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Gladys es una estudiante de secundaria de Junín, Perú que vive a más de 4000 metros sobre el nivel del mar. Ella entrena diariamente para una maratón local cuyo primer premio es una cocina, lo que ayudaría a su familia. El día de la competencia, Gladys no tenía zapatillas adecuadas para correr y se cayó. A pesar de su esfuerzo, no pudo competir.
Gladys es una estudiante de secundaria de Junín, Perú que vive a más de 4000 metros sobre el nivel del mar. Ella entrena diariamente para una maratón local cuyo primer premio es una cocina, lo que ayudaría a su familia. El día de la competencia, Gladys no tenía zapatillas adecuadas para correr y se cayó. A pesar de su esfuerzo, no pudo competir.
Gladys es una estudiante de secundaria de Junín, Perú que vive a más de 4000 metros sobre el nivel del mar. Ella entrena diariamente para una maratón local cuyo primer premio es una cocina, lo que ayudaría a su familia. El día de la competencia, Gladys no tenía zapatillas adecuadas para correr y se cayó. A pesar de su esfuerzo, no pudo competir.
Gladys es una estudiante de secundaria que vive en la actualidad en Junín, a más
de 4000 metros sobre el nivel del mar. Ella es la menor de nueve hermanos, y sus padres realizan grandes esfuerzos para que en casa no falte nada. Desde muy pequeña, a Gladys le ha encantado correr. Sale todos los días a las 5 de la mañana y corre durante una hora y media. Ni el frío ni la lluvia son un obstáculo para ella. Ahora se ha enterado que en su localidad se va a realizar una competencia de maratón en la que participarán corredores destacados de las localidades vecinas. Gladys se ha inscrito para participar, y entrena diariamente con más fuerza. El primer premio es una cocina y, como en su casa cocinan con leña y bosta (excremento del ganado disecado), este premio le hace especial ilusión. Si gana la cocina, su mamá ya no aspirará humo diariamente. Debido a las dificultades económicas que atraviesan sus padres, no le han podido comprar zapatillas nuevas. Las que está usando tienen las plantas demasiadas gastadas. Lamentablemente, el día de la competencia Gladys no tenía las zapatillas para poder competir. Por eso, se molestó y pensó que todo el esfuerzo había sido inútil. Cuando estaba por irse a casa una vecina le prestó sus zapatillas. Al darse la partida, ella empezó a correr pero como le quedaban muy grandes se cayó.
Gladys tenía mucha rabia y se sentía muy triste. Se dice a sí misma: “De haber corrido con mis zapatillas, hubiera ganado”.