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Oscar Romero se desempeñó como Arzobispo de San Salvador y denunció públicamente las injusticias políticas y la violencia, lo que lo llevó a ser asesinado. Apoyó a los pobres y defendió los derechos humanos, convirtiéndose en un mártir y símbolo de la resistencia. A pesar de su asesinato, dejó un legado de esperanza y fe en la lucha por un futuro mejor para El Salvador.
Oscar Romero se desempeñó como Arzobispo de San Salvador y denunció públicamente las injusticias políticas y la violencia, lo que lo llevó a ser asesinado. Apoyó a los pobres y defendió los derechos humanos, convirtiéndose en un mártir y símbolo de la resistencia. A pesar de su asesinato, dejó un legado de esperanza y fe en la lucha por un futuro mejor para El Salvador.
Oscar Romero se desempeñó como Arzobispo de San Salvador y denunció públicamente las injusticias políticas y la violencia, lo que lo llevó a ser asesinado. Apoyó a los pobres y defendió los derechos humanos, convirtiéndose en un mártir y símbolo de la resistencia. A pesar de su asesinato, dejó un legado de esperanza y fe en la lucha por un futuro mejor para El Salvador.
El hoy San Oscar Romero, ocupó el arzobispado de San Salvador, y
durante su sacerdocio se manifestó públicamente en solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de El Salvador, principalmente durante sus homilías; Romero afirmó que la iglesia encontraba su salvación identificándose con los pobres.
Denunció las injusticias políticas de su país, lo que lo llevo a la muerte,
siendo considerado por su lucha en favor de los derechos humanos, uno de los pocos mártires del siglo XX, además fue nominado al premio Nobel de la paz en 1979, y es conocido con San Romero de América.
El video que analizamos, comienza con la consagración como Arzobispo
de San Salvador en 1977, nombramiento realizado por el papa Pablo VI, y la posterior lucha por la paz, en un El Salvador sumido en la violencia política, donde el ser comunista era sancionado con la muerte, a través en principio de grupos paramilitares, que cobraron entre otras la vida de su gran amigo el Padre Rutilio Grande, asesinato cometido el mismo día de su consagración.
Tras la elección del General Carlos Humberto Romero del Partido de
Conciliación Nacional, la violencia se institucionalizó y el ejército emprendió la lucha contra los comunistas, lucha que en principio mantuvo al padre Romero entre las dos orillas, pero tras el incremento del nivel de la represión, tomó partido con los curas seguidores de la Teología de la Liberación, principalmente de la orden de los Jesuitas.
Al elegir partido se transformó en el principal líder de la resistencia
contra la represión estatal, y promovió que la “Iglesia tiene que identificarse con los que luchan por la libertad, tiene que defenderles y compartir su persecusión”1 fue a partir de estas declaraciones que cambió radicalmente su predicación en defensa de los derechos de los desprotegidos, a medida que se hacían más incendiarias sus homilías, la agresión se incrementaba, y más Salvadoreños eran asesinados por el gobierno.
El 9 de marzo de 1980, se pretendió asesinarlo con una bomba, que
sería activada cuando el padre Romero oficiara la misa en memoria de Mario Zamora Rivas, pero la bomba fue descubierta y desactivada por un detective de la entonces Policía Nacional; el detective Juan Francisco Alas.
Y fue el día 24 de marzo de 1980, en la capilla del hospital Divina
Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador, cuando tenía 62 años, fue asesinado de un balazo en el corazón.
El padre Romero, durante su prédica pastoral profesó un profundo
respeto por la vida, y buscó hasta el último de sus días detener la violencia en El Salvador, y aunque murió sin lograr terminar con la violencia de ambos bandos hasta el punto de dar la vida en el intento, al día de hoy se nos muestra como un ejemplo de que a pesar de que el sistema nos presiona, el mantener la esperanza y la fe es siempre el camino que nos llevará hacia un futuro mejor, y que siempre debemos resistir y avanzar hacia el futuro; dejándonos esta frase para la posteridad: “si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño, que mi sangre sea la semilla de libertad y la señal de que la esperanza pronto se convertirá en realidad; morirá un obispo pero la iglesia de Dios que es el pueblo, jamás perecerá”.
1 Cita recuperada del video a través del enlace https://gloria.tv/post/tuA4GS4C7niZ4fzQT2gqRmsWH