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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad, Ciencia y Tecnología

Universidad Rómulo Gallegos

Estudiantes:

Fuentes Anny

Garcias Rafael

Gómez Alba

Navas Bárbara

Ovalles Marianny

Torres Jorliany

San juan de los morros, Noviembre 2017

Introducción
Este trabajo de investigación metodológica tiene como finalidad Extender el
conocimiento sobre tres temas específicos como lo son la fractura, la luxación y el
esguince ,De la misma manera dar a conocer como se produce y tan bien el
tratamiento y cuidados de enfermería , así mismo pondremos en práctica un caso
hipotético donde se expresara alguno de estos tres problemas para así ampliar el
conocimiento por medio de ejemplos , se demostrara como realizar un plan de
cuidados para un paciente con alguna de las necesidades primarias luego de sufrir
de alguna de estas discontinuidades Oseas , y para llegar a esto utilizaremos el
modelo conceptual de alguna teorizante de enfermería

Fractura
Definición

Las fracturas es una discontinuidad en los huesos, a consecuencia de golpes,


fuerzas o tracciones cuyas intensidades superen la elasticidad del hueso.

En una persona sana, siempre son provocadas por algún tipo de traumatismo,
pero existen otras fracturas, denominadas patológicas, que se presentan en
personas con alguna enfermedad de base sin que se produzca un traumatismo
fuerte.

Es el caso de algunas enfermedades orgánicas y del debilitamiento óseo propio de


la vejez.

Si se aplica más presión sobre un hueso de la que puede soportar, éste se parte o
se rompe. Una ruptura de cualquier tamaño se denomina fractura y si el hueso
fracturado rompe la piel, se denomina fractura abierta (fractura compuesta).

La fractura por estrés o sobrecarga es una fisura delgada en el hueso que se


desarrolla por la aplicación prolongada o repetitiva de fuerza sobre el mismo.

• Causas

Las siguientes son causas comunes de fracturas óseas:

Caída desde una altura

Accidentes automovilísticos

Golpe directo

Fuerzas repetitivas, como las que se presentan cuando una persona corre,
pueden ocasionar fracturas por estrés en los pies, los tobillos, la tibia o la cadera.

• Clasificación
Existen varios tipos de fractura, que se pueden clasificar atendiendo a los
siguientes factores: estado de la piel, localización de la fractura en el propio hueso,
trazo de la fractura, tipo de desviación de los fragmentos y mecanismo de acción
del agente traumático.

Según el estado de la piel

Fracturas cerradas. (que también se conoce como fractura compuesta) Son


aquellas en las que la fractura no comunica con el exterior, ya que la piel no ha
sido dañada.

Fracturas abiertas. (que también se conoce como fractura simple) Son aquellas en
las que se puede observar el hueso fracturado a simple vista, es decir, existe una
herida que deja los fragmentos óseos al descubierto. Unas veces, el propio
traumatismo lesiona la piel y los tejidos subyacentes antes de llegar al hueso;
otras, el hueso fracturado actúa desde dentro, desgarrando los tejidos y la piel de
modo que la fractura queda en contacto con el exterior.

Según su localización

Los huesos largos se pueden dividir anatómicamente en tres partes principales: la


diáfisis, las epífisis y las metáfisis.

La diáfisis es la parte más extensa del hueso, que corresponde a su zona media.

Las epífisis son los dos extremos, más gruesos, en los que se encuentran las
superficies articulares del hueso. En ellas se insertan gran cantidad de ligamentos
y tendones, que refuerzan la articulación.

Las metáfisis son unas pequeñas zonas rectangulares comprendidas entre las
epífisis y la diáfisis. Sobre ellas se encuentra el cartílago de crecimiento de los
niños.

Así, las fracturas pueden ser, según su localización:

Epifisarias (localizadas en las epífisis). Si afectan a la superficie articular, se


denominan fracturas articulares y, si aquélla no se ve afectada por el trazo de
fractura, se denominan extraarticulares.

Cuando la fractura epifisaria se produce en un niño e involucra al cartílago de


crecimiento, recibe el nombre de epifisiólisis.
Diafisarias (localizadas en la diáfisis). Pueden afectar a los tercios superior, medio
o inferior.

Metafisarias (localizadas en la metáfisis). Pueden afectar a las metáfisis superior o


inferior del hueso.

Según el trazo de la fractura

Transversales: la línea de fractura es perpendicular al eje longitudinal del hueso.

Oblicuas: la línea de fractura forma un ángulo mayor o menor de 90 grados con el


eje longitudinal del hueso.

Longitudinales: la línea de fractura sigue el eje longitudinal del hueso.

En «ala de mariposa»: existen dos líneas de fractura oblicuas, que forman ángulo
entre si y delimitan un fragmento de forma triangular.

Conminutas: hay múltiples líneas de fractura, con formación de numerosos


fragmentos óseos.

En los niños, debido a la gran elasticidad de sus huesos, se producen dos tipos
especiales de fractura:

Incurvación diafisaria: no se evidencia ninguna fractura lineal, ya que lo que se ha


producido es un aplastamiento de las pequeñas trabéculas óseas que conforman
el hueso, dando como resultado una incurvación de la diálisis del mismo.

En «tallo verde»: el hueso está incurvado y en su parte convexa se observa una


línea de fractura que no llega a afectar todo el espesor del hueso.

Según la desviación de los fragmentos

Anguladas: los dos fragmentos en que ha quedado dividido el hueso a causa de la


fractura forman un ángulo.

Con desplazamiento lateral: las dos superficies correspondientes a la línea de


fractura no quedan confrontadas entre si, por haberse desplazado lateralmente
uno o los dos fragmentos.

Acabalgadas: uno de los fragmentos queda situado sobre el otro, con lo cual se
produce un acortamiento del hueso afectado.

Engranadas; uno de los fragmentos ha quedado empotrado en el otro.


Según el mecanismo de producción

Traumatismo directo. La fractura se produce en el punto sobre el cual ha actuado


el agente traumático. Por ejemplo: fractura de cúbito por un golpe fuerte en el
brazo.

Traumatismo indirecto. La fractura se produce a distancia del lugar donde ha


actuado el agente traumático. Por ejemplo: fractura del codo por una caída sobre
las palmas de las manos.

Contracción muscular brusca. En deportistas y personas con un gran desarrollo


muscular se pueden producir fracturas por arrancamiento óseo al contraerse
brusca y fuertemente un músculo determinado. También se han observado
fracturas de este tipo en pacientes sometidos a electroshok
Síntomas

Aunque cada fractura tiene unas características especiales, que dependen del
mecanismo de producción, la localización y el estado general previo del paciente,
existe un conjunto de síntomas común a todas las fracturas, que conviene conocer
para advertirlas cuando se producen y acudir a un centro hospitalario con
prontitud. Estos síntomas generales son:

Dolor. Es el síntoma capital. Suele localizarse sobre el punto de fractura. Aumenta


de forma notable al menor intento de movilizar el miembro afectado y al ejercer
presión, aunque sea muy leve, sobre la zona.

Impotencia funcional. Es la incapacidad de llevar a cabo las actividades en las que


normalmente interviene el hueso, a consecuencia tanto de la propia fractura como
del dolor que ésta origina.

Deformidad. La deformación del miembro afectado depende del tipo de fractura.


Algunas fracturas producen deformidades características cuya observación basta
a los expertos para saber qué hueso está fracturado y por dónde.

Hematoma. Se produce por la lesión de los vasos que irrigan el hueso y de los
tejidos adyacentes.

Fiebre. En muchas ocasiones, sobre todo en fracturas importantes y en personas


jóvenes, aparece fiebre después de una fractura sin que exista infección alguna.
También puede aparecer fiebre pasados unos días, pero ésta es debida, si no hay
infección, a la reabsorción normal del hematoma.

Entumecimiento y cosquilleo

Ruptura de la piel con el hueso que protruye


Mecanismos Fisiopatológico de las fracturas

El hueso habitualmente se encuentra sometido a múltiples fuerzas de tracción,


compresión y rotación. Debido a su estructura histológica, el hueso soporta mucho
mejor el esfuerzo de la compresión que el resto, por lo que la tracción y la rotación
rasgan las fibras. Existe un punto en el que al ser sometido a un estímulo, el
hueso no es capaz de soportarlo y se rompe (punto de rotura)

Fracturas por flexión

Mecanismo de fractura más frecuente en huesos largos. Se produce cuando la


fuerza se ejerce de forma perpendicular al eje mayor diafisario. El hueso se dobla,
produciendo que los tejidos de la convexidad sean sometidos a tracción, lo que da
lugar a la fractura.

Fractura por rotación

Se produce por la aplicación de dos fuerzas de tracción en sentido inverso en


torno al eje longitudinal de la diáfisis.

Fractura por cizallamiento

Son fracturas originadas cuando dos zonas del hueso son sometidas a fuerzas
inversas y perpendicular al eje diafisario. Si la fuerza se aplica en tres puntos,
puede aparecer una fractura bifocal.

Fracturas por compresión

Se produce por fuerzas aplicadas longitudinalmente al eje diafisario, dando lugar a


una sobrecarga de las trabéculas óseas, apareciendo en el interior de la epífisis un
espacio vacío.

Fracturas por tracción

Son frecuentes en pacientes con convulsiones y en pacientes con una


contracción muscular brusca que produce el arrancamiento de la inserción
muscular, arrancando un segmento óseo.
• Diagnóstico

El médico hace el diagnóstico con un examen físico y exámenes de diagnóstico.


Durante el examen, el médico obtiene una historia médica completa del niño y
pregunta cómo se produjo la lesión.

Los procedimientos de diagnóstico pueden incluir los siguientes:

Radiografías : examen de diagnóstico que utiliza rayos invisibles de energía


electromagnética para producir imágenes de los tejidos internos, los huesos y los
órganos en una placa. Este examen se utiliza para medir y evaluar la curva.

Imágenes por Resonancia Magnética nuclear (IRM, su sigla en inglés es MRI.) -


procedimiento de diagnóstico que utiliza una combinación de imanes grandes,
radiofrecuencias y una computadora para producir imágenes detalladas de los
órganos y estructuras dentro del cuerpo. Este examen se realiza para descartar
cualquier anomalía relacionada con la médula espinal y los nervios.
• Consolidación

TUMEFACCION: Cuando un hueso se rompe aparece tumefacción en el espacio


de 24 horas, esto sucede por hemorragia interior de los tejidos, disminución de la
circulación venosa, aumento de exudación linfática.

HEMATOMA: En los extremos oseos fracturados se forma coagulo o hematoma,


este se organiza en el interior como una masa blanda, crecen nuevos vasos
sanguíneos.

GRANULACION: El espacio de la cavidad medular se llena con tejido de


granulación y se forma una masa semejante a una goma

FORMACION DE CALLO Se comienza a depositar calcio en el tejido de


granulación a lo cual se le llama callo, se dice que la fractura está clínicamente
consolidada; es decir que los extremos oseos se mueven como un solo elemento,
pero no son lo suficientemente firmes para sostener la tensión.

CONSOLIDACION O UNION OSEA La consolidación esta completa y se produce


un proceso semejante a la osificación normal. Los osteoblastos favorecen el
depósito de sales cálcicas en las partes blandas y se produce el endurecimiento
progresivo. Los osteoclastos tienden a penetrar a traves del hueso neoformado,
produciendo cavidades y disminuyendo la densidad de la estructura. Se
reproducen la cavidad medular y reaparecen las células de la médula.
• Complicaciones

Las complicaciones en un sujeto fracturado pueden ser de muy diversa índole.


Inicialmente debemos distinguir las complicaciones inmediatas , es decir, el daño
que pueden haber sufrido los tejidos circundantes a la fractura, y las repercusiones
que éstas puede tener para el paciente. Podemos encontrarnos una hemorragia
importante que ponga en peligro la vida del individuo, en cuyo caso el tratamiento
de la fractura pasará a un segundo término. Puede aparecer una infección, en el
caso de fractura abierta, etc. Pueden existir complicaciones derivadas del reposo
prolongado (neumonía, trombosis, etc.) o de la propia intervención quirúrgica.

Complicaciones inmediatas

a. Shock traumático

Determinado por el dolor y la hemorragia en el foco de fractura; debe considerarse


que fracturas como de diáfisis femoral o pelvis, son capaces de generar una
hemorragia en el foco de fractura, que puede llegar a 1, 2 ó más litros de sangre,
generando una anemia aguda y shock hipovolémico.

b. Lesiones neurológicas

Por compromiso de troncos nerviosos, sea por la contusión que provocó la fractura
o directamente por los extremos óseos desplazados que comprimen, contusionan,
elongan o seccionan el nervio.

Son clásicos los ejemplos:

Lesión del radial en fractura de la diáfisis humeral.

Lesión del ciático poplíteo externo en fractura del cuello del peroné.

Lesión de la médula espinal en fractura de columna.

c. Lesiones vasculares

Una arteria puede sufrir lesiones de diversa naturaleza. Cualquiera que sea, el
compromiso vascular debe ser detectado precozmente y resuelto de inmediato.

Ignorar la complicación o descuidar su evolución, genera el peligro inminente de


necrosis músculo-aponeurótica (necrosis isquémica de Volkman) o gangrena del
segmento distal al daño arterial.

Espasmo arterial traumático: sea por la contusión que provocó la fractura, por los
extremos óseos desplazados o por un tercer fragmento proyectado sobre la
arteria.
Contusión arterial: con trombosis por ruptura de la íntima, que genera además un
espasmo que agrava aún más el problema circulatorio.

Compresión, desgarro o sección de la pared de la arterial que determina déficit


vascular distal con gangrena de la extremidad.

Pseudo-aneurisma (hematoma pulsátil), fístula arteriovenosa.

Son clásicos ejemplos de lesiones arteriales:

Lesión del tronco femoral por fractura de la metáfisis distal del fémur, desplazando
hacia dorsal por acción de los gemelos.

Lesión de la arteria tibial posterior por fractura de la metáfisis superior de la tibia,


desplazada hacia dorsal.

Lesión de la arteria humeral por fractura supra-condílea del húmero.

d. Fractura expuesta

Que lleva implícito el riesgo inminente de la infección del foco de fractura.

Pero las complicaciones más frecuentes derivadas de la propia fractura, como


tales, son las siguientes:

Retraso o defectos en la consolidación .- Puede existir una consolidación lenta o


una consolidación defectuosa, o incluso una consolidación en mala posición, o con
acortamiento, con lo que el miembro fracturado no recuperará toda su función.

Rigidez articular .- Es una complicación frecuente, debida a la inmovilización


prolongada de las articulaciones colindantes con la fractura. Estas articulaciones
anquilosadas suelen necesitar de ejercicio y rehabilitación para recuperar toda su
movilidad. En ocasiones aparecen zonas de miositis osificante , que son zonas de
músculo que se transforman en hueso alrededor del foco de fractura, impidiendo
un correcto funcionamiento muscular. Se produce más frecuentemente en el codo,
aunque también en el hombro, cadera y rodilla. El tratamiento consiste en la
extirpación de la masa ósea alojada en el músculo, entre 6 y 12 meses después
de que ésta aparezca, aunque no siempre con buenos resultados.

Osteítis y osteomielitis.- Son infecciones del hueso, más frecuentes en las


fracturas abiertas (aunque raro, también pueden aparecer en fracturas cerradas,
por diseminación de los gérmenes a través de la sangre).
Formación de un callo óseo (proceso normal de consolidación de una fractura)
excesivamente grande, que puede comprimir las estructuras vecinas, causando
molestias más o menos importantes.

Lesiones de los vasos sanguíneos, que pueden dar lugar a trombosis arteriales,
espasmos vasculares y a la rotura del vaso, con la consiguiente hemorragia. Este
tipo de lesiones puede provocar también gangrena seca, debida a la falta de
irrigación del miembro afectado.

Estiramientos, compresiones y roturas nerviosas, que se pondrán de manifiesto


con trastornos de la sensibilidad y alteraciones de la motilidad y la fuerza
musculares.

Cuando la fractura ha sido articular, puede dejar como secuelas: artritis, artrosis y
rigidez posterior de la articulación.

Las fracturas que afectan al cartílago de crecimiento en los niños pueden


ocasionar la detención del crecimiento del hueso fracturado.

Infección de la zona fracturada, cuando en ella se ha producido herida.


Complicaciones tardías

a. Enfermedad tromboembólica

b. Retracción isquémica de Volkman

c. Atrofia ósea aguda de Südeck

d. Necrosis ósea avascular

E. Alteraciones de la consolidación

Son dos los estados que pueden entorpecer la evolución del proceso reparativo de
una fractura:

• El retardo de la consolidación

• La pseudoartrosis.

Son dos procesos diferentes, tanto en su fisiopatología, evolución, pronóstico y


tratamiento.

Pseudoartrosis

Definición:

Falta absoluta de consolidación de una fractura

Se crea una falsa articulación en el foco de fractura no soldado.

Suele deberse a:

Falta de riego vascular en el foco de fractura

Inmovilización inadecuada

Una infección.
FISIOPATOLOGIA:

Se trata de un proceso patológico y corresponde a la formación de una cicatriz


definitiva del foco de fractura, por medio de un tejido fibroso no osificado.

El tejido cicatricial:

fibroblástico en sí mismo, es normal y constituye una excelente cicatriz fibrosa;lo


anormal está en que en el proceso mismo no hubo integración osteoblástica que le
confiriera al tejido cicatricial fibroso, la solidez propia del tejido óseo, indispensable
para cumplir con su función específica.

Causas de pseudoartrosis:

En general son causas poco frecuentes y susceptibles de corrección.

Las causas que son capaces de generar un retardo en la consolidación o una


Pseudoartrosis son, en general perfectamente detectables y muchas de ellas
susceptibles de ser previstas y evitadas; debe insistirse, sin embargo, que en la
mayoría de los casos está presente e influyendo de manera decisiva la movilidad
anormal del foco de fractura; el resto de las causas, con algunas excepciones de
casos extremos, sólo agravan las condiciones clínicas adversas determinas por la
ausencia de una inmovilidad perfecta e ininterrumpida.

Falta de inmovilización perfecta e ininterrumpida.

Separación excesiva de los fragmentos óseos.

Interposición de partes blandas (masas musculares).

Insuficiente vascularización de los segmentos óseos comprometidos.

Fractura de hueso patológico.

Síntomas de la pseudoartrosis:

Derivan del estado fisiopatológico del proceso:

Foco de fractura indoloro o con poco dolor.

Movilidad anormal en el foco de fractura, indolora.

Falta de seguridad y estabilidad en la posición de apoyo.

Radiológicamente:
Extremos óseos:

Recalcificación

Esclerosis Extremos

Redondeados

Uno de ellos adopta la forma convexa y el otro cóncavo, simulando una


articulación condílea.

Separación entre los extremos óseos.

Cierre del canal medular.

Ausencia de sombra de osificación en torno al foco de fractura.

A veces engrosamiento de los extremos óseos (pseudoartrosis hipertrófica), por


calcificación de tejido fibroso cicatricial.

Tratamiento de la pseudoartrosis:

El tratamiento es quirúrgico y va dirigido esencialmente a:

La resección de la cicatriz fibrosa

Reavivar los extremos óseos

Abrir el canal medular

Con frecuencia se colocan injertos óseos extraídos de la cresta ilíaca (de alto
poder osteogenético).

El tratamiento debe ir seguido de una estricta inmovilización, durante un tiempo


prolongado imposible de precisar, hasta que haya signos radiológicos seguros y
definitivos de consolidación.
RETARDO DE LA CONSOLIDACIÓN -

Definición

Proceso de osteogénesis reparativa normal en el cual la velocidad con que estas


etapas se van sucediendo, es más lenta que lo normal.

Causas de retardo de consolidación:

Inmovilización inadecuada.

Inmovilización interrumpida por cambios repetidos de yesos, a menudo


innecesarios.

Infección del foco de fractura: fracturas expuestas (accidentales o quirúrgicas).

Importante pérdida de sustancia ósea.

Irrigación sanguínea insuficiente.

Tracción continua excesiva y prolongada.

Edad avanzada.

Intervenciones quirúrgicas sobre el foco de fractura (desperiostización y


osteosíntesis).

Cuerpos extraños en el foco de fractura (placas, tornillos, alambres, secuestros,


etc.).

Abandono de la inmovilización (retiro precoz del yeso por ejemplo)

Yeso en forma deficiente (yeso quebrado) o poco continente

Interrupción de yeso una y otra vez.

Síntomas del retardo de la consolidación

Dolor en el foco de fractura:

Al apoyar o mover el segmento óseo.

Movilidad:

Anormal y dolorosa en el foco de fractura.

En fracturas de los miembros inferiores (de carga), sensación de falta de


seguridad en el apoyo
Radiológicamente:

Descalcificación de los extremos óseos

El canal medular (opérculo) no está cerrado

El contorno de los extremos óseos permanece descalcificado (no hay fibrosis


marginal)

Se suelen encontrar sombras de calcificaciones en partes blandas en torno al foco


de fractura (callo óseo incipiente).

Tratamiento Físico de las Fracturas:

Durante la inmovilización Se debe lograr que las articulaciones no incluidas en la


inmovilización sigan funcionando para evitar una rigidez posterior. Ello se consigue
con movilizaciones activas, nunca pasivas ni con masajes.

Después de la inmovilización Una vez retirada la inmovilización, se debe procurar


la recuperación funcional de los músculos, que generalmente, debido al tiempo de
inactividad, estarán hipotróficos. Se indicarán ejercicios propios en cada caso.

Tratamiento de las fracturas abiertas

Los objetivos del tratamiento para las fracturas abiertas son prevenir una infección,
sanar los huesos fracturados y restaurar su función.

Limpieza (desbridamiento) e irrigación

Los primeros pasos en el control del riesgo de infección son el desbridamiento y la


irrigación.

Desbridamiento: Durante este procedimiento, el cirujano elimina toda la suciedad y


materias extrañas, así como cualquier parte de piel, músculo o tejidos blandos
contaminados. El hueso también se limpia y se retiran todos los trozos de hueso
suelto. Los fragmentos de hueso severamente contaminados son descartados en
su totalidad. Esta pérdida de masa ósea puede ser corregida más tarde con
cirugías adicionales.

Irrigación: Después de desbridamiento, la herida se limpia y se riega con varios


litros de solución salina.

Es importante estabilizar la fractura tan pronto como sea posible para evitar un
mayor daño a los tejidos blandos. Las fracturas abiertas normalmente se
estabilizan utilizando métodos de fijación externa o interna. Dichos métodos
requieren cirugía.
Fijación interna: Durante la operación, los fragmentos de hueso se vuelven a
colocar en su alineación normal y luego se mantienen unidos con tornillos
especiales o uniendo placas de metal a la superficie exterior del hueso. Los
fragmentos también pueden mantenerse unidos mediante la inserción de barras a
través del espacio medular en el centro del hueso. Estos métodos de tratamiento
pueden cambiar la posición de los fragmentos de la fractura con mucha exactitud.

Debido a que las fracturas abiertas pueden incluir daño tisular y estar
acompañadas por lesiones adicionales, puede pasar algún tiempo antes que la
cirugía de fijación interna se pueda realizar de forma segura.

Fijación externa: Dependiendo de la lesión, el médico puede utilizar la fijación


externa para sostener los huesos en alineación general. En la fijación externa, los
clavos o tornillos se colocan en el hueso roto por encima y por debajo del sitio de
la fractura. Luego el cirujano reposiciona los fragmentos de hueso. Los pasadores
o tornillos se conectan a una barra de metal fuera de la piel. Este dispositivo es un
marco estabilizador que mantiene los huesos en la posición correcta.

En las fracturas abiertas menores con poca contaminación, la fractura puede ser
estabilizada con fijación interna una vez que la herida ha sido desbridada a fondo.

Las fracturas abiertas más graves primero suelen estabilizadas mediante fijación
externa. Este tratamiento mantendrá los huesos en su lugar hasta que la herida
pueda tolerar un procedimiento de fijación interna.

En algunos casos de fracturas abiertas, se pierde gran cantidad de tejido blando y


la herida es demasiado grande para ser cerrada con puntos de sutura.
Dependiendo de la cantidad de tejido blando perdido, estas heridas complejas
pueden ser cubiertas usando diferentes métodos:

Colgajo local. El tejido muscular de la extremidad afectada se gira para cubrir la


fractura. Luego se toma un parche de piel de otra zona del cuerpo para colocarlo
sobre esto (injerto).

Colgajo libre. Algunas heridas pueden requerir una transferencia completa del
tejido. Dicho tejido a menudo se toma de la espalda o el abdomen. Un
procedimiento de cobertura de colgajo libre requiere la asistencia de un cirujano
microvascular para asegurar que los vasos sanguíneos sean conectados y se
establezca la circulación.

En estas heridas complejas, la cobertura temporal de la fractura se debe


establecer para disminuir el riesgo de infección y promover la cicatrización. Se
pueden utilizar muchos tipos de apósitos, pero a veces la herida se sella con un
material semipermeable hasta realizar el procedimiento de cierre de los tejidos
blandos. A menudo se colocan perlas de antibióticos en la herida antes de sellarla
para proporcionar altas concentraciones de medicamento directamente en la
lesión.

No inmovilización: No todas las fracturas requieren intervención. A veces son


lesiones estables que se pueden gestionar sin inmovilización u otra intervención.
El uso de un cabestrillo o bota para caminar puede ser suficiente.

Inmovilización con yeso: Los yesos se utilizan para tratar muchos tipos de
fracturas porque ayudan a mantener los huesos en la alineación adecuada y
favorecen la curación.

Fijación interna: La fijación interna se usa para realinear los huesos rotos y luego
mantenerlos en posición con placas metálicas, clavos, varillas o tornillos.

Fijación externa: La fijación externa es un tipo de tratamiento que puede sujetar


los huesos de forma segura sin tener que operar. Este tratamiento a menudo se
utiliza cuando la lesión en los tejidos blandos hace que la cirugía en el sitio de la
fractura sea insegura
Luxación

El cuerpo humano tiene muchas articulaciones que permiten la movilidad de los


miembros, y están formadas por la unión de unos huesos con otros mediante
músculos, ligamentos y otros elementos. En situación normal estas piezas encajan
perfectamente, pero a veces una de estas partes se separa de la otra y no vuelve
a su posición natural, es lo que se llama una dislocación o luxación.

Hay veces en las que el hueso se desencaja de la articulación pero al momento


vuelve a su cavidad, lo que se produce en estos casos es una subluxación.

Generalmente las articulaciones más comprometidas son la cadera, la rodilla, el


codo, el tobillo y el hombro. En principio las luxaciones no suponen un riesgo vital
inminente, pero se deben tratar con celeridad por si hubiese vasos sanguíneos,
nervios o músculos afectados.

En ocasiones puede ser difícil diferenciar una fractura -que es la rotura de un


hueso- de una luxación. Sin embargo, ambas reciben el mismo tratamiento en
primeros auxilios, y recibirán atención especial cuando los servicios sanitarios
determinen el tipo de lesión que sufre el paciente.
Causas

Este tipo de lesión es frecuente porque no tiene por qué darse una situación
especial para que se produzca. Un golpe, no necesariamente fuerte, que se recibe
en un sitio específico, puede dislocar un miembro, al igual que puede suceder con
una mala postura o una caída con mal apoyo.

Dependiendo de la articulación afectada, las causas de la luxación varían. Las


más comunes son:

Hombro: puede luxarse tanto hacia delante como hacia atrás; la mayor parte de
las veces por un mal apoyo del brazo o a causa de movimientos muy bruscos.

Cadera: provocada por fuertes impactos en la pierna que hacen palanca y causan
la luxación.

Rodilla: la articulación de la rodilla es más compleja, ya que intervienen varios


huesos, y la luxación se puede producir en cualquiera de las uniones.
Normalmente la causa de la dislocación es una rotación forzada, mal apoyo y
traumatismos.

Tobillo: esta articulación es la que suele sufrir más lesiones traumatológicas. El


tobillo debe soportar todo el peso del cuerpo, amortigua los golpes y sufre
constantemente pisadas en terrenos con desniveles. Una persona desentrenada
que apoye mal el pie tiene más probabilidades de luxarse, al igual que las
personas obesas que sobrecargan la articulación. Un simple escalón basta para
lesionar un tobillo.

Codo: la dislocación del codo es más común en niños que en adultos, sobre todo
por las caídas al empezar a andar, o los tirones cuando se les agarra de la mano.

Espalda: las vértebras de la columna también pueden cambiar de posición o


fracturarse. Estos suelen ser casos donde ha habido un fuerte traumatismo, como
una caída a gran altura o un accidente de tráfico.
Tipos de luxaciones

Los tipos de luxaciones o dislocaciones, pueden darse en cualquier zona del


cuerpo donde está presente una articulación. Cada una de estas luxaciones,
reciben el nombre asociado a la zona afectada, como por ejemplo:

Luxación de hombro

Luxación de cadera

Luxación de codo

Luxación de pie

Luxación de muñeca de la mano

Luxación de rodilla

Luxación de la rotula

Luxación de mandíbula

Luxaciones en los dedos de manos y pies

Las luxaciones pueden ser de varios tipos:

- Luxación parcial. También llamada luxación incompleta o subluxación,


denominada así por ser incompleta la pérdida de contacto entre las superficies
articulares

- Luxación completa. La pérdida de relación entre las superficies articulares es


tsuperfi

Pueden ser de causa:

1. Traumática: La más frecuente, trauma intenso; y pueden ser:

•Recidivante: Por persistir la lesión de partes blandas; se da ante traumatismos


cada vez menos intensos.

• Habitual: Son luxaciones que el mismo paciente las produce y reduce

sin dificultad.

• Antigua: Cuando pasan más de tres semanas en general.


2. Ortopédicas: Entre ellas:

• Congénita: Cuando hay alteración congénita de las superficies articulares que


facilitan la luxación.

• Patológica: Cuando hay destrucción de una o de las dos superficies articulares


por un proceso patológico (Artritis aguda, TBC, tumor óseo)

Síntomas

Las luxaciones y subluxaciones, como la mayoría de las lesiones traumatológicas,


presentan unos signos y síntomas característicos. En ocasiones puede ocurrir que
a simple vista no se pueda determinar el tipo de lesión, si es una subluxación o
una torcedura. Sin embargo, el tratamiento será el mismo hasta que los servicios
médicos hagan las pruebas necesarias para evaluar la lesión.

Hay características que son iguales tanto en dislocaciones completas como en


subluxaciones, que son:

Dolor agudo e intenso, sobre todo al intentar mover la articulación o cargar peso.

Zona hinchada y amoratada.

Si hay afectación nerviosa, el afectado sentirá sensación de hormigueo y posible


parálisis.

Pero en el caso de una dislocación, al ser una lesión más grave, además se
observará:

Deformación del miembro, que adopta una postura antinatural.

Imposibilidad de mover el miembro.

Posibles daños graves a los ligamentos, incluso siendo necesario el empleo de


cirugía.

Mayor probabilidad de futuras luxaciones, ya que los ligamentos se distienden y es


más fácil que se vuelva a salir la articulación.
Fisiopatología

Una vez ejercida una fuerza violenta, esta fuerza es soportada por los ligamentos
extremos óseos de articulación la cual da lugar al desplazamiento de una
superficie sobre otra, ducha fuerza vence la resistencia de los medios de
contención ( capsular, articular, ligamentos, musculos) lo cual desplazan los
extremos oseaos y dan lugar a la luxación

Diagnóstico

Para diagnosticar una luxación, además de realizar un examen físico de la zona


de la lesión, el médico podria recomendarle:

Rayos X: Se realiza una radiografía de la articulación para confirmar la dislocación


y puede revelar huesos rotos u otros daños en la articulación.

Una resonancia magnética: La resonancia magnética (RM) puede ayudar al


médico a evaluar los daños a las estructuras de los tejidos blandos que rodean la
articulación dislocada.

Tratamiento

Se debe comprender que una luxación y una fractura presentarán signos y


síntomas muy parecidos, siendo difícil diferenciarlas. Por eso es importante seguir
unos pasos que servirán en ambas situaciones, evitando así riesgos innecesarios:

Localizar la articulación afectada. Si la víctima sospecha que se ha dañado la


espalda, el cuello o la cadera, no moverla. Llamar al número de emergencias y
esperar a que acudan, sin abandonar a la víctima en ningún momento.

Inmovilizar el miembro en la posición en la que se encontró (sin manipular) con un


cabestrillo o una férula improvisada. El objetivo es que el miembro se mueva lo
menos posible, pero observando que no quede demasiado ajustado. En el caso de
una subluxación, colocar el miembro en una posición anatómica normal e
inmovilizar de manera que el paciente esté cómodo.

Si existen heridas, antes de inmovilizar el miembro se deben limpiar y cubrir con


gasas estériles o paños limpios.

Aplicar frío local (hielo, bolsas de agua fría) para reducir la inflamación y el dolor.

Dejar la articulación en reposo absoluto.

Una vez asegurada la articulación, trasladar al accidentado a un hospital para que


se le hagan las pruebas pertinentes y le administren el tratamiento adecuado.
Tratamiento

Administración de analgésicos y antiinflamatorios.

Reducción de la luxación: manual (bajo anestesia) o quirúrgica.

Inmovilización externa o interna.

Rehabilitación.

Aplicación de una compresa fría para reducir la inflamación y el dolor.

Cirugía

Reducción incruenta: Maniobras suaves haciendo penetrar la extremidad luxada


por el desgarro capsular y llevándola a su lugar correcto. Después se colocará un
vendaje ligero, para mantener el miembro en reposo y evitar la rigidez. Se seguirá
con masaje y movilización precoz.

Reducción cruenta: En las luxaciones habituales, recidivantes y aquellas que no


conseguimos reducir con las maniobras anteriores. Se restituyen los extremos
óseos y se sutura la cápsula articular.

Complicaciones

Las complicaciones de una luxación en una articulación pueden incluir:

El desgarro de los músculos, ligamentos y tendones que refuerzan la articulación


lesionada.

Un daño nervioso en los vasos sanguíneos en o alrededor de la articulación.

La susceptibilidad a una nueva lesión si tiene un trastorno grave o dislocaciones


anteriores.

El desarrollo de la artritis en la articulación afectada a medida que se envejece.

Si los ligamentos o tendones que sostienen la articulación lesionada se han


estirado o roto, o si los nervios o los vasos sanguíneos que rodean la articulación
se han dañado, es posible que necesite cirugía para reparar estos tejidos.

Consideraciones de enfermería

Tener presente que toda luxación comporta un riesgo de lesión nerviosa o


vascular por compresión o elongación
Vigilar signos que indiquen lesión neurológica (paresias o paralesis, alteraciones
de la sensibilidad) o hemorragia interna.

Vigilar la aparición de signos vasculares o nerviosos por compresión excesiva del


vendaje.
Esguince

Podemos definir el esguince como el desplazamiento momentáneo de las


superficies articulares. A grandes rasgos, es una luxación que, sin llegar a perder
la congruencia de las caras articulares, sí presenta un mínimo desplazamiento de
la unión articular durante un breve espacio de tiempo, retornando inmediatamente
a su posición original. Se trataría de una torcedura articular traumática, que es
dolorosa y produce inflamación en la zona afectada (tobillo, rodilla, dedos…). El
esguince de tobillo es el más frecuente.

Durante esta fracción de segundo, en la que el arco de movilidad articular se ve


superado más allá de los límites de su rango, los ligamentos y estructuras de
fijación de la articulación sufren un sobreesfuerzo que se traduce en distensión,
rotura e incluso arrancamiento.

Por su parte, el sistema vascular y el tejido conectivo también se verán afectados,


en mayor o menor medida, dando como resultado posibles derrames internos y
edemas, respectivamente. Por tanto, diagnostico-de-un-esguinces del esguince
van a depender de la energía del traumatismo y de la fuerza o consistencia que
tuviera dicha articulación.

Es un tipo de lesión muy frecuente, sobre todo en gente joven por la práctica
deportiva debido a una mala pisada, mal movimiento o al uso de calzado
inadecuado; pero también se observa en otras épocas de la vida donde la menor
agilidad o la debilidad de las articulaciones pueden originar riesgo para padecerlo.
Ocasiona un buen número de consultas médicas y, aunque no son un trastorno
grave, suele generar costes sociosanitarios por el absentismo laboral que
provocan.
Causas

Fundamentalmente, los esguinces se producen al traspasar el límite máximo


permitido del movimiento de una articulación. Una vez transgredidos estos
umbrales, todas las estructuras sufren daños, ya que su diseño no abarca
dimensionas tales. Los mecanismos más habituales de este tipo de lesiones son:

Los movimientos bruscos y excesivos, o los gestos descontrolados, cuando en


ellos convergen dos factores sinérgicos: ángulos máximos de movimiento, y carga
sobre estos. Si se realiza una acción en ángulos máximos sin una carga
significativa, se produce el fenómeno conocido popularmente como torcedura,
lesión de menor entidad que el esguince. Sin embargo, si se le añade el
componente de la carga, la gravedad se incrementa debido a que las estructuras
de sujeción no soportan la fuerza a contener.

Los traumatismos son otra causa común de esguince. Por norma general los
impactos y accidentes en articulaciones provocan este tipo de lesiones.

En el caso de los esguinces de tobillo –los más frecuentes– el mecanismo puede


ser ejemplo para otras articulaciones. De esta manera, se produce la torcedura por
inversión (hacia dentro) por la mayor debilidad de la estructura ligamentosa
externa que induce a doblar la articulación hacia dentro, mientras que el otro
mecanismo sería por eversión, es decir, una torcedura hacia fuera alejando la
articulación de la línea media.

En otros casos como la rodilla, la torcedura se produce a cualquiera de los dos


lados de la misma, forzando la postura de varo o valgo (convexidad o concavidad
de la articulación).

Otro mecanismo conocido es el del primer dedo de la mano o dedo gordo, en los
esquiadores, que sufren un esguince por una hiperabducción con el bastón.

Factores de riesgo para sufrir un esguince

En términos generales podemos establecer algunos factores de riesgo para su


padecimiento:

Edad: a mayor edad la rigidez de la articulación es mayor, por lo que los


movimientos bruscos son peor tolerados

Velocidad del traumatismo: este hecho es crucial en la lesión deportiva

Inmovilización prolongada: la escasez de actividad física o deportiva genera mayor


rigidez de las articulaciones y las hace más vulnerables, mientras que el ejercicio
físico las hace más resistentes.
Sobrepeso y terrenos escarpados: ambas situaciones condicionan a un mayor
riesgo para articulaciones como los tobillos y las rodillas.

Deportes intensos: algunas actividades deportivas generan más predisposición a


la afectación de unas u otras articulaciones; por ejemplo, el esquí para la del
primer dedo de la mano, el fútbol para las rodillas y tobillos, etcétera

Tipos

Según su gravedad hablamos de tres tipos de esguinces:

Esguince de grado 1

Se produce distensión de los ligamentos pero sin llegar a la rotura de los mismos.
No existe laxitud articular asociada, por lo tanto, la persona afectada puede
realizar movimientos completos, asociados a un dolor leve y un ligero proceso
inflamatorio.

Esguince de grado 2

En este caso sí existe rotura parcial del tejido ligamentoso. El dolor se torna ahora
moderado, acompañado de una inflamación más acentuada. El paciente responde
con posturas antiálgicas (vicios posicionales para evitar el dolor) y una ligera
inestabilidad articular. Presenta diferentes niveles de tumefacción (hinchazón),
deformidad y equimosis (hematomas). Puede ser visible un hematoma en la zona
afectada.

Esguince de grado 3

Rotura completa de la porción ligamentosa. Dolor vivo, hinchazón prominente,


deformidad y equimosis acentuadas. Impotencia funcional de la articulación
afectada.

Síntomas

Atendiendo a los grados de gravedad, podemos encontrarnos con el siguiente


cuadro sintomatológico que nos indica que se ha producido un esguince:

Dolor: es un síntoma prácticamente constante en este tipo de lesiones a


consecuencia de la inflamación y, en algunos casos, la rotura parcial de algunas
de sus estructuras. En algunos casos el dolor llega a ser tan importante, sobre
todo a mayor grado de esguince, que se produce un fenómeno de
hipersensibilidad, es decir, intenso dolor al mínimo roce de la articulación afectada.
Edema o inflamación de los tejidos: la rotura de los capilares sanguíneos y el
líquido sinovial de la articulación afectada se acumulan en la cápsula articular
produciendo un aumento de tamaño de dicha articulación poniendo de manifiesto
este signo tan característico del esguince. El aspecto, por tanto, de una
articulación inflamada es de una articulación deformada, lo que puede llamar la
atención sobre todo en personas con distinto umbral del dolor y que perciban más
el aumento de tamaño de la articulación que el dolor.

Inestabilidad funcional limitada e incluso anulada: tanto el dolor como la propia


inflamación articular generan una impotencia en la función del aparato articular,
siendo la principal causa del cese de actividades habituales. En casos como el
tobillo o rodilla pueden generar la imposibilidad de caminar. En otros casos más
leves, se mantiene la funcionalidad, pero con evidente inestabilidad pues los
ligamentos se encuentran dañados y no ofrecen la resistencia habitual

Equimosis o cardenal: a las pocas horas de sufrir la lesión puede aparecer una
zona punteada rojiza o equimosis, o un verdadero hematoma por la rotura de
pequeños capilares de las estructuras que han sufrido la torcedura. Será más
evidente en articulaciones como el tobillo.
MECANISMOS FISIOPATOLOGICOS:

Por inversión:

El mecanismo de lesión más frecuente es la torsión del tobillo en inversión y


flexión plantar. El ligamento que con mayor frecuencia se desgarra es el lateral
externo y sobre todo su haz peroneo-astragalino anterior. Pueden asociar lesiones
capsulares, de la vaina de los tendones peroneos o fracturas por desinserción.

Por eversión:

El esguince interno es más raro, debido a que es un movimiento limitado por el


tope del maléolo externo y por la gran consistencia del ligamento deltoideo. Se
debe descartar en este caso lesiones asociadas como fractura del peroné distal
(maléolo) o proximal (cuello o “maissonneuve”) e incluso del astrágalo (cúpula y
apófisis lateral)

Diagnóstico

El diagnóstico de los esguinces suele ser sencillo basándonos en el mecanismo


por el que se ha producido la lesión, descrita por la persona afectada, y por los
signos y síntomas que se han expuesto (dolor, hinchazón, hematoma e impotencia
funcional).

El médico procederá a realizar determinadas maniobras para explorar el grado de


afectación del aparato ligamentoso, y dependerán dichas maniobras de la
articulación afectada. Se trata de palpar las estructuras doloridas, valorar el grado
de inflamación, y realizar determinados movimientos pasivos de la misma con el
fin de evaluar el grado de limitación de la movilidad articular. Con estas maniobras,
además, se puede establecer el tipo del esguince, aunque ha de confirmarse a
veces con alguna prueba diagnóstica.

La radiografía no es útil para visualizar las estructuras y los tejidos habitualmente


dañados en un esguince, pero ayuda a diagnosticar pequeñas roturas óseas en
articulaciones de menor tamaño como la del primer dedo de la mano.

En los últimos años, la ecografía articular ha irrumpido como un método


diagnóstico de gran utilidad para este tipo de lesiones, ofreciendo datos sobre la
integridad o rotura de los ligamentos afectados por el esguince. Además, pone de
manifiesto la presencia de líquido articular.

Aunque en pocas ocasiones hay que recurrir a ellas, el TAC o la resonancia


magnética pueden ser necesarias en casos concretos o de mala evolución. El TAC
visualiza mejor la posibilidad de que existan pequeños fragmentos óseos en el
seno de una rotura, y la resonancia pone de manifiesto el aparato ligamentoso y
capsular y sus posibles daños en este caso.

En situaciones muy excepcionales puede someterse al paciente a una punción


articular (artrocentesis) para extraer y analizar el líquido presente.

Tratamiento

La prioridad de la rehabilitación en este tipo de lesiones radica en controlar la


inflamación y el dolor, así como aliviar de cargas la zona afectada por el esguince.
Seguiremos para ello el protocolo RHICE: Reposo, Hielo, Compresión y Elevación.
Por lo tanto, las primeras medidas para el tratamiento de un esguince serán:

Aplicar hielo o algún mecanismo de frío (de manera doméstica se aplica una bolsa
de guisantes congelados por su adaptabilidad a cualquier articulación), reduciendo
así la inflamación y calmando el dolor.

Hacer un vendaje compresivo de la zona dañada.

Elevación del miembro lesionado para favorecer el drenaje edematoso. Es


importante que, en el caso del tobillo, la elevación del mismo sea por encima de la
cadera, para que este drenaje sea eficaz.

Para tratar el esguince será también beneficiosa la administración de


medicamentos antiinflamatorios y analgésicos. Igualmente, es recomendable el
uso de cualquier tipo de ortesis a fin de disipar cualquier carga sobre esa
articulación dañada. Atendiendo a la graduación de la lesión, se pueden citar
medidas de respuesta ante una lesión de esguince:

Esguince grado 1

No es necesaria inmovilización alguna, e incluso resulta prudente permitir su uso.


A partir del segundo día, se puede comenzar con ejercicios de movilización (flexo-
extensiones, movilidad articular, fortalecimiento, etcétera). Una vez recuperados, y
antes de reanudar la actividad física, conviene fijar la articulación con un vendaje
preventivo.

Esguince grado 2

El patrón de actuación será idéntico al grado 1, con la salvedad de la protección


con férula o vendaje funcional a partir del segundo día.
Esguince grado 3

Antes de cualquier actuación, debe ser evaluada la lesión por un especialista, en


este caso traumatológico, para discernir el alcance de la lesión y las pruebas
pertinentes a realizar. Posteriormente, y al igual que en los casos anteriores,
comenzaremos los primeros dos días con el protocolo RHICE; una vez que la
inflamación ha remitido (de dos a tres semanas), se comenzarán las labores de
rehabilitación por parte de terapeutas profesionales acompañados del uso de
férulas de descarga o vendajes funcionales.

La ejercitación consistirá en actividades que busquen la amplitud de los


movimientos y el fortalecimiento de ligamentos. Trazar las letras del alfabeto en el
aire con el pulgar o ponerse de puntillas son ejemplos de estos ejercicios
rehabilitadores

Complicaciones

Tanto si el esguince es externo, interno o anterior, pueden persistir algunos


problemas: hinchazón periarticular, dolor, rigidez del tobillo o una disminución de
la estabilidad articular.

Edema residual: Aparece sobre todo en personas de más edad. Es más frecuente
cuando el esguince no ha sido tratado o cuando se han utilizado inmovilizaciones
rígidas, sobre todo de forma prolongada. Se presenta tras prolongada
bipedestación (al final del día) y normalmente se debe a la insuficiencia
vasomotora desatada tras la inmovilización. Lo más eficaz es la colocación de una
media elástica por la mañana antes de levantarse. Inicialmente se retira en el
momento de acostarse y, con posterioridad, cada día un poco más temprano. La
criocinesia y los baños de contraste en dos o tres sesiones al día también se han
mostrado eficaces.

Dolor: En ocasiones, tras suspender el tratamiento, puede persistir dolor de


características mecánicas que aparece con la deambulación prolongada y/o
actividades físicas y a veces incluso en reposo. La persistencia de este dolor
puede obligar a evaluar de nuevo para descartar alguna patología asociada. Es
necesario descartar en este caso una lesión osteocondral del astrágalo. El
tratamiento se basa en técnicas fisioterápicas como corrientes de baja frecuencia,
ultrasonidos, masajes transversales profundos, etc. En algunos casos hay que
recurrir a infiltraciones locales con corticoides a nivel de las inserciones y de los
trayectos ligamentosos dolorosos.

Rigidez y bloqueo articular: La rigidez articular se produce como consecuencia de


prolongadas inmovilizaciones o por un temor exagerado del paciente a lesionarse.
En este caso se remitirá al paciente a rehabilitación. El bloqueo articular puede
deberse a fracturas osteocondrales no diagnosticadas. En este caso se deberá
remitir al paciente a Traumatología.

Inestabilidad: Una consecuencia posterior al esguince puede ser la inestabilidad


del tobillo, que es tanto mayor cuanto menos adecuado ha sido el periodo y tipo de
inmovilización, y la posterior rehabilitación. El paciente percibe una cierta
inestabilidad e inseguridad del tobillo con frecuentes torceduras posteriores. Si
persiste tras la rehabilitación se puede remitir al especialista para valorar
necesidad de tratamiento quirúrgico. Otras complicaciones menos frecuentes son:
Distrofia simpática (Sudeck), síndrome del seno del tarso o esguince crónico del
tobillo: dolor local persistente localizado en el tarso.

SEGUIMIENTO:

Esguinces de grado I: revisión a los siete a diez días. Se valora el dolor


espontáneo y a la digitopunción, la tumefacción articular y la movilidad activa y
pasiva. Si toda la exploración es normal se da el alta recomendando los ejercicios
de potenciación de la musculatura y el uso de una tobillera.

Esguinces de grado II: revisión en 1-2 semanas para valorar posible cambio a
tratamiento funcional.

Esguinces de grado III: deben ser tratados y seguidos por el servicio de


traumatología

Consideraciones de enfermería

- Ante la sospecha de esguince, siempre debe efectuarse una exploración


radiológica para descartar una lesión ósea.

- Tras la lesión, la aplicación de compresas frías o hielo sobre la zona afectada


disminuye la inflamación y las posibles hemorragias internas, pero la práctica no
debe prolongarse más de treinta minutos.

- Aplicación de calor después de las 36 horas iniciales al esguince.

- La inmovilización suele mantenerse durante un período de 15 días. Ha de


vigilarse la aparición de signos vasculares o nerviosos por compresión excesiva
del vendaje.
Conclusión

Al finalizar con lo antes expuesto en la investigación metodológico podemos decir


que los tres temas , guardan relación debido a que afectan el tejido óseo , con la
diferencia que en el esguince afecta tan bien tejidos ligamentosos y tendones
mientras que en la fractura existe una discontinuidad ósea debido algún tipo de
impacto , por otra parte en la luxación existe un desprendimiento o separación del
mismo , mas sin embargo su fisiopatología , método diagnóstico , signos y
síntomas ,etiología , complicaciones y cuidados de enfermería se dan de manera
distinta , así las tres afecten el mismo sistema .

Es por esto que como profesionales de la salud debemos tener en cuenta cada
uno de sus técnicas al momento de atender algún paciente con alguna de estas
patologías.
Bibliografía

http://www.webconsultas.com/salud-al-dia/luxaciones/que-hacer-ante-una-
dislocacion-o-luxacion-11204

https://www.guiatucuerpo.com/tipos-luxaciones/

http://fierairsoft.blogspot.com/2009/04/a3-tipos-de-lesiones-luxaciones.html

http://luxacion.org/diagnostico/

http://luxacion.org/complicaciones/

http://enfermeraentrauma.blogspot.com/2012/01/luxaciones.html

https://www.efisioterapia.net/articulos/generalidades-las-fracturas

https://www.guiatucuerpo.com/fracturas/

Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos (enlace – en inglés-)

ESTUDIO DE LAS FRACTURAS por la UCM-Universidad Complutense de Madrid


(enlace -pdf-).

http://www.webconsultas.com/ejercicio-y-deporte/medicina-deportiva/diagnostico-
de-un-esguince
http://www.entretantomagazine.com/2013/02/26/esguince-de-tobillo-todo-lo-que-
hay-que-saber/

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