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Introducción

Mientras una parte del feminismo se pregunta, individual y cómodamente recos-


tada en el diván “¿quién soy yo?”, y otra parte busca afanosamente la referencia
necesaria para una nota a pie de página que acredite como Þable su trabajo (...),
he aquí que el mundo revienta de pobreza: millones de criaturas, nacidas de
mujer, se asoman a un modelo de sociedad que les reserva una cuna de espinas...

Victoria Sau Sánchez


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represión contra los niños, las niñas y las mujeres que los acompañan. Con
este episodio, el conßicto llega a los diarios de todo el país y al parlamento,
aumentando la solidaridad con las huelguistas.
Pero, ya dos años antes de este episodio, durante la IIº Conferencia In-
ternacional de Mujeres Socialistas que se realizaba en la ciudad de Copenha-
gue, la alemana Clara Zetkin2 había propuesto que se estableciera en marzo
el Día Internacional de las Mujeres, en homenaje a todas aquellas que lle-
varon adelante las primeras acciones organizadas de mujeres trabajadoras
contra la explotación capitalista.
Era agosto de 1910, cuando cien mujeres socialistas de distintos países
europeos debatían cómo conquistar el derecho al voto para las mujeres, la pro-
Pertenencia de género y antagonismo de clase tección social para las trabajadoras madres y sobre cuáles eran las mejores me-
en el Día Internacional de las Mujeres didas para establecer relaciones entre las socialistas de todo el mundo. En esa
conferencia se aprobó la moción de luchar por la jornada de trabajo de ocho
Todavía hoy conmemoramos, cada 8 de marzo, el Día Internacional horas, por las dieciséis semanas de licencia por maternidad y otras medidas.
de las Mujeres. Sin embargo, entre tantos avisos publicitarios de ßores y Pero fueron las delegadas alemanas las que hicieron esta moción que fue
bombones, sigue permaneciendo oculto –para la gran mayoría– el origen aprobada por unanimidad y pasó a la historia. La resolución que presenta-
de esta conmemoración que se sitúa en una acción organizada por mujeres ron Clara Zetkin y Kate Duncker decía: “Según las organizaciones políticas
obreras del siglo XIX en reclamo de sus derechos: el 8 de marzo de 1857 y sindicales del proletariado, las mujeres socialistas de todas las nacionali-
las obreras de una fábrica textil de Nueva York se declararon en huelga dades organizarán en sus respectivos países un día especial de las mujeres,
contra las extenuantes jornadas de doce horas y los salarios miserables. Las cuyo principal objetivo será promover el derecho al voto de las mujeres. Será
manifestantes fueron atacadas por la policía. necesario debatir esta propuesta con relación a la cuestión de la mujer a par-
Medio siglo más tarde, en el mes de marzo de 1909, ciento cuarenta jóve- tir de la perspectiva socialista. Esta conmemoración deberá tener un carácter
nes murieron calcinadas en la fábrica textil donde trabajaban encerradas en internacional y será necesario prepararla con mucho esmero”3.
condiciones inhumanas. Pero ese mismo año, otras treinta mil obreras texti- Los años siguientes, el Día Internacional de las Mujeres se celebró en di-
les neoyorquinas se declararon en huelga y fueron reprimidas por la policía. versos países, pero en distintas fechas. Recién en 1914, las socialistas alema-
A pesar de la represión, las obreras ganaron la adhesión del estudiantado, las nas, rusas y suecas coincidieron en conmemorarlo el 8 de marzo. Esa fecha
sufragistas, los socialistas y otros sectores de la sociedad. fue, Þnalmente, la que quedó Þjada en la historia como el Día Internacional
Pocos años más tarde, a principios de 1912, en la ciudad de Lawrence, de las Mujeres, porque el 8 de marzo de 1917, cuando se conmemoraba en
Massachusetts (EE.UU.), estalló la huelga conocida como Pan y Rosas, pro- Rusia –febrero, para el calendario ortodoxo–, las obreras textiles de Petro-
tagonizada también por obreras textiles que sintetizaban, en esta consigna, grado tomaron las calles reclamando “pan, paz y libertad”, marcando así el
sus demandas por aumento de salario y por mejores condiciones de vida1. inicio de la más grande revolución del siglo XX que desembocara en la toma
En esta lucha, el comité de huelga instala guarderías y comedores comuni- del poder por la clase obrera, en octubre del mismo año.
tarios para los hijos de las obreras intentando facilitar la participación de Como vemos, el Día Internacional de las Mujeres conjuga, entonces, la
las trabajadoras en el conßicto. La organización Industrial Workers of the World pertenencia de clase y de género que, más de un siglo después, sigue deba-
inaugura reuniones de niños y niñas en el sindicato para discutir por qué tiéndose tanto entre las marxistas como en el movimiento feminista.
sus madres y sus padres se encuentran en huelga. Luego de varios días de
conßicto, se los envía a otras ciudades, donde los albergan familias solidarias
con la lucha obrera. En un primer tren, salen ciento veinte niños y niñas. En 2 Clara Zetkin (1857-1933), dirigente del Partido Socialdemócrata Alemán, organizado-
ra de su sección femenina. Fundó el periódico La Igualdad y combatió contra la dirección de
el momento en que se dispone la salida del segundo tren, la policía desata la
su partido cuando ésta se alineó con la burguesía nacional votando los créditos de guerra en
el Parlamento, en la Primera Guerra Mundial.
1 Puede leerse el poema Pan y Rosas, canción popular del movimiento obrero norteame- 3 Ana Álvarez González, As Origens e a Comemoração do Dia Internacional das Mulheres, San
ricano, entre los documentos anexos al Þnal de este trabajo. Pablo, Expressão Popular, 2010.
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Opresión y explotación son equivalentes –en el plano de lo real– las prácticas ilegales posibles y sus
previsibles consecuencias para quienes pueden acceder al clandestino aborto
Para las marxistas revolucionarias, la cuestión de la opresión de las mujeres aséptico por posición económica, social y hasta nivel educativo, que para
se inscribe en la historia de la lucha de clases y, por eso, nuestra posición teóri- las que deben morir por hemorragias e infecciones, víctimas de un orden
ca es la misma que la de nuestra lucha: junto a los explotados y las explotadas, patriarcal con descarnado rostro capitalista.
los oprimidos y las oprimidas por el sistema capitalista. Lo hacemos desde la Es decir que, aunque puede señalarse que el conjunto de las mujeres
perspectiva del materialismo dialéctico e histórico, que presta las herramientas padece –en diferentes grados y formas– discriminaciones legales, educati-
para comprender este mundo, aspirando a su transformación. vas, políticas, económicas, culturales, etc., lo cierto es que existen evidentes
Ya algunas especialistas en Estudios de la Mujer han señalado que “es diferencias de clase entre ellas que moldearán en forma variable no sólo
absolutamente necesario encarar un análisis de clase en el tratamiento his- las vivencias subjetivas de la opresión, sino también, y fundamentalmente,
tórico del feminismo”, para luego agregar que “el feminismo burgués sería las posibilidades objetivas de enfrentamiento y superación parcial o no de
la exposición de la conciencia de su opresión por parte de la mujer burguesa estas condiciones sociales de discriminación.
que se planteará su igualdad con el hombre en los terrenos político, legal
y económico, en el marco de la sociedad burguesa. El feminismo obrero,
en cambio, se propondría la superación de la subordinación social en el El género nos une, la clase nos divide
marco de una sociedad sin clases, según la modalidad política a la cual se
adhiera, sea socialista, anarquista o comunista”4. En el mismo sentido, mar- En los umbrales del siglo XXI, luchar por los derechos de las mujeres
cando estas diferencias de clase en el análisis de la opresión de las mujeres, pareciera ser algo ya socialmente admisible y “políticamente correcto”, al
nos encontramos con otras autoras que señalan que “si todas las mujeres punto que la mayoría de los gobiernos del mundo, en diferentes niveles
son oprimidas por el sistema patriarcal en vigor en la casi totalidad de las institucionales, han incorporado la problemática de género en secretarías de
sociedades contemporáneas, no lo son por idénticas razones; además, hay Estado, comisiones de trabajo, agendas de políticas públicas y organismos
oprimidas que oprimen, y conviene señalarlo”5. multilaterales.
Desde una perspectiva marxista, entonces, consideramos a la explota- Es que hay hechos que son innegables. No podemos negar, por ejemplo,
ción como aquella relación entre las clases que hace referencia a la apropia- la realidad de un fenómeno conocido como “el techo de cristal”, términos
ción del producto del trabajo excedente de las masas trabajadoras por parte con los que se señala el hecho que las mujeres, tanto en los ámbitos acadé-
de la clase poseedora de los medios de producción. Se trata, en este caso, de micos como laborales, no accedemos a cargos jerarquizados en la misma
una categoría que hunde sus raíces en los aspectos estructurales económicos. proporción que los varones, aún cumpliendo los mismos prerrequisitos
Mientras que a la opresión podríamos deÞnirla como una relación de some- de capacitación y desempeño. También es sabido que, en la gran mayoría
timiento de un grupo sobre otro por razones culturales, raciales o sexuales. de los países de todos los continentes, la masa salarial de las mujeres equiva-
Es decir, la categoría de opresión se reÞere al uso de las desigualdades en le al 60% ó 70% de la masa salarial masculina.
función de poner en desventaja a un determinado grupo social; la diferencia Como es posible advertir, la opresión de las mujeres se maniÞesta, de
transformada en justiÞcación para el dominio de un sector social sobre otro. diversos modos, en todas las clases sociales. Pero la mitad de la humanidad
De ahí que sostengamos que, si las mujeres integramos las diferentes no se reparte equitativamente entre las distintas clases: las mujeres somos
clases sociales en pugna, por lo tanto, no constituimos una clase diferencia- mayoría entre los explotados y pobres de este mundo y una ínÞma minoría
ble, sino un grupo interclasista. Y, asimismo, consideramos que explotación casi inexistente entre los poderosos dueños de las multinacionales que nos
y opresión se combinan de diversas maneras. La pertenencia de clase de condenan a esa explotación y esa pobreza. Es un hecho categórico que, aún
un sujeto delimitará los contornos de su opresión. Por ejemplo, aunque la siendo las mujeres algo más que el 50% de la población mundial, constitui-
imposibilidad legal de ejercer derecho sobre el propio cuerpo sea uniforme mos el 70% de los mil trescientos millones de pobres del planeta y, por otro
para muchas mujeres del mundo en el plano formal del corpus jurídico, no lado, sólo el 1% de la propiedad privada mundial está en manos de mujeres.
Es cierto que mostrar las dobles, triples y múltiples cadenas que se cier-
4 Mary Nash, “Nuevas dimensiones en la historia de la mujer” en Presencia y protagonismo: nen sobre las mujeres trabajadoras –ya sean obreras, asalariadas, trabaja-
aspectos de la historia de la mujer de M. Nash (comp.), Barcelona, Del Serbal, 1984. doras rurales o desocupadas–, no puede ser un argumento utilizado con el
5 Andrée Michel, El feminismo, México DF, F.C.E., 1983.
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propósito de enmascarar la opresión que sufre la mitad de la humanidad, Capitalismo y patriarcado: un matrimonio bien avenido
pertenezca a la clase que pertenezca. Por el contrario, si planteamos una
perspectiva de clase es porque consideramos que la opresión de todas las Muchas feministas hoy se plantean estas cuestiones. Hay quienes se-
mujeres obtiene la “legitimidad” que le otorga un sistema basado en la ex- ñalan, incluso, que un feminismo de clase tendría que jerarquizar y valorar
plotación de la enorme mayoría de la humanidad por una pequeña minoría de diferente manera los problemas a los que se enfrentan las mujeres. De ese
de parásitos capitalistas; un sistema donde la perpetuación de las jerarquías modo, dicen, por encima de la condena al sistema patriarcal, debería estar la
y las desigualdades son parte fundamental de su funcionamiento. Múltiples condena al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, causantes
divisiones y fragmentaciones que permiten sostener una de las más abyectas de una creciente pobreza y de la reducción de los servicios públicos. Agre-
jerarquizaciones dicotómicas: la que establece que millones de personas sean gando que la mejor ayuda que pueden ofrecer las feministas a las mujeres
condenadas a vender su fuerza de trabajo para que unos pocos sacien su sed del Tercer Mundo es condenar, desde una posición abiertamente antiimpe-
de ganancias cada vez más exorbitantes. rialista, todas las intervenciones “humanitarias” que no sirven más que a los
Si no fuera porque la pertenencia de clase condiciona de diferentes mo- intereses de las grandes potencias6.
dos la opresión de género, ¿cómo interpretar que mientras algunas mujeres Por nuestra parte, seguimos sosteniendo que, si bien no surge con el capi-
trepan al ranking de multimillonarios de la revista Forbes o varias mujeres talismo, la opresión de las mujeres adquiere bajo este modo de producción,
ocupan la presidencia y otros importantes cargos públicos en diversos países, rasgos particulares convirtiendo al patriarcado en un aliado indispensable
son sesenta millones de niñas las que aún no tienen acceso a la educación? para la explotación y el mantenimiento del statu quo.
Desde el siglo XX vemos mujeres presidentas, primeras ministras, miem- El capitalismo, basado en la explotación y la opresión de millones de
bros de gabinetes de gobierno, soldadas y oÞciales, cientíÞcas, artistas y individuos a lo largo y ancho del planeta, conquistando para la ampliación
deportistas, empresarias y profesionales exitosas. Es también la era de la píl- de sus mercados no sólo a pueblos enteros, sino también tierras vírgenes
dora anticonceptiva, la minifalda y los pantalones vaqueros, la moda unisex y parajes inhóspitos, ha introducido en su maquinaria de explotación a las
y los electrodomésticos. Pero no olvidemos que es también una época testigo mujeres, los niños y las niñas. Y aunque ha empujado a millones de mujeres
de los veinte millones de abortos clandestinos que se practican anualmente al mercado laboral destruyendo los mitos oscurantistas que la condenaban
en el mundo, de millares de mujeres violadas y asesinadas por políticas de exclusivamente a permanecer en el ámbito privado del hogar, lo ha hecho
“limpieza étnica”, de millones de mujeres desempleadas y viviendo en nive- para explotarlas doblemente, con salarios menores a los de los varones, para
les que se encuentran por debajo de los índices de pobreza. que, de ese modo, pudiera bajar también el salario de los otros trabajadores.
Entonces, cuando una mujer de treinta años, en “igualdad” con los va- El capitalismo, con el desarrollo de la tecnología, ha hecho posible la in-
rones, puede “ejercer su derecho” a ser oÞcial de las fuerzas conjuntas de dustrialización y, por tanto, la socialización de las tareas domésticas. Sin em-
la OTAN que bombardean los países semicoloniales, o morir, a la misma bargo, si esto no sucede es, precisamente, porque en el trabajo doméstico no
edad, en una aldea africana a causa del SIDA es paradójico, e incluso cínico, remunerado descansa una parte de las ganancias del capitalista que, así, queda
hablar del avance y progreso de la mujer en general. ¿No deberíamos hablar eximido de pagarle a los trabajadores y a las trabajadoras por las tareas que
de distintas mujeres? ¿Son acaso iguales las vidas de las mujeres empresarias, corresponden a su propia reproducción como fuerza de trabajo (alimentos,
las obreras, las mujeres de los países imperialistas y las de las semicolonias, ropa, esparcimiento, etc.). Alentar y sostener la cultura patriarcal según la cual
las de las mujeres blancas y las mujeres negras, las inmigrantes o las refu- los quehaceres domésticos son tareas “naturales” de las mujeres, permite que
giadas? Suponer que, sólo por ser mujeres, hay algo que vincula a la reina ese “robo” de los capitalistas quede invisibilizado y también se transforme en
británica con las desocupadas inglesas, a la presidenta argentina con las em- invisible el trabajo doméstico que recae fundamentalmente en las mujeres y
pleadas del servicio doméstico, a las cantantes y empresarias internacionales las niñas.
latinas con las obreras de las maquilas mexicanas es, en última instancia, Y aunque nunca antes como en el capitalismo se crearon las condiciones
caer en el reduccionismo biologicista de la ideología patriarcal dominante, cientíÞcas, médicas, sanitarias que nos permitirían a las mujeres disponer
que las mismas feministas han criticado seriamente. Hablar de género así, de nuestros propios cuerpos, este derecho aún no nos pertenece. El desarrollo
por lo tanto, es hacer uso de una categoría abstracta, vaciada de sentido e de los métodos anticonceptivos como las píldoras, los dispositivos intrauteri-
impotente para la transformación que queremos llevar adelante. nos, las ligaduras de trompas e incluso la posibilidad del aborto aséptico y sin

6 Alizia Stürtze, “Feminismo de clase”, en http://lahaine.org/


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complicaciones para la salud son hechos ineludibles. Si las mujeres no podemos Las marxistas revolucionarias seguimos sosteniendo que la lucha de cla-
disponer de nuestro propio cuerpo, decidir no tener hijos o cuándo y cuántos ses es el motor de la historia, y que es la clase obrera, acaudillando a las ma-
hijos tener es porque la Iglesia, en complicidad con el Estado capitalista, sigue sas pobres y al conjunto de los sectores oprimidos, el sujeto de la revolución
imponiéndose sobre nuestras vidas. Además de convertirse en un negocio muy social que nos liberará de la esclavitud asalariada y todo tipo de opresión,
rentable para un sector de profesionales, laboratorios, maÞas policiales, etc., la atacando al capitalismo en su corazón, paralizando sus mecanismos de exac-
posibilidad de separar el placer de la reproducción conlleva a una libertad que ción y expoliación y destruyendo su maquinaria de guerra contra las clases
es peligrosa para los intereses de la clase dominante. Cuestionar la maternidad subalternas. Hoy, esa clase cuenta con millones de mujeres en sus Þlas. El
como único y privilegiado camino para la autorrealización de las mujeres, cues- capital produce ésta y otras tantas contradicciones. La burguesía crea y re-
tionar que la sexualidad tenga como único Þn la reproducción y cuestionar, crea permanentemente a su propio sepulturero. Es nuestra convicción que
asimismo, que la sexualidad sea entendida sólo como coito heterosexual, pone las mujeres de la clase obrera tomarán parte fundamental en esas batallas
en riesgo las normas con las que el sistema regula nuestros cuerpos. Los cuer- futuras por el derrocamiento total de la clase explotadora.
pos que el sistema de explotación sólo concibe como fuerza de trabajo, como
cuerpos sometidos a los estereotipos de belleza, como cuerpos escindidos y
alienados transformados en una mercancía más en el mundo de las mercancías.

Lucha de las mujeres y lucha de clases

Pero con el surgimiento y desarrollo del capitalismo, no sólo aumentó


la explotación y la opresión de las mujeres, sino que también se sucedieron
cambios profundos en la resistencia y la lucha de las mujeres contra estas
cadenas. A Þnes del siglo XVIII, con las revoluciones burguesas, surge el
feminismo como movimiento social y corriente teórica, ideológica y políti-
ca. Y este movimiento recorre los siglos XIX y XX, adquiriendo distintas
formas y llegando hasta nuestros días transformado en diferentes corrientes
teóricas, en prácticas diversas y múltiples experiencias de organización.
Casi desde los inicios, con el desarrollo del capitalismo y la aparición
de una poderosa clase obrera antagónica a la burguesía dominante, en el
feminismo y contra él se instala el debate acerca de esta contradicción que
encierra el sistema capitalista para las mujeres y que centra nuestro interés
–el que fuera señalado por la marxista norteamericana Evelyn Reed en los
siguientes términos: “¿Sexo contra sexo o clase contra clase?”7–.

7 Evelyn Reed (1905-1979), militante del Socialist Workers Party de los Estados Unidos
por más de cuarenta años. Evelyn conoce a los militantes del SWP a Þnes de los años ‘30
y se instala, en 1939, en México, donde frecuenta el entorno del revolucionario ruso León
Trotsky que se encontraba exiliado en ese país. Será miembro del Comité Central del SWP
desde 1959 hasta 1975. Su contribución más destacada fue, sin duda, el conjunto de sus
escritos sobre la liberación de la mujer, en las que aplica el método del materialismo histórico
al análisis del origen de la opresión de las mujeres en la sociedad de clases, mostrando la
indispensable articulación entre el combate por los derechos de las mujeres y por derrocar al
capitalismo. Entre sus conferencias, publicadas en español, encontramos “¿Sexo contra sexo
o clase contra clase?”, “Cómo perdió la mujer su autonomía y cómo podrá reconquistarla”,
“La mujer y la familia: una visión histórica”, entre otras.

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