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Francisco ABAD
A la Memoria
de Pedro Peira
PROBLEMAS PENDIENTES
Antes de ilustrar en algo estas tres cuestiones aludidas, cabe hacer una
referencía asímísmo a cómo las doctrinas teóricas se han ido haciendo car-
‘3
Francisco Abad Problenías de periadización y caracterización en historia...
Estamos preparando uno o más artículos acerca —efectivamente— de la Historia del análisis
de la lengua literaria y dc la variación lingúistica entre comienzos de siglo y 1973.
«Las Tesis de 1929», en Joan A. Argente, ed., FI Cfi-tulo de Praga, Barcelona, Anagrama,
197 1, pp. 30 Ss.: pp. 31-32.
Ibid., p. 43.
Ibid., pp. 42,47 y51.
23 1-242: Pp.
R. jakobson. «Resultados Obras selectas.I, Madrid, Gredos, 1988, pp.
234-235 y 238.
Vid, en este sentido el planteamiento que hizo José Antonio Maravalí en su bello libro
Teoría del saber histó,-ic.o. tercera cd. ampliada. Madrid, Revista de Occidente. 1967: alguna vez
hemos dicho que estamos ante una obra de relieve de las ciencias humanas en España en la se-
gunda mitad de] siglo, y es lástima por tanto que se encuentre fuera del mercado.
Ramón Menéndez Pidal, «El lenguaje...», ahora en La lengua de Cristóbal Colón, Madrid.
Espasa-Calpe. sexta cd., 1978, pp. 47-84: p. 47.
Ibid., p. 48.
No creemos que con una cierta rigurosidad histórica pueda hablarse de la revolución «de-
mocrática» espafiola de comienzos del xix, según hace Francisco Rodríguez Adrados en su His-
1
toria de/a democracia, Madrid, Eds. Temas de hoy, 1997 : las cosas tardaron más en llegar, ye
sufragio universal masculino y femenino es bastante reciente. El presente libro hace uso quizá de
una manera sumamente amplia del concepto de «democracia».
J. M. Jover Zamora, «A qué llamamos España”», msa/a. 616, Abril [dei 1998, pp. l7a-
19b: p. l9b.
1. M. Jover, Concicrn.ia obrera y’ concicacia burguesa en la España contentpo~ónea. Ate-
1 1-12.
neo de Madrid, 1952. pp.
Revista de Filología Romdnica
1998. númcro 15, ¡3-33 20
Francisco Abad P,-oblemas de periodización y cas-acterización en historia...
sino que para un estudioso consciente, resulta necesario hacerse cargo asi-
mismo de otros momentos que también forman parte de nuestra historia y
que acaso no presentan menos relieve artístico: los años 1918-1936 no son
acaso literariamente inferiores a los años 1598-1616.
En definitiva tratamos de hacernos una conciencia —al menos para
nosotros mismos y para nuestros alumnos—, acerca de la importancia del
Ochocientos español y del primer tercio del siglo xx ~.
Nos hemos referido así por ejemplo a la lexicografía decimonónica en nuestras Cuestiones
de levicologiay lexicog¡-atía, Madrid, LJNED, 1997. Por lo demás y apesarde esta conciencia de
deber estudiar el xtx, personalmente nos atrae asimismo la España erasmista y del Quijote.
Cfr. ahora R. Menéndez Pidal, La lengua castellana en el siglo XVII, Madrid, Espasa-Cal-
pe, 1991: podemos leer en el presente volumen las partes finales de la Historia de la lengua que
preparaba don Ramón.
4 Cfr. el apunte programático que hicimos en «Notas sobre la disciplina Historia de la lengua
~‘ Marcelino Menéndez Pelayo, Orígenes de/a nosela, 1, Santarder, CSiC, MCMXLIII, p. 150.
además que con Juan Ruiz se emplea ya el castellano para el registro lírico,
y así estampó esta afirmación: «Juan Ruiz representa [...] una época en que
al fin el castellano predominó como medio de expresión lírica del senti-
miento. ji .jj El prosista don Juan Manuel representa un progreso notable en
I8
la expresión»
La que hemos denominado «época de Alfonso XI>~ supone evidente-
mente un momento de particular relieve, momento en el que surge el estilo
en la prosa castellana y se afianza con mayor y más particular despliegue e
intensidad el estilo en verso; don Juan Manuel y Juan Ruiz han de ser teni-
dos así muy en cuenta en la Historia de la lengua literaria, y de esta mane-
ra quisimos sugerirlo en algunos escritos de hace ya un tiempo ~.
Américo Castro se refirió asimismo hace ahora justamente cincuenta
años, en la primera edición de su obra fundamental— a las «nuevas situa-
ciones desde fines del siglo Xiii», título del capitulo VIII de España en su
historia; señalaba don Américo al valorar la obra escrita en prosa del rey
Alfonso cómo «la supremacía lingúistica de Castilla quedó establecida
después de aquella inundación de sabiduría difusa y anónima, expresada en
la lengua de todos»20
Nuestro autor interpreta además -—--como es lógico— la aparición del
hecho del estilo en don Juan Manuel y en Juan Ruiz en el contexto de sus
ideas todas acerca del pasado español, pero en tanto comprobación objetiva
no deja de notar que «la prosa de don Juan Manuel brota [...] de una vo-
luntad de arte y de las necesidades pragmáticas de su existencia>)1; tenemos
pues la importancia de las épocas respectivas de Alfonso X y de Alfonso XI
en la historia de la lengua, subrayadas de uno u otro modo por los diferen-
tes estudiosos 22,
LA LENGUA CLÁSICA
Tenemos por tanto dos siglos y un tercio de trayectoria del idioma y sie-
te etapas sucesivas en el mismo: las presentes centurias fueron alcanzadas
todavía por la atención magistral de Menéndez Pidal, quien justamente se
detuvo en 1713 con la fundación de la Academia.
Don Ramón hizo en efecto, por ejemplo —según se sabe— el panorama
de «El lenguaje del siglo XVI» que ya tenemos citado y que resulta bien co-
nocido, y en un momento del mismo reflexiona sobre un principal factor ac-
tuante en la historia de la lengua literaria, a saber:
1-Jubo en los siglos xvi y xvíí una labor de selección entre sonidos,
formas y giros coincidentes, que condujo a considerable fijación de
usos en la lengua literaria 1...] Mucho influyó en esta regulación el de-
sarrollo de la imprenta 1...! Un cambio radical del consonantismo 1...]
generalizado entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del xvíí,
determinó el paso del sistema fonológico medieval al moderno25.
2> Rafael Lapesa, Historía de la lengua española, Madrid, Oredos, 1981 (novena ed.), PP.
367-370; nuestro autor remite en pie de página a los análisis monográficos respectivos de Alareos,
Amado y Dámaso Alonso, y Menéndez Pidal. Añádase el nombre de D. Catalán.
26 «El lenguaje...», p. 63.
27 ibid., p. 64
~ ibid., p. 65, subrayado por nosotros.
29 ibid.
Marco Tulio Cicerón, El Orador, trad. por A. Tovar y A. R. Bujaldón, Barcelona, Alma
Maler, MCMLX Vii, pp. 16 y 72. Los traductores advierten que «el Orator es la última obra re-
tórica extensa de Cicerón, ry pertenecel a los libros básicos ciceronianos en el teneno de la pre-
ceptiva oratoria» (p. IX).
«El lenguaje...», p. 65. Cfr. María Rosa Lida, «Fray Antonio de Guevara», RFH, vil,
1945, pp.346-388: C5~., Pp. 375 ss.
Loe. cit., p. 78.
LLANEZA Y ARTIFICIOSIDAD
Ibid., p. 79.
>“ Fray Luis de León, Poesía, cd. del. F. Alema, Madrid, Cátedra (quinta edición), pp. 42-43.
>~ La prosa ,etóriea..., Madrid, Gredos, [969.pp. 55, 58 y 66.
En fin, sabido es cómo don Ramón encarece mucho los años que van
desde hacia 1604 hasta 1635 (en que morirá Lope) en tanto los de «apogeo»
de la dilatada época barroca, años en los cuales además «conviven los más
grandes cultivadores del idioma»: es —postula— «el cenit de la literatura
española», «la flor de la literatura hispana»40.
Ciertamente nos hallamos ante una sucesión de obras y logros de
gran relieve y muchos de ellos verdaderamente prodigiosos, pero creemos
nosotros que autores de no menor relieve y logros de arte no menos pro-
digiosos se alcanzan asimismo en otros treinta años: los que van de 1902
a 1936. La segunda mitad de la Edad de Plata de la cultura española
(1868-1936), ofrece una segunda acumulación también de otros de entre
los más grandes cultivadores del idioma. La avaloración literaria del
primer tercio del siglo xvii no debe ser inferior a la del primer tercio del
siglo XX.
Personalmente ya hemos dicho que deseamos subrayar en el todo del
pasado español la trascendencia del ciclo liberal que en términos amplios va
de 1808 a 1939; en el mismo el apogeo artístico-literario de los años 1902-
1936 comparte con los años 1604-1635 el constituir conjuntamente con
ellos el cenit de la literatura española.
LA LENGUA MODERNA
~‘ En la marcha más o menos reciente de la lexicografía del español no queremos dejar de su-
brayar el alto logro que supone el bien conocido Diccionario de uso del español de María Moli-
ner, a veces un tanto minusvalorado por los filólogos y señalado como extraordinariamente útil
PALABRAS FINALES
por los usuarios. Cfi. en general sobre la autora el emocionante libro que creemo& ha pasado riad-
venido de Pilar Faus Sevilla, La lectura pública en España y e/plan de bibliotecas de María Mo-
liner, Madrid, ANABAD, 1990; trae otra bibliografía adecuada el articulo de nuestra compañera
MS Antonia Martín Zorraquino. «Una lexicógrafa aragonesa: Di Maria Moliner», aparecido en la
Miscelánea de homenaje para Germán Colón, Gunter Narr Verlag, Ttibingen.