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E. Wibro es la historia de Ia occidentainciOn le América Latina y des crib los procesos que, en el periodo transunrido desc el descubrimiento dle América en 1492 hasta I actualdad, han obstaculizado 0 favorecido lx convergencia entre hdres htinoamericams y europea, y entte &tsy los rents, En él se analzan Las imeraeciones econbmicas, socides, do alos ctoreslatinoamericanos a elegir emis co politcasy culrursles que ham dletemninadas opciones coletivas y a converse en sujetos ativos en et proceio de occidentalizacin. Ta occilentaizacin dls dreas latinoamericams es un historia global, et euanto supone relaciones entre distintas dimensiones regionales, nacio- nals y estas, y ente ls Sires ainoameicaas y el resto del mando, de To eal resulta tna red de interaceiones, Al analiza es imteracciones, este libro de historia intervacional nose limita ¢conscerat bs relaciones diplo- nics bilaterales © nubilaterles, sino que también abarea los contactos informales desivados de la proyeccion de lx actores histricos en la esera internacional, expresa, por ejemplo, en rligién, ta lengua, a clara ‘material o la emigracién, El testo analiza uo s6lo de qué manera Arica Latina se vuelve occidental, sino cémo el subcontinentey el mundo inven taron un recoride que acereé ns Seas ltnoamericanas als ibéicasy o¢- Mss baer y meas mes polis, 28, oni Se ere depen yrs elites, 273 ae jn de la Y. ta occidentalizacion 2... : 1, Del desorden internacional a la nueva diplomacia [Nacionalisno y sobera nacional, 287; E subsistema snteramericae to, 296 a patcipcin en el stems de Naciones Unis, 30; Ls ten- dencis plicgntiees, 308; Anéica Latina en el orden mater, 313 2. Las teas Jatinoamericanas en Ja economia intemacional Ta economia populisa, 326; Las décadas del optimisno, 331; Nuevos desequiibyios esonomicos, 255; fa reorientacin del desempeto eco ‘némicoy a prductividad, 2; Alero e inversiones, 46; olnerabi- Tidnd de fa economia fnancia, 351 3, Hacia la secularizacién social os vecores principales, 36¢; La sociedad wba, 367 4. La occidentalizacién de la politica . Tas opciones politics, 375; Cudadant, ase politica y partidos, 379; CConsttucionaliso e institcones, 36, Cenlizacin, federaismo y presiencalsmo, 393 Conclusién, Formas.y trayoctorias de las dreas latinoamericanias cen la historia mundial 7 Bibliografia 268, 286 286 325 359 374 401 as PRESENTASION 1 FIDEICOMISO HISTORIA DF TAS AMERICAS nace de Ia idea y Ia conviccién de que la mayor comprensiOn de nuestra historia nos permitira pensarnos como una comunidad plural de americanos, al mismo tiempo unidos y diferenciacos. La obsesién por definir y ‘caracterizar las identidades nacionales nos ha hecho olvidar que la rea- lidad es mas vasta, que supera nuestres fronteras, en cuanto se inserta fen procesos que engloban al mundo americano, primero, y a Occiden- te, después Recuperar Ia originalidad del mundo americano y st conttibucién a Ia historia universal es el objetivo que con optimismo intelectual trata- semos de desarrollar en esta serie de Ensayos, que en esta ocasién pre- senta una tilogia de textos sobre historia econdmica: Mecanismo y ele- ‘mentos del sistema econdmico colonial americano, sighs xvr-xvi, de Ruggiero Romano; Las polticas de desarrollo en la regién latinoaynert- cana, 1930-2000. Otro siglo perdido, de Victor L. Urquidi, ¥ el que el lector tiene en sus manos, le Marcello Carmagnani. La finalidad de esta serie es promover investigaciones en historia econémica y social y fue ppatrocinada por el Fideicomiso Historia Econémica de Banamex, funda- do en 1968, gracias al interés de don Antonio Ortiz. Mena, entonces di rector general del Banco Nacional de México. Al banco y a con Anto- rio Ortiz Mena les expresamos nuestro reconocimiento. El Colegio de México promueve y encabeza este proyecto que fue acogidlo por el gobierno fecleral, Al esimulo de éste se suma el ent- siasmo del Fondo de Cultura Econdmica en fa produccién ecltorial y la difusion de nuestras series de Ensayos y Estudios que entregamos al pablo, Ancra Heels Cvez Presidenta Fideicomiso Historia cle las Américas Introduccion AMERICA LATINA EN LA HISTORIA MUNDIAL [Azmunio ne ar unto es rescaatolpapl de os pass latino americanos en la historia mundial. En este sentido, considero que ¢l andlisis histérico ofrece elementos que arrojan hz, ao largo del tiem- po, €n torno a cGimo, cu¥indo y por qué cada una ce ls reas latinoame- ricanas participan activamente en los asuntos mundiales y acerca de ¢6: ‘mo se aticulan en una red de relaciones instituciones de colaboracion entre el subcontinente y con el resto del mundo. las constantes en la modalidacl de la participacién de Latinoamérica en Ia historia mundial son las interconexiones, es decir, los nexos que sgeneran formas de colaboracién o negociacién entre las Areas latino- americans y las otras partes del mundo. Tales interconexiones son Fundamentales porque permiten visuclizar las acciones nacionales € internacionales y comprender las forms de interactuar de las regiones americanas en el sistema mundial Hl lector encontrard en esta introduccién una presentacién de las interconexiones internacionales, ast como de las formas de colabora- ci6n, conflicto y mediacin entte las freas del mundo, En la conclusién, fen cambio, se precisan, con base en la interaccién existente entre in- formacién y teorfa, las formas histéricas de participacion de las areas Jatinoamericanas en el sistema internacional. En consecuencia, este vo- lumen no es una historia general o sintética de América Latina, como tampoco lo es por areas 0 temas de ceda pais. Mi propésito es distin- to: mostrar que Latinoamérica es parte integral de la historia mundial Y¥ que, justamente por ello, ubicdndola en su dimensién mundial de- viene més comprensible. 1. Los motouts DE LA STOMA MUNDIAL Considero que las interconexiones —de orden econémico, social, poll- {ico, juridico y cultural entre las reas latinoamericanas y el resto del ‘mundo— son los motores que ponien en movimiento las formas de par- 4” 2 EDUCA ticipacién, amén de reorientar y modifcar el eumbo de dich participa Ga6n. A lo largo de cinco siglas ce interconexiones entre dimensiones intemas —las americanas— y extemnas —las mundiales—, podemos te- conocer que éstas mmudan con e. devenit histérico, Tiempo y circuns tancia confieren a la relacién matua una pluralidad de formas de ar ticulacién, de participacién; tales formas histOricas tlenen una vida de larga duuaei6n, secular, antes de transformarse dando vida a otra moda- Tidal de relacin muta Las interconexiones —independientemente ce su naturaleza— son de ipo formal o informal, Las primeras son insttucionales, como los ‘cuerpos administativos de las monarquias espatiola y portuguesa a lo largo del period colonial, o como las instituciones republicanas y mo- nnitquicas constitucionales que nacen a partir de las naciones soberanas latinoamericanas del siglo xxx. Ea cambio las segundas, las informales, ‘on respuestas naturales y espantineas de gobierno de parte de los actores sociales en clstintos tenitorios acordes con su tradicion hist6- fica, o una respuesta juridica a vacios institucionales. En Ia vida cot diana se entreveran las resoluciones institucionales ce gobierno, en particular ls de justicia, con el derecho consuetudinario, 10s sos y cos- tumbres locales. Son todas respnestas que buscan el consenso y la re- duccién del nivel de conflicio. Lo que vuelve atin mis complejo el rnudo de relaciones es el hecho de que norma y praxis se adecuan continuamente en consonancia con fas miiltiples formas de reciproci- dad, de asociacionismo, hermandades, grupos de ayuda mutua, tanto antiguas como contemporsneas, que perviven en los espacios latino- americanos, particularmente en el medio rural Desde ef siglo xm al presente se han acelerado y multiplicado las interconexiones entre las comunidades humanas latinoamericanas y de tas con las comunidacles norteamericanas, evropeas,alricanas y asté- ticas. Del estudio de los distintcs momentos destacamos que las cone xxiones se muliplican y se vuelven mas complejas con el pasar del tiempo. Justamente es la compkijdad de la relacidn mutua fa que in prime una dindmica a Ja intercenexién, dotindola de ereciente fluidex para relacionar las dimensiones nacionales y locales con las interna ionales 1a exploraci6n de la relacion entre las 4rcas del mundo, su difusién yy permeabilidad, sus vineulos, sus nudos, permite superar una limita- ion bastante difundida en los paises latinoamericanos y que sobredi mensiona las condicionantes nccionales. Este tipo de andlisis nacional, AMERICA LATINA EN LA HSTORIA MUNDIAL » tanto Latinoamericano como de otras ltiudes, otorga escasa impostan- aa la comunidad de intereses y problemas entre los hombres de! mun- do, a los patalelismos, a Ia simultaneidad 0 a la convergencia de los procesos historicos. Este es un grave prejuicio que se traslada al estu- dio de las comunidades humanas del continente latinoamericano y ‘que ocasiona que incluso se haga caso omiso de lo que histéricamente identifica a la comunidad iberoamericana. Si quienes rescatan un pasa- do comtin afirman que la historia de cada pais se explica por el ascen- iente de la religién, de una lengua yuna cultura originaria comunes, olvidan que la comunicacién y las redes entre actotes histéricos de dlistintos patses constituyen el fundamento viviente de una historia en, comin. No debemos, sin embargo, caer en lt trampa de pensar que una his: toria comin a una ploralidad de Estados y naciones conlleva una evo- lucida tnica, un destino compartido. la historia en comin se refiere al hecho de que miltiples paises en distintas reas del mundo responden —en una era especifica— a desafios similares con base en experien- cas conocidas o recorias por los disintos patses del munclo. Desaffos que pueden ser ecoldgicos, econdmicas, sociales, politicos, culturales y tecnolégicos. Precisamente estas experiencias compartidas conducen €1fa comunicacién que genera formas de sociabilidad y de retacién en- tre espacios nacionales ¢ intemacionales. Una vez asentadas estas premisas basicas clebemos aproximamos de modo diferenciado a la historia de hi comunidad humana en Latino américa. Su estudio puede ser como comunidad abierta al mundo o en. su dimension hemisférica comiin, reconociendo sus vas0s comunican- tes, sus historias compartidas, Slo asi pocltemos ofrecer al lector una doble perspectiva: la hemistérica y la mundial La historia hemisférica permite comprender el significado, el cémo y cl cundo logra el hombre latinoamerieano trascender sus fronteras na- turales, su Ambito local 0 nacional, y entrar en contacto con otras freas latinoamericanas. La Optica mundial crroja luz en torno al cémo, al caxindo y al significado de Ia interelci6n entre las Areas latinoatne sicanas con las europeas, norteamericanas, alricanas y asiticas. Baste un botén de muestra. El nexo entre Amiérica y Africa genera —aclemnés del tifico de esclavos y del comercio triangular con Europa— una his toria rica en procesos de mestizaje cultural, social y étnico, La perspec- {iva hist6rica lleva a ver la-emigracién latinoamericana contemporaine como el resultado de varios elementos: no como consecuenicia del pro: “ retropuecién ceso ce globalizacién y del incremento de la pobreza general, ¥ el oo como el resultado de In construccién de una inédita pluralidad y com- pleja interconexién social, politica y cultural latinoamericana con Ia co- tmunidad humana europea, norteamericana y canadicnse. Al ubicar Ins dneas latinoamercanas en su dimensi6n global rescata- mos la cenuralidad del actor indizidual cuando se manifesta en colect virlad, y nos aproximamas una aamativa hist6rica que valoriza la acciGn del hombre. Lo anterior leva a superar la interpretacién del “sistema mundo” que —como la ofrecice por Immanuel Wallesstein en ZI mo- demo sistema mundial (1998)— da excesiva importancia a las estruc turns subyacentes a la accién himana, Est interpretacién —como to- das las de orden estructuralista— concede escasa libertad al hombre individual, « las unidades familias, y desdefia la espontaneidad y el ingenio de cada colectividad paca discemnir cusles nexos le convienen al relacionarse con otras colectividades. En summa, desconoce o menos precia el potencial humano ce colectividades especificas para inoremen- tar y desarrollar sus capacidades y los recursos de su entorno, Los estructuralistas confieren demasiada importancia a la. situacion sgeogrfica y econémica de cada frea en el orden munclal. En particu lar, Wallerstein recondluce la cagacidad expansiva de Ia actividad inter- nacional de las comunidades humanas a tina dominacién de éstas por parte de un sistema muy estrucurado, capaz. de ejercer su fuerza de ‘coetci6n en todas las eas y regiones del planeta. Fn tal sistema mun- do, toda sociedad, nacién, clase social 0 individuo se ubican y se des envuelven exclusivamente a pati de su posici6n en la divisin inter- nacional del trabajo —que segrin Wallerstein se firma con el capitalismo desde el siglo x—, dando asi vida a un sistema jerérquico intemacio- nal de Ja desigualdad, de la asimettia. 1 sistema mundo se impone y comanda las diversas éreas ¥ paises, asignando a unas pocas regiones la exclusiva centralidad en el sistema, cen tanto que a las drcas semipeaiféricas les reconoce benelicios parcia- les, y a las pedfésicas, que son las ms, solo desventajas, La concep: ci6n rigida, unidimensional y repetitiva implicita en cl sistema mundo conidena eternamente alas Areas y los pafses del mundo a la condicién fen que fueron ubicados; su destino inmtable, impuesto por una real dad abstracta —el sistema mundo—, es inmune a toda decisi6n aut noma tomada por los actores hist6ricos. De esta interpretacién emerge una versi6n act boc pata las dteaslatino- americanas: la denominada “teofia de la dependencia’, cuyos promoto- AMERICA LATING EN LA HISTORIA Mn res consideran que Ia pavticipacién cel subcontinente es pasiva y por (0 los actores latinoamericanos no tienen, no han tenido y tal vez no tendcin nunca la posibilidad de incidic en los destinos de! mundo. En sum, ls dveas del denominado Tercer Mundo tienen, en el mejor de los casos, un papel subalterno en la historia de los tiltimos cinco si los. Esto significa que viven al marge de la historia, de la “gran his- toria, que es la que viven las mettOpalis, las naciones industializadas (Andrew Gunder Frank, 1976 y 1998). ‘Una nueva y atenta lectura en torne a kas interconexiones entre co- lectividadles humanas permitiré a los llamados pueblos subaltemos res- catar los momentos en que los paises le Latinoamérica actuaron deci- didamente en la definici6n de su historia CEsie R. Wolf, 1991). Sélo asi lograremos comprender cmo dlstintos puebslos se esfuerzan para acte- ccentar su presencia en el sistema intemacional, aprovechar sus venta- jas y minimizar los efectos negativos de su pauticipacién en dicho siste- ma, En su actuar cotidiano los actores sociales no son anulados ni sometidos por el peso de la estructura o de los condlicionamientos ex- temnos. De tal actuar, el gran literato austriaco Robert Musil nos ofrece, en su novela de formacién I hombre sin atributos, una posible clave interpretativa al sostener que junto con “el sentido de la reali", que “existe, y nadie puede poner en duda que su existencia esté justifica- da’, existe también el “sentido de la pasibilidad”. Sentido de la posibi- lidad “que podria definitse como la capacidad de pensar todo aquello ‘que podria igualmente exist’, ser, deve. Si aceptamos que los actores histérizos ejercen su libre albedrio y actian transformando su realidad, debemos conceder esa caracteristica 4 todo ser humano, a toda colectividad humana, ya sea subalterna 0 periférica. EI anilisis dicotémico hasta ahora empleado: tradicién-mo- demidad 0 desarrollo-subdesarrollo, inpide una comprensién de la historia mundial en su complejidad y de las transformaciones vividas ios. i se quisiera dejar atti tal dicotomia se debe reflexionar que a lo largo de la historia todas las sociedades han experimentadlo periodos de florecimiemto, crecimiento, estancamiento ¥ crisis, En cambio —y a pesar de que los cstructuralistas Jo nieguen 0 lo dejen de notar—, si nos centramos en las interconexiones y la comuni- cacién entre las distintas éreas del mundo, notamos que todas las reas latinoamericanas y sus actores hist6ricos sin exclusién ni distingo, ma- nifestan una capacidad de actuar con ingenio en todos los émbitos. % snreapuccion local, nacional e internacional, De lo contrario, al verse obstaculizados, fircnados, los actores hist6ricos acttan como five riders, es decir, al imargen de las normas y las instituciones. El contrabanclo colonial am- pliamente difundido fue la respuesta de los latinoamericanos al comer- io monopélico peninsular. Ott expresién del fre rider es la mano de ‘obra sujeta al latifundio al fnndo minero, la cual logea migrar para reerear un nuevo habitat y un odo de subsistencia en las fronteras no ccolonizadas latinoamericanas, Es probable que In aparicion dle asocia- Cones no gubernamentales internacionales como Amnistia Tnteracional sea, en los albores del siglo x la respuesta ciudadana a los gobiernas autoritasios latinoamericanos por Ia violacién de derechos hnumanos, ci- viles y politicos. En consectencia, una vez reconocida Ia capacidad del horabre indi vidual de actuar colectivamente, cle responder a los setos que el con- texto nacional y mundial le presenta, se puede también aoeptar su ci- pacidad para transformar su entomo. Por lo mismo, todo hombre 0 ‘olectividad dispone de conocimiento, de un capital social, necesatio para acompaiiat cualquier proceso de cambio interno ¢ intemacional Y para frenar, desarticularo dilair su impulso. Las colectividades huma- nas responden de modo diferenciado —con base en su haber hist co— a los contextos mundiales: ciertas paises o cegiones se montan sobre ln cresta de la transforracién, como acutié en el siglo xx con Jos pases asiiticos —Asia, Corea del Sur, Taiwan, Singapur y la propia China y otros actéan con meyor reserva o incluso a destiempo, como fue el caso de los Estados latironmericanos atin cautivos por el mode- lo estatista-nacionalista Contrariamente, al despuntar el siglo xn los paises latinoamericanos abrazaron el nuevo consttucienalismo, las formas republicanas y libe- rales, asf como la libertad de comercio y el potencial de fa diplomacia internacional la inversa, Japén, China y otvos patses asiéticos se mos- traxon mis refractarios, reacios al cambio Te pauticipacién diferenciad: de los dlitintos pafses incide en la his- toria mundial, primero porque el proceso no es linea, y, segundo, por {que la pattcipacién de cada pats no es continua ni ascendente, La historia panticular de los paises condiciona la forma de convergencia internacional, asf como su estzbilidad, sus resultados paniculaes y ge- nerales. Lo cierto es que la hisioxia muestra que los paises lideres mun- diales no siempre han sido los mismos. Lo fueron Espaiia en el siglo Holanda en el sv y Grav Bretafia en el x1, Una vez alcanzado el climax de su potencia, su plena madu-ez, perdieron terreno para dejar espacio al ascenso cle nuevos paises. Esa alternancia no debe pensarse exclusiva de las grandes potencias, da:io que un futuro escenario para 2050 postula como naciones lideres a Brasil, México y China ‘Tampoco es el destino dle los paises acompafiantes mantener st po- icin subordinada. Baste recordar que si bien Gran Bretafa fue wn pais acompaante a To largo ce casi toda la era modesna (1500-1800), para el siglo mx era potencia Kider. Asimismo, la historia mundial cnseda que durante el bajo medioevo dectinaron las ciudades ialianas para dar paso a la era de los grandes imperios de siglo xv (Espatia y Portugal); 41st vez, Its potencias ibéricas cedieson ante el cambio hist6rico que dio vida 2 los Estacos nacionales, Cambios similares ocurtieron en las, {reas latinoamericanas: del siglo xv al xv los principales dominios ‘eran el vitreinato cle Ia Nueva Espaiia (México) y el virreinato del Peri cen el siglo xx o fueron Argentina, Brasil y Chile, ya la vuelta del siglo sax en especial a partir de la primera Guerra Mundial, los Estados Uni- dos de Nosteamérica se convistieron en la gran potencia mundial [SSTEMA nvTERNACIONAL. AUTONOMA RELATIVA "Y FORRIAS DE COLAHORACION EI primer paso para la mejor comprensi6n de la geomettia variable del sistema mundial es reconocer el mecarismo de las interconexiones en- tre los paises y entre las regiones del mundo. Desprendemnos de este- reotipos y determinismos que el aniliss estructuralista nos impuso, y que ahora el deconstruccionismo posmodemista quiere imponemos, cexige reconocer la flexibilidad, la espantaneidad y la impredecibilidad de los procesos histricos, aceptar la mtiplcidad de los mecanismos de interconexién material e inmaterial que genera el actuar colectivo. Fn cuanto a fa interconexidn, ésta puede ser intermitente 0 perdu- rable, En el primer caso estin los vikirgos 0 los chinos, que atribaron 4 América antes que los europeos, s6bo que los vikingos no lograron asentarse de modo esabe y dradero en hs costs de Nuewa Ingle 1a, como tampoco los chinos en las costas del Pacifico. Asi se explica que la historia mundial retenga los vinculos permanentes que generan una interacci6n mutuamente benéfica y duradera en el tiempo. El beneficio de una colaboracién sostenida por largos periodos en- tre actores histéricas se reconoce en las miitiples maneras de repre 1 eonuacton sentas al rmundo, La imagen del orbe de la Cosmeguayia blaviana —pw biicada en 1662, en Amstercam-—, que esti presente en la portada del libro, muestra Los cuatro continentes con proporciones idénticas, sin precominio de ninguna de sus >attes, pues en lo ako impera el princt pio divino orginizador garante de Ia colaboracién entre las regiones el mundo. Casi un siglo mis tude, en 1753, en el ciclo del salén de baite del palacio de un gran mercader veneciano, en la Ca'Rezzonico, se repradice una imagen del undo donde aparecen los custo conti nentes —Europa, Asia, América y Affiea— en distancia y proporcién cequidistante; al centro impera Ie divinidad, simbolo del supremo poder orginizador de una convivencia ordenada del mundo. Una vez mis, resalta una concepcién equilibrida y ordenada entre freas lel mundo. En Trieste, puerto del Mecitearineo abierto hacia el exterior, consta- tamos la seculavizacién del principio organizador del mundo. plaza principal, centro de la vida mercantil, se yergue la fuente de los Cuatro Continentes (1751-1754. fsta tiene cuatro estatuas que repre- sentan los continentes y que vierten agua en unas conchas que simbo- lizan el destino comtin de los continentes: la colaboraci6n. La fuente representa las formas de tal colaboraci6n internacional porque la orna- rmeniacion de las cuatro estatuas es profusa en naves, instrumentos, cordeles, pacas de algedén y granos; todo fruto y simbolo de un co- mercio que organiza Ia colaboracion intercontinental. Corona este mo- ‘numento la Fama, simbolo de la unién y la recttud de todo nexo entre comunidades humanas. Fama y comercio sugieren una pluralidad de voluntades, tanto individuales como colectivas, que interactiian para dlialogar y partcipar en Jos asuntos de! mundo sin renunciara sus pat= ticularidades locales y nacionales Si me detuve en el simbolismo de la representacién cel mundo fue para insistr en sus caractersticas esenciales: competencia y colabor i6n entre colectividades humanas en el Ambito continental ¢ intercon- tinental. En dicho Ambito se desenvuelve la historia mundial, que de ninguna manera es una sumatoria de historias nacionales. Por el contraio, Ia historia undial explica por que y cémo se des- envolvi6 un pais 0 un area en selacién con ota. Por ejemplo, pregun témonos acerca de las circunstancias que provocaron que se diera una dlivergencia entre China y Europa en el siglo xvu y que determinaron tuna situacion distinta de las dos grandes Areas en la historia econdmi- ‘ca mundial contemporinea (Kenneth Pomeranz, The Great Divergence China, Europe, and the Making of the Modern World Economy, 2000) -AIEHICA LATINA BN 1A HISTORIA MUNDIAL » Hoy comprencemos las razones por as cuales Europa lleg6 a ser la regién mis rica del mundo; circunstarcia que se debi6 no sélo a fac- tares de indole econémica, sino también politica. Si comparamos el dlesenvolvimiento de China con el de Europa, mientras en la primera predominé la forma imperial de gobierno, en Europa la existencia de dltintos Estados nacionales en un textorio compaeto condo a la com- petencia, al intercambio de experiencias, 1s ejemplos citados son s6lo una muestra de otra perspectiva cle andlisis que permite dejar ats los estrachos cauces que delinea la his toria nacional o las ideas de una primacia europea. El eurocentrismo condluce a ln pretencla universalidad de la cultura europea, y la histo- ria nacional se extravia en ta brisqueds de una originalidad congénita 1a insistencia en la cokaboracién entre eas y paises det mundo de ninguna manera soslaya el conflicto, la guerra, las cisputas, lo cual per- mite subrayat, una vex mds, que las dimensiones internas y mundiales estin constantemente en interaceién, De aif que las interacciones cons tituyan el argumento central de la historia munclial. A diferencia de la historia de las relaciones internacionales, que estudia los mecanismos Dilaterales y multilaterales de las relaciones entre Estados, lt historia ‘mundial hace hincapié en las interacciones entre todas las limensiones nacionales ¢ intemacionates. 12 historia mundial reconoce las rekciones entre Estados, pero su el fundamento de la autoridad del jefe-chamén al interior de la tribu, Al momento de fa llegada de los ceuropeos existian dos imperios: el azteca y el inca, los cuales, a su vez, {jercian su dominio sobre numerosos seniors estatales. Habia asimismo sefioris estatales en Amética Central, Colombia, Venezuela, Ecuador, hose de Chile, noroeste cle Argentina algunas zonas amazénicas ‘Todas estas organizaciones son resulkado de un prolongada historia de tansformaciones intemas, migraciones y contactos interculturales, {que han dejado sus huellas en el arte, la asronomfa, las materméticas, fa arquitectura y la ingenieria. Es muy interesante notar que gracias a la cexpetiencia y a las numerosas tentativas y errores, los imperios y sefio- ros lograron mantener un equilibrio muy eficiente entre ecologias ‘muy distintas y fueron capaces de gobernar a una poblacién numerosa ‘mediante mltiples y complejos mecanismos de disciplin y jerarquiza- ci6n que imponian un acceso diferenciado a los bienes y servicios dle 1h comunidad, diferencia de los grupos y tribus, los imperios y seitorios fueron capaces de absorber el impacto de la invasién europea, precisamente porque consiguieron reforzar la organizaci6n de clanes tipica de la poblacion americana, Cabe detenerse, pues, en dos de estas organiza- ciones, el calpull del rea mesoamericana y el apie det mundo anci- no, las cuales no sélo no se disuelven durante el periodo colonia, sino que siguen existiendo hasta hoy en rumerosas regiones mexicanas, colombianas, ecuatorianas, peruanas y bolivianas Hemos dicho que la revolucién neoltica da origen a las aldleas agi colas que permiten la convivencia en un misito tertitorio de los o mis linajes familiares, La versiGn mesoamericana de esta conformacién de lanes no presenta una sola dimensiéa econémica y social, sino tam- bign politica y cultural, puesto que el cafpull retine a un determinado ‘mimero de familias ampliadas y nucieares emparentadas entre si a condicién de que todas ellas reconozean una divinidad tnica protectora de todo el clan, Se trata del reconocimiento cebido a la divinidad que ha ensefiado a los miembros del calpalli un oficio, una profesi6n 0 AINsENCION tuna habilclad que, aclems de ser iil al conjunto det clan, debe trans- mittse a los hijos. 1 fundamento religioso del calpulli supone que el clan dispone de todos los recursos locales, ya sean de tierra o de agua. Son las autori- dades del clan quienes asignan a los miembros del calpullt no solo las parcelas de tierra sino también la canticad de agua necesaria para los culivos, y controlan ademis las tierras no asignadas a las familias, cuyo producto esta destinado al sustento de los nobles, los sacerdotes, el scfor o el emperador. El mecanismo de asignacién de recursos ala autoridad imperial 0 sefiorial, ast como a los funcionarios, se basa en cl tvibuto, una insttucién preexitente a la formaci6n del imperio azteca, sugida seguramente en la fase de secentarizacién definitiva de Ia po- blaci6n con la configuracién de una red de aldeas enlazadas mediante el intercambio de bienes. El cafpull! es al mismo tiempo un elemento sico de la vida material ¢ inmaterial de las comunidades de aldeas, ademas de constitu el primer escal6n de una mas vasta organizacién politica, seforial y, luego, imperial. ‘También el ayilu andino presenta esta doble connotacién, pero otorga una mayor importancia a la dimensi6n territorial. El apie es tuna agrupacién de familias que se consideran descendlientes de un antepasado comtin en una determinada localidad geogréfica, Antes de la conquista de distinios sefiorias andinos lleva a cabo en la segunda mitad del siglo xv, los mismos incas no eran otra cosa que un seitorio territorial asentado en las cercanias de Cuzco, en los Andes meridions. les, que abarcaba once avi. También esta organizacién presenta una dimension religiosa, represented por el ceque o linea imaginaria que vincula el ayia a un lugar sagiado. Rasgo comin dle todas las oxganizaciones amerindias es, pues, la es twecha vinculacin entee religién y sociedad. En el mundo mesoameri- ccano maya y azteca, esta asociecion se manifiesta en I idea de que los hombres no son mas que la expresi6n dle una doble voluntad dlvina 4 que gobierna la esfera superior —el cielo— y la que gobierna lo in- ferior —la tierra—. Y no son muy diferentes las creencias del mundo andino, segin las cuales la interaccién entre lo material y lo inmaterial dlefine los principios esenciales de la organizacién social: la tipatt- in, el dualismo y la organizacién decimal imperial. La tripartici6n establece la relacién entre los principios sagracos y los criterios profa~ nos que se manifiestan en la divisi6n territorial de los barrios; el dut- lismo sanciona la idea de la integracién de las partes desiguales de un re TA mSERCION Pa ‘ayllu mediante mattimonios exogmicos; el principio decimal define la forganizacién poltico-administrativa del imperio, especialmente el sis- tema tibutatio. Resulia entonces evidente que las sociedades americanas no son ficiles de describir 0 interpretar. Podenos constatar, de todos mocos, {que a medida que las culturas amerindias se van aproximando al mo- elo imperial se vuclven cada vez mds frdequicas y levantan esuucturas ten las cuales se va reforzando el temor reverencial a los superiores ‘sean ést05 el anciano, el responsable del cafpull, el sacerdote local, el mercader, el guertero u, obviamente, el sefior étnico. Los sefiores étnicos, 10 sea los latoan en México central, los batab en Yucatin, los kuraca en Jas regiones andinas, denominados genéricamente por los congqistado- res ibéricos como cacigques, expresan la rtvalizacion dle un proceso cul- tuaal, politic y social iniciado algunos milenios antes de la invasién europea. Fl msgo distintivo de las sockedades americanas es, pues, la Corganizaci6n jerérquica, lo que resulta evidente en la distineién entre nobles y plebeyos ¢ incluso entre dife-entes tipos de nobles y plebe- yyos. La caracterstca disciplina social de los pueblos americanos esta arraigada en una concepcién religiosa segiin la cual s6lo la dlivinidad es etema, frente al hombre y la naturaleza frgiles y efimeros. Si bien la organizacién jerarquica generé cambios signifcativos en el sistema productivo y permitié un mejor uso de los secursos para man- tener a una poblaci6n creciente, fue tamoién causa ce muchas tensiones y conflictos. Sabemos de etnias arrasades por rebelarse contta la domi- naci6n imperial, de desplazamicntos forzados de miles de personas, de luchas intestinas por sustituic 2 unos jefes étnicos con otros. Las varia- las formas’ de servidumbre y los sacrficios humanos demuestran que las sociedaces americanas, como todas las sociedades histéricas, encie- san pulsiones que las conducen tanto a la convivencia pacifica como al conflict. os conflictos, que se desencadenan tanto en los grupos de nobles ‘como en ln plebe, adquieren particular importancia, puesto que favo- recerin puntuales alianzas con los invasores. En México es un seitor indio, de la etnia zapoteca, en Oaxaca, quien propone una alianza a Hernan Cortés con el objetivo de someter 2 un potente sefiorio mixte- 0, y no hay que olvidar que gracias a la alianza entre los conquista- ores y los taxcaltecas Cortés logea expugnar Tenochtitlan, Ia capital del imperio azteca, No es muy diferente la situacién en el impetio inca, donde los escasos espaitoles mandados por Francisco Pizarro y * A INSERCION Diego de Almagro aprovechan en 1532 la oportunidad de intervenir en el complejo juego politico ertre Atahwalpa y Hudscar por la sucesién al trono lel emperador Huayna Capac, que habia muetto en. 1527. En ‘general los acuerdos y alianzas fueron més frecuentes de lo que se suele pensar. Otro ejemplo es el de los sefiores de Haatun Xauxa en cl altiplano peruano, quienes en 1561 reivindican ante las autoridades espaiiolas la cevolucién de Ics bienes entregados a Pizarro en pago de In alianza para derrotar 2 Atahuslpa en Cajamarca Los conflicts al interior de las organizaciones indigenas incitan a los conquistadores a entablar alianzas no, s6lo con los setiores, sino tam- Din con los jefes de ribus indias. Gracias a este tipo de acuerdos, los franceses y portugueses pudieron instalarse en Brasil, y la victoria de los portugueses sobre los frarceses se obtuvo gracias al entendimiento on los tupinambos. De la misma manera, el asentamiento de los espa- fioles en Chile, y en concreto la fundacién de Santiago, fue posible por cl entendimiento entre el capitin de conquista Pedro de Valdivia y el jefe de las tribus de aquella regién. EL hecho de que los amerinlias posean habilidades que los capacitan para claborar estrategias tan complejas como las que planiican los in- ‘vasores europeos explica la variedad de formas que la penetracién euro- ‘pea adquiere en las eas americanas. Demostracién de ello son la acep- tacion por parte indligena de la coexistencia con los europeos y la nnecesidad ibérica de adaptarse constantemente alas distintas realidades americana. En tlkima instancia, no habia que considerar la invasién,y conquista del mundo americano sélo como un proceso de destruccién yy violencia, sino también como la configuracién dle una nueva realidad {que supone un eruce, no necesasiamente siméitico, de das experien- cis colectivas. os ibéricos El bagaje cultural de los invasores ibéricos, cuyo fundamento de accion politica y social es a religion, desempeia un papel no secun- dario en la interaceién entre conquistadores y conquistados. Se puede Sintetizar dicho fundamento en la idea dle Reypublica Christiana y en la cconcepcién de un imperio que supone la coexistencia entre la unidad de tone y altar y los distintos aspectos lingdisticos, culturales, politicos y sociales propios de los diferentes terrtrios dle la monarquia. Cab te- nner presente que la penetraciGn europea en América se leva a cabo a seas a durante el impetio de Carlos V, que representa en muchos aspectos la teansicidn de Ia monarquia medieval « Ia monarquia moderna, ‘asi como Jos amerindios no eran esos salvajes bétbaros destinados a set convertidos por espaioles y portugueses ala verdaders fe, segrin ka imagen propagada por los catdlicos del siglo xv, tampoco hay que ver alos invasores ibéticos como rudos ignorantes y oscurantistas supers ‘ciosos, tal como los presenta la propaganda antiespaviola a past de ese Siglo, Estas dos imagenes perlan un visiGn simplista de Ia invasion ibérica, haciendo hincapié exclusivamexte en la violencia y los atropellos de los invasores, que fueron ciestamente muchos, pero que no deben cult los fenémenos de coexistencia entre ibéricos e indligenas. “Tanto los capitanes de conquista como los jefes y el pueblo indo dis- ponian cle un acervo cultural que utilizar, una vex superac Ia sorpres inicial, para elaborar nuevas estrategias de adaptacion y desarrollar ecanismos que generarin nuevos cédigos de comportamiento y for- sas de vida. Este patrimonio cultural de los ibéricos se explica por el hhecho dle que en su gran mayoria proceden de Castilla y del sur de Por- tugal, es decir de las éreas mas densamente pobladas y dinamicas de la peninsula. De extracci6n social tendencialmente no campesina y muy influidos por la cultura urbana, la mayoria de los ibéticos artibados a ‘América es gente que sabe leer y escibie. Algunos capitanes de conquis- ta, como Hemén Cortés y Pedro de Valdivia, ademas de Ia casi totali acl de los donatarios portugueses en Brasil, poseen un notable nivel cultural y constituyen ejemplos del nuevo hombre del Renacimiento. abe recordar, por otta parte, que Ics invasores formaban un contin- gente afin de cuentas no muy nuumeroso: menos de cien mil ibéticos dlesembarcaron en las reas americanas durante el siglo x, 75% de los ‘cuales provedta de Castilla y el resto ce Portugal. Entre 1506 y 1560 aribaron @ América apenas 1558 ibéricos cada ano. Estos representan, puts, un porcentaje minoritario respecto a la poblacién amerindia de 60 millones al momento de la conquista (probablemente menos cle la mitad en el timo tercio del siglo x00. Quignes eran estos pocos miles de europeds, cules eran sus tnd cones cultural, su universo mental, su modo de afrontar la diversidad de las sociedadles indias? Se dispone ce pocos datos para delinear un cuadro exhaustivo al respecto. Si se excluye a los funcionarios reales, quienes llegan después y poseen una cultura jurdica universtaria, y 4 los ectesidstcos, formaclos en los colegias de kis distintas Srdenes y que fueron siempre pocos respecto a las necesidades de la evangel * a msencion el tinico dato realmente seguro es que la gran mayoria de los ibéticos se deciaran bidalgos o fidalgos, o que significa poseer algin tipo de post con social heredada y estar exentos de pagar impuestos personales. ‘A pattir de esta autodefinieén podemos deducir los instrumentos cclturales de que disponian los ibéticos para realizar una empresa en la que aparecian en desventaja no sélo numérica sino también organi- zativa frente a la poblacién indigena, Recientes estudios han demostra- do que en el reinado de Isabel la Catolica se ventic6 un notable inere- mento de las concesiones del rango de hidalgos y caballeros exentos de pagar impuestos, como efecto de la coyuntura politco-militar y de 1h conquista dle tltimo bastién érabe en Granada. FI resultado de ello es que las familias pertenecientes a la baja nobleza representaban al ‘momento del descubrimiento de América 10% de las familias de Casti Ila, porcentaje muy superior al de ottos reinos espafoles. Habria que nadir que esta expansin de ‘a nobleza no incluye a la alta nobleza, ya que el niimero de los grandes linajes de Castilla, unos cien, perma- rece inalterable desde finales el siglo xv, 1a ampliacién de los ranges de la baja nobleza no es ajena a la importancia que adquiri6 Castila en el proceso plurisecular de recon- quista ‘de las tegiones ibéricas en manos de los arabes desde los afios 711 y 750. Se da, pues, una evdente relacién entre la reconquista y la Conquista del Nuevo Mundo, ¥ una consecuencia de ambos procesos es el traslado de los hidalgos de Espaia al Nuevo Mundo, tras la culmi- rnacién de la reconguista en 1489 y Ia unificacién de las coronas dle Casilla y Arag6n, acontecimiento que, al cabo, impidi Ia posibilidad dle adquitic honores, prestigio y riqueza al servicio directo del rey. ‘Aunque la concepeién de nobleza propia de los hidalgos esta araiga- da en ka cultura caballeresea medieval, se crea una nueva relacion entre honor y prestigio, debico a la mayor importancia que va adquitiendo la siqueza familiae. Se asiste entonces a una renovacién de la cultura social y politica de la baja nobleza, porque también otros grupos sociales dque sirven a la Corona en la administracion y en el comercio pueden ambicionar, gracias a su rqueza a tener matritnonios, amistades ¥ wincu- los de clientela con la alta aistcracia e integrarse en los rangos nobles. La ampliacién de la cultura nooiliaria provocé entonces una dismint: Ci6n relativa de la estispe guenera de la nobleza y ayudé a promocio- nar sociakmente @ grupos sociales enriquecidos pero sin linge. En el contesto americano, la concepeidn nobiliaria se expresa en la sibilidad de los conquistadores de ascender socialmente sirvienclo al a sen » rey y ala religin. Los servicios prestiios al rey aparecen sistemstia. mente enumetados en las relaciones y gracias a ellos se obtienen mer- ecles similares a las adquiridas por sus predecesores en Espaiia y Por- {ngal luchando contra los rabes, Entre las mercedes otorgadas en “América destacan las donaciones reales en Brasil (concesiones jurisdic~ ‘cionales en vastas regiones) y las enccmiendas en la América espaiio- fa, que concedlian a Jos conquistadores y sus clescendientes los tributos {que los pueblos indios estaban obligacos a pagar al rey. as donaciones y mercedes otorgads @ los nuevos nobles no consti- tuyen un fendmeno exclusivamente espafiol y portugués, ya que se trata de una practica muy comiin en las monarquias europeas del siglo xo, Ir cual sera eliminada tan s6lo en los dos siglos siguientes, tras la concentracién de las funciones politica-administrativas en manos del rey y sus funcionatios. En el periodo inicial de la invasién de América, Ins coronas europeas conservan atin numerosos rasgos dle la monar- {quia parlamentaria medieval, lo que enel caso ibérico se advierte en la convocaci6n a las Cortes de Castilla y de Portugal de los distintos esta- mentos y de los representantes de las ciudades, y en la presencia de Ia alta nobleza en las consultas reales. El cardcter especifico castellano y portugués esta cladlo por la exis- tencia de una baja nobleza muy numerosa que, una vez. concluida Ia reconquista en la peninsula, se queda sin posibilidades de mejorar su posicién, Cuando el duque de Olivares, primer ministo de la monar- uit esparola, intenta realizar una reforma poltica en el primer tercio del siglo xvi con el objetivo de frenar la declinacién de la monarquia, redacta una interesante clasificacién de la nobleza castellana, distin- suiendo entre infantes (hijos del rey), grandes de Espatia, setiores, ca- balleros ¢ hidalgos. Segiin el texto del duque, las tres primeras cate- gorias debian patticipar en Ia gesti6n del reino y del impesio cedienclo una parte de sus rentas para conservar sus cargos reales. La cuarta categoria, los caballeros, quienes dominaban la vida politica local des- dle cargos municipales, debian ser uilizicos en los rangos militares. En 0 que concieme a los hidalgos, el duque expone una interesante dis- tincidn que nos ayuda a visualizar las caracteristicas de los principales protagonistas de la invasién americana: los hidalgos se diviclen enton- (es en “solariegos’, 0 sea propietasios con una cietta posicién econd- mica, “privilegiados" que han adquirido la hidalguia mediante una donacién del rey, ¢ hidalgos considerados tales por vax popu, aunque 10 posean ni bienes nt ttulos de nobleza, Existe adem una categoria ” LanssnciOn de hidalgos que goza de los priilegios de Ia nobleza tan solo en se lugar de residencia y no en otras Iocalidades. Si tenemos en cuenta cesta clasificaciGn, adems le los pocos datos biogrificos y los testimo- niios de los conquistadores e informaciones relativas a los primeros hhabitantes espafoles y portugueses en América, se puede deducts que In gran mayer cle los conquistdores procede del rango de los hidal ‘gos conocidios o considerados como tales en sus lugares cle origen, Gu ellos abandonan en busca de Fortuna en los efécits imperiales y Iuego en Amética Tay que tener presente también que, independientemente de su experiencias postetiores, los ibéicos proceden de un contexte malicul tural, puesto que han vivido en ireas con fuente presencia fae y judi ¥ en ciudades como Sevilla y Lisboa donde vivian muchos esclavos ‘racanos. Hasta qué punto esta experiencia culural fails una acti de didlogo con ottos grupos énicas? Cabe recordar también que, cuando fos reyes catSlicos se fueron de Granada, dejaron el gobiemo de la reyion conquistada en manos de un tiunvirato del que formaba parte el ar- obispo de Granada, Hernando de Talavera, tipico exponente ce una tradiei6n de tolerancia e interés por lx cultura y la religin musulmanas TEnre Is experiencias que de alguna manera influyeron en los hidal gos atrbadlos a América, habs. ue recordar Ia expansion castllana Y portuguesa en Africa, en los sigos av y x, Sabemos que Ia penetraciGn {bétiea en Africa se intensificé durante el siglo xv, en competencia com sgenoveses y venecianos; en la Sevilla de finales del sigho 3v habia 44 fasas mercantles genovesas, 2) florentinas, 10 venecianas, siete port. fquesas, algunas inglesas y nurerosas catalan, Situacin parecida se presentaba en Lisboa, ciudad que mantenia mejores vinculaciones con Amberes, Brujas y Londkes. La expansidn ibérica en Africa y posteriormente en América se con” figura también como wna prolongacién de Ia experiencia mediterrs. nea, visible en las factorias a Io largo de la costa africana, y como una qeelaboracién de dicha experiencia. Una de las novedades consiste en fas expediciones portuguesas y castellanas dedicadas ala captura ce es Gavos en Affiea. Un cronista de 1444 nos describe el desembarco de fesclavos africanos en Lisboa explicando que muclios de éstos eran blancos, ottos mulatos y muchos “negros como etfopes”. Sabemos que Jas expediciones afrcanas de Znrique el Navegante, con licencia excl siva concedida por el rey de 2ortugal en 1443, fueron financiadas con ln trata de esclavos. También los castellanos se sumaron a estas activi rE co aes y numerosos bares con licencia ef so competi con os datfagese io duels agri, as como on ‘empzendian cont po ataques conta las islas Canarias castellants ode as novedades dervadasdetipo de penecion comer ta sikinién portaguesa ycastellana hai el antco presenta oves os tect coma ral colonizaion de as Azores y Male Boy Pe Pestguetn de ls Cana por pate espafl. Mets of ) case DOr oe erat de una colonizacion real de eras despoblas 8 tage leva a cabo iniialmente wna colonizacén serial de 8 las as ote, Fuenteventa Fiero, despobladas tas la trata sclyisa Lanripiencos del sigio av. La verdaders conquista de las Canadas es ere de fs isas leas y densamente poblidas de Gran Canatia 1s eins y Tenerife, se emprencer entte 492 y 1496, inicialmente Pajo Falmucei6n de la Corona, para. transfo-marse posteriormente en una SMipresa nanciada por comerciantesy conquistadors, tal como Cet cietfaego en América Entre los comerciantes que pauticiparon en ft feat pea canara encontamos 2 algunes genoveses que contsibuirin samen a. financiar los viajes de Colon. La conquista de las Canarias, ta ual Tos conquistadores supicron aprovecha las rvalidades entre ter fudillos locales, tiene lugar le manera simutténea a Ja invasion 10s tuevo Mundo, evidenciando asi le continuidad de las Formas de expansi6n Ia primera invast3n ibérica ses ustros después del desembarco de Cristobal Colén en un islte del vege, unos diez afos después de fa muerte del almirante (15060), Se nribo de Vasco de Gama ala India y del descubrimiento de Brasil por obra de Pedro Alvarez Cabal (1500, antes incluso de que el nuevo continente reciba el nombre ce América, comicnzan a soplar en Europa fos primeros vientos proceclentes del Nuevo Mundo. ‘No obstante In insistencia, mas bien interesada, por parte de Col6n, las nuevas tierras eran consideradas por Ia mayurfa como fas nuevas vores, y por los dems como las Antipas. A pesar de que la actividad de explomei6n en el Caibe y los primeras contactos eon Tien Iie fueron muy intensos entre 1492 y 1513, solamente a pani de 1524, ‘con in presencia espaitola en el territeio azteca ola triple alianea me~ rica, comenzara una nueva fase de la invasion. “Observand el mapa t2 podemos seguir con mayor facilidad los veinte Mara ta Las Ineias occidlentales en 1515 TE fecas scat por ls espates 1502 Primer ao de sono comand 3515 Guéed yao ce funda > Ras de nave desde Europa } a mse ® aitos transcurridos entre el descubriniento de Colén de las tierras, ‘onocidas como “islas y tierra firme del mar océano” y el comienzo de Ia invasién cle México. Aparece aqui un dato importantisimo: las faeto- rias espafolas en el Caribe eran muy numerosas, pero en su mayorfa se trataba de restos de las empresas de colonizacién comercial colom- binas liquidadas en 1499. A muy pocas se habia concedic aquel ran- go de ciudad que indicaba una presercia consolidadla en el terrtorio. Estos empotios son el signo de continuidad entre el mundo medite redneo y el Nuevo Mundo, y entre la reconquista y Ia iavasién, sta aparece formalizada en el instrumento institucional de las capitulacio res de Santa Fe, firmadas por la reina Isabel y Cristobal Colén en 1492. Ia capitulaci6n es un contrato similar al que se estipulaba en los siglos dela eeconquista entre el rey y un capivin de armas, segiin el cual éste asumia la tarea de conquistar y repotlar las tierras en manos de los, ‘moros, obteniendo en cambio titulos nobiliarios y mercedes. las capitulaciones de Santa Fe reservaban el ttulo de virey y almiran- te de Castilla para Colin y sus descenclentes y la divsi6n en partes igua- les entre el rey y Col6n de las ganancias generadas por el eomercio y ex- plotacién econémica de los nuevos teritorios; ademas; las nuevas tierras se conveitian en patrimonio personal cel monatca. Sobre la base de los resultados del primer viaje de Col6n, que indicaban la presencia de oro, se organiza en la isla de Hispaniola Santo Domingo) una factoria con- trolaca por el mismo Cokin, donde todos los ecién legados de Castilla, son depencientes de Col6n y se incorporan a a actividad principal, con- sistente en intercambiar metcencias eurqpeas con el oro extraido por los amerindlos. A fin de cuentas, entonces. la actividad de la empresa de Col6n era la misma que habfan desstrolado tradicionalmente los empo- 10s africanos, es decir el trueque, el intercambio de bienes por bienes. EI monopolio real-colombino del comercio result6 ser un pésimo negocio, ya que os indios de Santo Domingo, como los del Caribe en general, vivian en una onganizacion tribal basada en el cultivo de man- dioca, papa dulce, yuca, maiz-y frioles, y recogian el oro aluvial con fines puramente religiasos y omamentales, de: modo que contra el in- terés de los espaftoles dicho metal era y sigui siendo una mercancia rarisima, De manera que la empresa real-colombina no sélo no progre- saba, sino que el mismo rey estaba pensando en liquidarla. Fueron Finalmente los mismos depencientes cle los emporios quienes decreta ron su fracaso rebelandose al monopolio en 1497 y solicitando la auto- rizacién. para comerciardirectamente con los indigenas. La revuelta de 1497 da comienzo a la invasion del espacio americano, puesto que una vez revocado el monopolio en 1499 la Corona empieza 4 conceder a individuos y compantas licencias cle comercio entre las, Antillas y Espaitay al interior del espacio antillano, Esta prctica sect posteriormente reglamentada mediante la creackén en Casilla ce una nueva institucién, In Casa de Contratacién dle Inclas (1503), la cual, siguiendo el modelo portugués de la Casa ca India de Lisboa, otorga licencias, reghmenta el comarcio y recaud los derechos cortespon- dientes a Ja Corona. En conseeuencia, vemos aparecer en las Antillas a los primeros funcionarios reales. Ta nueva forma comercial nace no s6lo para contentar a los espait: les instalados en el Caribe, sino que obedece también a la necesidad politica ce neutralizar la expansiGn portuguesa y hacer respetar el tr {ado firmado con Portugal relativo a Ia divisién del espacio maritimo. De hecho, el Tratado cle Tordesillas (1494) recogia el contenido de la bla papal de 1492 que asignaba las tetas descubiertas por Col6n al rey Cat6lico, precisanddo que le donacién fijaba la division a 370 leguas, al oeste de ls islas de Cabo Verde. En esta nueva fase, la monarquia espafiola afronta el problema de cconciliar intereses contradictotios. Ante todo los intereses de los colo- nos de las “islas del Mar Océano", y ademas los intereses religiosos ssancionados por la bula papal que contemplaba la evangelizacién cle los indios, sin que todo ello Legase a cuestionar su propia soberanta cn los nuevos teritorios. La monarquia espatiola abte en este periodo la via que con Carlos V conducitfa a la eonstrucci6n de una mona quia compuesta, dle caracterstcas universal e imperiales, en la que co- existieran principios de tipo peitico y ético mediante una alianza entre el tono y el altar. En este sentido, ls Areas americanas, hasta aquel mo- ‘mento poco consideradas, asumian una notable importancia en el ima- ginasio y en los proyectos poiticos de la Corona, los cuales durarin por més de dos siglos, independientemente de las transformaciones Cocurtidas en ese lapso. Sinn embargo, no era ffeil Hevar a la prictica las nuevas politcas de la monarquia espafiola, que estaba por ascender al rango de primera gran potencia de la era modesna. Una vez concluida la experiencia Colombina, la monarquia coneedi6 mumerosas licencias a castellanos para que comerciaran con la poblacién antillana. Peto la escasa cal dad del oro aluvial, las dificultades en la pesca de perlas y los reduci- dos excedentes agricolas comerciables, acabaron por transformar los — La senaon 6 rupos mercantiles en verdaderas bandas armadas dedicadas al saqueo eas ndigeas af captrs de esclavos, Ess bandas mercies fmaedas fueron lisa y llanamente las empresas cle conquista, cuyos so- Cis ¥ financieros eran funcionarios reales, eclesidstions y agentes de las gandes casas comerciales castellanas y europeas con sede en Sevilla a invasion ibérica de las Antillas aeab6 provocando frecuentes justiicadas revueltas, Los indios se lartaron de la soberbia de estos Conquistadores espanoles que, obsesionados por aro y las perlas, Se tlejaban caer en sus aldeas armados de espadas, lanzas y ballestas y compafiados de perros feroces. Los hotrores de la invasién de las “Anilla, descritos a los europeos cel siglo xu por el milanés Gerolamo Benzoni e ilustrados por los espléndidos dibujos de Theodore de Bry, serviin como primer instrumento de propaganda antiespafiola y anti ceat6lica en Buropa. Pero las bandas armadas en las Antillas constituyen, por otro lado, tuna vanguardia, porque estos contingentes de castellanos que dlispo- nen de armas propias y de bienes intercambiables dan origen a las pi- metas factorias espafolas estables. Por lo tanto, la banda no es s6lo tuna empresa comercial, sino que se convierte sobre todo en una orga- nizacidn politica cuyos miembros deben obediencia a un jefe, el caw dillo. Una ver. Fundado el asentamiento estable, la ciudad, la banda tiende a institucionalizarse e instituye al cabildo, es decir el municipio, y/su 6rgano de gobierno, et concejo municipal. fsta es la transforma- ‘i6n que explica la conversion de las bandas en empresas de conquista, (© sea en organizaciones no sélo comerciales sino también sociales y politcas. Sin embargo, las correrias de las bendas mercantile armadas en el Caribe comienzan muy pronto a ser motivo de preocupacién para la rmonarquia y Ia Iglesia, preocupacién que aumenta tras el alzamiento comunal en Castilla en los aos 1520, caramente reprimido por Carlos V, ante el temor de que los castellanos de ultramar aspiren a la indepen- dlencia, mientras la Iglesia presiona are la monanquia en defensa dle la poblaci6n india, que en lis Antillas lt sido, mienitas tanto, prictica ‘mente exterminada. A fin de neutralizar las tendencias centrifugas de la conquista, 1a Corona funda en 1511 en Santo Domingo la primera institucién de gobiemo y justicia, la Audiencia, organismo ya existente en Castilla, formado por un concejo de jueces nom brados por el rey con el encargo de gobernar los tevtorios y administer justicia: De esta manera se eli “ uanssencion mina fa figura del adelantado o alealdde mayor sin que ello signifique Pponcr témino a la empresa de la conquista, Como se puede ver en el ‘mapa 12, numerosas expediciones comerciales llegan hasta Tierra Firme, Darién o Castilla del Oro y las islas de Cubagua (Venezuela), ricas en plas. Al mismo tiempo se da comienzo a la produceién de azsicar en las Antillas, a. mas ingente del Caribe durante varios siglos. Las ex- pediciones mercantiles y la produccién azucarera generan el traslado 4 Esparia de los primeros tescros americanos: entre 1503 y 1510 des- embarca en Sevilla el equivalente a 200000 ducados anuales, 70% cle los cuales va a los comerciantes, mientras 3096 correspond a impues- tos cobrados en América la necesidad! de incrementar la presencia de autoridades de la mo- narquia en América estimula a su vez el interés de la Iglesia, especial- inte de las Grdenes religiosas que se pronuncian piiblicamente en defensa de los indios. Gracias @ esta presion de la Iglesia se promulgan ‘en 1516 las primeras normas legales en favor de los amerinclios, cono- das como Leyes cle Burgos. Junto a los intereses econémicos comien- zan entonces a manifestarse de manera cada vez més explicit los inte- 1eses espittuales, con el resultado de un incremento de la presencia influencia de los funcionatios reales y eclesidsticos. Sin embargo, pese alas maniobras comrectivas cle tipo politico, el balance de la invasién espaftola en las Antillas no clea de ser negativo, ya que la poblacién de la fala de Santo Domingo «sminuye de 3.7 millones a 66000 habi- tantes entre 1492 y 1519. [a destrucci6n demografica impide entonces el nacimiento de aquella sociedad hispanoamericana que surgiria pos teriomente en el subcontinente ‘También las areas brasilefias experimentan una penetracién similar, ya que la Corona portuguesa busca consolidar su soberanta en tierra americana, como estaba previsto en el Tratado de Tordesillas. Paca aleanzar dicho objetivo sin emalear recursos propios, Portugal otorga en concesi6n a la compafiia mercantil de Fernando Noronha la extrac- cida y ttanspotte de los troncos del 4rbol conocido coma "palo Brasil" materi prima para producirtnturs rja EI monopolio otorgado a Noronha da lugar, como en las experiencias afiicanas y colombinas, ala formacion de factorias donde se almacena la ‘madera preciada extraida por ks distntas tribus amerindias, que luego se intercambia con productos portugueses y europeos. Tal como ocu- ne en las Antillas, también en Brasil el régimen de monopolio entra ripidamente en crisis, no tanto por conflicios entre los poseedores del i ne anseRc ” * jnonapolio y sus empleados portugueses sino por la creciente presencia de agentes comerciales franceses interesacos en esta madera preciada ‘Gon la penetracién francesa en el Nuevo Mundo comienza una larga setie de infitraciones de los paises ewopeos que no aceptan la repar- ticién del mundo entre Espaiia y Portugal. ¥ los conflictos entre los in- vasores europcos contribuiri a su ver a agudizar los roces entre las tribus, ya que algunas de ellas se aliaa con los franceses y otras con Jos portugueses. E5 muy probable que los conllictos entre las tibus hayan provocado un aumento cle los sactificios humanos el inicio del comercio intertribal de esclavos amerindios. Por otro lado, es posi ble que este contacto entre invasores ® indigenas basado en el intet- cambio de mercancias haya dado origen a los primeros cruces étnicos y al nacimiento del mameluco, el mestizo que para el nacionalismo brasilefio contemporineo representa el prototipo del brasil. ‘También la invasi6n europea de Brasil es extremadamente cruenta y provoca la muerte de unos 2.5 millones de tupiguaranies que vivian en Ia franja costera. Tal como habia. ocurrido en las Antillas, la destruccién demogrifica provocacla por Ia propagacién cle epidemias europens, las luchas tibales y la escavitud, impide en ese momento la formacién de ‘una sociedad lusoamericana, Invasion y conquista a monarqufa espaitola, producto de 1s unifieacién de las coronas de Casilla y Arag6n, acelera su transformecion en imperio durante el si- glo >, Con la subida al trono de Carlos V en 1517, comienza a pert Jarse un imperio tenitorialmente diversiicado, compuesto de diversas patras con una vartedad de sistemas iastitucionales que reposan en tradiciones cultures y politicas muy dlierentes. La navedad del impe- tio de Carlos V consiste precisamente en no destrut las diversas culeu- fas, sino mas bién en permitirles coexstir indoles una proyeccién ‘omtin mediante la construccién ce unt consistente simbologia en la que intervienen elementos como la fe =atdlica, una corte que pueda asegurar la fdelidad de los stbdites als Corona, y una administacién capaz de cepresentar desde el centro las necesidades de cada wna de las unidades teritoriales. Hl naciente inperio es un mosaico compuesto dle muchas piezas di- feremtes que, aunque no encajen perfe:tamente, crean la imagen de * La RIsEROION tuna unidad que la monarquia espaniola no tavo ni quiso tener antes del siglo xvm. Esta imagen cerresponde también a la monarquia portu- guesa, ya que en ambos casos ef monarca no apatece identificado ‘como rey de Espaiia © Portugal sino mis bien como rey de una serie ‘de seinos en Europa y en Anérica. Fl elemento que tnifica estas mo- narquias ibéricas es, por lo tnto, Ia figuca del rey en cuanto simbolo de la jsticia y defensor de la fe; el monarca aciministrajusticia, recom- pensa a los buenos, castiga a los malvados € impone el respeto de lerechos y deberes 4 los stibditos al interior de cada tno de los esta- mentos sociales. Kista es la idea de buen gobiemo que el imperio ase- jgura a todas las unidlades tenitorales, 1a onganizaciGn imperial que se deduce de esta concepcién se aplica cn los diversos consejos terrtoriales: el de Castilla y el de Aragén, el Consejo de Indias a partir de 1524, el de Italia en 1555, el de Portugal en 1582 con Ia unificacién ce las dos coronas y el Consejo de Flan- des en 1588, Antes de la union de las dos coronas el impetio port {gv€s contaba con dos consejos territoriales, el de Portugal y el de In- alas; la autonomia de este tilimo seré mantenicla tras la unificaci6n dle Espana y Portugal Durante esta fase de construecién imperial, Casilla y el Portugal rmetidional proporcionan los hombres, los medios financieros y los modelos de organizacion del Nuevo Mundlo, Cabe recordar, en efecto, due las reas americanas, la Indias occidentales, dejacan de ser bienes personales del rey tan s6lo en 1519, al conquistar éstas el derecho ‘1 contar con un consejo terttorial propio, denominado Consejo de Indias. Aun siendlo heredero de la tadicin juridica y normativa caste- llana, dicho Consejo producieé su vex muevas formas jurcicas ¢ insti- tucionales, ya que est4 obligato a tener en cuenta el derecho consuett- dinatio amerincio. EI nuevo estatus de las Indias occidentales nos permite destacar el hecho de que la teayectoria ce la segunda fase de la invasién coincide _grosso mocio con Ia formaci6n de Ia nueva monarqu‘a espafiola bajo el reinado de Catlos V. Los elementos que evidencian este proceso son la desapaticion de las antiguas expediciones autorizadas por los Funcio- narios reales y el hecho de que las nuevas capitulaciones 0 acuerdos entte la monarquia y los potenciales conquistadores requieren ahora la autorizacion del Consejo de Indias la creciente institucionalizacion se expresa paticularmente en ef ma- yor control que la monarquia ejerce sobre los funcionarios y sobre las rapines de los conquistadéres y en la capacidad de domar las revueltas brganizades por étos, como la cle Gonzalo Pizarto en Pert (1543) y de Martin Cortés en México (1566). La nueva regulacién del Nuevo Mundo ‘es mis importante de lo que se ha creido hasta ahora, aunque desdle Juego no implique la instauracién dela justicia y mucho menos de la jgualdad de derechos entre ibéticos y amerindlios. Fl aumento dl con trol moniquico, que no suipone atin el inicio del absolutismo, neue liza aquellas tendencias sefioriales que se habian reforzado notable- mente durante la invasi6n de las Antillas, € introduce en América el principio de la organizacién imperial. El reforzamiento de la auoridad real difunde entre los stibditos espatioles y americanos la imagen del rey como garante ce las libertades estamentales instauradas en los diferentes teritorios americanos de Ia monarquia, que en ausencia de tuna convocacién regular a las Gortes estin representadas en la corte real pot los procuradores de las princizales ciudades americanas. Bl itinerario de esta segunda Forma de invasién no se caracteriza solamente por la inserci6n americana en la monarquia, sino también por el hecho de que la América espaiiola deja de ser patrimonio per- sonal del sey y por la novedad ce que en la invasi6n del continente los espafoles se encuentran ante sociedades amerindias mucho mas estructuradas y con una capacidad d> respuesta politica y social. La ‘conquista de México y luego de Pert marcarén un gio significativo al respecto. EL mapa 1. ilustea la invasion del continente por parte de los ibéri- os, la llamada conquista. Se muestra aqui que los principales centros son conquistados en poco més de treinta alos, entre 1519 y 1550, y que la ocupacién se lleva a cabo por gemacion. En efecto, una vez ‘ccupado un lugar signficativa como ‘Tenochtitlan (la Ciudad de Méxi- co) entre 1521 y 1524, desde ese enclave parten nuevas conquistas que a su ver. dan origen a una red de asentamientos ibéricos. Poxlemos constatar que los centros desde los cuales parten las expe diciones, originadas a su vez en Santo Domingo, son fundamentalmente cuatro: Panama (1519), México (1521-152), Pend (1534-1535) y Bue- nos Aires (1536-1537). A partic de estes asentamientos se desplicga la ‘cupacién de enormes tetrtorios Hevada a cabo por pocos espaiioles. Como puede verse, la penetracion hacia el interior de Mexico se verifi- ca con gran rapidez: en poco mas de veinte aiios —entre 1521 y 1547— México central, bajo control del impetio mexica 0 azteca, pasa manos de los invasores ibéricos. opunpy onary jap vadoune uossony oT “et Va oosasave onve0 contiB Bm STE | ele BEOa Bia) PEL Y no es muy diferente la invasion de las areas andinas. Ente 1534- 1535 y 1550, se lleva a cabo el gradual conteol espanol de esas terito tos y su prolongacion hasta Chile. Similar es el itinerario en e! Rio de la Plata: entre 1536 y 1553 y por Via fluvial se llega a controlar las Areas iinemas hasta la regién preandina del actual Tucumn. En. Bra procede al mismo ritmo: todavia en. 1550 las clonaciones terrtoriales a los nobles portugueses na hin daclo origen a importantes nticleos de control terttorial. Tan s6lo tres asentamientos, Pernambuco, Bahia y San Vicente, muestran un cierto dinamismo; en 1540 los portugueses atin no conseguian neutralizar las incutsiones de los franceses, cuya presencia comenzari a disminuir solamente tras la firma del tratado de paz entre los reyes de Portugal y Francia La mayor rapiciez de la invasién espaftola respec obedece al sistema organizaivo. Portugal utiliza el instrumento de la donacién real, institucionalizada en el momento en que arvecia la pe- netizcién francesa, la cual permite obtener capitanfas hereditarias de unas cincuenta leguas de litoral y una extensi6n indeterminada hacia el interior. EI mapa 14 ilustra la nueva versi6n cartografica de los seio- rios brasilenios elaborada po: Alberto Gallo, en la que apreciamos los territorios asignados a los donatarios que se comprometen a colonizar- los obteniencio a cambio derechos y privilegios, como el gobierno, la administtacién y el control d2 una parte importante de las tierras, ale- ‘mis de la posibilidad cle corcederas a sus propios stibditos. El domi- no teal se limita al monopolo comercial sobre la madera preciada, las

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