Está en la página 1de 54

Catherine Malabou

CoLECCióN ARcHIVO FEMINISTA


Dirigida por Alejandra Castillo

Edición y traducción
Cristóbal Durán y Manuela Valdivia

>--<
u
u
¡_¡:.¡
,...¡
o
u

Palinodia
Índice

Prefacio 7

l. La muchedumbre 15

2. Los dos Moisés de Freud 37

3. Una diferencia de distancia 51

4. Un ojo al borde del discurso 69

5. La plasticidad en pena 85

Nota de los editores 101

Bibliografía de Catherine Malabou 105

Registro de propiedad intelectual: No 192160


ISBN: 978-956-8438-29-6

Editorial Palinodia
Teléfono: 664 1563
Mail: editorialpalinodia@yahoo.es
Diseño y diagramación: Paloma Castillo Mora
Impresor: Salesianos Impresores S.A.
Santiago de Chile, junio 2010.
La plasticidad o la forma
de un nuevo materialismo

La presente edición chilena de algunos de mis textos es


un acontecimiento muy importante para mí, un acontecimiento
que, espero, abrirá la vía a numerosos intercambios. Para presen-
tar al público latinoamericano mi trabajo sobre la plasticidad,
empezaré por indicar que dicho trabajo se inscribe esencialmente
como una t~1pues.r~ ;Uas CJ!fis;.ª'L.filg§.§ficas_~, que no
han dejado de desarrollarse desde la segunda mitad del siglo XX.
Para los pensadores de la deconstrucción de la metafísica, en par-
ticular para Jacques Derrida, la forma sólo puede significar la pre-
sencia y por ello no hay ningún porvenir más allá de la tradición
filosófica hoy acabada . .s;=on la plast}cidad intento m~ar, _eor el
co~ntrario, que el concepto ..~~.J9_E.lp-~Y~llsack?_~~~.2. coincidencia
~ntre el surgimiento y la explosión de la presencia, abre la vía para
u~nue~~2:!..~~~~~2._Y__Eara__l:lE:~.Eueva ~stit~ión s!.~l sujeto,
if!Acia!l~Lª.!Í.!l.El4s._.~-.cli~~~Lq~ J<l: _decgnstruc_c;:.i§n, . deJ<l:L..9.!:!~
\ si~~~?arg_~q_g~he!.ede~.
Abordaré el problema a partir de la imgosibilidad de huir.
Imposibilidad de huir ahí donde la huida se impondría no obstan-
te como la única solución. Por la imposibilidad de huir en aquellos
momentos en que una tensión extrema, un dolor, un malestar em-
pujan hacia un afuera que no existe. Algo que se constituye como
imposibilidad de huir y como necesidad de huir de esa imposibili-

7
dad. ¿Qué es una salida, qué puede ser una salida ahí mismo donde ponder sin salir de sí? ¿Cómo puede la psique soportar esta pre-
no hay ningún afuera, ningún otro lugar? No se trata de cómo sión constante de una llamada sin exterioridad y, para decirlo una
escapar de la clausura sino de cómo escapar en la clausura mis~. vez más, sin trascendencia? ¿Cómo formar el camino, cómo ela-
Es precisamente en esos términos que Freud describe la pulsión, borar una forma de huida hacia el otro en la clausura del mundo?
esa extraña excitación que no puede encontrar su descarga en el ¿Cómo hacerlo en ausencia de todo mesianismo, de toda irrup-
exterior del psiquismo y con la cual, como dice en Pulsión y destinos ción de. lo totalmente otro?
de pulsión, es imposible "acabar mediante acciones de huida". La La intervención de la plasticidad en la filosofía contem-
cuestión consiste entonces en saber cómo "eliminar" la fuerza cons- poránea define una nueva comprensión de la libertad: la liber-
tante de la pulsión. "Así se llega, dice Freud, a la formación de un tad como intimación de la metamorfosis en un mundo cumplido y
1
intento de huida" • Aquí hay que tomar en serio el verbo "que se ya siempre realizado. El motivo de la metamorfosis deja de desig-
forma'', es kommt zu Bildung eines Fluchtversuches, literalmente "lo nar una realidad sólo mitológica o ficticia para tomar explícita-
que llega a formación", pues este verbo no sólo anuncia la tentativa . mente un sentido ontológico y político. De este modo, sigo la
de huida, la constituye. La única salida_J!.osible a la imJ!_osibilidad de historia de la elaboración del concepto de plasticidad desde la
huir es la-~~ La constitución de la clausura en una for- filosofía de Hegel, donde encontré este concepto por primera
ma que la transforma"'abre una manera de pasar, de evitar, de des- vez, hasta la filosofía de Heidegger en la que la metamorfosis ya
plazar la prohibición del pasaje o de la transgresión. Esta estructura no designa sólo una posibilidad accidental o un recurso de la
de la formación de un camino como salida a la ausencia de salida ficción, sino el movimiento mismo del ser, y hago esto antes de
corresponde precisamente a la lógica o a la economía de la plastici- encontrar a Freud y a las neurociencias, donde la plasticidad
dad. La J?l~§.!isLdad _!!,esiggg~f.lltf>Eces ..~Lmgvimje1l!SLSte:__S9~­ caracteriza la transformabilidad estructural del cerebro, la mo-
~!,2g~~2:1-Ei_s_?ii4a..::th.Lm.i§m.QAggg~_Qii1gui1~§;gig;ot~~..E9_~!1?1~.:Sara dificación de las conexiones neuronales bajo el efecto de la expe-
d~--~~~3;:~~~2-~-~:..!.~. Pl~~!i:S~.~:5i.J:t~ct;.. E2~1k1~Ja~~P~Ei.S:iéf1~\Ü~ riencia, de la educación, del medio, la flexibilidad y la adapta-
for!!l_l.Sió~~~J~~rid~d_ ahL.clgnd~E• .2.!I2. fal~_abscl~t~~EE~:..kt bilidad de un sistema cerrado.
~as!~~ . e~ la f~r~~~~J~...~E_e.r.4~4__~f.slg1lge f~l~.t.()~~-!~~S.E~­ No se me dejará de objetar que la trartsformación al inte-
~snci:: T~-~~--~~!_sr~~~~-1E~.. h<:I:~i!~.1l.!l:}El,lll..ci2 c~g~~2· rior de un sistema cerrado fue descrita por Kafka en La metamor-
Mucho más allá de una estética de la "forma bella'', este fosis, como una suerte de tragedia y de privación absoluta de li-
uso de la plasticidad plantea una cuestión a la vez psíquica, ética bertad. En efecto, el insecto Samsa puede ser visto como un suje-
y política, como posibilidad de la transformación en la ausencia to que ya no puede modificarse a punta de modificación, y la
de salida. La alteridad del otro, fundamento mismo de la ética, "metamorfosis" puede nombrar paradójicamente la imposibilidad
deberia siempre venir desde afuera; el reencuentro con el otro y la de la metamorfosis. Lo que Kafka muestra es efectivamente la
respuesta a la intimación moral siempre deberían hacerse hacia avería de la modificación. Un estado que no puede, o que ya no
afuera. ¿Pero cómo llegar al otro donde no hay afuera, cómo res- puede, modificarse. ¿Qué sería la metamorfosis de un ser privado
para siempre de la posibilidad de metamorfosearse?
1
La represión, en Obras Completas, XIV (1 914-16), Buenos Aires, Arnorrortu Edito- El mundo que la plasticidad describe, ¿no es un mundo-
res, 1978, p. 150. recámara? ¿Un ,mundo enclaustrado, un juego de puertas que sólo

8 9
dan acceso a otras habitaciones y a otras puertas (de habitaciones) Si la aparición del rostro y su "epifanía'' provocan siem-
en el mundo? pre un trastorno -tanto en el otro como en mí-, este no procede
A esta soledad, a esta rutina, a esta privación absoluta de de una transformación sino de una separación brusca y sin génesis.
alteridad y de salida, Lévinas la denomina el "hay", del cual pre- "El rostro del Otro destruye en todo momento y desborda la
cisamente sólo es posible salir por la escotadura de la trascenden- imagen plástica que él me deja ( ... )" 7 . Y esta destrucción no
cia, acto y afirmación de la existencia singular mediante la cual el tiene proceso: "La experiencia absoluta no es develamiento sino
existente puede romper con el fondo permanente o con la "hipós- revelación: coincidencia de lo expresado y de aquél que expresa,
tasis" del existir. Al mismo tiempo, como también se me objetará, manifestación, por eso mismo privilegiada del Otro, manifesta-
mediante dicha ruptura el existente rompe también con la forma ción de un rostro más allá de la forma. La forma que traiciona
y con la plasticidad. incesantemente su manifestación -petrificándose en forma plás-
El prójimo, escribe Lévinas, no es nunca quien "aparece tica, porque adecuada al Mismo- aliena la exterioridad del
plásticamente como una imagen, como un retrato", su belleza es Otro" 8 . La forma, entonces, siempre sería derivada de la mirada
esta "presencia suprema que asiste a su propio aparecer, traspasan- de la huella, lo cual explica que sea tan fácil perforar/a, deshacer-
2
do su plasticidad de juventud" , gracias a la cual resiste. La plastici- la o hacerla explotar.
dad permanece asignada al dominio de la escultura, pegada a su ¿Por qué entonces aferrarse a la plasticidad? Para concluir
función de incorporación o de figuración en general, función retra- 1quisiera regresar a la afirmación de Lévinas según la cual "la hue-
sada, siempre más antigua que el rostro. El rostro, precisamente, lla es inconvertible en formas". Al defender una concepción plds-
no es plástico: por el contrario, no puede más que "perforar su tíca de la alteridad, como forma del otro en la auténtica trascen-
4
propia imagen plástica''\ "hace estallar la forma'' . Se mantiene mds dencia, defiendo al mismo tiempo la tesis de una convertibilidad
alld de la forma. Es pura huella: "Esta existencia abandonada por absoluta. Esto quiere decir que no sostengo la idea de una incon-
todos y por ella misma, huella de sí misma, impuesta a mí, me afecta vertibilidad de la huella. No hay inconvertible. La convertibilidad
en mi último refugio con una fuerza de asignación incomparable, absoluta es la situación infranqueable del juego del mundo: otra afir-
imposible de convertir en formas que inmediatamente me darían mación esencial de todo materialismo. Aquí dirigimos al pensa-
alguna firmeza" 5• Ahora bien, "la huella [es] inconvertible en for- miento de la inconvertibilidad de la huella la misma crítica que
mas", declara en De otro modo que ser". El lugar de la trascendencia Marx hacía del carácter inconvertible del oro. Si la huella es pen-
disruptiva, que permite escapar de su fascinación fantástica es el sada como absolutamente inconvertible, como absolutamente re-
lugar de un divorcio entre la forma y la huella. La trascendencia ne- sistente al juego de los intercambios, de la circulación, de la eco-
cesariamente peifora la forma. El prójimo es un adiós a la forma, al nomía de la presencia, ella se vuelve sustancial. Ya no es una hue-
encolado plástico de y en la hipóstasis. lla sino un fetiche. Si la huella no juega el juego de su propia
conversión, es decir, si en cierto sentido ella resiste a su borradu-
2
De otro modo que ser o más alld de la esencia, tr. Antonio Pintor Ramos, Salamanca,
Sígueme, 2003, p. 153. ra, precisamente si no es plástica, ella ya no es una huella. Trabajo
3
Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guillot, Salamanca, Sígueme, 1977, p.172.
4 Jbíd., p. 211.
5 De otro modo que ser, op. cit., pp. 153-154. 7 Totalidad e infinito, op. cit, p. 7 4.
6
lbíd., p. 154. 'lbíd., p. 89.

10 11
Sin duda el riesgo de la metamorfosis kafkiana está siem-
para exhibir todos los procesos de transformación que están en el
pre presente. Pero ninguna promesa mesiánica nos librará de él.
origen de la relación con la alteridad. Trabajo precisamente en
Quizá sólo una conversión plástica podrá, por un tiempo, prote-
este espacio de conversión de la huella que define el nuevo espacio
gernos de ese riesgo.
de juego plástico de la transformación que libera de toda sacrali-
dad de la hu ella.
En El Moisés de Miguel Ángel Freud relaciona la imposibi-
lidad de huir con el arte plástico. Al esculpir a Moisés, Miguel
Ángel precisamente da forma a esta imposibilidad, a la imposibi-
lidad de dar libre curso a su cólera ante la actitud idólatra de los
hebreos. Él quisiera hacer pedazos las tablas de la ley, alzarse,
gritar, vengarse. Pero por el contrario, Miguel Ángel decidió es-
culpirlo dominando su furia. "Nuestro Moisés no se pondrá de
pie de golpe ni arrojará al suelo las Tablas. Lo que en él vemos no
es el introito a una acción violenta, sino el resto de un movimien-
to trascurrido. En un ataque de cólera, quiso levantarse de golpe y
cobrar venganza olvidado de las Tablas. Pero superó la tentación:
ahora permanecerá sentado con furia domeñada ( ... )."Y más ade-
lante: Miguel Ángel "ha introducido en la figura de Moisés algo
nuevo, sobrehumano, y su imponente volumen físico, y el vigor
de su desafiante musculatura, se convierten en el medio de expre-
sión corporal para el supremo logro psíquico asequible a un ser
humano: sujetar su propia pasión en beneficio de una destina-
ción a la que se ha consagrado" 9 .
Moisés no se enfurece, no se alza, no se aparta de las ta-
blas ni de su pueblo. Se mantiene, se queda sentado, pero esta
posición, lejos de ser pasiva, traduce, según Freud, la más podero-
sa y profunda de las transformaciones: la posibilidad de alzarse
por sobre su propia naturaleza y abrirse a lo otro de sí, mediante
el gesto psíquico de esculpirse a sf mismo, es decir, mediante la
remodelación de su identidad. La plasticidad ética es esta apertu-
ra a la forma del otro en sí mismo.

9
El Moisés de Miguel Ángel, en Obras Completas, XIII (1913-14), op. cit., pp. 237-
238.

13
12
Un fenómeno tan enigmático como universal es el de la masa
que surge de repente allí donde antes no había nada. Puede que
ya se hubieran reunido unas cuantas personas, cinco, diez o
doce, no más. Nada se había anunciado, nada se esperaba. Y de
pronto todo se llena de gente. Por todos lados afluyen más, es
como si las calles tuvieran una sola dirección. Muchos no saben
qué ha ocurrido, no tienen nada que responder a ninguna pre-
gunta, pero sí prisa por llegar allí donde está la mayoría. En sus
movimientos hay una determinación que se diferencia muy
bien del modo como se manifiesta una curiosidad habitual. Se
diría que el movimiento de unos contagia a los otros, pero no es
solamente eso, hay algo más: tienen una meta, y esa meta está
ahí antes de que hayan encontrado palabras para designarla: es
la zona de mayor densidad, el lugar donde se ha congregado la
mayoría de la gente'.

Estas frases, extraídas de las primeras páginas del libro de


Élias Canetti, Masa y Poder, describen bastante bien lo que el
título de nuestro coloquio, "La democracia por venir", me da in-
mediatamente a entender. Entiendo este título literalmente como
"la muchedumbre va a llegar", la gente va a afluir, de aquí a un
minuto, cinco minutos, una hora, x tiempo, el gran número ven-
drá, "la zona de mayor intensidad", la aglomeración, la masa. Y

* "La foule", publicado originalmente en La démocratie avenir. Autour de ]acques


Derrida, Marie-Louise Mallet (dir.), París, Galilée, 2006, pp. 153-166.
1 Élias Canetti, "Masa y poder", Obra completa l, tr. Juan José del Solar, Barcelona,

De Bolsillo, 2005, "Masa abierta y masa cerrada", p. 12 (en adelante abreviado MP)

15
anticipo ese momento, real y fantaseado, en que esa constatación que puede ser representado -a saber, el pueblo- de la masa o de la
-banal y cargada de sentido- podría enunciarse así: "Y de pronto muchedumbre, sino como lo que, en esta última, es lo más invisi-
todo se llena de gente". ble, lo menos delegable, lo menos asignable a una identidad, en
Desde hace mucho tiempo que soñaba con hacer caminar particular a una identidad nacional. Quien abra Masa y Poder no
juntos, al menos por un instante, a Canetti y a Derrida; su en- puede más que verse impactado por el carácter mundial de la inves-
cuentro siempre me ha parecido necesario. El momento ha llega- tigación que se lleva a cabo. Desde 1928, fecha en la cual· comienza
do .. Y es a Baudelaire a quien pido presentarlos entre sí. Recuerdo su obra, Canetti escribe: "Busco la masa en la historia, pero en la
que en un seminario Derrida leyó el poema de Baudelaire titula- historia de todas las culturas, verdaderamente todas." Así es como
do "Las Muchedumbres": "No se le da a cualquiera tomar un Masa y Poder nos conduce a todas partes: a China, al medio oriente,
baño de multitud: gozar de la muchedumbre es un arte; y sólo a Australia, a Mongolia, a América del Sur, a Europa. Esta gira
puede darse un festín de vitalidad, a expensas del género huma- mundial, sin embargo, no obedece a ninguna filosofía de la histo-
no. aauel a ouien
, .J..t un hada-- -le- ----_r--- --- m rnn"
insniró f'n - - - - - f'l
-~
<=rmtn rlf'l rlis-
-- o---- --~ ---
ria. Su carácter aparentemente desordenado, tupido, a-teórico, tien-
fraz y de la máscara, el odio al domicilio y la pasión del viaje" • Es 2 de más bien, precisamente, a desolidarizar el motivo de la masa de
1 a este gusto por el travestismo y por la máscara, a ese nomadismo toda atadura estrictamente nacional-espiritual. Hay masas, organi-
l del secreto que voy a consagrar lo esencial de mi ponencia. zadas ciertamente según dispositivos estructurales, pero sin que es-
¿Con qué fin? Quisiera, con Canetti y Derrida, intentar tos constituyan un universal. No puede haber filosofía trascenden-
explorar el frágil espacio de juego que se abre entre la muche- tal de la masa.
dumbre o la masa -empleo voluntariamente un término por otro ¿Cuál es el rasgo más sobresaliente entre los dispositivos
pues ambos han sido propuestos para traducir el alemán Masse- y estructurales? Canetti y Freud están de acuerdo en este punto: el
la democracia; al mostrar, justamente, como Baudelaire nos invi- levantamiento de la fobia del tocar. En la masa, en la muchedum-
ta a pensar, que la democracia es el secreto aristocrático de la masa bre, el individuo está libre de la "fobia del contacto" que regula de
-"no se le da ... "-, secreto que asegura, en el seno del gran núme- · ordinario sus relaciones con los otros.
ro, la posibilidad de una separación que puede conferir a la de-
mocracia su poder. Solamente inmerso en la masa puede el hombre liberarse de este
temorasertocado. [... ]Para ello es necesaria la masa densa, en la
¿Pero entonces por qué partir por la muchedumbre? La
que cada cuerpo se estrecha contra otro, densa también en su
muchedumbre justamente permite a Canetti hacer la economía de
constitución psíquica, pues dentro de ella no se presta atención
una génesis de la democracia. Esta génesis es en efecto imposible. a quién es el que se "estrecha" contra uno. En cuanto nos aban-
No hay en Masa y Poder ninguna teoría de tipo contractualista ni, donamos a la masa, dejamos de temer su contacto. Llegados a
por consiguiente, ninguna teoría de la representación. La masa no esta situación ideal, todos somos iguales. Ninguna diferencia
es representable. A partir de eso, la democracia no se define, al cuenta, ni siquiera la del sexo. Quienquiera que sea el que se

contrario de lo que afirma la filosofía política moderna, como lo estreche contra uno, es idéntico a uno mismo. Lo sentimos
como nos sentimos a nosotros mismos. Y, de pronto, todo acon-
tece como dentro de un solo cuerpo. (MP, p. 30.)
2
Charles Baudelaire, El Spleen de París. Pequeños poemas en prosa, Introducción,
traducción y notas de Pablo Oyarzún R., Santiago de Chile, LOM, 2008, p. 33.

16 17
Al m1smo tiempo, entre Canetti y Freud, el divorcio es titudes, Toni Negri opone precisamente multitud a "mob", a la
profundo, lo sabemos. Pues aunque ambos analizan el tocar tan masa tal como se supone que Canetti la define: "Debemos oponer

particular de la muchedumbre, el tocar masivo podríamos decir, [la multitud] a las masas y a la plebe. Masa y plebe con frecuencia

su punto de partida no es el mismo. Canetti escribe Masa y Poder han sido palabras empleadas para nombrar una fuerza social irra-

para denunciar explícitamente las insuficiencias del análisis freu- cional y pasiva, peligrosa y violenta, por la precisa razón de que

diano que contiene al problema de la muchedumbre en los lími- ella era fácilmente manipulable. [ ... ] La multitud [ ... ] es algo

tes de una psicología, cuyo punto de partida es necesariamente la organizado" 5 • Ahora bien, me parece por el contrario que nada

psique individual. La ficción de la horda originaria no puede en- está más organizado que la masa tal como Canetti la describe y

gañarnos en este punto. Freud erró fundamentalmente frente al que es más bien cierta relación de distancia aquello que, en el seno

fenómeno de la masa. En uno de sus escritos autobiográficos, La mismo de la masa -distancia de la masa respecto a sí misma-,

antorcha al oído, Canetti confía la aversión que ha sentido, desde asegura paradójicamente esa organización. Esta relación de dis-

muy joven y "desde la primera palabra", hacia Psicología de las ta!lci~ ~~f1~':~~b;;.~!l!..<:.":!E~~.<llaJ:;SJ.sJ.?J!lstad deJa r:l~!!!.o~ra~ia.
masas y análisis del yo 3 • Freud, tal como Le Bon y como Taine, se Estoy consciente, aquí, de hacer hablar al libro de Canetti.

ha "cerrado ante la masa", ella le es "extraña". "Veía masa en torno De llevarlo quizá más lejos de lo que él va. Pues el autor nunca

a mí -continúa Canetti- pero también veía masa en mi interior plantea claramente, partiendo de la masa, la cuestión de la demo-

[ ... ] [y] en el ensayo de Freud echaba de menos sobre todo la cracia. Pero este exceso de lectura, que, a mi parecer, esclarece un

aceptación del fenómeno" 4 . texto que además es oscuro si se lo relega a una simple descripción

Ahora bien, el fenómeno que hay que reconocer y profun- morfológica de las muchedumbres, permite precisamente una

dizar es la muy particular relación que la masa ·establece con el confrontación con el pensamiento de Derrida.

tocar. La masa levanta la fobia del contacto y la voltea, y es en este Derrida mostró en Le Toucher, ]ean-Luc Nancy, que una pura

sentido que voy a orientar mi interpretación; pero dicho levanta- y simple abolición de la fobia del tocar era imposible, en cualquier

miento e inversión no produce, como se podría creer, una fusión circunstancia que sea. Podemos deducir que lo que tiene lugar en el

pura y simple, una suerte de tocar colectivo desinhibido, asumi- seno de la masa no escapa a la regla, que la masa está sometida a lo

do, sino por el contrario otra evitación del tocar, que evidente- que Derrida denomina la "ley del tacto": "un tacto que podría tocar

mente ya no es fóbica, sino política. Distancia del tocar en el tocar


5 Toni Negri, "Pour une définition ontologique de la multitude", Multitudes, n° 9,
que sólo se produce en la masa, y de la cual el psiquismo indivi- mayo-junio 2002, "Philosophie politique des multitudes", p. 39. Véase también,
en el mismo .número, Pe ter Pal Pelbart, "Pouvoir sur la vi e, puissance de la vi e". El
dual, en consecuencia, no tiene ninguna idea. Las lecturas de autor declara lo siguiente: "Canetti nos recuerda que en la masa toda singularidad
Canetti, según mi conocimiento, nunca han insistido sobre esta es abolida, que en ella reina la igualdad homogénea entre sus miembros (cada uno
equivale a cualquier otro), que la densidad debe serie absoluta (nada puede interpo-
distancia; por el contrario ellas ven, en el concepto de masa, una nerse entre sus miembros, nada puede abrir un intervalo en su medio), y, finalmen-
suerte de bullicio informe que los ingleses denominan ''mob", un te, que en la masa predomina una dirección única que viene a cubrir rodas las
direcciones individuales y privadas que serían la muerte de la masa. Homogénea,
conglomerado sin organización. En un número de la revista Mul- compacta, continua, unidireccional, la masa es todo lo contrario de la multitud
heterogénea, dispersada, compleja, multidireccional. La economía paranoica de la
masa y la lógica esquizo de la multitud están diametralmente opuestas, incluso si
3 É. Canetti, La antorcha al oído: historia de una vida 1921-1931, tr. Juan José del
ellas se imbrican, corno lo advierten Deleuze y Guattari a propósito de la relación
Solar, Barcelona, Muchnik, 1982, p. 152.
4
Ibíd., p. 153. entre masa y jauría." (P. 33).

19
18
sin tocar, un contacto sin contacto" 6 • Ahora bien, sin ninguna duda, En el interior de la masa reina la igualdad Se trata de una igual-
este contacto sin contacto es puesto en marcha en el tocar colectivo; dad absoluta e indiscutible, que jamás es puesta en duda por la
es este contacto, una vez más el origen de la posibilidad demo- masa misma. Posee una importancia tan fundamental que casi se
crática. La democracia es el tacto de la masa. podría definir el estado de la masa como un estado de absoluta
¿Cómo comprenderlo? Para responder esta pregunta hay que igualdad. Una cabeza es una cabeza, un brazo es un brazo, las
diferencias entre ellos carecen de importancia: N os convertimos
ir directo al centro del fenómeno originario de la masa, directo a su
en masa por mor de esta igualdad y pasarnos por alto todo cuanto
acontecimiento, a su "instante", que, como también dice Canetti,
pueda alejarnos de este objetivo. Todas las exigencias de justicia,
constituyen su principio. Este fenómeno, según Canetti, es la todas las teorías igualitarias extraen su energía, en última instan-
VV'ándlung, una palabra que los traductores vierten tanto por cambio, cia, de esta experiencia de igualdad que cada cual conoce a su
como por transformación, o por modificación, como lo vemos en el manera a partir de la masa. (MP, p. 88.)
siguiente extracto: "Lo que les sucede cuando se está en la masa es
una modificación. tan radical como enie:mática." Y Canetti confiesa
J • V
Ahora bien, la democracia nace de la transformación de
que el misterio de esta Wandlung "[lo] persiguió la mayor parte de esta igualdad masiva -que ignora todavía su propia capacidad afo-
[su] vida". Esta modificación tiene que ser bien entendida. De he- rística- en igualdad distante. Entre una y otra se despliega el
cho, cuando Canetti declara: "Lo que les sucede [... ] en la masa es espacio de la metamorfosis. Paradójicamente, la distancia sólo se
una modificación", quiere decir: "Lo que les sucede en la masa, es la obtiene del movimiento de identificación con el otro, de la posi-
r modificación". La masa es la posibilidad misma del cambio. La sole- bilidad de ser todo el mundo sin ser nadie en particular. Baude-
: dad, el aislamiento significan, para Canetti, la parálisis de lo metabó- laire definía esta posibilidad como el lugar mismo de la poesía:
lico, la incapacidad de transformarse. Con la masa viene la transfor- "El poeta goza del incomparable privilegio de poder ser, a su an-
mación. Y la democracia misma nace de una ocurrencia de esta trans- tojo, él mismo y otro. Como esas almas errantes que buscan un
formación general, de cierto metabolismo de esta metabolé. cuerpo, emra, cuando quiere, en el personaje de cada cual. Para él
¿Qué es lo que liga esta transformación en la transforma- solo, todo está vacante" 7 . Es precisamente esta vacancia en la iden-
ción con la emergencia del tacto democrático? El lazo depende de tificación con el otro, esta no-adhesión en la pertenencia al pue-
una modalidad específica de la transformación, la metamorfosis, blo, aquello que puede permitir regular la distancia entre cada
Verwandlung. Hay metamorfosis (Verwandlung) en la transforma- uno, todos y cada uno, entre sí mismo y el otro en el espacio
ción (Wandlung), y ciertamente es de esta posibilidad metamórfi- democrático.
ca que depende la posibilidad democrática. La democracia se ciñe A partir de esto me propongo explorar el lazo que une
a cierta metamorfosis de la masa, es decir, a cierta metamorfosis indisolublemente los motivos de la metamorfosis con el lazo so-
de lo transformable, a cierta mutabilidad de lo mudable. cial democrático. La confrontación Canetti-Derrida a propósito
Lo que es cambio en la masa es la igualación, el hecho de de este lazo se desplegará en tres momentos titulados respectiva-
que todos se sienten iguales. Esta igualdad corresponde justamen- mente: la máscara y el poder; el secreto y la transformación; la
te al levantamiento de la fobia del contacto. huida y la melancolía.

6
Jacques Derrida, Le Toucher, jean-Luc Nancy, Paris, Galilée, 1998, p. 83. 7
El Sp!een de París. Pequeños poemas en prosa, ed. cit., p. 33.

20
21
El poder es entonces la fuerza que se toma su tiempo.
No me parece abusivo caracterizar a partir de esto al poder
Contrariamente a lo que se podría creer al abrir el libro de como espaciamiento y temporalización de la fuerza, es decir, como
Canetti, no hay "masa" y "poder" en el sentido de dos entidades espaciamiento y temporalización del atrape, de la sentencia final,
separadas. Sólo hay poder en relación con la masa, para y en la del instante decisivo. No hay fuerza sin poder, sin la abertura de
masa, poder a la vez padecido y producido por ella. El poder, para cierto horizonte de espera o de un terreno de juego en el seno de la
Canetti, no tiene esencia; en este sentido no "es" sino que consiste fuerza misma. Horizonte que permite el nacimiento de toda suerte
en las diferentes figuras que toma su actualización. De ahí el he- de figuras que son precisamente posturas de poder y que ponen en
cho de que, lejos de buscar una definición universal del poder, escena, en sentido fuerte, a las relaciones de dominación. Ahora
Canetti proponga su análisis morfológico. Esta lógica morfológica bien, es en la masa que esta economía del poder, esta violencia
evidentemente no es extraña a la temática de la metamorfosis. El originaria de la estructura fuerza-poder, se pone a prueba de la
poder aparece como una suerte de reino de figuras talladas en la manera más nítida. En efecto, el levantamiento de la fobia del con-
masa, por ella, contra ella, toda ella entera. Canetti postula la tacto corresponde a la transformación de la fuerza en poder. La
existencia de una diferencia entre poder [puissance} y fuerza {pouvo- fuerza es el contacto directo, el atrape, el hocico que se abre y se
ir}, que expone de manera muy simple. cierra. Todo ser vivo le tiene fobia a eso. El horror del tocar se expli-
ca así en Canetti por la aprehensión que suscita la posibilidad de la
Con foerza se asocia la idea de algo que está cercano y presente. captura y la entrada fatales. Ahora bien, desde que una masa se
(... ) La diferencia entre fuerza y poder se puede ejemplificar de forma, la fuerza se difiere, pues no puede haber captura inmediata
manera muy simple mediante la relación entre elgato y el ratón. de una masa, y es así que el poder aparece a la vez como límite y
El ratón, una vez atrapado, se halla sometido a la fuerza del
condición suprema de la fuerza. La masa se muestra entonces como
gato: este lo atrapó, lo mantiene apresado y acabará matándolo.
el cuerpo mismo de la diférancia de la fuerza, un espacio de juego
Pero en cuanto empieza ajugar con él, surge un elemento nue-
vo. Lo suelta y le permite correr un trecho. N o bien el ratón da que se abre en la fuerza misma. En tanto confrontadas con el poder
media vuelta y echa a correr, se sustrae a la fuerza del gato, pero -sea éste el suyo propio o aquel que se encarna en otro, es algo que
no a su poder, pues este puede volver a atraparlo. Si deja que en el fondo no cambia nada-, la masa guarda igualmente el contac-
corra libremente, permite también que escape de su esfera de to con el contacto, pero se trata de un contacto entre el ratón y el
poder; pero en la medida en que está seguro de alcanzarlo, el hocico del gato. Un juego de contacto a distancia. Cuando todos se
ratón sigue estando dentro de ella. El espacio que el gato domi-
tocan en la masa, no se fusionan, sino que por el contrario gozan de
na, los momentos de esperanza que concede al ratón, aunque
la distancia del poder, todos son recíprocamente, unos para otros,
bajo una atenta vigilancia, el hecho de no perder el interés por
él y su destrucción, todo junto -espacio, momentos de espe- ratón y gato. Ese es el cambio que tiene lugar, fundamentalmente,
ranza, vigilancia e interés destructivo- podría ser considerado con la masa y en la masa.
como la sustancia propiamente dicha del poder o, mejor, como En esta distancia entre fuerza y poder se aloja, como anun-
el poder mismo. (MP, p. 419). cié, la posibilidad de la metamorfosis. Y, por consiguiente, la po-
sibilidad de la democracia. Más exactamente, la democracia no
sólo supone una metamorfosis en el cambio, sino también una

22 23
metamorfosis de la metamorfosis. Pues todo poder implica meta- mutua que tiene lugar entre el cazador y su presa puede interpre-
morfosis. No hay caza sin metamorfosis, no hay captura de un tarse en dos sentidos contrarios, ligados indisolublemente. Por
animal por parte de otro sin que haya metamorfosis. Por ejemplo, una parte, como un proceso de imitación; por la otra, como un
escribe Canetti, "la serie de metamorfosis que ligan al hombre proceso de puesta a distancia infinita. La máscara permite ambos.
con los animales que se come es fuerte como una cadena. Sin
La acción de la máscara está esencialmente dirigida hacia afoera,
metamorfosearse en animales, nunca habría aprendido a comér-
creando una figura. La máscara es intangible y establece una
selos" (MP, p. 513). Entre dominante y dominado hay un doble
distancia entre ella y el observador. Puede, por ejemplo en un
Juego de transformación: la víctima busca entrar en un ciclo de
baile, aproximarse al observador. Pero éste, por su parte, deberá
metamorfosis de huida, busca transformarse en árbol, en muro, permanecer donde está. La rigidez de la forma se convierte
en otro animal. El verdugo y el demandante buscan como juego también en rigidez de la distancia: que no cambie en absoluto
imitar a su presa8 • Imitación y disimulación son evidentemente es lo que en ella produce fascinación. [... ] La máscara es separa-
...1p ·,~n
.......................... ....:1.., u.....
...... :.!.. ....... 1...-d..lt)ct.un r""vfltenido misterioso, con el cual es impo-
condiciones fundamentales del poder. ~...-.~.ull, ~ ................

sible entrar en relación de intimidad, se nos aproxima mucho;


Estos juegos de imitación y de disimulación que operan
pero, precisamente en esta proximidad, permanece separada de
en la naturaleza o en las formas más primitivas de la metamorfosis
forma nítida de nosotros. Amenaza con su secreto, que va cre-
revelan otro elemento, capital para mi análisis. Nada tiene de
ciendo detrás de ella. (MP, p. 538, modificada.)
original el hecho de que haya relaciones metamórficas entre el
cazador y la presa, que por un instante intercambien los roles; Hemos visto que en la masa la fobia del contacto era le-
que se vuelvan asimilables, compatibles, podríamos decir. Efecti-
vantada, pero que este levantamiento producía al mismo tiempo
vamente esto es algo bien conocido. Lo que es más interesante en una nueva distancia. Esta distancia resulta, allí también, de una
el análisis de Canetti es la puesta en evidencia de otro proceso en
constitución de máscaras. La masa es el lugar de una mutua me-
este mismo proceso: en el seno del intercambio de identidad, hay
tamorfosis -todos sus miembros se identifican unos con otros- Y
creación de una defensa, aunque frágil, caduca e irrisoria, contra
de una separación enmascarada por la cual unos y otros se vuelven
la identificación con el otro. La metamorfosis es a la vez mímica
irreconocibles.
del otro y prohibición de esta misma mímica, creación de una Canetti muestra que en la masa la máscara es a la vez más-
distancia, de un límite para la identificación y el contacto. Es así
cara visible y máscara sonora.
que toda metamorfosis es, para Canetti,. constitución de una más- Máscara visible: en la masa, la máscara es el área que toma
cara. Todo animal, en este sentido, siempre es tótem de sí mismo;
cada cual, área que definiría como "área del ser conjunto", el ros-
en el momento en que va a morir, en el momento en que va a ser
tro que uno se hace con los otros, aquellos que no se conoce, esa
comido, lleva la máscara de su propia no-comestibilidad, de su
área comodín, máscara de la semejanza universal. Máscara sono-
carácter rigurosamente inexpugnable; es esta máscara la que se
ra: Canetti cuenta, en un relato de evocador título que ya he cita-
deja ver en la agonía. Desde entonces, el proceso de metamorfosis do, La antorcha al oído, que él había captado, mientras vivía al
lado de un asilo, una similitud entre los gritos de los locos Y los
8
"La presa transformada requiere también que la caza se transforme." (MP, p. 494, gritos de la muchedumbre en el estadio, en particular en los par-
modificada).

24 25
tidos de fútbol. La máscara acústica es lo que justamente separa al Desde entonces, contrariamente a ese tipo de orgamza-

grito del grito. El grito de los locos y el grito de los hinchas son ción, se podría denominar democracia a la forma-máscara atrapa-

gritos que dicen otra cosa distinta del grito, es decir, otra cosa da por el estar juntos que se defme por la resistencia a toda volun-

distinta de nada: expresan algo así corno una lengua extranjera en tad de reconducir esta forma a algún rostro "verdadero" o a alguna

la lengua misma. identidad naturaL Resistencia, al mismo tiempo, a toda especie

En la masa, entonces, los individuos están todos meta- de prohibición de la transformación. La metamorfosis democráti-

morfoseados en el sentido en que llevan una máscara que les per- ca es una figura particular del poder que no tolera ni su desfigura-

mite a la vez volverse idénticos y no idénticos a todos los demás, ción ni su rigidización.
máscara a la vez visible y audible, que habla y no habla la misma
lengua, extrañeza en lo mismo. A partir de eso, para Canetti,
muchos tipos de organizaciones políticas son posibles. La organi- El secreto y
zación más violenta, que Canetti llama dictadura o potentado, es
aquella que tiene por fin, de una u otra manera, desenmascarar a La libertad democrática aparece entonces fundamental-

los individuos, tendiendo por ello mismo a aniquilar el poder mente ligada a la posibilidad de la metamorfosis. Es en este sen-

para reducirlo a la fuerza. tido que ella es poética. En este punto Baudelaire y Derrida se
encuentran. Baudelaire define la poesía como ese arte de la meta-
El potentado mantiene una lucha incesante contra las metamor- morfosis que permite pasearse en la muchedumbre siendo a la vez
fosis espontáneas e incontroladas. El medio del que se vale en esta uno mismo y otro. Ahora bien, ¿cómo no pensar aquí en De-
lucha, el desenmascaramiento, se opone diametralmente al proce- meure? Derrida escribe:
so de la metamorfosis (Verwand!ung) y puede designarse como
antimetamorfosis (Entwand!ung). El proceso ya le es conocido al No hay esencia ni sustancia de la literatura: la literatura no es,
lector. Menelao intentó antimetamorfosear a Proteo, el anciano ella no existe, no se mantiene fija [a demeure] en la identidad de
dios marino, no dejándose asustar por ninguna de las figuras una naturaleza o de un ser histórico idéntico a sí mismo. [Inte-
mediante las que quería evadirse, sujetándolo firmemente hasta rrumpo aquí un instante la cita para preguntar a Jacques si la
que volvió a ser Proteo. (MP, p. 541, modificada.) máscara no es precisamente la manera de ser de esta no-identi-
dad.] Ella sólo se mantiene fija, siempre que "residir" [demeurer]
Otro potentado: el sistema de castas, que Canetti define designe la estabilidad esencial de un lugar; ella sólo reside allí
como sistema de "la metamorfosis prohibida": donde, y si "estar fijo" en alguna "intimación" [mise en demeure},
significa otra cosa9 •
La separación de clases se lleva a cabo con el máximo rigor en el
sistema de castas. En éste la pertenencia a una casta excluye de La democracia y la literatura, ambas consagradas a un
manera absoluta cualquier transformación social. El aislamien- destino metamórfico común, compartirían entonces, esencialmen-
to de cada persona es total tanto hacia arriba como hacia abajo. te, el mismo secreto: nunca desenmascarar, nunca ser desenmas-
[... ] Ni siquiera es posible, por lo tanto, acceder a otro ... (MP,
p. 545.).
'Demeure. Maurice Blanchot, París, Galilée, 1998, p. 29.

27
26
¡ '11¡
1

manera de llevar el secreto a la vista de todos, de comprometerlo


carado. La literatura, que "puede decirlo todo, aceptarlo todo,
en la más grande de las publicidades para esconderlo mejor.
sufrirlo todo o simularlo todo" 10 , no puede hacer todo esto más "Suspiro -escribe Derrida- por saber hasta cuándo voy a
que a condición de abrigar en ella el secreto de esta mutabilidad.
dar vueltas de esta forma, como fantasma o profeta encargado de
Si se convirtiese en "prueba, información, certidumbre o archivo, .. , pesad amente cargad o con un secreto que d esconoce"14 .
una m1s10n,
[ella perdería] su función". Se auto destruiría si se convirtiera en
Y sabemos, después de Espectros de Marx, que el "fantasma", lo es-
una tentativa de desenmascarar, o si perdiera sus máscaras.
pectral, nunca viene solo, sino siempre en muchedumbre, en masa.
Derrida habla sin cesar de la masa. Ciertamente no lo
hace como de aquella muchedumbre que invade las calles o los [Los hombres] no están presentes unos para otros más que de
estadios. Pero lo hace a propósito de la proliferación, de la disemi- forma fantasmática, como espectros. La humanidad no es más
nación, o de lo que llama, también en Demeure, la "bastardiza- que una colección o una serie de fantasmas. [ ... ] Marx sólo
ción". Lo sabemos desde La tarjeta postal: "Desde el momento en finge contarlos, hace como si los enumerase, porque sabe que
aquí no se puede proceder a un censo. [ ... ] No se puede ni
que, en un instante, el primer trazo de una cana se divide y tiene
clasificar ni contar al fantasma, éste es el número mismo, nume-
que soportar la partición para identificarse, ya sólo hay tarjetas
roso, innumerable como el número; no se puede ni contar con
postales, trozos anónimos y sin domicilio fijo, sin destinatario él ni contar por medio de él.[ ... ] Prolifera, y ya son incontables
acredi~ado" 11 • ¿Qué otra cosa es la tarjeta postal si no la misiva y sus retoños, sus intereses, sus suplementos o plusvalías
15
•••

la escntura democratizadas, la carta en pedazos, en efecto, que va


desde no importa dónde a no importa donde, from anywhere to Desde entonces, cuando Derrida se describe a sí mismo
anywhere? Y Derrida no ha dejado de mostrar que estos pedazos como un fantasma, se describe como una muchedumbre, una
eran al mismo tiempo secretos, eran al mismo tiempo máscaras masa, una proliferación, y lo que así le pesa en la espalda es la
"cartas abiertas, pero cual criptas"l 2 • '
intimación de llevar todas las máscaras a la vez, en su secreto, sin
. La comunidad de la literatura y de la democracia -que privilegiar una única. El fantasma es la máscara, la masa enmasca-
ciertamente Blanchot puso en evidencia frecuentemente- reside rada, la masa de máscara, sin excepción.
en la manera de llevar la máscara de todo ser en el estar juntos, en ¿Sin excepción? Recordemos que para Baudelaire el arte
la manera de tocar sin tocar, en la cual la gente se deja tocar entre de llevar la máscara no está dado para todo el mundo, "no se le da
sí, entre ellos y en ellos, en un secreto desconocido para ellos, su a cualquiera tomar un baño de multitud". Estar a la altura del
máscara, su tarjeta postal. Esto es así, según una intimación "im- gran número no es, según el poeta, la suerte de todos. Aquí es
posible", como la denomina Derrida, un "mantenerse secreto" en preciso abordar el temible problema de la relación entre privile-
el corazón mismo de lo manifiesto y de lo público 13 . La poética gio y democracia. En Espectros de Marx leemos lo siguiente: "Si el
de la democracia, el arte de la democracia se apoya entonces en la fantasma se disemina por doquier, la pregunta se vuelve angustio-

10
Jbíd., p. 30. 14 "Circonfesión", en: Geoffrey Bennington y Jacques Derrida, ]acques Derrida, tr.
tl"E;vws
p. • "L . postal. De Sócrates a Freudy mds al!d, México, Siglo XXI, 2001,
, a taryeta María Luisa Rodríguez, Madrid, Cátedra, 1994, p. 263.
5 15 Espectros de Marx, tr. José MiguelAlarcón y Cristina de Peretti, Madrid, Editorial
12lbíd. Trotta, 1995, p. 156.
13lbíd.
29
28
Ahora bien, esta es la paradoja: quien porta el secreto has-
sa: ¿por dónde empezar a censar a la progenie? De nuevo una
ta el punto de avalarlo, de olvidarlo, aquel que porta el arte de la
cuestión de cabeza. ¿A quién poner en cabeza entre todos aquellos
metamorfosis en su perfección acaba por ya no poder transfor-
que tiene uno en la cabeza?" 16 . Lo que aquí aparece es la cuestión
marse más. Está amenazado por el silencio, por la ruptura de la
del soberano. Canetti y Derrida muestran cómo la soberanía está
máscara. Canetti declara: "El silencio aísla: quien calla, está más
justamente ligada al secreto. En dos sentidos contradictorios. En
solo que los que hablan. Así se le atribuye el poder del aislamien-
la democracia, cada individuo es soberano porque cada individuo
to. Es el custodio de un tesoro y ese tesoro está dentro de él". (MP,
está enmascarado, lleva su secreto. El secreto, en este sentido, es
p. 436.) Prosigo la lectura:
el límite absoluto de la masa, su negación. Quien tiene el arte del
secreto, el poeta, o el político, penetra la identidad de los otros,
El silencio actúa contra la metamorfosis. Quien se ha retirado a
lleva todas las máscaras. ¿Pero quién puede llevarlo a él, a su más-
su puesto de guardia interior no puede alejarse de él. El que
cara en él? ¿Quién puede penetrarlo? calla puede disimular, aunque con rigidez. Podrá ponerse una
máscara determinada, pero deberá limitarse a ella. Le estará ve-
dada la fluidez de las metamorfosis, cuyas consecuencias son
y demasiado inciertas. Es imposible prever hasta dónde podemos
llegar si nos abandonamos a ella. Callamos siempre que no de-
seamos metamorfosearnos. Al enmudecer desechamos todas las
"El secreto -escribe Canetti- se halla en la médula misma
ocasiones que propicien la metamorfosis. Hablando se entreteje
del poder. El acto de acechar es, por naturaleza, secreto. El que
la trama de los hilos entre los hombres, el silencio lo paraliza
acecha se esconde o se camufla y no se revela por movimiento algu-
todo. (MR p. 436.)
no. Toda criatura en acecho desaparece, se emboza en secreto como
en otra piel y permanece largo tiempo protegido por ella." (JWP, p. Podemos preguntarnos entonces si el transportador, aquel
430) El poeta, el filósofo, el político son excepcionales justamente a quien Lévi-Strauss denomina el trickster, el poeta, el político o el
por saber disfrazarse tan bien con el secreto de los otros. Hasta el filósofo no están amenazados siempre de volverse aquello que son,
punto de volverse secretos para sí mismos. Canetti continúa: si no acaban siempre por adherir a esta vacancia consigo mismo
de la que habla Baudelaire, si esta vacancia no compone final-
[El soberano tiene] secretos incluso ante sí mismo. El carácter
mente una máscara rígida, aquella del potentado, e incluso la del
consciente y activo del secreto se le escapa, y él se sentía im pul-
tirano. De quien odia a la muchedumbre. En el fondo, ¿cómo
sado hacia aquella forma pasiva del secreto que llevamos en las
pensar la soledad en la democracia? ¿Cómo pensar conjuntamente
tinieblas de la propia caverna corporal, que conservamos allí
donde nunca más podrá ser conocida y que finalmente olvida- soledad y democracia? ¿Cómo pretender aislarse y, al mismo tiem-
mos. "Es un derecho de los reyes no revelar sus secretos ante po, cómo no pretenderlo? Vuelvo a pensar en la isla de Capri,
padres, madres, hermanos, mujeres y amigos." Así dice el Libro lugar de nacimiento de "Fe y saber". ¿Cómo hacer para que el
de la corona, obra árabe que contiene muchas antiguas tradicio- secreto no deserte del lugar común?
nes de la corte de los sasánidas. (MP, p. 434-435.) De hecho, la capacidad metamórfica, única garantía de la
igualdad, es siempre susceptible de volverse contra sí misma. Es
16
lbíd., p. 155-157.
31
30
decir, que aquel que sabe portar todas las máscaras es siempre [... ]el dios polimorfo, en las últimas, debe retomar su aspecto
susceptible de acabar por cambiarse a sí mismo, por confundirse normal, su primera figura, para no abandonarlas. Así Quirón
advenía a Peleo: aunque Tetis se haga fuego, agua o bestia salva-
con su propia máscara. Ese es el dolor común al escritor y al hom-
je, el héroe no debe soltarla antes de haberla visto retomar su
bre político. Canetti muestra que este dolor es una forma de me-
antigua forma, su archaia morphé17.
lancolía. Melancolía de descubrirse semejante consigo, de ya no
poder transformarse más. Por esto, el poder poético se vuelve a
La melancolía de ser sí mismo es el límite del "devenir
convertir en fuerza. La metamorfosis, diría Proust, se vuelve un
como todo el mundo", el límite de ese "devenir imperceptible"
simple pastiche. del que habla Deleuze. Y de pronto todo se llena de gente. ¿Sa-
bremos formar parte de este mundo, volvernos como todo el
La melancolía se inicia -escribe Canetti- cuando la serie de
mundo, fundirnos en la diferancia, dar el cambio en el descala-
metamorfosis [... ] terminan y consideramos que todas son in-
bro? ¿O nos paralizaremos en el estado de excepción melancólica?
útiles. En ella nosotros mismos hemos sido alcanzados y apresa-
dos. Ya no podemos escapar ni seguir metamorfoseándonos; Derrida no ha dejado de plantear estas cuestiones, dejando co-
todo lo que intentamos ha sido en balde. Nos sentimos a mer- rrer, en todos sus textos, una serie infinita de metamorfosis, hasta
ced del destino y nosotros mismos nos vemos como una presa. el punto de confesar su amor de juventud por los gusanos de
(MP, p. 501.) seda. Por todas partes, transformaciones, cambios, máscaras, se-
cretos disimulados. El mensajero antiguo por ejemplo: "Me ase-
La huida ya no es posible. mejo a un mensajero de la antigüedad, un corredor, [... ] y corro,
Aparece entonces un afecto político depresivo: la melanco- corro para llevarle una noticia que debe permanecer secreta" 18 •
lía del sí mismo en la muchedumbre, el descalabro de la fluidez y la Con la misma figura, Derrida cita a Sartre a propósito del corre-
finta. Détienne y Vernant, en su célebre libro Las artimañas de la dor de Maratón: "Se ha dicho que el corredor de Maratón estaba
inteligencia. La Metis en la Grecia Antigua, analizan también el des- muerto una hora antes de llegar a Atenas. Él estaba muerto y
calabro de la metamorfosis en términos de Stimmung política, de todavía corría; corría muerto, anunciaba muerto la victoria de
fenómeno patológico del poder. La metamorfosis, según explican Grecia'' 19 . También está el marrano, está Artaud, está el animal,
los autores, es el único modo de ser posible frente a realidades fluc- por supuesto. "El animal que luego estoy si(gui)endo": " ... Mis
tuantes, móviles, polimorfas. Los vagos, los tentáculos, la muche-
dumbre. Es así que hay dos dioses con metamorfosis, que imponen
17
Maree! Détienne y Jean-Pierre Vernant, Les Ruses. de !'intel!igence. La Métis des
su poder a través de sus transformaciones: volverse más fluidos que
Crees, París, Flammarion, 1974, p. 111. [Hay versión en castellano: Las Artimañas
la fluidez misma. Sea como sea, en sus combates, estos dioses siem- de la Inteligencia. La Metis en la Grecia Antigua, traducción de Antonio Piñero,
Madrid, Taurus, 1988.] En otra perspectiva, se puede remitir al interesante libro de
pre terminan por agotar su potencial metamórfico. Cuando el ciclo Alain Ehrenberg consagrado a la depresión como enfermedad pcilítica contemporá-
está terminado, vuelven a ser ellos mismos. nea, La Fatigue d'etre soi. Depression et société, París, Odile Jacob, 2000. El autor
escribe lo siguiente: "Si la melancolía era lo propio del hombre excepcional, la
depresión es la manifestación de la democratización de la excepción." (P. 276.)
18
La serie de transformaciones -escriben los autores- no puede "Circonfesión", ed. cit., p. 262.
19
Jean-Paul Sartre, "Écrire pour son époque", Les Temps modernes, n° 33, junio
continuar indefinidamente. Ellas constituyen un ciclo de for- r
1948; citado por Derrida, '"II courait mort': salut, salut. Note pour un courrier
mas que, llegado a su término, vuelve a su punto de partida. aux Temps Modernes'; Les Temps modernes, n° 587, marzo-abril-mayo 1996, p. 22.

32 33
figuras animales se acumulan, ganan en insistencia y en visibili- sentatividad. Quizá aquí se abre una ontología morfológica. En-
dad, ellas se agitan, hormigueando, se movilizan y se motivan, tre sus dos bordes extremos, la fluidez metamórfica y la parálisis,
ellas se mueven y se alborotan más, a medida que mis textos se lo que se da a pensar es la hospitalidad. Con toda su vitalidad, y
vuelven más visiblemente autobiográficos, más frecuentemente toda su melancolía. Mediante esta comunicación más figura!, más
anunciados en primera persona" 20 • Al mismo tiempo, Derrida no esquemática, en el sentido fuerte de la palabra, que temática, qui-
deja de decir que esta primera persona se cuaja, anula el poder de se, con Canetti y con Derrida, intentar esclarecer un nuevo im-
su propia plasticidad, se encierra, se retira de la muchedumbre, pulso del pensamiento político, que trabaja para mostrar que la
se paraliza. La parálisis, ¿no es justamente esa máscara definitiva masa no tiene ningún fundamento fuera de sí misma. Que el ser-
que inscribe la ausencia de figura en el rostro? conjunto, que Derrida denomina también el "ser estrecho", nece-
sariamente tiene que esquematizarse.
Me habría visto casi al perder la cara, incapaz de mirar en el Insistiendo tanto en la fluidez como en los límites de la
cristal el espanto de la verdad, la disimetría de una vida carica- metamorfosis política, intenté mostrar que la cohesión social, por
turesca, el ojo izquierdo que ya no pestañea y que te fija insen-
una parte, y los incidentes, las rupturas de metamorfosis, por
sible en el respiro de unAugenblick; la boca dice lo verdadero al
otra, tienen el mismo origen. Que la masa y la solidez están ins-
revés, desafiando los diagnósticos y pronósticos, la desfigura-
ción te recuerda que no habitas tu rostro porque tienes muchos critas como dos modos de ser de la densidad. Que los solitarios de
lugares, tienes más lugares de lo necesario, y la transgresión excepción o los solitarios de exclusión o de "desafiliación", por
misma siempre viola un lugar, una línea infranqueable, se adue- utilizar un término de Roben Castel, son los dos rostros opuestos
ña, castiga, paraliza inmediatamente, la topología es y ya no es de una misma realidad. En su libro titulado precisamente Las
una figura, y si se trata de una desfiguración, ese es el tropo que metamorfosis de la cuestión social Robert Castel escribe:
acabo de moler a palos por haber violado los lugares, todos, los
lugares sagrados, los lugares de culto, los lugares de los muertos,
Es imposible establecer un cordón sanitario entre quienes sa-
los lugares de la retórica, los lugares de habitación, todo lo que
len a flote y quienes caen, por una razón de fondo: no es que
venero 21 •••
haya un "ín"yun "out", sino un continuum de posiciones que
coexisten en un mismo conjunto y "se contaminan" recíproca-
No hay compulsión democrática -violación de todos los mente. [... ] N o hay nadie que esté fuera de la sociedad sino
lugares, rompimiento de todas las cerraduras- sin castigo. La pa- un conjunto de posiciones cuyas relaciones con su centro son
rálisis es el castigo de la muchedumbre contra su propia distan- más o menos laxas 22 .
cia. En el espacio de esta extraña reflexividad se aloja la posibili-
dad de otro acercamiento al lazo social. Y de pronto todo se llena de gente. Muchedumbres mun-
¿Cuál? El que consiste en pensar la democracia por venir diales. Tres millones de personas en Roma en la cumbre de Géno-
en términos de figuración y no de representabilidad o de repre- va. Afluentes sociales. Copa mundial de fútbol en Corea. En el
corazón más negro de este mundo, donde no hay ni adentro ni

20 "L'animai que done je suis", en Marie-Louise Mallet (dir.), L'animal


22
autobiographique. Autour de Jacques Derrida, París, Galilée, 1999, p. 285. Las metamorfosis de la cuestión social, trad. Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós,
21
"Circonfesión", ed. cit., p. 195. 1997, pp. 446-447.

34 35
afuera, sino agujeros en el seno mismo de los cristales de densi-
Los dos Moisés de Freud*
dad, viene la promesa de la democracia, la promesa de aquello
que llamaría la democracia figurante.

Con este título no se trata de fijar una dualidad, aún menos


una oposición, entre dos figuras de Moisés presentes en el pensa-
miento de Freud. Simplemente esperamos indicar cierta plastici-
dad del poder (Macht), es decir, de la masculinidad y de la paterni-
dad, en la manera en que Freud bosqueja esta figura en dos ocasio-
nes. Una primera vez, en El Moisés de Miguel Ángel, y otra, en Moisés
y la religión monoteísta 1• Ambos textos parecen no cruzarse nunca.
En el segundo no hay ningún recordatorio del primero; Freud sim-
plemente evoca sus "dos ensayos sobre Moisés", sin establecer un
verdadero vínculo entre ambos 2 • El destrozo de las tablas, en el
momento en que Moisés descubre la escena de idolatría de su pue-
blo, es apenas evocado en la obra de 1939 y no constituye el objeto
de ningún comentario particular. Simplemente se recuerda que "la
exposición bíblica'' de los "rasgos" imputados a Moisés da cuenta
de un temperamento violento y apasionado: "El profeta [... ] se
describe como colérico, irascible; presa de indignación, da muerte
al brutal capataz que maltrata a un trabajador judío, tal como en su
enojo por la apostasía del pueblo hace pedazos las Tablas de la Ley
que recibiera de Dios en el monte Sinaí"3 • Aquello que es objeto de

*"Les deux Mo'ise de Freud", publicado originalmente en Cliniques méditerranéennes,


74,2006,pp. 79-88.
1
El Moisés de Miguel Ángel, en Obras Completas, XIII (1913-14), Buenos Aires,
Amorrortu Editores, 1978, pp. 213-242, y Moisés y la religión monotefsta, en Obras
Completas, XXIII (1937-39), ed. cit., pp. 1-132.
2
Moisés y la religión monoteísta, p. 52.
3
Ibíd., p. 31.

37
toda la atención de Freud en su primer ensayo es silenciado en el ficación de toda la historia del judaísmo, y también entonces a la

segundo, a saber, que Miguel Ángel deja ver y permite pensar en modificación de ciertas tesis de Moisés y la religión monoteísta, entre
un "Moisés totalmente distinto" al de la tradición. La pregunta que algunas de las más fimdamentales? Freud, por cierto, no evita la

nos plantearemos es entonces, legítimamente, qué es lo que consti- cuestión: "En este punto se nos objetará: Pero este no es el Moisés

tuye en términos pre<;Ísos el objeto de dicha atención. ¿Qué es de la Biblia, quien realmente se encolerizó y arrojó de sí las Ta-

exactamente lo que Freud ve en la estatua de Moisés y de lo cual blas, de modo que se hicieron pedazos. Sería un Moisés muy di-

después ya no vuelve a hablar? ferente, un Moisés de la sensibilidad del artista, quien así se ha-

La respuesta parece clara: en la representación del patriar- bría tomado la licencia de enmendar el texto sagrado y falsificar el

ca elaborada por Miguel Ángel, Moisés justamente se abstiene de carácter del divino varón. ¿Tenemos derecho a atribuirle a Miguel

destrozar las tablas, refrena su violencia, domina sus pasiones y Ángel esa libertad, acaso no muy distante de un sacrilegio 5?"

así aparece como el exacto contrario de su retrato bíblico. Eviden- En efecto, es forzoso constatar que la separación y la trans-

temente, se podrá decir que esta versión renacentista del profeta gresión son considerables: a la luz de esta interpretación de la

no interesa en absoluto al análisis llevado a cabo en el texto de escultura, finalmente no sabemos si las tablas fueron o no des-

1939, se dirá que además en el primer ensayo se trata más de truidas. El Moisés de Miguel Ángel está definitivamente fijado

entender el gesto de Miguel Ángel que aquel de Moisés. Pero esta en el suspenso de su cólera, como lo atestiguan estas dos declara-

última conclusión no hace más que acentuar nuestro aprieto y ciones sorprendentes y conmovedoras por su belleza: "[ ... ] este

nos insta primero a inclinarnos a interrogar esta ambivalencia de Moisés no puede estar a punto de levantarse de golpe; tiene que

la figura mosaica, colérica y violenta por una parte, capaz de con- poder permanecer en majestuosa calma [ ... ] . Este Moisés que

tenerse, por otra, y en la cual el destino de la ley queda suspendi- consideramos no puede ser la figuración del varón arrebatado por

do entre ambas. la cólera, el que baja del Sinaí, halla a su pueblo en apostasía y

Si en efecto es cierto que el análisis de 1914 se refiere más arroja al suelo las Tablas, que se hacen pedazos. En efecto, bien

a la significación de la escultura de Moisés que al Moisés históri- recuerdo mi desilusión cuando en anteriores visitas a San Pietro

co, queda justamente por preguntarse cómo y porqué, si las de- in Vincoli me situaba frente a la estatua con la expectativa de ver

ducciones de Freud son justas -Miguel Ángel esculpe a Moisés cómo se erguiría de un salto sobre el pie levantado, arrojaría las

en ei momento en que éste renuncia a destrozar las tablas y con- Tablas al suelo y descargaría su cólera. Y nada de eso ocurría; en

sigue dominar su cólera-, Freud puede dar crédito simbólico a cambio, la piedra se volvía cada vez más rígida, de ella fluía como

este Moisés inhibido\ a este Moisés "que no se levantará". ¿Cómo una santa paz casi oprimente, y yo no podía menos que sentir: lo

Freud puede, en efecto, acreditar esta versión folsificadora, conce- ahí figurado es capaz de permanecer así, inmutable; este Moisés

derle tanta significación, es decir, tanta imposición inconsciente? estará eternamente así sentado y así colérico" 6 •

¿Qué increíble poder de remodelación concede aquí al escultor, Este es el otro pasaje: "[ ... ] Nuestro Moisés no se pondrá

que lo lleva a modificar el relato bíblico, hasta llegar a una modi- de pie de golpe ni arrojará al suelo las Tablas. Lo que en él vemos

5 El Moisés de Miguel Ángel, op. cit., p. 235.


4El término "inhibición" aparece en la p. 223 de El Moisés de Miguel Ángel, donde
Freud habla de "movimiento inhibido".
6 Jbíd., p. 226.

39
38
no es el introito a una acción violenta, sino el resto de un movi- concierne a la identificación de Julio II con Moisés mismo, es
miento trascurrido. En un ataque de cólera, quiso levantarse de decir, con un padre fundador, identificación que implica que el
golpe y cobrar venganza olvidado de las Tablas. Pero superó la primero afirme su omnipotencia forzando al segundo a permane-
tentación: ahora permanecerá sentado con furia domeñada, con cer sentado. Freud afirma en efecto que: "Uulio II] era un hombre
una mezcla de dolor y desprecio. Tampoco arrojará las Tablas de de acción; se podía indicar su meta: aspiraba a la unificación de
suerte que se despedacen contra la piedra, ya que justamente por Italia bajo el dominio del papado." Miguel Ángel, ligado perso-
causa de ellas enfrenó su cólera, dominó su pasión para rescatar- nalmente al Papa, habría querido así mostrar esta identificación ...
las. Cuando se entregó a su indignación apasionada, no pudo a la vez denunciándola y pintándose a sí mismo, conteniendo su
menos que descuidar las Tablas, apartar la mano que las sostenía. furia contra el hombre demasiado ambicioso, bajo los rasgos de
Entonces empezaron a deslizarse, corrieron peligro de destruirse. Moisés.
Esto le hizo recapacitar. Recordó su misión y por ella renunció a El otro nivel de esta segunda comprensión concierne a la
la satisfacción de su afecto. Su mano retrocedió y rescató las Ta- contaminación cristiana del judaísmo. Moisés estaría representa-
bias que caían antes que pudieran hacerlo. En esa postura perse- do sobre la tumba papal como aquel que encarna valores cristia-
vera, y así lo ha figurado Miguel Ángel como guardián del monu- nos de sumisión, los cuales son al mismo tiempo valores de sumi-
mento funerario" 7 • sión a la Iglesia. De esta manera, Miguel Ángel habría manifesta-
Es sabido que mientras más examina Freud la estatua y do cierto devenir cristiano del judaísmo: este último, caracteriza-
los análisis que proponen los historiadores del arte, más se inclina do en Moisés y la religión monoteísta como "religión del padre", se
por esta interpretación de un Moisés que, finalmente, no se le- muda así insidiosamente en "religión del hijo".
vantará. Al menos tres comprensiones de esta conclusión son po- La tercera comprensión, que privilegiaremos aquí, como
sibles. La primera sería, de cierta manera, puramente "psicológi- lo anunciamos anteriormente, concierne a cierta ambivalencia del
ca" o incluso "psico-estética''. Freud recuerda que la estatua de poder en Freud, a cierta plasticidad, es decir, a una real aptitud
Moisés debía formar parte "del monumento funerario de Julio II para la transformación y para la metamorfosis del concepto de
8
junto a otras tres o cinco figuras sedentes" • Destinado a no ser poder. En esta flexibilidad conceptual del poder hemos optado
más que una figura entre otras, Moisés habría sido reducido a "un por situar nuestro análisis de la trans-sexualidad. Ciertamente,
rasgo de carácter" (que, precisamente, no era suyo), a la encarna- no para decir que habría en Freud algo así como un Moisés "mas-
ción edificante de una cualidad moral. La segunda comprensión, culino" (aquel, violento e inflexible, de Moisés y la religión mono-
mucho más interesante y profunda, consistiría, a partir de la toma teísta), y otro, "femenino" (aquel, aparentemente sumiso, de Mi-
en cuenta de la destinación de la estatua -un grupo de tres o guel Ángel). Ello no tendría ningún sentido. Nos apoyaremos
cinco estatuas en una tumba papal-, en considerar que Miguel más bien en la definición de la "trans-sexualidad" propuesta por
Ángel cumple una evidente cristianización de Moisés. Y esto es Claire Nahon para plantear el problema de otro modo: "La trans-
así en dos niveles: el primero, también puramente "psicológico", sexualidad, al revelar la inanidad de las biparticiones estrictas,
desestabiliza las semejanzas -las desgarra-, deshace los dualis-
7
}bíd., p. 234. mos, hace vacilar toda representación adquirida del sexo y de sus
8
Jbíd. diferencias [... ]. Valiéndose de la alteridad, parcelando las identi-

40 41
dades, la trans-sexualidad se despliega en la distancia y en el pasa- sería entonces la poderosa huella de lo totalmente otro en el inte-
je, situándose entre los sexos, entre las sexualidades." rior de la identidad judía, la que se presenta justamente como reli-
Entre las sexualidades: este "entre" podría justamente ser gión de lo totalmente otro, como adoración de un dios para siem-
comprendido aquí como lo que separa al poder de sí mismo, como pre invisible. Sáid concluye: "[ ... ] la identidad no puede concebir-
distancia entre la fuerza y su propia fuerza. No es que un Moisés se ni funcionar como si fuera algo puro; no puede constituirse ni
sea más fuerte o más poderoso que el otro. Las dos actitudes -una siquiera imaginarse sin la represión de esa radical fractura o carencia
histórica, de aquel que destruye las tablas, y la otra, artística, de originarias. [ ... ] Moisés fue un Egipcio y, por tanto, siempre estu-
aquel que renuncia a ellas- poseen igual vigor. En ningún mo- vo fuera de la identidad dentro de la cual tantos han permanecido,
mento el Moisés de Miguel Ángel se presentó como débil. Pero se sufrido y, tal vez, incluso triunfado" 10 .
trata de dos poderes radicalmente extraños entre sí, no desiguales Toda la cuestión se convierte entonces en saber cómo una
en cantidad, sino imposibles de sintetizar por el hecho de su alte- tradición se acomoda a esta alteridad fundadora de la identidad.
ridad. Hay tanta fuerza en el gesto de la destrucción de las tablas Esta alteridad sólo puede comprometer a la tradición en una serie
como en aquel del dominio de sí mismo, pero la significación de de modificaciones, desplazamientos (veremos la importancia de
esta fuerza no es idéntica. Y, más allá de la relación judaísmo- este término en Freud), transformaciones ... sin nunca poder bo-
cristianismo, esta alteridad, esta extrañeza tiene precisamente un rrarla. En el fondo, para Freud, la alteridad de la identidad consi-
sentido en lo referente a la definición fteudiana de la alteridad y de go misma, al intentar ser negada, no hace más que repetir e inten-
la extranjeridad. Esta alteridad de la alteridad, esta extranjeridad sificar aquello mismo que intenta ocultar. Y es muy interesante
de la extranjeridad, encarnadas por los dos Moisés, hacen señas, ver cómo Said establece un paralelo entre la relación de los judíos
como también lo hemos anunciado, hacia una plasticidad de lo con Moisés y la relación actual entre Israel y Palestina. Muy inte-
masculino y de la paternidad. Hay, si se quiere, dos figuras del resante es también el paralelo establecido entre el origen egipcio
padre que corresponden a estos dos Moisés. No se trata, enton- de Moisés y la dimensión "no-europea" del psicoanálisis freudia-
ces, de lo masculino y lo femenino, sino de lo masculino y lo no, que debe, también, cubrir la fisura fundadora y a la vez crítica
masculino, que acaban por vacilar al desdoblarse de esta manera. de su identidad.
¿Cómo caracterizar esta masculinidad dual o esta trans-sexuali- Pero existe otra extrañeza. Una no geográfica, que manifies-
dad de Moisés? ta precisamente la estatua de Miguel Ángel. Ciertamente, lo hemos
En ambos casos, Moisés es un extranjero. Moisés y la religión evocado, sería posible poner en perspectiva la tesis del Moisés egip-
monoteísta sostiene la tesis, como sabemos, de que Moisés era egip- cio con la de un Moisés cristiano. Otra vez más, no es esta pista la
cio. Uno de los comentarios más potentes de esta tesis, según noso- que seguiremos. Privilegiaremos más bien la pista de una extranje-
tros, es el de Edward Sáid en Freud y los no europeoSJ. Said intenta ría de Moisés consigo mismo, de una extranjería que habita el cora-
restituir todas las paradojas de Moisés como aquél que es a la vez un zón de la identidad imposible del "outsider-insider", de una ex-
"outsider" y un "insider": extranjero a la tradición que funda y de la tranjería que atormenta el poder de quien extrae justamente toda
cual forma parte en el más alto grado. El origen árabe de Moisés su fuerza del hecho de estar a la vez afuera y adentro. De una ex-

9
Edward Sa!d, Freud y los no europeos, Barcelona, Global Rhythm, 2006. 10
Ibíd., p. 80.

42 43
tranjería que entonces viene a redoblar, repetir, y complicar a la ción, del arrepentimiento de ese asesinato y de su represión; ese
primera. En Moisés y la religión monoteísta, Freud presenta un Moi- juego entre el acto ("el actuar", como escribe Freud) y su oculta-
sés fuerte en su debilidad de extranjero: su falta de pronunciación, miento que precisamente repite el juego del afuera y del adentro
su carácter colérico y orgulloso, que le provienen de su origen egip- de la identidad. Tenemos entonces a ese Moisés poderoso, venido
cio, le permiten también ser la "sobresaliente figura paterna'' 11 , aquel desde otra parte pero fundador del aquí, del adentro, figura em-
que vale por Dios, que está constantemente identificado con él, "el blemática del padre, cuya fuerza inaudita da lugar a una tradi-
12
gran hombre" , "el gran jefe" 13
• Dicho de otro modo, el exotismo ción de modificaciones, de confesiones y desaprobaciones, y cuya
del origen mosaico aparece en el texto de 1939 como la marca muerte confirma para siempre su grandeza.
paradójica de un aumento de poder viril y paternal, como si venir Pero gracias a Miguel Ángel también tenemos un Moisés
de otra parte fuese el reflejo exacto de la trascendencia divina, como que reprime este poder, que más precisamente extrae su poder de
si dicha marca confiriese a esta trascendencia la única visibilidad la represión de su poder. Él no se levantará, no destruirá las ta-
que le está permitida. blas. Esta extranjería del poder consigo mismo se deja leer, en el
Por otro lado, es luego de haber desarrollado todos los texto de Freud, en todo el juego del cuerpo de la estatua, en todo
atributos de dicha fuerza que Freud establece el famoso paralelo un juego de desplazamiento entre la derecha y la izquierda, como
entre la historia de un pueblo y la psique individual, mostrando si el poder se desplazara físicamente, como si Moisés, en cierto
que el complejo de Edipo repite a su manera la identificación sentido, cambiara de carne, cambiara de sexo sin dejar de ser
ambivalente de un pueblo con su legislador, con su padre, con su Moisés, es decir, sin dejar de ser vigorosamente masculino. Freud
dios. Aquí, por supuesto, la temática del asesinato del padre es va a extraer la conclusión de que Moisés no se levantará observan-
fundamental, la que permite establecer el cruce entre el asesinato do la posición de las manos -derecha e izquierda-, la posición de
de dios y el asesinato simbólico del padre en el desarrollo psíqui- las tablas -el borde derecho-, el sentido de la ondulación de los
co individual: "los seres humanos han sabido siempre -de aquella rizos de la barba. Tomemos un ejemplo. Freud escribe: "Los pro-
particular manera- que antaño poseyeron un padre primordial y cesos atinentes a la mano y a las Tablas se compaginan en la si-
14
lo mataron" . Freud analiza extensamente esta asimilación entre guiente unidad: al comienzo, cuando la figura estaba sentada y
ambos asesinatos e insiste en el asesinato de Moisés por parte del quieta, tenía las Tablas correctamente colocadas bajo el brazo de-
pueblo judío: "El destino [había aproximado] al pueblo judío la recho. La mano derecha las sostenía por sus bordes inferiores, y la
gran hazaña y el crimen atroz del tiempo primordial, el parrici- saliencia dirigida hacia adelante le servía de asidero. Esta facilidad
dio, dándole la ocasión de repetirlo él mismo en la persona de para tenerlas explica, sin más, por qué las Tablas estaban inverti-
Moisés, una sobresaliente figura paterna" 15 • das. Sobreviene luego el momento en que la calma es perturbada
La religión procede a la vez de este asesinato y de su nega- por el alboroto. Moisés volvió entonces la cabeza, y cuando hubo
visto la escena, el pie se aprontó para levantarse de un golpe, la
11
Moisés y la religión monoteista, op. cit., p. 85. mano dejó de asir las Tablas y pasó a la barba, hacia la izquierda y
12
Ibíd., p. 103. arriba, como para dar algún quehacer en el cuerpo propio a su fogosi-
13
Ibíd., p. 27.
14
Ibíd., p. 97. dad [nosotros subrayamos]. Las Tablas quedaron entonces confia-
5
' Ibíd., p. 85.
das a la presión del brazo, que debía apretarlas contra el tórax.

44 45
Pero esta retención no bastó, ellas empezaron a deslizarse hacia supuesto, particularmente la siguiente: ¿Y si los judíos no lo ma-
adelante y abajo [,..].Para prevenir esto retrocede la mano dere- taron? ¿Pues por qué matar a un padre que renuncia a su cólera?
cha y abandona la barba [.. .]" 16. ¿Un padre que renuncia a su violencia y a su agresividad, un pa-
Es entonces en el cuerpo donde directamente tiene lugar dre, si se quiere, que sublima su rol de padre? ¿Un padre que se
la transformación de Moisés, quien, una vez más, sin dejar de ser vuelve extraño a su rol al querer desempeñarlo mejor?
el mismo hombre se vuelve "totalmente distinto". En Moisés y la El acto de Miguel Ángel está presentado en efecto como
religión monoteísta, Freud insiste largamente en los procesos de una sublimación, en el sentido banal del término: llevar a algo o
modificación y de desplazamiento que operan en la tradición y alguien más alto que a sí mismo, elevarlo. Reprimiendo su cólera,
para esclarecer este punto toma el ejemplo de una escritura falsi- Moisés se coloca sobre sí mismo, sobre su violencia: "Pero Miguel
ficada y de un texto censurado. Declara: "Con la desfiguración de Ángel ha situado en el monumento funerario del Papa un Moisés
un texto pasa algo parecido a lo que ocurre con un asesinato: la diferente, superior al Moisés histórico o tradicionaL Ha retrabaja-
dificultad no reside en perpetrar el hecho, sino en eliminar sus do el motivo del quebrantamiento de las Tablas de la Ley; no deja
huellas. Habría que dar a la palabra Entstellung el doble sentido a que la cólera de Moisés las destruya, sino que apacigua esa cólera, o
que tiene derecho, por más que hoy no se lo emplee. No sólo al menos le inhibe el camino de la acción, por la amenaza de que
debiera significar 'alterar en su manifestación', sino, también, 'po- pudieran hacerse pedazos. Así ha introducido en la figura de Moi-
ner en un lugar diverso', 'desplazar a otra parte'. Así, en muchos sés algo nuevo, sobrehumano, y su imponente volumen físico, y el
casos de desfiguración-dislocación de textos podemos esperar que, vigor de su desafiante musculatura, se convierten en el medio de
empero, hallaremos escondido en alguna parte lo sofocado y des- expresión corporal para el supremo logro psíquico asequible a un
mentido, si bien modificado y arrancado del contexto. Y no siem- ser humano: sujetar su propia pasión en beneficio de una destina-
pre será fácil discernirlo" 17
. ción a la que se ha consagrado, y subordinándose a ella'' 18 •
En el Moisés de Miguel Ángel, también se trata de una Esta elevación psíquica de Moisés corresponde a la trans-
transformación-deformación, pero lejos de ser aquella del asesina- ferencia de su poder, a la deformación de su identidad, a la
to de Moisés, ella corresponde a la posibilidad de su no-asesinato, refundición de su cuerpo, de su fuerza, de su historia. Freud
del carácter "no sucedido" de su asesinato, para retornar una fór- está fascinado por la libertad de dicha interpretación. Y si nos
mula de Inhibición, síntoma y angustia. En cierto sentido, es Mi- preguntamos, en el fondo, cuál es la verdadera razón de esta
guel Ángel quien comete el crimen, quien da muerte a Moisés fascinación se puede pensar que en la estatua divisa otra ima-
una segunda vez deformando e interpretando muy libremente su gen del padre, un padre resucitado, sentado sobre su propia
historia. Pero curiosamente, este dar muerte simbólica, ligada a la tumba, que, eternamente contenido, ya no puede morir, ya no
"profunda remodelación" de la verdad histórica, desemboca en la puede ser asesinado. Este padre transgredido, infiel a su pro-
presentación de un Moisés perdonado. Si, en efecto, Moisés no pia imagen, ¿no hace rondar sobre el psicoanálisis la sombra
destruyó las tablas, si ... Todas las conjeturas son posibles, y por de un padre cuyo poder se sostendría en la imposibilidad de
ser asesinado? Y de hecho, ¿no es dicho padre -el Moisés de
16
El Moisés de Miguel Ángel, op. cit., p. 232.
17
Moisés y la religión monoteísta, op. cit., p. 42. 18 El Moisés de Migue/Ángel, op. cit., pp. 237-238.

46 47
Miguel Ángel- finalmente más fiel al monoteísmo judío que así, en todo lo posible, capaz de producir y de gozar" 19 • Esta
el presentado en Moisés y la religión monoteísta? El dios judío "formación" no impide que el analista "respete la especificidad
es un dios viviente. El judaísmo no es un pensamiento de la del paciente, no procura remodelarlo según sus ideales persona-
muerte de Dios. Y esta posibilidad de un cumplimiento ju- les - los del médico" 20 • Este extraño modelado respetuoso de la
daico de la figura de Moisés por parte de Miguel Ángel es identidad, esta cirugía plástica psíquica, ¿no apelan para poder
vertiginosa, como si en cierto sentido Freud reparase de ante- funcionar a dos figuras del padre, uno muerto y otro que no
mano el ultraje de sus tesis (la tesis de los judíos deicidas que consigue morir? ¿Uno que decide, otro que esculpe anulándose
acompaña a la de los musulmanes deicidas). Dar muerte a a sí mismo, permaneciendo sentado? Este descalabro entre dos
Moisés en la piedra para que no muera, elevarlo psíquicamen- lógicas, que permite poner en escena la figura masculina del
te para que se vuelva lo que es, cumple su identidad destinán- analista entre dos versiones de Moisés, quizá sería fundamental
dolo a ser irreconocible por siempre, otro por siempre. para comprender el fenómeno de la trans-sexualidad.
¿!:'Jo es eso admitir al mismo tiempo que existe un porve-
nir del Edipo? ¿Otra historia posible con el padre? ¿Con la ley?
¿Qué tendría que ver con lo que, en el dios muerto, resiste para
siempre a la muerte de dios, y con ello a la muerte del padre?
¿Qué resiste también a lo religioso?
Esta idea de un padre que no es inmortal sino que se
encuentra en la imposibilidad de morir, lo cual no es lo mismo,
nos parece una ilustración -apenas bosquejada, y a pesar de todo
nítida- del psicoanalista, tanto de su estatuto como de su tarea.
Este padre extraño a sí mismo sería quien, bajo la figura del
analista, se le aparece al paciente en la transferencia. Freud con-
fiesa, al inicio de su ensayo El Moisés de Miguel Ángel, que está
más fascinado por la escultura que por las otras artes. Y en "Psi-
coanálisis" y "Teoría de la libido", compara el trabajo del psicoa-
nalista con el trabajo del escultor. Hay que advertir que este
trabajo siempre es presentado como un trabajo de modificación
del sujeto hacia lo mejor. La escultura es siempre para Freud del
orden de una deformación que mejora, de un embellecimiento,
de una remodelación hacia lo mejor que, al mismo tiempo, no
trasviste al modelo. Ocurre lo mismo con el psicoanálisis. Se
trata, a partir de lo que el paciente es, de darle "la mejor forma-
19 Dos artículos de enciclopedia: "Psicoanálisis" y "Teoría de la libido", en Obras
ción que admitan sus disposiciones y capacidades y haciéndolo Completas, XVIII (1920-22), ed. cit., p. 246.
20
lbíd., p. 247.

48 49
Es imposible fijar el estatuto ontológico de la estructura y
eso, hablando propiamente, es lo fascinante de la estructura. Aun
cuando la mirada es por excelencia captación crítica, revelación y
producción de diferencias, esta mirada -pues una estructura es
siempre de alguna manera una mirada- inmoviliza, captura y
paraliza a la diferencia más fundamental, la diferencia ontológica.
Entiéndase por ello: el ente, el ser y su diferencia. La es-
tructura no es ninguno de los tres: ella no es un ente, es imposi-
ble encontrar en el mundo algo como una estructura; al mismo
tiempo, ella no es el ser, el ser no es una estructura. Sin duda y
paradójicamente, la no-entidad de la estructura es todavía dema-
siado cósica como para poder, así como el ser y con él, mantenerse
en retirada. Ni en el mundo ni fuera del mundo, la estructura
tampoco es una diferencia, ella es más bien un híbrido, una suer-
te de monstruo óntico-ontológico. Y más aún cuando lo que aca-
bo de enunciar puede perfectamente invertirse. Es decir, el ente,
el ser y su diferencia: la estructura dice los tres a la vez. N o hay
dificultad alguna en describir un ente en términos de estructura.
Incluso no importa cual, sea "Dios, mesa o WC.", según la céle-
bre afirmación de Michel Serres 1 . Tampoco hay dificultad en des-

* "Une différence d'écart", publicado originalmente en Revue Philosophique de la


France etde l'étranger, n°4, 2002, pp. 403-416.
1
Quien cita a La Fontaine (Fdbulas, IX, 6, 4), el que a su vez se inspira en Horacio
(Sdtiras, I, 8, 1). Cf. Michel Serres: "Y entonces, dado un contenido cultural-Dios,
mesa o WC.- un análisis es estructural (y sólo estructural) sólo cuando aparece ese
contenido como modelo" (Hermes l. La comunicación, Barcelona, Anthropos, 1996,
p. 36).

51
cribir la estructura misma como un ente, Dios, mesa o WC. La la sociología (el término, recordémoslo, es establecido por Dur-
estructura está estructurada a imagen y semejanza de lo que ella kheim en Las reglas del método sociológico, de 1895), ni mucho
misma estructura. Es así como la presenta Lévi-Strauss, por ana- menos de la lingüística. El término Struktur aparece ya desde sus
logía, como una nomenclatura o como un juego. En El pensa- primeros escritos dedicados a la lógica, especialmente en los Neu-
miento salvaje, por ejemplo, toma el fútbol, dándole así a la es- ere Forschungen über Logifi2 de 1912. La lógica es definida como la
tructura el tiempo de una comparación, el rostro de un ente in- ciencia de las estructuras o de las formas válidas de significación.
tramundano. Y la primera de estas formas o estructuras es la estructura del
Por otra parte, ¿es tan ilegítimo pensar al ser mismo si no juicio. Heidegger muestra, en su curso de 1925-1926 titulado
verdaderamente como estructura, al menos como origen mismo Logik. Die Frage nach der Wahrheit, que la tarea de la lógica tradi-
de toda estructura, como unidad originariamente sintética? ¿Qué cional, es decir, aristotélica, consiste en desprender la estructura
es la síntesis a priori, este "empalme" que Heidegger denomina fundamental del logos (Grundstruktur des Logos), la estructura de
"síntesis ontológica" en Kant y el problema de la metafísica~ sino la predicación. Heidegger la caracteriza también como "Als-Struk-
una estructura? Finalmente, en cuanto a la diferencia -sea que se tur-", estructura del "en tanto que" 3 . Por cierto, en Ser y tiempo la
la piense como Heidegger hace, como un "entre dos" más origina- "estructura'' está separada de esta acepción lógica, de la que sin
rio que lo que ella diferencia, o como Lévi-Strauss, como una "dis- embargo proviene. Sin duda, Heidegger no fue indiferente a la
tancia significativa"-, ¿ella no exige el recurso a la estructura como fortuna que el concepto de estructura comenzaba a experimentar
su condición esencial de inteligibilidad, es decir, de hecho, como en las ciencias humanas. No pudo ignorar tampoco el adveni-
lo que revela su modo de ser? miento y luego el triunfo del estructuralismo, aunque ello se haya
Aquí quisiera interrogar el irreductible mestizaje ontoló- debido a su amistad con Lacan. Lo cierto es que Heidegger jamás
gico del concepto de estructura, mostrando que quizás, en el fon- habló ni se dio el trabajo de precisar su propia comprensión de la
do, este concepto nunca ha designado otra cosa más que la impo- estructura en relación con aquella de los "estructuralistas". Sólo
sibilidad de repartir simplemente entre el ser y el ente, de repartir una veintena de años separan la publicación de Ser y tiempo de
simplemente, al mismo tiempo, entre la analítica existencial y las aquella de las primeras obras de Lévi-Strauss: 1948 para La vida
ciencias humanas. Intentaré poner en evidencia el carácter onto- familiar y social de los Indios Nambikwara, 1949 para Las estructu-
lógicamente híbrido del concepto de estructura creando otro cru- ras fundamentales del parentesco. En cuanto a la Antropología es-
zamiento, produciendo otra hibridación bajo la forma de una tructural, sabemos que agrupa textos que se escalonan de 1945 a
confrontación entre Heidegger y Lévi-Strauss. Se trata, en efecto, 1954. Sin embargo, no hay ninguna relación entre los dos auto-
de un extraño acoplamiento y no sé si es preciso o no reconocerlo res, ningún intercambio. Es apasionante poner en evidencia con
como monstruoso o contranatural. Para darle lugar, me apoyaré posterioridad lo que, extrañamente, no puede aparecer sino como
en cierta tradición filosófica francesa que ha descubierto a ambos puntos de pasaje -incluso si éstos son al mismo tiempo puntos de
autores de manera conjunta. ruptura- entre el concepto heideggeriano y el concepto estructu-
En Ser y tiempo, como sabemos, Heidegger hace un uso
constante del concepto de estructura. ¿De dónde viene éste? Cier- 2 Gesamtausgabe, Francfort, Klostermann, 1975 sq., t. l.
tamente Heidegger no lo toma prestado ni de la psicología ni de 3 GA 21, § 12.

52 53
ralista de estructura. Quisiera dedicarme aquí a dicha puesta en ra, anterior a la lógica, del Verhalten, del "comportamiento" (.. .)" 6 .
evidencia. Mi discurso intentará respetar, a medida que lo sitúa, Este comportamiento -es decir, el conjunto de todos los compor-
su propio imperativo metodológico: mantenerse en el entre-dos tamientos de la vida humana- se hizo posible gracias al carácter
del "círculo hermenéutico" y del "bricolage". "aperiente", pre-lógico, que caracteriza a la estructura ontológica
La presencia de la "estructura" en el léxico de Ser y tiempo del Dasein.
no es, evidentemente, ni marginal ni adventicia. La estructura ata- Los § 3 9-41 de Ser y tiempo van a precisar esta significa-
ñe a lo esencial, es decir, al ser. Más exactamente, a ese ente que ción ontológica sacando a la luz, en tres momentos, la unidad de
tiene una comprensión de su ser, el Dasein. El Dasein, por otro los existenciales. Primer nombre dado a esta unidad: el estar-en-
lado, no es más que una estructura. El § 39 se titula "La pregunta el-mundo. Segundo nombre: el cuidado, "fenómeno unitario"
por la totalidad originaria del todo estructural del Dasein" (die vuelto de algún modo visible por el primero 7 . Y finalmente, el
Ganzheit des Strukturganzen des Daseinsf Lo que se comprende en cuidado se ve él mismo conducido hacia una última unidad, la
dos niveles que coinciden y se interpenetran. En primer lugar, cuan- temporeidad. "En la primera determinación de esta trama estruc-
do presenta en el § 9 la tarea y la intención de la analítica existen- tural, se hizo ver que, con respecto a la articulación de esta estruc-
cial, Heidegger muestra que ésta no tiene por objeto estudiar ónti- tura (gegliederte Struktur), era necesario llevar aún más atrás la pre-
camente el comportamiento individual sino explicitar temáticamen- gunta ontológica, hasta poner al descubierto la unidad integra-
te la "estructura ontológica del Dasein". En segundo lugar, al de- dora de esta multiplicidad estructural (Strukturmannigfoltigkeit).
terminar esta última como "estructura de existencia (Existenzstruk- La unidad originaria de la estructura es la temporeidad" 8 .
tur), Heidegger saca a la luz en el mismo parágrafo esas "categorías" Sea la estructura ontológica del Dasein como estructura
de existencia que son los "existenciales". Ahora bien, los existencia- de existencia, o bien la estructura como unidad o articulación de
les son ellos mismos estructuras; estas estructuras, dice Heidegger, estructuras, es decir, de existenciales o modos de ser fundamenta-
están "fuertemente marcadas" en la medida en que ellas son preci- les, ¿por qué todo el recorrido de Ser y tiempo se orienta según la
samente "determinaciones ontológicas" 5. Los existenciales, enten- puesta en evidencia de una unidad estructural siempre más eleva-
didos como estructuras o "momentos estructurales", características da, verdaderamente originaria? Este movimiento obedece, entre
fundamentales del Dasein, son la existencialidad, la facticidad y la otros motivos, a la necesidad de desviar la estructura de esta signi-
condición de arrojado (caída). ficación de la cual Heidegger dice que es su significación óntica.
¿Qué relación hay entre la comprensión existencial y la Esta significación óntica es la de ensamblaje, agenciamiento, ar-
comprensión lógica de la estructura? En su curso de 1925-1926, mazón, composición e incluso máquina.
Heidegger mostró que la estructura del "en tanto que", la estruc- El Dasein es un todo, no un agregado ni un ensamblaje: el
tura de la predicación que Aristóteles tiene por fundamental, en
realidad no es originaria. Ella remite a un "zócalo significante (... ) 6 Jean Fran"ois Courtine, '"Les recherches logiques' de Martin Heidegger, de la
théorie du jugemenra la verité del' etre", en Heidegger 1919-1929. De l'herméneutique
anterior a la discursividad del lenguaje. [Ella] pertenece a la esfe- de la focticité ala metaphysique du Dasein, París, Vrin, 1996, pp. 7-31; p. 25. El curso
de 1925-1926, publicado bajo el título Logik. Die Frage nache der Wt:lhrheit, consti-
Sein und Zeit, GA 2. L~ traducción española utilizada aquí es de Jorge Eduardo
4
tuye el t. 21 de la GA.
;uvera, Ser Y tzempo, Sannago de Chile, Editorial Universitaria, 1997, p. 203 y ss. 7 Ser y tiempo, § 12.
8 Jbíd., § 65, p. 344.
Jbíd, § 9, p. 69.

54 55
estar-en-el-mundo, afirma Heidegger, "es una estructura originaria logía- cuando enuncia este segundo significado. "El ser del Da-
Y constantemente total". Por cierto, hay que insistir en el carácter sein, precisa Heidegger, no ha de ser deducido de una idea del
relacional y no sustancial de los momentos m-originarios constitu- hombre" y la estructura aquí buscada no puede, en ningún caso,
tivos de la totalidad: cada uno toma sentido sólo en y por su rela- resultar de una indagación "centrada en el ente interior al mun-
ción con los otros. Esto no impide que esta relación se despliegue do"13. Hay que recordar que, para Heidegger, "la analítica exis-
sin nunca quebrarse, desunirse ni espaciarse, al contrario de lo que tencial del Dasein está antes de toda psicología, de toda antropo-
según Heidegger puede ocurrir en un ensamblaje9• logía y, a fortiori, de toda biología'' 14 •
"¿Será posible captar en su totalidad este todo estructural Sin embargo, y es esto lo que inquieta, Heidegger afirma
( ... ) del Dasein?". La respuesta es clara: "Negativamente dicho: la muy claramente en otras partes, que ninguna de esas ciencias, ni
totalidad del todo estructural no puede ser alcanzada fenoménica- siquiera la lógica, movilizan directamente la significación óntica
mente por medio de un ensamblaje de elementos (durch ein Zu- de la estructura, simple ensamblaje o acumulación de piezas y
sammenbauen der Elernente). Este ensan1blaje requeriría un plano pedazos. En el § 1O titulado "Delimitación de la analítica del
arquitectónico (Bauplan) "10• De la misma manera que en su Sche- Dasein frente a la antropología, la psicología y la biología'', Hei-
lling (1936) distingue dos significados del concepto de sistema, uno degger da cuenta de los trabajos de Dilthey y de Scheler. De
"auténtico" -"un ensamble interior, que le da a la cosa su base y Dilthey menciona la "psicología como ciencia del espíritu" y de
apoyo"- y otro "inauténtico" -"un mero amontonamiento Scheler su "interpretación fenomenológica de la personalidad".
(Geschiebe) exterior"!!-, en Ser y tiempo el filósofo distingue dos Dice: "Las investigaciones de W Dilthey están animadas por la
significados de la estructura, que coinciden casi término a término constante pregunta por la "vida''. Dilthey intenta comprender las
con aquellos del sistema. Por una pa. te, la estructura como "una "vivencias" de esta vida en su contexto estructural y evolutivo par-
mirada completa que atraviesa este todo en busca de un fenómeno tiendo del todo de esta misma vida''. Heidegger agrega que la
originariamente unitario, que está presente en el todo y que funda "psicología como ciencia del espíritu (de Dilthey)" renuncia a
ontológicamente cada uno de los momentos de la estructura en su orientarse hacia elementos, átomos psíquicos y se niega a hacer de
posibilidad estructural" 12 • Y por otra, la estructura como simple la vida del alma un agregado de pedazos, apuntando más bien al
plano, como marco, como dispositivo destinado a ser concretado o "'todo de la vida' y las 'formas' que ella toma''. Vemos claramente
rellenado por un ensamblaje o un montón de piezas separables. que es la estructura en el sentido de enteridad, de un todo articu-
Se advierte que Heidegger hace implícitamente referencia lado, la que es requerida aquí, no la yuxtaposición. Lo mismo vale
a las ciencias humanas -en particular a la antropología y la etno- para Scheler: la persona, para él, se presenta como "ejecutora de
actos intencionales enlazados por la unidad de un sentido" 15 .
9
En los seminarios de Zollikon, Heidegger recuerda que la analítica existencial, tal Entonces tampoco hay ensamblaje. En cuanto a la biología, ¿ella
como la analítica trascendental kantiana, no consisten en una disolución o descom- no da también a los conceptos de "forma'' o de "estructura" de lo
posición de un todo en sus elementos. Ellas, por el contrario, intentan descubrir
una unidad originaria, llamada justamente unidad estructural. vivo el sentido de "totalidad organizada'', irreductible a una suma
10
Ser y tiempo, § 39, p. 204.
11
Martín Heidegger, Schelling y la libertad humana, tr. Alberto Rosales, Caracas, 13
Jbíd., p. 204.
Monte Avila Editores, 1996, p. 32. GA 42 (45). 14
Ibíd., p. 70.
12
Ser y tiempo, p. 204. 15 Ibíd., p. 73.

56 57
o a una compilación? Heidegger evidentemente lo reconoce cuando gica de la estructurao Esto no se debe a que ellas hagan un mal uso
cita a von Uexküll en Los conceptos fundamentales de la metafisica: del términoo Es así por ejemplo, que si el "aparato conceptual,
"El organismo (como "forma" animal permanente o estructura) quizás desmañado y tosco" de la etnología puede "contribuir po-
no sólo preserva su unidad específica, sino que se la da primor- sitivamente a un genuino realzamiento de las estructuras ontoló-
dialmente"160 gicas de los fenómenos", es porque la etnología "se mueve ya eoo)
Entonces, ¿por qué Heidegger descarta el sentido óntico en determinados conceptos previos e interpretaciones acerca de la
de la estructura y lo remite a campos de investigación o de cues- existencia humana en general" 17 0 Entonces, si la etnología es in-
tionamiento en los cuales, por otra parte, reconoce que dicho sen- capaz, tal como las otras ciencias o saberes regionales, de poner en
tido está ausente? evidencia de manera satisfactoria la totalidad del Dasein, su cons-
Propondré esta respuesta: el sentido óntico de la estructura titución de ser como un todo estructurado, no es porque ella haga
no tiene sentido algunoo No se le ocurre a nadieo Ni a los filósofos, uso, implícita o explícitamente, bajo ese nombre o bajo otro, de
ni a los biólogos, antropólogos o etnólogoso A nadieo Incluso tam- un concepto de estructura derivado, de una comprensión de la
poco al hombre de la calleo Ciertamente, existe un sentido vago, estructura como ensamblaje, sino porque ella permanecería ciega
corriente, de la palabra "estructura" o Pero todo el mundo entien- al zócalo ontológico de la nocióno
de la estructura, incluso vagamente, como la totalidad o la uni- A partir de lo anterior, si toda estructura, incluso "entita-
dad articuladas en un todoo Quien compra un automóvil al que tiva", remite siempre a una unidad originariamente sintética, si la
se le alaba, quizás por un abuso conceptual, su "estructura" -bien estructura no tiene sentido óntico, ¿por qué querer diferenciar su
se trate del chasís o del tipo de material del vehículo- no entien- sentido? ¿Por qué hacer funcionar una diferencia fáctica, más fác-
de jamás con la palabra "estructura" un simple agregado de áto- tica que el hecho de ser-ahí, puesto que incluso para el Dasein
moso En seguida piensa en la idea aproximada de una orgamza- más preocupado, el más caído, el menos resuelto, nunca nada es
ción, de un ritmo, de una síntesiso un simple ensamblaje, nada, salvo justamente lo que no es nada?
¿Qué rol juega entonces, en el pensamiento de Heidegger, ¿Por qué querer intentar des-solidarizar la significación auténtica
este sentido óntico o derivado que, de cierta manera, no existe y de la estructura de un falso amigo o más bien de un falso enemigo
no sirve para nada? que nada le opone?
Pues no sirve de nadao Heidegger muestra que si las cien- Una vez más, ¿de qué sirve en Ser y tiempo esta estructura
Cias antes enumeradas no pueden dar lugar a una comprensión finta-falsa-facticia que es el ensamblaje, que está perdida en el
auténtica del Dasein, que si su insuficiencia justifica la elabora- texto al modo de un significante flotante? Digamos provisional-
ción de una analítica existencial, es porque ellas no perciben las mente: ella esperao
bases ontológicas que sin embargo son las suyaso Dicho de otro En este punto de mi análisis llega el momento de volver-
modo, porque ellas, sin saberlo, requieren la significación ontoló- me hacia Lévi-Strausso En el momento de la redacción de su tra-
bajo sobre el parentesco, Lévi-Strauss tiene relación con dos con-
16
Les concepts fondamentaux de la métaphysiqueo Monde-finitude-solitude, trJL Daniel cepciones muy precisas de la noción de estructura: una que sentó
Panis, París, Gallimard, 1992, po 3430 (Existe traducción al castellano: Los conceptos
fimdamentales de la metaflsicao Mundo-finitud-soledad, Madrid, Alianza, 2007) V éa-
o

se también CA 29-30, po 3280 17 Ser y tiempo, § 11, po 760

58 59
cátedra en su disciplina, la noción de estructura social desarrolla- cesidad y acontecimiento, como búsqueda del punto de impacto
da por los antropólogos anglosajones y especialmente por Radcli- entre la forma y el fenómeno 22 .
ffe-Brown; la otra, cuyo descubrimiento es para él reciente, pro- Es inútil insistir más en la evidente solidaridad de los ele-
viene de la lingüística y la descubre a través de la enseñanza de mentos que forman la estructura. Me dedicaré más bien a aislar la
Jakobson y de la lectura de Saussure y Trubetzkoy. La originali- manera en la que Lévi-Strauss piensa la articulación que preside a
dad del recorrido de Lévi-Strauss consiste en el lazo que establece esta solidaridad. Al confrontar la comprensión heideggeriana de
entre las dos concepciones, lo que al mismo tiempo le permite la Gliederung con aquella de la articulación estructural intentaré
elaborar una aproximación totalmente nueva del concepto. dar cuenta de la significación óntico facticia de la estructura que
¿Es preciso recordar que en Lévi-Strauss, quizás más clara- duerme, suspendida, en Ser y tiempo. En Heidegger se trata de
mente que en cualquier otro, la estructura no designa nunca un pensar a la vez la diferencia ,-diferencia entre los existenciales- y la
simple ensamblaje de elementos? En primer lugar porque como unidad, es decir el fenómeno originario que permite desplegarse a
lo dice la Antropología estructural "desde un punto de vista es- los diferentes momemos. La G!iederung es así inseparable de la
tructuralista ( ... ), la noción de estructura no depende de una Struktur, ella aparece en cierto sentido como su sinónimo. Enten-
definición inductiva, fundada en la comparación y la abstracción demos, en la Gliederung, a la vez el todo y la diferencia de los
de los elementos comunes. ( ... ) O bien el término de estructura miembros. Por este hecho, y sea lo que diga Heidegger, la articu-
social no tiene sentido, o bien este sentido mismo posee ya una lación tiene que entenderse aquí en un sentido cuasi fisiológico.
18
estructura" . El término estructura es él mismo una unidad 0 La determinación propiamente estructuralista de la articulación
una totalidad articulada. En segundo lugar, porque la estructura en cuanto tal -si compromete también una relación necesaria-
"no se puede aprehender directamente en la realidad concreta" 19. mente complementaria entre unidad y diferencia- nada debe, lo
Al no ser intramundana, la estructura no puede ser asimilada en- sabemos, a la metáfora de los miembros o del conjunto de miem-
tonces a un plan de montaje. En tercer lugar, porque las relacio- bros. La articulación es un concepto ofrecido por la lingüística al
nes entre los diferentes términos de una estructura no son "fron- estructuralismo. Si se trata aquí también de designar un tipo de
teras rígidas" sino "umbrales" que prohíben toda parcelación 0 relación entre los términos que haga primar la existencia misma
20
dislocación . En un texto dedicado al pensamiento de Lévi- de los términos, dicha relación, para ser sistemática, no descansa
Strauss, Jean Pouillon caracteriza la estructura en los siguientes en ningún fenómeno unitario. Lo elemental en lingüística, lo ele-
términos: un "sistema de diferencias que no conduce ni a su sim- mental de la estructura social o de las estructuras de parentesco es
ple yuxtaposición ni a su borradura artificial" 21 . Finalmente, por- la distancia. La lengua es un sistema, es decir, una totalidad arti-
que ella se mantiene como un punto de equilibrio, tal como afir- culada, pero esta articulación no es otra cosa que la determina-
ma Lévi-Strauss al comienzo de El pensamiento salvaje, entre ne- ción regulada de espaciamientos entre unidades distintivas o slg-
nificantes23.

:: Lévi-Strauss, Antropofagia estructural, Paidós, Barcelona, 1987, p. 300.


!bid, p. 324. 22
Lévi-Strauss, Elpensamiento salvaje, México, Fondo de Cultura Económica, 1964.
20
!bid., p. 317. 23
Como lo declara Saussure: "En latín articulus significa 'miembro, parte, subdivi-
21
El texto de Jean Pouillon 'TOeuvre de Claude Lévi-Strauss", aparecido en Les sión en una serie de cosas'; en el lenguaje, la articulación puede designar o bien la
Temps modernes, julio 1956, está citado en Antropología estructural, ed. cit. p. 349. subdivisión de la cadena hablada en sílabas, o bien la subdivisión de la cadena de

60 61
Lévi-Strauss hace de la distancia un concepto fundamental no es más que una distancia. Hay distancia, es todo, "esta distan-
del método estructuralista. Citemos dos casos en los que aparece cia, como dice Foucault en Las palabras y las cosas, ínfima pero
este término en la Antropología estructural: en primer lugar, "llama- invencible, que resi de en e1 'y"'27 . po demos citar
. tamb"'
1en, en este
mos cultura a todo conjunto etnográfico que desde el punto de punto, la Lógica del sentido de Deleuze. "El sentido resulta efecti-
vista de la prospección presenta, con relación a otros conjuntos, vamente producido por [la] circulación [circulación entre las dis-
distancias significativas (. .. ) El objeto último de las investigaciones tancias, hecha posible por la distancias mismas] (. .. ). En una
estructurales (es el conjunto de) las constantes ligadas a estas distan- palabra, el sentido es siempre un eficto. No solamente un efecto
cias ... "24 . En segundo lugar, "como en lingüística, el objeto propio en el sentido causal; sino un efecto en el sentido de "efecto ópti-
de la etnología lo constituyen estas distancias diferenciales"25. co", "efecto sonoro" o, mejor aún, efecto de superficie, efecto de
Todo el asunto consiste entonces en saber si diferencia y dis- posición, efecto de lenguaje" 28 • Lo que Heidegger, precisamente,
tancia tienen la misma significación, si Heidegger habría podido ha- jamás diría del sentido del ser...
blar tanto de distancia ontológica como de diferencia ontológica. Se Así, sustituyendo la distancia a la diferencia, el estructura-
trata de medir la diferencia o la distancia entre la diferencia y la lismo tiende a invalidar, de alguna manera, la diferencia ontológica
distancia. Me parece que Heidegger nunca habría podido em- considerada como su basamento inadvertido. La distancia diferen-
plear el término "distancia'' para designar la diferencia entre los cial no tiene morada ontológica, es ontológicamente híbrida o
existenciales. Ciertamente, en Das Wesen der Sprache (1957-1958), monstruosa. Fuera de la vecindad, también está fuera de la diferen-
al momento de caracterizar el "rasgo aperiente" que signa la "ve- cia aun cuando opera como diferencia pura, es decir, para retomar
cindad" entre poesía y filosofía, emplea el término "distancia'' (Au- un término de Saussure, como diferencia "inmotivada''.
seinander). Poesía y filosofía, declara Heidegger, "se distancian una Ahora es posible volver a nuestro ensamblaje en espera, al
26
de otra con toda amplitud" • Pero esta distancia no es de la mis- falso amigo o falso enemigo de la estructura concebida como pie-
ma naturaleza de aquella o aquellas que forman y regulan los in- za montada. Todo sucede como si, por esta finta o este falso senti-
tervalos entre los elementos de la lengua o las relaciones entre do, Heidegger conjugara por adelantado aquello en lo que la dife-
parientes al interior del círculo sociaL Tales elementos, tanto para rencia se iba a convertir: una pura distancia, una distancia pura y
el lingüista como para el etnólogo, no son propiamente hablan- simple. Ciertamente, he insistido sobre este punto: el sistema de
do, "vecinos"; el juego ontológico de su proximidad y de su aleja- las distancias diferenciales no es, para el estructuralismo, un mar-
miento no está en cuestión. Simplemente porque una distancia co formal donde vienen a acumularse o a amontonarse elementos.
Sin embargo, parece que Heidegger se defiende por adelantado
significaciones en unidades significativas; esté sentido es el que los alemanes dan a
su gegliederte Sprache" {Curso de Lingüística General, Buenos Aires, Losada, 1971, p. contra cierta interpretación de la diferencia, inadmisible para él,
52).
24 que hace de la diferencia una distancia y confunde así el rasgo
Antropología estructural, p. 316. Hemos optado por modificar el término escogido
por el traductor al español para la palabra francesa écart, prefiriendo el término donante del ser y del ente. Sin cesar, en los textos posteriores a Ser
"distancia'' a "variación", para favorecer la comprensión del texto que aquí presen-
tamos. {N de los T)
25
lbíd, p. 343. 27 Michel Foucault, Las palabras )'las cosas, tr. Elsa Cecilia Frost, Buenos Aires, Siglo
26
Martin Heidegger, Le déploiement de la paro le enAcheminement vers la paro le, tr.fr. XXI, 1968, p. 333, modiftcada {N de los T).
Fran<;:ois Fédier, París, Gallimard, 1976, p. 180. Existe versión al castellano: De 28 Gilles Deleuze, Lógica del sentido, tr. Miguel Morey, Barcelona, Paidós, 1994, pp.

camino al habla, tr. Yves Zimmermann, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1990. 88-89.

62 63
y tiempo, Heidegger se ensaña contra la lingüística denunciándola dos modos, sería posible inquietar, a la vez, este concepto de meta-
como un factor de instrumentalización del lenguaje. Sin cesar, física del tiempo como simple ensamblaje o marco, mostrando que
denunciará la significación mecánica, maquínica, que según él las éste no corresponde quizás tampoco a nada, que jamás el tiempo ha
ciencias humanas confieren al hombre, a su mundo y a su decir. sido comprendido así, y que, como dice Derrida, quizás no hay
El ensamblaje, la estructura pensada como construcción formal y tiempo vulgar o lo que es lo mismo, "¿y si no hubiera otro concepto
cáscara vacía, pese a no corresponder a ningún referente real, no del tiempo que e1 que H et'degger denomma
. 'vu1gar'?"30
. ·
por ello deja de tener un rol: de cierta manera, sirve a Heidegger Ahora hay que ver, en cambio, que si la distancia confun-
como escudo anticipatorio opuesto al porvenir estructural de la de e inquieta la diferencia ontológica, es también y precisamente
diferencia. Hay que notar, en efecto, que en Francia, autores como por el hecho de su propio alcance ontológico. Sea lo que diga
Deleuze, Foucault y Derrida, por no citar más que a ellos, leen a Lévi-Strauss, quien en particular en las páginas que abren Tristes
Heidegger e interpretan la diferencia ontológica con la ayuda de Trópicos desmarca explícitamente su camino de pensamiento y de
los útiles hermenéuticos elaborados por el estructuralismo, espe- experiencia de aquel de la filosofía y de la metafísica, la determi-
cialmente con la ayuda del concepto de distancia. La "diferancia" nación propiamente estructuralista de la estructura tiene un al-
nació precisamente del encuentro entre diferencia y distancia. cance existe~cial indiscutible. Como he señalado al comienzo de
Espaciamiento y temporalización son más originarios que la dife- este texto, las cosas pueden perfectamente invertirse. Despojar a
rencia entre el ser y el ente. la estructura de significación ontológica es un gesto cuyo sentido
¿Heidegger habrá presentido que de alguna manera le era es ontológico.
preciso garantizar la estructura contra el estructuralismo, proteger La comprensión estructuralista de la estructura es apertu-
la estructura contra sí misma, devaluar la distancia reduciéndola al ra de una cierta mirada sobre la finitud que radicaliza el ser-para-
vacío intersticial, a la nada intervalar que separa sin más los átomos la-muerte. Ella lo exhibe -no vacilo en usar esta fórmula- como
de un agregado? Siempre que para él la articulación, Gliederung, no una moneda de cambio. Quizás no es suficiente afirmar que el
sea un distanciamiento. Conviene, por supuesto, reconducir este Dasein es un todo estructurado. Hay que mostrar todavía que la
pensamiento de la articulación al fenómeno verdaderamente unita- relación que une este todo con los otros, es decir, con los otros
rio que precede a su unidad: la temporalidad. Se me podría objetar, Dasein, está ella misma estructurada. Estructurada por el inter-
en efecto, que la significación óntica de la estructura, sin duda al- cambio, en efecto, o por aquello que Lévi-Strauss llama la· comu-
guna, tiene un sentido en Heidegger, desde que está ha gobernado, . nicación. Las distancias diferenciales hacen posible, en una co-
según él, la comprensión metafísica del tiempo como tiempo cos- munidad, una economía en el seno de la cual cada término no
mológico, pura sucesión de ahoras nivelados. Además, Heidegger existe, de un modo u otro, sino en función de su intercambiabili-
precisa en el curso de 1925-1926, Logik, y contra dicha compren- dad. Ser finito es ser intercambiable, es decir, poder y deber cir-
sión, que el tiempo no opera (fungiert) rahmenmassig -como un cular. "En toda sociedad, declara Lévi-Strauss, la comunicación
marco-, sino más bien y justamente, strukturméissig, como una es- opera en tres niveles diferentes por lo menos: comunicación de
29
tructura, unidad desplegada y articulada de los éxtasis • De to- mujeres; comunicación de bienes y servicios; comunicación de

29
GA 21, p. 409. 30 Jacques Derrida, Aporías, tr. Cristina de Peretti, Barcelona, Paidós, 1998, P· 33.

64 65
mensajes. En consecuencia, el estudio del sistema de parentesco,
episteme moderna y en su aguda punta estructuralísta lo que él
del sistema económico y del sistema lingüístico ofrece ciertas ana-
denomina, de manera extremadamente inquietante, una "analí-
logías. Los tres dependen del mismo método: difieren solamente
tica de la finitud" 32 .
por el nivel estratégico en que cada uno se coloca, en el seno de un
A lo largo de todo este artículo, perseguí ese punto donde,
universo común. Se podría inclusive agregar que las reglas de pa-
una vez destruida la barrera de la significación facticia de la estruc-
rentesco y de matrimonio definen un cuarto tipo de comunica-
tura como ensamblaje, analítica existencial y estructuralismo pue-
ción: la de los genes y de los fenotipos. La cultura no consiste
den ser realmente confrontados, provocando, esta confrontación, y
solamente, entonces, en formas de comunicación que le son pro-
precisamente su deconstrucción. Por una parte, la consideración
pias (corno el lenguaje), sino también -y tal vez sobre todo- en
estructuralista de la articulación y de la distancia no puede seguir
"reglas" aplicables a toda clase de "juegos de comunicación", ya se
estando circunscrita, como lo dice Derrida en De la gramatología, a
desarrollen éstos en el plano de la naturaleza o de la cultura" 31 •
los límites de una "ciencia óntica" u "onto1ogu
' regwn
. al'J , "segun e1 1

Uno siempre se podrá mostrar escandalizado por tales afir-


modelo de las preguntas heideggerianas, tal corno funciona poten-
maciones, clasificarlas sin más entre las banalidades y los delirios
temente desde el comienzo de Sein und Zeit"33 . La "estructura es-
ónticas producidos por las ciencias humanas. Sólo queda que el
tructuralista" se ve, por el hecho de esta confrontación y porque
estructuralismo exhiba de alguna manera, aunque sea pese a él,
ella híbrida la diferencia, ontológicamente desenclavada. En cam-
algo así como una duplicación, un reverso de la diferencia ontoló-
bio, conducida hacia (y no reconducida a) su significación y su
gica. Duplicación y reverso que no son ni ónticos ni ontológicos,
alcance ontológico, es decir hacia una "analítica de la finitud", la
siendo los dos a la vez. Esta duplicación, este reverso, son aquellos
"estructura estruturalista" pierde la ambición positivista, incluso
de la distancia, distancia pensada a fin de cuentas -ahí reside la
científica, que Lévi-Strauss pretendió conferirle.
originalidad del pensamiento de Lévi-Strauss en relación con la
¿Qué estructuras elementales del parentesco hay entre la
lingüística- corno norma de abertura, nebulosa de hábitos y de
analítica existencial y el estructuralismo, entre la diferencia Y la
intercambios (los bienes, las palabras, las mujeres) cuya persis-
distancia? Es demasiado tarde para preguntárselo. La estructura,
tencia está asegurada por dispositivos energéticos estables.
consagrada a la hibridación, es finita. La estructura es siempre Y
Se puede, con pleno derecho, considerar que el estructu-
necesariamente finita. Pero sabernos desde Heidegger que un fin
ralismo, en este sentido, empuja al límite a la analítica del Dasein
es una imposible posibilidad. Y una imposible posibilidad, lo
al levantar la censura que distancia o que diferencia la distancia de
sabemos desde Lévi-Strauss, es otro nombre para una prohibi-
la diferencia y arroja al Dasein, quizás más violentamente que la
ción. ¿Con qué fin finaliza la estructura? ¿Es preciso, para respon-
Geworfinheit, en la economía de mercado existencial, cuyo movi-
der a dicha pregunta, desplegar dos analíticas distintas de la fini-
miento perpetuo ni siquiera es abolido por la irremplazabilidad
tud? ¿Mantener que la diferencia ontológica y la prohibición del
ante la muerte.
incesto acaban cada una por su lado? ¿Resulta vano querer ensam-
Foucault no se equivocó respecto a esto, en el capítulo
blarlas como en una construcción formal? ¿O por el contrario, se
de conclusión de su obra Las palabras y las cosas, al ver en la
Foucau!t, Las palabras y las cosas, ed. cit., p. 302 y ss.
32 . .
31
Antropología estructural pp. 317-318. Jacques Derrida, De la gramatología, tr. Osear del Barco, Buenos Aires, S1glo XXI,
33

1971, p. 29 ..
66
67
dan la una a la otra fundamentalmente al intercambiar sus ense-
"Un ojo al borde del discurso"*
ñanzas? En su totalidad estructurada y según todas las sutilezas
de su articulación, la cuestión no termina.

"Si examinamos la etimología, nos damos cuenta de que, para


designar la visión orientada, la lengua francesa recurre a la palabra
regard, cuya raíz no designa primitivamente el acto de ver, sino
más bien la espera, el cuidado, la guardia, la consideración, la
salvaguardia, por influjo de esta insistencia que expresa el prefijo
de reiteración o de inversión. Regarder (mirar) es un movimiento
que pretende volver a tomar bajo guardia o custodia':
Jean Starobinski 1

Me propongo hablar de un extraño estado de la visión:


la visión del pensamiento. ¿Qué es ver un pensamiento? ¿Ver ve-
nir un pensamiento? ¿Asistir a su emergencia, al momento en el
cual no es sino una promesa, un plan, un esbozo que ya tiene la
fuerza suficiente para vivir? ¿Qué es ver antes de escribir, cuan-
do el pensamiento totalmente nuevo se deja captar sensible-
mente y sensualmente como un cuerpo? ¿Cómo aproximarse a
este extraño estado de la visión, semi-carnal, semi-inteligible,
que preside los tormentos de la obra e instala la presencia sus-
pendida del texto en el espacio?
Aquí mi interés estará centrado en el esquema del discur-
so, esquema que hay que entender según el significado célebre

* "'Un oeil a u bord du discours"', publicado originalmente en Études


phénoménologiques, 31-32, t. XVI, Louvain La Neuve, 2000, pp. 209-222.
1
Jean Starobinski, El ojo vivo, tr. Julián Mateo Mallorca, Valladolid, cuatro. edicio-
nes, 2002, p. lO.

68
69
que Kant le asignó: un "procedimiento universal de la imagina- desde entonces, encerrada en los límites del discurso y de la escri-
ción para suministrar a un concepto su propia imagen" 2 0
tura, sin un verdadero afuera? ¿Cómo se figura el pensamiento
Quisiera explorar, en efecto, el o los procesos por los cua- cuando lo figurable y lo pensable, para ser distintos entre sí, no
les un pensamiento, una idea, un motivo intelectual, se dejan por ello dejan de ser coalescentes~o
figurar antes de ser definitivamente puestos en formao Pero qui- Es necesario suponer que existe -tomo prestada esta bella
siera explorarlos, y eso es lo que constituye el segundo objeto del fórmula del libro de Jean-Fran~ois Lyotard, Discurso, Figura- "un
presente estudio, a partir de una fractura operada a lo largo de ojo al borde del discurso"o Este ojo no es el mío ni el vuestro, no
todo el siglo XX filosófico por pensadores que precisamente han es el ojo de un sujeto, en este caso, el de un sujeto que se vería
puesto en cuestión una determinada concepción de la relación pensar. Se trata del ojo del discurso mismo, de este dispositivo
entre la idea y lo sensible, entre la idealización y la escritura, o óptico que el lenguaje, en su estructura, hace llegar hasta su bor-
entre el concepto y el textoo de con el fin de que el hablar haga nacer la visibilidad de aquello
Filósofos franceses como Lyotard, Deleuze, Derrida, Lévi- de que se hablao El ojo que bordea el discurso ciertamente ve otra
nas, escritores como Blanchot, por no citar más que a ellos, han cosa que discurso, pero esta "otra cosa'' no es posible sino a partir
puesto en el centro de su trabajo la cuestión del espacio y del de una función del discursoo Otra manera de decir que el lengua-
tiempo del pensamiento, y por ende, de la sensibilidad de la idea, je abre y funda aquello de lo cual, demasiado a menudo, se cree
redefiniendo completamente la noción de visibilidad intelectuaL que él deriva: la referencialidado Una mirada está originariamente
Según la tradición filosófica, ver el pensamiento designa el acto inscrita en la palabra que destina uno al otro el decir y el vero Así
mismo de la contemplación en el sentido platónico de la theoria: como lo afirma Lyotard: "El lenguaje no es un medio homogé-
la idea, por definición, es lo que se deja ver como una imagen, neo, sino que escinde porque exterioriza lo sensible en un cara a
eidos, y el alma es el ojo que la aprehende, es decir, que la recibe cara'' 4 0

sin nunca inventarla, crearla ni formarlao En efecto la concepción La distancia que separa y acerca a la vez al lenguaje de aque-
tradicional del pensamiento define la visibilidad de éste a partir llo de lo que habla no es, pues, una distancia anterior al lenguaje,
de su trascendencia: la Idea es visible porque ella viene de otra no es la distancia pre-lingüística que regularía, fuera del lenguaje y
parte y se impone al espíritu como un fenómeno que le es preciso sin él, la relación de la palabra con la cosao Esta distancia se da con
acoger, interiorizar, hacer suyoo oel lenguaje, desde el origeno "El mundo es una función del lenguaje
¿Qué será de la posibilidad de ver el pensamiento cuando eo0), todá habla constituye lo que designa en mundo, en objeto
esta concepción de la trascendencia, que implica que el objeto espeso que hay que sintetizar, en símbolo por descifrar" 5 0

ideal le sea dado al intelecto desde fuera como su referente abso- Desde luego, no es que el lenguaje tenga el poder de ha-
luto, se ve radicalmente puesta en cuestión? ¿Qué ocurre cuando
la visibilidad del pensamiento ya no está ontológicamente garan- 3 Cf Coalescencia: del latín coalescere, "crecer con" oSoldadura de dos superficies de
tejidos en contacto (por ejemplo las paredes de una llaga)o Estado de partículas
tizada por la trascendencia del objeto y cuando la visión se ve,
líquidas en suspensión reunidas en gotitas más grandes oContracción de dos o más
elementos fónicos en uno soloo
4 Jean-Fran<;ois Lyotard, Discurso, Figura, te Josep Elías y Carlota Hesse, Barcelona,
2
Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, te Pedro Ribas, Madrid, Alfaguara, 1998, Gustavo Gili, 1979, po 32°
po 184o j Ibíd, po 96°

70 71
cer existir las cosas. Su carácter demiúrgico no es de ese orden. curso, en el sentido de la trascendencia evocada anteriormente,
Comienza más bien por hacerlas desaparecer, ya que hablar revela no deja de ser cierto que ella pese a todo constituye, en el discur-
la posibilidad de nombrar las cosas en su ausencia y al mismo so, lo otro del discurso, "una exterioridad que [el discurso] no
tiempo nombrar la ausencia misma. Hablar es perder. Pero poder puede interiorizar como significación'' 8 . Esta exterioridad que cons-
perder es también, en este caso, poder ver; poder ver lo que se tituye el espesor mismo de lo figura! es la extensión sensible, opa-
pierde, poder decir que se lo ve. La "función-mundo" del discurso ca, donde el pensamiento, en efecto, se forma. Lo figura! nunca se
que asegura la constancia y la posible evanescencia del mundo da como un simple significante, como el reflejo sensible de la
mismo es precisamente aquello que Lyotard entiende por esta idealidad. Él es, en su dependencia misma, autónomo en relación
"distancia donde se instala el ojo en el borde del discurso" 6
• con el discurso en la medida en que sólo es otro modo de ser de
Antes de convertirse en problema - ¿qué es ver un pensa- la idea.
miento? ¿Cómo se anuncia sensiblemente?- todavia es necesario Hay entonces una violencia originaria operando en el len-
dar otros elementos de análisis. Conviene notar en principio que guaje, que provoca la escisión irremisible, en el lenguaje mismo,
si el ojo que se instala al borde del discurso viene del discurso, ver entre discurso y figura, entre el sentido y lo sensible, entre idea y
un pensamiento designaría necesariamente una de las maneras en carne. Por consiguiente, cuando se pregunta lo que puede significar
las que el lenguaje se ve y se esquematiza a si mismo. La cuestión "ver un pensamiento", nos vemos conducidos a interrogar esta dis-
se convierte entonces en saber cómo -y se comprende todo el torsión entre lo decible y lo visible abierta como un desgarrón en la
sentido del titulo escogido por Lyotard, Discurso, Figura- el len- orilla del lenguaje y a sondear el poder de este ojo, que es lengua y
guaje puede hacerse a la vez discurso y figura, cómo puede desdo- mirada a la vez, sin ser una más que la otra. Ver un pensamiento
blarse en espacio lingüístico y en espacio figura!. surgir, estar al borde de la creación, mirar la figura de una nueva
Porque, insiste Lyotard, se trata de un desdoblamiento. idea necesariamente viene a redoblar el espectáculo originario del
Desde las primeras líneas de su libro, muestra que reconocer la lenguaje, a abrir dos veces el ojo intentando justamente localizar el
presencia de un ojo en el discurso no significa en absoluto que "lo ojo del discurso, intentado darle forma, la forma de un estilo, de
dado [sea] un texto", es decir, que el mundo sea un libro, reduc- una escritura, de un volumen. Es así que el arte en general, dice
tible a unidades lingüísticas que no habría más que descifrar. No. Lyotard, pasa "del interior del discurso a la figura'' 9 • "La figura artís-
Afirmar que el lenguaje hace visible eso mismo a lo que se refiere tica, añade Lyotard, es una deformación que impone otra forma a la
implica -ahi reside la función de este ojo extraño- que una hete- disposición de las unidades lingüísticas." Lyotard muestra que esta
rogeneidad esté dada de manera irreductible, que se puede lla- otra forma se declina al infinito en la pintura, la ficción, la poesía;
mar, si se quiere, una diferencia de naturaleza entre el discurso y pura energía "que pliega, que arruga el texto y lo convierte en una
la figura, entre el decir y la forma. Hay una necesaria manifesta- obra, una diferencia ( ... )" 10 •
ción espacial del lenguaje, pero éste, dice Lyotard, "no puede (... ) Si nos mantenemos en el juego de la idea en la escritura,
incorporarla sin estremecerse" 7 • Si la figura no está fuera del dis- preguntaremos ahora cómo el pensamiento puede figurar su pro-

8
lbíd.
6
lbíd, pp. 137-138. 9 !bid.
7
lbíd., p. 32. lO fbfd., p. 33.

72 73
pía mirada al considerarse a sí mismo. Deleuze, en Diferencia y fascinado, puede decirse que no percibe ningún objeto real, mn-
repetición, presenta esta figuración como una puesta en escena, es guna figura real, porque lo que ve no pertenece al mundo de la
decir, como una dramatización: el esquema, dice en términos sus- realidad sino al medio indeterminado de la fascinación" 12 •
tanciales, es una "dramatización de la Idea" cuya meta es "especi- Ver un pensamiento, de alguna manera quiere decir ver,
ficarla" y "encarnarla" 11
. figurar la ausencia, puesto que un pensamiento, dice Blanchot,
Ver un pensamiento es especificarlo en lo figural. Así como "nos remite ( ... ) a la ausencia como afirmación de sí misma" 13 • La
hay una distorsión irreductible en el lenguaje, entre discurso y idea, el proceso mismo del pensamiento no consiste entonces,
figura, hay una distorsión irreductible entre el pensamiento y su quizás, en otra cosa sino en esta materialización fascinante de la
forma. Es decir que entre los dos no hay ni especulación ni re- ausencia que da la impresión de que, cuando se piensa, alguien
flexión. Hay, por el contrario, ruptura de estaño, ruptura de re- está allí, que el ojo, al borde del discurso, ve la figura de alguien:
flexividad, hasta tal punto que el pensamiento, cuando se deja "Cuando estoy solo, no estoy solo, pero en este presente ya vuelvo
ver, se revela siempre irreconocible, incognoscible, tomando la a mí bajo la forma de Alguien. Alguien está allí, donde estoy solo.
forma de un extranjero cuya figura, aunque visible, no es un refle- Estoy solo porque pertenezco a ese tiempo muerto que no es mi
jo inmediatamente identificable. De ahí la angustia que suscita tiempo, ni el tuyo, ni el tiempo común, sino el tiempo de Al-
siempre y necesariamente la escritura. guien. Alguien es lo que todavía está presente cuando no hay
Ver un pensamiento es, a pesar de todo, hacer la prueba nadie" 14 . La idealización se impone como presencia, de la soledad
de un juego de espejos. Pero se trata de un espejo donde se des- en la soledad. Lo que vería el ojo al borde del discurso sería la
plaza rápidamente la relación entre el observador y lo observado. esencia misma de la soledad, a saber, la soledad fascinada por
Blanchot, en El espacio literario, caracteriza este desplazamiento estar cautivada por sí misma, y exclusivamente por sí misma. Al
como una entrada en el reino de la foscinación. Es cierto que cuando mismo tiempo, esta presencia, este alguien, son figuras paradóji-
el pensamiento se deja ver, es el ojo del discurso quien, entre cas del anonimato o de la impersonalidad. Ver el pensamiento
palabra y figura, se entrevé a sí mismo, pues se refleja. Pero preci- como alguien, es ver la ausencia en persona, es decir, no ver a
samente, dice Blanchot, "cuando nuestra propia mirada" se capta nadie, tocar los límites de lo figurable.
"en espejo", entonces "la visión no termina", "lo que se ve se apo- A partir de esto, esta disimetría especulativa, donde el ojo
dera de la vista y la hace interminable, ( ... ) la mirada se inmovi- no es remitido a algo, salvo a su propio espejismo, es decir, a la
liza en luz, [y] la luz es el resplandor absoluto de un ojo que no se imposibilidad misma de la figura -a la caricatura, diría Lévinas-,
ve, y que, sin embargo, no deja de ver", precisamente porque se esa disimetría, pues, provoca una inversión entre quien ve y lo
trata de "nuestra propia mirada en espejo". Este medio entre nues- visto. En el fondo, ¿quién nos garantiza que no es la idea quien
tro ojo y aquello que ve, es decir, todavía, entre nuestro ojo y nos mira en el momento mismo que la creemos ver? ¿Podríamos
nuestro ojo, es precisamente aquel de la fascinación. "Alguien está escribir sin sentirnos observados? Podríamos llamar "superyó" a

12
Maurice Blanchot, El espacio literario, tr. Anna Poca, Barcelona, Paidós, 1994, p.
11
Gilles ~eleuze, Diférencia ~repetición, tr. María Silvia Delpy y Hugo Beccacece, 26.
Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2002, p. 328. Se trata, precisa el autor, de una
13
Jbíd., p. 24.
14
"pura puesta en escena sin autor, sin actores y sin sujeto". Jbíd., p. 25.

74 75
esta función inquisidora del pensamiento. ¿Cómo podríamos te- Habría mucho que decir de este momento anterior al su-
ner ideas sin satisfacer las exigencias del ideal del yo? Podríamos jeto, de estos limbos de la identidad a los cuales la idea nos ata
entonces asignarle una función psíquica a este poder escrutador fijándonos. ¿Cómo no pensar en la infancia? Ver un pensamiento,
de la idea, gracias al cual el ojo del discurso se vuelca, de alguna ¿no es siempre sentirse infantilizado por él, es decir, sentirse des-
manera, contra su sujeto. Pero no es seguro que esta escena de enmascarado como aquello que jamás se ha dejado de ser, un niño?
espionaje se deje traducir tan fácilmente, esto por la razón esen- Y la idea, ¿no tiene siempre los ojos de nuestra madre? Blanchot:
cial de que ella desconstituye al sujeto en lugar de construirlo, "Tal vez el poder de la figura materna obtenga su resplandor del
introduciendo en el bucle narcisista lo cortante de una navaja que poder mismo de la fascinación, y podría decirse que si la Madre
amenaza con reventarle los ojos. ejerce esa atracción fascinante es porque aparece cuando el niño
La idea fija y por consiguiente desconstituye al sujeto. ¿Qué vive por completo bajo la mirada de la fascinación, porque con-
quiere decir esto? ¿Podríamos creer que la pregunta con la que se centra en ella todos los poderes del encantamiento. La madre es
partió, "¿qué es ver un pensamiento?", implica analizar el proceso fascinante porque el niño está fascinado, y también porque rodas
de un devenir, describir el movimiento de maduración de un pen- las impresiones de la primera edad tienen algo fijo que depende
samiento, indisociable de su figurabilidad? En realidad, todo ocu- de la fascinación" 16 .
rre como si el pensamiento, incluso en estado incipiente, fuese siem- El autor recuerda inmediatamente el lazo que une la fasci-
pre más maduro que nosotros -es por eso que nos fija- y que tuvie- nación de la infancia y la fascinación de la escritura: no por ser
ra además el poder de deformarnos, de desfigurarnos a medida que maternal, el rostro de la idea deja de ser impersonal: ''Alguien está
creemos modelarlo. Escrutados por la idea, nos defenderíamos ante fascinado, y hablando con exactitud, no ve eso que ve, pero eso lo
ella, encontrando por la actividad misma de pensar o de crear, una toca en una proximidad inmediata, se apodera de él y lo acapara,
suerte de estado liminar, embrionario, pre-subjetivo. En Difirencia aunque lo deje absolutamente a distancia. La fascinación está fun-
y repetición, Deleuze afirma: "Y es verdad que toda Idea hace de damentalmente ligada a la presencia neutra, impersonal, el Uno
nosotros larvas que han parido la identidad del Yo como la seme- indeterminado, el inmenso Alguien sin figura" 17 .
janza del yo. Lo que expresamos mal cuando se habla de regresión, La figura de la madre en la idea es siempre la fotografía de
de fijación o de detención del desarrollo. Pues no estamos fijados a una ausencia. Como mi madre, la idea me mira a partir de la posi-
un estado o a un momento, sino siempre fijados a una Idea como bilidad de su desaparición misma. Sin duda, siempre tenemos tan-
por el resplandor de una mirada, siempre fijados al movimiento en to miedo a perder una idea como a perder a nuestra madre.
vías de hacerse" 15 . La mirada fija de la idea no sería entonces sólo Quizás también porque, como una madre, la idea siem-
una mirada sino que enteramente un proceso de fijación, una vista pre corre el riesgo de ser decepcionada. Y una vez que nos senti-
captada en el devenir de aquel que piensa, vista que lo paralizaría mos tan cruelmente fijados por ella, al punto de regresar, de re-
momentáneamente en una identidad sin remitirle al mismo tiem- caer en la infancia, ¿no es acaso porque tenemos miedo de decep-
po la imagen de sí mismo, es decir, sin darle la posibilidad de decir cionar a nuestra idea, como tuvimos miedo de decepcionar a nues-
yo o Yo y menos todavía la posibilidad de decir superyó. 16
M. Blanchot, El espacio literario, ed. cit, p. 27.
17
Jbíd. (Modificamos la palabra "figura" que en la traducción aparece como "ros-
15 Diftrencia y repetición, ed. cit., pp. 329-330. tro". N. de los T.).

76 77
tra madre? Un pasaje de En busca del tiempo perdido me viene a la do él ya lo sabe todo?". Pregunta que manifiesta que si Dios me
memoria. El héroe está en Venecia con su madre. Ella lo espera en mira, yo no lo veo mirarme, y es por eso que me confieso ante él,
el hotel y lo ve venir desde el balcón cuando él vuelve de pasear. aquello por lo cual, en efecto, soy y sigo siendo un niño. Todo
Su rostro ansioso aparece detrás de las balaustradas de mármol proceso de imaginación de la escritura tomaría así la forma de esta
"de diversos colores", como enmarcado por una ventana, o más figuración enceguecida, de una figuración ciega que no ve aquello
precisamente por una ojiva. Y el héroe, viendo así a su madre que la fija al sentirse desnudada por una mirada. Toda confesión
verlo, se siente reconducido a la infancia, es decir, también a la supone que el Otro, que alguien sepa ya lo que voy a decir y que
imposibilidad de escribir. En los ojos de su madre hay ternura y él me empuje, de alguna manera por la espalda, a decirlo sin que
decepción a la vez. "En cuanto yo la llamaba desde la góndola me yo pueda darme vuelta. La idea me miraría por detrás, de espal-
enviaba, desde el fondo de su corazón, su amor, que no se detenía das. Toda conciencia, lo sabemos desde Hegel, está justamente
sino allí donde ya no encontraba materia para sostenerlo, en la constituida y desconstituida a la vez por esta vista a tergo. Com-
superficie de su mirada apasionada que acercaba a mí lo más po- prendemos entonces por qué Blanchot habla del escritor como de
sible ( ... )" 18 . Decepción: "Lo mismo diré de [la ventana] de nues- Orfeo, es decir, como de aquel que no debe darse vuelta. En la
tro hotel, delante de cuyas balaustradas me esperaba mi madre noche de los infiernos, la imposibilidad de darse vuelta, hace la
mirando el canal con una paciencia que quizá no hubiera tenido "distancia sensible". Al mismo tiempo, Orfeo es aquel que no
en Combray, donde, poniendo en mí esperanzas que después no puede no darse vuelta. Esencialmente falible, él cede precisamen-
se realizaron, no quería hacerme ver cuánto me quería. Ahora se te a la tentación de querer ver lo que le fascina, de querer figurar el
daba cuenta de que su frialdad aparente no hubiera conseguido ojo que lo ve, de querer enfrentarlo y muere por esa debilidad
nada, y el cariño que me prodigaba era como esos alimentos pro- especular.
hibidos que ya no se les niegan a los enfermos cuando es seguro Podemos afirmar que la tentativa de ver el pensamiento
19 desemboca en la figuración de un secreto. No podríamos escribir
que ya no pueden curarse" .

La idea nos fija duramente, con la crueldad de un amor sino a partir de un momento en el cual aquello que se posee como
decepcionado, crueldad sin la cual, sin embargo, sería imposible más propio -sus propias ideas, sus propios proyectos, etc. -de
escribir. Pues es imposible pensar sin sentirse desprovisto, es de- hecho se vuelve secreto, secreto para sí mismo. Secreto significa
cir, sin ser puesto al desnudo por una mirada. Y este arrebato, etimológicamente, hay que recordarlo, "separado", "retirado", "es-
esta captura del yo que lo despoja, depende también del hecho de condido de la vista". El secreto del ojo al borde del discurso, ese
que el sujeto niño no ve verdaderamente aquello que lo mira, al secreto que guarda celosamente dándole su forma, sería entonces
sentirse mirado por aquello mismo que intenta ver y figurar. En- lo que está, a la vez, más cerca y más lejos de aquel que intenta ver
tonces, el principio de toda escritura, tanto de su idealidad como el pensamiento o verse pensar. Derrida dedicó análisis esenciales a
de su figurabilidad, sería la confesión, cuya forma y paradoja Agustín esta problemática del secreto. Según él, el escritor o el pensador
pensó tan poderosamente: "¿Por qué confesarme ante Dios cuan- serían acarreados, puestos en movimiento, en curso, por el secreto
de su propio trabajo, desconocido e incognoscible para ellos.
18
Maree! Proust, En busca del tiempo perdido, V. 6 "La fugitiva", tr. Pedro Salinas y
Consuelo Berges, Madrid, Alianza, 1998. Escribir siempre correspondería entonces a divulgar y
19
Ibíd. guardar a la vez este secreto. A divulgarlo, puesto que no se puede

78 79
escribir sino bajo su dictado. A guardarlo, puesto que esta divul- otro, del Otro. Derrida pregunta "¿Cómo puede otro ver en mí,
gación no lo agota, no es susceptible de agotar el misterio de este en lo más secreto de mí, sin que yo mismo vea ahí y sin que yo
ojo que mira y que uno no ve. Mientras más se divulga el secreto, pueda verlo en mí? Y si el secreto de mí en cuanto que no se
vuelto manifiesto, más se guarda, al modo en el que un criminal o entrega más que al otro, a cualquier/radicalmente otro, a Dios, si
un sospechoso se sienten a salvo en la multitud, es decir, en la se quiere, es un secreto sobre el que no reflexionaré jamás, que no
publicidad. viviré ni conoceré, ni me reapropiaré nunca como mío, ¿qué sen-
Esta paradoja inherente al secreto, paradoja de hecho bien tido tiene decir que es "mi" secreto?" 21 • En efecto, si el ojo me
conocida, según la cual nunca se está mejor escondido que por lo inquiere con su mirada sin que yo pueda enfrentarlo, mi pensa-
visible, suscita inevitablemente una cuestión ética: aquella de la miento no me pertenece, no es mío. Al mismo tiempo, porque no
responsabilidad. Volvamos a empezar desde el imposible cara a es mío, porque pertenece al Otro, debo guardarlo como el mío,
cara entre el ojo al borde del discurso, que mira, y aquel que en cierto modo como un tesoro en tránsito, como si fuera preciso
intenta mirarlo con el fin de ver el pensamiento. Entre ellos, pues, que yo lo devuelva antes de partir, que yo lo entregue al Otro, es
no hay especulación, no hay reflexión. No veo nada. Sin embar- decir, que yo lo haga público. Ahí está mi responsabilidad.
go, es de esta no-visión, de esta imprevisión, podríamos decir, que Para terminar, y nuevamente, ¿qué es ver un pensamien-
nace la responsabilidad, es decir, la posibilidad de responder en to? ¿Cómo llamar a este embrión de forma, que existe sin existir,
sentido propio. Guardar y divulgar un secreto, es siempre res- que comienza a vivir y que lo escruta todo disimulándose? Como
ponder: responderle divulgándolo, responderle precisamente guar- sabemos, Lévinas llamó rostro a esta extraña presencia de la ausen-
dándolo como secreto. Intentar ver el pensamiento conduciría cia o del Otro. El significado que le da a este concepto permite
siempre a ver -en su invisibilidad misma- la estructura de la res- reunir los dos ejes que he desprendido a propósito de la visión del
ponsabilidad. Analizando la estructura de la compasión, Derrida pensamiento. Por una parte, es el ser hablante, en tanto que pien-
declara: "[Un ojo] me mira y yo no lo veo, y con esta mirada que sa, quien ve lo que piensa a partir de un ojo al borde del discurso.
me contempla se inicia mi responsabilidad. Entonces se instaura, Para Lévinas, como para Lyotard, el discurso hace ver y luego de
en efecto, o se descubre el "ello me mira/concierne", lo que me ese mismo modo se deja ver: "Mejor que la comprensión, el dis-
hace decir "es mi problema, mi quehacer"- que serán, sin embar- curso pone en relación con aquello que sigue siendo esencialmente
20
go, las mías [mis decisiones} y que deberé asumir solo" • trascendente", leemos en Totalidad e infinito22• El discurso saca al
"Eso me mira", pues. Esta mirada que me mira sin que yo pensamiento fuera de sí permitiéndole de esa manera verse a sí
sepa lo que ella ve, en el momento mismo en el que yo intento mismo. Al mismo tiempo, tirándolo fuera, el discurso se separa
verla, esta mirada es la mirada de la idea, en el doble sentido del del pensamiento de modo absoluto, cava entre él y lo que figura
genitivo. Idea mirada e. idea que mira. Esta mirada de la idea me la distancia de una diferencia irreductible: "La diferencia absolu-
hace responsable de ella en el momento mismo en el que me ta, inconcebible en términos de lógica formal, sólo se instaura por
irresponsabiliza, pues este ojo no es el mío sino siempre aquel de

Ibíd, p. 104.
21
20
Jacques Derrida, Dar la muerte, tL Cristina de Pererri y Paco Vidarte, Barcelona, Emmanuel Lévinas, Totalidad e infinito, tr, Daniel E. Guilliot Salamanca, Sígue-
22

Paidós, 2006, pp. 103-104. me, 2002, p. 208.

80 81
el lenguaje" El lenguaje lleva a cabo una relación entre los térmi- nificado de la forma. Para Lyotard, el rostro tal como lo define
nos que rompen la unidad de un género" 23
o El pensamiento se ve Lévinas carece de forma, aparece corno puro acontecimiento sin
entonces él mismo corno otro; por esta razón alcanza a ponerse a contorno y finalmente sin materialidad" Lévinas mismo lo dice en
distancia de sí mismo, corno si se objetivara" Pero a medida que se Totalidad e infinito, "el rostro (.o o) perfora la forma que, sin em-
separa así de sí mismo, se pierde" Su propia epifanía o manifesta- bargo, lo delimita'' 25 El rostro hace "estallar la forma'', es decir,
o

ción, es rostro" Su rostro, pero también de ese modo y necesaria- los contornos mismos de la figura y de la cara, que sin embargo
mente un rostro que lo inquiere con su mirada, que no es más el tenemos por sinónimos del rostro Si es justamente el rostro aquello
o

suyo, sino aquel del otro, aquel del Otro" El rostro aparece, y sin que ve el ojo del discurso cuando intenta mirar el pensamiento,
embargo no se le puede captaL Se manifiesta, y sin embargo, entonces puede suceder que no vea nada y que todo pensamiento
prohíbe el cara a cara y la simetría" Es fenómeno (sic), y sin em- termine por desvanecerse" Como dice Lyotard al comienzo de
bargo desborda toda imagen" Se niega a ser poseído" Escapa a mi Discurso, Figura, "Querer hacerse partidario del evento, el encar-
visión, y sin embargo me mira y me llama a la más alta responsa- gado del evento, es todavía un engaño ético" Pertenece a la dona-
bilidad" "Pero el Otro, absolutamente otro -Otro- [llama] a la ción despojarnos, no podemos encargarnos del despojamiento".
responsabilidad" 24 Esta estructura de visiblidad-invisibilidad,
0
En otros términos, no querer figurar, no querer tomar al Otro
concluye Lévinas, es la estructura misma de la ética" Para plantear bajo una forma corresponde también a fallarle.
mi cuestión, partí del desdoblamiento entre discurso y figura" ¿El ojo que ve al pensamiento ve una figura o un rostro?
Llegué a comprender su proximidad y su distancia en el seno del Partiendo de una única cuestión, desarrollándola por sí misma,
rostro. La respuesta a la pregunta de partida podría ser clara a fui conducida a plantear esta diferencia aparentemente irreconci-
partir de ahora: lo que ve el ojo del discurso, lo que él ve del liable entre los dos conceptos, si se trata aún de conceptos. El ojo
pensamiento es una cierta figura, es decir, un rostro. Una figura del pensamiento, ¿ve una forma o no puede ver algo sino a partir
compleja, que examina y mira con insistencia hasta desfigurar, de la explosión de toda forma?
que es alguien y que no es nadie, que soy yo y que es el otro, que No he hablado de lo que podría llamar, pretenciosamen-
es secreto y que es público, que se retira (a los infiernos, por ejem- te, mi propio pensamiento. Y no hablaré de éL No lo evoco sino
plo) y que sin embargo está en el mundo. Que llama a la respon- a propósito de la conclusión y en dos palabras" Trabajo sobre un
sabilidad. Figura como rostro de la alteridad" Pero, me pregunta- concepto que es el de plasticidad, que dice a la vez la formación de
ría para concluir, ¿figura y rostro designan lo mismo? He pasado la figura y la explosión de toda forma" ¿No es a él a quien habría
de uno a otro -discurso-figura, discurso-rostro- como si se llama- que recurrir para intentar pensar en conjunto figura y rostro, para
ran el uno al otro" Sin embargo, Lyotard enseguida desmarca, intentar ver el pensamiento captándose a sí mismo? La cuestión
desde el comienzo de su libro, el concepto de figura de aquel de está abierta, no respondo a ella, sin duda es demasiado temprano
rostro" Por su parte, Lévinas se toma el cuidado de distinguir ri- para eso. Apenas comienzo a poder mirarme pensar.
gurosamente entre figura y rostro" Lo que está en juego es el sig-

23
Ibíd.
24
Ibíd, po 2100 25
Ibíd, po 211.

82 83
La plasticidad en pena*

El trabajo de Georges Didi-Huberman y el mío comparten


actualmente una misma preocupación: responder a la llamada de
un motivo, un motivo extrañamente insistenle, aquel de la plastici-
dad. Me propongo caracterizar esta insistencia como un síntoma
conceptual Hoy están presentes los signos de que la plasticidad pide
acceder al concepto. Dicho de otro modo, pide acceder al estatuto de
condición de inteligibilidad. Quisiera señalar o advertir ese mo-
mento crítico en que un simple predicado -"plástico"-, de simples
sustantivos -"la plástica", "el plástico" o "el explosivo plástico [plas-
tic]"-, está de alguna manera en espera de estructura [en soujfrance de
structure}, exigiendo de la impronta genérica la "idad" de la "plasti-
cidad", que sella su comunidad, transformándose en punta, en es-
tilete ofensivo susceptible de forzar la puerta del pensamiento. En
la medida en que la plasticidad designa todo aquello que se relacio-
na con la emergencia de la forma en general, es extremadamente

*"La plasticité en souffrance", publicado originalmente en Sociétés & Représentations,


n° 20, Octubre 2005, pp. 31-39. El texto llevaba el siguiente encabezado: "El
presente texto procede de una intervención en el seminario de GeOFges Didi-
Huberman en la Escuela práctica de Altos Estudios (1998-1999) consagrada a la
obra de Julius von Schlosser, Histoire du portrait en cire (Macula, 1997), y de una
reflexión global sobre los formatos, tal como las actitudes "neo" nos permiten
imaginarlos. Aquí intento confrontar mis propias reflexiones sobre la plasticidad
con aquellas desarrolladas por Schlosser sobre el moldeado y en particular sobre la
materia de los exvotos en cera que reproducen un miembro enfermo, y que se
cuelgan en las iglesias para implorar la sanación. ¿De qué depende la cualidad
pldstica de un material, de un síntoma, de un sufrimiento? ¿Qué dice la forma,
sustituto y huella de un augurio? ¿En qué se convierte la huella de un pensamiento,
y por consiguiente, qué es lo que se juega en la inteligibilidad de esas formas?

85
interesante asistir a la emergencia de la forma de la plasticidad mis- Quisiera mostrar por mi parte que la plasticidad tiene
ma, a su metamorfosis en concepto. siempre, originariamente, un valor temporaL Por otro lado, el
Es de Georges Didi-Huberman de quien tomaré prestada, proceso plástico quizá no es más que el doble movimiento del
para caracterizar esta emergencia, la temática particularmente es- porvenir orgdnico del tiempo y del porvenir temporal de lo orgdnico.
clarecedora de la "situación votiva'', aunque permitiéndome despla- Ahora bien, precisamente este doble movimiento es aquello que,
zar y extender un poco sus contornos. Recuerdo un punto impor- según mi parecer, hoy pide ser reconocido conceptualmente, es
tante de su reflexión sobre la cera. La plasticidad de la cera no le este doble movimiento que consagra al concepto.
viene a ésta únicamente de su poder tanto de recibir como de dar la Desde luego no empleo al azar la expresión "consagra al
forma, de su doble virtud de maleabilidad y de información, sino concepto". Quisiera poner en evidencia el hecho de que aquello
de su aptitud para dar testimonio del síntoma, lo que evidente- que tiene lugar con la cera no es sino una manifestación particu-
mente es el caso cuando se miran los exvotos anatómicos. Didi- lar, una modalidad que abisma lo que tiene lugar con la plastici-
Huberman desplaza de este modo la definición tradicional de la dad. En efecto, todo sucede como si la plasticidad misma estuviese
plasticidad. La cera no sólo es la porta-impronta o la formación de en situación votiva. Como si ella, por un fabuloso moldeado de su
improntas: ella es capaz de hacer ver la impronta, no la impronta de propio síntoma, diese a leer su deseo de ser precisamente otra
algo de lo que ella no sería más que el mimo o el doble, como se la cosa que un juego de moldeado, su deseo de sanar como concepto
considera habitualmente, sino la pura abertura de la impronta o de y, a este respecto, decir el tiempo. La plasticidad se constituiría,
la huella; en este caso, la pura escritura del sufrimiento: de este modo, enteramente en exvoto de su porvenir e incluso,
quién sabe, del porvenir a secas.
El exvoto anatómico se presenta como un fragmento cercado a Esta apelación al concepto, o esta sintomatología, tienen
partir de los recortes del síntoma mismo. Su grandeza natural evidentemente toda una historia. Desglosaré tres momentos esen-
reviste frecuentemente el significado de una supervivencia o de
ciales de ella, que permiten bosquejar la genealogía de una crisis.
una imitación de protocolos de impronta; el órgano enfermo
El primero se juega en la lengua. Los otros dos, en la historia de la
está, todo lo posible, directamente moldeado para ser consagrado
con mayor precisión e intensidad aurática1. filosofía. Uno en Hegel, otro en la filosofía contemporánea. Lo
que evidentemente no implica, sobre todo, que el destino de la
La plasticidad de la cera depende entonces de su posibili- plasticidad sea exclusivamente filosófico.
dad inherente no sólo para moldear sino también para consagrar, Primer momento entonces: la lengua. Hay que señalar

es decir -es justamente a eso a lo que denomino trazado o escritu- primero que los significados corrientes de la plasticidad no han
ra- la posibilidad inherente de revelar lo que sin embargo es invi- dejado y no dejan de evolucionar, lo que de por sí ya es sintomá-
sible, la inscripción del tiempo en el síntoma, e incluso la entera tico. Permítanme recordar estos significados. "Plassein" en griego
inscripción del síntoma como economía temporal, pura articula- significa modelar. To plastes designa al modelador, to plasma de-
ción entre un estado de hecho, pasado o presente, y la espera signa al objeto modelado. La "plástica'' significa el arte de la ela-
abnegada de un porvenir, transformación o sanación. boración de las formas, en particular la escultura; ella también
nombra el equilibrio y la belleza de las formas. El adjetivo "plás-
1
Las citas de Georges Di di-Huberman están extraídas de las notas de su seminario. tico" tiene dos significados opuestos: por una parte, "susceptible

86 87
de cambiar de forma", maleable; se llama plásticas a la cera, la tos de plástico); del otro, el aniquilamiento de toda forma (la
greda, la arcilla; por otra parte, "susceptible de dar la forma", explosión, el explosivo plástico). Tercera y última observación: este
como las artes plásticas o la cirugía plástica. Generalmente se de- entre-dos de la toma de forma y de la explosión está inscrito en la
nomina plástico al soporte susceptible de conservar la forma que historia misma de la palabra "plasticidad". En efecto, esta palabra
se le imprime. En este sentido, plástico se opone a elástico, a sólo aparece en la lengua -lo que explica el orden de mi exposi-
viscoso y también, incluso, a polimorfo. ción- después del sustantivo y el adjetivo "plástico". "Plastici-
El sustantivo "plasticidad" designa el carácter de lo que es dad" entra en la lengua francesa en 1785; lo mismo ocurre en
plástico, es decir, de aquello que es susceptible tanto de recibir alemán: Plaztizitdt aparece "en la época de Goethe" (17 49-1832).
como de dar la forma. Este registro del modelado excede el estric- La palabra "plasticidad" está situada entonces histórica-

to marco estético, pues la plasticidad también designa la forma- mente entre el modelado escultórico y la deflagración. Ese es el pri-
ción por parte de la cultura o la educación (se habla de plastici- mer rasgo del síntoma conceptual cuya genealogía bosquejo aquí.
" P1astic1uau
1 . ·__¡ ..!'' ape.1a
1 .por pr1mera
• f. ' d__ose
vez 2.1... concepto] trans~orman
dad dellaciatlte, del niño, de la plasticidad del cerebro). De nla-
nera general, la plasticidad caracteriza la facultad de adaptación, en "plastic-idad", en un momento determinado de la historia. La
como dan testimonio de ello las expresiones de plasticidad ani- "-idad" siempre dice el "como tal"; plasticidad significa el como
mal o de plasticidad de lo vivo. Finalmente, la plasticidad desig- tal de lo que es plástico y la marca del como tal es siempre una
na, en histología, la capacidad que poseen los tejidos para regene- marca conceptual. Desde entonces se puede considerar esta "-idad"
rarse luego de haber sido lesionados, los procesos de cicatrización como el primer moldeado del exvoto: allí es donde pende, donde
y curación. demanda concepto. Ahora bien, lo que demanda concepto es aque-
Ahora llego a los significados más recientes: el plástico y llo que de ese modo hace sus votos, justamente el doble movi-
el explosivo plástico. El "plástico" es una materia de síntesis sus- miento, contradictorio y sin embargo absolutamente indisocia-
ceptible de tomar diversas formas y propiedades siguiendo los ble, de la toma de forma y del aniquilamiento de la forma.
usos para los cuales está destinado. El plástico remite así al susti- El segundo momento de mi genealogía sintomática con-

tuto, a la imitación o al Ersatz. Finalmente, el "explosivo plásti- cierne al destino filosófico de la plasticidad. El síntoma concep-
co", de donde provienen "hacer explotar" [plastiquage} y "explo- tual encuentra en cierto sentido su cera espiritual en un momen-
tar" [plastiquer}, es una sustancia explosiva a base de nitrogliceri- to determinado de la historia de la filosofía, que por supuesto
na y nitrocelulosa capaz de suscitar violentas detonaciones. corresponde a la emergencia de la palabra "plasticidad" en la len-
Se imponen algunas observaciones. En primer lugar, pa- gua, a inicios del siglo XIX. En la filosofía de Hegel encontré el
rece que la plasticidad es ella misma plástica; su modo de ser es primer intento de conceptualización de la plasticidad. Con He-
idéntico a sus significados. Caracterizando la recepción y la dona- gel, la plasticidad se acerca por primera vez a lo esencial. Con ella
ción de forma, ella misma evoluciona y toma nuevas formas desde efectivamente se inscriben en lo esencial, es decir, en el corazón

el suelo griego del arte hasta el no man's land de la materia plásti- mismo de la esencia, aquellos predicados que hasta ese momento
ca y del terrorismo. En segundo lugar, se puede advertir que la no le estaban reservados: la donación y la toma de forma, la capa-
plasticidad de la plasticidad la sitúa en los extremos: de un lado, cidad del sustituto (materia plástica antes de tiempo) para trans-
la figura sensible que es la toma de forma (la escultura o los obje- formarse y reformarse, para fabricar y finalmente para explotar.

89
88
A partir de esto desglosaré cuatro breves líneas de análisis: la subjetividad nunca es pasiva; esa es la afirmación dominante de
a) La plasticidad aparece en muchos lugares del corpus la filosofía de Hegel. Ella no es, dice, "una instancia fija y sólida",
hegeliano. Luego de haber recogido y analizado todos los casos, sino una instancia pldstica. En cierto sentido, ella efectivamente
descubrí que Hegel cumplía la plasticidad de la plasticidad lle- recibe sus predicados, recibe su forma, como una cera, como una
vando a cabo un desplazamiento de su campo de aplicación. La bola de greda: ella es esto, esto y también después es aquello ... Pero
desaloja efectivamente de su tierra natal, el arte, para vincularla a ella participa fundamental y paradójicamente de esta recepción y,
un lugar problemático que hasta entonces, en la historia de la en este sentido, conjura la pasividad. Ella es espontánea en su re-
filosofía, nunca fue suyo, la subjetividad. Es en efecto la subjetivi- ceptividad misma. Hegel va a mostrar que la subjetividad da forma
dad y no sólo la escultura, por ejemplo, la que es denominada a aquello mismo que recibe. La subjetividad, y por consiguiente
plástica, y los dos sentidos de la plasticidad, recepción y dona- toda identidad, toda individualidad es siempre a la vez receptiva y
ción de forma, se encuentran entonces investidos de un significa- donadora de su propia forma.
do radicalmente nuevo que anticipa los significados posteriores. b) Es en este punto -y esta es la segunda línea de análi-
La aplicación de la plasticidad a la subjetividad se pone sis- que interviene el valor temporal de la plasticidad. ¿Qué signi-
claramente en evidencia, y ese es además el caso fundamental de fica el hecho de que la subjetividad sea receptiva y donadora de
la plasticidad en la obra de Hegel, en el Prefacio de la Fenomeno- forma? Hay que volver a la temática de la situación votiva. El
logía del espíritu: " ... sólo conseguiría ser plástica aquella exposi- sujeto hace en cierta medida voto de forma, él llama -a la vez
ción filosófica que excluyese estrictamente [... ] la forma de la re- anticipándolos y precipitándolos- a sus determinaciones, sus
lación habitual [... ] entre las partes de una proposición" 2• modos de ser, sus posiciones o posturas; llama a todo aquello que,
Las partes de una proposición, sobrentendiendo con ello en una palabra, forma su historia. El sujeto, originariamente, hace
una proposición lógica o filosófica, son el sujeto o sustancia, la có- votos de porvenir y al hacer esto, modela lo que propiamente
pula y el predicado o accidente. La filosofía siempre se ha dado por constituye su horizonte de espera.
tarea el pensar, a través de la proposición, el acto mismo de la pre- La plasticidad caracteriza precisamente la relación que el su-
dicación, es decir, el acto que consiste en atribuir predicados a una jeto mantiene con el accidente, es decir, con lo que le sucede. Hegel
sustancia. Ahora bien, Hegel estima que este pensamiento de la juega con los dos significados de la palabra accidente: el predicado
predicación todavía no ha encontrado su verdadero cumplimiento lógico, accidente de una sustancia, y el predicado cronológico, el
o acabamiento. En efecto, dice, los filósofos siempre han considera- acontecimiento. De este modo, la plasticidad enuncia el lugar más
do que el sujeto era una instancia pasiva que recibía desde afuera sensible, lo vivo, de la subjetividad, la relación que ésta última trama
sus accidentes o sus predicados. Por ejemplo, en una proposición con el acontecimiento. Esta relación constituye en cierta manera el
como "Dios es el ser", precisamente el ejemplo que Hegel toma en moldeado votivo del porvenir, esa forma abstracta de la proyección que
ese prefacio, el ser, según la concepción ordinaria, sería atribuido a se vuelca al porvenir y se sustituye a lo que aproxima el tiempo de una
Dios, quien no haría más que recibirlo pasivamente. Precisamente, espera. Ese tiempo sería hacer los votos, el dispositivo de exposición

2
al acontecimiento, a la suerte o a la sorpresa.
G.W F. Hegel, Fenomenología del espíritu, tr. Manuel Jiménez Redondo, Valencia,
Pre-textos, 2006, p. 166. (Modificamos la palabra "proposición" que en la traduc- e) Desde que se reserva al tiempo un sitio aparte en el
CIÓn figura como "oración". N de los T). sistema filosófico, no hay necesidad de tratarlo en una Estética

90 91
trascendental como por ejemplo lo hace Kant. El tiempo no tiene pre califique de "orgánico" al desarrollo, es decir, al devenir de la
necesidad de una sala de exposiciones que le estuviese reservada subjetividad.
especialmente a él. Ciertamente, Hegel habla muy temáticamen- d) Este intercambio de lo temporal y lo orgánico, tanto
te del tiempo en la Filosofla de la naturaleza de la Enciclopedia de fusional como dialéctico, o dialécticamente fusional, apunta ha-
las ciencias filosóficas, que constituye propiamente su Sistema. Pero cia la cuestión de la sustitución y del reemplazo, problemas plan-
esta exposición del tiempo, contrariamente a lo que han afirmado teados también por el exvoto. Problemas que conducen a tomar
todos los intérpretes de Hegel, comenzando por Heidegger, no en consideración los significados de la plasticidad como materia
agota en modo alguno el pensamiento hegeliano de la temporali- de síntesis y como materia explosiva.
dad. Ella no es más que una modalidad, es decir, allí también una Mostré que la plasticidad sólo podía consagrarse al con-
forma. Si la temporalidad surge con y como la plasticidad del cepto o manifestar los síntomas de esta situación votiva en cierto
sujeto, entonces la temporalidad trabaja en todas partes del Siste- momento de la historia, historia de la lengua e historia de la filo-
ma, sin un lugar reservado, hostiga al sistema sin jamás abstraerse sofia (sin duda se podría mostrar que también ocurre así en la
de él. La plasticidad caracteriza justamente ese lugar en que el historia del arte). Era necesario para esto que tanto el pensamien-
tiempo se incorpora subjetivamente en los votos de porvenir. Ella to de la subjetividad como también el pensamiento del tiempo,
siempre tiene, en sentido fuerte, una vocación temporal. La plasti- hubiesen alcanzado cierto grado de maduración. Que ellos sean
cidad es el cuerpo del tiempo o el tiempo convertido en cuerpo. suficientemente maduros como para que esta proposición funda-
El cuerpo del tiempo es también, por supuesto, el cuerpo mental sea aceptada, y por ende aceptable, proposición que da
del sujeto. Didi-Huberman declara, a propósito del exvoto ana- todo su sentido a lo que dije del cuerpo del tiempo y del cuerpo
tómico: "Lo que el donador modela en la cera es primero aquello del sujeto, según lo cual el surgimiento de una forma, es decir, de
que sufre y aquello en lo que quiere ser transformado, curado, un accidente o de un modo de ser, es al mismo tiempo el surgi-
convertido." O también: "Lo que se deposita en los santuarios miento de la posibilidad de aniquilación de dicha misma forma.
por gratitud votiva es siempre un objeto que fue afectado por un Como si la toma de forma y la donación de la forma -operación
acontecimiento soberano, por un síntoma: desgracia padecida o plástka- fuesen originariamente contemporáneas de la explosión
conversión súbita de la desgracia en milagro, de la enfermedad en de la forma, de la operación de hacer explotar [plastiquage}.
sanación, etc." Yo diría, para radicalizar estos bellos análisis, que, Hegel, por otra parte, compara el desarrollo del sujeto
cuando el donador sufriente modela en la cera la impronta de su con el movimiento de un proyectil en un texto titulado Sobre las
mal, no hace más que repetir la situación originaria de toda sub- maneras de tratar científicamente el derecho naturaf3:
jetividad en cuanto ella siempre está en espera de porvenir y en
cuanto ella ofrece su propio cuerpo a la inscripción de lo que Lo mismo que el proyectil (Bombe) da un tirón hasta culminar,
sucede: tantas heridas y traumatismos, pero también esperanzas pero luego descansa en este [punto culminante] durante un
momento, o bien, igual que el metal calentado no se ablanda
de transformaciones, de cambios o de sanaciones. A cambio, esta
como la cera, sino que mana de una vez en la fundición y se
ofrenda del cuerpo del sujeto es lo que da cuerpo al tiempo mis-
mo. Lo orgánico y lo temporal se encuentran en esa pura abertura 3
Se advertirá además en este extracto que Hegel concede al meml en fusión un valor
patética. Lo que explica en particular el hecho de que Hegel siem- plástico superior a aquel de la cera.

92 93
queda en ella[ ... ] posee así también la creciente individuali- De cierta manera, podría detenerme en esto, al mostrar
dad, tanto la alegría de aquel salto, como una duración del goce que con Hegel y con la interpretación actual que nos permite
de su nueva forma, hasta que paso a paso se abre a lo negativo proponer de su filosofía la plasticidad definitivamente accedió al
para sucumbir también de repente y tajantementé.
concepto y que sus votos fueron cumplidos. En cambio, el cum-
plimiento de la plasticidad permitiría también y al mismo tiem-
Es claro, en la lectura de este pasaje, que el surgimiento Y
po operar la cirugía plástica del texto hegeliano, que, leído como
la explosión de la forma están originaria e indisolublemente liga-
una filosofía del reemplazamiento, aparecería con una luz total-
dos. En este sentido, Hegel habría anticipado la existencia del
mente nueva, que le permitiría escapar a la lectura esterilizante
explosivo plástico. Para él no se trata sólo de decir que toda forma
que han propuesto muchos exégetas contemporáneos.
nueva, cuando aparece, provoca la desaparición de otra más anti-
Sin embargo, queda un problema. Aparté este problema
gua. Sino que sin lugar a dudas la nueva forma misma surge como
cuestionando mi propio recorrido. Al proponer una interpreta-
posibilidad de su autodestrucción. Ahorabien, ¿qué es esta con-
ción de la filosofía hegeliana como filosofía del reemplazamiento
temporaneidad de la formación y de la explosión, que siega a la
o en términos más generales como una filosofía de la plasticidad,
forma en su origen, si no otro nombre de la reemplazabilidad? La
en todos los sentidos que recordé aquí, utilicé cierto número de
forma no se forma más que como posibilidad de ser reemplazada.
herramientas de lectura, de conceptos y de análisis contemporá-
Ella sólo tendría identidad si ésta fuese reemplazable, sustituible,
neos, es decir, leí a Hegel desde su posteridad y desde nuestra
relevable. Se habrá reconocido en el adjetivo "relevable", la tra-
actualidad filosófica. N o es esto lo que se vuelve un problema.
ducción que Jacques Derrida propone para el concepto hegeliano
Hegel mismo decía que no se puede más que filosofar con su
de Aujhebung, palabra-guía del proceso dialéctico, que significa a
tiempo, que toda verdadera interpretación siempre se hace en el
la vez supresión y conservación. presente, en lo vivo de una época. Pero, en este caso, los instru-
Todas las formas que el sujeto reclama para dar su cuer-
mentos contemporáneos de lectura que utilicé están extraídos de
po al tiempo, todas sus devociones con el porvenir, todos los
pensamientos que, precisamente, se sitúan en el espacio de una
accidentes de su plástica, tanto orgánica como psíquica, se ins-
confrontación crítica, incluso agonística, con el hegelianismo; más
criben originariamente en una lógica de la sustitución, y es tam-
aún, pensamientos que rechazan conceder a la plasticidad la ca-
bién esto lo que hace posible a la situación votiva en su princi-
pacidad de decir a la vez la promesa, el surgimiento y la desapari-
pio. No hay más que sustituto: una forma por otra, una sana-
ción, el sufrimiento y el tiempo; en una palabra, el porvenir. La
ción por una enfermedad, una pierna de cera por una pierna
plasticidad, concepto o no, estaría originariamente en retardo so-
real, un pasado por un presente, un síntoma o un porvenir por
bre el porvenir.
otro. Y de este modo toda la vida no sería más que una serie de
Con esto, me refiero tanto al pensamiento de Derrida como
deflagraciones consagradas a la forma, y formas consagradas a la
al de Lévinas, quienes proponen, cada uno a su manera, una eco-
deflagración. Este diferimiento, nacido de la sustitución, sería
nomía conceptual donde se anudan la cuestión del tiempo, del
precisamente lo que hace pasar el tiempo.
sufrimiento y del reemplazamiento, en calidad de suplemento en
Derrida y de la sustitución en Lévinas. Evidentemente sin entrar
4Traducción castellana de Dalmacio Negro Pavón, Madrid, Aguilar, 1979, PP· 113-
114. en detalle en estos pensamientos, me limitaré a caracterizarlos

94 95
como pensamientos no pldsticos del sustituto. En Resistencias del psi- de la forma, la plasticidad aparece como una instancia demasiado
coandlisis, Derrida recuerda el "principio" de la desconstrucción, sintética, demasiado integrativa, demasiado "cicatrizante": sería
que es justamente el de la reemplazabilidad originaria: "La hue- ya, en virtud misma de su nombre, una curación para el sufri-
lla, la escritura, la marca, está en el corazón de lo presente, en el miento que está encargada de expresar.
origen de la presencia, un movimiento de envío al otro, a lo otro El sufrimiento no sería plástico. Eso es también lo que
[... ] no procede de una actividad [... ] ni de una pasividad [ ... ]. afirma Lévinas al analizar la exigencia de responsabilidad. Ser res-
Por todas estas razones, no deriva de una estética, ni de una ana- ponsable es ser susceptible de responder por el otro, de hacer
lítica, ni de una dialéctica trascendental" 5. Y se podría agregar: ni justicia a sus votos, a su sufrimiento, y responder por él es ser
de una dialéctica a secas. Derrida se dedicará a mostrar en lo que capaz de sustituirse a él. Esta sustitución, sin embargo, no es una
sigue de dicho texto que esa operación de la huella por definición manera de tomar su sitio, de figurarse el sitio de uno en su sitio,
escapa al sistema hegeliano. Al mismo tiempo, ella escapa tam- no es revestir su máscara ni fabricar su moldeado. El rostro del
bién a la plasticidad, es decir, esencialmente, a la lógica de la for- otro empieza ahí donde cesa la posibilidad misma del modelado
ma, entendiéndose con eso a la donación, la recepción o la ani- y del trabajo sobre la forma. El rostro siempre desborda los con-
quilación de la forma, de lo explosivo o de la materia de síntesis. tornos de la plasticidad. Lévinas lo dice explícitamente, en nume-
En efecto, si hay suplemento es porque no hay nunca, originaria- rosas ocasiones: el rostro excede su plasticidad. En Totalidad e
mente, forma. El sustituto está antes de la forma, y la cera o el infinito, muestra que el rostro "hace estallar la forma''; "bajo la
concepto siempre están de cierta manera en retardo sobre él, a la forma - dice - las cosas se ocultan'' 7 . El rostro debe "perforar su
manera de suplementos del suplemento. Derrida asimila la forma propia imagen plástica'' 8 • De la misma manera, en De otro modo
en general con la identidad, con lo ya constituido, con la presen- que ser, Lévinas escribe que el Otro nunca "aparecía plásticamente
cia a sí, en una palabra, precisamente, con la subjetividad. Toda como una imagen, como un retrato" 9 • El Otro se manifiesta antes
subjetividad es por principio asimilable al "principio de presencia de toda forma, como una piel que resiste a toda información, es
6
a sí en la unidad de la conciencia'' . La subjetividad y la empresa decir, a toda identidad o subjetividad sólidas. "El aparecer queda
de formación que le es inherente siempre serían secundarias en traspasado por la joven epifanía, por la belleza, incluso esencial,
relación con la huella, con el puro trazado del tiempo, trazado del rostro, pero también por esta juventud como algo ya pasado
que, según Derrida, nunca tomaría cuerpo o figura, que nunca se en la juventud; piel a jirones, huella de sí misma, forma ambigua
reuniría consigo mismo como lo hace, por ejemplo, una estatua o de una presencia suprema que asiste a su propio aparecer, traspa-
un exvoto, a menos de que se muestre que precisamente la estatua sando su plasticidad de juventud [... ]". La plasticidad, es decir,
o el exvoto no son plásticos. el contorno y la plenitud de ser identificables, enmascararía siem-
Si hay sufrimiento, si hay síntoma, es porque la informa- pre la desnudez, la pobreza que, en el Otro, hacen votos y se
ción y su aniquilación no pueden reunirse en un mismo concep-
to. Dado que tiene en sí misma todos los significados del trabajo 7
Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guillot, Salamanca, Sígueme, 1977, p. 211; p.
206
8
lbíd., p.172.
9
5 Resistencias del psicoandlisis, tr. Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós, 1997, p. 47. De otro modo que ser o mds allá de la esencia, tr. Antonio Pintor Ramos, Salamanca,
6 lbíd., p. 48. Sígueme, 2003, p. 153.

96 97
inscriben como síntomas, huellas puras. "Esta existencia abando- votos de plasticidad, como si ésta continuase demandando re-
nada por todos y por ella misma, huella de sí misma, impuesta a paración? ¿Cómo moldearemos esta demanda y qué forma le

mí, me afecta en mi último refugio con una fuerza de asignación estamos dando?

incomparable, imposible de convertir en formas que inmediata-


mente me darían alguna firmeza'' 10 • La plasticidad es la forma tras
la cual el Yo se protege y de ese modo resiste a su desnudez, a su
fragilidad. Siempre conviene, entonces, dejar aparecer la no-plas-
ticidad del rostro para descubrir la pasividad irreductiblemente
resistente de su exvoto, por la cual me llama y me incumbe sin
formalizarse.
Dejo aquí estos elementos de análisis, que merecerían
largos desarrollos, y vuelvo al síntoma conceptual, planteando
algunas cuestiones para terminar. Nos encontramos en una ex-
traña situación. Por un lado, la plasticidad insiste en ser recono-
cida conceptualmente. Por otro, este reconocimiento le está ne-
gado. Necesidad de una relectura de la filosofía hegeliana; apa-
rición de nuevos objetos, de nuevas formas de arte, toma en
consideración, en genética, en biología animal, en teoría del ce-
rebro, de la plasticidad de las sinapsis, de la plasticidad de los
genes, de la plasticidad auto-poiética u. La plasticidad insiste
en el corazón de nuestra actualidad. Al mismo tiempo, y por
otra parte, la época resiste a la plasticidad asimilándola definiti-
vamente a la solidificación de la alteridad, a su plastificación en
una instancia fija. El último rasgo de la sintomatología que aquí
bosquejé sería esta situación paradójica de un motivo que apela
al corazón mismo de una época que no lo escucha o que finge no
escucharlo. Mi pregunta es entonces: ¿Qué debemos hacer quie-
nes sabemos que lo que buscamos no es un regreso a la subjeti-
vidad y a sus formas fijas, sino que escuchamos en otra parte los

10
Ibíd, pp. 153-154.
Nombro muy rápidamente, y por no citar más que a ellos, los trabajos del
11

americano Donald Holding Hebb, The Organization of Behaviour, ]. Wileys and


Sons, 1949, y de Francisco Varela, Autonomie et connaissance. Essaí sur le vivant,
París, Ed. du Seuíl, 1989.

98 99
Nota de los editores

Los textos aquí reunidos fueron publicados entre los años


2000 y 2006, y corresponden a artículos aparecidos en revistas
consagradas a las Humanidades y a las Ciencias Sociales. Excep-
tuando "La muchedumbre", leído en el coloquio de Cerisy dedi-
cado a Jacques Derrida y la democracia en el año 2002, bajo el
título "Foule et forme chez Élias Canetti", los restantes trabajos
están sometidos al formato de artículo. Pese a lo específico de sus
temáticas, determinadas y circunscritas a convocatorias o invita-
ciones, estos trabajos están recorridos por preocupaciones comu-
nes. Es preciso tener a la vista que Catherine Malabou se concen-
tra en un proyecto bien preciso, en una lectura de algunos puntos
de la filosofía moderna y contemporánea a partir de la noción de
"plasticidad", noción a la cual dicha investigación ha intentado
otorgar un estatuto conceptual.
La lectura de la plasticidad ha supuesto una confronta-
ción con la dialéctica hegeliana, pero también y particularmente
con la destrucción de la historia de la metafísica llevada adelante
por Heidegger y con la deconstrucción de la metafísica de la
presencia adscrita al pensamiento de Derrida. Hegel sería quien
puede advertir la doble dirección que supone la movilidad perpe-
tua de la autotransformación conceptual y quien mostraría que el
concepto es, a la vez, receptivo y espontáneo, activo y pasivo.
Pensar la diferencia inscrita en este despliegue sería pensar la plas-
ticidad. Es esta dimensión de lectura de la dialéctica la que se

101
pone a prueba desde L'avenir de Hegel, libro publicado en 1995 y tivamente un retraso, no en relación con alguna otra cosa diferen-
que es el resultado de la investigación de Malabou para obtener te de ella, sino más bien un retraso respecto a ella misma, un
su doctorado en filosofía. La dialéctica haría coincidir una tempo- desfase irremediable entre su vigor metafísico y la ruina provoca-
ralidad en la cual todo estaría cumplido y en donde todo estaría da por su propia deconstrucción" 3 .
por venir. La plasticidad, en este sentido, tendría la paradójica Estos ensayos están entonces acompañados por la inquie-
forma de un porvenir en la clausura 1 • Siguiendo esta línea, lo que tud de un trazado de una plástica también destructora, pues no
tendría que ser evaluado a partir de la plasticidad sería todo el hay otras formas más que gracias a la caída de las formas que las
destino del pensamiento occidental, inscrito a partir del posicio- vuelve a encontrar, siempre distintas 4 . Quizá haya que leer aquí
namiento de unas formas (conceptos, argumentos, operadores y estos textos incitando esa espera que no hace más que dejar de
operaciones), intuyendo las líneas que trazan su deposición. Mala- (no) llegar, y que lo hace en pena, inscribiendo su plasticidad
bou transita entonces por las transformaciones, las mutaciones y como la conversión de lo que siempre ha estado pensado por no-
las metamorfosis que sostienen toda forma y que impiden salir de sotros, pero sin llegar a estarlo de una vez por todas.
ella, sin por ello dejar de destruir toda forma.
No es esta una filosofía de la alteridad, pues la plasticidad
es siempre la convertibilidad absoluta entre forma y forma, cierto
soportar o aguantar la dilación o dilatación. De esta manera, "el
cumplimiento de la tradición filosófica se dobla de una extenua-
ción del afuera'2 . Confrontando de esta manera a la dialéctica, con
la destrucción y la deconstrucción de la metafísica se tiene que
recurrir a una convertibilidad que comunique sus mutuas exigen-
cias. Una especie de metamorfosis que haría imposible distinguir
entre lo totalmente otro y la inmanencia pura, y que llevaría a la
presencia más allá de sí, pero sin salir de sí. Lo que entonces abri-
ría la plasticidad sería la exigencia de pensar la posibilidad de
acoger lo que viene en el punto mismo en que lo que viene pueda
ser postulado en absoluta flexibilidad de una estructura previa.
La forma tiene que persistir entonces más allá de la presencia,
pero gracias a la dilatación especulativa, a su donación en retirada
-que hace que siempre llegue otra cosa que eso que llega- y al
trazo que depone toda presencia en una archi-escritura o en diffé- 3
La plasticité au so ir de l'écriture. Dialectique, destruction, déconstruction. París, Éditions
rance. Malabou puede decir: "La plasticidad parecía sufrir definí- Léo Scheer, 2005, p. 38. Cito la traducción: La plasticidad en el atardecer de la
escritura, tr. Joana Maso y Javier Bassas. Madrid, Ellago Ediciones, 2008, p. 32.
4
Véase a este respecto la consideración hecha por Malabou de una plasticidad que
incluso aniquila para vaticinar el agotamiento de las formas, sin por ello abandonar
1
L'avenir de Hegel, plasticité, temporalité, dialectique. París, Vrin, 1996, p. 25 5. su transformación. Ontologie de l'accident : Essai sur la plasticité destructrice. París,
2
Ibíd., p. 254. Éditions Léo Scheer, 2009, p. 53.

102 103
Bibliografía de Catherine Malabou

Catherine Malabou ha publicado cerca de un centenar de


artículos y ensayos en diversas revistas y volúmenes colectivos.
Aquí sólo consignamos sus libros, algunos de los cuales. han sido
traducidos a varios idiomas.

- L'avenír de Hegel: plastícíté, temporalíté, díalectíque. París,


Vrin, 1996.
- La contre-allée. París, La Quinzaine littéraire-Louis
Vuitton, 1999. (Escrito con Jacques Derrida).
- Plastícíté (Catherine Malabou, dir.). París, Éditions Léo
Scheer, 2000.
- Le change Heidegger: du fontastique en phílosophie. París,
Éditions Léo Scheer, 2004.
- Que foíre de notre cerveau? París, Bayard, 2004. (Exis-
te versión en castellano: ¿Qué hacer con nuestro cerebro?,
traducción de Enrique Ruiz Girela. Barcelona, Arena
Libros, 2007).
- La Plastícíté au soír de l'écríture. Díalectique, destructíon,
déconstructíon. París, Éditions Léo Scheer, 2005. (Existe
versión en castellano: La plasticidad en el atardecer de la
escritura, traducción de Joana Maso y Javier Bassas. Ma-
drid, Ellago Ediciones, 2008).
- Les nouveaux blessés, de Freud a la neurologíe: penser les
traumatísmes contemporaíns. París, Bayard, 2007.

105
- Ontologie de l'accident: Essai sur la plasticité destructrice.
París, Éditions Léo Scheer, 2009.
- Changer de dijférence: le féminin et la question philosophi-
que, París, Galilée, 2009.
- La chambre du milieu: De Hegel aux neurosciences. París,
Hermann, 2010.
- Sois mon corps: Une lecture contemporaine de la domina-
tion et de la servitude chez Hegel. París, Bayard, 2010. (Es-
crito con Judith Butler).

Además, se le han dedicado numerosos artículos en pu-


blicaciones filosóficas, e incluso un capítulo completo de un libro
que estudia algunos aspectos de su obra: Jean-Paul Martinon, On
Futurity: Malabou, Nancy and Derrida (Palgrave Macmillan, 2007).

106

También podría gustarte