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Iluminaciones de un

lienzo: ecfrasis poético

En octubre de 2020 hasta


noviembre de ese año, Luis
Gilberto Caraballo escribe
un libro inspirado en la
pintura de Armando
Reveron, Iluminaciones de
un lienzo. Este es un
ejercicio de ecfrasis poético
pues pintura y literatura
quedan fuertemente
integrados en dicho el texto.
De hecho, Luis Gilberto
Caraballo practica esta
conjunción de arte y
literatura en toda su obra al
ser un artista múltiple con
práctica en la música,
pintura y literatura. Sus
imágenes poéticas tienen
fuertes referencias a las
demás artes en textos tan
diferentes como Encuentro
con el Sur, Arpa Invisible, Es
tiempo de volver, Gruta del
Ávila, entre otros.

Iluminaciones de un lienzo
es el primer poemario
homenaje a la gran figura de
Reveron. Este libro, que leo
como un poema con
variaciones, cuenta con
epígrafes de Reveron y
Caraballo, poemas en verso
y prosa, y un artificio literario
al final dónde Caraballo
imagina un encuentro entre
Vincent Van Gohg, Carlos
Cruz Diez y Reveron en
Francia. Como es costumbre
en la poesía y poética de
Caraballo, las imágenes se
multiplican, se engarzan, se
pueblan para lograr una
especie de rizoma como ha
visto Juan Ramón Jiménez
Sanchez o se nos presentan
como una especie de
caleidoscopio, como
advierte Gabriela Moreno en
su lectura de Es tiempo de
volver. Estas imágenes tan
complejas, poderosas hacen
que se vea en el poema
hasta la saciedad la labor de
un pintor, el movimiento de
su trazo, el uso de sus
pinceles y brochas, la
llamada “gestualidad” de la
pintura de Reveron.

Luis Gilberto Caraballo para


organizar su texto se fija en
la periodizacion cromática
de la obra de Reveron según
lo establecido por Alfredo
Boulton en 1995: la etapa
azul (1918-1924); la etapa
blanca (1925-1934); y la
etapa sepia (1935-1954) . A
estas etapas, el pintor y
crítico de arte venezolano,
Juan Calzadilla “incorpora
una cuarta y última etapa, el
periodo expresionista
(1945-1953), donde regresa
al dibujo, incorpora figuras
aisladas o en grupo y
acentúa la gestualida”. Esta
última etapa y su
gestualidad expresa no son
abordadas en el libro-
homenaje de Caraballo. Sin
embargo hay que recordar
que la ritualidad y
gestualidad de la pintura de
Reveron ha estado presente
en toda su pintura y enlaza
esta con las prácticas de
este artista como las
muñecas y artefactos tal
como lo ha visto Diana
Gabriela Olivo de Alba
Avendano en su tesis de
magister para la UNAM,
Armando Reveron:
Ritualidad y
Representación . Y es
curioso que sin aludir
expresamente a esta última
fase de Reveron en
Iluminaciones de un lienzo,
Caraballo capta la ritualidad
y la gestualidad en la pintura
del maestro venezolano por
medio de su lenguaje
poetico.

Iluminaciones de un lienzo
abre con un poema que
medita el instante que un
pintor se enfrenta con su
lienzo en blanco. De acuerdo
con Caraballo, este es un
momento único donde el
pintor se enfrenta a ese
lienzo en blanco que es una
especie de “abismo” y que
crea gran inquietud en el
artista.

Detrás de un lienzo
Hay millones de
cuadros sembrados
Como brisas,
como sueños
Como un relámpago
detenido
Transgredieron la
quietud
El nimbo
En olvido
La inexistencia.

Es interesante que en este


poema Caraballo vincula el
lienzo, el cuadro con el
poema y aun con la albura
del papel y el ejercicio de
pintar con la praxis de la
escritura. Termina el poema:

Como nubes
aparecen
Y luego se van a lo
lejos
Temblorosas de
alquimia
Se van adentro
Con su lluvia de
sueño.
A las escaleras,
A dormitar en la
vereda interna
Cercana de los
astros,
En el silencio del
cuadro
Un poema recita la
noche secreta
Vestida de
verde
En el silencio del
cuadro
Arde con sus torres
Alumbra el sentir del
río fragua
Su latencia
eterna.

Así que en este primer


poema dedicado al arte de
Reveron, se sitúa al pintor
frente a su lienzo en blanco.
Se le ve luchar para poblar
este abismo o vacío y se ve
este ejercicio como un arte
performativo comparado a la
escritura.

El segundo poema tiene un


epígrafe de Reveron donde
este señala que “no podía
pintar sino amaneceres.
Pintándolos se me olvidaban
siempre las gaviotas.” Y
Caraballo intenta por el fluir
de sus imágenes captar el
movimiento del pintor y su
incapacidad para captar
esas gaviotas que escapan a
su pincel. Este poema
resalta la ritualidad que
establecía
Reveron al pintar al lado Del
Mar, imagina su lucha por
lograr llevar al lienzo sus
imágenes y “vemos” la
figura de Reveron luchando
con su lienzo, sus pinceles y
aún con su cuerpo para
terminar ese cuadro donde
se le olvidan las gaviotas.
Escribe Caraballo:

Miro a mis ojos


Sobre el lienzo encima
de la paleta
Los murmullos de la
voz,
Miro y vuelvo a ver.
.....
Cada vez estoy más
adentro, más
Mar
Más hecho de tu piel,
más muesca
Más lienzo en oleajes
suaves la
Bruma.
No deja ver,
El salitre arde en el
corazón
Y la brisa despeina la
sed entre los
los dedos.

Y más abajo:

Se quedó un pájaro
atrapado en el
Ojo
Y revolotea con sus
alas,
Y pica con el trino
levanta vuelo
En el atardecer y
siempre regresa
A mi ojo
Me surca con sus
venas y mares.

La Iluminación número 5
lleva un epígrafe de Reveron
que capta la importancia de
la luz y la luz en cada hora
para ejecutar un lienzo:
“Cada hora es de un color
distinto y uno siente el paso
de una a la otra”.

De nuevo el poema coloca al


pintor en su rito artístico,
sabiendo que cada hora
tiene su luz. Vemos a
Reveron luchando con la luz
y la paleta de colores,
luchando con los elementos
para captar sus imágenes.
Interesante es Caraballo
alude al proceso como uno
doloroso e incluso utiliza las
palabras “cicatrices”, “cruz”.
Tal como en la poesía, la
ejecución pictórica se ve
como un algo doloroso:

Anoche frente al mar


de la paleta
Encontré un lienzo
cubierto de
De cicatrices.
Mi piel estaba
consagrada a una
Cruz
De iluminadas
piedras sumergida
En el respirar.

Después de luchar con


olvidos y fantasmas, el
pintor puede pintar. Escribe
Caraballo, intentando que
captemos la dificultad
intrínseca en el arte de
Reveron;

Cuando en la paleta
logro
Liberarme de
ellos
Cuando siento por
fin
La llenura se va
recomponiendo,
Y mis islas elegidas
se pueblan de
Esos paisajes
luminosos
Piadosos
Como ofrendas de
algún Dios

Este poema también alude al


escenario en que Reveron
pintaba, “el lodazal”, que
contrasta con esas
imágenes puras, “ofrendas
de algún Dios”, que el pintor
lograr llevar a su lienzo
después de un proceso
agónico, de lucha con las
horas y sus luces, de luchar
con un lienzo con cicatrices.

La Iluminación IX también
cuenta con un epígrafe de
Reveron: “El lienzo esta en
blanco/y cada pincelada/es
un pedazo del alma. En esta
Iluminación que es en prosa,
Luis Gilberto Caraballo
imagina a Armando Reveron
con su “cuerpo herido de
alucinaciones”, llegando a
Manhattan a la Calle 53 con
la 5ta Avenida donde se hizo
una retrospectiva póstuma
de la obra de este. Las
imágenes del pintor en su
Castillete de Macuto se
confunden con el nuevo
escenario donde Caraballo
coloca a Reveron, colapsan
para imaginar la ritualidad de
este en el paisaje
neoyorquino. Escribe
Caraballo:

Un cuerpo nómada
embebido de
Susurros y
fantasmales figuras
Pretende bajar hacia
el Hudson y
Beber de sus,
beberse los
Rascacielos en Nueva
York, ahora
Cercano y aún lejano.
Dejarlos en
la bruma en el salitre
penetrante,
En las pinceladas del
alba, en la
Luminosidad de
abismos...

Como señale al principio de


este texto, Luis Gilberto
Caraballo a través de las
diferentes Iluminaciones
rinde homenaje a las
diferentes etapas de la
pintura de Reveron, según lo
apuntado por la crítica. Así
por ejemplo, las
iluminaciones XII y XIII a la
etapa azul de Reveron.
Todas las Iluminaciones
aluden a las excentricidades
del maestro venezolano, sus
alucinaciones pero con el
sentido de respeto y
reverencia que existe
siempre en la poesía de Luis
Gilberto Caraballo ante todo
lo creado y toda creación.
De hecho, y de acuerdo con
un diálogo con Caraballo, el
busca con este hermoso
libro enaltecer la imagen de
un gran artista aquejado por
una enfermedad mental. Y lo
logra de manera magistral y
conmovedora. No obstante,
por los límites que he puesto
a este trabajo no puedo
aludir a cada instancia de
este hermoso texto.

En la Iluminación XVII,
también titulada “Retrato,
Caraballo vuelve a utilizar un
epígrafe de Reveron que lee
así: “La pintura es la verdad/
pero la luz ciega, vuelve
loco, atormenta, porque uno
no puede ver la luz”. En este
Bella Iluminación en prosa,
una de las más logradas, se
ve la lucha de Reveron con
la luz, con el paisaje de
Macuto, los personajes que
quiere captar en silencio.
Una vez más nos enfrentan
estas imágenes a la lucha
constante de un pintor con
su lienzo, en su espacio
donde pinta, para captar esa
realidad que se escapa.
Apunta Caraballo:

Se acomoda tu
lejanía en el
Cuadro, apenas
sigilos y líneas,
Apenas visibles, para
que
Sepamos que eras
tú, con tu
Amor a aquellas a
olas
Demoradas, a tu
canción apacible
Y detenidas sílabas,
apenas tus
Ojos, apenas tu
rostro contenido
En tu cuerpo
vacilante por el
Vaivén de un
tormento...

Una vez más captamos toda


la ritualidad implicita en el
acto de pintar. La
gesticulación en el acto
específico del maestro
Reveron.

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