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MATERIA: Metodología de la Investigación Histórica.

DOCENTE: Pasquali Laura.

FECHA: 07/12/2022

NOMBRES DE LAS AUTORAS: Espinosa Erica, Fernández Hilén.

TÍTULO: Violencia Institucional: un abordaje desde un estudio de caso. Sentencia histórica y sentido
de lucha.

Tema: Violencia Institucional.

Breve fundamentación del tema


El presente proyecto se articula alrededor de un caso claro de violencia institucional acontecido en la
ciudad de Rosario el veintitrés de junio del año 2017, hecho que en primera instancia fue nombrado
como un enfrentamiento, no está de más aclarar que el término enfrentamiento y tentativa de fuga han
sido siempre utilizados para legitimar el mal accionar de los funcionarios policiales. Este estudio
intenta dar cuenta de la importancia que tienen, para la búsqueda de justicia y la posterior obtención
de condenas acordes al delito en los casos de violencia institucional, la previa existencia de
movimientos y organizaciones sociales integrados por militantes y familiares, los mismos son
inseparables de ese resultado.
La violencia institucional es una problemática que forma parte desde hace mucho tiempo la historia
de Argentina, podríamos decir también que es una clara manifestación de la represión en democracia.
La modalidad de la violencia institucional implica el accionar de un agente que representa al estado,
es decir de un funcionario público y que por esa condición, hace abuso de su autoridad sobre otro
ciudadano valiéndose de su posición para articular en modo corporativo el encubrimiento del hecho
ilegal en el que incurrió, aún sabiendo que su accionar carece de legalidad. El abuso, la falsificación
de datos, el ocultamiento e inclusive la destrucción de evidencias son prácticas recurrentes dentro de
las fuerzas policiales en sus diversas manifestaciones ya sean municipales, provinciales o nacionales,
como veremos hay investigaciones que dan cuenta de los abusos cometidos por las distintas fuerzas de
seguridad.
Ahora bien, frente a esta aceptada “normalidad” por una parcialidad de la sociedad han ido surgiendo
distintos movimientos sociales conformados por familiares de víctimas de violencia institucional,
madres, padres, hermanos, hermanas, primas, abogados, militantes de distintos espacios políticos
partidarios, en fin un abanico amplio y heterogéneo que ofrece acompañamiento y contención para
quienes sobreviven a la víctima del hecho. Uno de esos espacios es la Multisectorial Contra la
violencia Institucional (MCVI), que en nuestro proyecto es de vital interés para llevar adelante la
investigación, este organismo que funciona en la ciudad de Rosario desde el año 2016; es un espacio
que entiende que la violencia institucional es una de las deudas más importantes desde el retorno a la
democracia y, por ello, ofrece desde su lugar acompañamiento inmediato cuando se produce un nuevo
hecho. El acompañamiento frente a un hecho de estas características es fundamental, es por ello que
sostenemos que la rápida respuesta de este organismo y familiares es indispensable para garantizar,
por ejemplo la conservación de la evidencia en el lugar del hecho.
El interés por investigar la problemática y sus aristas, nace del hecho de la realidad que nos rodea
diariamente por ser ciudadanas atravesadas por estas conductas policiales, por nuestra pertenencia
barrial y nuestra propia historia, por lo tanto entendemos que poner en relevancia esta investigación
puede llegar a ser un aporte a la sociedad, en tanto y en cuanto esto implique su posible divulgación.
La circulación de información de hechos acontecidos como así de los organismos de lucha es un
aporte necesario para empezar a pensar en la erradicación de estas conductas que indefectiblemente
nos remiten a secuencias diarias de la dictadura.
El planteo problemático está orientado a demostrar que la participación activa desde un primer
momento por parte de la Multisectorial contra la violencia institucional, en un hecho de ejecución, en
términos judiciales la imputación corresponde a Homicidio calificado por el abuso de su función o
cargo como miembro de la fuerza policial. Judicialmente no se utiliza la palabra fusilamiento pero sí
es un término que los militantes ponen en diálogo para generar el impacto necesario frente a un hecho
de características gravísimas que termina con la vida de una persona. Retomando la línea investigativa
el accionar temprano o inmediato, de la MCVI marca una diferencia sustancial en la resolución del
caso, es por ello que nuestra investigación está orientada a establecer esa verificación ya que creemos
que sin la contención inmediata de este organismo hubiera sido extremadamente difícil garantizar
evidencias y preservarlas de la manipulación de los oficiales responsables y sus cómplices, así como
también poder presentar una versión y perspectiva de los hechos que desmienta a la primera versión
policial, siendo esta última la que recibe apoyo instantáneo de los medios hegemónicos de
comunicación y aceptación social. Estos organismos, como mencionamos previamente, se constituyen
como reacción social.
En la ciudad de Rosario ese caso se halla muy bien representado por el acontecimiento ocurrido en el
año 2015, Jonatan Herrera quien fuera un joven de barrio popular fue asesinado por la policía de
acción táctica, éste caso fundante derivó en la conformación de la Multisectorial contra la Violencia
Institucional, dentro de este espacio destacamos la figura de Julieta Herrera, hermana de Jonatan. En
el caso de Jonatan Herrera, a pesar de ser claramente un hecho de violencia policial, la condena llegó
siete años después, y el proceso implicó innumerables marchas, audiencias y apelaciones. Pero el caso
de Jonatan no va a ser aquí analizado, nos convoca el caso de David Campos y Emanuel Medina
ocurrido en el año 2017, lo característico de este caso es que apenas transcurridos tres años se obtuvo
una sentencia que creemos sentará un precedente histórico dentro de la justicia penal en la ciudad de
Rosario. En palabras del abogado Bereciartúa que llevó adelante la defensa luego del fallo posterior a
la apelación a la condena de primera instancia "Las familias y nosotros, sus representantes legales,
estamos por demás de satisfechos con el fallo de Cámara. Si bien la sentencia de primera instancia era
ejemplar y tan profusamente argumentada que difícilmente se podía fallar en contrario en torno al
doble homicidio, la alzada vino incluso a perfeccionar lo que ya era a nuestro entender la mejor
resolución judicial en causas de gatillo fácil de nuestra provincia". Tomando este argumento del
abogado, que consideró que las condenas fueron las mejores en un caso de gatillo fácil, es que
sostenemos que la sentencia dictada no hubiera sido posible sin la previa existencia de la MCVI como
espacio de organización y resistencia, que acompañó desde el momento cero a las familias y que logró
derribar en primera instancia los discursos hegemónicos de condena social sobre las figuras David y
Emanuel que se hizo presente en los medios de la ciudad de Rosario, imágen impulsada por los
victimarios pertenecientes a las fuerzas armadas. Sin dudas estas condenas marcarán un antes y un
después en los casos de violencia institucional, al menos en nuestra ciudad, esto no hubiese sido
posible sin la lucha colectiva y las organizaciones sociales que funcionan como motor de resistencia, y
en pos de probar esto es que dirigimos nuestro proyecto.

Objeto de investigación:
El presente estudio se aboca a dar cuenta de un caso de gatillo fácil ocurrido en la ciudad de Rosario
el veintitrés de junio del año 2017. Un caso bisagra que marca un hecho histórico en la justicia
rosarina, a nuestro juicio, sin precedentes por el hecho de haber obtenido justicia con el resultado de la
cadena perpetua de sus dos homicidas y la siguiente condena de diecisiete (17) agentes policiales
cómplices. Para arribar a esa sentencia iremos dando cuenta del proceso de intervención que sufren las
fuerzas armadas, utilizando análisis e investigaciones preexistentes de múltiples actores que se
dedican a estudiar la violencia institucional. Primeramente haremos un breve recorrido sobre la
definición de violencia institucional y sus complejidades de la mano de los autores, poniéndolos en
diálogos con las categorías y la trascendencia de cada análisis. Para lo mismo utilizaremos diversas
investigaciones académicas, libros específicos y artículos de, como mencionamos, autores que se han
dedicado a trabajar sobre los diferentes tipos de violencia institucional, su incidencia, su historia, las
luchas para poder resolverla, etc. De modo que el estado de la cuestión está diagramado con orden
cronológico y temático, cronológico no en cuanto a la bibliografía sino en tanto dé cuenta del proceso
mismo que sufre la categoría de violencia institucional para poder abordar el estudio de caso
específico desde un enfoque particular. Para, por último, lograr comprender qué factores fueron
determinantes para que tuviera ese desenlace la condena de ambos homicidios, planteándonos
interrogantes como los siguientes: ¿Qué fue lo distinto de este caso?, ¿Si los jóvenes hubieran tenido
antecedentes sería otra la historia?, ¿Las familias de las víctimas, en soledad hubieran logrado las
mismas condenas, o es un factor trascendente la lucha de organizaciones sociales específicas?

Estado de la cuestión

Argentina cuenta en su haber con reiterados períodos de gobiernos de facto, el último de ellos
conforma una de las páginas más crueles de la historia del país, durante la última dictadura
cívico-militar que se inicia el 24 de marzo de 1976 las fuerzas militares intervinieron todas las
instituciones nacionales y provinciales. Este golpe se denominó a sí mismo como "Proceso de
Reorganización Nacional". Para legitimar sus acciones sancionaron decretos como el N° 2770, 2771 y
2772 que instituyeron la subordinación de la Policía Federal y del servicio penitenciario, entre otras
FF.AA, la orden que debían seguir era la de aniquilar la subversión. Las leyes medulares que regulan
el funcionamiento de la policía fueron creadas por las dictaduras militares, por ejemplo la ley orgánica
para la policía federal fue sancionada bajo la dictadura de Aramburu, la ley n° 21.965 para el personal
de la policía lleva la firma de Jorge Rafael Videla y, del entonces ministro de economía, Martínez de
la Hoz. Estas leyes mencionadas definen la institución vertical y autoritaria, también impide la
denuncia de ilícitos por fuera de la misma estructura avalando circuitos que permiten la connivencia
de funcionarios ilegales. Si bien se han hecho algunas modificaciones, podemos decir que son
mínimas porque en la ley y en la práctica la policía sigue, aún en la actualidad, manteniendo esta
estructura heredada con jerarquías rígidas y sistemas de control internos corporativos que sostienen y
avalan la poca transparencia en actos corruptos.
Como resultado de la intervención la policía no ha modificado su organismo ni su estructura, a razón
de esto Sofía Tiscornia (1996) comprende que la estructura policial es vertical y jerárquica,
preparando a los miembros para acatar órdenes sin desobedecer al superior, aún menos discutirlas,
redunda en una conformación corporativa que ejerce una alta carga de presión para sus miembros.
Esta falta de reordenamiento al finalizar el gobierno de facto de las juntas militares nos ayuda a
comprender que la institución policial es la que posibilita y legitima la violencia institucional,
inclusive podemos rastrear hasta la actualidad prácticas, conductas, modalidades heredadas o más bien
transmitidas por la intervención misma. También sobre esto nos habla Máximo Sozzo (2016) quien
argumenta que la policía sufrió un proceso de militarización, es decir, que una vez finalizada la
dictadura los agentes serán acomodados en las comisarías y puestos de rango dentro de la institución,
por medio de designaciones, y de esta forma reforzarán las prácticas de violencia institucional que
ejercían los dictadores. En el proceso de recuperación de la democracia se van a visibilizar los miles
de tipos de violencia estatal ejercidos en el período antes mencionado, por eso cabe preguntarse desde
qué momento se comienza a utilizar la categoría de violencia institucional y a qué se refería. Sobre
esto Maria del Carmen Verdú establece en su libro Represión en Democracia (2009) que plantear el
discurso de prácticas heredadas de la dictadura, es una forma de desvincular la responsabilidad de
quienes forman a estas fuerzas, y es por ello que Verdú sostiene que no son heredadas sino aprendidas
y transmitidas, por esos actores que permanecieron en las fuerzas aún habiendo participado en los
crímenes cometidos en la dictadura, también es importante recordar que la policía fue un actor
participativo durante dicho período haciendo rastreo de personas, seguimientos, secuestros y también
torturas.
Ahora bien, volviendo sobre el planteo desde cuándo la violencia institucional se aborda como una
categoría, es algo ya estudiado múltiples veces, a nosotras nos interesa tomar el recorrido que hacen
los autores Perelman y Tufró (2017) donde exponen que a mediados de los años 1980 y principios de
los 90' se pone en diálogo la categoría, emergiendo de un contexto de crisis social y de violencia
imperante, refirió en un principio a las burocracias estatales y el impacto de las mismas en la
sociedad. A mediados de los años 90' el significado se irá configurando conforme lo dicte el contexto
y la sociedad, hablar de violencia institucional era visibilizar prácticas de responsabilidad estatal en
democracia, a partir de ésta década se va a instalar en la agenda pública y, hasta la actualidad, ha
tomado gran relevancia y se ha mantenido vigente en la misma. De modo que así se comienza a
utilizar la categoría para referirse también a la violencia ejercida por la policía y los servicios
penitenciarios, es así como entendemos que va mutar como concepto en los próximos 15 años por la
misma complejización y diversificación de la violencia institucional, incluyendo, como nos marcan
los autores, los actores sociales que la ejercen y la sufren.
Hablar de violencia institucional es tomar un posicionamiento para con el Estado al denunciar la
connivencia y la participación indirecta del mismo y la vulneración de los derechos humanos ejercidas
por agentes estatales, por eso mismo estas denuncias fueron haciendo eco y calando profundo en
familiares de víctimas de violencia institucional y así es cómo repercutió e ingresó a las agendas y
proyectos sociales, políticos y culturales que alzan la voz para resaltar estos hechos que al ser
cometidos en democracia se sistematizaron en redes de conductas habituales que hasta estamos
acostumbrados, como sociedad, a tolerar de cierta manera. Aquí resulta enriquecedora la visión de
Tiscornia (1996) cuando alude al modo en que los discursos, agregamos hegemónicos que descienden
con fuerza de los medios comunicativos masivos, construyen la forma en que soportamos la violencia
punitiva.
Ahora bien, cabe preguntarse hacia quiénes va dirigido el foco de furia que comprende una violencia
caracterizada por ser altamente clasista. El modus operandi de las fuerzas policiales, que como
dijimos está institucionalizado y legitimado, está dirigido a sectores populares y principalmente a
jóvenes varones pertenecientes a barrios carenciados, vivir en un barrio popular significa no estar
exento de sufrirla. Kessler y Dimarco (2013) argumentan que la violencia policial y la estigmatización
territorial son dos procesos que se retroalimentan, ya que esta estigmatización que recae sobre los
barrios populares pareciera habilitar, consensuar, prácticas policiales que serían altamente repudiadas
y denunciadas si ocurriesen en otros espacios o barrios. Hablar de estigmatización territorial es referir
al significado que adquiere el mismo cuando queda reducido únicamente a cuestiones negativas, una
estereotipación como resultado de la desacreditación social. Por supuesto que ese estigma va a recaer
sobre los habitantes del espacio dado, y es así como quienes vivimos en barrios populares con grandes
cargas de negatividad, convivimos diariamente con la violencia policial, y el entramado de corrupción
que la sostiene por detrás, porque hace a la cotidianidad misma del proceso de relación que establece
tanto a la comisaría barrial como a los oficiales que habitúan el espacio.
A razón de esto es que nos pareció interesante la lectura que emprende Maria Victoria Pita (2017)
cuando piensa a la violencia institucional como una categoría política local, un concepto localizado e
histórico. Parafraseando a la autora, refiere a la fusión entre conocimiento experto, que buscó dar
cuenta de un análisis sobre los tipos de violencia estatal y cómo incidir en ella, y a los conocimiento
populares como resultados de experiencias vividas por ser víctimas, familiares de víctimas y el ir
construyendo redes de luchas y resistencias. Ya que es una categoría que nace a partir de reunir el
valor de ambas experiencias es así cómo logró posicionarse en la agenda pública, no sólo los
organismos de derechos humanos son su portavoz sino que se ha convertido en una categoría de uso
social extendido (organizaciones políticas y sociales, activistas expertos, el campo popular, campos
institucionales, etc).
Para tener una mirada más acabada es necesario preguntarse cuáles son los elementos que sostienen
el despliegue de la violencia policial, más allá de los discursos construidos desde sectores dominantes
que serían poco viables sin el trabajo de los medios de comunicación con posiciones poco favorables
respecto a los derechos humanos, por lo mismo es menester mencionar a la institución formadora,
¿Cómo forman y capacitan a los agentes policiales?, ¿Acaso hay una vinculación concreta de la
capacitación con las problemáticas reales a las que se enfrentarán, para así poder prevenirlas? Al decir
esto nos referimos a la construcción de enemigos, los "criminales", a quienes hay que combatir,
inclusive si esto significa peligrar la vida del/a mismx agentes. Josefina Martínez y Lucía Eilbaum
(1999) enuncian que dentro de la cultura policial existen valores que asimilan patrones de conductas
violentas por considerar heróico el trabajo policial, hay que combatir la delincuencia con esta frase
que muchas veces hemos escuchado inmediatamente refiere a un imaginario de guerra. Si bien ya
hemos mencionado anteriormente, estos valores de la cultura policial están intrínsecamente
vinculados a la propia rutina policial.
Es necesario comprender que la violencia institucional no son hechos aislados, como la teoría del
loco individual, del individuo con patologías, sino que la misma institución propicia, fomenta y
sostiene a la violencia policial, de modo tal que éstos hechos son totalmente prevenibles. La
sobrecriminalización de los jóvenes de barrios populares legitima las prácticas de hostigamiento hasta
en su forma de expresión más grave como es la tortura, ejecuciones sumarias y desapariciones
forzadas. Tiscornia (2008) dice sobre esto “Preparan los escenarios para que estas sean posibles”, es
decir que fomentan la tolerancia a la violencia policial y colaboran con el discurso de víctimas
legítimas e ilegítimas. También el Estado hace su aporte al negar la existencia de la violencia
institucional, mediante la no producción de información fidedigna sobre las estadísticas de este
fenómeno.
Dentro de las prácticas más graves de hostigamiento, los homicidios en sus diversas manifestaciones
son la expresión máxima de la violencia policial, acompañada por esa primera versión que sale a los
medios de la mano de la policía y la justicia, la víctima es "legitimada" a través de la acusación de
estar cometiendo algún ilícito. Si bien las muertes ocasionadas por la policía son demasiadas, a pesar
de no contar con estadísticas certeras, son incontables los casos que llegan a los medios y éstos sólo
representan una pequeña cifra, como dicen Gayol y Kessler (2017) “la conmoción pública por una
muerte violenta de un ser indefenso e inocente, esto es, no sospechado de estar vinculado con el delito
penal, deriva de manera muy compleja en cambios políticos, sociales o culturales”, tanto es así que los
familiares son quienes revierten esa primer versión y terminan realizando una investigación propia y
paralela para controlar el proceso judicial. Este proceso en la ciudad de Rosario, hasta hace algunos
años, era llevado adelante por los familiares en forma aislada. Pero frente a un escenario que no hace
más que aumentar los casos de violencia institucional es que surgen como respuesta política y social,
movimientos de resistencia organizaciones populares que se han conformado para asistir, acompañar y
sostener a los familiares de quienes no logran sobrevivir a los actos de violencia institucional,
específicamente policial. Las víctimas fatales se circunscriben en su mayoría dentro de los rasgos
antes enunciados, si bien existen algunas excepciones pero no son más que eso: una excepción.
Jóvenes de barrios populares y de determinadas características físicas, el uso de la gorrita y la ropa
deportiva, hacen a la suma de lo que los agentes policiales encuadran en un posible delincuente, o
“caco” como les gusta llamarlos en su propia jerga.
Un caso en la ciudad de Rosario fue el de Jonatan Herrera, que si bien era un joven de barrio popular
no entraba en los cánones de los pibes matables o delincuentes, éste es a nuestro entender un caso
fundante que derivó en la conformación de la "Multisectorial contra la Violencia Institucional", una
agrupación conformada por diversas organizaciones sociales y políticas pero dirigida por familiares,
entre ellos destaca la figura de Julieta Herrera, hermana de Jonatan quien fuera asesinado en 2015 por
efectivos policiales, y a pesar de ser claramente un hecho de violencia policial la condena llegó siete
años después de innumerables marchas, audiencias y apelaciones.
El caso que nosotras investigaremos es el del fusilamiento de David Campos y Emanuel Medina,
ocurrido en el año 2017 el cual apenas tres años después obtuvo una sentencia, que sentará un
precedente histórico dentro de la justicia en la ciudad de Rosario. Finalmente sostenemos que la
sentencia dictada en el final del juicio, a los agentes involucrados en el caso de fusilamiento de David
y Emanuel, a saber dos cadenas perpetuas para los homicidas y la condena de los restantes diecisiete
agentes policiales, acompañada de la exoneración de los diecinueve involucrados de las fuerzas, está
vinculada directamente a la existencia previa de la Multisectorial Contra la Violencia Institucional y a
su participación en el desarrollo de la investigación y el acompañamiento legal y social, que resultó
fundamental para el desenlace del mismo, es a partir de esta sentencia donde se establece un nuevo
paradigma judicial y social en casos de violencia institucional.

Marco teórico-metodológico
El proyecto hará foco específicamente en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe en el mes de
Junio del año 2017, la elección del caso tiene relación a que fue el primero que se abordó desde el
espacio MCVI desde el primer minuto que sucedió, gracias a esta intervención inmediata en primera
instancia se garantizó el cumplimiento del Protocolo de Minnesota, siendo este de extrema
importancia para que el organismo o agente estatal que cometió el delito no pueda investigarse a sí
mismo, y por lo tanto no pueda realizar sus prácticas fraudulentas.
La violencia es una categoría que puede ser abordada desde múltiples enfoques pero en nuestro caso
nos interesa abordarlo desde lo institucional, pensar en la violencia ejercida de la mano del estado
implica hablar de represión pero ya no en contexto dictatorial sino en el ejercicio de la democracia.
Democracia y represión son conceptos que deberían ser contradictorios, sin embargo encontramos que
los mismos operando en conjunto son más frecuentes de lo esperable. Analizar la categoría de
violencia institucional y su impacto cotidiano en un grupo social, delimitado y concreto, nos permitirá
además establecer la articulación entre espacios de lucha y resistencia que sostenemos son de primera
importancia a la hora de atravesar juicios que implican a actores estatales.
La violencia institucional es una problemática que no puede ser desprendida de la omisión estatal de
estas prácticas porque el estado pasa a convertirse en un partícipe necesario cuando omite o acepta
encubiertamente la existencia de estas prácticas, o bien intenta despegarse de éstas al manifestar la
teoría del “loquito suelto”, como un hecho excepcional que no atraviesa a toda la institución de la
fuerzas armadas, teoría que por cierto ha sido desmentida en reiteradas oportunidades. La repetición
de estos acontecimientos atiende a ciertas particularidades como el rango etario, el género y la
pertenencia de clase de las víctimas que en su mayoría suelen ser jóvenes varones, de barrios
populares, con determinados rasgos físicos y de vestimenta, si coinciden con el perfil entonces ese
joven es matable y esto será aceptado socialmente. A estos varones se les atribuyen presuntas
comisiones de delitos que serían legitimantes para ser asesinados o en su defecto son justificantes en
las condenas paupérrimas que dicta la Justicia en casos de violencia institucional.
Estas prácticas además no pueden ser pensadas lejos de barrios populares, ni tampoco sobre jóvenes
de barrios no populares, es decir, con pertenencia a otra clase social ya que si ello sucediera solo sería
por error y arduamente repudiado por la sociedad en general. Es por ello que intervienen en estos
hechos las clases sociales y la estigmatización recurrente sobre los barrios populares y quienes los
habitan, a ello se suman diferenciaciones de características raciales y clasistas, color de piel y maneras
de hablar son determinantes a la hora de realizar una detención por parte de las fuerzas policiales,
como así también son condicionantes a la hora de decidir en qué forma se dirigirán al sujeto que es
considerado por ellos sospechoso, todos estos rasgos se desprenden de investigaciones previas que
han abordado la violencia institucional como una categoría social y política. Ello implica tomar en
consideración primero cómo acciones represivas provenientes de los organismos estatales
democráticos reflejan cierto grado de naturalización y corrupción que en la historia de la Argentina
nos remontan a la última dictadura cívico-militar.
Para la realización de este proyecto contaremos con el testimonio de familiares que participan del
espacio de lucha, y familiares específicos de David y Emanuel a los cuales entrevistaremos para
realizar una reconstrucción fidedigna de lo acontecido ese día y tomar en primera instancia la voz de
los familiares directos de las víctimas, sus vivencias y experiencias en primera persona, para
posteriormente ir en la búsqueda de los archivos digitales de portales de noticias hegemónicos y
alternativos ya que nos permitirá diferenciar la voz policial y la de las víctimas desde los medios, y
nos posibilitará nuevos enfoques de análisis y perspectivas sociales sobre el caso.
Finalmente nos acercaremos al espacio de la Multisectorial para documentar la información que nos
proveerán los abogados que estuvieron al frente de la causa y que permanecieron por todo el periodo
que duró la instancia judicial hasta su resolución, lo que nos posibilitará contar con datos judiciales.
También iremos en la búsqueda de los testimonios experienciales a través de la recolección de las
voces de los militantes que acompañaron en el caso. Recurrir a los testimonios orales nos permitirán
reconstruir lo acontecido desde la temporalidad de quienes fueron protagonistas en el suceso que
atraviesa a este proyecto, esta práctica que ha sido abordada por otros historiadores para contar la
historia reciente, nos parece la más acorde al tratamiento de nuestro proyecto. Aquí nos interesa
mencionar a Pasquali (2019) quien expone que “la historia oral es historia de los hechos, de la
memoria, y es la revisión de estos a través de la memoria”, de modo que apelar a la memoria de las
víctimas, de familiares de las víctimas y militantes, es indagar el mundo de significaciones que
atraviesan su relato y su modo de comprender los hechos acontecidos.

Objetivos
-Generales:
Analizar la lucha organizada contra la violencia institucional de los organismos sociales en la ciudad
de Rosario.
Establecer la importancia de la participación de los familiares de las víctimas y su incursión obligada
en la militancia.
Indagar y denunciar el modus operandi de las fuerzas policiales en hechos ilegales que se suceden
diariamente en nuestro territorio.

-Específicos:
Exponer el impacto de la violencia en los barrios populares que atraviesa a quienes los habitan, en
específico en la ciudad de Rosario.
Poner en valor la necesaria y fundamental participación de familiares en la lucha judicial para la
resolución de los casos.
Analizar y denunciar la conducta policial en el estudio de caso que nos convoca.

Bibliografía:
-CELS, Sobre Criminalizados y desprotegidos. "Jóvenes de sectores populares, policía y fuerzas de
seguridad."
-Dimarco Sabina, Kessler Gabriel- Jóvenes, Policía y Estigmatización social en la periferia de Buenos
Aires. 2013.
-Eilbum Lucía, Martínez Josefina- La violencia policial en Argentina. Un debate sobre las visiones del
problema y las políticas posibles. 1999.
-Gayol Sandra, Kessler Gabriel- Cuando las muertes transforman: la lucha contra las violencias
estatales en la Argentina reciente. 2017.
-Perelman Marcela, Tufró Manuel- Violencia Institucional: Tensiones actuales de una categoría
política central. 2017.
-Pita María Victoria- Pensar la violencia institucional. 2017
- Pasquali, Laura en “Propuestas metodológicas para la investigación histórica” cap 8. 2019.
-Sozzo, Máximo. "¿Legados dictatoriales? Instituciones y prácticas policiales entre pasado y presente
en América del Sur" Civitas-Revista de Ciências Sociais, vol. 16, núm. 4, octubre-diciembre, 2016
-Tiscornia Sofía - Violencia Policial. De las prácticas rutinarias a los hechos extraordinarios. 1996.
-Verdú, María del Carmen- Represión en democracia. 2009.

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