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UNIDAD 3

CONSTRUYENDO LAS MASCULINIDADES

“La igualdad es el alma de la libertad; de hecho, no hay libertad sin


ella”.

Frances Wrigh

Objetivos Académicos
 Conocer y reflexionar sobre los mitos de la masculinidad.
 Reflexionar sobre cómo construir otras formas de masculinidad.
 Conocer y analizar sobre cómo construir sociedades más equitativas.

Mitos sobre la masculinidad

En base a lo que hemos analizado en las unidades anteriores, se pueden


identificar algunos mitos asociados al Modelo Tradicional de lo Masculino:

 Todo lo que represente lo masculino y a los hombres es más valiosos e


importantes que lo femenino y las mujeres.
 Los hombres son los que deben manejar el poder, mantener el mando y
siempre ganar.
 Las emociones y los sentimientos son sinónimo de debilidad y por eso
como hombres no pueden demostrarlos.
 Ejercer el control sobre las otras y los otros demuestra que se es un
hombre seguro, dueño de su vida.
 Como hombre no se puede pedir ayuda, pues hacerlo es sinónimo de
debilidad o vulnerabilidad.
 Los hombres tienen el pensamiento lógico y racional, así pueden
enfrentar de mejor manera cualquier problema.
 El “éxito” de los hombres con las mujeres depende del uso del poder y el
control que ellos puedan ejercer en la relación.
 El ejercicio y control de la sexualidad es el principal medio para probar la
masculinidad; el ejercicio de la sensualidad y la ternura son femeninas.
 La sociedad evalúa permanentemente a los hombres según los logros y
éxitos que él obtenga en su vida laboral y sus alcances de desarrollo
económico.

Mantener estos mitos en la construcción de la identidad masculina, impide una


reflexión profunda sobre las desventajas de mantenerse en el Modelo
Tradicional Masculino, por ello es necesario eliminar estos y otros mitos para
avanzar en la construcción de otras formas de ser hombre.

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Explorando otras formas de ser hombre

Es necesario identificar las desventajas, las presiones y frustraciones de


mantenerse en el Modelo Tradicional Masculino, también es necesario generar
el convencimiento de que este Modelo limita el desarrollo de las personas. Estas
desventajas y presiones han permitido que muchos hombres emprendan
procesos reflexivos sobre la masculinidad hegemónica y como resultados de
estos procesos se propongan resignificar cómo construir y vivir la masculinidad
desde una alternativa diferente de ser hombre.

Generar nuevos significados de la idea de ser hombre, es un trabajo que toma


tiempo, un primer paso implica mirarse a sí misma o a sí mismo, reflexionar
sobre lo que somos, y modificar algunos aspectos de nuestro estilo de vida. Al
iniciar esta tarea es necesario que comencemos a generar reflexiones sobre
cómo queremos vivir; si el modelo bajo el cual hemos sido educados es el
modelo con el que deseo educar a mis hijos e hijas; qué limitaciones he
obtenido al vivir bajo ese sistema de patrones socioculturales que fomenta el
Modelo Tradicional Masculino. Estas interrogantes no siempre son fáciles de
resolver y las respuestas pueden ser diversas dependiendo de la etapa de vida
en la que se encuentre cada uno o cada una.

Como parte de este proceso de búsqueda de nuevas formas de vivir la


masculinidad, se plantean a continuación algunas alternativas que se han
generado desde algunos hombres para vivir una masculinidad diferente a la
asignada:

Relaciones con otros Hombres

 La masculinidad impuesta

Las relaciones entre los hombres se basan en jerarquías y posiciones dentro de


sus grupos de socialización.

Una de las consecuencias de estas creencias es el considerar que las


demostraciones de afecto entre hombres no son sanas, se cree que las
demostraciones de afecto con otros hombres no deben ir más allá del respeto y
saludos mediante “palmadas fuertes o estrechones de mano”; peor aún,
muchas relaciones entre hombres se basan en relaciones de violencia o de
maltrato físico.

Revisando los datos sobre violencia en la región de las Américas, llegamos a


una conclusión perturbadora: los hombres, en especial los hombres jóvenes son
más propensos a matar o herir a otro hombre, que en cualquier otra parte del
mundo. (McAlister, 2000)

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La tasa de homicidios entre hombres en América Latina es alrededor de 20 para
cada 10.000 habitantes al año, la mayor del mundo . (Ayres, 1998)

Ese elevado índice de violencia entre hombres es un tremendo peso para la


economía de la región. El costo público y privado asociado a la violencia
representa hasta un 15% del producto bruto interno de algunos países en la
región. (Ayres, 1998)

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otros órganos


internacionales, confirman que la violencia entre los adolescentes y los jóvenes
es uno de los problemas más importantes de salud pública en la región. (Ayres,
1998)

Las estadísticas confirman que las heridas provocadas por violencia (seguidas
por accidentes, en algunas regiones) están entre las principales causas de
morbilidad y mortalidad entre hombres.

Como podemos ver, el Modelo Tradicional Masculino genera un constante


rechazo y negación a cualquier forma de demostración de afecto entre los
hombres y más aún cuando estos afectos son expresados mediante algún tipo
de contacto físico (abrazos, rozamientos, etc). Promoviendo así relaciones
basadas en la violencia. Sin embargo, muchos hombres no usan la violencia
contra los otros por voluntad propia, esta puede ser fomentada e incentivada
por sus pares, también como forma de dar cumplimiento al Modelo establecido.

Por lo expuesto, se debe cuestionar estas relaciones promovidas por el Modelo


Tradicional Masculino y generar nuevas formas de relacionarse con los pares
para fomentar una cultura de paz.

 La nueva propuesta de masculinidad

Cada persona elige cómo relacionarse con otras, igualmente sucede con los
hombres y sus formas de relacionarse con otros hombres, así como la forma de
expresar sus sentimientos hacia ellos.

La nueva propuesta de expresión de las masculinidades considera que las


relaciones entre los hombres no tienen que ser violentas y faltas de afecto, por
lo tanto, no deben ser miradas como si existiera una atracción sexual; sin
embargo, se debe generar respeto al derecho de otros a definir sus
preferencias sexuales y su decisión no debe ser motivo de rechazo.

Es necesario reafirmar que los hombres deben y tienen el derecho de expresar


sentimientos y emociones, sin que ello implique ser catalogados como
“afeminados”.

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Las relaciones dentro de la familia

 La masculinidad impuesta

Dentro del Modelo Tradicional Masculino, los hombres son vistos o se les da el
valor de jefe de la familia, es quien dice lo que se debe o no hacer y las otras
personas deben cumplir con ese mandato, él sabe qué es lo mejor para todos y
todas y tiene siempre la última palabra, otra de las creencias y prácticas es que
los hombres no deben involucrarse en las tareas del hogar y en las de cuidado
de hijas, hijos y de las personas de la tercera edad, ya que es un papel que les
corresponde tradicionalmente a las mujeres.

En las relaciones de familia, la masculinidad se pone en práctica como parte de


la estructura de relaciones de género y en base a esto algunas dimensiones
tales como:

1. Las relaciones de poder y autoridad: que se practican en los


modelos de ejercer dominio y de poner reglas dentro de un ámbito
determinado, y que históricamente se correspondían con modelos de
supremacía masculina y subordinación femenina;
2. Las relaciones de producción y reproducción: que existen en la
división del trabajo y de la distribuci n de los recursos. e relacionan
tanto con el mundo público como con el privado. esponden a la
pregunta sobre quién hace qué dentro y fuera de la casa. En el hogar,
incluye (como trabajo) la crianza de hijos e hijas y el mantenimiento
cotidiano del hogar;
3. El vínculo emocional y la sexualidad: que constituyen el entramado
de deseos, amores y resquemores en los que participan hombres y
mujeres. También atraviesan el ordenamiento del deseo sexual en las
relaciones entre géneros.

Dentro del Modelo Tradicional Masculino vemos que en las relaciones familiares
los hombres han llevado el nivel de jerarquía más alto, aunque exista esta
supuesta superioridad dentro de las relaciones del hogar, al mismo tiempo esta
genera un gran nivel estrés, de presiones que desencadenan un sinnúmero de
limitaciones y frustraciones relacionadas a su afectividad familiar, entre estas
exigencias y presiones podemos anotar que los hombres son vistos como
proveedores “únicos y permanentes” del hogar, deben ser los sancionadores de
las faltas o situaciones de conflictos de la familia, esto conlleva que su bienestar
personal se encuentre en un segundo plano.

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La nueva propuesta de masculinidad

Dentro de la nueva propuesta de masculinidades, se reconoce que todos los


miembros de la familia tienen los mismos derechos y obligaciones; se impulsa
la distribución equitativa de responsabilidades dentro de casa, se aligeran las
cargas del trabajo doméstico al distribuirse por igual entre mujeres y hombres
miembros del núcleo familiar, se genera en los hombres el reconocimiento e
involucramiento de las actividades que tradicionalmente eran de las mujeres, se
aprende a valorar este tipo de trabajo, se fomentan el diálogo y el respeto
como una forma de vivir en armonía y mantener a la familia unida.

Con el reparto de responsabilidades y derechos de manera igualitaria se


reconoce y valora el trabajo doméstico y la crianza de los hijos poniendo a
hombres y mujeres en igualdad de condiciones para el desarrollo de dichas
actividades y de un reconocimiento gratificante de estas acciones como parte
integradora de la convivencia familiar.

La paternidad se convierte en una opción de vida, donde se cambia el rol único


del hombre, el de ser proveedor de los recursos y manutención de las hijas e
hijos, por el de proveer de afecto, cuidado, ternura, y ser un compañero
permanente en el desarrollo integral de ellos/as. Así, los hombres reconocen y
ejercen su derecho a la paternidad cuidando a sus hijos e hijas.

Esta es una propuesta donde se busca que exista una equidad tanto al interior
de la familia, como al exterior de ella.

Las relaciones de pareja

 La masculinidad impuesta

El Modelo de Masculinidad Tradicional ha fomentado una serie de exigencias y


comportamientos que el hombre debe cumplir para mantener o tener una
relación de pareja y que les permitan generar unos supuestos espacios de
felicidad y tranquilidad para su óptimo funcionamiento. Por ejemplo, el hombre
debe imponer su rol de protector y de esta manera controlar la vida de su
pareja, impulsar como norma de convivencia los celos, mantener un nivel de
poder permanente que le permita decidir qué se debe o no hacer dentro de la
relación, decidir sobre que amistades tener, el uso del tiempo, etc.

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Unas de las formas para poder mantener estas exigencias sociales dentro del
Modelo Tradicional Masculino es el ejercicio de la violencia hacia la pareja y
estas se evidencian desde las más sutiles, hasta aquellas que pueden tener
finales fatales.

En relaciones de pareja que viven y se desarrollan según este Modelo de


Masculinidad Tradicional, donde le hombre es quien mantiene el poder y decide
que sucede y que no, los hombres pierden la oportunidad de vivir una relación
basada en el respeto, el compromiso, donde los conflictos se resuelven de
manera justa y equitativa, donde las inseguridades personales no están
presentes pues la confianza y la comunicación asertiva brindan una relación
sana.

 La nueva propuesta de masculinidad

El ejercicio de una masculinidad basada en la equidad significa aprender a


resolver los conflictos con la pareja, desde la armonía y el respeto mutuo, lo
cual requiere de personalidades más seguras, actitudes abiertas e información
que sea útil para resolver los conflictos cotidianos.

Un primer paso para logar cambios frente la masculinidad impuesta desde el


Modelo Tradicional es identificar las prácticas dañinas en una relación de
pareja, esto permite cuestionar la forma de vivir su masculinidad, dando inicio
así a la construcción de espacios donde se pueda tener relaciones sanas basada
en la negociación de tiempos, compromisos, resolución de conflictos de manera
favorable para las dos partes. Estas relaciones se basan en la confianza,
solidaridad, empatía, asegurando así una vida libre de violencia.

Es decir las nuevas opciones de construcción de la masculinidad, permite mirar


a los hombres como parte de relaciones basadas en la igualdad y respeto.

La salud

 La masculinidad impuesta

Es un hecho casi universal que en todos los grupos de población las mujeres
tienen una mayor esperanza de vida que los hombres, pero los hombres
padecen a lo largo de su vida menos enfermedades. (Apalategui Milicua, 2009)

En edades adultas la sobremortalidad masculina se explicaría en parte, por una


mayor prevalencia de comportamientos de riesgo culturalmente asignados al
género masculino: consumo de alcohol y tabaco, accidentes de tráfico,
laborales, deportivos. (Bonino, Voces de hombres, 2008)

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Los estudios de género masculino muestran también que ellos tienen un
particular estilo de vida que favorece esos problemas, que tienen un exclusivo
modo de abordarlos que favorece su agravamiento, y más aún, un factor de
riesgo de primer nivel para su salud y su vida as como la de quienes le
rodean) es el fiel cumplimiento del Modelo social de la Masculinidad Tradicional.
(Bonino, Voces de hombres, 2008)

Los valores matrices del Modelo de Masculinidad Tradicional son la


autosuficiencia, belicosidad heroica, autoridad sobre las mujeres y valoración de
la jerarquía, que los varones a través de su socialización interiorizan en forma
de ideales y obligaciones, hacen que sus vidas estén marcadas por el control de
s y de los y las dem s, el riesgo, la competitividad, el movimiento vital guiado
por la lógica del éxito/fracaso, el déficit de comportamientos cuidadosos y
afectivos, y la ansiedad persistente. Todo esto favorece el desarrollo de hábitos
de vida poco saludables, ya que propicia la formación de una persona
omnipotente, negadora de su vulnerabilidad, poco flexible, unidireccional, que
no sabe soportar ni elaborar el sufrimiento, y que soporta mal los cambios en
su posición social. (Bonino, Voces de hombres, 2008)

Con este Modelo se genera la creencia que a los hombres no les puede pasar
nada porque son fuertes y, por lo tanto, en ellos no puede existir enfermedad y
menos demostrar dolor o quejarse.

En base a como se educa a los hombres dentro de Modelo Tradicional


Masculino, basado en la agresividad y competitividad, ellos permanentemente
se exponen a situaciones de mucho riesgo o peligrosas, apoyados en la idea de
que un hombre debe ser valiente y arriesgado lo que genera un mayor número
de accidentes muchos de ellos fatales, conduce también a que los hombres
oculten o nieguen enfermedades.

Además, hay que resaltar que este Modelo de Masculinidad Tradicional


promueve conductas que son nocivas para la salud, especialmente alentadas
por otros hombres, como fumar, beber en exceso, la falta de cuidados en su
salud sexual y reproductiva o utilizar otras sustancias adictivas y perjudiciales.

Como resultado podemos decir que este Modelo es en s mismo un factor de


riesgo para los propios hombres.

 La nueva propuesta de masculinidad

Se debe partir de la premisa de que todos los hombres corren el riesgo de


enfermarse y tienen el derecho a cuidar de su salud, así como de manifestar
cualquier tipo de dolor.

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En una masculinidad no tradicional, expresar dolor no es síntoma de debilidad,
sino el reconocimiento de la propia vulnerabilidad, de las limitaciones físicas y
de la necesidad de ayuda y apoyo (Pizarro, 2006) y mediante estas acciones se
permite el autocuidado y el mejoramiento de la calidad de vida de los hombres.

Los hombres que pretenden lograr nuevas formas de masculinidad buscan los
canales necesarios para poder expresar abierta y oportunamente sus
emociones, se trata de hombres a quienes no les interesa demostrar su
masculinidad realizando cualquier tipo de actividad que dañe su salud o ponga
en riesgo su vida.

Hacia una Cultura de Equidad

En nuestra sociedad aún existe una fuerte tensión entre los Modelos
Tradiciones de construcción y asignación de roles de género frente a los nuevos
modelos de convivencia de equidad que se van estableciendo poco a poco.

Esta tensión ha llevado al ser humano a buscar nuevas formas de relacionarse


con sus semejantes, a cuestionar los viejos modelos y, por supuesto las
condiciones de exclusión, marginación y discriminación que los acompañan.

Como se ha visto en las unidades anteriores, resulta difícil cumplir con las
exigencias de dichos Modelos, tanto de lo Femenino como lo Masculino, ya que
frecuentemente están cargados de expectativas que muy poco o nada aportan
a nuestro desarrollo y crecimiento personal; por lo demás, cuando tratamos de
cumplirlas, hombres y mujeres nos convertimos en reproductores de un sistema
de relaciones que nos colocan en lugares diferenciados y desiguales.

Por lo anterior, es importante que la sociedad en su conjunto trabaje en la


búsqueda de la equidad para de esta manera generar condiciones de vida que
garanticen igualdad de oportunidades, un trato digno para mujeres y hombres,
y respeto a las diversas formas de ser, pensar y actuar.

 ¿Y podemos hacer algo frente a esto?

Es necesario reconocer que nuestras sociedades se mueven habitualmente


dentro de una estructura de relaciones basadas en el poder donde unos tienen
la posición de autoridad o supuesta superioridad sobre las otras u otros. Las
desigualdades que de aquí se derivan involucran por igual a hombres y
mujeres.

Una de las causas que impiden el desarrollo de nuestra sociedad es que, aún
no hemos reflexionado acerca del daño que causa a hombres y mujeres el

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condicionamiento que se nos impone desde la construcción de género, que
reproduce y refuerza las estructuras de relaciones de poder.

Es cierto que no somos responsables de las concepciones y prácticas que a


través de los años han generado condiciones inequitativas para hombres y
mujeres, pero de lo que sí somos responsables es de mantener un sistema
basado en la inequidad y en las relaciones de poder que reproducimos en la
vida cotidiana.

Por esto, es necesario que analicemos nuestras creencias, actitudes y prácticas


que fortalecen y reproducen los Modelos Tradicionales de ser hombre o mujer,
y miremos en qué medida hemos transformado estos patrones, de manera que
contribuyamos a conseguir la equidad de género.

 La clave es la equidad

Cuando hablamos de construir sociedades más justas, nos referimos a que,


para que esto suceda, se debe alcanzar la igualdad de derechos y
oportunidades entre hombres y mujeres. Sin embargo, no siempre se tiene una
idea clara de lo que esto implica. Decir que hombres y mujeres son iguales o
deben serlo no es suficiente, si nuestras acciones no van dirigidas a eliminar las
características y situaciones concretas de vida que los hacen diferentes.

Por ello, para lograr una igualdad en derechos y oportunidades es necesaria la


equidad ya que esta se basa en que hombres y mujeres son diferentes, pero
iguales en derechos y oportunidades.

egún Marta Lamas “Equidad es la cualidad por la que ninguna de las partes es
favorecida de manera injusta en perjuicio de otra.” La esencia de la lucha por la
equidad es dirigir todas las acciones sociales para asegurar que todas y todos
tengan las mismas oportunidades de desarrollo como en el acceso a los
recursos materiales y simbólicos.

 ¿Y la equidad de género?

Hablar de la equidad de género implica impulsar el reconocimiento de que


hombres y mujeres somos diferentes y diversos, y al mismo tiempo impulsar la
eliminación de las valoraciones de desigualdad e inequidad.

Estos cambios se pueden lograr mediante acciones que aporten a modificar las
costumbres, creencias y modos de relacionarnos que obstaculizan el ingreso de
las mujeres y niñas en el espacio público y a los hombres el ingreso al espacio
privado. Por ejemplo, no se puede esperar que un hombre sea hábil en las
labores domésticas sin que perciba que estas son parte de sus obligaciones.

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La equidad de género permite construir un espacio donde todas y todos
reconozcamos la diversidad y practiquemos el respeto de la otra y el otro,
abriendo así diversas posibilidades de hacer, pensar, sentir y actuar.

 ¿Cómo lograr equidad de género?

Para alcanzar la equidad de género es necesario pensar y hacer un cambio a


nivel cultural y social, así como cambios personales basados en el respeto, la
cooperación, la igualdad de oportunidades y la distribución igualitaria de los
recursos, para que hombres y mujeres nos desarrollemos.

La propuesta para romper las barreras que nos impone el Modelo Tradicional de
lo Masculino y de lo Femenino implica cambiar la tipificación de roles de
género, para construir expresiones de lo masculino y femenino basadas en
roles compartidos, donde hombres y mujeres podamos exteriorizar todas
aquellas ideas, prácticas y formas de sentir y pensar que nos están vetadas por
la rigidez del Modelo Patriarcal Tradicional.

No se trata de que las mujeres se parezcan, lleguen a ser como los hombres o
quieran ser superiores a ellos, sino que ambos construyan nuevas formas de
ser donde mujeres y hombres no vivan en mundos separados.

 Desmitificación de lo masculino y lo femenino

Al reconocer que hombres y mujeres queremos realizar actividades y tenemos


necesidades e intereses diferentes a los que se establecen en los Modelos
Tradicionales de lo Masculino y Femenino, estamos ya en el camino de ver de
otro modo la realidad social y de buscar el acceso a nuevas formas de vivir que
signifiquen un NO retorno a los papeles de género tradicionales.

 Democratizar los espacios públicos y privados

Significa promover que tanto hombres como mujeres confluyan en espacios


comunes y dejen de mantener mundos separados y diferenciados,
compartiendo la responsabilidad de las actividades en los espacios públicos y
privados.

Esta es una de las principales acciones que podemos emprender para lograr
que la construcción de la equidad de género sea asunto y responsabilidad de
mujeres y hombres por igual.

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 Democratizar los roles de género

Implica la necesidad de aceptar y practicar opciones de vida más flexibles, que


rompen las rígidas normas sociales que han impulsado las condiciones de
injusticia e inequidad. Es decir, debemos modificar nuestras ideas,
comportamientos y prácticas de los Modelos Tradicionales de ser hombre y
mujer, e impulsar condiciones de vida que nos permita alcanzar un desarrollo
equitativo entre mujeres y hombres.

Para nada se trata de una tarea fácil el que cambiemos los esquemas sociales
de lo masculino y lo femenino que nos han impuesto, pero hacerlo nos dará la
oportunidad de desplegar libremente nuestras capacidades y habilidades,
definir sin imposiciones lo que podemos y queremos hacer, y responsabilizarnos
por nuestros actos.

 Empoderamiento de mujeres y hombres

Cuando hablamos de empoderamiento nos referimos al proceso por el que una


persona adquiere el control de su vida, de su tiempo y de su espacio, mediante
el ejercicio y reafirmación de su libertad y su capacidad de elegir quién y cómo
quiere ser.

El ejercicio permanente de las libertades individuales debe ser el pilar


fundamental en la construcción de la equidad y de la igualdad entre hombres y
mujeres.

El empoderamiento de cada persona en su capacidad de decidir, es


fundamental en el proceso de crecimiento individual y de fortalecimiento de
ambientes más equitativos, justos y democráticos, lo que permite la
construcción de espacios donde la equidad y la igualdad de derechos y
oportunidades sean la base para el desarrollo.

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