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Acto 17 de Agosto

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Personajes principales:

● San Martín: Valen G.


● Merceditas: Mica D’amelio
● Rosas: Ayamará
● Granadero X: Franco
● A. Gérard: Cami Fer.
● Juan Bautisata Cabral: Milton
● Mujer Mendocina/Carmen: Isa
● Pintor: Marti L.
● Yerno: Mateo
● Doctor: Sol
● Remedios: Abril
● Patricias: Lu, Viki, Juli
● Granaderos: Ticiano Y Gastón

1. [INT/Casa de San Martín (habitación)/Boulogne Sur Mer,


Francia]
Merceditas, Yerno y Doctor.

Luces tenues, están Merceditas, su esposo, Mariano Balcarce, y


sus hijas sentadas alrededor de San Martín en una habitación. El
doctor dando parte del estado de salud del general.

DOCTOR:
Su salud, General, ha ido empeorando en su condición este último
tiempo. Su asma no parece estabilizarse y las úlceras se ven
cada vez peores. Lo lamento mucho, pero me temo que su tiempo
aquí es escaso.

Merceditas rompe en llanto, Mariano la consuela. Las nietas se


acercan a la cama y besan la frente de su abuelo. San Martín,
con su último aliento, mientras tose, expresa sus últimos
deseos.

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SAN MARTÍN:
Mariano, Josefa, Maria Mercedes, su compañia me es de gran
valor, tu, mi nieta mayor (maria mercedes), estoy tan orgulloso
de la joven mujer en la que te has convertido, tu madre ha hecho
un gran trabajo criandote, en cuanto a ti, Josefa, tu conducta
es ejemplar, tu abuela estaría más que orgullosa de ti, espero
que ambas encuentren a alguien que las haga tan felices como
ella me hizo a mi.

Ambas nietas, con lágrimas en los ojos, se despiden de su abuelo


y se paran a un lado. Merceditas observa todo con mucha
melancolía.

SAN MARTÍN:
(entre toses) Mariano, no podría haber elegido a nadie mejor
para mi hija que tu, espero la cuides hasta el último de tus
alientos y que junto a ti pueda ser la mujer mas feliz del
mundo.

Mariano, Josefa y Maria Mercedes se van de la habitación,


Merceditas se acerca a su padre y se sienta a su lado en la
cama.
Luces rojas y azules, música tenue.

SAN MARTÍN:
Merceditas, hija mía, tengo tanto que decirte, pero el tiempo es
escaso y se ha vuelto contra mí. Eres el sostén de tu familia,
una de las mujeres más fuertes que he conocido, junto con tu
madre, por supuesto (se ríe) (tose). Hija, mi mayor deseo es que
mi corazón descanse junto con el de Buenos Aires, mi sable,
dáselo a Rosas y que a tu tía Maria Elena le sea otorgada una
pensión, esa mujer merece un monumento… Mi niña, nunca olvides
las máximas que te inculqué, estás haciendo un trabajo ejemplar
con tus hijas, Remedios estaría tan orgullosa de verte hoy…
(tose mucho y muere)

Merceditas llora, toma las manos de su padre y le dedica unas


palabras.

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MERCEDES:
Padre, fuiste un hombre tan noble, sacrificaste tu juventud al
servicio de los españoles, tu adultez a la patria, tenias ganada
tu vejez.

Se cierra el telón.

2. [INT/Casa de San Martín (living)/Buenos Aires]

Merceditas, Rosas, Granadero X, A. Gerard, Mujer mendocina.

Merceditas está sentada en la mesa de la sala de su casa. Esta


se encuentra triste mientras sostiene una carta en su mano. Todo
está en silencio. El ambiente está hundido en un profundo
silencio en donde reinan la tristeza y la soledad.
Mercedes leé la nota, y una pequeña sonrisa nostálgica se
apodera de su rostro.
Sin embargo, todo pasa a un segundo plano cuando se escuchan
golpes en la puerta. Mercedes se levanta, deja la carta sobre un
mueble, al igual que todas las emociones del momento y se
dispone a abrir la puerta.
Rosas y un granadero hacen un saludo cordial hacia Mercedes que
corresponde con una pequeña mueca.

ROSAS Y GRANADERO X:
(al unísono) Señora Mercedes.

Rosas y un granadero hacen un saludo cordial hacia Mercedes que


corresponde con una pequeña mueca.

ROSAS:
Mi más sentido pésame por la muerte de su padre.

GRANADERO X:
Lamento mucho la pérdida de su padre señora.

Merceditas invita a pasar a los visitantes y cierra la puerta


detrás suyo.

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MERCEDES:
Muchas gracias por aceptar mi invitación y acompañarme en este
momento tan di-

Por segunda vez, se escuchan 3 fuertes golpes en la puerta


anunciando que alguien más ha llegado.
Merceditas se dirige a la puerta nuevamente y la abre. Al
hacerlo la emoción que siente la vence por un momento y abraza
al hombre que ha entrado en la sala. Este hombre, A. Gerard le
corresponde con afecto.
Tras unos instantes la serenidad vuelve a Mercedes que se separa
del amigo de su padre.
En ese momento, se da cuenta que aquel amigo no está solo. Sino
que se encuentra acompañado de una mujer. En el momento en que
Mercedes se fija en ella, vuelve a emocionarse, pero esta vez no
se deja vencer. En cambio le da un saludo cordial con respeto y
un poco de afecto.

MERCEDES:
Bienvenidos. Oh, disculpe mis modales. Gerard, Carmen, ellos
son Juan Manuel de Rosas y Francisco Vargas, un granadero que
acompañó a mi padre en más de una batalla. Rosas, Francisco, les
presentó a Gerard, amigo íntimo de la familia y a Carmen que
recibió a mi padre en su hogar en Mendoza cuando este preparaba
el cruce de Los Andes.

Luego de saludos y presentaciones entre sus invitados, Mercedes


les sugiere sentarse a la mesa.

MERCEDES:
Por favor tomen asiento.

Todos los invitados toman asiento y aceptan la taza de té que


una empleada, que apareció en ese momento, les ofrece.

MERCEDES:
Estoy muy agradecida por haber podido reunirnos todos aquí.
Estoy segura de que mi padre estaría muy contento de tener
amigos en casa.

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Fin de la escena.

3. [INT/Relacion de San Martin y Rosas/Grand Bourg, Francia]

Rosas, Granadero X, A. Gerard.

Casa de San Martín en Buenos Aires.Todos los invitados están


sentados en la mesa tomando algo.
Una empleada trae una bandeja con galletas. Se escuchan voces
pero no se entiende lo que dicen.

ROSAS:
¡¡No lo puedo creer!! Estás son las mismas galletas que estaba
comiendo el día que me llegó la primera carta del General.

ADOLPHE:
Ohh si! San Martín escribió un sin fin de cartas dirigidas a
usted mientras vivía en aquí.

CARMEN:
Entonces es verdad que don José compartía una amistad con usted?

ROSAS:
La realidad es que José es un hermano para mí. Sin duda teníamos
una buena relación. Él me ayudó mucho en mi época de gobernador.

MERCEDES:
A veces él me hablaba de usted y lo que pasaba en nuestra
nación. Compartía su misma idea política, ya que ambos
simpatizaban con el partido federal.

ROSAS:
Así es. Teníamos ideas similares en cuanto a cómo se debe
manejar una nación. Quizás se deba a que tuvimos un
entrenamiento similar. Nos educaron para creer en la disciplina
y la justicia.

Rosas hace una pausa y toma un trago de algo, mientras piensa.

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ROSAS:
Aunque sin duda, él era mucho mejor estratega. Lo demostró
incluso desde su casa en Francia, al intervenir en la posible
invasión francesa a nuestro territorio.

ADOLPHE:
San Martin estaba siempre dispuesto a intervenir ya sea de forma
diplomática o en batalla para ayudar a su gente y su patria.

ROSAS:
Esa es una de las muchas cualidades que admiro profundamente del
General. Él ponía a la patria ante todo. Y no permitió jamás que
absolutamente nadie la humillara, mucho menos vi personas que
deberían defenderla como los americanos. Así me lo hizo saber
en una de las muchas cartas que me envió.

Rosas saca una hoja de su bolsillo y lee. Mientras, en el


escenario San Martín escribe la carta que se está leyendo.

ROSAS:
“…Lo que no puedo concebir es el que haya americanos que por un
indigno espíritu se unan al extranjero para humillar a su Patria
y reducirla a una condición peor que la que sufriamos en tiempos
de la dominación española: una tal felonía ni el sepulcro la
puede desaparecer…”

GRANADERO X:
El General amaba a su Patria tanto como a su familia. Recordaré
siempre lo que hizo para que esta nación sea lo que es hoy. Y no
descansaré hasta que lo que él deseaba para su Patria este hecho
realidad.

TODOS EN CONJUNTO:
Igual yo.

CARMEN:
Es lo mínimo que podemos hacer después de todo lo que él tuvo
que pasar para liberarnos a todos.

Todos asienten y hacen un brindis.

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MERCEDES:
General Rosas, creo que nunca le he agradecido todo lo que usted
ha hecho por mi padre. Y no solo me refiero al dinero que le
envió durante su exilio, sino también por facilitar nuestra
compañía en sus últimos días al nombrar oficial en la Embajada
Argentina en Francia a mi esposo. Sin duda fue eso lo que nos
permitió estar con él hasta el final.

ROSAS:
No tiene por qué agradecerme señorita. Lo hice con mucho gusto y
lo volvería a hacer de ser necesario. Su padre lo merecía, era
lo mínimo que podía hacer para mostrarle mi gratitud.

4. [EXT/Batalla de Chacabuco y de San Lorenzo] FLASHBACK!

Juan Bautisata Cabral, San Martín, Granadero X

Se encuentran los invitados al funeral del general sentados en


torno a una mesa, cuando el veterano, uno de los 76 granaderos
que supieron sobrevivir a la gesta del libertador. Así comienza
entonces a relatar fragmentos de la campaña que aún danzan como
vívidos recuerdos en su memoria. Comienza el flashback. Ya no
nos encontramos en el funeral de Don José, en su casa de
Boulogne Sur-Mer, sino a las afueras del convento de San Carlos,
en la localidad de San Lorenzo, en Santa Fe, un soleado 3 de
febrero del año 1813.

GRANADERO:
El manto de la noche cubría aquel lejano San Lorenzo … allí se
alojaba el convento de San Carlos, posición estratégica, donde
nos acuartelamos para hacerle frente al desembarco de las tropas
realistas.

GRANADERO:
Hubo en aquel entonces, alistados en la tropa, unas 150 almas,
comprendida por los hombres a quien el general consideraba más
acondicionados, a la espera del combate.

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Se observa a los uniformados a la espera del ataque, con el
general San Martín enfrentado a ellos, dando una de sus arengas

GRANADERO:
Con la salida del sol, los realistas bajaron de sus navíos,
listos para saquear y
destruir lo que encontrasen a su paso. Pero nosotros les dimos
una calurosa bienvenida.

Suenan los clarines estruendosamente. Se despliega el pabellón


(bandera) en las líneas de los granaderos.

Comienza el combate. El ruido de los cañones ensordece al


público. Bayonetazos, cortes con el sable. Ferozmente los
granaderos logran dar parte a las ofensas de los realistas,
lentamente comienzan a superarlos, van cayendo de a uno.

GRANADERO:
Yo era en aquel entonces solo un muchacho, poco sabía de letras
y valores,pero el General inspiró en mí un amor por la patria,
que me dio el coraje que envestí en la lucha. Polvo y sangre nos
cubría a todos.

GRANADERO:
En medio de la batalla, fui testigo de … el nacer de un hito
histórico, un acto de
grandeza.

Se apagan las luces que iluminan el flashback. El estelar


ilumina solo a San Martín, Sgto.
Cabral y un soldado realista.

GRANADERO:
El general cae de su caballo, muerto por el plomo, y queda
atrapado. Muy pronto, se encuentra con el filo de la bayoneta
enemiga, que casi lo atraviesa. Entonces, en un
acto de heroísmo…

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Se produce la escena narrada por el granadero.
…El sargento Bautista Cabral, envalentonado, se lanza al
encuentro con ella, salvando del acero a San Martín.

Se apaga el estelar. Queda todo en penumbra. Comienza a sonar la


marcha de San Lorenzo – instrumental – de fondo.

CABRAL:
Me voy contento, pues hemos vencido al enemigo.
Se cierra el telón.

GRANADERO:
Pese a que el combate solo duró un cuarto de hora, aquella
victoria a orillas del
Paraná marcó, para los que allí estuvimos, un antes y un
después. Comenzó entonces la gesta
libertadora del general.

GRANADERO:
Bajamos de Los Andes, cansados y sacudidos por la travesía. Una
vez más,
hubimos de batir las armas contra el enemigo realista.

GRANADERO:
Vencimos en Chacabuco, pero el ataque sorpresa en Cancha Rayada
fue otro golpe más.

GRANADERO;
Pero, al final…

Termina el combate de fondo. Los rojos caen al suelo,


derrotados. El general SAN MARTÍN y
O’HIGGINS, que se encontraban luchando juntos, se dan el abrazo
de Maipú; la victoria es de
Ellos.

GRANADERO:
La victoria fue nuestra en la batalla de Maipú. Habíamos vencido
a las tropas

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realistas en Chile. Allí, en los cerrillos del Maipo, un 5 de
abril de 1818, la emancipación
chilena había sido asegurada.

Se apagan los reflectores y se cierra el telón.

GRANADERO:
Viajamos luego al Perú, para seguir con la gesta allí. La
campaña resultó exitosa en un principio, los peruanos recibieron
calurosamente a Don José. El resto lo conocen, su paso de mando
a Bolívar y su exilio.

ROSAS:
¿Qué ocurrió al final con los granaderos?

GRANADERO: Volvimos a Buenos Aires. Tras una década de luchas,


llegabamos a nuestra patria, diezmados y desastrados. Pese a
nuestros esfuerzos en la guerra, nos recibieron sin
vítores ni festejos. Al final, Rivadavia terminaría por disolver
nuestro regimiento.

ROSAS:
Es lamentable como trata nuestro país a sus héroes.

GRANADERO:
Es así, ni el propio Don José se salvó de la costumbre.
ROSAS: Pese a todo. No dudo que sus hazañas quedaron marcadas
para siempre en nuestra
historia, y si así se quiere, serán recordadas en la posteridad.

MERCEDES:
Los héroes como usted siguen viviendo en la memoria de sus
pueblos.

5. [INT/Casa de San Martín (habitación)/Boulogne Sur Mer,


Francia]

San Martín y A. Gerard.

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Los invitados, sentados en la mesa, comparten sonrisas al
recordar e imaginar las hazañas del difunto que nos concierne en
la habitación.

Entre ellos, uno a uno van viéndose cara a cara, como si la


actividad de mirarse frente a frente se tratase de una pelota
que va de mano en mano.

En la mesa, se encuentra Adolphe Gerard, íntimo amigo de San


Martín.

Entusiasmado por haber sabido más detalles de las historias


mencionadas, aporta su pequeño granito de arena en un intento
forzado de hablar español con fluidez.

ADOLPHE:
Bueno, bueno, creo que llegó mi hora haha.

Todos acompañan la risa de Adolphe

ADOLPHE:
La verdad es que escucharlos a todos ustedes hablar de mi viejo
amigo me llena de orgullo. Te agradezco Mercedes por
considerarme a la hora de reunirnos a recordarlo.

Quería decirte, quería decirles nuevamente con el corazón


oprimido, la inmensa aflicción que mi esposa y yo mismo
sentimos, y que tuvieron ustedes. Estuvimos muy orgullosos de la
presencia bajo nuestro techo de ese anciano de tan noble
carácter.

Adolphe Gerard se sirve un poco de vino, y se para para decir


unas palabras.
Se abre el telón, mostrando a un san martín en cama
(FLASHBACK!/Viaje al recuerdo). Luces cálidas denotan la
presencia de velas en el cuarto. Cansado y fatigado, el único
que logra sacar una sonrisa desde las telas que lo cobijan es
Gerard, quien camina al lado de su cama, sin lograr evitar que
su voz se parta al hablar.

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ADOLPHE:
(refiriéndose a San Martín)
Para nosotros, esta casa estaba contigo aureolada y tu partida
nos deja en ella un vacío que afecta también nuestras almas, y
que no se va a completar fácilmente. Siempre te apreciaré mucho
José, fuiste el hermano mayor que nunca tuve.

Gerard se da el permiso de reír una vez más

ADOLPHE:
Construido para luchar, hasta la muerte entendió que la tenía
difícil con tu persona.

Baja del escenario, este se cierra. Las luces vuelven a la


normalidad.

ADOLPHE:
Por eso, quiero que entre todos, brindemos en alto por él, y por
su vida. Si es que nos está escuchando, José, si nos escuchas,
quiero decirte que te estamos extrañando mucho al recordarte.

Todos los presentes, quienes ya tenían contenido en sus copas,


alzan en alto y en voz alta dicen;

CONJUNTO:
¡Por José!

El agudo ruido de las copas chocando entre sí llenan la sala en


sentido subliminal.
Gerard continúa su discurso.

ADOLPHE:
Me gustaría, si me permites Mercedes, presentar una solicitud
para que lo entierren en la catedral. Es más! ahora mismo, voy a
avisarle a Rosales! (Deja la copa de vino)

MERCEDES:
Pero…

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A. Gerald le corta el hilo

ADOLPHE:
Y no. Por favor, no me recuerdes con que el testamento es esto,
el testamento lo otro. El se merece estar en un lugar acorde a
su personalidad. Punto.

Mercedes continúa su diálogo

MERCEDES:
Y yo pienso lo mismo. Está bien y estoy de acuerdo. Creo que
todos acá lo estamos. Pero no va a ser tarea fácil, digo, mucho
menos teniendo en cuenta la situación actual del gobierno… ¿el
alcalde lo aprobaría?

Adolphe supone cierta soberbia de parte de Mercedes, pero jamás


dejaría que se desvalorice la imagen de su amigo. Alza la voz

ADOLPHE:
Yo me voy a encargar de eso. No pierdo nada intentando. Además
es mi amigo!

Los invitados no dicen ni una palabra. No quieren interferir en


la situación

ADOLPHE:
Ya veo… puedo escuchar sus ideas, por más que no digan ni una
palabra. Mercedes, tu sabés que tengo razón, por favor.

Mercedes Calla, piensa y luego agrega;

MERCEDES:
Tenes razón, hagámoslo y no lo dudemos. Puedo ayudarte si querés
con la carta.

ADOLPHE:
Sería oportuno. Tu nombre y firma daría un peso el cual, el mío,
no tiene. Si me disculpan, voy a planificar el traslado desde
San Nicolás.

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Despidiéndose de la mesa, Adolph Gerald saluda de la mano a
todos los presentes. Mientras lo hace dice;

ADOLPHE:
Caballeros, Mercedes, fue un placer y un gusto recordar a mi
amigo don Jose con ustedes. Si me permiten.

Adolph Gerard deja la sala

6. [INT/Casa de San Martín en Mendoza] FLASHBACK!

Merceditas, Carmen, Remedios, San Martín.

En la sala de la casa de San Martín, todos continúan sentados


mientras hablan sobre sus recuerdos junto a San Martín.

CARMEN:
Cómo olvidar cuando tuve la dicha de albergar en mi casa a Don
José y su familia.

Se dirige a Merceditas

CARMEN:
Cuando usted era apenas un bebe y el General estaba preparando
las tropas para cruzar Los Andes y llegar a Perú.

(FLASHBACK!) En el salón de una casa, Remedios está sentada


en un sillón mientras intenta dormir a Merceditas (bebé).
Carmen entra junto a San Martín.

CARMEN:
Ya tiene todo listo para emprender su gran hazaña?

SAN MARTIN:
Ya tenemos a total disposición un regimiento de 5 mil hombres.
También tenemos 6 mil mulas de carga. Aunque temo que vamos a
necesitar muchas más.

San Martín se acerca a Remedios y le da un beso en la frente a


la pequeña Meredes, luego le sonríe a Remedios. Seguido de esto,

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toma asiento en un sillón cerca de Remedios y suspira. Carmen
sigue de pie en medio de la sala.

CARMEN:
No se preocupe General, Mendoza proveerá.

San Martín suspira pesadamente.

SAN MARTÍN:
Muchas gracias, de verdad lo aprecio. Sin embargo, aún nos hacen
falta tiros para fusil y carabina, y además balas de cañón. Y
sin duda mucho entrenamiento.

REMEDIOS:
¿Cuántas balas necesitan? Pensé que a día de hoy ya tendrían
todo el armamento necesario.

SAN MARTÍN:
También yo lo pensé así querida. Sin embargo no hemos logrado
juntar lo suficiente.

CARMEN:
¿De cuánto disponen en este momento? ¿Y cuántas son necesarias
para cumplir con éxito la campaña?

SAN MARTÍN:
Ahora mismo contamos con 450 mil tiros de fusil y carabina, 1000
balas de cañón, 1100 de metralla y 600 granadas. Pero
necesitaremos el doble como mínimo. Excepto de granadas, creo
que tenemos suficientes.

San Martín se pellizca el tabique con cansancio.

SAN MARTÍN:
Y quizás así, con mucha suerte, logremos tener éxito y llegar
con vida. Aunque nada es seguro. Al otro lado nos esperan las
fuerzas realistas, y antes de enfrentarnos debemos sobrevivir a
la hostilidad de Los Andes.

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CARMEN:
No se preocupe General. Tenga fe, lograremos tener lo necesario
para el cruce y la batalla. Y confío en que las tropas estarán
listas para enfrentar a los realistas al igual que las
dificultades que se presenten en Los Andes.

SAN MARÍN:
Ese es mi mayor deseo.

San Martín se levanta del sillón. Toma un sombrero.

SAN MARTÍN:
Debo ir a las prácticas de las tropas. Aún tenemos mucho trabajo
para estar en condiciones de pelear esta batalla y más para
ganarla.

Fin FLASHBACK!.

CARMEN:
Definitivamente Don Jose trabajó muchísimo para lograr vencer a
los realistas. Yo misma lo vi. Fue muy admirable.

GRANADERO:
Sin duda el trabajo del General en Mendoza fue excelente. La
estrategia y camino planeado por él fue inigualable. Al igual
que su desempeño y entrega en cada batalla.

MERCEDES:
Mi padre era un hombre muy inteligente. Además fue bien
entrenado en España.

ROSAS:
Por supuesto que lo era.

GRANADERO:
Luego de cruzar Los Andes logramos triunfar en Chile y Perú.
Liberando a dichos países de los realistas. Sin embargo, después
de esos hechos San Martín decidió que lo mejor para que la
campaña libertadora tuviera éxito era dejar a cargo a Bolívar.

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7. [INT/Casa de San Martín (living)/Buenos Aires]

Pintor, Merceditas.

La mayoría en la sala se han ido. Mercedes, quien es la dueña


del lugar, se encuentra sentada. El silencio la castiga,
recordando la pérdida de su padre y todo el destino del mismo.

Mercedes se levanta, saca una nota que estaba en el interior de


un mueble y sonríe. No es nada más ni nada menos que el listado
de máximas que San Martín redactó para ella antes de morir.

La vemos sonreír, evadiendo el recuerdo melancólico anterior y


pensando en que su padre fue un buen hombre. Todo está listo
para continuar en rumbo. Una por una, empieza a apagar las velas
de la mesa, dejando una única. La más cercana al pintor, pues
Mercedes está consciente de su presencia.

Empieza a acomodar los sillones/sillas. Empieza a guardar en su


mente la reunión que acaba de tener con los compañeros y colegas
de su padre, sin antes terminar de hacer algo.

Como si no hubiera notado que ella se estaba yendo, el pintor


sigue continuando su trabajo, pues la ausencia de alguien no es
impedimento para terminar lo que empezó.

Mercedes, dudando, vuelve a preguntarle al pintor una vez más


con intenciones de obtener respuesta.

MERCEDITAS:
Oiga, no quiero sonar insistente pero me estoy yendo. Ya todos
se fueron. No queda nadie más que usted y yo. Supuse que no
respondía por incomodidad o quizá fue inoportuno el momento,
pero permítame preguntarle… ¿Quién es usted?

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El pintor para su trabajo. La mira y ve reflejado algo en ella
porque se ha llenado de inspiración. El sonríe. Continúa el
trabajo, pero respondiendo:

PINTOR:
Nadie.

Mercedes se sorprende.

MERCEDITAS:
Como usted prefiera señor, se que viene de muy lejos, pero el
único motivo de su presencia aquí es que yo lo invité. Usted
aceptó la visita sin conocer todas las condiciones, pero esta es
mi casa y necesito saber a quien invité.

El pintor continúa el trabajo,

PINTOR:
Correcto. Digame, porque me invitó en primer lugar?

MERCEDITAS:
Su nombre aparece en los escritos de mi padre. ¿Me estoy
equivocando? O debería estar arrepintiéndose de haber permitido
su presencia acá?

El pintor suspira para, después de mucha insistencia, empezar a


contar la verdad.

PINTOR:
¿Sabés pintar?

MERCEDES:
No… ¿Por qué la pregunta?

PINTOR: A él le encantaba pintar… sabías? También jugaba


ajedrez, cultivaba y era bueno para los remedios…

MERCEDES: No recuerdo haber escuchado de mi padre pintando.

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PINTOR: Era brillante. Su especialidad eran las marinas. Me
aconsejaba a veces, también, hacer pinturas de paisajes navales.
Siempre admiré a tu papá.

MERCEDES: ¿Qué está haciendo ahora?

Mercedes se acerca para ver. El pintor acababa de terminar. La


detiene extendiendo la mano de forma que ella se frena a mitad
de camino.

PINTOR:
Esperá.

MERCEDES:
¿Que? (pregunta sutilmente)

El pintor vuelve a sonreír una vez más.

PINTOR:
Cerrá los ojos.

Mercedes cierra los ojos confiando en el pintor. Este saca el


lienzo, lo da vuelta sosteniéndolo en sus manos sin mostrar al
público y le indica a mercedes:

PINTOR:
Ahora si, abrirlos…

La sorpresa es evidente. Mercedes abre los ojos, y no puede


evitar llevarse la mano a la boca de la emoción. El silencio
habla por sí solo.

PINTOR:
¿Qué te parece Mercedes?

MERCEDITAS:
Es hermoso. ¿Cuánto tiempo te llevó?

PINTOR:
Es lo de menos.

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MERCEDITAS:
Perdón por haber sido descortés, (empieza a palparse los
bolsillos buscando algo) ahora mismo te voy a remunerar el
tiempo y el trabajo.

PINTOR:
Por favor, no es necesario, tomá. (extiende pintura)

MERCEDITAS:
No pienso sostener algo que no es de!-

Mercedes es interrumpida por el pintor.

PINTOR:
Mercedes. Esto es mío, pero es para vos. Por favor, acepta mi
obsequio. Es lo mínimo que le debo a tu papá.

Mercedes toma el lienzo con cariño entre sus manos. Vuelve a


alzar la mirada y mira para preguntar una vez más;

MERCEDITAS:
¿Quién es usted?

PINTOR:
No importa quien soy. Soy el recuerdo de tu padre pintando. Soy
lo que queda de su otra parte, su otra cara. Soy la persona que
lo estuvo observando durante mucho tiempo para hacer historia.
Conocí a tu padre, es verdad. Fue un buen hombre, fue un héroe.
Yo no tengo referencia, no puedo siquiera compararme con él. No
soy… nadie…

Silencio absoluto.

PINTOR:
Pero soy el que no va a olvidar. El que lo va a recordar todos
los meses de agosto, y quien no va a permitir que tu padre quede
en el olvido.

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Mercedes es ajena a la situación. Mientras hace memoria, el
pintor recoge sus cosas para irse. Mientras lo hace, mercedes le
sugiere:

MERCEDES:
¿Ya se va?

PINTOR
No tengo mucho tiempo, tengo cosas que hacer.

MERCEDES:
No preferiría pasar la noche acá? Hay espacio, y ya es muy
tarde.

PINTOR:
Te lo agradezco, sigo viaje.

El pintor terminó de empacar. Se aleja. Mercedes finalmente se


acerca. Le extiende dinero, con el lienzo entre brazos.

MERCEDITAS:
Por favor acéptelo. Aprecio todo su trabajo en nombre de mi
padre, pero insisto…

El pintor deja sus cosas en el suelo momentáneamente. Se


detiene.

PINTOR:
El tiempo me enseñó que hay cosas más valiosas que el dinero.
Adiós Mercedes.

El pintor sigue rumbo, sale fuera de escena. Mercedes queda


sola, con un lienzo fresco en mano.

Lentamente camina, y le busca un lugar en su sala. Toma la única


vela encendida, y la reposa al lado del lienzo. Busca unas
pequeñas flores que encuentra por el mismo lugar y las acomoda
de tal forma de terminar la ofrenda.

Las luces se enfocan en el resultado.

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El público empieza a ver la obra.

Mercedes se aleja para finalmente ver el arreglo. Repite en voz


alta;

MERCEDITAS:
No vamos a permitir que te quedes en el olvido…

Merceditas sonríe por última vez, sale de escena. Nos quedamos


solos por unos instantes, las luces comienzan a bajar de
intencidad anticipando el fin de esta obra.

De manera inesperada, gente del público comienza a levantarse


para dejar su pequeña ofrenda en memoria del general.

Nos quedamos con un altar cargado de agradecimiento.


.
La gente que en una instancia dejó su ofrenda, se retira
caminando. Las luces se van apagando lentamente, ahora sí, por
última vez. No queda casi luz en el lugar, hasta que:

Funde a negro.

FIN

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