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SONIA MONTECINO AGUIRRE Compiladora MUJERES CHILENAS FRAGMENTOS DE UNA HISTORIA MONTECINO AGUIRRE, SONIA (Compiladora) ‘Mujeres chilenas. Fragmentos de una historia / Sonia Montecino A. (Compiladora) Santiago de Chile: Catalonia, 2008 628 p.17 x 24cm ISBN 978-956-8303-85-3 ESTUDIOS DE MUJER Y GENERO 305.42 HISTORIA DE CHILE 983 Disefio de portada: Guarulo & Aloms ‘Fotografias ¢ ilustraciones interiores: Gentileza Archive central Andrés Bello, Universidad de Chile; reprodueciones det archive del Musee Histérico Nacional; fotografias de José Morent, archive Editorial Caraloni Edicign de textos: Jorgelina Martin Composicién: Salgé Ltda. ‘mpresién: Salesianos Impresores Direccidn editorial: Arturo Tnifante Reniascer ‘Todos los derechos reservados. Esta publicacida no puede ser reproducida, en todo o en parte, ni registrada 0 transmitisia por sister alguno de recuperacién de informacién, cn ninguna forma 0 medio, sea mecinici, fotoquimico, electrinico, magnético, electrodptico, por fotocopia © cualquier otro, sin petmiso previo, por escrito, de la editorial. Segunda edicién: septiembre 2008 Tercera edicidm: enero 2012 Cuarta edicidn: junio 2018 ISBN 978-956-8303-85-3 Registro de Propiedad Intelectual N° 170,034 © Sonia Montecine A., 2008 - Catedra Género Unesco: Toxtos los derechos de este libro han side: cedidos la colecciém de publicaciones de Ix Caredra Género UNESCO, CEG, Facultaet de Ciencias Sociales Universidad de Chile, © Catalonia Ltda., 2008 Santa Isabel 1235, Providencia Santiago de Chile worw.catulonia.ct Un imaginario para la mezcla. Mujeres, cuerpo y sociedad colonial’ ALEJANDRA ARAYA ESPINOZA Historiadora La colonizacién de América forma parte de una politica, o arte de ambiente de guerrs, ruptura de reins, principades y comunidad lar, finalmente, una nueva direccitin del gobierno de ciudades y dentro de una nueva organizacién. Circulande en medio de resultados nos encontramos can imaginarios de lo urbano y decencia; anclades. en criterios de honor y honra que perm de las mujeres en dichos propdsitos puesto que gran parte d cay la guerra supusieron alianzas matrimoniales, intercambio ellas mismas y, por supuesto, procreacién de nuevos habitam de mestizos 0 mezclados, vuellos objelos de ese nuevo régi problema politico. El disciplinamiento, como orden y contrat de lo nuevo, también hard de Tas mujeres un asunto politico porque de sus vientres surgirdin mestizos y tendran que controlar esa. posibilidad para tener algtin modo de definir los linajes y los lugares de estos nuevos seres humanos, haciendo de la mezela una casta 6 cepa nueva de la cual derivarian lugares socia~ Jes, deberes y peligros. Mi telacién sitia a Jas mujeres dentro del imaginario 0 conjunto de imagenes y rela- clones entre imagenes constitutivos del capital pensante de la especie humana que organiza Ia experiencia y, desde clla, funda To real. El imaginario remite a lo deseado y,.cn tanto tal, moviliza discursos y representacionés qué actuardin sobre lo feal, modelindolo segiin esos deseos, Asi, la relacién mestizos-vientre de mujer se tornara un problema politico porque en. cl imaginario social del otr lado del Atlantica, la mezcla perturba el eriterio de casta y esto sera lo que hard del control de las mujeres un medio para gobernar dicha mezcla. Esta mezcla seré asociada a Ja nocién de mancha y, socialmente, estas nuevas colee- tividades coloniales se ordenardn en jerarquias de mas @ menos, manchadas por los cruces bioldgicas, las Hamadas casias, El cuerpo, como representacién de una casta © cepa, sus- tentara los imaginarios sobre autoridad, poder y dominio porque, dependiendo de esos origenes, se deberd definir la calidad de las personas, o incluso Ja posesion de tal atributo. 32 Alejandra Arayy Los mestizos, de no provenir de eepas nobles por parte de sus madres, sendin politicamente considerados plebeyos, quienes, por tener macula o mancha de oscuridad de origen, evi- dentemente no seran nobles ni hidalgos ni ciudadanos, Sin embargo, constituirdn la mayo- ria y, segtin el imaginario operante de su bajeza y, por tanto, de su obligacidn de sujetarse y servir a otros, demandaré wna tensién permanente para controlarlos, mantenerlos en su lugar y hacer funcionar la repuiblica con aquellos que, al parecer, por su propia naturaleza, pedrian amenazarla. Ser“mixto” era la‘nebulosa del origen, la macula del“pecado” de mez- cla de los cuerpos. Finalmente, también operard la asociacién entre lo bajo y la mancha del Pecado original —cultura cristiane— con un cuerpo humano como principal culpable dela caida, que nos recordaria permanentemente la fatalidad de ser finito y corruptible, Siendo-el cuerpo mécula en si, corrompe, Aqui llegamos al cruce de todos estos elementos: cuerpo de mujer, vientre generador y procreador, lugar de toda podredumbre. Multiples mecanismos serdin puestos en juego para conjurar tal peligro, multiples historias y momentos nos per- mitiran mostrar y presentar al mundo colonial como significativo del traslado, al otro lado del Atlantico, de la historia de las mujeres. EL PROBLEMA POLITICO DE LA MEZCLAY LA CULPA DI LAS MUJERES En la documentacién colonial a los mestizos se los denomina tanto “plebe” como“ castas”. La primera acepcién remite a la tradicién romana de la vida en Ja ciudad: los que ejercen Jos oficios manuales y serviles; y quienes, por tanto, no podran ocupar cargos puiblicos de administracién y gobierno. El segundo, es un modo muy particular, propio del universo colonial, de asociar este criterio al de la pureza de sangre porque este términe tiene una sig nificacién zoolégica. Casta es linaje, pero también es un irracional, algo animal, Los cuadros de castas, y el término mismo, designan a personas mezeladas dentro de wna interpretacion zoolgica:“mezelar diversas familias de animales Para mejorar o variar las castas”.* Los”ra— clonales” se cuidan de mezclarse, contaminarse, perder y desaparecer. Los otros, pasan‘a integrar una calidad inferior que el género pictdrico de los“cuadros de castas”—ilustrado y zaoldgico— recoge como pintura de tradicién naturalista. Un (maginaria para la mexela B] mestizaje perturba el orden simbdlico ideal porque, en este sistema de pensa- miento, la mezcla implica una amenaza tanto de transformacién, como de extineién por ontaminacién. Eses cuerpos pueden contaminarse por fluidos; como la sangre. Mezcla es «2 incorporacién de una cosa liquida con otea a ta contertura de diversos colores en los-pafios, Se ice mezrlarse los linajes; cuuando se confident unas eon otros, que na son de-tina misma calidad; » decimos estar una cosa sin mezcla cuando est pura® Se abomina de los hibridos y de otras confusiones como los cuerpos de las mujeres considerados tales por albergar en sie] mis- terio de la procreactén. Son umbrales y puertas. Ellas engendran, llevan la corrupcién en sus vientresy el antidoto-de la misma, La castidad permite, en tanto valor, cuidar, desde suis mujeres, al grupo aménazado y minoritario, Porque la castidad es una virtud que modera las wosiontes de ia parte concupiscible en orden a los actos venéreos y deleites caraates, es aquella vir- cud que permite al cuerpo tener una honra que por naturaleza no posee: por la hora que at cuerpo de la castidad se debe estimar mds que por la vida* Las mujeres son la puerta de entrada y salida de los Grdenes que estructuran la sociedad colonial en tanto sociedad de castas, Cortupcidn es putrefacctin, infeceién, contaminacisn y malicia de alguna cosa, por haberse datiado y podride. Es una alteracién, que en el propio cuerpo se manifiesta en destemplanza del vientre, y lo misnto que Correncta 0 Diarrea. Metaf6ricamente, por tanto, es al cuerpo social ‘cio 0 abuso introducido en las cosas no materiales: como corrupcidn de costumbres, de voces.Y volviende a las mujeres: estaban esparcidas por Roma gran mimera de ramenes en los muis nobles harrios: la corrupcidn de ta Repitblica; pero con fausto de semtorns de ella... Los hijos de este siglo reconoeiéndose corruptibles y mortales, eelebran Mairimontins, para perpetuarse por este medio en la posteridad All esté el origen de la tragedia humana, las mujeres guardan este secreto de la naturaleza, marcan la especie con el sino de la podredumbre, con la corrupeidn y deben, redimirse 0 ser castigadas, Si tetomamos el razonamiento seguido hasta aqui, tenemos que lamar’ castas”a los sujetos mezclados. Es un intento de conjurar el peligro que significan transformandolos en clementos primigenios quienes, al mezclarse entre si, generan un nuevo orden con el eual, evidentemente, el espaviol que se preciara de tal debiera evitar juntarse. Los mixtos corrom- pian el principio subyacente de Ia purest em los animales que consiste en que se han de conformar plenamente con sit especie, Son impuras aquellas especi $ gle son miembros imperfectos de sit género, 0 cuyor mismo génerd disturba el esquenta general del raundo.* Hay que considerar lo ante jor en la especificidad colonial de Chile, cuando la pre- ocupacién par et color y la pureza del linaje parece ser una obsesidn permanente ya fuese por el reducido nimero de“blancos” como por los asedios de la guerra, la destruccisn y la mezela inevitable,” Bstando en Santiago, cuenta un expedicionario del sige Xvill, la osten- tacién de la pureza era un signe que nadie podia dejar de observar: hiay er la ciudad y sus arrabates sets parrogudias, que son la Matriz, San Isidro, Santa Ana, Renea y ol Rosario. En ellas se reguilan mas de 32 mil habitantes, de las quales llega et la décima parte largente de castas produci- das de los descendientes de Ins Indios y de les Negros lleoados de tla costa de Africa. El resto es toda gentle espariola, rio encontréndase en la ciudad un solo indio én su sraje’ ‘nacional, ni hablandose.en 33 34 Alelandra Ava elle otra lengun que la castellana ast por la gente ce ta tuafima plebe. Con esta jamtds se hha meaclado la descendencia de aquellos primeros conquistadores y pobladores espaiioles nobles'de los quales permantecen ilustres descendientes de que hacen ostentacién, colocando sabre hermosas portadas los correspondientes escudos de sus armas." La mezcla potencialmente es corrupcion, pérdida de los equilibrios y de los drdenes, por esto la plebe —compuesta de gente de las castas de mixtos— constituye un peligro politico. De este modo, las mujeres se tornan relevantes como posibilidad de generacién de mestizos y, por otro, coma bastiones simbdlicos de todo: orden que cifra su estabilidad.en el control de los cuerpes, asignador, por tanto, de todo peligro a lo que objetiva sélo como cuerpos, TROL SOCIAL COLONIAL CUERPO DE MUJERES ¥. COD La peligrosidad del cuerpo fomenino se controla estabilizindolo por medio del dominio de su condicién de umbral, por ello la castidad serd una exigencia rigurosa para la vigilancia de Ja pureza del grupo dominante que no quiere ser confundido con las mezelas y para, ademas, controlar esas mismas mezclas, De este modo, a las mujeres se les ekige desempefiar un rol peligrosamente ambiguo. Se les atribuyen poderes incontralados, inconscientes, peligrasas y hasta desaprobados y, al mismo tiempo, pueden honrar al cuerpo, al linajey asu casta, ellas mismas puras. De esto deriva, por un lado, el lugar especial de las mujeres religiosas —beatas y monjas— como portadoras de este modelo y como educadoras de nifias huérfanas y mestizas. Las primeras vestian habito religioso, pero no vivian en clau- sura dedicdndose para subsistir a las Inbores de mano y Ja ensenanza de ka musica, los rudimentos de Ja lectura siendo y la esetitura, En los siglos Xvi, muchas veces, un grupo de estas mujeres piadosas dieron origen a conventos, cn regla en los siglos XVII y XVII, como log de Santa Clara y Santa Rosa de Lima. Las monjas, mujeres del grupo mi Noritario espafiol (aunque muchos se denominaban asi para no cargar con los prejuicios hacia las castas), tenfan el deber de encarnar el modelo y, a fa vez, mantener los nexos entre el mundo terreno y el celestial por medio de sus oraciones.y sactificios,” El reverse, lo enearnaba una multiplicidad de mujeres atrapadas en su condicitn de castas, oficios, re laciones sexuales y amorosas fuera del matrimonio que, de todas modes, tenfa poco sentide para el que no de jaba nada de herencia ni obtenia nada con cas Tse con todas las de la ley. Por esta razén en la segunda mitad Un imaginaria para la mexela del siglo xvi, este modelo exige a tadas las. mujeres, y no solo a las de la elite, que hicieran. de su honra el tinico capital social. Serd en el xvii cuando las mujeres figuren en las causas ctiminales precisamente al ser cuestionados los modos de relacién sexual y sentimental fuera del modelo matrimonial post-tridentino. Es asi como antes de formalizar las carceles para hombres (existieron presidios y eérceles transitorias antes de ser los reos enviados a obras pablicas y al destierro) fueron las mujeres las sometidas al disciplinamiento y vigi- lancia social, especialmente de sus cuerpos en publico: movimientos, gestos; compaiias y lugares de sociabilidad. La Casa de Recogidas, mandada a crear en 1727 (con dificultades de funcionamiento durante las siguientes dos décadas}, junto a los conventos femeninos, fueron instituciones encargadas de reforzar el deber ser de tas mujeres, aplicdndoles formas de disciplinamiento con el objetivo de interiorizar la norma por medio de la culpa: ejercicios espirituales, pricticas de confesién y encierro en soledad pata meditar sobre las faltas.”” El disciplinamiento de las mujeres por medio det reforzamiento del deber ser fe- menino, y la asociacién de la decencia al comportamiento sexual dentro del matrimonio, puede leerse en varios momentos. Por ejemplo, en la pragmatica de matrimonios de 23 de marzo de 1776 y sucesivas, que mandaba que los pérrocos fiscalizaran los matrimonios para que estas fuesen entre gente de igual calidad. Esta pragmitica, a nuestro juicio, se relaciona con los conteos de poblacién realizados en fecha coincidente en. el Obispado de Santiago (1777-1778) y que registraron a las personas segiin sexo, casta y estado civil,"" asi como con el control judicial a hombres y mujeres por amancebamiento y amistad ilicita, asociéndose tales faltas @ una oral disipada ¢ indicios de mayotes desérdenes, En 1776 y 1777, por ejemplo, el corregider de Colchagua mandé a la capital 12 reos, mayoritariamente ladrones de ganado, a los cuales se les habja iniciado proceso; otros iban sin sumarias informaciones sobre sus delitos por falta de tiempo y lugar para hacerlo, pero cuyas faltas estaban suficientemente probadas y que, si bien no eran un hébito como en los tres, mereeian prisién y trabajo forzado a“ modo de conreccidn”. Dos de ellos por andar con mujeres espaiolas casadas. ‘stas eran lamadas cominmente “mujeres al monte”, sus nombres generalmente no aparecen en los documentos como tampoco sus opiniones subre la situacién. Pedro Garrido, de Chilldn, habia robado hacia un afo a una mujer espatola, ambos eran previamente casados, legaton hasta Santiago y para poder mantenerse ¢l habia robado. joseph Antonio Donoso, considerado “amancebado e incorregible" por el cura y vicario de Rancagua, era enviado-a la cadena porque los requerimientos 0 advertencias del religiaso no le habian servida de enmienda. Ellos debieron cumplir condenas, las mujeres quedaron en las tinieblas, seguramente por su condicién de espaiiolas protegiéndose su fama y la de sus espasos."* Las mujeres amonestadas por iguales razones, pero pertenecientes a la plebe por sus oficias y origenes poco claros, pobres, mulatas, mestizas ¢ indias, no corrian igual suerte y os ban Ilegado sus nombres. Se trata de un mundo plagado de mujeres entre mujeres en el cual las hombres, efectivamente, no-estin ni para proveer, menos para amar © acom- pafiar, Desde 1760 se habia iniciado sobre cllas un mayor control, también come medio 36 Alejandra Araya de disciplinamiento de los hombres. Bs el caso de las llamiadas pulperas. Las pulperias, 6 locales de abasto de comida y licares, en su mayoria, estaban regentadas por mujeres de la plebe-con cierta independencia. Por esto, siempre cafa sobre ellas la sospecha de prostitu~ cién y mala vida y se les recomendaba, ante todo,“ sujetarse” a otro o.a mujeres mayores. Asi le muestran los documentos sobre rondas por los distintos cuarteles en que se dividia la Giudad de Santiago. En abril de 1774, el maestre de campo don Joseph Santiago de ira- Trazaval, marqués de la Pica, apresé-a varias por tratos ilicitos, Son interesantes los lugares que recorre y los argumentos usados para apresar y amonestar a las mujeres ¢ incluso para enviara algunas ala Casa de Recogidas. A Juana Garay la encontré en una pulperfa torando chichita en compania de un hombre que no ¢ra su marido, y que la llevaba en las ancas de su caballo. Ella le dijo que era su hermano, pero no siendo ast la puso en prisién, fue liberada pero se le recomend6-que en adelante dejase la bebida y estuviese siempre sujeta a su marida; evitando por estos hechos tener discordias con él, Otras mujeres fueron aprehendidas por peleas mativadas por celos que llegaron a los golpes. Ignacia San Miguel, por ejemplo, fue amonestada para que en lo sucesive viviese arreglada y cristianamente sujeta a su madre sit dividirse de esta, Si deschedecia seria puesta por unaito en la Casa de Recogidas. La madre tampoco debfa dejarla sola parque corria el riesg@ de suftir Ja pena correspondiente a las alcahuetas. La amistad ilicita podia ser admitida o sabida por su larga data, pero también estas rondas pillaban in fagantti a los’ amantes, muchas veces'en las mismas pulperias que servian de fachada a prostibulos o, simplemente, a lugares de distension. Sus duefias eran mujeres de gran caracter, necesario para hacerse cargo de recintos de sociabilidad masculi- nay de elegir a’sus comparieros de entre sus habituales. Manuela Céspedes fue presa al ser hallada en su pulperia durmiendo con Manuel Sepiitueda, aunque se defendié diciendo-que la habia encontrado por casualidad alli."* Una década antes, el corrégidor de Santiago, Luis Manuel de Zafiarty, coherente- mente con su proyecto de disciplinamiento y conttol de la plebe, habia iniciado un éxpe- diente contra las pulperias manejadas por mujerés debido a los inconvenientes que en ellas se sucedian: pleitos, heridas, escindalos y peondos piiblioos, atribuidos a Ja fragilidad y ninguna vergilenza por ser estas de baja esfera y reelarntente bebedonas. Los informantes verbales Te- forzaron esta opinin diciendo que los males se sucedian porque las mujeres a cargo de los negocios eran de baja esfera: mulatas, zambas, indias, Esta condicién baja, corrupta —como se ha sefialado— las hacia desvergonzadas, a lo que se sumaba su desrudez y miseria. Alli los ociosos borrachos y eagamundos encontraban sit lugar ideal cerréndose el ciclo, peligrase ¢ imparable, de la mezcla de lo bajo con lo bajo, Las pulperas, segtin este escrito, extendian la corupeién al permitir que en sus locales las mujeres durmiesen con sus conociedos. En ¢l modelo femenino de la debilidad y la sujecién, existen espacios en donde po- demos ver un lado dificil de aceptar: los crimenes y la violencia, motivados por mujeres. Fl documento insiste en la fragilidad femenina como razn del desorden reinante asi camo clementos de calidad o baja esfera, uso de la sexualidad y de la violencia de sangre entre mujeres-o hacia otras mujeres y hombres (incluso un testigo sefiala eque ellas mandan ma- Un tmaginario para Ia mezcla 37 tar por venganza y otro dijo que a una le dejaron el citchillo metidlo en la frente). Asimismo sefiala como causas de perturbacion la autonomia y falta de sujecién que las trastorna. Fl propio gobernador ante este expediente, dice que siendo este mal tan perjudicial que suchas mujeres atin de balde, o por imty corto salario siroen dichas pulpertas, sole por lograr el fin de esta iniquidad, y ast se vend que no se encuentra una mujer libre que en casas de honra guiera servir a puertas adentro atmque sea cor mayor salario y mds alivio que el que reporta de dichas pulperias por mantenerse en esta libertad de vide. A su juicio, el manejo de las pulperias por hombres evitaria estos problemas. Pera casi 20 afios después, a propésito de la regulacidn de los pesos y medidas, se manda hacer una inspeccién a bodegones y pulperias en Santiago y nos encontramos con que de los 151 locales inspeccionados, 44 son propiedad de mujeres (29,13%) y 14 estan a cargo de ellas (9,27%).1° Estamos entonces frente a procesos que se conjugan: el mayor control sobre ¢| cuerpo femenino, el disciplinamiento laboral masculino y el social que pasaba por la regularizacion, del los matrimonios, las mezclas y, en definitiva, un mayor asentamiente de la poblacién, lo cual reduce su movilidad. Evidentemente, dichos objetivos no podian realizarse sin un discur- so moral fuerte, reforzado por el principio de la honra publica, interesante de rastrear dentro de los sectores populares por cuanto podrd convertirse en su tinico capital: la decencia. La evidente notoriedad del problema en la segunda mitad del siglo XVIME-no nos puede hacer olvidar que se trata de una Iégica de control mas moderna que requiere de burocracias para cumplirse, las que registrardn a esa poblacién de distintos modos pre-es tadisticos: registros parroquiales, municipales y de cuarteles, y de agentes del poder judicial eneargad ctivamente de vigilar y castigar. Esto quiere decir que les modelos tendrin apoyos suficientes en la correecién publica y en la exposicién de hombres y mujeres. No obstante, ello no quiere decir necesariamente que la plebe haya continuado con, sus formas de relaci6n opuestas-a la norma, sino que sus modos cotidianos de configurar redes, alectividades y formas de supervivencia fueron consideradas peligrosas para el orden publica y, por tanto, un peligra politico. Posiblemente la instalacién de la norma como deber set, sera el principio de futuras resistencias o de la transformacién de tales conductas en simbolos de rebeldia propiamente tal, Finalmente, sostenemos que el control de las mujeres es esencial para concretar aquel cjercido sabre los hombres puesto que la falta de“sujecién” a la que se alude es el principio fundamental del orden basado en las dependencias al infinite en las llamadas sociedades del Antiguo Régimen, $i las mujeres no estaban sujetas, los hombres tampoco, si el cuerpo no abedeeia, no habfa orden ni armonia pasible en ese gran cuerpo politico de los nobles la cabeza— y sus miembros dependientes —plebevos. Pero si los*nobles”no podian distinguir- se de los plebeyos, en razén de las mezclas, habia que reordenar el esquema en funcién de la decencia de las conductas y de- un mayor resguardo de Ia mez: En estas mezelas indiscriminadas y dific a. jes de controlar, las negras y mulatas pa- recen ser las que sellan definitivamente el llamado lugar de las castas. Seguin un trabajo Alejandea Araya sobre las injurias, entre la poblacidn de Chile, desde fines del siglo xvu hasta inicios del xx, yen forma constante, el término“mulata” y“mulato”, es el mis insultante, cuando podria esperarse que lo fuera el de indio o india." La altivez de las esclavas muchas’ veces era motive de juicios para su venta y como excusa para el maltrato reiterado. Probablemente Ja cosificacién de las esclavas se extendia por asociacivin al color mas escuro, dado que las opciones eran pocas sobre la dignidad del origen: jas de esclavos, cuyos padres eran otros esclavis, o hijos de esclayas en relaciones ilicitas con sus amos o abusadas par ellos, criados como libres pero de origen oscuro. Asi, elaramente, el insulto lo esa la honra en tanto linaje. Las mujeres de color también portaban el estigma de set usadag sexualmente o de usar su Sénsualidad para atraer a los amos, u obtener favores también sexuales, La libertad de movimiento por ser sirvientas las vinculaba con el libertinaje, no deseado en una mujer de bien. Pero quizis esta misma condicién les daba una vivencia y un concepto dea libertad, ausentes en otras mujeres, luchando pata ella y para sus hijog de manera sostenida y tenaz, como también los espasos por ellas. Asimismo, las mestizas de origen no esclavo o negro se encuentran mayoritariamente: solas © en inestables relaciones de pareja, adultas conviven con sus madres solas y con pocas referencias a sus hijos, hermanos y padres. En tanto, las mujeres esclavas luchan por mantener un lazo que las humanice; defienden la libertad de Sus hijos o que no sean vendidos y separados de ellas, @ sus esposos acuden a la justicia por iguales razones cuando ellos son libres." Evidentemente queda mucho por rastrear en tomo a las identidades femeninas, ro les y oficios, trabajos y culturas particulares.!* Las consideraciones tradicionales de género Crean précticas y estrategias que alin podemos observar entre las mujeres: Ia peticidn, el lloriques, la critica permanente al comportamiento de los ottos para validar el propio, la de bilidad como argumento de defensa. Estas mismas pra as las conectaron ¢on la escritura, directa ¢ indirecta, en sus testamentos y demandas judiciales, asi como en la vida conven. tual fueron intelectuales y representantes de la comunidad en tanto mujeres influyentes.” Asilo hacia todavia en 1807 Micaela de los Dolores, priora del Monasterio de Carmelitas de San Rafael, quien escribia al gobernador en nombre de sus 15 veeinos para que la construc- ion de los tajamares del rie Mapocho, ya en su fase final, no afectase sus propiedades.” Fl uso de la eseritura y su condicion de mujer virtuosa le daban un lugar poco comin para las mujeres en general. [in los extremos del vicioy la virtud, monjas y pulperas son identificadas con sus nombres, tienen derecho @ un nombre para ser sefiaiadas como ejemplos del deber ser y él no deber ser, Quizis, esa excepcionalidad al modelo deseado las hace dejar dé ser andnimas, no son mujeres de bajo perfil y, por lo tanto, sé ganan un apelativo, Las virtuosas juegan con sus denominaciones terrenas y celestiales, las peligrosas con los reales ¥ apodos que constrayen las propias proezas. Otras, comunesyy corrientes, buscatdin modos de dejar huellas de si como Ja ingeniosa devota de Santa Teresa quien, con excusa de homenaje a la santa, se pinta con poco devatos atuendes, mira al espectader coquetamente-y puifia el ojo a la posteridad. 40 Alejendra Araya 10 W 1B 4 15 16 7 18 wv (Dieciomario’ de Autoridedes, op. cit, 623. ‘Mary Douglas, Purssa y peligro Ure andlisis de los conceptos te aondaminacién y tabi, Madrid, Siglo XX de Espaiia editores, 1973, 1" edicién, p79. En este punto estoy sintetizando un articulo en que desarralie més extensamente el lugar de las mujeres on ol imaginario politico colonial, Ver Alejandra Araya Espinoza,“"La pureza yla carne: el cuerpo de las mujeres en el Imaginario politico de la sociedad colonial", en Revista de Historia Social y de das Mentalidades, afioWIIL, vol. 12, 2004, pp.67-90. Lav expeslicin Malaspina en tos mares drmericaries del sur La colecciin Boxes, 1789-1795, tomo TL, pAP-A8: ‘Ver Alejandra Araya Espinoza,” Las beatas en Chile Colonial: en el corazam de lo social yen el margen de la his- toriografia", en Dimensiter Histtrian de Chite, n° 19: Historia social, Universidad Metropolitana de Ciencias ste La Educacién, Santiago Chile, 2004-2005, pp 13-88, Esto lo destaco especialmente porque diches métades son asaciados a lo que Michel Foucault lame’ la sociedad

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