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REALISMO DE IZQUIERDA

VANESA MARIA ARZUZA ARQUEZ

AREA: CRIMINOLOGIA

PROFESOR: MIGUEL MORÓN

FUNDACION UNIVERSITARIA COLOMBO INTERNACIONAL

UNICOLOMBO

MAYO DE 2014
REALISMO DE IZQUIERDA O NEORREALISMO

Se adopta por algunos Criminólogos, con la presencia de los ingleses Jock Young y Jhon
Lea, que formalizan sus hipótesis en dos direcciones. En primer lugar, esta corriente se
titula la Realista para contraponerse al idealismo, que por los años ochenta sostuvo la
Criminología Crítica contra la Criminología Tradicional. En segundo lugar, la Criminología
Neorrealista se denominó de Izquierda para diferenciarse contra la política criminal de
Derecha que, a través de las campañas de la Ley y Orden, ayudó tomar al poder Margaret
Thacher, en Inglaterra, y Ronald Reagan, en los Estados Unidos.

Para los Neorrealistas, la Criminología Crítica debe regresar al análisis y la investigación


completa de las causas y circunstancias del delito, con el objeto de denunciar los modelos
de injusticia estructural de que el delito sería su expresión. Ellos explican que los pobres,
las condiciones frágiles en la sociedad capitalista, hacen que la pobreza tenga sus reflejos
en la criminalidad. Pero ésa no es la única causa de la actitud delictiva, también se genera
por los factores como: el individualismo, la competitividad, la agresividad, la codicia de
bienes materiales, las anomalías sexuales, el machismo, etc.

De esta manera, ellos insisten, que sólo una política social ancha puede promover el
mando justo y eficaz en las áreas de delincuencia, desde los Gobiernos, con la
determinación y voluntad, se entienda que inconformidad, agregado a la falta de solución
política genera cometer delitos. Aquí es la razón para el qué los Neorrealistas se
preocupan por todos los aspectos del crimen, concentrándose la atención todos los
actores de la escena: el delincuente (reinserción, en lugar de marginarlo en una prisión,
con búsqueda de alternativas), la víctima (replanteado para combatir el idealismo que la
Criminología sufría) y la reacción social. Todo dentro de una estrategia realista para poner
el delito como la resonancia de conflictos debido a la falta de solidaridad entre los
miembros de las clases sociales, prestando importancia a las condiciones de Justicia Social
que reducirían el delito.

Les asiste razón a los realistas de izquierda como los mencionados Lea y Young, además de
Matthew y Kinsey, al caracterizar al delito como un problema real más allá de ideologías,
gobiernos y condiciones socio-económicas. Así como hay delitos en la pobreza los hay en
la riqueza; así como la cultura inhibe ciertas actuaciones criminales se producen otras
propias de la evolución cultural de un pueblo. El crimen, siguiendo a estos realistas,
representa la punta del iceberg, mostrando el extremo visible de una profunda y muy
superior realidad que se halla sumergida. A la luz de ello, estos criminólogos proponen
renovar la forma de intervención policial y la respuesta estatal. En cuanto a la pugna entre
el orden y la justicia marcaron su diferencia con los realistas de derecha o liberales,
optando por hacer primar la justicia sobre el orden. La discusión entre si debe priorizarse
el orden (como los realistas liberales) o la justicia (como los realistas de izquierda) no tiene
sencilla solución. No hay duda de que ambas posturas deben ser fidedignas expresiones
de un sistema garantista de derechos.

Herederos de la corriente originada en los escritos de MARX y ENGELS, acuñan en los


años 70 el término “criminología crítica” y se autodenominan en la actualidad “izquierda
realista”. Para estos autores (LEA y YOUNG, 1984; CURRIE, 1985, entre otros), las causas
del delito siguen estando en la estructura social, pero concentran su atención en la
desigualdad relativa; esto es, el delito no relaciona tanto con la pobreza o el desempleo
cuanto con la ausencia de alternativas a una situación de privación relativa Concreta, que
puede darse en cualquier estrato social y en cualquier periodo económico (sea de bonanza
o de crisis), en ese contexto, las personas recurren a medios individualistas para corregir
tales condiciones. En este sentido, este nuevo paradigma criminológico, que se considera
a sí heredero de las corrientes subculturales lo es más aún, a nuestro juicio, de los
planteamientos mertonianos. La criminología cultural, enfoque encuadrado en el realismo
de izquierdas, concentra su atención en la estructura cultural y considera el delito y su
control como constructos culturales, siendo el primero de abajo-arriba y expresión de
resistencia frente al segundo (de arriba-abajo).

En cualquier caso, el delito es un problema grave y complejo al que hay que hacer frente y
que padecen sobre todo las clases menos protegidas, por lo que debe acometerse desde
todos los elementos que en él convergen: AGRESORES, VÍCTIMAS, CONTROL FORMAL y
CONTROL INFORMAL. Las interacciones entre estos elementos, que conforman el
‘cuadrado del delito’, son complejas y concurren muchas variables sociales, demográficas,
espaciales y temporales.

En la lucha contra el crimen es necesaria la colaboración de múltiples agentes y debe


realizarse en distintos niveles: familiar, laboral, juvenil, policial (apuestan por modelos de
policía comunitaria) desde una perspectiva democrática e igualitarista.

El realismo de izquierda reanimo como objeto de estudio la delito, pero tomando partido
por las clases tradicionalmente criminalizadas, ahora vistas como víctimas de los delitos
convencionales que ocurren entre las clases marginadas, así como de los delitos no
convencionales, llamados también de cuello blanco, perpetradas por las clases poderosas.

Para el realismo de izquierda, el delito es realmente un problema que recae


principalmente sobre la clase trabajadora y sobre otros grupos desprotegidos por la
ideología dominante, por ello se propugnó por las cárceles abiertas. La mayor parte de las
víctimas son hombres y mujeres proletarias, cultura étnica y grupos excluidos.
Generalmente la mayor parte de los delitos son cometidos por personas que pertenecen a
estos grupos, pero desafortunadamente son estos mismos sectores sociales débiles los
que experimentan el impacto de los delitos organizados y de los cometidos por los
propietarios y usufructadores del sistema político económico.

Esta perspectiva ha hecho ver que los hombres y mujeres de las clases trabajadores, los
menores, las minorías políticas, sindicales, campesinas, raciales, sexuales u otras, son las
victimas continuas de una violencia oficial que no aparece reflejada en las estadísticas
gubernamentales pues tradicionalmente han sido tratadas por la criminología positivista
gubernamental como los sectores sociales causantes de la criminalidad y centros de
donde provienen los sujetos activos de los delitos.

Para los realistas de izquierda el objetivo es construir una criminología de la clase


trabajadora en la que las políticas de control no sean represivas, si no preventivas,
mediante la participación ciudadana y la común vigilancia de los lugares donde ocurren los
delitos, efectuada por los mismos interesados que en ellas viven, con el propósito de
vigilar la acción oficial, quitándole al estado el monopolio del conocimiento de lo que se
considera criminalidad, para otorgarles, a las personas en cada lugar, una voz política que
trascienda la naturaleza opresiva de los mecanismos perversos de criminalización y
readaptación social de la criminología clínica estatal.
BIBLIOGRAFIA

 Anton, J.I. (2011) La Criminología como ciencia social. Pasado, Presente y Futuro.
Noticias jurídicas (pág. 44).
 Aller, G.M. Paradigmas de la criminología contemporánea (pag.15).
 Sánchez A.S. – Gonzales, A.V. D e la criminología critica a la sociedad jurídica en el
pensamiento de Allesandro Baratta (Pág. 513-514)
 Magallanes M.M. Criminología critica: planteamientos, perspectivas y valoración
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