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Se conoce que el enemigo más temible de este juego serán las Furias, tres
temibles criaturas con cuerpo de mujer que persiguen a los pecadores en la
mitología griega. La imagen de Kratos encadenado es resultado de este
tormento y así empieza Ascension, condenado a pagar por sus crímenes, el
más grave el de arrasar una población por orden de Ares donde se encontraba
su familia, a la que mató accidentalmente. La intención del Dios de la Guerra
era la de deshumanizar a Kratos y convertirlo en el guerrero perfecto,
despojado de cualquier sentimiento moral. Como resultado, Kratos será
condenado por el crimen a llevar el recuerdo de su familia como cenizas en su
cuerpo que le dan el clásico color pálido y el sobrenombre de Fantasma de
Esparta. Pero Kratos se revelará contra su Dios al que jugará venganza, y así,
tiempo después, Kratos seguirá sirviendo órdenes de otros dioses del Olimpo
para recibir el perdón y olvidar las pesadillas del pasado que le atormentan.
Atenea, que casi durante toda la historia de God of War colabora como guía y
aliada en el Olimpo, nos explica que Morfeo –Dios del sueño- ha alzado su
manto para sumir a Dioses y población en un profundo sueño que le permitirá
aumentar su poder y dominación. Para evitar este desaguisado, Kratos debe
dirigirse al templo de Helios y devolver al Sol a su lugar. La tarea no es simple,
pues Eos informará al espartano que su hermano Helios está secuestrado por
el titán Atlas. Para encontrarlo, Kratos utilizará a los caballos que tiran del carro
de Helios, pues ellos son capaces de encontrarán a su amo.
Kratos tiene una segunda motivación en realizar toda esta peligrosa aventura,
ya que en numerosas ocasiones suena entre la oscuridad y la niebla la flauta
de Calíope –su hija asesinada-. En este momento de la historia el héroe aún se
encuentra muy torturado por el fallecimiento de su familia, y mantiene la
esperanza de conseguir un descanso eterno. Ello le provocará varios sueños a
lo largo del juego y tras uno se despertará en el Hades, lugar en el que los
caballos de Helios se han detenido. La pista es buena ya que desde este lugar
puede ver en el horizonte los rayos del Sol, pero aún le queda mucho camino
por recorrer.
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Kratos se dirige al templo del oráculo para enfrentarse de una vez por todas
con el mismísimo Dios de la Guerra. Ares está hablando con Zeus y el
espartano consigue lanzar un rayo que hace que la caja de Pandora caiga. Por
fin puede abrirla y con ello Kratos aumenta su tamaño hasta igualarse a Ares.
Tras una batalla que incluye visiones de su familia y dobles de Kratos, Ares
consigue desarmar al héroe y arrinconarlo, pero un instante antes de morir,
Kratos esquiva el golpe y utiliza una espada enorme que se utilizaba como
puente para continuar la lucha y definitivamente matar al Dios. Ares nos
recuerda que su intención era conseguir el guerrero perfecto, a lo que Kratos
contesta que lo ha conseguido.
Kratos cumple su venganza y pide a Atenea que sus pesadillas sean borradas,
tal y como se le prometió. Pero los dioses lloran por su hermano y, aunque ha
cumplido con su misión, no se pueden olvidar los crímenes cometidos.
Atemorizado por pasar el resto de su vida con la visión del asesinato de su
familia, Kratos decide lanzarse por un precipicio con una de las frases más
conocidas de toda la saga: "Los dioses del Olimpo me han abandonado, ahora
ya no hay ninguna esperanza". Esta era la escena de inicio del juego, ya que el
resto se cuenta mediante un flashback y no es hasta la secuencia final cuando
descubrimos cómo termina.
Para sorpresa de Kratos, cae al agua pero no muere. Es salvado por Atenea,
que le asegura que no es el momento de su muerte, y que al igual que sus
crímenes no se olvidan, tampoco sus logros, como el de matar a un Dios.
Además, queda una vacante en el Olimpo: la de Dios de la Guerra. Y nadie
mejor que Kratos en toda Grecia para ese puesto.
God of War II
Kratos ya es un Dios de la Guerra a los ojos de los espartanos, pero su
posición nunca ha gustado a otros dioses. El juego comienza con él en el
trono, escuchando una petición de un general que lo invoca en una guerra por
la "la gloria de Esparta". Aunque Atenea le advierte que no debe destruir la
ciudad o ya no contará con su protección, Kratos decide intervenir y cae como
un meteorito en Rodas. Su poder de Dios es inmenso, al igual que su tamaño,
pero aparece un ave que le quita la mayor parte de sus dones divinos y a la
vez da vida al famoso Coloso, una estatua de bronce que estaba en
construcción.
Tras rememorar una vez más su crimen –el asesinato de esposa e hija-, se
presenta el tercer bando en esta saga: los titanes. Es Gaia, que como el resto
de titanes, no se lleva precisamente bien con los dioses del Olimpo. Le ofrece
salir del inframundo y le da una vital información: Zeus sólo puede morir bajo la
Espada del Olimpo. Para consumar esta venganza es necesaria una tarea
complicada pero no imposible, viajar en el tiempo. El plan consiste en
retroceder al instante anterior de su muerte, arrebatar la espada y matar a
Zeus. Y para esto, se necesita utilizar el poder de las Hermanas del Destino y
su telar.
Kratos esquiva el Hades una vez más –y no será la última- gracias a Pegaso,
aunque tampoco se librará de batallas en el aire. Su siguiente paso le lleva al
interior de una montaña en la que encuentra a titán Tifón –aunque sólo
podemos ver su cara- y Prometeo sufriendo una tortura eterna. Sin embargo,
Tifón no es muy amigable con Kratos, pero gracias a su inmovilidad no es un
problema para el espartano que va aumentando sus poderes mágicos, aunque
esta vez, no se los proporcionan los dioses.
Kratos se enfrentará a más y más criaturas mitológicas, algo que hace de esta
entrega la más numerosa en cuanto a presencia de jefes. Cerbero, Euríale –
una de las tres gorgonas reinas-, o el semidios Perseo acaban machacados
por la ira del Fantasma de Esparta. Sus pasos lo llevan a cruzarse con Ícaro,
con el que se enfrenta. Ambos caen por un precipicio pero Kratos consigue las
alas y se salva. A partir de este momento, los saltos más amplios dejarán de
ser un problema. Con la caída, Kratos ha llegado al punto más inferior del
mundo, que está sujetando un Atlas prácticamente fundido con la roca. La
primera intención del titán, como era de esperar, es la de matar a quien lo ha
encadenado, pero Kratos consigue evitar morir aplastado y explicar su plan.
Para Atlas la idea de ver morir a Zeus es más fuerte que el rencor al espartano
y acepta ayudarle con un nuevo poder y ascendiéndolo de vuelta a tierra firme.
Kratos se reencontrará con un viejo amigo, el general espartano que le invocó
al inicio de este juego, que nos pone al día con lo sucedido tras la muerte del
propio Kratos; Zeus atacó la ciudad de Esparta como represalia por la traición
de Kratos. Por un momento el espartano duda de sus posibilidades de hacer
frente al Zeus, pero la visión de su esposa que le anima a no rendirse hace
cambiar su opinión. Con fuerzas renovadas, derrotará al Kraken y montará a
Fénix para dirigirse a su destino final, las Hermanas del Destino. Éstas no se lo
ponen fácil, y en el combate contra Átropos se entremezclan escenas vividas
anteriormente –como el combate contra Ares al final del primer God of War-
mientras la Hermana intenta destruir el puente-espada que Kratos debe utilizar
para matar a Ares y cambiar el pasado –es decir, Ares mataría a Kratos-. Los
combates contra Átropos y Láquesis son duros, pero el héroe consigue utilizar
los espejos mágicos en su beneficio para salir victorioso. Aún quedará Cloto,
una Hermana monstruosa y casi amorfa que conoceremos en un combate que
mezcla plataformas y puzles.
Kratos vuelve a lomos de Gaia y alcanza la cima para enfrentarse cara a cara
con Zeus. Pero uno no es el Rey de los Dioses por casualidad, y desata sus
rayos hacia Kratos y Gaia, que caen al abismo. Gaia consigue agarrarse a un
saliente, pero Kratos queda en peor posición y pide la ayuda para incorporarse;
Gaia responde que de hacerlo, ambos caerían. Kratos se da cuenta de que la
alianza es sólo interesada y que debe cumplir la venganza por él mismo, sin
confiar en nadie más. El espartano caerá al inframundo, y en el río Estigia
perderá los poderes adquiridos en el anterior juego.
Pero no todo son malas noticias para Kratos en una tierra hostil como es el
Hades: el espíritu de Atenea se aparece ante él. El espartano aún muestra
reticencias pues no confía en ningún Dios –y Atenea había muerto defendiendo
a Zeus-. Ella explica que ahora puede ver cosas que antes no, y como prueba
de su colaboración, entrega las Espadas del Exilio, similares a las viejas hojas
del Caos y ofrece un nuevo objetivo para el espartano: debe apagar la Llama
del Olimpo. Kratos continúa su avance por el Hades, que en esta ocasión
ocupará buena parte de la historia, y encontrará más almas atormentadas,
armas como un nuevo arco y un puñado de bestias como crías de cerbero,
gorgonas y esqueletos de guerreros.
Uno de los lugares clave de la historia y que visitaremos en más de una
ocasión es el recinto de los Jueces del Inframundo. Tres estatuas de reyes:
Minos, Radamantis y Eaco nos ponen a prueba y, tras superarlas, nos permiten
continuar, momento en el que Kratos escucha una voz de una misteriosa joven,
que esta vez no es la de Calíope, su hija. Poco después se encontrará con
Hefesto, el dios del fuego y la fragua. En nuestro primer encuentro no
sacaremos mucho de él, pero las voces de la chica volverán a escucharse en
una llama azul; y nos pide ayuda. Kratos no muestra mucho interés pues tiene
una misión bien clara, la de matar a Zeus. Conseguirá la Espada del Olimpo –
que había caído con él- incrustada en una estatua y con ella se dirige al
Palacio de Hades, el Dios del Inframundo.
Además de enemigos, este lugar guarda el cadáver de Perséfone, esposa de
Hades, que murió en Chains of Olympus. Tras resolver puzles, utilizará este
altar que pende de cadenas para romper una pared y llegar hasta Hades, que
por supuesto no está muy contento por lo sucedido e intenta arrebatar el
espíritu del espartano con sus dos garfios. Habrá una dura lucha en la que
Hades utilizará varios trucos con sus cadenas pero Kratos irá matando a Hades
poco a poco, apuñalando trozos de su corazón y entrañas. Al final del combate,
Kratos consigue arrebatar las garras y extraer el alma a Hades, que entonces
es engullido por el Estigio. Con esta arma Kratos podrá robar espíritus de los
enemigos y utilizarlos en su beneficio, además de nadar por el Estigio sin
problemas. Y tras la muerte del Dios, las almas absorbidas durante su vida
vuelan libres por todo el Hades.
Kratos se encuentra otra vez con Hefesto, que le explica el funcionamiento del
portal de Hiperión, que lleva a su esposa Afrodita. Para poder pasar por él se
necesita el alma de un Dios, razón por la que no puede reencontrarse con ella.
También explica que Zeus se llevó a su hija Pandora, a la cual creó, y pide que
como padre entenderá que desea su vuelta. Kratos vuelve tras sus pasos al
portal y, gracias a que cuenta con el alma de un Dios –la de Hades-, llega a
Olimpia, que está en plena guerra entre dioses y los titanes que han
conseguido llegar a la cima. En esta zona vemos a Helios, lanzando bolas de
fuego desde su carro. Kratos también se encuentra con Gaia, que está
escalando la ladera y pide ayuda para incorporarse. Pero esta vez el Fantasma
de Esparta no se muestra tan amigable tras lo sucedido y corta la mano que le
impide el paso; Gaia cae al abismo. Ya en la ciudad, vemos al titán de la
destrucción Perses intentando acabar con Helios, que se mueve rápido en el
aire. Kratos decide intervenir tras liquidar a una quimera y mediante una
enorme ballesta golpea al carruaje del Dios, momento que Perses aprovecha
para atrapar a Helios y lanzarlo con fuerza a un lugar cercano.
El siguiente paso es avanzar por la senda de Eos, donde encuentra una gran
cadena y una especie de caldera que expulsa vapor. Gracias a las alas de
Ícaro, un objeto conseguido en el anterior juego, Kratos puede alzar el vuelo y
volver a la parte superior de la ciudad, donde se encuentra otra vez con
Perses. Ahora que el espartano sabe que los titanes tampoco son sus amigos,
utiliza la Espada del Olimpo para matar al titán. Después, sigue ascendiendo.
En la parte superior se encuentra una especie de almacén de grandes cajas de
madera, pero por el momento no intuye el propósito de esta construcción.
Activa unas palancas y las coloca de una forma que le permiten seguir
ascendiendo por la cadena, pero cuando está dispuesto a hacer uso de ella se
presenta Hermes, que tras insultarle, asciende y comienza una persecución.
Por el camino, Kratos encuentra la Caja de Pandora, pero el preciado tesoro no
es tan accesible ya que está protegido por la llama y necesita a Pandora para
abrirla. Atenea, que aparece en su forma de espíritu, explica que aún queda
poder para hacer frente a Zeus.
Kratos y Zeus se enfrentan por fin en un combate en el que ninguno de los dos
se reserva fuerzas. Kratos gana esta ronda y entonces Pandora, que se
levanta de su inconsciencia, se dispone a ir a la llama. Esta vez es Kratos
quien se lo impide, y Zeus pide que no suelte la mano de la chica, que no
puede volver a fallar como lo hizo con su familia. Estas palabras disparan la ira
de Kratos que suelta a Pandora para dirigirse contra Zeus. Cuando ambos
están a punto de luchar nuevamente, hay una gran explosión por el contacto
de Pandora con el fuego que deja al espartano inconsciente.
Tras recuperarse, Kratos se encuentra solo y frente a la caja de Pandora. La
abre esperando el poder para matar a un Dios, pero no encuentra nada. Zeus,
sorprendido, se burla de toda la epopeya de Kratos. En cualquier caso, el
Fantasma de Esparta decide continuar con la lucha y se dirige a un balcón
desde el que se puede ver todo el desastre organizado por la muerte de los
dioses. Kratos y Zeus luchan en esta zona pero pronto son interrumpidos por
Gaia, que ha conseguido ascender nuevamente el monte desde su última
caída. Zeus dice que su elegido ha fallado, que debió escoger al otro –en
referencia a Deimos-. Gaia tiene intención de matar a los dos, pero Zeus y
Kratos saltan entonces al interior del cuerpo de Gaia, en el corazón del titán.
Kratos está dispuesto a matar a Gaia apuñalando su corazón, pero Zeus entra
en escena y vuelven a combatir. Después de una dura pelea, Kratos arrincona
a Zeus contra la espada y la pared, literalmente. Tras un forcejeo, empuja la
espada del Olimpo y atraviesa a Zeus y el corazón de Gaia, que muere y
comienza a desintegrarse.
La historia aún nos deja un interrogante. Tras los créditos finales, vemos el
lugar donde Kratos se suicidó y un reguero de sangre, pero ni rastro del
cuerpo. Por el momento, seguimos sin saber el significado de este mensaje.