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El cuerpo del erizo se encuentra protegido por un caparazón globoso, en unas

especies y discoidal en otras, formando 5 placas calcáreas unidas por surcos


interraciales. El caparazón o esqueleto externo se encuentra perforado y a través de
esas perforaciones pueden salir los ambulacros, así como gran números de
tubérculos, los cuales se implanta las espinas o púas. Las espinas son por lo general,
finas y largas en su base se encuentra un músculo capaz de permitir el movimiento de
las mismas en distintas direcciones.

Los pedicelarios, pequeños órganos en forma de pinzas de tres ramas, se hallan


implantados entre las espinas y en especial en la membrana que rodea la boca,
membrana peristomal.

Los pedicelarios van acompañados, en muchos casos, de glándulas venenosas y de


ellos pueden existir diferentes tipos en un mismo erizo. Las funciones de los
pedicelarios son en ese caso muy distintas, pues mientras unos trituran las partículas
y las pulverizan, otros están destinados a morder a sus enemigos y otros a coger los
pequeños animales que se fijan a su caparazón.

Cuando se observa el esqueleto externo del erizo, puede verse la existencia de dos
orificios situados en los extremos del eje verticales algunas especies. El orificio inferior
es ancho y recibe el nombre de peristoma, estando cubierto en el animal vivo por una
membrana denominada membrana peristomal, en cuyo centro se abre la boca armada
de cinco dientes.

El orificio superior, de menos diámetro, se nombra periprocto, el cual está también


cubierto por la membrana periproctal, en la que se encuentra el ano. Pueden también
observarse en el caparazón cinco bandas, zonas ambulacrales. Por esos orificios
salen los pies ambrulacrales u órganos de la locomoción. En la región cercana al ano
se encuentran los orificios genitales y la placa perforada denominada madreporite.

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