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FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES UNIVERSIDAD NACIONAL

DE ROSARIO
ESCUELA DE HISTORIA

Historia Argentina II
TRABAJO TALLER

ALUMNO: ROMAN DELUCA

LEGAJO: D 2407/4

CORREO: romanandresdeluca@hotmail.com
SUFRAGIO FEMENINO:
AMPLIACION Y LIMITES, DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA.

Como sabemos, la cuestión concerniente al sufragio femenino a fines del sxx forma
parte de una problemática histórica que reviste un creciente interés y trascendencia al
dotar de sentido y valor los aportes consagrados a romper con las barreras de
desigualdad y, de esa forma, lograr no solo una pretendida ampliación de derechos, del
goce y acceso a los mismos, sino un cierto grado de igualdad con lo que respecta al
accionar en los distintos niveles y esferas de la sociedad.
A mi parecer y a modo de comentario preliminar, creo acertada la propuesta de llevar
adelante dicho taller por parte de la catedra ya que contribuye de manera enriquecedora
a lograr una percepción reflexiva y comprensiva sobre problemáticas que revisten un
amplio grado de importancia y relevancia, y que al ser complejizadas a su vez conlleva
a elaborar presupuestos críticos y reflexivos sobre las mismas.
Ahora bien, volviendo al caso, básicamente la problemática que decidí traer a
consideración gira en torno al sufragio femenino en los años 1912- 1921,
específicamente hacia los fundamentos intelectuales que, para aquel entonces,
circulaban entre los distintos actores y partidos políticos en la provincia de Santa Fe.
Esta cuestión resulta pertinente ya que los distintos fundamentos y pretextos asumidos
por los actores para sostener la ampliación de derechos y la incorporación de la mujer a
los mismos, insertos en un debate público en post de su realización, arrastran tras de si
una fuerte impronta limitante que no hará más que legitimar la desigualdad imperante
en una sociedad fuertemente patriarcal, y que como sabemos, la tan ansiada
universalidad con la incorporación de la mujer encontrara su realización recién a fines
de 1947. Nos encontramos con dos caras de una misma moneda, por un lado los
esfuerzos consumados en post de un mayor grado de igualdad, y del otro lado, el
sostenimiento de un discurso e imagen que no hace otra cosa mas que asignar roles
específicos, reducidos y limitantes a la mujer con lo que respecta a su accionar.
Para poner en contexto, sabemos que estamos ante un escenario de profundas
transformaciones a nivel político y social, donde diversas cuestiones que no vienen al
caso requerían de una cierta resolución. Así es como un cierto tinte de reformismo
comienza a circular entre los intelectuales y actores político de la época. Y es que
justamente de esa forma miembros de partidos como la UCR o los socialistas entendían
a la reforma electoral, como una herramienta eficaz capaz de llevar adelante una
regeneración en términos políticos y una ampliación de representatividad para la
mayoría de la sociedad. En este punto es que debemos situar nuestra problemática. El
propio Roque Saenz Peña presentaba su programa reformista como un gran aporte para
la nación al postular la necesidad de “nacionalizar a las masas” mediante un rol
instructivo y disciplinador. En dicho programa, como sabemos, encuentra su lugar la
reforma electoral, con una fuerte necesidad de ampliación y universalidad. Lo
paradójico que la tan ansiada universalidad implica seguir desligando y excluyendo del
mapa político a las mujeres. Y esto es un dato muy importante, ya que diversos actores
políticos harán uso de el en post de sus argumentos a favor de la incorporación del
sufragio femenino.
Ahora bien, vayamos a lo que nos compete. Es verdad que existe una diversidad de
planteos en torno a dicha cuestión que comienza a circular de manera efervescente entre
los intelectuales y los partidos políticos de aquel entonces. Pero debemos señalar que
son dos los proyectos serios que encontraran buen puerto para su puesta en práctica, dos
proyectos que derivaran en situaciones específicas, uno con grandes resultados mientras
que el otro encontrara ciertas dificultades a la hora de ponerse en marcha. Hablamos de
la reforma constitucional de 1921 con la introducción de la reforma electoral y la
Constitución de San Juan de 1927.
Con lo que respecta al caso Santafesino, el que reviste mayor interés para mi persona
debido a los resultados de su implementación, sabemos que la reforma electoral y la
incorporación de la mujer responden principalmente a cambios radicales que intentan
hacer frente a las dificultades que la provincia atraviesa en términos políticos y sociales.
Si bien son los integrantes de la Democracia Progresistas quienes logran llevar adelante
un proyecto de tal envergadura, no debemos olvidar que esta cuestión de búsqueda de
soluciones ante un clima de inestabilidad fue una tarea recurrente en la política local, a
lo cual remitiremos mas tarde.
Siguiendo esta línea podemos traer a consideración los argumentos que en lo
concerniente a la reforma electoral se sostienen en el articulo 36 de la misma. Veamos
entonces:
Régimen Electoral [...]
Art. 36.- La Legislatura dictará la ley electoral, que será uniforme para toda la provincia
y reconocerá por base las prescripciones siguientes:
1o Sólo tendrán voto en las elecciones provinciales los ciudadanos argentinos mayores
de diez y ocho años que se hallen inscriptos en el Registro Cívico Provincial. Los
extranjeros y las mujeres serán electores y elegibles para los cargos de carácter local, en
el modo y forma que la ley o las respectivas cartas Municipales determinen.
Como se puede apreciar a primera vista es evidente el logro que conlleva la reforma al
incluir a las mujeres a la posibilidad del acceso al voto, a la representación. Pero si
ahondamos aun mas vemos que dicho logro no es más que una ráfaga pasajera que no
hace mas que resaltar la lógica de desigualdad que el régimen patriarcal refuerza y
sostiene. Así, las mujeres solo contaran con la posibilidad de encontrar un mínimo de
lugar en las cuestiones de carácter local, quedando relegadas de lo concerniente a la
provincia. Ahora bien, la cuestión se vuelve cada vez mas contradictoria si advertimos
los planteos que corresponden al artículo 144 del régimen municipal:
CAPITULO VII
Régimen Municipal [...]
Art. 144.- El cuerpo electoral municipal estará formado por los electores provinciales;
los extranjeros contribuyentes por las cuotas que fijen las respectivas cartas orgánicas y
los casados con mujer argentina o que tengan hijos argentinos; las mujeres argentinas
mayores de edad, que tengan la libre administración de sus bienes o diploma que las
habilite para ejercer alguna profesión liberal. [...]
Provincia de Santa Fe. 1932 (1921). Constitución de la Provincia de Santa Fe. Santa
Fe: Imprenta de la Provincia.
Continuando con la misma lógica, podemos advertir cuales son las condiciones que las
mujeres deben contar para acceder al voto. Lo mas llamativo en este punto es la
condición de poseer la libre administración de sus bienes, ya que nos revela una verdad
infalible. Como sabemos para aquel entonces la mujer debía de cumplir roles
específicos que le son impuestos por la sociedad. Su principal labor gira entorno al
sostenimiento de la familia, al cuidado de los hijos y del hogar (esta cuestión de la
“maternidad” como condición social que veremos mas adelante). Esta realidad no hace
mas que demostrarnos que las mujeres ven reducidos los espacios de oportunidad para
el progreso autónomo e independiente, por lo cual aquellas mujeres que tengan libre
administración de sus bienes no representara mas que a un sector minoritario de
mujeres, donde podemos situar mayoritariamente a aquellas que se encuentran en la
condición de viudas y luego a aquellas mujeres pertenecientes a la clase burguesa que
por su condición social cuentan con la posibilidad de acceder a los escasos niveles de
oportunidad de progreso. Son estas ultimas quienes tienen justamente la oportunidad de
acceder a estudios para luego ejercer alguna profesión liberal que este afín a los
intereses de la nación y de la clase oligárquica que detenta el poder. En definitiva, solo
es un sector muy reducido aquel que puede acceder a la posibilidad de voto para la
mujer.
En ambas consideraciones podemos ver que detrás de los pretendidos logros las
posibilidades de acceso para la mayoría de las mujeres seguirán siendo una cuestión sin
solución por el momento. Si bien es cierto que este hecho representa un hito importante
al tratarse de la incorporación de la mujer por primera vez también lo es el hecho de que
solo un grupo reducido podrá gozar de dichos derechos y de forma limitada a diferencia
de los varones. Así es como podemos advertir que dichos argumentos, quizás de manera
consciente o quizás no, no hacen mas que reforzar la desigualdad imperante y la
condición de inferioridad de la mujer frente a asuntos públicos. Las mismas quedan
relegadas a cumplir roles específicos impuestos por una sociedad patriarcal, roles de
complemento, roles que no hace mas que contribuir al sostenimiento de dicha lógica.
No solo en el proyecto constitucional de 1921 y el partido Demócrata Progresista en
particular podemos advertir los fundamentos sostenedores de la incorporación de la
mujer. En 1919, según el recorte que Silvia Palermo nos ofrece, se presenta el primer
proyecto de derechos cívicos para la mujer. Su autor es el diputado Rogelio Araya,
partidario de la UCR. Araya fue un gran precursor sobre la labor de la mujer en la
construcción de la ciudadanía y la nación; sostenía de manera enfática que” la
intervención de la mujer en las luchas políticas ha de restablecer el equilibrio
perdido”. Siguiendo sus planteos y argumentos podemos ver bajo que clave interpreta
la incorporación del sufragio femenino. Para Araya, la incorporación de la mujer
ejercería de cierto modo un efecto moderador sobre las divisiones de clase. A este
punto podemos desvelar varias cuestiones. Una de ellas es la confianza por parte de
algunos de los miembros del radicalismo en la eficacia de la reforma electoral como
clave para transformar a los trabajadores en ciudadano. Otra cuestión y de manera
intrínseca es el rol que se le asume a la mujer para ese entonces. Al parecer, según
Araya, las mujeres ejercerían un efecto modelador, justiciero e inspirador podríamos
decir. No es casualidad que asigne a las mujeres semejante rol, ya que al parecer y
siguiendo la lógica, los atributos con los cuales se asociaba (y estigmatizaba) a las
mujeres para aquel entonces encajan de gran manera con sus pretensiones: el de ser la
garante de cuidar y proteger a la familia, lo cual conllevaría a forjar un carácter amable,
justiciero, afán a las circunstancias. En este caso, se asume una destacable
responsabilidad para lograr la inclusión de la mujer, aunque a su vez también se enfatiza
sobre los atributos de las mismas, atributos de inferioridad, barreras limitantes que
impiden el rompimiento de un régimen patriarcal.
A este punto cabe mencionar las implicancias políticas y sociales que la condición de
“maternidad” adquiere para ese entonces. Como acabamos de nombrar recientemente,
los argumentos en pro del cumplimiento de la universalidad, sostenían de manera
rotunda esta inferioridad biológica. Para las mujeres, al parecer, su deber social se
resumía en la maternidad, en dedicarse a su familia. Y es que justamente esta
concepción de maternidad, la base de la identidad cultural de la mujer para ese entonces,
le brinda a estas condiciones únicas para contribuir al desarrollo no solo de su familia,
sino de toda la sociedad. Al parecer actores como Araya sostenían dicha condición de
maternidad como indispensable. Por ello es que la presencia de la mujer de alguna
forma vendría a mejorar los modos de acción política, favorecer el éxito de la reforma
social y a reforzar la unidad familiar.
En términos políticos, podemos concluir reconociendo un cierto optimismo por parte
del radicalismo con lo que respecta al reconocimiento de los derechos políticos
femeninos, pero no asi, sigo sosteniendo, en términos de condiciones de igualdad social.

Por último, me pareció enriquecedor traer a consideración otro tipo de referencia y


mirada sobre los fundamentos utilizados en aquel entonces. Se trata de los planteos
efectuados por Juan Álvarez un 3 de febrero de 1921 en contribución a una invitación
efectuada por el Diario Santa Fe, donde se le pedio al mismo explayar y razonar su
postura con lo que respecta a la reforma del régimen municipal. Juan Álvarez,
reconocido doctor en jurisprudencia, formaba parte del grupo de intelectuales de aquel
entonces, valiéndose de gran prestigio debido a sus formas de plasmar en escrito sus
planteos y pensamientos. Sin ahondar en demasiados datos podemos hacer una vaga
conclusión de que sus razonamientos enfatizaban quizás con mayor simpatía con los
ideales de la clase dominante, debido a su formación profesional. Ahora bien, en lo que
nos concierne es interesante lo que alude al respecto de la incorporación de la mujer al
derecho de representación:
Como se puede apreciar, volvemos a encontrar presente la cuestión de la maternidad
como un atributo necesario e indispensable para el acceso a la representatividad,
cuestión que como vimos si bien da lugar a una oportunidad de ampliación e igualación
para un sector mas amplio de las mujeres, no hace mas que subordinar el accionar
preponderante de la mujer a ciertas cualidades impuestas y limitantes. Otra cuestión
que podemos rescatar es lo concerniente a la mayoría de edad, ya que al parecer de Juan
Álvarez al igual que muchos de otros intelectuales del momento, la mayoría de edad
para las mujeres seria alcanzado sus 22 años, a diferencia de los varones que la
alcanzarían a los 18. Entonces podemos ver como en este punto se sigue sosteniendo la
desigualdad de género, la inferioridad por parte de la mujer y la imposibilidad de
acceder a determinados derechos a diferencia de los varones que podían gozar de ellos.

A modo de cierre podemos advertir que los argumentos y fundamentos que los distintos
actores sostenían en torno a la problemática del sufragio femenino en la provincia de
Santa Fe llevan intrínseco dos caras de una misma moneda, al tratarse por un lado de
los logros consagrados en el ámbito político, con la incorporación de las mujeres
(aunque fuese de manera reducida) al derecho de representación, y al sostenerse por el
otro una marcada desigualdad social en torno a la cuestión de género, es decir al sujetar
y limitar a las mujeres a través de la imposición de ciertos roles y atributos consagrados
al funcionamiento de la lógica del poder.

BIBLIOGRAFIA:
- PALERMO, SILVANA; “Sufragio femenino y ciudadanía política en la Argentina,
1912-1947”
- CASTRO, MARTIN; “El ocaso de la republica oligárquica. Poder, política y reforma
electoral, 1898-1912”
- Santa Fe. Constitución de 1921. Artículos: 36 y 144.
- Diario Santa Fe, jueves 3 de febrero de 1921 ;
http://www.santafe.gov.ar/hemerotecadigital/diario/9510/?page=1
- GLUCK, MARIO; “Juan Álvarez (1878-1954). Elementos para una biografía
intelectual”.
- VALOBRA, ADRIANA MARIA; “Feminismo, sufragismo y mujeres em los partidos
políticos en la Argentina de la primera mitad del siglo xx”.

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