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Como dice el Apóstol Pablo:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón” (Hb 4,12). Esta afirmación bíblica evoca la
idea de la Palabra de Dios como dinámica y vigorosa en la vida de las personas.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17.”

20 Versículos Bíblicos sobre el Enojo y la Ira


Versículos Bíblicos sobre el Enojo y la Ira – Reina Valera Contemporá nea (RVC).

Salmos 37:8: Desecha la ira y el enojo; No te alteres, que eso empeora las cosas.

Proverbios 10:19: En las muchas palabras no falta el pecado; el que es prudente refrena sus
labios.

Proverbios 11:23: Los justos só lo abrigan buenos deseos; la esperanza de los impíos es el
enojo.

Proverbios 14:29: Enojo lento, gran inteligencia; espíritu impaciente, demasiada necedad.

Proverbios 16:32: Ser paciente es mejor que ser valiente; es mejor dominarse uno mismo
que tomar una ciudad.

Proverbios 17:27: Sabio es quien cuida sus palabras; inteligente es quien tiene un espíritu
prudente.

Eclesiastés 7:9: No dejes que el enojo te haga perder la cabeza. Só lo en el pecho de los necios
halla lugar el enojo.

Eclesiastés 11:10: Echa fuera de tu corazó n el enojo. Aparta de tu ser la maldad. Porque la
adolescencia y la juventud también son vanidad.

Mateo 5:22-24: Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será
culpable de juicio, y cualquiera que a su hermano le diga “necio”, será culpable ante el concilio,
y cualquiera que le diga “fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu
ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar, y ve y reconcíliate primero con tu hermano, y después de eso vuelve y
presenta tu ofrenda.

1 Corintios 1:10: Hermanos, les ruego por el nombre de nuestro Señ or Jesucristo, que se
pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén perfectamente
unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer.

Efesios 4:26: Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.
Efesios 4:31-32: Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo
tipo de maldad . «Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los
insultos y toda clase de maldad. Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdó nense
mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.»

Colosenses 3:8: Pero ahora deben abandonar también la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia
y las conversaciones obscenas.

2 Timoteo 2:24-25: Y el siervo del Señ or no debe ser contencioso, sino amable para con
todos, apto para enseñ ar, sufrido; que corrija con mansedumbre a los que se oponen, por si
acaso Dios les concede arrepentirse para que conozcan la verdad.

Tito 1:7: Porque es necesario que el obispo, como administrador de Dios, sea irreprensible,
no soberbio ni iracundo, ni afecto al vino, ni pendenciero, ni codicioso de ganancias
deshonestas.

Santiago 1:19-20: Por eso, amados hermanos míos, todos ustedes deben estar dispuestos a
oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse, porque quien se enoja no promueve la justicia
de Dios.

Santiago 1:26: Si alguno de ustedes cree ser religioso, pero no refrena su lengua, se engañ a a
sí mismo y su religió n no vale nada.

Santiago 3:7-10: La gente puede domesticar y, en efecto, ha domesticado, a toda clase de


bestias, aves, serpientes y animales marinos, pero nadie puede domesticar a la lengua. É sta es
un mal indó mito, que rebosa de veneno mortal. Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y
con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios. De la misma
boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, ¡esto no puede seguir así!

1 Juan 2:9: El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.

1 Juan 4:20: Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso. Pues
el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿có mo puede amar a Dios, a quien no ha visto?

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