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Aristóteles, De anima1
¡Hola, filoadictos! Hoy os voy a hablar un poco del famoso tratado Acerca del alma
de Aristóteles
ENTRADA
P: El concepto de alma es confuso, tendrías que dar algún aviso para navegantes…
Sí, tienes razón. Si eso di tú “aviso para navegantes” y luego sigo yo.
P: Ah, vale: ¡aviso para navegantes! ¿Así?
Perfecto.
Si queréis estar en una buena posición para leer lo que Aristóteles tiene que decir
acerca del alma tenéis que liberaros antes de dos prejuicios “interpretativos”: (1) el
cartesianismo y (2) la visión religiosa del alma.
Respecto del segundo punto, Aristóteles no plantea el problema del alma desde un
punto de vista religioso o escatológico. Platón, en algunos textos, sí que lo hace, pero no
Aristóteles. Aunque luego pueda tener implicaciones o continuaciones religiosas,
Aristóteles lo estudia desde un punto de vista estrictamente filosófico.
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Si quieres ver el vídeo, aquí lo tienes: https://youtu.be/Ef4s3xF5pSw
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Otro problema que tenemos para entender este tratado de Aristóteles es que solemos
entender por alma exclusivamente el alma humana. Esto es en parte algo derivado tanto
de la visión religiosa como del cartesianismo. Cuando oímos “alma” nos viene
directamente a la cabeza características como “espiritualidad” o “inmortalidad”. Sin
embargo, Aristóteles, al enmarcar el problema del alma dentro del fenómeno de la vida,
extiende el alma a todos los seres vivos. Podemos decir, y así parece en muchos
fragmentos, que en Aristóteles “alma” es sinónimo de “vida”.
Para Aristóteles, entonces, todo ser vivo, sea vegetal o animal, tiene alma porque tiene
vida, sólo que en cada caso estamos hablando de un tipo concreto de alma. No es la misma
alma la de la planta que la del caballo, porque no es la misma vida la vida de la planta
que la vida del caballo. Del mismo modo, no es la misma alma el alma del caballo que el
alma del ser humano, porque no es la misma vida la vida del caballo que la vida del
hombre.
Hay muchos autores que discuten si realmente la identificación que Aristóteles hace
del alma con la vida deja lugar a que pueda haber algo así como un alma inmortal.
Aristóteles parece dejar la cuestión abierta, indeciso. Se limita a decir que, por lo que
respecta al alma humana, que es el alma intelectual, no puede realmente descartarse que
sobreviva a la muerte, sea toda entera o sólo en parte. Y ahí queda eso, para la discusión
de los siglos.
Este tratado contiene, además, uno de los textos más oscuros, controvertidos y
discutidos de toda la obra de Aristóteles. Es el pasaje donde Aristóteles distingue entre
un intelecto agente y un intelecto paciente. Otro día le dedicaré un sólo vídeo a este pasaje,
porque la verdad es que no tiene desperdicio. Verdaderas guerras de tinta se han librado
sobre la interpretación de este fragmento. Y nadie puede declararse vencedor definitivo.
P: Eso es porque aún no me he puesto yo a interpretarlo.
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Otra cosa curiosísima de este tratado, y que ofrece un efecto como muy raro, que tiene
algo de divertido, es cómo se mezclan afirmaciones científicas que hoy nos suenas súper
descabelladas con reflexiones filosóficas de una profundidad que a veces casi hasta
asusta. Por ejemplo… Mira, lee tú:
P: “Si no percibimos ni con los huesos ni con los cabellos ni con otras partes similares
es precisamente porque… porque son de tierra”. ¿En serio dice eso? [De anima, 435ª24-
435b].
A ver, que tiene su sentido dentro de la discusión antigua sobre los cuatro elementos,
pero a nosotros nos suena rarísimo. Pero esto se mezcla con unas reflexiones filosóficas
que son, vamos, inmortales.
Destaco sólo el capítulo décimo del libro III que está dedicado al intelecto práctico.
Contiene una reflexión súper lúcida sobre la relación y dinámica entre razón y apetito. El
intelecto no mueve nunca sin deseo, de modo que aparecen como causa del movimiento
los dos: el deseo y el pensamiento. Esto es otra manera de poner la genial tesis de la Ética
a Nicómaco: que el ser humano es una conjunción de inteligencia y deseo: inteligencia
deseosa o deseo inteligente.
P: “Y esa clase de principio es el hombre”. Eso dice, ¿no?
Exacto.
En fin, que es un muy buen libro para leer, incluso si sabéis poco de Aristóteles, porque
está muy bien para familiarizarse con su estilo y su lenguaje. No tengáis miedo de leer un
libro que, seguramente, tendréis que leer y releer cien veces, porque así se aprende.
Dejadme que os lea un fragmento de la introducción de Tomás Calvo Martínez: “La
marca histórica de garantía de toda obra filosófica de primera magnitud no es otra que su
capacidad para estimular la reflexión y promover el surgimiento de desarrollos ulteriores,
de líneas de pensamiento que –procediendo de ella– divergen y se contraponen entre sí”.
Lo dicho.
Bibliografía recomendada2
ARISTÓTELES, Acerca del alma: https://amzn.to/383QAKQ
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