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Introducción
Cuando se alude al problema del método en el Derecho Público, se
incurre generalmente en el error de no distinguir de un modo preciso tres
cosas que son profundamente distintas: el método de construcción el
método de interpretación y el método de enseñanza. '
1
prácticas que acaban por tener ~gual v or Y ª m st ·tucionales Esta era
'
expresas pr escripciones conterudas en los textos ~on ct2) . '
en síntesis la tesis afirmada por el doctor Ramrrez.
'
r',,
05 l concurso de oposición para proveer la
(12) Ramírez expuso su tesis en 19 ' en e . J. é z de Aréchaga abuelo del
Cátedra vacante por e1 deces0 de Just1no D
im ne '
h Constitucional en la Univer-
autor de esta obra, bajo el títul? de "El ~r~tc ; 0· voiumen 118 de la Colección
sidad". Este opúsculo está publicado en e ci ª
de Clásicos Uruguayos.
..
"
•
, t
La Constitución Nacional
e
133
. Aplicando
. . el sistema. histórico
. ' se hace casi absolu tarnent e 1rnpos1
· "bl e
d1scrilll1nar, entre los distintos.casos de aplicación de la Constitución, lo que
es norn1al de lo que. es patológ¡co. Por vía de reconocer la autoridad de los
precedentes, es posible llegar a la anulación misma de los textos escritos.
n:in?? un valor inu~itado . al hecho político, se llega a legitimar toda
desVIac1on del ordenamiento Jurídico, comprometiéndose de este modo la
armonía del sistema y creándose la incertidumbre acerca de cuál es
realmente la nortna obligatoria.
' . Frente a este criterio del Dr. Ramírez, mi padre defendió el método
jurídico-dogmático, sosteniendo que era necesario, s~ que. q~ería. que la
Constitución fuera un sistema invulnerable de garant1as, distingwr entre
los procesos jurídicos y los procesos meramen~e polític~s. Las ~odificacio
nes que la vida y la presión de las energías sociales ~an i?t.roduc1~ndo ~n la
Constitución, así como las desviaciones que a su teor1a original se un primen
Justino Jiménez de Aréchaga
134
•
La Constitución Nacional 135
Pero
. el formalismo engendra un movimi·ento de reacci·ó n, un mov1m1en
· · to
amplio Y poder~so, que lo conducen los juristas que creen necesario
mantener una ligazón más estrecha entre el Derecho y la vida social
concreta, entre el Derecho Y las exigencias espirituales e históricas del
hombre.
en que .el Derecho ofrezca s~em~re, para cada caso, una solución exacta y
co?v~n~ente. Ello no ocurnrá Jamás. Lo importante es que establezca
pr111c1p1os generales que operen, en la generalidad de los casos como
garantías de paz Yde libertad. Y el intérprete, para alcanzar circuns~ncial
mente. soluciones de ~ª!~r conven.iencia, no debe jamás comprometer la
integndad de esos pr1nc1p1os esenciales.
Quizás se pueda pensar que este modo de comprender los fines del
Derecho nos lleva a confundir los fines con los principios generales del
Derecho. Y que estos objetivos culturales y éticos hacia cuya realización el
Derecho se ordena, no pueden diferir sustantivamente de las ideas más
generales sobre las cuales el sistema jurídico está construido.
Y realmente esto es así: los fines de un sistema jurídico son los principios
generales sobre los cuales ese sistemajurídico se construye. Pero recorda-
mos otra vez, con Carnelutti, que los principios generales del Derecho deben
buscarse en el Derecho positivo mismo, y no en los sueños o en las doctrinas
de los juristas.
Nuestra Constitución está construida con un sentido finalista, y para la
realización de una detertninada concepción de la vida.
¿Cuál es el fm, el fm de los fines, que persigue la Constitución? No lo
vamos a buscar ni en las proclamaciones de los periodistas, ni en los
discursos de los políticos, ni en los actos de los gobernantes. Lo vamos a
buscar en el texto escueto de las disposiciones constitucionales. Y poco
trabajo nos dará advertir que el fin de los fines hacia el cual está ordenada
•
nuestra Constitución, es el aseguramiento de la convivencia pacífica, bajo
el Derecho, de todos los habitantes comprendidos en su territorio, aseguran-
do su libertad por la independencia de la República, gobernada democráti-
camente. Ese fm superior hacia el cual está ordenado todo nuestro sistema
constitucional, resulta simplemente de la compaginación de los artículos 1~,
.22 y 72 de la Constitución.
Sí éste es el fin, ¿cuáles son las bases éticas y culturales sobre las cuales
se asienta toda esa estructura jurídica? Es fácil precisarlo a través de los
textos constitucionales.
Debe decirse, en primer lugar, que la Constitución de la República recibe
Y consagra una concepción de tipo jusnaturalista, y ~s~ s~lo basta para que
pueda rechazarse la aplicación de los métodos Jundico-formales a su
•
interpretación.
La Constitución declara que el hombre posee .derechos inhere!1tes a su
personalidad. Lo dice en su artículo 63. Vale decir que, cualesqwera sean
•
Justino Jiménez de Aréchaga
138
(la) Es importante tener presente este comentario del autor sobre el artículo 63 de
la Carta de 1942 -actual artículo 72-, porque es uno de los preceptos básicos de
nue~tra Constit~ción Y porque el Dr. Aréchaga omitió después su análisis, al
realizar el estudio exegético de las disposiciones de su Sección II ("Derechos,
Deberes Y Garantías"). Para un mayor conocimiento de los alcances de esla
norma, véase la monografía de Albert.o Ramón Real "Los principios Generales
de Derecho en la Constitución Uruguaya", Monte~deo 1965.
La Constitución Nacional 139
. · ·
(15) Las d ispos1c1ones " ri"d""ª son en la Carta vigente, los artículos 50, 51 y 54.
re1e QQ , •
Justino Jiménez de Aréchaga
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Clases de interpretaci6n
El primero de ellos: ¿Cuántas son las clases posibles de interpretáción?
Del mismo modo, si ustedes leen la obra de Laband "El Derecho Público
del Imperio Alen1á11", ustedes advertirán que en esta obra se explica la
autoridad del Reichstag sosteniendo que éste es un órgano del Estado y que
el Estado es soberano. ¿Podríamos nosotros explicar la autoridad de nuestro
Parlamento por aplicación a los textos, como criterio interpretativo, de las
conclusiones sistemáticas de Laband? Evidentemente, no; porque mientras
la teoría de Laband se construye sobre la base de que la soberanía reside en
el Estado, la Constitución Nacional se construye sobre la base de que la
soberanía reside en la Nación.
La interpretación doctrinilria, pues, debe hacerse con parsimonia, y
especialmente el jurista, cuando interpreta la Constitución, debe poner más
celo en descubrir su propia teoría que en tratar de desenvolver sus textos
en base a la teoría que en el campo de la especulación científica aparezca
como más prestigiosa.
.
Refirámonos ahora a la interpretación legislativa. Saben ustedes que
ella es "generalmente obligatoria". Ello quiere decir que la interpretación
hecha por el legislador, cuando ella es interpretación de otra ley, tiene
carácter generalmente obligatorio, obliga a todos.
Cuando la interpretación legislativa es interpretación de leyes ordina-
rias, ella se llama también interpretación "auténtica". De modo general se
llama "auténtica" a la interpretación de una nor1na del ordenamienlo
jurídico, cuando ella se contiene en otra norma de la mismajerarquía que
la interpretada.
Nuestra Constitución reposa en el principio de que la Constitución y las
leyes ordinarias son normas de distintajerarquía. Esto queda evidenciado
por el hecho de que, en los artículos 229 y siguientes, (_16) la Constitución
recibe el instituto de la declaración de inconstitucionálidad de las leyes.
Luego, pues, no hay interpretación "auténtica" ~e la Const~tución cuando
ella no se contiene en una ley constitucional. Un interpretación de un texto
•
•
• •
Justino Jiménez de Aréchaga
142 .
- na ley ordinaria, no es una interpretaci'ón
constitucional hech a. po~ u
auténtica de Ja Const1tuc16n.
. b tendrá un carácter generalmente obligatorio. Pero con un
Sin en1 argo, bl' . d l . a
. . El carácter generalmente o igatono e as interpretaciones
restr1cc16n. d · d l S
hechas por ley ordinaria no afect~ e1~o ale~dredcodnolci º1 a a vuprema Corte
de Justicia de declarar la in~on~titucion 1. a e as eyes. ale ?eci:, por
na ley ordinaria, interpretativa de un texto const1tuciona]
tant o, qu e U
. . 1 s c rt d J . . '
puede ser declarada inconst1tuc1onal por a uprema o e e ust1c1a. Esta
conclusión resulta de texto expreso, y la encontrarán ustedes en el inciso 20
del artículo 75. (17)
Por último, en cuanto a la interpretación judicial, ya saben ustedes que
la interpretación judicial tiene fuerza obligatoria, pero solamente "inter-
partes" y en relación al caso que da mérito a la interpretación.
Cabría que nos preguntáramos ahora si no hay nadie más que pueda
interpretar la Constitución, fuera del legislador y de la Corte. Sí, por cierto:
el Poder Ejecutivo, la Comisión Permanente, los Entes Autónomos y, en
general, toda autoridad pública que deba aplicar la Constitución, tiene
necesidad de interpretarla. Pero lo que no podrá hacer ninguna de estas
autoridades que hemos indicado, es dictar una disposición que tenga por
único objeto establecer una interpretación de un texto constitucional, sin
cumplir al mismo tiempo un acto de aplicación de la Constitución.
(17) Es el artículo q · l 1
Co . . ue enuncia as competencias de la Asamblea General, que en ª
nst1tuc16n de 1967 lleva el número 85 .
..
La Constitución Nacional 143
• ••
Justino Jiménez de Aréchaga
144
•
eden ~er catalogadas en tres grupos: las que se refiere
Esas regla~ópuent. re las que citamos por vía de ejemplo las contenidasn a
· terpretac1 n ,
la in 1 · te ·, en
, 17 18 20· las que se r efieren a a in grac1on, recordando #
Jos ar~1c~o~6· , la~ q~e aluden a la aplicación de la ley, entre las cuªfu1
el art1cu o ' y. Jme11te el artículo 7º. ¿En qué grado son aplicables eªtaes
.ndicamos especia l te .d d l s s
d se trata de examinar os con n1 os e a Constituci6 ?
l
° · ·
. cuan da11105 dar un cr1teno gener al·, se hace necesario
reglas · propo n.
Qwzás 110 po . ner
varias situaciones especiales.
a) Refiriétldonos en primer lugar a las reglas de interpretación, u stedes
recordaran, que el Código Civil establece
. que no es dado desatender el Len or
literal de la ley, cl.:18ndo su sent1d_o es claro! a pretexto de consultar su
espíritu. Este principio, y aquí senalamos simplemente ~a cuestión de
do debe ser más rigurosamente respetado que en ningún otro caso
~ndo se trata de interpretar la Constitución. Esta regla resulta tanto más
~ecesaria en cuanto nos refiramos a las Constituciones nacionales posterio.
res a las de 1830.
Entendemos que existe una razón fundamental para que el intérprete no
se separe del texto literal de la Constitución sino cuando ello resulte muy
especialmente indicado. Y es que la autoridad de nuestras Cartas Funda.
mentales a partir de la del 30, no proviene de las Asambleas Constituyentes
que se encargaron de formular las reforn1as, sino de actos plebiscitarios de
ratificación. La Constituyente del 17, como la Constit uyente del 34, como los
organismos que elaboraron las reformas del 42, fueron simples órganos
encargados de proyectar las enmiendas constitucionales. Quien confirió
autoridad a los nuevos textos fue, en los tres casos, el Cuerpo de los
ciudadanos en un referéndum de ratificación.
Lo que se plebiscitó no fue, por cierto, las actas o los debates que
prepararon la formulación de esas disposiciones. Lo que se plebiscitó y se
conoció fue, exclusivamente, el texto de las reformas. El pueblo debió
manifestarse sobre ese texto. No cabría pretender que una disposició~
contenida en él pudiera ser válidamente interpretada, atribuyéndole mayor
o menor extensión que la que resulta d el texto por el mérito de las reservas
0 de las aclaraciones que respecto del mismo ~e contengan en las Actas de
las ConslituyenLes.
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Justino Ji~nez de Aréchaga
146
.ón armonice con los preceptos constitucionales "'
de 1'nterpret ac1 , . '6 d .
. 'piode que bayunapresunc1 n e const1tucionalid
. .e ea1--
""•en
1
virtuddelpr1l11Yc~s ordinarias. La inconstitucionalidad no se pr adafavor
de todas as e esume.
1 del artículo 20 del Código Civil dispone que las Pal b
La reg tenderse en su sentido natural y obvio, salvo que e~] r~s de la
ª
ley dcbendendo una sig11ificación especial. egis)ador
les baya ª
El D recho se hace 11ormalmente usando el diccionario com,
e trata del Derecho contenido en las Constituciones estaun. Pero
cuando se h r . , regla
erdadera que cuando se ace re1erenc1a a 1 Derecho com, es
menos v b l' . , , . un. Lo
te ·to" constitucionales se e1a oran con un enco mas técmco que el s
x p~ara redactar un Código como el Civil o el Comercial. Son fó!uule se
usa d ª4'' as
ormalmente escuetas, son textos que se re ucen nor1nalmente
n
número ' ul os y que d e b en cub ~1r
limitado de art1c · vast'1s1rnos
· conjuntos un ª
de
relaciones jurídicas. Es por ello que la elaboración del Derecho constitu .
nal positivo se hace utilizando un lenguaje técnico normalmente ~~
riguroso que el que se emplea para. l~ .redacción de los Códigos. ~
observación corresponde a Carlos Max1mi11ano.
Por consiguiente, la regla del artículo 20 debe usarse con cautela,
pensando que lo normal es que las palabras usadas por los constituyentes
tengan un sentido técnico preciso, que puede ser diferente de su significa-
ción vulgar.
. Estas palabras "según las circunstancias del caso", tienen una gran
importancia, que no siempre ha sido puesta de relieve por quienes se han
dado. a interpretar el artículo 16 del Código Civil. Muchos son los quáe
consideran
. qu l · . .
e e Juez, cuando realiza una operación de m egra . t ción est
'al
obl igado a rec · · . · · gener es
de derecho urrir,pnmeroalaanaloma
'é t»· '
despuésalospnncipios
'b'1da i
s· no
· t' 'Y reci nen último tér1nino a la doctrina más reci : ría
exia ieran las pal b " , ,, ·ter10 se
verdader p ª ras segun las circunstancias del caso , ese en
o ero a m·1 · · · al·
eJeoír
para tt·
el ord · ' Jwc10, el legislado1· dejó en libertad Juez . 1·os de
en en el cual h b
a rá de recurrir a caso uno de es os
t cr1ter
La Constitución Nacional 147
(19) Esta norina de singular trascendencia, lleva, desde la Carta de 1952, el número
332. Se incorporó a la Lex Magna en 1942, a propuesta.del Dr. Juan AntI:éa
Ram Í rez, .r.,or1nu1a da el 7 de dic1'embre de 1941 en la segunda Junta Consultwa
de los Partí dos.
•
Justino Jiménez de Aréchaga
148
. . eglamentarias que ya hayan sido dictadas sob
dispos1c1ones r re le~toa
análogos.
. as no cabe r ecurrir a la extensión anal6mc
En otras maten d bJl a. Así
uede sostener que correspon a a un órgano dete . , Por
ejemplo, n~ seupe no se le ha atribtrido por un texto expreso a tít·, ;1111nada
1petenc1a q . 1 ' ....._.ºde
con n texto expreso se le autoriza a regu a_r una materia análo que
po~ ". io es que no existe poder que no haya sido expresamente delga, El
pr111c1p . ano público no puede hacer sino lo que expresame '-~egado;
que un . org . . p ta t . , "'bl'
orla Const1tuc16n. or n o, s1 a un organo pu ico se le h b' e n"t: se l
autoriza P para regular ciertas
. .'-,..do . re ·
1ac1ones d et erm1na
· d as, no podr' u iera
habi 1iw.1 • d ~ai 1a soste
r principio analógico, que, a pesar e que 1• ta un texto ·
nerse, po . . ál que lo
habilite, puede regular una s1tuac16n an' oga.
Tampoco cabe admitir por analogía que un órgano posea cierta co
tencia declarada expresamente a favor de otro, por el hecho de que esem¡e-
0
órgano tenga funciones análogas a las atribuidas al que se estudia. ro
•
La Constitución Nacional 149
A pesar de que ésta sea en el ~ampo científico la doctrina más recibida sería
a~solutamen~ er;óneo aplicar sus cri~rios a la integración de n~estro
sistema con~tit~c1onal, po~que nuestro sistema constitucional reposa en
una concepción JUSnatural1sta del Derecho y, además porque consagra la
existencia de derechos públicos subjetivos. '
En cuanto al homb 1 . . . . ~
re, os pnnc1p1os mas generale·s son:
La Constit_ución Nacional 151
'
a) Que nada le está prohibido al individuo mientras no haya un texto
legal for~al que establezca la prohibición. Ala inversa de lo que sucede con
las au~r1dades, que sólo puede11 hacer aquello que les ha sido expresamente
cometido por un texto formal constitucional.
b) Que no hay posible restricción de la libertad, sin texto emanado de la
Asamblea.
e) Que todos los hombres son iguales, salvo las diferencias de sus talentos
y de sus vi~udes. La re~la ha ~e ser, en cuanto a la igualdad, que siempre
han de aplicarse tratannentos iguales para hombres iguales en situaciones
iguales.
Las reglas más generales respecto de las autoridades podrían ser éstas:
a) Sólo la Nación es soberana. Los órganos públicos no ejercen poderes
propios, sino delegados por la Nación.
b) No hay competencia para órgano público sin texto que la establezca.
Y toda competencia es atribuida con una triple limitación: en razón de
materia, de forma y de fmes. Ningún órgano público puede hacer lo que no
le ha sido expresamente conferido; y eso que le ha sido conferido solamente
puede hacerlo en cuanto se contenga en el ámbito de materia que se le ha
asignado, en cuanto proceda cumpliendo las forn1alidades prescriptas por
la Constitución, y en vista de los fmes para cuya consecución se le ha
atribuido la posibilidad de ejercer el poder.
e) Estos poderes, porque son delegados, no pueden ser, a su vez,
delegados. El principio "delegata potestas non potest delegari", defendido
por Story para la Constitución de Estados U nidos, tiene plena realidad para
la interpretación de nuestra propia Constitución. Una autoridad creada por
la Constitución no puede delegar el ejercicio de sus facultades a favor de otra
autoridad (20).
(20) Si bien este principio clásico y básico sigue siendo la regla general en la
Constitución de 1967, ésta ha consagrado tres excepciones a la i:iisma. ~eden
delegar sus atribuciones el Poder Ejecutivo -actuando en Consejo de ~.n1stros
y con las excepciones previstas en el artícu!o 160 de la Carta- l~s Mm1stros y
los Intendentes, según lo dispuesto, respect1vam~nt:e, por los art1cu~os 1~8 nu-
meral 249 181 numeral 9º y 278 y 280. En la orb1ta del Poder Ejecutivo la
delegació~ de atribuciones fue reglamentada por resolución"N 798/9~8, d~.. 6
9
< > E{ artículo 178 es hoy, en la Carta vigente el artículo 185. La referenci: ~
21
~f1ce del principio autonómico debe entenderse comprensiva del ac ~o
artí~u~o0 ~O~'.qlu e fue incorporado a la Constitución en la reforma de 195 l, de
los 9 u •1 ~ 1c1 nª del Capítulo 11 de la Sección XI "De los E n tes Autónomo n""an-
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erVIcios esce t 1., d ,, ' , s de ense
za. Estos en 1 e n r.a lZ~ 08 'que trat a de los en tes au tón omo . ho artículo
178. ' ª onstituc1ón de 1942, estaban m e ncion a dos en die
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