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DOMINGO III DE PASCUA


Primeras Vísperas con Canto Gregoriano

CATEDRAL METROPOLITANA DE MEDELLÍN


Abril 22 de 2023

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CATEQUESIS DEL PAPA BENEDICTO XVI, SOBRE EL SALMO 112

Queridos hermanos:

1. Ha resonado en su sencillez y belleza el Salmo 112, auténtica puerta de entrada a una pequeña
colección de Salmos que va del 112 al 117, convencionalmente llamada el «Hallel». Es el aleluya, es
decir, el canto de alabanza, que exalta la liberación de la esclavitud del faraón y la alegría de Israel en
su servicio libre al Señor en la tierra prometida. No es casualidad el que la tradición judía enlazara esta
serie de salmos con la liturgia pascual. La celebración de aquel acontecimiento, según sus
dimensiones histórico-sociales y sobre todo espirituales, era vista como un signo de la liberación del
mal en la multiplicidad de sus manifestaciones. El Salmo 112 es un breve himno en el que el original
hebreo consta sólo de unas sesenta palabras, henchidas de sentimientos de confianza, de alabanza, de
alegría.

2. La primera estrofa (Cf. Salmo 112, 1-3) exalta «el nombre del Señor» que, como se sabe, en el
lenguaje bíblico indica a la misma persona de Dios, su presencia viva y operante en la historia
humana. En tres ocasiones, con insistencia apasionada, resuena «el nombre del Señor» en el centro de
esta oración de adoración. Todo ser y todo el tiempo, «de la salida del sol hasta su ocaso», dice el
salmista (versículo 3), se une en una única acción de gracias. Es como si una respiración incesante se
elevara desde la tierra hacia el cielo para exaltar al Señor, Creador del cosmos y Rey de la historia.

3. Precisamente a través de este movimiento hacia lo alto, el Salmo nos conduce al misterio divino. La
segunda parte (Cf. versículos 4-6) celebra la trascendencia del Señor, descrita con imágenes verticales
que superan el simple horizonte humano. Se proclama: el Señor «se eleva sobre todos los pueblos»,
«se eleva en su trono» y nadie puede estar a su nivel; incluso para ver los cielos «se abaja», pues «su
gloria está sobre los cielos» (versículo 4). La mirada divina se dirige a toda la realidad, a los seres
terrestres y a los celestiales. Sin embargo, sus ojos no son altaneros o distantes, como los de un frío
emperador. El Señor, dice el salmista, «se abaja para mirar» (versículo 6).

4. De este modo, pasamos al último movimiento del Salmo (Cf. versículos 7-9), que cambia la
atención para dirigirla de las alturas celestes a nuestro horizonte terreno. El Señor se abaja con
solicitud hacia nuestra pequeñez e indigencia, que nos llevaría a retraernos con temor. Señala
directamente con su mirada amorosa y con su compromiso eficaz a los últimos y miserables del
mundo: «Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre» (v. 7). Dios se inclina, por tanto,
ante los necesitados y los que sufren para consolarles. Y esta expresión encuentra su significado
último, su máximo realismo en el momento en el que Dios se inclina hasta el punto de encarnarse, de
hacerse como uno de nosotros, como uno de los pobres del mundo. Al pobre le confiere el honor más
grande, el de «sentarlo con los príncipes»; sí entre «los príncipes de su pueblo» (versículo 8). A la
mujer sola y estéril, humillada por la antigua sociedad como si fuera una rama seca e inútil, Dios le da
el honor y la gran alegría de tener muchos hijos (Cf. versículo 9). Por tanto, el salmista alaba a un
Dios sumamente diferente de nosotros en su grandeza, pero al mismo tiempo muy cercano a sus
criaturas que sufren.

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INVOCACIÓN DE PIES

V Dios mío,  ven en mi auxilio.


R Señor, date prisa en socorrerme.
V Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
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HIMNO

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1. Revestidos para la Cena del Cordero,
con las estolas blancas de la salvación,
tras el paso del mar Rojo,
cantemos a Cristo, nuestro príncipe.

2. Él ha querido que gustando de su sangre rosada


y de su cuerpo sacratísimo,
inmolado en el ara de la Cruz,
pudiésemos vivir la misma vida de Dios.

3. Protegidos frente al ángel devastador,


durante la noche de la Pascua,
hemos sido liberados
del áspero yugo del Faraón.

4. Ahora es ya Cristo nuestra Pascua,


el manso Cordero sacrificado;
el ázimo puro de sinceridad,
que ha ofrecido su misma carne.

5. ¡Oh verdadera hostia dignísima!,


que, humillando al infierno
y después de redimir a tu pueblo cautivo,
le has devuelto el premio de la Vida.

6. Surge Cristo del sepulcro y,


al regresar victorioso del abismo,
habiendo encadenado al tirano,
nos abre las puertas del Paraíso.

7. Sé tú, Jesús, para nuestras almas


el gozo perenne de la Pascua,
y dígnate hacernos partícipes de tu triunfo,
a quienes hemos renacido a la gracia.

8. Para ti, Señor, toda la gloria,


que vencida la muerte, reluces deslumbrante,
con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
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“Somos el pueblo de la Pascua:
Aleluya es nuestra canción.
Cantemos aquí y ahora en esta vida,
aunque estemos oprimidos
por varias preocupaciones,
para que podamos cantarla un día
en el mundo venidero,
cuando seamos liberados de toda ansiedad.”

[ San Agustín de Hipona ]

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SENTADOS SALMODIA

ANTÍFONA 1. El Señor se eleva sobre todos los pueblos,


su gloria sobre los cielos. Aleluya.

SALMO 112

I A-la-bad, siervos del Se-ñor, *


alabad el nom-bre del Señor.

II Bendito sea el nombre del Se-ñor, *


ahora y por siem-pre:

I de la salida del sol hasta su o-ca-so, *


alabado sea el nom-bre del Señor.

II El Señor se eleva sobre todos los pue-blos, *


su gloria so-bre los cie-los.

I ¿Quién como el Señor, Dios nues-tro, *

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que se eleva en su tro-no

II y se abaja para mi-rar *


al cielo y_a la tie-rra?

I Levanta del polvo al desva-li-do, *


alza de la basu-ra al po-bre,

II para sentarlo con los prín-cipes, *


los príncipes de su pue-blo;

I a la estéril le da un puesto en la ca-sa, *


como madre fe-liz de hi-jos.

II Gloria al Padre, y al Hi-jo,


y al Espí-ri-tu San-to.

I Como era en el principio, ahora y siem-pre, *


por los siglos de los si-glos. A-mén.

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ANTÍFONA 2. Rompiste mis cadenas, Señor: te ofreceré
un sacrificio de alabanza. Aleluya.

SALMO 115

I Te-nía fe, a-ún cuando di-je: *


«¡Qué des-gra-cia-do soy!»

II Yo decía en mi a-pu-ro: *
«Los hombres son unos men-ti-ro-sos.»

I ¿Cómo paga-ré al Se-ñor *


todo el bien que me ha he-cho?

II Alzaré la copa de la sal-va-ción, *


invo-can-do su nom-bre.

I Cumpliré al Se-ñor mis vo-tos *


en presencia de to-do el pue-blo.

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II Mucho le cues-ta al Se-ñor *
la muerte de sus fie-les.

I Señor, yo soy tu sier-vo, +


siervo tuyo, hijo de tu es-cla-va: *
rompiste mis ca-de-nas.

II Te ofreceré un sacrificio de a-la-ban-za, *


invocando tu nom-bre, Se-ñor.

I Cumpliré al Se-ñor mis vo-tos *


en presencia de to-do el pue-blo,

II en el atrio de la ca-sa del Se-ñor, *


en medio de ti, Je-ru-sa-lén.

I Gloria al Pa-dre, y al Hi-jo, *


y al Es-pí-ritu San-to.

II Como era en el principio, a-ho-ra y siem-pre, *


por los siglos de los si-glos. A-mén.

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ANTÍFONA 3. Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya,
aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.

CÁNTICO * APOCALIPSIS 19

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La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.

Alabad al Señor, sus siervos todos,


los que le teméis, pequeños y grandes.

Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,


alegrémonos y gocemos y démosle gracias.

Llegó la boda del Cordero,


su esposa se ha embellecido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

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LECTURA BREVE

(1 Pedro 2, 9-10)

U stedes son linaje escogido,


sacerdocio real, nación santa,
un pueblo adquirido por Dios
para proclamar las hazañas
del que los llamó a salir de la tiniebla
y a entrar en su luz maravillosa.
Ustedes, que en otro tiempo no eran pueblo,
son ahora pueblo de Dios;
ustedes, que estaban excluidos de la misericordia,
son ahora objeto de la misericordia de Dios.

[ Silencio para la reflexión personal ]

16
RESPONSORIO BREVE

V En verdad resucitó el Señor. Aleluya, aleluya.


R En verdad resucitó el Señor. Aleluya, aleluya.
V Y se apareció a Simón.
R Aleluya, aleluya.
V Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R En verdad resucitó el Señor. Aleluya, aleluya.

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DE PIES CÁNTICO EVANGÉLICO

ANT. MAGN. Quédate con nosotros, porque atardece


y el día va de caída. Aleluya, aleluya.

MAGNÍFICAT * LUCAS 1, 46-55

I Pro-cla-ma  mi alma la grandeza del Señor, +


se alegra mi espíritu en Dios mi sal-va-dor; *
porque ha mirado la humillación de su es-cla-va.

II Des-de ahora me felicitarán todas las ge-ne-ra-cio-nes, *


porque el Poderoso ha hecho obras gran-des por mí:

I su nom-bre es san-to +
y su misericordia llega a sus fie-les *
de generación en ge-ne-ra-ción.

II Él ha-ce proezas con su bra-zo: *


dispersa a los soberbios de co-ra-zón,

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I de-rri-ba del trono a los po-de-ro-sos *
y enaltece a los hu-mil-des,

II a los hambrientos los col-ma de bie-nes *


y a los ricos los des-pi-de va-cí-os.

I Au-xi-lia a Isra-el, su sier-vo, *


acordándose de su mi-se-ri-cor-dia

II —co-mo lo había prometido a nues-tros pa-dres— *


en favor de Abraham y su descen-den-cia por siem-pre.

I Glo-ria al Pa-dre, y al Hi-jo, *


y al Es-pí-ritu San-to.

II Co-mo era en el principio, a-ho-ra y siem-pre, *


por los siglos de los si-glos. A-mén.

19
PRECES

OREMOS a Cristo, vida y resurrección de todos los hombres, y


digámosle con fe:

 Te rogamos, Señor, por tu Iglesia extendida por todo el mundo:


santifícala y haz que cumpla su misión de llevar tu reino a
todos los hombres.

 Te pedimos por los hambrientos y por los que están tristes, por
los enfermos, los oprimidos y los desterrados: dales, Señor,
ayuda y consuelo.

 Te pedimos por los que se han apartado de ti por el error o por


el pecado: que obtengan la gracia de tu perdón y el don de una
vida nueva.

 Salvador del mundo, tú que fuiste crucificado, resucitaste, y has


de venir a juzgar al mundo, ten piedad de nosotros, pecadores.

 Te rogamos, Señor, por los que viven en el mundo y por los que
han salido ya de él, con la esperanza de la resurrección.

PORQUE Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos
atrevemos a decir:

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21
ORACIÓN FINAL

QUE tu pueblo, Señor,


exulte siempre al verse renovado
y rejuvenecido en el espíritu,
y que la alegría de haber recobrado la adopción filial
afiance su esperanza de resucitar gloriosamente.
Por nuestro Jesucristo, nuestro Señor.

V Amén.

22
CONCLUSIÓN

23
Invitamos a toda la comunidad a participar de las Vísperas y de la Santa Misa con
Canto Gregoriano, todos los sábados desde las 5:30pm en nuestra iglesia Catedral.

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Psallite Deo nostro, psallite:


quoniam rex omnis terræ Deus, psallite sapienter.
(Psalmus XLVII)

SCHOLA CATHEDRALIS
PARROQUIA CATEDRAL BASÍLICA METROPOLITANA
DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
MEDELLÍN * ABRIL DE 2023

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