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Hemos visto (1.4) que los sistemas de fuerzas se dividen en dos grandes grupos: sistemas planos y
sistemas espaciales, y que cada uno de ellos comprende dos subgrupos: fuerzas concurrentes y
fuerzas no concurrentes. En el presente capítulo nos ocuparemos de los sistemas planos,
comenzando por aquellos constituidos por fuerzas concurrentes a un punto propio, dejando para
otro capítulo el estudio de los sistemas de fuerzas paralelas; es decir, concurrentes al punto
impropio de sus direcciones comunes.
En ciertos casos será posible reducir el sistema a una única fuerza, la resultante, o bien a un par; en
otros no cabe hablar de resultante única, reduciéndose entonces el sistema a dos fuerzas, o a una
fuerza y un par.
Para proceder a la reducción de los sistemas de fuerzas concurrentes es necesario componerlas, a
efectos de hallar su resultante.
El caso de dos fuerzas concurrentes lo hemos tratado al discutir el primer principio de la Estática; es
decir, el principio del paralelogramo.
Pasemos ahora al caso de sistemas de más de dos fuerzas concurrentes a un mismo punto de un
cuerpo rígido. Consideremos el sistema de la figura 2.1 a, constituido por las fuerzas P1, P2, P3 y P4,
concurrentes al punto O. Para hallar gráficamente la resultante del sistema, aplicaremos
sucesivamente la regla del paralelogramo, determinando primeramente la resultante R1 de las
fuerzas P1 y P2. Hallada R1, la compondremos a su vez con la fuerza P3, lo que nos dará una nueva
resultante R2, que lo será también de las tres primeras fuerzas. Luego, componiendo esta última
resultante con P4, obtendremos R3, que será la resultante del sistema buscada.
Esta resultante la hemos hallado construyendo sucesivamente tres paralelogramos de fuerzas. Ello
no es necesario, en general, siendo posible simplificar la construcción, extendiendo el concepto de
triángulo de fuerzas, tratado en 1.5 para el caso de dos fuerzas concurrentes, al de polígono de
fuerzas, cuando el número de fuerzas componentes es superior a dos. Para ello trabajamos con los
vectores representativos de las fuerzas, vectores libres. Llevando los mismos uno a continuación del
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otro, figura 2.1 b, el vector definido por el origen del vector representativo de la primera fuerza y el
extremo del de la última, constituye el vector representativo de la resultante del sistema, como surge
de inmediato del análisis de la figura 2.1 b. En efecto, en la misma hemos construido los sucesivos
triángulos de fuerzas A0, A1, A2; A0, A2, A3 y A0, A3, A4. En el primero de ellos, el vector A0 A2 es
representativo de la resultante de las dos primeras fuerzas; es decir, R1 y también lado del segundo
triángulo de fuerzas. En consecuencia, el vector A0 A3 será representativo de la resultante de la
fuerzas P1, P2 y P3, por las mismas razones, el vector A0 A4 lo será de la resultante total del sistema.
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En la construcción del polígono de fuerzas, el orden en que se lleven los vectores representativos de
las mismas puede ser cualquiera. En la figura 2.1 b, se ha permutado el orden de dos de los vectores
sin que el resultado se altere.
Una vez determinado el vector representativo de la resultante del sistema, ésta queda definida, por
cuanto se conoce su intensidad y su dirección debiendo, evidentemente, pasar su recta de acción por
el punto O, de concurrencia de las fuerzas que constituyen el sistema.
Consideraremos ahora dos casos particulares: cuando todas las fuerzas concurrentes tienen la misma
recta de acción; es decir, son colineales, la resultante del sistema se obtiene por simple suma
algebraica de las fuerzas componentes; el segundo caso particular se presenta cuando, al construir el
polígono de fuerzas, el extremo del último vector coincide con el origen del primero.
Evidentemente, el vector representativo de la resultante será nulo y no habrá resultante (fig. 2.2). En
este caso se dice que el sistema se encuentra en equilibrio. Llegamos así a dos posibilidades en lo
que se refiere al polígono de fuerzas:
En el caso a), el sistema admite una resultante, y en el caso b), el sistema se encuentra en equilibrio.
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La segunda posibilidad nos conduce a establecer la siguiente condición gráfica para el equilibrio de
un sistema de fuerzas concurrentes:
La condición es necesaria, pues de no ser cerrado el polígono, existiría una resultante, y, por lo
tanto, no podría haber equilibrio; y es suficiente por cuanto el equilibrio de un sistema exige que el
mismo sea nulo, bastando para ello, en sistemas concurrentes, que la intensidad de la resultante sea
cero.
1
El problema de la descomposición de una fuerza en dos componentes cuyas rectas de acción,
conocidas, concurran al punto de aplicación de la fuerza dada, tiene su solución gráfica implícita en el
principio del paralelogramo de fuerzas. En efecto, sea la fuerza P (fig. 2.3) aplicada en el punto A de
un cuerpo rígido y se pide hallar sus componentes según las rectas de acción (1) y (2), concurrentes en
A. Ubicado el vector representativo de P, tracemos por sus extremos dos rectas paralelas a las rectas
de acción dadas. El punto de intersección N nos definirá dos vectores MN y NQ, cuyos módulos
corresponderán a las intensidades de las componentes buscadas P1 y P2, y cuyos sentidos serán tales
que la suma geométrica de los mismos nos dé el vector representativo de P.
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En el problema de la descomposición de una fuerza en dos componentes, aparte del caso tratado en
el párrafo anterior, puede presentarse otras tres posibilidades, según se conozcan:
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Posibilidad a). Sea una fuerza P (fig. 2.4) aplicada en el punto A de un cuerpo rígido, y se pide
descomponerla en una componente de intensidad P1 y en otra que actúe según la recta (2). Para
resolver el problema, trazamos por uno de los extremos del vector representativo de P, el N por
ejemplo, una recta paralela a la recta de acción que es dato del problema. Luego, por el otro
extremo trazamos un arco de circunferencia cuyo radio, en la escala de fuerzas adoptada, represente
la intensidad de la segunda componente P1. Pueden presentarse tres casos:
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En el primer caso existen dos soluciones. En efecto, el vector NQ, completa, con P1, un triángulo de
fuerzas que tiene por resultante a P, y, en consecuencia, soluciona el problema. Pero el punto R
define un vector NR, que también es solución, por cuanto completa, con otra fuerza cuya intensidad
es P1, un triángulo de fuerzas cuya resultante es P. En cada caso, las condiciones particulares del
problema permitirán establecer cuál de las dos soluciones es compatible con aquéllas.
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En el segundo caso la solución es única, pues existe un solo vector NT, definido por el punto de
tangencia de la recta con la circunferencia, que da origen a un triángulo de fuerzas cuya resultante
es P. Finalmente, si la recta resulta exterior a la circunferencia, el problema no tiene solución, lo
que surge de la figura 2.4 c, en forma evidente.
Posibilidad b). Dada la fuerza P (fig. 2.5), descomponerla en la componente P1, de la que se
conocen su intensidad y dirección, y otra componente P2. La solución es inmediata: en efecto,
llevando por uno de los extremos del vector representativo de P el vector representativo de P1, el
vector QN, definido por el extremo de P1 y el extremo de P, es representativo de la componente
buscada, ya que completa, con P1, el triángulo de fuerzas que tiene por resultante P.
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Posibilidad c). Dada una fuerza P aplicada en el punto A de un cuerpo rígido, se pide hallar dos
componentes de la misma cuyas intensidades sean P1 y P2.
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Este caso también conduce a dos, una o ninguna solución, como veremos de inmediato. Tracemos
por los extremos del vector representativo de P (fig. 2.6 a) arcos de circunferencia cuyos radios, en
la escala de fuerzas adoptada, sean iguales respectivamente a las intensidades de las componentes
P1 y P2, cuyas direcciones buscamos. Si la suma de las longitudes de ambos radios es mayor que la
longitud del segmento MN, que corresponde al vector representativo de P, ambos arcos de
circunferencia se cortarán en dos puntos, Q y R, que definen los vectores MQ y QN, el primero y
MR y RN, el segundo, que constituyen las dos soluciones posibles del problema. En efecto, los
vectores MQ y QN configuran, con el vector representativo de P, un triángulo de fuerzas, que tiene
por resultante a P, por lo que son solución del problema, ocurriendo lo mismo con los vectores MR
y RN.
Si, en cambio, la suma de las longitudes de los radios de los dos arcos de circunferencia es igual a la
longitud del segmento MN, (fig. 2.6 b), ambas circunferencias resultan ser tangentes, y el punto de
tangencia T estará ubicado sobre el vector representativo de P. En consecuencia, los vectores MT y
TN, constituirán la única solución del problema y las componentes buscadas serán colineales con P.
Finalmente, si la suma de las longitudes de los radios de los dos arcos de circunferencia es menor que
la longitud del segmento MN (fig. 2.6 c), las mismas no se cortarán, y el problema no tiene solución.
1
La descomposición de una fuerza en tres componentes concurrentes a su punto de aplicación
constituye un problema indeterminado.
Supongamos que la fuerza P aplicada al punto A de un cuerpo rígido (fig. 2.7), y tres rectas
concurrentes en A, y que se pide hallar las componentes de P, cuyas rectas de acción sean las rectas
dadas. Si, por el origen y extremo del vector MN, representativo de P, trazamos rectas paralelas a
dos de las dadas, las (1) y (2), por ejemplo, cualquier recta paralela a la (3) conduce a una solución
del problema. En efecto, consideremos la paralela (3’). Sus puntos de intersección T y S con las
rectas (1) y (2) definen los tres vectores MT, TS y SN, que conforman un polígono de fuerzas que
tiene a P por resultante. Lo mismo ocurre con los puntos de intersección con (1) y (2) de cualquier
otra paralela a (3), y en consecuencia, existen infinitas ternas de fuerzas concurrentes en A y que
tienen por resultante a P, por lo que la solución del problema es indeterminada.
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Si en lugar de ser tres, las componentes incógnitas fueran cuatro o más, subsiste la indeterminación,
como es fácil de ver.
2
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El equilibrio de dos fuerzas, como hemos visto anteriormente, para que sea posible, exige que
ambas sean colineales, de igual intensidad y sentido contrario; es decir, opuestas.
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Consideremos ahora el caso de tres fuerzas coplanares actuando sobre un mismo cuerpo rígido. Si el
sistema debe encontrarse en equilibrio, es necesario que las tres fuerzas concurran a un mismo
punto. En efecto, sean las fuerzas P1, P2 y P3 de figura 2.8. La resultante de dos de ellas, por
ejemplo P1 y P2, pasará por el punto A de intersección de sus rectas de acción, y será equivalente, en
sus efectos, al conjunto P1, P2. En consecuencia, el equilibrio del sistema se reduce ahora al
equilibrio de dos fuerzas: P3 y R1-2, y, en virtud del segundo principio de la Estática, para que dicho
equilibrio sea posible, es necesario que ambas fuerzas sean opuestas. Para que ello ocurra, P3 debe
tener necesariamente la misma recta de acción que R1-2, y, en consecuencia, concurrir en A con P1 y
P2. Además, para que exista equilibrio, es necesario que una de las fuerzas (la P3 en este caso) sea
opuesta a la resultante de las otras dos. Generalizando este concepto, diremos que, en un sistema en
equilibrio de fuerzas concurrentes a un mismo punto de un cuerpo rígido, cualquiera de las fuerzas
del sistema es siempre opuesta a la resultante de las restantes fuerzas.
,
En 2.1. nos hemos ocupado de la reducción de sistemas de fuerzas concurrentes, utilizando
procedimientos gráficos. Resolveremos, ahora, el problema de hallar la resultante de un sistema de
fuerzas concurrentes a un punto, en forma analítica.
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Pero, de acuerdo con [1.17], las expresiones [2.1] pueden escribirse en la forma siguiente
expresiones que nos dan las proyecciones (o componentes según paralelas a los ejes coordenados
que pasan por A) de la resultante R, en función de las fuerzas que constituyen el sistema. Si en lugar
de dos fuerzas, se trata de un sistema constituido por n fuerzas, las expresiones [2.2] se generalizan,
transformándose en
n
Rx = R cos ϕ R = Pi cos ϕ i ,
1
n [2.3]
Ry = R sen ϕ R = Pi sen ϕ i ,
1
y el correspondiente argumento de
Ry
sen ϕ R =
R
[2.5]
Rx
cos ϕ R =
R
O bien de la [1.21].
Es posible, sin embargo, definir la resultante de un sistema de fuerzas concurrentes de otras dos
maneras: mediante una ecuación de proyección sobre un eje y una ecuación de momentos respecto
de un punto cualquiera, o por dos ecuaciones de momentos, respecto de dos puntos. Como veremos
de inmediato, en el primero caso quedan excluidos aquellos ejes que resulten normales a la recta
determinada por el punto de concurrencia del sistema de fuerzas y el centro de momentos elegido, y
para la segunda posibilidad, los centros de momentos no deben encontrarse alineados con el punto
de concurrencia de las fuerzas.
Sea el sistema de fuerzas Pi, concurrentes en A, de la figura 2.10, y tomemos momentos del sistema
de fuerzas, respecto de un punto cualquiera O. Por ser O coplanar con el sistema de furezas, de
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acuerdo con el teorema de Varignon, si llamamos M io el momento genérico de una fuerza Pi,
respecto del centro O, y M Ro el momento de la resultante, respecto del mismo punto, tendremos:
n
M R0 = M i0 [2.6]
1
Ahora bien, la resultante R, necesariamente debe pasar por el punto A, de concurrencia del sistema.
Por otra parte, podemos suponerla descompuesta en dos componentes, una R’, normal a la recta OA,
y, la otra, coincidente con la misma, que llamaremos R”. Conforme con el enunciado de Varignon,
el momento de R respecto de O será igual a la suma algebraica de los momentos de sus
componentes respecto del mismo punto, pero como R” concurre a O, su momento es nulo con
respecto a dicho punto.
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En consecuencia, se tiene
M R0 = R '.d . [2.7]
En esta ecuación son conocidos M R0 y d; luego, podemos despejar la intensidad de la componente R’.
Sabemos que su recta de acción es normal a d, por hipótesis, y su sentido surge del signo M R0 ,
según la convención establecida en 1.6.
Si a partir de A llevamos el vector representativo de R’, y por su extremo A’ trazamos una paralela a
la recta OA, de acuerdo con el principio del paralelogramo de fuerzas, el extremo del vector
representativo de la resultante R será un punto de dicha recta.
Proyectemos ahora el sistema de fuerzas sobre un eje arbitrario z-z y supongamos que la suma de
las proyecciones de las fuerzas sobre dicho eje sea el segmento dirigido A”M. Por lo que hemos
visto anteriormente, el segmento A”M coincide con la proyección de la resultante del sistema, sobre
el eje z-z; es decir,
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n
A " M = Rz = Pi cos ϕ i [2.8]
1
Si por el punto M, extremo del vector representativo de Rz, levantamos una normal, sobre la misma
debe encontrarse el extremo del vector representativo de la resultante R. En consecuencia, el punto
M’, determinado por la intersección de dicha normal con la paralela a OA trazada por A’,
corresponde al extremo del vector representativo de R, quedando con ello determinadas su
intensidad y su dirección. Hemos definido así la resultante del sistema de fuerzas concurrentes
mediante una ecuación de proyección y otra de momentos.
Si hubiéramos elegido un eje z-z normal a la recta AO (fig. 2.11) el problema resultaría
indeterminado. En efecto, al proyectar el sistema sobre el eje z-z, la suma de las proyecciones de las
fuerzas componentes nos da una proyección de la resultante R coincidente en intensidad y dirección
con la componente R’ obtenida mediante la ecuación de momentos, lo que surge de inmediato del
análisis de la figura y nos faltaría un elemento para definir la resultante.
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Sea el sistema de fuerzas Pi concurrentes en A (fig. 2.12), y tomemos momentos de las fuerzas
respecto a los puntos M y N. Tendremos
n
M Rm = M im ,
1
n [2.9]
n
M R = Mi ,
n
1
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dicha paralela debe encontrarse el extremo del vector representativo de R. Suponiendo ahora
descompuesta R en la dirección NA y en la normal, por iguales consideraciones llegamos a
M Rn = Ri' .d1. Llevando por A el vector representativo de Ri' , calculado mediante la expresión
anterior, y trazando por su extremo una paralela de NA, sobre la misma debe encontrarse el extremo
del vector representativo de R. En consecuencia, el punto S, intersección de las paralelas a MA y
NA, trazadas por los puntos A’ y A”, respectivamente, nos define el vector AS, representativo de la
resultante R, la que queda así definida mediante dos ecuaciones de momentos.
Mediante esas mismas ecuaciones puede resolverse el problema de la descomposición de una fuerza
en dos componentes concurrentes a un punto de su recta de acción. En efecto, proyectando la fuerza
P y sus dos componentes incógnitas sobre dos ejes coordenados ortogonales x,y, tenemos las
ecuaciones siguientes (que se corresponden con las [2.2]):
Este sistema de dos ecuaciones nos permite resolver el problema de la descomposición de una
fuerza en dos componentes, en cualquiera de las cuatro posibilidades enunciadas y resueltas
gráficamente en 2.1.2.
Cuando se conocen las direcciones de las fuerzas y se buscan sus intensidades, en las ecuaciones
[2.12] aparecerán como incógnitas únicamente P1 y P2, siendo conocidos los restantes elementos
que aparecen en las ecuaciones por cuanto son datos del problema P, ϕ, ϕ1 y ϕ2.
Es evidente que el hecho de disponer de solamente dos ecuaciones, hace que el problema de la
descomposición de una fuerza en tres componentes concurrentes a un punto de su recta de acción
resulte indeterminado, por cuanto estaremos en presencia de un problema de tres incógnitas.
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.
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Vimos en 2.1. que la condición gráfica de equilibrio de un sistema de fuerzas concurrentes a un
punto consistía en que su polígono de fuerzas fuera cerrado. Veremos a continuación que las
condiciones analíticas, necesarias y suficientes, que debe cumplir un sistema de fuerzas
concurrentes para encontrarse en equilibrio, son dos, y que existen tres maneras distintas de
expresarlas: mediante dos ecuaciones de proyección sobre dos ejes no coincidentes ni paralelos;
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mediante una ecuación de momentos y una de proyección sobre un eje que no sea normal a la recta
determinada por el centro de momentos y el punto de concurrencia de las fuerzas; o bien, mediante
dos ecuaciones de momentos respecto de dos puntos no alineados con el punto de concurrencia del
sistema.
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Sea el sistema de fuerzas Pi concurrentes en A, de la figura 2.13. Supongamos que, proyectadas las
fuerzas sobre el eje x, la suma de sus proyecciones resulte nula; es decir,
n
P cos ϕ
1
i i = 0. [2.11]
Queda excluida la posibilidad de que el sistema se reduzca a un par. En efecto, si bien el par
cumpliría la condición de proyección nula sobre el eje, la naturaleza del sistema (concurrente en A)
exige la concurrencia de la resultante con las fuerzas componentes, condición que no cumple el par.
Si proyectamos ahora el sistema sobre el eje y, y la suma de las proyecciones es nula, se presentan
las mismas posibilidades anteriores: a) resultante nula; b) resultante normal al eje y.
Si, simultáneamente, se cumplen las condiciones de nulidad de proyecciones del sistema sobre los
dos ejes, se excluyen automáticamente las posibilidades b), por cuanto la resultante, de existir, no
puede cumplir simultáneamente la condición de perpendicularidad a dos ejes normales. En
consecuencia, la única posibilidad que le resta al sistema es la de encontrarse en equilibrio.
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Si proyectamos el sistema sobre el eje x, por ejemplo, y encontramos que la suma de las
proyecciones es nula, caben las dos posibilidades analizadas al estudiar el caso 1°, es decir,
resultante nula, o bien resultante normal al eje x.
Si ello ocurriera, al cumplirse la primera condición, es decir, suma de momentos respecto de A igual
a cero, de no existir equilibrio, la resultante, debiendo pasar por A, necesariamente sería normal al
eje x, y la ecuación de proyección sobre este eje, de ser nula, no impondría ninguna nueva
condición, por cuanto la de perpendicularidad ya estaba impuesta implícitamente por la condición
de momentos.
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HU&DVR
Si tomamos momentos del sistema Pi de la figura 2.15 respecto del punto M, y la suma de los
mismos es nula, es posible:
Si, al tomar momentos con respecto al punto N, la suma resulta cero, las posibilidades son las
mismas que antes, pero, en este caso, de existir resultante, debe pasar por N.
Si las dos condiciones se cumplen simultáneamente, quedan excluidas las posibilidades b), por
cuanto, debiendo la resultante pasar por A, dadas las condiciones del problema, no puede
simultáneamente pasar por dos puntos no alineados con A.
Si los centros de momentos elegidos se encuentran alineados con el punto de concurrencia de las
fuerzas, la nulidad de los momentos con respecto a dichos centros no asegura el equilibrio, por
cuanto el sistema puede reducirse a una resultante cuya recta de acción contenga a los tres puntos,
siendo de hecho nulos sus momentos respecto de los mismos.
Resumiendo, diremos que un sistema de fuerzas concurrentes estará en equilibrio siempre que se
verifique cualquiera de los sistemas de dos ecuaciones siguientes:
n
P cos ϕ
1
i = 0,
i
n [2.12]
1 i i
Psenϕ = 0;
n
n
P cos ϕ
1
i i = 0, o
P senϕ
1
i i = 0 ,
n
[2.13]
M
1
i
m
= 0:
n
M
1
i
m
= 0,
n [2.14]
1 M i = 0.
n
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