos crueles, inhumanos o degradantes; de los derechos a la integridad personal,
a la vida privada y el domicilio, y a la propiedad privada; del derecho de circulación
y de residencia; de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial;
todos reconocidos en la Convención Americana de Derechos Humanos y que, por
tanto, también había incumplido la obligación de adecuar su derecho interno a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, contenida en su artículo 2, en
relación con los artículos 8.1, 25 y 1.1 del mismo instrumento (CorteIDH, 2012).

El efecto inmediato de esa condena de la Corte IDH contra el Estado salvadoreño


fue el viraje en el discurso oficial de las autoridades al referirse a las masacres de
El Mozote y lugares aledaños. La versión nugatoria de los hechos no podía
mantenerse, pues, las evidencias de los excesos cometidos por la Fuerza Armada
y las acciones encubridoras de funcionarios precedentes ahora tenían el respaldo
de autoridad del órgano jurisdiccional del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos. (Morales, 2017).
Como ya se señaló, el entonces Presidente de la República Mauricio Funes, había
pedido perdón a las víctimas en nombre del Estado de El Salvador, y prometido el
cumplimiento de las medidas de reparación a la víctimas. En aquel entonces, se
reanudaron las exhumaciones en los sitios de las masacres y la entrega paulatina
de los restos a los familiares de las víctimas. Pero en la práctica, aún existían
obstáculos legales e institucionales para llevar adelante las investigaciones
correspondientes a los crímenes de derechos humanos ocurridos durante el
conflicto bélico. La Ley de Amnistía seguía vigente y la Fiscalía General de la
República se quejaba de falta de presupuesto para echar a andar las indagaciones
sobre hechos del pasado. Hasta mediados de 2015, el ente acusador no había
realizado mayores esfuerzos por ahondar en las investigaciones, a efecto de tener
los fundamentos fácticos suficientes para presentar una acusación sólida ante los
tribunales (Morales, 2017).

No obstante, el 29 de marzo de 2017 las denuncias fueron expuestas ante el


Juzgado Segundo de Primera Instancia de San Francisco Gotera, departamento
de Morazán. El proceso penal avanza lento y tambaleante. Debido a que es una
causa que se ha rea perturado casi 30 años después de su incoación, cuenta con
la particularidad de tramitarse bajo una normativa penal y procesal penal derogada
en 1998, pues, es la que estaba vigente al momento de los hechos y de la
judicialización a principio de la década de los 90. Esa normativa responde a una
época en la que aún imperaba la escrituralidad, el secretismo y demás
características del sistema penal inquisitorio, pero están siendo aplicadas por
operadores e instituciones de un sistema de administración de justicia configurado
acorde a un sistema de corte más acusatorio.

En este momento el caso se encuentra en la fase de instrucción. El Juez ya ha


notificado a los imputados las acusaciones en su contra, incluyendo entre las
imputaciones además de los asesinatos, la tortura y la desaparición forzada. Ya se
han recibido las declaraciones de numerosos testigos-víctimas y, como parte de la
prueba pericial, a las integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense
que participaron en exhumaciones. A diferencia de las reglas actuales, la
investigación no la dirige la Fiscalía, sino un Juez. Otra circunstancia que llama la
atención es que, finalizada la recolección de las probanzas, la causa será elevada
a plenario y los hechos serán conocidos por un jurado lego, y no por un tribunal
letrado como lo requiere el sistema procesal que rige hoy en día. Esta dualidad de
normas y figuras jurídicas aplicables complica el diligenciamiento del proceso en la
práctica.
De este modo, las voces de las víctimas hoy son oídas en los estrados judiciales y
en los ámbitos políticos. Sin embargo, hay sectores que buscan imponer el
silencio, y dejar en el olvido, a quienes a 32 años de los hechos siguen buscando
verdad y justicia.  
ANALISIS DE RESULTADOS

Solución al problema de investigación:

El primer problema delimitado dentro de la investigación fue, si realmente existe

un verdadero interés por parte del Estado Salvadoreño, en garantizar el acceso a la

justicia y a conocer la verdad, por medio de las instancias respectivas dentro del

órgano judicial estatal y no solo al acceder a los sistemas internacionales, siendo uno

de ellos la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por lo que, a lo largo del

desarrollo de la investigación, se abordaron diversos criterios y los resultados de las

entrevistas, los cuales permiten afirmar que de forma abstracta existen los parámetros

para garantizar el acceso a la justicia y conocer la verdad; pues dichos funcionarios,

están obligados a responder a las peticiones de los ciudadanos que se tramitan, por

medio de los procesos penales establecidos para cada caso en concreto, por lo que de

acuerdo con el art. 145 de la Cn; los funcionarios públicos que, como consecuencia de

una actuación u omisión dolosa o culposa, hayan vulnerado derechos constitucionales

deberán responder, con su patrimonio y de manera personal, de los daños materiales

y/o morales ocasionados.

En todo caso, en la Sentencia de fecha 15-II-2013, emitida en el Amparo 51-

2011, se aclaró que, aun cuando en una sentencia estimatoria, el efecto material sea

posible, el amparado siempre tendrá expedita la incoación del respectivo proceso de

daños, en contra del funcionario personalmente responsable, en aplicación directa del

art. 245 de la Cn; asimismo, debe garantizarse un debido proceso, respetando las

garantías de las partes involucradas; por tanto, se considera necesaria la

implementación de nuevos modelos para la consecución de la justicia en El Salvador.

Por otro lado, respecto a la apertura de los archivos oficiales clasificados por

parte del Estado Salvadoreño, en las entrevistas realizadas quedo evidenciado que, es

necesaria la desclasificación, por lo cual debe solicitarse exhaustivamente, el acceso a

estos archivos por parte de la sociedad en general, ya que la información que estos

contienen puede permitir la continuación y esclarecimiento de algunos procesos, en


torno a los delitos cometidos por el gobierno de turno y que incluso hay casos

documentados, en los cuales dicha información ha sido útil para enfrentar la impunidad

en estos delitos; por otro lado se estableció que si realmente existen las garantías

suficientes para la conservación y defensa de los Derechos Humanos, en este caso

puede afirmarse que, efectivamente existen garantías que permiten a un ciudadano el

exigir la tutela de sus derechos constitucionales ante la Sala de lo Constitucional, por

medio de procesos constitucionales; mediante los cuales puede tutelarse un derecho

fundamental vulnerado, mediante tres tipos de procesos, establecidos en la Ley de

Procedimientos Constitucionales (Hábeas Corpus, Amparo, Inconstitucionalidad);

asimismo, no sólo existen las garantías de carácter procesal, sino también existen

garantías constitucionales, como la seguridad jurídica, el acceso a la justicia; entre

otros.

Otro de los problemas planteados, fue establecer si existe conformidad en los

criterios resolutivos que emite la Corte Interamericana de Derechos Humanos y las

sentencias que dicta la Sala de lo Constitucional, ante la afectación de Derechos

Humanos, al respecto se confirma mediante la información recabada, que las

sentencias que emite la Sala de lo Constitucional pretenden potenciar los derechos y

principios contenidos en la Constitución; y en cuanto a la aplicación de los criterios

resolutivos de la Corte IDH, el Tribunal Constitucional, los retoma en cuanto a

relacionar dicha jurisprudencia al momento de hacer su análisis, tal como puede verse

en la sentencia de Amparo 558-2010, en la cual, al dar sus conclusiones la Sala de lo

Constitucional relaciona el Caso Contreras y otros vrs. El Salvador, párr. 146 y el Caso

Hermanas Serrano Cruz vrs. El Salvador, párr. 172; haciendo énfasis en ese caso, que

la jueza de Primera Instancia siendo la demandada en cuestión, debería considerar la

jurisprudencia de la Corte IDH, en cuanto a que se estableció en ella que, “son

inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el

establecimiento de excluyentes de responsabilidad, que pretendan impedir la

investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los Derechos

Humanos”.
Por lo tanto, es este un ejemplo que, confirma que existe conformidad en los

criterios resolutivos que emite la Corte Interamericana de Derechos Humanos y las

sentencias que dicta la Sala de lo Constitucional ante la afectación de Derechos

Humanos.

Verificación de hipótesis:

Se comprobó que, la Sala de lo Constitucional ha retomado los criterios a

considerar, dentro del catálogo jurisprudencial de la Corte Interamericana de Derechos

Humanos, como se mencionó en el párrafo anterior.

Se ha verificado que, a partir de la ratificación de los tratados internacionales, El

Salvador ha retomado la jurisprudencia de la Corte IDH, la cual le ha servido como

referencia para desarrollar el Derecho a la Verdad, conforme a las garantías del

Derecho Internacional Humanitario y el respeto de los Derechos Humanos; asimismo,

para establecer la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley de amnistía en el

entendido que los crímenes de lesa humanidad no pueden ser objeto de amnistía ni

prescripción, porque no puede adoptarse una amnistía general o absoluta, ya que viola

el derecho de las víctimas a la reparación, a la justicia, la verdad y son contrarias al

Derecho internacional humanitario, conforme lo establecido en los instrumentos

internacionales ratificados por El Salvador.

Conforme a la hipótesis que establece que la Sala de lo Constitucional, esgrime

en sus sentencias criterios de obligatorio cumplimiento, a razón de las peticiones de los

ciudadanos afectados en casos de delitos de lesa humanidad, en cuanto que, es el

tribunal encargado de velar por el cumplimiento de los derechos consagrados en la

Constitución Salvadoreña, se ha comprobado a través de lo dictado en la sentencia de

amparo 558-2010, que manifestó que “la interpretación constitucional debe ser

entendida, como una actividad racional y argumentativa creadora de reglas

constitucionales, las cuales han de convertirse en un canon de obligatoria observancia

para este Tribunal –auto precedente– y para las otras entidades jurisdiccionales –

precedente vertical–, así como para los particulares y los demás poderes públicos, con

el fin de poder dirimir los casos futuros, que guarden una semejanza relevante con los
ya decididos. De ahí que los criterios jurisprudenciales en materia constitucional se

erijan como una base normativa idónea y suficiente para fundamentar en ellos,

jurídicamente, las resoluciones judiciales y administrativas. Por tanto, los aplicadores –

jurisdiccionales o administrativos– deben cumplir con lo ordenado en las reglas

adscritas a las disposiciones constitucionales, así como en los pronunciamientos

contenidos en las sentencias estimatorias o desestimatorias de inconstitucionalidad,

adoptando las medidas necesarias para hacerlas cumplir en aquellos casos, en que la

eficacia de la sentencia lo requiera, cuando no implique solamente la expulsión del

ordenamiento jurídico del objeto de control–. Lo mismo sucede en los casos de la

interpretación de los contenidos de los derechos fundamentales por medio de los

procesos de amparo y hábeas corpus”.

En ese sentido, previo a concluir sobre la aplicación o no de la LAGCP, la

autoridad demandada tenía la obligación de verificar, si ello impidiese la protección y

reparación de los derechos fundamentales de las víctimas y sobrevivientes del

homicidio colectivo ocurrido en el sitio denominado “El Calabozo”, del Municipio de San

Esteban Catarina, departamento de San Vicente, durante el operativo militar realizado

del 17 al 22 de agosto de 1982. Consecuentemente, el Tribunal concluyo, que la Jueza

de Primera Instancia de San Sebastián no cumplió con lo establecido en la

jurisprudencia constitucional, generando una desprotección para los derechos

fundamentales de los sobrevivientes y familiares de las víctimas de los hechos

denunciados.

Respecto de la tercera hipótesis específica, en la cual se determinó que el

Estado Salvadoreño, en su negativa a reaperturar casos de violaciones sistemáticas a

Derechos Humanos, particularmente los relacionados con genocidios, torturas y

desapariciones forzadas durante el conflicto armado, se vuelve responsable en la

vulneración de los mismos; de lo cual puede establecerse mediante la información

recabada en las entrevistas y la investigación que efectivamente el Estado, se vuelve

cómplice de los autores de estos delitos, al mantener en resguardo archivos que

contribuirían al esclarecimiento de los hechos, por lo que es necesario la


desclasificación de los documentos de guerra que permitan la individualización de las

personas responsables de los hechos, logrando que se responsabilicen civilmente de

los daños que dichos delitos acarrean; asimismo, existe documentación que

comprueba como en otros países ha ayudado la desclasificación en la búsqueda de la

verdad de los hechos; ejemplo de ello el diario militar contra Guatemala, dicho archivo

desclasificado ofrece una visión única sobre el país, la época y las instituciones

involucradas en los casos de violación de Derechos Humanos, en dicho país.

LOGRO DE OBJETIVOS:

Se ha logrado comprobar, el objetivo general del tema de investigación ya que,

al analizar la jurisprudencia sobre casos de vulneración a los Derechos Humanos, la

Sala de lo Constitucional ha resuelto conforme, a los criterios establecidos por la Corte

Interamericana de Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales,

fundamentando su análisis jurídico de acuerdo a los casos ocurridos en El Salvador,

resueltos por dicha Corte o referentes de otros países; conservando siempre los

valores y principios consagrados en la Constitución salvadoreña.

Otro logro es el objetivo específico número uno, en el cual se establece que

efectivamente, existe una labor ejemplar por parte de la Sala de lo Constitucional en

materia de Derechos Humanos y puntualmente sobre delitos de lesa humanidad, en

garantizar el reconocimiento del Derecho a la verdad, conforme a lo establecido en los

instrumentos internacionales ratificados por El Salvador; como ejemplo de ello está la

sentencia de Inc. 44-2013/145-2013 en la cual se establece en la misma que “el

Estado, tiene la obligación internacional de asegurar la represión legal efectiva, de los

crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, y que la imprescriptibilidad de esos

delitos se afirma como expresión de un reconocimiento común y consuetudinario de los

Estados, elevado a la categoría de principio imperativo del Derecho Internacional (ius

cogens), general y obligatorio”. Lo cual, le otorga un mayor reconocimiento dentro de la

legislación; asimismo, se encuentra la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley de

amnistía, con ello se comprueba el compromiso de la Sala, en cuanto al cumplimiento

de los criterios de los instrumentos internacionales y también se tiene como ejemplo la


sentencia de Amparo 558-2010, en la cual declara ha lugar, el amparo contra la

autoridad demandada por la vulneración de los derechos a la protección jurisdiccional –

en su manifestación del Derecho de acceso a la jurisdicción– y a conocer la verdad, de

la parte actora.

En el segundo objetivo específico, se estableció sí existe un efectivo

cumplimiento, de las sentencias dictadas por la Sala de lo Constitucional, de parte del

Estado Salvadoreño; en los casos de delitos de lesa humanidad, esto respecto a los

fallos que dicta el Tribunal; como ejemplo de ello, puede verse el seguimiento que está

brindando la Sala de lo Constitucional, a la declaratoria de inconstitucionalidad que

dictó, de la anterior Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz y al

cumplimiento de dicha sentencia por parte de la asamblea legislativa; ello en virtud que

se cumplan los plazos, otorgados por la Sala para que la Asamblea Legislativa,

apruebe una ley de reconciliación nacional y de asistencia a víctimas, que cumpla con

lo establecido en la sentencia mencionada; asimismo, se estableció en la misma que,

debía tomarse en consideración la opinión de las víctimas del conflicto armado, las

asociaciones que las representan y otros sectores de la sociedad, que se muestren

interesados en contribuir a los fines de su elaboración para garantizar, sus derechos al

acceso a la justicia y la verdad; con esto se ratifica el compromiso de la Sala, en cuanto

al cumplimiento de lo establecido en los instrumentos internacionales ratificados por El

Salvador, referentes al acceso a la justicia y la verdad.

Y, por último, el tercer objetivo el cual consistía en determinar a quién

corresponde la responsabilidad de las omisiones dentro de la investigación, en lo que

respecta al procesamiento contra los responsables señalados en la Comisión de la

Verdad, por graves violaciones a los Derechos Humanos, cometidas durante el

conflicto armado; en cuanto a este objetivo, aún no se ha esclarecido concretamente,

en ninguno de los casos los autores responsables de los hechos, únicamente se han

tenido intenciones por parte de las organizaciones sociales, al promover procesos

constitucionales e internacionales, para encontrar la verdad de los hechos, la presente

investigación concluyó que el Estado Salvadoreño es el principal responsable que


estos delitos continúen impunes, esto se afirma a partir de la información recabada y

las entrevistas en las cuales se menciona que el Estado posee información clasificada,

que aún no pone a disposición de los tribunales correspondientes y otra que se

encuentra en manos de los Estados Unidos de América y la ONU; asimismo, se

responsabiliza al órgano legislativo ,el cual impide que se realicen nuevas

investigaciones al no cumplir con lo ordenado por el Tribunal Constitucional, en cuanto

a la creación de una nueva ley de amnistía, que subsane todas las deficiencias de la

anterior, que cumpla con los criterios establecidos en los instrumentos internacionales y

demás garantías constitucionales.

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