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Hoy día 15 de abril, la Armada de República Dominicana celebra jubilosa y con mucho

orgullo, por medio de diversos actos, la conmemoración del 171 aniversario de su


fundación y triunfo en la Batalla Naval de Tortuguero.

La importancia de este magno acontecimiento histórico para nuestro país, acaeció en la


Bahía de Ocoa, frente al puerto de Tortuguero, en Azua, como parte de los primeros
enfrentamientos realizados por los dominicanos contra las ofensivas de las poderosas tropas
de 30,000 soldados bien entrenados de la primera invasión haitiana de 1844, ocurrida
inmediatamente después de la Declaración de la Independencia de la República
Dominicana.

Nacimiento de la Armada
Es a partir del inestable momento histórico surgido luego de la Declaración de la
Independencia Nacional que surge la Armada Dominicana, o sea, una Marina de Guerra
que, junto al Ejército Nacional, nacían concomitantemente con la misma República
Dominicana, debido a la necesidad que tenían los dominicanos de defender su integridad
territorial y marítima, puesta en peligro sucesivamente a través de las diferentes invasiones
haitianas hacia nuestro país.

Es por eso la importancia de poder conocer desde su mismo origen a la Armada


Dominicana, conocida primeramente como “Flotilla Naval Dominicana “, la cual había
surgido, minutos después del “Grito de Independencia” frente a la Puerta del Conde,
pronunciado por el prócer Francisco del Rosario Sánchez, el 27 de Febrero de 1844, luego
del motivador trabucazo del prócer Matías Ramón Mella, y que fuese la de encargar de
inmediato al criollo Juan Alejandro Acosta, de la “Comandancia de Puerto de Santo
Domingo y de las dependencias de la Marina. Al amanecer del otro día, en la misma Puerta
del Conde, quedó constituida la “Junta Central Gubernativa de la República” presidida por
Tomás Bobadilla y Briones como Presidente de esta, debatiéndose de inmediato el asunto
de mayor trascendencia, como naturalmente era: “La repatriación de los haitianos”.
Para este indispensable operativo de repatriación se estableció de inmediato, al segundo
día, 29 de febrero, una ruta marítima entre Santo Domingo y Barahona, que cubrían los
barcos asignados a la Flotilla Naval Dominicana y de la Marina Mercante, en los cuales
transportaron sobrecargados de gentes y pertrechos dicha ruta, siendo la mayoría
desplazados por tierra en carretas, burros, caballos y otros medios de transporte,
custodiados por los primeros soldados del Ejército de tierra.

La Armada Dominicana, como el Ejército Nacional, nacieron, pues, bajo el signo de la


improvisación, ya que nuestro país no trató de librarse del yugo colonialista, porque en
realidad ya España se había retirado del escenario. Nuestro país, para ser independiente y
para constituirnos en nación soberana, teníamos que liberarnos de otro país americano, es
decir, de Haití, bajo cuya dominación esta tierra y el mismo pueblo dominicano
sobrevivieron durante 22 largos y penosos años.

Los marinos empezaron a prepararse militarmente y adaptaron sus barcos para la guerra.
Esta verdad histórica, de su inaplazable conversión marinera a la militar y de su integración
a las luchas armadas y patrióticas con sus hermanos de sangre dominicana por la liberación
y soberanía del país, las hemos podido comprobar a través de casi todos los conflictos
desarrollados en los que la Marina, tanto en la mar, con sus barcos adaptados
apresuradamente para la guerra, así como en tierra firme con su Infantería de Marina, cuyos
Regimientos 1ro. Dominicano y 2do. Ozama, asignados como fuerza rotativa de apoyo al
Ejército y a la Guardia Civil, utilizando los barcos de la Flotilla Naval Dominicana
permanentemente como sus destacamentos, participaron juntos en las diferentes campañas
libertadoras, conforme señala Don José Gabriel García, tales como; Las Hicoteas, Los
Quemadillos, Azua, Las Carreras, Santomé, La Estrelleta, El Número, Cachimán, El Puerto
y Las Caobas ( Radhamés Hungría; Calendas Históricas y Militares Dominicanas).

Tanto fue así, que en las obras “Guerras de Separación” y “Compendio de Historia de Santo
Domingo”, Don José Gabriel García señala que “la Marina siempre luchó junto al Ejército,
palmo a palmo, sin dejarlo solo en ningún momento” y puntualizando que “donde quiera
que este estuvo, allí estaba también la Marina”
Incluso, el nacimiento Constitucional, tanto del Ejército como de la Armada, ocurren juntos
con el Art. 185 de la Primera Constitución de la República Dominicana, promulgada el 6 de
noviembre de 1844, la cual señalaba que: “LA FUERZA ARMADA SE DIVIDE EN
EJERCITO DE TIERRA, ARMADA NACIONAL Y GUARDIA CÍVICA”. (Esta última, la
integraban los voluntarios llamados a servicio en tiempo de guerra.)

Búsqueda de Duarte
Otra de las primeras medidas tomadas por la Junta Central Gubernativa fue la de
Comisionar al mismo Juan Alejandro Acosta, un experto en asuntos del mar, para que
comandara la Bergantín Goleta “Leonor “y se dirigiera a Curazao, junto a una Comisión,
para traer al más ilustre y forjador de la dominicanidad, el Patricio Juan Pablo Duarte,
quien se encontraba exiliado allá. Imagínense que alegría y emoción se desató entre los
dominicanos repatriados cuando se dieron cuenta de que lo insistentemente voceado por el
vigía del Puerto de Curazao, el día 2 de marzo de 1844 de “Buque a la vista con Bandera
desconocida!!” era en realidad un buque dominicano que, por primera vez en nuestra
historia, ondeaba airosa y orgullosamente desde la cangreja de la popa del Leonor, el
Pabellón Nacional en aguas y tierra extranjera.

El día de mayor emoción del Patricio Duarte fue aquel 15 del mismo mes de marzo cuando
desembarcó del “Leonor” en el Puerto de Santo Domingo, siendo recibido jubilosamente
por todo el pueblo y reincorporándose de inmediato a la Patria que se había emancipado,
como consecuencia de sus prédicas, su mística y su acción.

Formación de la Armada
De igual manera, la Junta Central Gubernativa, a principio de marzo de 1844, comisionó a
un experto naviero de origen genovés llamado Juan Bautista Cambiasso, para que junto al
dominicano Juan Alejandro Acosta armaran varios buques y los dotaran de tripulantes
competentes para formar la Flotilla Naval Dominicana. Precisamente ese mismo bergantín
“Leonor”, que bautizado con el nombre “General Santana” se constituyó en el primer
buque de guerra de nuestra incipiente Armada, y que anteriormente había sido una Fragata
de la Marina de Guerra Venezolana, que tenía el nombre de “ Mariscal de Ayacucho “bajo
el mando del Coronel de Marina, Juan Alejandro Acosta, (aquel que posteriormente se
convirtió en primer almirante criollo de República Dominicana, ya que Cambiasso y
Maggiolo eran de origen genovés y son estos tres, los reconocidos como los “Fundadores
de la Armada de la República Dominicana”.)

Batalla naval de Tortuguero


Luego de la Declaración de la Independencia Dominicana, el 27 de febrero de 1844, los
haitianos aumentaban su flotilla para utilizarlas contra los dominicanos, tales como el
bergantín Unión, como buque Insignia, comandada por el Almirante Cadet Antoine, así
como la Guerriere, la Mouche, la Pandora, la Signifie, entre otras.

Con este panorama armamentistas y belicoso fue que en apenas 6 días de la proclamación
de la Independencia dominicana, Haití invade simultáneamente el país por tres diferentes
vías terrestres con 30,000 soldados bien entrenados, siendo comandaba, por el ala central,
por el propio Presidente de la República Haitiana, Charles Herald, y con una ofensiva
por mar al mando de la Flotilla Naval Haitiana, por el coronel de Marina Juste
Lafont, teniendo como misión principal transportar refuerzos y suministros a los ejércitos
de tierra y proteger su avance por los caminos del Sur, y hundir todas las embarcaciones
enemigas a lo largo de toda la costa.

Para evitar precisamente el abastecimiento y apoyo bélico haitiano por la vía marítima, la
escuadra dominicana había llegado patrullando a la Bahía de Ocoa y localiza las
embarcaciones haitianas antes mencionadas ya en pleno ocaso del día.

Al otro día, el 15 de abril de 1844, se abalanzaron nuestras naves con rumbo de colisión
hacia el enemigo, con sus velámenes desplegados por completo, “con viento en popa y a
toda marcha,® ya que estaban en Tortuguero y no había tiempo que perder para el
encuentro histórico que daría origen al acontecimiento más esperado y de mayor
envergadura de la historia naval de la República Dominicana, como lo fue la más
importante batalla naval que definiría el imprescindible control marítimo de nuestras costas,
el apoyo bélico con nuestra artillería naval a nuestros combatientes y el oportuno transporte
de nuestra infantería de Marina y pertrechos militares a los lugares más cercanos del
combate.

Para el logro de estos objetivos se contaba con una incipiente marinería de abordo, pero que
con sus pechos hinchados de emoción patriótica y muy conscientes de que en sus manos
estaba en juego el destino del porvenir de la Patria. Se arrojaron decididos hacia el invasor
en zafarrancho de combate para definir de una vez y por todas el necesario control, el
dominio y la defensa de nuestro litoral marítimo y zonas costaneras, como paso
imprescindible para asegurar el triunfo de nuestra guerra libertadora.

Fue así como “La Batalla Naval de Tortuguero” se constituyó en el “bautismo de fuego”
para nuestra incipiente, pero valerosa Armada Dominicana, ocurrida hace exactamente
171 años de tan magno acontecimiento patrio, que durante cinco horas de duro batallar,
frente a frente y a sangre y fuego!, pudo la Flotilla Naval Dominicana obtener un triunfo
arrollador, cuyo saldo resultó ser, según narra la parte histórica haitiana : “La destrucción
parcial del Fuerte Tortuguero bajo control haitiano en ese momento, la Flotilla Naval
haitiana averiada completamente y encallada e inerte en la costa, así como también la
artillería del Ejército haitiano con sus depósitos de pertrechos , armas, municiones y
alimentos esparcidos e incluso la caballería en desbandadas en los matorrales de las sabanas
costeras”, conforme señala Doverlas Doval, un teniente del Ejército haitiano, ayudante del
coronel Louis Brouard, participantes en dicha batalla, en su obra, “Campagne del Est en
1844”, Port Au Prince, 1862.

Tristemente señala Doval que “los cadáveres y destrozos yacían por doquier, que la
destrucción fue casi total y el coraje casi enloquecía a su Presidente, al verificar como
impunemente la Flotilla Dominicana se alejaba ilesa de aquella desgracia”. El plan de
Herald en sitiar a Santo Domingo fue exitosamente frustrado en gran parte por los marinos
dominicanos en Tortuguero.
FESTEJOS CONMEMORATIVOS
Por todo esto, es que la Armada de República Dominicana, tradicionalmente se viste de
Gala para celebrar cada 15 de Abril, el triunfo de la Gloriosa Batalla Naval de Tortuguero,
donde quedó allí plasmado, el valor y la importancia de la Armada Dominicana y de
nuestros incipientes pero valerosos marinos, que con coraje, arrojo y determinación,
supieron aportar su cuota de sacrificio e inmolación, para una Patria que así lo reclamara y
esperaba del apoyo y participación incondicional de toda esa generación, tanto en aras de
nuestra Identidad, Soberanía y Libertad, como para la misma satisfacción en el
cumplimiento de su deber Patriótico y orgullo ejemplar para las posteriores generaciones
dominicanas.

Estamos conscientes de que la presente generación de marinos ha continuado asumiendo el


relevo de la Antorcha Patriótica e Institucional de la Honorabilidad; Pues cuentan para tales
Nobles fines, de la ejemplar herencia recibidas de generaciones pasadas de militares,
además, de contar con una excelente formación Académica y Militar, y más aún, por el
Juramento por todos ellos realizados, ante los Sagrados Símbolos de la Patria; que son
completamente incompatibles con el deshonor, la deslealtad y peor aún, por traición a la
Patria.

Por eso nos consta que la Institución Naval va bien enfilada, con buen Rumbo, y con su
marcha Avante, sabiendo capear y enfrentar los malos tiempos; al poder contar con un
personal consciente de su deber patriótico, que rechazan el mal proceder de aquellos que se
alejan de los principios morales e inobservancias de las ejemplares herencias recibidas de
Patriotismo, Honor y Dignidad.

Pero para poder comprender en su justa medida, tanto la importancia de este magno
acontecimiento naval como la de muchos otros, así como de la notable participación
militar de la incipiente marinería dominicana en su involucramiento en beneficio de la
causa independentista, debemos primeramente reconocer y tener muy en cuenta el origen
común de nuestro conglomerado humano dominicano, que a través de los acontecimientos
sociales, políticos y bélicos que lo precedieron, forjaron el embrión de una idiosincrasia
individual e intransferible, con un mismo origen matriz de nuestra naturaleza humana que
engendraron el comienzo de nuestra incipiente nacionalidad dominicana, por la cual,
orgullosamente, nos identificamos y luchamos los dominicanos; y cuya notoria
característica es el de no haberse logrado asimilar en lo más mínimo con la exclusiva etnia
haitiana, con su cultura, su religión, su idioma y, mucho menos, el de haberse integrado al
mestizaje biológico con los haitianos, como se fueron creando los dominicanos con los
tainos, españoles, africanos y algunos otros, que para bien o para mal forjaron nuestras
características y nuestro ser tan diferentes, el uno del otro, aunque hemos vivido tan cercas
y padecidos de los mismos males.

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