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La IA
puede adaptarse y realizar tareas que requieren inteligencia humana, como la toma de
decisiones y la resolución de problemas. Los robots, sin embargo estás son máquinas que
pueden realizar tareas de manera autónoma.
Una gran parte de los proyectos futuros tienen por objetivo generar robots que sirvan a los
humanos. Estos no sólo se encuentran en el ámbito de la hostelería podríamos aplicar este
caso, sino también en todos aquellos puestos de trabajo que requieran algún tipo de trato
con el cliente. Incluso podríamos dedicar robots al cuidado de nuestros niños y mayores.
Aunque los robots pueden simular emociones y sentimientos, no tienen la capacidad de
experimentarlos de la misma manera que los seres humanos.
Habría gente que no tienen problemas con tener un robot para uso de bien . Un empresario
emprendedor no tendría más que dar una suma de dinero y que los tecnólogos se pusieran
a trabajar en desarrollar el robot necesario para la empresa. El empresario ha tenido que
invertir en algo que, a largo plazo, le va salir rentable. Al fin y al cabo, se va a ahorrar un
sueldo de toda la vida de una persona, la inversión en robots depende del propósito y la
necesidad del negocio como ya se había comentado, para algunas empresas, los robots
pueden mejorar la eficiencia y la productividad al realizar tareas repetitivas que a los
humanos les cuestan hacer.
Sin embargo, los robots pueden simular emociones y sentimientos, pero no pueden
experimentarlos de la misma manera que los seres humanos. Estos no pueden madurar y
adquirir habilidades o conocimientos por sí mismos, pero pueden ser actualizados con
nuevas funciones y características.
Referencias
Russell, S. J., & Norvig, P. (2010). Artificial intelligence: A modern approach (3rd ed.).
Pearson.